REVISTA EL
HORIZONTE
VOLUMEN 4, Año 2015
PUBLICACION BIMESTRAL
ISSN 2250-8880
EL HORIZONTE…, una mirada al mundo
VOLUMEN 4 AÑO 2015
REVISTA EL HORIZONTE VOLÚMEN 4,
AÑO 2015,
PUBLICACION
BIMESTRAL
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Editor Su Pereyra Rodríguez
CONTENIDO
EDICION ESPECIAL CON PONENCIAS DEL XII
CONGRESO NACIONAL DE CIENCIA APOLITICA
Staff
Gabriel Sánchez
Nicolás Argento
Facundo de la Fuente
Organizado por la Sociedad Argentina de Análisis
Político y la Universidad Nacional de Cuyo,
Mendoza, 12 al 15 de agosto de 2015
Colaboradores en este número:
María Susana Durán Sáenz
PANEL CERRADO “UNASUR: seguridad cooperativa
en los tiempos de la globalización para el
gerenciamiento del conflicto”
Dirección:
Yapeyú 957, (CP 1722), Merlo
Buenos Aires, Argentina
El gerenciamiento de conflictos y el proceso de
construcción de la paz en el marco de las medidas
de cooperación.
Autores: Mag. María Susana Durán Sáenz
([email protected]) Universidad Abierta
Interamericana (UAI; sede Buenos Aires, Argentina) y
Mag. Susana Pereyra ([email protected]).
Universidad Abierta Interamericana (UAI; sede
Buenos Aires, Argentina).
Página 3
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Su Pereyra Rodríguez: 15-4411-0415
Gabriel Sánchez: 15-5121-2620
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Blog:horizontealmundo.wordpress.com
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Globalización y conflicto en América Latina:
tensiones y desafíos.
Autor: Lic. Gabriel C. Sánchez. Universidad Abierta
Interamericana (UAI; sede Buenos Aires, Argentina).
Página 25
El aporte de UNASUR a la consolidación de un
modelo de seguridad cooperativo en Suramérica.
Autor: Lic. Leandro Nicolás Argento
([email protected]). Universidad
Abierta Interamericana (UAI; sede Buenos Aires,
Argentina).
Página 61
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XII CONGRESO NACIONAL DE CIENCIA POLÍTICA, ORGANIZADO POR
LA SOCIEDAD ARGENTINA DE ANALISIS POLITICO Y LA UNIVERSIDAD
NACIONAL DE CUYO. MENDOZA 12 AL 15 DE AGOSTO DE 2015
Área temática: RELACIONES INTERNACIONALES
Subárea temática a la que se presentó:
Conflictos internacionales y agenda de defensa.
Globalización y conflictos internacionales
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El gerenciamiento de conflictos y el proceso de
construcción de la paz en el marco de las medidas de
cooperación1
Autores:
Mag. María Susana Durán Sáenz ([email protected])
Universidad Abierta Interamericana (UAI; sede Buenos Aires, Argentina)
Mag. Susana Pereyra ([email protected]). Universidad Abierta
Interamericana (UAI; sede Buenos Aires, Argentina)
Área temática: RELACIONES INTERNACIONALES
Subárea temática:
Conflictos internacionales y agenda de defensa.
Globalización y conflictos internacionales
1 Ponencia preparada para el XII Congreso Nacional de Ciencia Política, organizado por la
Sociedad Argentina de Análisis Político y la Universidad Nacional de Cuyo, Mendoza, 12 al 15 de
agosto de 2015
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El gerenciamiento de conflictos y el proceso de construcción de
la paz en el marco de las medidas de cooperación
Autores
Mag. María Susana Durán Sáenz. Licenciada en Relaciones Internacionales de USAL. Bach .en Ciencia
Política de la USAL, Directora de la carrera de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la
Universidad Abierta Interamericana (UAI) Docente. Investigadora del CAECS. Consultora Eméritus del
proyecto de investigación “Análisis de la toma de decisiones y del proceso de negociación en la cuestión
MALVINAS de 1983-2014”, ganador del concurso Malvinas en la Universidad del Ministerio de Educación.
Editora de la Revista Sociedad Global.
Mag. Susana Pereyra. Licenciada en Relaciones Internacionales de la USAL. Bach. en Ciencia Política de
la USAL, Docente de las asignaturas “Negociación y Proceso de Toma de Decisiones” y “Política
Internacional Contemporánea” en UAI. Coordinadora eje socioprofesional específico de la Carrera de
Relaciones Internacionales en UAI. Investigadora del CAECS. Directora del proyecto de investigación
“Análisis de la toma de decisiones y del proceso de negociación en la cuestión MALVINAS de 1983-2014”,
ganador del concurso Malvinas en la Universidad del Ministerio de Educación. Editora de la Revista El
Horizonte (ISSN 2250-8880).
Resumen
El fin de Guerra Fría introduce cambios en las relaciones entre los actores
internacionales. El gerenciamiento de los conflictos y los procesos de paz se transforman
en función de un nuevo entorno global que se vuelve mucho más heterogéneo e inestable.
América Latina busca su lugar en este contexto y por sus propias características, los
procesos de gobernabilidad regional y de cooperación van caracterizándose de una forma
diferente a las ya conocidas.
Abstract
The end of Cold War introduces changes in the relations between international actors.
The management of conflict and peace processes are transformed according to a new
global environment becomes more heterogeneous and unstable. Latin America seeks its
place in this context and by its very nature, the processes of governance and regional
cooperation are characterized differently to those already known.
Palabras clave
RELACIONES INTERNACIONALES. HEGEMONIA. ORDEN. CONFLICTOS. EL
PROCESO DE GERENCIAMIENTO DE CONFLICTOS. EL ENFOQUE DE
REGULACION DE CONFLICTOS. LOS PROCESOS DE CONSTRUCCION DE LA
PAZ.
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1.- Introducción: el ambiente global
Han pasado 26 años de la caída del muro de Berlín, la disolución de la Unión de Repúblicas
Socialistas Soviéticas y el fin de la guerra fría. A partir de ese entonces comenzó un período
histórico con el predominio de los Estados Unidos (EU).
Dicho predominio conllevó un acelerado incremento en el grado de hegemonía de los EU.
Entendiendo por hegemonía la capacidad de acción del hegemón y sus rivales en los
espacios o zonas donde se disputa y construye esa hegemonía. Esta definición de
hegemonía que propone Ornelas (2014) hace referencia a tres dimensiones: el nivel de
recursos, las relaciones de poder político-militar-económico y las relaciones sociales en
tanto sujeto de análisis.
Este incremento en el grado de hegemonía de los EU, impactó en un cierto grado de
prosperidad para algunos actores del sistema internacional, en la irrupción de sociedades o
sistemas políticos abiertos en sentido de Karl Ludwig von Bertalanffy (1950) o de Niklas
Luhman (1998); en una ampliación del grado de cooperación entre los principales actores
del sistema internacional que junto a los EU conforman una “coalición de los dispuestos”
–en el sentido de Fukuyama (2007) en tanto una suerte de combinado internacional con
vistas a mantener un cierto nuevo orden internacional.
Así conforman, planifican, diseñan, e implementan acciones e intervenciones. Indicadores
de ello son Kuwait (1991), Iraq (1991; 2003), Somalia (1993), Yugoslavia (1995; 1999)
Afganistán (1998; 2001; Sudán (1998), Pakistán, Yemen, Somalia, (2002) y Libia (2011).
Sin adentrarnos en las cusas de cada una de estas crisis, lo cierto es que ellas manifiestan
la presencia de una paz precaria, un sistema internacional no polar y en constante
desorden, mellando esa pretensión de hegemonía que mencionábamos al inicio.
Según datos del Instituto Internacional de Estocolmo de Investigación para la Paz (SIPRI),
en el informe para el año 2014 destaca:
SIPRI 2014
En los últimos años se ha dibujado una tendencia al alza en el número de
víctimas provocadas por los conflictos estatales. Algunas regiones del mundo,
especialmente Oriente Próximo, han experimentado incrementos
importantes en la cifra de muertes relacionadas con los enfrentamientos.
También se ha producido un incremento en los conflictos intraestatales que
se han internacionalizado. Esta evolución indica una preocupante tendencia
al alza en la violencia mortal relacionada con los conflictos estatales. (p.4)
De la misma forma, se observa un incremento en la cantidad de conflictos territoriales no
resueltos, con un creciente nivel de nacionalismo y con escasa capacidad para gestionar los
procesos n-ádicos cooperativos con vistas a prevenir enfrentamientos. También se observa
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un incremento en el nivel de exportaciones e importaciones de armamentos entre los años
2000 y 20142.
Percibimos a las lealtades religiosas y políticas como motor latente de conflictos cada vez
más cruentos, dentro y fuera de las fronteras nacionales. Un ejemplo es el conflicto étnico-
religioso de Nigeria. El cual, para marzo del 2010, desató una batalla de cifras oficiales y
no oficiales. Por ejemplo, para el 8 de marzo del 2010, según cifras de la batalla mediática,
se señalaba que para el período comprendido entre 2005 y 2010, habían muerto 10.000
personas en el conflicto étnico-religioso de la meseta nigeriana. Para el primer fin de
semana del mismo mes se reanudaron los asaltos y asesinatos y el Gobierno arrojó la cifra
de 500 fallecidos, cifra que no coincidió con las vertidas en las agencias de noticias como
AFP o EFE. Por su parte la Cruz Roja Internacional, no se atrevió a dar una cifra porque
no había llegado a todas las zonas atacadas3.
Mientras que guerra de Iraq, dilató las tensiones entre sunnitas y shiitas, dejando algo de
vía libre a Irán, en Medio Oriente -con la intolerancia como moneda corriente- se distingue
una falta de acuerdos entre gobierno y sociedades con el consecuente acrecentamiento en
el grado de conflictos étnicos y religiosos. Así se va conformando un vacío, que para
autores como Richard N. Haass (2014), es ocupado por el Estado Islámico (EI) Al respecto
la estrategia norteamericana frente al EI pareciera describirse como de apoyo a los sunnitas,
ya que las milicias Chiíes apoyan al EI, sostener a Siria, blindar a Arabia Saudita (con
objetivo de mantener bajo el precio del barril de petróleo) y colaborar con Jordania (ayuda
humanitaria). Así tanto EU como la OTAN ayudarían, pero las acciones correrían por
cuenta y cargo de los sunnitas.
Resulta de interés destacar que en la cumbre de APEC del 2011 realizada en Hawái, el
presidente Barack Obama puso sobre la mesa la nueva agenda política de su país,
consistente en un giro radical de su estrategia militar hacia el Asia-Pacífico. Propuso crear
una OTAN del Pacífico e involucrar a las fuerzas armadas de los países del Acuerdo
Transpacífico TPP, e incorporar a Australia4.
2 Ver en el acápite correspondiente a los ANEXOS, los cuadros 1 a 3.
3 Ver fuente: Guin Guin Bali. Una ventana a Africa. Recuperado desde el url ubicado en
http://www.guinguinbali.com/index.php?lang=es&mod=news&task=view_news&cat=2
&id=103, Otras fuentes de consulta al respecto blog de actualidad Nigerian Curiosity
http://www.nigeriancuriosity.com/2010/03/fresh-killings-in-jos-nigeria.html , Foro de
Gobernadores del Norte de Nigeria al cual se accede desde el url en internet ubicado en
http://www.soitu.es/soitu/2009/08/04/info/1249402344_292602.html , Federación
Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja ver reporte 2014
desde el url en internet http://www.ifrc.org/es/
4 Ver fuente: China Files. Recuperado desde el url ubicado en http://www.china-
files.com/es/link/19427/china-y-el-giro-estrategico-de-eeuu-en-asia-pacifico-america-
latina-%C2%BFa-donde-va
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Claramente, esa hegemonía que EU pretendió demostrar tras el fin de la guerra fría y que
en los años 90 pareció conseguir, quedó en cierta manera deteriorada a partir del 11-S y
que luego fue perdiendo algo de influencia. No obstante, esa baja en el grado de influencia
y dispersión de las esferas de poder norteamericano, ningún actor del sistema internacional
tiene capacidad para imponerse hegemónicamente. Es más, traemos un dato que llama a la
reflexión: las empresas norteamericanas no han perdido concentración en los últimos años,
pero la comparten. En el ranking FORBES las 10 primeras empresas para 2014, presentan
una distribución en 5 norteamericanas y 5 chinas5; mientras que en el ranking de BTL
publicado para el año 2015, la distribución fue 8 de los 10 primeros lugares para empresas
norteamericanas, mientras que los dos restantes son una empresa coreana y otra china6 .
Esto nos advierte sobre una suerte de multidimensionalidad de la variable hegemonía.
Es decir que el sistema internacional pos guerra fría no logró ordenar las variables
esenciales, conformando así un mundo no polar y no ordenado, como señalamos
anteriormente. Rusia aprovechó la oportunidad que le brindó Ucrania en 2014 y formuló
su objetivo de anexionar la Península de Crimea a Rusia, impactando en la percepción de
amenaza por parte de actores vecinos a Ucrania7. EU en un intento de recuperar ese espacio
de hegemonía junto a la coalición de los dispuestos aplicará sanciones contra Rusia, la
retiran del G-8, incrementa presencia en la región báltica con armamentos.
En esta descripción, el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, tampoco ha logrado
imponerse como actor hegemónico en el orden internacional emergente a partir de los años
90. Es más, sus intervenciones impactaron negativamente y no han logrado soluciones
eficientes -recordemos la crisis en Yugoslavia, luego crisis en Bosnia o en Croacia-. Mucho
se habló de la reforma del Consejo de Seguridad, sobre lo cual no se lograron acuerdos
sobre cómo actualizarlo o modernizarlo.
Tras el nuevo sistema conformado en los 90 y el nuevo concepto de Seguridad Cooperativa
-indivisible en dimensiones y con propuestas de medidas de cooperación y medidas de
5 Ver fuente Revista FORBES. Recuperado desde el url ubicado en
http://www.forbes.com.mx/las-companias-mas-grandes-del-mundo-en-2014/
6 Ver fuente: Informa BTL. Recuperado desde el url ubicado en
http://www.informabtl.com/las-15-empresas-mas-valiosas-del-mundo-del-2015/ 7 Como dato de interés al respecto “Estonia, Letonia, Lituania y el Gobierno de Varsovia
no temen ya una anexión o una invasión al estilo soviético, sino las acciones hostiles que
el Kremlin puede emprender contra ellas y que de hecho ha empleado recientemente.
Esas acciones que van desde el espionaje cibernético al empleo de la desinformación y la
utilización de unidades convencionales y encubiertas y que los expertos han bautizado
como guerra híbrida”. Fuente El PAIS, 14 de mayo de 2015. Recuperado desde el url
ubicado en
http://internacional.elpais.com/internacional/2015/05/14/actualidad/1431624523_874809.
html
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construcción de confianza mutua- hasta la actualidad no logró revertir los cursos de acción
esperados relativos a: 1) establecer un régimen fuerte capaz de disolver o desactivar
conflictos regionales con el fortalecimiento de sus instituciones democráticas, 2) establecer
un sistema capaz de prevenir la difusión de armas nucleares, químicas y de destrucción
masiva, 3) lograr disminuir -en cientos de millones de dólares al año en todo el mundo-
los gastos en armamentos8.
De este modo los estudios e investigaciones de los últimos años, vienen centrándose en los
procesos de cooperación, su gestión y gerenciamiento. Nos interesa examinar si se observa
a nivel global, la existencia de un sistema de seguridad cooperativo, capaz de construir una
nueva forma de relacionamiento intersubjetivo entre los gobiernos y Estados regidos por
acciones preventivas, que sea sostenible en el tiempo. En este planteo, qué grado o nivel
de paz imperfecta se desarrolla; y a partir de la cumbre de Lisboa 2010 9 cómo afecta ello
sobre las reglas esenciales del sistema internacional no polar.
2.- Breve marco conceptual
Nos encontramos frente a un equilibrio de poder cambiante, una clara disminución en el
nivel de eficacia y el grado de legalidad del sistema internacional actual. En este esquema
nos planteamos si los actores identifican los problemas por resolver o bien identifican solo
aquellas situaciones por gestionar o Gerenciar y cómo se relaciona esta identificación con
la paz, la solución de conflictos y la hegemonía.
Ello implica decidir cómo Gerenciar los procesos n-ádicos conflictivos. Es decir, qué
mecanismos son necesariamente eficientes para lograr cambiar una situación desde un
proceso conflictivo hacia uno cooperativo. Así ese pasaje pendular es el que torna a la paz
como precaria o imperfecta.
Aquí llegamos a un punto por demás interesante. Partiendo del giro epistemológico
identificado por López (2011) que propone e involucra esta paz imperfecta. Nos
preguntamos en cuánto del “valor asignado” a paz es necesario para medir una racionalidad
que sea capaz de transformar los términos actuales, sobre los cuales son definidas las
cuestiones centrales de un proceso n-ádico conflictivo.
8 Ver en el acápite ANEXOS, los Gráficos 1 a 3,
9 El nuevo Concepto Estratégico: ¿Un equilibrio perfecto? El primer Concepto
Estratégico de la OTAN en once años se ha descrito a menudo como un ejemplo de
equilibrio. ¿Cómo equilibrar las nuevas y las viejas amenazas? ¿Cómo compaginar los
intereses de los países grandes con los de los pequeños? Ahora que ya se ha aprobado,
¿qué opinión se tiene del Concepto? Fuente recuperado desde el url ubicado en
http://www.nato.int/docu/review/2010/Lisbon-Summit/Balancing-Act/ES/index.htm
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Así las relaciones posibles o las resultantes probables de esta paz imperfecta, implican
múltiples alternativas para resolver las tensiones que son -o hacen- parte de una
conflictividad no resuelta.
Entonces ese giro epistemológico consistiría en una nueva manera de construir
epistemológicamente el concepto “paz”, con centro en la paz misma y no en uno de sus
antónimos como la “violencia”.
Este giro epistemológico plantea la posibilidad de reconstruir una teoría de los conflictos,
que se centre en la valoración del concepto “paz”, y que permita o posibilite desembocar
en relaciones pacifistas que sea necesario explorar y potenciar.
Un avance en la comprensión de los conflictos como característica inherente a los seres
humanos, implica reconocer la complejidad en tanto conexiones profundas de los
fenómenos, el reconocimiento de la imperfección invita a considerar diferentes soluciones
favorables para las partes en el marco de una conflictividad que no se resuelve de manera
completa o absoluta. El hecho de plantear el concepto amplio de paz basado en soluciones
no violentas, como una respuesta a los múltiples conflictos nos lleva a pensar la posibilidad
de esa paz imperfecta que señalábamos anteriormente.
Esta capacidad de actuar, mediar y resolver pacíficamente los conflictos siendo una meta
ontológica optimista que contrasta claramente con la incapacidad o el nihilismo, tal vez
porque las manifestaciones violentas se hacen más visibles y susceptibles de análisis e
intervención. Así una regulación pacífica, compleja e imperfecta, de los procesos de
conflicto ofrece una marca para la comprensión y actuación por parte de la construcción de
una paz sustentable en el tiempo.
Los nuevos estudios para la paz señalan retos epistémicos basados en el tratamiento
complejo de la conflictividad. Así se construye la posibilidad de avanzar en nuevas
investigaciones basadas en un nuevo “valor” de paz. Basada en una holística no
reduccionista que se apoye en diversas metodologías, capaz de contribuir y movilizar
elementos, estructurales y estructurantes, de los procesos n-ádicos conflictivos. Y que
permita identificar, construir y formular nuevos conectores entre los estudios de la paz10.
Arón habla de una paz hegemónica, que dista claramente de la paz imperfecta que tenemos
hoy día. Tal vez esta paz imperfecta guarda relación con el grado de hegemonía que
observamos anteriormente. Pero, en todas las regiones ocurren las mismas características.
Ligado a esta línea de ideas nos preguntamos si en América Latina, la UNASUR tiene -o
puede tener- capacidad de respuesta frente a conflictos que ocurren dentro de la misma.
10 Muñoz F (2004). Endorfinas versus Testosteronas. Un reconocimiento crítico a Johan
Galtung. Universidad de Granada España. Versión recuperada desde el url ubicado en
http://www.ugr.es/~fmunoz/html/galtungcrit.html
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A partir de los años 90 se consolida el paradigma de la transformación de los conflictos
gracias a las numerosas investigaciones realizadas en el campo de las Ciencias para la Paz
y los aportes de Lederach (1998).
Retomando el giro epistemológico que indicábamos anteriormente ocurrido en 2011, no es
ajeno al mismo la transformación de la OTAN a partir de la cumbre de Lisboa en noviembre
del 2010, como destacáramos en el acápite anterior. Las funciones de la OTAN a partir de
ese entonces se establecieron en defensa colectiva, gestión de crisis y seguridad
cooperativa.
En cuanto a la defensa colectiva se mantiene la concepción tradicional expresada en el
artículo 5 del tratado constitutivo de la OTAN, es decir que hace referencia a la agresión
armada. Respecto a la gestión de las crisis, lo novedoso es contar con mecanismos de
coordinación conjunta con terceros que combinen la participación de civiles y militares de
la propia organización.
Por último en lo que se refiere a la seguridad cooperativa, ella busca contribuir a la
seguridad internacional desde tres ámbitos: 1) el control de armamentos, desarme y no
proliferación; 2) la ampliación; 3) los partenariados que incluyen procesos n-ádicos de
cooperación a distintos niveles con sus interlocutores tradicionales de seguridad como por
ejemplo las Naciones Unidas o Rusia, Diálogo Mediterráneo y con Iniciativa de
Cooperación de Estambul11. Al respecto YANIZ sostiene:
YANIS 2011
El Diálogo Mediterráneo y la Iniciativa de Cooperación de Estambul son la muestra más
palpable de la preocupación de la Alianza por proyectar estabilidad en dos regiones de
excepcional importancia estratégica: el Mediterráneo y la región del Golfo Pérsico.
