COLOQUIO INTERNACIONAL Una experiencia de formación de investigadores: 25 años
del Seminario de Historia de las Ciencias y la Tecnología en México de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM
Los rostros rurales de la ciencia: las Ciencias Agrícolas
Dr. Jorge Ocampo Ledesma1
Dra. María Isabel Palacios Rangel2
Dra. Rosaura Reyes Canchola3
Dr. Edmundo A. Pérez Godínez4
Universidad Autónoma Chapingo
Introducción
Agradecemos antes que nada la invitación que nos han hecho a participar en este
Coloquio. A nuestras instituciones, a los organizadores y a los anfitriones, muchas
gracias. El presente trabajo parte de los requerimientos que nos han hecho desde la
organización del coloquio: conocer la situación de los estudios CTS en nuestra área de
conocimiento, las ciencias agrícolas.
Venimos de la Universidad Autónoma Chapingo, fundamentalmente del CIESTAAM
donde nos integramos en la Línea de Investigaciones en Historia Agraria,5 que ha
derivado desde hace más de 19 años hacia los estudios sociales de la ciencia y la
1 Miembro y Coordinador de la Línea de Investigaciones en Historia Agraria del CIESTAAM. Profesor de Preparatoria Agrícola. Universidad Autónoma Chapingo. 2 Miembro de la Línea de Investigaciones en Historia Agraria del CIESTAAM. Profesora de la División de Ciencias Forestales. Universidad Autónoma Chapingo. 3 Miembro de la Línea de Investigaciones en Historia Agraria del CIESTAAM. Coordinadora del Archivo Histórico de la UACh. Universidad Autónoma Chapingo. 4 Colaborador de la Línea de Investigaciones en Historia Agraria del CIESTAAM. Profesor de Preparatoria Agrícola. Coordinador del Programa de Investigación en Hongos Comestibles. Universidad Autónoma Chapingo. 5 Vale la pena aclarar que este programa, fundado en 1992, se denominó desde un principio Programa de Investigaciones Históricas de la Agricultura, el Agrarismo y la Agronomía (PIHAAA). En la actualidad se encuentra en un fuerte proceso de transformación, junto con el CIESTAAM, donde se proponen las líneas de investigación: Políticas Públicas, Sistemas Agroindustriales, Estudios de Ciencia, Tecnología, Sociedad e Innovación, e Historia Agraria.
2
tecnología, principalmente agrícolas. Empezamos haciendo la historia de la agricultura
y la agronomía y avanzamos hacia los estudios CTS agrícolas.
Durante este tiempo hemos construido con diversos aportes, desde la metodología de
historia oral, de la versión de los annales y de Braudel y Wallerstein de la larga duración
acompañada de la microhistoria italiana de Ginzburg, avanzamos en la comprensión
latouriana y de Michel Callon de la sociología de la innovación, debatimos con los
neoshumpeterianos, nos incorporamos al estudio de las redes, descubrimos actores
invisibles y procesos marginados, rompimos con las versiones de la razón instrumental
y nos acercamos a la agroecología y su concepción de ciencia y de mundo como opción
de futuro, frente al derrumbe paulatino de las construcciones agronómicas de la
revolución verde junto con su afiance al modelo cartesiano de ciencia, tratamos de
entender a la tecnología como nudo de relaciones sociales y no como meros artefactos o
procesos fríos, aprendimos a apreciar la belleza de un machete, de una reja o de un
arado de doble ala. En fin, agronomizamos nuestros estudios, y nuestras comprensiones
se llenaron, además de nuestros sujetos tecnológicos, de suelos, semillas,
microorganismos, genética, tractores, y campos experimentales y laboratorios, con las
cámaras de flujo laminar y el manejo de micelios y de agua esterilizada.
Una serie de conclusiones teóricas han enderezado nuestros trabajos en los últimos
años. Dentro de ellas destacamos comprender nuestras explicaciones dentro de
procesos, no como sucesión de hechos, como inventario de datos o como relación de
actividades productivas, si no como integración de relaciones. De esta manera podemos
apreciar las continuidades y las rupturas, comprender las redes, destacar nuevos actores
generalmente invisibles, instalarnos dentro de los sistemas y establecer contextos.
Por lo mismo, otro de los elementos es apreciar nuestras explicaciones dinámicas, con
movimiento y en constante cambio. Ello nos permite entender cuáles son los resortes y
las fuerzas de los cambios, las tendencias y las orientaciones en pugna.
De la misma manera, incluimos en nuestras explicaciones el conflicto, pues entendemos
-y de manera indiscutible en el ámbito de las ciencias agrícolas- que no existe ningún
proceso social en donde las confrontaciones, los debates y las tensiones estén ausentes.
3
Esta presencia, muchas veces suprimida de manera fácil, nos conduce a comprender de
manera lo más completa posible nuestras explicaciones y nuestros estudios. Se trata de
hacer explícito el juego de fuerzas sociales, de tendencias históricas, de manejos de
dominio y de poder. Entonces las cosas pueden cobrar otra dimensión de comprensión.
Por lo dicho, incorporamos en nuestros trabajos la visión de larga duración que nos
permite descubrir fuerzas centenarias y aun milenarias, tendencias ancestrales y juegos
de poder que por la cercanía, la más de las veces se nos esconden. Entender estos
procesos en la larga duración amplía nuestros escenarios y los actores se enriquecen en
las perspectivas, donde los puntos de fuga son recentrados.
Junto a esta dimensión de larga duración, que completa la visión sintética antes que
analítica, utilizamos de manera preferente la versión inductiva que la deductiva, de tal
manera que lo singular puede ser capaz de explicar lo particular y aun lo general,
siempre y cuando cumpla la condición de ser singular significativo, es decir que lo
individual posea una riqueza explicativa tal, capaz de abarcar a lo particular y a lo
general. En estos sentidos -la larga duración y lo singular significativo- es donde nos
apoyamos en la Escuela de los Annales con Fernando Braudel e Immanuel Wallerstein,
y en la microhistoria italiana con Carlo Ginzburg, junto con la metodología de historia
oral.
Nuestras explicaciones se comprenden, entonces, en una dimensión compleja, con
múltiples determinaciones, donde se incorporan nuevos escenarios y actores, donde no
despreciamos la polémica pues enriquece nuestro entender. En esta complejidad se
asumen diferentes vertientes de estudio, económicas, políticas, culturales, geográficas,
etc. Tratamos, hasta donde nos es posible de no desdeñar ni de subestimar ninguna
vertiente o arista explicativa, sino integrarla y posicionarla en su importancia relativa
junto a los demás espacios.
La comprensión desde la complejidad, junto a las otras conclusiones dichas antes, nos
introduce directamente, en el caso de nuestros trabajos sobre CTS e Innovación, a
superar las versiones de la tecnología como razón instrumental, a deslindarnos hasta
4
donde es posible de los formatos cartesianos, a incorporar la dimensión sintética e
inductiva, a rebasar la orientación mecanicista de las explicaciones de CT.
