doc riecyt 1-3.pdf
TRANSCRIPT
Revista Electrónica Iberoamericana de Educación en Ciencias y Tecnología — Volumen 1, Número 1, Diciembre 2009. Página 37 —
EL PAPEL DE LA RESOLUCIÓN DE PROBLEMAS EN EL
AULA (1)
Luis Carlos Contreras
Univers idad de Hue lva . España
Uno de los hitos que marcarán el final de siglo, en
el ámbito de la educación matemática, será la abundante
l iteratura en relación con la Resolución de Problemas.
Durante este último cuarto se ha hecho un esfuerzo
importante por unificar la terminología y universal izar las
excelencias. En educación matemática y en investigación en
educación matemática la resolución de problemas ocupa un lugar
destacado; por otro lado, los nuevos currículos apuestan por
orientar la matemática escolar de la enseñanza obligatoria desde
la perspectiva de la resolución de problemas.(1)
1: Seminario dictado en el Primer Congreso Internacional de Educación en Ciencia y
Tecnología, Catamarca 2009.
L. C. Contreras: El Papel de la Resolución de Problemas en el Aula
Revista Electrónica Iberoamericana de Educación en Ciencias y Tecnología — Volumen 1, Número 1, Diciembre 2009. Página 38 —
Entre los profesores de matemáticas, a casi nadie
le resulta ajeno el término y, sin embargo, bajo esa aparente
uniformidad se esconde una gama de significados diferentes. Nos
será fácil encontrar a dos profesores que nos aporten, en
esencia, una misma definición del término; un poco menos fácil
que le otorguen el mismo papel en el currículo y bastante difíci l
que, de hecho, util icen de igual forma la resolución de problemas
en sus aulas.(2). Esta diversif icación de significados en la práctica
no es exclusiva en la Resolución de Problemas (en adelante RP),
pero en ella se hace especialmente patente, debido al abuso de
los términos “problema”, y “ejercicio” indistintamente. Además,
una calve importante para explicar esta situación recae en el
hecho de que incluso los que abrazan epistemológicamente la
Resolución de Problemas como base para la construcción del
conocimiento matemático, se tropiezan ante la dificultad de la
gestión de un aula y la institucionalización de los aprendizajes
construidos a través de ella.
Comenzaré planteando un problema para que sea
resuelto por ustedes en el que me basaré después para reunir
algunas aportaciones relevantes en relación con el término
resolución de problemas y analizar cómo éste adquiere
significados distintos y ocupa lugares diferentes en la
construcción del conocimiento matemático escolar y, finalmente,
nos interesaremos por acercarnos al tratamiento real que tiene
en las aulas.
L. C. Contreras: El Papel de la Resolución de Problemas en el Aula
Revista Electrónica Iberoamericana de Educación en Ciencias y Tecnología — Volumen 1, Número 1, Diciembre 2009. Página 39 —
El problema de los soldados
El enunciado que verán a continuación puede
resultar poco afortunado, sobre todo desde posiciones pacifistas,
pero he querido mantenerlo como l legó a mis manos, desde un
curso superior de geodestas militares, y aprovechar así la
oportunidad para defender la paz, la igualdad y la justicia en el
mundo, sobre todo en momentos difíci les como los que
atravesamos.
“En un combate han participado 11000 soldados. De los supervivientes se sabe que el 56.56% no fuma y que el 56.7567% no bebe. ¿Cuántos murieron?”
Este enunciado da pie a poner en juego dos
heurísticos importantes en resolución de problemas; uno de
comprensión y otro de planificación. De comprensión pues es
preciso indagar sobre posibles datos implícitos en el enunciado
(por ejemplo que el resultado es un número natural, que por
obvio, puede no considerarse). De planificación pues cabe
preguntarse si la información no puede representase a través de
otros medios. Así, los porcentajes pueden expresarse como
fracciones, desde luego sin simplif icar el enunciado más allá de
poder comprenderlo, lo que podría l levarnos una vez resuelto el
problema, a analizar posibles extensiones del mismo.
La expresión fraccionaria de los datos abre nuevas
posibil idad de abordar conocimientos procedimentales con
escasos significados: algoritmos de conversión de número
periódico en fracción o identif icación unívoca de los racionales.
L. C. Contreras: El Papel de la Resolución de Problemas en el Aula
Revista Electrónica Iberoamericana de Educación en Ciencias y Tecnología — Volumen 1, Número 1, Diciembre 2009. Página 40 —
La conjunción de ambos heurísticos nos l leva, a
través de los conocimientos básicos de divisibil idad y de
identif icación de fracción irreducible, a una solución múltiple
para el problema y os ha permitido construcción (o
reconstrucción) y valoración de conocimientos.
¿Qué es resolver problemas?
Es común, al intentar contestar esta pregunta,
partir del término problema para finalizar especificando las
acciones que conducen a su resolución. Esta opción tiene la
ventaja de centrar la atención en el proceso, puesto que los
aspectos relativos a uno de sus términos han sido previamente
aclarados. Sin embargo, como hace Brownell (1942), una
definición global contribuye a una visión holística de la actividad:
“La resolución de problemas se refiere (a) exclusivamente a tareas perceptivas y conceptuales, (b) cuya naturaleza puede comprender el sujeto por razón de su naturaleza original, de su aprendizaje previo o de la organización de la tarea, pero para la cual no conoce de momento ningún medio de satisfacción. (d) El sujeto experimenta perplejidad en la situación problemática, pero no excesiva confusión... La resolución de problemas se convierte en el proceso por el que el sujeto se desembaraza de su problema... Así definido, podemos considerar los problemas situados en una zona intermedia de un continuo que abarca desde el "enigma", en un extremo, hasta la totalmente familiar y comprensible situación en el otro.” (p. 416)
L. C. Contreras: El Papel de la Resolución de Problemas en el Aula
Revista Electrónica Iberoamericana de Educación en Ciencias y Tecnología — Volumen 1, Número 1, Diciembre 2009. Página 41 —
En esta definición podemos aislar los elementos
principales sobre los que continuar nuestro análisis: las
características diferenciales del contexto , de la tarea y las del
sujeto (condiciones que debe reunir el que la afronta y los
cambios que éste experimenta). El grado de importancia que
adquiera cada uno de estos elementos en el combinado nos
conduce a toda la especif icidad recogida en la l iteratura sobre la
cuestión.
Así, si enfatizamos las características de la tarea
estaremos midiendo grado de dificultad de las mismas, tipo de
conocimiento que requiere y contexto al que se refiere. En esta
l ínea podemos situar las aportaciones de Kantowski (1981):
“Un problema es una situación que difiere de un ejercicio en que el resolutor no tiene un procedimiento o algoritmo que le conduzca con certeza a una solución.” (p. 113).
El mismo Kantowski (1980) define:
“Un problema es una situación para la que el individuo que se enfrenta a ella no posee algoritmo que garantice una solución. El conocimiento relevante de esa persona tiene que ser aplicado en una nueva forma para resolver el problema.” (p. 195).
En este mismo sentido se manifiestan Carl (1989) y
Agre (1982). Para aquél:
“La resolución de problemas es el proceso de aplicación de los conocimientos previamente adquiridos a situaciones nuevas y no famil iares” (p. 471).
L. C. Contreras: El Papel de la Resolución de Problemas en el Aula
Revista Electrónica Iberoamericana de Educación en Ciencias y Tecnología — Volumen 1, Número 1, Diciembre 2009. Página 42 —
Por su parte, Agre (1982) extrae del significado de
la palabra griega problema la idea de la existencia de dificultad:
“Para calif icar como problema el proceso de resolución o de definición tiene que juzgarse que posea al menos un poco de dificultad.” (p. 130) .
El contexto es el aspecto que resaltan Blum y Niss
(1991), que entendiendo por problema:
“una situación que conlleva ciertas cuestiones abiertas que retan intelectualmente a alguien que no posee inmediatamente métodos/procedimientos/ algoritmos, etc. directos suficientes para responder” (p. 37) ,
Añaden también la idea de situación problemática,
que aporta al concepto de problema cierta flexibil idad en el
sentido de que la situación puede ser algo más natural, que surge
de un contexto de investigación o de indagación:
“El punto de partida es un problema aplicado o, como también lo l lamamos, una situación problemática real. Esta situación tiene que ser simplif icada, idealizada, estructurada, sometida a condiciones e hipótesis apropiadas, y tiene que ser precisada más por el resolutor de acuerdo con sus intereses. Eso conduce a un modelo real de la situación original que, por una parte, todavía contiene rasgos esenciales de la situación original, pero, por otra parte, está ya esquematizado de tal manera que (en la medida de lo posible) permite su abordaje con medios matemáticos” (p. 38) .
L. C. Contreras: El Papel de la Resolución de Problemas en el Aula
Revista Electrónica Iberoamericana de Educación en Ciencias y Tecnología — Volumen 1, Número 1, Diciembre 2009. Página 43 —
Permítanme ejemplif icar este proceso de
matematización con un problema sencil lo.
“En un corral hay gall inas y conejos. Son 18 animales en total y pueden contarse 50 patas. Averigua cuántas gall inas y conejos hay”
La capacidad de traducir la información verbal a
gráfica es una clave para resolver problemas y una garantía de
comprensión de enunciados verbales. Además, como veremos en
este problema, una solución gráfica, aparentemente informal,
puede ser la antesala de una solución más formal.
Me contaba un maestro amigo que uno de sus
jóvenes estudiantes procedió a dibujar 18 cabezas; a continuación
puso un par de patas en cada una (dado que todos tienen dos
patas, al menos, lo que significa partir de una solución base de no
conejos, es decir y = 0). Cuando contó las patas que l levaba
comprobó que eran 36 y entonces afirmó “las 14 que me quedan
las pondré de dos en dos hasta completar” , y obtuvo así la
solución del problema.
Formalmente, su proceder se esquematiza como
sigue:
- Pintar las 18 cabezas es decir que x + y = 18
- Pintar dos patas para todos es probar con y = 0 y añadir
luego dos mientras pueda es decir que 2x + 4y = 50
Esto me da pie a la segunda opción. Si ponemos el
énfasis en el sujeto, estaremos analizando los fines y el grado de
implicación o compromiso. Éste es el caso de Confrey (1991) que,
L. C. Contreras: El Papel de la Resolución de Problemas en el Aula
Revista Electrónica Iberoamericana de Educación en Ciencias y Tecnología — Volumen 1, Número 1, Diciembre 2009. Página 44 —
desde la plataforma del constructivismo radical,(3) uti l iza el
término problema para aclarar lo que considera úti l e importante
en la clase de matemáticas.
“La estructura no está en el problema ‐está en el significado definido social y contextualmente de las palabras al ser interpretadas por el que las escucha... Para el constructivista, el problema sólo queda definido respecto al resolutor. Un problema es sólo un problema en la medida en que es sentido problemático por el resolutor. Definido de esta forma, como obstáculo hacia la que un estudiante se dirige, un problema no posee status independiente. Con el objetivo de diferenciar este enfoque del empleo típico de problemas en las aulas de matemáticas, he elegido el término problemático, en referencia al "obstáculo" que halla el estudiante.” (p. 117).
Dicha relevancia se hace aún más patente en el
tercer presupuesto de la posición constructivista:
“Tercer presupuesto: Los problemas desempeñan un papel crucial en la construcción de conocimiento. Los problemas residen en la mente del estudiante ‐no en los l ibros de texto o en la matemática. Los problemas poseen discrepancias, obstáculos que el estudiante quiere resolver y así cataliza la acción. Para aceptar algo como problemático un individuo tiene que creer que puede ser resuelto ‐ y actuar como si el problema y la solución fueran preexistentes. El ciclo de identif icación de situaciones problemáticas, actuar y operar sobre ellos y después reflexionar sobre los resultados tiene carga emocional, es motivador y exigente. Es este proceso de construcción de conocimiento el lado crítico para los investigadores/profesores constructivistas.” (p. 119).
L. C. Contreras: El Papel de la Resolución de Problemas en el Aula
Revista Electrónica Iberoamericana de Educación en Ciencias y Tecnología — Volumen 1, Número 1, Diciembre 2009. Página 45 —
Un ejemplo de esto es el problema de los
cuadrados contenidos en un tablero de ajedrez.
¿Cuántos cuadrados hay en un tablero de ajedrez?¿Y
si el tablero es de 10x10?¿y si es de nxn?
