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1 DigitAl-Zujáyr y el alumnado de 3º ESO Diversifación IES Al-Zujáyr Zújar (GRANADA) Participan en el proyecto colaborativo:

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El alumnado de 3º de DICU de ESO se convirtió en un magnífico equipo de redacción de un periódico que se trasladó en el tiempo 400 años atrás para vivir de primera mano las aventuras del ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha y su escudero Sancho Panza. Un interesante proyecto de QuijoteNews que trata de crear periódicos quijotescos y acercar nuestra obra más universal a nuestros estudiantes.

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DigitAl-Zujáyr

y el alumnado de 3º ESO Diversifación

IES Al-Zujáyr

Zújar (GRANADA)

Participan en el proyecto colaborativo:

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http://digital-zujayr.blogspot.com.es/

http://www.iesal-zujayr.com/

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En clase hay muchas formas de estudiar Literatura pero, a nuestro parecer, la mejor manera es leyendo una selección de textos de las obras más

representativas y a partir de ahí investigar el contexto histórico, social y cultural de las distintas épocas. En 3º de ESO se abarca desde los inicios de la

literatura de la época medieval hasta el siglo XVIII y la Ilustración. Cuando a mitad del temario te encuentras con Cervantes y don Quijote de la Mancha

aparecen muchas dudas: ¿Qué saben los adolescentes de nuestra obra más universal? Muchos de ellos han leído adaptaciones ya en la época del colegio y

muchos más han visto la serie de dibujos animados o las diferentes películas que existen. ¿Cómo podemos trabajar la vida de Miguel de Cervantes y su obra?

Dar con este proyecto colaborativo fue la solución a todas estas preguntas. Además perfeccionaríamos la composición de textos periodísticos. El alumnado se

interesó por Cervantes y su época, leyó su obra y comentó en el aula algunos de sus capítulos. Después de comentar cada uno su visión sobre la obra, llegó

el momento de elegir algunas de las aventuras de la novela y transformarlos en noticias como si se convirtieran en trepidantes reporteros que tenían que

transmitir el suceso a los lectores. Se convirtió en una actividad modelo para el fomento de la lectura y la escritura y el desarrollo de las competencias

básicas. Además, aprovechamos el proyecto de trabajo para celebrar el IV centenario de la publicación del Quijote, que era el motivo principal de las Jornadas

culturales y de convivencia del IES Al-Zujáyr en el curso 2014/2015.

Como docente, agradezco la labor de todo el alumnado de 3º de ESO de Diversificación que se volcó en la actividad y trabajaron de una manera magnífica.

Carlos Javier Martín Sánchez

Elena Pérez Fernández

Ángela Salinas Espejo

Jorge Salinas Guirado

Esther López Marín

Andrea Martínez Moreno

Noemí Martínez Moreno

Christian Morcillo Millán

José Antonio Reyes Guindo (Docente)

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El manuscrito encontrado.

Estando yo un día en el Alcaná de Toledo, llegó un muchacho a vender unos cartapacios y papeles viejos a un sedero; y

como yo soy aficionado a leer aunque sean los papeles rotos de las calles, llevado desta mi natural inclinación tomé un

cartapacio de los que el muchacho vendía y vile con carácteres, que conocí ser arábigos. Y puesto que aunque los

conocía no los sabía leer, anduve mirando si parecía por allí algún morisco aljamiado que los leyese, y no fue muy

dificultoso hallar intérprete semejante, pues aunque le buscara de otra mejor y más antigua lengua le hallara. En fin, la

suerte me deparó uno, que, diciéndole mi deseo y poniéndole el libro en las manos, le abrió por medio, y, leyendo un poco

en él, se comenzó a reír.

Preguntele yo que de qué se reía, y respondiome que de una cosa que tenía aquel libro escrita en el margen por anotación.

Díjele que me la dijese, y él, sin dejar la risa, dijo:

—Está, como he dicho, aquí en el margen escrito esto: «Esta Dulcinea del Toboso, tantas veces en esta historia referida,

dicen que tuvo la mejor mano para salar puercos que otra mujer de toda la Mancha».

Cuando yo oí decir «Dulcinea del Toboso», quedé atónito y suspenso, porque luego se me representó que aquellos

cartapacios contenían la historia de don Quijote. Con esta imaginación, le di priesa que leyese el principio, y haciéndolo

ansí, volviendo de improviso el arábigo en castellano, dijo que decía: Historia de don Quijote de la Mancha, escrita por

Cide Hamete Benengeli, historiador arábigo.

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Miguel de Cervantes temió por un momento no poder terminar su novela.

Cervantes y el fragmento perdido.

Una tremenda casualidad permitirá al autor dar fin a su obra.

Freila (GRANADA) Carlos Javier Martín Sánchez.

