1
La lucha contra la discriminación
racial y las acciones afirmativas en
Cuba
Tomás Fernández Robaina
2
Hasta fechas muy recientes se negaba la presencia del prejuicio y de la discriminación racial,
heredados de otras épocas, en nuestra sociedad. No obstante, es un hecho que estas
tendencias se manifiestan, consciente o inconscientemente, en algunos ciudadanos. El
reconocimiento objetivo de tales conductas se hace difícil, porque los prejuicios racistas se han
interiorizado y han permanecido solapados de tal manera, que pasan inadvertidos incluso para
los propios racistas y prejuiciosos. Estas expresiones constituyen muestras de las tradiciones
cotidianas impuestas desde el período de la esclavitud, reproducidas y enriquecidas durante el
siglo XX, en sus dos momentos fundamentales, el republicano y el revolucionario.
Se trasladó de forma mecánica, sin un análisis contextual el criterio martiano* que cubano era
más que blanco, más que negro, más que mulato, expresado en un momento en el cual era muy
necesaria la unión de las fuerzas criollas para obtener la unidad y la independencia de España.
No pocos pensaron que en la república todos los problemas sociales, y en particular el de la
cuestión racial, se resolverían de forma sencilla. Pero en el caso de la discriminación contra el
negro y la cultura de sus ancestros –como en muchos otros problemas importantes—se pasó por
alto la complejidad de esas problemáticas.
Antes de 1959 los derechos constitucionales que condenaban la discriminación racial eran, en la
mayoría de los casos, letra muerta. Después del triunfo revolucionario algunos creyeron que solo
con el llamado a la conciencia, y con el acceso objetivo a nuevos puestos de trabajo, y a los
diferentes niveles de instrucción, quedaban eliminados el racismo y sus elementos
reproductores: el prejuicio y la discriminación racial. Esa creencia trajo como resultado la falta de
una atención más acuciosa para evitar la aparición de los prejuicios que se tenían en contra de
los negros y de sus manifestaciones culturales, heredadas de los africanos y de las primeras
generaciones de negros criollos.
Esa tendencia contribuyó al mantenimiento de prácticas discriminatorias y prejuicios
enarbolados por las clases privilegiadas y los sectores que imponían sus cánones excluyentes
en los espacios sociales, económicos, políticos y culturales bajo regímenes anteriores.
Acciones afirmativas
El concepto de acción afirmativa no ha tenido muy feliz acogida en Cuba entre todos los que han
participado en la lucha contra la discriminación racial, desde los tiempos más remotos hasta el
presente. No fue muy conocido en Cuba antes de 1959. Aunque su empleo en otras latitudes ha
3
sido muy valorado, entre nosotros su aplicación como una de las alternativas para buscar la
solución del problema racial y cultural del negro cubano no se ha generalizado.
Pero, ¿qué es en realidad una acción afirmativa? La historia que nos llega desde la India nos
enseña que las acciones afirmativas surgieron en ese país cuando Bimrao Ramji Ambedkar,2
quien pertenecía a la casta de los intocables, propuso al colonialismo británico que se
considerara la representatividad de la población considerada inferior. Él estimaba que ese
régimen discriminador solo podía eliminarse si gradualmente sus miembros accedían a espacios
hasta entonces prohibidos para ellos.
De ahí que acciones afirmativas sean aquellas medidas que se aplican con un respaldo legal.
Estas autorizan y posibilitan el disfrute de derechos sociales, políticos, y de otro carácter a los
miembros de una minoría de manera proporcional, facilita el acceso de ellos a determinados
espacios en los cuales históricamente habían sido marginados. Así se aspira a lograr, con el
tiempo, la desaparición de esa desigualdad.
Por ejemplo, en los Estados Unidos, se luchó por obtener --y se obtuvo-- la incorporación de los
negros a los puestos de trabajos, a los centros de estudios, a los cuales ellos no habían tenido
oportunidad de acceder. Este hecho se hizo realidad en ese país como consecuencia de la larga
lucha por los derechos civiles. Ese batallar propició que, desde entonces, la discriminación racial,
al menos legalmente fuera condenada; asimismo, garantiza la incorporación proporcional a los
estudios y al trabajo de las minorías étnicas que pueblan ese país. Objetivamente, las acciones
afirmativas son una opción viable para tratar de borrar las diferencias socioeconómicas,
culturales.
Por lo tanto, pueden también explicarse como las que privilegian a ciudadanos, discriminados en
las sociedades contemporáneas por su origen clasista, de casta, raza, sexo, cultura u orientación
sexual, con el objetivo de ir disminuyendo las diferencias, hasta llegar a eliminarlas. Del mismo
modo, obtener el respeto a las diferencias y la aceptación democrática dentro de cada
comunidad.
Los que han expresado la conveniencia de poner en práctica acciones afirmativas, han tenido
que enfrentar duras réplicas. Han sido recriminados por su propuesta de trasladar, de forma
mecánica, la experiencia estadounidense a la realidad cubana, cuando la nuestra nada tiene que
ver con aquella
4
Pero, ¿es acertado ese enjuiciamiento? ¿No hubo en nuestra lucha contra la discriminación
racial del negro intentos de acciones afirmativas? Si valoramos el concepto como toda medida
que tiene respaldo legal con el objetivo de lograr un equilibrio de la justicia social para aquellos
que histórica y mayoritariamente han estado apartado del disfrute pleno de no pocos derechos,
pudiera considerarse una acción afirmativa las medidas legales que permitían la compra de su
libertad a los propios esclavos. 3 Pero esa legislación no se hizo para beneficiar en primera
instancia al esclavo, sino para no perjudicar económicamente al esclavista. No obstante, es
cierto que aquellos que pudieron manumitirse lo hicieron, como bien plantea la historiadora
Rebeca Scolt,4 en su importante libro La emancipación de los esclavos en Cuba: La transición al
trabajo libre 1860- 1899.
Debemos tener bien claro que la función fundamental de la acción afirmativa radica en su
ejecución como una medida transitoria para elevar el nivel de instrucción, social y económico
de los que siempre fueron apartados de esas posibilidades. Por lo tanto, toda acción afirmativa
es algo provisional, un proceso dialéctico, que una vez alcanzada una nivelación, el balance
adecuado, ya deja de tener sentido, y se convierte en lo opuesto de lo que realmente la
originó, si se insiste en su ejecución y permanencia indefinida. Pero llegar a ese estado es el
resultado de un muy largo proceso que no ha sido alcanzado todavía por ninguna sociedad.
El Partido Independiente de Color (PIC)5 puede muy bien juzgarse, desde la perspectiva
explicada, como la acción afirmativa más relevante asumida por el movimiento negro de Cuba
en toda su historia, en una etapa en el que el concepto de acción afirmativa estaba muy
distante aún de surgir. El PIC fue una organización nacida dentro de la legalidad constitucional
de una época marcada por el final de la segunda intervención estadounidense. El fundador de
este partido, Evaristo Estenoz, tenía la firme convicción de que militando todos los negros
dentro de un solo partido se lograría la posibilidad de luchar por los derechos del negro de
modo más objetivo. Además, el programa6 del Partido contemplaba todos los aspectos
necesarios para garantizar el disfrute y el acceso a los derechos constitucionales que no
habían estado al alcance de la población negra cubana. No cabe duda que el PIC pudo haber
sido una solución viable, pero el miedo al negro,7 surgido como consecuencia del triunfo de la
Revolución Haitiana, fue un temor latente durante todo el siglo XIX, y ese miedo, convertido ya
en racismo, se heredó en el siglo XX.
Fracasado el intento del PIC --en virtud de la aprobación de la Enmienda Morúa,8 presentada
al Congreso por Martín Morúa Delgado-- dicha Enmienda ilegalizó a esa organización política,
5
pues existía un consenso que consideró perjudicial para el país la formación de un partido
cuyos miembros pertenecieran a una sola raza. Ese veto también tomó fuerza por el temor de
los partidos tradicionales de aquella época a no poder seguir manipulando el voto de los
electores negros. Lo anterior puede explicar una parte del genocidio cometido contra los
independientes de color, en 1912, donde murieron más de dos mil militantes. Esto determinó
su desaparición definitiva.
Después de 1912, la mayor parte de las acciones del negro en pro de sus derechos se centró
en el esfuerzo individual promovido por Juan Gualberto Gómez,9 ya que los intentos colectivos,
que no llegaron a constituir organizaciones políticas, no fueron exitosos.
