diccionario de dudas

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Diccionario panishpánico

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  • Gramtica del uso: a propsito del Diccionario Panhispnico de Dudas

    Mariano Franco Figueroa

    Universidad de Cdiz

    0. Prembulos

    La pluralidad significativa del concepto de norma, metodolgicamente segmentada en la

    estructuracin y determinacin coserianas de la lengua histrica y de la lengua funcional de una

    sociedad, facilita las diferentes posiciones crticas en la caracterizacin lingstica de su concrecin

    real, el habla, y acarrea distintos planteamientos en la consideracin de una supuesta

    estandarizacin de la lengua romance con mayor comunidad de hablantes esparcidos por el mundo.

    La variedad del espaol de las dos orillas, como lo nombra Alvar, asentada en los diferentes lugares y en los distintos contextos sociales en los que los individuos lo usan, pone en tela de juicio

    la consideracin de una norma exclusiva, basada en una supuesta coin lingstica, a ambos lados

    del Atlntico, y confirma que la base de una lengua comn, tomada como referencia segura de su

    unidad, condiciona una visin engaosa de la lengua y oculta su variacin intrnseca, con sus

    contrastes no slo fonticos y lxicos sino tambin gramaticales. La constatacin de distintos

    centros normativos no afecta al funcionamiento del sistema, porque, ms all del exotismo lxico

    que provoca el uso de jeans, con grafas yin o bluyn en Hispanoamrica, segn el DPD,por

    pantalonesvaqueros, o de la preferencia argentina por baulera y de la mexicana tapanco ante el

    peninsular trastero, todos los hispanohablantes entendemos los titulares de la prensa hondurea o

    guatemalteca cuando escriben: Europa recibi como un balde de agua fra el resultado del

    referndum (Tribuna, Honduras), como un auto x en contrava (hondureismo), o va contraria

    (La Hora, Guatemala)1.

    Asumida la concepcin variacionista de nuestra lengua, en el proceso de enseanza-aprendizaje

    se produce una situacin que exige una respuesta clara e inmediata a la pregunta qu variedad o

    norma del espaol ensear? La decisin que se adopte implica la inmersin en un proceso de

    planificacin, como parte de una poltica lingstica que conlleva inexcusablemente la seleccin de

    unos usos frente a otros; y es en este punto en el que se producen las discrepancias en torno a la

    justificacin de su norma. En el axioma de que el uso crea la norma, se olvida, a nuestro juicio, que

    se trata de unos hbitos lingsticos avalados por su propia evolucin histrica, por su aceptacin y

    difusin social en una comunidad de habla, porque no todos los usos devienen en norma o hbito

    regular ni poseen idntica justificacin en el sistema de la lengua. No hay que insistir, entonces, en

    la labor prescriptiva de la Academia, como institucin pblica que sirve de gua en la codificacin

    de la lengua, como requisito imprescindible para la labor docente tanto como lengua materna como

    en la enseanza de L2.

    Siempre han existido discrepancias entre la codificacin acadmica y la realidad lingstica

    social, como recuerda el reproche del acadmico gaditano Eduardo Benot, en suExamen crtico de

    laAcentuacin castellana (1888: 197), acerca de la prelacin de los usos en la tarea reguladora: 1 Todos entendemos, de acuerdo con los cromosomas de las palabras, como dice Grijelmo (1998), que altoparlante

    sustituye a altavoz, yerbero (Mxico) o yerbatero (Chile) a herborista, cargoso a cargante, especialmente en el Ro de

    la Plata, mamadera a bibern, aunque a veces mostremos cierta sorpresa ante la invitacin a darnos unos palos con que

    los dominicanos y venezolanos suelen tomarse unos tragos de licor con los amigos, o ante la respuesta que debemos dar

    a la camarera que nos pregunta le provoca un caf? con equvocos probables incluidos (Grijelmo 1998: 110), si no fuera porque la Real Academia ya recoge el uso colombiano y venezolano de apetecer, gustar. Pero no podemos obviar que, aunque apreciemos la originalidad de porsiacaso vianda que se lleva para el viaje, en Argentina y Venezuela, o de pioresnada novio, en Mxico, y de amansadora sala de espera, en Argentina, la innovacin lxica tiene su uso en las preferentes formas dialectales, con gran peso demogrfico, pero no siempre de norma culta en el

    espaol, como revelan los mexicanismos morralla, cochinito y los uruguayos chirolas, chanchito, para los trminos

    calderilla y hucha, respectivamente.

  • La Academia tiene que obedecer a una autoridad inapelable, que es la del uso, supremo legislador

    en materia de lenguaje; y yo no creo que exista en la Academia autoridad bastante para dar o quitar

    la ciudadana a las voces y a las locuciones.

    Esta confrontacin lingstica social se inclina inevitablemente hacia el uso comunitario y

    justifica, por ejemplo, la entrada en el DRAE de la forma esdrjula lite, frente al extranjerismo

    fontico elite, que prefera la Academia, la doble acentuacin aceptada para adecuar, aunque la

    forma ms culta, segn el DPD, es la que mantiene la pronunciacin diptongada, o el

    mantenimiento del xenismo whisky ante la propuesta adaptada gisqui, que perdera el esnobismo

    del trmino. Si bien hay casos en los que la aceptacin acadmica no responde al uso mayoritario2,

    es este el que crea la norma como se comprueba en la desaparicin del regular fredo frente a frito, o

    del olvidado idos, que algunos, en evitacin del uso incorrecto del infinitivo de obligacin iros,

    estima que debe sustituirse por marchaos (Ortega y Rochel, 1998: 99).

    Existe, pues, una necesidad insoslayable de evaluar, desde el anlisis riguroso y sistemtico la

    realidad lingstica de la lengua espaola, los aspectos lingsticos y sociolingsticos, tanto

    diacrnicos y como sincrnicos, que justifican la codificacin o normalizacin de los diferentes

    usos, ms all de la prescripcin monocntrica, y que representan la actual globalizacin idiomtica,

    ajena al centralismo metropolitano3 y vinculada a la extensin social de nuestra lengua en el mundo.