Miguel de Cervantes, un escritor medio conocido en nuestra época se ha embarcado en la

difícil tarea de escribir las aventuras de don Quijote de la Mancha. Sin embargo, se acabó

la información que disponía sobre el mencionado caballero y se quedó sin ideas para poder

continuar. Para dar solución a esto, decidió salir a pasear por Alcalá de Toledo. Dio la

casualidad de que era el mercado semanal y encontró un trozo de papel que le llamo la

atención. Pero lo malo fue que estaba en otro idioma. Buscó en todo el mercado y consiguió

encontrar un morisco para que se lo tradujera. Cuando le enseñó el trozo de papel se rio a

carcajadas desesperadas. Cervantes le preguntó por qué se reía. Él le contestó

traduciéndole una frase: <<Dulcinea, la mujer que mejor sabía salar puercos en toda la

Mancha>>.

Por suerte, conseguimos contactar con Cervantes para que nos contase más sobre este suceso.

En nuestra entrevista a Cervantes, el escritor nos dijo que estaba todavía conmocionado de

haber encontrado la continuación de su obra y que no quería aplazar más su novela porque

tenía muchas ganas de terminarla para que conociéramos las andanzas del caballero don

Quijote.

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Los molinos de viento.

En el paisaje plano de la Mancha aparecieron unos molinos de viento ante sus ojos. - La suerte va guiando nuestros pasos, y aún más de lo que pudiéramos desear.- ¿No ves allí, amigo Sancho, treinta o más gigantes a los que pienso ahora mismo atacar y quitarles la vida?- dijo Don Quijote, y prosiguió - Buena es la guerra que está al servicio de Dios para arrancar la mala hierba que hay sobre la faz de la tierra… - ¿Qué gigantes?- le interrumpió Sancho Panza. - Aquellos que ves allí, los de largos brazos. - Mire, mi señor, que no son gigantes sino molinos, y lo que parecen brazos son las aspas que mueve el viento para mover la piedra y moler el grano. - Cómo se nota Sancho, que no has leído libros y no sabes de qué va esto de las aventuras de los caballeros andantes: son gigantes, a mí no me engañan, y si tienes miedo, apártate y reza, porque ahora mismo voy a entrar en esta fiera y desigual batalla. Y azuzó a su caballo que era incapaz de correr. Desesperado por el escaso trote de Rocinante, don Quijote gritaba: - No huyáis cobardes, que es un solo caballero el que os ataca. En esos momentos se levantó el viento y los molinos comenzaron a girar en sus aspas, a lo que el valiente jinete exclamó: - Aunque mováis más brazos que los del gigante Briareo, me la habéis de pagar. Y nada más decir esto, y acordándose de su amada Dulcinea, embistió con fiereza al primer molino, cuyas aspas levantaron en el aire al caballo y al caballero. - Válgame el cielo- llegó Sancho corriendo a socorrer a su señor- ¿No le dije que no eran gigantes sino molinos? - Calla, amigo Sancho- replicó Don Quijote-, que no sabes nada de la guerra ni de los caballeros andantes. Ha sido el sabio Frestón, el que me robó los libros, quien ha convertido los gigantes en molinos para que me vencieran. Pero de nada valdrán sus hechizos contra el poder de mi espada. Sancho le ayudó a levantarse le alzó sobre un machacado Rocinante que apenas se sostenía sobre sus cuatro patas, y muy lentamente siguieron avanzado hacia Puerto Lápice…

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DON QUIJOTE INICIÓ UNA BATALLA CON UNOS MOLINOS CREYENDO QUE ERAN GIGANTES.

¿MOLINOS DE VIENTO O GIGANTES? Freila (GRANADA) Andrea Martínez Moreno.

El pasado día 14 de mayo, don Quijote, un hombre apasionado de las aventuras, imaginó que los molinos de

viento que se había encontrado eran gigantes y quiso atacarlos, pero el aire se levantó y lo dejó

enganchado a las aspas. Su escudero Sancho Panza le dijo que no eran gigantes, sino molinos.

Ayer día 14 de mayo a las 10:00 de la mañana en un paisaje llano de La Mancha nos encontramos con don

Quijote y Sancho Panza, que iban de camino a casa con su caballo y su rucio, respectivamente. Pero, al

parecer, según don Quijote, se les interpusieron en su camino unos grandes gigantes de manos larguísimas

y, don Quijote, quería enfrentarse a ellos. Luchó contra aquellos fieros gigantes pero, al apretar el

aire, se enganchó y Quijote al estar dando vueltas, se dio cuenta de que eran molinos y no gigantes.

Nuestro equipo de reporteros preguntó a Sancho Panza y éste explicó que su amo siempre está leyendo libros

de caballería y que, por esa razón, tiene mucha imaginación que siempre desemboca en trepidantes

aventuras. Finalmente, nos afirmó que no eran gigantes, sino molinos de viento.

Nuestros reporteros, algo intrigados, hablaron con Don Quijote y este les informó de que eran grandes

gigantes pero que Frestón le había quitado los libros y por eso se convirtieron en molinos pero que desde

un principio eran gigantes y él quería enfrentarse a ellos.

