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AMPA "Generación del 27" CEIP Vicente Aleixandre Curso 2014-15 "Un cole con mucho cuento"

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Recopilación de cuentos para la celebración del Día del libro 2015 1ª Edición.

Creación de cuentos coeducativos y para el fomento de la lectura.

Organiza AMPA “Generación del 27” del CEIP Vicente Aleixandre

Colabora CEIP Vicente Aleixandre (Granada)

Este libro se ha coofinanciado con la subvención para las Asociaciones de Madres y Padres del Alumnado, otorgadas por la Junta de Andalucía en la convocatoria de 2014.

Algunos de los cuentos publicados en este libro han sido revisados para una mejor lectura y comprensión, respetando la idea principal del cuento.

Todos los derechos reservados. Queda prohibida cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública y transformación de esta obra sin contar con la autorización del AMPA que vela por los derechos de los titulares de las obras.

ÍNDICE

El búho tiene hambre Marcos Alonso Iruela La zorra y el zorro Maribel Serrano García Los lobos Yeray Martín Alcaide Champi el valiente Candela López López La fiesta de cumpleaños de Palomo Irene García de la Cruz Blanki tiene frío en primavera Patricia Román Peña Isaac, el niño pobre Juan Pablo Rodríguez Linares La historia de Rosita Marta Morales Sola Los hermanos Pablo Montero Valenzuela El gol Javier Jiménez Sánchez La estrella cumplesueños Laura González Santos El niño que le encantaban los peces Alba Márquez Cobos El gato rojo Alejandro Macías Moreno Quiero más Gloria María Díaz García El espantapájaros María Torres Fernández La Alhambra encantada Natalia Álvarez Fernández El ratón Vicen Jaime Espín Rodríguez Una cosa horrible Irene Espejo Baños Los tres deseos Celia de Simón Henestrosa La cueva encantada Dario García Fernández Daniel quería volar Laura Ortiz Morón La habitación viajera Julia Torres Sánchez El niño que no sabía leer Paula García de la Cruz Al revés Fernando Torres Sánchez Charlote, la repostera Elena Figueras López-Ochoa El pájaro herido Judith Ramos Fernández La Coca-Cola Manuel López López Verano inesperado Carmen Palma Abadía La casa misteriosa Alicia Morales Sola La esmeralda encantada María Johana Álvarez Cano Princesa Luz Nayeli Coronel Tinoco Un día de inocencia Sandra Canon Sánchez El fantasma del cole David Camero Pozuelo El fantasma del sótano Paula Macías Moreno El paraíso imaginado Alba González Morante El cumpleaños de Julia John Carlos Harf Suárez A Miami Erika Baldelomar Moya La princesa y las estrellas Claudia Serrano Velasco El amuleto mágico José Antonio Merlo Megías El niño y la PS4 Pedro Espigares Asenjo La moneda maldita Pablo Prats González El muñeco de nieve Álvaro Rodríguez Carrasco Este es Hugo Hugo Burgos Triano

El búho tiene hambre

Una noche un búho tenía hambre. Le preguntó a una ardilla: “¿Ves algo de comer”. La ardilla le respondió: “Hay nueces”. El búho dijo: “¡Qué asco! No me gustan las nueces”. La ardilla entonces se las comió todas. Después el búho vio a su amiga la águila y le preguntó que si veía algo de comer. El águila le respondió que veía ratones. El búho contestó: “¡Qué asco! No me gustan los ratones”. El águila entonces se los comió de un bocado. El búho seguía con hambre. Se marchó y vio un gusano. Se lo comió rápidamente diciendo: “¡Qué rico están los gusanos! Esto sí que me gusta”.

Marcos Alonso Iruela

La zorra y el zorro

Érase una vez una zorra que se llamaba María y un zorro que se llamaba Ramón. Se juntaron para planear cómo quitarle la comida a los pastores y darse un banquete. María le dijo al zorro Ramón que persiguiera a las ovejas. María aprovechó entonces para comerse la comida. Los pastores dieron al zorro una paliza. Ramón volvió y le dijo a la zorra que estaba muy dolorido. María estaba mala también de haber comido tanto. El problema es que los pastores seguían buscando a quienes se habían comido todo y tuvieron que salir corriendo aun sin poder. María le dijo a Ramón: “llévame a cuestas”, y Ramón le contestó: “Mejor te canto una canción, ¡María la cascabelera!”. Ambos huyeron para no volver más.

Maribel Serrano García

Los lobos

En un bosque una familia de lobos junto a sus cachorros jugaban y reían. Cuando de pronto un ruido muy fuerte se dejó oír por todo el bosque. Los animales corrían lo más rápido que podían. Se dieron cuenta de que era un volcán que había entrado en erupción. En su huida encontraron un rebaño de ovejas que estaban en apuros. Los lobos decidieron ayudarlas a salir para que no fueran quemadas por la lava ardiente. Todos felices celebraron haber escapado.

Yeray Martín Alcaide

Champi el valiente

Champi era un champiñón que estaba vivo gracias al polvo de hadas. Era muy valiente y le gustaban mucho las aventuras. Un día, Champi paseaba por el bosque y se encontró a un ciervo pequeño que se llamaba Marroncito y se hicieron amigos. Marroncito vino un día a avisar a Champi porque había un incendio en el bosque. Champi tenía una bolsa mágica que le habían regalado los duendes de la cual podía sacar aquello que deseara. Entonces se montó encima de Marroncito para llegar velozmente hasta el incendio. Estando delante del fuego le dijo a la bolsa: “¡Agua, agua, mucha agua!”. De la bolsa comenzó a salir tanta agua que el fuego se apagó.

