cuando suenan las alarmas - sanador herido - pastoral 2015

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1 Cuando suenan las alarmas Molestias útiles ¿Cuándo deben sonar las alarmas? Cuando se acabó el tiempo, o cuando sucede algo fuera de control, o cuando el peligro es real. Si suenan todo el tiempo, nos cansamos de avisos que solo molestan y dejamos de prestarle atención, o las eliminamos. Una excelente ilustración de ello es nuestro cuerpo. Dios lo dotó de alarmas salvadoras. Los síntomas como la fiebre, el dolor, los granos, los estornudos hasta las diarreas y los vómitosson alarmas salvadoras. Claro que a nadie le interesa pasarse la vida padeciendo todos esos malestares; no obstante, si el cuerpo no nos avisa, estamos perdidos pues no podemos hacer nada al respecto. «Bueno dirá algunono es necesario soportar los malestares, ¿para qué sufrir tanto? Ahora sabemos cómo desconectar las alarmas; tenemos antigripales, antihistamínicos, antifebriles, analgésicos, antidispépsicos, antidepresivos, anti...». Quisiera sugerirle una propuesta no analgésica: si está mal, que se note; si no se nota y logra tapar bien su malestar, el peligro aumenta. Si las molestias no están presentes pero continúa la enfermedad, empieza a correr riesgo su vida. Se apagó la alarma pero no el incendio. En este breve artículo se tratarán ciertos peligros en el ministerio, con el fin de que juntos escuchemos algunas alarmas que deben tenerse en cuenta y malestares que anuncian nuestra enfermedad. Quisiera que revisemos, utilizando todos nuestros niveles de percepción, algunos modos de vincularnos para intentar descubrir la aparición de construcciones extrañas en nuestras relaciones, que de permanecer, tienden a asegurar el progreso de cualquier enfermedad ministerial. Mencionaremos además solo algunos síntomas de enfermedades que amenazan la sana relación entre la persona y su papel ministerial, entre quienes ejercen el ministerio y la gente. Si hallamos que estas construcciones son parte de nuestro paisaje, deben sonar nuestras alarmas. Intentemos entonces escuchar algunas señales que deben ser atendidas. 1. La imposibilidad de huir Cuando dejar lo que estamos haciendo resulta imposible, estamos en graves problemas. El pastorado, la campaña que viene, el seminario, se pueden dejar. Uno puede dejar de ser pastor de esa congregación. Puede dejar esa denominación, o el seminario o rechazar la invitación a predicar en aquella conferencia. Dejar el ministerio no es abandonar la fe ni dejar el llamado. Alguno me dirá «¡Ay de mí si no predico el evangelio!» Sí, estas son decisiones que duelen. Pero es más doloroso cargar con un ministerio desfigurado que acaba dañando a mucha gente. Es más cruel prolongar una decadencia interminable o sentenciar un rebaño al hambre perpetuo porque ya no tenemos nada para ellos. ¡Dichosos los que saben retirarse a tiempo! Huir tiene sus connotaciones positivas. El Salmo 124.7 nos dice: «Como las aves hemos escapado de la trampa del cazador: ¡La trampa se rompió y nosotros escapamos!». Quien logre decir esto puede sentirse feliz. Había caído en la trampa, ¡pero pudo escapar! Huir, en este caso, es una bendición y una seguridad de que Dios lo ayudó a escapar. ¿Se puede huir de una situación ministerial? Sí. ¿Se puede abandonar un determinado ministerio? o, para expresarlo en otros términos, ¿puede ser que un ministerio, o un estilo ministerial se haya vuelto una trampa? Claro que sí. Esto ocurre mayormente en ese tipo de ministerio muy personal, en el que todo, desde la visión inicial hasta la instrumentación de las etapas, nacen de una persona. Se torna, entonces, muy difícil de diferenciar lo ministerial de lo institucional. Empero, por nuestra salud, la de la gente, y la gloria del nombre de Dios, debe diferenciarse entre un ministerio y el Reino de Dios, entre una institución y el Reino de Dios, entre un país y el Reino de Dios. Cuando la pastoral, las cuentas, los empleados, los planes, las glorias y las pruebas, los vínculos y las posturas asumidas tienen el sello de una persona, y de un estilo personal ¡qué peligro! Claro está que es fácil sucumbir bajo semejante peso. La imagen que se desarrolla a partir de tal

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Crisis en el ministerio pastoral

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  • 1

    Cuando suenan las alarmas

    Molestias tiles

    Cundo deben sonar las alarmas? Cuando se acab

    el tiempo, o cuando sucede algo fuera de control, o

    cuando el peligro es real. Si suenan todo el tiempo,

    nos cansamos de avisos que solo molestan y

    dejamos de prestarle atencin, o las eliminamos.

    Una excelente ilustracin de ello es nuestro cuerpo.

    Dios lo dot de alarmas salvadoras. Los sntomas

    como la fiebre, el dolor, los granos, los estornudos

    hasta las diarreas y los vmitos son alarmas salvadoras. Claro que a nadie le interesa pasarse la

    vida padeciendo todos esos malestares; no obstante,

    si el cuerpo no nos avisa, estamos perdidos pues no

    podemos hacer nada al respecto. Bueno dir alguno no es necesario soportar los malestares, para qu sufrir tanto? Ahora sabemos cmo

    desconectar las alarmas; tenemos antigripales,

    antihistamnicos, antifebriles, analgsicos,

    antidisppsicos, antidepresivos, anti....

    Quisiera sugerirle una propuesta no analgsica: si

    est mal, que se note; si no se nota y logra tapar

    bien su malestar, el peligro aumenta. Si las

    molestias no estn presentes pero contina la

    enfermedad, empieza a correr riesgo su vida. Se

    apag la alarma pero no el incendio.

    En este breve artculo se tratarn ciertos peligros en

    el ministerio, con el fin de que juntos escuchemos

    algunas alarmas que deben tenerse en cuenta y

    malestares que anuncian nuestra enfermedad.

    Quisiera que revisemos, utilizando todos nuestros

    niveles de percepcin, algunos modos de

    vincularnos para intentar descubrir la aparicin de

    construcciones extraas en nuestras relaciones, que

    de permanecer, tienden a asegurar el progreso de

    cualquier enfermedad ministerial. Mencionaremos

    adems solo algunos sntomas de enfermedades que

    amenazan la sana relacin entre la persona y su

    papel ministerial, entre quienes ejercen el ministerio

    y la gente. Si hallamos que estas construcciones son

    parte de nuestro paisaje, deben sonar nuestras

    alarmas. Intentemos entonces escuchar algunas

    seales que deben ser atendidas.

    1. La imposibilidad de huir

    Cuando dejar lo que estamos haciendo resulta

    imposible, estamos en graves problemas. El

    pastorado, la campaa que viene, el seminario, se

    pueden dejar. Uno puede dejar de ser pastor de esa

    congregacin. Puede dejar esa denominacin, o el

    seminario o rechazar la invitacin a predicar en

    aquella conferencia. Dejar el ministerio no es

    abandonar la fe ni dejar el llamado.

    Alguno me dir Ay de m si no predico el

    evangelio! S, estas son decisiones que duelen.

    Pero es ms doloroso cargar con un ministerio

    desfigurado que acaba daando a mucha gente. Es

    ms cruel prolongar una decadencia interminable o

    sentenciar un rebao al hambre perpetuo porque ya

    no tenemos nada para ellos. Dichosos los que saben

    retirarse a tiempo!

