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| Universitas Psychologica | Colombia | V. 16 | No. 4 | 2017 | ISSN 1657-9267 | a Autor de correspondencia. Correo electrónico: [email protected] Para citar este artículo: López-Silva, P., & Bustos, P. (2017). Clarificando el rol de la mentalización en el desarrollo de las funciones ejecutivas. Universitas Psychologica, 16(4), 1-19. https://doi.org/10.11144/Jav eriana.upsy16-4.crmd DOI: https://doi.org/10.11144/Javeriana.upsy16-4.crmd Clarificando el rol de la mentalización en el desarrollo de las funciones ejecutivas * Clarifying the Role of Mentalization in the Development of Executive Functions Recepción: 31 Diciembre 2016 | Aprobación: 31 Marzo 2017 Pablo López-Silva Universidad de Valparaíso, Chile Patricia Bustos Universidad de Valparaíso, Chile ORCID: http://orcid.org/0000-0002-6512-3242 a RESUMEN Las funciones ejecutivas son un grupo de habilidades que permiten la generación de respuestas adaptativas a las exigencias medioambientales. A su vez, la capacidad de mentalización refiere a la forma en que los humanos son capaces de discernir los estados mentales, intenciones y creencias de otros a través de la conducta observada. Este trabajo clarifica la forma en que debiéramos entender la relación entre estos dos conceptos. Tras revisar algunos de los aspectos más fundamentales de los conceptos en cuestión, se propone que la mentalización fundamenta, organiza y potencia el desarrollo de las funciones ejecutivas, esto, en oposición a la tesis dominante de Carlson, Moses y Brenton (2002) que indica que las funciones ejecutivas son las que fundamentan el desarrollo de la habilidad de mentalización. Luego de revisar la actual evidencia empírica que apoya la alternativa propuesta, se exploran algunas aplicaciones de esta en el estudio de la naturaleza neurofisiológica de lo social, la naturaleza subjetiva de la conciencia y el dominio de la psicopatología. Palabras clave funciones ejecutivas; mentalización; córtex prefrontal; conducta; adaptación. ABSTRACT Executive functions are a set of abilities that allow the production of adaptive behaviours to specific challenges from the environment. Mentalization refers to the way in which humans are able to discern mental states, intentions and beliefs of others through observed behaviour. This paper clarifies the way in which we should understand the relationship between these two concepts. After presenting some of the most fundamental aspects of these concepts, it is proposed that mentalization underlies, organizes, and enhances the development of executive functions, this, contrary to the dominant approach defended by Carlson Moses, and Brenton (2002) that suggests that executive functions underlie the development of mentalization. After reviewing empirical evidence for the defended alternative, the last section explores some of its applications in areas such as the study of the neurophysiological nature of the social, the subjective nature of consciousness, and the domain of psychopathology. Keywords executive functions; mentalization; prefrontal cortex; behaviour; adaptation.

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| Universitas Psychologica | Colombia | V. 16 | No. 4 | 2017 | ISSN 1657-9267 |

a  Autor de correspondencia. Correo electrónico:[email protected]

Para citar este artículo: López-Silva, P., & Bustos, P.(2017). Clarificando el rol de la mentalización enel desarrollo de las funciones ejecutivas. UniversitasPsychologica, 16(4), 1-19. https://doi.org/10.11144/Javeriana.upsy16-4.crmd

DOI: https://doi.org/10.11144/Javeriana.upsy16-4.crmd

Clarificando el rol de la mentalización en eldesarrollo de las funciones ejecutivas *

Clarifying the Role of Mentalization in the Development ofExecutive Functions

Recepción: 31 Diciembre 2016 | Aprobación: 31 Marzo 2017

Pablo López-SilvaUniversidad de Valparaíso, Chile

Patricia BustosUniversidad de Valparaíso, Chile

ORCID: http://orcid.org/0000-0002-6512-3242

a

RESUMENLas funciones ejecutivas son un grupo de habilidades que permiten lageneración de respuestas adaptativas a las exigencias medioambientales.A su vez, la capacidad de mentalización refiere a la forma en que loshumanos son capaces de discernir los estados mentales, intenciones ycreencias de otros a través de la conducta observada. Este trabajo clarificala forma en que debiéramos entender la relación entre estos dos conceptos.Tras revisar algunos de los aspectos más fundamentales de los conceptosen cuestión, se propone que la mentalización fundamenta, organiza ypotencia el desarrollo de las funciones ejecutivas, esto, en oposición a latesis dominante de Carlson, Moses y Brenton (2002) que indica que lasfunciones ejecutivas son las que fundamentan el desarrollo de la habilidadde mentalización. Luego de revisar la actual evidencia empírica que apoyala alternativa propuesta, se exploran algunas aplicaciones de esta enel estudio de la naturaleza neurofisiológica de lo social, la naturalezasubjetiva de la conciencia y el dominio de la psicopatología.Palabras clavefunciones ejecutivas; mentalización; córtex prefrontal; conducta; adaptación.

ABSTRACTExecutive functions are a set of abilities that allow the productionof adaptive behaviours to specific challenges from the environment.Mentalization refers to the way in which humans are able to discernmental states, intentions and beliefs of others through observed behaviour.This paper clarifies the way in which we should understand therelationship between these two concepts. After presenting some ofthe most fundamental aspects of these concepts, it is proposed thatmentalization underlies, organizes, and enhances the development ofexecutive functions, this, contrary to the dominant approach defended byCarlson Moses, and Brenton (2002) that suggests that executive functionsunderlie the development of mentalization. After reviewing empiricalevidence for the defended alternative, the last section explores some ofits applications in areas such as the study of the neurophysiological natureof the social, the subjective nature of consciousness, and the domain ofpsychopathology.Keywordsexecutive functions; mentalization; prefrontal cortex; behaviour; adaptation.

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Las funciones ejecutivas (FE), también conocidascomo habilidades de control cognitivo o controlejecutivo, se definen como un conjunto dehabilidades interrelacionadas que permiten nosolo modificar pensamientos y acciones deun individuo, sino también generar, supervisar,regular, ejecutar y reajustar conductas específicaspara alcanzar objetivos complejos (Ardila &Ostrosky-Solís, 2008; Lezak, 2004; Verdejo-García & Bechara, 2010). Las FE permitenfiltrar la información que interfiere con algunatarea, seleccionar la información ambiental másrelevante –especialmente frente a situacionesque requieren de un abordaje novedoso ycreativo– y anticipar las consecuencias de laspropias acciones y de otros en el contexto dela ejecución de una tarea específica (Jurado &Roselli, 2007; Pnevmatikos & Trikkaliotis, 2013).Por lo tanto, el rol de las FE estaría en gran partedefinido por la consecución de una adecuadaconducta adaptativa frente a las exigencias delmedio ambiente (Diamond, 2013; Sastre-Riba,Fonseca-Pedrero, & Poch-Olivé, 2015).