Candela López López

La fiesta de cumpleaños de Palomo

Érase una vez un perro que se llamaba Palomo. Su dueño le dijo: “Vamos a hacer una fiesta por tu segundo cumpleaños”. Invitaron a sus mejores amigos: Pancho, Lily y Blanca; y también el dueño invitó a otros amigos suyos que tenían perros.

Cuando llegó la noche montaron la fiesta. ¡Todos estaban bailando! Pancho era el DJ, y vestía como un rapero. Blanca cantaba la canción “Gangnam Style” mientras que Palomo bailaba dicha canción con sus manos locas. Antes de que la fiesta terminara, todos los invitados le dieron los regalos a Palomo y se comieron la tarta. Poco a poco los perros y la gente se fueron yendo a su casa.

Cuando todos se marcharon, se quedaron Palomo, Blanca, Pancho y Lily y se dieron cuenta de que el lugar de la fiesta se había quedado totalmente lleno de suciedad, pelos, baba de perro, y otras cosas que no se pueden poner en los cuentos. ¡Vaya lata tener que limpiar todo! Es lo que tiene hacer una fiesta y sobre todo, invitar a tantos perros.

Irene García de la Cruz

Blanki tiene frío en primavera

Blaki es un conejito de color blanco. Llegó la primavera y el buen tiempo, pero Blanki siempre tenía frío. Sus amigos del bosque le preguntaban: “¿Por qué tienes frío si hace calor?”. Blanki no sabía por qué. Sus amigos querían ayudarlo, y un día la ardilla le trajo una manta para que se abrigase. Pero Blanki seguía teniendo frío. Otro día el zorro le dijo: “Ven conmigo a echar una carrera y así sudarás y entrarás en calor”. Después de la carrera, Blanki seguía con frío. La tortuga también quería ayudar: “Toma chocolate que tiene muchas calorías”. Pero aunque se lo comió, no sirvió de nada, y Blanki seguía teniendo frío. Un día vino una conejita y le dio un gran abrazo. A partir de aquí el conejito nunca más tuvo frío. Lo que le faltaba era amor.

Patricia Román Peña

Isaac, el niño pobre

En Mali vivía un niño llamado Isaac. Pertenecía a una familia tan pobre que no tenían dinero ni para comer. Vivían en una choza de palos y cada vez que llovía se quedaba destrozada. Isaac iba todos los días al río a coger agua y algún que otro pez para poder comer sus ocho hermanos y sus padres. Pero él tenía un deseo muy grande, que se construyera un colegio en su aldea. Una noche de luna llena miró al cielo y a la estrella que más brillaba le pidió ese deseo: “Quiero ir a un colegio donde me enseñen a leer y a escribir”. Esa noche se acostó muy triste pensando que ese deseo nunca se cumpliría. Al día siguiente, cuando iba al río a por agua, vio que estaban construyendo una escuela con el dinero que habían recogido los alumnos del colegio Vicente Aleixandre. Isaac fue entonces feliz.

Juan Pablo Rodríguez Linares

La historia de Rosita

Érase una vez una ardilla llamada Rosita. Ella era muy atrevida y divertida. Rosita tenía un sueño, que era viajar a Francia. A su familia le hicieron una oferta para viajar a ese país. Pero rechazaron esa propuesta porque no tenían tiempo. Cuando Rosita se enteró que su familia no iría a Francia, se enfadó mucho. Poco después tuvieron la posibilidad de viajar a ese país de nuevo. Su madre esta vez dijo que sí, para que Rosita se pusiera contenta y pudiera cumplir su sueño.

Marta Morales Sola

Los hermanos

Érase una vez dos hermanos que vivían en Gabia. El grande era más bueno y se llamaba Pablo. Tenía 7 años. Su hermano, que se llamaba Hugo, tenía 2 años, y era muy malo. Un día fueron a una tienda y Hugo tocaba todas las cosas. Entonces rompió una figura de cristal. Su madre le regañó por haber roto una cosa tan valiosa. Hugo aprendió la lección.

Pablo Montero Valenzuela

El Gol

A Carmen le encantaba el futbol. Sus padres le habían apuntado al Real Madrid Club de Futbol y entrenaba todos los días. Tenía todas las equipaciones oficiales: blanca, negra y rosa. Un día le tocó a ella jugar. El partido era el lunes día 3 de septiembre. La pusieron de defensa, pero una compañera que jugaba en la delantera se lesionó. El entrenador le dijo que ocupara esa nueva posición. Intentando hacerlo lo mejor posible tuvo suerte al final: ¡Marcó un gol de chilena!.

Javier Jiménez Sánchez

La estrella cumple-sueños

Érase una vez una niña llamada Ángela a la que le encantaban las estrellas. Le parecían tan hermosas, que todos los días se dormía observándolas desde la ventana de su habitación. Una noche Ángela no conseguía dormirse y estuvo mucho tiempo pendiente de esas maravillosas estrellas. Las contaba una y otra vez. Cual fue su sorpresa, cuando una de ellas se movió rápidamente. “¡Oh!”, dijo Ángela. Y en ese mismo momento pensó un deseo: Que cada noche le gustaría ver una estrella fugaz. Desde ese día la niña todas las noches veía una estrella fugaz antes de dormirse. Ésta sería su estrella cumple-sueños. Esta experiencia tan bonita quiso compartirla con sus compañeros del cole. Así ellos también podrían disfrutar cada noche de las estrellas y encontrar su propia estrella cumple-sueños.

