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PASTORAL JUVENIL
Un lenguaje religioso para el joven hoy
Monografía de Maestría
ANDREY FIERRO SILVA, FSC
Directora:
MARÍA DEL SOCORRO VIVAS ALBÁN
Doctora en Teología
MAESTRÍA EN TEOLOGÍA
FACULTAD DE TEOLOGÍA
PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA
Bogotá - Colombia
2017
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PASTORAL JUVENIL
Un lenguaje religioso para el joven hoy
Informe final
de la investigación realizada como requisito
para obtener el título de Maestría en Teología
Presentado por:
Andrey Fierro Silva, FSC
Directora:
María Del Socorro Vivas Albán
MAESTRÍA EN TEOLOGÍA
FACULTAD DE TEOLOGÍA
PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA
Bogotá - Colombia
2017
3
A mis estudiantes, a mi familia.
4
Doy gracias a Dios por mi vocación como Hermano de las Escuelas Cristianas, a Nuestra
Señora de Fátima por custodiar mi ministerio apostólico como coordinador de pastoral del
Colegio De La Salle de Bogotá, y a San Pablo por inspirarme a hablar de Jesús.
“Por eso me complazco en las debilidades, afrentas, necesidades, persecuciones y
angustias por la causa de Cristo; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte”.
(2Cor 12,10)
Agradezco a mis estudiantes por animarme a compartirles una opción de lenguaje
religioso que hable de Dios. Igualmente, agradezco a la profesora María Del Socorro
Vivas Albán por haber dirigido este trabajo y a todas las personas que me apoyaron en la
investigación.
Agradezco a mis hermanos de la Comunidad Lasallista por creer en mí.
5
TABLA DE CONTENIDO
Pág.
INTRODUCCIÓN GENERAL ........................................................................................... 7
CAPÍTULO I: UN LENGUAJE RELIGIOSO CONFIGURADOR DE SENTIDO ... 16
1.1. INTRODUCCIÓN .................................................................................................... 16
1.2. CONTEXTO JUVENIL ............................................................................................ 16
1.2.1. La cultura ........................................................................................................... 17
1.2.2. Una percepción de la religión............................................................................ 18
1.2.3. ¿Qué se debe tener en cuenta?........................................................................... 20
1.3 LENGUAJE ............................................................................................................... 21
1.3.1. El uso .............................................................................................................. 22
1.3.2. Un lenguaje entendido más allá de la racionalidad .......................................... 25
1.3.3. Lo significativo del lenguaje .............................................................................. 28
1.4 LENGUAJE RELIGIOSO ......................................................................................... 30
1.4.1. Patologías del lenguaje religioso ...................................................................... 31
1.4.2. La analogía ........................................................................................................ 35
1.4.3. El uso simbólico ................................................................................................. 39
1.4.4. El testimonio ...................................................................................................... 40
1.4.5. Una forma de vida .............................................................................................. 42
1.5 CONCLUSIONES ..................................................................................................... 43
CAPÍTULO II: UN LENGUAJE RELIGIOSO SIGNIFICATIVO PARA EL
SEGUIMIENTO A JESÚS EL CRISTO EN LA CONSTRUCCIÓN DEL REINO ... 45
2.1 INTRODUCCIÓN ..................................................................................................... 45
2.2 EL CONTEXTO JUVENIL COMO LUGAR TEOLÓGICO DE LA
CRISTOLOGÍA ............................................................................................................... 46
2.3 JESÚS Y EL REINO DE DIOS PARA LOS JÓVENES HOY................................. 48
2.3.1 El compromiso en la construcción del Reino ...................................................... 49
2.4 EL SEGUIMIENTO................................................................................................... 54
2.4.1 Dos claves en el lenguaje religioso para el seguimiento: práctica y espíritu .... 54
2.4.2 La persona de Jesús transmitida a los jóvenes hoy ............................................ 55
6
2.4.3 Los jóvenes: predilectos por Jesús en situaciones concretas ............................. 61
2.5 CONCLUSIONES ..................................................................................................... 62
CAPÍTULO III: UN LENGUAJE RELIGIOSO SIGNIFICATIVO QUE IMPACTE
Y REVIERTA LA EXISTENCIA DEL JOVEN ............................................................ 65
3.1 INTRODUCCIÓN ..................................................................................................... 65
3.2 LA CONFRONTACIÓN: UN ENCUENTRO PERSONAL DEL JOVEN CON
JESÚS ...................................................................................................................... 66
3.3 ESPIRITUALIDAD DE LA ACCIÓN PARA EL JOVEN HOY ............................. 68
3.3.1 ¿Qué implica la acción? ..................................................................................... 70
3.3.2 Pedagogía de la acción en contexto juvenil ........................................................ 74
3.4 PRAXIS PASTORAL: ACCIÓN Y CONTEMPLACIÓN ....................................... 78
3.4.1 Una realidad asumida por el joven ..................................................................... 79
3.5 CONCLUSIONES ..................................................................................................... 83
CONCLUSIONES GENERALES .................................................................................... 86
BIBLIOGRAFÍA ................................................................................................................ 91
7
INTRODUCCIÓN GENERAL
Durante los últimos dos años se ha podido evidenciar que la acción pastoral del
movimiento juvenil lasallista “Indivisa Manent” (IM)1, no ha logrado estimular lo
suficientemente un compromiso socio-eclesial entre los estudiantes del Colegio De La Salle
de Bogotá2. Más aún, tampoco se ha podido asegurar que los participantes de estas
actividades extracurriculares terminen su escolaridad y se vinculen a procesos pastorales.
En efecto, es oportuno confrontar en qué medida la acción pastoral del nivel base3 de
IM puede contribuir a una opción por el seguimiento a Jesús el Cristo en la construcción del
Reino, puesto que si los participantes de dicho nivel son los encargados de acompañar los
procesos de catequesis, de ejercer un trabajo de proyección social y de promover una
dimensión comunitaria al interior del grupo; aún no se logra alcanzar una performación
significativa en ellos con “una idea clara del compromiso cristiano en consonancia con el
Evangelio”4.
Igualmente, también se ha detallado que las percepciones que han adquirido los
jóvenes respecto a la religión, sin duda alguna, han generado desconfianza y escepticismo
por parte de ellos hacia la acción pastoral. Por tanto, no es extraño que ellos tiendan a
relacionar a Dios con expresiones que suscitan confusión; y que les impide experimentar la
idea de un “Dios-Padre” que interviene directamente en sus vidas, con el que podrían sentirse
identificados, y que es propuesto por Jesús el Cristo desde el seguimiento.
Ahora bien, no es menos importante poner en consideración cuál deba ser la
mediación del lenguaje religioso en la acción pastoral, de tal manera que los jóvenes del nivel
base no queden rezagados a relacionar al Dios encarnado en Jesús, con una divinidad ajena
a lo humano que no logra afectar sus vidas, ni en actitudes respecto a una relación con Él, ni
en el sentido que da la Iglesia católica para estructurar evangélicamente las relaciones con
los demás y con el mundo.
1 Secretariado para la pastoral. “Movimiento Juvenil Lasallista Indivisa Manent”, 1-42. 2 Colegio La Salle de Bogotá de la 170 3 Secretariado para la pastoral. “Movimiento Juvenil Lasallista Indivisa Manent”, 37-42. 4 Rodríguez Mancini, “Pastoral educativa. Una mirada de fe sobre la tarea escolar”, fechado el 01 de junio de
2005.
8
Por eso, al no ser acogida la revelación de Dios, la acción pastoral del movimiento
juvenil lasallista IM puede estar confiando sus procesos evangelizadores en un lenguaje
religioso que no logra permear del todo la realidad de los jóvenes como un lugar teológico,
e influir en sus vidas para así transformar el estado de las cosas. Por consiguiente, ellos
pueden no ser líderes y testigos directos del Reino de Dios, y tampoco hacerlo presente en
las situaciones concretas a partir del seguimiento a Jesús el Cristo.
En consecuencia, es importante para este trabajo documentado, desde la teología de
acción, identificar un lenguaje religioso significativo para los jóvenes del nivel base de IM,
en donde el lenguaje comunique “una Iglesia de pie y en salida, siempre con alegría”5,
cercana, comprensiva, fraterna; y que afirme que toda acción humana es revelación de Dios,
y por ende, posible de ser teologizada. Ante esto, la pregunta problema que acompañará esta
investigación es: ¿cómo ofrecer a los jóvenes del nivel base del movimiento juvenil lasallista
“Indivisa Manent” del Colegio La Salle de Bogotá un lenguaje religioso significativo que
lleve a una opción por el seguimiento a Jesús el Cristo en la construcción del Reino?
Según esto, el Concilio Vaticano II revitaliza esta conciencia: “el Hijo de Dios, por
su encarnación, se unió en cierto modo con todos los hombres”6. No obstante, se sugiere abrir
la pregunta por las voces de Jesús en la vida de los jóvenes hoy; y prepararlos para acoger la
Palabra7 que no esperaban escuchar en las situaciones concretas de sus vidas. Por tanto, se
espera que, a través del aporte cristológico en un lenguaje religioso significativo, los jóvenes
logren alcanzar una claridad en lo que implica la madurez en la fe y el seguimiento a Jesús
el Cristo en la construcción del Reino.
Para tal fin, si el lenguaje religioso referido al “seguimiento” es claro, atrayente,
comprensible y logra hacer impacto en los jóvenes, cada uno de ellos podrá optar libremente
por Jesús el Cristo, y aprender a mirar desde la fe todo aquello que les rodea. En efecto, esto
perfomará la vida de estos jóvenes de tal manera que la construcción del Reino se vea
5 Papa Francisco. “La Iglesia en salida, a la escucha de las inquietudes de la gente y siempre con alegría”,
fechado el 4 de mayo de 2017. 6 Concilio Vaticano II. “Constitución Pastoral Gaudium Et Spes sobre la Iglesia en el mundo actual”, n. 22. 7 Reconocer la Palabra de Dios en “los bienes de la dignidad humana, la unión fraterna y la libertad, en todos
los frutos excelentes de la naturaleza y de nuestro esfuerzo”. Ibíd., 39.
9
reflejada en acciones concretas con “una idea clara del compromiso cristiano, de la
comprensión que se puede tener del hombre, de la sociedad y del mundo en consonancia con
el Evangelio”8. Asimismo, desde esta perspectiva, ellos podrán liderar la estrategia profética
de Jesús a partir del seguimiento en donde se acoja y se celebre la vida nueva que Dios quiere
instaurar a su pueblo”9.
Se espera así que en la acción pastoral del nivel base de IM, el corazón del joven “sea
capaz de señalar la realidad humana, social, histórica, ciudadana de los creyentes en
Jesucristo”10; y, que “la praxis sea el lugar de producción del sentido del mensaje cristiano,
pero también lugar de verificación de este mensaje”11. De igual forma, se espera que el joven
no confunda la imagen de Dios con una ideología de dominio mal relacionada con la religión,
sino que se impacte su existencia en un compromiso de vida, y pueda optar por el seguimiento
a Jesús el Cristo en la construcción del Reino.
Por otro lado, el Concilio Vaticano II ha afirmado que “la pastoral juvenil debe tener
en cuenta la realidad social de los jóvenes, la educación de la fe y ofrecer canales eficaces de
participación activa en la Iglesia y en la sociedad”12. Además, en su carta a los jóvenes del
mundo, el Papa Francisco dice lo siguiente: “un mundo mejor se construye también gracias
a ustedes, que siempre desean cambiar y ser generosos. También la Iglesia desea ponerse a
la escucha de la voz, de la sensibilidad, de la fe de cada uno; así como también de las dudas
y las críticas”13. Sin duda alguna, este llamado hace necesario acompañar a los jóvenes como
signo de esperanza en donde la evangelización se encarne en los hechos cotidianos que ellos
viven.
Es por eso que esta investigación propone a la acción pastoral de IM, hacer
comprensible, a través de un lenguaje religioso significativo, la fe como acogida de un amor
de Dios para los jóvenes; que presente el Evangelio de forma atractiva, accesible y creativa
8 Rodríguez Mancini, “Pastoral educativa. Una mirada de fe sobre la tarea escolar”, fechado el o1 junio de 2005. 9 Pagola, José Antonio, Jesús. Aproximación Histórica, 89. 10 Corzo, Patologías del lenguaje en la acción pastoral, 90. 11 Galindo, Los lenguajes de la fe en la praxis, 301. 12 Documento de Puebla, “III Conferencia General del Episcopado Latinoamericano”, n. 1187. 13 Francisco, “Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional”, fechado el 13 de enero de 2017.
10
para lograr una escucha atenta a las voces de Jesús hoy. Empero, para propender que se
suscite y se alimente la fe, es necesario que la pastoral confronte sus acciones respecto al
lenguaje referido a Jesús que comunica, de tal forma que sea inconfundible y nada forzado,
que sacuda conciencias y pida fijarse en la realidad para que así los jóvenes muevan
obstáculos y eliminen resistencias que generan sesgos ante la religión.
Asimismo, se propone que “fe y praxis expresen unidos una experiencia vivencial
propia de un ser humano como ser dialogal, social y dinámico, que se hace y se construye en
el tiempo y en la historia”14. No obstante, esto puede ser asumido para el acompañamiento
en la acción pastoral como una invitación a experimentar la vida de una manera totalmente
distinta, llevar a la opción de seguimiento a Jesús el Cristo en la construcción de Reino, y a
comprender al joven como un creyente que vive en una cultura15 concreta, en una sociedad
delimitada, con una forma de entender la vida y la praxis, y de comportarse ante ella.
En consecuencia, “los jóvenes son para la Iglesia la verdadera fuerza dinamizadora
de la sociedad y del cuerpo eclesial, y un signo de esperanza”16 que es necesario formar en
la conciencia crítica, en la espiritualidad, en la promoción de la justicia y la cultura de la vida,
y en favorecer espacios de participación en la Iglesia por medio de una pedagogía
experiencial17.
Sin duda alguna, el nivel base de IM, como lugar teológico, puede ofrecer estas
garantías para que sea oída la revelación de Dios y surja la fe en medio de los jóvenes, para
que así, “una y otra, revelación y fe, se elaboren intelectualmente en una reflexión coherente,
significativa para quien la oye e iluminadora de lo que la experiencia histórica de cada
generación ofrece como alimento de la imaginación, inteligencia, voluntad y esperanza”18.
14 Galindo, Los lenguajes de la fe en la praxis, 298. 15 Con la palabra “cultura” se indica el modo particular como, en un pueblo, los hombres cultivan su relación
con la naturaleza, entre sí mismos y con Dios de modo que puedan llegar a “un nivel verdadera y plenamente
humano. Es decir, es “el estilo de vida común” que caracteriza a los diversos pueblos. Concilio Vaticano II,
“Constitución pastoral Gaudium et Spes sobre la Iglesia en el mundo actual”, n. 53. 16 Documento de Puebla. “III Conferencia General del Episcopado Latinoamericano”. N. 1184. 17 Véase, Documento de Santo Domingo. “IV Conferencia General del Episcopado Latinoamericano” n. 114-
120. 18 Gonzales de Cardenal, “El lugar de la teología”, 18.
11
Además, en el campo de esta investigación existen documentos que sugieren abordar
esta problemática desde varias perspectivas científicas. Por ejemplo, el psicoanalista P. Tony
Anatrella, en su documento El mundo de los jóvenes: ¿quiénes son? ¿Qué buscan?, afirma:
Hay que reconocer que muchos jóvenes son bastante ajenos a cualquier dimensión religiosa. La confunden con lo parapsicológico,
lo irracional y la magia. (…). La espiritualidad que está ahora de moda es aquélla carente de palabras, de reflexiones y de contenido
intelectual, o sea, aquélla consistente en muchas corrientes de filosofía y de sabiduría sin Dios (…). Según esta mentalidad hay
que ser "cool", tranquilos, o sea, no hay que probar nada, sino hay que vivir en una inercia moderada. 19
Ahora bien, en las investigaciones contemporáneas, la teóloga Carmiña Navia
Velasco afirma en su libro “La poesía y el lenguaje religioso”, que “el lenguaje teológico
está atravesando una crisis profunda: quizás haya dejado de ser inteligible para los mismos
creyentes. Hay expresiones que suscitan una considerable perplejidad”20. Según esto, no cabe
duda alguna que los jóvenes están inmersos en ese mar de inquietudes.
Sin embargo, el catedrático en teología moral Ángel Galindo García hace referencia
a las generaciones de hoy, y vincula el lenguaje con la praxis. Por ende, el autor considera
que:
Los cristianos de esta generación tienen sed de interioridad, y lo manifiestan con signos y con el lenguaje de la praxis. Se ha
llegado a un momento en el que el mismo Evangelio y la persona de Cristo quieren ser el punto de referencia de la auténtica
interioridad religiosa del cristiano. Se va pasando de una espiritualidad y lenguaje psicológico e interiorista a una espiritualidad y
lenguaje cristocéntrico que busca sus expresiones en la Iglesia. 21
Entretanto, José María Rubio, en su obra “Para vivir la revisión de vida. Un método
para la acción y la espiritualidad cristiana”, ha propuesto que:
Una experiencia pastoral que nos muestra tres elementos claves o decisivos en la maduración de un laico cristiano, y que de algún
modo, garantizan su permanencia y fidelidad: (i) la experiencia transformadora en su ambiente, en sus compañeros, en la realidad
social, del barrio, del trabajo, de la escuela, la familia, en los diversos ámbitos de su vida…(ii) la experiencia de fe, de encuentro
personal con Jesucristo y con la comunidad creyente, la Iglesia…(iii) y la práctica de la revisión de vida en fidelidad a su espíritu
original…a la hora de unir, armonizar y desarrollar los dos aspectos anteriores. 22
19 Anatralla, Tony, “El mundo de los jóvenes: ¿quiénes son? ¿Qué buscan?”, fechado del 10 al 13 de abril de
2013. 20 Navia, La poesía y el lenguaje religioso, 23. 21Galindo, Los lenguajes de la fe en la praxis, 311.
22 Rubio, José María, Para vivir la revisión de vida. Un método para la acción y para la espiritualidad cristiana,
131-132.
12
Paralelamente, también existen otras investigaciones que tienen en consideración el
contexto del joven hoy. Por ejemplo, el pedagogo Santiago Rodríguez Mancini asegura:
Hay un proceso que tiene que ver con la evangelización de la cultura y la inculturación del Evangelio, el cual está relacionado con
el discernimiento que la comunidad educativa hace para descubrir a Dios en el seno de los bienes culturales. Pero, además, está el
proceso no menos central de la evangelización de las situaciones cotidianas que trata no sólo de ofrecer una visión de la vida
profundamente evangélica como una construcción coherente, sino también, de que esa visión sea operante en la vida de todos los
actores educativos. 23
También, en el documento “La Pastoral Juvenil: principios teológico-pastorales y
orientaciones metodológicas”, el autor Javier González Ramírez considera:
Al hablar de la pastoral juvenil nos referimos al conjunto de acciones que la comunidad eclesial realiza para anunciar y hacer
presente el Reino de Dios en las situaciones concretas de la vida de los jóvenes. (…) La fidelidad al principio de la Encarnación
determina una serie de exigencias pastorales: conocer, comprender y amar a los jóvenes; estar presente en los lugares en que ellos
viven; descubrir y valorar sus intereses, preocupaciones y ansias vitales; partir de sus necesidades y aspiraciones concretas; integrar
la fe en su vida cotidiana; y educar en la fe respetando la diversidad de situaciones y niveles en que se encuentran. 24
Lo mencionado hasta el momento fundamenta un ejercicio investigativo en donde se
pueda “preguntar qué es y para qué es la teología; y discernir qué lugares físicos y sociales
ofrecen mayores y mejores garantías para que sea oída la revelación de Dios, surja la fe y
una y otra se elaboren intelectualmente en una reflexión coherente”25; y en medio de una
cultura que abarque la totalidad de la vida26. Por consiguiente, la investigación se realiza con
un enfoque en cuatro categorías teológicas a saber: lenguaje religioso, Reino de Dios,
seguimiento a Jesús el Cristo y pedagogía de la acción.
De acuerdo a estas categorías, el objetivo general del presente trabajo documentado
busca identificar para los jóvenes del nivel base del movimiento juvenil lasallista “Indivisa
Manent” del Colegio De La Salle de Bogotá un lenguaje religioso significativo, mediante la
lectura hermenéutica, que lleve a una opción por el seguimiento a Jesús el Cristo en la
23 Rodríguez Mancini, “Pastoral educativa. Una mirada de fe sobre la tarea escolar”, fechado el 01 de junio de
2005. 24 González, “La Pastoral Juvenil: principios teológico-pastorales y orientaciones metodológicas”, 247-266 25 Gonzales de Cardenal, Olegario. “El lugar de la teología”, 18. 26 La cultura así entendida, abarca la totalidad de la vida de un pueblo: el conjunto de valores que lo animan y
de desvalores que lo debilitan y que, al ser participados en común por sus miembros, los reúne en base a una
misma “conciencia colectiva”. Documento de Puebla, “III Conferencia General del Episcopado
Latinoamericano”, n. 386-387
13
construcción del Reino. Y para esto, se deben tener en cuenta cuatro objetivos específicos:
primero, indagar acerca de un lenguaje religioso configurador de sentido para los jóvenes;
segundo, caracterizar las acciones de Jesús y el compromiso en la construcción del Reino que
éstas generan; tercero, interpretar un lenguaje religioso significativo que pueda manifestarse
en las situaciones concretas de la vida de los jóvenes a partir del seguimiento a Jesús el Cristo;
y por último, ofrecer un lenguaje religioso significativo que impacte la existencia del joven
y revierta en un compromiso de vida.
En esta medida, se procederá con el método de análisis hermenéutico cuya finalidad
primera es suscitar una captación de significado o de sentido, y convertir algo en percibido y
entendido27. Y para esto, en palabras de Alberto Parra, los aportes de la teoría hermenéutica
indican que el texto de tradición, el contexto de situación y el propósito redentor y liberador
son los elementos en juego en el negocio de la interpretación28. Por consiguiente, estos serán
los pasos a proceder dentro de la presente investigación, los cuales proponen los siguiente:
El primero y principal de ellos en toda elaboración teológica es el texto o
comprensión29, el cual tiene el primado en el catálogo de los lugares teológicos (nivel base
de IM), y es el referente fundamental para establecer cómo se desvela Dios; asimismo, se
caracteriza por la captación de la vida y de la historia. Ahora bien, como el texto es un campo
hermenéutico determinado y objetivo, en donde es necesario una apertura para percibir tanto
los horizontes dados como para estar dispuesto a dejarse decir algo por el texto; se debe partir
entonces de los hechos concretos y sencillos de la vida de los jóvenes de nivel base que
integran el grupo juvenil “Indivisa Manent” del Colegio De La Salle de Bogotá, de tal manera
que se pueda acceder a la realidad de ellos para indagar acerca de un lenguaje religioso
configurador de sentido.
El segundo paso hace relación por la así llamada mediación social analítica o
interpretación30, que corresponde con el momento de análisis e interpretación de los
27 Parra, Textos, contextos y pretextos, 13-45. 28 Ibíd. 29 Ibíd. 30 Ibíd.
14
contextos de situación que forman parte del nivel base de IM. Por eso, ya dada una
comprensión del lugar teológico, respecto a la indagación acerca de un lenguaje religioso
configurador de sentido desde la expresión personal de cada uno de los jóvenes y sus
aspiraciones respecto al hecho de una apertura y acogida; es necesario, seguidamente,
caracterizar las acciones de Jesús y el compromiso en la construcción del Reino. En otras
palabras, es lo que dichas acciones generan para así interrogarse por el sentido de interpretar
un lenguaje religioso significativo que pueda manifestarse en las situaciones concretas de la
vida de los jóvenes a partir del seguimiento a Jesús el Cristo.
