crecimiento y guano en el perú del siglo xix

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CRECIMIENTO Y GUANO EN EL PERÚ DEL SIGLO XIX por Shane J. Hunt (1973) I Los países industrializados del mundo son ricos, América Latina es pobre. Detrás de las expresiones felices de satisfacción con el desempeño económico en el corto plazo en un país o incluso en toda la región, esta condición ineludible persiste, exigiendo solución pero hasta ahora sin encontrarla, trayendo privación a los pobres y la humillación a todos en cada generación. La enorme tarea de los latinoamericanos y latinoamericanistas es encontrar el escape de la pobreza. Sucesivas generaciones de comentaristas sociales y científicos sociales han buscado la salida mediante la búsqueda de las causas. Entre los economistas en recientes generaciones, Prebisch y otros asociados con la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) han buscado la respuesta en el patrón de especialización impuesta por la economía mundial, el comportamiento de los mercados mundiales de productos básicos, y el comportamiento diferencial de los mercados de factores en los países ricos y pobres. De este análisis surgió el estructuralismo en la década de 1950, seguido por la discusión de la dependencia externa y la dominación que ha dominado la década de 1960. Si bien no carece de perspectiva histórica, los distintos análisis que surgen de esta escuela de pensamiento se han centrado sobre todo en explicar el pasado reciente. En los últimos 20 años, el único período para el cual existen estimaciones confiables de PIB, el crecimiento anual per cápita de América Latina se ha estimado en 2,0%. Parece justo decir que la mayoría de comentaristas de América Latina ve este record como insatisfactorio. El pesimismo que impregna cada Estudio anual económico de América Latina de la CEPAL da fe de ello. Países como Japón muestran qué se puede hacer, y lo que América Latina no está haciendo, por lo que persiste la brecha entre América Latina y los países ricos del mundo. Sin embargo, un tasa de crecimiento per cápita real de 2,0% no difiere mucho de la experiencia de los países actualmente desarrollados en los últimos 150 años. Visto desde una perspectiva proporcionada por la experiencia histórica de Europa y América del Norte, la pobreza en América Latina hoy en día debe ser explicada, no por un bajo crecimiento en el pasado reciente, sino más bien porque el crecimiento empezó tarde. La lógica convincente del interés compuesto muestra que si se hubiera logrado 2,0% de crecimiento per cápita desde la independencia (alrededor de 1820), y se hubiera mantenido a través de las décadas, un nivel inicial tan bajo como $100 per cápita se hubiera multiplicado hasta 1,837 dólares en 1967, superior a la media de Europa occidental. Un simple cálculo de este tipo llevó a Davis a la conclusión de que la producción per cápita de Chile no podría haber crecido más de un 1% entre 1855 y 1955, sustancialmente menos que la reciente tasa bastante baja de 1.65% mostrado por las cuentas nacionales.

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Page 1: Crecimiento y Guano en El Perú Del Siglo XIX

CRECIMIENTO Y GUANO EN EL PERÚ DEL SIGLO XIX

por

Shane J. Hunt (1973)

I

Los países industrializados del mundo son ricos, América Latina es pobre. Detrás de las

expresiones felices de satisfacción con el desempeño económico en el corto plazo en un

país o incluso en toda la región, esta condición ineludible persiste, exigiendo solución pero

hasta ahora sin encontrarla, trayendo privación a los pobres y la humillación a todos en

cada generación.

La enorme tarea de los latinoamericanos y latinoamericanistas es encontrar el escape de la

pobreza. Sucesivas generaciones de comentaristas sociales y científicos sociales han

buscado la salida mediante la búsqueda de las causas. Entre los economistas en recientes

generaciones, Prebisch y otros asociados con la Comisión Económica para América Latina

(CEPAL) han buscado la respuesta en el patrón de especialización impuesta por la

economía mundial, el comportamiento de los mercados mundiales de productos básicos, y

el comportamiento diferencial de los mercados de factores en los países ricos y pobres. De

este análisis surgió el estructuralismo en la década de 1950, seguido por la discusión de la

dependencia externa y la dominación que ha dominado la década de 1960.

Si bien no carece de perspectiva histórica, los distintos análisis que surgen de esta escuela

de pensamiento se han centrado sobre todo en explicar el pasado reciente. En los últimos 20

años, el único período para el cual existen estimaciones confiables de PIB, el crecimiento

anual per cápita de América Latina se ha estimado en 2,0%. Parece justo decir que la

mayoría de comentaristas de América Latina ve este record como insatisfactorio. El

pesimismo que impregna cada Estudio anual económico de América Latina de la CEPAL

da fe de ello. Países como Japón muestran qué se puede hacer, y lo que América Latina no

está haciendo, por lo que persiste la brecha entre América Latina y los países ricos del

mundo.

Sin embargo, un tasa de crecimiento per cápita real de 2,0% no difiere mucho de la

experiencia de los países actualmente desarrollados en los últimos 150 años. Visto desde

una perspectiva proporcionada por la experiencia histórica de Europa y América del Norte,

la pobreza en América Latina hoy en día debe ser explicada, no por un bajo crecimiento en

el pasado reciente, sino más bien porque el crecimiento empezó tarde. La lógica

convincente del interés compuesto muestra que si se hubiera logrado 2,0% de crecimiento

per cápita desde la independencia (alrededor de 1820), y se hubiera mantenido a través de

las décadas, un nivel inicial tan bajo como $100 per cápita se hubiera multiplicado hasta

1,837 dólares en 1967, superior a la media de Europa occidental. Un simple cálculo de este

tipo llevó a Davis a la conclusión de que la producción per cápita de Chile no podría haber

crecido más de un 1% entre 1855 y 1955, sustancialmente menos que la reciente tasa

bastante baja de 1.65% mostrado por las cuentas nacionales.

Page 2: Crecimiento y Guano en El Perú Del Siglo XIX

Así, la evidencia sugiere que las economías de América Latina se estancaron en el siglo

XIX, una época que parecía llena de promesa económica después de que se había ganado

independencia política y una economía mundial en expansión parecía capaz de estimular un

cambio económico significativo. A pesar de esta promesa, el registro se ve tan mal que un

historiador de la economía ha sugerido que ha ocurrido una disminución regional en renta

per cápita desde 1830 hasta 1880.

En un entorno donde la pobreza persistente sigue siendo tan grave cuestión social, y donde

la comprensión de sus causas es una cuestión intelectual tan seria, el historiador de la

economía se enfrenta a un desafío especial al tratar de explicar por qué el primer siglo de

independencia política trajo estos malos resultados económicos para América Latina. Sólo

unas pocas personas hasta ahora han tratado de abordar el tema. Uno de ellos es Celso

Furtado que escribió sobre Brasil. Furtado ubicó el estancamiento de la primera mitad del

siglo XIX en la evolución desfavorable del sector externo, aunque reconoció factores

conductuales también. ¿Por qué, se pregunta, los Estados Unidos creció tan constante en un

periodo en que Brasil se estancó? En parte porque el producto de exportación de América

del Norte, el algodón, encontró mercados mundiales mucho más boyantes, y también

porque los pequeños agricultores y comerciantes urbanos que gobernaron Estados Unidos

tenía inclinaciones más fuertes para el ahorro y la innovación de lo que tuvieron los

propietarios de esclavos de Brasil.

La experiencia de Brasil es importante porque Brasil es bien grande. Perú es importante ya

que es tan característico, y debido a su carácter distintivo ha inspirado a los estudiosos para

abordar la cuestión de qué salió mal.

No es ningún problema en absoluto ver qué salió mal en las tres primeras décadas del siglo

XIX. Un período colonial de casi 300 años de duración sólo terminó en 1826 cuando la

última bandera española fue arriada desde las almenas de la Fortaleza del Real Felipe. En

sus últimos años, esta experiencia colonial había sido una de estancamiento económico y

decadencia política. Las oportunidades de crecimiento económico presentes para los países

en todo el mundo en el siglo XIX no podían ser aprovechadas por el Perú hasta que las

luchas con España se terminaran. El caos inicial de la formación de una nueva nación

extendió el período de estancamiento forzado unos años más allá de 1826, por lo menos el

primer tercio del siglo XIX fue una pérdida total, en cuanto al crecimiento económico se

refiere.

Sin embargo, los dos tercios restantes mantenían una brillante promesa. La independencia

política tuvo su correlato económico en la liberación del comercio exterior. Los controles

españoles y los impuestos españoles fueron eliminados. Las oportunidades de progreso

económico que se pueden obtener al adherirse a la economía mundial en crecimiento,

aceptando su asignación de la producción especializada, eran bien apreciadas. Más aún, el

Perú era el afortunado propietario de un producto de exportación con mercados mundiales

boyantes. En este caso el producto era el guano, el excremento seco de las aves marinas,

desde 1840 hasta 1879 el Perú era prácticamente un monopolista mundial en el guano, y el

guano era el único fertilizante comercial disponible para la agricultura en el mundo. Sin

embargo, al final de los frenéticos 40 años de bonanza del guano, el Perú parecía haber

Page 3: Crecimiento y Guano en El Perú Del Siglo XIX

logrado muy poco progreso económico a cambio del agotamiento de tan valioso recurso

natural. Reflejando la desilusión nacional que siguió a la Era del Guano, los historiadores

del Perú (Jorge Basadre) la llamaron la Prosperidad Falaz.