Con la fundación del Partido Comunista de Cuba en 1925, el fenómeno racial comienza a
enfocarse como una consecuencia de la sociedad dividida en clases sociales antagónicas. Se
postulaba que con la desaparición de la sociedad capitalista y el inicio de la sociedad
socialista, la problemática racial dejaría de existir. Sin embargo, la experiencia cubana
evidencia que la lucha contra el racismo es mucho más compleja y difícil que la lucha de
clases.
En la década del 30, después de la caída del dictador Gerardo Machado,10 el partido comunista
enarboló una consigna que postulaba la creación de la faja negra oriental. Se planteaba de
manera clara que en la porción sur de dicha provincia, donde la mayoría de la población era
negra, los negros eran los que debían ser postulados a los cargos municipales, y ejercer ellos el
poder político en esas áreas. Esta propuesta no contó con gran apoyo popular, y muchas
décadas después se analizaba lo erróneo de tal postulado del modo siguiente:
―Si en la llamada Faja Negra de Oriente (...) los negros y mulatos constituían (...) el 5,3% de su
población, ellos constituían, sin embargo, no más que el 22,4% de la población negra de todo el
país (…) Estos números indican por sí solos que, aún en el caso de que la consigna del derecho
de autodeterminación hubiera sido justa, este derecho no podía ser ejercido por el 77,6% de la
población negra que vivía fuera de la faja negra de Oriente‖.11
Independientemente de lo objetivo de tal conclusión, desde el ángulo que se hace, hubiera sido
interesante haber contado con esa experiencia. No obstante, al estudiar aquel período, se puede
apreciar que el contexto no era favorable para tal gestión.
6
Gustavo E. Urrutia12 llamaba a los negros a hacer acto de presencia en la economía; planteaba
que esa era una de las formas en que el negro debía hacerse sentir y respetar. Reclamaba esa
acción desde posiciones muy modestas. Sugería, por ejemplo, salir a vender frutas con una
canasta o una carretilla, para que a partir de ese inicio y ese esfuerzo, el negro pudiera ir
desarrollándose desde el punto de vista económico. Obviamente, esa exhortación no pasaba de
ser una contribución noble, pero, entre otras cosas, no era fácil de cumplimentar.
Las leyes contra la desigualdad racial planteadas en la Constitución de 194013 fueron letra
muerta, pues las leyes complementarias que debieron promulgarse jamás se redactaron, a pesar
de la larga demanda de los sectores progresistas de entonces, básicamente los miembros del
Partido Socialista Popular.14 De haberse legislado dichas medidas complementarias, se hubiera
tenido a la mano un instrumento legal contra los actos discriminatorios que ocurrían a diario en la
sociedad, y hubiera sido un apoyo legal muy eficaz para la realización de acciones que buscaban
combatir la discriminación.
Walterio Carbonell,15 autor de Crítica: cómo surgió la cultura nacional, uno de los libros más
reveladores para los que se interesen por el estudio de la identidad nacional cubana, fue
protagonista de un hecho que conllevó a la realización espontánea y violenta de una acción
contra la discriminación.16 Al intentar entrar con unos amigos a un cabaret, a uno de ellos --que
era negro-- se le prohibió la entrada. Tanto los blancos como los mulatos,y el negro integrante
del grupo, decidieron entrar por la fuerza. Por supuesto, todo terminó en la estación de policía, y
el proceso fue considerado simplemente como un escándalo en la vía pública. La connotación
racial fue escamoteada en el juicio, aunque la prensa reflejó el hecho con toda su implicación
racista. Probablemente ocurrieron muchos actos como estos, pero no siempre llegaron a ser
noticias periodísticas.
Juan René Betancourt17 fue el propulsor de todo un movimiento. Bien puede considerarse
precursor de una política de acciones afirmativas; al menos, parcialmente. Él elaboró un
conjunto de medidas que, por supuesto, nunca contaron con el apoyo oficial y no siempre fueron
comprendidas cabalmente por todos los que deseaban luchar contra la discriminación racial. Fue
el autor de dos importantes libros Doctrina Negra (1955) y El negro, ciudadano del futuro (1959).
Fundó la Organización Nacional de Recuperación Económica (ONRE), la cual tenía como
objetivo principal la creación de una empresa que construyera edificios de apartamentos
confortables para los negros, con una renta accesible al bolsillo de los profesionales negros, así
como tiendas, y lugares de entretenimiento. En la época de Betancourt, ese empeño respondía a
7
la dificultad que enfrentaban algunas familias negras a la hora de mudarse para un edificio en
una zona donde la población negra no era relevante. También se pretendía que los
consumidores negros compraran en las cadenas de tiendas que se proyectaban abrir para de
ese modo contribuir al desarrollo de la ONRE. Por supuesto, Betancourt sabía que la minoría
negra que tenía ciertos recursos económicos no podía por sí sola acometer todo el proyecto, por
lo que él recabó la ayuda de los comerciantes e inversionistas de todas las razas. No obstante, el
proyecto betancourteano no floreció.
La cuestión racial de 1959 a 1984
La década del 50 fue en realidad muy agitada. Se produjo el cuartelazo del 10 de marzo de 1952,
un golpe de Estado dirigido por el general Fulgencio Batista.18 Este hecho generó una oposición
cada vez mayor, la cual provocó acciones bélicas de suma importancia para la nación cubana,
como los asaltos a los cuarteles Goicuría, Guillermón Moncada (Santiago de Cuba, 1953) Carlos
Manuel de Céspedes (Bayamo, 1953); el alzamiento de Cienfuegos; y el desembarco de los
expedicionarios del yate Granma (2 de diciembre, 1956), que inició la guerra de liberación
presidida por Fidel Castro. Todos estos acontecimientos,en muy buena medida, capitalizaron la
atención y el interés de la ciudadanía.
La problemática del negro, incluida la discriminación, pareció esfumarse, aparentemente se hizo
invisible; sobre todo en las primeras semanas del ascenso del poder revolucionario. Pero el 15
de febrero de 1959, Juan René Betancourt19 publicó un artículo en el cual, después de expresar
su satisfacción por la caída de Batista, y por las esperanzadoras promesas de la Revolución para
iniciar el desarrollo económico, social educacional y cultural del país, manifestó que le parecía
conveniente que el Gobierno revolucionario se pronunciara, diera a conocer cuál iba a ser su
política en lo concerniente a la lucha contra la discriminación racial. Agregó que, en efecto,
muchos negros formaban parte del Ejército Rebelde y ostentaban rangos de oficiales, como el
comandante Juan Almeida; pero que en el Consejo de Ministros no había ningún descendiente
de africano. Realmente fue una observación muy honesta y revolucionaria.
Primer llamado del Comandante Fidel Castro
En su primer discurso del 22 de marzo de l959,20 publicado el 23 en el diario Revolución, el
Comandante Fidel Castro hizo un llamado a todos los intelectuales, historiadores, creadores,
para que contribuyeran a la erradicación del prejuicio, del racismo y de la discriminación racial.
8
Las respuestas2l al emplazamiento del Comandante en Jefe fueron muy diversas, y no pocas de
ellas propusieron la realización de acciones afirmativas muy concretas. Sin embargo, tales
acciones estaban volcadas más hacia el sector laboral y educacional que hacia el sector cultural,
ya que en realidad lo que urgía más en aquel momento era crear posibilidades equitativas y
justas a la hora de aspirar a un puesto de trabajo. Por tal razón, se expuso la conveniencia de
que existiera una proporcionalidad entre blancos y negros en cada centro industrial y comercial,
teniendo en cuenta el por ciento total de los trabajadores.
Hubo propuestas22 que señalaban la necesidad de cambiar el sistema de enseñanza, para
combatir las secuelas de los condicionamientos seculares en ese sentido, pues algunos sectores
–y personas—en la sociedad seguían viendo al negro como un ser inferior.
Hubo, además, no pocos espacios donde se ofrecieron seminarios y charlas; asimismo, en la
prensa se debatió bastante esta problemática. 23 Ya para esa fecha se tenía muy en cuenta las
palabras de la intervención del propio Comandante en Jefe24 en la televisión cubana, donde
subrayó el hecho de que la contrarrevolución interna y la amenaza siempre presente de
Washington de materializar la política de la fruta madura, hacia necesario la unidad de todo el
pueblo revolucionario, y rechazar todo lo que pusiera en peligro esa cohesión. Por estas
especiales circunstancias se consideró atinado dejar de hablar del problema racial, ya que por el
hecho revolucionario mismo, las acciones discriminatorias tradicionales habían sido abolidas
objetivamente. La Revolución implicaba, entre otros muchos hechos de igualdad, que un negro
pudiera caminar por todas las áreas de los parques públicos y entrar a todos lo restaurantes y
otros sitios de entretenimientos donde históricamente no era usual –o estaba prohibida-- la
asistencia de negros.
