desarrollo humano: problemática y fundamentos de una política

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Gestión de las Transformaciones Sociales (MOST) Documentos de debate - No 20 Desarrollo humano: problemática y fundamentos de una política económica Simeón Fongang SEIS-99NSl2 ORGANIZACION DE LAS NACIONES UNIDAS PARA LA EDUCACION, LA CIENCIA Y LA CULTURA

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Gestión de las Transformaciones Sociales (MOST)

Documentos de debate - No 20

Desarrollo humano: problemática y fundamentos

de una política económica

Simeón Fongang

SEIS-99NSl2

ORGANIZACION DE LAS NACIONES UNIDAS PARA LA EDUCACION, LA CIENCIA Y LA CULTURA

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l El P rograma MOST

La UNESCO creó el P rograma “Gestión de las Transformaciones Sociales” - MOST - para favorecer la investigación comparada internacional en el campo de las ciencias sociales. Su objetivo primordial es respaldar investigaciones independientes de gran envergadura y de larga duración y comunicar la información y las conclusiones a quienes han de tomar decisiones. MOST organiza y apoya investigaciones en tres ámbitos altamente prioritarios

1. La gestión del cambio en las sociedades multiculturales y multiétnicas

2. Las ciudades, centros de transformación social acelerada

3. La gestión local y regional de las transformaciones económicas, tecnológicas y medioambientales

l El autor :

Siméon Fongang, economista camerunés, titular de un Doctorado de Ciencias Económicas, ha dedicado gran parte de su tiempo al estudio de los indoicadores del desarrollo humano. Actualmente es profesor adjunto de enseñanza e investigación en la Universidad de Poitiers (Francia),

l Los documentos de debate del MOST

La colección de Documentos de Debate del P rograma MOST presenta las contribuciones de los investigadores especializados en los ámbitos de estudio del MOST. Se publica para contribuir al debate científico internacional sobre estas cuestiones.

l Títulos disponibles (en Enero de 1999) :

1. Las sociedades multkulturales y muftiétniws. Henri Giordan. 1994. Ing/Fr/Esp

2. Ciudad y gestión de las tranSormac¡onessociales. Céline Sachs-Jeantet. 1994. Ing/Fr./Esp

3. Diferenciación de los regirnenes de crecim iento y de gestión de fa reproducción socídl. Pascal Byé. 1995. Ing/Fr/Esp

4. La investi~gación urBana en América Latina: tendencias actuales y recomendaciones. Licia Valladares y Magda Prates Coelho. 1995. Ing./Fr./Esp

5. La gestión de la multiculturalidad y la multietnicidad en América Latina. Diego A. Iturralde. 1995. Ing/Fr/Esp

6. LO globab lo /ocs/, lo híbrido. Heinz R. Sonntag y Nelly Arenas. 1995. (en español solamente)

7. Reflections on the Cballenges CoM-onting Post-Aparfeidsouth Afriw. B.M. Magubane. 1995. (en inglés solamente)

8. La gestión lowl y regional de las transformaciones económicas, tecnológiws y medíoambientales. S. Jentoft, N. Aarsaether y A. Hallenstvedt. 1995. Ing/Fr/Esp/Ruso

9. Des paHenaM& dans nos villes pour l’innovation urbaine. Francis Godard. 1996. Ing/Fr

10. Divetzsité: bonne et mauvaise gestion. Le ws des wnffiíts ethniques et de l’&fiwtiOn de I’Efat dansle monde arabe. Saad Eddin Ibrahim . 1996. Ing/Fr

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ll. Urbanisation et recberche urbaine dans le monde arabe. Mostafa Kharoufi. 1996. IngJFr

12. Public Polkyand Et%& Com7ict. Ralph R. Premdas. 1997. (en inglés solamente)

13. Sorne Thematic and Strategic Priorities for Developing Research on Multi-Ethnic and Multi-culturaa/So~~eties. Juan Díez Medrano. 1996. (en inglés solamente)

14. La tecnología de la información incorporada a la empresa : una fransformacion social clave en los estados Unidos. Thomas R. Gulledge & Ruth a. Haszko. 1997.FrJEsp

15. Global transformations and coping sb-ategies: a research agenda for the MOST Programme. Carlos R.S. Milani and Ali M.K. Dehlavi. 1996. (en inglés solamente)

16. Thenewsocialmorphologyofcities. Guido Martinotti. 1996. (en inglés solamente)

17. Societies at risk? The Carrbbean and Global Change. Norrnan Girvan. 1997. (en inglés solamente)

18. Repliwting Social Programmes: Approaches, strategies and conceptual issues. N ico van Oudenhoven & Rekha Wazie. 1997. Ing/Fr

19. MH/SIDA et entreprise en A frique: une réponse socio-médiwle à l9Impact économique? Llexemple de la Côte d7voire. Laurent Aventin et Pierre Huard. 1997.( en francès solamente)

Los hechos y las opiniones expuestos en esta colección son de la entera responsabilidad de los autores y no corresponden necesariamente al punto de vista de la UNESCO.

Los límites que figuran en los mapas que se publican no entrañan reconocimiento oficial alguno por parte de las Naciones Unidas ni de la UNESCO.

Las publicaciones MOST también están disponibles en formato electrónico en el espacio Web del Centro de Intercambio de Información de MOST: www.unesco~org/most

Publicado por el Programa MOST Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura

7, place de Fontenoy, 75700 París, Francia htpp://www.unesco.org/most

0 UNESCO 1999

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DESARROLLO HlJM4NO: PROBLEMATICA Y FUNDAMENTOS DE UNA POLITICA ECONOMKA’

Simeón Fongang

(IERS, UMR 6588~CNRS, Facultad de Ciencias Económicas, Universidad de Poitiers) 93, avenue du Recteur Pineau, 86022 Poitiers Cedex (Francia)

f (33 5) 49 45 3170 @ (33 5) 49 45 30 97 E [email protected]

El estudio de los problemas económicos y sociales en términos de “desarrollo humano” es objeto desde 1990 de una publicación annual del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), el Informe sobre Desarrollo Humano2. En palabras de su iniciador, ese estudio pretendía sentar las bases de un nuevo enfoque, abriendo así el debate mediante una contribución a la definición, la medición y el análisis político del desarrollo humano. Es importante definir con precisión este proceso metodológico porque estas tres dimensiones del enfoque del desarrollo humano caracterizan a los sistemas de economía política, mediante la vinculación entre la problemática, el análisis y la política.

En el siguiente esquema se muestra la articulación de esos tres elementos, en relación con el mundo real.

PROCESO

(Realidad socioeconómica)

Fundamlntos:

Fibsojia ;

Poirsica

(finalista y/O normativa) _.___-_.-..- .-- ~‘-‘----‘-‘--.‘-,------.------ (normas) Preocupaclones A

I I

Información Recomendaciones

ANALISIS EoFtIcOS

(fOm&zacioneS, representaciones)

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Un verdadero sistema de economía politica se caracteriza por la ordenación coherente representada en el esquema anterior por flechas con trazo continuo. Las recomendaciones proceden de un análisis científico de alcance general. En cambio, un enfoque que no revista un carácter de sistema podrá limitarse a enunciar una problemática, ya sea partiendo de las preocupaciones políticas coyunturales, o de la realidad socioeconómica, y a formular directamente recomendaciones de política que aplicar, sin fundamentarlas con un análisis de alcance científico. Tal procedimiento se representa con flechas en punteado entre los recuadros de la problemática y la política, y corresponde al triángulo “Problemática - Política - Proceso”.

,La función que el PNUD atribuye al nuevo enfoque corresponde a un procedimiento sistemático. Por lo que se refiere al desarrollo humano, en primer lugar Za definición se orientaría a especificar la problemática, o sea, el objeto (la finalidad perseguida); Za medición, a elaborar un instrumento de información y un marco analítico (matemático) del cuestionamiento anterior, y, por último, el análisis político a formular recomendaciones políticas coherentes con las dos etapas anteriores.

La medición del desarrollo humano se efectuó estableciendo un índice de desarrollo humano (IDH), que toma en cuenta la educación, la salud y la capacidad de disponer de un ingreso suficiente para vivir decorosamente.

Nos proponemos plantear las siguientes preguntas: Len qué consiste la especificidad de este procedimiento ?, ihay algún obstáculo conceptual que se oponga a su desarrollo? y, por último, icuáles son las condiciones previas y el procedimiento necesarios para aplicar una verdadera política de desarrollo humano?

En la primera parte intentaremos mostrar de qué manera esta problemática tiende a poner la ciencia económica al servicio del ser humano; en la segunda subrayamos las exigencias del rigor científico en el análisis de una problemática de carácter epistemológico, como la del desarrollo humano, por encomiable que sea su finalidad.

Efectivamente, el afán de elaborar un sistema que asocie la eficucia económica y J!U prosperidad de cada ser humano en la sociedad es el fundamento del enfoque utilizado por el PNUD para abordar el desarrollo humano, incluso si esa preocupación no es nada nuevo3.

De ahí la oportunidad de determinar cuáles son los puntos de la evolución del pensamiento económico, en que se apoyó este nuevo enfoque para poder decir en qué medida el enfoque del desarrollo humano se inscribe en la continuidad de la ciencia económica moderna, en qué puntos se opone a ella y en qué se propone trascenderla.

I. La ciencia económica al servicio del ser humano

iPor qué elaborar un concepto de desarrollo humano? El interés y el mérito del nuevo enfoque del PNUD radican en que se pone de relieve el bienestar humano como finalidad de cualquier proceso de desarrollo económico y social. Con ese fin el enfoque del desarrollo humano cambia radicalmente la perspectiva que consiste en insistir únicamente en el progreso material y en considerar que es la finalidud, y lo reemplaza por el bienestar del individuo como finalidad última.

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Al hacerlo, apela a una nueva visión de los problemas porque, como afirma el PNUD, las consecuencias de colocar a la población en el centro del cambio político y económico son muy profundas. (...) Exigen nada menos que una revolución de nuestro pensamiento4. Según el Informe, el proceso de desarrollo debería, por lo menos, creoy UIZ ambiente favorable que dé a los individuos y a las colectividades una posibilidad de realizar su potencial y llevar una vida creativa, productiva, que se adecúe a sus necesidades y sus interese.8 (las itálicas y negrillas son muestras).

Sin embargo, el hecho de poner de relieve los fundamentos de esta metodología revela que, desde el punto de vista de la problemática, esta preocupación no es nueva en absoluto pero que, por el contrario, si se la contempla desde la perspectiva del análisis, resulta muy innovadora. En un sistema completo de economía política, el análisis científico y las consiguientes recomendaciones de nolítica dependen de la orientación dada por la problemática.