Ello no es fácil, después de siglos de educación y de decenios de formaciones
personales, pero es necesario. Conlleva un fuerte debate donde las opciones que se han
situado en un supuesto posmodernismo cuestionan la base de la civilización dominante
aun en nuestro planeta. Nuestra conclusión y apuesta, por ejemplo, es de una agricultura
donde quepa la tecnología tradicional con sus dimensiones culturales y de mundo,6
donde se rechacen las opciones pretendidamente civilizatorias de sólo armar, explicar y,
aun más, justificar los agronegocios para beneficio de unas cuantas trasnacionales,
donde no se producen alimentos para satisfacer el hambre, sino mercancías para obtener
ganancias.
Por ello, entre otras cosas, está nuestra apuesta por la agroecología, cuestión que nos
coloca en el ombligo del conflicto pues, entre otras cosas, debemos fundamentar que la
revolución verde con sus justificaciones ideológicas, con sus estructuras educativas y
con sus dominios científico-tecnológicos, se ha agotado desde hace decenios, aunque
persista en una especie de inercia social.7
Pero decir esto, y estudiarlo y fundamentarlo con nuestros trabajos, en Chapingo, en la
catedral de la revolución verde, es prácticamente colocarnos en la herejía, entre los
renegados, en los márgenes, en la periferia. Desde ahí habrá que empezar a remontar
nuestras posiciones, con nuestras explicaciones fundamentadas.
Más aún cuando al apartarnos de la razón instrumental, nuestras explicaciones deben
considerar a los artefactos como actores no humanos. Entonces tampoco desde las
6 En este sentido, nuestra promoción por dotar de base científica al conocimiento tradicional como una de las tareas actuales de la agronomía, con el reconocimiento de que el saber tradicional es válido y pertinente. 7 Es cierto que un proceso C-T no culmina de golpe y porrazo. Para empezar tenemos que deslindarlo de los procesos políticos y económicos, y entenderlo desde su propia lógica. De esta forma, decir que se ha agotado la revolución verde es señalar que no tiene más oportunidades y que sus opciones demuestran ineficacia, que se puede demostrar de múltiples formas. Por ello, algunos autores consideran que se ha iniciado una segunda fase de revolución verde, comprendida en la labranza de conservación, los abonos orgánicos, la agricultura protegida, las semillas transgénicas, el ferti-riego y el riego por goteo, la siembra de precisión, etc. entre otros elementos técnicos que la caracterizarían. De cualquier manera, se ha agotado esa dimensión de ciencia y tecnología agrícolas.
5
ciencias sociales se entiende qué hacemos. Sin embargo, hemos logrado precisar en
diferentes trabajos cómo un artefacto, el tractor por ejemplo, se convierte en nudo de
relaciones sociales desde donde es posible incorporar una dimensión de conocimiento
junto a una dimensión educativa junto a la económica, otra política, una más cultural,
otra más geográfica o territorial, etc.
Lo importante, entonces, es cómo colocar las bases de la reconstrucción de nuestras
instituciones, de nuestras políticas, de nuestra cultura CTI, frente al desplome de la
civilización dominante, con sus sistemas, sus cimientos y sus expectativas.
Bueno, no adelantemos más cosas y veamos nuestras consideraciones sobre el tema.
Explicamos en primer lugar, la importancia de las ciencias agrícolas, donde pasamos
revista al proceso de su conformación, destacando sus marcos conceptuales y sus
versiones sobre la transferencia de sus avances. Seguimos con la explicación de quiénes
han estudiado recientemente el proceso de las ciencias agrícolas, para completar con la
información sobre nuestros trabajos en el colectivo de Historia Agraria y del
CIESTAAM. Finalmente arribamos a algunas conclusiones y presentamos la
bibliografía.
Importancia de las ciencias agrícolas
Constantemente los investigadores sociales de la ciencia y la tecnología, buscamos los
espacios de acción de nuestras comunidades de estudio. Cobran relevancia, entonces,
los laboratorios y las áreas experimentales. De manera directa nos trasladamos a estos
espacios y buscamos entroncar con nuestros sujetos de estudio, articular nuestras
dimensiones de análisis con su actividad cotidiana. A veces se logra, a veces no es
posible integrarnos y aparecemos siempre como intrusos, como extraños o como
molestias.
Para nosotros, desde Chapingo -la universidad agrícola más importante del país, aun-
esto no sucede. Nuestros cubículos de trabajo están junto a los laboratorios (o eran
laboratorios), nuestras áreas de trabajo incluyen los mismos laboratorios, nos
6
integramos desde las ciencias sociales con los agrónomos, ingenieros agrícolas,
biólogos, químicos, forestales, etc. Estamos dentro de la comunidad de estudio, al grado
de que muchas veces somos miembros de equipos de producción o de investigación,
somos miembros de asociaciones de ingenieros, participamos como uno más en sus
congresos. Para ello tenemos que ganarnos, es cierto, un lugar dentro de un gremio
cerrado, pero generoso. Y una vez dentro.
Ello nos coloca en una situación especial, pues nos permite identificar procesos y armar
reflexiones desde la cercanía. Al mismo tiempo, esta cercanía nos induce a perder la
sana distancia del objeto de estudio -las comunidades C-T, de las cuales somos
miembros o colaboradores- y podemos perder la capacidad crítica fácilmente, o
incorporar actitudes exegéticas.
Bueno, con todo creemos que la riqueza es mayor que el peligro. Lo asumimos y
avanzamos. Lo cierto es que estamos dentro de los laboratorios, de los campos
experimentales y de las comunidades C-T.
Generalmente cuando intercambiamos con los agrónomos prácticos, con aquellos que
generan acciones productivas con empresas, gobiernos, agricultores y campesinos, la
queja constante se refiere a los modos de innovación. Si bien los términos del
difusionismo -que en nuestro caso se ha expresado como divulgación, extensionismo,
servicio,8 etc.- han recibido un fuerte cuestionamiento desde la década de 1970 y
seguramente desde antes, la tendencia se mantiene con una pertinaz presencia, que
procede de las bases racionales de la ciencia y de la tecnología agrícola que se enseña,
se aprende y se difunde. En buena parte de las ocasiones, esta concepción de la
transferencia de conocimientos va impregnada de un dejo evidente de soberbia.
8 El servicio es una de las funciones sustantivas de la UACh, a diferencia de otras instituciones que solo desarrollan docencia, investigación y difusión de la cultura. Este concepto fue retomado del modelo norteamericano de universidades A&M (Agricultura y Mecánica), impulsadas en la segunda mitad del siglo XIX por el gobierno estadounidense, dentro de una concepción que se denominó Grand Land, que ligaba a estas instituciones con las empresas, el gobierno y los agricultores. En Chapingo, todavía como Escuela Nacional de Agricultura, el servicio se estableció con la Ley de Educación Agrícola de 1945, en plena revolución verde, y bajo esta Ley, se diseñó y estructuró la Escuela. De esa manera tenemos aun los llamados DEIS (Departamentos de Enseñanza, Investigación y Servicio) en vez de escuelas y facultades. Hacia las décadas de 1960 y de 1970 el concepto se incluyó en un fuerte debate ideológico y político, y se generó la orientación de servir al pueblo. Ahora cobra mayor presencia el término vinculación.