Por otra parte, los reporteros completaron su trabajo al conseguir la opinión de los molineros quienes

dijeron que llevaban toda la mañana trabajando y, de repente, vieron a don Quijote muy decidido que se

precipitaba hacia los molinos. El caballero andante venía armado y empezó a luchar contra las aspas del

molino y, al venirse arriba el aire, lo engancho a él y a su caballo y, algo extrañados, tuvieron que

parar los molinos y bajarlo de allí. Los molineros no encontraban razón alguna para tal descabellada idea

pero sí les sirvió para echar unas risas.

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El ejército de ovejas.

En esto andaban, cuando Don Quijote divisó una gran y espesa nube de polvo delante de ellos, y volviendo su cabeza hacia Sancho Panza, le dijo: -Éste es el día de mi gloria. ¿Ves aquella polvareda que delante de nosotros se levanta?...Habrás de saber que es un ejército numerosísimo de diversas gentes que vienen marchando. -Pues habrán de ser dos ejércitos- replicó Sancho-, porque a nuestras espaldas se ve otra polvareda semejante. Volvió a mirarlo Don Quijote y vio que era verdad. Eran dos ejércitos que venían a embestirse en aquella espaciosa llanura, en cuya mitad se encontraban el caballero y el escudero. Así lo afirmó nuestro hidalgo, sin dudar, pues tenía las aventuras leídas tan pegadas en su cabeza que a todas horas veía batallas, encantamientos, torneos, amores y los desafíos que en los libros de caballería se cuentan. En realidad, las polvaredas que había delante y detrás de ellos la producían dos grandes rebaños de ovejas y carneros que andaban por el mismo camino pero en dirección contraria. -Has de saber, Sancho, que ese ejército que viene por nuestro frente lo conduce el gran emperador Alifanfarón, señor de la Isla de Trapobana; y el de mis espaldas lo guía el rey Pentapolín del Arremangado Brazo, llamado así porque entra en batalla con el brazo derecho desnudo. -¿Y por qué van a luchar estos ejércitos? -Porque el bellaco Alifanfarón se ha enamorado de la muy hermosa hija de Pentapolín, y su padre no se la quiere entregar a ese rey pagano- le explicó Don Quijote, que conocía bien la historia- Pero alejémonos de aquí, subamos a aquella peña, que yo te hablaré de los caballeros más importantes que vienen en estos ejércitos. Se retiraron del camino y desde un pequeño montículo vieron cómo se aproximaban los dos espesos y revueltos nubarrones de polvo. Don quijote, que tenía la imaginación muy viva, empezó a mostrar sus conocimientos. -Aquel caballero que trae en el escudo un león coronado es el valeroso Laurcalco; el de al lado, el de las armas de flores de oro, es el temido Micocolembo; el otro, el de los miembros gigantescos… Así prosiguió Don Quijote, enumerando los escudos, armas, linaje y méritos de tantos caballeros. Sancho lo escuchaba con la boca abierta y se frotaba los ojos, pues allí delante no veía nada de lo que contaba su amo. Don Quijote lo advirtió. -¿Qué te pasa Sancho? -Pues, señor…-intentó explicarse su escudero con un gesto incrédulo. -¿No oyes el relinchar de los caballos, el sonido de los tambores, el batir de las espadas…? -No oigo otra cosa sino muchos balidos de ovejas y carneros. -El miedo que tienes hace que no veas ni oigas bien, porque uno de los efectos del miedo es turbar los sentidos y hacer que las cosas no parezcan lo que son-le dijo Don Quijote-.y si tanto lo temes, déjame, que yo solo me basto para dar la victoria al señor del Arremangado Brazo. Y tomando con fuerza su lanza, picó a Rocinante, que aunque torpe y cansado sabía bien corretear cuesta abajo, y entró en aquella polvareda con su arma a punto. -Vuelva señor, que son ovejas y carneros lo que va a embestir. Don Quijote no oía las voces de su escudero sino que en mitad de los dos rebaños se sentía como en el centro de una gloriosa batalla, clavando su lanza a todo aquello que se movía, que en este caso eran unas asustadas y perdidas ovejas. Los pastores, que vieron la rapidez con la que aquel loco estaba dando cuenta de sus animales, cogieron piedras del camino y las lanzaron con buen tino: una le dio en el brazo, tirándole la lanza; otra, en las costillas; una tercera se estampó en mitad de la boca dejándole con dos dientes menos, y una cuarta se estrelló en su estómago, haciéndole tragar las muelas que bailaban en la boca. Don Quijote perdió el equilibrio y dio con sus huesos en la tierra. Los pastores, creyendo que lo habían matado, recogieron las siete ovejas muertas y huyeron de allí con sus rebaños. Sancho Panza corrió a atenderle. -¿No le decía, señor, que volviese, que no era un ejército sino una manada de ovejas y carneros? -Has de saber Sancho, que el malvado sabio que me persigue, envidioso de mi gloria, convirtió al ejército en ovejas- replicó un Don Quijote agónico.

