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CUADERNOS DE GEOGRAFÍA DEL COMERCIO | 1
CUADERNOS DE GEOGRAFÍA DEL COMERCIO | 1
PRESENTACIÓN
Los Cuadernos de Geografía del Comercio (CGC) son el resultado del trabajo
de integrantes del Grupo de Estudios de Geografía Económica y Comercio
Internacional (GECI), en el marco del Observatorio Geohistórico (OGH) y el
Programa de Estudios Geográficos (PROEG) del Departamento de Ciencias Sociales
y el Instituto de Investigaciones Geográficas (INIGEO) de la Universidad Nacional de
Luján (UNLu).
Por un lado, se pretende que los CGC sean un insumo académico que
contribuyan al desarrollo del Observatorio de Comercio Internacional (OCI) del
Departamento de Ciencias Sociales (UNLu) y, al mismo tiempo, que acompañen la
labor del Observatorio Geoeconómico (OGE) del Colectivo GeoEcon.
Concretamente, los CGC tienen el objetivo de complementar las lecturas de
las/os estudiantes por medio de una selección de materiales educativos referidos a
distintos debates en torno al comercio internacional desde una perspectiva
geográfica.
Por último, consideramos que los CGC deben permanecer a disposición de
docentes, graduados y estudiantes para su empleo como herramienta didáctica. Por
tal motivo, los CGC integran un acervo de materiales educativos organizados en el
Portal Coordenadas (www.portalcoordenadas.com.ar) y preparados para su
descarga en formato PDF.
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EQUIPO DE TRABAJO
DIRECTOR
Prof. Omar Gejo (GECI-OGH-UNLu)
SECRETARIO DE REDACCIÓN
Prof. Alan Rebottaro (GECI-OGH-UNLu)
INVESTIGADORES ASESORES
Mg. Gustavo Alves (OCI-UNLu)
Lic. Ana Laura Berardi (UNMdP)
Dr. Zeno Crocetti (ILAT-UNILA)
Lic. Susana Fratini (GECI-OGH-UNLu)
Prof. Mariano Iscaro (FCA-UNMdP)
Prof. Gustavo Keegan (GECI-OGH-UNLu)
Dra. Ana María Liberali (UNMdP/UNICEN/UBA)
Lic. Osvaldo Morina (GECI-OGH-UNLu)
Dr. Martín Martinelli (OGH-UNLu/CLACSO)
Lic. Solange Redondo (ISFD N° 45/UBA)
Prof. Diego Solimeno (ISFD N° 19/UNMdP)
Lic. Graciela Suevo (GECI-OGH-UNLu)
Lic. Alberto Virdó (GECI-OGH-UNLu)
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ÍNDICE
LA CUESTIÓN CHINA. ALGUNAS HIPÓTESIS SOBRE LA EVOLUCIÓN DEL SISTEMA
MUNDIAL
Omar Gejo y Ana Laura Berardi __________________________________________________ 05
ARGENTINA EN EL COMERCIO INTERNACIONAL. UNA INTERPRETACIÓN GEOGRÁFICA
Omar Gejo y Nicolás Lion ________________________________________________________ 23
GEOGRAFÍA Y COMERCIO INTERNACIONAL: LOS PRINCIPALES EXPORTADORES
MUNDIALES DE MERCANCÍAS DE 2018
Omar Gejo y Alan Rebottaro ____________________________________________________ 36
EXPORTACIONES MUNDIALES DE MERCANCÍAS, POR REGIONES Y PAÍSES
SELECCIONADOS (1948-2018)
Organización Mundial del Comercio (OMC) _____________________________________ 46
LAS NUEVAS RUTAS DE LA SEDA
Pepe Escobar____________________________________________________________________ 47
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LA CUESTIÓN CHINA:
ALGUNAS HIPÓTESIS SOBRE LA EVOLUCIÓN DEL SISTEMA MUNDIAL
Omar Gejo y Ana Laura Berardi
INTRODUCCIÓN
Diariamente se nos muestra, a través de los análisis de los especialistas, que
la realidad china es hoy una parte determinante de la situación internacional. Como
principal país exportador del mundo, como segunda economía del planeta, China
forma parte ya de casi todas las disquisiciones sobre el futuro de la economía y
política mundiales1.
Dos aspectos nítidos se recortan de las diferentes discusiones al respecto.
Uno, acerca del recambio en la hegemonía mundial, es decir, sobre el ascenso chino
como la contracara necesaria de la declinación estadounidense, lo que retrotraería
la esfera internacional a 1945, momento del último recambio hegemónico, cuando
los Estados Unidos dejaron atrás, definitivamente, a un mundo europeo,
encabezado – por lo menos hasta la Primera Guerra Mundial – por el Reino Unido2.
El segundo aspecto, en tanto, nos remite a las ventajosas circunstancias que
generaría el ascenso chino para los exportadores de materias primas, hecho que
devolvería protagonismo, entre otras, a las economías sudamericanas y entre ellas,
desde ya, a Argentina, dando así vuelta la página a décadas de ostracismo3.
En las líneas que siguen no pretenderemos zanjar ninguna de estas dos
cuestiones. Simplemente, valiéndonos de algunos números ordenados, trataremos
de encuadrarlas, de contextualizarlas. Para ello nos haremos de una síntesis
estadística del comercio internacional, plenamente ilustrativa del mundo de la
posguerra.
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EL COMERCIO MUNDIAL Y LAS INTERPRETACIONES DEL DESARROLLO
El comercio internacional ha jugado un papel importante a la hora de
comprender el desarrollo capitalista. Basta reconocer, al respecto, que ha sido el
capitalismo el que ha terminado por constituir eso que se denomina el mercado
mundial, en su fase imperialista.
Fue ese momento en el que podríamos aseverar que el mercado mundial
quedó soldado. Tradicionalmente encontramos dos grandes posiciones respecto
del mercado mundial y el papel que jugaría el comercio internacional en el proceso
de desarrollo. La primera posición ha sido la del liberalismo. Producto del temprano
ascenso inglés, asociada a Adam Smith y David Ricardo, esta posición hace del
mercado mundial, por escala y diferencia de factores, la máquina de crecimiento
por antonomasia. Para los liberales, no hay posibilidades reales de crecimiento, de
evolución sin asistir a una adhesión irrestricta al mercado internacional. En la
periferia estas posiciones fueron sustentadas por las burguesías locales, sobre todo
cuando en esas geografías se atravesó por un período de ascenso, como lo fue el
momento de predomino industrial inglés en el marco de las consolidaciones
nacionales en América Latina. La Argentina ha sido un lugar privilegiado para la
perduración de estas ideas (Castro, 2013). A esta posición la hemos denominado
circulacionista porque enfatiza la determinación de la circulación por sobre todas
las cosas. El credo de librecambio o librecomercio es la referencia inevitable del
liberalismo.
Una segunda posición en el campo burgués es la desarrollista. Hunde sus
raíces en la consolidación de la experiencia estadounidense y, sobre todo, la
alemana, ya que esta última tipifica como pocas el desarrollo capitalista en las
naciones centrales. Mientras que estas experiencias se llevaron a cabo en la segunda
mitad del siglo XIX, sus homólogos de la periferia lo encaran luego de la crisis de
los años treinta del siglo siguiente. Es decir, su alumbramiento, llevado a cabo por
necesidad, fue eminentemente tardío, en el contexto de aquello que describimos
como el despliegue del mercado mundial soldado, y que desde una perspectiva
marxista se correspondería con el imperialismo4. Los planteos desarrollistas los
hemos definido como estructuralistas, como estructuralistas a-históricos. No
abjuran del mercado mundial aun cuando reconocen las desventajas posicionales
de una cristalización del mercado mundial a través de la división internacional del
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trabajo. La crisis del treinta, al respecto, ha sido una verdadera maestra. En América
Latina, Prebisch en la CEPAL y la escuela de la dependencia constituyen diversos
momentos de respuestas intelectuales al esfuerzo por industrializar nuestros países.
Con el paso del tiempo, estas interpretaciones se fueron radicalizando, siendo la
experiencia brasileña durante los años sesenta la que más lejos avanzó en la misma
impugnación del desarrollismo como vía de escape al subdesarrollo capitalista
(Marini, 1974). Pero en esencia, el desarrollismo es la concepción estática del
proceso de desarrollo, más allá del planteo formal de origen de diversificación de
la estructura productiva.
UN ANTIGUO TRABAJO Y ALGUNAS NECESARIAS REFLEXIONES
A comienzos de los años noventa hicimos una aproximación al estudio del
desarrollo del sistema mundial valiéndonos, precisamente, de una síntesis
estadística del comercio mundial (Gejo, 1995). De ella extrajimos las principales
tendencias del comercio internacional que fueron leídas en clave antisistémica5.
Sugerimos, en aquel momento, el peso decisivo, determinante, de la geografía a
través de la concentración y la regionalización de los flujos de mercancías,
enfrentando, así, a las posiciones prevalecientes, las liberales.
Esa explicación del comercio internacional fue precedida, por su parte, por
una descripción histórica esquemática de la evolución del sistema económico-
político mundial6.
Confrontábamos de esta forma con la ‘teoría’ manifiesta de aquel momento:
la globalización. Fue una temprana impugnación de ella, recurriendo a una
geografización básica, comenzando por reducir los alcances de la presunta nueva
era o, por lo menos, diluyendo su especificidad al incluirla dentro de un movimiento
más amplio que se desenvolvía desde principio del siglo pasado. Así, el sistema
mundial se remontará en sus orígenes a la mitad del siglo XIX, y desde allí se
desarrollará en tres movimientos: el primero hasta la Primera Guerra Mundial; el
segundo, desde allí hasta la crisis de los años setenta; y el tercero desde esa crisis
hasta la actualidad (primeros momentos de los años noventa). Cada etapa se
articulaba con la hegemonía de una potencia, exceptuando la última. La primera
etapa (1850-1914) se correspondía con la hegemonía británica. La segunda etapa
(1914-1970) reflejaba el dominio estadounidense, sin cortapisas en la esfera
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occidental. Por último, desde los años setenta en adelante, señalábamos la
existencia de una tripolaridad, imperante a partir de las tres geografías
industrializadas históricas del hemisferio norte: EEUU, Europa Occidental y el Japón.
Alrededor de esta última economía ubicábamos a la periferia industrial asiática
compuesta por un puñado de estados nacionales de fuerte crecimiento en los
últimos años (desde los años sesenta), que emergía a la par del despliegue nipón
de posguerra. Esta descripción, con particular apego a este último aspecto, estaba
orientada a reflejar el carácter estratégico del giro “neoliberal” de las burguesías
latinoamericanas desde los años setenta7.
LA CAMBIANTE GEOGRAFÍA DEL COMERCIO DESDE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL
Los liberales, sobre todo, se han apropiado del comercio mundial como un
ejemplar modo de dar asidero a sus argumentaciones, y en lo últimos treinta años,
en eso que suele denominarse globalización, han hecho pesar expresamente los
dictados de su credo mercantil clásico. Precisamente por ello, más allá de las lógicas
limitaciones que surgen de un análisis estrictamente apegado a las exportaciones,
esta síntesis estadística nos permitirá elucidar sobre ese par de cuestiones que
hemos definido como primordiales: el recambio hegemónico y las consecuentes
modificaciones para las materias primas en el comercio mundial8.
Una lectura somera del cuadro9 de marras nos permite extraer las siguientes
conclusiones: El tema de la declinación de los Estados Unidos es una cuestión de
larga data si se hace caso a las cifras allí volcadas. La posición relativa de las
exportaciones estadounidenses retrocede a lo largo de casi todo el período: con un
máximo de 21,7%, en 1948, y un mínimo de 8,3% para el último registro anual10. Aun
cuando hablamos de retroceso relativo, es innegable que la cuantía de las cifras
involucradas es apabullante. La dilución exportadora estadounidense, entonces,
bien podría dar pábulo a la mentada idea de la multipolaridad, posición que hoy
encontramos tan difundida como aceptada, aunque nosotros no la compartimos11.