7
Sin embargo, frente a los resultados de estas formas de transferencia, existe una
pregunta constante que, en tono de queja profunda, se presenta generalmente entre los
técnicos: ¿Qué no entienden los productores agrícolas que manejamos los adelantos y
que les conviene escucharnos y atendernos? ¿Por qué no hacen caso, si les demostramos
que nuestras propuestas son superiores y los términos de productividad son
inmejorables? Entonces recurren a las ciencias sociales reclamando una explicación
creíble, que les devuelva parte del amor propio lastimado o herido, que los reposicione
como divulgadores o extensionistas.
Por ello es posible explicar detalladamente nuestras propuestas, recurrir a entender
juntos el proceso de creación y de transferencia, de organización social, de conflictos y
desde una larga duración. De esa manera se abre una necesidad de análisis y de
explicación.
Lo cierto es que lo que denominamos transferencia tecnológica agrícola siempre ha
existido dentro de la ENA-UACh. Una referencia ampliamente documentada la sitúa en
el periodo de Porfirio Díaz, ya impuesta la paz y con el impulso a los programas de
gobierno de apoyo a la agricultura. Indudablemente la presencia de Olegario Molina y
su corriente modernizadora, a principios del siglo XX, como secretario de agricultura
permitió empujar la versión científica de la agricultura y desplegar a la agronomía como
ciencia.
Fue un momento decisivo: ese periodo representó el inicio de la derrota definitiva de la
educación agrícola hacendaria9 y el triunfo de la propuesta positivista de la ciencia y de
la ingeniería agronómica, con la irrigación al frente. Todavía habrían de pasar varios
decenios para que quedara desterrada la orientación hacendaria, aunque cada vez más
disminuida.
9 Durante el final de la segunda mitad del siglo XIX, uno de los conflictos importantes fue la confrontación entre esta educación agrícola hacendaria, promotora de mayordomos inteligentes, administradores instruidos, agrimensores, etc., contra la naciente educación agrícola científica sostenida en el positivismo oficializado apenas, desde donde se promocionaba a los ingenieros agrónomos e hidráulicos, como base de una orientación agrícola y agronómica diferente.
8
En efecto, todavía en pleno periodo cardenista, como parte de los conflictos sobre la
orientación agrarista de la educación, levantaron por última vez la cabeza quienes desde
la ENA reclamaban la validez de la hacienda y de su modelo educativo.
La Ley de Educación Agrícola de 1907 abrió una verdadera frontera. Instaló en
definitiva el modelo de las ciencias agrícolas modernas y orientó la educación para
impulsar la concepción de mundo que ello conlleva. Adicionalmente emprendió un
fortalecimiento de la transferencia tecnológica, al ampliar los mecanismos con ferias
demostrativas en los campos de experimentación, una amplia labor editorial sobre todo
de folletos técnicos sumados a la incorporación por invitación directa de prestigiados
profesores, científicos, ingenieros y técnicos, europeos y norteamericanos sobre todo.
De esta manera arribó a nuestro país y a la entonces Escuela Nacional de Agricultura y
Veterinaria, instalada en San Jacinto, D. F., el profesor Mario Calvino, que en Italia, en
la escuela de agricultura de San Remo, desarrollaba la llamada Cátedra Ambulante. Su
presencia, junto a un destacado grupo de otros profesores invitados, fue estimulante.10
Es necesario destacar una constante sobre estos invitados. Su presencia va en relación
directa con la organización de un amplio grupo de estudiosos nacionales, integrado por
científicos, técnicos, investigadores, etc. Son éstos quienes realizan las invitaciones y
proporcionan las bases locales para que aquéllos puedan desplegar su actividad. De otra
manera no tendrían a qué venir.
Durante el periodo de 1907 a 1914, cuando se cerró la Escuela Nacional de Agricultura
y Veterinaria (ENAV)11 por la revolución antihuertista, se impulsaron infinidad de
actividades de divulgación, se editaron folletos con una vigencia actual, se organizaron
las ferias demostrativas que aún perduran en nuestra institución, se impartieron nuevos
10 Silvino Bonasea, Ralph Summers, David Thomassi,entre otros. Juan Manuel Cervantes documenta ampliamente estas presencias. 11 La ENAV fue inaugurada en 1854, en San Jacinto. Durante buena parte del siglo XIX fue dirigida por destacados profesionistas. Hacia finales del siglo XIX, la confrontación entre veterinarios y agrícolas -con sus dos vertientes, los hacendarios y los ingenieros- se había ampliado. Con el cierre de la Escuela en 1914 se resolvió el asunto. En 1916 se abrió la Escuela Nacional de Veterinaria, que luego se integraría a la Universidad Nacional, y es hoy la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia. Fue hasta 1919 cuando la Escuela Nacional de Agricultura abrió de nuevo sus puertas, ya solo como ENA. La carrera de Zootecnia se creó en Chapingo en 1958.
9
cursos, se armaron talleres, se establecieron nuevos cultivos con semillas de
prácticamente todo el mundo, etc. Los mecanismos de innovación tecnológica se
fortalecieron, fundamentados en la ciencia positiva y en nuestro caso de manera inicial
en la hidráulica, en el control de plagas y enfermedades, y en la nutrición de las plantas.
Durante el primer periodo de los gobiernos revolucionarios (1920-1940), la ENA se
incorporó al reparto agrario. Ahora podemos decir, sin restar importancia a la lucha
campesina, que junto con los maestros rurales, los agrónomos construyeron el rostro
rural de México y participaron en una nueva fundación nacional. Pero lo que se puede
ubicar como mera transferencia tecnológica fue disminuida de manera importante.
Hacia mediados de la década de 1930 se empezó a reconstruir un conjunto de
condiciones para desarrollar de nuevo la ciencia y la tecnología agrícolas. Se
reconstruyeron y ampliaron los campos agrícolas experimentales, se orientaron los
trabajos de técnicos e ingenieros dentro de estos campos y en escuelas para desarrollar
nuevos procesos experimentales y nuevos cultivos, se incluyeron nuevas materias en el
plan de estudios de la ENA, ya en Chapingo desde 1923-24, se formularon indicaciones
metodológicas precisas para funcionar en el área experimental y la transferencia se
recuperó.
Dentro de las materias que se incluyeron cobra un lugar destacado la genética en sus
aplicaciones agrícolas. De los agrónomos destacados en un primer momento para
desarrollar esta ciencia estuvieron los ingenieros Edmundo Taboada y Eduardo Limón.
En particular, al primero le correspondió desarrollar una metodología de
experimentación agrícola para impulsar el cultivo de maíces mejorados no híbridos,
sino sintéticos, es decir semillas que generan granos y semillas y pueden ser mejorados
continuamente por los productores. Orientaron sus esfuerzos principalmente a las zonas
de temporal, y sus investigaciones se centraron en lo que dio en llamar agricultura
campesina y con sentido nacionalista.