    El uso extenso y prestigiado en amplios dominios de la comunidad hispanohablante plantea

    conflictos con la prescripcin de la norma al restringir las opciones gramaticales y elegir una, en

    detrimento de las dems. El criterio de correccin se justifica en una funcionalidad comunicativa

    que respete la tradicin idiomtica y el carcter innovador de la lengua, con la exclusin de los usos

    que evidencian una ignorancia del propio sistema. La variedad estndar de esta norma, potenciada

    por su presencia en los medios de comunicacin y por la planificacin lingstica en la enseanza

    de lenguas, adems de otras motivaciones polticas, no excluye aquellas que pertenecen tambin a la

    lengua histrica, igualmente vlidas, aun cuando no coincidan con las opciones consideradas cultas

    en otras reas geogrficas. Porque, Qu respuesta se ofrece al alumno que oye en Andaluca, y no

    slo en los niveles ms populares, el pronombre ustedes y la segunda persona gramatical? Es un uso

    incorrecto y vulgar (Ramoneda, 1999: 126; Seco, 1998: s. v. usted), pero muy extendido en el habla

    regional, en detrimento de la forma vosotros, que en Amrica ha llegado a desaparecer y que

    arrastra, a su vez, la ausencia en esta norma regional de la forma pronominal os y del posesivo

    vuestro4y que acapara en estas zonas la referencia al tratamiento tanto formal como familiar, como

    recogen el DPD y la Gramtica prctica del Instituto Cervantes (2007: 55). Idntica pregunta

    plantea el uso del subjuntivo en ra, con valor de pluscuamperfecto de indicativo (encontr la facultad en la que estudi y en la que leyera su tesis doctoral), del que no tenemos constancia en el

    DPD, considerado como error (Alvar Ezquerra, 1999: 162) o interpretado como un arcasmo de

    registro culto, a veces, pero que no pertenece a la norma moderna del espaol (Grijelmo, 2001:

    195), aunque est presente en los escritos literarios y periodsticos (Nueva Gramtica, 2009, I:

    1085-1086), con exclusin de la lengua oral, por su sentido pedante (Bosque y Demonte, 1999:

    2924-2927). Al apoyo en el criterio gramatical apela Lzaro Carreter (1985: 149), a propsito de la

    finalidad didctica de la gramtica de una lengua: cuando el uso de la lengua ofrece dificultades,

    2As ocurre con la omisin el artculo en la fecha 1 de enero de 2000, cuando se tiene por norma general su presencia

    desde el ao 1 y los anteriores a Cristo hasta el 1100, y desde el 2000 en adelante (Martnez de Sousa, 2003: 348-349). 3 Centralismo, por cierto, que llega a contrastar las diferentes normas peninsulares con la castellana nortea, tomada

    como estndar, a pesar de que, en muchos casos, las llamadas desviaciones dialectales suponen un cambio en el sistema

    avalado por una aceptacin prestigiada, como sucede con la extensin del yesmo. Extraa que el DPD defina el

    fenmeno del ceceo como pronunciar la s con un sonido similar al que corresponde a la letra z en las hablas del centro,

    norte y este de Espaa, sin aadir comentario alguno acerca de su estigmatizacin, sobre todo si se apostilla en el seseo

    su aceptacin en la norma culta de andaluces e hispanoamericanos. 4 Resulta curioso que Seco (1998), s. v. vuestro, recuerde ahora la prescripcin de la norma regional: no es aceptable,

    pues, el uso que se encuentra en este ejemplo colombiano citado por Flrez: [...] otra vez en vuestra amable compaa, debe ser su amable compaa.

  • oscuridades, vacilaciones, la gramtica trata de robustecerlo y afirmarlo, porque lo vacilante y

    turbio no puede ser enseado.

    En la bsqueda de unos criterios que garanticen la correccin lingstica, la tendencia descriptiva

    de los diccionarios generales, entre los que se incluyen los oficiales y acadmicos5, no resultan

    suficientes para los usuarios que demandan una respuesta rpida y adecuada a determinados

    principios comunes lingsticos. Los mbitos de la enseanza y de los medios de comunicacin de

    masas revelan esta carencia con la proliferacin de los diccionarios de dudas y de los denominados

    libros de estilo, que suplen, en parte, la tarea codificadora acadmica ante las continuas

    discordancias entre la norma y el uso. La inmediatez informativa provoca una presin manifiesta en

    la redaccin de los artculos y crnicas que supera la necesaria reflexin de los textos escritos y

    exige, por ello, soluciones rpidas ante las dudas acerca de determinados usos gramaticales y

    lxicos. A su vez, la influencia del poder meditico en la difusin de sus normas6 lingsticas

    desarrolla asimismo la obligacin en el contexto educativo, especialmente en el universitario, de

    acudir a los recursos lexicogrficos que resuelvan las vacilaciones lingsticas.

    La mayora de estos textos presentan modelos coincidentes con la norma acadmica, pero aaden

    explicaciones en las que se sustentan los usos preferentes, segn el contexto sociocultural y

    geogrfico, y ayudan a conocer y valorar las opciones en el discurso lingstico con la aceptacin

    continua de nuevas frmulas expresivas que coexisten con la norma tradicional, a veces nica e

    ideal para la lengua culta, pero siempre modificable a raz de la preferencia popular por otra7. Su

    consulta resulta imprescindible en la didctica de una lengua, en la que el proceso de enseanza-

    aprendizaje exige, a medida que se adquiere mayor conocimiento de la lengua, una reflexin sobre

    las posibilidades competenciales de ese sistema, en su funcionamiento gramatical, sociolingstico,

    pragmtico y discursivo. En los ltimos diez aos, la labor Acadmica revela la promocin de

    textos que atienden a la pluralidad de normas tanto en la lengua como en su sistema sustitutivo

    escrito. As, las reivindicaciones ortogrficas, manifestadas especialmente por el nobel Garca

    Mrquez en el congreso de Zacatecas, han promovido la aparicin de la Ortografa de la lengua

    espaola (1999), revisada y ampliada exhaustivamente por el conjunto de las Academias en la

    edicin de 2010. El compromiso con la diversidad lingstica ha tenido su expresin en la

    Gramtica descriptiva de la lengua espaola (1999), de Ignacio Bosque y Violeta Demonte, y en el

    Diccionario panhispnico de dudas (2005), de la Asociacin de Academias de la Lengua Espaola

    y con la colaboracin del Instituto Cervantes. No se olvida tampoco la seleccin de un vocabulario

    que refleje los usos americanos en el lxico de nuestra lengua con la publicacin del Diccionario de

    americanismos (2010).