Finalmente, la mediación práctica o aplicación31, es la fuente de donde la teología
extrae su vigor, comprueba su verdad y verifica su eficacia al servicio de la salvación y la
liberación. Por tanto, la investigación se condensa en este paso al ofrecer un lenguaje
religioso significativo que impacte la existencia del joven y revierta en un compromiso de
vida, de tal manera que actúe en el terreno de sus propias actitudes, con las personas de su
entorno, y ante los hechos y situaciones reflexionadas.
Todo lo anterior determina la direccionalidad del método, el cual entra en un diálogo
directo con la pregunta ¿cómo ofrecer a los jóvenes del nivel base del movimiento juvenil
lasallista “Indivisa Manent” del Colegio La Salle de Bogotá un lenguaje religioso
significativo que lleve a una opción por el seguimiento a Jesús el Cristo en la construcción
del Reino? Y facilita la metodología del proceso investigativo en donde:
Se indagará, de acuerdo a la comprensión obtenida del lugar teológico (nivel base del
movimiento juvenil lasallista “Indivisa Manent”), acerca de un lenguaje religioso
configurador de sentido para los jóvenes.
Más adelante, a partir del campo de la cristología, se caracterizarán las acciones de
Jesús y el compromiso en la construcción del Reino que éstas generan; para así
interpretar un lenguaje religioso que pueda manifestarse en las situaciones concretas
de la vida de los jóvenes.
31 Ibíd.
15
Por último, la aplicación del trabajo consistirá en ofrecer un lenguaje religioso
significativo al acompañamiento que impacte la existencia del joven y revierta en un
compromiso de vida, en donde fe y praxis se unan para llevar a los jóvenes a una
opción por el seguimiento a Jesús el Cristo en la construcción del Reino.
En síntesis, se espera la identificación de un lenguaje religioso significativo que pueda
manifestarse en las situaciones concretas de la vida de los jóvenes de nivel base de IM, de tal
manera que puedan optar libremente por el seguimiento a Jesús el Cristo en la construcción
del Reino; y aprender a mirar desde la fe todo aquello que les rodea. Sin duda alguna, esto se
verá reflejado en el liderazgo que ejerzan en otros niveles de IM32, en las catequesis, en la
proyección social, en el fortalecimiento de la vida comunitaria y en la vinculación a procesos
pastorales una vez terminada su escolaridad con una idea clara del compromiso cristiano en
consonancia con el Evangelio.
En efecto, el impacto de la investigación tendrá incidencia en el campo de la teología
de la acción respecto a la pastoral juvenil como lugar teológico. Esto es, para que las
investigaciones de tercera búsqueda, los movimientos pastorales y la vida pastoral de la
Iglesia, puedan comprender, interpretar y aplicar un lenguaje religioso significativo en el
acompañamiento de los jóvenes hoy.
32 Niveles de Indivisa Manent. Secretariado para la pastoral, Movimiento Juvenil Lasallista Indivisa Manent, 1-
42.
16
CAPÍTULO I: UN LENGUAJE RELIGIOSO CONFIGURADOR DE
SENTIDO
1.1. Introducción
Un lenguaje religioso que sea configurador de sentido, no deja de ser sugerente al
momento de entrar en diálogo con los jóvenes en todo aquello que implica la religión. Por
tanto, esta primera parte de la investigación se encargará de exponer aquello que se entiende
por contexto juvenil, principalmente, en referencia a la cultura y a la religión; para así
determinar el impacto del lenguaje y los elementos de su significatividad o performatividad
en la pastoral juvenil. Luego, se espera que lo anterior conlleve a la adquisición de
herramientas que permitan identificar, por un lado, el mal uso del lenguaje religioso; y, por
otra parte, justificar las razones que dan sentido a que dicho lenguaje sea una forma de vida,
análogo al contexto actual y de uso simbólico, para que el joven pueda optar libremente a
través del acompañamiento pastoral por el seguimiento Jesús el Cristo en las situaciones
concretas de su realidad.
1.2 Contexto juvenil
El uso del lenguaje religioso para los jóvenes hoy, exige, como primer paso, ubicar
cuáles son las características del contexto juvenil actual, puesto que aquello que se entiende
por “joven” a lo largo de la historia, varía según el entorno social, económico, político,
cultural, religioso y psicológico del ser humano. No obstante, en la presente investigación la
categoría “joven” hace referencia al adolescente entre 14 y 16 años, vinculado a actividades
extracurriculares de pastoral (en un contexto de escolaridad) del Colegio De La Salle de
Bogotá, y quien cumple diversos roles como hijo, estudiante, miembro de la sociedad; y que
tiene una dimensión como ser humano que lo conforma como tal. De igual manera, cabe
anotar que dicho joven está sujeto a constantes cambios y trasformaciones en su forma de
pensar, sentir, actuar y hablar; y más aún, al momento de relacionarse con todo aquello que
le rodea.
17
No es extraño considerar entonces que se habla de un mundo contemporáneo en donde
ellos también son herederos de un tiempo y un espacio particular en la historia, y cuyo
contexto social es diverso o heterogéneo en el ámbito cultural y religioso: es secularizado.
Además, existen profundas diferencias de clase socioeconómica, y diversas perspectivas
políticas e ideológicas que son polarizantes y radicales. Ahora bien, en primera instancia, es
importante detallar los conceptos clave de agregación e interacción juvenil en la actualidad,
como lo entiende la investigadora mexicana Rossana Reguillo33, quien plantea cuatro
escenarios principalmente:
1) Grupo: hace referencia a la reunión de varios jóvenes que no supone organicidad,
y cuyo sentido está dado por las condiciones del espacio y del tiempo.
2) Colectivo: refiere la reunión de varios jóvenes que exige cierta organicidad, y cuyo
sentido prioritariamente está dado por un proyecto o actividad compartida; sus
miembros pueden o no compartir una adscripción identitaria (cosa poco frecuente).
3) Movimiento juvenil: supone la presencia de un conflicto y de un objeto social en
disputa que convoca a los actores juveniles en el espacio público; es de carácter
táctico y puede implicar la alianza de colectividades o grupos.
4) Identidades juveniles: nombra de manera genérica la adscripción a una propuesta
identitaria (punk, tagger, skinhead, rocker, góticos, metaleros, okupas).
De acuerdo a lo anterior, luego de haber identificado al movimiento juvenil como
escenario de agregación e interacción de jóvenes en el ámbito de la pastoral, es importante
señalar ahora un contexto mediado implícitamente por dos factores: la cultura y la religión.
Por ende, es oportuno traer a colación cada uno de ellos y su relación entre sí para determinar
un eventual encuentro de dialogo, y así proponer un lenguaje que sea significativo.
1.2.1. La cultura
Un primer factor, en relación a la cultura34, lleva a pensar en el modo particular en
cómo, en un pueblo o una sociedad, los jóvenes pueden cultivar de una forma plenamente
33 Franco Nava, “Culturas juveniles: desvalorización y desencanto en la sociedad contemporánea”, 5. 34 Documento de Puebla, “III Conferencia General del Episcopado Latinoamericano”, n. 386.
18
humana su relación con la naturaleza, entre sí mismos y con Dios. Por eso, si bien la cultura35
debe ser entendida como un estilo de vida común que caracteriza a los pueblos, y en donde
existen diversas creencias que se concretan en la experiencia, en la praxis, en lo vivido; ella
incide también en el contexto juvenil ante una realidad social, política, económica e histórica.
Por otro lado, los jóvenes son “susceptibles a un mercado libre de cuantiosos
pensamientos, eligen el camino que mejor les acoge, con lo que seguramente desean ser, pues
están sujetos a ser conducidos por el flujo social que actúa como punto de referencia".36 En
este aspecto, la volatilidad de los jóvenes respecto a sus motivaciones, creencias y
tradiciones, implica una inestabilidad en sus convicciones, las cuales cambian de manera
aleatoria según el contexto en donde se encuentren. Por ejemplo, en las culturas juveniles
actuales, en contextos de frustración política o religiosa, quienes encuentran rasgos y
elementos identificativos no dudan en integrarse a determinados grupos o movimientos, de
tal manera que se alcance una mayor satisfacción personal de intereses. De ahí que exista en
algunos jóvenes un interés político, económico, social, cultural o religioso en ser skinhead,
gnóstico, ateo y/o liberal, entre otros.
1.2.2. Una percepción de la religión
Este segundo factor concierne particularmente a la religión cristiana–católica, y a la
percepción que tienen los jóvenes de ella en la actualidad. Por ende, es importante analizar
si la religión es realmente entendida en el contexto juvenil como un conjunto de hondas
creencias selladas por Dios37, y como un acervo de valores que responde con sabiduría
cristiana a los grandes interrogantes de la existencia38 en donde los jóvenes se pueden
evangelizar continuamente a sí mismos39; o como algo totalmente distinto.
Es oportuno entonces confrontar en qué medida es responsable el uso religioso del
lenguaje en contextos juveniles; y la manera en cómo se habla allí de Dios. Esto es, si la
35 Ibíd. 36 Franco Nava, “Culturas juveniles: desvalorización y desencanto en la sociedad contemporánea”, 1. 37 Documento de Puebla, “III Conferencia General del Episcopado Latinoamericano”, n. 444. 38 Ibíd., 448. 39 Ibíd., 450.
19
religión conlleva a una comprensión coherente, cercana y amorosa de la realidad como
experiencia con Dios; o si se está arrastrando al joven hacia el escepticismo, la indiferencia
y al temor que responden exclusivamente a la verticalidad institucional de un Ser distante y
dominante. Por ejemplo, durante la clase de Educación Religiosa Escolar de grado noveno,
del Colegio De La Salle de Bogotá, un grupo de estudiantes anotó lo siguiente acerca de la
misión de la Iglesia en la actualidad:
La Iglesia ha perdido mucha influencia en la sociedad (…) la gente de hoy en día busca más las opiniones críticas y analíticas que los misterios y las
preguntas que deja la religión, por eso hoy en día tiene más peso y credibilidad la ciencia, que la Iglesia. Aunque no quiero decir que se haya perdido
la fe. (…) algunos jóvenes sienten que la religión, por decirlo así, es una estupidez (…) y solo se acuerdan de Dios cuando tienen un examen. (…).
Por otra parte, se tiene que tener en cuenta que muchas veces no vamos a estar de acuerdo con los ideales de nuestra religión, y no por ello somos
menos creyentes. Por ejemplo, el caso de un cristiano católico que está a favor del matrimonio homosexual, o un musulmán que está en contra de los
grupos islamistas radicales. Alejandro Cañas.
La misión de la Iglesia en la actualidad es velar porque (…) jóvenes como yo nos incentivemos y nos motivemos por estar en una religión por
voluntad propia, que sea nuestra elección. Sarah Franco.
En mi opinión, la Iglesia, hablando de la sociedad y de los jóvenes, últimamente no tiene tanta influencia ya que los jóvenes no creen mucho en las
religiones a no ser que haya sido inculcada por su familia. Pedro Pérez.
Desde siempre sabemos que el tema de la Iglesia ha sido un tema de debate principalmente porque no todos somos iguales, es decir cada quien tiene
una forma de ver las cosas totalmente distinta a como lo ven las otras personas, esto hace que cada día que pasa los jóvenes perciban dicho tema
como algo totalmente cuestionable.40 Juan David Chica.
A la postre, no es extraño considerar que “nuestra época se caracteriza por un recelo
frente a todo tipo de metadiscurso omnicomprensivo. Y esta desconfianza nace de una
intención totalitaria de homogeneizar lo que es extremadamente heterogéneo”41, de sentir
cohibiciones en la libre expresión, de notar incompatibilidades entre la razón y la fe, y en
considerar lo religioso como algo fantasioso, carente de sentido y dado a la imposición. En
consecuencia, es necesario confrontar la vía en la que están interactuando el lenguaje
religioso de la pastoral y el contexto juvenil, para así determinar cuáles son las formas en que
dicho lenguaje debe acercarse a la realidad de los jóvenes de tal manera que se logre impactar
40 Alejandro Cañas, Sarah Franco, Pedro Pérez y Juan David Chica, Clase de Educación Religiosa Escolar de
grado noveno “La misión de la Iglesia en la actualidad”, Colegio De La Salle de Bogotá, 2017. 41 Franco Nava, “Culturas juveniles: desvalorización y desencanto en la sociedad contemporánea”, 6.
20
sus vidas en una opción por el seguimiento a Jesús el Cristo y en un compromiso ético
responsable.
Por ejemplo, José Laguna42 propone dos maneras diametralmente opuestas de
acercarse a la realidad. Por un lado, el colonizador, quien exporta su concepción y modo
(convencido de que su modelo es el ideal, intenta arrastrar a los demás hacia él) de vida allí
donde va; y, por otra parte, el huésped, quien dialoga con la cultura que lo acoge, valora otros
modos de entender la vida y no absolutiza su modelo de progreso. Ahora bien, ¿por cuál opta
el lenguaje religioso de la pastoral? Sin duda alguna, lo anterior es esclarecedor debido a que
el contexto juvenil implica puntos de referencia a imitar y seguir bajo una soberbia presión
social que “influye en la adopción de ciertas formas de vida, con un contenido de valores y
tradiciones, las cuales arraigadas en una territorialidad avanzan creando sociedades
estereotipadas y alternativas”43.
1.2.3. ¿Qué se debe tener en cuenta?
Sin embargo, “aunque los discursos que se tornan funcionales ante la sociedad
contemporánea se convierten en una realidad no auténtica, como lo describe Nietzsche con
una esencia nihilista en la que la verdad se convierte en fábula”44, es importante tener en
cuenta que “la dimensión expresiva de las culturas juveniles no se reduce al comportamiento
más o menos alocado de unos 'no niños, no adultos', puesto que en sus prácticas y lecturas
del mundo radican pistas claves para descifrar las posibles configuraciones que asuma la
sociedad”45. Incluso, desde el ámbito religioso católico, son ellos, los jóvenes, a quienes “se
les debe tener en cuenta la realidad social, la educación de la fe y ofrecerles canales eficaces
de participación activa en la Iglesia y en la sociedad”46.
42 Laguna, Hacerse cargo, cargar y encargarse de la realidad: hoja de ruta samaritana para otro mundo
posible, 19-20. 43 Franco Nava, “Culturas juveniles: desvalorización y desencanto en la sociedad contemporánea”, 1. 44 "En Nietzsche, como se sabe, Dios muere en la medida en la que el saber ya no tiene necesidad de llegar a
las causas últimas, en la que el hombre no necesita ya creerse con un alma inmortal." Ibíd., 6. 45 Ibíd., 2. 46 Documento de Puebla, “III Conferencia General del Episcopado Latinoamericano”, n. 1187.
21
En síntesis, desde una perspectiva esperanzadora, “la sociedad actual está
experimentando nuevos momentos culturales, sociales y artísticos”47, que ofrece
oportunidades para los jóvenes con diversas formas de expresiones auténticas y libres. Al
mismo tiempo, el lenguaje también aparece como un universo de posibilidades para aquella
Iglesia en salida en donde los jóvenes son protagonistas, es decir, tienen sed de palabras
reales y acciones palpables; y son los principales representantes de una vida alternativa, en
la que se buscan el bien común y el ejercicio de los ideales”48. En este punto, se puede detallar
la urgencia del uso de un lenguaje con, para y entre los jóvenes.
1.3 Lenguaje
Esta parte del capítulo parte desde un pensamiento humano que está sujeto a
constantes cambios y transformaciones, como el del joven, y que, sin duda alguna, reposa en
contextos que son históricamente un producto del tiempo y del espacio; y evoluciona de
forma que lo elemental se cuestiona. Es por eso que, como lo afirma Humberto Maturana,
los seres humanos occidentales y modernos, miembros de una tradición cultural greco-judeo-
cristiana a la cual la ciencia moderna pertenece, explican y formulan preguntas que demandan
respuestas explicativas49. De acuerdo a esto, no son pocos, en especial los jóvenes, quienes
no se conforman hasta encontrar una respuesta a determinada pregunta. Por ejemplo, desde
el aspecto religioso, ¿Dios existe? ¿Es importante creer en Dios?
En efecto, se puede afirmar que los jóvenes están insertos en el lenguaje:
experimentan, entienden y deciden a través de este; y en respuesta, dicho lenguaje debe lograr
ser performativo al momento de interactuar en el contexto juvenil, puesto que, en palabras
de Humberto Maturana50, también el ser humano acontece en el lenguaje como tipo de
sistema viviente que es, y no tiene ninguna posibilidad de referirse a sí mismo o a cualquier
cosa fuera de él. No obstante, es necesario hacer hincapié en cuál debe ser el uso del lenguaje
para que sea significativo en el contexto juvenil.
47 Franco Nava, “Culturas juveniles: desvalorización y desencanto en la sociedad contemporánea”, 2. 48 Ibíd. 49 Maturana, La objetividad: un argumento para obligar, 17. 50 Ibíd., 48.
22
1.3.1. El uso
Al momento de interactuar dialécticamente con los jóvenes, son varios los riesgos,
tales como la confusión o la subjetivación en diversas interpretaciones, que entran a jugar en
un universo del lenguaje. Por consiguiente, como diría Gadamer, es importante tener en
cuenta que:
“Si intentamos considerar el fenómeno hermenéutico según el modelo de la conversación que tiene lugar entre dos personas, entre
estas dos situaciones en apariencia tan distintas como son la comprensión de un texto y el ponerse de acuerdo en una conversación,
hay un aspecto común fundamental: que toda comprensión y todo acuerdo tienen presente alguna cosa que uno tiene ante sí: Igual
que uno se pone de acuerdo con su interlocutor sobre una cosa, también el intérprete comprende la cosa que le dice su texto. [...]
La realización de la comprensión, ya se trate de textos o de interlocutores que le presentan a uno el tema, consiste justamente en
este llegar a hablar la cosa misma”51.
Por ende, si bien cada lector o parlante se convierte en un nuevo interprete a la luz de
lo escrito o escuchado, no es menos oportuno preguntar por aquello que se evoca en los
jóvenes cuando se les comunica la cosa misma; y lo que se desea lograr en ellos cuando se
les persuade. Y esto es, porque al momento de comunicar un determinado mensaje para
provocar algún efecto, este puede no ocurrir; o a la vez, aunque no se desee producir alguna
consecuencia, esta puede ocurrir.
Lo anterior conlleva a un uso responsable del lenguaje en donde los recursos
lingüísticos permitan al comunicador ser lo más asertivo posible para que el mensaje llegue
de manera performativa al joven, y así la interpretación tenga efectos concretos en su praxis.
Por eso, en el punto de partida de dicho uso, según John L. Austin52, el comunicador debe
considerar seriamente en qué sentido eso que dice implica que se haga algo. Y ante esto, el
filósofo británico ofrece un esquema teórico:
“Cuando alguien dice algo se debe distinguir: a) el acto de decirlo, esto es, el acto que consiste en emitir ciertos ruidos con cierta
acentuación, ruidos que pertenecen a un vocabulario, que se emiten siguiendo cierta construcción y que, además, tienen asignado
cierto ‘sentido’ y ‘referencia’. Austin denomina a esto el acto locucionario, o la dimensión locucionaria del acto lingüístico; b) el
acto que llevamos a acabo al decir algo: prometer, advertir, afirmar, felicitar, bautizar, saludar, insultar, amenazar. Austin llama a
esto el acto ilocucionario, o la dimensión ilocucionaria del acto lingüístico; y c) el acto que llevamos a cabo porque decimos algo:
intimidar, asombrar, convencer, ofender, intrigar, apenar. Austin llama a esto el acto perlocusionario o la dimensión
perlocucionaria del acto lingüístico”53.
51 Gadamer, Verdad y método 1, 457. 52 Austin, Cómo hacer cosas con las palabras, 32. 53 Ibíd.
23
En el ejemplo 1, Austin propone hacer una comprensión más exacta de lo expuesto
hasta el momento:
Ejemplo 154:
Acto locucionario Él me dijo “déselo a ella”, queriendo decir con “déselo”, déselo, y
refiriéndose con “ella” a ella.
Acto ilocucionario Me aconsejó (ordenó, instó) que se lo diera a ella.
Acto perlocusionario Me persuadió que se lo diera a ella.
Conclusión Hizo (consiguió) que se lo diera a ella.
Se puede distinguir el acto locucionario “dijo que…”, el acto
ilocucionario “sostuvo que…” y el acto perlocusionario “me
convenció de que…”
Empero, si el lenguaje es religioso, se pueden proponer también desde la Biblia el
ejemplo 2 de acuerdo a la propuesta de Austin:
Ejemplo 2:
Actos Mt 22, 15-22 Juan 4, 1-42
Acto
locucionario
entonces les dijo: pues den al
César lo que es del César, y a
Dios lo que es de Dios.
entonces le dijo a la mujer: Si
conocieras el don de Dios, y quién
es el que te dice: Dame de beber;
tú le pedirías, y él te daría agua
viva.
54 Ibíd., 148.
24
Acto
ilocucionario
les exhortó a que dieran al Cesar lo
que es del Cesar y a Dios lo que es
de Dios.
le instó a conocer el don de Dios, y
a quién le dice: Dame de beber.
Acto
perlocucionario
Y no pudieron sorprenderle en
palabra alguna delante del
pueblo, sino que, maravillados de
su respuesta, callaron.
La mujer le dijo: Señor, dame esa
agua, para que no tenga yo sed.
Conclusión Hizo (consiguió) que se callaran.
Podemos distinguir el acto
locucionario “les dijo que…”, el
acto ilocucionario “sostuvo que le
di dieran al Cesar lo que es del
Cesar y a Dios lo que es de
Dios…” y el acto perlocusionario
“los convenció de que se
callaran…”
Hizo (consiguió) que la mujer
conociera el don de Dios y le
descubriera quien era él.
Podemos distinguir el acto
locucionario “le dijo que…”, el
acto ilocucionario “le instó a
conocer el don de Dios, y a quién le
dice: dame de beber…” y el acto
perlocusionario “la convenció de
que le pidiera de esa agua viva…”
O también, partiendo desde el contexto juvenil y el escepticismo de los adolescentes
en cuanto a lo religioso, se plantea el ejemplo 3:
Ejemplo 3:
En alguna ocasión, un padre de familia compartía su preocupación debido a que su
hijo al entrar a la adolescencia decidió no volver a asistir a eucaristía el día domingo con toda
la familia por cuestiones de escepticismo. Cabe destacar, que esta familia había acordado un
compromiso para los días domingos, y consistía en compartir juntos el espacio de la eucaristía
y el almuerzo. No obstante, el padre conoce muy bien a su hijo, han sido muy cercanos, sabe
cuáles son sus sentimientos, temores y preocupaciones; y después de un diálogo fraterno,
logró que él comprendiera que la importancia de asistir a eucaristía implicaba asumir un
25
compromiso como miembro de una familia. Durante el diálogo el padre decidió decirle a su
hijo lo siguiente:
Acto locucionario Le dije a mi hijo: “asistir a eucaristía no es solo un deber ritual, es
un compromiso que asumimos como familia ante Dios y tú eres
parte de esta familia”.
Acto ilocucionario Le recordé que asistir a eucaristía no es solo un deber ritual, es un
compromiso que asumimos como familia ante Dios y tú eres parte
de esta familia.
Acto perlocucionario Lo persuadí de que asistiera y asumiera el compromiso familiar.
Conclusiones Hizo (consiguió) que su hijo asumiera la eucaristía como un
compromiso familiar ante Dios.
Podemos distinguir el acto locucionario “el padre le dijo a su hijo
que…”, el acto ilocucionario “el padre le recordó a su hijo que…”
y el acto perlocusionario “el padre persuadió a su hijo de que…”
De acuerdo a la lógica del esquema propuesto por Austin en el ejemplo 1, los ejemplos
2 y 3 permiten concluir que tanto Jesús como el padre de familia conocen contextos, saben a
quienes se dirigen y conocen la forma en cómo hablarles a sus oyentes para alcanzar en ellos
un efecto perlocucionario. Es decir, Jesús conoce las necesidades y fragilidades del pueblo,
así como el padre de familia conoce muy bien a su hijo, sabe de él. En síntesis, los ejemplos
propuestos evidencian que lo convencional del acto locucionario e ilocucionario, puede
producir un efecto que trasciende al acto perlocusionario para ejercer acciones concretas
configuradoras de sentido: “lo que se dice implica que se haga algo” equivale a “lo que se
cree se hace praxis”.
