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PLIEGO ANTONIO PELAYO Corresponsal de Vida Nueva en el Vaticano CUBA DE IDA Y VUELTA Del histórico viaje de Juan Pablo II a la próxima visita de Benedicto XVI 2.794. 24-30 de marzo de 2012

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PLIEGO

Antonio PelAyoCorresponsal de Vida Nueva en el Vaticano

CUBA DE IDA Y VUELTA

Del histórico viaje de Juan Pablo IIa la próxima visita de Benedicto XVI

2.794. 24-30 de marzo de 2012

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Aquel mes de enero de 1998…

Fidel Castro y Juan Pablo ii, al pie de la escalerilla del avión, se dieron un caluroso apretón de manos y el político cubano miró su reloj como para comprobar que había llegado puntual a una cita con la historia.

Días después, siempre en el citado periódico madrileño, el recién fallecido Giulio Girardi transcribía la conversación de cuatro horas que sobre la estancia papal en la isla había mantenido con el líder cubano, el brasileño Frei Betto (autor del libro Fidel y la religión), el sociólogo religioso belga François Houtard y el brasileño Ribeiro de Oliveira. “Ha sido un triunfo de la Revolución tanto en el interior del país como en el exterior”, sentenció ante sus interlocutores el “líder máximo”.

Apenas regresado a Roma sumamente satisfecho de su experiencia cubana, Karol Wojtyla les dijo a los polacos que asistían a la audiencia de los miércoles (28 de enero), comentando su viaje: “les deseo a nuestros hermanos y hermanas de aquella bella isla que los frutos de este peregrinaje sean similares a los obtenidos en mi peregrinación a Polonia en 1979”.

Catorce años después, otro pontífice romano se dispone a visitar Cuba, donde Benedicto XVI es esperado el lunes 26 de marzo a las dos del tarde. Acudirá a recibirle al aeropuerto internacional ‘Antonio Maceo’ de Santiago de Cuba el presidente Raúl Castro. Durante su breve estancia, aunque no figure en el programa oficial del viaje, se considera casi seguro un encuentro del Papa con Fidel Castro, cuyas apariciones en público son rarísimas en los últimos tiempos, pero que no querrá renunciar a conocer personalmente a un hombre tan distinto de su predecesor. Son dos ancianos casi de la misma edad, de experiencias vitales muy diversas, pero que seguramente tienen muchas cosas que decirse. no será, desde luego, un choque de trenes.

las páginas que siguen aspiran a servir de ayuda a quienes quieran evocar el viaje wojtyliano a Cuba, uno de los momentos más publicitados del pontificado y, sin duda, de los más audaces.

EXPECTATIVAS DENTRO Y FUERA DE LA ISLA

el anuncio oficial de una visita de Juan Pablo ii a Cuba –de la que se venía hablando al menos desde 1989– suscitó en todo el mundo una enorme expectación. Días antes de su llegada, se habían trasladado a la isla miles de periodistas de todos los continentes; las grandes cadenas de televisión, las norteamericanas sobre todo, habían ocupado con sus estudios, cámaras y equipos todos los lugares

Choque de trenes en la Habana entre el Comandante y el Papa”, escribía en El País el 18 de enero

de 1998 Mauricio Vicent. Faltaban solo tres días para que el ‘MD-11’ de la Alitalia se posase en las pistas del aeropuerto habanero trayendo a bordo a Juan Pablo II. el excelente corresponsal reflejaba la que era impresión muy generalizada entre los observadores internacionales, comenzando por el Premio nobel de literatura Gabriel García Márquez, que había acuñado la frase “es un choque de trenes y nadie se lo quiere perder”. la expectación, en efecto, era mundial, y los que nos encontrábamos ese soleado miércoles a pie de pista éramos conscientes de asistir a un momento histórico cuando

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A pocos días de que Benedicto XVI llegue por primera vez a Cuba, estas páginas nos invitan a evocar aquel histórico viaje que su predecesor, Juan Pablo II, realizó a la Isla en 1998. Desde entonces, y siguiendo su invitación, el país caribeño se ha ido abriendo al mundo “con todas sus magníficas posibilidades”. Pudieron dar fe de ello el cardenal Bertone (2008) y el arzobispo Mamberti (2010), durante sendas estancias en aquellas tierras que, de algún modo, preparaban ya el terreno a esta próxima visita papal. Un pueblo esperanzado, aunque no exento de incertidumbres, se dispone a recibir a tan ilustre huésped.