    5 En esta situacin se enmarca la queja de lex Grijelmo (2004: 15): Ya nos hemos quedado sin referencias claras,

    porque el Diccionario de la Academia ha abdicado de tal misin para convertirse en un diccionario de uso. 6 La influyente presin de medios de comunicacin ha provocado que muchos periodistas e incluso fillogos, aireen su

    tercera norma, la de un espaol comn en ambos continentes. Tejera (2003) la define como la norma que est

    desprovista de particularidades locales: se acerca a la oficial porque no altera su morfologa, pero es diferente porque no

    distingue s/z ni usa vosotros, el lxico es el de la RAE. Es la norma de la cadena informativa CNN, una norma exgena

    que se convierte en un supradialecto, con atenuacin de variantes locales, a la que cada norma particular encuentra

    objetiva y no modlica, y a la que considera ms cercana a la suya, en comparacin con la de otras regiones. Se trata de

    una abstraccin intermedia entre el habla de muchas regiones y el sistema, sin obligatoriedad, sin pretensin de ser la

    correcta o modlica, comprensible para toda la comunidad, lo que para Ral vila es espaol internacional. 7 Esta es la finalidad con la que Martnez de Sousa (2003: 19) concibe su manual de estilo, cuando en el apartado de la

    presentacin se manifiesta: que sepa el lector que en este libro no solo se le ofrecen recetas, sino que estas vienen

    aderezadas con explicaciones, justificaciones, discusiones, en algunos casos, a mi modo de ver, excesivas para los fines

    de la obra, pero que estoy seguro de que harn las delicias de los amantes de la lengua y dems biblilatras.

  • 1. El Diccionario Panhispnico de Dudas

    Este diccionario aparece con el objetivo de ofrecer informacin de la variedad lingstica y de

    proponer, de acuerdo con criterios sociolingsticos, la fijacin de los usos con carcter normativo,

    como expresa en el prlogo:

    El carcter panhispnico de este nuevo diccionario viene determinado tanto por su contenido y, especficamente, por la consideracin de las variantes regionales- como por su autora. [] Se propone el Diccionario panhispnico de dudas aclarar la norma establecida y atender a la vez a lo

    que los lingistas llaman norma en realizacin; de ah que oriente tambin sobre lo no fijado y formule propuestas guiadas por la prudencia y el ideal de unidad lingstica (pg. XII).

    Debido a la naturaleza relativa y cambiante de la norma, el Diccionario panhispnico de dudas

    evita conscientemente, en la mayora de los casos, el uso de los calificativos correcto o incorrecto,

    que tienden a ser interpretados de forma categrica. Son ms las veces en que se emplean

    expresiones matizadas, como Se desaconseja por desusado; No es normal hoy y debe evitarse; No es propio del habla culta; Esta es la forma mayoritaria y preferible, aunque tambin se usa, etc. Como se ve, los juicios y recomendaciones sobre los fenmenos analizados se conjugan, ponderadamente, los criterios de vigencia, de extensin y de frecuencia en el uso

    general culto (pg. XV).

    Sin embargo, esta poltica lingstica de codificacin de cortesa olvida que toda prescripcin

    normativa obliga a una seleccin de las posibles normas o variantes lingsticas e implica el

    prestigio de una en detrimento de las otras, la creacin de una norma abstracta alejada, en muchos

    casos, de la realizacin ms comn, y a un posible efecto digltico por el rechazo de la variante

    extraa8. Si la funcin esencial de un diccionario es la de servir de gua y orientacin para todo

    aquel que busca resolver una duda acerca del lenguaje, debe primar el doble valor de codificador y

    descodificador de la lengua, con el registro de una norma que afecta a la oralidad y a su escritura en

    el primer caso, y a la regularidad gramatical que se deduce para el segundo, con clara voluntad de

    seleccin normativa ms all de la descripcin de los usos.

    Ya Martnez de Sousa (2005) haba planteado sus dudas acerca del cumplimiento de su labor

    lexicogrfica, con acertadas observaciones sobre determinados criterios selectivos en los diferentes

    niveles lingsticos y sobre la funcin precisa del diccionario que no coincide con la de un manual

    de estilo. Insiste en la necesidad de un texto acadmico claramente normativo que solvente las

    dudas y ambigedades que suelen plantearse en el uso diario de la lengua. En esta misma idea nos

    situamos cuando constatamos la falta de prescripcin precisa que toda labor pedaggica y didctica

    requiere si contrastamos las indicaciones del Diccionario panhispnico de dudas con algunos de los

    libros de estilo ms generales9.

    No es la primera vez que alguien duda acerca de la correccin de una determinada construccin,

    a tenor de la generalizacin de su uso. As, las expresiones delante ma, arriba ma, alrededor mo,

    detrs mo, etc., presentan abundantes testimonios orales y escritos en personas de todos los niveles

    culturales, ms all de filiaciones estrictamente regionales. Si Lzaro Carreter (1997: 511), Seco

    (1998), Ramoneda (1999: 122), Alvar Ezquerra (1999: 97-98), Grijelmo (2001: 254), la Gramtica

    prctica del Instituto Cervantes (2007: 92), entre otros, rechazan este uso de forma tajante, a pesar

    de los abundantes testimonios en autores de prestigio, no parecen de la misma tesis los comentarios

    que recogen Alarcos Llorach (1994), Martnez de Sousa (1998), Bosque y Demonte (1999), cuando 8 Recordaba don Rafael Lapesa (1992: 281) que la norma de cada pas hispanoamericano difiere de la de otros: Mjico

    no aceptara la norma de la Argentina, ni viceversa; ni uno ni otro aceptaran la de Colombia; Venezuela, Ecuador, Per,

    Chile, no se sienten con ttulos inferiores. Ello hace que se mantenga la autoridad de la Academia Espaola como poder

    neutral mucho ms respetado, como digo, en Amrica que en Espaa con una condicin: que considere tan valedero como el uso culto espaol el uso culto de cada pas hispanoamericano. 9Nos sorprenden algunas consideraciones gramaticales del DPD y sobre todo su ejemplificacin, ms propia de un

    lenguaje especfico, como en el trmino enfiteusis cesin perpetua o por largo tiempo del dominio til de un inmueble, de gnero ambiguo, o la voz tuutem, con la que se ejemplifica el acento grfico del triptongo, y que, como coletilla de

    los breviarios, poca extensin social debe acaparar. Parece confirmarse un destinatario lector ms profesional y

    escasamente popular, como comentaba Martnez de Sousa (2005).

