CENTRO SUPERIOR DE ESTUDIOS DE LA DEFENSA NACIONAL
MONOGRAFÍAS
del
CESEDEN 93
XLV CURSO MONOGRAFÍCO
LA SITUACIÓN DE SEGURIDAD EN IRÁN: REPERCUSIÓN EN EL ESCENARIO REGIONAL Y EN EL ENTORNO MUNDIAL
MINISTERIO DE DEFENSA
CENTRO SUPERIOR DE ESTUDIOS DE LA DEFENSA NACIONAL
MONOGRAFÍAS
del
CESEDEN 93
XLV CURSO MONOGRAFÍCO
LA SITUACIÓN DE SEGURIDAD EN IRÁN: REPERCUSIÓN EN EL ESCENARIO REGIONAL Y EN EL ENTORNO MUNDIAL
Febrero, 2007
SUMARIO
INTRODUCCIÓN
Por Jesús Rafael Argumosa Pila
Capítulo primero
LA SITUACIÓN DE SEGURIDAD EN IRÁN: REPERCUSIÓN EN EL ÁMBITO DE LAS RELACIONES INTERNACIONALES
Capítulo segundo
LA SITUACIÓN DE SEGURIDAD EN IRÁN Y LA INFLUENCIA DE LAS GRANDES POTENCIAS: ESTADOS UNIDOS, RUSIA Y CHINA.
Capítulo tercero
LA SITUACIÓN DE SEGURIDAD EN IRÁN Y EUROPA: REPERCUSIONES EN LA UNIÓN EUROPEA.
Capítulo cuarto
LA SITUACIÓN DE SEGURIDAD EN IRÁN Y LAS ORGANIZACIONES Y ORGANISMOS INTERNACIONALES: NACIONES UNIDAS, CONSEJO DE SEGURIDAD, ORGANISMOS INTERNACIONALES DE ENERGÍA ATÓMICA,TRATADO DE NO PROLIFERACIÓN NUCLEAR, GRUPO DE SUMINISTRADORES NUCLEARES Y MOVIMIENTOS DE LOS NO ALINEADOS.
Capítulo quinto
LA SITUACIÓN DE SEGURIDAD EN IRÁN: REPERCUSIÓN EN ORIENTE MEDIO Y EL GOLFO PÉRSICO.
Capítulo sexto
LA SITUACIÓN DE SEGURIDAD EN IRÁN Y ESPAÑA: ENFOQUE ESPAÑOL DE CRISIS.
ÍNDICE
INTRODUCCIÓN
En estos primeros años del siglo XXI, se está configurando un nuevo sistema de
seguridad internacional esencialmente distinto de los que estuvieron vigentes
durante el siglo XX. Los elementos que están contribuyendo a esta emergente
configuración se sustentan en un conjunto de movimientos o procesos de carácter
estructural o coyuntural tales como la globalización, la gobernanza mundial, la
espectacular evolución de la tecnología emergente, el terrorismo internacional, el
aumento de la demanda global de la energía, el auge de la inmigración o el
islamismo yihadista.
En el ámbito geopolítico, y en una primera aproximación, en la actualidad, no es muy
aventurado decir que mientras que los grandes poderes terrestres asentados en
Eurasia, Rusia, China e India, están en un excelente estado de crecimiento
económico, de desarrollo de tecnología emergente y de creciente influencia política,
los grandes poderes marítimos como Estados Unidos, la Unión Europea o Japón se
hallan en un proceso de propia identidad, de crisis doctrinales internas y de carencia
de eficiencia resolutiva tanto política como estratégicamente.
Si hacemos una síntesis de las actuaciones de los grandes poderes, que acabamos
de expresar anteriormente, inmediatamente resalta que sus preocupaciones más
importantes se corresponden con la obtención de la energía -principalmente petróleo
y gas, teniendo siempre presente a la nuclear– y con las asociaciones estratégicas
entre posibles rivales o aliados, con el propósito de conseguir el mejor
posicionamiento geopolítico y geoestratégico junto al máximo beneficio económico.
Lo que es cierto es que, en este siglo que comienza, los más importantes recursos
energéticos que le interesan a la comunidad internacional, se hallan
fundamentalmente en tres grandes áreas: en el triángulo euroasiático cuyos vértices
se apoyan sensiblemente en el Cáucaso, en Asia Central y en Oriente Medio, en
África -especialmente la Subsahariana– y en Iberoamérica. En este sentido, la
estabilidad y seguridad de las tres regiones adquieren la máxima prioridad mundial.
Aunque en las tres zonas existen crisis e inestabilidades, es en la primera, en el
triángulo euroasiático -esencialmente la que reúne más del 60% de los recursos
mundiales- donde se halla una falla de seguridad o cinturón de fractura geopolítico
tan enorme que está demandando el mayor esfuerzo político, diplomático y
económico de la sociedad internacional para alcanzar la paz y estabilidad de la
misma.
Y es precisamente en esta área donde se hallan los conflictos más graves y más
peligrosos de la actual situación de seguridad internacional. Desde el contencioso
nuclear iraní y la guerra de Líbano hasta el conflicto palestino-israelí y la contienda
de Irak, pasando por la guerra de Afganistán, por las especiales tensiones indo
paquistaníes o por la permanente inestabilidad de los territorios caucásicos.
La actuación de Irán tanto en su contencioso con la comunidad internacional en
relación con el enriquecimiento de uranio como en su participación en la reciente
guerra de Líbano ordenando a Hezbolá que atacara a las Fuerzas de Defensa de
Israel, significa la aparición de un importante poder de segundo orden intentando
conseguir el status de poder regional en el escenario de Oriente Medio.
La actual situación de incertidumbre en el contencioso nuclear iraní debilita
poderosamente el sistema de seguridad internacional, poniendo en cuestión tanto a
Naciones Unidas, con su Consejo de Seguridad, como a las grandes potencias
debido a su diferente posicionamiento.
En este contexto de seguridad internacional, se puede considerar a este XLV Curso
Monográfico acerca de “La situación de seguridad en Irán: repercusión en el
escenario regional y en el entorno mundial” como realmente interactivo porque todos
los colaboradores concurrentes han estado viviendo, de primera mano y en directo, a
través de los medios de comunicación y de algunos ponentes extranjeros muy
cercanos a la toma de decisiones en la esfera internacional, las diversas vicisitudes
que se han llevado a cabo en el actual proceso, conducido por la comunidad
mundial, de intentar convencer a Irán que no continúe con el enriquecimiento de
uranio con el propósito de que no llegue a ser una potencia nuclear.
Ciertamente se ha hablado extensa y profundamente del funcionamiento del actual
sistema de seguridad internacional que no atraviesa por sus mejores momentos. En
particular, se ha seguido con mucha atención las diferentes alternativas que se han
barajado en el proceso anteriormente mencionado, desde la negociación hasta una
posible intervención en Irán, pasando por la aplicación de sanciones.
Por estas aulas han pasado una multitud de expertos intentando, por un lado,
explicar su peculiar apreciación de los orígenes o causas del problema aplicando su
punto de vista geopolítico, estratégico, diplomático, cultural o incluso militar y, por
otro, proponer cuales pudieran ser las soluciones al estado de la cuestión.
Lo que importa en estos momentos es destacar el alto espíritu de entrega a los
demás que reúne y une a un grupo de personas -que integran el XLV Curso
Monográfico- con altas responsabilidades y de elevado horizonte intelectual, en torno
a un proyecto común de reflexionar conjuntamente, en el nivel académico, sobre un
tema de actualidad que interesa a toda la comunidad nacional e internacional de
cara a resolver situaciones de posible riesgo para mejorar el nivel de vida, la
seguridad o la libertad de todos los pueblos de la Tierra.
Con independencia de los análisis, reflexiones o propuestas que cada grupo de
trabajo va a presentar seguidamente, a lo largo de los diferentes capítulos de esta
Monografía, -por cierto, hecho con el debido rigor científico y el demandante espíritu
creativo- me atrevo a aventurar, en una primera aproximación, algunos aspectos del
estado de la cuestión que no parecen cuestionables:
− La seguridad de que Irán, con una alta probabilidad, va a ser una potencia nuclear
y, por consiguiente, un importante poder regional.
− El actual fracaso de la comunidad internacional, ya sea representada por la Unión
Europea, por las grandes potencias o por el Consejo de Seguridad de Naciones
Unidas, para evitar que Irán consiga la bomba nuclear.
− El reconocimiento internacional de que se ha abierto la “caja de Pandora” en el
sentido de que cualquier estado puede acceder al club nuclear y así alcanzar el
status de inexpugnable.
− La razonable certeza de que la comunidad internacional va a convivir en el futuro
inmediato con un sistema de seguridad donde el estado nuclear llegará a ser un
componente habitual de dicho sistema.
− Parece razonable que en este entorno se establezca una nueva configuración de
la arquitectura de seguridad planetaria, en la que vuelve a tener protagonismo la
doctrina del “equilibrio del poder” con el sustrato de las grandes potencias a costa
de la incipiente doctrina de la “política de poder” basada en el peso de las
organizaciones internacionales. La realidad nos apunta que la ilusionante visión
de Kissinger tendrá que esperar algún tiempo
En concreto, el nuevo orden mundial que se avecina, con un Irán nuclear, sin duda
tendrá repercusiones geopolíticas tanto en el entorno de Oriente Medio, donde Irán
será un poder regional, como en el escenario internacional en el que se vislumbra
una incipiente muda de alianzas y relaciones de poder.
En esta atmósfera quedará presente el posible cambio de liderazgo musulmán
internacional –con una previsible crecimiento de la influencia chií- , la permanente
aplicación de una ambigüedad calculada por parte de una sociedad iraní, orgullosa
de descender de un viejo y famoso imperio junto con la percepción de las graves
consecuencias que puede ocasionar el posible final del estiramiento estratégico
occidental –doctrinal y material- en el campo de la seguridad y la defensa.
El Oriente Medio de los próximos años se caracterizará por la disminución del
protagonismo de los actores externos a este escenario a costa del aumento del peso
de los poderes regionales radicales comprometidos con el cambio del status quo.
No parece que exista ninguna duda en afirmar que el desenlace a un Irán sin armas
nucleares, en el cinturón de fractura euroasiático, se enmarca dentro de una solución
global -la única con resultados decisivos- a todos los problemas de Oriente Medio,
desde el conflicto palestino-israelí hasta el de Irak, pasando por el status final de
Líbano o por el contencioso sirio-israelí en relación con las alturas del Golán, entre
otros.
Y en esta negociación, que sería patrocinada por las grandes potencias dentro del
marco de Naciones Unidas y de las organizaciones internacionales implicadas,
debieran participar todos los principales actores del área, tanto estatales como no-
estatales.
No sería descabellado iniciar los pasos adecuados para poder establecer en Oriente
Medio un modelo de Organización de Seguridad y Cooperación para Europa,
ciertamente distinto adaptado a la situación y características de la zona, pero con
posibilidades de alcanzar diferentes estadios de seguridad que al final conduzcan a
la tan deseada paz y estabilidad en el área.
Jesús Rafael Argumosa Pila
Jefe de la Escuela de Altos Estudios de la Defensa.
CAPÍTULO PRIMERO
LA SITUACIÓN DE SEGURIDAD EN IRÁN: REPERCUSIÓN EN EL ÁMBITO
DE LAS RELACIONES INTERNACIONALES
LA SITUACIÓN DE SEGURIDAD EN IRÁN: REPERCUSIÓN EN EL ÁMBITO DE LAS RELACIONES
NTERNACIONALES
Introducción
Las complejas circunstancias que concurren en la crisis planteada por el Programa
Nuclear de Irán, junto a los recientes acontecimientos acaecidos en Corea, alertan,
en mayor medida si cabe, la atención internacional ya focalizada en una región,
definida como la más conflictiva del mundo.
Más allá de lo que ha sido en estos meses el centro del debate, a saber, si Irán
dispone o no de la bomba atómica o pretende fabricarla, y de que algunos gobiernos
pongan en duda la veracidad de la postura oficial iraní -según la cual la finalidad de
su Programa Nuclear es exclusivamente para aplicaciones de uso civil-, se hace
necesario ampliar el campo de visión y análisis, con objeto de plantear las causas
subyacentes, las dimensiones y las repercusiones de esta crisis que protagoniza una
potencia regional, la república islámica de Irán, con 75 millones de habitantes, 3.000
años de historia y con las mayores reservas mundiales de gas natural después de
Rusia y la décima parte de las correspondientes al petróleo.
Una crisis abiertamente planteada en junio de 2005, cuando las elecciones abren el
camino al poder al alcalde de Teherán, Mahmoud Ahmadineyad, y unas nuevas
maneras dejan traslucir la sospecha de unas inquietantes intenciones, aún cuando el
detonante de aquella tuvo lugar en julio de 2003, cuando los inspectores de la
Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA) detectaron restos de uranio
enriquecido en unas muestras tomadas en la ciudad de Natanz.
Irán se vio obligado a informar a la AIEA de todas sus actividades relacionadas con
su Programa Nuclear, incluso de las que había llevado a cabo, sin información
previa, en contravención del Tratado de No Proliferación, que había suscrito, tras la
compra en el año 1991 de uranio natural y dióxido de uranio.
Es importante destacar el hecho de que el acuerdo de suspensión unilateral de
actividades de enriquecimiento de uranio, en el mes de noviembre de 2004, se
adoptó por el Gobierno en contra de lo aprobado por el Parlamento iraní, así como
también, el dato de que el control se mantenía respecto de una central del sur del
país, Bushehr, y otros establecimientos, manteniéndose la controversia con la
escasa y confusa información sobre la nueva central de Natanz y el reactor de
investigación nuclear de Arak.
La inesperada victoria del conservador Ahmadineyad en aquellas elecciones, en un
país perteneciente a una de las zonas más inestables, complejas y de mayor
importancia estratégica del planeta, y sus declaraciones iniciales, no dejaron duda
alguna sobre sus intenciones de continuar con la negociación, pero anteponiendo la
defensa de los intereses de Irán, subrayando su derecho a mantener el programa
nuclear, por la necesidad de desarrollo de su país.
Sucintamente planteados los acontecimientos, la reflexión nos lleva a reconocer que
en la crisis así planteada confluyen visiblemente dos grandes vectores que están
contribuyendo a esbozar los grandes trazos que marcarán el siglo XXI:
− Desde el punto de vista político, “la dialéctica entre la legitimación democrática de
Occidente, que tras la desaparición del socialismo real y de la Unión de
Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), había conquistado la hegemonía
“moral” mundial como sistema político, y la legitimación teocrática, que, muchos
siglos después de ser casi en exclusiva la única fuente de legitimación del poder
político, se expande por el Islam, en forma de fundamentalismo.”
La teoría de Huntington sobre el choque de civilizaciones ha venido siendo
contestada por otras opiniones autorizadas, desde la que matiza que el choque no
será de civilizaciones propiamente dichas, sino de fundamentalismos, hasta las
que mantienen la afirmación de que los conflictos en el siglo XXI vendrán
marcados por la escasez de recursos; éstos serán, sin duda, claves en el
desarrollo y la hegemonía industrial, económica y militar de las principales
potencias, no todas ellas cómodamente instaladas bajos los fundamentos del
régimen democrático y de la economía de mercado.
− Desde este último plano, es decir, desde el punto de vista económico, “el factor
energético y los intereses económicos de Estados Unidos como primera potencia
mundial, y de otros países, en la región”, están muy presentes en la crisis
planteada con el Programa Nuclear iraní.
La escasez y agotamiento de los yacimientos de recursos energéticos de carácter
fósil, vislumbra un futuro oscuro en el que la humanidad tendrá que afrontar la
carencia de la principal fuente energética conocida, que propició los
espectaculares niveles de crecimiento y que ayudó a la prosperidad del siglo XX.
Alcanzado este momento, los planteamientos en torno al coste de la extracción,
no se podrán formular en términos puramente monetarios, ni se podrá considerar
únicamente el precio del petróleo, pues en realidad, el aspecto relevante a tener
en cuenta será el de la “eficiencia energética”, es decir, el balance entre cantidad
de energía invertida para la extracción refino y transporte, frente a la cantidad de
energía extraída.
Ante este panorama de futuro, el control de las fuentes energéticas se convierte
en un interés vital, y obviamente, no sólo para Estados Unidos, sino también, para
todos aquellos países cuyo abastecimiento de productos energéticos depende de
la importación, entre los que se encuentran los países de la Unión Europea y,
desde luego, los futuros grandes consumidores asiáticos, China e India.
No debe olvidarse que las reservas de petróleo de Irán rondan los 124.800
millones de barriles, aproximadamente el 10% del total mundial, lo que significa
que Irán es, tras Arabia Saudí, el primer productor de la Organización de Países
Exportadores de Petróleo (OPEP). La economía del país se basa principalmente
en los ingresos generados por las exportaciones del petróleo, que representan
aproximadamente el 80% del total de sus exportaciones, y entre el 40 y el 50%
del Producto Interior Bruto (PIB). Durante los últimos años, el aumento constante
de los precios del crudo ha favorecido una cierta mejora de su economía, aunque
con una inflación elevada, en torno al 15%.
La compañía petrolífera nacional iraní NIOC gestiona la producción del crudo. Irán
posee también unas importantes reservas de gas, la mayoría de las cuales siguen
sin explotarse –un 62% de su potencial–, y que harían del país el segundo
productor mundial después de Rusia.
Pero indudablemente, estamos, como decíamos, ante un tema complejo en el que
incide una multitud de factores y no sólo imperativos categóricos. Por eso, debemos
comenzar en la aproximación a esos factores con una mirada retrospectiva que nos
haga descender al nivel regional.
Así, tras las razones históricas que respaldan la voluntad de Irán de ser una potencia
regional capaz de incidir en el entorno mundial, se analizarán los rasgos que
conforman la política interior y exterior de Irán, y, como contrapartida, la política
exterior de Estados Unidos, esto es, de la primera potencia mundial, para tratar de
responder a continuación a una cuestión clave del debate, esto es, si es Irán o no,
una amenaza nuclear, para finalizar con las consecuencias que pueda plantear el
Programa Nuclear en las relaciones internacionales, así como las opciones que
caben para dar salida a la crisis.
Las razones históricas: la voluntad de Irán en ser potencia regional
Efectivamente, está claro que Irán es hoy una potencia regional. Esta afirmación, así
como la muy rica e intensa historia del país, deben de ser tenidas permanentemente
en cuenta para comprender las motivaciones últimas y los intereses permanentes de
su política exterior.
Cabe apuntar las siguientes pinceladas para enmarcar la influencia, la importancia y
el peso específico del país, lo que quizás ayude al observador occidental al
preguntarse por los motivos que han llevado a Irán a impulsar su Programa Nuclear:
− Irán, es decir, Persia, hasta el año 1935, viene existiendo como entidad
independiente durante la mayor parte de los tres últimos milenios. Es uno de los
pocos países de la zona que nunca ha sido colonizado, a pesar de las fuertes
influencias extranjeras a lo largo del siglo XIX. Su gran importancia estratégica se
vio fuertemente acrecentada con el descubrimiento de yacimientos petrolíferos a
principios del pasado siglo.
− A partir de los años cincuenta, Irán experimentó un rápido proceso de
industrialización gracias a los ingresos producidos por la extracción petrolífera.
Dicho proceso, sin embargo, no se vio acompañado por un desarrollo adecuado
de las infraestructuras y del sector agrícola, máxime si se tiene en cuenta que
este último era un sector con un peso predominante en la estructura económica y
social del país hasta los años setenta, y que incluso hoy en día tiene una
importancia considerable.
− Después de la expulsión del sha y del triunfo de la revolución islámica en 1979,
Irán pasó por un largo periodo de recesión, cuyas causas son atribuibles a
distintos factores, entre los cuales cabe destacar la nacionalización de las
industrias, en particular del sector petrolífero, el largo conflicto con Irak (1980
1988), y el aislamiento internacional.
− La desconfianza hacia sus numerosos vecinos es una de las características más
o menos presentes en la historia de Persia, y a menudo ha sido motivada por las
negativas experiencias con el exterior, creando un sentimiento colectivo cercano
al victimismo que, a su vez, se entremezcla con un poderoso orgullo nacional.
− La identidad nacional iraní es lo suficientemente fuerte como para resistir
perfectamente la gran diversidad de su numerosa población. Este fuerte sentido
de unidad explica la evidente habilidad del país para haber preservado su
independencia a lo largo de su muy larga historia.
− Finalmente, desde el punto de vista iraní y de su histórica tendencia a intervenir o
influir en determinadas zonas de la región, basta observar con detenimiento los
diferentes mapas de Persia, desde el siglo XVI hasta la actualidad, evidencia la
progresiva disminución de su extensión, de forma que, actuales países como
Georgia, parte de Siria, Qatar y vastas zonas de Afganistán y Pakistán, por
ejemplo, han pertenecido a Persia. Dichas zonas son consideradas por no pocos
iraníes, como su área de influencia natural.
En definitiva, como nos recuerda Patrick Clawson:
“Irán es mucho más que un rico país petrolero con un gobierno teocrático. Es
una gran civilización con una larga historia de implicación de su ciudadanía en
las tareas de gobierno.”
Con lo anteriormente expuesto, se hace necesario abordar la política que
actualmente está desplegando el régimen iraní, un factor esencial para comprender
sus posibles repercusiones en las relaciones internacionales.
La política interior y exterior de Irán
Pueden resumirse los fundamentos de la política Iraní, en los siguientes:
El nacionalismo
Es la resultante de la imponente herencia histórica del legado persa y del mundo
pre-islámico mezclados con el orgullo iraní y su vocación de potencia regional.
La utopía revolucionaria chií
Aunque es un factor que había perdido fuerza en los últimos años, ha vuelto a cobrar
vigencia con la llegada al poder del nuevo presidente del Gobierno. En todo caso,
es esencial no olvidar que la Revolución de 1979 es, sobre todo, chiíta e iraní y que
Irán no es un es un país ni árabe ni sunnita, aunque su composición étnica dista
mucho de ser homogénea, aún con claro predominio de los persas (51% de la
población).
El control estatal que a partir del año 1979 remplazó al sector privado, resultó poco
eficiente, en el sentido de que el sistema de subvenciones públicas se transformó en
norma, contaminando la capacidad de reacción de la economía a las señales del
mercado global que, a partir de los años noventa se había ido afirmando
progresivamente.
Ello a pesar de que tras el fin de las hostilidades con Irak, en el año 1989 los
mercados globales experimentaron una fuerte subida del precio del petróleo, en
particular después de la invasión de Kuwait en 1991 y de la primera guerra del Golfo.
A pesar de ello, la economía iraní no experimentó la recuperación deseada,
demostrando que las razones del retraso en el crecimiento no se debían tanto al
conflicto con Irak, sino a la práctica desaparición de la clase económicamente activa
después del triunfo de la revolución islámica. El volumen de las exportaciones del
petróleo fue, en su conjunto, inferior al de las importaciones, dejando en negativo la
balanza exterior de pagos y frenando de hecho la economía.
La percepción de inseguridad
La compleja ubicación geográfica del país con muy numerosas y frágiles fronteras y
las muy negativas experiencias con el exterior, a lo largo de su historia, son las
principales razones que explican este factor.
El régimen iraní no ha hecho un secreto de su intención de potenciar su capacidad
industrial en el sector de la defensa, con el fin de reducir su dependencia de los
suministros exteriores, y afirma estar desarrollando distintos programas de
armamento convencional, para fines terrestres, marítimos y aéreos. Muchos de estos
programas se están llevando a cabo bajo licencia de origen ruso, o intentando copiar
material y equipos extranjeros, lo que conlleva que el gasto en investigación y
desarrollo no sea tan determinante para tener un efectivo impacto económico.
La política interior
La manipulación por parte de las instituciones de la realidad internacional, se utiliza
por los gobernantes como palanca coadyuvante para la permanencia en el poder.
El breve periodo de reformas llevadas a cabo por el moderado Khatami que acarreó
el rechazo frontal de los dirigentes religiosos del país, vio su fin con las elecciones
de 2004, cuando el ala más radical conservadora tomó el control del Parlamento
iraní. La retórica populista de Mahmoud Ahmadineyad esconde algunas de las
graves dificultades que conlleva la gestión de la política interior y de las relaciones
con la comunidad internacional. Ahmadineyad fue, durante la guerra Irán-Irak,
miembro de los guardianes de la revolución –pasdarán– y tiene por lo tanto una
connotación ideológica muy marcada e influenciada por el clero más extremista.
En lo relativo a la política económica, el crecimiento económico de Irán, de un 5%
del PIB en el periodo 2004-2005, ha sido uno de los más altos de entre los países
productores de petróleo de Oriente Medio Sin embargo, existe una preocupación
creciente sobre el hecho de que Irán está desaprovechando el actual periodo de
bonanza económica y que no se están abordando las necesarias reformas
estructurales.
El Fondo Monetario Internacional ha manifestado su inquietud por el hecho de que
estos mayores ingresos, en lugar de ser reinvertidos en el desarrollo y mejora de la
actividad productiva, se estén utilizando para incrementar el gasto del Estado en
determinados proyectos del sector público y en subsidios para la adquisición de
bienes esenciales.
La política exterior
En este contexto y a pesar de que la política exterior iraní tiene tantas vertiente
como su posición geográfica y sus prioridades nacionales (independencia, libertad e
Islam) le imponen, parece que hay dos extremos esenciales en torno a los que
aquella gira: el Estado de Israel y el desarrollo de la capacidad nuclear vinculada, al
menos formalmente al desarrollo económico del país.
El inesperado ascenso al poder de Ahmadineyad en 2005, supuso, entre otras
cosas, el triunfo de la desconfianza hacia Occidente en general y hacia Estados
Unidos en particular. Ello se debió, en parte, a que la guerra de Irak-Irán fue
considerada en este último país, como la lucha entre la ideología baath y el islam.
Dado que Estados Unidos dieron muestras de ayuda a Irak, Ahmadineyad,
perteneciente a la generación de la guerra, optó por alinearse en el campo
antioccidental.
Este rechazo inicial hacia Occidente se vio rápidamente completado por explosivas
declaraciones en contra del Estado de Israel y de la propia existencia del Holocausto
que el presidente del Gobierno iraní viene repitiendo de vez en cuando y ello a pesar
de las correspondientes “matizaciones” que, a posteriori, suele formular el ministerio
iraní de asuntos exteriores.
Sin embargo y hasta la caída del sha, Israel e Irán mantenían una discreta pero
fructífera cooperación especialmente en el terreno armamentístico. Antes de ello y
poco tiempo después de la creación del Estado de Israel, el propio David Ben-Gurión
patrocinó la conocida doctrina de la “Estrategia de la periferia”, según la cual, Israel
compartía intereses con el resto de países y minorías no árabes de la región. Así, se
establecieron acuerdos y buenas relaciones con Etiopía, Turquía, Líbano, Irán, los
maronitas, los kurdos, etc. Con la caída del Sha y la llegada del régimen
revolucionario a Irán, el panorama cambió radicalmente y, progresivamente, Irán se
convirtió en el principal enemigo del Estado de Israel.
Tras la retirada israelí del sur del Líbano en mayo de 2000, el entonces ministro de
Justicia de Israel, Yosi Beilin, se declaró partidario de revisar la postura con relación
a Irán. Ello suponía un giro copernicano pues Irán y desde la revolución, se había
convertido en la obsesión última para la seguridad de Israel.
Mas recientemente y con el retorno al poder de los radicales las circunstancias han
vuelto a cambiar y, al parecer, se han cerrado las posibilidades de un posible
deshielo. Como recordó el pasado 21 de enero de 2006 el ministro de Defensa de
Israel, el general Mofaz:
“Por el momento estamos dando prioridad a la acción diplomática, pero en
ningún caso podemos tolerar una opción nuclear para Irán y debemos de
estar preparados.”
No obstante lo anterior, debe tenerse en cuenta la cambiante situación en Oriente
Medio y el alto grado de relación entre los sucesos de un país y el resto. En este
sentido, habrá que seguir con la mayor atención las consecuencias de los resultados
electorales en las cámaras legislativas norteamericanas en la nueva política de
Washington en Irak, y ello a la vista de la muy negativa deriva que la intervención
militar ha tenido.
A partir de ahora, Irán puede ver acrecentadas sus bazas para recuperar, al menos
parcialmente, su capacidad de diálogo con Estados Unidos y éstos, modificar su
rígida postura para con el régimen iraní. Israel, por su parte, podrá verse obligado a
reposicionarse en el conflicto palestino. En todo caso, un eventual, aunque lejano
acuerdo o entendimiento irano-israelí, no sería del todo descartable.
La política exterior y de seguridad de Estados Unidos
El informe conocido como National Energy Policy-Nep, popularizado como “Informe
Cheney”, publicado en mayo de 2001, incluyó un análisis prospectivo en el que
preveía que para el año 2020, Estados Unidos importaría el 90% de su petróleo.
Los imperativos de este Informe han sido determinantes para la política exterior de
Estados Unidos, y más concretamente para la referida a todas las regiones
proveedoras de productos energéticos, especialmente el área del golfo Pérsico
(además de la cuenca del mar Caspio, África y América Latina), pues entre los fines
de dicho informe estaba el que fuera destinado a tener implicaciones significativas
en la política de seguridad y en el despliegue y uso efectivo de las fuerzas militares
estadounidenses.
Como señala Michael T. Klare (profesor de Estudios de Paz y Seguridad Mundial en
el Hampshire Collage en Amberst, Massachussets), en su trabajo Petróleo y
Doctrina Carter: en la nueva misión crucial del Pentágono, es erróneo pensar que el
uso de la fuerza para controlar el área del Golfo sea consecuencia de la política del
presidente Bush II, o del partido repúblicano, sino que son acciones
fundamentalmente coherentes con la perspectiva geopolítica de los presidentes que
lo antecedieron, ya fueran demócratas o repúblicanos.
De hecho, uno de los factores que impulsaron la llamada “doctrina Carter”,
promulgada el 23 de enero de 1980, está relacionado con el tema que nos ocupa,
esto es, se define el crudo del golfo Pérsico como de “interés vital” para Estados
Unios. En consecuencia, a tenor de la misma “cualquier intento llevado a cabo por
fuerza extranjera de ejercer el control en la región del golfo Pérsico, será
considerado como un ataque a los intereses vitales de Estados Unidos de América y
como tal será repelido con todos los medios necesarios, incluido el uso de la fuerza
militar.
Y si bien la “doctrina Carter” fue enunciada en un momento en el que el
posicionamiento militar estadounidense estaba amenazado por la presencia
soviética en Afganistán y por la Revolución Islámica en Irán, su esencia, como los
hechos demuestran, permanece vigente y ha sido plenamente extrapolada al
momento actual.
Conviene también recordar al respecto, que fue Bill Clinton quién ordenó un aumento
militar paulatino en la región.
La posición de Estados Unidos, más beligerante desde la declaración de guerra al
terrorismo que siguió a los atentados del 11 de septiembre de 2001, se ha
reafirmado especialmente tras la LX Asamblea General de Naciones Unidas, en la
necesidad de intervención del Consejo de Seguridad, frente a la también reiterada
postura de los representantes europeos de continuar con la negociación, por la
convicción de que la imposición de sanciones terminarán con toda posibilidad de
controlar el programa nuclear iraní, estimando, por tanto, inútil, contraproducente y
perjudicial, llevar a Irán y esta crisis al Consejo de Seguridad.
Pero llegados a este punto, debe hacerse una referencia, por breve que esta sea, a
la capacidad de Irán de poseer o adquirir la tecnología nuclear, así como referirnos a
su potencial militar.
¿Es realmente Irán una amenaza nuclear?
La respuesta nos lleva a ahondar en sus capacidades tecnológicas y su potencial
militar
Partiendo del hecho de que la AIEA. no ha emitido un informe concluyente, es
probable que Irán adquiera la capacidad de producir una bomba nuclear en un plazo
indeterminado, pero no muy largo, de tiempo. Tiene razones y capacidad para
hacerlo. Por una parte, Irán es un país rodeado de países nucleares: Rusia, China,
Israel, India y Paquistán y recientemente Corea del Norte parece haberse
incorporado a esta escalada nuclear asiática.
Por otra, su gran enemigo, Estados Unidos, está presente en estos momentos en
Afganistán e Irak y acaba de firmar un acuerdo de colaboración nuclear con la India.
La tecnología nuclear militar podría ser por tanto un buen escudo protector ante un
intento de invasión y un blindaje ante la amenaza de un cambio de régimen.
En cuanto a la capacidad técnica, aunque sin duda la obtendrá, requerirá no pocos
esfuerzos y tiempo, que no deberían pasar desapercibidos para la comunidad
internacional .
En el caso de la energía nuclear de uso civil y militar, es necesario un método
“sencillo y viable ” de producir la escisión de los átomos pesados, convirtiéndose en
otros más ligeros cuando son bombardeados con un haz de neutrones (1). Es
sabido que sólo algunos elementos, por su composición son susceptibles de
escindirse “con facilidad”; éstos son el uranio-235 y el plutonio. En la naturaleza el
uranio más común es el uranio-238. El uranio 235, una variedad más ligera, se
encuentra en una proporción del 0,7%.
