daniel dennett - la conciencia sin misteros

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  • 7/31/2019 Daniel Dennett - La Conciencia Sin Misteros

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    La conciencia, sin misterios

    Daniel Dennett

    Fragmento de Dulces sueos. Obstculos filosficos para una ciencia de la

    conciencia.A menudo se ve a la conciencia como un misterio que est ms all de la ciencia,impenetrable desde afuera por ms ntima que sea la relacin que tenemos con elladesde adentro. En mi opinin, esta idea no es slo un error, sino tambin un obstculopara el desarrollo de la investigacin cientfica que puede explicar la conciencia con la

    misma profundidad y exhaustividad con las que da cuenta de otros fenmenos naturales:el metabolismo, la reproduccin, la deriva continental, la luz, la gravedad, y muchosotros. Para establecer, o poner en claro, las bases de esa investigacin, comenzar poranalizar las consideraciones acerca de los supuestos lmites de todos los estudios que sehan hecho de la conciencia.

    Cientficos marcianos

    Supongamos que unos marcianos avanzados en materia cientfica y tecnolgicallegaran a la Tierra para estudiar la flora y la fauna del planeta. Vamos a imaginrnosloscon algn tipo de rgano de los sentidos, que bien puede ser distinto de los de los sereshumanos pero que les permite adquirir informacin sobre las regularidades del mundo

    con la misma facilidad conque lo hacemos nosotros. Como tambin cuentan contecnologa avanzada, pueden hacer lo que nosotros hemos hecho con los microscopios,telescopios, detectores de rayos infrarrojos y ultravioleta, rastreadores qumicos yadminculos afines: as, pueden arreglrselas para ver lo que vemos nosotros,or loque nosotros omos y percibir lo que nosotros percibimos, gracias a las extensionesmecnicas de los sentidos con las que estn dotados, equipadas con interfaces parausuarios marcianos.

    De modo que todo lo que nosotros podemos observar es observable para ellos, aunque aveces slo de manera indirecta (como las formas de las bacterias, las sombras de fuentesinfrarrojas de radiacin electromagntica y las vibraciones de terremotos distantes sonobservables gracias a nuestros dispositivos tecnolgicos).

    Entre los fenmenos que los marcianos podrn observar de inmediato se encuentran lasrepresentaciones pblicas de la conciencia: globos de historieta como los de la obra deSteinberg, soliloquios de obras de teatro, voces en off de pelculas, usos del punto devista omnisciente en novelas y otros. Es comn pasar por alto el hecho de que gran partede lo que creemos sobre la conciencia proviene de las representaciones objetivas,pblicas, compartidas, del fluir de la conciencia de otros, en la ficcin o en la realidad.Los marcianos tambin podran tener acceso a las representaciones menos entretenidas

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    que se encuentran en los libros de los filsofos, los psiclogos, los neurocientficos, losfenomenlogos y otros estudiosos serios del tema. Con todo esto, los antroplogos deMarte (los estudiosos de la fauna extramarciana) podran llegar a elaboradasconclusiones sobre esa parte de la conducta del Homo sapiens (tal es el nombre que nosdamos los terrcolas parlantes) de la que se ocupa la teora popular de la conciencia ytambin los primeros atisbos de una formulacin cientfica al respecto.

    Me permito una digresin: toda esta fbula se apoya en el supuesto de que losmarcianos adoptan la actitud intencional respecto de la fauna que observan, de modoque pueden aprender nuestras lenguas e interpretar nuestra comunicacin, pero no sesupone que sean conscientes en ninguno de los sentidos tendenciosos de las ltimosdebates filosficos.

    De modo que, para los fines de esta argumentacin, vamos a considerar que losmarcianos podran ser zombis cuya recoleccin de datos y teorizacin cientfica serealizan sin rastros de fenomenalidad, qualia o como sea que llamemos a lo quecaracteriza a la verdadera conciencia. O sea que, por el momento, no voy a presuponerque su pericia cientfica manifiesta sea evidencia que permita concluir que son

    conscientes.

