CUENTOS DE LA SEÑORA CONCHA

CUENTOS DE LA SEÑORA CONCHA

Concha Cesteros García

Cuentos de la señora Concha

© Concha Cesteros García

Ilustraciones: Antogonza

ISBN: 978-84-9948-248-4Depósito legal: A-18-2011

Edita: Editorial Club Universitario Telf.: 96 567 61 33C/Decano, n.º 4 – 03690 San Vicente (Alicante)www.ecu.fme-mail: ecu@ecu.fm

Printed in SpainImprime: Imprenta Gamma Telf.: 965 67 19 87C/ Cottolengo, n.º 25 – 03690 San Vicente (Alicante)www.gamma.fmgamma@gamma.fm

Reservados todos los derechos. Ni la totalidad ni parte de este libro puede reproducirse o transmitirse por ningún procedimiento electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación magnética o cualquier almacenamiento de información o sistema de reproducción, sin permiso previo y por escrito de los titulares del Copyright.

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Prólogo

La vallisoletana Concha Cesteros publica su primer libro individual y ha querido que sea con una colección de cuentos que escribió a los niños de su urbanización, a cambio de dibujos. Todo empezó cuando uno de los niños protestaba porque no quería regresar a su casa, para estar más tiempo jugando, entonces Concha le dijo que no llorara y le propuso un juego: hacerle en su casa un dibujo y ella, a cambio, le contaría un cuento sobre lo que pintara. Los demás niños, al oírlo, se quisieron sumar y así fue cómo se embarcó en esta preciosa aventura. Años más tarde, a una de las niñas le pidieron que escogiera un cuento, para comentarlo en el instituto, y utilizó el de la “señora Concha”, apelativo con el que conocían a la autora en la urbanización. La profesora, al leerlo, se interesó por la autora y dijo a la niña que transmitiera a la escritora que llevara sus cuentos a la Consellería de Cultura. Así fue como quedaron inscritos en el Registro de la Propiedad Intelectual.

Ahora, con esta publicación queda concluida esta parte de historia de la Señora Concha, acaecida en Alicante, pues lleva en esta ciudad desde el año 1964 y donde han nacido dos de sus seis hijos. Está integrada perfectamente, interviniendo activamente en las asociaciones culturales de la ciudad, como en Numen, donde ha publicado poesías y dos cuentos; y en la Asociación Espejo de Alicante, publicando poesías en los dos últimos libros editados por la misma.

Concha Cesteros pone a disposición de los niños la expresión de toda una serie de vivencias personales acaecidas a lo largo de su vida, transcurrida principalmente en Valladolid y en Alicante. Desde sus alegrías y sufrimientos se decide, ahora,

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a dar testimonio de ellos, de ahí que muchos finalicen con la expresión: “mitad cuento, mitad historia”, desde luego se ve “historia”, vivida en primera persona y con la óptica de la fe. Se nota que Concha es una persona profundamente creyente, dando armas para poder salir airoso de cualquier problema. Se trata de una literatura ex corde, es decir, salida del corazón y escrita para el corazón de los niños, por eso tienen tanta fuerza. Muchas veces utiliza parábolas para dar normas de conducta, contando las historias a través de animalitos, como saltamontes, gatos o pájaros.

Los Cuentos de la Señora Concha son un canto a la ilusión, al orden y concierto…, en definitiva, a la esperanza; saben abrir una puerta a la luz porque hace despertar a la naturaleza humana de su letargo. Da armas a los niños para que puedan salir victoriosos de todas las pruebas que pone la vida.

Pienso que cualquier niño, especialmente entre 5 y 10 años, quedará encantado con la lectura de estos cuentos, por varios motivos:

—Utiliza un lenguaje asequible y fácilmente comprensible, aunque haya algunos términos característicos del norte de España.

—Son relatos cortos, por lo que no hay que esperar demasiado tiempo para saber el resultado final.

—Todos acaban bien, son una oda a la alegría, a la esperanza y a la recompensa por hacer correctamente las cosas.

—Consigue involucrar en la historia que cuenta al pequeño y, por qué no, al gran lector.

—Demuestra gran amor a las personas, en general, y a los niños, en particular.

—Invita a respetar a la Naturaleza, a tomar contacto con ella y a vivir al aire libre.

—Estos cuentos son un canto a la espontaneidad, a la candidez, a la bondad, a la vida sencilla y sincera.

—Son un ejemplo de la importancia que tiene conversar y saber escuchar, es decir, hace una defensa de la comunicación.

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Por todo ello, pienso que la lectura de este libro de cuentos es muy recomendable y te aseguro, querido lector, que no pasará desapercibido en tu alma, sino que dejará una huella para bien porque te habrá dado, sin darte cuenta, muchas pautas para salir airoso en los momentos difíciles de la vida.

M.ª Consuelo Giner TormoLicenciada en Filosofía y Letras: Filología Hispánica.

Doctora por la Universidad de Murcia.Presidenta de Espejo de Alicante.

