JUÁREZ Y SUS HECHOS DURANTE LA INTERVENCIÓN
Arturo Lomas Maldonado Universidad Autónoma Metropolitana
Departamento de FilosofíaÁrea de Historia del Estado y la Sociedad
“¿Qué cosa puede saber Juárez que no sepan mil, diez mil, cien mil, en la nación? – decía D.
Ignacio Ramírez – Los insensatos que recomiendan a Juárez como un hombre necesario, ¿no tienen instinto
de que procediendo de ese modo se degradan a sí mismos? Es estimarse muy poco, no ya como
republicano, ni siquiera como hombre, el creerse uno incapaz de hacer lo que ha hecho Juárez”1
Juárez, el personaje que tan sólo en la ciudad de México y su área metropolitana registra “683
colonias y 945 calles con su nombre o alguna combinación con el nombre de su esposa, Margarita Maza de
Juárez”, en que además en Aeropuertos, hospitales, escuelas o monumentos, existe todo un “legado de
piedra sobre él en la ciudad más poblada del mundo”2, ha sido, y probablemente seguirá siendo, motivo del
festejo y la referencia oficial a pesar de las evidencias de lo controversial de su actuación. a través de su vida
Además, resulta lógico que el pueblo raso se pregunte acerca de las razones de este desmesurado
culto a un hombre que poco o nada contribuye al mejoramiento de sus condiciones sociales de existencia.
Un país con 60 millones de mexicanos en la extrema pobreza poco tiene qué agradecer o conmemorarle a
alguien, sobre todo si ese culto a personajes como Juárez, proviene de los propios representantes oficiales, a
quienes ubica como los responsables directos de sus males.
Pero lo curioso en este caso, es que esos representantes oficiales seguramente no son remisos a que
el culto a Juárez debe permanecer, aún ante la indiferencia popular. No existe en el discurso oficial, de
halagos a Juárez, así sea de candidatos a puestos gubernamentales, nada que conmueva a la población, que
le diga cómo resolver sus ingentes problemas de bajos salarios, de encarecimiento de la vida, de elevados
impuestos, de malos servicios públicos y peores tratos de parte de los llamados servidores públicos. Esa es la
cotidianeidad de la inmensa mayoría de los mexicanos, a la que parecen ajenos quienes se encargan de la
cosa pública con todo y sus celebraciones.
1 Ignacio Ramírez, Obras, citado por González Ortega, José, El golpe de Estado de Juárez, A. del Bosque Impresor, México 1941, 415 pp, p 2372 Cientos de calles y monumentos honran a Juárez http://www.eluniversal.com.mx/ciudad/75206.html Inmortalizar al prócer no requirió decreto alguno. Óscar Herrera El Universal Martes 21 de marzo de 2006
Juárez, uno de los hombres más debatidos de nuestra historia, cumplió 200 años de haber nacido, y
si su obra fue realizada para reivindicar las grandes causas nacionales, ésta se perdió en los océanos o nunca
existió. La realidad que vive nuestro país no refleja la acción de tantos grandes hombres y tantos grandes
acontecimientos como lo señala el calendario conmemorativo.
Los mismos candidatos a la presidencia de la República, de una u otra forma, hicieron mención a lo
que suponen su legado, sea cierto o no, y se puede creer que lo hacen para estar al día, por no perderse la
moda o simplemente porque consideran que no hacerlo significaría un agravio, lo que se reflejaría en el
momento de decidir la elección. Nosotros creemos que su mención reiterada va más allá de una simple
“apropiación oportunista”.
Por ejemplo, el candidato de la ultraderecha, Felipe Calderón, aprovechando la ocasión para criticar
a los que siembran odio y división, amenazó con que conducirá a México “al futuro con los principios
libertarios y de respeto a la ley de Benito Juárez” puntualizando que “aplicará la política exterior activa y
fuerte de Juárez”, partiendo del supuesto de que el juarismo “significa la defensa de la soberanía.” Pues para
él “El oaxaqueño supo dar a México un papel activo y fuerte hacia el exterior, como prerrequisito del
progreso político, económico y social…Por ello, México debe aprender de Juárez en materia de política
exterior”, y ya en pleno desvarío señaló que “Honrar a Juárez significa robustecer a la República, a la
democracia, respetar a los poderes, y no honra al benemérito quien no respeta a los poderes Judicial,
Legislativo y Ejecutivo”3, decimos que en pleno desvarío, porque precisamente una de las características de
Juárez, durante los 15 años que gobernó a nuestro país, fue el desconocimiento de la legalidad y de respeto a
los otros dos poderes, instaurando el gobierno personal de facultades extraordinarias.
Si Calderón como candidato, resalta la política exterior de Juárez “activa y fuerte”, evidentemente
lo hace no para que lo escuchemos los de aquí, sino el poder del Norte, ya que indubitablemente Calderón
está refiriéndose a los Tratados de Mac Lane – Ocampo, en los que Juárez cedió soberanía territorial, militar
y comercial a los E. U.; al incidente de Antón Lizardo, que significó la intromisión agreste de la armada
norteamericana en nuestros asuntos para apuntalar a Juárez en la presidencia; o a la política exterior de
Juárez al reconocer la injusta deuda Jecker**; o a la pasividad mostrada por Juárez frente a la intervención
3 “Calderón critica a los que siembran odio y división” http://www.eluniversal.com.mx/nacion/136441.html Promete basar su política en principios juaristas. Juan Arvizu El Universal Miércoles 22 de marzo de 2006 Recordemos los tres años que duró la llamada “Guerra de Reforma”, en que Juárez actuó como juez y como legislador, al expedir las llamadas “Leyes de Reforma” y ordenar a su cumplimiento; durante el período de la intervención; en la prórroga de su mandato en 1865; y a través del plebiscito anticonstitucional que ordenó en 1867, en que perseguía ampliar las facultades del Ejecutivo por encima de los otros dos poderes. ** “…se contaba, en fin, con la solmene promesa de México, de pasar por todas las reclamaciones que se le hicieran…” Iglesias, José María, “La nota de los comisarios franceses” en Revistas Históricas sobre la Intervención francesa en México, Editorial Porrúa, México 1987, 802 pp, p 3.
francesa, en espera únicamente de que el gobierno norteamericano expulsara a las huestes de Napoleón,
como en efecto ocurrió. Por eso resulta ocioso decir que Calderón no es juarista, porque se observa
claramente que lo leyó y lo tiene aprendido, no en balde su propuesta es abrir el camino a la inversión
extranjera en México (lease: norteamericana) “para crear empleos”, concluyendo con la privatización
petrolera y eléctrica en su provecho.
Del otro candidato de la derecha, Roberto Madrazo, se escuchó decir disparatadamente que “el
triunfo de la reacción es moralmente imposible”, y utilizó la figura de Juárez para criticar al candidato
presidencial Andrés Manuel López Obrador y al gobierno encabezado por el presidente Vicente Fox,
señalando que “Como republicano, Juárez dejó atrás los gobiernos atrapados por dogmas religiosos y otras
formas de poder mesiánico, soberbio e intolerante” “Juárez – dijo - no sometía la soberanía de la nación,
luchaba contra la derecha extrema.. Juárez no rehuía su liderazgo ni la discusión pública ni la polémica con
sus adversarios ni la sanción del voto”4, todo en clara alusión al desaire que había sufrido en su afán de
participar, no en uno, sino en dos debates televisados, en donde lo más relevante no son los sofismas
empleados, sino la falta de mención a la política exterior del oaxaqueño, tal y como si no le agradara
abordar el punto.
Precisamente esto es lo que no faltó en el discurso de López Obrador, quien en su visita a Ciudad
Juárez, Chihuahua, presentó “su propuesta en materia de política exterior y a conmemorar el 200
aniversario del natalicio de Benito Juárez”, de quien dijo “abrevará su ejemplo, patriotismo, apego a
principios, sobriedad, honestidad y austeridad republicana” aclarando: “No habrá una política exterior
protagónica, lo cual no significa pasividad o aislamiento”. El candidato de centro derecha “ratificó su idea de
que la relación más importante para México es la de Estados Unidos, la cual no puede verse sólo desde el
punto de vista comercial, sino de cooperación para el desarrollo que mitigue la migración”5, frase que
permitió respirar tranquilo a los inversionistas norteamericanos, pero que coincide plenamente con el ideario
juarista.
De los otros representantes oficiales ni valdría la pena ocuparse, pues sus referencias a Juárez
rondan sobre aspectos que Juárez ni mencionó, ni realizó, ni mucho menos se ocupó de ellos, como es el
caso de Vicente Fox, quien solicitó dejar el mesianismo para honrar a Juárez, al celebrar el bicentenario del
natalicio del llamado Benemérito de las Américas. Fox dijo en esa ocasión que, de acuerdo con él, “la mejor
4 “Madrazo arremete contra Fox y López Obrador” http://www.eluniversal.com.mx/nacion/136440.html Nayeli Cortés El Universal Miércoles 22 de marzo de 2006.5 “López Obrador guarda silencio sobre dichos del presidente de Venezuela” http://www.eluniversal.com.mx/nacion/136439.html Da a conocer los ejes rectores de su política exterior… Jorge Ramos y Luis Carlos Cano El Universal Miércoles 22 de marzo de 2006
manera de honrar a Juárez es dejar a un lado la soberbia y el mesianismo, servir a la patria con humildad,
cumplir con la Constitución y hacer efectivo el marco jurídico que han edificado los mexicanos”. Todavía
se dio tiempo para mencionar que “La mejor manera de honrar a Juárez es defender los valores de la
democracia, las libertades individuales, el ejercicio pleno de los derechos sociales. Democracia y libertad,
paz social, orden y unidad, respeto al derecho ajeno y bien común, son el fundamento, el piso firme sobre el
cual edificamos los mexicanos una gran nación”6, ya que por un lado Juárez no fue demócrata, y lo prueban
su quince años en la Presidencia y sus tres reelecciones, como el hecho de no haber llegado nunca a ese
puesto como producto del voto popular, por lo que hablar de libertades individuales, ejercicio de los
derechos sociales, libertad, paz social, orden, unidad, respeto al derecho ajeno y bien común, es reunir en
una sola, todas las falacias imaginables, en Fox y en Juárez.
Lo que no tiene desperdicio, en este maremágnum juarista, es lo declarado por el Obispo Rivera,
quien consideró necesario “que al gobierno del país llegue otro Benito Juárez”, y desmintiendo a masones y
troyanos, aseguró que Juárez “Siempre fue católico…era un católico practicante” y recordó que el ex
presidente de México “fue el mejor bienhechor del Seminario Conciliar de México y afirmó que él fue
quien decretó el 12 de diciembre, Día de la Virgen de Guadalupe, como fiesta nacional…bautizó a sus hijos
y jamás permitió que sus descendientes se casaran únicamente por las leyes civiles.”7, lo que revela o una
enorme hipocresía o un enorme cinismo.
Por su parte, los intelectuales se quiebran inútilmente la cabeza tratando de
desentrañar los misterios que mueven a festejar al oaxaqueño desde signos aparentemente
tan variados, asegurando que los candidatos abusan de Juárez. “Como símbolo, como
bandera, como mensaje, no importa que la imagen no coincida con el Juárez real” en donde
aseguran “El discurso y las referencias de Madrazo -comenta Enrique Krauze - son
enteramente retóricas, sin sustancia”. Mientras que para Moisés González Navarro,
Madrazo “declara lo más solemne y convencional, y por tanto lo más inútil”. José Manuel
Villalpando concluye: “Madrazo no sabe nada de Juárez, lo cual es sorprendente, pues el
PRI se encargó de santificarlo”. Comenta Enrique Krauze que Juárez es invocado por el
panista, Felipe Calderón, para hacer profesión de fe liberal y laica. “Las referencias de
Calderón se refieren a un solo aspecto del legado juarista que es la separación entre la 6 “Fox solicita dejar mesianismo para honrar a Juárez. Asegura que el país no quiere ni oler el populismo ni la demagogia” José Luis Ruiz El Universal http://www.eluniversal.com.mx/nacion/136443.html Miércoles 22 de marzo de 2006 7 “Rivera opina que es necesario otro Juárez” http://www.eluniversal.com.mx/nacion/136373.html Asegura que la separación Iglesia-Estado y la educación laica son dos de sus legados que se deben agradecer… Ruth Rodríguez El Universal Lunes 20 de marzo de 2006
Iglesia y el Estado”8, crítica severa sin duda, pero que no nos aclara las razones de los tres
por aparecer tan reiterativamente juaristas.
José Manuel Villalpando, más certero, asegura que “el que más conocimiento tiene
sobre Juárez es indudablemente Felipe Calderón. Incluso, si Juárez viviera hoy, sería
panista”. Esto, porque “Juárez era un liberal de derecha, que veía bien los tratados de libre
comercio, las inversiones de capital extranjero, entre otras cosas, señaló”.
