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De cú¡no en la ciuüd rie F iurgos se contempló y celebró un eclipse total de sol en 1905 1 Sesenta y ocho arios han pasado desde que en 30 de agos- to de 1905 ocurrió un eclipse total de sol, visible únicamente en España y con notable duración en Burgos. Suceso tan extraor- dinario motivó enorme afluencia a nuestra ciudad de foras- teros de naciones muy diversas, entre ellos numerosas comi- siones oficiales de astrónomos es p añoles y extranjeros y que se celebraran en Burgos festejos dignos de recordarse. Contaba yo catorce arios, esa edad en que el adolescente tiene ya abiertos los sentidos a toda curiosidad y se fijan pro- fundamente en su recuerdo las impresiones nuevas que recibe. Y transcurrido el 30 de agosto, conservé memoria visual muy precisa de escenas concretas que, aun contempladas hace tan- tos arios, subsiste en mí su imagen indeleble Así, la ascensión del enorme globo llamado «Júpiter» que, con un bario de alu- minio, parecía de plata, en un efecto fantástico, el landó des- cubierto en el cual, ri g urosamente enlutada, la Familia Real —nunca vista por mí—, subía, seguida de su comitiva, en co- ches al Cerro del antiguo Castillo para contem p lar desde allí el sol oscurecido y, sobre todo, el increible as p ecto de las ca- lles de Burgos, re p letas con la mayor aglomeración de gente que jamás tuvieran. Como en la senectud se recuerdan con viva intensidad e interés los sucesos remotos, he querido disfrutar leyendo, des- pacio y pluma en mano, cuanto de aquellos días, extraordina- rios para la historia de nuestra ciudad, quedó escrito, que fue muchísimo, y también la Prensa coetánea Hasta quince ex-

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De cú¡no en la ciuüd rie Fiurgos se contemplóy celebró un eclipse total de sol en 1905

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Sesenta y ocho arios han pasado desde que en 30 de agos-to de 1905 ocurrió un eclipse total de sol, visible únicamente enEspaña y con notable duración en Burgos. Suceso tan extraor-dinario motivó enorme afluencia a nuestra ciudad de foras-teros de naciones muy diversas, entre ellos numerosas comi-siones oficiales de astrónomos es pañoles y extranjeros y quese celebraran en Burgos festejos dignos de recordarse.

Contaba yo catorce arios, esa edad en que el adolescentetiene ya abiertos los sentidos a toda curiosidad y se fijan pro-fundamente en su recuerdo las impresiones nuevas que recibe.Y transcurrido el 30 de agosto, conservé memoria visual muyprecisa de escenas concretas que, aun contempladas hace tan-tos arios, subsiste en mí su imagen indeleble Así, la ascensióndel enorme globo llamado «Júpiter» que, con un bario de alu-minio, parecía de plata, en un efecto fantástico, el landó des-cubierto en el cual, rigurosamente enlutada, la Familia Real—nunca vista por mí—, subía, seguida de su comitiva, en co-ches al Cerro del antiguo Castillo para contemplar desde allíel sol oscurecido y, sobre todo, el increible aspecto de las ca-lles de Burgos, repletas con la mayor aglomeración de genteque jamás tuvieran.

Como en la senectud se recuerdan con viva intensidad einterés los sucesos remotos, he querido disfrutar leyendo, des-pacio y pluma en mano, cuanto de aquellos días, extraordina-rios para la historia de nuestra ciudad, quedó escrito, que fuemuchísimo, y también la Prensa coetánea Hasta quince ex-

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pedientes, alguno voluminoso, tramitados por diversos motivos,en relación todos con el eclipse, encontré en el Archivo mu-nicipal, además de los libros de Actas del Ayuntamiento. Pocosconservamos recuerdo de aquellos sucesos y me parece muy jus-to divulgar la actuación admirable de unos hombres, ya fa-llecidos, que en población pequeña —(30.000 habitantes)— ycon escasos elementos, lograron por su gran cariño a BurgosY mediante entusiasmo y actividad muy bien organizados, quese elevase unos días ante las miradas del mundo el prestigiode España.

Además, los sucesos relevantes y las costumbres que ca-racterizan una época no suelen coincidir precisamente con lamedida oficial para división del tiempo. El eclipse fue en 1905,Pero en verdad, por /michos aspectos y detalles, más que des-cripción de hechos ocurridos en pleno siglo XX, creo dejarescrito aquí un cuadro realista de fines del XIX que, con lavertiginosa rapidez de la vida actual, se nos aleja y Parece yaun siglo remoto e interesante.

* * *

En la primavera de 1905 se divulgaban notici as ciertas so-bre el eclipse total de sol esperado para fin de agosto y que nose repetiría en muchísimos años. De las naciones europeasúnicamente en España se vería y en su totalidad tan sólo des-de una faja entre Coruña y Castellón. Para casi todas las ca-pitales de provincia comprendidas en ella el tiempo del eclipseresultaría insignificante. Sólo Burgos y Soria podrían contem-plarle más de tres minutos. Burgos tres minutos cuarenta ydos segundos y Soria seis segundos más, diferencia ésta ina-preciable para el espectador vulgar y aún de poca estima parael científico, atendidas otras condiciones. Nuestra ciudad, conPoblación y elementos superiores a los de Soria, tenia ademásexcepcional situación en la línea férrea del Norte, la más im-portante de las españolas, comunicando con todo el Norte deEuropa.

El Ayuntamiento burgalés no podía quedar inactivo en tanexcepcionales circunstancias. Y supo apreciar en toda su com-

Plejidad los muy graves problemas ineludibles que ellas lePlanteaban, decidiéndose a resolverlos del mejor modo, median-te el trabajo de todos y el sacrificio económico Que resultara

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necesario. En sesión de 12 de mayo, presidida por el Alcaldedon Lucas Sáiz Sevilla, se reconoció con entusiasmo la obliga-ción que tenía Burgos de procurar alojamiento digno a los mi-les de forasteros que en él coincidirían y de modo especial alos numerosos grupos científicos de astrónomos españoles Yextranjeros. En acta quedó la terminante resolución de quienesregían la Ciudad: «Burgos —escribieron— ha de quedar a laaltura que le corresponde». Y acordaron designar una Comi-sión municipal organizadora de cuanto con el eclipse se rela-cionase.

Para resolver la cuestión económica asignaron por depronto treinta mil pesetas, cantidad de alguna importanciadado el valor de la moneda entonces y la modestia de nuestraHacienda local. Se nombró a quienes habían de constituir laComisión especial para el eclipse. Pronto se estimó convenien-te completarla con otras personas de prestigio en la ciudadque, aun sin formar parte de su A yuntamiento, serían muyútiles por sus condiciones particulares, como el dominar algúnidioma extranjero, etc. Así fueron nombrados el 7 de juniodon José Diaz Oyuelos, el Conde de Berberana, D. Pedro deObregón, D. Rodrigo de Sebastián, D. José López Zuazo, D. Emi-lio Veza, D. Juan Antonio Cortés, y D. Ismael Norzagaray. Aúndesignó el Ayuntamiento en la siguiente sesión a D. Eloy Gar-cía de Quevedo, D. Genaro Pérez Villarejo, D. José Sarmiendo,D. Isidro Gil, D. Guillermo Roca, más los Directores de perió-dicos locales. No podía prescindirse de un delegado del CapitánGeneral. Con tal carácter eligieron al Coronel de ArtilleríaD. Luis Torre Villanueva. Para mayor eficacia en sus trabajos.el pleno de aquella amplia Junta Ejecutiva —que así fue de-nominada— se dividió en tres Comisiones: de Propaganda, pre-sidida por el Concejal Fernández Cavada, la de Festejos, con elTeniente Alcalde Ainézaga como Presidente y la de Recepcióny Alojamientos que dirigió el también Teniente Alcalde Alonsode Armiño.

Tuvieron gran acierto al designar, dada su personalidadrelevante, Secretario General de tal Junta Ejecutiva a don Ma-nuel Gil-Delgado y Pineda, 18." Señor y 5.° Conde de Berberana,que pertenecía a la Comisión de Festejos. Fue quien en ella ex-puso muy pronto —18 de junio— su creencia de ser obligadopara Burgos invitar al Rey y su familia a que contemplaran eleclipse de esta ciudad como lugar de la nación más adecuado.

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Acto solemne de la colocación, por la Familia Real, de la primera piedra destinada a erigir un monumentoal Cid, en la Plaza de Castilla.

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Colosal cámara alemana instalada en el campo "Lilaila, capaz de fotografiar las fases del eclipse, con placasde 50 x 60 ctms.

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•Elevación de globos para la observación del eclipse total de sol.

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Astrónomos jesuitas alemanes en la huerta del Convento de la Merced, conaparato para fotografiar los alrededores del sol durante su eclipse.

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Acogieron con entusiasmo tan oportuna propuesto los compa-ñeros de Comisión y la Junta Ejecutiva pidió al Ayuntamientoque invitara al Monarca y aun le indicase la necesidad de venir,Pues uno de los actos proyectados por la Comisión de Festejos, aIniciativa de don José Díaz Oyuelos, era colocar la primera pie-dra de un monumento al Cid, honor que correspondía al Rey.Para dicha invitación fueron a Madrid el Alcalde, el TenienteAlcalde Amézaga y el Secretario General de la Junta Ejecutiva,quien resultaba indicadísimo cumplidor de tal cargo por ser elConde de Berberana uno de los más antiguos Mayordomos deSemana que prestaba servicio en el Palacio Real.

Muy probable era que se pidiesen desde el extranjero a al-gunos Ministerios nuestros datos sobre alojamientos en Bur-gos para grupos científicos enviados oficialmente a estudiar eleclipse, y Berberana se apresuró, como medida primordial, atelegrafiar a nuestro Presidente del Consejo de Ministros, co-municándole haberse constituido en Burgos la Junta Ejecutiva,cuáles eran sus actividades y que cualquiera podía ya dirigirsea aquél corno Secretario General pidiéndole datos. Esto mismoY «para desvirtuar informes equivocados» —según dice el expe-diente— encargó que lo insertaran «El Imparcial», «El Liberal»,«La Correspondencia de España», «Heraldo de Madrid», «DiarioUniversal», «ABC», «El País y «El Universo». Y tales periódicos,de la mayor circulación en España, publicaron que había enBurgos habitaciones de todos los precios, dándose grandes fa-cilidades a los viajeros. Se ordenó a la agencia telegráfica «Fa-bra» que desde Madrid expidiera a sus corresponsales de París,Londres, Berlín, Viena y Roma, el siguiente despacho circular:«Burgos. Grands preparatifs para Municipalite pour recevoirdignement missions etrangeres ocasion eclipse 30 aoüt. Maire.Burgos ofert repondre renseigner toutes demandes relatives lo-gement, monutention». Quedaba así roto el aislamiento del pe-queño Burgos y abierta toda su actividad de propaganda haciaMedia Europa.

El 28 de junio, los comisionados en Madrid telegrafiabanhaber visitado al Presidente del Consejo de Ministros y a variosde éstos, anunciando su vuelta en cuanto la familia real les con-cediera audiencia. Fue ésta el dia 30 por la mariana y regre-sados el 1. 0 de julio en el tren rápido, daban cuenta de su ac-tuación aquella misma tarde a la Junta Ejecutiva.

Volvían llenos de gratitud y de satisfacciones. Les habían

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recibido sin tardanza el Rey, la Reina Madre y la Infanta Isa-bel, quienes en principio aceptaron gustosos la invitación, ma-nifestando, sin compromiso definitivo, su deseo de que las cir-cunstancias les permitiesen venir cuando el eclipse ocurriera.Faltaban aún dos meses.

Habían, los comisionados, comprobado en altos organismosoficiales el buen nombre y prestigio de nuestro Municipio y lassimpatías de que gozaba Burgos. El Ministro de InstrucciónPública, don Andrés Mellado. anunció, desde luego, que vendría.El de Estado, don Felipe Sánchez Román, dirigió a todas nues-tras Embajadas y Legaciones en el extranjero una nota, des-tinada a divulgarse, dando cuenta de las facilidades que parasu alojamiento hallarían cuantos extranjeros viniesen a Bur-gos. Los Directores Generales de las Com pañías de Ferroca-rriles ofrecieron todos los servicios extraordinarios posibles Ylo mismo el Director General de Correos y Telégrafos. La Juntaen pleno otorgó a los comisionados un voto de gracias, especialpara el Conde.

* * *

El señor Fernández Cavada, como Presidente de la Comi-sión de Propaganda reunió, el 20 de junio, a sus componentes,entre ellos al Catedrático de Preceptiva Literaria e Historia dela Literatura en el Instituto Provincial burgalés, don Eloy Gar-cía de Quevedo y acordaron que éste redactase, como en seguidalo hizo, una sucinta guía de Burgos, para hacer de ella grantirada en castellano y francés y repartirla profusamente por Es-paña y países extranjeros. Increíble resultó la muy eficaz pro-paganda conseguida mediante tan acertado folleto. En él se ex-plicaban, primero, las condiciones del próximo eclipse total, sólovisible en España y único que podría contemplar la generaciónentonces viviente. Seguía con una certera reseña de la granriqueza histórica y artística de Burgos, ilustrada con quincebuenos grabados y después de annuciar la venida de Alfon-so XIII, terminaba con el programa de los p rincipales festejosen preparación.

Con la «Imprenta Alemana», establecida en Madrid, se llegóa un acuerdo. Por 2.160 pesetas, entregaría 20 000 ejemplares,mitad de ellos en castellano y el resto en francés, con dieciséis

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Páginas, más cubiertas. Aquella imprenta cumplió su compro-miso y el porfolio resultó perfecto.

Asombra leer el expediente sobre «remisión de carteles, pro-gramas y porfolios», pues revela un trabajo inmenso en las ofi-cinas municipales. Muy lejos de regalarse los folletos capricho-samente, distribuyéndolos con prisa y como a voleo, se hizo uncuidadoso reparto gratuito muy meditado, siguiendo razona-bles criterios propagandistas para la Máxima eficacia de publi-cidad. Se inició, naturalmente, la distribución por la familiareal , ya invitada, enviándose a Alfonso XIII cincuenta ejem-plares, otros cincuenta a la Reina Madre e igual número al In-fante don Carlos y veinticinco a la Infanta doña Isabel. Todoscontestaron agradecidos, elogiando el obsequio. El Presidentedel Consejo de Ministro recibió diez ejemplares, lo mismo elMinistro de Estado, veinticinco el de Jornada, y seis cada unode los restantes miembros del Gabinete Ministerial Entre Se-nadores y Diputados a Cortes se repartieron doscientos sesentaY ocho. Cada Alcalde de capital de provincia tuvo un ejemplar.

Mayor probabilidad habla de que vinieran a ver el eclipsequienes residían en provinicias próximas a la de Burgos. Porello, la Comisión eligió ocho de éstas, como lugares de propa-ganda más intensa. Fueron las tres Vascongadas, Navarra, San-tander, Logroño, Palencia y Valladolid. En cada una recibieronPorfolios sus respectivas Autoridades civiles y militares, así co-rno los funcionarios principales de todo orden.

Sagazmente se estimaron lugares de divulgación fácil lasPeluquerías. Muchos clientes de ellas, más numerosos que aho-ra por no usarse todavía maquinillas de afeitar, podrían leer,renovándose, mientras esperaban a ser servidos, el interesantefolleto y así, abundantes ejemplares del mismo, se expidieronPara cincuenta y ocho peluquerías de Bilbao, treinta y una deSon Sebastián, etcétera.

