daniel c. fernández política laboral del estado y

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Daniel C. Fernández Política laboral del Estado y características de la respuesta obrera en la Argentina (1976-1979)* 1) Introducción. Es muy escaso el material publicado sobre la situación del movimiento obrero argentino luego del golpe de estado de Marzo de 1976. Las refe- rencias al mismo caen en declaraciones de confianza más o menos abstrac- tas o en temerarias afirmaciones sobre el carácter de vanguardia de la cúpu- la sindical. 1 No pretendemos cubrir las carencias con nuestro trabajo, ya que hay causas profundas que explican la falta de aportes sobre la situación laboral en la Argentina (entre ellas el exilio externo o "interno" de los in- vestigadores, y el relativo reflujo de la lucha obrera). Al menos intentamos describir algunos mecanismos que ha puesto en juego el Estado para con- trolar al movimiento, y analizar los límites de ésa política laboral así como algunas manifestaciones de la resistencia obrera. Antes de abordarlos tres años posteriores al golpe militar de 1976 cree- mos necesario puntualizar algunos datos y referencias históricas. En pri- mer lugar nos parece importante señalar la temprana conformación del movimiento obrero en la Argentina, en comparación al resto de latinoamé- rica lo que le ha dado una gran tradición de lucha. 2 Vinculado a ésta cues- tión también es importante señalar que los trabajadores argentinos han per- cibido históricamente los salarios más altos del subcontinente, lo que puede explicarse por la carencia de mano de obra en relación al desarrollo indus- trial del país (sin desestimar otros factores como la combatividad obrera y el peculiar populismo que encarnó el movimiento peronista). Ponencia para el Congreso sobre Movimiento Obrero México-Cono Sur organizado por el Centro de Estudios sobre la Historia del Movimiento Obrero (C.E.S.H.M.O.) 1 La tesis del carácter de vanguardia de un sector de la burocracia sindical puede verse en Olmos, M Unidad Sindical y proyecto de Ley gremial en Controversia No. 1. 2 A principios de siglo había unos 200,000 obreros industriales de los cuáles el 63% eran inmigrantes; y la mayoría se concentraba en Buenos Aires (conf. Dorfman A. His- toria de la industria argentina Solar.

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Daniel C. Fernández Política laboral del Estado y características de la respuesta obrera en la Argentina (1976-1979)*

1) Introducción.

Es muy escaso el material publicado sobre la s i tuac ión del movimiento obrero argentino luego del golpe de estado de Marzo de 1976. Las refe­rencias al mismo caen en declaraciones de confianza más o menos abstrac­tas o en temerarias afirmaciones sobre el ca rác te r de vanguardia de la cúpu­la sindical . 1 N o pretendemos cubrir las carencias con nuestro trabajo, ya que hay causas profundas que explican la falta de aportes sobre la s i tuac ión laboral en la Argentina (entre ellas el exi l io externo o " in te rno" de los in­vestigadores, y el relativo reflujo de la lucha obrera). A l menos intentamos describir algunos mecanismos que ha puesto en juego el Estado para con­trolar al movimiento, y analizar los l ími t e s de ésa po l í t i ca laboral así como algunas manifestaciones de la resistencia obrera.

Antes de abordarlos tres años posteriores al golpe mili tar de 1976 cree­mos necesario puntualizar algunos datos y referencias h is tór icas . E n pri­mer lugar nos parece importante señalar la temprana c o n f o r m a c i ó n del movimiento obrero en la Argentina, en c o m p a r a c i ó n al resto de l a t inoamé-rica lo que le ha dado una gran t r ad ic ión de lucha. 2 V incu lado a ésta cues­t ión t a m b i é n es importante señalar que los trabajadores argentinos han per­cibido h i s t ó r i c a m e n t e los salarios más altos del subcontinente, lo que puede explicarse por la carencia de mano de obra en re lac ión al desarrollo indus­trial del pa í s (sin desestimar otros factores como la combatividad obrera y el peculiar populismo que e n c a r n ó el movimiento peronista).

Ponencia para el Congreso sobre Movimiento Obrero México-Cono Sur organizado por el Centro de Estudios sobre la Historia del Movimiento Obrero (C.E.S.H.M.O.)

1 La tesis del carácter de vanguardia de un sector de la burocracia sindical puede verse en Olmos, M Unidad Sindical y proyecto de Ley gremial en Controversia No. 1.

2 A principios de siglo había unos 200,000 obreros industriales de los cuáles el 63% eran inmigrantes; y la mayoría se concentraba en Buenos Aires (conf. Dorfman A. His­toria de la industria argentina Solar.

L a otra cues t ión que debe mencionarse como antecedente es la re lac ión entre el movimiento obrero y el Peronismo. Desde el 17 de Octubre de 1945 los trabajadores argentinos han sido protagonistas centrales del pro­ceso nacional, y su ident i f icación con el peronismo se prolonga hasta nues­tros d ías , aunque ya es evidente la acti tud c r í t i ca de los sectores más avan­zados sobre el peronismo oficial .

Se ha escrito tanto sobre el Peronismo que es difícil ofrecer una s ín te ­sis sobre su influencia sobre el Movimiento obrero. 3 Entre las cosas que nos interesa señalar ocupa el primer lugar el hecho de que en la primera etapa peronista (1945-55) el proletariado argentino a lcanzó un nivel de vida nunca visto en Amér i ca Lat ina y sólo comparable (dentro del sistema capitalista) con el de los trabajadores de algunos países de Europa . 4 Este f e n ó m e n o se explica, por un lado, como resultado de la po l í t i ca populista de Perón que e n c o n t r ó un pa í s con grandes reservas monetarias y crecien­tes demandas sociales insatisfechas, y buscó el apoyo del movimiento obre­ro mediante una po l í t i ca de altos salarios y amplias prestaciones sociales, para luego centralizarlo en la C . G . T . y convertirlo en uno de los pilares de su proyecto de desarrollo capitalista a u t ó n o m o . Por otro lado hay que te­ner en cuenta la coincidencia objetiva de los intereses de la bu rgues í a in­dustrial nacional (hegemón ica en el bloque en el poder) y las necesidades inmediatas de los obreros. E n efecto: la burgues ía industrial necesitaba un mercado interno para su desarrollo y una de las formas de lograrlo era pa­gar altos salarios; por otro lado el proletariado peronista t e n d í a hacia rei­vindicaciones de tipo e c o n ó m i c o y social, lo que puede explicarse por la reciente u rban izac ión de gran parte de los obreros, así c ó m o por un desen­canto masivo por la po l í t i ca de las direcciones sindicales comunistas y so­cialistas, que subordinaron los problemas obreros a la lucha internacional antifacista, llegando al apoyo de los frigoríficos ingleses (proovedores de carne de los aliados) en contra de los obreros huelguistas 5 .

Derrocado Perón en 1955 el movimiento obrero ha impedido la esta­bil ización del sistema capitalista dependiente. Por un lado porque ninguno de los r eg ímenes posteriores pudo garantizar a los trabajadores el nivel de vida 1945-55, lo que conv i r t ió en m í t i c o el " p a r a í s o peronista" y contri­b u y ó a la radical ización de la clase obrera que se opuso s i s t e m á t i c a m e n t e a los diversos gobiernos militares y civiles. Por otro lado porque la estruc­tura del movimiento obrero que se fo rmó en la primera época peronista era incompatible con el proceso de concen t r ac ión capitalista: la existencia de una central ún ica y fuerte como la C . G . T . , y de poderosas Federaciones

3 y 4 Sobre el fenómeno peronista y las causas del alto nivel de vida alcanzado por los trabajadores puede verse: Peralta Ramos, M. Acumulación de capital y crisis políti­ca en la Argentina Siglo XXI; Murmis y Portantiero Estudio sobre los orígenes del Pe­ronismo Siglo XXI; Puigross, R El Peronismo y sus causas Carlos Peres Ed.; Esteban, J.C. Imperialismo y Desarrollo Económico Ed. Palestra.

5 Los errores do la izquierda tradicional han sido analizados por Ramos, A. Perón: historia de su triunfo y su derrota La Siringa, y recientemente por Altamann, W El pro­yecto nacional peronista Extemporáneos.

nacionales, así como la modal idad de fijar salarios nacionales por gremio, permitieron una constante pres ión sobre las po l í t i ca s e c o n ó m i c a s oficiales que fueron naufragando una a una. S i bien la poderosa burocracia sindical servía como aparato de cont ro l y evitaba la rad ica l izac ión del movimiento obrero hacia formas de organ izac ión independiente, por otro lado jaquea­ba a los gobiernos de turno en alianzas con sectores de la bu rgues í a margi­nal (recordar por ejemplo las alianzas C . G . T . - C . G . E . ) 6

E l retorno de P e r ó n en 1973 es tolerado por un sector de las clases dominantes como alternativa de estabilidad po l í t i ca y laboral. S in embar­go, su propuesta de Pacto Social no pudo contener las demandas obreras, ya que luego de un p e r í o d o de espera y expectativas contenidas fue reba­sado por múl t ip le s conflictos obreros, que se redoblaron luego de la muer­te de P e r ó n en 1974. E l gobierno de Isabel P e r ó n fue impotente para con­trolar la ag i tac ión laboral, que en 1975 c rec ió hasta l ími t e s inéd i tos .

