dios no juega a los dados

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La célebre frase de Einstein: “dios no juega a los dados”, con la que se manifestaba escéptico en relación con la desconcertante mecánica cuántica tan alejada del determinismo de la mecánica clásica, me sirve para, merced a la sabiduría popular, aportar una nueva entrada que sigue la anterior sobre control de procesos: "Conjeturar es barato; conjeturar erróneamente es caro."(Proverbio chino) Esto viene a reforzar la idea, ya presentada en una entrada anterior, de que lo que no se mide no se mejora y permite añadir un concepto importante: el coste. Me gusta resumir la misión de los ingenieros en el mundo diciendo que estamos para proporcionar soluciones seguras a un coste razonable; es decir, para resolver problemas con criterios de seguridad y economía. La lucha contra el segundo principio de la termodinámica hace que la humanidad se encuentre en permanente estado de desafío contra la naturaleza lo que garantiza la indefinida necesidad de ingenieros, de cualquier especialidad. La seguridad de las soluciones puede entenderse en sentidos amplios y diversos: cumplimiento de coeficientes de seguridad reglamentarios, cobertura de stocks, tasa de fallos, índices de respuesta o, en un grado mayor de precisión, mediante una probabilidad esperada. En estos ejemplos reitero la necesidad de la medición para el conocimiento, para la toma de decisiones y, en última instancia, para la mejora de resultados; sin embargo medir es caro y también puede dar lugar a resultados erróneos. No pretendo introducir el concepto de incertidumbre de medida, al que seguro que acabaré por dedicar una entrada, aunque sí pretendo expresar la idea de que todos los procesos fallan, como expuse en una anterior entrada bien por causas ordinarias o extraordinarias, y, como los procesos de fabricación, los de inspección y ensayo asociados a la calidad también pueden fallar; de hecho, fallan. Esto nos lleva a concluir que la inspección 100% no garantiza calidad 100%, ni siquiera, certidumbre 100% acerca de la calidad conseguida. ¿Tiene algún sentido, entonces, realizar semejante trabajo de inspección o verificación con el enorme costo de recursos que ello supone?; para mí, no. Por eso, cuando hago la compra me llevo el embalaje de leche que no tiene golpes evidentes, sin molestarme en extraer todos los bricks o abro la tapa de la caja de huevos para comprobar que no están rotos sin evaluar uno a uno que todos estén intactos; la confianza que mi tienda habitual y mi experiencia con ella han generado en mí junto con el valor que doy a mi tiempo me disuaden de exámenes más cautos. Esto es lo que nos lleva en calidad, haciéndonos eco del muestreo estadístico a tomar decisiones sobre los lotes a partir del examen de las muestras; en definitiva a medir, tomar decisiones y resolver problemas con criterios de seguridad (confianza) y economía (coste). Si no se me va de las manos, la siguiente entrada la dedicaré a este asunto de los muestreos.

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La célebre frase de Einstein: “dios no juega a los dados”, con la que se manifestaba escéptico en relación con la desconcertante mecánica cuántica tan alejada del determinismo de la mecánica clásica, me sirve para, merced a la sabiduría popular, aportar una nueva entrada que sigue la anterior sobre control de procesos: "Conjeturar es barato; conjeturar erróneamente es caro."(Proverbio chino) Esto viene a reforzar la idea, ya presentada en una entrada anterior, de que “lo que no se mide no se mejora” y permite añadir un concepto importante: el coste. Me gusta resumir la misión de los ingenieros en el mundo diciendo que estamos para proporcionar soluciones seguras a un coste razonable; es decir, para resolver problemas con criterios de seguridad y economía. La lucha contra el segundo principio de la termodinámica hace que la humanidad se encuentre en permanente estado de desafío contra la naturaleza lo que garantiza la indefinida necesidad de ingenieros, de cualquier especialidad. La seguridad de las soluciones puede entenderse en sentidos amplios y diversos: cumplimiento de coeficientes de seguridad reglamentarios, cobertura de stocks, tasa de fallos, índices de respuesta o, en un grado mayor de precisión, mediante una probabilidad esperada. En estos ejemplos reitero la necesidad de la medición para el conocimiento, para la toma de decisiones y, en última instancia, para la mejora de resultados; sin embargo medir es caro y también puede dar lugar a resultados erróneos. No pretendo introducir el concepto de incertidumbre de medida, al que seguro que acabaré por dedicar una entrada, aunque sí pretendo expresar la idea de que todos los procesos fallan, como expuse en una anterior entrada bien por causas ordinarias o extraordinarias, y, como los procesos de fabricación, los de inspección y ensayo asociados a la calidad también pueden fallar; de hecho, fallan. Esto nos lleva a concluir que la inspección 100% no garantiza calidad 100%, ni siquiera, certidumbre 100% acerca de la calidad conseguida. ¿Tiene algún sentido, entonces, realizar semejante trabajo de inspección o verificación con el enorme costo de recursos que ello supone?; para mí, no. Por eso, cuando hago la compra me llevo el embalaje de leche que no tiene golpes evidentes, sin molestarme en extraer todos los bricks o abro la tapa de la caja de huevos para comprobar que no están rotos sin evaluar uno a uno que todos estén intactos; la confianza que mi tienda habitual y mi experiencia con ella han generado en mí junto con el valor que doy a mi tiempo me disuaden de exámenes más cautos. Esto es lo que nos lleva en calidad, haciéndonos eco del muestreo estadístico a tomar decisiones sobre los lotes a partir del examen de las muestras; en definitiva a medir, tomar decisiones y resolver problemas con criterios de seguridad (confianza) y economía (coste). Si no se me va de las manos, la siguiente entrada la dedicaré a este asunto de los muestreos.