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DON QUIJOTE CONFUNDIÓ A DOS REBAÑOS CON EJÉRCITOS

DON QUIJOTE, EL LOCO DE LOS REBAÑOS

DOS PASTORES HUYEN CREYENDO QUE, AL DARLE DOS PEDRADAS A DON QUIJOTE, LO HABÍAN MATADO

Freila (GRANADA) Noemí Martínez Moreno.

Ayer por la tarde, un loco que se hace llamar don Quijote, que cree ser un caballero andante, se peleó con

un rebaño creyendo que era un ejército que quería atacarlo. Su escudero Sancho Panza nos ha confesado que

eran dos rebaños.

Ayer 14 de mayo de 1615 a las 16:30 horas de la tarde, en un prado de la Mancha, encontramos a un loco

llamado Don Quijote, en el suelo tumbado con su compañero Sancho Panza. Al parecer dos pastores que

estaban con sus ovejas vieron a Quijote peleando con su rebaño. Al verlo, los pastores se pusieron a darle

pedradas a Quijote por haberle matado unas cuantas ovejas.

Hemos preguntado a Quijote para ver qué ocurrió exactamente, pero al parecer él no se acuerda de nada,

solo de dos ejércitos que iban a atacarlo. Su compañero Sancho nos ha contado que Quijote tiene macha

imaginación y tiene problemas, pero nos ha confesado que solo eran dos rebaños y él creyó que eran dos

ejércitos que iban a atacarle y fue a por ellos.

Hemos contactado con los pastores y nos han contado que salieron corriendo porque, al matar Quijote a dos

ovejas de su rebaño, ellos le dieron pedradas y Quijote cayó al suelo y pensaron que estaba muerto y para

no buscarse ningún problema se fueron.

Desde aquí cerramos el caso pero, no os preocupéis, seguiremos investigando más aventuras de Sancho y don

Quijote.

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Encuentro en Baeza De pronto vieron en la oscuridad una multitud de luces como estrellas que se movían. Se pasmó Sancho y tiró de la cuerda del burro, y don Quijote de las riendas de Rocinante, y los dos se quedaron quietos, observando las luces que se les iban acercando, hasta que Sancho empezó a temblar como un azogado1, y a don Quijote se le erizaron los pelos de la cabeza. —Esta, Sancho, debe de ser grandísima y peligrosísima aventura. — ¡Desdichado de mí! — respondió Sancho—. ¡Pobres costillas mías, si esta aventura es de fantasmas! —Ten buen ánimo, que no consentiré que te toquen ni un pelo de la ropa —dijo don Quijote. Al acercarse más las luces, descubrieron que era una veintena de encamisados, todos a caballo y con hachas2 encendidas en las manos, que murmuraban entre sí con voz baja y compasiva. Detrás del cortejo venía una litera de paño negro rodeada de seis jinetes enlutados hasta la pezuña de las mulas. Tan extraña visión, a tales horas y en aquel despoblado, llenó de miedo el corazón de Sancho, que empezó a dar diente con diente, como si tuviera escalofríos de fiebre. Don Quijote, en cambio, se figuró que en la litera venía un malherido o muerto caballero al que debía vengar, así que se enderezó en la silla, enristró la lanza y, bien plantado en mitad del camino, alzó la voz y dijo: — ¡Alto, caballeros! Dadme cuenta de quién sois, de dónde venís, adónde vais y a quién lleváis. —Vamos de prisa y no nos podemos parar —dijo el primer encamisado. Y picó la mula para pasar de largo, pero don Quijote agarró al animal por la brida, mientras replicaba: —O me dais cuenta de lo que he preguntado, o conmigo sois todos en batalla. Como la mula era asustadiza, se espantó de manera que, alzándose sobre sus patas traseras, dio con su dueño en el suelo. Entonces un mozo comenzó a insultar a gritos a don Quijote, el cual, ya encolerizado, arremetió lanza en ristre contra uno de los enlutados y dio con él en tierra. […] Don Quijote se acercó al primero que había derribado y le puso la punta del lanzón en el rostro. —Ríndete, o eres muerto. —Rendido estoy, y con una pierna quebrada —dijo el aterrorizado caído—. Suplico a vuestra merced que no me mate, si es caballero cristiano, pues soy hombre de Iglesia. —Pues, ¿quién diablos os ha traído aquí? —Mi desventura, señor. Vengo de Baeza con otros once sacerdotes y voy a Segovia acompañando a un cuerpo muerto que va en la litera. Allí le daremos sepultura. — ¿Y quién lo mató? —Dios, por medio de unas fiebres. —Entonces no tengo que vengar su muerte, porque siendo Él hay que callar y resignarse.

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¡Altercado! Don Quijote amenaza a sacerdotes.

LA GRAN CONFUSIÓN DE DON QUIJOTE.

Él mantiene su orgullo intacto con quién sea.

Zújar (GRANADA) Elena Pérez Fernández.