A pesar de la importancia de las FEen el desarrollo neurológico, psicológico ysocial de los seres humanos, su estudio esrelativamente nuevo y ha atraído el interés dediversas disciplinas tales como las neurocienciascognitivas, la psicología cognitiva, y másrecientemente, disciplinas relacionadas con lacomprensión de la evolución intermodal delprocesamiento afectivo humano (Verdejo-García& Bechara, 2010). Históricamente, es Luria(1980) quien ofrece uno de los primeros mapeosdel concepto al proponer la existencia de tresunidades funcionales en el cerebro: (i) Alertay motivación (sistema límbico y reticular); (ii)Recepción, procesamiento y almacenamiento deinformación (áreas corticales postrolándicas) y(iii) Programación, control y verificación dela actividad. Según Luria, esta última unidaddependería fuertemente de la actividad del córtexprefrontal (CPF) y actuaría unificando las otrasunidades ejecutivas restantes. Sus ideas pionerasencontrarán fundamento empírico en una seriede estudios científicos posteriores. Actualmente,existe abundante evidencia del rol del CPF en la

instanciación de las FE en la adultez (Ardila &Ostrosky-Solís, 2008; Bauselas, 2014; Damasio,2010; Diamond, 2013). También existe evidenciaexperimental y de imagenología funcional quedemuestra el importante papel que, junto al CPF,cumple el cerebelo en la expresión de las diversasFE (Andreasen & Pierson, 2008; Baillieux, DeSmeta, Paquier, De Deyn, & Mariën, 2008;Lagarde, Hantkie, Hajjioui, & Yelnik, 2009). Aesto se le suma la evidencia respecto del rol deestructuras como el córtex cingulado anterior(CCA) y el núcleo caudado en la expresión delas FE desde etapas tempranas del desarrollohumano (Sastre-Riba et al., 2015).

La investigación de las FE es un campo enactual desarrollo y expansión. Recientemente,este se ha extendido al estudio de sumorfofuncionalidad y desarrollo en la infancia,con el objetivo de conocer su trayectorialongitudinal en términos típicos y atípicos(Bauselas, 2014; Monette, Bigras, & Lafrenière,2015; Pnevmatikos & Trikkaliotis, 2013; Sastre-Riba et al., 2015). En este contexto, ha surgido lanecesidad práctica y conceptual de comprenderla relación que existiría entre FE y unahabilidad clave durante la infancia y posteriordesarrollo psicosocial en nuestra especie, i. e. lacapacidad de mentalización, también conocidacomo “teoría de la mente” (ToM) o “empatíacognitiva” (Báez et al., 2015; Bull, Phillips,& Conway, 2008; Carlson, Moses, & Brenton,2002; Ferrari & Rizzolatti, 2014; Fine, Lumsden,& Blair, 2001; Joseph & Tager-Flusberg, 2004;Monette et al., 2015; Rizzolatti, Fadiga, Gallese,& Fogassi, 1996; Rizzolatti & Sinigaglia, 2013;Tirapu-Ustárroz, Pérez-Sayes, Erekatxo-Bilbao,& Pelegrín-Valero, 2007; Yeh, Tsai, Tsai, Lo, &Wang, 2016). La comprensión de esta relaciónes importante no solo por la base estructural/funcional que ambos de sus componentescomparten, sino también por su importancia en elentendimiento de las bases neuropsicológicas delcomportamiento social humano. Si esta relaciónse clasifica, no solo se podría establecer unpatrón de desarrollo cerebro-genes-ambiente ensujetos con desempeños típicos, sino también enaquellos que presentan trayectorias de desarrollode FE y mentalización atípicos, como en el

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caso de sujetos con diagnósticos de trastornodel espectro autista, síndrome de Williams ypsicopatía (Carlson et al., 2002).

Sin embargo, a pesar de su clara importancia,pocos son los trabajos que han intentado explorarexplícitamente esta relación. Es posible que estose deba a que: (i) gran parte de la literaturase centra en la expresión y comprensión de lasalteraciones de las FE en su etapa adulta 1 ;como consecuencia de esto, no se le ha prestadosuficiente atención a la relación entre FE ymentalización en la infancia, ambos, procesosy funciones que adquieren su mayor relevanciaen la infancia temprana 2 . (ii) El enfoquedominante se ha centrado en la comprensión delsustrato cognitivo adulto de las FE descuidandola conexión en términos de desarrollo y funciónentre FE con habilidades que no tienen unabase exclusivamente cognitiva, sino que tambiénafectiva, i. e., el sustrato afectivo de la habilidadde mentalizar.

En las siguientes secciones, este artículoclarifica la forma en que se debe entender larelación entre FE y mentalización, tanto desdela comprensión de su desarrollo como desde elespectro funcional. Tras revisar algunos de losaspectos más fundamentales de ambos conceptos,se propone que la mentalización fundamenta,organiza y potencia el desarrollo de las FE, estoen oposición a la tesis dominante de Carlsonet al. (2002) que sugiere que estas son lasque fundamentan el desarrollo de la habilidadde mentalización 3 . Luego de revisar la actualevidencia empírica que apoya la alternativaque este artículo propone, la última secciónexplora algunas aplicaciones de esta proposiciónen discusiones concernientes a la naturalezaneurofisiológica de lo social, el carácter subjetivode la conciencia humana y algunos debates enpsicopatología.

Funciones ejecutivas: dimensionesfundamentales

Antes de explorar la propuesta del presentetrabajo, es necesario clarificar algunos aspectosclaves de los conceptos en cuestión. Teniendo en

cuenta la definición con la que se abrió la secciónanterior, existirían tres elementos principalesque explicarían el funcionamiento de las FE:(i) Flexibilidad, que representaría la capacidadde transitar entre múltiples posibilidades, tareasu operaciones mentales. Este elemento seexpresaría específicamente en la capacidad deflexibilidad cognitiva; (ii) Actualización, quese entiende como la capacidad de renovary monitorear representaciones o informacióngracias a la función de la memoria de trabajo; (iii)Inhibición, que se entiende como la habilidadde impedir –de forma deliberada y cada vezque sea necesario– respuestas automáticas y/o dominantes en relación con la conducta,cognición y atención selectiva. Estos elementosotorgarían a las FE la característica de serfunciones intermodales e intertemporales (Letho,Juujärvi, Kooistra, & Pulkkinen, 2003; Miyakeet al., 2000; Sastre-Riba et al., 2015; Verdejo-García & Bechara, 2010) 4 . Teniendo encuenta estudios en sujetos adultos, que presentandificultades de funcionamiento ejecutivo, sepropone que los tres factores integradoresidentificados dependerían de áreas específicas delCPF: la función de memoria de trabajo (MT) hasido ubicada en el córtex prefrontal dorsolateral(CPFD) 5 ; la función de flexibilidad se hasituado en córtex prefrontal medial (CPFM) y lacapacidad de inhibición se ha relacionado con laactividad del área orbitofrontal (OFC), área quees considerada como una extensión del sistemalímbico (Bauselas, 2014; Damasio, 2010; Jurado& Roselli, 2007).

Existe amplia evidencia que establece al CPFcomo sustrato central del desempeño asociadoa las diversas FE (Ardila & Ostrosky, 2008;Bauselas, 2014; Damasio, 2010; Friedman et al.,2008; Jurado & Rosselli, 2007). La propuestaes que dicho córtex presentaría una forma yfuncionamiento similar en homínidos, primatesy humanos. La principal diferencia sería quelos homínidos y primates solo poseerían FEde tipo emocional y no metacognitivas (Ardila& Ostrosky, 2008). Esta afirmación resulta sercentral en la discusión pues parece inferirse quela heredabilidad de las habilidades ejecutivas

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–específicamente las de nivel emocional– esdel 99 %, siendo mayor a nivel del factor deinhibición, lo que representa una estimaciónmayor a la propuesta para la transmisión genéticadel cociente intelectual (CI). No obstante,es necesario indicar que tal sugerencia noparece excluir la influencia ambiental en lacomprensión del desarrollo y funcionamientode tales funciones (Friedman et al., 2008;Pnevmatikos & Trikkaliotis, 2013).

