LA ALTERIDAD COMO CAMINO PARA LA ACEPTACIÓN DE LA
DIFERENCIA DEL OTRO Y PARA LA CONVIVENCIA SOCIAL
Juan Carlos Echeverry
Maestría en Educación: Desarrollo Humano
Universidad de San Buenaventura-Cali, Universidad la Gran Colombia-Armenia
2014
Contenido
INTRODUCCIÓN ............................................................................................... 3
EXORDIO ........................................................................................................... 4
RESUMEN .......................................................................................................... 5
AUTOECOBIOGRAFÍA ...................................................................................... 7
LA DEMOCRACIA, PARA EMPEZAR ............................................................ 12
LA COMUNICACIÓN, ESPERANZA DE
ACERCAMIENTO/ACONTECIMIENTO ..................................................................... 22
LA ALTERIDAD Y LA EDUCACIÓN, ¿JUNTAS? ¿DIFERENTES? ............ 49
LA ESCUELA EN ALTERIDAD ................................................................... 55
IMPACTO PEDAGÓGICO ................................................................................ 61
ÚLTIMOS CAMINOS ANTES DE EMPEZAR EL VIAJE
(CIERRE APERTURA) ................................................................................................ 62
TRABAJOS CITADOS ...................................................................................... 65
INTRODUCCIÓN
Esta obra de conocimiento no pretende dar soluciones a destajo de algunos de los
problemas cotidianos, como el respeto por el otro, la exclusión a la que se ven sumidos
algunos, la mirada distante de otros por la diferencia. Más bien, pretende dar pistas para
entender por qué nos comportamos como nos comportamos, qué relaciones existen entre
semejantes y cuáles son posibles rutas a seguir para abrir caminos que nos lleven a entender
la alteridad, la mismidad y la otredad.
La convivencia tiene que dejar de ser la palabra de moda en los colegios y manuales
de comportamiento, para ser una actitud personal y colectiva que nos mueva el lugar que
habitamos a un mejor y esperanzador hábitat humano democrático y participativo.
La obra parte de una mirada introspectiva del autor y discurre hacia otros
horizontes, motivos de inquietudes, cuestionamientos en los que ha encontrado,
seguramente, más preguntas que respuestas.
EXORDIO
Humanos, ¡qué gran palabra! Aparentemente somos los seres más inteligentes
existentes en este planeta, pero somos a la vez los más ignorantes y los más incapaces;
incapaces de conquistar nuestro propio corazón; de eso se trata este sencillo trabajo, de
enseñar a nuestros hijos a quererse, de amarse a sí mismos y a los otros, de dejar al menos
la esperanza de poder entregar a quienes nos sucedan un mundo mejor de lo que lo
encontramos, para ello, el origen de todo debe ser capacitar a nuestros jóvenes para que
conquisten su propio corazón.
¿Qué hacemos en este mundo y cuál es nuestra misión en el planeta? el cuidado de
este planeta está en nuestras manos, destruimos nuestro propio hogar, somos indiferentes a
esta situación. Recibir a cambio de la aceptación del otro, emociones, que seamos testigos
de la felicidad, alcanzar un entendimiento más profundo del otro y de sí mismo y del
mundo que ocupamos, dar amor y recibir lo que el dinero no puede comprar.
Sólo tenemos el mundo que creamos con el otro. El fundamento biológico de la
aceptación es el amor, sin amor no hay socialización y sin socialización no hay humanidad.
RESUMEN
Esta indagación, surge de la necesidad de entender la relación que existe entre la
alteridad, la aceptación y la convivencia social, toda vez que esta triada representa caminos
diversos, como diversas las maneras que existen de reconfigurarlas en espacios
democráticos, inclusivos y educativos.
La escuela se ubica en esta indagación en un lugar esencial para la asertividad y
como espacio ideal para contextualizar dicha apuesta. Aunque no se devienen respuestas, se
espera que el lector se ponga en consonancia con los interrogantes que aquí se plantean y
pueda sacar las propias preguntas que evoquen, al menos, una intención colectiva sobre el
tema de la alteridad y cómo asumirla en tanto sujetos en con-vivencia.
Palabras clave: Alteridad, sujeto, educación, democracia, escuela
ABSTRACT
This research arises from the need to understand the relationship between otherness,
acceptance and social life, since this triad represents different ways as there are different
ways to reconfigure democratic spaces, inclusive and educational.
The school is located in this inquiry in an assertiveness essential as ideal space to
contextualize this bet. Although not become answers, the reader is expected to be brought
into line with the questions raised here and can get their own questions that evoke, at least,
a collective intention on the issue of otherness and how to assume as subjects in
coexistence.
Keywords: Alterity, subject, education, democracy, school
AUTOECOBIOGRAFÍA
Esta indagación da cuenta de una inquietud de vida generada a partir de
experiencias, vivencias personales, observaciones y de mi propio trabajo como psicólogo y
consejero de muchos jóvenes y adultos, que han vivido y manifestado en algún momento de
su vida rechazo, exclusión e invisibilización.
Todos, en algún momento de nuestras vidas, hemos sentido tales devenires. Se nos
ha obligado a callar con solo una mirada, una mano altiva que nos silencia, un gesto que
nos arrastra hacia otro lado donde no se nos pueda ver, sólo por el hecho de pensar, sentir,
expresar, andar, hablar, comunicarnos diferente. ¿Qué nos hace diferentes? ¿Qué hace que
usted y yo nos sintamos tan distintos que uno de los dos deba sucumbir ante la mirada
juzgadora del otro y replegarse?
Cada vez que cada uno habla de sí mismo, en algún sentido, de alguna manera, por
pequeño que pueda parecer se habla del otro. De sí mismo no necesariamente como un
territorio transparente, sino como un espacio de extrañeza, de des-conocimiento, pues soy
sujeto en tanto me reconozco en el otro.
Las generaciones han surgido como productos de cambios sustanciales culturales,
como rechazo a una forma igualitaria de pensar o como resultado de intereses colectivos
que se van afianzando en un grupo de personas determinado y que luego, como producto de
ello, otros se van uniendo a esa filosofía, constituyéndose en un colectivo que impulsa otras
formas de pensar y actuar en sociedad. Por eso, es fácil encontrar tan diversas
manifestaciones sociales y culturales que luchan por sus derechos, que trazan nuevas rutas
de apreciación del mundo en que vivimos, que nos mueve a pensar en esas otras maneras de
apreciar la vida, las relaciones humanas y la comunicación entre congéneres, para citar solo
un par de ejemplos. Son esos grupos los que están ordenados al nuevo cambio social y
cultural, así nos parezca ahora que van contracorriente, que lo que dicen está fuera de
contexto, pero lo mismo dijeron de otras que hoy en día aún subsisten.
Los grupos de Lesbianas, Gayes, Bisexuales y Transgéneros, LGBT, los que luchan
por una vida en convivencia con compañeros del mismo sexo, son un ejemplo claro de la
realidad actual de un país que se transforma día a día, pero a su vez da muestras de rechazo,
de exclusión, de poca tolerancia con el otro al que miran con asombro y desprecio y al que
excluyen de los ámbitos de discusión donde precisamente se debate sobre sus derechos.
Estos pequeños grupos, pareciera que se están liberando de una larga historia de pasividad
y buscan una vida activa, dinámica, firme y positiva, estas personas buscan ser
protagonistas de su propio desarrollo humano y crecimiento integral.
Esa manera de expresarse y a su vez de ser comprendidos, es lo que me ha llevado a
realizar este trabajo, con miras a dar luces sobre cómo se manifiesta la diferencia y de qué
manera podemos trabajar para evitar la exclusión, la soledad, el exilio al que muchas veces
obligamos al otro que piensa diferente a mí.
Me es inevitable dejar de pensar en ello, cada vez que recuerdo las veces que he
estado en situaciones similares. El rechazo al solicitar un trabajo, la orden de un superior
que a todas luces tiene un carisma más de castigo que de solicitud, la mirada “extraña”
cuando digo que soy de esta tierra, la sin-razón de una mirada sin contacto visual. Me es
inevitable dejar de pensar en aquellos que he conocido, que han estado conmigo
compartiendo sus vivencias, las veces que se han „quebrado‟ por razones como esa. Me es
inevitable dejar de pensar en el aula de clase, en la mirada del maestro que castiga con
tareas innecesarias y absurdas, que separa los estudiantes buenos de los malos, que agrupa a
propósito unos y otros, que impone reglas para que algunos no alcancen cuando de pequeño
viví esas amargas experiencias.
Es claro para mí, mi profesión me sensibiliza frente a las vivencias de personas a
quien asesoro y amigos, pues son en parte espejos donde me miro y rememoro mis años
jóvenes. Todos de alguna manera, poco o mucho, ayer o mañana hemos sido o estaremos en
el extremo quemante de ese látigo que castiga inmisericorde el derecho para mí más
importante: el de ser yo.
Debo decir además, con absoluta sinceridad, que el inicio de la Maestría en
Educación: Desarrollo Humano, cuando Carlos Skliar (2010) mencionó la palabra,
desconocida para mí, “Alteridad”, fue inquietante reconocer que no era un asunto de meras
definiciones. Yo soy sujeto en tanto existen otros que me reconozcan, en los que me pueda
reconocer y viceversa. No es un asunto de una sola vía, no es direccional, ni siquiera
bidireccional, es bucléico por lo que me cuesta reconocer esa complejidad y me convoca
mirarla en una inevitable perspectiva de humanidad.
Mi profesión, los valores y principios heredados o adquiridos por mí a través de mi
familia y amigos, no me dejan salidas distintas a esta, a mirar con ojos de humano lo que
humanos como yo hacemos cuando nos concedemos el triste „derecho‟ de apartar a otros
por el simple hecho de creer pensar distinto de mí es razón suficiente para considerarlo
„enemigo‟ de mis ideas, subversivo de mis anhelos, ladrón de mi suficiencia.
Lo que me llevó a abordar este trabajo de indagación, fue justamente el
cuestionamiento no sobre cómo hago para aceptar al otro, sino cómo lograr que él me
acepte, cómo hacer para que me haga parte de su mundo sin invadirlo, ni erosionarlo, ni
cuestionarlo, sólo que me incluya.
El ser humano se encuentra en su finitud en tanto depende del encuentro con lo otro,
con lo que no es él. Cuando ese sujeto se encuentra de cara frente al otro, es cuando se da
cuenta de su vaciedad de su falta de contenido. Esto es tan simple y cotidiano, que se nos ha
vuelto parte de un paisaje que ya no admiramos, de una sinrazón que ya no conocemos.
Por eso es que me ha resultado tan fascinante la postura de Levinas cuando propone
que la alteridad es
(…) es el retorno mismo, la ansiedad del yo por el sí mismo, forma
originaria de la identificación que hemos llamado egoísmo. Es asimilación del
mundo en vista de la coincidencia consigo mismo o la felicidad. De allí que la
humanidad es la correlación constante entre “yo – es” que manifiesta a través de lo
expresado externamente. (Levinas, 2000, pág. 57)
Esto significa que la alteridad me ayuda a definirme. Mi identidad, es lo que
procede de fuera y configura mi yo. La alteridad se convierte, desde esta
perspectiva, en la posibilidad (¿única?) de vincularme humanamente con los otros.
Entonces, ¿qué estamos dejando de lado que no nos permute encontrarnos?
¿Ser-nos-sujetos? Esta indagación apunta por tanto a dejar más preguntas que
respuestas, más caminos transitados que rutas marcadas para entenderla, lo que
Comentario [JCE1]: Pedir explicación
a juan londoño
Comentario [JCE2]: El término “alteridad” se aplica al descubrimiento que el “él” hace del “otro”, lo que hace surgir una amplia gama de imágenes del otro, del “nosotros”, así como visiones múltiples del “él”.
encuentre al final de todo este devenir será a mí mismo preguntándose sobre otras
tensiones, pero seguramente, transformado en esencia.
En tanto me acontece este devenir magíster, quisiera proponer a manera de
pregunta vital de indagación ¿Cómo se puede pensar en la construcción de una
sociedad que no sea sobre la base del respeto por los derechos humanos? ¿Cómo
podemos proponer una mejor manera de vernos en otros como nosotros mismos,
como sujetos democráticos y dialogantes?