La detención diaria en Burgos del tren, casi siempre lleno,llamado «rápido», en el que solían viajar personas de calidad,era también oportuna ocasión de propaganda que se aprovechó.burante diez días, un repartidor subió, dejando entre los viaje-ros ejemplares que pasaron de quinientos. Más de dos mil por-folios se dirigieron a hoteles y fondas de España, Francia yPortugal. Ciento cuarenta y seis en español y noventa en fran-cés salieron hacia Universidades y Centros docentes.

Siendo época veraniega, hallábanse muy concurridos por

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personas pudientes numerosos balnearios, pues subsistía aúnen terapéutica aquella moda muy siglo XIX, de tratar toda do-1(mcia con aguas minero-medicinales. Y cada balneario inscritoen la guia oficial recibió porfolios para su sala de lectura, pro-paganda extendida a bastantes balnearios franceses.

Diez folletos recibió cada director de Compañía de Ferro-carril. A salas de lectura de Sociedades y Casinos se dedicaroncentenares. Centenares también salieron para periódicos ex-tranjeros y españoles. Los recibidos en Embajadas y Legacionesestablecidas en Madrnd, así como en todos los Consulados quenaciones extranjeras tenían situados en ciudades españolas pa-saron de mil seiscientos. Resultó el conjunto de aquel repartouna tarea verdaderamente abrumadora. Pero mediante ella que-dó hecha con eficacia la propaganda a escala mundial.

La revista «Touring Club Hispano-Portugués» dedicó unnúmero extraordinario al eclipse, información completísima so-bre hoteles y demás alojamientos en Burgos, precios, etcétera.

* * *

La Comisión de Festejos actuaba asimismo con el máximointerés. Primordial acuerdo suyo fue no dar ni una sola loca-lidad gratis para espectáculo alguno, a fin de evitar pérdidas Ydisgustos. Fue decisión cumplida con todo rigor.

Inexcusable era dar a los extranjeros ocasión para conocernuestra Fiesta Nacional con ganado y matadores de primeracategoría. La amistad del Conde de Berberana con el prestigiosoganadero don Cristóbal Colón y de la Cerda, 14." Duque de Ve-ragua, facilitó adquirir reses excepcionales. Obran en el expe-dient sobre «corrida de toros» numerosas cartas que, encabe-zadas las del Duque con un «querido Manolo», bajo el mem-brete del Senado y firmando «Cristóbal», revelan sincero deseode enviar a Burgos sus seis mejores toros por precio inferior alque tenían señalado.

Remitió Veragua, firmado ya, un extenso contrato. Dabaseis reses de cuatro arios por 11.000 pesetas. Algunas cláusulaseran curiosas. Así la de que se lidiarían los toros por el ordenque el Duque designara. Grave conflicto posible entrañaba otracondición exigida sobre puyas y topes que habían de ajustarsea los modelos autorizados para Madrid, sin usar en modo al-guno los que solían llevar los picadores. Trataba Veragua de

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evitar cuanto hiciese perder a su ganado fuerza y bravura. Acep-tó la Comisión las condiciones del Duque y que se pondría «deacuerdo con la Autoridad a fin de que ésta le sostenga en sucompromiso», frase previsora del conflicto ocurrido ya en algu-nas plazas al lidiarse reses de Veragua, por rechazar los pica-dores las pretensiones de éste.

En la Junta se suscitó la cuestión de las puyas Dio elloocasión a que Berberana, con su entereza por defender todacausa que creyera justa, apoyase la postura de Veragua, dadossus motivos. Al obrar el Duque como lo hacia ejercitaba un de-recho de la Asociación General de Ganaderos del Reino, de laque fue presidente. Ni podía la Junta dejar sin cumplir el com-promiso adquirido por quienes firmaron el contrato.

Fijose el 22 de agosto para apartar los toros, cuando estu-viera en su castillo de Higares (Toledo) el Duque. quien invitóPara ir a su dehesa al Conde y a cuantos le acompañasen. Lesesperaría en la estación de Villaseca, con su coche, y aclarabaalgunas dudas de Berberana sobre indumentaria: «Para ver lostoros con comodidad montaremos a caballo, la distancia escorta, no hace falta traje especial. De ninguna manera piensestraer frac, pues aqui estoy solo con mi hijo», etcétera.

Con el Conde fueron Arangüena y Amezaga, sus compañe-ros en la Comisión organizadora de la corrida. En Villaseca en-contraron al Duque con su hijo y la plana de vaqueros. HabíaPreparadas en la dehesa otras dos corridas, pero dio opción Ve-ragua a los burgaleses, advirtiéndoles que si, entre aquellos die-ciocho hermosos animales, admitían los elegidos por él paraBurgos, estuvieron seguros de quedar muy bien servidos. Losaceptaron con agrado. El Duque obsequió a sus huéspedes es-Pléndidamente y Berberana, desde Toledo telegrafió nombresY pelo de las seis fieras a nuestra ciudad, donde el día 26 lasdesencajonaron.

Como matadores se eligieron dos maestros: Rafael Gonzá-lez (Machaquito) y Ricardo Torres (Bombita), por 5.500 y 4.500Pesetas, respectivamente, Para ellos y sus cuadrillas. Macha-quito aceptó la condición sobre el orden de lidiar las reses. Noasí Bombita, que pretendía el sorteo de toros y tampoco admi-tió las nuyas reglamentarias de Madrid. Su carta, calificada enla Junta de «inoportuna » e «intemperante», mereció contesta-ción rotunda: «Vista su carta devolvérnosle contrato sin firmar.Berberana». Le sustituyeron con Antonio Montes, por 3.000 pe-

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setas para él, más sus dos picadores y tres banderilleros. Aúntenido en cuenta el distinto valor de aquella moneda comparadocon el de la actual, resulta en verdad exorbitante el encareci-miento alcanzado hoy en la fiesta taurina.

Se fijó la tarde del 29 de agosto, víspera del eclipse, comola más propia para la corrida. Estaría ya la ciudad repleta deforasteros y concluido el trabajo de los astrónomos en prepararsus instalaciones. Próxima aquella fecha, Berberana y el Alcal-de visitaron al Gobernador pidiéndole que sostuviera a la Comi-sión en el compromiso adquirido respecto de las puyas. Elloaumentó la tirantez en la actitud de los picadores, dispuestosa retirarse llegado el momento. Por fin, todo se arregló pocoantes de la corrida. «Diario de Burgos» dio la noticia terminan-te, sin explicación ni comentario alguno. A las dos de la tardeel representante del Duque, por influencia decisiva del señorArangüena, había transigido con los picadores.

En principio, la Comisión de Festejos creyó que a éstos asis-tirían las personas reales, pues consignó en acta su acuerdo de«hacer practicable una de las puertas tapiadas de la plaza detoros, a fin de dar a la familia real y a su acompañamientoentrada independiente de las del público». Y además, que seadornara aquel edificio y con elegancia especial el palco regio.Pero de muy distinto modo se desarrollaron los sucesos.

Reiteró el Ayuntamiento, por escrito, a la familia real lainvitación de venir a Burgos hecha a fin de junio verbalmente,pues no había dado aún respuesta categórica, y le fue comuni-cado el programa de festejos. Ninguna objeción hizo de éstosAlfonso XIII. Su Secretario particular. don Emilio Maria de To-rres contestó en nombre del Monarca «...muy expresivas gra-cias a la Comisinó de Festejos por sus buenos propósitos a finde hacer más agradable la estancia de S. M. en esa hermosa ehistórica ciudad...». Y res pecto a un proyectado «tiro de pi -chón», añadía «...si Vd. cree puede organizarse esa «tirada»,S. M. acudirá gustoso al concurso, si sus obligaciones se lo per-miten». Mas don Alfonso de Aguilar, Secretario de la Reina Ma-dre —la cual veraneaba ya en San Sebastián-- contestó ennombre de ésta, también a Berberana. Encargábale «...dar aesa Junta muy expresivas gracias por tan amable invitación Ydecirle que siente no poder precisar lo cale podrá hacer, puesdesea supeditar todos sus viajes a los que haya de hacer S. M. elRey». Revelaba esta expresión un exquisito cuidado que tenía

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la ex-Reina en recordar que ya no reinaba. Vendría ella a Bur-gos si el Rey venia. Y con referencia a los preparados festejos,de que se la dio igualmente noticia, añadía la carta: «...aquellaSeñora siente infinito no poderlos admitir a causa del luto ri-guroso que guarda a su augusta hija la Princesa de Asturias».Había, en efecto, fallecido de sobreparto en octubre anterior lahija mayor de Alfonso XII, Mercedes, casada con don Carlos deBorbón-Dos Sicilias. Por ello la familia real no asistió en Bur-gos a las fiestas. Limitose a contemplar el eclipse, poner la pri-mera piedra del monumento al Cid y visitar la Cartuja, la Ca-tedral y las Huelgas.

* * *

En cuanto se tuvo noticia oficial de que la real familia veríadesde Burgos el eclipse decidiose habilitar para hospedarla elPalacia de la Diputación, con verdadero entusiasmo de ésta.También allí se habla alojado Alfonso XIII cuando en agostode 1902, poco después de coronarse Rey, viajó para conocer di-versas ciudades españolas.

A fin de convertir la Diputación Provincial en palacio realinterino, se adaptó el salón de sesiones para comedor, decoradocon grandes cuadros del pintor burgalés Marceliano Santa Ma-ría: «El Esquileo» y «Las Navas de Tolosa». En un saloncito deconferencias dormiría el Rey con muebles de gran riqueza, es-tilo Luis XV. Aun prevenido por Su Majestad que no prepa-rasen Salón del Trono, se dispuso como tal el llamado salón deSesiones de Quintas con estrado tapizado en rojo, y bajo grandosel un retrato de Alfonso XIII, obra del pintor burgalés LuisManero, pensionado entonces en Roma por la Diputación. Tuvoel Rey, junto a su cuarto, un despacho de elegante sencillez.

En dormitorio contiguo al de la ex-Reina Regente y conPuerta de comunicación se instaló a su hija la Infanta D. a Ma-ría Teresa. Inmediatas, como era natural, estaban las habita-ciones para la Duquesa de San Carlos y otra dama de la Rei-na Madre. Los aposentos de la Infanta D. Isabel e InfanteD . Carlos daban a: la Plaza llamada entonces de Prim.

Para alhajar aquellas habitaciones solicitó la Diputaciónayuda a los burgaleses que pudieran prestar muebles antiguosvaliosos y decorativos objetos de arte. Lo hicieron distinguidasPersonas entre las que significó D. Heliodoro Jalón Larragoiti,

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Magistrado respetable, hermano del Marques de Castrofuerte.Resultó la instalación en verdad regia.

En conferencias telefónicas con el Gobernador Civil y se-gún se iban decidiendo los viajes proyectados por la FamiliaReal, daba noticia de éstos el Ministro de Jornada Sr. Me-llado. Alfonso XIII llegaria a Burgos el 28 de agosto al ano-checer en automóvil desde la Granja. Al día siguiente su Au-gusta madre y la Infanta D." M." Teresa se trasladarían de SanSebastián a nuestra ciudad en tren especial, acompañadas depalatinos. La Infanta D." Isabel el dia 29 iría en automóvildesde la Granja a Segovia donde tomaría el tren rápido has-ta Burgos. Y en la misma fecha llegaría ya de noche, tambiénen tren, el Infante D. Carlos, procedente del extranjero.

Días antes de que Alfonso XIII viniese lo hizo desde «LasFraguas» (Santander) el Duque de Santo Maurc en su auto-móvil, con la Condesa de Torre Arias sin más objeto que com-probar cuidadosamente desde aquella finca suya hasta Burgosel perfecto estado de todo el camino, pues era el que despuésdel eclipse tomaría Su Majestad con Santo Mauro para unacacería en los Picos de Euro pa, deteniéndose en .<Las Fraguas».

Estarían en Burgos el día 25 los A posentadores del Pala-cio Real y el 26 los cocineros y de pendientes al servicio deSus Majestades y Altezas, trayendo los equi pajes. El Ministrode Jornada se alojaría en las habitaciones particulares del Go-bierno Civil situado entonces en un piso del mismo PalacioProvincial. Todo quedaba perfectamente prevenido.

* * *

La ausencia de la Familia Real en los festejos no motivó,naturalmente, que la respectiva Comisión dejara de organi-zarlos.

De teatro se contrató a la mejor Compañia española, lade «Doña María», como era llamada ya, con res petuosa admi-ración, nuestra primera actriz María Guerrero, y de su mari-do Fernando Díaz de Mendoza, Conde de Balazote, y de La-laing, Marqués de Fontanar. quien siendo doS veces Grande deEspaña, supo hacer del arte escénico profesión definitiva. Seles pidió que una de las obras representadas fuese la magníficade Tamayo y Baus, «Locura de amor», de especial interés paraBurgos pues, de sus cinco actos, los tres últimos transcurren

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en el Palacio burgalés que fue del Condestable de Castilla, nues-tra histórica «Casa del Cordón». Los dias 29 y 30 de agostodarían tres funciones, dos cíe noche y una por la tarde. Ade-

más de «Locura de amor», una obra del teatro clásico español,«El Vergonzoso en Palacio» del gran Tirso de Molina y porPrimera vez en Burgos «Rosas de Otoño», de Benavente, pocoantes estrenada en Madrid con éxito notable A este autor letrajeron aquellos actores en su automóvil desde Bilbao. dondeentonces trabajaban con su Compañia. Se hospedaron en eldomicilio particular que, sólo por admiración a tan grandes ar-tistas, les ofreció generosamente una señora burgalesa viudade Horne, Ingeniero inglés.

Decidióse que el colocar la primera piedra del monumentoal Cid tuviera la máxima solemnidad posible. festejando el su-ceso la ciudad entera. Por iniciativa de Berberana y ser degran lucimiento e interés artístico, hubo una exposición de nu-merosos tapices antiguos. Resultó espléndida, exhibiéndosegratuitamente durante los dias de festejos, en los claustros dela Catedral y de la Universidad Pontificia de San Jerónimo,series de magníficos tapices propiedad de la Parroquia de SanEsteban, Cabildo Metropolitano y Monasterio de Huelgas.

Otra buena idea —también del Conde—, fue convocar, conestimulo de premios, un concurso de fotografías del eclipse.Dejaria así el certamen un perenne recuerdo gráfico y docu-mentado del fenómeno solar. Para antes de éste se organiza-ría, a propuesta de Díaz Oyuelos, una extraordinaria recepciónde todas las Comisiones oficiales científicas en la Casa Con-sistorial obseouiándoles allí con esplendidez. Habla de procu-rar también la Junta que se celebrara un baile de etiqueta. Y

• se proyectó un asalto o Concu rso de esgrima. deporte entoncesde moda en el que se ejercitaban numerosos socios de una Sa-la de Armas que funcionaba en la Ciudad. sostenida en granDarte por militares. Se Prescindió de la «tirada de pichón», yaque no tomaría parte en ella Alfonso XIII.

