de la subalternidad al antagonismo

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De la subalternidad al antagonismo, el tránsito de los movimientos sociales La idea de esta presentación es mostrar algunas claves para comprender el desarrollo de los movimientos sociales en la actualidad en nuestro continente. Lejos de ser un documento acabado con respuestas, sólo busca plantear interrogantes, preguntas que nos ayuden a observar de manera un poco más analítica el transito de los diferentes movimientos sociales y populares en américa latina, con la finalidad de que estas breves reflexiones ayuden, tanto a los estudiantes que formamos parte del movimiento estudiantil, como también a repensar nuestras prácticas y estrategias para conseguir un cambio emancipatorio en la sociedad chilena. El primer punto a resaltar es comprender que entendemos por subalternidad, este concepto tiene implicancias en los análisis marxistas que vienen desde el mismo fundador de esta corriente de pensamiento, pero particularmente acentuado y puesto de relieve por el marxista italiano Antonio Gramsci. La subalternidad la comprendemos como: “(...) el afán de encontrar un correlato conceptual de la alienación en el terreno superestructural, el equivalente socio-político en el plano de la dominación de lo que ésta indica en el plano socio-económico: el despojo relativo de la calidad subjetiva por medio de la subordinación.” (Modonesi, 2010, p. 26) En este sentido la subalternidad dan cuenta de una situación de dominación, de sujeción a un poder externo que no permite el desarrollo libre de las subjetividades de comunidades, sujetos o clases. Esta definición nos pretende entregar luces para comprender como los movimientos sociales latinoamericanos han comenzado a devenir con tintes antagonistas, cabe aclarar que no compartimos la tesis maximalista que pretende que los movimientos sociales son el nuevo sujeto de la historia, sino que más bien rescatamos lecturas que los comprenden como coyunturas que surgen a partir de un problema no resuelto. Creemos, siguiendo a Touraine, de que el problema de comprender a los Movimientos sociales como sujeto es reducir el problema de la producción de subjetividades a los diferentes conflictos que se sucitan en el seno de una sociedad cualquiera, puesto que tal como nacen por un problema determinado, desaparecen y vuelven a surgir con el tiempo, lo que no permite desarrollar una disputa efectiva de la hegemonía y la política dominante. Esta aclaración nos ayuda a comprender una nueva dimensión para el estudio de los movimientos sociales como agentes que permiten el desarrollo de la subjetivación política, elemento central para comprender

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Movimientos Sociales A.L.

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De la subalternidad al antagonismo, el trnsito de los movimientos sociales

La idea de esta presentacin es mostrar algunas claves para comprender el desarrollo de los movimientos sociales en la actualidad en nuestro continente. Lejos de ser un documento acabado con respuestas, slo busca plantear interrogantes, preguntas que nos ayuden a observar de manera un poco ms analtica el transito de los diferentes movimientos sociales y populares en amrica latina, con la finalidad de que estas breves reflexiones ayuden, tanto a los estudiantes que formamos parte del movimiento estudiantil, como tambin a repensar nuestras prcticas y estrategias para conseguir un cambio emancipatorio en la sociedad chilena.El primer punto a resaltar es comprender que entendemos por subalternidad, este concepto tiene implicancias en los anlisis marxistas que vienen desde el mismo fundador de esta corriente de pensamiento, pero particularmente acentuado y puesto de relieve por el marxista italiano Antonio Gramsci. La subalternidad la comprendemos como: (...) el afn de encontrar un correlato conceptual de la alienacin en el terreno superestructural, el equivalente socio-poltico en el plano de la dominacin de lo que sta indica en el plano socio-econmico: el despojo relativo de la calidad subjetiva por medio de la subordinacin. (Modonesi, 2010, p. 26) En este sentido la subalternidad dan cuenta de