Fidel Castro y Juan Pablo II (Cuba, enero de 1998)

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estratégicos de la Habana. nadie quería perderse un detalle.

la iglesia cubana, con su cardenal Jaime Ortega Alamino a la cabeza, ponía muchas esperanzas en la presencia del Santo Padre entre sus gentes. ya habían obtenido una victoria no pequeña al conseguir que, por primera vez desde el triunfo de la Revolución en 1969, el día de navidad fuese declarado festivo; se lo había pedido en 1996 a Fidel el entonces secretario vaticano para las Relaciones con los estados, monseñor Jean-Louis Tauran, y era esta una reclamación permanente de la iglesia que no se realizó hasta las vísperas del viaje. Pero la aspiración más substancial era alcanzar mayor libertad para poder ejercer su misión y poder ser instrumento de reconciliación entre los cubanos.

Algunos, sin embargo, enfocaban la visita desde el punto de vista político, suponiendo que iba a ser el empujón definitivo para arrojar a Castro del poder, objetivo declarado y buscado a través de todos los medios a su alcance por el exilio cubano de Miami. Dentro de la isla, sin embargo, las expectativas eran mucho más modestas, como nos explicaba a un grupo de enviados especiales Elizardo Sánchez, presidente de la Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación: “nosotros no esperamos milagros ni antes ni durante ni después de la llegada del Papa, en el

sentido de cambios de envergadura en lo político o en lo económico; supondrá solo una forma limitada de pluralidad en el campo religioso, que desearíamos que después se ampliase y extendiese también en el terreno político”. las cancillerías de todo el mundo estaban, desde luego, muy pendientes de lo que pudiera suceder durante los seis días que Wojtyla iba a permanecer en la isla (a pesar del ‘escándalo Monica Lewinsky’, que estalló justamente por esos mismos días).

INTERCAMBIO DE SALUDOS

lo que sí quedó claro desde el primer momento es que el Papa y el Comandante, superada su natural curiosidad por conocerse el uno al otro y siendo ambos conscientes de su estatura histórica y mediática, no iban a dejar de ser ellos mismos. Fidel Castro lo demostró en su primera alocución

de saludo en el aeropuerto, denunciando los crímenes de los colonialistas y el “genocidio, pretendiendo rendir por hambre, enfermedad y asfixia económica total a un pueblo que se niega a someterse a los dictados y al imperio de la más poderosa potencia económica, política y militar de la historia… igual que la iglesia, la Revolución tiene también muchos mártires”.

en su discurso de respuesta, después de recordar a sus oyentes cubanos que “ustedes son y deben ser los protagonistas de su propia historia personal y nacional” y que “hoy como siempre la iglesia en Cuba desea poder disponer del espacio necesario para seguir sirviendo a todos”, Juan Pablo ii ya pronunció la frase que quedará como la cifra final de su mensaje: “Que Cuba se abra con todas sus magníficas posibilidades al mundo y que el mundo se abra a Cuba, para que este pueblo, que como todo hombre y nación busca la verdad, que trabaja por salir adelante, que anhela la concordia y la paz, pueda mirar al futuro con esperanza”.

los tres días siguientes se desarrollaron según una estructura casi idéntica: el Papa salía por la mañana de la Habana para visitar Santa Clara (jueves 22), Camaguey (viernes 23), Santiago de Cuba (sábado 24), y regresaba por la noche a la nunciatura en la capital, donde el domingo celebró, nada menos que en la Plaza de la Revolución ‘José Martí’ –con una gigantesca iconografía del Che Guevara a sus espaldas–, la Santa Misa, a la que acudieron centenares de miles de cubanos y, entre ellos, el presidente Castro con varios miembros de su Gobierno.La visita papal del 98 movilizó a toda la Isla

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autoridad y le gusta el orden, pero necesita aprender a desmitificar los falsos mesianismos… le presento, además, a un número creciente de cubanos que han confundido la patria con un partido, la nación con el proceso histórico que hemos vivido en las últimas décadas y la cultura con una ideología”.

