Colección Tesis destacadas en Ciencias del Lenguaje
Editada por
Vıctor M. Castel
La coleccion reune en forma de libros digitales algunas de las mejores tesis en Ciencias del Lenguaje defendidas con la calificacion de Sobresaliente o Sobresaliente con Mención de Honor dentro del Doctorado en Letras de la Facultad de Filosofıa y Letras de la Universidad Nacional de Cuyo.
Volumenes publicados
Garcıa, Adolfo M. (2014) Hacia un modelo neurocognitivo de la equivalencia a nivel lexémico:
procesos traductológicos en términos de redes relacionales
Volumenes por aparecer
Grisel Salmaso (2014) Estructuras y acciones verbales de instancias narrativas de entrevistas
de admisión en centros infanto juveniles de la Provincia de Mendoza
Coleccion Tesis destacadas
en Ciencias del Lenguaje Editorial FFyL y Ediciones ILyCE
Instituto de Lenguas y Culturas Extranjeras Facultad de Filosofıa y Letras Universidad Nacional de Cuyo
Mendoza, Argentina
ADOLFO M. GARCIÍA
HACIA UN MODELO NEUROCOGNITIVO DE LA EQUIVALENCIA A NIVEL LEXEÍ MICO:
PROCESOS TRADUCTOLOÍ GICOS EN TEÍ RMINOS DE REDES RELACIONALES
© 2014, Editorial de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Cuyo © 2014, Ediciones ILyCE Editorial de la Facultad de Filosofía y Letras Universidad Nacional de Cuyo Centro Universitario Parque Gral. San Martín Casilla de Correo 345 5500 Mendoza República Argentina Contacto editorial: [email protected] Página facultad: http://ffyl.uncu.edu.ar Contacto Colección Tesis destacadas en Ciencias del Lenguaje: [email protected] Idea, diagramación, composición y diseño: Gráfica Brovedá Primera edición: 2014
García, Adolfo M.
Hacia un modelo neurocognitivo de la equivalencia a nivel lexémico:
procesos traductológicos en términos de redes relacionales.
1a ed. Mendoza: Editorial FFyL y Ediciones ILyCE, 2014.
E-Book (Colección Tesis destacadas en Ciencias del Lenguaje / Castel, Víctor M.)
ISBN 978-950-774-245-3
1. Bilingüismo. 2. Traducción. 3. Neurolingüística. I. Título.
CDD 418.02
Fecha de catalogación: 23/06/2014
Agradecimientos
Según consta en la tapa y los encabezados de este documento, soy el único autor de la presente Tesis. El monopolio de responsabilidades que supone dicha cópula sólo es justo en un sentido: todos los errores que pudieran advertirse a continuación deberán imputárseme enteramente a mí. Sin embargo, ni la tapa ni los encabezados reflejan que los posibles méritos de este trabajo se deben a los aportes de múltiples personas. Valgan estas líneas como reconocimiento a su indispensable colaboración.
En el plano institucional, agradezco a la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Cuyo por cobijar mi formación doctoral. Es sincero mi aprecio por la cálida y diligente atención que siempre me brindó la Secretaría de Posgrado de la Facultad, en general, y su responsable, la Magíster Ana María Miret, en particular. También doy las gracias al Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas por aceptarme entre sus becarios y posibilitar que el estudio y la investigación se convirtieran en mis actividades primordiales durante estos últimos años.
Guardo, también, una deuda de gratitud con mi Director, el Dr. Víctor M. Castel, y con mi Codirector, el Dr. José María Gil. Sus enseñanzas y apoyo (presentes desde antes de mi labor como doctorando) han sido instrumentales para el avance de mi carrera. Igualmente decisivas han sido mis interacciones con la Dra. Heidi Bender (del Hospital Mount Sinai y el New York Neuropsychology Group, ambas instituciones neoyorquinas), el Profesor Sydney Lamb (de la Universidad Rice, en Houston) y el Profesor Michel Paradis (de la Universidad McGill, en Montreal). Debo a ellos buena parte de mis conocimientos sobre neuropsicología y neurolingüística, amén de mi inserción en estimulantes círculos académicos internacionales.
Asimismo, agradezco al Dr. Agustín Ibáñez (Director del Laboratorio de Psicología Experimental y Neurociencias del Instituto
de Neurología Cognitiva, en Buenos Aires) y al Dr. David Huepe (Director del Laboratorio de Neurociencias Cognitivas y Sociocognición, de la Universidad Diego Portales, en Santiago de Chile) por sumarme a sus equipos de investigación y compartir conocimientos, bibliografía e instrumentos. Ellos también son destinatarios de mi gratitud (al igual que Álvaro Rivera-Rei, Carlos Gelormini Lezama, Alex Houck y Sumeer Chadha) por ayudarme a realizar el experimento que se documenta en el Capítulo 6.
Fuera del plano académico, es invaluable el apoyo que he recibido por parte de amigos, alumnos y familiares. En particular, sin la gratísima cotidianeidad de mis padres, Raúl y Elba, mi abuela Dora, mi hermano, Francisco, y mi novia, María, el arduo trabajo que subyace a esta Tesis habría sido, simplemente, inabordable.
Resumen
El estudio de la equivalencia interlingüística es clave para la traductología y la psicolingüística del bilingüismo. En esta Tesis se formula un modelo neurocognitivo de la equivalencia a nivel lexémico. Las hipótesis subyacentes se derivan del Modelo Jerárquico Revisado y del Modelo Declarativo/Procedural. A su vez, se recurre al aparato notacional de la Teoría de Redes Relacionales para visualizar postulados neurocognitivos. Una revisión de 21 casos de neuropatologías traductoras y nueve estudios de neuroimagen sustenta las siguientes conclusiones: las rutas de procesamiento de equivalencias se emplazan enteramente en el hemisferio izquierdo; existen rutas neurales independientes para la traducción lexémica y la producción monolingüe, para la traducción directa y la inversa, y para la traducción estructural y la conceptual; además, la traducción de palabras y la de oraciones dependen diferencialmente de áreas témporo-parietales (memoria declarativa) y de estructuras frontobasales (memoria procedural), respectivamente. Por añadidura, un experimento conductual original demuestra que la experticia traductora no modula los efectos de direccionalidad, cognado y concretud en traducción lexémica, pero sí fortalece las conexiones neurales entre equivalentes, sobre todo en las etapas iniciales de formación en traducción.
Abstract
The exploration of interlingual equivalence is crucial for translation studies and the psycholinguistics of bilingualism. This Thesis sets forth a neurocognitive model of equivalence at a lexemic level. Its underlying hypotheses are derived from the Revised Hierarchical Model and the Declarative/Procedural Model. The notational resources of Relational Network Theory are used to diagram specific neurocognitive postulates. A review of 21 cases of translation neuropathologies and nine neuroimaging studies supports the following conclusions: equivalence-processing routes are entirely left-lateralized; there are independent routes for translation, as opposed to monolingual speech production; backward, as opposed to forward, translation; and form-based, as opposed to conceptually mediated, translation. Available data further indicates that word and sentence translation are critically subserved by posterior brain areas implicated in declarative memory, and by frontobasal areas implicated in procedural memory, respectively. Furthermore, an original behavioral experiment shows that translation expertise does not modulate directionality, cognate, and concreteness effects in lexemic translation, but it does strengthen the neural connections between equivalents, especially during the early stages of formal translation training.
Nota preliminar
Este volumen recoge la Tesis por la que el autor se adjudicó el título de Doctor en Letras en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Cuyo. La misma fue presentada ante la Secretaría de Posgrado el 21 de mayo de 2013 y defendida el 14 de febrero de 2014. El Jurado, conformado por los Doctores Pascual José Masullo, Gisela Elina Müller y Costanza Padilla, le otorgó la calificación de Sobresaliente con Mención de Honor. Las perspicaces observaciones de los evaluadores fueron debidamente incorporadas al trabajo. Parte de los contenidos son adaptaciones de publicaciones previas del autor, a saber:
García, Adolfo M. (2012a). Traductología y neurocognición: Cómo se organiza el sistema lingüístico del traductor. Córdoba: Editorial de la Facultad de Lenguas de la Universidad Nacional de Córdoba.
García, Adolfo M. (2012b). “La Teoría de Redes Relacionales: Correlatos neurológicos de un modelo lingüístico conexionista”. Onomázein 26, 221-257.
García, Adolfo M. (2013). “Brain activity during translation: A review of the neuroimaging evidence as a testing ground for clinically-based hypotheses”. Journal of Neurolinguistics 26(3), 370-383.
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Colección Tesis destacadas en Ciencias del Lenguaje
Índice
Índice de contenidos
NÓMINA DE ABREVIATURAS ………………………………………………………………………………………...... 19
CAPÍTULO 1 HACIA UN MODELO NEUROCOGNITIVO
DE LA EQUIVALENCIA TRADUCTORA
1.1. Introducción ………………………………………………………………………………………………… 21
1.2. Estado de la cuestión …………………………………………………………………………….......... 23
1.2.1. La importancia teórica y práctica del constructo ‘equivalencia’ ………… 23
1.2.2. Contribuciones de estudios no cognitivistas …………………………………… 25
1.2.3. Contribuciones de estudios cognitivistas ………………………………………… 27
1.3. Fundamentación del problema de investigación y objetivos de la Tesis ………….. 30
1.4. Sustento teórico ………………………………………………………………………......................... 34
1.4.1. El RHM: Organización funcional del sistema bilingüe ……………………… 35
1.4.2. El MDP: Aspectos neuroanatómicos del sistema bilingüe ………………… 37
1.4.3. El rol de la experticia traductora ……………………………………………………. 40
1.5. Formulación de hipótesis ………………………………………………………………................... 40
1.5.1. Hipótesis sobre la organización neurofuncional de las rutas que procesan equivalentes lexémicos ……………………………………………
40
8 Adolfo M. García
1.5.2. Hipótesis sobre la localización neuroanatómica de las rutas que procesan equivalentes lexémicos …………………………………………….
41
1.5.3. Hipótesis sobre el impacto de la experticia traductora en la fuerza de las conexiones entre equivalentes ……………………………………………..
42
1.5.4. Resumen de hipótesis ………………………………………………………………….... 43
1.6. Metodología ………………………………………………………………………………………………….. 45
1.7. A propósito de la variable ‘modalidad traductora’ ………………………………….......... 50
CAPÍTULO 2 PRINCIPIOS DE NEUROANATOMÍA Y NEUROFISIOLOGÍA
2.1. Organización macroanatómica del cerebro ………………………………………................. 55
2.1.1. Algunas estructuras subcorticales …………………………………………………. 57
2.1.2. La neocorteza ………………………………………………………………………........... 58
2.2. Neurofisiología: Neuronas y sinapsis ………………………………………………………………. 63
2.2.1. Conexiones interneuronales: Tipos y principios básicos …………………… 65
2.2.2. Minicolumnas corticales y redes funcionales: La representación como trabajo neuronal en equipo ……………………………………………………………
70
2.3. Implicancias de los principios neurológicos para un modelo neurocognitivo de la traducción ……………………………………………………………………..
75
CAPÍTULO 3 LA TEORÍA DE REDES RELACIONALES
3.1. Brevísima reseña de la Teoría de Redes Relacionales …………………………………...... 77
3.2. Elementos notacionales de la teoría ………………………………………………………………. 79
3.3. Representación notacional de los principios de conectividad neuronal …………… 84
Hacia un modelo neurocognitivo de la equivalencia 9
3.3.1. Una nexión representa una minicolumna cortical o una red funcional ………………………………………………………………………..
84
3.3.2. Bidireccionalidad y conexiones recíprocas entre áreas …………………… 87
3.3.3. Longitud de las conexiones …………………………………………………………….. 88
3.3.4. Cambios en la fuerza de las conexiones y en los umbrales de los nodos ……………………………………………………………………………………
89
3.3.5. Tipos de conexiones: larga y corta distancia, excitación e inhibición … 92
CAPÍTULO 4 ORGANIZACIÓN NEUROFUNCIONAL
DE LAS RUTAS TRADUCTORAS
4.1. Organización neurofuncional: Recapitulación de hipótesis ……………………………… 97
4.2. Organización neurofuncional de la L1 y la L2 …………………………………................... 98
4.2.1. Ocho patrones de restitución en la afasia bilingüe …………………………… 99
4.2.2. Hipótesis sobre la organización funcional de la L1 y la L2 ……………….. 103
4.2.2.1. La hipótesis del sistema extendido …………………………………………… 103
4.2.2.2. La hipótesis del sistema dual …………………………………………………… 105
4.2.2.3. La hipótesis del sistema tripartito …………………………………………….. 106
4.2.2.4. La hipótesis de los subsistemas ………………………………………………… 109
4.2.3. Una perspectiva neurocognitiva sobre la parcialidad de las relaciones de equivalencia: El modelo de tres almacenes …………………………………
112
4.3. Evidencia sobre la organización neurofuncional de las rutas traductoras ………… 117
4.3.1. Incapacidad traductora …………………………………………………………………. 118
4.3.2. Conducta traductora paradójica …………………………………………………… 124
10 Adolfo M. García
4.3.3. Traducción sin comprensión ………………………………………………………….. 128
4.4. Contrastación de hipótesis neurofuncionales …………………………………………………. 130
4.4.1. Independencia neurofuncional de las rutas que sustentan la traducción estructural y la conceptual …………………………………………
130
4.4.2. Independencia neurofuncional de las rutas traductoras ………………… 133
4.4.3. Independencia neurofuncional de las rutas de TD y TI …………........... 136
4.5. Organización neurofuncional de las rutas traductoras: Conclusión …………………. 138
CAPÍTULO 5 LOCALIZACIÓN NEUROANATÓMICA
DE LAS RUTAS TRADUCTORAS
5.1. Localización neuroanatómica: Recapitulación de hipótesis ……………………………… 139
5.2. El MDP: Localización de los subsistemas de la L1 y la L2 en el cerebro bilingüe … 140
5.2.1. Lateralización del sistema bilingüe ………………………………………………… 140
5.2.2. Léxico, semántica y gramática en el cerebro bilingüe ………………………. 142
5.3. Evidencia sobre la localización neuroanatómica de las rutas traductoras ………… 145
5.3.1. Traducción compulsiva …………………………………………………………………… 145
5.3.2. Evidencia de neuroimagen …………………………………………………………….. 151
5.3.2.1. Estudios sobre la traducción de palabras ………………………………… 153
5.3.2.1.1. Discusión y conclusiones ………………………………………………… 155
5.3.2.2. Estudios sobre la traducción de oraciones ………………………………… 157
5.3.2.2.1. Discusión y conclusiones ………………………………………………… 160
5.3.2.2.2. Comparación con los estudios sobre la traducción de palabras ……………………………………………………………………
161
Hacia un modelo neurocognitivo de la equivalencia 11
5.3.2.3. Estudios sobre la traducción de textos supraoracionales …………… 162
5.3.2.3.1. Discusión y conclusiones ………………………………………………… 165
5.3.2.3.2. Comparación con los estudios sobre la traducción de oraciones …………………………………………………………………..
167
5.3.2.3.3. Comparación con los estudios sobre la traducción de palabras …............................................................................
169
5.3.2.4. Brevísima discusión general de la evidencia neurofisiológica y de neuroimagen ……………………………………………………………………
169
5.4. Contrastación de hipótesis neuroanatómicas ………………………………………………….. 170
5.4.1. Rol crítico de las áreas témporo-parietales (memoria declarativa) para la traducción de unidades lexémicas …………………………………......
170
5.4.2. Rol crítico de las áreas frontobasales (memoria procedural) para la traducción de oraciones ………………………………………………………
173
5.4.3. Lateralización izquierda de las rutas traductoras ……………………………. 175
5.5. Localización neuroanatómica de las rutas traductoras: Conclusión ………………… 177
CAPÍTULO 6 EL IMPACTO DE LA EXPERTICIA TRADUCTORA
EN LA FUERZA DE LAS CONEXIONES ENTRE EQUIVALENTES
6.1. Experticia y fuerza de las conexiones: Recapitulación de hipótesis ………………… 179
6.2. Un experimento sobre la relación entre experticia traductora y fuerza de las conexiones entre equivalentes …………………………………………………
181
6.2.1. Fundamentos del experimento ……………………………………………………… 181
6.2.2. Método ………………………………………………………………………………………… 183
6.2.2.1. Participantes …………………………………………………………………………… 183
6.2.2.2. Estímulos ………………………………………………………………………........... 185
12 Adolfo M. García
6.2.2.3. Diseño y procedimiento …………………………………………………………… 186
6.2.2.4. Análisis estadístico ……………………………………………………….............. 188
6.2.3. Resultados …………………………………………………………………….................... 188
6.2.3.1. Respuestas inválidas ………………………………………………………………. 188
6.2.3.2. Tiempos de respuesta ……………………………………………………………… 189
6.2.3.2.1. ANOVA: Efectos principales …………………………………………… 189
6.2.3.2.2. ANOVA: Efectos de interacción ………………………………........... 190
6.3. Contrastación de hipótesis sobre el rol de la experticia traductora en la fuerza de las conexiones entre equivalentes …………………………………….......
191
6.3.1. Permanencia de los efectos de direccionalidad, estatus de cognado y nivel de concretud ……………………………………………………………………….
191
6.3.2. Fortalecimiento de las conexiones entre equivalentes ……………………… 194
6.3.3. Mayor fortalecimiento de las conexiones durante el inicio de la adquisición de experiencia traductora ……………………………………
195
6.4. Impacto de la experticia traductora en la fuerza de las conexiones entre equivalentes: Conclusión ……………………………………………………………….........
197
CAPÍTULO 7 ESBOZO DE UN MODELO
NEUROCOGNITIVO DE LA EQUIVALENCIA
7.1. Visión de conjunto: El Modelo Neuro-Arquitectónico Traductor ……………………… 199
7.2. El lugar del MoNAT en la traductología ……………………………………………................. 210
7.3. Conclusión ………………………………………………………………………................................... 215
Hacia un modelo neurocognitivo de la equivalencia 13
APARATO ERUDITO
Apéndice A Modelos de los sistemas que sustentan el establecimiento de equivalencias ……………………………………………………………………...........
217
Apéndice B Puntajes totales y promedios de los pacientes evaluados cuantitativamente en tareas de traducción ……………………………………….
220
Apéndice C Resumen de los casos de neuropatologías traductoras ……………….......... 225
Apéndice D Resumen de los estudios de neuroimagen durante tareas de traducción ……………………………………………………………………………………
229
Apéndice E Cuestionario empleado en el estudio sobre experticia traductora ………. 232
Apéndice F Resultados estadísticos de la encuesta sobre experticia traductora …… 234
Apéndice G Estímulos empleados en el estudio sobre experticia traductora ………… 235
Apéndice H Tablas y figuras de los resultados del experimento …………………………… 240
BIBLIOGRAFÍA ………………………………......................................................................................... 243
Índice
14 Adolfo M. García
Índice de figuras
Figura 1.1. El Modelo Jerárquico Revisado (RHM) (Kroll y Stewart, 1994; Kroll et al., 2010) ………………………………………………………………………………….
35
Figura 2.1. Sección mediosagital del cerebro (extraída de Lamb, 2011: 445) ……………. 56
Figura 2.2. Algunas estructuras subcorticales ……………………………………………………....... 57
Figura 2.3. Sección lateral del hemisferio izquierdo (extraída de Lamb, 2011: 450) …… 59
Figura 2.4. Mapa de las principales áreas de Brodmann (extraída de Ardila, 2011: 28) .........................................................................................
62
Figura 2.5. Componentes estructurales de la neurona ………………………………………………. 64
Figura 2.6. Ilustración de una sinapsis ………………………………………………………….............. 65
Figura 2.7. Conexiones inhibitorias axoaxónicas (a) y axosomáticas (b) …………………… 68
Figura 2.8. Una minicolumna cortical (extraída de Eberhard et al., 2006: 336) ………… 71
Figura 3.1. Elementos del sistema de notación fina …………………………………………………… 80
Figura 3.2. Dos redes simplificadas, a modo de ejemplo …………………………………………… 82
Figura 3.3. La nexión como representación de la minicolumna cortical ……………………… 84
Figura 3.4. Las conexiones recíprocas entre áreas y/o sistemas de células dependen de circuitos neurales independientes …………………………………………………….
88
Figura 3.5. Relaciones con distintos grados de fuerza vinculadas al concepto TAZA (adaptada de Lamb, 1999: 208) ……………………………………………………………
90
Figura 3.6. Fortalecimiento de conexiones por uso exitoso ……………………………………… 91
Figura 3.7. Conexiones inhibitorias que actúan directamente sobre una línea …………… 94
Figura 3.8. Conexión inhibitoria establecida directamente sobre un nodo …………………. 95
Índice de figuras
Hacia un modelo neurocognitivo de la equivalencia 15
Figura 4.1. Diagramas de los siete principales patrones de restitución en la afasia bilingüe, a partir del nivel de desempeño premórbido ……………………………
102
Figura 4.2. Zonas de activación registradas en el estudio de Lucas et al. (2004). Los sitios dominados por la L1 se muestran en gris, los de la L2 en negro, y los comunes en blanco …………………………………………………………………………………
108
Figura 4.3. La hipótesis de los subsistemas (basada en Paradis, 2001a: 8) ………………… 110
Figura 4.4. Principales conexiones semánticas distintivas entre las representaciones léxicas ball (inglés), balle y ballon (francés) ……………………………………………
115
Figura 4.5. Ilustración de las diferencias entre los niveles semológico, semántico y léxico ………………………………………………………………………………………………….
116
Figura 4.6. Ilustración de la disociación entre la ruta conceptual y la ruta estructural … 132
Figura 4.7. Ilustración de las disociaciones entre las rutas traductoras y las rutas de producción monolingüe ……………………………………………………………….......
135
Figura 4.8. Ilustración de las disociaciones entre las rutas traductoras directa e inversa ……………………………………………………………………………………
137
Figura 5.1. Áreas críticas implicadas en las rutas traductoras según la unidad de traducción …………………………………………………………………………………………
178
Figura 6.1. Ilustración del efecto de cognado en TD: Una posible interpretación ………… 193
Figura 6.2. El efecto de direccionalidad: Ilustración a nivel de la ruta estructural ………. 194
Figura 6.3. El fortalecimiento de las rutas traductoras es mayor en las etapas iniciales del proceso de adquisición de experticia traductora …………………………………
196
Figura 7.1. El Modelo Neuro-Arquitectónico Traductor (MoNAT) …………………………… 202
Figura 7.2. Niveles de modelización según Pöchhacker (2004: 86. Trad. mía) …………… 211
Figura 7.3. El mapa de Holmes/Toury (Toury, 1995: 10. Trad. mía) …………………….... 214
Figura A1. El Modelo Tripartito, de Nida y Taber (1969: 33). Esquema extraído de García (2011b: 30) ……………………………………………………………………………
217
Figura A2. El Modelo Interpretativo (adaptado de Hurtado Albir, 1990: 71) …………… 218
Índice
16 Adolfo M. García
Figura A3. El modelo psicolingüístico de Bell (1991: 59. Trad. mía) ………………………… 219
Figura H1. TR promedio según nivel de experticia (INI, AVA, PRO), tarea (LL1, LL2, TD, TI) y estatus de cognado (cognado, no-cognado) ………………………………
241
Figura H2. TR promedio según nivel de experticia (INI, AVA, PRO), tarea (LL1, LL2, TD, TI) y tipo de palabra (abstracto, concreto) ………………………………………
242
Índice de tablas
Hacia un modelo neurocognitivo de la equivalencia 17
Índice de tablas
Tabla 1.1. Resumen y enumeración de las nueve hipótesis postuladas en la presente Tesis ………………………………………………………………………………
44
Tabla 2.1. Áreas de Brodmann implicadas en el sistema lingüístico ………………………… 63
Tabla 2.2. Algunas propiedades de los tipos principales de neuronas corticales (extraída de Lamb, 2011: 468) …………………………………………………………….
67
Tabla 3.1. Supuestos ejemplos de inconmensurabilidad ontológica (Poeppel y Embick 2005: 105) ………………………………………………………………
86
Tabla 4.1. Recapitulación de las tres hipótesis neurofuncionales …………………………… 98
Tabla 4.2. Patrones no paralelos de restitución en la afasia bilingüe ………………………… 101
Tabla 5.1. Recapitulación de las tres hipótesis neuroanatómicas …………………………… 140
Tabla 6.1. Recapitulación de las tres hipótesis sobre el rol de la experticia en la fuerza de las conexiones entre equivalentes …………………………………………………….
180
Tabla 7.1. Principales subsistemas activos según la modalidad traductora ……………… 207
Tabla B1. Desempeño traductor de A.S. Datos de Nilipour y Ashayeri (1989: 37-38) .. 220
Tabla B2. Desempeño traductor de E.M. en su primer estudio. Datos de Aglioti y Fabbro (1993: 1361) y Aglioti et al. (1996: 1557) ………...........................
220
Tabla B3. Desempeño traductor de C.B. Datos de Fabbro y Paradis (1995: 158-159) .. 221
Tabla B4. Desempeño traductor de El.M. Datos de Fabbro y Paradis (1995: 166) …… 221
Tabla B5. Desempeño traductor de O.R. Datos de Fabbro y Paradis (1995: 173) ……… 222
Tabla B6. Desempeño global de E.M., C.B., El.M. y O.R. (todos con lesiones en los ganglios basales) en tareas de TD y TI …………………………………………………..
222
Tabla B7. Desempeño de B.R.B. en la primera prueba de traducción. Datos de Weekes y Raman (2008: 421-423) ………......................................................................
223
18 Adolfo M. García
Tabla B8. Desempeño de B.R.B. en la segunda prueba de traducción. Datos de Weekes y Raman (2008: 421-423) …………................................................
223
Tabla B9. Síntesis del desempeño traductor de A.S. (con lesiones frontales y temporales). Datos de Nilipour y Ashayeri (1989: 37-38) ……………………..
224
Tabla C1. Resumen de los casos de incapacidad traductora …………………………………… 226
Tabla C2. Resumen de los casos de conducta traductora paradójica ………………………… 227
Tabla C3. Resumen de los casos de traducción sin comprensión ……………………………… 227
Tabla C4. Resumen de los casos de traducción compulsiva ……………………………………… 228
Tabla D1. Resumen de los experimentos neurocientíficos sobre la traducción de palabras ……………………………………………………………………………………………
230
Tabla D2. Resumen de los experimentos neurocientíficos sobre la traducción de oraciones ………………………………………………………………………………………….
230
Tabla D3. Resumen de los experimentos neurocientíficos sobre la traducción de textos supraoracionales ………………………………………………………….............
231
Tabla F1. Principales resultados de la encuesta para cada grupo …………………………… 234
Tabla G1. Listas de estímulos empleados en el estudio sobre experticia traductora … 235
Tabla H1. Promedios, errores estándar e IC al 95% para el efecto principal de nivel … 240
Tabla H2. Promedios, errores estándar e IC al 95% para el efecto principal de tarea … 240
Tabla H3. Promedios, errores estándar e IC al 95% para el efecto principal de nexo (estatus de cognado) ……………………………………………………………………………
240
Tabla H4. Promedios, errores estándar e IC al 95% para el efecto principal de tipo (nivel de concretud) ………………………………………………………………………………
241
Colección Tesis destacadas en Ciencias del Lenguaje
Nómina de abreviaturas
A continuación se presenta el listado de abreviaturas empleadas en la Tesis, ordenado alfabéticamente.
BAT: Test de la Afasia para Bilingües (por sus siglas en inglés) EEG: electroencefalografía ERPs: potenciales evocados (por sus siglas en inglés) fMRI: resonancia magnética funcional (por sus siglas en inglés) HD: hemisferio derecho HI: hemisferio izquierdo L1: lengua nativa L2: segunda lengua L3: tercera lengua LF: lengua fuente LM: lengua meta MDP: modelo declarativo/procedural MEG: magnetoencefalografía PET: tomografía por emisión de positrones (por sus siglas en inglés) RHM: Modelo Jerárquico Revisado (por sus siglas en inglés) TD: traducción directa TF: texto fuente TI: traducción inversa TM: texto meta TR: tiempos de respuesta TRR: Teoría de Redes Relacionales
Colección Tesis destacadas en Ciencias del Lenguaje
Capítulo 1
Hacia un modelo neurocognitivo
de la equivalencia traductora
En García, Adolfo M. (2014)
Hacia un modelo neurocognitivo de la equivalencia a nivel lexémico:
Procesos traductológicos en términos de redes relacionales.
Mendoza: Editorial FFyL-UNCuyo y Ediciones ILyCE.
ISBN 978-950-774-245-3
Disponible en http://www.ffyl.uncu.edu.ar/spip.php?article4239
1.1. Introducción
Los avances realizados en los últimos 50 años en las neurociencias cognitivas, la neuropsicología y la neurolingüística indican que todo sistema cognitivo está determinado por su base cerebral. Esta perspectiva, denominada emergentismo, presupone un lazo causal entre estructuras neuronales y facultades mentales, incluido el procesamiento del lenguaje (v. 1.3). Se sigue de tal postura que, para desarrollar modelos plausibles de la organización y el funcionamiento de los sistemas lingüísticos, es indispensable especificar sus bases neurobiológicas (Lamb, 1999, 2011; Pulvermüller, 2002).
En las últimas décadas, un fenómeno comunicativo particular se ha impuesto como actividad floreciente y como tema de investigación cada vez más importante: la traducción interlingüística. Este fenómeno (que, de aquí en adelante, denominaremos ‘traducción’ a secas) supone la reformulación de enunciados en lengua fuente (LF)
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mediante los recursos de una lengua meta (LM) distinta (Jakobson, 2000 [1959]).
El estudio de la traducción no sólo ocupa el seno de la traductología, sino que también es central para la psicolingüística del bilingüismo. Los traductólogos focalizan sus investigaciones en la traducción profesional y la adquisición de la experticia traductora.1 Por su parte, los psicolingüistas recurren a tareas de traducción con bilingües legos para estudiar la organización de sus sistemas lingüísticos.2 Si bien estas perspectivas se han desarrollado por separado, ambas contribuyen al avance del conocimiento científico sobre la traducción.
En investigaciones recientes, se ha demostrado que la adquisición de habilidades traductoras expertas modifica las estrategias empleadas durante el acto traductor (Neubert, 1997; PACTE, 2008), a la vez que mejora aspectos del procesamiento lingüístico (Bajo et al., 2000; Yudes et al., 2012) y ejecutivo (Bajo et al., 2000; Christoffels et al., 2006; Signorelli et al., 2011; Yudes et al., 2011) en general. También hay datos que sugieren que la práctica sostenida de la traducción conlleva adaptaciones neurofisiológicas específicas (Elmer et al., 2010).
No obstante, los sistemas neurocognitivos que posibilitan la traducción están presentes en todo sujeto bilingüe. De hecho, aun los bilingües legos son capaces de traducir enunciados de una lengua a otra, si más no sea con resultados variables (Harris y Sherwood, 1978; Malakoff, 1992). Por ende, para estudiar la organización neural de los sistemas implicados, puede considerarse el desempeño de traductores expertos o de bilingües sin formación traductora (habida
1 Para una visión integral de los intereses y enfoques teóricos dominantes en la traductología, ver Hurtado Albir (2001). 2 Tres sólidas reseñas de esta línea de investigación son las que ofrecen French y Jacquet (2004), Brysbaert y Duyck (2010) y Kroll et al. (2010).
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cuenta de las diferencias de eficacia y eficiencia que pueda haber entre ellos).
Todo acto de traducción supone el reconocimiento y/o la institución de asociaciones entre representaciones de la LF y otras que se proponen como contrapartes plausibles en LM. Las relaciones así establecidas se conocen, genéricamente, como ‘equivalencias’ (v. 1.2). Establecer tales relaciones es un proceso lingüístico fundamental, tanto para profesionales como para bilingües legos. Por tanto, la formulación de un modelo neurocognitivo de la equivalencia puede suponer una contribución de peso para la traductología, en sentido estrecho, y para el estudio del bilingüismo, en sentido amplio.
El objetivo de la presente Tesis es formular un modelo neurocognitivo de la equivalencia a nivel lexémico. Para ello, se recurrirá a diversas fuentes de evidencia: reportes clínicos de afásicos bilingües, experimentos de neuroimagen y estudios conductuales sobre procesos traductores. El ejercicio de modelización se apoyará en la Teoría de Redes Relacionales (TRR) (Lamb, 1999, 2011) como medio de notación y visualización de postulados concretos. Los objetivos específicos y las metodologías empleadas se detallan más adelante (v. 1.3, 1.6).
1.2. Estado de la cuestión
1.2.1. La importancia teórica y práctica del constructo ‘equivalencia’
La teoría traductológica ha dado lugar a nociones fundamentales, como las de ‘unidad de traducción’, ‘invariable traductora’, ‘estrategia de traducción’, ‘técnica de traducción’ y ‘método traductor’ (Hurtado Albir, 2001). Con todo, el constructo pívot de toda reflexión sobre la traducción es el de ‘equivalencia’. En palabras de Hurtado Albir (2001: 201-202),
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[t]odas estas nociones están íntimamente relacionadas entre sí y actúan complementariamente en la definición y descripción de la traducción; ahora bien, de todas ellas la equivalencia es la noción central que rige el funcionamiento de las demás.
En este sentido, Catford (1970 [1965]: 40) considera que “[l]a tarea central de la teoría de la traducción es definir la naturaleza y las condiciones de la equivalencia de traducción”. También adhiere a esta postura Rabadán (1991: 291), quien afirma que “la equivalencia traductora […] determina, con propiedad definitoria, la naturaleza misma de la traducción”.
De manera más general, Jakobson (2000 [1959]: 114. Trad. mía) llega a sostener que “[l]a equivalencia en la diferencia es el problema cardinal del lenguaje y la cuestión central de la lingüística”. Esta idea también es recogida por traductólogos como Bell (1991), quien apunta que el estudio de fenómenos propios de la traducción puede iluminar los problemas del lenguaje en general.
La importancia de la noción de equivalencia no se limita a cuestiones definicionales o teóricas. Ya sea de modo tácito o explícito, todo análisis de un acto traductor se sustenta en alguna concepción del constructo. La concepción de la equivalencia determina la evaluación de una prueba para ingresar a una agencia de traducción o de un examen curricular en un traductorado. Asimismo, el puntaje que obtienen los pacientes bilingües en evaluaciones clínicas de sus capacidades traductoras depende de cómo se caracterice la equivalencia en el instrumento de evaluación.3
3 Las habilidades traductoras son cruciales en el Bilingual Aphasia Test (BAT) (Paradis, 1987, 2011), el principal instrumento para la evaluación de afásicos bilingües. Una de sus tres partes consta exclusivamente de pruebas de traducción. Las múltiples versiones del BAT pueden descargarse de forma gratuita en http://www.mcgill.ca/linguistics/research/bat/. Para una discusión reciente del test, ver Paradis (2011).
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Algo similar sucede en la investigación empírica sobre traducción. En dicho ámbito, el grado de especificación de las variables pertinentes sesga la aceptación o el rechazo de determinadas palabras como equivalentes de los estimulos fuente. Lo mismo sucede con la interpretación de las diferencias en tiempos de respuesta (TR) en tareas de traducción. En síntesis, definir el constructo ‘equivalencia’ y caracterizar los sistemas neurocognitivos pertinentes son tareas que, amén de su impacto disciplinar, podrían tener importantes implicancias profesionales, académicas, clínicas y metodológicas.
1.2.2. Contribuciones de estudios no cognitivistas
Los abordajes no cognitivistas (y, por ende, no neurológicos) del constructo han sido de lo más variados. Estos se enraízan en la lingüística estructuralista, la lingüística funcional y las estilísticas comparadas. Por ejemplo, Vinay y Darbelnet (1958) consideran a la equivalencia como una técnica de traducción, a la par de otras como el calco, la modulación y la adaptación. Nida (1964) y Nida y Taber (1969) distinguen dos tipos de equivalencia: la formal, que prioriza la réplica de los elementos estructurales y semánticos del texto fuente (TF) en el texto meta (TM); y la dinámica, que busca que el TM produzca en la audiencia meta en mismo efecto que el TF produce en la audiencia original. Kade (1968) propone una taxonomía de tipos de equivalencia según el grado de correspondencia semántica entre unidades léxicas fuente y meta. Köller (1979) clasifica la equivalencia en cinco variantes, determinadas por el aspecto textual/socio-contextual cuya preservación se prioriza. Otros autores, como Neubert (1985) y Reiss y Vermeer (1996 [1984]), caracterizan la equivalencia en función de categorías textuales y funcionales.
La síntesis del párrafo anterior pone de manifiesto el carácter polisémico del término ‘equivalencia’. No hay consenso disciplinar sobre la definición del constructo. Las únicas propiedades que
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comparten las concepciones no cognitivistas son el carácter relacional e interlingüístico de la noción. Reiss y Vermeer (1996 [1984]: 111) resumen el panorama en estos términos:
hoy en día todo el mundo admite que el concepto de “equivalencia” se refiere, en la traslatología, a la relación que existe entre un texto (o elemento textual) de partida y un texto (o elemento textual) final; pero lo que sí plantea dudas es la naturaleza de esa relación, que permanece muy difusa.
Un examen integrador de las concepciones no cognitivistas revela varios aspectos clave de las relaciones en cuestión. En primer lugar, la equivalencia nunca es total. El valor (saussureano) de una unidad en LM y su posible contraparte en LF rara vez es conmensurable. Además, incluso las expresiones que aluden a un mismo denotatum suscitan connotaciones divergentes en una y otra lengua. Así, el término equivalencia “no remite de modo alguno a su acepción etimológica de ‘identidad de valor’, como sucede en matemática, por ejemplo” (García, 2011a: 128).
En segundo lugar, las relaciones de equivalencia son dinámicas y funcionales al contexto. Como explica Hurtado Albir (2001), una misma unidad del TF puede requerir distintos equivalentes en diferentes situaciones. La palabra perro podría traducirse como dog, en referencia a un canino; y como lousy player, en alusión a un deportista poco habilidoso. Por añadidura, en el marco de lexemas complejos, los equivalentes plausibles de sus unidades constituyentes suelen no ser funcionales al objetivo comunicativo de la traducción. La expresión pegame un tubazo podría hallar un equivalente aceptable en give me a ring, pero son pocos los contextos en que podría traducírsela, exitosamente, como hit me with a big tube.
En tercer lugar, muchas relaciones de equivalencia son espontáneas antes que preestablecidas. Incluso dos expresiones de distintas lenguas que no están relacionadas en términos referenciales o connotativos pueden instituirse como equivalentes en un contexto
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situacional propicio. Así, one puede traducirse exitosamente como primer inciso. Durante una conferencia celebrada en las oficinas de la UNESCO en París, uno de los oradores dijo: “Amendment number ten… eh… eh… deals with the first paragraph… one…”, enunciado que fue exitosamente traducido como: “Eh… eh… la enmienda diez se refiere al… primer párrafo… al… primer inciso…” (Nolan, 2007: 48).
Por último, en el estudio empírico de la traducción, la equivalencia ha de concebirse como una relación de hecho antes que como un constructo idealizado. Toury (1980) fue el primero en distinguir entre la ‘equivalencia teórica’ (o ‘idealizada’) y la ‘equivalencia descriptiva’. El primer término se refiere a la postulación de todos los equivalentes posibles de un término y la sanción de aquellos que se presumen inaceptables. Esta concepción de la equivalencia es apriorística y prescriptiva. En cambio, la noción de ‘equivalencia descriptiva’ reconoce como equivalentes a cualquier unidad meta propuesta como contraparte de una unidad fuente en un marco situacional específico. Esta concepción es netamente observacional y empírica, pues se limita a reconocer que dos unidades de diferentes lenguas se han instituido como equivalentes en un contexto dado, más allá de la pertinencia de la asociación establecida.
El objetivo de esta Tesis es comprender los mecanismos neurocognitivos que sustentan el establecimiento de equivalentes. Por ende, se adoptará una concepción ‘descriptiva’ de la equivalencia. Como se verá más adelante (v. Capítulos 4 y 5), incluso los casos de traducciones erróneas en contexto brindan indicios sobre la organización neurológica de los mecanismos traductores.
1.2.3. Contribuciones de estudios cognitivistas
Otras propuestas han abordado el constructo ‘equivalencia’ con una impronta cognitivista. Conceptualizar la equivalencia desde una perspectiva internista supone ubicar la traducción en el plano
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intrasubjetivo, atendiendo a la actividad mental de individuos particulares. Como afirma Holmes (1988: 54. Trad. mía),
[e]n la búsqueda de contrapartes o correspondencias, el traductor se enfrenta constantemente con elecciones, elecciones que sólo puede hacer en virtud de su comprensión individual (conocimientos, sensibilidad, experiencia…) de las dos lenguas y culturas en juego, y con ayuda de sus gustos y preferencias personales.
La idea de ‘proceso cognitivo’ surge en la traductología en la década del sesenta, de la mano de Eugene Nida (Moya, 2004). Con la publicación de Toward a Science of Translating (Nida, 1964) y The Theory and Practice of Translation (Nida y Taber, 1969), Nida buscaba cientifizar la teoría traductológica recurriendo al modelo generativo-transformacional ideado por Chomsky (1957, 1965). El Modelo Tripartito de Nida y Taber (1969) (v. Apéndice A, Figura A1) asumía que el establecimiento de equivalencias se daba por un proceso de transferencia de elementos meollares (kernels), supuestamente universales.
Si bien los presupuestos que sustentan dicho modelo han sido rechazados por la lingüística en general –e incluso por el propio Chomsky (2005)–, algunos aspectos de la propuesta de Nida aún gozan de amplia aceptación, a saber: la existencia de (i) un sistema lingüístico encargado del procesamiento del TF, (ii) otro sistema lingüístico que se ocupa del procesamiento del TM y (iii) un mecanismo “puente” que permite establecer correspondencias entre ambos sistemas. Otros aspectos del modelo, como la distinción entre equivalencia formal y dinámica (v. 1.2.2), han sido criticados por su carácter especulativo (Gentzler, 2004 [2001]) y descartados en modelos posteriores.4
4 De hecho, la noción de ‘equivalencia dinámica’, tal como la definen Nida y Taber (1969), no tiene relación alguna con el sistema cognitivo del traductor, sino que alude, vagamente, a la compatibilidad entre las respuestas de las audiencias de los textos fuente y meta.
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Otro modelo fundacional de la traductología cognitiva es el Modelo Interpretativo (Seleskovitch, 1968; Seleskovitch y Lederer, 1984; Lederer, 1994). Al igual que el anterior, éste distingue tres fases en el proceso traductor, a saber: (i) percepción y comprensión del TF, (ii) desverbalización del TF a fin de abstraer conceptos no lingüísticos y (iii) reexpresión de dichos significados no verbales de acuerdo a las restricciones de la LM (v. Apéndice A, Figura A2).
Si bien este modelo enfatiza el rol de la desverbalización para la creación de equivalencias, también postula un mecanismo alternativo, denominado ‘transcodificación’. A diferencia del proceso no-lingüístico que implica la desverbalización, la transcodificación supone el establecimiento de vínculos formales entre expresiones fuente y meta. Según el modelo, este mecanismo es el que rige la traducción de nombres propios (p. ej., New York = Nueva York), las cifras en determinados contextos (p. ej., fifteen = quince) y la mayoría de los términos técnicos de un campo específico (p. ej., hard drive = disco rígido).
En definitiva, el Modelo Interpretativo comparte con el Modelo Tripartito la distinción de tres mecanismos procesuales en el acto traductor. Además, añade la distinción de dos vías cognitivas diferentes para el establecimiento de asociaciones interlingüísticas: una de naturaleza conceptual y otra a nivel estructural, sustentada por correspondencias formales.5
La estructura tripartita de los modelos anteriores resurge en otros más recientes, como el modelo psicolingüístico de Bell (1991) (v. Apéndice A, Figura A3) y el Modelo Jerárquico Revisado (RHM, por sus siglas en inglés) (Kroll y Stewart, 1994; Kroll et al., 2010). Este último se presenta en la sección 1.4.1.
5 Para un tratamiento más detallado de las semejanzas y diferencias entre el Modelo Tripartito y el Modelo Interpretativo, ver García (2011b).
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En resumen, el estudio cognitivista de las relaciones de equivalencia concuerda en dos postulados básicos: el procesamiento de equivalencias comprende distintas etapas (comprensión, reformulación, reexpresión) y puede darse mediante una ruta léxica (sin activación semántica) o mediante una ruta conceptual (con activación semántica).
1.3. Fundamentación del problema de investigación y objetivos de la Tesis
Como se vio anteriormente, la noción de equivalencia se ha abordado desde diversos enfoques. Sin embargo, son pocos los estudios que han avanzado sobre la base neurobiológica del fenómeno. Como afirma Tymoczko (2012: 83. Trad. mía), “[l]os mecanismos neurológicos implicados en la traducción representan, claramente, una de las principales incógnitas consabidas en la traductología”.
Por ejemplo, en los últimos 20 años, el paradigma de traducción de palabras aisladas se utilizó en al menos 25 estudios conductuales,6 mientras que sólo tres estudios han ofrecido datos neuroanatómicos o neurofisiológicos sobre dicha tarea (Klein et al., 1995; Price et al., 1999; Janyan et al., 2009). Además, las disquisiciones epistemológicas sobre de la investigación neurocognitiva de la traducción son escasas (Bouton, 1984; Fabbro y Gran, 1997; Pöchhacker, 2004; Tymoczko, 2012). Tampoco abundan las hipótesis neurocognitivas sobre los mecanismos de traducción (Paradis et al., 1982; Paradis, 1984; Fabbro, 1999a). Por añadidura, si bien existen estudios de neuroimagen sobre procesos traductores e informes neuropsicológicos sobre disfunciones traductoras, al día de la fecha no hay análisis integrales de dicha evidencia. Más específicamente,
6 Tres reseñas exhaustivas de estas investigaciones son las de French y Jacquet (2004), Brysbaert y Duyck (2010) y Kroll et al. (2010).
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no parece haber ningún modelo neurocognitivo de la equivalencia traductora como tal, ni parece haber modelizaciones visualmente explícitas de las relaciones neuronales que sustentan dicho fenómeno.
Esta Tesis pretende cubrir tales vacíos en la literatura, avanzando sobre la base neurocognitiva de la traducción a nivel lexémico. Si bien la traducción de palabras y lexemas aislados no reviste la complejidad discursiva y contextual de la traducción profesional, se trata de un aspecto clave de cualquier proceso traductor. En primer lugar, hay diversas instancias de traducción real en las que efectivamente se traducen unidades léxicas aisladas (p. ej., listas, enumeraciones, descripciones técnicas). Asimismo, como afirman Christoffels et al. (2003), no es irrelevante prestar atención al procesamiento léxico para caracterizar procesos traductores más complejos ulteriormente. Si el acceso léxico en LF o el establecimiento de conexiones entre representaciones léxicas de ambas lenguas tardan demasiado, el proceso traductor puede colapsar en su conjunto. Además, dichos investigadores han demostrado que hay una correlación positiva entre velocidad de acceso léxico y desempeño en tareas globales de traducción.
Si aceptamos que el establecimiento de equivalencias a nivel lexémico es un proceso cognitivo, un interrogante epistemológico ineludible es el siguiente: ¿en qué medida un constructo cognitivo puede prescindir de los hallazgos de las ciencias del cerebro? O, desde otro enfoque, ¿cómo pueden contribuir la evidencia neurocientífica y las teorías neurolingüísticas a nuestro conocimiento sobre un fenómeno cognitivo? Se trata de preguntas nada triviales, que han recibido respuestas muy diversas. En efecto, pueden identificarse dos posiciones extremas bien diferenciadas.