Laura González Santos

El niño que le encantaban los peces

Érase una vez un niño que le encantaban los peces y vivía en una casa de campo. Al lado de la casa había un río, donde el niño iba a buscar peces. Un día vio un pez grande de color naranja que se llamaba Romeo y se hicieron amigos. Romeo tenía más amigos: Nemo, Julieta y Sinchan. Un día hubo una riada y el niño salvó a los peces metiéndolos en una pecera grande. Los peces dieron las gracias al niño. Mientras estaban en la pecera, el niño cuidaba de ellos y les daba de comer. Les preguntó si les gustaría quedarse con él para siempre, los peces dijeron que sí y todos fueron felices.

Alba Márquez Cobos

El gato rojo

Había una vez un gato que comía manzanas rojas y amargas. Cada día se comía 13 manzanas, pero un día se acabaron las manzanas rojas y entonces se fue al bosque a coger algunas. Los manzanos eran altos y alargados, por lo que volvió al pueblo a buscar una escalera. Cogió una de color rojo y verde y regresó al bosque otra vez. El manzano más alto tenía en su copa una manzana de cristal. Subiendo a él, la cogió y se la comió. Entonces el gato se volvió rojo para siempre.

Alejandro Macías Moreno

Quiero más

Érase una vez una niña muy guapa llamada Genoveva. Conforme crecía todos hacían lo que ella quería porque tenía mal genio. Trataba mal a sus amigos, gritaba a sus profesores y no hacía caso a sus papás. Un día todo el mundo se hartó de ella y le dieron de lado. Genoveva se enfadaba más y más pensando por qué le había podido pasar esto. En sus sueños le apareció un ángel llamado Jesús, que le explicó por qué nadie quería estar a su lado. Cuando despertó se dio cuenta de que había que hacer las cosas bien y pidió perdón a toda la gente que había tratado mal. Desde ese momento Genoveva fue una niña buena a la que todos querían, consiguiendo ser feliz.

Gloria María Díaz García.

El espantapájaros

Érase un espantapájaros que estaba en el huerto de Lola que se encontraba en un pueblo llamado Villa Maravilla. En una noche de tormenta el espantapájaros cobró vida. Lola escuchó un trueno y se asustó. Cuando bajó las escaleras, encontró al espantapájaros en la cocina. ¡Se había comido una caja de roscos!. El problema estaba en que no podía salir de la casa porque había engordado mucho. Lola tuvo la idea de abrir un agujero grande en la pared para sacarlo. La idea funcionó y el espantapájaros podía salir y entrar cuando quería.

María Torres Fernández

La Alhambra encantada

Érase una vez la clase de un colegio que iba de excursión a la Alhambra en autobús. Durante el trayecto la profesora les iba explicando lo que iban a ver. Patricia se sentó con una de sus mejores amigas, Carmen. Cuando llegaron, bajaron del autobús y la profesora les dijo que formasen una fila. Fueron hasta donde se encontraba el monitor que haría de guía. El monitor se presentó y les preguntó su nombre. Les condujo al Palacio de Carlos V, explicándoles todo sobre este edificio. Luego les enseñó la Puerta de la Justicia y la Torre de las Infantas y les contó su historia. También les llevó a un bosque pequeño donde había estatuas. Patricia se despistó y se alejó del grupo. Como no sabía cómo encontrar a los demás, buscando, entró por una extraña puerta. Al traspasarla, se dio cuenta que todo el paisaje había cambiado. Estaba en La Alhambra del pasado, cuando los árabes vivían en ella. Muy asustada se encontró con un niño que estaba haciendo barro. Ella le preguntó: “¿Cómo te llamas?”.“Alí”, respondió él. “Yo me llamo Patricia”, le dijo ella. Patricia le explicó lo que le había sucedido, y que no sabía cómo regresar. Alí le dijo que no se preocupara que le ayudaría a encontrar la puerta misteriosa. Mientras la buscaban Alí le explicó como vivían, a que jugaban y Patricia también le contó cómo era el futuro de donde venía. Hablando se hicieron amigos y sin darse cuenta encontraron la puerta por donde había entrado. Patricia se despidió de Alí, y volvió a su época de nuevo. Cuando encontró a su grupo, contó a sus amigos todo lo que le había ocurrido cuando se perdió. Todos se quedaron asombrados y volvieron en autobús muy contentos. Al llegar a su casa se lo contó a sus padres y ellos también se sorprendieron de la aventura que Patricia había vivido.

Natalia Álvarez Fernández

El ratón Vicen

Una mañana me llamaron del colegio Vicente Aleixandre. Habían robado el balón de Cristiano Ronaldo. Mi misión era encontrarlo y a quién lo robó. Fui al colegio para investigar. Interrogué a los profesores y los compañeros. Juan, el portero, fue quien me dio la pista más importante: “Un coleccionista de objetos de futbol ha comentado que quería comprar el balón”. Encontré el llavero del coleccionista junto a la vitrina vacía del balón. Jackson era el nombre del coleccionista y el portero tenía su tarjeta de visita. Decidí ir a verlo. Toqué el timbre y el sospechoso abrió la puerta. “Buenos días, soy Vicen, el ratón detective”, me presenté. “¿Estuvo anoche en la calle Beethoven?”, le pregunté. Jackson me respondió: “No, yo soy más de Mozart”. En ese momento apareció un niño con una pelota que se parecía mucho al balón robado. Mis bigotes temblaron, allí pasaba algo raro, me lo decía mi olfato ratuno. Mi móvil de detective se encendió sólo y empezó a pitar. ¡Aquel era el balón robado!. El coleccionista reconoció su robo al ver que me había dado cuenta. Para que lo perdonáramos devolvió el balón y compró muchos marca páginas para ayudar a los niños pobres. Llevé el balón al colegio. “¡Muchas gracias, Vicen”, dijo Miguel Ángel, el director. “El ratón Vicen, siempre a su servicio”, contesté.