Diversos estudios en neurobiología evolutivay del desarrollo no solo otorgan evidencia de laimportancia funcional del CPF en la expresiónde las FE, también indican que la segunda áreade mayor tamaño estructural del sistema nerviosocentral –el cerebelo– también estaría asociadaal funcionamiento de las FE (Andreasen &Pierson, 2008; Baillieux et al., 2008; Domínguez-Carral, Carreras-Sáez, García Peñas, Fournier-del Castillo, & Villalobos-Reales, 2015; Dorado,2012; Lagarde et al., 2009). Si bien, durantemucho tiempo se creyó que todas las estructurasubicadas por debajo del área tectal (mesencéfalo)se encargaban de funciones de menor rango, enla actualidad y como producto de la evidenciade métodos de neuroimagen, se ha observadoun claro tracto de conexión entre diversas áreascorticales (e. g., incluido el CPF y parietal),sistema límbico 6 , ganglios de la base y cerebeloa través del puente y tálamo, tanto vía aferentecomo vía eferente (Andreasen & Pierson, 2008;Jurado & Rosselli, 2007; Sastre-Riba et al., 2015).La conexión entre las áreas ya mencionadasy el área dorsolateral del CPF representa elsustrato estructural de la FE de flexibilidadcognitiva (Baillieux et al., 2008), y por lo tanto,de la habilidad de resolución de problemas yplanificación. A partir de esto, se entiende quela capacidad ejecutiva no es exclusiva del CPF(lo que representa uno de los puntos de discusiónque el presente análisis busca establecer), estasería producto de la interacción de diversasáreas del sistema nervioso central, que desde loevolutivo, no solo contribuyen a la capacidad deaprendizaje y adaptación de los seres humanos alas exigencias de su medio ambiente –afirmaciónque se sustenta en la característica intertemporalde dichas funciones–, sino que, a la vez, han

permitido establecer una diferencia sustancialrespecto del desarrollo psicológico que presentanlos seres humanos respecto del resto de losmamíferos. Esto es de suma importancia paraclarificar la idea de que la trayectoria de lasFE se inicia más rápidamente en el ámbito delo afectivo durante la infancia temprana, esto,para lograr un desempeño de análisis y regulacióncognitiva de dicha habilidad afectiva, la que seespera sea alcanzada en la adultez temprana.

Con el fin de comprender el desarrolloy funcionamiento de la capacidad ejecutivahumana, se ha desarrollado una clasificacióncon categorías que intentarían expresar deforma plausible tanto la influencia evolutiva-hereditaria como la influencia de la adquisicióny la cultural en su desarrollo. A la base de estaclasificación está la idea de que las FE presentanun nivel emocional heredado –y por tanto,innato– denominado procesos hot y un nivelmetacognitivo adquirido por influencia culturaldenominado funciones ejecutivas cool (Tabla 1).Se propone que ambos niveles interactuaríande forma constante, con el último objetivo depromover y conseguir la adaptación de los sujetosfrente a las exigencias del medio, todo esto graciasa la integración y regulación de la informacióna nivel emocional y cognitivo (Bauselas, 2014;Jurado & Roselli, 2007; Verdejo-García &Bechara, 2010; Séguin & Zelazo, 2005; Zelazo,Qu, & Müller, 2004). Según la propuesta de estetrabajo, esta interacción resultaría necesaria parael desarrollo y funcionamiento de la adecuadaconducta adaptativa. Este modelo se utilizarácomo base para la fundamentación de la tesis acápropuesta.

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TABLA 1Tipos de funciones ejecutivas

Fuente: elaboración propia basado enla clasificación de Zelazo et al. 2004.

Al observar esta distinción, surge la necesidadfundamental de esclarecer el carácter de larelación entre el desarrollo y evolución delas funciones hot y cool. Se necesita lograrcomprender como, desde lo estructural, y nosolo desde lo morfofuncional, se desarrollaríauna capacidad ejecutiva metacognitiva enlos humanos que permitiría establecer laregulación cognitiva de todos los procesosafectivos. Esto implicaría comprender como talregulación promovería un adecuado desarrollopsicológico, entendiendo este como el alcance deconductas adaptativas respecto de las exigenciasmedioambientales. En este contexto, adquiriríauna importancia fundamental la aparición dela capacidad del sujeto de comprender yanticipar las conductas de otro en un procesode interacción, es decir, junto con establecercontingencias comportamentales, realizar lamentalización de las conductas ejecutadas porotro, a través de la observación conductual.

Funciones ejecutivas y mentalización:explorando una propuesta

Funciones ejecutivas desde la infancia

Como ya ha sido señalado, la mayoría de lainvestigación en FE ha privilegiado su expresióndesde un modelo neuropsicológico adulto. Sinembargo, durante los últimos años, este énfasisha ido cambiando y muchos de los actualesestudios intentan comprender la trayectoria dedesarrollo/funcionamiento de las FE desde lainfancia hacia la adultez. Actualmente, existeevidencia suficiente para sugerir que las FE sonlas responsables de la expresión conductual enniños (infantes, escolares y púberes), así comotambién, en la regulación conductual que estospodrían o no presentar en etapas preescolares(Carlson et al., 2002; Jurado & Roselli, 2007).

En este contexto, la comprensión de la funciónde mentalización o ToM se vuelve clave comoeje metodológico y conceptual para entender eldesarrollo general de las FE. En esta sección,el análisis intenta motivar la idea de que lamentalización contribuye a la comprensión delsubstrato afectivo de las FE y al adecuadofuncionamiento del sustrato metacognitivo deestas, a diferencia de lo propuesto por Carlsonet al. (2002), esto es, que las FE fundamentaríanel desarrollo de la habilidad de mentalización.Así, con base en la evidencia empírica actualproveniente de los estudios del desarrollo yfuncionamiento de las FE en la infancia y deestudios en niños y niñas con trastornos delneurodesarrollo, se propone que es la habilidadde mentalización la función que influencia eldesarrollo y adecuado funcionamiento de las FE,pues, hasta el momento, la tesis que más fuerzaha cobrado en la comunidad científica apuntahacia dos caminos: por un lado, son las FE las queintervienen en el desarrollo y funcionamientode la habilidad de mentalizar –ello en modelosde evaluación y comprensión neuropsicológicade trastornos en la adultez– (Báez et al., 2015;Bull et al., 2008; Carlson et al., 2002; Yeh et al.,2016) y, por otro lado, aquella tesis que proponeque sería la dificultad de control inhibitorio la

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responsable de la deficiencia en el desarrollo yfuncionamiento de la capacidad de mentalización(Baron-Cohen, 2014; Baron-Cohen, Lombardo,& Tager-Flusberg, 2013). Acá surge una preguntafundamental ¿Cómo es posible que se inhibauna conducta o se retrase la gratificación en posde otro, cuando la realidad es que no existe lacapacidad, funcional y estructural, para poderconsiderar a ese otro? A continuación se exploraeste asunto.

La mentalización se refiere a la forma en quelos seres humanos son capaces de discernir losestados mentales, intenciones, deseos y creenciasde otros, a través de la observación de la conducta(Ferrari & Rizzolatti, 2014; Monette et al., 2015;Rizzolatti & Sinigaglia, 2010; Tirapu-Ustárroz etal., 2007; Zelazo et al., 2004) 7 . Esto permitiríauna comprensión afectiva y cognitiva de laconducta observada, lo que no solo requeriríamentalizar, sino que también empatizar con esaconducta. A su vez, esto llevaría a la consecuciónde una meta psicológica fundamental en lainfancia temprana: pasar del yo al yo-tú. Ademásde ser clave para el desarrollo subjetivo, esteproceso también es fundamental en lo social,ya que la capacidad de generar conocimientosobre las conductas e intenciones de otro setorna fundamental para el logro de la interacciónsocioemocional y esto no solo sería la base parala interacción socioafectiva, sino también parael establecimiento del yo y la separación del no-yo 8 . Comprender y anticipar la conducta delotro, sabiendo que dicha conducta tiene que vercon el otro y no conmigo, representa un hitofundamental en la concepción de la separaciónsubjetiva como individuo único-en-su-entorno(Tirapu-Ustárroz, Muñoz-Céspedes, & Pelegrín-Valero, 2003) 9 .