    Podra suceder, por ejemplo, que nuestros marcianos no se emocionaran con nuestramsica, nuestro arte o nuestro teatro, y s pudieran detectar sin ningn inconvenientecmo esas cosas nos afectan a nosotros. (Qu vern estos tos en esos cuadros dePicasso?, se preguntaran incrdulos, advirtiendo no slo las cantidades de dinero queestamos dispuestos a pagar por esos cuadros sino tambin los importantes efectos en losneuromoduladores, el sistema endocrino y las vsceras que los encuentros con esasobras nos producen.)

    Esta introduccin sobre los cientficos marcianos imaginarios me permite hacer unapresentacin vvida de un tema subliminal frecuente en los debates actuales sobre unateora cientfica de la conciencia. Uno de los postulados de la teora popular que losmarcianos no tardaran en descubrir es que los terrcolas consideran que una teoracientfica de la mente es imposible.

    Parte de la sabidura popular que recopilaran (como la recopilamos nosotros comomiembros de esta cultura) apunta a que la conciencia es absolutamente privada,inaccesible para los extraos, imposible de transmitir al menos en parte, e inescrutablepor medio del mtodo cientfico, justamente los medios que los marcianos usaran paraexplorar nuestro planeta. Qu diran de esto los marcianos? Lo creeran? Loentenderan? Cmo lo explicaran? Y, lo que es ms significativo aun, qu opinarande la hiptesis de que hay algo en la conciencia humana que ellos no podran conocer

    mientras que nosotros, los terrcolas, s?Nuestros marcianos han ledo el artculo Cmo es ser un murcilago?, de Nagel(1974), y lo oponen a la pregunta Cmo es ser un ser humano?. Han ledo el libro deDavid Chalmers La mente consciente: en busca de una teora fundamental y entoncesse preguntan si han podido identificar el problema difcil de la conciencia. Quaspectos de la conciencia quedan fuera del alcance de los investigadores aliengenas? Ysi existen esos aspectos, cmo sabemos nosotros que son reales?

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    Uno de los textos que con toda seguridad estudiaran los marcianos son lasMeditaciones de Descartes (1641), y al leerlas advertiran que pareceran estar dirigidasa ellos. El prefacio convoca a quienes deseen meditar conmigo seriamente y apartar lamente de los sentidos y con ello de todos los prejuicios. Descartes esperara que loslectores marcianos hicieran los experimentos mentales y las inferencias necesarias,eliminando todas las peculiaridades de su aparato sensorial (apartar [] de los sentidos

    y [] de todos los prejuicios). Como buen cientfico que era, Descartes apreciaba elvalor de la intersubjetividad, y los modos de la ciencia para suprimir la idiosincrasia delos investigadores individuales para que todos compartieran la misma investigacin: elabordaje en tercera personadel mtodo cientfico.

    Por cierto, nada impide a los marcianos participar de las meditaciones cartesianas, y yopropongo que sigamos el camino de Descartes y busquemos una ciencia de laconciencia con el mayor grado de intersubjetividad posible. Veamos qu ocurre cuandotratamos de llevar esta metodologa cientfica en tercera persona al interior privado de lamente. Dejaremos recovecos importantes sin analizar?

    El acceso a la conciencia

    En la actualidad, muchas voces se alzan para cantar a coro que nuestros intentos van afallar, ya que una ciencia de la conciencia en tercera persona es pobre desde el punto devista metodolgico y se aparta de importantes fuentes de evidencia, datos, explicacioneso lo que sea. Lo que se necesita, nos dicen esas voces, es una ciencia de laconciencia en primera persona, o incluso en segunda persona (denominacin queacenta la empata con el objeto de estudio, y que refleja una metodologa de tratofamiliar, es decir, de t y no de usted). La idea de base, que se expresa de distintasmaneras o se presupone, es que los marcianos no pueden jugar los juegos de loshumanos.

    No pueden hacer ciencia de la conciencia en primera persona porque no son primeraspersonas del tipo adecuado. Pueden usar la primera persona para estudiar la concienciamarciana, si es que existe, pero no la nuestra. Tampoco pueden hacer ciencia ensegunda persona porque, como son una forma de vida aliengena, no pueden establecerel vnculo de empata entre un yo y un t que el mtodo requiere.