La noche pasada cerca de en una arbolada fría y demasiado oscura cercanos ya al comienzo del año 1615 se

dieron tales acontecimientos,

Don Quijote y Sancho Panza tuvieron un enfrentamiento confundiendo a unos nobles sacerdotes, que iban a

dar sepultura a un cuerpo, con unos maleantes.

Como nos han informado fuentes externas, Don Quijote iba cabalgando con su leal compañero Sancho Panza

durante un largo viaje cuando, de repente, en la oscuridad, la noche se empezó a iluminar con unas grandes

luces.

Éstas cada vez más y más se acercaban y, Don Quijote se enfrentó, pensando que eran maleantes y

transportaban un cadáver matado por ellos.

Don Quijote se tenía que vengar, porque él era un valiente caballero y tenía que dar venganza a la muerte

de otro noble caballero.

Un sacerdote, después de aclarar el malentendido provocado entre ellos, confesó que no aran malos sino que

eran sacerdotes que iban a dar sepultura a un cuerpo de un caballero que enfermó y murió.

Don Quijote ya se dio cuenta de que todo era un malentendido y les permitió seguir hacia su destino.

Hemos hablado con un sacerdote en concreto y confirma que se siente avergonzado tras los sucesos

ocurridos, También hemos tenido el privilegio de hablar con Sancho y don Quijote y ellos también afirman

arrepentirse de todo lo sucedido y prometen poner más atención en sus próximas aventuras.

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El episodio de los batanes.

En medio de la noche Sancho y don Quijote escuchan unos ruidos muy sospechosos cerca de donde se encuentran. Don Quijote quiere ir a investigar, pero

Sancho, acobardado, ata las patas traseras de Rocinante para que éste no pueda moverse y se agarra de las piernas de don Quijote. Tornole a poner las piernas, y

él tornó a dar saltos y a estarse quedo: tanto estaba de bien atado.

En esto, parece ser que el frío de la mañana que ya venía, o que Sancho hubiese cenado algunas cosas lenitivas, o que fuese cosa natural - que es lo que más se

debe creer -, a él le vino en voluntad y deseo de hacer lo que otro no pudiera hacer por él; mas era tanto el miedo que había entrado en su corazón, que no osaba

apartarse un negro de uña de su amo. Pues pensar de no hacer lo que tenía gana tampoco era posible; y, así, lo que hizo, por bien de paz, fue soltar la mano

derecha, que tenía asida al arzón trasero, con la cual bonitamente y sin rumor alguno se soltó la lazada corrediza con que los calzones se sostenían sin ayuda de

otra alguna, y, en quitándosela, dieron luego abajo y se le quedaron como grillos; tras esto, alzó la camisa lo mejor que pudo y echó al aire entrambas posaderas,

que no eran muy pequeñas. Hecho esto, que él pensó que era lo más que tenía que hacer para salir de aquel terrible aprieto y angustia, le sobrevino otra mayor,

que fue que le pareció que no podía mudarse sin hacer estrépito y ruido, y comenzó a apretar los dientes y encoger los hombros, recogiendo en sí el aliento todo

cuanto podía; pero, con todas estas diligencias, fue tan desdichado que al cabo al cabo vino a hacer un poco de ruido, bien diferente de aquel que a él le ponía

tanto miedo.

Oyolo don Quijote y dijo:

- ¿Qué rumor es ese, Sancho?

- No sé, señor - respondió él-. Alguna cosa nueva debe de ser, que las aventuras y desventuras nunca comienzan por poco.

Tornó otra vez a probar ventura, y sucediole tan bien, que sin más ruido ni alboroto que el pasado se halló libre de la carga que tanta pesadumbre le había dado.

Más como don Quijote tenía el sentido del olfato tan vivo como el de los oídos y Sancho estaba tan junto y cosido con él, que casi por línea recta subían los

vapores hacia arriba, no se pudo excusar de que algunos no llegasen a sus narices; y apenas hubieron llegado, cuando él fue al socorro, apretándolas entre los

dos dedos, y con tono algo gangoso dijo:

-Paréceme, Sancho, que tienes mucho miedo.

-Sí tengo, - respondió Sancho-, mas ¿en que lo echa de ver vuestra merced ahora más que nunca?

-En que ahora más que nunca hueles, y no a ámbar - respondió don Quijote.

-Bien podría ser - dijo Sancho-, mas yo no tengo la culpa, sino vuestra merced, que me trae a deshoras y por estos no acostumbrados pasos.

-Retírate tres o cuatro allá, amigo - dijo don Quijote (todo esto sin quitarse los dedos de las narices) -, y desde aquí en adelante ten más cuenta con tu persona y

con lo que debes a la mía; que la mucha conversación que tengo contigo ha engendrado este menosprecio.

-Apostaré - replicó Sancho- que piensa vuestra merced que yo he hecho de mi persona alguna cosa que no deba.

-Peor es meneallo, amigo Sancho, -respondió don Quijote (...)