Taboada, como funcionario de la Secretaría de Agricultura, enderezó una estructura
diferente de los campos experimentales agrícolas, creó una verdadera red de ciencia y
tecnología mediante la Oficina de Campos Agrícolas Experimentales (OCAE).
Promovió la incorporación de los nuevos agrónomos. Impartió los cursos de
10
Experimentación Agrícola y de Genética en la ENA, elaboró un método de
experimentación con capacidad unificadora para ser comparado en los diversos campos,
y se posicionó como un verdadero dirigente científico.
Hacia 1940, el Ing. Marte R. Gómez -organizador del gremio agronómico mexicano,
desde 1920 hasta su muerte en 1973- era Secretario de Fomento, la forma antecedente
de la Secretaría de Agricultura. Desde esa posición y como el agrupador del gremio
agronómico declaró que había concluido la revolución agraria e iniciaba la revolución
agrícola. La lucha agrarista había cumplido, el reparto de tierras se había realizado, y
ahora habría que orientar los esfuerzos a la productividad y a la ciencia e investigación
agrícolas.
Bajo esta orientación, desde el gobierno se cobijó la presencia fuerte de destacados
científicos agrícolas norteamericanos, que después establecieron la Oficina de Estudios
Especiales (OEE), adscritos a la Secretaría de Fomento bajo un régimen especial de
bastante autonomía y con financiamiento directo de las fundaciones, primero la
Rockefeller, y más adelante la Ford.
La orientación de la OEE se centró en los cultivos comerciales, en las regiones de riego
y con la utilización puntual del llamado paquete tecnológico agrícola, con alta
utilización de insumos de origen fósil (fertilizantes, plaguicidas) y de mecanización y
semillas híbridas. La revolución verde estaba en marcha. Los sistemas de becas de las
fundaciones norteamericanas permitieron la formación de algunas centenas de Masters
of Sciences y de Ph. D.
La confrontación estaba abierta. Por un lado, la estructura de la Oficina de Campos
Agrícolas Experimentales (OCAE), por otro la OEE. Aquélla se convirtió hacia 1946 en
el Instituto de Investigaciones Agrícolas (IIA). Buena parte de sus integrantes se
negaron a titularse como ingenieros en una verdadera posición de congruencia
nacionalista, frente al sistema de posgrados impulsados por la OEE. Se trataba de
demostrar la importancia ideológica de los títulos.
11
La disputa pasó de los términos científicos-tecnológicos a vituperios e ironías y
sarcasmos, hasta una verdadera guerra de posiciones dentro de las estructuras de
investigación, enseñanza y extensión. La formación en 1961 del Instituto Nacional de
Investigaciones Agrícolas (INIA) donde se fusionaron el IIA y la OEE, abrió la
confrontación directa. Se reemplazó a Taboada y su equipo de colaboradores de los
cargos de dirección del sistema de campos agrícolas experimentales, reemplazándolos
por profesionistas posgraduados con el apoyo de las fundaciones.
El dilema alcanzó a la ENA, donde los estudiantes se reposicionaron como
nacionalistas. El conflicto no sólo atravesó dos grandes movimientos estudiantiles, el de
1967 con la huelga nacional de las escuelas de agronomía y el de 1968, sino que se
continuó en la década de 1970 con la construcción de la Universidad Autónoma
Chapìngo y con el movimiento democratizador del INIA por los jóvenes técnicos,
situaciones ambas que conllevaron una amplia represión gubernamental y el ingreso del
ejército en julio de 1976 a Chapingo y a todos los campos agrícolas del INIA.
El conflicto obligó a la separación del Colegio de Postgraduados de la naciente
Universidad, la cual surgió sin estructura de investigación, de posgrado y con otras
graves carencias.
Si a esta situación aumentamos la crisis agrícola y rural que se hizo evidente hacia 1965
junto con un cada vez más vigoroso movimiento campesino, tenemos un amplio
panorama, muy complejo, donde la confrontación era obligada.
Con todo, el debate desarrollado desde la década de 1940 no se resolvió, y no ha
concluido. Es uno de los epílogos pendientes. Ello conlleva la discusión sobre los
alcances y las condiciones de la actividad científica-tecnológica de la agronomía, sobre
la necesidad de establecer los términos precisos de la transferencia de tecnología
agrícola: cómo, para quién, cuándo, por quiénes, entre otras preguntas, y sobre el propio
estatuto de ciencia.
Por una parte, los grandes proyectos de modernización agrícola auspiciados por la
revolución verde -la revolución agrícola del Ing. Marte R. Gómez- desarrollaron
12
amplios espacios de divulgación y extensionismo, con diferentes resultados. Por otra
parte, las orientaciones campesinistas, se involucraron en una profunda crítica a los
términos del extensionismo y amparadas, entre otras, en las teorías pedagógicas de
Paulo Freire, propusieron nuevos sentidos para la transferencia, que van desde una
versión diferente del concepto de servicio hasta la comunicación campesino a
campesino, pasando por el intercambio de saberes entre técnicos y científicos y
productores agrícolas.
El desmantelamiento apresurado, en cerca de 8 años, de la estructura de divulgación y
extensión de la Secretaría de Agricultura, hacia fines de la década de 1980 y durante
1990, dejaron en una orfandad a las organizaciones y grupos de productores agrícolas.
Fue tan abrupto el cambio que la primera reacción fue de estupor: no se sabía qué hacer.
Enseguida se demandó continuar con la asesoría, con el extensionismo, con los
programas de transferencia.
De manera limitada, más como un paliativo y con bastantes deformaciones, durante el
gobierno de Zedillo se estableció el Programa Especial de Asistencia Técnica. No fue
suficiente: el desplome de la productividad y la concentración de recursos y de
mercados continuó con la vinculación a los circuitos agroexportadores, controlados por
las trasnacionales.12
Ante una obediencia gubernamental muy sumisa a las orientaciones internacionales, en
aquel entonces, de las nuevas políticas -el neoliberalismo- se delineó la nueva forma de
acción: subsidios puntuales de gobierno para desplegar iniciativas particulares con
apoyos temporales para asesorías por regiones y cultivos, formación de despachos de
profesionistas que aprendieron a bajar proyectos, al mismo tiempo que se desplegaron
las iniciativas de los productores: las fundaciones produce, la formación de cuadros
técnicos propios, comprender y ampliar la transferencia de conocimientos de manera
12 Al respecto, un colectivo cercano de investigadores y promotores de la innovación y la organización de productores rurales dentro del CIESTAAM, ha explicado este proceso en un texto donde se trabaja la transformación del extensionismo agrícola en redes de innovación.
13
regional destacando a los líderes productivos de las organizaciones, recuperar escuelas
campesinas.
Dentro de la universidad este proceso también se expresó en diferentes maneras. Por
una parte, con la desaparición por ejemplo, del INMECAFÉ, el amplio sector fue
prácticamente abandonado: no asesorías, no investigación, no capacitación a
productores, no apoyos… Adicionalmente, el sistema productivo se desplomó
económicamente a nivel mundial. Mayor control de trasnacionales intermediarias y
precios bajísimos. Chapingo, principalmente a través de su Centro Regional
Universitario Huatusco, formó el Centro de Investigación y Servicio sobre Café, y
asumió tareas hasta donde le es posible, en ocasiones más allá de sus propias
condiciones. Imparte cursos, despliega investigaciones, capacita técnicos y productores,
asesora organizaciones.