El llamado a la lucha se centró en evitar las acciones discriminatorias, y es justo decir que estas
han sido condenadas por la Revolución desde entonces. Comenzó, a surgir la ilusión de que la
discriminación racial había sido abolida de nuestra sociedad, porque no pocos negros
empezaron a trabajar en los banco, y a desempeñar funciones vetadas anteriormente para ellos.
Además, no hubo un solo hotel, asociación de recreo u otra clase de establecimiento público
donde les fuera negada la entrada por el color de la piel.
La propuesta de Juan René Betancourt de utilizar la Federación Cubana de Sociedades de
Color25 como un medio de apoyar a la Revolución y de estimular y sistematizar la lucha contra el
racismo, de un modo organizado, no se adecuaba a la visión que el poder revolucionario tuvo de
la problemática racial. No obstante, ocurrió algo paradójico, mientras la mayoría de las
9
organizaciones, sociales y laborales, se reorganizaban para adecuarse al proceso revolucionario,
y surgían otras como la Federación de Mujeres Cubanas (FMC), 26 la de los Comité de Defensa
de la Revolución (CDR),27 la de la Unión de Pioneros,28 entre algunas más, la principal asociación
de los negros, por la cual históricamente habían luchado, la Federación de Sociedades de Color,
desapareció. No se consideraba necesaria la existencia de sociedades integradas únicamente
por negros y mulatos, puesto que gracias a la Revolución todas las sociedades recreativas o
instructivas del país se abrían para todos los ciudadanos, sin distingos de raza o de procedencia
social.
Por otra parte, la prensa cubana,29 y el pueblo en general, siguió muy de cerca el desarrollo del
movimiento de los derechos civiles en los Estados Unidos. Fuimos solidarios de sus
reclamaciones cívicas, políticas y culturales. También apoyamos incondicionalmente la lucha
contra el apartheid del pueblo negro de la República de África del Sur.
Algunos creyeron, muy románticamente, que por declararnos socialistas los prejuicios sexistas,
religiosos, racistas, machistas y homofóbicos iban a perder sus poderes discriminadores. Pero,
una visión profunda de lo que ocurría en Cuba en las dos primeras décadas del triunfo
revolucionario, deja ver claramente la supervivencia de algunos de tales prejuicios.
Las Unidades Militares de Ayuda a la Producción (UMAP),30 a las que fueron enviados
homosexuales y religiosos, particularmente los testigos de Jehová, fueron acciones felizmente ya
superadas; pero no deben ser olvidadas, para evitar caer en errores similares, no solo en nuestro
país, sino en otros donde se estén llevando a cabo transformaciones sociales radicales.
Es un hecho que, con ciertas medidas institucionales y sociales, se procuraba erradicar de las
personas los prejuicios racistas. Asimismo, por otra parte se estimaba que, en virtud de la
educación e instrucción de negros y blancos, en la medida en que los jóvenes fueran alcanzando
niveles superiores de instrucción y de cultura, espontáneamente se alejarían de las
manifestaciones religiosas de origen africano que persistía en otras generaciones. Se estimaba,
en esos momentos, que con el tiempo esa herencia cultural y religiosa desaparecería. Por tal
motivo, al igual que en tiempos de Fernando Ortiz,31 Rómulo Lachatañeré32 Y Lydia Cabrera,33 se
puso énfasis en la urgencia de rescatar el acervo legado por las culturas africanas aún existentes
en Cuba, ya que ahora el peligro de perderlas y que cayeran en el olvido era mayor.
Sin embargo, hubo una aparente contradicción en este enfoque, por un lado se aspiraba al éxito
de esta política, mientras, por otra parte, las historias de los orichas, los bailes de origen yorubá,
10
arará, congo, carabalí, se enseñaban a todo lo largo y ancho de la isla por cientos de instructores
de danza. Inconscientemente o no, se realizaba una acción afirmativa de índole cultural. Se
puede valorar lo anterior desde ese ángulo, porque para los creyentes de esas religiones, el
hecho de que se rescatara, como hecho artístico, danzas y rituales, era una manifestación del
poder de los propios orichas, de sus diferentes deidades.34
Primer movimiento de la negritud
Tampoco puede pasarse por alto el movimiento de la negritud. Este surgió en los finales de la
década del 60 y comienzos de la del 70. En cierta medida puede hermanarse con el surgimiento
de la literatura negrista o afrocubana de La década del 30.
Un elemento que no había sido enarbolado por el movimiento negro de toda la etapa de la
república, surgía aparentemente como consecuencia de las lecturas de los textos de Aime
Cesaire,35 Leopold Senghor,36 y Frantz Fanon.37
El movimiento social del negro en Cuba había estado integrado por intelectuales, escritores,
médicos, abogados y periodistas, que respondían a los cánones impuestos por la cultura
eurocéntrica en la cual todos habían sido educados. Por lo tanto, las demandas esgrimidas se
centraban en la lucha por la igualdad de oportunidades. Se luchaba por que no hubiera
discriminación racial en el trabajo, en la educación, en los lugares públicos, por los derechos
políticos, deportivos y sociales en general. Muy pocos hablaron encomiásticamente de la cultura
de sus ancestros con respeto y no siempre con la justa valoración, como hizo en su tiempo, por
ejemplo, Gustavo E. Urrutia, quien expresó en cierta ocasión:
―Se me han acercado más de un amigo y de una amiga, inteligentes y buenos --de esos que no
padecen el complejo de inferioridad--, preguntándome si con estas transmisiones de radio, donde
suenan tambores y cantos africanos, lo que me propongo es estimular, o mantener, o extirpar el
ñañiguismo y la brujería‖.38
Esta importante pregunta que se hace, en esencia, es así: ¿Debemos estimular la tradición
africana, o debemos extirparla?
Obviamente la respuesta planteaba que lo único que se debía hacer es explicarla, darla a
conocer. Por eso en líneas más adelante aseguraba que: ―Y puesto que a la rama negra del
pueblo de Cuba es a quien se le suele imputar insidiosamente un ancestro salvaje y bárbaro; y
como es al afrocubano a quien se pretende abochornar, coaccionar con supuestas herencias de
11
inferioridad, con taras raciales denigrantes; por lo mismo es al afrocubano a quien más
perentoriamente le incumbe conocer a ciencia cierta, dar a conocer y explicar los valores
religiosos, morales y artísticos de sus abuelos negros, que nada tienen que envidiar en moralidad
ni en refinamiento espiritual a los de sus abuelos blancos, y que, por lo contrario, vienen
nutriendo muy generosamente la cultura blanca sin que el blanco se haya dignado enterarse,
reconocerlo y agradecerlo, hasta fecha bien reciente y en los países más avanzados del mundo‖.
No era muy común entonces que los intelectuales negros cubanos emitieran públicamente
tales criterios. Pero, a principios del siglo xx, a pesar de la noble intención de Urrutia, una
buena parte de la población siguió sorda a sus palabras y a las del propio Fernando Ortiz.
A mediados del siglo pasado, después del triunfo de la Revolución, el primer movimiento de la
negritud fijó más la atención sobre la espiritualidad, la autoestima de la mujer negra y del
hombre negro y sus calidades estéticas. Reflejó también una profunda preocupación social y
política sobre los problemas de sus hermanos en los Estados Unidos y en la República de
Sudáfrica. Sin embargo, sus cultivadores no tuvieron mucho espacio donde exponer de forma
amplia sus ideas. El contexto entonces no fue favorable a ese debate. Se consideró que hablar
de la problemática racial, tanto desde sus aspectos sociológicos como ideológicos, podía
debilitar la unidad tan necesaria de todo el pueblo para enfrentar la amenaza de los que se
oponían a la Revolución cubana con el apoyo abierto de Washington. Eso explica, en buena
medida, la reacción cubana ante el escrito de Carlos Moore39 ―¿Tienen los negros su lugar en
la sociedad cubana?‖ Esta interrogante no era nueva en el movimiento social del negro
cubano. El Partido Independiente de Color había representado un intento de ganar ese lugar
durante la república.
Solo con la Revolución tornó la esperanza, la certeza de que, al menos, se podía lograr algo.
Pero no pasó mucho tiempo para que, por muy diversas razones, a la vez que se hacían realidad
muchas ideas planteadas antaño por los independientes --como la enseñanza obligatoria y
gratuita-- se percibía una ausencia, una falta de representatividad de la mujer, de la juventud, y
de la etnicidad general del pueblo, en las esferas administrativas, entre otras. Esos hechos
reflejaban la complejidad del proceso social revolucionario, y determinó lo que bien puede
considerarse el primer esbozo de una política oficial de ―acciones afirmativas‖.