A. La diversidad de las problemáticas

Basta con asomarse más allá de las fronteras de la disciplina o a la historia del pensamiento económico para percibir la variedad de opiniones acerca de la mejor manera de realizar el bienestar de la persona.

Distinguiremos entonces una problemática humana, centrada en el ser humano, y una problemática del enriquecimiento, centrada en la búsqueda del progreso material.

Según Alain Barrère, las primeras sistematizaciones de respuestas a una problemática son mérito de los fisiócratas. Los precedió un largo periodo durante el cual se desarrolló la problemática, desde los autores griegos de la Antigüedad hasta los mercantilistas, pasando por los autores de la escolástica medieval. Las obras de la Antigüedad y de la Edad Media estaban orientadas hacia una problemútica humana, mientras que las de los mercantilistas se orientaban más bien hacia una problemática del enriquecimiento.

En las doctrinas de la antigüedad, la filosofía moral ocupaba un lugar importante. Según Adam Smith6 lo que se proponía la antigua filosofía moral en sus investigaciones era saber qué es lo que constituye la perfección y la felicidad del hombre, considerado no sólo como individuo sino como miembro de una familia, de un Estado y de la gran sociedad del género humano. Esa filosofía trataba de los deberes y de los medios para llegar a la perfección y a la felicidad de la vida humana’.

iCuáles eran las respuestas de los antiguos a la problemática humana?

l la ciudad para los filósofos griegos (Jenofonte, Platón, Aristóteles)‘,

. el individuo para los moralistas griegos (Epicuro, Epicteto)g y los juristas romanos (Séneca, Marco Aurelio),

l el bien común para la escolástica medieval (sobre todo, Santo Tomás de Aquino).

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Otros rasgos comunes a las obras de estos autores son los siguientes:

a> cwesponden a una concepción global del ser humano o de la sociedad, de modo que esta concepción es su única justificación;

b) ponen de relieve elementos normativos, pronunciándose sobre lo que está bien,y lo que está mal, lo que es bueno y lo que es malo, estableciendo escalas de valores y expresando preferencias.

El problema planteado, objeto de su reflexión, consiste en preguntarse “gómo realizar el bienestar perfecto del ser humano?” (en que la expresión “bienestar perfecto” tiene el significado de “felicidad”, “vida dichosa”, “ vivir bien” entre los autores griegos y romanos o de “beatitud” en la escolástica)“.

De este problema fundamental derivaban otras preguntas que debían guiar la reflexión: iCuáles son los factores que determinan el bienestar humano?; ia cuáles de esos factores se debe dar prioridad? y icuál debe ser la jerarquía de los niveles de bienestar humano?

Las respuestas al problema planteado fueron muchas:

Según los autores griegos del periodo ático, la condición para que se haga realidad la felicidad para todos depende de una mejor organización de la ciudad, al ser la ciudad el lugar por excelencia en que la división de tareas libera más rápido al ser humano de las limitaciones materiales y al mismo tiempo le facilita el acceso a una vida en que predominen la actividad contemplativa y el desarrollo del intelecto (en el sentido de la mayéutica).

Los autores griegos y romanos mencionados a continuación insistirán en el individuo más que en la ciudad, y en la satisfacción de las necesidades.

Epicuro (341-270 A.C.) estimaba, por su parte, que en la búsqueda de la felicidad el ideal consistía en eliminar cualquier dolor del cuerpo y cualquier perturbación del alma (o cualquier tensión psicológica). Para lograrlo, proponía limitar la dependencia de los bienes exteriores y preferir los que en nosotros mismos están, en cualquier momento y de manera ilimitada. Para Epicuro, el medio para alcanzar esa vida feliz reside en “el razonamiento atento, capaz de hallar en cualquier circunstancia los motivos de lo que hay que escoger y lo que hay que evitar y de rechazar las opiniones vanas, de las que procede la mayor turbación de las almas”‘“.

Para Epicteto (50-130) representante del estoicismo, la satisfacción de las necesidades forma parte de una moral del destino. Estima que el bienestar perfecto depende de la conformidad del individuo con Za naturaleza. El ser humano alcanza la felicidad cuando juzga como necesariamente bueno todo lo que le sucede; porque, según Epicteto, la desdicha proviene de la separación oue hav entre la situación real que vive el individuo u representación que él tiene de un orden que habría debido ser o se mide por ella. Minimizar esa separación es la condición para la felicidad. Para lograrlo bastará con que la persona se conforme con lo que es, que sucede naturalmente. La acción de la voluntad debe permitir al individuo limitar la amplitud de sus necesidades ajustando sus representaciones y sus deseos a los elementos del mundo real”.

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Séneca (2 A.C. - 63, el estoico, llegó incluso a aconsejar a un discípulo rico que se ejercitara para vivir modestamente durante algunos periodos de forma que no fuera a sufrir si un día llegaban a faltarle todas las comodidades que le proporcionaba la riqueza.

La respuesta de los autores escolásticos’2 (Tomás de Aquino) al problema del logro del bienestar humano se centra en la búsqueda del bien común. El enfoque integral escogido por estos autores les permite atribuir la preponderancia al “todo” social, con respecto a la “parte”, vale decir que la sociedad es más importante que el individuo. El ser humano, en sus condiciones de vida, es considerado sólo en una perspectiva idealista: la preocupación apunta más a lo que debería ser que a lo que es efectivamente hic & nunc.

Según Tomás de Aquino la acumulación no debe ser la finalidad de la existencia humana13, máxime cuando sólo la necesidad de satisfacer las necesidades mutuas de las partes parece haber primado en el origen del intercambio. La jerarquía que establece entre los bienes que pueden favorecer el acceso a la “beatitud” coloca a los bienes materiales en los peldaños más bajos de la escala, puesto que no son sino un medio de engrandecer bienes más altos, que para él son los habitus (que Aristóteles define como capacidades y disposiciones naturaZes)‘4 y el alma. Tomás de Aquino propugna el desarrollo previo de los habitus (los bienes del cuerpo como Za salud y Za educación)15, con miras a desarrollar el bien del alma, último requisito para acceder a la beatitud. “Es razonable, dice, que se prefiera el bien del cuerpo a los bienes exteriores, simbolizados por el dinero, y que se prefiera el bien del alma a todos los bienes del cuerpo”‘6 (la itálica y negrilla son nuestras).

Con los mercantilistas vuelven a predominar los principales caracteres de una problemática del enriquecimiento como son el afán de adquisición, Za acumulación y Za competencia. La adquisición de bienes exteriores se convierte en un fin en sí. Trastrocando la jerarquía de los escolásticos, los bienes materiales pasan a ocupar lo alto de la escala, quedando por debajo incluso los bienes del cuerpo, que no sirven más que como medios para adquirir bienes materiales (la buena salud y las altas calificaciones constituyen el capital humano más productivo). Por esta razón, la economía política nacerá bajo la estrella de una problemática del enriquecimiento.

Desde Pierre Le Pesant de Boisguilbert en adelante se desarrollan los sistemas, y los fisiócratas y los autores posteriores se inscriben en la lógica de la ley natural.

Paralelamente al de Adam Smith aparecía otro sistema completo de economía política, el de Etienne Bonnot de Condillac17 con una problemática humana, aunque no llegó a tener la misma proyección que el de Adam Smith.

Después de Adam Smith, al tiempo que se mantenían la concepción y la metodología de un sistema de economía política, los estudios conferirán al contenido de éste dos orientaciones divergentes. Una, que seguía el legado de Adam Smith, tenía que ver con una problemática del liberalismo individualista, y la otra se apoyaba en una problemática de la colectividad que en la interpretación de la vida económica concede importancia a la función de la sociedad, la historia, los grupos sociales y los conflictos de intereses. Se desarrollarán así los demás sistemas de economía política: el sistema clásico, liberal e individualista y los sistemas socialistas.

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Sin embargo, el desarrollo de los sistemas llegó a su fin con los teóricos de la utilidad, que, rechazando las finalidades del sistema liberal y el sistema socialista, trataron de construir una ciencia sin finalidad, sin problemática doctrinal. A ello se debe el auge de los análisis sin problemática manifiesta. Esta posición, que prefiere el análisis y rechaza toda problemática doctrinal o finalista, se desarrolló entre 1870 y la primera mitad del siglo XX’*. Los adeptos del análisis sin problemática o finalidad prosiguieron una tradición instaurada por los fisiócratas, que consistía en hacer de la formalización matemática la característica de la disciplina económica”; si bien hicieron que la fase de análisis contara con mejores bases, les falto la función directriz que se esperaba de la doctrina.

La posibilidad de analizar, formalizar y cuantificar los determinantes de una problemática constituye la principal característica de la metodología de la economía (problemática, análisis, política) y también es el criterio de credibilidad de toda metodología económica que establezca una relación coherente entre la problemática, el análisis científico y las orientaciones políticas que de ahí deriven. Es preciso destacar, sin embargo, la función rectora de la problemática (la finalidad doctrinal inicial) en esta metodología: una vez enunciada la problemática, la continuación depende de ella. Esto vale para todo análisis que corresponda a una problemática humana.

El análisis económico (formalización y desarrollo matemático de la ciencia económica) progresa en esta perspectiva. Seguramente por esta razón toda problemática humana puede parecer “una opinión entre tantas”, y de pronto cobra mayor pertinencia cuando se trata de pasar a la fase de medición y análisis (en el sentido mencionado anteriormente) en que se funda su carácter científico. No queda más remedio que comprobar que la dimensión humana no se ha incluido en las formalizaciones de la ciencia económica a partir de su problemática. De esta manera, las propuestas hechas en ese campo se juzgan ad hoc, intuitivas y no convincentes. En esta perspectiva, como escribe Dasgupta”: “ las propuestas se centran sobre todo en las políticas que se han de aplicar, sin una sustentación de corte teórico”21, lo que según el autor puede informar pero no necesariamente aclarar.

B. La ausencia de la dimensión humana en el análisis económico

Puntualicemos nuevamente que si bien esta metodología -y la intención que la anima- que consiste en construir un sistema completo de economía político centrado en la persona humana es original con respecto a la realidad contemporánea, no es nueva.

En efecto, la preocupación por formar, medir y utilizar el desarrollo de la persona humana como elemento de apreciación del progreso se halla presente en varios autores, algunos de los cuales ya han sido citados.

A comienzos del siglo XIX, Henri Storch22 consagra toda una parte de su obra a su “Teoríu de lu civilización” en su Curso de economía po1ítica23.