Los festejos se celebrarían entreverados con otros en ver-dad populares, como conciertos públicos y bailes nocturnos enla Plaza Mayor, excelentes sesiones de fuegos artificiales, en-cargadas a famosos pirotécnicos de San Sebastián y otras decinematógrafo público al aire libre, espectáculo gratuito muyatractivo entonces para la gente por no haberse generalizadotodavía el cine en salas permanentes de proyecciones. Hubo

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numerosas iluminaciones, destacando en El Espolón la que de-coró la fachada del «Salón de Recreo», que se enfrentaba conel Palacio Provincial, la de éste y la que, formada con letrerode bombillas, dedicó a «SS. MM. y AA. RR EL CIRCULO DELA UNION». Bajo un tupido túnel de lámparas eléctricas que-dó todo el paseo. Se elogiaron de la Plaza Mayor la de la fa-chada neoclásica del Consistorio, y de la Calle de Vitoria, ladel cuartel edificado en tiempo de Carlos III, para Caballería,hoy ya derruido.

El Secretario Municipal pintor y dibujante D. Isidro Gil,Vocal en la Comisión de Festejos, hizo el cartel anunciador deellos, que gustó mucho. Con tema de circunstancias, realizóuna composición harto com pleja, muy del estilo de entonces,combinando con factura minuciosa y dibujo preciso elementostan heterogéneos como el sol eclipsado, algunos aparatos cien-tíficos para su observación, la imagen de nuestra Catedral—esto era inevitable— varios globos aerostáticos y un diestrolidiando un toro... Nada más. La relación de las fiestas se leíaen una cartela central. A los afamados talleres de Portabellaen Zaragoza, se encargó una gran tirada a todo color de estecartel que fue muy divulgado y otra primorosa de programasde mano en los que el mismo cartel se re producía. La Comi-sión de Propaganda los repartió profusamente en España Yfuera de ella.

Durarían los festejos cinco días comenzando al mediodíadel 27 de agosto con desfile general de bandas de música, gi-gantones, gigantillos y danzantes Por las principales calles dela ciudad atronada con bombas, cohetes y petardos. Según elprograma oficial una hora antes del eclipse las bandas de mú-sica recorrerían la población «y serán disparados profusamen-te cohetes y bombas». M as. esto último hubo de sunrimirse apetición del servicio de aeronáutica pues podría sobrevenir al-gún percance con globos cale estuvieran en aquella hora in-flándose ya para la ascensión. «Le Dépéche», «Le Telegramme»,periódicos de Toulouse y otros. también extranjeros, elogiaroneste programa de fiestas.

El Vocal de la Comisión de Festejos D Guillermo Roca,Profesor de Dibujo en el Instituto Provincial, presentó en pri-morosas acuarelas, proyectos de doce robustos mástiles com-pletados con escudos y banderas para engalanar el Paseo deEl Espolón en sustitución de los exiguos gallardetes de anta-

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flo y con un detalle de gentil delicadeza. Los nuevos sosten-drían banderas de países que enviaban a Burgos comisionescientíficas. Sentirían los extranjeros, con gratitud, avivado elrecuerdo de la patria lejana al ver tremolar su respectiva ban-dera bajo el diáfano cielo de Castilla.

En julio había dimitido el Alcalde D. Lucas Sáiz Sevilla,mas ello no tuvo relación alguna con los preparativos para ce-lebrar el eclipse, ni afectó nada a éstos el nombramiento deD. José Plaza Iglesias como Alcalde, pues desempeñaba la Pri-mera Tenencia de Alcaldía desde antes que ellos empezasen.

La restante Comisión, de Recepción y Alojamientos, quePresidia el Abogado y Catedrático de Psicología y Lógica en elInstituto Provincial D. Tomás Alonso de Armiño tuvo un tra-bajo más ingrato que el de las otras dos Comisiones.

Todos los hoteles, pensiones y hospedajes establecidos enBurgos apenas servirían para aposentar muy pequeña partede la enorme afluencia de forasteros esperada. Hubo de anun-ciarse con reiteración que cualquier particular dispuesto a alo-

iar en su domicilio a alguna persona lo manifestase en laOficina de la Guardia Munici pal, indicando el correspondientePrecio, según estuviera o no comprendido en él la alimenta-ción, en qué consistiera ésta y el número de camas utiliza-bles con las circunstancias detalladas de toda habitación ofre-cida. No pocas familias particulares, de muy diversa categoríasocial, hicieron propuestas formándose con todas una relacióndonde constaban aquellos datos. En un kiosco especial llevósela estadística de alojamientos. En otro registro se anotaroncuantos pisos desalquilados y sin muebles existían en Burgos.indicando su situación, propietario, precios, cabida y condi-ciones de las viviendas vacías. Sumaron éstas cincuenta y cua-tro. Y después de inspeccionadas Por la Comisión clasificólas

en «Buenas», «Regulares» y «Malas», rechazándose estas úl-timas. De amueblar las ace ptables se encargaría la misma Co-misión. Encontré un presupuesto de alquiler de muebles pre-sentado por el dueño de un conocido taller de ebanistería,D. Francisco García Lara. y además lei un «Expediente promo-vido por la Comisión de Recepción y Alojamientos sobre peti-ción a la Intendencia Militar de camas para habilitación devarias casas». En él consta cómo el Alcalde interesó del Ca-

Ditán General que la Administración militar facilitase trescien-tas o cuatrocientas camas. Veraneaba dicha Autoridad —el

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Teniente General Zappino—, en San Sebastián y de allí te-legrafió al Alcalde: « Concedida autorización entrega cuatro-cientas camas». El Intendente las daría según se necesitasen.Eran nuevas y de excelentes condiciones.

También la Autoridad eclesiástica cooperó a la difícil so-lución de alojar forasteros. Vacío de alumnos el Seminario deSan Jerónimo en vacaciones veraniegas, la Comisión logró queel Arzobispo accediese a que pudiera aquélla disponer de tangran edificio para hospedajes. Suponía unas doscientas habi-taciones.

Se atendía con igual interés a personas acaudaladas que alas de módicos recursos. A una de éstas que desde Inglaterrapidió reserva de habitación para un solo día y por un preciomoderado, tardó en contestarla Alonso de Armiño hasta en-contrar lo que deseaba aquel modesto inglés. Y pudo al finofrecerle un simple cuarto en un piso de calle tan secundariacomo la de Diego Porcelos.

Defendía siempre la Comisión los intereses del forastero,tratando a toda costa de evitar abusos. El multimillonario ame-ricano Mr. Heart, dueño de uno de los periódicos de mayor cir-culación de los Estados Unidos, pidió por telégrafo le reserva-ran en el mejor Hotel de Burgos, desde el veintinueve al trein-ta y uno de agosto, tres amplias habitaciones. A la consiguientegestión de Alonso de Armiño por complacerle pidió el HotelParís —de primera categoria—, mil ochocientas pesetas, can-tidad que el propio Armiño calificó de exorbitante en su res-puesta al millonario, si bien por no desacreditar al Hotel, ex-plicó las razones aducidas para aquella exigencia. Eran lasmejores habitaciones, con probabilidad de ocuparse durantediez o doce días por más personas al caber en ellas mayor nú-mero de camas que las pedidas por el americano. Este tele-grafió enseguida que le fueran reservadas. aceptando pagarlas mil ochocientas pesetas

No solía contestar el Presidente de la Comisión las peti-ciones de habitación tan sólo por referencias que le dieran, si-no con su impresión personal obtenida después de visitar elposible hospedaje. Leí bastantes cartas suyas en las que con-testaba: «He visto...» y, seguidamente, expresa en ellas su pa-recer.

El Ayuntamiento destinó para alojar personas algunos lo-cales suyos no ocupados entonces en el servicio público, como

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escuelas municipales. Y aún recibió la Comisión ofrecimien-tos de otros edificios oficiales análogos. Los Hoteles de Burgosno tenían aún establecidos garages y era natural que llegasennumerosos automóviles para el día del eclipse. Se resolvió ladificultad utilizando como garage general un gran picadero delmagnífico cuartel nuevo «Fernán González».

Para facilitar su estancia a los forasteros que alquilaranSólo habitación fue complemento acertadisimo, recomendadoPor la Comisión, hacer las comidas en la Sociedad «Salón deRecreo» que, generosa, permitió entrasen en sus confortablessalones personas ajenas a Burgos y amplió cuanto pudo el ser-vicio ininterrumpido de Retsaurante, instalándole en el granSalón semirrotonda conocido por «El Polisón» repleto de cuan-tas mesas cupieran en él y donde, desde 27 de agosto a 1." deseptiembre inclusive, sirviéronse almuerzos excelentes a cuatroPesetas y comidas a cinco.

Era toda una ciudad generosa y hospitalaria, puesta enPie, con la decisión de quedar lucida en el cumplimiento deSU compromiso. No extraña pues que algunos corresponsales deP eriódicos extranjeros en nuestra ciudad expresaran su admi-ración publicando elogios calurosos, como el traducido por«Diario de Burgos» de «La Peitte Gironde» de Burdeos que, enun suelto titulado «Un extranjero en Burgos» reconocía que «laComisión se ocupaba con incansable complacencia en instalarY buscar alojamiento a cuantos lo han pedido». Y después dereferir el rasgo del Sr. Arzobispo al ceder para hospedaje unSeminario completo, añadía • «Todo el mundo ha hecho lo queha podido. Esto muestra hasta qué punto se interesan aquí porel acontecimiento científico que se ha de verificar el miércolesY qué cuidado se tiene de facilitar la tarea de los sabios y dedar satisfacción a la legítima curiosidad del público».

* * *

Para la Comisión de Recepción y Alojamientos, más difí-cil que acomodar en la ciudad a innumerables forasteros par-ticulares resultaba la instalación de no pocos grupos cientí-ficos que, con delicados aparatos, algunos voluminosos, preten-dan lugares escogidos para el éxito feliz de sus observaciones.el el mes de agosto comenzaron a llegar las Comisiones que

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desde dos meses antes trataban ya con Burgos, preocupadaspor conseguir adecuada instalación.

Varias vinieron de Francia. Presidía una George Rayet,Astrónomo de sólido presti gio, Auxiliar que fue del Observa-torio de París, Profesor después de Física Astronómica en laFacultad de Marsella, lo era en la Universidad de Burdeoscuando vino y dirigía además un Observatorio Numerosas ha-bían sido sus publicaciones sobre espectroscopia desde que es-tudió en Malaca otro eclipse total de sol. Trajo Rayet un an-teojo ecuatorial con objetivo de veintidós centímetros de diá-metro y un espectroscopio de tres prismas. Su compañero, tam-bién Astrónomo, Mr. Courty manejó otra cámara ecuatorialfotográfica y auxiliado por un español universitario de Bur-deos, analizarían las envoltura ; gaseosas del sol. Esta Comi-sión se instaló en el vivero de nuestro Distrito Forestal, sitoen la zona de «Los Vadillos» —hoy por completo edificada—el cual se cedió por feliz idea del Ingeniero de Montes burgalésD. José Diaz Oyuelos, miembro de la Junta Ejecutiva.

En el jardín botánico del Instituto Provincial de Burgosmontó sus aparatos Mr. George Merlín, Director del Institutode Física y Profesor de esta asignatura en la Universidad deMontpelier. Con los Auxiliares que trajo estudiaría la coronasolar.

Vacíos estaban los hermosos edificios de una fabrica azu-carera construida pocos arios antes, no lejos de Burgos y quepermanecía cerrada sin realizar labores desde que se constitu-yó el trust azucarero español. Certera la Comisión, estimó muyaprovechables tales edificios y el 9 de julio les ofreció al Di-rector del «Observatoire d'Astronomie Phisique Sis Parc deMeudon», quien pocos dias después telegrafiaba: «Vous prie re-tenir pour moi fabrique sucre et auberge. Lettre suit. Remer-ciments. Compliments Deslandres». Era Mr Henri Deslandresun ex-Capitán de Ingenieros Militares y luego Astrónomo pro-fesional, de verdadero renombre europeo. En el «Observatoirede Meudon» había inventado procedimientos para medir la v e

-locidad de los astros, Para fotografiar la cromosferaestudiar radiaciones ultravioletas.

Los edificios por él pedidos no nertenecian al Ayuntamien-to burgalés, sino a la Sociedad General Azucarera de España,

única que podía cederlos. Acertada gestión de Alonso de Armi-

y para

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fío logró que la Comisión de Meudon dispusiera de los magní-ficos locales al comenzar agosto.

Con Deslandres trabajaban hasta nueve colaboradores. Seagregó a ellos, viniendo desde París en automóvil, el célebreMr. Jean Becquerel que acumulaba en este apellido, ya glorio-so, la autoridad científica de tres generaciones sucesivas de sa-bios físicos ascendientes suyos.

A D. Francisco de la Azuela, de noble familia burgalesa,bastóle una indicación de Berberana para ceder desde luegola granja de Villargamar, propiedad suya que próxima a Bur-gos y aislada en pleno campo, resultaba muy aprovechable pa-ra tranquilos trabajos científicos. En ella los realizó un grupoPerteneciente al Parque de Meudon que llegó a Burgos el 10de agosto y al siguiente día varios espectroscopios,' fotómetrosY otros aparatos suyos. Fructíferos resultaron los trabajos queen Burgos dirigió Henri Deslandres a juzgar por sus posterio-res publicaciones: «Histoire des idees et recherches sur le so-leil» (1907). Y «Revelation de l'atmosphere entiere du soleil»(1908).

De Alemania y presidida p.m. el Director del Observatoriode Treptow, llegó el 23 de agosto una Comisión de nueve miem-bros , entre ellos dos señoras, el Director de un Instituto deBerlin dos astrónomos de aquel Observatorio, un IngenieroNaval y el Dr. Leyden conocedor de España por haber prestadoSUS servicios facultativos en la Embajada de Alemania en Ma-drid. Estarían en Burgos hasta el 2 de septiembre. Les reci-bieron en la Estación Alonso de Armiño y Obregón, alojándo-les en el Hotel del Norte. Sus modernísimos aparatos de granPrecisión se colocaron en el Campo de Lilaila.

Enviada por el Gobierno alemán vino para tres o cuatrosemanas una representación de «Konigliches MeteoroligichMagnetisches Observatorium » formada por dos miembros cien-tíficos y un mecánico. Más que Astrónomos eran especializa-dos en Meteorología y Magnetismo. Necesitaban un sitio de es-peciales condiciones, lejos de toda posible inducción eléctricaY les satisfizo la finca de Arnaiz, llamada «El Plantío». En ellacolocaron muy completa instalación de aparatos delicadísimosy Perfeccionados que registraban automáticamente hasta va-riaciones casi inapreciables del magnetismo terrestre y atmos-férico.

Alemanes también, aunque residentes en Holanda, donde

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uno de ellos dirigía el Observatorio de Valkenburg eran dosAstrónomos Jesuitas que se hospedaron, como era natural, enel antiguo Convento de la Merced, propiedad hacia arios de laCompañía de Jesús. Trataban de obtener durante la totalidaddel eclipse dos fotografías de 40 por 50 centímetros, una dela parte derecha y otra de la izquierda de los alrededores delsol. Situaron en la huerta de aquel Convento su gran cámaracon pie ecuatorial.

Alemana asimismo era una cámara fotográfica colosal, ins-talada en el Campo de Lilaila, capaz de reproducir todas lasfases del eclipse en placas de 50 por 60 centímetros. Sujeto só-lidamente su gran objetivo sobre pie de mam postería y unidoa larguísimo fuelle, terminaba en una tienda de tela inact í

-nica que hacía oficio de camal*. t oscura, con el chasis para lasplacas en la pared del fondo. Máquina tal permitía a sus ope-radores permanecer dentro de ella mientras funcionaba.