12
Segundo llamado del Comandante Fidel Castro
En la clausura del Tercer Congreso del Partido Comunista de Cuba, su Primer Secretario40
expuso la necesidad de que las mujeres, los jóvenes y los negros estuvieran representados en
los diferentes niveles del poder revolucionario: El Estado, El Gobierno, el Partido, la
administración pública en general. Dicha propuesta fue muy bien recibida por los que habían
estado sugiriendo tal acción. De nuevo la figura de Walterio Carbonell vino a la mente de los que
sabíamos que en más de una oportunidad él había enviado cartas al máximo nivel del Partido,
planteando la necesidad de la representatividad negra.
No hay dudas de que se operó entonces un cambio notable. No obstante, no puede afirmarse
que el balance final fue totalmente positivo. No se había orientado que solo por ser negro debía
haber promoción, sino que esa acción se sugirió fundamentalmente para el ascenso de aquellos
negros y negras que, por su profesionalismo y experiencia laboral en sus respectivas esferas,
contribuyeran a dar una imagen que pudiera servir como paradigmas y promover el interés hacia
el estudio y la superación entre los negros.
De manera general no se interpretó de modo correcto la orientación. Probablemente en no pocos
casos se aplicó bien, pero lo que nos llega de las encuestas y entrevistas efectuadas, es que no
siempre se seleccionaron a los más capaces. Según algunos testimonios, cuando hubo que
remover a los que no habían cumplimentado las expectativas, el comentario dio una muestra
más de la existencia de los prejuicios racistas, pues no se atribuía únicamente la remoción a la
falta de experiencia o de conocimiento, sino a su condición racial. Llama la atención que, en los
casos contrarios, el ser negro o negra no se destacaba de modo ejemplificante. Pero no
podemos soslayar criterios todavía prevalecientes que retratan de cuerpo entero a los emisores
cuando se encuentran ante un negro altamente calificado, educado: es un blanco en todo, menos
en la piel.
No se han detectado referencias en la prensa,41 después del Cuarto Congreso del Partido
Comunista, sobre los resultados de la representatividad racial. Obviamente, que dicho asunto
no alcanzara los medios de difusión masiva, no quiere decir que no se hubiera debatido
internamente.
13
Las investigaciones después de la Revolución
En la década del 70, comienza a abrirse un espacio para la problemática racial, cultural y
religiosa de origen afrocubano. Jesús Guanche42 dio a conocer su Procesos Etnoculturales de
Cuba (1977), obra que, independientemente de las limitaciones que presenta al enjuiciar las
culturas de origen africano, fue una contribución notable, porque provocó la reflexión sobre los
argumentos expuestos; en particular, los relacionados con la santería, y en general sobre las
creencias afrocubanas. Además, es una muestra de la manera de pensar del mundo científico
cubano de entonces sobre dichas manifestaciones. Su texto funcionó como un motor, como un
acicate para investigar más profundamente la contextualidad religiosa y cultural del momento.
Más adelante, Pedro Serviat43 da a conocer su texto El problema negro en Cuba y su solución
definitiva (1986). Este autor brinda una importante información y subraya todo lo que la
Revolución había hecho hasta ese momento en pro de la igualdad racial, pero a la vez refleja
una deficiencia profunda: la presunción de que todos los problemas raciales están resueltos,
justamente en un momento en que a nivel individual los prejuicios se reproducían, y se
demandaban medidas para combatirlos.
En 1986, La Biblioteca Nacional José Martí editó la Bibliografía de Temas Afrocubanos.44 Este
volumen puso en las manos de los investigadores un instrumento de consulta y referencia que ha
sido altamente valorado por los especialistas. Ya en 1984, había circulado en forma de folleto el
texto Los santero,45 que se publica posteriormente, en 1985, en la antología Talleres Literarios
1984 con el nombre de ―Oricha no baja‖. En 1994, este mismo trabajo circula con el título Hablen
paleros y santeros.
Gabino La Rosa46 dio a conocer en 1988 su importante obra Los Cimarrones, tema que no se
había abordado con una visión tan abarcadora y detallada como se ofrece en este título. Carlos
Moore, 47 escribió Castro, los negros y África (1988), duramente criticado por cubanos y
extranjeros. Fue un libro que hizo a muchos repensar la situación real del negro en Cuba,
independientemente de que dio lugar a una clara oposición a sus planteamientos y a los
enfoques pesimistas del autor.
Todas estas obras, entre otras, de un modo u otro contribuyeron también a la apertura del
espacio para el debate de la problemática racial y de la religiosidad de origen africano, que en
muy buena medida también ha contribuido a una mayor concientización de las mujeres y los
hombres negros.
14
No fue fortuito que justamente en 1990 se iniciara la década con la publicación de Los Orishas,
de Natalia Bolívar,48 libro de suma importancia, porque abrió un gran espacio a la literatura
religiosa afrocubana. También lo hicieron otros títulos, algunos de la propia autora.
En ese mismo año circula El negro en Cuba: apuntes para la historia de la discriminación en
Cuba (1902-1958), de Tomás Fernández Robaina,49 cuyo mérito principal radica en ofrecer un
panorama de esa lucha durante la república con una visión objetiva de tales hechos.
Desde el Período Especial hasta la actualidad
El inicio del Período Especial, en 1990, debido a la desaparición del campo socialista y la pérdida
del apoyo que Cuba recibía de dicho bloque político y económico, entre otros factores, hizo
resurgir desigualdades sociales y financieras, que fueron anunciadas por el Gobierno
Revolucionario, ante lo inevitable de la crisis social, económica y política en la que nos
adentrábamos.
Las grandes oportunidades para acceder a los estudios medios y superiores que la Revolución
brindaba a los ciudadanos de todo el país, fueron ampliamente aprovechadas, en los primeros
tiempos del proceso revolucionario, por muchos cubanos, incluidos los de la raza negra. Pero,
después de las tres primeras décadas del proceso revolucionario, se observaron áreas
profesionales y de estudios universitarios donde la presencia negra era escasa. Ello se explicaba
como una consecuencia de la falta de hábito, de tradición de estudios y de superación entre la
mayoría de ese sector social de nuestra población.
En ese sentido, nunca se había desarrollado un programa para el avance educacional y social de
la población negra desde el punto de vista tanto individual, como colectivo. Quizás por necesidad
de priorizar otras problemáticas, no se había tenido en cuenta que los descendientes de
africanos eran los que estaban realmente en desventajas para acceder a los estudios superiores
y técnicos, por ser la mayoría de ellos analfabetos. Por otra parte, los que habían podido
traspasar esas barreras no siempre tenían las mismas posibilidades de sus hermanos blancos
para acceder a puestos laborales significativos.
Poco tiempo después del inicio del Período Especial, la problemática racial comenzó a
manifestarse en no pocas conferencias y eventos donde se abordaban temas vinculados con
la contribución histórica, social y cultural del negro a nuestra formación y a la identidad de
15
nuestra nación. Ese interés originó que surgieran otros espacios en los que se debatieron
ampliamente esos tópicos.
Gerardo Alfonso,50 el notable cantautor, creó una singular peña o tertulia, auspiciada por la
Asociación Hermanos Saíz. Su sede fue la Quinta de los Molinos, y se denominó La
Madriguera. Allí se reunían cada semana representantes de diferentes generaciones; se
hablaba de música cubana, del hip hop, pero principalmente se comentaban las experiencias
negativas que no pocos de los participantes exponían como pruebas irrefutables de la vigencia
de los prejuicios raciales en determinados sectores de nuestra sociedad.
Ante estos hechos, se acordó enviar cartas a los diferentes niveles del Partido y del Estado
para dar a conocer lo que estaba ocurriendo. No importaba que pudieran ser hechos aislados,
como no pocos alegaron, conociendo, como todos conocemos, que la Revolución estaba –y
está-- radicalmente en contra de esas manifestaciones. El objetivo del grupo era procurar,
además de que se conocieran tales hechos, que se tomaran medidas efectivas para evitar la
expansión de tal problemática. Aunque por muy diversas razones personales el grupo dejó de
reunirse, la batalla contra los prejuicios raciales continuó en todos los eventos de las ciencias
sociales y de las humanidades que se efectuaban.