C o n la c a í d a del gobierno justicialista se inaugura una nueva etapa. E n la páginas siguientes trataremos de caracterizar cuá les son los mecanismos fundamentales que se ponen en juego para lograr la estabilidad laboral, y c ó m o se manifiesta la resistencia obrera.

2) Antecedentes y causas del golpe de estado de 1976 .

T o d a v í a se debate sobre las causas reales del golpe mil i tar que inauguró el "Proceso de R e o r g a n i z a c i ó n Nac iona l " , en la Argent ina. Obviamente, los investigadores no aceptan al pie de la letra las justificaciones del gobier­no mil i tar : " v a c í o de poder" , " e s p e c u l a c i ó n e c o n ó m i c a " , "agres ión subver­siva" etc. Sin embargo hemos obervado una tendencia a "responsabilizar" del pustch mil i tar a la incoherencia del gobierno de Isabel P e r ó n o al accio­nar de ciertas organizaciones guerrilleras. Creemos que c o n ésta o r i en tac ión se min imiza el papel del movimiento obrero, no só lo h i s tó r i co , sino tam­bién en los meses precedentes a la ansonada castrense. Según nuestra inter­p re t ac ión fue la rad ica l izac ión de la clase obrera una de las cuasas principa­les (si no la más) del d rás t i co cambio operado a partir de 1976.

Hay es tad í s t i cas , que si bien han sido publicadas, creemos que no se ha valorado en su correcta d i m e n s i ó n . Tomando el p e r í o d o 1972-76 leemos que en un sólo mes promedio hubo más conflictos obreros que en los siete años anteriores a 1972. y que en 23 años . 7 Tomando el p e r í o d o 1974, Marzo de 1976. encontramos que el promedio mensual de huelgas fue su­perior a 100. cifra inédi ta en nuestra historia social . 8

0 La Confederación General Económica (CGE) fue creada en las postrimerías de la primera etapa peronista, y siempre mantuvo una estrecha relación con la cúpula de la CGT. Algunas declaraciones conjuntas pueden verse en Niosi, J Los empresarios y el es­tado argentino Siglo XXI.

7 Esta comparación es realizada por Pegoraro, J. en su artículo Los Conflictos La­borales Cuadernos de Marcha No. 2. No hemos podido conformar la certeza de sus da­tos estadísticos.

8 Conforme Pegoraro, J. op. citada.

Hay otras cuestiones que no reflejan claramente las es tad ís t icas . Una de ellas es que a partir de 1974 se obtuvieron triunfos obreros en empresas de gran envergadura. Algunos de ellos fueron: Ika-Renault y Transax en C ó r d o b a ; P . A . S . A . y Ac inda r en la zona de Rosar io; Bagley y la Hidróf i la en Buenos Aires ; P e t r o q u í m i c a Sudamericana y Propulsora Siderúrg ica en L a Plata. Otra c u e s t i ó n es que las huelgas triunfantes dejaron como saldo experiencias masivas de democracia obrera y de control de la p r o d u c c i ó n (como instrumento de lucha), así como Comisiones Internas o Consejos Obreros que se convir t ieron en la d i rección real de los trabajadores por fue­ra de los sindicatos oficiales, y se relacionaron a un nivel más alto en Coor­dinadoras de Base. 9

Estos conflictos obreros, que denominaremos Movimien to del 74-75, y que tuvieron su punto más alto en el llamado " R o d r i g a z o " (por el Minis­tro de E c o n o m í a del momento) cuando el p a í s entero se para l izó al recha­zar el movimiento obrero la suspens ión de las Comisiones salariales parita­rias y el aumento salarial oficial, tuvieron carac te r í s t i cas cualitativamente diferentes a las huelgas tradicionales. Surgieron por fábr ica o en gremios regionales con una c o n d u c c i ó n independiente del Estado (Mecánicos de C ó r d o b a , Gráf icos de Buenos Aires) ; la forma predilecta de lucha fue la baja concertada de la p r o d u c c i ó n , rebasaron a la burocracia peronista, en ése entonces en el Gobierno, y se enfrentaron abiertamente con el peronis­mo oficial , representado por Isabel Pe rón y sus ministros; la re iv indicac ión principal fue la salarial, y tuvo un contenido p o l í t i c o e x p l í c i t o , cuestiona-dor de la p o l í t i c a e c o n ó m i c a of ic ia l ; la pa r t i c ipac ión de la base obrera fue muy alta, especialmente en la p rác t i ca en la sección o departamento; la vanguardia surgió en grandes empresas de alta t e cno log í a (Siderurgia, Petro­q u í m i c a , etc.). Por ú l t i m o , digamos que en el movimiento hue lgu í s t i co hubo una ostensible pa r t i c ipac ión de algunas organizaciones po l í t i co -mi l i t a res , ya sea a t ravés de delegados o activistas identificados con su proyecto, o median­te acciones de apoyo, ligadas en mayor o menor grado a la lucha de masas. C o n este panorama es fácil explicarse p o r q u é en medios castrenses se em­p e z ó a hablar de la " subver s ión industr ia l" , ca rac te r i zac ión que fue repe­tida con otras palabras ("guerrillas de fábr ica" ) por encumbrados po l í t i ­cos tradicionales.

Según nuestro punto de vista, fue la l lamada "subvers ión indus t r ia l" lo que explica en gran medida la p repa rac ión y el contenido del golpe militar. Según declaraciones del actual ministro Mar t í nez de H o z el programa eco­n ó m i c o que puso en vigencia lo c o m e n z ó a discutir con los militares poco t iempo después de la muerte de Pe rón , cuando el Pacto Social era rebasa­do por las huelgas obreras . 1 0 Y a fines de 1975, la " indisc ip l ina l abora l " un i f icó al conjunto de la burgues ía , que desar ro l ló una activa labor conspi-

9 Sobre esta experiencia aún se ha investigado muy poco. Es interesante el artícu­lo de Gilly, A. Los Consejos de Fábrica: Argentina, Bolivia e Italia Coyoacín No. 5.

1 0 Diario La Nación de Argentina, 11/3/79 pág. 8.

rativa y de p r e p a r a c i ó n del terrerno para el golpe, a t ravés de la Asamblea Permanente de Gremiales Empresarias ( A P E G E ) . Por ú l t i m o , só lo el temor a la radica l izac ión obrera puede explicar el hecho de que el conjunto de la burgues ía a c e p t ó sin discusiones la figura de M a r t í n e z de H o z como perso­nalidad civi l en el nuevo gobierno mili tar , ya que era conocido por su "ex­tremismo" en materia e c o n ó m i c a y laboral, a d e m á s de representar n í t ida­mente la f racción más concentrada y tradicional de la gran bu rgues í a .

M e n c i ó n aparte merece la versión según la cuál la causa del golpe mi l i ­tar fue la " p r o v o c a c i ó n terrorista" de algunas organizaciones armadas. E n rigor esta amenaza ya estaba controlada por el estado desde la é p o c a de Isa­bel P e r ó n , cuando el e jérc i to argentino cen t ra l i zó la lucha contrinsurgente con éx i t o (derrota al E . R . P . en la guerrilla rural y fuertes golpes a la guerri­lla urbana). L o que no se p o d í a hacer con un gobierno justicialista era erra­dicar totalmente la " subve r s ión industr ia l" , porque estaba enraizada en la masa obrera, y una repres ión en profundidad contra el proletariado era in­compatible con la fi losofía populista del peronismo, especialmente de la burocracia sindical, cuya estrategia era hacer concesiones al conjunto y re­primir solamente a la vanguardia. Por otro lado, recordemos que al produ­cirse el gope mil i tar las organizaciones armadas ya estaban en franco retro­ceso, mientras que los conflictos obreros h a b í a n entrado en un espiral im­presionante. 1 1 C o m o prueba adicional citemos los profundos cambios en el orden social y laboral que produjo el nuevo gobierno y que analizamos más adelante.

Para nosotros, con el golpe mil i tar de 1976 se r ep i t i ó , con algunas va­riantes importantes, el mismo proceso de los golpes posteriores a 1955: la resistencia obrera deses tab i l izó el gobierno de turno y se b u s c ó una nueva fórmula para estabilizar el sistema. Las variantes principales que surgen son la inéd i ta intensidad de la repres ión , que no só lo se expl ica por el ac­cionar guerrillero, sino t a m b i é n por el avance del movimiento obrero y por la amplia movi l izac ión y po l i t i zac ión de amplias capas populares en el p e r í o d o previo; y por otro lado las profundas transformaciones económi ­co-sociales que se e n c a r a r í a n , que se pueden explicar por factores internos y externos: entre los primeros la h e g e m o n í a absoluta de la fracción más concentrada de la gran burgues í a , que t iñe c o n sus intereses la reacción del estado; entre los segundos, la nueva división internacional del trabajo y la crisis mundia l , que obliga a reorganizar la estructura product iva del pa ís .

3) E l estado gran burgués -mi l i t a r y el movimiento obrero.