    Ahora yo me pregunto: hay alguna razn valedera para creer que todo eso es cierto?Mi respuesta es que no: no hay nada en nuestra conciencia que sea inaccesible a losmtodos marcianos.

    Los mtodos en tercera persona de las ciencias naturales alcanzan para estudiar laconciencia con tanta exhaustividad como cualquier otro fenmeno de la naturaleza, sin

    dejar residuos significativos.Qu quiere decir aqu significativos? Nada ms que esto: si los cientficos estudiaranun grano de arena, siempre habra ms cosas para averiguar sobre l, por ms tiempoque le dedicaran. En la suma de las fuerzas de atraccin y repulsin de todas laspartculas subatmicas que componen los tomos del grano, siempre habr unaincertidumbre residual de la magnitud del ltimo dgito significativo que hemoscalculado hasta la fecha, y ubicar en tiempo y espacio el grano de arena a travs demiles de millones de aos lleva a un cono creciente de indiscernibilidad. Sin embargo,

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    esa incertidumbre no ser significativa. Aqu tambin aplica la ley de disminucin debeneficios.

    En mi opinin, si usamos los mtodos en tercera persona de la ciencia para estudiar laconciencia, la ignorancia residual que tendremos que admitir no ser, al fin y al cabo, nims perturbadora, ni ms frustrante ni ms desconcertante que la ignorancia imposible

    de eliminar del estudio de la fotosntesis, los terremotos o los granos de arena. Enresumen, no se han esgrimido buenos argumentos para defender la hiptesis popular deque, vista en tercera persona, la conciencia es un misterio cuya naturaleza es diferentede la de los otros fenmenos naturales.

    Tampoco hay buenas razones para afirmar que, por ser conscientes, nosotros sabemosalgo significativo que a los marcianos les resulta absolutamente incomprensible, porms distintos de los humanos que sean.

    Una buena manera de empezar a abordar este tema es planteando cuestiones que lodelimiten. Si, por fuerza, los marcianos que pretendan estudiar la conciencia humanatienen que dejar algo sin explicar, cmo lo sabemos nosotros? Y, quin es ese

    nosotros? Por ejemplo, hay algo que los francfonos saben acerca de su concienciaque quienes no hablan francs desconocen? Acaso hay algn aspecto de la concienciafemenina al que los hombres no pueden tener acceso? O los diestros saben algo de suconciencia diestra que los zurdos no pueden entender? Quizs el lector sepa algoacerca de su propia conciencia que nosotros, los dems, nunca podremos conocer?

    En el texto clsico que aborda esta cuestin, Nagel se resiste con astucia pero sinargumentos a caer en el solipsismo: sugiere que es posible para nosotros saber lo quese siente cuando experimentamos sensaciones humanas, pero sostiene una vez ms,sin argumentos que no podemos saber lo que se siente cuando se es algo muy distinto,como un murcilago.

    La razn, creo yo, por la que Nagel logra escapar al solipsismo es que nadie se atreve acuestionar su modo de pensar porque es atractivo. A todos nos resulta atractivo.Nosotros sabemos sobre nuestra conciencia porque nos comunicamos a propsito deella todo el tiempo. En nuestros intercambios cotidianos, presuponemos que, en granmedida, compartimos las representaciones pblicas de la conciencia y, comocontribuimos a ese acervo comn cuando interactuamos, el presupuesto parecereforzarse con la interaccin.

    La teora popular sobre la conciencia humana es producto de una empresa comn que hatenido un xito asombroso, pero tiene sus conocidos puntos oscuros. Puede unapersona que ha nacido ciega tener nuestra concepcin del color? Y las personas

    daltnicas? Y la inversin espectral, un experimento mental que tiene ms detrescientos aos? Puede ser que lo que yo percibo azul otro lo percibe amarillo, peroaun as llama a ese color subjetivo azul? Cmo es ser un beb: una florecienteconfusin de zumbidos o algo completamente distinto? La experiencia femenina delmundo y la masculina son incomparables?