“la iglesia inmersa en la sociedad –afirmó el Pontífice en su homilía– no busca ninguna forma de poder político para desarrollar su misión, sino que quiere ser germen fecundo de bien común al hacerse presente en las estructuras sociales”.

lógicamente, Karol Wojtyla se había reservado algunas “cargas de profundidad” para su homilía dominical en la Plaza de la Revolución ‘José Martí’, atiborrada de gentes: “los sistemas ideológicos y económicos –dijo– que se han ido sucediendo en los dos últimos siglos con frecuencia han potenciado el enfrentamiento como método… Algunos de esos sistemas han pretendido también reducir la religión a la esfera meramente individual, despojándola de todo influjo o relevancia social. en este sentido, cabe recordar que un estado moderno no puede hacer del ateísmo o de la religión uno de sus ordenamientos políticos. el estado, lejos de todo fanatismo o secularismo extremo, debe promover un clima social y una legislación adecuada que permita a cada persona y a cada confesión religiosa vivir libremente su fe, expresarla en los ámbitos de la vida pública y contar con los medios y espacios suficientes para aportar a la vida nacional sus riquezas espirituales, morales y cívicas”.

todo, un hombre de luz, coherente con sus valores éticos y animado por una espiritualidad de raíz eminentemente cristiana… estoy convencido de que este pueblo ha heredado las virtudes humanas, de matriz cristiana, de ambos hombres, pues todos los cubanos participan solidariamente de su impronta cultural”.

en Santiago de Cuba, al inicio de la misa que celebró en la Plaza ‘Antonio Maceo’ (otro patriota oriental del que el Papa recordó la frase “quien no ama a Dios no ama a la patria”), el arzobispo Pedro Claro Meurice Estiu (fallecido en julio del pasado año) pronunció un discurso muy valiente en presencia del entonces vicepresidente del Consejo de estado y ministro Raúl Castro: “le presento, Santidad, un pueblo noble y que es también un pueblo que sufre… nuestro pueblo es respetuoso de la

CUBANÍA, RELIGIÓN Y LIBERTAD

Durante su estancia en Cuba, Juan Pablo ii (al que Fidel había invitado “a hablarle al pueblo con toda la libertad que desee hacerlo”) pronunció doce discursos muy hábilmente construidos y con objetivos muy claros. Releyéndolos, llama la atención el alto número de citas de los padres de la “cubanía”, especialmente José Martí, como queriendo demostrar que no pueden disociarse los valores religiosos de la identidad nacional. Son muy numerosos los pasajes que lo demuestran, y hemos escogido solo los más principales.

“es necesario –dijo en la eucaristía de Santa Clara– recuperar los valores religiosos en el ámbito familiar y social, fomentando la práctica de las virtudes que conformaron los orígenes de la nación cubana, en el proceso de construir su futuro ‘con todos y para el bien de todos’, como pedía José Martí… la familia, la escuela y la iglesia deben formar una comunidad educativa donde los hijos de Cuba puedan crecer en humanidad”.

Retomó esas ideas en el discurso que pronunció el viernes 23 de enero en el Aula Magna de la Universidad de la Habana, donde reposan los restos del “gran sacerdote y patriota, el Siervo de Dios padre Félix Varela…, considerado por muchos como piedra fundacional de la nacionalidad cubana. Él mismo es en su persona la mejor síntesis que podemos encontrar entre fe cristiana y cultura cubana… la superficialidad y el anticlericalismo de algunos sectores de aquella época no son genuinamente representativos de lo que ha sido la verdadera idiosincracia de este pueblo, que en su historia ha visto la fe católica como fuente de los ricos valores de la cubanía”.