Por un lado, los cognitivistas modularistas en la tradición fodoriana llegan a opinar que debe trazarse una separación infranqueable entre la psicología y las neurociencias, sobre el supuesto de que las propiedades neurobiológicas de los individuos
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no tienen conexión alguna con sus propiedades cognitivas (Fodor, 2000). De modo similar, en el campo de la lingüística, los generativistas proponen modelos de la competencia gramatical, pero rechazan por completo la utilidad de la evidencia neurológica. Chomsky hace explícita esta posición al apuntar que “ni la biología ni las ciencias del cerebro […] tal cual se las entiende en la actualidad ofrecen base alguna para lo que parecen ser conclusiones muy bien establecidas sobre el lenguaje” (Chomsky, 1994: 1. Trad. mía), y que “no estamos ni siquiera cerca de saber lo suficiente sobre el cerebro como para que la ciencia cognitiva lo tome en serio” (Chomsky, cit. en Feldman, 2006: xi. Trad. mía).
Sin embargo, cada vez son más los investigadores que adhieren a una visión emergentista de las funciones cognitivas y lingüísticas, reconociendo que todos los procesos mentales surgen de procesos cerebrales, y que el estudio de estos últimos es crítico para entender los primeros. Entre los múltiples argumentos que sustentan tal posición se destacan los siguientes: (i) las lesiones neurológicas focalizadas provocan disfunciones cognitivas y conductuales muy específicas; (ii) la genética cerebral contribuye fuertemente a delinear los perfiles psicológicos y los patrones de comportamiento de los individuos; (iii) el abuso de sustancias puede modular la neurotransmisión, alterando las habilidades intelectuales; y (iv) las drogas farmacológicas pueden inducir o contrarrestar estados mentales determinados (LeDoux, 2002).
Una voz resonante afín a esta postura es la de Damasio (1994). En sus estudios sobre la base neurológica de la emoción, Damasio ofrece evidencia contundente de que todo proceso mental se encarna (literalmente) en el tejido cerebral. El autor sostiene que “el cuerpo, tal cual se representa en el cerebro, podría constituir el marco de referencia indispensable para los procesos neurales que conforman nuestra experiencia mental” (Damasio, 1994: xx. Trad. y énfasis míos). Acto seguido, se refiere a las “operaciones fisiológicas que denominamos mente” (Damasio, 1994: xxi. Trad. mía), para luego sentenciar que “poseer una mente significa que un organismo forma
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representaciones neurales que pueden devenir en imágenes, manipularse mediante un proceso llamado pensamiento y, en última instancia, influir en la conducta” (Damasio, 1994: 90. Trad. mía).
Tal posición se vislumbra también en la teoría de redes funcionales, de Friedemann Pulvermüller. Una de sus tesis principales es que ninguna teoría sobre el procesamiento de información puede prescindir de evidencia neurológica si aspira a ofrecer descripciones y explicaciones plausibles de la cognición humana. Más precisamente, Pulvermüller (2002: 9. Trad. mía) considera que
[l]a maquinaria cerebral no constituye meramente un modo arbitrario de implementar los procesos que ejecuta, de la misma manera en que, por ejemplo, cualquier configuración de hardware puede ejecutar casi cualquier programa informático. Mi argumento es que, por el contrario, el hardware revela aspectos del programa […] En otras palabras, bien podría ser que las estructuras neuronales en sí mismas nos revelen aspectos de los procesos computacionales que tienen lugar en dichas estructuras.
Dicho de otro modo, si las propiedades estructurales y funcionales del cerebro determinan la naturaleza de la cognición humana, entonces la inclusión de datos neurológicos en una teoría de los sistemas mentales (entre ellos, los que le caben a la traducción) es cuanto menos valiosa para comprender estos últimos.
La postura emergentista va de la mano de una concepción bien definida de qué constituye una teoría realista de los procesos lingüísticos. El mismo Pulvermüller enuncia dicha concepción en estos términos: “un modelo realista del lenguaje […] debe especificar la base orgánica de la producción y la comprensión lingüísticas en términos de neuronas, conexiones neuronales y circuitos neuronales” (Pulvermüller, 2002: 9. Trad. mía). En sintonía con Pulvermüller, Sydney Lamb estipula que, para poder considerarse realista, una teoría lingüística (y, por extensión, una teoría sobre cualquier tipo de
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proceso lingüístico) debe satisfacer el requisito de plausibilidad neurológica. Lamb (1999: 293-294. Trad. mía) sostiene que
[u]na teoría exitosa tiene que ser compatible con lo que se sabe del cerebro en virtud de la neurología y la neurociencia cognitiva. Vale la pena ofrecer una caracterización plausible de las operaciones lingüísticas a nivel neural (una hipótesis del rol de las neuronas en la representación, la utilización y la adquisición de información lingüística), y a nivel de los sistemas (la localización de las funciones elementales en partes específicas de la corteza y las conexiones entre los diferentes subsistemas que posibilitan sus complejas interacciones al realizar funciones de nivel superior, como el procesamiento del lenguaje).
Si se acepta este requisito, la inclusión de datos neurológicos es ineludible para formular un modelo realista de la equivalencia. Después de todo, el establecimiento de asociaciones interlingüísticas es un proceso lingüístico.
Declarados los fundamentos epistemológicos de la Tesis, se pueden enunciar sus objetivos específicos, a saber: (a) determinar cuál es la organización neurofuncional de las rutas que intervienen en el procesamiento de equivalencias lexémicas; (b) precisar cuáles son las áreas cerebrales críticas que intervienen en este fenómeno; y (c) explorar si la experticia traductora modula la fuerza de las conexiones neurocognitivas involucradas. Cada una de estas tareas se acomete por separado en los Capítulos 4, 5 y 6, respectivamente. Luego, los resultados de estos apartados se interpretan de manera conjunta en el Capítulo 7.
1.4. Sustento teórico
El bilingüismo es condición sine qua non para la traducción. Por lo tanto, antes de emprender el ejercicio de modelización delineado, es
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indispensable ofrecer precisiones respecto de la organización neurocognitiva del sistema bilingüe.
1.4.1. El RHM: Organización funcional del sistema bilingüe
Un modelo clave en el estudio de la organización del sistema léxico bilingüe es el RHM (Kroll y Stewart, 1994; Kroll et al., 2010). Este modelo se inscribe en la psicolingüística del bilingüismo antes que en la traductología. Sin embargo, ha dominado la investigación empírica sobre el procesamiento cognitivo de equivalencias. En sus primeros 15 años de vida, el RHM acumuló más de 300 citas en artículos indizados por la Web of Science (Kroll et al., 2010). Ningún otro modelo ha alcanzado semejante impacto en el estudio cognitivista de la traducción. La arquitectura del modelo se grafica en la Figura 1.1.
L1 L2
Conceptos
asociacionesléxicas
asoc
iacio
nes
conc
eptu
ales
asociaciones
conceptuales
Figura 1.1. El Modelo Jerárquico Revisado (RHM) (Kroll y Stewart, 1994; Kroll et al., 2010).
Capítulo 1
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Como muestra la Figura 1.1, la estructura del RHM se asemeja a la de los modelos cognitivistas descriptos previamente. El modelo postula la existencia de tres sistemas lingüísticos independientes: (i) un sistema léxico propio de la lengua materna (L1), (ii) un sistema léxico propio de la lengua extranjera (L2) y (iii) un sistema conceptual compartido por ambas lenguas. Además, incluye tres presupuestos específicos sobre el procesamiento de equivalentes. En primer lugar, se propone que las rutas que sustentan la traducción a nivel léxico (o lexémico) son distintas e independientes de las que intervienen en la producción espontánea, ya sea en L1 o en L2. En segundo lugar, se postula la existencia de rutas funcionalmente independientes para la traducción de L2 a L1 (traducción directa, o TD) y de L1 a L2 (traducción inversa, o TI). Por último, y en consonancia con el Modelo Interpretativo, se distinguen dos rutas que posibilitan el establecimiento o el reconocimiento de equivalencias: por un lado, habría una ruta léxica, que comprende conexiones directas entre los significantes de la L1 y la L2 sin que intervengan activaciones conceptuales; por el otro, habría también una ruta conceptual, encargada de la traducción mediada semánticamente.
Diversas investigaciones empíricas enraizadas en el RHM demuestran que el procesamiento de equivalencias se ve modulado por distintas variables. Por ejemplo, la TD de unidades léxicas suele ser más rápida que la TI (Kroll y Stewart, 1990, 1994; Sholl et al., 1995; Choi, 2005; Bowers y Kennison, 2011); de ahí las diferencias en el trazo de las flechas inferiores en la Figura 1.1. Asimismo, el esfuerzo cognitivo involucrado en el procesamiento de equivalencias depende del estatus de cognado y del nivel de concretud de las representaciones. La tendencia general es que los cognados se procesan más rápido que los no-cognados (Sánchez-Casas et al., 1992; de Groot et al., 1994; Christoffels et al., 2003), y que las palabras concretas se procesan más rápido que las abstractas (de Groot, 1992, Exp. 3; de Groot et al., 1994; van Hell y de Groot, 1998).
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1.4.2. El MDP: Aspectos neuroanatómicos del sistema bilingüe
La investigación neuropsicológica ha demostrado la existencia de dos sistemas de memoria independientes: el sistema de memoria declarativa y el sistema de memoria procedural. Cada uno de estos procesa determinados tipos de información lingüística y se vincula diferencialmente con subsistemas específicos de la L1 y la L2. Su disociabilidad resulta clave para caracterizar las rutas neurocognitivas que sustentan la traducción.7
Según Eichenbaum y Cohen (2001), el sistema de memoria declarativa se encarga del aprendizaje, la representación y el uso de conocimientos sobre experiencias personales (conocimiento episódico) y hechos generales del mundo (conocimiento semántico). Este sistema permite aprender información relacionada arbitrariamente de forma muy rápida, a veces mediante una única exposición a determinado estímulo. La información incorporada por el sistema declarativo es, en gran parte, accesible a la consciencia, o sea que puede evocarse de manera explícita.
La memoria declarativa se encarna principalmente en el lóbulo temporal medio y otras estructuras subcorticales, como las regiones hipocampal y parahipocampal, la corteza entorrinal y la corteza perirrinal (Squire y Knowlton, 2000). Si bien tales áreas son las más cruciales para la memoria declarativa, ésta también depende de diversas áreas prefrontales. El vasto sistema medial-temporal permite construir, consolidar y acceder a nuevos recuerdos. Con la activación repetida a lo largo del tiempo, dicha información deviene dependiente de regiones temporales neocorticales y ya no es procesada por el lóbulo temporal medio y demás estructuras subcorticales (Squire et al., 2001).
7 Para mayores detalles sobre la localización y la organización de las estructuras cerebrales que se mencionan a continuación, ver Capítulo 2.
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Por otro lado, la memoria procedural es responsable de la adquisición, la representación y el uso de nuevas habilidades y hábitos sensorio-motores y cognitivos (Eichenbaum y Cohen, 2001). La construcción de representaciones en el sistema procedural es gradual y requiere de múltiples contactos con el estímulo en cuestión. La información procesada por este sistema es de naturaleza implícita, en tanto no suele ser accesible a la consciencia. La memoria procedural se ocupa de construir relaciones sistemáticas y predecibles entre estímulos y respuestas dentro de un contexto determinado (Packard y Knowlton, 2002). Posibilita, entre otras cosas, la representación de secuencias seriales o abstractas (p. ej., el conjunto de movimientos que se realizan al efectuar un lanzamiento de baloncesto) y su uso es automático.
Los sustratos del sistema de memoria procedural incluyen varios circuitos frontales y de los ganglios basales, además de ciertas porciones del lóbulo parietal, la circunvolución temporal superior y el cerebelo (Rizzolatti et al., 2000). También participan de este sistema la región premotora y el área de Broca, ambas implicadas en el aprendizaje de secuencias motoras con estructura jerárquica. Dentro de los ganglios basales, algunas de las estructuras más importantes para la memoria procedural son el neoestriado (putamen y núcleo caudado), el globo pálido y la sustancia negra.
El modelo declarativo/procedural (MDP), desarrollado por Paradis (1994, 2004, 2009) y Ullman (2001a, 2001b, 2005), postula que el sistema lingüístico presenta una marcada diferenciación neural entre (i) el léxico y la semántica, asociados principalmente a zonas temporales y témporo-parietales propias de la memoria declarativa; y (ii) la morfología y la sintaxis, vinculadas a estructuras frontobasales involucradas crucialmente en el sistema de memoria procedural.
En el caso del sistema bilingüe, se ha demostrado que diferentes subsistemas de la L1 y la L2 son funcionalmente autónomos y se encarnan diferencialmente en sustratos de uno u otro sistema de
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memoria. La evidencia pertinente proviene de un robusto corpus empírico que incluye informes clínicos de afasia, trastornos congénitos del lenguaje y enfermedades neurodegenerativas, así como estudios experimentales basados en técnicas conductuales, electrofisiológicas y de neuroimagen (Ullman, 2001a, 2005; Paradis, 2004, 2009; García, 2012a). Tres aspectos del MDP son relevantes para la presente Tesis.
En primer lugar, el procesamiento léxico y semántico son funciones de la memoria declarativa. Esto es así tanto para la L1 como para la L2. Las principales áreas implicadas son el lóbulo temporal medio, el hipocampo y los lóbulos temporal y parietal.
En segundo lugar, el modelo postula que la información gramatical de la L1 se procesa en estructuras frontobasales implicadas en la memoria procedural, como el núcleo caudado, el putamen y el área de Broca. En cambio, la gramática de una L2 se representa en diferentes áreas cerebrales según la edad de adquisición y/o el nivel de automatización de dicha lengua. Si la gramática de la L2 se aprende metalingüísticamente, mediante instrucción formal explícita, y está sujeta a procesos de control consciente durante la comunicación verbal, entonces se representará en las mismas áreas que se encargan del procesamiento léxico (es decir, estructuras posteriores). Por el contrario, si la gramática de la L2 se adquiere incidentalmente antes de los siete años de edad y se usa de modo automático e inconsciente, entonces se representa en las mismas áreas que sustentan la gramática de la L1 (es decir, áreas frontobasales).
Por último, y en oposición a varios estudios que supuestamente demuestran una representación menos asimétrica de la L2 en comparación a la L1 (Wuillemin et al., 1994; Vaid y Hull, 2002; Hull y Vaid, 2007), el modelo postula que los sistemas lingüísticos de ambas lenguas, en bilingües diestros, se representan enteramente en el hemisferio izquierdo (HI) (Paradis, 1990, 2003, 2009). La evidencia detrás de estas tesis se discute en el Capítulo 5.
Capítulo 1
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1.4.3. El rol de la experticia traductora
Una línea de investigación reciente ha demostrado que la adquisición de experticia traductora robustece varios aspectos del procesamiento lingüístico. En particular, los traductores e intérpretes profesionales superan a los bilingües legos y/o a los estudiantes de traducción en diversos aspectos, como detección de errores semánticos (Fabbro et al., 1991; Yudes et al., 2012), velocidad de lectura, decisión léxica en pseudopalabras, categorización de ejemplares no prototípicos (Bajo et al., 2000) y procesamiento de cognados en lectura con repetición (Ibáñez, et al., 2010). Algunas de estas ventajas parecen desarrollarse en los estadios iniciales de la formación traductora (Fabbro y Darò, 1995; Bajo et al., 2000). Sin embargo, al día de hoy se desconoce el impacto de la experticia traductora sobre el procesamiento de equivalentes y sobre los efectos de direccionalidad, concretud y estatus de cognado vinculados a la tarea.
1.5. Formulación de hipótesis
Como se anunció en la sección 1.3, esta Tesis persigue tres objetivos. Cada uno de ellos se vertebra mediante tres hipótesis diferentes, que dan lugar a predicciones empíricas definidas.
1.5.1. Hipótesis sobre la organización neurofuncional de las rutas que procesan equivalentes lexémicos
El primer objetivo es determinar la organización neurofuncional de las rutas que intervienen en el procesamiento de equivalencias lexémicas. Como se señaló en el apartado 1.2.3, la visión dominante de la organización de las rutas traductoras es la que propone el RHM. De este modelo abstracto se derivan tres hipótesis neurocognitivas.
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Primero, se propone que la traducción lexémica puede llevarse a cabo mediante dos rutas diferentes: una léxica o estructural (sin intervención semántica) y otra conceptual (con mediación semántica). Si bien en la literatura se acepta que el sistema conceptual desempeña un papel crucial en la traducción, no todos los modelos incorporan asimismo una ruta léxica. La existencia de esta última se vería corroborada por casos de bilingües con lesiones cerebrales en los que la capacidad para activar los equivalentes de los estímulos fuente permanezca intacta incluso cuando las representaciones semánticas resulten inaccesibles durante la tarea.
Segundo, se postula que las rutas que sustentan la traducción a nivel léxico son distintas de las que se encargan de la producción espontánea en L1 o en L2. Así, esta hipótesis predice la existencia de lesiones neurológicas que produzcan disfunciones traductoras sin comprometer las habilidades de producción espontánea, y viceversa.
Tercero, se conjetura que existen rutas funcionalmente independientes para la TD y para la TI. De ser así, debería haber casos de afasia bilingüe en los que sólo la TD o la TI se vean exclusiva o más significativamente afectadas que la dirección opuesta.
1.5.2. Hipótesis sobre la localización neuroanatómica de las rutas que procesan equivalentes lexémicos
El segundo objetivo de la Tesis radica en precisar cuáles son las áreas cerebrales críticas para la traducción de unidades lexémicas. En este sentido, los hallazgos captados por el MDP encauzan las siguientes hipótesis y predicciones.
En primer lugar, dado que los vocabularios de la L1 y la L2 se representan en áreas cerebrales posteriores implicadas en la memoria declarativa, se postula que la traducción de unidades lexémicas depende críticamente de dichas áreas. Así, se predice que
Capítulo 1
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las habilidades de traducción lexémica resultarán más afectadas en pacientes con lesiones posteriores que en pacientes con lesiones frontobasales.
En segundo lugar, sobre el doble supuesto de que (i) la gramática de al menos una lengua (L1) se representa enteramente en estructuras frontobasales implicadas en la memoria procedural, y que (ii) la traducción de oraciones necesariamente activa los sistemas gramaticales de la LF (para el análisis sintáctico durante la comprensión) y la LM (para la estructuración sintáctica durante la producción), se propone que la traducción de oraciones depende críticamente de las estructuras mencionadas. Así, se predice que los pacientes con lesiones frontobasales presentarán déficits más significativos en la traducción de oraciones que en la traducción de palabras. En su conjunto, estas dos primeras hipótesis suponen una disociación doble entre la traducción de lexemas y la de oraciones.
Por último, dado que tanto la L1 como la L2 se representan enteramente en el HI, se conjetura que las rutas traductoras se emplazan de modo exclusivo en dicho hemisferio. Esta hipótesis resulta particularmente interesante ya que contradice varios estudios que proponen que el hemisferio derecho (HD) cumple un papel crucial en el procesamiento lingüístico durante la traducción (Fabbro et al., 1990, 1991; Green et al., 1990; Gran y Fabbro, 1991). Si esta hipótesis es verdadera, entonces las neuropatologías que alteran las habilidades de traducción deberían sobrevenir exclusivamente a lesiones en el HI.
1.5.3. Hipótesis sobre el impacto de la experticia traductora en la fuerza de las conexiones entre equivalentes
El tercer objetivo es determinar si la experticia traductora modula la fuerza de las conexiones neurocognitivas interlingüísticas. A la luz de la evidencia que demuestra que la experticia traductora mejora el
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rendimiento en tareas de procesamiento lingüístico (v. 1.4.3) y el hecho de que la activación repetida de una conexión neurocognitiva facilita sus futuras activaciones (Hebb, 1949), se proponen las siguientes hipótesis.
En primer término, se postula que las conexiones neurocognitivas serán más fuertes para la TD que para la TI, para los cognados que para los no cognados, y para las palabras concretas que para las abstractas, independientemente del nivel de experticia traductora. Así, pues, se predice que más allá del nivel de experiencia en traducción, la TD, los cognados y las palabras concretas arrojarán menores TR que la TI, los no cognados y las palabras abstractas, respectivamente.
La segunda hipótesis es que la adquisición de experticia traductora fortalece las conexiones neurocognitivas que sustentan el procesamiento de equivalentes. Se sigue de esta conjetura que, en tareas de traducción de palabras aisladas, los sujetos con mayor experiencia traductora obtendrán menores TR que otros sujetos con menor experiencia traductora.
Por último, en base a los hallazgos de Fabbro y Darò (1995) y Bajo et al. (2000), se propone que las conexiones en cuestión experimentarán su mayor nivel de fortalecimiento en las etapas iniciales de la adquisición de experiencia traductora. Por ende, se espera que las diferencias de TR en tareas de traducción de palabras sean mayores entre estudiantes de traducción avanzados e iniciales que entre traductores profesionales y estudiantes avanzados.
1.5.4. Resumen de hipótesis
Las hipótesis enunciadas se resumen y enumeran en la Tabla 1.1.
Capítulo 1
44 Adolfo M. García
Tabla 1.1. Resumen y enumeración de las nueve hipótesis postuladas en la presente Tesis.
HIPÓTESIS SOBRE LAS RUTAS ENCARGADAS DEL PROCESAMIENTO DE EQUIVALENTES
NÚM. POSTULADO ALCANCE CAP.
1
La traducción lexémica puede llevarse a cabo mediante dos rutas diferentes: una léxica o estructural (sin intervención semántica) y otra conceptual (con mediación semántica).
Organización neurofuncional 4
2 Las rutas que sustentan la traducción lexémica son distintas de las que se encargan de la producción espontánea en L1 o en L2.
3 Existen rutas funcionalmente independientes para la TD y la TI, respectivamente.
4 La traducción de unidades lexémicas depende críticamente de áreas cerebrales posteriores implicadas en la memoria declarativa.
Localización neuroanatómica 5
5 La traducción de oraciones depende críticamente de estructuras frontobasales implicadas en la memoria procedural.
6 Las rutas traductoras se localizan en el HI.
7
Los efectos de direccionalidad, estatus de cognado y nivel de concretud en la traducción lexémica se mantienen independientemente del nivel de experticia traductora.
Fuerza de las conexiones
neurocognitivas 6 8
La adquisición de experticia traductora fortalece las conexiones neurocognitivas que sustentan el procesamiento de equivalentes.
9 Las rutas de traducción lexémica experimentan su mayor nivel de fortalecimiento en las etapas iniciales de la adquisición de experiencia traductora.
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En el Capítulo 7, estas nueve hipótesis se integran para dar lugar a un modelo neurocognitivo de la equivalencia a nivel lexémico.
1.6. Metodología
Las hipótesis anteriores se contrastarán con tres fuentes de evidencia principales: informes clínicos de afásicos bilingües, experimentos de neuroimagen y un estudio conductual original. A su vez, los postulados concretos que surjan en la investigación se representarán mediante los recursos notacionales de la TRR (Lamb, 1966, 1999, 2011), presentada en el Capítulo 3.
Una porción sustancial de la Tesis se apoya sobre un extenso análisis bibliográfico. Tal revisión se ancla en la estrategia de modelización arriba-abajo (top-down modeling). Como explica Caplan (1987), este procedimiento suponer crear un modelo neurolingüístico avanzando desde constructos (psico)lingüísticos hacia estructuras neurales. Más precisamente, se toman constructos de constructos de diversas teorías y se sugiere que el cerebro debe estructurarse y funcionar según las predicciones pertinentes. Así, pues, se recurre a la evidencia neurocientífica en tanto conjunto de falseadores o confirmadores potenciales de las hipótesis primeras.
En particular, para la contrastación de hipótesis, se apelará al método de disociación doble, uno de los procedimientos de investigación empírica más utilizados en la neurolingüística, la afasiología, la neuropsicología y la neurociencia cognitiva en sentido amplio. Según Damasio (1994), una vez que se detectan correlaciones sistemáticas entre áreas cerebrales dañadas y disfunciones de la conducta y la cognición, pueden validarse los hallazgos mediante el establecimiento de disociaciones dobles, en las que una lesión en el área A produce la disfunción X pero no la disfunción Y, mientras que una lesión en el área B provoca la disfunción Y pero no la disfunción X. El investigador estará entonces en condiciones de formular y
Capítulo 1
46 Adolfo M. García
contrastar hipótesis generales y particulares respecto de cómo un sistema cerebral normal integrado por distintos subsistemas desempeña una operación cognitiva o conductual con diferentes componentes específicos.
Con todo, la pérdida de una función X luego de una lesión en un área A no es prueba suficiente de que X reside anatómicamente en A, puesto que el área dañada podría desempeñar una función más general, que incluya pero no se reduzca a la función afectada. Lo máximo que podría afirmarse en estos casos es que alguna parte de A sirve de asiento a algún componente de X (Jackson, 1878). Ahora, ésta es una limitación cierta en el orden topológico, pero no así en el neurofuncional. El establecimiento de una disociación doble no implica necesariamente que las áreas cerebrales A y B sean el asiento preciso y único de X y Y, respectivamente; pero sí constituye una prueba cabal de que dichas funciones son procesadas por distintos rutas o subsistemas independientes, sea cual fuere su sustrato físico.
Por ejemplo, en un caso de afasia de Broca, una lesión focalizada en cierta porción de la tercera circunvolución frontal provoca importantes déficits en la producción fonológica, pero también afecta el procesamiento morfológico y sintáctico. Además, los déficits fonológicos también pueden ser causados por lesiones en otras áreas. En consecuencia, no puede decirse que la producción fonológica resida anatómicamente en el área de Broca, ni que ésta se encargue de la producción fonológica como función privativa. Sin embargo, un afásico de Broca, por lo general, no presenta déficits en el reconocimiento fonológico. A pesar de sus otras deficiencias, dicho sujeto es capaz de reconocer los fonemas de su lengua y comprender los enunciados que escucha sin problemas.
A pesar de la subdeterminación anatómica referida, este tipo de disociaciones permiten establecer que un sistema X (p. ej., el de producción fonológica) es neurofuncionalmente independiente de un sistema Y (p. ej., el de reconocimiento fonológico). Así, se puede determinar que ambos constituyen subsistemas diferenciados.
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Además, las disociaciones dobles demuestran que ciertos componentes de un sistema cognitivo (aquí, el lingüístico) pueden devenir disfuncionales sin que el sistema que los comprende colapse en su conjunto. De hecho, el afásico de Broca suele mantener intactas muchas otras funciones lingüísticas, como la lectura y el reconocimiento léxico y la formación de conceptos lingüísticos. Que una lesión pueda afectar selectivamente el procesamiento de una función sin provocar el colapso de todo el sistema demuestra la independencia neurofuncional del subsistema en cuestión. De ahí la utilidad de las disociaciones dobles para el presente ejercicio de modelización.
La detección de componentes de un sistema mediante disociaciones dobles no necesariamente implica aceptar que existen ‘centros neuroanatómicos’, como afirman los conexionistas ortodoxos. Un ‘centro’, en la tradición conexionista inaugurada por Wernicke (1874), se define como un área cerebral determinada que sirve de asiento a una función psicológica de alto nivel y que almacena sólo un cierto tipo de representaciones. Por el contrario, en esta Tesis, los componentes de los modelos no se presumirán circunscriptos a una única zona cerebral, aunque sí se apuntarán regiones corticales y subcorticales críticas para su funcionamiento. Además, se rechaza aquí la idea de que el cerebro almacena representaciones o símbolos estables de ningún tipo. Se postula, en cambio, que la información emerge en el sistema de cada individuo de forma dinámica gracias a la activación conjunta (paralela) de múltiples conexiones (Lamb, 1999, 2011). Por lo tanto, las rutas que se identifiquen no estarán localizadas completamente en zonas discretas de la corteza, sino que se presumirán ampliamente distribuidas. Sí se presupone, con todo, que determinadas regiones cerebrales resultan más críticas que otras para determinados procesos cognitivos.
También se considerará evidencia proveniente de estudios de neuroimagen. La ejecución de cualquier función cognitiva (p. ej., evocar una imagen, resolver un cálculo matemático, hablar con un
Capítulo 1
48 Adolfo M. García
amigo, traducir de una lengua a otra) es resultado de la actividad conjunta y sincronizada de millones de neuronas distribuidas a lo largo del cerebro, pero mayormente concentradas en una determinada región crítica. La activación de dichas neuronas genera una señal electromagnética que alcanza su mayor intensidad en la región cerebral más crucialmente involucrada en la representación de la función. Además, durante el desarrollo del proceso, esa región tiene un mayor consumo metabólico, lo que produce alteraciones notables en la circulación sanguínea y el consumo de oxígeno en el cerebro.
Hay diversas tecnologías que permiten visualizar qué sucede dentro del cerebro al realizarse una tarea determinada. La electroencefalografía (EEG) y los potenciales evocados (ERPs, por sus siglas en inglés) permiten medir aspectos eléctricos de la actividad neuronal. Por su parte, la magnetoencefalografía (MEG) registra los flujos magnéticos concomitantes. Otras técnicas, como la resonancia magnética funcional (fMRI, por sus siglas en inglés) y la tomografía por emisión de positrones (PET, por sus siglas en inglés), son sensibles a los cambios hemodinámicos.
La técnica de fMRI permite obtener imágenes estáticas del cerebro mediante resonancia magnética mientras el sujeto realiza una determinada tarea. Las imágenes se obtienen a gran velocidad, de modo que, cuando se las ve en conjunto, el resultado es una visión de alta resolución de las regiones activadas durante el procesamiento lingüístico en tiempo real. Esta técnica tiene muy buena resolución espacial y temporal.
En los estudios que emplean la técnica de PET se registran cambios en el flujo de sangre dentro del cerebro. Sobre el principio de que la región neural involucrada en el procesamiento de una determinada tarea requiere oxígeno adicional y concentra mayores niveles de glucosa, los focos de actividad permiten inferir cuáles son las áreas críticas para el proceso neurocognitivo en cuestión. Los
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estudios de PET ofrecen una resolución espacial aceptable y una baja resolución temporal.
Otra técnica utilizada en la investigación neurocientífica es la de ERPs. En este caso se registran cambios en el voltaje de las ondas cerebrales asociadas con el procesamiento de determinada función. Mientras se obtiene un registro electroencefalográfico continuo, se aíslan los puntos en que el sujeto realiza la tarea solicitada (p. ej., leer una oración con una anomalía semántica o decidir si una secuencia de caracteres constituye una palabra) a fin de determinar qué deflexión de las ondas se produce. La técnica de ERPs ofrece una resolución temporal excelente, pero no permite determinar qué sustrato preciso fue la fuente de la señal observada.8
Además de las técnicas de neuroimagen, hay métodos conductuales que permiten inferir aspectos puntuales de los procesos neurocognitivos. En particular, la medición de tiempos de respuesta (TR) ha sido crucial para el desarrollo de modelos psicolingüísticos y neurolingüísticos. La lógica subyacente a los múltiples paradigmas que miden TR es que, a mayor tiempo de respuesta, mayor es el esfuerzo de procesamiento subyacente y más débiles son las conexiones neurocognitivas implicadas. Así, por ejemplo, si se quiere estudiar el impacto de la experticia traductora sobre el procesamiento de equivalentes, se pueden formar grupos con diferente nivel de experticia (variable independiente), someterlos a una tarea de traducción idéntica y luego comparar los TR promedio de cada grupo (variable dependiente). Las latencias de respuesta obtenidas por cada grupo reflejarán el grado de fuerza de las conexiones implicadas en la tarea.9
El corpus de estudios neurocognitivos considerado consta de 21 informes clínicos sobre pacientes con neuropatologías traductoras y
8 Para más detalles sobre los principios, alcances y limitaciones de las principales técnicas de neuroimagen, ver Rodden y Stemmer (2008). 9 Para más detalles sobre la medición de TR y otros métodos conductuales, ver Garrod (2006).
Capítulo 1
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nueve experimentos de neuroimagen sobre procesos de traducción. Además, en el Capítulo 6, se reportan los resultados de un experimento conductual realizado por el autor y un conjunto de colaboradores, en el que se indaga el rol de la experticia traductora en los procesos de activación de equivalentes lexémicos. Por último, como ya se indicó, los postulados concretos que surjan de la investigación se representarán gráficamente mediante el aparato notacional de la TRR.
1.7. A propósito de la variable ‘modalidad traductora’
Si bien las distintas modalidades traductoras (p. ej., traducción escrita, traducción a la vista, interpretación consecutiva, interpretación simultánea) se diferencian en varios aspectos cruciales, aquí se presupone que todas ellas comparten las mismas rutas traductoras. Dado que en esta Tesis se considera evidencia proveniente del estudio de diversas modalidades, es importante puntualizar las similitudes y diferencias entre ellas.
Las diferencias más evidentes entre la traducción y la interpretación se dan en el dominio ejecutivo, es decir, se relacionan con las formas particulares en que el sistema lingüístico y los sistemas de memoria de trabajo, atención y monitoreo interactúan durante la reformulación interlingüística. Por ejemplo, en la interpretación, el TF es efímero; se presenta una única vez y no hay oportunidad de consultarlo nuevamente. Esto supone una mayor intervención de la memoria a corto plazo en la interpretación que en la traducción, tarea en la que el TF puede leerse y releerse constantemente. La labor del intérprete está ceñida a estrictas presiones temporales de procesamiento, restricción ausente en la traducción escrita. Los procesos atencionales también son distintos en un caso y en el otro. En la interpretación simultánea, además, la recepción/comprensión del TF y la producción del TM son procesos simultáneos. Por añadidura, el intérprete suele tener un contacto
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directo tanto con el emisor del TF como con la audiencia de su TM, mientras que la tarea del traductor no implica concurrencia espacio-temporal con ellos.
Con todo, el objetivo de esta Tesis es diseñar un modelo de los sistemas lingüísticos que intervienen exclusivamente en el procesamiento de equivalentes. Por supuesto, incluso en términos neurocognitivos hay diferencias entre la traducción (escrita) y la interpretación (oral). Los estímulos verbales en la traducción activan el sistema visual y luego el sistema de reconocimiento grafémico, mientras que en la interpretación activan el sistema auditivo y luego el de reconocimiento fonológico. La fase de producción del TM también supone la participación de distintos sistemas. En la traducción, ésta pone en juego los sistemas de producción grafémica y el sistema dígitomanual. En cambio, en la interpretación, la producción activa el sistema de producción fonológica y el sistema articulatorio. También es distinto el rol de otros sistemas cognitivos en una y otra modalidad. Por ejemplo, el input visual no verbal en la traducción suele ser incidental y sin valor comunicativo para el proceso en cuestión, mientras que en la interpretación aun la información no verbal procesada por el sistema visual puede impactar sobre el procesamiento lingüístico (p. ej., el intérprete ve directamente el lenguaje gestual y las expresiones faciales del orador).
Ahora, los subsistemas que entran en juego entre la fase de percepción de los estímulos verbales y la de producción del TM son presumiblemente comunes a la traducción y a la interpretación (y son estos los que se abordan específicamente en esta Tesis). En ambos casos, las representaciones activadas en los respectivos sistemas de reconocimiento (grafémico y fonológico) se conectan con determinadas representaciones en el sistema léxico y/o en el gramatical. Éstas, a su vez, podrán ocasionar la activación de representaciones semánticas en el mismo subsistema lingüístico o activar directamente sus contrapartes léxico-gramaticales en la otra lengua, sin mediación semántica. A menos que uno quiera postular la
Capítulo 1
52 Adolfo M. García
existencia de (i) un sistema léxico para la traducción y otro para la interpretación, (ii) un sistema gramatical para la traducción y otro para la interpretación, (iii) un sistema semántico para la traducción y otro para la interpretación y (iv) sistemas de conexión interlingüística diferenciales para una y otra modalidad, debe asumirse que los subsistemas léxicos, gramaticales, semánticos y de conexión interlingüística que entran en juego en la traducción son los mismos que intervienen en la interpretación.
Una vez más, es vital reconocer la diferencia entre los sistemas representacionales (los sustratos que encarnan los distintos conjuntos de representaciones) y los mecanismos que operan sobre dichos sistemas. Las diferencias neurocognitivas entre la traducción y la interpretación, amén del rol diferencial que en ellas cumplen los sistemas grafémicos y fonológicos, respectivamente, no están dadas por las rutas traductoras que vinculan los sistemas representacionales de la L1 y la L2, sino por los mecanismos que sobre ellos operan (p. ej., memoria a corto plazo, mecanismos de control e inhibición, estrategias comunicativas, inferenciales, atencionales y/o de monitoreo).
De ahí que la discusión de las rutas neurocognitivas que sustentan el procesamiento de equivalencias ampare el abordaje conjunto de la traducción y la interpretación. En efecto, el modelo que aquí se desarrolla tiene por objeto caracterizar las rutas de conexión entre la L1 y la L2, pero no así los mecanismos que operan sobre ellas. Salvo que se realice alguna salvedad explícita, debe asumirse que el término ‘traducción’, al menos en lo que concierne a los sistemas mencionados en el párrafo anterior, subsume tanto la modalidad escrita (traducción propiamente dicha) como la modalidad oral (interpretación). Las rutas traductoras, por lo tanto, quedan definidas como el conjunto de circuitos o rutas neurofuncionales que posibilitan el establecimiento de conexiones entre la L1 y la L2 una vez procesada la información lingüística en un subsistema de reconocimiento determinado (sea éste grafémico o fonológico). A menos que se aclare lo contrario, pues, la presente caracterización de
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las rutas que sustentan el procesamiento de equivalentes se presume válido tanto para la traducción (escrita o a la vista) como para la interpretación (simultánea o consecutiva).
Colección Tesis destacadas en Ciencias del Lenguaje
Capítulo 2
Principios de neuroanatomía y neurofisiología
En García, Adolfo M. (2014)
Hacia un modelo neurocognitivo de la equivalencia a nivel lexémico:
Procesos traductológicos en términos de redes relacionales.
Mendoza: Editorial FFyL-UNCuyo y Ediciones ILyCE.
ISBN 978-950-774-245-3
Disponible en http://www.ffyl.uncu.edu.ar/spip.php?article4239
2.1. Organización macroanatómica del cerebro
El cerebro forma parte del sistema nervioso central. Se aloja en el cráneo, pesa entre 1 y 1,5 kilogramos y consta de más de 100 mil millones de neuronas. Por medio de la médula espinal, éstas se conectan con otras células a lo largo del cuerpo y se comunican con ellas enviando y recibiendo señales electroquímicas constantemente. Toda la información motora, sensorial, cognitiva y emotiva que rige las acciones cotidianas se representa y se procesa en redes neurales específicas. Como afirman, Cummings y Coffey (1994: 72. Trad. mía),
[e]l cerebro interviene en toda nuestra conducta y experiencia. No hay acción, pensamiento o emoción que carezca de un evento cerebral correspondiente […] Esta premisa no niega la influencia del aprendizaje, las vivencias, la educación o la dimensión sociocultural de la existencia humana; dichos factores crean el contexto de la conducta e influyen de modo determinante en el desarrollo de los sujetos y las situaciones que enfrentan. No obstante, en todo caso estos efectos socioculturales se ven mediados por el funcionamiento del
Capítulo 2
56 Adolfo M. García
cerebro. Por ende, un enfoque abarcativo de la conducta humana nos obliga a comprender la base neurológica de la cognición, la emoción y la psicopatología humanas.
El cerebro está integrado por diferentes estructuras. Una división tradicional es la que distingue entre el mielencéfalo (bulbo raquídeo), el metencéfalo (puente de Varolio y cerebelo), el mesencéfalo (cerebro medio), el diencéfalo (tálamo e hipotálamo) y el telencéfalo (neocorteza o hemisferios cerebrales). Tales estructuras se diagraman en la Figura 2.1 (extraída de Lamb, 2011: 445), que presenta una sección mediosagital del cerebro.
Figura 2.1. Sección mediosagital del cerebro (extraída de Lamb, 2011: 445).
Neuroanatomía y neurofisiología
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Se llama neocorteza (o, simplemente, corteza) al área comprendida por los hemisferios cerebrales (telencéfalo). Por otro lado, son estructuras subcorticales todas las regiones incluidas en el diencéfalo y el cerebro medio. En términos generales, las estructuras neocorticales se especializan en el procesamiento de información cognitiva (lingüística, visuoespacial, etc.), mientras que las estructuras subcorticales desempeñan un papel preponderante en la regulación de procesos fisiológicos y emocionales. Sin embargo, dichas funciones no son privativas ni exclusivas de unas ni otras.
2.1.1. Algunas estructuras subcorticales
De las muchas y muy complejas estructuras subcorticales, aquí se describen sólo aquellas que figuran repetidas veces a lo largo de la Tesis: los ganglios basales, el hipocampo y el cerebelo. Las mismas se identifican en la Figura 2.2.
Figura 2.2. Algunas estructuras subcorticales.
GANGLIOS BASALES
CEREBELO
HIPOCAMPO (LÓBULO TEMPORAL
MEDIO)
Capítulo 2
58 Adolfo M. García
Los ganglios basales abarcan un conjunto de subestructuras, como el neoestriado (núcleo caudado y putamen), el globo pálido y la sustancia negra, todas ubicadas en las adyacencias de la región frontal del cerebro. Distintas partes de este complejo estructural cumplen diferentes funciones, pero, a grandes rasgos, los ganglios basales, en su conjunto, se ven implicados en la postura corporal, la planificación y la coordinación motoras, y el aprendizaje de patrones secuenciales y jerárquicos (v. 1.4.2).
El hipocampo forma parte de una vasta red subcortical llamada sistema del lóbulo temporal medio. Se conecta profusamente con varias partes de la neocorteza y una de sus funciones principales es moderar el intercambio de señales entre la información más cognitiva de la neocorteza y la información fisiológica y emocional que se procesa en estructuras subcorticales. Además, el hipocampo cumple un rol crucial en la memoria a largo plazo, ya que parece ser indispensable para la construcción de nuevos recuerdos.
El cerebelo es una estructura muy compleja. Representa sólo el 10% del volumen total del cerebro, pero posee más de la mitad de sus neuronas. Su ubicación es posterior, dorsal al Puente de Varolio. Su principal función radica en integrar circuitos sensoriales y motores a fin de controlar el input perceptual y coordinar acciones motoras. De ahí que el cerebelo resulte importantísimo para el control y la secuenciación de movimientos finos, como los que permiten escribir a mano alzada o tocar el piano. En términos más generales, el cerebelo está involucrado en la búsqueda y selección de información conceptual que luego puede procesarse en otras áreas.
2.1.2. La neocorteza
La neocorteza es el área más relevante para comprender la organización de los sistemas lingüísticos. Se divide en dos grandes mitades, llamadas hemisferios cerebrales. Los hemisferios, que están
Neuroanatomía y neurofisiología
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separados por la cisura longitudinal, son muy simétricos en su anatomía. Ambos se conectan bidireccionalmente a través del cuerpo calloso, un profuso manojo de fibras de larga distancia ubicadas en la cisura longitudinal que permite que trabajen de modo coordinado y complementario. Si bien los hemisferios interactúan en la ejecución de la mayoría de las actividades humanas, cada uno cumple funciones bien diferenciadas. Los sistemas lingüísticos, en particular, están fuertemente lateralizados hacia la izquierda (Springer et al., 1999). En la Figura 2.3 (extraída de Lamb, 2011: 450) pueden verse sus principales divisiones.
Figura 2.3. Sección lateral del hemisferio izquierdo (extraída de Lamb, 2011: 450).
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En la Figura 2.3 se advierten dos depresiones principales: la fisura (o cisura) de Silvio y el surco central. Ambas sirven como puntos de referencia anatómicos para establecer límites generales entre las principales áreas de cada hemisferio. El surco central separa la circunvolución precentral (anterior) de la circunvolución postcentral (posterior). El lóbulo frontal es anterior al surco central y superior a la fisura de Silvio. Este lóbulo se encarga principalmente de la actividad motora y de otras funciones como la planificación de acciones y la coordinación de la información proveniente del resto del cerebro. El lóbulo temporal es posterior a la fisura de Silvio y se especializa en el procesamiento auditivo, amén de otras funciones que se detallarán más adelante. El lóbulo frontal y el temporal incluyen las zonas más importantes de lo que se denomina la región perisilviana (es decir, la zona circundante a la fisura de Silvio), en la que se representa la mayor parte de la información lingüística. Por encima del lóbulo temporal y posterior al surco central se ubica el lóbulo parietal, encargado de representar todas las señales sensoriales enviadas por las distintas partes del cuerpo. En la parte más posterior de cada hemisferio se encuentra el lóbulo occipital, que desempeña un papel clave en la representación y el procesamiento de información visual.
Cada lóbulo, a su vez, posee divisiones internas. En particular, los lóbulos frontal y temporal constan de tres partes principales llamadas circunvoluciones inferior, media y superior. Por ejemplo, la circunvolución temporal superior es la franja del lóbulo temporal que limita directamente con la fisura de Silvio. Debajo de ella se ubican las circunvoluciones temporales media e inferior. Cada circunvolución y, más aún, determinadas partes de ellas, cumplen funciones específicas dentro de cada lóbulo.
Las diversas partes del cerebro se interconectan profusamente unas con otras. Ninguna región es autosuficiente para la ejecución correcta de las funciones de alto nivel, como el pensamiento, el cálculo, la orientación visuoespacial, la memoria o el lenguaje. Estas funciones requieren de la acción conjunta de varias estructuras
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cerebrales, a veces muy distantes entre sí. Sin embargo, hay ciertas áreas que son críticas o indispensables para el correcto funcionamiento de cada sistema.
Lo que posibilita la complejísima conectividad del cerebro son las neuronas. En la neocorteza, los cuerpos de las neuronas se ubican en la superficie exterior de los hemisferios. Dicha superficie constituye la materia gris, una capa de entre 3 y 6 milímetros de espesor. Las neuronas se conectan entre sí tanto a nivel local (con otras neuronas cercanas) como de modo remoto (con otras neuronas distantes). Lo que permite la conexión de dos o más neuronas distantes es la materia blanca. Ésta consta de axones de larga distancia que vinculan células remotas dentro de un mismo lóbulo, o entre dos lóbulos distintos, o entre ambos hemisferios.
Si bien todas las neuronas poseen características similares (p. ej., todas constan de un soma, un axón que se ramifica en terminales eferentes y múltiples dendritas que poseen espinas aferentes), es posible reconocer distintos tipos y clasificarlas en términos de su forma y función (v. 2.2.1). La caracterización detallada de los aspectos fisiológicos y moleculares de las neuronas escapa al objeto de esta sección, pero sí es importante destacar que distintos tipos de neuronas se concentran en diferentes áreas del cerebro. El primero en realizar una cartografía de dichas concentraciones fue Brodmann (1909), quien identificó cincuenta y dos áreas citoarquitectónicas dentro de cada hemisferio (‘citoarquitectónico’ significa ‘estructura celular’). Dichas áreas, en honor a su descubridor, se conocen como áreas de Brodmann. Las principales se grafican en la Figura 2.4 (extraída de Ardila, 2011: 28).
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Figura 2.4. Mapa de las principales áreas de Brodmann (extraída de Ardila, 2011: 28).
Como puede apreciarse en la Figura 2.4, las áreas de Brodmann (AB) se ubican en diversas regiones neocorticales y subcorticales. Más precisamente, éstas ofrecen una mirada arquitectónica celular de las estructuras que anteriormente se describieron en términos anatómicos. Las AB permiten identificar con mayor precisión qué regiones se asocian crucialmente a la representación de distintos sistemas cognitivos y al procesamiento de funciones específicas (nuevamente, no hay relación uno a uno entre AB y función cognitiva). A lo largo de la Tesis habrá referencias a varias AB. El lector podrá referirse a la Figura 2.4 a fin de determinar su ubicación precisa. En la Tabla 2.1 se destacan algunas AB que son importantes para determinadas funciones lingüísticas.