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1 Gafotas el Marino

Sucedió una vez a unos marineros, que salieron a pescar, todos llevaban unas enormes gafas de sol, cuando llegaron cerca de una isla un marinero gritó:

—¡Socorro! ¡Se me han caído las gafas al ‘agua’ y no puedo rescatarlas! ¡Tengo mucho miedo de tirarme al agua a bucear! ―les dijo a sus compañeros.

Los compañeros que le oyeron corrieron hacia él y le propusieron una gran idea:

—Te acompañamos todos a bucear pero tú buscarás las gafas ―le dicen―. ¡No puedes estar siempre huyendo del agua como un cobarde!

El marinero aceptó, pero muy asustado.Se pusieron los trajes de buzo y bajaron al fondo del mar,

bucearon hasta cansarse, pero las gafas no aparecieron y decidieron subir al barco.

Era la hora de pescar y todos cogieron su caña y la echaron al mar. Pero un marinero tiene una gran idea: rastrear el fondo con las cañas para pescar las gafas.

Así lo hicieron, durante toda la tarde, hasta cansarse; pescaron peces de todas las especies y de variados colores, pero las gafas no. De pronto, un marinero gritó:

—¡Enganché las gafas! ¡Están en la boca de un pez! Todos dejaron su caña y corrieron hacia él, para ver aquel

pez que había pescado con las gafas.El pez era grande, ¡grandísimo!, y pudo tragarse las gafas,

pero el anzuelo se lo impidió.

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Fue tanta la alegría, que les dio a todos aquel pez, que decidieron salvarle la vida. Le quitaron las gafas y el anzuelo, lo metieron en un acuario y le nombraron “Gafotas”. Todos los marineros cuidaban de su mascota.

Y “Gafotas, el marino” vivió navegando en aquel barco muchos años y fue muy feliz, ¡pero que muy feliz!

Y colorín, colorado, este cuento se ha acabado y colorín, colorete, por la chimenea sale un cohete.

Dibujo de Antogonza

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2 El perrito de color fucsia

Luna, que así se llama la protagonista de este cuento, todos los años pedía a los Reyes Magos un perrito de color fucsia y, año tras año, a la niña le tocaba llorar desconsoladamente.

¿Sabéis por qué? Los tres Reyes no encontraban un perrito de ese color.

¡Era imposible! Por más que buscaban ¡no lo conseguían! Pero el rey Melchor tuvo una idea genial: buscar un perrito blanco y llevarlo a la peluquería.

—¿Para qué? —preguntó el rey Gaspar. —Para teñirlo de color fucsia.—¡Qué idea más guay! —dijo el rey Baltasar—. ¡Es fantás-

tico! Y los tres Reyes Magos así lo acordaron. Pero, cuando

entraron en la peluquería con el perrito... ¿sabéis qué ocurrió? Que los Reyes se pusieron muy tristes, porque ¡teñir de color un perrito blanco!, eso era un engaño muy feo, ya que cuando le creciese el pelo la niña lo descubriría y pensaría que los Reyes Magos la habían engañado.

Entonces al rey Baltasar se le ocurrió otra idea.¿Sabéis cuál fue su idea? Que, para cuando eso sucediera,

la niña le habría tomado tanto cariño…, y el perrito a ella, que los perdonaría.

El peluquero, que escuchó la conversación, cogió el perrito y lo tiñó de color fucsia en un santiamén.

Dos meses más tarde, salió la niña a pasear con su perrito por el parque. Había llovido mucho, el perrito quería jugar, y la niña dejó que corriera… Pero había muchos charcos y el

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perrito se metía a chapotear en ellos. Por supuesto se puso perdido de barro, ¡hasta los bigotes! Entonces la niña lo llevó a casa para bañarlo.

Y ¿sabéis lo que sucedió? Lo que pensaron los Reyes Magos: cuando lo metió en su bañera el agua se puso de color fucsia y vio que, a su perrito, le quedaba el pelo blanco. Muy sorprendida, llamó a sus papás; ellos la convencieron de que, aquel cambio, era normal en los cachorros y que, blanco, también era muy bonito.

La niña lo miraba y remiraba. ¡Sin poder decir palabra! Pero, al final, como lo quería tanto, y el perrito a ella también, lo envolvió en la toalla y lo acarició diciendo:

—Aún no te bauticé, porque no te había encontrado un nombre, pero hoy te bautizo con el nombre que le va a tu pelo y, dándole un besito, le llamó “Blanco”.

Luna y Blanco fueron muy felices, como los Reyes Magos imaginaron… Porque el color del pelo no empañó el gran amor que la niña Luna tenía a su perrito de color fucsia.

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3 Patricia y su dibujo

Patricia es una niña de siete años a la que le gusta ir al colegio y pintar.

Una mañana, en vacaciones, cuando el sol no salió, y las nubes estaban muy oscuras, se puso a pintar…Un jardín con margaritas, claveles y violetas, nubes y un sol sin rayos.