Jaime Espín Rodríguez

Una cosa horrible

Érase una vez una niña a la que le pasó una cosa horrible. ¿Os lo cuento? Iba un día paseando al colegio con un vestido rojo, cuando de pronto un coche, al pasar por encima de un charco junto a ella, se lo manchó. Fue al colegio con el vestido manchado. Todas sus amigas se rieron menos una a la que también le había pasado algo parecido en otra ocasión. Cuando finalizaron las clases todas se fueron a sus casas. Ella se puso nerviosa porque no sabía si la iban a castigar sus padres por tener el vestido manchado. Llegó a casa, su madre le vio el vestido y le preguntó qué le había sucedido. En vez de castigarla, entendió que la culpa no había sido suya, y entre las dos lavaron el vestido.

Irene Espejo Baños

Los tres deseos

Había una vez un hada muy guapa que se llamaba Aurora y le gustaba mucho volar. Este hada siempre cumplía tres deseos. Un día visitó a una niña llamada María que tenía un perro blanco llamado Linda. A María le encantaba jugar con sus juguetes. El hada le dijo a María que le concedía tres deseos. El primer deseo que pidió fue que no hubiera guerra para vivir todos en paz. El segundo fue que quería sacar un 10 en todos los exámenes. Y que nadie de su familia se pusiera enfermo era su último deseo. Pero el hada no pudo concedérselos porque su magia no funcionaba. Entonces, el hada le pidió ayuda a María. Aurora y María fueron al bosque y encontraron el árbol de los polvos mágicos. Aurora cogió su varita y frotándola contra el árbol adquirió magia nuevamente. Solucionado el problema, Aurora ya podía conceder los tres deseos. El hada, como María ya era su amiga, iba todos días a visitarla.

Celia de Simón Henestrosa

La cueva encantada

Érase una vez cuatro amigos: Juan Carlos, Pablo, Ramón y Darío. Todos tenían nueves años, menos Darío que tenía ocho. El día del cumpleaños de Juan Carlos, estaban aburridos y Pablo dijo: “¡Tengo una idea!, ¿por qué no nos vamos de excursión?”. Y todos contestaron: “¡Siiiiiiii!”. Los cuatro fueron a sus casas, prepararon sus mochilas con comida y agua. Ramón preguntó: “¿A dónde vamos?”. Darío respondió: “Conozco una cueva que dicen que está encantada”. Cogieron un autobús que les llevó al bosque. Tras caminar un buen rato llegaron a la entrada de la cueva. La gente contaba que quien entraba en la cueva aparecía donde deseara. Se pararon a pensar, y dijo Darío: “¡Iremos a Barcelona, al Camp Nou! A ver si tenemos suerte y vemos a Mesi”. Cuando entraron en la cueva su sueño se hizo realidad.

Darío García Fernández.

Daniel quería volar

Daniel era un niño de ocho años que vivía en un pueblecito muy pequeño. En ese pueblo que casi no había niños, todos se reían de él porque siempre estaba diciendo que quería volar. Aunque Daniel parecía tímido y un poco solitario, tenía mucha imaginación. Siempre jugaba a volar como un pájaro, e incluso se hizo unas alas de cartón. Una noche, cuando se fue a dormir, Daniel soñó que volaba con unas alas enormes que había construido. Cuando despertó, pensando que este sueño se podría hacer realidad, fue al trastero donde su papá guardaba montones de cosas que podían servir. Se puso manos a la obra. Al terminar las alas, orgulloso de su trabajo, se fue a probarlas, sin importarle que todos se rieran. Subió a una montaña y empezó a correr y correr notando cómo sus pies se separaban del suelo. Cuando quiso darse cuenta, ya estaba volando. De esta forma Daniel dejo a todos con la boca abierta. Había conseguido su sueño: ¡volar!.

Laura Ortiz Morón

La habitación viajera

Valeria era una niña que siempre se aburría. Sus padres le compraban todo lo que ella quería, pero seguía aburriéndose. Una tarde su abuela llamó a casa. Al ponerse Valeria al teléfono lo primero que le dijo era que estaba aburrida. La abuela le dijo: “Eso lo arreglo yo, Valeria. Ven a mi casa y te enseñaré mi habitación viajera”. “¿Cómo tu habitación viajera?”, dijo Valeria. “Ven y lo descubrirás”, contestó la abuela. Valeria llegó con mucha curiosidad a la casa de la abuela. Estando allí se dirigieron a la puerta de una habitación de la plata de arriba. Cuando la abrió vio que estaba llena de estanterías con muchísimos libros. La abuela dijo: “Esta es la habitación viajera. Con todos estos libros descubrirás sitios increíbles y vivirás muchas aventuras”. Desde ese día Valeria nunca más se aburrió.