“la antorcha que, encendida por el padre Varela –dijo en otro momento del discurso–, había de iluminar la historia del pueblo cubano, fue recogida poco después de su muerte por esa personalidad relevante de la nación que es José Martí: escritor y maestro en el sentido más pleno de la palabra, profundamente democrático e independentista, patriota, amigo leal aun de aquellos que no compartían su programa político. Él fue, sobre

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Mensaje televisado del cardenal Ortega

Bertone y el obispo de Santa Clara (2008)

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Durante la homilía, el Papa fue varias veces interrumpido por la multitud, que gritaba: “el Papa es libre y nos quiere a todos libres”. esta fue su respuesta espontánea: “Sí, libre con esa libertad con la cual Cristo nos ha liberado”. “Para muchos de los sistemas políticos y económicos hoy vigentes –continuó–, el mayor desafío sigue siendo conjugar libertad y justicia social, libertad y solidaridad, sin que ninguna quede relegada a un plano inferior… la doctrina de José Martí sobre el amor entre todos los hombres tiene raíces hondamente evangélicas, superando así el falso conflicto entre la fe en Dios y el amor y el servicio a la Patria. escribe este prócer: ‘Pura, desinteresada, perseguida, martirizada, poética y sencilla, la religión del nazareno sedujo a todos los hombres honrados… todo pueblo necesita ser religioso. no solo lo es esencialmente, sino que por su propia utilidad debe serlo… Un pueblo irreligioso morirá, porque nada en él alimenta la virtud’… Como saben, Cuba tiene un alma cristiana, y eso la ha llevado a tener una vocación universal. llamada a vencer el aislamiento, ha de abrirse al mundo, y el mundo debe acercarse a Cuba, a su pueblo, a sus hijos, que son, sin duda, su mayor riqueza”.

ya en su discurso de despedida, Juan Pablo ii, sin hacerlo explícitamente, pidió el fin del bloqueo económico a Cuba por parte de los estados Unidos: “en nuestros días – recalcó–, ninguna nación puede vivir sola. Por eso, el pueblo cubano no puede verse privado de los vínculos con los otros pueblos, que son necesarios para el desarrollo económico, social y cultural, especialmente cuando el aislamiento provocado repercute de manera indiscriminada en la población, acrecentando las dificultades de los débiles en aspectos básicos como la alimentación, la sanidad o la educación”.

Por su parte, Fidel Castro comenzó sus palabras de despedida en el aeropuerto diciendo: “Creo que hemos dado un buen ejemplo al mundo; usted visitando lo que algunos dieron en llamar el último bastión del comunismo; nosotros recibiendo al jefe religioso a quien quisieron atribuirle la responsabilidad de haber destruido el socialismo… Por el honor de su visita, por todas sus expresiones de afecto a los cubanos, por todas sus palabras, aun aquellas con las cuales pueda estar en desacuerdo, en nombre de todo el pueblo cubano, Santidad, le doy las gracias”.

ALGUNAS IMPRESIONES PERSONALES

Antes de concluir esta rápida panorámica sobre la visita de Juan Pablo ii, quisiera recoger algunas impresiones más personales. la primera se refiere a nuestro trabajo como informadores en un contexto político donde la circulación de noticias está sometida a algunas normas de control. todos los que llegamos a la isla para cubrir el acontecimiento estuvimos “acompañados” por funcionarios estatales. nuestros contactos con las gentes se movían dentro de un círculo estrechamente vigilado por las autoridades. en los actos públicos, teníamos asignado un receptáculo en torno al cual se colocaban ciudadanos que sí que podían responder a nuestras preguntas y que sabían muy bien lo que tenían que responder. no era imposible romper ese círculo, pero resultaba complicado, y los cubanos, en general bastante locuaces, se cortaban

El escritor y periodista bar-celonés Manuel Vázquez Montalbán (1939-2003) se encontraba en Cuba durante la visita del Papa y asistió a algunos de los actos por él presididos. Pocos meses después, publicó un volumi-noso libro titulado Y Dios entró en La Habana (Aguilar, 1998). De él reproducimos la respuesta que dio el car-denal Roger Etchegaray a una de sus preguntas y su comentario sobre “la pac-tada confrontación” entre el Papa y Fidel:“El pueblo [cubano] le espe-raba y esperaba una visita más bien afectiva, nada po-lítica. Si es cierto que no es un pueblo practicante,

como se dice, sí tiene un sentimiento religioso. El prestigio del Para era im-portante ya entonces. Hay que apoyarse en los senti-mientos más profundos del pueblo sin hacer, como se dice, populismo. Se corre el peligro de la manipula-

ción y hay que ser discreto” (pág. 617).“Hasta ahora, cada alocu-ción del Papa o de Castro se aguardaba como una necesaria batalla de es-grima espiritual y se ha sobreexcitado el receptor, incluso los profesionales de la información se han so-breexcitado y no asumen suficientemente el hecho de que Castro sigue siendo Castro, el Papa anticomu-nista sigue siendo el Papa anticomunista y ambos se prestaron a este encuentro, conscientes de que no iban a convencerse el uno al otro ni a perder la cara. Están sembrando para el día de mañana” (pág. 563).

