derechas del siglo xxi

12
Derechas del siglo XXI: los casos de Uruguay, Brasil y Bolivia Agustín Lewit Lic. en Ciencia Política Camila Vollenweider Mg. en Sociología Ayelén Oliva Lic. en Ciencia Política Mg. en Periodismo I. La derecha uruguaya en el ciclo electoral 2014-2015: entre el cambio o la extinción (por Agustín Lewit) El clásico bipartidismo uruguayo entre el Partido Nacional (PN) y el Partido Colorado (PC) -uno de los más longevos del mundo- comenzó a mostrar las primeras señales de fractura hacia 1971, con la emergencia de la coalición de izquierda Frente Amplio (FA). Aunque transcurridos los oscuros años de la dictadura (1973-1985), los blancos - tal como se conocen popularmente a los miembros del PN- y los colorados siguieron alternándose por casi dos décadas más en el poder, aquella unificación de la izquierda uruguaya bajo una misma formación política sería el inicio de un proceso que terminaría alterando de manera sustancial, poco más de tres décadas después, el sistema de partidos del Uruguay y, con él, el escenario político en su totalidad. En efecto, el histórico triunfo de Tabaré Vázquez en el año de 2004, que terminó de consagrar el paulatino ascenso del FA catapultándolo por primera vez a la presidencia uruguaya, significó -al mismo tiempo- el comienzo de una profunda crisis tanto del Partido Nacional como del Colorado, la cual aún ninguna de las dos fuerzas han podido resolver. Ese desplazamiento del centro político de las dos fuerzas tradicionales, hasta entonces clara e indiscutidamente hegemónicas, puso a las mismas de cara al desafío de replantear estrategias para reconquistar el lugar perdido. Al mismo tiempo, la propia gestión del FA, cargada de políticas progresistas que mejoraron sustancialmente la vida de cientos de miles de uruguayos, sumado a un clima político regional notoriamente inclinado hacia la izquierda, también ejercieron su presión para que colorados y blancos -estos últimos con mucha más decisión- se vieran interpelados a “aggiornarse” para subsistir. Lo mencionado hasta aquí funge, de algún modo, como el contexto necesario para comprender la manera en que el fenómeno de “las nuevas derechas”, que atraviesa transversalmente a la región, se inscribe y toma forma concreta en el Uruguay. De

Upload: others

Post on 25-Jun-2022

10 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

Page 1: DERECHAS DEL SIGLO XXI

Derechas del siglo XXI: los casos de Uruguay, Brasil y Bolivia

Agustín Lewit Lic. en Ciencia Política Camila Vollenweider Mg. en Sociología Ayelén Oliva Lic. en Ciencia Política Mg. en Periodismo

I.

La derecha uruguaya en el ciclo electoral 2014-2015: entre el cambio o la extinción

(por Agustín Lewit)

El clásico bipartidismo uruguayo entre el Partido Nacional (PN) y el Partido Colorado (PC) -uno de los más longevos del mundo- comenzó a mostrar las primeras señales de fractura hacia 1971, con la emergencia de la coalición de izquierda Frente Amplio (FA).

Aunque transcurridos los oscuros años de la dictadura (1973-1985), los blancos -tal como se conocen popularmente a los miembros del PN- y los colorados siguieron alternándose por casi dos décadas más en el poder, aquella unificación de la izquierda uruguaya bajo una misma formación política sería el inicio de un proceso que terminaría alterando de manera sustancial, poco más de tres décadas después, el sistema de partidos del Uruguay y, con él, el escenario político en su totalidad.

En efecto, el histórico triunfo de Tabaré Vázquez en el año de 2004, que terminó de consagrar el paulatino ascenso del FA catapultándolo por primera vez a la presidencia uruguaya, significó -al mismo tiempo- el comienzo de una profunda crisis tanto del Partido Nacional como del Colorado, la cual aún ninguna de las dos fuerzas han podido resolver.

Ese desplazamiento del centro político de las dos fuerzas tradicionales, hasta entonces clara e indiscutidamente hegemónicas, puso a las mismas de cara al desafío de replantear estrategias para reconquistar el lugar perdido. Al mismo tiempo, la propia gestión del FA, cargada de políticas progresistas que mejoraron sustancialmente la vida de cientos de miles de uruguayos, sumado a un clima político regional notoriamente inclinado hacia la izquierda, también ejercieron su presión para que colorados y blancos -estos últimos con mucha más decisión- se vieran interpelados a “aggiornarse” para subsistir.