La eficacia con que los neutrones producidos generen nuevas escisiones es la clave
para controlar la reacción (uso pacifico) o generar una violenta explosión (uso
militar). En el caso de la construcción de una bomba nuclear hace falta no ya que
haya un suficiente número de neutrones que alcancen “su” núcleo de uranio-235
1 El electrón es demasiado ligero y el protón tiene carga positiva, al igual que el núcleo atómico por lo que necesita mucha mas energía para producir los mismos efectos
para mantener la reacción, sino que lo hagan muchos de ellos y rápidamente,
consiguiendo así una violenta y rápida explosión.
Es necesario por tanto dos cosas fundamentales, un Uranio muy enriquecido (>
90%) de forma que no haya mucho uranio-238 que frene la reacción y que haya
suficiente masa (> masa crítica), “añadiendo capas de materia” para aumentar el
número de neutrones que cumplen su función.
Aunque existen un gran número de tecnologías involucradas: cómo impulsar dos
masas para fundirlas en una sola mayor que la crítica, cómo manejar el material
altamente radiactivo, cómo transportarlo a la zona de explosión (tecnología de
misiles), etc., se suele decir con razón que el único paso crítico para tener capacidad
nuclear militar es poseer uranio-235 en suficiente cantidad y pureza, por lo que el
proceso de enriquecimiento es la pieza clave del proceso.
No obstante, este proceso de enriquecimiento es tedioso y son necesarias grandes
cascadas de centrifugadoras para obtener resultados razonables. Para producir el
uranio-235 necesario para una sola bomba nuclear al año se necesita el trabajo
continuo de varios miles de centrifugadoras cuya tecnología no es fácil de adquirir.
Las noticias recibidas de diferentes fuentes parecen indicar que Irán posee varios
cientos de centrifugadoras funcionando que le permitirán enriquecer pequeñas
cantidades de uranio a niveles de uso pacífico. Para llegar a niveles razonables
deberá ampliar esas plantas hasta probablemente varios miles de centrifugadores.
Finalmente para enriquecer uranio hasta niveles de uso militar requerirá varias
decenas de miles de centrifugadoras, un esfuerzo que no pasará desapercibido
teniendo en cuenta el nivel de atención a que actualmente está sometido.
Sin embargo, la capacidad de enriquecer uranio, y en general todas las tecnologías
necesarias para obtener la capacidad nuclear estarán cada vez más a disposición de
aquellos países que deseen poseerla, e Irán parece decidido a ello y tras él, otros lo
intentarán.
Lo cierto es que la AIEA aún no ha emitido un informe concluyente, con más de tres
años trascurridos, pudiendo deberse a la escasa transparencia de Irán o al empleo
de reglas y procedimientos más estrictos que en ocasiones similares por parte de los
inspectores. La conclusión tendría que ser un informe objetivo, apoyado sobre
auténticas evidencias.
Complementariamente a las referencias sobre las capacidades tecnológicas de Irán,
el análisis de la situación de seguridad y su condición o no de amenaza, no puede
obviar una referencia el potencial militar de Irán.
A este respecto, destaca la creciente industria militar, que ya comenzara en 1920,
potenciándose notablemente a partir de 1979 y orientándose a los mercados de
armamento, de forma que está dando un importante salto cuantitativo y
especialmente cualitativo, en misiles, AVO,s no tripulados, sistemas de precisión en
guiado de armas, tecnología láser, transporte, etc.
En cuanto a los efectivos, Irán dispone de una fuerza nada desdeñable, compuesta
alrededor de 700.000 hombres más una previsión de movilización de 1.000.000 de
personas (2) que integran las Fuerzas de Resistencia (3).
Aunque los sistemas y armamento con los que se dotan a esta ingente masa de
personal uniformado y dotado de una amplia percepción nacionalista es variado y
con algunos problemas de mantenimiento y abastecimiento, puede concluirse con la
calificación de Irán como una auténtica potencia militar, primordialmente en la región.
Las consecuencias del programa nuclear iraní
─ 2 Ejércitos: 422.000 Ejército de Tierra2:un total de 350.000 soldados), Armada (18.000 efectivos, más 2.600 de Infantería de Marina) Aviación Naval: 52.000 efectivos (incluidos 15.000 de la Defensa Aérea). A esta cifra habría que añadir 40.000 efectivos paramilitares.
─ Efectivos de los Cuerpos de Guardianes de la Revolución Islámica: de Tierra: 100.000 soldados; de la Armada: 20.000 marineros;.de Infantería de Marina: 5.000 infantes; del Aire : 3.000 ;paramilitares: 125.000 hombres.
.Previsiones de movilización (Fuerzas de Resistencia BASIJ): 1.000.000 de efectivos. 3 Para mayor detalle e información ver el Capítulo cuarto (Middle East and North Africa) en “The Military Balance 2006”.
Por su parte, la comunidad internacional, especialmente Occidente, tiene buenas
razones para temer esta escalada nuclear en una zona tan estratégica y en manos
de unos regímenes potencialmente inestables y tan proclives a intercambiar
conocimiento nuclear, y aquí nos referimos no solo a Irán, sino también a Pakistán y
Corea del Norte. No es difícil imaginar que Egipto, Turquía y Arabia Saudí serían los
siguientes candidatos a engrosar el selecto club de Estados nucleares.
Así, el efecto inmediato previsible, seria la proliferación nuclear en tan importante
zona estratégica. Pese a los intentos de la comunidad internacional para impedir que
Irán desarrolle capacidad nuclear militar, es preciso reconocer que aquellos vienen
siendo infructuosos. De hecho, Irán aduce en su defensa ante la comunidad
internacional, la capacidad nuclear para fines militares de no pocos países de la
zona, como son, Israel, India, Paquistán y Corea del Norte.
Adicionalmente, hay que tener presente en el caso de la India, que Estados Unidos
ha firmado un acuerdo de cooperación en materia nuclear y que, probablemente, en
respuesta a este hecho, China está intentando firmar otro similar, con Paquistán.
Estados Unidos, que podría ser el único interlocutor creíble en cuanto al uso de las
sanciones o de la fuerza, no parece en disposición de negociar con Irán. En cuanto a
las sanciones, es sabido que ya las viene aplicando unilateralmente y en lo que se
refiere al uso de la fuerza, no parece viable mientras la situación en Irak siga
deteriorándose.
Europa, como ya se analiza más detenidamente en otro capítulo de esta Monografía,
ha intentado hasta la fecha ser un interlocutor y, en algún momento, se tuvo
esperanza de reconducir la situación, pero finalmente existe la impresión de que Irán
ha aprovechado su influencia en la situación de Irak y Líbano, para ganar tiempo en
el proceso negociador. Y la Unión Europea ha perdido una extraordinaria ocasión,
de mostrarse con voz única y propia que cimentara una verdadera política exterior y
de seguridad y defensa.
Las salidas de la crisis
Ante la transferencia de tan grave asunto al Consejo de Seguridad, se plantean
varias opciones si bien, cabe cuestionarse inicialmente, si existen razones para ello,
cuando de la información suministrada por la AIEA, se desprende que las
actividades realizadas no son ilegales y no se ha demostrado la militarización final
del programa. Además, en la conjetura de que tal posibilidad entrase en el mundo de
lo realizable y de la lógica, el Consejo difícilmente argumentaría la imposición de
sanciones por actividades al menos hasta el momento no “ilegales”, aún cuando se
haya producido algún incumplimiento.
En todo caso, se plantean las siguientes opciones:
− Realizar un llamamiento urgente para que Irán cese en sus actividades de
enriquecimiento de uranio y encargar, una vez más, a la referida Agencia Atómica
para que informara de su cumplimiento. Ello diferiría y alargaría el procedimiento,
sin implicar al propio Consejo.
− Imponer sanciones económicas a Irán, uno de los mayores productores de
petróleo del mundo. Ello tendría graves repercusiones sobre los países
compradores y sobre la economía mundial, al provocar un encarecimiento mayor
del crudo. Adicionalmente a lo apuntado con anterioridad, la oposición de China y
Rusia a la imposición de sanciones a Irán, hace bastante improbable el éxito de
estas medidas en el Consejo. De un lado Rusia y China son en estos momentos
buenos socios comerciales de Irán, que ante el vacío de occidente se ha volcado
hacia el Este en sus relaciones económicas. Por otro lado, tampoco al conjunto de
Occidente le interesa un empeoramiento de las relaciones con Irán, que sigue
siendo un importantísimo suministrador de crudo y gas natural.
− Aprobar una opción militar, justificando la decisión iraní para impulsar más aún su
programa nuclear y frenar una futura escalada nuclear. Esta es una opción poco
probable y los resultados, suponiendo que pudieran ser positivos para la
tranquilidad internacional, siempre serían los impuestos por los vencedores y su
vigencia sería corta; existiría también la opción de la seria advertencia, si se
continúan violando las salvaguardas, con “atenerse a las circunstancias”, dejando
la salida a una posible acción unilateral o de una coalición de fuerzas. Peor sería
que pudiera inducir a Israel a lanzar su propio ataque sobre las instalaciones
nucleares iraníes bajo el pretexto de que constituyen una amenaza directa para
su seguridad nacional.
Ante estas opciones, lo deseable es mantener la crisis en el campo político, pues
solamente una solución negociada, mediante la vía diplomática, puede tener visos
reales de salida temporal de una crisis que se puede encauzar, pero que no tiene
claras soluciones.
Si bien es cierto que Irán con armas nucleares en su poder no resulta fiable para la
comunidad internacional, y que ello repercutirá en el futuro en un incremento de
Estados nucleares, lo que incuestionablemente incrementará los riesgos en la región
y en el entorno mundial, también lo es, el que otros países también disponen
legalmente o no, de ese tipo de armamento. Y al fin y al cabo la Historia enseña que
cuando la bipolaridad enseñoreaba las relaciones internacionales, los episodios de
crisis, con el transfondo del arma nuclear, se fueron superando.
El problema de la energía y quizás también, el problema de los fundamentalismos,
como decíamos en los inicios del presente artículo, van a regir el orden internacional
en los próximos decenios. Pero más que “crisis de civilización” propiamente dicha,
las dificultades que plantea el cambiante mundo contemporáneo no admiten una
espera ilimitada.
En línea con la afirmación de Conte de que “sólo se destruye lo que se reemplaza”,
dada la conflictividad intríinseca de la zona en la que se encuentran los países
productores mediorientales, quizá Occidente debería promover un nuevo orden
institucional que supere el actual, para el desarrollo de las relaciones
internacionales, basado en un nuevo modelo de equilibrio, y potenciar
paralelamente, hasta el extremo, la investigación en fuentes alternativas de energía.
Y el hidrógeno es una de ellas.
En el caso de un devenir negativo en Irán, España debería estar atenta a que la no
deseada y eventual proliferación nuclear, llegara a Argelia, si este país se considera
afectado por una decisión egipcia en el mismo sentido.
Y en última instancia, y con ello concluimos, a muy largo plazo no debería
descartarse algún tipo de entendimiento irano-israelí, sobre todo en el caso de un
desarrollo controlado en el devenir del Oriente Medio.
COMPOSICIÓN DEL GRUPO DE TRABAJO
D. CELESTINO SUÁREZ GONZÁLEZ
Diputado del Grupo Socialista.
D. MANUEL SOLANA CORTÉS
General de División Subdirector General de Reclutamiento.
D. CARLOS BÁRCENA PORTOLÉS
Embajador.
DÑA. ELVIRA RAMÍREZ NÚÑEZ DE PRADO
Directora de la Oficina Modernización Administración Militar.
D. FERNANDO GONZÁLEZ GARCÍA
Director General del Instituto Nacional de Técnica Aereoespacial.
D. ANTONIO MARTÍNEZ GONZÁLEZ
Profesor Economía de la Universidad Rey Juan Carlos.
D. JUAN ÁNGEL ORTIZ OLIVAS
Presidente Unión de Periodistas.
CAPÍTULO SEGUNDO
LA SITUACIÓN DE SEGURIDAD EN IRÁN Y LA INFLUENCIA DE LAS GRANDES POTENCIAS:
ESTADOS UNIDOS, RUSIA Y CHINA
LA SITUACIÓN DE SEGURIDAD EN IRÁN Y LA INFLUENCIA DE LAS GRANDES POTENCIAS:
ESTADOS UNIDOS, RUSIA Y CHINA
Introducción
En enero de 2006, el Gobierno iraní decidió reiniciar los trabajos para el
enriquecimiento de uranio. A partir de ese momento se ha generado una crisis
internacional de imprevisibles consecuencias tanto en términos de seguridad como
en el de las relaciones internacionales. Dejando al margen el papel jugado –más
voluntarista que otra cosa- por la Unión Europea, los principales actores que se
mueven en este escenario tienen intereses muy diferentes.
Para Estados Unidos, el intento de realineamiento del equilibrio de poder en Oriente
Medio por parte de Irán representa en la actualidad la mayor amenaza para sus
intereses. Y no sólo por el apoyo material que Irán viene dando a grupos como
Hezbolá, Hamás y la Yihad Islámica.
Ante esta situación, ha reaccionado de forma particularmente agresiva. La inclusión
de Irán en “el eje del mal”, sus confesados intentos de promover un cambio de
régimen en Teherán y la posibilidad de una intervención militar selectiva son factores
que no dejan margen de negociación. Las posibles sanciones por parte del Consejo
de Seguridad tampoco parecen ser la solución y es evidente que la sensación de
“asfixia” que Irán sufre al verse rodeado por regímenes pronorteamericanos y bases
militares estadounidenses son factores que guían los esfuerzos iraníes para
conseguir el arma nuclear, que pueda servir de argumento disuasorio ante Estados
Unidos.
Rusia tiene la voluntad de intervenir activamente en la resolución política de la crisis,
pues esto serviría a sus intereses estratégicos (el que sus vecinos no dispongan de
armamento nuclear), geopolíticos (áreas de influencia rusa en la región) y
económicos (planta nuclear de Bushehr, sectores del gas y del petróleo, industria
militar, etc.). Para ello, Moscú apuesta por mantener la discusión dentro de la
Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA), desactivando el papel del Consejo
de Seguridad, cuya intervención está sin duda radicalizando la postura de Teherán,
actuando además como “amigable componedor”, intentando por una parte frenar la
incontinencia verbal y creciente beligerancia del presidente Ahmedineyad y por otra
dejando entender que se opondría a una intervención militar o incluso a la
imposición de sanciones económicas, sobre todo si cuenta con el apoyo de Pekín.
China es el tercer gran actor en esta crisis, que le afecta como comprador e inversor
de primer orden en el sector energético que desarrolla Teherán y como miembro
permanente del Consejo de Seguridad. La postura conciliatoria china, envuelta en
pragmatismo, esconde una clara inquietud por el futuro de los importantes intereses
invertidos en Irán como parte de una estrategia geopolítica de largo alcance.
Para China, la existencia de un Irán con poder nuclear de uso civil es algo asumido y
la eventual posibilidad de un arma atómica algo con lo que podría convivir, confiando
en el nuevo realismo de los Estados que tienen poder nuclear pero que jamás lo han
utilizado militarmente.
Estados Unidos e Irán, de aliados estratégicos a una enemistad profunda
Antecedentes
Estados Unidos nunca entendió, en el diseño estratégico que había realizado para la
región, que los valores democráticos occidentales nunca prendieron en una
sociedad musulmana –si exceptuamos Turquía, que tampoco es una democracia
completamente occidental en el sentido europeo y norteamericano- y que la
sociedad iraní iba a reaccionar con un rechazo tan radical a las políticas
emprendidas por el sha. Aparte de estas consideraciones políticas, no debemos
olvidar que el régimen iraní empleó la violencia y la fuerza para llevar a cabo sus
reformas, utilizando las arbitrariedades judiciales, la tortura, el asesinato político y
otras formas de coacción para imponerse en una sociedad reacia a los cambios.
La elevación de los precios de los productos petrolíferos significó quintuplicar el
Producto Interior Bruto (PIB) iraní en los años 1972-1977 y permitió al sha, en pleno
optimismo, continuar con su proceso de modernización. Una idea desbocada pero
también megalómana que pretendía convertir a Irán en quinta potencia mundial en
tan sólo un cuarto de siglo. Así se explica que Irán encargara centrales nucleares o
que viviera de forma creciente de las importaciones de productos extranjeros.
Mientras tanto, la sociedad sufría una profunda conmoción; la riqueza derivada del
petróleo se repartió muy mal y, sobre todo, se demostró efímera puesto que la
inflación, provocada por la gigantesca inyección de capitales, acabó por deglutirla.
La mayoría social iraní seguía ajena a las reformas llevadas a cabo por el sha y los
sectores religiosos continuaban criticando los cambios, que los consideraban ajenos
a sus usos sociales y a la identidad nacional persa.
Los iraníes, tal como se pudo contemplar a través de la primera revolución mediática
retransmitida a todo el mundo con todo lujo de detalles a través de nuestros
televisores, se echaron a la calle masivamente y el régimen se mostró incapaz de
entender nada, contestando con las armas de siempre: la brutalidad y la fuerza.
Estados Unidos lejos de apartarse de la deriva sanguinaria del monarca, al que
criticaron tímidamente y en el último momento, siguieron apoyando al sha y no
buscaron algún tipo de acuerdo con la oposición democrática que comenzaba a salir
de las “catacumbas”.
Jomeini llegó a Irán el 31 de enero de 1979 y 11 días más tarde el régimen se
derrumbaba. El 11 de febrero de ese mismo año se promulga la República Islámica
de Irán, que se caracterizaría por la intervención de los jerarcas chiíes en la vida
política del país a través del principio de velayet-e-faqih (rol de la jurisprudencia
islámica). La dialéctica y el discurso de los nuevos líderes se caracterizaron desde
sus orígenes por un tono radical y exaltado, claramente antioccidental y
antinorteamericano. Israel, para los nuevos líderes iraníes, era la “entidad sionista” a
“destruir” y “borrar del mapa”, una retórica que serviría para movilizar a los iraníes y
que sería y será utilizada por el régimen durante toda su existencia.
El 1 de noviembre de 1979 el nuevo líder de Irán, el ayatola Rujola Jomeini lanzó a
su pueblo a manifestarse contra intereses de Estados Unidos e Israel. El 4 de
noviembre la Embajada estadounidense fue rodeada por un grupo de alrededor de
500 estudiantes iraníes (aunque los números varían entre 300 y 2.000) que se
dieron a conocer como los discípulos del Imam. Los 90 moradores de la Embajada
fueron secuestrados y los 52 americanos fueron hechos prisioneros.
Los revolucionarios exigieron que el sha fuera devuelto a su país para ser sometido
a juicio. En la actualidad, se considera que la toma de los rehenes no es debida
tanto a un acontecimiento específico como a un acto de demostración que el nuevo
Gobierno iraní era capaz de oponerse Estados Unidos. A partir de la toma de la
Embajada, Jomeini comenzó a denominar a Estados Unidos como el “Gran Satán” y
el enemigo número uno del pueblo iraní.
En el año 1980, la muerte del sha (el 27 de julio) y la invasión de Irán por parte de
Irak en septiembre hicieron a Irán más propenso a la resolución de la crisis de los
rehenes. Finalmente, los rehenes fueron liberados nada más llegar Reagan a la
Presidencia de Estados Unidos y tras más de 444 días de cautiverio en Irán. Sin
embargo, la crisis entre Estados Unidos e Irán lejos de aminorarse pasaba tan sólo
una página más y las relaciones entre ambos países siguen desarrollándose en un
ambiente de tensión y una escalada dialéctica de impredecibles resultados.
En términos estratégicos, la crisis de Irán con su vecino iraquí (1980-1989)
constituyó un nuevo capítulo en el largo desencuentro con Estados Unidos, ya que
Washington junto con Francia apoyaron abiertamente y con ingentes cantidades de
material militar al régimen de Sadam Hussein contra los iraníes, siendo los dos más
importantes proveedores de Irak en el conflicto. Irán nunca olvidaría esta guerra, que
aportaría nuevos mártires al fanatizado régimen iraní y le aportaría una legitimidad y
una cohesión de la que no gozó en sus primeros años. La paradoja de la política
exterior norteamericana en la región es que siempre consigue los resultados
opuestos de lo que realmente desea obtener. A mayor presión sobre Teherán,
mayor fortaleza del régimen de los ayatolas. Y mayor debilidad, por ende, también
de la oposición democrática iraní, vista como una aliada de Washington y los
occidentales, es decir, unos “traidores” en la jerga del régimen.
La presidencia de Akbar Hashemi Rafsanjani (1989-1997) defraudó notablemente
las expectativas internas y externas depositadas en el nuevo mandatario tras la
desaparición de Jomeini. El largo mandato, de ocho años, no significó grandes
cambios ni produjo reformas espectaculares en el régimen. Su Presidencia estuvo
caracterizada por un conservadurismo en las formas y en la retórica, importantes
avances en la reconstrucción del país tras la guerra y una cierta apertura hacia el
exterior, pero sobre todo hacia los países árabes, que habían apoyado activamente
a Sadam Hussein en la guerra contra Irán, Rusia, China y la misma Unión Europea,
cuyos Estados miembros no ocultaban sus deseos de hacer negocios con el
superpoblado Irán. Sin embargo, en materia de derechos humanos y libertades
fundamentales no se apreciaron cambios significativos, pues el país siguió estando
en el punto de mira de Amnistía Internacional y otras organizaciones.
Fruto de esta inercia y el escaso deseo de cambio, un importante sector social iraní
que había nacido y crecido después de la revolución islámica comenzó a mostrar
señales de cansancio y deseos de abandonar el inmovilismo, sobre todo en las
aulas universitarias y en los sectores universitarios mejor formados. Esta sensación
de vacío, de ausencia de libertades y de expectativas, provocaría a finales de los
años noventa la llegada al poder de un candidato presidencial reformista,
Mohammad Kathemi, quien estuvo en el poder entre 1997 y el 2005.
La Presidencia de Kathemi, de quien se esperaban las ansiadas reformas y los
grandes cambios, provocó tensiones y un cierto debilitamiento de un régimen que no
respondía a las expectativas de sus ciudadanos. A partir del año 1999, y sobre todo
tras dos años de una política interna carente de contenidos y ansias renovadoras, se
suceden las protestas en el país y los estudiantes universitarios se lanzan a la calle
contra el régimen, solicitando mejoras y demandando cambios y reformas políticas.
Las protestas se reproducirían hasta el año 2003, donde alcanzaron su máxima
virulencia y, por primera vez en mucho tiempo, se detecta el nerviosismo de un
régimen que se mostraba incapaz de reformarse a sí mismo y oír las demandas de
una población joven cansada ante la falta de expectativas profesionales y sociales.
La brutal represión ejercida contra los manifestantes ponía punto y final a la tenue
“primavera iraní” y significaba de hecho el fracaso del experimento reformista de
Kathemi. Instalado en posiciones numantinas, convirtiendo a Estados Unidos, Israel
y Europa en sus principales enemigos retóricos, con sus “corrompidos” e
“inaceptables” valores, como los derechos humanos, el liderazgo islamista se cerró
ante toda posibilidad de reforma y sentó los límites para cualquier cambio futuro. No
hubo grandes sorpresas, la frustración del país se materializó en el regreso a los
planteamientos más radicales de la revolución islámica, en el fácil recurso del
integrismo más fundamentalista.
En el plano exterior la llegada de Ahmadineyad no significó grandes cambios, sino
más bien la continuación de la línea fundacional del régimen legada por el ayatola
Jomeini y la consolidación del tono antioccidental, antiisraelí y antiamericano del
discurso oficial de Irán. Nada nuevo, desde luego, bajo el sol, sino la legitimación a
través de un discurso movilizador “anti” que no ofrece respuestas a los nuevos retos
y desafíos que tiene el régimen; el nacionalismo se convierte así en la principal
fuente de movilización frente a los llamados a la reforma y al cambio de los sectores
menos inmovilistas, cada día más aislados y debilitados políticamente.
Situación actual
La falta de previsión de la actual Administración norteamericana y su escaso ímpetu
en impulsar un proceso de paz para la región, que ha provocado la actual escalada
en los enfrentamientos entre palestinos e israelíes y la difícil situación en el Líbano,
ha colocado a todo Oriente Medio en su peor momento desde el año 1991, en que
comenzó la Conferencia de Madrid. A este escaso deseo por encontrar soluciones
políticas a los problemas de la zona, se le viene a unir la desastrosa y desafortunada
intervención norteamericana en Irak, coronada con todo un rosario de fracasos
políticos y una guerra civil que nadie se atreve al día de hoy a denominar como tal.
En este contexto de absoluta inacción y ausencia de una estrategia política para
Oriente Medio, Irán ha ganado terreno y se ha convertido en un importante actor
político que opera en todo Oriente Medio, desde Irak hasta el Líbano, pasando por
los territorios poblados por los palestinos y los Estados del Golfo. Además, los
grupos terroristas Hizbolá y Hamás se han convertido en dos actores manejados
por Irán y Siria, que no desdeñan en sus acciones el terrorismo y la permanente
provocación al Estado hebreo, visto como una prolongación más del poder
norteamericano en la región. Son parte de la estrategia desestabilizadora iraní para
Oriente Medio, un proyecto político con el que Irán pretende convertirse –si no lo es
ya- en un actor regional de peso y con capacidad de influencia en el diseño final
para la zona.
Por último, el denominado “proyecto nuclear iraní”, que ha cosechado la condena
unánime de la Unión Europea y Estados Unidos, vuelve a mostrar a las claras la
determinación iraní de jugar un rol importante y activo en Oriente Medio, así como su
capacidad por desarrollar un proyecto tecnológico de amplio calado al margen de las
grandes potencias. En cualquier caso, a corto plazo no parece que vaya a implicar
grandes problemas, pues Irán quizá todavía esté lejos de desarrollar completamente
el programa. Sin embargo, el problema sigue presente en las agendas de nuestras
cancillerías y nadie oculta, dado el viraje radical de la actual Administración iraní, su
preocupación ante la escalada retórica y política, de impredecibles consecuencias,
emprendida por Ahmadineyad.
La gran duda reside en saber si Estados Unidos, y en la misma medida Israel,
podrán permitirse a la larga el mantenimiento de dichos planes nucleares o, por el
contrario, si no estaremos abocados en el futuro a una dinámica de confrontación
entre ambos polos que volverá a traer más inestabilidad e inseguridad, si cabe, a
esta abatida zona del mundo. La enemistad, por no decir rivalidad estratégica, entre
Teherán y Washington es tan profunda que la posibilidad de un conflicto no debe ser
una hipótesis a descartar, sino un escenario a tener en cuenta y analizar en
profundidad. No obstante, pese a todo, el reciente giro político operado en Estados
Unidos, que pone en entredicho su política exterior y la presencia militar de este país
en Irak, puede llevar a cambios inesperados y a enfoques distintos acerca de los
grandes contenciosos que amenazan a la paz y a la seguridad regional.
Rusia e Irán: de la “luna de miel” al recelo y la distancia
Antecedentes
Irán ha representado para Rusia no solamente un vecino con el que comparte
problemas y comunidades, sino también un atractivo aliado y un lucrativo mercado.
Un país ideal para sacar beneficios económicos a través de venta de armas y
tecnología y un “socio” apropiado para ampliar sus ambiciones geopolíticas y
contrapesar el poder de Estados Unidos. El régimen de Teherán se ha convertido,
especialmente desde la disolución de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas
(URSS), en una parte crucial de la estrategia rusa hacia lo que denomina Euroasia
(extranjero cercano), su esfera de influencia natural. No ha sido hasta muy
recientemente, quizá en los últimos diez o doce meses, que las autoridades de
Moscú han comenzado a percibir a Teherán como un posible (pero real) problema –
quizá incluso un rival geoestratégico-, lo que ha provocado un cierto distanciamiento.
La Revolución de 1979, seguida diez meses después por la invasión soviética de
Afganistán, no facilitó un acercamiento entre ambas naciones. No fue hasta la
década de los años noventa, después de la muerte del ayatola Jomeini, un
declarado anticomunista (quizá lo único en lo que coincidía con los sucesivos
inquilinos de la Casa Blanca), el final de la guerra entre Irán e Irak, la retirada
soviética de Afganistán en 1988-1989 y, por último, el colapso de la propia URSS,
que las relaciones ruso-iraníes entraron en una nueva etapa. Conscientes de sus
limitaciones, impuestas en gran parte por el embargo estadounidense, los líderes
iraníes reconocieron que carecían de capacidad para enfrentarse a la hegemonía
rusa y que, sin embargo, podían sacar más provecho de una actitud conciliadora y
cooperativa.
El verdadero punto de inflexión en las relaciones entre Rusia e Irán se produjo en el
año 1986 cuando los lideres iraníes optaron por abandonar cualquier tendencia al
aislacionismo e inician una política exterior basada en un enfoque pragmático de las
relaciones internacionales. Irán decidió ese año mejorar definitivamente sus
relaciones con el “Satán menos malo” firmando un amplio protocolo económico con
Moscú. El acuerdo estratégico satisfacía plenamente las ambiciones políticas de
ambos: de los nostálgicos rusos que querían recuperar el estatus de super potencia
de Rusia y de los ambiciosos ayatolás iraníes que soñaban con una incipiente
potencia regional.
Ante el miedo de ataques aéreos o con misiles de Estados Unidos o Israel contra
instalaciones claves, Teherán puso especial hincapié en tres programas: misiles
balísticos, armas químicas y biológicas, y un programa nuclear con posibles fines
militares. Moscú ayudó a los iraníes en los tres.
Los líderes rusos han mantenido desde el principio su derecho a asistir a Teherán en
el programa nuclear siempre y cuando se trate de un proyecto civil bajo supervisión
internacional y que cumpla las normas de la AIEA y lo estipulado en el Tratado de
No Proliferación Nuclear (NTP) del que es firmante. La concreción de esta
cooperación se produjo en 1995 con la firma de un sonado, muy criticado y
ambicioso acuerdo de ayuda atómica durante diez años. En mayo de 1995, el
presidente Yeltsin reconoce que el acuerdo firmado contenía tanto tecnología
nuclear de uso civil como militar. Sin embargo, se mostró dispuesto a separar ambas
cosas.
Poco después, el Gobierno ruso reconoció que el proyecto estaba en “suspenso”
ante la falta de financiación y de la conclusión de algunos aspectos de los acuerdos
comerciales con el Organización Internacional de la Energía Atómica (OIEA). A
pesar de ello, en octubre de 1997, entre 200 y 300 técnicos rusos se encontraban en
Irán completando la evaluación técnica de la situación de Bushehr, aunque ninguna
parte del reactor había sido enviada.
El único problema existente seguía siendo el rechazo iraní a las propuestas rusas
sobre el retorno del combustible utilizado y la negativa de Moscú a vender plantas de
enriquecimiento de uranio, ante la presión de Washington que hacía de este asunto
un tema capital. En junio de 2003, el Gobierno ruso –más preocupado por no perder
el contrato nuclear que otra cosa– ofreció de nuevo garantizar las entregas de
combustible nuclear independientemente de que Irán firmara el “Protocolo
Adicional”, una de las demandas de la OIEA, pero condicionándolo a que Teherán
se comprometiera a devolver los residuos a territorio ruso. Esta condición impuesta
por Moscú produjo que los clérigos iraníes, en vez de olvidarse del proyecto,
buscaran otro aliado. Lo encontraron en China, ávido de recursos energético para
mantener su fuerte crecimiento económico y con pretensiones también de colocarse
en un lugar privilegiado dentro del prestigioso club de los países nucleares (4). El
distanciamiento se hizo ya patente.
Las cifras demuestran claramente que Moscú tiene mucho que perder en el caso de
que se impongan sanciones contra el régimen de Teherán. Al contrario que otras
naciones que dependen del petróleo y gas iraníes, Rusia mantiene un balance
comercial claramente favorable y, por tanto, cualquier sanción contra este país
acarrearía importantes pérdidas económicas. Según los datos oficiales rusos, el
comercio bilateral había ido creciendo desde la firma del acuerdo de cooperación
nuclear del año 1995. El crecimiento de sus exportaciones a Irán ha sido
4 Un ejemplo de esta nueva relación chino-iraní es la inversión de 20 millones de dólares aprobada en 2005 a la empresa china Zhuhai Zhenrong – la más importante realizada por un país extranjero desde 1999 – para el desarrollo de la industria de gas licuado. Perkovich, George and Manzano, Silvia, “Iran gets the bomb – then what?”, en en Getting Ready for a nuclear-ready Iran, Octubre 1995, The Strategic Studies Institute, consultado el 07/10/06 en http://www.strategicstudiesinstitute.army.mil Pág.183. China es actualmente el segundo importador de petróleo iraní (242 millones de barriles diarios, 6,7 % del total) por detrás solo de Japón (531 millones de barriles diarios, 9,9%) y delante de Italia (188, 8,8), Corea del Sur (155, 5,4%), y Francia (76, 3,3 %).
exponencial con un incremento del más del 700% (de 249 millones de dólares a
1.927 millones) entre los años 1995 y 2005, año en el que representaron cerca del
1% del total de las ventas rusas al exterior.