E n Marzo de 1976 surgió en la Argent ina un nuevo t ipo de estado, que ha sido comparado con otros de A m é r i c a del Sur (especialmente los de Chile , Uruguay y Brasil) . Es conocida la p o l é m i c a entre los que caracterizan al estado como fascista (o fascista dependiente) y los que ut i l izan otras ca-

1 1 Los últimos meses de 1975 y primeros de 1976 muestran un avance de las deman­das salariales, que entre Septiembre 75 Enero 76 son el 39% del total, y entre Febrero y Marzo de 1976 ascienden al 65 % (conf E Jelin op. citada).

t egor ías tales como "Estado de contrainsurgencia", "Estado M i l i t a r " e t c . 1 2

Nosotros preferimos denominar al estado argentino como gran burgués-mi­litar, lo que hace referencia a la h e g e m o n í a de una fracción de la gran bur­gues ía (predominantemente agro-industrial y financiera), y a la presencia de las fuerzas armadas, no sólo como núc leo principal de la clase reinante, sino a d e m á s centralizando la r e p r e s i ó n . 1 3

Respecto a la fracción hegemón ica , es fundamental su d e t e r m i n a c i ó n , porque sus intereses condicionan la po l í t i ca laboral del estado. Quizás des­de la " G e n e r a c i ó n del 8 0 " (a la que no casualmente reverencia) no surgió un grupo con un proyecto tan ambicioso como el del que encabeza Mar­t í n e z de Hoz. 1 4 Se intenta reestructurar la e c o n o m í a argentina, dinamizan-do las exportaciones agrarias y ciertos sectores de la industria competit ivos a nivel internacional, as í como acumular grandes reservas monetarias. Y para llevar adelante ése proyecto no se vacila en marginar a la bu rgues í a in­dustrial que produce exclusivamente para el mercado interno (a la que se tacha de ineficiente), ni en lanzar una ofensiva sin precedentes contra el movimiento obrero, cuyo alto nivel salarial y cen t r a l i zac ión organizativa c o n s t i t u í a n una desventaja en la nueva división internacional del trabajo, donde se busca mano de obra barata y desorganizada. 1 5 Por de t r á s del plan M a r t í n e z de H o z no es difícil descubrir los intereses de la gran bur­gues ía más tradicional que controla la tierra y es tá asociada a las multina­cionales en las grandes empresas financieras y en algunas industrias de gran rentabilidad. L a p o l í t i c a frente, al movimiento obrero siempre fue de en-frentamiento abierto a su crecimiento organizativo y a su alto nivel de vida, lo que no sólo se explica por un problema de antagonismos de clase, sino t a m b i é n por su falta de in terés en el desarrollo del mercado interno.

E n c u á n t o al funcionamiento del estado argentino, no hay mayores discusiones sobre el hecho de que estamos en presencia de un "Estado de e x c e p c i ó n " , con las consiguientes ca rac te r í s t i cas que seña la ran Poulantzas a u n nivel general y M . Carranza para el f e n ó m e n o actual en l a t i n o a m é r i c a : 1 6

predominio de una rama del aparato estatal (la mil i tar) ; fér reo cont ro l y

1 2 Ver por ejemplo la discusión entre A.Cuevas, R M. Marini y otros en "La cuestión del Fascismo en A.L. " Cuadernos Políticos No. 13.

1 3 Sobre el concepto de fracción hegemónica y sobre el rol del estado capitalista ver N. Polantzas: "Poder político y clases sociales en el estado capitalista" Siglo XXI.

1 * El grupo Martínez de Hoz está formado por cuadros provenientes de la vieja oligarquía, poro con inversiones actuales en las finanzas y en algunas industrias. El plan económico fue discutido antes de su aplicación en el Consejo Económico Argentino (C. E. A.) especio de club privado que reúne a 30 prominentes empresarios, (conf. D. Mu-chnick "De Gclbard a Martínez de Hoz" Ariel, 1978.

1 5 Conforme R. Trajtemberg "Trasnacionales y fuerza de trabajo en la periferia" ILET.

1 6 Conforme N. Poulantzns "Fascismo y Dictadura" Siglo XXI y M. E. Carranza "Fuerzas Armadas y estado de excepción en A. L. ", Siglo XXI.

cen t ra l i zac ión de los aparatos ideológicos del estado (escuelas, medios de c o m u n i c a c i ó n etc.); cambios en el derecho, que se torna confuso y deja mayor margen a la arbitrariedad of ic ia l ; suspens ión y cont ro l estricto de la actividad de los partidos p o l í t i c o s ; aumento de la tecno-burocracia en los cuadros del estado (oficiales superiores del e jérc i to , t e c n ó c r a t a s etc); des­plazamiento de la lucha interburguesa hacia presiones sobre sectores de la rama dominante (e jé rc i to ) ; el e jérc i to vive la c o n t r a d i c c i ó n entre aparato represivo del estado-partido, lo que explica ciertas pugnas y enfrentamien-tos internos; las fuerzas armadas a c t ú a n como aparato e c o n ó m i c o del esta­do, al controlar complejos militar-industrial es ( la Di recc ión de Fabricacio­nes Militares tiene pa r t i c ipac ión en 23 empresas); por ú l t i m o , la c ú p u l a de las Fuerzas armadas a c t ú a como correa de t r ansmi s ión entre la fracción he-gemónica y la clase reinante (equipo M a r t í n e z de H o z , formado con cua­dros de la t radicional o l iga rqu ía ; altos oficiales del e jé rc i to) .

S in embargo, la desc r ipc ión formal del funcionamiento de los aparatos del estado no nos explica la lucha de clases. Entonces, lo que nos interesa analizar es c ó m o funcionan los aparatos citados en re lac ión al movimiento obrero. D i c h o en otras palabras: cuál es la p o l í t i c a laboral del estado. Obvia­mente, és ta cues t i ón no agota la estrategia estatal; as í como la resistencia obrera no es la ún ica en re lac ión a la p o l í t i c a de la fracción h e g e m ó n i c a . L a lucha de clases es mucho más amplia, aunque para nosotros hoy tiene su epicentro en el enfrentamiento entre la gran burgues í a h eg emó n ica y el movimiento obrero. Veamos como se plantea esa lucha.

E n el A c t a del pronunciamiento mil i tar se puede leer que el "Proceso de Reorgan izac ión N a c i o n a l " no es tá dir igido "contra n ingún sector". L a misma a f i rmac ión puede encontrarse en los discursos del presidente Vide-la, y en frecuentes declaraciones de M a r t í n e z de Hoz , que ci ta como ejem­plo la acti tud de su ministerio de tratar de evitar una d e s o c u p a c i ó n masiva. L o ún ico que demuestran éstas afirmaciones es el temor de las clases domi­nantes a u n enfrentamiento e x p l í c i t o con el movimiento obrero, cuya ca­pacidad de lucha conocen. Porque en el plano de la realidad, nunca se ha­b ía lanzado una ofensiva tan drás t ica y global contra el proletariado argen­tino.

De la lista de medidas que se tomaron en el á m b i t o laboral y social (que analizaremos en detalle más adelante) surge la profunda r eo rgan izac ión en­carada: los salarios fueron congelados y se suspendieron las Comisiones Sa­lariales Paritarias; la legislación laboral fue modif icada profundamente, tanto en lo que se refiere a derechos individuales como a derecho sindical ; fueron sancionadas leyes intimidatorias, suspendido indefinidamente el dere­cho de huelga, y encarcelados o "desaparecidos" miles de delegados y acti­vistas obreros; por ú l t i m o se impulsaron mecanismos e c o n ó m i c o s tendientes a crear reces ión y d e s o c u p a c i ó n .

Para llevar adelante esta polí t ica el Estado a c t u ó con relativa independen­cia del conjunto de la burgues ía , es decir sin consultar los intereses de las distintas fracciones. Piloteado por la muy concentrada y reducida f racción que encabeza M a r t í n e z de H o z , desplegó una estrategia que c o m b i n ó tác­ticas de contrainsurgencia con reformas e c o n ó m i c a s y labórale.-, con p r o í u n -

das implicancias sociales. E l estado c u m p l i ó su func ión represiva ante la si­tuac ión de crisis, pero el contenido de su p o l í t i c a fue influenciado nota­blemente por la fracción hegemón ica . An te las po l í t i cas posibles contra el movimiento obrero, se a d o p t ó una de las más drást icas , a la cuál no es aje­na los intereses y la c o n c e p c i ó n de la o l igarquía agro-industrial y financie­ra.

Antes de analizar cada uno de los aspectos de la estrategia antiobrera creemos conveniente señalar que según nuestra c o n c e p c i ó n la po l í t i c a del estado no se agota en la desarrollada por las instituciones oficiales. Siguien­do a Gramsci i n c l u í m o s dentro de la p o l í t i c a del Estado a la instrumenta­da por organismos de la sociedad c iv i l . Por otro lado intentamos demostrar la relación entre la po l í t i c a estatal y los mecanismos de control impulsados por la gran empresa 1 7 .

4) L a cues t ión salarial

L a salarial fue la re iv indicación principal en el movimiento de 1974-75. Más del 50% de las huelgas comenzaron por motivos salariales. Esto no es ca sual: por un lado la inf lación desenfrenada deterioraba el poder adquisitivo de los trabajadores, y por otro lado la re ivindicación salarial es tá ligada a la historia del peronismo. Por esto, las consignas salariales le dieron unidad al movimiento obrero y tomaron un claro cariz p o l í t i c o al enfrentarse al Go­bierno Peronista.