  • hablan de su extensin y empleo, especialmente, en la comunidad hispanoamericana10

    . La misma

    argumentacin de tono dialectal aparece en el Esbozo de la Academia (1991), aunque es evidente la

    frecuencia tambin en las hablas meridionales, ms all de un posible registro coloquial. En otros

    casos, este rechazo se matiza con observaciones diafsicas, como podemos comprobar en Garca

    Gutirrez et al. (1999: 86) que, a pesar de su condena, comenta la generalizacin, con especial

    incidencia en autores hispanoamericanos, y considera que no son del todo incorrectas, quizs poco

    elegantes. Para el libro de estilo del peridico ABC (1993: 42), esos usos son reprobables, y

    Gmez Torrego (1993: II, 51-52) estima que son correctas en contra nuestra, en favor nuestro, y a

    travs nuestro. La explicacin que se precisa exige la distincin prolija entre la norma acadmica,

    que separa lo correcto de lo errneo, y la norma sociolingstica, que advierte de lo adecuado frente

    a lo evitable11

    .

    Con estas premisas pretendemos mostrar, a travs de una cala en los diferentes artculos del

    Diccionario panhispnico de dudas, la aceptacin explcita de la variedad de normas que se

    describe y el contraste con ciertos usos prescritos por algunos libros de estilo, especialmente de los

    medios de comunicacin de masas ms generales en Espaa.

    2. Cuestiones grafemticas

    La divergencia de criterios la podemos observar tambin en el empleo de la tilde. El DPD

    recuerda que la Ortografa acadmica de 1999 introduce la novedad de considerar monoslabas las

    formas crie, crio, criais, crieis, fie, fio, flui, fluis, frio, friais, lio, liais, pio, pieis, guion, truhan, etc.,

    aunque indica que No obstante, es admisible acentuar grficamente estas palabras, por ser agudas

    y acabadas en n, -s o vocal, si quien la escribe articula ntidamente como hiatos las secuencias voclicas que contienen y, en consecuencia, las considera bislabas: fi, hu, riis, guin, truhn,

    etc.. Escasa y dudosa tcnica pedaggica se colige, a mi juicio, de esta orientacin que deja la

    acentuacin de estos trminos en la percepcin de quien escribe si es hiato o suena diptongo,

    mxime si se trata de nios.

    Tampoco resulta fcil la correccin en la voz Nobel, para algunos con acento llano habitualmente

    (Arroyo y Garrido: 1997, 248), aunque en su lengua originaria es aguda, y, como tal, no se acenta,

    si el DPD indica que se usa, incluso en la lengua culta, la pronunciacin llana, sin tilde por ser

    nombre propio no adaptado a nuestra lengua; o con el trmino libido, del que se oye cada vez ms

    su pronunciacin esdrjula, frecuente incluso entre los mdicos (Martnez de Sousa, 2003: 113),

    aunque su incorreccin, denunciada por el DPD, tenga la justificacin popular de la homonimia con

    lvido.

    No siempre los registros de los dobletes grficos reflejan idntico tratamiento. As,por qu

    harapo/harrapo/arrapo y solo desharrapado, sin precisin de su empleo, cuando en

    garapiar/garrapiar, el DPD considera que la primera es la forma preferida para los

    hispanoamericanos y la segunda ms usual para los peninsulares, y en escusado retrete nos advierte del uso hoy ms frecuente de la variante antietimolgica excusado. S coincide en la

    preferencia de las grafas simples aprisa/a prisa, deprisa/de prisa, enseguida/en seguida,

    10

    Kany (1976: 66) estima que la concordancia se estable con el adverbio/sustantivo, de ah que en Andaluca y algunas

    zonas americanas se diga encima ma, arriba ma, porque son palabras que termina en a, y parece lgica la concordancia en femenino. No obstante, recuerda que hay tendencia a concertar el posesivo con la persona o cosa a que

    se refiere: delante suya. Demonte (2001: 12) manifiesta que estas ltimas construcciones no podran llegar a ser

    estndar pues son simplemente agramaticales ya que el espaol no posee una regla de concordancia de ese estilo. 11

    A este uso social se refiere la advertencia que plantea el libro de estilo de El Pas (1990: 25), cuando sugiere que Hay

    que evitar expresiones tan desafortunadas (y frecuentes) como una joven de 33 aos. La norma es la siguiente: [...] joven y adolescente, de 13 a 18 aos; hombre o mujer, de ms de 18 aos; anciana o anciano, ms de 65 aos. Este

    ltimo trmino, sin embargo, slo debe emplearse muy excepcionalmente, y ms como exponente de decrepitud fsica

    que como con estadio de edad.

  • cortocircuito/corto circuito, etc., por la sencillez escrituraria (Martnez de Sousa, 2003: 142),

    aunque discrepe en la simplificacin en determinados grupos consonnticos y voclicos, bien cultos

    o populares, de los libros de estilo. As, se aconseja portaaviones (Martnez de Sousa, 2003: 144),

    pero el DPD prefiere la contracta portaviones; para el prefijo post-, el DPD recomienda la forma

    pos-, salvo ante palabras que comienzan por s, as defiende posdata, posoperatorio, pero el libro de

    estilo de La Vanguardia mantiene la t si la palabra comienza por vocal o s, postoperatorio,

    postsovitico; lo mismo ocurre para el prefijo trans- simplificado o mantenido, para el que conseja

    la forma simple (trasponer/transponer, trascender/transcender), pero El Pas prefiere la

    etimolgica (transponer, transpirar, transporte, transvasar, etc.). En el caso de nordeste/noreste, la

    primera forma es la que histricamente tiene ms tradicin y la ms usada para algunos (Seco,

    1998: s. v. nor-, nord-), aunque el Libro de estilo universitario de Arroyo y Garrido (1997: 250),

    ABC y El Pas sealan que est prescrito el uso de nordeste, forma que el DPD estima menos

    frecuente.

    La lematizacin vulgar no se lleva a cabo en todas la voces afectadas por una pronunciacin

    diferentes, porque, si bien se indica que no se admiten eruptar, erutar, erupto, eruto, por eructar,

    que no es correcta la forma mondarina, propia del habla popular, y que negrusco resulta

    desaconsejable, por qu slo eucaliptus frente a eucalipto, ambas admitidas aunque se prefiera la

    segunda, cuando existen variantes fonticas bastante extendidas, o por qu slo aparece ojal y no

    ajol, vulgarismo muy comn en variantes regionales. S tiene razn histrica la forma pantasma,

    empleada desde el s. XVI, que el DPD reprueba para la norma culta, aunque est presente en el

    habla popular de muchas regiones, entre ellas Andaluca.