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Tabla 2.1. Áreas de Brodmann implicadas en el sistema lingüístico.
ÁREA DE BRODMANN
UBICACIÓN NEUROANATÓMICA
PRINCIPAL FUNCIÓN LINGÜÍSTICA ASOCIADA
AB 44 AB 45
Circunvolución frontal inferior (área de Broca)
Producción fonológica, procesamiento gramatical
AB 4 Circunvolución precentral, lóbulo frontal (corteza motora primaria)
Control muscular necesario para la pronunciación y la escritura
AB 41 Circunvolución temporal superior (corteza auditiva primaria)
Procesamiento auditivo general, discriminación de sonidos
AB 42 AB 22
Parte posterior de la circunvolución temporal superior
Reconocimiento fonológico, representación y procesamiento
léxico y semántico
AB 1 AB 3
Circunvolución postcentral, lóbulo parietal (corteza somatosensorial
primaria)
Representación de información somatosensorial y
semántico/conceptual
AB 17 Lóbulo occipital posterior Procesamiento visual, lectura, representación grafémica
2.2. Neurofisiología: Neuronas y sinapsis
El cerebro es un vasto entramado de células nerviosas llamadas neuronas. Toda la actividad cerebral (y, con ello, toda la actividad cognitiva) es el resultado de procesos que tienen lugar a nivel intra- a inter-neuronal. Cada neurona consta de tres componentes principales: el soma (o cuerpo celular), las dendritas y el axón. Estas estructuras se representan en la Figura 2.5.
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Figura 2.5. Componentes estructurales de la neurona.
El soma (que, entre otras cosas, contiene el núcleo de la célula) se encarga de funciones tales como el almacenamiento de material genético y la producción de proteínas y otras moléculas indispensables para la supervivencia de la neurona. Las dendritas y el axón son fibras nerviosas que posibilitan la comunicación inter-neuronal. Como se indica en la Figura 2.5, las dendritas son canales aferentes, o sea que permiten el ingreso (input) de señales provenientes de otras neuronas. El axón cumple la función de canal eferente, pues se encarga del envío (output) de señales hacia otras neuronas, mediante sus múltiples ramificaciones. Los axones pueden conectarse con otras neuronas cercanas o distantes; algunos, de hecho, alcanzan los diez centímetros de longitud. Gracias a su estructura, las neuronas poseen dos propiedades centrales, llamadas ‘convergencia’ (cada neurona puede recibir input de múltiples neuronas eferentes) y ‘divergencia’ (cada neurona puede enviar output hacia múltiples neuronas aferentes).
El punto de unión entre dos neuronas cualesquiera se denomina ‘sinapsis’. Como ya se apuntó, el cerebro humano adulto contiene alrededor de 100 mil millones de neuronas. A su vez, cada una de éstas posee decenas de miles de sinapsis con otras neuronas. Según
SOMA (CUERPO CELULAR) AXÓN:
OUTPUT, SEÑALES EFERENTES
DENDRITAS: INPUT,
SEÑALES AFERENTES
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SINAPSIS MEMBRANA
POSTSINÁPTICA: RECEPCIÓN
DE NEUROTRANSMISORES
MEMBRANA PRESINÁPTICA:
LIBERACIÓN DE NEUROTRANSMISORES
los cálculos de DeFelipe y Farlinas (1992), una neurona piramidal típica (v. Tabla 2.2) posee cincuenta mil sinapsis eferentes y otras cincuenta mil sinapsis aferentes. Esta profusión de conexiones es la causa de la complejidad de la cognición humana (y, también, la razón por la que ésta no puede ser aun más compleja).
2.2.1. Conexiones interneuronales: Tipos y principios básicos
En términos generales, la comunicación entre neuronas se da cuando el axón de una neurona eferente libera neurotransmisores (en la membrana presináptica) que atraviesan la sinapsis e ingresan en los receptores dendríticos de la neurona receptora (mediante la membrana postsinápica). Este esquema conectivo se ilustra en la Figura 2.6.
Figura 2.6. Ilustración de una sinapsis.
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La llegada de neurotransmisores mediante una única terminal presináptica no basta para generar una respuesta en la neurona receptora. Sin embargo, cuando dicha neurona recibe neurotransmisores de un número suficiente de neuronas eferentes al mismo tiempo (con un margen de unos pocos milisegundos), se genera un ‘potencial de acción’, es decir, un flujo eléctrico que recorre el soma y el axón de la neurona a fin de estimular otras neuronas. Así, al generarse un potencial de acción, la neurona pasa de ser receptora a emisora. Se sigue de estos principios que la comunicación interneuronal sigue una secuencia eléctrica-química-eléctrica: las señales eléctricas que atraviesan los axones producen la liberación de sustancias químicas (neurotransmisores) que, al ingresar en cantidad suficiente a una neurona receptora, desencadenarán un nuevo flujo eléctrico.
Las conexiones entre neuronas pueden ser de dos tipos: excitatorias o inhibitorias. Las primeras contribuyen a la activación de la neurona receptora, y se pueden establecer entre dos neuronas cercanas o distantes. En cambio, las conexiones inhibitorias tienden a disminuir en nivel de actividad dentro de la neurona receptora, obstruyendo o impidiendo su activación. Estas últimas pueden establecerse únicamente entre neuronas cercanas.
Los principales tipos de neuronas con conexiones excitatorias son las células piramidales y las estrelladas espinosas. Por su parte, las neuronas con conexiones inhibitorias son muy variadas. Algunas de las más comunes en la neocorteza son las células canasta grandes, las células canasta columnares, las de doble bouquet, las candelabro y las estrelladas sin espinas. En la Tabla 2.2, extraída de Lamb (2011: 468), se resumen algunas propiedades clave de los principales tipos de neuronas corticales.
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Tabla 2.2. Algunas propiedades de los tipos principales de neuronas corticales (extraída de Lamb, 2011: 468).
PIRAMIDALES ESTRELLADAS ESPINOSAS INHIBITORIAS El axón se extiende hacia abajo, posee numerosas ramas en zonas cercanas al cuerpo celular, mientras que las ramas principales del axón se extienden hasta la materia blanca.
Las ramas principales del axón principal ascienden o descienden en sentido vertical. Las ramas horizontales del axón son muy cortas, y generalmente se confinan a una columna estrecha.
Las ramas del axón están confinadas a la corteza; algunas son mayormente verticales, y otras mayormente horizontales.
Las conexiones desde el axón a otras neuronas son excitatorias.
Las conexiones desde el axón a otras neuronas son excitatorias.
Las conexiones desde el axón a otras neuronas son inhibitorias.
Las conexiones entrantes al cuerpo celular, a las astas dendríticas iniciales, y al segmento inicial del axón son inhibitorias; las conexiones remotas son mayormente excitatorias.
Las conexiones entrantes al cuerpo celular y a las astas dendríticas iniciales son inhibitorias; las conexiones entrantes remotas son mayormente excitatorias.
La mayoría de las conexiones entrantes cercanas son inhibitorias; las remotas son mayormente excitatorias.
Son, por mucho, el tipo de neurona más prominente en la corteza, pues representan aproximadamente el 70% del total.
Se concentran en las capas medias de la corteza; son más abundantes en las cortezas sensoriales.
Las hay de varios subtipos, entre ellos células canasta, células doble bouquet, células candelabro.
Las conexiones inhibitorias se presentan en dos variedades. Se llama ‘conexión inhibitoria axosomática’ a aquella que se establece sobre el soma de una célula vecina, mientras que las que se establecen en el segmento inicial de un axón vecino reciben el nombre de ‘conexiones inhibitorias axoaxónicas’. En la Figura 2.7 se ofrece una esquematización de ambos tipos de conexión celular.
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Figura 2.7. Conexiones inhibitorias axoaxónicas (a) y axosomáticas (b).
Toda neurona posee una estructura llamada ‘montículo del axón’, que se ubica en el punto de unión del soma y el axón. Dicha estructura computa las señales aferentes que llegan a la neurona receptora. Cada neurona posee un umbral de activación, es decir, un requisito mínimo de actividad eléctrica que debe acumularse en su interior para liberar un potencial de axón. Si la actividad eléctrica acumulada es equivalente o superior al umbral, el montículo del axón generará el potencial de acción correspondiente (en otras palabras, la neurona se activará). En cambio, si la actividad eléctrica es inferior al nivel especificado por el umbral, la neurona se mantendrá inactiva. Estos procesos ponen de manifiesto la diferencia central entre las conexiones excitatorias y las inhibitorias: mientras que las primeras aumentan la actividad eléctrica de la neurona receptora, favoreciendo su activación, las otras reducen la actividad eléctrica y, por lo tanto, propenden a desactivarla.
Los potenciales de acción son respuestas ‘a todo o nada’, es decir, o se generan o no se generan. No hay tal cosa como una neurona parcialmente activa o un potencial de acción emitido de modo fraccionario. Además, su propagación no se ve atenuada al circular desde el soma hacia las múltiples sinapsis eferentes que marcan la culminación de los terminales del axón. Por el contrario, los
(a) Conexión axoaxónica
(b) Conexión axosomática
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potenciales postsinápticos (aquellos que se generan en la membrana postsináptica de la neurona receptora y que pueden sumar o restar a la carga eléctrica total) son señales analógicas que sí se atenúan gradualmente en función del tiempo transcurrido desde su emisión y la distancia recorrida a lo largo de la dendrita correspondiente.
La fuerza de una conexión sináptica puede variar con el tiempo. Específicamente, las conexiones sinápticas se fortalecen si la sinapsis se usa con frecuencia. Esta propiedad conectiva se conoce como ‘el Principio Hebbiano’, según el cual “[c]ualquier par de células o de sistemas de células que se active repetidamente al mismo tiempo tenderá a ‘asociarse’, de suerte que la actividad en uno de los miembros del par facilitará la actividad en el otro” (Hebb, 1949: 70. Trad. mía). A su vez, la conectividad neuronal también depende del proceso inverso: la activación independiente (o antifásica) de cualquier par de células o de sistemas de células tenderá a debilitar sus interconexiones (Tsumoto, 1992). Estas modificaciones de fuerza conectiva son el resultado de diversos cambios bioquímicos y aun estructurales en las neuronas involucradas (Kandel, 1991), tales como el crecimiento de las prolongaciones terminales de las dendritas, llamadas espinas dendríticas (Braitenberg y Schüz, 1998). En resumen, la actividad conjunta de dos neuronas fortalece sus conexiones y la actividad individual de cualquiera de ellas las debilita.
Otra propiedad importante de la conectividad interneuronal en la neocorteza es que las conexiones entre distintas áreas tienden a ser recíprocas. En otras palabras, si hay un grupo de neuronas que envían señales desde una región A a una región B, en general también habrá otro grupo de neuronas que envían señales desde la región B hacia la A. Sin embargo, debe advertirse que los grupos de neuronas que envían señales en direcciones opuestas son distintos en uno del otro, de modo que están sujetos a diferentes procesos de activación, inhibición y fortalecimiento/debilitamiento a través del tiempo (Pandya y Yeterian, 1985; Young et al., 1995).
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2.2.2. Minicolumnas corticales y redes funcionales: La representación como trabajo neuronal en equipo
Ninguna neurona basta por sí misma para encarnar una representación cognitiva. Una única célula es ineficiente para procesar información por sí misma, ya que resulta demasiado permeable a señales provenientes de neuronas involucradas en procesos externos que “ensucian” su procesamiento interno (Pulvermüller, 2002). Además, el deterioro y la muerte celular se dan a un ritmo tal que si cada representación cognitiva dependiera de una única neurona, sería prácticamente imposible retener información de modo duradero.
La evidencia indica que el módulo mínimo de procesamiento de información en la neocorteza es la minicolumna cortical (Mountcastle, 1998). Una minicolumna puede definirse como un grupo de entre 75 y 110 neuronas que se alinean verticalmente a lo largo de las seis capas de la materia gris y que operan en tanto unidad funcional (Mountcastle, 1998; Burnod, 1990; Arbib et al., 1998). Cada minicolumna tiene una longitud de entre 2 y 4 mm y un diámetro de entre 30 y 40 µm (micrones). Alrededor del 70% de las neuronas en la minicolumna típica son piramidales, es decir, células con conexiones excitatorias. El 30% restante consta principalmente de neuronas con conexiones inhibitorias. Así, toda minicolumna tiene la capacidad de enviar señales excitatorias y/o inhibitorias a otras minicolumnas. En la Figura 2.8 (extraída de Eberhard et al., 2006: 336) se reproduce una minicolumna cortical generada por un graficador computacional.
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Figura 2.8. Una minicolumna cortical (extraída de Eberhard et al., 2006: 336).
La evidencia sobre la estructura y el funcionamiento de las minicolumnas proviene principalmente de estudios realizados en gatos, monos y ratas. Hubel y Wiesel (1962, 1977) demostraron que los nodos de la corteza visual en tales especies se implementan como columnas corticales organizadas jerárquicamente, de suerte que cada capa sucesiva integra rasgos procesados por el nivel inmediatamente inferior para luego enviar activación a las capas superiores. Por lo tanto, a mayor nivel jerárquico en la estructura cortical, mayor nivel de abstracción en la representación. Por su parte, Mountcastle (1998: 165-203) llegó a conclusiones similares al examinar las cortezas somatosensorial y auditiva primarias de las mismas especies animales. En opinión de este autor, “todo estudio celular de la corteza
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auditiva en gatos y monos ofrece evidencia directa de su organización en columnas” (Mountcastle, 1998: 181. Trad. mía).
Como las cortezas de los gatos y los monos son similares a las de las personas, los neurocientíficos extrapolan hallazgos como los anteriores a sus descripciones del cerebro humano. Son tantas las coincidencias topológicas y celulares entre nuestras cortezas y las de dichas especies que buena parte de la neurociencia actual avanza sobre el supuesto de que los sistemas lingüísticos, perceptivos y conceptuales de las personas también se organizan mediante redes jerárquicas de minicolumnas corticales.
Podría creerse que esta extrapolación es demasiado arriesgada, habida cuenta de la especificidad que requerirían las representaciones lingüísticas; no obstante, así como en la corteza de los gatos, los monos y las ratas hay columnas corticales con representaciones tan específicas que responden ante la estimulación de un único dedo, la corteza humana posee no sólo minicolumnas, sino incluso neuronas individuales que se activan sólo ante determinados estímulos visuales. Así lo han demostrado Quian Quiroga et al. (2005), cuyos estudios experimentales con pacientes epilépticos indicaron de que una única neurona puede responder selectivamente a estímulos tan precisos como fotografías de la actriz estadounidense Jennifer Aniston, o de la estrella del baloncesto Michael Jordan, o de la Torre de Pisa.
También existen otros tipos de sistemas neuronales que, si bien funcionan de modo integrado como unidades individuales de procesamiento, tienen una distribución más extendida a lo largo del cerebro. Tal es el caso de las redes funcionales. Las representaciones cognitivas complejas que involucran subrepresentaciones pertenecientes a sistemas diferentes y distantes entre sí se encarnan en este tipo de estructuras. Tómese por caso un concepto como GATO, que integra representaciones unimodales como CUADRÚPEDO (percepto visual, en el lóbulo occipital), MAULLIDO (percepto auditivo,
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en el lóbulo temporal) y PELAJE SUAVE (percepto somatosensorial, en el lóbulo parietal).
Según Pulvermüller (2002), una red funcional es un sistema de neuronas ampliamente distribuido que presenta una topografía bien definida y cuya dinámica puede caracterizarse en virtud de cuatro estados: descanso, ignición, priming y reverberancia. Una red funcional está en descanso cuando no hay en ella actividad eléctrica alguna. La ignición es el estado que alcanza una red al recibir una cantidad de activación suficiente para dispararse. El término priming denota el efecto mediante el cual una red se activa parcialmente a causa de sus conexiones con otras redes totalmente activas.10 Por último, la reverberancia es el estado mediante el cual una red mantiene su actividad interna por el lapso de unos segundos sin necesidad de recibir nuevas señales de input para reactivarse.
Que las representaciones cognitivas se encarnen en minicolumnas corticales o en redes funcionales implica que no toda neurona participa de todo proceso cognitivo. Este hecho tiene una consecuencia importante: ya que el número de neuronas en un momento determinado de la vida de un sujeto es finito, necesariamente, cada representación cognitiva depende de un número finito (si bien imprecisable) de neuronas. Dicho de otro modo, cada representación cognitiva tiene un sustrato definido, de extensión finita y discreta. A su vez, una misma neurona puede participar de distintas redes neurales y, con ello, de distintos procesos cognitivos. Sin embargo, la conjunción particular de neuronas que sustenta una representación determinada es única e irrepetible, a pesar de que puede haber solapamiento parcial entre distintas redes neurocognitivas.
10 En otras palabras, el efecto de priming en una red funcional ocurre cuando sólo un porcentaje de sus neuronas constituyentes están activas, mientras que las demás están completamente inactivas. Por lo tanto, si bien la activación parcial no es un fenómeno posible a nivel de la neurona individual, sí lo es a nivel de una red funcional.
74 Adolfo M. García
También debe señalarse que las minicolumnas y las redes funcionales, a pesar de estar compuestas por múltiples células nerviosas, poseen algunas de las propiedades distintivas de las neuronas individuales. Así, estas estructuras complejas poseen atributos tales como aferencia y eferencia, convergencia y divergencia, susceptibilidad y capacidad de excitación o inhibición, fortalecimiento y debilitamiento.
Por último, si bien cada neurona puede establecer hasta cincuenta mil sinapsis eferentes y cincuenta mil sinapsis aferentes con otras neuronas, por lo general sólo un pequeño porcentaje de estas conexiones quedan establecidas de hecho. Una neurona típica suele establecer conexiones activas con poco más que otras cien neuronas. Por lo tanto, para estimar cuál es el caudal de conectividad del cerebro humano, es necesario tener un cálculo aproximado del número total de neuronas que contiene.
Lamb (1999: 341-342) emprende dicho cálculo en relación a las neuronas neocorticales. Su razonamiento es el siguiente: el cuerpo de una neurona típica suele tener un diámetro de no menos de 10 y no más de 50 micrones. Por su parte, las ramificaciones del axón van desde 0,1 a 1 mms dentro de la materia gris y pueden alcanzar extensiones de hasta 10 cms, a través de la materia blanca. En todos los casos, los axones tienen un grosor de entre 0,5 y 1 micrón. Ahora, ya que la corteza humana tiene un espesor de entre 2 y 4 mms y que su superficie total oscila alrededor de los 1.400 mm2, el número total de neuronas neocorticales se halla en el orden de los 14 mil millones.
Evidentemente, los principios de interconectividad neuronal son muchos y muy complejos. El modelo neurocognitivo que se desarrolla en esta Tesis pretende ser consistente con dichos principios, sin dejar de lado la elegancia y la comunicabilidad de sus postulados. Para satisfacer ambos imperativos, y así favorecer la comprensión de las complejas relaciones neurocognitivas en cuestión, es necesario recurrir a un aparato notacional que capture los aspectos descriptos en las páginas anteriores de modo elegante y
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visualmente explícito. En este sentido, el sistema de notación que ofrece la TRR, presentado en el Capítulo 3, constituye una herramienta de suma utilidad.
2.3. Implicancias de los principios neurológicos para un modelo neurocognitivo de la traducción
Los principios anteriores constituyen restricciones teóricas para a un modelo de la traducción que aspire a poseer plausibilidad neurológica. De ellos se desprenden las siguientes implicancias:
(a) Los procesos cognitivos y lingüísticos (como la traducción) dependen de redes neuronales ampliamente distribuidas, cuyas células tienden a concentrarse en una región macroanatómica determinada del cerebro.
(b) Las representaciones mentales (p. ej., palabras) que
conforman los sistemas lingüísticos (L1, L2) se encarnan en estructuras neuronales complejas y de extensión finita (columnas corticales o redes funcionales).
(c) La activación exitosa de tales representaciones implica
procesos simultáneos de excitación e inhibición neuronal.
(d) La traducción, por lo tanto, supone la interconexión de estructuras neuronales complejas y discretas (una de la L1, otra de la L2), mediante procesos de excitación e inhibición concurrentes.
(e) En cualquier instancia de traducción, una estructura neuronal
compleja (p. ej., una palabra en L2) se verá activada en un proceso receptivo/perceptivo (p. ej., lectura), para luego dar
76 Adolfo M. García
inicio a un nuevo flujo electroquímico que activará otra estructura neuronal compleja (p. ej., una palabra en L1) involucrada en un proceso productivo (p. ej., escritura).
(f) Las conexiones entre dos estructuras neuronales complejas
(p. ej., las que encarnan una palabra en L1 y otra en L2) se fortalecen con el uso exitoso y se debilitan por activación antifásica de las células que vinculan.
(g) Cuanto más se fortalece una conexión entre dos estructuras neuronales complejas (p. ej., las que encarnan una palabra en L1 y otra en L2), menor es el caudal electroquímico necesario para que el circuito eferente (p. ej., palabra en L2) active el circuito aferente (p. ej., palabra en L1).
Estos postulados constituyen una parte importante del armazón conceptual del modelo formulado en la presente Tesis.
Colección Tesis destacadas en Ciencias del Lenguaje
Capítulo 3
La Teoría de Redes Relacionales
En García, Adolfo M. (2014)
Hacia un modelo neurocognitivo de la equivalencia a nivel lexémico:
Procesos traductológicos en términos de redes relacionales.
Mendoza: Editorial FFyL-UNCuyo y Ediciones ILyCE.
ISBN 978-950-774-245-3
Disponible en http://www.ffyl.uncu.edu.ar/spip.php?article4239
3.1. Brevísima reseña de la Teoría de Redes Relacionales
La Teoría de Redes Relacionales (TRR) fue creada y desarrollada por el lingüista estadounidense Sydney M. Lamb.11 Según refiere Lamb (2004 [1998]) en un ensayo autobiográfico, la génesis de la TRR se remonta a su tesis doctoral, escrita en 1957.12 Sin embargo, la primera formulación completa de la teoría apareció en Outline of Stratificational Grammar (Lamb, 1966).
Originalmente, la TRR se presentó como un modelo abstracto (sin pretensiones de plausibilidad neurológica) y estático (carente de precisiones respecto del procesamiento online del lenguaje). Luego,
11 Otros lingüistas, como Lockwood (1972), han realizado contribuciones de peso a la teoría. Sin embargo, los principales avances se deben a las investigaciones del propio Lamb (1980, 2004 [1974], 2004 [2001], 2004 [2002]). 12 En este trabajo, Lamb propone una de las ideas seminales de la Gramática Estratificacional, al observar que para caracterizar propiciamente la estructura de ciertas lenguas es necesario reconocer dos niveles intermedios entre el morfológico y el fonológico, en vez de sólo uno (a saber, el alofónico).
Capítulo 3
78 Adolfo M. García
en la década del setenta, Lamb comenzó a explorar la plausibilidad cognitiva de la TRR, al estudiar y demostrar cómo las redes relacionales permiten caracterizar los procesos de producción, comprensión y adquisición del lenguaje. Por su parte, la exploración de la plausibilidad neurológica de la teoría se debe a investigaciones realizadas principalmente en los noventa. La discusión más abarcativa de los correlatos neurológicos de la TRR se halla en Pathways of the Brain (Lamb, 1999). El único antecedente en la literatura parece ser el de Schnitzer (1978).13 En trabajos recientes, se han expuesto las ventajas que posee la TRR sobre otras teorías lingüísticas de amplia difusión, como la Gramática Generativa (García, 2010) y la Teoría de la Relevancia (Gil, 2011).
El desarrollo de la TRR puede verse como un ejercicio de modelización convergente (García, en prensa). La búsqueda de su convalidación neurológica comienza al advertirse el isomorfismo estructural y las similitudes operativas que hay entre los nodos propuestos en el modelo y las neuronas14 (Lamb, 2004 [1998]: 42), amén de la correspondencia directa que hay entre la concepción relacional de la teoría y la naturaleza relacional del tejido cerebral.
Uno de los principales méritos de la teoría radica en que permite representar relaciones neurocognitivas complejas con un repertorio acotado de elementos notacionales visualmente explícitos. Así, la TRR ofrece un sistema de notación elegante y de fácil consulta para lingüistas y traductólogos que no poseen conocimientos acabados sobre neurociencias. Además, como ha manifestado el propio Lamb, la TRR busca modelizar la organización funcional de sistemas neurocognitivos antes que de lenguas particulares (García, 2013) Por estas razones, el soporte notacional de la TRR resulta instrumental a los objetivos de la presente Tesis.
13 Para un tratamiento de los orígenes estructuralistas de la TRR, ver García y Gil (2011).
14 No obstante, la hipótesis inicial de que los nodos del modelo podrían implementarse neurológicamente como neuronas individuales ha sido convincentemente rechazada por el propio Lamb (1999: 323-324).
La Teoría de Redes Relacionales
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3.2. Elementos notacionales de la teoría
La TRR se deriva de una idea de Louis Hjelmslev, de suerte que puede considerársela una extensión de la Glosemática. El lingüista danés apuntó que
[r]econocer […] que una totalidad no consta de cosas sino de relaciones, y que la existencia científica no es atribuible a sustancia alguna, sino que reside en sus relaciones internas y externas […] puede resultar novedoso en la ciencia lingüística. Al postularse que los objetos difieren de los términos de las relaciones se establece no sólo un axioma superfluo, sino que también una hipótesis metafísica de la que la ciencia lingüística ha de liberarse (Hjelmslev, 1961 [1943]: 61. Trad. mía).
En base a esta noción, Lamb postuló que un sistema lingüístico, a diferencia de sus producciones, consta exclusivamente de relaciones. Los objetos o símbolos con que se caracteriza analíticamente la conducta verbal sólo existen como tales fuera del sistema. El sistema propiamente dicho es relacional y no-simbólico, si bien sus estructuras de conectividad le confieren la capacidad de producir e interpretar símbolos externos.
Los sistemas de notación de la TRR intentan capturar dichos principios de modo explícito. En esta Tesis se empleará la llamada ‘notación fina’ (narrow notation), pues es la más explícita en tanto caracterización gráfica de estructuras neurológicas.15 Considérese la Figura 3.1.
15 El otro sistema de notación de la teoría, llamado notación compacta o abstracta (compact o abstract notation), resulta más sencillo de emplear, pero no es tan preciso como el sistema de notación fina en la representación de estructuras neuronales reales. Por ejemplo, en notación compacta, se asume que un mismo nodo es responsable del procesamiento de un mismo fonema tanto en procesos de percepción como de producción; sin embargo, se sabe que las representaciones fonológicas que intervienen en dichos procesos son funcionalmente independientes y se encarnan en diferentes áreas cerebrales (García, 2012b). Para más detalles respecto de las diferencias entre ambos sistemas de notación, ver Lamb (1999, 2011).
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Figura 3.1. Elementos del sistema de notación fina.
Como se aprecia en la Figura 3.1, las relaciones se representan mediante líneas y nodos. Las líneas proveen vínculos entre los nodos al permitir el flujo de activación. Se distinguen, además, dos tipos de nodos: por un lado, los ‘nodos de junción’ (representados por un círculo amplio con un número adentro, llamado ‘umbral’) se activan si las líneas entrantes satisfacen su umbral –esto es, si la cantidad de líneas activas es igual o mayor que la cifra especificada dentro del nodo; por otro lado, los ‘nodos ramificantes’ (representados por un círculo sólido negro) distribuyen la activación entrante hacia otros nodos en simultáneo.
La unidad básica de procesamiento en la TRR es la ‘nexión’, representada notacionalmente como la conjunción de dos nodos cualesquiera mediante una única línea interna. Una nexión, cabe aclarar, es su propio procesador, de modo que no requiere de estructuras adicionales que interpreten su actividad. Una nexión es capaz de evocar por sí sola, en la mente de cada sujeto, la representación que le está dado procesar gracias a la confluencia de la activación proveniente de los demás nodos con que se conecta. De
NODO RAMIFICANTE
NODO DE JUNCIÓN (ESPECIFICA EL UMBRAL
DE ACTIVACIÓN) LÍNEAS ENTRANTES (CONEXIONES
DE INPUT)
LÍNEAS SALIENTES (CONEXIONES DE OUTPUT)
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este modo, la teoría cristaliza el postulado clave de que la información está en la conectividad. Así, lo que se grafica en la Figura 3.1 es una nexión compuesta por un nodo de junción y un nodo ramificante, en sentido ascendente –esto significa que la información procesada por esta nexión avanza desde un determinado nivel del sistema lingüístico hacia otro jerárquicamente superior (p. ej., desde el estrato fonológico al morfológico).
A título de ejemplo, en la Figura 3.2 se presentan dos redes sencillas que capturan las representaciones involucradas en el procesamiento del lexema por ello desde las perspectivas de la producción y de la comprensión, respectivamente. Adviértase que las etiquetas simbólicas presentes en el gráfico, como CONECTOR, por ello, y /p/p, no forman parte de la estructura del sistema. Por el contrario, éstas se ubican por fuera de las redes relacionales con el único propósito de que el lector sepa en qué porción de la red lingüística total se encuentra.
En el marco de la TRR, los rótulos en versales indican representaciones semológicas/conceptuales (p. e.j., CONSECUENCIA), los rótulos en itálicas indican representaciones léxicogramaticales (p. ej., por ello), y los rótulos presentados entre barras inclinadas indican representaciones fonológicas, ya sea aquellas involucradas en la producción fonológica (p. ej., /e/p) o en el reconocimiento fonológico (p. ej., /e/r).16
16 La «r» en subíndice al lado de determinadas representaciones fonológicas significa «reconocimiento». Se sigue que las representaciones fonológicas involucradas en el reconocimiento fonológico son distintas de aquellas que entran en juego en la producción fonológica (señaladas mediante una «p» en subíndice). La independencia neurofuncional y la individualidad topológica de cada conjunto de representaciones son hechos indiscutidos dentro de la afasiología. El asiento del reconocimiento fonológico, grosso modo, se asocia con el Área de Wernicke, ubicada aproximadamente en las AB 42, 22 y parte de las 21 (i.e., la parte posterior de la circunvolución temporal superior); mientras que la base de la producción fonológica corresponde, en gran medida, al Área de Broca, que abarca las AB 44 y 45, así como porciones de la 6, 47, 46, 43, 8 y 9 (Amunts, 2008). Cabe aclarar que las áreas mencionadas son regiones especializadas para el procesamiento de las funciones con que se vinculan, pero no son indispensables ni suficientes para ellas.
Capítulo 3
82 Adolfo M. García
Figura 3.2. Dos redes simplificadas, a modo de ejemplo.
Al analizarse una red relacional, debe distinguirse entre las nociones de representación cognitiva y etiqueta simbólica. Como ya se ha dicho, los símbolos que se ubican al costado de las redes no forman parte de la red en sí; pero esto no significa que las representaciones cognitivas (fonológicas, léxicogramaticales y semológicas) que procesa el sistema sean epifenómenos de la red. La evocación de dichas representaciones sí se efectúa dentro de la mente del sujeto al activarse una nexión determinada mediante la confluencia de varios flujos de activación que en ella convergen. Las redes relacionales ponen de manifiesto que la información que procesamos internamente se reduce únicamente a patrones de conectividad fugaces y cambiantes a lo largo del tiempo.
(a) (b)
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Lo que sí es epifenoménico para la TRR son los símbolos con que se caracterizan analíticamente dichas representaciones. Este presupuesto se apoya en dos tesis principales: por un lado, un símbolo no puede interpretarse a sí mismo, sino que requiere de algún mecanismo autónomo capaz de interpretarlo. Así, una palabra escrita en una pared es un símbolo que puede ser interpretado por una persona, y una secuencia de caracteres que se ingresan a una computadora son símbolos reconocidos por una unidad central de procesamiento (CPU); pero el sistema neurocognitivo de una persona no funciona de este modo. Postular la existencia de símbolos en el sistema cognitivo nos obligaría a imaginar alguna estructura o entidad (distinta de la red en sí) que se ocupara de interpretar los símbolos internos, pero en el cerebro de un individuo no hay ni un homúnculo ni un CPU ni nada que se le parezca.
Por otro lado, un símbolo es una unidad estática e invariable, mientras que las representaciones que evocamos en nuestras mentes son dinámicas y variables. En este sentido, la postura de la TRR es consistente con los principios de la cognición corpórea (Varela et al., 1991) y la cognición situada (Clark, 1997). Tales enfoques sostienen que la actividad mental (semológica y lingüística) no es un conjunto de procesos sobre unidades simbólicas invariables que entran y salen del cerebro, sino que las representaciones mentales emergen, de modo no totalmente predecible, a partir de la activación sincronizada de determinadas porciones del sistema, y en virtud de los estímulos presentes en el exterior y de la reactivación interna de otras representaciones internas. En referencia a la Figura 3.2, las representaciones que se cifran como CONECTOR, CONSECUENCIA, por ello, /p/p y demás no son externas a la red, sino que se evocan de forma más o menos fugaz al activarse las líneas que alimentan sus nexiones correspondientes. Lo que sí es externo o epifenoménico al sistema son los símbolos analíticos propiamente dichos, que meramente nos sirven para identificar qué representaciones procesan las nexiones graficadas en una red determinada.
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3.3. Representación notacional de los principios de conectividad neuronal
3.3.1. Una nexión representa una minicolumna cortical o una red funcional
El postulado clave de la TRR es que una nexión se implementa como una columna cortical (Lamb, 1999, 2011). Así, el elemento notacional de la Figura 3.3(a) representa una estructura neural como la que se grafica en la Figura 3.3(b).
Figura 3.3. La nexión como representación de la minicolumna cortical.
Además de dicha correspondencia, Lamb ha indicado que muchas de las nexiones que se utilizan en la representación de redes neurocognitivas no se corresponderían con minicolumnas corticales, sino con redes funcionales (García, 2013). Esto significa que algunas nexiones representan conjuntos de neuronas alineadas en las capas
La Teoría de Redes Relacionales
Hacia un modelo neurocognitivo de la equivalencia 85
de la materia gris (minicolumnas), mientras que otras representan sistemas neuronales ampliamente distribuidos a lo largo del cerebro (redes funcionales). Más allá de cuál es la ubicación y distribución del sustrato neuronal representado por una nexión, ésta siempre recoge dos aspectos clave de su implementación neuronal: las propiedades de aferencia (función de input) y eferencia (función de output), y los atributos de convergencia y divergencia (así como las minicolumnas y las redes funcionales, una nexión suele requerir múltiples conexiones entrantes para activarse, y su activación puede enviar señales hacia múltiples nodos receptores).
Así, todas las líneas que ingresan a un nodo representan conjuntos de sinapsis entre varios terminales axonales y múltiples receptores dendríticos. Lo mismo vale para todas las líneas que parten de un nodo. Para la TRR la comunicación entre nodos depende de la transmisión de flujos de activación que siguen la orientación de las flechas que los unen. La activación, pues, es el correlato de la liberación y recepción de neurotransmisores entre las neuronas.
Según la TRR, todas las nexiones del sistema (más allá del estrato en que se ubiquen, la modalidad a la que pertenezcan, y la complejidad de la representación que procesen) se implementan como minicolumnas corticales o redes funcionales. Tal postura echa por tierra el llamado ‘Problema de la Inconmensurabilidad Ontológica’. Poeppel y Embick (2005: 104. Trad. mía) definen este problema arguyendo que “las unidades de computación lingüística y las unidades de computación neurológica son inconmensurables”, de modo que las primeras no podrían reducirse a, o solaparse con, las segundas. Según añaden los autores, éste es uno de los escollos que “impide la formulación de hipótesis de correspondencia con motivación teórica, fundamentos biológicos y explicitud computacional, capaces de vincular a la neurociencia con la lingüística” (Poeppel y Embick, 2005: 104. Trad. mía). La Tabla 3.1, extraída del artículo citado, pretende demostrar que no pueden establecerse correspondencias directas entre las clases naturales de la lingüística y de la neurociencia.
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Tabla 3.1. Supuestos ejemplos de inconmensurabilidad ontológica (Poeppel y Embick 2005: 105).
LINGÜÍSTICA
NEUROCIENCIA
Elementos fundamentales de representación (en determinado nivel analítico)
rasgo distintivo dendritas, espinas
sílaba neurona morfema ensamble de células
sintagma nominal población cláusula columna cortical
Sin embargo, en términos de la TRR, el Problema de la Inconmensurabilidad Ontológica constituye un pseudoproblema. No hay motivo para creer que cuanto más compleja o extensa sea una unidad lingüística analítica, más complejo o extenso deba ser su sustrato neural. Hace ya varios años, Freud (1953 [1891]) observó que cualquier neurona responsable de la unión de un sonido y las propiedades asociativas multimodales de una palabra debe ser, en sí misma, el sustrato preciso de la representación unificada resultante. Así, incluso determinadas neuronas individuales, como las que se ubican en las cortezas de asociación heteromodal, servirían de asiento a funciones o representaciones complejas (Quian Quiroga et al., 2005). La TRR presupone que el problema al que aluden Poeppel y Embick surge de una apreciación infundada, y postula que una nexión puede procesar representaciones de los más variados niveles, modalidades y extensiones (p. ej., perceptos, conceptos, representaciones sintácticas, lexémicas, morfológicas, silábicas, fonológico-segmentales, etc.).
La Teoría de Redes Relacionales
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3.3.2. Bidireccionalidad y conexiones recíprocas entre áreas
Por bidireccionalidad se entiende la capacidad del sistema de conectar distintas áreas (cercanas y remotas) mediante flujos de activación que viajan en ambos sentidos desde la una hacia la otra. La bidireccionalidad es una condición ineludible para un modelo que pretende dar cuenta tanto de la producción como de la comprensión lingüísticas, así como para un modelo que pretende caracterizar el funcionamiento de las rutas traductoras que permiten conectar la L2 con la L1 (TD) y la L1 con la L2 (TI).
El cerebro es un procesador bidireccional. Como explica Pulvermüller (2002: 21. Trad. mía), una de las “propiedades neuroanatómicas y neurofisiológicas universales de la corteza […] [es que] las conexiones entre distintas áreas tienden a ser recíprocas”. La neocorteza es una lámina de entre 2 y 4 mms de espesor que recubre los hemisferios cerebrales. En cada hemisferio, la corteza comprende seis capas. Se llama conexiones ascendentes a aquellas que se originan en las capas I, II y III de la neocorteza y que terminan en la capa IV. Por el contrario, las conexiones descendentes tienen distintos orígenes (corticales y subcorticales) y terminan en las capas I, II y III (Tucker et al., 2008). El procesamiento de una determinada función supone la transmisión conjunta de flujos en ambas direcciones (Friston, 2002). Además, la bidireccionalidad también se da a nivel córtico-cortical, es decir, mediante conexiones de larga distancia que vinculan áreas distantes de la corteza (Friederici, 2009; Aravena et al., 2010).
Las conexiones recíprocas entre distintas áreas son mutuamente independientes. En otras palabras, dependen de conexiones interneuronales distintas. Un circuito neuronal que envía activación desde un área A a un área B no podrá, en sí mismo, enviar activación en la dirección contraria. La comunicación desde el área B hacia el área A dependerá de otro circuito neuronal. Este principio se ilustra gráficamente en la Figura 3.4.
Capítulo 3
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Figura 3.4. Las conexiones recíprocas entre áreas y/o sistemas de células dependen de circuitos neurales independientes.
En lo que concierne a la presente Tesis, si asumimos que una representación léxica en L1 se ubica en un área A y su equivalente en L2 se encarna en un área B, se sigue que la activación de una por parte de la otra dependerá de redes neuronales distintas. Este postulado específico se contrasta en el Capítulo 4.
3.3.3. Longitud de las conexiones
No toda propiedad notacional de la teoría puede interpretarse isomórficamente. Tal es el caso para la longitud de las líneas que vinculan los nodos y las nexiones. Las líneas no reflejan la longitud de las dendritas y/o axones que las implementarían en el cerebro. La extensión de las líneas en las redes relacionales responde meramente a una conveniencia de diseño gráfico.
Sin embargo, sí debe reconocerse que ciertas nexiones estarán más alejadas entre sí que otras. Ésta no es una observación menor, ya
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que el funcionamiento correcto de ciertas redes relacionales requiere que ciertos flujos de activación provenientes de distintos puntos del sistema arriben a una nexión receptora al mismo tiempo o con un intervalo temporal ínfimo. Por ejemplo, la red de la Figura 3.2 requiere que los flujos provenientes de las nodos semológicos CONECTOR y CONSECUENCIA lleguen al nodo umbral de la nexión por ello más o menos al mismo tiempo; pero es muy posible que dichos nodos semológicos se ubiquen a distancias diferentes de la nexión en cuestión.
En este sentido, la notación relacional no es inconsistente con el funcionamiento neuronal. De hecho, hay distintos tipos de neuronas capaces de transmitir sus señales a diferentes rangos de velocidad, de modo que una minicolumna receptora pueda recibir señales al mismo tiempo tanto de neuronas cercanas como de otras distantes. Los axones de las neuronas que se ubican en las capas V y VI de la corteza están cubiertos de mielina, un aislante de color blanco cuya función principal es aumentar la conducción de señales entre neuronas remotas. Cuanto más grueso es un axón, mayor es su velocidad de conducción; pero el principal factor en las diferencias de velocidad está dado por la presencia o ausencia de mielina. Mientras que un axón no mielinado trasmite su señal a un promedio de 1 milímetro por milisegundo, un axón mielinado puede alcanzar los 100 milímetros por milisegundo. La mielina, además, se concentra en los axones que establecen conexiones de larga distancia. Así, una misma neurona o minicolumna puede recibir impulsos provenientes de una región remota al mismo tiempo o casi al mismo tiempo que de una región cercana.
3.3.4. Cambios en la fuerza de las conexiones y en los umbrales de los nodos
Como se vio en el Capítulo 2, las conexiones interneuronales tienen grados de fuerza variables (v. 2.2.1). En la notación de la TRR, la fuerza de las conexiones se indica mediante el grosor de las líneas:
Capítulo 3
90 Adolfo M. García
a mayor grosor de la línea, mayor la fuerza de la conexión entre los nodos. La Figura 3.5, adaptada de Lamb (1999: 208), representa distintos perceptos involucrados en la activación del concepto TAZA. El pequeño círculo blanco en la línea para HECHA DE VIDRIO representa una conexión inhibitoria (v. 2.2.1). Esta red implica que los perceptos CHICA y TIENE ASA están más fuertemente asociados al concepto TAZA que el percepto FONDO MÁS PEQUEÑO QUE LA PARTE DE ARRIBA. Además, se presume que el percepto HECHA DE VIDRIO resta activación al concepto TAZA (o sea que, dada la presencia de un recipiente de bebidas hecho de vidrio, al sujeto en cuestión le resultaría más difícil aceptarlo como ejemplar de la categoría TAZA).
Figura 3.5. Relaciones con distintos grados de fuerza vinculadas al concepto TAZA (adaptada de Lamb, 1999: 208).
El principio de fortalecimiento de las conexiones va de la mano del Principio Hebbiano (v. 2.2.1). Éste establece que cuanto más se conecten dos sistemas neuronales, más se facilitará el envío de señales entre ellos. En la TRR se reconocen tres estadios principales en el proceso de establecimiento y fortalecimiento de conexiones. En su estadio inicial, todas las conexiones son ‘latentes’, o sea que están estructuralmente presentes en el sistema, pero aún no han sido reclutadas para procesar ninguna representación en particular. Una
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vez que se recluta una nexión para procesar determinada representación, sus conexiones quedan ‘establecidas’ (o sea, activas dentro del sistema). Con el tiempo, y a medida que se itera el flujo de activación a través de dichas conexiones, la nexión queda ‘dedicada’, de modo que ya no podrá ser reclutada para procesar ninguna otra representación. Cuanto más se activa una nexión, mayor será la fuerza de las conexiones que participan de su activación, y más fácil será activarla en el futuro. A título de ejemplo, la Figura 3.6 presenta tres momentos en la construcción de las principales conexiones que vinculan al lexema anillo con sus respectivas representaciones fonológicas (en dirección descendente, para la producción).
Figura 3.6. Fortalecimiento de conexiones por uso exitoso.
Otra propiedad neuronal vinculada a los puntos anteriores es que los nodos poseen umbrales variables. La intensidad total del potencial postsináptico que debe llegar a una neurona para generar un potencial de acción cambia con el tiempo. La activación repetida de una neurona o un circuito neuronal disminuye su umbral de
(a) CONEXIÓN LATENTE
(b) CONEXIÓN ESTABLECIDA
(c) CONEXIÓN DEDICADA
Capítulo 3
92 Adolfo M. García
activación, de modo que, con el pasar del tiempo, dicha neurona requerirá señales entrantes cada vez menos intensas para lograr dispararse.
Siguiendo el mismo principio, cuando una neurona pasa mucho tiempo sin dispararse, sus requisitos de activación aumentan progresivamente (Braitenberg, 1978a). Notacionalmente, los umbrales de los nodos de junción (representados gráficamente mediante un número en el centro del nodo) no son estáticos, sino que varían con el tiempo. A medida que un sujeto adquiere más información vinculada a cierta categoría o representación, el nodo responsable de su procesamiento requerirá una cantidad menor de activación entrante para satisfacer su umbral. Se trata del mismo proceso que provoca que cuanto más se active una representación, más fácil sea activarla en el futuro.
3.3.5. Tipos de conexiones: larga y corta distancia, excitación e inhibición
Braitenberg (1978b) descubrió que el árbol dendrítico de las neuronas piramidales posee ramas laterales llamadas dendritas basales, y a menudo una extensa rama ascendente llamada dendrita apical. Las neuronas que se ubican cerca entre sí se vinculan principalmente mediante sinapsis en sus dendritas basales. En cambio, las células que se ubican en regiones remotas entre sí, de conectarse, lo hacen a través de las sinapsis de sus dendritas apicales. El sistema que conforman las conexiones basales (el sistema-B) y el que conforman las conexiones apicales (el sistema-A) tienen distintos atributos funcionales en el procesamiento cognitivo (Braitenberg y Schüz, 1998).
En consonancia con este hecho, las redes relacionales ponen en juego distintos tipos de conexiones. Por un lado, se distingue entre conexiones locales y de larga distancia. Las primeras son las que se
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establecen dentro de un mismo subsistema (p. ej., dentro del sistema de producción fonológica) y las segundas vinculan representaciones ubicadas en subsistemas diferentes (p. ej., el semológico y el léxicogramatical).
La distinción neurológica entre conexiones excitatorias e inhibitorias también se puede representar explícitamente mediante el aparato notacional de la TRR. Las conexiones excitatorias transmiten señales positivas (de modo que suman activación a un nodo receptor) y pueden ser locales o de larga distancia. Por el contrario, las conexiones inhibitorias transmiten señales negativas (o sea que restan activación al nodo receptor) y sólo pueden ser locales. En la Figura 3.5, por ejemplo, las señales enviadas por las representaciones CHICA, TIENE ASA y FONDO MÁS PEQUEÑO QUE LA PARTE DE ARRIBA son excitatorias, mientras que la señal enviada por el concepto HECHA DE VIDRIO es inhibitoria.
En el Capítulo 2 se explicó que las conexiones inhibitorias pueden ser axoaxónicas o axosomáticas (v. 2.2.1). Esta distinción se captura explícitamente mediante la notación relacional. Las conexiones inhibitorias axoaxónicas se representan mediante “ganchos” que obstaculizan el flujo de activación de la línea a la que se aferran. Este tipo de conexión se ejemplifica en la Figura 3.7.