Respecto a la relación entre la lucha salarial y la lucha po l í t i c a convie­ne hacer algunos comentarios. S i bien a primera vista el reclamar aumentos de sueldo aparece como economicista, si lo relacionamos con la s i tuac ión ge­neral del capitalismo, aparece su importancia po l í t i ca . Es sabido que una de las manifestaciones de la crisis internacional es la agudización de la ten­dencia estructural de descenso de la tasa de ganancia; y t a m b i é n es conoci­do que una de las propuestas principales para superar esto es disminuir el costo de la mano de obra. A esto debe agregarse que los salarios en la A r ­gentina han sido h i s t ó r i c a m e n t e muy altos, de lo que se deduce que las po­sibilidades del sistema de satisfacer las expectativas e c o n ó m i c a s de los obre­ros son muy escasas; lo que conduce a una mayor radica l izac ión de la lucha obrera. 1 8 Digamos a d e m á s que el contenido po l í t i co de la lucha salarial no es sólo objetivo: t a m b i é n está presente en la conciencia del movimiento obrero argentino. Durante el ú l t i m o gobierno justicialista la burocracia sin­dical se encargó de señalar que las demandas salariales atentaban contra la pol í t ica oficial, y como respuesta el movimiento obrero c o r o n ó sus huelgas con consignas en contra de la presidente Isabel Perón y sus ministro de

Conforme el artículo titulado "La Sociedad Civil" en Cuadernos 19-29-1932 (en 1* Antología dirigida por M. Sacristán, Siglo XXI) y también al comentario de B. Gluckman "Gramsci y el Estado " Siglo XXI.

1 8 Sobre ln relación entre lucha económica y posibilidades de radicalización obrera puede verse el enfoque de R. Hyman en "Sociología marxista del sindicalismo" Era.

E c o n o m í a y Trabajo (lo que no quiere decir que masivamente haya renun­ciado a "su peronismo") . Luego del golpe mil i tar fue evidente que exigir aumentos de sueldos era enfrentarse contra " e l plan e c o n ó m i c o de las Fuer­zas Armadas" , como lo d e n o m i n ó Mar t í nez de H o z , y sin embargo los re­clamos de mejores salarios y relevo del ministro de E c o n o m í a fueron las principales consignas del movimiento obrero.

Seña lada la relevancia de la cues t ión salarial, veamos cuál fue la po l í t i ­ca del estado gran burgués-mi l i ta r . Pocos d ía s después del golpe, e l7 /5 /76 mediante el decreto ley 21.307 se suspende el funcionamiento de las Co­misiones Salariales Paritarias, y se faculta al Poder Ejecutivo para estable­cer los aumento salariales.

Sobre las Comisiones Paritarias debemos recordar que fueron una con­quista fundamental del movimiento obrero argentino. E n muy pocos pa í ses funciona un mencanismo como el regulado por la ley 14.250, que establece la fijación de salarios nacionales por gremio entre representantes obreros y empresariales. E l ca rác t e r nacional de és ta d i scus ión era lo que le daba fuerza al movimiento obrero para imponer altos salarios, que d e b í a n ser respetados por todas las empresas de la rama. A l suprimirse este sistema en 1976, y al ser los aumentos oficiales muy inferiores al avance inflacionario, al cabo de tres años el poder adquisitivo de los trabajadores se reduce al 50 % . De és ta forma la fracción h e g e m ó n i c a consigue uno de sus objetivos: abaratar la mano de obra argentina, hacerla "compe t i t iva" a nivel interna­cional.

Hay una consecuencia m á s del congelamiento salarial, y se relaciona con el control de los trabajadores. A l fijarse por el gobierno un salario ofi­cial muy bajo y estar indirectamente prohibidos los aumentos por cuenta de los empresarios (se les otorga un p e q u e ñ o "margen de f lex ib i l idad" , luego del cual los aumentos son penados impositivamente) se abre un am­plio margen de maniobra para las patronales. A l obrero combat ivo de lo "condena" a cobrar el sueldo oficial , lo que consti tuye u n despido indi­recto ya que un trabajador no está dispuesto a vivir en la Argent ina con 150 dólares mensuales. A l obrero que colabora con la empresa se lo pre­mia con una serie de incentivos, que t e ó r i c a m e n t e no f o r m a r í a n parte del concepto de salario, y que son manejados arbitrariamente por la empresa (premios por p r o d u c c i ó n , por asistencia, gratificaciones, subca t ego r í a s etc). De ésa forma se rompe el pr incipio de " a igual trabajo, igual salario" otra de las conquistas fundamentales del movimiento obrero argentino. Y en lo concreto se genera el divisionismo en el seno de los trabajadores, que ya no ganan igual (para la misma ca t ego r í a ) no só lo en el gremio, sino t amb ién en cada empresa. Se llega al deliberado absurdo que dos opera­rios de la misma c a t e g o r í a que atienden la misma m á q u i n a ganan sustan-cialmente distinto por la incidencia de premios, gratificaciones individua­les etc.

E l aumento de los incentivos en la c o m p o s i c i ó n del salario real (lo que t é c n i c a m e n t e se denomina "deslizamiento salarial) se puede apreciar en todas las ramas de la e c o n o m í a , y según una encuesta de 1977 los in-

centivos superan el 50% del salario r e a l . " Es evidente que se trata de una po l í t i ca del conjunto de las patronales (por lo menos las de cierta enver­gadura) que ac túan como aparatos del estado en la ap l icac ión de la estra­tegia global. L a relación entre la p o l í t i c a oficial y el sistema de incentivos aplicado por las empresas, surge por ejemplo cuando en Septiembre de 1979 el gobierno dec id ió liberar el salario, con la c o n d i c i ó n de que la mi­tad de los aumentos sean subordinados a cláusulas de mayor productivi­dad (premios a la p r o d u c c i ó n etc). Por otro lado, en los ú l t i m o s tres años proliferaron las reuniones y congresos de Dirigentes de Personal, que se dedicaron a coordinar las po l í t i c a s de las empresas en estrecha re lac ión con el Gobierno (muchos de estas reuniones fueron presididas por fun­cionarios oficiales.

Otro aspecto de la p o l í t i c a salarial fue la división entre el personal más calificado y el resto. Esa modal idad fue puesta en p rác t i ca en la adminis­t rac ión públ ica , en la docencia y en las empresas del estado por iniciat iva públ ica , en la docencia y en las empresas del estado por iniciat iva expresa del equipo e c o n ó m i c o . Pero t a m b i é n se ha observado el f e n ó m e n o en la empresa privada, donde ha crecido la brecha entre oficiales y peones 2 0 . N o hace falta remarcar que és ta es otra de las medidas tendientes a restarle unidad al movimiento obrero.

Por ú l t i m o queremos señalar que los mecanismos de congelamiento salarial y de división del movimiento obrero tienen sus l ími t e s . E n cuanto a la reducc ión del salario, sólo hay que recordar la relativa escasés de la mano de obra en la Argentina, para comprender que al menos en algunos sectores será necesario ofrecer salarios mucho más atractivos. E n este sen­tido no es casual la l iberac ión del salario de Septiembre de 1979 (con las limitaciones ya mencionadas en cuanto a la productividad) que deja libra­do a cada empresa el aumento de salario. Mientras que la po l í t i c a de incen­tivos y divisiones choca con el escaso margen de concesiones e c o n ó m i c a s y con la desarrollada conciencia unitaria del movimiento obrero argentino.

5) El arma de ¡a recesión

L a c o n d u c c i ó n e c o n ó m i c a impu l só una serie de mecanismos que trajeron como consecuencia la recesión e c o n ó m i c a : además del congelamiento sala­rial se destacan la apertura de la e c o n o m í a mediante la rebaja de aranceles a ciertos productos importados y la modi f icac ión de la paridad c a m b i a r í a en beneficio de la p r o d u c c i ó n extranjera. L a expl icac ión oficial a la po l í t i ­ca recesiva fue que es la ún i ca posible para contener la inflación sin produ­cir un desempleo masivo. Otros análisis han puesto de relieve que con esta

1 9 "Ingresos, Deslucimiento salarial y costo laboral" (1975-77) de la Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas. (FIEL).

2 0 Conforme Lucio Geller "La ofensiva del 76" en la revista Economía de América Latina No. 3. CIDE.

po l í t i c a la fracción h e g e m ó n i c a trata de redimensionar la estructura pro­ductiva, afectando la industria que produce ú n i c a m e n t e para el mercado interno, y preparando las condiciones para una mayor c o n c e n t r a c i ó n mo-nopó l i ca y competividad en el mercado internacional. Aunque no negamos que és te ú l t i m o sea uno de los p r o p ó s i t o s de la p o l í t i c a recesiva, nos inte-reza analizar c ó m o afecta al movimiento obrero 2 1 .