Recuperado desde el url ubicado en
http://www.realinstitutoelcano.org/wps/portal/rielcano/contenido?WCM_GLOBAL_CON
TEXT=/elcano/elcano_es/especiales/crisismundoarabe/analisis/rie/ari108-2011
Hoy día cobran importancia los procesos n-ádicos para la paz. Por ello nos preguntamos
cuánto de exitosos son dichos procesos. La firma de los acuerdos de paz no es garantía de
la misma, ni su punto final. Por el contrario, es justamente el primer escalón del proceso a-
ádico para la paz. Otros peldaños le seguirán para efectivamente construirla, dentro de los
cuales identificamos: la voluntad de las partes, la identificación de una fórmula de paz, la
11 Para una valoración de todas las iniciativas, véase Federico Yaniz Velasco (2010),
“Las Iniciativas de Cooperación de la OTAN ante el nuevo Concepto Estratégico”,
Documento de Trabajo nº 2/2010, Real Instituto Elcano.
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desescalada, los detalles de la paz, la implementación conjunta de lo construido, el
monitoreo y la evaluación conjunta.
Así ingresamos en una nueva dinámica dentro de los procesos n-ádicos de cooperación.
Hace diez años atrás, se los definía en relación directa con los procesos de negociación y
enmarcados en la estrategia general de gestión de conflictos. Y el camino para la paz
quedaba en la identificación como un objetivo final tangible de la negociación. Hoy, los
procesos de n-ádicos de cooperación visibilizan cada vez más el vínculo importante que
relaciona paz y cooperación junto a medidas de construcción de confianza que sean
sostenibles.
4.- Planteamiento: el ambiente local AMELAT
Para iniciar la lectura de cómo se manifiesta en América Latina este fenómeno de
reconceptualización de la Paz, tenemos que partir de la idea que el contexto ya no se define
en términos exclusivos de seguridad. Hoy, pensar en el diseño de un nuevo esquema es
partir de la globalización como entorno, que no sólo significa pensar en transacciones
económicas y no económicas de carácter trasnacional, sino también como un proceso
caracterizado por un mayor flujo de intercambios a través de las fronteras nacionales,
desplazamientos de bienes y servicios, capitales, información, conocimientos y personas.
El paradigma globalizador promueve un proceso cultural dinámico donde las fronteras se
redefinen constantemente. Los Estados son permeables a los flujos de las comunicaciones
y los transportes y son más interdependientes ahora que en el pasado. Esta interdependencia
no es igual para todos y en general, los asuntos de política interna están mucho más
influidos o condicionados por lo que sucede en los sistemas políticos de otros Estados. En
definitiva, dejan de ser los únicos encargados en el sistema internacional de regular el
conflicto con otros actores, lo mismo sucede en los sistemas culturales, económicos y
sociales internos. Para responder a esta situación las organizaciones internacionales hacen
grandes esfuerzos para construir estructuras de regulación transnacionales. Las Naciones
Unidas es tal vez, la organización más importante que trabaja en este sentido, con un
conglomerado de sub-organizaciones y organismos especializados como UNCED, o
actores más corporativos como el Banco Mundial, mientras que UNESCO, la OIT, la OMS
y la OMC se ubican en una posición intermedia entre ambas.
A esta dinámica de las organizaciones internacionales, se le agrega un problema teórico
adicional: frente a la coexistencia de muchos tipos diferentes de estructuras y procesos
decisorios, aparecen diferentes modos de governance. Este concepto aparece en la ciencia
política en los 70 para explicar la creciente complejidad a la que se enfrentaban los
gobiernos a la hora de poner en marcha las políticas públicas en el ámbito nacional. Las
dificultades se explicaban por la complejización técnica, la combinación de distintas arenas
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de intervención (nacionales y subnacionales) y la emergencia de nuevos actores en el
escenario nacional en un contexto de bienestar social (Botto: 2004, 2). La gobernabilidad
de los Estados, especialmente en la toma de decisiones públicas se asocia a la visión de
tipo top-down (de arriba hacia abajo) en la que dominaba la preocupación de cómo mejorar
la capacidad de dirección y planificación de los gobernantes.
En los 80 y 90 el concepto se extiende a las relaciones internacionales, los especialistas en
Unión Europea (UE) tomaron el concepto de gobernaza multinivel para comprender el
complejo juego decisional comunitario que incluye los ámbitos de supranacionalidad, la de
los Estados- Nación y los ámbitos locales y regionales. Ya promediando los 90 el término
se traslada a la escala mundial, gobernanza global para explicar un orden global
caracterizado por centros emergentes de decisiones en el que prevalece un orden sin que
haya una autoridad formal.12
En síntesis, estaríamos defiendo las distintas maneras a través de las cuales los individuos
gestionan sus asuntos cotidianos y un conjunto de regulaciones que no emanan de una
autoridad oficial producidas por la intensificación de las redes en un mundo cada vez más
interdependiente. Los discursos de la gobernanza teniendo en cuenta sus crecientes
elementos de supranacionalidad van desde la promoción de la “good governance” y la
“democracia cosmopolita” hasta un “nuevo multilateralismo”.
La regionalización o creación de macrorregiones económicas y políticas se asocia entonces,
a la gobernanza global. Resolver las problemáticas sobre la capacidad productiva,
población y escasez de recursos, requiere una gestión global y en este contexto ninguno de
los Estados está en condiciones de imponer hegemonías absolutas, ni de competir
individualmente por nuevos mercados. Potencias grandes, medianas y emergentes deben
sumarse a los procesos de regionalización vigentes para hacer frente a la competencia. Esto
es, por una parte, consecuencia del equilibrio relativo que existe entre los actores en este
nuevo contexto y, por otra, resultado de la realidad del sistema productivo que hace
imposible competir por un liderazgo económico en el mercado mundial, sin que un
mercado interno pueda sacar provecho de las ventajas del desarrollo tecnológico. Pareciera
que el éxito o el fracaso de estos esquemas pasa por las condiciones de estabilidad y
gobernabilidad de los países que se nuclean.
En este sentido, los procesos de integración se han constituido en camino obligado e
imperativo de la globalización. Es, este el factor que más incide en el sistema de actores y
agentes económicos, políticos, sociales y culturales, tanto en jerarquización de éstos como
en sus capacidades de acción y reacción. Su influencia en la política interna es cada vez
12 Ver: Maggi, Claudio, Messner, Dirk y Landmann, Lucrecia (2002), “Introducción:
Gobernanza global desde la perspectiva latinoamericana. Desafíos a principios del siglo
XXI”, en Maggi, Claudio y Messner, Dirk (eds.), Gobernanza global. Una mirada desde
América Latina. El rol de la región frente a la globalización y a los nuevos desafíos de la
política global, Editorial Nueva Sociedad, Caracas, pp. 9-31.
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mayor estableciendo condicionalidades sobre las decisiones del desarrollo nacional
inéditos en la lógica del “orden westfaliano”.
La emergencia de una nueva agenda internacional, en donde se ubican crecientemente
temas globales, obliga a la región latinoamericana a diseñar respuestas coordinadas entre
los Estados, y entre estos y los actores no estatales, para enfrentar estos nuevos procesos y
sus consecuencias nacionales y regionales. La asociación para la cooperación aparece como
una demanda efectiva que se debe enfrentar si se quieren satisfacer los intereses nacionales.
De allí la necesidad de superar las deficiencias del multilateralismo y avanzar hacia un
modelo de mayor cooperación, dentro de un marco que busque consensuar reglas básicas
de convivencia y las normas que posibiliten una vida en común que aminore el conflicto y
la polarización, y que potencie la participación y la consulta entre los países de la región.
(Aravena, 2000).
América Latina busca sus propios espacios de diferenciación, como dice Robert Russell
(…) “La región es; fue y será heterogénea aunque mucho probablemente menos que
muchas otras áreas del mundo”(Russel 2011:129), el reconocimiento que el autor hace de
la diversidad de América en todos los ámbitos , culturales, sociales económicos políticos y
geográficos no es más que la aceptación de la dualidad que presenta la región, donde las
mismas cuestiones que unifican, a la vez fragmentan las capacidades y los esfuerzos que
se generan históricamente para gestionar sus propios asuntos.13
Existiendo estas profundas asimetrías y contradicciones, el camino hacia la construcción
de acuerdos en el espacio se vuelve muy dificultoso. A pesar de esto, en las dos últimas
décadas se han firmado numerosos acuerdos de integración, y organizaciones que en parte
compiten y en parte cooperan con otros ya establecidos.
La década del 90 fue un período de proliferación de acuerdos y de la denominada
“diplomacia del regionalismo comercial”14. Entre 1947 y 1990 se registraron al Acuerdo
General de Aranceles y Tarifas(GATT) un total de setenta Tratados de Libre Comercio
(TLC) mientras que en la década del 90 se denunciaron más de cien. Las cifras permiten
observar que estos acuerdos fueron entendidos como una salida a los problemas que
impactaban sobre las economías más vulnerables. El proceso de integración se presentaba,
13 América Latina y el Caribe (ALC) comprende un espacio heterogéneo de 34 países,
mas de 600 millones de habitantes y un territorio cinco veces más grande que la Unión
Europea (UE). En ese mismo espacio conviven países continentales, como Brasil junto a
pequeños estados como Saint Kitt y Nevis. Es también un continente donde conviven
países de medianos y altos ingresos como México y Chile junto a otros como Haití
donde la tasa de pobreza está por encima del 70% de la población
14 Bouzas, Roberto. “Las perspectivas del Mercosur: Desafíos, escenarios y alternativas
para la próxima década” en J. Campbell(ed): “MERCOSUR, Entre la realidad y la
utopía”. Buenos Aires .CEI-Editorial Nuevohacer. 1999
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entonces, como una política para que los países menos desarrollados pudieran participar de
un escenario comercial que profundizaba su competitividad e interdependencia.
Gobernanza y nuevas fronteras para América Latina
A principios de los 90 el “Consenso de Washington” desplazó el modelo económico que
había sido promovido principalmente por la Comisión Económica para América Latina y
el Caribe (CEPAL) desde la salida de la Segunda Guerra y hasta la crisis económica de los
80 en la región. En ese contexto, la integración latinoamericana fue una estrategia central
en la búsqueda de un desarrollo económico que podía sustentar la industrialización y
modificar los términos de intercambio que históricamente fueron desfavorables para los
países de América Latina con un perfil de exportador neto de productos primarios.
Los acuerdos de integración como los describe Ocampo:
“habían experimentado un virtual colapso a principios de los 80, fueron
sucedidos por la revitalización de los acuerdos existentes en la última parte de
ese decenio y comienzos del siguiente, así como una oleada de nuevos acuerdos
en particular la constitución del Mercado Común del Sur (Mercosur) en 1991 y
una miríada de acuerdos de libre comercio.”15
La firma de los tratados se dio en forma simultánea sobre un conjunto de entendimientos
que apuntaban a la integración entre grupos y que impulsaban al mismo tiempo la
asociatividad y la orientación selectiva. A diferencia del modelo ISI (Industrialización por
Sustitución de Importaciones) las políticas que se aplicaron giraron en torno a la
liberalización del comercio e inversiones y la liberalización financiera, con un Estado
menos protagonista y una mayor incidencia del sector privado como actor de desarrollo.
El desarrollo “hacia adentro” fue reemplazado por el desarrollo impulsado a través de
exportaciones e inversiones extranjeras privadas y regido por las fuerzas del mercado.
Esto se dio en pleno auge del proceso de globalización que la CEPAL ha definido como:
“la generalización del libre comercio, la expansión y movilidad de capitales, la
constitución de sistemas de producción mundial integrados y una creciente
15 Ocampo, J. A. (2004). La América Latina y la Economía mundial en el largo siglo XX.
El trimestre economíco , 725-786.
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presencia de las empresas transnacionales, de lo cual resulta una tendencia a la
homogeneización de los modelos de desarrollo”16
La crisis de la deuda externa a principios de los 80s y la caída de la Unión Soviética
determinaron el ambiente de optimismo que prevalece en ese informe con respecto al
cambio de sistema. El presidente de los EEUU George Bush, a través de la Iniciativa de las
Américas promovió un proceso de integración hemisférico, con proyección norte-sur, y
bajo la forma de “Área de Libre Comercio de las Américas”. El primer acuerdo que se
firmó en el marco de este esquema fue el Tratado de Libre Comercio de América del Norte
(NAFTA), firmado por México, Canadá y Estados Unidos en el año 1994.
América Latina demostró un mayor dinamismo y se firmaron una serie de tratados de libre
comercio bajo las pautas constitutivas del “regionalismo abierto”, esquema diseñado por
la CEPAL para tratar de reconciliar la liberalización generalizada de ese período con los
principios de integración.
Las políticas aplicadas en la región siguiendo los principios del “Consenso de Washington”
dieron un balance negativo con respecto al desempeño económico. El relativo buen
desempeño en el control de la inflación y disciplina fiscal, debilidades del modelo anterior
no compensaban el pobrísimo desempeño con respecto al combate contra la pobreza y
desigualdad y, por sobre todo, la falta de crecimiento económico. Un estudio del Banco
Mundial de 2003, puso en evidencia la problemática de la desigualdad en América Latina,
en cuanto las diferencias de ingreso, el acceso a servicios básicos, el poder y la toma de
decisiones. Y expresó que durante la década de los 90 fueron más los países que
experimentaron una tendencia al empeoramiento de sus situaciones internas y describió
una realidad en la cual el 10% más rico de los individuos reciben hasta 47% del ingreso
total en la mayor parte de las sociedades latinoamericanas, mientras que el 20% más pobre
recibía entre el 2% y el 4%.
La Iniciativa presentada por Bush el ALCA no logró alcanzar los objetivos propuestos y se
abre en la región un debate sobre el modelo de integración a seguir y la mejor manera de
relacionarse con la economía global. En este contexto, se inicia una nueva etapa de
regionalización, que pone por un lado a Chile, Perú y Colombia que buscan priorizar una
integración con los Estados Unidos y la Unión Europea a partir de Tratados de Libre
Comercio (TLC), y por otro, a los países del Mercosur, Venezuela, Bolivia y Ecuador que
buscan retomar la integración regional como herramienta económica, política y de
16 CEPAL, 2000ª
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cooperación en la región en función del desarrollo económico y social, y, a partir de ese
modelo, actuar globalmente.
El análisis sobre las perspectivas de América Latina de tener o no un nuevo diseño de
arquitectura regional, a partir de las nuevas organizaciones creadas desde el regionalismo
abierto, en adelante, puede verse a través de tres nuevos enfoques:
El primero pone el énfasis en prácticas nuevas e hibridas en un período de transición
(Sanahuja: 2010) donde no hay un diseño regional definido y las organizaciones se
entrecruzan y compiten. Allí la gobernanza regional sería un “mosaico donde las diferentes
políticas, identidades y formas de cooperar y competir transforman la cartografía regional
(Riggirozzi y Tussie 2012: 10)17 .
Un segundo enfoque, más crítico, no considera que en América Latina se pueda aplicar el
término integración al regionalismo latinoamericano, sugiere que más bien debería
pensarse en desintegración más que en integración 18 . Los proyectos subregionales
descentralizados, y la pertenencia en múltiples organizaciones regionales crearían
fricciones dentro y fuera de los distintos proyectos regionales, llevando más a la
desintegración que a la unidad (Malamud/Gardini 2012).
Por último, el tercer enfoque, hace referencia a alguna de las experiencias europeas, y de
una manera más positiva intenta traducir todo el entrecruzamiento de organizaciones
internacionales en un potencial para evitar conflictos de suma=0. El concepto “Elasticidad
Institucional” reduce los riesgos de políticas conflictivas y estancamiento del proceso
regional , ya que los gobiernos pueden alternar entre los diferentes compromisos
multiplicando las plataformas para lanzar nuevas iniciativas, esto se conoce en la UE como
“geometría variable” donde los gobiernos no están obligados a participar de todas las
decisiones que se toman , pero si tienen la opción de comprometerse en aquellas cuestiones
de políticas públicas que son de interés para esos Estados (Hofmann/Mérand 2012)19.
Lo realmente destacable es que el Tratado Constitutivo de UNASUR prevé este último tipo
de arquitectura correspondiente con la dinámica de la región donde instituciones antiguas
no desaparecen, sino que coexisten.
UNASUR es sin duda el esfuerzo de todos los gobiernos de la región, con todas las
diferencias propias, de que la geometría variable es posible20. En este sentido la gobernanza
17 Ver Nolte, D. (2014) La integración regional de América Latina: geometría variable y
gobernanza regional cooperativa. Foro de reflexión : “América Latina y el Caribe en un
contexto de de cambios: oportunidades y desafíos para la UE”
18 Nuevamente Integración –Fragmentación como la lógica eterna de América Latina. 19 Op. Cit
20 Art. 13 “Cualquier Estado Miembro podrá eximirse de aplicar total o parcialmente una
política aprobada, sea por tiempo definido o indefinido , sin que ello impida su posterior
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regional requiere un tipo de vínculo distinto al hasta ahora planteado en las diferentes
organizaciones regionales, puede necesitar de la adecuación de algunas normas para evitar
el conflicto y tiene una relevancia fundamental el rol de los gobernantes de turno y de los
intereses nacionales.
Se podría definir de acuerdo con los nuevos enfoques que UNASUR representa una buena
iniciativa de gobernanza regional cooperativa con elementos de gobernanza conflictiva. En
el 2008, se integra en la plataforma política a todos los países de la región, en un momento
donde claramente existían tantas tendencias cooperativas como de segmentación en la
región.
El segundo punto importante es que en el Preámbulo se reconoce el legado histórico de
MERCOSUR y la CAN (Comunidad Andina de Naciones). Y el tercer punto es que existe
una sola suborganización, el Consejo Sudamericano de Defensa (CSD) estableciendo un
mandato inequívoco sobre la seguridad. ¿Es una organización que por sus intervenciones
reemplaza a la OEA en relación con la mediación y resolución de conflictos? Casos Bolivia,
Honduras y Paraguay.
5.- A modo de conclusiones
Vimos cómo a partir de la desaparición del bloque soviético el nuevo período histórico que
comenzó con una cierta hegemonía de los Estados Unidos, no fue la configuración del
sistema internacional que se pretendía ni llegó el orden esperado.
Por el contrario, se fue configurando un sistema no polar, en desorden, con vacíos en
determinados espacios o zonas, donde compiten por alcanzar la hegemonía, en alguna de
sus dimensiones. En este sistema, asistimos a una paz imperfecta que nos provoca e invita
a gestionar y gerenciar nuevos procesos, que deberán ser capaces de construir una paz más
sustentable.
Estos cambios, provocaron cambios en las teorías y las formas de abordar el estudio de los
conflictos. Hoy se trata de comprender la dinámica de los procesos que nosotros llamamos
n-ádicos conflictivos, desde nuevos enfoques.
En principio nos parece muy prematuro poder explicar un fenómeno tan complejo como lo
es el vínculo entre la integración regional y la gobernanza en América Latina como nuevo
modo de gerenciamiento de los conflictos a partir de alguno de esto tres enfoques
incorporación total o parcial a la misma. En el caso de las instituciones, organizaciones o
programas que se creen, cualquiera de los Estados Miembros podrán participar como
observador o eximirse total o parcialmente de participar por tiempo definido o
indefinido”
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planteados, creemos que ninguno de los tres agota la discusión ni da una respuesta a la
problemática.
Creemos necesario un esquema de análisis que de manera más amplia nos ayude a la
comprensión. Si agregamos las prioridades en las agendas internas que trascienden cada
vez con mayor fuerza el ámbito de lo interno para pasar al plano del doble juego (interno-
internacional) y especialmente la forma personalista en la que se manejan las cuestiones en
los organismos de este tipo nos harían pensar que tal vez no esté todo dicho.
Los trabajos de Sánchez (2015) y Argento (2013), recogen aportando luz y ahondando en
reconocer cuáles han sido las características del impacto de UNASUR en el establecimiento
de un sistema de seguridad cooperativo en Suramérica, así como también comprender el
enfoque de regulación de conflictos presente en las intervenciones de dicha organización.
La premisa que ha guiado sus trabajas ha sido destacar la relevancia de UNASUR como
organismo capaz de Gerenciar conflictos. Ambos concluyen que la organización ha
consolidado la existencia de un sistema de seguridad cooperativo en la región,
construyendo una nueva forma de relacionamiento intersubjetivo entre los Estados
suramericanos regidos por acciones preventivas.
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8.- ANEXO: GRAFICOS Y CUADROS
Gráfico 1: The trend in transfers of major arms, 2003–2012 (FUENTE: http://www.sipri.org/yearbook/2013/05)
Gráfico 2: Recipient regions of major arms imports, 2003–2007 and
2008–12 (FUENTE: http://www. sipri.org/yearbook/2013/05)
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Gráfico 3: World military expenditure, 2003–2012 (FUENTE: http://www.sipri.org/yearbook/2013/03)
CUADRO 1: LOS 10 MAYORES EXPORTADORES E
IMPORTADORES DE ARMAS ENTRE 2008 Y 2012 (FUENTE: http://www.sipri.org/yearbook/2013/05)
Global Global
share (%) share (%)
1. USA 30 1. India 12
2. Russia 26 2. China 6
3. Germany 7 3. Pakistan 5
4. France 64. South
Korea 5
5. China 55.
Singapore 4
6. UK 4 6. Algeria 4
7. Spain 3 7. Australia 4
8. Italy 2 8. USA 4
9. Ukraine 2 9. UAE 3
10. Israel 210. Saudi
Arabia 3
TOTAL 87 TOTAL 50
Exporter Importer
The main importers and exporters of
major arms, 2008–2012
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CUADRO 2: TIV of arms import to all 2000-2014
Figures are SIPRI Trend Indicator Values (TIVs) expressed in US$ m.
at constant (1990) prices. (FUENTE: http://www.sipri.org/databases/armstransfers/background)
CUADRO 3: TIV of arms export to all 2000-2014
Figures are SIPRI Trend Indicator Values (TIVs) expressed in US$ m.
at constant (1990) prices. (FUENTE: http://www.sipri.org/databases/armstransfers/background)
19440 18995 1780919295
21492 2158224679
2651924207 24308 25631
30108 28902 27916 28308
2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012 2013 2014
Total
194401899517809
192952149221582
2467926519
242072430825631
30108289022791628308
2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012 2013 2014
Total
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“Globalización y conflicto en América Latina:
tensiones y desafíos”21
Gabriel C. Sánchez
UNIVERSIDAD ABIERTA INTERAMERICANA (UAI)
Área temática: RELACIONES INTERNACIONALES
Subárea temática:
Globalización y Conflictos Internacionales
21 Ponencia preparada para el XII Congreso Nacional de Ciencia Política, organizado por la
Sociedad Argentina de Análisis Político y la Universidad Nacional de Cuyo, Mendoza, 12 al 15 de
agosto de 2015
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AUTOR
Gabriel C. Sánchez es Licenciado en Relaciones Internacionales por la Universidad Abierta
Interamericana, Auxiliar Docente de las asignaturas “Negociación y Proceso de Toma de
Decisiones” y “Política Internacional Contemporánea” en Universidad Abierta
Interamericana, Investigador del Centro de Altos Estudios en Ciencias Sociales (UAI),
Investigador en el proyecto de investigación “Análisis de la toma de decisiones y del
proceso de negociación en la cuestión MALVINAS de 1983-2014” (Secretaria de Políticas
Universitarias del Ministerio de Educación de la Nación, y Secretaría de Asuntos Relativos
a las Islas Malvinas del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto de la Nación),
columnista de Revista El Horizonte (ISSN 2250-8880), y autor del libro “Regulación del
Conflicto. El enfoque de UNASUR en la intervención de Pando” (ISBN 978-987-723-028-
4).