Implícito en el debate sobre el continuo ejercicio ‐
problema al que nos referíamos más arriba, cuando citábamos a
Brownell (1942), está también el carácter subjetivo de los
problemas y, consecuentemente, el grado de implicación de quien
lo aborda. Así, Agre (1982) dice que
“Lo que es un problema para una persona puede no serlo para otra, y lo que es un problema para una persona un día puede no serlo un próximo día.” (p. 130) .
Dentro de las aportaciones que enfatizan los fines
(si lo miramos desde la perspectiva de la enseñanza) o de los
logros que permitirá obtener (si lo hacemos desde la del
aprendizaje), cabría destacar a Branca (1980), para quien resolver
problemas es “fin, proceso y destreza básica” (p. 3), a Charles et
al. (1987), que lo definen como método de investigación, y a los
que lo integran como proceso característico del pensamiento
matemático (Baroody, 1993; Mason et al. , 1982). Para Baroody
(1993) es una tendencia de enseñanza que, aunque no
general izada, es recogida en las nuevas propuestas curriculares;
por ejemplo, la NCTM (1991) en los Estándares define la
“Matemática como resolución de problemas” (p. 15).
Entre los ejemplos de problemas como
investigaciones me gustaría destacar el siguiente:
L. C. Contreras: El Papel de la Resolución de Problemas en el Aula
Revista Electrónica Iberoamericana de Educación en Ciencias y Tecnología — Volumen 1, Número 1, Diciembre 2009. Página 46 —
“Realiza las siguientes multipl icaciones 11x13, 12x14, ¿qué observas? ¿puedes encontrar un patrón?”
Las diferentes preguntas que surgen tras el primer
hallazgo nos l levan a expresiones conocidas como “sumar por
diferencia igual a diferencia de cuadrados”.
A modo de síntesis ofrezco la siguiente tabla
resumen:
Autor(es) Aspectos a destacar
Brownell (1942)
Perplej idad del sujeto ante la situación problemática; situado en un continuo entre el “enigma” y la situación famil iar y comprensible.
Carl (1989) Aplicación de conocimientos previamente adquir idos a situaciones nuevas.
Kantowski (1980; 1981)
El resolutor no t iene un procedimiento o algoritmo que le conduzca a la solución de forma inmediata. El conocimiento relevante del sujeto ha de ser apl icado de una forma nueva.
Branca (1980) Fin, proceso y destreza básica.
Agre (1982) El proceso de resolución posee un cierto grado de dif icultad.
Mason et al . (1982) Proceso característ ico del pensamiento matemático.
Andler (1987) Un problema debe su existencia a la decis ión del resolutor de reconocerlo como tal .
Charles et al . (1987) Método de investigación.
Blum y Niss (1991)
Incluye cuestiones abiertas que retan al resolutor; éste no posee medios sufic ientes para responder.
L. C. Contreras: El Papel de la Resolución de Problemas en el Aula
Revista Electrónica Iberoamericana de Educación en Ciencias y Tecnología — Volumen 1, Número 1, Diciembre 2009. Página 47 —
Confrey (1991) Hay un problema en la medida que es sentido como tal por el resolutor; poseen obstáculos que hay que resolver.
N.C.T.M. (1991) Hacer Matemáticas.
Baroody (1993) Proceso característ ico del pensamiento matemático.
Síntesis de algunas aportaciones sobre la definición de
problema.
Aunque mi opción personal sobre la RP es
considerarla básicamente una investigación enmarcada en un
proceso natural de indagación donde quienes lo afrontan han de
reunir determinadas condiciones iniciales (en cuanto a
conocimientos y grado de compromiso) que permitan superar los
retos que supone y que, en la medida que se van alcanzando los
f ines perseguidos (por el resolutor o instructor), proporciona en
los sujetos que lo abordan un cambio sustancial respecto de su
situación de partida, en este trabajo incidiremos sobre el papel
que los profesores le otorgan a la RP en sus aulas.
¿Cuál es el papel de la resolución de problemas en el currículo?
Para el NCTM (1991) la respuesta es clara, es un
procedimiento constructivo:
“Es esencial desarrollar en todos los estudiantes la capacidad de resolver problemas si se quiere que sean ciudadanos productivos...” (p. 6)
L. C. Contreras: El Papel de la Resolución de Problemas en el Aula
Revista Electrónica Iberoamericana de Educación en Ciencias y Tecnología — Volumen 1, Número 1, Diciembre 2009. Página 48 —
y una forma de hacer Matemáticas:
“...que los estudiantes se conviertan en personas matemáticamente instruidas.. . expresión [que] denota la capacidad de un individuo para explorar, formular hipótesis y razonar lógicamente, así como usar de forma efectiva un determinado número de métodos matemáticos para resolver problemas.. . saber las matemáticas es usar las matemáticas. Una persona descubre o crea conocimiento en el curso de una actividad que real iza con un f in” (p. 7).
Qué si no se consigue tras resolver el siguiente
problema:
“¿Cuánto suman los 7 primeros impares?¿y los 10 primeros?¿y los 100 primeros?¿cuál es el impar decimoquinto?¿y el vigésimo?¿y el n ‐simo?”
Planteemos ahora el problema al revés, ¿cómo
podemos calcular la raíz cuadrada de un número?
Puig (1992) hace un recorrido destacando cuatro
claves: RP como contenido prioritario, como medio de
aprendizaje y refuerzo de contenidos, como método más
conveniente para aprender matemáticas y como aplicación. El
problema está en la dosificación o elección de cada uno de estos
ingredientes que, como señala el autor, está sujeta a las distintas
“concepciones de la naturaleza de las matemáticas y de su
enseñanza que... tiene consecuencias distintas a la hora de
diseñar el curriculum o desarrollarlo” (p. 10). Desde luego, no es
lo mismo entender RP:
“como aplicación de los conocimientos previamente adquiridos y de los métodos, los algoritmos o los
L. C. Contreras: El Papel de la Resolución de Problemas en el Aula
Revista Electrónica Iberoamericana de Educación en Ciencias y Tecnología — Volumen 1, Número 1, Diciembre 2009. Página 49 —
procedimientos rutinarios propios de un dominio conceptual” (p. 11) ,
que entenderlo de forma independiente de un contenido
matemático concreto y no sólo entendido cómo aprender a
resolver problemas, sino de forma integrada con el contenido:
“para que los aprendizajes que se institucionalicen sean los que se pretenden enseñar” (p. 11) .
Puig continúa con la idea de que la experiencia de
un profesor, desde su aprendizaje como alumno hasta el
momento de actuar en el aula, ha estado impregnada de
situaciones que l levan a identif icar problema exclusivamente
como vehículo para aplicar y poder probar que se conoce un
determinada concepto, método o procedimiento rutinario. Esta
consideración tiene consecuencias nefastas por la escasa
rentabil idad matemática que conlleva.
Sin ánimo de ofrecer una clasificación de tipos de
problemas, sino más bien intentando poner de rel ieve la gama de
significados con los que se identif ica la RP, me gustaría citar uno
de los trabajos de Polya (1981) en el que, desde una perspectiva
pedagógica, decía que se puede diferenciar entre:
a) Los que se resuelven mecánicamente aplicando una
regla que acaba de conocerse (una regla delante de tu
nariz).
b) Los que pueden resolverse aplicando algo que se ha
dado antes, en los que el resolutor ha de tomar alguna
decisión (aplicación con alguna elección).
c) Los que requieren combinar dos o más reglas o
ejemplos dados en clase (elección de una combinación).
L. C. Contreras: El Papel de la Resolución de Problemas en el Aula
Revista Electrónica Iberoamericana de Educación en Ciencias y Tecnología — Volumen 1, Número 1, Diciembre 2009. Página 50 —
d) Los que también requieren combinación, pero que
contienen ramificaciones y requiere un alto grado de
razonamiento personal (aproximación al nivel de
investigación). (Vol. 2, p. 139)
Polya establecía que el orden determina el grado
de dificultad y el valor educativo; hoy el interés se centra en los
niveles c) y d).
En el mismo sentido me gustaría tratar la
aportación de Kilpatrick (1985) cuando establece que la RP se ha
entendido o puede entenderse como un proceso de:
a) Ósmosis, caracterizada por la repetición de ejercicios y
ejercicios (condición necesaria ‐con matices ‐ pero no
suficiente) que desestima la capacidad de resolución de
problemas no escolares. Además plantea problemas
afectivos. “Ningún programa de formación en RP tendrá
éxito si tiene efectos negativos sobre las actitudes y las
creencias de los estudiantes” (p. 9).
b) Memorización y desarrollo de estrategias algorítmicas
que se aplican en situaciones similares. No es válida
cuando se enfrentan a un problema nuevo y a veces
tienen dificultad para encontrar el algoritmo adecuado.
c) Imitación, como los modelos de identif icación de
características de buen resolutor para ser enseñadas.
d) Cooperación, conocer los procedimientos de otros
mejorando los propios, negociar, discutir, ampliar el
abanico conceptual y procedimental.
L. C. Contreras: El Papel de la Resolución de Problemas en el Aula
Revista Electrónica Iberoamericana de Educación en Ciencias y Tecnología — Volumen 1, Número 1, Diciembre 2009. Página 51 —
e) Reflexión, no sólo se aprende haciendo, se aprende
haciendo y pensando en lo que se hace y se ha hecho.
Estamos hablando de metacognición (conocer cómo
aprendo).(4)
Finalmente, y con la misma intención seguida con
los dos autores anteriores, me gustaría retomar la aportación de
Gaulin (1986) al esquema de Hatfield (1978) que, como señala
Blanco (1997), establece tres perspectivas que “son asumidas
generalizadamente” (p. 84)]. Para Gaulin caben cinco
interpretaciones:
a) La de aquellos que entienden que todo consiste en
proponer más problemas.
b) La de los que quieren buscar y emplear aplicaciones de
los problemas a la vida diaria y a las ciencias.
c) La de algunos pedagogos, más que los especialistas en
Matemáticas, que abogan por problemas genuinos, que
promuevan la búsqueda y la investigación, más que
ejercicios y problemas rutinarios.
Estas tres pueden encuadrarse en el primer t ipo de
Hatfield (Teaching for Problem Solving), que interpreta
cómo enfocar la enseñanza de la matemática elemental
hacia la capacitación del alumno para resolver
problemas.
d) El segundo tipo establecido por Hatfield (Teaching
about Problem Solving) que puede entenderse como
enseñar heurística: aprender a buscar estrategias para
resolver problemas.
L. C. Contreras: El Papel de la Resolución de Problemas en el Aula
Revista Electrónica Iberoamericana de Educación en Ciencias y Tecnología — Volumen 1, Número 1, Diciembre 2009. Página 52 —
e) El tercer tipo (Teaching via Problem Solving) que puede
interpretarse como enfatizar la RP como medio
progresivo de enseñanza de la Matemática (a través de
la RP).
Naturalmente, la gama de significados que se
otorga a la resolución de problemas en el aula mantiene una
correspondencia biunívoca con estas tipologías reseñadas y, a
efectos prácticos, nos será fácil identif icar el signif icado o
significados que un profesor les otorga en su aula con uno o
varios eslabones de una cadena que va desde la consideración de
la RP como ejercicios hasta su consideración como
investigación.(5)
Para Vila (1995a), de acuerdo con Callejo (1994),
pueden establecerse cinco niveles en el continuo ejercicio ‐
problema: Ejercicios, cuestiones prácticas, problemas no
contextualizados, situaciones problema y problemas de
estrategia.
Los Ejercicios suelen ser propuestos con la
f inalidad de mecanizar/automatizar determinados procedimientos
presentados en el aula o para ayudar en la comprensión de
determinados conceptos.(6) Sus enunciados contienen indicios
claros de los procedimientos que se espera que uti l icen los
estudiantes; son precisos, concisos y bastante estandarizados;
inducen a la obtención de un sólo nivel de respuesta; se
proponen de forma repetit iva y jerarquizada.
Las Cuestiones Prácticas (o problemas
contextualizados) se suelen proponer en relación a un
L. C. Contreras: El Papel de la Resolución de Problemas en el Aula
Revista Electrónica Iberoamericana de Educación en Ciencias y Tecnología — Volumen 1, Número 1, Diciembre 2009. Página 53 —
conocimiento matemático concreto con la finalidad de fi jar dicho
conocimiento. Mantienen cierta conexión con la vida real o, de
alguna manera, resultan ser una aplicación de la matemática en
situaciones reales o a otras ciencias.(7) Sus enunciados son
verbales, también contienen indicios de los procedimientos que
se espera sean uti l izados normalmente relacionados con el
contexto del enunciado. Son propuestos durante el desarrollo de
unidades didácticas, después de éstas, en las que se han
expuesto los procedimientos para su resolución. Suelen
elaborarse l istados de ellos.