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Exportaciones mundiales de mercancías por regiones y países seleccionados (1948-2011)
Recorte geográfico
1948 1953 1963 1973 1983 1993 2003 2011
Mundo a 58 84 157 579 1.838 3.670 7.342 17.816
Mundo b 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0
América del Norte 28,5 25,5 20,0 17,6 16,8 18,2 15,4 12,8
Estados Unidos 21,7 18,8 14,9 12,3 11,2 12,7 9,9 8,3
México 1,0 0,7 0,6 0,4 1,4 1,4 2,2 2,0
Centroamérica y
Sudamérica 11,3 9,7 6,4 4,3 4,4 3,0 2,8 4,2
Brasil 2,0 1,8 0,9 1,1 1,2 1,1 1,0 1,4
Argentina 2,8 1,3 0,9 0,6 0,4 0,4 0,4 0,5
Europa Occidental 31,0 34,9 41,0 44,8 39,0 43,7 46,1 37,1
Alemania 1,4 5,3 9,3 11,6 9,2 10,3 10,2 8,3
Francia 3,4 4,8 5,2 6,3 5,2 6,0 5,3 3,3
Italia 1,8 1,8 3,2 3,8 5,0 4,9 4,1 2,9
Reino Unido 11,3 9,0 7,8 5,1 4,0 4,6 4,1 2,7
Europa Oriental /
Estados Bálticos (CEI) c 6,0 8,2 11,0 8,9 9,5 2,9 2,7 4,3
África 7,3 6,5 5,7 4,8 4,5 2,5 2,4 3,3
Sudáfrica 2,0 1,7 1,5 1,0 1,0 0,7 0,5 0,5
Oriente Medio 2,0 2,7 3,2 4,1 6,8 3,4 4,1 7,0
Asia 13,6 13,1 12,4 14,9 19,1 26,1 26,1 31,1
China 0,9 1,2 1,3 1,0 1,2 2,5 6,0 10,7
Japón 0,4 1,5 3,5 6,4 8,0 9,9 6,4 4,6
India 2,2 1,3 1,0 0,5 0,5 0,6 0,8 1,7
Australia y Nueva
Zelanda 3,7 3,2 2,4 2,1 1,4 1,5 1,2 1,7
PRI d 3,0 2,7 2,4 3,4 5,8 9,7 9,4 9,8
GATT/OMC 60,4 68,7 72,8 81,8 76,5 89,5 94,3 93,8
Referencias: a Miles de millones de dólares, b Porcentaje, c Comunidad de Estados Independientes
(según OMC): Armenia, Azerbaiyán, Bielorrusia, Rusia, Georgia, Kazajstán, Moldavia, Kirguistán,
Tayikistán, Turkmenistán, Ucrania, Uzbekistán y d Países de Reciente industrialización: Corea del
Sur, Singapur, Taiwán, Hong Kong, Malasia, Indonesia. Durante la década de los 90, estos países
del sudeste asiático, han sido catalogados bajo esta caracterización. Esta misma referencia se hace
cuando se habla de México y Brasil en la década del 70.
Fuente: Organización Mundial del Comercio (OMC).
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Está claro también el ascenso europeo occidental, que partiendo de la
perdidosa situación de la inmediata posguerra alcanza un pico de 43,7% en 1973 y
luego otro en 2003. Es remarcable la caída relativa del último interregno (2003-
2011), en plena coincidencia con la precipitación de la crisis de la Eurozona, que
ahora, precisamente, atravesamos (Halevi, 2013). Es manifiesto que la
recomposición europea ha estado acompañada por la confirmación de la
hegemonía regional alemana, plenamente alcanzada en 1973 y luego sostenida, y
la concomitante debacle de la economía británica, que inicia el período con un
registro de 11,3% y lo termina con un desolador 2,7%12. Con menor dramatismo,
también se confirman las declinaciones francesa e italiana, sobre todo en las últimas
dos décadas.
El contexto de las regiones desarrolladas se completa con Asia. Allí se
observa, claramente, el portentoso despliegue exportador que la coloca como la
gran ganadora de este período, con ribetes marcados en los últimos treinta años.
Esta vasta región comienza el período con una participación de 13,6% y lo finaliza
en su techo, con un 31,1% de las exportaciones mundiales.
La región asiática en su interior nos muestra diferencias importantes,
relevantes para comprender el cariz de los acontecimientos internacionales. La
economía japonesa se empina comercialmente hacia 1973, siguiendo los trazos de
la experiencia germana en Europa Occidental, pero no detiene allí su marcha sino
hasta 1993. Este desfasaje respecto de la racha germana es importante realzarlo. Su
prolongación en el tiempo está basada en la proyección comercial secundaria de
los países de reciente industrialización de la región – las seis potencias comerciales
o Tigres –, que emergerán con fuerza luego de 1973, pasando de 3,4% a 9,7% de
las exportaciones mundiales en 1993, registro que es prácticamente su techo.
Finalmente, a este tren en veloz marcha le sucede China, que estuvo virtualmente
estancado durante cuarenta años, e inicia un despegue en 1983 y que alcanza
definitivamente vuelo a partir de 1993; China no detendrá su avance hasta el final
del período, que lo corona obteniendo la primacía comercial mundial. Vale aclarar
que entre 1993 y 2011, en apenas una década y media, la economía china pasa de
representar 2,5% a 10,7% de las exportaciones mundiales. Estamos, pues, frente a
un salto colosal por su magnitud, por su entidad, por sus consecuencias. Tomado
desde su base de 1973 (1%), implica más que una decuplicación de la participación
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comercial relativa de China en el mercado mundial, una performance asombrosa,
de la que se desprenden todas las manifestaciones que ha generado la irrupción de
este gigante asiático.
La situación asiática no puede completarse si uno dejara afuera a aquellos
subespacios de histórica ligazón al imperio ultramarino inglés. Tanto la India como
Australia y Nueva Zelanda, los grandes protagonistas de 1948 (casi un 6% del
comercio mundial), siendo entonces más del 40% de la participación relativa de la
región, terminan en 2011 con un escaso 3,4% de las exportaciones mundiales, un
poco más que el 10% de la representación comercial regional. En el caso de la India,
con un rebote desde 1993, nos hallamos bajo el signo del desplazamiento de tipo
chino, claro que acotado, muy acotado. En el de Australia, estamos frente a un caso
notorio de falta de respuesta comercial activa, producto de una inserción primaria
en un contexto de profunda imbricación industrial, como es el momento actual en
general y el de Asia en particular13.
Los espacios periféricos netos son tres: Centroamérica y Sudamérica, África
y Medio Oriente. Los desarrollos comerciales no dejan lugar a dudas. De una
participación comercial conjunta que superaba el 20% en 1948 han quedado
reducidos a poco más del 14%; con algunas características que terminan por diseñar
un cuadro de situación preocupante. Tanto Centroamérica y Sudamérica como
África sufren verdaderos derrumbes de sus posiciones comerciales: de una
participación de casi 20% en 1948 caen a 5,2% en 2003. Es decir, una reducción a la
cuarta parte de su participación de 1948. Sin embargo, en el interregno 2003-2011
queda establecido el repunte de las materias primas en el comercio mundial, el
avance alcanza a casi un 60% en términos relativos, y ha tenido por principales
factores explicativos tanto a la demanda china como una probable canalización
especulativa del comercio de estos bienes.
La región restante, la petrolera por antonomasia, en cambio, duplica sus
registros (de 2,0% a 4,1%) entre 1948 y 2003. Esta disimilitud durante este periodo
de los trayectos está basada en el carácter estratégico de la materia prima sujeto
de la inserción comercial mesooriental. De la misma manera que en los casos
anteriores, en la última década, la participación de Medio Oriente se ha
incrementado registrando en 2011 su mayor participación en todo el periodo
contemplado. Dicha materia prima encaja en el modelo de recursos hegemónico
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de la economía estadounidense y también en el de las necesidades de
abastecimiento energético de las nuevas locomotoras industriales orientales14.
HACIA UNA INTERPRETACIÓN ETAPISTA
En un intento de organizar la maraña numérica-estadística, trataremos ahora
de ofrecer una interpretación de conjunto, estructural, sistémica.
Se pueden subdividir estos sesenta años de evolución del comercio mundial
en tres grandes momentos. El primero, característico, clásico, iría entre 1948 y 1973.
Conocido como los “Treinta gloriosos”, corresponde a la respuesta a la debacle de
la Segunda Guerra mundial. Es una etapa de crecimiento acelerado en las regiones
centrales, que alcanzan una especie de coordinación. Podríamos decir que Estados
Unidos arrastra a Europa Occidental y al Japón. Es un momento de despliegue de
las empresas transnacionales, de integración liminar europea a partir del tándem
franco-alemán y del espectacular despegue nipón. Es el orden de Bretton Woods;
es el imperio del dólar.
Esta primera etapa (1948-1973) culmina con la inconvertibilidad del dólar
(1971) y la llamada crisis del petróleo. Este interregno de crisis abarca casi toda la
década del setenta, y representa el inestable equilibrio alcanzado entre las regiones
centrales al haber perdido Estados Unidos su ostensible liderazgo de antaño. La
respuesta estadounidense será la devaluación, el emisionismo, la financierización y
la desindustrialización. La respuesta política estratégica quedará hacia el final de la
década a cargo de la dupla Thatcher-Reagan, la base política internacional de eso
que se ha dado en llamar, luego, “neoliberalismo”15.
Una de las principales manifestaciones del período 1973-1993 será la
aceleración de las vías de construcción regional, sobre todo, desde ya, en las
regiones centrales. Estos “regionalismos” se observan en la tendencia a la
profundización de integración europea (inclusión de la Europa meridional); la
prefiguración del área de libre comercio de América del Norte; y la asociación ente
el capitalismo japonés y los llamados “Tigres”, verdaderos ganadores de este
período. Este momento muestra, al mismo tiempo, la caída abisal de las periferias
primarias; todas sin excepción se hunden en sus participaciones comerciales16.
Finalmente, tenemos el período que va desde 1993 hasta la actualidad.
Habitualmente a este momento se lo conoce como el de la “globalización”. La
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pretensión de esta denominación es la apología sistémica; la realidad, por el
contrario, indicará que es la escenificación de la agudización de las contradicciones
que arrastra el sistema desde los años setenta. Se constatan la declinación
estadounidense, tras el fracasado intento de relanzamiento de los ochenta; las
insalvables contradicciones de la Eurozona, con una Alemania reconfigurando su
expansión en clave euro-oriental17, mediante un dispositivo de división del trabajo
que erosiona a la anterior predisposición a dar cabida, relativamente, a Europa
meridional (Halevi, 2013); y el definitivo despliegue chino en Asia; en esa Asia
ascendente mundialmente, pero que empieza a padecer los éxitos de su reciente
historia (Halevi y Lucarelli, 2013; Economist Intelligence Unit, 2013)18.
A MODO DE CONCLUSIONES
Las cifras del comercio internacional muestran, claramente, la preeminencia
del factor político. El inicio del recorrido estaba todavía muy apegado al
desvanecido mundo inglés. Los radicales cambios acaecidos luego, en forma casi
abrupta, distan de poder explicarse por desarrollos automáticos de carácter
económico. El mundo “estadounidense” que sobrevino, cargado de materialidad
histórica, fue un producto de las colosales fuerzas desatadas por el choque de la
Segunda Guerra Mundial.
En este sentido, el actual hipotético cambio de hegemonía al que asistimos
no puede analizarse en prospectiva sin la presencia activa de ese factor
determinante. El denominado ascenso pacífico chino no es tal. Este desarrollo, por
su vertiginosidad, está absolutamente supeditado al conjunto sistémico del que ha
emergido. Es el último eslabón de una compleja trama regional que, más allá de
sus peculiaridades, es una directa consecuencia del agotamiento del virtuoso
cuadro de posguerra. Las sucesivas oleadas de deslocalización industrial en las
economías centrales (América del Norte, Europa Occidental y el propio Japón) han
sido el punto de apoyo de su desbordante crecimiento comercial de los últimos
treinta años. China es la plena expresión de todo ello, partiendo, claro está, de sus
propias condiciones materiales: un gran desnivel de desarrollo respecto de las
economías centrales, siendo un país de tamaño continental con una reserva de
fuerza de trabajo barata de magnitud impar.
