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CURSO MAESTRO DE ECOALDEAS Y COMUNIDADES RESILIENTES

Este material fue escrito por:

KORU TRANSFORMACIÓN Marian Ríos y Claudio Pereira

se hace realidad gracias a:

SESIÓN #3 LECTURA 2. Conciencia de Especie

y está bajo la licencia de:

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Te invitamos a tomar conciencia de tu lugar en el tiempo y el espacio, de manera de ampliar los límites de tu identificación con el gran flujo de la evolución de la vida en la tierra. Ampliar los límites de tu conciencia es el primer paso para la comprensión ecosistémica de los procesos de vida y la lectura de la naturaleza cómo base para el diseño de los sistemas eco-psico-sociales.

Aventúrate a experimentarte como una parte integral de la Naturaleza, una aparición reciente en la trayectoria de 3.5 billones de años de biología evolutiva que representa la saga de la Vida en la Tierra.

Hay algo en la forma de hacer de la Naturaleza que es inherentemente sostenible. Cuando los seres humanos seamos capaces de volver a acercarnos a ella como maestra y guía, se revelarán muchas lecciones importantes.

Para entender la vida hay que conocer su medioambiente que, a gran escala, es el Universo mismo. Para entender el por qué buscamos vida, hay que conocer la historia que nos ha llevado a la formulación de nuestro actual modelo del Universo. Este es nuestro primer desafío, llegar a situarnos en el aquí y ahora, en el tiempo y en el espacio, en el lugar y momento al que estamos llegando en el proceso evolutivo de la vida en el planeta.

Si damos por sentado que, en su conjunto, la biósfera ha evolucionado como si fuera un sistema viviente, en el que sus numerosos subsistemas juegan papeles diferentes y dependientes unos de otros, entonces siendo la humanidad un subsistema de este sistema planetario más vasto, no puede ser estudiada de forma aislada o separada de él. ¿Cuál sería entonces nuestra función en relación al planeta?.

La sociedad humana se puede analizar como nuestro sistema nervioso, es decir, contemplándola como un complejo sistema de recolección, comunicación, y almacenamiento de datos. Nos hemos agrupado en ciudades y pueblos, cómo las neuronas se agrupan en ganglios dentro del sistema nervioso. Análogamente, los ganglios y las neuronas individuales se comunican mediante vastas redes de información.

CONCIENCIA DE ESPECIE

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Puede que seamos parte de un sistema nervioso global que en un momento crítico de su acelerado desarrollo, pudiera parecer que está fuera de control y que amenaza con destruir el cuerpo mismo que le da vida. Si tenemos la intención de cumplir con nuestra función dentro de la mente planetaria, debemos cesar en nuestro comportamiento destructivo radicalmente, cambiando nuestra actitud hacia nosotros mismos, los demás y con el planeta entero.

La humanidad se halla en un estado de crisis profunda y no hay ninguna ley de la naturaleza que garantice necesariamente nuestra supervivencia. La tarea de demostrar de si la humanidad es viable depende de nosotros.

Podemos anticipar el futuro, tomar decisiones conscientes y cambiar deliberadamente nuestro propio destino, si dejamos de hacernos las víctimas pasivas de este proceso. Nos guste o no, somos ahora los custodios del proceso evolutivo de la tierra; está en nuestras manos, mentes y espíritus.

En este contexto surge una nueva categoría de humanidad basada en la identidad de especie que condiciona y afecta a todas las esferas de la vida. Bajo la Conciencia de Especie ya no sólo se pertenece a una familia, a un linaje, a una comunidad, a una cultura, a una nación, o a una comunidad religiosa o política. Antes que todo se es parte de una especie biológica, dotada de una historia y necesitada de un futuro, y con una existencia ligada al resto de los seres vivos que integran el hábitat planetario y, por supuesto, en íntima conexión con el planeta mismo.

La conciencia de especie otorga a los seres humanos una nueva percepción del espacio (topoconciencia) y del tiempo (cronoconciencia) que transciende la estrechísima visión individualista y pragmática heredada de la civilización industrial.

La topoconciencia: Permite al individuo tomar conciencia de su propio cuerpo y de su ubicación en el espacio. Tenemos la oportunidad de construir una visión integral por las diferentes escalas del espacio, una visión que va del propio cuerpo al cuerpo del planeta, y que reconoce y recorre a la casa o el hogar, a la comunidad o al barrio, a la región o el municipio, a la nación, como ámbitos de extensión de su propio cuerpo.