A pesar de estas consideraciones económicas y con el tema iraní en la agenda del
Consejo de Seguridad, Moscú lanzó en el 2005 una iniciativa diplomática destinada
a superar el punto muerto en que se encontraba en asunto y evitar, al mismo tiempo,
sanciones o una posible acción militar. La propuesta rusa proponía superar el
escollo del enriquecimiento de uranio con la creación de una empresa conjunta con
los iraníes para este propósito. Teherán no estaba dispuesto a conformarme con
nada que no fuera el total control del ciclo atómico por lo que su respuesta fue por la
vía de los hechos consumados. El 11 de abril de 2006, confirmó haber logrado
enriquecer uranio con éxito lo que le introducía directamente en el prestigioso y
reducido club de los países nucleares (5).
Situación actual
El decidido y entusiasta respaldo de Rusia a los programas de rearme y desarrollo
nuclear iraníes durante la década de los años noventa han pasado poco a poco a
mitigarse ante el creciente recelo de las altas esferas del Kremlin que han iniciado
una maniobra para colocarse cuidadosamente entre Teherán y Occidente
(Washington y la Unión Europea), sin abandonar claramente el lado iraní pero
dejando al descubierto unas relaciones cada vez más complicadas y borrascosas.
La dubitativa posición rusa de los últimos meses – al negarse a sancionar
abiertamente a Irán pero denunciando su actitud beligerante - parece evidente que
tendrá que terminar muy pronto. Los responsables del Gobierno ruso son
conscientes de que deben oponerse a un Irán nuclear no sólo por el interés general
sino por sus propios intereses nacionales. Un país islámico revolucionario con el
arma atómica en sus manos representa una importante amenaza para Moscú a
diversos niveles. Desde el colapso total de régimen de no proliferación que
5 Para más detalles sobre la propuesta rusa se puede consultar Sakov, Nikolai, “The prospects of russian mediation of the Iranian nuclear crisis”, February 17, 2006, en http://cns.miis.edu/pubs/week/060217.htm.
desencadenaría una nueva carrera armamentista sin control en Oriente Medio (6) y
Asia Central, hasta una brusca caída de su influencia política entre países de la
región que podrían reconocer a Irán como el único “contrapeso” a la “dañina e impía”
influencia estadounidense y un modelo a imitar a medio plazo (7).
Por otra parte, es evidente que el Kremlin no desea que Irán se convierta en
potencia nuclear porque ello añadiría mayor inestabilidad a la región, y alimentaría
los mismos deseos atómicos de sus vecinos caucásicos. La firme oposición a un Irán
nuclear también reportaría beneficios políticos a Moscú frente a Estados Unidos y la
Unión Europea, que al igual que él –especialmente en el caso del Viejo Continente–
buscan estabilidad y no nuevos focos de tensión. Con esta perspectiva como
panorama y aunque frustrado, el presidente Putin parece no tener otro camino que
abandonar definitivamente su respaldo incondicional a Irán, si los ayatolás
mantienen sus aspiraciones nucleares en desafío a la comunidad internacional, y
tomar partido definitivamente por la postura defendida por Occidente. Algunos
quieren creer que Moscú ya ha tomado esta decisión pero es consciente de que
debe escenificarla adecuadamente para evitar las iras de su población islámica y de
muchos países árabes que no pueden criticar a Irán en este aspecto mientras Israel
tenga la bomba atómica y siga oprimiendo a los palestinos (8).
A finales del año 2006 se producirá otro momento crucial en esta larga historia, al
tener que considerar el Kremlin si pone en marcha el reactor de Bushehr que, en
teoría, estará finalizado en diciembre. Moscú cuenta con poco tiempo para decidir si
sigue adelante con esta operación, que requiere no solo el consenso y aprobación
del Gobierno de la República Islámica sino la supervisión de los técnicos de la OIEA
y el envío de combustible atómico –otra operación muy sensible para Washington.
6 Desde el año 2000, Rusia ha iniciado negociaciones sobre cooperación nuclear con destino civil con Siria y Egipto aunque en ambos casos las conversaciones no hayan prosperado mucho. Bowen Wyn y Kidd, Joanna, “The nuclear capabilities and ambitions of Iran´s neighbours” en Getting Ready for a nuclear-ready Iran, Octubre 1995, The Strategic Studies Institute, consultado el 07/10/06 en http://www.strategicstudiesinstitute.army.mil. Pág.34 y 62. En marzo de 2004, Irán y Siria firmaron también un acuerdo de cooperación militar y defensiva cuyos detalles son desconocidos. 7 Para más información puede consultarse también Freedman, Robert, “Putin and the Nuclear Weapons Issue”, Problems of Post-Communism 53, Nº2 (March/April 2006), Pág. 39-48. 8 Arkov, Alexei, “Russia and the Iran nuclear crisis”, May 23, 2006, consultado el 08/11/06 en http://carnegieendowment.org/npp/publications/index.cfm?fa=view&id=18364.
Rusia, más que cualquier otro país, conoce las intenciones reales de Irán porque sus
técnicos nucleares han trabajado con los científicos iraníes durante muchos años.
Para ellos, no es un enigma que la intención de Teherán es obtener la bomba
atómica lo antes posible y a cualquier precio. El único camino que permitiría a Moscú
salir victorioso en esta encrucijada pasa necesariamente por algún gesto significativo
de Irán que en este momento tendría que ser algo más que declaraciones públicas.
Irán es perfectamente consciente del cambio de actitud de su antiguo aliado
incondicional y, por eso, intenta mantener sus declaraciones y posiciones públicas lo
más ambiguas posibles, el mayor tiempo. Mientras Putin no reconozca abiertamente
la naturaleza militar del programa iraní, será complicado que se avance en el camino
de las sanciones en el Consejo de Seguridad. Cualquier opción enfrentará al Kremlin
con los sinsabores de las responsabilidades que conlleva aspirar a ser una
superpotencia nuclear y la mala conciencia de haber alimentado un “monstruo” que
al hacerse mayor personifica todos los riesgos y amenazas que se querían combatir
al criarle.
República Popular de China: la gran beneficiada
Antecedentes
Las relaciones diplomáticas entre China e Irán tardaron cierto tiempo en
desarrollarse después del establecimiento de la República Islámica de Irán en marzo
de 1979. China acababa de iniciar la guerra con Vietnam y su principal preocupación
era la progresiva expansión de la influencia soviética en el sudeste asiático.
Jomeini tenía fuertes recelos frente a países que, como China, habían mantenido
intensas relaciones con el sha. Sin embargo, forzada por la preocupación sobre la
influencia soviética, fue China quien se esforzó en reestablecer las buenas
relaciones con Irán.
El inicio de la guerra irano-iraquí en septiembre de 1980 permitió a China
posicionarse como uno de los principales socios internacionales de Irán. Para China,
la mejora en las relaciones chino-iraníes incluyendo la venta de armas, servía a
intereses estratégicos, políticos y económicos. Si bien el liderazgo iraní había sufrido
un vuelco radical, el interés objetivo de China en unas estrechas relaciones con Irán
continuaba siendo el mismo. Es más, como consecuencia de la invasión soviética de
Afganistán, aumentó el interés de China por fortalecer sus vínculos con Irán. A lo
largo de las décadas de los ochenta las relaciones diplomáticas se intensificaron y
en el año previo al alto el fuego de 1988, actuó como intermediario para resolver las
diferencias entre ambos.
El fin de las hostilidades no ralentizó el desarrollo de las relaciones chino-iraníes. La
exportación de armas de China a Irán se mantuvo y se amplió más allá del
armamento convencional hasta incluir la cooperación en misiles balísticos, misiles
crucero avanzados y, posiblemente, apoyo en armas nucleares, químicas y
biológicas.
Sin embargo, los sorprendentes e inesperados cambios del panorama internacional
a comienzos de los años noventa modificaron en gran medida el interés para China
de las relaciones con Irán. El comercio de armas disminuyó, pero China ha
continuado proporcionando a Irán tecnología y armamento sensible. Esta aportación
incluye tanto transferencias de tecnología como elementos de doble uso y apoyo
científico que resultan difíciles de controlar. Este comercio puede contribuir
significativamente a que Irán desarrolle una capacidad autónoma para producir y
desplegar tanto armamento convencional como armas de destrucción masiva.
Entre el año 2001 y el 2003 China ha supuesto casi el 50% del aumento del
consumo mundial de petróleo y el 60% del incremento de las importaciones
mundiales de crudo en 2003; durante el último decenio China ha duplicado su
consumo de petróleo mientras que su producción interna ha crecido apenas un 20%.
La capacidad generadora de energía nuclear en China es en la actualidad de 8.700
megavatios, sólo el 2% por ciento del consumo anual, y se obtiene mediante nueve
reactores nucleares operativos. A finales de este año entrará en producción el mayor
reactor nuclear del país, la planta Tianwan, en la provincia de Jiangsu, y la
capacidad nuclear de China alcanzará los 9.100 megavatios.
La estrategia energética nacional de China ha apostado fuertemente por la
consecución para el año 2020 de una capacidad de generación de alrededor de
40.000 megavatios, o lo que es lo mismo, el 4% del total de la producción nacional,
lo que obligará a construir cada año al menos un reactor nuclear con una capacidad
de 1.800 megavatios.
La colaboración en proyectos de investigación nuclear se inició probablemente a
mediados de los años ochenta. En el año 1985 China e Irán firmaron un acuerdo
sobre reactores e instalaciones de reactores que China no reconoció oficialmente.
Se cree que la cooperación en esta primera época incluyó el complejo nuclear de
Ispahán, que comenzó a operar en 1984 aunque no fue declarada como instalación
nuclear hasta 1992, tras una inspección del OIEA.
En el año 1985 la República Popular China pudo haber suministrado dos reactores
de prueba para esa instalación (un reactor miniatura de neutrones de 27 kilovatios y
un reactor de agua pesada). Adicionalmente unos 15 ingenieros nucleares de la
central de Ispahán fueron entrenados en China entre 1988 y 1992.
En el año 1991 se divulgó que China e Irán habían alcanzado un acuerdo dentro del
cual China vendería un reactor de investigación (20-30 megavatios) para ser
instalado en Ispahán. Según el Ministerio de Defensa de Estados Unidos este
reactor podría ser utilizado dentro de un programa de armamento nuclear.
Tras años de negar la existencia de cualquier forma de colaboración nuclear con
Irán, en noviembre de 1991, el ministro de Asuntos Exteriores admitió la firma de
contratos entre empresas chinas e iraníes para el suministro de los reactores y de un
calutrón, si bien insistiendo en la finalidad exclusivamente pacífica del uso previsto y
en la disponibilidad a ser puestas bajo control de la AEIA.
La inspección de la AIEA en el año 1992 corroboró la información china y este
organismo no consideró que el proyectado reactor de 20 megavatios pudiera
producir cantidades significativas de material nuclear para uso militar. La
desconfianza estadounidense y la consiguiente presión de Washington sobre Pekín
llevó al Gobierno chino a cancelar en octubre de 1992 su colaboración con el
proyecto del reactor iraní alegando “razones técnicas”.
No obstante la colaboración nuclear chino-iraní continuó a una escala menor,
incluyendo la venta de uranio enriquecido; finalmente la presión estadounidense
para proceder a la ratificación del Acuerdo de Cooperación Nuclear Pacífica entre
Estados Unidos y China, llevó al gobierno chino a suspender en el año 1997 toda
actividad de colaboración nuclear con Irán.
Situación actual
La política exterior china en la actualidad se inspira en la teoría del “ascenso
pacífico”, según la cual China aspira a conseguir una posición de liderazgo en el
panorama internacional en un sistema internacional basado en la cooperación entre
los países, la no ingerencia en las políticas nacionales, y el establecimiento y
mantenimiento de un orden internacional articulado en torno a políticas de desarme
y colaboración.
Algunos de los aliados de la República Popular China, especialmente en África y en
Suramérica, son política y/o económicamente inestables, lo que puede llevar a
desequilibrios inesperados en las relaciones exteriores. La idea de que la República
Popular China haya proporcionado a Pakistán tecnología para una mayor potencia
nuclear puede hacer sus relaciones con Estados Unidos, Gran Bretaña e India más
difíciles. La política exterior china de “neutralidad” reconoce el derecho de cada
estado a su propio sistema político, considerando las inversiones económicas como
algo beneficioso para cualquier estado extranjero con independencia de su política
interna.
Mientras que otros países insisten en la necesidad de unos valores e ideales
universales, tales como los derechos humanos y la democracia, el desinterés de
China por estos aspectos de la política de otros países hace que se responsabilice a
la República Popular China de contribuir a mantener en el poder a regímenes
represores como el de Zimbabue y a impedir acciones efectivas contra el genocidio
en Sudán.
La economía de China depende extraordinariamente de las exportaciones y de las
inversiones extranjeras. Estas inversiones y el sector exportador suponen,
conjuntamente, alrededor del 80% del PIB nacional. El aumento continuado de las
inversiones puede generar a corto plazo excesos de producción y deflaciones,
mientras que el aumento de las exportaciones es una fuente casi segura de
fricciones comerciales y tendencias proteccionistas.
China ha centrado su estrategia de defensa en la proyección de su potencial
marítimo y en el aumento de las opciones de fuerza contra Taiwan, al tiempo que
moderniza sus Fuerzas Armadas. No obstante China nunca ha tenido una política
militar expansionista, y parece muy improbable que, por rivalidades estratégicas con
sus vecinos, ponga en peligro el crecimiento económico. Respecto de Taiwan, todo
parece indicar que se busca mantener el statu quo desde una posición de fuerza.
La crisis de Irán, además de repercusiones para el equilibrio nuclear mundial
semejantes a las de la crisis de Corea, tiene además, por todo lo expuesto hasta
aquí, implicaciones geopolíticas sin parangón y afecta a Oriente Medio, a Europa y a
la región de Asia-Pacífico. Dificultades en el suministro de hidrocarburos a China y a
Japón, agravarían su ya tensa relación bilateral.
Un conflicto armado con Irán o un cambio de régimen promovido desde el exterior
afectaría a los contratos de Pekín, pero permitiría a China negociar como
intermediario dada la dependencia de Estados Unidos del apoyo financiero chino.
Sin embargo, a Pekín no le conviene un nuevo compromiso sin salida en Irán de
Estados Unidos al estilo de Irak.
Una crisis abierta reforzaría los lazos de Pekín con varias regiones ricas en energía;
entre otras, América Latina, donde se haría inevitable la apertura de otro escenario,
indefinido aún, de competencia chino-estadounidense. Además, un eventual
entrampamiento estadounidense en Irán, como en Irak, no le sirve a Pekín, que
debiera ser tomado en cuenta en los asuntos de Oriente Medio.
Pekín está recurriendo al Derecho Internacional para gestionar la crisis iraní, pero
para que esto funcione y sirva a la comunidad internacional, su diplomacia debería
ser más activa que en su mediación con Corea del Norte: convencer al presidente
iraní, Ahmadineyad, de que rebaje el tono de su retórica y empiece a pensar en las
perspectivas de mejores bases materiales para los iraníes dentro de una Eurasia
más integrada y próspera.
En paralelo conviene tener presente que la prolongación de la situación puede
convenir tanto a Irán, a quien permite ganar tiempo (y tal vez algo más en un
programa militar nuclear más o menos avanzado) y apoyos internos, como a China
que no solo se asegura un suministro privilegiado de energía, sino que consolida su
papel internacional de alternativa a Estados Unidos por delante de sus vecinos
rivales, la India y Japón.
En esta situación de impasse Irán mantiene todas sus opciones de negociar (y vista
la experiencia coreana si avanza por la senda nuclear no parece que tenga nada
perder) y China no se desgasta. Es más en un hipotético escenario de Irán nuclear,
China, dadas sus alianzas y políticas internacionales podría hasta avanzar en su
estrategia de “ascenso pacífico”.
En resumen la crisis se mantendrá en la situación actual (es decir sin acuerdo sobre
las sanciones) hasta que algún cambio en el escenario internacional (la situación de
Estados Unidos en Irak, la obtención de capacidad nuclear de Irán o el desenlace de
la crisis de Corea) haga más interesante para Irán plantear otra vez la mesa de
negociación.
Medidas de presión sobre los “clientes” de Irán o un hipotético apoyo (¿militar?
¿transferencia de tecnología nuclear “pacífica”?) a sus rivales (y muy especialmente
a Egipto, Turquía y Arabia Saudí) tendrían tal vez una capacidad de convicción que,
de momento, las ofertas económicas no han alcanzado.
Conclusiones
Irán está decidido a desarrollar armamento nuclear y nada hasta ahora a hecho
mella en su propósito. Tal vez sea el momento de prepararse para “el después” y/o
iniciar programas de cooperación nuclear con fines pacíficos con otros países de la
zona.
Con un Irán nuclear, el escenario regional será completamente distinto para todos,
incluyendo aquí a Irak, Afganistán y los dos principales aliados de Estados Unidos
en la zona, Turquía e Israel.
En el tablero de Oriente Medio intervienen factores no sólo políticos, sino también
religiosos, étnicos y lingüísticos. La pobreza en la que anida el fundamentalismo
islámico convive con las mayores reservas de petróleo y gas.
El acoso a Irán reafirma sus señas de identidad nacional. Las posibles sanciones o
la confrontación complicarían aún más la situación. No admite discusión de su
derecho a la energía nuclear.
No habrá cambios en la postura de Irán hasta que no logre que su interlocutor
directo sea el gobierno americano. Sabe que el papel de gendarme mundial que
ostentaba Estados Unidos se está deteriorando rápidamente.
Estados Unidos sigue siendo un actor determinante, quizá el único con capacidad
para impulsar la resolución política de los conflictos que hay en la región, incluyendo
aquí al israelí.
La gran duda reside en saber si Israel aceptará el nuevo escenario geopolítico que
se crearía con un Irán con armamento nuclear y no se viera obligado a intervenir
mediante ataques limitados, aún sin autorización de Estados Unidos.
Estados Unidos necesita encontrar un modelo de negociación para Oriente Medio
que le permita salvaguardar su apoyo a Israel y mejorar su situación en Irak, e incluir
a la vez a Siria e Irán. Y sin el apoyo europeo.
Rusia puede ser el “intermediario” para lograr el dialogo y la negociación entre Irán y
Estados Unidos, quizás con participación de otros actores activos en la crisis, al
menos la Unión Europea.
Rusia tendrá una gran influencia, dada su relación con Teherán, pero tampoco será
tan determinante, aún es demasiado débil política y militarmente para frenar el
unilatelarismo de Washington.
Rusia está atrapada, no quiere un Irán nuclear, pero desearía continuar apoyando
un programa nuclear pacífico, al que ya ha contribuido notablemente. Ve en los
recursos energéticos de Irán y en su posible capacidad nuclear una competencia y
amenaza para sus áreas de influencia en la zona.
El papel de China en el mundo es cada vez mayor, pero no parece que vaya a
condicionar las acciones que se desarrollen en los próximos meses en la zona.
China intentará mantener la situación como está porque contribuye al debilitamiento
de Estados Unidos y refuerza su influencia. Un Irán nuclear no la preocupa y es la
gran beneficiada de la actual situación de conflicto larvado, que desea se alargue.
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The Central People's Government of People's Republic of China
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http://www.chinadetail.com/http://www.wikipedia.org
COMPOSICIÓN DEL GRUPO DE TRABAJO
D. FERNANDO LÓPEZ-AMOR Y GARCÍA Diputado Grupo Popular.
D. RAFAEL JOVER DE MORA FIGUEROA Embajador.
D. AGUSTÍN AZABAL HUERTOS General de Brigada. Subdirector de Mantenimiento del Mando de Apoyo Logístico.
DÑA. LUCÍA ESCAPA CASTRO Subdirectora General del Servicio Técnicos y Telecomunicaciones Ministerio Defensa.
RAFAEL MORENO IZQUIERDO Director Comunicaciones y Relaciones Institucionales General Dynamics Santa Bárbara.
D. JUAN CARLOS ESCUDERO IZQUIERDO Dirección Comercial de Programas de Defensa de ITP, S.A.
D. RICARDO ANGOSO GARCÍA Periodista.
LA UNIÓN EUROPEA E IRÁN
Introducción
El establecimiento de relaciones entre un país como Irán, con un sistema de poder
teocrático, que se presenta como adalid del islamismo ortodoxo, y con una
experiencia negociadora aprendida en los mercados persas, y una organización
como la Unión Europea, paradigma de la democracia, pero dividida en cuanto a
política exterior, no son fáciles de conciliar.
Las relaciones históricas de carácter semicolonial durante buena parte de los siglos
XIX y XX, dejaron un sentimiento popular crítico hacia Occidente que fue hábilmente
incorporado a la propia identidad revolucionaria por su líder Jomeini. Este
componente unido a su política agresiva hacia Israel, país aliado de Occidente, ha
acentuado las dificultades para un encuentro positivo. Sin embargo, conviene
señalar que ambas circunstancias son más moderadas en el caso europeo, que en
el de Estados Unidos.
Por otro lado, debe también tenerse presente que en Europa ha surgido cierta
alarma social debido inicialmente a la condena a muerte de Salman Rushdie por
parte del líder espiritual Jomeini, pero, sobre todo, a los actos de terrorismo islámico,
y a las reacciones violentas y desproporcionadas en numerosos países
musulmanes, incluido Irán, sobre sucesos producidos en Europa. A ello se añade la
dificultad de la población inmigrante de origen musulmán para la asimilación de los
valores, leyes e instituciones europeas y su inserción en la sociedad receptora.
Posiblemente, todas estas causas han influido en las relaciones de Irán con los
países europeos: Si añadimos el irrefrenable deseo de Irán de afirmación nacional y
regional y su afirmación como potencia nuclear, se comprende que la Unión
Europea, como tal organismo, nunca ha logrado establecer relaciones intensas ni
permanentes.
Todo ello, ha impedido un aprovechamiento racional de las indudables capacidades
de complementación económica y tecnológica existentes. La vía pragmática que
pudiera estar apoyada por amplios sectores de la población en ambos lados, no ha
alcanzado hasta el presente la fuerza necesaria.
Con todo, se han producido intentos positivos. En el año 1992, el Consejo Europeo
decidió comenzar un diálogo crítico con Irán en cuatro áreas: armas de destrucción
masiva, terrorismo, conflicto árabe-israelí y derechos humanos. Estas relaciones
finalizaron bruscamente en 1997.
A partir del año 1998, con la elección del presidente Jatami, se abren de nuevo las
relaciones y contactos oficiales a alto nivel entre la Unión Europea e Irán. La Unión
Europea llega a ser el principal socio comercial de Irán en el año 1999. La Unión
Europea justifica su interés en las relaciones con Irán por motivos político-
económicos: inmejorable posición geoestratégica, unida a disponer de grandes
reservas de petróleo y gas. A Irán también le interesa mantener esas relaciones con
la Unión Europea, más favorable al diálogo que los Estados Unidos de América.
Sin embargo, estas relaciones han experimentado diversas crisis, con acusaciones
mutuas, sobre el problema kurdo, los derechos humanos, el terrorismo, y
últimamente el programa nuclear iraní. La llegada a la Presidencia de Ahmadineyad
ha supuesto un claro endurecimiento de la postura iraní y un retroceso en las
negociaciones. El debate sobre la cuestión nuclear ha ido descubriendo que la parte
iraní oculta información y parece tener objetivos no declarados de constituirse en
potencia nuclear lo que deja escaso margen para el diálogo. Su moratoria previa a
sus actividades de enriquecimiento de uranio se ha visto cancelada y el lenguaje
nacionalista endurecido.
Las tres instancias negociadoras: Agencia Internacional de la Energía Atómica
(AIEA), Consejo de Seguridad y el grupo de tres países europeos UE-3 (que en
buena medida están respaldados por el conjunto de la Unión Europea), no han
podido alcanzar acuerdos razonables.
A pesar de todo lo anterior, Europa ha seguido apostando por el diálogo con el
mundo musulmán. Las interrupciones producidas nunca han sido definitivas y de una
u otra forma ninguna de las dos partes renuncia a que la vía del diálogo pueda
alcanzar resultados. Posiblemente, la reciente victoria del partido demócrata de
Estados Unidos en elecciones al Congreso y Senado tengan repercusión de
fortalecimiento del papel de Europa y de la vía negociadora.
Para estudiar algo más en profundidad, se han tratado con más detalle algunas
consideraciones sobre las relaciones que la Unión Europea mantiene con la
República Islámica de Irán, y son las siguientes:
− El marco histórico de las relaciones Unión Europea-Irán.
− Relaciones institucionales de la Unión Europea e Irán, y el peso de la sociedad
civil.
− Relaciones en el ámbito político entre la Unión Europea e Irán.
− Europa ante la crisis nuclear iraní: aspectos socioeconómicos.
− Irán-Unión Europea en materia de terrorismo.
Finalmente, se exponen algunas conclusiones y recomendaciones.
Breve referencia histórica
Se incluye esta referencia con dos finalidades: Comprender el espíritu nacional de
Irán y el hecho de estar unido a una concepción religiosa y en segundo lugar, sus
relaciones con Europa y Occidente.
Periodo anterior al sha Rea Kahn
En el pueblo iraní existe conciencia histórica de ser un país que ha resistido y
luchado frente a los imperios de su tiempo y ser además, centro y cabeza de un
imperio.
Tras vencer a los griegos en la batalla de las Termópilas, fueron finalmente
conquistados por Alejandro Magno, lo que dio lugar tiempo después a la creación de
una literatura en la que se ensalza el sacrificio de Irán y con ello la creación de
mitos, por ejemplo el poema Shah Named del poeta Firdasi.
Tras recuperar el control de su territorio y su independencia, durante la extensión y
poder del Imperio romano los persas se mantienen como un Imperio y un pueblo no
conquistado.
Si bien son invadidos por los ejércitos árabes en la segunda mitad del siglo VII, esta
invasión se justifica en el régimen general de esclavitud que vivían los persas dentro
de su propio territorio. No obstante no asumen la rama mayoritaria de la religión
musulmana, sino la forma chií heterodoxa del Islam, y la utilizan como un arma
contra los jefes superiores árabes.
Tras la caída del imperio árabe, la dinastía safévida iniciada en 1505, unifica y
extiende el territorio de Irán, y utiliza el shiismo como fuerza unificadora del pueblo y
como instrumento para extender el latente sentimiento nacional iraní. Este periodo
termina en el año 1722, y trae consigo un largo paréntesis de caos y luchas internas,
que culmina con la victoria de los qajars en 1794 y el inicio de su dinastía que
alcanza hasta la fecha de 1925.
Durante esta dinastía, mientras en Europa tenían lugar las revoluciones burguesas y
el fin de los derechos feudales, así como la revolución industrial, Irán se configuraba
como el territorio político y económico de la Europa colonial, y así era percibido por
la población que protagonizó sucesivas revueltas, entre ellas en el año 1844 que fue
duramente reprimida y las insurrecciones de 1905 que produjeron algunas reformas
constitucionales con derechos liberales. Estos movimientos tenían un carácter
económico pero también nacionalista frente a la presencia de las potencias
extranjeras, principalmente de Gran Bretaña. Durante este periodo Irán sufre la
invasión de las tropas de Gran Bretaña, que imponen a Irán la renuncia a reclamar
Afganistán en 1856 y la invasión de los rusos en 1826. Sería además Gran Bretaña
la fundadora y principal accionista de la Anglo Persian Oil Company, ya en los
inicios del siglo XX.
Si bien Irán se proclama neutral durante la Primera Guerra Mundial, es ocupada de
nuevo por Rusía y por Gran Bretaña. Finalmente la dinastía qajar es derrocada y un
oficial de caballería, Rea Khan es proclamado en 1925 Sha de Persia y fundador de
la dinastía pahlevi.
La dinastía pahlevi: hechos más destacados
Durante la Segunda Guerra Mundial Irán se proclama de nuevo neutral. No obstante
en el año 1939 más de la mitad del comercio exterior iraní iba dirigido a Alemania y
esta proporcionaba a Irán la mayoría de la maquinaria destinada al programa de
industrialización, Ante la petición de Gran Bretaña de utilizar el ferrocarril para el
traslado de suministros de guerra hacia la Rusia estalinista, Irán se niega, lo que
provoca que rusos y británicos invadiesen Irán y obligaran a sha Reza a abdicar a
favor de su hijo, quien les permite el uso del ferrocarril así como mantener en Irán
sus tropas hasta el final de la contienda.
La presencia de tropas imperiales británicas desencadena un movimiento de masas.
Un grupo de nacionalistas liderados por Mossadeq reivindica el fin del control del
petróleo por los británicos. En el año 1951 el parlamento vota a favor de la
nacionalización de la industria petrolera. Al negarse el primer ministro a adoptar la
decisión de la cámara es destituido por Massadeq. El 16 de agosto de 1953 la CIA
organizó el golpe contra el citado, y el sha regresa al poder.
Entre 1960-1961, el malestar político y económico lleva a una huelga general
reprimida deforma brutal. El sha implanta la “revolución blanca”, la reforma agraria,
medidas educativas y sanitarias, que dan su fruto. Hasta 1973 la economía es
relativamente estable. No obstante el aumento de los precios del petróleo si bien
llevó más dinero a Irán produjo una fuerte inflación, un enorme proceso migratorio
del campo a una ciudad sin infraestructuras y profundas desigualdades económicas.
Se producen huelgas generales que paralizan el país y el sistema. Todos estos
movimientos tienen un profundo sentimiento nacional frente a la presencia de
potencias europeas y de Estados Unidos en la economía nacional.
La Revolución y el fundamentalismo islámico
Durante este movimiento de masas, Jomeini estaba en Francia. Obtiene el apoyo de
la clase dominante francesa que le da los medios para acabar con el movimiento
revolucionario, que no era religioso. Se inician luchas entre nacionalistas, islamistas
e izquierdistas. Vence Jomeini, si bien a costa de la ejecución de 6.000 trabajadores
y políticos de la oposición, así como de controlar el propio partido republicano
islámico que también sufría divisiones internas. En 1980 se produce la invasión de
Irak y se inicia una guerra que no concluye hasta 1988. Se imputa a Occidente el
apoyo a Irak y por tanto el daño físico y moral de Irán. En 1989 muere Jomeini y le
sucede Alí Jamenei. Siguieron existiendo luchas fraccionales desde arriba como lo
expresa el asesinato de uno de los arquitectos del movimiento reformistas de Jatami,
Saeed Hajjaarian.
La consolidación del régimen islámico actual se produce a la vista de los anteriores
datos históricos:
− La consolidación política a través de un nuevo texto constitucional que regula un
régimen de aparente división del poder con elecciones.
− La utilización de la religión como factor de unidad y sentimiento nacional de Irán,
algo que forma parte de su pasado, como se ha visto, tanto para distinguirse entre
sus conquistadores árabes, como para recuperar parte de sus territorios perdidos
en las épocas de oscuridad y divisiones tribales.
− Las continuas manifestaciones de identidad nacional frente a Europa y Estados
Unidos, utilizando el descontento y movimientos de masas precedentes contra la
ocupación colonial.
− Sin olvidar la represión sanguinaria del régimen frente a quienes buscaban la
independencia de Irán, nacionalistas e izquierdistas.
Relaciones institucionales Unión Europea-Irán y el peso de la sociedad civil
Cronología de las relaciones Unión Europea-Irán
Los inicios de la cooperación entre el país persa y la Unión Europea se remontan a
la época del Sha. En esa época se firmó un acuerdo que expiró en el año 1977,
antes de la Revolución Islámica. Sin embargo, en 1992 el Consejo Europeo decidió
comenzar un “diálogo crítico” con Irán. Sin embargo, la elección del presidente
Mohammed Jatami en mayo de 1997 abrió una nueva fase en las relaciones
internacionales de Irán, en particular con la Unión Europea, a través de un diálogo
de “dimensión integral”. Se abrió un período de “mejora de las relaciones
diplomáticas” que se refleja en las frecuentes visitas bilaterales de ministros iraníes a
Roma, París, Berlín y el Reino Unido, así como en la reanudación de los contactos
oficiales de alto nivel entre la Unión Europea e Irán. El fomento del comercio y las
inversiones también marcó el aumento de ese compromiso; la Unión Europea se
consolidó como “el principal socio comercial de Irán”. Hasta 2001, la estrategia de la
Unión Europea estuvo marcada por el apoyo al movimiento reformista como medio
para reforzar la seguridad.
Propuestas de la Comisión en 2001
Un comunicado de la Comisión Europea en febrero de 2001 presentó un paquete de
propuestas para estrechar las relaciones con Irán, en parte como respuesta al
aumento de representantes reformistas en el Parlamento iraní.
El interés de la Unión Europea por Irán se justificó por motivos de índole tanto
política como económica. Con su estratégica situación geográfica y sus importantes
reservas de gas y petróleo, Irán podría desempeñar un papel fundamental en el
futuro de la región del Golfo. La Comisión consideró que el desarrollo de un proceso
de democratización en Irán y el logro de un mayor respeto de los derechos humanos
contribuirían a promover la estabilidad y la paz en dicha región.
“El periodo de 2002 a 2005” fue testigo de un giro en la política europea: se pasó del
apoyo a la reforma como medio para alcanzar la seguridad a la contención nuclear.