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La respuesta política estadounidense se ha hecho esperar un poco, pero
finalmente ha quedado al descubierto. Tras haber ejercido presión sobre los flancos
de abastecimiento de China, con su larga campaña en Medio Oriente y Asia Central
durante los noventa y la década pasada, sobre todo, ahora produce un recambio
de su estrategia de sitio o cercamiento, ya no orientada exclusivamente hacia los
recursos, sino hacia el mercado regional, el que debe oficiar de sostén de la segunda
vuelta del desarrollo chino.
Estos hechos, el cerco y la variación de él hacia una variante más agresiva,
imponen la necesidad de poseer una buena dosis de realismo a la hora de analizar
el futuro de la transición hegemónica, sujeta, sin lugar a dudas, a respuestas
políticas rotundas, es decir, que encarnen materialidades plenas, incluyendo, por lo
tanto, el choque de Estados19. Y además minimiza las elementales discusiones sobre
el porvenir de las materia primas, al que son afectos, por vocación, los liberales.
NOTAS
1 China es hoy el principal exportador del mundo, superando la barrera del 10% de las exportaciones
mundiales, y, además, su economía alcanza ya el segundo lugar por tamaño, quedando tan sólo por
detrás de la de los EEUU. Pero lo más notable ha sido su fulminante desarrollo, es que “ha crecido
9,9% anual promedio en los últimos treinta y tres años, el período más largo, a la tasa más alta, del
capitalismo desde la Revolución Industrial (1780-1840). Se ha expandido trece veces desde 1978,
mientras que se ha duplicado cada ocho años el ingreso real per cápita de su población” (Castro,
2013, p. 4). Esta referencia al inusitado movimiento y transformación del antiguo coloso de Oriente
es lo que causa asombro y hasta perplejidad. Más aún, algunos análisis –por no decir muchos–
virtualmente desconocían el ascenso chino hasta hace una década atrás. Debe recordarse al respecto
que unos veinte años atrás todavía los entendidos establecían una línea de confrontación básica
entre los Estados Unidos y Japón, y el por entonces pesimismo estadounidense era azuzado por la
supuesta invencibilidad del modelo nacional-empresarial nipón (Thurow, 1992).
2 Una de las descripciones más fidedignas de la transición del mundo inglés al mundo
estadounidense la podemos hallar en el trabajo de Albert Demangeon (1956). Este geógrafo francés,
escribiendo sobre la crisis del treinta en plena crisis, durante el desarrollo de aquellos
acontecimientos, retrató como pocos la situación de saturación del mercado mundial, la decadencia
británica ostensible, la fortaleza estadounidense y el ascenso alemán en Europa, destinado este
último a confrontar, inevitablemente, con el capitalismo norteamericano, definiendo la puja
intereuropea hacia manos no europeas.
3 Los liberales han sido los permanentes ensalzadores de las virtudes del mercado mundial como
demiurgo de la prosperidad de la economía nacional, y razones no les faltan. Es que han quedado
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encandilados por la etapa de consolidación nacional tan peculiar –por su vértigo–, abierta en la
segunda mitad del siglo XIX. A partir de esta experiencia, los liberales en su más amplia acepción –
hecho que involucraría también a los desarrollistas, la otra corriente interpretativa burguesa– han
estado siempre dispuestos a creer en la reedición de aquella historia “virtuosa”. Lo hicieron en el
contexto de la “globalización” (“neoliberalismo”) y lo vuelven a hacer en la inmediata pos-
globalización (“neodesarrollismo”). Es decir, la irrupción china ha vuelto a generar expectativas en la
“ruta de la seda” criolla.
4 El desarrollo del concepto de imperialismo se debe a Lenin (1973) a comienzos del siglo XX. Su
elucidación se gesta en el marco de la Primera Guerra Mundial para mostrar el ingreso del
capitalismo a una nueva etapa. Una etapa convulsiva, en la que las contradicciones engendradas por
el desarrollo del capitalismo planteaban un horizonte de enfrentamientos políticos estatales, de los
que la Primera Guerra Mundial era el prólogo de una época de grandes matanzas.
5 Ahora aquí corresponde fijar algunas posiciones sobre un hecho central, sobre una cuestión crucial
para la conceptualización de la evolución del Sistema Mundial. Nos referimos al concepto de
imperialismo. No es una casualidad su reposición en las discusiones sobre la realidad internacional
durante los últimos diez años. Uno de los hitos de este regreso ha sido la aparición de la obra El
nuevo imperialismo de David Harvey hacia el año 2003. La acción política directa de los Estados
Unidos en los Balcanes, Medio Oriente y Asia Central reflotó la presencia del concepto desarrollado
por Lenin. La ligazón de este concepto al de la acumulación por desposesión, este último entendido
como un mecanismo de ajuste geográfico para superar los obstáculos a la acumulación de capital
en una etapa de impasse, otorgó una base argumental a los intentos de explicar la pertinaz ofensiva
del capital sobre el trabajo y la periferia como una forma de fugar hacia adelante frente a una crisis
de proporciones del capitalismo.
Es por ello que a continuación formularemos algunos apuntes sobre el imperialismo como concepto
vivo, y como tal operativo, para elucidar la cuestión de la evolución del Sistema Mundial. El concepto
de imperialismo expresa acabadamente, a nuestro entender, una síntesis geográfica. Su punto de
partida es un proceso de concentración, de concentración de capital (monopolio), es decir, un índice
elocuente de densidad, de densificación. Este es el origen del imperialismo, un fenómeno material
pleno. El segundo elemento de juicio provisto por Lenin es la caracterización social del imperialismo:
esta concentración de capital es, cualitativamente, la conjunción del capital industrial con el capital
bancario, dando lugar al capital financiero. Esta forma que adquiere el proceso da señales del salto
cualitativo que ha adquirido la concentración de capital. Una nueva manifestación material
contundente. Hasta aquí, estas dos manifestaciones concurren para ilustrar sobre la construcción de
un sitio, de una realidad material. El tercer elemento que Lenin pone en juego es la exportación de
capital. La realidad material cobra impactante movimiento, partiendo de su identificación como un
proceso de exceso de capital fijado territorialmente, de sobreacumulación. Frente a este exceso se
ve obligado a echar lastre. Frente a una alta concentración, ella se ve compelida a expeler capital,
transfiriendo a otros sitios de menor concentración, de menor densidad de capital, de menor
composición orgánica de capital, parte de ese exceso de capital. Por último, a este recorrido abierto
por una concentración de capital, su consolidación específica (como capital financiero) y el proceso
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de transferencia de capital excedente a áreas de menor densidad, le sigue una ineludible puja por
el control de los espacios de capitalización rezagada. La lucha por el establecimiento de áreas de
influencia abre los espacios para el desarrollo en escala de la politización de la territorialidad. La
geopolítica es, desde este punto de referencia, una necesaria consecuencia de la manifestación del
imperialismo.
Llegados a este punto podemos avanzar en una reapropiación del imperialismo como un proceso
efectivo de la construcción material de la realidad mundial. El imperialismo puede ser entendido
como un proceso de diferenciación material de carácter sistémico, originado e impulsado por las
sobreacumulaciones concretas, establecidas (geográficas) de capital. Con él, con su existencia, todos
los procesos de acumulación de capital estarán sobredeterminados por su dinámica, por su
desbordada impronta. Y podríamos, entonces, permitirnos ahora una reinterpretación de aquellas
‘Fases de desarrollo’ con las que describimos el proceso de conformación del Sistema Mundial.
Frente a la supuesta ruptura de lo que se denomina globalización, la utilización geográfica o
geohistórica, para ceñirnos al lenguaje de Giovanni Arrighi (1999, 2001) del imperialismo nos permite
ahora reconfigurar al capitalismo como geografía. En este marco, el del imperialismo, habríamos
atravesado tres momentos definidos en la conformación del sistema mundial. Un primer momento,
se correspondería con la fase clásica de constitución del imperialismo, una etapa regida por la
hegemonía británica y la apertura en las regiones complementarias de la periferia mundial de ciclos
primarios exportadores. Un caso ostensible, significativo, es el de Argentina, en Sudamérica. Esta es
una etapa tradicional, con industrialización en el centro y crecimiento de la oferta de materias primas
en la periferia. La Primera Guerra Mundial es un momento de clivaje. Se asistió, por entonces, a una
transición de treinta años, materializada, finalmente, por la Segunda Guerra Mundial. Con ella, la
suerte británica estará echada y la hegemonía estadounidense asegurada, con las limitaciones
revolucionarias euroasiáticas (la URSS, primero, y luego, China). La segunda fase, ya abierta en 1914,
pero consolidada, configurada definitivamente, en 1945, articulará “virtuosamente” a los tres
espacios centrales históricos del capitalismo (Norteamérica, Europa Occidental y Japón) (Brenner,
2009). Además habrá una extensión hacia la periferia de la industrialización, camino ya inducido por
la Primera Guerra Mundial y la crisis de los años treinta. Nos referimos, sobre todo, a la periferia
inmediata de la potencia rectora, a América latina. Esta industrialización periférica ha sido
plenamente funcional al desborde y las necesidades de los capitalismos centrales, cuya figura
descollante es Estados Unidos. Este es el momento de los “Treinta gloriosos”, es la etapa de la rápida
reconstitución de los capitalismos centrales, imperialistas, derrotados en la contienda de 1939-1945.
Por último, nos encontramos con la última fase, lo que habitualmente se ha denominado
globalización, y que abarcaría desde los años setenta hasta la actualidad, o por lo menos hasta 2008,
año de la crisis financiera desatada en las geografías centrales del capitalismo. Esta etapa, en
realidad, desde una visión más integral, debería ubicarse en sus inicios con el desmoronamiento de
la URSS y su subsistema periférico asociado a ella en Europa Oriental. Habitualmente se señala a la
crisis del petróleo (1973 a 1975) o, aún más determinante, la declaración de la inconvertibilidad del
dólar en 1971. Es una etapa de agudas contradicciones, regada de hechos políticos de magnitud
considerable (revoluciones, contrarrevoluciones y guerras). En términos estructurales, este momento
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está signado por la respuesta estratégica del imperialismo estadounidense a su sensible declinación
relativa frente al imperialismo europeo (alemán) y el asiático (Japón). Esta respuesta se ha basado
en una sistemática disociación ente la oferta y la demanda imperialista. Un fenómeno inédito en la
historia del capitalismo imperialista, si nos referimos al núcleo de producción manufacturera. Esta
relocalización industrial, que se sustanció básicamente, en la periferia asiática, encontró un acicate
definitivo con la restauración capitalista en China (a fines de los setenta) y la caída del Muro (a fines
de los ochenta). El segundo movimiento lo constituyeron las regionalizaciones en curso desde los
años setenta y que afectaron a las periferias de los tres centros históricos, imperialistas. La tercera
acción, decisiva también, fue el abierto asedio militar de la periferia euroasiática, ejerciendo presión
sobre los flancos del vasto espacio de la ex URSS, primero, y luego sobre la periferia china. Estas tres
acciones han estado articuladas, por lo menos temporalmente. El resultado de ellas ha sobrevenido
en la actual situación de crisis económico-política abierta desde 2007 y 2008, a la par que se tensan
las relaciones geopolíticas producto del ascenso chino, entendido este último como una expresión
casi epifenoménica de la crisis sistémica de arrastre de casi cuatro décadas.
6 La descripción esquemática histórica producía una gran síntesis geográfica, que precisamente por
su carácter abreviado recurría a un forzoso desbrozamiento de detalles y circunstancias. Era una
aproximación macrohistórica, sujeta, por lo tanto, a una constante revisión, sobre todo cuando se
sale del plano de la gran abstracción. Existen, por ejemplo, dos consideraciones por hacer sobre su
desarrollo. Por el momento en que fue realizado, casi sobre la disolución de la URSS, la lectura
mundial colocaba a la geografía euro-oriental casi como una fantasmagoría. Este hecho da una idea
de la sobre-simplificación del análisis y sus, paralelamente, límites de sus utilidad más allá de haber
generado un gran marco para la comprensión de ciertos movimientos de la realidad mundial; ante
todo, de aquellos que pretendíamos comprender, los fenómenos de la circulación material
internacional. El otro aspecto a remarcar es la utilización de un término, transnacionalización, para
describir la evolución de casi todo el siglo XX; a la sazón, desde 1914 hasta el momento en que se
escribieron esas líneas, alrededor de comienzos de los años noventa. Este término,
transnacionalización, pretendió, ante todo, quitarle la radicalidad histórica a la por entonces lozanía
conceptual de la globalización. Es decir, más allá de las lógicas limitaciones que el término
transnacionalización en sí mismo posee, resultó una manera operativa de darle continuidad a una
lectura macro-histórica no condescendiente con la imposición maciza del cambio sistémico
pretendidamente propuesto y previsto por la globalización.