Enrique Krause se nos muestra desconcertado, pues por un lado dice que “López
Obrador…es un lector de historia y él mismo ha escrito libros de historia de Tabasco…
Conoce el periodo y al personaje” aunque advierte “…las actitudes de López Obrador en el
ejercicio de la jefatura (de Gobierno) del DF y durante la campaña son a menudo de
autoritarismo e intolerancia”, actitudes que de acuerdo al análisis histórico, son a la vez
características en Juárez.
Difiere de esta visión Moisés González: “No creo que sea López Obrador quien lo
conozca mejor. Aunque López Obrador es un entusiasta de Juárez, he leído que le habría
gustado que siguiera la política social de Lázaro Cárdenas. Esto anula toda validez a una
aprobación de la política social de Juárez, porque la de Lázaro Cárdenas fue antitética.
Juárez fue antiindigenista, y antiagrarista. Y Lázaro Cárdenas fue indigenista y agrarista".
José Manuel Villalpando piensa que “López Obrador se vale de la figura de
Juárez…de manera maquiavélica, falseando al verdadero Juárez: por ejemplo, hoy se dice
que don Benito fue un protector de los indios, un promotor del Estado benefactor, un
defensor de los pobres, un demócrata consumado...y hasta lo han calificado como un
hombre de ´izquierda´, lo cual es total y evidentemente falso, pero es parte de una
malformación de la figura de don Benito surgida a partir del populismo de Echeverría, al
cual López Obrador sigue a pie juntillas”.9
Lo que nosotros aseguramos y trataremos de probar, apoyándonos en el análisis de
las fuentes, es que durante la intervención francesa, y desde antes de la segunda batalla de
Puebla en el año de 1863, Juárez se nos muestra, no como el nacionalista que muchos han
querido ver, ni como el patriota que venció al Imperio, ni como el sagaz diplomático que
8 “Candidatos abusan de la figura de Juárez” http://www.eluniversal.com.mx/nacion/136436.html Analistas opinan que lo retoman sin importar si coincide o no con el real… El Universal Miércoles 22 de marzo de 2006.9 Candidatos abusan de la figura de Juárez http://www.eluniversal.com.mx/nacion/136436.html Analistas opinan que lo retoman sin importa si coincide o no con el real… El Universal Miércoles 22 de marzo de 2006.
supo vencer las dificultades, ni como el legalista defensor del derecho por encima de
cualquier consideración.
La intervención francesa
Se dice que el 17 de julio de 1861 se inició la intervención extranjera de España,
Francia e Inglaterra, cuando Juárez mandó votar una ley suspendiendo el pago de las
deudas extranjeras, pero si atendemos a sus resultados, fue el 12 de abril de 1861, fecha en
que estalló la guerra separatista en los Estados Unidos y que se modificó el panorama
político internacional, que se vio aún más sombrío con el desastre de Bull Run, ocurrido el
21 de julio del mismo año, “debido a que dichas potencias prestaron desde un comienzo su
apoyo a los confederados surianos”10
Es conocida la actitud que los Estados Unidos asumieron hacia Napoleón III y la
mansedumbre con que éste la acató, por otra parte, ha visto la luz pública la documentación
en que se fueron desarrollando los acontecimientos. De ella tomaremos lo esencial para la
confirmación de nuestras hipótesis.
Una ilustración de las intenciones de lo que las potencias ponían en juego, nos la
proporciona Don Matías Romero, (Ministro Plenipotenciario de México ante el gobierno de
Washington) quien comenta "...mientras Seward está en el Departamento de Estado (en ese
momento, del gobierno de Abraham Lincoln), los EU. toman parte en nuestras dificultades
con las naciones europeas, solo para sacar a nuestro costo el provecho que puedan de ellas,
y no porque tengan el mas ligero deseo de ayudarnos de buena fe a sostener nuestra
nacionalidad y nuestras libertades"11
Al examinar en sus grandes lineamientos el problema de la Intervención, José María
Iglesias consideraba que cinco razones harían imposible el establecimiento firme del
Imperio en México: “1ª Una guerra europea que obligase a Francia tomar una participación
importante y que la hiciese llamar al ejército empleado en la aventura de Ultramar. 2ª La
necesidad de retirar el cuerpo expedicionario francés porque no se podía sostener con los
fondos propios del tesoro imperial mexicano. 3ª La probable muerte de Napoleón III ya que 10 León Toral, Jesús de, Historia Militar La Intervención Francesa en México, Publicaciones especiales del Primer Congreso Nacional de Historia para el estudio de la guerra de Intervención, Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística Sección de Historia, México 1962, 299 pp, p 15 11 Roeder, Ralph, Juárez y su México, FCE, México 1972, 1101pp, p 546
entonces se encontraba muy seriamente enfermo. 4ª El triunfo de los Estados Unidos que
seguramente en nombre de la doctrina Monroe, no tolerarían el establecimiento del Imperio
mexicano.” Y solamente hasta el último lugar se le otorga un mínimo espacio a la
participación mexicana en contra del Imperio “5ª Finalmente la resistencia republicana
sería un obstáculo permanente a toda tentativa monárquica”12, lo que, sin querer, contraría
la opinión acerca de la heroicidad atribuida a las supuestas fuerzas republicanas.
Don Daniel Moreno coincide enteramente con esta visión al afirmar “No dudamos
que la situación internacional, como la guerra de Secesión en los Estados Unidos, en la que
al fin resultaron vencedores los Estados norteños, haya tenido influencia en el resultado
final; lo mismo que la diplomacia de Lincoln y sus sucesores…desde otro ángulo se debe
tomar en consideración el desequilibrio que se produjo en Europa con el incremento del
poderío del Imperio Germánico; y que las condiciones imperantes de la política europea
hayan repercutido, primero en la política francesa y después en el retiro de las tropas de
nuestro país, con lo que el Imperio de Maximiliano se debilitó, y para muchos, selló su
destino”13
A fuer de parecer reiterativos, diremos que con el ascenso de Napoleón III al poder,
el “sobrino de su tío” logró que Francia recuperara su carácter expansionista-imperialista,
interviniendo al lado de Inglaterra, en la Guerra de Crimea (1854-1856), participando en
Turquía en contra del imperialismo ruso; en la primavera de 1859 en Italia, como aliado de
los piamonteses en contra de Austria, y al propio tiempo que enfrentó a su aliado Víctor
Manuel de Saboya en la llamada liberación de los Estados Pontificios; en el año de 1860 en
China y Annam, así como en Siria, intervino a favor de los cristianos del Asia Menor, para
obtener mayores beneficios. Firmó favorables tratados y adquisiciones territoriales, entre
las que se contaron como más importantes las de Niza y Saboya, cedidas por Víctor
Manuel, y tres provincias de la Baja Cochinchina, como consecuencia de la Guerra contra
el Imperio de Annam, por lo que su aventura en México debe considerarse dentro de la
política de las grandes potencias por avasallar, someter, expoliar, asesinar y saquear a
países enteros en su entero beneficio, bajo la lógica del histórico y repudiado derecho de
conquista, que les permite a las potencias invadir regiones enteras aún sin pretexto alguno. 12 Iglesias, José María, Revistas históricas sobre la intervención francesa, Editorial Porrúa, México 1987, 802 pp, Introducción, Martín Quitarte, p XVII 13 Moreno, Daniel, Selección y notas, El sitio de Querétaro, según protagonistas y testigos, Editorial Porrúa, Núm. 81, México 1997, 294 pp, p XV
Era de tal importancia para el imperialismo francés su incursión a México, que por
ella Napoleón III abandonó a Polonia, evacuó Roma, que fue ocupada por Víctor Manuel, y
no pudo influir en la guerra austro-prusiana de 1866, de gran interés para Francia, por el
engrandecimiento de Prusia, su eterna enemiga.
Por lo que, ante una definición de un imperialismo voraz e insaciable, apoyándonos
en los hechos, resulta incongruente que la clase política mexicana, en constantes y
temerarias declaraciones, confíen el futuro de la nación a otra potencia, precisamente la
misma que nos había arrancado más de la mitad de nuestro territorio en una injusta guerra
de conquista apenas 15 años antes.
Tal es el caso de José María Iglesias, quien al inicio de la intervención y sin el
menor análisis, se quejaba:
“No sin razón tampoco contamos para las emergencias del porvenir, con el poderoso auxilio de la gran república vecina…aunque enemiga de México en una época de penosa recordación, está hoy interesada en que no nos imponga la ley de Europa; y más aún en que no se establezcan en el continente americano sistemas de gobierno que pugnen con sus propias instituciones…la invasión de nuestro suelo, buscó la oportunidad de la lucha intestina de los Estados Unidos…la guerra civil toca, al parecer, a su término, llegado el cual, quedarán disponibles centenares de miles de hombres…parte de los cuales podrán destinarse y se destinarán (sic)…a contener los avances de los que creyeron al coloso de Washington imposibilitado por mucho tiempo para obrar fuera de su territorio”14
Lo que significa que para poner a salvo de la rapacidad europea nuestra soberanía,
era necesario enajenar esa soberanía en los Estados Unidos de Norteamérica.
Como prueba fehaciente de la actitud de las grandes potencias ante los países
débiles, se encuentra la que adoptó Estados Unidos frente a los reclamos europeos hechos a
nuestro país, en que no hubo “amistad” sino auténtico intervencionismo, sumado a una
buena dosis de agiotismo, pues cuando Mr. Corwin solicitó al Secretario de Estado su
resolución acerca de los acuerdos de la Comisión de Reclamaciones, en que se nos obligaba
a cubrir deudas arbitrarias, a más de impagables, se le ordenaba
“Ha resuelto (el Presidente) autorizar a usted para negociar un tratado en la República de México, por el que el gobierno de los Estados Unidos asumirá el pago del interés al 3% de la deuda consolidada que aquel país tiene con los tenedores de bonos mexicanos, cuyo capital se calcula ser cerca de $62 000 000, por el término de 5 años, desde la fecha del decreto recientemente expedido por el gobierno de México suspendiendo ese pago, con tal de que aquel gobierno empeñe su fe a los Estados Unidos para el reembolso del dinero que así fuere pagado, con el interés del 6% sobre
14 Iglesias México junio 29 de 1862, op. cit., p 21. Desde 1862 Guillermo Prieto era Ministro de Hacienda del gobierno de Juárez e Iglesias era su Oficial Mayor.
el mismo, asegurado con el derecho de retención específico sobre todas las tierras públicas, y los derechos sobre minas en los diversos Estados Mexicanos de Baja California, Chihuahua, Sonora y Sinaloa., llegando a ser la propiedad así empeñada absoluta de los Estados Unidos, al expirar el término de 6 años, contados desde que el tratado tenga su cumplimiento, si dicho reembolso no hubiese sido hecho antes de aquel tiempo...”15
Al comentar lo sucedido alrededor de la mencionada Comisión de Reclamaciones,
fabricada por las grandes potencias en contra de nuestro país, en la que el gobierno
mexicano no tenía parte, Bulnes resuelve “no se reconocía a México ni como Nación, ni
como tribu, ni como rebaño, ni como nada...estaba obligado a indemnizar hasta a los
filibusteros por sus proyectos fracasados contra la nación mexicana y debía pagar hasta lo
que los rateros robasen a los súbditos franceses - ¿Y qué hacía Juárez? – se pregunta - ¿Para
qué servía? ¿Era el Presidente de la República? ¿Por qué deja humillar a su patria, a su
gobierno, a su persona, de un modo que no tiene ejemplo en los anales de la diplomacia y
que según Don Matías Romero, parece apenas creíble?”16
La actitud norteamericana frente a la intervención no deja lugar a dudas con
respecto a lo imposible que representaba acudir en su auxilio ante la emergencia, pues por
ejemplo, falto el ejército de Forey en el año de 1863, de los elementos necesarios para el
buen éxito de sus operaciones, mandó comprar a Cuba y a los Estados Unidos medios de
transporte y municiones de guerra, en donde el gobierno de Washington, “del cual se
tenían fundadas esperanzas – según Iglesias - de que observaría distinta conducta”, sus
cálculos resultaron fallidos, y las compras francesas “se hicieron en Nueva Orleáns y en
Nueva York…el Secretario de Estado…salió con la ridícula evasiva de que no reconocía el
estado de guerra entre México y Francia, cuando llevaba diez meses de existir…”17
A pesar de todo ello, durante los más de cinco años que duró la intervención
francesa, son frecuentes los pedidos de ayuda, puesta la esperanza de la intervención
estadounidense en la solución de nuestros asuntos, lo cual nos confirma en la idea de que
pocas eran las expectativas puestas en las propias fuerzas nacionales, y que nos descubre
que los llamados “errores” cometidos durante la guerra, no fueron tales, sino que formaban
parte de una estratagema ignominioso, solamente porque no fuera cierta.
15 León Toral p 18 16 Ibídem F. Bulnes pp 69-7117 Iglesias, La cuestión extranjera, mayo de 1863, op. cit., p 152
Los considerados errores
A pesar de que Juárez, el 23 de noviembre, había revocado el decreto que suspendía
el pago de la deuda por dos años, el 8 de diciembre llegó a aguas veracruzanas la fuerza
naval española procedente de Cuba, en donde se debe anotar que la carencia absoluta de
buques de guerra por nuestra parte, fue el principal motivo de los que permitieron a los
españoles, británicos y franceses obrar con toda libertad en el mar.