LA DEMOCRACIA, PARA EMPEZAR
Los paradigmas que discurren por las ciencias sociales nos ayudan a comprender el
mundo, dan cuenta sobre su evolución y nos cuestionan indefectiblemente sobre nuestra
manera de actuar en ella misma. Los paradigmas sociales nos han estado dando luces sobre
este suceso, razón por la cual, emergen otras miradas alrededor del estudio del
comportamiento, relaciones, culturas, procesos sociales en los que el hombre se sitúa sino
en el centro al menos como parte de un conglomerado vivo, dinámico, emergente y en
continuum.
Sin embargo, las preguntas que subyacen al tratar de explicar los fenómenos
sociales, se cruzan con interpretaciones subjetivas sobre cómo esa realidad percibida es
objetiva o producto de su experiencia de vida. Ese asunto de la naturaleza humana y su
necesidad por categorizar, dicotomizar e intentar darle respuesta a cualquier manifestación,
provoca innumerables maneras de percibir el mundo.
¿Cómo percibimos el mundo? ¿A través de qué lentes entendemos lo social, lo
humano, lo compartido con otros?
La democracia, entendida como una manera de ver el mundo, es quizá uno de los
paradigmas sociales más cercanos para hablar de este tema. Ella, por sí, no es una ciencia,
no es un dogma, no es un partido, no es una política. (Toro & Rodríguez, 2001) al igual que
la religión o el marxismo. Como tal, penetra e influye toda la vida, el pensamiento, las
relaciones privadas y públicas. La democracia no es natural, es un invento del ser humano y
por ser un invento es susceptible de nacer, morir, reconstruirse y renacer. Vivir en/una
democracia es reconocer que ella nos dice cómo vivir, cómo relacionarnos, cómo promover
escuelas democráticas, convivencias, modo de ver el mundo.
Este bucle entre la democracia como paradigma y ella misma como matriz de otras
tantas e innumerables maneras de leer el mundo, ha hecho que una investigación se torne
no sólo cuestionable per se sino, y por demás, interesante para cualquier investigador. Esta
apuesta por tratar de entender lo que subyace en las manifestaciones sociales, culturales,
estéticas y humanas, que conllevan las transformaciones en la manera de ser y actuar, la
nueva estética, el nuevo lenguaje, las nuevas maneras de comunicación, obliga a
transformar la mirada hacia tantos enfoques como posibilidades se presenten de estudiarla,
hasta cuestionarnos sobre la razón del por qué hacerlo. Desconocer otros filtros, otros
autores, otras voces es como intentar escribir eliminando del alfabeto unas cuantas letras.
Schmitt, (citado por Hernández Castellanos, 2011) defendía el concepto aristotélico
según el cual toda auténtica “democracia estriba no sólo en que lo igual sea tratado como
igual, sino que, como una consecuencia inevitable suya, lo desigual no sea tratado de
manera igual”
Esos paradigmas son precisamente los convoco y pongo en la mesa a dialogar para
cuestionar los propios, para crear unos nuevos que se fracturarán seguramente después y
para entender los que vienen en razón humana, en razón de vida, en debida razón.
Hablar de desarrollo humano, con toda su carga polisémica, significa hablar de
dignidad del ser humano, libertad, consciencia, derechos, deberes, ser, dejar ser, permitir
ser, hacer obvio al otro, evidente al otro, sujeto en el otro en tanto él lo es en mí, alteridad,
otredad, subjetividad.
¿Qué sentido tiene definir tantas intenciones si finalmente no las acontecemos? ¿De
qué nos vale enseñar tantos valores en la escuela si por fuera de ella no somos sombra de lo
que promulgamos? Quizá son nuestros paradigmas los que nos han callado y dicho de qué
manera se debe educar, cuáles son las instancias que se deben tener en cuenta para educar
un sujeto y cuáles no, quizá son nuestros prejuicios para con el otro los que no nos han
permitido ahondar otros caminos y descubrir otras vertientes epistémicas que, en
consonancia con el otro, nos den cabida a la esperanza.
En relación con los “otros” les son dados a los seres humanos la felicidad o
el sufrimiento. Es por ello que convive la preocupación por la sociabilidad con los
intentos por sustraerse a la influencia de los demás. Los sujetos viven tratando de
mover las fronteras que definen la inclusión y la exclusión de los “otros” en su
campo de experiencia, y estos desplazamientos no están exentos de dificultades ni
de dudas. (Núñez, 2012)
Hay que recordar que “la inclusión es inclusión en tanto que acepta un compendio
estructurado a ozpartir de la diversidad” (Guédez, 2005).
Estoy convencido de que en el momento en que empecemos a mirarnos con otros
ojos, cuando el Otro me reconozca y viceversa, cuando podamos conjugar los verbos en
nosotros y no necesariamente en primera persona, las posturas sobre lo que queremos ser y
hacer para cohabitar el planeta serán, como mínimo, el asta de la bandera de la convivencia.
No será posible considerar el desarrollo humano sin una carga de sentido desde la
convivencia. Esa que nos deje las ventanas abiertas a la luz de los otros, esa que nos riegue
las plantas para florecer en otros, esa que nos permita descansar en las noches con la
tranquilidad del re-encuentro con los días. La escuela debe ser ese ethos en el cual nos
reencontremos para habitar-nos desde nosotros mismos.
Sin embargo, decidimos dar la espalda a los acontecimientos como si fueran noticias
envejecidas en los periódicos, no nos conmueven las razones de los otros para la protesta,
las manos estiradas en los andenes son parte del paisaje citadino, los llantos infantiles no
son más que ruidos camuflados, hemos callado sistemáticamente las voces escolares con la
excusa implacable del absolutismo kantiano que nos inviste como maestros, como
observadores de un mundo que se nos antoja a ratos no querer vivir.
Esta llamada “crisis” generalizada de los lugares de encierro como la prisión,
hospital, fábrica, escuela, familia, ha permeado las instancias donde cohabitamos. La
familia es un “interior” en crisis como todos los interiores, escolares, profesionales, etc.
Son las sociedades de control las que están reemplazando a las sociedades disciplinarias.
(Deleuze, 1991)
Si hay algo que le debamos a las muchas definiciones que sobre desarrollo se han
planteado, sobre las que se ha discutido y tanto se ha promulgado, quizá la de desarrollo
sostenible sea la que más convenga traer en este instante a este trabajo. A todas luces, el
desarrollo sostenible es un concepto antropocéntrico, completado por aspectos sociales,
culturales, políticos y ético-morales, que dan sentido a largo plazo y en conjunto al
desarrollo humano, con una perspectiva de continuidad que lo hace sostenible. El concepto
de sustentabilidad se puede representar por un eje vertical, definido por la interacción entre
hombre y naturaleza, y por un eje horizontal, en el que se encuentran las relaciones entre
seres humanos y comunidades y que condiciona el anterior. En este espacio y con estos
condicionantes debe buscarse el desarrollo. (Urzúa, de Puelles, & Torreblanca, 1995)
El desarrollo no se puede concebir sin una verdadera democracia instaurada
profundamente en los sujetos que de ella se nutren y para quienes es su razón de convivir.
Como dicen Toro & Rodríguez (2001) la democracia es una forma de ver el mundo; es un
modo de ser, una forma de vivir y de estar en el mundo. En una palabra, la Democracia es
una Cosmovisión y cuando una cosmovisión es social produce cohesión.
Herrera (citado por Toro A. & Rodríguez G., 2001) piensa que
(…) la democracia no sólo es una verdad en construcción. Es ante todo un ethos, un
modo de ser, también en construcción, con base en vivencias valorativas. No se
puede pensar en ser demócrata cuando no se ha experimentado el valor de la
solidaridad, del altruismo, de la responsabilidad social, del espíritu cívico, del
respeto por los bienes comunes y, ante todo, el respeto por la persona humana.
La democracia, por tanto, no se puede decretar, sólo se puede vivir, humanar,
existir.
Toro & Rodríguez sustentan su idea de democracia en seis principios básicos.
El principio de la secularidad, promulga que todo orden social es construido, por lo
tanto es susceptible de transformarlo, permitiendo por supuesto el debate, el disenso, la
confrontación. Si un orden social fue creado por el hombre, a razón de qué no se puede
modificar de acuerdo con los cánones actuales de convivencia y participación. Por eso, lo
relacionado con la convivencia tiene que ver con la comunicación y por ende, de la
construcción de acuerdos.
La democracia es el espacio por excelencia de la libertad, puesto que ésta sólo es
posible cuando resulta del mutuo acuerdo de cumplir y respetar aquello que fue producto de
una decisión libre, es decir, de un acuerdo fundado colectivamente. Este es el segundo
principio, de acuerdo con Toro & Rodríguez, (2001)
Max-Neef, economista chileno, propuso en 1986 una nueva manera de interpretar
las necesidades del ser humano, en su libro „Desarrollo a escala humana‟. En él, el autor
enfatiza que
(…) una „democracia social‟ no obedece a la despreocupación por la democracia
política, sino a la convicción de que sólo rescatando la dimensión molecular de lo
social (microorganizaciones, espacios locales, relaciones a Escala Humana) tiene
sentido pensar las vías posibles de un orden político sustentado en una cultura
democrática. (Max-Neef, 1986, pág. 33)
Además, y de acuerdo con su teoría, la democracia es un satisfactor sinérgico, esto
significa que satisface más de una necesidad a la vez, de las necesidades de Participación
Protección, Entendimiento, Identidad y Libertad.
“Una sociedad empieza a ser libre y autónoma cuando ella misma es responsable de
haberse dado el orden social y político que quiere vivir, cumplir y proteger para la dignidad
de todos” (Toro & Rodríguez, 2001, pág. 34)
Comentario [jcea3]: Importante power
point
Comentario [jcea4]: Preguntar el
significado
Comentario [jcea5]: Ojo el párrafo
anterior y este se pueden meter en power
point
Existe además un tercer principio orientado a hacer que los derechos humanos
(Naciones Unidas, s.f.), sean posibles y cuidar y proteger la vida. Es decir, es un proyecto
de la dignidad humana, es una manera de vivir y una forma de ser.
El cuarto principio de la democracia, de acuerdo con (Toro & Rodríguez, 2001) ha
sido denominado „de complejidad‟ puesto que el conflicto, la diversidad y la diferencia son
constitutivos de la convivencia democrática. La democracia es, y debe ser siempre,
incluyente de todos los intereses. Seremos mejores seres humanos no a pesar de nuestras
diferencias, sino gracias a ellas. Una sociedad que es capaz de resolver un conflicto, sin
necesidad de invisibilizar al otro, sin excluirlo física, ni psicológicamente, es garante de una
sociedad que tolera y acepta la convivencia desde lo diverso, lo pluricultural, lo
pluripensante. Es a partir de las diferencia donde se empiezan a construir los bienes
colectivos. Justamente aquí, es donde considero posible un desarrollo humanamente
cohabitable.
Debido a que no hay una democracia que sirva como modelo a seguir, cada
sociedad debe implantar la suya propia, la que sirva para un bien común, la que sea para
bien de todos por igual. Cada sociedad es libre de escoger su propia manera de vivir y
acontecer la democracia, cada una es libre de labrar su historia y hacer viable su proyecto
de vida.
La educación por tanto se convierte en un factor decisivo para la socialización de
los jóvenes y para la transmisión de los valores relacionados con la ciudadanía, la
democracia, la solidaridad y la tolerancia. Constituye también un elemento vital para
facilitar la participación activa de todos los ciudadanos en la sociedad y para la integración
en el interior de cada país de los excluidos de los beneficios del desarrollo. La educación
conduce a la creatividad individual y mejora la participación en la vida social, económica,
cultural y política de la sociedad (Urzúa, de Puelles, & Torreblanca, 1995)
Ha sido quizá la dificultad para acceder a los conocimientos y destrezas para
integrarnos a la vida productiva y participar de la vida pública, la capacidad de descifrar los
códigos de los medios de comunicación y las nuevas manifestaciones estéticas, entre otros
muchos factores, los que han provocado grandes brotes de exclusión.