7 Para el caso argentino, este giro “neoliberal” es estratégico; es una opción de largo plazo a pesar
de ciertas variaciones, propias de la linealidad histórica concreta. La experiencia de Martínez de Hoz
en los setenta, por ejemplo, es plenamente refrendada por la larga vida de la convertibilidad de
Domingo Cavallo durante los años noventa. Sobre estas continuidades pragmáticas subyace un
verdadero enfoque histórico de largo plazo común, que marca los límites del desenvolvimiento
industrial por los que atravesó la región en los cuarenta años previos a la crisis de los años setenta.
Debe anotarse, empero, que la experiencia argentina no ha contado como México con una “salida”
maquiladora, o como Brasil, con un mercado interior potencial de dimensiones considerables.
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8 Por si hiciera falta aclarar, reiteramos que los estudios de circulación, que son muy importantes, no
se desarrollan desde una lógica liberal. Por el contrario, desde una perspectiva estructuralista,
estructuralista histórica, la circulación deviene como un producto de las estructuras. O lo que es lo
mismo pero sucinto, los flujos provienen y se explican desde los stocks. Al respecto, Albert
Demangeon (1956, p. 41), refiriéndose a la crisis de los años 30, afirmaba: “La prueba para los EE.UU.
es dura. Su formidable utillaje industrial condujo a la saturación del mercado norteamericano en el
momento en el que el mismo mercado universal estallaba de plétora. En este estado de cosas,
incluso si la libertad de cambios dominara en todas partes ahora sería incapaz de resolver la crisis.
En este mercado entorpecido no bastaría con una ventilación. Es toda la organización de la
producción lo que se debe reestablecer”.
9 Haremos un breve repaso por los jalones anuales que presiden el cuadro base. Precisamente por
la brevedad y lo provisorio del relato, debe tomarse con recaudos la siguiente enumeración de
acontecimientos históricos.
El comienzo, 1948, es un año punto de partida luego de la debacle de la Segunda Guerra Mundial,
llevada a cabo entre septiembre de 1939, con la invasión de Polonia por parte de Alemania, y agosto
de 1945, momento este último de la rendición incondicional del Japón, a pocas horas de haber
sufrido dos bombardeos atómicos estadounidenses sobre las ciudades de Hiroshima y Nagasaki. El
año 1948 podría ser considerado el primer momento de estabilización certero, por lo menos en
Europa Occidental.
El segundo registro temporal, el de 1953, ya nos ubica en plena posguerra, regida ésta por los
acontecimientos de la llamada Guerra Fría. Y nos traslada de Europa a Oriente, al noreste de Asia, a
la península coreana. Este año, tras casi tres años de batalla, estará finalizando la Guerra de Corea.
En ella se produjo el enfrentamiento entre EE.UU. y China en el marco del conflicto interno coreano.
La Revolución China del año 1949 se encontró frente al segundo hecho externo de envergadura. El
primero había sido la constitución del régimen de China nacionalista o Taiwán en la isla de Formosa.
Ahora, a partir de 1950, se llevará a cabo la guerra en la península coreana, de la que resultarán dos
estados, Corea del Norte (estado comunista) y Corea del Sur (estado capitalista). El conflicto coreano
debe ser entendido como un verdadero parteaguas internacional, con evidentes, con elocuentes
consecuencias para Asia pero también para el mundo todo, incluso para la lejana Latinoamérica. El
año de 1963 nos remite, nuevamente, al contexto asiático. Se está desarrollando, ahora, el conflicto
de Vietnam, en la ex Indochina francesa. Se asistirá, como en Corea, a una guerra de unificación de
un espacio político único mediante la confrontación del Norte (comunista) con el Sur (capitalista). El
primero asistido, fundamentalmente, por la Unión Soviética (URSS) y el segundo sostenido por
Estados Unidos una conflagración de más de una década, que puede extenderse a más de dos si se
tiene en cuenta la guerra de la independencia de los vietnamitas frente a los franceses. Es un
momento de recuperación de la economía internacional, con una modalidad que se conocerá en el
tiempo como el “keynesianismo militar”, esto es, la prolongación de la estructura emergida desde la
Segunda Guerra como la columna vertebral de la economía norteamericana (Cypher, 2007;
Beinstein, 2013).
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El año 1973 ya nos remite, en tanto, al contexto de crisis prevaleciente desde fines de los años
sesenta. Está caracterizado por la “crisis del petróleo”, precedida por la declaración de la
inconvertibilidad del dólar en 1971. Este registro anual para muchos actores significa el fin del ciclo
de expansión de la posguerra y prepara la reacción conservadora de la segunda mitad de la década
a cargo de las formaciones políticas derechistas de Estados Unidos y Gran Bretaña (los partidos
republicano y conservador en ese orden).
El próximo hito, el de 1983, ya nos lleva a la década del “neoliberalismo” central. Una larga década
donde se asientan los programas de derecha que se esparcirán planetariamente en los noventa al
socaire del hundimiento del sistema socialista en Europa Oriental. Este decenio de los ochenta
también estará marcado por la crisis de la deuda periférica asentada en América Latina, a partir del
episodio liminar de la crisis mexicana en la segunda mitad del año 1982, más precisamente durante
el mes de agosto. Tras el año 1993 se encuentran ya los acontecimientos de magnitud mundial sin
precedentes, acaecidos en Europa Oriental, que se procesaron ente 1989 y 1993, desde la caída del
Muro de Berlín a la disolución de la Unión Soviética.
El siguiente año, 2003, nos lleva, tras la crisis de la burbuja tecnológica y la experiencia de la invasión
de Afganistán por parte de una coalición militar occidental encabezada por los Estados Unidos, a la
intervención en Medio Oriente a través de la ocupación de Iraq. Este ciclo de intervención se había
abierto con la desintegración de Yugoslavia. Esta última acción aludida en los Balcanes es el
precedente inmediato de la ofensiva en Medio Oriente. Atrás ha quedado, en 1997, la crisis asiática,
jalón de la conjunción de crisis que han recorrido la periferia mundial.
Finalmente, el año 2011, como último dato. Quedan en él la crisis 2007-2008 y todas sus
manifestaciones. En gran medida registra el fondo de la década perdida europea y el ascenso de los
precios de las materias primas, fenómeno concomitante del vertiginoso avance de la economía
china, así como también, probablemente, de una nueva ronda de la especulación desatada,
característica esencial de la economía “casino”, una de las imágenes desarrolladas para esclarecer
sobre el cariz del capitalismo “neoliberal”.
10 Sólo encontramos una respuesta positiva relativa para el registro de 1993. Es indudable, a pesar
de que nos manejamos con una elemental aproximación circulacionista, que bien podría estar
influido este dato por la política devaluatoria del dólar impuesta desde el Acuerdo del Plaza, en 1985,
y que se sostuvo, tendencialmente, durante casi una década (Arrighi, 2007).
11 Aquí tenemos que hacer un par de digresiones. La primera, sobre la evolución descendente de los
números estadounidenses. Ello es un hecho incontrastable, pero habría que contextualizar esa caída
–como tal inobjetable– en la articulación del desarrollo estadounidense de cuño transnacional,
proyectando su poder en un despliegue geográfico que ha rebasado en mucho su encierro nacional
existente hasta 1914. La Segunda Guerra Mundial será la partera de la nueva etapa el capitalismo
estadounidense, graficado por una geografía extendida euroasiática para dar cuenta de su
reproducción ampliada. La segunda digresión, culminación de la primera, en tanto producto
acabado de ella, indicaría el rápido cierre de la unipolaridad noventista estadounidense y la
instalación de una idea que ha tenido mucho recorrido en los últimos años, la de la aparición de
varios poderes geográficos por oposición al período de la “globalización”. Esta idea está preñada
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con dos planteos discutibles. El primero, aparte de dar por cierto el fin de la “unipolaridad”, nos
plantearía que la multipolaridad dotaría de estabilidad al sistema mundial frente a las osadías
irrestrictas de los estadounidenses durante los largos noventa. El segundo, vuelve a dar bríos a las
ideas progresivas de desarrollo capitalista nacional autónomo. Tanto en un caso como en el otro es
evidente que cometen transgresiones históricas muy fuertes, tanto como para permitirnos una sana
y morigeradora duda sobre ellas.
12 Es evidente que la política thatcherista tampoco rindió sus frutos, y tras un breve resuello en 1993
el Reino Unido continuó su derrotero desindustrializador; las cifras así lo atestiguan.
13 Esta caracterización sobre el perfil primario exportador australiano y sus desavenencias actuales
se puede observar en el artículo de Rhiannon Hoyle (2013), Anglo American: el carbón en Austra lia
está en situación crítica.
14 Un caso paradigmático del carácter estratégico del petróleo lo señala el anclaje del comercio de
esta materia prima al dólar como una forma de transitar más allá del orden de Bretton Woods, y la
ligazón de este amarre a la sucesión de guerras regionales en los últimos años (Moreno, 2013).
15 El “neoliberalismo” ha consistido, en gruesos trazos, en un doble movimiento compuesto
deflacionario-inflacionario. El primer movimiento se orientó hacia los salarios; el segundo hacia los
activos. De conjunto estas dos tendencias han quedado enlazadas complementariamente entre la
acumulación por desposesión (Harvey, 2003) y la sucesión de ciclos especulativos (burbujas) basados
en diferentes activos (Krugman, 2003).
16 Es sintomático que estos años ochenta fueran “la década perdida” para los latinoamericanos y el
tiempo del desmoronamiento del “socialismo realmente existente” en Europa oriental.
17 Nos referimos a Polonia, Hungría, República Checa, Turquía que están resultando plenamente
funcionales a un movimiento de emplazamiento del capital industrial alemán. En este sentido, si
tomamos en cuenta las tasas de crecimiento de exportaciones que han tenido estas economías en
el periodo 1990-2011, hay muestras claras de cómo Alemania ha encontrado en su área ampliada la
posibilidad de transferir sus contradicciones hacia parte de las naciones que otrora fueran el área de
influencia soviética. Teniendo presente que la tasa de crecimiento de exportaciones mundial en el
periodo contemplado es de 530,4%, la de los países mencionados se encuentra muy por encima de
ésta: República Checa 1.361,3%; Polonia: 1.307,7%; Hungría: 1.120,0% y Turquía: 1.038,5%. En
contrapartida, tanto Alemania (349,6%), como EE.UU. (376, 0%), o Japón (286,2%) se encuentran
muy por debajo del total mundial. Los datos de Reino Unido (257,0%), Francia (275,2%), refuerzan
la idea del fracaso de las estrategias de rescate esgrimidas durante los 80 y el limitado alcance de la
eurozona “originaria” como estrategia para llevar adelante la puja imperialista (Elaboración
estadística propia en base a datos de la Organización Mundial del Comercio).
18 La crisis de 1997 no ha sido un hecho circunstancial y su influencia tuvo alcance mundial. Y en la
región está claro que implicó el fuerte retroceso relativo posterior de las exportaciones japonesas y
el límite de la expansión comercial de los Tigres.