Ya entonces este autor anotaba al mismo tiempo, como hemos visto, que las problemáticas anteriores al nacimiento de la economía política no sacaban como conclusión principios de análisis y que hasta esa fecha la problemática humana fue descuidada en el análisis económico. Ahora bien, según él, la economía política está o debe estar constituida por la combinación de los análisis de ambas problemáticas. Efectivamente, para Storch:

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“Los antiguos parecen no haber sospechado siquiera la existencia de los principios cuya reunión forma lo que nosotros llamamos economía política, y cuando los modernos comenzaron a ocuparse de este tema, sus observaciones se orientaron exclusivamente hacia las causas de la riqueza nacional y dejaron completamente de lado las de la civilización.“24

Especifica en los siguientes términos el objetivo de su metodología:

“La Teoría de la civilización se propone dar a conocer las leyes de acuerdo con las cuales se producen, se acumulan y se consumen dentro de una nación los bienes internos o los elementos de la civilización (...). Esta parte de la economía política todavía no se ha reducido en un sistema; es una doctrina nueva; los antiguos y los modernos han recopilado excelentes materiales=, pero es importante ordenarlos, completarlos y reunirlos para formar un conjunto”26.

Al tiempo que reconoce que su obra debe mucho a los trabajos de Adam Smith, Garnier, Say, Sismondi, Turgot Bentharn-Dumont, D’lvemois, Steuart y Hume, el autor afirma su neutralidad con respecto a las doctrinas establecidas.

Storch distingue entre las riquezas materiales y los bienes internos: las riquezas se refieren a todos los bienes exteriores a la entidad humana, y los bienes internos son bienes que sirven para desarrollar o perfeccionar las facultades humanas. Entre ellos el autor incluye: la salud, la destreza, las luces (inteligencia, educación), el gusto, las costumbres, el culto, la seguridad y el esparcimiento, “facultades” que se denominan “capacidades” en el enfoque del desarrollo humano.

Además de los ya mencionados, otros autores del siglo XX tratan en sus obras la problemática del desarrollo humano. Citemos las de René Gendarme, Novac, André Piettre o Daniel Villey. Según Antonelli”, todo enfoque de la economía que se precie de humanista debe basarse en la consideración, desde un punto de vista fisicoantropológico de la primacía de los seres humanos como fin último y como agentes de la actividad económica”.

En esta perspectiva, Antonelli rechaza los enfoques abstractos del ser humano, ya se trate del concepto del zoon politikon (animal político) de Aristóteles, del hombre del contrato social de Rousseau, del horno sapiens de Linneo, del ser medio, representativo o del horno economicus de los economistas. Esas representaciones abstractas del ser humano no constituyen para Antonelli “más que una pura idea, o sea algo completamente distinto del hombre”. Según sus palabras, “Para mí es “economía humanista” la del hombre real, que vive con sus dichas y sus desdichas, su felicidad y su miseria, con toda su vida material y espiritual (...): es la economía de los servicios y los vínculos humanos”29.

Al decir del PNUD3’, de Sudhir Anand3’ y Amartya Sen, lejos de ser una nueva y simple digresión “el enfoque (del desarrollo humano) se basa en un legado antiguo y bien asentado (-..). Esta preocupación se encuentra explícitamente en las obras de los fundadores de la economía cuantitativa como Williams Petty, Gregory King, Francois Quesnay, Antoine Lavoisier y Joseph Lagrange y en los textos de los precursores de la economía política como Adam Smith, David Ricardo, Roberto Malthus, Karl Marx, y John Stuart MilY3’.

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II. El alcance cientíjko y político del enfoque

Después de definir el alcance y la finalidad humana, valga la redundancia, del desarrollo humano, el PNUD consideró indispensable pasar a la elaboración de un indicador que sirviera de instrumento de análisis y de ayuda para la adopción de decisiones políticas. Se trata de la dimensión científica (formalización y desarrollo matemático) del enfoque. Pero las repercusiones metodológicas del procedimiento adoptado son importantes, como se verá a continuación.

En esta perspectiva, el PNUD puntualizó cierto número de exigencias o criterios de eficacia que debían reunir la medición y el análisis apropiados del desarrollo humano, entre otras cosas, que tuvieran en cuenta las necesidades de las personas y su potencial.

El potencial se puede interpretar, en este contexto, como todos los medios humanos y materiales (lo artificial y lo natural) disponibles y que se pueden utilizar.

Esta acepción corresponde a la de Desai33, para quien “Lo ideal sería que se pudieran abarcar (todos) los recursos de que dispone el individuo, comprendidos los ingresos privados y el acceso al crédito, el acceso a los bienes públicos, la ayuda de los amigos y conocidos, etc. Otro aspecto importante en este sentido es la disposición de capitales productivos”34 (las itálicas y negrillas son nuestras).

Sin embargo, si se establece una distinción entre los recursos efectivamente utilizados y los que se reservan, ese excedente también se considera un potencial, debido a su existencia pasiva o su poder que es únicamente latente. Para evitar tal riesgo de confusión, adoptaremos el sustantivo haber, cada vez más utilizado en las publicaciones económicas para hablar de los bienes3’.

A. Las repercusiones metodológicas

Presentaremos las diferentes repercusiones metodológicas de un procedimiento que toma como punto de partida el mercado y otro, que toma como punto de partida el ser humano.

1) El mercado como punto de partida

Este enfoque, en que una “mano invisible” regula el intercambio supone dos consecuencias:

al en primer lugar se considera lo que tiene el individuo (o sea los bienes de consumo o de producción que posee y ofrece para el intercambio);

b) no se llega al ser humano sino mediante lo que tiene (y, como postulado inicial, el que no tiene nada no es nada, en la perspectiva del mercado).

El inconveniente de esta manera de proceder, en cuanto a la problemática humana, es que excluye del análisis (sobre todo de la distribución) a los que o no tienen nada que ofrecer en el mercado, o los que ofrecen un bien para el que no hay demanda, lo cual nos remite a los problemas actuales de la exclusión y el desempleo. Estos problemas, que de hecho corresponden a situaciones que no habían sido

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previstas por Adam Smith ni los que siguieron esta corriente de pensamiento, constituyen actualmente los principales desafíos para los economistas y quedan sin resolver cuando se aplica la metodología que conduce a tal análisis, tomando como punto de partida el mercado o el intercambio.

Además, en el criterio de distribución derivado de este razonamiento aparecen esencialmente tres clases: empresarios, rentistas y asalariados. Se asigna a cada una de ellas una parte del producto global y, por lo tanto, un ingreso que puede adoptar respectivamente la forma de beneficio, renta o sueldo. La parte de ingreso adjudicada a cada clase está determinada por las condiciones de la competencia en los diversos mercados. También se supone que satisface las necesidades de cada una de las clases, proporcionalmente a su aporte al producto global, y teniendo en cuenta las condiciones de oferta y demanda de los bienes y los factores de producción en los distintos mercados. Sólo la participación (cualquiera sea su forma) en la formación del ingreso global da derecho a participar proporcionalmente en su distribución. Los seres humanos y sus necesidades quedan, pues, ocultos detrás de la búsqueda del ingreso más elevado posible, dado que se repartirá entre las diversas categorías sociales y beneficiará a cada persona considerada individualmente. Se supone que la satisfacción se deriva lógica y naturalmente de la participación en el intercambio. Sin embargo, el problema actual que es deber de los economistas resolver radica en que en este razonamiento se hace abstracción del lugar (o del trato) que se podría reservar a una cuarta clase: la de los excluidos.

La presencia de otra clase, la de los excluidos, en las sociedades modernas es un hecho bien demostrado y reconocido, ilustrado por las preocupaciones de la “lucha contra la exclusión” en las políticas de los Estados. Aunque forma parte integrante de la vida social, la clase de los excluidos merece su nombre por más de una razón, en efecto:

- está excluziia del análisis del mercado: como el mercado es un lugar de intercambio, lógicamente está excluido de su análisis el que no tiene nada que ofrecer; esta clase no tiene sino necesidades, para las cuales evidentemente no hay demanda; los miembros de esta clase que encuentran demanda para su oferta de servicio o de trabajo se integran o reintegran en la clase de los trabajadores, lo cual remite al análisis del mercado de trabajo;

- está excluida de la distribución y de su análisis: ningún criterio de justicia (en el sentido de la que originalmente buscaba Adam Smith) autoriza su participación en la distribución del producto global, porque no hay ninguna contraparte; no existe el ingreso que, se supone, permitirá la satisfacción de las necesidades de esta clase; sólo se aducen consideraciones éticas, morales y sentimentales para promover o justificar las transferencias y los gastos públicos de carácter “social” (debido a la ausencia de contrapartida); a ellohay que añadir el mantenimiento de la psicosis del peligro que los excluidos representan para la seguridad de los demás miembros de la sociedad. Los problemas de los excluidos se reducen entonces a su falta de solvencia, o sea a que carecen de ingresos. Ahora bien, en la perspectiva del desarrollo humano se trata de un problema preocupante, en la medida en que, como anota el PNUD, uno de los

principales obstáculos al desarrollo humano lo constituye la falta de ingresos, puesto que significa que las personas simplemente carecen de los medios para adquirir los productos básicos que necesitan36.

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Las soluciones propuestas para resolver los problemas de la falta de solvencia de los individuos pueden seguir dos orientaciones:

- la primera solución apunta a integrar o reintegrar a los miembros de esa clase en una de las que tienen derecho a la distribución del producto: el medio a que más se recurre consiste en incorporarlos a la clase de los asalariados o la de los empresarios. En esto estriba la problemática de la Zucha contra el desempleo y la exclusión: por una parte, mejorar el capital humano (mejorar la formación y la calificación de los excluidos, efectivos o potenciales) y, por otra, organizar el mercado de trabajo mediante incentivos a la contratación (reducción de los aportes patronales, concesión de primas, etc.);

- la segunda consiste en dejar a esta clase tal como está, pero suministrándole recursos directos e indirectos que le permitan satisfacer sus necesidades, aunque sea las más fundamentales; entre los medios usuales, citemos la concesión directa de ingresos mediante “las transferencias sociales” (entre las que figuran las prestaciones sociales para los más pobres) y la concesión indirecta, mediante los “gastos sociales” y las subvenciones.

Ahora bien, ambas soluciones tienen sus límites.

Por lo que al desempleo se refiere, en general la coyuntura del último cuarto de siglo no permite ser optimistas en cuanto a la posibilidad de eliminar la exclusión mediante el empleo asalariado. El problema subsiste y tanto los economistas como las autoridades políticas cada vez lo consideran más apremiante3’.

Por SU parte las transferencias y los gastos sociales, que aumentan a medida que incrementan el número de excluidos y el desempleo, proceden de descuentos obligatorios que el Estado opera en los ingresos de los demás miembros de la sociedad. A esos efectos el principal motivo que se invoca, es el de la solidaridad nacional (o internacional, en el caso de la asistencia oficial para el desarrollo). El afán de justicia, que excluye la fuerza o cualquier coerción partidista, así sea pública, se ve así quebrantado, y hay protestas, en nombre de la justicia y la eficiencia, que reclaman la supresión o por lo menos la restricción de estas prácticas . 38 En efecto se estima que el hecho de descontar por la fuerza los recursos de una persona (o de una caiegoría social) relativamente más rica para dárselos a otra relativamente más pobre es, en sí, injusto. Además, el déficit público que ocasionan esos gastos representa un peligro para el equilibrio financiero de los Estados39.