Por otra parte, en las diferentes instancias de la universidad empezaron a proliferar los
despachos, abiertos o encubiertos, mismos que en ocasiones realizan una competencia
desleal con despachos extrauniversitarios, pues tienen otras condiciones para realizar
sus tareas, aunque mantienen en general una excelente calidad. En alguna medida, la
existencia no reglamentada de estos espacios es una deformación de las actividades
universitarias.
Una acción más dentro de la universidad es la iniciativa estudiantil de vinculación.
Iniciada a mediados de la década de 1990, los estudiantes con compromisos regionales
y nacionales con organizaciones campesinas presentaron la propuesta de armar talleres
con los que se ligan a las comunidades y organizaciones, desarrollando capacitación y
aprendiendo sobre la acción. Esta respuesta estudiantil, además de demostrar su
iniciativa y fortaleza, intenta suplir una debilidad universitaria en las carencias de una
instancia de atención a las demandas puntuales de organizaciones y comunidades, y de
una política de servicio con sus respectivas instancias de coordinación.
Otro espacio universitario ha establecido como objetivo atender las necesidades de
evaluación de los despachos, promover una formación más completa, evitar prácticas
ineficientes y desleales, asegurar efectividad en los esfuerzos. Esa es una tarea que
14
grupos universitarios desarrollan, donde destacan entre otros investigadores del
CIESTAAM. Ahora nos empeñamos en reconstruir nuestras estructuras de vinculación
o servicio, enlazando las diferentes iniciativas e impulsando estas actividades de campo
con amplios grupos de alumnos y profesores.
Bueno. Hemos expuesto de manera apretada un amplio recorrido sobre el proceso de
transferencia de conocimientos agronómicos en nuestra institución. De ahí observamos,
en primer lugar, el proceso dinámico, que intenta dar respuestas dentro de las
concepciones científico-tecnológicas dominantes y emergentes. Enseguida, destaca la
presencia de conflictos y orientaciones enfrentadas, sostenidas en tendencias y
promotoras de conceptos de universidad, de nación y de mundo. En este sentido la
confrontación se desarrolla entre las concepciones de agronomía, como ciencia de la
agricultura. De ahí derivan las propuestas de transferencia y de innovación, de creación
de nuevas carreras, de afiance y despliegue de otras propuestas, de formas de educación
y de manejo de recursos, etc.
El momento de nuestras universidades se presenta con dificultades, al igual que el resto
de las instituciones sociales y públicas. Pero enfrenta el reto enorme de crecer en estas
condiciones, no sólo como válvula temporal ante un desempleo creciente, si no como
una verdadera opción de futuro para el país. Sin educación, cualquier salida es
imposible o mucho más difícil y dolorosa, al entregar entre otras cosas, nuestro
pensamiento a iniciativas CT externas.
Quiénes han estudiado el proceso de las ciencias agrícolas
No es posible mencionar a todos de manera detallada. La información siguiente, sin
embargo, nos muestra una amplia riqueza en estudios y una red, informal si se quiere,
de estudios CTS e I a nivel nacional sobre las ciencias agrícolas, en diferentes versiones
y visiones.
Nuestra referencia directa parte de ese espíritu integrador que fue el Ing. Marte R.
Gómez, último director de la ENA en San Jacinto y primer director en Chapingo. Su
labor lo situó en el centro de la formación de la comunidad de agrónomos durante más
15
de 50 años. Con esta presencia, enderezó la comprensión cercana del proceso de
construcción de la ciencia agrícola. A su muerte, los estudios que realizó al respecto
fueron recuperados de manera sistemática por el maestro Ramón Fernández y
Fernández. Los textos son amplios y variados, pero evidencian el seguimiento de la
construcción temprana de nuestra ciencia, de sus retos y sus tendencias.
El maestro Efraím Hernández Xolocotzi también realizó algunos trabajos al respecto,
fundamentando el sentido que demandaba para la agronomía. Con su orientación crítica
sobre la agronomía dominante inspirada en la practicada en Estados Unidos y en la
búsqueda constante de los saberes tradicionales, el maestro Xolo realizó algunos
trabajos que detallan, por una parte, el conflicto entre las tendencias agrícolas y las
ciencias que las respaldan, así como documentó de manera puntual el proceso de
incorporación de cultivos en las formaciones civilizatorias mesoamericanas y
mundiales.
Una indudable referencia, no sólo por su obra escrita si no por su presencia activa y su
bonhomía es el maestro Leobardo Jiménez, doctor del Colegio de Posgraduados, quien
realizó amplias entrevistas a importantes personajes e impidió que su palabra se
perdiera. La obra pionera que tiene publicada en un primer tomo se denomina Las
Ciencias Agrícolas y sus Protagonistas, y es un referente obligado para entender el
proceso de la agronomía en los primeros tres cuartos del siglo XX.
Con una menor producción pero con la importancia de haber sido parte del proceso
reciente de las ciencias agrícolas, el maestro José Vallejo publicó varios trabajos.
Una entusiasta de los estudios sociales de la tecnología agrícola tradicional e indígena
es nuestra maestra Teresa Rojas Rabiela, quien desde el CIESAS -y en un tiempo desde
el Registro Agrario Nacional- desarrolla una amplia investigación y difusión de los
resultados de sus estudios, importantes por la documentación precisa y por el alcance de
sus resultados.
En Chapingo tenemos varios estudiosos de nuestras ciencias agrícolas, sus instituciones
y conflictos. Destacan, sin lugar a dudas, los trabajos al respecto de Juan Pablo de Pina,
16
de Rafael Ortega Pazcka en unión con los maestros Ignacio Méndez Ramírez, Juan de la
Fuente y otros.
El caso especial del maestro Nacho Méndez Ramírez es importante decirlo: reconocido
agrónomo, se ha destacado en el campo de las matemáticas aplicadas con un amplio
reconocimiento nacional y mundial. Constantemente es invitado a Chapingo para dictar
conferencias, donde su planteamiento parte de la crítica a la educación e investigación
positivista, orientando a no circunscribirnos a los análisis cuantitativos, sino acceder a
las versiones cualitativas y enriquecer nuestras actividades. Dicho por él, estas palabras
cobran una dimensión diferente.
Un grupo de investigadores de nuestro Sistema de Centros Regionales trabaja estos
temas también. Artemio Cruz León se ha especializado en los estudios sobre la
tecnología tradicional, en especial sobre los arados y la tracción animal. Susana
Córdoba trabaja sobre las miles de historias del café. Otros compañeros han
incursionado sobre los procesos técnicos en regiones como la costa de Oaxaca, la
península de Yucatán, las regiones tabasqueñas, el sur de Sonora, el área de Zacatecas,
zonas de Michoacán, etc.