Lo mencionado hasta aquí funge, de algún modo, como el contexto necesario para comprender la manera en que el fenómeno de “las nuevas derechas”, que atraviesa transversalmente a la región, se inscribe y toma forma concreta en el Uruguay. De

Page 2: DERECHAS DEL SIGLO XXI

ese modo, como una variable extensible a otros escenarios políticos latinoamericanos, la estrategia de ciertos sectores políticos conservadores del Uruguay por cambiarse de ropa, lavarse la cara y venderse bajo un halo modernizador tiene que ver, por un lado, con una necesidad de desvincularse de las “tragedias neoliberales” de fines del siglo pasado y comienzos del presente, las cuales fueron comandadas en su mayoría por estos mismos partidos que buscan renovarse; y, por el otro, como una manera de dar batalla a un escenario novedoso signado por la emergencia y consolidación de una fuerza política progresista que le arrebató la hegemonía.

Derechas: cambio o extinción

El extenso ciclo electoral uruguayo iniciado con las elecciones internas obligatorias en junio de 2014, luego continuado con las presidenciales de octubre -y su segunda vuelta celebrada en noviembre del mismo año- y cerrado finalmente con las departamentales de mayo de 2015, ha sido un suelo fértil para observar, entre otros factores, los distintos modos en que la derecha uruguaya echó a andar sus estrategias ante un dominio cada vez más consolidado del Frente Amplio.

Así, a modo de hipótesis de trabajo, podría realizarse un corte dentro del abanico de las fuerzas conservadoras que posibilitara distinguir entre aquellas que más abiertamente decidieron adaptarse a los cánones de la nueva derecha regional, y aquellas otras que optaron por mantenerse más cercanas a los modos -políticos, simbólicos y discursivos- clásicamente conservadores.

Dentro del grupo de las primeras, el caso más sobresaliente -sin dudas- ha sido el de Luis Alberto Lacalle Pou, candidato a presidente por el Partido Nacional, quien logró llegar al ballotage presidencial donde fue finalmente derrotado -por un amplio margen- por el candidato oficialista Tabaré Vázquez. La candidatura de Lacalle Pou partió de la premisa de que el clásico caudillismo tradicionalista ya no alcanzaba para enfrentar al cada vez más fortalecido Frente Amplio y, desde allí, desarrolló una serie de rasgos que lo emparentan con otros candidatos conservadores de la región que buscaron posicionarse ante los electorados como opciones modernas y -al menos en apariencia- renovadas.

El primero de esos rasgos es la edad. En un país acostumbrado a tener presidentes como mínimo septuagenarios, Lacalle Pou intentó hacer de sus “jóvenes cuarenta” una virtud política y posicionarse desde allí como el mascarón de proa de una renovación dirigencial no sólo al interior de las filas nacionalistas -le ganó la interna a Jorge Larrañaga, un experimentado representante del PN- sino de la clase política uruguaya en general. Para ello fue necesario que se despegara no sólo de la figura de su padre, presidente durante los neoliberales años noventa, sino también de su propio partido.

A ello, le agregó una compleja y estudiada estrategia discursiva que, echando a términos de la politóloga belga Chantall Mouffe, podría anclarse dentro del ámbito de la post-política, la cual -básicamente- se caracteriza por ser: a) post-ideológica: en tanto despliega un discurso que rechaza la ideología como el principal sustrato de la política y, desde allí, prescinde, por considerarlo obsoleto, del eje izquierda-derecha como el clivaje ordenador de todo campo político; y, b) post-conflictual, en

Page 3: DERECHAS DEL SIGLO XXI

tanto, en sus insistentes apelaciones al diálogo y al consenso, se cuela la idea de que es posible desterrar el antagonismo de la dinámica política y pensarla básicamente como una práctica aconflictiva. Ambas características, abundaron tanto en los discursos de campaña como en las declaraciones públicas de Luis Lacalle Pou. Por caso: ante la pregunta de un periodista sobre si se consideraba de izquierda o derecha, el candidato blanco respondió escurridizamente “yo me considero siempre en movimiento, sin ataduras, nunca estático”1. En otra entrevista, reforzaba la idea sosteniendo que “El Uruguay que viene no es el de la izquierda o el de la derecha, es el de los acuerdos”. Más evidente se torna el asunto si se contempla el lema central de su campaña, “Por la positiva”, el cual expuso con claridad esa estrategia de no confrontación, consensualista, integradora sin reparos. En los largos meses de campaña, el candidato presidencial blanco evitó a toda costa las confrontaciones directas con el resto de los candidatos.

Ligado a los rasgos descriptos, como otra característica propia de la nueva derecha, Lacalle Pou centró sus promesas de campaña en concretar “una buena gestión”, como si comandar los destinos de un país pudiera subsumirse apenas a la administración limpia y transparente de recursos.

Finalmente, un aspecto no menor fue la construcción de una imagen de candidato desestructurado, juvenil, en muchas ocasiones festivo, lo cual la prensa local supo interpretar con mucha justeza al rebautizarlo “Lacalle Pop”.