Los problemas de ingreso -con el fin de garantizar la solvencia- y de justicia en la distribución del ingreso global entre los diferentes grupos de la sociedad podrían reducirse a la siguiente pregunta fundamental: “jcómo asegurar el bienestar a cada ser humano del grupo respetando la justicia?“.

Esta pregunta corresponde al primer cuestionamiento de la problemática del desarrollo humano, pero también a la problemática de partida de Adam Smith. Sin embargo, la diferencia (y también la dificultad) en el análisis subsiguiente estriba en que el criterio de justicia sólo se respeta cuando la distribución de los frutos del crecimiento que permiten ese bienestar se hace sólo entre los agentes que han contribuido a su producción.

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Esta justicia se realiza automáticamente de acuerdo con las leyes del mercado, con la condición de que el mercado sea libre. Ahora bien, tomar en cuenta en el análisis a individuos que no pueden intervenir en el mercado lleva la doble exigencia que hemos mencionado a un callejón sin salida. De ahí la necesidad de un nuevo análisis de este cuestionamiento. En efecto, puesto que la finalidad que se busca es el bienestar humano jno sería razonable conducir el análisis partiendo del propio ser humano?

2) El ser humano como punto de partida

Esta manera de proceder analítica corresponde, excepto en A. Smith, a la que habían seguido los que habían optado por la problemática humana, desde Aristóteles, los escolásticos y el propio Adam Smith y Condillac.

En su enfoque se establece una clara diferencia entre el ser humano y los bienes materiales, o sea bienes que le son “exteriores” y todos ellos muestran que tomando al ser humano como punto de partida la necesidad es el nexo fundamental que une ambos polos. En esta perspectiva, incluso antes de llegar al intercambio, la obligación de satisfacer la necesidad es lo que sustenta todo proceso de apropiación, producción o intercambio. Incluso si se admite que algunas personas pueden no tener nada que ofrecer o no encontrar demanda para su oferta, es innegable que todo ser humano tiene necesidades. La noción de necesidad aparece entonces en este enfoque como el común denominador de todos los seres humanos, y desde allí hay que conducir el análisis, por lo tanto, si lo que interesa es el bienestar del individuo, atendiendo al criterio principal de que ante todo ‘es un ser humano. De ahí la anterioridad cronológica, en cuanto a la identificación y la jerarquización de las necesidades con respecto a los medios necesarios para satisfacerlas.

Sin embargo, por lógica que pueda parecer esta manera de proceder, el hecho de tomar las necesidades humanas como punto de partidu de un análisis económico no deja de provocar polémicas y, a veces, unu enérgica desaprobación dentro de la disciplina. Pero, como sugieren los profesores Braybrook40 y Dasgupta, sin caer en el error científicamente incorrecto que consistiría en adoptar a m-iori una posición rígida a favor o en contra de que se tome en cuenta el concepto de necesidad en el análisis económico, mejor es pronunciarse más bien en función del lugar que puede ocupar esta noción en el razonamiento.

3) De la utilización del concepto de necesidad en el análisis económico

Por estas razones cabe definir con exactitud las dos razones fundamentales (técnica e ideológica) de las controversias sobre la utilización o no de la noción de necesidad en ciencias económicas, por una parte, y, por otra, sus, repercusiones en la metodología general sistemática del desarrollo humano (problemática - análisis - política).

4 La razón técnica

Tiene que ver con el tipo de análisis efectuado a partir de una problemática dada.

Como ya se ha dicho, la manera de proceder de Adam Smith consiste en tomar el mercado como punto de partida del razonamiento y en estudiar las motivaciones y

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modalidades del intercambio que tiene lugar en el mismo. Sólo se llega al individuo estudiando su capacidad para “mandar el trabajo de otros”, es decir, intervenir en el mercado para ofrecer sus excedentes, en forma de bienes o servicios, de consumo o producción. Al establecerse una equivalencia directa entre el ser humano y lo que posee (capacidad o poder adquisitivo), lo lógico y natural es deducir que la noción de “necesidad” no encuentra lugar alguno en ese razonamiento; por consiguiente, en esta óptica es normal no dedicarse a analizarla. La necesidadprecede al análisis del intercambio.

En su obra Harmonies économiques (1850) Frédéric Bastiat (1801-1850)41 estimaba que el ámbito de la economía política abarcaba todo esfuerzo destinado a satisfacer, siempre que hubiera contrapartida, las necesidades de una persona distinta de la que lo ha realizado. Al insistir de esta manera en la reciprocidad, resulta más fácil establecer lo lista de los bienes y servicios que cada una de las partes propone para el canje y evaluarlos. Este procedimiento permite renunciar a la evaluación de sus necesidades respectivas sin perjuicio para el análisis. En esta óptica sólo presenta interés para el análisis económico la parte que puede solventar las necesidades, vale decir, la que ofrece una contrapartida: la demanda sustituye la noción de necesidad. Desde esta perspectiva, fundándonos en un argumento técnico, la noción de demanda parece más pertinente que la de necesidad: de ahí el desarrollo de las teorías de la demanda en detrimento de las que hacen hincapié en la necesidad.

Varios eminentes economistas han orientado su análisis acorde a esa tradición. Tales son, por ejemplo, las orientaciones dadas a sus trabajos por los profesores Debreu41, Malinvaud43, Ferguson y Gould4 o Varian4’.

Es lo que parece justificar el hecho de que, como señala Dasgupta: “la teoría moderna de la asignación de recursos no hace ninguna utilización esencial de la noción de necesidad de bienes básicos ni propone nada para analizar la indigencia (o la exclusión)“46.

Por lo demás, manteniéndonos en una perspectiva técnica, como subraya Braybrooke, el concepto de necesidad parece superfluo cuando el economista considera que su contenido puede ser efectivamente absorbido, desde un punto de vista analítico, por el de las preferencias4’.

En la óptica de esos estudios hay que ser, pues, temerario para querer incorporar la noción de necesidad en los análisis, ya que la lógica del razonamiento no se presta a hacerlo. Esos análisis no versan sobre una problemática humana, sino que se refieren más bien a una problemática del enriquecimiento.

Por el contrario, en un análisis cuyo objeto sea una problemática humana, el concepto de necesidad será un locus clizssicus, que se tomará como pasaje obligado, según lo recomienda el PNUD. En efecto, según la lógica de este tipo de razonamiento, no podriá ser de otro modo. Sería asimismo una tarea dificil (y sin duda alguna fútil) pretender colocar al ser humano en el centro de las preocupaciones y el análisis, procurando al mismo tiempo eludir sus necesidades. De ahí la exigencia del PNUD de insistir en las necesidades de la población y en su potencial.

Sin embargo, por encima de estas evidencias metodológicas algunos autores consideran una laguna en el análisis económico que no se tenga en cuenta el concepto de necesidad, mientras que otros se oponen sin presentar el argumento técnico antes aducido. Como escribe

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Braybrooke, cuando propugnan la ortodoxia liberal y se les presenta una utilización profesional del concepto de necesidad, los economistas “reaccionan con el mismo reflejo de pánico del personal de limpieza que, mata moscas en mano, arremeten contra una nube de moscas que les invade la cocina”48.

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b) La razón ideológica

Según David Braybrooke (1987: 9) los defensores de la ortodoxia liberal condenaron deliberadamente e incluso repudiaron el concepto de necesidad de manera gratuita, fortuita, sin fundamento ni argumentos, sino sencillamente negándose a tolerar cualquier idea de privilegios de clases. De la misma manera, a juicio de ese autor, la teoría marxista optó por fundarse esencialmente en el concepto de necesidades, rechazando el de preferencias y la idea de que éstas pudieran variar libremente de una persona a otra y ser canalizadas por una política fundada en esa libertad de elección.

El rechazo ideológico del concepto de necesidad, lejos de referirse a ésta como tal, tiene que ver sobre todo con el rechazo de las conclusiones a que han llegado hasta hoy las tesis que hacen hincapié en las necesidades. Dichas conclusiones suelen exigir una redistribución y tienen su origen esencialmente en análisis de la distribución.

Los estudios efectuados por los socialistas y los neomarxistas en relación con las necesidades, han subrayado sobre todo los problemas de distribución. Como escribía en el siglo pasado Roscher49: “ La mayoría de los socialistas se preocupan casi exclusivamente de las necesidades del hombre y creen que apenas vale la pena fijarse en la manera de satisfacerlas; jacaso no se produce esto de manera automática? Entonces, ipor qué inquietarse?“50.

Desde entonces esta corriente reconoce la importancia de los medios, pero únicamente con referencia a las necesidades. De ahí que haga hincapié en las necesidades humanas no satisfechas para justificar la exigencia de la redistribución de los frutos del crecimiento en provecho de los más necesitados. Según ese enfoque, si el progreso económico no redunda en provecho de todos, permitiendo la satisfacción de las necesidades de cada persona, no cabe hablar de progreso51. En efecto, el grado de satisfacción de las necesidades humanas indica el nivel de prosperidad a que se ha llegado52. A poco que se pueda observar cierto crecimiento, el razonamiento vuelve a inclinarse hacia preocupaciones relativas a la distribución, ya que las necesidades no satisfechas no pueden coexistir con los excedentes inutilizados. La justificación formal de semejante exigencia es a menudo difícil de formular. Su falta de credibilidad se debe a la ausencia de análisis teóricos de alcance general.

El que ciertos estudios queden invalidados por el análisis económico formal por carecer de un marco teórico formal, no concierne únicamente a los elaborados por los socialistas, sino en términos más generales a todos los estudios cuyas recomendaciones no se fundan en modelos matemáticos.

Dasgupta apunta que las orientaciones formuladas (por Amiya Dasgputa, Adelman, Streeten, Sen, el PNUD, etc.) no estaban fundadas en modelos que permitieran un análisis cuantitativo y por esa razón sus argumentos no resultaron verdaderamente convincentes. En su opinión, sólo se trataba de “un acto de fe, respaldado sencillamente por una intuición no cuantificada”53.

Aunque reconoce esta situación54, Sen55 señala que conviene destacar, en términos generales, que una acción eficaz del Estado no es sólo una cuestión de análisis, sino además “una cuestión de determinación y voluntad (política)56.