Capítulo 3
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Figura 3.7. Conexiones inhibitorias que actúan directamente sobre una línea.
Un nodo ramificante, al activarse, envía activación a través de todas sus líneas de salida. Cuando un sujeto quiere producir la palabra segundo, por ejemplo, debe activar al mismo tiempo las representaciones semológicas DOS y ORDINAL. Ahora, al activarse la representación semológica DOS, en sentido descendente (para la producción), se envía activación hacia las representaciones léxicogramaticales dos y segundo, en simultáneo (y hacia todas las demás que estén asociadas al nodo DOS). No obstante, una o más de estas líneas se verán bloqueadas para evitar la activación simultánea de dos representaciones antagonistas, lo cual devendría en la producción de alguna forma anómala como dos-to, o dos-segundo-to. Un proceso similar se da en base al nodo ORDINAL, que envía activación tanto a segundo como a -to (es decir, una de las representaciones sufijales del español, que participa, por ejemplo, en la activación de cuarto y quinto); pero la línea que lleva a -to también se ve bloqueada por una conexión inhibitoria. Cabe aclarar que habría, también, idénticas conexiones inhibitorias que bloquean
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todas las demás representaciones ordinales posibles, aunque éstas no se grafican para evitar atestar la figura de líneas. En definitiva, gracias a la operación conjunta de conexiones excitatorias e inhibitorias, esta red procesa exclusivamente la producción de segundo.
Por otra parte, las conexiones inhibitorias axosomáticas se representan mediante puntos vacíos que se aferran a un nodo de junción y restan activación en la sumatoria total que efectúa su umbral. Este segundo tipo de conexión inhibitoria se ejemplifica en la Figura 3.8.
2
Figura 3.8. Conexión inhibitoria establecida directamente sobre un nodo.
En la Figura 3.8 se presenta un nodo con umbral ‘2’ que recibe dos conexiones excitatorias y una inhibitoria (representada por un pequeño círculo blanco). La sumatoria total de las señales entrantes arroja un total de ‘1’, de modo que el umbral no se satisface, el nodo no se activa, y la activación no logra avanzar a través de su línea de salida.
Lamb (1999) sostiene que las redes relacionales se implementan a nivel de la neocorteza; y si bien es cierto que la mayoría de las
Capítulo 3
96 Adolfo M. García
neuronas inhibitorias se ubican dentro de la capa IV de la neocorteza, la operación de todo mecanismo inhibitorio también pone en juego estructuras subcorticales. Wickens (1993) describe en detalle uno de los mecanismos en cuestión. Se trata de un bucle (loop) formado por proyecciones que van desde la corteza hacia el neostriado (núcleo caudado y putamen), luego hacia el paleoestriado, luego hacia el tálamo, y de ahí de regreso a la neocorteza. Las conexiones que vinculan al neoestriado con el paleoestriado y a éste con el tálamo son inhibitorias. En particular, las neuronas del neoestriado pueden inhibir a otras neuronas neoestriatales, tanto vecinas como distantes, de modo que la competencia entre circuitos rivales (p. ej., los que procesan las representaciones dos, segundo y -to en la Figura 3.7) tendría lugar a nivel subcortical, antes de que el tálamo sincronice la señal resultante con otras señales entrantes y las envíe a la neocorteza. Aun cuando la notación relacional no captura directamente estos detalles neurofisiológicos, sí es explícita respecto de la combinación de procesos excitatorios e inhibitorios en la actividad neurocognitiva, a la vez que reconoce la existencia de distintos tipos de conexiones inhibitorias.
Colección Tesis destacadas en Ciencias del Lenguaje
Capítulo 4
Organización neurofuncional
de las rutas traductoras
En García, Adolfo M. (2014)
Hacia un modelo neurocognitivo de la equivalencia a nivel lexémico:
Procesos traductológicos en términos de redes relacionales.
Mendoza: Editorial FFyL-UNCuyo y Ediciones ILyCE.
ISBN 978-950-774-245-3
Disponible en http://www.ffyl.uncu.edu.ar/spip.php?article4239
4.1. Organización neurofuncional: Recapitulación de hipótesis
Como se indicó en el Capítulo 1, las tres primeras hipótesis Tesis provienen del RHM (v. 1.5.1). Se trata de hipótesis neurofuncionales: se refieren a la existencia de rutas traductoras autónomas o independientes, cuya funcionalidad no depende de la integridad de otras rutas o sistemas. Las hipótesis y sus respectivas predicciones empíricas se recapitulan en la Tabla 4.1.
Capítulo 4
98 Adolfo M. García
Tabla 4.1. Recapitulación de las tres hipótesis neurofuncionales.
NÚMERO POSTULADO PREDICCIÓN EMPÍRICA
1
La traducción lexémica puede llevarse a cabo mediante dos rutas diferentes: una léxica o estructural (sin intervención semántica) y otra conceptual (con mediación semántica).
La capacidad para activar los equivalentes correctos de los estímulos fuente puede permanecer intacta incluso cuando las representaciones semánticas durante la tarea resulten inaccesibles.
2
Las rutas que sustentan la traducción lexémica son distintas de las que se encargan de la producción espontánea en L1 o en L2.
Existen lesiones neurológicas que producen disfunciones traductoras sin comprometer las habilidades de producción espontánea, y viceversa.
3 Existen rutas funcionalmente independientes para la TD y la TI, respectivamente.
Hay lesiones neurológicas en las que sólo la TD o la TI se vean exclusiva o más significativamente afectadas que la dirección opuesta.
La evidencia crítica para contrastar estas hipótesis proviene de tres neuropatologías documentadas en afásicos bilingües. Con todo, antes de considerar dicha evidencia, caracterizaremos la organización de la L1 y la L2, es decir, los subsistemas que se vinculan mediante las rutas traductoras.
4.2. Organización neurofuncional de la L1 y la L2
En lingüística y en psicolingüística suele caracterizarse la L1 y la L2 como dos sistemas separados y distintos. Para aceptar ese presupuesto en un modelo neurolingüístico, debe demostrarse que los dos sistemas son neurofuncionalmente independientes. En
Organización neurofuncional de las rutas traductoras
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principio, habría distintas hipótesis atendibles: podría ser que ambos se encarnen en los mismos circuitos de neuronas; o que estén representados en la misma región macroanatómica pero disgregados totalmente a nivel celular; o que compartan algunos sustratos microanatómicos pero posean otros separados. Para dirimir esta cuestión, recurriremos a evidencia proveniente de la afasia bilingüe.
4.2.1. Ocho patrones de restitución en la afasia bilingüe
Convencionalmente, en un caso de afasia se reconocen tres fases sucesivas (Fabbro, 1999b, 2001). La ‘fase aguda’ comprende aproximadamente las cuatro primeras semanas del síndrome; durante esta fase, es común que los pacientes manifiesten afasia global (incapacidad total para producir y comprender enunciados verbales). La segunda etapa, llamada ‘fase de lesión’, puede durar hasta cuatro meses; ésta es la fase más provechosa para la modelización neurolingüística, ya que permite identificar correlatos sistemáticos entre un área afectada y una disfunción lingüística particular. Por último, la ‘fase tardía’ comienza alrededor del cuarto mes y continúa a lo largo de la vida del paciente.
Con el paso del tiempo, es común que se modifiquen los patrones de disfunción observados durante la fase de lesión. En particular, el estudio de la afasia bilingüe ha revelado ocho formas distintas de recuperación relativa de la L1 y la L2. Cada una constituye un ‘patrón de restitución’ determinado.
El patrón más común es el de ‘restitución paralela’. Éste corresponde a los casos en que las dos lenguas, o el mismo subsistema en ambas lenguas, se tornan disfuncionales al mismo tiempo como resultado de una misma lesión, para luego restablecer sus respectivos niveles premórbidos de funcionalidad progresiva y simultáneamente (Fabbro, 2001; Paradis, 2004). La restitución paralela es el patrón de mayor prevalencia en la literatura. Fabbro
Capítulo 4
100 Adolfo M. García
(1999a) estima que su incidencia sería del 40%. Sin embargo, en una revisión de los 132 casos de afasia bilingüe documentados entre 1990 y 2000, Paradis (2001a) observó que el 61% (81 casos) presentaban este patrón. Más recientemente, y en base a un corpus más amplio, el mismo autor informa que la cifra llegaría al 76% (Paradis, 2004).
En los siete patrones restantes17 se observan diferencias en el grado y el momento de recuperación de cada lengua (Paradis, 1989). Por lo tanto, se los puede denominar ‘patrones no paralelos’. En la Tabla 4.2 se los menciona y define brevemente.
La verdadera prevalencia de estos patrones se desconoce, pero todos han sido establecidos firmemente en la literatura (Paradis, 2001a). Para facilitar la comprensión de qué sucede con cada lengua en los patrones de restitución, en la Figura 4.1 se diagraman los siete principales. El punto de comienzo de las líneas a la izquierda de los gráficos indica el nivel de desempeño en cada lengua antes de la lesión. Sin embargo, los diagramas no indican si el nivel de competencia/conocimiento de ambas es similar o diferente (es decir, un mismo gráfico sirve para representar el patrón de restitución de un bilingüe temprano o el de uno tardío) Las abreviaturas ‘La’ y ‘Lb’ se refieren, indistintamente, a la L1 o a la L2.
17 Albert y Obler (1978) propusieron la existencia de un patrón no paralelo adicional, denominado ‘afasia diferencial’ (p. ej., afasia de Broca en una lengua y afasia de Wernicke en la otra). Sin embargo, los diagnósticos que motivan tal postulación parecen ser erróneos, de modo que no habría evidencia que corrobore la existencia de la ‘afasia diferencial’. En palabras de Paradis (2008: 347-348. Trad. mía. Énfasis en el original), “[…] lo que no ocurre es la afasia diferencial, es decir, un déficit fonológico en una lengua y sintáctico en la otra. Esto requeriría la inhibición concurrente de dos módulos funcionales que no forman una clase natural”. En los casos propuestos por Albert y Obler (1978), lo que parecía ser afasia de Wernicke en una de las lenguas de los pacientes estudiados (hebreo, en todos los casos) en realidad era afasia de Broca. La causa del diagnóstico erróneo estribaría en las propiedades idiosincráticas de la morfología y la fonología hebreas, que promueven la confusión entre parafasias fonológicas (típicas de la afasia de Wernicke) con agramatismo (síntoma común de la afasia de Broca). El hecho es que, a causa de las diferencias estructurales entre las lenguas, un mismo déficit puede provocar distintos síntomas (Paradis, 2001a).
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Tabla 4.2. Patrones no paralelos de restitución en la afasia bilingüe.
PATRÓN DESCRIPCIÓN CASO PARADIGMÁTICO
RESTITUCIÓN SELECTIVA
Una de las lenguas se recupera, pero la otra se pierde permanentemente.
Reynolds et al. (1979)
RESTITUCIÓN SUCESIVA
Una lengua se restituye parcial o totalmente antes que la otra.
Wulfeck et al. (1986)
RESTITUCIÓN DIFERENCIAL
Una lengua se restituye mucho mejor que la otra en comparación con el nivel de desempeño premórbido.
T’sou (1978)
RESTITUCIÓN ANTAGONISTA
Inicialmente, una lengua presenta una disfunción mientras la otra permanece intacta; pero, a medida que la segunda se restituye, la primera se torna disfuncional.
Paradis y Goldblum
(1989)
AFASIA SELECTIVA
El paciente presenta disfunciones evidentes en una lengua sin que haya ningún déficit importante en la otra. No confundir con la restitución selectiva.
Ku et al. (1996)
RESTITUCIÓN ANTAGONISTA ALTERNANTE
Similar a la restitución antagonista, pero con alternancia de la disponibilidad de las lenguas. La alternancia entre funcionalidad y disfuncionalidad de las lenguas se da en ciclos que van desde 24 horas hasta varios meses.
Paradis et al. (1982)
BLENDING
El paciente, de modo sistemático e inapropiado, mezcla rasgos de sus lenguas en alguno/s de los niveles del sistema lingüístico (el fonológico, el léxico-gramatical, el semántico).
Perecman (1984)
Capítulo 4
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Figura 4.1. Diagramas de los siete principales patrones de restitución en la afasia bilingüe, a partir del nivel de desempeño premórbido.
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Una o ambas lenguas (o determinado subsistema de ellas) pueden devenir disfuncionales durante un tiempo para luego recuperarse. Esto demuestra que no todos los casos de afasia son producidos por la destrucción de los tejidos involucrados. Por el contrario, muchas veces la afasia es provocada por la inhibición temporal de los circuitos. La evidencia más clara se halla en el patrón de restitución antagonista alternante, en el cual una y otra lengua (o determinado subsistema de ellas) pasan de ser funcionales a disfuncionales, para luego tornarse funcionales de nuevo, y así sucesivamente. Si los tejidos que encarnan la función afectada siempre se vieran destruidos, sería imposible que se presentara este patrón. Sin embargo, hay muchos casos de afasia que sí suponen la destrucción completa de los circuitos implicados (Fabbro, 1999a).
4.2.2. Hipótesis sobre la organización funcional de la L1 y la L2
Los patrones de restitución pueden revelar cómo se organizan las dos lenguas del bilingüe a nivel microanatómico. En este sentido, se han propuesto cuatro hipótesis posibles: (i) la hipótesis del sistema extendido, (ii) la hipótesis del sistema dual, (iii) la hipótesis del sistema tripartito y (iv) la hipótesis de los subsistemas (Paradis, 1981, 1987). A continuación se las trata por separado y se demuestra que sólo la última es consistente con todos los patrones.
4.2.2.1. La hipótesis del sistema extendido
La hipótesis del sistema extendido sostiene que la L1 y la L2 no están diferenciadas como subsistemas separados. Las representaciones fonológicas y morfológicas de la L2 constituirían variantes alofónicas y alomórficas de la L1. Asimismo, los patrones sintácticos de la L2 se representarían en el mismo sistema que los de la L1 y los mecanismos que permiten la activación de los unos o los
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otros serían los mismos que permiten optar por una construcción activa o una pasiva en L1, por ejemplo. En términos neurológicos, esto implica que un bilingüe poseería un sólo sistema lingüístico extendido, en el cual las representaciones de ambas lenguas se procesarían por los mismos sustratos neurales. Así, la única diferencia entre el subsistema de producción fonológica de un monolingüe y un bilingüe, por ejemplo, radicaría sólo en que el segundo habría establecido conexiones sinápticas que le permitirían articular, digamos, 60 representaciones fonológicas en vez de 36 (Paradis, 1981; Paradis y Lebrun, 1983); pero todas estas representaciones formarían parte de un único sistema fonológico común a las dos lenguas.
La hipótesis extendida predice que toda lesión neurológica que afecta un componente del sistema lingüístico de un bilingüe supone la misma disfunción y el mismo patrón de restitución en ambas lenguas. Tal predicción es consistente con los casos de restitución paralela. Sin embargo, los patrones de restitución no paralela falsifican la hipótesis. Si las representaciones de la L2 en efecto fueran alo-variantes de las de la L1 y los subsistemas de ambas lenguas compartieran los mismos sustratos neurales, sería improbable que una lesión inhibiera selectivamente sólo las representaciones de una lengua (restitución selectiva), o que se inhibieran todos los subsistemas de sólo una lengua de modo alternado (restitución alternante), o que una de las lenguas se restituyera íntegramente antes que la otra (restitución sucesiva) o mucho mejor que la otra (restitución diferencial). Si los sustratos neurales de cada subsistema de ambas lenguas son los mismos, ninguna lesión podría dañar o inhibir exclusivamente los circuitos neurales dedicados al procesamiento de las representaciones de sólo una lengua. La evidencia demuestra que esto en efecto sucede, y de variadas formas. Por lo tanto, la hipótesis del sistema extendido se ve refutada.
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4.2.2.2. La hipótesis del sistema dual
Los casos de restitución no paralela podrían explicarse mediante la hipótesis del sistema dual. Según ésta, la L1 y la L2 configurarían sistemas separados. Así, cada subsistema de cada lengua se encarnaría en áreas cerebrales completamente escindidas.
Esta hipótesis predice que cada sistema lingüístico puede dañarse, inhibirse y recuperarse independientemente, dado que sus sustratos neurales serían topológicamente distintos. Tal predicción es consistente con los patrones de restitución no paralela. Los casos de restitución selectiva serían el resultado de una lesión severa e irreversible en uno de los sistemas lingüísticos que no afecta los sustratos de la otra lengua; la restitución sucesiva se explicaría como una lesión (p. ej., una hemorragia) que inhibe ambos sistemas al mismo tiempo (y quizás al mismo nivel), pero que desaparece antes del área que procesa la L1 que de la que procesa la L2; la restitución diferencial se daría en casos en que, por ejemplo, el daño en la L1 desaparece por completo en tanto que parte de la lesión en los circuitos de la L2 es permanente; y así.
Sin embargo, la hipótesis no da cuenta de los casos de restitución paralela. Para que la hipótesis fuera aceptable, la lesión debería afectar dos áreas separadas al mismo tiempo y con la misma intensidad, para luego desaparecer en simultáneo y a un ritmo similar. La alta improbabilidad de que una única lesión posea semejante selectividad dual y tanta coincidencia restitutiva no es consistente con la alta incidencia de los casos de restitución paralela. Además, la hipótesis del sistema dual no logra explicar los casos de mixing patológico (Abutalebi et al., 2000) ni los de switching patológico (Fabbro et al., 2000), en los cuales los flujos de activación de un subsistema lingüístico se intercalan con los del otro sin control. Tales interferencias sistemáticas difícilmente puedan darse entre subsistemas totalmente separados, que no pertenecen a un mismo macrosistema. Además, hay sobrada evidencia que demuestra que determinados subsistemas de la L1 y la L2 siempre se representan en
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la misma región macroanatómica. Por ejemplo, los sistemas léxicos y semánticos de ambas lenguas siempre se representan en regiones cerebrales temporales y témporo-parietales del sistema de memoria declarativa, y ambos pueden activarse, inhibirse o destruirse independientemente de lo que suceda con un sistema gramatical procesado por la memoria procedural (Ullman, 2001a, 2005). En conclusión, la hipótesis del sistema dual tampoco es consistente con toda la evidencia disponible.
4.2.2.3. La hipótesis del sistema tripartito
Según la hipótesis del sistema tripartito (Paradis, 1981), las unidades idénticas en ambas lenguas se representarían en un único sustrato nervioso común, mientras que las representaciones exclusivas de cada lengua poseerían una representación cerebral separada. Así, ciertos pares de lenguas (p. ej., el español y el inglés) presentarían un alto grado de solapamiento microanatómico, ya que podrían compartir múltiples representaciones fonológicas (p. ej., el fonema /m/), grafémicas (la imagen de cualquier letra común a ambos alfabetos), léxico-gramaticales (p. ej., la restricción morfotáctica de que las marcas de plural siempre ocurren en posición final) y semánticas (p. ej., los conceptos MAMÍFERO y CUADRÚPEDO y los perceptos MAULLIDO y PELAJE asociados con las representaciones lexémicas gato y cat).
Por supuesto, el grado de solapamiento entre los mismos estratos de cada sistema lingüístico (p. ej., el subsistema léxico-gramatical de la L1 y el de la L2) dependería del par de lenguas que maneje cada sujeto. Como regla general, a mayor grado de proximidad tipológica entre las lenguas, mayor posibilidad de solapamiento (p. ej., habría más solapamiento léxico-gramatical entre el español y el francés que entre el español y el alemán, o entre el español y el japonés). He aquí una de las principales diferencias entre esta hipótesis y la del sistema
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dual, cuya arquitectura requiere un altísimo nivel de redundancia en las representaciones lingüísticas.
La hipótesis predice que si se lesionan o inhiben ciertos circuitos, deberían observarse déficits similares tanto en la L1 como en la L2, mientras que la destrucción o inhibición de otras partes del tejido neural debería arrojar déficits selectivos en sólo una lengua. La evidencia neurocientífica respalda esta predicción. Valiéndose de la técnica de estimulación cortical (Penfield y Roberts, 1959), Ojemann y Whitaker (1978) estudiaron la organización del sistema lingüístico en dos pacientes bilingües. Los investigadores les presentaron dibujos de 45 objetos y les solicitaron que los nombraran primero en una lengua y luego en la otra, al mismo tiempo que iban aplicando pequeños choques eléctricos mediante electrodos en áreas predefinidas de la corteza. Bajo la estimulación de ciertas áreas del lóbulo frontal y de la circunvolución temporal superior, los pacientes eran capaces de nombrar los dibujos sólo una lengua. Sin embargo, al inhibirse ciertos circuitos circundantes al área de Broca y en el lóbulo parietal inferior, se observaron déficits en ambas lenguas. Una réplica del estudio, realizada por Rapport et al. (1983), arrojó resultados similares.
Lucas et al. (2004) aplicaron pequeños choques eléctricos en áreas predefinidas de la corteza de 25 bilingües, para luego pedirles que nombraran una serie de dibujos en una y otra lengua. La estimulación de ciertas áreas impedía la producción de los sustantivos en cuestión sólo en la L1, mientras que en otras áreas sólo se inhibía la producción de la L2. La estimulación de otros sitios corticales redundaba en déficits en ambas lenguas. En términos generales, las zonas exclusivas de la L2 se concentraron en el lóbulo temporal, mientras que las áreas exclusivas de la L1 y las zonas comunes se distribuían a través de toda el área perisilviana. La Figura 4.2, adaptada de Lucas et al. (2004) por Ibrahim (2009: 9), grafica las áreas críticas activadas por cada lengua.
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Figura 4.2. Zonas de activación registradas en el estudio de Lucas et al. (2004). Los sitios dominados por la L1 se muestran en gris,
los de la L2 en negro, y los comunes en blanco.
A primera vista, podría creerse que estos datos confirman la hipótesis del sistema tripartito. Sin embargo, no puede saberse si la aplicación de los electrodos inhibió sólo las neuronas dedicadas al procesamiento de representaciones en la L1 o en la L2. Es muy probable que la inhibición de un circuito se haga extensiva a otros a nivel microanatómico, y que el primero procese una representación de la L1 y el segundo una de la L2. De hecho, lo que se inhibe en este tipo de experimentos son áreas definidas de la corteza, y no circuitos microanatómicos específicos.
Por lo demás, la hipótesis no es consistente con los patrones de restitución no paralela. Si las representaciones compartidas por ambas lengua fueran procesadas por un sistema común, ¿por qué los pacientes que manifiestan restitución selectiva tienen acceso a ellas en una lengua pero no en la otra? Paradis (2009: 179. Trad. mía) lo pone en estos términos: “[s]i los rasgos en común a ambas lenguas se
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representaran sólo una vez, en un sistema común a ambas, el modelo sería incompatible con los patrones de restitución no paralela. Se debería explicar por qué los rasgos del sistema común sí están disponibles cuando se habla una lengua, pero no cuando se habla la otra”. Una lesión en un área común debería afectar siempre de igual modo a la L1 y a la L2, pero muchas veces esto no es así. En resumidas cuentas, la hipótesis tripartita tampoco es compatible con toda la evidencia disponible.
4.2.2.4. La hipótesis de los subsistemas
Un modelo plausible del sistema bilingüe debería ser capaz de manejar toda la evidencia disponible, y no sólo parte de ella. Éste es el imperativo que motiva la hipótesis de los subsistemas, propuesta originalmente por Paradis (1981). Paradis (2001a) explica que en esta hipótesis se reconoce un sistema lingüístico diferenciado de otros sistemas cognitivos pero conectado con ellos, tanto para recibir input sensorial como para enviar activación a los sistemas articulatorio y dígitomanual. Tanto la L1 como la L2 están enteramente representadas dentro de este sistema lingüístico global, pero los componentes y las representaciones de cada lengua forman redes neurofuncionalmente autónomas, dado que se consolidan en contextos de uso y activación diferentes. Así, cada lengua sería un subsistema neurofuncionalmente independiente del sistema lingüístico global.
Dentro de la vasta región macroanatómica en que se representa el sistema lingüístico global, el bilingüe poseería dos grandes subredes de conexiones microanatómicas, una para cada lengua. Cada una de ellas podría activarse o inhibirse independientemente gracias a las fuertes asociaciones que existen entre las representaciones de una misma lengua. A su vez, como todas estas representaciones forman parte de un mismo sistema general (el sistema lingüístico), podrían activarse, inhibirse y hasta eliminarse de modo simultáneo y
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conjunto. Por añadidura, así como los estratos de cada lengua configuran un subsistema fuertemente interconectado dentro del sistema lingüístico, lo mismo sucede con los mismos estratos entre las dos lenguas. Se postula que el sistema fonológico de la L1 y el de la L2, por ejemplo, configuran un módulo fonológico neurofuncionalmente independiente; y lo mismo vale para el estrato léxico-gramatical de ambas lenguas y también para el semántico. Todas estas nociones se sintetizan gráficamente en la Figura 4.3 (basada en Paradis, 2001a: 8).
Figura 4.3. La hipótesis de los subsistemas (basada en Paradis, 2001a: 8).
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Así, por ejemplo, las representaciones léxicas de una y otra lengua se localizarían en una misma región macroanatómica pero se encarnarían en distintos circuitos específicos a cada lengua a nivel microanatómico (Paradis, 2009). A su vez, un determinado subsistema en L1 (p. ej., el léxico) y su contraparte en L2 conformarían un módulo neurofuncional, ya que las representaciones de uno y otro son de la misma naturaleza y se procesan del mismo modo.
En virtud de estos postulados, la hipótesis de los subsistemas se erige como la única compatible con toda la evidencia considerada. Los casos de restitución paralela se explican como el resultado de déficits que afectan o al sistema lingüístico en su conjunto, o a un módulo neurofuncional (p. ej., el léxico en ambas lenguas). Los patrones no paralelos pueden explicarse exitosamente como el resultado de la destrucción o la inhibición temporal de una u otra red neurofuncionalmente independiente (o sea, la L1 o la L2).
Es difícil contrastar esta hipótesis en estudios de neuroimagen. Dos o más redes microanatómicas pueden estar funcionalmente separadas y aun así ser muy cercanas físicamente dentro de una misma región cerebral, de suerte que incluso las técnicas más avanzadas pueden carecer de una resolución espacial suficiente para distinguir entre una y otra. Afortunadamente, algunas técnicas de reciente desarrollo permiten indagar en estas cuestiones.
La técnica de functional Magnetic Resonance-Adaptation ya ha permitido contrastar la hipótesis de los subsistemas. Esta técnica saca provecho del fenómeno de adaptación, en el que dos estímulos idénticos presentados sucesivamente generan una respuesta neuronal menor que un par de estímulos distintos. Al compararse la diferencia de la señal producida por el procesamiento de estímulos idénticos a la que genera un par de estímulos disímiles, se puede demostrar si hay conjuntos de neuronas que dentro de una misma región cerebral se activen selectivamente ante un grupo de estímulos pero no ante otro (Chee, 2009).
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El primer estudio sobre el sistema bilingüe con esta técnica es el de Chee et al. (2003). Los investigadores estudiaron los patrones de activación de sujetos bilingües al presentárseles caracteres chinos y palabras inglesas. Los sujetos debían pensar en el significado de la palabra presentada en cada instancia. Uno de los objetivos era determinar si una palabra y su equivalente léxico comparten el mismo sustrato neuronal. Los estímulos se presentaron visualmente en pares, según cuatro condiciones: (i) sustantivos ingleses concretos repetidos, (ii) sustantivos concretos ingleses diferentes, (iii) sustantivos concretos chinos y sus equivalentes ingleses y (iv) sustantivos concretos chinos y sustantivos ingleses no equivalentes. Ciertas áreas de la corteza dorsolateral prefrontal y de la zona temporal lateral se activaron selectivamente sólo ante estímulos de una u otra lengua. Los autores concluyeron que distintas redes neuronales con sensitividad diferencial para la L1 o para la L2 pueden coexistir en la misma localización general, pero que cada una es específica para sólo una lengua.
En base a la misma técnica, Klein et al. (2006) realizaron un experimento con 12 bilingües adultos. Se presentaron listas de palabras en una y otra lengua, en diversas condiciones. La percepción de palabras en L1 y L2 activó las mismas regiones macroanatómicas, pero dentro de dichas regiones se identificaron conjuntos de neuronas que se activaron sólo ante los estímulos de una lengua. Un resultado similar puede hallarse en el estudio de Giussani et al. (2007).
4.2.3. Una perspectiva neurocognitiva sobre la parcialidad de las relaciones de equivalencia: El modelo de tres almacenes
La apropiación de una L2 supone la construcción de sistemas neurocognitivos independientes de los de la L1 para representar y procesar las nuevas asociaciones entre sonido y significado (léxico). Sin embargo, el sistema semológico o conceptual (o sea, el conjunto
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total de perceptos, conceptos, perfuntos y confuntos no verbales), representado en el sistema de memoria declarativa, es común a ambas lenguas (Lamb, 1999; Paradis, 2009). Varios aspectos del conocimiento del mundo, que rigen la conducta visuoespacial, la percepción de temperatura, el reconocimiento de proporciones en objetos y los principios gestálticos (fondo/figura, contigüidad, identidad representacional ante cambios perceptivos del estímulo, etc.), son los mismos se hablen uno, dos o más idiomas.
Esto no significa que las representaciones léxicas presuntamente equivalentes entre una lengua y otra se vinculen con las mismas constelaciones de significados o conceptos. Por el contrario, tal cual postula el ‘modelo de tres almacenes’ (Paradis, 2001a), en el sistema bilingüe habría un componente conceptual o semológico (no lingüístico), común a ambas lenguas, y dos componentes lingüísticos estratificados (uno para la L1 y otro para la L2), cada uno con su propio sistema semántico. El sistema semántico de una lengua se concibe como el conjunto de conexiones entre las representaciones léxicas de dicha lengua y las constelaciones de rasgos semológicos idiosincráticos que éstas evocan. Como las asociaciones entre léxico y significado varían notablemente entre las diferentes lenguas, cada una establece su propio sistema semántico, aunque el sistema semológico que las alimenta es exactamente el mismo.18
El modelo de tres almacenes ha sido confirmado empíricamente. Castonguay y Macoir (2011) estudiaron en qué medida las representaciones léxicas y semánticas de cada lengua son exclusivas de la una o la otra. Para ello, convocaron a tres afásicos bilingües y les administraron dos tareas de comprensión en ambas lenguas. En una se les solicitó que determinaran la adecuación de una imagen al
18 Los conceptos son representaciones dinámicas que se activan en virtud de la experiencia sensorial del momento, o la reactivación de representaciones consolidadas previamente, o el uso del sistema lingüístico. Como los estímulos del entorno y las representaciones activas varían de un momento a otro, una misma palabra puede evocar diferentes significados según el contexto. De todos los rasgos conceptuales conectados con una palabra, en un momento determinado sólo se activarán los que sean relevantes en la situación de uso presente.
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sustantivo provisto; en la otra se les pidió que unieran una palabra con su definición. Las mismas tareas fueron realizadas por un grupo control de sujetos normales.
En ambos experimentos se utilizaron pares de palabras que compartían varios rasgos semánticos pero que diferían en otros. Los estímulos se clasificaron en dos grupos: palabras con significado amplio y palabras con significado estrecho. Por ejemplo, la voz inglesa ‘ball’ se refiere a un objeto esférico de cualquier tamaño utilizado en situaciones deportivas o lúdicas; se trata de una palabra con significado amplio. Por el contrario, la voz francesa ‘balle’ se refiere sólo a aquellos objetos esféricos pequeños que pueden ser contenidos en un puño cerrado, mientras que la palabra ‘ballon’ se refiere sólo a pelotas grandes, como las de fútbol o básquetbol. Así, tanto ‘balle’ como ‘ballon’ son consideradas palabras de significado estrecho.
Los sujetos normales tuvieron un 100% de efectividad en las dos tareas, en ambas lenguas. Por el contrario, los afásicos, en ambas lenguas y en ambas tareas, manifestaron errores de utilización de significados específicos a sólo una de las lenguas. Por ejemplo, cometían errores de identificación con la palabra francesa ‘balle’ pero no con la palabra inglesa ‘ball’. Dado que la palabra ‘ball’ subsume todos los significados conectados a ‘balle’ (además de otros), no puede considerarse que el déficit afecte la representación semológica (no lingüística) de las entidades. Por el contrario, estos resultados indican que la semántica de una lengua está dada por sus conexiones particulares con las representaciones semológicas o conceptuales no lingüísticas, y que dichas conexiones, a diferencia de las representaciones semológicas o conceptuales, son exclusivas de cada lengua, ya que pueden verse afectadas selectivamente en una lengua mientras permanecen intactas en la otra. A modo de ilustración, en la Figura 4.4 se esquematizan las relaciones críticas involucradas en el ejemplo anterior.19 19 Esta figura, como toda red relacional en la interfaz léxico-semántica, es una simplificación de la red completa. Existen múltiples conexiones adicionales que participan de esta red, tanto a
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Figura 4.4. Principales conexiones semánticas distintivas entre las representaciones léxicas ball (inglés), balle y ballon (francés).
Una implicancia importante de estos hallazgos es que incluso las expresiones que se presumen “semánticamente equivalentes” entre la L1 y la L2 pueden poseer conexiones semológicas diferentes. Como éste suele ser el caso, la equivalencia interlingüística rara vez es total. Una ilustración más explícita de este postulado se ofrece en la Figura 4.5, que representa algunas relaciones léxicas, semánticas y semológicas en el sistema de un bilingüe hablante de español e inglés. nivel perceptual (p. ej., ESFERICIDAD, CONCRETUD) como conceptual (p. ej., JUEGO, PASE, GOL). Estas representaciones se omiten para no atestar la figura de líneas y tornarla ilegible.
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Figura 4.5. Ilustración de las diferencias entre los niveles semológico, semántico y léxico.
En la Figura 4.5, las representaciones superiores son de carácter semológico. Cada nodo de junción debajo de ellas constituye una representación semántica, exclusiva de una u otra lengua. Como puede verse, una representación semántica de una lengua determinada no es sino un punto en el que confluyen combinaciones específicas de representaciones semológicas. A su vez, cada sistema semántico se vincula con su respectivo sistema léxico de un modo particular y específico. La Figura 4.5 refleja que un hablante de español e inglés posee representaciones semánticas en ambas lenguas que subsumen estas representaciones semológicas:20 20 Estos ejemplos ilustrativos suponen una simplificación de la realidad neural que representan. No debe pensarse que existe un número de propiedades necesarias y suficientes que se correspondan con el significado de las expresiones lingüísticas. El único objetivo de estos
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(a) HECHO DE VIDRIO + FRÁGIL + CON MARCO; (b) HECHO DE VIDRIO + FRÁGIL + RECIPIENTE PARA BEBIDAS + CON PIE; (c) HECHO DE VIDRIO + FRÁGIL + RECIPIENTE PARA BEBIDAS + SIN PIE.
Sin embargo, sólo en la L1 cada una de las representaciones semánticas resultantes se vincula con una representación léxica diferente, a saber: (a) ventana, (b) copa y (c) vaso. En la L2, las tres representaciones semánticas se conectan con una única representación léxica: glass. Este sencillo ejemplo, además de clarificar cuál es la distinción entre los niveles semológico, semántico y léxico, esclarece por qué tampoco suele haber “equivalencia total” entre dos lenguas.
La tesis según la cual los sistemas léxico-semánticos de la L1 y la L2 son neurofuncionalmente independientes y se conectan con un sistema conceptual común también ha sido corroborada mediante evidencia conductual y de neuroimagen (Paradis, 1981, 2001a, 2001b, 2004; Chee et al., 2003; Klein et al., 2006). Esta concepción de la arquitectura del sistema bilingüe (similar a la que postula el RHM) subyace a todos los postulados que se presentan a continuación.
4.3. Evidencia sobre la organización neurofuncional de las rutas traductoras
Según la hipótesis de los subsistemas, anclada principalmente en evidencia clínica, la L1 y la L2 son conjuntos de subsistemas neurofuncionalmente independientes. Establecido este principio, es posible explorar la organización funcional de las rutas neuronales que vinculan ambas lenguas a fin de posibilitar los procesos de traducción.
ejemplos, y de la Figura 4.5, es contribuir a la distinción entre los niveles semológico, semántico y léxico.
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Para ello, se presenta una revisión de casos de pacientes bilingües o plurilingües que manifestaron alguna neuropatología traductora. En muchos de estos casos se obtuvieron datos cuantitativos sobre el desempeño traductor de los pacientes. Dicha información puede consultarse en las tablas que componen el Apéndice B. Además, en el Apéndice C, se resume la evidencia disponible para cada neuropatología y se ofrecen datos adicionales sobre cada paciente estudiado.
4.3.1. Incapacidad traductora
Una neuropatología que afecta los procesos de reformulación interlingüística es la incapacidad traductora. Este fenómeno se caracteriza por la imposibilidad de traducir enunciados voluntariamente en una u otra dirección. La incapacidad traductora se puede manifestar incluso cuando las habilidades de producción en el modo discursivo monolingüe se mantienen (relativamente) funcionales en una o ambas lenguas.
En diversos informes clínicos de afásicos plurilingües se ha observado que la traducción bajo demanda resultaba imposible o muy difícil en cualquier dirección. Un ejemplo es el del paciente H.B. (Perecman, 1984), un trilingüe hablante de alemán (L1), francés (L2) e inglés (L3). Cuando se le solicitó que tradujera la palabra “essen” [“comer” (en alemán)], H.B. respondió “English” [“inglés” (en inglés)]; el sintagma “the wall” [“la pared” (en inglés)] fue traducido como “la val est langue française” [“el vallecito es lengua francesa” (en francés)]; ante el estímulo “Seife” [“jabón” (en alemán)], respondió “Französiche Auskunft” [“información francesa” (en alemán)]. Estos datos sugieren que, por lo menos, la traducción correcta de palabras de la L1 a la L3, de la L3 a la L2, y de la L1 a la L2, resultaba imposible. Otro caso es el del paciente R.K. (Eviatar et al., 1999). Si bien en este estudio no hay evidencia anecdótica ni cuantitativa de su incapacidad traductora, los autores apuntan que “[cuando] a R.K. se
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le solicitó traducir palabras del ruso al hebreo y viceversa […] le resultó imposible hacerlo” (Eviatar et al., 1999: 129. Trad. mía).
Otro caso de incapacidad traductora es el que describe Gastaldi (1951; cit. en Fabbro, 1999a: 198-199). El paciente presentaba una lesión inflamatoria crónica en el HI. Su habla espontánea y su capacidad de nombrar objetos en ambas lenguas se vieron sensiblemente afectadas, pero no eliminadas. También era capaz de comprender instrucciones sencillas. Si bien el paciente podía nombrar objetos en la lengua en que se le solicitaba, le resultaba imposible traducirlos a la otra lengua. Esta incapacidad total se daba en ambas direcciones (de L1 a L2 y de L2 a L1).
Byng et al. (1984) documentaron el caso de B., un niño bilingüe disléxico que manifestaba una incapacidad traductora selectiva en dirección inversa. En un accidente doméstico, un rastrillo se le incrustó en el cráneo, produciéndole una grave lesión en las zonas parietales y temporales del HI. Las habilidades de lectura en voz alta de B. permanecieron muy buenas en inglés (L2), pero devinieron muy pobres en nepalés (L1). Al administrársele un test de traducción a la vista, se observó una disociación en sus habilidades traductoras. En TI tuvo buenos resultados (18/25 = 72%), pero en TD la tarea se reveló imposible (0/25 = 0%). Es interesante destacar que al menos uno de los errores producidos en TI fue de naturaleza semántica. La palabra fuente era “horse” [“caballo” (en inglés)] y la respuesta del paciente fue la palabra nepalesa para “perro”. Un error de la misma naturaleza se documentó en la dirección opuesta. La palabra fuente significaba “caballo” en nepalés y B. la tradujo como “duck” [“pato” (en inglés)].
Nilipour y Ashayeri (1989) estudiaron el desempeño lingüístico de A.S., un trilingüe adulto que hablaba persa (L1), inglés (L2) y alemán (L3). A causa de una explosión, A.S. sufrió un trauma frontotemporal izquierdo. Durante más de un mes, A.S. presentó un patrón de restitución antagonista alternante entre la L1 y la L3 (cuando una de estas lenguas estaba disponible para la producción
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espontánea, la otra no lo estaba). En este par de lenguas, la traducción de palabras resultaba imposible en dirección inversa y muy dificultosa en dirección directa. Sin embargo, su comprensión de todas las palabras fuente se reveló intacta. Es de destacar que al menos uno de sus errores en la tarea de traducción directa fue una parafasia traductora semántica: ante la palabra fuente “Fahrrad” [“bicicleta” (en alemán)], A.S. respondió con la palabra persa que significa “auto”. Los resultados globales del desempeño traductor de A.S. se resumen en el Apéndice B (Tabla B1).
Aglioti y Fabbro (1993) documentaron el caso de E.M., una anciana hablante de véneto (L1) e italiano (L2). Un infarto le provocó una lesión isquémica en determinadas estructuras de los ganglios basales del HI (a saber, el putamen y el núcleo caudado). La paciente perdió toda habilidad para expresarse en L1, pero su L2 se mantuvo aceptablemente funcional para la producción espontánea. Sus habilidades de comprensión, no obstante, se revelaron muy buenas en ambas lenguas. E.M. realizó tres tareas de traducción. Todas ellas revelaron una disociación entre la TI y la TD. Los puntajes promedio para estas direcciones fueron 69,3% vs. 41,3% en traducción oral de palabras, 95% vs. 5% en traducción escrita de palabras, y 72% vs. 34,6% en traducción oral de oraciones, respectivamente (v. Apéndice B, Tabla B2). En una continuación del estudio realizada cinco años más tarde (Aglioti et al., 1996), E.M. realizó una nueva tarea de traducción de palabras en ambas direcciones. Los resultados indicaron que sus disfunciones traductoras no habían sufrido modificaciones (TI: 23/35 = 65,7%; TD: 11/28 = 39,2%). Este caso demuestra que los déficits de traducción pueden afectar selectivamente una dirección mucho más que la otra.
El primer estudio de E.M. también fue descripto por Fabbro y Paradis (1995), quienes, asimismo, documentaron los déficits traductores de otros tres pacientes con lesiones en los ganglios basales y/o el tálamo. Los nombres clínicos de los pacientes eran C.B., El.M. y O.R. Al igual que E.M., estos tres pacientes manifestaban mayores trastornos en sus L1 que en sus lenguas no nativas. Para la
Organización neurofuncional de las rutas traductoras
Hacia un modelo neurocognitivo de la equivalencia 121
evaluación de sus habilidades de traducción se empleó la Parte C del BAT. Los puntajes y los promedios obtenidos en estos tres casos se presentan en el Apéndice B (Tablas B3, B4 y B5). En dicho Apéndice también pueden consultarse los promedios globales de los cuatro pacientes con lesiones en los ganglios basales (Tabla B6).
C.B. era una anciana de 71 años, diestra, que hablaba friulano (L1), italiano (L2) e inglés (L3). A causa de un infarto isquémico, C.B. desarrolló una afasia no fluida en todas sus lenguas. Un estudio de resonancia magnética reveló que había sufrido una lesión en el HI, focalizada en el núcleo caudado, una pequeña porción del putamen y la cápsula interna (todas estructuras de los ganglios basales). Su desempeño en las pruebas de traducción reveló una incapacidad completa para traducir palabras de L3 a L1, y para traducir oraciones en ambas direcciones entre la L1 y la L3 y entre la L2 y la L3. Su incapacidad para traducir de L3 a L1 fue particularmente llamativa, ya que su comprensión de las expresiones fuente estaba intacta. Además, su desempeño da cuenta de la independencia funcional de la TD respecto de la TI, dado que sus puntajes totales para traducción de palabras de L2 y L3 a L1 (25%) fueron mucho más bajos que los que obtuvo en traducción de palabras de L1 a L2 y L3 (52,5%). Por último, los resultados fueron considerablemente mejores en traducción de palabras (43%) que en traducción de oraciones (11,1%). La ventaja de la traducción de palabras por sobre la de oraciones es aun mayor si sólo se consideran la L1 y la L2 (70% vs. 33,3%).
El.M. era un señor diestro de 56 años de edad que hablaba friulano (L1) e italiano (L2). Una hemorragia cerebral le produjo una profusa lesión subcortical que afectó varias estructuras de los ganglios basales izquierdos (a saber, el núcleo caudado, el putamen, la cápsula interna, parte del globo pálido y también el tálamo). Al paciente se le diagnosticó una afasia no fluida severa en sus dos lenguas. Su incapacidad para traducir oraciones era total en TD y casi total en TI. No obstante, sus habilidades de traducción de palabras se mantuvieron mayormente intactas y sin diferencias entre ambas
Capítulo 4
122 Adolfo M. García
direcciones. Si se toman los resultados de TD y TI conjuntamente, los promedios para traducción de palabras y oraciones son 65% y 0,8%, respectivamente, lo cual sugiere fuertemente que tales habilidades son disociables.
El último caso referido por Fabbro y Paradis (1995) corresponde a un hombre de 63 años llamado O.R. Este paciente era hablante nativo de friulano y su L2 era el italiano. Un infarto isquémico afectó la región frontobasal de su hemisferio izquierdo, en especial la cabeza y el cuerpo del núcleo caudado, el putamen y parte de la ínsula en la neocorteza. A diferencia de los tres pacientes anteriores, O.R. mantuvo una alta fluidez en ambas lenguas por separado. Su incapacidad para traducir oraciones era prácticamente total en ambas direcciones (16,6% de precisión en cada dirección). Al igual que E.M. y C.B., la traducción de palabras en O.R. resultaba mejor de L1 a L2 (90%) que en la dirección opuesta (40%). El desempeño de O.R. también fue similar al de E.M. y C.B. en tanto sus habilidades de traducción de palabras se vieron considerablemente menos afectadas que sus habilidades de traducción (65% vs. 16,6%).
Al discutir estos cuatro casos, Fabbro y Paradis (1995) sugieren que los ganglios basales del HI parecen desempeñar un papel importante en los procesos de traducción. Añaden que la incapacidad para traducir oraciones hacia la L1 en los casos de E.M. y C.B. indica que las rutas que intervienen en la TD y la TI, respectivamente, pueden dañarse selectivamente. Sin embargo, los autores pasan por alto otras tendencias interesantes en sus propios datos. La evidencia demuestra que en pacientes con lesiones focales en los ganglios basales: (i) la TD resulta más afectada que la TI tanto para la traducción de palabras como para la de oraciones; (ii) la traducción de oraciones presenta mayores trastornos que la traducción de palabras, en ambas direcciones; y (iii) la ventaja de la traducción de palabras sobre la traducción de oraciones es mayor en TD que en TI.
Por último, Weekes y Raman (2008) refieren el caso de B.R.B., un paciente con alto nivel de competencia en turco (L1) e inglés (L2).
Organización neurofuncional de las rutas traductoras
Hacia un modelo neurocognitivo de la equivalencia 123
B.R.B. sufrió un accidente cerebrovascular que le ocasionó una grave lesión en la región parieto-occipital del HI. Los resultados de los tests lingüísticos indicaron que padecía de una disfasia profunda. Su producción espontánea era “fluida pero semánticamente vacía” en ambas lenguas (Weekes y Raman, 2008: 415. Trad. mía). Al paciente se le realizaron distintas pruebas de TD (los puntajes y promedios pueden consultarse en el Apéndice B, Tablas B7 y B8).