E n primer t é r m i n o nos parece señalar que, como siempre ocurre, el peso mayor de la crisis e c o n ó m i c a es descargado por la bu rgues í a sobre el movimiento obrero. L o que ha hecho el conjunto de la bu rgues í a es com­pensar las bajas en la p r o d u c c i ó n (motivada por la d i sminuc ión de la de­m a n d a r o n la r educc ión del costo salarial, que como ya lo anotamos fue del orden del 50% , 2 2 ) E n este sentido no es casual que las centrales empre-sarias más representativas no hayan cuestionado la po l í t i ca salarial del es­tado (una de las causas de la reces ión) , l im i t ándose a cuestionar la po l í t i c a cambiar ía y arancelaria. 2 3 )

E n segundo t é r m i n o es falso que hasta 1979 no se haya producido de­socupac ión , o al menos emigrac ión laboral. S i bien las es tad ís t icas oficiales muestran un índ ice muy bajo de d e s o c u p a c i ó n , no dan cuenta de algunos f e n ó m e n o s importantes. 2 4 E l pr incipal de ellos es la emigración de miles de obreros (generalmente con oficios) hacia las actividades por cuenta pro­pia, que en la coyuntura resultaron más rentables. Este f e n ó m e n o fue de tal magnitud que el diario desarrollista Clar ín le d e d i c ó un Informe Espe­cial. De dicho estudio extraemos dos datos importantes para el p e r í o d o 1974/77: que los trabajadores por cuenta propia han obtenido ingresos promedio mayores a los de los asalariados (caso ú n i c o en Amér i ca Latina); y que han crecido del 15,3% al 19,3% de la p o b l a c i ó n activa de la Capital Federal y Gran Buenos Aires, en el p e r í o d o seña lado (Clar ín E c o n ó m i c o 23/10/79. pag. 10 a 13). Otros f e n ó m e n o s que no recogen las es tad ís t i cas oficiales son: el retiro de gran parte de la fuerza de trabajo femenina del mercado, al no compensarse con los salarios los gastos originados con el abandono del hogar; la repa t r i ac ión de los migrantes de los pa í ses l imí t ro ­fes, motivada por la c a í d a del salario y las mayores exigencias de las autoridades migratorias; y por ú l t i m o cabe señalar la migrac ión de trabaja­dores argentinos especializados a países como Venezuela, Canadá , Austra­lia o Brasil , que ofrecen mejores condiciones e c o n ó m i c a s .

Por otro lado, a fines de 1979 un vocero del Ministerio de E c o n o m í a anunc ió que la d e s o c u p a c i ó n se agudizar ía , p red icc ión confirmada en los primeros meses de 1980, cuando cerraron o redujeron su personal numero-

2 1 y 2 2 La política económica ha sido analizada por Botzman y otros en Economía de América Latina No. 2, por Spagnolo y Cismondi en Cuadernos Políticos No. 16.

2 3 En este sentido véase el documento suscripto por el Movimiento Industrial Ar­gentino (MIA) el Movimiento de empresarios del interior (MEDI) y el Movimiento de la Unión Industrial Argentina (Diario Clarín de Argentina, 19 de Octubre de 1979, págs. 16 y 59).

2 4 Conforme L. Geller op. citada.

sas empresas. Aunque el funcionario expl icó la nueva s i tuac ión por la necesidad de aumentar la apertura e c o n ó m i c a (mayores rebajas de arance­les) para detener la inflación, cabe preguntarse si la p r o f u n d i z a c i ó n de la po l í t i ca recesiva no se relaciona con la ola de conflictos salariales, que estallaron en Septiembre y Noviembre de 1 9 7 9 . 2 S

Se ha interpretado la po l í t i c a recesiva como forma de privilegiar los in­tereses de la fracción hegemón ica , ya sea favoreciendo la c o n c e n t r a c i ó n financiera, o creando un excedente de mano de obra calificada que se volcará oportunamente hacia las ramas productivas que se pretende dina-miza r 2 6 .

Creemos que, además , la recesión es un arma fundamental contra el movimiento obrero. De un lado reduce la combatividad general, al perci­birse el peligro de la pé rd ida de la fuente de trabajo. Por otro lado conspi­ra contra la posibilidad de reapar ic ión de una vanguardia obrera, al emigrar hacia otros sectores e c o n ó m i c o s los obreros más calificados. E n éste marco, las empresas desarrollan una po l í t i ca muy clara: presionan la relativa reduc­ción de la p r o d u c c i ó n (que l levaría al cierre si se piden aumentos "irrespon­sables"); y ofrecen a los obreros más combativos un "arreglo" consistente en recibir una suma a cambio de su renuncia, lo que le permite a és tos comprar una p e q u e ñ a m á q u i n a o un taxi y trabajar por cuenta propia.

Esta po l í t i ca t a m b i é n tiene sus l ími tes . E n la Argentina es imposi­ble crear un ejérci to de reserva importante, sobre todo en re lac ión a las ramas más tecnificadas. Más tarde o más temprano se t e n d r á que recurrir a los obreros calificados hoy segregados de las fábricas por razones e c o n ó ­micas o pol í t ico-s indicales . Un anticipo de este proceso lo muestra la in­dustria de la cons t rucc ión (en especial la c o n s t r u c c i ó n de grandes obras de infraestructura) en donde confluyen obreros especializados provenientes de distintas empresas y zonas del pa í s . Y cuando se reactiven algunas in­dustrias privilegiadas por el p a t r ó n de acumulac ió n que se impulsa oficial­mente, 2 7 seguramente surgirán mejores condiciones para el aumento de la combatividad obrera y la reapar ic ión de una vanguardia obrera.

6) L a funcionalidad de las reformas laborales

Una muestra más de la o r i en tac ión antiobrera del "Proceso de Reorganiza­ción Nac iona l " son las profundas reformas laborales , que cancelaron anti­guas conquistas y convirt ieron la legislación del trabajo (otrora de las más modernas) en una de las más restrictivas y reaccionarias. Más allá de la denuncia, nos interesa señalar la funcionalidad de las nuevas leyes respecto

2 5 Vor declnraciones del Secretario de Comercio Alejandro Estrada, recogidas por El Día del 13/10/79.

3 6 Lucio Geller, op. citada.

2 7 Las ramas privilegiadas serían la siderúrgica, la petroquímica, la papelera y la atómica (conf. M. UoUman y otros, op. citada).

a la repres ión global sobre el movimiento obrero y a los intereses y concep­ciones de la fracción hegemón ica .

E l mismo 24 de Marzo de 1976 se suspende el derecho de huelga y toda . . ."medida de fuerza, paro, i n t e r r u p c i ó n , o d i sminuc ión del trabajo o su d e s e m p e ñ o en condiciones que de cualquier manera puedan afectar la p r o d u c c i ó n " , (ley 21. art. 1). Esta disposic ión es complementada por la ley 21.400, del 3 de Septiembre de 1976, por la cual se autoriza al Poder Ejecutivo a suspender cualquier medida de acc ión directa; una vez publi­cada la decis ión oficial los trabajadores que participen en la huelga u otra medida de fuerza p e r d e r á n derecho al salario (o se les reduc i rá en forma proporcional a la baja de la p r o d u c c i ó n ) , p o d r á n ser despedidos sin indem­nización, y hasta serán pasibles de penas carcelarias que van de 1 a 10 años (arts. 2, 5, 7 y 8). Por otro a r t í c u l o se autoriza a las empresas a despedir s in . indemnizac ión a los obreros detenidos " a disposic ión del Poder Ejecu­t ivo" por más de tres meses (aunque sean delegados).

Estas leyes no requieren demasiados comentarios. Encarnan una reac­ción radical del estado contra la llamada " subver s ión industr ial" y la van­guardia obrera.

T a m b i é n fueron recortados los derechos individuales del trabajador, con la reforma de la ley del Contrato de Trabajo (mediante la ley 21.279, del 13/5/76) . E l nuevo régimen deroga principios probatorios que benefi­ciaban al trabajador, reduce las ga ran t í a s para trabajadores enfermos, mu­jeres embarazadas etc., y modif ica el rég imen indemnizatorio para el caso de despido injustificado de un trabajador. Esto ú l t i m o es lo de mayor im­portancia inmediata, ya que resulta funcional a la po l í t i c a de despidos que emplean las patronales, convirt iendo en ilusoria la c o m p e n s a c i ó n que reci­be el trabajador al no actualizarse según el costo de la vida. Digamos al pasar que el nuevo régimen indemnizatorio ha sido declarado inconstitu­cional por la Corte Suprema de la Nac ión a mediados de 1979.

A ú n de mayor importancia son las reformas al derecho sindical. Y a desde mediados de 1976 se suspenden las elecciones y asambleas gremia­les y en la p rác t i ca se faculta al Minister io de Trabajo para elegir los dele­gados de cada fábrica (ley 21.356). E n realidad, la m a y o r í a de las empresas quedan sin delegados gremiales, y en las que los hay son designados por el Ministerio de Trabajo, a propuesta de la burocracia sindical y previa con­formidad de la empresa. C o n esta s i tuac ión se anula una conquista básica del movimiento obrero, que desde los o r ígenes del peronismo tuvo en el delegado de secc ión uno de los puntos claves de su organ izac ión .

L a ofensiva antisindical se consuma y legaliza con la reciente sanción de la ley 22.105 de Asociaciones Gramiales de Trabajadores, que con fe­cha 15/12/79 reemplaza al rég imen anterior, que p r o v e n í a del gobierno de Isabel Perón y h a b í a sido suspendido parcialmente luego del golpe. Para analizar el contenido de esta ley nos parece necesario diferenciar las dispo­siciones que es tán dirigidas directamente contra el movimiento obrero y su vanguardia, e inspiradas por la doctrina de "contrainsurgencia" que presi­de la repres ión estatal; de otras medidas que atacan coyunturalmente a la burocracia sindical y es tán inspiradas por la fracción hegemón ica .