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iSería acaso esa preocupación la que animó la iniciativa del enfoque centrado en las necesidades elementales (Basic Needs)? Por lo que se refiere a este ejemplo cabe recordar la importanci 1 del papel del análisis en la fundamentación de un nuevo enfoque, ya que si parte de los economistas invalidan el planteamiento centrado en las necesidades básicas, esto obedece a la vez a que ha faltado la etapa de formalización y a sus conclusiones que recomendaban la prestación (sin contrapatida) de bienes y servicios a las poblaciones necesitadas.

Este enfoque trascendió directamente al plano político, sin análisis basados en un modelo, ni precisiones sobre la problemática en que se había originado, lo cual plantea ciertos problemas:

- la justificación teórica tuvo como respuesta un retorno a la problemática del enriquecimiento. En efecto, este planteamiento se presentó como la promoción de una inversión en el ser humano que más adelante debía generar una mayor productividad del factor trabajo, permitir su empleo y favorecer el crecimiento económico. El costo de la satisfacción de las necesidades básicas aparece así como un sencillo “anticipo de fondos”. Algunos autores5’ denunciaron este argumento por considerarlo no una buena intención sino un medio sutil y paternalista (a raíz de una enumeración de las necesidades básicas por McNamara del Banco Mundial) de dominación y alienación de la población de los países en desarrollo en particular.

La justificación teórica consiste en decir, como Joël Jalladeau5’, tras Paul Streeten59, que “durante un tiempo el nivel de consumo puede ser inferior al que se obtendría mediante una estrategia orientada en mayor medida hacia el crecimiento. Sin embargo, cuando lo que hoy son niños lleguen a la edad productiva y la inversión en capital humano comience a surtir efecto”60, el crecimiento atribuible a la estrategia de las necesidades básicas se acelera más que el producido por una estrategia orientada hacia el consumo.

- la financiación de los costos de las necesidades fundamentales exige gastos denominados sociales, término con que se designa de hecho una transferencia de recursos de los ricos en beneficio de los más necesitados, que se realiza por conducto del Estado (descuentos varios). De ahí la reacción crítica de algunos autores que, por respeto a la libertad individual o la justicia, se oponen al aumento, por parte del Estado, de los descuentos del sueldo con miras a incrementar los gastos sociales, denunciando al mismo tiempo los efectos perversos de esas medidas (véanse Rawl$l, Nozick6’ y Hayek). Esto destaca aún más el interés de la justificación teórica precedente que apunta a mostrar el carácter provisional de los descuentos y transferencias con miras al “anticipo de fondos”, aun cuando no hay ninguna garantía de que una vez que se adquieran se vayan a utilizar las capacidades.

- la utilización de las capacidades adquiridas no es objeto de una preocupación particular del planteamiento centrado en las necesidades básicas. Parece presuponer la existencia de un orden natural en este ámbito; éste consistiría en considerar obvio que si se adquieren capacidades es para utilizarlas: se utilizarán, por ende, espontánea y naturalmente. De ahí la reacción de algunos autores (como Sen y otros en la misma perspectiva) que destacan la necesidad de verificar la utilización efectiva de las capacidades adquiridas. En resumen, según Amartya Sen, no se trata únicamente de adquirir capacidades, sino que es preciso poder aplicarlas de manera productiva63.

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Toda esta controversia muestra que, en ambos casos, la objeción no se refería a la utilización del concepto de necesidad como tal, sino más bien a algunos problemas conexos.

A fin de cuentas, el rechazo ideológico del concepto de necesidad en las ciencias económicas parece justificarse porque cuando se pregunta quién va a pagar en definitiva el costo de las necesidades, la respuesta que se ha dado hasta la fecha consiste en proclamar que a nivel nacional o internacional bastaría con sacarle un poco a los que tienen relativamente más recursos para dárselo directa o indirectamente a los que tienen menos. Ahora bien, esto va en contra del afán de justicia y equidad en la distribución de la riqueza, que animaba a los primeros economistas liberales, máxime porque el contribuyente se ve obligado a hacerlo por un poder que, en la práctica de su política, se aleja de la imparcialidad.

La adopción ideológica de este mismo concepto se funda en la comprobación de las desigualdades de distribución que ponen de manifiesto la existencia de “focos de miseria” en un entorno de abundancia, e invoca la existencia de necesidades no satisfechas para abogar por una redistribución del producto global. Sin embargo, su principal debilidad radica en que su justificación se basa en argumentos éticos, morales y sentimentales que no tienen ningún valor de demostración para quienes sólo se fían de los procedimientos científicos rigurosos.

Ahora bien, cabe preguntarse si la metodología del desarrollo humano debe inscribirse estrictamente en una u otra de esas orientaciones. Por su parte, el PNUD especifica que el concepto de desarrollo humano no se refiere a ningún modelo preestablecidoG.

Más bien cabría hablar de que las combina y asocia, ya que cada una aporta lo que tiene de positivo para colmar las lagunas de la otra. No obstante, nos parece importante subrayar que esta asociación no tiene por objeto llegar a una fórmula intermedia entre dos tesis opuestas sino que surge, como una constatación, simplemente en vista del rigor que caracteriza la metodología del desarrollo humano en relación con su problemática fundamental. En otras palabras, una vez admitido el objetivo del bienestar humano, el desenvolvimiento de la metodologík revela que ésta integra elementos de las tesis liberales y socialistas, ya que sólo se busca la coherencia de conjunto del razonamiento. En efecto, el pensamiento y el análisis económicos evolucionan gracias a la aparición de nuevos planteamientos que, apoyándose en los que pretenden superar, integran sus elementos para prolongarlos o para oponerse a ellos, o en parte para ambas cosas.

Por lo demás, pese a que se destacan conjuntamente el carácter indispensable del crecimiento y el concepto de necesidades, subrayando al mismo tiempo la ampliación de las posibilidades que deben ser accesibles a todo ser humano del grupo, podemos compartir el punto de vista de Dasgupta (1993) que, a propósito del rechazo ideológico de las necesidades, afirma que le sorprendería ver a un economista hostil a la eliminación de la exclusión y la indigencia, argumentando sencillamente que en el procedimiento adoptado se recurre a la noción de “necesidades”. El autor señala además, que, por cuanto le consta, todavía nadie se ha pronunciado en ese sentido. Si bien se podrá impugnar la coherencia analítica de una manera de proceder, si se aparta de su finalidad o de los principios fundamentales que informan la problemática (por ejemplo la justicia y la libertad), habrá que abominar de su impugnación puramente ideológica, instintiva y mecánica. En este sentido se puede apreciar que en el debate económico las necesidades se tomen cada vez más en cuenta.

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4) Evolución reciente del concepto de necesidad en Cas publicaciones económicas

Cabe destacar que viene cobrando nuevo interés la consideración explícita del concepto de necesidad en el pensamiento económico. El PNUD no es el único que recomienda que en el análisis y la medición del progreso económico y social se tomen en cuenta las necesidades. Pese a las desventuras que conoció el planteamiento centrado en las necesidades básicas debido a la falta de formalización y a su limitado alcance, hubo organizaciones internacionales que fomentaron los estudios destinados a integrar las necesidades en el análisis económico. Citemos algunos de ellos.

En el Informe Brundtland, preparado por la Comisión Mundial sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo, las necesidades ocupan un lugar destacado; en efecto, dice el Informe “El desarrollo duradero es el desarrollo que satisface las necesidades de la generación presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades. Encierra en sí dos conceptos fundamentales:

* el concepto de “necesidades”, en particular las necesidades esenciales de los pobres, a las que se debería otorgar prioridad preponderante;

* la idea de limitaciones impuestas por la capacidad del medio ambiente para satisfacer las necesidades presentes y futuras”65.

En su Informe sobre el desarrollo mundial 1992, el Banco Mundial insiste igualmente en las necesidades, al hacer suya, entre otras cosas, la tesis de la Comisión Mundial sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo, citada más arriba, y afirmar que ese principio es objeto de un amplio consenso y en el presente Informe se lo respalda totalmente66.

Asimismo, en su Informe sobre el desarrollo mundial 1993, el Banco Mundial enuncia los campos mediante los cuales el PNUD concede la prioridad a los criterios adoptados en el IDH, observando en particular que en todo el mundo es mucho lo que ya se ha hecho para dar a las personas medios para vivir más tiempo y con mejor salud. Los resultados a que se ha llegado trazan el camino para el futuro: ante todo crecimiento económico y fomento de la escolarización y los servicios de salud” (las negritas y cursivas son nuestras).

Apuntando a una dimensión internacional de este planteamiento, el PNUD también propone: “ocuparse sobre todo de los elementos constitutivos de un nuevo orden mundial centrado en la gente”@ (las negritas y cursivas son nuestras)

Este reconocimiento oficial de la importancia del papel que cumplen las necesidades en la evaluación del progreso socioeconómico y la calidad de vida también ha estado precedido por la insistencia de varios estudiosos.

En efecto, Tinbergen estimaba que el progreso y la optimización del bienestar social deberían depender necesariamente de la invención de nuevas instituciones y una redefinición de la función del economista. Comprobando que la ciencia económica contemporánea estaba mal preparada para alcanzar esa meta, sugería que se asignaran nuevas tareas al economista. A propósito de éstas escribía el Premio Nobel: “Preferimos que estén orientadas hacia IQ satisfacción de las necesidades y no guiadas únicamente por la curiosidad”69 (las ne@tas Y cursivas son nuestras).

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Por su parte Perroux hace hincapié en la necesidad de atender los costos que supone una vida decorosa. Son, a su juicio, de tres tipos”: los que contribuyen a preservar la vida humana (lucha contra llA mortalidad); los que permiten a todos los seres humanos tener una vida física y mental mínima (atención médica, higiene de prevención, asistencia en caso de invalidez, vejez o desempleo); y, por último, los que dan acceso al conocimiento y al esparcimiento. En otras palabras, según FranCois Perroux “esos costos son los que permiten satisfacer las necesidades existenciales del ser humano”“.

En la definición y la medida que da del bienestar, James Griffin” insiste en la satisfacción de las necesidades. Teniendo en cuenta a la vez el carácter restrictivo de la noción de necesidades básicas y la pluralidad de las situaciones humanas, el autor dice que “El bienestar es el nivel en el que se satisfacen las necesidades fundamentales, en la medida en que se admita su importancia “73.

Apoyándose en los “valores culturales” como principales determinantes de la estructura de las necesidades, autores como Joël Jalladeau y Denis Requier Desjardins74 centraron sus investigaciones en el Africa Subsahariana. La corriente a la que pertenecen muestra cómo los valores antropoculturales entran en conflicto con las políticas públicas que los ignoran en su concepción. Los resultados esperados de esas políticas se ven distorsionados del mismo modo que quedan invalidados los análisis económicos puros de las necesidades y el consumo de alimentos. En consecuencia Joël Jalladeau llega a escribir: “Si la cultura traduce la adaptación del ser humano a su entorno, son los valores culturales los que imponen lo que es necesario tanto en el plano material como en el de lo no material”75. El autor propone volver a situar el consumo en el campo de las relaciones sociales para darle su pleno sentido. En efecto, como dice él mismo: “Se puede sostener que las necesidades no son naturalmente ilimitadas y que los comportamientos de consumo no son muestras de la autonomía que, se supone, deben manifestar”76.