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La topoconciencia dota al ser humano de una visión integral del espacio, desde su propio cuerpo hasta la dimensión planetaria, y le permite recorrer las diferentes escalas reconociendo la existencia de diferentes procesos y su conexión entre ellos.

Todo lo que existe se encuentra por lo tanto interconectado, y cada acción de diferente escala incide en las acciones de las otras escalas y viceversa. Lo local no está por lo tanto aislado de lo global, de la misma manera que lo bioregional afecta lo individual y viceversa.

La Cronoconciencia: Implica la recuperación de la visión evolutiva, es decir la restauración de la capacidad para recordar, para percibir el tiempo en toda su profundidad. Esto permite ubicarse como parte de los distintos procesos históricos.

Comenzamos por recordar la historia individual, su rol como parte de una familia, sus relaciones más cercanas con parientes y amistades. De ahí extenderse hacia la historia de su colectividad más próxima: su barrio, su comunidad, su provincia, su región, hasta llegar a la historia de su país. Se pasa después a la historia de la especie humana, con una dimensión de unos 200,000 años, a la historia de la

Tierra (5 mil millones de años) y a la historia del universo (15 mil millones de años).

Esta conciencia integral del tiempo, permite relativizar los fenómenos del presente incluyendo su propia actuación o comportamiento. Ello nos dota de una conciencia de los ritmos de los procesos y de la importancia relativa del presente. Lo que nos induce, a construir el futuro desde una perspectiva que ubica lo individual, lo familiar y lo humano en el torrente de la evolución, biológica, geológica y finalmente cósmica.

Es necesario entonces, para poder transitar la espiral personal y decidir responsablemente lo que queremos construir en nuestro presente, vernos como un fractal del movimiento de evolución planetario, desde allí su potencia integradora y sanadora.

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La Caminata Cósmica

Te invitamos a transitar desde tu corazón, mente y cuerpo el recorrido de nuestro inicio como Universo.

Hace unos 13.700 millones de años…

…cuando todavía no había años… cuando todavía no existía tiempo…

…en el límite entre la existencia y la nada… más allá de las fronteras de nuestra capacidad de abstracción…

…algo infinitamente pequeño, sin dimensiones ni edad encerraba en sí la probabilidad de la creación…

…una energía infinita e infinitamente concentrada.

Y comenzó el tiempo…

…y se creó el espacio… y se liberaron materia, antimateria y energía en una grandiosa escena de creación y destrucción…

… y se desataron las cuatro fuerzas… y se formaron las partículas elementales…

…y se sintetizaron los elementos primordiales.

300.000 años después, la radiación pudo atravesar la materia…

… y todo siguió expandiéndose y enfriándose, arrastrando consigo el tiempo y el espacio.

Y dispersando las cenizas de la gran explosión….

…a nuestro universo actual…

Vivimos en los comienzos del tercer milenio de una historia cuyo punto 0 ha sido escogido de forma arbitraria desde uno de los innumerables instantes que se han subseguido durante 14.000 millones de años.

¿Y antes? ¿Qué hay más allá de lo más lejano? Absolutamente nada, o mejor dicho, la nada absoluta. La nada está fuera del espacio y del tiempo. En otras palabras no existe ni un “fuera” ni un “antes” del Universo pues este mismo es el espacio-tiempo, a la vez que la materia y la energía.

Y además el Universo se expande, estirando el espacio-tiempo y diluyendo esa energía que, en el instante 0 fue infinita e infinitamente concentrada y se generó de la Nada por una “fluctuación cuántica del vacío”. La probabilidad de la existencia se materializa en el Bing- Bang. La gran explosión cuyas cenizas constituyen nuestro universo actual.

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El origen del universo es un inmenso fuego tan caliente y tan denso que hace frente a nuestra comprensión habitual de la palabra fuego. Esta primera llamarada, que a veces llamamos “el Big Bang” o primer resplandor, ocurrió hace aproximadamente 15 mil millones de años.

“El relámpago inicial se extendió brevemente; luego de repente, con gran furia, entró en una expansión aún más explosiva, que los físicos llaman ‘una ebullición exponencial donde las partículas elementales -los primeros seres materiales- fueron arrancados de un pozo profundo de potencialidad y admitidos en la aventura de la evolución’.”

