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IPAPORTANCIA DI7 1.h CARTA I>E DERECHOS Y DEBERES ECONOMICOS DE LOS ESTADOS EN EL CObIERCIO INTERNACIONAI, DE LOS PAISES EN DESARROLLO Por el doctor Jesús C m n s c o Y CHÁVEZ Profesor de la Facultad de Derecho de la UNAM En materia económica, todo planteamiento teórico que se formule como una estructura cljsica, sin tomar en cuenta las conturbaciones y los ajustes quc la realidad susiere, corre el peligro de ser un cuestionario irihtil. Los problemas del intercambio entre los países desarrollados y los inrnos favorecidos, nos llevan a la necesidad de tomar en cuenta las con- diciones económicas en que se desempeiian las relaciones internacionales en lo que toca al comercio y el desarrollo de los pueblos. La Carta de Deberes Econóriiicos de los Estados, establece los criterios para el ajuste dinimico del comercio internacional, para que todos los pueblos compar- tan las metas de desarrollo que unos pocos han alcanzado. Acorde con esto, la voz de México se dejó oír en el Tercer Período de Sesiones de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD) en Santiago de Chile en abril de 1972, para que se instrume~itara jurídicamente un nuevo orden internacional más humano y mis justo. E1 Presidente de hl6xico Luis Echeverría dijo: "Desprendamos la cooperaciún econó~riicadel ámbito de la buena volun- tad, para cristalizarla en el campo del Derecho. Traslademos los principios consagrados de solidaridad entre los hombres a la esfera de las relacione^ entre los países". Las soluciones a los probleinas que el movimieiito comercial interna- cimal planea, tradicionalmente Iian sido preferidas; gracias a esta propo- sición, lian dc ser afrontadas con la objetividad quc requiercn. La importancia que el co~riercio internaciorial tiene en iiuestro tiempo hace revisar la teoría del intercambio tradicional que implicaba hasta hace poco la desconsidcracióii humanista de las relaciones mercantiles abriendo la brecha entre los países favorecidos y los menos afortunados con sus operaciones. La Carta de Dereclios y Deberes Económicos de los Estada nos niuestra palpablemente que en función de la solidaridad internacional la prosperidad de todos los Estados está necesariaiiiente ligada al destino cqxiiú:i de la 1i:iriia;iiilad. www.derecho.unam.mx

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IPAPORTANCIA DI7 1.h CARTA I>E DERECHOS Y DEBERES ECONOMICOS DE LOS ESTADOS EN EL CObIERCIO INTERNACIONAI, DE LOS PAISES EN DESARROLLO

Por el doctor Jesús C m n s c o Y CHÁVEZ

Profesor de la Facultad de Derecho de la UNAM

En materia económica, todo planteamiento teórico que se formule como una estructura cljsica, sin tomar en cuenta las conturbaciones y los ajustes quc la realidad susiere, corre el peligro de ser un cuestionario irihtil. Los problemas del intercambio entre los países desarrollados y los inrnos favorecidos, nos llevan a la necesidad de tomar en cuenta las con- diciones económicas en que se desempeiian las relaciones internacionales en lo que toca al comercio y el desarrollo de los pueblos. La Carta de Deberes Econóriiicos de los Estados, establece los criterios para el ajuste dinimico del comercio internacional, para que todos los pueblos compar- tan las metas de desarrollo que unos pocos han alcanzado.

Acorde con esto, la voz de México se dejó oír en el Tercer Período de Sesiones de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD) en Santiago de Chile en abril de 1972, para que se instrume~itara jurídicamente un nuevo orden internacional más humano y mis justo. E1 Presidente de hl6xico Luis Echeverría dijo: "Desprendamos la cooperaciún econó~riica del ámbito de la buena volun- tad, para cristalizarla en el campo del Derecho. Traslademos los principios consagrados de solidaridad entre los hombres a la esfera de las relacione^ entre los países".

Las soluciones a los probleinas que el movimieiito comercial interna- cimal planea, tradicionalmente Iian sido preferidas; gracias a esta propo- sición, lian dc ser afrontadas con la objetividad quc requiercn. La importancia que el co~riercio internaciorial tiene en iiuestro tiempo

hace revisar la teoría del intercambio tradicional que implicaba hasta hace poco la desconsidcracióii humanista de las relaciones mercantiles abriendo la brecha entre los países favorecidos y los menos afortunados con sus operaciones. La Carta de Dereclios y Deberes Económicos de los Estada nos niuestra palpablemente que en función de la solidaridad internacional la prosperidad de todos los Estados está necesariaiiiente ligada al destino cqxiiú:i de la 1i:iriia;iiilad.