1.3.2. Un lenguaje entendido más allá de la racionalidad
Es pertinente que la significatividad parta de un escenario en donde el lenguaje
ordinario sea entendido como una clase de conservatorio de expresiones que preserve el
poder descriptivo más alto de la experiencia humana, particularmente en el campo de la
26
acción y los sentimientos, como también lo afirma Ricoeur55. Incluso, el lenguaje ordinario
o natural recoge las principales distinciones que vale la pena hacer, por lo menos en todos
los aspectos prácticos de la vida humana56. Por consiguiente, el lenguaje ordinario no es, no
puede y no debe funcionar de acuerdo al modelo de los lenguajes ideales construidos por los
lógicos y los matemáticos57, quienes buscan explicarlo todo.
En este orden de ideas, ante un contexto juvenil mediado por lo academicista, las
comunicaciones, las nuevas tecnologías, las creencias, la sexualidad, lo erótico, el
escepticismo y el temor frente a lo religioso, entre otras circunstancias; resulta importante
hablar al mismo tiempo de sentimientos, pensamientos y acciones, a través de un lenguaje
que implique las situaciones concretas que vive el joven hoy para lograr una interpretación
más cercana y objetiva a su realidad.
Por ejemplo, en cuanto a lo religioso, no es raro que para algunos jóvenes hablar de
Dios en la actualidad sea algo aburrido, extraño, lejano e incluso opresor, y más aún, cuando
son ellos mismos quienes intentan hacer puentes de conexión entre problemáticas actuales
de discusión pública, que pueden estar viviendo y ante las cuales no tienen una orientación
adecuada, como la guerra, la homosexualidad, el ejercicio de una genitalidad poco informada,
el cambio climático, entre otras. Por ejemplo, en mensaje a los medios de comunicación
sobre el proceso de paz y la etapa de posconflicto en Colombia tras la cumbre de One Young
World Bogotá, la alcaldesa de La Haya, Pauline Krikke, fechado el 08 de octubre de 2107,
aseguró: “el mensaje más grande que me llevo es el tema de la inspiración. Me llegó al
corazón que los jóvenes hablaran de reconciliación y de cómo usan sus historias para
construir un país mejor”.58
Por tanto, también es importante resaltar el liderazgo de los jóvenes y sus deseos en
dejar una impronta para el futuro. Y aunque el discurso religioso como tal se agote para
algunos, y el lenguaje y el testimonio con que se está llegando a ellos ya esté perdiendo
55 Antiseri, El problema del lenguaje religioso, 157-158. 56 Austin, Cómo hacer cosas con palabras, 12. 57 Ricoeur, Del existencialismo a la filosofía del lenguaje, 16. 58 Pauline Krikke, mensaje sobre el proceso de paz y la etapa de posconflicto en Colombia tras la cumbre de
One Young World a los medios de comunicación, fechado 08 de octubre de 2017.
27
fuerza, por culpa del mismo proceso evangelizador, no muy adecuado al tiempo y contexto
de los jóvenes como tal; es claro que ellos están ansiosos de ser protagonistas de un cambio.
Por otro lado, el conflicto entre la fe y la razón, en lo que se cree y en lo que se sabe,
ha conllevado a un escenario en el cual el joven tiende a conocer lo que es explicable desde
lo científico, incluso la fe, y así haber adquirido un “saber”. A la postre, y desde la lógica de
Antiseri, existe un riesgo latente en donde los jóvenes pueden quedar rezagados a instalarse
en un campo de interacción exclusivo entre el lenguaje y el cientificismo para obviar aquello
en lo que se cree: “quien cree puede ser tipificado con respecto a quien sabe, pues quien cree
no conoce, no ha experimentado y quizá no podrá experimentar el contenido de lo que
cree”.59
En consecuencia, esto hace del lenguaje un medio de vital importancia para llegar a
la vida del joven contemporáneo enfrentado al antropocentrismo radical que busca explicar
todo desde la racionalidad y que no permite que se hable, ni se diga nada de Dios. Empero,
no hay que perder de vista aquello que el evangelista trae a colación cuando señala: “por
aquel entonces dijo Jesús: — Padre, Señor del cielo y de la tierra, te doy gracias porque has
ocultado todo esto a los sabios y entendidos y se lo has revelado a los sencillos” (Mt 11,25),
simplemente, a quienes creen.
Paralelamente, no se debe obviar la importancia de un lenguaje cercano y
comprensible entre el emisor y el receptor. Por ende, el lenguaje ordinario debe ser entendido
desde lo plenamente humano, el cual desarrolla su misión bastante bien con vistas a las
exigencias y experiencias de nuestra vida corriente, y para expresar sentimientos60. Y es
justamente dicha expresión de los sentimientos, en donde el lenguaje debe permitirle al joven
cultivar, por ejemplo, su relación con la naturaleza, consigo mismo, con el otro; es decir, ser
él, estar en el mundo, sentirse en la realidad y no verse presionado a explicarlo todo desde la
racionalidad, sin subordinar la importancia de esta.
59 Antiseri, El problema del lenguaje religioso, 166. 60 Antiseri. “El problema del lenguaje religioso”, 157-158.
28
Lo expuesto hasta el momento no puede ser entendido como una instancia para llevar
al joven a entrar en desavenencias con la razón, puesto que “la creatividad del pensamiento
tiene mucho que ver con la interpenetración de lo racional y lo emocional, que es lo que
permite superar la esterilidad de la misma lógica”61. Pero, en este sentido, tanto la razón como
la religión deben entrar en diálogo para reconocerse mutuamente, de tal manera que el joven
contemporáneo también sea libre en la opción de mirar desde su relación con Dios, la
economía, la política, la cultura, la justicia, la paz, el medio ambiente; y señalar así la realidad
humana a partir de su corazón como creyente: como una respuesta de fe.
1.3.3. Lo significativo del lenguaje
En el universo del lenguaje, la variabilidad de los valores semánticos, su sensibilidad
a contextos y el carácter irreduciblemente polisémico de términos lexicales, son las
condiciones permanentes y fructíferas del funcionamiento del lenguaje ordinario, que en
otras palabras, es la condición básica del discurso simbólico, como lo afirma Ricoeur62, y lo
cual conlleva a una forma de vida. En efecto, en palabras de Darío Antiseri, “entender el
lenguaje significa vivir una determinada vida. Y esto es lo que cuenta. De no ser así, todos
los discursos giran en el vacío y el lenguaje se va de vacaciones”.63
De igual manera, el lenguaje también debe ser entendido como el logos del hombre
que saca a la luz las fuerzas espirituales que existen en su interior; es más que racionalidad:
es significado64. Por eso, al joven hay que entenderlo también como una fuerza
transformadora y dinamizadora de la realidad, debe ser entendido como un ser espiritual que
vive en una cultura concreta, en una sociedad delimitada, y con una forma de entender la vida
desde un sentido en la praxis.
En efecto, ante las distintas expectativas, temores, ideales y/o anhelos que existen
entre los adolescentes hoy, el lenguaje debe moverse en el campo de la experiencia, para que
aquello que en lo que se cree, pueda tener sentido en una praxis concreta. Además, que dicha
61 Estrada, Imágenes de Dios: la filosofía ante el lenguaje religioso, 24. 62 Ricoeur, Del existencialismo a la filosofía del lenguaje, 16. 63 Antiseri, El problema del lenguaje religioso, 187. 64 Galindo, Los lenguajes de la fe en la praxis, 299.
29
praxis esté ubicada en un escenario cultural en el cual se transmita una vida personal a través
de un estilo de vida común que sea plenamente humano, y que logre señalar la realidad. Pero,
¿Cómo hacer que la experiencia sea significativa?
Para esto, un acercamiento puede hacerlo el lingüista austriaco Ludwig Wittgenstein,
con lo que él llama “juegos del lenguaje”, en donde afirma:
“Hay innumerables clases de usos diferentes de lo que podemos llamar símbolos, palabras, frases. Y esta multiplicidad no es algo
fijo, dado de una vez por todas, sino que nuevos tipos de lenguaje, nuevos juegos de lenguaje, como podemos decir, aparecen, y
otros se vuelven obsoletos y se olvidan (…) es interesante comparar la multiplicidad de herramientas en el lenguaje y las maneras
como se usan (…)”.65
Según Wittgenstein, estos juegos del lenguaje están relacionados con distintas formas
de vida, que en el campo religioso, por ejemplo, “pueden dar una clara salida al problema del
lenguaje sobre Dios”, así como lo afirma a su vez Carmiña Navia Velasco66. Por eso, el
lenguaje es al mismo tiempo causa, posibilidad y consecuencia de una determinada visión
del mundo, de un acercamiento concreto a la realidad, de una praxis social67.
De esta forma, Carmiña Navia68 sugiere que la afirmación de Wittgenstein: “el
significado de una palabra es su uso en el lenguaje”, adquiere nuevas luces: puesto que no es
solo su uso, sino ante todo su eficacia, su capacidad generadora de comportamiento. De ahí
que cuando un joven asegure como “verdad” a la doctrina de la Iglesia, dicha creencia pueda
hacerse praxis, de tal manera que la experiencia de relación con Dios se de en
comportamientos concretos, en actitudes particulares que permitan una comprensión más
cercana y dialéctica de la relación lenguaje-vida. Ahora bien, aquello que sugería Austin
desde el locutor “lo que se dice implica que se haga algo” es igualmente entendido desde el
oyente como “lo que se cree se hace praxis”; y esto último sucede cuando el mensaje
evangelizador que fue trasmitido a través de un lenguaje perlocucionario, es asumido por el
joven como una verdad absoluta que tiene un sentido de vida, y se manifiesta en las acciones
concretas de la realidad.
65 Carmina, La poesía y el lenguaje, 52. 66 Ibíd. 67 Ibíd. 53 68 Ibíd.
30
1.4 Lenguaje religioso
Lo expuesto hasta el momento deja ver que la propuesta filosófica de Wittgenstein
lleva a cuestionar si en el universo del lenguaje tiene sentido todo aquello que se afirma y
desde dónde se hace; y en este caso, para el contexto juvenil hoy, si el mensaje que se
comunica implicaría optar por una forma de vida como experiencia de relación con Dios. No
obstante, es necesario abordar ahora el lenguaje desde una categoría religiosa
perlocucionaria, de tal manera que, en palabras de Zuurdeeg, sea entendido como “un
lenguaje conviccional que no pretenda ser verificado como el de la física ni presentarse como
una demostración fundamentada en bases convencionales como es el caso del discurso
matemático”.69 Por ende, no es inválido considerar que la base del lenguaje religioso conste
de proposiciones que afirman una verdad no-empírica o fuera del discurso científico.
En este sentido, para el filósofo austriaco Anton Grabner-Haider, el análisis
lingüístico muestra que el lenguaje puede ser significativo en más de un solo camino, y puede
darse en un sentido análogo y simbólico.70 Por tanto, el lenguaje religioso puede emplear
elementos ficticios, prescripciones, manifestaciones emocionales, declaraciones de
intención, afirmaciones performativas y situacionales que describan el comportamiento
humano. Además, concluye el autor: “es característico del lenguaje religioso describir una
actitud de vida, expresar una determinada relación frente al mundo y la vida, o las intenciones
de seguir un camino de vida”.71
Esto último esclarece una posibilidad para que el lenguaje religioso afirme todo
aquello que puede ser aceptado como verdadero en un contexto juvenil, debido a que la fe es
un elemento interpretativo que el joven podría adjuntar a sus experiencias; y en donde cada
una de estas sería una “experiencia como”, es decir todo se experimenta “como algo”. Y la
fe religiosa es una semejante experiencia “como algo”.72 Por ejemplo, a Jesús se le
experimenta como el Mesías, el hijo de Dios; y como algo: la salvación.
69 Antiseri, El problema del lenguaje religioso, 165. 70 Grabner-Haider, Semiótica y teología, 194. 71 Ibíd. 72 Ibíd. 195.
31
De esta manera, al momento de comunicar un mensaje de vida que pretenda llevar a
los jóvenes a una experiencia de relación con Dios, el acompañamiento pastoral exige un
lenguaje religioso que no recurra, como la ciencia, a un saber verificable; sino que se base en
un lenguaje analógico y simbólico73 que no retrate realidades en sentido directo y literal74.
Esto es, que dicho lenguaje pueda remitir al joven a un testimonio que hable de Dios desde
su propio contexto. Ahora bien, antes de profundizar en las categorías de lo simbólico, la
analogía y el testimonio, es igualmente importante traer a colación, como primer paso,
aquellos riesgos que enfrenta el lenguaje cuando no logra ser lo suficientemente significativo.
Y a esto se le considera “las patologías del lenguaje religioso”.
1.4.1. Patologías del lenguaje religioso
El teólogo español José Luis Corzo Toral aborda las patologías del lenguaje religioso
en la acción pastoral desde dos vertientes: endógena y exógena75. En cuanto a la primera,
según Corzo76, implica aquellas anomalías que provienen de nuestro interior, de nuestra
propia naturaleza como creyentes, y que hacen referencia a lo siguiente:
Primero, quienes hablan de Dios lo hacen con un lenguaje que resulta insignificante
para la mayoría, por lo que el lenguaje se hace sectorial, y es percibido como sectario,
intersubjetivo, cifrado77; y por tanto, se olvida que Dios no es una patente, que es de todos, y
debe ser entendido a través de un lenguaje religioso significativo, perlocucionario, que haga
comprensible la fe como lo hicieron las primeras comunidades cristianas.
Segundo, no tomar en falso el nombre de Dios, es decir, ya no podemos regresar más
a un lenguaje que haga de Dios un objeto, a un mal lenguaje que lo señale “con los nuestros”
y que diga lo que Él rechaza y que nos permita esperar cuanto deseamos nosotros y poseer
cuanto ya tenemos78. En esta línea, no resulta extraño que para los jóvenes hoy, la idea de un
Dios cuyo nombre permitió derramamientos de sangre a lo largo de la historia o que va
73 Estrada, Imágenes de Dios. La filosofía ante el lenguaje religioso, 32. 74 Macquarrie, Lenguaje religioso y filosofía analítica actual, 478. 75 Corzo, Patologías del lenguaje en la acción pastoral, 79. 76 Ibíd., 83. 77 Ibíd. 78 Ibíd., 87.
32
acompañado de determinadas ideologías y políticas de la Iglesia en el pasado, sea un Dios
ajeno a ellos, a sus sentimientos, a sus temores, a su sexualidad, a su forma de soñar la vida.
En otras palabras, es vivir confiadamente en la idea de un Dios que creó al hombre a su
imagen y semejanza79; y no a un Dios creado a nuestra imagen.
Tercero, resulta patológico que el lenguaje nacido de la fe, que es gracia, se convierta
en un lenguaje con la pretensión de la lógica racional y natural, asequible sin la fe80. Por
ejemplo, afirmar que Jesús es el hijo de Dios, no es una información del mismo tipo que saber
que la capital de Turquía es Ankara. Entonces, ¿por qué empeñarnos en abaratar la gracia,
como decía Bonhoeffer, y hacer razonable hasta la locura de la cruz?81 No se puede salir en
defensa de un “Dios”, para que el otro crea en la misma fe religiosa, sin antes compartir la
experiencia de un “Padre” que es amor y perdón, que es ajeno a toda pretensión de la lógica
racional; y que se hace presente en la vida de cada uno de los jóvenes a partir de sus
experiencias personales y comunitarias.
Cuarto, la reticencia frente a la autonomía de la razón. Es decir, aunque la fe aprenda
cada día más a ver a Dios en sus criaturas, debe asumir y legitimar el lenguaje racional82. En
este punto, resulta interesante ver las siguientes conclusiones a las que llegaron el Papa
emérito Benedicto XVI y el heredero de la Escuela de Francfort Jürgen Habermas en el
debate sobre razón y religión:
Habermas habla del interés de la filosofía secular en la religión, y afirma lo siguiente:
“una filosofía consciente de su fiabilidad y de su frágil posición un una sociedad moderna,
tiene que atenerse a una distinción genérica entre un discurso secular, que es de y accesible
a todos, y un discurso religioso, que es dependiente de las verdades religiosas reveladas”83.
Enseguida, el filósofo de la Escuela de Frankfurt asegura que esta delimitación discursiva no
lleva asociada la pretensión filosófica de decidir qué es lo verdadero y qué es lo falso, sino
más bien, que “el abstenerse cognitivamente de todo juicio en este terreno se funda por el
79 Gn 1, 27 80 Corzo, Patologías del lenguaje en la acción pastoral, 87. 81 Ibíd. 82 Ibíd. 89 83 Habermas y Ratzinger, Entre razón y religión: dialéctica de la secularización, 35-36.
33
respeto a las personas y formas de vida que evidentemente extraen su propia integridad y su
propia autenticidad de sus convicciones religiosas”84.
No cabe duda que desde la visión de Habermas, la filosofía tiene óptimas
posibilidades para acercarse, dialogar y aprender de la religión, siempre y cuando esta última
no ejerza una coerción sobre las ciencias, que, en otra instancia, representa un foco de
discusión para los jóvenes cuando intentan hacer una compresión del hecho religioso. Por
ejemplo, en referencia a la creación de la humanidad, ¿creó Dios al hombre del barro o fue
el hombre una consecuencia de la evolución biológica? Ante esto, tanto fe como razón
pueden dialogar y hacer entendible la verdad. Por efecto, las ciencias pueden servir como
traductoras de un lenguaje religioso que sea salvífico y comprensible para los jóvenes, de tal
manera que la idea de creer en Dios sea también algo racional.
Entretanto, Benedicto XVI asegura que “hay patologías en la religión que son
altamente peligrosas y que hacen necesario considerar la luz divina que representa la razón,
(…), y la religión ha de dejarse purificar y ordenar una y otra vez”85, también “si la razón se
emancipa por completo y se desprende de tal disponibilidad a aprender, la razón se vuelve
destructiva”86. Sin embargo, Ratzinger concluye que es necesaria la correlacionalidad de
razón y fe, de razón y religión, pues “razón y fe están llamadas a limpiarse, purificarse y
reconocerse mutuamente”87.
En suma, a partir de esta cuarta patología, todo lo anterior deja entrever un escenario
en donde razón y fe pueden establecer un diálogo directo y asertivo de tal manera que el
lenguaje que interactúe con los jóvenes haga comprensible el hecho religioso en relación con
la perspectiva racional.
Quinto, adjetivar el sustantivo cristiano hace olvidar que la historia de la Iglesia
cuenta con una gran variedad de opciones, hasta contradictorias, encarnadas en muchos
cristianos diferentes y hasta santos. Esto no es relativismo, sino riqueza de la fe88. Por ende,
84 Ibíd. 85 Ibíd., 64. 86 Ibíd., 65. 87 Ibíd., 66. 88 Corzo, Patologías del lenguaje en la acción pastoral, 92.
34
el cristiano no debe hacer patentes de la marca cristiana, ni debe rehusarse a entrar en dialogo
ecuménico, e incluso, interreligioso. Por ejemplo, ante esto último, grandes han sido las
diferencias entre los cristianos católicos y los cristianos protestantes respecto a aquello que
implica la imagen de María en la fe.
Sexto, con la pintoresca expresión “hablar de lo que no sabemos”, José Luis Corzo se
ubica en el ámbito de la experiencia religiosa y de la fe cristiana, en donde palabras como
oración, presencia de Dios, reconciliación son expresiones comunes que no deben remitir al
diccionario, ni si quera teológico, sino más bien a la experiencia religiosa personal89. Sin
duda alguna, para poder hablar hay que vivir, y la experiencia personal nos remite a un
elemento trascendente que ya veremos más adelante: el testimonio.
Séptima, ignorar la parábola es algo que debe ser siempre evitable, puesto que la voz
del discípulo siempre debe hacer pasta con la experiencia humana90. De acá la importancia
en permitirnos entender las implicaciones de un lenguaje parabólico o análogo que se
explicará más adelante.
Octava, no es menos importante tener en cuenta la carencia de retórica y de buena
lectura. Esto es, no saber hablar. No obstante, un lenguaje religioso dirigido a los jóvenes
debe ser cuidadoso para lograr alcanzar una hondura humana en ellos, es decir, de trasmitir
con pasión el mensaje de tal manera que sea performativo, perlocusionario.
Por otro lado, Juan Luis Corzo propone al mismo tiempo una serie de anomalías del
lenguaje religioso en la acción pastoral que provienen del ambiente social, y las cuales llama:
patologías exógenas91. Acá se detallan tres de ellas:
Primera, el arquetipo cibernético como modelo. Suele denominarse, “paradigma
cibernético”92 y consiste fundamentalmente en un esquema transmisor de mensajes desde un
emisor a un receptor, a través de un canal y un lenguaje codificado que esquiva interferencias.
Este esquema puede hacernos correr el riesgo de poner a la Iglesia como emisora, cuando es
89 Ibíd., 93. 90 Ibíd., 94. 91 Ibíd., 99-106. 92 Ibíd., 100-101.
35
ella quien debe hacer consientes a los receptores de la presencia del Señor, el único emisor,
de quien ella misma depende.
Segunda, es lo que Corzo ha llamado “cortocircuito eclesiológico”93. Esto es, ya no
hay una experiencia vivencial que sea cercana, en el compartir doméstico, en la cercanía con
el otro a través de la eucaristía, la misión, que conozca el contexto, sino que la parroquia o la
escuela se convierten en una franquicia de alguna multinacional idéntica en todas partes que
hace solo un eco del centro.
Tercera, vigencias emergentes y vigencias de declive: según el autor, esta es quizás
una de las mayores patologías en cualquier lenguaje humano, lo que lo reduce a un sector de
la población, a una secta. Por ejemplo, una sociedad está definida por un sistema de vigencias
comunes (usos, creencias, ideas, estimaciones, pretensiones); una de ellas, y de las más
importantes es la lengua94, que presupone la vida social, y es una creación constante que
depende de la atención de los ciudadanos. Por ende, se debe atender al lenguaje dominante
para entender la atención predominante de la sociedad, dice el autor, no para traducir a su
última jerga nuestros mensajes, sino para profundizar desde la fe en los temples sociales más
hondos, donde allí, puede resonar la palabra de Dios95.
1.4.2. La analogía
Lo visto hasta el momento nos deja entrever que la analogía juega un papel central en
el discurso de Dios, y de acuerdo a esto, Anton Grabner-Haider considera que el modelo
lingüístico para Dios es mi propia persona: “lo que nosotros llamamos en Dios más grande
que lo que nosotros mismos somos, es siempre igual a aquello que nosotros ya conocemos”.96
Además, el filósofo italiano Darío Antiseri asegura que:
“el lenguaje humano, pese a la enorme complejidad de sus juegos, desarrolla su misión bastante bien con vistas a las exigencias y
experiencias de nuestra vida corriente, es adecuado para describir objetos y relaciones entre esos objetos, para expresar
sentimientos. Todo este mundo, se refiere a nuestras humildes experiencias humanas”97.
93 Ibíd., 103. 94 Ibíd., 104. 95 Ibíd. 96 Grabner-Haider, Semiótica y teología, 195. 97 Antiseri, El problema del lenguaje religioso, 158.
36
Por tanto, es sustancial señalar que se puede hablar de un lenguaje humano, nacido
para fines humanos, que humaniza todo lo que toca98; y que puede ser muy característico de
los contextos juveniles actuales puesto que está “enraizado a la experiencia finita”99. Sin
embargo, al hablar de un lenguaje religioso, ante el escenario de escepticismo que siente el
joven por la religión y la relación de esta con Dios, si el lenguaje pretende trasmitir una
verdad religiosa, cabe preguntarse entonces por la manera en cómo debe ser empleado dicho
lenguaje.