Negociación del acuerdo de comercio y cooperación
“En diciembre del 2002”, paralelamente a las conversaciones sobre el diálogo
político y la lucha contra el terrorismo, la Comisión inició negociaciones para
alcanzar un acuerdo de comercio y cooperación con Irán.
Programa Nuclear iraní
A partir de 2002, las relaciones con Teherán se vieron cada vez más dominadas por
el programa nuclear iraní. Al descubrir el programa de enriquecimiento de uranio en
2002, la Unión Europea exigió que Teherán aceptara un régimen de inspecciones
reforzado del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA).
La elección de Ahmadineyad en junio de 2005 consolidó la tendencia conservadora
en la política iraní, que había ido ganando terreno desde 2001. Asimismo, supuso un
punto de inflexión en la política nuclear del régimen. Ahmadineyad dejó claro que su
país tenía el derecho inalienable para desarrollar un programa nuclear pacífico.
Europa comenzará a tener un papel periférico debido a la búsqueda de alternativas
por parte del régimen iraní en la diversificación de las relaciones económicas y
comerciales de Irán con Asia (Japón, China, Corea e India), un cambio que le
permite no tener que ser sumisa con los valores occidentales.
En diciembre de 2005, los ministros de Asuntos Exteriores de la Unión Europea
apelaron a Irán para que demostrase más respeto por los derechos humanos,
afirmando que son “esenciales para el progreso en las relaciones entre la Unión
Europea e Irán”. Aun así, durante 2006, el debate sobre Irán se ha centrado en la
cuestión nuclear lo que puede contribuir a minar el movimiento reformista.
Dossier nuclear en Consejo de Seguridad de la Organización de Naciones Unidas (ONU)
La llegada del dossier nuclear de Irán en 2006 a Naciones Unidas ha supuesto el
inicio del diálogo entre Estados Unidos e Irán, aunque sólo sea sobre Irak, refuerza
el papel de China y de Rusia y se incrementan los lazos iraníes con Asia mediante la
negociación de contratos de distribución de gas a China e India. Las conversaciones
con Estados Unidos significan que los norteamericanos no están dispuestos a
vincular la cuestión nuclear con el futuro de Irak, y lo que Washinghton espera de
Teheran es “un cambio de comportamiento” pero no un “cambio de régimen”, lo que
demuestra la importancia de Irán como potencia regional.
El peso de la sociedad civil
Irán es un país con una sociedad civil plural y vital en la que existe un islam
reformista y liberal. Sin embargo, en el año 2003 las reformas de Jatami se
estancaron y los conservadores aplastaron a la prensa independiente, mientras
tanto, la comunidad internacional prestaba más atención al problema nuclear que a
esas violaciones de derechos. Tras el nombramiento de Ahmadineyad, los
movimientos reformistas en el seno de la sociedad civil iraní han desaparecido en
gran medida del escenario político.
El Frente de Participación Islámica es ahora una fuerza de oposición gravemente
debilitada. Las medidas del gobierno han “restringido la libertad de prensa y la
actividad asociativa”, numerosos intelectuales destacados han sido detenidos y las
Organizaciones No Gubernamentales han sido objeto de controles más restrictivos.
La “prohibición del Centro para la Protección de los Derechos Humanos” dirigido por
el premio Nobel Shirin Ebadi en agosto de 2006 se produjo tras la muerte de un líder
estudiantil en una prisión de Teherán y numerosas detenciones turbias. A mediados
de 2006, el destacado intelectual canadiense-iraní y defensor reformista Ramin
Jahanbegloo fue detenido, según se informó, tras haber puesto en tela de juicio el
rechazo de Ahmadineyad al Holocausto.
Los reformistas hablan ahora de la necesidad de tratar de pasar inadvertidos; de la
falta de una figura líder para sustituir a Jatami; y de un deseo de centrarse más en
trabajar a través de la iniciativa privada para alcanzar la modernización económica
como vehículo para el cambio a más largo plazo.
Los iraníes son una de las sociedades más prooccidentales de Oriente Medio
después de Israel. Los musulmanes de origen iraní que viven “en el exilio están
perfectamente integrados en Europa”. Esto se debe quizás a que su pueblo o
comunidad es heterogénea; si bien es cierto que existen muchas organizaciones
culturales y de refugiados, así como asociaciones que apoyan actividades políticas y
en cuyas filas figuran seguidores y opositores al régimen. Entre los exiliados iraníes
no sólo se hallan médicos, ingenieros o empresarios, sino también artistas. Por
ejemplo, de los aproximadamente 120.000 ciudadanos iraníes que viven en
Alemania, multitud de ellos abandonaron su país al estallar la Revolución Islámica.
Sin embargo, en Berlín no existe enclave o barrio iraní alguno, como tampoco en el
resto de Europa.
En Estados Unidos, residen más de 500.000 iraníes, uno de ellos, el heredero en el
exilio del trono iraní, Reza Pahlevi, para quien la intervención militar en Irán sería
contraproducente por el nacionalismo tan fuerte que existe en Irán. Pahlevi es
partidario de medidas no violentas y de desobediencia civil. Además -comenta- el
papel de los disidentes y que perciban el apoyo de la comunidad internacional es
clave (a través de internet o vía satélite). Por otro lado, el presidente del Consejo
Nacional Americano de Irán, Trita Parsi, opina que la salida a la crisis debe ser
diplomática.
Relaciones políticas Irán–Unión Europea
Durante años Irán y la Unión Europea han intentado mantener relaciones estables y
duraderas sin que hasta el momento lo hayan podido conseguir, incluso Estados
miembros de la Unión Europea (así como varios organismos de la Unión Europea) lo
han intentado desde la década de 1990, a pesar de que no existieran relaciones
contractuales formales entre la Unión Europea y la República Islámica.
De todos es sabido que Irán es un país que, por ser uno de los grandes productores
de petróleo y disponer de grandes reservas estratégicas de crudo, ejerce una gran
influencia en el desarrollo de todos los países de la Unión Europea, que pueden a su
vez aportar la tecnología y medios que Irán no dispone.
Irán tras la ruptura de relaciones con Estados Unidos, la guerra con Irak y sus
acuerdos de armamento con la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) y
Chinas, ha buscado un nuevo marco de relaciones políticas y económicas con la
Unión Europea, con el fin de conseguir la estabilidad, que sobre todo, en seguridad
y defensa necesita en la región del golfo Pérsico.
Establecimiento de relaciones no contractuales
Desde su creación, la Unión Europea ha fomentado el respeto a los derechos
humanos dentro y fuera de sus fronteras, siendo sus principales preocupaciones,
entre otras, los derechos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales; así
como promover los derechos de las mujeres y los niños, el de las minorías étnicas y
las personas desplazadas. La elección del presidente Khatami y sus iniciativas
políticas consiguieron mejorar las relaciones con la Unión Europea, que se
plasmaron en lo que se llamó “Diálogo de Amplio Alcance” y con el que se pretendió
impulsar el programa de reformas del presidente iraní.
Entre los temas a tratar en este diálogo destacan:
“El conflicto de Oriente Medio, la no proliferación de armas de destrucción
masiva, los derechos humanos, el terrorismo, los refugiados y la cooperación
en el sector energético.»
Crisis nuclear. Inicio y desarrollo
Tras una década de conversaciones entre ambas partes, en el verano del año 2002
llegaron noticias a Occidente sobre la existencia de instalaciones nucleares iraníes
hasta entonces desconocidas.
En el año 2003, varias conclusiones del Consejo (por ejemplo, las de 16 de junio
2003, 21 julio 2003 y 3 septiembre 2003) trataban del tema nuclear. Básicamente la
Unión Europea expresaba sus preocupaciones sobre el ciclo completo de
combustible nuclear y sus implicaciones en la proliferación de armas nucleares, y
solicitaba a Irán que cooperase estrechamente con la IAEA, insistiendo en la
“urgente e incondicional aceptación, firma e implantación de un Protocolo Adicional
de la IAEA sobre salvaguardas”, como señal del compromiso de Irán en el ámbito de
la no proliferación”. No obstante, en otoño de 2003 ya se había producido un difícil
punto muerto entre Irán y Occidente respecto al programa nuclear iraní.
La crisis pareció superarse –o, al menos, retrasarse- cuando los ministros de
Exteriores de los “tres grandes“ europeos (Francia, Alemania y Reino Unido)
tomaron la iniciativa y visitaron Irán en octubre de 2003. Dejaron claro a sus
anfitriones que Irán debía cesar el enriquecimiento de uranio y permitir inspecciones
a fondo de la IAEA mediante la firma del Protocolo Adicional del Tratado de No-
Proliferación Nuclear (TNP). En contraposición, aseguraron a Teherán que Europa
resistiría las presiones de Estados Unidos y continuaría con el diálogo. Además,
ofrecieron un considerable paquete de incentivos económicos.
No está muy claro en qué circunstancias concretas obtuvieron los “tres grandes” su
mandato y hasta qué punto la presidencia italiana desempeñó un papel en el
proceso, pero cuando la iniciativa fue lanzada, tuvo que ser por medio de Javier
Solana y a través del Consejo, y fue coordinada con el resto de los países miembros
(ahora 25).
La fórmula final fue denominada iniciativa “E3/UE” y se ha convertido en la principal
herramienta política de la Unión Europea en su labor de compromiso con Irán. No
cabe duda de que este formato aseguraba la cohesión y garantizaba la capacidad de
la Unión Europea para actuar y hablar de manera única. No obstante hicieron falta
casi dos años para que el Consejo firmara, en la reunión del Comité de Asuntos
Generales y Relaciones Exteriores de octubre 2005, que la Unión Europea
respaldaba oficialmente el enfoque del E3/UE.
Por parte de Irán fue el director del Alto Consejo Nacional de Seguridad, el principal
organismo iraní en temas de política exterior y de seguridad, el político que
encabezó el equipo negociador.
No obstante, en el transcurso del año 2005, las diferencias entre Irán y la Unión
Europea se han ido acrecentando y, si bien Irán ha dado a entender que la
suspensión de sus pruebas se iba a hacer de manera voluntaria, la Unión Europea
no lo consideró de la misma manera. Irán ha querido demostrar que la política
nuclear no está ligada al Gobierno de turno y que es un proyecto a largo plazo y un
consenso político a alto nivel y, por otro lado, también están buscando
compensaciones por la suspensión.
Crisis nuclear disparidad de criterios y declaraciones
IRÁN
El 16 de agosto de 2006, el ministro de Exteriores iraní, Manouchehr Mottaki,
expresó la voluntad de Irán de discutir con la Unión Europea la posible suspensión
de sus actividades de enriquecimiento de uranio, en un obvio intento de aplacar su
habitual postura de línea dura en este tema; “Irán está dispuesto a discutir la
suspensión de nuestras actividades nucleares con los Estados europeos... Incluso
aunque no sea lógica que pidan la suspensión, podemos todavía discutirlo", dijo.
Estas declaraciones de Mottaki no han sorprendido dado que altos funcionarios
iraníes han reiterado que quieren debatir el tema nuclear en todos los ámbitos de la
comunidad internacional, siendo uno de los pocos políticos de alto rango que han
adoptado un tono más suave en sus palabras para relajar la tensión con Occidente
desde que el Consejo de Seguridad de la ONU aprobó el pasado 31 de julio una
resolución que exige a Irán que suspenda el enriquecimiento de uranio antes del
próximo 31 de agosto o de lo contrario podría enfrentarse a sanciones. Desde la
aprobación de la resolución, altos funcionarios de Irán han expresado su
indignación por las exigencias de Naciones Unidas, y han advertido a la ONU de
que no tome medidas coercitivas para obligar a cumplir con esas condiciones.
El presidente iraní, Mamud Amadineyad, anunció que su país no aceptará la
resolución porque el pueblo iraní "no cederá ante el lenguaje de la fuerza" y el
principal negociador nuclear de la República Islámica, Ali Larijani, señaló que Irán
continuará llevando a cabo su programa nuclear independientemente de la
resolución de la ONU.
Este tono tiene dos posibles impactos. Por un lado, la nación iraní se mantiene
unida y apoya la política exterior de su gobierno, confiando en que el presidente está
haciendo lo mejor para defender un derecho inalienable de Irán, pero por otro lado,
incrementa la desconfianza de Occidente hacia Teherán. Si se emplea un lenguaje
de "amenaza", es más difícil confiar en que el programa nuclear iraní realmente está
sólo encaminado a generar electricidad.
El Gobierno de Teherán podría haberse dado cuenta de que este tipo de lenguaje
tan agresivo no sea a veces el más adecuado, y el tono más dialogante de Mottaki,
quizás, esté mostrando la intención de su Ejecutivo de perseguir la paz e impedir
que Irán sea aislado de la comunidad internacional.
Hasta ahora, parece poco probable que la República Islámica acepte suspender sus
trabajos de enriquecimiento de uranio tal y como solicita la ONU, pues el programa
nuclear es uno de los ejes de la política exterior del Gobierno iraní. Este asunto tan
sensible seguirá afectando no sólo a la relación entre Teherán y Occidente, sino
también al conjunto de la política exterior del Ejecutivo presidido por Amadineyad.
UNIÓN EUROPEA
Tras las continuas negociaciones entre los funcionarios de la Unión Europea e Irán,
las relaciones políticas entre ambos siguen estancadas y a fecha 18 de octubre de
2006 la Unión Europea admite que no ha sido capaz de vencer las resistencias de
Irán para iniciar un proceso de negociación que permita superar la crisis nuclear sin
recurrir a la vía coercitiva, por lo que ha dejado el asunto en manos del Consejo de
Seguridad de Naciones Unidas, que es quien tendrá que decidir si establece o no
sanciones.
“Es el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas quien tiene la responsabilidad y la
única instancia legítima. Cuando el Consejo decida, todos los miembros de la Unión
Europea asumirán esta decisión”, explicó el ministro finlandés de Exteriores y
presidente de turno de la Unión Europea, Erkki Tuomioja. En todo caso, se trataría
de medidas “limitadas, proporcionadas y reversibles”, según apuntan fuentes
diplomáticas europeas. A pesar de todo, los Veinticinco mantienen abierta la puerta
al diálogo si Teherán así lo decide.
El señor Solana, tras mantener una conversación con el principal negociador del
programa nuclear iraní, Ali Lariyani, manifestó que las negociaciones no se han roto
porque los canales de comunicación siguen abiertos, al estar en fase de
prenegociación y, por lo tanto, es imposible que haya habido ruptura, señaló.
La comisaria europea de Relaciones Exteriores, Benita Ferrero-Waldner, por su
parte, puso el acento en la paciencia que ha demostrado la Unión Europea con el
régimen de los ayatolás y dijo, gráficamente, que ahora “la pelota está en el tejado
iraní”. “Hemos sido muy pacientes”, remachó la comisaria.
La moderada posición de la Unión Europea frente a la firmeza que reclama Estados
Unidos descansa en la dependencia energética que Europa tiene respecto a Irán,
argumento que apuntaba el secretario de Estado para la Unión Europea, Alberto
Navarro:
“La Unión Europea se encuentra en una situación muy delicada, porque Irán
es uno de los principales suministradores de energía, petróleo y gas a la
Unión Europea y no estamos en la misma situación que Estados Unidos, que
hace ya muchos años que no tiene comercio de petróleo con Irán; tenemos
una dependencia mucho mayor y, por consiguiente, somos mas sensibles a
las sanciones”, agregó tras insistir en la necesidad de abordar este tema “con
cautela y con precaución desde el lado europeo.”
En las negociaciones con Teherán se establecen las bases para un acuerdo de larga
duración entre la Unión Europea e Irán, dando la oportunidad a este país de
desarrollar un moderno programa nuclear de tipo civil y de reforzar su industria,
cumpliendo al mismo tiempo con los requerimientos internacionales y abre la vía a
una nueva relación basada en el respeto mutuo y una amplia cooperación en el
terreno político y económico.
Perspectiva socioeconómica
Una economía sólida de tamaño medio
Irán tiene condiciones económicas y demográficas que le distinguen de los demás
países de la región. Su dimensión sólo es comparable en la zona a Turquía y Egipto.
Sin embargo, Egipto se aleja en cuanto a nivel de desarrollo alcanzado y de
capacidad de crecimiento en la actual coyuntura. Mayores similitudes de nivel de
mercado y renta se dan con Turquía. Si bien este país dispone de una renta por
persona bastante más elevada, su capacidad de compra y bienestar promedio de la
población es similar.
Una economía marcada por la riqueza en hidrocarburos
Irán se sitúa como uno de los principales países productores con un enorme
potencial de crecimiento, dada la magnitud de sus reservas (9). En contrapartida su
economía es muy dependiente de este sector,
Extraordinario peso del Estado
Otra característica de la economía iraní es el extraordinario protagonismo del
Estado. Es por tanto una economía fuertemente intervencionista con un débil tejido
empresarial privado, lo que significa una especial vinculaciones del mundo
económico y el político. La elevada tasa de formación bruta de capital que en el
2005 representó el 35% del Producto Interior Bruto (PIB) está centrada en la
inversión pública.
Favorable situación macroeconómica
Ello le ha permitido unos elevados niveles de crecimiento que en el último
quinquenio 2001-2005 se sitúan en el 5,8% anual, con una saneada balanza de
pagos, una deuda externa reducida y reservas de 45.000 millones de dólares
estadounidenses. Ello también significa un presupuesto estatal con superávit. Dada
Las reservas de petróleo fueron revisadas al alza en el 2003 y aseguran una posibilidad de 93 años de abastcimiento al ritmo actual de producción. Las reservas de gas sitúan a Irán en segundo lugar mundial solamente superada por Rusia.
9
la evolución favorable de los precios del petróleo debe pensarse que estas
tendencias van a prolongarse en los próximos años. Los ingresos del petróleo y gas
suponen el 80% de los ingresos de exportaciones y más del 60% de los recursos
presupuestarios.
Prioridades comerciales
Otro aspecto muy sustancial es su comercio exterior. Irás se ha orientado
progresivamente hacia el Este siendo Japón y China sus dos principales
compradores. Sin embargo sus compras se orientan muy especialmente a países
europeos. (cuadro 1 sobre comercio exterior).
Irán: socios comerciales
Destinatarios exportaciones % Principales proveedores %
Japón 18,5 Alemania 12,3
China 9,6 Francia 8,4
Italia 6 Italia 7,8
Sudáfrica 5,8 China 7,5
Corea del Sur 5,8 Emiriatos Arabes 7,3
Debilidades
Esta situación de bonanza económica está acompañada de ciertos factores menos
favorables que pueden condicionar el crecimiento actual y el futuro bienestar de la
población. Por una parte la inflación a niveles del 13-15%, lo que significa un factor
de inestabilidad al que el actual Gobierno trata de restar importancia. También debe
considerarse el desempleo que en cifras oficiales alcanza el 11%, pero que muchos
analistas consideran que la tasa real es del 20%. La presión que significa una
afluencia anual de 700.000 nuevas personas al mercado de trabajo supone una gran
dificultad para superar estos índices de desempleo.
Compromisos socioeconómicos del presidente
Las propias promesas electorales del presidente Ahmadinayad suponen un reto
importante ante la sociedad iraní. Ésta tiene claras expectativas de una mejora en
las condiciones de vida, acorde con la explotación de recursos energéticos y la
subida de sus precios. Quieren participar en los beneficios y éste fue un argumento
definitivo para conseguir el apoyo electoral. Las dificultades habidas en el
Parlamento para la aprobación del último presupuesto ponen de relieve los límites
del poder del presidente. La superación de la crisis nuclear no podrá prescindir de
estos aspectos ya que la población no aceptaría fácilmente un estancamiento
económico.
Bienestar social
La sociedad iraní se diferencia claramente de otros países de la región en
cuestiones sumamente significativas, que son expresión de su mayor nivel de
educación y expectativas de cambio social, pero también de una asimilación de
nuevos valores y pautas de comportamiento y de bienestar difícilmente
cuestionables.
Entre las expresiones de cambio social podemos señalar la prolongación
espectacular de la esperanza de vida que ha pasado de 49 años en el año 1960 a
69 años en la actualidad. Otra expresión no menos notable y objetivamente
comprobable es el dramático descenso en los índices de fecundidad. La política de
expansión demográfica defendida en los primeros tiempos de la revolución islámica,
ha quedado barrida por los hechos. Así frente al 6,1% de 1980 se ha pasado al 2%
en tan solo 25 años.
Irán-Unión Europea en materia de terrorismo
“El terrorismo no es la mayor amenaza a la que se enfrenta el mundo”. Así lo juzga
el Oxford Research Group, que acaba de publicar un su informe “Respuestas
globales a amenazas globales. Seguridad sostenible para el siglo XXI”. El cambio
climático, la lucha por los recursos, la marginación y la disparidad económica junto
con una creciente militarización, son los factores que conducirán a una inestabilidad
regional y global sustancial y a una pérdida de vidas a gran escala.
Sin embargo, los periódicos europeos no dejan de presentar artículos preocupantes
sobre el terrorismo, especialmente del terrorismo islámico, con titulares como estos:
− El Gobierno británico propone que se espíe a los alumnos musulmanes.
− Francia expulsará a 11 imames por cultivar el proselitismo extremista.
− La canciller alemana Ángela Merkel critica la suspensión de la ópera Idomeneo
por temor a la violencia islamista.
− Nizar Trabelsi, el futbolista kamikaze, tunecino detenido en 2001 cuando
preparaba un atentado contra una base de la Organización del Tratado del
Atlántico Norte (OTAN), jugó como profesional en el Fortuna Dusseldorf de la liga
alemana.
− El “Eje del Mal” (concepto introducido por el presidente Bush y formado por Irak,
Irán y Corea del Norte), goza de buena salud.
− El Gobierno holandés prohíbe el uso del burka en lugares públicos.
Uno de los mayores retos a los que se enfrenta la Unión Europea en el exterior es
Irán, cuyos dirigentes parecen estar resueltos a llevar a cabo su programa nuclear,
con sospechas de perseguir aplicaciones de carácter militar. El fracaso de las
negociaciones mantenidas este verano pone de manifiesto la escasa capacidad de
influencia de Europa en el campo internacional. Sin tener una verdadera unidad de
acción, ni una capacidad militar creíble y autónoma que respalde las iniciativas
diplomáticas, la Unión Europea no está en posición sólida para presionar a un país
como Irán.
El presidente francés, Jacques Chirac, en su discurso del 19 de ener de 2006, afirmó
que:
“La disuasión nuclear no tiene como propósito disuadir a terroristas fanáticos,
sin embargo, los dirigentes de aquellos Estados que recurrieran a medios
terroristas contra nosotros, al igual que los que consideraran utilizar, de una
forma u otra, armas de destrucción masiva, deben comprender que se
exponen a una respuesta firme y adecuada de nuestra parte. Esta respuesta
puede ser convencional, pero puede ser también de otro tipo.”
El empleo de armas nucleares contra estados terroristas era un mensaje dirigido a
Irán, aunque alarmó a todos los estados europeos. Sin embargo, ¿Dónde se iban a
utilizar esos medios nucleares, en Irán, en Siria, o en el mismo Paris, donde se
mueven a sus anchas gran número de musulmanes radicales?
El espíritu de concordia entre Europa y los países musulmanes no es actualmente
bueno, basta recordar la orden de ejecución de Salman Rushdie del ayatola iraní
Jomeini, la violencia antidanesa desatada por la publicación de las viñetas de
Mahoma, el discurso del papa Benedicto XVI, la suspensión de la ópera de Mozart
Idomeneo en Alemania.
A la Unión Europea no le interesa un enfrentamiento con el mundo islámico, ya que
15 millones de musulmanes conviven con los propios ciudadanos de la Unión
Europea, cifra que además crece a un ritmo del 6,5% anual, no tiene capacidad de
resolver una crisis generalizada, y tiene una gran debilidad por la dependencia
energética, ya que importa el 50% de la que consume, con previsiones de subir la
importación hasta un 90% en 25 años.
Se está queriendo presentar la idea de que el terrorismo islámico es la rebelión de
los pobres contra el abuso del mundo rico, el reto contra la democracia y contra la
modernidad, pero, ¿Se están rebelando los pueblos del África destruida? ¿Existe
terrorismo islámico en Burkina Faso? No es una rebelión, es más una cruzada
ideológica totalitaria, como lo fueron en su momento el nazismo y el estalinismo.
La primera arma de destrucción masiva del islam tiene que ver con la falta de
libertad, con el uso perverso del dios Alá, y además, las primeras y mas numerosas
víctimas del integrismo islámico son precisamente ciudadanos de religión
musulmana.
Condoleezza Rice calificó a Irán como “banco central que financia el terrorismo
mundial”, y Stuart Levey, subsecretario de Terrorismo y de Inteligencia del
Departamento del Tesoro estadounidense, añadió que "Irán es como el elefante en
el bazar... Es el banco central del terrorismo. Es un país donde el terrorismo figura
en el presupuesto”. Jack Straw afirmó que preferiría que las mujeres musulmanas no
llevaran el velo porque dificulta el establecimiento de relaciones positivas entre las
comunidades ya que supone "una afirmación visible de separación y diferencia".
Parece estar probada la implicación de la embajada de Irán en el atentado de
Asociación Mutua Israelí Argentina (AMIA), en Buenos Aires, ya que un tribunal
argentino ordenó el 9 de noviembre actual orden de captura internacional contra el
ex presidente iraní Alí Rasfanyani y otros siete antiguos cargos del Gobierno iraní.
En el año 1981 el Gobierno iraní del ayatola Jomeini estableció un Consejo
Revolucionario lslámico para expandir la revolución lslámica por el Oriente Medio.
Pensó que los valores del mundo occidental y oriental (ex soviético) eran corruptos,
y que muchos gobiernos del Oriente Medio son islámicos de nombre solamente y,
como son instrumentos de otras potencias, tienen que ser derrocados y
reemplazados por regímenes auténticamente Islámicos.
Muchos europeos, han reducido todos los problemas del mundo al odio
antiamericano, han tolerado a los dictadores árabes, han minimizado al terrorismo
palestino, y han llegado a creer que, si se portaban bien, no les llegaría la lacra del
terrorismo islamista. Las acciones de Madrid y Londres se han encargado de
confirmar ese error. "España apuesta claramente por la vía negociadora", según
palabras de la vicepresidenta Fernández de la Vega.
Es importante que, ante el aumento de la presencia de musulmanes, Europa no
haga ninguna concesión. Es el islam el que debe adaptarse a Europa, y no al revés.
A pesar de ello la reina Isabel II de Inglaterra ha hecho construir una mezquita en
una de las habitaciones de su castillo de Windsor, para que sus empleados
musulmanes oren durante el período de Ramadán.
La utilización de la energía nuclear en materia de terrorismo no parece en principio
apropiada, ya que la destrucción de los terroristas, de sus refugios y de sus
instrumentos será considerada mucho más legítima mientras menos daños
colaterales provoque.
Conclusiones
La gran extensión de Irán, con sus 1.670 kilómetros cuadrados y 70 millones de
habitantes, la posesión de importantes reservas mundiales de petróleo y de gas, su
prosperidad económica fuertemente controlada por el Estado, su situación
geográfica privilegiada, su capacidad de influencia sobre los países de la región, su
acusado orgullo nacionalista, su potente Ejército y sus planes de desarrollo nuclear,
hacen de Irán un país clave con el que el mundo occidental y particularmente la
Unión Europea deberán contar irremediablemente en sus políticas internacionales.
El objetivo será lograr unas relaciones razonables de colaboración que contribuyan a
estabilizar la crítica situación del Oriente Medio.
El suministro regular de petróleo y de gas tiene una importancia crucial para las
economías occidentales, y también para China, segundo país mundial demandante
de petróleo. Se trata de una cuestión vital, ya que hoy por hoy no existe una
alternativa viable al modelo económico imperante. Y el grueso de las reservas
mundiales se concentra en Oriente Medio. Ello exige un acuerdo con los países
proveedores, entre ellos en forma destacada con Irán.
La escalada nuclear iraní representa una amenaza a la seguridad y estabilidad
internacionales. y un riesgo añadido a la ya precaria situación de Oriente Medio y
Asia Central. Son evidentes los posibles efectos de contagio. También debe tenerse
en cuenta el respaldo del Gobierno iraní a actuaciones de signo terrorista, que
tuvieron evidencia en Buenos Aires y en su apoyo decidido a Hezbolá. Por ello, será
siempre pertinente mantener los esfuerzos encaminados a disuadir al Gobierno iraní
en su intención de continuar su programa de enriquecimiento de uranio y en su
apoyo al radicalismo islámico.
Sin embargo, Europa deberá evitar las políticas de exclusión, o descalificación
global, como como la calificación de Irán como parte del “Eje del Mal”. También
deberá oponerse a las amenazas militares y/o de bloqueo económico que no
parecen ser las más adecuadas que añaden riesgos de inestabilidad La Unión
Europea tiene que buscar una dirección realista y pragmática, orientada a la
estabilización y al progreso, buscando complementariedades, renunciando a
ingerencias directas en la política interna, pero sin ocultar sus preferencias por la
democratización y respeto de los derechos humanos.
Este enfoque puede resultar convergente con las nuevas orientaciones de la política
exterior de Estados Unidos después de los recientes resultados electorales de
noviembre de 2006. Se vislumbra una política bipartidista en temas internacionales
y, en concreto, un intento de un mayor diálogo con Irán y Siria, también defendido
por el Gobierno británico.
La Unión Europea, de acuerdo con sus propias limitaciones y características, debe
avanzar por el camino del respeto y ser capaz de crear un clima de “confianza” hacia
un país cuyos dirigentes no aceptan los cánones occidentales. La Unión Europea
deberá definir objetivos claros de disponer de alternativas de aprovisionamiento
energético, adaptándose a las nuevas reglas que regirán en Oriente Medio cuando
Irán pueda llegar a ser, de aquí a unos años, una potencia nuclear.
Al mismo tiempo, deberá desarrollar una política de promoción de relaciones
económicas, sociales, educativas y culturales con una adecuada estrategia de
comunicación que alcance a la sociedad iraní basada en la defensa de valores
democráticos y en la voluntad de colaboración y de apuesta por el progreso social
de sus gentes.
La economía iraní ha ido buscando cauces de diversificación de sus relaciones
internacionales, orientadas a una mayor vinculación con países del Este,
principalmente, China, Japón, Corea del Sur e India. Ello le ha permitido situarse con
mayor autonomía entre Oriente y Occidente. En este sentido la Unión Europea
puede estar perdiendo posiciones y oportunidades para el futuro. Además, la Unión
Europea deficitaria en hidrocarburos deberá buscar seguridad de aprovisionamiento
a largo plazo.
Europa deberá aportar y ofrecer su propia experiencia de integración y de actuación
abierta y expansiva en su región con una buena base lograda de paz y desarrollo.
También deberá mostrar la importancia de un sistema económico menos
intervencionista capaz de promover nuevas tecnologías, con un potente tejido
empresarial e industrial, la afluencia de una clase media que participa y colabora a
través de un potente entramado institucional en el que el Estado se somete a las
reglas de la democracia y de respeto y sometimiento al derecho emanado del
Parlamento.
La República Islámica de Irán se siente respaldada por su sociedad civil en su
política nacionalista. Esta es coherente con las agresiones y amenazas recibidas en
el pasado reciente y con la propia situación de inestabilidad en un medio geográfico
hostil en el que subsisten conflictos abiertos y amenazas bien conocidas. A ello se
añade una saneada y próspera situación económica que les confiere un respiro en el
desarrollo de sus propósitos.
Sin embargo, ello no significa que tenga las manos libres para el desarrollo de sus
actuaciones futuras, ya que son evidentes las aspiraciones de progreso y
democratización de la sociedad civil, que seguirán siendo consolidadas a medida
que se avance en las mejoras económicas y sociales. Además el difícil equilibrio
interno dentro del propio estado exige una cierta prudencia en las actuaciones del
presidente Ahmadineyad que es en este momento la figura más radical y populista
del régimen iraní.
Recomendaciones
La Unión Europea debería definir más nítidamente sus objetivos en sus relaciones
con Irán:
1. Desde la perspectiva energética, los Estados europeos deben tener clara su
prioridad de diversificar y ampliar sus fuentes de aprovisionamiento energético y
buscar ámbitos de interés mutuo en el intercambio de tecnología y comercio.
2. .Desde la perspectiva política, la Unión Europea deberá buscar un entendimiento
basado en la no injerencia, la generación de relaciones de confianza y en la
defensa de valores democráticos y de paz y estabilidad regional con el
reconocimiento del Estado de Israel.
3. Desde la perspectiva de seguridad, deberá buscarse formas de colaboración para
impedir actuaciones terroristas de iraníes en Europa.
4. La Unión Europea debe utilizar su poder blando mediante el incremento de los
vínculos económicos para lograr una transformación gradual a largo plazo. Para
ello, deberá Impulsar el tratado de comercio y cooperación con Irán que facilite la
inversión y el crecimiento y el progreso social.
5. La Unión Europea podría aceptar el enriquecimiento de uranio con fines civiles y
usar el método diplomático en materia nuclear con incentivos positivos como el
enriquecimiento en Francia a través de un consorcio.