    No entramos en la dificultad de aunar criterios para la adaptacin de los extranjerismos. Slo

    algunos ejemplos dan prueba suficiente de la variedad normativa: paipay se adapta ms a la

    ortografa espaola, pero es la forma paipi la ms asentada, como bonsi, dice el DPD. La

    adaptacin y el xenismo se registran en el diccionario oficial de los trminos chal/chalet,

    carn/carnet y bid/bidet. El DPD prefiere autostop a autoestop, aunque ambas son vlidas, estima

    mayoritaria apartotel frente a apartahotel, ante bacon/bacn, mejor beicon, para beige/beis, la

    primera es ms usada en Amrica y la segunda en Espaa, y defiende el mayor uso del galicismo

    claque que de su forma adaptada clac. La Ortografa acadmica (2010:604) seala jersey como

    grafa ms comn del espaol, pero recoge la preferencia de algunos pases americanos por las

    formas yrsey y yersi, ms cercanas a la pronunciacin inglesa.

    3. Cuestiones gramaticales

    Los morfemas constitutivos o flexivos permiten observar cierta divergencia entre uso y norma.

    As, al supuesto uso mayoritario que se le concede al plural sofaes, al lado de albalaes, faralaes,

    como terminacin prestigiada y literaria (Garca Gutirrez et al., 1999: 70), la Academia, como la

    mayora de los hablantes, insiste en que es sofs la preferida. El DPD seala que, aunque durante

    mucho tiempo se permiti la alternancia es/s a los nombres y adjetivos terminados en -a y -o tnicas, hoy slo se acepta el morfema de plural s, con excepcin de las voces citadas faral, albal, el adverbio no (noes) y, a veces, el uso del pronombre yo (yoes). En los extranjerismos, el

    DPD admite la adaptacin analgica de talibn/talibana/talibanes, y si para pster y paramster

    codifica su plural en -es, con discrepancias manifiestas, como, por ejemplo, el mantenimiento de s para el plural (La Vanguardia, 2004: 213), o el rechazo del anglicismo ltimo (El Pas, 1990: 301),

    no acta con idntico criterio al aconsejar el plural hndicaps, al que reprueba cuando se usa para

    sealar una situacin desfavorable. Con respecto al morfema de gnero, slo vamos a insistir en que

    no siempre el uso acuado oficialmente se consolida, porque, aunque se abren hueco jueza, fiscala,

    albaila12

    , recogidas por la Academia, se siguen prefiriendo las inalteradas (Arroyo y Garrido,

    12

    Pas (1990: 123) considera que no debe escribirse jueza; Seco (2000) admite slo las dos primeras con uso forense.

  • 1997: 449), e incluso La Vanguardia (2004) estima incorrecta jueza y recomienda la juez, por no

    seguir lo polticamente correcto. Y Alvar Ezquerra (1999: 71), en este sentido, recuerda que ya

    recogi rea y modisto, pero que muchos gramticos los consideran incorrectos, o poco usadas

    (Seco, 2000: s. v. rea). El DPD, aunque recomienda el mantenimiento del llamado gnero comn en

    los sustantivos adscritos a este grupo, indica que algunos han desarrollado con cierto xito la forma

    femenina en a, jueza, concejala, bedela, y estima plenamente vlida azafato, nombre que en Mxico se sustituye por el galicismo edecan.

    La concordancia verbal admite tambin la variedad de normas. El DPD acepta la primera y

    segunda persona del plural en los espaoles no estis/no estamos preparados, aunque lo ms

    normativo sea el empleo de la tercera persona del plural, y no ve rechazo en la frase es uno de los

    que piensa, usos que para Grijelmo (2004: 211) y Seco (1998: s. v. uno) no pertenecen a la norma

    culta, porque pueden tomarse como un caso de concordancia ad sensum (Ortega y Rochel, 1998:

    86). Poca explicacin normativa se observan en algunos libros de estilo (ABC, 1993:42, Arroyo y

    Garrido, 1997: 431, La Vanguardia, 2004: 251), como por ejemplo El Pas (1990: 122-123), que

    estima correcta la frase concertada entre el sujeto y el verbo, un grupos de personas se reuni ayer,

    e incorrecta el 60% de los encuestados opinan, con el aadido confuso de No obstante, no hay que

    aplicar esta norma a rajatabla y escribir el 5% de las mujeres est embarazado, frente a la funcin

    normativa que expresa el DPD cuando aclara que con verbos atributivos o con complementos

    predicativos la concordancia ser en plural, la inmensa mayora de las casas permanecan vacas,

    frente a otros tipos de verbos que mantienen la concordancia gramatical con su sujeto, el resto de

    los asistentes vot en contra (Ramoneda, 1999: 177; ABC, 1993: 42; Arroyo y Garrido, 1997: 431).

    El DPD estima incorrecta la construccin impersonal concertada con haber, haban dos nias

    embarazadas, aunque de uso muy entendido en el habla informal de muchos pases de Amrica y en

    Espaa, especialmente entre hablantes catalanes. Esta concordancia atrada, a pesar del purismo

    corrector de los gramticos, se extiende fuera de los usos populares al contexto del habla culta de

    comunidades americanas y espaolas (Kany, 1976: 226; Demonte, 2001: 15).

    De la apcope de algn y de ningn ante nombres que empiezan con tnica no siempre se

    tienen reglas seguras, porque para unos en la lengua cuidada debe mantenerse la forma completa

    (Ramoneda, 1999: 83; Seco, 1998, s. v. algn, ningn), y para otros est justificada la alternancia

    (Arroyo y Garrido, 1997: 427), e incluso la que afecta tambin a aquel (Gmez Torrego, 1993: II,

    49). La correccin de algn alma, ningn hambre, est avalada para Alvar Ezquerra (1999: 110-01)

    por su forma compuesta e igualmente vlida resulta la alternancia alguna guila/algn guila, para

    el DPD, que aade la recomendacin de vigilar la concordancia del adjetivo pospuesto: ningn

    guila majestuosa.