Para el teólogo inglés Eric Mascall, si se evita el antropomorfismo afirmando que el
lenguaje es empleado de manera no unívoca, entonces resulta inútil o carente de todo
contenido inteligible100. Y esto es algo que la religión debe evitar. No obstante, si no existe
una correlacionalidad entre fe y razón, ambas no podrían permitirse ser unívocas. Por
ejemplo, en un posible escenario de desavenencia entre ciencia y religión, si se afirma que
aquello que se cree no es propiamente lo que se sabe, entonces hablar de Dios no sería
unívoco, puesto que no hay una verdad empírica. Por ende, si el lenguaje es considerado de
manera unívoca o de verdades empíricas, entonces no se permitiría que se hable de Dios; y
no quedaría más opción de que el lenguaje religioso sea considerado como algo equívoco101.
Pero, hablar de Dios también implica hablar de una verdad revelada, y si el lenguaje es
equívoco, este silogismo nos lleva a pensar que tampoco se permitirá que se hable o se diga
nada sobre Él102, debido a que sería algo erróneo, algo sin sentido.
Este rígido dilema, según Antiseri103, es precisamente el que pone en marcha la vía
media de la lógica de la analogía, ya que el carácter polisémico del lenguaje nos permite
recurrir a la analogía como un recurso lingüístico para esclarecer algo, “como un instrumento
que ofrece criterios para un uso disciplinado del lenguaje corriente”104 que puede hablar de
Dios; y si es considerada como una opción aplicable al lenguaje para comunicar un mensaje
98 Antiseri, El problema del lenguaje religioso, 158. 99 Ibíd. 100 Ibíd. 101 Ibíd. 102 Ibíd. 103 Ibíd. 104 Ibíd., 161.
37
a los jóvenes, ella, la analogía, debe mediar desde un contexto juvenil de tal manera que el
mensaje sea asimilado.
Para esto, según la propuesta de Antiseri, hay dos especies de analogía: una de
atribución y otra de proporcionalidad 105. La primera, la analogía de atribución106, es
derivativa en el sentido de que predicamos una cualidad de una cosa y análogamente de otra,
puesto que la segunda es causa de la primera. Por tanto, dice Mascall:
“en su aplicación teológica, en donde las entidades puestas en analogía son Dios y la criatura, la relación que sirve de base a la
analogía será la de causalidad creativa; las criaturas se relacionan con Dios como efectos suyos”.107
Por otra parte, también Mascall afirma que la analogía de proporcionalidad “implica
que la entidad análoga en discusión se halla formalmente en los dos analogados y de la
manera determinada por la naturaleza del analogado”108. Por eso, en su aplicación teológica,
Antiseri considera que la analogía de proporcionalidad dice:
“un término predicado de Dios pertenece propiamente a su naturaleza, de modo proporcionado a su naturaleza, de la misma
manera que un término predicado de una de sus criaturas pertenece propiamente a su naturaleza, de modo proporcionado a su
naturaleza”.109
Así, por ejemplo, la bondad divina es a Dios, lo que la bondad humana es al
hombre110. Y para explicitar lo expuesto, es oportuno presentar la siguiente analogía:
Un joven nació y creció en una sociedad cuya ideología se fundamenta sobre la
autosuficiencia. A lo largo de toda su vida no ha escuchado hablar de otra cosa mejor y más
importante que la ideología implantada por los gobernantes de su propia sociedad, quienes
aseguran que los extranjeros solo desean hacerles daño y destruirle, y no existen otras
sociedades. Por tanto, dicho joven confía en sus gobernantes, no sabe que hay más allá de las
fronteras de su sociedad, no tiene acceso a las comunicaciones y dedica su vida por defender
la ideología estatal con arduas horas de trabajo rural. Él está seguro que hace lo correcto, lo
105 Ibíd., 158. 106 Ibíd., 159. 107 Ibíd. 108 Ibíd. 109 Ibíd. 110 Ibíd.
38
que es bueno, y vive feliz cumpliendo con la ley. Un día, la madre le confiesa al joven que
existe otra sociedad en donde se puede alcanzar lo que se sueña. También le confiesa que su
hermano no ha muerto, y que simplemente decidió viajar a esa sociedad para hacer realidad
sus sueños como músico. Ella deseaba eso para el hermano. Sin embargo, él piensa que su
madre le está perturbando con sus palabras. De repente, el joven se asusta, entra en
incertidumbre y piensa en el sufrimiento que pueda estar viviendo su hermano en aquella
sociedad desconocida. Sin embargo, la madre escucha junto al joven una melodía de uno de
los más importantes compositores de esa sociedad vecina. Mientras el joven escuchaba
aquella melodía, no comprende todo, pero se consuela pensando haber entendido que la
libertad era lo más parecido a la melodía.
Lo anterior, hace pensar que la creencia del joven respecto a Dios es tan similar a la
del mismo joven de la analogía respecto con su madre. Sin embargo, se percibe que cayeron
sus sesgos, y entendió que aquello que le decía su madre implicaba su felicidad. Se entiende
así, que el hijo es para la madre lo que el hombre es para Dios; y que la creatura debe ser
libre como lo es su creador. Por ende, se puede concluir que existe un mensaje de salvación,
el cual puede ser entendible y cercano para los jóvenes hoy, asimismo como lo presenta el
sinóptico de Lucas cuando Jesús habla del hijo prodigo 111.
Es por eso que el lenguaje debe lograr, a través de recursos lingüísticos como la
analogía, conocer emociones, anhelos, expectativas, y adentrarse a lo cotidiano que vive cada
uno de los jóvenes. Y esto es con el fin de que ellos puedan sentirse identificados, en la etapa
particular de su vida, desde lo que son, con un lenguaje humano que sea cercano, coherente
y comprensivo con sus propias perspectivas: ¡que haga entendible a un Dios cercano!
De esta manera, hay que adentrase y conocer tanto el contexto como el leguaje de los
jóvenes, su mundo, y lo que predomina en este; para que en el uso religioso de dicho lenguaje,
todo lo físico y lo material se convierta en parábola: y ninguna cosa o acontecimiento
signifique ya a sí mismo112, sino en aquello que une a Dios.
111 Lc 15, 11-32. 112 Grabner-Haider, Semiótica y teología, 206.
39
1.4.3 El uso simbólico
Luego de plantear la analogía como una herramienta lingüística del lenguaje religioso,
existe un segundo elemento de igual impacto, que en palabras de P. Ricoeur, “da que pensar”:
el símbolo. Para Juan Sebastián Teruel Sanz, los símbolos son imágenes significativas
sacadas de la experiencia cotidiana, y en términos religiosos, ellos están enraizados en la
experiencia humana (el agua, el fuego, la luz). Es así que en la simbolización se ve una clave
para la existencia humana: en el proceso de “ideación” la experiencia se traduce en
símbolos113.
Por tanto, acceder al símbolo es percibir su significado para la experiencia humana114,
y el lenguaje religioso sabe de su carácter de símbolo, ya que este último, invita al
pensamiento115, suscita experiencias que tienen relación con algo; y su uso solo puede ser
correcto o incorrecto pero no puede catalogarse como algo verdadero o falso116.
Sin embargo, es importante tener en cuenta que los símbolos religiosos no describen
a Dios; lo que hacen más bien es despertar entre los utilizadores de los signos aquellas
experiencias relacionadas con las experiencias originarias que provocan los símbolos117. Por
ejemplo, es en la partición del pan, como símbolo, en donde se hizo presente la experiencia
de Dios en medio de los primeros cristianos, y que experimentamos nosotros en el ahora: les
dijo Jesús: “yo soy el pan de la vida” (Jn 6, 35). “Y con un mismo espíritu, partían el pan por
las casas y tomaban el alimento con alegría y sencillez de corazón” (Hch 2, 46).
De esta manera, y para hablar trascendentalmente de Dios, Grabner-Haider asegura
que la aspiración más allá del mundo mítico de las imágenes se considera como un momento
fundamental del proceso religioso del lenguaje. Y de acuerdo a esto, dice el autor que la
adecuación de un sistema de símbolos solo puede constatarse por un camino pragmático,
113 Ibíd., 204. 114 Teruel, Lenguaje y fe, 282. 115 Grabner-Haider, Semiótica y teología, 206. 116 Ibíd. 117 Ibíd., 207.
40
como la partición del pan, pues los símbolos tienen efectos en las praxis de comportamiento
de sus utilizadores118.
Por otra parte, no es menos importante destacar que con el uso religioso del lenguaje
están íntimamente unidos los símbolos, puesto que mueven al sujeto comprendiente a
representarse un objeto. Por tanto, pueden funcionar en forma denotativa y connotativa119.
La primera, cuando hay que establecer una relación entre símbolo y objeto: el pan y Jesús; y
la segunda, cuando se aprehenden las propiedades intencionales del objeto: la fraternidad.
Finalmente, Juan Sebastián Teruel dice lo siguiente acerca de los símbolos:
expanden la realidad, nos ayudan a percibir aquello que sentimos y que las palabras no alcanzan a expresar; crean comunidad, ya
que condensan experiencias comunes; están vinculados a una cultura determinada; necesitan una interpretación y evocan; implican
a las personas en su totalidad; crean lazos y tienden puentes entre presente, pasado y futuro. 120
1.4.4 El testimonio
Los procesos de cambio y de reestructuración en la personalidad del adolescente, sus
relaciones interpersonales y los puntos de referencia para imitar y seguir, son ejes
fundamentales cuando busca sentirse aceptado, reconocido y valorado en su contexto. Por
ende, “creer, además de creer algo, quiere decir también, y sobre todo, creer en alguien”121,
y dada esta circunstancia, cabe denotar que cuando un individuo se siente identificado y se
integra al grupo de seres como él, deja a un lado al resto de la sociedad122, lo que provoca un
rompimiento de estereotipos y esquemas ya establecidos123.
En consecuencia, no es extraño considerar que la interacción del joven con su entorno
es referencial y genera identidad, debido a que, en palabras del pedagogo Andrés Soriano
Díaz, "la relación de pertenencia del individuo al grupo es intensa, globalizadora, y aporta un
sentido existencial. Todas sus maniobras y actuaciones parecen estar dirigidas y justificadas
en función de esa pertenencia"124. No obstante, retomando las palabras de Anton Grabner, el
118 Grabner-Haider, Semiótica y teología, 206. 119 Ibíd., 203. 120 Teruel, Lenguaje y fe, 282. 121 Antiseri, El problema del lenguaje religioso, 166. 122 Una sociedad liquida, vacía, carente de sentido. 123 Franco Nava, “Culturas juveniles: desvalorización y desencanto en la sociedad contemporánea”, 4. 124 Soriano, “Microculturas juveniles: las tribus urbanas como fenómeno emergente”, 140.
41
discurso religioso hay que situarlo en el lenguaje del comportamiento y las disposiciones125,
puesto que prescribe modos de comportamiento que, frente a otros, tienen una
preeminencia126, producen inquietud de imitación y seguimiento; y si Dios es identificado en
la experiencia, se dará una configuración con él127 de tal manera que el testimonio sea
respuesta de la fe.
De acuerdo a lo anterior, la relación entre testimonio y fe nos lleva a hacer una
comprensión de la definición de esta última como “asentimiento a unas verdades que no se
demuestran, que son no-empíricas, y que aceptamos como verdaderas sobre la base de la
confianza en alguien que testifique esas verdades”128. Y ante esto, Darío Antiseri asegura que
la lógica del testimonio permite aceptar dichas verdades129. Por ejemplo, en el cristianismo
el primer testigo es Cristo, y es a Cristo a quien, de testimonio en testimonio, tendremos que
remitirnos130: “nadie ha visto jamás a Dios: Cristo nos lo ha dado a conocer131; y nadie conoce
al Padre sino el Hijo, y a aquel a quien el Hijo quiera revelárselo132.
En la fe, los testimonios deben ser expuestos, examinados, autentificados, y los
testigos deben mostrar los motivos de su credibilidad, sus buenas razones, sus
argumentaciones razonables133, siendo ellos en la historia a través de un lenguaje religioso.
Es por eso que la fe no puede ser ingenua, también debe ser razonable, y si tenemos
presente que lo que impulsó a creer en Cristo y en sus palabras fue su persona histórica, sus
acciones, su moral de amor, las profecías cumplidas en él y las hechas por él, y el testimonio
de los apóstoles134; entonces los jóvenes pueden también aprender a ser testigos directos en
otros jóvenes, siendo ellos mismos en su realidad, existiendo en su historia: “las verdades
que se atestiguan, no necesitan maestros, sino únicamente testigos” (Wittgenstein). Esto es,
125 Grabner-Haider, Semiótica y teología, 209. 126 Ibíd., 201. 127 Ibíd., 200. 128 Antiseri, El problema del lenguaje religioso, 167. 129 Ibíd., 168. 130 Ibíd. 131 Jn 1, 18. 132 Mt 11, 27. 133 Antiseri, El problema del lenguaje religioso, 171. 134 Ibíd., 169.
42
que, en la autenticidad del testimonio, en donde la experiencia de Dios permite que el
creyente se vaya configurando con Él, no se obligue a creer, sino que se asuma el acto de fe
como una responsabilidad de acuerdo a unas acciones concretas en la realidad.
1.4.5 Una forma de vida
La volatilidad de saberes en esta era contemporánea deja ver una gran curiosidad entre
los jóvenes por alcanzar el saber, la verdad empírica; y más aún, cuando es la misma ciencia
la que representa proyectivamente el mundo. Por ende, si bien no es raro que el interés entre
la juventud se radique sobre lo científico, lo visto hasta esta parte de la investigación nos
esclarece que más allá de la ciencia y del mundo existe lo que es de Dios como una verdad
revelada no-empírica. Por eso, tampoco es raro pensar en aquello que afirmaba Wittgenstein:
¡que extraordinario es que exista algo!135:
Mi vida ha perdido realmente todo sentido y no consta más que de episodios insignificantes. Los que están en torno a mí no lo
advierten, ni tampoco lo comprenderían; pero yo sé que me falta algo fundamental. Ese algo fundamental se halla en la ética: la
ética, en efecto, “surge del deseo de decir algo sobre el significado último de la vida”; y “el significado último de la vida es Dios,
decía Wittgenstein.136
Ya decía Wittgenstein, “sobre lo que no se puede hablar, se debe callar” pero de Dios
se puede hablar, no se puede callar, y menos cuando se le conoce, cuando se ha hecho una
forma de vida, cuando hay un testimonio autentico. Es por eso que la religión es una forma
de vida137, que también se hace lenguaje; y hablar dicho lenguaje significa ver el mundo de
un modo determinado, participar en esa forma de vida. Es por eso que saber cómo usar el
lenguaje religioso significa conocer a Dios138, y la gramática del lenguaje religioso (que debe
mostrarnos qué tiene o no tiene sentido decir) es una forma de vida139 que se asume con
actitudes concretas.
135 Ibíd., 182. 136 Ibíd., 183. 137 Ibíd., 186. 138 Ibíd. 139 Ibíd., 187.
43
Finalmente, todo lo anterior nos hace concluir como algo necesario que el joven sea
parte de un lenguaje entendible, situado dentro de su contexto humano140, que hable de Dios
y que le permita vivir una opción de vida. Además, que el joven pueda también participar en
actividades o experiencias significativas, performativas, que sean reveladoras y coherentes
con el discurso que caracteriza dicha forma de vida, en este caso, la de Dios. De no ser así,
en palabras de Wittgenstein, “el lenguaje se va de vacaciones”, es vacío y pierde todo
sentido.
1.5 Conclusiones
El lenguaje, al ser religioso, necesita ser abordado en un contexto juvenil como algo
autoimplicativo, hermenéutico, narrador, profundamente humano y conviccional. De acuerdo
a la lógica del esquema propuesto por Austin (acto locucionario, ilocucionario y
perlocucionario) se permite concluir que es necesario conocer el contexto del joven, saber
quién es y conocer la forma más asertiva posible en cómo hablarle para alcanzar en él un
efecto perlocucionario. Es decir, según los ejemplos presentados, Jesús conoce las
necesidades y fragilidades del pueblo, así como el padre de familia conoce muy bien a su
hijo, sabe de él. Por tanto, dichos ejemplos evidencian que lo convencional del acto
locucionario e ilocucionario, puede producir un efecto que trasciende al acto perlocusionario
para ejercer acciones concretas configuradoras de sentido, y que deben tenerse en cuenta para
que el lenguaje religioso sea significativo.
Además, el lenguaje debe saber exigir al joven ver el mundo de modo determinado y
participar en una forma de vida, la cual, se puede considerar también como una religión,
como un hecho de gran importancia y significación que está cargado de implicaciones
políticas, económicas y socioculturales141.
140 El hogar nativo del lenguaje es la comunidad humana en que es hablado y escuchado. Macquarrie, Lenguaje
religioso y filosofía analítica actual, 480. 141 Estrada. Imágenes de Dios. La filosofía ante el lenguaje religioso, 42.
44
Igualmente, saber cómo usar el lenguaje religioso significa conocer a Dios142. Por
tanto, dicho lenguaje debe ser cuidadoso al momento de encarnarse en las situaciones
concretas de la vida143 del joven y debe saber expresar la buena noticia como plenitud de
vida, es decir, como vida escatológica144 en medio de un mundo secularizado en donde puede
ser más razonable buscar sentido en la “vida real de Jesús” que en algo mítico 145,
escepticismos o sesgos ideológicos.
También se concluye que la categoría teológica de lenguaje religioso no puede apelar,
como la ciencia, a un saber verificable o empírico, sino que debe ser analógico, simbólico,
perlocucionario, expresivo y comunicativo, con una verdad revelada que remita al joven al
testimonio y a la experiencia personal que hable con y en nombre de Dios146.
En síntesis, luego de haber indagado acerca de un lenguaje religioso configurador de
sentido para los jóvenes, el testimonio debe llevar a que el joven asuma la fe desde un
compromiso cristiano que tenga su razón de ser, su explicación, su significado en lo que fue
de hecho el compromiso de Jesús, que quedó reflejado en el servicio incondicional a la
persona147. Y para lograr esto, el siguiente capítulo tendrá como propósito caracterizar las
acciones de Jesús y el compromiso en la construcción del Reino que éstas generan; de tal
manera que el joven se desprenda de aquella percepción de dominio religioso que tiene de
Dios y pueda hacer una comprensión del Padre de Jesús que llega a todos como salvador, que
solo invita y cada uno decide para acoger, entrar en la dinámica y dejarse transformar por el
Reino148.
142 Antiseri, El problema del lenguaje religioso, 186. 143 Grabner-Haider, Semiótica y teología, 194. 144 Sobrino, Jesucristo liberador, 119. 145 Ibíd., 74. 146 Ibíd., 32. 147 Rubio, Para vivir la revisión de vida. Un método para la acción y para la espiritualidad cristiana, 111. 148 Pagola, Jesús. Aproximación Histórica, 89.
45
CAPÍTULO II: UN LENGUAJE RELIGIOSO SIGNIFICATIVO
PARA EL SEGUIMIENTO A JESÚS EL CRISTO EN LA
CONSTRUCCIÓN DEL REINO
2.1 Introducción
Los Evangelios muestran a un Jesús que se dirigió a sus apóstoles con un lenguaje
particular para hablarles del Reino, que, en ocasiones, fue poco entendido por ellos; e incluso,
mal interpretado en relación con lo que el mismo Jesús deseaba transmitir. No obstante, los
discípulos, algunos jóvenes como Pedro, Santiago, Juan149, quedaban anonadados y perplejos
ante aquello que les comunicaba el mismo Jesús. Pareciera, en primera instancia, que se habla
de un lenguaje duro: “muchos de sus discípulos, al oírle, dijeron: “es duro este lenguaje.
¿Quién puede escucharlo?” (Jn 6, 60); e incomprensible según lo que Jesús quería decir:
“Jesús les dijo esta parábola, pero ellos no comprendieron lo que les hablaba” (Jn 10, 6).
Empero, si bien son ellos, los apóstoles, quienes le piden a Jesús que les explique
aquel lenguaje: tomando Pedro la palabra, le dijo: “explícanos la parábola” (Mt 15, 15); es
posible que dicho lenguaje sea también el que deba llevar a los jóvenes hoy a encontrarse
con Jesús, a descubrir el cómo, el cuándo de ese encuentro: ¡a seguirle! De acá la importancia
en abordar un lenguaje religioso significativo para el seguimiento a Jesús el Cristo en la
construcción del Reino.
Entretanto, en palabras del Papa Francisco, se anota lo siguiente:
“entre los apóstoles unos eran jóvenes como Juan, que era un muchachito. Y quedaron conmovidos por la figura de Jesús,
entusiasmados con ese estupor que produce cuando uno se encuentra con Jesús. Y van corriendo y les dicen a los amigos:
¡Encontramos al Mesías! ¡Encontramos a aquél del que hablan los profetas!”. 150
Ahora bien, lo anterior deja entrever la importancia para el presente capítulo, por un
lado, en caracterizar las acciones de Jesús y el compromiso en la construcción del Reino; y,
149 Francisco, mensaje del Papa Francisco a los jóvenes: ¿Cuál es tu actitud frente al encuentro con Cristo?,
Fechado el 28 de abril de 2014. 150 Ibíd.
46
por otra parte, en interpretar un lenguaje religioso significativo que pueda manifestarse en
las situaciones concretas de la vida de los jóvenes hoy a partir del seguimiento como signo
de atracción a la persona de Jesús el Cristo.
2.2 El contexto juvenil como lugar teológico de la cristología
La realidad de los jóvenes hoy es también un mundo de opresión151, en donde hay
urgencia de liberar y en donde se pueden descubrir fundamentos teológicos como el
seguimiento a Jesús para la construcción del Reino de Dios. Por eso, es preciso afirmar en
primera instancia que en el contexto juvenil se puede actualizar la realidad de Jesucristo,
debido a que es él quien se hace presente en su cuerpo a través de los jóvenes. Igualmente,
son los jóvenes quienes deben entender que su actuar en la realidad puede ser también el
actuar del cuerpo de Cristo.
En efecto, es importante hacer una lectura de los signos en el contexto juvenil para
determinar cuál es la misión de la Iglesia, y estos “signos de los tiempos” son entendidos por
Vaticano II de dos formas152: (i) un significado histórico-pastoral en donde se considera que
“los signos son acontecimientos que caracterizan a una época”153, y que ofrecen una novedad
con respecto a otras del pasado en donde la el espíritu pastoral de la Iglesia debe conocer esas
realidades históricas concretas; y también como un significado histórico-teologal, puesto que
“son acontecimientos, exigencias, deseos… signos verdaderos de la presencia de Dios”154,
en donde se debe discernir la presencia de Dios o de sus planes, y en este caso, qué es lo que
Dios quiere para los jóvenes hoy, y que los jóvenes logren entender que Cristo no quedó
atrapado en la historia de la Palestina del siglo I, sino que está presente en medio de ellos, en
su historia, que actúa en los contextos a través de sus propias realidades. Y esto lo hace
cuando ellos se sienten oprimidos. Esto es, cuando hay necesidad de liberarse del mundo
151 Sobrino. “Jesucristo liberador”, 42 152 Ibíd., 44 153 Concilio Vaticano II, “Constitución pastoral Gaudium et Spes sobre la Iglesia en el mundo actual”, n. 4. 154 Ibíd., n. 11
47
globalizado por la indiferencia en el que ellos, los jóvenes, también son un producto del
mercado, están expuestos a la violencia, al consumo de drogas, la prostitución, el abandono.