El foco principal de los estudios que intentanpromover una visión más longitudinal de lasFE ha sido la observación de niños de entre3 y 5 años, puesto que es en ese tránsitoetario donde se expresa más claramente estahabilidad. En cambio, se ha propuesto que losniños y niñas menores de 3 años no lograríananticipar conductas desde la perspectiva del otro(Zelazo et al., 2004). Esto se explica no solo

por la interacción que se comienza a estableceren ese período –con un espectro social másamplio–, sino también por el desarrollo cortical,y específicamente, por el aumento de la sustanciablanca a nivel de córtex prefrontal (Bauselas,2014). Esto sería un claro y fundamentalindicador de madurez neuronal, cuyo procesocontinuará hasta la juventud.

Sin estar libre de críticas, se ha sugeridoque la capacidad de mentalización tambiéndependería del desarrollo y funcionamiento de lahabilidad de imitar conductas (Cook et al., 2014;Ferrari & Rizzolatti, 2014; Press, Richardson,& Bird, 2010; Rizzolatti & Sinigaglia, 2010;Rizzolatti et al., 1996). Esta capacidad seiniciaría en etapas tempranas del desarrollo(aproximadamente, entre los 5 y 8 meses despuésdel nacimiento), período que coincide con lapuesta en marcha de la capacidad de inhibicióno supresión de interferencia (Diamond, 2013;Sastre-Riba et al., 2015). Todo esto, gracias aun grupo de neuronas que permiten la ejecuciónde dicha habilidad (imitación), a través de laobservación conductual. Estas neuronas hansido denominadas neuronas espejo y su actividady excitación no solo permitiría la imitaciónconductual, sino que también se involucraríanen la capacidad de analizar y aprender a travésde la asociación y expresiones conductuales yfaciales de otros (Rizzolatti & Sinigaglia, 2010).Por lo tanto, tales neuronas, en conjunto con elcórtex prefrontal, permiten a futuro, comprender,aprender y mentalizar todos estos elementos de lainteracción social.

Ahora bien, las neuronas espejo estaríanrelacionadas también con la adquisición delenguaje, dado su rol en la imitación delmundo social (Cook et al., 2014; Ferrari &Rizzolatti, 2014; Press et al., 2010; Rizzolatti& Sinigaglia, 2010; Rizzolatti et al., 1996). Através del desarrollo y especialización de lacapacidad de imitar, este grupo de neuronaspermitirían el desarrollo y funcionamiento dela FE de mentalización. Esto, a través de dosprocesos iniciales cuyo desempeño y desarrolloes simultáneo. Por un lado, dichas neuronas sedesarrollarían, a nivel morfofuncional, a travésdel aprendizaje asociativo (Ferrari & Rizzolatti,

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2014) y, a su vez, las células espejo permitiríanla inferencia o anticipación conductual de lasacciones de otros (Press, Heyes, & Kilner, 2011),ello a nivel cortical, lo que en etapas posteriores(5 años en adelante) promueve el desarrollo dela capacidad de mentalizar, es decir, anticiparconductas en otros.

En directa relación con lo anteriormenteseñalado, Rizzolatti y Sinigaglia (2010) sugierenque la primera actividad que se produciría graciasa la acción de las neuronas espejo, en losprimeros meses de desarrollo, sería la capacidadde imitación. Esto es de suma importancia parala comprensión longitudinal del desarrollo de lasfunciones motoras y la influencia de estas nosolo en la inferencia de la conducta de otro, sinoen la anticipación y comprensión conductual y/o de sus acciones (Damasio & Meyer, 2008).Existen al menos dos formas en las que sepuede entender la capacidad de imitación ala luz de su relación con las neuronas espejo.Por una parte, estas permitirían la capacidadde reproducir un acto ya observado, que yase encuentra en el repertorio de observación.Por otro lado, a través de la observación seaprendería un pattern de acción nuevo que podríaser reproducido detalladamente. Esta habilidadestaría mediada, más que por la habilidadvisual, por la capacidad de control y análisisde información top-down (Hogeveen et al.,2015), funciones que se encuentran asentadasen las estructuras frontales, así como tambiénen la unión temporoparietal (incluido el surcoparietal superior derecho). Esto último influiríala actividad motriz y la actividad sensitiva eintegrativa de la conducta de imitación (Damasio& Meyer, 2008; Ferrari & Rizzolatti, 2014).

Una conclusión muy importante en estecontexto es que la imitación no sería unahabilidad solamente de origen motor, i. e.,reproducción de una conducta, sino que tambiénincluiría la habilidad de integrar la conductaimitada en un contexto espacial, temporaly relacional. En este sentido, imitar es unproceso que contiene importantes elementosemotivos (Rizzolatti & Sinigaglia, 2010). Deesta forma, a nivel neuropsicológico, imitar unaconducta no solo implica la habilidad motriz –

proceso inicial que surge de la observación yde la conjunta actividad de neuronas espejo–.A su vez, se procede a almacenar dichaconducta –puesta en marcha de la MT, loque coincidiría con el aprendizaje de unpattern de acción– dada una decisión deliberadade memorizar dicha conducta. Esta capacidaddependería de la comprensión de la importanciaadaptativa y relacional de dicha conductaimitada, sobre todo, en su sustrato afectivo.Lo que se quiere decir es que al comprenderuna conducta imitada, las intenciones de estay sus potenciales resultados, no solo inician–estructural y morfofuncionalmente 10 – elproceso de mentalización, sino que a su vez,se comienza el desarrollo y funcionamiento deFE metacognitivas, al contrario de lo que hapropuesto el grupo de Carlson et al. (2002).

En relación con lo anterior, el aspectoemocional de las FE ha sido explorado en elcontexto de su comprensión y desarrollo en lainfancia - con un especial conceptual -, debidoa que en dicho período es posible observar eldesarrollo y la expresión de FE hot y de lahabilidad de mentalización. Respecto del aspectoneurobiológico, ambas capacidades compartenel mismo circuito, sin embargo, la habilidadde ToM estaría lateralizada en el hemisferioderecho (Tirapu et al., 2007; Zelazo et al.,2004; Séguin & Zelazo, 2005). A partir deesta evidencia, se ha calificado a la capacidadde mentalizar (teoría de la mente) como unaFE emocional, es decir innata, pero con unaimportante influencia cultural a través de lacapacidad imitativa (Rizzolatti & Sinigaglia,2013; Rizzolatti et al., 1996). Desde un puntode vista analítico y práctico, esto no es unaafirmación menor pues estudios en niños y niñascon Síndrome de Asperger han demostrado lasdificultades de funcionamiento de habilidadesde imitación, reconocimiento facial, lenguaje,análisis de información pragmática, comprensiónde ironía, i. e., dificultades en todas lashabilidades que requieran de inferir o anticiparsituaciones y/o conductas (Monette et al.,2015). Desde esta óptica, sería posible indicarque el funcionamiento y desarrollo de lacapacidad de mentalizar estaría a la base no

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solo de la interacción con los otros, sino dela diferenciación emocional y social que losseres humanos comienzan a desarrollar a medidaque interactúan con su medio ambiente ycomprenden dichas interacciones. La idea guíaacá es que sería la habilidad de mentalizarla que sustenta el desarrollo y adecuadofuncionamiento de las FE, más aún las deorigen metacognitivo y no al contrario, comose ha propuesto hasta ahora (cf., Carlson etal., 2002). Según la revisión acá presentada,la mentalización sentaría –y como ya se haafirmado–, sustentaría las bases morfofuncionalesde aquellas habilidades que fundamentan laconducta adaptativa de un sujeto y el adecuadofuncionamiento, y promovería el desarrollo de lasFE de flexibilidad cognitiva, memoria de trabajoy control inhibitorio.