RESUMEN (ABSTRACT)
El presente escrito tiene por finalidad analizar los cambios acaecidos en el escenario
internacional luego de la finalización de la Guerra Fría, para poder comprender cuales son
los principales focos conflictivos que deben enfrentar los Estados en América Latina. En
este sentido abordaremos las definiciones de conflicto social, tensión y conflictos armados
menores e internos, y se intentará exponer la presencia de estos fenómenos en la región.
PALABRAS CLAVE
América Latina – Globalización – Conflicto Social – Tensión – Conflicto Armado.
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1- INTRODUCCIÓN
El presente escrito tiene por finalidad analizar los cambios acaecidos en el escenario
internacional luego de la finalización de la Guerra Fría, para poder comprender cuales son
los principales focos conflictivos que deben enfrentar los Estados22 en América Latina. En
este sentido abordaremos las definiciones de conflicto social, tensión y conflictos armados
menores e internos, y se intentará exponer la presencia de estos fenómenos en la región.
2- CAMBIOS EN LA POST GUERRA FRÍA
A partir de la disolución de la URSS, diferentes cambios a nivel global permitieron el
surgimiento de visiones optimistas sobre un periodo de paz mundial y seguridad
internacional (Boutros-Ghali, 1992). La desaparición de la tensión bipolar, la transición
pacífica de gobiernos autoritarios a gobiernos democráticos y los desarrollos tecnológicos
parecían marcar el comienzo de una nueva era donde el número de enfrentamientos
armados entre Estados descendería, donde los pueblos decidirían mediante la votación sus
destinos políticos, y donde la nuevas oportunidades económicas se abrirían para los países
menos desarrollados. Pero, pese a ese escenario esperanzador, los actores internacionales
tradicionales se enfrentarían también al surgimiento de tensiones y desafíos: el paso de la
estabilidad bipolar de la Guerra Fría a un mundo que no terminaba de configurarse como
unipolar o multipolar (Falk, 2002); las fragilidades del modelo globalizador, resumidas en
la volatilidad financiera, el desequilibrio entre crecimiento económico y sostenibilidad del
medio ambiente, y la contradicción entre la cultura unificadora y la autoafirmación de las
identidades culturales (Castells, 2002); las tres caras de la globalización -la económica, la
cultural y la política-, y sus respectivos problemas -desigualdad, uniformidad cultural,
predominio político estadounidense, e instituciones políticas y redes transgubernamentales
poco democráticas- (Hoffman, 2002); la aparición de las nuevas guerras (Kaldor, 2013) o
conflictos bélicos: guerra en red, guerra espectáculo y guerra neomoderna (Kaldor, 2003);
22 El presente escrito tiene como punto de partida el primer capítulo de un
trabajo anterior, denominado “Regulación de conflictos. El enfoque de
UNASUR en la intervención de Pando” (Sánchez, 2015).
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la importancia cada vez mayor de los de actores no estatales en el sistema internacional
(Rosenau, 1990); y la incapacidad de los Estados-nación para resolver los problemas
nacionales e imponer intereses públicos, y sus limitadas posibilidades de acción (Messner,
2001).
Desde antes de la caída del comunismo, había quienes se aventuraban a asegurar que una
nueva civilización podría surgir de entre la desesperación que planteaba el peligro de
aniquilación nuclear, el desastre ecológico, el fanatismo racial, o el cataclismo económico
(Toffler, 1980). Se percibían estos cambios, no como peligros, sino como la señales de la
nueva etapa que comenzaba. Con la desaparición de la Unión Soviética, hubo quienes
consideraron que la época de las luchas ideológicas había concluido, dejando como
vencedor y única opción viable al liberalismo político y económico de Occidente
(Fukuyama, 1989). El liberalismo, según Francis Fukuyama, luego de sobreponerse al
absolutismo, bolchevismo, fascismo, y al marxismo, tendería a universalizarse, marcando
“del punto final de la evolución ideológica de la humanidad” (1989). Así, la democracia
como forma de gobierno y el mercado como único determinante económico se convertirían
en la común herencia ideológica de la humanidad en la fase poshistórica. Incluso los
conflictos entre Estados desaparecerían, dado que los cálculos económicos reemplazarían
a las guerras como principal herramienta de solución de diferencias entre Estados
democráticos (Fukuyama, 1992)23. Este cambio, necesariamente implicaría el paso del
tiempo, dado que todavía existirían países atrapados en la fase histórica, lo que los llevaría
a mantener actitudes belicosas.
Entre las visiones optimistas sobre estos cambios también figura Thomas Friedman, quien
asegura que la intensificación de la integración económica, la integración digital, la
interconexión de individuos y naciones en constante aumento, la diseminación de los
valores del capitalismo, la extensión de redes a los rincones remotos del mundo y las
presiones económicas a la soberanía estatal incrementan los incentivos para no recurrir a
23 Esta idea ya había sido propuesta por Michael Doyle en dos escritos de
1983: “Kant, liberal legacies, and foreign affairs, Part I”, Filosofy and Public
Affairs, 1983, vol. 12, nº 3; y “Kant, liberal legacies, and foreign affairs, Part
II”, Filosofy and Public Affairs, 1983, vol. 12, nº 4.
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la guerra (Friedman, 1999). Es decir, que en el nuevo mundo se generaría una alta
interconexión económica y de información, que, sumados a la diseminación del
capitalismo, provocarían una tendencia cada vez menor a que los Estados participantes de
este sistema resuelvan sus diferencias mediante el enfrentamiento armado. En el nuevo
mundo de la globalización y del triunfo del liberalismo económico y político, las
poblaciones de los países desarrollados elegirían ser parte de las principales tendencias
globales, como internet y el crecimiento económico. Esta visión del nuevo sistema
internacional, con sus respectivos incentivos y restricciones, plantea que la genta preferiría
participar del mundo globalizado a tomar parte en un conflicto en clave ideológico. Y eso
sería lo que le impondrían a sus respectivos líderes, quienes deberían comprender la
actualidad en la que se mueven.
Pero estas visiones descriptas, tanto la de Fukuyama como la de Friedman, por supuesto
tenían sus antítesis. La desaparición de la bipolaridad y el fin del comunismo no
configurarían por sí mismas el estadio último de la evolución humana, debido al triunfo del
liberalismo en su máxima expresión, sino que expondrían a Occidente al contacto y
enfrentamiento con otras regiones y culturas del mundo. Samuel Huntington, en el famoso
artículo de la revista Foreign Affairs planteaba que los conflictos, lejos de desaparecer,
cambiarían su condición ideológica típica de la Guerra Fría, por una dimensión cultural.
Huntington aseguraba que “El carácter tanto de las grandes divisiones de la humanidad
como de la fuente dominante del conflicto será cultural. Las naciones-estado seguirán
siendo los agentes más poderosos en los asuntos mundiales, pero en los principales
conflictos políticos internacionales se enfrentarán naciones o grupos de civilizaciones
distintas” (Huntington, 1993, p. 22). Considera que la democracia como forma de gobierno
y el imperio del mercado en la economía son valores de Occidente, y que el resto de las
denominadas civilizaciones no sólo podrían negarse a aceptarlos como válidos, sino que
además podrían intentar imponer sus propias visiones sobre formas de gobierno y
administración económica. Ese enfrentamiento de cosmovisiones seria la principal falla
causante de conflictos inevitables (Huntington, 1997).
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Por otro lado, Benjamin Barber, saliéndose de las visiones placenteras sobre el futuro post
Guerra Fría, plantea también un enfrentamiento, pero que tiene como resultado una
amenaza a la democracia. Por un lado, el mundo integrado producto de la fluidez de la
información y de la interconexión de los mercados, representado por el Mc World, y por el
otro, una respuesta a esta tendencia a la universalidad que hace hincapié en la propia cultura
y tradiciones, expresada por el autor bajo el concepto de Jihad (Barber, 1992). Ambas
dinámicas, mediante su propia existencia, refuerzan a la otra, provocando así una doble
presión sobre el Estado. Las dinámicas económicas del Mc World provocarían un
debilitamiento en las políticas distributivas con vistas a la competitividad, así como la Jihad
causaría que las diferentes identidades que coexistieron pacíficamente dentro de un Estado,
pasen a identificarse como enemigas unas a otras. El resultado es un debilitamiento del
Estado-nación y de las democracias, ya que las fuerzas mundializantes no pueden ser
contenidas ni puede ser recompuesta la erosión provocada por los reclamos identitarios
insatisfechos (Barber, 1995)24.
Hasta aquí hemos visto distintos enfoques que intentaban teorizar sobre los cambios
ocurridos luego del fin de la Guerra Fría y las consecuencias de los mismos. Entre los
cambios más destacados figuran la caída del Bloque del Este y la ampliación de la
denominada Tercera Ola de Democratización (Huntington, 1991), el rápido desarrollo
tecnológico y de las comunicaciones, y la transnacionalización de los mercados. Pero las
consecuencias de estos cambios fácticos son diversas y las teorías revisadas, si bien
cumplen un papel introductorio fundamental, parecen no terminar de abordar y comprender
la totalidad de los cambios que acaecían en los últimos años del siglo XX. Pero, como se
ha mencionado en las líneas anteriores, hay desafíos y tensiones correspondientes a esos
tiempos turbulentos que estas explicaciones parecen no considerar. Los mismos han sido
reunidos en seis grupos, no buscando una clasificación acabada y definitiva, sino con una
idea organizativa que facilite la presentación de las temáticas.
24 La analogía entre dispersión mundial de la cadena de comidas rápidas
y el proceso de globalización también es utilizado por George Ritzer en
“The McDonaldization of Society. Thousands Oaks: Pine Forge Press. 1993”.
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La primera cuestión a considerar es la desaparición de la estabilidad geopolítica que
brindaba la bipolaridad de la Guerra Fría. El enfrentamiento de los dos gigantes, iniciado
luego de la Segunda Guerra Mundial, brindaba a todos los actores la posibilidad de realizar
fácilmente las comparaciones entre las capacidades de los actores (Waltz, 2000). Por otro
lado, el miedo a la mutua destrucción asegurada generaba que las interacciones entre ambas
potencias sean medidas, y que hasta cierto punto negocien, como lo hicieron en los
acuerdos SALT I y SALT II. Otro efecto de la estabilidad de la Guerra Fría fue que muchos
conflictos hacia el interior de las dos esferas de influencia fueron suprimidos,
especialmente en Europa del Este y en Asia Central (Lederach, 1997). Pero, con el fin de
la Guerra Fría, ¿qué tipo de orden ha surgido? Richard Falk asegura que luego de la caída
del ultraestable andamiaje geopolítico del periodo bipolar, ha existido un “momento
unipolar” donde la alianza dirigida EE.UU. derrotó a Irak en la Primera Guerra del Golfo
(Falk, 2002). Pero luego, aunque hasta nuestros días siga habiendo un solo actor con
capacidad militar global, en materia económica el mundo se ha multipolarizado. “Estamos
en un mundo unipolar en términos de un poder hegemónico con supremacía militar-
estratégica global, los Estados Unidos. Estamos en un mundo multipolar en materia
económica” (Oddone, 2004)25. En los últimos años del siglo XX, los rivales económicos
fueron Japón y la Unión Europea, hoy China aparece como el principal competidor, pero
es claro que Estados Unidos ha perdido su hegemonía económica. También, se puede
mencionar a la actualidad como la era de la no polaridad (Durán Sáenz & Pereyra, 2015).
Igualmente, cabría preguntar si los aconteceres del mundo actual pueden seguir siendo
analizados en enclave de Estados como unidades indivisibles que, inmersos en la política
de poder, solo velan por su propia seguridad como algunos defienden (Waltz, 1993).
En segundo lugar, existe también lo que Manuel Castells denomina la crisis del modelo
globalizador (Castells, 2002). Según su propio análisis, en los años posteriores a la
finalización de la Guerra Fría se dieron tres procesos simultáneos: la revolución de las
tecnologías de la información y la comunicación, la desregulación y liberalización de la
25 La cita textual del texto de Oddone (2004) ha sido extraída de Eumed
(http://www.eumed.net/cursecon/libreria/2004/cno/1c.htm), el día 15 de
mayo de 2015.
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economía, y la difusión de los valores de Occidente así como un creciente
multiculturalismo en todas las sociedades del mundo. Estos procesos interconectados
conforman, a su entender, el modelo de globalización que tuvo lugar durante la última
década del siglo pasado. Pero estos tres sucesos combinados, considerados como grandes
avances, tienen también consecuencias perjudiciales que empezaron a revelarse con el
correr de los años. Castells menciona que la volatilidad financiera, el desequilibrio entre
crecimiento económico y sostenibilidad del medio ambiente, y la contradicción entre la
cultura unificadora y la autoafirmación de las identidades culturales han hecho inviable el
modelo globalizador de los años noventa.
La volatilidad financiera está caracterizada por la falta de control gubernamental y de
instituciones financieras sobre las finanzas mundiales. Eso, “sumado al volumen del
capital, la complejidad de las carteras de valores que se gestionan en la actualidad y el
rápido proceso de cambio tecnológico y cultural, parecen favorecer, al menos en el futuro
inmediato, la volatilidad del sistema” (Castells, 2002, p. 16). En este sentido, y también
crítico sobre el efecto de la globalización sobre los países menos desarrollados, Stiglitz
(2002) asegura:
Los bancos occidentales se beneficiaron por la flexibilización de los controles
sobre los mercados de capitales en América Latina y Asia, pero esas regiones
sufrieron cuando los flujos de dinero caliente especulativo (dinero que entra
y sale de un país, a menudo de la noche a la mañana, y que no suele ser más
que una apuesta sobre si la moneda va a apreciarse o depreciarse) que se
habían derramado sobre los países súbitamente tomaron la dirección opuesta.
La abrupta salida de dinero dejó atrás divisas colapsadas y sistemas bancarios
debilitados (p. 42).
Entonces, se puede afirmar que, si bien la desregulación y la liberalización de las
economías del globo han traído aparejados beneficios inobjetables, el sistema en general
es menos estable y que los capitales han obtenido un margen de maniobrabilidad más
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amplio en detrimento de alternativas con las que los Estados contaban en el ámbito de
política financiera, monetaria y fiscal.
El siguiente punto que aborda Castells es el desequilibrio entre crecimiento económico y
sostenibilidad del medio ambiente, provocado por la penetración del hombre en todos los
ecosistemas de la Tierra, la eliminación de las formas tradicionales de vida y subsistencia
ante el avance del desarrollo, y la posibilidad de alterar el equilibrio de la vida perjudicando
a generaciones (Castells, 2002). Las consecuencias de estas conductas son variadas, pero
ineludibles. Comprenden la alteración de ecosistemas fundamentales para la existencia del
ser humano sobre el planeta, como por ejemplo el Amazonas, la expulsión de millones de
personas desde sus ámbitos tradicionales de subsistencia hacia zonas urbanas
superpobladas, y las consecuencias de la explotación industrial que puede llevar décadas
revertir, como el Efecto Invernadero. 26
El último punto en el que hace énfasis Castells es la tensión que se genera entre la cultura
unificadora y homogeneizante de la globalización, y la autoafirmación de las identidades
culturales ligadas a la etnia, territorio, religión, o nación de pertenencia. El autor afirma
que “todo intento por desdeñar las identidades con raíces históricas en nombre del progreso
global hacia la hipermodernidad desencadena una reacción colectiva, cuya intensidad es
directamente proporcional a su exclusión de la cultural global unificadora” (Castells, 2002,
p. 18). Los valores de Occidente y la entronización del ejercicio de las libertades
individuales en el sentido liberal, encuentran muchas veces resistencia en las poblaciones
que solamente encuentran salida a la exclusión a las que las somete el proceso globalizador
en la ponderación de diferentes identidades.
Ante estas inestabilidades del modelo globalizador mencionadas, tanto la económica, como
la medioambiental y la cultural, el autor propone establecer las estrategias que permitan
evadir un crecimiento económico desigual al nivel global y alcanzar un desarrollo
26 Para ampliar mas la temática sobre globalización y medio ambiente
pueden consultarte el siguientes escrito de Roberto Guimarães: “Tierra de
sombras: desafíos de la sustentabilidad y el desarrollo territorial y local ante
la globalización corporativa”, disponible online en formato digital en:
http://www.eclac.org/publicaciones/xml/3/13883/lcl1965.pdf.
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compartido, diseñar un modelo de desarrollo que permita la sostenibilidad medioambiental,
y tecnologías de la información y medios de comunicación respetuosos de todas las
identidades culturales (Castells, 2002).
Volviendo a las tensiones y desafíos que los actores internacionales tradicionales
encuentran a partir de la finalización de la Guerra Fría, en tercer lugar, y en una línea similar
a la de Manuel Castells, se encuentra Stanley Hoffmann (2002) y su visión de los
problemas de la globalización. El autor asegura que Fukuyama, Huntington, Friedman y
la “ortodoxia” realistas proponen modelos que no logran explicar acabadamente las
realidades de la era post enfrentamiento bipolar. Las rivalidades entre las potencias no han
desaparecido, las guerras entre Estados son menos comunes pero crece el número de
guerras intestinas, y el límite entre política exterior y política interior se vuelve borroso.
Todo esto sucede con un trasfondo común: la globalización. Hoffmann divide a este
fenómeno en tres partes, al igual que Castells, pero identifica una globalización económica,
una cultural y una política, y considera que a cada variante le corresponde un problema. Su
visión es más pesimista que la del intelectual español, ya que no considera estos problemas
como cuestiones a solucionar, sino como contrariedades inherentes al proceso
globalizador. Es decir, mientras exista globalización, existirán estos obstáculos.
La globalización económica para Hoffmann se caracteriza por las revolución tecnológica
y su influencia en comercio inversión y negocios internacionales, además de la
participación en este circuito de empresas inversionistas, bancos, Estados y organismos
internacionales. Como contracara plantea el dilema entre eficiencia y justicia donde “la
especialización y la integración de las empresas hacen posible que aumenta la riqueza
acumulada, pero la lógica del capitalismo puro no favorece la justicia social. Así, la
globalización económica se ha vuelto una temible causa de desigualdad entre los estados y
dentro de ellos” (Hoffmann, 2002, p. 72). El énfasis en esta propuesta está puesto en la
paradoja de la competitividad global, que hace más ricos a ciertos Estados y empresas, pero
reduciendo costos gracias a procesos de flexibilización laboral y carencia de propuestas
para la redistribución de la riqueza.
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Las revoluciones de la tecnología y la transnacionalización de la economía también han
favorecido la circulación de bienes culturales, predominantemente la difusión del American
Way of Life. Esto ha generado que en distintos países del globo se dé una “reacción contra
la uniformidad”, es decir, el “renacimiento de culturas e idiomas locales, y ataque contra
la cultura Occidental, a la que se denuncia por ser portador arrogante de una ideología
secular y revolucionaria, y una máscara de la hegemonía de Estados Unidos” (Hoffmann,
2002, p. 72). En este sentido, la globalización cultural que sugiere Hoffmann es similar a
la propuesta por Castells, con la diferencia que agrega el componente hegemónico que
ejerce EE.UU.
También, Stanley Hoffmann asegura que el predominio de Estados Unidos y de sus
instituciones políticas, así el grupo de organismos internacionales y redes
transgubernamentales especializados en vigilancia y migración caracterizan la
globalización política (Hoffman, 2002). La contrariedad que esto genera es la resistencia
producida por cualquier política o medida tomada al interior de organismos internacionales
dominados por los Estados Unidos o iniciativas desde programas acusados de esconder,
tras la apariencia de ayuda caritativa o para el desarrollo, la voluntad hegemónica de la
primera potencia económica.
Se puede apreciar que, pese a que Castells y Hoffmann parecen hablar de lo mismo, hay
cuestiones que los diferencian claramente. La visión de Stanley Hoffmann parece ser más
crítica, dado que no considera solución posible a la globalización, no hay manera de detener
sus efectos destructivos, mientras que Manuel Castells plantea algún tipo de escenario
alternativo que podría permitir una corrección de las debilidades del modelo globalizador.
Por otro lado, aunque coinciden en identificar problemas en las fases económica y cultural
de la globalización, Hoffmann le da más importancia a la dificultad planteada por la
globalización política en detrimento de la problemática medioambiental, ya que intenta
hacer hincapié en el papel de predominio que juega Estados Unidos en la propuesta
globalizante. Esto es lo que distingue su análisis y lo hace diferente al que ha sido esgrimido
por Castells. Ambos son útiles y complementarios, uno por su énfasis en las debilidades
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económicas, culturales y medioambientales del modelo globalizador, y el otro por su
condición crítica y reveladora sobre el papel asumido por Estados Unidos.