El personal español ascendía apenas a 5,762 hombres, (fuerza que para someter a un
país de 8 millones de gentes, era una suma ridícula). Aún así, el 14 de diciembre de 1861, el
general Rubalcava, quien se encontraba al frente de la expedición, envía un ultimátum al
general de la Llave, Gobernador de Veracruz, por el que se le exigía la entrega del puerto y
el Castillo de Ulúa en un término de veinticuatro horas. ¿Que fue lo que dispuso entonces el
gobierno juarista? Lo inimaginable: abandonar ambos sin combatir, por lo que fueron
ocupados por las tropas españolas el día 17 del mismo mes. “El jefe español, tras de
admirar las fortificaciones que sin esfuerzo alguno habían caído en su poder, opinó que
‘confiadas a otras manos hubieran podido retar a nuestras fuerzas navales, que no hubieran
alcanzado una victoria dudosa sin mucha pérdida de gente’...podían aún resistir los
proyectiles de artillería de entonces, pues la granada de artillería explosiva o rompiente, que
volvería más tarde punto menos que inútiles las fortificaciones de mampostería, fue
introducida entre los medios bélicos hasta 1885”18, confirmándonos en la noción de que no
era así como se defiende la soberanía de un país invadido.
Todavía José María Iglesias aumenta la cadena de agravios, pues reconoce en una
larga lista los “errores” de inicio cometidos ante la intervención “A pesar de haberse
ocupado militarmente el primer puerto de la República, (el gobierno) no exigió, como
habría tenido derecho a hacerlo, su previa desocupación para entrar en pláticas de paz. No
contento con esto, consintió en inutilizar las fortificaciones del Chiquihuite, abriendo a la
fuerza extranjera el camino de la capital, dándole hospitalidad en tres ciudades de que hizo
salir a sus propias tropas, entre las que se cuenta Tehuacán, reputado por los inteligentes
como uno de los puntos estratégicos más importantes del país…y prescindió generosamente
de ese auxilio formidable con que cuenta México contra todo ejército invasor”19
18 León Toral pp 94-95 19 Iglesias, “La cuestión extranjera” abril 26 de 1862, op. cit., p 6
Había que agregar que según el mismo general Prim, aunque el total de las tropas de
los tres ejércitos invasores, apenas ascendían a 10 000 hombres, no existía entre ellos una
elemental “homogeneidad, en cuanto a su origen, organización y armamento” y que para él
se trataba de un número insuficiente. “A las desventajas señaladas en lo que concierne a la
capacidad bélica de los invasores, se añadía la resultante de la carencia casi completa de
medios para el transporte de abastecimientos, materia que aquellos habían descuidado”20,
por lo que resulta inaúdito que Juárez haya dispuesto que los ejércitos de los tres países se
adentraran al territorio nacional, para llevar a cabo las supuestas negociaciones.
Efectivamente, Doblado invitó a los ministros extranjeros, para que con su escolta
de 2,000 hombres se trasladasen a la Ciudad de Orizaba, a donde él enviaría dos
comisionados, y en una nueva demostración de prepotencia, los imperialistas ignoraron la
propuesta, comunicándole al general Doblado “que para proporcionar acantonamientos
sanos a sus tropas, pues las fiebres tropicales y la disentería habían hecho presa en ellas, se
veían obligados a transportarlas a Jalapa y Córdoba en el curso del mes de febrero. El
Ministro Doblado, por instrucciones de su gobierno, concedía autorización para dicho
traslado, a condición de que se enviase a Córdoba en los primeros días de febrero un
representante que discutiera con otro mexicano las bases de los arreglos pretendidos por los
Estados intervensionistas”.21
Las pláticas que por fin estaban programadas para iniciarse el 15 de abril de 1862,
nunca se llevaron a cabo, decidiendo España e Inglaterra dejar en manos de Francia el peso
militar de la empresa, aunque no renunciaron nunca al cobro de sus reclamaciones
interviniendo la aduana de Veracruz, por lo que resulta incomprensible que la
historiografía de la época, e incluso el discurso oficial, le reconozcan algún mérito,
indebido por supuesto, tanto al general Prim como al representante inglés, bajo el supuesto
de que abandonaron a Francia en sus afanes expansionistas. La realidad nos muestra que de
esta forma las huestes de Napoleón III llegaron a Orizaba sin combatir, desconociendo
incluso el Tratado de Soledad.
Los franceses, en su camino hacia la ciudad de México, derrotando al ejército
mexicano en las Cumbres de Acultzingo, se plantaron frente a Puebla.20 León Toral p 97 21 León Toral p 98 “Nos referimos a la arbitraria intervención de los cónsules inglés y español en los asuntos de la aduana de Veracruz” Iglesias, “La cuestión de México”, abril 2 de 1863 op. cit. p 203
Las fuerzas mexicanas, que el 6 de marzo habían sufrido la baja de casi 1,300
hombres (Brigada de la 4ª División) quienes habiendo llegado a Chalchicomula, sufrieron
los efectos de la explosión de un depósito de pólvora de 450 quintales (poco más de 20
toneladas), “situado por un descuido inconcebible en el propio lugar en que habían
acantonado, lo cual le ocasionó la pérdida casi completa de sus componentes: 1,040
muertos y 210 heridos”22, por lo que al ubicarse para la defensa de Puebla, sólo estaban
compuestas por 11,866 individuos de tropa, con 7 generales, 146 jefes, 932 oficiales, 1 272
caballos y 560 acémilas.
Lorencez había declarado que el cuerpo expedicionario (francés), reducido a unos 6
mil hombres “...era suficientemente fuerte para conquistar la república”23, y de Puente
Colorado e Ixtapa, siguió su progresión al Oeste por el itinerario Palmar-Quecholac-
Acatzingo-Amozoc, a lo largo del camino carretero de Orizaba a Puebla, sin que,
misteriosamente, la retaguardia mexicana, compuesta por una fracción de Caballería,
hostilizara la marcha de la columna extranjera.
Juárez nombró a Ignacio Zaragoza, General en Jefe de las fuerzas destinadas a
combatir contra el invasor. El empuje y la pericia de Ignacio Zaragoza, de Porfirio Díaz, de
Negrete, de Berriozábal, de Méndez, de Lamadrid se vieron eficazmente ayudados por la
torpeza del atacante, que lejos de dirigir su golpe contra las partes llanas de Puebla, que
eran sin duda las más vulnerables, lo enderezó contra las colinas de Guadalupe y de Loreto,
que por sí mismas y con sus elementales fortificaciones, resultaron inexpugnables para el
soldado francés. Las fuerzas de Napoleón se replegaron a Orizaba y de ahí pretendieron los
mexicanos expulsarlas infructuosamente. Es preciso asentar que desde el 3 de mayo el
general en Jefe mexicano hizo notar en una junta de generales que tuvo lugar en Puebla, “el
corto número de fuerzas que una nación de 8,000,000 de habitantes oponía al invasor”24
El 5 de mayo, en dos horas de fuego, los franceses habían consumido cerca del 50%
(1,000 proyectiles) de la dotación de municiones de Artillería, casi sin resultado alguno; por
lo cual el general Lorencez resolvió prescindir del tiro de preparación y lanzar su acción
ofensiva a viva fuerza.
22 León Toral pp 104-10523 León Toral p 111 24 León Toral pp 114-115
El cerro de Guadalupe es una posición que poco se presta a una defensa obstinada:
la fuerza numérica del ejército de Oriente era igual, con muy corta diferencia, a la de los
invasores, en que “La ausencia de casi toda la caballería, mandada contra los reaccionarios
que se encaminaban a auxiliar a los franceses, impidió que el mal éxito del asalto se
convirtiera en una completa derrota, que hubiera puesto término a la expedición” 25
Roto el equilibrio a favor de las fuerzas mexicanas, lograron éstas efectuar una corta
persecución, la cual fue inexplicablemente detenida por órdenes del general Zaragoza,
quien “juzgaba peligroso atacar a los franceses; pues según su opinión, ‘derrotados como
estaban, tenían más fuerza numérica que la mía’…Las pérdidas de los contendientes
ascendieron a 83 muertos, entre ellos 4 oficiales, y 232 heridos (17 oficiales), en el campo
mexicano; y 117 muertos (15 oficiales) y 305 heridos y dispersos (20 oficiales), en el
francés; bajas crecidas, si se atiende a los efectivos que participaron en el encuentro y a la
duración del mismo”26, pero que ubican en una dimensión más exacta el triunfo de ese 5 de
mayo de 1862, pues sin falsos patriotismos, el ejército francés únicamente perdió menos del
10% de sus efectivos, que equivale, en números absolutos, a una cantidad similar por parte
de los mexicanos.
Para el general Jesús de León Toral, no debe censurarse al general francés que se
haya dirigido a Loreto y Guadalupe, “sino simplemente el haber marchado sobre Puebla sin
medir concienzudamente los medios propios en relación a los del adversario…Bien está
que hubiera considerado la superioridad de sus elementos en lo que concierne a
organización, disciplina, instrucción y calidad del armamento; pero sin llevarla, como lo
hizo, a un extremo que le sería funesto. Sus demás errores en la preparación y conducción
del ataque, tales como la falta de exploración y reconocimiento minuciosos de las líneas
mexicanas, y de un fuego eficaz de la Artillería antes y durante éste; y el no haber elegido
los lugares más abordables para lanzarlo, fueron también efectos de su excesiva
confianza”27, lo que en resumidas cuentas equivale a decir que Lorencez subestimó al
ejército mexicano, primero al calcular equívocamente que con un número inferior de
hombres podía tomar a viva fuerza una guarnición, la cual era además una guarnición
25 Iglesias mayo 29 de 1862, op. cit., p 1126 León Toral p 119 27 León Toral p 120
elevada; segundo, Lorencez pudo evitar los fuertes de Loreto y Guadalupe, para enfrentar al
adversario en otras condiciones.
Un aspecto importante, es el que se ocupa de la eficacia de tiro, en donde debe
tenerse en cuenta que el número total de proyectiles de fusil y rifle disparados por las tropas
juaristas fue de “118,500, correspondiente a 259 por cada baja francesa. Esta proporción
indica una eficacia de tiro muy inferior a la señalada por los tratadistas de la época, que en
peores circunstancias (tiro de línea a 300 pasos) daban como promedio un hombre tocado
por cada 100 proyectiles; y la proporción antes indicada…es todavía más alta, debido a que
además de las armas portátiles, fueron lanzados en la batalla 1,550 proyectiles de
artillería…y hubo otras bajas más, producidas por las armas blancas…”28
De la Hacienda de Alamos, en donde se mantuvo hasta el 7 de mayo en espera de
que el enemigo atacara a campo raso, el Cuerpo Expedicionario francés partió al día
siguiente hacia Orizaba, lo que demuestra que la del 5 de mayo no hubo una victoria, sino
un rechazo, en que ciertamente el general Lorencez no se atrevió a lanzar un nuevo ataque
sobre Puebla “sin contar con Artillería de sitio y efectivos más crecidos (12 cañones, 4
morteros y 15,000 hombres de refuerzo, como poco después solicitara), ni a dirigirse a
México sin apoderarse de Puebla” por lo que decidió retirarse al oriente, “donde por lo
menos dispondría de abastecimientos, al acortar su línea de comunicaciones”29, de donde no
pudo expulsarlo el ejército de mexicanos.
Todavía en Barranca Seca el general mexicano Tapia, se enfrentó al traidor
Leonardo Márquez y al francés L’Heriller, con 500 hombres de caballería, mas 1,500 de
infantería, pero no calculó la llegada de un refuerzo del 2º Batallón del 99º de Línea
francés, al mando del comandante Lefevre, quién le produjo a Tapia 214 bajas, por 2
muertos y 26 heridos franceses.
González Ortega se unió a las fuerzas de Zaragoza con 6,000 hombres, en su
mayoría reclutados “…con el oprobioso sistema de la leva”30. El general Zaragoza partió
con todas sus fuerzas de Acultzingo el 10 de junio; y dos días después se presentó en el
28 León Toral p 121 Una victoria hubiera consistido en asestarle un golpe mortal a los invasores, persiguiéndolos hasta exterminarlos, para terminar arrojando al mar a lo que restara de su ejército. Un rechazo consiste en evitar que se tome una plaza sitiada, pero en donde el ejército que fracasa mantiene al grueso de su columna y se refugia en un lugar cercano a la batalla. 29 León Toral p 122 30 León Toral p 125
Cuartel General francés un emisario suyo, que demandó la evacuación del territorio
nacional por los franceses en un plazo que se fijaría oportunamente.