Lo recién señalado ofrecería algunas lucessobre la forma en que se podría clarificar lamanera como se inician las trayectorias dedesarrollo de las FE, puesto que los niños yniñas en edades tempranas (primeros meses devida) tienden a responder, de forma principal, aestímulos cercanos. No obstante, con el ingresoal sistema educativo, ya serían capaces dedesarrollar la habilidad de análisis y planificaciónde información, en un nivel intertemporal(pasado, presente y futuro), así como tambiénde elegir las alternativas más adecuadas frentea diferentes situaciones (Friedman et al.,2008; Jurado & Roselli, 2007; Pnevmatikos &Trikkaliotis, 2013). Esto no se realizaría de formaazarosa, sino que a partir de la capacidad quehan desarrollado para mentalizar a los sujetos conquienes interactúan. Así, las principales FE eniniciar su desarrollo son: control atencional, dadala importancia de filtrar información relevante,respecto de las contingencias ambientales, segúnla comprensión y observación conductual desu entorno; planificación, debido el monitoreode las contingencias ambientales; y flexibilidadcognitiva, por el almacén de patterns y repertoriosconductuales necesarios para la selección ycambio rápido entre diferentes repertorios derespuesta (Tabla 2).

TABLA 2Desarrollo de funciones ejecutivas en la infancia yjuventud

Fuente: elaboración propia basada en lainformación propuesta por Jurado y Roselli (2007).

Conducta social: cultura, emociones y funcionesejecutivas

Las FE resultan centrales para la adaptaciónde un sujeto a su medio. Estas permitiríanresponder a las exigencias ambientales mediantela integración y análisis de toda la informaciónproveniente del ambiente desde los distintossistemas sensoriales. Sobre esto, Verdejo-Garcíay Bechara (2010) indican que las FE nodependerían de un input de entrada específico,sino de la información que reciben e integrandesde los diferentes sentidos, lo que lasconvierte, también, en funciones encargadasde la regulación de afectos, pensamientos yrecuerdos en pro de la adaptación a las exigenciasmedioambientales.

Desde este punto de vista, resultaimprescindible considerar los componentes quedichas funciones presentan a través de lainfancia y crecimiento de los individuos(flexibilidad, actualización e iniciación), puesto

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que resultan fundamentales para la ejecución yfuncionamiento de la habilidad de flexibilidadcognitiva (Ardila & Ostrosky-Solís, 2008;Bauselas, 2014; Diamond, 2013). Esta capacidadresulta determinante a la hora de resolverlas distintas exigencias medioambientales. Así,según lo que ya se ha propuesto, la FE dementalización no solo resulta central en eldesarrollo psicológico y socioemocional de un serhumano, sino también la capacidad de establecerdistintas estrategias de solución y enfrentamientopara una misma situación, esto es, la capacidadde flexibilidad en el análisis cognitivo de lassituaciones. Esta capacidad estaría sustentadapor la habilidad inicial de imitación conductualen los primeros años de desarrollo, lo querepresentaría –como ya se anticipó en la secciónanterior– el puntapié inicial para la adquisiciónde un amplio repertorio conductual que secompletaría en años posteriores de desarrollocon la comprensión emocional y cognitiva dedicho repertorio de conductas. Esto, no solose explicaría a través de la interacción sujeto-ambiente, sino también a través de la maduraciónneuronal por medio de la mielinización del CPF,y más específicamente, del área dorsolateraldel este córtex (Ardila & Ostrsky-Solís, 2008;Bauselas, 2014; Kluwe-Schiavon, Sanvicente-Vieira, Kristensen, & Grassi-Oliveira, 2013;Zelazo et al., 2004).

La sugerencia que se hace en el presentetrabajo se fundamenta en evidencia que indicaque alteraciones en el CPF a nivel dorsolateralno solo generan dificultades en la habilidadde evaluar las distintas opciones para enfrentaruna determinada situación (Diamond, 2013;Sastre-Riba et al., 2015), i. e., una alteraciónde funcionamiento de la FE de flexibilidadcognitiva, sino también producen dificultades anivel de cognición social, capacidad funcional einteracción social en un sujeto (Kluwe-Schiavonet al., 2013). Así, estas alteraciones afectarían nosolo la oportunidad de establecer un abanico deposibilidades frente a una determinada solución,sino también la relación que un sujeto establececon su entorno socioemocional y consigo mismo,lo que resultaría en una alteración fundamental,

pues imposibilitaría la integración y modulacióncognitiva de las emociones de un sujeto.

En lo concerniente al nivel interaccional,resulta imposible no considerar el factor emotivo,puesto que este no solo implica intercambiarinformación con otros, sino que también incluyelos efectos que dicha interacción tienen sobreel desempeño emocional (aquellas emocionesque los otros generan en nosotros y, a la vez,las emociones que en ellos generamos). Así, lacuestión sobre la mentalización nuevamente sevuelve clave ya que teorizar la mente de otroimplica creer cómo actuará ese otro y entender,a partir de su procesamiento conductual, quévalores cognitivos y emocionales subyacen a suconducta (Baron-Cohen, 2014). Este tipo deactividad humana no solo incluiría inputs deinformación, sino también implicaría recurrir alanálisis de las acciones e intenciones que el otroposee (Damasio & Meyer, 2008). Lo interesantede esto es que la capacidad de mentalizar al otrono solo ocurriría a nivel emocional, sino también,y de forma más fundamental, a nivel conductual,específicamente, a nivel de representación motriz(Cook et al., 2014; Damasio & Meyer, 2008;Ferrari & Rizzolatti, 2014; Press et al., 2010;Rizzolatti & Sinigaglia, 2010; Rizzolatti et al.,1996). Es decir, no solo se logra comprendery anticipar al otro, sino que esa capacidadevocará las posibles respuestas seleccionadas porun sujeto; la actividad no termina solo en lacomprensión y anticipación de las conductas y/ointenciones de otro, sino que dicha informaciónes integrada en el CPF, para que, de formasimultánea, las posibles opciones de respuestasean consideradas frente a los inputs que ingresan.Finalmente, el proceso de selección de unarespuesta se iniciaría a través de la capacidad deflexibilidad cognitiva, lo que se produce graciasa la mentalización que se realiza del otro en uncontexto socioafectivo; es decir, contrario a laspropuestas dominantes en la actualidad, en lapresente investigación se afirma que es la puestaen marcha de la capacidad de mentalizar la quepromueve/induce a la de la FE de flexibilidadcognitiva.

Ahora bien, a nivel de la selección deuna respuesta, se inicia una amplia activación

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multimodal que implicará no solo la imitacióny comprensión conductual ya mencionadas, sinotambién la activación de la capacidad de análisisy manejo intertemporal de las FE, a partir de todala información almacenada sobre una situación(Letho et al., 2003; Miyake et al., 2000; Sastre-Riba et al., 2015; Verdejo-García & Bechara,2010). En este sentido, y como ya se mencionó, laactividad no solo se destina a analizar la situaciónde intercambio, sino también a la selección dela respuesta más adaptativa; para ello, se activaun amplio circuito de neuronas espejo, o zonasde divergencia-convergencia (ZDC), locales ygenerales, que tienen por función coordinarinformación sensorial, así como también integrarinformación de orden superior para la selecciónde una respuesta, respectivamente (Damasio& Meyer, 2008). La función de las ZDC esreconocer los inputs de información para buscarinformación en los sistemas de memoria quecoincida con dichos inputs, para luego integrardichas coincidencias con lo observado y así,finalmente, seleccionar una respuesta adaptativa.Esta actividad se llevaría a cabo en el áreadorsolateral, ventromedial y orbitofrontal delCPF (Ardila & Ostrsky-Solís, 2008; Bauselas,2014; Kluwe-Schiavon et al., 2013; Zelazo etal., 2004). En términos concretos, al producirsedicha actividad, se activará el funcionamientode los tres componentes esenciales de las FE:inhibición, memoria de trabajo y flexibilidadcognitiva (Letho et al., 2003; Miyake et al., 2000;Sastre-Riba et al., 2015).