Hubo eventos muy particulares -- auspiciados algunos de ellos por el propio Instituto Cubano de
Radio51 y Televisión-- donde se analizaron la ausencia de la mujer y del hombre negros en los
medios de difusión masiva. En el debate se resaltó la figura ya legendaria de la actriz Elvira
Cervera, una de las primeras en haber logrado la representatividad negra en los espacios
teatrales, radiales y televisivos; incluso, mucho antes de 1959. Esta destacada actriz acaba de
plasmar el testimonio de su lucha en el libro El arte para mí fue un reto.52
La Fundación Fernando Ortiz, dirigida por el escritor Miguel Barnet, convocó en 1995 a un muy
importante debate, donde profesores universitarios, escritores, antropólogos, etnólogos,
sociólogos, politólogos y psicólogos expusieron preocupaciones y hechos que evidenciaban de
modo irrefutable la existencia de la discriminación racial, como consecuencia de los prejuicios y
del racismo solapado, o abierto, en algunas personas.
La relación de hechos narrados críticamente por los participantes demostró que se debían tomar
medidas, ya que el deseo e interés de la Revolución era evitar, y erradicar, tales males sociales.
No obstante, objetivamente, no había un programa, una campaña sistematizada encargada de
combatir el racismo.
16
A nivel oficial -- y no solo por los pronunciamientos de las máximas figuras de la Revolución-- se
reconoce esta problemática. También, la necesidad de la realización de los talleres de racialidad
para sopesar criterios sobre dicho tema,53 así como la conveniencia de la existencia de empeños
como los ya mencionados y otros que conoceremos más adelante.
La periodista Gisela Arandia, vinculada con los espacios radiales y televisivos, ha promovido el
debate sobre la cuestión racial en esos medios. Ella amplió dicha línea de trabajo desde el
proyecto Color Cubano,54 patrocinado por la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, y se
trabajó directamente con la comunidad formada por los vecinos del solar La California.
No cabe duda que allí se logró un avance social muy importante, pues, en la actualidad, del
solar solo queda el espíritu, la forma de ser y de actuar de las personas que durante largos
años han vivido en tales edificios. Los antiguos cuartos en donde vivían hacinados, se
convirtieron en apartamentos confortables, de dos o más habitaciones, con sala y comedor. La
transformación física, tangible, fue más fácil y rápida. La otra, la espiritual, la cultural, la
intangible, es más difícil de cambiar, ya que está enraizada en las mentes de sus moradores,
debido a sus largos años de convivencia y pertenencia a un sector social históricamente
marginado. En este último aspecto queda todavía mucho por hacer; entre otras cosas, que
Color Cubano siga ampliando su radio de acción a lugares similares. Dicho proyecto ha
convocado, además, a seminarios, debates sobre libros y conmemoraciones, como el
realizado sobre el Partido Independiente de Color en junio del 2002
La investigadora Leyda Oquendo ha venido realizando mensualmente el Aula Taller José
Luciano Franco,55 en la Casa de África de la Habana Vieja, un espacio donde se habla de la
racialidad, del mestizaje, de la identidad cultural cubana. A estas actividades concurren como
conferencistas los especialistas que desde hace años se ocupan de tales asuntos y los que se
han incorporado a estas reflexiones más recientemente.
La Biblioteca Nacional José Martí56 ha brindado, de modo también organizado, sus cursos sobre
la historia, vida social y cultural de los africanos y sus descendientes desde 1994. Durante l998,
en dicha institución se celebraron dos coloquios, que fueron favorablemente valorados por
especialistas cubanos y extranjeros. Uno de ellos sobre el nonagésimo aniversario del Partido
Independiente de Color, con el cual se iniciaba una serie de actividades encaminadas a preparar
los próximos centenarios: el del Partido y el de la mal llamada Guerrita de 1912, ambos a
celebrarse en 2008 y en 2012 respectivamente.
17
También se celebró en la Biblioteca el coloquio sobre la vida y obra de Gustavo E. Urrutia, uno
de los pensadores negros más importantes de Cuba y Latinoamérica, con motivo del
cuadragésimo aniversario de su muerte. Uno de los ponentes de este evento, el Doctor en
Ciencias Históricas Jorge Ibarra, demostró de forma exhaustiva la inteligencia, sagacidad y
cultura de Urrutia. Analizó la polémica que sostuvo sobre la cuestión racial cubana con el Doctor
Jorge Mañach, cuyo saldo fue a favor de las ideas expuestas por Urrutia. Otros participantes
abordaron la importancia de la página dominical ―Ideales de una raza‖ (1928-1931), que vertebró
y animó el primer gran movimiento social y cultural del negro en Cuba.
También hubo un homenaje a Pedro Deschamps Chapeaux, historiador de quien son
deudores todos los que se ocupan de la historia del negro en el siglo XIX.
No puede pasarse por alto la conmemoración, en 1999, de los sesenta años de publicado el
libro de Alberto Arredondo: El negro en Cuba, ensayo, que contó, como en las anteriores
actividades, con una significativa asistencia y fue un rico debate acerca de los análisis
efectuados por su autor.
La profesora Lázara Menéndez,58 de la Facultad de Artes y Letras , ha realizado una muy
destacada labor desde su Cátedra de Estudios Afrocubanos, promoviendo el análisis y
comprensión de los valores estéticos de las manifestaciones artesanales presentes en los
collares, tallas, bailes, así como su influencia y presencia en la obra de los artistas plásticos.
En la actualidad se ha abierto el espacio de estudio a otras regiones y esta cátedra se
denomina Estudios Afrocaribeños. Gracias a su gestión se publicaron los cuatro primeros
tomos de Estudios afrocubanos, que incluyen, los dos primeros, textos valorativos y reflexivos;
otros dos, que son manuales y libretas de santeros; y un quinto tomo que da a conocer los
trabajos de diplomas más relevantes defendidos en esa facultad.
La revista Temas59 ha proporcionado también un espacio muy positivo para el debate de
diversos asuntos, como el racial, abordado más de una vez desde sus páginas (ver el número
28 del 2002). Relevantes son también las discusiones que se efectúan los últimos jueves de
cada mes. La mesa redonda sobre el Partido Independiente de Color, celebrada en febrero de
ese mismo año, expresó el interés que existe en sectores de nuestra población por el estudio
de esa organización política.
Ese año el curso ofrecido por la Biblioteca Nacional José Martí se nutrió de jóvenes raperos,
rastafarians y estudiantes aún no graduados de nuestra universidad, además de los ya
18
graduados y no pocos extranjeros. Todos ellos animaron de forma muy positiva no solo las
clases, sino los diversos debates que tuvieron lugar ese año sobre la racialidad, como el ya
mencionado seminario o coloquio sobre el PIC auspiciado por Color Cubano (junio 6 y 7), y la
reunión sostenida en el Museo de Bellas Artes por la revista Contracorrientes (julio 9) sobre la
problemática racial y el arte, a propósito de una muestra del talentoso artista Diago.60
También el octavo Festival del Hip Hop Cubano61 fue un marco adecuado, como en los
anteriores, para llamar la atención sobre algunas de las problemáticas sociales más actuales
de una buena parte de los jóvenes negros. Allí se analizaron las letras de las canciones de los
raperos, ricas en críticas constructivas y reflexivas, violentas o agresivas, de acuerdo con el
estilo de formular y rapear la denuncia social de cada interprete.
En el coloquio efectuado se subrayó la importancia del movimiento hip hop, y en particular de
los raperos en Cuba. Estos últimos han asumido la defensa –a través de su arte-- del derecho
a la diferencia y han contribuido de manera relevante a la elevación de la autoestima de no
pocas mujeres y hombres negros, que representan una cultura, una estética, con códigos
diferentes a los eurocéntricos, y que ha sido considerada dañina por la concepción que se
tiene de lo que debe ser la cultura dominante y representativa de lo cubano. Pero,
independientemente de las críticas, los escollos y contratiempos en su camino, el movimiento
hip hop cubano sigue manteniendo sus postulados originales de crítica social.
En otras áreas del mundo, a pesar de que algunos se dejan llevar por lo mercantil, siempre
habrá raperos que sabrán de modo inteligente mantenerse fieles a sus esencias básicas. A
veces, por razones económicas, hay algunos que cultivan un rap puramente trivial, erótico,
sensual, sin elementos reflexivos. Pero el rap denunciador, detector y acusador de las
desigualdades sociales que en la actualidad sufren las juventudes negras y blancas
marginadas en las sociedades de los países del primer mundo, tanto como en la mayoría de
los países subdesarrollados o en vías de desarrollo, seguirá vivo, mientras las sociedades en
las que se cultiva, no haya transformaciones sociales, económicas y humanísticas profundas,
despojadas de los códigos negativos del racismo, del prejuicio y de la discriminación.