A juzgar por los resultados electorales, podríamos concluir parcialmente diciendo que la estrategia modernista de Lacalle Pou tuvo un éxito parcial en tanto, por un lado, le sirvió para posicionarse como el referente más importante de la oposición, pero, por el otro, quedó bastante lejos del presidente electo. Hilando más fino, el FA fue el partido más votado en los segmentos juveniles de todos los distritos uruguayos, denotando el fracaso de la estrategia del candidato blanco por interpelar a la juventud charrúa.

La otra fuerza tradicional de Uruguay, el Partido Colorado, formación política que ocupó la presidencia por más de un siglo y que hoy se encuentra sumida en una crisis que muchos definen como terminal, llevó como candidato en las últimas elecciones presidenciales a Pedro Bordaberry, senador por varios mandatos e hijo del exdictador Luis María Bordaberry. Mucho menos sutil que Lacalle Pou, el candidato colorado estructuró su candidatura en base a resaltar principios clásicos del ideario conservador: seguridad, achicamiento del Estado, reforzamiento de los vínculos con las potencias mundiales, etc. De hecho, casi la única propuesta esgrimida durante la campaña fue el impulso de un plebiscito para bajar la edad de imputabilidad a los jóvenes que cometieran delitos, algo que finalmente no prosperó. En efecto, lejos de los giros modernizadores o edulcorados del candidato blanco, Bordaberry ancló su propuesta de forma transparente en el terreno conservador hablándole sin reparos a un electorado situado del centro a la derecha. Los bajísimos guarismos obtenidos durante los comicios, confirmaron la profunda crisis de la histórica fuerza política uruguaya, situación que se agravó más aún en las elecciones departamentales.

Justamente, estos últimos comicios celebrados en mayo pasado, dieron lugar a una novedad que puede alterar en el mediano plazo el sistema de partidos uruguayos:

1 Disponible en: http://www.montevideo.com.uy/auc.aspx?253145

Page 4: DERECHAS DEL SIGLO XXI

por primera vez en la historia, los partidos fundacionales (Blancos y Colorados) decidieron competir juntos bajo un mismo sello, el Partido de la Concertación. Si bien, desde la irrupción del FA varias veces las fuerzas conservadoras aunaron voluntades para tratar de frenar al frente progresista, nunca hasta ahora lo habían hecho de forma orgánica.

Por otro lado, el Partido de la Concertación presentó candidatos sólo en Montevideo, y aunque no logró vencer la férrea hegemonía del FA -quien gobierna la capital hace un cuarto de siglo- parece haber servido para hacer florecer un posible líder del espacio conservador: Edgardo Novick, un auténtico outsider que, pese a todo, logró ser el segundo candidato más votado imponiéndose a los otros dos candidatos blancos y colorados y a la mismísima Lucía Topolansky, histórica dirigente frenteamplista. Próspero empresario gastronómico, dueño de un hotel y uno de los principales accionistas del principal centro comercial de Uruguay, Novick desembarcó como candidato a intendente sin historia política previa y se autoproclamó como “el candidato independiente”, desplegando una intensa e inteligente campaña de marketing. De esa manera, Novick es uno de los tantos empresarios pudientes latinoamericanos que deciden saltar el mostrador y “atender la política con sus propias manos”. Todo un dato, además, si se contempla la fuerte tradición de políticos de raza que existió hasta ahora en el Uruguay. La emergencia de una figura política como Novick, ajeno a las célebres familias políticas charrúas y sin paso alguno por alguna fuerza partidaria, que en apenas unos meses pasó de una intención de votos del 1% a obtener el 21% de los sufragios en el distrito capitalino, sin dudas que evidencia una cultura política –o al menos parte de ella- en mutación.

"Lo primero que hay que hacer es un gran inventario de lo que hay en Montevideo. Ordenar los números, hacer un presupuesto bajo, tratar de que no se deba más dinero y no cobrar más impuestos", dijo Edgardo Novick en el discurso de lanzamiento de su candidatura. Como se ve, ningún prurito para echar mano de la jerga empresarial.

La emergencia de una figura tan liviana políticamente como Novick parece ser el corolario de la prolongada crisis que afecta a los dos partidos fundacionales del Uruguay.

Palabras finales

La centro-derecha uruguaya está en crisis y eso ya no es novedad para nadie. Los propios partidos son conscientes de ello -cómo no serlo, tras las persistentes derrotas electorales- y plantean diferentes reacciones. Profundizar el perfil conservador, calzarse la ropa del modernismo o transformar en un par de días empresarios en candidatos son hasta ahora las fórmulas practicadas. Esta última, con todas las paradojas y novedades que supone, es la que – hasta ahora - más éxito ha traído dentro del sombrío panorama del conservadurismo uruguayo. Habrá que ver si se sigue explotando en el futuro y entonces sí la centro-derecha uruguaya, tan sui generis, habrá cambiado sustancialmente.