    Huir tiene sus connotaciones positivas. El Salmo

    124.7 nos dice: Como las aves hemos escapado de

    la trampa del cazador: La trampa se rompi y

    nosotros escapamos!. Quien logre decir esto puede

    sentirse feliz. Haba cado en la trampa, pero pudo

    escapar! Huir, en este caso, es una bendicin y una

    seguridad de que Dios lo ayud a escapar. Se

    puede huir de una situacin ministerial? S. Se

    puede abandonar un determinado ministerio? o, para

    expresarlo en otros trminos, puede ser que un

    ministerio, o un estilo ministerial se haya vuelto una

    trampa? Claro que s.

    Esto ocurre mayormente en ese tipo de ministerio

    muy personal, en el que todo, desde la visin inicial

    hasta la instrumentacin de las etapas, nacen de una

    persona. Se torna, entonces, muy difcil de

    diferenciar lo ministerial de lo institucional.

    Empero, por nuestra salud, la de la gente, y la gloria

    del nombre de Dios, debe diferenciarse entre un

    ministerio y el Reino de Dios, entre una institucin

    y el Reino de Dios, entre un pas y el Reino de Dios.

    Cuando la pastoral, las cuentas, los empleados, los

    planes, las glorias y las pruebas, los vnculos y las

    posturas asumidas tienen el sello de una persona, y

    de un estilo personal qu peligro!

    Claro est que es fcil sucumbir bajo semejante

    peso. La imagen que se desarrolla a partir de tal

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    cmulo de responsabilidades y poder, es la de

    alguien que no puede aflojar. No puede retirarse de

    la escena; se ha vuelto personaje y escenario,

    escritor y autor de sus textos. Sin embargo, est

    enfermo y en peligro y debe ser atendido.

    2. La distancia.

    Cuando un pastor o cualquier otro lder logra generar tal distancia con su gente de modo que

    nadie se atreve a formularle preguntas personales,

    estamos en peligro. El pastor, ministro o lder que

    inventa esas posturas tan santas, tan serias o

    msticas que sirven como distanciamiento entre l

    o ella y los dems, hay peligro (tanto para el lder como para la comunidad que lo tiene por

    servidor).

    En mi familia hay algunos muchachos que juegan al

    rugby. Este es un juego duro, estrictamente de

    equipo y con reglas bastante particulares. Existe una

    maniobra llamada el hand off en la cual el

    jugador viene a la carrera, decidido como una

    locomotora, con la pelota abrazada con la izquierda

    y buscando la lnea final como el destino de su vida.

    Uno con idntica determinacin le sale al cruce,

    buscndolo a la altura de la cintura. Llega justo para

    abrazarlo y detenerlo, pero no; el que lleva la pelota

    le mezquina el cuerpo, a la vez que extiende con

    destreza una mano poderosa que cae como un

    mazazo en la cabeza del defensor y lo derriba.

    Logra imponer distancia. Sigue su carrera.

    Esta jugada ilustra muy bien la actitud evasiva de

    muchos lderes, la cual ha adquirido, en ciertos

    crculos eclesisticos, un nivel y una destreza que

    no se llega a ver ni siquiera en las canchas de

    rugby.

    La distancia de la palabra

    Hay una manera espiritual de hablar que resulta

    muy til cuando se desea que nada se entienda. Lo

    esencial de este estilo es que a nada se le llame por

    su nombre. Sin embargo, este es un lenguaje y un

    modo que genera distancia. Nadie est preocupado,

    sino turbado. No hay broncas, sino decaimiento

    espiritual. No existen las opiniones, los que no estn

    de acuerdo con el pastor estn bajo opresin

    espiritual o algo peor.

    Cada uno conoce los vocablos y las frases propias

    de su mbito que, a modo de jerga para iniciados,

    oscurecen el lenguaje y enturbian el vnculo.

    Cuando estamos envueltos en esa atmsfera, no es

    nada sencillo decirle algo al pastor. Quin

    encuentra las palabras adecuadas? El pastor est

    lejos. Pobre pastor, est en peligro y ninguno de los

    suyos puede ayudarlo.

    La distancia de la agenda

    Hay tantas cosas que hacer, que uno no se anima a

    perder el tiempo en tonteras. El pastor tiene una

    agenda tan llena que no puede detenerse a hablar

    con nadie o es tan urgente el llamado telefnico que

    los presentes no cuentan para nada. Resulta tan

    importante aquella conferencia y son tan

    encumbrados esos visitantes que no hablan

    castellano... Se crea as una atmsfera de vrtigo en

    la que no es nada fcil detener al pastor o al lder

    para que d alguna explicacin. Aun cuando uno

    logra acercarse, lo nico que logra es que lo

    incluyan en otra actividad!

    As, escondido detrs de una agenda imposible de

    detallar, el pastor se confunde con aquellos

    inaccesibles personajes de la ficcin, que desde un

    papel alejado de la realidad de la gente son

    influencias poderosas sobre sus seguidores.

    Pobrecito el pastor, necesita un tiempo.

    Quiero tiempo, pero tiempo no apurado tiempo de jugar, que es el mejor.

    Por favor, me lo da suelto,

    no envasado adentro de un despertador M.E.Walsh

    La distancia de la estructura

    administrativa

    Ustedes conocen esta escena: Para qu necesitas

    ver al pastor?, no sabes que est muy ocupado? El

    no puede recibirte. Mira, mejor llama a este telfono

  • 3

    y te van a dar una entrevista con un coordinador de

    grupos.

    Toda iglesia tiene algn tipo de estructura

    administrativa, pero el modo de construirla y el uso

    que hacemos de ella puede lograr que sea til para

    el servicio o para escondernos detrs de ella. La

    distancia generada por la estructura es una distancia

    pensada, no improvisada. Es una distancia que

    busca marcar la diferencia de los espacios, los

    privilegios, las dignidades; en fin, el poder de cada

    uno.

    Las estructuras administrativas, cristalizan del modo

    ms spero lo que sentimos acerca de nuestras

    funciones dentro de la iglesia o de los mbitos de

    ministerio, y demuestran quines merecen confianza

    en la toma de decisiones. Empero, las estructuras

    que aseguran una distancia con el pueblo de Dios

    son perversas, empujan a la ruina a los dirigentes y

    generan estupidez o sarcasmo entre la gente. Por

    tanto, generar o permitir esas distancias resulta fatal,

    pues e trata de la construccin de una soledad que

    lleva a la locura, de un aislamiento que nos roba la

    posibilidad de ser ayudados a tiempo.

    3. La autoridad como variable nica

    de fidelidad

    Existen muchos hilos finos que nos unen unos a

    otros y una relacin de iguales abarca el mayor

    nmero de estos hilos vinculares. Iguales por

    creacin, por nuestra condicin de pecadores, por

    haber sido adoptados como hijos. Iguales en la

    esperanza que nos sostiene, en la debilidad que nos

    rodea y en la misin de la iglesia. Solo nos distingue

    algn don o alguna funcin especfica que

    cumplimos en el servicio general. Los vnculos que

    unen al pueblo de Dios tienen una naturaleza

    espiritual y eterna: son relaciones de orden fraternal

    y funcional que reflejan el reino de Dios solo

    cuando se viven en la atmsfera de la gracia de

    Dios.

    Sin embargo, cuando de todas esas relaciones se van

    perdiendo las de igualdad y solo quedan las de

    distincin resulta una gran prdida, pues una iglesia

    donde el vnculo que mide todas las cosas es el lazo

    de autoridad al final de cuentas, empobrece hasta la

    muerte. Cuando trminos como sumisin y

    sujecin se apoderan del lenguaje, se produce

    gran riesgo para la vida. Cuando es necesario

    reafirmar la autoridad propia aunque los dems la

    sientan como esclavitud humana, atadura o

    aferramiento, estamos en grave peligro.