Los Problemas no contextualizados tienen la
f inalidad de dotar de significado a los conocimientos
matemáticos movil izados en el aula. Aunque coinciden con las
cuestiones prácticas en el énfasis de los conocimientos
matemáticos a util izar, aquellas comportan una aplicación de
determinados conocimientos, mientras éstos implican el uso de
un saber matemático más general. Suelen admitir más de un
procedimiento de resolución y se proponen sin vinculación a un
contexto matemático concreto. Su resolución suele necesitar una
argumentación expresa, son singulares y, por tanto, no admiten
ser encuadrados en l istas relacionadas. En su resolución las
estrategias de tipo intelectual son muy relevantes.
Cuando un profesor propone una Situación
Problema, pretende que sus alumnos construyan los
conocimientos matemáticos necesarios para su resolución, lo que
concede al problema una finalidad educativa. No se busca tanto
la funcionalidad como la construcción del saber. Suelen ser
imprecisos, abiertos y singulares y constituyen el origen de las
L. C. Contreras: El Papel de la Resolución de Problemas en el Aula
Revista Electrónica Iberoamericana de Educación en Ciencias y Tecnología — Volumen 1, Número 1, Diciembre 2009. Página 54 —
formulaciones, presentaciones o construcciones matemáticas
implicadas.
Los Problemas de Estrategia tienen como finalidad
desarrollar estrategias intelectuales polivalentes. Suele importar
más mostrar que se ha adquirido una estrategia que poner de
rel ieve que se ha construido un determinado saber. Normalmente
la arti l lería matemática que necesitan está a disposición de todos
los alumnos y el enunciado, de alguna manera, supone un reto
(Lester, 1980) para ellos.
Pero analicemos algunos ejemplos de lo anterior.
Comenzaremos por el conocido problema del matemático.
“Dos matemáticos compañeros de Facultad se encuentran tras años sin verse. Tras preguntarse por sus vidas uno de confiesa al otro ser padre de tres preciosas niñas. Ah! ¿y qué edades tienen?, pregunta uno. Como se que siempre te gustó resolver problemas, responderé a tu pregunta con uno. El producto de las edades de las tres es 36 y la suma el número de la casa que tienes a tu espalda. Tras una breve meditación, responde el otro: bribón, me ocultaste un dato! Es cierto, la mayor toca el piano”
En este problema, cuyo fondo matemático consiste
en la descomposición factorial de 36, hay una clave que implica
ponerse en el lugar del otro, que conoce el número oculto y
necesita un dato más ¿por qué?, pues porque hay más de una
posibil idad con los datos que le ha proporcionado su amigo.
Los estudiantes suelen pensar que los problemas
tienen solución única. También es preciso actuar sobre esta idea;
a veces, incluso sin ser resolubles, las situaciones puede
arreglarse. Veamos estos dos problemas:
L. C. Contreras: El Papel de la Resolución de Problemas en el Aula
Revista Electrónica Iberoamericana de Educación en Ciencias y Tecnología — Volumen 1, Número 1, Diciembre 2009. Página 55 —
“En una excursión a la montaña, organizada por un club alpino, cada 3 miembros comparten mochila, cada 4 comparten brújula y cada 6 comparten mapa. Si entre mochilas, brújulas y mapas hay 27 objetos, ¿cuántos miembros del club podrán participar en la excursión?”
Un reparto equil ibrado
Una primera aproximación al problema nos pone de
rel ieve la necesidad de combinar los grupos de mochila, brújula y
mapa para una mínima cooperación. Ello nos l leva a establecer 12
como número plausible de agrupamiento. En un grupo de 12 hay:
- 4 grupos de 3
- 3 grupos de 4
- 2 grupos de 6
Ello me l leva a que, por cada 12 chicos se necesitan
4 mochilas, 3 brújulas y dos mapas; es decir, 9 objetos. Dado que
tengo 27 objetos ello me permite programar la excursión para 3
grupos de 12, es decir, 36 chicos.
Optimizando la asistencia
No es menos cierto que, por cada 6, tengo un
grupo de 4 y 2 de 3, lo que me indica que cada 6 chicos podrían
l levar su mapa, su brújula y dos mochilas (lo cual es incluso más
práctico que el reparto en la solución anterior), es decir, 4
objetos. Por tanto, podría l legar a formar 6 grupos de 6 (los
mismos 36 de antes) y todavía me quedarían 3 objetos que con
suerte podrían ser distintos (mochila, brújula y mapa) y permitir
L. C. Contreras: El Papel de la Resolución de Problemas en el Aula
Revista Electrónica Iberoamericana de Educación en Ciencias y Tecnología — Volumen 1, Número 1, Diciembre 2009. Página 56 —
que otros 6 chicos puedan i r a la excursión, ¡total, es sólo por un
día!
Y por último, este otro:
“Al abrir la herencia de su padre, tres jóvenes árabes se encontraron ante este texto: Repartiréis mi herencia de forma que el mayor de vosotros recibirá la mitad, el siguiente la tercera parte y el menor la novena parte. ¿Cómo crees que procedieron si la herencia era de 17 camellos”
Este problema tiene una primera dificultad
evidente: 17 no se puede dividir entre 2, ni 3 ni 9; sin embargo la
dificultad encierra la solución.
En efecto, usando la táctica de empezar el problema
por el f inal o resolver unos más fáci l , se podría pensar en que todo
hubiera sido distinto si la herencia hubiera sido de 18 camellos.
De esta suerte, el mayor habría recibido 9, el segundo 6 y el
menor 2.
Pero, un buen resolutor ha de tomar conciencia de
que esta solución no resolvería el problema, puesto que 9 + 6 + 2
= 17, con lo que habría un camello de nadie. Esta es precisamente
la clave de la solución de nuestro problema: “el reparto
propuesto por el padre no cubría la totalidad”, es decir, ½ + 1/3 +
1/9 no es la unidad.
¿Quiere eso decir que el problema original no tiene
solución? En absoluto, antes al contrario, permite una solución
creativa.
Cuentan que un árabe justo pasaba por all í cuando
observó perplejos a los hijos. Bajó de su camello y les dijo:
L. C. Contreras: El Papel de la Resolución de Problemas en el Aula
Revista Electrónica Iberoamericana de Educación en Ciencias y Tecnología — Volumen 1, Número 1, Diciembre 2009. Página 57 —
“puesto que veo que no pondréis dar cumplimiento al deseo de
vuestro padre, os prestaré mi camello. De esta suerte, con 18 será
posible el reparto, y puesto que 9 + 6 + 2 = 17, podré l levarme el
mío tras el reparto” . Sabia solución!
La resolución de problemas debe permitir i r más
allá de una mera combinación de los datos para l legar a la esencia
de las cosas, fomentando el análisis y la búsqueda de respuestas
creativas a los retos planteados.
Para Abrantes (1989) y Borasi (1986) son ocho y
siete, respectivamente, los niveles: Ejercicios, problemas
verbales, problemas para plantear ecuaciones, problemas para
demostrar (estos dos últimos sólo los plantea Abrantes; Borasi
añade problemas como pruebas de conjeturas), enigmas o
problemas para descubrir, problemas de la vida real,(8)
situaciones problemáticas y situaciones.
Un Ejercicio no está contextualizado, tiene una
formulación explícita, única y cerrada, y para su resolución ‐por
un proceso único y de carácter exacto ‐ se prevé el uso de
algoritmos previamente conocidos.
Los Problemas verbales y los Problemas para
plantear ecuaciones muestran explícitamente el contexto en el
enunciado. Coinciden con los ejercicios en cuanto a formulación,
método de resolución y carácter de la solución.
Los Problemas para demostrar difieren de los
anteriores solamente en que admiten más de una formulación.
Las Pruebas de conjeturas muestran parcialmente
el contexto en el enunciado. Su resolución, que supone el
conocimiento de determinadas teorías, pasa por la obtención de
L. C. Contreras: El Papel de la Resolución de Problemas en el Aula
Revista Electrónica Iberoamericana de Educación en Ciencias y Tecnología — Volumen 1, Número 1, Diciembre 2009. Página 58 —
nuevos algoritmos. La solución es, generalmente, única (aunque
no necesariamente).
En los Enigmas para descubrir el contexto aparece
totalmente explícito en el enunciado; su resolución pasa por la
existencia de actos de “insight”.
Un Problema de la vida real puede tener varias
soluciones, que pueden ser aproximadas; presenta una
formulación parcial con muchas alternativas posibles. El contexto
f igura parcialmente en el enunciado, de cuya exploración y
modelización depende la solución.
Cuando un problema admite varias soluciones, su
formulación está sólo sugerida y por tanto admite alternativas de
reformulación y el contexto aparece sólo parcialmente en el
enunciado que es problemático, estamos ante una Situación
problemática.
El último nivel es el más general. El contexto
aparece parcialmente en el enunciado, que inicialmente no tiene
problema, su formulación es inexistente ‐ incluso implícitamente ‐
por lo que para ser abordado es necesario que sea convertido en
problemático. Estamos ante una Situación.
Para Carri l lo (1995) existen siete niveles:(9)
Ejercicios, problemas, problemas como problemas, problemas con
institucionalización de los aprendizajes, problemas con
heurísticos, problemas con reflexión y problemas con
observación.
Los Ejercicios rutinarios han de ser sustituidos por
problemas, pero de manera que podamos tener la paciencia
suficiente para que los alumnos hagan sus propuestas de
L. C. Contreras: El Papel de la Resolución de Problemas en el Aula
Revista Electrónica Iberoamericana de Educación en Ciencias y Tecnología — Volumen 1, Número 1, Diciembre 2009. Página 59 —
abordaje sin dar recetas que los conviertan en ejercicios, es decir,
tratándolos como problemas. Sin embargo es preciso que, de vez
en cuando dispongamos de tiempo para social izar los
aprendizajes que se van produciendo, otorgando a los problemas
un carácter de institucionalizadores de los aprendizajes.(10) Los
alumnos han de ir superando retos para los cuales no siempre
disponen de las herramientas adecuadas. Su entrenamiento debe
contener nuevos heurísticos, así como posibi l idad para tomar
conciencia de todos los actos real izados y los efectos de su
planif icación (reflexión) y capacidad para extraer los aspectos
más relevantes de la resolución (observación).
A modo de síntesis, partiendo de las directrices
curriculares, la resolución de problemas debería servir
básicamente para desarrollar la capacidad de explorar, conjeturar
y razonar. Esto puede conseguirse se vincule o no lo anterior a
contenidos matemáticos concretos, lo que determina las dos
grandes pautas de actuación en RP.
No obstante, debería reservarse tiempo para
desarrollar toda la diversidad de tareas del continuo ejercicio ‐
problema (desarrollado de diversas maneras por los distintos
autores)(11), siempre que se sea consciente de los fines que
pretendemos alcanzar en cada momento concreto (automatizar
procedimientos, potenciar relaciones signif icativas, desarrollar la
creatividad, desarrollar heurísticos, buscar vínculos con la
realidad, adquirir valores racionales, institucionalizar
aprendizajes,. . .).
L. C. Contreras: El Papel de la Resolución de Problemas en el Aula
Revista Electrónica Iberoamericana de Educación en Ciencias y Tecnología — Volumen 1, Número 1, Diciembre 2009. Página 60 —
¿Cómo se usa la resolución de problemas en el aula?(12)
Nos gustaría poder admitir que los esfuerzos por
integrar la resolución de problemas en el currículo de
matemáticas ha tenido frutos evidentes. Sin embargo, una
somera revisión a los estudios sobre el uso que de ellos se hace
en el aula nos indica que aún estamos en el camino. Como
señalaba Kilpatrick (1985), los diferentes puntos de vista que la
gente sostiene acerca de los tipos de problemas o sobre los
diferentes énfasis con que estos tipos son tratados en el
currículo no han sido aún diferenciados en las investigaciones
sobre RP. Su posición era compartida con Grouws, Lester, Silver y
Thompson (Si lver, 1985).
La afirmación de Kilpatrick está perdiendo vigencia
en los últimos años. Comenzaré, por ejemplo, con el trabajo de
Fernandes y Vale (1994), que establecen que factores externos,
como el contexto donde el profesor desarrolla su labor, pueden
actuar en sus prácticas a modo de potenciadores o reductores en
cuanto al uso de la resolución de problemas(13); aunque, al igual
que el resto de los que han estudiado el comportamiento(14) de
los profesores en las aulas, mantienen que son las creencias de
los profesores las que determinan con más fuerza éste y otros
aspectos de sus metodologías.