“La cultura que nos lleva a pensar en nosotros mismos, nos hace insensibles a los gritos de los demás, nos hace vivir en burbujas
de jabón, que son hermosas, pero no son nada, son la ilusión de la vanidad, el temporal, la indiferencia hacia los demás, e incluso
lleva a la globalización de la indiferencia”.155
En palabras de Ellacuría “ese pueblo crucificado es la continuación histórica del
siervo doliente de Yahvé”156, y los jóvenes son también ese pueblo crucificado, que es
esclavo del mercado y de la indiferencia, que clama, que está decepcionado de la religión,
duda de la Iglesia, y que le cuesta creer en el Padre de Jesucristo. Sin embargo, los jóvenes
son al mismo tiempo la esperanza, un signo para la venida del Reino en donde la liberación
aparece como una fuerza transformadora. Por consiguiente, el contexto juvenil es un lugar
teológico, es algo real, es una realidad histórica en la cual se cree que Dios y Cristo se siguen
haciendo presentes, y a su vez, es un lugar teologal en donde la cristología puede dejarse dar,
afectar, cuestionar, iluminar157.
Es importante entonces captar y analizar la fe real en Cristo que tienen los jóvenes, y
ante esto, el presupuesto teórico es la correlación entre fides quae, el contenido de lo que se
cree, es decir, realidad de Jesucristo, y la fides qua, el acto mismo de creer en ese
contenido158. Y según esto, no es raro identificar una problemática en ambos aspectos, puesto
que los jóvenes, por su escepticismo, no logran comprender la realidad de Jesucristo, no
saben del él, no conocen por medio de un lenguaje religioso significativo su práctica, sus
actividades. Por tanto, es complejo que puedan dar una respuesta de fe, de creer en la persona
de Jesús.
De esta manera, desde la perspectiva de Jon Sobrino159, hay que volver al Nuevo
Testamento para verificar si el acto de fe que están dando los jóvenes corresponde a la
realidad de Cristo o simplemente a un conjunto de sesgos provenientes de un lenguaje
155 Francisco, homilía del Papa Francisco en su visita a Lampedusa, fechado el 8 de julio de 2013. 156 Ellacuría, Discernir el signo de los tiempos, 58. 157 Sobrino. “Jesucristo liberador”, 47. 158 Ibíd., 45-46. 159 Ibíd.,46.
48
religioso que no logró perlocucionar sus vidas. En este sentido, existe un gran desafío en la
pastoral juvenil y su lenguaje, para que lo importante sea la relación que tengan los jóvenes
con Jesucristo160 y no las falsas percepciones mediadas por el temor y el escepticismo a lo
religioso. En conclusión, la pastoral juvenil no puede conformarse con la imagen que puedan
tener los jóvenes de Cristo, sino que con ellos se alcance una fe realizada, que dé respuesta a
las realidades de sus vidas en donde sea el mismo Cristo algo último161. De esta forma, el
seguimiento real hace que Jesús intervenga en la praxis y en el espíritu del joven.
2.3 Jesús y el Reino de Dios para los jóvenes hoy
Para el filólogo español, Antonio Piñero, “Jesús utilizó en su predicación un lenguaje
directo, accesible al pueblo, caracterizado por imágenes hiperbólicas y parábolas persuasivas.
Fue visto por el pueblo como un maestro”, y más adelante, agrega el autor, “el centro y la
razón de su predicación fue el anuncio de la venida del Reino de Dios; creyó que la
instauración del Reino no dependerá de los hombres sino de Dios”162. En este sentido, se
entiende que Jesús proclama el Reino de Dios y no así mismo163, y comprende un Dios que
se da a la historia o una historia que llega a ser según Dios164.
Por otro lado, si bien el Reino es la causa de las acciones que caracterizan a Jesús,
puesto que dedica su tiempo, sus fuerzas y su vida entera165, y es el núcleo central de su
predicación, su convicción más profunda, y la pasión que anima toda su actividad166; sin
embargo, el hijo de Dios nunca explica directamente en qué consiste167, jamás nos dice
expresamente qué es, pero lo único que dice es que está cerca168. Incluso, Jesús no aclara
nunca el concepto de “soberanía de Dios” en cuanto tal169.
160 Rahner, Líneas fundamentales de una cristología sistemática, 21. 161 Sobrino, “Jesucristo liberador”, 46. 162 Piñero. “Jesús y las mujeres”, 20-21. 163 Sobrino. “Jesucristo liberador”, 96. 164 Ellacuría. “Historicidad de la salvación cristiana”, 5-45 165 Pagola. “Aproximación histórica”, 98. 166 Ibíd. 98. 167 Ibíd., 99. 168 Kasper, “Jesús, el Cristo”, 86. 169 Schillebeeckx, “Jesús. La historia de un viviente”, 130.
49
Según Jon Sobrino, esto último nos lleva a una paradoja debido a que Jesús habla
muchas veces del Reino de Dios, pero nunca dice qué es en concreto170. Por tanto, si para
Jesús Dios es visto dentro de una totalidad más amplia: “el Reino de Dios”171, y se necesita
que el joven pueda hacer una comprensión de aquel Dios de Jesús que es “Padre”, que
interviene directamente en su historia, en su vida, en su contexto, en aquello que él es y en
lo que puede transformar. Surge así la opción de recurrir a un método para saber qué es lo
que Jesús pensaba del Reino de Dios, y cómo puede comprometer al joven en la construcción
de dicho Reino a por medio de un lenguaje religioso que sea significativo.
2.3.1 El compromiso en la construcción del Reino
Jon Sobrino deduce un método para saber qué es lo que pensaba Jesús acerca del
Reino y cuáles deberían ser las prácticas para alcanzarlo y hacerlo realidad. En este sentido,
el teólogo español propone tres vías posibles172: nocional, de destinatario y de la práctica de
Jesús. Ahora bien, se abordará cada una de estas tres vías para ayudar a intuir cómo es y
cómo actúa Dios, y cómo va a ser el mundo y la vida si todos actúan como él173,
principalmente desde el contexto juvenil.
a) La vía nocional
Hay que resaltar que Jesús participa de la expectativa del Reino, que cree que es
posible, que cree que es bueno y liberador174. Esto es justamente lo que deben percibir los
jóvenes, la posibilidad de superar la miseria de la historia, las injusticias, la opresión, los
sufrimientos, las dificultades que afrontan, que viven; y en las que cabe la idea de un Jesús
esperanzador para la humanidad, que habla con certeza, que incluso no puede ser visto como
monopolio de los cristianos175, sino como aquel en quien pueden confiar plenamente, como
un mediador entre Dios y ellos. Por ende, debe ser entendible, en el lenguaje juvenil, que
Jesús, siendo esperanza y certeza, tiene la audacia de proclamar el desenlace del drama de la
170 Sobrino. “Jesucristo liberador”, 98 171 Ibíd., 97 172 Ibíd., 98 173 Pagola. “Jesús. Aproximación Histórica”, 99. 174 Sobrino. “Jesucristo liberador”, 106. 175 Ibíd., 106.
50
historia176 cuando afirma que: “pero si por el Espíritu de Dios expulso yo los demonios, es
que ha llegado a vosotros el Reino de Dios” (Mt 12, 28).
Asimismo, según el ejemplo citado anteriormente, no es extraño considerar que el
Reino de Dios también se parezca a una adolecente que practica baile urbano, y al lograr
hacer su mejor coreografía, va entusiasmada a enseñársela a su hermana menor para que
pueda ganar en un concurso de danza. Luego de haber ganado, la hermana menor es feliz por
lo que ha alcanzado. De esta forma, se piensa en aquello a lo que se refería Jon Sobrino
cuando asegura que para Jesús el Reino es puro don de Dios, y su venida es algo bueno, “está
transida de gratuidad, Dios viene por amor gratuito, y genera una reacción amorosa de los
hombres177.
A saber, esto se hace vida y realidad en las situaciones concretas del mundo de los
jóvenes, desde sus deseos, sueños y expectativas, a través de un lenguaje entendible para
ellos y expresado por ellos mismos en donde Dios aparezca como salvación. En este sentido,
una joven entrenadora de baile urbano comprenderá lo que implica el Reino de Dios a partir
de aquello que la hace tan feliz, y lo que puede generar en otros cuando enseña lo que ama.
Por eso, resultará ahora experimentable para la joven de nuestro ejemplo, la categoría del
amor en relación a lo que se refiere el lenguaje de la primera carta de Juan: “Dios nos ha
amado primero, amémonos unos a otros” (1Jn 4, 11). Esto último es lo que deberían entender
los jóvenes a través del lenguaje religioso: “no es un Dios condenador, es un Padre amoroso
que se da gratuitamente y quiere que todos nos salvemos”.
b) La vía del destinatario
En esta segunda vía, es importante que, a través del lenguaje religioso, el joven
alcance una claridad sobre lo que significa el Reino de Dios, identifique el destinatario
concreto de la misión de Jesús. Ante esto, también hay que señalar que si bien Jesús no
aparece con la mentalidad sectaria de su época, como si solo los que pertenecen a un grupo
176 Ibíd., 107. 177 Ibíd., 107-108.
51
alcanzarán la salvación, ni con mentalidad primariamente antagonizante, él comprende su
misión como dirigida a los pobres178.
Así, el asunto se centra ahora en aquello que deben entender los jóvenes por pobre, y
“aunque en los Evangelios no existe, pues, un concepto absolutamente unívoco de pobres en
quienes piensa Jesús”179, si es claro que para el hijo de Dios “los pobres son los que están
abajo en la historia y los que están oprimidos por la sociedad y los segregados de ella; no lo
son todos los seres humanos, sino los que están abajo, y ese estar abajo significa estar
oprimidos”180.
De esta manera, los jóvenes deben discernir y confrontar desde sus propias realidades
quien es la samaritana hoy, quien es la mujer adúltera o la siro-fenicia, quien es Zaqueo o
Leví; quienes son los oprimidos en la actualidad, los que sufren, los hermanos menores, y si
ellos mismos los que pertenecen a este grupo. Pues estos oprimidos, para quienes la vida es
una carga pesada y sobreviven con un mínimo de dignidad, son los preferidos por Jesús, los
amados por Dios. Y en palabras de monseñor Romero: “es preciso defender el mínimo que
es el máximo don de Dios: la vida”.
En este orden de ideas, para el lenguaje religioso resulta sugerente que la categoría
teológica de “pobre” deba tener una relación íntima con la categoría teológica de “hermano”
en el mundo de los jóvenes, puesto que son estos últimos quienes deben entender lo que
implica “ser hermanos”, para expresar así la buena noticia como plenitud de vida entre
hermanos. De hecho, aquello que afirmaba el Papa Francisco en su visita a Lampedusa, tiene
ahora un sentido salvador para el contexto juvenil, con rostros y destinatarios concretos, en
donde se debe aprender a dar una respuesta por el hermano:
Me gustaría proponer algunas palabras que especialmente provocan en la conciencia de todos, reflexionar y ser inspirados a
cambiar realmente ciertas actitudes. "Adán, ¿dónde estás?": es la primera pregunta que Dios dirige a "el hombre después del
pecado". "¿De dónde eres?". Y Dios le plantea la segunda pregunta: "Caín, ¿dónde está tu hermano?". (…). ¡Estas dos cuestiones
de Dios resuenan aún hoy en día, con todas sus fuerzas! Así que muchos de nosotros, yo me incluyo, estamos desorientados, ya
no estamos atentos al mundo en el que vivimos, no nos importa. (…). "¿Dónde está tu hermano?" esta no es una pregunta dirigida
a otros, es una pregunta que me ha dirigido a mí, a ustedes, a cada uno de nosotros. ¿Quién es responsable de la sangre de estos
178 Sobrino, Jesucristo liberador, 107 179 Ibíd., 113. 180 Ibíd., 113.
52
hermanos y hermanas? ¡Nadie! (…) Hoy en día nadie se siente responsable de esto, y hemos perdido el sentido de responsabilidad
fraterna, caímos en una actitud hipócrita del criado del sacerdote y el altar, de la que habla Jesús en la parábola del Buen
Samaritano, el hermano parece medio muerto al borde del camino tal vez pensamos "pobre", y continuamos en nuestro camino,
no es nuestro trabajo, y con ello nos sentimos muy bien. 181
c) La vía de la práctica de Jesús
En esta vía hablamos de “práctica”182 en referencia a las actividades de Jesús: “y
recorrió toda Galilea, predicando en sus sinagogas y expulsando demonios” (Mc 1, 29);
“Jesús curó a muchos que se encontraban mal de diversas enfermedades y expulsó muchos
demonios. Y no dejaba hablar a los demonios, pues le conocían” (Mc 1, 34). En terminología
del Reino, podemos decir que Jesús es anunciador e iniciador del Reino de Dios183, y en este
sentido, el joven debe entender a través del lenguaje religioso que el concepto de “Reino” es
un concepto “práxico”, es decir que exige una práctica para iniciarlo, y así lograr una
comprensión de este, incluso, de lo que no es.
De igual manera, ante la incredulidad del joven por todo aquello que implica la praxis
de Jesús en relación a los milagros, el lenguaje religioso debe evitar también dos
malentendidos que, según sobrino, se tienen de las acciones del hijo de Dios. Primero184, la
formalidad del milagro no consiste en que con él se han violado las leyes de la naturaleza, y
por ello, es expresión de un poder supra-natural. De ser así, esto generaría mayor confusión
y escepticismo entre los propios jóvenes, quienes tienden a creer en todo lo que sea empírico,
en lo que es demostrable. Segundo185, es pensar que los milagros están directamente referidos
a la diferencia entre Jesús y los demás seres humanos, es decir, a su trascendencia como el
hijo de Dios, y no propiamente a lo que significa el Reino. Por eso, es importante que los
jóvenes puedan comprender que los milagros es todo aquello que tiene relación con el Reino,
que lo hacen presente, y que ellos mismos pueden hacerlo realidad en sus vidas desde las
acciones concretas de Jesús, desde el seguimiento.
181 Francisco, “Homilía del Papa Francisco en su visita a Lampedusa”, fechado el 8 de julio de 2013. 182 Sobrino, Jesucristo liberador, 121 183 Ibíd., 122. 184 Ibíd., 123. 185 Ibíd.
53
Por consiguiente, si bien “Jesús realizó curaciones que fueron asombrosas para sus
contemporáneos”186, o extraordinarias187, y que fueron igualmente interpretadas como
milagros, los jóvenes hoy deben entender que esas acciones son signos que liberan contra la
opresión188, que son reales, que implican la cercanía del Reino, el acercamiento de Dios, y
que generan esperanza de salvación aunque no traigan la solución global a la realidad
oprimida como también lo afirma González Faus189. En otras palabras, los milagros,
entendidos como signos, nos ponen en la dirección correcta de lo que será el Reino en su
advenimiento190, lo cual podría resultar comprensible para el joven cuando lo hace práxico.
Por ejemplo, si se habla nuevamente de aquella simple parábola o analogía
esperanzadora en donde una adolecente logra hacer su mejor coreografía, y se le enseña a su
hermana menor para que pueda ganar en un concurso de danza, no es raro identificar allí un
signo palpable del amor de Dios que se hace concreto en la relación entre hermanas, que se
traduce en la fraternidad, en la misericordia, y que debe ser trasmitido por el lenguaje a otros
jóvenes de tal manera que lo entiendan desde sus realidades comunes para hacer presente el
Reino. Paralelamente, si la hermana mayor hubiese decidido no enseñar la coreografía a su
hermana menor por temor a ver superado su propio talento y reconocimiento, la analogía
dejaría entrever también lo que no es el Reino, o sea, el antirreino, que en este caso se
reflejaría en el egoísmo. He aquí como se hace presente el Reino cuando el joven descubre
que puede derrotar el egoísmo y dar camino a la esperanza.
En suma, la importancia cristológica primaria de los milagros es que muestran una
dimensión fundamental de Jesús: la misericordia191; los jóvenes deben identificar hoy cuales
son los ciegos, los leprosos, los enfermos, los endemoniados, para así reaccionar y actuar
ante lo que está en frente de ellos. Y en esto, el lenguaje religioso debe ser esclarecedor al
186 Sobrino, Jesucristo liberador, 122. 187 Piñeros, Jesús y las mujeres, 22. 188 Sobrino. Jesucristo liberador, 123. 189 González Faus, Clamor del Reino, 157. 190 Sobrino, Jesucristo liberador, 123. 191 Ibíd., 125.
54
momento de interactuar con el joven, si se busca que él opte libremente por el seguimiento a
Jesús como un compromiso para la construcción del Reino.
2.4 El seguimiento
De acuerdo a lo expuesto hasta este momento, y principalmente en el primer capítulo
de la presente investigación, no es raro considerar que una primera percepción que pueden
tener los jóvenes hoy sobre la persona de Jesús quede rezagada a una divinidad lejana,
distante e incompresible en la realidad, en lo histórico. De ahí, que lo mítico de Jesús resulte
insensato ante el discurso cientificista que interactúa con el contexto juvenil en la actualidad,
y que deja suponer la imagen de un Dios revelado en Jesús del que se desconocen sus
prácticas concretas de salvación en la historia. A continuación, ahondaremos en eso que hace
referencia a la práctica y el espíritu de la persona de Jesús, para comprender la importancia
del testimonio en la pastoral juvenil.
2.4.1 Dos claves en el lenguaje religioso para el seguimiento: práctica y espíritu
En efecto, el lenguaje religioso debe dialogar con los jóvenes de lo histórico de Jesús,
lo cual se ve reflejado en su práctica y en el espíritu con que la llevó a cabo192, de tal manera
que ellos puedan reconocer la imagen de un Dios que ama, sufre, perdona, siente y que
escucha el clamor de su pueblo en la historia. Es ahí, en la historia, donde se revela Dios, en
donde se entiende la práctica de Jesús como un conjunto de actividades para operar sobre la
realidad social y transformarla en la dirección precisa del Reino193. Por consiguiente, el
lenguaje debe esclarecer para el joven que lo histórico de Jesús significa que aquello que se
le transmitió, sea luego trasmitido, y eso es, según Jon Sobrino194, su “práctica”, el
seguimiento considerado ante todo como proseguimiento de su práctica, y que genera un acto
de fe. Y esto debe ser comprensible, de tal manera que el joven halle sentido en lo que se
hace presente en la práctica de Jesús para dar una respuesta de fe a aquel Dios que interviene
192 Ibíd., 77. 193 Ibíd. 194 Ibíd.
55
constantemente en su vida desde aquello que experimenta y siente; en síntesis, desde lo que
él es.
Entretanto, es necesario reiterar que no puede obviarse el espíritu en la práctica,
puesto que fue el mismo espíritu de Jesús el que llegó a ser concreto y real a través de su
práctica, y dentro de ella, el hijo de Dios fue cuestionado y potenciado. Es por eso que ambas
deben complementarse, práctica y espíritu, de tal manera que se evite caer en un mero
espiritualismo o en un activismo, lo cual sucede comúnmente con los jóvenes.
En otras palabras, por un lado, muchos de ellos no se sienten atraídos por un lenguaje
que hable de Dios, debido a que lo encuentran demasiado aburrido, espiritualista y carente
de sentido; y, por otra parte, cuando logran vincularse a las misiones pastorales, pueden caer
en el activismo. Por tanto, es importante que hallen sentido a la práctica y al espíritu que
movió el corazón de Jesús. Por ejemplo, es difícil trasmitir que aquello que movió el corazón
del buen samaritano195 no implicó un mero asistencialismo ni tampoco un precepto de la ley
religiosa, sino un acto puro de compasión y misericordia, de cuidar la vida del otro.
En consecuencia, la práctica con espíritu puede llevar a los jóvenes a una opción que
les introduzca en la totalidad de Jesús196, aunque se vean confrontados con otros saberes. Por
eso, la verificación de dicha opción debe consistir para ellos en lograr introducirse en la
realidad del Jesús histórico, y que según Leonardo Boff, es quien:
pone de relieve lo principal de la fe cristológica: el seguimiento de su vida y de su causa. En este seguimiento de Jesús aparece la
verdad de Jesús, una verdad que lo es primariamente en la medida en que capacita para transformar este mundo pecador en Reino
de Dios. 197
2.4.2 La persona de Jesús transmitida a los jóvenes hoy
Para Jon Sobrino198 la persona de Jesús no puede quedar reducida a un símbolo
práxico, por esta razón, proseguir la práctica de Jesús es profundizar la fe en el hijo de Dios,
incluso, en lo que puede reconciliarnos con Jesús cuando estamos en crisis de fe. Y esto es
lo que suelen vivir con frecuencia los jóvenes hoy, una crisis de fe ante todo aquello que les
195 Lc 10, 25-37. 196 Sobrino, Jesucristo liberador, 79. 197 Boff, Jesucristo y la liberación del hombre, 25-26. 198 Sobrino, Jesucristo liberador, 79.
56
propone el mundo contemporáneo. De ahí la importancia en el lenguaje religioso para que el
joven se pueda remontar a la práctica de Jesús, la cual tiene un contenido, una dirección y un
espíritu que conlleva al seguimiento199, que permite recuperar, valorar y avanzar hacia la
persona de Jesús200, “que hace barruntar la interioridad de su esperanza, su fe, su relación
con Dios”201.
En otras palabras, el lenguaje debe propender que el joven acceda a lo interno de Jesús
(la historicidad de su subjetividad), desde lo externo de su práctica (su hacer historia)202. Es
decir, hay que entender primero al “Dios del Reino”, para tomar en serio al Padre de Jesús
como su correlato personal último203. Toman mayor sentido las palabras del Papa Francisco
a los jóvenes en Paraguay: “Hagan lío. Un lío que nos dé un corazón libre, un lío que nos dé
solidaridad, un lío que nos dé esperanza, un lío que nazca de haber conocido a Jesús y de
saber que Dios a quien conocí es mi fortaleza. Ese es, debe ser, el lío que hagan”204. En
síntesis, es saber hacer historia, aprendido de la persona de Jesús a través de un lenguaje
religioso significativo, iluminador.
En consecuencia, si el joven comunica la práctica de Jesús, su vida y su propia
historicidad, es el mismo joven quien está aceptando una normatividad ultima en Jesús, le
está reconociendo como el Cristo, como algo último205; está dando una respuesta de fe que
no puede ser forzada por nada ni por nadie: “conoce la persona de Jesús”. Esto es, y en
perspectiva a lo que siguiere Sobrino206, porque el joven ha asumido la realidad del Jesús
histórico como una realidad objetiva previa que es necesaria; y el seguimiento como una
experiencia subjetiva previa con una exigencia ética concreta. Por ende, es partir del
seguimiento que puede tener sentido “proclamar a Jesús como el Cristo, como la revelación
199 Ibíd. 200 Ibíd., 80. 201 Ibíd. 202 Ibíd. 203 Ibíd., 81. 204 Francisco, mensaje del Papa Francisco a jóvenes: ¡Hagan lío! Pero un lío que nazca de conocer a Jesús,
fechado el 12 de julio de 2105. 205 Sobrino, Jesucristo liberador, 81. 206 Ibíd., 82.
57
de lo verdaderamente divino y de lo verdaderamente humano”207, como el resucitado y como
el hermano mayor que lloró cuando perdió a su amigo, que fue juzgado y traicionado; “y que
ha sido probado en todo como nosotros, excepto en el pecado” (Heb 4, 15). Sin duda alguna,
lo anterior puede hacer más cercana la idea del hijo de Dios al contexto juvenil hoy.
A. El testimonio de Jesús como inspiración para la pastoral juvenil
Después de habernos adentrado a la importancia de la praxis y el espíritu de Jesús en
la construcción del Reino, y en el proseguimiento de dichas prácticas como una respuesta de
fe, es necesario ahora comprender aquello que implica el testimonio de Jesús, y más aún,
teniendo en cuenta la complejidad que pueden manifestar los jóvenes al momento de acoger
a Cristo en sus vidas debido a lo confuso de aquello que se transmite en el lenguaje religioso.
Por tanto, no es ajeno a la realidad del joven hoy no ver nada especialmente significativo en
la praxis de Jesús, lo que hacía; e identificar los signos de los que hablan los evangelistas en
las situaciones concretas. No obstante, es un desafío para el lenguaje empelado en la pastoral,
ayudar a que el joven pueda captar la presencia salvadora de Dios en su único hijo, y descubrir
así que algo significativo ocurre en el interior de la realidad. Y en el cristianismo, demostrar
esto último implica ir al primer testigo como un catalizador de la fe208 para los jóvenes, aquel
que nos ha dado a conocer al Padre209: Jesús en Cristo.