    En realidad, cuando la iglesia no tiene dudas de la

    legtima autoridad de quienes la sirven, es cuando

    esa autoridad funciona ms plcidamente para bien

    de todos. Qu ajena al espritu del evangelio es esa

    relacin entre hermanos, en la que solo se puede

    obedecer o desobedecer! En qu estado de debilidad

    quedan las relaciones entre los pastores y las

    congregaciones cuando solo se les obedece porque

    s, porque son los pastores y basta. En cunta

    soledad pasan sus pruebas esos pastores que no

    pueden confesarse porque temen perder autoridad,

    Y qu cerca de la idolatra circulan quienes creen

    que el nico modo de mostrar su fidelidad a Dios, es

    sostener la autoridad de sus pastores a cualquier

    costo. Qu cerca de la hereja nos movemos cuando

    sumisin y sujecin a un individuo aparecen como

    condiciones para la gracia.

    Cunto malestar y cunto peligro!

    En el Antiguo Testamento nos encontramos con un

    personaje que llega a los gritos, encendiendo todas

    las alarmas que puede. Se llama Joel. No es un

    alarmista, es un profeta de Dios, y dice cosas como

    estas:

    Toquen la trompeta en el monte Sion; den el toque

    de alarma en el santo monte del Seor. Tiemblen

    todos. Ayunen, griten y lloren! Convoquen al

    pueblo y proclamen ayuno; renan al pueblo de

    Dios, y purifquenlo; renan a los ancianos, a los

    nios y aun a los nios de pecho. Que hasta los

    recin casados salgan de la habitacin nupcial!

    Lloren los sacerdotes, los ministros del Seor... Joel

    2.1516

    Los profetas no son anunciadores de desastres.

    Hablan de das diferentes y son los mejores para

    describir bellezas y compartir consuelos. Les gusta

    decirnos, de parte de Dios: Voy a hacer grandes

    cosas! Algrate mucho tierra, y no tengas miedo,

    porque el Seor va a hacer grandes cosas (2.21) y,

  • 4

    en aquel da, el vino y la leche corrern como agua

    por montes y colinas, y los arroyos de Jud llevarn

    agua en abundancia (3.18).

    No obstante, cuando es necesario alarmar, saben

    hacerlo como nadie. Nosotros los creyentes,

    vivimos de las promesas que Dios nos ha dado, y

    nos sostenemos en el camino gracias a las

    correcciones de rumbo que tambin Dios nos da. El

    Dios de la vida nos ofrece percepciones para

    ayudarnos a sostener la vida. Esos malestares que

    comentamos al principio, son recursos para la vida,

    para que vivamos y no muramos.

    Aun este pequeo texto puede dejarse de lado

    fcilmente (otra alarma para apagar) o puede ser

    una invitacin a creer que podemos huir de nuestras

    prisiones o desandar los caminos que han creado

    distancias que nos perjudican enormemente; puede

    estimularnos tambin a reenfocar el lugar que la

    autoridad debe tener entre los seguidores de Jess.

    Pero si nos hallamos entre tales soledades como las

    mencionadas, y estamos acostumbrados a llevar

    semejante peso, estamos sin dudas muy lejos de ser

    bienaventurados. Necesitamos una liberacin, un

    abrazo y un despojamiento de autoridad que nos

    volver humanos otra vez.

    Me escapo soledad, jams me hiciste bien. Aunque

    s que mis hermanos son como yo, tan humanos,

    que miden mis pasos y encuentran problemas en

    cosas que a m me parecen pequeas. No me

    esperes otra vez soledad independiente. Tus

    promesas de ser libre, amontonaron en m las cargas

    de mi propia suerte. Y le robaron destino a mi

    historia entre la gente.

    Julio C. Lpez

    El pastor: de sanador a sanador herido (de eso no se habla)

    El estar yo misma sumergida en una crisis

    ministerial me obliga a replantearme, desde una

    nueva luz, desde una nueva ptica, desde una

    revolucin epistemolgica que la misma crisis me

    aporta, todos los conceptos aprendidos e

    internalizados a lo largo de largos aos de

    ministerio. Algunos pasarn el cedazo otros no resistirn y caern depender de mi dejar obrar al Seor en la reestructuracin de mi vida y

    ministerio el xito con que atraviese el valle de sombra.

    Este ensayo no da muchas respuestas. Pero

    plantea algunas preguntas, y quizs despierte alguna reflexin en aquellos que lo lean.

    La escritura es siempre para m un camino hacia

    adentro, y tal vez, mi periplo interior acompae a alguno en el suyo.

    En este viaje estoy en estos tiempos Y de eso se tratan las palabras que siguen

    Asociada a los conceptos de Iglesia como

    comunidad teraputica o Iglesia como comunidad

    sanadora, se ha investigado profundamente la

    problemtica de las enfermedades propias y a

    veces endmicas de las iglesias, as como

    tambin los rasgos psicopatolgicos de algunas comunidades.

    En esta lnea de pensamiento, no son pocos los

    trabajos que apuntan a las responsabilidades o

    co-responsabilidades de los ministerios en

    algunas (o todas) esas patologas. Inversamente,

    tambin se han estudiado, y detallado, las

    conductas a seguir, desde la pastoral, para

    favorecer un ambiente que tienda a la salud

    integral de todos los miembros del cuerpo, y que,

    por otro lado, coadyuve a la sanacin de las

    almas heridas o directamente enfermas.

    Hablemos claramente: la Iglesia del Seor es la

    comunidad de todos los redimidos, y los

    redimidos son, sin rodeos, lo ms vil, lo que no

    es, lo despreciado, cuyas obras no son ms que

    hinchazn y podrida llaga Es de esperar que, al

  • 5

    llegar a la Iglesia, su encuentro con la gracia

    favorezca la resolucin de las crisis ms

    profundas y no que las mismas sean perpetuadas, y mucho menos, agudizadas.

    Ahora bien, el propsito de este trabajo es dar un

    giro a estas cuestiones profusamente debatidas,

    para centrarnos en la figura del pastor: no ya

    como el que sana o como el que (tristemente)

    enferma a otros Sino como el que se-enferma y debe ser sanado.

    Y cuando digo se-enferma estoy diciendo que el

    dao recae sobre s mismo, en las siguientes tres

    opciones:

    (Muy rara, pero podra existir) La Iglesia

    acta, deliberada o inconscientemente, y

    desarrolla conductas que agreden o enferman a los ministerios.

    (A mi juicio, la ms frecuente) No es la

    Iglesia el problema, sino la/las conductas

    con las que el pastor desarrolla su

    ministerio las que provocan, lenta o

    sbitamente, el deterioro de su salud

    integral. (En este punto debe tenerse en

    cuenta que la postura errnea frente al

    ministerio pastoral de este pastor-que-se-

    enferma se adopta, precisamente, porque

    el pastor-hombre, el ser humano, ya trae

    una especial configuracin de su persona,

    que hace que desarrolle su ministerio con

    conductas perniciosas para su propia salud

    ). (* Gracias al Lic. Jorge Len Toledo por

    su comentario aclaratorio sobre este

    punto).

    El pastor puede enfermarse por asuntos

    ajenos completamente a su actividad, y

    esta ausencia de salud repercutir de una

    o varias formas en la comunidad en la que

    el mismo sirve.