SEMBRANDO PARA EL DÍA DE MAÑANA

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y el altruismo, la abnegación, la justicia y la libertad que son radicalmente evangélicos”. Proponían a continuación un programa de acción pastoral cuyo primer punto era que “la iglesia debe promover al hombre cubano concreto para que sea protagonista de su historia anunciándole a Jesucristo como Aquel que puede salvarlo”. “la iglesia –decía el punto cuarto del programa– desea ampliar e incrementar un diálogo franco con las instituciones del estado y las organizaciones autónomas de la sociedad civil y profundizar su acción de servicio a la sociedad, especialmente a los más necesitados”.

en otro pasaje de su mensaje, los obispos aluden a “los recientes indultos otorgados por el Gobierno de Cuba que benefician a un buen número de presos”.

Mientras el Papa y Fidel se entrevistaban el jueves 22 de enero en el Palacio de la Revolución, el entonces secretario de estado vaticano, cardenal Angelo Sodano, hacía lo mismo con el vicepresidente Carlos Lage y con el ministro de Asuntos exteriores, Roberto Robaina (defenestrado años después), y les entregó una amplia lista de prisioneros cuya puesta en libertad se solicitaba a las autoridades “como acto de clemencia y de buena voluntad”. el Gobierno castrista cumplió su promesa y, a mediados de febrero, decretó el mayor indulto desde 1979, sacando de las cárceles a varias decenas de prisioneros, algunos de ellos disidentes políticos y otros autores de diversos delitos. Según el comunicado publicado por

parte que haya conseguido convencer a Joseph Ratzinger y a sus colaboradores de repetir la experiencia en momentos cada día que pasa más cruciales para el futuro de sus compatriotas.

CONSECUENCIAS POLÍTICAS Y ESPIRITUALES

¿Qué consecuencias tuvo el viaje de Juan Pablo ii a Cuba en 1998? A esta pregunta se le han dado muchas y muy diversas respuestas en estos años. Habría que comenzar diciendo que, en el orden espiritual, los beneficios conseguidos fueron muchos, pero las conversiones (stricto o lato sensu) son incontables por definición.

la Conferencia de obispos Católicos de Cuba envió el 20 de febrero un extenso mensaje “a los fieles católicos y a todo el pueblo cubano” en el que agradecía al Papa “el regalo maravilloso que le ha dado a la vida de nuestro pueblo y a la historia de nuestra Patria”. Glosando algunos pasajes del mensaje pontificio, escribían los prelados: “el alma cristiana de Cuba ha contribuido a aportar un conjunto de valores éticos a la historia patria, tales como el amor a la familia, la honestidad, la sinceridad, el desinterés

casi espontáneamente cuando les interrogaba un periodista extranjero. Pero, en general, pudimos transmitir a nuestros lectores o televidentes lo esencial de la visita y del mensaje pontificios con relativa libertad. en esta segunda experiencia que estamos a punto de comenzar, con la transformación de las tecnologías de la comunicación, creo que los responsables de controlar la información lo tendrán más complicado.

en segundo lugar, nos encontramos con una iglesia muy consciente del papel que le toca jugar al lado de su pueblo. el liderazgo del cardenal ortega Alamino ya era entonces muy evidente y se ha ido consolidando aún más, alcanzando en la actualidad un relieve internacional imposible de negar y que hace necesario contar con él para cualquier iniciativa que quiera llegar a buen puerto. es un interlocutor fiable tanto para Roma como para el Gobierno, y puede mediar entre ambos sin ceder a las presiones que le llegan desde el exilio, encasillado en posiciones poco flexibles para enjuiciar la realidad y poder actuar con eficacia. la presencia del Papa y el apoyo de Roma le han ayudado mucho, y así se explica en