La experiencia de Perú en la Era del Guano se ha dado a conocer a un público amplio a

través de la cuidadosa síntesis de Jonathan Levin. El análisis de Levin hace hincapié en el

carácter de enclave de los sectores de exportación que existen independientemente de la

economía nacional, sin proveer estímulo interno a menos que los gobiernos sean

cuidadosos en forzar vínculos a través de impuestos y el gasto público, o a través de otras

leyes. En el desarrollo histórico de las economías de exportación, Perú en la Era del Guano,

es tomado como el ejemplo clásico de una oportunidad perdida, un enclave que pasó a

través de su existencia apartado de la economía doméstica sin que nunca proporcione un

fundamento para el crecimiento interno auto-sostenido. Siendo claros, impuestos fueron

recogidos en abundancia, pero Levin sostiene que el gasto del gobierno que esto hizo

posible consistió en gran parte de transferencias a una masa creciente de pudientes

tenedores de bonos, burócratas y pensionistas, cuya propensión marginal a importar era

muy alta. Por lo tanto ningún estímulo se creó para la producción nacional, y cuando

terminó la Era del Guano, el Perú era casi el mismo que había sido al principio. Y medio

siglo de oportunidades de crecimiento se habían ido.

Este documento contiene una evaluación de la aplicabilidad del modelo de enclave de

Levin a la Era del Guano del Perú, pero su enfoque es más amplio que eso. El mayor

problema consiste en evaluar si el crecimiento económico se produjo durante el siglo, y si

no, ¿por qué no? Esto nos involucrará en la búsqueda de puntos emergentes de alta

productividad, capaces de generar y reinvertir un excedente económico, en un paisaje en

gran medida de pre-economía capitalista. La industria del guano fue el generador más

importante de excedentes, pero otros sectores como la minería y la agricultura también

tiene que recibir atención.

Comenzamos con un estudio de la economía peruana en el período colonial tardío,

prestando especial atención a la decadencia económica que caracterizó a las décadas de

cierre de la dominación española. Una vez que se establezca esta línea de base, este artículo

examina el record de la expansión de las exportaciones durante el siglo XIX, prestando

especial atención a la generación y distribución de los ingresos del guano y al testeo de la

pertinencia del modelo de enclave de Levin. Se concluye que este modelo no proporciona

una explicación plenamente satisfactoria del estancamiento económico del Perú, y sugiere

una alternativa que de mayor énfasis a las inelasticidades de la oferta en el sector doméstico

y a las decisiones desafortunadas de proyectos de inversión pública.

II

La herencia colonial pesó fuertemente en la recién independizada República de

Perú. Antiguamente un centro de poder virreinal y de opulencia, que había heredado un

sistema económico inclinado en especial a la minería y a la generación de importantes

excedentes de exportación de la plata, que durante siglos había proporcionado los recursos

Page 4: Crecimiento y Guano en El Perú Del Siglo XIX

para las guerras de la corona española. En el sistema colonial maduro del siglo XVIII, sin

embargo, las minas peruanas estaban en problemas, y así también el resto de la economía.

El apogeo de la minería peruana llegó y se fue en el primer siglo de dominio colonial. Se

inició con el descubrimiento de la gran montaña de plata en Potosí en 1546, continuó con

una rápida expansión hecha posible gracias a las instituciones de reciente creación y a las

tecnologías que resolvieron los problemas de la oferta de factores. El problema de la oferta

de trabajo fue resuelto en parte por la presencia de un gran número de indígenas,

desplazados por la conquista de su estatus estable en el marco del Estado inca y reducido a

una fuerza de trabajo flotante dispuestos a convertirse en trabajadores asalariados en las

minas. La otra parte de la solución reside en la adaptación de la mita, anteriormente una

institución inca de los servicios contributivos de mano de obra, a un sistema de trabajo

forzado en gran medida destinado a las minas.

El principal desarrollo tecnológico llegó con la invención de un método mucho más

eficiente para la fundición de la plata, mediante el uso de amalgama de mercurio. Este se

introdujo en el Perú en 1571, tan sólo 3 años después del descubrimiento de grandes

yacimientos de mercurio de Huancavelica, e hizo posibles aumentos sustanciales en las

tasas de producción de plata.

Adicionales importantes hallazgos mineros se hicieron en el siglo XVII, incluyendo los dos

yacimientos más importantes en el actual Perú. Cerro de Pasco minerales fueron

descubiertos accidentalmente en 1630, y el auge de la plata en la región de Puno se inició

en 1657. Sin embargo, la producción de plata del Virreinato del Perú fue dominada por

Potosí y se situó en su nivel más alto en los primeros decenios del siglo XVII. A partir de

entonces la producción mostró una tendencia a la baja hacia la mitad del siglo XVIII (ver

Tabla 1 en paper original).

A mediados del siglo XVIII se encontró la minería peruana en un lamentable estado. Las

riquezas de las vetas habían sido extinguidas en muchas minas, y la producción podría

mantenerse sólo mediante la adopción de nuevas tecnologías. Por desgracia, la

progresividad tecnológica evidente dos siglos antes se había disipado. A pesar de que

algunas nuevas técnicas estaban siendo introducidas en el siglo XVIII, tales como el uso de

la voladura para la excavación, el catálogo de innovaciones necesarias que no se

introdujeros hace una lista mucho más larga. Tanto los observadores contemporáneos y los

historiadores posteriores han lamentado la falta de maquinaria de bombeo, la regulación

deficiente o ausencia de drenaje y túneles de ventilación, la falta de desarrollo y aplicar

estrategias eficaces y seguras para la explotación de yacimientos minerales. Esta última

deficiencia fue quizás el más grave. Los depósitos minerales fueron explotados no por

empresas centralizadas, sino por los gremios de los mineros. Las prácticas peligrosas e

inútiles que habían pasado sin previo aviso durante los días felices no podía ser modificado

por decisión de una autoridad central. Las operaciones de fundición, arcaicas para los

estándares europeos, se vieron obstaculizados por la escasez crónica de mercurio, ya que la

mina real en Huancavelica fue incapaz de mantener sus tasas de producción anteriores.

Page 5: Crecimiento y Guano en El Perú Del Siglo XIX

El mercurio no era el único factor que escaseaba: los mecanismos para la contratación de

mano de obra y la entrega a las minas, tan cuidadosamente elaborado en el siglo XVI, se

desintegra en el siglo XVIII. Las pérdidas de población de la época colonial fueron

particularmente graves en las provincias que recibieron el mayor peso de las llamadas para

trabajar en las minas a través de la mita. Año tras año, las mismas levas de trabajo se

aplicaban sobre una población en declinación, la mita siendo tan exigente pasó a

convertirse en la principal causa de pérdida de población en algunas zonas. Esa gran

presión no podría mantenerse para siempre. A través de la evasión, a través de escape, ya

través de las grandes rebeliones que iban a venir más adelante en la década de 1780, los

indios resistieron lo mejor que pudieron, y los problemas de oferta de trabajo agravaron las

dificultades de las minas peruanas.

En las zonas mineras y en otras partes, el Perú de mediados del siglo XVIII era un país

despoblado, en comparación tanto con lo que había sido o lo que sería un siglo y medio más

tarde. En los dos primeros siglos de dominación colonial, la población indígena había

pasado por un desastre demográfico. Como muestra el Cuadro 2 se observa, la población

indígena de 1754 contaba con sólo 35% lo que había sido en el primer censo colonial de

1561. Sin embargo, el período más desastroso de pérdida de población había ocurrido antes

de 1561.

La población del Perú Inca, y por tanto la magnitud de la pérdida inicial de la población

bajo el golpe de la conquista, ha sido estimado por una variedad de académicos que utilizan

una variedad de supuestos heroicos. Incluso los más cuidadosos se han basado en pruebas

documentales de la población antes de la conquista de un puñado de provincias. Las

comparaciones entre las cifras anteriores a la conquista y posteriores estimaciones del censo

para las mismas áreas han permitido obtener relaciones de despoblación que han sido

extrapolados a continuación en todo el país. Rowe obtuvo tal evidencia para cinco

provincias y llegó a la conclusión de que la población de 1572 era aproximadamente una

cuarta parte lo que había sido en 1525. Su estimación de la población para 1525 salió a 6

millones para todo el Imperio Inca, o cerca de 4.250.000 para esa parte del imperio que es

ahora el actual Perú.

Los cinco ratios de despoblación de Rowe variaron ampliamente en magnitud y fiabilidad,

consistieron en dos ratios costeros altamente cuestionables de 16:1 y 25:1, junto con tres

ratios de la sierra un poco más confiables de 3:2, 3:1, y 4:3. Smith volvió a trabajar estas

tres relaciones de la sierra, añadió datos más precisos de dos regiones adicionales, y llegó a

una población antes de la conquista de 4.641.200, con una proporción de despoblación de

3,4: l para la sola sierra. Esto implica una población de 3.250.000 para esa porción de la

sierra en el actual Perú.

Smith dio con toda propiedad un tratamiento distinto a la Sierra y al cambio de la población

costera. Las pérdidas parecen haber sido más graves en la costa. Numerosos observadores

españoles describen valles de la costa, como casi totalmente despoblada y desierta. Sin

embargo uno debe quejarse que la proporción de despoblación costera de Smith de 58:1

parece como un conejo sacado de un sombrero. Parece casi igualmente razonable suponer

Page 6: Crecimiento y Guano en El Perú Del Siglo XIX

que fue de 6:1 o 10:1 o 100:1. El tratamiento por separado de la costa y la sierra aísla el

hecho de que no sabemos nada sobre el alcance de la disminución de la población costera.

Podemos establecer un límite superior más vinculante a la población antes de la conquista,

abandonando ratios de despoblación y simplemente suponiendo que la capacidad de

absorción de los valles de la costa no podría haber sido mayor de lo que es hoy en día. En

algunos valles antiguas obras de irrigación cubren áreas que han caído de nuevo en

desierto, pero en otros valles las obras modernas extienden los cultivos más allá de los

límites antiguos. Los rendimientos por unidad de tierra irrigada sería de esperar que sea

mayor hoy en día, y la urbanización es más amplia, incluso sin considerar la metrópoli de

Lima-Callao. El censo de 1961 registró una población costera de 2.015.871, sin incluir las

zonas urbanas de Lima-Callao. La proporción de despoblación 6:1 se puede utilizar para

fijar un límite inferior a la población anterior a la conquista, que luego sale 608.274. Este

rango se encuentra ahora debajo el dato de Smith de 7.500.000, y proporciona estimaciones

de población pre-conquista para el área total de tierras del actual Perú, que oscilan entre

3.850.000 y 5.250.000. De acuerdo a estas estimaciones, los niveles de población anteriores

a la Conquista no se alcanzaron de nuevo hasta en algún momento entre 1910 y 1930. En la

mitad del siglo XVIII, por lo tanto, el Perú estaba cerca del punto más bajo de la trayectoria

en forma de U de la población post-conquista, conteniendo no más del 15-20% de la

población que había tenido antes y que tendría de nuevo en el siglo XX.