19 “El Ejército de Estados Unidos ha entrado en un periodo de cambio histórico después de más de
una década de guerra tras los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001. Concluimos la
guerra en Irak; estamos implementando una transición y una retirada efectiva de Afganistán, y en la
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lucha contra el terrorismo debilitamos seriamente el liderazgo de Al Qaeda. Como resultado de estos
esfuerzos y de la realidad de las limitaciones presupuestarias, Estados Unidos ha desarrollado una
nueva estrategia de defensa para el siglo XXI, que hace hincapié en la agilidad, la tecnología y la
proyección de fuerza. Hemos comenzado a concentrarnos en los desafíos y las oportunidades del
futuro, y resulta evidente que muchos de ellos se sitúan en Asia. Después de todo, el centro global
de gravedad está virando hacia la región de Asia-Pacífico, vinculando más estrechamente aún la
prosperidad y la seguridad futuras de Estados Unidos a esta región de rápido crecimiento. Al mismo
tiempo, un creciente gasto militar, desafíos a la seguridad marítima, amenazas no tradicionales que
van desde la piratería hasta el terrorismo y la destrucción generada por los desastres naturales, hacen
que el contexto de seguridad de la región sea más complejo. Por estas razones, el Departamento
de Defensa de Estados Unidos está llevando a cabo un reequilibrio del interés y la postura
estratégicos de Estados Unidos frente a la región de Asia-Pacífico” (Panetta, 2013).
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Este texto fue adaptado al formato establecido en los Cuadernos de Geografía del Comercio.
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LA ARGENTINA EN EL COMERCIO INTERNACIONAL:
UNA INTERPRETACIÓN GEOGRÁFICA
Omar Gejo y Nicolás Lion
INTRODUCCIÓN
La apelación continua a la fórmula de la “Argentina como geografía”
acumula, por lo menos, ya más de un lustro en nuestra consideración1. En la práctica
ha implicado dos cosas, dos propósitos, que no pueden reducirse, circunscribirse o
separarse uno respecto del otro. El primero de ellos está vinculado al intento de
dotar de una perspectiva estratégica al análisis de una realidad como la argentina
–de una riqueza inestimable–, recuperando un enfoque materialista orientado a dar
una decisiva batalla ideológica frente a las interpretaciones sistémicas,
simplificaciones notorias que no titubearíamos en calificar de ejercicios burdos para
intentar explicar la evolución de nuestro país. Nos referimos, claro está, a los
conocidos esquemas, a las habituales posiciones que se las identifica como liberales,
conservadoras o, hablando con una terminología económica, ortodoxas o
economicistas2.
En segundo lugar, la “Argentina como geografía” ha consistido –y sobre todo
consiste– en esbozar una propuesta de trabajo extendido que alcance a dar cuenta
de la organización del país a lo largo de la historia, enfatizando, desde ya, en el
desarrollo de este proceso en el último período, una tarea aún pendiente desde la
geografía en general, y de la geografía económica en particular3.
ARGENTINA, UNA GEOGRAFÍA
La “Argentina como geografía”, entonces, es entenderla como un proceso –
y a la vez un producto– de diferenciación material, como una forma concreta
histórica, como un país. Esto último pareciera tornar irrelevante, en buena medida,
el empeño acometido, pues negar esta simple constatación de la realidad pareciera
adquirir ribetes de ridiculez, en ese caso por la obvia falta de conocimiento. Sin
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embargo, en los últimos años, esas casi tres décadas de ofensiva conservadora
forjaron una idea cuyo esparcimiento fue amplio, y que trocó a los países en simples
mercados. Y utilizamos la caracterización de simple por la connotación de
indiferenciación; es decir, con las características comunes a cualquier mercado, con
los engranajes mercantiles en su forma o variante más abstracta, más
antigeográfica. Pero además, en los últimos veinte años, para poner alguna
referencia temporal significativa, el credo de la globalización le transfirió,
supuestamente, una extensión tal que lo convirtió en un referente universal. En
suma, entre otras cosas, ensalzó a la “economía de mercado”, transmitiendo la
impresión de que por sobre todas las cosas su validez era universal porque era
producto de la ausencia real, material, de alternativa (geográfica) alguna.
Este intento de modelar a la Argentina como geografía cuenta, de nuestra
parte, con dos antecedentes a los que necesariamente ahora recurriremos por ser
eslabones recuperados y recuperables.
A fines de los años ochenta, en el contexto del agotamiento de la primera
experiencia democrática pos-dictadura (el alfonsinismo), hecho que devino en un
traumático proceso hiperinflacionario acompañado de una lógica convulsión social
y política, produjimos un primer esbozo en camino a generar un relato más o menos
enhebrado del desarrollo histórico-material (geográfico) del país. Sin pretensión
alguna de carácter historicista, el ensayo era un primer intento dentro de un
esfuerzo más amplio que no tuvo hasta hoy una continuidad taxativa, sino que fue
seguido de un conjunto de esfuerzos no del todo vinculados, ligados4.
Ese trabajo, en aquélla época, aparte de constituirse en un precedente de la
actual propuesta, tuvo por destino inmediato enfrentar a las conocidas visiones
convencionales del presente argentino; implicaba una crítica a lo visto en la “década
perdida” más un juicio claro a lo vivido en los años setenta, bajo la Dictadura. En un
contexto más amplio significó una crítica al argumento central que los enfoques
prevalecientes esgrimían para entender el fracaso argentino: el pretendido
aislamiento de la experiencia nacional, la presunción de que el país le había dado,
rotundamente, la espalda a la evolución del contexto internacional5. Si bien en
aquellos momentos, los del advenimiento inminente del menemismo, eran
marcadamente liberales, la otra posición existente en el campo de la burguesía, el
“desarrollismo” también la enarbolaba como la explicación por excelencia6.
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Con algunas diferencias, lógicamente, unos y otros, liberales y desarrollistas,
abjuraban o renegaban de la propuesta industrialista peronista de los años cuarenta
y cincuenta. En el caso de los liberales, la Argentina exitosa se cierra con los
conservadores de los cuarenta; a partir de allí una mezcla de aislamiento e
intervencionismo estatal puso al país fuera de la senda proficua del clásico período
posterior a 1850. Los desarrollistas, por su parte, que abogan por la industrialización,
empero, observan con grandes reservas al período peronista inicial (1946-1955), al
que definen como una línea de excesivo celo nacionalista autárquico. Mientras los
liberales pujan por la vuelta lisa y llana al camino de la plena exportación de materias
primas, sin interferencia industrial alguna, los desarrollistas llamaban a compartir la
explotación del mercado interno con las inversiones de las multinacionales
industriales (estadounidenses y europeas). Para los primeros, Argentina se había
aislado de la demanda internacional; para los segundos, el país no había dado
cabida convenientemente a las inversiones extranjeras, punto nodal de una
estrategia de diversificación de la estructura productiva y plataforma axial para el
enlace o reenlace con la demanda internacional.
Frente a esta convergencia liberal-desarrollista, nuestra periodización del
pasado argentino cumplió la tarea de demostrar que cada una de las etapas del
desarrollo nacional estaba inscripta en los diferentes momentos del sistema
mundial. Con un agregado obvio, si esto era así para la historia más remota, mucho
más pertinente lo era para la actual etapa, el imperialismo7.
En ese trabajo dejamos en claro que cada una de las etapas del desarrollo
material de Argentina tenía por explicación última su adscripción a una historia
mayor presidida por la evolución del marco internacional en general, y algunas
economías centrales en particular: desde la economía colonial clásica a la tardía; de
ésta a la agroexportadora; y de esta última a la industrial, que ocupó todo el siglo
pasado hasta nuestros días, no había otro marco de fondo más válido que el
mercantilismo inglés en su momento, el industrialismo inglés decimonónico y,
finalmente, la hegemonía industrial estadounidense de cuño transnacional, tan
evidente durante el siglo XX, como crecientemente cuestionada en los últimos
tiempos. Si hay algo evidente, incontrastable en este relato, en este recorrido, es la
clara adscripción de lo “argentino”, como hecho material, como geografía, al
desarrollo de decisivos y determinantes acontecimientos producidos fuera de
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nuestros límites y, en gran medida, fuera del alcance de nuestras acciones, que han
oficiado de meras respuestas a estos condicionantes.
LA ARGENTINA EN EL COMERCIO MUNDIAL
Hemos dicho que la Argentina es una geografía, un país, digno de ser
estudiado. No por lo que habitualmente se dice, su carácter “enigmático”,
incomprensible, sino por lo contrario, por su aleccionadora historia, por las
evidencias irrebatibles para las interpretaciones usuales de su pasado, tanto el
mediato como el inmediato. A este último al que nos abocamos, es al que nosotros
denominamos geografía.
Argentina es un país que reúne en su seno en un siglo y medio de su historia
las marcas materiales, las huellas inconfundibles de una evolución no azarosa, sino
inscripta férreamente en la historia material mundial, en las geografías históricas del
capitalismo8.
A mediados del siglo XIX constituía uno de los países de menor desarrollo
de Latinoamérica y a partir de allí atravesó una fase de explosivo crecimiento de la
mano de un empinamiento de un sector exportador extraordinariamente dinámico,
profundamente integrado al despegue y desenvolvimiento de una economía
industrial moderna como la británica. Un sencillo cotejo con los registros
comerciales denotan este hecho: mientras que a mediados del siglo XIX la Argentina
era apenas medio punto (0,5%) del comercio internacional, seis décadas después
alcanzó un tres por ciento de las exportaciones mundiales, es decir, Argentina se
ubicó, así, entre las primeras economías en cuanto a participación del comercio
mundial. Eso en un contexto favorable a las materias primas, y con una vía expedita
para la ubicación de la oferta exportable en los mercados europeos, a la sazón, el
británico, verdadera locomotora de la expansión nacional asentada
fundamentalmente en la pampa húmeda9.
Pero esta situación de privilegio comenzó a modificarse tempranamente, al
ritmo de la evolución del contexto internacional. El período que va desde la Primera
Guerra Mundial hasta la definición de la Segunda Guerra Mundial fue el escenario
de la definitiva mutación de ese cuadro favorecedor de la expansión primaria
nacional. Durante esas tres décadas se jugó el destino de lo que comenzó siendo
la redefinición del dominio europeo y terminó precipitando no sólo la hegemonía
CUADERNOS DE GEOGRAFÍA DEL COMERCIO | 1
27
intra-europea sino la hegemonía mundial, por lo menos dentro de lo que
llanamente se conoce como Occidente, equivalente al mundo menos la geografía
soviética y su área de influencia en Europa Oriental. En términos geográficos
significó, evidentemente, un espectacular vuelco de la situación internacional, un
cambio político de envergadura porque, precisamente, la dimensión material que
involucró es de características gigantescas, de alcance mundial.
Esos treinta años, dos guerras mundiales y la crisis del treinta, entonces,
transformaron el cuadro de las estructuras y relaciones internacionales, cerrando
aquel escenario que se abrió con fuerza en la segunda mitad del siglo XIX. Y cuando
decimos ‘estructuras y relaciones’10 lo hacemos ex profeso para refrendar
inequívocamente que asistimos a la conformación de una nueva geografía
internacional. Europa, a partir de ese momento, quedó subordinada a la hegemonía
estadounidense, cuya expresión más clara fue el “Plan Marshall”, el operativo de
reconstrucción de los países europeos conducido por la potencia occidental
ganadora de la gran contienda de los años cuarenta. Por otra parte, la porción
oriental de Europa, un área tradicional para la expansión alemana quedó bajo la
férula soviética, el otro gran ganador de esa guerra. Al mismo tiempo, las otrora
grandes potencias europeas sufrieron las pérdidas, inevitables, de sus posesiones
coloniales, las clásicas prolongaciones de su también clásico colonialismo de fines
del siglo XIX.
Este rápido sobrevuelo sobre las consecuencias generadas por la Segunda
Guerra Mundial definen la profundidad de los cambios ocurridos, de su inocultable
carácter político y, a través de éste, del grado de transformación a que se vieron
sometidas las estructuras (económicas y sociales). Esta perspectiva donde la política
implica cambios irreversibles en la escala de los acontecimientos, sobre todo de las
dimensiones económicas, en general es omitida o por lo menos morigerada por los
más comunes relatos que reducen los hechos a fenómenos meramente
económicos, es decir, estérilmente superficiales11.
LA POSGUERRA Y MÁS ALLÁ
Lo que recientemente apuntamos queda claramente explicitado en el
desarrollo del comercio internacional tras la Segunda Guerra Mundial. El conjunto
CUADERNOS DE GEOGRAFÍA DEL COMERCIO | 1
28
de las cifras y sus tendencias inmanentes no dejarán lugar a dudas acerca de qué
se ha tratado esta etapa del desarrollo del capitalismo.