    A los efectos del presente trabajo nos

    remitiremos a la segunda opcin, es decir, a la

    ausencia de salud en el pastor como

    consecuencia de las actitudes erradas adoptadas

    en el desarrollo de su tarea pastoral. Y esa es la razn del subttulo: de eso no se habla

    Porque mucho no se ha hablado, y creo que se

    seguir hablando muy poco al respecto Porque el pastor no puede enfermarse Puede tener hepatitis, cncer o gripe pero no puede ser

    dbil No puede tener depresin No puede estar en crisis Y si lo est de eso no se habla: Gloria a Dios Y el espectculo debe continuar!

    De eso no se habla

    No est en los manuales, no se ensea en los

    seminarios, nadie nos aconseja y menos nos

    obliga a que deba ser as Pero as es: hay varios mandatos tcitos que no acierto a descubrir de

    dnde vienen, pero tienen que ver con que el

    pastor no debe mostrarse en sus debilidades, so pena de parecer carente de fe

    El pastor debe siempre ser fuerte, estar dispuesto

    y disponible, ser aconsejador, no aconsejado, ser sanador, no necesitante de sanidad Y si la necesita, an debe ser fuerte. Nadie debe

    notarlo.

    Acaso tenga que ver con la omnipotencia que nos

    habita y gobierna nuestros actos, y con la cual

    construimos una imagen de nosotros: de

    nosotros hacia nosotros mismos, y de nosotros

    hacia los dems.

    Esta imagen construida nos otorga seguridad,

    seguridad que muchas veces necesitamos para

    funcionar en la vida, preservados de nuestras

    emociones, las cuales no siempre se adaptan

    totalmente a lo que se espera de nosotros, o a lo

    que nosotros mismos esperamos de nosotros, de

    acuerdo con esa imagen que a lo largo de la vida

    y no sin dificultad nos hemos labrado

    Esa imagen construida nos aporta tambin

    estabilidad, y la estabilidad nos preserva de

    temor, nos mantiene en la ilusin de estar en

    control: de la situacin, del da a da, de mi vida,

    de mi trabajo, o de mis pequeas derrotas cotidianas

    Y por eso, de eso no se habla: no admitir la

    propia vulnerabilidad es como barrer debajo de la

    alfombra. Contribuye a la imagen de nuestra

    omnipotencia, pero como veremos ms adelante,

    no siempre da los resultados esperados, y,

    adems, nos priva de acceder a una dimensin

    espiritual de relacin con Dios ms plena, ms saludable y ms profunda.

  • 6

    Salud y enfermedad

    Segn la Organizacin Mundial de la Salud, salud

    es El estado de completo bienestar fsico, mental y social, y no slo la ausencia de enfermedades.

    Con esta definicin se da un paso ms all en la

    concepcin tradicional que defina a la salud por

    contraste con la enfermedad, convirtindose en

    una definicin de tipo circular (Modificado el

    concepto de enfermedad, se modifica el de salud, y as interminablemente). Sin embargo, en esta nueva definicin, debemos apuntar

    algunas deficiencias: si decimos estado, como la palabra lo indica, nos estamos refiriendo a algo dado, esttico, acabado, fijo.

    Si entendemos a la salud en estos trminos,

    perdemos de vista el hecho del dinamismo que se

    requiere en la salud: la posibilidad de cambio, de

    adaptacin en la que el ser humano, visto como

    un sistema complejo, siempre est en

    movimiento y transformacin, como lo atestiguan

    los diferentes procesos biolgicos que tienen lugar en el cuerpo a nivel celular, molecular, etc.

    La salud, desde este enfoque, es un hecho

    dialctico, un proceso continuo, del que tambin es parte integrante la enfermedad.

    Si consideramos al ser humano, junto al enfoque

    sistmico *, como l mismo un sistema, y parte,

    tambin, de un sistema (familiar, social, etc.), o

    de varios, este proceso dinmico es dado en las

    relaciones vitales de la persona: consigo misma,

    con otros, y con Dios, y desde este punto de

    vista, la enfermedad es una disarmona, un

    colapso en las relaciones, una dificultad en la relacionalidad.

    En este amplio contexto, la salud puede

    entenderse como la capacidad adaptativa**, de

    un ser humano a diferentes situaciones, o

    situaciones nuevas, acontecimientos, y su

    capacidad concomitante a ejercer diferentes roles.

    * El pensamiento sistmico (TGS) fue formulado

    hace ms de cuarenta aos por Ludwing Von

    Bertalanffy, quien cuestion la aplicacin del

    mtodo cientfico tradicional en biologa, por

    considerar los enfoques analtico-reduccionistas y

    sus principios mecnico-causales, ya agotados e

    inaplicables para explicar los grandes problemas

    que se dan en los sistemas vivos.

    El principio clave en que se basa la TGS es la

    nocin de totalidad orgnica (Gestalt, visin

    holstica) mientras que el paradigma anterior

    estaba fundado en una imagen inorgnica del

    mundo (mecanicismo). (Enciclopedia Libre Universal en Espaol)

    **

    http://escuela.med.puc.cl/publ/boletin/Psiquiatria/ModeloBiopsicosocial.html

    Ms peligroso que Juegos de rol

    Descripto de manera breve, los juegos de rol son la versin adulta de los juegos de

    imaginacin que juegan los nios, como "Policas

    y Ladrones", "Mam y Pap" e "Indios y

    Vaqueros" () Por lo tanto, en los juegos de rol cada jugador interpreta un personaje ficticio, con

    una serie de caractersticas propias que lo

    definen. (Tomado de:

    http://es.wikipedia.org/wiki/Juego_de_rol)

    Hace unos aos atrs, las noticias del mundo nos

    sorprendan con una macabra historia: unos

    jvenes espaoles haban asesinado brutalmente

    a una indigente que pernoctaba en un cajero

    automtico Rpidamente, se relacion a esos tres jvenes con actividades de Juegos de rol.

    Supuestamente, de ser cierta la conexin que ni

    podemos ni queremos probar en este trabajo,

    esos jvenes actuaron fuera del juego mismo,

    como si aun estuvieran jugando en l. Es decir,

    no pudieron desprenderse del rol que adoptaron

    para jugar. No pudieron discriminar entre el

    juego y la realidad. En pocas palabras: quedaron atrapados en el rol como en su propio laberinto

    Sin ninguna pretensin de entrar en un terreno

    para el que no estoy preparada, el anterior es

    nada ms que un ejemplo, ad absurdum, para

    introducirnos en el tema del rol.

    Dice la Real Academia Espaola: Rol: (Del ingl. role, papel de un actor, y este del fr. rle). m.

    papel ( funcin que alguien o algo cumple). Y Papel: Cargo o funcin que alguien o algo cumple en alguna situacin o en la vida.

    Dijimos ms arriba que una de las caractersticas

    de la salud, y esta entendida desde un enfoque

    holstico, es la capacidad de adaptacin, o

  • 7

    capacidad adaptativa, es decir, la posibilidad de

    cambiar, de ejercer y distinguir diferentes roles, y

    la posibilidad de adaptarse a nuevas relaciones vitales. A esto llamaremos discontinuidad.

    En el juego de rol, las personas interpretan

    personajes ficticios, uno o muchos, pero es

    simplemente un juego que no compromete a la

    persona. Aun as, ha habido casos como el

    descripto en que la persona se ve comprometida

    Pero la vida no es un juego de rol

    Es mi impresin que muchas de las causas de la

    falta de salud en el ejercicio del ministerio

    pastoral, habr que buscarlas en la incapacidad

    (o la capacidad deficiente, al menos), de la

    discontinuidad, es decir, de poder entrar y salir

    con soltura del rol de pastor, sin que esto

    entrae, por supuesto, pecados, fallas en el

    desempeo, irresponsabilidades, y sin que esto

    suponga, para perjuicio de la salud, un

    sentimiento de culpa que no se condice con la

    que creo es la mirada piadosa y amorosa del Seor para las vidas.