La primera prueba reveló una incapacidad total para la traducción de verbos nominalizados tanto oralmente como a la vista, y una incapacidad casi total para la traducción de verbos en modalidad oral. Lo que más llama la atención, con todo, es la disociación que presentó entre la traducción de palabras orales (muy pobre) y escritas (de aceptable a muy buena). En una segunda prueba, se le solicitó que realizara las mismas tareas con una nueva serie de estímulos extraídos de su diario personal (escrito en inglés). Así se corroboró la disociación entre sus habilidades de traducción oral y a la vista (4,7% vs. 92,8%). Los déficits observados no son atribuibles a déficits auditivas o de producción fonológica, dado que el paciente obtuvo puntajes muy altos en decisión léxica auditiva en L2 (100%), repetición (L1 = 82%, L2 = 65%), lectura en voz alta (L1 = 100%, L2 = 85%) y denominación de imágenes (L1 = 72%, L2 = 82%).
En el Apéndice C (Tabla C1) se resumen los casos presentados y se resume la evidencia que aportan. En conjunto, los datos indican que:
(1) Todos los casos de incapacidad traductora sobrevienen a lesiones en el HI. Sólo en el caso de H.B. la lesión afectó también el HD.
(2) Ante una misma y única lesión, la incapacidad traductora
puede manifestarse de modo selectivo en sólo TD o TI. Los pacientes con lesiones frontobasales (E.M., C.B., El.M. y O.R.) presentaron déficits mucho mayores en TD que en TI. La
Capítulo 4
124 Adolfo M. García
selectividad direccional de esta patología también puede ser modulada por la modalidad traductora (paciente B.).
(3) La incapacidad traductora puede darse incluso cuando la
comprensión de las palabras fuente es perfecta (paciente C.B.).
(4) Esta neuropatología puede afectar selectivamente la
traducción de palabras o la de oraciones, en cualquier dirección. Como se observa en la Tabla B6, los pacientes con lesiones frontobasales tienen un desempeño considerablemente peor en traducción de oraciones que en traducción de palabras. Aunque esta tendencia se observa en ambas direcciones, la ventaja de la traducción de palabras por sobre la de oraciones es más pronunciada en TD que en TI.
(5) La incapacidad traductora también puede afectar las
habilidades traductoras en una única modalidad (paciente B.R.B.).
4.3.2. Conducta traductora paradójica
La conducta traductora paradójica es una patología de muy baja prevalencia. Los pacientes que presentan este trastorno son perfectamente capaces de traducir a una lengua inaccesible para la producción monolingüe espontánea (p. ej., L1), a la vez que son incapaces de traducir hacia una lengua que sí está disponible para la producción monolingüe (p. ej., L2).
Los dos primeros casos documentados figuran en Paradis et al. (1982). El primero es el de la paciente A.D., una monja francoparlante que aprendió árabe (L2) en su juventud. A los 48 años, A.D. fue atropellada por un automóvil; golpeó su cabeza contra el asfalto,
Organización neurofuncional de las rutas traductoras
Hacia un modelo neurocognitivo de la equivalencia 125
sufrió una contusión témporo-occipito-parietal izquierda, y quedó inconsciente por quince minutos. Al despertarse, presentaba un cuadro de afasia global (era incapaz de producir y comprender enunciados en las dos lenguas que manejaba), pero otras funciones cognitivas, como su memoria y su orientación visuoespacial, no evidenciaban déficit alguno.
A los pocos días, la paciente dio muestras de restitución alternante: en ciertos momentos, manifestaba síntomas de anomia en francés mientras se manejaba con fluidez en árabe; en otras ocasiones, el patrón se invertía. Su comprensión, no obstante, se mantenía intacta en ambas lenguas. Lo que resulta particularmente interesante del caso de A.D. es que, en cada etapa de su restitución antagonista alternante, era capaz de traducir (de forma adecuada y sin titubeos) hacia la lengua a cuyas representaciones no podía acceder para la producción espontánea, a la vez que le resultaba imposible traducir hacia la lengua a cuyas representaciones sí podía acceder sin esfuerzo en el modo discursivo monolingüe. Dicho de otro modo, cuando no podía hablar espontáneamente en francés (L1), sí podía traducir del árabe (L2) al francés (L1), y viceversa.
En una primera evaluación, su desempeño en tareas de producción espontánea fue muy pobre en L1 y muy bueno en L2. Sin embargo, sus habilidades de traducción directa se demostraron intactas al enfrentarse a palabras sueltas (12/12) y a oraciones completas (6/6, con mínimos reemplazos de artículos definidos por indefinidos). Al día siguiente, sus habilidades de producción monolingüe mejoraron en L1 y empeoraron en L2, a la vez que su capacidad de traducción directa de oraciones disminuyó notablemente (sólo logró traducir 2 de las 6 oraciones que había traducido correctamente el día anterior). Ocho días más tarde, cuando la L1 nuevamente se tornó inaccesible para la producción espontánea y la L2 volvió a ser funcional, su desempeño en tareas de traducción inversa empeoró. Por ejemplo, logró traducir la palabra “livre" [“libro” (en francés)] al árabe correctamente poco después de haber fracasado en una tarea monolingüe en árabe en que se le
Capítulo 4
126 Adolfo M. García
solicitaba nombrar la palabra que significa “libro”. Estas alternancias con conducta traductora paradójica se observaron en varias ocasiones más en el transcurso de un mes.
El segundo paciente al que se hace referencia en el trabajo de Paradis et al. (1982) es un hombre diestro de 23 años que hablaba francés (L1) e inglés (L2) con mucha fluidez. Si bien no se menciona su nombre, para agilizar la lectura se lo denominará P.M. Luego de la extirpársele una malformación venosa ubicada en la profundidad del lóbulo parietal izquierdo, el paciente manifestó una afasia con restitución antagonista alternante. Primero recuperó la L2, mientras era incapaz de producir en L1. La segunda semana este patrón se invirtió diametralmente. En los periodos de alternancia, sus habilidades de comprensión permanecieron intactas en ambas lenguas.
Durante uno de los periodos en que su L2 estaba mucho más afectada que su L1 para la producción espontánea, se le solicitó que tradujera 6 oraciones en cada dirección. En TI, tradujo las 6 oraciones sin titubeos y con total corrección. Las oraciones propuestas presentaban una complejidad sintáctica considerable. Algunos ejemplos son “Mon voisin travaille à Toronto depuis 2 ans” y “Son frère a traversé la rivière à la nage” [“Mi vecino trabaja en Toronto desde hace 2 años” y “Su hermano cruzó el río a nado” (en francés)]. Por el contrario, demostró enormes dificultades en TD. De las 6 oraciones inglesas que se le presentaron, dos le resultaron imposibles de traducir; otras dos las tradujo con gran esfuerzo luego de varios falsos comienzos; y las dos restantes fueron reformuladas palabra por palabra, de suerte que resultaron incomprensibles en lengua meta. Es de destacar que, si bien sólo logró traducir 2 de las 6 oraciones en inglés, su comprensión de todas ellas fue perfecta.
Otro paciente que manifestó una conducta traductora paradójica fue N.T. (De Vreese et al., 1988). En lo que concierne a la producción espontánea monolingüe, su L1 no presentaba mayores problemas, mientras que la L2 era totalmente inaccesible. Durante la evaluación,
Organización neurofuncional de las rutas traductoras
Hacia un modelo neurocognitivo de la equivalencia 127
N.T. realizó pruebas de traducción en diferentes direcciones. En todos los casos se le solicitó que tradujera cinco oraciones. Los resultados demostraron que la TI no presentaba mayores problemas (4/5), en tanto que la TD era prácticamente inaccesible (1/5). Al repetirse la prueba con los mismos estímulos unos días más tarde, la TI se mantuvo casi perfecta, pero la dirección contraria seguía presentando severos problemas. Un mes después se repitió la prueba con cinco oraciones distintas en cada lengua. Nuevamente, los resultados fueron buenos de L1 a L2 (3/5), pero pobrísimos de L2 a L1 (1/5). En lo que respecta a la traducción entre la L1 y la L3, sólo se le suministró un set de 5 oraciones para traducir en cada dirección; su desempeño fue paupérrimo: 0 traducciones correctas de L1 a L3, y sólo 2 de L3 a L1. En definitiva, N.T. no podía traducir hacia la L1, aunque sí podía expresarse espontáneamente en ella; pero sí podía traducir hacia la L2, lengua en la que no podía producir enunciados en el modo discursivo monolingüe. Este caso de conducta traductora paradójica, a diferencia de los anteriores, no se vio acompañado de restitución antagonista.
En la Tabla C2 (Apéndice C) se resumen estos hallazgos y se ofrecen datos adicionales de cada paciente. Los tres casos de conducta traductora paradójica demuestran que:
(1) Este trastorno es producido por lesiones focalizadas en la región temporal y témporo-parietal del HI.
(2) La capacidad de TD no depende de la integridad funcional de
las rutas que posibilitan la producción espontánea en L1. Del mismo modo, la capacidad TI no depende de la integridad funcional de las rutas que sustentan la producción espontánea en L2.
Capítulo 4
128 Adolfo M. García
(3) La TI es posible cuando la TI es inaccesible y viceversa. Esto es cierto tanto para la traducción de palabras como para la de oraciones.
4.3.3. Traducción sin comprensión
Un sujeto padece de traducción sin comprensión cuando es capaz de traducir enunciados correctamente de una lengua a otra sin comprender el significado de las expresiones traducidas. La revisión de la literatura permite identificar tres casos de este fenómeno.21 Como todos los pacientes presentaban, además, alguna otra patología traductora, puede afirmarse que no hay “casos puros” de traducción sin comprensión.
La paciente Ch. (Veyrac, 1931), hablante de francés (L1) e inglés (L2), fue la primera en quien se observó esta patología. Durante su internación, Ch. tradujo oraciones como “What time is it?” y “Show me your tongue” [“¿Qué hora es?” y “Muéstreme la lengua” (en inglés)] de modo automático al francés, pero lo más llamativo es que en ningún momento dio muestras de comprender las órdenes que se le habían dado. Ni intentó mirar la hora, ni hizo el más mínimo esfuerzo por sacar la lengua. Esto significa que Ch. fue capaz de traducir enunciados cuyo significado no había comprendido. Si bien en
21 Llamativamente, Fabbro (2001) cita el estudio de Fabbro y Paradis (1995) al aludir al trastorno de traducción sin comprensión. Sin embargo, una lectura detenida de este último trabajo demuestra que en ningún momento se documentaron instancias de traducción sin comprensión en los pacientes allí mencionados y que ni siquiera se menciona esta patología. Los cuatro pacientes analizados presentaban déficits de comprensión oral en tareas monolingües, pero su comprensión no parece haber fallado durante las tareas de traducción. De hecho, al discutir el caso de la paciente C.B., Fabbro y Paradis (1995: 143-144. Trad. mía) sostienen que “podía traducir palabras de su L1 hacia su L3, pero no al revés, aunque comprendía perfectamente el significado de las palabras a traducir, dado que indicaba correctamente los objetos aludidos (p. ej., cabeza, pared)”. No hay motivo para considerar que los pacientes del estudio padecieran traducción sin comprensión. En una especie de bola de nieve de atribuciones erróneas, Ijalba et al. (2004) citan los artículos de Fabbro (2001) y Fabbro y Paradis (1995) en las breves líneas que dedican a la patología en cuestión.
Organización neurofuncional de las rutas traductoras
Hacia un modelo neurocognitivo de la equivalencia 129
términos gramaticales los enunciados en cuestión constituyen oraciones, es posible que éstas estuvieran representadas como lexemas en el sistema de memoria declarativa.
Otro caso es el de P.M. –el paciente 2 en el trabajo de Paradis et al. (1982). Como ya se apuntó, este paciente presentaba un cuadro de restitución antagonista alternante. Amén de este patrón, uno de los síntomas más notables de su condición se manifestó en tareas de traducción durante un día en que su L1 (francés) se demostraba mucho más fluida que su L2 (inglés): cuando los examinadores le solicitaban que tradujera palabras como “plafond”, “porte”, “fenêtre” o “table” [“techo”, “puerta”, “ventana” y “mesa” (en francés)] al inglés, el paciente efectuaba la traducción rápidamente y con precisión, pero era incapaz de reconocer y señalar dichos objetos en la habitación. Curiosamente, el paciente decía estar seguro de que dichos objetos existían en el cuarto, pero no lograba identificarlos. En determinados casos, luego de ofrecer la traducción correcta, incluso señaló objetos incorrectos, como el lavabo en vez de la ventana, o la cama en vez de la mesa.
El tercer caso en que se documentaron instancias de traducción sin comprensión es el de N.T. (De Vreese et al., 1988). Los datos en este informe son aun más escasos que en los dos anteriores. Todo lo que apuntan los autores es que “N.T. evidenció una conducta similar a la del segundo caso recogido por Paradis et al. (1982). Cuando se le solicitaba que señalara dibujos de objetos nombrados en italiano, traducía las palabras correctamente al francés, aunque por lo general era incapaz de identificar las imágenes correspondientes” (De Vreese et al., 1988: 253. Trad. mía).
En la Tabla C3 (Apéndice C) se brindan más datos sobre estos tres pacientes con traducción sin comprensión. En su conjunto, la evidencia arrojada por estos tres casos es consistente con los siguientes postulados:
Capítulo 4
130 Adolfo M. García
(1) Esta patología sobreviene a lesiones que afectan la región temporal y témporo-parietal del HI.
(2) La reformulación interlingüística es posible en ausencia de
activación semológica/conceptual. En otras palabras, la traducción no necesariamente debe estar mediada conceptualmente.
(3) En los casos documentados, sólo se han registrado instancias
de traducción sin comprensión a nivel lexémico (palabras sueltas o frases hechas), unidades que en ambas lenguas se representan en circuitos del sistema de memoria declarativa (Ullman, 2001b, 2005; Paradis, 1994, 2004).
4.4. Contrastación de hipótesis neurofuncionales
La evidencia presentada en los apartados anteriores permite contrastar las tres hipótesis neurofuncionales postuladas al comienzo del capítulo.
4.4.1. Independencia neurofuncional de las rutas que sustentan la traducción estructural y la conceptual
La primera hipótesis neurofuncional postula que existen rutas independientes encargadas de la ‘traducción estructural’ y la ‘traducción conceptual’, respectivamente. Las ‘rutas estructurales’ serían aquellas que permiten el establecimiento de conexiones entre los dos subsistemas lingüísticos en el módulo léxico-gramatical, sin mediación del sistema semológico o conceptual. Las ‘rutas conceptuales’, en cambio, serían aquellas que posibilitan la reformulación interlingüística mediante la activación de representaciones semológicas o conceptuales. Los datos clínicos
Organización neurofuncional de las rutas traductoras
Hacia un modelo neurocognitivo de la equivalencia 131
sugieren que ambos tipos de ruta constituyen subsistemas neurofuncionales independientes.
La existencia de la ruta estructural queda demostrada por los casos de traducción sin comprensión (pacientes Ch., P.M. y N.T.). Una lectura neuro-arquitectónica de esta patología indica lo siguiente: la lesión del paciente afecta ciertas áreas del tejido neural, pero no otras. Más allá de cuál sea su sustrato preciso, la lesión no le impide al paciente establecer vínculos entre ciertas representaciones de la L1 y sus correspondencias en la L2. Sin embargo, el establecimiento de dichas asociaciones no está mediado por activaciones semológicas. Esto queda evidenciado por la incapacidad de los pacientes de reconocer los objetos nombrados en la habitación. Ya que dichos sujetos no presentaban problemas sensoriales (su visión y su audición, por ejemplo, funcionaban a la perfección), la incapacidad se debe necesariamente a la ausencia de activación conceptual. En otras palabras, durante las tareas de traducción mencionadas, las áreas neurales responsables del procesamiento semológico/conceptual permanecían inactivas. En el caso del paciente P.M., cabe destacar que, además de sus síntomas de traducción sin comprensión, los examinadores registraron instancias en las que tradujo oraciones “palabra por palabra”, de modo que los enunciados resultantes eran incomprensibles en lengua meta. Todo sugiere que estas traducciones también fueron realizadas mediante la ruta estructural. El patrón general de conexiones disponibles y no disponibles que revela esta patología se grafica en la Figura 4.6.
Capítulo 4
132 Adolfo M. García
Figura 4.6. Ilustración de la disociación entre la ruta conceptual y la ruta estructural.
Asimismo, se advierte una disociación doble entre los casos de traducción sin comprensión y determinados déficits evidenciados por los pacientes A.S. y C.B. En tanto que Ch., P.M. y N.T. eran capaces de traducir los lexemas fuente sin comprender su significado, A.S. y C.B. sí eran capaces de comprender el significado de los lexemas fuente pero les resultaba imposible traducirlos hacia determinada lengua meta. Por ejemplo, entre su L1 y su L3, A.S. sólo pudo traducir la mitad de las palabras en dirección directa y ninguna en dirección inversa. Sin embargo, demostró una excelente comprensión del significado de todas las palabras fuente. Por su parte, C.B. era incapaz de traducir palabras de la L3 a la L1, pero comprendía su significado perfectamente.
Organización neurofuncional de las rutas traductoras
Hacia un modelo neurocognitivo de la equivalencia 133
Hallar evidencia neurocognitiva de la activación de la ruta conceptual es algo más difícil. Sin embargo, hay indicios en este sentido. Por ejemplo, uno de los errores cometidos por A.S. en la tarea de traducción directa fue una parafasia semántica. Al presentársele una palabra que significaba “bicicleta” en L2, su respuesta en L1 fue la palabra que significa “auto”. De modo análogo, el paciente B. (Byng et al., 1984) produjo parafasias semánticas en ambas direcciones traductoras: en una ocasión, tradujo la palabra inglesa que significa “caballo” mediante otra que significa “perro” en nepalés; en otra oportunidad, tradujo el término nepalés que significa “caballo” mediante la voz inglesa que significa “pato”. En la medida en que estos deslices traductores de A.S. y B. parecen involucrar la activación de un campo semántico y/o semológico, puede considerárselos como indicios de la mediación de la ruta conceptual en la tarea traductora. En este sentido, De Vreese et al. (1988: 253. Trad. mía) sugieren que, dado que las traducciones compulsivas y voluntarias producidas por N.T. no eran verbatim sino parafrásticas, éstas han de haberse formulado en el “nivel conceptual prelingüístico”.
4.4.2. Independencia neurofuncional de las rutas traductoras
La segunda hipótesis sostiene que las rutas que sustentan la traducción a nivel léxico son independientes de las que posibilitan la producción espontánea en L1 o L2. Esta conjetura se ve confirmada gracias al establecimiento de disociaciones dobles entre (i) patologías que afectan las rutas traductoras pero no las de producción monolingüe y (ii) patologías en que se da el patrón inverso. Los casos de conducta traductora paradójica e incapacidad traductora avalan esta hipótesis, al demostrar que:
Capítulo 4
134 Adolfo M. García
(a) Los subsistemas que sustentan la TD pueden permanecer funcionales cuando los que se encargan de la producción monolingüe en L1 resultan inaccesibles o se ven afectados (pacientes A.D. y P.M.).
(b) Los subsistemas que sustentan la TI pueden permanecer
funcionales cuando los que se encargan de la producción monolingüe en la lengua no nativa resultan inaccesibles o se ven afectados (pacientes A.D., N.T., E.M., C.B. y Ch.).
(c) Los subsistemas que sustentan la TD pueden tornarse
inaccesibles cuando los que se encargan de la producción monolingüe en L1 permanecen funcionales (pacientes A.D., P.M., O.R., N.T., R.K. y el paciente de Gastaldi (1951)).
(d) Los subsistemas que sustentan la TI pueden tornarse
inaccesibles cuando los que se encargan de la producción monolingüe en la lengua no nativa permanecen funcionales (pacientes A.D., O.R., R.K. y el paciente de Gastaldi (1951)).
Estas dobles disociaciones se grafican en la Figura 4.7.
Organización neurofuncional de las rutas traductoras
Hacia un modelo neurocognitivo de la equivalencia 135
Figura 4.7. Ilustración de las disociaciones entre las rutas traductoras y las rutas de producción monolingüe.
Esta hipótesis también es consistente con el hecho de que la traducción compulsiva no necesariamente implica la presencia de repetición compulsiva dentro de una misma lengua (paciente N.T.). Por añadidura, en el estudio de Borius et al. (2012) (v. 5.3.2.3) se demostró que la estimulación de determinados sitios corticales
Capítulo 4
136 Adolfo M. García
produce una incapacidad en el procesamiento monolingüe sin afectar también las habilidades traductoras. En definitiva, la evidencia respalda la hipótesis de que los circuitos neuronales que se encargan de procesos específicamente traductores son distintos e independientes de aquellos que sustentan el procesamiento monolingüe en una u otra lengua.
4.4.3. Independencia neurofuncional de las rutas de TD y TI
Según la tercera hipótesis neurofuncional, en el cerebro traductor existen rutas independientes encargadas de la TD y la TI, respectivamente. Si la hipótesis es verdadera, determinadas lesiones neurológicas deberían dificultar o impedir selectivamente la TI sin afectar la TD, y viceversa. Nuevamente, los casos de incapacidad traductora y los de conducta traductora paradójica ofrecen evidencia confirmatoria. La revisión de casos de dichas patologías revela que:
(a) Las redes neuronales que sustentan la ruta directa pueden permanecer funcionales cuando las que encarnan la ruta inversa están parcial o temporalmente inhibidas o completamente destruidas. Esto se corrobora en la traducción oral de palabras (pacientes A.S. y A.D.) y en la traducción oral de oraciones (paciente A.D.).
(b) Las redes neuronales que sustentan la ruta inversa pueden
permanecer funcionales cuando las que encarnan la ruta directa están parcial o temporalmente inhibidas o completamente destruidas. Esto se corrobora en la traducción a la vista de palabras (paciente B.), en la traducción oral de palabras (pacientes E.M., C.B., O.R. y A.D.) y en la traducción oral de oraciones (pacientes E.M., N.T., A.D. y P.M.).
Organización neurofuncional de las rutas traductoras
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Estas disociaciones dobles se grafican en la Figura 4.8.
Figura 4.8. Ilustración de las disociaciones entre las rutas traductoras directa e inversa.
Capítulo 4
138 Adolfo M. García
Además, el caso de B.R.B. sugiere que, aun dentro de una misma ruta traductora (p. ej., la directa), las redes neuronales que sustentan la modalidad escrita pueden permanecer funcionales cuando las que sustentan la modalidad oral están parcial o temporalmente inhibidas o completamente destruidas. Por lo tanto, es atendible la hipótesis adicional de que cada ruta traductora, a nivel microanatómico, puede incluir redes neurofuncionales independientes encargadas de la traducción de estímulos orales y escritos, respectivamente.
También hay evidencia de neuroimagen que, si bien no confirma directamente la hipótesis, resulta consistente con ella. En particular, los estudios de Klein et al. (1995), Quaresima et al. (2002), Kurz (1995) y Rinne et al. (2000) demuestran que la TI activa regiones cerebrales más amplias que la TD, lo cual significa que existen circuitos neuronales que participan de una ruta direccional y no de la otra. Estos estudios se discuten en detalle en el Capítulo 5, en el contexto de las hipótesis neuroanatómicas derivadas del MDP.
4.5. Organización neurofuncional de las rutas traductoras: Conclusión
En síntesis, las tres hipótesis neurofuncionales derivadas del RHM se ven confirmadas por la evidencia neurocognitiva. Así, los primeros tres postulados que integrarán el modelo desarrollado en esta Tesis son: (i) hay rutas neurofuncionalmente autónomas para la traducción estructural y la traducción mediada conceptualmente; (ii) las rutas neurales que sustentan la traducción a nivel léxico son funcionalmente independientes de las que posibilitan la producción espontánea en L1 y en L2; y (iii) la TD y la TI a nivel lexémico dependen de rutas distintas y neurofuncionalmente independientes.
Colección Tesis destacadas en Ciencias del Lenguaje
Capítulo 5
Localización neuroanatómica
de las rutas traductoras
En García, Adolfo M. (2014)
Hacia un modelo neurocognitivo de la equivalencia a nivel lexémico:
Procesos traductológicos en términos de redes relacionales.
Mendoza: Editorial FFyL-UNCuyo y Ediciones ILyCE.
ISBN 978-950-774-245-3
Disponible en http://www.ffyl.uncu.edu.ar/spip.php?article4239
5.1. Localización neuroanatómica: Recapitulación de hipótesis
En el Capítulo 4 se presentó evidencia a favor de las hipótesis neurofuncionales derivadas del RHM. Ahora se avanza sobre un segundo conjunto de hipótesis. Éstas, de naturaleza neuroanatómica, surgen como inferencias basadas en el MDP. En la Tabla 5.1 se las recapitula junto con sus respectivas predicciones empíricas.
Capítulo 5
140 Adolfo M. García
Tabla 5.1. Recapitulación de las tres hipótesis neuroanatómicas.
NÚMERO POSTULADO PREDICCIÓN EMPÍRICA
4
La traducción de unidades lexémicas depende críticamente de áreas cerebrales posteriores implicadas en la memoria declarativa.
Las habilidades de traducción lexémica resultan más afectadas en pacientes con lesiones posteriores que en pacientes con lesiones frontobasales.
5
La traducción de oraciones depende críticamente de estructuras frontobasales implicadas en la memoria procedural.
Los pacientes con lesiones frontobasales presentan déficits más significativos en la traducción de oraciones que en la traducción de palabras.
6 Las rutas traductoras se localizan de modo exclusivo en el HI.
Las neuropatologías que alteran las habilidades de traducción ocurren exclusivamente como resultado de lesiones en el HI.
Estos postulados pueden contrastarse con la evidencia presentada en el Capítulo 4 y otras fuentes de datos que se discuten más adelante. Antes de abordarlos, se sintetiza la base empírica del modelo que las motiva.
5.2. El MDP: Localización de los subsistemas de la L1 y la L2 en el cerebro bilingüe
5.2.1. Lateralización del sistema bilingüe
Que el sistema lingüístico del monolingüe se representa asimétricamente en el HI es un hecho indiscutido en la neurolingüística (Hécaen y Albert, 1978; Springer et al., 1999). Se sigue que (i) el HI se especializa para la adquisición de lenguas durante la infancia y que (ii) cuando un individuo aprende una
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lengua tardíamente su HI ya está especializado para la apropiación de representaciones lingüísticas, mientras que el HD no lo está. No es sorprendente, por lo tanto, que las investigaciones neurocognitivas hayan demostrado que una L2, más allá de cómo y cuándo se la apropie, también está representada en las áreas especializadas para el lenguaje del HI.
Rapport et al. (1983) estudiaron una población de políglotas afásicos diestros para determinar qué efectos tiene la aplicación de amital sódico en uno u otro hemisferio. Se demostró que la aplicación del compuesto en el HD no afectaba la capacidad de nombrar imágenes en ninguna lengua, mientras que dicha habilidad se veía muy comprometida al inyectarse el HI.
Por su parte, Trudeau et al. (2003) documentaron el caso de M.M., una joven de 17 años, hablante de inglés y francés, a la que debió practicársele una hemisferectomía funcional izquierda. Luego de la operación, la paciente presentó déficits en todas las áreas estudiadas en ambas lenguas (diferentes tareas de lectura, escritura, expresión y comprensión), tanto en la modalidad oral como escrita, con una ligera ventaja del inglés en ciertas tareas. La hemisferectomía incapacitó el sistema bilingüe de M.M. en su conjunto, lo cual no debería ser el caso si las segundas lenguas tuvieran una mayor representación en el hemisferio derecho, que se mantuvo intacto.22
Otro investigador que aporta evidencia en este sentido es Fabbro (1999a), cuyo análisis de 88 casos de afasia en bilingües diestros reveló que sólo un 8% presentaba lesiones en el HD. La prevalencia de casos de afasia luego de lesiones en el HD no es mayor en los bilingües que en los monolingües. También es posible que los casos de lateralización derecha estén sobrerrepresentados en la literatura, puesto que su carácter atípico los hace mucho más susceptibles de 22 Un dato interesante es que, luego del procedimiento, el HD de M.M. logró encargarse de algunas funciones lingüísticas (si más no hayan sido sólo unas pocas). Esto de ningún modo contradice la especialización del HI para la representación y el procesamiento lingüísticos, sino que da testimonio de la gran plasticidad del cerebro.
Capítulo 5
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publicación (Paradis, 2004). En definitiva, tanto la L1 como la L2 se representan asimétricamente en el HI.
5.2.2. Léxico, semántica y gramática en el cerebro bilingüe
En el marco del MDP, se distinguen dos formas principales de ‘apropiación’ de información lingüística que rigen la construcción del sistema bilingüe (Paradis, 2004, 2009). Por un lado, el ‘aprendizaje’ consiste en la apropiación consciente de propiedades sensibles de los estímulos y su resultado es el conocimiento metalingüístico explícito, que el sujeto puede usar a voluntad y de modo controlado. Así, se postula que el aprendizaje es una función de la memoria declarativa. Por otro lado, la ‘adquisición’ es la apropiación inconsciente o incidental de las estructuras abstractas subyacentes a la materialidad de los estímulos. Su resultado es la competencia implícita, que se usa de modo automático y presenta una variabilidad casi nula. La adquisición, entonces, es una función de la memoria procedural.
Ullman (2001a, 2004, 2005) demuestra que el sistema de memoria declarativa (encarnado crucialmente en el lóbulo temporal medio y determinadas regiones temporales y témporo-parietales de la neocorteza) se encarga de representar, para cualquier lengua materna y para cualquier L2, toda la información idiosincrática de las palabras, como su categoría léxica, su significado, sus formas fonológicas y los lazos arbitrarios entre estos dos últimos aspectos. Estas representaciones son siempre y en toda circunstancia aprendidas, pues el léxico se incorpora de modo consciente, prestando atención a las propiedades sensibles de los estímulos.
En cambio, los saberes gramaticales de un individuo en su L2 pueden ser apropiados de cualquiera de las dos maneras, es decir, mediante el aprendizaje metalingüístico o mediante la adquisición incidental. Si la información gramatical se incorpora del primer modo, el resultado será el conocimiento metalingüístico de la
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gramática, sujeto a procesos cognitivos controlados y conscientes, asentados en sustratos del sistema de memoria declarativa. Por el contrario, si se fomenta la adquisición incidental de la gramática de la L2, se promoverá el desarrollo de la competencia lingüística implícita, un tipo de saber automático e inconsciente cuyo procesamiento supone un menor esfuerzo cognitivo que su contraparte metalingüística. El procesamiento de la competencia lingüística implícita es una función del sistema de memoria procedural y depende, por ende, de estructuras frontobasales (a nivel subcortical, núcleo caudado, putamen y sustancia negra; a nivel cortical, circunvolución frontal inferior y corteza ventrolateral prefrontal izquierda).
La evidencia de esta disociación proviene, principalmente, del estudio de pacientes afásicos (Aglioti y Fabbro, 1993; Fabbro y Paradis, 1995; Ku et al., 1996; García-Caballero et al., 2007; Aladdin et al., 2008; Ibrahim, 2009) y, en menor medida, del análisis de disfunciones lingüísticas en pacientes con trastornos neurodegenerativos (Cameli et al., 2004; Zanini et al., 2004). La revisiones efectuadas por Ullman (2005) y García (2012a) demuestran que, en lo que compete a los bilingües tempranos y a los bilingües tardíos con alto nivel de competencia gramatical (automatización) en L2, las lesiones focalizadas en regiones frontales neocorticales y/o en los ganglios basales provocan déficits gramaticales en L2, mientras que el conocimiento léxico y semántico se mantiene (relativamente) intacto. En cambio, en esa misma población, una lesión focalizada en áreas temporales y témporo-parietales de la neocorteza y/o el lóbulo temporal medio produce marcadas disfunciones léxicas y semánticas en L2, pero no afecta la gramática de dicha lengua.
Por otro lado, en el caso de los bilingües tardíos que no han automatizado la gramática de su L2, una lesión focalizada en regiones frontales neocorticales y/o en los ganglios basales no perturba la gramática de la L2 ni el conocimiento léxico y semántico de tal lengua. Por el contrario, si estos mismos bilingües tardíos presentan
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lesiones focalizadas en áreas temporales y témporo-parietales de la neocorteza y/o el lóbulo temporal medio, la L2 manifiesta tanto déficits léxicos y semánticos como disfunciones gramaticales. Los estudios de neuroimagen sobre el sistema bilingüe respaldan estas disociaciones (Perani et al., 1996, 1998; Kim et al., 1997; Dehaene et al., 1997; Chee et al., 1999; Illes et al., 1999).
En síntesis, la evidencia abona las siguientes conclusiones respecto de la organización cerebral del sistema bilingüe. En primer lugar, el sistema lingüístico del bilingüe, más allá de su edad, modo y nivel de apropiación de la L2, se representa en el HI (en especial, en la región perisilviana). Además, determinados componentes del sistema lingüístico se correlacionan siempre del mismo modo con los sistemas de memoria declarativa y procedural. En este sentido, la evidencia sugiere que: (i) los sistemas léxico y semántico de ambas lenguas se representan principalmente en sustratos implicados en el sistema de memoria declarativa; (ii) los sistemas gramaticales de la L1 se representan en sustratos implicados en el sistema de memoria procedural; y (iii) los sistemas gramaticales de la L2 pueden construirse ya sea en uno u otro sistema de memoria, según la edad, el modo y el nivel de apropiación de la L2.
El punto clave para el modelo traductológico que propone esta Tesis es que toda la información léxica y semántica de las dos lenguas de cualquier bilingüe se representa en áreas posteriores, asociadas al sistema de memoria declarativa. En cambio, las áreas frontobasales vinculadas al sistema de memoria procedural se especializan en el procesamiento gramatical. En base a estos preliminares, a continuación se presenta la evidencia que permite contrastar las tres hipótesis traductológicas enunciadas en la Tabla 5.1.
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Hacia un modelo neurocognitivo de la equivalencia 145
5.3. Evidencia sobre la localización neuroanatómica de las rutas traductoras
Además de las tres neuropatologías reseñadas en el Capítulo 4, existen dos córpora empíricos adicionales que brindan datos para contrastar las hipótesis de la Tabla 5.1: los casos de traducción compulsiva y los diversos estudios de neuroimagen realizados durante tareas de traducción.
5.3.1. Traducción compulsiva
Existe una cuarta patología cerebral que produce déficits en la conducta traductora. Se denomina traducción compulsiva23 y consiste en la reformulación involuntaria e inmediata de enunciados de una lengua a otra. Estas traducciones no solicitadas suelen verse acompañadas por la incapacidad de traducir voluntariamente. También se han registrado casos en los que el paciente traduce compulsivamente hacia una lengua en la que no puede expresarse en el modo discursivo monolingüe. Perecman (1984) ha sugerido que este déficit puede ser el resultado de una disfunción del sistema conceptual y no del sistema lingüístico propiamente dicho. Otros autores consideran que puede ser producto de una disfunción del mecanismo cerebral encargado de inhibir la(s) lengua(s) que no rige(n) la interacción en el momento (Green, 1986; Fabbro y Gran, 1997).
El primer caso fue documentado por Kauders (1929). Su paciente, D.O., era un empresario de 62 años residente que hablaba alemán
23 Esta patología también ha sido denominada ‘traducción automática’ y ‘traducción espontánea’. Sin embargo, conviene reservar para ella el rótulo ‘traducción compulsiva’ y así evitar confusiones con la acepción más difundida del término ‘traducción automática’ (que en traductología suele emplearse en referencia a la traducción realizada por programas informáticos) y con el uso que se ha venido haciendo del término ‘espontáneo’ (en referencia a procesos lingüísticos iniciados por voluntad propia).
Capítulo 5
146 Adolfo M. García
(L1), inglés (L2) y francés (L3). D.O. sufrió un accidente cerebrovascular (ACV) que le produjo una lesión en el HI, focalizada en el área de Wernicke (circunvolución temporal superior) y porciones adyacentes del lóbulo parietal. Luego del ACV, el paciente se tornó completamente incapaz de comprender enunciados en sus tres lenguas. También manifestaba severos problemas de lectura y algunos síntomas menores de disgrafia. Su habla espontánea era mayormente ininteligible y se caracterizaba por la mezcla de sílabas de las tres lenguas (poco a poco, su producción espontánea en el modo discursivo monolingüe mejoró). El síntoma más curioso de D.O., sin embargo, era la traducción compulsiva en los tests de denominación por confrontación visual. Cuando al paciente se le presentaba un objeto y se le solicitaba que lo nombrara en alemán, primero traducía el término buscado a sus otras lenguas y sólo después daba con la palabra en L1. Al pedírsele que nombrara el color de una figura amarilla, D.O. respondió “yellow… jaune… gelb” [“amarillo” (en inglés, francés y alemán, respectivamente)]. Al mostrársele un cepillo, su respuesta fue “zum Bresen (hace la mímica de peinarse)… brosse… chaumière… Bürste” [“cepillo” (en francés)… “choza” (en francés)… “cepillo” (en alemán)].
El siguiente caso se publicó dos años más tarde. Veyrac (1931) presenta sus observaciones sobre la paciente Ch., una modista de 65 años, hablante nativa de inglés, que comenzó a aprender francés a la edad de 15. En 1930, Ch. sufrió un ACV. Se le diagnosticó afasia de Broca (no fluida). Si bien en el informe no se ofrecen precisiones sobre el sitio de la lesión cerebral, todo indica que ésta afectó el HI. Durante el periodo en que Ch. era incapaz de hablar espontáneamente en L1 o en L2, sí fue capaz de traducir oraciones automáticamente del inglés al francés. Cuando se le preguntó la hora en inglés (“What time is it?”), la paciente no respondió la pregunta, sino que dijo de inmediato “Quelle heure est-il?” [“¿Qué hora es?” (en francés)]. A los pocos minutos se le ordenó que sacara la lengua en inglés (“Show me your tongue”). La paciente, en vez de cumplir con el pedido, respondió “Montrez-moi la langue” [“Muéstreme la lengua”
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(en francés)]. Luego de estas interacciones, Ch. no fue capaz de traducir ni siquiera locuciones muy sencillas.
Stengel y Zelmanowitz (1933) presentan el caso de un hablante nativo de checo que aprendió alemán tardíamente, a partir de los 35 años. A la edad de 57, sufrió una hemorragia cerebral traumática en el lóbulo frontal del HI, que redundó en una afasia motora (no fluida). El paciente mezclaba ambas lenguas e incluso utilizaba patrones entonacionales propios de una en la otra. Cuando se le pedía que nombrara objetos en alemán o en checo, el paciente tendía a emitir la respuesta correcta en la lengua solicitada para luego traducirla a la otra lengua de inmediato y de modo involuntario.
Un caso llamativo es el del paciente heptalingüe que estudiaron Weisenberg y McBride (1935), y que luego describió Perecman (1984). Se trata de un profesor de lenguas romance, diestro, que a los 49 años desarrolló una afasia no fluida a causa de una lesión frontal. Su L1 era inglés. Era muy competente en español y un poco menos en francés e italiano. Sus otras lenguas, aprendidas formalmente, eran griego, latín, francés antiguo y árabe. Luego de la lesión, comenzó a mezclar sus primeras tres lenguas en diferentes niveles. Al administrársele tareas de denominación por confrontación en inglés, compulsivamente traducía el término buscado al español y al francés. A diferencia de otros casos, este paciente sí podía traducir sustantivos del inglés al español o al francés cuando se le pedía explícitamente que lo hiciera, aunque para lograrlo debía esforzarse más de la cuenta. Un patrón similar se observó en el caso registrado por Goldstein (1948). Su paciente era una mujer sueca que aprendió inglés al mudarse a los Estados Unidos. Aunque la mujer repetía palabras y oraciones para luego traducirlas de modo compulsivo, era incapaz de traducir voluntariamente.
No puede obviarse el afamado caso del Profesor Roman Jakobson. Durante una conferencia, Jakobson (1964) refirió que fue víctima de un accidente automovilístico que le produjo un trauma craneal izquierdo. Durante las tres horas posteriores al choque, el lingüista
Capítulo 5
148 Adolfo M. García
no podía evitar traducir cada enunciado que producía a las cuatro o cinco lenguas que mejor sabía.
Por su parte, Schulze (1968) describe el caso de un profesor de literatura alemana, diestro, al que se le diagnosticó una afasia motora como consecuencia de un absceso parieto-temporal izquierdo. El paciente era hablante nativo de búlgaro; tenía un alto nivel de competencia en alemán y también hablaba ruso y francés. Además, tenía conocimientos formales de inglés y latín. Se observó que en su producción espontánea mezclaba varias de sus lenguas a nivel morfológico. También se registraron instancias de traducción involuntaria. Por ejemplo, al pedírsele que repitiera la voz alemana “Jacke” [“campera”], el paciente respondió “Jacke… Jackett… Dschakett” [esta última palabra significa “campera” en búlgaro] (Schulze, 1968: 433).
Perecman (1984) presenta el caso de H.B., un hombre camerunés, hablante nativo de alemán, que también se desenvolvía con gran fluidez en francés (L2) y en inglés (L3). A la edad de 75, sufrió un accidente que le produjo vastos hematomas en la región temporal de ambos hemisferios. El síntoma más conspicuo de H.B. era la traducción compulsiva de oraciones completas de L1 a L3. Por ejemplo, cuando el examinador le dijo “no, das ist blau” [“no, eso es azul” (en alemán)], el paciente replicó “blau oder gelb… blue or yellow” [“azul o amarillo” (primero en alemán y luego en inglés)]. Esta compulsión era aun más notable con sus propios enunciados: “verstehen sie Deutsch… do you know German [...] verstehen sie Deutsch… aber nur ein bischen… but only a little” [“comprende alemán” (en alemán)… “sabe alemán” (en inglés)… “comprende alemán” (en alemán)… “pero sólo un poco” (en alemán)… “pero sólo un poco” (en inglés)] (Perecman, 1984: 51). No obstante, la habilidad de traducción voluntaria de H.B. se veía severamente afectada en toda dirección. Cuando se le solicitaba que tradujera palabras o pequeñas oraciones, las respuestas que producía no guardaban relación alguna con los estímulos fuente.
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La traducción compulsiva también se ha documentado como trastorno concomitante en un cuadro de demencia presenil. El paciente N.T. (De Vreese et al., 1988), cuyo caso ya se discutió en el Capítulo 4 (v. 4.3.2), manifestaba síntomas de traducción compulsiva con oraciones completas y frases cortas producidas por él mismo, por sus interlocutores y por terceros. Estas instancias de traducción compulsiva eran más frecuentes de la L1 a la L2, pero también se daban de la L1 a la L3 y a la L4, lenguas en las que el paciente no podía expresarse y hacia las cuales no podía traducir por motu proprio (la única dirección en que podía traducir correctamente a voluntad era de L1 a L2). Las traducciones compulsivas de N.T. no siempre eran literales. Por ejemplo, ante la pregunta “Sta bene oggi?” [“¿Se siente bien hoy?” (en italiano)], por parte del examinador, N.T. respondió “Si, sto bene… das geht” [“Sí, estoy bien (en italiano)… “ahí va” (en alemán)]. Cuando el examinador le pidió una pipa en italiano (“Mi dia la pipa”), el paciente respondió “Questa è una pipa, this is a pipe” [“Ésta es una pipa” (primero en italiano y después en inglés)]. La traducción compulsiva de N.T. también se manifestaba ante estímulos grafémicos. Cabe destacar que la conducta verbal compulsiva de N.T. sólo se manifestaba interlingüísticamente. En ningún momento dio signos de ecolalia (es decir, la repetición automática de palabras en la misma lengua).
Un caso por demás atípico es el que documenta Lebrun (1991) y luego recoge Fabbro (1999a). El paciente era un hablante de flamenco (L1) y francés (L2) que presentaba una lesión en el HD. Como era de esperar, el daño recibido en dicho hemisferio no provocó afasia en la modalidad oral. Sin embargo, sí fue el origen de una tendencia a traducir enunciados escritos compulsivamente. Al suministrársele tareas de dictado en francés, el paciente procedía a transcribir la palabra correcta para luego escribir compulsivamente su traducción en flamenco. En ocasiones, hasta traducía textos escritos enteros de L2 a L1. En su discusión del caso, Lebrun (1991) sugiere que la lesión derecha ocasionó un déficit en el control de las convenciones sociolingüísticas que rigen la comunicación verbal.
Capítulo 5
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Eviatar et al. (1999) presentan el caso de R.K., una mujer diestra de 68 años que hablaba ruso como L1 y hebreo como L2. Un ACV le produjo lesiones en dos áreas del HI: los ganglios basales y la parte posterior de la corona radiata (estructura que linda con el sistema del lóbulo temporal medio). El examen lingüístico de la paciente demostró que padecía una afasia fluida con agrafia y alexia severas en ambas lenguas (aunque la L2 se vio más afectada que la L1). R.K. presentó déficits en todas las tareas de denominación y en todas sus modalidades, con una ligera ventaja del ruso sobre el hebreo. En particular, R.K. evidenció un déficit traductor en las tareas de asociación léxica y de generación de antónimos en hebreo. En vez de producir las respuestas correctas en L2, la paciente traducía los términos buscados al ruso de modo compulsivo, aunque no siempre con éxito. A su vez, R.K era incapaz de traducir voluntariamente en ninguna dirección. Por lo demás, su traducción compulsiva nunca se manifestó en la dirección inversa.
Más recientemente, García-Caballero et al. (2007) publicaron el caso de un ama de casa diestra, de 91 años, que a causa de un infarto cerebral perdió la capacidad de usar la L1 (gallego) y comenzó a hablar en L2 (español), lengua en la que no era muy fluida. Una resonancia magnética reveló que el infarto había afectado la región cápsulo-putaminal de los ganglios basales en el HD. La anciana mantuvo sus habilidades de comprensión en ambas lenguas, pero le resultaba imposible hablar, leer y repetir enunciados en L1. En tareas de repetición en L1, la paciente traducía las respuestas a su L2 de modo compulsivo. Esta conducta se manifestaba consistentemente con palabras sueltas, frases y refranes. En cuanto a la traducción voluntaria, sí podía traducir palabras sueltas de L2 a L1, pero no oraciones enteras. El caso es por demás llamativo ya que se trata de una afasia cruzada (la paciente pertenece a ese ínfimo porcentaje de la población mundial que tiene su sistema lingüístico representado en el HD a pesar de ser diestros).
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En la Tabla C4 (Apéndice C) se sintetizan estos datos y se ofrece información adicional sobre cada caso. En resumen, la presente revisión da lugar a las siguientes conclusiones:
(1) La traducción compulsiva sobreviene a lesiones en el HI. Esta aserción se corrobora directamente en 9 de los 11 casos presentados. Los dos casos restantes se discuten en la sección 5.4.3.
(2) Dentro del HI, las áreas involucradas principalmente en este
trastorno parecen ser posteriores (temporales y témporo-parietales). De los 7 pacientes sobre los que hay referencias neuroanatómicas precisas, 5 presentan lesiones en dichas áreas. Los dos casos restantes se discuten en la sección 5.4.1.
(3) La traducción compulsiva puede darse (i) en ambas
direcciones; (ii) desde la lengua que rige la comunicación hacia otra, o vice versa; (iii) hacia una lengua que está disponible para la producción monolingüe o hacia una que no lo está; (iv) cuando la traducción voluntaria es dificultosa o imposible; (v) en la modalidad oral y en la escrita; y (vi) con palabras sueltas, frases u oraciones.
5.3.2. Evidencia de neuroimagen
Los casos clínicos no son la única fuente de evidencia sobre la organización neurocognitiva de los subsistemas traductores. También existe un incipiente cuerpo de datos obtenidos mediante experimentos neurofisiológicos y de neuroimagen. La evidencia sobre la base cerebral de la traducción/interpretación en sujetos normales proviene de variadas técnicas (PET, fMRI, ERPs). No son muchos los estudios realizados con tareas de traducción. En los
Capítulo 5
152 Adolfo M. García
incisos siguientes se discutirán nueve. La revisión de la literatura pertinente ha sido exhaustiva. Si al día de la fecha existen más estudios publicados, estos no han de ser muchos y ciertamente no han alcanzado medios de divulgación importantes.
