domingo de ramos

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C uando se acercaron a Jerusalén y llegaron a Betfagé, junto al mon- te de los Olivos, Jesús mandó dos discípulos, diciéndoles: «Id a la aldea de enfrente, encontraréis en seguida una borrica ata- da con su pollino, desatadlos y traédmelos. Si alguien os dice algo contestadle que el Señor los necesita y los devolverá pronto». Esto ocurrió para que se cumpliese lo que dijo el profeta: «Decid a la hija de Sión: Mira a tu rey que viene a ti humilde, montado en un asno, en un pollino, hijo de acémila». Fueron los discípulos e hicieron lo que les había mandado Jesús: trajeron la borrica y el pollino, echaron sus mantos por el camino; algunos cortaban ramas de árboles y alfom- braban la calzada. Y la gente que iba delante y detrás grita- ba: «°Viva el Hijo de David! °Bendito el que viene en nom- bre del Señor! Viva el Altísimo» Al entrar en Jerusalén, toda la ciudad preguntaba alborota- da: «¿Quién es este?» La gente que venía con él decía: «Es Jesús, el profeta de Nazaret de Galilea». Domingo de Ramos AÑO/ A Mateo 21, 1-11 E ste domingo comenzamos la Semana Santa, tan im- portante para los cristianos. Estamos hoy en el pórtico de la Semana Santa. Y en su comienzo tenemos el Domingo de Ramos en el que recordamos la entrada triun- fal de Jesús en Jerusalén. Día de palmas y ramos con lo que lleva de jolgorio y vistosidad; día de niños y padres que participan de la fiesta. Por lo que vemos en los evan- gelios Jesús siempre fue reacio a cualquier manifestación de exteriorizar el apoyo a su per- sona; más bien buscaba la dis- creción “no se lo digas a nadie”, acostumbraba a decir cuando realizaba algún milagro. Por una vez, a las puertas de su crucifixión, antes de que pasase por el suplicio de la cruz, Jesús deja hacer y entra de una forma solemne, entre gritos de aclamación en la ciudad de Jerusalén que po- cos días después le rechazará y le llevará a la cruz. Y lo hace no como los impor- tantes del momento montado sobre un caballo. No entra como vencedor y dominador, sino que entra en Jerusalén montado en una borrica, no con el caballo, animal de los ri- cos, de los conquistadores sino con el animal de un trabaja- dor.”Id a la aldea de enfrente, encontraréis en seguida una borrica atada con su pollino. Desatadlo y traedlos” Todo un símbolo de lo que fue su vida, del estilo que impuso a su existencia SERVIR NO MAN- DAR. El Dios que nos muestra Jesús no es un Dios de poder, de autoridad sino un Dios de humildad, de solidaridad, de compasión, de amor. Así nos quiere también a nosotros. Todos sabemos la historia y conocemos que aquella fies- ta: aquellos ramos, aquellos mantos que adornaron el paso de Jesús duró bien poco. Los gritos de entusiasmo con los que el pueblo le aclamaba Bendito el que viene en el nombre del Señor” se convir- tieron bien pronto en el “cru- cifícale” de la condena. ¡Qué misterioso es el ser humano! Los que le aclaman, días más tarde, a lo mejor, estarían pi- diendo su crucifixión. Así so- mos de volubles. Pero ahora, al principio de esta Semana Santa, hay que tener presente la meta final: la resu- rrección. Todo concluyó con la victoria de la resurrección. El próximo domingo la celebrare- mos, recordaremos la victoria de Jesús sobre la muerte. Esa es también nuestra meta En el relato unos cortan ra- mas, otros adornan el camino por el que tenía que pasar Je- sús y todos vitorean a Jesús. Una fiesta se organiza que está corroborada por el testi- monio de la palabra:”Es Jesús el profeta de Nazaret de Gali- Primera lectura Is 50, 4-7 “No me tapé el rostro ante los ultrajes, sabiendo que no quedaría defraudado”. Salmo responsorial: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?” Segunda lectura Flp 2, 6-11 “Se rebajó, por eso Dios lo levantó sobre todo”. Evangelio Mt 21, 1-11 “Bendito el que viene en nombre del Señor”.

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Page 1: Domingo de ramos

Cuando se acercaron a Jerusalén y llegaron a Betfagé, junto al mon-te de los Olivos, Jesús mandó dos discípulos, diciéndoles: «Id ala aldea de enfrente, encontraréis en seguida una borrica ata-

da con su pollino, desatadlos y traédmelos. Si alguien os dice algocontestadle que el Señor los necesita y los devolverá pronto».