    En ocasiones, la estandarizacin oficial sigue la presin de un colectivo especfico y no de la

    comunidad en general, como comenta Grijelmo (2001: 238), acerca de la admisin de la

    construccin el da despus, con una supuesta adjetivacin del adverbio como sustituto de siguiente,

    que ha impuesto el lenguaje periodstico13

    y que se considera usual (Seco, 2000: s. v. despus),

    aunque el DPD recomiende su posible sustitucin por siguiente14

    . Desde ya, ya mismo, no son

    propiamente vulgares, pero es recomendable no usarlas. En Hispanoamrica son frecuentes dice

    Gmez Torrego (1993: II, 285); Seco (1998), s. v. ya, comenta que est de moda este uso americano

    y regional en la Pennsula, pero nada dice el DPD. Idntica situacin corre la forma desque, aunque

    Seco (1998), s. v. desde, acepta como arcasmo canario y antillano desque inmediatamente despus de que, con poco uso. 13

    El mismo sentido crtico manifiesta este autor, que tilda de error acadmico esta cesin ante la norma que se impone

    desde arriba y no del uso frecuente del pueblo, cuando censura la admisin de defender con el sentido de atacar, en el lenguaje deportivo del baloncesto, de restaurador para aludir al hostelero o mesonero de siempre, o de inteligencia con el significado de secreto (pgs. 412-414), o la inclusin del anglicismo informtico emoticn (pg. 427). 14

    La Academia registra este uso adjetivado desde la decimoquinta edicin, en 1925, con el ejemplo concreto el ao

    despus y recoge el da despus en la vigesimoprimera, de 1992.

  • Tambin Seco (1998), s. v. ayer, considera que ayer tarde, ayer maana deben darse por

    buenas, al menos en el mbito de los medios de comunicacin, aunque rechaza ayer noche que no

    ofrece ventajas con respecto al adverbio anoche, frente a la opinin de otros gramticos que las

    tachan como incorrecciones causadas por influencia galicista (Alvar Ezquerra, 1999: 126-127;

    Gmez Torrego, 1993: II, 343). El DPD manifiesta tambin el carcter normativo de todas estas

    expresiones, aunque indica que ayer maana no ha prosperado, por la propia ambigedad del

    trmino maana, y que anoche est ms extendida que su forma analtica.

    En lo que se refiere a la gramaticalidad de ambas opciones en antes que/de que anochezca, que

    se extiende tambin a despus que/de que, con tal que/de que (Ramoneda. 1999: 204; Bosque y

    Demonte, 1999: 638), el DPD comenta el cruce entre despus que y despus de que en oraciones

    temporales (despus que hiciera la obra, se march) o con sustantivo, pronombre o infinitivo,

    despus de subir la cuesta, que lleva a despus de que hiciera la obra, se march, hoy admitida

    como no dequesta15

    . La preferencia de la norma culta utiliza la construccin ms compleja,

    especialmente en el registro escrito16

    .

    La diferenciacin del relativo adverbial adonde/a donde ha quedado diluida en el DPD: Aunque

    hasta ahora se vena recomendando un uso especializado de ambas grafas: adonde con o sin antecedente expreso-, y a donde sin antecedente expreso-, esta recomendacin no ha cuajado en el uso y hoy se admite como correcto el empleo indistinto de ambas formas. Sin embargo, Seco

    (1991: 19), Alvar Ezquerra (1995: 115), La Vanguardia (2004: 83), Cerrolaza (2005: 30) continan

    con la distincin.

    La presencia de la preposicin de cambia el sentido en la perfrasis deber de/deber + infinitivo,

    probabilidad y obligacin, respectivamente; sin embargo, la confusin se halla extendida en todos

    los niveles e incluso se tolera con matizaciones. As, en la lengua oral se puede permitir la ausencia

    de la preposicin, nunca en la escrita (Gmez Torrego, 1993: II, 189), y resulta menos tolerable

    deber de por deber que al revs (Ortega y Rochel, 1998: 127) hasta el punto de que Seco (1998: s.

    v. deber) considera vulgar la obligacin con de. Para Ramoneda (1999: 176) la diferencia que hay

    que mantenerla en el habla y en la escritura y Alvar Ezquerra (1999: 194) encuentra igualmente

    incorrectos ambos casos. El DPDrecuerda que la lengua culta admite tambin el uso sin preposicin

    para la probabilidad y que la obligacin en la norma culta rechaza su uso con preposicin de: *los

    ciudadanos deben de pagar sus impuestos/debe de tener quince aos/debe tener cinco aos.

    Si la norma justifica la correccin al omitir que (le ruego me notifique la salida), con verbos de

    voluntad o de temor, aunque estas estructuras pertenezcan al mbito administrativo y comercial

    (Alvar Ezquerra, 1999: 140-141)17

    , sin embargo, no es opcional la presencia de la conjuncin en

    mientras/mientras que; la dificultad radica en que, en un caso, tiene valor temporal, y se puede

    prescindir de que, y en el segundo, adversativo, nunca se prescinde de la conjuncin (Ramoneda,

    1999: 187; Alvar Ezquerra, 1999: 141); y no es recomendable el uso de mientras por cuanto, al

    menos en el lenguaje cuidado, como indica Gmez Torrego (1993: II, 286-7), a pesar de que se

    emplee en la lengua familiar de Amrica y de Espaa (Seco, 1998: s. v. mientras; Bosque y

    Demonte, 1999: 3185)18

    , y de que el DPD lo registre como variable coloquial aceptable.

    15

    Gmez Torrego (1999) comenta los casos y las posibles causas del dequesmo, analgicas y de otra ndole, y lo afilia

    a usos poco cultos de andaluces y extremeos y a zonas argentinas y chilenas, como focos irradiadores en

    Hispanoamrica. 16

    Gmez Torrego (1993: II, 324) seala, ante ejemplos como la polica inform la colocacin de una bomba, la polica

    inform que haba/de que habauna bomba, que las construcciones con objeto directo de cosa son hoy raras y rayan en

    la agramaticalidad, por lo que es preferible el uso de la preposicin de. 17

    No hay que olvidar la doble posibilidad de algunos verbos: dudo que/de que, me da vergenza que/de que (Alvar

    Ezquerra, 1999: 144; Gmez Torrego, 1993: II, 185 y 326). 18

    Resulta curioso el comentario de Ortega y Rochel (1998: 117) que dice que contra ms es ms censurable que

    mientras ms en lugar de cuanto, y que este uso es rechazado por la norma culta.