Page 5: DERECHAS DEL SIGLO XXI

II.

Brasil: el relanzamiento electoral de Aécio Neves

(por Camila Vollenweider)

A pocos meses de cumplirse un año de las elecciones presidenciales en Brasil, de las que salió triunfante Dilma Rousseff (con el 52% de los votos), la campaña electoral de Aécio Neves continúa. El actual Senador por Minas Gerais, quien vio coartados sus sueños presidenciales en el ballotage, se ha convertido en una de las principales figuras de la derecha para disputarle cotidianamente el poder al gobierno, buscando minar la popularidad del Partido de los Trabajadores (PT) de cara a las próximas elecciones.

Aécio Neves, a diferencia de otras figuras de las derechas latinoamericanas que provienen del ámbito empresarial, como Mauricio Macri (Argentina) y Horacio Cartes (Paraguay), inició en su juventud su trayectoria política de la mano de su abuelo, Tancredo Neves, el primer presidente electo tras la última dictadura brasilera, quien murió en 1985 sin llegar a asumir el cargo. Bajo su ala, militó en el PSDB (Partido de la Socialdemocracia Brasilera) hasta obtener un cargo como Diputado Federal por Minas Gerais entre 1987 y 2002, año en el que dejó su banca, así como la Presidencia de la Cámara. Tras ese cargo, obtuvo la gobernación de su Estado (Minas Gerais) en 2003, y se mantuvo en él hasta 2010. En 2011 comenzó su período como Senador por el Estado de Minas, y al año siguiente resultó ganador de las internas en su partido para la candidatura a la presidencia de la República en las elecciones que se celebraron en octubre de 2014.

Estas últimas elecciones fueron particularmente atípicas, en tanto uno de los principales candidatos presidenciales, Eduardo Campos del Partido Socialista Brasileño (PSB), murió en un accidente aéreo en plena campaña. De este modo, la tercer candidata con chances de ganar fue Marina Silva, figura que reemplazó a Campos en la candidatura por el PSB. Así, para octubre de 2014 se enfrentaron candidatos de tres partidos que, a priori, pertenecían al segmento progresista del arco político brasilero. Sin embargo, el PSDB, partido presidido por Neves, dejó de lado el progresismo que lo había caracterizado tras el regreso de la democracia cuando el PT ganó las elecciones presidenciales con Lula da Silva en 2003. A partir de allí, el PSDB buscó distanciarse por derecha del partido gobernante, buscando en los medios masivos de comunicación y otras fuerzas sociales conservadoras los apoyos que aquel le hubiera restado y que, ante la ausencia de un programa y directrices ideológicas claras en su interior, le impone la agenda política.

Sin embargo, la campaña electoral de los tres contendientes con chances de ganar la presidencia estuvo más bien teñida de propuestas que, en general, podrían considerarse progresistas. Tras la derrota de Marina Silva en la primera vuelta de las elecciones -y su apoyo a Neves para el ballotage-, la campaña se hizo más agresiva y contradictoria programáticamente. Neves hubo de procurar ampliar apoyos entre los votantes de Silva, reacios a secundar al PSDB, sosteniendo un

Page 6: DERECHAS DEL SIGLO XXI

discurso con tintes progresistas, a la vez que por otro lado procuraba no perder el apoyo del electorado de centro y centro-derecha por su “entente” con los socialistas, reafirmando también un discurso conservador en ciertos temas. Los principales rasgos de su campaña electoral fueron los siguientes:

- Ataques sistemáticos al gobierno en curso, culpándolo del déficit fiscal por un “gasto público excesivo”, de la inflación, del abandono de la inversión en servicios públicos de calidad y del deterioro de la institucionalidad tras los casos de corrupción que salpicaron -entre otros partidos, incluido el PSDB- al Partido de los Trabajadores.

- Reconocimiento del éxito de algunas medidas del gobierno, como la Bolsa Familia (programa al que propuso darle estatus de ley) y el impulso a la economía del consumo.

- Propuestas progresistas que disgustan a los conservadores y agradan al electorado de izquierda, como la promesa de no privatizar Petrobras, retomar el debate sobre la reforma agraria, mantener la prerrogativa del Ejecutivo en la demarcación de tierras indígenas, mayor inversión en salud, educación y seguridad, -llegando incluso a proponer destinar el 20% del PIB para atender a las dos primeras áreas-.