Esto ocurrió para que se cumpliese lo que dijo el profeta:«Decid a la hija de Sión: Mira a tu rey que viene a ti humilde,montado en un asno, en un pollino, hijo de acémila».

Fueron los discípulos e hicieron lo que les había mandadoJesús: trajeron la borrica y el pollino, echaron sus mantospor el camino; algunos cortaban ramas de árboles y alfom-braban la calzada. Y la gente que iba delante y detrás grita-ba: «°Viva el Hijo de David! °Bendito el que viene en nom-bre del Señor! Viva el Altísimo»

Al entrar en Jerusalén, toda la ciudad preguntaba alborota-da: «¿Quién es este?»

La gente que venía con él decía: «Es Jesús, el profeta de Nazaret de Galilea».

Domingo de Ramos AÑO/ A Mateo 21, 1-11

Este domingo comenzamosla Semana Santa, tan im-

portante para los cristianos.Estamos hoy en el pórtico dela Semana Santa.

Y en su comienzo tenemos elDomingo de Ramos en el querecordamos la entrada triun-fal de Jesús en Jerusalén. Díade palmas y ramos con lo quelleva de jolgorio y vistosidad;día de niños y padres queparticipan de la fiesta.

Por lo que vemos en los evan-gelios Jesús siempre fue reacioa cualquier manifestación deexteriorizar el apoyo a su per-sona; más bien buscaba la dis-creción “no se lo digas a nadie”,acostumbraba a decir cuandorealizaba algún milagro.

Por una vez, a las puertas desu crucifixión, antes de quepasase por el suplicio de lacruz, Jesús deja hacer y entrade una forma solemne, entregritos de aclamación en la

ciudad de Jerusalén que po-cos días después le rechazaráy le llevará a la cruz.

Y lo hace no como los impor-tantes del momento montadosobre un caballo. No entracomo vencedor y dominador,sino que entra en Jerusalénmontado en una borrica, nocon el caballo, animal de los ri-cos, de los conquistadores sinocon el animal de un trabaja-dor.”Id a la aldea de enfrente,encontraréis en seguida unaborrica atada con su pollino.Desatadlo y traedlos” Todo unsímbolo de lo que fue su vida,del estilo que impuso a suexistencia SERVIR NO MAN-DAR. El Dios que nos muestraJesús no es un Dios de poder,de autoridad sino un Dios dehumildad, de solidaridad, decompasión, de amor. Así nosquiere también a nosotros.

Todos sabemos la historia yconocemos que aquella fies-ta: aquellos ramos, aquellosmantos que adornaron el

paso de Jesús duró bien poco.Los gritos de entusiasmo conlos que el pueblo le aclamaba“Bendito el que viene en elnombre del Señor” se convir-tieron bien pronto en el “cru-cifícale” de la condena. ¡Quémisterioso es el ser humano!Los que le aclaman, días mástarde, a lo mejor, estarían pi-diendo su crucifixión. Así so-mos de volubles.

Pero ahora, al principio de estaSemana Santa, hay que tenerpresente la meta final: la resu-rrección. Todo concluyó con lavictoria de la resurrección. Elpróximo domingo la celebrare-mos, recordaremos la victoriade Jesús sobre la muerte. Esaes también nuestra meta

En el relato unos cortan ra-mas, otros adornan el caminopor el que tenía que pasar Je-sús y todos vitorean a Jesús.Una fiesta se organiza queestá corroborada por el testi-monio de la palabra:”Es Jesúsel profeta de Nazaret de Gali-

Primera lectura Is 50, 4-7 “No me tapé el rostro antelos ultrajes, sabiendo que no quedaría defraudado”.

Salmo responsorial:“Dios mío, Dios mío,¿por qué me has abandonado?”

Segunda lectura Flp 2, 6-11 “Se rebajó, por esoDios lo levantó sobre todo”.

Evangelio Mt 21, 1-11 “Bendito el que viene ennombre del Señor”.

Page 2: Domingo de ramos

San Ireneo dice que el Hijo y el Espíritu Santo son como las dos manos conlas que el Padre modela al ser humano a lo largo de la historia. Pidamos

la ayuda del Espíritu Santo para que nos haga comprender lo que Dios quieredecirnos por medio de este texto.

Miro los personajes que aparecen en el relato y me detengo en lo que diceny hacen.

Me pregunto también ¿por qué hacen y dices estas cosas?

¿Qué es lo que Dios Padre nos revela en este texto de Jesús? ¿Qué es lo queDios Padre nos revela de la originalidad de la vida cristina en nuestro mundo?

Se pregunta hoy también la gente ¿quién es Jesús?

¿Qué respuesta le daría yo?