Es por eso que “lo que impulsa a creer en Cristo y en sus palabras es su persona
histórica, sus acciones, su moral de amor, las profecías cumplidas en él y las hechas por él,
la tradición, el testimonio de los apóstoles”210. Es por eso que el joven de hoy puede sentirse
también atraído por el mensaje de Cristo así como sucedió con los discípulos, que también
eran jóvenes algunos de ellos; y que pudieron creer en sus obras211, en su testimonio, en la
persona de aquel de quien se habían fiado212. En este sentido, se proponen las siguientes
207 Ibíd. 208 Antiseri, El problema del lenguaje religioso, 168. 209 Jn 1, 18 210 Antiseri, El problema del lenguaje religioso, 169. 211 Jn 10, 38. 212 2 Tim 1, 12.
58
características de la práctica del testimonio de Jesús, que pueden vislumbrar también el actuar
de la pastoral juvenil.
1. Liberador y curador de vida: cuando Jesús curaba, dice José Antonio Pagola, lo
principal de su actuación “no era preocuparse solo del mal físico, sino también de la
situación de impotencia y de humillación a causa de la enfermedad”213 que padecían
las personas. Por eso, añade el teólogo español, “los enfermos encuentran en él algo
que los médicos no aseguraban con sus remedios: una relación nueva con Dios que
les ayuda a vivir con otra dignidad”214, es decir, un actuar en el amor curador del
Padre que se compadece de los que sufren215. Además, las curaciones no son hechos
aislados, sino que forman parte de la proclamación del Reino de Dios216, y son signos
que contagian salud y vida; lo cual es esencial en la pastoral juvenil como un lugar
teológico en medio de jóvenes que exigen sentido, esperanza, sentirse amados.
2. Defensor de los últimos: los últimos fueron en consecuencia los pobres en el tiempo
de Jesús, los oprimidos, los que, “al quedarse sin tierras, se han visto obligados a
buscarse trabajo como jornaleros o a vivir de la mendicidad o de la prostitución”217.
Y cuando Jesús se refiere a los pobres, habla de aquellos que no tienen nada, e invita
a hacer lo mismo al grupo de seguidores que se forman en su entorno para
desenmascarar la injusticia social, a través de un lenguaje nuevo, sorprendente y
provocativo218, por ejemplo, cuando habla de un rico sin entrañas y un mendigo
llamado Lázaro219. En este punto, la pastoral juvenil debe asegurar que su lenguaje
religioso sea profético entre los jóvenes, de tal manera que sean ellos mismos con sus
testimonios quienes denuncien la injusticia y actúen en el anuncio del Reino.
3. Amigo de todos: no cabe duda que muchos de los que se acercaron a Jesús fueron
considerados como la peor fuente de impureza. Por ejemplo, las mujeres que no
213 Pagola, Aproximación histórica, 172. 214 Ibíd. 215 Ibíd., 173. 216 Ibíd., 174. 217 Ibíd., 191. 218 Ibíd., 192. 219 Lc 16, 19-31.
59
estaban vinculadas a ningún varón como las viuda de Naím220, la indefensa siro-
fenicia221 o la repudiada mujer que había sido sorprendida en adulterio222. Todas ellas
estaban entre el grupo de los pecadores e indeseables. Pero para Jesús, compartir la
mesa, la comida, con los pecadores, es precisamente símbolo y anticipación del Reino
de Dios, lo cual debe inspirar al lenguaje religioso para que el testimonio de los
jóvenes sea acogedor, pues son ellos también quienes están llamados a ser amigos de
todos, a respetar la vida, la dignidad del otro, a ser signo de esperanza entre los
desplazados, las víctimas de la violencia, los más pobres, los marginados, los
inmigrantes.
Sin embargo, todos están llamados a ser testigos directos, a comprometerse en la
praxis con un espíritu cristiano en donde demos un argumento razonable que no obligue, (que
es lo que más rechazan los jóvenes) sino que impulse, que de motivos para creer. Y esto es
en clave para la pastoral juvenil. Por ende, la fe no es ingenua, y los jóvenes pueden ser
testigos de otros jóvenes, dar testimonio de lo que creen, transmitir aquello que se les ha
transmitido en respuesta a un proseguir de la actividad e Jesús, de tal manera que sus
testimonios sean auténticos, se puedan compartir, y den motivos de la credibilidad con buenas
razones, con “argumentos razonables”223.
B. Las parábolas de Jesús como fuente del lenguaje religioso
Lo expuesto hasta el momento deja entrever que Jesús nunca explicó directamente en
qué consistía el Reino de Dios, quizás, no le resultaba fácil tan fácil comunicarlo a través de
conceptos, complejidad que también se presenta en el lenguaje religioso de la pastoral
juvenil. No obstante, y en la misma perspectiva del teólogo español José Antonio Pagola224,
Jesús acudió al lenguaje de los poetas con una creatividad inagotable para recrear imágenes
que fueran cercanas y contextualizadas en quienes le escuchaban, de tal forma que la
220 Lc 7, 11-17. 221 Mt 15, 21-28. 222 Jn 8, 1-10. 223 Antiseri. El problema del lenguaje religioso, 171. 224 Pagola., Aproximación histórica, 125.
60
narración de bellas metáforas, analogías o parábolas lograran cautivar a las gentes. Y agrega
nuestro teólogo español: “adentrarnos en el fascinante mundo de estos relatos es el mejor
camino para entrar en su experiencia de Dios”225. Quizás, esta es una vía posible en la pastoral
juvenil para que el lenguaje religioso sea significativo en su pretensión de cautivar también
a cada joven.
Sin duda alguna, el lenguaje de Jesús no es forzado, tampoco artificial, simplemente
comunica lo que vive226, empieza por la realidad, por lo que vive el pueblo. Esto resulta
fundamental para el lenguaje hoy en la medida en que pueda ser sencillo y perlocucionario,
que les enseñe a los jóvenes a mirar la vida de otra manera cuando se hablaba de un Dios que
es bueno y amoroso, que así como intervino en la Galilea a través sus campesinos,
pescadores, viñas, rebaños; igualmente se manifiesta en el contexto juvenil a través de todo
aquello que viven, comparten y experimentan los jóvenes hoy: sus tristezas, sus
preocupaciones, sus temores, su afectividad, lo que les interesa, en quienes están a su lado.
Por ejemplo, si Dios cuida de aves como los cuervos que son tan poco llamativos, y
de los lirios del campo227, ¿cómo no va cuidar también a un joven cuando se equivoque,
cuando sufra, cuando haya dejado de creer en él, cuando tenga conflictos con su afectividad,
cuando se sienta solo, aislado y abandonado? Es tal vez esto lo que debe procurar el lenguaje
para que la pastoral sea un lugar teológico y teologal, que los jóvenes entiendan que para
Dios ellos valen más que una bandada de aves228, que generan ternura en el Padre de Jesús,
que es un Dios que les ama y no es justiciero.
A la postre, si el lenguaje pudo resultar entendible para aquellos humildes campesinos
de la Palestina del siglo I, la analogía de dicho lenguaje, sin caer en anacronismos, debe serlo
igualmente en el contexto juvenil actual para que no resulte desconocido y no entre en
desavenencias con otras confesiones de fe ni con la ciencia; sino que logre mover las
conciencias y tocar los corazones, que sea testimonial en quien lo trasmite y en el medio en
225 Ibíd. 226 Ibíd., 125-126. 227 Mt 6, 26-29. 228 Lc 12, 6-7.
61
que se hace, que sea práxico y tenga el espíritu de Jesús quien pone en sintonía a la gente con
sus propias experiencias para que puedan abrirse al Reino de Dios229.
Lo anterior puede remover los obstáculos y eliminar las resistencias entre los jóvenes.
Por ende, el lenguaje religioso jamás debe perder su principal característica, que está
inspirada en la persona de Jesús, “ser seductor”; esto es, debe tener poder de atracción, debe
hacer pensar y no solo adoctrinar, debe lograr que los jóvenes puedan interpelarse a sí mismos
y reconocer que algo sucede, que hay algo se produce en ellos, que Dios está directamente
en sus vidas cuando les gusta algún genero particular de música, las matemáticas, cuando
dudan de la fe, o cuando su identidad sexual es diferente, entre otras tantas circunstancias
que pueden llegar a experimentar.
2.4.3 Los jóvenes: predilectos por Jesús en situaciones concretas
El mensaje de Dios está abierto a todos: “quien tenga oídos para oír, que oiga” (Mc
4, 23), y esto es algo que debe quedar claro entre los jóvenes, quienes son también los
protagonistas para Jesús. En este aspecto, el Papa Francisco hace referencia a tres jóvenes
que presentan los Evangelios: el joven rico230, el hijo prodigo231 y el hijo de la viuda de
Naím232:
Se refirió al joven rico que tenía una vida intachable, “un muchacho bueno”, pero que se va triste cuando Jesús le invita a dar todo
lo que tiene e ir con Él a predicar el Evangelio". “Se fue triste porque tenía mucha guita y no se animó a dejarla por Jesús (…).
Los primeros estaban con su alegría, con esa hermosa alegría que daba el encuentro con Jesús. Éste se fue con su tristeza”, señaló.
En su mensaje Francisco también recordó al hijo pródigo, “que se quiso pasar de vivo, que quiso escribir su vida, que quiso patear
el tablero de la disciplina paterna, y enfrentó a su padre y le dijo: ‘dame lo que me toca, que me voy’”. “Y éste, que había tenido
mucha plata, que le había sacado a su padre de la herencia, que había sabido lo que era estar en los mejores hoteles y en las mejores
fiestas, se había pasado la gran vida, conoció una cosa que nunca antes había conocido: hambre. Pero Dios es muy bueno. Dios
aprovecha nuestros fracasos para hablarnos al corazón. No le dijo Dios a este joven: ‘sos un fracasado, mirá lo que hiciste’. Lo
hizo razonar”, afirmó. El Papa explicó que el joven “entró dentro de sí”, se preguntó que hacía con su vida y decidió volver a la
casa de su padre. “La gran sorpresa que se pegó es que el padre lo estaba esperando, ¡desde hacía años! El Evangelio dice que lo
vio venir de lejos, porque el viejo subía todas las tardes a la terraza a ver si el chico venía. Y el padre lo abrazó y el padre le hizo
fiesta. Y este gran pecador; este gran despilfarrador de lo que había ganado su padre se encontró con algo que nunca había hecho
consciente: el abrazo de la misericordia”. Finalmente, el Papa recordó al joven muerto que Cristo encontró “a la salida de la ciudad
229 Pagola. “Aproximación histórica”, 129. 230 Mc 10, 17-30 231 Lc 15, 11-32 232 Lc 7, 11-17
62
de Naím, cuando lo iban a enterrar: hijo único de madre viuda. Jesús se compadeció de la madre, no del pibe. Pero el pibe, gracias
a la madre, tuvo el milagro y lo resucitó”233.
Desde esta perspectiva, en referencia a la reflexión suscitada por el Papa Francisco
para los tres jóvenes que presentan los Evangelios, cabe anotar ahora la existencia de
posibilidades para que el lenguaje religioso logre ser significativo para los jóvenes en el
acompañamiento pastoral, de tal manera que puedan ellos dar respuesta respecto a aquel
joven de las Escrituras con el que se sientan identificados a partir de sus propias realidades:
¿con el joven rico que estaba instalado y fue incapaz de desprenderse de sus propio bienestar?
¿Con aquel hijo prodigo que le gustaba la mundanidad y se gastó toda la herencia del su
padre? ¿Con aquel joven muerto por quien una madre clama para salvarlo?
No es raro pensar que los jóvenes se encuentren instalados en su propio bienestar,
expuestos a todo aquello que les ofrece el mundo, o estén aislados, escépticos, estancados en
sus propios miedos y temores, incapaces de seguir adelante, dudosos de Dios. Sin embargo,
podemos intuir así tres factores de gran importancia en estos relatos que impactan en el
contexto juvenil hoy, y que se convierten en ejes trasversales para la pastoral: acompañar al
joven a que opte libremente por aquello que es esencial; acoger con misericordia al joven
según sus propias realidades, lo que él es; y rogar por su vida, su salvación. Por eso, si el
movimiento pastoral Indivisa Manent del Colegio De La Salle de Bogotá desea ser un lugar
teológico y teologal significativo, debe también lograr que a través de su lenguaje religioso
pueda acompañar, acoger y rogar por lo jóvenes, y a su vez, puedan sentirse identificados
con esa relación entre ellos y Dios.
2.5 Conclusiones
El lenguaje religioso de la pastoral juvenil no puede dudar de la centralidad histórica
y teológica del Reino de Dios234. Por ende, el Reino debe ser anunciado desde el contacto
233 Francisco, mensaje del Papa Francisco a los jóvenes: ¿Cuál es tu actitud frente al encuentro con Cristo?,
fechado el 28 de abril de 2014. 234 Sobrino, Jesucristo liberador, 96.
63
directo y estrecho235 con los jóvenes (desde sus realidades), con el fin de que puedan
comprender que dicho Reino que Jesús proclama implica vivir con dignidad236, que si Dios
viene a reinar, no es para manifestar su poderío, sino para manifestar su bondad237.
Se concluye también que es necesario un método para el lenguaje religioso de la
pastoral juvenil que transmita aquello que Jesús pensaba del Reino de Dios, y así acompañe
al joven a intuir cómo es y cómo actúa Dios, y cómo va a ser el mundo y la vida si todos
actúan como él238. Y este método, se propone acá a través de tres vías: nocional, del
destinatario y de la práctica de Jesús239, para que se garantice una pastoral que acompañe,
que acoja y que ruegue por los jóvenes.
Por otro lado, si bien es esencial para la fe cristiana que el acercamiento salvífico de
Dios a este mundo en Jesús de Nazaret sea entendido como algo real e histórico240, lo cual
constituye la esencia del cristianismo241, es importante que los jóvenes logren entender que
la práctica que exige Jesús de Nazaret para relacionarse con él es el seguimiento242. Y dicho
seguimiento, o proseguimiento en la praxis y el espíritu de la persona de Jesús, debe llevar a
que se asuma la fe desde un compromiso radical con entusiasmo por la misión, por las
actividades del hijo de Dios, en donde el compromiso cristiano tiene su razón de ser, su
explicación, su significado en lo que quedó reflejado en el servicio incondicional a la
persona243; de tal forma que el joven se desprenda de aquella percepción de dominio religioso
que tiene de Dios y pueda hacer una comprensión del Padre de Jesús244 que llega a todos
como salvador e invita para entrar en la dinámica y dejarse transformar por el Reino.
También se concluye que el contexto juvenil es un lugar teológico, es algo real, es
una realidad histórica en la cual se cree que Dios y Cristo se siguen haciendo presentes.
235 Pagola, Jesús. Aproximación Histórica, 97. 236 Ibíd., 106. 237 Ibíd., 108. 238 Pagola, Jesús. Aproximación Histórica, 99. 239 Sobrino, Jesucristo liberador, 98-99. 240 Ibíd., 89 241 Antiseri, El problema del lenguaje religioso, 168. 242 Sobrino, Jesucristo liberador, 70. 243 Rubio, Para vivir la revisión de vida. Un método para la acción y para la espiritualidad cristiana, 111. 244 Pagola. “Jesús. Aproximación Histórica”, 89.
64
Además, es un lugar teologal en donde la cristología puede dejarse dar, afectar, cuestionar,
iluminar245. De esta manera, por ejemplo, la pastoral juvenil del Colegio De La Salle de
Bogotá es un lugar teológico y teologal en donde la liberación, la confrontación, la escucha
y la misión, son importantes para que actúe la cristología; y para que los jóvenes sean
portadores de la alegría, sanen heridas, sean la luz del mundo, sean líderes políticos y
restauren la justicia social.
En consecuencia, luego de haber indagado acerca de un lenguaje religioso
configurador de sentido para el joven hoy, y de haber caracterizado las acciones de Jesús y
el compromiso en la construcción del Reino para interpretar un lenguaje que pueda
manifestarse en las situaciones concretas de la vida de los jóvenes a partir del seguimiento;
en el siguiente capítulo se abordará una pedagogía de la acción para la pastoral juvenil que
ofrezca un lenguaje religioso significativo que impacte la existencia del joven y revierta en
un compromiso de vida. Y esto, a través de en un escenario de encuentro personal con Jesús,
de una espiritualidad de la acción y de una praxis pastoral como punto de convergencia entre
acción y contemplación.
245 Sobrino, “Jesucristo liberador”, 47
65
CAPÍTULO III: UN LENGUAJE RELIGIOSO SIGNIFICATIVO QUE
IMPACTE Y REVIERTA LA EXISTENCIA DEL JOVEN
3.1 Introducción
De acuerdo a la perspectiva del documento de Aparecida246, los jóvenes hoy buscan
su propia identidad, autonomía y reconocimiento; y fácilmente, son víctimas de falsos líderes
que resultan seductores, incluso, de las propuestas religiosas. Por ende, es oportuno que el
lenguaje religioso impulse una acción pastoral que contenga las propias características del
joven en contextos específicos y/o mediados por la cultura contemporánea; y así garantizar
su perseverancia y formación en la fe.
Además, ellos representan un enorme potencial para el presente y futuro de la
Iglesia247 debido a que asumen sacrificios y tienen capacidad para oponerse a todo aquello
con lo que están en desacuerdo, o les hace daño. Por eso, en su búsqueda del sentido de la
vida248, son capaces y sensibles para comunicar el mensaje a sus hermanos jóvenes como una
forma de compartir en comunidad, y construyendo la Iglesia y la sociedad.
De esta manera, luego de haber indagado acerca de un lenguaje religioso configurador
de sentido, y posteriormente, haber caracterizado las acciones de Jesús y el compromiso en
la construcción del Reino para interpretar un lenguaje que pueda manifestarse en las
situaciones concretas de la vida de los jóvenes a partir del seguimiento; el presente capítulo
se propone abordar una pedagogía de la acción para la pastoral, en donde se ofrezca un
lenguaje religioso significativo que impacte la existencia del joven y revierta en un
compromiso de vida a partir de tres vertientes: primero, el encuentro personal entre Jesús y
246 Documento de Aparecida. “V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano”, n. 442. 247 Ibíd., 443. 248 Ibíd.
66
el joven; segundo, la espiritualidad de la acción en el contexto juvenil actual; y tercero, la
praxis pastoral como punto de encuentro entre acción y contemplación.
3.2 La confrontación: un encuentro personal del joven con Jesús
Innumerables jóvenes atraviesan por situaciones que afectan directamente su forma
de pensar, sentir, decidir y de actuar en la realidad. Y ya no son los núcleos formativos
primarios, como la familia, los únicos que influyen en cada uno de ellos; también la
socialización y el contexto exponen nuevos ambientes que persuaden y presentan expresiones
culturales producto de una globalización actual que es indiferente249, y ante esto, afirma el
Papa Francisco: "Dios no es indiferente al mundo, sino que lo ama hasta el punto de dar a su
Hijo por la salvación de cada hombre (…) sin embargo, el mundo tiende a cerrarse en sí
mismo"250.
Entretanto, la crisis, por la que atraviesa la familia hoy en día, produce en los jóvenes
profundas carencias afectivas y conflictos emocionales251, todo esto, sumado a la
desconfianza que les genera la sociedad, las pocas oportunidades para desarrollar proyectos
de vida y la presión por el alto nivel de competitividad252. Igualmente, el escepticismo y la
decepción ante lo religioso conllevan a que muchos de ellos se distancien de la imagen de
Dios, que, en algunos casos, no les es coherente con la alineación cientificista, y los lleva a
dudar por el seguimiento a Jesús el Cristo como un compromiso de vida. De esta forma, el
lenguaje religioso tiene como desafío, que el joven, a través de la acción pastoral, alcance un
encuentro personal de confianza incondicional en Jesús vivo253, y se vea confrontado por la
praxis del Hijo de Dios.
No obstante, dicho lenguaje debe garantizar que el joven se sienta identificado al
momento de recibir el mensaje que comunica Jesús desde el Evangelio, de tal manera que
249 Francisco, Laudato Si, n. 52 250 Francisco, mensaje del Papa Francisco pide afrontar la "globalización de la indiferencia, fechado el 27 de
enero de 2015. 251 Documento de Aparecida. “V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano”, n. 444. 252 Ibíd., n. 445. 253 Rubio, Para vivir la revisión de vida: un método para la acción y para la espiritualidad cristiana, 110.
67
pueda interpelar su existencia y se anime a actuar concretamente desde su propio contexto.
Por ejemplo, los Evangelios presentan encuentros personales con Jesús que son
profundamente significativos y que suscitan una reflexión de confrontación para el oyente:
Entonces vino uno y le dijo: Maestro bueno, ¿qué bien haré para tener la vida eterna? Él le dijo: ¿Por qué me llamas bueno?
Ninguno hay bueno sino uno: Dios. Más si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos. Le dijo: ¿Cuáles? Y Jesús dijo: No
matarás. No adulterarás. No hurtarás. No dirás falso testimonio. Honra a tu padre y a tu madre; y, Amarás a tu prójimo como a ti
mismo. El joven le dijo: Todo esto lo he guardado desde mi juventud. ¿Qué más me falta? Jesús le dijo: Si quieres ser perfecto,
anda, vende lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven y sígueme. Oyendo el joven esta palabra, se fue
triste, porque tenía muchas posesiones. (Mt 19,16-22).
El teólogo español José Antonio Pagola sugiere que aquel joven que vive ese
encuentro personal con Jesús busca la luz para orientar su vida, debido a que es una cuestión
existencial aquello que le acongoja, y simplemente quiere saber que ha de hacer254. Es decir,
ese joven bueno cumple lo que dice la ley, su conciencia no le acusa de nada, es rico, no tiene
problemas materiales; sin embargo se le ve agitado, viene corriendo y quiere actuar, necesita
ir más allá255. Jesús conoce su insatisfacción, quiere entablar una relación personal con él,
pero el joven no puede despagarse de sus posesiones, y se va triste porque no pudo seguirle.
En consecuencia, el joven no logró confrontar su propia vida y quedó encerrado en sí mismo,
no decidió desinstalarse para vivir de un modo más fraterno y solidario256, y jamás hizo
realidad su deseo de alcanzar la vida eterna en una praxis concreta.
Son varios los jóvenes que no logran entender y experimentar la esencia del mensaje
de Jesús para llevarlo a la praxis, y por eso, quedan sujetos a la imagen del Hijo de Dios que
no puede permear sus vidas, que no toca las fibras más profundas de sus realidades, y que no
es un signo visible en todo aquello que viven. Es claro en este punto, considerar en qué
medida el lenguaje religioso de la acción pastoral es realmente significativo al momento de
encaminar al joven, como primer paso, a interpelarse en un encuentro personal con Jesús de
tal manera que impacte y revierta su existencia en un compromiso de vida. Y de acuerdo a
254 Pagola, El camino abierto por Jesús. Marcos, 187 255 Ibíd., 188 256 Ibíd.
68
esto último, como diría José María Rubio257, es inconcebible desde el cristianismo una
espiritualidad que no lleve al compromiso, que en últimas tiene su razón de ser, su
explicación y significado en lo que de hecho fue el compromiso de Jesús; y que quedó
reflejado en el servicio incondicional a la persona para liberar de las estructuras opresoras.
En otras palabras, la confrontación debe llevar al compromiso, para que este se haga
concreto en la praxis. Y esto resulta fundamental para el contexto juvenil hoy, en donde los
jóvenes están llamados a ser “centinelas del mañana”258; y por ende, agentes en la renovación
de su entorno que cuestionan las estructuras que no favorecen el bien común. No obstante,
los encuentros deben llevar a una praxis concreta, por ejemplo, cuando los jóvenes hacen
parte de un grupo que: construye y argumenta su experiencia de vida comunitaria y eclesial,
comprende y comparte un lenguaje religioso, participa en misiones de diversos centros de
proyección social, acompaña procesos de catequesis, y trabaja con sus pares en la animación
y liderazgo de la pastoral juvenil, entre otros.