La labor desde los Centros Regionales es amplia y muy rica, por su cercanía con los
procesos, donde constantemente los compañeros están involucrados directamente. Un
ejemplo al respecto, bastante significativo, es la actividad del llamado Centro Regional
del Anáhuac, antes Departamento de Trabajos de Campo Universitarios (DETCU), con
una fuerte y larga acción sobre todo en el altiplano nacional.
En el Museo Nacional de Agricultura, desde donde impulsaron varios profesores sus
trabajos (Edmundo Pérez Godínez, el propio Artemio Cruz y Juan Pablo de Pina), el
maestro José Manuel Arceo Arceo desarrolla desde hace años un trabajo de
recuperación de materiales, herramientas y utensilios agrícolas tradicionales, con una
muy amplia participación de profesores, estudiantes y campesinos. A la fecha coordina
una amplia colección de ellos.
17
En el departamento de Sociología Rural tenemos a la maestra Ibis Sepúlveda con
trabajos sobre innovación y análisis de tecnología agrícola, sobre todo entendiendo la
dimensión de la CEPAL y de FAO al respecto. Un grupo coordinado por Bernardino
Mata y Sinecio López han trabajado desde hace tres o más décadas sobre la
transferencia tecnológica campesina, han impulsado la revaloración del agrónomo
necesario y promovido las escuelas campesinas.
Fuera de la ENA-UACh están los trabajos iniciales de Antonio Arellano Hernández
sobre ciencias agrícolas, la hibridación de los productores de maíz, y otros. Antonio es
justo decirlo, es un miembro de nuestra comunidad agronómica y orgullosamente
chapinguero, con una presencia creciente en la formación del pensamiento nacional y
latinoamericano de la CTS-I.
Un equipo que consideramos muy cercano por diferentes razones es el que integra
Michelle Chauvet, Yolanda Massieu, Rosa Luz González, entre otros estudiosos de los
procesos productivos agrícolas, sobre todo la ganadería y las opciones de transgénicos,
y ha realizado importantes aportes teóricos al respecto.
Una serie de trabajos desde las versiones derivadas de la escuela neoshumpeteriana la
representa María del Carmen Del Valle y José Luis Solleiro, quienes con un equipo de
investigadores, han estudiado la innovación en la agricultura.
También son importantes los trabajos de Adolfo Olea, biólogo, quien ha estudiado con
asiduidad y con un gran espíritu crítico y explicativo, el proceso de la revolución verde.
Esperamos reproducir en breve tres de sus trabajos al respecto.
Un estudioso de la revolución verde es Gilberto Aboites, desde la hermana Universidad
Autónoma Agraria Antonio Narro y del Colegio de la Frontera Norte.
También en la Universidad Autónoma de Sinaloa tenemos un amplio número de
trabajos, muy importantes, realizados por investigadores de esa institución con trabajo
de campo directo en los valles y en la sierra.
18
Qué hemos trabajado y cómo en nuestro colectivo de Historia
Al inicio de esta disertación hemos presentado algunas de nuestras consideraciones
metodológicas y de nuestros soportes teóricos. Estos son, al mismo tiempo, por una
parte resultado de puestas de acuerdo, de debates que en ocasiones duraron años hasta
encontrar bases de convencimiento. Con ello armamos nuestros trabajos. Por otra, de la
misma manera, son punto de partida para explorar nuevas bases y construir
colectivamente nuestras explicaciones.
El Programa se constituyó en 1991. En su proceso, y como parte de las mismas
definiciones, fue reduciendo y ampliando sus integrantes, a veces en rupturas difíciles,
en otras penosas. Pero desde un principio se impulsó la formación colectiva de
resultados, con un amplio intercambio y colaboración.
Al principio, la atención hacia los estudios CTS eran marginales. Dominaba la presencia
de estudios históricos agrarios. Sin embargo, nuestra incorporación temprana en 1992 al
CIESTAAM nos indujo a acercarnos a los sistemas productivos agrícolas.
La historia del café fue nuestra primera experiencia colectiva, donde la orientación se
desarrolló con las bases CTS y otros elementos teóricos. Fue así como se propuso la
periodización basada en responder la pregunta: ¿de qué es historia la historia del café?,
apartando las respuestas simples de atornillar la historia política o económica a este
proceso. El propio café nos dio las respuestas: un periodo de introducción, otro de
expansión, uno más de modernización y desarrollo. Con ello, pudimos establecer
nuestras bases de acercamiento. Siguen pendientes bastantes resultados al respecto.
Otro de nuestros trabajos pioneros fue recuperar la presencia de agrónomos de
diferentes especialidades, aquéllos que han proporcionado sentido a esta ciencia e
identidad al gremio. No hemos logrado abarcar todo, pero es una tarea de largo alcance.
Por una parte, realizamos las semblanzas biográficas de Marte R. Gómez y de Gilberto
Palacios De la Rosa, para avanzar en la elaboración de carteles con semblanzas de cerca
de una veintena de ellos, en dos etapas de trabajo. La colección está instalada en las
paredes de la Biblioteca Central.
19
Al mismo tiempo, desde 1996, nos dimos a la tarea de construir el Archivo Histórico de
la UACh, atrayendo unos cuantos miles de libros que iban a ser destinados al kilo. Esos
libros son una gran riqueza, pues buena parte son los materiales con los que se inició la
biblioteca de la ENA, desde 1854. Este Archivo Histórico incluye ahora el Archivo de
la Palabra, conformado por entrevistas a participantes de movimientos agrarios, obreros,
estudiantiles, de dirigentes agraristas, de nuestros maestros, de nuestros agrónomos, de
curanderos, de tecnología tradicional agrícola, etc. También incorpora varias
exposiciones de carteles y fotografías. Desde el Archivo Histórico nos enlazamos con la
iniciativa de Archivo Universitario, en construcción, y con la red de archivos
universitarios.
Con ello arribamos a distinciones teóricas que nos identifican: los cinco postulados que
marcamos antes: apreciar el proceso, comprender la dinámica, proporcionar la
perspectiva desde la larga duración y los singulares significativos, destacar la
complejidad y reconocer los conflictos.
Estos elementos son resultados a los que hemos llegado desde nuestras investigaciones.
Para consolidarlos hemos elaborado nuestros conceptos que incluyen a la tecnología (y
por tanto a la ciencia) como nudo de relaciones sociales, desechando su visión
instrumental; la comprensión del proceso tecnológico de manera compleja, no solo
productiva o económica, sino como política, como cultura, como territorio; la
incorporación del proceso y del conflicto que nos permite destacar a los sujetos
tecnológicos, integrando a las comunidades científico-tecnológicas, a las empresas, al
Estado como sujeto multifacético, y a los consumidores o usuarios de la tecnología.
Con la incorporación de los consumidores, generalmente inadvertidos, invisibles o sólo
considerados como demanda en mercado, descubrimos la riqueza de la realización de la
tecnología. Es desde esta consideración desde donde podemos impulsar no sólo la
democratización de los estudios CTS e I, sino desde donde es posible democratizar los
programas tecnológicos y enderezar nuestra comprensión en una dimensión nutritiva
para los estudios CTS.