En el 2003, el Centro de Altos Estudios de la Universidad de la Habana62 y la Fundación
Fernando Ortiz organizaron un amplio y profundo seminario sobre la marginalidad, dirigido por
los doctores Carmen Barcia y Eduardo Torres Cuevas. En él las figuras más destacadas de las
ciencias sociales y de las humanidades, jóvenes y no tan jóvenes, participaron en los paneles
que cada semana abordaron la marginalidad desde el punto de vista de todos los campos del
19
conocimiento y de la vida social. La problemática racial mereció dos sesiones, pero también
estuvo presente en varías de las diversas temáticas abordadas: la marginalidad en el cine, en
la literatura, en la lingüística, en los géneros, en la orientación sexual, en la religiosidad
afrocubana, en las clases sociales, en la educación.
En el 2004, la Sociedad de la Cultura Yorubá63 en Cuba abrió sus puertas al debate acerca de la
religión que practica. En los análisis hechos en las mesas redondas y las conferencias
organizadas sobre aspectos particulares y generales de la santería, se ha visto que la religión
está vinculada a las problemáticas racial y de género, así como a las sociales y las culturales. En
el caso de la Sociedad de la Cultura Yorubá, no cabe duda que está llamada a desempeñar un
papel más dinámico y a tener mayor influencia en el sector social con el cual trabaja.
Conclusiones
Hace quince años atrás era impensable la discusión abierta y pública acerca de los asuntos
concernientes a determinadas facetas de las religiones de origen africano, la problemática de la
discriminación racial, etc. Tampoco era común encontrarse los lugares a que hemos hecho
alusión anteriormente, donde se han realizado acciones reflexivas sobre el problema racial y se
ha difundido una parte de la historia de Cuba que no era muy conocida.
Por supuesto, todo lo anterior ha contribuido, en buena medida, al mayor conocimiento y
concientización de tales problemas en no pocas personas de diferentes sectores, algunas
alejadas de la academia y de sus procesos docentes.
Se hace necesario que el pensamiento martiano concerniente a la igualdad de las razas sea más
divulgado y conocido, sobre todo para contrarrestar a aquellos que piensan que no hablar del
problema racial, sino dejarlo todo a la educación y al tiempo, es la mejor manera de combatirlo.
Existe ya un consenso en cuanto a la urgencia de buscar soluciones concretas para intensificar
la lucha contra los elementos reproductores de los prejuicios y del racismo a nivel social e
individual. Estos conducen, involuntariamente o no, en la mayoría de las ocasiones, a la
realización de actos discriminatorios.
Por supuesto, la conveniencia de las acciones afirmativas como un medio de lucha ha sido
mencionada más de una vez entre nosotros desde hace tiempo. Pero esa opción no ha contado
con la simpatía de los que pueden decidir su empleo y trazar una política concreta para luchar
contra el racismo, los prejuicios y la discriminación racial.
20
La práctica, sin embargo, refleja que, a pesar de esa voluntad, hay un problema objetivo en
cuanto a lograr una representatividad racial acorde con el por ciento total de la población negra.
Por lo tanto, es apremiante trabajar más en la comunidad, desde el barrio, la provincia hasta todo
el país.
Los planes de formación de los trabajadores sociales, de los instructores de arte, entre otros,
son pasos muy positivos para comenzar a enfrentar los problemas sociales que aquejan a
nuestra sociedad, entre los que el prejuicio racial y sus secuelas son de los más importantes.
Debe tenerse presente la conveniencia de adecuar y cambiar los planes de estudio con los
cuales se forman los ciudadanos cubanos desde la enseñanza primaria hasta la superior,
como un modo de dar a conocer las culturas e historias de los pueblos que han contribuido a
nuestra formación e identidad nacional en igualdad de condiciones, pero prestándole especial
atención a las que fueron marginadas, o enseñadas superficialmente, como consecuencia de
la visión eurocéntrica de la cultura y de la educación en la cual hemos sido formado.
La historia y la experiencia de la lucha del negro en Cuba hace patente que, si bien ha sido muy
saludable la existencia de un debate, de un análisis del problema racial, la discusión por sí
misma no resuelve el problema. Se necesita tomar medidas objetivas a corto y a largo plazo,
porque los hechos ideológicos, las ideas y criterios no son fáciles de cambiar, toman tiempo. Las
tradiciones y prejuicios heredados de siglos no pueden abolirse por decretos.
La educación es un medio eficaz para combatir el racismo; pero para que sea efectiva, necesita
de una contextualidad que retroalimente y estimule la lucha contra los prejuicios raciales. En esa
contextualidad tienen que estar trabajando activamente el Estado, el Gobierno, las
organizaciones sociales (femeninas, juveniles, laborales, profesionales, recreativas), políticas, los
medios de difusión masiva y todas las instituciones culturales.
Las luchas o movimientos existentes en pro de los derechos de los negros u otros grupos
históricamente marginados, deben tener en cuenta la contextualidad específica de cada uno de
ellos, para obtener los resultados requeridos. Estos solo serán alcanzables después del largo
proceso que se debe atravesar, el cual tomará más o menos tiempo en la medida en que, en la
lucha contra el racismo, se logre esa efectividad.
Es posible que ya en algunos países se haya iniciado ese proceso, y es necesario trabajar, para
que en todos los sitios donde hay problemas raciales la lucha se consolide y avance. De ese
21
modo, se evitara la imposición de una cultura y una economía hegemónica, globalizadora, ajena
a los intereses particulares de nuestros pueblos.
La presencia aún de las manifestaciones racistas, a nivel individual y social, entre nosotros, no
es el resultado de una política encaminada a estimular tales males, sino a la ausencia de
medidas que debieron tomarse para evitar la reproducción y expansión de esos fenómenos.
Ese logro solo será posible mediante un desarrollo socioeconómico sostenido, que facilite el
acceso a una calidad de vida superior a la mayoría de los que hasta el presente han estado
marginados de esas posibilidades.
Las acciones afirmativas pueden ayudar y beneficiar objetivamente a esa retroalimentación tan
necesaria para el avance del objetivo de mejorar la situación social, individual y colectiva de
los sectores históricamente marginados en nuestra sociedad. No hay en América Latina un
país que, como Cuba, tenga las condiciones objetivas para dar el salto cualitativo que
necesitamos, para materializar el objetivo anterior, y constituir un ejemplo a seguir en otras
latitudes.
Sería oportuno tener en cuenta la necesidad de
- Criticar y enseñar en todos los niveles del sistema de enseñanza los aspectos de la cultura y de
la educación eurocéntrica manipulados y falseados históricamente por el colonialismo heredado
y vigentes en nuestras sociedades.
- Ampliar e incluir de modo profundo y sistemático los aspectos de la historia y cultura de
nuestras diversas raíces (africanas, aborígenes, entre otras que hasta ahora han quedado
excluidas de los planes de enseñanza, o se abordan muy superficialmente).
- Enfatizar la importancia, necesidad y conveniencia de las acciones afirmativas como una
forma transitoria para lograr el avance más rápido de los miembros de los sectores sociales
que más han sufrido de la desigualdad social, educacional, entre otras.
- Iniciar cualquier clase de gestión encaminada a combatir y a minimizar hasta su erradicación
el prejuicio, la discriminación racial y el racismo.
- Evitar que, por determinadas razones internas de nuestras sociedades, la lucha contra el
racismo languidezca y los elementos reproductores de sus prejuicios puedan florecer.
22
- Tener presente la incorporación a esa lucha de todas las organizaciones, políticas, sociales,
gubernamentales, religiosas como una forma más objetiva de poder alcanzar el triunfo deseado.
Notas
1Este texto formaba parte de un ensayo mayor en el cual se relacionaban algunas de
las acciones emprendidas desde 1959 para luchar contra la discriminación racial.
2W. M. Kuber: B. R. Ambedkar,New Delhi, Publications Division, Ministry of Information
and Broadcasting, 1978, pp. 923-925; Bhimao Ramji (l893-l956), en The New
Encyclopedia Britannica, Macropedia, T.l, p. 277.
3Fernando Ortiz: Condición jurídica del esclavo, pp. 204-2l7. En: Los negros esclavos, ,
Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1986.
4 Rebeca Scott: La emancipación de los esclavos en Cuba. La transición al trabajo libre
1860 –1899, La Habana, 2001, Editorial Caminos.
5 ―Partido Independiente de color. Acta de fundación y Programa‖, en Tomás Fernández
Robaina: El negro en cuba 1902-1958: apuntes para la historia de la lucha contra la
discriminación racia,Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, l994, pp. l92-l96.