Zaragoza tenía intenciones de lanzar un ataque frontal sobre la posición de La
Angostura, en combinación con otro de flanco que caería del Borrego, por lo que ordenó al
general González Ortega que con su División se situara durante la noche del 12 al 13 de
junio en la falda Sur de dicho cerro, en tanto él progresaba por el camino de Veracruz a la
posición enemiga. Entonces la Compañía del capitán Detrie, enviada para cumplir con esta
misión, trepó silenciosamente por las faldas del cerro entre las sombras de una obscura
noche y halló dormidos a los centinelas del 4º Batallón de Zacatecas, y a los sirvientes de
una Batería de Obuseros que se habían destinado para apoyarlos “pronto la Compañía del
capitán Leclerc, también del 99º de Línea, reforzó a la que había partido antes…las dos
Unidades se arrojaron sobre las tropas mexicanas…Algunos jefes y oficiales republicanos
cayeron a los primeros tiros; y los batallones de Zacatecas, sin dirección, se dispersaron por
varios rumbos…400 muertos o heridos en las filas mexicanas y un número mayor de
dispersos”31, lo que nos trae irremediablemente a la memoria el recuerdo de la infortunada
batalla de San Jacinto, en que Santa Anna en el año de 1836 perdió a todos sus efectivos
frente a los agresores norteamericanos, al encontrarse dormidos.
Es necesario hacer notar que para el 21 de junio, fecha en que el grueso francés
permanecía en Orizaba, el Cuerpo de Ejército de Oriente contaba entonces con 14,000
hombres.
Por otro, y para fines del análisis, resulta curioso el razonamiento del juarista
Iglesias en cuanto a las facultades de que gozó Juárez durante la intervención, pues como
mencionábamos líneas arriba, Juárez dispuso de facultades extraordinarias, que Iglesias
reconoce como “omnímodas”, durante gran parte de sus quince años en la presidencia,
particularmente durante la intervención de la que venimos dando cuenta, mismas que
festina dicho autor, ya que el oaxaqueño “En el ejercicio de las facultades omnímodas que
le han sido concedidas por el Congreso, encuentra el medio más acertado de atender a las
emergencias de la situación…si el gobierno tuviera las manos atadas, no podría llenar
satisfactoriamente la delicada misión que se le ha encomendado. Por eso estamos seguros
de que, no bien se reúna el nuevo Congreso, prorrogará las atribuciones otorgadas al
31 León Toral p 128
ejecutivo.” Para rematar con un soberano contrasentido: “Ellas salvarán al país sin poner en
peligro sus instituciones (sic), porque el día en que deje de ser necesaria la dictadura (sic),
los virtuosos funcionarios que la ejercen se desprenderán de tan grave responsabilidad, para
volver al sendero de la Constitución (sic)”32
Pero cuando ese mismo poder omnímodo es ejercido por Forey, Iglesias se muestra
contrariado con su proceder despótico: “Cada vez aparece más claro lo que se entiende en
francés por sufragio universal, Quien desde sus primeros ensayos nombra ayuntamientos y
prefectos; determina las reglas que deben observarse para la administración de justicia; fija
el sistema tributario; clasifica los gastos que deben hacerse, y se apropia los productos de
los impuestos, no puede dejar duda, ni al más obcecado, del respeto a la voluntad nacional,
interpretada a su antojo”33, cuando que lo correcto sería aceptar que tanto franceses como
mexicanos requerían del poder absoluto para el inicuo desarrollo de sus planes, para el que
requerían el alejamiento de cualquier intromisión popular o democrática.
Zaragoza murió de tifo y Juárez designó a González Ortega para substituirlo, a la
vez que nombraba al reivindicado Ignacio Comonfort como General en Jefe del Ejército del
Centro, con lo que se cometió un “error” militar de primera importancia, al disponer un
mando bicéfalo, que en los hechos se convirtió en tricéfalo, al tener la obligación tanto
Comonfort como González Ortega, de consultarlo todo con el mismo Juárez.
En la obra biográfica sobre Juárez de Ralph Roeder, aparece el siguiente
anécdota‚ que parece definir acertadamente la personalidad de Juárez: “El general Márquez
de León en un libro titulado Juárez a la luz de la verdad, denunciaba que en plática
sostenida con Juárez ante el nombramiento hecho en favor de González Ortega en la
segunda defensa de Puebla (1863), Juárez dijo “ya sé lo que me va a decir, que González
Ortega es un pen...” (sic) añadiendo: “demasiado lo conozco, pero la nación ha dado en
tenerlo por hombre grande, y lo coloco aquí para que se ponga en evidencia”...“¡Entonces
usted, por deshacerse de un rival, sacrifica al ejército‚ y acaso la República!” interpeló
Márquez de León, “a lo que Juárez contestó con irritación ‘¿y para qué sirven ustedes?
Ningún hombre es necesario; las ideas son las que valen únicamente’, ‘¿y Comonfort, autor
del golpe de Estado?’ a lo que Juárez contestó: ‘¿y creen ustedes que yo le he dado ese
lugar para que se eleve?...también se nulifica’. Márquez de León concluyó francamente
32 Iglesias La Cuestión extranjera México, septiembre 28 de 1862, op. cit., p 74 33 Iglesias, La Cuestión extranjera México, noviembre 28 de 1862, op. cit. p 113
desanimado que entonces ‘para aquel hombre no había mas patria ni mas gloria que su
ambición de poder’ “34
Para quien abriga alguna ilusión con respecto a los planes de Napoleón III, la
conocida carta que le envía a Forey, despeja todas las dudas con respecto a los propósitos
del imperio, que quedan resumidas en el punto No 5º “…a las tropas mexicanas…
haciéndolas representar el papel principal en los combates”, lo cual pone en evidencia que
de los que se trata es de que ellas sean utilizadas como “carne de cañón”, y para “…Cuando
hayamos llegado a México, es de desear que las personas notables de todos colores…se
entiendan con vos para organizar un gobierno provisorio. Este gobierno someterá al pueblo
mexicano la cuestión del régimen político que deberá quedar definitivamente establecido,
convocándose luego a una asamblea electa conforme a las leyes mexicanas. Ayudaréis vos
al nuevo poder a introducir en la administración, y sobre todo en hacienda, esa regularidad
de que la Francia ofrece el mejor modelo. Con tal fin se le enviarán hombres capaces de
ayudar su nueva organización…”, en donde cualquier comparación con el régimen imperial
actual no puede soslayarse.
Para rematar, Napoleón señala los descarnados móviles de la intervención:
“En el estado actual de la civilización del mundo, la prosperidad de la América no es indiferente a la Europa, porque aquélla es la que alimenta nuestras fábricas y hace vivir nuestro comercio. Tenemos interés en que la república de los Estados Unidos sea poderosa y próspera; pero ninguno tenemos en que se apodere de todo el Golfo de México, domine desde allí las Antillas, así como la América del Sur, y sea la única distribuidora de los productos del Nuevo Mundo…habremos establecido nuestra benéfica influencia, al crear inmensos expendios a nuestro comercio, nos suministrará las materias primas indispensables para nuestra industria…Hoy, pues, nuestro honor militar comprometido, las exigencias de nuestra política, el interés de nuestra industria y de nuestro comercio, todo nos impone el deber de marchar sobre México.”35
Ahora, que pretender dominar una nación de 8 millones de personas con tan sólo
30,000 hombres es un desatino, pero no poder defenderla más que con 30,000, es una
deshonra.
“No, no es una minoría opresiva la que así trae de los confines del país mexicano que
vienen a derramar su sangre por la patria”36, clamaba Iglesias, pero en un país en donde por
34 Ibídem. Roeder p 72435 Iglesias, “Carta de Napoleón a Forey, Fontainebleau, 3 de julio de 1862, marzo de 1863, “Instrucciones de Napoleón a Forey”, op. cit., pp 148-149; García, Genaro, La intervención francesa en México según el archivo del mariscal Bazaine, Editorial Porrúa, Segunda Edición, México 1973, Tomo I, 776 pp, p 5. 36 Iglesias “La cuestión de México”, abril 2 de 1863, op. cit., p 203
lo menos había 4 millones de personas con posibilidades de tomar un arma para defenderlo,
no puede parecer desmesurado pretender que se levantase cuando menos un ejército de un
millón de gentes. “No es una minoría opresiva la que, entre dificultades de todo género, en
la crisis más terrible que la nación ha atravesado, encuentra armas, dinero, hombres para
contener las falanges del ambicioso e hipócrita soberano, que da aun por desconocida la
voluntad popular tan explícitamente manifestada”, en donde ni las armas, el dinero y los
hombres aparecieron nunca.
En Puebla se reunió un ejército de 24, 828 hombres, (“229 jefes, 1 495 oficiales, 23
104 individuos de tropa, 3, 167 caballos y acémilas, además de 3,209 de Caballería, 1,296
de Artillería y 172 del Servicio Sanitario o Ambulancia”37), presentándose los franceses en
el mes de enero de 1863, desembarcadas ya todas las tropas que participarían en las
operaciones del sitio de Puebla, 28,116 hombres, 5 845 caballos y 549 acémilas. De estos
efectivos 25 863 hombres pertenecían a las fuerzas de tierra y 2 253 a las de la Marina…La
proporción de Caballería y Artillería (cerca del 5 y 10%, en dicho orden), casi se invierte
relacionándola con la del Cuerpo de Ejército mexicano. A estas unidades (francesas) se
incorporaron en un comienzo 2,500 traidores.
El Cuerpo del Ejército del Centro, encomendado a Comonfort, el cual llegó a tener
8,000 hombres, mal dotado y pésimamente organizado, no llegaría a prestar ayuda al de
Oriente ni a influir en el curso de las operaciones.
Un asunto que merece nuestra atención, es el referente a la táctica militar empleada,
en donde en la mayoría de los casos en que nuestro país ha sido objeto de una intervención
(por ejemplo durante la guerra del ’47 en Monterrey, Veracruz, Churubusco, Chapultepec,
Molino del Rey), sólo se pensaba en la defensiva y en la guerra de posiciones.
Esto seguramente se debe a la poca fe en la ofensiva y la guerra de movimientos,
que debíase una vez más, no tanto a la ausencia de iniciativa en los mandos superiores,
“cuanto a la desconfianza que esta clase de guerra les inspiraba, por la escasa preparación
de las tropas que enfrentarían a otras mejor armadas e instruidas…A diferencia del general
Zaragoza, que veía la posibilidad de un sitio sólo como último recurso de la defensa,
González Ortega no encontraba otro que el de sostenerlo…al adoptar como medida única
para llegar a la decisión la de encerrarse con todos sus medios en una plaza que no contaba
37 León Toral p 138
con eficaz ayuda del exterior, el general González Ortega, aceptaba el riesgo de sucumbir
con el Cuerpo de Ejército de Oriente, principal sostén de la República; lo cual era casi
inevitable”38
“Anticipadamente se habían hecho salir de Puebla a la División de Caballería del general Tomás O’Horan y varias unidades de Infantería, con objeto de que hostilizaran la progresión del grueso invasor, el cual seguía el camino de Quecholac y Acatzingo…Ignacio Comonfort, recibió por misión la de situarse en las inmediaciones de Puebla para atacar por uno de sus flancos a las fuerzas invasoras, en el caso de que se lanzaran contra los fuertes de Loreto y Guadalupe; esto es, únicamente en un caso que seguramente no se presentaría, debido por una parte al fracaso del ataque a tales cerros el año anterior, y por la otra, a su potencia defensiva actual; y si fallaba esta previsión, su cometido consistiría en amagar las líneas enemigas, batir a las guerrilas conservadoras, e introducir víveres a los defensores de la ciudad. Exigua colaboración, que salvo una sola eventualidad, no comprendía ninguna acción militar importante; y que a pesar de su escasa monta no llegaría a ser cumplida por el Cuerpo del general Comonfort”39
Lo terrible es que el 17 de marzo apareció por las lomas de Uranga la vanguardia del
Cuerpo del Ejército del Centro, que se aproximaban por esa dirección a Puebla en espera
del ataque de los franceses a los fuertes de Loreto y Guadalupe, pero las unidades invasoras
continuaron ese día y el 18 su marcha en torno a la ciudad, ¡sin ser siquiera molestado por
las tropas de los Cuerpos del Centro y Oriente! De esta manera los franceses aislaron a
Puebla de México.
Cuando González Ortega sugería la conveniencia de realizar una acción a gran escala,
en donde Comonfort debía colocarse por el rumbo de Zacatelco para amenazar la línea de
comunicaciones de los franceses con Orizaba y Veracruz, obligando a los sitiadores a
separarse, lo cual se aprovecharía para llevar a cabo otro movimiento de conjunto, cuya
consecuencia podría ser una victoria decisiva o bien el levantamiento o ruptura del sitio.