Retomando la senda analítica de los cambios surgidos a partir de la finalización de la
Guerra Fría, e intentando comprender las tensiones y desafíos que los actores
internacionales tradicionales enfrentan, podemos observar la distinción que Mary Kaldor,
académica británica, propone entre “viejas guerras” y “nuevas guerras”. Las guerras
libradas en Europa desde el siglo XVIII hasta mediados del siglo XX, encontrando su
apogeo en la Segunda Guerra Mundial, son las que esta autora considera como “viejas
guerras”. Estas se caracterizan por haber sido concebidas en un ambiente post westfaliano
de construcción del Estado, y fueron utilizadas como elemento para lograr la cohesión y la
identificación de la población tras la construcción de una idea de comunidad política
(Kaldor, 2011). Es decir, esos enfrentamientos bélicos entre fuerzas uniformadas
pertenecientes a diferentes Estados, tendían a fortalecer el monopolio de la fuerza estatal,
eliminar ejércitos privados, legitimar los impuestos, y mejorar la eficacia administrativa.
Además, se alimentaba la idea de comunidad política, que permitía identificar al Estado
como el responsable de la defensa del territorio, al mismo tiempo que legitimaba su
posición ante la población. Este tipo de disputa hasta fue reglado entre finales del siglo
XIX y principios del siglo XX mediante las convenciones de Ginebra y de La Haya. El
problema de las viejas guerras es que a partir de la finalización de la Segunda Guerra
Mundial, y de la evidencia del desarrollo tecnológico alcanzado y puesto al servicio de la
eliminación de la vida humana, los costos humanos y políticos se han vuelto inaceptables
para los líderes mundiales (Kaldor, 2011). Todos los enfrentamientos que sucedieron luego
de la primera mitad del siglo XX ya no pueden ser entendidos como “viejas guerras”. Si
bien es una aseveración que puede ser calificada por lo menos de polémica, Kaldor
considera que todos los enfrentamientos posteriores a ese momento histórico deben ser
calificados como “nuevas guerras”, y hace dos salvedades: la Guerra Fría y todas las
disputas ligadas a esta, y la guerra entre Irak e Irán en la década de los ochenta. Sobre la
primera asegura que fue una “guerra imaginaria”, lo cual responde a su visión eurocéntrica
del conflicto, y sobre la segunda asegura que, si bien fue una típica “vieja guerra”, reforzó
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el concepto de que los costos ligados a este estilo de enfrentamientos ya no son sostenibles
para los Estados.
Las “nuevas guerras”, según especifica la autora, son enfrentamientos armados
diametralmente opuestos a las “viejas guerras” en cuanto a sus características definitorias.
Kaldor identifica que estas disputas suceden en un contexto de desintegración del Estado,
donde se enfrentan actores estatales y no estatales, donde la violencia está dirigida contra
la población civil, donde la financiación se da mediante el saqueo y el pillaje, y donde la
identidad de la comunidad política entra en tensión con otras identidades, a las cuales ella
caracteriza como sectarias, y están ligadas a la pertenencia a una religión o etnia. Kaldor,
recurriendo a un concepto de Rupert Smith para explicar la cualidad sangrienta de estos
conflictos, habla de “guerra entre personas” donde es difícil acordar un final para los
enfrentamientos dado que “en vez de guerra o paz, no hay una secuencia predefinida y la
paz no está al principio o al final del proceso” (Smith, 2006, p. 16). En este proceso donde
no hay paz, el Estado resulta ausente o impotente, y la violencia es dirigida principalmente
contra la población civil, se “violan deliberadamente las convenciones de las viejas guerras,
además del nuevo corpus de legislación sobre los derechos humanos que se ha ido
construyendo desde la II Guerra Mundial” (Kaldor, 2006, p. 19). Otra característica
definitoria no menos importante es que este tipo de conflictos desborda las fronteras de los
Estados-nación, ya sea a través del movimiento de refugiados, de la intervención
humanitaria de una gran potencia o de un país vecino.
Mary Kaldor identifica tres tipos de “nuevas guerras”, y cada uno de ellos tiene relación
con las presiones a las que ella considera que han sido sometidos los Estados luego de la
finalización de la Guerra Fría. El primer tipo es la “guerra en red”, donde Estados débiles
o fallidos se enfrentan a un conjunto de actores armados estatales y no estatales. Estas redes
son transfronterizas, ya que son impulsadas por mercenarios, voluntarios fanáticos,
organizaciones criminales, y compañías militares privadas, que logran traspasar las
fronteras porosas de los Estados y trasladan el conflicto volviéndolo independiente de una
ubicación territorial singular (Kaldor, 2003). El segundo tipo es la “guerra espectáculo”,
llevada a cabo por Estados Unidos principalmente y destacada por su utilización de
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tecnología para la prevención de bajas. Los ciudadanos y la opinión pública
estadounidenses, según asegura Kaldor, ya no están dispuestos a aceptar un elevado
número de víctimas entre las filas de sus propias fuerzas armadas, por lo tanto, para
emprender guerras lejanas ante Estados canallas o actores no estatales pobremente
definidos es necesario obtener legitimidad, esgrimiendo el argumento de enfrentamientos
quirúrgicos y certeros que minimizan la cantidad de pérdidas humanas (Kaldor, 2003). La
tercera y última variante es la “guerra neomoderna” donde Estados que, a diferencia de los
involucrados en las “guerras en red”, poseen un aparato militar amplio, aunque “se ven
constreñidos por muchos de los imperativos de la globalización” (Kaldor, 2003, p. 33), y
se enfrentan a redes de actores no estatales. Un ejemplo es de este tipo de conflicto es el
enfrentamiento entre Rusia y los extremistas chechenos.
La diferenciación entre viejas y nuevas guerras realizada por Mary Kaldor tiene un valor
fundamental para apreciar cómo el conflicto armado empieza a delinearse a partir de los
cambios acaecidos desde la finalización de la era bipolar. El valor de este análisis radica
principalmente en observar las tensiones bajo las cuales los Estados-nación deben enfrentar
el surgimiento de nuevos conflictos armados, muchas veces intestinos, que tienen
consecuencias que se esparcen más allá de sus fronteras y en la que confrontan muchas
veces a actores no estatales.
El siguiente punto por abordar, en la línea de las tensiones y desafíos que los actores
internacionales tradicionales deben afrontar, es el ascenso de los actores no estatales y su
participación cada vez más determinante en el sistema internacional. En este sentido James
Rosenau sugiere que en el mundo de la política internacional, aparte del universo
estatocéntrico ya conocido, ha emergido un nuevo universo multicéntrico, donde los
principales protagonistas son los actores no estatales, como empresas multinacionales,
ONGs, y organizaciones intergubernamentales (Rosenau, 1990). Estos dos espacios
interactúan entre sí, y el resultado más evidente e importante para las relaciones
internacionales es la contracción del campo de decisión y de capacidad de acción del Estado
westfaliano. El Estado sigue siendo soberano, pero sus decisiones ya no son influenciadas
solamente por la estructura del sistema internacional y por la búsqueda de la seguridad y la
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supervivencia, sino que se ven afectadas también por la existencia y la actividad de los
actores no estatales (Rosenau, 1990). El gran aporte de este autor es evidenciar que los
Estados, además de estar sumergidos en la complicada misión de encontrar una manera de
lidiar con la salida del estable mundo bipolar, la innegable influencia de la globalización,
y la aparición de un nuevo tipo de conflictos bélicos, también advierten el avance de los
actores no estatales y la influencia que estos tienen sobre su campo de acción. Si bien, luego
de la exposición de los cuatro primeros puntos sobre los desafíos y tensiones de esta nueva
era, es concebible la existencia de nuevos participantes del concierto internacional, el
análisis de Rosenau permite poner de manifiesto una de las características del sistema
internacional de la post Guerra Fría.
En los cinco puntos previos sobre la situación de las relaciones internacionales tras la
desaparición del enfrentamiento bipolar se ha hecho énfasis en la desaparición de la
constancia geopolítica innata a la rivalidad entre EE.UU y la Unión Soviética, las
debilidades del modelo globalizador, la hegemonía política y cultural de Estados Unidos,
el surgimiento de las nuevas guerras, y el ingreso de nuevos actores a la escena
internacional. Pero hay una cuestión que une a todas estas ideas, y es la necesidad de
averiguar cuál es el lugar que ocupa el Estado a partir de la finalización de la Guerra Fría.
En ese sentido, Dirk Messner afirma que “los Estados-nación ya no están en capacidad de
resolver solos los problemas nacionales e imponer intereses públicos, pues determinados
recursos vitales de control están repartidos fuera de sus fronteras y la competencia entre
centros de producción limita las posibilidades de acción de los gobiernos nacionales”
(2001, p. 52). Arriba a esta conclusión luego de hacer un análisis de cómo la soberanía de
los Estados se ha visto afectada durante los últimos años. En primer lugar, para ese análisis
utiliza la idea de distinción entre soberanía externa y soberanía interna, afirmando que la
primera corresponde a las decisiones y acciones correspondientes a los vínculos entre
Estados del sistema internacional, y que la segunda se refiere a las relaciones que cada
Estado mantiene con los diferentes actores sociales dentro de su propio territorio (Reinicke,
1998). Luego, explica que la “interdependencia compleja” (Keohane & Nye, 1977) ya
había causado efectos sobre la soberanía externa de los Estados previamente a la
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desaparición del ciclo bipolar, y que lo novedoso de estos nuevos tiempos son los cambios
experimentados en la soberanía interna. Dicha mutación se debe al auge de fenómenos y
problemas transfronterizos propios del proceso globalizador, que ya hemos abordado
previamente, los cuales interfieren en el campo de acción que el Estado poseía para los
adentros de sus líneas divisorias (Messner, 1999).
Con la intención de averiguar también las alteraciones que han sufrido los actores
principales del sistema internacional, Alejandro Grimson afirma que el Estado se está
retirando en los campos ligados al desarrollo social, la redistribución y el bienestar, pero
se hace fuerte en otros. Al separar las funciones sociales del Estado de las funciones
represivas que este ejerce, logra explicar que pese a la desaparición de la faceta de
protección y seguridad social, el Estado mantiene el monopolio de la fuerza: “la mayoría
de los países conservan intactas sus fuerzas armadas y de seguridad, otros han
incrementado en diferente grado sus dispositivos. En las crisis sociales y políticas que el
propio retiro social del Estado provoca puede verificarse que en muchos países el papel
represivo continua siendo muy poderoso” (Grimson, 2004, p. 20).
Además, como hemos visto antes, la globalización genera despojados y expulsados del
sistema que buscan amparo en identidades diferentes a la de la comunidad política
tradicional. Esto genera con asiduidad que, ante un Estado en franco retroceso de su lugar
benefactor, se recurra a la violencia como medio de protesta. Fred Halliday expone que
aquí se da una tensión entre la moralidad de los Estados, que es aquella que sostiene que
“son los Estados el principal referente ético y la principal fuente de orden y justicia” (2006,
p. 17), y la moralidad de los individuos, la cual sustenta que “los Estados deben ceder a las
reivindicaciones de los individuos y a las reivindicaciones implícitas, igualitarias y
redistributivas que surgen de estos individuos” (2006, p. 17). ¿Quién debe ceder? Los
Estados, haciendo lugar a los reclamos de todos los grupos y escuchando cada demanda, o
los individuos, entendiendo que cada sacrificio o reivindicación no escuchada obedece a
una planificación que excede los reclamos particulares para la obtención del bien común.
No es la intención aquí responder esa pregunta, sino dejar patente como la tensión entre
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estos dos modelos de moral a los que hace referencia Halliday, desgastan la soberanía de
un Estado.
Otro punto ligado a esta cuestión, es que más allá de la tirantez entre los dos tipos de moral,
los Estados muchas veces optan por dar una respuesta extralimitada a los reclamos de
ciertos sectores, o por el contrario, carecen de los medios para ofrecer una réplica o una
opción que permita cohibir el escalamiento del enfrentamiento. En el primero de los casos,
la línea que separa las cuestiones internas de las cuestiones que podrían ameritar una
intervención foránea se ha hecho cada vez más minúscula, lo que provoca que los asuntos
internos de un país y las respuestas que un Estado proporciona a un reclamo estén siempre
bajo la observancia de actores estatales y no estatales del sistema internacional. En otras
palabras la tensión entre moralidad de los Estados y moralidad de los individuos, también
provoca una tensión entre el principio de no injerencia y la intervención humanitaria27.
Nuevamente, no se persigue aquí una sentencia final sobre una posible jerarquización de
estos principios, sino revelar la existencia de la paradoja.
En el segundo de los casos, que el Estado en cuestión no pueda o no pretenda ofrecer una
respuesta, puede acontecer que el reclamo se radicalice. La situación de los excluidos del
modelo globalizador, que también logran conformar grupos para canalizar sus reclamos
alrededor de una cierta identidad, sumada al retroceso del Estado benefactor simultaneo al
avance del Estado represor, y la transnacionalización de los reclamos, pueden provocar que
las demandas sean encausadas de una forma mucho más violenta. Puede darse un
alzamiento de un sector armado contra el Estado, caso analizado dentro del concepto de
“nuevas guerras” de Mary Kaldor, o “el uso o amenaza de usar la violencia en forma
intencional contra civiles no combatientes por parte de un actor no estatal (transnacional o
subnacional) en una confrontación asimétrica con el fin de alcanzar metas políticas”
(Stepanova, 2009, p. 28), lo cual constituye la definición de terrorismo de Ekaterina
27 La temática de la evolución de la doctrina de intervención humanitaria
puede ser profundizada en “Humanitarian intervention: evolution of a
dangerous doctrine”. Bello, W. (2005). Focus on trade, Nº 15. January 2005,
disponible online en formato digital en http://focusweb.org/pdf/Fot-
pdf/fot115.pdf.
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Stepanova. Esta violencia puede tener sus objetivos dentro del territorio sobre el cual el
Estado al que se dirigen los reclamos ejerce soberanía, o pueden dirigirse contra ciudadanos
de otras naciones o incluso contra objetivos ubicados en otros países. Una ausencia de
capacidad o de voluntad para encontrar una solución, nuevamente plantea una tensión entre
el principio de no injerencia y la intervención foránea, especialmente luego del lanzamiento
de la guerra contra el terror por parte de EE.UU como respuesta a los atentados del 11 de
septiembre del año 2001. En palabras de John Ikenberry, el planteamiento básico de la
administración de George W. Bush fue que “los terroristas no respetan las fronteras, así es
que Estados Unidos tampoco puede hacerlo. Además, los países que albergan a terroristas,
ya sea porque lo consienten o porque no son capaces de hacer cumplir sus leyes en su
territorio, efectivamente pierden sus derechos de soberanía” (Ikenberry, 2002, p. 11).
En resumen, los actores tradicionales del sistema internacional afrontan el dilema de una
lenta disolución del sistema westfaliano, que, si bien no es irreversible, expone la
incapacidad de resolver problemas nacionales, imponer intereses públicos, y las limitadas
posibilidades de acción de los Estados (Messner, 2001).
Los diferentes cambios a partir de la finalización de la Guerra Fría que han sido enunciados
aquí, como la desaparición de la estabilidad geopolítica, las crisis del modelo globalizador
y los problemas inherentes a la globalización, la distinción entre viejas guerras y nuevas
guerras, y el ascenso de actores no estatales, ejercen su influencia sobre la situación y
cualidades con las que el Estado-nación había operado desde el siglo XVII. Los tiempos
turbulentos a los que se refiere Rosenau no han terminado, y el modelo clásico de Estado
se ve presionado por la afectación de su soberanía externa e interna, por el malestar que
genera en la población el abandono de sus funciones sociales al mismo tiempo que se
refuerzan sus funciones represivas, por la tirantez entre la moralidad de los Estados y la
moralidad de los individuos, y por la paradoja generada por la administración de la
respuesta a los reclamos que puede oscilar desde una respuesta excesiva hasta la inacción
impuesta o voluntaria. Este estado de situación conduce a la explosión de la conflictividad
dentro de una sociedad, la cual puede escalar hasta llegar a la organización de la violencia
armada contra una o varias administraciones centrales.
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3 – CONFLICTO SOCIAL
La finalización de la Guerra Fría permitió, como hemos visto, la renovación de la esperanza
en cuanto al comienzo de una nueva era de estabilidad política, progreso económico y paz
a nivel mundial. Hacia el final de los años noventa, era evidente la inviabilidad de alcanzar
esos objetivos únicamente a través de la integración de los países a una economía
globalizada y a la participación de grandes masas de ciudadanos en sistemas democráticos
formales. Los Estados se veían afectados, en términos de Messner, a una doble presión
sobre el ejercicio de su soberanía. La desaparición de la estabilidad de la era bipolar, las
presiones generadas por un modelo globalizador ambivalente, el ascenso de actores no
estatales, generaron una debilidad en la capacidad de los Estados para resolver problemas
nacionales e imponer una agenda de interés público.
La nueva era globalizada, conjuntamente con esta doble presión ejercida sobre la soberanía
del Estado, también trajo aparejada la democratización de varios países, el desarrollo de
las nuevas tecnologías y un impulso del crecimiento económico en diferentes regiones del
globo. Como sabemos, fue un proceso paradojal, pero permitió que diferentes actores
comiencen a organizarse para la visibilización de sus demandas y con la seria intención de
una participación activa en la conformación de la agenda de prioridades de los gobiernos.
Esta organización social intentaba, e intenta hasta hoy en día, contrarrestar los problemas
generados por una democracia formal (o electoralista) de baja participación real, por un
sistema que busca la explosión de la actividad económica sin lograr resolver las carencias
en la redistribución de la riqueza y poniendo en juego la sostenibilidad ambiental del
planetas y sus habitantes, y por las tecnologías de la información y medios de comunicación
que tienden a administrar las cuestiones de interés público según sus conveniencias. Los
diferentes grupos organizados comenzaron a sistematizar sus demandas, a conocer los
mecanismos necesarios para que sus voces resalten, y todo esto frente a un Estado muchas
veces en crisis o por los menos que renunciaba a sus funciones sociales y reforzaba sus
capacidades policiales (Grimson, 2004). También, considerando la dicotomía entre
moralidad de los Estados y moralidad de los individuos planteada por Halliday (2006) y
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revisada previamente, podemos entender el enconamiento de las hostilidades ante los
primeros planteamientos o peticiones de las comunidades organizadas. Como resultado de
este complejo proceso se dispara la conflictividad social, no porque antes no hubieran
existido los mismos problemas en la sociedad, sino por la organización de diferentes grupos
y por las fuertes diferencias entre los anuncios de bonanza predicados por los defensores
del modelo globalizador y sus efectos en la realidad.
En la actualidad, los problemas del modelo globalizador y los desafíos que enfrentan los
Estados siguen teniendo efectos en la conflictividad social. En América Latina, en un
estudio patrocinado Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo y la Fundación
UNIR entre octubre de 2009 y septiembre del 2010 revela la existencia de 2318 conflictos
sociales y de 4724 episodios conflictivos (Calderón Gutiérrez, 2011). Este estudio estuvo
basado en dos definiciones fundamentales: a) conflicto social, entendido como “un proceso
de interacción contenciosa entre actores sociales e instituciones, movilizados con diversos
grados de organización y que actúan colectivamente de acuerdo con expectativas de
mejora, de defensa de la situación preexistente o proponiendo un contraproyecto social”
(Calderón Gutiérrez, 2011, p. 337); y b) episodio conflictivo o de conflicto, comprendiendo
como tales a “las ocasiones en las que un actor se movilizó y llevó adelante una medida de
presión, tomando en cuenta que un actor puede movilizarse muchas veces en el marco de
un mismo conflicto” (Calderón Gutiérrez, 2011, p. 147). Además, las dispustas fueron
clasificadas como conflictos de reproducción social (1097), conflictos institucionales y por
gestión administrativa (874), y conflictos culturales (347), arribando así al total detallado
de 2318 conflictos sociales. En las conclusiones del estudio se menciona que el actor más
demandado es el Estado (ocho de cada diez conflictos):
Asimismo, aparecen Estados omnipresentes en todas las esferas de los
conflictos con serias limitaciones para procesarlos y sociedades con
conflictos cada vez más fragmentados, nuevos espacios públicos vinculados
con sistemas de comunicación donde se representan de manera contradictoria
los conflictos, y conflictos que tienden a desplazarse crecientemente hacia las
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redes de información y comunicación con efectos multiplicadores en los
nuevos escenarios de poder. En suma, existe una mayor complejidad social
vinculada con sistemas políticos y Estados con relativas y limitadas
capacidades de gestionarla. Sin embargo, (…) los países de la región, en sus
diferentes situaciones, viven un momento único de oportunidades políticas y
económicas que permiten pronosticar escenarios de avances sustantivos tanto
en términos de desarrollo como de democracia. Empero, ello supone un
incremento generalizado en la capacidad política de procesamiento de los
conflictos de las sociedades y de sus Estados (Calderón Gutiérrez, 2011, p.
308).
Se puede apreciar en estas lineas la importancia del Estado como actor en el conflicto social
y la presencia de las tensiones y desafíos que cobraron mayor importancia luego de la
terminación de la Guerra Fría a los que ya se hizo mención.
La clave para que un conflicto sea social pasa por la capacidad de movilización y
organización del reclamo por parte de los actores demandantes para con la parte
demandada, que en América Latina, como se ha indicado en las líneas precedentes, es
principalmente el Estado. Es fundamental comprender que en el conflicto social una de las
características distintivas del mismo es la organización de las partes para impulsar sus
reclamos, pero que en general las diferentes expresiones de exteriorización de las
reivindicaciones están comprendidas dentro de los márgenes legales e institucionales.
Pueden existir grupos que en alguna ocasión puntual o como una consecuencia no planeada
ni esperada de su reclamo, terminen realizando acciones por fuera de los limites
mencionados, pero es diferente al uso de la violencia y la ilegalidad como medida para
promover una reivindicación.