Julia Torres Sánchez

El niño que no sabía leer

Érase una vez un niño que se llamaba Jorge y no sabía leer. Un día lo eligieron para la prueba de lectura y no leyó nada. El profesor le preguntó si sabía leer y Jorge tuvo que decir que no. “Pues entonces leerás esta noche cueste lo que cueste”, dijo el profesor. Como el niño era muy obediente le hizo caso y por la noche le pidió a sus papás que le enseñaran a leer. Comenzó poco a poco a aprender las letras y las palabras. De todos los días practicar, cada vez leía mejor. El libro que más le gustaba se titulaba: “El niño al que le encantaban los cuentos”. Y precisamente ese cuento le animaba a leer muchos más libros cada noche. Al final creó una página web donde contaba los cuentos que leía cada día.

Paula García de la Cruz

Al revés

Pablo era amigo de Sonia desde que estaban en infantil. Pablo tenía un hermano, que se llamaba Samuel, de seis años y era un niño muy especial, era autista. Aquel día en el colegio se reunieron todos los alumnos de primaria junto con los de autismo en el salón de actos, para hacer propuestas de cómo arreglar el mundo. ¡La vedad es que era muy difícil!. Cada uno dijo una cosa: “No a la guerra”, “No a la contaminación”, “No a la violencia”, “No a la pobreza”…. Hasta que de pronto, Samuel se levantó y grito: ¡Al revés!. Todos se quedaron en silencio, y algunos empezaron a reírse. Pablo y Sonia se miraron, ellos comprendieron lo que Samuel había dicho. Él quería un mundo al revés, lleno de felicidad y en paz, todo lo contrario a como era ahora.

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Fernando Torres Sánchez

Charlote la repostera

Charlote era una joven parisina dueña de una pastelería en el centro de París. Su negocio iba muy bien, tanto que este era conocido hasta en Italia. Una Navidad, Charlote se dispuso a hacer los dulces navideños, roscos, mantecados, troncos de nata, etc. Una vez hechos, los expuso en el escaparate y colgó de la puerta un cartel que decía “Hay dulces navideños”. Un matrimonio mayor, que casualmente en el barrio eran conocidos por sus críticas, entraron a comprar roscos. Ese día no entró nadie más después de la visita de estos ancianos. Charlote, extrañada cerró para ir a casa. Al pasar por la calle de atrás vio que había otra pastelería. No había dependientes, tan solo estaba el sonido del obrador horneando pan. Según las fotos que colgaban en la pared, la dependienta era otra chica joven a la que reconoció. Solía pasar todos los días por su tienda y siempre miraba con envidia. Chalote se dio cuenta de que la gente la miraba mal, se apartaban de su lado y cuchicheaban. Al día siguiente volvió a su local. Estaba confusa, así que probó un de sus roscos y descubrió que ¡estaban salados!. Por eso la gente no compraba y se había corrido la voz. No encontraba la explicación, dado que repasando los ingredientes entre ellos estaba el azúcar. Del enfado le entró sed y fue a comprar una botella de agua a la pastelería de la calle de atrás, al pagar lo comprendió todo: La chica que la miraba con recelo, le había puesto sal en sus roscos.

Elena Figueras López-Ochoa

El pájaro herido

Había una vez tres amigos llamados Luis, Rosa y José. Un día fueron al museo, cuando regresaban, Rosa encontró un nido en el suelo y unos pasos más adelante se encontraron un pájaro que intentaba volar. Entonces los tres amigos decidieron ayudarle, pero no se ponían de acuerdo en cuál de los tres se lo llevaría a casa. Finalmente decidieron que cada día lo cuidaría uno. Una semana después el pájaro empezó a mejorar. Rosa, propuso que le pusieran un nombre, acordaron en ponerle Pedro, ya que parecía un chico. Transcurrido un mes estando en casa de Luis, de repente Pedro parecía que quería volar. Lo pusieron en la ventana, y cuál fue su sorpresa que echó a volar alejándose del lugar. Los tres amigos se pusieron muy contentos, y Pedro agradecido de que le hubieran cuidado, regresaba cada día para hacerles una visita.

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Judith Ramos Fernández

La coca-cola

Érase una vez un hombre que fue a comprar una coca-cola, y al pagarla apareció un viejo como por arte de magia que le dijo: -Esa coca-cola, contiene una gran misión, y tú eres un blandengue. Debes dársela a alguien que sea capaz- y desapareció. El hombre dijo: “me da igual”, y se la bebió. Apareció en otra dimensión y se encontró con el viejo. “NO, porqué no me has hecho caso”, dijo. “Ahora deberás hacer tú la misión”, y desapareció. El hombre asustado se imaginaba aplastado por un monstruo o cualquier cosa por el estilo, entonces gritó, ¡¡¡¡ quiero volver a casa!!!! Volvió a su casa y el viejo apareció otra vez, ¡ja, ja, ja, por no hacerme caso, has picado, todo era una broma!. Moraleja: Hazle caso a los viejos, saben mucho.

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Manuel López López

Verano inesperado

Hugo y Celia se van a pasar las vacaciones de verano a casa de su abuelo, que vive en la montaña. Sus padres están cargando todo en el coche para irse. -¿Por qué no os venís también vosotros?, dijo Celia. – Porque tenemos que trabajar, contestó su madre. Y enseguida se pusieron en marcha. A mitad del camino, lejos de su casa, el coche se paró. – ¡O no! se ha averiado y tardaré mucho en repararlo, dijo su padre. Celia que no se lo esperaba, dijo: -Podemos pasar un tiempo aquí hasta que lo arregles. -Bueno…. por una semana que perdamos no va a pasar nada, además tenemos una tienda de campaña, contestó su madre. Se quedaron allí una semana y les dio tiempo a jugar, descansar, visitar aquel lugar…. Cuando llegaron a casa de su abuelo, le contaron todo, y muy contentos les dieron las gracias a sus padres por aquella maravillosa semana. -Podemos repetir el año que viene, si queréis. -¡Siiii!, asintieron los dos y Hugo dijo: -Para que veáis que a veces en lo esperado, hay algo inesperado.