    Cada una de estas preguntas tiene muchas respuesta en pugna, y todas merecen que, conel tiempo, nos vayamos ocupando de ellas. Pero antes de decidir sobre ellas desde elprincipio, tenemos que respirar hondo y aceptar que todas las respuestas, buenas y

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    malas, forman parte de la sabidura popular sobre la conciencia y no son datos quepodamos compartir con los marcianos.

    En tercera persona

    El mtodo en tercera persona, el que podemos adoptar tanto los terrcolas como los

    marcianos sabiendo que hemos adoptado el mismo mtodo, queda dentro de los lmitesde lo que he dado en llamar heterofenomenologa: el camino neutral desde la cienciafsica objetiva y su insistencia en el punto de vista de la tercera persona, hasta unmtodo de descripcin fenomenolgica que (en principio) pueda hacer justicia a las msprivadas e inefables experiencias subjetivas, sin abandonar los escrpulosmetodolgicos de la ciencia.

    La heterofenomenologa no tiene nada de revolucionario ni de novedoso. Con supuestosy lmites ms o menos meticulosos, se la practica hace alrededor de cien aos en variasramas de la psicologa experimental, la psicofsica, la neurofisiologa y la neurocienciacognitiva en la actualidad. Lo nico que yo hice fue darle un nombre e identificar yfundamentar a conciencia sus supuestos instrumentales.

    Los heterofenomenlogos partimos del registro de los datos crudos de todo lo queocurre en el interior y el exterior de los sujetos, una muestra que se restringe a los sereshumanos con facultades de comunicacin (con o sin patologas o anomalas, de ambossexos, de todas las edades y culturas, con distintos niveles socioeconmicos y otrosparmetros). Los colaboradores marcianos quedan fuera de la muestra pero seconsideran perfectamente capacitados como investigadores. Recopilamos datos de todoslos eventos qumicos, elctricos, hormonales, acsticos en definitiva, fsicos, que seobservan en los sujetos estudiados, registrando el tiempo en el que ocurren, perotambin seleccionamos algunos datos para tratarlos de una forma especial: los sonidos ylas marcas que hacen los sujetos para comunicarse (por la va oral o por alguna otra),que transcribimos y luego interpretamos para producir un inventario de actos de hablaque luego reinterpretamos como expresiones (aparentes) de creencias.

    La gente tiene una tendencia simptica pero engaosa a exagerar respecto a lasmaravillas de su experiencia consciente, como el pblico de un espectculo de magia,que cuando sale del teatro dice haber visto muchas ms cosas maravillosas de las queocurrieron sobre el escenario. La neutralidad de la heterofenomenologa tiene el efectocustico de reducir la tarea de explicar la conciencia a su verdadera dimensin. Elobjetivo de la heterofenomenologa es obtener los datos, cualesquiera sean, sindesinflarlos.

    Ilusiones y agnosticismo

    Pasar del punto de vista en tercera persona al punto de vista en primera persona esbuscarse problemas: no obtenemos datos que no estn ya disponibles a travs delmtodo en tercera persona, y nos arriesgamos a salir a tontas y a locas a la caza deexperiencias conscientes que slo nosotros sabemos que tenemos.

    Y la segunda persona? Cuando se habla de segunda persona, lo que parece venir a lamente es o bien algn tipo de empata o bien alguna clase de confianza que sedistingue con toda claridad de la actitud de no tomar partido, extraa, por cierto,

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    adoptada por la heterofenomenologa. Centrmonos primero en la confianza.Uno de losque criticaron la neutralidad o agnosticismo fue Alvin Goldman. En su artculoScience, publicity and consciousness (1997), afirma que la heterofenomenologa noes, como sostengo yo, el mtodo estndar de investigacin en los estudios de laconciencia, porque los investigadores en gran medida se apoyan en las creenciasintrospectivas de los sujetos respecto de su experiencia consciente (o de la falta de la

    misma). En correspondencia personal, lo dice de esta manera:

    La objecin presentada en mi trabajo de 1997 contra la heterofenomenologa es que loque los cientficos cognitivos hacen en este campo es no practicar el agnosticismo. Sebasan en las creencias introspectivas de los sujetos, o en los informes sobre esascreencias. Por eso, afirmo que el mtodo de la heterofenomenologa no es unadescripcin acertada de lo que hacen los cientficos cognitivos (de la conciencia) en susprcticas estndar. Por supuesto, puede decirse y quiz fue su intencin pero, en esecaso, no estaba del todo clara que eso es lo que los cientficos deberan hacer, y no loque en verdad hacen.