6. Apoyo a universitarios, medios de comunicación reformistas y a la disidencia para
que tengan una presencia en la opinión pública. Un canal que emitiese 24 horas
en farsi o usos alternativos de internet y satélites podrían ayudar en esa dirección
sin dirigir la estrategia directamente hacia el régimen.
Se debe presionar a Estados Unidos para definir políticas constructivas y de amplio
alcance en sus relaciones con Irán, superando esquemas pasados.
Ayudar a la ONU a nombrar un observador especial de los derechos humanos en
Irán.
Bibliografía Amis, Martín. Teocracia y armamento nuclear. El Mundo 19 junio 2006 Bassets, Lluis, Jahanbegloo. El País 25 Mayo de 2006 Behbudi, Behruz. ¿Porqué Europa abandona Irán? GEES. 2006Benedicto, Miguel Ángel. Esperanza en la juventud iraní. Heraldo de Aragón. 8 de mayo de 2006.Benedicto, Miguel Ángel y Angoso, Ricardo. Europa a Debate. 20 años después (1986-2006). Plaza y Valdés. 2006
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Savyon A. La Segunda Revolución Islámica en Irán. Lucha de poderes en la cima. Nº 253. MEMRI. 17 Noviembre 2005
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Reissner, Johannes. EU-Iran relations :Options for Future Dialogue.2006.
Zaccara, Luciano. La influencia iraní en Irak. Política Exterior 112. Julio/Agosto 2006
El compromiso de Europa con Irán: ¿Qué ha ocurrido con la reforma política? FRIDE. Septiembre 2006.
Comunicación de la Comisión al Consejo y al Parlamento Europeo, de 7 de febrero de 2001, sobre las «Relaciones de la UE con la República Islámica de Irán» [COM (2001) 71 final - no publicada en el Diario Oficial].
COMPOSICIÓN DEL GRUPO DE TRABAJO
D. JORDI XUCLÁ I COSTA Diputado CIU.
D. AGUSTÍN CONDE BAJÉN Senador Grupo Popular.
D. VICENTE MARIJUAN GRANDE General de Brigada de la Guardia Civil.
Jefe de la Jefatura de Asuntos Económicos de la Guardia Civil.
D. ÁNGEL MORENO JOSA Jefe de la Agrupación del Cuartel General del Ejército del Aire.
D. GABRIEL GUZMÁN URIBE Experto en Cooperación y Relaciones Institucionales.
Vicepresidente del Comité Español de UNICEF.
Dª. LUISA MARÍA PRIETO RAMÍREZ Vocal Asesora del Ministro de Defensa.
D. MIGUEL ANGEL BENEDICTO SOLSONA Periodista.
CAPÍTULO CUARTO LA SITUACION DE SEGURIDAD EN IRÁN
Y LAS ORGANIZACIONES Y ORGANISMOS INTERNACIONALES:
LA SITUACION DE SEGURIDAD EN IRÁN Y LAS ORGANIZACIONES Y
ORGANISMOS INTERNACIONALES
La organización de Naciones Unidas y su Consejo de Seguridad
La Organización de las Naciones Unidas (ONU) nació en 1945 con 50 miembros de
la comunidad internacional. En junio de 2006 ha llegado a tener 192 miembros, tras
el ingreso de Montenegro. Irán (oficialmente, República Islámica del Irán) forma
parte como miembro originario de la Organización desde su creación y entrada en
vigor de la Carta, el 24 de octubre de 1945.
Siendo función fundamental de Naciones Unidas la paz y la seguridad, la Carta
establece una Asamblea General y un Consejo de Seguridad, cuyas resoluciones
pueden obligar a los miembros. En virtud de las disposiciones de la Carta, de las que
hacemos un somero repaso, las capacidades que a cada órgano y sus miembros se
asignan, en especial al Consejo de Seguridad, condicionan las distintas posturas, en
favor y en contra, para que un asunto entre a ser considerado por el Consejo.
En el Capítulo I se expresa, entre otros, un primer propósito de Naciones Unidas
consistente en “mantener la paz y la seguridad internacionales, y con tal fin: tomar
medidas colectivas eficaces para prevenir y eliminar amenazas a la paz...”, y será
principio de su actuación arreglar sus controversias internacionales por medios
pacíficos de tal manera que no se pongan en peligro ni la paz y la seguridad
internacionales ni la justicia:
“Ninguna disposición de esta Carta autorizará a Naciones Unidas a intervenir
en los asuntos que son esencialmente de la jurisdicción interna de los
Estados, ni obligará; a los miembros a someter dichos asuntos a
procedimientos de arreglo conforme a la presente Carta; pero este principio
no se opone a la aplicación de las medidas coercitivas prescritas en el
Capítulo VII.»
Entrando ya en la regulación de los órganos, el Capítulo IV se ocupa de la Asamblea
General, integrada por todos los miembros, cada uno de los cuales tiene un voto. Es
un foro en el que todos los países se expresan libremente, en particular en cada
apertura de sesión anual. Se concretan sus funciones y poderes, siendo destacable
que dicho órgano no toma decisiones vinculantes o recomendaciones de medidas
cuando los asuntos son tratados en el órgano específico que es el Consejo de
Seguridad, lo que se expresa en el artículo 12:
«Mientras el Consejo de Seguridad esté desempeñando las funciones que le
asigna esta Carta con respecto a una controversia o situación, la Asamblea
General no hará recomendación alguna sobre tal controversia o situación, a
no ser que lo solicite el Consejo de Seguridad.
El secretario general, con el consentimiento del Consejo de Seguridad,
informará a la Asamblea General, en cada periodo de sesiones.»
Como quiera que el tema sobre “No-proliferación nuclear” en relación con Irán ha
llegado ya a la primera consideración y resolución (número 1696) en el Consejo de
Seguridad, que termina diciendo que seguirá ocupándose del asunto, es este órgano
el que, en razón a lo dispuesto en los artículos de la Carta citados, habrá de seguir
en ello, excluyendo a la Asamblea General de hacer recomendaciones.
Los Capítulos V a VII regulan el Consejo de Seguridad y nos permiten comprender
mejor, desde su lectura literal y precisa, el interés que Irán tenía por razones
procedimentales, aparte las de fondo, desde su punto de vista, discutido, para
oponerse a ser considerada su política o programa nuclear dentro de los asuntos del
Consejo. En cuanto a la composición, el artículo 23 establece que:
«El Consejo de Seguridad se compondrá de quince miembros de Naciones
Unidas. La República de China, Francia, la Unión de las Repúblicas
Socialistas Soviéticas, el Reino Unido de la Gran Bretaña e Irlanda del Norte y
los Estados Unidos de América, serán miembros permanentes del Consejo de
Seguridad. La Asamblea General elegirá otros diez Miembros de las Naciones
Unidas que serán miembros no permanentes del Consejo de Seguridad,
prestando especial atención, en primer término, a la contribución de los
miembros de Naciones Unidas al mantenimiento de la paz y la seguridad
internacionales y a los demás propósitos de la Organización, como también a
una distribución geográfica equitativa.»
Los miembros no permanentes del Consejo de Seguridad serán elegidos por un
periodo de dos años. Los miembros salientes no serán reelegibles para el periodo
subsiguiente.
Los miembros no permanentes que existían durante el año 2006 han sido Argentina,
Congo, Dinamarca, Ghana, Grecia, Japón, Perú, Qatar, Eslovaquia y Tanzania.
Algunos terminarán su mandato en este año y otros en 2007. Cualquier miembro de
Naciones Unidas que no sea miembro del Consejo de Seguridad podrá participar sin
derecho a voto en la discusión de toda cuestión llevada ante el Consejo de
Seguridad cuando éste considere que los intereses de ese miembro están afectados
de manera especial. El artículo 27, que regula las votaciones, es el más
cuestionado, ya que una mayoría de votos aprobatorios de cualquier propuesta es
susceptible de veto por un solo voto negativo procedente de los miembros
permanentes, esto es, en las cuestiones que no sean de mero procedimiento se
exige la unanimidad de los permanentes:
«... sobre todas las demás cuestiones serán tomadas por el voto afirmativo de
nueve miembros, incluso los votos afirmativos de todos los miembros
permanentes; ...»
El Capítulo VI trata del “arreglo pacífico de controversias” cuya continuación sea
susceptible de poner en peligro el mantenimiento de la paz y la seguridad
internacionales. Las partes tratarán de buscarle solución por diversos medios
pacíficos, que podrán ser invocados por el Consejo de Seguridad, además de poder
investigar la controversia o la situación susceptible de conducir a fricción
internacional o dar origen a una controversia, para determinar si su prolongación
puede poner en peligro el mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales
(artículo 34).
Cabe destacar que la única resolución en la que el Consejo de Seguridad se ha
pronunciado sobre el asunto, calificado como “no-proliferación”, es decir, sobre el
riesgo de proliferación, en relación con Irán, la número 1696, de 31 de julio de 2006,
no se basa en las regulaciones anteriores (Capítulo VI), sino que actúa con arreglo
al artículo 40 del Capítulo VII de la Carta, que se titula “acción en caso de amenazas
a la paz, quebrantamientos de la paz o actos de agresión”. Aunque haya opiniones
de miembros que destacan sobre las demás, no se trataría de un contencioso entre
partes, sino que toda cuestión de No-proliferación afecta realmente a la comunidad
internacional en su conjunto. Debido a la invocación que hace el Consejo de
Seguridad, que podemos interpretar entra en una consideración más grave, el
campo de las potenciales amenazas a la paz, es, por lo tanto, dicho capítulo
especialmente relevante en la cuestión que nos ocupa:
«Artículo 40. A fin de evitar que la situación se agrave, el Consejo de
Seguridad, antes de hacer las recomendaciones o decidir las medidas de que
trata el artículo 39, podrá instar a las partes interesadas a que cumplan con
las medidas provisionales que juzgue necesarias o aconsejables. Dichas
medidas provisionales no perjudicarán los derechos, las reclamaciones o la
posición de las partes interesadas. El Consejo de Seguridad tomará debida
nota del incumplimiento de dichas medidas provisionales.»
Además, para el supuesto de que Irán no hubiera cumplido, en el plazo que finalizó
en 31 de agosto de 2006, con lo dispuesto en la resolución, que prevé una
suspensión inmediata de determinadas actividades por parte de Irán, paralelamente
a la continuación de negociaciones, expresa su intención de adoptar, con arreglo al
artículo 41, “las medidas apropiadas para persuadir al Irán” de su cumplimiento y de
las exigencias de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA), “y subraya
que deberán adoptarse otras decisiones si fuera necesario tomar tales medidas
adicionales”:
Artículo 41. “El Consejo de Seguridad podrá decidir qué medidas que no
impliquen el uso de la fuerza armada han de emplearse para hacer efectivas
sus decisiones, y podrá instar a los miembros de Naciones Unidas a que
apliquen dichas medidas, que podrán comprender la interrupción total o
parcial de las relaciones económicas y de las comunicaciones ferroviarias,
marítimas, aéreas, postales, telegráficas, radioeléctricas, y otros medios de
comunicación, así como la ruptura de relaciones diplomáticas. »
En el momento actual, noviembre de 2006, el Consejo de Seguridad ha seguido lo
dispuesto en el artículo 40, y ante el incumplimiento de Irán de la suspensión de su
programa de centrifugado y reprocesamiento, el Consejo se encontraría,
procedimentalmente, en la fase de discusión subsiguiente, la que se regula en el
artículo 41. Pero se viene interpretando que entrar en esta fase, y, por lo tanto,
adoptar una nueva resolución con sanciones, no puede acometerse sin dar por
terminadas las negociaciones, y quizá las verificaciones del AIEA, para las que no
existe un plazo, que la propia resolución admitió. Asimismo, el juego de poderes del
Consejo y los intereses contrapuestos de los miembros permanentes, con derecho
de veto, haría que una nueva decisión al amparo del artículo 41, quede ralentizada,
o se encuentre en una especie de callejón sin salida, dentro del propio Consejo de
Seguridad.
La cuestión de fondo, clasificada en la ONU como asunto de “no-proliferación”, ya ha
sido tratada ampliamente en otros lugares. Pero es interesante llamar la atención
sobre el modo en que ha entrado a ser considerado en el orden del día del Consejo
de Seguridad. Como es sabido, la cuestión procede, aparte cierta denuncia
efectuada en 2002 por Estados Unidos, de las actuaciones e informes del AIEA en
relación con Irán, que se vienen sucediendo a partir, fundamentalmente, de las
sospechas que afloraron o se manifestaron en el año 2003, y se afianzaron en los
tres años que han seguido, de que el programa nuclear de dicho país, podría incluir
actividades incompatibles con la No Proliferación. En ese transcurso ha habido
también un contacto permanente de la AIEA con Irán, aunque no siempre fácil ni
transparente, así como una continua afirmación de aquel Gobierno de que su
programa nuclear tiene fines pacíficos y civiles, de acuerdo con el Tratado de No-
Proliferación Nuclear (TNP), suscrito por ese país. Las resoluciones e informes de la
AIEA remitidos al Consejo de Seguridad, han desembocado en la tan citada
resolución de 31 de julio (número 1696). En esos informes se explica ampliamente y
con detalles técnicos la cuestión de fondo, que hace concluir a la AIEA que, después
de tres años de análisis pormenorizado del programa nuclear, con referencia
especial a diversos puntos que admiten una utilización paralela de doble uso, uno de
ellos la centrifugación y reprocesamiento, otro la existencia ocasional de rastros de
material muy enriquecido, no ha podido verificar que Irán no realice actividades
contrarias a la “no proliferación”, es decir, que no persiga una aplicación militar,
además de la civil admitida; y que la transparencia y colaboración, la confianza y
credibilidad por parte de Irán no son suficientes. En consecuencia, con esas
incertidumbres, el Consejo de Seguridad, a pesar de que Irán insiste en que solo
persigue aplicaciones pacíficas para uso civil (lo que excluiría la consideración del
Organismo capaz de sancionar), entra en el asunto resolviendo por primera vez, el
31 de julio de 2006 (resolución número 1696, aprobada con el voto de Qatar en
contra).
Sabiendo que las posturas están actualmente divididas entre acometer medidas
sancionadoras o entender que estas son prematuras o no urgentes o
contraproducentes, de modo que deben continuarse las conversaciones sine die, la
resolución adoptada refleja el punto de equilibrio entre tratar de impedir la posibilidad
de proliferación por parte de Irán (en lo cual parece hay unanimidad) y agotar las
otras vías mientras haya tiempo. Se trataría, pues, de la continuación o reanudación
de las negociaciones diplomáticas a seis bandas, es decir, de las potencias y la
Unión Europea (incluida Alemania), con ciertos matices nuevos (una mayor
presencia directa de Estados Unidos) que se atisban al llegar a noviembre de 2006.
Los posibles avances y resultados de esa vía son impredecibles en este momento,
pues incluso cabe pensar en algún modo de desviación de los términos estrictos, la
suspensión, que se leen en la resolución. Lógicamente, tampoco se podrían aplicar,
sin esos pasos previos, decisiones basadas en los artículos siguientes de la Carta.
Tampoco es descartable, como escenario futuro, la posibilidad, impuesta por las
circunstancias e intereses de cada potencia, de terminar aceptando el riesgo de que
Irán llegue a ser uno más dentro del club de los que tienen o podrían tener
capacidad nuclear militar, lo que se confirmaría antes o después. En ese caso, y
cambiadas las apreciaciones y las circunstancias, el Consejo de Seguridad no
llegaría más allá del punto a que se ha llegado con la actual resolución.
La AIEA y el TNP
Las inspecciones de la AIEA llevadas a cabo desde 2003 han revelado dos décadas
de actividades nucleares ocultas en Irán, incluyendo intentos de enriquecimiento de
uranio y separación de plutonio. Irán accede en el año 2003 a suspender las
actividades sensibles en las negociaciones con Alemania, Francia y el Reino Unido
(EU-3), que se rompen en agosto de 2005. En septiembre de 2005 la Junta de
Gobernadores del la AIEA encuentra que Irán no cumple con los acuerdos de
salvaguardias del TPN e informa del caso de Irán al Consejo de Seguridad de
Naciones Unidas en febrero de 2006.
El Consejo de Seguridad solicitó a Irán que volviera a suspender su enriquecimiento
y reprocesado, reconsiderar su construcción de reactores de agua pesada, ratificar e
implementar el Protocolo Adicional e implementar medidas de transparencia. Irán ha
continuado sus actividades de enriquecimiento y no ha satisfecho los requerimientos
del Consejo de Seguridad incluso después de que los representantes permanentes
más Alemania (P-5+1) ofrecieran a Irán una nueva propuesta el 6 de junio. El
Consejo de Seguridad ha trasladado la UNSCR 1696 el 31 de julio de 2006, dando a
Irán la fecha límite del 31 de agosto para cumplir con los requerimientos. Irán ha
continuado sin suspender su enriquecimiento, lo cual puede dar lugar a nuevas
negociaciones o a sanciones.
La AIEA
La AIEA es el organismo mundial de cooperación en el campo nuclear. Se estableció
a raíz de la organización mundial de “Átomos para la Paz” dentro de la familia de
Naciones Unidas. La agencia trabaja con sus Estados miembros y múltiples
asociados a lo largo del mundo para promover tecnologías nucleares seguras y
pacíficas.
SECRETARIADO Y ESTRUCTURA DE LA AIEA
La Secretaría de la AIEA se encuentra en el Centro Internacional de Viena. Tiene
oficinas de enlace y regionales en Génova, Nueva Cork, Toronto y Tokio. La AIEA
además, dirige y controla centros de investigación y laboratorios científicos en Viena
y Seibersdorf, Austria, Mónaco y Trieste (Italia).
El Secretariado de la AIEA engloba a un equipo multidisciplinar de 2.200
profesionales y proveniente de más de 90 países. La Agencia es dirigida por el
director general, Mohamed El-Baradei y seis directores generales adjuntos, quienes
encabezan los departamentos principales.
PRESUPUESTOS
Los programas y presupuestos son establecidos por decisiones de los órganos
políticos de decisión, los 35 miembros de la Junta de Gobierno y la Conferencia
General de todos los Estados miembros.
Los recursos financieros de la AIEA incluyen un presupuesto regular y
contribuciones voluntarios. El presupuesto regular para 2006 es de 273.619.000
euros. El objetivo de las contribuciones voluntarias a los fondos para la cooperación
técnica para el año 2006 es de 77,5 millones de dólares.
MISIÓN Y PROGRAMAS DE LA AIEA
La misión de la AIEA se guía por los intereses y necesidades de los Estados
miembros, planes estratégicos y el espíritu reflejado en el Estatuto de la AIEA. Los
tres pilares principales, o área de trabajo, sobre los que se sustenta la misión de la
AIEA son la seguridad, ciencia y tecnología y salvaguardias y verificación.
Es también la encargada de supervisar el cumplimiento del tratado de “no
proliferación” de armas nucleares mediante acuerdos de salvaguarda que los países
adheridos a este Tratado firman.
RELACIÓN CON NACIONES UNIDAS
Como organización internacional independiente relacionada con el sistema de
Naciones Unidas, la relación de la AIEA está regulada por un acuerdo especial. En
términos de su Estatuto, la AIEA informa anualmente a la Asamblea General de
Naciones Unidas y, cuando lo considere necesario, al Consejo de Seguridad en
relación al no cumplimiento de los Estados con sus obligaciones de salvaguardia así
como en otras materias relacionadas con la paz y seguridad internacional.
La AIEA y el caso iraní
El director general de la AIEA en su Informe GOV/2006/15 de 28 de febrero del año
2006 facilitó una evaluación general detallada del programa nuclear del Irán y de las
medidas de la Agencia destinadas a verificar las declaraciones de Irán con respecto
a ese programa.
Tal como indicaba en sus informes de noviembre de 2004, y de septiembre de 2005,
Irán ha realizado importantes esfuerzos durante las dos últimas décadas para
dominar un ciclo del combustible nuclear independiente y, con ese fin, ha llevado a
cabo experimentos destinados a adquirir conocimientos técnicos sobre cada aspecto
del ciclo del combustible. Muchas de estas actividades y experimentos,
particularmente las relativas al enriquecimiento y la conversión del uranio y a la
investigación sobre el plutonio, no se habían declarado a la Agencia de conformidad
con las obligaciones de Irán contraídas como firmante de TNP en el año 1970. Esta
política de encubrimiento de Irán continuó hasta octubre de 2003, y dio lugar a
muchas infracciones de su obligación de cumplir ese acuerdo, tal como se resume a
continuación: (informe del director general de la AIEA de septiembre de 2005).
No haber notificado:
− La importación de uranio natural en 1991, y su transferencia posterior para
continuar su procesamiento.
− Las actividades relacionadas con el posterior procesamiento y uso del uranio
natural importado, incluida la producción y pérdida de materiales nucleares, y la
producción y transferencia de los desechos resultantes.
− La utilización de hexafluoruro de uranio (UF6) natural importado para el ensayo de
centrifugadoras en el taller de la compañía eléctrica de Kalaye en 1999 y 2002, y
la consiguiente producción de uranio enriquecido y empobrecido.
− La importación de uranio metálico natural en el año 1993 y su posterior
transferencia para utilizarlo en experimentos de enriquecimiento por láser, incluida
la producción de uranio enriquecido, la pérdida de materiales nucleares durante
estas operaciones, y la producción y transferencia de los desechos resultantes.
− La producción de dióxido de uranio (UO2), tritóxido de uranio (UO3), tetrafluoruro
de uranio (UF4), UF6 y carbonato de uranilo y de amonio (AUC) a partir de UO2
empobrecido importado, de octaoxido de triuranio (U3O8) empobrecido y de U3O8
natural, y la producción y transferencia de los desechos resultantes.
− La producción de blancos de UO2 natural y empobrecido en el Centro de
Tecnología Nuclear (ENTC) de Isfajan y su irradiación en el Reactor de
Investigación Nuclear (TRR) de Teherán, el procesamiento ulterior de esos
blancos, incluida la separación de plutonio, la producción y transferencia de los
desechos resultantes, y el almacenamiento de los blancos irradiados no
procesados en el Centro de Investigaciones Nucleares de Teherán (TNRC).
No haber declarado:
− La instalación piloto de enriquecimiento del taller de la compañía eléctrica de
Kalaye.
− Las plantas de enriquecimiento por láser en el TNRC y la planta piloto de
enriquecimiento de uranio por láser en Lashkar Ab’ad.
No haber presentado la información sobre el diseño, o la información actualizada
sobre el diseño de:
− Las instalaciones en que el uranio natural importado en 1991 (incluidos los
desechos generados) se recibió, almacenó y procesó (laboratorios
plurifuncionales Abr Ibn Hayan (JHL), TRR, ENTC e instalaciones de
almacenamiento de desechos en Isfaján y Anarak).
− Las instalaciones del ENTC y del TNRC en que se produjo UO2, UO3, UF4, UF6 y
AUC a partir de UO2 empobrecido importado, U3O8 empobrecido y U3O8 natural.
− El almacenamiento de desechos en Isfaján y Anarak.
− La instalación piloto de enriquecimiento del taller de la compañía eléctrica de
Kalaye.
− Las plantas de enriquecimiento por láser del TNRC y de Lashkar Ab’ad, y los
lugares en que los desechos resultantes se procesaron y almacenaron, incluida la
instalación de almacenamiento de desechos de Karaj.
− El TRR, con respecto a la irradiación de blancos de uranio, y la instalación del
TNRC donde tuvo lugar la separación de plutonio, así como la instalación de
manipulación de desechos del TNRC.
− No haber cooperado en muchas ocasiones para facilitar la aplicación de las
salvaguardias como lo evidencian las amplias actividades de encubrimiento.
No obstante desde finales del año 2003, y tras la firma del Protocolo Adicional al
Acuerdo de Salvaguardias el 18 de diciembre de 2003, Irán ha adoptado medidas
correctoras con respecto a esos incumplimientos y la Agencia ha podido confirmar
determinados aspectos de sus actividades, en particular las relativas a la de
conversión del uranio, enriquecimiento por láser, fabricación de combustible y el
programa de reactores de investigación de agua pesada, a los que la Agencia ha
efectuado un seguimiento riguroso en el contexto de la aplicación del acuerdo de
salvaguardias de Irán y, hasta el 6 de febrero de 2006, de su protocolo adicional
(fecha en la que Irán suspendió voluntariamente su protocolo adicional a su acuerdo
de salvaguardias).
A pesar de lo anterior quedan pendientes dos importantes cuestiones asociadas a la
investigación que realiza la Agencia con miras a dar garantías de que no existen
actividades de enriquecimiento no declaradas en Irán: el origen de la contaminación
por partículas de Uranio Poco Enriquecido (UPE) y Uranio Muy Enriquecido (UME)
hallada en diversos lugares en Irán; y la magnitud de los esfuerzos de Irán para
importar, fabricar y utilizar centrifugadoras de diseño P-1 y P-2.
Con respecto a la primera de las cuestiones -la contaminación-, aunque los
resultados de los análisis efectuados hasta la fecha tienden, en general, a apoyar las
declaraciones de Irán con respecto al origen externo de la mayor parte de la
contaminación de partículas de elevado enriquecimiento (HEU) que fue descubierta
en localizaciones dónde Irán ha declarado que las piezas de centrifugadora habían
sido fabricadas, utilizadas y /o almacenadas, la Agencia continúa investigando la
fuente de las partículas de uranio de bajo enriquecimiento y algunas partículas de
HEU descubiertas en esas localizaciones. Actualmente según la AIEA no se puede
dar una conclusión definitiva en relación con este tema pendiente desde hace
tiempo, no hay garantías fiables de ausencia de materiales o actividades nucleares
no declaradas en Irán, por lo que no pueden excluirse en este momento otras
explicaciones posibles, y prosiguen las investigaciones para tratar de confirmar el
verdadero origen de la contaminación.
En cuanto a la segunda cuestión, los programas de las centrifugadoras P-1 y P-2, si
bien se han hecho algunos progresos desde noviembre de 2004 en la verificación de
las declaraciones de Irán relativas a la cronología de su programa de
enriquecimiento por centrifugación, no se ha podido verificar aún la exactitud de las
declaraciones del Irán sobre esos programas. Las investigaciones sobre la red de
suministro indican que Irán debería tener más información complementaria que
podría ser útil a este respecto no obstante, mantienen que no existe más información
que la ya suministrada.
Se podría concluir que tras tres años de de investigación la AIEA no ha visto ninguna
desviación de material nuclear hacia la fabricación de armas nucleares u otros
dispositivos explosivos nucleares, pero es preciso recordar las manifestaciones
realizadas por su director general de que actualmente no está en condiciones de
afirmar que no existan materiales o actividades nucleares no declaradas en Irán. (Si
el proceso por el que se llega a esa conclusión, en circunstancias normales, requiere
tiempo incluso con un Protocolo Adicional en vigor, en el caso de Irán, cabe prever
que se tarde aún más en llegar a esa conclusión, habida cuenta del carácter no
declarado de su programa nuclear, y en particular debido a la deficiencia de la
información disponible sobre su programa de enriquecimiento por centrifugación, a la
existencia de documentos genéricos relativos a la fabricación de componentes de
armas nucleares, y a la falta de aclaraciones sobre la función del sector militar en el
programa nuclear de Irán).
Ante esta situación y ante el anuncio realizado por Irán de reanudar a partir del 9 de
enero del presente año sus actividades asociadas al Programa Nuclear, la Junta de
Gobernadores de la AIEA solicitó al director general que presentara un informe para
su examen, y remisión inmediata al Consejo de Seguridad, “recordando todas las
resoluciones aprobadas por la Junta acerca del programa nuclear del Irán” (desde el
primer informe presentado por el director general el 17 de marzo de 2003 hasta
febrero 2006, han sido presentados a la Junta de Gobernadores 16 informes escritos
y dos orales), “recordando después de casi tres años de intensas actividades de
verificación, la Agencia aún no está en condiciones de aclarar algunas cuestiones
importantes relacionadas con el programa nuclear del Irán ni de concluir que no
existen materiales o actividades nucleares no declarados”, “recordando los
numerosos incumplimientos por Irán de sus obligaciones de acatar las disposiciones
de su acuerdo de salvaguardias en relación con el TNP”, y “subrayando que para
resolver las cuestiones pendientes y crear un ambiente de confianza en la
naturaleza exclusivamente pacífica del programa nuclear, considera necesario que
Irán, suspenda su programa de enriquecimiento de uranio, ratifique el protocolo
adicional del TNP y aplique las medidas de transparencia requeridas por esta
Agencia”.
Estas medidas solicitadas a Irán también fueron remitidas al Consejo de Seguridad
para conocimiento (4 de febrero de 2006).
Como consecuencia de esta petición de la Junta de Gobernadores y de otra del
Consejo de Seguridad, el director general presenta dos Informes, 28 de febrero y el
28 de abril, sobre la aplicación de la resolución anteriormente citada así como de las
resoluciones anteriores.
Estos Informes fueron concluyentes: Teherán sigue sin ofrecer la transparencia y
cooperación requeridas. Tampoco ha suspendido sus actividades relacionadas con
el enriquecimiento de uranio ni ha actuado de acuerdo con el Protocolo Adicional del
TNP. En relación con el reactor de investigación de agua pesada, la Agencia
confirmó que las labores de ingeniería civil estaban aún en marcha. También se
confirmó que Irán completó, en marzo, una cascada de 164 centrifugadoras, y
comenzaron las pruebas utilizando UF6 logrando un nivel de enriquecimiento del
3,6%, aclarando que: si bien todo el material nuclear declarado por Irán a la Agencia
está contabilizado, continúa habiendo vacíos en los datos de la Agencia con
respecto al alcance y contenido del programa de centrifugadoras de Irán. A causa de
esto, y otros vacíos en los datos de la Agencia, incluyendo el papel del Ejército en el
Programa Nuclear de Irán, la Agencia es incapaz de hacer progresos en sus
esfuerzos por proporcionar garantías acerca de la ausencia de materiales y
actividades nucleares no declaradas en Irán. Finalizando dichos informes:
“Es lamentable, y motivo de preocupación, que las incertidumbres
mencionadas relativas al alcance y la naturaleza del programa nuclear de Irán
no hayan sido aclaradas tras tres años de intensa verificación por la AIEA.”
“Tras más de tres años de esfuerzos de la Agencia por buscar claridad sobre
todos los aspectos del Programa Nuclear de Irán, los presentes vacíos en su
conocimiento continúan siendo materia de preocupación. Cualquier progreso
a ese respecto exige total transparencia y cooperación activa por parte de
Irán. Lamentablemente, estas medidas de transparencia no están próximas.
Con la decisión de Irán de detener la implementación de las provisiones del
Protocolo Adicional, la capacidad de la Agencia de hacer progresos a la hora
de aclarar estos temas y confirmar la ausencia de material y actividades
nucleares no declaradas, se verá más limitada, y el acceso de la Agencia a
las actividades que no involucran tal material nuclear será restringida.”
Grupo de suministradores nucleares
El Programa Nuclear iraní tiene su origen en la década de los cincuenta, con la
ayuda y promoción de Estados Unidos bajo el título de “Átomos por la Paz”. En el
año 1957 tiene lugar la firma del primer acuerdo con el Sha Mohammad Reza
Pahlevi, y con el objetivo genérico de promocionar la tecnología nuclear en todas
sus formas y variantes, alcanzando sus fines básicos a nivel de investigación y de
formación del personal técnico y científico.
En el año 1959 se funda el Centro de Investigación Nuclear de Teherán CINT bajo
el control de la Organización de Energía Atómica de Irán (OEAI), equipado con un
reactor de investigación de 5 megavatios, donado por Estados Unidos y que entro en
operación en el año 1967 usando uranio altamente enriquecido . El siguiente año se
produce por parte de Irán la firma del TNP, el cual se ratifica posteriormente en
1970.
En el año 1974, en plena crisis del petróleo, se pone en marcha la construcción en
Bushehr de la primera planta de producción eléctrica de origen nuclear, para el
suministro a la ciudad de Shiraz, adjudicándosele el desarrollo y construcción a la
firma alemana KWU (Kraftwerk Union AG), empresa colectiva formada por Siemens
AG y AEG Telefunken, por un valor entre cuatro y 6.000 millones de dólares. El
diseño se trataba de un reactor de agua a presión de 1,200 magavatios/toneladas.,
subcontratado a ThyssenKrupp; el tipo de planta es similar a la diseñada por la
misma compañía en Trillo-Guadalajara.
En el año 1975 se firma el memorandum “USA-Irán Nuclear Cooperation”, por Henry
Kissinger, con grandes expectativas de negocio para las corporaciones
norteamericanas (Westinghouse Electric y General Electric) y considerado como
básico para el equilibrio estratégico en la zona.
También se establecen acuerdos con Francia para dos reactores de 900 magavatios
de Framatome (Creusot Loire S. A, Alsthon-Atlantic, Spie-Batignollés, Cogema, etc.)
en la ciudad Darkhovin y para la construcción de la futura planta de enriquecimiento
de Eurodif (Tricastin). Se establecieron igualmente acuerdos con Australia para la
compra de uranio, India para cooperación, Argentina para enriquecimiento y
formación de personal técnico, Dinamarca para suministro de uranio altamente
enriquecido, Suráfrica para suministro de oxido de uranio yellow-cake
presumiblemente con origen en Namibia y Austria para almacenamiento de residuos
radiactivos.