3.3 Espiritualidad de la acción para el joven hoy
En el capítulo II se abordó un compromiso de Jesús en la construcción del Reino que
se hizo concreto en una praxis, en su acción. Por tanto, tan pronto el acompañamiento del
lenguaje religioso lleve a una confrontación que impacte y revierta en un compromiso de
vida, dicho lenguaje debe facilitar ahora que, a través de la acción, el joven no solo se exprese,
sino que se realice a sí mismo para así irse configurando a partir del seguimiento a la persona
de Jesús el Cristo.
Ahora bien, lo obligatorio del ser creyente para el joven debe trascender a aquello que
es obligante, es decir, que la acción que realice no la viva como algo que proviene de la
presión religiosa, familiar, social; sino que se deje afectar realmente por el sentido original
257 Rubio, Para vivir la revisión de vida. Un método para la acción y para la espiritualidad cristiana, 111 258 San Juan Pablo II, Mensaje para la XVII Jornada Mundial de la Juventud, Toronto, fechado el 28 de julio de
2002.
69
de la acción, y pueda asumir el compromiso como un acto responsable que es fuente de
espiritualidad259.
En este sentido, es importante aclarar lo que acá se entiende por espiritualidad. Por
ende, mientras el teólogo Karl Rahner afirmaba que la espiritualidad es “vivir desde el
espíritu”, el teólogo Anselm Grün asegura que
la espiritualidad cristiana es orientada por el Espíritu de Jesucristo. El desarrollo de una vida espiritual se refiere siempre a las
palabras y hechos de Jesús, a su accionar redentor y liberador. Ella es un camino para dejarse forjar y trasformar cada vez más por
el espíritu de Jesús, y para crear el mundo a partir de la convicción de Jesús. 260
Según esto, la espiritualidad significa vivir a partir de la fuente del Espíritu Santo, del
Espíritu de Jesús, y “quien desea permanecer vivo espiritualmente debe emprender la
peregrinación hacia Dios”261. En efecto, esta peregrinación implica una acción concreta, una
praxis desde el seguimiento a la persona de Jesús el Cristo, que debe ser entendible para los
jóvenes.
En este orden de ideas, la espiritualidad cristiana puede nacer y crecer si está
vinculada a la acción del joven como un cristiano que peregrina e interactúa en la historia,
puesto que es en esta última en donde el Espíritu también aparece como acción262. De acuerdo
a esta lógica, si en la historia actúa permanente Dios263, el contexto juvenil es un acontecer
de Dios, es un lugar teológico y teologal, como ya se afirmó anteriormente. Además, en su
búsqueda del sentido de la vida, los jóvenes son capaces y sensibles para descubrir el llamado
particular que les hace Jesucristo264 en sus realidades y trasformar el estado de las cosas con
miras al bien común.
Es así que la acción se convierte en una expresión del amor si se acude al servicio, a
la solidaridad, a la fraternidad, a aquello que exhortaba Jesús en su lenguaje: “amaras al
prójimo como a ti mismo” (Mt 22, 39). Es decir, que la acción no sea entendida por el joven
como una actividad netamente filantrópica o de proyección social, sino que la asuma como
259 Rubio. Para vivir la revisión de vida. Un método para la acción y para la espiritualidad cristiana, 112 260 Grün, Espiritualidad para que mi vida tenga sentido, 15. 261 Grün, La sabiduría del peregrino, 16. 262 Gn 2, 7. 263 Rubio, Para vivir la revisión de vida. Un método para la acción y para la espiritualidad cristiana, 113 264 Documento de Aparecida, “V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano”, n. 443.
70
una vía que le lleva a Dios en la praxis de su único Hijo. Por ende, la acción se convierte en
una fuerza de salvación que libera de la opresión y facilita que Dios pueda nacer en el corazón
de los jóvenes; y así, acontecer en la historia de ellos para que sean testigos y protagonistas
del Reino265.
En consecuencia, a diferencia de aquel joven rico del Evangelio de Mateo que no
pudo actuar y decide marcharse triste, es claro que la acción concreta puede sacar al “joven
hoy” de sí mismo, y abrirlo a la realidad de Dios para romper la lógica de la indiferencia y
hacer así una revisión de vida que inicie por la confrontación directa en el encuentro personal
con Jesús, y luego asumir un compromiso que sea fuente de espiritualidad, de apertura a la
trascendencia266, que lleve a la praxis. Sin duda alguna, esta es la espiritualidad del cristiano
joven que debe tener presente el lenguaje religioso para ser lo suficientemente performativo
en la acción pastoral, y así abordar los siguientes elementos267: una psicología coherente con
la realidad de los jóvenes; puntos claros de partida para el anuncio del mensaje; tener en
cuenta la situación socio-política del contexto juvenil; y dialogar con la cultura y la
conciencia propia del joven.
3.3.1 ¿Qué implica la acción?
La pedagogía tiene una influencia considerable en la formación humana y cristiana
del joven en la actualidad, y esta, debe ser liberadora de tal forma que eduque para la acción
y haga uso de un lenguaje religioso cuya metodología parta de la vida propia de los jóvenes,
de sus contextos. No obstante, como diría José María Rubio, la acción implica una
perspectiva educativa y pastoral en donde acción-vida-persona sean tres elementos que vayan
unidos cuando se hable de “acción”268. Y en este sentido, el contenido269 de la acción en este
contexto educativo pastoral hace referencia a: una acción gratuita que no busca un beneficio
propio; una acción exigente que requiera que el joven salga de sí mismo; una acción autentica
265 Rubio, Para vivir la revisión de vida. Un método para la acción y para la espiritualidad cristiana, 113. 266 Ibíd. 267 Ibíd., 129 268 Ibíd., 134 269 Ibíd.
71
que ha de expresar lo profundo de la persona del joven como fruto de sus motivaciones, y así
manifestar una concordancia entre la acción y la persona del joven; y una acción
transformadora y educativa que se planteé cambiar la situación del joven.
Según Rubio, si lo educativo270 hace referencia a la transformación de la persona y a
la forma de realizarla, el lenguaje religioso debe tocar cuidadosamente la conciencia de los
jóvenes, sus valores, emociones, anhelos, opciones; y así impactar y revertir el actuar de cada
uno de ellos en un compromiso de vida. Es decir, en el acompañamiento pastoral la acción
debe presentarse como una clave decisoria del seguimiento a Jesús el Cristo de tal forma que
la vida vaya en dirección hacia el Reino. Por ende, para el joven, la acción no puede quedar
rezagada a ocupar el tiempo libre o a satisfacer una afición personal, sino a una experiencia
en la que acontece el actuar de Dios en la historia, en la realidad.
El siguiente relato permite concluir paralelamente en qué medida el uso de un
lenguaje religioso271 logra llevar al joven a una experiencia de confrontación que le
comprometa en su propio actuar. Por ejemplo, en entrevista concedida al autor, el estudiante
Sebastián Botero afirmó272:
Relato del estudiante Conclusión
Soy Sebastián Botero, tengo 16
años, estoy en grado décimo del Colegio De
La Salle de Bogotá y pertenezco al Nivel
Base273 de la pastoral juvenil “Indivisa
El lenguaje religioso de la pastoral
juvenil inicia el acompañamiento desde el
propio contexto vital del joven, desde algo
270 Ibíd. 271 El uso del lenguaje religioso en esta experiencia implicó impactar y revertir la existencia del joven en un
compromiso de vida a través de la confrontación personal desde la acción de Jesús; de tal forma que pudiera
madurar su opción cristiana y desarrollar sus aptitudes. Todo esto, en tres dimensiones: espiritualidad, para
optar por el seguimiento a Jesús el Cristo en un compromiso personal y social; comunitaria, para identificar a
su grupo como Iglesia en el seguimiento a Jesús el Cristo; y proyección social, en donde haga acción su
espiritualidad, a través de un compromiso personal y social asumido según el actuar de Jesús el Cristo. 272 Sebastián Botero, entrevista con el autor, Bogotá, 07 de noviembre de 2017. 273 Estudiantes de grado décimo y undécimo que pertenecen a la pastoral juvenil del movimiento “Indivisa
Manent” del Colegio De La Salle de Bogotá. Secretariado para la pastoral, Movimiento Juvenil Lasallista
Indivisa Manent, 37-42.
72
Manent”. Antes de la pastoral, tenía
conflictos con mi personalidad en cuanto a
aquello que quería. No asumía con seriedad
mis responsabilidades, y mi actitud no era la
más disponible. Además, no le encontraba
sentido a nada, es decir, a estar sentado en
un colegio de lunes a viernes de 7:00 am a
3:00 pm mientras todo lo que me explicaban
me parecía cuadriculado. Mis acciones en la
pastoral implicaron asumir liderazgo,
organización e interés; y ejercer todas mis
habilidades, que de alguna manera sabía que
tenía pero no las aplicaba en la realidad.
sencillo y cotidiano que vive, y deja
entrever que la acción da vida.
Lo que más me movió a vivir esto
fue la necesidad de hacer un duelo por la
pérdida de año, lo cual me llevó a decir que
no quiero que mis compañeros pasen por lo
mismo que viví. Todo este impulso me
centró en la pastoral, donde muchas
personas podían cambiar como yo también
lo hice.
El lenguaje religioso lleva al joven,
en un primer momento, a confrontarse con
su propio historial de vida, a partir de
situaciones o problemas concretos que
suponen un cambio interior.
Recuerdo una experiencia de
misiones de Semana Santa en Gigante-
Huila que me generó un chuque porque me
di cuenta de que no valoro todo lo que
tengo. La experiencia más dura fue caminar
por 45 minutos, subiendo una montaña en la
vereda guayabal (Gigante-Huila) para
visitar una casa, pero al entrar y saludar, me
En un segundo momento, el lenguaje
religioso debe favorecer un proceso pastoral
en el que el joven se introduzca lentamente
a partir de situaciones que interpelen y
cuestionen su vida en relación a la acción de
Dios en Jesús. En este caso, el lenguaje que
habla de Dios parte de una situación o
experiencia de vida personal que puede
73
di cuenta que una niña de 14 años que vivía
allí, y siendo cuadripléjica, sonríe al ver que
los misioneros subimos hasta ahí solo para
saludarla. Ver esta sonrisa me hizo creer que
Dios estaba ahí.
producir un efecto perlocucionario en la
acción del joven.
Uno de los sacrificios más grandes
fue levantarme todos los sábados a las 6:00
am para poder estar en el colegio antes de
las 8:00 am esperando a mis compañeros
catequistas, y luego acompañarlos en las
actividades. Además, también fue difícil
tomar tiempo de mis tardes libres para
programar cada encuentro de catequesis,
teniendo en cuenta mi compromiso
académico este año.
Aun así, he decidido invitar a otros
compañeros a la pastoral porque no quiero
que se pierdan esta experiencia tan linda que
los puede cambiar, así como lo hizo
conmigo. Y lo que realmente me transformó
es darme cuenta que podemos ser hermanos
mayores y dar ejemplo con acciones,
aconsejar para que otros caminen de manera
correcta. Vale la pena darlo todo porque
estamos a tiempo de cambiar, no solo
personalmente sino a los demás.
Si el lenguaje religioso ha logrado
que el joven confronte su propio historial de
vida y luego interpele su realidad desde la
praxis de Jesús para asumir un compromiso
con acciones concretas, la fe puede
trasmitirse a través de su propio testimonio,
el cual da que pensar, hace propio un
proyecto, da pasos, se mueve y propone.
En consecuencia, ellos también
están llamados a hacer uso de un lenguaje
religioso en la pastoral que impacte y
revierta en un compromiso de vida con sus
pares
El lenguaje que manejamos en la
pastoral acerca de Dios es completamente
Dios actúa, trabaja en el corazón del
joven, de su historia. El lenguaje religioso
74
diferente al de un culto o una clase de
religión. Es mostrándote tal y como eres en
acciones mínimas, que, sin la presencia de
él, no tendría sentido. Es decidir cambiar tu
forma de vivir, superar dificultades,
explorar quien eres.
debe ser pedagógico, dinámico, cercano
para que enseñe al joven a orar desde la
acción a Dios. En este sentido, acción y
reflexión aparecen estrechamente unidas.
En consecuencia, como diría José María Rubio274, la acción debe ser proporcional a
la capacidad de quienes la realizan, debe ir siempre unida a la reflexión, no debe estar aislada
de otras acciones y debe ayudar a crecer y a madurar al joven en su opción de seguimiento a
Jesús el Cristo. Además, si el uso del lenguaje religioso es significativo, la confrontación
personal llevará al joven inmediatamente a un compromiso de vida que se haga concreto en
la acción, la cual crea relaciones vitales con otras personas y con el entorno. Por tanto, el
joven podrá transformarse en una persona preocupada, afectada y que hace suya la realidad
cuando se siente identificado con la acción de Jesús. Es decir, ya entiende la imagen de un
Dios que acontece en la historia, que es cercano a su realidad, que no es demostrable a través
de lo empírico o lo científico, sino que es acción; y esta última está mediada por el amor, que
es Dios275. En palabras de San Agustín, “ama y has lo que quieras”.
3.3.2 Pedagogía de la acción en contexto juvenil
Si bien la praxis es el lugar teológico de la pastoral276, el lenguaje religioso debe tener
presente que dicha pastoral necesita concretar condiciones visibles que ofrezcan una
comunión eclesial para los jóvenes, debido a que es en el contacto directo con ellos, con sus
temores, alegrías, anhelos, esperanzas; en donde se debe pensar qué y cómo ha de
comunicarse el mensaje del Evangelio. Esto implica considerar que la fe de los jóvenes puede
274 Rubio, Para vivir la revisión de vida. Un método para la acción y para la espiritualidad cristiana, 138. 275 1Jn, 4, 8. 276 Moral, Ciudadanos y cristianos, 438.
75
tender hacia un mayor enraizamiento de la praxis cristiana, cuya praxis histórica de Jesús
está atravesada por lo histórico y social277.
Posiblemente, por medio del lenguaje, los jóvenes pueden experimentar y entender la
idea de “un Dios con y para el ser humano, mas no un ser omnipotente opuesto a la libertad
de sus creaturas y celoso de las conquistas que alcanza”278. Es así que, en una pedagogía de
la acción que trate siempre de reflexionar a partir de la experiencia vivida, de lo real, lo
concreto, para encaminar al joven hacia el compromiso trasformador279, el lenguaje religioso
deba intervenir entre la Iglesia y contexto juvenil para que el cristianismo se haga entender
en medio de los jóvenes.
Por consiguiente, es necesario que en el lenguaje empleado se tengan presente dos
factores. En primer lugar, recuperar la humanidad de la religión para que la humanización de
la experiencia religiosa sea entendida por los jóvenes como una cosa del ser humano y no de
Dios, es decir, que son ellos quienes también la elaboran e interpretan bajo una determinada
perspectiva de la realidad común a todos. Por otro lado, que la cristianización profundice aún
más esa humanización de la religión, como lo hizo Jesús de Nazaret280, quien tira por tierra
la religión y religiosidad dependientes de una divinidad lejana cuyo poder se basa más en el
miedo que produce281 que en la atracción por el seguimiento. Por eso, la pedagogía de la
acción implica educar desde, en y para la acción282; a través de un lenguaje religioso
significativo en la pastoral juvenil.
Educar desde la acción
Según lo dicho anteriormente, la praxis es el lugar teológico de la pastoral, por lo
cual, el lenguaje religioso debe llevar al joven, a través de ella, a identificar una fuerza de
vida en su entorno, en sus compañeros, amigos, familia; para que así pueda descubrir todo su
277 Ibíd., 440. 278 Ibíd. 442. 279 Rubio, Para vivir la revisión de vida. Un método para la acción y para la espiritualidad cristiana, 142. 280 Moral, Ciudadanos y cristianos, 455. 281 Ibíd., 456. 282 Rubio, Para vivir la revisión de vida. Un método para la acción y para la espiritualidad cristiana, 142.
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potencial cristiano y humanizador283. Y esto es, que desde aquello que experimenta el joven
y de lo que acontece en su mundo, se pueda articular su praxis. En otras palabras, se le pueda
educar con un lenguaje religioso desde la acción:
Recuerdo una experiencia de misiones de Semana Santa en Gigante-Huila que me generó un chuque porque me di cuenta de que
no valoro todo lo que tengo. “La experiencia más dura fue caminar por 45 minutos, subiendo una montaña en la vereda guayabal
(Gigante-Huila) para visitar una casa, pero al entrar y saludar, me di cuenta que una niña de 14 años que vivía allí, y siendo
cuadripléjica, sonríe al ver que los misioneros subimos hasta ahí solo para saludarla. Ver esta sonrisa me hizo creer que Dios estaba
ahí. 284
Sin duda alguna, es importante que el joven reflexione a partir de la acción, desde sus
propios gestos humano y del esfuerzo solidario que puede nacer en su corazón para que así
pueda adentrarse al misterio de su propia persona, de la vida, de Dios285. Además, es el mismo
joven quien debe hacer una lectura creyente de su realidad, revisar su vida. Y un lenguaje
religioso que eduque desde la acción debe asumir las exigencias y los interrogantes de la
pastoral de tal manera que la palabra de Dios, ilumine la vida que vive el joven, las preguntas
que se plantea y las dificultades que experimenta:
Lo que más me movió a vivir esto fue la necesidad de hacer un duelo por la pérdida de año, lo cual me llevó a decir que no quiero
que mis compañeros pasen por lo mismo que viví. Todo este impulso me centró en la pastoral, donde muchas personas podían
cambiar como yo también lo hice. 286
A la postre, la pastoral juvenil se convierte en un lugar teológico en donde se habla
de la vida, de lo que viven cada uno de los jóvenes; en donde se confrontan y aprenden a
hacerse preguntas con una mirada más amplia y critica, y en donde aparece la persona de
Jesús como referencia para hacer lectura de las situaciones concretas con una perspectiva
transformadora que enseña a valorar los compromisos287. En síntesis, el lenguaje religioso de
la pastoral ayuda al joven a entender la acción desde la fe, a ver con mayor profundidad la
novedad de Dios y a colaborar con Él desde el seguimiento a Jesús el Cristo.
283 Ibíd. 284 Sebastián Botero, entrevista con el autor, Bogotá, 07 de noviembre de 2017. 285 Rubio, Para vivir la revisión de vida. Un método para la acción y para la espiritualidad cristiana, 143. 286 Sebastián Botero, entrevista con el autor, Bogotá, 07 de noviembre de 2017. 287 Rubio, Para vivir la revisión de vida. Un método para la acción y para la espiritualidad cristiana, 143.
77
Educar en la acción
Iimplica partir desde lo cotidiano que vive el joven, su acción, el compromiso
trasformador que puede alcanzar; o igualmente, sus fracasos, temores o preocupaciones. Este
es el escenario para educar, es decir, es el lugar donde aprende a ser persona, a ser un
creyente, un cristiano, un compañero, amigo y/o hermano. Por ende, el joven se educa en la
acción, aprende viviendo, actuando, reflexionando. Es así que educar en la acción significa
que el joven realice una acción288: “fue difícil tomar tiempo de mis tardes libres para
programar cada encuentro de catequesis, teniendo en cuenta mi compromiso académico este
año”289.
No obstante, las experiencias que el joven reflexiona le educa y le consolida valores
y opciones para su vida, y por eso, la revisión de vida que haga el joven lo abre a la acción,
y le da a esta, un lugar prioritario en su vivir, le orienta al compromiso, le ayuda a encontrarle
sentido a dicha acción, a permanecer en ella, a dedicarle tiempo, a superar obstáculos290. En
efecto, se promueve una experiencia gozosa de la acción para vivirla como una experiencia
de fe, de presencia del Reino. Ahora bien, según la experiencia del relato compartido, no
resulta extraño, por un lado, que tenga sentido aquello que comunica el lenguaje religioso a
dicho joven: “ha llegado a ustedes el Reino de Dios” (Mt 12, 28); y por otro lado, que el
joven comprenda el significado del Reino si lo asume desde su propia vida: “he decidido
invitar a otros compañeros a la pastoral porque no quiero que se pierdan esta experiencia tan
linda que los puede cambiar, así como lo hizo conmigo”291.
Educar para la acción
El lenguaje religioso de la acción pastoral debe apuntar a formar al joven en la fe para
que pueda ser libre, protagonista en la vida, corresponsable en la Iglesia, capaz de actuar y
de responder con determinación a los problemas o situaciones concretas de su realidad292. De
288 Ibíd.,144 289 Sebastián Botero, entrevista con el autor, Bogotá, 07 de noviembre de 2017. 290 Rubio, Para vivir la revisión de vida. Un método para la acción y para la espiritualidad cristiana, 144. 291 Sebastián Botero, entrevista con el autor, Bogotá, 07 de noviembre de 2017. 292 Rubio, Para vivir la revisión de vida. Un método para la acción y para la espiritualidad cristiana, 145
78
esta manera, educar para la acción significa asumir un compromiso estable y continuado, un
proceso adecuado de formación y acompañamiento que aborde todas las dimensiones
humanas, y que eduque en una espiritualidad cristiana de la acción293:
El lenguaje que manejamos en la pastoral acerca de Dios es completamente diferente al de un culto o una clase de religión. Es
mostrándote tal y como eres en acciones mínimas, que, sin la presencia de Él (Dios), no tendría sentido. Es decidir cambiar tu
forma de vivir, superar dificultades, explorar quien eres.294
Para que la acción sea una finalidad y un objetivo importante en la formación de la fe
del joven, el lenguaje religioso de la pastoral debe enseñarle a escuchar, observar, acoger la
vida de otros, a eliminar los bloqueos internos ante la acción, a desarrollar sus motivaciones
para trascenderlas a convicciones, a comprometerse, a dar a conocer como planificar una
acción y a vivirla como expresión de fe en el seguimiento a Jesús295. Todo esto conlleva a
impactar y a revertir la existencia del joven en un compromiso de vida.
Por lo tanto, educar “desde, en y para la acción” hace referencia a una formación
integral en la fe del joven, la cual es el corazón de la vida, y engloba todas las dimensiones
de la experiencia humana. Por ende, el lenguaje religioso de la acción pastoral debe
acompañar al joven en ese proceso de maduración en la fe de tal manera que su propia
persona pueda irse configurando con Cristo en todos los aspectos personales y sociales, y que
estén libres de cualquier sesgo ideológico. En este sentido, se debe potenciar en el joven
todos los valores que dan dignidad a la vida humana, se le debe animar a que su testimonio
de fe invite a otros, y a que inicie una experiencia de seguimiento como fruto del encuentro
personal con Jesús para que su compromiso sea respuesta a una llamada296.
3.4 Praxis pastoral: acción y contemplación
Ante el escepticismo que viven y han vivido muchos jóvenes respecto a la religión y
sus preceptos, no es menos importante ahora que ellos puedan tocar la realidad como un acto
de fe, o en palabras de Santo Tomas, “que el acto (de fe) del creyente no se detenga en el
293 Barberá. Soy lo que hago. Apuntes para una espiritualidad de la acción, 89-97. 294 Sebastián Botero, entrevista con el autor, Bogotá, 07 de noviembre de 2017. 295 Rubio, Para vivir la revisión de vida. Un método para la acción y para la espiritualidad cristiana, 145 296 Ibíd., 146.
79
enunciado, sino en la realidad”297. Es decir, que el joven comience a ser cristiano por el
encuentro directo con la persona de Jesús, en un acontecimiento concreto que de un nuevo
horizonte a la vida298. No obstante, la praxis cristiana es identificada por la fe, y representa
tanto el lugar de producción del sentido como de verificación del mensaje cristiano299.