    Pastor a tiempo completo

    Hace un tiempo me sorprend a mi misma

    definiendo mi actividad ante una terapeuta:

    Pastor/a a tiempo completo. En rigor de verdad, me sorprendi su rostro y su re-

    pregunta Qu es ser pastor a tiempo completo?

    Por cierto, ser pastor no es como ser abogado u

    oficinista o vendedor Ser pastor no es simplemente un oficio o una profesin Pareciera que es un modo de ser, apuntara ms bien a una cuestin ontolgica que pragmtica

    Uno no es Abogado o Licenciado en Letras por

    sobre cualquier otra cosa: tambin se es padre,

    madre, hermano, ser humano Pero pareciera que, en la praxis, uno es pastor por sobre toda

    otra cosa. No deja de serlo ni por un momento,

    de manera que el ser-pastor permea todos los

    dems roles: es el pastor/a el que es padre o

    madre, es el pastor/a el que es amigo/a; es el

    pastor/a el marido o esposa

    Esta rigidez en el desempeo proviene de un

    afuera y de un adentro, de manera recproca,

    dinmica y proteica: Qu es primero? El afuera

    condiciona el adentro, o viceversa? Todava no lo

    s, y acaso no haya un primero y un despus,

    pero lo cierto es que la Iglesia en la que uno se

    desempea si no exige, por lo menos espera un

    pastor de tiempo completo, y uno mismo, aunque no lo haya ledo en ningn manual del

    buen pastor, sufre esta carga como un mandato, so pena de sentirse irresponsable si as no fuera

    Esta deficiente discontinuidad hace la labor pastoral por dems agobiante, toda vez que no

    est permitido (en este esquema disfuncional) ni

    un solo momento de verdadero cambio: porque aun en los momentos de placer o esparcimiento,

    sigue siendo el pastor/a el que se esparce o

    disfruta No el hombre o la mujer

    Qu decir de las relaciones familiares? Hasta

    qu punto los hijos de pastor pueden ver en sus

    padres esa discontinuidad tan necesaria y

    saludable? La problemtica de los hijos de

    pastores, aunque bastante ms compleja y

    multicausal, podra ser abordada tambin desde

    esta perspectiva. Cuntas veces disciplinamos a

    nuestros hijos como pastores, y no como padres?

    Ser as como deba ser? Cuntas veces

    miramos la conducta de nuestros hijos a travs

    de los ojos del pastor que somos, y a travs de lo

    que suponemos que se espera de nosotros y de nuestra familia?

    Llegados a este punto, sera interesante poder

    definir cules son, estrictamente, las

    incumbencias de un pastor en cuanto al ejercicio

    de su ministerio, cules son sus

    responsabilidades reales, por las cuales habr de

    dar cuenta ante el Seor, hasta qu punto es sano bblicamente lo que puede llegar a no ser

    sano mdicamente para un siervo del Seor que quiere servir a Dios con honestidad

    Nuestra concepcin acerca del ministerio pastoral

    navega entre dos polos diametralmente

    opuestos: o pensamos en el pastor distante, poco

    comprometido, que toma su trabajo exactamente

    como eso: un trabajo, que no se involucra

    emocionalmente con las personas a su cargo,

    generalmente no se lo puede contar ms all de

    un horario expreso y acotado. A este pastor lo

    vemos como algo semejante a un gerenciador de la Iglesia

    En el otro extremo est la otra opcin: el

    pastor/padre, que como el Seor su vida da por las ovejas, siempre dispuesto, siempre

  • 8

    disponible, cuya casa y telfono funcionan las 24

    horas, emptico, comprometido, sufriente con los

    que sufren, estimando al otro como superior a s mismo, cargando la segunda milla, etc.

    Es obvio escoger esta opcin: nuestro modelo

    fue, es y ser el Seor Jesucristo, y la Iglesia es nuestra vida, y no slo una parte de ella

    No obstante, me pregunto: No hay matices

    entre estos dos polos? No hay zonas grises

    entre el negro y el blanco? Por qu, quienes

    elegimos esta segunda opcin, algunas veces sentimos que la misma opcin nos entrampa?

    Gran parte de las razones no tienen que ver con

    el perfil de pastores que elegimos ser, sino con la

    incapacidad de discontinuar nuestra tarea, por un

    lado, y como veremos ms adelante, con

    nuestra, por lo menos, deficiente vivencia de la

    gracia.

    Burn out en el ministerio?

    Se llama Sndrome de Burn out a un tipo especfico de estrs laboral, producido por la

    voluntad excesiva de adaptarse y responder

    eficazmente a la sobrecarga en las demandas y

    presiones laborales, lo que lleva a un esfuerzo

    intenso y sostenido en el tiempo, con una

    sobeexigencia y tensin. Se manifiesta en

    cansancio y desgaste emocional, tensin,

    depresin, agresividad, intolerancia,

    desmotivacin, etc., adems de otros sntomas

    de ndole psicosomtica, como jaquecas, lceras,

    dolores musculares, etc.

    No es mi intencin entrar en un tema

    estrictamente mdico, pero me pareci oportuno

    llamar la atencin hacia esta nueva enfermedad

    de los tiempos posmodernos: si bien fue

    descripta hace no mucho tiempo especialmente

    entre profesionales de la salud demasiado

    expuestos al dolor ajeno, los cuales por el estrs

    y la demanda propia de su trabajo y de su

    manera de pararse frente a l, literalmente se queman en la tarea, nos parece que tal vez el ministerio pastoral comparte con los

    profesionales de la salud el ranking de

    trabajadores que ms se enferman con esta dolencia

    Y si de quemarse se trata Cuntas veces hemos puesto como requerimiento sine qua non

    del ministerio: quemar la vida para el Seor?

    No ser que l slo nos demanda vivir para l,

    sin objetivos demasiado amplios que tal vez

    estemos incapacitados de cumplir? No sern

    demandas de nuestro orgullo, de nuestra

    omnipotencia, de nuestro yo autosuficiente? Y si

    slo se tratara de vivir? Vivir para el Seor! En s

    mismo ya es un objetivo bien alto

    El pastor la vida da por las ovejas Sigue resonando en mi interior Dar la vida es igual a matarse lentamente?

    Cuando la crisis toca a nuestra puerta

    Puede ocurrirnos, y tal vez gracias a Dios as

    ocurre, que nosotros, las mujeres y los hombres

    involucrados en el ministerio pastoral, lleguemos

    a un punto de crisis*. Generalmente hay un

    proceso previo, largo y penoso, y un desarrollo

    posterior, con muchas posibilidades de

    esperanza. Pero la crisis suele ser puntual,

    aunque tome un tiempo largo. Dentro de ella,

    siempre habr un quiebre, un punto de inflexin,

    un final y un comienzo, un antes y un despus.

    *(Del lat. crisis, y este del gr. ). 1. f. Cambio brusco en el curso de una enfermedad,

    ya sea para mejorarse, ya para agravarse el

    paciente. 2. f. Mutacin importante en el

    desarrollo de otros procesos, ya de orden fsico,

    ya histricos o espirituales. 3. f. Situacin de un

    asunto o proceso cuando est en duda la continuacin, modificacin o cese.

    De esto no se habla, es verdad, pero los pastores

    tambin podemos estar en crisis

    Hay muchas razones por las cuales un pastor/a

    puede experimentar una crisis, y hay crisis de

    diversas clases: crisis de fe, crisis vocacional,

    crisis existencial, crisis de la edad, crisis familiar,

    crisis de la salud, etc. La vida se desarrolla

    siempre entre pequeas crisis cotidianas, cada

    vez que uno debe decidir sobre cualquier tema.