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Carmen Palma Abadía

La casa misteriosa

Lusy quería comprar una casa mejor de la que tenían. Llamó a su agente inmobiliario, Ana, y le consiguió una con acabados en oro y cobre. Un día Sara, la hija menor vio algo en la casa que se movía y se asustó. Cuando se lo contó a sus hermanos Sonia y Víctor no le creyeron. El tiempo transcurrió y un año después, empezaron a ocurrir cosas raras. La tele se encendía sola, las camas se movían, se oían ruidos escalofriantes. Investigando de donde podían provenir todos estos fenómenos, se encontraron en una habitación que parecía ser el corazón de la casa. Sara, Sonia y Víctor se vieron rodeados de los espíritus de las personas que habían vivido en ella, asustados se desmayaron. Le comentaron lo sucedido a Ana, la agente inmobiliaria, y por su respuesta sospecharon que algo sabía y lo ocultaba. Se armaron de valor y acudieron otra vez a la habitación de los espíritus. Destruyeron una vasija que parecía ser de donde provenía el poder para mantener a los espíritus anclados a la casa. Todo volvió a la normalidad, excepto por una cosa, la casa se derrumbó.

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Alicia Morales Sola

La esmeralda encantada

Esta historia ocurrió hace unos 1000 años aproximadamente. Diana era una niña realmente inteligente, aunque un poco escrupulosa, y Vertulfo un niño muy ingenioso, pero un poco bocazas. Diana intrigada, investigó sobre la leyenda de la esmeralda encantada, “realmente está encantada o simplemente es una leyenda”, pensó mientras bebía un vaso de leche calentita. Vertuflo en su laboratorio soñaba con ser un científico de renombre. -Diana tu sabes dónde puedo encontrar una esmeralda- dijo. Diana respondió, -se de una aunque no sé si existe o es una simple leyenda-. –Me da igual si existe o no ¡la necesito!- gritó Vertuflo. –Entonces iremos a buscarla al bosque Polonés- dijo Diana. Al día siguiente en el bosque Polonés encontraron la esmeralda en un hermoso árbol. Diana aconsejó a Vertuflo que la cogiera con unas pinzas, ya que según la leyenda, tenía el poder de petrificar a quién la tocase. Vertuflo muy contento pudo construir su máquina, “una brújula” que les serviría para no perderse en cualquier lugar que estuvieran.

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María Johana Álvarez Cano

Princesa

Érase una vez una chica llamada María José, parecía una princesa de los guapa que era. Su cara era como una perla pulida, sus ojos tan azules como el mar, su cabello de color marrón, largo y sedoso, le llegaba a la cintura. Casi todos los hombres, príncipes, y duques de los alrededores estaban locamente enamorados de ella. De su personalidad destacaba lo amable, humilde, generosa, solidaria, buena consejera. Pero lo más extraño era que a pesar de todas estas virtudes, no tenía marido. Nadie lo podía creer. Ella tenía un pensamiento, “no necesito un marido para ser feliz”. Ejemplo que muchas chicas del pueblo seguían. Pero un día algo inesperado ocurrió. María José se enamoró de un panadero pobre y un poco feo. Todos se burlaban y le gastaban bromas. Harta de esta situación la princesa se enfadó. Reunió a todos los aldeanos y les dijo: “Me parece increíble que os riáis de nosotros. La belleza exterior a veces no es tan importante, lo que cuenta es lo que hay en el interior de cada persona, por eso elegía al panadero.” Los aldeanos otra vez más aprendieron una lección de la princesa.

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Luz Nayeli Coronel Tinoco

Un día de inocencia

Hace muchos años en un pequeño huerto vivían Mike y Stella, los últimos enanitos de aquella pequeña aldea. Mike era rubio, con ojos castaños y bastante educado. Stella era morena con ojos azules y muy alegre. Los dos eran grandes amigos desde la infancia y ambos compartían un tesoro muy apreciado, el huerto de la inocencia. Sus abuelos les contaban historias de aquel huerto cuando eran pequeños. Les decía que el humano que entrase en el huerto se perdería para siempre. Solo ellos eran inmunes al polvo de la inocencia que se respiraba en él. Miriam, la humana dueña de la casa de al lado, paseaba constantemente por la acera de enfrente. Solía llevar un pijama azul con flores rojas y unas chanclas de corazones. Rosa, su hermana era un poco desobediente, ya que no hacía lo que le mandaba Miriam. En una ocasión cuando las dos paseaban a Lala, su perrita, se rompió la correa y entró en el huerto. Las dos hermanas que no sabían de la leyenda del huerto, entraron a por su perrita.

Una vez dentro el pequeño huerto se convirtió en una selva. Los tomates se convirtieron en flores venenosas, los pepinos en gigantescos árboles, las zanahorias en feroces tigres, las calabazas en…. Entonces aparecieron dos seres extraños, parecían humanos pero llevaban unos sombreros con forma de montaña. -¿Quién anda ahí?, ¿es algún tipo de broma?, porque si lo es no tiene gracia-, dijo Miriam asustada. Uno de aquellos seres dijo –Si de aquí quieres salir, la inteligencia tendrás que usar-.- No te dejes llevar por las voces que escucharás-, añadió el otro. Las dos hermanas pensaron con calma y decidieron seguir a Lala. La perrita fue avanzando hasta llegar a una pequeña salida en que ponía, “No fuiste tonto y usaste la inteligencia, no fuiste débil y usaste la fuerza”. Miriam y Rosa no volvieron a entrar en el huerto.