Cuando terminó lo miró y se inventó una fantasía:—¿Será que se le han oxidado los rayos al sol?—¡No! —le contestó una margarita—, son las nubes que

tienen agua oscura, de la contaminación.—¡Qué pena!—¿Nos vamos a marchitar si el agua llueve sucia? —pre-

guntaron los claveles.—¡No! —dijeron escondidas las violetas.—¡Yo quiero salir de entre las hojas! —dijo llorando una

violeta pequeñita—. ¡Por favor…, que salga el sol!Los claveles, al oír llorar a la violeta, dijeron todos

tiritando:—¡Sí! ¡Sí...!, que salga pronto, que nos vamos a morir de

frío.El más pequeñito, que estaba empezando a abrir sus pétalos,

también lloraba de frío, como la violeta.Pero de pronto, ¿sabéis lo que sucedió?, que un viento

muy fuerte apareció y todas las nubes marcharon lejos, muy lejos, casi a la luna. Y al final, el sol apareció, con sus rayos evaporando el rocío que tanto frío daba a las flores.

Las margaritas y los claveles se vistieron de variados colores: rojos, azules, amarillos, blancos y jaspeados.

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¿Y las violetas? Moradas lucían todas, porque no querían otro color.

Al final las flores del jardín que Patricia pintó abrieron sus pétalos fragantes y hermosos, perfumando el nuevo día.

Y colorín, colorado, este cuento se ha acabado, y colorín, colorete, por la chimenea sale un cohete.

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4 El arco de hierro

Sucedió una tarde de verano: en un jardín jugaban los niños haciendo piruetas, sobre el arco de hierro, cuando un hermoso saltamontes, con alas de variados colores, se posó sobre el arco; todos los niños se alborotaron dando gritos de terror como si de un monstruo se tratara.

Los niños no habían visto un saltamontes natural, solo pintado en los cuentos. Fue tanta la emoción, de verlo saltar y volar, que al oír su vuelo tan ruidoso, creyeron que los iba a atacar.

¡Pero no fue así!, todos los niños dejaron de gritar al ver que volaba dando saltos por el césped del jardín ―por eso se llama saltamontes―; del césped subió a un árbol muy pequeñito, se le veía muy feliz, porque bajó del árbol y subió muchas veces.

Los niños corrían para quererlo atrapar, pero él no dejaba que se acercaran, cuando se sentía en peligro volaba muy alto. Los niños saltaban dando gritos alzando los brazos queriéndolo atrapar, pero no lo conseguían, él volaba a la rama más alta del árbol para descansar.

Los niños lo llamaban para que bajara, él bajó del árbol muchas veces a saltar y volar por el césped del jardín; toda la tarde jugaron con él hasta que el saltamontes desapareció al anochecer.

Al día siguiente hizo su aparición, pero esta vez con su familia, dos saltamontes tan pequeñitos que sus alas no tenían color, ¡eran transparentes!; para los niños fue una gran sorpresa ver cómo su mamá los llevaba al césped del jardín, donde tenían que aprender a saltar y volar con ella

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Los niños guardaban silencio para que los pequeños saltamontes no se asustaran. Ese verano aparecieron muchas familias de saltamontes por el césped, y todos los niños dejaban sus juegos para verlos.

Era tan maravilloso verlos saltar y volar detrás de sus mamás en la suave luz del atardecer que las familias de saltamontes embellecían con su presencia, mucho más, el jardín.

Pero una noche los saltamontes desaparecieron…, un viento muy fuerte arrancó el arbolito; los niños los buscaron por todas partes del jardín y los encontraron en la alambrada de la pista de juegos, que los impedía huir.

Entre todos los niños los llevaron a un árbol pequeñito cerca del arco de hierro donde quedaron todas las familias de saltamontes muy felices. ¡Pero que muy felices!

Y colorín, colorado, este cuento historia se ha acabado.

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5 Dos amigos en un cuadrilátero

Isidro y Álvaro son dos amigos inseparables, cuya diversión es pelear con los puños, para ver quién de los dos es más fuerte; siempre discuten y al final terminan dándose una pila de puñetazos como no podéis imaginar.

Un día Álvaro tuvo una gran idea, reunir a todos los niños de su urbanización para preparar un combate, lo cual Isidro aceptó. Era la manera de demostrar a los demás quién de los dos era el más fuerte, pero en el cuadrilátero, según Álvaro.

Acordaron para las fiestas de “la Urb.”: el 28 de agosto, san Carlos; el combate lo arbitraría un experto en ese deporte. Formaron dos bandos, el de Álvaro y el de Isidro, y empezaron las apuestas; el dinero recaudado lo depositarían en la Caja de Ahorros.

Desde ese día todos los niños andaban alborotados con las porfías de su favorito. Por fin llegó la fiesta de san Carlos y la hora del combate, todo era algazara y griteríos, los niños y niñas iban corriendo de un lado a otro explotando petardos, animando la fiesta...

Empezó el combate, el árbitro presentó a los boxeadores, los dos muy emocionados pensando ser el campeón, pues los dos se entrenaban a diario en sus juegos.

Sonó el silbato, los dos golpeaban fuerte como expertos boxeadores, aguantando hasta el décimo asalto y soportando la pila de puñetazos sin llorar.

El árbitro cogió sus manos y alzó sus brazos, para presentar a los dos campeones, muy emocionado porque en ese juego descubrió a dos futuros boxeadores.