Pero no todo está perdido, debemos hacer apuestas por un territorio abierto, uno en
donde quepamos todos, donde las ecuaciones sirvan para entender que uno más otro son
más que dos, donde la física de los objetos nos ayuden entender su permanencia en la
memoria, donde se entienda la química humana del acercamiento.
Un ser humano, el Otro, no debe ser considerado con sus particular individualidad y
menos con respecto a sus propiedades “naturales” como tal, sino
(…) como un miembro activo de una sociedad, como portador de una
cultura, como heredero de una tradición, como representante de una colectividad,
como nudo de una estructura comunicativa de larga duración, como iniciado en un
universo simbólico, como introducido a una forma de vida diferente de otras.
(Krotz, 1994)
Las miradas diversas, interdisciplinarias nos darán las posibilidades de entender
nuestro devenir como sujetos desde un pasado vivido hacia uno porvenir/vivir. Si bien es
cierto el dosel del bosque de preguntas que sembramos no desaparecerá, sí será posible
Comentario [jcea6]: Párrafo para
power point
acercarnos a sus interacciones, a despejarlo para entreverar la luz, para que otras y otros
emerjan. Un inicio posible se dará cuando empecemos a crear y creer en una verdadera
democracia cultural, es decir, la creación de condiciones para que los diferentes sentidos y
símbolos de toda la diversidad social y cultural, puedan circular y competir en igualdad de
condiciones. (Toro & Rodríguez, 2001)
En esa nueva condición social indagamos por aquello que no sabemos y queremos
conocer, en una nueva dialógica de contradicciones complementarias, donde se es y no se
es al mismo tiempo. Como el yin y el yan, la serpiente fundadora y gestora de las
mitologías primigenias o la banda de moebius donde cada lado funda el nacimiento del
otro, construyendo campos de estudio, lenguajes, discursos, sentidos y signos que nos
acerquen a los mosaicos complejos de saberes que hoy pretendemos apropiar y ser.
El ser – sujeto ha nacido en un universo físico, el cual ignora la subjetividad a la que
ha dado lugar, a la que ampara y amenaza a la vez. El individuo viviente vive y muere en
este universo donde sólo le reconocen como sujeto algunos congéneres vecinos y
simpáticos, de ahí que urge la necesidad de acontecer en y al otro; de mirar distinto,
diferente; de alterizar el mundo para incluirnos, de perpetuar al otro en nosotros mismos, de
aprender que podemos vivir en medio de paisajes disímiles todos.
Apunta Skliar (2007, citado por Ortega, 2012) que, para infortunio,
(…) ha sido en los espacios de formación encontramos que el lenguaje se ha
vuelto un refugio opaco de narrativas sombrías donde cada uno, cada generación,
repite para sí y se jacta indefinidamente de sus pocas palabras, de su poca
expresividad y de su incapacidad manifiesta para la traducción del lenguaje de los
demás. Casi nadie reconoce voces cuyo origen no le sean propias, casi nadie
escucha sino la reverberación de sus propias palabras, casi nadie encarna el eco y
la huella que dejan otros sonidos, otros gestos, otros rostros
Por eso, los gestos, palabras dichas y aun las no proferidas, son la que excluyen,
coartan, obligan, subyugan, minimizan, los actos en los que se ridiculiza, en los que se
provoca la burla, el sarcasmo, son códigos comunicacionales cargados de un sentido
doloroso y no cicatrizante para quien los padece. Pero la comunicación no puede ser la
causante de tanta desazón, cuando es precisamente la llamada a resolverlo.
De otra parte es Martín-Barbero (2002) quien le plantea una disyuntiva al
ecosistema comunicativo cuando lo cuestiona sobre su papel de apropiación por parte de
docentes y estudiantes o el reforzamiento de la división social y la exclusión cultural y
política que él produce.
LA COMUNICACIÓN, ESPERANZA DE ACERCAMIENTO/ACONTECIMIENTO
(…) que estar escolarizado sería prepararse cognitiva y
efectivamente para conocerse y reconocerse en el otro. Por consiguiente, el
fomento del respeto, el estudio de factores generadores de positivos cambios
conductuales, de actitudes, de apertura, de escucha recíproca y solidaridad
han de tener lugar tanto en las escuelas como en las universidades.
Esto tiene una carga importante de sentido toda vez que asumir la comunicación
desde esta perspectiva, le otorga la posibilidad de se constituya en una experiencia de
mutualidad dialéctica, hecha solo posible entre personas que “como proyectos autónomos
social, culturalmente y existencialmente distintos se ven impulsadas a encontrarse
aprovechando sus propios recursos simbólicos” (Aguirre Alvis, 2009).
De otro lado, Freire creía que la comunicación
(…) es diálogo, en la medida en que no es transferencia del saber, sino un
encuentro de sujetos interlocutores, que buscan la significación de los significados
(…) la comunicación verdadera no es la transferencia, o transmisión del
conocimiento, de un sujeto a otro, sino su coparticipación en el acto de comprender
la significación del significado.(Freire, 1983)
Por esa razón, y siguiendo a Toro & Rodríguez (2001)
(…) la comunicación de calidad, desde el punto de vista democrático, es aquella
que es capaz de crear condiciones estables para que los diferentes sentidos,
significados y formas de ver el mundo que produce una sociedad, puedan circular,
competir y colectivizarse en igualdad de condiciones.
Sin embargo, y siendo el diálogo el que por antonomasia nos brinda la posibilidad
de hablar con el Otro, es posible asumirlo como lo fundamental para alcanzar la igualdad
entre los seres humanos, pero se ha convertido quizá en el espacio en el que las diferencias
se hacen patentes y es allí donde se articulan todos los recursos y discursos simbólicos que
favorecen y promueven el relacionamiento entre quienes lo efectúan.
Por eso, Guédez (2005) cree que
(…) el problema nunca ha sido la diferencia, sino la actitud ante ella, así
como la pretensión de la unidad impuesta. Las verdaderas dificultades comienzan
cuando se pretende la unidad en función del punto de vista que se asume con poder
coercitivo. Las integraciones, interacciones, asociaciones, alianzas, acuerdos,
concertaciones y hasta el diálogo y la comunicación son a partir de las diferencias
y para preservar las diferencias.
Además,
Resulta necesario, y no sólo inevitable, asumir que para que un mensaje
pueda ser apropiado por un interlocutor no solo éste tenga que tener una
motivación para entrar voluntariamente en una relación simbólica cooperativa sino
que los mismos recursos simbólicos del intercambio tengan que ser equivalentes o
por lo menos encontrar bases comunes de entendimiento para poder encaminar la
puesta en común. (Aguirre Alvis, 2009)
Comentario [jcea7]: Ojon power point
Pero, ¿cómo democratizar la comunicación? ¿Cómo pensar en puntos de encuentro,
de comunión, de poner en común experiencias y aspectos materiales y simbólicos de la
vida? Es en verdad un bucle toda vez que al ser la comunicación constitutiva del ser
humano, no puede haber sujeto que no forme parte de esos procesos de comunicación, la
fisura tiene que ver con la forma como es utilizada.
Entonces, ¿Cómo democratizar lo que ya es de todos, cuando necesariamente
sabemos que la comunicación es un proceso asimétrico de producción de sentido y en ella,
o a través de ella, se despliegan estrategias de poder?
Democratizar la comunicación es legitimar todos los modos de nombrarla y
apropiársela, no desde una postura del relativismo cultural, sino de la inclusión social.
(Díaz, 2005)
Pero una cosa muy distinta es querer ser y otra poder ser. Mirar la sociedad como
algo verdaderamente democrático es difícil y por demás complejo, toda vez que es evidente
una crisis profunda en los valores morales y sociales. Un horizonte así, bajo estas crisis, es
por decir lo menos, incierto.
La sociedad de consumo, las necesidades de poder que subyacen a los que ostentan
más riqueza, los cambios abruptos en la modernización, y nuestras identidades culturales,
que cada vez resultan ser más ambiguos, dificultan la configuración de un proyecto en
donde la igualdad y la libertad sean factibles.
Bajo estos parámetros, es fácil encontrar grupos que luchan por rescatar lo que han
denominado su autenticidad, mediante procesos comunicativos para muchos de nosotros
ininteligibles, si no abstrusos, identifican en los espacios educativos y académicos lugares
privilegiados para mostrar la creatividad, vistiéndose de diferentes expresiones, desafiando
las tradiciones y los paradigmas impuestos por la cultura y por las tradiciones que han sido
normas de la sociedad actual. Esos sujetos, de acuerdo con Foucault (2002) hacen parte de
los que él denomina un dispositivo, una relación o red de saber/poder en la que se inscriben
la escuela, el cuartel, convento, hospital, cárcel, fábrica y no cada uno de ellos en forma
separada. Un dispositivo es entonces, una relación entre distintos componentes o elementos
institucionales que también incluiría los discursos, instalaciones arquitectónicas, decisiones
reglamentarias, leyes, medidas administrativas, enunciados científicos, filosóficos, morales
y/o filantrópicos, que circulan dentro de dicha relación.
Podremos darnos cuenta por sus expresiones culturales y corporales cómo cambian
las personas, los grupos y sus comportamientos, con la incorporación de estrategias de
comunicación que posibilitan la superación de las dificultades y los retos del diario vivir.
El reto de la sociedad actual es repensar la educación y transformarla en un
ambiente en el cual las expresiones, los lugares comunes y no comunes de los sujetos
tengan cabida, donde la calle sea además escuela, donde existan espacios de participación
abiertos y libres de acuerdo con las exigencias de las nuevas generaciones, dentro de un
ámbito incluyente, participativo, a fin de cuentas, democrático. Ahí radica la importancia de
plantear una educación diferente, no sólo adaptada a las nuevas circunstancias, sino dirigida
a formar seres humanos capaces de afrontar los cambios en un mundo en crisis, en formar
humanidad. Comentario [jcea8]: Para power point
Por eso, por el hecho de asumir que vivimos en un mundo intercultural, “la
comunicación tiene que ser pensada a partir de la coexistencia de multiplicidad de códigos
comunicativos, a partir de la heterogeneidad de las estructuras de significación” (Grisom,
citado por Aguirre Alvis, 2009).
La interculturalidad debe asumirse como una estrategia para favorecer la cohesión
social, por cuanto asimila a los grupos socioculturales disminuidos por otros a la cultura
dominante.
Se trata entonces de promover el diálogo y la tolerancia sin afectar las causas de la
asimetría social y cultural actualmente vigentes (Tubino, citado por Ferrão Candau, 2010).
De esta manera, y de acuerdo con este autor, el interculturalismo funcional tiende a
disminuir las áreas de tensión y conflicto entre los diversos grupos y movimientos sociales,
cuyo foco de atención son las cuestiones socioidentitarias, evitando que la estructura y las
relaciones de poder vigentes sean afectadas.
Por otra parte, la interculturalidad crítica pretende ser una propuesta ética y política
con el objetivo de construir sociedades democráticas que articulen la igualdad y el
reconocimiento de las diferentes culturas, y de proponer alternativas al carácter
monocultural occidentalizante, que domina en la mayoría de los países del continente.
(Ferrão Candau, 2010)
La democracia, aludiendo a Toro & Rodríguez G., 2010, por ser una construcción
del hombre, es el resultado de un esfuerzo colectivo en la búsqueda de un orden social,
político y económico digno para todos. De igual manera, la interculturalidad propicia ese
tipo de acercamientos en los cuales existe la posibilidad humana de fundarla,
transformarla, enriquecerla, protegerla y por último, ejercerla desde todos los ámbitos.
Por lo tanto la interculturalidad per se es considerada como una intención política por
construir los puentes del entendimiento cultural entre los diferentes.
Nos encontramos en el camino de la toma de conciencia y la reflexión necesaria de
la propia cultura, desde la propia cultura y las propias lenguas, para esclarecer los caminos
hacia la sociedad diversa que, nos parece en el caso de las comunidades étnicas y como
indicamos anteriormente, debe tendencialmente orientarse hacia la autonomía de los
pueblos originarios. (González Ortiz, 2007) Una toma de conciencia de y desde lo pluri-
multi-trans, de las diferentes identidades, rasgos, humanidades, alteridades.