“Más todo fue inútil: Comonfort no contestó sino mucho tiempo después…con ella
acompañaba una carta del presidente Juárez, en el cual se daba autorización al comandante
del Cuerpo del Ejército del Oriente para facilitar dicha fuerza al del centro…La falta de
audacia, resolución y actividad del general Comonfort, que no tomaba decisión alguna sin
consultarla con el presidente de la república, privó entonces y durante el sitio entero de todo
auxilio a la plaza de Puebla”40
38 León Toral p 144-146 39 León Toral p 147 40 León Toral p 156
El 26 propuso el general González Ortega a Comonfort una nueva acción combinada
por los dos Cuerpos del Ejército contra los sitiadores, pocos días más tarde recibió del
desaprensivo comandante de la unidad auxiliar una comunicación en la cual le decía que
iba “a consultar con el gobierno de la República la conveniencia de ejecutar la operación
prevista”41
Cuando por fin el 5 de mayo de 1863, existe acuerdo entre Comonfort y González
Ortega para intentar romper el sitio por el rumbo de Santa Inés Zacatelco, en donde el
enemigo había destruido los puentes construidos, abierto zanjas y obstruido el paso con
árboles y tenía una gran fuerza reunida esperando la llegada del convoy, hizo que
cambiaran los planes, por lo que Comonfort decidió tomar el camino recto de Puebla,
ocupó el cerro de San Lorenzo, presumiblemente para que sirviera de base a las
operaciones que se iban a ejecutar, pero los franceses se anticiparon al movimiento de las
fuerzas de Comonfort, ocurriendo un verdadero desastre en que las fuerzas republicanas
perdieron entre muertos, heridos, prisioneros y dispersos, cerca de dos mil hombres.
“Y sin embargo, al amanecer de ese fatídico día 8, D. Ignacio Comonfort, que
ningunos avisos había dado a González Ortega sobre sus movimientos en la forma
convenida, fue sorprendido y derrotado en San Lorenzo, perdiendo armas, bagajes y, lo que
fue peor, los víveres que trataba de introducir en Puebla”42
Para León Toral, “Dos errores harían fracasar la operación de esta manera
concebida: la falta de aviso sobre el dispositivo y situación del Cuerpo del Ejército del
centro al general González Ortega, que desde lo alto de varios edificios esperó en vano
durante cuatro días una señal o manifestación cualquiera de su aproximación, y la
dispersión de la unidad mencionada”43
A partir de ahí los franceses, sabedores sin duda del triste estado que guardaban los
sitiados, condenados a perder la plaza si no recibían provisiones de boca y guerra,
suspendieron los ataques “y se limitaron a impedir la introducción de los efectos que debían
servir para prolongar la defensa”44
“El Cuerpo de Ejército se desintegró casi en lo absoluto, pues sólo en muertos,
heridos y prisioneros, las bajas ascendieron a unos 2 000 hombres. El mal dispositivo 41 León Toral p 162 42 González p 10543 León Toral p 164 44 Iglesias, “La cuestión extranjera” mayo 31 de 1863, op. cit., pp 248-249
adoptado, en unión de la falta de elementos suficientes de vigilancia y liga con el Cuerpo
del Ejército del Oriente, habían producido un verdadero desastre”45
“…llegó el día 15 (de mayo) y ninguna contestación obtuvo del general Comonfort… En este día, después de haber recibido del comandante de la Artillería un parte confidencial en el que se le comunicaba que las municiones estaban a punto de agotarse…Pasadas algunas discusiones, se aprobó pedir a Forey que permitiría salir con los honores militares correspondientes al Cuerpo de Ejército de Oriente…debió haberse intentado cruzar las posiciones adversarias, de gran longitud y no uniformemente fuertes…por uno o varios puntos…debe tomarse en cuenta que las pérdidas que pudieran haberse tenido en la ruptura, y posteriormente, nunca serían mayores que las de todo el Cuerpo de Ejército que desaparecería con la rendición y la entrega de la plaza”46
En un fallido intento por disculpar la conducta de Juárez, el historiador
norteamericano Ralph Roeder añade: “La verdad que se llamaba Benito Juárez era
incomprensible para quienes negaban su integridad e incomprensibles también resultan sus
cuentos”. La verdad que nosotros conocemos es que la segunda defensa de Puebla se perdió
el 17 de mayo de 1863 ante el general francés Forey, a pesar de los mas de 40 mil hombres
que por órdenes juaristas actuaron bajo el insólito mando conjunto de González Ortega e
Ignacio Comonfort, en que los prisioneros comprendieron “a 20 generales, 303 oficiales de
alta graduación, 1,179 subalternos y mas de 11 mil cabos y soldados rasos”47. “El
ejército‚ de Comonfort - refiere el propio Roeder - abandonó la batalla en media hora; y
peor aún, los presos se habían incorporado a los vencedores, volviendo sus armas contra sus
propios camaradas con una facilidad que escandalizaba a los franceses”48.
El ejército que defiende una plaza no está irremediablemente condenado a la derrota,
siempre que no recurra a la defensiva pasiva “la cual…no tiene probabilidad alguna de
alcanzar el éxito…la seguridad e independencia de todo país reclaman ejércitos victoriosos
y no héroes vencidos”49
José González Ortega, en su obra El Golpe de Estado de Juárez, señala:
“Se ha enderezado contra el Gral. Ortega el cargo de impericia por haberse encerrado en la ciudad para sucumbir necesariamente con su ejército. A tal imputación habré de contestar que sólo cumplió las órdenes del Gobierno, las cuales obedecieron al propósito de resistir en Puebla el avance francés, con
45 León Toral p 166 46 León Toral p 167-169 47 Ibídem Roeder p 74948 Ibídem Roeder p 76249 León Toral pp 171-172
objeto de organizar mientras tanto la defensa del país...Si Benito Juárez no supo o no pudo organizarla, si entregó la Capital de la República sin combatir, y si desbandó el ejército al salir hacia el Norte, cargos serán que a él deban dirigirse y no al Gral. Ortega...Tres causas originaron, a mi entender, la caída de Puebla: la falta de unidad de mando sobre los ejércitos de Oriente y del Centro, la escasa suficiencia de D. Ignacio Comonfort como militar, y los probables fines ocultos que abrigó D. Benito Juárez”50
Como es sabido, en una decisión insólita, Juárez, después de haber reunido más de
12,000 hombres para la defensa de la Ciudad de México, los disuelve y abandona la
defensa partiendo rumbo al norte, Iglesias trata de justificarlo diciendo “También habría
sido una locura imperdonable hacer inevitable la pérdida de los poderosos elementos de
guerra que a su disposición tenía el supremo gobierno, y que si bien eran insuficientes para
la defensa de la capital de la república, tenían en cambio un valor inmenso, reservados para
la continuación de la campaña”51
José González Ortega lanza punzantes críticas a Juárez al abandonar la defensa de la
ciudad de México: “Benito Juárez, como lo hiciera en más de una vez al adoptar una resolución,
tomó como punto de partida su propia seguridad personal. Por ello supeditó la eficacia de las
operaciones del Cuerpo de Ejército del Centro a la conveniencia de que el propio Cuerpo pudiera
acudir a la ciudad de México, que era el sitio en que D. Benito se encontraba...”52
Los procedimientos seguidos por el señor Juárez hacia el ejército sitiado en Puebla y
principalmente el haber privado al Gral. Ortega de la unidad de mando, el haberle restado
elementos de combate, el haberle ordenado repetidas veces que continuase defendiendo
Puebla y el haberle impedido al fin la ruptura del cerco, “hacen pensar en que el Presidente
de la República alentó ideas encaminadas a cercenar el valimiento que en aquel entonces
tenía el vencedor de Calpulalpan, con tanto mayor razón cuanto que González Ortega no
sólo era un poderoso enemigo político, sino el hombre con quien los franceses deseaban
tratar para poner fin a la lucha armada...¿qué esta manera de apreciar las cosas deriva de mi
parentesco con el Gral. Ortega? Es posible, pero, por otra parte, precisa recordar que no soy
el único que las estima en esta forma...” 53
El mismo José González Ortega recoge la versión del general Balbontín:
50 González p 11151 Iglesias, San Luis Potosí, junio 1863, p 254. 52 González p 12053 González p 136
“González Ortega previó que si no abandonaba prontamente la plaza, rompiendo el sitio, se vería reducido a rendirse...el plan propuesto por González Ortega era el único razonable...aún cuando sólo pudieran salvar la tercera parte de la guarnición y alguna artillería. Estas fuerzas unidas al Cuerpo de Ejército del Centro y a la guarnición de México, harían un total muy superior al que componía la guarnición de Puebla al principio del sitio, y por lo tanto, no podría avanzar el ejército francés sobre la Capital antes de recibir refuerzos – pero si tal proyecto se llegaba a realizar el Gral. González Ortega aparecería lleno de gloria, y nada más natural que se le encomendara la defensa de México- El caso es que D. Ignacio Comonfort no se atrevió a obrar en el sentido en que lo invitaba González Ortega, sin consultar con el Gobierno, este tomó la decisión más disparatada que puede imaginarse – Previno a González Ortega que se sostuviese en Puebla hasta sucumbir allí…estas disposiciones del gobierno me tenían a mí aturdido, no pudiendo imaginarme que se le pudieran ocultar las anteriores reflexiones – Cuando pasados los años...he llegado a formular una conclusión terrible, pero que es mi sincera convicción, y creo de conciencia consignar a la posteridad: EL GOBIERNO ESTABA CELOSO DE GONZÁLEZ ORTEGA Y DE COMONFORT. No temía que los franceses derrotaran a nuestras tropas, SINO QUE UNO A OTRO DE AQUELLOS GENERALES OBTUVIERA UN TRIUNFO QUE LO HICIERA ADMIRAR DEL PUEBLO Y LO PRESENTARA COMO PRÓXIMO CANDIDATO A LA PRESIDENCIA...El Gral. Comonfort comprendió seguramente lo peligroso de la aventura que se le confiaba, e hizo todas las observaciones que creyó necesarias; pero el Gobierno estaba decidido a llevar a cabo su temerario proyecto, y para realizarlo se presentaron en el campo el Presidente y el Ministro de la Guerra, a fin de empujar a Comonfort al abismo donde había de hundirse el poco prestigio que le quedaba...puede asegurarse que tanto temía el Gobierno el triunfo de nuestras armas como el de las francesas’ ”54
Justo Sierra concuerda con Balbontín en cuanto clasifica de erróneas y hasta
absurdas las órdenes de Juárez; desde luego que no llega a las conclusiones a que llegó
aquel, ni podía hacerlo en un libro apologético por excelencia, pero tampoco puede andar
muy lejos de ellas. ‘Trabajo cuesta creer que haya dado tales instrucciones el Gobierno: el
fracaso de Comonfort era su derrota, y derrotado, no podía auxiliar la salida...El absurdo
era progresivo, pues cada medida tenía menos justificación que la precedente...Lo extraño
54 Bolbontín, Manuel, Memorias, San Luis Potosí, 1896, pags. 361 y siguientes, citado por González p 138. Balbontín Manuel 1824-1894 Militar e historiador, nació en la Cd. de México. Se alistó para combatir la invasión norteamericana de ’46. Hizo la campaña del norte y combatió en la Angostura en 1847; después realizó la campaña del Valle de México. Con los elementos liberales combatió en Michoacán y Jalisco, participando en el Plan de Ayutla. En 1856 combatió contra los conservadores en Puebla. En 1857 siguió brevemente a los que dieron el golpe de Estado de Comonfort, pero luego marchó con los liberales a Veracruz. Fue Jefe y comandante militar en Tampico en 1861-1862. Combatió contra el Imperio participando en la batalla de San Lorenzo, en 1863. Después marchó al norte para asistir al sitio de Querétaro. Escribió La Invasión Americana (1846 a 1848), Mex. 1883; Memorias (1846-1876) Mex; 1846, y Tulitas La Pelona, novela militar Mex., 1893; Un día del mes de enero a los 40° de latitud norte, Mex., 1873. M. En la Cd. De Mex. Porrúa 1995, p 333
es que González Ortega se haya sometido sin protesta. Y aunque aceptara un plan que
implicaba la destrucción indudable de ambos ejércitos”55
Se dice que Nemesio García Naranjo, refiriéndose a Juárez y al Gral. Díaz se
expresa en la siguiente forma “Juárez hubiera querido que la causa republicana hubiese
triunfado con batallas menos heroicas y brillantes...Los héroes tienen el inconveniente de
convertirse en rivales de los Césares”56
“Mientras tanto don Benito había dictado órdenes y más órdenes encaminadas a fortificar y guarnecer la ciudad de México. Pidió fuerza armada a los Gobernadores de los Estados, impuso préstamos forzosos a los habitantes de México, metió a la cárcel a los propietarios o comerciantes que se negaron a pagar los fondos, ECHÓ LEVA en las calles de la población y soltó a los individuos así enrolados contra su voluntad, y contando con una guarnición de cerca de 12,000 hombres, con una existencia en caja de seiscientos mil pesos y con víveres abundantes (42)... ‘Manifiesto...NO SOLAMENTE LA CAPITAL DE LA REPÚBLICA SE DEFENDERÁ HASTA LA ÚLTIMA EXTREMIDAD CON TODOS LOS ELEMENTOS DE QUE PODEMOS DISPONER’...bástenos saber que el señor Presidente envió a D. Porfirio Díaz hasta el Peñón, sobre el camino de Puebla, para que estorbase el avance de los franceses; que mandó por el camino de Toluca el ejército que debió defender México para que detuviese a los reaccionarios que por allí pudieran atacar, y que él, don Benito, llevando consigo la tesorería, salió por Guadalupe Hidalgo, rumbo a San Luis Potosí”57
“Los 9 000 forzados fueron puestos en libertad, y los principales funcionarios
salieron de México el 31 de mayo para dirigirse rumbo a San Luis Potosí”58
Antes de partir, Juárez se aseguró la prórroga de las facultades extraordinarias y “…
protestaba corresponder dignamente al voto de confianza de la asamblea; se reproducía la
protesta, hecha ya varias veces, de mantener a todo trance incólumes la constitución y las
instituciones democráticas del pueblo mexicano”59, aunque no se sabe cómo le iba a hacer
para mantener incólume la Constitución gozando de facultades absolutas, y lo más
incomprensible es que afirme que “Frente al ejecutivo, investido de facultades omnímodas,
funcionan ya en sus órbitas respectivas la diputación permanente y la Suprema Corte de
Justicia.”60, porque si era cierto que iban a continuar funcionando tanto el Congreso como
la Suprema Corte, no existía razón de dotar de facultades extraordinarias a nadie, pero era
imposible que se reunieran tales instituciones, pues González Ortega, Presidente de la
55 Sierra, Justo, Juárez, su obra y su tiempo, p 358, citado por González p 14056 Nemesio García Naranjo, Porfirio Díaz, San Antonio Texas, 1930, citado por José González p 14157 Niceto de Zamacois, Historia de México, tomo XVI, pags.485 y 491, citado por José González pp 148-14958 León Toral p 17659 Iglesias, San Luis Potosí, junio de 1863, op. cit., p 255. 60 Iglesias, junio de 1863, op. cit., p 257
Suprema Corte, se encontraba en tránsito del país hacia los Estados Unidos vía Cuba, como
después se supo, independientemente de que también es conocido que el Congreso se
dispersó y no volvió a reunirse sino hasta el año de 1867.