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UN APRETÓN DE SANCHO A DESTIEMPO LE DEMOSTRÓ A QUIJOTE LO CAGUETA QUE ERA.

SANCHO SE DESCOMPONE DE MIEDO Y DON QUIJOTE LO HUELE.

SANCHO HIZO SABER A DON QUIJOTE QUE CON ÉL NO PUEDE VIVIR SITUACIONES DE MIEDO.

Zújar (GRANADA) Jorge Salinas Guirado.

Ayer por la noche, Sancho comió algunas comidas lenitivas y esto se juntó al miedo que

tenía esa noche por un ruido que se escuchaba en un arbusto. Fue a mirar don Quijote y

Sancho se amarró a él. Como nos dijo “hizo lo que otros no podían hacer por él” y Don

Quijote lo olió. De esa manera le hizo saber lo aterrorizado que estaba y le dijo que se

echara unos pasos hacia atrás.

Ayer 14 de enero de 1615, a las 22:30h de la noche, estando en el campo a media noche

Quijote y Sancho, escucharon ruidos pero no se percataron de que procedían de los batanes.

Quijote fue a mirar y Sancho empezó a sentir miedo. Sancho amarró el caballo y después se

ató él mismo sin separarse de su amo. Nos cuenta que no sabe si fue por la comida, el miedo

o por causa natural pero tuvo que se desabrocharse la correa, bajarse los calzones y los

pantalones, y con mucho cuidado y silencio, Sancho empezó a hacer de vientre.Fue inevitable

que notasen el olor. Don Quijote olió y, rápidamente, se dio cuenta de que el miedo era la

principal razón del pestilente aroma.Nos cuenta don Quijote que ya sabía lo cobarde que era

Sancho y que por eso Quijote le ordenó que se echara para atrás.

Ya terminamos con esta noticia de Quijote y Sancho, pero no os preocupéis que seguiremos

contándoos más aventuras sobre Quijote y Sancho.

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El yelmo de Mambrino De allí a poco, descubrieron un hombre a caballo que traía en la cabeza una cosa que relumbraba como si fuera oro. —Paréceme, Sancho […] que no hay refrán que no sea verdadero. Y muy en especial el que dice: «Donde una puerta se cierra, otra se abre». Te lo digo porque si anoche se nos cerró la puerta de una aventura, ahora se nos abre otra de par en par. Y lo digo porque viene hacia nosotros uno que trae en la cabeza el yelmo de Mambrino, del que juré adueñarme algún día. —Mire vuestra merced bien lo que dice y no se engañe —dijo Sancho. — ¡Que el diablo te lleve! —Replicó don Quijote—. ¿Cómo me puedo engañar, traidor escrupuloso? ¿No ves aquel caballero sobre un caballo rucio que trae puesto en la cabeza un yelmo de oro? —Lo que yo veo es un hombre sobre un asno pardo, como el mío, que trae sobre la cabeza una cosa que relumbra. […] El caso es que el barbero de un pueblo iba a otro más pequeño a lomos de su asno para sangrar a un enfermo y hacer la barba a otro, y al empezar a llover se había puesto una bacía de latón en la cabeza para no mancharse el sombrero, y como estaba limpia, relumbraba desde media legua. Pero, dado que Don Quijote acomodaba todas las cosas que veía a sus desvariadas caballerías, el asno le pareció caballo y la bacía yelmo. Y cuando vio que el pobre barbero estaba cerca, le atacó a todo correr de Rocinante, dispuesto a atravesarlo de parte a parte con el lanzón, y le dijo, sin detener la furia de su carrera: — ¡Defiéndete, mísera criatura, o entrégame lo que se me debe! El barbero, que vio venir aquel fantasma sobre sí, saltó del asno, se levantó más ligero que un gamo y comenzó a correr por la llanura más rápido que el viento. En su fuga, dejó la bacía en el suelo, con la cual se contentó Don Quijote. Sancho la recogió y dijo, entregándosela a su amo: —Por Dios que la bacía es buena. Don Quijote se la puso en la cabeza, dándole vueltas para encajarla bien, pero, como no lo conseguía, concluyó: —Sin duda que el primer pagano que usó esta famosa celada debía de tener grandísima cabeza. Y eso que falta media pieza. Cuando Sancho oyó llamar celada a la bacía, no pudo tener la risa, pero recordó la cólera de su amo y calló a la mitad.

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¿Bacía o yelmo de oro?

Don Quijote encuentra el famoso yelmo de oro.

El caballero andante peleó contra un barbero para conseguir el famoso yelmo de Mambrino.

Zújar (GRANADA) Ángela Salinas Espejo.

Don Quijote y su escudero Sancho se encontraron en una llanura con un barbero que traía en

su cabeza una bacía. Don Quijote pensó en el famoso yelmo de Mambrino y deseó recuperarlo

para tenerlo en su posesión. Tras el ataque, el barbero huyó mal parado y Sancho, harto de

reír por el suceso, no consiguió que don Quijote dejara de pensar que el anterior dueño de

la bacía tenía una gran cabeza ya que al probársela no le encajaba en su cabeza.