No es extraño escuchar hoy que el cuadro (de situación) de Posguerra se
halla agotado. Esto es más frecuente ente los analistas políticos internacionales,
entre los que impactó mucho la desintegración de la URSS, y de su periferia
inmediata en Europa Oriental. Pero para el relato económico (por economicista)
esta discontinuidad nunca ha estado tan claramente planteada, más allá de que se
reconozcan algunos hiatos en tan extenso período. Uno de éstos es el reconocido
período de aproximadamente un cuarto de siglo que marcó la reconstrucción de la
Posguerra, etapa de la que se ha hablado mucho, a la que se supone muy extendida
territorialmente, pero que algunos autores han terminado por concentrar en
derredor de las geografías de los capitalismos centrales, imperialistas12.
En el cuadro que sigue podemos observar las estadísticas correspondientes
a la participación de las regiones –y también a la de algunos países emblemáticos–
desde 1948 a la actualidad. Con ello se cubren seis décadas de evolución, un tiempo
muy extenso, muy abarcativo.
Comercio mundial de mercancías, por regiones y determinadas países
Recorte geográfico
1948 1953 1963 1973 1983 1993 2003 2009
Mundo a 58.0 84.0 157.0 579.0 1838.0 3670.0 7342.0 12490.0
Mundo b 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0
América del Norte 28.5 25.5 20.0 17.6 16.8 18.2 15.4 13.1
Estados Unidos 21.7 18.8 14.9 12.3 11.2 12.7 9.9 8.5
México 1.0 0.7 0.6 0.4 1.4 1.4 2.2 1.8
Centroamérica y
Sudamérica 11.3 9.7 6.4 4.3 4.4 3.0 2.8 3.8
Brasil 2.0 1.8 0.9 1.1 1.2 1.1 1.0 1.2
Argentina 2.8 1.3 0.9 0.6 0.4 0.4 0.4 0.4
Europa Occidental 31.0 34.9 41.0 44.8 39.0 43.7 46.1 41.2
Alemania 1.4 5.3 9.3 11.6 9.2 10.3 10.2 9.0
Francia 3.4 4.8 5.2 6.3 5.2 6.0 5.3 3.9
Reino Unido 11.3 9.0 7.8 5.1 4.0 4.6 4.1 3.2
Italia 1.8 1.8 3.2 3.8 5.0 4.9 4.1 2.8
CUADERNOS DE GEOGRAFÍA DEL COMERCIO | 1
29
Europa C/O, Estados
Bálticos, (CEI) c 6.0 8.2 11.0 8.9 9.5 2.9 2.7 3.7
África 7.3 6.5 5.7 4.8 4.5 2.5 2.4 3.2
Sudáfrica 2.0 1.7 1.5 1.0 1.0 0.7 0.5 0.5
Medio Oriente 2.0 2.7 3.2 4.1 6.8 3.4 4.1 6.7
Asia 13.6 13.1 12.4 14.9 19.1 26.1 26.1 29.4
China 0.9 1.2 1.3 1.0 1.2 2.5 6.0 9.6
Japón 0.4 1.5 3.5 6.4 8.0 9.9 6.4 4.6
India 2.2 1.3 1.0 0.5 0.5 0.6 0.8 1.3
Australia y Nueva
Zelanda 3.7 3.2 2.4 2.1 1.4 1.5 1.2 1.5
PRI d 3.0 2.7 2.4 3.4 5.8 9.7 9.4 9.8
Miembros del
GATT/OMC 60.4 68.7 72.8 81.8 76.5 89.5 94.3 94.5
Referencias: a Miles de millones de dólares, b Porcentaje, c Comunidad de Estados Independientes
(según OMC): Armenia, Azerbaiyán, Bielorrusia, Rusia, Georgia, Kazajstán, Moldavia, Kirguistán,
Tayikistán, Turkmenistán, Ucrania, Uzbekistán y d Países de Reciente industrialización: Corea del
Sur, Singapur, Taiwán, Hong Kong, Malasia, Indonesia. Durante la década de los 90, estos países
del sudeste asiático, han sido catalogados bajo esta caracterización. Esta misma referencia se hace
cuando se habla de México y Brasil en la década del 70.
Fuente: Organización Mundial del Comercio (OMC).
El primer apunte que uno se ve obligado a hacer es la constatación material
inapelable del retroceso argentino, hecho que por su hondura no puede dejar de
asombrar: el país retrotrajo siete veces su participación en el comercio mundial: de
arañar los tres puntos a comienzos de la Posguerra queda reducido a menos de
medio punto (0,4%), lo que significa que devuelve a la Argentina a la posición
comercial cuantitativa de mediados del siglo XIX, el punto de partida de la sostenida
escalada comercial que alcanzó su cenit al borde de la segunda década del siglo
pasado. Asistimos, pues, a un desplome de una magnitud considerable, formidable.
Este “fracaso” está en la base de aquellas apreciaciones que califican al caso
argentino como uno de los fenómenos remarcables de la economía internacional,
cuando se alude a una situación de virtual anti-desarrollo13.
Sin embargo, sin descuidar la especificidad del caso argentino, una lectura
completa, profunda –a lo largo y a lo ancho- del cuadro nos permitirá contextualizar
CUADERNOS DE GEOGRAFÍA DEL COMERCIO | 1
30
la experiencia nacional argentina, adquiriendo entonces, ésta, ribetes, perfiles más
interesantes.
En principio, podríamos afirmar que las estadísticas muestran un incremento
constante y fuerte del comercio internacional; estaríamos hablando de un
crecimiento de casi 200 veces del comercio (20.000%), un ritmo bastante superior
a la tasa de expansión de la economía mundial. Este hecho abona aquella idea de
la internacionalización, mundialización o transnacionalización de la vida
económica14.
En segundo lugar, es evidente que hay un reforzamiento tendencial de las
regiones centrales, desarrolladas o geografías de asiento de los imperialismos
concretos (América del Norte, EE.UU.; Europa Occidental, Alemania; Asia, Japón): de
representar poco más de setenta por ciento en 1948, finalizan el período superando
con holgura los ochenta puntos.
Por contrapartida, la Periferia, las regiones subdesarrolladas -o podríamos
hablar también de los países semi-coloniales-, han sufrido un concomitante
retroceso: de significar más de un veinte por ciento en 1948 han caído a poco más
de un diez por ciento15.
Aquí queda corroborado aquello que nos indica que sólo la transformación
que imponga una diversificación de las estructuras productivas es lo que hará
posible una exitosa integración comercial internacional. Es que la regresión
comercial ha ido de la mano de una inmutable inserción primaria, que se aleja de
la creciente integración productiva mundial, empujada ésta por la cadena
productiva industrial de carácter transnacional.
Ahora bien, un análisis de los espacios centrales es ilustrativo para observar
el conjunto de los cambios atravesados por la economía internacional. En el caso
de América del Norte, por ejemplo, se advierte la existencia de un proceso de
decadencia que no alcanza a ser de la envergadura de la que hablarían los números.
Los quince puntos que resigna la región es una exageración, producto de la
creciente transnacionalización a la que se ha asistido en la economía internacional
y del carácter activo que han jugado tempranamente las corporaciones industriales
estadounidenses en ella. De todas formas, la ostensible disminución material de la
reubicación estadounidense refleja el trasfondo real de las discusiones actuales
acerca del recambio en la hegemonía mundial16.
CUADERNOS DE GEOGRAFÍA DEL COMERCIO | 1
31
En Europa Occidental, mientras tanto, la elocuencia numérica nos esclarece
sobre las modificaciones producidas al interior del espacio europeo. La declinación
británica es incontestable; la caída es apabullante. A la par, la presencia germana se
adueña del escenario europeo. Alemania, no caben dudas, es la ganadora
remarcable del proceso de reconstrucción de Europa y su culminación mediante la
integración, que ha desembocado en la Unión Europea y el euro como referente
monetario17.
Finalmente, tenemos el caso de Asia. Esta región logra más que duplicar su
participación en el comercio mundial. Esta evolución sólo puede conseguirse
cuando se ha desplegado un desarrollo industrial acelerado. Queda evidenciado
este fenómeno primero en la reconstitución japonesa; luego, en el salto cualitativo
de los denominados “Tigres”; para culminar en el irresistible acenso de China, que
en los últimos veinte años ha protagonizado el más espectacular acontecimiento
económico de la posguerra.
ALGUNAS CLAVES DE ESTE PROCESO
La Segunda Guerra Mundial asentó definitivamente una nueva geografía
internacional. La antigua conexión exitosa norte-sur de la que se valió un país como
Argentina, acreedor periférico neto en una primera asociación productiva entre
geografías industriales y geografía abastecedoras de materias primas, dio el paso a
una nueva complementación productiva que significó un salto cualitativo de la
asociación económica, asentada en el entrelazamiento de los mercados centrales,
en el marco de la nueva confrontación pos-bélica Este-Oeste. Y es precisamente en
los márgenes de esta nueva frontera, en los viejos moldes imperialistas, donde se
generaron los “milagros” de la posguerra (Alemania y Japón). En ese período que
va desde 1948 hasta 197318, las regiones periféricas o semi-coloniales sufrieron un
retroceso palmario, producto de su inserción primaria y, además, para el caso
sudamericano, la constitución de un aparato industrial dependiente, incapacitado
para alcanzar la demanda de los mercados imperialistas.
A partir de 1973 se sucederán algunos acontecimientos relevantes, que se
prolongarán luego como la “globalización”. Las geografías imperialistas
reconstituidas colocaron al conjunto desarrollado en una situación de nueva
saturación19. Este nuevo equilibrio fue sacudido por una redistribución del proceso
CUADERNOS DE GEOGRAFÍA DEL COMERCIO | 1
32
industrial que favoreció, ostensiblemente, a la periferia industrial asiática lindera al
Japón. Este hecho que se despliega claramente en las dos décadas posteriores a
1973, será el que luego empalmará con la fulgurante aparición china, que agravará
el conjunto de los desequilibrios que se venían incubando desde la “crisis del
petróleo”20.
NOTAS
1 Estando por realizarse las VII Jornadas de Geografía Económica, estipuladas para los primeros días
de junio en la ciudad de Buenos Aires, es bueno recordar que esta apelación las ha acompañado
permanentemente desde su tercera edición, allá por el año 2007.
2 Esta corriente interpretativa, en términos históricos, alcanzó su cenit durante el período de
expansión agroexportadora, enfrentó luego de la crisis del treinta –y sobre todo tras la Segunda
Guerra Mundial– un recambio discursivo hegemónico por parte de visiones más realistas, que
acompañaron los contundentes cambios acaecidos en el marco internacional, para terminar por
regresar con fuerza luego de la crisis internacional de los años setenta junto con las respuestas
conservadoras a las que este fenómeno dio lugar. Esto es lo que comúnmente se conoce como
“neoliberalismo”. Este último término en modo alguno lo convalidamos, lo que no obsta para que
reconozcamos que, en la práctica, se ha impuesto, a tal punto que es una referencia de amplia
coincidencia ideológica, desde lugares no siempre cercanos.
3 Este es un aspecto más concreto que el anterior, más apegado a una propuesta de constitución de
un grupo de trabajo en la especialidad y a desarrollar un relato, una producción coordinada y seriada
tendiente a describir y explicar a la Argentina como un proceso de diferenciación material en el
marco de la constitución de una realidad internacional única.
4 Se trata de “Introducción al análisis de la evolución de la economía argentina” (1990) y “La Argentina
como geografía. Ciclos económicos y población” (2006).
5 “Una economía cada vez más aislada” es el título de uno de los últimos editoriales del Diario La
Nación (2011). Allí se afirma, ente otras cosas, que “la sustitución de importaciones y la restricción de
exportaciones alejan cada vez más a nuestro país del mundo”.