Otro eminente sabio alemán Que actuó en Burgos fue elDr. Hergesell, creador y Presidente de la Comisión para la Ae-rostación Científica en su país, donde era Profesor de Meteo-rología y Geofísica en la Universidad de Estrasburgo. Ayudadopor un Teniente de Ingenieros austríaco y otros Oficiales es-pañoles de Aerostación, dirigió las observaciones en zonas ba-jas.

Bélgica envió al Presidente, al Secretario y a diezbros de la «Sociedad Belga de Astronomía». Se agregó a ellospara observaciones una señorita astrónoma rusa. También vi

-nieron dos Profesores de la Universidad de Bucarest.De Holanda se anunciaron tres Profesores de la Universi

-dad de Utrech. Uno era el de Física Dr. Julius, aue les Presi-día, inventor del ingenioso actinómetro que lleva su nombre,otro el Profesor de Astronomía y el tercero un Astrónomo delObservatorio de Leyden. Deseaban especial instalación: «.-iinechambre au rez-de chausee avec une porte ou une grande fe-nétre donnant sur le Sud». Armiño contestó que tendrían si?alojamiento deseado y que el les esperaría en la estación Sianunciaban su llegada.

En la noche del 25 de agosto corres pondieron los holan-deses a las atenciones recibidas dando en el Hotel del Norte'donde se hospedaban, una cena con asistencia del Alcalde de

Burgos, algunos miembros de varias Comisiones científic as Y

otros de la de «Recepción y Alojamientos» con su Presidente,

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Más el Director del Observatorio de Madrid Sr. Iñiguez, el Con-de de Berberana, D. Rodrigo de Sebastián y los Capitanes SanzCruzado y Norzagaray. Entusiastas brindis al beber el cham-

Pagne esteriorizaron la gran cordialidad entre aquellos diver-sos elementos y fueron augurio optimista sobre el resultadode las observaciones científicas que se preparaban.

Tres dias después, uno de los miembros de la misma Co-

Misión Holandesa, el Dr. Nyland por si y en representación deSUS compañeros, publicó en «Heraldo de Madrid» enérgico te-legrama de protesta puesto en Burgos contra información ca-lumniosa de aquel periódico que habla imputado al Hotel delNorte tan malas condiciones de hospedaje que motivarían unreconocimiento sanitario municipal. Todo era absolutamentefalso. El holandés afirmaba en su telegrama haber recibidosólo atenciones. Era muy bueno el alojamiento, la comida ex-celente y el precio de 20 ptas. por persona el convenido. G. Ger-mán Manzanedo, como dueño del Hotel, publicó en «Diario deBurgos» una carta insertando en ella aquel telegrama de pro-testa.

Fue sin duda tal calumnia obra de un periodista despe-chado por no encontrar beneficios que esperaba Recuérdese ladecisión inicial de la Comisión de Festejos de no dar ni unasola entrada de favor para espectáculo alguno y quedan prue-bas de las pretensiones malogradas de ciertos periodistas sobrehospedajes.

Recibió Berberana carta de «The British Astronomical As-soc iation» de Londres anunciando llegaba el 23 de agosto ungrupo de 20 socios, algunos con sus señoras. Tenían ya vivien-da en el Hotel Norte. Vino con ellos un Reverendo Pastor pro-testante. Trajeron un telescopio entre sus grandes nueve bul-tos pidiendo se colocara todo con el mayor cuidado en el Cam-po del Lilaila bajo cubierta, al abrigo de posibles lluvias.

El 15 de agosto un corresponsal de «Cosmopolitan», im-Portante revista de Estados Unidos, telegrafió al Alcalde pre-guntando con urgencia desde Madrid nombres de los principa-les científicos llegados ya a nuestra ciudad y de los que aúnse esperaban. Pedía también buenas fotografías de preparati-

VOS e instalaciones ya montadas y otras del eclipse en su día.A todo contestó Armiño por extensa carta.

Los varios grupos científicos instalados en el Campo de1:l lalla sumarían el día del eclipse entre holandeses, alemanes,

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ingleses, belgas y españoles más de 60 observadores en aquellosterrenos. La Autoridad militar les prestó im portante ayuda. Nu-merosos soldados intervinieron en trabajos de desembalaje deaparatos, construcción de barracas y armazón de tiendas decampaña, prestadas por el Ejército. Se montó con parejas deInfantería y Caballería servicio permanente de vigilancia detan costosas instalaciones, alejando de ellas a todo curioso.Cuantos Jefes y Oficiales de guarnición en Burgos sabían al-gún idioma extranjero quedaron desde luego a disposición delas respectivas Comisiones científicas como intérpretes.

Muy acertadas órdenes del Duque de Bivona, Director Ge-neral de Correos y Telégrafos, facilitaron extraordinariamentelas comunicaciones telegráficas. Para mayor rapidez en el ser-vicio del público hizo traer a Burgos un aparato Hughes conpersonal especializado en su manejo. Además de las estacionesordinarias, se montaron dos. Una en el Páramo de Cortes parauso de la Comisión del Observatorio de Madrid y otra para ladel Observatorio de París en el edificio de la antigua fábricaazucarera. Gozaron de franquicia los telegramas que, tan só-lo para transmitir observaciones astronómicas, se cursaron acualquier destino hasta el 31 de agosto inclusive, fuesen es-pañoles o extranjeros los remitentes. Bastábales para este be-neficio acreditar documentalmente su re presentación oficial.Con tan positiva y eficaz protección, las comunicaciones te.-legráficas aumentaron de modo increíble, funcionando todasadmirablemente.

De París tenian pedido que, en seguida de terminar el eclip-se, se telegrafiara con amplitud su resultado y también, encuanto fuera conocido, el de las observaciones aerostáticas, n o

-vedad española que tanto interés despertó en el mundo cien-tífico. Se cursaron en aquellos días miles de telegramas, algunosmuy extensos. Sólo el corresponsal de «Daily News», de Londres,envió a éste una crónica periodística de mil doscientas pala-bras que le costó quinientas pesetas (de las de hace 68 años).El trabajo de los empleados resultó abrumador. Al día siguientedel eclipse, el Director General se personó en la sala de a pa-ratos sin más objeto que expresar efusivamente a todos los te-legrafistas, en nombre del Gobierno y de las Personas Reales,muy calurosa felicitación por su comportamiento.

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Tanto corno los extranjeros destacaron en sus trabajos so-bre el eclipse los españoles. El Ministerio de Instrucción Pú-blica había provisto al Observatorio Astronómico de Madrid demagníficos aparatos. Se isntalaron en el páramo de Cortes. Di-rigió allí los trabajos don Francisco Iñiguez, Jefe del Observa-torio, con la ayuda del Instituto Geográfico y Estadístico. EntreAstrónomos, Ingenieros Geógrafos y Auxiliares vinieron de am-bos centros oficiales unos catorce funcionarios muy organiza-dos en el reparto de sus respectivas tareas. Para permaneceralgunos sobre el mismo campo se les construyó en el «unacasita con dos dormitorios cada uno de dos camas, un come-dorcito y una cocina». Así literalmente lo habían pedido al con-de de Berberana, quien alquiló, además, los muebles que de-searon y les proporcionó magnífica cocinera más dos criados.

Muy cercano el páramo de Cortes a la Cartuja. ésta coope-ró a resolver el problema de instalar observatorios. Como entoda ocasión que pueda favorecer a Burgos, adoptó el Prior lasMedidas oportunas. Según tradicional costumbre de los Monas-terios, en el de Miraflores se lleva un libro llamado Becerro,donde al acaecer sucesos memorables quedan referidos y se ar-chiva. En él se consignó el 23 de agosto: «Viene una comisiónde Astrónomos compuesta de don Luis Cabello. Ingeniero deMinas, un Oficial de Artillería y dos Auxiliares a estudiar la in-fluencia magnética del son col motivo del próximo eclipse. Ins-talan su gabinete en una celda del claustro de los Hermanos yhacen sus operaciones en el campo de fuera». Pertenecían alInstituto Geográfico de Madrid

Extraordinaria labor realizó en Bur gos con sus globos elParque Aerostático militar, radicante en Guadalajara, al man-do del fundador en España de este servicio, Teniente Coronelde Ingenieros, Vives y Vich (1). Había sometido a Corporacionescientíficas españolas y extranjeras el programa de observacio-nes sobre el eclipse para formar con acierto un Plan. Desde1900 , en que subió en globo libre en Alemania, había realizadoVives treinta ascensiones y lanzado diecinueve globos-sondasen Guadalajara. Allí fechó —5 de agosto de 1905— unas «Ob-servaciones» para el eclipse, tan necesarias como practicas, quePublicó en periódicos.

(1) Biografía del Excmo. Sr. D. Pedro Vives Vich, General de Inge-S, por Antonio Carner. 1935.

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El frecuente recobro de globos-sonda demostraba honra-dez, pero el analfabetismo podía inutilizar las investigaciones.Refería Vives cómo, cierto pastor, halló un globo caído y cre-yendo era suciedad el humo de la placa, la limpió. borrándosetodas las indicaciones del aparato registrador. Concretó aquelJefe sus adventencia: «L a —Si quien encuentre o vea caer unglobo-sonda sabe leer, no toque nada hasta enterarse minucio-samente de las instrucciones que encontrará en un sobre ama-rillo. 2.a — Si no sabe leer, que se limite a recoger el globo y losaparatos, sin abrir la caja ni la cesta, empleando el mayor cui-dado en el transporte hasta la Alcaldía, puesto de la GuardiaCivil u otro sitio seguro. 3! — No conviene fumar junto al globosi se encuentra lleno».

El intento de observar por vez primera en gran escala uneclipse mediante globos correspondía a España, gracias a feliziniciativa de Vives, propuesta al Congreso Internacional de Ae-rostación Científica de 1904, en San Petersburgo, donde se acep-tó con entusismo.

En tren especial llegó de Guadalajara el 20 de agosto, consu material completo la Compañia de Aerostación, mandadapor aquel Jefe. Sin estrecheces de criterio, se procuró Vives,para actuar en Burgos, colaboraciones eficaces ajenas a laAerostación Militar. Ofreció a la Comisión Internacional deAerostación Científica» un puesto en globo libre para el obser-vador que ella designara. Lo fue el Dr. Berson, eminente me-teorólogo y aeronauta alemán que había logrodo el récord dealtura subiendo a 10.800 metros sobre el suelo de su patria.Ademas, mediante el Ministerio de Instrucción Pública invitó aastrónomos españoles que quisieran observar desde globo libre.Aceptaron D. Aurgusto Arcimís, Director del Instituto CentralMeteorológico de Madrid y el Auditor de la Capitanía Generalde Burgos, don Octaviano Romero Rodrigo, con extrañeza demuchos e hilaridad de no pocos, creyéndole todos un simplecurioso atrevido, porque ignoraban sus excepcionales condicio-nes, bien pronto divulgadas. Además de la carrera de Derecho,con la cual ingresó en el Cuerpo Juridico Militar, donde era asi

-milado a Coronel, había cursado la de Ciencias, con predilectaafición por la Astronomía. Destinado antes de perderse FiliP i-nas a la Auditoria de Manila, donde tenían magnífico Obser va-torio los Jesuitas, pidióles otro Jesuita, hermano de dicho Aud i-tor, que permitieran a éste frecuentar el Observatorio y prac-

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ticar en él trabajos astronómicos, lo cual llegó a hacer allí Ro-meo casi cotidianamente. No fue el eclipse de 1905 el primeroen que actuara corno Astrónomo oficial. En 1900 el Ministeriode Instrucción Pública le había incorporado a una Comisióndel Observatorio de Madrid, que el 2 8de mayo estudió en Pla-sencia otro eclipse de menor duración que el de 1905. Y en aquél,Mediante análisis espectral, analizó Romero la constitución dela corona del sol, tema de una conferencia sobre «Química es-telar», publicada por la Academia de Bellas Artes de La Coruña,donde, siendo Auditor, la pronunció. En fin, como preparaciónal eclipse de 1905 realizó Romero, durante la primera quincenade agosto, en el Parque de Guadalajara, varias ascensiones.

* * *

Denotaban elegancia y buen gusto aquellas flCÅii tarje-tas de invitación con el solo adorno de un pequeño e.scudo delMunicipio burgalés —el «Caput Castellae— y sin ninguna alu-sión al lunch con que se trataba de obsequiar espléndidamentea los convidados. Se les invitaba nada más a su recepción porAYuntamiento el 28 de agosto, a las 11 de la mañana. Antes, losConcejales y la Comisión Ejecutiva se reunieron con el Alcaldeen el salón de sesiones, decorado entonces con pinturas de ar-tistas burgaleses. Ningún ambiente tan adecuado como aquélPara producir en los extranjeros cultos la singular emoción deque les recibía solemnemente la ciudad milenaria que fue Ca-beza de Castilla. De las paredes enfrentadas pendían dos gran-des cuadros de historia, los más importantes sin duda que donIsidro Gil y don Evaristo Barrio pintaron bastantes arios antesPor encargo del Municipio, con destino a aquel salón. Gil titulóSU obra «Origen de la Independencia de Castilla», representa lafigura ecuestre de Fernán González que, aclamado por su hues-te Y el pueblo desfila ante una iglesia, a cuya puerta un Preladocon monjes se dispone a bendecirle. Y el tema elegido porBarrio era «El Cid presenta a su padre la cabeza del Conde Lo-zano». Plasmó en esta pintura su autor fragmentos del anóni-trin Y poético romancero cidiano: «Diole la muerte y vengose —la cabeza le cortó — y con ella ante su padre — contento se ari-neib» ... Contemplar el cuadro pnitado por Barrio tendrá siem-Pre el encanto de las épicas leyendas medievales. Pinturas delUventud de Marceliano Santa María decoraban la bóveda. Y

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presidía simbólicamente la sala, tras del sillón para el Alcalde,un retrato de Alfonso XIII, de tamaño natural y cuerpo enteroque, por acuerdo municipal; previo concurso, pintó don JuanAntonio Cortés al coronarse aquél como Rey, cuadro ante elcual el Monarca —según publicó «Diario de Burgos», el 21 deagosto de 1902— se detuvo a contemplar con elogio cuando po-cos meses después de su coronación, visitó por vez primera elAyuntamiento burgalés.

Los cuadros de Gil y Barrio, penden ahora en otros lugaresdel edificio. Al rebajarse el techo del salón las pinturas de SantaMaría se perdía. Y proclamada la República, dasapareció el re-trato de Alfonso XIII.

Para adornar la escalera, el salón de sesiones y obsequiara las señoras, se recibieron, de floristas de Madrid, sesenta ra-milletes de tamaños diversos, cincuenta cestas de otros peque-ños y cuatro mil flores sueltas variadas.