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El volumen de las operaciones económicas de los Estados prósperos, no permitía la consideración del pauperismo en que se encontraban aquellos paises productores, más no transformadores de materias primas, por estimarse cuantitativamente que representaban un sector poco impor- tante en el comercio muridial.

Parecía como una ley incontrovertible que un incremento numérico de riqueza en los países productores, era acompaiiado del empobreci- miento de los recursos primarios de los paises proveedores sin que la prosperidad fuera equitativamente compartida. Esta falaz distribución de la riqueza basada en un incremento productivo, no constituía, debido a los consorcios, monopolios y empresas transnacionales, ni aún para las grandes masas de los países desarrollados, una expresión de progreso en lo que se refiere a la participación en los beneficios de la transformación de recursos en satisfactores.

La prosperidad se establecía en un solo sentido, de los países genera- dores, a los paises transformadores de materias primas.

Un punto de la sintomática de los países subdesarrollados consiste en que no tienen un mercado interno vigoroso y generalmente acuden a los mercados externos, para poder romper su deficiente período económico cuando el consumo interno no absorbe toda su potencialidad de produc- ción o su disponibilidad de trabajo.

Lo anterior no implica que un país en desarrollo al acudir a los mer- cados externos, haya saturado o colocado todos los satisfactores que pro- duce o necesita una comunidad, sino que a falta de la debida absorción de mercado, o de una capacidad de compra normal de los bienes, estos se desplazan al mercado internacional para poder aumentar con sus ventas la concentración de capital interno. La situación ideal de los países en vías de desarrollo sería plenar el mercado interno y vender sus excedentes en el mercado internacional, pero sucede a menudo que para compensar la balanza de pagos, los mejores productos de una sociedad acuden al mercado externo dejando en los mercados internos productos de menor calidad, incrementando de este modo el desarrollismo paupérrimo.

En ocasiornes el mercado interno se ve incrementando líneas de pm- ducción que no son las mis ventajosas para su economía y tampoco son competitivas en el mercado externo. La impravisación de las personas que manejan las exportaciones y la falta de consideración de la demanda externa resultan desfavorables deteriorando los tkrminos del intercambio internacional, lo que a la larsa reduce las percepciones económicas de la comunidad subdesarollada. Lo que en materia de política económica lleva a los órganos de poder a tomar medidas descalafonarias de control, bus- cando recuperar la competitividad en los mercados internacionales.

La substitución de la oferta de materias primas como sectores tradicio- nales de la exportación de los países en vías de desarrollo, por productos

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semielaborados, elaborados y servicios, es lenta ya que se obstaculiza por los países importadores bajo el pretexto de que merma su capacidad industrial y resta oportunidades de trabajo a sus nacionales.

Esta actitud, trata de contravertir, de hecho, el derecho a la indus- trialización y autosuficiencia comercial de los pueblos subdesarrollados. A 10 que el espiritu de la Carta en su artículo 14, formula: "Todo Estado tiene el deber de cooperar para promover una expansión y liberación sostenidas y crecientes del comercio mundial y un mejoramiento del bienestar y el nivel de vida de todos los pueblos, en particular de los países en desarrol!~. En consecuencia, todos los Estados deben cooperar con el objeto, inlcr alia, de eliminar pro,oresivamente los obsticulos que se oponen al comcrcio y a mejorar el marco internacional en cl que se desarro!la el comcrcio mundial; para estos fines se harán esfuerzos coor- dinados con objeto dc rcsolver de manera equitativa los problemas co- mercialcs de todos los paises, teniendo en cuenta los problemas comer- ciales específicos de los países en desarrollo".

Este planteamiento implica que, sin que disminuya la producción ni la demanda de los productos tradicionales de exportación, los países en desa- rrollo puedan; de la transformación de sus propios procluctos primarios adyegarse recursos adicionales, lo que se justifica en la elevación del nivel de vida existencia1 de las comunidades.

La colocación de los productos procesados en el mercado internacional requiere cierta flexibilidad en la demanda de importación de los países desarrollados y cierta elasticidad de los países exportadores para su ade- cuada organización en el cumplimiento de las cuotas de consumo.

El incremento de factores productivos debe mantener márgenes de previsión para el establecimiento de nuevas actividades industri~les, sin descuidar la economía tecnica y la adecuada disposición de los rccursos humanos para un desenvolvimiento equilibrado.