Es importante señalar que la selección dela respuesta debería responder a las exigenciasexternas; esto no solo estaría influenciado por losdeseos propios, sino también por la comprensiónde la conducta e intenciones del otro (Damasio& Meyer, 2008; Rizzolatti & Sinigaglia, 2010),i. e., dada la mentalización de ese otro, hemosde saber cuáles conductas se deben seleccionary cuáles inhibir, por lo que es fundamentalcontar con un stock amplio de opciones derespuesta que permita analizar la selecciónmás adecuada (Diamond, 2013). Así, ambasactividades dependerán de la información que selogre extraer desde los sistemas de memoria, enel corto plazo, es decir, de la acción de la FE de

memoria de trabajo (Letho et al., 2003; Miyakeet al., 2000). Por lo tanto, la selección y ejecuciónde una adecuada conducta adaptativa a lasexigencias socioambientales no solo dependeráde la evaluación que se realiza de la situación –incluida la mentalización que se ha hecho de lasconductas de otro–, sino también de la adecuadaintegración y reconocimiento de la informaciónque ya se encuentra almacenada en los sistemasde memoria del sistema nervioso central, asícomo también de la adecuada coordinación yselección que realicen las FE (tanto a nivelde flexibilidad cognitiva como de inhibiciónconductual).

Finalmente, todo este proceso no solodependería de las condiciones estructurales de laneocorteza, sino también de la forma en que sepromueve y estimula la capacidad de las neuronasespejo a través de la imitación conductual, puesello, permitirá que se desarrolle la capacidadempática, para lograr mentalizar. Es decir, la ideaes que no solo entenderemos cómo puede sentirel otro, sino que también las intenciones quetiene la conducta del otro, así como nuestraspropias acciones e intenciones respecto de dichaconducta. Tal comprensión no solo se realizaríaa nivel conductual, sino también en términosneurobiológicos. Según el presente estudio, estopuede ser considerado como evidencia másque suficiente para fundamentar la importanciaque tiene comprender la conducta de otroa nivel motor, emocional y cognitivo, y, asítambién, la habilidad de anticipar la conductae intenciones de ese otro, para así poner enmarcha todo el espectro de funcionamiento delas FE que permitirán seleccionar el grupo derespuestas más adaptativas, según el análisis yasociación de las contingencias ambientales ylos patterns conductuales. Con lo anterior, sepretende afirmar que la tesis de Carlson et al.(2002) –que define la influencia de las FE enel desarrollo y funcionamiento de la habilidadde mentalización– no es del todo correcta,aun cuando reconocen capacidades preexistentesde la mentalización 11 (Carlson et al., 2002).Al contrario, según la revisión que se harealizado, sería la capacidad de mentalizaciónla que fundamentaría el desarrollo y adecuado

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funcionamiento de las FE metacognitivas. Ahora,nuestra propuesta no asume que la tesis delgrupo de Carlson sea intencionada, más bien,pensamos que sus resultados están basados enla comprensión del desarrollo y funcionamientode FE que le proveen modelos neuropsicológicosadultos –tal como mencionamos en la primeraparte de este artículo–, y por lo tanto, de lacarencia de una mirada más longitudinal delfenómeno, mirada que sería provista por unmodelo que incluye el desarrollo infantil en ladiscusión.

Conclusiones y aplicaciones

Este artículo ha intentado clarificar la formaen que se debiera pensar la relación entrefunciones ejecutivas (FE) y la habilidad dementalización. Según la evidencia revisada ycontrario a las propuestas dominantes (Carlsonet al., 2002), consideramos que la capacidadde mentalización juega un rol fundamentalen el adecuado desarrollo y desempeño delas FE desde la infancia. El desarrollo detales capacidades iniciaría con la capacidadde imitación conductual hasta el tránsitoy puesta en marcha de la capacidad paracomprender (a nivel cognitivo y emocional),anticipar y reconocer las intenciones de laconducta imitada. Esto, debido a que con elinicio de la habilidad de imitar conductas seinicia el aprendizaje conductual, lo que llevaa la ampliación del repertorio de conductasadaptativas para determinadas situaciones. A suvez, dicho repertorio posibilitaría la selecciónconductual según las necesidades ambientales–puesta en marcha de MT y flexibilidadcognitiva–, selección que dependería del análisiscognitivo de dichas exigencias. Ahora bien, paraseleccionar dichas conductas se deberían activarlas ZDC, lo que sería un directo promotor yevidencia de la FE de MT. Finalmente, esemismo repertorio, del que se deben seleccionarconductas, exigirá inhibir aquellas conductasdesadaptativas, esto es, desarrollar la capacidadde control inhibitorio o control conductual.Realizar todo ese proceso, de forma efectiva,

según nuestra propuesta y la evidencia revisada,es imposible sin la capacidad de mentalización.

Ahora, queremos finalizar este trabajoexplorando algunas de las áreas que nuestrapropuesta, sobre la relación entre FE ymentalización, podría informar en términosconceptuales y empíricos.

La naturaleza neurofisiológica de lo social

El estudio del desarrollo de las diversas FEdesde temprana edad podría entregar diversasluces sobre la mejor forma de pensar acerca de losocial, desde un punto de vista neurofisiológicoy evolutivo 12 . Tomemos por ejemplo elfenómeno de la empatía. Obviando los debatesfenomenológicos propios del concepto (Finlay,2005; Zahavi, 2011), una de las discusiones másimportantes en la actualidad es la de definir quees la empatía 13 y cuáles son sus condiciones deinstanciación (De Vignemont & Singer, 2006).Recientemente, Smith (2015) ha definido laempatía como una relación epistémica más quecomo un fenómeno psicológico. Esto quieredecir que uno no debería identificar un procesoneuropsicológico específico con la empatía, sinoque esta debería ser pensada como una maneraen que los seres humanos llegan a saber ciertascosas del mundo, en este contexto, ‘como losotros sienten’ (Smith, 2015, p. 4). La idea esque el concepto pasa de ser un proceso a unestado. Ahora bien, la consecución de este estadose nutriría de diversos mecanismos psicológicostales como la imitación de expresiones faciales,orales y posturas corporales (Cook et al., 2014;Rizzolatti & Sinigaglia, 2013; Van Baaren,Decety, Dijksterhuis, Van der Leij, & VanLeeuwen, 2009); la capacidad de reflejar losestados afectivos de otros o el contagio emocional(Hatfield, Rapson, & Le, 2009; Rapson, Hatfield,& Cacioppo, 1994); nuestro conocimiento dela causa de cierto estado mental de un otro(De Vignemont & Singer, 2006) y la capacidadpara imaginar la situación que otro vive (Batson,Early, & Salvarani, 1997; Goldie, 2011), entremuchos otros más. La idea detrás de esta formade entender la empatía es que esta puede ser el

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producto de una combinación de varios de estosmecanismos, dependiendo del contexto y de lascapacidades de un sujeto. Smith (2015) concluyeque ninguna de tales capacidades debería seridentificada con la empatía propiamente tal, yaque ninguna es una condición unilateralmentenecesaria para su existencia 14 .