    Sin embargo, nos interesan aqu las crisis de

    magnitud existencial, aquellas que comprometen la vida misma.

    En el anlisis que estamos desarrollando, la crisis

    se debe (como anunciamos desde el principio), a

    una excesiva tensin en el desarrollo del

    ministerio, a un quemarse en la tarea, a una falta de versatilidad para entrar y salir de los

    roles, para discontinuar, es decir, a una rigidez

  • 9

    en las estructuras que dificultan que uno se doble, llevando a que uno se quiebre.

    La crisis a la que el pastor/a llega por este

    camino puede llegar a ser una crisis vocacional y

    aun existencial, y de su resolucin depende

    (como en cualquier crisis) el futuro personal y ministerial de la persona en cuestin.

    Una crisis, en el sentido ms estricto del trmino,

    es un perodo entre dos estados.

    En general, una crisis es una situacin en la cual

    no se puede enfrentar un nuevo acontecimiento

    con los recursos antiguos y conocidos. Pero es

    justamente en los perodos de crisis cuando la

    persona est ms abierta a la innovacin, y ms

    permeable a relacionar las cosas de un modo diferente.

    Los sentimientos de la crisis

    El dolor: La vivencia del dolor es el sufrimiento. En el dolor sufrimos siempre como individuos

    y es, precisamente, una de las vivencias en

    las que experimentamos el aislamiento de

    nuestra existencia. () La esencia del dolor reside en que desorganiza la intimidad del

    hombre en toda su estructura vital y psquica.

    (.. .) As, en el dolor se vivencia algo de lo

    que se querra escapar, pero para lo cual no

    se encuentra una salida. Y precisamente en

    esto, en esta impotencia y perplejidad, se

    muestra que el dolor es un ataque al hombre en la temtica de su existencia vital(1)

    La afliccin: As como en la alegra aparece un contenido de nuestro horizonte

    objetivo axiolgico iluminado desde un

    presente que irradia plenitud al conjunto

    de nuestra vida, as en el horizonte objeto

    de la afliccin aparece la ausencia de algo

    como equivalente a la prdida de plenitud y sentido de la vida. (2)

    El temor y la angustia: En el temor surge algo externo que parece poner en peligro

    la conservacin del individuo, pero

    siempre de modo () que la amenaza no es percibida como directamente actual y

    palpable, sino como posible segn nos

    dicta la experiencia. (La angustia) es un estado de nimo persistente y, como

    tal, sin objeto. La angustia no sabe lo que

    teme. (3)

    El descontento: En el estar-contento desaparecen la inquietud y la tensin con

    las que esperamos la satisfaccin de una

    exigencia.; en el descontento, esta

    intranquilidad y tensin se mezclan con el

    fastidio y la amargura por la insatisfaccin

    de un deseo. (4)

    La desesperacin: En sta se muestra el futuro como absolutamente cerrado (). El horizonte del futuro aparece como un

    muro tras el cual queda el hombre

    aprisionado, sin esperanza. () En esta imagen de la imposibilidad de huida se

    pone de relieve la especial situacin de

    desesperado. () La desesperacin es una conmocin radical, es decir, llega hasta las

    races del fondo vital y constituye una crisis de la existencia misma (5)

    En la Biblia tambin

    Elas

    1Acab dio a Jezabel la nueva de todo lo que

    Elas haba hecho, y de cmo haba matado a

    espada a todos los profetas. 2Entonces envi

    Jezabel a Elas un mensajero, diciendo: As

    me hagan los dioses, y aun me aadan, si

    maana a estas horas yo no he puesto tu

    persona como la de uno de ellos. 3Viendo,

    pues, el peligro, se levant y se fue para

    salvar su vida, y vino a Beerseba, que est en

    Jud, y dej all a su criado.

    4Y l se fue por el desierto un da de camino,

    y vino y se sent debajo de un enebro; y

    deseando morirse, dijo: Basta ya, oh Jehov,

    qutame la vida, pues no soy yo mejor que

    mis padres. 1 Reyes 19: 1-4

    Job

    Est mi alma hastiada de mi vida;

    Dar libre curso a mi queja,

    Hablar con amargura de mi alma.

    10: 1 y 2

    Si hablo, mi dolor no cesa;

    Y si dejo de hablar, no se aparta de m.

  • 10

    Pero ahora t me has fatigado;

    Has asolado toda mi compaa.

    T me has llenado de arrugas; testigo es mi flacura,

    Que se levanta contra m para testificar en mi rostro.

    Job 16: 6 y 7

    David

    Slvame, oh Dios,

    Porque las aguas han entrado hasta el alma.

    Estoy hundido en cieno profundo, donde no

    puedo hacer pie;

    He venido a abismos de aguas, y la corriente me ha anegado.

    Cansado estoy de llamar; mi garganta se ha enronquecido;

    Han desfallecido mis ojos esperando a mi Dios.

    Salmos 69: 1-3

    Todos estos fueron grandes hombres de Dios

    que, por una causa u otra, atravesaron

    momentos de angustia extrema, de crisis profunda y de desesperacin.

    Aunque no slo ellos, aquel que ha prometido

    estar con nosotros todos los das, incluso los

    malos o los peores, tambin:

    36Entonces lleg Jess con ellos a un

    lugar que se llama Getseman, y dijo a sus

    discpulos: Sentaos aqu, entre tanto que voy

    all y oro. 37Y tomando a Pedro, y a los dos

    hijos de Zebedeo, comenz a entristecerse y

    a angustiarse en gran manera. 38Entonces

    Jess les dijo: Mi alma est muy triste, hasta

    la muerte; quedaos aqu, y velad conmigo.

    39Yendo un poco adelante, se postr sobre su

    rostro, orando y diciendo: Padre mo, si es

    posible, pase de m esta copa; pero no sea

    como yo quiero, sino como t. 40Vino luego a

    sus discpulos, y los hall durmiendo, y dijo a

    Pedro: As que no habis podido velar

    conmigo una hora? 41Velad y orad, para que

    no entris en tentacin; el espritu a la verdad

    est dispuesto, pero la carne es dbil. 42Otra

    vez fue, y or por segunda vez, diciendo:

    Padre mo, si no puede pasar de m esta copa

    sin que yo la beba, hgase tu voluntad. 43Vino

    otra vez y los hall durmiendo, porque los

    ojos de ellos estaban cargados de sueo. 44Y

    dejndolos, se fue de nuevo, y or por tercera

    vez, diciendo las mismas palabras. 45Entonces

    vino a sus discpulos y les dijo: Dormid ya, y

    descansad. He aqu ha llegado la hora, y el

    Hijo del Hombre es entregado en manos de

    pecadores. 46Levantaos, vamos; ved, se acerca el que me entrega. Mateo 26: 36-46

    Y luego

    Y desde la hora sexta hubo tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena. 46Cerca de

    la hora novena, Jess clam a gran voz,

    diciendo: El, El, lama sabactani? Esto es:

    Dios mo, Dios mo, por qu me has

    desamparado? Mateo 27: 45-46

    Este momento de desamparo total, de

    absoluta orfandad, de soledad extrema frente

    a la vida, las decisiones, el futuro, los

    conflictos, las viejas estructuras que se

    derrumban, las certezas pasadas que se

    hacen aicos en busca de nuevas Eso es la crisis

    En ella, uno puede preguntarse por el futuro

    de su ministerio, pero tambin por el futuro

    de la propia vida. Se llega a un punto cero,

    muerto: imposible seguir, imposible volver

    atrs Vale la pena seguir? Para qu continuar? De qu sirve mi trabajo? Qu es

    mi trabajo? Pueden ser las preguntas

    movilizadoras. O pueden ser an peor: Vale

    la pena vivir? Qu es la vida? Cul es mi

    lugar en ella?