6 “En el análisis del comercio exterior, uno suele encontrar dos posiciones enfrentadas desde la
perspectiva burguesa. El enfoque prevaleciente durante los últimos años es el que denomino
circulacionista. En él predomina una visión 'ageográfica', entendiendo por esto la creencia en la
vigencia del reino de la circulación absoluta, teniendo al mercado mundial como una redentora e
infalible máquina de crecimiento continuo. Los flujos no encuentran obstáculos para su movimiento,
el mundo es una superficie lisa, tan así como para hacer desaparecer la fricción y, por ende, la
distancia. En esta realidad de la perpetua circulación, ésta garantiza los equilibrios como tendencia.
Las llamadas corrientes liberales se ajustan a este ideario. Frente a esta posición se yergue una
perspectiva opuesta, siempre, reitero, desde una convalidación sistémica. Esta corriente de opinión
la considero estática, 'ahistórica'. Considera al mercado mundial como una referencia inexcusable,
CUADERNOS DE GEOGRAFÍA DEL COMERCIO | 1
33
aunque oficie de retroalimentador de las diferencias preexistentes entre los diversos sitios. Por lo
tanto, esta visión considera la necesidad de un posicionamiento activo frente al mercado mundial.
Su falta de profundidad histórica, les permite, empero, imaginar reproducir a 'destiempo' el
desarrollo de los procesos en un sitio determinado, rezagado, el suyo, a semejanza de la evolución
previa realizada por otros sitios, los adelantados. La visión estática les veda la posibilidad de observar
y comprender la evolución de los sitios desde una complejidad sistémica, que reduce los márgenes
de autonomía considerablemente. Estos razonamientos se corresponden con las posturas
desarrollistas. En resumen, las posiciones burguesas oscilan entre la realidad eterna de la circulación
(liberalismo), y el intento de construcción estática de un sitio (desarrollismo), negando el interjuego
de sitios jerárquicamente relacionados (imperialismo)" (Gejo, 2003: 42).
7 Puede significar una torpeza intentar dar una definición tan enjuta como la que vamos a dar aquí.
Pero el momento, el contexto, nos habilita a ello. En los últimos tiempos ha habido una rehabilitación
de este concepto, el imperialismo. Forjado al calor de las primeras décadas del siglo pasado, en el
marco de la convulsiva etapa de la Primera Guerra Mundial, tuvo distintos momentos de gracia para
caer, aparentemente en forma definitiva en desuso al mismo tiempo que se encumbraba la
autodenominada “globalización”. Y esto no era ninguna casualidad. Como tampoco lo fue su regreso
como concepto medular de análisis en la primera década de este siglo (Harvey, 2003). Es que, a
nuestro entender, el concepto de imperialismo reúne, como pocos, un conjunto de elementos
básicos de geografía. El imperialismo no es otra cosa que una diferenciación material activa,
determinante, en el que convergen un proceso de densificación, formalizado con la constitución de
monopolios; de caracterización social de él, la conformación del capital financiero como la cohesión
industrial-bancaria; la necesidad de la expansión, inherente a ese proceso de consolidación,
fenómeno conocido como exportación de capital; y finalmente, como subproducto de los primeros
tres puntos, la lucha por la dominación, por el reparto de los mercados y las áreas de influencia de
los imperialismos concretos, las geografía desarrolladas, centrales o imperialistas. Esta construcción,
eminentemente geográfica, materialista, es el gran marco para la comprensión de la realidad de la
historia de la humanidad en la actual fase, la del desarrollo a escala internacional, mundial, en el
sentido profundo del término. Entendemos al imperialismo, entre varias cosas, como una de las
formas concretas de sobreacumulación, por la cual unas geografías someten o subordinan a otras
geografías a sus propias formas de resolución relativa de sus contradicciones. Por lo tanto, cualquier
ciclo de una geografía determinada (nacional) queda subordinada a esta expansión, al encuentro
con sus límites y con las crisis fruto del proceso general de desarrollo en curso y, además, de su
propia asimilación de estas contradicciones.
8 El análisis del llamado capitalismo histórico, lo que nosotros traducimos como geografías históricas
del capitalismo, puede encontrarse en autores como Samir Amin, Giovanni Arrighi, Immanuel
Wallerstein y Jorge Beinstein, entre otros. Y entre los geógrafos, David Harvey.
9 Esa fue la lógica del Pacto Roca-Runciman (1933), un intento forzado por el que la dirigencia
argentina pretendió enfrentar la crisis del treinta y una de sus consecuencias directas, el Tratado de
Ottawa, de 1932.
CUADERNOS DE GEOGRAFÍA DEL COMERCIO | 1
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10 Además de apuntalar nuestra crítica a liberales y desarrollistas, ‘estructuras y relaciones’
entendemos que gráficamente modelan lo que podríamos describir como una ‘geografía’, la
sumatoria dinámica y compleja de este par de elementos (ver nota 6).
11 Estas mismas lecturas le dan la espalda a la propia información económica compilada por aquellas
instituciones que los representan, sea el FMI, el BM o la OMC. Pero esta flagrante contradicción
respecto de sus propias fuentes debemos aclarar que no es extraña; por el contrario, podríamos
aseverar que es casi una constante. Al respecto pueden consultarse las posiciones de Alan Freeman
(2002), Vicenç Navarro (2011), Roberto Bissio (2011).
12 Esta es una afirmación tajante de Eric Hobsbawm (1994) que compartimos plenamente, sobre todo
luego de analizar los resultados del comercio internacional.
13 En la reciente XXXVII Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, en abril de 2011, el último
Premio Nobel de Literatura, el peruano Mario Vargas Llosa hizo unas apreciaciones que transitan
este camino común de interpretación: “A principios del siglo XX, el modelo educativo de la Argentina
era el más avanzado del mundo; las tres cuartas partes de Europa eran de tercer mundo. ¿Qué pasó?
Hoy tendría que tener el mismo nivel de Suecia. ¿Por qué está la Argentina con esta crispación
política?” (...) ”La Argentina vive en un estado de crisis permanente”. (...) “El caso de la Argentina lo
tengo siempre presente porque me conmueve y me desgarra. Era un país del Primer Mundo en el
inicio del siglo XX” (La Nación, 2011).
14 “Las cadenas globales de producción hacen que los bienes crucen las fronteras nacionales varias
veces durante el proceso de producción, lo cual hace que el comercio internacional que medimos
crezca mucho más que en décadas pasadas”, cita de un extracto de un documento reciente de la
OMC que hace Roberto Bissio (2011).
15 Si Medio Oriente quedara fuera de este recuento, por las peculiaridades energéticas de su
aprovisionamiento y por lo que ha representado en el período en estudio, el rezago de estas
regiones –la conjunción de Latinoamérica y África– sería aún más pronunciado, de 18,6% a 7%, una
caída neta de más de once puntos de participación en el comercio mundial, una verdadera debacle.
16 Un ejemplo de estas posiciones puede encontrarse en Giovanni Arrighi, con su “Adam Smith en
Pekín” (2007).
17 Por supuesto que también son importantes las caídas de Francia e Italia, y son la mejor
constatación de la hondura de los problemas que hoy enfrentan estos países. Además, no puede
soslayarse que la activa presencia comercial alemana es la contracara del atolladero en el que se
encuentra en buena medida la periferia europea, y por qué no decirlo, también el mismo proceso
histórico de integración de Europa, signo inequívoco del cambio de los tiempos: probablemente su
funcionalidad haya, aunque cueste creerlo, admitirlo, periclitado.
18 Las caídas de la Periferia, en realidad, se extienden hasta el año 1993, que hace las veces de piso
histórico para todo el período en análisis.
19 Nos valemos de una imagen que Albert Demangeon (1954) utilizó con frecuencia para describir la
situación de la crisis de los años treinta, en particular desde la Primera Guerra Mundial, cuando
observaba el caso estadounidense.
CUADERNOS DE GEOGRAFÍA DEL COMERCIO | 1
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20 Es ilustrativo el siguiente comentario de Martín Wolf (2011: s/n) sobre la crisis internacional en
curso: “No geral, as autoridades monetárias enfrentan uma série de desafios complexos e
interligados: normalizaçào fiscal e monetária nos paises avançados; correçào do excesso de
endividamento e a fragilidade financeira nessas economias; administraçào de superaquecimento das
economias emergentes, ajuste a grandes mudanças nos preços relativos e reequilibrar todo o padrào
da demanda mundial. Nada do que esta acontecendo agora sugere que isso será administrado com
competència, que dirá harmoniosamente. Em suma, quem pensa que estamos, agora, mirando
planaltos ensolorados està se enganando. Ainda temos muita turbulencia pela frente”.
BIBLIOGRAFÍA
Arrighi, G. (2007) Adam Smith en Pekín: orígenes y fundamentos del siglo. Madrid, España: Akal.
Bissio, R. (2011) De mulas, bicicletas y libre comercio. Rebelión. Recuperado de
https://rebelion.org/de-mulas-bicicletas-y-libre-comercio/
Demangeon, A. (1954) Problemas de Geografía Humana. Barcelona, España: Ariel.
Freeman, A. (2011) En los años 90, todo el mundo le prestó dinero a EE.UU. Red de Geografía
Económica (RGE), 2011.
Gejo, O. (2003) Los hechos son tercos. Anuario de la División Geografía 2002-2003, Departamento
de Ciencias Sociales, Universidad Nacional de Luján, pág. 33-45.
Gejo, O. y Liberali, A. (1990) Introducción al análisis de la evolución de la economía argentina.
Cuadernos de Geografía Económica. Buenos Aires, Argentina.
Gejo, O. y Liberali, A. (2006) La Argentina como geografía. Ciclos económicos y población (1530-
1990). Centro Humboldt. Buenos Aires, Argentina.
Harvey, D. (2003) El nuevo imperialismo. Madrid, España: Akal.
Navarro, V. (2011) La clase trabajadora en España. Recuperado de
http://asambleademajaras.com/articulos/detalle_articulo.php?id_articulo=828
Organización Mundial del Comercio (OMC) (2011) Estadísticas de Comercio Internacional 2010.
Recuperado de https://www.wto.org/spanish/res_s/statis_s/its2010_s/its2010_s.pdf
Wolf, M. (2011) Cambaleante en mar tempestuoso. Valor, Sao Paulo, Brasil, 20 de abril.
Fuente: Gejo, O. y Lion, N. (2015) Argentina en el comercio internacional: una interpretación
geográfica. RED Sociales, Revista del Departamento de Ciencias Sociales, Universidad Nacional de
Luján, Vol. 2, N° 2, págs. 33-43. Recuperado de http://www.redsocialesunlu.net/wp-
content/uploads/2015/06/RSOC008-02-La-Argentina-en-el-comercio-internacional-GEJO.pdf
Este texto fue adaptado al formato establecido en los Cuadernos de Geografía del Comercio.
CUADERNOS DE GEOGRAFÍA DEL COMERCIO | 1
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GEOGRAFÍA Y COMERCIO INTERNACIONAL: LOS PRINCIPALES
EXPORTADORES MUNDIALES DE MERCANCÍAS DE 2018
Omar Gejo y Alan Rebottaro
Este breve informe tiene el objetivo de exponer algunas ideas sobre la
geografía del comercio internacional, teniendo en cuenta el estudio de los 50
principales países exportadores de mercancías correspondientes al año 2018, según
los datos divulgados en el documento “Word Trade Statistical Review 2019”
(www.wto.org/english/res_e/statis_e/wts2019_e/wts2019_e.pdf) por la Organización
Mundial del Comercio (OMC),
A partir del Cuadro N° 1 se puede advertir que las exportaciones mundiales
se hallan, casi en su totalidad (93,2%), concentradas en los 50 países presentados.
Esta realidad se hace más notoria si tomamos como referencia los 10 primeros
(51,1%) y cobra mayor contundencia sumando la participación de los países que
lideran el ranking: China, Estados Unidos y Alemania (29,3%). En oposición, cerca
de un centenar y medio de países se reparten el 6,8% restante.
Como se observa en el Cuadro N° 2, otro de los rasgos que caracterizan los
flujos mundiales de mercancías es su fuerte relación con las regiones más
desarrolladas: Asía del Este, Europa Occidental y América del Norte. En orden de
importancia comercial, las dos periferias que resaltan son Europa Oriental y Medio
Oriente. América del Sur desempeña un papel marginal y, en el extremo de la
comparación, encontramos a África.