una situacin de dominacin, de sujecin a un poder externo que no permite el desarrollo libre de las subjetividades de comunidades, sujetos o clases.Esta definicin nos pretende entregar luces para comprender como los movimientos sociales latinoamericanos han comenzado a devenir con tintes antagonistas, cabe aclarar que no compartimos la tesis maximalista que pretende que los movimientos sociales son el nuevo sujeto de la historia, sino que ms bien rescatamos lecturas que los comprenden como coyunturas que surgen a partir de un problema no resuelto. Creemos, siguiendo a Touraine, de que el problema de comprender a los Movimientos sociales como sujeto es reducir el problema de la produccin de subjetividades a los diferentes conflictos que se sucitan en el seno de una sociedad cualquiera, puesto que tal como nacen por un problema determinado, desaparecen y vuelven a surgir con el tiempo, lo que no permite desarrollar una disputa efectiva de la hegemona y la poltica dominante.Esta aclaracin nos ayuda a comprender una nueva dimensin para el estudio de los movimientos sociales como agentes que permiten el desarrollo de la subjetivacin poltica, elemento central para comprender este trnsito, ya que consideramos que la accin colectiva sirve para comprenderse como plataformas (si se quiere dispositivos, en el sentido deleuziano) que permitan el desarrollo de sujetos concientes de su condicin subalterna que caminen hacia el antagonismo.Antes de continuar, debemos situar lo que comprendemos por antagonismo. Este concepto lo trabajaremos desde la perspectiva de Antonio Negri. El concpeto tiene sus orgenes en el desarrollro de la teora del obrero social, dejando de lado la comprensin del obrero masa tpico del perodo fordista del capitalismo. Sin embargo, esta reflexin es insuficiente, para delimitar el concepto por el cual entendemos que : (...) Asumiendo el antagonismo como elemento cualitativo sustancial de la subjetividad obrera cuya existencia y dimensin se relaciona con la experimentacin del potencial transformador de la cual es portadora y el impacto real que produce la relacin de explotacin y dominacinEn este sentido, para terminar con la definicin de conceptos, comprendemos que existe una relacin simultanea, dialctica, es decir, superadora, entre ambos conceptos, la subalternidad como una situacin de experimientacin de los sectores histricamente oprimidos y el antagonismo, como la latencia del conflicto vivido con potencialidades de resolverse en un sentido positivo para los trabajadores y las diferentes clases subalternas.Como la finalidad del documento no es presentar un estudio acabado del concepto, slo quera dejar esbozado desde donde me situaba para describir el trnsito de los movimientos nuestroamericanos.El rol de los movimientos sociales frente a la crisis de hegemona en Amrica LatinaLa (re) emergencia de los movimientos populares latinoamericanos no es algo novedoso en si, nuestro continente se ha caracterizado histricamente por los altos grados de conflictividad que se han desarrollado en el seno de nuestras sociedades. Momentos que han sido de lucha lgida, con gramticas emancipatorias que hoy parecieran ser lejanas. No obstante, desde inicios de siglo en nuestro continente se vienen desarrollando diferentes conflictos que han hecho pensar a nuestra amrica como un movimiento constante.Para ser ms claros, siguiendo a Modonessi existen tres etapas del trnsito: La primera la situamos a mediados de los 90, donde se observa un aumento tendencial de las movilizaciones sociales caracterizadas por incertezas y resistencias parciales. Un segundo momento destituyente de gobiernos neoliberales con prcticas dentro o fuera de la institucionalidad que tiene como eje central el aumento de construccin de fuerza plebeya, en deliberaciones y maduraciones y por ltimo, pero no menos importante, la actualidad donde se da paso de la subalternidad (reivindicativa) al antagonismo instituyentes (nuevas constituciones, gobiernos populares, etc.) que se ponen dentro y fuera de la institucionalidad con propiedades autonmicas. (Op.cit. 2008)Estos tres momentos estn signados por diferentes componentes subjetivos que nos hacen pensar en un desarrollo cualitativo de los