20
La comprensión de las redes de CT e I agrícolas permite que se abran nuevos
escenarios, que se mantenga nuestra atención sobre los procesos de intercambio, se
sitúen los centros integradores y se establezcan aportes y tendencias. La valoración
desde la concepción de redes enriquece nuestros estudios.
Nuestras investigaciones son variadas. El eje articulador es que intentan explicar el
proceso de la institución, del campo mexicano y de la ciencia agronómica. De esta
manera podemos mencionar algunas de nuestras investigaciones al respecto:
Los trabajos de Jorge Ocampo sobre la tractorización del campo mexicano, donde ha
requerido reorganizar conceptualmente a la tecnología para comprender a los sujetos
participantes en ella, y poder establecer recomendaciones sobre la democratización de la
tecnología agrícola y de sus políticas. A este trabajo se suman los esfuerzos para realizar
la historia de la ENA-UACh, continuar con trabajos sobre la historia del Colegio de
Postgraduados y ampliar los estudios en regiones indígenas del país, con una
orientación de recuperar los conocimientos tradicionales de la tecnología agrícola.
Los trabajos de Guillermo Ortiz sobre prospectiva de las ciencias agrícolas y sobre los
términos de planeación de ellas. La visión prospectiva permite adelantar escenarios y
actores en el despliegue y realización de la ciencia y la tecnología agrícola, y ubicar
anticipadamente algunos conflictos. Ahora, la planeación desarrollada permite
vislumbrar las fuerzas participantes, sus objetivos y sus limitaciones. Sus avances sobre
el proyecto denominado Plan Chapingo son valiosos.
Los trabajos de María Isabel Palacios sobre la maquila agrícola han incursionado,
primero en las manifestaciones de esta actividad en las zonas temporaleras para estudiar
enseguida su presencia en las zonas de agricultura altamente tecnificada. Sus trabajos
descubren a una actividad y a unos actores, la maquila y los maquileros agrícolas no
advertidos, por ejemplo, en los programas de gobierno. Junto a ello tenemos de su
pluma el trabajo sobre los directores de la ENA, con quienes elabora una semblanza
institucional. Sus actividades más recientes la orientan hacia los estudios de
transferencia tecnológica y el establecimiento de trayectorias y redes.
21
Los trabajos de Rosaura Reyes se sitúan en dos planos: por una parte la coordinación
del Archivo Histórico de la UACh y de sus trabajos derivados: carteles, exposiciones,
publicación de resultados de movimientos, estudios, de entrevistas de historia oral, etc.
Por otra, sus trabajos de investigación nos enlazan con la tecnología de producción
regional de flores, con una tipología de actores. Incursiona, junto con Edmundo Pérez
Godínez -coordinador del Laboratorio de Hongos Comestibles- en las explicaciones de
redes de las investigaciones sobre estos hongos.
Estos trabajos, junto con otros que no podemos incluir, han desarrollado diferentes
metodologías y manejos teóricos. En ocasiones hemos tenido que establecer los propios
conceptos y marcos teóricos, que en general hemos señalado en la introducción.
Conclusiones
Es evidente que nuestros trabajos son incipientes, a pesar de tener más de una década de
acción. Hemos sido reconocidos en diferentes espacios agronómicos, pero es una
presencia que debe fortalecerse.
Asumimos desde hace dos años un ambicioso programa editorial, con trabajos propios y
de colegas, con el objetivo de que desde los estudios CTS e I, cobremos relevancia
escrita.
En particular, dentro del CIESTAAM, hemos iniciado un proceso fuerte de
reorganización de nuestros trabajos. A los estudios de posgrado que ofrecemos
mediante el Doctorado en Problemas Económicos Agroindustriales, le añadimos ahora
las maestrías en agroempresas, donde nuestros aportes como estudios CTS e I se
incorporan.
De la misma manera, la estructura del CIESTAAM se reorganiza. Abrimos ahora un
espacio que denominamos por el momento líneas de investigación, y acuerpamos
grupos de académicos. De esta forma, para nuestro interés, se crea la línea sobre
estudios CTS e I, donde un núcleo de nuestro colectivo de Historia se une a otro grupo
que trabaja directamente con la transferencia e innovación, promoviendo las llamadas
22
Agencias de Innovación (AGIs) y las Agencias de Desarrollo (ADRs). Esta integración
potenciará nuestras investigaciones y permitirá aterrizar propuestas y debatir sobre las
bases teóricas de nuestro desempeño universitario.
Nuestro esfuerzo es un hilo de continuidad con la tradición de los estudios acerca de la
C-T agrícola. Conformar nuestras valoraciones teóricas y despegarnos de formatos
descriptivos, de anecdotarios y de versiones simplistas, nos incorpora en un fuerte
debate no sólo sobre lo que han sido las ciencias agrícolas, sino de su situación actual y
las perspectivas de nuevos temas, áreas y tendencias, junto al despliegue de versiones
C-T agrícolas del siglo XXI. Madura nuestro trabajo y arribamos a la incorporación de
definiciones de políticas y programas al respecto.
Bibliografía
Aboites Manrique, Gilberto, (2002): Una mirada diferente de la revolución verde.
Ciencia, nación y compromiso social, Universidad de Guadalajara/Plaza y
Valdés editores, México.
Arceo Arceo, José Manuel (2004): Instrumentos agrícolas tradicionales. Tercera
Colecta y Donación, Museo Nacional de Agricultura, Universidad Autónoma
Chapingo, México.
Arellano Hernández, Antonio (1991): La institucionalización de la ciencia de la
agricultura en México, Universidad Autónoma del Estado de México, México.
Arellano Hernández, Antonio (1999): La producción social de objetos técnicos
agrícolas: Antropología de la hibridación del maíz y de los agricultores de los
valles altos de México, Universidad Autónoma del Estado de México, México.
Arellano Hernández, Antonio, Kreimer, Pablo, Ocampo Ledesma, Jorge y Hebe Vessuri
(2005): Ciencias agrícolas y cultura científica en América Latina, Editorial
Prometeo, Argentina.
Borlaugh, Norman (2002): La Revolución Verde. Paz y Humanidad, Serie Ciencia-
Tecnología e Historia, No. 5, CIESTAAM, Universidad Autónoma Chapingo,
México.
Cervantes Sánchez, Juan Manuel y Juan José Saldaña M. (2007): “Retrospectiva de las
Estaciones Agrícolas Experimentales en México (1908-1921)”, en, Memoria del
23
XII Seminario de Avances y Resultados de Investigación,
PIHAAA/CIESTAAM, Universidad Autónoma Chapingo, México.
Córdova, Susana (2005): Café y Sociedad en Huatusco, Veracruz: formación de la
cultura cafetalera (1870-1930), Universidad Autónoma Chapingo, México.
Cruz León, Artemio, (2000): La tracción animal en México, Universidad Autónoma
Chapingo, México.
Cruz León, Artemio y Tomás Martínez Saldaña (2001): La tradición tecnológica de la
tracción animal, UACh, México.