Dentro del primer grupo de disposiciones merecen citarse las siguientes: 1) Los dirigentes y delegados sindicales no pueden tener antecedentes

penales o "policiales", abriendo és ta ú l t i m a expres ión un amplio margen de arbitrariedad (arts. 17 y 18).

2) Se suprime en los hechos a los delegados por sección o departamen­to al aceptarse solamente un delegado cada 100 obreros (art. 19).

3) Se elimina la estabilidad de los delegados gremiales, ya que las patro­nales pueden despedirlos pagando una indemnizac ión (art. 54).

4) Se otorga al Minister io de Trabajo gran margen de arbitrariedad pa­ra aceptar o no sindicatos por empresa, una de las formas en que se expre­só el sindicalismo independiente en la Argentina (art. 5).

5) Se da amplio margen a la in te rvenc ión del Minister io de Trabajo sobre los sindicatos, y una vez producida no puede ser aprobada (arts. 16 y 30).

Sobre este paquete de medidas no hubo discus ión en las filas burgue­sas ni antes ni después de conocida la ley, se trata de a r t í cu los que quitan todo sustento legal a la organizac ión de los trabajadores con independen­cia del estado; o, en otras palabras, se evita la legalización de la "subver­sión industrial" , a través de cuerpos de delegados o sindicatos clasistas.

Más discus ión generó el otro grupo de disposiciones. Y a desde la dis­cusión del proyecto de ley importantes fracciones burguesas se opusieron a que se recorte el poder de la burocracia sindical. Finalmente se impuso el criterio de la fracción hegemón ica , explici tado claramente por uno de sus voceros, el secretario de Hacienda Juan A l e m á n , quien a f i rmó que el "poder s indica l" era el principal o b s t á c u l o para el desarrollo del p a í s . 2 8

Antes de analizar los a r t í cu los que afectan principalmente y en la co­yuntura a la democracia sindical, conviene hacer una importante ac larac ión .

S i bien es tán dirigidos contra el "exces ivo" poder de negociac ión de la burocracia sindical, cuyas corrientes dominantes (vandorismo, etc.) se han alineado h i s t ó r i c amen te con la burgues ía desplazada, perjudican estratégi­camente al movimiento obrero en general ya que debilitan su centraliza­ción y capacidad e c o n ó m i c a y po l í t i ca . Incluso, en la coyuntura, debili tan a la opos ic ión , ya que es evidente que la cúpu la sindical tiene contradic­ciones reales (aunque secundaria) con la fracción hegemón ica .

Las disposiciones en cues t ión son las siguientes: 1) Se prohibe formar sindicatos que excedan el marco de cada una de

las provincias o de la capital federal (art. 5) y se pone limitaciones a la actividad de las federaciones (art. 37).

2) Se declaran disueltas las asociaciones de tercer grado, lo que signi­fica eliminar la poderosa y tradicional C . G . T . (art. 75).

3) Se prohibe a los gremios toda actividad po l í t i ca directa o indirecta, y toda actividad lucrativa (arts. 8 y 11).

4) . Se quita a los gremios la admin i s t r ac ión de las poderosas Obras Sociales (art. 9).

1 8 Conforme diario El Dfa, 23/10/79 págs.

5). Se prohibe fijar cuotas a los trabajadores no afiliados, y cuotas di­rectas por parte de las federaciones (arts. 38 y 45).

De la simple lectura de estos a r t í cu los se desprende su contenido reac­cionario y sus efectos negativos sobre la cen t ra l izac ión del movimiento obrero. Incluso es fácil relacionar el intento de atomizar el sindicalismo con la suspens ión de las Comisiones Paritarias Salariales, ya que ambas me­didas restan poder al movimiento obrero en la negociac ión salarial. S in em­bargo la nueva ley sindical abre algunas interrogantes sobre la eficacia a largo plazo de la po l í t i c a de la fracción hegemón ica . ¿Acaso no se debil i ta objetivamente uno de los aparatos del estado en el sentido de que ha sido evidente la a c t u a c i ó n de la burocracia sindical como aparato ideo lógico del estado y como auxiliar del aparato represivo oficial? Evidentemente la decis ión de debilitar el aparato sindical tiene sus riesgos, como ya lo han señalado prominentes voceros de otras fracciones de las clases dominantes, como los ex-presidentes F rond i c i y Lanusse.

T a m b i é n cabe preguntarse acerca de si la a t o m i z a c i ó n del sindicalismo legal afec tará seriamente la unidad del movimiento obrero. Los trabajado­res argentinos tienen un gran sentido de unidad y una larga experiencia en la lucha semiclandestina. E l surgimiento s i m u l t á n e o de decenas de conflic­tos salariales en el a ñ o de 1979 y la c o n d u c c i ó n de los mismos por grupos internos no legalizados son una prueba de nuestra a f i rmac ión .

7) E l marco represivo y la crisis po l í t i co - ideo lóg ica .

Los mecanismos puestos en juego por el estado contra los trabajado­res se sostienen en ú l t ima instancia por la repres ión terrorista. Es difícil explicar el relativo éx i t o de la po l í t i c a salarial (por ejemplo) sin tener en cuenta el marco de terrorismo de estado. Por otro lado, la crisis po l í t i co -ideológica del movimiento obrero, acentuada por la propaganda oficial t a m b i é n contr ibuye a explicar el relativo reflujo de la lucha proletaria.

Respecto a la incidencia del terrorismo de estado sobre el movimiento obrero cabe recordar que la repres ión sobre los principales cordones indus­triales fue s i s temát ica y rigurosamente planificada. E n rigor la profilaxis c o m e n z ó en forma selectiva en 1975, cuando fueron arrestados los dirigen­tes de los gremios independientes y las empresas en lucha. A partir del golpe del 24 de Marzo la o p e r a c i ó n c o b r ó mayor profundidad, siendo en­carcelados o "desaparecidos" todos los delegados, subdelegados, parita­rios, miembros de listas de opos ic ión y activistas de base en todas las fá­bricas que tuvieron conflictos significativos. E l éx i t o de la ope rac ión fue garantizado por la activa pa r t i c ipac ión de empresarios y algunos sindica­listas corruptos, que proporcionaron listas completas a las Fuerzas Arma­das. De esa forma fue literalmente "borrada" la vanguardia obrera y se dio un escarmiento ejemplificador al conjunto de los trabajadores. E n cada una de las fábricas importantes quedaron ausencias aleccionadoras.

E n las empresas del estado se ap rec ió con claridad la estrategia represi­va. A d e m á s de las detenciones o desapariciones, que fueron masivas en las empresas industriales (Astil leros R í o Santiago, por ejemplo) se aplica-

ron mecanismos como el de la ley 21.260 (conocida como "antisubversi­va") que autoriza al Poder Ejecutivo acesantearsin i n d e m n i z a c i ó n alguna a todo obrera o empleado del estado sospechoso de "actividades disociado-ras, o vinculación con la subvers ión" .

Aunque la repres ión directa y masiva sobre los trabajadores se desarro­lló solamente a lo largo de 1976, el peso del "escarmiento" se prolonga hasta nuestros d ías , temor que es reforzado por selectivas detenciones y /o desapariciones. Luego, a la repres ión física siguió la propaganda antisub­versiva. Durante 1977 y 1978 se pudo ver en la televisión propagandas ofi­ciales donde se alertaba a los obreros sobre las consecuencias de seguir los consejos de agitadores infiltrados en las fábricas. Por ú l t i m o , la descrip­ción del terrorismo de estado q u e d a r í a incompleta sin una m e n c i ó n al des­pliegue bélico y p r o p a g a n d í s t i c o en relación al confl icto l im í t ro fe con Chile; más allá del enfrentamiento g e o p o l í t i c o , que tiene aspectos reales, el fantasma de la guerra fue agitado con fines intimidatorios y de distrac­ción por el gobierno argentino, llegando a crear verdadera p r e o c u p a c i ó n en sectores del movimiento obrero.

E l otro factor a considerar es la crisis po l í t i ca que vive el movimiento obrero, y que según nuestro punto de vista fue profundizado por la propa­ganda oficial , o al menos manipulada. E l problema de la crisis po l í t i co -ideológica se relaciona en primer lugar con el fracaso del ú l t i m o gobierno peronista. Desde 1955 en adelante el marco p o l í t i c o de las luchas obreras h a b í a sido el retorno de Perón , lo que significaba recuperar el nivel de vida del p e r í o d o 1945-55; por de t rás s u b y a c í a n las consignas ideológicas pero­nistas de justicia social y vida digna a los trabajadores. E l ú l t i m o gobierno peronista no r e spond ió a las expectativas de los trabajadores, y esa frustra­c ión , sumada a la muerte de Perón generaron una grave crisis po l í t i ca . Por otro lado, los obreros más avanzados, que superando el Justicialismo se identificaron con alguna de las organizaciones de izquierda (peronistas y no peronistas) t a m b i é n sufrieron una profunda f rus t ración al ser éstas p r á c t i c a m e n t e aniquiladas. E n este marco, la propaganda oficial profundi­za la crisis con permanentes denuncias (fundadas o no) sobre la c o r r u p c i ó n de los dirigentes peronistas y con una c a m p a ñ a que hace aparecer a las or­ganizaciones de izquierda como orquestadas por el "comunismo interna­c iona l" . E n s íntesis , se despolitiza a las masas tratando de demostrarles que aquél los en quienes alguna vez confiaron eran sólo delincuentes eco­n ó m i c o s o ps icópa tas a sueldo del terrorismo internacional.