No es ocioso aclarar que lo que interesa aquí son estudios con tareas de traducción/interpretación. A efectos de determinar la base neurológica de las rutas traductoras, no son relevantes los estudios en los que traductores/intérpretes realizan tareas monolingües (p. ej., de memoria o de clasificación semántica), ni aquellos que investigan los efectos de interferencia o switching o priming interlingüístico en bilingües sin solicitarles que traduzcan los estímulos (Klein et al., 2006; Thierry y Wu, 2007).
Los experimentos que se describen a continuación se organizan en tres grupos, según la naturaleza de los estímulos empleados. El primer grupo versa sobre la traducción de palabras; el segundo, sobre la traducción de oraciones; el último, sobre la traducción de textos supraoracionales (p. ej., párrafos o fragmentos de discursos).
En las tres secciones se discuten estudios que emplean técnicas con alta resolución espacial (p. ej., PET y fMRI). Para comprender la naturaleza y las limitaciones de los resultados obtenidos en ellos, es importante hacer una observación metodológica. A fin de revelar qué áreas participan de modo decisivo en las tareas de traducción, dichos estudios emplean el método de sustracción. Éste consiste en registrar primero las áreas activadas en una condición control (p. ej., escuchar palabras en silencio) y luego las que se activan en la tarea experimental (p. ej., traducir palabras en voz alta), para así “restarles” a las áreas activadas por la segunda tarea los sitios de activación de la primera. De este modo, las áreas comunes a ambas tareas se descartan del análisis y son las restantes, activadas sólo por la tarea de traducción, las que motivan las conclusiones del experimento.
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5.3.2.1. Estudios sobre la traducción de palabras
El primer estudio de neuroimagen sobre procesos traductores fue realizado por Klein et al. (1995), mediante la técnica de PET. Del experimento participaron 12 hablantes nativos de inglés que también hablaban francés con cierta fluidez. Se les suministraron diferentes tareas: una de repetición de palabras en L1 y otra en L2, una de generación de sinónimos en L1 y otra en L2, una de generación de rimas en L1 y, finalmente, dos de traducción. En la primera de éstas, debían traducir 22 palabras presentadas oralmente en voz alta, de L1 a L2. En la segunda, debían hacer lo propio de L2 a L1. En ambas condiciones de traducción, los sujetos tuvieron un alto porcentaje de respuestas correctas (87,2% en traducción inversa y 89,5% en traducción directa) y una latencia de respuesta similar (1608 ms en inversa y 1560 ms en directa). Conductualmente, pues, no hubo diferencias significativas entre ambas direcciones.
En ninguna de las condiciones se registraron activaciones corticales en el HD. Ambas tareas de traducción generaron incrementos de activación en las AB 47, 46, 45, 8 y 9 del HI. Dichas áreas frontales y prefrontales (inferiores y dorsolaterales) también se vieron activadas con similar intensidad en las tareas de generación de sinónimos y en la de generación de rimas. Además, se observaron activaciones en la región temporal inferior (AB 37/20) y, en mucho menor medida, en la corteza parietal superior (AB 7) y en el cerebelo. Además, se observó que la TI produjo un incremento de activación adicional en el putamen izquierdo, área que no presentó aumentos de activación en TD. Se asume que estas tareas también activaron muy fuertemente otras zonas temporales, aunque dicha región no figuró en la sustracción probablemente porque también se vio activada por las tareas de repetición monolingüe. Los autores concluyeron que la circunvolución frontal inferior izquierda está involucrada en el procesamiento fonológico y semántico de toda tarea de acceso léxico, y que la corteza prefrontal se especializaría en procesos de memoria de trabajo.
Capítulo 5
154 Adolfo M. García
El segundo experimento fue realizado por Price et al. (1999), quienes también utilizaron la técnica de PET. La muestra estuvo integrada por 6 bilingües alemanes, todos diestros, que habían comenzado a aprender inglés (L2) a una edad promedio de 8,8 años. Se realizaron dos tareas: lectura (en cada lengua y con estímulos alternados) y traducción en silencio de palabras presentadas visualmente. Las tareas de traducción se realizaron en ambas direcciones. En cada condición, se emplearon 20 estímulos diferentes. Los resultados conductuales no arrojaron diferencias significativas de eficacia entre TD y TI. Además, en ambas condiciones se observó una ventaja de la traducción de palabras de alta frecuencia (97,5% de aciertos) por sobre las de baja frecuencia (69,2% de aciertos).
En comparación con las tareas de lectura, las de traducción generaron un aumento de activación en el cíngulo anterior, el putamen y la cabeza del núcleo caudado en ambos hemisferios, la ínsula anterior izquierda, el cerebelo izquierdo, y la corteza motora suplementaria. Estos patrones fueron similares en ambas direcciones. No se registraron aumentos significativos en la corteza prefrontal en ningún caso. A su vez, en ambas direcciones de traducción, la comparación con las tareas de lectura demostró una disminución de actividad en la circunvolución frontal superior medial (AB 10), la corteza temporal media del hemisferio izquierdo (AB 39), el cíngulo posterior (AB 39), y las cortezas temporales inferior (AB 20) y media (AB 21) del hemisferio derecho. Las tres primeras estructuras mencionadas se asocian fuertemente con el procesamiento semántico.
Más recientemente, Janyan et al. (2009) estudiaron los tiempos de respuesta y la topografía de los potenciales evocados (ERPs) en una tarea de traducción monoléxica con 18 participantes búlgaros que hablaban inglés como L2. En particular, se estudió el nivel de procesamiento semántico/conceptual en tareas de traducción oral. El estudio cruzó una variable semántica (concretud) con una variable estructural (estatus de cognado). La tarea consistió en la TD oral de
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palabras presentadas visualmente. Para determinar si la traducción oral de palabras recurre a estructuras neurales diferentes según el grado de concretud/abstracción, se crearon cuatro listas de estímulos en inglés y se les solicitó a los participantes que los tradujeran al búlgaro tan rápido como pudieran. Las cuatro condiciones del experimento fueron (i) cognados/concretos, (ii) cognados/abstractos, (iii) no cognados/concretos, y (iv) no cognados/abstractos.
Se obtuvo un registro encefalográfico mediante electrodos ubicados simétricamente en ambos hemisferios, en zonas frontales, centro-temporales y parietales. Al medirse los tiempos de respuesta, los resultados no evidenciaron efectos de concretud en ninguna de las condiciones con cognados (condiciones (i) y (ii)). Sin embargo, las mediciones de potenciales evocados revelaron diferencias topográficas según el grado de concretud sólo para la traducción de palabras cognadas. Dicha tarea produjo deflexiones negativas (del tipo N400) máximas en áreas centro-temporales, leves en regiones frontales, y nulas en sitios parietales. Además, el efecto de concretud observado en los cognados fue más pronunciado en el HD que en el HI (a mayor grado de concretud, más participación del HD). En el caso de palabras no cognadas, ningún hemisferio presentó diferencias según el grado de concretud.
En la Tabla D1 (Apéndice D) se resumen estos tres estudios la traducción de palabras y se ofrecen datos adicionales sobre los participantes.
5.3.2.1.1. Discusión y conclusiones
La técnica de PET ofrece muy buena resolución espacial, pero no así la de ERPs. Por lo tanto, el estudio de Janyan et al. (2009) resulta menos pertinente que los otros dos para contrastar las hipótesis de la Tabla 5.1. Dichos estudios con PET arrojaron resultados diferentes.
Capítulo 5
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En el de Price et al. (1999), a diferencia del de Klein et al. (1995), no se detectaron aumentos de activación en la corteza prefrontal dorsolateral. Según los autores, esta diferencia puede deberse a que los sujetos del experimento de Klein et al. (1995) tenían mucho menor nivel de competencia bilingüe, y es sabido que las activaciones prefrontales disminuyen a medida que aumenta la experticia (Raichle et al., 1994). Además, a diferencia de los resultados obtenidos por Klein et al. (1995), en este estudio no se observó ninguna activación diferencial durante las tareas de traducción en el lóbulo temporal inferior del HI. Sin embargo, Price et al. (1999) consideran que la ausencia de activaciones diferenciales en dicha área puede deberse a que su condición control (lectura), a diferencia de la condición control del estudio de Klein et al. (1995) (repetición), de por sí genera activaciones en la región temporal inferior izquierda, de modo que éstas no se destacarán al efectuarse la sustracción de activaciones.
Estas observaciones ponen de manifiesto algunas limitaciones metodológicas de los experimentos de neuroimagen y sus meta-análisis. Al utilizarse variadas modalidades de presentación y traducción de los estímulos, y diferentes condiciones control, el método de sustracción dificulta la interpretación conjunta de los resultados obtenidos en distintos estudios. Además, es posible que dentro de determinadas áreas macroscópicas activadas tanto por la tarea de traducción como por la condición control existan circuitos microanatómicos exclusivos de una ruta traductora, pero que estos, a causa de la falta de resolución microscópica de las técnicas empleadas, sean eliminados al efectuarse la sustracción de activaciones.
Estas limitaciones, sumadas a los distintos grados de conocimiento de la L2 de los sujetos de uno y otro experimento, hacen difícil determinar con exactitud qué áreas intervienen prioritaria o exclusivamente en la traducción de palabras. Sin embargo, los experimentos de Klein et al. (1995) y de Price et al. (1999) sí coinciden en que la traducción de palabras en ambas
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direcciones genera activaciones exclusivamente en el HI. El estudio de Janyan et al. (2009) no confirma estos hallazgos, pero tampoco los contradice. En primer lugar, el HI se vio implicado en todas las condiciones de traducción, mientras que el HD sólo se vio implicado adicionalmente en algunas de ellas. En cuanto a éstas, lo que se observó es que las deflexiones negativas tipo N400 evocadas por la traducción de palabras concretas alcanzaron su mayor amplitud en el HD. Esto no significa que tales deflexiones se hayan generado en dicho hemisferio. De hecho, al tratarse de deflexiones negativas provocadas por efectos semánticos (nivel de concretud), es posible que su origen haya sido temporal izquierdo (Olivares et al., 1994; Kiehl et al., 2002), y que reflejen procesos de memoria declarativa (Ullman, 2001b). Por lo demás, el estudio de Janyan et al. (2009) sugiere que la traducción de palabras, al menos en dirección directa, provoca mayor actividad en áreas centro-temporales que en áreas frontales.
Dentro del HI, los experimentos generaron activación en zonas posteriores, en especial en las regiones temporales superior e inferior. Respecto de las activaciones frontales, éstas pueden ser producto de procesos motores-articulatorios antes que estrictamente traductores. En particular, las activaciones frontales y prefrontales registradas en el experimento de Klein et al. (1995) no fueron el resultado del procedimiento de sustracción, sino que son las mismas activaciones que se registraron en las otras dos tareas de producción oral. Finalmente, la activación del cerebelo en los dos estudios con la técnica de PET puede deberse al rol que esta estructura cumple en la búsqueda de ítems léxicos (Ullman, 2004), función crucial para la traducción de palabras.
5.3.2.2. Estudios sobre la traducción de oraciones
Quaresima et al. (2002) diseñaron un experimento en el que 8 hablantes de holandés (L1) e inglés (L2) realizaron traducciones a la
Capítulo 5
158 Adolfo M. García
vista de oraciones breves, tanto en dirección directa como inversa. La condición control consistió en la repetición de oraciones simples en voz alta y en la misma lengua. En el experimento se empleó una variante de la técnica de espectroscopía infrarroja funcional denominada fNIRCWS (siglas para el término inglés functional near-infrared continuous wave spectroscopy). Esta técnica permite monitorear cambios en los niveles de activación de áreas cerebrales predeterminadas de modo no invasivo y sin las interferencias que caracterizan a otras técnicas, como la de PET y la de fMRI. Específicamente, en este estudio se registraron los patrones de activación del área de Broca del HI y regiones adyacentes.
Los resultados demostraron patrones de activación similares para las dos direcciones traductoras. El mayor aumento de activación se registró en la corteza frontal inferior, incluida el área de Broca. Ambas tareas de traducción activaron áreas más vastas que las que se vieron implicadas en la condición control. Sin embargo, los sitios adyacentes al área de Broca no se activaron de manera uniforme en TD y TI. Dado que las únicas áreas monitoreadas fueron frontales, no fue posible registrar patrones de activación en otras regiones cerebrales.
Lehtonen et al. (2005) realizaron otro experimento sobre traducción de oraciones empleando la técnica de fMRI. Los investigadores reunieron a 11 hablantes nativos de finlandés que habían aprendido noruego (L2) tardíamente. La tarea consistió en la traducción silenciosa de 54 oraciones presentadas visualmente, sólo en dirección inversa. Luego de traducir cada oración, los sujetos debían decidir si otra oración presentada en L2 inmediatamente después constituía una traducción aceptable de la oración-estímulo. La tarea control fue similar, pero en modo monolingüe: se presentaba una oración en L1 y los sujetos debían retenerla en su mente para luego decidir si la oración siguiente era idéntica o no. En cada tarea se emplearon dos tipos de estímulos. La mitad de las oraciones en cada condición eran sintácticamente complejas y requerían un cambio de orden al traducírselas a L2; las restantes eran
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sintácticamente simples y no obligaban a realizar ningún cambio de orden al reformulárselas en L2. Los resultados conductuales no arrojaron diferencias significativas en el porcentaje de aciertos y errores en la traducción de cada tipo de oración.
En términos neurológicos, todas las activaciones registradas se presentaron exclusivamente en el HI. Efectuada la sustracción de la condición control, los únicos aumentos de activación se dieron en la corteza prefrontal ventrolateral (AB 47, en el área de Broca), seguida por el globo pálido (estructura de los ganglios basales). No hubo diferencias significativas entre los patrones de activación generados por las oraciones complejas y las simples.
Por último, durante la octava edición del International Symposium on Bilingualism, celebrado en Oslo, Hervais-Adelman et al. (2011) presentaron los resultados de un experimento basado en la técnica de fMRI. Los investigadores convocaron a 23 estudiantes de interpretación simultánea hablantes de francés (L1) e inglés (L2) y les solicitaron que interpretaran simultáneamente trece bloques de oraciones simples en dirección directa. La condición control fue una tarea de shadowing (o sea, la repetición simultánea, en la misma lengua, de las oraciones fuente).
En comparación con la tarea de shadowing, la interpretación directa de las oraciones provocó aumentos de activación en áreas prefrontales y subcorticales, a saber: el área de Broca (viz., AB 45 y 47), la corteza motora suplementaria, el núcleo caudado y la corteza pre-motora. El análisis por separado de la tarea de interpretación también demostró fuertes incrementos de activación en el AB 10 (corteza prefrontal anterior) y en el putamen, además de la circunvolución temporal superior de ambos hemisferios. A excepción del putamen, que se vio activado bilateralmente, todas las activaciones se concentraron en el HI.
Estos estudios sobre traducción de oraciones se resumen en la Tabla D2 (Apéndice D).
Capítulo 5
160 Adolfo M. García
5.3.2.2.1. Discusión y conclusiones
Los tres estudios presentan algunas coincidencias generales. El experimento de Quaresima et al. (2002) indica que los circuitos frontales del HI están crucialmente implicados en la traducción de oraciones en ambas direcciones. Ahora, dado que ésa fue la única región monitoreada, no puede concluirse que su rol sea crucial o más crítico que el de otras estructuras. Dicha conclusión, sin embargo, sí se ve respaldada por los otros dos estudios. Tanto Lehtonen et al. (2005) como Hervais-Adelman et al. (2011) monitorearon todo el cerebro de los participantes y observaron que todos los aumentos de activación propios de la tarea de traducción de oraciones se dieron sólo en áreas frontobasales del HI (es decir, estructuras asociadas con el sistema de memoria procedural). Estos patrones se constatan tanto en TI (Lehtonen et al., 2005) como en TD (Hervais-Adelman et al., 2011).
A su vez, dentro de esta vasta área frontobasal activada en todos los estudios, se observan diferencias en las regiones implicadas específicamente en uno y otro. En el estudio de Quaresima et al. (2002) hubo diferencias según la dirección de traducción en los patrones de activación de los sitios adyacentes al área de Broca. Esto sugiere que dentro del sistema de memoria procedural puede haber circuitos microanatómicos diferentes especializados en la TD y la TI, respectivamente. Sin embargo, los autores advierten que la variabilidad en la magnitud de las activaciones alrededor del área de Broca en cada sujeto puede deberse a particularidades anatómicas de sus respectivos cerebros.
En el experimento de Lehtonen et al. (2005) se destaca la activación del AB 47, parte del área de Broca que los autores vinculan a la búsqueda consciente y controlada de información verbal y semántica representada en zonas posteriores. Hervais-Adelman et al. (2011) también resaltan el rol del área de Broca en su tarea de traducción, pero consideran que el procesamiento semántico es atributo del AB 45, mientras que el AB 47 se encargaría del
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procesamiento sintáctico. Por lo demás, cabe destacar que las áreas que se activaron en este segundo experimento con fMRI, pero que no se activaron en el de Lehtonen et al. (2005), están vinculadas con el procesamiento motor (p. ej., la corteza motora suplementaria y la corteza pre-motora). Su actividad en el estudio de Hervais-Adelman y su inactividad en el de Lehtonen son el resultado de la modalidad traductora empleada en cada caso: la traducción en silencio en el primero no requiere de la actividad motriz-articulatoria que sí exige la interpretación simultánea en el segundo. Además, las diferencias entre los estudios también pueden ser consecuencia de las diferentes condiciones control y del distinto nivel de fluidez en L2 y experiencia traductora de los sujetos.
5.3.2.2.2. Comparación con los estudios sobre la traducción de palabras
Una comparación de estos tres estudios con los que se describen en la sección 5.3.2.1 demuestra que tanto la traducción de palabras como la de oraciones involucran casi exclusivamente el HI. También se observa que, en ambas direcciones, la traducción de palabras pone en juego más estructuras posteriores (asociadas con la memoria declarativa) que la traducción de oraciones. De hecho, en la traducción de oraciones no se registraron activaciones diferenciales en zonas posteriores propias del sistema de memoria declarativa. Además, ciertas regiones frontobasales (en especial, estructuras incluidas en el área de Broca) parecen desempeñar un rol en ambas tareas y en ambas direcciones.24
24 En el estudio de Lehtonen et al. (2005), la única estructura del área de Broca que resultó activada fue el AB 47. Otros sitios en el área de Broca, como el AB 44, implicada en la producción fonológica (Raichle, 1994; Heim et al., 2008), no se vieron activados. Este resultado no sorprende, dado que en el estudio de Lehtonen et al. (2005) la tarea de traducción se realizó en silencio, es decir, de modo interiorizado.
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162 Adolfo M. García
Sin embargo, se observan diferencias entre los circuitos frontobasales específicos activados por la traducción de palabras, por un lado, y la de oraciones, por el otro. Por ejemplo, en el estudio de Klein et al. (1995), los picos de activación en la corteza prefrontal ventrolateral fueron 20 mm más anterolaterales que los que registraron Lehtonen et al. (2005). Por otra parte, si bien tanto Price et al. (1999) como Lehtonen et al. (2005) observaron activaciones en los ganglios basales, las estructuras específicas activadas en uno y otro experimento fueron diferentes. En el primer estudio, con palabras, se registraron activaciones del putamen y de la cabeza del núcleo caudado. En el segundo, con oraciones, las activaciones subcorticales se concentraron en el globo pálido. Una posible explicación para tales discrepancias es que cada grupo de estudios empleó diferentes unidades de traducción. El rol crítico de esta variable se discute al contrastarse las hipótesis 4 y 5 (v. 5.4.1 y 5.4.2).
5.3.2.3. Estudios sobre la traducción de textos supraoracionales
En 1991, un proyecto de investigación interdisciplinaria reunió a neurofisiólogos y traductólogos de la Universidad de Viena para explorar los mecanismos cerebrales de la interpretación simultánea. El estudio inicial fue publicado en repetidas ocasiones (Petsche et al., 1993; Kurz, 1994, 1995). Los investigadores emplearon la técnica de EEG para registrar los cambios en los patrones de activación neural de 3 intérpretes de conferencia25 durante tareas de interpretación simultánea interiorizada (es decir, en silencio). La tarea constó de varios periodos alternados de 4 minutos de interpretación simultánea y 1 minuto de descanso. Todos los participantes realizaron la tarea en dirección directa e inversa.
25 Kurz (1995) comenta los resultados de 4 participantes. Sin embargo, el primero era ella misma. En la medida en que el conocimiento de las minucias del diseño experimental sesga los resultados, los datos aportados por sus propios registros no serán tomados en cuenta.
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En comparación con los registros de los periodos de descanso, las tareas de interpretación evidenciaron aumentos en la actividad del HI, sobre todo en áreas temporales (en mucho menor medida, también se observaron incrementos en la actividad frontal). Al compararse la TD con la TI, se observó que esta última inducía mayores aumentos de activación e implicaba una mayor participación del HD. Estos resultados fueron corroborados en una extensión del estudio cuya muestra constaba de 10 intérpretes profesionales (Petsche y Etlinger, 1998).
En un estudio de PET Rinne et al. (2000) (ver también Tommola et al., 2000/2001) reunieron a 8 intérpretes profesionales que hablaban finlandés como L1 e inglés como L2. El experimento constó de cinco condiciones, a saber: (i) descanso, (ii) shadowing en L1, (iii) shadowing en L2, (iv) interpretación simultánea directa, e (v) interpretación simultánea inversa. Los TF fueron 8 discursos de entre 3,5 y 4 minutos, grabados por hablantes nativas de cada lengua a un promedio de 98 palabras por minuto. Cada tarea lingüística se realizó dos veces, con un TF distinto en cada ocasión.
El análisis de los TM producidos demostró una mayor precisión proposicional en TI respecto de la TD. Según los autores, esto puede ser producto de una mejor comprensión de los TF en L1 que en L2. Al efectuarse la sustracción de las tareas de shadowing en ambas lenguas respecto de la condición (i), se evidenciaron amplias activaciones bilaterales en el cerebelo y en áreas temporales y frontales implicadas en la comprensión y en la producción lingüísticas. Las activaciones fueron más pronunciadas en el HI y, dentro de éste, más extensas en la condición (ii) (shadowing en L2).
La comparación de la condición de interpretación directa con la de shadowing en L2 demostró que la tarea traductora involucra áreas específicas del HI, a saber: el AB 6 (corteza motora suplementaria) y el AB 46 (región anterior al área de Broca). En cambio, al compararse la condición de interpretación inversa con la de shadowing en L1, se observó una activación frontal izquierda más amplia en las mismas
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áreas frontales, además de activaciones adicionales en el lóbulo temporal inferior del HI (AB 20 y 28). La comparación de las áreas activadas exclusivamente por cada dirección traductora reveló una mayor activación del área de Broca del HI en la interpretación inversa. Ninguna de las tareas de interpretación arrojó actividad específica en el HD.
El estudio más reciente sobre la traducción de textos supraoracionales fue realizado por Borius et al. (2012). Éste difiere de los anteriores en dos aspectos. Por un lado, es el único realizado con pacientes a cráneo abierto mientras se estudiaban las consecuencias funcionales de la extracción de tumores cerebrales. Por el otro, es el único que empleó la técnica de electroestimulación cortical.
De esta investigación participaron 7 pacientes bilingües con alto nivel de competencia en L2. Sus edades iban de los 26 a los 45 años, y todos habían estado expuestos a su L2 durante al menos 14 años. Ninguno presentaba déficits lingüísticos al momento del estudio. De las muchas tareas lingüísticas realizadas, una era específicamente de traducción. Los pacientes debían realizar traducciones a la vista de párrafos26 de diarios escritos en sus respectivas L2. Durante esta tarea, los pacientes recibían breves estimulaciones eléctricas en la corteza, de modo intermitente. El objetivo era determinar qué funciones lingüísticas (lectura monolingüe, denominación por confrontación, traducción) se veían alteradas o inhibidas al aplicarse pequeños choques eléctricos.
En total, se estudiaron 147 sitios corticales distintos. En los 5 pacientes diestros, la estimulación del HI interfirió con las tareas lingüísticas en 26 sitios distintos. Los principales se ubicaban en las
26 Dado que los materiales a traducir eran párrafos completos de artículos periodísticos, resulta curioso que en el título del trabajo se hable de “sentence translation” (traducción de oracioness). Es evidente que la traducción de párrafos completos pone en juego procesos verbales (p. ej., cohesión, coherencia, inferencias) y no verbales (p. ej., estrategias mnemónicas y compensatorias) que exceden las exigencias cognitivas de la traducción de oraciones.
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circunvoluciones supramarginal, temporal superior y frontal inferior. Sólo 3 de estos sitios provocaron interferencias en las tareas de traducción, y ninguno de ellos interfirió exclusivamente con las habilidades traductoras, sino que también se vieron implicados en otras tareas lingüísticas. Por lo tanto, no se halló ninguna región que pueda presumirse específica de las rutas traductoras. De esos 3 sitios, uno interfirió con la tarea de traducción (y también con la de lectura) no por tratarse de un área lingüística, sino por estar implicado en la percepción visual (de hecho, su estimulación también produjo una desviación ocular). Entonces, las áreas del sistema lingüístico involucradas en los procesos traductores en los pacientes diestros fueron dos: en el paciente 3, el área de Broca; y en el paciente 4, la parte posterior de la circunvolución frontal superior (es decir, áreas frontales en ambos casos). Otro hallazgo interesante fue que en los otros tres pacientes diestros no se detectaron áreas que interfirieran con la traducción, ni siquiera en los sitios corticales cuya estimulación producía interferencias en las tareas monolingües. En otras palabras, incluso cuando los pacientes eran incapaces de leer o nombrar objetos en L1 o en L2, su habilidad de TD permanecía intacta.
A modo de síntesis, la Tabla D3 (Apéndice D) reúne los principales datos aportados por estos estudios.
5.3.2.3.1. Discusión y conclusiones
Los resultados descriptos en esta sección presentan tres coincidencias principales. En primer lugar, todos corroboran la participación crucial del HI en el proceso traductor. En el estudio de Rinne et al. (2000) sólo se registraron activaciones diferenciales para las tareas de traducción (en ambas direcciones) en dicho hemisferio. Asimismo, en el de Petsche, Kurz y sus colaboradores también es el HI el que más se activó en ambas direcciones. En el de Borius et al. (2012), si bien el HI es el único que se estimuló en los pacientes
Capítulo 5
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diestros, también se demostró que éste participa en los procesos traductores. En segundo lugar, en los tres experimentos se destaca el rol de las áreas frontales (en especial, del área de Broca) en la traducción de textos, tanto orales (en los estudios de Petsche y Kurz y Rinne et al.) como escritos (en el de Borius). En tercer lugar, los dos estudios que exploraron ambas direcciones traductoras coinciden en que la TI implica activaciones más amplias que la TD. Esto demuestra que la direccionalidad modula los patrones de activación cerebral.
En el caso de Rinne et al. (2000), los incrementos correspondientes a la TI se observaron exclusivamente en el HI. En cambio, en el estudio de Petsche y Kurz, la TI también generó activaciones significativas en el HD –estos resultados se replicaron en el experimento de Petsche y Etlinger (1998). Tanto Kurz (1995) como Tommola et al. (2000/2001) sugieren que tales patrones de activación más amplios son reflejo del mayor esfuerzo cognitivo que supone la TI. En el caso de Petsche y Kurz, la mayor participación del HD acaso se deba también al uso más extendido de estrategias pragmáticas, discursivas, atencionales y/o de monitoreo (Paradis, 2009). Por su parte, Rinne y sus colegas explican la mayor extensión de las activaciones frontales izquierdas de la TI sugiriendo que tal dirección involucraría mayores demandas de memoria de trabajo, procesamiento morfosintáctico y análisis semántico (funciones que implican al área de Broca).
Atentos a tales diferencias, Rinne et al. (2000) critican el estudio de Petsche y Kurz por utilizar una muestra muy reducida (3 participantes) y por emplear una técnica de pobre resolución espacial. Sin embargo, la ausencia de activaciones en el HD en su experimento puede deberse a limitaciones intrínsecas de la técnica de PET, que es incapaz de detectar cambios de activación breves que no afectan en gran medida el metabolismo de una región determinada.
Cabe también preguntarse por qué se registraron activaciones temporales tan profusas en el estudio de Petsche y Kurz, y no así en
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el de Rinne et al. La respuesta parece sencilla: la condición base en el primero de estos experimentos era ‘descanso’, mientras que en el segundo era ‘shadowing’. Lo más probable es que las tareas de traducción de ambos estudios hayan involucrado regiones temporales. Sin embargo, al aplicarse el método de sustracción, el solapamiento entre las activaciones temporales de las tareas de shadowing y traducción en el experimento de Rinne et al. (2000) provocó que las mismas no figuraran en el mapeo final. Por el contrario, como la condición control del estudio de Petsche y Kurz no implicaba mayores activaciones temporales, éstas se correlacionaron distintivamente con las tareas de traducción.
En referencia a su propio estudio, Borius et al. (2012) destacan que en tres de sus pacientes las habilidades traductoras no se vieron afectadas por la estimulación de sitios que sí indujeron deficiencias en las tareas monolingües. Los investigadores afirman que “[e]n tales casos, el proceso de traducción debe utilizar rutas neurocognitivas que difieren espacialmente de estos sitios involucrados en la lectura o la denominación de imágenes” (Borius et al., 2012: 620. Trad. mía). Por último, los autores reparan en el hecho de que su experimento no identificó ningún circuito exclusivo de las rutas traductoras, y concluyen que si de hecho existen sitios específicamente dedicados a ellas, estos han de ser subcorticales. Aunque ésa es una posibilidad cierta, los resultados de esta investigación no son suficientes para abandonar la hipótesis de que tales circuitos exclusivos de la traducción puedan existir también en la neocorteza, pero a un nivel de representación microanatómico que pocas tecnologías actuales pueden estudiar con precisión.
5.3.2.3.2. Comparación con los estudios sobre la traducción de oraciones
Hay coincidencias entre determinados resultados de los estudios que emplean textos supraoracionales y los que emplean oraciones
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como unidades de traducción. En ambos se destaca el rol predominante del HI en TD y TI. Dentro de dicho hemisferio, además, tanto la traducción de textos supraoracionales como la de oraciones implican principalmente circuitos frontobasales. En particular, ciertas partes del área de Broca se ven diferencialmente involucradas en ambos tipos de tarea y en ambas direcciones. Por añadidura, las diferencias de activación en torno al área de Broca según la dirección traductora que observaron Quaresima et al. (2002) en su estudio con oraciones son parangonables a las que se registraron en los experimentos de Petsche y Kurz, por un lado, y Rinne y Tommola, por el otro.
Más allá de estas similitudes, se advierten diferencias entre ambos tipos de estudio. Las mayores activaciones del HD para la TI documentadas por Petsche, Kurz y sus colaboradores no se ven replicadas en los experimentos con oraciones. Por otra parte, parece haber una discrepancia entre las mayores activaciones del área de Broca registradas por Rinne et al. (2000) para la TI y la ausencia de diferencias en dicha área para ambas direcciones traductoras en el estudio de Quaresima et al. (2002). Tales discrepancias pueden ser producto de diversos factores, como las distintas modalidades traductoras empleadas (traducción a la vista vs. interpretación simultánea), las limitaciones de las técnicas utilizadas (fNIR vs. PET), y el nivel de experticia traductora de los participantes en cada estudio. Por último, Lehtonen et al. (2005) señalan que si bien sus resultados en la traducción de oraciones coinciden con los que obtuvieron Rinne et al. (2000) en lo que respecta a la activación de la corteza prefrontal ventrolateral (que incluye al área de Broca), hay diferencias milimétricas entre los sitios en que se alcanzaron los picos de activación en cada estudio.
Existe otro factor que puede dar cuenta de las diferencias entre ambos tipos de estudio, y que sus autores pasan por alto. Bien puede ser que distintas unidades de traducción (palabras, oraciones, textos supraoracionales) pongan en juego diferentes circuitos del sistema
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traductor. De hecho, esta hipótesis explicativa también está respaldada por la evidencia clínica (v. 5.4.1 y 5.4.2).
5.3.2.3.3. Comparación con los estudios sobre la traducción de palabras
A diferencia de lo observado en los experimentos de Petsche et al. (1993), Kurz (1995) y Petsche y Etlinger (1998), en los estudios sobre la traducción de palabras no se registraron activaciones distintivas en el HD. En cambio, sí hay coincidencias entre los resultados obtenidos por tales autores, Rinne et al. (2000) y Klein et al. (1995), en la medida en que todos ellos evidenciaron diferencias de activación según la dirección traductora (en el estudio de Klein et al. se observó actividad del putamen izquierdo sólo en TI). En estos dos experimentos, además, se destacó la activación de la corteza prefrontal dorsolateral izquierda. Sin embargo, las áreas implicadas en el estudio de Price et al. (1999) no replican estos resultados. Rinne et al. (2000) y Tommola et al. (2000/2001) sugieren que tales divergencias pueden ser producto de las diferentes instrucciones, condiciones control, y nivel de competencia lingüística de los participantes. Otra posible explicación válida para el contraste entre Rinne et al. (2000) y Price et al. (1999) es que la unidad de traducción involucrada en los experimentos era distinta. Nuevamente, es interesante destacar que esta explicación es consistente con las disociaciones observadas en los casos de patologías traductoras (v. 5.4.1 y 5.4.2).
5.3.2.4. Brevísima discusión general de la evidencia neurofisiológica y de neuroimagen
De la revisión previa se desprenden las siguientes conclusiones generales:
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(1) El HI está involucrado predominante o exclusivamente en la traducción de las tres unidades (palabras, oraciones, textos supraoracionales), en ambas direcciones.
(2) El área de Broca parece estar implicada en la traducción de
las tres unidades, en ambas direcciones.
(3) No parece haber ninguna zona que se active exclusivamente durante tareas de traducción.
5.4. Contrastación de hipótesis neuroanatómicas
La evidencia reseñada en este capítulo y en el anterior permite contrastar las hipótesis de la Tabla 5.1.
5.4.1. Rol crítico de las áreas témporo-parietales (memoria declarativa) para la traducción de unidades lexémicas
Según la hipótesis 4, la traducción de unidades léxicas (palabras sueltas, frases aprendidas como unidad lexémica), en ambas direcciones, depende principalmente de áreas cerebrales asociadas con el sistema de memoria declarativa. Una predicción derivada de esta hipótesis es que los pacientes con patologías traductoras causadas por lesiones en áreas del sistema de memoria declarativa (es decir, zonas temporales y parietales, principalmente) deberían manifestar mayores dificultades en tareas de traducción de palabras que los sujetos con lesiones frontales, más allá del nivel de fluidez en las lenguas y de la dirección traductora. La evidencia considerada parece confirmar la hipótesis, dado que:
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(a) En los pacientes que padecen de traducción compulsiva, con lesiones circunscriptas a regiones del sistema de memoria declarativa, la mayoría de los déficits documentados involucran la traducción de palabras, frases hechas u otras unidades lexémicas. Sólo en el caso de H.B. se documentaron instancias de traducción automática de oraciones completas (de L1 a L3). Esta particularidad acaso se deba a que H.B. es el único paciente con lesiones posteriores bilaterales.
(b) La revisión de casos de traducción compulsiva demuestra
que, de los 7 pacientes sobre los que hay referencias neuroanatómicas precisas, 5 presentan lesiones en áreas posteriores (temporales y témporo-parietales) del HI. Los dos restantes, con lesiones en el sistema de memoria procedural, efectivamente tenían un mejor desempeño que estos en la traducción de palabras. En el caso descripto por Weisenberg y McBride (1935), puede asumirse que la lesión era frontal, puesto que se trataba de un afásico motor (no fluido). Obsérvese que la traducción voluntaria de palabras en dicho paciente era posible (aunque dificultosa). Esto difícilmente sería así si los sistemas que sustentan la traducción de palabras se hubieran visto afectados. Cabe destacar que ésta es la misma conclusión a la que llegan L’Hermitte et al. (1966), cuya revisión de 8 casos demuestra que los 6 pacientes con lesiones posteriores tenían marcadas deficiencias en la traducción voluntaria, mientras que los otros 2 (afásicos motores, o no fluidos) presentaban dificultades mucho menores al traducir por motu proprio. El otro caso en que se observó una lesión frontal es el que documenta García-Caballero et al. (2007). Si bien este paciente presentaba grandes dificultades para traducir oraciones voluntariamente, su traducción deliberada de palabras no presentaba problemas.
(c) En los pacientes con lesiones en áreas del sistema de
memoria procedural, en ciertas direcciones, la traducción de
Capítulo 5
172 Adolfo M. García
palabras no presenta déficits o presenta déficits menores. Los cuatro pacientes del estudio de Fabbro y Paradis (1995), en muchas combinaciones de lenguas y direcciones, de hecho alcanzaron un rendimiento de entre el 80% y el 100% en las tareas de traducción de palabras. No hay casos en los que la traducción de palabras se haya tornado imposible o casi imposible a consecuencia de lesiones frontobasales. Por el contrario, sí se han registrado casos en los que la traducción de palabras resultó imposible o casi imposible luego de una lesión en regiones del sistema de memoria declarativa.
(d) En líneas generales, se observa que, en tareas de traducción de palabras, el desempeño de los pacientes con lesiones frontales es superior al de los pacientes con lesiones posteriores.27
(e) Las lesiones posteriores pueden afectar la traducción de
palabras en toda dirección y combinación de lenguas (v. Apéndice C).
(f) La traducción de palabras (y no así la de oraciones ni la de
textos supraoracionales) genera activaciones diferenciales en áreas del lóbulo temporal vinculadas a la memoria declarativa (cf. Klein et al., 1995). Además, las activaciones temporales en la traducción de estas unidades son más pronunciadas que las frontales (Janyan et al., 2009).
(g) Sin embargo, la traducción de palabras también implica
activaciones en áreas frontobasales, sobre todo en torno al área de Broca. No obstante, los circuitos frontobasales específicos involucrados en la traducción de palabras y oraciones parecen ser diferentes.
27 Esta conclusión, sin embargo, se ve algo debilitada por la ausencia de datos cuantitativos respecto de los pacientes con lesiones posteriores (la evidencia en torno a la traducción compulsiva, por ejemplo, es enteramente anecdótica y cualitativa).
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Hacia un modelo neurocognitivo de la equivalencia 173
5.4.2. Rol crítico de las áreas frontobasales (memoria procedural) para la traducción de oraciones
La hipótesis 5 postula que, en comparación con la traducción de unidades léxicas, la traducción de oraciones en ambas direcciones implica una mayor participación de las áreas cerebrales relacionadas con el sistema de memoria procedural. Jakobson (1971) supo apuntar que las habilidades de traducción dependían de áreas posteriores.28 La evidencia resumida en la sección 5.4.1 es consistente con esta hipótesis. Sin embargo, tal conjetura sólo parece ser cierta en lo que atañe a la traducción de unidades lexémicas. De hecho, los datos demuestran que las personas con lesiones frontobasales también presentan déficits traductores, y que estos afectan selectivamente su capacidad para traducir oraciones antes que su capacidad para traducir lexemas:
(a) La evidencia más contundente a favor de esta hipótesis proviene de los pacientes estudiados por Fabbro y Paradis (1995), que presentaban lesiones focalizadas en los ganglios basales. Como se demuestra en la Tabla B6, en estos sujetos la traducción de oraciones se ve mucho más afectada que la de palabras sueltas (los porcentajes globales de respuestas correctas en dichas tareas son 46,7% y 60,9%, respectivamente).
(b) También confirma esta hipótesis el caso presentado por
García-Caballero et al. (2007). La paciente, que presentaba una lesión focalizada en los ganglios basales del hemisferio dominante para el lenguaje, bien podía traducir palabras
28 Específicamente, al referirse a las habilidades traductoras de los afásicos sensoriales (o sea, fluidos), el lingüista moscovita aseveró que “[t]odo don traductor, ya sea a nivel intralingüístico o interlingüístico, desaparece en estos pacientes” (Jakobson, 1971: 45. Trad. mía).
Capítulo 5
174 Adolfo M. García
sueltas, pero se veía incapacitada para traducir oraciones completas.
(c) Además, los casos de traducción compulsiva producidos por
lesiones posteriores (sistema de memoria declarativa) involucran casi exclusivamente la traducción de unidades léxicas, y no así de oraciones completas. La única excepción en este sentido es el caso de H.B., que sí traducía compulsivamente oraciones de L1 a L3. Sin embargo, cabe reiterar que tal peculiaridad puede deberse a que H.B., a diferencia de los otros pacientes con traducción compulsiva, presentaba lesiones bilaterales.
(d) Por último, en los pocos casos documentados de traducción
sin comprensión, provocados en su totalidad por lesiones posteriores, sólo se registraron instancias de traducción estructural de palabras aisladas o frases hechas. No hay evidencia de que una lesión posterior, que sólo afecte regiones del sistema de memoria declarativa, dé lugar a la traducción sin comprensión de oraciones espontáneas.
(e) El principal resultado que comparten los tres estudios de
neuroimagen sobre la traducción de oraciones en ambas direcciones es que todos evidenciaron aumentos distintivos de activación sólo en regiones frontobasales asociadas al sistema de memoria procedural. A diferencia de los estudios sobre la traducción de palabras, estos no arrojaron activaciones diferenciales en áreas posteriores del cerebro (Lehtonen et al., 2005; Hervais-Adelman, 2011).
(f) Además, aunque la traducción de palabras genera no sólo
activaciones posteriores, sino también en áreas del sistema de memoria procedural, estas últimas se dan en estructuras frontobasales distintas de las que se activan en la traducción de oraciones.
Localización neuroanatómica de las rutas traductoras
Hacia un modelo neurocognitivo de la equivalencia 175
Por último, si las hipótesis 4 y 5 son verdaderas, entonces un paciente que presente lesiones extendidas a lo largo de regiones de ambos sistemas de memoria debería presentar déficits similares y muy marcados en todas las tareas de traducción, en toda dirección. Si bien sólo uno de los pacientes en que se observó alguna patología traductora presenta una lesión con tales características, su desempeño traductor corrobora la predicción. Se trata de A.S., en quien se detectó un trauma frontotemporal izquierdo. La Tabla B9 sintetiza su desempeño en tareas de traducción (cf. Tabla B1). Tal cual predicen conjuntamente las hipótesis 4 y 5, si ambos sistemas de memoria se ven dañados, la traducción palabras y de oraciones resulta (prácticamente) imposible en cualquier dirección.
5.4.3. Lateralización izquierda de las rutas traductoras
La hipótesis 6 sostiene que las rutas traductoras están lateralizadas hacia el HI. Más explícitamente, la conjetura es que los subsistemas exclusivos del sistema traductor están representados asimétricamente en el HI, como lo están los subsistemas lingüísticos de la L1 y la L2.
Esta hipótesis contradice los resultados de varios estudios conductuales que supuestamente demuestran una mayor implicación del HD en funciones traductoras (Fabbro et al., 1990, 1991; Green et al., 1990; Gran y Fabbro, 1991). Sin embargo, como demuestra Paradis (1990, 2003, 2009), los experimentos conductuales son inválidos para determinar la lateralización de un sistema lingüístico determinado. Si el HD demuestra tener una mayor participación en ciertas tareas de procesamiento lingüístico se debe al rol que éste cumple en procesos inferenciales, discursivos y atencionales, los cuales ponen en juegos sistemas distintos de aquellos encargados de la representación lingüística. Tanto es así que los propios Fabbro y Gran, autores de varios de los estudios conductuales sobre lateralización cerebral en traducción, se ven obligados a enmendar
Capítulo 5
176 Adolfo M. García
sus conclusiones primeras sobre la lateralización de funciones en estudiantes de interpretación e intérpretes profesionales:
Los hallazgos [sobre lateralización en intérpretes y estudiantes de interpretación] se explicaron inicialmente como un “shift” [desplazamiento] de las funciones lingüísticas de un hemisferio hacia el otro. Estudios recientes (Paradis, 1990), sin embargo, sugieren que en realidad se trata de modificaciones de las estrategias atencionales que pueden implicar más a un hemisferio que al otro (Fabbro y Gran, 1997: 24. Trad. mía. Cursivas en el original).
La hipótesis 6, como todas las anteriores, se refiere a las rutas traductoras, es decir, los circuitos del sistema lingüístico que permiten que determinadas representaciones verbales de la L1 se vinculen con otras de la L2 para posibilitar la reformulación interlingüística. El punto es que dichas rutas (a diferencia de los procesos atencionales, inferenciales y discursivos que también pueden intervenir en la traducción) se representan en el HI y no en el HD. Si esta hipótesis es verdadera, las neuropatologías que producen trastornos específicos en las habilidades de traducción deberían ser producidas por lesiones en el HI y no en el HD (o sea, en el hemisferio dominante para la representación lingüística).
La evidencia clínica confirma la hipótesis. La revisión de casos de neuropatologías traductoras abarcó 21 pacientes. En 18 de ellos, la lesión afectó sólo el HI. En otro (H.B.), la lesión fue bilateral. Los dos pacientes restantes sufrieron lesiones en el HD, pero sus casos no refutan la hipótesis.
La paciente de García-Caballero et al. (2007) era una afásica cruzada, de modo que su hemisferio dominante para el lenguaje es el derecho. En efecto, en la jerga neurolingüística, el término HI significa ‘hemisferio especializado en la representación lingüística’, y ése es precisamente el hemisferio afectado en esta paciente. Por otro lado, el caso que refiere Lebrun (1991) es explicado por el propio autor como un “déficit sociolingüístico”. Ya se ha visto que las
Localización neuroanatómica de las rutas traductoras
Hacia un modelo neurocognitivo de la equivalencia 177
funciones que forman parte de la competencia sociolingüística (distintas de las que integran el sistema lingüístico propiamente dicho) son procesadas por el HD. Por añadidura, este paciente no tenía afasia, lo cual sería improbable si la lesión efectivamente hubiera afectado el hemisferio especializado para el lenguaje. Finalmente, puede concluirse que la hipótesis 6 es verdadera tanto en referencia a la traducción de palabras como a la de oraciones. Esta conclusión, además, se ve respaldada por la evidencia de neuroimagen presentada en este Capítulo. Los estudios allí descriptos demuestran que las activaciones diferenciales generadas por las tareas de traducción (tanto de palabras como de oraciones, e incluso de textos supraoracionales) se concentran exclusiva o principalmente en el HI.
5.5. Localización neuroanatómica de las rutas traductoras: Conclusión
Las tres hipótesis derivadas del MDP son consistentes con la evidencia analizada. Por lo tanto, el modelo ha de incorporar los siguientes postulados: (i) las áreas posteriores implicadas en la memoria declarativa son críticas para la traducción de unidades lexémicas; (ii) a diferencia de la traducción de unidades lexémicas, la traducción de oraciones depende críticamente de áreas frontobasales vinculadas a la memoria procedural; y (iii) las rutas traductoras están completamente lateralizadas hacia el HI. Estas conclusiones se recogen en la Figura 5.1.
Capítulo 5
178 Adolfo M. García
Figura 5.1. Áreas críticas implicadas en las rutas traductoras según la unidad de traducción.
Adviértase que la Figura 5.1 ilustra sólo las áreas cuya participación crítica en la traducción de los tres tipos de unidad ha sido demostrada. Es probable que otras áreas cerebrales no representadas en esta figura también sean cruciales para la representación de las rutas traductoras que intervienen en el procesamiento de una u otra unidad. Sin embargo, en tanto no haya estudios que evidencien la participación distintiva de áreas adicionales, no hay razones empíricas para incluirlas en la figura.