Sin embargo, como señala Cooney (1985), no basta
mantener unas “adecuadas” creencias; l levar a la práctica una
instrucción de ese tipo requiere no sólo una adecuada
preparación para la gestión del aula, precisa también y,
principalmente, del papel que los profesores dan a los problemas
en el aprendizaje, de los fines perseguidos, del papel que otorgan
L. C. Contreras: El Papel de la Resolución de Problemas en el Aula
Revista Electrónica Iberoamericana de Educación en Ciencias y Tecnología — Volumen 1, Número 1, Diciembre 2009. Página 61 —
a los alumnos,.. . Estas situaciones de conflicto son especialmente
fuertes en los profesores principiantes.
¿Es posible obtener un cuadro similar al elaborado
para analizar las concepciones sobre la Matemática y su
enseñanza, con 4 tendencias en resolución de problemas,
conservando las categorías?
En un primer análisis los elementos que aportan
más información son los criterios de selección del problema
(relacionados con Sentido de la Asignatura), forma de plantearlo
(que podría ubicarse en Concepción del Aprendizaje),
interacciones durante la resolución (que contienen información
sobre Metodología, Papel del Alumno y Papel del Profesor) y
forma de organizar la corrección (que estaría dentro de
Evaluación). Por tanto, parece razonable organizar los elementos
bajo las tendencias y categorías util izadas para el estudio sobre
la Concepción de la Enseñanza y el Aprendizaje de la Matemática
(CEAM).
Ello nos conduce a la siguiente estructura:
TENDENCIA TRADICIONAL Metodología
Problemas como ejercic ios
Listado externo (texto, l ibro de problemas,. . .)
Aplicación de conceptos impart idos; al f inal de los temas
Secuencias exhaustivas (muchos ejercic ios de muchos conceptos) no organizadas
Sentido para la asignatura
Afianzar conceptos
Resolución formal; vía prioritariamente deductiva
L. C. Contreras: El Papel de la Resolución de Problemas en el Aula
Revista Electrónica Iberoamericana de Educación en Ciencias y Tecnología — Volumen 1, Número 1, Diciembre 2009. Página 62 —
Aplicación de la teoría
Problemas bien definidos. Resolución con "art i l ler ía pesada"
Papel de los problemas en el aprendizaje
Ampliar y reforzar el campo conceptual ; problemas monográficos
Entrenamiento en procesos formales de prueba
Imitación de esti los deductivos del profesor: estandarización
Resolución individual
Para apl icar la teoría
Las capacidades resolutorias están definidas
Resolver problemas gusta o no gusta
Papel del alumno en la R.P.
Intenta aplicar los conceptos teóricos
Capta y repite esti los
Acepta procesos y resultados
Papel del profesor en la R.P.
Enuncia el problema
Proporciona claves semánticas expl íc itas
Espera y corrige respuestas de los alumnos
Expone la resolución correcta
Los problemas en la evaluación
Elemento sancionador; énfasis en el resultado
Cuantif icación ponderada de las partes
Correcto o incorrecto ajustado al esquema previsto por el profesor
Recuerdo de fórmulas y otros hechos
Aplicación mecánica de conceptos impart idos
No valoración de esti los y estrategias personales
Entrenamiento en ejercic ios t ipo, de refuerzo
Problemas a la par con la teoría
Erradicación del error; sanción
L. C. Contreras: El Papel de la Resolución de Problemas en el Aula
Revista Electrónica Iberoamericana de Educación en Ciencias y Tecnología — Volumen 1, Número 1, Diciembre 2009. Página 63 —
TENDENCIA TECNOLÓGICA Metodología
Problemas como ejercic ios; cuestiones teóricas
Listado organizado
Aplicación de conceptos impart idos; al f inal de los temas
Secuencias estructuradas; espiral conceptual
Sentido para la asignatura
Aplicar conceptos y asimilar procesos
Resolución formal de problemas de corte real
Aplicación de la teoría
Problemas bien definidos. Resolución con “art i l ler ía pesada”
Papel de los problemas en el aprendizaje
Aplicar y estructurar conceptos; problemas monográficos
Identif icar los elementos de los procesos formales de prueba
Comprensión de los esti los resolutores del profesor: estandarización
Resolución individual
Para dotar de un signif icado pragmático a la teoría; para introducir un tema
Las capacidades resolutorias están definidas
A veces, el contexto consigue enganchar a rezagados
Papel del alumno en la R.P.
Intenta aplicar los conceptos teóricos
Capta y repite esti los
Acepta procesos y resultados
Papel del profesor en la R.P.
Plantea y contextual iza el problema
Proporciona claves semánticas implíc itas y expl íc itas
L. C. Contreras: El Papel de la Resolución de Problemas en el Aula
Revista Electrónica Iberoamericana de Educación en Ciencias y Tecnología — Volumen 1, Número 1, Diciembre 2009. Página 64 —
Espera y corrige respuestas de los alumnos
Expone la resolución correcta
Los problemas en la evaluación
Elemento sancionador; se consideran los pasos e intentos dentro de un marco convencional
Cuantif icación ponderada de las partes
Procesos adecuados o inadecuados ajustados al esquema previsto por el profesor
Identif icación de nociones a aplicar
Identif icación y apl icación de algoritmos adecuados
No valoración de esti los y estrategias personales
Entrenamiento en ejercic ios t ipo, de refuerzo
Los problemas sensiblemente por encima de la teoría
Corrección del error para buen f in
TENDENCIA ESPONTANEÍSTA Metodología
Problemas como activ idad potenciadora del descubrimiento
Selección aleatoria de problemas cotidianos
Potenciar el descubrimiento espontáneo de nociones
Secuencias aleatorias dependientes del contexto
Sentido para la asignatura
Adquir ir procedimientos y fomentar actitudes posit ivas
Abordaje intuit ivo de problemas cotidianos
Producción de conocimientos
Problemas. Vál idos para model izar
Papel de los problemas en el aprendizaje
Dotar de signif icado a los conocimientos; problemas pol ivalentes
Potenciar los procesos intuit ivos
Tomar conciencia de las estrategias personales
Resolución por grupos
Para implicar a los alumnos en su aprendizaje
L. C. Contreras: El Papel de la Resolución de Problemas en el Aula
Revista Electrónica Iberoamericana de Educación en Ciencias y Tecnología — Volumen 1, Número 1, Diciembre 2009. Página 65 —
Las capacidades resolutorias pueden potenciarse
Cuando el alumno se siente capaz de crear, se impl ica
Papel del alumno en la R.P.
Desarrol la una actividad de ensayo ‐error.
Prueba; mantiene una actitud empírica
Expresa su opinión sobre los eventos
Papel del profesor en la R.P.
Sugiere problemas
No hay claves semánticas expl íc itas
Orienta en momentos clave
Aporta sus conclusiones a la resolución colectiva
Los problemas en la evaluación
Instrumento formativo que permite reorientar el proceso
Valoración del esfuerzo, la impl icación del alumno y la dinámica de los grupos
Impl icación de los alumnos
Signif icado de las nociones construidas
Valoración de estrategias personales
Cambio de activ idad
No se valoran los eventuales logros conceptuales
Advertencia sobre la existencia del error
TENDENCIA INVESTIGATIVA Metodología
Problemas con inst itucional ización de los aprendizajes
Colección organizada acorde con los objetivos planteados
Entrenamiento en R.P. en un marco f lexible de adquis ic ión de conocimiento
Enfoque procedimental inmerso en redes conceptuales organizadas
L. C. Contreras: El Papel de la Resolución de Problemas en el Aula
Revista Electrónica Iberoamericana de Educación en Ciencias y Tecnología — Volumen 1, Número 1, Diciembre 2009. Página 66 —
Sentido para la asignatura
Aprendizaje de heuríst icos y anál is is de procesos para la formal ización de conceptos
Resolución matemática de problemas: inducción ‐deducción
Elaboración de conocimiento conceptual y procedimental
Problemas abiertos. Condiciones inic iales susceptibles de ser modif icados generando nuevos problemas
Papel de los problemas en el aprendizaje
Contribución a la construcción de redes semánticas. Problemas polivalentes
Aspectos metacognit ivos que favorezcan la construcción autónoma del conocimiento
Adquisic ión de esti los heuríst icos
Individual y colectiva. Negociación f inal en gran grupo
Como eje de la construcción de conocimientos
Las capacidades resolutorias pueden potenciarse
Cuando el alumno se siente capaz de crear, se impl ica
Papel del alumno en la R.P.
Aborda el problema como una invest igación
Analiza y pule su esti lo personal de resolución
Discute las aportaciones de los demás y las suyas propias
Papel del profesor en la R.P.
Genera problemas e implica a los alumnos
No proporciona claves semánticas
Canal iza las aportaciones posit ivas o negativas
Organiza la discusión f inal
Los problemas en la evaluación
Instrumento formativo que permite reorientar el proceso y valorar la evolución
Valoración de variables personales y discipl inares con expl ic itación de vías de mejora
L. C. Contreras: El Papel de la Resolución de Problemas en el Aula
Revista Electrónica Iberoamericana de Educación en Ciencias y Tecnología — Volumen 1, Número 1, Diciembre 2009. Página 67 —
Discusión de la cal idad de los procesos y mejora de los mismos
Adquisic ión de heuríst icos y signif icados conceptuales
Relevancia de las nociones construidas
Valoración de estrategias personales; anál is is de alternativas
Simpl if icación del problema manteniendo la estructura matemática subyacente
Reflexión y anál is is de los eventuales logros conceptuales
Uti l ización constructiva del error; sugerencia de heuríst icos
¿Para qué resolver problemas?
Simplif icando mucho todo anterior estamos ante
dos planteamientos educativos diferentes aunque
complementarios:
- Aprender a resolver problemas
- Aprender resolviendo problemas
Si nos posicionamos ante aprender a resolver
problemas queremos destacar la existencia de algo específico en
la resolución de problemas que lo hace meritorio de figurar en el
elenco de contenidos objeto de aprendizaje. En efecto, la
resolución de problemas puede tener una existencia de alguna
manera independiente del contenido discipl inar que se aborde.
Desde esa perspectiva, ese objeto de aprendizaje puede
alcanzarse de forma conjunta y compartida desde distintas
discipl inas académicas convirtiéndose en contenido de carácter
L. C. Contreras: El Papel de la Resolución de Problemas en el Aula
Revista Electrónica Iberoamericana de Educación en Ciencias y Tecnología — Volumen 1, Número 1, Diciembre 2009. Página 68 —
procedimental e incluso actitudinal, de carácter transversal
válido para una multiplicidad de situaciones cotidianas.
Esta postura está por supuesto alejada de otra
opción comúnmente asumida de que resolver problemas es
aplicar conocimientos previamente adquiridos o la capacidad de
seleccionar y uti l izar los métodos, algoritmos u otros
procedimientos rutinarios específicos vinculados a un núcleo
conceptual concreto, sin que esto pueda entenderse como que
esos conocimientos no sean necesarios o útiles. Calcular el área
de un polígono regular conocido, por ejemplo, el valor de su lado
es un ejemplo de ello. Pero entonces estamos ante una situación
abordable y por tanto no ante un reto, aspecto con el que hemos
querido caracterizar un problema.
Sí estamos, sin embargo, ante la adquisición de
destrezas típicamente matemáticas, como general izar o
particularizar, modelizar (encontrar regularidades o patrones),
clasif icar, definir, conjeturar, probar o refutar, algoritmizar, ….
Permítanme que intente ejemplif icar relatando una
experiencia cuyo eje central es un problema aritmético de
educación primaria.
¿Dónde acaba este problema?
La experiencia que se relata a continuación se
desarrolló en un curso de formación de maestros de Educación
Primaria, en el marco del análisis de las orientaciones curriculares
contenidas en el Diseño Curricular Base del área de Matemáticas
en Educación Primaria.