El tercer aspecto relevante surge de analizar el Cuadro N° 3. Resulta
avasallante el peso que tienen las exportaciones de manufacturas. En suma, 36
países se identifican, fundamentalmente, con este tipo de exportación, relegando
de manera dramática la participación de los productos primarios, con la notoria
excepción de los combustibles (petróleo y gas).
Más aún, si se tiene en cuenta el Cuadro N° 4, de inmediato surge como
conclusión que Asia del Este, Europa Occidental, América del Norte y Europa
Oriental son regiones fundamentalmente proveedoras de manufacturas, con
excepciones como Australia, Rusia o Noruega. Por último, las exportaciones de los
CUADERNOS DE GEOGRAFÍA DEL COMERCIO | 1
37
países de América del Sur, Medio Oriente y África, remiten a productos
agropecuarios (Brasil, Argentina), minerales (Chile) y combustibles (Emiratos Árabes
Unidos, Arabia Saudita, Irán, Irak, Qatar, Kuwait y Nigeria).
Naturalmente, las apreciaciones realizadas parten de considerar
generalidades y deben entenderse en ese contexto. Sin embargo, las evidencias
estadísticas y las tendencias descriptas alcanzan para comenzar a construir un
cuadro de situación de los principales exportadores mundiales de mercancías.
CUADERNOS DE GEOGRAFÍA DEL COMERCIO | 1
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Cuadro N° 1. 50 principales exportadores mundiales de mercancías, 2018.
P País
Valor (en miles de
millones de
dólares)
% % acumulado
1 China 2.487 12.8 12.8
2 Estados Unidos 1.664 8.5 21.3
3 Alemania 1.561 8.0 29.3
4 Japón 738 3.8 33.1
5 Países Bajos 723 3.7 36.8
6 Corea del Sur 605 3.1 39.9
7 Francia 582 3.0 42.9
8 Hong Kong 569 2.9 45.8
9 Italia 547 2.8 48.6
10 Reino Unido 486 2.5 51.1
11 Bélgica 467 2.4 53.5
12 México 451 2.3 55.8
13 Canadá 450 2.3 58.1
14 Rusia 444 2.3 60.4
15 Singapur 413 2.1 62.5
16 Emiratos Árabes Unidos 346 1.8 64.3
17 España 345 1.8 66.1
18 Taiwán 336 1.7 67.8
19 India 326 1.7 69.5
20 Suiza 311 1.6 71.1
21 Arabia Saudita 299 1.5 72.6
22 Polonia 261 1.3 73.9
23 Australia 253 1.3 75.2
24 Tailandia 252 1.3 76.5
25 Malasia 247 1.3 77.8
26 Vietnam 246 1.3 79.1
27 Brasil 240 1.2 80.3
28 República Checa 202 1.0 81.3
29 Austria 185 0.9 82.2
30 Indonesia 180 0.9 83.1
31 Turquía 168 0.9 84.0
32 Suecia 166 0.9 84.9
33 Irlanda 165 0.8 85.7
34 Hungría 126 0.6 86.3
CUADERNOS DE GEOGRAFÍA DEL COMERCIO | 1
39
35 Noruega 123 0.6 86.9
36 Dinamarca 109 0.6 87.5
37 Irán 108 0.6 88.1
38 Eslovaquia 94 0.5 88.6
39 Sudáfrica 94 0.5 89.1
40 Irak 89 0.5 89.6
41 Qatar 86 0.4 90.0
42 Rumania 80 0.4 90.4
43 Finlandia 76 0.4 90.8
44 Chile 75 0.4 91.2
45 Kuwait 72 0.4 91.6
46 Portugal 68 0.4 92.0
47 Filipinas 67 0.3 92.3
48 Argentina 62 0.3 92.6
49 Kazajistán 61 0.3 92.9
50 Nigeria 61 0.3 93.2
Total 50 18.167 93.2 93.2
Total mundial 19.475 100.0 100.0
Fuente: Elaboración propia en base a datos de la Organización Mundial del Comercio (OMC).
CUADERNOS DE GEOGRAFÍA DEL COMERCIO | 1
40
Cuadro N° 2. 50 principales exportadores mundiales de mercancías por regiones, 2018.
P Asia y
Oceanía
Europa
Occidental
América
del Norte
Medio
Oriente
Europa
Oriental
América
del Sur África
1 China
2 EE.UU
3 Alemania
4 Japón
5 Países
Bajos
6 Corea
7 Francia
8 Hong
Kong
9 Italia
10 R. Unido
11 Bélgica
12 México
13 Canadá
14 Rusia
15 Singapur
16 E.A.U.
17 España
18 Taiwán
19 India
20 Suiza
21 A. Saudita.
22 Polonia
23 Australia
24 Tailandia
25 Malasia
26 Vietnam
27 Brasil
28 R. Checa
29 Austria
30 Indonesia
31 Turquía
32 Suecia
33 Irlanda
CUADERNOS DE GEOGRAFÍA DEL COMERCIO | 1
41
Fuente: Elaboración propia en base a datos de la Organización Mundial del Comercio (OMC).
34 Hungría
35 Noruega
36 Dinamarca
37 Irán
38 Eslovaquia
39 Sudáfrica
40 Irak
41 Qatar
42 Rumania
43 Finlandia
44 Chile
45 Kuwait
46 Portugal
47 Filipinas
48 Argentina
49 Kazajistán
50 Nigeria
CUADERNOS DE GEOGRAFÍA DEL COMERCIO | 1
42
Cuadro N° 3. 50 principales exportadores mundiales de mercancías, por sectores, 2018.
P Manufacturas Productos primarios
Agropecuarios Minerales Combustibles
1 China
2 Estados Unidos
3 Alemania
4 Japón
5 Países Bajos
6 Corea
7 Francia
8 Hong Kong
9 Italia
10 Reino Unido
11 Bélgica
12 México
13 Canadá
14 Rusia
15 Singapur
16 E.A.U.
17 España
18 Taiwán
19 India
20 Suiza
21 A. Saudita
22 Polonia
23 Australia
24 Tailandia
25 Malasia
26 Vietnam
27 Brasil
28 República Checa
29 Austria
30 Indonesia
31 Turquía
32 Suecia
33 Irlanda
34 Hungría
35 Noruega
36 Dinamarca
CUADERNOS DE GEOGRAFÍA DEL COMERCIO | 1
43
37 Irán
38 Eslovaquia
39 Sudáfrica
40 Irak
41 Qatar
42 Rumania
43 Finlandia
44 Chile
45 Kuwait
46 Portugal
47 Filipinas
48 Argentina
49 Kazajistán
50 Nigeria
Fuente: Elaboración propia en base a datos de la Organización Mundial del Comercio (OMC).
CUADERNOS DE GEOGRAFÍA DEL COMERCIO | 1
44
Cuadro N°4. 50 principales exportadores mundiales de mercancías, por regiones y sectores,
2018.
P Asia y
Oceanía
Europa
Occidental
América
del
Norte
Medio
Oriente
Europa
Oriental
América
del Sur África Sector
1 China M
2 EE.UU M
3 Alemania M
4 Japón M
5 P. Bajos M
6 Corea M
7 Francia M
8 H. Kong M
9 Italia M
10 R. Unido M
11 Bélgica M
12 México M
13 Canadá M
14 Rusia C
15 Singapur M
16 E.A.U. C
17 España M
18 Taiwán M
19 India M
20 Suiza M
21 A.Saudita C
22 Polonia M
23 Australia MN
24 Tailandia M
25 Malasia M
26 Vietnam M
27 Brasil A
28 R. Checa M
29 Austria M
30 Indonesia M
31 Turquía M
32 Suecia M
33 Irlanda M
34 Hungría M
CUADERNOS DE GEOGRAFÍA DEL COMERCIO | 1
45
Referencias: A (Agropecuario) | C (Combustibles) | MN (Minerales) | M (Manufacturas)
Fuente: Elaboración propia en base a datos de la Organización Mundial del Comercio (OMC).
Fuente: Gejo, O. y Rebottaro, A. (2019) Geografía y Comercio Internacional. Los principales
exportadores mundiales de mercancías de 2018. Boletín del Observatorio de Comercio Internacional,
N° 13 (Noviembre). Recuperado de https://bociunlu.wixsite.com/boci/2019.
Este texto fue adaptado al formato establecido en los Cuadernos de Geografía del Comercio.
35 Noruega C
36 Dinamarca M
37 Irán C
38 Eslovaquia M
39 Sudáfrica M
40 Irak C
41 Qatar C
42 Rumania M
43 Finlandia M
44 Chile MN
45 Kuwait C
46 Portugal M
47 Filipinas M
48 Argentina A
49 Kazajistán C
50 Nigeria C
CUADERNOS DE GEOGRAFÍA DEL COMERCIO | 1
46
EXPORTACIONES MUNDIALES DE MERCANCÍAS,
POR REGIONES Y PAÍSES SELECCIONADOS (1948-2018)
Recorte geográfico
1948
1953
1963
1973
1983
1993
2003
2018
Mundo a 59 84 157 579 1.838 3.688 7.377 18.919
Mundo b 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0
América del Norte 28,1 24,8 19,9 17,3 16,8 17,9 15,8 13,6
EE.UU. 21,6 14,6 14,3 12,2 11,2 12,6 9,8 8,8
México 0,9 0,7 0,6 0,4 1,4 1,4 2,2 2,4
Canadá 5,5 5,2 4,3 4,6 4,2 3,9 3,7 2,4
América del Sur c 11,3 9,7 6,4 4,3 4,5 3,0 3,1 3,4
Brasil 2,0 1,8 0,9 1,1 1,2 1,0 1,0 1,3
Chile 0,6 0,5 0,3 0,2 0,2 0,2 0,3 0,4
Argentina 2,8 1,3 0,9 0,6 0,4 0,4 0,4 0,3
Europa 35,1 39,4 47,8 50,9 43,5 45,3 45,9 37,6
Alemania 1,4 5,3 9,3 11,7 9,2 10,3 10,2 8,2
Países Bajos 2,0 3,0 3,6 4,7 3,5 3,8 4,0 3,8
Francia 3,4 4,8 5,2 6,3 5,2 6,0 5,3 3,1
Reino Unido 11,3 9,0 7,8 5,1 5,0 4,9 4,1 2,6
CEI d - - - - - 1,7 2,6 3,4
África 7,3 6,5 5,7 4,8 4,5 2,5 2,4 2,5
Sudáfrica 2,0 1,6 1,5 1,0 1,0 0,7 0,5 0,5
Medio Oriente 2,0 2,7 3,2 4,1 6,7 3,5 4,1 6,0
Asia 14,0 13,4 12,5 14,9 19,1 26,0 26,2 33,6
China 0,9 1,2 1,3 1,0 1,2 2,5 5,9 13,1
Japón 0,4 1,5 3,5 6,4 8,0 9,8 6,4 3,9
India 2,2 1,3 1,0 0,5 0,5 0,6 0,8 1,7
Australia y Nueva
Zelanda
3,7 3,2 2,4 2,1 1,4 1,4 1,2 1,6
Seis economías
comerciantes de Asia
Oriental e
3,4 3,0 2,5 3,6 5,8 9,6 9,6 9,9
Unión Europea - - 24,5 37,0 31,3 37,3 42,8 34,2
URSS, ex 2,2 3,5 4,6 3,7 5,0 - - -
Miembros del
GATT/OMC
63,4 69,6 75,0 84,1 77,0 89,0 98,3 97,9
Referencias: a Miles de millones de dólares, b Porcentaje, c Incluye América Central y el Caribe, d
Comunidad de Estados Independientes y e Se refiere a República de Corea, Hong Kong, Malasia,
Singapur, Tailandia y Taiwán.
Fuente: Organización Mundial del Comercio (OMC).
CUADERNOS DE GEOGRAFÍA DEL COMERCIO | 1
47
LAS NUEVAS RUTAS DE LA SEDA
Fuente: Escobar, P. (2019) A china tem um plano para 2020. OutrasPalavras. Recuperado de
https://outraspalavras.net/geopoliticaeguerra/a-china-tem-um-plano-para-2020/.