    Pero

    No raramente el hombre debe atravesar el punto cero crtico de la existencia que

    constituye la desesperacin para encontrar su

    ncleo metafsico, para conocerse en su

    peculiaridad y para percibir a qu contenidos

    de sentido tiende su ser con irrevocable necesidad (6)

  • 11

    Por eso decamos que la crisis es un

    comienzo, ms que un fin, porque la crisis

    puede ser el cambio de una visin

    epistemolgica de mi propia vida: en ese

    momento, nico, irrepetible, en la sima ms

    profunda del propio abismo existencial

    podemos acceder a

    una nueva visin de las cosas, una revelacin,

    una aparicin que puede cambiar el rumbo de nuestra vida

    El profeta Elas vena de hacer una tremenda

    hazaa de fe: derrotar a los profetas de Baal

    en una accin osada, que involucraba la

    adoracin al verdadero Dios, y la restauracin

    del altar que estaba en ruinas. Ahora, slo

    porque una mujer lo buscaba para matarlo,

    hua desesperado, hacia un pozo profundo de

    depresin, deseando morirse. Con bellas

    metforas de movimiento, indicando un

    trnsito, un camino, un cambio, un replegarse

    hacia la interioridad, Elas huye hacia el

    desierto: solo. Slo l y Dios. Ms an: no

    creo que Elas pensara huir con Dios, sino

    ms bien de Dios, como tambin lo hiciera

    Jons, o nosotros Pero Dios iba con l en su huda, y lo sustentaba

    El versculo 8 dice que comi y bebi y fue

    fortalecido con esa comida que vena del cielo Y quisiera que retuviramos en nuestra mente esta imagen

    Su viaje hacia adentro, hacia la ms absoluta

    intimidad de l frente a l mismo, y con el

    Seor dur la simblica cifra de cuarenta das,

    al cabo de los cuales lleg al Monte Horeb, el

    monte de Dios, y all tuvo una visitacin que

    no slo resolvi su crisis, sino que cambi

    radicalmente su cosmovisin.

    Job, por su parte, lleg al pozo ms profundo

    de desesperacin, pero en l tambin tuvo

    una iluminacin: lo que antes saba de odas, ahora sus ojos lo vean

    No ya yoms Cristo en m O el fracaso de la propia omnipotencia

    Haba un hombre que crea ser capaz de todo

    por el Seor. Capaz de vivir, capaz de morir.

    El hombre estaba absolutamente seguro de s

    mismo. En nombre de Dios, poda lanzarse al

    agua, responder con soltura acerca de quin

    era Cristo, y hasta animarse a darle un

    consejo inteligente sobre su futura muerte en

    la cruz Era Pedro, Simn Pedro, el hijo de Jons Uno como todos, nico e irrepetible...

    Cuando el Seor les habl acerca de que

    todos le fallaran, Pedro se apresur a decirle

    que aunque todos se escandalizan de Jess,

    l nunca lo hara Confiaba plenamente en sus fuerzas

    Pero el gallo cant tres veces y la historia es conocida: Pedro ingresaba con cada canto a

    un nivel de crisis cada vez ms profundo. Sus

    esquemas estaban siendo conmocionados

    severamente. Las estructuras y

    comportamientos que le eran funcionales

    hasta ese momento comenzaban a

    derrumbarse. La desesperacin lo inundaba Y llor amargamente.

    Pasaron los das y los discpulos, acaso

    descorazonados y tristes, estaban pescando

    sin xito en el Mar de Tiberias, cuando un

    desconocido los aconsej acerca de cmo

    pescar mejor A ellos, pescadores de oficio! Juan lo reconoci inmediatamente, y Pedro no

    dud en arrojarse al mar Tanto lo necesitaba! En la orilla estaba el Seor

    preparndoles de comer en un improvisado

    fogn Tal vez Pedro record aquel fuego junto al cual estaba mientras negaba a su

    maestro Tal vez Jess lo estaba yendo a buscar exactamente donde lo haba dejado

    cuando comenz su crisis

    Tres veces le pregunt si lo amaba: una por

    cada vez que lo haba negado Las dos primeras, contest Pedro con soltura La ltima vez slo atin a decir: Ya no s nada, Seor, eres t el que sabe todo Ya no era el miso Pedro: mirar la vida desde su crisis

    ms profunda lo haba hecho un hombre diferente.

    Las crisis nos ponen ante la realidad de

    nuestro propio fracaso, del fracaso de

    nuestros mecanismos de defensa, aquellos

    con los que funcionamos hasta ese momento,

    y nos abren, por tanto, a la posibilidad de

    cambio: ese abrir-se, ese abrir-nos, es como

    bajar la guardia, entregarnos, admitir la

    propia impotencia, reconocer la debilidad Y cuando se pierde la fuerza en que uno se ha

    confiado, cuando se desmoronan las

  • 12

    estructuras que uno ha construido, entonces

    aparece Cristo, caminando con nosotros

    camino de Emas.

    Fue precisamente en Emas cuando los

    discpulos mostraron su crisis ms

    descarnada: Nosotros abrigbamos la esperanza de que l nos salvara, comentaban Pero esa esperanza en la que se haban confiado ahora haba muerto Para colmo de males, hay otros que dicen que la

    esperanza es posible, pero ellos no podan

    verla. Estaban descorazonados Y se aparece un caminante compartiendo con ellos el

    camino y hablndoles de las Escrituras Y luego los alimenta, y con ese man que viene

    del cielo, ese que ellos mismos por su cuenta

    no podan procurarse, sus ojos fueron

    abiertos: en ese instante de aparicin, de

    revelacin y de cambio producido por la

    misma presencia de Cristo entre ellos, su crisis fue resuelta y su esperanza devuelta.

    Inmediatamente, desandaron el camino que

    haban hecho, volviendo a Jerusaln para ser

    testigos a los dems de la esperanza que

    tenan (Lo que era desde el principio, lo que hemos odo, lo que hemos visto con nuestros

    ojos, lo que hemos contemplado, y palparon

    nuestras manos tocante al Verbo de vida

    2(porque la vida fue manifestada, y la hemos

    visto, y testificamos, y os anunciamos la vida

    eterna, la cual estaba con el Padre, y se nos

    manifest); 3lo que hemos visto y odo, eso os

    anunciamos, para que tambin vosotros

    tengis comunin con nosotros; y nuestra

    comunin verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo. 1 Juan 1:1-3)

    La crisis es la hendidura de la pea por donde

    puede pasar el Seor. Es la brecha en el

    camino, el valle, el lugar donde nos

    entregamos, donde dejamos de confiar en

    nosotros, donde admitimos nuestra debilidad y nos abrimos al misterio.