Iban llegando a la rece pción representantes de las variasComisiones de Astrónomos. Al anunciar a cada una el Criadode la Ciudad, en alta voz, se adelantaba el Alcalde para reci-birla. Pronto adquirió el salón aspecto cosmopolita. Reunieron-se franceses, ingleses, belgas, alemanes, austríacos, portugu e

-ses, rumanos, norteamericanos, usos, esporiales... Todos los idio-mas europeos se oían allí. Estrechos resultaron los escaños mu-nicipales para tan gran concurrencia que los llenó, además delcentro del salón y una galería y estancia inmediatas. La varie-dad de uniformes militares, trajes de etiqueta, togas univer-sitarias, y mucetas doctorales, con ostentación de las más di-versas condecoraciones y medallas, formaba un cuadro des-lumbrante. Ante la oportunidad de llevar a cabo una gran laborcientífica, reinaba rincero entusiasmo, expresado por todos, enamigable unión internacional, con la mayor armonía. Se prodi-garon presentaciones mutuas, saludos afectuosos... Nadie, alverlo hubiera podido sospechar que, pocos arios después lasnaciones allí representadas se destrozarían terriblemente en laprimera guerra mundial.

Previsor el Alcalde, comprendió que recepción tan exce p-cional y memorable nunca se repetiría. Y tuvo la oportuna idea

de ordenar al Secretario don Isidro Gil que redactase, pues ha-bía de presenciar el acto, circunstanciada crónica del mismo,como lo hizo, autorizándola para su conservación en el Archivo,donde la he leído. A ella me atengo.

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Llegada la hora, los maceros municipales, con sus dalmá-ticas bordadas atravesaron el salón seguidos de los clarineros,quienes desde el gran balcón de la fachada «llamaron a ciudad»con la breve y antigua melodía tradicional que anuncia al pue-blo burgalés cuándo va su Concejo a celebrar sesión. Luego, conPalabra emocionada, manifestó el Alcalde desde su presidenciala vívisima alegría de Burgos por recibir a tan ilustres perso-nalidades de Europa y América, agradeció que los allí congre-gados hubieran acudido a la Casa Consistorial, muy honradaen acogerles. Y estimó corno un timbre nuevo para la ciudadla celebración de aquella fiesta.

Al cesar los aplausos Mr. George Rayet, Director del Obser-vatorio de Burdeos, dio, como Decano de los Astrónomos allíreunidos, muy sentidas gracias en francés por la cariñosa aco-gida e innumerables atenciones y facilidades que desde su lle-gada a la noble tierra burgalesa habían todos re r..ibicin riel Mu-nicipio y de la Comisión de Recepción y Alojamie-tos. lYmhodrigo de Sebastián, Profesor de Lengua Francesa en el Ins-tituto Provincial, contestó en este idioma a IVIr. Rayet con granacierto. Y luego se oyó la «reposada voz» —así dice la crónica—del Capitán de Artillería don Pedro de Obregón, en correc-tisimo alemán que dominaba. Saludó a todo el concurso, par-ticularmente a los Astrónomos alemanas transmitiéndoles lasfrases que antes pronunciara el Alcalde. Dio éste por terminadoel acto. Y entonces invitó a todos, sencillamente, a beber juntosuna copa de champagne.

Pasaron a la llamada «Sala de Jueces» y a las contiguas.Según la crónica oficial, eran unos ciento treinta los concurren-tes Y de ellos como una mitad extranjeros. Sirviéronse en abun-dancia fiambres variados y entremeses. Vi las facturas pagadasPor el exquisito y es pléndido agasajo. Del mejor champagnefrancés ( «Moet Chandon», Vve. Clicquot», «Cordon Rouge») seconsumieron sesenta botellas. Hízose, además, como era natu-ral, alarde de los más escogidos vinos españoles. Y ochenta ycuatro botellas de Jerez, Manzanilla y Moscatel de nuestras me-ilgres marcas tuvieron a su disposición los obsequiados. No ex-traña que éstos, terminado el lunch, exteriorizasen sobremane-ra , con la satisfacción del momento y sin perder su habitualcortesía, cierto marcado optimismo que no podía pasar desaper-cibido para el puntual cronista, quien textualmente hizo cons-tar una «animación extraordinaria, cordialidad atenta, expan-

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Sión efusiva y cortés, cruzándose frases de gratitud y cariño conobsequios y galanterías mutuas, no olvidando en esta serie definezas las que en primer lugar debía guardarse por su sexo alas nobles damas extranjeras que formaban parte de la con-currencia».

Asistió alguna personalidad extranjera ajena al estudio deleclipse, como Ernest Merimée, el gran hispanista Profesor deToulouse, que tanto amó a Burgos.

En seguida del lunch, desde el mismo balcón de la fachada,disfrutaron los extranjeros de algo original para ellos al con-templar las evoluciones en juegos combinados cie los «danzan-tes», cuadrilla tradicional de doce adolescentes agilísimos, eje-cutores hábiles de la «danza de estoques» y otras antiguas, desabor popular, al son de las tí picas dulzainas de Castilla. Es

-trenaban aquel día los muchachos bailarines lujosos trajes deterciopelo y seda a tenor del indumento de pajecillos medieva-les, según acertado figurín que don Isidro Gil dibujó.

Se exhibieron, después, en su danza tranquila los «Gigan-tones» —quizás los más artísticos de España—, representandolas varias razas humanas y los «Gigantillos», pareja de muygraciosas caricaturas de un Alcalde de pueblo de la Sierra deBurgos y su mujer, muy gorda, con típica indumentaria regio-nal. Causaron la hilaridad de todos, que no se cansaban deaplaudir. Y así concluyó el acto con esta nota de humor muYoportuna. De fiesta celebrada en ambiente tan simpático y cor-dial llevaría cada extranjero a su respectivo paín un recuerdoimborrable.

* * *

En la tarde del mismo día 28 llegó de La Granja AlfonsoXIII, conduciendo su automóvil descubierto. Numeroso públicole esperaba en la carretera, mientras Autoridades y Comisionesllenaron el vestíbulo del Palacio Provincial.

A las cinco y cuarto telegrafiaron de Aranda el paso delMonarca. Se calculaba la posible velocidad máxima en cuarentakilómetros por hora. Poco antes de las siete hubo aviso desdeLerma y el acercamiento del coche regio a Burgos lo anuncióel disparo de bombas. Moderada la marcha, y precedido de unasección de la Guardia Civil a galope, entró el Rey por la callede Madrid. plaza de Vega, puente de Santa María y paseo de

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El Espolón, entre aclamaciones fervorosas de la apiñadamultitud.

Vestía Alfonso XIII la obligada indumentaria de los auto-movilistas de entonces: amplio guardapolvo impermeable y es-cafandra con anteojeras que se quitó al llegar, momentos an-tes de las ocho, a la Di putación Su Presidente, Gutiérrez Ba-llesteros, dióle la bienvenida en breves palabras.

Venía el Monarca muy fatigado. Tres veces se le paró el ve-hículo en el camino, contrariándole tal retraso. Había inverti-do casi siete horas desde la Granja. Dijo no poder recibir alas Autoridades como deseaba, y tras los saludos de rigor, su-bió a sus habitaciones pidiendo le sirvieran pronto la comidaPara retirarse a descansar. Era incesante la aclamación delgentío desde El Espolón. deseoso de ver al Rey, quien accedióa asomarse desde su balcón para saludar unos momentos.

Había viajado junto a Alfonso XIII su Ayudante, CoronelRipollés, siguiéndole otros automóviles en que venían los Du-ques de Tarancón y Sotomayor, los Marqueses de Viana y deniera, los Condes de Orgaz y Aybar, el Ministro de JornadaD . Andrés Mellado, los Generales Bascarán y Boado y el Doc-tor Grinda.

Fue un viaje con velocidades que hoy nos hacen sonreir,Pero que en aquel automovilismo incipiente resultaban extraor-dinarias.

Aquella noche, «Salón de Recreo» el más selecto y sun-tuoso casino de la Ciudad celebró un baile de rigurosa etique-ta, muy concurrido, que se prolongó hasta las cinco, con la en-tonces obligada alternativa de valses y rigodones.

El dia 29, vispera del eclipse, quiso el Rey conocer variasjnstalaciones astronómicas. Hacia las diez salió con el Duquede Sotomayor, el General Bascarán y el Alcalde de Burgos enCoche. Seguían en otros el Ministro de Jornada, Mellado, el Ca-P itän General de Burgos. Zanpino, y el Marqués de Viana, elOinutado Provincial Sr. Yagüez, el Teniente Alcalde D. Baldo-Mero Amézaga y como intérpretes los Capitanes Norzagaray yObregón.

Creo fue con ocasión del ecli pse el conocer Alfonso XIIIal Capitán de Artillería Obregón que hablaba perfectamente el

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alemán por ser alemana o austríaca su ascendencia materna.Casado con burgalesa, de familia arraigada en Burgos, gozabaen éste de gran estimación. El Rey apreció la simpática per-sonalidad de Obregón nombrándole, cuando era Teniente Co-ronel, Ayudante y distinguiéndole. Obregón formó parte en laexpedición de cinco días a Las Hurdes or ganizada por el Mo-narca en julio de 1922.

Llegados al Campo de Lilaila, Alfonso XIII visitó deteni-damente las instalaciones españolas, holandesa y alemana. Enesta conoció al famoso Hugo Hergesell. Se enteró de los apara-tos preparados y de las proyectadas observaciones. Un chubas-co pequeño llevó a todos la preocupación de que éstas pudie-ran malograrse al día siguiente. Luego la comitiva regia exa-minó en «El Plantío» de Arnaiz la instalación de la Comisiónde Postdam y regresó al Palacio Provincial para almorzar pron-to el Rey. Había de recibir en la estación a su Angusta Madrey a la Infanta D. n María Teresa que llegarían de San Sebastiánen tren especial acompañadas del Presidente del Consejo deMinistros D. Eu genio Montero Ríos, la Du quesa de San Car-los. el General Pacheco, el Marqués de Tovar, el Conde delGrove, el Inspector de los Reales Palacios Sr. Zarco del Valley el Doctor Alabert.

Hasta Miranda de Ebro, había salido una Comisión de tresDiputados con el Secretario de la Corporación para cumplimen-tar a la ex-Regente por su /legada a la Provincia. Tuvo ella la-entile7e , d hr lerle3 sentar en su coche-salón y conversar afa-blemente hasta llegar a Burgos. En la estación acompañabanal Rey todas las Autoridades y com pacta muchedumbre. Rin-dió honores a D." Ma ría Cristina una Compañia del Regimiento«La Lealtad». Volteaban las campanas de los templos nume-rosos. El entusiasmo de toda la ciudad fue desbordante y ver-dadera carrera triunfal el traslado de la Familia Real hasta elPalacio de la Diputación donde se guidamente se celebró la re-cepción de Autoridades y Corporaciones.

* * *

La futura estatua del Cid se levantaría en la Plaza de Cas-tilla. En su centro se instaló una tribuna para las Autoridades.adornada con magníficos tapices antiguos, flores y follaje. Ini-ció el acto el Alcalde encareciendo su importancia y la gra-

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titud de la ciudad al Rey Que allí la honraba. Montero Rios,en nombre de Su Majestad y del Gobierno, elogió la idea deerigir el monumento. «Esta fecha —dijo—, será una de las másgratas para el Monarca». Y el Secretario Munici pal leyó el ac-ta, miniada en pergamino, que firmaron la Familia Real, elPresidente del Consejo de Ministros el de Instrucción Pública,el Jefe Superior de Palacio, el Comandante General de Ala-barderos y las primeras Autoridades burgalesas. Según costum-bre en tales ceremonias, se unieron al acta los periódicos lo-cales del día, el último número de la «Gaceta de Madrid» yvarias monedas españolas circulantes, encerrándose todo en ca-j a de hierro que se enterró con la primera piedra.

Para colocar ésta había la Comisión encargado una valio-sa paleta de plata con mango de boj tallado obra primorosade un artista excepcional a quien nadie ya recuerda en Burgos:Saturnino López. Le traté bastante. Era hombre bueno, hartolocuaz y agudo, bajito y doblemente corcovado como un bufónantiguo. El actual retablo mayor de la Iglesia de La Merceden Burgos, el de la Casa de San Ignacio en Loyola y otras obrasde Saturnino diéronle justa fama.

Alfonso XIII —que vestía de uniforme con la Gran Cruzde Carlos III— cedió la paleta a su Madre para empezar a po-ner la argamasa. Repitió la operación la Infanta D." María Te-resa. El último lo hizo el Rey. Y la piedra. desde una polea, em-pezó a descender hasta quedar en su sitio. Volvió la FamiliaReal a la tribuna para presidir el desfile de las tropas. La pre-sencia de éstas era ineludible tratándose de honrar la memo-ria del Cid. Desfilaron la Infantería con música y bandera, dosEscuadrones de Lanceros y una batería de Artillería con ban-das Y estandartes, mientras otra, desde el Cerro del Castillo,disparaba salvas a intervalos. Entre el público, vibrante de en-tusiasmo, se vio buen número de extranjeros. A la gran con-currencia del «todo Burgos» contribuyó la Cámara de Comer

-lo por acordar, a petición del Ayuntamiento, que fuese fiestaeivica aquel día con cierre general de establecimientos mer-cantiles. Así lo anunció con oportunidad en la Prensa local elbanquero D. Isidro Plaza, Presidente de dicha Cámara.

En el tren rápido de a quella tarde, con la Marquesa de Ná-J era, llegó de La Granja, S. A. la Infanta D. Isabel, esperadaen la estación por el Rey y Autoridades, y a la noche en elexprés, vino el Infante D. Carlos, a quien recibieron también

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Autoridades acompañándole hasta el Palacio de la Diputaciónen coche, por el Espolón, concurridisimo como paseo veraniegoen aquella hora.

Como no asistieron las Personas Reales a la corrida detoros, visitaron, después del homenaje al Cid. a las monjas cis-tercienses de Huelgas penetrando en la clausura con la muysolemne forma, acostumbrada de antiguo, para cuando lo ha-cia el Rey con el carácter de Patrono del Monasterio

Necesariamente precedía entonces a la llegada de Su Ma-jestad el derribo fácil de un débil tabique que en el atrio ocompás del edificio oculta de ordinario una puerta cerrada. Laabrían desde dentro al llamar en ella el Monarca, quien pe-netraba, esperándole con palio la Comunidad, presidida por laMadre Abadesa empuñando su báculo de plata. Así se verificóaquella tarde. No tenía el público entonces fácil acceso al in-terior del cenobio como en la actualidad sucede. Desde hacealgunos arios se visita cualquier día a ciertas horas, tan sólocon pagar al Patrimonio Nacional un billete de entrada. An-teriormente, para conocer la interesantísima riqueza artísticaque el Monasterio medieval encierra preciso era aprovechar lasmuy distanciadas visitas solemnes de los Reyes.

Cuando éstos iban a entrar oficialmente en Huelgas, aunno publicándose el día ni la hora sefi n lados Para hacerlo, lle-gaba a divulgarse la noticia por la Ciudad, e inevitablementenumeroso público, aglomerado junto a la verja del atrio, es-peraba anpioso su posible ingreso inmediato al de los Reyes.Porque éstos, sin más transcendencia que facilitar la entradadel público, solían tener en tan excepcionales ocasiones la ge-nerosa costumbre de considerarle, tan sólo para aquel momen-to, como séquito suyo, según decía el Rey a la Abadesa. Masse producían alboroto y confusión muy lamentables. De losocurridos en aquel 29 de agosto dio cuenta así «Diario de Bur-gos»: «Al llegar el Monarca y abrirse la verja del compás, eltropel de gente, arrollando a los guardias, penetró tumultuosa-mente, siendo maravilloso no ocurrieran desgracias. Así se oíagritar, reclamando orden a Su Majestad, mientras Señoras dela Corte, materialmente estrujadas, pedían auxilio y los guar-dias procuraban hacerse calle a empellones. Pasada la confu-sión pudo entrarse con relativo orden».