El problema de la asignación de causas a la disminución de la población durante el período

colonial es en gran medida uno de evaluación de la importancia de las enfermedades. Esto

no se ha hecho todavía de manera rigurosa. El registro de las enfermedades europeas

diezmando los pueblos nativos americanos está bien documentado en muchos casos, por lo

que es extraño, que Kubler, en su estudio clásico, deba identificar a la dispersión, el huir de

la autoridad española, como la razón principal. Como corolario, llegó a la conclusión de

que la primera caida seria de la población a cause de las epidemias se produjo sólo en

1720. Esta propuesta ha sido refutada por una crónica cuidadosamente documentada de los

horrores de las epidemias en el Perú antes de 1720, pero desafortunadamente esa

documentación da poca evidencia de la relación entre los informes de testigos oculares y la

pérdida total de la población, y no hay evidencia en absoluto de la capacidad de

recuperación entre las epidemias. La importancia de las enfermedades en la explicación de

la pérdida de población sigue siendo desconocido. Por otro lado, es difícil estar de acuerdo

con Kubler que más de la mitad de la población del Perú simplemente se desvaneció en la

selva y la pampa, para nunca más ser vistos por las autoridades españolas. Por el momento

nos quedamos con nada más que el catálogo vago de las posibles causas repetidas por

Rowe y antes de él por Grana y otros: las guerras civiles, epidemias, anarquía, la extorsión,

y el choque cultural.

En este país vacío de mediados del siglo XVIII, la pura producción de subsistencia seguía

siendo una actividad económica importante en la mayoría de las zonas rurales. Sobre-

impuesta sobre la economía de subsistencia indígena, sin embargo, había una economía

española comercial diseñada para extraer excedentes de la economía indígena a través de

las obligaciones laborales de la hacienda, a través de pagos de tributos requeridos de todos

los indios varones adultos, ya través de la propia mita. La economía comercial se encargaba

Page 7: Crecimiento y Guano en El Perú Del Siglo XIX

en gran medida de los alimentos, telas, y la distribución de importaciones recibida de

España.

Al igual que la producción minera, el comercio y la producción comercial, probablemente,

también se situaron en un punto bajo en la mitad del siglo XVIII. Las rutas comerciales más

importantes de la sierra suministraban a las minas de Potosí con alimentos y bebidas de

Arequipa y tela del Cuzco. Como la producción de plata de Potosí declinó, también lo hizo

su demanda de suministros. Otras de las principales zonas agrícolas del Perú estaban en los

valles costeros y parecía incapaz de recuperarse de una prosperidad anterior. Alguna vez el

centro de una producción diversificada que suministraba prácticamente todas las

necesidades de Lima y otros centros urbanos en el virreinato, los valles de la costa al

parecer, se volvieron infértil después del terremoto de 1687. Todos los observadores

parecen de acuerdo en esto, aunque el proceso agronómico sigue siendo oscuro. Cambios

químicos en el subsuelo puede ser adecuadamente puesto en duda, pero algunas evidencias

de rendimiento del trigo más bajas, de problemas con los suelos arenosos o salinosos, y de

las reducciones de la superficie cultivada, sugieren retrocesos causados ya sea por semi-

permanente interrupción de las obras de riego o por plagas del trigo. En cualquier caso, el

curso del siglo XVIII vio a las haciendas costeras perder el mercado del trigo en Lima a

favor de las importaciones de Chile y al parecer fue incapaz de recuperarse a través del

desarrollo de otro cultivo u otro mercado.

El comercio exterior estaba bastante restringido por el sistema colonial, que canalizaba

todas las importaciones hacia el Perú a través de la flotilla de galeones y la Feria de

Portobelo en Panamá. El sistema sirvió para la ventaja de los comerciantes de Lima, que así

monopolizaban todo el comercio de importación a Chile, Charcas (Bolivia) y Perú. Sin

embargo, su monopolio tenía poder sobre un flujo muy limitado de productos. El sistema

de flotas resultó tan engorroso y poco fiable que a mediados del siglo XVIII se derrumbó

bajo la competencia del contrabando que llegaba a través del los puertos del Caribe y

Buenos Aires.

A lo largo de la última mitad del siglo XVIII, la Corona española en el reformismo

borbónico empujó y empujó la oxidada maquinaria administrativa de Perú virreinal con la

esperanza de mejorar las condiciones económicas y fiscales. Las reformas internas tuvieron

sólo un impacto modesto. Los intentos de resucitar el mercurio de las mina de Huancavelica

fracasó por completo, las reformas fiscales de Areche lograron muy poco, y el nuevo

sistema de la administración local sobre la base de Intendentes, si bien removió excesos

anteriores de corrupción, tuvo poco impacto en el sistema económico. Los principales

cambios que experimentó la economía peruana llegó a partir de dos de las decisiones más

importantes de la política colonial en general: la transferencia de Charcas al nuevo

Virreinato del Río del Plata en 1776, y la introducción del libre comercio dentro del sistema

colonial español.

Estos cambios trajeron nuevos problemas a una economía virreinal ya debilitada. La

pérdida de Charcas, con sus riquezas de plata de Potosí, supuestamente asestó un duro

golpe, en parte porque las importaciones europeas a partir de entonces hacia una de las

zonas mineras más ricas ya no pasaría por Lima, en parte debido a que Arequipa y Cusco

Page 8: Crecimiento y Guano en El Perú Del Siglo XIX

perderían gran parte de su comercio de alimentos, licores y textiles. La liberalización del

comercio era otro revés a los comerciantes de Lima. Las nuevas rutas desde España por

Buenos Aires o en tránsito directo por el Cabo de Hornos, significaba la extinción de la

Feria de Portobelo, y también del monopolio de los comerciantes de Lima. La ruta del Cabo

de Hornos, estuvo monopolizada por los comerciantes de Cádiz desde su creación en 1740

hasta 1778. La competencia de Buenos Aires era aún más grave, no sólo en Charcas, sino

también en Chile, donde las importaciones procedentes de Buenos Aires podría ser

entregado a un menor costo.

A pesar de los problemas así creados, mi opinión es que esos cambios no fueron tan

desfavorables para la economía peruana. A fin de cuentas los comerciantes de Lima, en

particular y el comercio peruano en general, probablemente prosperó en la última mitad del

siglo XVIII. La fuente inicial de esta prosperidad radicó simplemente en la enorme

expansión del comercio posible gracias a la sustitución de estas nuevas rutas por la

engorrosa Feria de Portobelo. Aunque los comerciantes de Cádiz controlaban el comercio

de mar, la distribución interna de las importaciones fue un asunto peruano, y en los veinte

años de 1754 a 1774, este volumen de importaciones se incrementaron en alrededor de

cinco veces. Luego, en 1774 el comercio intercolonial fue liberado de las restricciones, y en

1778 el monopolio comercial de los comerciantes de Cádiz se abolió, a partir de entonces la

mitad del comercio Cádiz-Callao se llevó a cabo a cuenta y beneficio de los comerciantes

de Lima. Debido a la subida de Buenos Aires, la participación de Lima en el comercio de

importación Española-Americana se redujo en gran medida, pero el volumen de comercio

en el marco de un sistema libre comercial se expandió aún más. A pesar de sus propias

afirmaciones de la decadencia comercial producido por la pérdida del mercado de Charcas,

Céspedes estima que en la década de 1780 el consumo de las importaciones europeas en el

encogido Virreinato del Perú era un tercio más de lo que había sido antes de la creación del

nuevo Virreinato del Río del Plata.

A la vista de estos desarrollos comerciales, los sectores productores de productos básicos

les fue de otra manera. Minería da un panorama mixto. Por un lado, los problemas técnicos

persistieron sin resolución. Los contemporáneos continuaron deplorando las prácticas

anticuadas de fundición y los abandonos de numerosas minas. Un estudio de 1791 mostró

que 588 de las 1422 minas de plata de Perú fueron cerrados, principalmente por la

incapacidad para controlar las inundaciones. El gobierno virreinal se enfrentó a su problema

de la minería mediante la contratación de la misión Nordenflicht de asistencia

técnica. Familiarizados con las técnicas más modernas de Alemania, la misión llegó en

1788 y trabajó 22 años en un vano esfuerzo para mejorar la práctica de la minería

peruana. Las razones ofrecidas por su fracaso dan un anticipo de los esfuerzos de asistencia

técnica en los últimos años. Según algunos, la misión Nordenflicht no adaptó su

conocimiento a las condiciones especiales del entorno local. Según otros, el medio

ambiente local (es decir, los gremios de los mineros) se mantuvo totalmente resistentes a

cualquier cambio. Mientras tanto, continuó la anarquía agradable en el que cada miembro

del gremio seguía su propio interés. En 1786 esto se tradujo en el colapso de la mina de

Huancavelica a través del robo de los pilares, por lo que a los otros males de los mineros de

plata se añadió la pérdida de fuentes de mercurio.