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AMADO-BLANCO, UN EMBAJADOR IRREPETIBLE

Cuando se escriba la historia de los 75 años de relaciones diplomáticas ininterrumpidas entre Cuba y la Santa Sede, una buena parte de sus páginas tendrá que ser dedicada a los doce años que Luis Amado-Blanco fue embajador y decano del Cuerpo Diplomá-tico. Solo la muerte, en 1975, frustró su extraordinaria tarea.Tuve la suerte de conocer y tratar a Amado-Blanco y a su deliciosa mujer, Isabel, a los que conocí, por azar, en Asís con motivo de una Semana de Cine organizada por los católicos italianos a la que asistieron –entre otros– Pier Paolo Passolini y Roberto Rossellini.Asturiano, nacido cerca de Avilés, emigró a Cuba antes de la Guerra del 36-39, pero mantuvo sus amistades políticas y literarias con hombres como Gregorio Marañón, Camilo José Cela (que publicó su libro de poemas Tardío Nápoles), Rafael Alberti y otros.Se unió a la Revolución contra el dictador Fulgencio Batista desde los primeros tiempos; fue nombrado embajador en Portugal y, desde 1962, en el Vaticano, donde los papas Juan XXIII y Pablo VI le honraron con su confianza y simpatía. Gracias a su paciente labor diplomática y a la acción de monseñor Cesare Zacchi en La Habana, nunca se rompieron las relaciones entre Cuba y la Santa Sede, a pesar de las fuertes presiones.En el centenario de su nacimiento (2003), el embajador Raúl Roa escribió: “Fue un embajador irrepetible; su fe verdadera y su profunda intimidad con la Iglesia, Mater et magistra para Luis e Isabel, no empañó su visión ni obnubiló su perspectiva. Fue representante genuino de la Revolución”.

Amado-Blanco con Pablo VI

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el diario oficial Granma, la lista papal la componían unos trescientos nombres, la mayoría de los cuales fueron liberados de la prisión, pero no todos, porque “no puede haber ni habrá impunidad para los que quieren destruir Cuba”.

independientemente de estas liberaciones –a las que no se las puede negar, sin embargo, un alto valor humano–, lo cierto es que, desde la visita del Papa, la iglesia cubana ha ganado espacio y capacidad de acción en la vida pública del país. las relaciones de las autoridades del castrismo con el Vaticano se han hecho más fluidas, con visitas mutuas e intercambio de informaciones sobre la situación política del mundo. no puede decirse que hayan cesado del todo las restricciones a la entrada de agentes pastorales, pero es cierto que el número de permisos se ha ampliado de forma notable, y también es cierto que los permisos de salida de la isla para asistir a acontecimientos eclesiales de carácter mundial (como las Jornadas Mundiales de la Juventud) han sido concedidos con mayor generosidad que en el pasado. Sin que pueda considerarse del todo normalizada (sigue siendo muy deficiente y escasa, por ejemplo, la presencia de la iglesia en los medios de comunicación social, que el estado considera propios y exclusivos), nadie puede negar que la existencia de la iglesia católica ha ido a mejor, y eso se deja ver, sin ir más lejos, en el número de vocaciones tanto al sacerdocio como a la Vida Religiosa masculina y femenina.

Si la visita de Juan Pablo ii constituyó un éxito superior a las previsiones, se debió en parte a la intensa labor de preparación que la precedió y en la que trabajaron con mucho empeño los sucesivos nuncios apostólicos en la Habana (uno de ellos, el español monseñor Faustino Sainz Muñoz), los embajadores cubanos ante la Santa Sede y diversas personalidades tanto eclesiásticas como civiles. entre ellas, considero justo destacar al entonces portavoz de la Santa Sede, Joaquín Navarro Valls, que visitó Cuba en diversas ocasiones y mantuvo con Fidel, como él mismo ha contado, largas y fructuosas conversaciones nocturnas.