Después de la Revolución Islámica de 1979, Irán paraliza inicialmente todos los
programas, lo que resultó crítico en las relaciones con los países extranjeros en
términos de cooperación.
Tras el año 1979, Francia se negó a entregar uranio enriquecido a Irán y a devolver
la inversión en Eurodif tras la compra de la participación sueca del 10%, sociedad
formada en el año 1973 por Francia, Bélgica, España y Suecia.
También se pagó a Estados Unidos y Alemania por la entrega de combustible
nuclear y por los equipos nucleares de Bushehr, de acuerdo con los contratos
firmados por Irán antes de la Revolución, finalmente sin ninguna contraprestación.
El Gobierno iraní suspendió sus pagos y trató de recuperar su dinero presionando a
Francia y a Alemania a través de incluso Hezbolá, que llego a secuestrar a
ciudadanos franceses en la década de los años ochenta.
En el año 1982, el presidente francés Mitterrand rehusó la entrega de uranio a Irán,
quien también reclamaba la deuda de 1.000 millones de dólares. En 1986 Georges
Besse, gerente de Eurodif, fue asesinado; el acto fue supuestamente reivindicado
por militantes del grupo Acción Directa, aunque ellos negaron cualquier
responsabilidad durante su juicio, en su investigación David Carr-Brown y Dominique
Lorentz señalaron como responsables a los Servicios de Inteligencia iraníes.
Finalmente se llegó a un acuerdo en el año 1991 por el que Francia reembolsó el
dinero, e Irán se mantuvo como accionista de Eurodif a través de Sofidif. Sin
embargo, Irán se abstuvo de reclamar el uranio producido.
Kraftwerk Union, se retiró por completo del proyecto nuclear de Bushehr en julio de
1979, después de suspender sus operaciones en enero de 1979, dejando un reactor
completo en un 50%, y el otro reactor en un 85%. Argumentaron que su decisión se
basaba el hecho de que Irán no canceló una deuda de 450 millones de dólares
atrasada. La compañía había recibido más de dos mil millones de dólares del
contrato total. La compañía francesa Framatome, subsidiaria de Areva, también se
retiró.
A mediados de los años ochenta, en un intento de completar la planta, se estableció
un consorcio entre Alemania, Argentina y España. De forma similar en febrero de
1990 se firma un protocolo entre Irán y el Instituto Nacional de Industria (INI) con la
participación de las empresas: ENSA (Equipos Nucleares S. A.), Enusa,
Empresarios Agrupados S. A, etc.)
Año 1990, Irán empezó a buscar nuevos socios para su programa nuclear; sin
embargo, debido a un clima político poco favorable y las sanciones
estadounidenses, contó con pocos candidatos.
En el año 1995 Irán firmó un contrato con Rusia para reanudar la construcción de la
planta de Bushehr, instalando en el ya existente edificio Bushehr I un reactor de
agua a presión VVER-1000 de 915 magavatios/tonelada., cuya finalización se
espera para el año 2007. No existen planes actuales para completar el reactor
Bushehr II.
Al año siguiente Estados Unidos trató, sin éxito, impedir a China la venta de una
planta de reprocesamiento así como del gas necesario para probar el proceso de
enriquecimiento de uranio.
Irán ha realizado múltiples prospecciones a la búsqueda de uranio especialmente en
la región de Saghand, habiéndose encontrado finalmente en la zona desértica de la
provincia de Yazd, también esta planificada la construcción de una planta para el
procesado y purificación del mineral natural en concentrado y la fabricación de
elementos combustibles. En principio se firmó un acuerdo con el Instituto Argentino
de Investigación Aplicada (INVAP), con quien se había contratado antes la
transformación de un reactor de investigación y el suministro de equipos para la
producción de agua pesada (atentado suicida contra el AMIA en 1994), cancelado
por presión americana y que se está completando con tecnología de China, BRIUG
(Beijing Research Institute of Uranium Geology), y de Rusia.
Ubicada en Isfahan se encuentra la Compañía Nacional Iraní del Acero (NISCO), en
esta fábrica se producen los aceros especiales con aplicación nuclear y para
armamento (Defense Industries Organization). Basada en tecnología procedente de
Japan´s Nipón Steel y de la italiana Danieli, también desarrolladora de la planta de
Taji en Irak.
El día 14 de agosto del 2002, Alireza Jafarzadeh, un prominente disidente iraní,
reveló la existencia de dos instalaciones nucleares desconocidas por la OIEA: una
de enriquecimiento de uranio en Natanz (parte de la cual esta bajo tierra), y otra que
incluye un reactor y la producción de agua pesada (proceso canadiense) en Arak.
El reactor de agua pesada IR-40 está teóricamente desarrollado con tecnología
propia, tras los fracasos en los intentos de compra tanto de los modelos de China en
el año 1991 como de Rusia en 1998, y permitiría las opciones tecnológicas de
producción de armas nucleares al completar la capacidad de generación de plutonio
(9 a 12 kilogramos/año) como alternativa al uranio altamente enriquecido, si bien
desde las crónicas oficiales su construcción se justifica para la producción de
isótopos radiactivos para aplicaciones médicas e industriales.
Es muy probable un apoyo chino en el diseño y equipamiento del reactor e incluso
pakistaní por similitud con el proyecto de Khushab utilizado para producción de
plutonio.
La planta de Natanz es una instalación de enriquecimiento de uranio FEP, con una
superficie de unos 100.000 metros cuadrados, protegida las áreas vitales en una
construcción subterránea de alta seguridad y capacidad para albergar hasta 10.000
centrifugadoras.
La producción de centrifugadoras, tras las manifestaciones de Abdul Qadeer Khan,
ha puesto de manifiesto la existencia de una compleja red de suministro y un
mercado negro de equipos nucleares, relacionado principalmente con Pakistán,
Libia, Corea del Norte e Irán como clientes y a multitud de empresas occidentales:
Thyssen, Magnetfabrik Bonn, Leybold Corporation, Schenk, Tektronik, AGIE y
Charmilles Technologies, etc.
La figura de Abdul Qadeer Khan es básica en el proceso de suministros, tras
aparentemente apoderarse de los planos de construcción de las centrifugadoras de
la compañía Urenco, establecida en la ciudad danesa de Almelo, y donde trabajo
durante años; a su vuelta a Pakistán, donde colabora muy activamente en el
desarrollo de la bomba y el programa nuclear, hasta ser considerado como héroe
nacional tras el éxito del mismo en 1998. Además había establecido una completa
red de adquisiciones y de fabricación de los componentes, en esta red destacan las
relaciones con una fábrica en Malasia (Scomi Precision Engineering of Selangor)
para elaborar componentes y repuestos, canalizando las compras y transportes
mediante la empresa de ordenadores SMB Group, dirigida por B. S. A Tahir quien
actuaba como intermediario financiero de Khan, establecida en Dubai y desde la que
se canalizaban los suministros de agentes de compras europeos en: Alemania,
Japón, Holanda, Suiza y España. Hay que señalar el arresto en Japón de directivos
de la empresa de equipos de medición de alta precisión Mitutoyo, por la presunta
exportación de los mismos a Malasia.
Conclusiones
Irán en su largo y complejo programa nuclear ha tenido relaciones con
prácticamente la totalidad de potenciales suministradores de tecnología y
equipamiento nuclear; que unido al importante plantel de cualificados técnicos y
científicos, la capacita como una seria candidata a alcanzar capacidades nucleares
tanto civiles como militares.
Actualmente su política de suministros se canaliza en los programas más
importantes, Bushehr e Isfahan, vía proveedores institucionales como son las
Agencias Nucleares de Rusia y China, aliados estratégicos en no solo este campo.
Irán dispone de una red de suministros, técnicos y acceso a un mercado negro, que
les ha posibilitado el desarrollo de aquellos programas donde ha encontrado
reticencias o bloqueos internacionales, como Arak y Natanz.
En relación con los programas militares de producción de armas, si ese hubiera sido
su objetivo prioritario, actualmente puede afirmarse que podría estar en breve plazo
capacitada para una producción limitada o clandestina de algunas bombas. Si los
programas en curso, que afectan a todo el ciclo del uranio, finalizan con éxito,
alcanzarían una capacidad completa de elaboración de armas nucleares e incluso
de proliferación de las mismas.
Incluso en el estado actual, la única vía de garantizar la seguridad es el mantener al
máximo nivel la vigilancia y el control de salvaguardias por la AIEA.
En caso de una agresión que pusiera en marcha la amenaza iraní de guerra
asimétrica o terrorismo, el riesgo asociado al potencial uso de “bombas sucias” debe
considerarse por sus dramáticas y fácilmente exportable utilización. La amenaza
nuclear, radiológica, biológica y química alcanzaría un nivel, con un apoyo estatal,
de repercusiones difícilmente cuantificable
Movimiento de los Países No Alineados
Irán es uno de los 118 países que integran actualmente el Movimiento de Países No
Alineados, o MNOAL (tras la ONU, la mayor organización internacional en cuanto a
número de miembros). Durante la última conferencia del MNOAL, celebrada en La
Habana en 2006, Irán anunció su intención de acoger la siguiente en Teherán, en el
año 2012. Si esta decisión se toma, será en El Cairo, en 2009, e Irán entrará a
formar parte de la denominada troika presidencial.
Analizadas las posibles relaciones de Irán con otros miembros del MNOAL (por
razones de vecindad, comerciales, políticas, posesión de armas o programas
nucleares, etc., se concluye que:
− De los siete países vecinos, cuatro son miembros del MNOAL (Afganistán, Irak,
Pakistán y Turkmenistán), uno es observador (Azerbaiyán) y dos no (Armenia y
Turquía, que constituyen una mínima parte de las fronteras terrestres de Irán).
− De entre la muy diversificada lista de países con los que Irán mantiene fuertes
relaciones comerciales, cabe destacar por su pertenencia al MNOAL la Unión de
Emiratos Árabes, India, Turkmenistán, Singapur y Suráfrica, además de China y
Azerbaiyán como observadores.
− Son muy numerosos aquéllos países cuyas formas de gobierno y/o religión
predominante les asocia claramente a una república islámica como la de Irán;
entre ellos destacan: Afganistán, Irak y Pakistán.
− De los nueve países nucleares existentes en la actualidad, dos son miembros del
MNOAL (India y Pakistán), uno es observador (China) y seis no (Corea del Norte,
Francia, Israel, Reino Unido, Rusia y Estados Unidos).
− De forma un tanto sorprendente, Irán está desarrollando últimamente ciertas
alianzas con otros miembros del MNOAL que parecen obedecer tan sólo a
objetivos de carácter político, en línea con la idiosincrasia del movimiento. Llaman
la atención las que mantiene con Cuba, Venezuela y Bolivia.
Entre los beneficios que cabe pensar que Irán espere obtener de su pertenencia al
MNOAL está la posibilidad de: obtener apoyo para reclamar la igualdad de todas las
naciones independientemente de su tamaño; rechazar presuntas interferencias o
intervenciones en sus asuntos nacionales; reclamar el derecho a defenderse,
individual o colectivamente; protestar por estar siendo objeto de presiones. En
particular, estos supuestos beneficios serán más relevantes en las relaciones de Irán
con Estados Unidos y Naciones Unidas.
En general, la pertenencia al MNOAL proporciona posibilidades de hacerse oír a
nivel mundial más que en la ONU u otras organizaciones. Ostentar la Presidencia
sería un útil instrumento para liderar los países de su entorno y una parte
significativa del mundo islámico (en particular: Afganistán, Irak, Pakistán,
Turkmenistán, Azerbaiyán). Para su programa nuclear, sería beneficiosa la relación
con India, Pakistán y China.
En la última Cumbre del MNOAL, la crisis nuclear iraní, el conflicto de El Líbano y la
necesidad de una reforma de la ONU centraron los debates de la jornada de
inauguración. Ahmadineyad intervino en representación de los países asiáticos y dijo
que la “unión y solidaridad” es la respuesta a la “agresión”; recordó que “la integridad
territorial de los países miembros es uno de los principios” del movimiento, al que
calificó de “campeón de la igualdad de los seres humanos y justicia”; arremetió
contra el Consejo de Seguridad de la ONU al denunciar que no es capaz de resolver
los grandes conflictos mundiales por el veto que tienen Estados Unidos y Gran
Bretaña; dijo que Estados Unidos están convirtiendo al Consejo de Seguridad de
ONU e una base desde la cual imponer su política; se preguntó “¿Por qué debemos
vivir bajo la amenaza nuclear de Estados Unidos?” e insistió en el derecho que le
asiste para desarrollar su programa de producción de energía nuclear.
El presidente de Pakistán, Musharraf, advirtió de que la crisis iraní “puede
desestabilizar toda la región” y confió en una salida diplomática. El venezolano
Chávez, recordó que el MNOAL aprobó en mayo una resolución apoyando el
“legítimo derecho” de Irán al desarrollo nuclear con fines pacíficos. La declaración
final exhorta, no obstante, a Irán a continuar cooperando con la AIEA.
En conversaciones laterales el presidente de Irán manifestó al de Paquistán que:
“Las actividades nucleares pacíficas de Irán no son ninguna amenaza para
nadie” y que “La República Islámica de Irán está en los inicios del acceso al
ciclo de combustible nuclear, y lo que es peligroso es la experimentación de
bombas atómicas de tercera generación por parte de Estados Unidos.”
Reiteró que Teherán siempre está dispuesto a dialogar en torno a este litigio en unas
condiciones justas y recordó que la política nuclear iraní no se han alterado en nada.
Por su lado, Mosharraf se mostró satisfecho por la marcha positiva del expediente
nuclear iraní, y declaró:
“De ninguna manera Paquistán está de acuerdo con que surja una nueva
crisis en la región ni de que se desbarate la estabilidad y la calma en Irán.”
A mediados del pasado septiembre, en una reunión de la AIEA leyó una declaración
del MNOAL que:
− Reitera el derecho de los miembros a desarrollar energía atómica para propósitos
pacíficos.
− Apoya los esfuerzos hacia la no proliferación de armas de destrucción masiva,
manteniendo que la no proliferación y los usos pacíficos de la tecnología nuclear
tienen que ser tratados de una forma equilibrada y no discriminatoria.
− Enfatiza la distinción entre obligaciones legales y compromisos voluntariamente
adquiridos (que los últimos no se convierten en las primeras).
− Recuerda la suspensión de las actividades iraníes de enriquecimiento como
medida de confianza voluntaria no interpretable de forma restrictiva para el
derecho de los países a desarrollar programas de energía atómica para usos
pacíficos.
− Indica que los problemas deben ser resueltos mediante el diálogo e insta a
Estados Unidos e Irán a promover la confianza mutua.
− Reconoce a la AIEA como la única autoridad competente para verificación,
expresa su completa confianza en la profesionalidad e imparcialidad de la AIEA.
Cree que todos los temas sobre salvaguardas y verificación, incluyendo que el de
Irán deben ser resueltos en el marco de la Agencia y basados en aspectos
técnicos.
− Da cuenta de que todo el material nuclear declarado en Irán ha sido comprobado
sin faltas y que no está siendo desviado hacia actividades prohibidas, y le insta a
continuar su cooperación activa con la Agencia para resolver los asuntos
pendientes.
El MNOAL toma nota de que desde octubre de 2003, se ha progresado mucho en la
corrección de los fallos identificados por parte de Irán y en la habilidad de la Agencia
para confirmar ciertos aspectos de la declaración iraní.
La Agencia ha podido verificar la suspensión, por parte de Irán, de las actividades
relacionadas con el enriquecimiento en lugares e instalaciones específicas y ha
podido confirmar que el UF6 producido permanece sellado en la instalación de
conversión de uranio.
Por lo tanto, en general, el MNOAL se hace cargo del notorio progreso que se ha
realizado hacia la resolución de temas importantes de Irán y es optimista en cuanto
a que los asuntos pendientes puedan ser resueltos con la cooperación activa de Irán
con la AIEA.
El MNOAL reconoce que es limitada la autoridad legal de la Agencia para verificar
una presunta actividad relacionada con armas nucleares, pero sostiene que
cualquier petición de autoridad legal adicional ha de ser negociada con los estados
miembros y promueve procesos multilaterales.
Conclusión
Irán pertenece al MNOAL y ostentará su presidencia entre los años 2012 y 2015.
Pretenderá obtener beneficios apoyándose en los principios del movimiento, lo que
influirá en sus relaciones exteriores (sobre todo con Estados Unidos y Naciones
Unidas), se hará oír más a nivel mundial y utilizará el movimiento para afianzar su
liderazgo en la región, en particular con: Afganistán, Irak, Turkmenistán, Paquistán e
India (tal vez también China); las relaciones con estos tres serán especialmente
beneficiosas para su programa nuclear.
Los beneficios de sus relaciones con Cuba, Bolivia y Venezuela son menos
importantes y demasiado coyunturales, aunque en el caso de Venezuela, al ser
ambos grandes productores de petróleo, la relación podría tener una influencia más
decisiva, añadiendo complejidad y riesgos a la crisis.
COMPOSICIÓN DEL GRUPO DE TRABAJO
D. MANUEL ATENCIA ROBLEDO
Diputado Grupo Popular.
D. LUIS MARTIN ARAGONES
General de Brigada. Subdirector de Personal–MAPER.
D. ANGEL MAZO DA PENA
General de Brigada. Segundo Jefe División Estrategia y Planes. EMACON.
D. JULIAN MARTIN ARIAS
Subdirección General Oficina Presupuestaria Presidencia.
D. JOAQUÍN BAUMELA NAVARRO
Director General. Servicios y Proyectos Avanzados, S.A.
LA SITUACIÓN DE SEGURIDAD EN IRÁN: REPERCUSIÓN EN
ORIENTE MEDIO Y EL GOLFO PÉRSICO
En el amplio mapa de Oriente Medio y el golfo Pérsico –salvo Israel- se extienden
las fronteras de un conjunto muy diverso de Estados islámicos. A pesar del
denominador común religioso, estos países difieren en cuanto a sus regímenes
políticos, sus condiciones económicas, e incluso, las distintas ramas del Islam,
distinguiéndose un gran bloque esencialmente sunní encabezado por Arabia Saudí y
otro chíi centralizado en Irán, al que se vinculan importantes minorías a lo largo de
todo este marco geográfico.
Sin embargo, de entre todas estas diferencias que marcan el carácter geopolítico y
geoeconómico de estos Estados en la actualidad, la más significativa procede de
sus raíces históricas, pues fue en este territorio en el que nacieron, prosperaron y
han dejado su herencia dos de los grandes imperios desde la Antigüedad a los
tiempos modernos: el persa y el árabe. Estas huellas del pasado nos explican la
dualidad en las relaciones que caracterizan a este gran conjunto de países en el
presente: Estados hermanados en la umma y rivales al mismo tiempo. A pesar de lo
cual, se tiende a abordar la región desde el exterior bajo el prisma de una engañosa
apariencia monolítica.
Un análisis detenido de cómo las diferencias religiosas entre sunníes y chiíes se han
traducido en posiciones políticas y estratégicas en Oriente Medio y el golfo Pérsico,
nos permitirá evaluar mejor el papel que hoy en día juega Irán entre este conjunto de
países.
Por otra parte, desde que en el año 1979, la revolución del ayatola Jomeini diera
lugar a la República Islámica de Irán, el Gobierno de Teherán se ha visto involucrado
en los distintos acontecimientos que han asolado la región. Haya sido su implicación
de forma directa o indirecta, en cualquier caso, cada uno de estos procesos ha
contribuido a perfilar la posición que hoy ocupa y la percepción que de Irán tienen
sus vecinos gobiernos árabes.
A la hora de estudiar la situación de seguridad en la región en relación con Irán, nos
ha parecido adecuado abordar estos dos ámbitos de diferencias religiosas y
culturales, a la vez que el repaso de la historia de la región desde los años ochenta.
Con ello, hemos obtenido unas conclusiones que nos permiten conocer la situación
actual.
Origen histórico de chiíes y suníes
Sin extendernos en la profundidad que requiere el tema, consideramos de interés
plantear un breve marco histórico que nos permita distinguir las dos grandes
comunidades del Islam y su origen con el fin de conocer las diferencias de la región
en la actualidad.
Frente a la rama suní del islam aparece una rama mucho más limitada en cuanto al
número de seguidores y extensión geográfica que es la chií. Actualmente los chiíes
constituyen entre un 10% y un 15% de los musulmanes. Son mayoritarios en Irán,
Irak, Bahrein y el sur del Líbano. Existen como minoría en Siria, Afganistán, Pakistán
y otros lugares como India y Yemen.
Etimológicamente, el término viene de la expresión chía Alí, partido o facción de Alí.
Cuando Mahoma murió en el año 632 no se había habilitado ningún modo de decidir
quién tenía que sucederle, recurriéndose finalmente a un sistema tradicional de
elección entre notables. Quienes tomaron partido por Alí, primo y yerno del profeta,
sin embargo, consideraron que él era el único sucesor legítimo ya que había sido la
persona más cercana a Mahoma. Así, se negaron a reconocer a los notables
sucesivamente elegidos para desempeñar el papel de califas o sucesores del
profeta: Abu Bakr, Omar y Otmán. Tras la muerte de este último, Alí será finalmente
elegido califa. Sin embargo, acusado de haber instigado la muerte de su predecesor,
su poder será contestado por Mu´awiya, gobernador de Siria y miembro de la familia
de los Omeyas, iniciándose así una guerra civil entre ambas facciones. Cuando
ambos líderes aceptaron en el campo de batalla de Siffín someter sus diferencias al
dictamen de un árbitro independiente, de las filas de Alí surgirá una tercera facción,
la de los jariyíes, que no aceptaban el arbitraje. Esta facción asesinó a Alí en el año
661, y el mismo día trataron de acabar también con Mu´awiya y con el árbitro, sin
lograrlo. Los partidarios de Alí pusieron entonces sus esperanzas en su hijo Hassan,
que renunció al poder, y luego en Hussain. Éste instigará una rebelión contra el
poder omeya. Su terrible muerte en el campo de batalla de Kerbala (Irak), en el año
680, marcará el principio del cisma entre los chiíes y aquellos a quienes se llamará
más tarde suníes.
El destino trágico de Hussain sacudió a una parte de los musulmanes y provocó una
determinación de combatir hasta el fin por un ideal de poder considerado justo y
respetuoso con los fundamentos del islam primitivo. El martirio de Hussain, hito
fundamental del chiísmo (que lo conmemora todos los años con procesiones de
penitentes) se convierte en símbolo de la lucha contra la injusticia. Los
descendientes de Hussain, dirigentes o imames de la comunidad dado el carácter
hereditario atribuido por ésta a la sucesión, tuvieron todos un destino trágico de
cárcel y muerte. El poder temporal planteaba pues un problema, que se solucionó
gracias al fenómeno de la ocultación o gayba. El séptimo imam desapareció y una
parte de la comunidad consideró que se había ocultado por medios sobrenaturales
pero que seguiría vivo hasta su regreso al final de los tiempos, con lo cual no podía
sucederle nadie. Así pusieron fin a la cuestión, lo que permitió un acatamiento formal
del poder político imperante. Los chiíes que creyeron en esa ocultación fueron
llamados en lo sucesivo septimanos (por el número del imam desaparecido) o
ismailíes (por el nombre del imam, Ismail). El resto de la comunidad, mayoritario,
consideró muerto a Ismail y siguió reconociendo como imames a sus descendientes,
razón por la cual fueron llamados imamíes. Sin embargo, acabaron reconociendo su
propio fenómeno de ocultación: el duodécimo imam, según la creencia de este
grupo, se escapó de la cárcel por medios sobrenaturales y desapareció en el año
874. A los imamíes se les llamará desde entonces también duodecimanos. La
existencia del Imam Oculto da una fuerte dimensión esotérica al chiísmo.
En tanto que musulmanes, los chiíes reconocen los cinco pilares del islam, el Corán
, la sunna y en general el culto no se diferencia externamente de otras ramas del
Islam. Sin embargo las particularidades doctrinales más importantes son: el imamato
y el clero.
Históricamente este contexto enlaza con Irán a través de Ismail I, tras
autoproclamarse éste sha de Persia en Tabris en el año 1501. El sha conquistó con
ayuda de un ejército la totalidad de Irán, unificó la nación y la convirtió en Estado
nacional dirigido por una poderosa autoridad central. Ismail declaró ser el imam
escondido de los chiíes, reencarnación de Alí. Así, en los territorios centrales del
Islam surge, por primera vez, un Estado chií estable, poderoso y capaz de
resistencia, que ha conseguido sobrevivir hasta la fecha en medio de las vicisitudes
de la Historia.
En el lado opuesto están los sunníes quienes anhelan el Imperio Omeya árabe, que
fue capaz de mantener unidos a los diferentes pueblos que lo componían. Éstos
estaban unidos no sólo por medio de la fe islámica, sino también por medio de la
lengua y la cultura árabes, con ayuda tanto de las múltiples afinidades en las
tradiciones históricas y culturales como de intereses políticos y económicos. Esta
aspiración nunca ha desaparecido entre los árabes. En épocas más cercanas a
nuestros tiempos, ya a mediados del siglo XIX resurge la idea a través de la Nahda (
el “levantamiento” cultural, científico y político). En los años de la Primera Guerra
Mundial, los dirigentes árabes, a través de las promesas realizadas por los aliados
europeos al rey Hussein de Arabia Saudí, vieron cerca el sueño cumplido de un gran
reino árabe. En el año1916 todas estas aspiraciones se frustraron con el Acuerdo
secreto de Sykes-Picot entre ingleses y franceses, el cual fue entendido por los
árabes como una traición de Occidente. Desde entonces, se han multiplicado los
intentos de unidad entre los dirigentes árabes, resultando todos muy frágiles: 1958
1961, la República Árabe Unida: Egipto y Siria; 1958, la Federación Árabe: Irak y
Jordania; 1971, la Federación de Repúblicas Árabes: Egipto, Libia y Siria; 1984, la
Unión Arábigo-Africana: Marruecos y Libia.
Sólo la Liga Árabe, fundada en el Cairo en 1945, ha conseguido formular –con éxito
alterno- intereses políticos, económicos y culturales comunes a todos los países
árabes.
En esa división interna del islam hay que ubicar al Irán actual. Mientras que el
islamismo feudal de Arabia Saudí nunca tuvo una especial irradiación hacia el
exterior, muy distinto es el caso del islamismo radical del régimen iraní de Jomeini, el
cual, al principio, despertó esperanzas y desató entusiasmos en el mundo islámico.
Conflicto Irán-Irak: la primera guerra del Golfo (1980-1988)
En el año 1978 los movimientos de protesta y las huelgas generales contra el sha
Reza Phalevi le obligaron a exiliarse de Irán. Un gobierno de transición, el 12 de
febrero de 1979, se ocupó de facilitar el regreso desde París del ayatola Jomeini.
Las primeras medidas fueron aprobar una nueva Constitución, que transformó el
país en una República Islámica, la industria del petróleo fue nacionalizada, las
instituciones creadas por el sha disueltas y, como punto final de las nuevas
reformas, se institucionalizó la ley islámica en todos los estamentos.
La llegada al poder de Jomeini -claramente un enemigo del baazismo iraquí- pronto
se dejó sentir en la región. Este cambio en el régimen iraní agradó a los sectores
opositores del presidente iraquí Sadam Hussein. Entre estos grupos estaban los
kurdos, aunque los problemas internos en Irak no provinieron de esta minoría étnica.
Ello no evitó que en su momento esta población fuera masacrada. Los problemas
procedieron de la propia comunidad chií en Irak, la cual se vio influida por la
revolución en Irán. Estos hechos explican en gran medida los acontecimientos que
sucedieron posteriormente.
El régimen de Irak, cuya política estaba basada en el nacionalismo árabe, siguió una
línea de supremacía y dominación, que constituyeron la forma de actuar del Partido
Baaz. La beligerancia, el recurso a la fuerza y la violencia fueron sus características
más destacadas.
El primer conflicto al que tuvo que hacer frente la República Islámica de Irán sucedió
al poco tiempo del ascenso al poder de Jomeini. El temor a una oleada islamista,
que arrastrase por las mismas sendas al resto de los Estados de la región, puso en
alerta no sólo a sus vecinos, sino a la comunidad internacional en conjunto. Entre las
potencias occidentales, muchas encontraron en el presidente Hussein, un aliado
para combatir la revolución que se promovía desde Teherán. Por entonces, ni
norteamericanos ni europeos mostraron sus reparos al autoritarismo que
caracterizaba al Gobierno de Bagdad.
El día 22 de septiembre de 1980, Sadam ordenó a sus fuerzas aéreas la destrucción
de las diez principales bases aéreas iraníes, con la intención de acabar con sus
cazas en tierra. Este primer golpe falló, pero, a pesar de todo, ordenó al día
siguiente a las fuerzas armadas que cruzaran el rubicón por ocho puntos diferentes
a lo largo de 644 kilómetros de frontera e invadieran Irán.
A partir de esta fecha y durante ocho largos años se dieron una serie de conquistas
y reconquistas por parte de ambos bandos hasta que el 17 de julio de 1988, cuando
Jomeini anunció que Irán aceptaría incondicionalmente la resolución 598 del
Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. El 24 del mismo mes comenzaron en
Ginebra las conversaciones de paz entre Irán e Irak, dando así por finalizada una
guerra con un total de más 500 mil muertos y más de un millón de heridos.
Según Irán, el régimen iraquí había iniciado el conflicto al anular unilateralmente el
Tratado de 1975, al entender que Irán se retrasaba en transferir algunos territorios
que creía le pertenecían e implicaban la consecuente redistribución de fronteras.
Dicha creencia parecía infundada, ya que Irán había demostrado buena voluntad en
cumplir el Tratado, como lo demostraba su postura en la Conferencia de La Habana.
En dicha Conferencia propuso la realización de un protocolo sobre seguridad de las
fronteras, una mejora de las relaciones de buena vecindad, el desarrollo de
relaciones económicas y comerciales, una colaboración técnica, etc.
De otro lado, Irak no recurrió a vías pacíficas para resolver las disputas previstas en
el Tratado de 1975, sino que lo hizo recurriendo a la fuerza y violando el Derecho
Internacional, lo que motivó la reacción iraní como legítima defensa para hacer
frente a las fuerzas invasoras y recuperar los territorios invadidos.
El resultado de este conflicto fue que, tras casi una década de enfrentamientos,
ninguno de los dos Estados obtuvo un claro beneficio de la guerra. Los dos Estados
salieron económicamente muy debilitados de la contienda, sin embargo ello no
impidió la consolidación de los regímenes políticos de ambos gobiernos en el poder.
Por otra parte, Estados Unidos y las potencias europeas contribuyeron al desarrollo
bélico de Irak, mientras la Unión Soviética hizo lo mismo con Irán, en unos
momentos en los que ya el fin de la guerra fría se confundía con el ascenso del
islamismo.
Ocupación israelí del sur del Líbano: nacimiento de Hezbolá
La Revolución Iraní no tardó en encontrar sus canales de expansión más allá de sus
fronteras al implicarse en otros conflictos regionales, valiéndose de las minorías
chiíes. El conflicto abierto entre Irak e Irán no impidió que los lazos islamistas
alcanzaran a otros Estados árabes de forma paralela. Éste fue el caso de
determinados sectores concentrados en el sur del Líbano, los cuales encontraron en
el Gobierno de Teherán un decidido respaldo en la lucha antiísraelí que se
desarrollaba entonces en el interior de aquel país.
De ahí, la creación en el Líbano de la organización Hezbolá a principios de la
década de los ochenta. Esta organización fue concebida desde sus orígenes como
un movimiento de resistencia islámico, basado en una mezcla ideológica de tipo
social, religioso, político y en cierta medida militar.
Su auge comenzó en 1982 durante la invasión israelí del Líbano, cuyas tropas
llegaron a la ciudad de Beirut, que fue sitiada y bombardeada hasta que las fuerzas
de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) aceptaron salir de la
ciudad. Entre los añños 1982 y 1985, las fuerzas ocupantes destacadas en el Líbano
sufrieron continuos ataques de grupos armados libaneses, entre los que destacaban
los surgidos de la comunidad chií: Harakat Amal (Movimiento de la Esperanza)
fundado en el año 1975 y Hezbolá cuyo origen, como decimos, hay que centrarlo en
la invasión.
Aunque el punto de arranque, como organización, surgió en la ocupación sionista del
Líbano y, por extensión, de Palestina, un factor que influyó muy notablemente en la
creación de Hezbolá fue el establecimiento de la revolución islámica en Irán. Este
lazo religioso e ideológico entre Hezbolá e Irán, que siempre se distinguió por la
oposición al Estado de Israel, otorgó un gran apoyo moral a la organización,
resultando de ello que dicho movimiento de resistencia se haya convertido en uno de
los principales focos de acción anti-israelí. Hezbolá por su discurso antiimperialista y
por su base social, pudiera aparentar afinidades con otros movimientos insurgentes
tercermundistas, pero no es ni marxista ni socialista. Su ideología islámica chií y su
posición proiraní han conducido a este movimiento hacia un fundamentalismo
religioso combinado con elementos de conservadurismo social, proteccionista y
asistencialista desde que se creó hasta la actualidad.