También Denis Requier Desjardins pone de relieve la primacía de una “razón cultural” para fundamentar su teoría antropológica del cambio sociaF.

Por su parte Braybrooke destaca78 que las cuestiones fundamentales de política surgen como aspectos de esa tarea general que es conciliar la atención que se presta a las necesidades con aquella de que gozan las preferencias. Ahora bien, basándose en las necesidades, la teoría marxista resuelve la cuestión de las preferencias de manera administrativa: las necesidades determinan las preferencias. Por su parte, el liberalismo elude la cuestión de las necesidades, pero se interesa por las preferencias, que son proporcionales a la contrapartida que ofrecen los individuos cuando las necesidades se satisfacen. Este autor propone, por consiguiente, que ambos enfoques se asocien.

Según Dasgupta, al interrogarse sobre el tipo de vida que las personas prefieren, lo que se está preguntando al mismo tiempo es cuáles son los bienes necesarios para que puedan llevar esa vida. “En esta perspectiva, escribe, se piensa en lus necesidades de bienes básicos y en las exigencias que podrían derivar de los mismos”79 (las negritas y cursivas son nuestras).

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Así es como, por lo que se refiere a una base teórica que dé cabida a las necesidades, Dasgupta estima que será conveniente tientificarlus, cuantificarlas y establecer una jerarquíiz. Al proponerse emprender la construcción científica y matemática de esa teoría, reconoce que esa labor será ardua, ya que la noción de necesidad está ausente de la teoría moderna de la asignación de recursos.

La elaboración de ese marco teórico que tome en cuenta las necesidades, es un terreno prácticamente virgen, hacia el cual se orientan ya varios estudios80.

Es sin duda atendiendo a esta evolución, hacia construcciones sistemáticas, como Barrèrre (1994: 41) pudo destacar que la tendencia actual de Zas ciencias económicas se caracteriza por una metodologík procedente de una concepción del ser humano que vive con otros seres humanos y tiene por objeto procurarle los mejores medios para alcanzar sus fines.

Tal deberá ser la ambición de las respuestas que han de aportarse al cuestionamiento fundamental del desarrollo humano, formulado más arriba, con miras a ilustrar la decisión política. La liberalización y la participación deberán ser las características principales de esa política, a las que cabe agregar la descentralización, donde aún no exista.

B. Fundamentos de una política de desarrollo

Ante la mundialización de la economía, icuáles son las condiciones para que se pueda alcanzar la finalidad del desarrollo humano? De los Informes del PNUD se desprende que sus principales orientaciones de decisión política recomiendan liberalizar, descentralizar, garantizar y procurar la participación de todo ser humano del grupo en la urosperidad común y en los beneficios que reporta esa prosperidad.

En el plano económico la tema liberalización-descentralización-participación apunta, en última instancia, a eliminar de forma duradera la exclusión (en el sentido de la palabra inglesa “destitution”), la pobreza y la precariedad; por consiguiente, se refiere a la prosperidad económica. En el plano de la filosofía política parece remitir a la noción de “democracia” en su sentido lato, con una idea subyacente de “meritocracia”.

La liberalización se refiere a la vez a la promoción de la iniciativa privada y al libre funcionamiento de los mecanismos del mercado. Se supone que debe garantizar la mejor distribución posible de los factores de producción, y también una distribución óptima de los

bienes y servicios.

La descentralización apunta a devolver el poder decisorio a las autoridades locales, ya sean de carácter representativo o que puedan rendir cuentas de sus actos a las comunidades y personas cuyos intereses deben servir. Permite a la vez asociar más directamente a la población a la gestión de los asuntos públicos, lograr una mayor eficacia del gasto público, así como deduccionesfiscales más eficientes.

La participación responde, por una parte, -la que la precede- a la preocupación de hacer de todo ser humano del grupo el principal agente del progreso económico y, por otra, a la de convertirlo en la finalidad de ese proceso, su beneficiario último. Como ya se ha dicho,

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en la óptica del desarrollo humano la persona se considera sobre todo como la finalidad del progreso económico, aunque también sea el medio. Por esta razón el PNUD estima que: “el énfasis puesto sobre la satisfacción de las necesidades prioritarias de los individuos refleja el enfoqueparticipativo que este Informe ha dado al desarrollo”*’ (las itálicas son nuestras).

La aplicación de una política de desarrollo humano exigiría que se hiciera hincapié en la garantía de la satisfacción de las necesidades y aspiraciones de cada persona (o grupo) mediante su uarticiuación a la vez en la formución y en el aprovechamiento compartido del producto, así como en la orientación de su porvenir económico, político, social y ambiental. En esta óptica el PNUD ha afirmado que las necesidades y los intereses de las personas deben imprimir su dirección al desarrollo y esas mismas personas deberían encontrarse plenamente comprometidas en el impulso que es preciso dar al crecimiento económico y al progreso social*‘.

Volviendo a los problemas actuales de lucha contra la exclusión y el desempleo, lo importante en este razonamiento es, además de la libertad, la posibilidad de que toda persona disponga de ingresos que le permitan vivir decorosamente. Este es el principal objetivo asignado al tema de la participación en la política (económica) del desarrollo humano.

En efecto, icuál deberá ser el sentido de la participación para los distintos países? NO puede ser la misma para todos y serán necesarias tantas políticas económicas como situaciones específicas (o categorías) en que cada país se pueda encontrar: país rico e industrializado, país rico y no industrializado (por ejemplo, con grandes ingresos petroleros, mineros o fiscales), país pobre, país endeudado, etc. En el siguiente cuadro teórico de análisis del desarrollo se indican las diversas situaciones.

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Gráfico 5.12: Marco formal del análisis del desarrollo humano

Fuente: FONGANG, Siméon. L’indicateur de développement humain du PNUD : portée, limites et dépassement. Tesis, Universidad de Poitiers. Página 37083,

Todas las recomendaciones y orientaciones anteriores, referentes al ámbito de la política económica del desarrollo humano, se deberán combinar en un marco político de manera racional y coherente, respetando la orientación de la problemática del desarrollo humano. Tomando como base ese marco, los poderes públicos deberían intervenir en el proceso económico.

Recordemos la distinción que cabe hacer entre el marco teórico de política y el proceso, así como la índole de los vínculos que se establecen entre ellos, por una parte, y, por otra, entre una política que regula y una política que ordena.

El proceso económico es el ámbito en el que se ejercen plenamente la actividad libre y la iniciativa individual. La política reguladora es la que el Estado puede aplicar directamente en el proceso. El buen funcionamiento del proceso depende del grado de adecuación del marco. Un murto decisorio adecuado favorecerá mucho mús el funcionamiento del proceso y, en ese caso, el Estado tendrá que intervenir menos.

En un sistema que proclama la liberalización, la actividad del Estado se ejerce a través de ese marco, el cual le sirve de referencia e instrumento de guía en la aplicación de su política. La política que ordena se refiere al marco; éste abarca el conjunto de hechos que, sin surgir espontáneamente en la vida económica, influyen de manera exógena en la evolución de la economía. Como apunta Bilger, el marco contiene “realidades que, en virtud de la interdependencia general de los hechos sociales, determinan la vida económica o, por el contrario, padecen sus efectos: el ser humano y sus necesidades, los recursos naturales, la población activa e inactiva, los conocimientos técnicos y científicos, la organización política y

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jurídica de la sociedad, la vida intelectual, los datos geográficos, las clases y grupos sociales, las estructuras mentales, etc.“@.

Como estas realidades tienen innegables efectos en la vida económica y social, corresponde al Estado determinar qué medidas deberán tomarse en relación con el conjunto de datos exógenos que influyen en el proceso. Esto equivale a ordenar la acción pública a partir del marco (y en él) de modo que los resultados esperados con respecto al proceso sean los más convenientes. Aparece así la necesidad de tomar en cuenta las peculiaridades humanas, espaciales y temporales en la definición de la política que ordena.

Es la misma precisión que aportó el PNUD al afirmar que el marco político determina la eficacia con que se invierten los recursos, así como la flexibilidad necesaria en un mundo en constante evolución para garantizar un crecimiento sostenido” (las negritas y cursivas son nuestras). Ese marco teórico de política económica, compatible con la problemática y el análisis del desarrollo humano, es decir, tendiente a asociar eficacia económica y justicia social, puede inferirse lógicamente del marco teórico de análisis del desarrollo humano.

En cuanto al papel del Estado en particular, se supone que éste no interviene en la vida económica como agente. Por esta razón a la pregunta: iQué es lo que se necesita?, el PNUD responde: un sector público más reducido pero más eficaz, capaz de crear y hacer operativo un marco de desarrollo y de guiar las inversiones privadas hacia los sectores prioritarios del desarrollo humano86.

Paralelamente a esa restricción de la función del Estado se recomiendan la libre empresa y la liberalización de los mercados. Sin embargo, en el ámbito de la política económica, los análisis y opiniones del Abbé de Condillac son más numerosos y sin equívoco y nos parecen coherentes por lo que respecta a la manera de proceder. Según Condillac, si la economía goza de total libertad aumenta la riqueza; todo se valoriza cuando cada ciudadano realiza sus aspiraciones y ejerce una actividad libremente escogida. La función del Estado (que para él es el poder soberano) se limita a tres campos (legislativo, ejecutivo y de defensa armada), a las que, con ciertas reservas, propone” añadir otra: la función sacerdotal. A su juicio, el mantenimiento del orden es la garantía de la justicia y el poder debe asumirlo sin intervenir en las opciones económicas, ya que las necesidades del ser humano lo mueven a orientar la actividad de forma que se produzca lo que resulte más útil a la comunidad. Por su parte, afirma que si ese poder mantiene el orden y la libertad, una nación que se ocupe de todo, sin preferencia exclusiva, será tan rica como pueda serlo**.

Como los intereses particulares no conducen necesaria ni automáticamente al interés general, los individuos deben realizar el interés particular, pero el Estado debe velar por que se logre el interés general, ya que ésta debe ser la finalidad de su accióng9.