Los recurscs humanos, económicos, tkcnicos y financieros han de orien- tarse al fortalecimiento de la industria y el comercio destinado a satis- facer, no sólo las necesidades de consumo interno, o el procesamiento de sus excedentes, sino a disminuir las importaciones existentes con el trazo de políticas adecuadas a los paises en desarrollo. Sólo así, podri disminuir la brecha entre los países quc han alcanzado el biencsetar de los que aún se debaten entre la pobreza y la desesperanza.

Otro pinito de la consistencia de los paises en desarrollo es que no cuentan con los instrumentos económicos para afrontar un cambio adverso en su wmercio exterior respecta ar la tónica pnlítica trazada de aumentar las exportaciones, mejoran:lo la calidad o el costo del producto, sino que se disminuyen excesivameiite las importaciones sin que sean substituida adecuadamente con la prcducción local, originando cl mercado negro, el contrabando y marsinando la propia posibilidad industrial. Incurre en 10

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anterior la consideración de los recursos humanos y la mano de obra en los países subdesarollados que con frecuencia no es costeable por la impreparación de a1,gunos sectores obreros, o el retroceso tEcnico que presentan las industrias respecto de las bases financieras de los paises que sostienen líneas de creatividad e investigación constantes. En este sentido, todos son elementos que se presentan como una carga en los costos que abaten la competitividad del comercio en el exterior, y pro- can taponamientos en los mercados locales.

Si los altos costos abaten la posibilidad de colocar en el mercado in- ternacional los producetos locales, aunque la producción de recursos se encuentre en aumento, no estaremos en presencia de un país en desarmlio sino de una comunidad en crisis.

La consideración de esta realidad proyecta en el artículo 6 9 de la Carta, el deber que tienen los Estados de contribuir con sus aportaciones, al desarrollo del comercio internacional, sin descudir los intereses de los productores, ni de los consumidores, promoviendo la corriente de acceso a los satisfactores a precios estables y remuneradores desenvolviendo armó- nicamente al economía mundial.

Otra fase del subdesarrollo es estmcturada cuando por medio de los recursos que se captan en los mercados internacionales se tratan de rom- per las limitaciones del poder de compra de los nacionales e incrementar el mercado interno.

El incremento de la producción cuando se dirige al mercado interno ha de tener cierta elasticidad de diversificación tomando en cuenta la sa- turación de la demanda local. La producción local de bienes y servicios ha de tratar de acondicionarse a las circunstancias del mercado nacional de acuerdo con sus posibilidades contables de absorción. En este caso, el margen entre la demanda real y la demanda potencial ha de servir de perspectiva de absorción cuando el mercado internacional se vea restrik gido. De este modo, la producción adicional destinada a la exportación puede en un momento dado encontrar la posibilidad de un mercado substituido dentro de la peripectiva nacional.

Previendo, por una parte la capacidad de absorción del mercado na- cional, y por otra, las situaciones adversas en los costos del mercado internacional se puede implantar cierta elasticidad en la producción tomando en cuenta la realidad y la posibilidad entre oferta y demanda, y condicionar de este modo un drsarrollo constante. Esto implica una justa distribución del ingreso nacional.

A esto también coadyuva la cooperación internacional invocada en el artículo 199 de la Carta, ya que con el propósito de acelerar el creci- miento económico de los países en desarrollo y cerrar la brecha económica entre países desarrollados y los del tercer mundo, los prinieros deberán conceder un trato preferenckl geiierali~ado, sin ~eciprocidad y sin discri- minación a los segundos.

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Tampoco ~>o;Iemos omitir que en las prácticas internacionales tradi- iiuriiiniente se Iia liecho niodular las condiicta de algunos Estados que retenle le:: monol~olizar, en un solo sentido y con deterniinado procesa- :riizr?k, el comercia de los producto; que se colocan en el rnercatlo mun- dial, i;egando a otros países la oportunidad de su realización, por eso el articulo 4"e la Carta de Derechos y Deberes Econóniicos de los Estados cstablcce que todos los Estados tienen el mismo de:ec!io a practicar el coroercio internnririnal sin importar las <liferencias de sistemas politicos, económicos y sociales. Los Estados en la prictica del coincrcio interna- ciunal piieden elegir los instrumentos de sus relaciones exteriores y celebrar los acuerdos plurilaterales que sean coml~atibles con sus sistemas sin que sean objeto de discriminación.

La libertad de comercio dc los Estados se ve restringida por factores que están fuera de su alcance o control como cs el caso de las empresas transnacionalcs.