- Populismo penal y “libertad de empresa”, dos guiños para el electorado de centro-derecha. Neves, haciéndose eco de un “clima” social caldeado por la “inseguridad”, propuso en campaña reducir la edad de mayoridad penal con lo cual determinados crímenes graves cometidos por jóvenes de 16 a 18 años serían juzgados como si fuesen mayores de edad. El ex candidato presidencial decía en su portal de campaña que “vamos a promover una actualización rápida del Código Penal y del Código Procesal Penal para disminuir esas sensación de impunidad que existe hoy”. Por otra parte, aseguraba que, de ganar, cambiaría el eje de la política exterior en cuanto a la integración, procurando flexibilizar la posición del Mercosur respecto de los acuerdos comerciales con otros bloques y países.

Sin embargo, más allá de lo discursivo, en su accionar durante la pasada campaña y en la que sigue llevando a cabo tras su derrota, pueden encontrarse elementos que sitúan a Neves dentro del espectro político de las nuevas derechas regionales, en una coyuntura local signada por el debilitamiento de la popularidad del gobierno de Rousseff, lo que le permite radicalizar sus posturas. Algunos recientes ejemplos bastarán para ilustrar su tendencia a favorecer a los grupos concentrados de poder económico, financiero y mediático, su escaso apego a la legalidad democrática y su alineamiento con los dictados de política exterior estadounidense.

Page 7: DERECHAS DEL SIGLO XXI

- Reforma política. En octubre y noviembre de 2013 se sucedieron en diferentes ciudades de Brasil multitudinarias manifestaciones en las que, como suele ocurrir en este tipo de actos masivos, se concentraban reclamos ligados a un descontento general con el gobierno, pero aglutinando consignas y grupos diversos. Como suele suceder también ante estos actos que expresan descontento con el oficialismo, la oposición saca su provecho. En este caso, como transcurrieron en plena campaña presidencial por las elecciones del siguiente año, candidatos como Aécio Neves (PSDB) y Eduardo Campos (PSB) capitalizaron ese malestar “aggiornando” sus plataformas electorales al incorporarles los principales reclamos y utilizando la gran cobertura mediática de estos acontecimientos para posicionarse atacando al gobierno de Dilma y al PT. Neves apoyó las manifestaciones a la par que señalaba como imprescindible la apertura de canales institucionales para aumentar la calidad de la participación popular en los temas que son sensibles al grueso de la población, particularmente, el problema de la corrupción. Simultáneamente, hubo de admitir públicamente que no era partidario de plebiscitos o referéndums, y que la ciudadanía estaba bien representada en el Congreso. Casi dos años después de esos debates y expectativas populares, la Reforma comenzó a votarse en la Cámara de Diputados, sin ningún tipo de referéndum ni plebiscito que mejorara la transparencia y la calidad del debate. Y, a pesar de lo prometido, los diputados del partido que preside Neves votaron en bloque a favor de la constitucionalidad de la financiación privada de campañas políticas. Neves evita pronunciarse públicamente respecto de su posición sobre este tema, pero habrá de manifestarse cuando la propuesta sea tratada en el Senado.

- Impeachment. El pedido de destitución de la Presidenta, a sólo dos meses de asumir su segundo mandato fue alzado por algunos sectores de la oposición partidaria y los manifestantes más conservadores y exaltados de la derecha “apartidaria” que se volcaron a las calles con las cacerolas en marzo y abril (panelaços). Neves en un primer momento apoyó el clamor del impeachment pero, ante las acusaciones de “golpista y antidemocrático”, comenzó a sostener que en sentido estricto no había elementos suficientes para solicitarle al Congreso una pronunciación por la destitución. Así, se enemistó con otros miembros destacados de su partido que buscaban el fin del gobierno por esa vía. Estratégicamente, se colocó en la arena pública como un demócrata, respetuoso de la institucionalidad, incluso condenando públicamente los pedidos de impeachment de los manifestantes en las calles. Su buen olfato político finalmente le dio la razón, en tanto expertos en el tema e incluso el mismo Fernando Henrique Cardoso, presidente de honor del PSDB y leyenda política por su lucha contra la dictadura militar, señalaron que la demanda era precipitada y carecía de fundamentos jurídicos suficientes. Azuzar las manifestaciones pro-impeachment desde los bastidores no impidió su corrección en el discurso mediático, sabiendo que le era más útil una presidenta aislada y desprestigiada que una víctima de un proceso destituyente legalmente débil.

Hacia finales de mayo de 2015 el asunto del impeachment parecía cerrado. Aun así, Neves, nuevamente electo presidente del PSDB a comienzos de julio de este año está evaluando una nueva estrategia destituyente. En este caso, la estrategia se funda en una deuncia al Tribunal Superior Electoral (TSE) para que investigue si hubo delito en el proceso de recaudación de fondos para la campaña de reelección

Page 8: DERECHAS DEL SIGLO XXI

de Dilma. Si llegase a buen puerto la denuncia, estarían en condiciones de pedir la anulación del mandato vigente de la presidenta y su vice, Michel Temer (PMDB), concretando la afirmación de Neves el pasado domingo 5/7 de que el fin del gobierno de Rousseff puede suceder “más pronto de lo que algunos imaginan”.