Sin embargo -y esto es algo de actualidad si nos referimos a los países ex comunistas- Condillac había contemplado la posibilidad de una situación en la que se hubieran roto voluntariamente el orden y la libertad en el plano económico y se procurara restablecerlos: en su opinión, hacen falta tiempo y una buena preparación para restablecer la libertad de comercio, donde se la había destruido anteriormente, y la inflación (la carestía) que sigue a ese restablecimiento no es imputable a la libertad restablecida, sino más bien a la manera en que lo ha sido, sobre todo si ha sido brusco y sin la debida preparación”. Según sus propias palabras, suele ser necesario tomar un sinnúmero de precauciones para restablecer el orden

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(...) una palabra del monarca había bastado para aniquilar esa libertad; pero como con una palabra no se restableció, y hubo carestía pocos meses después’l.

Por lo que se refiere a las transferencias y al gasto social como medios de lucha contra la exclusión, hemos visto que se critica su práctica debido a su carácter parcial y, por lo tanto, “injusto”. Tal es el parecer de Condillac para el que en una sociedad civil todos los ciudadanos están unidos por un contrato, expreso o tácito, que los obliga a contribuir mutuamente al bien común. Para ello basta con que cada uno sea útil para los demás. Ningún ciudadano debe escapar a esa obligación, puesto que es la que garantiza la cohesión del cuerpo social. La sociedad no deberá tomar a su cargo a quien se sustraiga a esa obligación. Condillac dice, por esa razón, que un hombre inútil no es un ciudadano; está a cargo de la sociedad pero no hace nada por ella, de modo que la sociedad no le debe nada92.

Sin embargo, esta posición bastante rígida del autor obedece principalmente al rigor de su análisis, ya que no ignora que la situación de ese “hombre inútil” puede tener un carácter involuntario. Su razonamiento apunta sobre todo a conciìiar los imperativos de justicia (en el sentido a que nos hemos referido antes, que supone que se respeten la propiedad privada y la libertad) en la distribución, con la finalidad de su análisis, que es el bienestar de cada ciudadano. Ahora bien, el logro de ese bienestar entraña la satisfacción de las necesidades (y no necesariamente descuentos obligatorios de los ingresos de algunos ciudadanos en provecho de los demás). Además, contrariamente a Adam Smith que no había previsto la posibilidad del desempleo involuntario, Condillac tenía conciencia de este fenómeno y atribuía esta situación a una mala gestión de la cosa pública. En su opinión, sólo hay mendigos donde el gobierno está pervertido. Ese contexto, entre otros, puede llevar a las personas a encontrarse sin recursos y en el desempleo involuntario. Dice: “Sé que se supone que todo el mundo puede vivir de su trabajo; en efecto, el rico, que no hace nada, dice al desgraciado que carece de pan: va a trabajar. (...) El lujo, que multiplica los mendigos, vuelve las almas inhumanas y ya no hay recursos para el indigente93.

Sin ser favorable a las “transferencias sociales”, Condillac se interesa por todos los

medios que permitan al ser humano satisfacer sus necesidades gracias a recursos ganados legítima y dignamente, sean sueldos, beneficios, rentas, intereses, etc. Destaca de esa manera la importancia de la solvencia y el hecho de poder disponer de recursos suficientes para no encontrarse en la desgracia de carecer de pan. Por lo demás, al rico, que no trabaja, esto no le sucede. Pero sería injusto enajenar el bien del prójimo o infringir la libertad de acción de un miembro de la sociedad. En efecto, el hecho de que el rico pueda tener un “alma inhumana” no debe ser argumento suficiente para obligarlo a la “generosidad” o la “solidaridad” operando descuentos obligatorios en sus recursos. De ahí que haya que optar por otras soluciones.

En una suerte de convergencia con los problemas actuales de lucha contra la exclusión y el desempleo, lo importante de este razonamiento se refiere, además de la libertad, a la posibilidad de que toda persona disponga de ingresos que le permitan llevar una vida decorosa. Este es el principal objetivo asignado al tema de la participación en la política (económica) del desarrollo humano.

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En efecto, jcuál debe ser el sentido de la participación para los distintos países? NO podría ser el mismo para todos y se precisarán tantas políticas como situaciones específicas (0 categorías) en que se puede encontrar un país: país rico e industrializado, país rico y no industrializado (por ejemplo, con una importante renta petrolera, mineral o fiscal), país pobre, país endeudado, etc.

Las recomendaciones del PNUD difieren de las de Condillac y Adam Smith en lo que hace a la lucha contra las desigualdades en la distribución de los ingresos. Para el PNUD, “es imperativo corregir de una u otra manera las diferencias de ingresos dentro de un mismo país, ya que pueden cobrar dimensiones vertiginosas”94. Pero no se aduce ningún argumento técnico para justificar ese objetivo95.

Siempre en relación con la cuestión de las desigualdades, pero con referencia a las ganancias, Condillac parte de la consideración de que la libertad y el orden permiten su asignación óptima en el mercado y favorecen la diversificación de las actividades, y reconoce que algunas de ellas reportarán a quienes las ejercen más ganancias que otras. Sin embargo, a su juicio, la desigualdad en la distribución que puede derivar de este hecho no sería un mal en sí, puesto que no es injusta. En esta óptica escribe lo siguiente: “Cuando todo está en orden, todos los trabajos son útiles. Es cierto que las riquezas quedan distribuidas de manera desigual, pero de manera justa, ya que suponen talentos más o menos raros. Nadie tiene por qué quejarse y cada uno se pone en su lugar”96. En cuanto a los gastos su análisis es similar97; considera, en particular, que personas con ingresos muy desiguales pueden lograr el mismo nivel de vida en función del lugar y los precios vigentes. Por esta razón convendría tener presente sólo el objetivo inicial, esto es, el logro del bienestar de cada uno mediante lu satisfacción de sus necesidades en su entorno social o natural.

La pluralidad de las situaciones reales exige que en cada caso se empleen instrumentos y métodos diferentes, pero bien adaptados. Sin perder de vista el carácter dinámico de la evolución de las distintas sociedades, Condillac señala que esa evolución supone tres estados. En cada uno de ellos las actividades de las personas están en relación con la índole y la magnitud de sus necesidades y esa combinación es la que caracteriza a tres estados de la vida. La vida basta, la vida sencilla y la vida muelle. Esta última caracteriza el estado de una sociedad en la que, pese a que gracias al progreso económico y el desarrollo de las artes, se ha alcanzado un elevado nivel de riqueza nacional, la distribución de la riqueza ya no garantiza la prosperidad de todos. En este caso la miseria coexiste con la opulencia, el lujo aumenta, pero sólo es accesible a una minoría y la prosperidad global decrece. “Entonces, escribe Condillac, el desorden llega a su apogeo. La miseria aumenta con el lujo: las ciudades se llenan de mendigos, el campo se despuebla y el Estado, que ha contraído inmensas deudas, sólo parece tener recursos para consumar su ruina”98.

Todas las recomendaciones y orientaciones anteriores, precisadas en el ámbito de la política económica del desarrollo humano, se deberán combinar en un marco político de manera racional y coherente, respetando la orientación de la problemática del desarrollo humano. Tomando como base ese marco, los poderes públicos deberían intervenir en el proceso económico.

Una acepción de la participación en el sentido que le da Condillac impugnaría el análisis actual del problema del desempleo por cuanto éste elude el problema fundamental, que es más bien el de la insolvencia de las personas afectadas. Por lo tanto en este sentido y

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apoyando el marco formal del análisis del desarrollo humano presentado más arriba (Gráfico 5.12) parece posible mostrar que interesándose por el problema de la insolvencia de las personas, y no por el desempleo, éste se resolvería indirectamente en las respuestas dadas a la insolvencia. En efecto, existen varias fuentes de ingresos, varias posibilidades de solvencia, y los ingresos generados por el trabajo humano (salario) constituyen sólo uno de sus componentes. Anteriormente este componente fue el preponderante en los países industrializados actuales y lo sigue siendo en los países no industrializados. Ahora bien, tratando de volver solventes a las personas, se plantea el caso de que, en función de la situación del país o de los grupos de personas de que se trate, los ingresos en concepto de capital, renta o trabajo pueden ser accesibles a todos en un marco que respete la liberalización, la descentralización, la participación de todos y el carácter inalienable de la propiedad privada.

En una palabra, la tesis que se trata de defender en este enfoque se reduciría a lo siguiente:

1. Constatación: El malestar social (exclusión, pobreza . ..) radica en un problema de insolvencia de las personas en cuestión, y no en un problema de no trabajo. A título de ejemplo digamos que las personas que se pasan el tiempo viajando por todo el mundo para consumir toda clase de distracciones y comodidades no plantean ningún problema por no trabajar: son solventes (rentistas, capitalistas, estrellas internacionales del deporte, la música o la moda, etc.). En cambio, los trabajadores se quejan y reivindican, aspiran a trabajar menos cada vez y a contar con más posibilidades de acceso al consumo de bienes y de actividades placenteras (vale decir, más solvencia). El debate actual sobre la reducción del horario laboral (con o sin disminución del sueldo) es un ejemplo patente en este sentido. Ahora bien, toda la cuestión del desempleo o la precariedad se refiere a personas insolventes, o cuya solvencia no está garantizada a largo plazo, a quienes se propone “buscar” un empleo (asignación de un trabajador a un puesto de trabajo) no como fin en sí, sino simplemente como medio (entre otros, como ya se ha dicho) de llegar a ser solvente.

2. Afirmación de la r>osición: Si el objetivo es la búsqueda del bienestar por parte de toda persona, cabría afirmar que la búsqueda de soluciones al “problema” del subempleo del trabajo humano para subsanarlo desembocará necesariamente en un callejón sin salida o a la situación que en inglés se designa con la expresión “a wild goose chase”W.

3. La metodología: En cambio, habría que sustituir el problema del desempleo por el de la insolvencia, lo cual permitiría ir más allá del mero ingreso salarial como principal remedio para la insolvencia, y ver que, en función de la situación específica del país, hay otras fuentes de ingresos que están en iguales o mejores condiciones de resolver ese problema que el trabajo humano, conforme se van desarrollando las técnicas y las tecnologías. Hay que encontrar todos los medios y métodos para alcanzar ese objetivo de solvencia de toda persona en toda sociedad humana, en lugar de centrarse en uno solo de esos medios y tratar de que trabaje el mayor número de personas, cuando cada vez son más las que útil e ineluctablemente reemplazan por medios no humanos (ya sean tecnologías, máquinas, principios físicos y químicos de la naturaleza, u otros).

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En esta óptica, una vez así especificados estos fundamentos de la política económica del desarrollo humano, los trabajos que prolongan el estudio de este nuevo sistema de economía política permitirán encontrar los medios que se deberán utilizar para lograr el mismo objetivo de solvencia de Zas personas, pero según la situación específica de los países: ricos e industrializados; ricos y no industrializados; endeudados pero con una buena base de factores de desarrollo humano (véase Fongang, 1997); endeudados, con un escaso potencial de desarrollo humano; intermedios; pobres.