S in dudas el movimiento obrero sufrió el impacto del terrorismo de estado y de la propaganda po l í t i ca oficial . N o sólo decrec ió la cantidad de huelgas, sino a d e m á s la d iscus ión po l í t i ca en el seno de las fábricas. Inclu­so, cuando surgieron reclamos obreros los voceros sindicales se encargaron de señalar claramente que se trataba de reclamos e c o n ó m i c o s y no plan­teos po l í t i cos , mientras que todas las c r í t i cas se concentran en el Ministro de E c o n o m í a y no en la Junta Mil i tar . Aunque en todo esto hay una acti­tud tác t ica e inteligente por parte de los trabajadores, creemos que está surgiendo una tendencia a defender los intereses corporativos y de objetiva despol i t i zac ión , lo que refleja el relativo éx i t o de la po l í t i c a oficial , pero

és ta tiene un riesgo importante, al descalificar y reprimir al movimiento peronista y al enfocar a la izquierda como una especie de cánce r importa­do (análisis que surge de la doctrina de contrainsurgencia) deja margen para la apar ic ión en el seno del movimiento obrero de tendencias a u t ó n o ­mas que tanto pueden derivar en movimientos de t ipo laborista como en organizaciones radicalizadas y clasistas.

8) Algunas ca rac te r í s t i cas de la respuesta obrera

Anal izando las huelgas de 1976 a 1979 surgen de inmediato algunas obser­vaciones. L a primera es que han decrecido respecto al p e r í o d o 1973-76, aunque el promedio es mayor que en etapas anteriores a 1973 (como por ejemplo el p e r í o d o 1 9 6 9 - 1 9 7 2 ) 2 9 . Otra observac ión es que la reivindica­ción salarial es ampliamente dominante.

Para avanzar en el s e ñ a l a m i e n t o de algunas carac te r í s t i cas de las huel­gas consideramos pertinente distinguir dos etapas: la primera abarca de Marzo de 1976 a mediados de 1979, la segunda abarca los ú l t imos seis meses de 1979.

E n el primer p e r í o d o seña lado las huelgas importantes no fueron nu­merosas, y en su m a y o r í a se localizaron en empresas del estado. L a prime­ra de trascendencia fue la que sostuvieron los trabajadores de la electrici­dad de Buenos Aires, pertenecientes a la Empresa estatal S E G B A . Comen­zó en Octubre de 1976 y a principios de 1979, h a b í a sido totalmente aplastada por el estado, quedando un saldo importante de desaparecidos. L o ca rac t e r í s t i co de éste confl ic to es que t a m b i é n la burocracia sindical, que t e n í a una gran trayectoria colaboracionista, fue reprimida duramente, lo que puede simbolizarse con el secuestro y desapar ic ión de Oscar Smi th , conocido dirigente sindical "part icipacionista" . En la misma é p o c a hu­bo un conf l ic to en el gremio t e l e fón ico , que t a m b i é n fue derrotado. Más tarde, en noviembre de 1977 hubo un importante movimiento huelguís t i ­co en los ferrocarriles y sub t e r r áneos , que a m e n a z ó paralizar Buenos Aires al plegarse algunos choferes del transporte colect ivo. Aunque el estado conced ió un p e q u e ñ o aumento las bases obreras no lo consideraron satis­factorio, por lo que en 1978 reaparecieron algunos conflictos en los subte­r ráneos y ferrocarriles, sin que se logre mejoras significativas. A lgo similar ocur r ió con los portuarios.

Aunque hubo otros conflictos m á s o menos encubiertos, especialmen­te en la industria automotr iz (por ejemplo Ika-Renault en C ó r d o b a y Mer-cedez Benz y Peugeot en Buenos Aires) no llegaron a ser huelgas declara­das. Por lo tanto nos l imitaremos a señalar algunas ca rac te r í s t i cas de las huelgas de ferroviarios, t e le fón icos , electricistas, trabajadores de subter rá ­neo y portuarios, que fueron las principales entre 1976-1978.

L a primera ca rac te r í s t i ca es que se dieron en empresas muy castigadas por la p o l í t i c a of icial . Según una encuesta los ingresos netos de los opera­rios oficiales de las empresas del sector púb l i co se redujeron en un 41.8%

2 9 Conf. J. Pegoraro estadísticas citadas.

entre Octubre de 1975 y Octubre de 1976, lo que se explica por la po l í ­tica de res t r icc ión del gasto púb l i co y rac iona l izac ión administrativa que siguió el equipo Mar t ínez de H o z . 3 0 E n el caso de los electricistas el golpe fue aún más duro que en el resto de las empresas estatales señaladas ya que eran el arquetipo de la aristocracia obrera.

L a segunda carac te r í s t ica es que las huelgas se dan en gremios que no se destacaron en el movimiento de 1974-75. Esto explica que hayan con­tado con activistas de base para organizar las huelgas, al no recibir la repre­sión al darse el golpe. Aunque t a m b i é n es necesario señalar la participa­ción de cuadros medios de la burocracia sindical en la o rgan izac ión de las huelgas de electricistas, ferroviarios y portuarios. Mientras que en subte­r ráneos y te léfonos los organizadores principales fueron grupos semiclan-destinos con cierta experiencia anterior.

L a tercera ca rac te r í s t i ca es que las huelgas se dan por gremio (no por empresa estatal) y es tán localizadas en el sector servicios (no en ramas es­tra tégicas de la gran industria), lo que p o d r í a compararse con etapas ante­riores de la resistencia obrera, como por ejemplo la é p o c a del presidente Frond ic i (1958-1962) cuando sectores del movimiento obrero se opusie­ron a la " r a c i o n a l i z a c i ó n " administrativa.

E n s ín tes is las huelgas de 1976 a principios de 1979 se nos aparecen más bien como una reacción defensiva de ciertos gremios, más que como una c o n t i n u a c i ó n del movimiento de 1974-1975 cuyas ca rac te r í s t i cas ya hemos descrito. Para nosotros, dicho movimiento recién resurgirá, con al­gunas ca rac te r í s t i cas diferenciales, a mediados de 1979. L a "demora" se explica por la relativa eficacia de los mecanismos que puso en juego el estado y ya analizamos, y por el tiempo que necesita para renovarse el ac­tivismo obrero, luego de su virtual desapar ic ión en 1976.

L a segunda etapa tiene sus antecedentes en algunos conflictos que se dieron a principios de 1979. Se destaca el de la empresa text i l Alpargatas, que fue quebrado por un lock-out patronal y la amenaza de la ap l i cac ión de la ley de Seguridad Industrial.

E n A b r i l de 1979 se lanza una huelga general por parte de la Comis ión de los 25, uno de los sectores en que se dividió la burocracia sindical. Los 25 llamaron "Jornada Nacional de Protesta" a la huelga, y convocaron al "empresariado nac iona l" a sumarse. De este episodio es necesario rescatar su ca r ác t e r s imból ico (la primera huelga general contra la dictadura) y la no concurrencia al trabajo de alrededor de un 40% de los obreros industriales del Gran Buenos Aires (entre ellos los automotrices). Pero no se puede sos­layar que esta huelga general se relaciona más con pugnas entre la burocra­cia sindical y con el intento de los 25 de negociar con el gobierno desde posiciones de fuerza, que con el proceso que se viene dando en las fábricas (en esta é p o c a casi no hay confl ictos) .

E n Septiembre de 1979 surge el confl icto de los obreros de Safrar-Peu-geot, que para nosotros es determinante. Los 5,500 trabajadores hacen un paro de brazos c a í d o s reclamando un aumento salarial del 25% ; y final-

"'Ingresos, deslizamiento salarial, . . etc. op. citada.

mente logran un 23 % y la r e i n c o r p o r a c i ó n de los despedidos. Fue el primer triunfo obrero claro d e s p u é s del golpe mili tar y el inicio de una cadena de de conflictos salariales.

Entre la segunda quincena de Septiembre de 1979 y la primera quince­na de Noviembre del mismo a ñ o , los pe r iód icos informaron de más de 60 conflictos obre ros , 3 1 lo que significa una recuperac ión formidable. Más importante que el n ú m e r o de huelgas es que se obtuvieron triunfos en em­presas de envergadura, como los casos de Standar Electr ic , Tex t i l Duc i lo , Sniaffa, Güe ra , Chysler , Fevre, etc.

Aunque nos falta i n f o r m a c i ó n , podemos aventurar que esta ú l t ima ola de conflictos recupera en gran parte la experiencia de 1974-75. Incluso mantiene muchas de las ca rac te r í s t i cas de aqué l movimiento: luchas por fábrica que se influyen r e c í p r o c a m e n t e , la re iv indicación salarial como eje de movi l izac ión , pa r t i c ipac ión decisiva de los activistas de base; rol de van­guardia de los obreros de las grandes empresas.