Quizás Smith (2015) esté en lo correctoal indicar que ninguno de estos mecanismospsicológicos debería ser identificado con laempatía. Sin embargo, creemos que estediagnóstico pasa por alto el rol necesario de lahabilidad de mentalización en la consecusiónde la ‘relación epistémica empática’. Tal comohemos señalado a lo largo de este artículo,la mentalización, en su aspecto morfológicoy funcional, e incluso compartiendo unaconcepción minimalista de ella, es una capacidadque permite generar conocimiento del otroa partir de la observación, comprensión yanticipación de claves conductuales (Ferrari &Rizzolatti, 2014; Tirapu et al., 2007; Zelazoet al., 2004). Su temprano desarrollo (5-8meses) nos hace pensar que esta funcióndebería ser entendida, por lo menos, comouna condición necesaria para la consecuciónde una relación epistémica empática, desde lainfancia, ergo, desde un modelo de comprensióninfantil. Esto no quiere decir, y en estoestamos de acuerdo con Smith, que lamentalización debiese ser identificada comoempatía, sino que todos los otros mecanismospsicológicos recién mencionados dependeríande la función de mentalización para poderaportar significativamente a la consecución dela relación epistémica empática que señalaSmith. Así, transitivamente, la capacidad dementalización sería finalmente condición sinequa non para la consecución de una relaciónempática, puesto que, en palabras de Baron-Cohen (2014), dicho proceso depende de, almenos, dos fases: reconocimiento y respuesta,para lo que debemos observar, comprender ymentalizar expresiones faciales, orales y posturascorporales.

Como podemos ver, este tipo de ejerciciologra mostrar la forma en que el estudio delas FE podría informar algunos debates en

filosofía y neurociencias de lo social. Ahora bien,lo mismo podría ser dicho sobre la discusiónacerca de la simpatía, intencionalidad colectiva,intenciones compartidas, entre muchos otrosmás. Sin embargo, un tratamiento extensivo deestos temas nos tomaría muy lejos del temaprincipal de este artículo.

La subjetividad de la conciencia

Uno de los dilemas más populares en filosofíade la mente y neurociencias contemporáneatiene que ver con cómo entender el hecho deque nuestra experiencia consciente del mundo(conciencia fenoménica) posee un punto devista subjetivo, i. e. la primera persona, y nomeramente ‘anónimo’ (Shoemaker, 1996; Varela& Shear, 1999; Zahavi, 2005). La idea es quelos humanos poseen la capacidad de darsecuenta de que ellos son los sujetos de suspropias experiencias conscientes (Gallagher &Zahavi, 2008). Así, cuando hablamos de ‘primerapersona’, nos referimos a una cierta perspectivaque los humanos poseen del mundo que esprivada y permea la mayoría nuestros estadosmentales (López-Silva, 2016; Strawson, 1997).Ahora bien, la perspectiva del sí-mismo parece,necesariamente, emerger con una perspectiva delotro como aquello que no-soy-yo. Sobre esto,Praetorious (2009) sugiere que la perspectiva dela primera persona solo surgiría de la asimilaciónde una asimetría epistémica, i. e., el reconocer queyo tengo acceso a mis propios estados mentalesde una forma diferente en la cual tengo accesoa los estados mentales de otro (tercera persona)–en palabras de Baron-Cohen (2014) dividir mimente en dos–, esto no solo implica el estarconsciente de que existe un otro, sino también deque yo mismo poseo una perspectiva diferente ala del otro (Baker, 2000) 15 .

Creemos que existen suficientes razonespara pensar que este proceso de individuacióndependería fuertemente de la capacidad dementalización, y que por lo tanto, investigacionesen esta FE podrían informar el debate acercade la emergencia de la primera persona quecaracteriza ciertos momentos de conciencia

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fenoménica. Investigaciones en psicología deldesarrollo indican que la aprehensión del propiopunto de vista y del punto de vista del otrocomienza a eso del segundo año de vida(Tomasello & Rakoczy, 2003) 16 . Sin embargo,podríamos hipotetizar que el comienzo de laindividuación fenoménica podría iniciarse con elinicio del ejercicio de la capacidad mentalizadoraen individuos con un desarrollo típico i. e. apartir de los 5 meses de vida. Esta capacidadsería uno de los diversos procesos que permitiríala formación de una perspectiva subjetiva de laconciencia, mediante la exploración de otro yque alcanzaría un mayor nivel de complejidad alsegundo, e incluso mayores, con la adquisicióndel lenguaje. Claramente, un entendimientolongitudinal del desarrollo de la capacidadde mentalización podría informar en términosempíricos y conceptuales el debate acerca de lasubjetividad de la conciencia, por lo que es unainteresante línea de investigación por explorar.

Psicopatología

Tal como ha sugerido nuestro análisis, lasFE son claves a la hora de comprender laformación de estados mentales que poseen uncomponente predictivo. Estas permitirían filtrarinformación que interfiere con la consecuciónde alguna tarea específica y permitirían anticiparlas consecuencias de las propias acciones y deotros, en el contexto de la ejecución de unatarea específica. Así, las FE serían también clavea la hora de entender la producción de unasensación de agencia respecto de nuestra propiavida mental 17 . Desde este punto de vista, las FE,y su alteración morfofuncional, serían claves paraentender la producción y expresión de ciertossíntomas psicóticos.

Por ejemplo, pacientes que sufren de deliriosde control externo indican que sus movimientoscorporales son controlados por agentes externos(Spence et al., 1997). Una popular explicación deeste fenómeno hace referencia a una alteraciónen la sensación de agencia asociada a losmovimientos voluntarios normales 18 . La idea esque existiría un sistema cognitivo que compararía

(a nivel inconsciente) el resultado esperado deuna acción específica con el resultado real.En casos normales, si ambas no coinciden, elsistema basado en un feedback sensorial, FE deretroalimentación, podría modificar la acciónpara generar el resultado esperado, flexibilidadcognitiva (Cahill & Frith, 1996; Frith, 1992).Los delirios de control externo surgirían poralteraciones en este sistema de comparaciónmotriz junto con otras concomitantes de ordencognitiva –red frontoestriatal– que llevarían aun sujeto a generar la creencia delirante deexternalización que caracteriza al síntoma (Frith,Blackemore, & Wolpert, 2000). Acá existiría unarelación directa entre malfunción del sistema defeedback motor y malfunciones de áreas cerebralesa cargo de FE. Los estados psicóticos son estadosde alteración fronto-estriatal, donde se alterala función del córtex prefrontal y el núcleoestriado. Ambas estructuras están involucradasen la creación de movimientos voluntarios yambas estarían a la base del funcionamientode varias FE (Kluwe-Schiavon et al., 2013).Como podemos ver, un amplio entendimiento deldesarrollo y progreso de las FE y sus substratosneuromorfológicos también nos podrían dar lucesrespecto de la producción de síntomas psicóticosen condiciones anómalas.

Ahora bien, la idea de que elementospredictivos de las FE serían clave paraentender ciertos fenómenos psicopatológicos esconsistente con uno de los modelos actuales máspopulares en el contexto de la psicopatología.Las teorías de predicción del error sugieren queel cerebro genera modelos predictivos de larealidad –aprendizaje asociativo de contingenciasasentados en el CPFDL (Kluwe-Schiavon et al.,2013)–, con el fin de anticiparse a ciertos desafíosadaptativos (Clark, 2013; Friston, 2010). Así, elproceso de actualización de creencias sobre larealidad sería un proceso que buscaría minimizarlos errores en las predicciones realizadas, con elfin de adaptarse de forma rápida y eficaz. Desdeeste punto de vista, síntomas como los deliriossurgirían por un error de predicción, i. e., unmismatch entre un estado esperado (expectativa)y el input finalmente recibido por un sistemacognitivo (Corlett, Taylor, Wang, Fletcher, &

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Krystal, 2010). Los delirios serían el resultadode alteraciones en el proceso de actualizaciónde creencias de un sistema cognitivo debidoa errores predictivos (Corlett et al., 2007).Estos errores pueden explicarse por una seriede alteraciones en la experiencia de la realidad,sin embargo, existen buenas razones para pensarque, detrás de tales alteraciones, se encontraríanmalfunciones en FE básicas relacionadas conla producción de creencias en un sujeto. Losdelirios están relacionados con malfunciones anivel del CPFD, que es el área donde se ubicala capacidad de flexibilidad cognitiva (Kluwe-Schiavon et al., 2013). Además, esta idea esconsistente con los bajos niveles de flexibilidadcognitiva que muestran los pacientes psicóticos(Waltz, 2016), por lo que la relación entrealteraciones en FE y formación de síntomaspsicóticos estaría bien fundamentada desdeun punto de vista empírico, pero tambiénconceptual (Corlett et al., 2007; Corlett et al.,2010). Finalmente, como ya hemos revisado ennuestro análisis, este tipo de alteraciones podríarelacionarse con malfunciones en las zonas dedivergencia-convergencia de algunos circuitos deneuronas espejo, las que se encargan de integrarinformación de orden superior para la selecciónde respuestas específicas ante desafíos propuestospor el medio ambiente (Damasio & Meyer, 2008).