En efecto, el joven es un ser que vive en una cultura particular y hace parte de una
sociedad con una forma de entender la vida y la praxis. Y si bien la cultura afecta la fe del
joven, esta última, vista desde la praxis social, puede también tener relación con la acción y,
por tanto, dicha acción sería un lugar de revelación300. En consecuencia, si en la praxis, acción
y contemplación pueden encontrarse, el uso del lenguaje religioso301 debe comunicar el
mensaje cristiano al joven de tal manera que lo lleve a la experiencia, y así, pueda hacer viva
su fe en un compromiso concreto en donde esté en la realidad de las cosas, cargue sobre si
sus compromisos reales con lo que son realmente las cosas y lo que exigen, y tome a su cargo
un hacer real de las cosas.302.
3.4.1 Una realidad asumida por el joven
De acuerdo a lo ya mencionado, sin duda alguna el lenguaje religioso puede
encaminar a los jóvenes a través de la acción pastoral para que reflexionen y cuestionen su
propia forma de pensar, de sentir y de actuar en el contexto actual, de tal forma que logren
confrontarse y asumir compromisos concretos en la realidad en que viven. Ahora bien, es
importante señalar si todo esto que hacen ellos, es producto de una praxis eclesial303 y resulta
realmente liberador al momento de enfrentarse con las cosas reales. No obstante, que el joven
esté en la realidad y asuma un compromiso que le lleve a una praxis concreta implica también
tener en cuenta aquello a lo que se refería Ellacuría: “se conoce la realidad cuando, además
de hacerse cargo de la realidad (momento noético) y de cargar con la realidad (momento
297 Santo Tomás de Aquino, Tomás de Aquino, Suma de Teología, Parte II-II, Suma Teológica (II-II, q. 1, a. 2,
ad2.), n. 170. 298 Benedicto XVI, Deus caritas est, 1. 299 Galindo, Los lenguajes de la fe en la praxis, 301. 300 Ibíd., 302. 301 Ibíd., 303. 302 Ellacuría, “Hacia una fundamentación filosófica del método teológico latinoamericano”, 149. 303 Ellacuría, “La teología como momento ideológico de la praxis eclesial”, 457-476.
80
ético), uno se encarga de la realidad (momento práxico)”304. Y esto es, en síntesis, una triple
dimensión: hacerse cargo de la realidad; cargar con la realidad; y encargarse de la realidad305.
Sin embargo, el teólogo José Laguna propone una hoja de ruta306, basado en la
propuesta de Ellacuría, en tres momentos perfectamente identificables en la parábola del buen
samaritano307 que dejan entrever ejes fundamentales para la acción pastoral juvenil:
inteligencia, compasión y compromiso. Por tanto, según lo anterior, el lenguaje religioso
debe enseñar al joven a saber mirar la realidad, a estar en ella, a no caer en asistencialismos;
sino a crear estructuras de acción que sean fruto de un llamado, de una vocación constante
que dé respuesta al seguimiento a Jesús el Cristo en compromisos de vida.
I. Hacerse cargo: saber mirar la realidad.
Un hombre descendía de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de ladrones, los cuales le despojaron; e hiriéndole, se fueron,
dejándole medio muerto. Aconteció que descendió un sacerdote por aquel camino, y viéndole, pasó de largo. Asimismo, un levita,
llegando cerca de aquel lugar, y viéndole, pasó de largo. Pero un samaritano, que iba de camino, vino cerca de él, y viéndole, (Lc
10, 30-33).
Un primer paso consiste en que el joven vea la realidad tal cual es, es decir, que pueda
captar lo que es la realidad para llegar a responder a ella sin rodeos; y así evitar que dicho
joven caiga en aquel principio platónico: “todo pensar supone el sujeto que piensa; la realidad
natural o social se percibe desde la subjetividad de cada individuo. Más aun, la
psicolingüística afirmará que los límites de nuestra percepción vienen determinados por las
fronteras de nuestro lenguaje; lo que no somos capaces de nombrar, no existe”308.
Los jóvenes en la actualidad están expuestos a ideologías, concepciones,
escepticismos que pueden llevarles a una ceguera, a una indiferencia no muy distante a la del
sacerdote o el levita quienes seguían una legislación judía muy clara y estricta: “dijo Yahveh
a Moisés: habla a los sacerdotes hijos de Aarón, y diles: nadie de vosotros ha de hacerse
impuro con el cadáver de uno de sus parientes” (Lv 21,1). Empero, si el sacerdote y el levita
304 Ellacuría, “Hacia una fundamentación filosófica del método teológico latinoamericano”, 149. 305 Ibíd. 306 Laguna, Hoja de ruta samaritana, 5. 307 Lc 10, 30-35. 308 Laguna, Hoja de ruta samaritana, 6.
81
tuvieron relatos que configuraron sus propias miradas, también hubo otro relato, el del
samaritano, que puedo ver la realidad tal cual es. Por eso, hay que preguntar al joven cómo
ve la realidad, cuales son los relatos que configuran su mirada, e incluso, porqué puede dar
rodeos ante las cosas reales; para que así pueda acercarse a la realidad con honradez309 y
transforme su existencia.
II. Cargar con la realidad: dejarse mover
Fue movido a misericordia; y acercándose, vendó sus heridas, echándoles aceite y vino; y poniéndole en su cabalgadura, (Lc 10,
33-34)
Si bien el sacerdote y el levita dejan expuesta su inhumanidad a costa de mantener su
pureza, el samaritano, aun a riesgo de impurificarse310, es un ejemplo de humanidad que
inspira al joven para optar libremente por una decisión ética que le comprometa con las cosas
reales de su vida y la de los otros. Por consiguiente, cuando el joven logra ver la realidad tal
cual es porque ninguna ceguera se lo impide, y sale del facilismo, su reacción inmediata es
dejarse mover por sentimientos que pueden confrontar su propia existencia para encaminarse
a una serie de acciones que transformen el estado de las cosas. Y estas acciones, a ejemplo
del samaritano que se acercó y vendó, implican que el joven establezca relaciones simétricas
de dialogo con la realidad, que valore otros modos de entender la vida, y que su actuar asista,
pero no quede rezagado a un asistencialismo.
III. Encargarse de la realidad: compartir la vida
Lo llevó al mesón, y cuidó de él. Otro día al partir, sacó dos denarios, y los dio al mesonero, y le dijo: Cuídamele; y todo lo que
gastes de más, yo te lo pagaré cuando regrese. (Lc 10, 35)
La parábola del buen samaritano termina con un cuidado integral, ahora él lo cuida y
lo hace cuidar, y promete volver311. Ahora, el joven debe pasar a construir, a actuar
concretamente en una realidad justa e inclusiva que se ve reflejada en el contexto más
próximo: familia, colegio, amigos. Sin embargo, el lenguaje religioso de la acción pastoral
309 Ellacuría y Sobrino, Mysterium liberationis. Conceptos fundamentales de la teología de la liberación, 453. 310 Laguna, Hoja de ruta samaritana, 18. 311 Ibíd., 22.
82
que sea el mismo joven quien haga un gran esfuerzo por hacer compresible su propuesta de
actuar, que sea él quien integre y promueva comunidades líderes de horizonte ético con
capacidad de acogida y disposición para transformar la realidad; y, además, sean generadoras
de oportunidades, de posibilidades. En consecuencia, en paralelo con la entrevista ya citada
al estudiante Sebastián Botero, se concluye lo siguiente:
Hacerse cargo Cargar Encargarse
La experiencia más
dura fue caminar por 45
minutos, subiendo una
montaña en la vereda
guayabal (Gigante-Huila)
para visitar una casa, pero al
entrar y saludar, me di
cuenta que una niña de 14
años que vivía allí, y siendo
cuadripléjica, sonríe al ver
que los misioneros subimos
hasta ahí solo para
saludarla…
(…)Ver esta sonrisa
me hizo creer que Dios
estaba ahí…
(…) he decidido
invitar a otros compañeros a
la pastoral porque no quiero
que se pierdan esta
experiencia tan linda que los
puede cambiar, así como lo
hizo conmigo. Y lo que
realmente me transformó es
darme cuenta que podemos
ser hermanos mayores y dar
ejemplo con acciones,
aconsejar para que otros
caminen de manera correcta.
Vale la pena darlo todo
porque estamos a tiempo de
cambiar, no solo
personalmente sino a los
demás.
De esta manera, en conformidad con las propuestas de Ellacuría y Laguna, se evidencia, en
este punto, que el joven puede comprender que su religión florece como una dimensión
compasiva hacia sí mismo y hacia el otro, que se expresa a través de la fe, la fraternidad, el
servicio, la justicia y el compromiso; y que puede hacerle frente a todo aquello que someta u
oprima la vida. En palabras de García Lorca: “para que desaparezca el hambre, hace falta una
83
revolución espiritual”, y a esto están invitados los jóvenes como un signo visible de la Iglesia
en la actualidad: a hacerse cargo, a cargar y a encargarse de la realidad. En entrevista
concedida al autor, la estudiante Sarah Franco del Colegio De La Salle de Bogotá e integrante
del movimiento pastoral juvenil “Indivisa Manent”, afirmó:
Llegué a pastoral con altas expectativas, esperando algo simple que al final se convirtió en algo maravilloso, las palabras se quedan
cortas para expresar lo mucho que generó pastoral en mí, pero algo que sí es seguro y tengo completamente claro es que me
permitió ser sin miedos y ataduras y demostrarme que cualquier cosa es posible. Debo decir que es impresionante como cada
actividad es un nuevo aprendizaje, como por algo tan a fin a Dios se pueden reunir tantas personas para crear algo tan hermoso.
La pastoral permite que cada quien saque lo mejor de sí a pesar de las diferencias y los problemas y se permita vivir una experiencia
diferente propia de Dios. 312
Finalmente, todo lo anterior permite concluir que el lenguaje religioso que acompaña
a la acción pastoral puede llevar al joven a experimentar una confrontación en su vida para
asumir compromisos concretos y actuar ante las cosas reales. Igualmente, es claro que la
pastoral debe llevar a los jóvenes a liderar sus procesos y acompañarse unos a otros en
experiencias que alcancen a impactar y revertir sus existencias. Estos dos relatos citados
anteriormente, dejan entrever así el uso de un lenguaje religioso significativo en la acción
pastoral juvenil del Colegio De La Salle de Bogotá.
3.5 Conclusiones
Es importante que el lenguaje religioso de la acción pastoral lleve siempre al joven a
reflexionar a partir de la experiencia vivida, de lo real concreto, de los centros de interés, y
apuntando u orientando su propia persona hacia el compromiso transformador. No obstante,
una formación integral abarca todas las dimensiones de la experiencia humana, lo cual
implica educar desde, en y para la acción313 como opción en el acompañamiento de la pastoral
juvenil.
312 Sarah Franco, entrevista con el autor, Bogotá, 08 de noviembre de 2017. 313 Rubio, Para vivir la revisión de vida. Un método para la acción y para la espiritualidad cristiana, 142
84
Primero, al educar desde la acción, el lenguaje religioso debe llevar al joven a
identificar una fuerza de vida en su entorno para que así pueda descubrir todo su potencial
cristiano y humanizador314. Y esto es, que desde aquello que experimenta el joven y de lo
que acontece en su mundo, se pueda articular su praxis. En otras palabras, se le pueda educar
con un lenguaje religioso desde la acción.
Segundo, es necesario que el lenguaje religioso en el acompañamiento pastoral
eduque en la acción a partir de lo cotidiano que vive el joven, del compromiso trasformador
que puede alcanzar. Sin duda alguna, este es un escenario para educar, es decir, es un lugar
donde el joven puede aprender a ser persona, a ser un creyente, un cristiano, un compañero,
amigo y/o hermano. Por ende, el joven se educa en la acción; aprende viviendo, actuando,
reflexionando.
Tercero, el lenguaje religioso de la acción pastoral debe apuntar a formar al joven en
la fe para que pueda ser libre, protagonista en la vida, corresponsable en la Iglesia, capaz de
actuar y de responder con determinación a los problemas o situaciones concretas de su
realidad315. De esta manera, educar para la acción debe implicar asumir un compromiso
estable y continuado, un proceso adecuado de formación y acompañamiento que aborde todas
las dimensiones humanas, y que eduque en una espiritualidad cristiana de la acción316.
En este orden de ideas, el lenguaje religioso de la acción pastoral debe acompañar al
joven en ese proceso de maduración en la fe de tal manera que su propia persona pueda irse
configurando con Cristo en todos los aspectos personales y sociales, para que estén libres de
cualquier sesgo ideológico.
Paralelamente, se concluye también que la acción debe llevar al joven, desde la
propuesta de Ellacuría317, a hacerse cargo, cargar y encargarse de la realidad. Es decir, a
confrontarse y enfrentarse con las cosas reales de tal forma que pueda situarse en la realidad
314 Ibíd. 315 Rubio, Para vivir la revisión de vida. Un método para la acción y para la espiritualidad cristiana, 145 316 Barberá. “Soy lo que hago. Apuntes para una espiritualidad de la acción”, 89-97. 317 Sobrino, Jesucristo liberador, 56.
85
tal cual es; y se comprometa con ella en una decisión ética que actué para transformar el
estado de las cosas.
Finalmente, al ser la pastoral juvenil un lugar teológico, es claro entonces que la
acción de dicha pastoral hace referencia a un lugar de revelación. Por ende, no puede dudarse
de una relación estrecha entre fe y acción, y que en la praxis de la pastoral juvenil, acción y
contemplación pueden encontrase318. Igualmente, el lenguaje religioso de una educación
integral de la persona puede conducir a la formación en la fe cristiana como núcleo que
englobe todas las otras dimensiones de la experiencia humana319 del joven, desde un proceso
único de maduración en donde la configuración con Cristo vaya tejiéndose simultáneamente
con todos los otros aspectos personales, sociales y trascendentes de su persona320.
318 Galindo, Los lenguajes de la fe en la praxis, 302. 319 Rubio, Para vivir la revisión de vida. Un método para la acción y para la espiritualidad cristiana, 145. 320 Ibíd.
86
CONCLUSIONES GENERALES
Luego de haberse expuesto el presente trabajo documentado, es necesario ahora compartir
los aportes conclusivos de cada uno de los capítulos. Para iniciar, el primer capítulo apuntó
al firme propósito en indagar acerca de un lenguaje religioso configurador de sentido para
los jóvenes. Y para esto, se pueden concluir varios factores.
Primero, el lenguaje, al ser religioso, necesita ser abordado en un contexto juvenil
como algo autoimplicativo, hermenéutico, narrador, profundamente humano y conviccional,
en donde el joven vea el mundo de modo determinado y participe en una forma de vida. En
esta instancia, de acuerdo a la lógica del esquema propuesto por Austin (acto locucionario,
ilocucionario y perlocucionario) se permite concluir que es necesario conocer el contexto del
joven, saber quién es y conocer la forma más asertiva posible en cómo hablarle para alcanzar
en él un efecto perlocucionario. Es decir, según los ejemplos presentados, Jesús conoce las
necesidades y fragilidades del pueblo, así como el padre de familia conoce muy bien a su
hijo, sabe de él. Por tanto, dichos ejemplos evidencian que lo convencional del acto
locucionario e ilocucionario, puede producir un efecto que trasciende al acto perlocusionario
para ejercer acciones concretas configuradoras de sentido, y que deben tenerse en cuenta para
que el lenguaje religioso sea significativo.
Segundo, el lenguaje religioso debe ser cuidadoso al momento de encarnarse en las
situaciones concretas de la vida de los jóvenes; y debe saber expresar la Buena Noticia como
plenitud de vida, es decir, como vida escatológica en medio de un mundo secularizado en
donde puede ser más razonable buscar sentido en la “vida real de Jesús” que, en algo mítico,
en el escepticismo o en los sesgos ideológicos en relación a la religión.
Tercero, la categoría del lenguaje religioso no puede apelar, como la ciencia, a un
saber verificable o empírico, sino que debe ser analógico, simbólico, perlocucionario,
expresivo y comunicativo, con una verdad revelada que remita al joven al testimonio y a la
experiencia personal que hable con y en nombre de Dios.
Por otro lado, el segundo capítulo, cuyo propósito implicó caracterizar las acciones
de Jesús y el compromiso en la construcción del Reino que éstas generan, para así interpretar
un lenguaje religioso significativo que pueda manifestarse en las situaciones concretas de la
vida de los jóvenes a partir del seguimiento a Jesús el Cristo, deja recoger múltiples aportes.
87
Primero, el lenguaje religioso de la pastoral juvenil no puede dudar de la centralidad
histórica y teológica del Reino de Dios, es decir, el Reino debe ser anunciado desde el
contacto directo y estrecho con los jóvenes, y desde sus realidades. Por tanto, es importante
que el lenguaje religioso comunique el concepto de “Reino” como un concepto “práxico”, de
hecho, que exige una práctica para iniciarlo y así lograr una comprensión de este.
Segundo, es necesario un método en el lenguaje religioso de la pastoral que transmita
aquello que Jesús pensaba del Reino de Dios, y así ayudar a intuir cómo es y cómo actúa
Dios, y cómo va a ser el mundo y la vida si todos actúan como él. A saber, el método que acá
se propone implica tres vías: nocional, en donde el joven participe de la expectativa del Reino
desde su propio historial de vida, y crea que es posible, que es bueno y liberador; del
destinatario, en donde el joven identifique el destinatario concreto de la misión de Jesús
luego de haber alcanzado una claridad sobre lo que significa el Reino; y practica de Jesús,
en donde los jóvenes deben entender que la praxis hace referencia a las actividades de Jesús,
y dichas actividades o acciones son signos que liberan contra la opresión, son reales, implican
la cercanía del Reino, y generan esperanza de salvación aunque no traigan la solución global
a la realidad oprimida.
Tercero, el lenguaje religioso en el acompañamiento pastoral debe procurar que el
seguimiento sea entendido por el joven como la práctica que exige Jesús para relacionarse
con él. Y dicho seguimiento, o proseguimiento en la praxis y el espíritu de la persona de
Jesús, debe llevar al joven a que se asuma la fe desde un compromiso radical con entusiasmo
por la misión y por las actividades de Jesús; es decir, en donde el compromiso cristiano quede
reflejado en el servicio incondicional a la persona de tal forma que el joven se desprenda de
aquella percepción de dominio religioso que tiene de Dios y pueda hacer una comprensión
del Padre de Jesús que llega a todos como salvador e invita para entrar en la dinámica y
dejarse transformar por el Reino.
Cuarto, el contexto juvenil es un lugar teológico, es algo real, es una realidad histórica
en la cual se cree que Dios y Cristo se siguen haciendo presentes. Asimismo, es un lugar
teologal en donde la cristología puede dejarse retroalimentar, afectar, cuestionar e iluminar.
De cualquier modo, la pastoral juvenil es un lugar teológico y teologal en donde la liberación,
la confrontación, la escucha y la misión, son importantes para que actúe la cristología; y para
88
que los jóvenes sean portadores de la alegría, sanen heridas, sean la luz del mundo, sean
líderes.
Po último, el tercer capítulo ofreció un lenguaje religioso significativo para impactar
la existencia del joven y revertir en un compromiso de vida. Por esta razón, se concluye lo
siguiente.
Primero, el lenguaje religioso de la acción pastoral debe llevar siempre al joven a
reflexionar a partir de la experiencia vivida, de lo real concreto, de los centros de interés, y
apuntando u orientando su propia persona hacia el compromiso transformador. Por
consiguiente, la acción debe implicar un proceso en donde el joven se confronte con la
realidad, o, en otras palabras, se enfrente con las cosas reales de tal forma que pueda situarse
en la realidad tal cual es; y así comprometerse con ella en una decisión ética para actuar y
transformar el estado de las cosas.
Segundo, si bien la pastoral juvenil es un lugar teológico, es claro también que la
acción de dicha pastoral implica un lugar de revelación. Por ende, no puede dudarse de una
relación estrecha entre fe y acción, y que, en la praxis de la pastoral juvenil, acción y
contemplación pueden encontrase.
Tercero, el lenguaje religioso de una educación integral del joven puede conducir a la
formación en la fe cristiana como núcleo que engloba todas las otras dimensiones de la
experiencia humana. Y esto es desde un proceso único de maduración del joven en donde la
configuración con Cristo vaya tejiéndose simultáneamente con todos los otros aspectos
personales, sociales y trascendentes de su persona. Por tal motivo se propone educar desde,
en y para la acción:
Al educar desde la acción, el lenguaje religioso debe llevar al joven a identificar una
fuerza de vida en su entorno para que así pueda descubrir todo su potencial cristiano
y humanizador. Y esto es, que a partir de aquello que experimenta el joven y de lo
que acontece en su mundo, se pueda articular su praxis. En otras palabras, se le pueda
educar con un lenguaje religioso desde la acción.
El lenguaje religioso debe educar en la acción a partir de lo cotidiano que vive el
joven, del compromiso trasformador que puede alcanzar. Sin duda alguna, este es un
lugar en donde el joven puede aprender a ser persona, creyente, cristiano, compañero,
89
amigo y/o hermano. Por ende, el joven se educa en la acción cuando aprende
viviendo, actuando, reflexionando.
El lenguaje religioso de la acción pastoral debe apuntar a formar al joven en la fe para
que pueda ser libre, protagonista en la vida, corresponsable en la Iglesia, capaz de
actuar y de responder con determinación a los problemas o situaciones concretas de
su realidad. De esta manera, educar para la acción debe implicar asumir un
compromiso estable y continuado, un proceso adecuado de formación y
acompañamiento que aborde todas las dimensiones humanas, y que eduque en una
espiritualidad cristiana de la acción.
Al iniciar el trabajo investigativo se podía evidenciar que la acción pastoral del
movimiento juvenil lasallista “Indivisa Manent” del colegio De La Salle de Bogotá, no ha
había logrado estimular lo suficientemente un compromiso socio-eclesial entre los jóvenes
participantes durante los últimos dos años. Más aún, tampoco se había podido asegurar que
dichos participantes de estas actividades extracurriculares se vincularan a procesos pastorales
posteriormente.
En efecto, luego de haber confrontado en qué medida la acción pastoral de este
movimiento juvenil contribuye a una opción por el seguimiento a Jesús el Cristo en la
construcción del Reino, y en haber analizado las percepciones que han adquirido los jóvenes
participantes respecto a la religión, que, sin duda alguna, han generado desconfianza,
aburrimiento y escepticismo por parte de ellos hacia la acción pastoral; una serie de
encuentros de vida en equipo, proyección social y experiencias tanto personales como
comunitarias de oración para vivir la espiritualidad cristiana, permitieron reconocer que un
lenguaje religioso significativo que acompañe la acción pastoral debe llevar al joven a asumir
la fe desde un compromiso cristiano que tenga su razón de ser, su explicación, su significado
en lo que fue de hecho la acción de Jesús, que quedó reflejada en el servicio incondicional a
la persona.
Lo anterior, pudo verse reflejado en los relatos de experiencia de algunos jóvenes
durante el presente año en la acción pastoral del movimiento juvenil lasallista “Indivisa
Manent” del Colegio De La Salle de Bogotá, cuyo uso del lenguaje para el acompañamiento
pastoral implicó que el joven se desprendiera de aquella percepción de dominio religioso que
90
tenía de Dios, para hacer así una comprensión del Padre de Jesús que llega a él para invitarlo
y para que se deje transformar libremente por el Reino.
Por tanto, según los aportes ya presentados de cada capítulo, se concluye de esta
manera que en un escenario pastoral en donde se da: un encuentro personal con Jesús, una
espiritualidad de la acción y una praxis pastoral como punto de convergencia entre acción y
contemplación; el lenguaje religioso puede impactar la existencia del joven para revertir en
un compromiso de vida. De esta manera, se logró identificar para los jóvenes del nivel base
del movimiento juvenil lasallista “Indivisa Manent” del Colegio De La Salle de Bogotá, un
lenguaje religioso significativo, mediante la lectura hermenéutica, que llevara a una opción
por el seguimiento a Jesús el Cristo en la construcción del Reino.
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