La Comunidad obse quió con un refresco a las Personas Rea-les quienes al anochecer tomaron con su séquito los carrualee

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Para visitar, pues no estaba lejos, una de las instalaciones fran-cesas procedente del Observatorio de Meudon. Con tales vi-sitas no sólo satisfacía la Familia Real su natural deseo de co-nocer cuanto los científicos preparaban para estudiar el eclip-se. Eran también expresivas muestras de atracción y simpatíadedicadas por la Corte Española a las Naciones extranjeras,honrando a sus eminentes Astrónomos que habían elegido Es-Paria para realizar en ella una misión científica trascendental.

* * *

Cuantos corresponsales había en Burgos hicieron en surespectivo periódico una crítica elogiosa de la corrida celebra-da el 29.

Quienes no hayan presenciado picar toros en corridas an-teriores a los modernos petos defensivos para caballos desco-nocen uno de los aspectos más im presionantes Que ofrecía lafiesta y que a no pocos repugnaba, por lo cual con tales petos,Ya se ha evitado. Era el de las frecuentes y enormes cornadasmortales recibidas en el vientre por los pencos que, desmon-tado el jinete, solían atravesar el ruedo a galo pe, como enlo-quecidos, arrastrando todas sus tri pas hasta caer al fin por laPuntilla. Las antiguas críticas taurinas consignaban siempre elnúmero de caballos muertos en la plaza. Ello medía la bravurade los toros. Y transcribo la reseña que publicó «El Imparcial»,uno de los diarios de más circulación de España.

«Con un lleno completo. Ganado bravo pero pequeño. De-j ó siete caballos muertos, sobresaliendo los toros segundo ycuarto. Machaquito extrasuperior en el primero de los suyos,descompuesto en el segundo y bien en el tercero. En el pri-mero la ovación fue de las que se ven pocas. llenándose el sue-lo de tabacos, sombreros, chaquetas, etc. Por supuesto, Macha-quito cortó la oreja. Montes pareó muy bien a su segundo toroY Machaquito al sexto, poniendo tres Pares admirables. LosPicadores y banderilleros trabajadores. Los Reyes no han asis-tido por el luto».

El Ayuntamiento cuidó todo detalle como empresario de lacorrida. La víspera de celebrarse recibió el Prelado un oficio enque el Alcalde «deseando proporcionar a los lidiadores todos losauxilios necesarios», le rozaba se preparase la Santa Unción enel Punto que estimara procedente para caso preciso. A lo cual

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en la mañana del 29 contestó el Arzobispo: «...He dado ordenpara que con motivo de la corrida de toros de hoy, a las 4 dela tarde se halle preparada la Santa Unción en la Sacristía dela Iglesia Parroquial de San Lesmes, y un Sacerdote que puedaadministrarla y demás auxilios espirituales si por desgraciaocurriera necesidad de ello». Afortunadamente no sucedió per-cance alguno.

* * *

Próxima la fecha del eclipse aumentaron la animación yel entusiasmo de la ciudad. Creció notoriamente en las callesel número de forasteros. Se cwerian terminar, mediante tra-bajos febriles, en la Diputación, el alojamiento de la Real Fa-milia, en el Cerro del Castillo, un especial observatorio cómo-do para ella, en la Plaza de Castilla, la gran tribuna artísticacon otros preparativos para iniciar el monumento al Cid y enel Páramo e Cortes, la Granja de Villargamar, la finca «ElPlantío», como en los demás lugares elegidos por ComisionesCientíficas, todo lo necesario a fin de com pletar cuanto antessu perfecta instalación.

Era tal la premura de aquellas tareas, que ya en 18 deagosto había el Alcalde pedido por oficio al Señor Arzobispo dis-pensa para que los obreros municipales no interrumpieran sutrabajo en días festivos, tratándose de labores relacionadas conel ecli pse, a lo que el Prelado, com placiente accedió el mismodía. El suceso esperado constituía una obsesión en toda la ciu-dad, preparándose ésta, nerviosa a contemplar con temor e in-certidumbre un espectáculo excepcional que accidentes atmos-féricos inevitables podían im pedir y que, malogrado, jamás yale verían. En Burgos se hablaba tan sólo del tiempo Proble-mático, de Astrónomos, de telesco pios, de globos. de cristalesahumados, de aparatos para mirar el sol... Todos los periódicosespañoles de alguna importancia enviaron representantes, co-mo no pocos periódicos extranjeros.

Hecho reconocido fue la exorbitante cantidad de fotógra-fos que pulularon aquellos días ante todos los acontecimientosde la ciudad, obteniendo vistas. Varios periódicos refirieron lasincontenibles muestras de fastidio y nerviosidad advertidos enAlfonso XIII, al ser enfocado incesantemente por numerosos

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objetivos mientras contemplaba Su Majestad la ascensión deglobos el día del eclipse.

Los trenes ordinarios llegaban abarrotados. Publicó la Pren-sa que en San Sebastián, el día 28, la aglomeración para tomarel exprés fue tan grande que hubo de formarse otro, llegandoa Burgos a las doce de la noche. habiendo recogido ademas nu-merosos viajeros en Alsasua y Miranda. El día 30 en cuatrolarguísimos trenes especiales de ida y vuelta, muy bien orga-nizados, vino inmensa concurrencia a ver tranauilamente eleclipse sin crear problema alguno de alojamiento, ni aún caside alimentación, pues abundaban los paquetes y cajas con co-mida fiambre. Llegaron un tren de Madrid y otro de Irún en-tre las siete y las ocho de la mañana y volviéronse a la noche.Los otros dos, procedentes de Vitoria y Valladolid. entraron enla estación de Burgos de diez a once de la mañana para re-gresar hacia las ocho de la tarde. Los hermosos paseos quecircundan Burgos ofrecían lugares apacibles donde comer y des-cansar tanto excursionista. Hubo expedición que desde el fe-rrocarril. huyendo de entrar en el gran barullo de la ciudad,fue a «El Parral» para mirar al cielo y comer a gusto.

La víspera del eclipse ya estaba la ciudad repleta, asigna-dos todos los alojamientos. En aquel día y en el siguiente lle-garon muy numerosos automóviles Por todas las carreteras avelocidad que, cándidamente, calificaba de «vertiginosa» «Dia-rio de Burgos» al describir asombrado cómo aquellos vehículoslevantaban nubes de polvo, atronando el espacio con sus bo-cinas mientras sorteaban obstáculos entre el bullicio de genteasustada, sin que por fortuna ocurriera accidente alguno enMedio de tan gran tropel. Claro es, que cuantos disponian deautomóvil no pernoctaron en Burgos una vez visto el eclipse.

Se preparó con tal acierto la gran abundancia de vende-dores que, a pesar de tanta aglomeración de gentes, los preciosdel mercado pudieron contenerse. No sólo es de notar la can-tidad de gente que se acumuló, sino la calidad de personas queen aquella ocasión eligieron nuestra ciudad. Aparte de los nu-xnerosos aristócratas que por su cargo hubieron de acompa-fiar a la Real Familia, vinieron los Duques de Aliaga, Marque-ses de Berriz, Tovar, Sierra Bullones, La Rodriga, Conde de To-rre Buzquiz y otros. Encontré copia de telegramas del Condede Berberana a la Marquesa de Esquilache y a la Duquesa deNoblejas informándoles de cómo les había resuelto satisfaxto-

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riamente el alojamiento que cada una le pidiera, pero no pu-dieron venir. De Bilbao llegó el potente financiero Don VíctorChávarri, los navieros Aznar y Abásolo, Don José Ma Ampueroy Señora, etc. El día 30, desde Portugal, donde «O Seculo», «AsNoticias» y otros periódicos de gran circulación habían hechocertera propaganda de los preparativos de Burgos, vinieron entren veintiséis Ingenieros civiles reunidos.

* * *

El día del eclipse, a las 7. ya el Rey en un balcón mirabaqué tiempo hacía. Pasadas las 9 salió la Familia Real hacia laCartuja en coches. Seguíanla otros donde iban el Arzobispo deBurgos, el Sr. Montes de Oca, Obispo de San Luis de Potosí, elGeneral Polavieja, los Duques de Alba, de Bivona, de Tamames,los Condes de Berberana y de Liniers, y demás comitiva nume-rosa de la cual formaban parte señoras. En la explanada in-mediata al Monasterio, la Guardia Civil, conteniendo al pú-blico, sólo consentía la entrada a aquel séquito.

Gracias a los Padres Prior y Archivero de la Cartuja ex-tracto aquí lo consignado el miércoles 30 de agosto en el libro«Becerro» de Miraflores; hacia las nueve y media llegó a oirMisa la Familia Real. Esnerábanla los Padres Prior y Procu-rador a la puerta del Monasterio y hasta la de la Iglesia seadelantaron los dos Prelados de Burgos y Potosí para ofrecer.cuando llegasen a ella, el agua bendita a los Regios visitantes.Situada la Comunidad entera —Padres y Hermanos—, hasta laverja de hierro dentro de la I glesia en dos filas, pasaron losReyes entre ellas con su séquito. Tocaban mientras tanto lascampanas del cenobio. Preparados reclinatorios para las Au-gustas Personas en el lado de la Epístola, junto a la pared, elRey se colocó, en el primero, delante del asiento del Preste,pieza aislada de la magnífica sillería coral del siglo XV Y lesirvió de trono. En la parte del Evangelio asignaron un sillónal Presidente del Consejo de Ministros, quien. según «Diariode Burgos», no asistió, ni tampoco el Ministro de Jornada. Enmedio de la Iglesia, alfombras y sillas para cuantos seguían ala Familia Real. Ocupó la Comunidad el coro de los Padres. ElArzobispo de Burgos se situó en la silla del Prior, quien pasóa la inmediata, y el Obis po de Potosí en la primera del otrocoro, adornados sus asientos con almohadones y damascos.

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Terminada la Misa, las Reales Personas y sus acompañan-tes contemplaron el estupendo retablo de la Iglesia, los sepul-cros de D. Juan II, su esposa D." Isabel de Portugal y su hijoel Infante D. Alfonso. Después, en la Capilla de San Bruno,admiraron la estatua de éste, obra del portugués Pereira, asom-brosa de realismo. No fue problema entrar en la clausura cuan-tos varones quisieron. Bastaba permiso del Prior. El paso a ellade hembras de la Familia Real con sus acom pañantes estabaPrevisto por Privilegio Papal y «tras un breve incidente» —diceaquel libro manuscrito del archivo— «las Infantas designaron,de acuerdo con la Reina, a sus tres Damas de Honor que lasacompañaban». El «breve incidente» debió de consistir, sin du-da, en que todas las Señoras de la numerosa comitiva preten-dieron satisfacer su explicable curiosidad por ver el interior delMonasterio. Era ocasión única para ellas. Mas no lo consiguie-ron. Se interpretó con acierto que el Privilegio Pontificio alu-día al acompañamiento en el sentido más limitado y estricto.Con la Reina Madre y dos Infantas tan sólo entraron sus tresrespectivas Damas de Honor. Los visitantes recorrieron el claus-tro, la celda de un Padre y la hospedería donde, tomado algúndulce, probaron el famoso licor «Chartreuse» que la Orden fa-brica, aunque no en Burgos.

La Infanta M. Teresa dijo que tenía gran devoción a SanBruno y lo consignó ella misma en el álbum de la hospedería.Se enteró la Real Familia con verdadero interés y detalle delrigor de la vida cartujana y quedó muy complacida de la vi-sita. Asi lo manifetsaron después, emocionados, al Arzobispo.

Celebró aquella Misa el Padre Maestro de Novicios D. San-tiago Casamayor, quien al hacerse monje en Miraflores era Ca-nónigo Lectoral de la Colegiata de Santo Domingo de la Cal-zada. Ayudóle en la celebración aquel día un novicio, D. Ga-briel Samaniego, Oficial de Caballería cuando entró en Burgoscartujo.

Desde la Cartuja marchó la Familia Real con su comitivaa ver la ascensión de los globos que el servicio militar de Ae-rostación tenía situados en espacioso terreno muy bien elegido,entre la carretera a Francia y la Calle de Las Calzadas.

Vives había preparado allí diversas observaciones. Unas entierra, al pie de la ascensión, para Oficiales de Ingenieros queanotarían lo relativo a las zonas bajas. Otras desde las barqui-llas de tres globos libres con fuerza ascensional y lastre sufl-

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cientes para subir a cuatro o cinco mil metros durante la to-talidad del eclipse. En fin, las obtenidas mediante lanzamientode globos-sondas, provistos, sin tripulantes, de aparatos auto-máticos registradores, susceptibles de acusar elevaciones dehasta catorce kilómetros y temperaturas bajísimas. La opera-ción de llenar los globos había comenzado a las nueve de lamañana. Desde una hora antes se prohibió tirar cohetes. Re-corrieron el Parque Aerostático las Personas Reales, enterándo-se de todo, y no era la primera vez que la madre de AlfonsoXIII miraba con interés maniobras aerostáticas y aún inter-venía en ellas. En 1889, al llegar a España los primeros globosmilitares, cuando empezaron los ejercicios de aerostación enla Casa de Campo, cedida nara tal fin por la entonces ReinaRegente, ésta ascendió hasta trescientos metros en globo cau-tivo, sujeto en el aire por cable a un punto de tierra. La pri-mera Persona Real del mundo que realizó tal experiencia (1).

Al Teniente Coronel Vives, que pilotaba el globo «Júpiter»,se unieron el famoso meteorólogo alemán Profesor Berson Ypara observaciones espectroscópicas el Auditor Romero. Encar-gado Kindelan del globo «Urano», tuvo por compañero de as-censión al Director del Observatorio Central Meteorológico deMadrid, Sr. Arcimis, que obtuvo fotografías. Y en el «Marte»,tercer globo libre, subieron el Teniente de Ingenieros Herrera,que dibujaría la corona solar, y el «sportman» —como se decíaentonces— don Jesús Fernández Duro, miembros del Real Aero-Club de España e iniciador de nuestra Aerostación civil. Antesde entrar en sus respectivas barquillas saludaron los aeronau-tas militarmente al Rey, quien les contestaba con visible afecto.

A las doce y quince minutos puntualmente, el «Júpiter»,con su brillo metálico de aluminio, fue el primero en subir. Pa-sados cinco minutos ascendió el «Urano» y otros cinco despuésel «Marte». Perezoso éste al iniciar su salida, tuvo que soltarbastante lastre y subió más que los anteriores. Espaciados, lostres globos continuaron en la misma dirección hasta perdersede vista entre las nubes.

Antes de comenzar la totalidad del eclipse subieron a laexplanada del cerro del Castillo las personas reales con su sé-quito, en coches, inaugurando una carretera construida paraaquella ocasión y que ya quedó permanente. Todo allí estaba

(1) ANTONIO CARNER. Ob. Cit.

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dispuesto por el Observatorio de Madrid para ver el fenómenocon la máxima comodidad, incluso mediante teléscopios. En elcerro de San Miguel y terrenos contiguos se aglomeraron ver-daderas multitudes.