- Venezuela: siempre el mismo caballo de batalla de las derechas latinoamericanas. A mediados de junio, el Senador Neves viajó a Caracas tras unos días de constante presencia mediática anunciando su visita a los opositores venezolanos en prisión. En parte, les estaba devolviendo el gesto a las esposas de los reclusos Leopoldo López y Antonio Ledezma, que recalaron en Brasil como parte de su gira latinoamericana en la búsqueda de adhesiones para su causa político-familiar. En esa ocasión, los opositores como Aécio buscaron acorralar mediáticamente a Dilma ante el pedido de reunión de las esposas, sabiendo que era muy posible que no las recibiera. En efecto, Dilma sólo les envió una carta, y fue el Senado y la oposición quienes se mostraron prestos al diálogo con las “víctimas del régimen chavista”. El “vaudeville” mediático continuó en Venezuela con disturbios entre la comitiva opositora encabezada por Neves y simpatizantes chavistas que, según el Senador, impidieron su llegada al penal. A ello siguió su pronto regreso a Brasil y la exigencia al Ministerio de Relaciones Exteriores que interviniera para aclarar el episodio. Venezuela es, para estas nuevas derechas, la excusa para cuestionar la política exterior de los gobiernos progresistas de la región, asumiéndolas amigables con “dictaduras populistas”. Y, por propiedad transitiva, revisten de autoritarismo a los gobiernos y su accionar político.

Estos significtivos hechos políticos acontecidos en Brasil durante los últimos meses ponen en evidencia las posiciones políticas de Neves, sus contradicciones, y sus estrategias para conseguir nuevamente el poder que se le escapó de las manos en 2014 y pretende alcanzar lo más pronto posible. Aun a costa de la legalidad democrática.

III.

Nuevas y viejas derechas en Bolivia

(Por Ayelén Oliva)

Si existe la derecha como categoría política es porque existe una izquierda, porque encontramos a un otro antagónico que la define en su concepción ante el ideal de igualdad. El tema está en si ese ideal es adoptado como un imposible difícil de alcanzar, que entiende a las condiciones de desigualdad como naturales o si por el contrario observa a las desigualdades como aquello construido socialmente y que, por tanto, la política puede modificar (Kaltwasser, 2014)2. La oposición política al gobierno de Evo Morales en Bolivia se construye fundamentalmente desde aquello que entendemos por derecha, si bien existen alternativas de izquierda a su proyecto político son de insignificante peso electoral. Por eso, en estas páginas

2 Ver KALTWASSER, Cristóbal (2014) “La derecha en América Latina y su lucha contra la

adversidad”, revista Nueva Sociedad 254, Buenos Aires.

Page 9: DERECHAS DEL SIGLO XXI

atendemos los casos del nuevo frente de Unidad Demócrata (UD) y el Partido Demócrata Cristiano (PDC) que con sus liderazgos, son las fuerzas políticas que alcanzaron el segundo y tercer lugar en las elecciones generales de octubre del 2014.

Cabe señalar que tampoco es lo mismo una derecha que se construye desde la oposición a aquellas que son gobierno. Generalmente estas últimas tienden a ser más conservadoras mientras que aquellas que crecen a la sombra del oficialismo deben moverse dentro de la lógica impuesta por su adversario y por tanto tienden a desarrollar un rasgo más dialoguista que las derechas de las décadas del ochenta y noventa, tanto en Bolivia como en el resto de América Latina (Giordano, 2014)3. Cuando hablamos de nuevas derechas en la región estamos pensando en una derecha restaurada, que maquilla sus campañas con los valores de mayor representatividad y republicanismo aunque sigue representado los mismos intereses.

Es por eso que en el caso de Bolivia debemos analizar a Unidad Demócrata (UD), un frente electoral conformado en 2014 que buscó constituirse como alternativa al respaldo masivo y sostenido del electorado boliviano al oficialismo (Oliva, 2015)4. A UD hay que reconocerle el gran esfuerzo que ha hecho por presentarse unido, a pesar de sus diferencias debido a las distintas lógicas de construcción local, algo que sólo se entienden en épocas de permeabilidad política y fronteras partidarias borrosas. Esta alianza electoral la conformaron principalmente Unidad Nacional (UN) de Samuel Doria Medina, el Movimiento Demócrata Social (Demócratas) del gobernador del departamento de Santa Cruz, Rubén Costas, uno de los principales opositores a Evo Morales y líder del intento de golpe al presidente en septiembre de 2008 y la fuerza local Primero el Beni del ex gobernador de ese departamento, Ernesto Suárez. El acuerdo se basó en el compromiso de presentar un candidato común. En este sentido, Doria Medina fue electo candidato a presidente y Ernesto Suárez a vicepresidente, mientras Costas prefirió no perder lo conseguido y mantenerse en la gobernación cruceña. Esta fórmula resultó ser la segunda más votada en las últimas elecciones generales de Bolivia, con el 24,23 por ciento de los votos, frente al 61 por ciento de Evo Morales y Álvaro García Linera.