“José María Iglesias en su Autobiografía nos dice que Juárez, aunque ‘…tenía notoria capacidad y no carecía de instrucción, ni su erudición, ni su inteligencia eran de primer orden’ Y el gran D. Ignacio Ramírez, que conocía bien al Sr. Juárez por haber sido Ministro suyo, dijo: ‘Existía cuando la ocupación de México (1861), un ejército organizado...pero ese ejército se componía de voluntarios, organizados por las autoridades civiles y militares de los estados vencedores. El Gobierno General en su fuga (1863) había perdido soldados, armas, generales, banderas, todo, hasta el honor, SIN HABERSE SALVADO EN CAMBIO MÁS QUE D. BENITO’ ...‘Se Fue al Paso del Norte cuando la Invasión Francesa - ¡SI! Comenzó por tratar con los enemigos; puso a Zaragoza en lucha con los franceses y con las órdenes suspicaces de Doblado. No mandó un buen ejército de observación sobre Forey; abandonó la Capital antes de tiempo; disolvió catorce mil hombres en Querétaro; desorganizó otras fuerzas, introdujo la guerra civil en muchos Estados; se aseguró de no despreciables cantidades, y aprovechó el triunfo ajeno...¡OTROS FUERON LOS QUE LUCHARON!”61
A pesar de la llegada de Forey a la ciudad de México, se afirma que para el invierno
de 1863 solamente controlaba las ciudades cercanas a la capital y los puertos del país, y no
fue sino hasta el 21 de abril de 1864, en que salieron rumbo a Veracruz Maximiliano y
Carlota a bordo de la fragata Novara y llegaron a ese puerto el 28 de mayo, entrando a la
ciudad de México el 12 de junio de 1864, en que prácticamente se reiniciaron las
actividades de las tropas francesas en el país.
Realizar este breve recuento sobre aspectos militares de la intervención, tiene como
objeto de mostrar la cantidad enorme de defectos que tuvo para el patriota el problema de
“la defensa”, no así para la clase política, pues a las acusaciones que se hacen a Juárez, por
parte del mismo Sierra, acerca de sus desatinadas disposiciones, se suman las que para otros
tenían el oscuro fin de mantenerse Juárez en el poder, socavando la posibilidad de que tanto
González Ortega como el mismo Comonfort se lo llegaran a disputar, aún a costa de la
integridad nacional.
Sin embargo, si nos atenemos a otras fuentes, podremos adivinar fácilmente que los
fines y los objetivos de tan mala táctica y peor estrategia militar, iban aún más allá, y tenían
qué ver con la defensa de lo que los Estados Unidos consideraban sus intereses en México.
Efectivamente, cuando el 3 de abril de 1865, con la toma de Richmond se terminó la
guerra civil en los Estados Unidos, comenzaron las tribulaciones de la farsante pareja
imperial, pues Napoleón insinuó retirarle los 25,00 soldados franceses que lo sostenían, a la
61 José González p 166
vez que recibía inaplazables conminaciones de los Estados Unidos, presenciaba el
crecimiento de Prusia y la derrota de la poderosa Austria en la batalla de Sadowa. Con lo
que cambió y se dispuso a replegar sus tropas para repatriarlas
Juárez había llegado a Chihuahua y de ahí al Paso del Norte, en donde estableció
indistintamente su gobierno itinerante.
El Presidente norteamericano, Abraham Lincoln sufrió un atentado que le costó la
vida, ascendiendo al poder el entonces Vicepresidente William Jonhson, con lo que según
Matías Romero, Secretario Plenipotenciario del gobierno de Juárez ante la Casa Blanca, se
abrían nuevas expectativas para la causa juarista:
“…pero sí creía debido decirle que yo había celebrado con todo mi corazón y estaba seguro que lo mismo celebraría el Gobierno y el pueblo de México, su advenimiento al Poder, porque conocían sus antecedentes a favor de las instituciones democráticas y de los intereses del pueblo y especialmente sus miras respecto de la Doctrina de Monroe…la parte relativa del discurso de Mr. Jonhson es como sigue: ‘Las Naciones de Europa ansían nuestra ruina; Francia saca partido de nuestras dificultades interiores y envía a Maximiliano a México para fundar una Monarquía en nuestras fronteras. Se aproxima ya el día de tomarle cuentas. No está distante el día en que la rebelión quede sojuzgada. Entonces atenderemos a los negocios de México y diremos a Luis Napoleón: No podéis fundar Monarquía alguna en este continente.- Grandes aplausos -. Una expedición a México sería una especie de recreo para los valientes soldados que hoy lidian en defensa de la Unión y cuanto hay de francés en aquel país desaparecería bien pronto’…Matías Romero”62
Juárez a su vez, festeja a su modo el advenimiento de Jonhson a la presidencia
norteamericana “No conozco los antecedentes de Mr. Jonhson ni su opinión con respecto de
la cuestión de México, aunque presumo que como él ha dicho, ha de participar de la
opinión de éste que no quiere una Monarquía europea en México”63
En donde ambos, Romero y Juárez, dejan al descubierto que sus verdaderos móviles
iban dirigidos a que una fuerza extranjera, los Estados Unidos de Norteamérica, resolvieran
el problema de la intervención.
Jesús González Ortega, se presentó en los Estados Unidos y Matías Romero elabora
un plan para allegarse simpatizantes a su causa, que le den los triunfos que se le negaron en
Puebla en mayo de 1863 “Nuestros amigos en Nueva York – ciudadanos de los Estados
Unidos – piensan dar una comida al Gral. (González) Ortega, para dar otra prueba de su
62 Benito Juárez Correspondencia Tamayo Tomo 10 (1003 pp) Carta de Matías Romero a Juárez en que le refiere su entrevista con el nuevo Presidente de los EU. Mr. Jonson de fecha abril 15 de 1865, pp 18-2163 Tamayo “Carta de Juárez a Santacilia” de 11 de mayo de 1865, op. cit. Tomo 10 p 22
simpatía por nuestra causa. Estoy procurando que en vez de tal comida, hagan un gran
meeting que nos será mucho más ventajoso bajo todos aspectos”64
Por su parte, González Ortega al dirigirse a Juárez, no cabe de gusto al percibir el
ánimo de la clase política y empresarial del gigante del Norte, comunicándole sus “éxitos
diplomáticos” al llegar a la ciudad neoyorquina, mismos que le fueron negados con las
armas en el Cerro del Borrego, derrota que por la forma en que se presentó, merecía la pena
de muerta ante torpeza infantil de haberse dejado sorprender estando dormida la tropa: “Ni
me he anunciado, ni he querido anunciarme en parte alguna; esto no obstante he tenido una
buena, muy buena recepción. He hablado con banqueros, comerciantes, generales y con
personas de todas las clases de esta sociedad, convenciéndome con esto más y más, de que
aquí el sentimiento por la causa de México, raya en delirio…La ley expedida por usted en
Monterrey circula impresa a millares”.
González Ortega se refiere al decreto que durante la estancia de Juárez en
Monterrey expidió fechado el 11 de agosto de 1864 “invitando a extranjeros que en lo
personal e independientemente de sus Gobiernos desearan servir en el Ejército mexicano…
Artículo 1º…a más de sus sueldos asignados por la ley al ejército un premio en terrenos al
término de la guerra, o cuando se inutilizaren en campaña. 2º…$1 000 de soldado a
sargento, de 1500 de subteniente a alférez o de alférez a capitán y de 2 000 para los jefes”65
Ante la actitud de algunos mexicanos frente la agresión, que reflejaba impotencia y
mezquindad “como el gobierno nunca abandonó la esperanza de obtener ayuda real de los
Estados Unidos, el ‘Periódico’ repetidamente mencionaba la justificación de la doctrina
Monroe”66, añadiendo que esta doctrina, constituida en un atentado a la soberanía de las
naciones latinoamericanas, mostró su verdadera dimensión durante la guerra del '47, misma
en la que México fue despojado de más de la mitad de su territorio por los mismos Estados
Unidos de Norteamérica y su “Destino Manifiesto”, por lo que apelar a la doctrina del
Presidente norteamericano James Monroe para oponerse a las vicisitudes de la intervención
europea, correspondía, por lo menos, a echarse en brazos de un verdugo para que nos
librara de otro.
64 Tamayo Tomo 10 p 3465 Tamayo p 35 Tomo 10, Carta de González Ortega a Juárez, mayo 9 de 1865.66 Scholes Walter V. Política mexicana durante el régimen de Juárez 1855-1872, FCE, México 1972, p 151
Walter Scholes, acierta al ubicar la intervención francesa “estando los Estados
Unidos comprometidos en una guerra civil, se presentaba una maravillosa oportunidad,
pues uno de los principales objetivos de la política francesa era dar jaque mate a
Norteamérica”67.
El mismo Iglesias en su revista, consigna su parecer, contrario, desde luego, al
interés nacional: “Una de las consecuencias inmediatas e indeclinables del restablecimiento
de la concordia (en E. U.), será la intervención de estos a favor del partido independiente de
México, para sostener la doctrina Monroe…caminarán las cosas el día en que,
desembarazado de las complicaciones interiores, pueda ya sin obstáculo grave marcar el
alto al audaz soberano que las aprovechó para la realización de sus tortuosos fines”68
El mismo Roeder llega a consignar que aunque Juárez estuvo mas de dos años
huyendo de los franceses, “cansado del papel necesario, pero sin gloria, del civil dirigiendo
la batalla detrás de las líneas”69, destaca que en el año de 1867 se llega a saber que Juárez y
otros se han hecho pagar “no 90 mil pesos como equivocadamente dijimos, sino cerca de
200 mil por haber llevado al Paso del Norte su carácter de Presidente, viajando siempre con
toda comodidad y sin exponerse a peligro alguno...en fin, por sí y ante sí y contra la
Constitución, reelegídose Presidente, suscitando con ese ilegal procedimiento un conflicto
innoble en momentos en que toda ambición debía deponerse ante el peligro de la patria”70.
“¡Juárez , salvador de la república! lo único que procuró siempre don Benito Juárez
fue poner a salvo su persona...era enérgico y valiente únicamente contra cualquier
pretendiente a su silla presidencial"71. A Juárez "lo fuimos a buscar al confín de la nación -
dijo “El Nigromante” - palpitante bajo los pliegues de una bandera extranjera (sic),
mientras los buenos mexicanos median sus armas contra los invasores...los insensatos que
recomiendan a Juárez...se estiman muy poco no ya como republicanos sino como hombres,
al creerse incapaces de hacer lo que ha hecho Juárez"72.
Resulta por lo menos lamentable, que el pueblo raso medía sus fuerzas contra los
invasores franceses aún en las peores condiciones, en donde “nuestros gloriosos generales,
supieron sacar provecho hasta de los niños, se pertrecharon con los arreos del vencido, o los 67 Ibídem. p 11168 Iglesias, “Advertencia” Saltillo, enero 22 de 1864, op. cit., p 347 69 Citado por Roeder op cit p 96970 Ibídem citado por Roeder p 101871 Ibídem Citado por Roeder p 105572 cit col
improvisaron con lo que pudieron; tuvieron por lecho las fragosidades de la sierra o los
pantanos de los valles; por techumbre, las inclemencias del cielo; por instrucción (militar),
las penalidades de toda especie; por libros y enseñanzas, el enemigo al frente, la bala en el
pecho y un barranco para sepultura, abrigando la inquebrantable fe en que su pelea sin
tregua y sin descanso, con hambre, sed, calor, frío... lo mismo en Sonora que en Veracruz;
en Chihuahua que en Tabasco y Chiapas; en Sinaloa, Michoacán o Oaxaca, en Tamaulipas
o Jalisco”73, mientras la clase política reclamaba la acción norteamericana para realizar lo
que ellos eran incapaces de hacer por cuenta propia, o, en el peor de los casos, porque
tenían ligada su suerte a la del imperio.