L. C. Contreras: El Papel de la Resolución de Problemas en el Aula
Revista Electrónica Iberoamericana de Educación en Ciencias y Tecnología — Volumen 1, Número 1, Diciembre 2009. Página 69 —
Los estudiantes para maestro habían tenido la
oportunidad, días atrás, de analizar el citado documento con
indicación de encontrar elementos que caracterizaran la
matemática escolar a desarrollar en las aulas de primaria. Entre
estas características habían destacado:
“Las matemáticas son un conocimiento en evolución continua.. .muchos aspectos.. .corresponden a la necesidad de resolver problemas.. . la evolución de las matemáticas no sólo se ha producido por acumulación de conocimientos.. . [ello contrasta con la forma de] presentar las matemáticas a los alumnos bajo un aspecto monolít ico, cerrado y alejado de la realidad...” (p. 377 ‐378)
poniendo de relieve, entre otras ideas, el papel de la resolución
de problemas como vertebrador del curriculum matemático,“...en el proceso histórico de construcción de las matemáticas, el razonamiento empírico ‐ inductivo.. . ha desempeñado un papel mucho más activo [que el deductivo].. . Los tanteos previos, los ejemplos y contraejemplos, la solución de un caso particular.. . son auténticas pistas para elaborar proposiciones y teorías.. . la deducción formal suele aparecer.. .en una fase posterior.. .” (p. 378)haciendo explícito el
proceso empírico ‐ inductivo como característico del trabajo
matemático,
“... la construcción del conocimiento matemático es inseparable de la actividad concreta sobre los objetos, de la intuición y de las aproximaciones inductivas impuestas por la realización de tareas y la resolución de problemas particulares.. . (p. 379)
o discutiendo el valor del desarrollo de procedimientos
disminuyendo el énfasis en aspectos conceptuales . . .t iene importantes implicaciones curriculares.. . la relación existente entre sus diferentes partes [del edificio
L. C. Contreras: El Papel de la Resolución de Problemas en el Aula
Revista Electrónica Iberoamericana de Educación en Ciencias y Tecnología — Volumen 1, Número 1, Diciembre 2009. Página 70 —
matemático] en cuanto a la util ización de estrategias o procedimientos generales que pueden util izarse en campos distintos o con propósitos diferentes.. .” (p. 381)
Como complemento a este análisis teórico les había
pedido que enunciaran un problema de matemáticas, apto para
un estudiante de educación primaria, que ejemplif icara todos
estos principios.
Destaco entre ellos el que enunciaré a continuación
porque permitió también contrastar actitudes y valores usuales
en el aula de primaria frente a las contenidas en las nuevas
orientaciones curriculares.
El problema era el siguiente:
“Tengo en el bolsi l lo monedas de 100, 50 y 25 pesetas. Si en total tengo 425 pesetas, ¿cuántas monedas tengo de cada?”
La primera reacción de parte de los estudiantes
cuando se enunció el problema fue emitir una leve protesta
argumentando que hay muchas posibil idades. Era como si
resolver problemas pasara por realizar tareas con solución única.
Les dije que, en efecto, el problema admitía más de una solución
y les pregunté si ello generaba algún problema y tuve la
impresión que, entre otros, les provocaba rechazo el hecho de no
poder contrastar “la solución” de cada uno con “la” de los
demás.
Una vez comenzado el proceso, los protocolos eran
tan variados como las estrategias que usaban, pero de forma
L. C. Contreras: El Papel de la Resolución de Problemas en el Aula
Revista Electrónica Iberoamericana de Educación en Ciencias y Tecnología — Volumen 1, Número 1, Diciembre 2009. Página 71 —
genérica, el proceso más común era “ir probando” con valores
concretos. En muchos casos, si este proceso culminaba en una
solución válida, no continuaban buscando más a pesar de que se
había comentado la existencia de múltiples soluciones. Para esa
mayoría lo importante en un problema no es el proceso o
procesos, no es aquello qué podamos aprender de ellos; lo
realmente relevante es “la solución”. Tampoco era relevante,
para ese grupo, analizar los intentos fall idos, retroceder sobre
los errores y extraer consecuencias que inspiren procesos
mejores.
Otro grupo, de menos estudiantes, obtuvo, ante mi
insistencia y mi cuestionamiento sobre el total de soluciones
posibles, cuatro o cinco soluciones más sin que entre ellas
mediara un procedimiento común o una relación conjeturada.
Fue una oportunidad para abordar el trabajo
sistemático como un valor educativo a desarrollar. Un trabajo
sistemático que valoran en otros, sobre todo en profesionales.
Jamás entenderían o aceptarían la superficial idad en el médico, el
abogado, el carpintero,.. . trabajar de esa forma no sistemática lo
consideran de “chapuzas”. Aceptaron entonces el reto de
intentar sistematizar lo que tenían ante ellos, aunque les parecía
que ya que habían obtenido “suficientes soluciones” deberían dar
el problema por concluido.
Una de las estudiantes procedió, entonces, como
sigue:
“Considerando que debo tener monedas de cada tipo, he partido de que no puede haber más de 3 de 100 y he ido dando valores. Si tomo 3 de 100, puedo tener como máximo 2 de 50, ya que debo tener al menos una de 25.
L. C. Contreras: El Papel de la Resolución de Problemas en el Aula
Revista Electrónica Iberoamericana de Educación en Ciencias y Tecnología — Volumen 1, Número 1, Diciembre 2009. Página 72 —
Ahora cambio una de 50 por dos de 25 y tengo otra solución. Ya no hay más soluciones con 3 de 100, así que ahora tomo 2 de 100 y así. . .”
Se nos iba l lenando la pizarra y alguien sugirió
que pusiéramos los valores en una tabla, cosa que hicimos:
De 100 De 50 De 25 TOTAL 3 1 3 7 3 2 1 6 2 1 7 10 2 2 5 9 2 3 3 8 2 4 1 7 1 1 11 13 1 2 9 12 1 3 7 11 1 4 5 10 1 5 3 9 1 6 1 8
Les pedí entonces que analizaran la tabla en busca
de regularidades. Al poco tiempo observaron que en la última
columna había varias sucesiones descendentes “7, 6”, “10, 9, 8,
7”, “13, 12, 11, 10, 9, 8”, así como que otras sucesiones similares
se producía en las otras columnas, de forma que la tabla podría
representarse, mediante particiones o grupos de valores como se
representa a continuación:
L. C. Contreras: El Papel de la Resolución de Problemas en el Aula
Revista Electrónica Iberoamericana de Educación en Ciencias y Tecnología — Volumen 1, Número 1, Diciembre 2009. Página 73 —
De 100 De 50 De 25 TOTAL 3 1 3 7 3 2 1 6 2 1 7 10 2 2 5 9 2 3 3 8 2 4 1 7 1 1 11 13 1 2 9 12 1 3 7 11 1 4 5 10 1 5 3 9 1 6 1 8
Les pregunté, entonces, si las 12 soluciones all í
representadas eran todas las posibles. De haber alguna más
estaría por encima o por debajo de las l íneas azul o roja, o por
encima de la amaril la. Pero ello significaría que en las segunda o
tercer columna, el valor que debería aparecer (siguiendo la
secuencia) es cero. Por tanto no cabían más soluciones.
Les animé, en el l ímite de la hora de la clase, a dar
un paso más, ante lo que se volvieron a sorprender (¿es que no
hemos acabado todavía?). Aproveché, entonces, un cálculo
realizado y abandonado por una estudiante al comienzo del
proceso:
425 25
17
Les hice observar que ese valor era el resultado de
traducir la última columna “cambiando a monedas de 25”. Es
decir, se trataba de encontrar 17, como alguien señaló,
L. C. Contreras: El Papel de la Resolución de Problemas en el Aula
Revista Electrónica Iberoamericana de Educación en Ciencias y Tecnología — Volumen 1, Número 1, Diciembre 2009. Página 74 —
combinando “grupos de 4 de 25”, que son las de 100, “grupos de
2 de 25”, que son las de 50 y monedas de 25.
Ya en el tramo final alguien aventuró que era como
resolver la ecuación:
4x + 2y + z = 17
Esta ecuación puede resolverse, considerando que
por el enunciado del problema x, y, z, son naturales y que x < 4,
dando a x los valores 3, 2 y 1 y resolviendo las distintas
ecuaciones de dos incógnitas que se generan; en definitiva,
obteniendo la tabla de valores anterior.
Como síntesis de la experiencia, reproduzco, a
continuación, las notas de una alumna que, desde el comienzo, se
ocupó más de la esencia que del “pretexto”.
“Los conocimientos procedimentales son útiles en la medida que sirven de vehículos para adquirir otros conocimientos. El objetivo f inal que debemos perseguir en la resolución de problemas es la adquisición de esos procedimientos. No se trata sólo de procedimientos, tenemos que promover un cambio de actitud, frente a la dinámica de resolución de problemas cerrados con soluciones concretas, es preciso ver los problemas como la oportunidad de crear estrategias, de aprender a ver. Un problema, por tanto, no debe concluir con una solución, es preciso fomentar una actitud sistemática [de búsqueda de mejores caminos, de análisis de las soluciones, de general izaciones]. Mediante la observación de regularidades podemos predecir la realidad”.
L. C. Contreras: El Papel de la Resolución de Problemas en el Aula
Revista Electrónica Iberoamericana de Educación en Ciencias y Tecnología — Volumen 1, Número 1, Diciembre 2009. Página 75 —
Básicamente éste era el mensaje que pretendía
movil izar en el aula, una forma distinta de construir un
conocimiento matemático de naturaleza distinta al conocido
por ellos, futuros maestros.
Aprender resolviendo problemas
Decía un poco antes que las dos opciones básicas
eran complementarias. Insisto en ello. Aprender a resolver
problemas conlleva el aprendizaje de herramientas heurísticas
que tienen sentido en sí mismas, pero aprender matemáticas no
es sólo aprender heurísticos. A través de algunos ejemplos
pondré de rel ieve que resolviendo problemas se construye tanto
conocimiento procedimental como conceptual.
1. De la división a la divisibil idad: el problema de los huevos de
gallina y pata
“El huevero tiene ante sí 6 cestas con huevos. Cada una tiene huevos de una clase: de gall ina o de pata. Cada cesta tiene, respectivamente, 6, 12, 14, 15, 23 y 29 huevos. El huevero dice (señalando a una cesta que no acierto a ver exactamente) que si vende esa cesta le quedará el doble de huevos de gall ina que de pata. ¿Podrías ayudarme a averiguar de qué cesta está hablando?”
L. C. Contreras: El Papel de la Resolución de Problemas en el Aula
Revista Electrónica Iberoamericana de Educación en Ciencias y Tecnología — Volumen 1, Número 1, Diciembre 2009. Página 76 —
Básicamente el problema puede abordarse por
tanteo o a través de divisibi l idad, aunque la primera opción
conduce de manera natural a la segunda.
El primer aspecto a destacar es que cualquier
estudiante de primaria puede abordar este problema: el reto no
está en los conocimientos que requiere y ello supone una apuesta
para el éxito y la motivación.
Si lo abordamos por tanteo no debemos olvidar
nuestro compromiso por la sistematización y el rigor y ello
supone, en este caso, que:
Hay que tomar conciencia de que hay 99 huevos
(divisible por 3)
Puesto que con lo que queda se constituyen tres
grupos iguales (el doble de uno que de otro), la
cantidad vendida ha de ser divisible por 3.
Así que la cesta buscada podrá ser la de 6, la de 12
o la de 15 huevos.
Ahora habrá que detraer, de 99, 6, 12 ó 15 con la
condición de que con los grupos que queden un subgrupo sea el
doble que el otro, lo que nos deja ante 12 como única opción.
Ahora bien, 87 permite más de un agrupamiento
posible en forma de 29 y 58:
6 y 23, frente a 14, 15 y 29
14 y 15, frente a 6, 23 y 29
29, frente a 6, 14, 15 y 23
L. C. Contreras: El Papel de la Resolución de Problemas en el Aula
Revista Electrónica Iberoamericana de Educación en Ciencias y Tecnología — Volumen 1, Número 1, Diciembre 2009. Página 77 —
Lo que supone, de hecho, tres soluciones posibles a
la pregunta implícita en el problema. Educar es i r más allá de la
mera respuesta; supone formar en una actitud abierta ante las
situaciones cotidianas.
Toma de decisiones, interpretación de mensajes
matemáticos cifrados, extensión del concepto de división son,
entre otros, aspectos conceptuales que se derivan de este
problema.
2. Sumas, pero más: trabajando marcha atrás.
“Tres personas deciden jugar a t irar monedas a ver si coinciden en cara o cruz. Cada uno arroja una moneda, y el que no coincide con los otros dos pierde. El perdedor debe doblar la cantidad de dinero que cada componente tenga en ese momento. Después de tres jugadas, cada jugador ha perdido una vez y tiene 240 € ¿Cuánto tenía cada uno al principio?”
Podríamos considerar la estrategia, considerar el
problema resuelto.
Ocurre a veces, de igual forma que observando un
cuadro, que también un problema se ve mejor cuando se mira
desde otra perspectiva distinta. Si te colocas en la situación final
y vas retrocediendo hasta la inicial , el camino es, a veces, más
claro.