En los casos de conflictividad social que hemos abordado hasta aquí en este apartado
muestran que el Estado es el principal destinatario de los reclamos y que las
manifestaciones o canalizaciones del reclamo buscan que este sea procesado por algún
sector del entramado institucional que lo compone. Pero ¿qué pasa cuando la violencia
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comienza a escalar y las estrategias para impulsar el reclamo empiezan a tornarse más
agresivas? En consideración de estas situaciones, la Escola de Cultura de Pau ha creado el
concepto de tensión, el cual es descripto de la siguiente manera:
Situación en la que la persecución de determinados objetivos o la no
satisfacción de ciertas demandas planteadas por diversos actores conlleva
altos niveles de movilización política y social y/o un uso de la violencia con
una intensidad que no alcanza la de un conflicto armado, que puede incluir
enfrentamientos, represión, golpes de Estado, atentados u otros ataques, y
cuya escalada podría degenerar en un conflicto armado en determinadas
circunstancias. Las tensiones están normalmente vinculadas a: a) demandas
de autodeterminación y autogobierno, o aspiraciones identitarias; b) la
oposición al sistema político, económico, social o ideológico de un Estado, o
a la política interna o internacional de un Gobierno, lo que en ambos casos
motiva la lucha para acceder o erosionar al poder; o c) al control de los
recursos o del territorio (Escola de Cultura de Pau, 2012, pp. 29-30).
El concepto de tensión introducido por la Escola de Cultura de Pau ayuda a percibir como
puede aparecer un uso extralimitado de la violencia a la hora de organizar un reclamo. Las
vías para visibilizar las reivindicaciones de diferentes grupos ya no corren solamente por
las sendas institucionales y comienzan a verse acciones que, además de tener al Estado
como destinatario, buscan generar un daño o una alteración grave de la organización
burocrática-administrativa de una sociedad. Bajo los márgenes establecidos por la
definición revisada, en el año 2005 se registraron cuatro situaciones de tensión (Bolivia,
Ecuador, Haití y Perú) en América Latina y el Caribe (Escola de Cultura de Pau, 2006). En
el transcurso del año 2008 se eleva el número de tensiones hasta siete por la incorporación
de México, Nicaragua y Venezuela (Escola de Cultura de Pau, 2009). Las tensiones
descendieron a seis para el año 2011, pero ante la salida de México y Nicaragua del informe
realizado por la Escola de Cultura de Pau, aparece en ese año la situación en Paraguay con
el surgimiento del grupo armado denominado Ejército del Pueblo Paraguayo (Escola de
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Cultura de Pau, 2012). En su última presentación correspondiente a los sucesos registrados
en el año 2014, la Escola de Cultura de Pau ha registrado cinco situaciones de tensión en
el continente por entender que la situación ha desescalado en Ecuador, y se sostiene en
Bolivia, Haití, Paraguay, Perú y Venezuela (Escola de Cultura de Pau, 2015).
El concepto de tensión planteado por la Escola de Cultura de Pau pone el foco sobre
aquellas demandas que han sido organizadas y que, al mismo tiempo, consideran como
válida la utilización de la violencia como método para visibilizar su posición y/o intereses.
En los cuatro años expuestos se menciona la situación de ocho diferentes países en los
cuales el conflicto social no se ha limitado a la simple interacción contenciosa de actores
organizados y movilizados que actúan colectivamente, sino que han avanzado en la
utilización de la violencia (Bolivia, Ecuador, Haití, México, Nicaragua, Paraguay, Perú y
Venezuela). América Latina se destaca por la organización y movilización de sus actores
sociales y por la falta de capacidad de los Estados para procesar los reclamos. Como hemos
visto que destaca Calderón Gutiérrez, se vive en la región un clima de oportunidad política
y económica que permiten avizorar tiempos mejores, pero al ser también América Latina
una zona del globo que ha sufrido más fuertemente las consecuencias de los desafíos y
tensiones del final de la era bipolar es necesario comprender las dinámicas conflictivas que
marcan a la región.
4 – CONFLICTOS ARMADOS MENORES E INTERNOS
Hasta aquí hemos visto las diferentes tensiones y desafíos que, a partir de la desaparición
de la Guerra Fría, han encarado los actores del sistema internacional y los impactos que
pueden tener en el conflicto social. Entre las tensiones y los desafíos abordados en aquella
primera parte se ha hecho referencia a los cambios observados en cuanto a la concepción
de los conflictos armados en la post Guerra Fría. En líneas preliminares se ha abordado la
diferencia entre viejas guerras y nuevas guerras en la que incurre y se ha especializado
Mary Kaldor. Parecería correcto preguntarnos qué fue lo que provocó que esta autora se
encuentre en la necesidad de redefinir los conflictos armados, diferenciando la guerra
clausewitziana clásica de los conflictos armados actuales (Kaldor, 1999). La caída del
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bloque soviético evidenció lo que permanecía reprimido bajo la lógica de la era bipolar:
los conflictos ya no eran solamente entre dos o más Estados, como tampoco poseían la
intensidad de las antiguas grandes guerras.
Es necesario en este punto hacer una división entre tres conceptos similares que tienden a
confundirse pero que, desde lugares diferentes, hacen a la compresión del conflicto armado:
la definición del conflicto armado, la intensidad del mismo y los diferentes tipos de
conflicto.
El Programa de Datos sobre el Conflicto de la Universidad de Upsala define al conflicto
armado como una incompatibilidad o disputa sobre el tipo de gobierno (cambio de sistema
político, reemplazo del gobierno central, o cambio de su composición) y/o sobre el
territorio (cambio de un Estado a otro en el control de un territorio o demanda de secesión
o autonomía), donde el uso de fuerzas armadas entre dos grupos resulta en, al menos,
veinticinco muertes relacionadas a la batalla. De esos dos grupos, por lo menos uno es el
gobierno de un Estado (Gleditsch, Wallensteen, Eriksson, Sollenberg, & Strand, 2002).
Por otro lado la Escola de Cultura de Pau de la Universidad Autónoma de Barcelona define
al conflicto armado como todo enfrentamiento protagonizado por grupos armados
regulares o irregulares con objetivos percibidos como incompatibles en el que el uso
continuado y organizado de la violencia: A) provoca un mínimo de cien víctimas mortales
en un año y/o un grave impacto en el territorio; B) pretende la consecución de objetivos
diferenciables de la delincuencia común y vinculados a autodeterminación y autogobierno,
oposición al sistema político de un Estado o control de recursos y territorio (Escola de
Cultura de Pau, 2013). Podemos apreciar que hay puntos en común en ambas definiciones:
el desafío al gobierno central de un país, un número mínimo de víctimas relacionadas con
la violencia desatada en el conflicto y dos partes o grupos bien demarcados que perciban
sus objetivos como incompatibles.
En cuanto a la intensidad que puede alcanzar un conflicto armado, el Programa de Datos
sobre el Conflicto de la Universidad de Upsala establece tres tipos: conflicto armado
menor, donde el número de muertes relacionadas con el enfrentamiento armado es menor
a mil durante el transcurso del conflicto; conflicto armado intermedio, donde el número de
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muertes relacionadas con el enfrentamiento armado es superior a mil durante el transcurso
del conflicto, pero inferior a mil durante un año; y la guerra, donde el número de muertes
relacionadas con el enfrentamiento armado es superior a mil durante el transcurso del
conflicto y también se supera el millar de bajas durante un año dado (Wallensteen &
Sollenberg, 1998). Con los parámetros aquí definidos, en el año 1989 se desarrollaron o se
encontraban activos en el globo quince conflictos armados menores, catorce conflictos
armados intermedios y dieciocho guerras (Wallensteen & Sollenberg, 1998). En el año
1994, los conflictos menores en progreso eran dieciséis, los conflictos intermedios
diecinueve y las guerras siete (Wallensteen & Sollenberg, 1998). Podemos ver aquí tres
tendencias entre los años especificados, el descenso del número total de conflictos en
actividad (de cuarenta y siete a cuarenta y dos), el alza en la cantidad de conflictos menores
e intermedios (veintinueve en 1989 y treinta y cinco en 1994), y el descenso del número de
guerras (de dieciocho a siete). Esta tendencia revelaba que las guerras con un número
elevado de bajas eran cada vez menos usuales y que los conflictos menores e intermedios
empezaban a tomar cada vez más protagonismo. En el año 1997, el número de conflictos
menores había descendido a doce, los conflictos intermedios también habían sufrido un
descenso de su cantidad total hasta catorce y las guerras mantenían su constancia y se
ubicaban en tercer lugar con siete conflictos (Wallensteen & Sollenberg, 1998). Esto
confirma dos de las tendencias anteriores: el número total de conflictos declinó tras el fin
de la Guerra Fría, y el número de conflictos con intensidad de guerra también decreció. Los
conflictos menores e intermedios, pese a una leve escalada en su cuantía en los primeros
años posteriores a 1989, se mantuvieron constantes. Esto, le otorga una mayor importancia
relativa a los conflictos menores e intermedios sobre el número total de enfrentamientos.
Tabla 1: Intensidad de los Conflictos Armados, 1989-97.
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Fuente: Wallensteen, P., & Sollenberg, M. (1998). Armed conflict and regional conflict
complexes, 1989-97. Journal of Peace Research, vol. 35(nº 5), pp. 622.
En el año 2011, el Programa de Datos sobre el Conflicto de la Universidad de Upsala
publica nuevamente su estudio anual, pero esta vez con una nueva tipología de intensidad,
donde los conflictos intermedios habían sido eliminados. Los conflictos menores son
aquellos que han generado por lo menos veinticinco bajas relacionadas con la batalla, pero
menos de mil en un año calendario dado. Las guerras son aquellos conflictos armados que
han generado por lo menos mil bajas relacionadas con la batalla en un año calendario dado
(Themnér & Wallensteen, 2012). Bajo esta innovadora tipología, los conflictos menores
eran treinta en 1989 y las guerras alcanzaban un total de trece. Para el año 1997, los
conflictos menores llegaban a treinta y dos, mientras que las guerras por su parte se
calculaban en siete (Themnér & Wallensteen, 2012). Podemos ver que, pese a la nueva
clasificación de la intensidad que llevó adelante el programa, las tendencias se mantienen:
se reduce el número total de conflictos, se reduce el número total de guerras, y se mantiene
relativamente estable la cantidad de conflictos menores. Si observamos los años
subsiguientes, e incluso el año 2011, podemos percibir la consistencia y estabilidad de los
números. Los conflictos menores en el año 2011 eran treinta y uno, y su punto más bajo
luego del año 1997 fue veinticinco conflictos menores durante 2003 y 2004. En cuanto a
las guerras, en el año 2011 se registraron seis conflictos de este tipo, y desde el año 1997
se registró un pico máximo de trece durante 1999 que, rápidamente, se redujo a cinco en
2003. Es decir, que la cantidad de conflictos armados con intensidad de guerra, en general,
se han mantenido y se mantienen en un número ampliamente inferior al alcanzado durante
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la salida de la Guerra Fría. Por otra parte, los conflictos menores se han mantenido estables,
produciendo que, en un análisis relativo, alcancen una notoriedad de la que no gozaban en
años anteriores.
Tabla 2: Intensidad de los Conflictos Armados, 1989-2011.
Fuente: Themnér, L., & Wallensteen, P. (2012). Armed conflicts, 1946-2011. Journal of
Peace Research, vol. 49(nº 4), pp. 567.
Por otro lado, el Programa de Datos sobre el Conflicto de la Universidad de Upsala delimita
tres diferentes tipos de conflicto armado: conflicto armado intraestatal, en el cual se
enfrentan el gobierno de un Estado y grupos internos de oposición; conflicto armado
intraestatal internacionalizado, en el cual se enfrentan el gobierno de un Estado y grupos
internos de oposición, con una intervención de tropas de otros Estados; y el conflicto
armado interestatal, en el cual se enfrentan dos o más Estados (Themnér & Wallensteen,
2012). Utilizando estos parámetros, se observa en los informes publicados anualmente por
el programa citado que en 1989 existían treinta y ocho conflictos intraestatales, cuatro
conflictos intraestatales internacionalizados y dos conflictos interestatales. Hacia el año
1997 se mantenía la tendencia de un alto número de conflictos internos (treinta y siete),
con una cantidad mínima de conflictos interestatales (uno) (Harbom & Wallensteen, 2007).
Desde 1997 hasta 2006 el pico máximo de cantidad de conflictos interestatales fue dos,
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durante los años 1998, 1999, 2000 y 2003. En cambio, por el lado de los conflictos
intraestatales, en el mismo periodo, el punto mínimo fue veinticinco conflictos de este tipo
durante el año 2003 (Harbom & Wallensteen, 2007). Esto reafirma la tendencia del
descenso del número total de conflictos armados, como así también, la prevalencia de los
conflictos intraestatales por sobre los conflictos interestatales.
Tabla 3: Tipo de los Conflictos Armados, 1989-2006.
Fuente: Harbom, L., & Wallensteen, P. (2007). Armed conflict, 1989-2006. Journal of
Peace Research, vol. 44(nº 5), pp. 624.
La Universidad Autónoma de Barcelona, a través de la Escola de Cultura de Pau, comenzó
en el año 2002 a publicar un informe anual que también recopila datos estadísticos sobre
los conflictos armados en el globo. En cuanto a la tipología de los conflictos, también
establece tres variedades diferentes: los conflictos armados internos, los conflictos armados
internos internacionalizados, y los conflictos armados internacionales (Escola de Cultura
de Pau, 2012). Los conflictos armados internos son aquellos protagonizados por actores
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armados del mismo Estado que operan exclusivamente en y desde el interior del mismo.
Asimismo, se entiende por conflicto armado interno internacionalizado aquel en el que
alguna de las partes contendientes es foránea, y/o cuando el enfrentamiento se extiende al
territorio de países vecinos. En último lugar, son conflictos armados internacionales
aquellos en los que se enfrentan actores estatales o no estales de dos o más países (Escola
de Cultura de Pau, 2012). Sobre estas definiciones y sobre los datos estadísticos publicados
en los informes anuales, podemos apreciar que durante el año 2005 se dieron veintiún
conflictos armados, de los cuales todos fueron conflictos internos (Escola de Cultura de
Pau, 2006). Durante el año 2008 se registraron treinta y un conflictos armados de los cuales
dos fueron internacionales (Rusia/Georgia y Palestina/Israel 28 ), catorce tuvieron un
carácter interno y los quince restantes fueron de orden interno internacionalizado (Escola
de Cultura de Pau, 2009). En el transcurso del año 2011 se detectaron cuarenta conflictos
armados, de los cuales tan solo dos fueron internacionales y el resto se repartió entre
internos (catorce) e internos internacionalizados (veinticuatro) (Escola de Cultura de Pau,
2012).
En América Latina, luego de los procesos de pacificación de guerras civiles en América
Central y la finalización del conflicto interestatal entre Ecuador y Perú a mediados de los
años noventa del pasado siglo, la cantidad de conflictos armados en la región ha sido muy
pequeña. El caso más importante es el del conflicto interno colombiano que es mencionado
tanto en los informes del Programa de Datos sobre el Conflicto de la Universidad de Upsala
y de la Escola de Cultura de Pau como un conflicto menor interno. El inicio oficial de las
conversaciones de paz en el año 2012 y la exigencia de la sociedad colombiana de acabar
con un conflicto iniciado en 1964, permitieron establecer el contexto para mantener las
negociaciones pese a los avances y retrocesos que está presentado la búsqueda de acuerdos.
En los informes también figuran las situaciones de Haití y Perú. En el primero de los casos
28 Pese a que Palestina no es un Estado con un amplo reconocimiento
internacional, la Escola de Cultura de Pau considera que el conflicto entre
Israel y Palestina como “internacional” y no como “interno” por tratarse de
un territorio ocupado ilegalmente y cuya pretendida pertenencia a Israel
no es reconocida por el Derecho Internacional ni por ninguna resolución
de Naciones Unidas (Escola de Cultura de Pau, 2009).
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está relacionado con la violencia que acabó con el gobierno del Presidente Aristide en el
año 2004 y que dio fundamento a la creación de la MINUSTAH (Misión de Estabilización
de las Naciones Unidas en Haití por sus siglas en inglés). Hacia el año 2005 la situación de
conflicto armado se apaciguó y la Escola de Cultura de Pau consideró que la disputa se
había terminado (Escola de Cultura de Pau, 2006). En el caso de Perú, el enfrentamiento
entre el gobierno central y la agrupación Sendero Luminoso, luego de las acciones del
ejército peruano que terminaron en importantes bajas y la captura de varios cabecillas, la
situación ha sido bajada al rango de tensión. Un último caso de movilización de grupos
armados es la aparición del Ejército del Pueblo Paraguayo, pero hasta el último reporte la
disputa no había escalado mas allá de una fuerte tensión (Escola de Cultura de Pau, 2015).
La información aquí revisada nos permite percibir que a partir de la finalización de la
Guerra Fría, las guerras clásicas, donde las tropas uniformadas de dos o más Estados se
enfrentan para dirimir alguna cuestión de orden político que los decisores gubernamentales
no habían logrado consensuar, ya no son el tipo de conflicto más usual. Por el contrario,
los conflictos menores y de baja intensidad son cada vez más frecuentes. Asimismo, estos
conflictos suceden hacia los adentros de las fronteras estatales, donde diferentes grupos se
sublevan ante la autoridad estatal central en disputas que hacen a la forma de gobierno o
cuestionan el sistema político establecido. La identidad, la autonomía o la
autodeterminación de las minorías ya no son un tema que siempre compete a un sólo Estado
y que puede ser contenido por la intervención o mediación de este. Los estallidos violentos
de magnitud reducida son el comienzo de los enfrentamientos armados en la realidad
internacional de la post era bipolar, y no pueden ser abordados con las mismas herramientas
teóricas que fueron analizados los conflictos armados interestatales de la modernidad. Estos
conflictos por lo general son el resultado de un largo historial de invisibilización de
diferentes sectores o grupos de una sociedad como también de sus demandas, de la
desatención constante de injusticias y vejaciones, que encuentran una caja de resonancia o
un centro de difusión en la conformación de un grupo con capacidad de oposición a un
gobierno central.
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En América Latina el único conflicto armado vigente es un conflicto menor que ha sido
contenido hasta su menor expresión con los diálogos de paz iniciados entre la
administración de Juan Manuel Santos y las FARC. La situación en Paraguay con el
alzamiento del EPP, si bien es incipiente y los ataques no han provocado los daños a los
que hacen referencia ambas definiciones revisadas aquí, es una situación de tensión que
escala continuamente y que se ha cobrado la vida de más de dos decenas de personas. Los
Estados tiene la necesidad de dar respuestas a los reclamos que generan conflictividad
social y tensión en el sentido planteado por la Escola de Cultura de Pau, pero también es
necesario buscar alternativas a la utilización de la violencia para la organización de
reivindicaciones de posibles actores reclamantes.
5 – CONCLUSIÓN
En este escrito hemos revisado las tensiones y desafíos que los actores tradicionales del
sistema internacional han enfrentado a partir de la finalización de la Guerra Fría. En dos
décadas y media los Estados se han visto condicionadas en diferentes esferas. Como hemos
visto, y utilizando las palabras de Messner, la soberanía externa y la soberanía interna de
los Estados ya no es ejercida con total libertad por estos. La desaparición de la estabilidad
bipolar, las problemas y fragilidades del modelo globalizador, las nuevas guerras, y el
ascenso de actores no estatales han afectado la capacidad de los Estados para resolver los
problemas nacionales e imponer intereses públicos.
Aquellas visiones optimistas sobre el devenir de los tiempos de comienzos de los años
noventa, que también hemos revisado, anunciaban adelantos tecnológicos, mundialización
de la economía y democratización de amplios sectores del globo, lo que provocaría un
descenso en la cantidad de enfrentamientos bélicos. Si bien es cierto que el número de
conflictos armados ha descendido, no se puede dejar de mencionar que los conflictos
armados menores e internos están en pleno auge.
En nuestra región, América Latina, es más evidente la constancia en el nivel de
conflictividad social. Este fenómeno encuentra sus causas en la tradición de movilización
de la región y puntualmente a la capacidad de organización en aumento gracias a las nuevas
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tecnologías y el establecimiento de regímenes democráticos. También, como se mencionó
en línea precedentes, los gobiernos de América Latina se encuentran frente a la oportunidad
económica y política de brindar a sus ciudadanos respuestas reales a las reivindicaciones
que puedan surgir. Pese a esto, la presencia de conflictos armados de baja intensidad no
son ajenos a estas latitudes, y como han demostrado los casos de Perú, Haití, y Colombia,
es necesario que los Estados puedan tener una respuestas al conflicto social, a las
situaciones de tensión, y así evitar una escalada constante que lleve a grupos demandantes
a organizarse para la violencia.
Es aquí donde aparece la incógnita para la figura del Estado, en cuanto a sus funciones y
su capacidad de respuestas. Como hemos visto, el principal afectado por las tensiones y
desafíos surgidos tras el fin de la Guerra Fría ha sido el concepto westfaliano de Estado.
En términos de Messner, la soberanía de los Estados ha sido afectada por una doble vía; en
primer lugar por la interdependencia compleja, y actualmente por problemas
transfronterizos que limitan su capacidad de acción dentro de sus fronteras.
Entonces, ¿de qué manera pueden los Estados dar respuestas certeras a las demandas de
actores organizados y al mismo tiempo recuperar capacidad para resolver problemas
nacionales y/o globales? En primera instancia es necesario que se habrán canales de diálogo
democráticos entre la sociedad civil, los actores organizados que llevan adelante diferentes
reclamos y el Estado. Además, es imprescindible que las interacciones entre actores
demandantes y las diferentes instancias administrativas e institucionales del Estado tengan
la capacidad de reorientar políticas previamente establecidas. Estos canales de diálogo, la
interacción de las partes, y la capacidad cambiar los cursos de acción ya determinados
hacen a un entendimiento que permitirá bajar los niveles de conflicto social. El Estado,
como hemos visto, es el actor más demandado dentro de la conflictividad en América
Latina, esto se debe a que aun hoy en día es visto por los grupos demandantes como el actor
con capacidad de resolver los problemas de sus respectivas sociedades. Esto no puede ser
desoído u obviado, y son los canales de diálogo democrático y la actitud proclive a la propia
corrección lo que permitirá que el Estado pueda encontrar soluciones viables a los
problemas planteados.