Samuel Doria Medina nació en La Paz, se recibió de economista en la Universidad de Arizona en Estados Unidos y es Magister en Economía por la London School of Economics de Inglaterra. A pesar de contar con un perfil empresarial, por ser hasta hace poco tiempo dueño de la empresa cementera Sociedad Boliviana de Cemento (una de las principales industria en esta materia del país), además de ser accionista mayoritario de Bolivian Foods y dueño de la franquicia de Burger King, cuenta con trayectoria de largos años dentro de la política nacional. Por su formación técnica y su convicción liberal ejerció los cargos de ministro de Planeamiento y jefe del

3 GIORDANO, Verónica (2014) “¿Qué hay de nuevo en las ‘nuevas derechas’?”, revista Nueva Sociedad

254, Buenos Aires. 4 OLIVA, Ayelén (2015) “La expansión hegemónica del MAS en Bolivia”, en Sergio Martin y De Gori

coord., Disputas por el poder: Coyuntura electoral en América Latina 2014, Quito, Editorial IAEN.

Page 10: DERECHAS DEL SIGLO XXI

gabinete Económico en el gobierno de Jaime Paz Zamora (1989-1993). Según Evo Morales, Doria Medina, demostró en su paso por Planeamiento su voluntad privatizadora. Durante el primer gobierno de Sánchez de Lozada (1993-1997) fue secuestrado por el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA) un grupo guerrillero de Perú y liberado luego de 45 días de cautiverio bajo fianza. En 1997 fue candidato a la vicepresidencia junto a Paz Zamora que peleaba por un segundo mandato. A partir del año 2003, una vez conformada la fuerza de centro derecha de anclaje urbano UN comenzó su carrera a la presidencia. Fue candidato en 2005 y 2009 alcanzando el tercer lugar. En 2006 fue electo miembro de la Asamblea Constituyente y se opuso a la sanción de la nueva Constitución Política del Estado.

En la fórmula presidencial para las elecciones generales de 2014 llevó como vicepresidente al gobernador de Beni, Ernesto Suárez, un ingeniero industrial de la universidad central de Florida, Estados Unidos. Suárez inició su carrera política en Acción Democrática Nacionalista (ADN), el partido liderado por el dictador Hugo Banzer. Fue concejal en el año 1993 y electo diputado en 2002, cargo al que renunció en el año 2005 para ser candidato a prefecto de Beni por Poder Democrático y Social (Podemos) y por el que resultó electo. Luego de la derrota de octubre como vicepresidente de UD, volvió a postularse como candidato a gobernador para las elecciones departamentales de marzo pasado. Si bien perfilaba primero en las encuestas, una semana antes de las elecciones su partido fue sancionado por el tribunal electoral por difundir encuestas internas y esta situación le impidió su postulación y la de sus más de 227 candidatos a cargos locales.

Otro aliado clave para el diseño de este frente político fue el actual gobernador de Santa Cruz, Rubén Costas. Hacendado rural y empresario, estudió agronomía en la Universidad de la Plata, en Argentina, pero terminó sus estudios en Santa Cruz de la Sierra. Vinculado siempre al campo, heredó las tierras familiares y amplió el negocio al comprar el ingenio azucarero Guabirá, convirtiéndose en la principal proveedora de este producto en el país. Dirigente de la Confederación de Ganaderos de Bolivia, de la Asociación de Productores de Leche, de la Cámara Agropecuaria del Oriente y del Comité Cívico de Santa Cruz en 2003 y 2004. En el año 2003, Costas encabezó este Comité, espacio que operó contra el gobierno de Evo Morales durante los intentos secesionistas de 2008. Costas fue el primer prefecto electo de Santa Cruz, en 2006, cuando jura como la máxima autoridad política cruceña y fue reelecto gobernador el 29 de marzo pasado con 59,3 por ciento de apoyo electoral. Su fuerza política también logró la reelección Percy Fernández para la alcaldía de la capital departamental.