Page 9: Crecimiento y Guano en El Perú Del Siglo XIX

Sin embargo, a pesar de todas estas dificultades, la producción minera aumentó en la

segunda mitad del siglo XVIII. El incremento se muestra en las estadísticas de la tabla 1,

tanto para Potosí y para las zonas mineras en lo que es ahora el Perú. En el mismo estudio

que deploraba la decadencia de las minas peruanas, Baquíjano señaló que en Lima se

acuñaba 400.000 marcos de plata al año (en 1791), mientras que no más de 230.000 había

sido acuñado por año alrededor de 1750. Sin duda, una parte de este aumento debe

asignarse al descubrimiento fortuito de las minas de Hualgayoc en 1770. Sin embargo, el

aumento fue mayor que la producción de Hualgayoc, como indica el cuadro 1. Baquíjano

vinculó la recuperación minera directamente a la reactivación comercial: un mayor flujo de

bienes expandió la oferta de fondos prestables, presumiblemente mediante el aumento de

los beneficios mercantiles. La minería se recuperó a pesar de sus técnicas anticuadas, a

causa de un flujo ampliado de crédito a los mineros.

Estos mismos desarrollos comerciales dañaron el sector más importante de la actividad

industrial, la industria textil, cuya organización más general tomó la forma de un obraje,

generalmente ubicado en una zona rural y con el uso de la fuerza de trabajo de los

indígenas hombres, mujeres y niños. Algunos estaban conectados a las haciendas y se les

entregaba trabajo forzoso como parte de la mita. Otros se encontraban en villas de indios,

donde los trabajadores ofrecían sus servicios para poder pagar el tributo indígena. Otros

estaban libres de tales connotaciones coercitivas y simplemente contrataban mano de obra.

Casi todos los obrajes se dedicaban a la producción textil, y sólo una pequeña minoría

producían sombreros u otros artículos especiales.

En el sistema de comercio restringido colonial del siglo XVII, los textiles eran artículos

hechos en el Perú. Frente a altos costos de transporte, los textiles españoles simplemente no

podían competir en el Perú, a pesar de la legislación promulgada de vez en cuando a su

favor, y el Perú se vio obligado a ser autosuficiente. Silva Santisteban estima que el Perú

del siglo XVII contenía unos 300 obrajes, lo que sugiere una fuerza laboral de 15.000 de

quizá una fuerza de trabajo total de 750.000, que supone una proporción del orden del

2%. Es evidente la importancia de la decadencia de los obrajes a una economía todavía en

gran parte dedicada a la agricultura de subsistencia no se debe exagerar.

A finales del siglo XVIII, sin embargo, el número de obrajes se estima que se han reducido

a la mitad, a 150. La disminución se atribuye a la competencia de las importaciones,

particularmente de las mercancías procedentes por tierra desde Buenos Aires a través de

Charcas. Esta no es la única razón, sin embargo, gran parte de la producción de obraje había

sido consumido por la coacción a través del notorio reparto de efectos, por el cual los indios

se vieron obligados a comprar lo que los corregidores deseaban vender. Esta práctica fue

abolida en 1784, como parte de las reformas generales que se intentaron después de la

rebelión de Túpac Amaru, y la producción de los obrajes se redujo en consecuencia. La

mita fue abolida también en estas reformas, creando escasez de mano de obra, al mismo

tiempo que los mercados se vieron disminuidos.

Aparte de los obrajes, la actividad manufacturera de otro tipo, en los talleres artesanales de

diferentes tamaños, se mantuvo minúscula. Las diversas provincias del Perú se dedicaban

exclusivamente a actividades agrícolas y mineras. En cuanto a la propia Lima, casi todos

Page 10: Crecimiento y Guano en El Perú Del Siglo XIX

los productos que se enviaban a las provincias eran importados. Su función era comercial y

gubernamental, y de sus propios talleres se produjo sólo unos pocos sombreros, medicinas,

y productos de metal pequeñas.

En el más importante sector agrícola, la evidencia de la recuperación económica es

mixta. Las provincias del sur continuaban dependiendo de su comercio con Potosí. Mientras

que Céspedes y otros han hecho hincapié en la interrupción de este comercio causado por la

separación de Charcas del Virreinato, Potosí, sin embargo, continuó siendo un importante

mercado para las exportaciones peruanas. A pesar de las presiones de la competencia con

los productos europeos, en 1709 solamente, Arequipa envió aguardientes, vino, maíz y trigo

por valor de 1,300,475 pesos, mientras que Cusco logró 735,505 pesos en bayetas, prendas

de lana, azúcar y granos (ver Tabla 3). Las estadísticas de consumo elaborados en Potosí

durante este mismo período muestran que las compras totales anuales eran alrededor de

3.380.000 pesos, de los cuales los productos peruanos representaron 1.478.000 pesos, las

importaciones europeas 600.000 pesos, bienes chilenos 3000 pesos, y sólo 725.000 pesos

de la mercancía desde el virreinato de La Plata. Aguardiente de Moquegua representaron un

increíble 1.000.000 de pesos de este total. Las bayetas de Cuzco alcanzaron un valor de

210.000 pesos y no tenía competidores coloniales. Las importaciones europeas no se

diferencian, por lo que la porción que representa la competencia directa con los textiles del

Cuzco no se da.

El superávit comercial permanente con Potosí proporcionó un flujo de moneda boliviana

que continuaron circulando en Perú a través de gran parte del siglo XIX.

Mientras que la agricultura comercial en servicio a las zonas mineras, aparentemente

prosperó incluso a través de las fronteras virreinales, muchas partes de los fértiles valles de

la costa continuó con dificultades económicas. La evidencia de estancamiento requiere

análisis cuidadoso, sin embargo, lo que más se cita era la creciente dependencia de las de

Perú de las importaciones de trigo de Chile. Durante el siglo XVIII, la producción de trigo se redujo a una décima parte de lo que había sido, y para 1770 prácticamente todo el trigo

que se consumía era de Chile. Un estudio del valle de Lima en 1773 mostró que dos

terceras partes de la producción agrícola total consistió de alfalfa. Este cambio hacia un

cultivo de bajo valor se ha tomado como evidencia de la decadencia, pero podría

simplemente indicar cambios en su ventaja comparativa; causada en parte por el creciente

nivel del comercio interior por medio recuas de mulas alimentadas con alfalfa, en parte por

la creciente comercialización de la agricultura chilena , y en parte por el impacto diferencial

de las variaciones de la productividad después del terremoto en varios cultivos. En 1789, la

dependencia de Lima del trigo chileno se registró en la importación de 213, 000 quintales

por un valor de 275.000 pesos. Sin embargo, Perú también exportaba azúcar a Chile: las

estimaciones para 1793 son de 80.000-100.000 arrobas, que con un valor de 20 reales por

arroba vienen a 200.000-250.000 pesos. La dependencia de trigo chileno parece escasa

evidencia de la decadencia agrícola.

Otra evidencia de la decadencia se ha encontrado en la triste situación financiera que las

haciendas costeras informaron en declaraciones tomadas por el visitador Areche a

principios de la década de 1780. Esta evidencia de confiabilidad superficial se ha visto

Page 11: Crecimiento y Guano en El Perú Del Siglo XIX

afectada por el hecho de que las investigaciones de Areche era parte de una búsqueda de

nuevas fuentes de ingresos fiscales. Las declaraciones contrastan con los hallazgos de

Macera de una prosperidad sólida en haciendas de los jesuitas en la víspera de su

expropiación en 1767. Probablemente las haciendas de los jesuitas fueron particularmente

bien gestionadas, si es así, al menos muestran que resultados rentables no se encontraban

fuera del alcance de una buena gestión.

Nos quedamos con una imagen económica imperfecta de la agricultura costeña. Podemos

dudar de algunas de las pruebas de la continuada decadencia, pero al mismo tiempo, vemos

poca evidencia de auge y expansión. Sin duda, en cada valle ciertas haciendas estaban en

problemas económicos. Por otra parte, la prosperidad de la exportación de azúcar estaba

distribuido de manera desigual, por lo que las dificultades golpeó algunos valles con

especial intensidad. Así, las 40 haciendas azucareras encontradas en el valle de Trujillo en

1793 estaban en decadencia, después de haber perdido sus mercados a favor de Cañete. Sin

embargo, 51 otras haciendas, aparentemente prosperaron en la producción de cultivos

alimentarios, encontrando mercados para el arroz del valle en Lima, la sierra, y Chile. El

cuadro presentado por Chancay fue aún más sombrío. Escribiendo en los últimos años del

siglo, Hipólito Ruiz dio cuenta de que, "en los valles de Chancay, en los viejos tiempos se

solía cosechar el trigo y el vino, pero ahora nada se recoge".

A pesar de los puntos económicos positivos en el azúcar de Cañete o la eficiencia de los

jesuitas, parece probable que las haciendas costeras tuvieron gran dificultad en hacer los

ajustes necesarios al cambiar la ventaja comparativa. Normalmente, se esperaría que

crecientes importaciones como el trigo de Chile produjeran un drenaje monetario y la

reducción de los precios y los costos hasta que las haciendas costeras puedan recuperar

parte del mercado de Lima y encontrar mercados de exportación también. A pesar de que

estadísticas de precios que lo corroboren no existe en la actualidad, parece probable que

este ajuste monetario no tuvo lugar por dos razones. La razón primera y más importante

radica en la circulación de la plata cada vez mayor causada por la expansión de la minería y

el continuo superávit comercial con Potosí. El segundo radica en el hecho de que la

estructura de costos de la hacienda se mantuvo insensible a los niveles de precios internos,

siempre y cuando las haciendas continuaran usando la fuerza de trabajo de los esclavos

importados. Así, las declaraciones dadas a Areche, aunque tal vez exageradas, se debe dar

una cierta credibilidad. Después de haber perdido el mercado del trigo en Lima, pero de

haber ganado algunos mercados de azúcar en el extranjero, no había nada más para las

haciendas costeras que hacer. Estimaciones de Baquíjano muestran que el algodón peruano

y el azúcar eran irremediablemente caros para las posibilidades de ventas en Europa. El

Perú se mantuvo principalmente como un país exportador de plata, al final del siglo la plata

(y oro) todavía formaban el 37% del total de exportaciones a Europa (Ver Tabla 3).

Con el cierre del siglo XVIII, por lo tanto, la economía colonial peruana se caracterizó por

la decadencia industrial, la debilidad agrícola, la recuperación de la minería y la

prosperidad comercial.