Fue descrito el eclipse en una u otra forma por todos losPeriódicos de España. Uno de ellos, con acierto, reprodujo loque don José de Echegaray, entonces Ministro de Hacieda, pu-blicara cuarenta y cinco años antes con el título de «Espectácu-lo maravilloso», al contemplar en 1860 otro eclipse de sol, tam-bien total: «...He visto —había escrito Echegaray— muchosParciales. Entre cualquiera de ellos, por cualouiera que sea y uneclipse total, media un abismo. Se pasa de un espectáculo inte-resante, curiosísimo, algo conmovedor, grandioso si se quiere,Pero nada más, a un espectáculo verdaderamente sublime quesobrecoge el ánimo, lo asombra y lo maravilla y que si se havisto una vez no se olvida jamás..., me parece que lo llevo gra-bado constantemente en los ojos».

Por iniciarse el eclipse de 1905 entre nubes, se veían sólo aintervalos el sol y la lun aque, muy despacio, iba oscurecién-dole. Cubierto estaba ya aquél en sus tres cuartos al descenderlos globos libres. La luz iba faltando y el paisaje sombrío tomótintas cárdenas. Una mezcla de asombro y de tristeza invadíaa todos los espectadores. Ligera brisa refrescó el ambiente. Porfortuna, se rasgaron con rapidez las nubes y quedo libre granespacio de cielo. En su centro se destacaba el sol. viéndose deél tan sólo el borde delgadisimo, como un alambre candente.Aumentaba por momentos la oscuridad. De repente, aquel hilode luz rompiose en fragmentos como lucientes chispas que des-aparecieron. Todo quedó sumido en oscuridad completa, apre-ciándose algunas estrellas. El sol llegó a convertirse en un dis-co negro como azabache. Apareció luego la corona solar blan-cluisima, de un tono incomparable. Brillante cabellera luminosarodeó al sol negro. Con impresionante silencio, la multitud con-templaba el extraordinario fenómeno en emoción inefable queno puede explicarse con palabras. Y al aparecer de nuevo, sú-bitos, los primeros rayos del sol, surgió en toda la gente un mo-vnniento seguido de gritos espontáneos de alegría e inconte-nibles, frenéticos aplausos.

Presenciado el eclipse, sus Majestades y Altezas bajaron alPalacio Provincial para almorzar y seguidamente se marchó Al-fonso XIII con el Duque de Santo Mauro, en el automóvil de

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éste: un modelo para carreras. A despedir a su hijo bajó hastael vestíbulo doña Maria Cristina y demás personas de la fami-lia real. Todos, sin duda, con la preocupación —naturalmenteocultada—, de que el Monarca, en un impulso juvenil de susdiecinueve años, llegara a empuñar el volante. Seguían al auto-móvil de Santo Mauro otros dos en que iban el Ministro deJornada, el doctor Alabert y algunos palatinos. Pernoctaria elRey en la finca de aquel Duque, en Las Fraguas (Santander),para continuar al siguiente día hacia los Picos de Europa acazar rebecos.

La ex-Reina Regente, las Infantas y el Infante don Carlos,fueron con la Marquesa de Nájera a la Catedral, acompañadosdel Gobernador Civil, el Alcalde y comisiones de Diputados pro-vinciales y Concejales. Les recibieron los Prelados de Burgos YPotosí, más una representación del Cabildo Catedralicio. Rierontodos al dar las 4 el «Papamoscas», visitaron rápidamente algu-nas de las capillas principales y marcharon a la estación, dondeesperaba el tren especial para regresar a San Sebastián la realfamilia y con ella el Presidente del Consejo de Ministros. muynumeroso público les tributó cordial des pedida. La infanta doñaIsabel, que había de volver a Segovia, se quedó hasta el día si-guiente «por visitar Burgos», según ella dijo. Aquella misma tar-de, acompañada del Gobernador Civil y del Alcalde, recorriólas viejas Parroquias de San Esteban, San Nicolás y Santa Ague-da (la Santa Gadea del Romancero. Se detuvo en las obras dela nueva Capitania General, entonces en construcción, y fue ala Plaza Mayor «de tiendas».

Compró algunas fruslerías con el consabido letrerito «re-cuerdo de Burgos», unas medallas religiosas y postales ilus-

tradas de la ciudad. Fue uno de aquellos paseos, sin protocoloy entre la gente, que agradaban mucho a la Infanta Isabel, dán-dola ocasión para hacerse tan popular como fue.

Al siguiente día, acompañada del Secretario suyo, Sr. Coeli°,la Marquesa de Najera pasó largo rato en el Convento de lasSalesas. Después vio la Catedral muy detenidamente, guiada Porquien era su Arquitecto Conservador D. Vicente Lampérez, autorde la gran obra «Historia de la Arquitectura cristiana», y porel Deán y, tras de almorzar en la Diputación, regresó en el tren«rápido» a La Granja para continuar su veraneo. En la esta-ción Autoridades y mucho público la despidieron con una ova-ción fervorosa.

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Incontenible era la expectación de todo Burgos por el pa-radero de los globos libres. Primero en bajar fue «Marte», desdecuatro mil seiscientos metros. Había atravesado dos capas denubes, la segunda con nieve. Diáfano despues el cielo, obtuvo elTeniente Herrera un dibujo de la corona solar y FernándezDuro diversas observaciones. Empujado el globo por el vientohacia la sierra de La Demanda, con riesgo de caer en punto decomunicaciones difíciles, decidieron sus tripulantes el descenso,realizado con felicidad el mismo día 30, a las dos y media, cercade Villasur de Herreros, a unos veinticinco kilómetros de Bur-gos. Tuvieron ayuda de unos campesinos para recoger el aeros-tato, regresando aquéllos a Burgos en automóvil.

El descenso del «Júpiter» fue suave y pausado, desde cuatroMil trescientos cinco metros. Cayó junto a Zaldierna, pueble-cito inmediato a Ezcaray, sobre paraje accidentado y escabroso,donde custodiado por hombres del campo, quedó la nochedel 30. Las Autoridades y todos los habitantes de aquellos pue-blos, llenos de júbilo, extremaron sus atenciones con los astro-nautas, alojándoles con todo desinterés y simpatía.

Mediante palomas mensajears, que llevaba Vives, comunicóen seguida a Guadajara el descenso y por telégrafo a Burgos eldia 31. Avisó a Autoridades y Guardia Civil de los pueblos co-marcanos ofrecien do importante cantidad como premio paraQuien entregase una cartulina que fuerte golpe de viento arre-bató, durante la ascensión, de manos del Astrónomo alemánBerson, quien había anotado en ella todas sus observaciones, lasque nunca se encontraron .

El «Urano» fue el último globo libre del que llegaron noti-cias. Bajó en Prejano (Logroño) paraje, muy accidentado. Elseñor Arcimis regresó a Burgos y Kindelan se quedó para reco-ger el aerostato.

De los tres globos-sondas lanzados el día 30 fue el primeroantes de empezar el eclipse, el segundo muy próximo a su tota-lidad y quedó recogido en Oteiza (Navarra), a las dos de aque-lla tarde. El tercero, que subió terminado el fenómeno celeste,cayó en Soslada, pueblo navarro, también. Eran aldeanos quie-nes en estos casos recogieron con gran cuidado tales globos sintripulantes y los entregaron en las respectivas Alcaldías. Aque-llas oportunas observaciones tan previsoras como minuciosas,que Vives había publicado en los periódicos resultaron pues muyeficaces.

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Las observaciones desde globos no terminaron el día deleclipse. Al siguiente, para análisis comparativos y a las mismashoras en que se tomaron aquéllas, practieáronse otras desde el«Cierzo», globo prestado por el Aero-club. Lo pilotó el Capitánde Ingenieros Gordejuela, acompañado por el Teniente Ramis,del Parque de aerostación de Guadalajara y por el aeronauta aus-tríaco Teniente Herr Franz Von Valmagini. Partió de las inme-diaciones de la f !brica de gas, situada entonces en el BarrioJimeno, e inmediata a la vía del ferrocarril. Presenció la ascen-sión numeroso público que al iniciarse dedicó a los aeronautasestruendosa salva de a plausos. Permaneció casi toda la tarde ala vista de la ciudad, salvo algunos ratos entre nubes y dirigién-dose después hacia el sur, descendió felizmente en QuintanillaSomutió. Sus tripulantes regresaron a Burgos aquella noche.

* * *

Dio el eclipse ocasión para que en París se ofreciera a Bur-gos la delicadeza de un homenaje en honor del Cid. En la nochedel 30 de agosto, después de representarse la tragedia de cor-neille, proyectarían fotografías pedidas de los más artísticosmonumentos burgaleses, y de los relacionados con el Campea-dor, corno eran su conservado solar y el Monasterio de Carderia.Trataban también de que fragmentos del Romancero cidianose recitasen en español. Y exhibirían como final retratos de lossabios más notables que, tan amablemente acogidos, traba ja

-ban en Burgos.De extraordinario mereció calificarse el triunfo de María

Guerrero en la noche del 30 al ser llamada numerosas veces aescena, entre aplausos atronadores, representando «Locura deamor». Seguidamente regresó a Bilbao con su marido.

Celebróse en la mañana del 31 el asalto de armas organi-zado por la Sociedad de Esgrima en el «Salón de Recreo».

Durante la tarde del postrer día de agosto y todo el s i-guiente las habitaciones que ocupó la Real. Familia en el Pa-

lacio de la Diputación estuvieron, antes de retirar de ellas elmobiliario y decoración circunstanciales, abiertas al públicoque, visitándolas, satisfizo su natural curiosidad.

Ultimo festejo fue una gran retreta muy espectacular enla noche del 31. Prestábase para celebrarla la numerosa guar-nición que entonces tenía Burgos: cinco Regimientos y d os C°-

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rnandancias de Tropas. Con jóvenes Oficiales de los distintosCuerpos se formó la Comisión Organizadora. Rivalizaron todosPor su actividad y buen gusto al preparar entusiasmados gran-des faroles artísticos y carrozas simbólicas Entre éstas des-tacó la representativa de la Industria. Aunque no formara enla retreta toda la guarnición, produjo un efecto fantástico elgran número de soldados que, portando bengalas y antorchas,iluminaban calles, puentes y plazas de la ciudad en rápido des-file entre músicas incesantes por largo itinerario. Desde elcuartel —hoy a punto de derribarse—, sito en el comienzo delPaseo de la Quinta, salió a las calles de San Pablo y La Calera,atravesando el Arlanzón sobre el puente de Santa María, pe-netró en el Arco monumental pasando ante el viejo Palacio delPrelado, quien desde él vería la retreta, siguió ésta por las ca-lles de Lain Calvo Y del Cid —(hoy Cardenal Segura)— PlazaMayor, cruzó bajo el Ayuntamiento al Espolón, siguió al puentede Santa María, carretera de Valladolid, puente de San PabloY por la Calle de Vitoria fue a terminar en el lejano cuartel deFernán González.

* • •

Al marcharse Alfonso XIII dedicó mil pesetas a los pobresY Casas de Caridad de Burgos La Ex-Regente, respetando elrango de su hijo, dio para idéntico fin sólo la mitad. Eran can-tidades entonces estimables. Y fueron entregadas con el ine-vitable protocolo. Las recibió el Alcalde por separado, con sen-dos oficios de 30 de agosto en los que el «Inspector General delos Reales Palacios», don Manuel Zarco del Valle, remitía lasrespectivas cantidades de orden de Su Majestad, comunicadaPor el Excmo. Sr. Mayordomo Mayor de SS. MM.. Jefe Supe-rior de Palacio.

La multitud forastera se dispersó con rapidez Pronto, ensetiembre, la ciudad modesta volvió a su natural vida tranquilaY Monótona, saboreando la satisfacción del triunfo.

«Diario de Burgos» reprodujo de otro periódico, ajeno annestra ciudad, el siguiente elogio muy justo. «Burgos ha dadoestos días pruebas elocuentes de ciudad hospitalaria. Ni fon-distas, ni hospederos, ni particulares han abusado de los foras-teros. Los precios no han sido mayores que en otras ocasionesextraordinarias. La Comisión del Municipio ha trabajado mu-

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cho y bien para facilitar hospedaje. Gracias a ello muchos fo-rasteros no han dormido en la calle. A los periodistas se noshan dado toda clase de facilidades para informar y se nos handispensado toda clase de atenciones. Los Corresponsales ex-tranjeros van encantados. Burgos ha hecho mucho por el buennombre de España».

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«DESPUES DEL ECLIPSE»

Aquella temprana visita que a la clausura de la Cartujahizo el día del eclipse la Familia Real motivó que ésta inten-sificara su afecto al histórico Monasterio y estrechase sus re-laciones con él. Al ver la Reina Madre cuán penitente era lavida de los Cartujos, sintió lástima de que, por su Regla, sa-lieran de paseo, sólo una tarde en cada semana. Y manifestóvivo deseo de que, como gratitud por la acogida tan amableque ella y sus hijos allí recibían y para celebrar el aconteci-miento extraordinario de la visita regia, se concedieran a laComunidad, como excepcionales, tres tardes de paseo. Respon-dióla el Prior, sencillamente, que carecía de facultades para ello.Preciso era que lo autorizasen en Roma. Doña María Cristinalo gestionó desde luego mediante el Arzobsipo de Burgos que,pocos días después, planteaba el caso al Cardenal español Me-rry del Val, Secretario de Estado del ahora Santo y entoncesPapa, Pío X.

Traducida la respuesta italiana del Cardenal --10 de se-tiembre—, decía que «Por deferencia a la Augusta Señora seha designado su Santidad añadir tres días de recreación a aque-llos que la Regla y Constitución de la Cartuja de Miraflores de-terminan para los monjes allí residentes...». El Prelado de Bur-gos se apresuró a elevar a la Reina Madre tan satisfactoriarespuesta y escribió al Prior de los Cartujos habérseles conce-dido «tres días de recreación para que puedan dar buenos pa-seos». Desde San Sebastián, la exRegente de España devolvíaaquella carta de Merry del Val al Arzobispo manifestándole su«viva y sincera satisfacción de que el Santo Padre se ha dig-nado acoger benévolamente mi ruego en favor de los Religio-

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SOS de la Cartuja de Miraflores». Pero... ¿llegaron éstos real-mente a disfrutar del beneficio así logrado? .. Leí cuantas car-tas relativas al asunto permanecen archivadas y ni recuerdoqueda en la Cartuja de mas paseo que el ordinario, semanal,de tres horas por el campo. generalmente los lunes, designadode antiguo con el castizo y si gnificativo nombre de «espacia-miento» por los monjes. quienes durante él hablan entre sí.Se ha exagerado la mortificación del silencio en la Cartuja.

El Padre Prior , que era francés, limitóse a escribir a la Rei-na Madre muy expresivamente la gratitud su ya y de la Co-munidad, ofreciendo oraciones para aue Dios bendijese a laReal Familia. Nada más. Y parece ló gico eme, de haberse rea-lizado los extraordinarios paseos, dijera el Prior a la Ex-Reinalo (me silenció en su carta • la satisfacción de los monjes porha berlos disfrutado. Debióles de parecer a éstos y a aquél su-fi ciente el semanal pasen reglamentario. Y al tratarse en defi-nitiva de un mero privilegio, resultaba siempre renunciable.