Nuestro universo nació de una ‘secuencia de acontecimientos temporales, que se desarrollaron desde el interior en miles de millones de galaxias y estrellas’. “En las profundidades de su silencio, el universo se estremecía en una inmensa creatividad necesaria para moldear las galaxias”

Estas estructuras gigantescas se arremolinaban en el gran vacío del espacio, aglutinando todo el hidrógeno y todo el helio en sistemas y grupos de sistemas auto-organizados. Las estrellas más brillantes apuraban la secuencia natural de sus transformaciones y estallaban en supernovas colosales, expulsando materias estelares en toda la galaxia.

Cinco mil millones de años atrás, nuestro sol, compuesto de hidrógeno y helio, hizo su aparición, germinando todos los elementos de nuestro sistema solar. Cuatro mil millones y medio de años atrás, un disco de la sub nube original, grande, justo lo suficiente para resistir los rayos cósmicos del sol, giraba en torno a éste. Con el tiempo, un remanente enfriado de este disco, un residuo, un remolino de elementos, dio origen a Mercurio, Venus, Tierra, Marte, Júpiter, Saturno, Urano, Neptuno y Plutón. Se formaron los planetas y el sistema solar llegó a existir como comunidad.

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La tierra fue un planeta privilegiado, puesto que su tamaño producía un equilibrio gravitacional y electromagnético y su posición en relación al sol le proporcionaba una escala de temperaturas favorables a la formación de moléculas complejas. De estas condiciones, la tierra sacó una extraordinaria creatividad durante los cuatro mil millones de años siguientes, la cual produjo toda la belleza de su superficie, sus plantas y sus animales. Luego, dos a tres millones de años atrás, la tierra tuvo conciencia de lo humano.

Para que la tierra soportara diferentes formas de vida, se precisaba condiciones muy específicas. El más leve cambio haría que el mundo, tal y como lo conocemos, no pudiese existir. en la escala de un año.

El calendario cósmico de Carl Sagan es una escala en la que el periodo de vida del universo se extrapola a un calendario anual.

Hace aproximadamente 4 mil quinientos millones de años que se formó la Tierra y hace 15 mil millones de años se originó el Universo. El Calendario Cósmico comprende todo lo sucedido a partir de la Gran Explosión en la escala de un año. En esa referencia temporal es posible percibir la relativa novedad de la presencia humana en el contexto universal.

Puedes disfrutar y sentir como se amplia tu identidad a escala cósmica, disfruta con todos tus sentidos el siguiente video que nos pone en contexto de la evolución del Universo:

Universo: El calendario cósmico (Historia de la vida)

https://dai.ly/x2upv42

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Desde la cronoconciencia podemos intentar explorar las líneas de tiempo que nos conectan con la sabiduría ancestral de nuestra especie en el planeta. Y esta exploración nos invita a observar la historia de nuestras culturas.

Proponemos que parte de la solución frente a la crisis civilizatoria consiste en revincular a los seres humanos con las tradiciones de los ancestros, una visión de mundo que es necesario honrar y reactivar en los corazones de todos los seres humanos, sin distinción de territorios y razas, pues se trata de una sabiduría sin tiempo, gestada en la profunda relación de los seres humanos con la naturaleza.

Demos una mirada a la sabiduría ancestral andino amazónica, que conecta al continente americano en una diversidad de culturas que comparten una esencia común de respeto y pertenencia a la madre tierra.

Para ponernos en contexto, la cultura andina surgió hace más de 5.000 años de antigüedad, aunque los relatos de los ancestros se refieren a una espiritualidad que se remonta más allá de 14.000 años.

Cómo sea, hablamos de una cosmovisión compartida por una civilización cuyo legado cultural se sostuvo por milenios, resguardada en el seno de las tradiciones y comunidades indígenas de los andes, con plena vigencia como una filosofía de vida que renace con fuerza en estos tiempos.

Para el mundo andino el bienestar del ser humano depende de vivir en armonía

con Pacha Mama o madre tierra, de estar “siendo” con ella. Por lo que resulta fundamental estar observando en nuestro vivir diario como nos relacionamos con la naturaleza. Pacha significa el espacio-tiempo y en este universo existen diferentes pachas.

LA SABIDURÍA ANCESTRAL ANDINA Y EL BUEN VIVIR

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El Kay pacha es el aquí y el ahora, en la cosmovisión andina sólo existe el momento presente, no es un mundo al que vayamos a ir, es un camino de sabiduría en vida, en el devenir, y nosotros somos pura vida, somos tierra pensante. Somos la manifestación de la vida y expresión de kawsay, del gran espíritu. Es por esto que la vida se expresa en el devenir, el estar siendo en armonía con la naturaleza.