movimientos sociales, es decir, lo subalterno lo podemos identificar como una propuesta reivindicativa de la accin colectiva, es decir, la hegemona, para utilizar trminos gramscianos, no es cuestionada, puesto que existe un consenso social sobre la cual reposa el poder dominante por sobre los diferentes sectores, a su vez, el movimiento social no es capaz de articular una propuesta que pueda poner en entre dicho el sentido comn, al decir de Gramsci, de las clases dominantes.En el segundo momento, el destituyente, se pueden observar tintes de un trnsito hacia el antagonismo, puesto que la reivindicacin de tierra: en Brasil y Mxico, educacin gratuita en Chile, Trabajo en Argentina, por dar unos ejemplos, comienza a ser pasada a un segundo plano en cuanto a importancia, y comienzan a centrarse en elementos de carcter social y no gremial. Siguiendo con el pensamiento del marxista italiano, gramsci, podramos decir que hay un trnsito de lo econmico-corporativo a lo tico-poltico.Este momento tambin puede ser analizado en clave leninista, en el sentido de cuando el revolucionario ruso mencionaba la tan criticada propuesta, de que la conciencia de la clase obrera viene desde fuera de la misma, en su libro Qu hacer? Puesto que a lo que haca referencia era a que el conflicto poltico de la lucha de clases, no puede resolverse en el marco de la disputa entre patrn y obrero en una fbrica. Lo mismo ocurre si los movimientos sociales no comienzan una construccin conjunta como subalternos, los conflictos parciales requieren de conflictos externos que proyecten la subjetivacin poltica hacia el antagonismo.Para no desviarnos del tema existe un tercer momento, que es quizs el ms interesante de analizar, no obstante, por cuestiones de tiempo no podr realizar a gusto. Este tiene que ver, como desde los movimientos populares y sociales nuestro americanos, ya no slo basta con expulsar a gobiernos corruptos o neoliberales, sino que, desde la experiencia encarnada en la lucha misma, comienzan a surgir propuesta de reestructurar el pacto social, cambiar constituciones, generar nuevas dinmicas de relacionarnos socialmente, esta vez, no decidida desde las clases dominantes, sino que por los de abajo, creada por la fuerza plebeya, al decir de Alvaro Garcia Linera. Es necesario recalcar que, desde la perspectiva de modonesi uno de los motivos por los que existe este trnsito es debido a que el rechazo conforma una plataforma que implica que la politizacin en curso arranca de una crtica de la poltica. Este punto de partida vncula la construccin subalterna de los aos anteriores con la formacin antagonista en curso, en la medida que se entrecruza una postura de repudio a la poltica con otra que de conquista de la misma (Modonesi, 2008, pg. 122)Este trnsito estara fundamentado, segn el autor, en la visibilidad de la crisis de la hegemona neoliberal ya que se observa una radical crtica a la democracia procedimental y se apuesta por alternativas: institucionalizacin de la democracia directa, iniciativa popular de ley, asambleas populares, irrupciones de masa que ejercen el poder de veto, generando una tensin entre legalidad y legitimidad (Ibd)Consideramos que los ejemplos que grafican este trnsito son claros, las nuevas constituciones en Bolivia, Venezuela y Ecuador, dan cuenta de este nuevo elemento que finalmente logra generar las herramientas suficientes para comprender un desarrollo cualitativo superior de las fuerzas subalternas, como tambin re pensar las gramticas emancipatorias de nuestro continente, esto en dos sentidos:Los cambios sociales que requieren las grandes mayoras no pueden ser pensados desde estrategias europeas o asiticas, sino que deben nacer y emerger en el seno de nuestras propias reflexiones colectivas, es decir, no podemos pensar en estrategias de dualidad de poderes, al decir de Lenin y Trotsky, en nuestro continente, puesto que las condiciones son diferentes, tanto epocales como georreferenciales. La geopoltica del capitalismo y del imperialismo ha cambiado y eso tambin debemos notarlo para comenzar a pensar en cualquier estrategia emancipatoria para nuestro continente. En segundo lugar, y parafraseando a Mariategui, la revolucin en nuestro continente