6El primero que realizó un estudio amplio fue Serafín Portuondo Linares en su libro Los
Independientes de Color (primera edición 1950, segunda 2002). Aline Helg escribió el más
importante estudio sobre el PIC en su Lo que nos corresponde, título en español de la
edición en inglés de su Our Rightful Share. The Afro-Cuban Struggle for Equality, 1886 –
1912 (1995). También en A Nation for all (Una nación para todos) Alejandro de la Fuente,
analiza el PIC y todo el proceso de la lucha contra la discriminación del negro en Cuba.
Para los que deseen ampliar, ver la Bibliografía de temas afrocubanos (1986) y su
suplemento(2001) y ―La Bibliografía y los estudios afrocubanos‖, en revista TEMAS,
octubre-diciembre de1996.
7Programa del Partido Independiente de Color, ed. cit., pp.192-195. Miedo al negro: se hizo
patente el temor de los esclavistas y comerciantes españoles y criollos de que hubiera
una insurrección similar a la haitiana. Los ideólogos del sistema esclavista, fundadores de
la nacionalidad blanca cubana formularon toda una teoría y metodología racistas para la
eliminación física del negro y el blanqueamiento gradual de la población cubana mediante
23
la unión sexual de las mujeres negras con blancos inmigrantes de Europa. (Ver el análisis
sobre José Antonio Saco, Francisco Arango y Parreño y Domingo del Monte, entre otros,
en Raúl Cepero Bonilla: Azúcar y abolición; apuntes para una crítica del abolicionismo,
Editorial Echevarría,La Habana, 1960.
8Enmienda Morúa. Presentada al Congreso por su autor para impedir las actividades
legales del Partido Independiente de Color. Martín Morúa Delgado (1856-1910) fue muy
controversial políticamente; fue el eterno rival de Juan Gualberto Gómez (1854-1933).
Cultivó el periodismo y la novela.
9Juan Gualberto Gómez (1854-1933) El intelectual afrocubano más importante del siglo XIX
y las primeras tres décadas del XX. Fue un decidido luchador por la convivencia y
confraternidad de blancos y negros. Consideró esto una forma de lograr el desarrollo
armónico y social de la Isla. Se opuso –a fines del siglo XIX y principios del XX a la
existencia de organizaciones integradas solo por negros. Con ese fin desarrolló su
filosofía de la fraternidad, que expuso primero en el periódico La fraternidad y en su
proyecto de la Sociedad Fraternal Cubana, que nunca se materializó.
10Gerardo Machado(1871 –1939)) Gobernó al país de modo dictatorial. Fue calificado por el
dirigente estudiantil Julio Antonio Mella el asno con garras. En su período se inicia el
movimiento social y cultural más significativo de los afrocubanos en toda nuestra historia,
promovido por Gustavo E. Urrutia (1881-1958) desde su columna y página dominical
―Ideales una raza‖ (1928-1931).
11Preguntas y respuestas sobre los años 30. Fabio Grobart en la Escuela de Historia,
Universidad de Habana, Facultad de Historia, La Habana,1967.
12 Gustavo E. Urrutia: ―Armonias‖, en Diario de la Marina, 1 de diciembre de 1929, p.45. (
―creemos que la raza negra debe, en lo sucesivo, dedicar lo mejor de su actividad a
organizarase económicamente, sin lirismo ni delirios de grandeza‖). Si se desea ampliar el
conocimiento sobre este pensador, ver Aproximación al pensamiento y a la obra de
Gustavo E. Urrutia,en revista UNIÓN, 1986, no. 2.
13 Tomás Fernández Robaina: La cuestión racial en la Constitución de 1940 sesenta años
después. Ponencia presentada por el sesagésimo aniversario de la Constitución de 1940.
Colección particular del autor. Debe salir en la memoria de dicho evento.
24
14Partido Socialista Popular. Nombre que se adopta para el partido que surgió como el
resultado de la fusión de los Partidos Unión Radical, y Comunista de Cuba.
15 Walterio Carbonell: Crítica: Como surgió la cultura nacional,Editorial Yaka, La Habana,
1961, pp. 917.
16‖Desorden en el Cabaret Zombie‖, en Pueblo, 26 de febrero de 1949, p.1. Citado también
enTomás Fernández Robaina: Historia de mujeres públicas, Editorial Letras Cubanas, La
Habna, 1998, p. 84.
17 Juan René Betancourt: Doctrina negra, la única teoría certera contra la discriminación
racial, P.Fernández (1955?).
18Fulgencio Batista y Zaldivar (1901 –1973). Realiza el golpe de estado del 4 de
septiembre, y de simple sargento llega a General. rigió la política del país posterior al
machadato. Electo presidente de 1940 a 1944. Volvió al poder mediante su segundo
golpe de Estado el 10 de marzo de 1952. Reprmió sanguinariamente a la oposicón. Huyó
del país al caer la ciudad de Santa clara en poder del Ejército Rebelde.
19 Juan René Betancourt: ―Fidel Castro y la integración nacional”,en Bohemia,l5 de febrero
de 1959, año 51, no. 7, pp.66, 122-123. Con anterioridad había publicado ―La cuestión
racial‖, en Revolución, 17 de enero de 1959, p.4.
20Fidel Castro Ruz: ―Discurso‖, en Revolución, 23 de marzo de 1959,pp.24-25.
21Entre algunos de ellos deben encontrarse: Lázaro Peña: ―Debemos combatir la
discriminación racial desde los sindicatos‖, en Noticias de Hoy, 29 de marzo de 1959, p.
11, 4; Carlos Rafael Rodríguez: ―! A las filas !‖, en Noticias de Hoy, 27 marzo de 1959, pp.
1,3; Norberto Martínez Collado: ―Discriminación y trabajo‖, en Pueblo, 15 de mazo de
1959, p.4.
22Diego González Martín: “Los reflejos condicionados y la discriminción racial‖, en Noticias
de Hoy, 31 de marzo de 1959, pp.1, 3; 5; abril de 1959,pp. 1,3; 7 de abril de 1959, pp. 1,3.
23Elías Entralgo: “Un forum sobre los prejuicios étnicos en Cuba‖, en Nuestro Tiempo,
año 5, no.29, pp. 12-13; mayo –junio de 1959. De la Asociación Cubana de las Naciones.
Efectuado en la Biblioteca Nacional José Martí. Antonieta Henriqueta: ―Ciclo de
25
conferencias sobre integración racial en la Dirección General de Cultura‖, en Noticias de
Hoy, 23 de agosto de 1959.
24 Fidel Castro Ruz: ―Intervención en la TV‖, en Revolución 26 de marzo de 1959, pp. 1-2.
25Federación de Sociedades de Color. Agrupaba a todos esas sociedades. Fue uno de los
logros del movmiento negro cubano.
26Federación de Mujeres Cubanas. Aglutina a las mujeres del país para defender sus
derechos y apoyar a la Revolución Cubana.
27Los Comités de Defensa de la Revolución. Surgieron por iniciativa del Comandante Fidel
Castro para vigilar y evitar las actividades contrarrevolucionarias.
28La Unión de Pioneros de Cuba reunió a los estudiantes de la enseñanza primaria como
un modo de educarlos ideológicamente dentro de las nuevas concepciones
revolucionarias y martianas.
29Raúl Roa: ―Cuba ante la cuestión de Argelia‖, en Bohemia, año 51, no.59, pp.54-56; 13
de diciembre de 1959; Juana Carrasco: ―Apartheid en Sudafrica, racismo en EE.UU.‖, en
Granma, 21 de marzo de 1967 , p. 7.
30La UMAP se creó como un medio de reeducación social y moral, mediante el trabajo.
Fue un lamentable error que marcó, dejo una triste huella en miles de personas.
31Fernando Ortiz Fernández (1881-1969). Se le llama el ― tercer descubridor de Cuba‖,
porque fue el primero en señalar la importancia de la cultura africana de los esclavos y
sus descendientes, así como su contribución a la cultura y a la identidad nacional.
32 Rómulo Lachatañeré ( 1907-1951). Desplegó una relevante labor en el estudio de
nuestras raíces africanas. Todo su esfuerzo aparece publiciado en El sistema religioso de
los afrocubanos, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2001 . Este texto incluye sus
libros !Oh mío Yemayá; Manual de santería, El sistema religioso de los lucumí y otras
influencias africanas en Cuba, y sus artículos aparecidos en diversas fuentes.