GANGLIOS BASALES: TRAD. DE PALABRAS
Y ORACIONES
CORTEZA TEMPORAL: TRAD. DE PALABRAS
(RDS Y RIS)
ÁREA DE BROCA: TRAD. DE PALABRAS, ORACIONES Y TEXTOS
(RDS Y RIS)
Estructuras asociadas con la memoria procedural
Estructuras asociadas con la memoria declarativa
CORTEZA MOTORA SUPLEMENTARIA: TRAD. DE PALABRAS, ORACIONES
Y TEXTOS (RDS Y RIS)
ABREVIATURAS: RDs = Rutas directas; RIs = Rutas inversas
Colección Tesis destacadas en Ciencias del Lenguaje
Capítulo 6
El impacto de la experticia traductora
en la fuerza de las conexiones entre equivalentes
En García, Adolfo M. (2014)
Hacia un modelo neurocognitivo de la equivalencia a nivel lexémico:
Procesos traductológicos en términos de redes relacionales.
Mendoza: Editorial FFyL-UNCuyo y Ediciones ILyCE.
ISBN 978-950-774-245-3
Disponible en http://www.ffyl.uncu.edu.ar/spip.php?article4239
6.1. Experticia y fuerza de las conexiones: Recapitulación de hipótesis
Las conclusiones de los capítulos anteriores se presumen válidas para cualquier bilingüe, sea o no traductor. Con todo, esto no implica que la circulación de señales a través de las rutas traductoras también deba ser idéntica en todo bilingüe. El último conjunto de hipótesis se vincula al rol de la experticia traductora en la fuerza de las conexiones que sustentan el reconocimiento y el establecimiento de equivalencias. Las hipótesis y sus respectivas predicciones empíricas se recapitulan en la Tabla 6.1.
Capítulo 6
180 Adolfo M. García
Tabla 6.1. Recapitulación de las tres hipótesis sobre el rol de la experticia en la fuerza de las conexiones entre equivalentes.
NÚMERO POSTULADO PREDICCIÓN EMPÍRICA
7
Los efectos de direccionalidad, estatus de cognado y nivel de concretud en la traducción lexémica se mantienen independientemente del nivel de experticia traductora.
Más allá del nivel de experticia, en tareas de traducción de palabras aisladas, la TD, los cognados y las palabras concretas arrojarán menores TR que la TI, los no cognados y las palabras abstractas, respectivamente.
8
La adquisición de experticia traductora fortalece las conexiones neurocognitivas que sustentan el procesamiento de equivalentes.
En tareas de traducción de palabras aisladas, los sujetos con mayor experticia traductora obtendrán menores TR que otros sujetos con menor experticia.
9
Las rutas de traducción lexémica experimentan su mayor nivel de fortalecimiento en las etapas iniciales de la adquisición de experiencia traductora.
Las diferencias de TR en tareas de traducción de palabras serán mayores entre estudiantes de traducción avanzados e iniciales, que entre traductores profesionales y estudiantes avanzados.
Para contrastar estas hipótesis, se realizó un experimento controlado en el que se comparó el desempeño de tres grupos en tareas de traducción de palabras: estudiantes iniciales de traducción (INI), estudiantes avanzados de traducción (AVA) y traductores profesionales (PRO). Los TR de los sujetos se tomaron como indicadores de la fuerza de las conexiones neurocognitivas utilizadas. La lógica subyacente a los múltiples paradigmas que miden TR es que, a mayor tiempo de respuesta, mayor es el esfuerzo de procesamiento subyacente y más débiles son las conexiones neurocognitivas implicadas. Por el contrario, el registro de latencias bajas implica que las conexiones neurales involucradas son más fuertes, de modo que el flujo de señales a través de ellas puede darse
Fuerza de las conexiones según experticia traductora
Hacia un modelo neurocognitivo de la equivalencia 181
a mayor velocidad (v. 2.2.1). A continuación se describen los fundamentos, el método y los resultados del experimento.29
6.2. Un experimento sobre la relación entre experticia traductora y fuerza de las conexiones entre equivalentes
6.2.1. Fundamentos del experimento
En la psicolingüística y en la psicología cognitiva, la traducción y sus subprocesos se convirtieron en el foco de atención de dos líneas de investigación independientes. Por un lado, el estudio de las conexiones interlingüísticas se ha apoyado en el paradigma de traducción de palabras, empleando sujetos sin formación como traductores (ver las reseñas de French y Jacquet, 2004; Brysbaert y Duyck, 2010; Kroll et al., 2010). Por otro lado, una corriente cognitivista ha explorado el impacto de la experticia traductora en funciones lingüísticas y no lingüísticas (Bajo et al., 2000; Christoffels et al., 2006; Signorelli et al., 2011; Yudes et al., 2011, 2012). El presente estudio supone una intersección de ambas líneas de investigación, puesto que pretende dilucidar cuál es la relación entre experticia traductora y las conexiones que se establecen entre representaciones léxicas de la L1 y la L2.
En varios experimentos con bilingües legos, se ha demostrado que la TD arroja menores TR que la TI (Kroll y Stewart, 1990, 1994; Sholl et al., 1995; Choi, 2005; Bowers y Kennison, 2011), con muy pocas excepciones (Duyck y Brysbaert, 2008: Exp. 1). Este efecto de direccionalidad se ve modulado por el nivel de concretud de los estímulos: en términos generales, los sustantivos concretos se
29 En la realización de este experimento, el Tesista contó con la colaboración de los Doctores Agustín Ibáñez, David Huepe, Carlos Gelormini Lezama y Álvaro Rivera-Rei, y de los Magísteres Alexander Lee Houck y Sumeer Chadha. Agradezco su imprescindible asistencia en el análisis estadístico de los datos y sus numerosas observaciones sobre mis bosquejos iniciales del diseño experimental.
Capítulo 6
182 Adolfo M. García
traducen más rápido que los abstractos (de Groot, 1992, Exp. 3; de Groot et al., 1994; van Hell y de Groot, 1998). Además, los TR en traducción también dependen del estatus de cognado de las representaciones (o sea, el grado de similitud ortográfica/grafémica entre equivalentes). El estatus de cognado de los estímulos puede afectar a cada dirección traductora de modo diferente (Sánchez-Casas et al., 1992; de Groot et al., 1994; Christoffels et al., 2003; Janyan et al., 2009). Las asimetrías entre ambas direcciones de traducción también quedan demostradas por varios estudios de priming interlingüístico, que arrojan efectos robustos de facilitación desde la L1 hacia la L2, y efectos menos consistentes desde la L2 hacia la L1 (Kiran y Lebel, 2007). En ambos casos se han documentado efectos de cognado (de Groot y Nas, 1991; Gollan et al., 1997; Kiran y Lebel, 2007; Dimitropoulou et al., 2011).
A su vez, otras investigaciones indican que la experticia traductora mejora el procesamiento en distintos dominios cognitivos. Los traductores/intérpretes profesionales superan a los bilingües legos y/o a los estudiantes de traducción en diversas tareas lingüísticas, como detección de errores semánticos (Fabbro et al., 1991; Yudes et al., 2012), decisión léxica sobre pseudopalabras, categorización de ejemplares no prototípicos (Bajo et al., 2000) y procesamiento de cognados en lectura con repetición (Ibáñez et al., 2010). Algunas de estas ventajas parecen desarrollarse durante las etapas iniciales del estudio formal de la traducción (Fabbro y Darò, 1995; Bajo et al., 2000).
En síntesis, la evidencia arrojada por el paradigma de traducción de palabras indica que el desempeño traductor se ve modulado por la direccionalidad (TD vs. TI), por el nivel de concretud (concretos vs. abstractos) y por el estatus de cognado (cognados vs. no-cognados). Por añadidura, se ha demostrado que la adquisición de experticia traductora mejora las habilidades de procesamiento en tareas que no implican traducción, y que algunas de dichas mejoras se manifiestan en las etapas tempranas de la formación traductora.
Fuerza de las conexiones según experticia traductora
Hacia un modelo neurocognitivo de la equivalencia 183
Si bien varios experimentos han estudiado el rol del nivel de competencia en L2 en la traducción de palabras (de Groot y Poot, 1997; Talamas et al., 1999; Choi, 2005; Kroll y Tokowicz, 2005; Guasch et al., 2008; Dimitropoulou et al., 2011), sólo parece haber una única investigación sobre el impacto de la experticia traductora sobre dicho proceso. Específicamente, en una tarea de traducción léxica, Christoffels et al. (2006) observaron que los intérpretes profesionales, en ambas direcciones de traducción, obtuvieron TR más bajos que los estudiantes universitarios bilingües pero similares a los de docentes de lenguas extranjeras. Si bien sólo los estudiantes bilingües demostraron un efecto de direccionalidad (TI más rápida que TD), los tres grupos tuvieron un procesamiento más rápido ante estímulos cognados que ante estímulos no-cognados en ambas direcciones.
Estos antecedentes motivan las hipótesis de la Tabla 6.1 y cimentan el experimento que se describe a continuación.
6.2.2. Método
6.2.2.1. Participantes
Del experimento participaron 36 bilingües adultos, hablantes de español (L1) e inglés (L2). La muestra comprendió 27 mujeres y 9 hombres. La edad promedio de los participantes fue de 29,5 años (DE = 7,7). Todos tenían visión normal. Con excepción de tres sujetos, todos los participantes eran bilingües tardíos. La edad de adquisición de la L2 oscilaba entre los 5 y los 21 años (M = 9,5; DE = 3,3). Todos los usjetos poseían un alto nivel de competencia en L2.
Los participantes se distribuyeron en tres grupos. El Grupo 1 (INI) constó de 12 bilingües que atravesaban sus primeros meses como alumnos de la Carrera de Traductor Público en la Universidad CAECE Mar del Plata. Su nivel de experticia traductora era mínimo o nulo. El
Capítulo 6
184 Adolfo M. García
Grupo 2 (AVA) incluyó 12 bilingües que cursaban su último año de estudios en la carrera mencionada. Por lo tanto, poseían entre 3 y 4 años de experiencia en traducción. El Grupo 3 (PRO) estuvo representado por 12 traductores profesionales con al menos tres años de experiencia laboral.
Todos los sujetos completaron una encuesta que incluía preguntas demográficas e ítems de autoevaluación para conocer su historial lingüístico y su formación traductora. Las principales variables contempladas fueron: edad, edad de adquisición, método de aprendizaje de la L2, cantidad de años de estudio/exposición a la L2, nivel de competencia en L1 y L2, y nivel de competencia en TD y TI (v. Apéndice E). Los resultados indicaron que los tres grupos eran más competentes en L1 que en L2, y en TD que en TI. Los datos principales para cada grupo se presentan en la Tabla F1 (Apéndice F).
La prueba de Kruskal-Wallis de muestras independientes reveló diferencias significativas en la distribución de edad (p < .001), años de estudio de la L2 (p < .001), años de experiencia en traducción (p < .001), competencia en L2 (p = .023), competencia en TD (p = .001), y competencia en TI (p < .001). Al aplicarse la prueba de Mann-Whitney de muestras independientes, con corrección de Bonferroni, se obtuvieron los siguientes resultados. Todos los pares de comparación arrojaron diferencias significativas de edad, años de estudio de la L2 y años de experiencia traductora, según este orden: PRO > AVA > INI. En lo referido a la competencia en L2, la única diferencia significativa se obesrvó entre PRO (M = 6,1; DE = 0,7) e INI (M = 5,1; DE = 0,8). En cuanto a la competencia en TD y TI, PRO tuvo resultados significativamente mayores que INI y AVA, pero no hubo diferencias entre estos últimos. Tampoco hubo diferencias significativas entre ninguno de los grupos en la distribución de las variables edad de adquisición y competencia en L1 (prueba de Kruskal-Wallis de muestras independientes, p > .05).
Fuerza de las conexiones según experticia traductora
Hacia un modelo neurocognitivo de la equivalencia 185
En síntesis, INI y AVA presentaron un mismo nivel de competencia en L2, pero AVA tenía un nivel de experticia traductora significativamente mayor. Tampoco hubo diferencias de competencia en L2 entre AVA y PRO, si bien PRO obtuvo rankings significativamente más altos que PRO en experticia traductora, competencia en TD y competencia en TI. Por lo tanto, cualquier diferencia que se observe entre INI y AVA o entre AVA y PRO será atribuible a la influencia de habilidades traductoras y no así a los efectos de la competencia en L2.
6.2.2.2. Estímulos
Se construyeron 192 pares de sustantivos con la misma denotación en inglés y en español. Los estímulos en inglés se distribuyeron en 3 bloques de 64 ítems cada uno (ESP1, ESP2, ESP3), al igual que los estímulos en español (ING1, ING2, ING3). Así, los ítems en cada bloque en inglés se emparejaron con sus contrapartes en español. Cada bloque contenía 16 cognados concretos (p. ej., paper, papel), 16 cognados abstractos (p. ej., comedy, comedia), 16 no-cognados concretos (p. ej., table, mesa), 16 no-cognados abstractos (p. ej., punishment, castigo) (v. Apéndice G). Los ítems ingleses y castellanos en cada par tenían una longitud silábica similar. Las comparaciones estadísticas de longitud silábica entre los bloques correspondientes indicaron que estos no diferían significativamente (SP3 vs. ING3: t(126) = 0.603, p = 0.548; ESP1+ESP2 vs. ING1+ING2: t(254) = 0.90, p = 0.370). Esta última comparación implica que las diferencias de TR entre la TD y la TI en bloques emparejados no pueden atribuirse a diferencias de longitud entre equivalentes, sino que posiblemente reflejen efectos de direccionalidad propiamente dichos.
Todos los ítems eran de frecuencia moderada. Los promedios de frecuencia para ambas lenguas se obtuvieron de las bases de datos de Davies (2008a, 2008b). Para evitar artefactos por estrategias de los
Capítulo 6
186 Adolfo M. García
participantes, los estímulos cognados, no-cognados, concretos y abstractos se distribuyeron aleatoriamente dentro de cada bloque. Además, los estímulos se distribuyeron de modo tal que los sustantivos relacionados semánticamente estuvieran al menos a cinco ítems de distancia. De este modo, se minimizó la posibilidad de efectos de interferencia categorial (Kroll y Stewart, 1994).
6.2.2.3. Diseño y procedimiento
Los participantes realizaron el experimento de manera individual, en una habitación con luces tenues. Se sentaron frente a una computadora, en cuyo monitor se desplegaron las instrucciones y los estímulos mediante un software diseñado en lenguaje Python (www.python.org), mediante la librería de desarrollo Pygame (www.pygame.org). Este programa también permitió registrar los TR de los participantes, así como otros datos de cada tarea experimental. Todas las instrucciones orales previas al experimento y todas las instrucciones escritas durante las tareas se comunicaron en español. Un examinador se encargó de monitorear el desempeño de los participantes.
Cada participante realizó cuatro tareas, a saber: lectura en L1 (LL1), lectura en L2 (LL2), traducción directa (TD) y traducción inversa (TI). Las cuatro tareas de contrabalancearon entre los participantes, de modo que ningún sujeto las realizó en el mismo orden. Todas las tareas de lectura (LL1, LL2) se llevaron a cabo con los bloques ING3 y ESP3. Los otros bloques (ING1, ING2, ESP1, ESP2) se alternaron entre sujetos, de suerte que los pares de equivalentes empleados en TD no fueron los mismos que se usaron en TI (si un sujeto realizaba la tarea TD con el bloque ING1, entonces TI se realizaba con el bloque ESP2). Así, se evitó la posibilidad de priming interlingüístico entre tareas.
Fuerza de las conexiones según experticia traductora
Hacia un modelo neurocognitivo de la equivalencia 187
Los participantes debieron leer (en LL1 y LL2) o traducir (en TD y TI) las palabras que aparecían en pantalla con la mayor velocidad y precisión posibles. Cada ensayo comenzaba con una cruz de fijación ocular en el centro de la pantalla, 300 ms antes de la aparición de cada estímulo. Las palabras aparecían luego, también en el centro de la pantalla, en letras blancas (fuente Times New Roman, tamaño 70) sobre un fondo negro. Cada palabra permanecía en pantalla durante 200 ms. Cuando los participantes comenzaban a articular cada respuesta, debían presionar una tecla simultáneamente a fin de que el programa registrara sus TR. La pulsación de la tecla, a su vez, daba inicio al siguiente ensayo. A medida que la tarea avanzaba, el examinador completaba una plantilla de control en la que se discriminaban respuestas válidas e inválidas (los criterios de exclusión se detallan en la sección 6.2.3). Las tareas se separaron por pausas de 2 minutos. La sesión completa para cada participante duró aproximadamente 30 minutos.
El empleo de respuestas manuals para medir TR se aleja de la práctica estándar en el campo. Generalmente, se utilizan llaves vocales. Esta diferencia responde a necesidades metodológicas. Al utilizarse respuestas orales, los TR se ven modulados por variables como el modo de articulación (p. ej., fricativo, oclusivo) del fonema inicial y por la estructura de la sílaba inicial (p. ej., consonante-vocal, vocal-consosnante) (Rastle y Davis, 2002; Rastle et al., 2005). No fue posible controlar estas variables una vez controladas las demás variables críticas para el experimento (a saber, clase de palabra, longitud silábica, ranking, frecuencia, estatus de cognada, concretud). Así, las respuestas manuales suponen una alternativa viable, dado que no se ven afectadas por los efectos fonológicos citados. En este sentido, adviértase que existe evidencia de que las respuestas verbales y las manuales pueden arrojar efectos similares en tareas lingüísticas (Hutson et al., 2011). Además, los TR promedio del experimento fueron similares a los que se obtuvieron mediante respuestas orales en estudios previous, y su modulación en función de las variables aquí examinadas replicó hallazgos previos en la literatura (ver abajo).
Capítulo 6
188 Adolfo M. García
6.2.2.4. Análisis estadístico
Las respuestas inválidas se eliminaron, pero antes se comparó su proporción entre grupos con una prueba chi-cuadrado. Para cada participante, los TR se promediaron para cada combinación de tarea, nexo (o sea, estatus de cognado) y tipo (o sea, nivel de concretud). Esos promedios se analizaron mediante un modelo mixto ANOVA de cuatro niveles con un factor intersujetos de tres niveles (nivel: INI, AVA, PRO) y tres factores intrasujetos con diferentes niveles: tarea (LL1, LL2, TD, TI9, nexo (Cog, NCog) y tipo (Abs, Con). Se utilizó una prueba Tukey a posteriori para examinar la comparación de pares para ANOVAs significativos. Los análisis se realizaron con el software Statistica 10.0 (Statsoft).
6.2.3. Resultados
6.2.3.1. Respuestas inválidas
Se aplicaron seis criterios de exclusión para respuestas inválidas: (i) desincronización entre articulación y pulsación (es decir, el sujeto presiona la tecla antes o después de comenzar la pronunciación de su respuesta); (ii) falta de respuesta (o sea, el sujeto permanece en silencio); (iii) titubeo o falso comienzo (p. ej., fury → fueg… ¡furia!); (iv) confusión de tareas (p. ej., el sujeot lee cuando debe traducir, o viceversa); (v) traducción errónea (p. ej., fury → fuera); y (vi) traducción no predefinida (p. ej., fury → ira).30
Entre participantes, las respuestas inválidas variaron desde 15 (5,9%) hasta 64 (25%). La proporción de respuestas inválidas se 30 Esto no implica que una posible traducción de un estímulo sea más correcta o deseable que otra. La palabra fury, en tareas descontextualizadas como las que se describen aquí, podría traducirse como furia o como ira. Sin embargo, dado que fury se ha clasificado como cognado abstracto, la única opción que tiene pertinencia empírica es furia. Dicho de otro modo, el objetivo del experimento es estudiar instancias específicas de ‘equivalencia descriptiva’ antes que instancias posibles de ‘equivalencia teórica’ (Toury, 1980).
Fuerza de las conexiones según experticia traductora
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relacionó inversamente con el nivel de experticia traductora (INI = 18,3%; AVA = 13,3%; PRO = 10,8%; Chi-cuadrado (2) = 73,326, p < .001; Gamma = .205, p < .001). Una prueba Tukey post-hoc reveló que no hubo diferencias significativas entre grupos en LL1 y LL2. Sin embargo, la proporción de respuestas inválidas fue significativamente mayor para INI que para PRO en TD (p = .0001), y para INI que para AVA (p = .0288) y PRO (p = .0002) en TI. No se observaron diferencias significativas entre AVA y PRO en TD o en TI.
6.2.3.2. Tiempos de respuesta
Los resultados detallados de los efectos principales se presentan en el Apéndice H (Tablas H1 a H4). Allí también se incluyen las figuras de las principales interacciones surgidas del análisis (Figuras H1 y H2).
6.2.3.2.1. ANOVA: Efectos principales
Se halló una diferencia significativa en los promedios de TR de cada grupo (F (2, 33) = 4.50, MSe = .111, p = .019). Los TR fueron más cortos a mayor nivel de experticia traductora, y significativamente más largos para INI que para los otros dos grupos, según indicó una prueba Tukey post-hoc a p < .05. Entre tareas, los TR aumentaron de esta manera: LL1 < LL2 < TD = TI. Las diferencias de TR entre tareas fueron significativas (F (3, 99) = 218.08, MSe = .017, p < .001). Los TR en TD y TI fueron significativamente mayores que en LL1 y LL2 (todos p < 0.001), pero no difirieron significativamente entre sí. Por último, los TR fueron significativamente más extensos para los no-cognados que para los cognados (F (1, 33) = 343.97, MSe = .001, p < .001), y para los abstractos que para los concretos (F (1, 33) = 40.40, MSe = .001, p < .001).
Capítulo 6
190 Adolfo M. García
6.2.3.2.2. ANOVA: Efectos de interacción
Surgieron tres interacciones dobles y tres triples. Cinco de ellas involucraron la variable ‘tarea’. Todas fueron analizadas con una prueba Tukey post-hoc.
Las comparaciones post-hoc de tarea x nexo (F (3, 99) = 141.42, MSe = .001, p < .001) revelaron que la diferencia de TR entre cognados y no-cognados fue significativa sólo en las tareas de traducción (prueba de Tukey: p < .001). Asimismo, en el análisis de tarea x tipo (F (3, 99) = 9.37, MSe = .001, p < .001), se halló un efecto de concretud sólo en las tareas de traducción, con TR más cortos para las palabras concretas que para las abstractas (prueba Tukey: p < .001). La última interacción doble surgió al cruzar nexo x tipo (F (1, 33) = 6.81, MSe = .001, p = .014). La diferencia total en TR entre palabras abstractas y concretas fue mayor para los no-cognados que para los cognados (prueba de Tukey: p < .001).
El análisis de nivel x tarea x nexo (F (6, 99) = 3.55, MSe = .001, p = .003) indicó que, si bien se observaron efectos de direccionalidad (TD más rápida que TI) en todos los niveles, estos no afectaron de igual modo a cada tipo de nexo. En INI y PRO, la TD fue significativamente más rápida que la TI sólo para los no-cognados (prueba de Tukey: p < .005, y p = .001, respectivamente). Sin embargo, en AVA el efecto se observó sólo con cognados (prueba de Tukey: p = .003). No hubo diferencias significativas entre niveles ni en TD ni en TI de cognados ni de no-cognados. Llamativamente, AVA superó a PRO en TI de no-cognados, pero la diferencia no fue estadísticamente significativa. El análisis de nivel x tarea x tipo (F (6, 99) = 2.21, MSe = .001, p = .048) reveló que el efecto de direccionalidad (TD más rápida que TI) se mantuvo más allá del nivel de concretud sólo en INI y en PRO. En AVA, la TD fue significativamente más rápida que la TI sólo para palabras concretas (prueba de Tukey: p < .001). Además, tal cual se observó en el caso de los cognados y los no-cognados, ni la TD ni la TI de palabras abstractas o concretas arrojaron diferencias significativamente estadísticas etnre niveles. Por último, se detectó
Fuerza de las conexiones según experticia traductora
Hacia un modelo neurocognitivo de la equivalencia 191
una interacción triple al cruzar tarea x nexo x tipo (F (3, 99) = 3.46, MSe = .001, p = .019). Al colapsarse los tres grupos, el efecto de direccionalidad fue significativo para todas las combinaciones de nexo y tipo. También se observó que, en las tareas de traducción, la diferencia entre cognados y no-cognados, en términos de TR, fue mayor para las palabras abstractas que para las concretas (prueba de Tukey: p < .001 en ambas).
6.3. Contrastación de hipótesis sobre el rol de la experticia traductora en la fuerza de las conexiones entre equivalentes
Los resultados anteriores brindan apoyo empírico a las hipótesis de la Tabla 6.1.31
6.3.1. Permanencia de los efectos de direccionalidad, estatus de cognado y nivel de concretud
La hipótesis 7 sostiene que los efectos de direccionalidad, estatus de cognado y nivel de concretud se mantienen independientemente del nivel de experticia traductora. El estudio arrojó evidencia compatible con esta hipótesis. Si bien en las tareas de lectura no hubo diferencias significativas entre cognados y no cognados, por un lado, y entre concretos y abstractos, por el otro, tales diferencias sí surgieron en las tareas de traducción. En su conjunto, los tres grupos tradujeron más rápido los cognados que los no cognados y los concretos que los abstractos, y demostraron una ventaja en TD sobre TI.
31 Sólo se discuten los resultados que son directamente relevantes para contrastar las hipótesis enunciadas al comienzo del capítulo.
Capítulo 6
192 Adolfo M. García
Sin embargo, al analizarse los resultados de cada grupo por separado, se observó que estos efectos no eran estadísticamente significativos en todos los niveles. Dicho resultado debilita la hipótesis, pero no la contradice: aun en los grupos en que los efectos no eran significativos, las ventajas referidas existían y se aproximaban a valores significativos.
Estos hallazgos pueden representarse mediante redes relacionales. A modo de ejemplo, considérese el efecto de cognado. Una posible interpretación de este efecto es que, en todo nivel de experticia, la percepción de una palabra escrita en una lengua conlleva la activación de las representaciones grafémicas individuales que la integran. Así, la percepción de la secuencia grafémica [north] produce la activación del lexema north en L2, pero también preactiva, por medio de priming, la representación léxica norte en L1. Dado que norte ya está recibiendo una buena parte de la activación necesaria para activarse, la cantidad de señales que debe recibir de su contraparte en L2 se ve reducida. De este modo, los flujos de activación que deben emitirse desde north hacia norte por medio de la ruta traductora en cuestión son menos, lo cual reduce los TR en comparación con la traducción de no-cognados. En este tipo de estímulos, la preactivación grafémica de la representación meta es mínima o nula, de modo que los flujos que deben recorrer las conexiones entre equivalentes lexémico son mayores y requieren de mayor tiempo de procesamiento. Estas observaciones se ilustran en la Figura 6.1.
Fuerza de las conexiones según experticia traductora
Hacia un modelo neurocognitivo de la equivalencia 193
Figura 6.1. Ilustración del efecto de cognado en TD: Una posible interpretación.
Los efectos se observaron en las tareas de traducción y no así en las de lectura. Este hallazgo ofrece más respaldo a la hipótesis 2 (v. Capítulo 4), según la cual las rutas traductoras son distintas de las de producción espontánea en L1 o en L2. Si estas rutas fueran las mismas, sería difícil explicar por qué los efectos de concretud y estatus de cognado surgen durante una tarea y no durante la otra.
Asimismo, la presencia de efectos de direccionalidad en todos los grupos es consistente con la hipótesis 3 (v. Capítulo 4), que postula la existencia de rutas independientes para la TD y la TI. La ventaja de la TD por sobre la TI indica que cada dirección depende de redes neuronales separadas, capaces de fortalecerse o debilitarse de modo autónomo, más allá del nivel de fortalecimiento de la otra. Esta situación se grafica en la Figura 6.2.
Capítulo 6
194 Adolfo M. García
Figura 6.2. El efecto de direccionalidad: Ilustración a nivel de la ruta estructural.
6.3.2. Fortalecimiento de las conexiones entre equivalentes
La hipótesis 8 postula que la adquisición de experticia traductora fortalece las conexiones neurocognitivas que vinculan equivalentes. Esta hipótesis se ve confirmada por el efecto principal de grupo observado en el experimento. De hecho, las latencias de respuesta tuvieron una relación inversamente proporcional al nivel de experticia traductora. Sin embargo, es posible que el nivel de competencia en L2 haya influido en este resultado, ya que PRO se autoevaluó con puntajes significativamente mayores que INI en esa variable. Con todo, esto no explicaría por qué AVA tuvo TR significativamente menores que INI, dado que entre ellos no hubo diferencias significativas en la variable de competencia en L2. A su vez, no hubo diferencias en la edad de adquisición de la L2 ni nivel de competencia en L1 al compararse los tres grupos. Por lo tanto, parece
Fuerza de las conexiones según experticia traductora
Hacia un modelo neurocognitivo de la equivalencia 195
lícito concluir que el factor subyacente a la diferencia entre grupos en tareas de traducción fue, precisamente, su nivel de experticia traductora.
Así, parece que, a mayor experticia traductora, mayor es la fuerza de las conexiones neurocognitivas implicadas en la traducción. Esto es consistente con los principios de conectividad interneuronal presentados en el Capítulo 2 (v. 2.2.1), que establecen que cuanto más se utilice una conexión sináptica o un conjunto de conexiones sinápticas, más fácil será reutilizarla en el futuro (es decir, menores serán los requisitos de activación involucrados).
6.3.3. Mayor fortalecimiento de las conexiones durante el inicio de la adquisición de experiencia traductora
Por último, la hipótesis 9 propone que las rutas de traducción lexémica experimentan su mayor nivel de fortalecimiento en las etapas iniciales de la adquisición de experiencia traductora. La evidencia obtenida avala esta hipótesis. Como ya se indicó, si bien los TR fueron más largos a menor nivel de experticia traductora, sólo fueron significativamente más largos para INI en comparación con los otros dos grupos. Las diferencias entre AVA y PRO no fueron estadísticamente significativas. Así, este resultado se alinea con otros obtenidos por Fabbro y Darò (1995) y Bajo et al. (2000), quienes también hallaron que las ventajas de procesamiento inducidas por la experiencia en traducción surgen en las etapas iniciales del entrenamiento formal en dicha tarea. Este hallazgo se grafica en la Figura 6.3.
Capítulo 6
196 Adolfo M. García
Figura 6.3. El fortalecimiento de las rutas traductoras es mayor en las etapas iniciales del proceso de adquisición de experticia traductora.
Fuerza de las conexiones según experticia traductora
Hacia un modelo neurocognitivo de la equivalencia 197
6.4. Impacto de la experticia traductora en la fuerza de las conexiones entre equivalentes: Conclusión
Los resultados indican que la adquisición de experticia traductora fortalece las conexiones que vinculan equivalentes, pero que dicho fortalecimiento no atenúa los efectos de direccionalidad, concretud y estatus de cognado durante la traducción. Asimismo, parece ser que el mayor grado de fortalecimiento de las conexiones sucede en las etapas iniciales del desarrollo de habilidades expertas en traducción. Si bien los datos que sustentan estas conclusiones son conductuales antes que neurofisiológicos, una postura emergentista obliga a interpretarlos en términos de conexiones neurales. De modo tentativo, podría sugerirse que la base neurobiológica del fortalecimiento de las conexiones depende de cambios estructurales a nivel celular, como el crecimiento de las espinas dendríticas, la reducción de los umbrales de activación de las neuronas receptoras, o cualquier otro proceso interneuronal consistente con el Principio Hebbiano (v. 2.2.1).
Colección Tesis destacadas en Ciencias del Lenguaje
Capítulo 7
Esbozo de un modelo neurocognitivo
de la equivalencia
En García, Adolfo M. (2014)
Hacia un modelo neurocognitivo de la equivalencia a nivel lexémico:
Procesos traductológicos en términos de redes relacionales.
Mendoza: Editorial FFyL-UNCuyo y Ediciones ILyCE.
ISBN 978-950-774-245-3
Disponible en http://www.ffyl.uncu.edu.ar/spip.php?article4239
7.1. Visión de conjunto: El Modelo Neuro-Arquitectónico Traductor
A lo largo de esta Tesis, se ha presentado evidencia convergente que confirma los tres conjuntos de hipótesis propuestos. Específicamente, los sistemas neurocognitivos que posibilitan el procesamiento de equivalencias interlingüísticas parecen organizarse según los siguientes principios:
Capítulo 7
200 Adolfo M. García
1.
Las rutas traductoras son independientes de las que permiten el procesamiento monolingüe en L1 y L2, respectivamente (v. 4.4.2).
1a. El sistema traductor incluye rutas independientes encargadas de la TD y la TI, respectivamente (v. 4.4.3).
1b. El sistema traductor incluye rutas independientes encargadas de la traducción estructural y la traducción conceptual, respectivamente (v. 4.4.1).
1c. En consonancia con el principio de que las conexiones neurales entre áreas tienden a ser recíprocas (v. 2.2.1), se postula que el sistema traductor consta de cuatro rutas independientes, a saber: la Ruta Estructural Directa, la Ruta Estructural Inversa, la Ruta Conceptual Directa y la Ruta Conceptual Inversa.
2. Todas las rutas mencionadas se representan en el HI (o sea, el hemisferio dominante para el lenguaje) (v. 5.4.3).
3. En términos neuroanatómicos, determinadas áreas cerebrales resultan más críticas que otras para la traducción de distintos tipos de unidades (v. 5.4).
2a.
Los circuitos que intervienen en la TD y en la TI de unidades léxicas (palabras sueltas, frases aprendidas como unidad lexémica) se localizan principalmente en áreas cerebrales asociadas con el sistema de memoria declarativa. La traducción de palabras también depende de determinadas áreas frontobasales. Estas últimas parecen ser más cruciales para la TD que para la TI (v. 5.4.1).
2b. Los circuitos que intervienen en la TD y en la TI de oraciones y textos supraoracionales, en comparación con los que sustentan la traducción de unidades léxicas, se corresponden en mayor medida con áreas cerebrales
Esbozo de un modelo neurocognitivo de la equivalencia
Hacia un modelo neurocognitivo de la equivalencia 201
Estas conclusiones, sumadas a los postulados del RHM (v. 1.4.1), el MDP (v. 1.4.2), el modelo de tres almacenes (v. 4.2.3) y la hipótesis de los subsistemas (v. 4.2.2.4), dan pie a un modelo neurocognitivo de las rutas que permiten el procesamiento de equivalencias. El mismo se denomina Modelo Neuro-Arquitectónico Traductor (MoNAT) y se esquematiza en la Figura 7.1.32 32 Adviértase que este modelo describe el caso de un bilingüe tardío y no balanceado. De ahí que los sistemas morfológico, sintáctico y fonológico-productivo de la L2 se representen como funciones declarativas (controladas) y no procedurales (automatizadas).
frontales y frontobasales vinculadas al sistema de memoria procedural. En particular, los ganglios basales parecen cumplir un papel más crítico en la TD que en la TI (v. 5.4.2).
2c. El área de Broca ha sido implicada distintivamente en la traducción de los tres tipos de unidad considerados (palabras, oraciones y textos supraoracionales), en ambas direcciones (v. 5.3.2.4).
3. El sistema traductor presenta la misma organización neuroarquitectónica para todo bilingüe, más allá del nivel de experticia traductora de los sujetos (bilingües legos, estudiantes de traducción/interpretación, traductores/intérpretes profesionales) (v. 1.1).
4. Más allá del nivel de experticia traductora, las rutas directas están integradas por conexiones más fuertes que las que componen las rutas inversas (v. 6.3.1).
5. Las rutas traductoras se fortalecen proporcionalmente al aumento de la experticia traductora (v. 6.3.2).
5a. El fortalecimiento de las rutas traductoras es especialmente significativo durante las etapas iniciales del proceso de adquisición de experticia traductora (v. 6.3.3).
Capítulo 7
202 Adolfo M. García
Figura 7.1. El Modelo Neuro-Arquitectónico Traductor (MoNAT).
Esbozo de un modelo neurocognitivo de la equivalencia
Hacia un modelo neurocognitivo de la equivalencia 203
El MoNAT propone que el bilingüe lego, el estudiante de traducción y el traductor profesional poseen los mismos subsistemas neurofuncionales independientes en su sistema lingüístico global. Las diferencias entre dichos sujetos dependerían de cambios neurofisiológicos que modifican la fuerza de las conexiones implicadas.
Es posible que los traductores expertos utilicen más las rutas conceptuales o las estructurales que los novatos al enfrentarse a determinadas tareas de traducción, pero ambos tipos de ruta están presentes en los dos casos. Otras diferencias procesuales entre los expertos y los novatos pueden estribar en cómo analizan determinado estímulo (p. ej., un mismo enunciado puede traducirse en tanto representación oracional, o en tanto secuencia de representaciones léxicas o frasales). También puede haber diferencias en el empleo de estrategias no lingüísticas procesadas por el HD (p. ej., inferencias, monitoreo macroestructural del discurso, distribución de recursos atencionales). El punto es que ninguna de estas diferencias presupone organizaciones sistémicas distintas para el sistema traductor del experto y del novato. Las diferencias entre expertos y novatos que conductualmente se manifiestan como mayor velocidad o eficacia responden a modificaciones neurofisiológicas o microanatómicas antes que a cambios de organización macroestructural en el cerebro.
El MoNAT incluye cuatro rutas específicas de la tarea traductora, a saber: la Ruta Conceptual Directa, la Ruta Conceptual Inversa, la Ruta Estructural Directa y la Ruta Estructural Inversa. El mayor grosor de las flechas que simbolizan las rutas directas, en comparación a las inversas, captura el efecto de direccionalidad que se demostró para todos los grupos en el experimento del Capítulo 6.
Ahora, la evidencia que demuestra la disociación de los circuitos de la TD y la TI es independiente de la que demuestra la disociación entre la traducción conceptual y la estructural. No se sigue necesariamente de estos dos hallazgos separados que existan las
Capítulo 7
204 Adolfo M. García
cuatro rutas propuestas. Sin embargo, dicho postulado sí se desprende del hecho de que las conexiones córtico-corticales entre áreas son recíprocas (Pulvermüller, 2002), de modo que si existen conexiones que van de un sistema A a un sistema B, también habrá otro conjunto de conexiones separadas que envíen flujos de activación desde el sistema B hacia el sistema A. Así, pues, la postulación de cuatro rutas traductoras no carece de sustento empírico.
En lo que respecta al contraste entre las rutas directas y las inversas, se observó que las primeras parecen depender más críticamente de estructuras frontobasales que las segundas, tanto para la traducción de palabras como para la de oraciones. En cuanto a la correlación de las rutas traductoras con los sistemas de memoria, la evidencia sugiere que ninguna ruta se corresponde con los sustratos de sólo uno u otro sistema de memoria. Dada su naturaleza, es posible que las rutas conceptuales se vinculen más crucialmente con el sistema de memoria declarativa, pero el área de Broca y otras estructuras del sistema de memoria procedural también se ven implicadas en todas o en la mayoría de las tareas de traducción. Las rutas estructurales, por su parte, pueden intervenir en la reformulación interlingüística de unidades morfológicas, lexémicas u oracionales. Dado que estos diferentes tipos de representación pueden poner en juego tanto procesos procedurales (composicionalidad morfológica y sintaxis) como representaciones declarativas (unidades lexémicas), lo más probable es que las rutas estructurales se encarnen en circuitos que atraviesen ambos sistemas de memoria. Esta hipótesis se ve respaldada por los resultados obtenidos en el estudio conductual realizado por Ruiz et al. (2008), quienes demostraron la existencia de conexiones estructurales directas tanto léxicas como sintácticas.
En consecuencia, el MoNAT, tal cual se lo grafica en la Figura 7.1, no atribuye los sustratos de las rutas traductoras a uno u otro sistema de memoria. Lo más probable es que los circuitos neurológicos específicos de la traducción involucren estructuras
Esbozo de un modelo neurocognitivo de la equivalencia
Hacia un modelo neurocognitivo de la equivalencia 205
propias de ambos sistemas. Además, siempre existe la posibilidad de que en un acto traductor también intervengan otros mecanismos inferenciales, discursivos o atencionales, que son externos al sistema lingüístico propiamente dicho.
Lo que sí se ha demostrado es que uno u otro sistema de memoria puede correlacionarse diferencialmente con distintas unidades de traducción, en la medida en que la traducción de palabras depende más de estructuras posteriores (viz., temporales y témporo-parietales, propias de la memoria declarativa) que la traducción de oraciones y textos supraoracionales. Como todas las rutas traductoras pueden intervenir en la traducción de cualquiera de estas unidades, no es posible vincularlas predominantemente con uno u otro sistema de memoria.
Una pregunta afín a estos razonamientos es: ¿pueden automatizarse las rutas traductoras? En caso de que esto siquiera sea posible, no siempre puede ser así. Que un traductor/intérprete sea más rápido o eficaz que otro no significa necesariamente que haya logrado un mayor grado de automatización de la L2 ni de los procesos específicos de la traducción. De hecho, dado que ciertas tareas de traducción suponen vínculos entre representaciones aprendidas y controladas de modo consciente (p. ej., la traducción conceptual de palabras sueltas), al menos algunos de los sistemas que intervienen exclusivamente en la reformulación interlingüística se emplazan en circuitos del sistema de memoria declarativa, y no en circuitos del sistema de memoria procedural. En lo que concierne a la traducción de palabras o frases, sin procesamiento gramatical, la mayor velocidad o eficacia que suele distinguir al traductor profesional del estudiante de traducción posiblemente sea resultado de un procesamiento metalingüístico (declarativo) acelerado y no de un mayor grado de automatización de las funciones en cuestión. Dicho de otro modo, tales ventajas conductuales pueden ser producto de modificaciones neurofisiológicas en circuitos que representan unidades aprendidas de modo consciente y controlado (p. ej.,
Capítulo 7
206 Adolfo M. García
disminución de los umbrales de activación, desarrollo de nuevas conexiones sinápticas entre neuronas).
Por supuesto, de la mano de Paradis (2009), aquí se da por sentado que las únicas funciones del sistema lingüístico que pueden considerarse automáticas son aquellas que se adquieren incidentalmente, se almacenan de modo implícito y se usan de modo inconsciente, en virtud del sistema de memoria procedural. En la medida en que sólo algunos subsistemas de la L1 y la L2 pueden responder a dichas condiciones, no todas las rutas específicamente traductoras serán susceptibles de automatización. Por eso, conviene tomar con pinzas las palabras de aquellos autores que, al referirse a la traducción, afirman, por ejemplo, que “aprender un vasto número de expresiones y frases equivalentes […] permitirá automatizar algunas partes de la producción verbal” (Fabbro y Gran, 1997: 25. Trad. mía). El hecho es que no todos los investigadores reconocen la diferencia entre un proceso genuinamente automático (memoria procedural) y un proceso consciente acelerado (memoria declarativa).
Por último, el MoNAT también permite visualizar qué subsistemas lingüísticos (y, con ellos, que áreas cerebrales) participan principalmente de cada modalidad traductora. La Tabla 7.1 presenta algunos ejemplos, en TD.
Esbozo de un modelo neurocognitivo de la equivalencia
Hacia un modelo neurocognitivo de la equivalencia 207
Tabla 7.1. Principales subsistemas activos según la modalidad traductora.
MODALIDAD TRADUCTORA
SUBSISTEMAS INVOLUCRADOS (EN EL CASO DE LA TRADUCCIÓN DIRECTA)
Escrita
Semológico Visual Recon. Graf. 2 (+ Recon. Fon. 2) Léxico-Gramatical 2 Ruta Est. Dir. y/o Ruta Conc. Dir. Léxico-Gramatical 1 Prod. Graf. 1(+ Prod. Fon. 1) Motor (sistema dígitomanual)
A la vista
Semológico Visual Recon. Graf. 2 (+ Recon. Fon. 2) Léxico-Gramatical 2 Ruta Est. Dir. y/o Ruta Conc. Dir. Léxico-Gramatical 1 Prod. Fon. 1 Motor (sistema articulatorio)
Interpretación simultánea
Semológico Auditivo Rec. Fon. 2 Léxico-Gramatical 2 Ruta Est. Dir. y/o Ruta Conc. Dir. Léxico-Gramatical 1 Prod. Fon. 1 Motor (sistema articulatorio)
Interpretación consecutiva
Considérense, a modo ilustrativo, los subsistemas involucrados en la traducción escrita en dirección directa. Valga la salvedad de que los sistemas que no se mencionan en cada celda de la segunda columna de la Tabla 7.1 no pueden presumirse completamente inactivos. Por ejemplo, aun en un contexto silencioso el traductor presentará activación en el sistema auditivo, si más no sea a causa de los automóviles que circulan fuera de su oficina, o un colega que acomoda papeles a sus espaldas, o la rotación constante del cooler de
Capítulo 7
208 Adolfo M. García
su computadora. Sin embargo, tales flujos de activación posiblemente sean por demás débiles, amén de que son marginales a los procesos que aquí se estudian.
Sea como fuere, lo cierto es que siempre habrá circuitos perceptuales y semológicos activos en tanto representación del contexto. Dicha activación se dará tanto por la percepción de los estímulos externos al traductor (los objetos que ve, los sonidos que oye, la temperatura ambiente) como por la reactivación interna de perceptos o conceptos consolidados con anterioridad y evocados mnemónicamente. En gran medida, esta activación semológica guiará las decisiones que tome el traductor mediante efectos de priming contextual.
El Sistema Visual, amén de enviar activación a los perceptos visuales del Sistema Semológico, se encarga de la captación óptica de las palabras escritas en el texto fuente en L2. De ahí, los flujos de activación llegan al Sistema de Reconocimiento Grafémico 2, en el cual se procesan los estímulos visuales en tanto representaciones grafémicas, ya a nivel lingüístico. El Subsistema de Reconocimiento Fonológico 2 puede o no coactivarse con el anterior para reconocer los grafemas en cuestión (Caplan, 1987: 233-260). A partir de allí, la activación continúa hacia el Sistema Léxico-Gramatical 2, cuyos circuitos disparan las representaciones morfológicas, léxicas o sintácticas de cada secuencia grafémica procesada. Mediante la Ruta Estructural Directa y/o la Ruta Conceptual Directa, luego, se establecen vínculos interlingüísticos con determinadas representaciones morfológicas, léxicas y/o sintácticas del Sistema Léxico-Gramatical 1. Se activan entonces las representaciones grafémicas pertinentes en la L1 (tal vez con coactivación fonológica). Por último, éstas se conectan con los circuitos motores que hacen que la mano y los dedos manipulen una lapicera u operen un teclado para redactar el texto meta.
El MoNAT, en tanto esquema de cajas y flechas, obliga a realizar algunas simplificaciones. Por ejemplo, si se considera la etapa última
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Hacia un modelo neurocognitivo de la equivalencia 209
del proceso descripto anteriormente, se advierte la omisión de varios fenómenos, como el hecho de que la producción grafémica siempre va de la mano del reconocimiento grafémico, pues el traductor ve (¡y debe ver!) los símbolos que linealmente inscribe sobre la hoja o el monitor. Este monitoreo perceptivo es indispensable para poder escribir normalmente. Basta con intentar escribir con los ojos cerrados o grabar un solo de guitarra sin escuchar la melodía resultante para constatar que todo proceso productivo, si ha de realizarse con éxito, requiere de un monitoreo receptivo.