  • El galicismo de las construcciones problemas a tratar/avin a reaccin ha llegado a tal

    extensin que acaba siendo tolerado. Seco (1998: 5) manifiesta, acerca de la expresin con

    infinitivo, que es probable que no tarde en ser acogida esta frmula por todos, no solo como

    consecuencia de su creciente auge, sino de la relativa necesidad que nuestra lengua siente de tal

    construccin. Al uso generalizado en los medios de comunicacin de masas (Ortega y Rochel,

    1998: 125), se suma la tolerancia acadmica en el lenguaje comercial y administrativo, sobre todo

    con sustantivos abstractos como asunto, tema, cuestin, ejemplo, etc., segn recoge el DPD, aunque

    los manuales de estilo recomiendan evitar su proliferacin (Pas, 1990: 120; ABC, 1993: 39;

    Arroyo y Garrido, 1997: 441). En el caso de la construccin con dos sustantivos, el DPD

    recomienda mantener la estructura tradicional con de, plancha de vapor. Alvar Ezquerra (1999:

    109-111) recuerda su origen extrao al espaol e indica que produce un efecto de pedantera, a

    pesar de que algunas no hayan sido tomadas como incorrectas, como avin a reaccin, olla a

    presin, que han pasado tambin al espaol americano (Seco, 1998: s. v. a); sin embargo, la

    recomendacin general en los textos didcticos sealan su poca utilidad y recomiendan (Gmez

    Torrego, 1993: II, 302 y 304; Grijelmo, 2001: 221) o exigen (Sarmiento, 1997: 283) sustituirlas.

    Toca tambin este diccionario acadmico el uso normativo de las preposiciones en expresiones

    de tiempo: *tres kilmetros a la hora/tres kilmetros por hora, con hora y unidades de tiempo

    inferiores, como minuto o segundo, solo es normal el uso de la preposicin por; o en a por, que

    estima que no hay razones para censurar el uso, aunque en Amrica no existe, en Espaa alterna a

    por/por, por la contaminacin de ir a por con la idea de movimiento.

    Pero, la extensin de un uso no siempre encuentra justificacin en el DPD, como en el caso de

    en base a, a nivel de o en funcin a, muletillas innecesarias y pedantes, y una mala prctica de

    estilo, que ni siquiera tendran cabida en el lenguaje forense, como se dice de la primera de las

    citadas, a no ser que evitara repeticiones innecesarias (Alvar Ezquerra, 1999: 128-129; Gmez

    Torrego, 1993: II, 346-347; Pas, 1990: 129), o en la construccin italiana no + verbo + pi, no hay

    ms necesidad por ya no hay necesidad, uso incorrecto y evitable que se oye en el Cono Sur

    americano.

    A veces, la duda para la aceptacin de un uso se justifica en la analoga con otro tenido por

    correcto. As, yo de ti por yo que t es incorrecta y regional (Seco, 1998: s. v. yo), quiz porque la

    norma exige que sea ti el complemento prepositivo, o que el cambio prepositivo por la conjuncin

    sea achacable a la influencia de otras lenguas, como el cataln (PDP). Algo semejante ocurre con el

    caso que comenta Gmez Torrego (1993: II, 111-112), no tengo ms padre que t/que a ti, ambas

    estructuras vlidas, y, aunque parece que la segunda que sera la gramatical, suele ser ms extraa

    en el uso. Si se oyen soy de por s, estoy fuera de s, volv en s, etc., consideradas incorrectas por el

    cambio de persona en la reflexividad, la explicacin habra que buscarla en la generalizacin de dar

    de s, de por s (Alvar Ezquerra, 1999: 93), esta ltima aceptada para la tercera persona, con la

    recomendacin de sustitucin por naturaleza para las otras dos personas gramaticales, segn el

    DPD. En referencia al llamado lesmo de cortesa, muy extendido tanto en la Pennsula como en la

    zona americana caribea, su generalizacin se explicara, entre otras razones, por la frmula

    estereotipada de los saludos y de las interpelaciones pblicas: le saluda atentamente; le puedo

    ayudar en algo? Su validez est corroborada por el DPD, que considera tambin aceptable el uso

    para el interlocutor femenino.

    Incluso algunas construcciones plantean dudas acerca de su carcter regional y de su extensin

    diastrtica: lo ms que se sabe es que, la mejor que lo pint fue, parecen que son incorrectas, y,

    aunque se han extendido por Canarias y regiones hispanoamericanas, aun entre hablantes cultos,

    conviene rehusarlas, dicen algunos gramticos, en contextos formales y escritos, y que el DPD, s.

    v. ms, estima de uso coloquial en Canarias y zonas americanas, aunque lo normal, en el espaol

    general, es poner ms detrs del relativo. Caso parecido se presenta con el uso de ms nadie, ms

    nada, ms nunca, que recoge el DPD como norma regional, pero que es rechazado por la norma

    culta del espaol europeo, aunque Seco (1998), s. v. ms, estima que es norma popular en

  • Andaluca, Galicia, Len y Canarias, frente Alvar Ezquerra (1999: 148-149), Gmez Torrego

    (1993: II, 286), entre otros, que lo consideran incorrecto y vulgar.

    4. Cuestiones lxicas

    Mucho se ha argumentado a la hora de elegir entre recursos propios y ajenos, sobre todo en el

    terreno lxico, con recomendaciones y preferencias en el uso de extranjerismos19

    . Para Martnez de

    Sousa (2003: 344) la voz marketing es aguda, igual que para La Vanguardia (2004: 213), pero para

    Seco (1998: 254) debe ser esdrjula mrketing y el DPD recomienda la adaptacin mrquetin,

    aunque aconseja el empleo de mercadotecnia y recoge el sinnimo hispanoamericano mercadeo.

    No parece coherente que el DPD califique a jazz de extranjerismo crudo, acepte jipi como

    adaptacin grfica, y mantenga sndwich/sndwiches frente la espaolizacin de yogur porque

    deben evitarse las grafas extraas a la lengua. Curioso resulta que Seco (1998: 335) aada que el

    extranjerismo sndwich ha sustituido en el uso a emparedado por afectada y a bocadillo por

    inexacta, y habla de la grafa colombiana sngiche, que el DPD no registra aunque s snguche. La

    falta de criterio tambin se extiende a los libros de estilo cuando la voz intervi, ms usada en

    femenino, segn el DPD, es rechazable para LaVanguardia, que prefiere entrevista, pero que

    admite como generales los xenismos parquet y parking, este ltimo adaptado en el DPD, como

    parquin, plural prquines.

    Son muchos los prstamos censurados por el DPD y su recomendacin continua para adoptar los

    que hayan sido introducidos en nuestra lengua. As, el coloquialismo deportivo mster no debe

    usarse para nombrar al entrenador, preparador, es preferible aficionado a amateur, afer, forma moderna de affaire, que bien poda recuperar su uso medieval y clsico en espaol para el

    significado asunto. Prefiere emoticono a emoticn, papel o funcin a rol, estima que entrada de datos no precisa del extranjerismo input, feedback es innecesario por retroalimentacin, balsismo

    por rafting, analgico con senderismo, paracaidismo, piragismo, stock es evitable por existencias.