Se util iza en los casos en los que conocemos lo que
denominamos objetivo o resultado final y el problema consiste
L. C. Contreras: El Papel de la Resolución de Problemas en el Aula
Revista Electrónica Iberoamericana de Educación en Ciencias y Tecnología — Volumen 1, Número 1, Diciembre 2009. Página 78 —
en determinar el conjunto correcto de operaciones que nos
l levará desde el estado inicial hasta el objetivo.
Frecuentemente lo más fáci l es partir del objetivo y
trabajar marcha atrás hasta el estado inicial . Una vez conseguido
esto, la solución es simplemente el estado inicial la misma serie
de pasos al revés.
Estos problemas también pueden resolverse hacia
delante, uti l izando Ensayo y Error en procesos normalmente
laborioso y trabajando marcha atrás simplif ica enormemente el
camino que nos conduce a la solución.
Al imaginar el problema resuelto, ya que éste es el
punto de partida para poder aplicar esta estrategia, aparecen los
datos más cercanos a lo que buscamos y más fáci lmente
encontramos el camino desde donde estamos hasta donde
queremos l legar.
En nuestro caso basta proceder como sigue:
Desarrollo del juego
Jugador nº 1
Jugador nº 2
Jugador nº 3
Después de la 3ª jugada 240 240 240
Después de la 2ª jugada 120 120 480 Perdió el
3º
Después de la 1ª jugada 60 420 240 Perdió el
2º
Al pr incipio 390 210 120 Perdió el 1º
L. C. Contreras: El Papel de la Resolución de Problemas en el Aula
Revista Electrónica Iberoamericana de Educación en Ciencias y Tecnología — Volumen 1, Número 1, Diciembre 2009. Página 79 —
3. Aprendiendo del ensayo y error: Las edades de un padre y un
hijo
"Un padre tiene 25 años más que su hijo. Entre los dos suman 43 años, ¿cuál es la edad de cada uno?"
La estrategia ensayo ‐error puede ser puesta en
práctica de formas diferentes, desde una opción fortuita a otra
en la que podamos aprender del error. Tenemos tres grandes
opciones:
Ensayo y error fortuito: Realizado sin pautas o al
azar.
Ensayo y error sistemático: Los valores no se
eligen a la ventura, sino de manera ordenada, de
forma que eliminemos las posibles repeticiones de
ensayo agotando las soluciones posibles hasta
encontrar lo que buscamos.
Ensayo y error dirigido: En él contrastamos cada
respuesta para ver si estamos más cerca o más
lejos del objetivo buscado.
En nuestro problema:
‐ En ensayo y error fortuito damos valores al azar sin
considerar los resultados que vamos obteniendo:
Hijo Padre (+25) Suma
10 35 45⊗
20 45 65 ⊗
12 37 49 ⊗
Etc.
L. C. Contreras: El Papel de la Resolución de Problemas en el Aula
Revista Electrónica Iberoamericana de Educación en Ciencias y Tecnología — Volumen 1, Número 1, Diciembre 2009. Página 80 —
‐ De forma sistemática se van dando valores de forma
ordenada hasta conseguir la solución
Hijo Padre (+25) Suma
1 26 27 ⊗
2 27 29 ⊗
3 28 31 ⊗
Etc.
‐De forma dirigida, comenzamos por un valor cualquiera y
analizamos la consecuencia de nuestra decisión antes
de probar con un segundo valor:
Hijo Padre (+25) Suma
10 35 45 (nos hemos pasado) sobran 2 años, uno de
cada uno ⊗
9 25 43 ☻
En este problema, la tabla que nos l leva a la
solución de forma dirigida nos está enseñando una pauta válida
para toda esta gama de problemas: observemos que siempre:
a) la suma menos la diferencia es el doble del valor
menor
b) la suma más la diferencia es el doble del valor mayor
4. Pensando en uno más fácil : Un reparto no equitativo
¿Cómo repartir 65 objetos entre 5 personas de manera que cada una tenga 3 más que en la anterior?
L. C. Contreras: El Papel de la Resolución de Problemas en el Aula
Revista Electrónica Iberoamericana de Educación en Ciencias y Tecnología — Volumen 1, Número 1, Diciembre 2009. Página 81 —
Para contrarrestar la tendencia habitual, suelo
decir que, al ser un problema de primaria, ha sido planteado para
que pueda resolverse sin usar álgebra; por lo tanto, deben
procurar resolverlo “como lo harían” los niños de 8 ó 9 años. Mi
intención al plantearlo es, fundamentalmente, incidir en la
importancia de los métodos intuitivos de resolución y la
necesidad de ayudar a los alumnos a reflexionar sobre ellos como
punto de partida para la construcción de herramientas
metacognitivas.
Tras dar un tiempo para resolverlo, una estudiante
para maestra (Yolanda), mostraba su proceso:
“He supuesto que todos tienen al menos uno. Así que he puesto 1 al primero y he ido añadiendo tres al segundo, seis al tercero y así. Me he dado cuenta de que todavía hay que repartir, pues sobran 30, así que he dado otro al primero y he vuelto a dar tres más al segundo y así. . .”.
En la clase se produjo un revuelo pues la mayoría
advirtió el error de Yolanda. No sin dificultades conseguí que la
dejaran continuar, a la vez que comprendía que la alumna no
había terminado el problema; tan sólo había conjeturado un
proceso y lo había iniciado sin pararse a pensar. Cuando Yolanda
hubo terminado se dio cuenta de que había repartido 5 más de lo
que podía. De nuevo fue preciso solicitar paciencia a los futuros
maestros, que querían “imponer” sus procesos, pero esta vez
hubo algo más. Yolanda, desconcertada con el valor total de 70
que había obtenido, tuvo la intención de borrar todo lo escrito en
la pizarra; intervine, entonces, para detenerla y pedirle que
reflexionara si todo era inválido, con lo que volvió sobre su
L. C. Contreras: El Papel de la Resolución de Problemas en el Aula
Revista Electrónica Iberoamericana de Educación en Ciencias y Tecnología — Volumen 1, Número 1, Diciembre 2009. Página 82 —
proceso tomando conciencia de que había duplicado la diferencia
de tres en la segunda parte de su proceso. Borró, por tanto, sólo
esta parte y, entonces, añadió sólo uno a cada uno de los grupos
construidos anteriormente. Comenzó a hacer lo mismo con los 25
que le quedaban y es entonces cuando se dio cuenta de que lo
podía “hacer todo de golpe, dividiendo 30 entre 5 y dando el
resultado, 6, a cada uno de los grupos” , idea que rondaba por la
clase desde hacía un rato.
Hay muchos mensajes implícitos y explícitos en mi
actuación ante la actividad; mensajes sobre la evaluación, sobre
la importancia del proceso, sobre cómo actuar ante el error de un
alumno, sobre cómo los alumnos pueden l legar a donde
queremos antes de lo que imaginamos (aunque esta alumna no es
comparable a un chico de primaria, su proceso de razonamiento
sí puede serlo). Dedicar unas pocas sesiones a analizar los
beneficios educativos de la resolución de problemas podría
convertirse en algo testimonial y anecdótico. Para comprender la
resolución de problemas como potenciadora de una actitud
abierta y una capacidad reflexiva, como ejemplificación de una
concepción dinámica del conocimiento (y la relatividad de la
verdad), como medio de visualizar una matemática integrada,
como facil itadora de la introducción de nuevos conceptos, para
comprender los procesos inductivos y deductivos, como medio de
mostrar la util idad de la matemática (como conceptos,
procedimientos y estrategias) en la vida, es necesario resolver
problemas.
L. C. Contreras: El Papel de la Resolución de Problemas en el Aula
Revista Electrónica Iberoamericana de Educación en Ciencias y Tecnología — Volumen 1, Número 1, Diciembre 2009. Página 83 —
ANEXO: DESCRIPCIÓN DE LAS TENDENCIA DIDÁCTICAS
La tendencia tradicional
En esta tendencia se conciben los problemas como
ejercicios que suelen ser propuestos por el profesor al f inalizar
un período de instrucción de corte teórico con la intención de
que se apliquen los conocimientos impartidos. Los problemas
suelen provenir de l istados externos (texto, l ibros de
problemas,.. .), extensos y sin una organización específica por el
profesor.
La perspectiva que implícitamente soporta esta
metodología es que aplicando la teoría se asimila y afianza
aquella. Coherentemente, los problemas están bien definidos
(con proceso y solución únicos), requieren unos conocimientos
concretos (los impartidos) y se resuelven por procesos
prioritariamente deductivos.
De esta manera se está asumiendo que se aprende
ampliando y reforzando el campo conceptual, mediante un
entrenamiento individual en los procesos formales y por
imitación de los esti los del profesor, con lo que los problemas
son monográficos y estandarizados. Así entendido el aprendizaje,
al alumno se le exige una capacidad que, de no poseer, le l leva a
la autoexclusión; en tal caso se dirá que al sujeto no le gustan los
problemas.
En este contexto, el alumno capta y repite esti los y
acepta procesos y resultados; su actividad se l imita a intentar
L. C. Contreras: El Papel de la Resolución de Problemas en el Aula
Revista Electrónica Iberoamericana de Educación en Ciencias y Tecnología — Volumen 1, Número 1, Diciembre 2009. Página 84 —
identif icar los conceptos o algoritmos a aplicar. El profesor es el
protagonista exclusivo del proceso; enuncia el problema, espera
y corrige (sancionando) las respuestas de los alumnos,
proporciona claves semánticas explícitas y, finalmente, expone su
resolución como la correcta.
De los productos de los alumnos se valora
fundamentalmente el resultado, calif icando ponderadamente sus
aspectos (expresión numérica, simplif icación,.. .). La evaluación
es, por tanto, un elemento sancionador donde lo correcto o
incorrecto queda determinado por el esquema previsto por el
profesor. Se valora la capacidad de recordar fórmulas y otros
hechos y la aplicación mecánica de los conceptos impartidos,
obviándose los esti los y estrategias personales. En las pruebas,
se valoran los problemas en la medida que éstos sirven para
comprobar la adquisición de la teoría. No se pueden cometer
errores; de detectar alguno hay que erradicarlo con la misma
mecánica que se util iza para la recuperación: el entrenamiento
para el refuerzo.
La tendencia tecnológica
La fi losofía reproductiva de la metodología en esta
tendencia l leva a que los ejercicios en que son convertidos los
problemas se suelan plantear como cuestiones teóricas, al final
de los temas y como aplicación de la teoría impartida. Provienen
de un l istado organizado según orden creciente de complejidad,
en una estructura de espiral conceptual, en función de los
conceptos que abarca.
L. C. Contreras: El Papel de la Resolución de Problemas en el Aula
Revista Electrónica Iberoamericana de Educación en Ciencias y Tecnología — Volumen 1, Número 1, Diciembre 2009. Página 85 —
La resolución de problemas se uti l iza para dotar de
un significado práctico a la teoría. No siempre se usan para el
mismo fin; a veces sirven para introducir un tema, otras para
sondear conocimientos previos, opiniones,.. . y otras como
modelo para conducir el hilo de la teoría. Los problemas suelen
tener proceso y solución únicos y, aunque se abordan
formalmente, mantienen una cierta vinculación con la realidad.
Ello pone de manifiesto la idea de que aplicando
sobre problemas monográficos se estructuran los conceptos.
Aprender, bajo este esquema, consiste en identificar los
elementos en los procesos formales de prueba y comprender los
esti los resolutores del profesor, con lo que los problemas son
estandarizados. Así entendido el aprendizaje, al alumno se le
exige una capacidad que, de no poseer, le l leva a la
autoexclusión. No obstante, a veces el contexto consigue
involucrar a estos sujetos.
En este contexto, el alumno capta y repite esti los y
acepta procesos y resultados; su actividad se l imita a intentar
asimilar los conceptos teóricos aplicándolos y reconstruyendo
procesos. El profesor es el protagonista principal del proceso,
aunque concede algún protagonismo al alumno; plantea y
contextualiza el problema, espera y corrige (con intención de
enmendar) las respuestas de los alumnos, proporciona claves
semánticas implícitas y explícitas y, f inalmente, expone su
proceso de resolución como el más correcto.
De los productos de los alumnos se consideran,
además del resultado, los pasos e intentos dentro de un marco
convencional. La evaluación es, por tanto, un elemento
sancionador donde los procesos se consideran adecuados o
L. C. Contreras: El Papel de la Resolución de Problemas en el Aula
Revista Electrónica Iberoamericana de Educación en Ciencias y Tecnología — Volumen 1, Número 1, Diciembre 2009. Página 86 —
inadecuados en función del esquema previsto por el profesor. Se
valora la capacidad de identif icar las nociones y algoritmos a
aplicar, obviándose los esti los y estrategias personales. En las
pruebas, se valoran los problemas en la medida que éstos sirven
para comprobar la capacidad de aplicar la teoría. Cuando se
detecta algún error se corrige en aras de obtener un mejor
producto f inal. La mecánica que se util iza para la recuperación es
el entrenamiento para el refuerzo.