En el año 1989, Hezbolá suscribió junto al resto de partidos políticos el Acuerdo de
Taif, con el cual se empezaría a poner fin a la guerra civil libanesa. Desde entonces,
el movimiento se ha ido incorporando al sistema parlamentario operándose una
cierta evolución ideológica en el marco democrático (aunque inicialmente aceptaban
el Líbano como entidad separada, lo que en realidad querían era una gran república
de todo el islam, postulando un gobierno de los juristas religiosos que trascendiera
los límites creados anteriormente por las potencias coloniales). Pese a su corta
representación parlamentaria, en palabra de algún prestigioso analista, se ha
convertido en “el más efectivo y eficiente partido del Líbano”. En este sentido es
destacable su habilidad para buscar aliados dentro de las comunidades cristianas,
sunníes o drusa del país. Este hecho se explica, en gran medida, por la adhesión de
la población a la red de servicios sociales que tiene establecido. El movimiento
cuenta con una infraestructura civil de hospitales y servicios de caridad para
asegurar la lealtad de los chiíes esencialmente, aunque prestan asistencia a otras
comunidades.
Por otra parte, en lo que se refiere al potencial bélico, desde sus orígenes y a lo
largo de la década de los noventa, Hezbolá ha llegado a crear un verdadero ejército
en El Líbano. Como ya se ha indicado, en su fundación tuvo gran influencia de Irán,
especulándose que este país le estaba financiando. Es posible que sus grupos
armados agrupen varios miles de hombres, muy disciplinados y organizados, tal
como se ha demostrado en el reciente conflicto israelí-libanés del pasado mes de
julio. Dispone de armamento pesado (incluido algunos blindados), misiles tierra-tierra
iraníes, misiles anti-tanques, muchas piezas de artillería ligera, etc. Con este
potencial se podría afirmar que, tras la retirada del Líbano de las tropas sirias en
2004, Hezbolá ha ejercido un papel sustitutorio del control militar sirio,
especialmente en la frontera con Israel. De hecho, cuenta con el apoyo explícito del
gobierno de Bashar al-Assad.
Su líder actual es Nasrallah, quien en el año 1992 reemplazó en su labor a Abbas
Mussawi, después que éste fuera muerto por las Fuerzas Armadas israelíes. Estos
han sido los resultados de su evolución y consolidación durante más de veinte años
de existencia. Posteriormente, nos referiremos a su papel en los sucesos más
recientes.
Guerra de Irak y Kuwait: la segunda guerra del Golfo (1990-1991)
Otro de los conflictos que nos permiten perfilar el papel que juega Irán en la región
fue la llamada segunda guerra del Golfo, en la que si bien no tuvo una participación
directa, las consecuencias asociadas a ésta supusieron un reequilibrio de poderes
regionales entre los que no nos puede pasar desapercibida la situación iraní.
Al habitual conflicto de Oriente Medio y de especial manera a la crítica situación
existente a mediados del año 1990, se añadió desde los primeros días de agosto
una nueva situación de crisis planteada por las rivalidades existentes entre Irak y
Kuwait. Esta situación de alta tensión desembocó en la invasión iraquí del Emirato,
con una repercusión importante en la zona del Golfo y fuera de ella, especialmente
en la estrategia que Estados Unidos habían mantenido durante décadas.
Para entender la segunda guerra del Golfo en toda su profundidad, como
antecedentes deben tenerse en cuenta los dos conflictos anteriores de los que
hemos venido hablando. Es decir, el final de la primera Guerra del Golfo con
resultados devastadores tanto para Irán como Irak y la guerra del Líbano, que incluía
el control de los combatientes palestinos y, a finales de los años ochenta, la
disminución progresiva de acciones producidas por la Intifada palestina, aunque
quedaran restos de enfrentamientos armados en territorios ocupados por Israel.
Esta situación provocó una alteración profunda en la región, afectando de especial
manera al mundo árabe-islámico, pero también con repercusiones internacionales
que supusieron entre otras, un posterior período de compleja negociación global de
paz a la zona, auspiciado por Estados Unidos en el marco de Naciones Unidas.
La guerra en la zona, como decimos, no sólo afectó al mundo árabe en general, sino
también y de manera inusual a los tres Estados no árabes de Oriente Medio: Irán,
Turquía e Israel.
Irak se encontraba en una grave situación económica: su deuda estimada
alcanzaba la enorme cifra de 80.000 millones de dólares contraída durante la larga
guerra mantenida con Irán, incluidos los países del Golfo y entre ellos el propio
Kuwait. Además, el Emirato kuwaití había decidido rebajar el precio del barril de
petróleo a 14 dólares, mientras que Irak pretendía subirlo de 18 a 25 dólares.
A estos problemas de deuda y petrolíferos se unieron las viejas rivalidades
fronterizas que radicalizaron las diferencias existentes entre ambos países: Irak
volvió a reivindicar la soberanía sobre las islas de Warbad y Bubiyán situadas en el
golfo Pérsico frente a la costa kuwaití y aptas para instalar puertos de carácter
estratégico en el tráfico del crudo por el golfo Pérsico.
La crisis entre Irak y Kuwait estalló en la noche entre el 1 y el 2 de agosto, cuando
un poderoso Ejército iraquí integrado por unos 100.000 hombres fuertemente
armados invadió en un ataque relámpago el Emirato. Éste fue ocupado en tres horas
sin encontrar apenas resistencia, huyendo el emir y su Gobierno a Arabia Saudí.
Bagdad fue adoptando sucesivas y diferentes medidas de todo orden con el fin de
anexionarse el país conquistado y el día 28 de agosto, unió a Kuwait como provincia
iraquí, incorporándolo totalmente a Irak.
Las razones que movieron a Sadam Hussein a realizar esta acción invasora pueden
clasificarse en dos categorías:
1. La razón histórica: a pesar de la proclamación de la independencia de Kuwait en
1961 y la consiguiente delimitación de fronteras, en diversos momentos Irak había
reivindicado la incorporación del territorio kuwaití alegando que formaba parte de
la provincia iraquí de Basora.
2. Las razones económico-estratégicas: por un lado, de interés económico ante la
deuda y el petróleo; por otro, de carácter estratégico, ante la posibilidad de
adquirir nuevos y anhelados territorios, y por último, por aspiraciones políticas al
pretender detentar el liderazgo del mundo árabe.
El conflicto derivó en una “guerra santa”, según la definió Hussein, contra Occidente
y sus aliados oligárquicos en la región.
La reacción de los países occidentales en el plano internacional ante la invasión
iraquí de Kuwait fue inmediata y contundente. La iniciativa de esta actitud
correspondió principalmente a dos centros de poder político con proyección mundial:
Naciones Unidas y Estados Unidos, con los que actuó la, ya entonces, Unión
Europea, y a los que siguieron algunos países árabes e islámicos.
Se estableció un bloqueo y embargo internacional totales, aunque algunos países de
la región mantuvieron una actitud ambigua y más bien pro-iraquí como: Jordania,
Yemen e Irán, además de Libia, Mauritania y Sudán.
En la crítica situación existente a mediados de enero de 1991, y a pesar de las
medidas adoptadas, no se veía una pronta y satisfactoria salida al conflicto, sobre el
que se podían considerar unas posibles conclusiones a la crisis que podían ser:
1. La retirada voluntaria por parte de Irak de Kuwait, conseguida mediante la
negociación diplomática, quizá con la compensación de la retirada israelí de
Palestina.
2. La rendición de Irak ante las consecuencias del bloqueo.
3. Un cambio imprevisible en la situación interior de Irak por la caída de Sadam
Hussein.
4. La guerra, que si podía estar justificada por los intereses y las necesidades tanto
políticas como económicas, podía constituir también, a largo plazo, un grave error
histórico.
Finalmente se impuso la guerra que dio comienzo en la noche ente el 16 y el 17 de
enero de 1991, cuando la fuerza multinacional aliada, dirigida por Estados Unidos,
inició el ataque con intensos bombardeos aéreos contra los territorios de Irak y
Kuwait.
En su corto desarrollo de mes y medio la guerra tuvo claramente dos fases. Una
primera fase se caracterizó por los ataques aéreos en los que participaron
principalmente fuerzas de Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia, Italia, Arabia
Saudí y del propio Kuwait, que alcanzaron una gran intensidad.
Una segunda y breve fase de la guerra se inició el 23 de febrero, duró cinco días, y
consistió en una contundente ofensiva terrestre aliada, derrotando y expulsado al
Ejército iraquí, que se retiró aniquilado ante el hostigamiento occidental.
El día 27 de febrero el presidente Bush anunció el final de la guerra entre los aliados
e Irak, que por su parte aceptó el 3 de marzo la rendición impuesta por Estados
Unidos.
La segunda guerra del Golfo dividió a los árabes y alteró la relación entre Estados
Unidos e Israel. La OLP sufrió un terrible golpe, Siria e Irán se fortalecieron a corto
plazo, mientras Arabia Saudí posiblemente se debilitó a largo plazo. En cierto modo,
la paz imperó en Líbano.
Este conflicto había previsto unos objetivos que no se cumplieron, como eran: la
caída de Sadam Hussein que por el contrario se mantuvo fortalecido; la
democratización de Kuwait; el contagio civilizador-occidental sobre Arabia Saudí; y
el hundimiento de la OLP. En cambio, sí tuvo otras consecuencias no previstas: ligar
el final de la anexión de Kuwait por Irak con el principio de la solución del problema
palestino-israelí; la pacificación de Líbano por el nuevo papel de Siria; y el estímulo
sorprendente que recibió el integrismo islámico.
Irán, que había mantenido una terrible guerra con Irak fue claramente favorecida por
los acontecimientos ocurridos en la segunda guerra del Golfo. La recuperación de la
economía iraní y la posición privilegiada que ocupó en el mercado petrolífero
mundial aumentó de forma espectacular sus ingresos sin mermar sus bastos
recursos de petróleo y gas natural.
Estos ingresos extraordinarios favorecieron inversiones en nuevas tecnologías,
armamento, instalaciones estratégicas dirigidas a la industria y desarrollo del
programa nuclear iraní.
Además, su posición privilegiada en el tráfico de crudo por el golfo Pérsico le dio un
poder relevante en el orden mundial, puesto que en medio de la crisis bélica se evitó
un bloqueo del suministro del crudo, valiéndose de las posibilidades que ofrecía Irán.
Embargo internacional sobre Irak y sus consecuencias regionales (1991-2003)
Tras la invasión de Kuwait, la comunidad internacional, con un amplio respaldo,
decidió por razones de carácter políticas y económicas decretar un embargo sobre
Irak. Se impuso un bloqueo por tierra, mar y aire, el cuál, una vez finalizada la
segunda guerra del Golfo y liberado el Emirato, se mantuvo por decisión del Consejo
de Seguridad.
Las consecuencias de este conflicto y el embargo originaron importantes cambios en
las relaciones y percepciones geopolíticas. Para Irán, como hemos dicho,
supusieron un estupendo negocio, su frontera común y sus aguas jurisdiccionales
sirvieron como ruta de importación y exportación (incluso de petróleo) para el
comercio iraquí. El alto precio del petróleo pasó a convertirse en una de sus mejores
armas políticas de cara al desarrollo interior, como al papel esencial que mantiene
en su política exterior. La ruina y congelación de las capacidades políticas,
económicas y militares del régimen baazista de Sadam Hussein y la continuación de
las sanciones económicas, habían dado al traste con el enemigo más mortífero que
había tenido la revolución islámica y el régimen teocrático nacido de ésta.
Por tanto, el embargo a Irak significó uno de los motivos para enmarcar la
consolidación de Irán como gran potencia regional, pero no es el único como
veremos.
Esta evolución histórica, relacionada con otros acontecimientos que se fueron
sucediendo en los años noventa en el marco de las relaciones internacionales, nos
permite enumerar algunas de las fortalezas con las que ha llegado a contar el país
en la región desde entonces:
− Debido a su situación geoestratégica, su tamaño y población, los amplios
recursos financieros por el petróleo y la diferencia de cultura, lengua, etnia y
religión respecto a sus vecinos, los sucesivos gobiernos de Teherán han logrado
alimentar la percepción de que este Estado tiene una misión nacional diferente al
resto de la región.
− El colapso de la Unión Soviética hizo emerger una docena de países musulmanes
al norte de Irán, de los que en un futuro se podría valer para extender su peso en
la zona.
− La alianza con Siria, debido a la necesidad de éste de petróleo a precios
ventajosos y el apoyo diplomático dispensado por Irán, se ha ido incrementando
durante todos estos años.
− Por su parte, los gobiernos de Estados Unidos han tropezado de forma
sistemática con la falta de apoyo de sus aliados, así como de su propia opinión
pública interna, para dar un paso en contra de Irán. Hecho que se ha vuelto cada
vez más evidente en lo que respecta a la voluntad de los Estados europeos, por
su necesidad de petróleo y los intereses financieros en el país.
− Al mismo tiempo, la debilidad y falta de posiciones comunes entre los países
árabes, que se tienen que enfrentar sus propias reformas sociales y económicas,
así como al hecho de centrar toda su atención en el conflicto palestino-israelí, han
contribuido al fortalecimiento de Irán.
− Cómo Irán pueda explotar estas oportunidades, que se le han presentado a lo
largo de más de una década resultado del embargo de su vecino Irak, es aún una
pregunta abierta, pero lo cierto es que la obtención del arma nuclear le hará dar
un gran salto.
En estos datos precisamente se debería situar la actual crisis entorno a Irán, donde
la cuestión nuclear está tensando hasta el límite las relaciones internacionales.
Del 11 de septiembre de 2001 (11-S) al conflicto en Afganistán e Irak
A pesar de que los hechos que marcaron en los años noventa la realidad
internacional en Oriente Medio, ya resultan bastante ilustrativos para entender el
ascenso del poder regional de Irán, no son suficientes en un análisis que nos lleve
hasta nuestros días. Todo lo acontecido desde los atentados del 11-S y sus
consecuencias ha supuesto una nueva vuelta de tuerca en las tensiones que ya
vivía la región, dando una nueva dimensión a la percepción sobre Irán. Si Teherán
finalizó los años noventa como el gran beneficiado de la situación, desde los
cambios que han tenido lugar al inicio del siglo XXI, se ha visto perjudicado. Aunque
se mantiene como una potencia regional, la visión que desde la Administración
norteamericana se ha difundido al considerarlo una amenaza mundial, ha enturbiado
notoriamente sus relaciones internacionales en conjunto.
El 11-S y Afganistán
Antes de la intervención norteamericana en Afganistán, iniciada el 7 de octubre de
2001 con la denominada operación Libertad Duradera, ese país vivía una guerra civil
de facto. La compleja sociedad afgana se compone de diversas etnias que comparte
con los países vecinos: pashtunes (siete millones en Afganistán y doce en Pakistán),
tayikos (más de tres millones en Afganistán y seis en Tayikistán), uzbecos (1,3
millones en Afganistán y 23 millones en Uzbekistán) y turmekos (600.000 en
Afganistán y 3,5 millones en Turkmenistán). Además, grandes países ejercen sus
áreas de influencia: India al oeste e Irán al este.
Afganistán es un país pobre, paso obligado hacia Asia, montañoso y acostumbrado
a luchar contra el invasor y a carecer de estabilidad interna.
En la década de los ochenta las guerrillas islamistas afganas que lucharon contra la
invasión soviética (guerra 1979-1988) contaban con el apoyo y la financiación
norteamericanas. Sin embargo, su radicalización, el hecho de nutrir desde sus filas
al grupo terrorista Al Qaeda y el apoyo a Osama ben Laden, especialmente tras el
11-S, las convirtieron en un objetivo a eliminar.
Precisamente el 11-S desató la guerra de la Administración del presidente Bush
contra Afganistán, ante la negativa del régimen talibán de entregar a Ben Laden.
Estos atentados contra Estados Unidos, además del golpe de efecto mediático,
transformaron la idea de seguridad nacional norteamericana. El Gobierno de
Washington identificó a “Estados delincuentes”, que actúan mediante estrategias
asimétricas para retar el poder militar de Estados Unidos, lo que incluía ataques a la
población civil norteamericana, ataques terroristas contra Estados Unidos, contra
sus intereses o contra sus símbolos de poder. El ala neoconservadora concibió que
para garantizar la seguridad norteamericana era necesario estabilizar Oriente Medio,
configurando así la Iniciativa para el Gran Oriente Medio. Este plan a largo plazo
suponía que los gobiernos en esa región fueran reemplazados, por medio de
reformas políticas y sociales, por gobiernos proamericanos. Estados Unidos debía
trabajar a favor de una “revolución democrática” en Oriente Medio a fin de neutralizar
a los “Estados delincuentes” mediante la fuerza militar estadounidense.
Paralelamente debía organizar a nivel internacional un sistema proamericano en
base a la red de alianzas militares, económicas, mercantiles y financieras bajo las
reglas de juego de Estados Unidos.
La idea fundamental que se extrae para Irán de la guerra de Afganistán, es la
plasmación de su tradicional enemistad con Pakistán en aquel escenario en dos
aspectos.
En primer lugar, la simpatía del régimen de Teherán hacia el presidente Rabbani y la
Alianza del Norte, compuesta mayoritariamente por las minorías persas de
Afganistán, difiere al tradicional apoyo paquistaní a las guerrillas talibán. El gobierno
talibán, de origen étnico pastún y religiosamente suní, sólo fue reconocido por
Pakistán, Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos, mientras que la Organización de
Naciones Unidas (ONU) mantuvo la legitimidad del gobierno de Rabbani. De hecho,
el apoyo a las guerrillas talibán desde Pakistán fue negativamente considerado por
el poder chií iraní. Ya en época de Jomeini las calificaba como “Islam americano”.
En segundo lugar, tras el 11-S durante la guerra contra el régimen talibán, Pakistán
logró convertirse en el principal aliado de Estados Unidos y permitió el empleo de su
territorio como base para el ejército norteamericano, mientras que Irán fue incluido
en el “Eje del Mal”. Ello supuso un nuevo centro estratégico de despliegue de
fuerzas norteamericanas, susceptibles de ser empleadas desde Afganistán ante un
eventual ataque a Irán. Este hecho aumentó la sensación de asedio norteamericano
contra Irán. Si en un primer momento, Irán condenó los atentados del 11-S y
reconoció a Al Qaeda como enemigo, e incluso colaboró en la campaña contra
Afganistán a finales de 2001, ya en 2002 Irán era parte del “Eje del Mal” (se
interceptó un envío de armamento a los palestinos y se incrementó la presión
norteamericana sobre la cuestión nuclear iraní).
Adicionalmente, Irán tuvo que hacer frente al problema de los refugiados afganos en
su territorio. En septiembre de 2001, Irán contaba con cerca de un millón y medio de
refugiados, fruto de las guerras y la inseguridad.
En definitiva, el 11-S aumentó el distanciamiento entre Irán y Pakistán, al que los
iraníes consideran corrupto, inestable, históricamente proamericano y una nación
artificialmente creada. A pesar de la colaboración puntual de Irán con algún gobierno
paquistaní, sus relaciones bilaterales se han caracterizado habitualmente por la falta
de confianza mutua y por el desequilibrio en la balanza nuclear a favor de Pakistán,
potencia nuclear desde el año 1998. Ello ha favorecido el acercamiento de Irán a
India, en especial en materia de intercambios comerciales y venta de gas, sin que la
cuestión sobre Cachemira o la consideración de Pakistán como país musulmán
hayan propiciado un mayor acercamiento.
Guerra de Irak de 2003
Los iraníes han considerado tradicionalmente que la integridad territorial de Irak es
una cuestión de seguridad nacional para el propio Irán. La influencia iraní en Irak se
ha canalizado fundamentalmente a través de los apoyos de la rama chíi de origen
persa.
Tradicionalmente ha existido un importante factor de liderazgo religioso de Irán
sobre los musulmanes chiíes de Irak. Para esta rama, las ciudades iraquíes de
Karbala y Najaf, tienen una connotación de ciudades santas más relevante que la
propia Meca. Ambas estaban lideradas espiritualmente por la fuerte influencia de los
clérigos iraníes de la ciudad de Qom. Bajo un régimen diferente, Irán no se
aseguraba la continuidad de este liderazgo. Incluso durante el régimen de Sadam,
Irán propició el desarrollo de algunos encuentros entre representantes iraníes y
representantes de la oposición iraquí (chiíes y kurdos), que en ningún caso
consideraron que afectaban a la posición neutral de Irán, ni tampoco desde la
perspectiva iraní se calificaba como una interferencia en los asuntos internos
iraquíes.
Para los estrategas norteamericanos, la guerra del año 2003 daría paso a un
gobierno democrático en Irak y serviría de modelo para los demás países de la
región. Sin embargo, casi cuatro años después de la invasión, el futuro de Irak no se
ha resuelto y se está convirtiendo en un espinoso tema de la agenda política para
las próximas elecciones presidenciales norteamericanas en el año 2008.
En este marco, la posición de Irán en la guerra contra Irak resultó compleja. Por un
lado, Irán fue abiertamente contrario a Sadam Hussein, tras la guerra mantenida
entre ambos países durante los años ochenta, la persecución tanto de los
movimientos kurdos como de la rama chií del islamismo muy presente en Irak. Irán
no se opuso al desarme de su vecino, ni al control de las armas de destrucción
masiva. Sin embargo, no apoyó el uso de fuerza para derrocar al régimen iraquí,
tanto por el daño que podría suponer a la población civil como por la tensión e
inseguridad que conllevaría en la región. Según Irán, la presencia de fuerzas
norteamericanas en los países colindantes suponía per se una amenaza mayor para
sus intereses que la existencia de regímenes enemigos.
Por lo tanto, en el contexto previo a la invasión de Irak, a Irán le preocupó más la
posición norteamericana sobre la región que la propia actividad de Irak. Para Irán,
estaba claro que el objetivo de Estados Unidos era hacerse con el control de las
reservas de energía en Oriente Medio, un nuevo colonialismo “energético”, mediante
la presencia física de sus tropas en el territorio para controlar estas reservas.
Irán intentó desanimar la intervención militar en Irak, advirtiendo de la imposibilidad
de ganar la confianza del pueblo iraquí, a pesar de la evidente superioridad militar
estadounidense. Al mismo tiempo que lanzaba un aviso a la Administración
norteamericana en el caso de planear una invasión en Irán.
Como conclusión, una posible lección que Teherán podría extraer de la intervención
norteamericana en Afganistán y la guerra de Irak es la necesidad de contar
realmente con armas de destrucción masiva que sirvan de disuasión ante un
eventual conflicto. Ello podría reforzar su liderazgo en la región y su poder a la hora
de negociar eventuales abandonos de su programa nuclear. Sin embargo, la dilación
de una respuesta satisfactoria de abandono de enriquecimiento de uranio ante las
exigencias de comunidad internacional también podrían agotar la “paciencia”
norteamericana, que cuenta con un importante despliegue militar en la zona.
El contexto regional actual
La experiencia afgana y posteriormente la iraquí ha llevado al presidente
Ahmedinayah -al frente del nuevo Gobierno de Teherán desde 2005- a considerar
que la única forma de mantenerse en la región, en medio de su aislamiento habitual,
es la consolidación de su programa nuclear. Éste iría acompañado de un sistema de
alianzas con aquellas potencias que necesitan su petróleo para conservar o alcanzar
su status de potencia en el panorama asiático.
Ahmedinayah vuelve a presentar su política exterior como una prolongación de su
política interna, vinculada a la necesidad de desarrollo económico y a la defensa de
la integridad territorial iraní. Ello le proporciona un gran prestigio entre los pueblos de
Oriente Próximo, que se han visto afectados por las intervenciones militares
occidentales, los gobiernos que han sido incapaces de garantizar su soberanía y las
grandes potencias que ven en Irán una baza para equilibrar el reparto del poder
internacional.
En este contexto es en el que hay que entender la manifestación del Programa
Nuclear iraní, como un instrumento de su política exterior. En caso de que se
confirmaran la existencia de evidencias del enriquecimiento del uranio con fines
armamentísticos, es altamente probable que se tratara de una exhibición
internacional de sus capacidades militares más que de la confirmación del deseo de
utilizarlas de forma ofensiva. En otras palabras, visto desde la concepción iraní, es
lo que se entiende como una “política de disuasión”. Ello no le resta peligros, pero no
es nada nuevo en la historia de las relaciones internacionales. Por este motivo,
podemos añadir que la solución a la amenaza nuclear deberá ser regional, pues
será muy difícil convencer al Estado iraní, mientras existan otras potencias asiáticas
que utilizan esta misma política en el presente o lo han hecho en el pasado.
Los países árabes no son proclives a un papel relevante de Irán en la región,
exceptuando el caso de Siria. El presidente Bashar al Assad critica al resto por esta
actitud. El Gobierno de Damasco siempre encontró en la República Islámica un
aliado en su posición antiisraelí, mientras que para los ayatola siempre se ha visto
como un instrumento para su expansión ideológica. Para el resto, el rechazo hunde
sus raíces en la revolución de Jomeiní que trajo el poder de los chiíes. Como hemos
venido exponiendo, los conflictos relacionados con la cuestión palestina-israelí y con
Irak, desde la década de los ochenta hasta el más reciente de 2003 hasta nuestros
días, han acentuado la distancia entre los gobiernos árabes y los ayatolas. Sin
embargo, esta realidad constatada en los más altos niveles del poder político, no
está en consonancia con la posición de los pueblos de la región. Un número
considerable de iraquíes, de sirios, de libaneses, e incluso de palestinos, han
depositado su esperanza en el liderazgo regional de Irán.
Después de los últimos ataques israelíes sobre El Líbano en julio y agosto de 2006,
el Gobierno de Teherán, que ya tenía muy buena imagen ante algunos sectores de
población en Oriente Próximo por la labor social de Hizbolá en el Líbano, ha visto
incrementado su prestigio desde el punto de vista político. Esta ofensiva ha dotado a
Hizbolá de una imagen heroica que ha logrado conectar de forma definitiva el
conflicto árabe-israelí con Irán. Los líderes palestinos no siempre habían visto con
buenos ojos la influencia iraní en la causa palestina. De hecho, hasta el ascenso de
Hamás, primero socialmente y después en el poder político, las conexiones entre
Hezbolá y los grupos palestinos habían sido limitadas. Hoy en día, el líder Narsallah
ha sustituido en el liderazgo a los propios líderes palestinos. De esta misma imagen
y propaganda se ha valido el presidente Ahmedinayah, que ha vuelto a resucitar las
amenazas contra Israel.
Las relaciones de Irán con Arabia Saudí fueron muy tensas desde los años ochenta,
cuando el ascenso del sector chií se hizo con el poder, pasando a convertirse en un
foco de atracción ideológica para muchas minorías. Sin embargo, desde el año
2001, ambos Estados conscientes de los riesgos internos regionales, tales como el
terrorismo, el tráfico de drogas y las redes de crimen organizado, han mantenido una
cooperación en la lucha contra estos nuevos escenarios de riesgos. La guerra de
Irak en 2003 ha supuesto notables riesgos para la desestabilización interna de
ambos regímenes y lo que temen es que se produzca un desequilibrio en el poder
regional entre las dos potencias musulmanas. El petróleo es el principal factor que
para ambos se vería afectado por la inestabilidad regional, es por tanto un punto de
conexión por encima de las relaciones geopolíticas que pretenden mantener en la
zona estos gobiernos.
Conclusiones
Desde la década de los años ochenta, las potencias extranjeras han manejado la
rivalidad entre los Estados de la región según sus propios intereses. La guerra entre
Irak e Irán fue el punto de partida de un proceso que llega hasta la actualidad. Esto
ha contribuido a la falta de credibilidad de las potencias occidentales en Oriente
Medio, muy especialmente de Estados Unidos, pero involucrando también a los
países europeos.
Hezbolá, en contra de los tópicos al uso, no es una organización que pueda
erradicarse. Es uno de los actores fundamentales de la política libanesa actual y
cuenta con una fuerza moral amparada en una amplia base de apoyo, tanto en el
país como en el mundo musulmán, entre el que se incluye fundamentalmente Irán y
Siria.
La división entre los Estados árabes a raíz de la segunda guerra del Golfo favoreció
el ascenso de Irán como única potencia regional. La participación de unos Estados
árabes junto a las potencias occidentales, frente a otros que se mantuvieron en
defensa de Irak con el fin de evitar una intervención exterior en la región, ocasionó
una ruptura interna en el seno de la Liga Árabe, que se prolongó durante toda la
década.
Durante la segunda mitad de los años noventa, el embargo internacional impuesto a
Irak llevó a una expansión económica de Irán, que acompañada de una cierta
apertura ideológica en época del presidente Jatami, permitió una nueva visión del
régimen de Teherán desde el exterior de la región.
La guerra de Afganistán de 2001 volvió a significar un cambio en las alianzas de la
región. Estados Unidos omitió la colaboración inicial del régimen iraní y lo incluyó en
el “Eje del Mal”. Esta política unilateral norteamericana ha contribuido a que Irán
busque otros aliados en la región para salvar el distanciamiento con el mundo
occidental.
La guerra de Irak de 2003 ha llevado al Gobierno de Teherán a fortalecerse y
desarrollar un programa nuclear con posibles fines bélicos, a día de hoy por
demostrar, pero entendido como una estrategia de disuasión ante un posible ataque
exterior.
Actualmente cualquier conflicto regional, por ejemplo el sucedido en julio de 2006
entre Israel y el Líbano, puede ser aprovechado por Irán para extender su influencia
en la zona y alejar a las poblaciones de los intereses occidentales en Oriente
Próximo y Oriente Medio.
Recomendaciones
Es importante que los Estados de la Unión Europea busquen las fórmulas para
reconducir a Estados Unidos hacia una política multilateral en Oriente Medio, que
impida seguir aumentando la tensión internacional.
La Unión Europea debería realizar una auténtica política común que permitiera
acrecentar su prestigio y credibilidad, con el fin de jugar un papel más activo en la
búsqueda de soluciones a los conflictos actuales.
Irán debería dar muestras a los Estados de la región, especialmente sus gobiernos
árabes vecinos, de su repetido afán de equilibrio de poderes. En otras palabras,
desarrollar una diplomacia mucho más activa con los principales poderes árabes.
Por otra parte, debería evitar valerse de las minorías chiíes en aquellos países para
amparar conflictos asimétricos que impidan soluciones globales a la región.
Bibliografía Choucair, J.: Estados Unidos y la democratización en el Mundo Árabe: una reflexión crítica. Real Instituto Elcano, ARI nº 77/2006, 28 de Junio de 2006. Emile, G.: Irán: Tras la guerra de Líbano: ¿Quo vadis Oriente Medio?, Real Instituto Elcano, ARI nº 94/2006 (traducido del inglés). Harraiz, I.: La eficacia del embargo económico contra Irak, Agencia de Información Solidaria (AIS), enero 2003. Mohammadi, M.: El nuevo papel de Irán en Oriente Medio. Real Instituto Elcano, 28 de Septiembre de 2006. Pérez Martín, M.A.: Irán, el gran perdedor, Instituto de Estudios sobre Conflictos y Acción Humanitaria (IECAH), 25 de Marzo de 2003. Posch, W. (E.) : Iranian challenges. Institute for Security Studies. Chaillot Papers nº 89, Mayo 2006. Roy, O: Irán, la pieza clave, Diario El País, 23 de Julio de 2006. Rubin, B.: Iran: The rise of a regional power. The Middle East Review of International Affairs, volume 10, nº 3, Article 10/10 – September 2006. Simpson, J.: Irán y su influencia regional, BBC, mundo.com 26 septiembre 2006. Zaccara, L.: La influencia iraní en Irak. Revista Política Exterior nº 112, Julio-Agosto 2006.
COMPOSICIÓN DEL GRUPO DE TRABAJO
D. JOSE ANTONIO ALONSO GARCIA
Senador Grupo Socialista.
D. EMILIO FERREIROS QUINTAIROS
General de Brigada de la Guardia Civil. Jefatura de Personal de la Guardia Civil.
D. RAMÓN LÓPEZ NUCHE
General de Brigada IM. Jefe de la Fuerza de Protección.
D. FRANCISCO RUIZ BOADA
Vocal Asesor DISSC.
D. JUAN MANUEL SANCHEZ MEDINA
Subdirector General Departamento Seguridad Presidencia del Gobierno.
D.ª LUCIA ORTIZ SANZ
Subdirectora General de Relaciones Internacionales
del Ministerio Administraciones Públicas.
D.ª MARÁ DOLORES ALGORA WEBER.
Profesora Universidad San Pablo CEU.
LA SITUACIÓN DE SEGURIDAD EN IRÁN Y ESPAÑA:
ENFOQUE ESPAÑOL DE LA CRISIS
Sumario
El grupo, autor de esta Monografía, estima que cualquier enfoque que desde España
se le pueda dar a la actual crisis iraní, debe partir de la identificación de las
situaciones de riesgo que se tendrían que afrontar, riesgos que indudablemente
estarán ligados a los posibles escenarios en que pueda derivar la citada crisis. La
dificultad de definir con precisión la gran cantidad de posibles escenarios, dada la
multiplicidad de actores y el cúmulo de intereses contrapuestos, nos lleva a
considerar los dos peores: una acción bélica de alta intensidad en Irán y su entorno
próximo; o un periodo dilatado de tensión con esporádicos episodios de crisis que
tengan repercusión en los países que constituyen nuestras fronteras meridionales.