La reflexión intercultural implica una preocupación fundamental, la de imaginar una
pedagogía apropiada a las sociedades multiculturales (Marín, 2002). La comunicación, que
en palabras de Martín-Barbero es poner en común, se construye sobre la base del respeto de
la diversidad cultural y nos permite desarrollar una percepción del mundo, de esa
cosmogonía que es la democracia, como un lugar histórico a compartir entre todos los seres
humanos.
Cada cultura, cada grupo humano, de la misma manera como vive su democracia,
construye su propia visión del mundo y en consecuencia su propia racionalidad,
pretendiendo considerarla como universal, dentro de la perspectiva etnocéntrica que
impregna a cada cultura. (Marín, 2002), pero esa implicación social propia y cotidiana y la
interacción de unos con los otros, ponen en discusión nuestras identidades, en tanto las
mezclas acontecen tan de prisa que no es posible hablar de pureza precisamente cuando lo
único real es un mundo heterogéneo.
La democracia debe ser, como la interculturalidad, un proyecto de convivencia,
donde ser distinto, diverso, pensar diferente sea posible y no signifique la muerte. Por eso,
la interculturalidad debe ser el producto de la discusión donde se ponen en juego los
intereses. La sociedad es la que decide ser intercultural y no al contario. Debido a que la
interculturalidad es construida por el hombre es susceptible de ser cambiada; de manera que
cualquier viso de exclusión o poder puede ser remediado, revertido y transformado.
La interculturalidad es asumida y vivida por quienes la habitamos, si se me permite
la expresión, pero las reglas o los criterios para vivirla deben ser compartidos, asumidos y
vividos aún por aquellos quienes los han promulgado.
La interculturalidad no debe ser considerada como un fin en sí mismo si es
entendida como la búsqueda del diálogo y el entendimiento cultural entre los diferentes, por
el contrario, es un medio de búsqueda y construcción, de confrontación permanente para el
entendimiento cultural pero cuyo fin último es la redistribución social de los poderes y las
representatividades democráticas. Se trata en suma de un medio para posicionar
políticamente a los grupos dominados y entonces sí generar nuevas relaciones sociales y de
poder. En este sentido, la educación intercultural es una necesidad en la medida que sirve
para cimentar las identidades culturales de los diferentes. (González Ortiz, 2007).
Los otros, „esos‟, los excluidos cada vez que a ellos nos referimos, devuelven su
mirada hacia nosotros, los „otros‟ que ellos ven cada vez que sobre nosotros hablan.
Nosotros, todos, tenemos más cosas diferentes sobre las qué hablar, argumentar, discutir,
disentir, que aquellas que parecieran sernos comunes. ¿En dónde está el punto de quiebre?,
¿la fisura por donde podemos instalar la palanca y quebrar la brecha que nos separa?
Comentario [jcea9]: Para power point
Los seres humanos durante su desarrollo afrontan grandes desafíos, la ciencia y la
tecnología producen grandes avances. Pese a eso, nada de esto nos ha podido asegurar la
paz, la alegría, la salud, la armonía, la felicidad, más bien estos avances científicos nos
están llevando a la propia destrucción. La educación debe ser el catalizador más poderoso
para el desarrollo humano, por cuanto favorece e impacta directamente lo social y
económico de una región y de un país.
En otras palabras, este proyecto de investigación o interés de indagación parte de
comprender la diferencia, aquello que hace único a un ser humano, irrepetible, aquello que
marca su forma de ser, su modo de pensar, su modo de hacer y cuáles son las implicaciones
de ese reencuentro conmigo en el otro, en tiempo presente, en los acontecimientos diarios,
en lo cotidiano, en lo simple, que den cuenta de lo que somos como sujetos en tanto
aprendientes, maestros, consejeros..., al fin, seres.
Imagen 1 Trayecto hologramático de la obra
La diferencia fomenta la reflexión, promueve el desarrollo, en la diferencia están las
manifestaciones de toda índole, artísticas, deportivas, increíbles contenidos escritos, en la
diferencia se adelantan investigaciones científicas, sociales, culturales, económicas, en la
diferencia emerge el disenso o el consenso, ahí se gesta la subversión, la solidaridad, el
conflicto o la esperanza.
Sin embargo, en la diferencia la discriminación y la exclusión se hermanan, es por
eso que el interés de esta indagación se piensa desde la aceptación, es decir interpretarla
aceptación como la apertura a un mundo de posibilidades, del otro en su diferencia, de
profundizar en la individualidad egoísta, en el desconocimiento del ser humano de tolerar al
otro a partir del acontecer cotidiano, lo comúnmente llamado „normal‟, mientras ese algo
sea tan común que precisamente por eso es corriente, se hace parte del paisaje, se diluye
entre tanta banalidad y desasosiego.
Me atrevo a considerar que puede resultar más “peligrosa” que la discriminación, el
racismo, la xenofobia u otras formas de exclusión la invisibilización o el desconocimiento
deliberado de la presencia del Otro.
Como en el yin-yang, para hacer una inferencia de normalidad necesariamente se
debe hablar de anormalidad, pues ambas cohabitan en el ser humano, y es necesario
describirlas como modelo sociocultural en tanto es una perspectiva que relativiza estos
conceptos, y hacen evidente que varían de sociedad en sociedad. Sin embargo, pese a ser
considerados generales, en el sentido de presentarse en la mayoría de los colectivos, no son
universales ya que se moldean en función de los valores de cada cultura en particular.
Cultura, para esta indagación es entendida como el
(…) conjunto de todas las formas, los modelos o los patrones, explícitos o
implícitos, a través de los cuales una sociedad regula el comportamiento de las
personas que la conforman. Como tal, incluye costumbres, practicas, códigos,
normas y reglas de la manera de ser, vestimenta religión y rituales, normas de
comportamiento y sistemas de creencias”. Aunque la normalidad y la Anormalidad
no son herramientas de evaluación o de diagnóstico formal, sirven para recordar
que el comportamiento es siempre una función parcial del medio en el que se
desarrolla. (S.N., s.f.)
Es así como sucede en la historia de „Alicia en el país de las maravillas‟, desde el
punto de vista psicológico, este síndrome “es un conjunto de síntomas que una persona
experimenta, muy parecido a lo que vivió Alicia, como: distorsión de la imagen del propio
cuerpo y de los objetos que lo rodean, la persona puede sentir que su cuerpo entero o partes
del mismo se alteran en tamaño y forma y que los objetos se agrandan o se encojen, se
alejan o se acercan”. Micropsia, como se le conoce a este síndrome, fue descubierto por el
psiquiatra John Todd.
Desde el punto de vista de la ficción o como un ideal infantil, esta sintomatología es
aceptable para una sociedad adulta, la cual aprueba que los jóvenes conserven estas
memorias como algo saludable de vivir, esto es, que si sucediera, si fuera verdad, sería un
verdadero acontecimiento.
Para alternar con otra historia de ficción, Matrix (Wachowski & Wachowski, 1999),
es un film que plantea que en el futuro casi todos los seres humanos han sido esclavizados
por las máquinas y las inteligencias artificiales creadas, condicionados a vivir en un mundo
ilusorio. Lo anterior provoca una alegoría. Actualmente la tecnología ha inundado la vida
del ser humano a tal punto que la vida misma se siente manipulada, los medios
audiovisuales, de información, entraron a los hogares en donde en cada habitación existe un
televisor, un computador, en las cafeterías y centros comerciales, el internet es una
herramienta omnipresente. En estos sitios, es frecuente ver personas inmersas en su propio
mundo, seres que no necesitan del otro porque supuestamente ya lo tienen todo en una
pantalla, seres que dicen permanecer comunicándose con otros, pero radical y
absolutamente solos, subsumidos en un mundo creado por ellos en donde el otro sólo tiene
cabida si se lo permito o, por el contrario, accede a toda mi eco-biografía.
Es lo que Lipovetsky (2000), en su libro „La Era del Vacío‟, la denomina
“conmoción de la sociedad, de las costumbres, del individuo contemporáneo de la era del
consumo masificado, la emergencia de un modo de socialización y de individualización
inédito que rompe con el instituido de los siglos XVII y XVIII”
La sociedad actual se identifica con las historias de ficción anteriores, pues se le ha
vuelto difícil a la humanidad distinguir entre el reinante escenario de ilusión y espejismo
que raya en lo mágico creado por el mismo hombre con la tecnología y el de la realidad
individual o colectiva de los sujetos, tal parece que se está viviendo una época en la que
gobierna la sordera, la ceguera, la insensibilidad ya que dejamos que nos gobiernen
nuestras propias creaciones, una era donde la franja que separa lo real y tangible con lo
ilusorio y pasajero es realmente, cada vez más delgada, es un velillo sutil, una capa de
cebolla que no terminará de pelarse.
Ese es el paradigma “darse cuenta” de si estas creaciones están a nuestro servicio o
si estamos a su servicio, la cuestión es que eventualmente surge alguien que tiene la
capacidad de oír, de sentir, de ver, de “darse cuenta” y produce en el ambiente creaciones
anormales que provocan en el otro reflexiones que de una u otra manera maduran
pensamientos engendrando un acontecimiento. ¿Cuándo empieza uno a darse cuenta?
¿Cuándo termina? ¿Será necesario acaso darse cuenta? ¿Vale la pena?
Las instituciones no están preparadas para los acontecimientos y, como
consecuencia, no preparan a la sociedad para percibirlos de una manera crítica y razonable,
así es como se condiciona esta ficción real de la sociedad actual.
A la educación se le ha dado la tarea y endosado la labor, sino la única, de
liberarnos de la fantasía en la que estamos inmersos, siempre y cuando sea la manera de
enseñar a pensar, de crear diferencia, de ser una forma de desenmascarar la visión
establecida. Faltará revisar si lo que tiene por misión no es enmascarar políticas de estado
disfrazadas de oveja, pues las democracias impuestas son también una forma de exclusión.
Lo que está pasando es análogo a la parábola empresarial de la “rana hervida”: Si
una rana cae en una olla de agua hirviente, inmediatamente intenta salir. Pero si cae en una
en la que el agua se encuentra a la temperatura ambiente, se queda tranquila. Si la
temperatura del agua se eleva progresivamente, la rana se queda ahí, se siente confortable.
En la medida en que la temperatura aumenta, la rana finalmente se habrá cocinado
literalmente en su propio jugo. Lo que sucede es que su aparato interno para detectar
amenazas a la supervivencia está preparado para cambios súbitos en el ambiente, no para
aquellos que sean lentos y graduales.
Nos hemos estado anquilosando lentamente, la educación se ha quedado en una
especia de letargo del que no despierta, se ha estado formando una costra dura de
desprender y no nos hemos dado cuenta de cuanto ocurre a nuestro alrededor. Educar hoy
no es ni será lo mismo que educar hace 10 años, ni dentro de 5 siquiera.
Estos hechos me han hecho pensar y reflexionar sobre la educación que he recibido
y cómo la cultura me ha influenciado. Recuerdo el dicho popular “a donde fueres haz lo
que vieres” era una forma de educar y aconsejar de los abuelos, era la forma cómo ellos con
su sabiduría popular, nos decían que debíamos adaptarnos al medio en el que nos
desarrolláramos, que debíamos adaptarnos a las diferentes situaciones que se nos
presentaran en el diario vivir y todo para que tuviéramos una realidad placentera. En otras
palabras que nos adaptáramos rápidamente a los cambios.
Yo entiendo que de esta herencia, la moraleja que deja es que mientras sigas la
corriente te vas a evitar muchas dificultades. Entonces, ¿a dónde nos lleva el conocimiento
que anhelamos con fuerza y por el que hacemos tantos esfuerzos y sacrificios?
Crecí en medio de libros, soy hijo y hermano de docentes a quienes siempre les
escuché decir, „hay que estudiar por que el estudio no se lo puede quitar nadie‟, en cambio,
lo material por más que le sobre en algún momento puede desaparecer.