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Por otro lado, también es necesaria una colaboración que va más allá de los propios límites
fronterizos de cada Estado. En los tiempos de la globalización es necesario que los Estados
aúnen fuerzas para la reproducción y el reforzamiento de la soberanía interna. En este
sentido Dirk Messner afirma que la relación entre los Estados debe basarse en una relación
de “cooperación competitiva”:
(…) la «competencia» debe entenderse entonces como un proceso
mancomunado de negociación, búsqueda y aprendizaje por actores con
intereses divergentes y al mismo tiempo interdependientes. En el transcurso
de tal proceso deben admitirse y someterse a prueba ideas enteramente
diferentes para la solución de problemas (competencia de ideas), pero en
última instancia el proceso debe basarse en acuerdos y regímenes
cooperativos que hagan posible la seguridad de la soberanía interna de los
Estados y la atención de problemas globales. El patrón de organización
cooperativo es así la base para poder tratar el fenómeno de las soberanías
divididas (2001, pp. 53-54).
En este sentido, las experiencias de UNASUR son inevitables. Es necesario remarcar que
venimos haciendo referencia a América Latina en todo el escrito, pero la institución
análoga en ese nivel regional, la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños
(CELAC), se encuentra todavía en una situación embrionaria. En cambio, la UNASUR ha
podido llevar adelante diferentes experiencias. La escalada de violencia en Pando (Bolivia)
en 2008, la situación en Ecuador en el año 2010, y la destitución de Fernando Lugo en el
año 2012 muestran diferentes grados de éxito en las intervenciones del organismo, pero
permiten percibir la intención de los Estados de reforzar sus soberanías internas a través de
formulas de integración regional. Asimismo, la creación del Consejo de Defensa
Suramericano, que tiene entre sus objetivos la asistencia a víctimas de desastres naturales,
y la iniciativa de instaurar una escuela de mediadores de paz de UNASUR con apoyo de la
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ONU29, centrada en la intervención en conflictos armados pero principalmente dirigida a
conflictos sociales relacionados a tierras y explotación de recursos, son muestra suficiente
de la intención política de los países integrantes de hacer frente a problemas internos, y
globales al mismo tiempo, de manera conjunta.
Los Estados han enfrentado tiempos cambiantes desde la caída del Muro de Berlín y la
disolución de la URSS. La globalización, el ascenso de actores no estatales, los cambios
en el conflicto armado y la desaparición de la estabilidad geopolítica han generado una
limitación en sus márgenes de acción. Si bien es innegable que el Estado producto de la
Paz de Westfalia se enfrenta a desafíos inéditos, aun hoy en día cuenta con capacidad de
llevar el conflicto social y las tensiones a mejores destinos, evitando la escalada y
organización de la violencia que conduzcan al estallido de diferentes crisis. La solución se
encuentran en la creación de canales democráticos de dialogo y en la cooperación entre los
diferentes Estados de la región.
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El aporte de UNASUR a la consolidación de un modelo
de seguridad cooperativo en Suramérica30
Lic. Leandro Nicolás Argento
Universidad Abierta Interamericana
Área temática
Relaciones Internacionales
Subáreas temáticas
Conflictos internacionales y agenda de defensa
Globalización y conflictos internacionales
30 Ponencia preparada para el XII Congreso Nacional de Ciencia Política, organizado por la
Sociedad Argentina de Análisis Político y la Universidad Nacional de Cuyo, Mendoza, 12 al 15 de
Agosto de 2015
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Introducción
El fin de la Guerra Fría y la desaparición del sistema bipolar han provocado un cambio
sustancial en los enfoques y percepciones sobre el estudio de la seguridad internacional.
El debate académico se ha constituido en torno a la comprensión de los fenómenos
emergentes de esta coyuntura, intentando establecer esquemas reflexivos capaces de
explicar la complejidad de esta nueva realidad.
La implementación de nuevos modelos de seguridad ha sido el resultado del surgimiento
de nuevos actores y amenazas que han obligado a reconsiderar el término desde un alcance
multidimensional, analizando de forma prioritaria su objeto concreto de estudio.
Esto ha permitido crear novedosos puntos de partida para afrontar las circunstancias en
forma correspondiente a las necesidades de los Estados, generando necesariamente,
esquemas particulares en los distintos espacios geopolíticos del sistema internacional.
En la década de los noventa, la Organización de Estados Americanos (OEA) y la
Conferencia de Ministros de Defensa de las Américas (CMDA) consolidaron la existencia
de un sistema de seguridad hemisférico, cuyos alcances en materia de seguridad se
caracterizaron por la heterogeneidad de intereses y objetivos.
Por tal motivo, la tendencia de los Estados americanos se orientó al establecimiento de
modelos de seguridad alternativos, fomentando proyectos más acotados que priorizaron la
paz y la cooperación internacional como principios rectores (Celi, 2010).
En este proceso, los modelos de seguridad cooperativa tuvieron gran aceptación por su
acento en la adopción de medidas vinculadas al respeto de la democracia y los derechos
humanos, mecanismos de diplomacia preventiva y medidas de confianza mutua.
Respecto el caso de América del Sur, en el año 2008 surge la UNASUR como un espacio
de concertación amplio, que puso especial énfasis en la integración regional en temas de
seguridad y defensa desde una concepción innovadora: crear una identidad suramericana,
basada en principios y valores compartidos con un correlato histórico común, que sirva de
eje rector de las acciones llevadas a cabo por la organización.
Con vistas a este diagnóstico, este trabajo se propone investigar acerca de los impactos que
ha tenido la UNASUR en la consolidación de un modelo de seguridad cooperativo en
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Suramérica, enfocándonos en la capacidad de gestión de la organización en torno a cuatro
eventos de suma relevancia: los Sucesos de Pando, la creación del Consejo de Defensa
Suramericano, la crisis diplomática entre Venezuela y Colombia, y el intento de Golpe de
Estado en Ecuador.
Por último, intentaremos establecer inferencias reflexivas que nos permitan verificar
nuestras hipótesis planteadas:
UNASUR ha consolidado la existencia de un modelo de seguridad cooperativo en
Suramérica.
UNASUR ha implementado medidas para el fortalecimiento de las instituciones
democráticas y el respeto a los derechos humanos, mecanismos de diplomacia
preventiva y ha adoptado medidas institucionalizadas de confianza mutua a través
de la gestión de los sucesos de referencia.
Seguridad Cooperativa: orígenes conceptuales
El concepto de seguridad cooperativa se ha consolidado a través del tiempo como producto
de una serie de experiencias realizadas en el continente europeo tendientes a reformular los
modelos tradicionales de seguridad.
La primera experiencia pionera del modelo se observa durante el proceso exploratorio
llevado a cabo en el marco de la CSCE31, a través de la formulación e implementación de
cursos de acción regidos bajo un enfoque de seguridad preventivo. Las iniciativas
emprendidas bajo este esquema, incorporaron temáticas vinculadas a la seguridad de la
democracia, los derechos humanos, y el control civil de las fuerzas armadas como aspectos
fundamentales de la seguridad32.
31 Conferencia sobre Seguridad y Cooperación en Europa, redefinida como Organización
para la Seguridad y la Cooperación en Europa a partir de la conferencia de Budapest de
Diciembre de 1994. 32 Para profundizar sobre la experiencia Europea sobre la aplicación de un modelo de
seguridad cooperativa véase: Fontana, Andrés (1996).
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Este proceso de cambio, tuvo características de carácter innovador relacionados con la
predisposición de los Estados a cooperar con el fin de transformar el contexto de seguridad.
El modelo no podía basarse en la imposición de mecanismos coercitivos, sino que debía
regirse por compromisos asumidos de forma voluntaria por cada uno de los Estados
(Fontana, 1996).
Como sostiene Cooper (1993), esta cesión parcial de soberanía se materializó en la
experiencia de la CSCE en una serie de medidas claramente definidas:
(…) los Estados asumen voluntariamente la subordinación del conjunto de
mecanismos de seguridad regional —incluida la OTAN— a las normas
establecidas en la Carta de las Naciones Unidas; la renuncia al uso de la fuerza para
resolver disputas, incluyendo mecanismos de operacionalización de tal
compromiso a través de reglas y especificaciones técnicas— el Tratado CFE y las
medidas establecidas en la Carta de París y los Documentos de Viena y Helsinki de
1992 constituyen su expresión más notable— y la seguridad basada en la
transparencia, la apertura recíproca, la prevención y la vulnerabilidad mutua (p.11,
citado por Fontana, 2003)
En cuanto el desarrollo académico de la seguridad cooperativa, resulta importante destacar
el pensamiento de Paul Stares (1995), miembro de la Brookings Institution, que reflexiona
al respecto:
(…) lo que distingue a la Seguridad Cooperativa de los enfoques tradicionales es
su énfasis en la “prevención”. En lugar de disuadir amenazas a la seguridad
nacional o prepararse para combatirlas si éstas llegan a concretarse, la Seguridad
Cooperativa apuntaba, en primer lugar, a evitar que surjan (p.25, citado por Hardy
Videla, 2003)
Sobre las características del modelo, varios autores coinciden en señalar que en un nivel
práctico, la seguridad cooperativa busca idear acuerdos para prevenir la guerra, eliminando
las bases materiales para agresión, evitando la amenaza física o material, reemplazando la
preparación para contrarrestar amenazas, y enfocándose en evitar la escalada del conflicto
(Perry, Steinbruner & Carter, 1992; Stares, 1995; Mihalka, 2001).
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Por otro lado, también refiere a la creación de un ambiente de seguridad confiable,
estableciendo mecanismos de regulación mutua de capacidades militares que construyan
perspectivas de certidumbre respecto la acción de otros Estados (Stares, 1995), acentuando
además la necesidad de establecer consensos y mecanismos regidos por la voluntariedad
de acción de los mismos, para hacer frente a amenazas comunes y nuevos desafíos de
carácter no estatal (Mihalka, 2001).
La Seguridad Cooperativa desde la perspectiva hemisférica33.
La seguridad cooperativa también se ha desarrollado como una estrategia de cooperación
multilateral en escenario americano de la posguerra fría.
Durante la década de los 90, han surgido una serie de autores claves que han destacado la
necesidad de repensar las categorías conceptuales de la seguridad internacional desde una
óptica localizada (Varas, 1994; Fontana, 1996; Rojas Aravena, 1992)
Sobre la seguridad cooperativa desde una visión hemisférica, encontramos el interesante
aporte de Augusto Varas (1994) que explica:
La seguridad cooperativa hemisférica podría definirse como un sistema de
interacciones interestatales que, coordinando políticas gubernamentales, previene
y contiene las amenazas a los intereses nacionales y evita que las percepciones que
tienen los diversos estados se transformen en tensiones, crisis o abiertas
confrontaciones (p. 9).
El estudio de la seguridad cooperativa desde la óptica hemisférica ha estado influido
principalmente y de forma inevitable, por la presencia de Estados Unidos a la hora de su
definición. Esto se debe en gran parte a que el desarrollo de los debates sobre la seguridad
en América, durante década del 90’, se desenvolvió en los ámbitos de la OEA, influyendo
necesariamente a todas las subregiones del continente americano34. En este sentido, las
33 Entenderé por hemisféricas aquellos espacios geográficos que involucran a América
del Sur, América Central y América del Norte. 34 Consideramos subregiones a América del Sur, América Central, América del Norte.
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discusiones se orientaban al explorar formas de concertación entre el poder hegemónico y
el resto de la región para establecer un régimen cooperativo permanente y eficaz a lo largo
del tiempo (Rojas Aravena, 1992).
Resulta importante destacar que la seguridad cooperativa desde ésta perspectiva establece
objetivos de máxima identificados con la consolidación de la paz regional y la limitación
del uso de la violencia como medio para resolver disputas (Rojas Aravena & Goucha,
2002). La democracia es identificada como un elemento simbólico y articulador de
relacionamiento, y actúa como un principio guía para alcanzar dichos objetivos. En este
sentido el fortalecimiento de las instituciones democráticas y una ampliación de las
medidas de confianza mutua se convierten en elementos necesarios para que una estrategia
de seguridad cooperativa se desarrolle con éxito (Cortes & Rojo, 2002).
Por último, Andrés Fontana (2001), en consonancia con estas aproximaciones, confirma
que “el enfoque combina elementos propios de la democracia y de los valores vinculados
a la paz y la defensa de los derechos humanos” (p. 6), además de mencionar que “la
seguridad cooperativa no surge de la firma de un gran tratado sino de un proceso, que
reconoce un conjunto de antecedentes—acuerdos, gestos históricos, rutinas establecidas—
que contribuyen a construir la situación de seguridad cooperativa” (p.33).
Sobre la conformación de un “Proceso de Seguridad”.
Sobre la consolidación y existencia de un sistema de seguridad cooperativo, Andrés
Fontana (1996) sostiene que la instalación del modelo cooperativo implica la existencia
previa de un conjunto de acciones, acumulativas y graduales, que transforman el contexto
de seguridad. En este proceso, la puesta en marcha de medidas de construcción de
confianza representa un punto de partida de suma importancia.
En palabras del autor, esta instancia preliminar, se denomina “Proceso de Seguridad” y
puede definirse como:
Un conjunto de interacciones entre Estados que, a través de intercambios entre
instituciones (públicas y no gubernamentales; militares y civiles) y del diálogo
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político de alto nivel, da lugar a cambios en las percepciones, los enfoques y las
prácticas institucionales en relación a las amenazas tradicionales a la seguridad. El
proceso de seguridad incrementa acumulativamente el peso de los componentes
preventivos (vis a vis los disuasivos) y promueve relaciones de cooperación entre
los estados. (Fontana, 1996, p.7).
En este sentido, el peso de los componentes preventivos promueve una relación cooperativa
entre los Estados, y ayuda a superar las situaciones que constituyen “dilemas de seguridad”;
teniendo en cuenta además que este estadio resulta una instancia intermedia entre una
situación clásica de “balance de poder” en un extremo, y un sistema de seguridad
cooperativo propiamente en el otro extremo (Fontana, 1996).
El “Proceso de Seguridad” se desarrolla a través de una serie de prácticas e instrumentos
operativos, posibles de implementar a través de diferentes niveles evolutivos de medidas
de confianza.
Respecto la adopción e implementación de las mismas, pueden distinguirse tres
generaciones que se caracterizan por el grado de profundización que aspiran. La última de
ellas, la de tercera generación, es la etapa que refleja la existencia de un sistema de
seguridad cooperativo en un sentido estricto. Sobre las características de cada una de estas
generaciones, Andrés Fontana (1996) explica:
1era generación de medidas de confianza.
Se caracterizan principalmente por sus limitaciones: no son obligatorias, en su mayor parte
son bilaterales; y su significación militar es prácticamente simbólica. Además éstas
medidas carecen de mecanismos de verificación habida cuenta de su no obligatoriedad y
escasa significación militar.
2da generación de medidas de confianza.
Se caracterizan por ser obligatorias (los Estados adoptan voluntariamente medidas que
asumen como obligatorias); tiene lugar en el marco de intercambios multilaterales; son
significativas desde el punto de vista militar; e incluyen mecanismos de verificación, que
resultan cruciales para la credibilidad y la eficacia de las medidas.
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3ra generación de medidas de confianza.
Conforman un conjunto de medidas que constituyen mecanismos de Seguridad
Cooperativa en un sentido estricto y apuntan a la consolidación de un sistema de regulación
mutua de capacidades militares institucionalizado (Celi, 2010)
Incluye el intercambio comprensivo de información militar entre los Estados; el incremento
progresivo el carácter intrusivo de los mecanismos de verificación; el desarrollo de
sistemas informatizados para la circulación de información militar entre los Estados (que
representa un aporte significativo en materia de transparencia); la creciente regulación
recíproca de actividades militares; el desarrollo de capacidades militares integradas; la
prevención de crisis mediante mecanismos de consulta multilaterales y el compromiso de
contribuciones conjuntas a operaciones de paz.
Diplomacia Preventiva
Respecto los elementos que anuncian la existencia de un modelo de seguridad, también
podemos reconocer como idóneos a los mecanismos de diplomacia preventiva.
La misma “apunta a evitar el surgimiento de disputas entre partes, o evitar que las disputas
se transformen en conflictos violentos” (Fontana, 2005, p. 9). Para ello es requerido
desarrollar capacidades multilaterales específicas y adecuadas para la administración de
conflictos de forma equitativa y conforme los intereses expresos o tácitos de cada Estado.
La diplomacia preventiva fomenta la acción cooperativa con el fin de legitimar los medios
seleccionados para el gerenciamiento del conflicto.
El objetivo principal es la gestión pacífica de conflictos y “constituye aquel grupo de
acciones de naturaleza política, emprendidas por actores gubernamentales y dirigidos,
esencialmente, a evitar o mitigar las tensiones que podrían desembocar en un conflicto
abierto” (Leyton, 2008, p.5).
El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (2011) también hace uso del concepto y
reflexiona al respecto de la siguiente manera:
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La diplomacia preventiva es parte integral de los esfuerzos más amplios de
prevención de conflictos y se refiere específicamente a las medidas diplomáticas
que se toman en la etapa más temprana posible y se destinan a evitar que surjan
controversias entre dos o más partes, a evitar que las controversias existentes se
transformen en conflictos y a evitar que estos, si ocurren, se extiendan (p. 2)
Estos mecanismos se caracterizan por el establecimiento de “alertas tempranas” para actuar
sobre el conflicto en el estadio menos evolucionado posible. En estos términos, es posible
reconocer distintas etapas ideales en las que la diplomacia preventiva debería
desenvolverse. La primera de ellas es detectando los signos de un conflicto antes que escale
a la instancia de violencia, la segunda ocurre negociando pacíficamente los diferendos y
acercando a las partes, y la tercera, estabilizando las relaciones sociales para que la paz se
consolide (Leyton, 2008).
Como indica Hardy Videla (2003), “La Seguridad Cooperativa privilegia la Diplomacia
Preventiva por cuanto su objetivo final y medios responden a la necesidad de evitar el
conflicto por medios pacíficos antes de afrontarlo pro medio militares” (p. 5).
Antecedentes de UNASUR: Reuniones de Presidentes de América del Sur y la
Comunidad Sudamericana de Naciones.
La Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) ha sido el resultado de un extenso
proceso de articulación política que tuvo sus comienzos a principios en el año 2000 y
culminó 8 años después con la firma de su tratado constitutivo.
Los antecedentes organizacionales fueron planteados en dos instancias de articulación
multilateral a nivel suramericano: por un lado, de escasa continuidad, las Reuniones de
Presidentes de América del Sur y por otro, los encuentros realizadas en el marco de la
Comunidad Sudamericana de Naciones (CSN).
La primera instancia se constituyó como un espacio de diálogo amplio que involucraba a
los doce países de la subregión, y consolidó, a través de los tres encuentros llevados a cabo,
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algunas aproximaciones interesantes en torno a nuestro problema de investigación. Entre
ellas podemos destacar la afirmación contenida en el Comunicado de Brasilia que
anunciaba:
El respeto decidido a los valores de la democracia representativa y de sus
procedimientos, de los derechos humanos, del Derecho Internacional, del desarme
y de la no proliferación de armas de destrucción masiva constituye base esencial
del proceso de cooperación e integración en que están empeñados los países
suramericanos (Reunión de Presidentes de América del Sur, Comunicado de
Brasilia, 2000, punto 6).
Otro punto de importancia y a partir de los positivos antecedentes regionales 35 en la
materia, fue la voluntad de establecer una Zona de Paz sudamericana en la II Reunión de
Presidentes de América del Sur en Guayaquil del año 2002, con la Declaración sobre Zona
de Paz Sudamericana. Por otro lado, y en el mismo encuentro, también se tomó la iniciativa
de emprender acciones vinculadas a la implementación de medidas de construcción de
confianza. Tal como lo indicaba el informe:
[Los presidentes] Resaltaron asimismo las iniciativas dirigidas a promover
esfuerzos en materia de limitación gradual de los gastos de defensa y una mayor
transparencia en la adquisición de armamentos, teniendo presentes, entre otras, las
legítimas necesidades de seguridad de los Estados y los niveles actuales de gastos
(Reunión de Presidentes de América del Sur, Consenso de Guayaquil sobre
Integración, Seguridad e Infraestructura para el Desarrollo, 2002, punto 3).
A pesar de este principio de diferenciación impreso en la región suramericana, su relación
respecto las instancias multilaterales tradicionales como la OEA continuó siendo de
carácter tributario. En las tres reuniones que se desarrollaron en el marco suramericano las
declaraciones emitidas (Reunión de Presidentes de América del Sur, Comunicado de
Brasilia, 2000; Consenso de Guayaquil, 2002; Declaración de Ayacucho, 2004) refirieron
35 Nos referimos a la Declaración del MERCOSUR, Bolivia y Chile como Zona de Paz y
libre de armas de destrucción masiva, firmada en Ushuaia en julio de 1998, así como
también el Compromiso Andino de Paz, Seguridad y Cooperación firmado por Bolivia,
Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela.
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a la OEA y sus componentes operativos como las guías de interpretación respecto los
problemas de seguridad internacional en la subregión.
Sin embargo, la creación de la CSN representó un punto de inflexión en la asimilación de
Suramérica como un espacio diferenciado del resto del hemisferio americano. En la III
Reunión de Presidentes de América del Sur, también conocida como Cumbre de Cusco
(2004), surgió la definición conceptual de CSN como “espacio de convergencia”36 de
carácter amplio, que refería a dos elementos representativos de las nuevas aspiraciones del
proyecto: la búsqueda de un multilateralismo renovado, y la formalización de un proyecto
de carácter subregional y comunitario.
Por otro lado, a pesar de este distanciamiento formal que empezó a construirse entre
Suramérica y el resto de la región, la cuestión de la seguridad internacional aún no fue
considerada como un elemento trascendental en la CSN, más allá de sus incipientes
vinculaciones con la construcción de la Zona de Paz y la importancia atribuida en las
declaraciones formales luego de los encuentros cumbre.