Es probable que la lógica de los juaristas empleada durante todo el período de la
intervención, se encuentre en notas como la siguiente, en donde por un lado da fe de los
deseos norteamericanos de “ayuda” y de su impotencia de saberse envueltos en una guerra
intestina, como, y resulta lo más sobresaliente, el de tratar de enlazar el destino de ambos
países, uno débil e invadido y el otro fuerte e imperialista. Dice Matías Romero: “...mas de
una persona me dijo ‘sosténganse ustedes un poco, que cuando nosotros terminemos
nuestra guerra civil nos encontraremos mas fuertes que nunca con un ejército de 500 mil
hombres’”74, aunque los objetivos confesados por Romero eran “comprar armas y mantener
nuestros ejército...(aunque) la considerable fuerza naval (de los invasores) es demasiada
grande para México y no puede estar dirigida sino contra los Estados Unidos...que es guerra
de las instituciones monárquicas contra las republicanas”.75.
En otra carta enviada a Juárez, Romero confiesa sin ambages “si nosotros, pues,
hemos de tener que recurrir alguna vez a este país (EE.UU.) para que nos ayude a arrojar a
los franceses del nuestro; (y si) hay peligro grave de que perdamos una porción de
territorio, parece que la política más sabia y patriótica (sic) sería la que tratara de reducir la
pérdida a la menor porción posible”76.
73 Moreno Daniel, op. cit. p XVI74 Tamayo, Jorge L., Benito Juárez, Documentos, Discursos y Correspondencia, Secretaría del patrimonio Nacional, México 1966, Tomo 5, 911 pp, 1º de enero de 1862, p 52175 cit. col.76 Sierra, Justo, Juárez, su obra y su tiempo, Obras Completas, XIII, UNAM, México 1984, 591 pp, p 434; Tamayo, op. cit. Tomo 9, 883 pp, p 451. En ambos casos, Tamayo y Sierra, atribuyen a la iniciativa personal de Romero este tipo de razonamiento, pero resulta obvio que Romero no actuaba por cuenta propia, sino que era el representante del gobierno de Juárez ante los EE.UU., independientemente de que al consultar la correspondencia, se observa que ésta es producto de un plan previamente concebido entre el emisor y el destinatario, en este caso Juárez, pues de otra manera no se comprende la razón de traer a cuento ésta y otras proposiciones.
Scholes, ante las quejas de Romero por la poca ayuda del gobierno de Lincoln,
asegura que “aunque los Estados Unidos nunca convinieron formalmente en proporcionar
ayuda, lo cierto es que el gobierno liberal recibió armas de aquel país incluso durante la
guerra de secesión, y el abastecimiento aumentó una vez que los Estados Unidos dieron fin
a su conflicto”.
“Por ejemplo - sigue diciendo Scholes - W. W. Mills, cobrador de aduanas en El
Paso durante el período en que Juárez se hallaba precisamente al otro lado del Río...declaró
que había proporcionado armas al gobierno republicano por diversos medios. El General
Sheridan asentó en sus memorias: ‘Durante el invierno y la primavera de 1866,
continuamos proporcionando secretamente armas y municiones a los liberales enviándoles
hasta 30,000 mosquetes' solo de Baton Rouge”77.
Fuentes Mares, pretendiendo minimizar la injerencia norteamericana durante la
intervención francesa, afirma que “el punto de queja, en lo fundamental, radicaba no en el
hecho de que el ejército francés se encontrara en México, sino en haber arruinado un
gobierno republicano `con el que los Estados Unidos simpatizaban muy profundamente'”78,
en donde en principio queda la duda acerca de lo adecuado que representa serle simpático
al coloso, el cual desde nuestro surgimiento a la vida independiente no cesó de
hostilizarnos, de intervenirnos, invadirnos y hasta mutilarnos. Ahora, que pretender que el
país que cuenta en su haber la negación de cualquier aspiración republicana, como lo es
precisamente el vecino del norte, decir que guardaba simpatías por la república juarista es
un verdadero exceso retórico.
Roeder no duda al declarar que las dimensiones de la crisis “superaban a la destreza
diplomática...el Presidente...afrontó la situación con franqueza y dio un ejemplo de
honradez política que lo acreditaba como hombre de Estado, reconociendo la debilidad del
país y la necesidad de acomodamientos y concesiones"79, lo que no es otra cosa que el
menosprecio al principio soberano del pueblo de México.
Bulnes critica duramente esta concepción, aunque no tan certeramente, cuando
declara: “Había una imbécil preocupación: nuestros gobiernos creían que la soberanía
residía en los diplomáticos...Otway había vendido su reconocimiento el 10 de agosto de
77 Scholes op cit p 15078 Mares Fuentes, José‚ Juárez el Imperio y la República, Ed. Grijalbo, México 1982, 357 pp, p 12079 Roeder op cit p 570
1858 a Zuloaga por el precio del aumento del 3 al 6% anual del rédito de la Convención
inglesa”80. Decimos que Bulnes no es tan certero porque llama torpeza a la franca traición.
De acuerdo con lo anterior, no se justifica proclamar a Juárez vencedor de los
franceses, mientras que “el gobierno de Juárez iba desintegrándose, y sus mejores
generales, Uraga, Doblado y Comonfort le habían dado a entender a los franceses que
estaban dispuestos a tratar...un agente francés había establecido contacto con
Sebastián Lerdo de Tejada...obteniendo de él una carta que indicaba su propia inclinación a
considerar un arreglo honorable con los franceses”81
La lealtad de los generales de Juárez era tan dudosa, que Zarco desesperaba del
porvenir de la patria: “Las cosas marchan mal, muy mal por acá. Nuestros jefes nos
abandonan todos los días...No hay pueblo en nuestro país...Por mi parte pienso salir a los
Estados Unidos y esperar allí el desenlace de la situación. Nuestro don Benito
está perdiendo todo con sus fantasías”82.
Zamacona revela tristemente la situación: “...nuestro gobierno se halla relegado en
un rincón del país, ignorado por las poblaciones...ha tomado un carácter anárquico y
destructor, fecundo solo en ruinas y en mal renombre para nosotros. En el curso de este
medio año no hemos hecho nada contra el enemigo - decía en 1864 - pero hemos dejado
que haga mucho contra el país y sus habitantes”83, Zamacona había sido funcionario en el
gobierno de Juárez, encargado de la negociación de las reclamaciones inglesas en el año de
1861.
Roeder nos da su propia impresión: “Manuel Ruiz fuera de combate, ni acá ni
allá...Ignacio Ramírez, retirado en un puerto del Pacifico, ridiculizaba al Presidente
perpetuo; Ignacio Altamirano, retirado en Acapulco, leía a Tasso; Zarco contemporizaba en
los Estados Unidos. Doblado había pasado la frontera; los demás no estaban muy lejos de
ella”.84
“El Presidente se vio reducido, por fuerza, al papel de un espectador de la lucha, sin
la posibilidad de ejercer mas que un control remoto y formal sobre la resistencia"85, y toda
vez que para él no existía mas que el peso que pudiera existir fuera, cavilaba acerca de que 80 Bulnes, Francisco, El verdadero Juárez, op cit p 4481 Roeder op cit pp 796-79982 Ibídem p 80083 Roeder p 84184 Ibídem p 84585 Ibídem p 844
“lo único que nos puede dar (Washington) que nos sirve de mucho, es su apoyo moral, no
reconociendo a Maximiliano y manifestando su deseo de que Napoleón retire sus
fuerzas...el rompimiento de Austria y la Prusia, una reacción del partido liberal y
oposicionista en Francia, y el agotamiento de los recursos de Maximiliano para crearse un
ejército‚ que lo sostenga...la sombra creciente del militarismo prusiano era un motivo más
para expeditar la repatriación de las tropas de México”86.
La desesperación en que un impulso del exterior haga desistir a los franceses,
Juárez, según Roeder, llega a fantasear con respecto al carácter de Bismarck, en una carta
dirigida a Santacilia, “convenga Ud. conmigo que Bismark es un hombre de progreso,
porque ha logrado poner alarma y en movimiento a los demás lobos de Europa. ¡Dios (sic)
lo mantenga en su firmeza para que el incendio no se apague, sino que devore el último
opresor de aquella parte del mundo!”87.
Sin embargo era indiscutible que Juárez no confiaba todo a la fortuna: que venciera
el Norte sobre el Sur en EU.; que venciera Bismark en Europa; que los liberales franceses
se impusieran a Napoleón III; que éste abandonara a Maximiliano o que por fin, el
Habsburgo se aburra de una situación insostenible, razón por la cual hubo de mover a sus
agentes en Washington o en cualquier parte de Norteamérica, para hacer progresar sus
planes, pues justamente de esta época son los tratados a que nos hemos de referir y que
prueban fehacientemente que no era el interés nacional el que importaba en esta situación
de emergencia:
Según la correspondencia, Manuel Doblado y Matías Romero urdieron un plan para
que el primero se presentara como particular a ofrecer a los Estados Unidos en venta la
Baja California y una parte de la Sonora88, maquinación un tanto absurda si partimos del
hecho de que para las grandes potencias es más seguro y provechoso tratar de gobierno a
gobierno que con un intermediario particular; maquinación absurda porque parte de la idea
de que el gobierno de los EU. pudieran desconocer los antecedentes de Doblado;
maquinación en fin, que evidencia el carácter indigno de la representación mexicana en el
exterior; los fines declarados (*) muestran infantilismo de ser ciertos o presuponen estulticia
86 Ibídem pp 927-92987 Apud p 96688 Tamayo, op. cit. Tomo 5, Correspondencia de Romero, 22 de octubre de 1864, p 442; Ibídem. Roeder p 871(*) “Descubrir las intenciones del gobierno norteamericano con respecto al reconocimiento solicitado por el gobierno de Maximiliano”
en la opinión publica de ser falsos; en fin que son deleznables desde cualquier punto de
vista que se les mire.
También es digno de mención el Tratado José‚ Ma. Carvajal (Gobernador de
Tamaulipas y de San Luis Potosí) - Daniel Woodhouse del 15 de mayo de 1865, en el cual
el primero se comprometía a conceder “250 leguas cuadradas situadas en Tamaulipas y
otras 250 en S.L.P a la compañía del segundo; así como 2,136 minas situadas en los
mismos estados de la república, compuestas de siete pertenencias de 240,000 varas
cuadradas, equivalentes a 50 acres cuadrados cada una; con una concesión de 10 años con
posterioridad al fin de la guerra a cambio de recibir y negociar la venta de treinta millones
en bonos del Gobierno de los Estados Unidos de México, gozando la Compañía de una
comisión del 5% sobre todas las cantidades realizadas por la venta de bonos.”89.
Justo Sierra al comentar el citado convenio en su Juárez, su obra y su tiempo, acepta
que el convenio existió, aunque se lamenta que “después de causar mil disgustos produjo
sólo tres cargamentos de armas y municiones, malas en su totalidad y de influencia nula en
los acontecimientos.”90.
El triunfo en Richmond del Norte sobre el Sur en abril de 1865, trajo nuevas
propuestas, pues fue entonces cuando Juárez dio instrucciones a Romero para que
gestionara ante el Presidente Johnson “la entrada de sesenta mil hombres de los que iban a
ser inmediatamente licenciados” a cambio de ofrecerles tierras mexicanas para que se
quedaran y a los generales y a los oficiales de ese ejército norteamericano, fuertes sumas de
dinero por si preferían regresar a su país, y la opción de que “el jefe de la expedición y el
ejército‚ auxiliar estarían sujetos a las leyes mexicanas y a las órdenes del gobierno de la
República”.91
Sin embargo al final del texto del Artículo 3ro del Tratado Schofield-Romero se
terminó estableciendo que “por creerse así conveniente, la organización de este cuerpo de
ejército‚ será la que previenen las leyes de los Estados Unidos”.92.
89 Romero, Matías. Contratos hechos en los Estados Unidos por los comisionados del gobierno de México durante los años de 1865 y 1866, p 55, Secretaría de Relaciones Exteriores, México 1868.90 Justo Sierra op. cit. p 517-51891 Ibídem. pp 518-51992 Iglesias Calderón, Fernando. Las supuestas traiciones de Juárez, FCE, México 1972, p 567
Juárez pretende que Matías Romero “actúa de muy buena intención gestionando
compromisos inconvenientes para México”93 intentando deslindar a su gobierno del asunto,
no obstante Roeder en su obra Juárez y su México no deja dudas en tanto que pone en boca
del entonces Presidente lo siguiente: “Si esa República...quisiera prestarnos un auxilio de
fuerza o de dinero, sin exigirnos condiciones humillantes...nosotros aceptaríamos y en ese
sentido se le han dado instrucciones a nuestro ministro”94.