no puede ser ni calco ni copia de lo que ya se ha realizado, incluso en nuestro pas. Esto no quita que reconozcamos con justeza los procesos de lucha emprendidos por diferentes organizaciones que dieron todo por una vida digna y soberana para nuestro pueblo, no obstante no podemos pensar en utilizar la misma gramtica una vez ms.Cabe aclarar que esto no quiere decir que los pensamientos, los conceptos, las enseanzas de Europa sean tiradas por la borda, para nada. Slo que esas categoras no las podemos utilizar mecnicamente en nuestras realidades, por ejemplo, la subalternidad y el antagonismo, fueron creados para pensar la sujecin del proletariado industrial (la etapa militante de gramsci en el PCI para el primero y la etapa obrerista de Negri para el segundo) No es de nuestro inters mencionar cuales son los movimientos sociales que tienen estas caractersticas, sino de aportar en un ejercicio analtico que nos permita comprender como pensar las situaciones latinoamericanas en su contexto.Es necesario destacar que el caso chileno es una execpcin notable a la regla, podemos decir que el nico movimiento chileno que est situado dentro de este contexto mencionado es el movimiento mapuche. dadas las caractersticas del conflicto y comprendiendo la dimensin autonmica exigida, reivindicada, sentida y luchada por los mismos, podramos caracterizarlo como antagonista. Una de los elementos que nos permiten comprender la razn por la cual Chile se convierte en una excepcin latinoamericana es debido al triunfo cultural, econmico y poltico que tuvo la contrarrevolucin neoliberal de la dictadura, al decir del economista Rafael Agacino, en nuestra sociedad. Principalmente consideramos que hay dispositivos, nuevamente en el sentido deleuziano, que Toms Moulian denominara la jaula de hierro (Chile actual: anatoma de un mito, 2002) que a nuestro entender son rastros de la dictadura que operan de manera clara en la sociedad recordando la necesidad del olvido como instrumento de las clases dominantes para mantener la gobernabilidad del modelo. En este sentido es que estos dispositivos, tambin llamados enclaves autoritarios han sido utilizados buscando la subjetivacin poltica de lo subalterno.Cabe mencionar que los dispositivos son elementos materiales, tanto cognitivos, como afectivos y sociales que producen subjetividades (AA.VV, 1990) En este sentido las palabras de Garretn le entrega al concepto, un cuerpo que describe cmo operan en diferentes campos de la sociedad Chilena: La cuestin central de los enclaves autoritarios y de la transicin es la institucionalidad. El paso hacia una democracia limitada o incompleta se hizo sin un cambio radical en la naturaleza de la institucionalidad poltica, cuyo carcter fundacional no democrtico fue consagrado en la Constitucin del 1980. En trminos simples, esa institucionalidad consiste bsicamente en la consagracin de un empate poltico entre las fuerzas de la dictadura y las fuerzas de la democracia y en la reproduccin de ese empate poltico a travs de todas las instituciones que tengan relevancia. (Garretn, 2009)Estos enclaves que vienen heredados de la dictadura, y que tienen sus efectos en la actualidad son prueba clara de cmo producen subjetividad no slo en el campo poltico, sino que hay tambin un carcter cultural, como lo son el olvido y el miedo (Moulian, 2002) cuestin central para el no-desarrollo de la accin colectiva en nuestro pas. La breve descripcin del panorama chileno menciona que hay dispositivos heredados de la dictadura que buscan la creacin de subjetividad de los cuerpos con el fin de ejercer una gobernabilidad ms adecuada del modelo, tanto en lo poltico como en lo econmico. Cuestin central para comprender como se fue articulando un malestar, este malestar tiene dos vertientes de anlisis, por un lado tenemos una interpretacin positiva para las clases dominantes de la carencia de un movimiento social fuerte, bajo el proceso de consolidacin de un modelo que: En trminos econmicos, la ausencia de un movimiento popular fuerte signific la estabilizacin de un modelo neoliberal basado en la privatizacin de todos los servicios sociales (bajo el supuesto de que el mercado era el mejor distribuidor de los recursos y