¿A qué me refiero cuando pregunto a dónde nos lleva el conocimiento? El
conocimiento nos da grandes satisfacciones tanto como otras tantas decepciones. De la
misma manera como Lipovestki hace una radiografía de la sociedad en la que nos tocó
vivir, (2000), en donde nos podemos mirar como en un espejo y cuestionarnos sobre qué es
lo que estamos haciendo, hacia dónde vamos. Este autor dice que nunca antes en la historia
la satisfacción había sido tan inmediata a un clic de distancia, a un „tarjetazo‟, a unas
cuantas cuotas. Y, sin embargo, en los incontenibles tiempos de la sociedad de consumo, el
deseo y la decepción van de la mano.
El primer dato de la radiografía que aporta este sociólogo francés es la
descomposición de la familia,
¿Quién cree hoy en la familia, se pregunta, cuando los índices de divorcio no paran
de aumentar, cuando los ancianos son expulsados de los asilos, cuando los padres
quieren permanecer jóvenes y reclaman la ayuda de las terapias, cuando las
parejas se vuelven libres, cuando la eutanasia, la anticoncepción y la esterilización
son legalizados? (Lipovetsky, 2000)
A todo esto, quiso añadir la inconstancia en los propósitos, la deserción en los
compromisos, el adiós a la grandeza de miras, el hundimiento de los ideales, el culto a la
personalidad y al cuerpo, el ansia desmedida a la autonomía, la obsesión por las marcas de
las modas, la obsesión por la música, la carencia de utopías y de sueños entre otros. Un
mundo construido para la espaldas de los consumidores quienes la cargarán, un mundo
hecho de retazos de cuerpos modelados a antojos de las cremas reductoras, un mundo con
un concepto de belleza muy diferente al que la mayoría de mujeres tiene pero que todas
anhelan, un mundo con cimientos removibles y con paredes transparentes.
Estas realidades, que desaparecen como las efímeras estrellas fugaces, conducen a la
insatisfacción, a la ansiedad, a la soledad y al vacío. Aquí brotan, fácilmente, las tendencias
al suicidio, cunde por todas partes, el miedo al mañana y la angustia, sin encontrar como
calmarla, fuera de un falso recurso a una dosis cada vez mayor de éxtasis sexual, de licor y
de droga, insisto, falso recurso, pues en lugar de apaciguarla la refuerza, agudiza, agravan
dolorosa escala, el diagnóstico: hemos sacado (matado) a Dios de la escena y estamos
huérfanos. Lipovetsky se contenta con el diagnóstico. ¿Qué nos queda?
En un mundo de impotencias políticas, debilidades organizativas y,
particularmente, de crisis en la producción de subjetividad y empobrecimientos de
prácticas auto reguladoras. Habitamos espacios donde la significación del “otro”
se reconoce en expresiones de hostilidad, indiferencia, explotación, desprecio y, en
muchos casos, en la degradación y en la anulación de sus horizontes temporales,
espaciales, laborales y existenciales. (Ortega, 2012)
Soy campesino, criado en el campo, como muchos de los pobladores de este pueblo
y siento que soy víctima de la llamada posmodernidad, víctima en el sentido de que con el
poco conocimiento adquirido, me doy cuenta de que sin saber he sido atrapado por el
consumismo. Un lugar en contravía para buscar la felicidad.
Tal vez quien más se ha acercado a los proyectos de vida ha sido el maestro
Estanislao Zuleta, en el „Elogio a la Dificultad‟ (2007) en el que hace referencia a la forma
como algunos nos hacemos este tipo de proyectos, argumenta el maestro que la pobreza y la
impotencia de la imaginación nunca se manifiestan de una manera tan clara como cuando
se trata de imaginar la felicidad.
Entonces comenzamos a inventar paraísos, islas afortunadas, países de
cucaña. Una vida sin riesgos, sin lucha, sin búsqueda de superación y sin muerte. Y,
por tanto también, sin carencias y sin deseo: un océano de mermelada sagrada, una
eternidad de aburrición. Metas afortunadamente inalcanzables, paraísos
afortunadamente inexistentes. (Zuleta, 2007)
El mismo Zuleta apunta que
Todas estas fantasías serian inocentes e inocuas, si no fuera porque constituyen el
modelo de nuestros anhelos en la vida práctica. De las utopías de las que han
venido emergiendo.
Aquí mismo, en los proyectos de la existencia cotidiana, más acá del reino de las
mentiras eternas, introducimos también el ideal tonto de la seguridad garantizada,
de las reconciliaciones totales, de las soluciones definitivas.
Nuestro problema no consiste solamente, ni principalmente, en que no seamos
capaces de conquistar lo que nos proponemos, sino en aquello que nos
proponemos: que nuestra desgracia no está tanto en la frustración de nuestros
deseos, como en la forma misma de desear, deseamos mal. En lugar de desear una
relación humana inquietante, compleja y perdible, que estimule nuestra capacidad
de luchar y nos obligue a cambiar, deseamos un idilio sin sombras y sin peligros,
un nido de amor y por lo tanto, en última instancia un retorno al huevo, en vez de
desear una sociedad en la que sea realizable y necesario trabajar arduamente para
hacer efectivas nuestras posibilidades, deseamos un mundo de satisfacción, una
monstruosa sala cuna de abundancia pasivamente recibida.(Zuleta, 2007)
Estanislao Zuleta describe anteriormente de una manera desilusionante para mí, mi
juventud y parte de mi madurez, a veces pienso que perdí muchos años de mi vida, soñando
despierto, con proyectos de vida irrealizables, pensando en la lámpara de Aladino, sin
querer hacer ningún esfuerzo para alcanzar esos sueños. Pero como pregunte anteriormente
a donde nos lleva el conocimiento, pues la psicología dice que una vida plana sin
contratiempos, ni frustraciones que superar no crea personalidad ni fortalece el carácter,
puedo decir que las experiencias vividas, buenas, malas, satisfactorias, me llevaron a
reevaluar el sentido de mi existencia y con la ayuda de seres que poseen otros enfoques y
puntos de vista se pudo llegar a una estancia de vida en la que se puede agradecer que las
cosas hayan sucedido como sucedieron.
Sin embargo, hablando del conocimiento adquirido, es interesante darse cuenta de
que falta todo por aprender y conocer. La sociedad en la que vivimos y en la que van a vivir
nuestros hijos, me preocupa profundamente, es preocupante ver como todo se ha vuelto
desechable, las relaciones, la tecnología, la vida humana, la vida laboral etc.
Fernando Savater, filósofo español, en su texto „Fabricar Humanidad‟ (Mundo
discalia, s.f.), hace referencia a la gran necesidad del ser humano de tener contacto con sus
congéneres y eso me crea una gran curiosidad con respecto a mis años de juventud, en
donde puedo decir que casi tuve una fijación, pues fueron muchas las amistades que tuve
que olvidar para poder madurar y no terminar siendo un individuo sin futuro.
Savater dice que cada uno nace dos veces: una, del útero materno, biológicamente
natural y una segunda vez el nacimiento social, del útero social. Este último es el que
desarrolla en nosotros las posibilidades de humanidad. No es un proceso forzoso. Según
algunos relatos de casos documentados, niños que teniendo que vivir en compañía de
animales no llegan a desarrollar nunca las posibilidades de humanidad, el pensamiento
simbólico, la palabra. Es decir, esas cosas que nos dan los demás. La humanidad nos la
damos unos a otros y la recibimos unos de otros. Nadie se hace humano solo. Y yo creo que
ese es el fundamento de la educación.
Nadie se hace humano solo. A través del contacto de y con otros seres humanos es
lo que nos hace verdaderamente humanos, somos humanos porque es el otro el que nos
humaniza. En fin, tenemos que „contagiarnos‟ de la humanidad de otros. De ahí que me
parezca que es mucho más importante el estar en un aula, en una clase rodeado de seres
humanos, a seres como yo y frente a un maestro, pues creo que esa proximidad es lo
esencial en la educación, no podemos ser humanos más que de otros seres humanos.
Las nuevas tecnologías han abierto camino, hasta hace unos años impensables, de
acercamiento entre los seres humanos, podemos comunicarnos más rápidamente y tiempo y
espacio son palabras desvirtuadas en los diccionarios. De lo que estoy seguro, no ha podido
hacer la internet es que no nos puede acercar a la humanidad, ella sólo nos puede venir de
otros seres humanos. No podemos aprender a vivir de máquinas. No podemos aprender a
vivir de enciclopedias. Tenemos que aprender de humanos de semejantes. Estamos
hermosamente condenados a nuestros semejantes, son ellos quienes despiertan nuestra
humanidad los que nos hacen el regalo más precioso y más necesario: extraer de esta
especie de diamante en bruto que somos cada uno la posibilidad de la humanidad.
Como lo menciona Savater, “sólo creamos humanidad en la medida que tengamos
contacto con ella”, es por eso que puedo asegurar ahora, que todos los contactos humanos
que he tenido a través de mi trajinar por la vida han contribuido a construir la clase de ser
humano que soy hoy, ya sea bueno o malo, este es el producto que otros seres humanos con
su intervención lograron sacar al mercado.
Todos los seres humanos, desde el principio de sus días, necesitan para su
crecimiento personal primero que todo la aceptación de su familia y del grupo social en el
que se desenvuelven, esta es una lucha del individuo casi interminable a lo largo y ancho de
su existencia por ser aceptado, casi que perdiendo su propia identidad por ser parte de los
otros, por ser ese sujeto que los otros quieren que sea, lo que trae consigo serias
consecuencias que están implícitas en el cotidiano de cada uno y de la gran mayoría de los
representantes de cada grupo humano existente.
Actualmente, el ser humano afronta altos procesos de confusión que demandan el
reforzamiento de su identidad, para seguir conservando su razón de ser. Así mismo, toda
comunidad que persiga su crecimiento interior y material está abocada al progreso de una
mayor dimensión de entendimiento y compromiso de respeto y reconocimiento de la
pluralidad, representada en cada uno de sus miembros y que se potencia, precisamente en el
hecho de interpretar y respetar las diferencias.
Es probable que la aceptación de las diferencias pueda ser una utopía, es decir tratar
de que los seres humanos aprendamos a aceptar al otro sin prejuicios suene a acto de fe,
pero es un acto, todo lo que hace el ser humano es humano, lo bueno, lo malo, también son
actos llenos de humanidad. Es precisamente en esa dimensión desafiante de humanizar las
relaciones, en donde se logra encontrar uno de los más grandes desafíos para la educación,
una educación que está llamada a lograr la construcción colectiva de condiciones para la
aceptación de la diversidad, como expresión del reconocimiento de la riqueza y del
potencial de los sujetos.
Bien es cierto, que los seres humanos somos distintos en colores, en disposiciones,
en gustos, en costumbres, en tradiciones, pero en realidad, la verdadera riqueza en
perspectiva de humanidad, sólo se podrá dimensionar y disfrutar, en la medida en que se
desarrollen las condiciones de aprendizaje para la aceptación de las semejanzas que existen
en esa plural diversidad. Se habla del otro “El otro no es lo mismo, ni el mismo, ni mí
mismo. Es un indefinido, alguien que cuando se nombra ya no es. Pero al otro se le dice lo
que es (y el mirará por su cuenta que deja de ser), o lo que le hace falta saber para ser. Es el
que tiene que ocultar las partes que le sobran y que no caben en la mismidad, el otro en la
mismidad es una mentira. “El otro no es una temática, el otro no puede ser tematizado. Y
aún más: el otro que se ha tematizado no es, seguramente, el otro” (Skliar, 2005)Analizar
los conceptos que la mismidad utiliza para interpretar nombrar la otredad, es encontrar las
pistas de cómo esta se ve a sí misma, pero también, nos indica cómo le gustaría verse, y
este “querer verse” es una intención de verse reflejada en el espejo – pero como lo
descubrió Narciso, uno mismo no puede ser su espejo, y es por esta razón que la mismidad
necesita que la otredad funcione como espejo, claro está, despojada de aquello que no hace
parte del querer verse a sí misma”.