CONCLUSION

En esta presentación de la visión de conjunto del enfoque del desarrollo humano hemos procurado destacar los fundamentos y las dificultades de cada una de las etapas examinadas: una problemática del bienestar humano, seguida de un análisis científico tomando a la persona como punto de partida y un marco político que permita orientar la evolución del proceso económico hacia la finalidad de la problemática.

Entendido en estos términos el enfoque del desarrollo humano es un nuevo sistema completo de economia política, vale decir, citando a Barriere: “una combinación lógicamente coherente de la problemática y el análisis económicos, que provoca lu constitución de una elaboración abstracta, ofrece una representación sintética de la economía y permite la aplicación de una política’O”.

Ahora bien, aunque se conocen todos los elementos constitutivos de este sistema de economía política del PNUD, todavía está en curso de elaboración su ordenación dentro de un verdadero sistema operativo. De ahí que se abran enormes posibilidades de estudio sobre el tema del desarrollo humano.

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NOTAS

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Trabaio presentado en el Coloquio internacional sobre el desarrollo de las naciones celebrado en Poitiers, 28-30 de mayo de 1997. En adelante la mayor parte de las veces nos limitaremos a mencionarlo solamente con la palabra Informe o diciendo Informes cuando se trate de varios años. Tmbergen escribía que “frecuentemente se exagera en detrimento de todos la controversia entre el Este Y el Oeste porque el punto óptimo está formado por elementos de cada uno de los dos sistemas, no tanto como un arreglo sirio más bien como una sí&&$’ (Tmbergen, Jan 1972. Politigue économique et optimum social. Paris: Econon&a: 168). Por su parte, Bilger decía ya en 1985: “HOY en día ya no se trata de imitar o de adaptar sino de innovar. Hay que descubrir un método que sea económicamente más eficaz y sociaZmente más satisfactorio que los que actualmente se aplican 0 se proponen en el mundo ” (Bilger, Franqois. 1986. L ‘expansion dans la stabilité. Paris: Econornica: 10). PNUD: Znforme sobre desarrollo humano 1993. Madrid: Cideal: 10. PNUD: Informe 199O:l. Smith, Adam (Kirkcaldy 1723 - Edimburgo 1790). Smith, Adam. 1776. La riqueza de las naciones (V, Cap. 1, Sec. 3). Estos filósofos pertenecen al periodo ático (siglos V a JV antes de Cristo) de la cronología literaria griega. Epicuro pertenece al periodo helenistico (de -323 a -31) y Epicteto al periodo romano y bizantino (siglo 1 antes de Cristo - IV de n. e.). Epicuro. Curta a Meneceo. (En Vergely, Bertrand. 1993. La philosophie. Paris: Larousse: 590). Epicteto. Faire ce qui dépend de nous (“Hacer lo que depende de nosotros”) en Vergely, Bertrand. 1993. La philosophie. Paris: Larousse: 577. Si bien esta filosofía es una aportación de San Anselmo, Abelardo y Pierre Lombard y llegó a su apogeo con Alberto Magno y Santo Tomás de Aquino. Santo Tomás de Aquino, Suma teológica, T3, Q.77, Articulo 1 (Editions de la Revue des Jeunes, Paris). Aristóteles, Metaft’sica; o Aristóteles: Etica a Nicómaco, 1, 6; 1,9; II,4; o Aristóteles: Las categorías. La traducción de Yvan Pelletier, 1983, Montreal y Par&: Bellarmin-Les Belles Lettres, menciona en la página 67, nota 11 de esta última obra, que el habitus o la posesión “significa fundamentalmente el acto de tener, y la disposición en la que se encuentra el que tiene. Esta disposición misma difiere según el objeto del acto. Mientras que el objeto es material y exterior la palabra posesión traduce bien el estado del que tiene el objeto en cuestión, pero, si se trata de algo inmanente que se refiere al cuerpo o al alma, como la salud o el conocimiento (y es éste el contexto al que ordinariamente se refiere Aristóteles), ya no hay ninguna palabra adecuada en francés. No vemos nada mejor para traducir la disposición en que se encuentra el que tiene la ciencia o la virtud, por ejemplo, que utilizar la palabra latina habitus”. En este trabajo hacemos nuestra esta nota. Dimensiones adoptadas por el PNLJD en la medición del desarrollo humano. Santo Tomás de Aquino, Suma teológica, tomo 2,2, artículo 5 (en varias ediciones). El abate Etienne Bonnot de Condillac (Grenoble 1715 - abadía de Flux 1780) era miembro de la academia Francesa desde 1768 y de la Sociedad Real de Agricultura de Orléans.

El resurgimiento de la necesidad de establecer vínculos entre los fundamentos éticos y filosóficos (de donde surge la finalidad humana), fuera de la dicotomía entre liberales y socialistas se afirmó, desde los liberales humanistas entre los que figuraban Smith y Condillac, con las obras de Francois Perroux, Jan Tinbergen, Etienne Antonelli, Amartya Sen, del PNUD y de los mencionados anteriormente, que han contribuido a que surja el enfoque del desarrollo humano. Según el abate Nicolas Baudeau (1730-1792), fisiócrata, las obras de los verdaderos economistas se caracterizan por una doctrina, libros clásicos, una fórmula aritmética (en el sentido de formalizacion, de capacidad de modelización o de análisis científico), términos técnicos (ulteriormente se ha hablado de “terminología de la disciplina”, de “estilo de la secta”, de “lenguaje de la tribu”). Estos rasgos han influido desde entonces y reforzado a los economistas que aspiraban a una autonomía y quenan afirmar el carácter científico de la disciplina. Por esa razón se consideraron ajenas a la disciplina las obras Ve parecían no respetar los rasgos característicos mencionados y en particular las que no conducen a la

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formalización. LOS conceptos que se consideraban no mesurables o difícilmente cuantificables muy frecuentemente son, ajuicio de algunos economistas, ajenos a la disciplina económica. Partha Dasgupta, profesor de ciencias económicas de la Universidad de Cambridge, y profesor de filosofía de la Universidad de Stanford. Dasgupta, Partha. 1993. An Znquiry into Well-Reing and Destitution. Oxford: Clarendon Press : 10. Heinrich Friedrich Von Storch (Riga 1766 - San Petersburgo 1835), economista ruso de origen alemán. Consejero de Estado en Rusia; se encargó además de la educación del futuro Nicolás I y del Gran Duque Miguel. Enseñó en San Petersburgo en la escuela de cadetes. Miembro de las Academias de San Petersburgo, Munich y varias otras sociedades de eruditos. También permitió la admisión de Jean- Baptiste Say (en aquel entonces amigo suyo) a la Academia Imperial de San Petersburgo. Esta obra fue redactada directamente en francés y se publicó en San Petersburgo en 1815, en seis volúmenes, luego en París en 1823-24 en cinco tomos (y cinco volúmenes) con anotaciones y comentarios de Jean-Baptiste Say en los cuatro primeros. Nosotros nos referimos a la edición de Paris. Storch, Henri. 1815. Cotas d’Economie politique. Tomo 1, París (1823-1824): J.P. Aillaud: Bossange: Rey et Gravier: 37. El autor cita como referencias a Platón, Aristóteles, Cicerón, Bacon Hume, Smith, Ferguson, Bentham, Condorcet, Mably, Herder, Heeren, Iselin, Beccaria, Filangieri y otros. Storch, Henri. 1815. Cours d’Economie politique. Tomo 3. Paris (1823-1824): J.P. Aillaud: Bossange: Rey et Gravier: 217. Etienne Antonelli, profesor de las universidades de Lyon y Montpellier. Antonelli, Etienne. 1958. Études d’économie humaniste. París: Sirey. Antonelli, Etienne. 1960. Zntroduction à Z’économie humaniste. Montpellier: J. Reschly: 4. PNUD. Desarrollo humano: informe 1990: 9; 1994: 14. Sudhir Anand. 1991. Profesor universitario de análisis económico cuantitativo en la Universidad de Oxford; profesor visitante en St Catherine’s College. Anand, Sudhir y Amartya Sen. 1994. Sustainabfe Human Development : Concepts and Priorities. Nueva York: PNUD: 3. Meghnad Desai, profesor de la Escuela de Economía de Londres. Desai, Meghnad. 1991. “Human Development: Concepts and Measurement”. European Economic Review, 35: 355. Véase por ejemplo el artículo de Ignacy Sachs en Le Monde Diplomatique de enero de 1995: 12-13, Serge Latouche (1991). A propósito de las capacidades humanas también se puede consultar “El ser y el hacer”: Partha Dasgupta (1993), PNUD (1990), Amartya Sen (1989-1990). Otros autores que no son economistas han dedicado obras enteras a esos temas: Erich Fromm (psicoanalista) 1976, iTener, o ser?; Gabriel Marcel (filósofo), 1936, Ser y tener. PNUD: Desarrollo humano: informe 1991: 93. La Cumbre de los 7 países más industrializados celebrada en Lyon en 1996 escogió como temas las cuestiones de empleo y lucha contra el desempleo en todo el mundo, prueba elocuente de la urgencia de estos problemas. A propósito de la ayuda, y con referencia a la India, Garrett Hardin escribía en 1977: “La India, por ejemplo, actualmente tiene una población de 600 millones que aumenta en 15 millones cada año (...). Cada una de los 15 millones de vidas que se añaden a la población de la India supone limitaciones suplementarias para el medio ambiente (...). Sin embargo, por generosos que podamos ser, cada vida india salvada gracias a la ayuda médica o alimentaria extranjera disminuye la calidad de vida del conjunto y la de las generaciones siguientes. Si los países ricos les permiten con su ayuda a los 600 millones de indios pasar a 1.200 millones en unos 28 años, tal como su actual índice de crecimiento permite prever, dOS indios de las generaciones futuras nos agradecerán el haber acelerado la destrucción de SU ambiente?” (Hardin, Garrea. 1977. “Lifeboat Ethics: The Case Against Helping the Peor”) (“La ética del bote salvavidas: razones para no ayudar a los pobres”), en Aiken, W., y H. La Follette, World Hunger and Moral Obligation. Englewood Cliffs: Prentice-Hall: 18, citado por James Griffin. 1986: 388). Véase por ejemplo el artículo de Vasseur, Daniel, 1995. “Les déficits publics: enjeu central de la politique et de la théorie économique des années quatre-vingt-dix”, Revue francaise d’économie, val. X, 2, (primavera de 1995): 95-146. David Braybrooke, profesor de la Universidad Dalhousie, Halifax (Canadá). Frederic Bastiat (Bayona 1801 - Roma 1850), economista, a veces considerado “publicista”, de la corriente optimista del pensamiento clásico, que pertenece, tras Pellegrino Rossi y Michel Chevalier, a la corriente del liberalismo francés de los sucesores de J-B. Say.

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