Obviamente, son muchas otras las áreas quepodrían ser informadas por el estudio de lasFE, específicamente por nuestra propuesta. Sinlugar a dudas, un tratamiento en profundidadde todas ellas haría este trabajo interminable.Lo que hemos buscado hacer en esta sección esejemplificar cómo esto podría ocurrir, solamenteen algunos casos específicos. Ahora, es deberde la comunidad actual de investigadores seguirexplorando la riqueza conceptual y empírica delconcepto de FE en relación con la habilidadde mentalización, para así avanzar en lacomprensión de nuestra vida mental privada ysocial.

Agradecimientos

Pablo López-Silva tiene esta fuente definanciamiento: Proyecto FONDECYT nº11160544 ‘La arquitectura agencial delpensamiento humano’, CONICYT, Gobierno deChile, Chile.

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Notas

1 Joseph y Tager-Flusberg (2004)desarrollaron una investigación acerca de larelación entre FE y ToM en niños de 5 años 7meses – 14 años 2 meses, diagnosticados contrastorno del espectro autista. Los resultadosde tal investigación indicaron que el factorgeneral de las FE podría ser necesario, o almenos proveer las condiciones necesarias,para el adecuado desempeño o éxito enpruebas de mentalización. Sin embargo,los autores también indicaron que susresultados estaban lejos de ser concluyentes,lo que abre la posibilidad para el desarrollode otros enfoques interpretativos acerca dela relación entre FE y ToM.

2 El acercamiento más amplio que se hahecho a dicha relación proviene desde elámbito de la investigación en personasque presentan diagnósticos de trastornodel espectro autista -TEA- (Baron-Cohen,2014, 2012; Cook, Bird, Catmur, Press, &Heyes, 2014; Press, Richardson, & Bird,2010).

3 La alternativa propuesta también seopondría a las investigaciones que tomancomo base interpretativa a Carlson et al.(2002), tales como Báez et al. (2015), Fineet al. (2001) y Yeh et al. (2016).

4 Respecto de la capacidad de inhibición,esta ha sido considerada como uncomponente fundamental o unificadorde las funciones ejecutivas, siendo unaimportante característica su rol genético,aunque, hoy por hoy, es imposible noconsiderar la influencia que la interaccióngenes-ambiente posee en el desarrollo yfuncionamiento de las funciones cerebrales,incluidas las funciones ejecutivas (Friedmanet al., 2008; Ardila & Ostrosky-Solís, 2008;Diamond, 2013; Sastre-Riba et al., 2015).

5 El CPFDL no es el lugar exacto deasentamiento de la MT, la evidencia sugiereque es una FE que transita a través delneocórtex y de algunas áreas límbicas; elCPFDL sería el área donde la MT integraríasu funcionamiento.

6 Un estudio de Fine et al. (2001) intentórelacionar el daño de la amígdala en unpaciente de Control de impulso de 32 añoscon la alteración de ToM. Sin embargo, alser un estudio de caso único, tales datosno son susceptibles de ser generalizados, sinlevantar profundas dudas metodológicas yconceptuales.

7 En este momento, preferimos mantenernosal margen del debate acerca de la formafinal en que este logro epistémico se consiguey convenimos en que el conocimientodel otro es el producto final de talescapacidades, potencialmente combinadascon otras habilidades adaptativas delsujeto, como la comprensión y anticipaciónconductual.

8 A este proceso se le denomina elestablecimiento de las ‘fronteras del ego’ o‘ego-boundaries’, en inglés.

9 Esto se relaciona directamente con una delas discusiones en filosofía de la mente queserá comentada en la última sección delpresente trabajo.

10 Nos referimos al proceso estructuraly morfofuncional: dada la plasticidadcerebral que se produce a través delproceso de memoria-aprendizaje, i. e.,al aprender un estímulo novedoso ysignificativo, se produce una amplia

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liberación de ARN en las neuronashipocampales, así como también seinicia el proceso de mielinización,crecimiento axonal y aumento dedendritas y receptores neuroquímicosen las neuronas involucradas, procesodenominado plasticidad neuronal, la querepresenta la base fundamental deldesarrollo neuronal.

11 Los autores no explican a qué se refieren condicho concepto.

12 Acá es necesario indicar que el rol deeste tipo de estudios no sería solamenteproveer bases neurofisiológicas para elcomportamiento social, sino también, y entrabajo conjunto con la filosofía de la mente,informar y clarificar la mejor forma de pensarsobre tal evidencia en asuntos relacionadoscon causalidad, necesidad, correlación, etc.respecto de los fenómenos que pretendeabordar.

13 Baron-Cohen (2012) define dichoconstructo como “la capacidad parasuspender nuestro enfoque de atenciónúnico, centrado exclusivamente en nuestramente y, en su lugar, adoptamos un enfoquede atención doble que también se centra enla mente del otro”, i. e., dividimos nuestramente para entender al otro, para mentalizaral otro.

14 Smith (2015, p. 10) concluye que: “ningunode estos fenómenos psicológicos como laimitación, el contagio emocional y la tomade perspectiva han de ser identificadoscon la empatía. Ninguno de ellos esestrictamente necesario para la existenciade la empatía tampoco. Por ejemplo, lasimulación no es necesaria para la empatía.Si A sabe, por medio de una inferenciateórica, que B está en un estado ψ, y también,por medio de la memoria, sabe que es estaren ψ, luego A podría empatizar con B; sinsimulación requerida (…). En la teoría queno he presentado, empatía no es un procesode ningún tipo, sino que es un estado alcual uno llega habiendo experimentado esosprocesos subyacentes, cuales quieran seanellos” [traducción de los autores].

15 Como Praetorius (2009) señala: “paraque un ser conciente exhiba fenómenosdesde la perspectiva de la primerapersona, éste requiere no solo experimentardesde una perspectiva, sino que también

estar conciente del hecho de tener unaperspectiva que es diferente a la perspectivade los otros” (p. 330) [traducción de losautores].

16 Sobre esto, Praetorius (2009) indica que:“antes de esta edad, no hay concienciaestable en lo absoluto de ‘puntos devista’ diferentes de otras personas, porlo tanto, tampoco hay conciencia de lasubjetividad de la propia experiencia i.e. nohay conciencia de que la propia experienciapertenece únicamente a uno mismo deforma opuesta la forma en que talesexperiencias son dadas a los otros” (p. 238)[traducción de los autores].

17 En términos muy generales, la sensaciónde agencia se define como la experienciade ser el iniciador o creador de ciertosestados mentales motores o cognitivos(Bayne, 2011; De Vignemont & Fourneret,2004). Esta sensación estaría estrechamenterelacionada con la sensación de control quecaracteriza nuestra vida mental normal.

18 Claramente, se entiende que este no es elúnico problema, dado que la ausencia deuna sensación de agencia no justifica lacreencia deliriosa con el contenido externoque refieren los pacientes.

* Artículo de investigación.