Los seres humanos nos parecemos mucho, logramos comunicarnos los unos con los
otros muy a pesar de las barreras lingüísticas y de comprensión del sentido de lo que
contiene lo que comunicamos, logramos incluso llegar a realizar intercambios de
información unos con otros, de hecho todos los idiomas son traducibles, lo que permite que
los seres humanos logremos llegar a comprendernos, entender nuestras diversas
necesidades, asumiendo las demandas y exigencias de cada realidad.
Por tanto, se asume como muy relevante, dejar por sentado que es en medio de la
aceptación de las diferencias, donde logramos consolidar una de nuestras principales
riquezas, sin dejar como imposición que se perdiera por olvido la identidad propia o como
sujetos o como grupo.
Por eso, considero importante resaltar que la comunicación es una intersección entre
dos o más universos simbólicos, lo cual implica que existan necesariamente incertidumbres.
Y, si la comunicación humana implica asumir paralelamente la incertidumbre, el hecho de
que pensemos algo en común no necesariamente se llega a una conciencia plena, pues
puede haber una fuerte voluntad por la construcción de un espacio de comprensión o
entendimiento, pero nos aproximamos cada uno y cada una desde intereses parciales,
personales, quizá egoístas.
Las políticas de globalización, que han logrado impregnar incluso los flujos
mediadores de la educación han llegado a generar grandes cambios en nuestras identidades
al igual que cambios a nivel cultural y esto se ha dado fácilmente debido a las intenciones
mercantilistas que caracterizan hoy día la educación, permeada en nuestra vida diaria por el
temido influjo de la televisión, el internet, celulares, y la tecnología entre otros factores que
generan perturbación.
Estas transformaciones que se imponen en la educación, degeneran en cambios y
transformaciones del comportamiento y de valores que son imitados creando una única
conciencia mundial que tiende a hacer desaparecer culturas y a perfilar estilos de vida
caracterizados por la presencia de un nuevo perfil consumidor, en donde ya se hace
evidente el síndrome de la obsolescencia, en donde las personas dejan de usar sus equipos,
máquinas y tecnologías motivadas no porque sus equipos tengan un mal funcionamiento,
sino por que presentan un insuficiente desempeño en comparación con las nuevas
tecnologías que salen al mercado, todo esto es consecuencia en forma directa de las
actividades de investigación y desarrollo de las instituciones que permiten en corto tiempo
fabricar equipos mejorados con capacidades superiores a los anteriores y esto son
estrategias de ventas en las que cae el consumidor casi sin darse cuenta, pues muchas veces
salen al mercado productos que tienen las mismas garantías de uso que el que se tiene y la
única diferencia es el color pero que en su defecto hace que el consumidor prefiera el nuevo
así sea más costoso ya que está de moda.
Emerge incluso en los grupos humanos, una tensión impresionante, al verificar la
presencia intimidante de la tecnología, el postmodernismo y la globalización todo lo
vuelven obsoleto, desechable, la vida, las relaciones, la espiritualidad, no es impresionante
es preocupante. En este sentido, Bauman, habla acerca de la fragilidad de los vínculos
humanos,
Esta súbita abundancia y aparente disponibilidad de experiencias amorosas” llega
a alimentar la convicción de que el amor (enamorarse, ejerce el amor) es una
destreza que se puede aprender, y que el dominio de esa materia aumenta con el
número de experiencias y la asiduidad del ejercicio. Incluso se puede llegar a creer
(y con frecuencia se cree) que la capacidad amorosa crece con la experiencia
acumulada, que el próximo amor será una experiencia aún más estimulante que la
que se disfruta actualmente, aunque no tan emocionante y fascinante como la que
vendrá después de la próxima. (Bauman, 2003)
Así mismo, Lipovestky escribe que
Si al menos pudiera sentir algo” esta es la fórmula que traduce la “nueva”
desesperación que afecta a un número mayor de personas, los pacientes ya no
sufren síntomas fijos sino trastornos vagos y difusos; la patología mental obedece a
ley de la época que rinde a la reducción de rigideces así como la licuación de las
relevancias estables: la crispación neurótica ha sido sustituida por la flotación
narcisista. Imposibilidad de sentir, vacío emotivo, que la de substanciación ha
llegado a su término explicitando la verdad del proceso narcisista, como estrategia
del vacío, los individuos aspiran cada vez más a un desapego emocional en razón
de los riesgos de inestabilidad que sufren en la actualidad las relaciones personales
Somos actores de nuevos escenarios en donde se pueden identificar algunos
aspectos que definitivamente influyen en el desarrollo, como es la globalización, el cambio
permanente del medio y el valor que se le da al conocimiento y todo esto conforma un
engranaje de producción que se traduce en „sacar al mercado‟ seres con habilidades y
características que puedan darle movimiento a un contexto, catalogando al ser humano
como un instrumento sustituible debido a los constantes cambios.
Foucault, (citado por González-Faraco & Gramigna, 2012), en una posible
contradicción concibe la educación como un proceso histórico hacia la libertad, la
autodeterminación y la autorrealización y de otra parte que es probablemente el enfoque
más difundido, como dispositivo de poder que desarrolla prácticas de dominación, una
disciplina para el gobierno de la vida de los individuos y un sistema de diferenciación que
favorece la desigualdad e incluso la exclusión social.
Pese a todas estas propuestas y miradas, es claro que la educación debería jugar un
papel protagónico e imprescindible al momento de identificar instrumentos de liberación
política y social, necesarios para la construcción de unas nuevas realidades, que permitan
visualizar un pueblo en pleno desarrollo, pues como se ha dicho la postmodernidad, ha
traído consigo la globalización que impone nuevas formas de comportamiento y ha
implantado otro tipo de normas haciendo que se pierdan la cultura y la identidad de los
sujetos y los pueblos, presas fáciles del condicionamiento del mercado global y del
consumismo.
Estamos pues expuestos al influjo de una denominada educación, que como
instrumento de los poderes reinantes, impone unas condiciones de vida caracterizadas por
diferentes elementos de un sistema que deshumaniza la sociedad, imponiendo así unos
programas educativos que dicen tratar de responder a las necesidades sociales, pero que por
lo regular impone desde la norma, unas reformas curriculares que están dirigidas por un
estado que defiende más los intereses que benefician a los grupos dominantes.
En estas épocas de cambio donde las instituciones están inmersas en una
competencia de producción y comercio, se ven convocadas a utilizar estrategias
competitivas para triunfar en el mercado e impulsar innovaciones, las mismas que
encuentran en la cultura del consumo una fortaleza o herramienta que permite que las
personas actúen casi que involuntariamente en beneficio de dichas corporaciones,
consumiendo bienes y servicios no esenciales, esta adquisición o compra desaforada,
idealiza sus efectos y consecuencias asociando su práctica con la obtención de la
satisfacción personal e incluso de la felicidad personal.
Hay que hacer notar que se trata de describir de alguna forma cómo las instituciones
diseñan y condicionan casi subliminalmente las conductas grupales e individuales de las
personas, dejando ver así la crisis idiosincrática en que se encuentra una gran parte de la
sociedad reconociendo que el sistema educativo está ligado íntimamente a las necesidades
económicas y tecnológicas de la sociedad.
Superar las dificultades más imperiosas y vergonzantes del presente, inmoral
crecimiento de la pobreza, muerte evitable de millones de niños por ausencia de una
atención médica adecuada, cínica y opulenta apropiación por parte de unos pocos de los
bienes culturales, persistencia de la guerra como medio de resolución de conflictos,
destrucción del equilibrio ecológico de la biosfera, etc. Supone necesariamente una
profunda modificación perceptiva de la realidad. Es imprescindible una nueva formulación
y edificación de los modos relacionales de los seres humanos entre sí, de los seres humanos
con los demás seres vivos y con la totalidad de la naturaleza. En este sentido, se impone
trabajar desde la educación, por la implementación de estrategias que permitan la
transformación e implementación de un estudio radicalmente diverso.
La ciencia de la educación que se constituya en torno a este nuevo modelo deberá
promover el ejercicio de las múltiples vías que poseen los seres humanos para
entablar comunicación entre sí y con la naturaleza. Esto es, una educación que
apele al valor antropológico de la afectividad, la emotividad o la fantasía (tanto
como al valor del intelecto) para conformar conocimientos, destrezas y actitudes
que hagan que la vida en conjunto sea más grata para todos. Al dejarse de lado los
reduccionistas mecanismos de identificación individual y social hasta ahora
vigentes, la humanidad se abrirá amorosamente al otro diferente, al otro que
expresa su subjetividad a través de una personalidad absolutamente diferente a la
mía, aunque absolutamente valiosa como la mía. Esa personalidad, igualmente
pertinente para la expresividad de lo humano, se visibiliza en pensamientos,
conductas y actitudes vitales que serán para mí tan diferentes como lo será mi
personalidad para quien se ha socializado en otro medio ambiente global.
La abigarrada diversidad de lo existente requiere del ser humano una
predisposición a la aceptación de lo diferente. Tal predisposición no es solamente
expresión de apertura epistemológica, sino también ética y política. Este hallarse
dispuesto a convivir con lo diferente viene prefigurado en la
desantropocentrización que impone la vinculación con los demás órdenes de lo
vivo. El reconocimiento del valor inherente o intrínseco que poseen las formas no
racionales de la vida constituye un valioso antecedente cosmológico para la
enunciación de esta ontología de la diferencia. (Singer, citado por Barra Ruatta,
s.f.).
La actitud coherente ante la multiformidad de la vida no consiste en simplificar,
sino más bien en complejizar: comprender que los seres, entes y procesos que
constituyen la trama de lo real no son reductibles a las abstracciones formales y
matematizantes que la soberbia intelectual de los humanos ha estipulado hasta el
presente como modo de apropiación cognoscitiva de la realidad. (Morin y Kern,
citados por Barra Ruatta, s.f.).
Una educación en y para la diferencia es el desafío que la humanidad deberá
afrontar en el futuro inmediato para poder vencer inveterados conflictos e injusticias
sempiternas. Educar en y para la diferencia será el único reaseguro que permita que todos
los individuos tengan acceso, desde sus invulnerables diferencias, a una vida materialmente
digna, ética y feliz (Barra Ruatta, s.f.).
LA ALTERIDAD Y LA EDUCACIÓN, ¿JUNTAS? ¿DIFERENTES?
Para empezar, Carlos Silva, explica que
(…) la manera actual de relacionarse implica una serie de presupuestos
francamente alarmantes. El primero de ellos sería: para ser bueno no hay que ser
como el otro, sino como nosotros. Esto quiere decir que desde el propio yo se
encuentran todos los recursos necesarios para que el mundo sea bueno. De allí que
la diferencia y la diversidad sean un obstáculo para los propios fines de cada yo y,
a su vez, sean considerados encomiables y necesarios, nunca cuestionables y
contingentes. (Silva, 2004)
La escuela es una urdimbre maravillosa en la cual se entreteje los hilos de las todas
relaciones posibles dadas entre las diadas estudiante-estudiante; maestro-estudiante;
maestro-maestro, allende de la resultante entre los maestros y los padres de familia; en fin,
es en la escuela donde acontece justamente el momento sublime de estar con otros. Esto
conlleva indefectiblemente a que en esas relaciones, sobre todo en la de estudiante-
estudiante, se configure una dinámica de micro y macro poderes (Foucault, 2002, pág. 165).
Por esa razón, y parafraseando a Ortega (2013) “educar” trae implícito al “otro”. No
hay educación sin un “yo” y un “tú”, es decir, sin una relación de alteridad. Pero esa
relación con el otro puede ser, (como lo apunta Foucault), de dominio-imposición, de
indiferencia, o de respeto y reconocimiento del otro. En educación sólo cabe hablar de una
relación ética entre educador y educando, y ésta se traduce en el re-conocimiento del otro,
en la acogida del otro.
Esto significa que la alteridad se da como hecho de asumir al otro, lo que conlleva
un desprendimiento implícito de un mismo y un reconocimiento de la existencia del otro.
Es un generador de posturas, de entramados diversos que pueden explicar de alguna manera
la interacción humana como fenómeno social. Dado lo primero, es por eso que se insiste en
que la educación en el entendimiento de la democracia y todo lo que a ella le compete no
puede resultar distinta ni diferente a las realidades de reconocimiento y promoción del otro.