Sin embargo, el MoNAT presenta una importante diferencia cualitativa respecto de otros esquemas de cajas y flechas en la traductología cognitiva, ya que puede entenderse en términos neurológicamente explícitos. Las cajas representan vastísimos conjuntos de neuronas consolidados como subsistemas neurofuncionales independientes (cada uno de ellos es susceptible de activación o inhibición total o parcial más allá del estado de activación o integridad de los otros subsistemas). Dentro de cada caja, o subsistema neurofuncional independiente, se entrama un complejo manojo de conexiones de corta y larga distancia. Así, las cajas constan tanto de materia gris como de materia blanca. Las flechas, por su parte, deben entenderse como profusos manojos de fibras de larga distancia. Esto significa que las flechas representan principalmente porciones de materia blanca. Cabe aclarar que los límites entre los subsistemas son más bien difusos. Es posible que una misma neurona, o una misma columna cortical (Mountcastle, 1998), o una misma red funcional (Pulvermüller, 2002) forme parte de más de un subsistema. En dichos casos, lo que sí será específico de determinado subsistema son ciertas conexiones del sustrato en cuestión.
En líneas más generales, el MoNAT es un modelo arquitectónico (Gile, 1999) cuyas hipótesis se ven motivadas y confirmadas por evidencia empírica. El modelo surgen del análisis pormenorizado de más de 20 casos clínicos, una decena de estudios de neuroimagen sobre fenómenos de traducción, y un experimento conductual
Capítulo 7
210 Adolfo M. García
original sobre traducción de palabras (sin contar toda la evidencia que subyace a sus modelos fuente, el RHM, el MDP, la hipótesis de los tres almacenes y la hipótesis de los subsistemas). Así, sus constructos son susceptibles de contrastación empírica, de modo que el modelo puede ratificarse o rectificarse a medida que avance el conocimiento sobre la base cerebral de la traducción y del bilingüismo.
7.2. El lugar del MoNAT en la traductología
Suele decirse que la traducción es un fenómeno complejo y heterogéneo. Más preciso es decir que la traducción es un conjunto de fenómenos de distinta naturaleza. Como tal, su conceptualización puede darse a diferentes niveles. Desde una perspectiva cultural, puede vérsela como una actividad mediadora entre los sistemas de valores propios de dos comunidades o grupos sociales; desde una perspectiva pragmática, constituye una forma de transacción de información entre dos o más personas; desde una perspectiva cognitiva, se trata de la actividad mental que ocurre dentro de un único individuo…
Estos aspectos no son mutuamente excluyentes; por el contrario, operan en simultáneo durante cualquier acto traductor. La complejidad de la traducción como objeto de estudio, entonces, se debe a que no comporta uno sino varios fenómenos que se entrecruzan a pesar de sus diferentes ontologías. Estos, además, pueden modelizarse por separado.
Con el propósito de organizar su discusión de los diferentes niveles de modelización, Pöchhacker (2004: 86. Trad. mía) diseña el esquema que se reproduce en la Figura 7.2.33
33 Si bien Pöchhacker se expide únicamente sobre la interpretación, este esquema es aplicable a la discusión de modelos que versan sobre otras modalidades traductoras.
Esbozo de un modelo neurocognitivo de la equivalencia
Hacia un modelo neurocognitivo de la equivalencia 211
Figura 7.2. Niveles de modelización según Pöchhacker (2004: 86. Trad. mía).
Los distintos grados de sombreado en la figura reflejan la atención relativa que cada nivel ha recibido en la disciplina. El MoNAT, al ubicarse en el nivel de modelización neural, forma parte de una perspectiva minoritaria, en especial si se la compara con el nivel cognitivo. Sin embargo, que un modelo sea neural no significa que no sea también cognitivo. La distinción simplemente intenta capturar el hecho de que no todos los modelos que buscan caracterizar el sistema mental del traductor (nivel cognitivo) toman en cuenta el
Capítulo 7
212 Adolfo M. García
asiento biológico de dicho sistema (nivel neural). Como afirma el propio autor,
el interés por los procesos mentales que subyacen al uso del lenguaje da lugar a los modelos cognitivos […] [en tanto que] el sustrato material de los procesos mentales puede ser abordado mediante modelos de la organización y la actividad cerebrales al nivel de indagación más fundamental, el neural (Pöchhacker, 2004: 85. Trad. mía. Cursivas en el original).
Con buen tino, Pöchhacker sugiere que si bien la perspectiva neural y la cognitiva son distintas, ya que emplean distintos tipos de evidencia, diseños experimentales y marcos conceptuales, ambas tienen por objeto caracterizar procesos internos del traductor. Asimismo, la convicción de que el nivel neural es el más fundamental es compatible con la postura emergentista desarrollada en el Capítulo 1 (v. 1.3). En el esquema de Pöchhacker, por lo tanto, el MoNAT se ubicaría en el anillo neural, entendido como un subconjunto del anillo cognitivo. Los modelos puramente cognitivos serían aquellos que no especifican bases neuronales (v. 1.2.3).
Otras concepciones panorámicas de la traductología ubican las investigaciones sobre la base cerebral de la traducción en el mismo grupo que los modelos mentalistas incorpóreos. Tal es el caso de la propuesta integradora de Hurtado Albir (2001), cuya visualización de disciplina consta de cinco enfoques. Cualquier estudio orientado a modelizar aspectos mentales de la traducción, más allá de la inclusión u omisión de datos neurológicos, formaría parte del enfoque cognitivo en esta clasificación. En palabras de la autora, la traducción “es el resultado de un proceso mental […] complejísimo, en el que intervienen múltiples operaciones cerebrales, y cuyos procesos básicos son la comprensión y la reexpresión” (Hurtado Albir, 2001: 37). Al no trazarse una distinción clasificatoria entre lo mental y lo cerebral, dentro de esta taxonomía el MoNAT se incluiría en el enfoque cognitivo.
Esbozo de un modelo neurocognitivo de la equivalencia
Hacia un modelo neurocognitivo de la equivalencia 213
También puede determinarse la posición del MoNAT dentro del enfoque cognitivo. Gile (1999) distingue entre dos tipos de modelos traductológico-cognitivos: los modelos de restricciones operativas y los modelos arquitectónicos. Los primeros modelizan los condicionantes que inciden sobre el proceso mental del traductor/intérprete sin ofrecer mayores precisiones sobre la organización del sistema. En cambio, los segundos constituyen esquemas de los subsistemas o componentes que posibilitan dicho proceso. Dado que el MoNAT busca especificar qué subsistemas independientes integran el sistema traductor, constituye un modelo arquitectónico.
La tarea de localizar al MoNAT dentro del amplio territorio de la traductología no estaría completa sin considerar el mapa fundacional de la disciplina. En una presentación realizada en 1972, James Holmes esbozó la primera cartografía de los estudios de traducción (Holmes, 2000 [1972]). Varios años más tarde, Toury (1995: 10) reflotó la propuesta de Holmes y la dotó de un esquema visual. Desde entonces, los traductólogos son afectos a hablar del ‘mapa de Holmes/Toury’. Éste se recoge en la Figura 7.3.
Capítulo 7
214 Adolfo M. García
Estudios sobre la traducción
Rama pura Rama aplicada
Teórica Descriptiva
General Parcial Orientadaal producto
Orientadaal proceso
Orientadaa la función
Didácticade la traducción
Herramientasdel traductor
Crítica de traducciones
Restringida al medio
Restringida al área
Restringida al nivel
Restringidaal tipo textual
Restringidaa la época
Restringidaa problemas
Figura 7.3. El mapa de Holmes/Toury (Toury, 1995: 10. Trad. mía).
El lugar del MoNAT en este mapa no es tan evidente como en las taxonomías anteriores. Con seguridad puede ubicárselos en la ‘Rama pura’. Dentro de ella, puede decirse que surge de la descripción de los sistemas cerebrales responsables de los procesos que llevaron a cabo los participantes de los estudios analizados. A su vez, el MoNAT configura un modelo teórico general del sistema neurocognitivo que posibilita la reformulación interlingüística. No está restringido, por ejemplo, ni a un único medio (oral, escrito), ni a un único nivel (palabra, oración, texto supraoracional), ni a un único tipo textual. Por lo tanto, si se pone el foco en los estudios individuales que los sustentan, debería localizárselo en la vertiente ‘Descriptiva / Orientada al proceso’. En cambio, si se lo toma en valor absoluto, considerando sólo su forma final, corresponde a la vertiente ‘Teórica / General’.
En síntesis, se puede afirmar que el MoNAT es una conceptualización neural/cognitiva (cf. Pöchhacker y Hurtado Albir), arquitectónica (cf. Gile), de carácter teórico-general y basada en estudios descriptivos orientados al proceso (cf. Holmes/Toury).
Esbozo de un modelo neurocognitivo de la equivalencia
Hacia un modelo neurocognitivo de la equivalencia 215
7.3. Conclusión
¿Qué méritos tiene el MoNAT? ¿Qué tan plausible es un modelo que reduce la complejísima red conexiones neuronales del cerebro traductor a un puñado de cajas y flechas? Estas preguntas traen a colación la siguiente reflexión de Fabbro y Gran (1997: 14-15. Trad. mía. Cursivas en el original):
[…] los modelos que postulan subsistemas y módulos dentro de un sistema lingüístico general no son producto de la ferviente imaginación de los investigadores en el campo, sino de la interpretación de fenómenos reales observados en pacientes neurológicos que presentan “disociaciones” y “disociaciones dobles”.
Esta afirmación es perfectamente aplicable al MoNAT, con la salvedad de que la evidencia que lo sustenta proviene no sólo del establecimiento de disociaciones patológicas, sino también del análisis y la realización de experimentos con sujetos sanos.
El MoNAT presenta algunos aspectos que lo diferencian de otros modelos de las rutas de procesamiento de equivalencias. En particular, se destaca la correlación entre distintas unidades de traducción y diferentes áreas críticas del sistema. También es novedosa la demostración de la independencia neurofuncional de la habilidad traductora, y de la existencia de rutas independientes para la TD y la TI, por un lado, y la traducción estructural y la conceptual, por el otro. Además, el MoNAT (i) confirma que todo el sistema lingüístico del traductor se encuentra representado asimétricamente en el HI, (ii) indica que el área de Broca participa de la reformulación de diversas unidades de traducción, y (iii) sugiere que el nivel de experticia traductora incide sobre la fuerza de las conexiones neurocognitivas que vinculan equivalentes.
Como todo modelo teórico de naturaleza empirista, el MoNAT no es sino un conjunto de hipótesis falseables. Esto significa que algunos de sus presupuestos pueden no ser verdaderos. Lo más importante,
Capítulo 7
216 Adolfo M. García
con todo, es que la misma naturaleza empirista del modelo permite ratificarlo o rectificarlo a medida que surja nueva evidencia o se demuestren los errores de interpretación de la evidencia considerada. La ciencia, después de todo, no es el ámbito de las verdades últimas, sino un espacio para someter a contrastación hipótesis plausibles.
Colección Tesis destacadas en Ciencias del Lenguaje
Aparato erudito
Apéndice A: Modelos de los sistemas
que sustentan el establecimiento de equivalencias
Figura A1. El Modelo Tripartito, de Nida y Taber (1969: 33). Esquema extraído de García (2011b: 30).
Aparato erudito
218 Adolfo M. García
Figura A2. El Modelo Interpretativo (adaptado de Hurtado Albir, 1990: 71).
Apéndice A
Hacia un modelo neurocognitivo de la equivalencia 219
Figura A3. El modelo psicolingüístico de Bell (1991: 59. Trad. mía).
Aparato erudito
220 Adolfo M. García
Apéndice B: Puntajes totales y promedios
de los pacientes evaluados cuantitativamente
en tareas de traducción
Tabla B1. Desempeño traductor de A.S. Datos de Nilipour y Ashayeri (1989: 37-38).
DIRE
CCIÓ
N PALABRAS CONCRETAS
(MODALIDAD ORAL) PALABRAS ABSTRACTAS
(MODALIDAD ORAL) ORACIONES
(MODALIDAD ORAL)
Correctas Porcentaje Correctas Porcentaje Correctas Porcentaje
L1-L2 1/5 20% 0/5 0% 0/6 0%
L2-L1 1/5 20% 1/5 20% 0/6 0%
L1-L3 0/3 0% 0/3 0% -------- --------
L3-L1 0/3 0% 3/3 100% -------- --------
Tabla B2. Desempeño traductor de E.M. en su primer estudio. Datos de Aglioti y Fabbro (1993: 1361) y Aglioti et al. (1996: 1557).
DIRE
CCIÓ
N PALABRAS SUELTAS
(MODALIDAD ORAL) PALABRAS SUELTAS
(MODALIDAD ESCRITA) ORACIONES
(MODALIDAD ORAL)
Correctas Porcentaje Correctas Porcentaje Correctas Porcentaje
L1-L2 52/75 69,3% 19/20 95% 54/75 72%
L2-L1 31/75 41,3% 1/20 5% 26/75 34,6%
Apéndice B
Hacia un modelo neurocognitivo de la equivalencia 221
Tabla B3. Desempeño traductor de C.B. Datos de Fabbro y Paradis (1995: 158-159).
DIRE
CCIÓ
N PALABRAS CONCRETAS
(MODALIDAD ORAL) PALABRAS ABSTRACTAS
(MODALIDAD ORAL) ORACIONES
(MODALIDAD ORAL)
Correctas Porcentaje Correctas Porcentaje Correctas Porcentaje
L1-L2 4/5 80% 5/5 100% 2/6 33,3%
L2-L1 3/5 60% 2/5 40% 2/6 33,3%
L1-L3 3/5 60% 3/5 60% 0/6 0%
L3-L1 0/5 0% 0/5 0% 0/6 0%
L2-L3 2/5 40% 1/5 20% 0/6 0%
L3-L2 3/5 60% 0/5 0% 0/6 0%
Tabla B4. Desempeño traductor de El.M. Datos de Fabbro y Paradis (1995: 166).
DIRE
CCIÓ
N PALABRAS CONCRETAS
(MODALIDAD ORAL) PALABRAS ABSTRACTAS
(MODALIDAD ORAL) ORACIONES
(MODALIDAD ORAL)
Correctas Porcentaje Correctas Porcentaje Correctas Porcentaje
L1-L2 4/5 80% 2/5 40% 1/6 16,6%
L2-L1 5/5 100% 2/5 40% 0/6 0%
Aparato erudito
222 Adolfo M. García
Tabla B5. Desempeño traductor de O.R. Datos de Fabbro y Paradis (1995: 173).
DIRE
CCIÓ
N PALABRAS CONCRETAS
(MODALIDAD ORAL) PALABRAS ABSTRACTAS
(MODALIDAD ORAL) ORACIONES
(MODALIDAD ORAL)
Correctas Porcentaje Correctas Porcentaje Correctas Porcentaje
L1-L2 5/5 100% 4/5 80% 1/6 16,6%
L2-L1 3/5 60% 1/5 20% 1/6 16,6%
Tabla B6. Desempeño global de E.M., C.B., El.M. y O.R. (todos con lesiones en los ganglios basales) en tareas de TD y TI.
DIRE
CCIÓ
N PALABRAS SUELTAS
(MODALIDAD ORAL) ORACIONES
(MODALIDAD ORAL)
Correctas Porcentaje Correctas Porcentaje
L1-L2 76/105 72,3% 58/93 62,3%
L2-L1 52/105 49,5% 29/93 31,1%
Total para ambas direcciones combinadas
128/210 60,9% 87/186 46,7%
Apéndice B
Hacia un modelo neurocognitivo de la equivalencia 223
Tabla B7. Desempeño de B.R.B. en la primera prueba de traducción. Datos de Weekes y Raman (2008: 421-423).
TRAD
UCCI
ÓN
DIR
ECTA
PALABRAS SUELTAS (MODALIDAD ORAL)
PALABRAS SUELTAS (A LA VISTA)
Correctas Porcentaje Correctas Porcentaje
Sustantivos 21/34 61,6% 31/34 91,1%
Verbos 1/34 2,9% 18/34 52,9%
Verbos nominalizados 0/34 0% 0/34 0%
Tabla B8. Desempeño de B.R.B. en la segunda prueba de traducción. Datos de Weekes y Raman (2008: 421-423).
TRAD
UCCI
ÓN
DIRE
CTA
PALABRAS SUELTAS (MODALIDAD ORAL)
PALABRAS SUELTAS (A LA VISTA)
Correctas Porcentaje Correctas Porcentaje
Estímulos extraídos del diario personal 2/42 4,7% 39/42 92,8%
Aparato erudito
224 Adolfo M. García
Tabla B9. Síntesis del desempeño traductor de A.S. (con lesiones frontales y temporales). Datos de Nilipour y Ashayeri (1989: 37-38).
DIRE
CCIÓ
N PALABRAS
(MODALIDAD ORAL) ORACIONES
(MODALIDAD ORAL)
Correctas Porcentaje Correctas Porcentaje
L1-L2 1/10 10% 0/6 0%
L2-L1 2/10 20% 0/6 0%
L1-L3 0/6 0% -------- --------
L3-L1 3/6 50% -------- --------
PROMEDIO 20% 0%
Apéndice C
225 Adolfo M. García
Apéndice C: Resumen de los casos
de neuropatologías traductoras
Símbolos y abreviaturas:
Símbolos
*: presumiblemente ¿?: información no disponible √: de muy bien a aceptablemente bien ---: considerablemente afectada X: de muy afectada a nula aa: antagonism alternante
Sexo M: masculino; F: femenino
Mano dominante D: diestra
Lenguas ale: alemán; ára: árabe; búl: búlgaro; che: checo; esp: español; fla: flamenco; fra: francés; fri: firulano; gal: gallego; heb: hebreo; ing: inglés; ita: italiano; nep: nepalés; per: persa; rus: ruso; tur: turco; vén: véneto
Etiología
Abs: absceso; ACV: accidente cerebrovascular; Alz: enfermedad de Alzheimer; CT: contusión cerebral; HC: hemorragia cerebral; HCT: hemorragia cerebral traumática; Hem: hematomas; IC: infarto cerebral; II: infarto isquémico; Inf: infarto; LCOP: lesión craneal con objeto punzante; LIC: lesión inflamatoria crónica; MV: malformación venosa; TC: trauma craneal
Foco de la lesión
bil: bilateral; der: hemisferio derecho; izq: hemisferio izquierdo CTS: circunvolución temporal superior; GB: ganglios basales; LF: lóbulo frontal; LP: lóbulo parietal; LT: lóbulo temporal; PNCI: porciones neocorticales de la ínsula; PPCR: parte posterior de la corona radiata; RFT: región frontotemporal; RPO: región parieto-occipital; RTOP: región témporo-occipito-parietal; RTP: región témporo-parietal
Aparato erudito
226 Adolfo M. García
Tabla C1. Resumen de los casos de incapacidad traductora.
CASO
EDAD
SEXO
MAN
O DO
M.
LEN
GUAS
PROD
. DIS
C. M
ONO.
TRAD
. DE
PALA
BRAS
(M
OD. O
RAL)
TRAD
. DE
ORAC
ION
ES
(MOD
. ORA
L)
ETIO
LOGÍ
A
FOCO
DE
LA L
ESIÓ
N
Gastaldi (1951) 42 M D* L1: ale L2: ita
L1: --- L2: ---
L1-L2: X L2-L1: X
L1-L2: ¿? L2-L1: ¿?
LIC izq
H.B. (Perecman, 1984)
80 M D* L1: ale L2: fra L3: ing
L1: ¿? L2: ¿? L3: X
L1-L2: X* L1-L3: X* L3-L2: X*
¿? Hem bil: LT
B. (Byng et al.,
1984)
15 M D L1: nep L2: ing
L1: X L2: √ (lect. en voz alta)
L1-L2: √ L2-L1: X (trad. a la vista)
L1-L2: ¿? L2-L1: ¿?
LCOP izq: LP, LT
A.S. (Nilipour
y Ashayeri, 1989)
49 M D L1: per L2: ing L3: ale
L1: aa L2: X L3: aa
L1-L2: X L2-L1: X L1-L3: X L3-L1: ---
L1-L2: X L2-L1: X L1-L3: ¿? L3-L1: ¿?
TC izq: RFT
E.M. (Aglioti y Fabbro,
1993; Aglioti et al., 1996)
70 F D L1: vén L2: ita
L1: X L2: ---
L1-L2: √ L2-L1: ---
L1-L2: √ L2-L1: X
Inf izq: GB
C.B. (Fabbro
y Paradis, 1995)
71 F D L1: fri L2: ita L3: ing
L1: X L2: X L3: X
L1-L2: √ L2-L1: --- L1-L3: --- L3-L1: X L2-L3: X L3-L2: X
L1-L2: X L2-L1: X L1-L3: X L3-L1: X L2-L3: X L3-L2: X
II izq: GB
El.M. (Fabbro
y Paradis, 1995)
56 M D L1: fri L2: ita
L1: X L2: X
L1-L2: √ L2-L1: √
L1-L2: X L2-L1: X
HC izq: GB
O.R. (Fabbro
y Paradis, 1995)
63 M D* L1: fri L2: ita
L1: √ L2: √
L1-L2: √ L2-L1: X
L1-L2: X L2-L1: X
II izq: GB, PNCI
R.K. (Eviatar
et al., 1999)
68 F D L1: rus L2: heb
L1: --- L2: ---
L1-L2: X L2-L1: X
¿? ACV izq: GB, PPCR
B.R.B. (Weekes
y Raman, 2008)
67 M D L1: tur L2: ing
L1: --- L2: ---
L1-L2: ¿? L2-L1: a la vista: √ oral: X
L1-L2: ¿? L2-L1: ¿?
ACV izq: RPO
Apéndice C
Hacia un modelo neurocognitivo de la equivalencia 227
Tabla C2. Resumen de los casos de conducta traductora paradójica. CA
SO
EDAD
SEXO
MAN
O DO
M.
LEN
GUAS
PROD
. DIS
C. M
ONO.
TRAD
. DE
PALA
BRAS
(M
OD. O
RAL)
TRAD
. DE
ORAC
ION
ES
(MOD
. ORA
L)
ETIO
LOGÍ
A
FOCO
DE
LA L
ESIÓ
N
A.D. (Paradis
et al., 1982)
48 F D L1: fra L2: ára
L1: √ L2: X
L1-L2: √ L2-L1: X
L1-L2: √ L2-L1: X
CT izq: RTOP
L1: X L2: √
L1-L2: X L2-L1: √
L1-L2: X L2-L1: √
P.M. (paciente 2 en Paradis
et al., 1982)
23 M D L1: fra L2: ing
L1: √ L2: X
L1-L2: ¿? L2-L1: ¿?
L1-L2: √ L2-L1: X
MV izq: RTP
L1: X L2: √
L1-L2: ¿? L2-L1: ¿?
L1-L2: ¿? L2-L1: ¿?
N.T. (De Vreese et al., 1988)
65 M D L1: ita L2: fra y otras
L1: --- L2: X
L1-L2: ¿? L2-L1: ¿?
L1-L2: √ L2-L1: X
Alz izq: LT
Tabla C3. Resumen de los casos de traducción sin comprensión.
CASO
EDAD
SEXO
MAN
O DO
M.
LEN
GUAS
PROD
. DIS
C. M
ONO.
TRAD
. SIN
CO
MPR
ENSI
ÓN
(LEX
EMAS
)
TRAD
. SIN
CO
MPR
ENSI
ÓN
(ORA
CION
ES)
ETIO
LOGÍ
A
FOCO
DE
LA L
ESIÓ
N
Ch. (Veyrac,
1931)
65 F D* L1: ing L2: fra
L1: X L2: X
de L1 a L2 ¿? ACV izq*
P.M. (paciente 2 en Paradis
et al., 1982)
23 M D L1: fra L2: ing
L1: √ L2: X
de L1 a L2 ¿? MV izq: RTP
L1: X L2: √
¿? ¿?
N.T. (De Vreese et al., 1988)
65 M D L1: ita L2: fra y otras
L1: --- L2: X
de L1 a L2 ¿? Alz izq: LT
Aparato erudito
228 Adolfo M. García
Tabla C4. Resumen de los casos de traducción compulsiva.
CASO
EDAD
SEXO
MAN
O DO
M.
LEN
GUAS
PROD
. DIS
C. M
ONO.
TRAD
. VOL
UNT.
TRAD
. COM
PULS
.
ETIO
LOGÍ
A
FOCO
DE
LA L
ESIÓ
N
D.O. (Kauders,
1929)
62 M D* L1: ale L2: ing L3: fra
L1: X L2: X L3: X
¿? L2 y/o L3 a L1
ACV izq: CTS, LP
Ch. (Veyrac, 1931)
65 F D* L1: ing L2: fra
L1: X L2: X
L1-L2: X* L2-L1: X*
L1 a L2 ACV izq*
Stengel y Zelmanowitz
(1933)
57 M D* L1: che L2: ale
L1: X* L2: X*
¿? L1 a L2 L2 a L1
HCT izq: LF
Weisenberg y McBride
(1935)
49 M D L1: ing L2: esp L3: fra L4: ita 3 más
¿? L1-L2: --- L1-L3: ---
L1 a L2 y L3 ¿? izq*: LF*
Jakobson (1964)
¿? M D L1: rus, fra, ale, che, otras
¿? ¿? L1 a L2, L3, L4 y L5
TC izq
Schulze (1968)
¿? M D L1: búl L2: ale otras
L1: --- L2: ---
¿? L2 a L1 Abs izq: RTP
H.B. (Perecman,
1984)
80 M D* L1: ale L2: fra L3: ing
L1: ¿? L2: ¿? L3: X
errática en toda dirección
L1 a L3 Hem bil: LT
N.T. (De Vreese et al., 1988)
65 M D L1: ita L2: fra L3: ing L4: ale
L1: --- L2: X L3: X L4: X
L1-L2: √ L1-L3: X L2-L1: X L3-L1: X
hacia todas sus lenguas, pero más hacia L2
Alz izq: LT
Lebrun (1991)
¿? ¿? D* L1: fla L2: fra
L1: √ L2: √
¿? L2 a L1 sólo por escrito
¿? der
R.K. (Eviatar et al., 1999)
68 F D L1: rus L2: heb
L1: --- L2: ---
L1-L2: X L2-L1: X
L2 a L1 ACV izq: GB, PPCR
G.-Caballero et al. (2007)
91 F D L1: gal L2: esp
L1: X L2: √
L1-L2: ¿? L2-L1: --- (palabras)
L1 a L2 IC der: GB (afasia cruzada)
Apéndice D
229 Adolfo M. García
Apéndice D: Resumen de los estudios
de neuroimagen durante tareas de traducción
Símbolos y abreviaturas:
Símbolos *: presumiblemente ¿?: información no disponible
Técnica
EEC: electroestimulación cortical; EEG: electroencefalografía; ERP: potenciales evocados; fMRI: resonancia magnética funcional; fNIR: espectroscopía infrarroja funcional; PET: tomografía por emisión de positrones
Sujetos
bil. con exp. trad.: bilingües con experiencia en traducción; bil. tard.: bilingües tardíos; bil. temp.: bilingües tempranos; est. int.: estudiantes de interpretación; int. prof.: intérpretes profesionales flu: fluidez
Lenguas
ale: alemán; ára: árabe; búl: búlgaro; fra: francés; fin: finlandés; hol: holandés; ing: inglés; ita: italiano; kiñ: kiñarwanada; nor: noruego; rus: ruso
dif. combs.: diferentes combinaciones
Principales áreas
activadas
bil: bilateral; der: hemisferio derecho; izq: hemisferio izquierdo; sin act.: sin activación; ABr: área de Broca; C: cerebelo; CA: cíngulo anterior; CFI: corteza frontal inferior; CMS: corteza motora suplementaria; CPFA: corteza prefrontal anterior; CPFVL: corteza prefrontal ventrolateral; CPM: corteza pre-motora; GP: globo pálido; IA: ínsula anterior; NC: núcleo caudado; P: putamen; PPCFS: parte posterior de la circunvolución frontal superior; RCT: región centro-temporal; RFDL: región frontal dorsolateral; RFI: región frontal inferior; RPFDL: región prefrontal dorsolateral; RTI: región temporal inferior; RTS: región temporal superior
Aparato erudito
230 Adolfo M. García
Tabla D1. Resumen de los experimentos neurocientíficos sobre la traducción de palabras.
ESTU
DIO
TÉCN
ICA
SUJE
TOS
LEN
GUAS
TARE
A
PRIN
CIPA
LES
ÁREA
S AC
TIVA
DAS
RESU
LTAD
OS
DES
TACA
DOS
Klein et al. (1995)
PET 12 bil. tard. (diestros) flu L2: baja
L1: ing L2: fra
trad. oral L1-L2 y L2-L1
der: sin act. izq: RPFDL, RFI (ABr), RTS, RTI
activación del putamen izquierdo sólo en L1-L2
Price et al. (1999)
PET 6 bil. tard. (diestros) flu L2: alta
L1: ale L2: ing
trad. a la vista L1-L2 y L2-L1
der: sin act. izq: CA, IA, C, CMS bil: P, NC
menor act. en áreas semánticas en L1-L2 y L2-L1 relativo a lectura
Janyan et al. (2009)
ERP 18 bil. tard. (diestros*) flu L2: alta*
L1: búl L2: ing
trad. a la vista L2-L1
der: RCT izq: RCT
mayor act. del HD a mayor concretud sólo en cognados
Tabla D2. Resumen de los experimentos neurocientíficos sobre la traducción de oraciones.
ESTU
DIO
TÉCN
ICA
SUJE
TOS
LEN
GUAS
TARE
A
PRIN
CIPA
LES
ÁREA
S AC
TIVA
DAS
RESU
LTAD
OS
DEST
ACAD
OS
Quaresima et al. (2002)
fNIR 8 bil. temp. (diestros) flu L2: ¿?
L1: hol L2: ing
trad. a la vista L1-L2 y L2-L1
izq: CFI (ABr)
igual act. de ABr en L1-L2 y L2-L1, leve variación alrededor
Lehtonen et al. (2005)
fMRI 11 bil. tard. (10 diestros) flu L2: baja*
L1: fin L2: nor
trad. en silencio L1-L2
der: sin act. izq:CPFVL (ABr), GP
igual act. con oraciones simples y complejas
H.-Adelman et al. (2011)
fMRI 23 est. int. (la mayoría diestros) flu L2: alta*
L1: fra L2: ing
interp. simult. L2-L1
der: sin act. izq: ABr, CMS, NC, CPM, CPFA
todos los circuitos involucrados son frontobasales
Apéndice D
Hacia un modelo neurocognitivo de la equivalencia 231
Tabla D3. Resumen de los experimentos neurocientíficos sobre la traducción de textos supraoracionales.
ESTU
DIO
TÉCN
ICA
SUJE
TOS
LEN
GUAS
TARE
A
PRIN
CIPA
LES
ÁREA
S AC
TIVA
DAS
RESU
LTAD
OS
DES
TACA
DOS
Petsche et al. (1993), Kurz (1995)
EEG 3 int. prof. (2 diestros) flu L2: alta
ale, ing, fra, rus (dif. combs.)
int. simult. en silencio L1-L2 y L2-L1
bil: LT (más izq que der); en menor medida, LF
más act. general y más act. del HD en inversa que en directa
Rinne et al. (2000),
Tommola et al. (2000/2001)
PET 8 int. prof. (diestros) flu L2: alta
L1: fin L2: ing
int. simult. L1-L2 y L2-L1
der: sin act. izq: CMS, RFDL (ABr)
en inversa, act. frontal más amplia y act. adicional en el lóbulo temporal
Borius et al. (2012)
EEC 5 bil. con exp. trad. (diestros) flu L2: alta
fra, ing, ára, ale, ita, kiñ (dif. combs.)
trad. a la vista L2-L1
der: ¿? izq: ABr, PPCFS
en 3 pacientes, la traducción resultó posible aun cuando el procesamiento monolingüe era imposible
Aparato erudito
232 Adolfo M. García
Apéndice E: Cuestionario empleado
en el estudio sobre experticia traductora
Apéndice E
Hacia un modelo neurocognitivo de la equivalencia 233
Aparato erudito
234 Adolfo M. García
Apéndice F: Resultados estadísticos
de la encuesta sobre experticia traductora
Tabla F1. Principales resultados de la encuesta para cada grupo.
GRUPO EDAD EDAD DE
ADQ. *
AÑOS DE ESTUDIO DE LA L2
AÑOS DE EXP. TRAD
**
COMP. L1 ***
COMP. L2 ***
COMP. TD ***
COMP. TI ***
INI N=12
M=19,2 (1,4)
M=9,0 (2,6)
M=10,2 (2,4)
M=1,0 (0,4)
M=6,1 (0,9)
M=5,1 (0,8)
M=4,3 (1,7)
M=3,9 (0,9)
AVA N=12
M=25,6 (3,8)
M=8,91 (2,9)
M=16,7 (5,5)
M=4,0 (0,7)
M=6,5 (0,5)
M=5,8 (1,0)
M=5,1 (1,0)
M=4,7 (1,0)
PRO N=12
M=34,7 (6,5)
M=10,6 (4,3)
M=23,2 (6,5)
M=12,6 (3,9)
M=6,6 (0,6)
M=6,1 (0,7)
M=6,2 (0,6)
M=5,8 (0,8)
* ‘Edad de adq.’: Edad de adquisición de la L2.
** ‘Años de exp. trad.’: Años de experiencia en traducción (incluye los años de formación como estudiante y de desempeño como profesional).
*** ‘Comp.’: Competencia. Las desviaciones estándar figuran entre paréntesis.
Apéndice G
235 Adolfo M. García
Apéndice G: Estímulos empleados
en el estudio sobre experticia traductora
Tabla G1. Listas de estímulos empleados en el estudio sobre experticia traductora.
Bloques de estímulos en español Bloques de estímulos en inglés
Abreviaturas: COG=cognado; NCOG=no-cognado; ABS=abstracto; CON=concreto.
Bloque ESP1 Bloque ING1
director (COG, CON) historia (COG, ABS) dios (NCOG, ABS)
pluma (NCOG, CON) solución (COG, ABS)
tío (NCOG, CON) vampiro (COG, CON)
cansancio (NCOG, ABS) galaxia (COG, ABS)
periodismo (NCOG, ABS) mesa (NCOG, CON) animal (COG, CON)
castigo (NCOG, ABS) dedo (NCOG, CON) análisis (COG, ABS) actor (COG, CON)
familia (COG, ABS) diccionario (COG, CON)
maní (NCOG, CON) grandeza (NCOG, ABS)
enciclopedia (COG, CON) satisfacción (COG, ABS) paraguas (NCOG, CON)
niñez (NCOG, ABS) lápiz (NCOG, CON)
hambre (NCOG, ABS) radio (COG, CON)
perfección (COG, ABS) papel (COG, CON)
director (COG, CON) history (COG, ABS) god (NCOG, ABS)
feather (NCOG, CON) solution (COG, ABS) uncle (NCOG, CON)
vampire (COG, CON) tiredness (NCOG, ABS)
galaxy (COG, ABS) journalism (NCOG, ABS)
table (NCOG, CON) animal (COG, CON)
punishment (NCOG, ABS) finger (NCOG, CON) analysis (COG, ABS)
actor (COG, CON) family (COG, ABS)
dictionary (COG, CON) peanut (NCOG, CON)
greatness (NCOG, ABS) encyclopaedia (COG, CON)
satisfaction (COG, ABS) umbrella (NCOG, CON) childhood (NCOG, ABS)
pencil (NCOG, CON) hunger (NCOG, ABS)
radio (COG, CON) perfection (COG, ABS)
paper (COG, CON)
Aparato erudito
236 Adolfo M. García
cuero (NCOG, CON) comedia (COG, ABS) pereza (NCOG, ABS) dulzura (NCOG, ABS) tentación (COG, ABS)
pollo (NCOG, CON) doctor (COG, CON) falacia (COG, ABS) pala (NCOG, CON) tigre (COG, CON)
creencia (NCOG, ABS) revista (NCOG, CON)
secretaria (COG, CON) amistad (NCOG, ABS)
crisis (COG, ABS) ancestro (COG, CON) ceguera (NCOG, ABS)
corporación (COG, ABS) cena (NCOG, CON)
conexión (COG, ABS) miedo (NCOG, ABS) banana (COG, CON)
rey (NCOG, CON) mejora (NCOG, ABS) nación (COG, ABS) hija (NCOG, CON)
tomate (COG, CON) control (COG, ABS)
hospital (COG, CON) torpeza (NCOG, ABS)
vela (NCOG, CON) foto (COG, CON)
hermandad (NCOG, ABS) señal (COG, ABS)
codo (NCOG, CON)
leather (NCOG, CON) comedy (COG, ABS)
laziness (NCOG, ABS) sweetness (NCOG, ABS) temptation (COG, ABS) chicken (NCOG, CON)
doctor (COG, CON) fallacy (COG, ABS)
shovel (NCOG, CON) tiger (COG, CON)
belief (NCOG, ABS) magazine (NCOG, CON) secretary (COG, CON)
friendship (NCOG, ABS) crisis (COG, ABS)
ancestor (COG, CON) blindness (NCOG, ABS) corporation (COG, ABS)
dinner (NCOG, CON) connection (COG, ABS)
fear (NCOG, ABS) banana (COG, CON) king (NCOG, CON)
improvement (NCOG, ABS) nation (COG, ABS)
daughter (NCOG, CON) tomato (COG, CON) control (COG, ABS)
hospital (COG, CON) clumsiness (NCOG, ABS)
candle (NCOG, CON) photo (COG, CON)
brotherhood (NCOG, ABS) signal (COG, ABS)
elbow (NCOG, CON)
Apéndice G
Hacia un modelo neurocognitivo de la equivalencia 237
Bloque ESP2 Bloque ING2
soledad (NCOG, ABS) imperio (COG, ABS)
hombro (NCOG, CON) campeón (COG, CON)
furia (COG, ABS) mar (NCOG, CON)
universidad (COG, CON) queja (NCOG, ABS)
talco (NCOG, CON) madre (COG, CON)
santidad (NCOG, ABS) dimensión (COG, ABS)
acoso (NCOG, ABS) desastre (COG, ABS)
padre (COG, CON) fiesta (NCOG, CON)
peligro (NCOG, ABS) total (COG, ABS)
collar (NCOG, CON) hotel (COG, CON)
interés (COG, ABS) sábado (NCOG, ABS) primo (NCOG, CON) menú (COG, CON) pan (NCOG, CON)
cámara (COG, CON) custodia (COG, ABS)
desarrollo (NCOG, ABS) color (COG, ABS)
cajón (NCOG, CON) tren (COG, CON) fin (NCOG, ABS)
misterio (COG, ABS) agencia (COG, CON) cuerpo (NCOG, CON) frialdad (NCOG, ABS) criminal (COG, CON) dueño (NCOG, CON) viernes (NCOG, ABS)
razón (COG, ABS) balde (NCOG, CON) centro (COG, ABS) moda (NCOG, ABS)
león (COG, CON) posición (COG, ABS)
cable (COG, CON)
loneliness (NCOG, ABS)
empire (COG, ABS) shoulder (NCOG, CON) champion (COG, CON)
fury (COG, ABS) sea (NCOG, CON)
university (COG, CON) complaint (NCOG, ABS) powder (NCOG, CON) mother (COG, CON)
holiness (NCOG, ABS) dimension (COG, ABS)
harassment (NCOG, ABS) disaster (COG, ABS) father (COG, CON) party (NCOG, CON)
danger (NCOG, ABS) total (COG, ABS)
necklace (NCOG, CON) hotel (COG, CON)
interest (COG, ABS) Saturday (NCOG, ABS) cousin (NCOG, CON)
menu (COG, CON) bread (NCOG, CON) camera (COG, CON) custody (COG, ABS)
development (NCOG, ABS) color (COG, ABS)
drawer (NCOG, CON) train (COG, CON) end (NCOG, ABS)
mystery (COG, ABS) agency (COG, CON) body (NCOG, CON)
coldness (NCOG, ABS) criminal (COG, CON) owner (NCOG, CON) Friday (NCOG, ABS) reason (COG, ABS)
bucket (NCOG, CON) center (COG, ABS)
fashion (NCOG, ABS) lion (COG, CON)
position (COG, ABS) cable (COG, CON)
Aparato erudito
238 Adolfo M. García
bombero (NCOG, CON) umbral (NCOG, ABS)
ajo (NCOG, CON) bondad (NCOG, ABS)
jungla (COG, CON) pasión (COG, ABS)
fealdad (NCOG, ABS) horno (NCOG, CON)
isla (COG, CON) seguridad (COG, ABS)
pilar (COG, CON) sensación (COG, ABS) ducha (NCOG, CON) prisa (NCOG, ABS)
gobierno (COG, ABS) industria (COG, CON) mujer (NCOG, CON)
ira (NCOG, ABS)
fireman (NCOG, CON) threshold (NCOG, ABS)
garlic (NCOG, CON) goodness (NCOG, ABS)
jungle (COG, CON) passion (COG, ABS)
ugliness (NCOG, ABS) oven (NCOG, CON) island (COG, CON)
security (COG, ABS) pillar (COG, CON)
sensation (COG, ABS) shower (NCOG, CON)
hurry (NCOG, ABS) government (COG, ABS)
industry (COG, CON) woman (NCOG, CON) wrath (NCOG, ABS)
Bloque ESP3 (bloque de lectura) Bloque ING3 (bloque de lectura)
sierra (COG, CON)
lombriz (NCOG, CON) deseo (COG, ABS) casa (NCOG, CON)
tristeza (NCOG, ABS) arpa (COG, CON)
presión (COG, ABS) alma (NCOG, ABS) envidia (COG, ABS)
máscara (COG, CON) paz (NCOG, ABS)
baño (NCOG, CON) piloto (COG, CON)
huevo (NCOG, CON) anhelo (NCOG, ABS) distancia (COG, ABS) respeto (COG, ABS) libro (NCOG, CON)
rata (COG, CON) maldad (NCOG, ABS) pared (NCOG, CON)
oquedad (NCOG, ABS) raza (COG, ABS)
casino (COG, CON) rodilla (NCOG, CON)
roca (COG, CON)
dinosaur (COG, CON) execution (COG, ABS) hammer (NCOG, CON) welfare (NCOG, ABS) astronaut (COG, CON) proposal (COG, ABS)
warning (NCOG, ABS) handle (NCOG, CON) attitude (COG, ABS)
handbook (NCOG, CON) libel (NCOG, ABS)
battery (COG, CON) keyboard (NCOG, CON) darkness (NCOG, ABS) document (COG, CON) obsession (COG, ABS)
likelihood (NCOG, ABS) statue (COG, CON)
repetition (COG, ABS) foot (NCOG, CON) plastic (COG, CON)
difference (COG, ABS) pineapple (NCOG, CON) usefulness (NCOG, ABS) kindness (NCOG, ABS) raccoon (NCOG, CON)
Apéndice G
Hacia un modelo neurocognitivo de la equivalencia 239
ansiedad (COG, ABS) puja (NCOG, ABS)
nupcias (NCOG, ABS) pasto (NCOG, CON) división (COG, ABS) museo (COG, CON) cruce (COG, ABS) torre (COG, CON)
chinche (NCOG, CON) culpa (NCOG, ABS) antena (COG, CON) suma (COG, ABS)
torta (NCOG, CON) lujuria (NCOG, ABS)
lluvia (COG, CON) minuto (COG, ABS)
soberbia (NCOG, ABS) puente (NCOG, CON)
águila (COG, CON) olvido (NCOG, ABS) puerta (NCOG, CON) recesión (COG, ABS) ciencia (COG, ABS) pulpo (NCOG, CON)
siembra (NCOG, ABS) saco (COG, CON)
desidia (NCOG, ABS) ruiseñor (NCOG, CON)
succión (COG, ABS) bota (COG, CON) falta (COG, ABS)
cinta (NCOG, CON) congoja (NCOG, ABS)
cebra (COG, CON) algodón (NCOG, CON)
gasto (NCOG, ABS) pingüino (COG, CON)
fusión (COG, ABS)
fortune (COG, ABS) ocean (COG, CON)
worry (NCOG, ABS) liver (NCOG, CON)
computer (COG, CON) justice (COG, ABS)
prowess (NCOG, CON) language (COG, ABS) chocolate (COG, CON)
awareness (NCOG, ABS) burglar (NCOG, CON) reaction (COG, ABS) soldier (COG, CON)
concoction (NCOG, ABS) flower (COG, CON)
kitchen (NCOG, CON) fancy (NCOG, ABS)
conjunction (COG, ABS) service (COG, ABS)
sandwich (COG, CON) attachment (NCOG, ABS)
pillow (NCOG, CON) machine (COG, CON)
trust (NCOG, ABS) wrestler (NCOG, CON) evidence (COG, ABS) outline (NCOG, ABS)
backpack (NCOG, CON) technique (COG, ABS)
office (COG, CON) heaven (NCOG, ABS) water (NCOG, CON)
mountain (COG, CON) texture (COG, ABS) death (NCOG, ABS) camel (COG, CON)
competition (COG, ABS) loudspeaker (NCOG, CON)
Aparato erudito
240 Adolfo M. García
Apéndice H: Tablas y figuras
de los resultados del experimento
Tablas de efectos principales
Tabla H1. Promedios, errores estándar e IC al 95% para el efecto principal de nivel.
Nivel N Promedio ES -95,00% +95,00% INI 12 2,83 0,02 2,79 2,88
AVA 12 2,75 0,02 2,70 2,80 PRO 12 2,74 0,02 2,69 2,79
Tabla H2. Promedios, errores estándar e IC al 95% para el efecto principal de tarea.
Tarea N Promedio ES -95,00% +95,00% LL1 36 2,60 0,01 2,56 2,63 LL2 36 2,68 0,02 2,64 2,72 TD 36 2,90 0,01 2,87 2,92 TI 36 2,93 0,01 2,90 2,96
Tabla H3. Promedios, errores estándar e IC al 95% para el efecto principal de nexo (estatus de cognado).
Nexo N Promedio ES -95,00% +95,00% Cognado 36 2,75 0,01 2,72 2,77
No-cognado 36 2,80 0,01 2,78 2,83
Apéndice H
Hacia un modelo neurocognitivo de la equivalencia 241
Tabla H4. Promedios, errores estándar e IC al 95% para el efecto principal de tipo (nivel de concretud).
Tipo N Promedio ES -95,00% +95,00% Abstracto 36 2,78 0,01 2,75 2,81 Concreto 36 2,77 0,01 2,74 2,79
Figuras de efectos de interacción
Figura H1. TR promedio según nivel de experticia (INI, AVA, PRO), tarea (LL1, LL2, TD, TI) y estatus de cognado (cognado, no-cognado).
Barras: un error estándar por encima y por debajo de la media. Asteriscos: diferencias significativas entre cognados y no-cognados.
cognate non-cognateBEG
L1 L2 BT FT2.5
2.6
2.7
2.8
2.9
3.0
3.1
3.2
log(
RT)
ADV
L1 L2 BT FT
PRO
L1 L2 BT FT
**
* * **
Aparato erudito
242 Adolfo M. García
Figura H2. TR promedio según nivel de experticia (INI, AVA, PRO), tarea (LL1, LL2, TD, TI) y tipo de palabra (abstracto, concreto). Barras: un error estándar por encima y por debajo de la media.
Asteriscos: diferencias significativas entre estímulos concretos y abstractos.
abstract concreteBEG
L1 L2 BT FT2.5
2.6
2.7
2.8
2.9
3.0
3.1
3.2lo
g(R
T)
ADV
L1 L2 BT FT
PRO
L1 L2 BT FT
*
**
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Adolfo M. García
Becario Posdoctoral, Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas
Investigador, Laboratorio de Psicología Experimental y
Neurociencias, Instituto de Neurología Cognitiva
Profesor Asistente, Facultad de Lenguas, Universidad Nacional de Córdoba