    Y cuando soy debil

    Ciertamente no me conviene gloriarme; pero

    vendr a las visiones y a las revelaciones del

    Seor. 2Conozco a un hombre en Cristo, que

    hace catorce aos (si en el cuerpo, no lo s;

    si fuera del cuerpo, no lo s; Dios lo sabe) fue

    arrebatado hasta el tercer cielo. 3Y conozco al

    tal hombre (si en el cuerpo, o fuera del

    cuerpo, no lo s; Dios lo sabe), 4que fue

    arrebatado al paraso, donde oy palabras

    inefables que no le es dado al hombre

    expresar. 5De tal hombre me gloriar; pero de

    m mismo en nada me gloriar, sino en mis

    debilidades. 6Sin embargo, si quisiera

    gloriarme, no sera insensato, porque dira la

    verdad; pero lo dejo, para que nadie piense

    de m ms de lo que en m ve, u oye de m. 7Y

    para que la grandeza de las revelaciones no

    me exaltase desmedidamente, me fue dado

    un aguijn en mi carne, un mensajero de

    Satans que me abofetee, para que no me

    enaltezca sobremanera; 8respecto a lo cual

    tres veces he rogado al Seor, que lo quite de

    m. 9Y me ha dicho: Bstate mi gracia; porque

    mi poder se perfecciona en la debilidad. Por

    tanto, de buena gana me gloriar ms bien en

    mis debilidades, para que repose sobre m el

    poder de Cristo. 10Por lo cual, por amor a

    Cristo me gozo en las debilidades, en

    afrentas, en necesidades, en persecuciones,

    en angustias; porque cuando soy dbil, entonces soy fuerte. 1 Corintios 12: 1-10

    El tiempo de crisis, cualquiera que esta sea,

    es un tiempo de desnudez extrema, de

    despojo, de desarme. Uno se halla

    desprovisto de sus defensas, de sus

    estructuras mentales y emocionales con las

    que habitualmente se defenda, expuesto en

    carne viva a lo imprevisto, a la novedad, a lo no sabido.

    Nos sentimos dbiles e indefensos.

    No sabemos cul ser el prximo paso, ni tan

    slo si habr un prximo paso. Cada minuto

    parece ser definitivo. Se vive con la dificultad del ltimo.

    Pero justamente all, cuando creemos que todo acaba, todo puede comenzar

    Abandonarnos en un no-hacer hacia aquel

    que s (y slo l) puede hacer: la pieza

    defectuosa de barro es tirada en la rueda y

    deshecha Pero el gran alfarero recoge los despojos y los moldea nuevamente: ms

    bellos, ms sanos, sin grumos ni burbujas de aire que luego resquebrajaran la pieza

    Dios es nuestro amparo y fortaleza,

    Nuestro pronto auxilio en las tribulaciones.

  • 13

    Estad quietos, y conoced que yo soy Dios.

    Salmos 46: 1 y 10

    Estar quietos en una pasividad-fluyente, no

    en la pasividad del indolente sino en la que no

    hacemos nada ms que estar abiertos a que

    la presencia de Dios nos invada y nos

    traspase, nos habite y haga morada sanadora en nuestro interior

    Entrar en un silencio-rumoroso, preado de

    sonidos que vienen del cielo, cuando ya no

    tengo ms palabras ni explicaciones ni argumentos

    Hay un camino esperanzador para la

    resolucin de las crisis. Un hacer que es no-

    hacer. Un no-hacer que es hacer el camino mstico de reencuentro con el Absoluto.

    Un dejarse alimentar por la gracia

    Un aprender, un poco ms, a vivir en y por la

    gracia, que no es ganarla, sino recibirla gratuitamente

    Derribadospero no destruidos

    que estamos atribulados en todo, mas no angustiados; en apuros, mas no

    desesperados; 9perseguidos, mas no

    desamparados; derribados, pero no

    destruidos; 10llevando en el cuerpo siempre

    por todas partes la muerte de Jess, para que

    tambin la vida de Jess se manifieste en

    nuestros cuerpos. 11Porque nosotros que

    vivimos, siempre estamos entregados a

    muerte por causa de Jess, para que tambin

    la vida de Jess se manifieste en nuestra carne mortal. 2 Corintios 4: 8-11

    Se llama resilencia a la capacidad o competencia que los seres humanos tenemos

    para afrontar la adversidad y sobreponernos.

    Originalmente, resilencia es un trmino

    tomado de la ingeniera que describe la

    capacidad de los materiales a resistir los

    choques, o a recuperar su forma original

    despus de haber sido sometidos a presin o, incluso, a deformacin.

    Etimolgicamente proviene del latn resilio, que significa: saltar hacia atrs, volver a saltos, rebotar, ser rechazado (Diccionario Spes Latn-Espaol, Ed. Bibliograph, 1964).

    Desde hace un tiempo, el trmino es utilizado

    por las ciencias humanas para describir la

    adaptacin, la recuperacin y hasta la

    superacin que los individuos pueden

    experimentar aun en contextos

    absolutamente adversos, capitalizando

    positivamente los eventos negativos. Es, en

    sntesis, la resistencia a la destruccin, y la capacidad de proteger la propia integridad.

    Frente a la crisis, el hombre o la mujer

    desprovistos de todo, aun tienen activa su

    capacidad de sobreponerse, la cual ha sido

    diseada por nuestro buen Dios en nosotros.

    De esto mismo hablaba el apstol Pablo:

    llevamos en nosotros la muerte de Jess, nos

    abandonamos en sus brazos de amor,

    conscientes de nuestra incapacidad, pero

    aprendemos, mientras tanto, a vivir la vida de resurreccin.

    Unas ltimas palabras

    Las crisis en el ministerio no son un hecho aislado

    o una especie rara, difcil de observar. Sucede,

    como dijimos, que de esto nadie quiere hablar,

    porque el Reino de los cielos es de los valientes Los dbiles no entramos en los cuadros de honor de esta cultura evanglica posmoderna

    No tener fe encabeza el ranking de pecados

    ms terribles, pareciera, aunque todos

    hayamos sentido alguna vez a lo largo de

    nuestro ministerio un episodio de este tipo Hasta Elas, o el propio Jesucristo-hombre

    sintindose abandonado

    Una de las razones que he tratado de explicar

    en estas lneas hay que buscarla en la actitud

    de quemarse en el ministerio, actitud que puede tener cierta reputacin de piedad, de

    arrojo, o de entrega, pero tal vez oculte cierto

    orgullo personal o ministerial, cierta pretensin de omnipotencia

    Es ms sano y ms bblico vivir para el

    ministerio que morir por l a diario o dejar

    que l nos mate: al fin de cuentas, si vivimos

  • 14

    para Cristo, siempre estaremos dispuestos a morir por l. Pero esto es otra historia

    No pocas veces, mientras atravesamos la

    crisis, todava luchamos con el Seor para

    demostrarle, demostrarnos, y mostrar a los

    que nos observan como en una vidriera, que

    podemos mantenernos a flote: y la verdad es

    que no. No podemos. Slo el Seor puede

    hacerlo por nosotros, caminar a nuestro lado

    y alimentarnos con cuervos si fuera necesario

    Reconocer esto ante nosotros, ante Dios, y

    ante los que nos observan, mostrndonos tan

    humanos como Cristo supo ser, sea tal vez el

    primer paso para resolver los tiempos difciles.

    Slo as podremos vivir vidas ms sanas

    integralmente, y slo desde la sanidad

    integral podremos cumplir con nuestra tarea y con nuestro ministerio.

    No somos adalides de la fe: somos seres

    humanos de carne y hueso, el mismo material

    con que Cristo se abaj a s mismo para venir a habitar entre nosotros.

    Slo si tenemos este tesoro en vasos de barro la excelencia del poder ser del Seor.

    Quizs la crisis pueda ensearnos al menos

    esta verdad primordial, sin la cual ningn

    servicio o ministerio cristiano tendr ninguna razn de ser.

    NOTAS:

    (1) Lersch, Philipp, La estructura de la

    personalidad. Barcelona, Ed. Scientia, 1966. II Las vivencias emocionales pp 197-198

    (2) Op. Cit. Pp 203-204

    (3) Op. Cit. pp 211-212

    (4) Op. Cit. pp 213

    (5) Op. Cit. pp 254-255

    (6) Op. Cit. pp 255