Los seres humanos, en su permanente interacción con los otros preestablecen
imágenes de éstos a partir de su visión de las cosas y con base en los parámetros con los
que él se ha ido desarrollando. Se crean entonces imágenes propias de otras personas o
culturas bajo su propio paradigma y no teniendo en cuenta el desarrollo del otro. La
alteridad precisamente surge por la necesidad de ver al otro teniendo en cuenta todas las
experiencias, creencias, devenires, biografía y conocimientos propios del otro. Para lograr,
o al menos intentarlo, hay que tener un mayor acercamiento, diálogo y entendimiento sobre
el otro.
La alteridad es en tanto, aquello que no nos pertenece, que nos es ajeno y que nos
saca de nuestra zona de confort o mismidad y nos lleva indefectiblemente a ocupar un (su)
territorio. Por eso, la alteridad “depende del o de los encuentros concretos de los que nace y
de las configuraciones culturales e históricas siempre únicas, de las cuales estos encuentros
son, a su vez, partes integrantes” (Krotz, 1994).
El mismo autor plantea que alteridad no es,
(…) cualquier clase de lo extraño y ajeno, y esto es así porque no se refiere
de modo general y mucho menos abstracto a algo diferente, sino siempre a otros. Se
dirige hacia aquellos seres vivientes, que nunca quedan tan extraños como todavía
lo quedan el animal más domesticado y la deidad vuelta familiar en la experiencia
mística. Se dirige hacia aquellos, que le parecen tan similares al ser propio, que
toda diversidad observable puede ser comparada con lo acostumbrado, y que sin
embargo son tan distintos que la comparación se vuelve reto teórico y
práctico.(Krotz, 1994)
Por otro lado, y de acuerdo con Carl Rogers, en su obra On Becoming a Person
(1984) la construcción del self, el desarrollo de la “mismidad”, es fundamentalmente un
proyecto que encuentra su sentido en el confronto dinámico con la alteridad, en la
circunscripción del mundo. En la alteridad se genera la conciencia, mientras que en la
acción pedagógica, “el ego no es el „mío propio‟, sino „el del otro‟, de ahí la definición de
la acción pedagógica como acción social de la alteridad” (Mèlich, 1984, pág. 111). Por esta
razón, tal vez la más importante, ningún escenario educativo son escenarios vacíos, sino
urdimbres de compromisos con muchos Otros que trazan, delinean, cortan y entraman el
itinerario personal del individuo que aprende.
A todas estas, el quid del asunto viene a ser siempre en ver a otros seres humanos
como otros. Es decir, que gracias a las diferencias que saltan a la vista y a pesar de muchas
otras que emergen con la observación minuciosa, el asunto siempre será reconocer a los
otros diferentes como iguales.
El hombre percibe su finitud, entre otras cosas, porque depende del encuentro con lo
otro, con lo que no es él (González F. , 1999a). Este autor cita las palabras de Levinas
cuando asevera que la alteridad es una concepción necesaria.
Si se coteja lo expuesto por Merleu-Ponty (citado por López, 1996)y la postura que
desde el desarrollo propone el ya citado Max-Neef (1986) encontramos que ambos
coinciden en que la libertad del sujeto se logra gracias a la alteridad.
Aunque fue Hannah Arendt quien afirmó que “la pluralidad, no la alteridad, era el
requisito sine qua non de la vida política”. (2009, pág. 22) y Mafessoli que: “Se puede decir
que es a partir de la concepción que se forma una época de la Alteridad, como puede
determinarse la forma esencial de una determinada sociedad” (citado por Belli & López,
2007)
Después de todo queda la pregunta por la posibilidad de la comunicabilidad de la
alteridad y por los criterios que le subyacen o se derivan de ella. ¿Será necesario categorizar
la palabra alteridad o, mejor, experienciarla? ¿Se trata de un concepto o una forma de vida?
¿Una manera de vivir y ver la vida? De acuerdo con Téllez, (citado por González, 2009a) la
alteridad es un “sentido social que se construye mediante los tipos de relaciones simbólicas
y afectivas constitutivas de los individuos”. Por eso, es posible pensar que la alteridad es
una responsabilidad compartida entre docentes y aprendientes, es otro-alter emergido de sus
subjetividades, otredades y mismidades. Ellos son co-partícipes de su emergencia y su
permanencia.
La alteridad, en últimas, es como la dialéctica de la que habló Hegel (2009),cuando
asume la alteridad como parte del proceso de la dialéctica, es decir el movimiento
dialéctico parte de un sujeto para volver a él tras recoger, reflexionando, su alteridad. Esto
implica que de la única manera en que yo puedo sentirme y ser persona es relación con
otro. Este es el principio fundamental de la alteridad, de ese reconocimiento del otro por
cuanto necesidad de reconocimiento mía, de mi reconocimiento. Ese el punto central del
bucle que me tensiona, el hecho de ser en la medida en que me relaciono con el otro. Es
decir cuando se refiere a la alteridad no se está hablando de lo extraño, sino a otros, de
suerte que no se podrá hablar de la existencia en tercera persona, sino de una verdadera
coexistencia social, yo viviendo en ambos, en mí mismo y otros.
El Diccionario de pensamiento contemporáneo (1977) ,apunta que
(…) alteridad es diferencia y se entiende de cuatro maneras: a) Como
alteración, cuando lo ajeno es visto como enajenación, cuando la diferencia es
contemplada cual deficiencia, entonces la deficiencia propicia xenofobia y
victimación. b) Diferencia bajo formato de indiferencia: ciertamente no podría
negarse que existan los demás; se reconoce incluso que son distintos al yo. Pero,
precisamente porque lo son, se inhibe del todo la preocupación respecto de su
personal alteridad. c) También se entiende como tensión: toda convivencia con la
alteridad genera malestar y resulta frustrante en diverso grado porque, al fin y al
cabo, la mayoría de las veces, diciendo buscar el rostro del otro sólo se trata de
encontrar el eco del mismo. d) Finalmente, la alteridad con rostro humano: el
encuentro. (Theodosíadis, 2007)
La alteridad es un nombre que usamos indistintamente para todo lo Otro o lo del
otro, lo que aún no acontece, lo nuevo, aquello que no podemos prefigurar pero que está
por llegar.
Como se puede intuir, la alteridad entendida como diferencia, asoma un dejo de
violencia sutil cuando el otro y el yo no se encuentran, pero da luces de esperanza, al menos
para esta indagación, cuando la vuelve rostro, cuando la vuelve mirada. Por otra parte
Diferencia y alteridad se revelan como el fundamento más hondo de la
persona, acaso más profundos que su propia pregunta, y preceden todo alegato de
igualdad o simetría basados en el solo individuo o en la pura mismidad de su
identidad (Barraca, 2008)
Por eso Levinas insiste, en „La huella del otro‟ (2000), que la alteridad es el
necesario retorno mismo, la ansiedad del yo por el sí mismo, forma originaria de la
identificación que se ha llamado egoísmo. De allí que en la relación con el otro se pone en
cuestión el yo, lo vacía de sí mismo y no deja de vaciarlo, descubriéndolo en tal modo con
recursos siempre nuevos. (González, 2009b)
De acuerdo con Gijón Casares & Puig Rovira, (2010), la relación de reconocimiento
y el apoyo mutuo no se presenta como una totalidad homogénea, sino que se acontece a
través de tres figuras bien diferenciadas.
La primera forma reconocimiento se produce a través del encuentro cara a
cara. En este espacio interpersonal de relación aparecen los sentimientos que nos
vinculan con los demás y nos ayudan a enfrentarnos a las dificultades vitales. La
segunda, se produce a través del diálogo. En este espacio interpersonal se ponen en
juego un conjunto de mecanismos comunicativos que nos permiten mantener
intercambios constructivos con los demás a propósito de los temas que afectan a los
interlocutores, y la tercera se produce a través de la participación en proyectos
cooperativos y solidarios de intervención en el mundo natural o social. En la
medida que la realización de proyectos conjuntos está dirigida por mecanismos de
cooperación entre todos los participantes y orientada en dirección a una
transformación optimizadora de la realidad, el trabajo en proyectos compartidos se
convierte también en un fuerte dinamismo de humanización y convivencia.(Gijón
Casares & Puig Rovira, 2010)
De cara a tanta incertudimbre, que indefectiblemente permea las instituciones
educativas, se ha venido insistiendo sobre la necesidad de propiciar y buscar nuevos
modelos de práctica pedagógica cuyo núcleo sea la convivencia y la diversidad, como una
respuesta valórica, con un sentido fuertemente formativo y una visión transformadora. Esto
supone que las actuales prácticas pedagógicas no pueden continuar como están y que se
requiere urgente un cambio y dado que la realidad social es un constructo surgido de
sujetos históricos, todo es perfectible y potencialmente cuestionable, puesto que hacen parte
de una estructura social determinada, con sus propias valoraciones del mundo y su
particular manera de habitarlo.
LA ESCUELA EN ALTERIDAD
El diálogo, definido como el encuentro del yo con el otro encarnado,con el
propósito de alcanzar un acuerdo y producir una confluencia, un ámbito común de ideas o
de sentimientos de las que los interlocutores participan.
La alteridad del otro es indispensable que se manifieste para que un diálogo
sea un auténtico diálogo. Esa alteridad del tú que entra y ayuda a construir el
diálogo, debe también ayudar a constituir ese ámbito común, ese mundo nuevo que
es el resultado de la confluencia del yo y del tú, es un mundo de ambos. Sin
alteridad, sin otro que sea tú o vosotros que me presente u ofrezca su palabra y su
voz para que yo la escuche y, viceversa, sin el otro que escuche la voz y la palabra
que yo le ofrezco, no puede darse auténtico diálogo (Pérez, 2001)
Ese debe ser justamente una de las premisas angulares de la educación. No pueden
existir los saberes sin una intención clara de comunicación, no puede existir la sociedad sin
un diálogo fraterno entre humanos, no puede existir el otro sin un diálogo sincero que
permita el acercamiento del otro y mío, con él. Pero este diálogo se queda corto si sólo
sucede el contar/narrar/escuchar/oir, sin que pase por “nosotros” todo la discursividad de lo
complejo, del bucle de vida que se surigió al comienzo de esta obra y que lleva consigo la
discusión, el respeto por las ideas e ideales del otro, la empatía y la comunicación asertiva.
Abordar el Otro en el discurso, es recibir su expresión en la que desborda
en todo momento la idea que implicaría un pensamiento. Es pues, recibir del Otro
más allá de la capacidad del Yo; lo que significa exactamente: tener la idea de lo
infinito. Pero eso significa también ser enseñado. La relación con Otro o el
Discurso, es una relación no alérgica, una relación ética, pero ese discurso
recibido es una enseñanza. Pero la enseñanza no se convierte en la mayéutica.
Viene del exterior y me trae más de lo que contengo. En su transitividad no violenta
se produce la epifanía misma del rostro. (Levinas, 1987)
De acuerdo con Sentis & Cordaro, (2000) el Principio de Alteridad supone el
reconocer en el “otro interlocutor” una condición en la cual tiene el derecho de interpretar,
inferir y contestar a partir de su propio mundo posible; le asiste, además, el derecho a ser
Comentario [jcea10]: Que es ¿
tomado en cuenta. En este sentido, el “oyente” no es un sujeto pasivo que espera que le
cedan el turno, sino un activo partícipe en la interacción dialógica, pero es un asunto que
muy pocos logramos entender. La comunicación dialógica, en doble vía, alteriza el diálogo
y lo ubica en consonancia con lo que sus interlocutores desean que pase o que no. Por eso
resulta tan impotante manifestar empatía en las acciones, gestos, palabras y pensamientos
cuando se trate de establecer condiciones democráticamente humanas. Por esta razón, “el
reconocimiento y aceptación, por parte de los participantes, de su carácter de “egos” supone
aceptar interpretaciones diferentes que deben ajustarse, lo cual es un modo de entender la
bidireccionalidad de la comunicación.” (Sentis & Cordaro, 2000)
Es en alteridad en donde el ser humano se vuelca, algo con lo que se encuentra a
boca de jarro, que loconmueve, quiéralo o no; que lo cuestiona, así no le guste; que lo pone
en tensión, así la evie, que no es necesariamente él mismo y que pone a prueba su
subjetividad. Tal vez es por eso que ante tanto cuestionamiento, al sentirse tocado de su
zona de confort, se juega hasta lo que tiene por evitar esa sensación y regresar a su punto
inicial, a su paradigma de ser que no quiere/lo deja cambiar. Para infortunio, quizás de pel y
el otro, lo que precisamente puede unirlos humanamente es lo que los condena a separarse.