Lamentablemente, el estilo de vida occidental está muy alejado de la armonía con la madre tierra, la hemos explotado y contaminando, y peor manipulado, hasta el punto de experimentar pandemias de virus que ponen a prueba nuestros sistemas sanitarios e inmunológicos, extinción de especies, hambrunas, entre otros problemas.

La cosmovisión andina busca naturalizar a un ser humano colectivo y dinámico. Concibe al ayllu o “comunidad” como parte misma de la naturaleza. La comunidad se incluye con el territorio como un ente vivo al igual que las montañas, animales, ríos y bosques. Todos son considerados sagrados y cohabitantes del ayllu.

El ser humano andino no busca dominar la naturaleza, sino estar en equilibrio y armonía. Cualquier daño a la madre tierra repercutirá directamente en la vida de la comunidad. Tienen conciencia de que lo mejor para la salud colectiva es equilibrar el ciclo humano con el ciclo cósmico de la naturaleza.

Derivado de lo anterior, el mundo andino considera el vivir, pensar y sentir en un sentido colectivo, es decir, desde una fuerte identificación con la comunidad de vida y donde prima la ayuda mutua y el trabajo comunal como una manera de sostener el equilibrio con todos los mundos o pachas que conforman el universo multidimensional de los andes. El Buen vivir o Sumaq Kausay o Allin Kausay, es la parte principal de la antigua escuela de los khapaq Kuna. Hombres y mujeres de sabiduría y conocimiento de los andes.

El Allin Kausay, que se puede traducir como ‘esplendida existencia’, “vivir en plenitud” o ‘ vivir bien’, se refiere al “estar siendo con el cosmos”. El reequilibrio físico, mental, y espiritual con la madre tierra para vivir en equilibrio y equidad entre el espacio humano y el espacio de la naturaleza.

Si pudiésemos reconectar a la conciencia de las presentes y futuras generaciones con el legado de las sabidurías ancestrales, el conocimiento de origen, tal vez podríamos abrir nuestras conciencias hacia antiguas percepciones de la realidad que resuenan como alternativas frente al caos actual.

Tomamos los saberes del Buen Vivir como principios que nos invitan a llevar una vida plena y en armonía con la naturaleza en diferentes ámbitos de nuestra vida, los cuales iremos enriqueciendo con herramientas y metodologías ecopsicológicas al servicio de la transformación hacia un estilo de vida saludable y regenerativo.

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Vivir Bien o Buen Vivir, es la vida en plenitud. Es saber vivir en armonía y equilibrio, en armonía con los ciclos de la Madre Tierra, del cosmos, de la vida y de la historia, y en equilibrio con toda forma de existencia. Y ese justamente es el camino y el horizonte de la comunidad; implica primero saber vivir y luego convivir. No se puede Vivir Bien si los demás viven mal, o si se daña la Madre Naturaleza. Vivir Bien significa comprender que el deterioro de una especie es el deterioro del conjunto.

¿Cuáles serían los requisitos indispensables como ejercicios cotidianos para vivir en plenitud? Se resumen en los siguientes (Huanacuni, 2010).

1-Suma Manq’ aña: Saber comer. Es importante escoger alimentos sanos, cada luna nueva se ayuna; y en la transición del mara (ciclo solar) se debe ayunar cinco días (dos días antes y dos días después del Willka Ura (día del sol Solsticio de Invierno). En la cosmovisión andina todo vive y necesita alimento, es por eso que a través de las ofrendas damos alimentos también a la Madre Tierra, a las montañas, a los ríos. La Madre Tierra nos da los alimentos que requerimos, por eso debemos comer el alimento de la época, del tiempo, y el alimento del lugar.

2-Suma Umaña: Saber beber. Antes de beber se inicia con la ch’alla, dando de beber a la Pachamama, a los achochillas, a las awichas. Beber, tomar, ch’allar completarse (chuymar montaña, chuymat apsuña, chuymat sartaña jawirjam sarantañataki) entrar al corazón, sacar del corazón y emerger del corazón para fluir y caminar como el rio.

3-Suma Thokoña: Saber danzar. Entrar en relación y conexión cosmotelúrica, toda actividad debe realizarse con dimensión espiritual.

4-Suma Ikiña: Saber dormir. Se tiene que dormir dos días, es decir dormir antes de la media noche, para tener las dos energías; la de la noche y la de la mañana del día siguiente, la energía de dos días. En el hemisferio sur se tiene que dormir la cabeza al norte, los pies al sur, en el hemisferio norte la cabeza al sur y los pies al norte.