El pasado día 4 de mayo, un día soleado, caminaban bajo un fuerte sol don Quijote y Sancho

Panza, acompañados de Rocinante, el caballo del caballero y el asno del escudero. Mientras

marchaban en busca de nuevas aventuras, entre unas cosas y otras, el caballero vio algo

relucir a lo lejos y cada vez que ese objeto reluciente se aproximaba el caballero se dio

cuenta de que ese era el yelmo de Mambrino. Lo comentó con Sancho entra en un desacuerdo,

pues se da cuenta que es un barbero con una bacía en la cabeza. El caballero siguió

pensando que era el yelmo y su recuperación lo iba a llevar a vivir una nueva aventura. El

barbero, que seguía tranquilo su camino, vio a don Quijote aproximándose hacia él

rápidamente pegando gritos de guerra: <<Defiéndete, mísera criatura, o entrégame lo que me

debes>>. El barbero para defenderse bajó de su asno y comenzó a correr. Al bajarse del asno

tan rápido, se le cayó la bacía de la cabeza. Tras la caída del caballero creyó que el

golpe la rompió ya que creía que tenía muchos años. El caballero feliz de haber obtenido el

yelmo querido lo colocó en su cabeza y, al no ser de su talla, achacó que su antiguo dueño

sería más cabezón. Toda esta información ha sido ofrecida por su escudero Sancho que no

podía para de reír mientras lo contaba.

16

Las cortes de la muerte.

Una carreta que salió al través del camino cargada de los más diversos y extraños personajes y figuras que pudieron imaginarse. El que

guiaba las mulas y servía de carretero era un feo demonio. Venía la carreta descubierta al cielo abierto, sin toldo ni zarzo. La primera figura

que se ofreció a los ojos de don Quijote fue la de la misma Muerte, con rostro humano; junto a ella venía un ángel con unas grandes y

pintadas alas; a un lado estaba un emperador con una corona, al parecer de oro, en la cabeza; a los pies de la Muerte estaba el dios que

llaman Cupido, sin venda en los ojos, pero con su arco, carcaj y saetas. Venía también un caballero armado de punta en blanco, excepto que

no traía morrión ni celada, sino un sombrero lleno de plumas de diversos colores. Con estas venían otras personas de diferentes trajes y

rostros. Todo lo cual visto de improviso, en alguna manera alborotó a don Quijote y puso miedo en el corazón de Sancho; mas luego se

alegró don Quijote, creyendo que se le ofrecía alguna nueva y peligrosa aventura, y con este pensamiento, y con ánimo dispuesto de

acometer cualquier peligro, se puso delante de la carreta y con voz alta y amenazadora dijo:

—Carretero, cochero o diablo, o lo que eres, no tardes en decirme quién eres, a do vas y quién es la gente que llevas en tu carricoche, que

más parece la barca de Carón que carreta de las que se usan.

A lo cual, mansamente, deteniendo el Diablo la carreta, respondió:

—Señor, nosotros somos recitantes de la compañía de Angulo el Malo. Hemos hecho en un lugar que está detrás de aquella loma, esta

mañana, que es la octava del Corpus, el auto de Las Cortes de la Muerte, y hémosle de hacer esta tarde en aquel lugar que desde aquí se

parece; y por estar tan cerca y excusar el trabajo de desnudarnos y volvernos a vestir, nos vamos vestidos con los mismos vestidos que

representamos. Aquel mancebo va de Muerte; el otro, de Ángel; aquella mujer, que es la del autor, va de Reina; el otro, de Soldado; aquel,

de Emperador, y yo, de Demonio, y soy una de las principales figuras del auto, porque hago en esta compañía los primeros papeles. Si otra

cosa vuestra merced desea saber de nosotros, pregúntemelo, que yo le sabré responder con toda puntualidad, que, como soy demonio,

todo se me alcanza.

—Por la fe de caballero andante —respondió don Quijote— que así como vi este carro imaginé que alguna grande aventura se me ofrecía, y

ahora digo que es menester tocar las apariencias con la mano para dar lugar al desengaño.

17

¿Qué le ocurre a Don Quijote en los caminos de la Mancha?

DON QUIJOTE Y LOS PERSONAJES DE LAS CORTES DE LA MUERTE.

El caballero andante se disponía a viajar para buscar otra aventura.

Zújar (GRANADA) Esther López Marín.

Una hermosa tarde del 25 de julio de 1615 Don Quijote se disponía a viajar cuando se cruzó con un grupo de

personas disfrazadas. Él, al ver a las personas asustadas, empieza a hacerle preguntas a uno de ellos y le

pide que le conteste por qué iba de demonio. El hombre muy amablemente le dice que su nombre es Carlos y

pertenece a un grupo de teatro de Albacete y que vienen de Toledo de hacer un teatro llamado LAS CORTES DE

LA MUERTE y que no se habían quitado el disfraz porque iban a actuar otra vez en el pueblo de al lado. Don

Quijote, muy convencido, le dice que se pensaba que era un demonio y que ya se había propuesto pelear con

él. Don Quijote muy amablemente le dice que siga su camino.