La tendencia espontaneísta.
En esta tendencia, los problemas se conciben como
actividad potenciadora del descubrimiento, como vehículo para
potenciar el descubrimiento espontáneo de nociones. Se
seleccionan de forma aleatoria aquellos problemas cotidianos
más acordes con el contexto (que marca la secuencia) y el
ambiente de la clase.
Los problemas, desde esta perspectiva, sirven para
adquirir procedimientos, fomentar actitudes positivas y para
implicar a los alumnos en su aprendizaje. Son situaciones que
invitan a actuar, válidas para modelizar y sin un fin conceptual
concreto. Suelen identif icarse con problemas cotidianos que se
abordan de forma intuitiva (admitiendo, por tanto, múltiples
procesos) y que pueden poseer múltiples soluciones.
De esta forma, se establece que se aprende
dotando de significado a los conceptos, tomando conciencia de
las estrategias personales y potenciando los procesos intuitivos.
El trabajo más adecuado es el de grupos, en situaciones donde el
L. C. Contreras: El Papel de la Resolución de Problemas en el Aula
Revista Electrónica Iberoamericana de Educación en Ciencias y Tecnología — Volumen 1, Número 1, Diciembre 2009. Página 87 —
alumno se sienta capaz de crear (lo que le hace implicarse)
consiguiendo ampliar sus capacidades resolutorias.
El alumno suele desarrollar una actividad de
ensayo ‐error. Al ver que sus opiniones y aportaciones son
potencialmente relevantes mantiene una actitud empírica.
Hay un protagonismo compartido. El profesor
sugiere problemas y estimula en momentos clave manteniendo el
interés. En los atascos no proporciona claves semánticas
explícitas y, al final, aporta sus conclusiones a la resolución
colectiva.
La observación del proceso de resolución puede
permitir, en su caso, reorientar el proceso de aprendizaje y, por
tanto, la valoración de los problemas se hace desde una
perspectiva formativa. Se valoran el esfuerzo, la implicación, la
dinámica de grupos, las estrategias personales y el significado de
las nociones construidas. Se analiza la calidad de los procesos y
no preocupan los eventuales logros conceptuales. Ante
situaciones erróneas existe una l lamada de atención y, en
bloqueos graves, se procede a un cambio de actividad.
La tendencia investigativa
Los problemas tienen, en esta tendencia, un
carácter de instrumento institucionalizador de los aprendizajes
en un marco de social ización. Se resuelven problemas durante
todo el proceso de aprendizaje dentro de un marco flexible de
adquisición de conocimiento conceptual y procedimental. Se
organizan acorde con los objetivos planteados y su secuencia
L. C. Contreras: El Papel de la Resolución de Problemas en el Aula
Revista Electrónica Iberoamericana de Educación en Ciencias y Tecnología — Volumen 1, Número 1, Diciembre 2009. Página 88 —
responde a un enfoque procedimental inmerso en una red
conceptual organizada.
Se uti l izan para el aprendizaje de heurísticos y
toma de conciencia de procesos que permiten construir y
formalizar conceptos. Se resuelven incluso problemas abiertos,
se plantean situaciones en las que las condiciones iniciales son
susceptibles de ser modificadas para generar otros problemas y
sus múltiples vías de resolución, que concuerdan con los
procesos matemáticos de resolución (inducción ‐deducción)
pueden conducir a múltiples soluciones.
Para poder contribuir a la construcción de redes
semánticas, los problemas son polivalentes. Tienen como
objetivo la adquisición de esti los heurísticos y la potenciación de
aspectos metacognitivos que favorezcan la construcción
autónoma del conocimiento. Se combina el trabajo individual y el
de grupo, en situaciones donde el alumno se sienta capaz de
crear (lo que le hace implicarse) consiguiendo ampliar sus
capacidades resolutorias; hay una negociación final en gran
grupo.
El alumno aborda un problema como una
investigación, discute las aportaciones de los demás
cuestionando las suyas propias y analiza y pule su esti lo personal
de resolución. El profesor genera problemas, orienta, canalizando
las aportaciones positivas o negativas, en los atascos sugiere
heurísticos (pero no proporciona claves semánticas) y organiza la
discusión y la síntesis f inal.
La observación del proceso de resolución puede
permitir, en su caso, reorientar el proceso de aprendizaje y
L. C. Contreras: El Papel de la Resolución de Problemas en el Aula
Revista Electrónica Iberoamericana de Educación en Ciencias y Tecnología — Volumen 1, Número 1, Diciembre 2009. Página 89 —
conocer su evolución y, por tanto, la valoración de los problemas
se hace desde una perspectiva formativa. Se valoran las variables
personales, la adquisición de heurísticos, los significados
construidos y la relevancia de los mismos. Se discute la calidad de
los procesos con la intención de mejorarlos, se valoran las
estrategias personales y se analizan alternativas. Las situaciones
erróneas se aprovechan con un f in constructivo y, en bloqueos
graves, se procede a la simplif icación del problema manteniendo
intacta la estructura matemática subyacente.
L. C. Contreras: El Papel de la Resolución de Problemas en el Aula
Revista Electrónica Iberoamericana de Educación en Ciencias y Tecnología — Volumen 1, Número 1, Diciembre 2009. Página 90 —
NOTAS
1. Sin embargo, como establece Ernest (1992), ello no ha conducido hasta ahora a una traslación de esta filosofía a las aulas, donde la característica más destacable es el aprendizaje rutinario e instrumental. Para el autor, una de las razones de ello está, como ya comenté en el capítulo anterior, en la influencia negativa que los sistemas de creencias de los profesores han ejercido sobre estas orientaciones (Ernest, 1985).
2. Estas formas tienen una poderosa influencia en las actitudes que generan en los estudiantes. Schoenfeld (1987) identificó cuatro básicamente: entender la Matemática como un conjunto de procedimientos formales desligados de la vida real, que los problemas de Matemáticas se pueden resolver en 10 minutos o menos, que las formas de un argumento son más importantes que su fondo y que sólo los genios pueden hacer Matemáticas. Estas actitudes pueden y deben transformarse a través de la Resolución de Problemas. En estos mismos términos se expresan Garofalo y Lester (1985) y McLeod (1988, 1992) que han analizado también el papel de las emociones (placer/frustración) ante determinada tipología de problemas.
Como señala García (1992), hemos acostumbrado a los alumnos a identificar problemas con ejercicio y proceden intentando buscar en su memoria una réplica para "copiar" y, si pasados unos minutos no la encuentran, piden una clave al profesor.
En el mismo sentido, podemos contribuir a cambiar la visión de la valoración de los problemas, concediendo más importancia a los procesos que a los propios resultados y fomentando las estrategias personales como punto de partida (Flener, 1990; Charles et al., 1987).
Worth (1982) llama la atención sobre la necesidad de cambiar la concepción de problema que tienen los estudiantes para poder propiciar un cambio actitudinal que les permita afrontar las tareas de resolución de problemas desde una posición más autónoma, lejos del típico "¿qué hago?" (Lichtenberg, 1994).
3. En Von Glasersfeld (1991) puede encontrase información detallada sobre esta corriente de pensamiento a la que también pertenece Confrey.
4. Como decía Lester (1985, p. 66), "la intención principal de la instrucción en resolución de problemas matemáticos no es equipar a los estudiantes con una colección de estrategias y procesos, sino más bien hacerlos capaces de pensar por sí mismos. El valor de la instrucción en estrategias y procesos debería juzgarse en la medida en que las estrategias y procesos ayudan a formar un pensamiento flexible e independiente". También tienen cabida en este nivel el aprendizaje de las destrezas constructivas matemáticas (inducción, inducción
L. C. Contreras: El Papel de la Resolución de Problemas en el Aula
Revista Electrónica Iberoamericana de Educación en Ciencias y Tecnología — Volumen 1, Número 1, Diciembre 2009. Página 91 —
completa, deducción, reducción al absurdo,...) o de procedimientos discriminatorios (contra ejemplos, análisis de la dimensión de los problemas,...). Estos procesos, por tanto, no se entienden como meros "métodos, procedimientos, estrategias y heurísticos que los estudiantes usan en RP" (Branca, 1980, p. 4), sino también una forma de pensamiento en la resolución de problemas no algorítmicos. Esta forma de pensamiento incluye "la coordinación de conocimientos, experiencias previas, intuición, actitudes, creencias y varias habilidades" (Charles, Lester & O'Daffer, 1987, p. 7). Naturalmente, cabría en este apartado la presentación de los contenidos matemáticos mediante problemas o situaciones problemáticas (Polya, 1980; Kantowski, 1977; Putt, 1978).
5. En este trabajo me intentaré alejar de posturas radicales en cuanto a qué es y qué no es un problema. No obstante, el contraste entre las características de los ejercicios y las de los problemas puede arrojar luz sobre los distintos papeles que los profesores dan a los problemas en el aula. A tal respecto, como dice Lichtenberg (1994), desde el NCTM se sugiere no utilizar el término problema a actividades de cálculo descontextualizadas.
6. La dicotomía creatividad/rutina es utilizada a veces como elemento clasificador de los problemas. Así LeBlanc et al. (1980) los clasifican en estandarizados (caracterizados por la identificación y aplicación de algoritmos) y de proceso, con tareas no algorítmicas.
7. También el momento del aprendizaje en que son planteados los problemas suele ser un criterio clasificador; en este caso, los problemas de aplicación de Kransky (1987) ocuparían los momentos finales de una unidad. Este autor también distingue entre problemas de traducción y no rutinarios.
8. En esta línea se sitúa Ponte (1991) que orienta los problemas escolares desde tres perspectivas: problemas de la vida para los que el alumno dispone de conocimiento suficiente, situaciones del mundo real que pueden explorarse con diferentes procedimientos matemáticos e investigaciones abiertas.
9. Estos niveles se refieren al grado de compromiso o evolución del resolutor desde la perspectiva del instructor.
10. El autor utiliza el término institucionalizar en el sentido de hacer explícito y organizar el conocimiento adquirido bajo una estructura coherente.
11. Aunque, como señala Gouveira (1996) hay características que podrían considerarse como objetivamente diferenciales, en cuanto al tipo de datos, el tipo de proceso y solución, el obstáculo que supone, el papel del alumno o las capacidades que exige.
12. A lo largo de este epígrafe iré destacando en negrilla aquellos aspectos de los trabajos revisados que me proporcionarán indicadores para la elaboración de un instrumento de segundo orden con el que analizar y catalogar los datos de los profesores referidos al papel que otorgan a la resolución de problemas.
L. C. Contreras: El Papel de la Resolución de Problemas en el Aula
Revista Electrónica Iberoamericana de Educación en Ciencias y Tecnología — Volumen 1, Número 1, Diciembre 2009. Página 92 —
13. Entre estos factores puede estar la propia administración educativa. Un estudio reciente (Roulet, 1996) ha puesto de manifiesto que, a veces, las reformas curriculares no alcanzan el nivel de la formación de algunos profesores en el ámbito de la resolución de problemas y dificultan, por ello, la puesta en práctica de una verdadera concepción investigativa de la enseñanza. En mi modesta opinión, desgraciadamente, ese no es nuestro caso.
14. Recordemos los trabajos de Thompson (1985). Allí, la autora señalaba que uno de los aspectos donde mejor había evidenciado las diferencias entre concepciones y práctica fue en el papel otorgado a la resolución de problemas en el currícula matemático.
L. C. Contreras: El Papel de la Resolución de Problemas en el Aula
Revista Electrónica Iberoamericana de Educación en Ciencias y Tecnología — Volumen 1, Número 1, Diciembre 2009. Página 93 —
Referencias
ABRANTES, P. (1989). Um (bom) Problema (nao) é (só) . . . Educaçao e Matemática , 8, 7 ‐10 y 35.
AGRE, G. P. (1982) . The Concept of Problem. Educational Studies in Mathematics , 13(2) , 121 ‐142.
BAROODY, A. (1993) . Problem Solv ing, Reasoning, and Communicat ing, k ‐8 . McMil lan: New York.