Sandra Canon Sánchez

El fantasma del cole

Había una vez un colegio muy, muy viejo, pero que todavía seguía recibiendo en sus aulas a los niños y niñas del pueblo. El colegio tenía al menos 500 años y en el habían estudiado personajes como Albert Einstein ó Thomas Edison. En los últimos años, en el colegio habían ocurrido sospechosos acontecimientos, y los niños no paraban de repetir que en el colegio había un fantasma. Lo último que había ocurrido era la desaparición de una pizarra. Este hecho hizo que los profesores se tomaran las habladurías más en serio. Todos en el colegio buscaron la pizarra, y Javier de primaria la encontró colgada en la portería de futbol del patio. Al descolgarla el profe de gimnasia, vieron un mensaje escrito en su parte trasera que decía, “soy el fantasma del cole, si queréis que os deje en paz, que todos los alumnos acudan esta tarde al gimnasio. Pero no quiero que venga ningún profesor.” Para que los profesores no se enteraran de nada, dejaron una nota en el gimnasio al fantasma, concertando una reunión al día siguiente en una clase de primaria. Esa noche a todos les costó conciliar el sueño pensando cómo sería el fantasma. Al día siguiente cuando los niños estaban en la clase esperando, la puerta se abrió lentamente y se cerró de un portazo. El fantasma apareció con su sábana blanca, y ante la sorpresa de todos, dijo: -Soy Edison, el inventor de la bombilla. ¿Vosotros queréis inventar algo?-. ¡Siiii!, contestaron. – ¡Pues tenéis que estudiar más!-respondió el fantasma. Y acto seguido desapareció. A partir de ese día todos los alumnos fueron los que mejores notas sacaban de toda la comarca.

David Camero Pozuelo

El fantasma del sótano

Era un precioso día de primavera. Sara y Antonio, su hermano, decidieron ir a desayunar churros. De repente pasaron un montón de ciclistas y a su padre se le ocurrió la idea de ir a montar en bici. A ellos les pareció buena idea, así que fueron al sótano para coger su bici, pero al tocarla, la bici se movió. Antonio y Sara creyeron que era un fantasma y salieron corriendo. Cuando se lo contaron a su padre, no los creyó, y bajó con ellos a comprobarlo. El padre vio también que se movía la bici y al comprobar que sucedía, comenzó a reírse a carcajadas. Ellos no entendían de que se reía, pero cuando les dijo que lo que les había asustado eran unos ratoncillos, también se rieron a carcajadas.

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Paula Macías Moreno

El paraíso imaginado

Desde siempre se ha dicho que la imaginación es cosa de niños, yo creo que no, y con esta historia veréis que algunas veces todo lo que imaginamos se puede hacer realidad. Érase una familia formada por una niña de seis años, un niño de doce y sus padres, que vivían en una pequeña casa en el bosque. Un día la chimenea comenzó a arder y la casa se prendió también. Sus padres murieron y ellos consiguieron salvarse refugiándose en el bosque. Se adentraron buscando comida y no encontraron nada, excepto un gran lago que atravesaba todo el bosque. Se metieron en él intentando llegar a la otra orilla y una corriente los arrastró hasta un lugar desconocido, donde había muchos animales y flores de todos los colores. Este lugar tenía algo maravilloso, y lo descubrieron cuando al imaginar lo que les gustaría comer, apareció una gran mesa repleta de los mejores manjares que habían imaginado. La niña imaginó estar rodeada de conejos, pájaros, y pequeños animalillos. Al instante se encontró rodeada de todos ellos. Desde ese momento, aquel lugar se convirtió en su nuevo hogar, donde todo lo que imaginaban se hacía realidad.

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Alba González Morante

El cumpleaños de Julia

Un día Julia una niña de doce años, se levantó para desayunar y vio que sus padres no estaban en casa. Se puso nerviosa, pero diez minutos más tarde sus padres regresaron, y le dijeron que habían salido para hacer los preparativos de la fiesta de su cumpleaños. A pesar de que todos sus amigos acudieron a la fiesta, Julia se encontraba muy sola. A ella le gustaría tener un hermano, era lo que más deseaba. Le hicieron muchos regalos, pero el que más le gustó a ella y a todos sus amigos fue un payaso de juguete con un disfraz muy colorido, con cara de bonachón. Cuando la fiesta finalizó y todos se fueron, Julia volvió a quedarse sola, bueno con sus padres. Cuando se fue a dormir, se puso su pijama y quiso dormir con su nuevo amigo el payaso. Cuando se metió en la cama con él y le dio un beso de buenas noches, algo maravilloso ocurrió. El muñeco cobró vida, y de esta forma se vio cumplido su sueño de tener a alguien con quién jugar en casa.