Llamadas

Diálogo con el Señor a partir de lo que he orado: Contemplodetenidamente la escena de la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén,

le doy gracias, le pido al Señor por el mundo, por la Iglesia, por el movimiento,por los cristianos.

Hoy eres aclamado en Jerusalén,el jueves te recordaré en el cenáculo

dándote como comiday teniendo presente tu mandamiento:

“Amaos los unos a los otroscomo yo os he amado”.

El viernes recorreréel camino del calvario, para llegar al Gólgota

y estar contigo al pie de tu cruz.

Así llegaré al domingo,la Pascua del Señor,

lea”. Es el profeta de Nazaretel que ha llegado a la ciudad¿cómo será acogido?

Jesús es el profeta de Nazaretque viene a Jerusalén, dondeen tantas otras ocasiones ha-

bía estado. ¿Cómo lo acoge-mos en nuestras vidas?

el paso de la muerte a la vida,la victoria de Dios.

Estamos, Señor Jesús,en la recta final de tu vida,

que sintetiza toda tu existencia.

Gracia, Señor Jesús.Gracias por tu vida y por tu muerte

y sobre todogracias por tu resurrección.

Ayúdanos a vivir tu pasióncomo nuestra pasión

para participar de tu resurrección.

Page 3: Domingo de ramos

BENDITO ELQUE VIENE EN EL NOMBRE DEL SEÑOR!

Señor Jesús, ¿qué quieres decirnos cuando te mon-tas en una borrica para entrar en Jerusalén? °Quéocurrencia! Pero seguro que algo quieres decirnos.

Estás en el final de tu vida en este mundo. Ya casi lohas hecho todo. Sólo faltaban los últimos detalles,poner la firma a tu vida: darte y resucitar.

Esta semana que comenzamos condensa lo que fuetu existencia: Amor, entrega hasta el final, vaciarte to-talmente, victoria de la vida sobre la muerte, victoriade Dios, cumplir siempre la voluntad de Dios, eso eslo que Tú dices muriendo: “Todo lo he cumplido”. Túhas hecho siempre lo que Dios te ha pedido.

Y se te ocurre, Señor Jesús, en estos últimos díasbuscar un animal de carga para presentarte, monta-do sobre él, en la ciudad, donde está el gran Templode Jerusalén, donde residen las autoridades religio-sas y políticas del país, los poderos y entendidos deeste mundo.

El pueblo, la gente sencilla te reconoce y organizaespontáneamente un recibimiento, una fiesta en tuhonor.

El pueblo oprimido esperaba algo nuevo, deseabauna salida a su triste situación. El pueblo estaba an-sioso de terminar una etapa. ¿Serás Tú su salvación?

¿Qué buscaría con ese recibimiento?

Pero ¿de qué salvación se trata? La que Tú les ofreces¿es la que ellos esperan?

El pueblo se quita sus mantos, se despoja de susadornos y con ellos alfombra el camino por dondetransitarías; te acompaña con cantos y gritos de júbi-lo: °Viva el Hijo de David! °Bendito el que viene ennombre del Señor! °Viva el Altísimo!

¿Qué pesarías de todo ello, Señor Jesús? Tú el prota-gonista de una fiesta, organizada sin el consenti-miento de las autoridades competentes. Tú intuiríasque aquello era flor de un día y que pronto estaríasen un lugar bien distinto, en el calvario crucificado.

Me viene a la mente aquello de la tele de hace años:“Reina por un día”. El caso es que tu reinado, el tuyo,el de verdad, el que el Padre te ha concedido aúndura, pero no es ese el que ellos esperaban. ¿Cuál esel que nosotros esperamos? La gente del pueblo es-taba harta de sacrificios y de humillaciones y ansiabapaz, libertad y autonomía. Tu reinado es más quetodo eso: es también fraternidad, filiación divina yademás paz, libertad y protagonismo, todo.

Yo quiero hoy, Señor Jesús, poner toda mi vida a tuspies, alfombrar tu camino antes de recordar tu pa-sión. Quiero despojarme de todos mis apegos desor-denados, dejar de lado mi egoísmo, mis cobardías,mi insolidaridad y mis personalismos para que seasTú quien reines en mi vida.

Tú, Señor Jesús, en lo poco que sabemos de tu vidafuiste excelente por que fuiste presencia de Dios en-tre nosotros.