BLOCK, D.; DÁVILA, M. y MARTÍNEZ, N. P. (1990). Procedimientos de resolución de problemas y expectat ivas de los maestros. Capítulo I I del informe f ina l del proyecto "Formación de profesores sobre áreas fundamentales de la educación básica". CINVESTAV. México.
BLOCK, D.; DÁVILA, M. y MARTÍNEZ, F. (1991) . Los algor itmos en la resolución de problemas: concepciones de los maestros. Epsi lon , 21 , 129 ‐138.
BLUM, W. y NISS, M. (1991) . Appl ied mathematica l problem solv ing, model l ing, appl icat ions, and l inks to other subjects ‐state, trends and ussues in mathematics instruct ion. Educational Studies in Mathematics , 22, 37 ‐68.
BRANCA, N. A. (1980). Problem Solv ing as a Goal , Process and Basic Ski l l . En KRULIK, S. y REIS, R. E. (Eds.) Problem Solving in School Mathematics . NCTM: Reston.
BROWNELL, W. A. (1942). Problem Solv ing. En HENRY, N. B. (Ed.) The Psychology of Leraning . Univers ity of Chicago Press: Chicago.
CALLEJO, M. L. (1994). Un c lub matemático para la divers idad. Narcea: Madrid.
CALLEJO, M. L. (1996). Evaluación de procesos y progresos del alumnado en resolución de problemas. Uno , 8, 53 ‐63.
CARRILLO, J. (1994). Resolución de problemas: clave del desarrol lo profes ional . Epsi lon , 30, 27 ‐38.
CARRILLO, J. (1995). La resolución de problemas en Matemáticas: ¿cómo abordar su evaluación? Invest igac ión en la Escuela , 25, 79 ‐86.
L. C. Contreras: El Papel de la Resolución de Problemas en el Aula
Revista Electrónica Iberoamericana de Educación en Ciencias y Tecnología — Volumen 1, Número 1, Diciembre 2009. Página 94 —
CARRILLO, J. y CONTRERAS, L. C. (2000). Resoluc ión de problemas en los albores del s ig lo XXI : Una vis ión internac ional desde múlt ip les perspectivas y niveles educat ivos. Hergué: Huelva.
CHARLES, R. y LESTER, F. (1986). Mathematica l Problem Solv ing . Learning Inst itute: Spr inthouse.
CHARLES, R. et al . (1987) . How to Evaluate Progress in Problem Solv ing . NCTM: Reston.
CONFREY, J. (1990). A review of the research on student concept ions in Mathematics , Science, and programming. Review of Research Educat ion , 16, 3 ‐55.
CONFREY, J. (1991) . Learning to l isten: a student's understanding of powers of ten. En VON GLASERSFELD, E. (Ed.) Radica l Construct iv ism in Mathematics Educat ion . Kluwer A.P. : Dordrecht.
COONEY, T. (1985). A begining teacher's view of problem solv ing. Journal for Research in Mathematics Educat ion , 16(5), 324 ‐336.
CONTRERAS, L. C. (1999). Concepciones de los profesores sobre la resoluc ión de problemas. Univers idad de Huelva Publ icac iones: Huelva.
CONTRERAS, L. C. y CARRILLO, J. (1997) . La resolución de problemas en la construcción de conocimiento: un ejemplo. Suma , 24, 21 ‐25.
CONTRERAS, L. C. y CARRILLO, J. (2000). Formación in ic ia l de maestros y resolución de problemas. La Gaceta de la RSME , 3(3), 515 ‐527
ERNEST, P. (1985) . The phi losophy of mathematics and mathematics educat ion. Internat ional Journal of Mathematica l Educat ion in Science and Technology , 16, 603 ‐612.
ERNEST, P. (1992). Problem solv ing: i ts ass imi lat ion to the teacher's perspect ive. En Da Ponte, J.P. , Matos, J.F. , Matos, J.M. y Fernandes, D. (Eds.) Mathematica l Problem solv ing and New Information Technologies . Nato ASI Ser ies F (Computer and Systems Sciences) , vol 89. Berl in.
FERNANDES, D. y VALE, I . (1994). Two young teachers ' concept ions and pract ices about problem solv ing. En Da Ponte, J. P. y Matos, J. F. (Eds.) Proceedings of the Eighteenth Internat ional Conference for the Psychology of Mathematics Education , vol . I I , pp 328 ‐335. Lisbon, Portugal .
L. C. Contreras: El Papel de la Resolución de Problemas en el Aula
Revista Electrónica Iberoamericana de Educación en Ciencias y Tecnología — Volumen 1, Número 1, Diciembre 2009. Página 95 —
FLENER, F. (1990). Can Teachers Evaluate Problem Solv ing Abi l ity? Proceedings of 14th Internat ional Conference for the Psychology of Mathematics Educat ion . Mexico.
GAROFALO, J. y LESTER, F. (1985). Metacognit ion, Cognit ive Monitor ing, and Mathematical Performance. Journal for Research in Mathematics Educat ion , 16(3) , 163 ‐176.
GAULIN, C. (1986). Tendencias actuales en la enseñanza de las Matemáticas , I . Números , 14, 11 ‐18.
GROUWS, D. A., GOOD, T. A. y DOUGHERTY, B. (1990). Teacher concept ions about problem solv ing and problem solv ing instruct ion. Proceedings of 14th PME Conference , vol . I , 135 ‐142.
HATFIELD, L. (1978) . Heurist ica l Emphases in the Instruct ion of Mathematical Problem Solv ing: Rationales Research. En HATFIELD, L y BRADBARD, D. (Eds.) Mathematica l Problem Solving: Papers from Research workshop . ERIC/SMEAC: Ohio.
KANTOWSKI, M. G. (1977) . Processes Involved in Mathematical problem Solv ing. Journal for Research in Mathematics Educat ion , 8(3) , 163 ‐180.
KANTOWSKI, M. G. (1980). Some Thoughts on Teaching for Problem Solv ing. En KRULIK, S y REYS, R.E. (Eds.) Problem Solving in School Mathematics . NCTM: Reston.
KANTOWSKI, M. G. (1981) . Problem Solv ing. En FENNEMA, E. (Ed.) Mathematics Education Research: Impl icat ions for the 80' . NCTM: Reston.
KILPATRICK, J. (1985) . A retrospect ive account of the past 25 years of research on teaching mathematica l problem ‐solv ing. En SILVER, E. A. (Ed.) Teaching and Learning Mathematica l Problem Solv ing: Mult ip le Research Perspectives. Hi l lsdale, New Jersey: LEA.
KILPATRICK, J. (1996). Valoración de la invest igación en Didáct ica de las Matemáticas: más al lá del valor aparente. En PUIG, L. y CALDERÓN, J. (Eds.) Invest igación y didáct ica de las matemáticas . Madrid: MEC (CIDE).
KRANSKY, J. (1987). Problem Solv ing in Mathematics Educat ion: A missing component of the Teacher Educat ion Curr iculum. Proceedings of the
L. C. Contreras: El Papel de la Resolución de Problemas en el Aula
Revista Electrónica Iberoamericana de Educación en Ciencias y Tecnología — Volumen 1, Número 1, Diciembre 2009. Página 96 —
Sino ‐American on Secondary Mathematics . Educat ion Seminar: Taiwain. [94]
LEBLANC, J. et al . (1980). Teaching Problem Solv ing in the Elementary School . En KRULIK, S y REYS, R. (Eds.) Problem Solv ing in School Mathematics . NCTM: Reston.
LESTER, F. K. (1980). Research on Mathematical Problem Solv ing. En SHUMWAY, R. J. (Ed.) Research in Mathematics Education . NCTM: Reston.
LESTER, F. K. (1985) . Methodological considerat ions in research on Mathematical Problem ‐solv ing instruct ion. En SILVER, E. A. (Ed.) Teaching and Learning Mathematica l Problem Solv ing: mult ip le research perspectives . LEA: London.
LESTER, F. y GAROFALO, J. (1982) . Metacognit ive aspects of elementary school students' performance on ar ithmetic task. Documento presentado en el Meeting of the American Educat ional Research Associat ion . New York.
LICHTENBERG, D. R. (1994). The difference between Problem and Answer. Arithmetic Teacher , mars, 44 ‐45.
MCLEOD, D. B. (1988). Affect ive ussues in mathematica l problem solv ing: some theoret ica l considerat ions. Journal for Research in Mathematics Educat ion , 19(2), 134 ‐141 .
MCLEOD, D. B. (1992). Research on affect in mathematics educat ion: a reconceptual izat ion. En GROUWS, D. (Ed.) Handbook of Research on Mathematics Teaching and Learning . McMil lan: New York.
MASON, J. et al . (1982) . Thinking Mathematica l ly . Addison Wesley: London.
NCTM (1989). Curr iculum and Evaluat ion Standards for School Mathematics . NCTM: Reston.
NCTM (1991) . Estándares curr iculares y de evaluación para la Educación Matemática. Vers ión española de la SAEM "Thales" . Sevi l la .
POLYA, G. (1980). On Solv ing Mathematical Problem in High Schol l . En KRULIK, S. y REIS, R. (Eds.) Problem Solving in School Mathematics . NCTM: Reston.
L. C. Contreras: El Papel de la Resolución de Problemas en el Aula
Revista Electrónica Iberoamericana de Educación en Ciencias y Tecnología — Volumen 1, Número 1, Diciembre 2009. Página 97 —
POLYA, G. (1981) . Mathematical discovery: On understanding, learning, and teaching problem solv ing (2 vols .) . John Wiley and Sons: New York.
PUIG, L. (1992) . Aprender a resolver problemas; aprender resolv iendo problemas. Aula, 6, 10 ‐12 .
PUIG, L. (1994). Componentes subjet ivos del proceso de resolución de problemas. Encuentro sobre Invest igación en Formación del Profesorado de Primar ia. Perpectivas desde la educación Matemática. Tarragona, España.[39]
PUIG, L. (1996). Elementos de resoluc ión de problemas . Colección Mathema. Comares: Granada.
PUIG, L. y CERDÁN, F. (1996). Un curso de heur íst ica matemática para la formación del profesorado. Uno , 8, 83 ‐89.
PUTT, I . (1978). An exploratory invest igat ion of two methods of instruct ion in Mathematica l Problem Solv ing at the f i f th grade level . Tesis Doctoral . Indiana Univerts ity .
SCHOENFELD, A. H. (1983) . Episodes and execut ive decis ions in mathematica l problem solv ing. En LESH, R. Y LANDAU, M. (Eds.) Acqusit ion of mathematics conceps and processes . New York: Academic Press.
SCHOENFELD, A. H. (1985) . Mathematica l Problem Solv ing . New York: Academic Press.
SCHOENFELD, A. H. (1987) . What's al l the Fuss about Metacognit ion? En SCHOENFELD, A. H. (Ed.) Cognit ive Science and Mathematics Education . LEA: Hi lsdale .
SILVER, E. A. (1985) . Research on Teaching Mathematica l Problem Solv ing: Some Underrepresented Themes and Needed Direct ions. En SILVER, E. A. (Ed.) Teaching and Learning Mathematica l Problem Solv ing: Mult ip le Research Perspectives. LEA: London.
STACY, K. y GROVES, S. (1999). Resolver problemas: Estrategias . Narcea: Madrid.
VALE, I . (1993) . Concepçoes e prát icas de jovens professores perante a resoluçao de problemas de matemática: um estudo longitudinal de dois casos . Tese de Maestrado em Educaçao. A.P.M.: Lisboa.
L. C. Contreras: El Papel de la Resolución de Problemas en el Aula
Revista Electrónica Iberoamericana de Educación en Ciencias y Tecnología — Volumen 1, Número 1, Diciembre 2009. Página 98 —
VILA, A. (1995a). ¿Problemas de Matemáticas? ¿para qué?. Una contr ibución al estudio de las creencias de los profesores/as y alumnos/as . Actas VI I JAEM , 32 ‐37. Madrid: Sociedad madri leña de Profesores de Matemáticas "Emma Castelnuovo".
VILA, A. (1995b). Els problemes, estandarizats a la c lasse de matemàtiques. Una contr ibució al l 'estudi de les seves causes i conseqüencies . Trabal l de Recerca del Programa de Doctorat . Univers itat Autónoma de Barcelona.
VON GLASERFELD, E. (1991) . Radica l Construct iv ism in Mthematics Education . Kluwer A.P. : Dordrecht.
WOOD, L. E. (1988). Estrategias de pensamiento. Ejerc ic ios de agi l idad mental . Labor: Barcelona.
WORH, J. (1982) . Problem solv ing in intermediate grades: Helping your students learn to solv problems. Atihmetic Teacher , february, 16 ‐19.