Es así que UD concentra un importante porcentaje de esa derecha boliviana con Samuel Doria Medina a la cabeza, acompañado por los gobernadores de Beni y Santa Cruz, principales bastiones de la vieja medialuna opositora boliviana, siendo Beni el único departamento de los nueve donde no ganó Evo Morales en las presidenciales de octubre pasado.

Pero además de estos viejos personajes políticos renovados a fuerza de barniz electoral, la derecha ha sabido construir dirigentes jóvenes de peso en la política nacional. Unidad Nacional presentó, por segunda vez como candidata a alcaldesa

Page 11: DERECHAS DEL SIGLO XXI

de la zona más popular de La Paz, El Alto, a la joven Soledad Chapetón. En un espasmo de la política boliviana que sorprendió a varios, Chapetón logró arrebatarle el control del gobierno local al ex alcalde del MAS Edgar Patana. De 35 años y descendiente de familia aymara, se diferencia de sus predecesores en que se formó en su país, en la universidad pública de San Andrés donde estudió Ciencias de la Educación. Con sólo 26 años fue electa miembro de la Asamblea Constituyente por El Alto en 2006. En palabras de Stefanoni (2015)5 “su triunfo perforó las estructuras corporativas locales, adheridas al oficialismo nacional, y busca ser una cara popular de un partido asociado al nombre de un empresario millonario”.

Pero si existe una nueva derecha es porque también existe una derecha vetusta, anquilosada en su propia historia de gobiernos liberales en Bolivia. Un exponente todavía activo de esa derecha conservadora es Jorge “Tuto” Quiroga, tercer candidato más votado en Bolivia, con un lejano 9 por ciento de los votos. Al igual que Doria Medina y Suárez, Quiroga también estudió en Estados Unidos en la Universidad de Texas. En los años ochenta se dedicó a la actividad privada hasta que en 1989, con 29 años, participó en el Gobierno de Jaime Paz Zamora (MIR) como subsecretario de Inversión Pública y Cooperación Internacional dentro del Ministerio de Planeamiento gracias a la alianza entre ambos partidos. En 1990, bajo el mismo gobierno, ocupó el cargo de subsecretario de Inversión Pública y en 1992 fue nombrado ministro de Finanzas. Se desempeñó como secretario nacional de Política Social hasta 1993 y en 1997 acompañó el gobierno del dictador devenido en político democrático, Hugo Banzer, como vicepresidente hasta el año 2001. Tuto Quiroga conoce el poder de cerca, ha estado siempre vinculado a altos cargos e incluso llegó a ser presidente de Bolivia cuando Banzer se vio obligado a renunciar por problemas de salud, en un contexto de crisis social y política en torno al intento de privatización del agua. Tres años más tarde, creó la alianza de centro derecha conocida como Poder Democrático y Social (Podemos), una de las principales coaliciones opositoras a Evo Morales en las elecciones de ese año y se convirtió en el líder de la oposición parlamentaria al MAS. Sin embargo, con el tiempo la alianza se quebró y en las elecciones de 2014 Quiroga se presentó como candidato a la presidencia, pero esta vez con el sello del Partido Demócrata Cristiano (PDC). Luego de las elecciones fue proclamado presidente del PDC.

Por último, cabe señalar que el espacio opositor de centro, el Movimiento Sin Miedo (MSM) de Juan del Granado, había comenzado las negociaciones con UD para sentar las bases de un acuerdo electoral para octubre del año pasado. Sin embargo, habiendo rechazado la idea de incorporar a tan diversos aliados declinó la oferta y decidió presentarse con el sello propio de su partido. Esta fórmula alcanzó sólo el 2,71 por ciento y forzó el retiro del ex alcalde de La Paz y de su partido de la arena política. Luis Revilla, actual jefe del gobierno paceño, decidió tomar las riendas de ese espacio golpeado y creó hacia fines de 2014 un nuevo partido, Soberanía y Libertad (SOL.bo) que le permitió competir en las elecciones municipales de 2015. El triunfo de SOL.bo en marzo pasado habilitó a Revilla a gobernar la capital administrativa del país por cinco años más, pero no sólo eso sino que también el candidato a la gobernación del departamento de La Paz por

5 Entrevista completa en “La nueva derecha andina”, revista Anfibia, Buenos Aires.

http://www.revistaanfibia.com/cronica/la-nueva-derecha-andina/

Page 12: DERECHAS DEL SIGLO XXI

ese partido, Félix Patzi, superó por 22 puntos a la candidata del MAS, Felipa Huanca y logró conquistar un terreno tradicionalmente aliado al gobierno de Morales. Patzi es el tipo de dirigente que Evo Morales llama “los resentidos” por haber sido parte del gobierno del MAS cuando ocupó el cargo de Ministro de Educación de Bolivia en los años 2006 y 2007 para luego pasarse a las filas de la