Por supuesto que la s i tuac ión no es la misma y aparecen variantes im­portantes: el contenido p o l í t i c o e x p l í c i t o es mucho menor y falta una di­rección y c o o r d i n a c i ó n más estructuradas. Para resolver estos déficits segu­ramente se t o m a r á en cuenta la experiencia de las Comisiones Obreras y de las incipientes Coordinadoras de base, y si se logra repetir esas formas de organizac ión adaptadas a la actual etapa, el movimiento obrero crecerá so­bre bases aún más sól idas que en la etapa anterior, donde el triunfalismo y el manipuleo de origen p e q u e ñ o - b u r g u é s resultaron una traba.

9) Perspectivas

Los primeros meses de 1980 demuestran que el proceso de r ecupe rac ión del movimiento obrero argentino no es l ineal. Luego del auge de los últ i­mos meses de 1979 no se han registrado conflictos importantes.

Creemos que hay un elemento que expl ica el nuevo receso de la com­batividad obrera. Se trata de la d e s o c u p a c i ó n masiva que es tá promovien­do el estado con una intensidad mucho mayor que en los a ñ o s anteriores. E l panorama laboral es tá cubierto por cierres de grandes empresas, en es­pecial de la industria au tomotr iz . 3 2 Es suficientemente conocido c ó m o actúa la d e s o c u p a c i ó n masiva sobre la combatividad obrera, y si este pro­ceso se mantiene las consecuencias pueden ser negativas en el corto plazo.

Mirando más a mediano plazo creemos que la f racción h e g e m ó n i c a im­pulsará la reac t ivac ión de los sectores es t ra tég icos de su proyecto de desa­rrollo. Industrias como la s iderúrgica , la p e t r o q u í m i c a , la a t ó m i c a y la papelera son privilegiadas en el plan de fomento industrial , y está previs­ta la ampl i ac ión de algunas empresas automotrices que resultaron favoreci­das por la reorgan izac ión operada por el sector; t a m b i é n se prevé cont i ­nuar la c o n s t r u c c i ó n de grandes obras públ icas de infraestructura.

3 1 La revista Controversia No 2/3 recopiló estos datos.

3 2 Conforme Clarín Económico del 25/6/80.

E n todas estas industrias creemos que se r eag rupa rá y c o n c e n t r a r á un proletariado de alta calif icación técn ica y que no es ajeno a la experiencia global del movimiento obrero argentino (en especial a las ú l t i m a s luchas). Al l í e s ta rán dadas las condiciones para la apa r i c ión de una nueva vanguar­dia obrera. Seguramente surgirán nuevos mecanismos de contro l , pero no se d i spondrá , por los l ími t e s estructurales que existen en la Argent ina , con un ejérci to de reserva comparable en los casos de Brasil y Méx ico (por dar algún ejemplo), ni h a b r á posibilidades, por la actual crisis internacional, de conceder salarios tan altos como los que se alcanzaron en la primera experiencia peronista, y aún en la segunda. Por esto, y por la gran expe­riencia acumulada por el movimiento obrero argentino, las perspectivas son, a nuestro ju i c io , de renovadas luchas obreras.

10) Consideraciones finales

Una vez m á s en la Argent ina moderna, el movimiento obrero se enfrenta a un gobierno hegemonizado por la gran burgues í a , en esta oportunidad la r eo rgan izac ión laboral encarada por el estado con el objeto de debilitar la capacidad de respuesta obrera, ha sido de una profundidad sin preceden­tes. Sir> jmbargo, la resistencia obrera es la pr incipal amenaza para la con­so l idac ión del plan económico- soc ia l mediante el cual se pretende estabili­zar el sistema capitalista dependiente bajo la égida de la f racción más concentrada y tradicional de la gran burgues ía .

L a c u e s t i ó n salarial es tá hoy en el centro de la lucha de clases en la Argent ina . Hay varias razones que fundamentan esta ca rac te r i zac ión . L a primera de ellas es que la r e d u c c i ó n de los costos salariales es uno de los pilares de la actual po l í t i c a e c o n ó m i c a , que busca hacer pagar al movi­miento obrero el precio de la r e e s t r u c t u r a c i ó n e c o n ó m i c a . V incu lado a es­to, el é x i t o logrado por la f racción h e g e m ó n i c a en el plano salarial evita la agud izac ión de las contradicciones con las otras fracciones burguesas, que si bien se han perjudicado por algunos aspectos del plan e c o n ó m i c o , se han favorecido enormemente por la r educc ión a la mitad de los costos salaria­les. Por todo esto, si el movimiento obrero logra sobreponerse al retroceso salarial y quebrar la p o l í t i c a oficial en la materia, el plan M a r t í n e z de H o z hab rá fracasado.

De otro lado, la lucha salarial es el principal factor de unidad que hoy tiene la clase obrera, al entrar en crisis la unidad po l í t i ca que le h a b í a dado las expectativas por la vuelta de Perón y un gobierno basado en la justicia social. Desaparecido el general Perón y luego del rotundo fracaso del go­bierno que concluyera Isabel Pe rón , al movimiento obrero sólo le queda la unidad que fue logrando en la lucha por sus reivindicaciones inmediatas. L a genera l izac ión de las huelgas salariales, será entonces, la posibil idad de desestabilizar un nuevo proyecto de la gran burgues ía ; y a la vez, el caldo de cul t ivo para la f o r m a c i ó n de una nueva vanguardia obrera, y la cons­t r u c c i ó n de un nuevo marco po l í t i co - ideo lóg ico , que supere en la concien­cia de los trabajadores, la c o n c e p c i ó n "Just ic ial is ta" ya en crisis.

C U A D R O N o . 1

Deslizamiento Desliram. sobrv

Sector Fechas sobrv

Sector Ind. Real Ind. Real Remuneraciones

Monto Base Oct. 75 Base Oct. 76 Brujías S 100 100

Alimentos Oct/75 5297.7 100.0 43.3 y Oct/76 12674.1 54.7 100.0 39.2

bebidas Ene/77 21935.8 67.4 123.2 42.3 bebidas Jul/77 49334.5 98.1 179.3 51.4

Oct/75 8479.9 100.0 62.6 Textiles Oct/76 24152.1 60.4 100.0 64.6

Ene/77 33835.2 65.0 107.6 60.0 Jul/77 60833.1 75.6 126.2 66.6

Oct/75 8106.4 100.0 58.0 Papel Oct/76 26690.9 69.8 100.0 66.8 Papel

Ene/77 28962.0 58.2 83.4 54.0 Jul/77 74817.9 97.3 139.4 69.5

Oct/75 4894.2 100.0 39.6 Cuero Oct/76 25560.0 110.7 100.0 57.0

Ene/77 30435.0 101.2 91.4 62.3 Jul/77 33740.3 72.6 65.6 44.7

Oct/75 4530.4 100.0 36.6 Químicos Oct/76 22090.3 103.4 100.0 63.2 Químicos

Ene/77 27798.4 99.9 96.6 40.2 Jul/77 59815.9 139.2 134.6 68.0

Derivados Oct/75 5116.4 100.0 33.8 del Oct/76 17827.1 73.9 100.0 36.0

petróleo Ene/77 26273.9 83.6 113.1 30.2 Jul/77 63682.6 110.6 149.7 44.7

Oct/75 5988.3 180.0 61.2 Minerales Oct/76 25284.3 89.5 100.0 64.6

no Ene/77 31340.7 85.2 95.2 67.8 metálicos Jul/77 61928.1 109.0 121.8 64.8

Oct/75 5271.8 100.0 38.1 Metalúrgicos Oct/76 19915.7 80.1 100.0 49.7

Ene/77 32230.2 99.8 124.6 49.0 Jul/77 59348.4 118.6 148.1 69.2

Maquinaria y Oct/75 4354.9 100.0 36.4 equipos de Oct/76 28594.3 139.2 100.0 68.6 transporte Ene/77 24924.2 93.2 66.9 44.7

Energía y Oct/75 10671.2 100.0 64.4 transportes Oct/76 26508.6 52.7 100.0 88.6

Ene/77 42015.5 64.1 121.6 63.6 Jul/77 72356.4 71.5 135.7 68.3

Empresas del Oct/75 7099.3 100.0 47.6 sector Oct/76 20804.3 62.1 100.0 49.1

público Ene/77 28724.3 66.9 106.1 48.2 Jul/77 43280.1 64.2 103.4 47.9

Fuente: Encuesta fiel.

C U A D R O N o . 2

C O N F L I C T O S S A L A R I A L E S E N T R E 1973-1976

P e r í o d o Porcentaje de las luchas salariales

Junio-Septiembre 73 5% Octubre-Febrero 74 21% Marzo-Junio 74 32% Jul io-Octubre 74 27?,

Noviembre 74-Marzo 75 16% Abr i l - Jun io 75 26% Jul io-Agosto 75 45%

Septiembre 75-Enero 76 65%

Fuente: E. Jelín, articulo citado.

C U A D R O N o . 3

C O N F L I C T O S O B R E R O S D E F I N E S D E 1979

P e r í o d o

15 a 30 Septiembre 79 1 a 15 Octubre 79 16 a 30 Octubre 79 1 a 15 Noviembre 79

Tota l de conflictos

6 23 24

9

Confl ic tos por salarios

6 19 20

6

Fuente: Diarios y Revista Controversia 2/3.