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John Carlos Harf Suárez

A Miami

Érase una vez dos hermanos, Gordinflón, gordito y gracioso y Flacucho, delgado y muy parlanchín. Gordinflón un día tenía hambre, ¡qué raro!, así que mandó a Flacucho a por algo de comer. Cuando Flacucho regresó, dijo – Perdón por la tardanza, fui a la pastelería Gaudí, donde están las mejores tartas. Gordinflón respondió - No te preocupes, te lo agradezco. Y ambos se sentaron a comerse la tarta. Por la tarde fueron al parque donde habían quedado con sus amigos, Bella, Luna y Nico, para ir al Burguer. Se comieron unas hamburguesas y cada una se fue a su casa. A los días sus amigos fueron a buscar a sus amigos Flacucho y gordinflón para ir jugar y no estaban en casa, no sabían nada de ellos. Un día llamaron por teléfono y dijeron a sus amigos que se habían ido a Miami con sus primos. Sus amigos para darles una sorpresa se presentaron en Miami. Flacucho y Gordinflón se alegraron mucho, y a sus amigos le gustó tanto esta ciudad que se quedaron a vivir allí con ellos.

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Erika Baldelomar Moya

La princesa y las estrellas

Hace mucho tiempo en un castillo muy lejano, vivía una princesa mágica. Podía comunicarse con las estrellas que por la noche alumbraban la Tierra. A pesar de que tenía este poder, no podía curar la enfermedad que la tenía postrada en la cama. Sus padres y todos los habitantes del pueblo estaban muy preocupados. Pero las más preocupadas eran las estrellas. El peor de los presagios se cumplió y la princesa falleció. Todos en el pueblo sintieron su muerte, pero las que más, las estrellas. Tan apenadas quedaron, que dejaron de brillar. El caos se extendió en el pueblo, no sabían cuando eran de día y cuando debían irse a dormir. Así que un caballero se propuso el reto de viajar a la Luna para encender las estrellas. Cuando llegó a la Luna y habló con las estrellas, estas le dijeron que estaban muy apenadas por la princesa y por eso no brillaban. El caballero les dijo que él había estado enamorado de la princesa y que su muerte no borraría su recuerdo de su corazón por mucho tiempo que pasara. Las estrellas entendieron lo que el caballero les quería transmitir, así que brillaron de nuevo con más intensidad que antes.

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Claudia Serrano Velasco

El amuleto mágico

Érase una vez un grupo de amigos a los que contaron la historia de un amuleto mágico que estaba en el boque de Elwyn. Este amuleto tenía el poder de hacer volar al que lo poseía. Decidieron ir a buscarlo. Fueron al Bosque de Elwyn, hicieron grupos y comenzaron a buscar. Uno de ellos cayó en un agujero y gritó para que los demás acudieran en su ayuda. Cuando sus amigos vinieron y lo sacaron, se dieron cuenta que sin querer habían encontrado el amuleto. Lo cogieron y regresaron a sus casas volando. A sus padres no les dijeron nada sobre este hallazgo. Quedaban en el parque y se turnaban el amuleto para poder volar.

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José Antonio Merlo Megías

El niño y la PS4

Había una vez un niño que estaba jugando a la Play Station y de repente los personajes salieron de la pantalla. El niño al principio se asustó, pero los personajes consiguieron que se tranquilizara. Después el niño jugó al futbol con los del Fifa, al baloncesto con los del NBA 2K15, a las carreras con los del Need For Speed, y al parkcur con los del juego de Assassin´s Creed. El niño se lo pasó muy bien, pero al día siguiente los personajes habían vuelto a sus juegos. El niño se despertó y descubrió que todo había sido un sueño. Se puso tan triste que hasta lloró.

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Pedro Espigares Asenjo

La moneda maldita

Érase una vez un niño que iba a comprar y se encontró una moneda muy vieja y rara. Esta moneda era portadora de una maldición. El que la tuviera quedaría bajo esa maldición, volviéndose maldito. El niño por mucho que intentaba deshacerse de ella, no lo conseguía. Cuando cogía algo para comprarlo y gastar la moneda, todo se rompía. La única forma de acabar con la maldición era que un maldito muriera y se enterrase con él la moneda. Un día dejó la moneda encima de su pupitre y otro alumno la cogió. Este alumno fue el último maldito. ¡Ya sabéis porque!

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Pablo Prats González

El muñeco de nieve

Álvaro de 6º A y su pandilla iban a participar en un partido de fútbol contra la clase de sexto en el recreo. Pero la noche anterior cayó una fuerte nevada y el partido se suspendió. Todos los niños estaban contentos por tener un día sin cole y con nieve, aunque hubieran preferido jugar el partido. Así que por la tarde fueron al colegio, retiraron la nieve, e hicieron un muñeco. El partido comenzó, y un chut desviado fue directo al muñeco. Ante el asombro de todos, el muñeco ¡lo detuvo!, dejó con la boca abierta a todo el mundo. Álvaro se acercó a él y le dijo, -¿nos devuelves la pelota?, -¡claro! pero...¿me dejáis jugar?. Álvaro se alegró y respondió que sí, que podía jugar en su equipo. Se reanudó el partido y cuando quedaban cinco minutos para el final, el resultado era de 2-2. Álvaro cogió la pelota se la pasó al muñeco que regateó a dos oponentes, chutó y……¡GOOOOLLLLL! Finalizó el partido, y el muñeco dijo,- nunca me lo había pasado tan bien, ¿repetimos el año que viene? Y desapareció.

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Álvaro Rodríguez Carrasco

Agradecimientos

A los niños y niñas del CEIP Vicente Aleixandre de Granada que han participado en esta iniciativa.

Este libro ha sido publicado por el AMPA “Generación del 27”, estando formada la Junta Directiva por las personas que se detallan a continuación:

José Antonio Álvarez Izquierdo Francisco de los Santos Fernández

Ezequiel García Navarro Mª Luisa Ibáñez Cuesta Elisa Fernández García

Celia Martínez Escañuela Rosa López Lloret

Rita Mª Molina de Dios Jorge Martín Serrano