5-Suma Irnakaña: Saber trabajar. Para el indígena originario el trabajo no es sufrimiento, es alegría, debemos realizar la actividad con pasión, intensamente (Sinti pacha).

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Saberes Buen Vivir: Infografía en Taller Koru

6-Suma Lupiña: Saber meditar: Entrar en un proceso de introspección. El silencio equilibra y armoniza, por lo tanto el equilibrio se restablece a través del silencio de uno (Amiki) y se conecta al equilibrio y silencio del entorno, el silencio de uno, se conecta con el silencio del entorno (Ch’uju) y como consecuencia de esta interacción y complementación emerge la calma y la tranquilidad.

7-Suma Amuyaña: Saber pensar. Es la reflexión, no sólo desde lo racional sino desde el sentir; uno de los principios aymaras nos dice: jan piq armt’asa chuman thakip saranlañani (sin perder la razón caminemos la senda del corazón).

8-Suma Munaña, Munayasiña: Saber amar y ser amado. El proceso complementario warmi chacha, el respeto a todo lo que existe genera la relación armónica.

9- Suma Ist’ aña: Saber escuchar. En aymara ist’aña no sólo es escuchar con los oídos; es percibir, sentir, escuchar con todo nuestro cuerpo; si todo vive, todo habla también.

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10-Suma Aruskipaña: Hablar bien. Antes de hablar hay que sentir y pensar bien, hablar bien significa hablar para construir, para alentar, para aportar, recordemos que todo lo que hablamos se escribe en los corazones de quienes lo escuchan, a veces es difícil borrar el efecto de algunas palabras; es por eso que hay que hablar bien.

11-Suma Samkasiña: Saber soñar. Partimos del principio de que todo empieza desde el sueño, por lo tanto el sueño es el inicio de la realidad. A través del sueño percibimos la vida. Soñar es proyectar la vida.

12-Suma Sarnaqaña: Saber caminar. No existe el cansancio para quien sabe caminar. Debemos estar conscientes de que uno nunca camina solo; caminamos con el viento, caminamos con la Madre Tierra, caminamos con el Padre Sol, caminamos con la Madre Luna, caminamos con los ancestros y con muchos otros seres.

13-Suma Churaña, suma Katukaña: Saber dar y saber recibir. Reconocer que la vida es la conjunción de muchos seres y muchas fuerzas. En la vida todo fluye: recibimos y damos; la interacción de las dos fuerzas genera vida. Hay que saber dar con bendición, saber dar agradeciendo por todo lo que recibimos. Agradecer es saber recibir; recibir el brillo del Padre Sol, la fuerza de la Madre Tierra, fluir como la Madre Agua y todo lo que la vida nos da.

Y escuchar el mundo natural es conectarnos con el Inconciente Ecológico, es cultivar la inteligencia natural que habita en los seres de todos los reinos, es abrirnos al mensaje de los animales, de los elementos, de las plantas, los árboles, las montañas, ríos, mares, e incluso las estrellas. Por que

todos los elementos y seres de nuestro planeta son expresiones de la vida, son frecuencias inteligentes que podemos develar si aprendemos a sintonizarnos y decodificar sus mensajes.

Textos basados en el Libro Koru. La espiral dela Transformación. Autores: Claudio Antonio Pereira y Marian Ríos (en edición)

Capra, Fritjof (1998). La trama de la vida. Anagrama.

Huanacuni Mamani, Fernando.2010. Buen Vivir/ Vivir bien. Filosofía, políticas, estrategias y experiencias regionales andinas. CAOI. Lima.

Sagan, Carl (2004). Cosmos. Editorial Planeta, España.

BIBLIOGRAFÍA

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Koru Transformación es un Instituto de Ecopsicología representante de la Sociedad Internacional de Ecopsicología en Chile y en Colombia. Nos especializamos en la formación, investigación y difusión especializada en el campo de la Ecopsicología. Nos inspiramos en el enfoque de la Ecopsicología y en el Paradigma Regenerativo para ofrecer diversas soluciones, que den respuesta desde un abordaje psico-social, a los síntomas de la crisis civilizatoria, a los objetivos de desarrollo sostenible y a los desafíos de la transformación y despertar actuales. Creamos y facilitamos programas y actividades que potencien el desarrollo integral de las personas y fomenten el encuentro de diferentes profesionales, proyectos, organizaciones y comunidades con visiones complementarias.

www. korutransformacion.com

Claudio Pereira: Coordinador Chile: [email protected]

Marian Ríos: Coordinadora Colombia-España: [email protected]

KORU TRANSFORMACIÓN