A lo largo del período colonial, las grandes oportunidades de generación de excedentes e

inversión residían en la minería. Las estadísticas de comercio coloniales indican los

Page 12: Crecimiento y Guano en El Perú Del Siglo XIX

enormes excedentes de la cual Perú era capaz en sus primeros días de bonanza. Las

estimaciones para 1561-1650 indican que las exportaciones españolas a la América

española ascendió a sólo el 20% del valor del oro y la plata retornado a España. En el caso

del Perú, las importaciones fueron probablemente un menor porcentaje todavía que el valor

de sus exportaciones de plata. Perú contribuyó alrededor de dos terceras partes de los

envíos totales de tesoros de América a España durante este período de 90 años, pero es más

probable que recibió mucho menos que dos tercios de las exportaciones de mercancías de

España a todo el continente americano.

Alrededor del 25% de las exportaciones de metales preciosos durante este mismo periodo

se realizaron por cuenta del gobierno, que representan transferencias a las Arcas de la

Corona. Las otras tres cuartas partes fueron remitidos a cuentas privadas, que con el tiempo

se convertirían en los fondos para un lujoso retiro en España para los peninsulares que

vivían en el Perú. Es evidente que el Perú era un buen lugar para hacer dinero, pero no para

disfrutarlo.

A fines del siglo XVIII, la balanza comercial presentó un panorama muy diferente, como

muestra la Tabla 3. El fenomenal excedente de exportación y salida de capitales de los

siglos anteriores había desaparecido. Un reajuste sustancial en la balanza de pagos se había

hecho necesarias por el descenso de largo plazo en la principal industria de exportación del

Perú; al mismo tiempo, la liberalización del comercio había producido tan fuerte un

aumento de las importaciones que tanto la agricultura doméstica y la industria estaban

sufriendo. Por otra parte, el ajuste no fue facilitado por un cambio favorable en los términos

de intercambio, ya que Perú exportaba dinero y el mundo estaba sufriendo una inflación en

el siglo XVIII. En otras palabras, el precio del dinero en bienes estaba en declive, y los

términos de intercambio estaban en contra del Perú.

Si bien algunos ajustes en la balanza de pagos Colonial podría haberse llevado a cabo por

una fuga monetaria antes de 1750, el mayor cambio se produjo en la salida de capital

correspondiente a los excedentes de exportación. El aumento de las importaciones fue

posible, con ingresos de exportación más bajos, sólo por un descenso aún mayor en la

salida de capitales. La causa de este descenso más frecuentemente mencionada estaba en la

triste condición de las Arcas de la Corona. Los problemas fiscales se mantuvieron

significativos al menos desde 1770, pero los mejores esfuerzos tanto de los virreyes y

visitadores no pudieron limitar los gastos crecientes de la burocracia. En 1790-94, los

ingresos fueron de sólo un 20% mayor que los gastos, prácticamente la totalidad del

margen se explica por el monopolio del tabaco, cuyos beneficios estaban destinados a la

repatriación a España.

Con menos frecuencia se menciona pero lo más importante fue la disminución de

remisiones privadas. En la década de 1790 se habían contraído a menos de la mitad de un

total reducido. Sin duda, gran parte de los beneficios de la minería se mantuvo en el Perú

durante el siglo XVIII, ya que muchas familias españolas se había convertido en familias

criollas. Por otra parte, en comparación con los días de bonanza pocas grandes fortunas se

hicieron en las minas agotadas de finales del periodo colonial. El estancamiento de las

Page 13: Crecimiento y Guano en El Perú Del Siglo XIX

exportaciones por lo tanto, en parte, trajo su propia regularización de la balanza de pagos

por en un descenso paralelo de las exportaciones de capital privado.

El superávit comercial potencial aún disponible para la exportación de capital a finales del

siglo XVIII seguía siendo algo mayor que lo sugerido por las cifras del cuadro 3, ya que la

última mitad de la década de 1780 fue un período de importaciones extraordinariamente

altas, causada por el reabastecimiento de Lima después de un período de escasez por el

tiempo de guerra. En circunstancias más normales las importaciones se esperaba que fueran

sólo dos tercios de las exportaciones. Es evidente que un excedente invertible de grandes

proporciones aún existían en la, en parte, anquilosada economía de los últimos tiempos del

Perú colonial. En lugar de dedicarlo a la inversión sin embargo, éste fue en parte exportado

a España, en parte utilizado para el consumo de la sociedad virreinal, y en parte utilizado

para el sostenimiento de una burocracia peso pesada.

A pesar de los signos de recuperación parcial de la producción de productos básicos,

Baquíjano, escribiendo en 1791, todavía se lamentaba de "el estado actual de miseria del

Perú". A pesar de cierta recuperación demográfica, la población de Perú se mantuvo

pequeña en relación con la inmensidad de la tierra, aislados por las enormes dificultades de

transporte, lo que provocó al con frecuencia optimista Baquíjano desánimo de mejora,

"siendo evidente que un estado despoblado no se puede hacer ningún progreso con éxito en

estas ramas [agrícolas] de la industria ... donde hay, por tanto, una deficiencia de manos

para las operaciones rurales, y de bocas para el consumo, el estímulo es nulo ".

La lenta expansión de la población continuó en las primeras décadas del siglo XIX. Kubler

estima que la población del Perú en 1836 haber sido alrededor de un 13% superior a la

referencia de 1795 o, por referencia a la Tabla 2, alrededor de 1.300.000. Este crecimiento

en ocasiones se ha interpretado como una evidencia prima facie de la mejora del nivel de

vida, pero una explicación más probable es por una mejor protección contra las

enfermedades epidémicas, sobre todo después de la introducción de la vacuna contra la

viruela. No obstante el aumento de la población, parece razonablemente seguro de que

durante 1800-1830 el Perú sufrió nada más que reveses económicos, las guerras

napoleónicas primero trayendo la interrupción del comercio, y las guerras de la

Independencia a continuación, llevaron a la interrupción y destrucción generalizada en el

Perú mismo. La tendencia de la población de Lima sirve como un indicador mejor para las

condiciones económicas. Estimaciones cuidadosas en 1793 y 1836 muestran resultados

prácticamente idénticos. Lima creció en un 22% desde 1793 hasta 1820, y luego disminuyó

en un 15% entre 1820 y 1836. En el Perú rural durante este último período, la interrupción

de la producción comercial obligó a las familias campesinas a retornar a la economía de

subsistencia de los indios.

El resurgimiento de final del siglo en la minería continuó hasta quizá 1805, pero después de

la desorganización económica cada vez mayor de las rutas comerciales interrumpidas, las

restricciones del crédito y los problemas de oferta de trabajo cada vez se hicieron sentir

más. Disminución de la producción indicadas por algunos de los datos de la Tabla 1

(columna 7 por ejemplo) puede ser exagerada, ya que la desorganización administrativa

probablemente hizo cada vez más atractiva la exportación de contrabando de plata piña. Sin

Page 14: Crecimiento y Guano en El Perú Del Siglo XIX

embargo, los datos más fiables sobre las monedas de plata (columna 5) aún indican que en

1815-1820, los últimos años de dominio indiscutible español en el Perú, la producción de

plata se había reducido a poco menos de tres cuartas partes de lo que había sido en los años

pico de 1791 -1800.

Otros sectores sufrieron retrocesos similares. Durante las guerras de la Independencia, la

industria del azúcar perdió el control de su fuerza de trabajo esclava, a través de la

dispersión, el reclutamiento militar y la abolición del comercio de esclavos. Entre las

prósperas plantaciones de azúcar de Cañete la única que evitó la ruina era propiedad de un

patriota, cuyos servicios militares hicieron que el general San Martín exima a sus esclavos

de la leva. En el cercano Pisco, la producción de azúcar y vino se hundió a una cuarta parte

de los niveles anteriores. Todavía en la década de 1830, mientras que la oferta interna se

restableció aproximadamente, las exportaciones totales de azúcar se mantuvieron en sólo

alrededor de 35.000 arrobas, en lugar de los 150.000 estimados en 1793.

Aparte de los metales preciosos y el azúcar, las exportaciones anuales solo por rutas

oceánicas se acercó a los 1.197.000 pesos en los últimos años del siglo XVIII. En la década

de 1820 esto se había reducido a vino, arroz, sal y unos pocos de artículos de algodón

totalizando unos 345.600 pesos, enviados exclusivamente a Chile y Ecuador. Desde la

perspectiva de la década de 1820, el pesimismo de Baquíjano de la década de 1790 quedó

en el olvido, pues la década de 1790 parecía una edad de oro en comparación. "Durante ese

período (1785-1795)", Ricketts escribió en 1826, "el Perú no estaba sólo en un estado

floreciente tanto en lo que respecta a sus minas y su comercio, sino también como

referencia a los capitales que poseían los individuos, a la comparable extensión de sus

manufacturas, y a su navegación ... Desafortunadamente, esta imagen favorable no puede

ser dibujado ahora, pues los horrores que vinieron por la lucha por la independencia han

oscurecido tanto el horizonte que sólo un destello se ve de la brillante perspectiva que

puede esperar el Perú ... Las tierras son de desecho, los edificios por ser reconstruidas, la

población disminuye, el gobierno inestable, faltan leyes justas que se establezcan, nuevos

capitales que se obtengan, y la tranquilidad falta que se la asegure”.

En tal condición terminó Perú una experiencia colonial que había sido no para el progreso,

injusta y desafortunada.

III

Cuando la Guerra de Independencia había terminado, la estancada economía peruana que se

embarcó en su carrera republicana carecía de evidentes motores para el desarrollo

económico. Su futuro económico no parecía sin promesa, pero la promesa se llevaría a cabo

sólo a través de la aparición de sectores capaces de generar y reinvertir el excedente

económico. Estos sectores podrían surgir sólo después de la transformación de ambas

condiciones y la respuesta conductual a esas condiciones.