Cruz León, Artemio (2002): Los arados tradicionales de México, Universidad
Autónoma Chapingo, México.
De la Fuente, Juan, Jiménez, María Luisa, González, Margarita, Cortés Del Moral,
Rodolfo y Rafael Ortega Paczka (1990): La investigación agrícola y el Estado
mexicano, 1960-1976, Universidad Autónoma Chapingo, México.
De Pina García, Juan Pablo (1983): Agricultura y educación agrícola: el caso de la
Universidad Autónoma Chapingo, Dirección de Difusión Cultural, Universidad
Autónoma Chapingo, México.
De Pina García, Juan Pablo (1996): Diversidad territorialidad y búsqueda: la
construcción de la Universidad Autónoma Chapingo, Universidad Autónoma
Chapingo, México.
Fernández y Fernández, Ramón (1991): Chapingo hace 50 años, Colegio de
Posgraduados, México.
Gómez Segura, Marte R. (1958): Anecdotario de San Jacinto, Editorial Porrúa, México.
Gómez Segura, Marte R. (1976): Biografías de agrónomos, ENA-CP, México.
Gómez Segura, Marte R. (1976): Biografías de Directores de la ENA, ENA-CP,
México.
Gómez Segura, Marte R. (1976): Episodios de la vida de la Escuela Nacional de
Agricultura, ENA-CP, México.
Gómez Segura, Marte R. (1976): Escritos Agrarios, ENA-CP, México.
Gómez Segura, Marte R. (1976): Galería de Ministros de Agricultura, ENA-CP,
México.
Hernández Xolocotzi, Efraím (1985): “Xolocotzia”, 2 Tomos, No. Especial de
Geografía Agrícola, Universidad Autónoma Chapingo, México.
24
Hernández Xolocotzi, Efraím (s/f): La milpa en Yucatán, 2 Tomos, Universidad
Autónoma Chapingo, México.
Instituto Nacional de Investigaciones Agrícolas (1985): Edmundo Taboada: una
semblanza 1906-1983, Instituto Nacional de Investigaciones Agrícolas, México.
Jiménez, Leobardo (1984): Las Ciencias Agrícolas y sus Protagonistas, Volumen I,
Colegio de Postgraduados, Escuela Nacional de Agricultura, México.
Mata García, Bernardino (1978): El agrónomo necesario, Departamento de Trabajos de
Campo, Universidad Autónoma Chapingo, México.
Méndez Ramírez, Ignacio, De la Fuente Hernández, Juan, Ortega Paczka, Rafael,
Moncada, Jesús, Caetano D., Alierso, Mendoza M., Serafín y Martha Perales R.
(1991): La investigación agrícola en México en la década de los ochenta,
Universidad Autónoma Chapingo, México.
Ocampo Ledesma, Jorge, Coord., (1996): Marte R. Gómez: semblanza biográfica,
1896-1973, Ciestaam, UACh, Universidad Autónoma Chapingo, México.
Ocampo Ledesma, Jorge (1998): Homenaje al Ing. Gilberto Palacios De la Rosa,
CIESTAAM, Universidad Autónoma Chapingo, México.
Ocampo Ledesma, Jorge, Patlán, Elia y Antonio Arellano Hernández, Coords., (2003):
Un debate abierto. Escuelas y corrientes sobre la tecnología, CIESTAAM,
Universidad Autónoma Chapingo, México.
Ocampo Ledesma, Jorge (2004): Sujetos y paradigmas tecnológicos: la tractorización
del campo mexicano. Un escenario de conflicto desde Juchitepec, Estado de
México, Tesis de Doctorado en Ciencias Sociales, Universidad Autónoma
Metropolitana-Xochimilco, México.
Ocampo Ledesma, Jorge y María Isabel Palacios Rangel (2001): “Mario Calvino,
caminante de la ciencia agrícola”, en, Jornada de Homenaje, Sociedad Cubana
de Historia de la Ciencia y la Tecnología, Santiago de Las Vegas, Cuba.
Olea Franco, Adolfo (1997): “La introducción del maíz híbrido en la agricultura
mexicana: una historia de equívocos científicos, intereses comerciales y
conflictos sociales”, en, Rutsch, Metchthild y Carlos Serrano Sánchez, Editores,
(1997): Ciencia en los márgenes, ensayos de historia de las ciencias en México,
Universidad Nacional Autónoma de México, México.
Ortíz Martínez, Guillermo (2004): Prospectiva de las ciencias agrícolas en México,
CIESTAAM, Universidad Autónoma Chapingo, México.
25
Ortíz Martínez, Guillermo (2006): La planificación de la investigación agrícola en
México, CIESTAAM, Universidad Autónoma Chapingo, México.
Palacios de la Rosa, Gilberto (1963): El origen del maíz en México, Tesis de Ingeniero
Especialista en Fitotecnia, Escuela Nacional de Agricultura, México.
Palacios Rangel, María Isabel (1999): Los Directores de la Escuela Nacional de
Agricultura, semblanzas de su vida institucional, CIESTAAM, Universidad
Autónoma Chapingo, México.
Palacios Rangel, María Isabel (2001): “Maquila agrícola y desarrollo rural”, Tesis de
Maestría en Desarrollo Rural, Universidad Autónoma Metropolitana-
Xochimilco, México.
Palacios Rangel, María Isabel (2009): “Comportamiento y formas de organización de la
maquila agrícola en una región de agricultura altamente tecnificada”, Tesis de
Doctorado en Ciencias en Estudios del Desarrollo Rural, Colegio de
Postgraduados, México.
Pérez Godínez, Edmundo Arturo (2007): La producción de hongos comestibles en
México, Universidad Autónoma Chapingo, México.
Pérez Godínez, Edmundo Arturo, Reyes Canchola, Rosaura y María Eugenia Suárez
Silva (2006): Investigación participativa, diseño y evaluación de equipo de
esterilización para producción de hongos comestibles, PUIHC, Universidad
Autónoma Chapingo, México.
Rojas Rabiela, Teresa (1990): La agricultura en tierras mexicanas desde sus orígenes
hasta nuestros días, Editorial Grijalbo, México.
Reyes Canchola, Rosaura (2003): “Tecnología y organización en la floricultura del
municipio de Texcoco, Estado de México”, Tesis de Maestría en Desarrollo
Rural, UAM-X, 2003, México.
Reyes Canchola, Rosaura (2006): Laboratorios y redes de investigación: entre los
hongos y la interdisciplina, CIESTAAM, Universidad Autónoma Chapingo,
México.
Sepúlveda, Ibis (1992): El cambio tecnológico en el desarrollo rural, Universidad
Autónoma Chapingo, México.
Stackman, E. C., Bradfield, R. y P. C. Mangelsdorf (1969): Campañas contra el
hambre, UTEHA, México.
26
Edmundo Taboada (1938): Apuntes de Experimentación Agrícola, Escuela Nacional de
Agricultura, México.
Edmundo Taboada (1938): Apuntes de Genética, Escuela Nacional de Agricultura,
México.