E1 falso progreso que se ha venido observando en los países del Tercer Mundo, consiste en que las empresas transnacionales llegan a un país, coadyuvan apnrentemente a su desenvolvimiento económico, invierten, implantan industrias con el pretexto de abrir nuevas fuentes de trabajo en beneficio de sus nacionales, y después, para dominar el mercado interno e impedir la libre concurrencia de otras empresas de distinto origen fo- ment.:n un falso nacionalismo, estranyulando en su beneficio, las econ* mías de los países a los que concurren.

Las transnacionales no sólo dominan el mercado sino que presionan e.n su beneficio a los sistemas de gobierno aún llegando a la subversión y : t i derrocamiento de gobiernos en su a f j n de crear regiones de influencia.

Una vez establecidas las empresas transnacionales fomentan el consu- rnisrno: utilizando el señalamiento de modelos de vida estrafalarios, por medio de la propaganda, del cr&dito, de la variación periódica y alterna- tiva de los satisfactores y el incremento de una aparente economía de prestigio, conturbando la opinión pública c insaciilando peligrosamente los recursos de las grandes masas de los países a los que concurren.

Las empresas transnacionales no se ligzzn a la vida económica de un pah, tan luego como le extraen el mayor provecho condicionan su expro- [iiaciiin y emigran a otro, dejando a su propia suerte al Estado que las acogió.

Contra este tipo de irregularidades se pronuncia la Carta en su articule Z', pámafo 2Q, apnrtado b, don& reconoce a los Estados el derecho de t~filainentar y vigilar las operaciones de las empresas transnacionales dentro de su jiirisdicción y donde también se les proliibe que intervengan rii los asuntos internos del Estado al que concurran.

Así, se veda el auge de sus ol>eracionrs, debido a sobornos de altos funcionarios para la adquisición innecesaria de sus pro- diictos. Con esta medida también se evita que las empresas transnaciona-

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les influyan en el poder público para que las empresas nacionales no operen dentro de su jurisdicción. Esta regulación trata de impedir así mismo, que las empresas transnacionales desarrollen corrientes de produc- ción que sólo satisfagan la demanda de los países desarrollados, sin tomar en cuenta las necesidades de los países subdesarrollados.

La libertad de los Estados implica primigeniamente que tienen derecho a explotar los bienes que dentro de su dominio y de su entorno, se encuentran.

El derecho del mar puede llegar a ser un instrumento poderoso para nivelar a los países con economías raquíticas, mediante la industrialización y la explotación nacional de sus productos. El derecho del mar otorga las condiciones para que los países ejerzan su soberanía sobre las zonas marí- timas contiguas y puedan aprovechar sus recursos naturales.

Se trata de cambiar el criterio de las naciones más poderosas que bajo el pretexto de la internacionalización de las aguas marinas, usaban de ellas en forma displicente, sin preocuparse de conservar sus recursos.

Hoy, ante la intervención de las naciones sobre la estructura ecológica marina, el aumento de la población mundial, los detritos depositados en el fondo del mar, el empleo de las especies marinas como reserva aliien- ticia, la extracción de hidrocarburos de la Plataforma Continental, impera la necesidad de reglamentar a nivel internacional el uso de las aguas marítimas continentale~. Un pa:s romo Mtxico con una extensión de diez mil kilómetros de litoral y con una plataforma marítima de extensos depó- sitos de hidrocarburos y mineras, no podía permanecer por más tiempo al margen del problema. Ha pedido la institucionalización de la zona marítima económica de las 200 millas, como base de un nuevo orden que garantice que el aprovechamiento y la explotación del mar sea rea- lizado en beneficio de la humanidad como una forma más justa de la distribución de la riqueza. El derecho de los Estados a controlar y apr* vechar para sí, los páramos marítimos implica la afirmación de su sobe- ranía sobre los recursos naturales, limitados y susceptibles de extinguirse por el abuso dc la libertad de pesca. También las riquezas ictiológicas y mineras de la plataforma continental, en principio, deben quedar en bene- ficio del Estado ribereño, lo que ha llevado a los internacionalista a acuñar el término de mar patrimonial o zona económica.

Tocó al licenciado Luis Echeverría Alvarez, Presidente de México, ex- poner esta tesis en Caracas, Venezuela, el 26 de junio de 1974, conjunta- mente con el país anfitrión y la república de Colombia: "Para nosotros, el mar patrimonial no es una mera zona de pesca preferente, sino que es exclusiva. La totalidad de sus recursos vivos están reservados a los nacio- nales del Estado ribereíío, aun en el caso de que este no disponga de medios propios para explotarlos del todo. Pero en esta última hipótesis el Estado costero debería otorgar licencias o concesiones a título oneroso, aunque en condiciones razonables, a nacionales de otros Estados para la

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explotación de los recursos sobrantes, obteniendo así el primero un bene- ficio económico y evitando que esos recursos se pierdan prra tmlcs".