Esta transformación podría haber tenido lugar poco a poco en un Perú autárquico, pero la

velocidad del cambio económico del siglo XIX no daba ninguna oportunidad para dicha

evolución. Las presiones económicas e ideológicas para lograr su integración con la

Page 15: Crecimiento y Guano en El Perú Del Siglo XIX

economía mundial eran irresistibles. Correspondientemente, las Influencias externas

determinaron los sectores que recibirían la oportunidad para la generación de excedentes.

La oportunidad del Perú para la transformación económica se transmitiría a través de sus

sectores de exportación.

Todo esto no se presentó como desventaja para el Perú: el Perú respondió a las

oportunidades de la economía mundial ingresando a un período de 50 años de crecimiento

sostenido de las exportaciones. La respuesta llegó en gran medida por la buena fortuna, la

suerte de contar con los recursos naturales listos para la exportación, pero esta circunstancia

no debería disminuir la importancia de la diferencia respecto a períodos anteriores de

estancamiento, tanto interno como de la exportación. Las tasas de crecimiento de la Tabla 4

indican el patrón de expansión de las exportaciones. Ellos muestran un importante

crecimiento durante el siglo. La ampliación de diez veces en las exportaciones totales entre

1830 y 1900 representa una tasa media de crecimiento anual del 3,35%. La tasa de

crecimiento promedio de 1830 a 1878, el último año sin guerra de la Era del Guano, fue de

5,7% anual.

La Tabla 4 también muestra que el crecimiento global de las exportaciones procedió con

aceleraciones y pausas, en función a que los diferentes productos de exportación adquirían

o perdían las oportunidades de mercados en el exterior. Tales oscilaciones alrededor de la

tendencia de largo plazo proporciona una base para el marcado de los sub-períodos de

crecimiento del siglo XIX.

1. Recuperación después de la independencia ( - 1840): Este período se caracterizó por la

recuperación de la producción de plata, casi a los niveles alcanzados en la última década del

siglo XVIII. Las exportaciones de lana también se desarrollaron significativamente durante

la década de 1830.

2. Fase temprana de la Era del Guano, (1841-1849): Europa recibió sus primeros

embarques de guano del Perú en 1841, y dentro de pocos años, el boom del guano estaba en

marcha. Sólo seis años más tarde, en 1847, el guano ya se había convertido en el producto

de exportación más importante del Perú. Sin embargo, la revolución provocada por el

guano de las finanzas públicas peruanas iba a venir después. Mientras tanto, otras industrias

de exportación entraron en un período de estancamiento completo que iba a durar veinte

años.

3. Fase consolidada de la Era del Guano, (1850 - 1878): el punto de transición de una

versión anterior de la Era del Guano a otra, es un tanto indistinto, y puede colocarse en

cualquier lugar entre 1848 y 1854. Los mismos períodos son claramente separables, sin

embargo. La fase consolidada de la Era del Guano se caracterizó por un gran aumento en el

volumen de las importaciones, en los ingresos del guano como porcentaje de los ingresos

totales del gobierno y en las exportaciones de guano como porcentaje de las exportaciones

totales. En el último de estos criterios, la línea divisoria parece mejor situada entre 1849 y

1850, cuando las exportaciones de guano saltaron del 34,3% al 50,2% de las exportaciones

totales y desde entonces contribuyeron más del 50% de las exportaciones para todos los

años, excepto algunos pocos, durante la siguiente dos décadas y media.

Page 16: Crecimiento y Guano en El Perú Del Siglo XIX

La proporción de guano en las exportaciones totales alcanzó un máximo en 1854, en

73,8%, con un promedio de 57,0% para 1850-1860. Las exportaciones de guano siguieron

creciendo en la década de 1860 y principios de 1870, pero comenzando en 1861 otras

industrias de exportación, finalmente comenzaron a moverse, por lo que la proporción de

guano disminuyó ligeramente en 1860 y considerablemente en la década de 1870. Las

exportaciones de guano subieron de un promedio anual de 351.000 toneladas en 1850-60 a

450.000 en 1861-1870 y 468.000 en 1871-1878, pero la cuota de exportación del guano de

estos dos últimos períodos se redujo a 55,5% y 40,0% respectivamente. La dependencia del

Guano fue así poco a poco disminuída con el tiempo. Por desgracia, el impulso central de la

diversificación vino a través del desarrollo de las exportaciones de nitratos, sobre todo

después de la nacionalización por parte del gobierno de la industria en 1873. Las

exportaciones de nitratos se duplicaron entre 1870 y 1878, cuando ascendieron a 68% de

las exportaciones de guano y el 26% de las exportaciones totales. Este prometedor

comienzo fue sofocado por la captura chilena de las provincias salitreras, al mismo tiempo

que la guerra asestó un golpe mortal al comercio del guano.

Entre otras industrias de exportación, la expansión más importante se produjo en el azúcar,

que comenzó a hacer incursiones en los mercados europeos alrededor de 1866 y se

multiplicaron en la década de 1870. Las exportaciones totales, que rebasaron por primera

vez las 10.000 toneladas en 1869, superaron los 80.000 en el año pico de 1879. Las

exportaciones de algodón también se expandieron durante estas décadas, pero nunca

adquirió la importancia del azúcar. Mientras tanto, en la Sierra, el estancamiento

prevaleció. La producción de plata no mostró una tendencia al alza en lo absoluto, y el

crecimiento de las exportaciones de lana fue, en el mejor de los casos, modesto.

El crecimiento de las exportaciones durante la fase consolidada de la Era del Guano fueron

un promedio de 4,5% anual. Las exportaciones distintas del guano y el salitre crecieron a

6,0% anual durante 1860-1878.

4. La invasión y el colapso (1878 - 1881): El colapso al final de la Era del Guano fue

completo y demoledor. Involucró el agotamiento de los depósitos de guano, la pérdida

territorial de las provincias salitreras, la destrucción de gran parte de la industria azucarera

a través de una serie de incursiones de castigo, y la sumisión a un ejército chileno de

ocupación desde 1880 hasta 1883. La manifestación económica de estos desastres se vio en

una abrupta caída de las exportaciones. Expresado como porcentaje del pico de 1878, las

exportaciones totales cayeron a 49% en 1879, 24% en 1880, y a 21% en el año

1881. Mientras que el guano y los nitratos dejaron de ser de forma permanente los

principales productos de exportación, el azúcar, plata, algodón, lana todos sufrieron

reveses, de modo que en 1883 habían disminuido a 41, 74, 59, y 46% de sus respectivos

niveles de 1879.

5. Lenta recuperación (1881-1895): Estas cuatro supervivientes industrias de exportación

experimentaron patrones muy diferentes de recuperación en la posguerra. Las exportaciones

de lana volvieron a la normalidad tan pronto como las hostilidades concluyeron y se volvió

a abrir los canales comerciales. La incipiente industria del algodón y la antigua industria de

Page 17: Crecimiento y Guano en El Perú Del Siglo XIX

la minería necesitaron sólo unos pocos años más, sus exportaciones se habían recuperado a

los niveles anteriores a la guerra en 1890. La industria azucarera había sufrido una

destrucción mucho mayor de capital, sin embargo, y el camino de la recuperación fue muy

lento. Niveles de exportación anteriores a la guerra no fueron superados hasta 1897. La

recuperación fue incluso más lenta para las exportaciones en el agregado. Los niveles de la

Era del Guano no se recuperaron hasta alrededor de 1905, cuando la composición de las

exportaciones había cambiado drásticamente y el país estaba inmerso en una era nueva y

muy diferente de crecimiento impulsado por exportaciones.

Perú se acercó a la nueva era a través de un período de lenta recuperación económica, que

se caracterizó por la importante consolidación política y diplomática. El sistema de

gobierno destrozado fue recompuesto de nuevo, se llegó a un arreglo con los tenedores

extranjeros de bonos y el gobierno militar fue derrocado por la revolución de 1895. El

promedio de crecimiento de las exportaciones durante la reconstrucción ascendió a 4,0%

anual.

6. Nueva economía exportadora (1895-1929): Este período pertenece propiamente a la

historia económica del Perú del siglo XX. Sobre la base de las exportaciones de azúcar, el

algodón, el cobre y el petróleo, que testimoniaron los días felices de control oligárquico

durante la República Aristocrática y continuó en forma modificada bajo el dictador Leguía

hasta el colapso siguiente en 1929. En los últimos años del siglo XIX, desde 1895 hasta

1900, las exportaciones totales alcanzaron una tasa de crecimiento del 13,1% anual.

Este trabajo analiza las tendencias de exportación, tanto porque los datos están disponibles

y porque existe la presunción de una relación entre las exportaciones y las variables clave

del crecimiento económico nacional y la transformación. ¿Cuáles son las variables

clave? En primer lugar, el producto real. Aunque no sabemos prácticamente nada de las

tendencias en la productividad de los factores y los salarios reales, suponemos que los

factores usados en las industrias de exportación fueron más productivos de lo que habían

estado anteriormente en la actividad interna. Segundo, ingreso real. Esta mayor

productividad debería haberse traducido en una capacidad de importación creciente. La

tendencia en la capacidad de importación, o los términos de intercambio de los ingresos,

está dado por un índice de cantidades de exportación multiplicado por los términos de

intercambio neto, como se muestra en la Tabla 5. Los datos se derivan de las estadísticas

oficiales británicos del comercio entre Reino Unido y Perú y comienzan en 1855 debido a

que los estadísticos comenzaron valoraciones razonablemente exactas de las exportaciones

británicas en 1854.