33Lydia Cabrera (1902 -1991). Escribió algunos de los libros más importantes sobre las
religiones de origen africano en Cuba, los que publico en la Isla antes de 1959. después
de su salida de Cuba, reditó y publicó nuevas contribuciones: El Monte, La Sociedad
26
Secreta Abakúa, Yemayá y Ochún, son algunos de ellos.
34 En entrevistas realizadas acerca de la valoración de esas creencias a principios de la
Revolución, la mayoría de los interrogados expresaron que, desde el punto de vista
religioso, ver las deidades de origen africano, sus cantos y bailes presentados como
espectáculos artísticos, era la demostración de sus poderes. Se consideraba que,
después de tantos siglos de ocultamiento, era un buen signo que se dieran a conocer más
ampliamente de ese modo.
35Aimé Cesaire. De este autor era bien conocido por los jóvenes interesados en la cultura
los siguentes títulos:Cahiers d´un retour au pays natal, del cual había una traducción de
Lydia Cabrera que se publicó antes de 1959, y Discours sur le colonialisme.
36Léopolds Senghor: Nocturnes, poémes, Eds. Du Seuil, Paris,1961.
37Frants Fanon: Les damnés de la terre. Préface de Jean Paul Sartre, France Maspero,
Paris, 1961; Paux noire masques blancs, Eds. Du Seul, Paris, 1952; Pour la Revolution
africainne, écrits politiques, Francois Maspero, Paris, 1964.
38 Gustavo E. Urrutia: ―Aclaración‖, en Diario de la Marina, 27 de diciembre de 1935, p.2.
39Carlos Moore: ―Le peuple noir a - t – il sa place dans la revolution cubanine?”, En
Presence Africaine, Paris, año 52, pp. 177-239; triémeTrimestre, 1964.
40Fidel Castro Ruz: ―Palabras de clausura del III Congreso del Partido Comunista de
Cuba‖,en Granma, 7 de febrero de 1986, p. 2.
41Realmente la búsqueda ha sido infructuosa, pero es imposible que un discurso oído por
miles, y que se aplicaran sus orientaciones, no mereciera al menos un breve párrafo.
42Jesús Guanche: Procesos etnoculturales de Cuba, Editorial de Ciencias Sociales, La
Habana, 1977.
43 Pedro Serviat: El problema negro en Cuba y su solución definitiva, Editora Política,La
Habana, 1986.
44 Tomás Fernández Robaina: Bibliografía de temas afrocubanos, Biblioteca Nacional
José Martí,La Habana, 1986. En 1968 publicó la Bibliografía de estudios afroamericanos,
27
y en 1971 el Indice de las Revistas Folklóricas Cubanas.
45 Tomás Fernández Robaina: Los santeros, Dirección Provincial de Cultura, 1983. En
1984 se publica, ampliado y corregido, con el título de ―Oricha no baja‖, en la Antologia de
Talleres Literarios 1983. En 1994 circula más ampliado con el nombre de Hablen paleros
y santeros.
46Gabino La Rosa Corzo: Los cimarrones en Cuba,Editorial de Ciencias Sociales,La
Habana, 1988.
47Carlos Moore: Castro, the blacks and Africa,Los Angeles: Center for Aframerican
Studies, University of California, Los Ángeles, 1988.
48Natalia Bolívar: Los orishas, Ediciones Unión,La Habana, 1990. Este título fue
reeditado posmeriormente. A él se le suman, Opolopo Owo (1995), Mitos y leyendas de
la comida afrocubana (1993), entre algunos más.
49Tomás Fernández Robaina: El negro en Cuba:1902 -1958. Apuntes para la lucha
contra la discriminación en Cuba, Editorial de Ciencias Sociales,La Habana, 1990.
50Gerardo Alfonso. Importante catautor, trovador. Autor de la popular canción Sábanas
blancas en los balcones. Se ha convertido un poco en una canción símbolo de La
Habana.
51En este sentido son varios los encuentros celebrados en los propios predios del ICRT.
Los debates han sido muy objetivos y participativos, pero no se ve aún el verdadero
salto anhelado de la representatividad del negro en estos medios. Aparece siempre en
los roles históricamente asignados a él.
52Elvira Cervera (1923). En su obra citada El arte fue para mí un reto, obra testimonial
donde relata su vida como actriz, también expone su lucha contra la discriminación en
la radio y en la televisión. Su libro constituye una importantísima contribución reflexiva,
y un documento que no puede dejar de consultarse por los estudiosos de la historia del
negro en nuestro país.
53Fundación Fernando Ortiz. Ha realizado una labor notable convocando a talleres y
cursos, así como dando a conocer trabajos en su revista Catauro o publicando libros del
28
propio Ortiz o de otros que continúan las líneas temáticas abordadas por Ortiz. En uno
de los talleres efectuados se evidenció objetivamente las secuelas del prejuicio racial a
partir de la entrada al país de las empresas extranjeras. Ya que había una evidente
preferencia por los especialistas blancos.
54En reuniones de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba, y en otras, ha salido
en más de una ocasión el problema de la racialidad. En una de ellas, el propio Comandante
en Jefe reconoció la existencia de estos problemas. Planteó que se debía estudiar e
investigar esa realidad para hallar soluciones objetivas.
55Color Cubano. Un proyecto muy interesante que tiene lugar en la capital y que ha
contribuido al debate a través de las reuniones que convoca para presentar un libro,
homenajear a una personalidad o debatir un asunto histórico.
56Aula Taller José Luciano Franco. Surgió al dejar de efectuarse las reuniones auspiciadas
por Gerardo Alfonso. Se ha mantenido activa durante los últimos años. Funciona en la Casa
de África de la Habana Vieja. Esta institución convoca tambíen a otras actividades
similares, sobre todo a su encuentro bienal Entre Cubanos, que tiene como objetivo debatir
las problemáticas históricas y contemporáneas de la identidad, racialidad de Cuba y de
otros países. Alberto Granados ha sido un eficiente promotor de actividades reivindicadoras
y difusoras de la histora de África y de los africanos y sus descendentes en Cuba.
57La Biblioteca Nacional José Martí ha mantenido un espacio notable con el curso de El
negro en la Bibliografía cubana o Introducción a los estudios de la historia y de la cultura del
negro en Cuba, que se ha impartido en la institución y fuera de ella desde 1994. Se hace
notorio que en otros espacios temáticos de la propia BNJM, siempre sale al debate la
problemática cultural e histórica de la valoración de la contribución de los africanos y de sus
descendientes a nuestra historia y a nuestra cultura.
58 Lázara Menéndez: Estudios afrocubanos, Universidad de La Habana, Facultad de Artes
y Letras, La Habana,1990, 4 tomos. Posteriormente se publica un quinto tomo que incluye
trabajos de diplomas defendidos en la facultad. Su última contribución investigativa y
reflexiva es Rodar el coco: proceso de cambio en la santería, Editorial de Ciencias
sociales,La Habana, 2002. Este fue su trabajo doctoral.
59La revista Temas, dirigida por Rafael Hernández, es sin duda alguna el órgano más
29
relevante que de una forma permanente ha posibilitado un debate más amplio, participativo
y diverso sobre los aspectos más apremiantes confrontados en nuestros medios
intelectuales.
60Roberto Diago, uno de los jóvenes artistas plásticos más importantes del momento, su
obra se cotiza altamente en el mercado internacional. Fue alumno del curso de verano
sobre Ell negro en la Bibliografía cubana del verano del 2002. Su exposición dio lugar a un
encuentro reflexivo en el Museo Nacional de Bellas Artes. Llamó la atención el desenfado,
la honestidad y el nivel de participación de los asistentes en ese debate.
61Festival de Hip Hop. En la octava edición de este evento, en el taller teórico que siempre
se convoca, contó con la participación de María Teresa Linares, musicóloga;Helio Orovio,
uno de las figuras de mayor conocimiento sobre la música popular cubana conjuntamente
con Leonardo Acosta, entre otros. Ellos integraron paneles u ofrecieron conferencias que
enriquecieron el debate. La existencia del movimiento del hip hop, de sus festivales, han
contribuido a una mayor concientización de la problemática cultural y racial del negro
62El seminario fue recibido de una forma posistivamentte inesperada por jóvenes,
estudiante, profesores e investigadores. Por lo general cada sesión contó con más de cien
participantes no pasivos, sino que interactuaban con los ponentes, provocando un debate
sumamente dinámico y constructivo.
63Después de una buena espera parece que esta sociedad continuará con ciclos de charlas
y que ampliará dicha programación a cursos libres sobre los diferentes aspectos de la
cultura yorubá en particular, y otras temáticas vinculadas con la tradición y la religiosidad
popular afrocubana.