Ver Juzgar Actuar

VER

Con ocasión de fiestas patronales, o algún san-to o advocación de la Virgen de especial re-

nombre, es común que a los actos religiosos asis-ta una gran cantidad de personas. Personas que,ese día, se ponen sus mejores galas y no tienenproblema en participar en la procesión, incluso seemocionan, algunas personas también asisten a laEucaristía... pero el resto del año no vuelven a pi-sar el templo excepto si tienen alguna boda, bau-tizo, comunión o funeral. Les resulta agradablepasar un día de fiesta participando en actos reli-giosos entre música, tracas, comidas... Pero luegoya es más difícil continuar viviendo la fe, con todolo que implica (celebración, formación, compro-miso) en la normalidad del día a día, y muchaspersonas no quieren asumir ese compromiso y li-mitan su vivencia de fe a una religiosidad expresa-da en ocasiones puntuales que, además, les resul-ten gratificantes, pero sin que la fe llegue a influiren lo que viven y celebran.

“Creo, Señor...

¿en todo momento?”

Page 4: Domingo de ramos

JUZGAR

Ese contraste es el que hemos contemplado enlas dos partes de la liturgia de hoy. Ante la lle-

gada de Jesús a Jerusalén, todo es entusiasmo: lamultitud extendió sus mantos por el camino; algu-nos cortaban ramas de árboles y alfombraban lacalzada... La gente gritaba: “°Viva el Hijo de David!°Bendito el que viene en nombre del Señor!... EsJesús, el profeta de Nazaret de Galilea. Pero esasmismas personas, pocos días después, como es-cucharemos el Viernes Santo, serán las que pidana Pilato: °Crucifícalo!

Los dos últimos domingos de Cuaresma, tanto el cie-go de nacimiento como Marta, la hermana de Láza-ro, afirmaron: “Creo, Señor”. Una afirmación de feque hay que mantener y testimoniar en toda circuns-tancia. Porque es fácil decir: “Creo, Señor” en unaocasión puntual, más aún cuando las circunstanciasson favorables; pero la vida de fe no consiste sólo enuna “fiesta” tal como nosotros lo entendemos.Nuestra fe consiste en ser “seguidores de Jesús”, se-guir su ejemplo. Y eso implica aceptar el papel delSiervo, como hemos escuchado en la 1ª lectura: sa-ber decir al abatido una palabra de aliento, “sin rebe-larse ni echarse atrás”; implica comprometerse porlos demás como Jesús, que se despojó de su rango ytomó la condición de esclavo, pasando por uno detantos. Y así, actuando como un hombre cualquiera,se rebajó hasta someterse incluso a la muerte.

Nuestra fe consiste en seguir a Jesús también ensu Pasión, y entonces ser capaces de decir: “Creo,Señor”. Porque para eso Jesús llegó hasta la muer-te de cruz.

Jesús, para que cualquiera de nosotros se pueda verreflejado en Él, supo lo que era ser primero traicio-nado por uno de sus amigos, y luego abandonadopor el resto, excepto Juan; supo lo que era ser nega-do por quien se las daba de fuerte y valiente; expe-rimentó la soledad en medio de su tristeza; sufrió

calumnias, mentiras, difamaciones, injusticias, bur-las, vejaciones, insultos; padeció el rechazo de laopinión pública manipulada para volverla en sucontra; incluso la angustia de la oscuridad de la fe,el aparente alejamiento de Dios: Dios mío, Diosmío, ¿por qué me has abandonado?

Jesús expiró como un derrotado, un fracasado re-chazado por quienes antes lo habían aclamado.

Pero durante su Pasión, Jesús también nos daejemplo de fe y fidelidad, al Padre y a su misión:nos dejó la Eucaristía; con su oración se refugióen el Padre; mantuvo su coherencia sin temorante las agresiones; no rechazó a nadie; aceptóser cargado con la Cruz; y hasta en el momento fi-nal, en total oscuridad, Jesús no reniega del Padresino que se abandona “a ciegas” en Él.

ACTUAR

La Semana Santa, influenciados por el capitalismo-ateo de la sociedad consumista, podemos vivirla

como unos días de fiesta, de folclore, de simple sen-timentalismo religioso sin ir más allá... o podemosaprovechar los aspectos externos para vivirla comouna ocasión para reforzar nuestra fe, como unos díasde aprendizaje para afirmar con mayor convenci-miento: “Creo, Señor”, en todo momento, en todaocasión, asumiendo lo que significa seguir a Jesús ysus implicaciones en todas las dimensiones de lavida. Él nos dio ejemplo, por nosotros se rebajó has-ta someterse a la muerte de cruz y por eso Dios lo le-vantó sobre todo, abriendo para todos los que quie-ran seguirle las puertas de la gran esperanza que nodefrauda. ¿Estamos dispuestos a seguirle?

Acción Católica GeneralAlfonso XI, 4 5º

28014 - Madrid