Quiso el mismo Prior corresnonder con un obsequio. Pró-xi mo el 6 de octubre. fiesta de San Bruno, escribió una cartaafectuosa, a la Infanta D.3 María Teresa. Recordaba haberla oí-do el día del eclipse que era muy devota de a quel santo, locual —agregaba el monje--, «si hala gó Por aauel instante miamor nronio de Cartujo, me obli gaba a Pensar en el modo conCale yo podría contribuir a aumentar en V A. dicha devo-ción». Y la ofrecía un libro con la vida del fundador de laOrden. aue un Padre /Perteneciente a ella habla escrito. «Nues-tro Pobre obseanio —terminaba—, lo presentara a V. A. R. elhccmo. Sr. Mayordomo Mayor de Palacio». Este acusó al PadrePrior recibo de tal libro «aue habla tenido el honor de poneren Mano de la Au gusta Señora». Enviaba ademas por su parteel Mayordomo Mayor «muy expresivas gracias por el rosarioQue ha tenido la bondad de remitirme». No pudo estar más°bseouioso con todos el Prior de Miraflores

La Condesa de Mirasol, «Tenienta Aya de S. A. F. la Sere-nísima Señora Infanta D. María Teresa», contestó también alPrior cumpliendo órdenes de su Augusta Señora y en fecha muyOportuna. «Fiesta de San Bruno. Madrid 1905», es el encabe-zamiento de la epístola. Agradecía en ella muchísimo la Infantael obsequio del libro «en atención a su gran devoción al SantofUridador de los Cartujos» y encomendaba al Prior y a todos

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que en sus oraciones «pidan al glorioso San Bruno sea siem-pre especial protector de la Real Familia».

Vi el Album que en la Hospedería de la Cartuja ofrecen apersonajes ilustres para constancia auténtica de su visita. Encada página, paralelas columnas verticales encabezadas por losconceptos de «Nombre», «Patria», «Residencia» y «Profesión»,sirven para que el visitante pueda concreta y ordenadamentedeclarar sus condiciones personales. Sólo queda a la derechaotro espacio más amplio para observaciones posibles, El día deleclipse las 1-ersonas Reales se acomodaron en sus manifesta-ciones a la estructura del Album. Las inició el Monarca con-signando: «Alfonso» - «Esparia»-«Madrid»-«Rey». Y tan sólo lasdos Infantas D.4 María Teresa y D. Isabel utilizaron la colum-na dedicada a «Observaciones». Aquélla hizo constar con signoadmirativo: «Tengo gran devoción por San Bruno!» D. a Isa-bel escribió a su vez: «Admiro mucho la Cartuja». Fueron es-pontáneas manifestaciones emotivas al contemplar de cerca lapenitente vida de los monjes.

Lo ocurrido el día del eclipse tenia precedentes. Según ellibro «Becerro» al visitar la Cartuja el Rey en 1902 expuso suidea de pedir al Papa que los monjes comieran un día carne,pero el Prior le disuadió Pues, si alcanzara tal permiso, no seutilizaría. También entonces dijo aquél que su hermana M." Te-resa era muy devota de San Bruno. Y por ello, la envió el Priorestampas del Santo.

* • •

Tras de tantos afanes por razón del eclipse y conseguidoun éxito feliz en todas las gestiones municipales, era obligadoque se reconociera así oficialmente. Reinaba un contento gene-ral. Todo fueron expresiones de a gradecimiento y felicitación.

Muy satisfecho Alfonso XIII, podía al salir de Burgos sen-tirse orgulloso de ser Rey de España. Los dos días pasados enél hiciéronle ver el enorme esfuerzo de la ciudad que, orga-nizada asombrosamente para tan excepcional ocasión, consi-guió pudiera trabajar en ella, muy a su gusto y con eficacia,una pléyade de sabios. Y que multitud de extranjeros disfru-tasen, logrado su deseo de contemplar cómodamente en nues-tra nación el eclipse total.

Una Real Orden del Ministerio de la Gobernación comuni-có al Gobernador Civil y al Alcalde de Burgos que «Su Majes"

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tad ha dispuesto se manifieste a V. E. la satisfacción con queha visto el celo e inteligencia desplegados dando facilidades aAstrónomos españoles y extranjeros para hacer observaciones».Y no tardó mucho en conceder el Rey la Gran Cruz de Isabella Católica, como premio. a nuestro Alcalde.

Este, por oficio enviado a rada uno de los componentes dela Junta Ejecutiva, les notificó el acuerdo municipal de «sig-nificar su profunda gratitud por la valiosa cooperación que contanto celo e interés se ha servido prestarla como dignísimo Vo-cal de la Junta».

Muy sinceras gracias expresó mediante oficio el Ayunta-miento al Prelado por la cesión del Seminario, al Cabildo Ca-tedral, Parroollia de San Esteban y demás cine facilitaron, paraexhibir en pAblico, las magnificas series de tapices antiguos yal Capitán General nor sus muchas ayudas, tan valiosas. ElMunicipio obseauló a los empleados de su Secretaría por el re-cargo de trabajo y acordó constara éste como mérito especialen las hojas de servicio. La primera Junta General de socios,Que celebró «Salón de Recreo» consignió en acta —14 de ene-ro de 1906— cómo la Sociedad «con motivo del extraordinariosuceso.., se esforzó en procurar hacer di gnamente los honoresde la casa, sirviendo de albergue a los miles de forasteros quenos honraron con su visita, ampliando el servicio de restauran-te en proporción extraordinaria y dando una serie de fiestasque fueron honradas por brillantísima concurrencia, por todolo cual esta Sociedad se vio favorecida por los plácemes de losseñores forasteros nacionales y extranjeros, del Excmo. Ayun-tamiento de esta ciudad y por la Prensa en general». Mesesantes, en setiembre de 1905, la Junta Directiva refiriéndose ala inmensa concurrencia que en los días del ecli pse asistió aesta Sociedad «...y al trabajo extraordinario que sobre el per-sonal ha pesado, autorizó a los Señores socios D. Tomás CondeY D. Nicolás Plaza para oue, en la medida de sus respectivosMerecimientos, otorgasen a cada cual la gratificación Pecunia-ria que estimasen conveniente».

* * *

EI desinterés en la actuación de la Junta Ejecutiva fue ab-soluto. Leí un expediente «Promovido por el Capitular Sr. Amé-zaga sobre que se mande hacer medallas conmemorativas deleclipse solar con objeto de regalar una a cada Sr. Vocal de

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la Junta». No se había aún disuelto ésta. Serían cincuenta me-dallas, todas de plata, con un emblema que recordase el granacontecimiento y probara la gratitud a los Concejales y perso-nalidades respetables de la Ciudad por los buenos servicios quela prestaron. Al ser verbal tal proposición acordó el Ayunta-miento que se formulara por escrito y dictaminase sobre ellala Comisión de Gobierno. Lo hizo ésta favorablemente, másquedó el asunto sobre la mesa a petición del Concejal D. R o

-drigo Arquiaga. Y días después, amplia discusión convenció deque ningún Vocal de la Junta aceptaría tal medalla. Por tanto,retiró la Comisión su dictamen y el Sr. Amezaga la propuesta.

*

La Comisión de Festejos había organizado un concurso defotografías del eclipse para exponerlas al público. Quedaría asíun recuerdo documentado del suceso, consiguiéndose dos gru

-pos distintos de ellas según la convocatoria, lino con las he-chas propiamente del fenómeno astronómico mientras duraba.Otro con las que durante sus diversas fases se obtuvieran delpaisaje burgalés. Pudieron concurrir españoles y extranjeros,profesionales o aficionados. Indeterminado era el número defotografías presentables para el primer grupo. Las del segundoserían cuatro al menos: una anterior al comienzo del eclip-se; dos empezado ya, pero antes de su totalidad y otra duranteésta.

Se premiaba cada grupo con tres recompensas: diploma demedalla de oro, de medalla de plata y de mención honorífica.Los dos diplomas de medalla tenían aneja una recompensa enmetálico.

Dióse al concurso la mayor publicidad en la prensa localy de Madrid, repartiéndose además por España y el extranjeroprofusamente las bases impresas. Las fotografías habían de en-tregarse entre el 5 y el 12 de setiembre, con un lema igual paratodas las de un mismo autor, en sobre cerrado que al exteriorostentase el lema, como también otro i gualmente cerrado don-de se contuviera el nombre, a pellidos y domicilio del concur-sante. Acudieron quince expositores. No eran pocos, dado lo fo r

-zoso y difícil del tema. El Observatorio Astronómico de Madrid,presentó, fuera de concurso, tres fotografías, sólo para figuraren la exposición abierta del 14 al 20 de aquel mes. Fallaron

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como componentes del Jurado D. Gerardo Pérez Villarejo, Di-rector del Instituto, D. Juan Albarellos, Director del «Diario deBurgos» y el Secretario Municipal D. Isidro Gil.

Las fotografías del primer grupo, premiadas con diplomade medalla de oro, tuvieron por lema cuatro versos francesesde la tragedia «Le Cid» de Pierre Corneille. Presentólas «Mr.Ferdinand Courty Astronome de la Missión de l'Observatoirese otorgó a un señor domiciliado en Alfaro (Logroño). Y alde Bourdeaux». El Diploma de medalla de plata en este grupoadjudicar el tercer premio de mención honorífica a un fotógra-fo profesional de Burgos D. Julio Montes, calificó el Jurado sutrabajo de «muy interesante y de efecto artístico muy bello»,añadiendo que, de haber tenido atribuciones para crear unnuevo premio, se lo hubiera adjudicado.

En el segundo grupo de fotografías mereció el diploma deMedalla de plata D. Juan López Soler, Capitán de Estado Ma-Y0r que durante el eclipse realizó desde tierra observaciones re-lacionadas con las hechas en la barquilla del globo «Júpiter».Tuvo este Oficial un rasgo simpático de generosidad. Al corres-Ponderle por su premio una cantidad en metálico dispuso quese entregada a los padres pobres del niño que hubiese nacidoen Burgos durante la hora más próxima a la de la totalidaddel eclipse. Resultó haber nacido en la calle de San Cosme alas 5 de la tarde del 30 de agosto Celedonio Gutiérrez Masa, hi-j o de Ascensión y de José, de oficio «tejedor», calificándose pro-bablemente así a algunos de los muchos jalmeros que en aquelbarrio había entonces dedicados a este viejo oficio artesano,Ya lamentablemente perdido. Muerto el 5 de septiembre el pa-dre de aquella criatura, recibió la viuda el dinero obtenido porel Capitán López Soler quien retiró tan sólo su diploma. Losconcursantes premiados en el segundo grupo tenían sus do-micilios en Palencia y Granada.

* * *

D. Octaviano Romero, el primero de abril del ario siguienteal del eclipse dio en la Sociedad «Salón de Recreo» muy inte-resante conferencia sobre «Química celeste e investigacionesesPetroscópicas realizadas en el último eclipse de sol desde elglobo Júpiter». Comenzó recordando con gracia el escepticismode la gente sobre Astronomía, expresado en la popular copla:

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«El mentir de las estrellas/es un seguro mentir/porque ningu-no ha de ir/a preguntárselo a ellas...». Mas la desmintió enseguida porque los espectroscopios modernos permiten conocerla composición de los cuerpos luminosos Y precisamente paraaveriguar la del sol había ido él con el Teniente Coronel Vivesy el sabio alemán Berson a más de 4.300 metros en emocionanteascensión que describió. Desde la barquilla del «Júpiter» el 30de agosto anterior perdiendo de vista la ciudad con sus torresincomparables, las frondosas alamedas burgalesas el Arlanzón,cual serpenteante hilillo de planta... Remontaron una compac-ta masa de cúmulos, que pudo impedirles toda observación, po

-ro al fin vieron un cielo diáfano de transparencia incomparable,extendiéndose bajo sus pies blanca llanura de nubes. La tota-lidad del eclipse se acercaba y en el solemne silencio de lasalturas comenzaron sus trabajos. Podía afirmarse un hecho: elsol es eminentemente gaseoso y sus cuerpos componentes sesuperponen en orden de las respectivas densidades. El más li-gero —el coronio— le cierra y limita. Tras la totalidad del eclip-se sorprendióles desagradable sensación de frío no prevista.Fuerte viento que les empujaba a la sierra de la Demandaarrebató al Profesor Berson el papel donde llevaba escritas susobservaciones, perdida muy limentable. Después del descensosupieron el peligro pasado de que les fusilara a quemarropaun pobre guarda en el paroxismo del terror al ver venírseleencima el globo. La conferencia de Romeo enjundiosa y ame-na gradó mucho y se im primió (2). Su tema fue complementode la también pronunciada por él en 1900 después del eclipseque estudió en Plasencia.

* * *

De cuantos en la vís pera del eclipse de sol vieron colocarla piedra primera de un monumento al Cid en la Plaza de Cas-tilla ninguno pudo sospechar que al mismo tiempo eran tes-tigos de que ahí se ponía también la última. Lo cual sucediópor haberse erigido en definitiva la estatua del Campeador me-dio siglo después y en lugar distinto del primeramente señala-do. Hubo de sacarse la arqueta de hierro enterrada en aquella

(2) Imprenta y Litografía de Hijos de Santiago Rodríguez Pasajede la Flora, núm. 12. (36 páginas).

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Plaza con documentos y monedas El 25 de julio de 1955, con-cluido el monumento y siendo alcalde D. Florentino Díaz Reigse inauguró, por fin, con máxima solemnidad en la Plaza delGeneral Primo de Rivera, mirando al puente de San Pablo. Se-ria extenso relatar las vicisitudes por las que no pudo levan-tarse en el sitio donde fue colocada su primera piedra. El mo-numento al Cid se levantó sin suscripción popular, por acuerdoque en 1947 tomó el Ayuntamiento presidido por D. CarlosQuitana, Este con el Presidente de la Comisión de HaciendaMunicipal, el Secretario Fernández Villa y el Archivero de laCorporación, Diaz de la Lastra, fueron a Madrid para conocerdirectamente las obras del escultor Juan Cristóbal y tratar conéste si les satisfacían, como así sucedió. Quedó contratada lagran estatua de bronce que hoy contemplamos. Se erigierontambién otras ocho más pequeñas, de piedra. obra del escultorLucarini Macazaga, representativas de personajes íntimamen-te unidos en vida con el Cid, colocadas en el puente de San Pa-blo contiguo al monumento. Forman en su conjunto como unretablo cidiano de gran fuerza evocadora y dan al puente ver-dadera monumentalidad. Cuantos viajeros pasan en coche porBurgos hacia o desde las Provincias del Norte han de cruzarel Arlanzón sobre este puente y junto a la enorme estatua deRodrigo Díaz. En ambos lados de su pedestal, se inscribieron,traducidos, dos pequeños fragmentos de cronicones medievalesque dedican al Cid los máximos elogios con plena imparciali-dad, pues son aquellos uno francés y árabe el otro. El fraca-sado proyecto inicial de levantar la estatua del Cid en la Plazade Castilla hubiera resultado grave error. El tránsito por aquellugar es ahora escaso y la ciudad se ha extendido mucho ensentido opuesto.

A la inauguración del actual monumento al Cid por el Je-fe del Estado, que pronunció un discurso. dedicó el Cronista dela Ciudad D. Teófilo López Mata una «Crónica de la Conmemo-ración Cidiana. Verano de 1955, con muy detallada descripciónde cuantos festejos entonces se celebraron Y el excelentísimoAyuntamiento, con innegable acierto, editó entre sus acostum-bradas «Publicaciones» dicha interesante crónica.

Bien cancelada quedó la deuda que Burgos tenía pendien-te Con «El Campeador».

Luis CORTES ECHANOVE