recompensas sociales) y la afirmacin ideolgica del empresariado como el principal agente del desarrollo nacional. (Prez, 2012) Esta interpretacin hace alusin a la fortaleza de un modelo excluyente bajo los parmetros de bonanza del sistema econmico chileno, de una ciudadana basada y abocada al consumo, donde los sujetos de la historia se trastocan en diferentes mbitos, visin particularmente encarnada en Tironi (Tironi, 2000) y una visin ms realista, basada en la comprensin de los enclaves y de la forma de desarrollo democrtico que se dio en el Chile transicional, donde podemos mencionar que: Un sistema democrtico altamente disociado de las mayoras de la poblacin, as como estabilizacin de una sociedad civil sin atores sociales organizados (heredera de la desarticulacin represiva de la dictadura), produjeron un escenario poltico extremadamente hostil para el desarrollo de la movilizacin social. (p. ,Cit. 2012)Este malestar que mencionamos actualmente est encarnado por el movimiento estudiantil. Son los estudiantes y en menor medida los trabajadores, los que desde el ao 2006 comienzan a retomar las calles como espacios de disputa hegemnica y poltica a las clases dominantes, sin embargo, con el pasar de los aos, la nula incidencia que tienen los actores sociales en la toma de desicines, la contradiccin entre poltica y sociedad, (la primera comprendida como espacio tcnico de decisiones de personas particulares y la segunda comprendida como el espacio de creacin de conflictos) no ha permitido llegar a buen puerto las disputas parciales que se han llevado a cabo.Dejando el pesimismo de lado, los estudiantes en Chile han permitido el resurgir de la accin colectiva de los trabajadores, pobladores y el florecer de diferentes organizaciones, no obstante, la tctica de educacin gratuita no ha logrado imbuirse en una demanda colectiva de las clases subalternas, tal como hemos graficado que ha sucedido en nuestro continente.Finalmente me gustara dejar esbozado que hay un elemento central que supera a la indvidualidad de los sujetos y que tiene que ver como se desarrollan correlaciones de fuerza favorables para poder implementar una estrategia de poder en el Chile actual, la crisis institucional y de representatividad, avisada por Gabriel Salazar, desde hace tiempo atrs, permite la incidencia real de las fuerzas sociales colectivas que pujan por lo que algunos tericos latinoamericanos han llamado el buen vivir

Para terminar no puedo dejar de dar mi opinin, en este sentido, considero que los movimientos sociales deben generar las instancias de encuentro programtico en un movimiento amplio, de caractersticas poltico-sociales, es decir, antagonista que logre disputar el sentido comn, la hegemona que las clases dominantes hoy ostentan, con dificultad, pero que an la mantienen. Hoy observamos la necesidad de democratizar diferentes espacios que anteriormente a la coyuntura del 2011, parecan cerrados por los enclaves, pero tambin porque la discusin y politizacin de la sociedad civil era bastante baja, no obstante, hoy podemos comenzar a caminar en la constitucin de herramientas clave para dar el primer paso.Hoy ms que nunca se puede observar la necesidad de una ruptura democrtica con el rgimen dictatorial que pueda permitirnos avanzar en la acumulacin de fuerza real por los sectores empoderados de la sociedad civil que logren disputar realmente la conduccin de las reformas que estn en juego. Esto porque debido a los diferentes escndalos de corrupcin que se han presentado en el ltimo tiempo demuestran la necesidad de que los movimientos sociales, los trabajadores, los pobladores comiencen a incidir en materia de reformas, polticas pblicas, planes reguladores, etc. La pregunta real, es la siguiente, como creen ustedes que desde las movilizaciones que han levantado se puede ir consolidando un trnsito hacia nuevas formas de comprender las relaciones dentro de la Universidad, pero como hacen para comenzar a dialogar con otros actores sociales, como piensan la posibilidad del cambio radical y emancipatorio. Los invito a esa reflexin.BibliografaBibliografaModonesi, M. (2010). Subalternidad, antagonismo y autonoma. Marxismo y subjetivacin poltica. Buenos Aires: CLACSO.