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7/22/2019 Los Docentes y El Duelo (2)
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Los docentes y su duelo interminable por la autoridad. Un rodeo por el Psicoanlisis *
Grard Mendel
En l97l despus de la publicacin de "La descolonizacin del nio" - cuyo subttulo fue:"Sociopsicoanlisis de la autoridad" - fui ubicado generalmente entre los que, en los aos
que siguieron al 68, fueron llamados los "anti-autoritarios". Esto fue al mismo tiempo
exacto e inexacto. Exacto en cuanto pienso que el uso manipulatorio de la autoridadpresenta ms inconvenientes que ventajas. Inexacto porque rechazar el fundamento de la
autoridad, que est en cada uno de nosotros, sera tan absurdo como estar en contra de la
circulacin de la sangre o de la grave-dad. Inexacto sobre todo porque, desde los primerostiempos de mi trabajo, la problemtica clsica "autoridad-no autoridad" me interes menos
que aquello que en la prctica social y en su teora tenda a superar esa problemtica
avanzando hacia un "ms all de la autoridad".De hecho existen dos clases de autoridad. La que est presente en nosotros como imgenes
parentales internalizadas . Y lo que, por otro lado, podemos llamar la explotacin interesadapor parte de otros de nuestra vulnerabilidad interna frente a la autoridad. Esta explotacin,
esta manipulacin autoritaria despierta en nosotros la culpa inconsciente.
De la culpabilidad
La culpabilidad, sean cuales fueren sus aparentes motivos actuales, siempre tiene que ver
con la infancia, con la falta originaria: siempre es en ltima instancia el temor de perder el
amor de los padres, aunque stos hayan desaparecido hace dcadas.Insisto en ello: la vulnerabilidad interna frente a las manipulaciones autoritarias
provenientes del exterior se debe a que, a causa de la ambivalencia de los sentimientos
infantiles, y porque las identificaciones parentales constituyen por siempre el zcalo denuestra personalidad, somos profundamente, en efecto, seres de culpabilidad.
De la autoridad
En "La descolonizacin del nio" defin la autoridad como referida a una figura social-
mente considerada "superior" (el Grande en relacin a los pequeos) y que, a travs de
distintos signos y actitudes emparentadas con la autoridad, de los que dispone en caso deresistencia, manifiesta el legtimo poder de exclusin. Toda figura de autoridad procede en
mayor o menor medida del dios del Gnesis cuyo dedo categrico excluy a Adan y Eva.
La autoridad en ejercicio es siempre un ndice gigante que seala la puerta
sobreentendiendo una metafsica del Cielo y del Infierno.En otras pocas, no muy lejanas, cuando la sociedad funcionaba todava por consenso
autoritario, incluso cuando ya slo se trataba de un consenso dbil, el maestro de escuela
utilizaba la autoridad cuando, colocando un bonete de burro sobre la cabeza del alumno loapartaba del resto, lo singularizaba, lo animalizaba simblicamente, en otras palabras lo
exclua del mundo humano. Utilizaba igualmente la autoridad cuando reconduca a otro
alumno a su soledad esencial ponindolo en penitencia, de pie e inmvil frente a la pared,recortndolo as momentneamente del mundo de sus semejantes.
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El maestro, sin saberlo, se estaba dirigiendo al inconsciente del alumno.
Pero entonces, uno puede preguntarse si nunca habra que hacer uso de la autoridad.Pierre Mle, uno de los fundadores del Psicoanlisis en Francia, deca: "La autoridad no. S
a la firmeza cuando ella es necesaria". Mostrarse firme es permanecer siendo uno mismo,
portador explcito del propio sistema de valores que se sostiene (lo contrario en sntesis de
la no directividad) frente al otro considerado como interlocutor vlido. Utilizar la autoridades intentar despertar en el otro su culpabilidad, su angustia de abandono, es "infantilizarlo"
- se trate de un adulto o de un nio. Autoridad y firmeza pertenecen a dos universos
psicolgicos distintos. El autoritario habla desde un universo a otro universo. .
Y en la escuela?
En la escuela de ayer todo favoreca el uso de la autoridad. A partir del momento en que,
imaginaria e ideolgicamente, la escuela es considerada como una segunda familia y como
una gran familia, ya no ser posible, an teniendo las mejores intenciones del mundo, que
esta escuela no sea fundamentalmente autoritaria. Si, como parte de su actividad y debido aque los alumnos son ms jvenes y lo solicitan, los docentes "individualmente" deben
cumplir un rol educativo ubicado en la dimensin parental, esta actitud no significa de
ninguna manera que la escuela sea en s misma una familia. La realidad objetiva de laescuela es ser el mbito pertinente para una empresa pedaggica y de socializacin. Negar
totalmente esa realidad objetiva presentando a la escuela como una familia con padres e
hijos, es quitarles realidad tanto a los docentes como a los alumnos.
Levantar la hipoteca de autoridad
En ese caso, que nos queda - preguntarn los docentes- para fundar el vnculo social,
para hacer de la escuela una colectividad de vida y de trabajo?
Si tuviera que definir los elementos de la situacin actual, que los docentes naturalmente no
han creado, pero que han permitido que se instalen prcticamente sin reaccionar, dira losiguiente:
- Los docentes subjetivamente, por diversas razones, no quieren ni pueden renunciar a la
autoridad. Son estas las razones que es necesario mostrar. Primero y ante todo la situacininfantilizante a la que la administracin somete a los docentes (y a la cual responde el
corporativismo de los sindicatos): a falta de un poder individual y sobre todo colectivo
"sobre el contenido de su acto de trabajo", no les queda otra cosa que el ejercicio del podersobre otros, sobre los alumnos (y ese poder, incluso, cada vez menos asegurado). Los
programas, adems, dan cuenta de una enseanza "en migajas", compartimentada en
disciplinas, sin transversalidad ni sntesis, divisin a la que se agrega una demente
acumulacin de detalles superfluos en lugar de un trabajo de fondo sobre algunos grandesconceptos significativos, sobre las investigaciones que llevaron a formularlos, sobre las
revoluciones mentales vinculadas a ellos. Por otra parte algunas situaciones escolares, en
los suburbios de las grandes ciudades, alcanzan los lmites de lo posible y obligan a losdocentes a acrobacias humillantes. Y finalmente, lo ltimo pero no lo menos importante,
estos docentes no ven que se abra ninguna alternativa que reemplace a la pareja autoridad-
fuerza (siendo siempre el uso de la fuerza la ultima ratio de la autoridad)
* Publicado en Cahiers Pdagogiques N 319, 1993.- Traduccin: Lic. Mara Jos Acevedo
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