    Por cierto, yo no tengo ningn problema en introducir reformas de ser necesarias, pero

    Goldman est equivocado. La postura agnstica est tan enraizada en la prcticacientfica contempornea que se da por sentada, y quiz por eso l no la advirti.Tomemos como ejemplo la disputa de dcadas sobre las imgenes mentales, que tuvocomo protagonistas a Roger Shepard, Stephen Kosslyn y Zenon Pylyshyn, entre otros.Comenz con los brillantes experimentos de Shepard y sus discpulos, en los que semostraba a los sujetos pares de figuras hechas con lneas, y se les peda que pulsaran unbotn si las figuras representaban el mismo objeto visto de distintas maneras (con unarotacin espacial) y otro, si lo que mostraban eran dos objetos diferentes.

    Muchos sujetos afirmaban que haban resuelto el problema rotando una de las dosimgenes con el ojo de la mente o la imaginacin para ver si podan hacerla coincidircon la otra. De verdad hacan esa rotacin mental? Cambiando la distancia angularque se necesitaba para hacer coincidir las dos figuras y cronometrando las respuestas,Shepard estableci una relacin lineal de una considerable regularidad entre la latenciade las respuestas y el desplazamiento angular. Los sujetos ms entrenados rotaban lasimgenes mentales a una velocidad angular de 60 por segundo. Esto no zanj lacuestin, sin embargo, puesto que Pylyshyn et al. no tardaron en elaborar hiptesisalternativas para dar cuenta de esa sorprendente relacin temporal. Se pidieron ehicieron nuevos estudios, y la disputa sigue generando experimentos y anlisis an hoy.Los sujetos siempre dicen que rotan las imgenes mentales, de modo que, si elagnosticismo no fuese la prctica implcita comn, Shepard y Kosslyn jams habrannecesitado hacer ningn experimento para respaldar los enunciados de los informantesrespecto de que lo que estaban haciendo (al menos en trminos metafricos) era

    realmente un proceso de manipulacin de imgenes. El agnosticismo es parteconstitutiva de toda buena investigacin psicolgica que trabaje con humanos. Enpsicofsica, por ejemplo, el uso de la teora de deteccin de seales forma parte delcanon cientfico desde la dcada de 1960 y obliga a los investigadores a considerar elhecho de que el sujeto controla el criterio de respuesta aunque no es en s mismo unafuente confiable al respecto. Tambin podemos mencionar la enorme cantidad deinvestigaciones sobre las ilusiones, tanto perceptivas como cognitivas, que se manejancon el supuesto estndar de que los datos son los que los sujetos consideran como tales

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    y nunca cometen el error de apoyarse en gran medida [] en las creenciasintrospectivas de los sujetos.

    Con este ltimo ejemplo, el diagnstico del error de Goldman se hace evidente. Porsupuesto que quienes investigan las ilusiones se apoyan en las creencias introspectivasque expresan los sujetos en estudio respecto de cmo les parece que son las cosas, pero

    en eso consiste el agnosticismo de la heterofenomenologa: ir ms all sera, porejemplo, suponer que, en las ilusiones con respecto al tamao de un objeto, de verdadhay imgenes visuales de distintos tamaos en alguna parte del cerebro (o la mente) delos informantes, algo que ningn investigador se atrevera a hacer.

    Pasemos ahora a la ilusin de la Figura 1. Se mueve algo en las lneas grises? En lapgina no se mueve nada pero, es as como lo percibe el lector? Muy bien. Ahoraentremos en el cerebro y veamos qu est sucediendo en la corteza visual. Losinvestigadores no esperaran encontrar patrones de excitacin cortical que se movieranen sincrona con el movimiento aparente de la experiencia. Podra ser que encontraranalgn tipo de pelcula cerebral y, si fuese as, el descubrimiento sera revolucionario.