Se ha sostenido que los nacionales de un país tienen preferencia en la explotación de sus recursos; y que los fondos marinos y oceinicos son pa- trimonio de la humanidad, para su aprovechamiento con fines pacíficos según lo regulado en el articulo 29 de la Carta.

Otro punto que disminiiye la capacidad de competencia en los paises subdesarrollados es la falta de una tenologia avanzada, ya que la obtienen de los países desarrollados por medio de instalaciones, convenios de asis- tencia técnica por expertos, o por la compra de maquinaria o procesos patentados.

El pago de la trasmisión de la tecnoIogía se considera. como un subs- tituto de la posible inversión nacional en instalaciones y capacitación de personal para la investigación, pem en realidad, los conorinijcntos tras- mitidos son obsoletos y caros. 1.0 que impide econúmicamcnte la explo- tación de los pro:luctos elaborados.

Las empresas ¿e los países receptores, frecuentemrnte veti restrin@do su campo de acción por el afán de Iiicro de las trasmisoras en cuanto a la extensión geográfica de los mercados internos y externos, cl uso de deter- minadas marcas, la cuota de prcducción, el pago de resalias, el alto costo de las operaciones, la satisfacción del personal administrativo aportado y la confinación de la producción.

El proceso de internacionalización de los satisfactores comprende que los países receptores aumenten su subordinación a los centros de emisión, pues su desenvolvimiento hace necesario clue la adquisición de tecnología más grandes. Como consecuencia de cste esfuerzo se producen dcscqui- libríos en la producción, en la distribución justa del irilreso, en la dispo- nibilidad de recursos Iiumanos, en la p6rdida de competitividad en el mercado mundial y en el presupuesto pirblico de los ~a í s e s subdesa- rrollados.

En las últimas décadas, los paises receptores de tecnologia. que han pretendido apoyar su desarrollo en la demanda externa, cuando ésta dis- minuye, ponen cn peligro su economía, ya que la exportación de produc- tos claboradcs en substitución a la de materias primas, es todavia critica y no alcanza la importancia necesaria dentro del contrxto del comercio mundial.

En cste orden de ideas el artículo 13 de la Carta establece que todo Estado para acclerar su descn\~olvimiento, tiene dererlio a aprovechar los avances de la ciencia y de la tecno!ogía. Que la provi:rión de los cono- cimientos ticnico3 debe tomar en cuenta los intereses 1c:ítimos tanto de los países trasrnlsores como de los receptores. Que los paises eii desarrollo para expandir y transformar su cconornia deben tener acceso a los avances científicos y tccnicos modernos. con la colaboración de los países dcsarro- Ilados. :Zsi mismo, las tareas de investigación son obligaciones comunes a

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todos los Estados para trasmitir la tecnología teniendo en cuenta las iiigencias de los países en desarrollo.

La Carta de Derechos y Deberes de los Estados aprobada el 12 de diciembre de 1974 en la Asamblea Plenaria de Las Naciones Unidas instituye un nuevo orden en las relaciones comerciales para asegurar la paz iiiternacional y el desnrollo de los pueblos del Tercer Mundo.

Esta Carta implica un proceso dinámico y justo en pro del desenvol- vimiento económico de los pueblos marginados, y recoge las justas deman- das de los países subdesarrollados, bajo el principio de la corresponsabili- dad de los pueblos, referentes a mejorar precios para sus productos primarios, la eliminación de limitaciones a la transformación de los pro- ductos, la transferencia adecuada de recursos financieros y tecnológicos a menor costo y con más celeridad a los países menos favorecidos, el aba- timiento de condiciones de los países desarrollados a los menos prósperos para el intercambio comercial, la abolición de las prácticas administrativas di$cnrninatorias de las esportaciones de los paises no industrializados y la prohibición a las empresas transnacionales de intervenir en los asuntos internos dc los Estados.

La Carta de Derechos y Deberes Económicos de los Estados, fomenta la coperación internacional en materia económica, comercial, científica y técnica basada en la equidad de beneficios para crear las condiciones favorables para el desarrollo, y lograr la prosperidad para alcanzar niveles de vida más elevados; tiene como propósito eliminar la brecha entre los países boyantes y los países pobres. Consagra la esperanza de la huma- nidad en un mundo cada vez más justo y cada vez más digno.