etapa importante previa al viaje fue la visita que Fidel Castro realizó a Juan Pablo ii aprovechando su

presencia en Roma para asistir a la Cumbre Mundial sobre la alimentación convocada por la FAo en noviembre de 1996. el encuentro, muy cordial, como coincidieron en subrayar fuentes de ambas partes, tuvo lugar el 19 de noviembre y, en el curso del mismo, el Papa aceptó la invitación que le reiteró el Comandante de visitar la “perla del Caribe”. las coincidencias entre ambos interlocutores fueron mayores de lo que inicialmente se podía suponer. A calentar la atmósfera habían contribuido, sin duda, unas enérgicas declaraciones del cardenal Roger Etchegaray a Radio Vaticano en las que el presidente del Pontificio Consejo ‘Justicia y Paz’ criticaba con severidad la famosa ley Helms-Burton por considerarla “contraria al principio de solidaridad que debería inspirar concretamente toda política en el campo de la alimentación”.

RAÚL CASTRO RECIBE AL CARDENAL BERTONE

Mi impresión personal es que la posibilidad de que Benedicto XVi visitara Cuba, aunque pareciese remota, comenzó a tomar cuerpo durante la visita que hizo a la isla el secretario de estado, cardenal Tarcisio Bertone, en el mes de febrero de 2008 al cumplirse diez años del viaje de Karol Wojtyla.

el numero 2 del Vaticano (que ya había estado en la isla en octubre de 1985, cuando era todavía arzobispo de Génova) llegó a la Habana el miércoles 20 de febrero en un momento especialmente delicado para el régimen político: Fidel Castro había presentado dos días antes su renuncia voluntaria a la Presidencia del Consejo de estado y del Consejo de Ministros y había asumido interinamente el puesto su hermano Raúl (que sería confirmado definitivamente en dichos puestos una semana más tarde). todos los medios internacionales subrayaron que la vaticana sería la primera diplomacia del mundo en tomar contacto con la nueva dirigencia cubana.

Bertone era portador de un mensaje del Papa a los obispos en el que les decía que “el anuncio del evangelio de Cristo sigue encontrando en Cuba corazones bien dispuestos para acogerlo, lo cual conlleva una responsabilidad constante para ayudarles a crecer en la vida espiritual… en ocasiones, algunas comunidades cristianas se ven abrumadas por las dificultades, por la escasez de recursos, la indiferencia e incluso el recelo, que pueden inducir al desánimo”. Siendo ya importante el mensaje para las autoridades, sin duda, era reconfortante que Ratzinger estimulase a la iglesia local “a hacer el bien, a promover la dignidad de la persona sembrando sentimiento de comprensión, misericordia y reconciliación”.

Como es habitual en él durante los seis días que permaneció en la isla, Bertone desarrolló una amplia agenda de actividades con visitas no solo en la capital, sino también en las ciudades de Santa Clara (donde inauguró un monumento en recuerdo de Juan Pablo ii), Santiago de Cuba y Guantánamo. Se reunió nada más llegar con los quince obispos y, sucesivamente,

El cardenal Bertone y Raúl Castro, en febrero de 2008

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en libertad Ariel Sigler, prisionero de conciencia condenado a veinte años de cárcel. Preguntado sobre los resultados de la política de diálogo con el Gobierno cubano, monseñor Mamberti dijo: “ya se ven los primeros frutos de este diálogo, y yo creo que esto es muy importante”. Su interlocutor, el ministro de exteriores, fue un tanto sibilino cuando se le preguntó si habría más gestos humanitarios, afirmando: “Vemos todas las condiciones para que, en plena observancia de la Constitución cubana y de nuestras leyes, continúen estos fructíferos intercambios de opinión”.

el cardenal ortega, por su parte, ha seguido trabajando en este frente, obteniendo frutos considerables gracias a la colaboración de españa; en julio, se hacía pública la noticia de la liberación de 20 de los 52 prisioneros políticos aún detenidos en las cárceles de la isla caribeña y pertenecientes al denominado “grupo de los 75”, condenados a duras penas de prisión en el año 2003. “el Gobierno español –declaró el entonces ministro de exteriores, Miguel Ángel Moratinos– ha aceptado que todos los que sean liberados puedan viajar a españa si ese es su deseo”.

este es el contexto lleno de esperanzas, no exentas de pasajeras incertidumbres, en el que Benedicto XVi anunció el pasado 12 de diciembre su intención de viajar a México y Cuba. en cada uno de los dos países permanecerá tres días y, sin que se nos amotine el amor propio de los mexicanos, parece obvio señalar que la etapa cubana entraña una mayor expectación, y así lo han entendido muchos medios de comunicación, que la han convertido en la prioridad de este decimotercer viaje internacional de Joseph Ratzinger.

diplomático vaticano no se caracteriza especialmente por la frecuencia de sus desplazamientos al extranjero.