¿como debe ser el papel de la escuela que dice ser democrática, abierta, expandida y
de la que tanto se promulga en tanto deber ser? Nada más difícil de responder. La escuela
desde mi perspectiva, se ha quedado estancada esperando que una nueva política emerja
para descargarla de tantas afugias. La escuela actual, quizás además la educación, se ha
vuelto el depósito de los problemas de la sociedad, si los embarazos en adolescentes
aumentan, es la escuela la llamada a intervenir para dar posibles soluciones y „educar‟a los
niños sobre cómo deben asumir su sexualidad; si el problema es de violencia, es la escuela
la que debe impartir normas y dar a conocer los derehos y deberes de los ciudadanos a la
par que se inculca el respeto por el otro y la libertad como derecho fundamental; la escuela
es la que debe enseñar lo que conviene y desaprender lo que no, la escuela es la caja de
herramientas de la sociedad y poco o nada de tiempo le está quedando para repensarse.
Ahora, hay que agregarle otra tarea, la de educar en alteridad. Y ¿a la familia qué le queda
por enseñar, si cuando la sociedad le ha reclamado por sus hijos ella le echa la culpa a los
maestros?
Un lugar clave para entender desde dónde parte el proceso de alteridad es
precisamente en el entorno familiar, por la presencia de las cogniciones de los padres. A
decir de González F. (2006) , dicha dimensión se haya presente en las expresiones externas
de esa familia. Sin duda, cuando se comunican, manifiestan proxemia, muestran rostros de
agrado, hábitos de interacción afectiva, asertividad, entre otras; la familia objetivamente
está interactuando. Por otra parte, y siguiendo con este autor,
(…) el entorno educativo de los estudiantes de cada familia funciona como
un mediador del proceso de las experiencias de interacción. Todo el ambiente que
rodea al escolar presenta una gama de perspectivas y vivencias dealteridad. En
torno a estas experiencias el estudiante podría consideraraquellas creencias que le
permitan asumir o replantearse sus convicciones sobre el otro.(González F. , 2006)
Esto afirma el hecho expuesto por Colmenares, (citado por González F.2006)
(…) queestar escolarizado sería prepararse cognitiva y efectivamente
para conocerse y reconocerse en el otro. Por consiguiente, el fomento del
respeto, el estudio de factores generadores de positivos cambios
Comentario [jcea11]: Que es?
conductuales, de actitudes, de apertura, de escucha recíproca y solidaridad
han de tener lugar tanto en las escuelas como en las universidades.
De otro lado, Ibarra (1998),señala que la práctica educativa no puede ir separada de
la comprensión del yo hacia el tú. Si la enseñanza se vuelve empática desde cada uno de los
yoes se logrará un mundo mejor.
Por eso es importante reconocer que en la relaciín establecida maestro-estudiante,
no se anule al otro imponiendo criterios, viéndole como su fuese una prolongación suya o
como un objeto de trabajo, pues es cada oportunidad de encuentro, en cualquier arista en
donde se encuentre la interacción humana, es posible enseñar a alguien o, mejor/además,
aprender de él.
Sin embargo, y pese a la crítica que se ha hecho con anterioridad, nos cabe la
responsabilidad a padres y maestros, tramsmitir la tolerancia, el respeto al otro, la
capacidad demantener la identidad sin negar la alteridad o la relación con los diferentes,
independiente de los factores sociales, políticos, sociales, sexuales o económicos en que
nos encontremos. Pero, por desgracia, son muy pocos los trabajos que sobre la la alteridad
como eje para entender los problemas de interacción actual y los pocos existentes aún ni
parecieran tener cabida en el ámbito educativo.
De acuerdo con González F.(2009c) “la educación desde la alteridad puede ser
entendida como una influencia decididamente intencionada de un yo sobre un ser humano
en crecimiento (físico y psicológico). De esta manera, tiene el propósito de formarlo y
desarrollarlo como tal”desde esta perspectiva: “en el ethos educativo se interconectan
permanentemente la intersubjetividad de los yoes. Se explica entonces la presencia del tú
dentro del mundo subjetivo del yo y viceversa”. Es allí donde se empiezan a forjar las bases
para un verdadero desarrollo humano en alteridad, concepto que Max-Neef no incluye
como ejemplo en su Desarrollo a Escala Humana (1986), pero ¡qué bien que encajaría
como satisfactor de las necesidades de Entendimiento, Participación e Identidad!. Dicho
de otro modo “la educación es fruto de un conjunto de interpretaciones entre yoes”
(González F. , 2009c)
Interpretando a González F.(2009c) se puede inferir queunas de las maneras más
evidentes de ver y sentir las manifestaciones de la alteridad, es de entender que a través del
otro yo y él aprendemos, nos complementamos, nos hacemos bucle; somos además
similares y distintos a la vez, nos des-ocupa los mismos andares y tensiones, nos apaña un
mismo sentimiento y ese mismo sentimiento nos distancia; en la alteridad nos hacemos
compañía, no puedo, ni el otro, vivir solo; la manera de comunicarnos nos va
cohesionando y vamos adquiriendo incluso los mismos gestos y porque la alteridad es al fin
y al cabo una influencia de reciprocidad en el desarrollo de la imagen del otro.
Con toda esta perspectiva, huelga mencionar el papel que la escuela, y por sobre
todo sus maestros, deben llevar como un astrolabio en sus vidas, pues “el otro para un
docente, es producto de su experiencia de vida” (González F.2009c). Será entonces tarea
diaria de los maestros repensar su labor en la escuela, como el facilitador de un lugar donde
quepamos todos; a pesar de que a la escuela se le exige mostrar eficiencia, en términos de
rendimiento y productividad, y al mismo tiempo que se debe hacer cargo de la propedéutica
y la convivencia humana, lo que, desde esta perspectiva, implica que es a ella a quien se le
ha delegado casi toda esa carga.
IMPACTO PEDAGÓGICO
En su obra „La importancia de hablar mierda o los hilos invisibles del tejido social‟
Buenaventura, (1995) resalta la importancia del encuentro con el otro en la transmisión de
saberes y extraña, por así decirlo, las reuniones familiares en torno a la palabra. La postura
de esta se sustenta precisamente en recobrar los tejidos rotos de la esperanza y del
encuentro con el otro. De ese saberse otro mientras se es sujeto, de ese poder leerse entre
palabras para urdir juntos las tramas vitales del hecho de sentirse humanos de nuevo. Es la
utopía de la palabra, es la apuesta de un humano que cree posible un proyecto de vida
entretejido entre todos y todas.
Hablar de estos temas en los escenarios vitales donde la palabra se encarna, la
escuela, el aula, el ethos pedagógico, tendrá que traspasar las fronteras que hemos
construido a golpes de excluirnos los unos a los otros, tendrá que abrirse camino entre las
piedras que erguimos para no mirarnos a los ojos, tendrá que abrirse paso por entre la
maraña de olvido que tejimos sin rutas, ni destinos. Hablar abiertamente de lo que somos y
anhelamos, de lo que seremos y esperamos.
No pueden existir lo saberes sin una intención clara de comunicación, no puede
existir la sociedad sin un diálogo fraterno entre humanos, no puede existir el otro sin un
diálogo sincero que permita el acercamiento del otro y mío, con él. Pero este diálogo se
queda corto si sólo sucede el contar/narrar/escuchar/oir, sin que pase por “nosotros” toda la
discursividad de lo complejo, del bucle de vida que se surgió al comienzo de esta obra y
que lleva consigo la discusión, el respeto por las ideas e ideales del otro, la empatía y la
comunicación asertiva.
ÚLTIMOS CAMINOS ANTES DE EMPEZAR EL VIAJE (CIERRE
APERTURA)
De todas las cosas dichas y no dichas, siempre me queda el sabor amargo de saber
que hay tanto por hacer, por descubrir, por repasar, por razonar, por inventar, por sembrar
que no sé si logremos en estos tiempos, reinventar la manera de vernos cara a cara y re-
conocernos, de saber que no existe más que un muro de aire invisible que nos separe
humanamente.
Me queda la desesperanza de no saber-me encontrar conmigo mismo para
derrumbar las barreras que de lado y lado nos hemos impuesto y de-construir caminos por
donde yoes y túes transiten sin temores.
Me queda la esperanza de hacer este proyecto de humanidad posible, en beneficio y
abogando lo que Toro & Rodríguez (2001) proponen, un proyecto verdadero de
cosmovisión democrática, pues “hasta que no hayamos tomado una mirada al futuro no
seremos lo suficientemente fuertes y valientes para investigar nuestro pasado honesta e
imparcialmente”. (von Däniken, 1970, pág. 5)
Pero me queda también la incertidumbre sobre si el Otro, el que hemos encontrado
en nuestro camino, visto y “conocido” se haya cansado de nuestras visitas.
No se trata de inventar un fundamento o una necesidad nueva que tome como
camino la dignidad del hombre. Se trata fundamentalmente de aceptar-se el reto de asumir
y pensar este camino al que cada uno debe aspirar, hacia el sentido de la dignidad humana,
para dialogaren torno a las que siempre serán inagotables cuestiones de la educación,
participación y la democracia.
Por todo esto, un saber pedagógico propio, atento a lo que ocurre desde la
convivencia y la diversidad será posible cuando a través de él confluyan procesos reflexión
necesariamente imbuidos por el diálogo, la intersubjetividad, la participación democrática y
la mediación de los conflictos. Además el problema de la convivencia obliga a incorporar
una verdadera transformación social, y a la búsqueda participativa y democrática de nuevos
giros y sentidos para la humana convivencia. Lo que no se debe desconocer es que la
convivencia es, en tiempos actuales, un problema de la escuela, pero lo es también de la
sociedad.
Me gustaría cerrar con una frase de Deleuze y Guattari (citados por Belli & López,
2007) la cual resume esta andadura y deja, por supuesto, más puntos suspensivos que
finales
Uno abre una pequeña hendidura en el círculo, lo abre del todo, deja entrar
a alguien, invita a alguien, o de lo contrario sale uno mismo, se echa a andar. (...)
Uno se echa a andar aventura una improvisación. Pero improvisar es sumarse al
Mundo, fusionarse con éste
Por esta razón creo que el reto más grande para la convivencia es asumir la
formación moral de un sujeto que se reconozca crítico y activo, lo que implicaría la
formación de un ciudadano empoderado y presto a efectuar transformacioes en y de la
sociedad y la construcción de una comunidad democrática, plural, incluyente, participativa
pero por sobre todo, humana.
La apuesta sería, en primer lugar, por crear condiciones adecuadas para que ocurran
los encuentros. No es posible imaginar un entorno social y mucho menos educativo, en el
que las relaciones interpersonales entre educadores y jóvenes no estén presentes, sean
escasas o poco importantes. Podría ser mucho mejor dejar de informar, por ejemplo a los
estudiantes y vincularlos a través de manifestaciones de afecto más reales y conscientes.
Por supuesto, sería mucho mejor mantener una relación afectiva con ellos que malgastar
tiempo en vigilarlos.
Considero clave repensar y asumir de verdad la inevitable condición histórica del
ser humano, que resulta en momentos empalagosamente impensable fuera o al margen de
“su” situación. Además, hay que partir de presupuestos éticos diferentes que hagan posible
la transformación de la educación por una en la cual se empiece por el otro, que se pregunte
por el otro en toda su magnitud, escencia y condición humana.
Una mejor educación sería aquella repleta de encuentros en los que reconozca a las
personas y no sean simplemente objetos cosificados. Un encuentro pueden ser además un
espacio de completo reconocimiento del otro en tanto que ser humano singular.
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