HEMOS ENTREVISTADO A DON QUIJOTE:

-Don Quijote, ¿qué pensó cuando vio a esas personas disfrazadas?

-Yo pensé que eran monstruos que venían a pelear conmigo pero antes de nada me quise informar y les

pregunté a esas personas que quiénes eran y a qué venían. El hombre muy amablemente me responde y me

explica que eran actores y esa era la razón por la que iban así vestidos. Mi pensamiento cambió y yo les

permití que siguieran su camino.

HEMOS ENTREVISTADO AL ACTOR:

-¿Qué pensó cuando vio usted a Don Quijote dispuesto a pelear con usted?

-Yo pensé que era un loco y que venía a pelear conmigo pero, suerte que me creyó, pues podía haberme

costado la vida.

18

Muerte de don Quijote

Y, volviéndose a Sancho, le dijo:

—Perdóname, amigo, de la ocasión que te he dado de parecer loco como yo, haciéndote caer en el error en que yo he caído de que hubo y

hay caballeros andantes en el mundo.

— ¡Ay! —respondió Sancho llorando—. No se muera vuestra merced, señor mío, sino tome mi consejo y viva muchos años, porque la mayor

locura que puede hacer un hombre en esta vida es dejarse morir sin más ni más, sin que nadie le mate ni otras manos le acaben que las de

la melancolía. Mire no sea perezoso, sino levántese de esa cama, y vámonos al campo vestidos de pastores, como tenemos concertado:

quizá tras de alguna mata hallaremos a la señora doña Dulcinea desencantada, que no haya más que ver. Si es que se muere de pesar de

verse vencido, écheme a mí la culpa, diciendo que por haber yo cinchado mal a Rocinante le derribaron; cuanto más que vuestra merced

habrá visto en sus libros de caballerías ser cosa ordinaria derribarse unos caballeros a otros y el que es vencido hoy ser vencedor mañana.

[…]

—Señores —dijo don Quijote—, vámonos poco a poco, pues ya en los nidos de antaño no hay pájaros hogaño. Yo fui loco y ya soy cuerdo;

fui don Quijote de la Mancha y soy agora, como he dicho, Alonso Quijano el Bueno. Pueda con vuestras mercedes mi arrepentimiento y mi

verdad volverme a la estimación que de mí se tenía. […]

En fin, llegó el último de don Quijote, después de recibidos todos los sacramentos y después de haber abominado con muchas y eficaces

razones de los libros de caballerías. Hallose el escribano presente y dijo que nunca había leído en ningún libro de caballerías que algún

caballero andante hubiese muerto en su lecho tan sosegadamente y tan cristiano como don Quijote; el cual, entre compasiones y lágrimas

de los que allí se hallaron, dio su espíritu, quiero decir que se murió.

19

SANCHO NO SE HA DESPEGADO DE SU AMO HASTA EL ÚLTIMO MOMENTO.

Don Quijote ha muerto.

EL FALLECIMIENTO TUVO LUGAR EN SU CAMA RODEADO DE FAMILIARES Y SU FIEL ESCUDERO

Freila (GRANADA) Christian Morcillo Milán.

Ayer por la tarde, Don Quijote se encontraba en su casa. La muerte lo había sorprendido en

su cama tumbado y Sancho le decía que se espabilara y que se levantara para ir con él al

campo y seguir viviendo aventuras. Don Quijote negó la propuesta diciendo que él ya no es

don Quijote que ahora es Alonso Quijano, el bueno, y que ha recuperado la cordura.

El pasado día 15 de mayo, falleció Don Quijote, un célebre caballero al que le gustaba

mucho leer libros de caballería y que ha sido conocido en toda La Mancha por sus numerosas

luchas a favor de los débiles y, sobre todo, por demostrar su completo amor a Dulcinea, su

amada. Don Quijote cayó enfermo, y estaba en su cama acostado todo el día. Entonces, llegó

su escudero Sancho Panza y le hizo saber que él era fuerte para que estuviese tumbado y que

se levantara y se vistiese de pastor y fuera con él al campo poco a poco. Pero Don Quijote

dijo que él ya no era Don Quijote que ahora era Alonso Quijano, el bueno, su verdadero

nombre. Antes de morir, le aconsejo a Sancho que él nunca había visto a ningún caballero

leer novelas de caballería y morir en su lecho tan sosegado. Y al final, con toda la gente

alrededor de Don Quijote, dio su espíritu y expiró.

20

Una fotografía de nuestros reporteros.

Arriba aparecen de izquierda a derecha: Jorge, Carlos, Christian, Esther y Ángela.

Abajo, Noemí abraza a su hermana Andrea y a su lado se encuentra Elena.