    Elep es preferible a las siglas LP o al calco larga duracin, pero no en single que debe sustituirse

    por sencillo. Crea sobre fax el derivado faxear recogido en el DRAE y reprueba la grafa inglesa

    interface por interfaz y de *kindergarden por kindergarten, muy usual en Amrica, aunque exista

    jardn de infancia y parvulario. El DPD registra dosier, adaptacin grfica de la forma francesa

    dossier e indica Pueden usarse tambin los equivalentes espaoles expediente o carpeta. Al

    comentario del trmino ambig, adaptacin grfica de la voz francesa, que se usa para comida compuesta por platos normalmente fros que se sirven todos a la vez espacio donde se dispones, y lugar de un local de espectculo donde se sirven bebidas y cosas de comer, le falta la identificacin social de su uso, un tanto arcaico para los jvenes peninsulares y no tanto para los

    que hemos compartido espacio en nuestros institutos de bachillerato y los cines de barrio. Limita el

    galicismo afiche a su registro publicitario externo y el anglicismo pster para el significado de

    decoracin interior, ambos censurados en El Pas, pero presentes en otros libros de estilo, y

    recomienda el empleo de cartel.

    Falta informacin, a nuestro juicio, cuando se anota que papa, como sustantivo femenino, en

    Amrica, Canarias y el sur de Espaa significa patata. Qu trmino resulta ms usual en estas zonas y por qu? En qu norma, diatpica o diafsica, nos situamos. Y nada se dice de

    restauracin, hoy ampliamente difundido en la seccin de anuncios periodsticos, que no se recoge

    como derivado, aunque lo incluye la Academia en su vigesimotercera edicin, acepcin 5

    actividad de quien tiene o explota un restaurante.

    19

    En los manuales de estilo y en los diccionarios de dudas resultan habituales listas de extranjerismos con

    justificaciones acerca de su adopcin o de su rechazo. Las preferencias por lo propio son manifiestas: panceta ante

    beicon/bacon, abono por forfait, aerosol o pulverizador por spray, atractivo por glamour, pabelln por stand, alud por

    avalancha, estrenarse por debutar, etc. Y no slo en evitacin del prstamo innecesario, sino tambin en la adaptacin

    del xenismo: boicoteo, carn, estrs, pizza, quivi, yogurt, etc.

  • Aunque hemos de reconocer que la aceptacin social generalizada es la que provoca que la

    Academia haya dado entrada a los cambios semnticos producidos en los trminos cascos, enervar,

    deleznable, lgido, sofisticado, etc., no termina por justificarse que el DPD, que censura, por

    ejemplo, domstico por nacional, acoja determinados usos no siempre promovidos por la mayora

    de los hablantes y, en muchos casos, de nuevo se constata la impronta de los medios de

    comunicacin de masas, erigidos como centros irradiadores de innovaciones normativas. Qu razn

    hay para aceptar vlidas variantes semnticas en vivo en directo, ignorar no hacer caso (calco del ingls, admisible dice el DPD, por estar asentado en el uso culto de Espaa y de Amrica, desde

    la primera mitad del s. XX), serio grave (sin aadir ejemplo que concrete y aclare su empleo), puntual preciso, concreto (con la coletilla no hay por qu censurar su empleo, hoy muy extendido: problema puntual).

    5. Conclusin

    El DPD, como cualquier obra lexicogrfica, se justifica en la esencia de servir como solucionario

    de las preguntas y cuestiones que se plantean los usuarios de una lengua en cualquier momento. Si

    el conflicto entre lo normativo y el uso conduce inevitablemente a mostrar discrepancias en la

    valoracin de determinadas construcciones, la seleccin es primordial para la enseanza de

    segundas lenguas. No se necesita ser prolijo en los ejemplos para constatar la necesidad de poder

    contar con un manual de estilo para la L2 capaz de registrar la multiplicidad de variantes posibles y

    de ofrecer el grado de estandarizacin de cada una. De qu forma, si no, se podra confirmar que

    para nada es incorrecta con el sentido de en absoluto, que se aconseja no pluralizar ninguno/a20, aunque se escuche no tengo ningunas ganas, que en un horario la referencia explcita del smbolo h

    para la hora debe evitarse despus de las cifras: 10.20 (Garca Gutirrez et al., 1999: 93), y por qu

    es incorrecta, aunque presente incluso en registros cultos de regiones peninsulares y americanas, en

    lo que yo me visto, con el significado temporal de mientras (Ortega y Rochel, 1998: 146).

    En esta somera revisin del DPD y su contraste con algunos libros de estilo destaca la

    desigualdad de criterios para justificar las variantes de uso de nuestra lengua. A veces, por su

    finalidad globalizadora y polticamente correcta, otras, por su elaboracin especfica en lo referido a

    determinados mbitos sociales, bien periodsticos o estudiantiles. Insistimos, entonces, en el

    objetivo de contar con todos los medios lexicogrficos posibles que expliquen la lengua en sus

    diferentes niveles de uso, con sus particularidades gramaticales, y su funcionamiento en distintos

    contextos geogrficos.

    El conocimiento de la norma o normas de prestigio en uso, incluidas las regionales, es la base en

    la que sustentar la enseanza de la lengua espaola como L2, con la propuesta metodolgica que

    parte de la complementariedad de los conceptos de espaol de Amrica y espaol de Espaa, con

    diversidades gramaticales compatibles con la unidad del sistema. Las palabras de Violeta Demonte

    (2001: 4-5) resumen el compromiso de compartir una norma estndar para la enseanza del espaol:

    aceptarla [la estandarizacin] a ciegas y como instrumento de nivelacin en una nica direccin es

    una actitud contraria no slo a la justicia sino a la ecologa de lo biolgico-social: a la natural

    tendencia a la variacin que caracteriza la vida de las lenguas. Negarla de plano y predicar que en

    cada escuela ha de ensearse el dialecto de los alumnos y profesores que en ella convivan es, por

    una parte, dejar que sea el darwinismo social el que tome las decisiones y, de otra, condenar a

    ciertos grupos a que su movilidad dependa de la suerte de sus elites, en el caso de que las tengan.

    20

    Sarmiento (1997: 169) recuerda que se pluraliza en las respuestas a preguntas con referente plural: Envame a los

    operarios disponibles/no tengo ningunos disponibles.

  • BIBLIOGRAFA

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