Esto pudo observarse con claridad en la Declaración Presidencial y Agenda Prioritaria
(2005) de la CSN, siendo su primera reunión convocada, donde se definieron las áreas de
acción más importantes, sin hacer mención directa a la cuestión de seguridad. Entre ellas
se expresaban: a) el diálogo político, b) La integración física; c) el medio ambiente; d) la
integración energética; e) los mecanismos financieros sudamericanos; f) las asimetrías; g)
la promoción de la cohesión social, de la inclusión social y de la justicia social h) las
telecomunicaciones.
El primer impulso de carácter relevante en materia de seguridad cooperativa fue planteado
al año siguiente, a través de la Declaración de Bogotá (2006), tras la Primera Conferencia
de Ministros de Defensa de la CSN, donde la seguridad y la defensa se configuraron
finalmente como eje de la organización a través de las siguientes innovaciones:
36 La CSN se asume como espacio para construir convergencia “en sus
intereses políticos, económicos, sociales, culturales y de seguridad como
un factor potencial de fortalecimiento y desarrollo de sus capacidades
internas para su mejor inserción internacional”, en base a las instituciones
existentes desarrolladas por la CAN y el MERCOSUR. Véase: Declaración
del Cusco, 2004, punto 1.
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Los países sudamericanos tienen una identidad propia y valores compartidos en
materia de defensa y seguridad.
La democracia es una condición indispensable para la paz.
El desarrollo de medidas de fomento de la confianza y la seguridad entre los Estados
Sudamericanos ha contribuido a la estabilidad de la región.
La necesidad de promover mecanismos que, basados en los principios de soberanía
y no intervención, faciliten la cooperación para luchar de manera más efectiva
contra las amenazas a la defensa y seguridad de América del Sur conforme al
ordenamiento jurídico de cada país. Estos mecanismos pueden incluir: 1) el
intercambio de personal con fines académicos 2) la provisión de capacitación y
entrenamiento 3) La realización de ejercicios militares combinados o conjuntos
entre países de la Comunidad Sudamericana de Naciones, 4) el intercambio de
experiencias y conocimientos científicos y tecnológicos en materia de industria
militar 5) encuentros bilaterales o multilaterales entre miembros de los Ministerios
de Defensa, órganos y fuerzas competentes. (Citado por Vega, 2010)
UNASUR y su configuración en materia de seguridad
La CSN logró su consolidación a través de dos encuentros llevados luego de la Declaración
de Bogotá: el primero de ellos a fines de 2006 en la II Cumbre de Jefes de Estado de la
CSN y el segundo a comienzos del 2007, en la I Cumbre Energética Suramericana.
La importancia de ambos encuentros residió en la idea común de los países suramericanos
de otorgar contenido jurídico a todas las iniciativas propuestas y logradas en el marco
subregional desde el año 2000. Para ello, en el encuentro del año 2006, se propuso “la
negociación de un Tratado Fundacional y constitutivo de la Comunidad Sudamericana de
Naciones, que de nueva densidad jurídica a la iniciativa y que apunte a la creación de una
Unión de Naciones Sudamericanas (UNASUR)” (Comunidad Sudamericana de Naciones,
2006, p. 11).
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En el encuentro se consolidó la idea de la elaboración de un “Nuevo Modelo de Integración
de América del Sur” (Comunidad Sudamericana de Naciones, 2006, p. 2) representando la
convicción de resignificar el nuevo espacio suramericano desde un punto de vista
innovador.
Además de esto, se reemplazó la retórica utilizada respecto las organizaciones
internacionales hemisféricas, por una mirada crítica del multilateralismo implementado en
la posguerra fría:
El fin de la bipolaridad construida inmediatamente después de la Segunda Guerra,
por un lado, puso fin a la "Guerra Fría", por el otro, también profundizó las
asimetrías, en la medida en que el multilateralismo entró en crisis y, con él, el
conjunto de organizaciones internacionales surgidas en el siglo XX (Comunidad
Sudamericana de Naciones, 2006, p. 4).
Por otro lado, y a diferencia de lo sucedido en la Declaración de Agenda Prioritaria del
2005 de la CSN, el “Nuevo Modelo de Integración de América del Sur” hizo referencia a
la seguridad y a la coordinación en el área de defensa como prioridades y ejes de la
configuración institucional de la UNASUR, entre otras numerosas propuestas.
En el encuentro del año 2007, la creación del organismo fue formalizado para luego dar
lugar a la firma de su Tratado Constitutivo en el año 2008, cerrando el ciclo comenzado
ocho años atrás.
Sobre el contenido del documento, resulta interesante destacar que, si bien es notorio el
avance reflejado en el asentamiento de las bases legales de la organización, aún la
subregión no reunía, en términos de nuestro marco teórico, los elementos necesarios para
afirmar la existencia de un modelo de seguridad cooperativo. Esta afirmación se sustenta
al observar los objetivos generales dispuestos en el texto del tratado:
La Unión de Naciones Suramericanas tiene como objetivo construir, de manera
participativa y consensuada, un espacio de integración y unión en lo cultural, social,
económico y político entre sus pueblos, otorgando prioridad al diálogo político, las
políticas sociales, la educación, la energía, la infraestructura, el financiamiento y el
medio ambiente, entre otros, con miras a eliminar la desigualdad socioeconómica,
lograr la inclusión social y la participación ciudadana, fortalecer la democracia y
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reducir las asimetrías en el marco del fortalecimiento de la soberanía e
independencia de los Estados (UNASUR, Tratado Constitutivo, 2008, Artículo 2).
De los elementos propios de la seguridad cooperativa, solamente podemos observar de la
idea de “fortalecimiento de la democracia” como un concepto vinculante. A su vez, de
forma dispersa en el documento, también podemos reconocer algunas afirmaciones
relacionadas, como la determinación de construir una identidad y ciudadanía suramericana,
la construcción de un futuro común de paz y el intercambio de información y de
experiencias en materia de defensa (UNASUR, Tratado Constitutivo, 2008).
Elementos constitutivos de la seguridad cooperativa: escasa presencia en Tratado
fundacional de UNASUR.
Cómo indicábamos anteriormente, si tenemos en cuenta el marco teórico en torno los
elementos constitutivos de la seguridad cooperativa, desde la perspectiva del Tratado
Constitutivo de UNASUR podemos concluir que, en primer lugar, no están referenciados
claramente, además de considerar que las propuestas esbozadas no se destacan por su
proyección; y en segundo lugar, tampoco refiere a mecanismos futuros para implementar
este tipo de iniciativas. Recordemos que los tres pilares de la seguridad cooperativa son a)
Mecanismos institucionalizados de regulación de capacidades militares (Fontana, 1996;
Celi, 2010) b) Mecanismos de diplomacia preventiva (Leyton, 2008; Fontana, 2005;
Naciones Unidas, 2011; Hardy Videla 2003) c) Medidas de fortalecimiento de instituciones
democráticas y respeto de los DD.HH (Varas 1994; Rojas Aravena; 199; Fontana 2011) .
Desde este punto vista, el Tratado Constitutivo de UNASUR solo se vinculó con los
elementos de la seguridad cooperativa en términos de propuestas de escaso carácter
específico. Como conclusión preliminar, debemos reconocer el surgimiento de un dilema:
en las bases del “Nuevo Modelo de Integración de América del Sur” en el marco de la CSN,
la seguridad y la defensa asumieron un papel protagónico en el proyecto regional, sin
embargo, cuando la organización evolucionó para transformase en la UNASUR, en su
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tratado constitutivo, esas mismas áreas no se mencionaron con el ímpetu original. A partir
de esto, el debate en torno al modelo de seguridad cooperativo en la región no continuó
avanzando con el ritmo esperado.
En base a este panorama, en este trabajo nos proponemos analizar la evolución del perfil
de gestión de la UNASUR, en torno a cuatro eventos de suma importancia ocurridos en el
corte temporal 2008-2010: los Sucesos de Pando, la creación del Consejo de Defensa
Suramericano, la crisis diplomática entre Venezuela y Colombia, y el intento de Golpe de
Estado en Ecuador. A través de ellos, pretendemos establecer inferencias sobre la adopción
e implementación de los elementos constitutivos de un modelo de seguridad cooperativo.
Los sucesos de Pando
Síntesis de los hechos
Para principio de Septiembre de 2008, la Federación Sindical Única de Trabajadores
Campesinos de Pando (FSUTCP) convocó a un ampliado campesino de emergencia, a
realizarse en su sede de Cobija, para tratar los temas prioritarios de agenda sindical (entre
ellos, la redistribución de tierras fiscales y la autonomía regional e indígena).
Diferentes líneas de movilización se conformaron en torno a la convocatoria, encontrando
resistencia en diversos puntos de su trayectoria con las fuerzas de seguridad del
departamento de Pando. El primer evento trágico de la jornada ocurrió en la zona de Tres
Barracas, donde el enfrentamiento entre campesinos y fuerzas de seguridad dejó como
resultado la muerte de un funcionario prefectural. El fallecimiento de Pedro Oshiro, y el
alcance de la noticia, generaron un clima de tensión sin precedentes que encontró su
máxima expresión en el encuentro sucedido posteriormente en la localidad de El Porvenir.
En aquel entonces, un nuevo enfrentamiento trágico ocurrió entre ambas facciones, cuando
partidarios de la prefectura dispararon a la masa de campesinos con el fin de desconcentrar
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al conjunto e interrumpir su marcha, dejando un saldo de más de 18 muertos y 30
desaparecidos37.
Intervención de UNASUR luego de los Sucesos de Pando
Al día siguiente de lo sucedido en la localidad de El Porvenir, UNASUR emitió un
comunicado a través de la presidencia Pro Témpore en manos de la presidenta chilena
Michelle Bachelet, anunciando la plena disposición de todos los recursos de la
organización para identificar e implementar las vías de diálogo que reestablezcan la senda
pacífica, institucional y democrática de Bolivia (UNASUR, Declaración de la UNASUR
sobre los Sucesos en Bolivia, 2008).
De forma complementaria, la presidenta Bachelet convocó a una reunión de emergencia de
la UNASUR, previa comunicación telefónica con el presidente boliviano donde fue
informada acerca de la gravedad de los hechos y sobre el peligro de la estabilidad
democrática en Bolivia.
A pesar de las diferencias acerca del modo en que organización debía posicionarse en torno
a la crisis, los integrantes de la reunión llegaron a un consenso respecto cuál debía ser la
postura oficial de UNASUR. El acuerdo se plasmó en la llamada Declaración de La
Moneda (2008) y contuvo los siguientes puntos:
Respaldo pleno al Gobierno de Evo Morales
Rechazo a cualquier intento de golpe civil y desestabilización democrática.
Rechazo de todas las acciones violentas y devolución las instalaciones públicas tomadas
durante el conflicto por parte de los opositores al gobierno.
Condena a la masacre que se vivió en el Departamento de Pando y llamado al diálogo
para encontrar una solución sustentable a la actual situación.
37 Para conocer en profundidad lo ocurrido en los llamados Sucesos de Pando ver:
Naciones Unidas (2009).
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Es interesante destacar que UNASUR adoptó en el texto oficialmente el término
“masacre”38, para aludir con mayor precisión a los hechos trágicos de El Porvenir, en
consonancia con el vocabulario utilizado en el informe elaborado precedentemente por las
Naciones Unidas (2009). Tras la Declaración de La Moneda, UNASUR le asignó una
nueva dimensión a lo ocurrido en Pando, reformulando lo sucedido en términos de
violación de derechos humanos.
En el documento se anunció la creación de dos comisiones con funciones orientadas a
acompañar el proceso político y social que atravesaba Bolivia: por un lado, y a pedido
expreso del presidente Evo Morales, el establecimiento de una comisión dirigida a
investigar de manera imparcial lo sucedido en el departamento de Pando, cuyo objetivo
sería formular recomendaciones que eviten la impunidad de los responsables de la tragedia,
y por el otro lado, el establecimiento de una segunda comisión que acompañe el proceso
de diálogo entre el gobierno boliviano y el sector opositor, a través de mecanismos de
apoyo y asesoría (UNASUR, Declaración de La Moneda, 2008).
Informe de la Comisión de UNASUR sobre los sucesos de Pando
El informe entregado a la presidenta Michelle Bachelet definió con claridad que la función
específica de la comisión se orientaba al establecimiento de hechos de la manera más
objetiva posible:
En tal sentido su función consistiría en la investigación de la verdad, y la
contribución a la obtención y preservación de informaciones, indicios, y evidencias,
con un carácter fáctico y no jurisdiccional (…) Todo ello con vistas a sacar
conclusiones y formular recomendaciones para impedir o al menos dificultar
seriamente la impunidad de hechos gravísimos (Presidencia Pro-Témpore de
UNASUR, 2008, p.18) .
38 En el informe se definió masacre como “la ejecución extrajudicial,
sumaria o arbitraria de al menos tres personas”. Ver: Naciones Unidas,
2009, p.13.
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Entre otras cuestiones, se expresó que el número comprobado de muertos al momento de
la investigación ascendía a veinte39 , conformando así una “violación extremadamente
grave y flagrante al derecho a la vida y a la integridad de la persona” (Presidencia Pro-
Témpore de UNASUR, 2008, p.60) además de indicar que, desde el punto de vista del
derecho penal internacional, ese tipo de acción representaba un crimen de lesa humanidad
ya que las víctimas de ejecuciones sumarias o extralegales constituían población civil
objeto de un ataque generalizado (Presidencia Pro-Témpore de UNASUR, 2008). También
en el informe se utilizó la palabra “masacre” en consonancia con lo expresado en la
Declaración de La Moneda
Por otro lado, se advirtió la existencia de evidencias suficientes para afirmar que numerosos
campesinos luego de ser detenidos por elementos estatales y paraestatales, fueron objetos
de tortura, tratos crueles e inhumanos; teniendo en cuenta además que la persecución y
captura de los mismos respondió a una acción fundada en motivos raciales, nacionales,
étnicos, culturales y sociales (Presidencia Pro-Témpore de UNASUR, 2008).
Finalmente, la comisión confirmó la muerte de dos funcionarios de la prefectura de Pando,
a saber Pedro Oshiro y Alfredo Céspedes, y encareció a la justicia boliviana la
investigación exhaustiva del hecho, y posterior sanción de los responsables.
El informe completó su contenido con una serie de recomendaciones al gobierno boliviano
instando a investigar enterramientos clandestinos, personas desaparecidas y víctimas de
abusos sexuales, y también aludió a la necesidad implementar una política reparatoria a
nivel individual y comunitario de las víctimas, recomendando que las violaciones de
derechos humanos que habían alcanzado la categoría de lesa humanidad sean juzgadas
como crímenes comunes por la justicia ordinaria.
El día 3 de diciembre de 2008 fue entregado a la presidencia Pro Témpore el informe de la
comisión investigadora y fue sometido a discusión entre los países miembros de la
organización en la cumbre extraordinaria del 16 de diciembre de ese mismo año.
39 Posteriormente se comprobó que número de muertos y desaparecidos fue aún mayor.
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La declaración final incluyó un reconocimiento explícito a la comisión por su contribución
al esclarecimiento de los hechos acontecidos, impidiendo la impunidad de graves
violaciones a derechos humanos.
En este sentido, se destacó el párrafo quinto del primer apartado de la Declaración del
Consejo de Jefes y Jefas de Estado y gobierno de la UNASUR (2008), que indicaba:
Finalmente, [El consejo de Jefes y Jefas de Estado y gobierno de la UNASUR] se
congratula de que la promoción y protección de los derechos humanos y el apoyo
irrestricto a las instituciones democráticas han sido objeto de uno de los primeros
pasos concretos de UNASUR en los esfuerzos para garantizar el proceso de
integración suramericano con base en la consolidación de la democracia, el Estado
de Derecho, las política del desarrollo humano y sostenible, y de integración
política, económica, social y cultural (punto 5) [Traducción del autor].
Desde el punto de vista de nuestro problema de investigación, tanto la creación de la
comisión investigadora de los Sucesos de Pando, así como también el informe elaborado
por sus integrantes, representó una acción innovadora relacionada con la implementación
de medidas correspondientes a un modelo de seguridad cooperativo, consolidando la
situación de respeto y protección de los derechos humanos en Bolivia.
La creación del Consejo de Defensa Sudamericano
La creación del Consejo de Defensa Sudamericano (CDS) fue un producto del interés e
iniciativa del entonces presidente de Brasil, Lula Da Silva, en el marco del incipiente
proceso de consolidación institucional de la UNASUR. El establecimiento del CDS y su
proyección, ha estado influido en gran medida por el carácter prioritario asignado a la
integración regional en defensa, en la agenda de política exterior brasilera (Jobim, 2010).
La primera acción vinculada a la creación del CDS puede detectarse en la gira llevada a
cabo por el entonces ministro de defensa brasilero, Nelson Jobim, donde se inició un
proceso de negociaciones con las distintas autoridades de los gobiernos de UNASUR, con
el fin de crear un foro que reuniera a los titulares de las carteras de defensa de todos los
países miembros. Estas visitas se concretaron a lo largo del primer semestre del año 2008,
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encontrando aceptación suficiente para que el proyecto sea discutido dentro del ámbito de
la organización. Según la visión del gobierno brasilero: “En la propuesta de creación del
CDS (…) partimos de la certeza de que una visión regional común, en materia de defensa,
refuerza la confianza mutua, supera percepciones equivocadas, y aporta una mayor
previsibilidad y seguridad” (Jobim, 2010, p. 18).
Ingreso en agenda de las medidas de confianza mutua (MCM) en el CDS
La gira del Ministro Jobim generó resultados muy positivos que permitieron posicionar al
proyecto en los temas prioritarios de la UNASUR. El ingreso las MCM en la agenda de la
organización acompaño el proceso de otorgamiento de marco institucional del CDS,
logrado desde la aprobación misma del Tratado Constitutivo de UNASUR hasta la Cumbre
de Bariloche de 2009 (Jobim, 2010).
Cuatro fueron las reuniones convocadas con presencia de representantes de todos los países
suramericanos, que luego de intensos debates acerca de la naturaleza ideada para
organismo, elaboraron un estatuto de carácter consensuado que fue sometido
posteriormente a aprobación, en la Cumbre Extraordinaria de UNASUR del 16 de
Diciembre de 2008.
En la declaración resultante del encuentro, se decidió el establecimiento formal del CDS,
incluyendo su estatuto fundacional, anunciando además una serie de puntos importantes de
destacar: la consolidación de América del Sur como una zona de paz, la construcción de
una identidad suramericana en materia de defensa y el fortalecimiento de la adopción de
medidas de fomento de confianza (UNASUR, Declaración del Consejo de Jefes y Jefas de
Estado y gobierno, 2008). Resulta importante destacar que la última de las referencias
representa una expresión innovadora, en tanto identifica, por primera vez y de forma
directa, a las MCM como un elemento articulador del nuevo organismo.
De forma complementaria, la declaración también expresó objetivos específicos de las
MCM:
Promover el intercambio y la cooperación en el ámbito de la industria de defensa
(…) Fomentar el intercambio en materia de formación y capacitación militar,
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facilitar procesos de entrenamiento entre las Fuerzas Armadas y promover la
cooperación académica de los centros de estudio de defensa (UNASUR,
Declaración del Consejo de Jefas y Jefes de Estado y Gobierno, 2008, artículo 5).
En la primera reunión llevada a cabo de forma oficial por el CSD, se acoplaron al marco
institucional anunciado de forma precedente, una serie de lineamientos que le otorgaron
contenido operativo al organismo y una base de acción en torno a la elaboración próxima
de procedimientos. Esto fue cristalizado a través del llamado Plan de Acción 2009-2010,
que organizaba sus objetivos en torno a cuatro dimensiones de trabajo: a) Políticas de
Defensa, b) Cooperación Militar, Acciones Humanitarias y Operaciones de Paz, c)
Industria y Tecnología de Defensa y por último d) Formación y Capacitación (UNASUR,
Declaración de Santiago de Chile, 2009).
Cada módulo, a su vez, poseía una serie de iniciativas que, en líneas generales, tendían a
ampliar la gama enunciada en el estatuto del organismo y encuadraban en su mayoría, en
las medidas de confianza de tercera generación que Andrés Fontana anuncia cuando explica
la situación de “Proceso de Seguridad”.
La carencia que se vislumbra en ésta declaración, es que todavía no había referencia a los
procedimientos idóneos para llevar a cabo éstas iniciativas y, fundamentalmente, el
contenido del documento carecía de mecanismos precisos de verificación, que resultan
críticos para la vigencia de MCM de carácter institucionalizado, es decir de tercera
generación.
Formulación y Adopción de MCM en el CDS
Luego de la firma del acuerdo militar bilateral entre Estados Unidos y Colombia en el año
2009, se abrió una nueva etapa en el tratamiento de las MCM en el ámbito del CDS. El
“Acuerdo de Cooperación Técnica” resultante de ese convenio, autorizaba a Estados
Unidos a utilizar siete bases militares ubicadas estratégicamente en el territorio
colombiano, generando seguidamente un estado de alerta y tensión a nivel regional.
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La situación desembocó en la convocatoria de la reunión extraordinaria de mandatarios de
UNASUR, en la ciudad de Bariloche y a cargo de la presidenta argentina Cristina
Fernández de Kirchner, con el fin de discutir la iniciativa.
Posteriormente al encuentro, se dio a conocer la declaración conjunta de los jefes y jefas
de Estado, que reafirmaba, entre otras cosas, el rechazo a las fuerzas militares extranjeras
que amenazaban la soberanía e integridad de las naciones suramericanas (UNASUR,
Declaración conjunta de Reunión Extraordinaria del Consejo de jefes y jefas de Estado,
2009).
En el terreno de las MCM, se desprendieron dos cursos de acción relacionados el
fortalecimiento de Suramérica como zona de paz: por un lado se estableció el compromiso
de establecer un mecanismo de confianza mutua en materia de seguridad y defensa, y por
el otro, se encargó a los Ministros de Defensa y Relaciones Exteriores de UNASUR, el
diseño de las mismas, incluyendo mecanismos concretos de implementación y garantías
(UNASUR, Declaración conjunta de Reunión Extraordinaria del Consejo de jefes y jefas
de Estado, 2009).