Los términos de intercambio de los ingresos dan una imagen muy diferente del progreso

económico en el siglo XIX. En términos de poder adquisitivo de las importaciones, la

recuperación del colapso post-guano resultó ser mucho más difícil de lo que indican las

estadísticas de cantidades, ya que el Perú sufrió un fuerte deterioro en sus términos de

intercambio neto durante la “Gran Depresión” de Europa1. Tanto los precios de las

1 Existe evidencia estadística que Europa tuvo una desaceleración en su crecimiento entre 1873 y 1896, sin embargo para algunos esta desaceleración no fue tan seria como para llamarla una “Gran Depresión” (Saul 1969). Nota del editor, tomada de “The Cambridge Economic History fo Modern Europe” pg. 64

Page 18: Crecimiento y Guano en El Perú Del Siglo XIX

importaciones como los precios de exportación cayeron durante este período, pero los

precios de exportación cayeron más. En 1900 los precios de textiles de algodón (expresada

en libras esterlinas) había caído a 64% de sus niveles de 1870, pero los textiles de lana se

había reducido sólo a un 93% de los niveles de 1870 y los precios de hierro había

aumentado de hecho en un 33%. En el lado de las exportaciones los descensos fueron más

precipitados. Los precios del guano, el azúcar y la plata de 1900 se situaron en sólo el 37%,

47% y el 45% de sus respectivos valores de 1870. La única exportación cuyo precio se

mantuvo firme durante la Gran Depresión fue el de los nitratos, pero esto resultó de poco

consuelo al Perú después de 1880.

Así, en 1900 los términos de intercambio se habían reducido a sólo el 50 - 60% de los

niveles de 1870. El poder adquisitivo de las exportaciones se mantuvo en sólo 65 a 68% del

nivel de 1855, a pesar del hecho de que la cantidad de las exportaciones fue 22% más

alto. El camino de salida del desastre económico fue más largo y rocoso, gracias a la

dinámica de los precios de las materias primas durante la Gran Depresión.

Una tercera y última razón para el examen del desenvolvimiento de las exportaciones se

apoya en la presunción de que los sectores de exportación tienen grandes perspectivas para

la generación de superávit. Estando basados en recursos naturales, la producción en estos

sectores se podría esperar que generen las más significativas rentas y cuasi-rentas en la

economía. Además, era de esperar que estos sectores sean una importante fuente de ahorro

y reinversión, los heraldos del capitalismo, en parte debido a su capacidad de generar

excedentes y en parte porque estaban en contacto estrecho con la economía capitalista

mundial. Un análisis de las perspectivas para la generación de excedentes debe proceder a

través de un examen caso por caso de los sectores de exportación más importantes.

Un primer candidato obvio para el examen es la minería, el motor principal de la riqueza

colonial. Costos de transporte interno prohibitivos continuaron la tradicional

especialización en la producción de plata, y nuestras mejores estimaciones de las

exportaciones de plata, que se muestran en la Tabla 4, muestran un estancamiento

persistente en la mayor parte del siglo. Los mismos problemas que habían afectado a la

industria en el período colonial, continuaron sin resolverse: el atraso tecnológico,

inundaciones de las minas, el agotamiento de los yacimientos, oferta de trabajo inadecuada.

Los tres primeros motivos fueron tal vez los más importantes y están relacionados entre sí:

los cuerpos de mineral por encima de la capa freática se estaban agotando, y la tecnología

disponible no podía manejar los problemas de inundación creado por impulsar los ejes por

debajo del nivel freático.

Las estructuras organizativas agravaron los problemas técnicos. Sus interrelaciones se

ilustra mejor con la experiencia de Cerro de Pasco, entonces como ahora, el centro minero

más importante del país. En el ambiente montañoso de Cerro y otras grandes minas, el

drenaje siempre se puede lograr por la perforación de túneles largos hacia los valles

cercanos más bajos. Cerro se mantenía completamente inundada cuando se terminó el

primer túnel de drenaje en 1760. La producción se restableció rápidamente, pero nunca

volvió a estar Cerro libre de los problemas del agua. A partir de entonces la minería avanzó

en ciclos irregulares, en función al precario equilibrio entre el agotamiento de los

Page 19: Crecimiento y Guano en El Perú Del Siglo XIX

yacimientos recién escurridos, la difícil decisión de seguir adelante con nuevos túneles de

drenaje, y la finalización de los túneles. El túnel de Quiulacocha, por ejemplo, se inició en

1806, se interrumpió en 1816 cuando bombas nuevas se trajeron, se reanudó en 1825 por

una compañía de Inglés que se declaró en quiebra quince meses más tarde, se reanudó de

nuevo por el gobierno peruano en 1827, y se terminó finalmente en 1839. Proporcionó una

bonanza hasta que los nuevos yacimientos se agotaron en 1855. Pero con el paso de esta

bonanza ninguna otra explotación estaba lista para la apertura y tomar el relevo. Otro túnel,

el Rumiallana, se había iniciado en 1825 por el quijotesco inglés de la Pasco Peruvian

Company, pero el siglo cerró antes de su finalización. Mientras tanto, las bombas

impulsadas a vapor demostraron ser sustitutos no fiables. Rivero escribió en 1828 de

"desconfianza de una máquina que no ofrece ninguna garantía en funcionar", que también

"tronará, cuando menos se piense". De hecho, la caldera había estallado unos meses

antes. Lo mejor de los esfuerzos posteriores con bombas y motores tuvo sólo un éxito

limitado. De las tres máquinas de vapor contratados en 1848, sólo dos llegaron a ponerse a

trabajar, y un informe de 1859 las encontró paralizadas después de frecuentes averías. Otro

esfuerzo con los motores de vapor en 1872 fracasó por completo.

Esta experiencia contrasta con la expectativa, ampliamente difundida en la víspera de la

Independencia, que la tecnología minera británica podría poner nueva vida en las minas

gastadas de la América española. La adquisición de los instrumentos de la tecnología

resultó ser ningún problema. Incluso antes de la Independencia, Cerro de Pasco recibió la

atención personal de Richard Trevithick, inventor del motor de vapor de alta presión, que

instaló los motores en Cerro ya en 1817 sólo para ver sus obras destruidas por la guerra. Lo

que resultó mucho más difícil, sin embargo, fue una exitosa adaptación de esta tecnología a

un entorno institucional muy diferente.

Tres factores parecen haber agravado la dificultad. En primer lugar, incluso las empresas

competentes inglesas, como la empresa Abadía-Trevithick, una de las primeras, que

encontró en Cerro una perspectiva más dura de lo previsto. Después de haber contratado

con el Gremio de Mineros para captar agua de 40 metros por debajo del túnel de drenaje de

San Judas, encontró más allá de la capacidad de la empresa el hundir los pozos de bombeo

incluso a la mitad de esa profundidad.

Si los competentes tenían dificultades, sin embargo, el incompetente estaba perdido. La

Pasco Peruvian Company nació en la oleada de flotación de acciones de la minería

latinoamericana que puso eufóricos a los inversores de Londres en 1825. Armada con

150.000 libras esterlinas de capital pagado, la Pasco Peruvian hizo un contrato con el

Gremio para terminar el túnel de drenaje Quiulacocha, empezar el Rumiallana, y traer las

bombas y motores de vapor. Pero después de gastar cerca de 8000 libras esterlinas (40.000

dólares) en los túneles, estaba en bancarrota. Las máquinas de vapor se mantuvieron en

Lima, confiscadas por los acreedores. Los usos encontrados para la mayor parte de los

capitales de la Pasco Peruvian siguen sin estar registrados, pero se puede adivinar a partir

de las siguientes observaciones:

"El gran error cometido por todas las compañías inglesas establecidas en 1825, para

explotar minas en la América española, se encontraba en llenarse de personas,

Page 20: Crecimiento y Guano en El Perú Del Siglo XIX

comprometidos con salarios altos, y los obreros con salarios extravagantes: estos gastos

consumieron gran parte de los fondos antes que cualquier obra haya comenzado. Estos

incluyen no sólo los inspectores y los capitanes de minería, sino también artesanos, todos

los cuales fueron enviados desde Inglaterra. Debido a un cambio total de vida y

circunstancias, los capitanes de minería y los artesanos, casi invariablemente, se volvieron

unos borrachos en corto tiempo, y se convirtieron en buenos para nada”.

A través de sus diferentes fases entre 1806 y 1839, el costo del túnel Quiulacocha fue

superior a los 750.000 pesos. Para el Gremio, se trataba de un montón de dinero, pero

representaba el valor de las ventas en Lima de sólo cinco meses de producción de

Cerro. Túneles de drenaje, sin duda, produjeron altos rendimientos en su inversión. La

decisión de inversión llegó a ser tan traumática para los mineros peruanos sólo por su

acceso tan escaso a las líneas de crédito. Tampoco podían financiar grandes proyectos de

sus propios recursos, excepto al ritmo lento y desesperante de un proyecto como

Quiulacocha. Perpetuamente ganando solo para vivir, los propietarios de las minas carecían

de dinero para capital de trabajo, así como para grandes inversiones. Para conservar los

fondos, habitualmente pagaban a los mineros en porciones de mineral, con lo que perdieron

cualquier posibilidad de usar una técnica minera eficiente pues los mineros robaban pilares

y saqueaban dispositivos, causando derrumbes frecuentes. Esta crónica escasez de capital

persistió durante todo el siglo como un importante obstáculo a la innovación tecnológica y

la expansión de la producción. Fue un obstáculo que la participación británica no hizo nada

para superarlo.

La escasez de capital está estrechamente relacionada con una tercera razón para el

estancamiento continuado. Esto se refiere a la deficiencia institucional de las operaciones

mineras de pequeña escala, ligeramente coordinada a través de un Gremio, cuando se

necesitaba planificar y llevar a cabo grandes inversiones. Herndon, en su visita a Cerro en

1851, describió la confusa toma de decisiones del Gremio en el momento en que el

estancamiento se establecía. Después de haber decidido la instalación de bombas para

drenar los niveles más bajos en el túnel de Quiulacocha, el Gremio había contratado las

obras a otra compañía inglesa. Entonces el rumor de hallazgos de mercurio en California

llegó, prometiendo reducir los costos de refinación y por lo tanto mayor ganancia en

minerales por encima del nivel del agua, por lo que integrantes del Gremio presionaron

para la cancelación del contrato de las bombas. Luego, buen mineral fue descubierto por las

operaciones de bombeo, y el pensamiento de los del Gremio cambió en sentido contrario.