    Pero el agnosticismo de la heterofenomenologa exime a los investigadores de pensarque, si no encuentran la pelcula, los sujetos estn mintiendo. Los sujetos informan consinceridad lo que les parece ver y esa conviccin es lo que hay que explicar.

    Dj vu y empata

    Por ltimo, tomemos un fenmeno como el dj vu. Las investigaciones serias sobre eltema no cometen el error de abandonar el agnosticismo respecto de los enunciados conlos que los sujetos dicen estar reviviendo experiencias previas. Ahora, ocupmonos dela empata. Hay alguna otra actitud que tenga diferencias importantes con la extraacircunspeccin del mtodo heterofenomenolgico que pueda resultar fructfera en labsqueda de una explicacin cientfica de la conciencia?

    Varela y Shear describen la empata como una caracterstica distintiva de un mtodo alque consideran en primera persona: De hecho, as ve l su papel: como un resonador deempata con experiencias que le son familiares y que tocan una cuerda ntima en l. Estaposicin de empata es en parte heterofenomenolgica, puesto que se necesita unmnimo de distancia y evaluacin crtica, pero la intencin es bien distinta: encontrarseen el mismo terreno, como miembros de la misma especie. [] Ese encuentro no seraposible si el mediador no se sumergiera en el campo de las experiencias que estnestudindose, ya que nada reemplaza el conocimiento directo. Por lo tanto, este estilo de

    validacin es absolutamente distinto de otros que hemos presentado aqu.Sera absurdo discutir la recomendacin de que el investigador se sumerja en el campode las experienciasque estn estudindose, pero, podrn sumergirse los marcianos? Ysi no pueden, por qu? Hay algo ms en la empata, adems de una buenainterpretacin con fundamentos que parte de la actitud intencional?

    Si es as, qu es lo que hay? En un trabajo secundario, Evan Thompson se refiere a unaempata sensual y opina lo siguiente: Es evidente que, para que esta empata sensual

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    sea posible, el cuerpo de uno y el del Otro tienen que ser de un tipo similar. AThompson le parecer evidente; a m, no. De hecho, yo pienso que est equivocado.

    En ltima instancia, podra haber algn tipo de marciano que fuese incapaz de sentiruna empata sensual con los seres humanos, pero sa no puede ser la opinin en la quese fundamente una ciencia natural de la conciencia. Si eso es cierto, debera surgir del

    descubrimiento de la imposibilidad de establecer conexiones una llamativa diferencia enel grado de xito de los investigadores marcianos y el de los terrcolas, y sera en smismo un hecho que nuestra teora tendra que poder explicar, no un supuesto que seadopta en el proceso de recoleccin de datos.

    Un gradiente o discontinuidad de esas caractersticas que merezca nuestra consideracinpuede ser descubierto por la heterofenomenologa. Las ideas de Thompson consagran laafirmacin indiscutida de Nagel de que nosotros no podemos saber lo que se siente alser un murcilago como principio metodolgico y la colocan fuera de los lmites de lainvestigacin. sa no puede ser una buena forma de proceder para la ciencia de laconciencia, en particular porque nosotros ya hicimos un excelente trabajo sobre lo quese siente si es que se siente algo al ser un murcilago.

    Akins (1993) nos muestra cmo proceder, y revela que el supuesto de Nagel de que hayuna perspectiva o punto de vista de murcilago (un murcilago de bigotes en lainvestigacin de Akins) no es tan cierto como la tradicin filosfica pretende suponer.

    Si no queremos decretar una desconexin con esas perturbadoras posibilidades, tenemosque adoptar una posicin ms neutral. En vez de convertir en un principio metodolgicola idea de que los aliengenas no pueden postularse para un puesto en algn equipo deinvestigacin, abramos las puertas a todos los tipos corporales y veamos siconstituyen un obstculo.

    Mi conclusin, tentativa y refutable, es que, por el momento, mi tesis sale ilesa de lasdisputas: el mtodo de la heterofenomenologa recoge todos los datos necesarios parauna teora de la conciencia de un modo neutral. Una ciencia de la conciencia enprimera persona o bien colapsar con la heterofenomenologa tarde o temprano, obien manifestar un sesgo inaceptable en sus supuestos iniciales.