La formulación de las MCM fue puesta a debate y consideración a través de un proceso
dividido en etapas que buscó alinearse bajo una premisa distintiva: el CDS debía centrarse
en la efectividad de las medidas en lugar del aporte simbólico que éstas pudieran significar
(Secretaría de la presidencia Pro Témpore de UNASUR, 2009).
El trabajo estuvo conformado por cinco grandes esferas de acción que desarrollaban
propuestas específicas a seguir. Las mismas se definían como: a) Intercambio de
información y transparencia b) Actividades militares intra y extra regionales c) Medidas en
el ámbito de la seguridad d) Garantías e) Cumplimiento y verificación.
Finalmente, el proceso en torno a las MCM culminó con la presentación del documento
“Procedimientos de aplicación de las medidas de fomento de la confianza y seguridad”
(Consejo de Defensa Suramericano, 2010), que expresó en veintiuna hojas de extensión, el
acuerdo logrado entre los países miembros, luego de una intensa etapa de negociaciones.
El documento fue adoptado y aprobado formalmente en la II Reunión Ordinaria del
Consejo de Defensa Suramericano en mayo de 2010, proponiendo un seguimiento de las
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posteriores etapas de las MCM: la implementación, el seguimiento y evaluación de los
cursos de acción adoptados (Consejo de Defensa Suramericano, Declaración de Guayaquil,
2010).
Institucionalización de MCM en el CDS
Emitida la Declaración de Guayaquil en año 2010, culminó un ciclo en torno al desarrollo
de contenido de MCM en Suramérica y abrió una nueva etapa relacionada con el análisis
de la implementación de las mismas. En palabras de la entonces Ministra de Defensa
argentina, Nilda Garré (2009):
En efecto, con la aprobación de los referidos Procedimientos, de manera inédita en
nuestra historia regional, la totalidad de las naciones sudamericanas se hallan
vinculadas por un esquema concreto y operativizado de medidas de fomento de la
confianza y transparencia en materia de defensa, cuyo gran valor agregado radica
en que las mismas han sido endógenamente diseñadas por nuestros países (p. 13).
La adopción de Medidas de Confianza Mutua de manera institucionalizada permitió
avanzar dentro del CDS en la gestión de acciones de tercera generación propias del modelo
de seguridad cooperativo. Cómo indicó en aquel entonces la Secretaria Pro Témpore del
organismo (2009), “el CDS cumplió con el mandato y entregó un producto completo que
permitirá por primera vez en la región institucionalizar las medidas de confianza y hacer
efectiva su verificación” (p. 64).
Crisis diplomática entre Venezuela y Colombia.
Síntesis de los hechos
Desde nuestro punto de vista, el proceso de tensión y crisis diplomática entre Colombia y
Venezuela, y la posterior intervención de UNASUR, puede ser analizada en dos momentos
complejos de la relación bilateral: en primer lugar, y como precedente, la incursión militar
del ejército colombiano en territorio de Ecuador, durante la persecución de las FARC,
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generando la inmediata intervención de Venezuela; y por el otro, la firma del acuerdo de
cooperación militar entre Estados Unidos y Colombia.
El caso del primer momento, corresponde a la puesta en marcha de la llamada Operación
Fénix y a la incursión militar del ejército colombiano en territorio de Ecuador el 1 de Marzo
de 2008. En aquel entonces, un comando especial colombiano emprendió una acción
militar-policial, sin autorización del gobierno ecuatoriano, al atacar de manera aérea y
terrestre al campamento móvil de las FARC-EP ubicado en la provincia de Sucumbía en el
área fronteriza. Tras el evento, el presidente colombiano Uribe anunció que la operación
había incautado una serie de documentos que vinculaban de forma asociativa al grupo
guerrillero con los gobiernos de Rafael Correa y de Hugo Chávez.
Producto de la incursión territorial, Rafael Correa anunció el cese de las relaciones
diplomáticas con el vecino país, acción que fue acompañada por su par venezolano Hugo
Chávez, quién como medida complementaria decidió movilizar tropas a la frontera
colombiana. Posteriormente, el conflicto comenzó a desescalar en marzo de 2008 en el
marco de la OEA, donde se emprendieron los primeros acercamientos entre los
mandatarios de los tres gobiernos.
Finalmente, el proceso culminó el día 7 de ese mismo mes en la XX Cumbre de Jefes de
Estado y Gobierno del Grupo de Río con un acto simbólico de reconciliación donde Uribe
estrechó su mano con el presidente Correa y Chávez, confirmando la desactivación de la
crisis entre los tres países. Seguido a esto, el mandatario venezolano ordenó el retiro de
tropas en la frontera colombiana.
El segundo momento de tensión sucedió a principios de agosto de 2009, cuando Uribe
anunció la voluntad de establecer un acuerdo de cooperación militar entre su país y Estados
Unidos en el marco del plan de lucha contra el narcotráfico y las organizaciones
guerrilleras.
El acuerdo involucraba la utilización de siete bases militares ubicadas estratégicamente en
territorio colombiano por parte de Estados Unidos, desatando un estado de alerta
generalizado en los países miembros de UNASUR, entre los cuáles Venezuela se destacó
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por adoptar la postura más radical, decidiendo el congelamiento de las relaciones
económicas con aquel país y la retirada del personal diplomático de la capital colombiana.
La relación bilateral continuó transitando por un escenario marcado de tensiones
encontrando su punto más álgido al año siguiente, en el mes de Julio, cuando el presidente
Uribe solicitó a la OEA convocar a una sesión extraordinaria para examinar la presencia
de jefes de las FARC y el ELN en territorio venezolano. El encuentro en la organización,
protagonizado por los embajadores de cada país, estuvo marcado por una serie de
acusaciones relacionadas con la existencia de una alianza política entre el gobierno de
Chávez y las FARC-ELN (Fermin, 2012). A pesar del desarrollo de la sesión
extraordinaria, y del tratamiento diplomático en curso, Hugo Chávez, de forma simultánea
y sin aguardar la terminación de la reunión, anunció la ruptura definitiva de las relaciones
diplomáticas con Colombia. Para ello decidió el cierre de la legación diplomática en Bogotá
y otorgó un ultimátum a la representación colombiana en su país a retirarse en las 72hs
próximas.
Intervención de la UNASUR
Tras romper relaciones diplomáticas con el gobierno de Uribe en Julio de 2010, Venezuela
activó los mecanismos de UNASUR con el fin de debatir las acusaciones de las que había
sido objeto en el ámbito de la OEA.
El 29 de Julio de 2010 se llevó a cabo la Reunión del Consejo de Cancilleres de la
UNASUR en la ciudad de Quito en un marco de expectativas desfavorables. La cumbre se
llevó a cabo a puertas cerradas en un clima de absoluta reserva y culminó sin la conciliación
de las posiciones de Colombia y Venezuela, y consecuentemente sin un documento de
acuerdo final. A pesar de no haber cumplido el objetivo óptimo40, el canciller ecuatoriano
Ricardo Patiño consideró de trascendente importancia la reunión, debido a que la
40 Definimos objetivo óptimo como la reanudación de relaciones diplomáticas entre
ambos países.
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UNASUR había logrado acercar a las dos partes tras la ruptura diplomática acontecida
hacía solo una semana.
A pesar de la activación de los mecanismos multilaterales de UNASUR para darle
tratamiento a la crisis diplomática entre Venezuela y Colombia, la organización también
emprendió una segunda línea de acción en manos de su secretario general, Néstor Kirchner.
La estrategia del ex presidente argentino estuvo orientada a realizar reuniones bilaterales
con cada una de las partes con el fin de reforzar el proceso de acercamiento diplomático.
El resultado de los encuentros se mantuvo de carácter reservado y la prensa pudo acceder
de manera limitada al contenido de las mismas. Es pertinente mencionar que la mayoría de
las reuniones con la parte colombiana, a excepción de una, fueron llevadas a cabo
directamente con la figura presidencial de ese país, y en dos momentos diferentes: en
primer lugar con Juan Manuel Santos electo democráticamente aunque todavía sin cumplir
las funciones presidenciales 41 , y en segundo lugar, ya asumido el cargo formal, en
capacidad de tomar decisiones como Estado miembro de UNASUR.
Los encuentros que se llevaron a cabo entre el Secretario General y las dos partes fueron
en dos niveles concretos: el presidencial y el de cancilleres, y generalmente de forma
separada. Recién se llevó a cabo una reunión bilateral entre cancilleres el 8 de agosto de
2010, con un antecedente de cuatro encuentros de trabajo en torno a flexibilizar posiciones.
La labor de mediación y articulación diplomática de la Secretaria General se demostró
efectiva de cara a los resultados del 10 de agosto de 2010: en la ciudad de Santa Marta, se
produjo una reunión entre los mandatarios de ambos países, donde “acordaron relanzar la
relación bilateral, restableciendo las relaciones diplomáticas entre los dos países con base
en un diálogo transparente, directo, respetuoso y privilegiando la vía diplomática”
(Declaración de principios de Santa Marta, 2010).
Se consensuó también la creación de cinco comisiones binacionales en miras a consolidar
la presencia en la zona de frontera a través de programas conjuntos en materia social y
económica, además de lograr un compromiso explícito del presidente venezolano con no
41 Juan Manuel Santos asumió la presidencia de Colombia el 7 de Agosto de 2008.
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permitir la presencia de grupos armados en su territorio (Declaración de principios de Santa
Marta, 2010).
La evolución de los eventos en torno a la crisis diplomática demostró que la UNASUR
gestionó el conflicto a través de dos niveles de acción: por un lado a través de la operatoria
multilateral, mediante convocatoria de la reunión de cancilleres del 29 de Julio de 2010 a
petición de Venezuela, y por otro lado, a través de la operatoria unilateral, involucrando la
figura de su secretario general como mediador entre las partes.
El elemento innovador que surge en la UNASUR a partir de la crisis diplomática entre
Venezuela y Colombia es la capacidad de gestión efectiva del conflicto en un contexto de
crisis, a partir de mecanismos de diplomacia preventiva.
En relación a nuestro marco teórico, resulta importante mencionar que la primer mención
que hace UNASUR respecto la importancia de la diplomacia preventiva como mecanismo
para la solución pacífica de controversias, se encuentra en “Declaración Final de la Reunión
Extraordinaria del Consejo de jefes y jefas de Estado de la Unión de Naciones
Suramericanas” del 4 de Mayo de 2010. La expresión se incorpora precisamente en el
medio del proceso de convulsión entre Colombia y Venezuela:
[Las Jefas y los Jefes de Estado y de Gobierno de los países miembros
de UNASUR] Reiteran su compromiso de adhesión al principio de solución
pacifica de controversias y reconocen la importante contribución que pueden
ofrecer las organizaciones regionales y subregionales a la solución pacifica de las
controversias y de la diplomacia preventiva. En este sentido, destacan el valor y la
importancia de UNASUR como espacio político que ha tenido para la región
(UNASUR, Declaración de Cardales, 2010, punto 5).
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Intento de Golpe de Estado en Ecuador
Síntesis de los hechos
En el año 2010, la Asamblea Nacional del Ecuador aprobó, en el mes de agosto, la Ley
Orgánica de Servicio Público (LOSEP) modificando de forma sustancial la estructura
remunerativa de la policía nacional y las fuerzas Armadas de ese país.
La misma actuaba reformando la legislación vigente en dos sentidos: por un lado, resolvía
la derogación de prerrogativas tradicionales de los cuerpos de seguridad (regalos
navideños, condecoraciones por antigüedad, bonificaciones anuales), y por el otro,
incorporaba la regulación del pago de horas extras y el aumento salarial conforme a la
evolución del costo de vida.
El 29 de septiembre de 2010, el escenario político se complejizó cuando Rafael Correa vetó
la iniciativa de la asamblea nacional de Ecuador para recomponer la estructura
remunerativa a su matriz original, disparando un clima de descontento generalizado en el
personal de la policía nacional y las fuerzas armadas.
En este marco, la situación de mayor gravedad se registró en la toma del Regimiento Quito
Nº 1 por parte de más de 500 policías y en la posterior iniciativa de Correa de dirigirse al
foco de revuelta para tratar de dialogar con los manifestantes y apaciguar la situación. Al
retirarse del edificio donde dio su discurso, fue objeto de ataques con bombas lacrimógenas
que lo obligaron a remitirse al vecino hospital policial para ser atendido. La situación
continuó escalando cuando los manifestantes siguieron al presidente al hospital y rodearon
el edificio. El cerco creado por los policías llevó a Correa a considerarse secuestrado, dando
inicio a una larga jornada de permanencia en el lugar que duró hasta nueves horas.
Finalmente, el conflicto desembocó en la puesta en marcha de la llamada “Operación
Rescate” para retirar al presidente retenido. Miembros de las fuerzas armadas y unidades
especiales desataron un enfrentamiento abierto contra las fuerzas policiales insurrectas,
logrando la liberación del mandatario ecuatoriano.
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Reunión de urgencia de la UNASUR y Declaración de Buenos Aires
Durante el tiempo que estuvo retenido el presidente ecuatoriano en el hospital policial,
diversas autoridades suramericanas expresaron el reconocimiento y respaldo absoluto al
gobierno de Correa.
Cristina Fernández de Kirchner convocó de forma urgente a una reunión de presidentes de
la UNASUR para condenar los hechos ocurridos, llevándose a cabo el encuentro el día 30
de septiembre de 2010 en la sede de la cancillería argentina.
Tras el evento, los mandatarios asistentes dieron a conocer la llamada Declaración de
Buenos Aires (2010), que contuvo seis puntos declarativos, condenando la situación en
Ecuador. Entre los más importantes, podemos mencionar: a) Condena al intento de golpe
de estado en Ecuador y al secuestro del presidente Rafael Correa, b) Condena y
juzgamiento a los responsables del intento golpista c) Adopción de medidas concretas ante
casos de nuevos quiebres del orden constitucional, como cierre de fronteras, suspensión del
comercio, del tráfico aéreo y de la provisión de energía, servicios y otros suministros.
El contenido de la declaración representó para la UNASUR una situación sin precedente,
ya que por primera vez se enunció de forma oficial la necesidad de adoptar medidas
concretas ante posibles quiebres del orden institucional en los países miembros. De esta
manera, la iniciativa otorgaba contenido práctico a una serie de pronunciamientos gestados
desde el propio Tratado Constitutivo de la UNASUR que afirmaban entre sus principios
absolutos el respeto irrestricto a las instituciones democráticas (UNASUR, Tratado
Constitutivo, 2008; Declaración de la Moneda, 2008; Declaración de Santiago de Chile,
2009; Declaración presidencial de Quito, 2009).
Finalmente, la Declaración de Buenos Aires también anunció dos medidas de respaldo al
gobierno de Correa: la decisión de que los cancilleres de los Estados miembros se trasladen
a la ciudad de Quito para expresar el apoyo al presidente Correa, y la convocatoria de la
Cuarta Reunión de Jefas y Jefas de estado para adoptar un Protocolo Adicional al Tratado
Constitutivo de la UNASUR que establezca la cláusula Democrática.
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Protocolo Adicional al Tratado Constitutivo de UNASUR sobre Compromiso con
la Democracia
La cláusula democrática de UNASUR fue adoptada en la Declaración de Georgetown, el
26 de noviembre de 2010, recogiendo las afirmaciones de la Declaración de Buenos Aires.
La misma fue establecida como anexo al Tratado Constitutivo de la organización, y
representó la culminación de un proceso acumulativo de expresiones que consideraban la
plena vigencia de las instituciones democráticas como uno de los valores rectores de la
organización.
El contenido del Protocolo explicitó, entre otras cuestiones, que su aplicación se justificaría
“en caso de ruptura amenaza de ruptura del orden democrático, violación del orden
constitucional o cualquier situación que ponga en riesgo el legítimo ejercicio del poder y
la vigencia de los valores y principios democrático” (UNASUR, Protocolo sobre
Compromiso con la Democracia, 2010, Artículo 1). Por otro lado, también hizo referencia
a la aplicación de sanciones internacionales contra el Estado donde existió la ruptura o
amenaza del orden democrático (suspensión del derecho a participar en los distintos
órganos, cierre parcial o total de las fronteras terrestres, sanciones diplomáticas); así como
también, anunció la plena disposición de los recursos de la organización para aplicar
medidas orientadas al restablecimiento del normal funcionamiento democrático en el país
afectado.
El carácter preventivo del protocolo y las relaciones colaborativas que se proyectan en el
mismo, anunciaron la existencia de un mecanismo cuya operacionalidad se vinculó
estrechamente con la matriz de un modelo de seguridad cooperativo
En esta línea, el documento representó un claro ejemplo de adopción de medidas para el
fortalecimiento de la democracia, sentando bases procedimentales con un carácter
sancionatorio y de reparación.
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Conclusión
El presente trabajo intentó demostrar cuál fue el aporte de UNASUR a la consolidación de
un modelo de seguridad cooperativo en Suramérica, tomando como referencia cuatro
eventos de trascendental importancia en el corte histórico 2008-2010.
El perfil de gestión de la organización demostró una evolución en torno los elementos de
la seguridad cooperativa en dos etapas distintas: al entrar en vigor el Tratado constitutivo
de UNASUR, las referencias respecto los tres pilares de la seguridad cooperativa (medidas
de confianza mutua institucionalizadas, diplomacia preventiva, y medidas para el
fortalecimiento de la democracia y los derechos humanos) eran poco precisos y sin carácter
de proyección. Sin embargo, a partir de la exigencia de gestión de los cuatro eventos
analizados, la organización desarrolló nuevas competencias que permitieron reunir esos
tres requisitos de forma efectiva.
Las medidas vinculadas al fortalecimiento de las instituciones democráticas y al respeto de
los derechos humanos han partido de las expresiones y voluntades de los Estados miembros
para luego desembocar en formulaciones concretas de cursos de acción. Esta dinámica ha
sido retroalimentada por la misma interacción de los actores involucrados, que
flexibilizaron sus posiciones individuales con el objetivo de alcanzar metas colectivas.
Aquí se enmarcan dos de los eventos analizados: el caso de los Sucesos de Pando, que
implicó la creación de la comisión investigadora para evitar la impunidad de un hecho
definido como una “masacre”, y el caso del intento del golpe de Estado en Ecuador, que
impulsó la necesidad de establecer una cláusula democrática en UNASUR.
La adopción de medidas de confianza mutua, en cambio, ha transitado un camino inverso
al recién mencionado: no existieron referencias claras en el tratado fundacional de la
organización, sino que fueron impulsadas a través del establecimiento del Consejo de
Defensa Suramericano, y especialmente aceleradas con las repercusiones del anuncio de
“Acuerdo de cooperación Técnica entre Estados Unidos y Colombia”.
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El caso de la crisis diplomática entre Venezuela y Colombia, demuestra la utilización de
mecanismos de diplomacia preventiva en tanto establecimiento de alerta temprana de
conflictos. Para considerar esto debemos tener presente un antecedente: la relación bilateral
había transitado por una situación cercana al estadio de violencia, cuando Hugo Chávez
decidió la movilización de tropas a la frontera colombiana en el año 2008. En base a esto,
cuando ocurre nuevamente la ruptura de relaciones diplomáticas al año siguiente,
UNASUR despliega dos líneas de gestión de conflicto: por un lado la operatoria
multilateral, a través de la convocatoria de cancilleres, y la operatoria unilateral a través de
la gestión de mediación del secretario general. Producto del despliegue, la relación bilateral
se recompone, con un explícito reconocimiento de las partes a la gestión de la organización.
Por otro lado, los alcances obtenidos por los tres elementos constitutivos de un sistema de
seguridad cooperativo no han sido los mismos. Las medidas de construcción de confianza
se han desarrollado hasta el estadio evolutivo de adopción de políticas; mientras que las
medidas para el fortalecimiento de instituciones democráticas y derechos humanos, y
diplomacia preventiva han logrado llegar a la instancia de implementación. En este sentido,
resulta interesante extender esta investigación en un futuro, ampliando el corte temporal, y
reconociendo si la situación de los elementos de seguridad cooperativa alcanzaría el estadio
de implementación de forma completa.
Finalmente, es menester afirmar que la UNASUR ha consolidado la existencia de un
modelo de seguridad cooperativo no como una decisión a priori, sino como una necesidad
de crear competencias específicas para afrontar una coyuntura regional en constante
movimiento.
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AL CIERRE DE EDICION
Cuando uno lee una edición de cualquier revista, nos encontramos con una
editorial. Ella refleja la línea de la publicación entre otros contenidos.
En esta oportunidad, ofrecemos una nota al cierre de edición. Si llegaste hasta
este punto con tu lectura es porque estas tres primeras ponencias del panel
UNASUR seguridad cooperativa en los tiempos de la globalización para el
gerenciamiento del conflicto, al menos te invitan a reflexionar sobre estas
cuestiones.
Cuando nos propusimos este panel, estábamos trabajando en cuestiones relativas
a los procesos conflictivos. Veíamos que una extensa bibliografía dejaba de lado
los conflictos en nuestra región, o bien los describían desde enfoques que al
menos merecen un manto de reflexión en relación a sus categorías de análisis las
cuales no reflejan a la región. Es decir, son categorías de análisis bajo enfoques
hegemónicos que distan de la realidad latinoamericana. Por ello nos propusimos
comenzar con estas tres primeras ponencias, con vistas a trabajar en la
traducción de lenguajes, de problemas, de identidades.
En el siguiente número publicaremos las últimas dos ponencias que completan
este panel que se presentó en el XII Congreso Nacional de Ciencia Política,
realizado por la SAAP en la Universidad Nacional de Mendoza, en el mes de
agosto. Es la primera vez que las carreras de Relaciones Internacionales y de
Ciencia Política de la Universidad Abierta Interamericana, presentan dos
paneles propios. Esto fue gracias al trabajo en equipo realizado por docentes y
alumnos de ambas carreras.
Este es el inicio de un nuevo ciclo para nuestra querida Revista El Horizonte, ya
que la misma en breve tendrá un diseño renovado, cambiará la frecuencia de
publicación (pasaremos a publicación MENSUAL) y cambiaremos nuestro
dominio en internet.
Nos seguimos leyendo…
Su Pereyra Rodríguez