Lo mismo debe suponerse que existió en el caso del Convenio José María Iglesias-
Jacobo P. Leese de fecha 30 de marzo de 1864, mediante el cual se le cedía la península de
Baja California al norteamericano para su colonización.
Seward‚ Secretario de Estado del Presidente Johnson, no autorizó el Tratado
Schofield-Romero, “ni las simpatías del General Grant, ni las de un tal Sherman”95 por lo
que “intervino y mandó al general a París con el encargo, según su expresión, de extender
la pierna debajo de la poltrona de Napoleón y pedirle diplomáticamente que saliera de
México” en agosto de 1865.
“Seward (invitó) al gobierno francés a fijar una fecha para la evacuación; y sin
esperar otra intimación, Napoleón la anticipó para enero de 1866; y simultáneamente
informó a Washington en el mismo sentido...Seward había iniciado el principio del fin”96
según las propias palabras de Roeder, al que se le puede acusar de todo, menos de ser
antijuarista.
Del cubano Pedro Santacilia, yerno de Juárez y su agente confidencial en los
Estados Unidos, hemos recogido una serie de cartas enviadas a Juárez, en que por un lado
se confirma lo expuesto por Roeder, y por el otro, nos muestra la desfachatez que privaba
entre las huestes juaristas, alejadas de cualquier sentimiento popular y patriótico: “El
Times, el Post y otros periódicos de Inglaterra, dicen, refiriéndose a sus corresponsales en
Paris, que Luis Napoleón ha resuelto sacar sus fuerzas de México y añaden que para
septiembre próximo no habrá un solo soldado en México. Dicen esos papeles que el
Emperador ha tomado esa resolución así para evitar un choque con los Estados Unidos
como por razón de economía, etcétera. Veremos.”97
93 Ibídem p 56994 Roeder op. cit. p 87695 Ibídem pp 879-88096 Ibídem p 90697 Tamayo Tomo 10 , p 439
En el libro de José González se encuentra además este párrafo de Santacilia que
exhibe la política juarista con toda amplitud: “Yo creo, en efecto, que si Mr. Johnson
hablara en términos claros sobre la doctrina Monroe, y si el Congreso enseguida tomase a
su cargo el asunto, veríamos desaparecer como el humo el trono del tudesco...El Gobierno
Americano ha mandado que se alisten todos los buques de guerra, ha dispuesto además, que
no se venda más material de guerra y que cesen los licenciamientos del ejército que ocupa
Texas ¿Tendrá esto algo que ver con nuestros negocios?. Ojalá”. José González Ortega,
añade en tono irónico “Su único pensamiento gris era la ‘canalla’ que se atrevía a ponerle
en peligro su buena vida.”98
Mas adelante el mismo Santacilia, en una larga exposición, sin asomo de pudor, se
encarga de ilustrar a Juárez acerca de lo que conforman los planes del gobierno de
Norteamérica que según él favorecen a nuestro país, planes con los que desde luego
muestra su conformidad, mostrándose descarnado y hasta sicalíptico, despojado de
cualquier rasgo de dignidad soberana:
“Mi querido padre y amigo...El nombramiento de un Ministro para la República Mexicana, la elección del Gral. Logan para este puesto, las palabras significativas de Grant, el mismo discurso de Mr. Seward en Auborn, el estado de la opinión pública, el tono de la prensa en general, los editoriales del Times, considerado órgano del Ministro de Relaciones, la orden para que salgan a situarse en Texas todos los escuadrones del ejército americano, el hecho de poner toda esa caballería a las órdenes del Gral. Merrit que es nuestro en cuerpo y alma, la disposición para que cesen los licenciamientos de la tropa y para que no se vendan los materiales de guerra pertenecientes al gobierno, el relevo del Gral. Steel porque aceptó una invitación de Mejía y comió con este en Matamoros, la idea de retirar los batallones de negros mandando fuerza buena y escogida a la frontera, todo esto, en estas circunstancias es de grandísima importancia como Ud. debe comprender y mucha prudencia necesita Napoleón y mucho tacto sobre todo, si quiere como es probable, evitar una guerra con esta gran nación”.99
José González añade a la cita el siguiente comentario ingenuo: “El señor Santacilia
se frotaba las manos ante la perspectiva de una invasión armada de los Estados Unidos
sobre nuestra patria. Esto le parecía bien. En cambio le parecía mal que Aureliano Rivera
‘hablase’ ¿Quién era Aureliano Rivera? De sobra lo sabemos, un patriota y un luchador
contra los conservadores y el Imperio, no por correspondencia, sino con las armas en la
mano”
98 Carta de De Santacilia a Juárez. Nueva York, 15 de noviembre de 1865. Caja 12/151/1359, citada por José González, op. cit. p 28499 “De Santacilia a Juárez. Nueva York, 25 de noviembre de 1865. Caja 12/154/1362, citado por González pp 285-287; Tamayo op. cit., Tomo 10 p 443.
Posteriormente, Santacilia, de acuerdo con las noticias del momento, advierte a
Juárez sobre los movimientos de reconcentración de tropas que realiza Bazaine, que para él
son una señal ineludible de que los franceses han captado lo que representan las
movilizaciones fronterizas norteamericanas: “New York, 30 de noviembre de 1865. (Sr.
Benito Juárez). Mi querido padre y amigo…el abandono de Chihuahua no es un hecho
aislado y falto de importancia, sino el principio, digámoslo así, de un nuevo plan concebido
por él Gral. Bazaine, que va a dar y pronto magníficos resultados. El jefe francés,
justamente alarmado con el giro que van tomando las cosas en este país (EU), ha creído
prudente reconcentrar todas sus fuerzas en Durango, San Luis Potosí y México, a fin de no
estar débil por el fraccionamiento de su tropa, si, como teme, hay el día menos pensado un
rompimiento formal entre los Estados Unidos y el Emperador su señor.”100
Para Santacilia las cosas pintan inmejorablemente, no por la acción de un
imaginario ejército republicano, a quien nombra “miserables”, ni por la resistencia real que
los chinacos oponían a los invasores, a los que el cubano simplemente desdeña, sino por la
acción decidida de los Estados Unidos, que representan para él a los guardianes
indiscutibles de nuestra soberanía, razón por la que se muestra relajado “Dice Zarco y dice
bien, que una de las pruebas de que nuestros asuntos van perfectamente es que ya los
liberales de México empiezan a escribir cartas afectuosas. Antes no querían saber de
nosotros ¡Miserables!”; poniéndose en evidencia más adelante al recordar los diligencias
fracasadas en que se ofrecían jirones del país a los filibusteros norteamericanos que
vendrían a combatir a los franceses “Ayer dijo un periódico que el Gobierno americano
había autorizado al Gral. Logan para ofrecer diez millones de pesos en cambio de no se qué
pedazo de territorio nacional. Hace algunos días me habló Plumb de alguna cosa parecida, a
la que no di ninguna importancia como era natural ¿Qué habrá? ¿Pensarán sacar otra vez a
Ud. los proyectos de Doblado en que figuró también el amigo Mr. Plumb?” Para rematar
poniendo sus esperanzas en el mensaje que daría el Presidente norteamericano fijando su
posición ante el conflicto mexicano “...Dicen los papeles que Napoleón ha diferido la
reunión del Cuerpo Legislativo hasta saber lo que dice Johnson en su esperado
mensaje...Hemos perdido nueve meses desde abril hasta la fecha, esperando la acción
oficial del gabinete americano”, nota que acompaña José González con un “Espléndida
100 Tamayo op. cit., Tomo 10 p 455
confesión. La actuación del juarismo se limitaba a aguardar que los yankis arrojarán a
nuestro invasor.”101
Sin embargo, el mensaje de Johnson no cumple con todas las expectativas de Pedro
Santacilia, no obstante que en el texto se advierte que todo está perdido para Napoleón y
que la suerte de México, quien no figuraba en los negociaciones, la decidirían las grandes
potencias ante la impasibilidad de Juárez “...supongo que el Sr. Romero escribirá a Ud.
muy desencantado al remitirle el esperado mensaje de Mr. Johnson, porque imaginaba que
este funcionario diría algo más al hablar de nuestros asuntos...El mismo mensaje dice, que
la cuestión de México es objeto de discusión entre el Gobierno de los Estados Unidos y el
Gobierno francés, y antes necesitamos saber lo que pide este país para calcular lo que se
propone respecto de nosotros...muestra bien a las claras que hará respetar la doctrina de
Monroe.- Hoy anuncia el corresponsal del Herald de Washington, que hay noticias del Paso
hasta el 10 del pasado, que Ud. se disponía a volver a Chihuahua y que todos los oficiales
americanos habían dado a Ud. un baile”102
La frase que Matías Romero había escuchado en Estados Unidos y que remitió a
Juárez, “sosténganse ustedes un poco, que cuando nosotros terminemos nuestra guerra civil
nos encontraremos mas fuertes que nunca con un ejército de 500 mil hombres”, parecía
guiar todas las acciones del llamado “Benemérito”, pues éste confiesa que no teniendo
noticias de México, y aunque representara una soberana aberración, lo mejor era celebrar la
independencia de México con norteamericanos. La carta dice así:
“De Juárez a Santacilia ‘Mi querido hijo.- El 16 de septiembre hicimos un baile en celebridad del aniversario de la Independencia, y convidamos a los americanos de Franklin que vinieran con sus familias, y yo procuré atenderlos con la preferencia y atención debidas; de lo que quedaron muy contentos...Anoche nos correspondieron con otro baile que me dedicaron en una casa de esta población. Estuvieron muy finos conmigo y con todos los que me acompañaban.- Por supuesto, se bailó, se bebió y se brindó por el triunfo de la República y por mi regreso a Chihuahua...Como no hemos recibido correspondencia de ésa por el último correo, nada sé de lo que pasa en México. Tal vez en Chihuahua sepa algo importante y lo comunicaré a Ud. oportunamente.- suyo Benito Juárez.”103
Cuando por fin Johnson lanzó la añorada amenaza a Luis Napoleón para retirarse de
México, nada menos que a nombre de la terrible Doctrina Monroe, los juaristas pudieron
101 De Santacilia a Juárez, Nueva York, 2 de diciembre de 1865. Caja 12/156/1364, González, op. cit., p 294102 De Santacilia a Juárez. Nueva York, 8 de diciembre de 1865, Caja 12/157/1365, González pp 294-295, Tamayo op. cit. p 460, Tomo 10.103 Tamayo op. cit., p 437, Tomo 10; González, op. cit., p 300,
respirar tranquilos, la causa se había salvado perdiéndose la soberanía. Esta carta,
recopilada por Tamayo y copiada por José González directamente del archivo personal de
Juárez, contiene un dato significativo y es que está fechada en El Paso, Texas, E. U. A., lo
cual desmentiría a quienes aseguran que Juárez no abandonó nunca el territorio nacional:
“De Juárez a Santacilia. El Paso, 12 de enero de 1866. ‘La noticias que me comunica Ud.
de México son muy importantes, no menos que las resoluciones de Mr. Johnson de sostener
invariablemente la doctrina Monroe, y todo indica que la causa de México saldrá triunfante
al fin, a pesar de cuanto más hagan los invasores para conservarse otro poco de tiempo en el
país”104
Juárez reconoce y agradece a su aliado norteamericano el que haya definido la
terminación de la guerra, “Las contestaciones de Mr. Seward al gobierno francés‚ equivalen
a una batalla ganada y me confirman el cálculo que había yo formado de que en este año, si
no triunfamos por completo, por lo menos mejorará nuestra causa un ciento por ciento”105,
y como corolario y para que no quedara ninguna duda con respecto a la intromisión
norteamericana en la conclusión de la guerra de intervención francesa “Su esposa
(Margarita Maza) de repente se encontró con asombro suyo en plena actividad política. Las
tarjetas de visita...llenaron la legación; en la Casa Blanca se organizó en su honor una
recepción, la primera...desde la toma de posesión del Presidente Johnson. Seward la
agasajó...con una cena íntima...dos días mas tarde, la invitó a visitar el Departamento de
Estado...el general Grant le ofreció un baile que hizo sensación en el mundo oficial...(el)
Presidente...abandonó una vez mas su acostumbrado retiro para hacer honor a su
huésped.”106.
Estos elementos nos deben proporcionar una visión más precisa acerca de la
situación que guarda el país, reconociendo que “el triunfo” del juarismo se fincó en el
extranjero, a través de una ficticia defensa de la soberanía nacional en lo militar, y una
confianza excesiva en la intervención norteamericana para expulsar a los franceses.
Como puede fácilmente advertirse, el legado juarista ha permeado a la clase política,
y aún clerical, del México actual, por lo que se requiere replantearnos el concepto de
soberanía, ampliarlo y enriquecerlo para estar en condiciones de escribir nuestra historia.
104 Tamayo Tomo 10, p 526; González p 310105 Roeder, op. cit., p 924106 Col. Cit.