A recibir al enviado papal acudieron al aeropuerto el nuevo ministro de Asuntos exteriores, Bruno Rodríguez Parrilla; el cardenal ortega y el nuncio apostólico, monseñor Giovanni Angelo Becciu (nombrado en julio de 2009 y actual sustituto de la Secretaría de estado); monseñor Emilio Aranguren, obispo de Holguín y presidente de la Comisión ‘Justicia y Paz’ del episcopado; y la ya citada Caridad Diego.

el tema escogido para la intervención inaugural de monseñor Mamberti en la Semana Social, el 16 de junio, distaba mucho de ser de meras circunstancias: La laicidad del Estado: algunas consideraciones.

Reivindicando la primera y originaria acepción, del todo intraeclesial, del término “laico/laicidad”, el prelado afirmó: “la laicidad del estado que, lejos de ser marginación de la dimensión religiosa y de la comunidad de los creyentes de la vida social en todos sus componentes (laicidad en el sentido de laicismo), pasa a ser respeto y colaboración entre la sociedad civil y aquella eclesial para el verdadero bien del hombre y de la familia humana (sana laicidad o laicidad positiva)”.

Monseñor Mamberti mantuvo diversos encuentros con las autoridades cubanas –no así con los representantes de la oposición ni con las llamadas Damas de Blanco, esposas y madres de detenidos por el régimen– y, antes de regresar a Roma, fue recibido por el presidente Raúl Castro Ruz. estas entrevistas tenían lugar en un momento en el que estaba muy de actualidad el tema siempre candente de los detenidos; pocas semanas antes, había sido puesto

con los seminaristas, las religiosas y religiosos, los representantes del clero secular y, naturalmente, los salesianos y salesianas.

A nivel político, mantuvo un primer encuentro con el ya confirmado presidente Raúl Castro, el martes 26 de febrero, y el día antes lo había hecho con el ministro de Asuntos exteriores, Felipe Pérez Roque (caído en desgracia algún tiempo después) y con la incombustible Caridad Diego Bello, responsable de la oficina de Atención para los Asuntos Religiosos del Comité Central del Partido Comunista Cubano. A su salida, declaró ante los periodistas que esperaba que “los elegidos en la nueva Asamblea nacional y en el Consejo de estado intenten hacer el bien. el bien es escuchar las aspiraciones del pueblo, sobre todo de los jóvenes, y responder con iniciativas favorables”. Según manifestó, las autoridades le habían prometido más espacio y apertura a la iglesia en los medios de comunicación, incluida la televisión (de hecho, Granma publicó ese día el comunicado de los obispos sobre la visita de Bertone en el que pedían al nuevo Gobierno que adoptase “medidas transcendentales”), conceder un nuevo y generoso indulto a presos, liberalizar las procesiones y las manifestaciones públicas de culto, estudiar el delicado tema de la educación religiosa, etc.

Al agradecer al ilustre huésped su presencia en la Habana, el cardenal ortega le dijo: “ojalá su presencia de ahora sea un anticipo de la del Santo Padre, al que esperamos con ocasión del 400º aniversario de la aparición de la Virgen de la Caridad del Cobre”.

CUBA Y LA SANTA SEDE ESTRECHAN RELACIONES

Fiel a su secular principio de que hay que batir el hierro mientras está caliente, monseñor Dominique Mamberti, secretario para las Relaciones con los estados, pisó tierra cubana en junio de 2010 con dos motivos: celebrar los 75 años de las relaciones diplomáticas entre Cuba y la Santa Sede e inaugurar la X Semana Social Católica Cubana. el hecho es aún más significativo si consideramos que el

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Ortega, Mamberti y Bruno Rodríguez Parrilla