Partiendo de estos supuestos, hemos identificado cinco situaciones de riesgo que en
el trabajo que se expone a continuación, analizamos de forma pormenorizada para
finalmente extraer las correspondientes conclusiones.
Introducción
España forma parte de un doble sistema de seguridad colectiva, conformado por su
pertenencia a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y la Unión
Europea, lo que significa que los eventuales riesgos para la seguridad provenientes
de Irán no es previsible que sean, en general, riesgos específicos que deba soportar
en solitario nuestro país, sino que serían compartidos por todos nuestros socios y
aliados y afrontados conjuntamente con ellos.
A la crisis planteada por el programa nuclear iraní, se está respondiendo en la Unión
Europea con una posición común. En el marco de una Política Exterior de Seguridad
Común (PESC), frecuentemente criticada por su escasa eficacia, la cuestión iraní no
ha producido hasta el momento discrepancias importantes entre los Estados
miembros y hay un apoyo general al alto representante para la PESC, que ha
llevado el peso de la negociación con Teherán y a los Estados que, por razones
históricas o de relaciones comerciales, han participado más intensamente en estos
contactos.
Ciertamente, cada Estado puede mantener sus propias relaciones bilaterales con
Irán como con cualquier otro país y, en el caso de España, debe señalarse que las
relaciones con Irán, al margen de este conflicto son correctas y ha habido
intercambio de visitas de alto nivel hasta hace muy poco.
En la partida por el poder que se está jugando en la amplia región de Oriente Medio
y Asia Central, Irán está actuando con una evidente maestría, al servicio de un
inocultable objetivo: El de convertirse en el poder hegemónico de la zona. No en
vano la actual República Islámica es la heredera de un largísimo pasado imperial,
que hizo de Persia un factor clave en las relaciones internacionales desde el
Cáucaso al Mediterráneo y al golfo Pérsico. La decisión del Gobierno de Teherán de
avanzar, pese a quien pese, en su programa nuclear, prosiguiendo el proceso de
enriquecimiento de uranio, no admite dudas. Con habilidad, el régimen de los
ayatolá esgrime a su favor el artículo 4 el Tratado de No-Proliferación Nuclear (TNP),
que reconoce el derecho de todos los países al uso pacífico de la energía nuclear. Y
no parece probable que esas aspiraciones se vean frenadas por las presiones de las
potencias occidentales (de las cuales, por cierto, unas presionan más que otras) ni
por un eventual sistema de sanciones impuestas por la Organización de Naciones
Unidas (ONU), que sólo afectan a los sectores más deprimidos de la población.
Irán nunca reconocerá su decidida voluntad de tener la bomba atómica,
consustancial con sus aspiraciones hegemónicas, en una región del Globo, además,
donde existen ya tres potencias nucleares (Israel, India y Pakistán). Guste o no, la
bomba se ha convertido en un atributo de poder que confiere status de gran potencia
y posee una evidente capacidad de disuasión y, frente a enemigos con los que el
arreglo es difícil o imposible (tal sería para Irán el caso de Israel), permite establecer
un “equilibrio del terror” como el que funcionó durante la guerra fría. Pero produce
todo tipo de escalofríos que un régimen fundamentalista como el de Teherán, pueda
poseer la bomba atómica. Especialmente después de haber proclamado su voluntad
de destruir al Estado de Israel, designio en que no está solo, ya que es compartido
por todos los fundamentalistas o yihadistas. Muy destacadamente por Hizbulá que,
como es bien sabido, no es, en buena medida, sino la avanzadilla del Irán chií en la
ribera del Mediterráneo.
Irán maneja con habilidad las sonrisas y la diplomacia, pero es imposible
desconocer su radical posición contra el Occidente “corrupto y decadente”. No van
sólo contra el “Gran Satán” (Estados Unidos), como decía Jomeini, sino contra toda
esta civilización. Pero en la política iraní hay también el deseo de llevar a cabo un
desquite histórico, en el seno mismo del mundo musulmán: Teherán aspira a
terminar con siglos de supeditación de los chiíes a la mayoría sunnita. Y nunca han
estado en mejores condiciones de conseguirlo. En 1986, todavía en plena guerra
fría, un agudo experto francés, Alexandre de Marenches, que fue durante mucho
tiempo jefe de los Servicios Secretos de Francia, escribía:
“Si se miran los mapas –como siempre se debe hacer- e imaginamos un
golpe de Estado en Bagdad, de modo que el Bagdad que conocemos (el de
Sadam Husein) desaparezca en beneficio de un Bagdad chiíta, en ese
momento se constituiría un Imperio chiíta que se extendería desde Pakistán
hasta el Mediterráneo. La vanguardia está ya en el Líbano.”
Cuando Marenches escribía esto, Hizbolá acababa de nacer y lo que no podía
prever es que el “golpe de Estado” en Bagdad se lo iban a dar los americanos.
Ironías de la historia. Lo cierto es que en el Irak pos Sadam, los mayoritarios chiítas,
después de haber estado sometidos desde siempre a la minoría suní, han
empezado a ejercer los derechos y el poder que les corresponden como mayoría.
Sería una enorme ingenuidad pensar que, las lealtades nacionales fueran a
predominar sobre las religiosas. Los intentos de encontrar diferencias entre el
chiísmo de Irán y el de Irak son rebuscados. Un victimismo secular les une a ambos;
comparten un mismo enemigo, los sunnitas, que han monopolizado la herencia
mahometana. El desafío no es sólo para Occidente sino para los países árabes que,
de Arabia Saudí a Egipto, son sunníes.
Posibles escenarios de evolución de la crisis
Teniendo en cuenta todo lo anterior y en función de cómo se ha ido desarrollando la
crisis, podemos intuir, de forma general, tres escenarios como punto de partida.
Reanudación de la negociación y continuación de la vía diplomática
Una vez trasladado el “expediente iraní” al Consejo de Seguridad de las Naciones
Unidas (CSNU), es posible que éste realice recomendaciones que no deriven en
sanciones. Esta opción mantendría a la comunidad internacional en una aptitud
negociadora que permitiría la permanencia de los inspectores de la Organización
Internacional de la Energía Atómica (OIEA), la vigilancia del estado de avance del
programa nuclear iraní y no cerrar la puerta a un posible acercamiento de posturas.
Asimismo al evitar la escalada se propiciaría la restauración de la confianza en las
relaciones bilaterales Irán – Unión Europea. Si la crisis deriva en la necesidad de
una postura más dura de la comunidad internacional, el papel de la Unión Europea
como mediador se vería desacreditado y anulado.
Sanciones político-económicas
Si el CSNU decide mantener la exigencia de cese del enriquecimiento de uranio,
como paso previo para reanudar las negociaciones, y la presencia de inspectores
para controlar el cese de esas actividades, las opciones sucesivas que se pueden
contemplar ante una negativa iraní son las siguientes:
− Reducción de los intercambios diplomáticos con Irán y limitación de viajes a
funcionarios iraníes.
− Prohibición de vuelos internacionales de o hacia Irán.
− Prohibición de exportaciones a Irán de gasolina y otros productos.
− Congelación de los fondos iraníes en el extranjero y limitaciones a la presencia de
Irán en foros financieros internacionales.
− Prohibición de las ventas de armamento a Irán.
− Bloqueo de las compras de petróleo y gas a Irán.
Sin lugar a dudas esta reacción del CSNU reforzaría el papel que ha tenido la Unión
Europea en este asunto, pero sus vínculos económicos con Irán se verían
seriamente afectados, por no hablar del coste político que tendría el fracaso
negociador. España perdería todo su margen de influencia en la crisis (el que realiza
a través de la Unión Europea), así como su emergencia en el mercado iraní y
participación en la industria petrolera (aproximadamente 1.500 millones de euros
anuales).
En relación con otros actores de la comunidad internacional, es muy dudoso que
Rusia, China e incluso Japón estén en condiciones de poder aceptar una política de
sanciones económicas. Sanciones que al no ser aceptadas unánimemente tendrían
poco efecto en la economía, aunque es posible que dañasen a las capas más
desfavorecidas de la sociedad iraní.
Por otro lado, una evolución de la crisis en sentido sancionador, al contrario del
escenario anterior, provocaría la expulsión de los inspectores del OIEA, con lo que la
comunidad internacional dejaría de saber del programa nuclear y daría a la sociedad
iraní argumentos para aceptar los sacrificios de una reducción de la producción de
petróleo, que podría utilizar el Gobierno iraní para provocar una crisis energética
mundial.
Intervención militar
En realidad, este escenario no se contempla como una opción real, y menos a raíz
del reciente triunfo de los demócratas en las elecciones norteamericanas, ya que la
resolución 391 de 6 de abril de 2006 del Congreso de Estados Unidos, además de la
normativa general de la Ley de Poderes de Guerra, obliga al presidente a obtener la
autorización del Congreso antes de iniciar una acción militar contra Irán.
En la administración Bush no se está considerando como opción el “cambio de
régimen” en Irán mediante una invasión terrestre. Sin embargo, si hay asesores que
abogan por un ataque aéreo limitado a las instalaciones nucleares, que envíe a Irán
la señal de que Estados Unidos no abandonan su objetivo. Esta intervención
“limitada” retrasaría sin duda el programa nuclear iraní y serviría de seria advertencia
a Irán del alto coste que va a tener para ellos la aventura militar nuclear y el apoyo
que dan a los elementos desestabilizadores de Irak. No es de esperar que la Unión
Europea y sobre todo Rusia y China apoyen una acción militar mientras existan
opciones diplomáticas.
En el otro lado de la balanza está la consideración de algunos analistas acerca de
que Irán podría extraer algunos beneficios de un ataque limitado que no destruyera
su entramado de instalaciones nucleares. En primer lugar, su pretendido liderazgo
en el mundo islámico se vería reforzado. En segundo lugar generaría un mayor
apoyo interno al régimen actual, exacerbando el sentimiento nacionalista y
eliminando cualquier posibilidad de evolución social a otro tipo de régimen.
Finalmente sería un catalizador que llevaría a segundo plano las diferencias entre
chiies y sunnies, uniendo a todo a todos los musulmanes en una causa común.
Identificación de los riesgos
Llegados a este punto, es difícil establecer la multitud de posibles situaciones en que
pueden derivar las tres opciones básicas enunciadas, aunque si se puede afirmar
que en los próximos años la inestabilidad será una constante regional en el Oriente
Medio.
Para acotar este trabajo y extraer conclusiones de orden interno y no sólo de política
exterior, se ha optado por considerar aquellas situaciones derivadas de la crisis que
constituyen las hipótesis más desfavorables para nuestra seguridad o intereses
económicos, esto es:
− Una acción bélica de alta intensidad en el escenario iraní y su entorno próximo.
− Un periodo dilatado de tensión con esporádicos episodios de crisis que tengan
repercusiones en los países que constituyen nuestras fronteras meridionales.
En cualquiera de estos dos casos, identificamos cinco amenazas:
− Desabastecimiento de hidrocarburos, petróleo y gas.
− Guerra asimétrica en nuestro territorio o en la Unión Europea (terrorismo
islamista).
− Presencia de islamistas radicales, en el poder, en países próximos.
− Acción de guerra en lugares con presencia de fuerzas españolas.
− Migración atmosférica de una nube radiactiva, producida, por un conflicto en el
que se utilice armamento nuclear o en el que se destruyan instalaciones en las
que se trabaja con materiales altamente radiactivos.
Vamos a tratar por separado cada una de estas posibles amenazas.
Descripción de los riesgos identificados
Desabastecimiento de hidrocarburos, petróleo y gas
El excesivo peso de los hidrocarburos (petróleo y gas) en la estructura del consumo
de energía primaria en España, es preocupante, si se producen situaciones como
las que estamos considerando. En el año 2005, ocupaba un 69,5% del total, según
los datos del Boletín Estadístico de Hidrocarburos del MITYC, figura 1.
Petroleo 49.6
Gas natural 19.9
Carbon 14.6
Nuclear 10.3
Hidraulica 1.1
Otras 4.5
Esta cifra, según los datos de la Secretaría General de la Energía (MITYC) varía
ligeramente, superando el 70% del total de consumo de energía primaria.
Por otra parte, las series históricas que facilita dicha Secretaría General y que se
remontan al año 1973, ofrecen unas interesantes consideraciones, figuras 2 y 3.
ktep
1970 1975 1980 1985 1990 1995 2000 2005 0
10
20
30
40
50
60
70
80
90
100
110
%
Total hidrocarburos
Petróleo
Gas
110000
100000
90000
80000
70000
60000
50000
40000
30000
20000
10000
0
Total
hidro
carb
uros
Petróleo
Gas
1970 1975 1980 1985 1990 1995 2000 2005
En primer lugar, se observa que en porcentaje, el consumo de petróleo tiende a
disminuir, mientras el de gas aumenta. Esto, en principio sería beneficioso, sino
fuera por que casi la totalidad del gas, procede de zonas potencialmente peligrosas
en las situaciones que estamos considerando.
Sin embargo, al observar el gráfico de la figura2, vemos que la serie expresada en
porcentajes, no explica la situación de una forma completa. Los consumos en ktep,
ponen de manifiesto un crecimiento continuo en energía primaria, tanto de petróleo
como de gas desde el final de la crisis energética de los años setenta y ochenta.
2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 Añ
20000
30000
40000
50000
60000
70000
80000
%
Petroleo
Gas
En segundo lugar, observamos como una relativamente pequeña caída en el
abastecimiento de petróleo como energía primaria (17% o 12.000 kilotoneladas
equivalentes de petróleo) entre 1980 y 1985, debida a la disminución de crudo
disponible en los mercados y a su lógico encarecimiento, estuvo ligada a la crisis
económica que en España se prolongo hasta bien entrada la década de los años
noventa. Debemos reseñar que al definir como pequeña la caída, lo decimos por
comparación a los consumos actuales.
La tendencia al aumento de las necesidades de hidrocarburos como fuente de
energía primaria, no se detiene y las previsiones de consumo de energía primaria,
hasta el año 2011, realizadas para la planificación de los sectores de electricidad y
gas por la MITYC lo confirman, figura 3.
No es menos preocupante, la procedencia del crudo y del gas, pues a pesar de
haberse diversificado las fuentes, elevados porcentajes de abastecimiento proceden
de zonas afectadas por el conflicto, figuras 5 y 6 (69,6% en gas y 33,8% en crudo, sí
consideramos el conjunto de los países musulmanes que se reduce para el crudo a
un 24,4% y para el gas al 14,6%, sí nos restringimos al área del golfo Pérsico).
Libia Camerún Oman Venezuela 2.9 Otros 3.4 Noruega3.7 516.7 Irak 5.9 5.7
Trinidad y Tob.6.5 Argelia Irán
35.5 8
Rusia Egipto Libia 1812.9 9.4
Nigeria9.5
Qatar Mexico Nigeria 14.6 13.6 Arabia Saudí
En definitiva, España depende más de los hidrocarburos tradicionales (petróleo y
gas) que la mayoría de sus socios europeos (70% contra el 60% en media de la
Unión Europea) y aliados transatlánticos, la tendencia, es a aumentar dicha
dependencia y además, las importaciones están fundamentalmente concentradas en
países no democráticos, inestables y gobernadas por lideres poco fiables que han
descubierto la enorme capacidad de chantaje que poseen, utilizando el arma
energética. Es necesario establecer a la mayor brevedad, una política energética
pensada para reducir la dependencia de los hidrocarburos y aumentar la eficiencia
energética.
Guerra asimétrica en nuestro territorio (terrorismo islámico)
El fenómeno de la inmigración, era algo desconocido, hasta hace no mucho tiempo,
en España. Eso explica que todavía en muchas cuestiones su tratamiento no este
aun normalizado. Una de estas cuestiones, es el número de inmigrantes que se
encuentran en nuestro país. Es curioso observar las considerables diferencias que
existen entre las distintas fuentes, diferencias evidentemente derivadas de la
utilización de diversos sistemas de cuantificación, cuadro 1. A todo esto debe
añadirse el considerable número de personas que constituyen los “sin papeles” para
los que solo hay estimaciones poco precisas.
Fuente Número Comentario
Padrón municipal revisado por el INE 3.730.000 Más los nacionalizados
Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales 2.740.000 Tarjeta de residente
Altas en Seguridad Social 1.721.000 Febrero 2006
La clasificación por procedencias, es la de la figura 7, Pero, al igual que sucede con
el número, son poco precisas las de ámbito cultural. Estimaciones aproximadas para
musulmanes que se realizan, sumando los magrebíes, la mitad de los asiáticos
(palestinos y paquistaníes) y una parte de los subsaharianos, alcanzan un 18-19%
que en numero de personas puede llegar a los 700-900.000, sin contar los que están
nacionalizados y por supuesto, los ilegales o “sin papeles”.
Europa (25)22.4
Rest. Europa15
América Latina
Asia 4.6
Magreb14
África Subsah. 4
Fig.7. Distribución de inmigrantes por procedencia
No alcanzamos el número al que se llega en otros países europeos de nuestro
entorno, pero no por ello deja de ser menos preocupante el papel que podrían
desempeñar algunas minorías dentro de esa comunidad, en caso de un conflicto
como el que nos ocupa.
En cualquier caso, hay que tener en cuenta que el estrato social de este sector de la
población, es sensible a la acción de clérigos radicales o lideres carismáticos (chiies
o sunníes) que con cierta frecuencia, desarrollan su actividad en pequeños locales
utilizados como mezquitas y que en caso de conflicto con sus países de origen,
serían la plataforma ideal para la actuación de agentes políticos o incluso militares:
en acciones desarrolladas directamente en nuestro territorio; usándolo como base
para proyectarse a otros países de la Unión Europea, o apoyando acciones con
procedencia inicial en otros lugares.
No somos expertos en temas policiales o de información, ni es objeto de este
trabajo, diseñar líneas de actuación en estos campos, pero si es nuestro objeto
señalar los potenciales peligros y este, sin duda, es uno de ellos.
Presencia en el poder de islamistas radicales, en países próximos
Una llegada de islamistas al poder en Marruecos o Argelia, propiciada por la
alteración generalizada en el mundo musulmán que provocaría un conflicto de alta
intensidad en Irán, no es una opción que pueda descartarse e indudablemente
constituiría una seria amenaza para nuestra seguridad.
No es esta, una situación que sorprendiera en el área de la defensa y por tanto
estamos seguros que existen planes que prevén este tipo de situaciones. No
obstante e incidiendo en lo expresado anteriormente, nuestro objeto no es entrar a
discutir planes estratégicos, para lo que además gran parte del grupo no tiene
especial formación. Sin embargo, si debemos señalar y por eso lo hacemos de
forma explícita, una de las graves amenazas que pueden derivarse de conflictos de
alta intensidad en el espacio iraní.
Acción de guerra en lugares con presencia de fuerzas españolas
En la zona de Asia próxima a Irán, España tiene en estos momentos tropas en el
Líbano y en Afganistán. Parece poco probable que la agudización de la crisis iraní
pudiera llegar a tener alguna incidencia en este último país, aunque se da la
circunstancia de que el contingente español se halla ubicado en una zona muy
próxima a la frontera afgano-iraní.
En Afganistán, el peligro proviene de una posible extensión al oeste de los ataques y
combates que se están desarrollando en el sur y en este de Afganistán, como
manifestaciones de la guerra de guerrillas que los talibán mantienen contra las
fuerzas de la OTAN. La República Islámica de Irán no simpatizó nunca con el
régimen de los talibanes, como parece lógico al ser la primea chií y los segundos
sunníes, por lo que no parece probable que llevaran a cabo ningún movimiento que
pudiera favorecer a los talibán. A lo anterior, deben añadirse los enfrentamientos
entre señores de la guerra locales por cuestiones de dominio de territorio y trafico de
drogas, que si bien generan inseguridad, no podemos ligarla al conflicto iraní.
Mucho más fácil sería que, si la crisis se agravara, Irán decidiera utilizar a Hizbolá,
que viene a ser una especie de “brazo largo” iraní en el Líbano. Podría darse el caso
extremo –que en estos momentos parece poco probable- de que Irán estimara
conveniente hostigar a las tropas occidentales, a cuyos países podría culpar de las
eventuales sanciones o, en general, del empeoramiento de la situación. En ese caso
Hizbolá, que es armada y financiada por Irán, sería un instrumento muy útil.
Evidentemente, en una primera fase las tropas de UNIFIL se verían forzadas a
responder, de modo que unos cascos azules, cuya misión en principio venía a ser la
de una fuerza de interposición, se transformarían en tropas obligadas a desplegarse
y combatir en defensa propia. Tal situación cambiaría totalmente los supuestos de la
misión y rompería las bases sobre las que se asienta el mandato de Naciones
Unidas para esta misión, tal y como ha sido establecida por la resolución 1701 del
Consejo de Seguridad.
Si se llegara a esta situación extrema, es muy probable que tal cosa supusiera la
reanudación de la guerra de julio-agosto del presente año, ya que es difícil imaginar
que Israel se mantuviera al margen. Este último país podría argumentar que esos
ataques eran la muestra evidente de que Hizbolá había seguido armándose, en
abierta ruptura con la citada resolución. Tampoco podría descartarse que Hizbolá
reanudara sus ataques misilísticos contra territorio israelí. El débil ejército del Líbano
difícilmente podría abstenerse de actuar en una región, el sur del país, en donde ha
vuelto a estar presente, después de muchos años. En el tenso ambiente que con
independencia de cualquiera otra circunstancia- se vive en el Líbano, tras los
asesinatos de figuras antisirias, no sería difícil imaginar una nueva injerencia de
Siria, que mantiene buenas relaciones con Irán y cuyas ambiciones en el Líbano
permanecen intactas.
Si se dieran todas o alguna de estas posibilidades, la misión de Naciones Unidas
(UNIFIL) dejaría de tener sentido, al menos hasta que se llegara a un nuevo alto el
fuego Las tropas occidentales abandonarían, en consecuencia, el Líbano. No sería
la primera vez que ocurre tal cosa, ya que en los años ochenta, americanos y
franceses que estaban en misión de Naciones Unidas en el Líbano, se vieron
forzados a retirarse ante el recrudecimiento de la guerra civil en ese país y la
retirada se realizó en circunstancias dramáticas..
Migración atmosférica de una nube radiactiva
La multitud de centrales nucleares en funcionamiento, en lo que comúnmente
denominamos mundo desarrollado, demuestran que cuando se cumplen
estrictamente las normas de seguridad e inspección establecidas, son instalaciones
sumamente seguras. Por el contrario, si no se cumplen, caso “Chernobil”, se puede
generar una catástrofe que puede afectar a áreas geográficas que exceden con
mucho la región en que están implantadas.
En el caso de “Chernobil”, las deficiencias de diseño, operación, mantenimiento y
construcción, dieron lugar a la catástrofe, de todos conocida y la nube radiactiva
que se produjo, se extendió por toda Europa, dependiendo, de las condiciones
meteorológicas imperantes en el momento, que afectara a uno u otro lugar.
La generación de una nube radiactiva, bien como consecuencia de la utilización de
armas nucleares, menos probable, o bien como consecuencia de la destrucción de
una instalación nuclear: por sabotaje; bombardeo; o catástrofe natural (posible
terremoto de alta intensidad en Irán que rompiera el sarcófago) puede producir una
nube radiactiva que migrará en función de las condiciones meteorológicas. De todas
formas, después de analizar situaciones atmosféricas correspondientes a más de los
últimos cincuenta años y teniendo en cuenta la distancia que separa el oeste de Irán
de las islas Baleares, nuestra comunidad más oriental (más de cuatro mil
kilómetros), se puede llegar a una conclusión optimista.
Para justificar esta tesis creemos necesaria una breve introducción meteorológica.
Teniendo en cuenta que la circulación de la atmósfera, es de carácter zonal: sigue
aproximadamente la dirección de los paralelos; sopla de oeste a este en las altas
capas atmosféricas. Además y como es sabido, dicha circulación es a su vez
determinada por la rotación y la traslación de la Tierra, su orografía, la distribución
de masas oceánicas, de las masas de aire y la fuerza de Coriolis, las probabilidades
de que una nube radiactiva producida en territorio iraní alcanzase España son
bastante escasas por no decir prácticamente nulas.
Asimismo, y aunque no quede completamente descartada esa posibilidad también
sería difícil que llegasen partículas aisladas a través de los altos niveles
atmosféricos, que después podrían ser depositadas en la superficie peninsular o
insular mezcladas con gotas de lluvia.
La diferencia de temperaturas entre el Ecuador y los Polos da lugar a las variaciones
de presión lo que a su vez origina la energía suficiente para que se produzcan los
movimientos del aire. Esta compleja máquina que es la atmósfera se ve sometida a
la acción física de sus diferentes componentes y está regida por las leyes de un gas
perfecto, lo que trae como resultado el tiempo y el clima, que son a su vez
consecuencia de los anticiclones, giro de los vientos en el hemisferio norte en el
sentido de las agujas del reloj, y de las borrascas, en sentido contrario.
Bajo la influencia de la presión, el aire se movería perpendicularmente a las isobaras
yendo de las altas a las bajas presiones, siempre que no existan otras fuerzas. La
principal de ellas, como hemos señalado anteriormente, es la fuerza de Coriolis, que
es máxima en los Polos y prácticamente nula en el Ecuador. En el hemisferio norte
origina un desvío hacia la derecha mientras que en el hemisferio sur lo hace hacia la
izquierda y su influencia es grande sobre la trayectoria del viento. Cuando la fuerza
de Coriolis y la de la presión se equilibran, el viento sopla paralelo a las isobaras.
Recordemos que la fuerza de Coriolis es el efecto que sufre un objeto en movimiento
que se mueve en línea recta sobre una superficie en rotación. (Fue descubierta por
Gustave Gaspard Coriolis en el año 1835).
Con lo anteriormente expuesto podemos comprender que aunque hay zonas mucho
más propicias para la formación de las borrascas o de los anticiclones, estas pueden
formarse en cualquier lugar del Planeta y en consecuencia los vientos pueden
arrastrar partículas hasta lugares muy alejados del lugar del que parten. Es conocido
el hecho de que el siroco en Canarias ha llegado a producir el cierre de aeropuertos,
por falta de visibilidad, debido al polvo arrastrado desde el Sáhara, o que la
persistencia de los vientos del sur durante varios días hace en numerosas
ocasiones, que las primeras gotas de lluvia que caigan en Baleares o en el sur de la
Península sean barro por la misma procedencia.
Tras estas, quizá largas, consideraciones queremos exponer la situación atmosférica
que hemos encontrado más desfavorable para España en cualquiera de los casos
que hemos citado al principio, y subrayar que ni siquiera en el caso de que se diesen
esos supuestos estimamos que se fuese a dar una concentración preocupante de
partículas radiactivas.
Corresponden al ocho de septiembre de 2000. En el mapa de superficie se aprecia
que un centro de bajas presiones situado al oeste del mar Rojo y un anticiclón
centroeuropeo favorecen los vientos procedentes de Irán hasta la península Ibérica
pero su largo recorrido terrestre constituiría un obstáculo que iría calentando la masa
de aire, haciéndola desplazarse hacia alturas superiores, circunstancia a la que
también contribuiría la fuerte evaporación del Mediterráneo. Reiteramos nuevamente
que una masa de aire, contaminada o limpia, partiendo de Irán, llegue a alcanzar
España es complicado, aunque llegado el caso habría que estudiar, con más detalle,
para tener plena seguridad, otros factores como la humedad y el gradiente vertical
de temperaturas.
En el mapa que representa la situación, el mismo día, del nivel al que la presión
corresponde a 500 milibar/segundo, donde se fraguan la mayor parte de los
fenómenos meteorológicos, vemos en el trazado de las isohipsas (líneas que
señalan las distintas alturas en las que se registra esa presión y que están
comprendidas generalmente entre los 5.500 metro/segundo y algo menos de 6.000)
un anticiclón que se extiende desde Irán hasta Egipto donde el viento voltea y se
dirige (se aleja de España) hacia el mar Caspio. Hasta la borrasca centrada sobre
Italia podrían llegar algunas partículas radiactivas y alcanzar tangencialmente, por la
parte occidental de la misma a las Islas Baleares. Sería el único y poco probable
peligro.
Queremos, asimismo, resaltar que si la liberación de partículas se realizara en algún
país más occidental, pongamos por caso Israel, nuestro peligro sí sería elevado. Por
último, de tener lugar, como venimos suponiendo, que la zona focal fuese Irán,
China también correría un alto riesgo por lo que, lógicamente, debe ser el más
interesado en que este hipotético caso no llegue a hacerse realidad.
Conclusiones
De este somero e incompleto análisis se deriva que a tenor de las posibles alternativas
de evolución de la crisis y de las consecuencias que podrían tener las hipótesis más
desfavorables, la mejor opción para tratar la crisis de Irán para los intereses españoles,
y en general de todo el mundo, es prolongar la vía de la negociación diplomática, ahora
que Irán todavía no ha hecho trasgresiones flagrantes del TNP.
Así pues en el ámbito de la política exterior se trataría de:
− Evitar la imposición de sanciones a Irán por parte del CSNU puesto que:
− Sólo aumentan el coste de la opción nuclear, no reducen la capacidad de
conseguir una bomba nuclear y no afectarían substancialmente a la economía
iraní.
− Eliminan las posibilidades de que haya una evolución del régimen hacia
posturas menos extremas.
− No eliminan la escalada de la crisis.
− Sólo afectan a los sectores más deprimidos de la sociedad
− Evitar la retirada de la OIEA de Irán, ya que es el único mecanismo de vigilancia
de que dispone la comunidad internacional.
− Promover la devolución del expediente por parte del CSNU al OIEA.
− Buscar el consenso con aquellos estados que puedan presionar a Irán hacia una
salida negociada de la crisis.
− Apoyar las decisiones de la Unión Europea que permitan mantener abierta las
vías negociadoras. En esta dirección quizá lo más importante sea propiciar que
Estados Unidos inicien conversaciones con Irán sobre su programa nuclear y el
apoyo que da al terrorismo. Se debe ofrecer a Irán un abanico de incentivos
económicos políticos y de seguridad. Estas garantías de seguridad pasan por que
Estados Unidos renuncien a un “cambio de régimen” por la fuerza en Irán, a
cambio de garantías de los ayatolas de que no van a producir armamento nuclear
y su renuncia a utilizar el apoyo al terrorismo como instrumento de acción política.
− Dejar claro a Irán que España, aunque apoya el derecho de los países a tener
tecnología nuclear para fines pacíficos, si llega el momento, apoyará las
decisiones que tome la comunidad internacional en el caso de que se verificase,
sin posibilidad de error, la intención del uso militar de esa tecnología por parte de
Irán.
En el ámbito interior:
− Aunque esta conclusión, no será ninguna sorpresa para las autoridades
españolas en la materia, es preciso reconsiderar urgentemente, la estructura de
abastecimiento de energía primaria y disminuir de forma considerable la
dependencia de los productos petrolíferos, dado que un importante porcentaje del
suministro proviene de países con un riesgo de inestabilidad considerable. Como
fuentes energéticas alternativas, hay que considerar aumento substancial de la
generación a partir de energía nuclear; la prolongación de las redes de gas
europeas hasta nuestro territorio; gas de procedencia rusa, y aumentar la
utilización de hulla procedente de países no conflictivos (Polonia, Australia y
Suráfrica), al tiempo que se incentiva la investigación para reducir emisiones a la
atmósfera, procedentes de la utilización hulla, y la aportación de energías
renovables.
− No descuidar las acciones de información sobre la comunidad musulmana.
Mantener al máximo nivel la cooperación, en esta cuestión. No debemos olvidar
que algún tipo de atentado en un país próximo, podría afectarnos sensiblemente y
que la permeabilidad de las fronteras europeas, propicia que se pueda preparar
un atentado en un país y cometerlo en un tercero.
− Mantenerse alerta sobre los avatares de la política interna de los países del
Magreb, creemos que esta cuestión es una prioridad tradicional de nuestra
seguridad y defensa.
− Mantener activos los mecanismos de protección civil en lo que se refiere a
acciones nucleares, biológicas y químicas.
COMPOSICIÓN GRUPO DE TRABAJO
D. ALEJANDRO MUÑOZ-ALONSO LEDO
Senador Grupo Popular
D. JUAN ANTONIO CUADRILLERO PINILLA
Contralmirante. Jefe de la División Logística del Estado Mayor de la Armada.
D. FERNANDO NÚNEZ BASAÑEZ
Catedrático Escuela Técnica Superior Ingenieros Navales. Universidad Politécnica.
D. ANDRÉS CARBÓ GOROSÁBEL
Director del Departamento de Geodinámica. Catedrático Geología
de la Universidad Complutense.
D. JOSÉ ANTONIO MALDONADO ZAPATA.
Instituto Nacional de Meteorología –Jefe del Área de Meteorología Televisión Española.
D. ANTONIO SERRANO RUIZ-CALDERÓN
Jefe Servicio Seguridad Universidad Rey Juan Carlos.