Paralizado por la elección entre las bombas y los túneles y cortos de fondos, al final el

Gremio de Cerro de Pasco no eligió ninguna en una escala adecuada. El triste resultado se

evidencia en un estudio de 1875 en la región que encontró sólo 87 minas en operación de

un total de 700. Los motores de vapor estaban abandonados, túneles de drenaje

permanecían inconclusos, el trabajo terminado debido a "la desconfianza y a las

disensiones".

Cincuenta años antes Rivero había marcado como uno de los principales obstáculos para el

progreso, "las disputas continuas y arbitrariedades que se cometen por los jueces de paz y

de derecho." No es de extrañar que en tal agradable anarquía el crédito era difícil de

conseguir, incluso para simples adelantos. "Verdad es que la falta de cumplimiento en las

Page 21: Crecimiento y Guano en El Perú Del Siglo XIX

contratas con los mineros, y los vicios que se les atribuyen, inspiran una desconfianza para

habilitarlos." En los cincuenta años de la Era del Guano nada cambió en Cerro de

Pasco. Sin embargo, un bien planificado, intensivo en capital, sistema minero

tecnológicamente avanzada estaba fuera del alcance siempre y cuando se mantuviera la

toma de decisiones descentralizada del sistema gremial. La consolidación y racionalización

son condiciones previas necesarias para el surgimiento de una etapa más avanzada del

capitalismo. En el caso de Cerro de Pasco, la triunfante nueva institución tomó la forma de

un gigante extranjero ensamblado en Wall Street en los últimos años del siglo, por el propio

J.P. Morgan.

A las zonas mineras de menor importancia no le fue mejor que a Cerro de Pasco. Esas

minas que trabajaban en asociación con las haciendas sufrieron sobre todo por la escasez de

mano de obra cuando la presión de la contribución de indígenas fue removido. Los relatos

de los viajeros andinos perspicaces a menudo incluyen un catálogo deprimente de las minas

de plata inundadas y abandonadas.

Intentos de introducir nuevas tecnologías continuaron esporádicamente durante todo el

siglo, pero se encontraron en general con la dificultad y la escasez de rendimientos

financieros. Los más persistentes fueron los Pfluekers alemanes, expertos en técnicas de

refinación sajonas. En algunos casos lo lograron, pero sus innovaciones más ambiciosas de

Morococha no tuvieron éxito. En cuanto a los propietarios de las minas peruanas, muchos

eran nuevos en dicha propiedad, habían adquirido las minas tomadas de los españoles en la

Independencia, e incluso aquellos con experiencia en general, sabía muy poco de las nuevas

tecnologías europeas. Se decía que a menudo sabían tan poco como para no distinguir a los

incompetentes entre los ingenieros de minas extranjeros que contrataban. A través de la

mayor parte del siglo, por lo tanto, la velocidad de difusión tecnológica fue baja. Sólo en la

década de 1890 vemos pruebas de una más amplia, más vigorosa adopción de nuevas

tecnologías, pero en ese momento las oportunidades de todo un siglo habían casi pasado.

Cierto sentido de la condición financiera de la minería se puede derivar de los datos algo

erráticos de Cerro de Pasco:

Las comparaciones entre años debe abordarse con cautela, ya que muy posiblemente las

cifras fueron compiladas con supuestos diferentes en cuanto a la calidad del mineral y las

condiciones de refinación. Sin embargo, los datos nos dan algunas indicaciones claras sobre

las condiciones financieras. En primer lugar, muestran que el reto de mantener ganancias a

Page 22: Crecimiento y Guano en El Perú Del Siglo XIX

través de una tecnología ahorradora de costos recaía principalmente en la refinación, en

lugar de en las operaciones mineras. En segundo lugar, muestran una disminución constante

de los beneficios a lo largo de la Era del Guano. Si estimamos que el superávit de los

impuestos y las ganancias como un porcentaje del valor de la plata enviada a Lima,

incluyendo una cantidad razonable por concepto de beneficios a los propietarios de minas,

este excedente sale a casi el 30% en 1828, casi el 20% en 1851, y menos del 0% en 1875.

Hay dificultad para ver adonde fue ese excedente. Los empresarios de minería de la plata

no eran muy ricos. En Cerro de Pasco no se vio estilos de vida de lujo. Tampoco vemos

ningún registro que los mineros hayan sido empresarios multisectoriales que canalizaban

las ganancias de la minería hacia inversiones en otros lugares. En cuanto a las inversiones

en la minería en sí, las bombas y los túneles eran inversión bruta, pero el fracaso de ampliar

estas obras lo suficientemente rápido como para mantener la producción significaba que las

obras se depreciaban más rápidamente que lo que las nuevas obras construían, es decir, la

desinversión neta era lo típico. Aparte de los exiguos pagos de impuestos, la única porción

del excedente transferido fuera de la minería y que estaba disponible para la inversión en

otras partes se compone de los pagos efectuados por los operadores de las minas y las

fundiciones a los financistas de Lima que les había concedido crédito. Tenemos una

referencia de las tasas de interés exorbitantes pagadas, pero el volumen de crédito parece

haber sido muy restringido. Por otra parte, el uso de los ingresos por intereses de los

acreedores sigue siendo desconocido. A pesar de que nuestra ignorancia de los detalles es

por desgracia profunda, parece claro que la minería peruana generó muy poco en términos

de excedente invertible en el siglo XIX.

La agricultura en la Sierra se mantuvo unida a las fortunas de la minería. Entre sus diversos

productos, solo la lana tenía el suficiente valor por unidad de peso para superar los costos

de transporte para la exportación, pero las exportaciones de lana crecieron muy

moderadamente durante el transcurso del siglo XIX. El aislamiento restringió a que los

mercados para los cultivos de la Sierra sean las zonas mineras, así con la minería estancada

también lo hizo la agricultura de la Sierra. La producción comercial fue reemplazada por

actividades de subsistencia. Las haciendas tuvieron tendencia hacia la disolución, a pesar de

las crecientes oportunidades de apropiación de tierras a expensas de las comunidades

indígenas.

En el sur, la producción minera boliviana se había reducido drásticamente durante las

interrupciones de las guerras de independencia. Promediando más de 4 millones de pesos

anuales durante 1800-1805, la producción cayó por debajo de 2 millones de pesos en 1815-

1820, y no logró recuperarse durante las décadas siguientes. Potosí, anteriormente una

vibrante ciudad de la realeza que contaba nada menos que 160.000 habitantes en el siglo

XVII, se había reducido a tan solo 16.000 a mediados del siglo XIX. Para los aguardientes

de Moquegua, el trigo de Arequipa y las bayetas de Cuzco, un importante mercado se había

ido para siempre. En la Sierra Central, Cerro de Pasco continuó como un punto focal del

comercio, atrayendo los productos de Huánuco, Jauja y Huaraz, pero este comercio no

podía crecer mientras que Cerro no creciera.

Page 23: Crecimiento y Guano en El Perú Del Siglo XIX

Durante el siglo XIX la Sierra probablemente se mantuvo más aislada del resto del mundo

que en cualquier otro momento de su historia posterior a la conquista.

Un crudo indicador de este aislamiento se ofrece en las siguientes estadísticas postales, que

muestran la relación de los correos recibidos en un año determinado y la población total en

1876:

De ninguna manera podría la Sierra ser descrita como una colmena llena de actividad en los

primeros años del siglo XX. Sin embargo, en el apogeo de la Era del Guano su condición

era aún más moribunda. Es evidente que la Sierra no podía proporcionar un punto de

crecimiento económico y transformación durante el siglo XIX.

Mientras que las conexiones de la Sierra a la economía mundial se estaban cortando, la

agricultura costera encontró una nueva prosperidad a través de nuevos mercados de

exportación. Pero estos nuevos desarrollos se produjeron sólo en la década de 1860,

después de 30 años de estancamiento post-independencia.

La principal nueva oportunidad estuvo en la exportación de azúcar, una tradición peruana

de mucho tiempo. A finales de la época colonial el azúcar peruana había dominado el

mercado chileno y se había asegurados ventas adicionales en Argentina y Ecuador. A

mediados de la década de 1830, el nivel de exportación de cuatro décadas atrás fue

finalmente restablecido, basado enteramente en envíos a Chile. Pero con ese nivel

alcanzado, el comercio de exportación de azúcar no se desarrolló aún más, por falta de

mercados. A partir de 1835, los peruanos trataron de penetrar en el mercado Inglés, pero en

1839 el esfuerzo fue abandonado. Al parecer, no falló debido a altos costos de flete, sino

porque la forma de procesar el azúcar la volvía inadecuada a los gustos ingleses.

Problemas con la oferta de factores de producción también obstruyeron la

expansión. Mientras que las tierras de cultivo arables existían en abundancia a lo largo de

los valles de la costa, un cuello de botella referido una y otra vez en la historia del azúcar

fue: "falta de brazos". El trabajo esclavo proporcionó una solución para el problema hasta

la emancipación en 1854, pero esta solución no permitía la expansión, ya que la

importación de esclavos había sido prohibida en la creación de la República. Sólo después

de la sacudida de la emancipación se halló una nueva oferta de trabajo expandible en los

culíes chinos.

87.000 culíes se trajeron al Perú entre 1849 y 1874, las condiciones en las que trabajaban

fueron muy semejantes a las de los esclavos negros que los precedieron.

Los diversos obstáculos a la expansión de las exportaciones de repente se evaporaron

alrededor de 1860. Los precios mundiales del azúcar eran altos. Los precios del algodón se

dispararon por las nubes con la llegada de la guerra Civil de los EE.UU. y la escasez de

Page 24: Crecimiento y Guano en El Perú Del Siglo XIX

algodón. Los propietarios habían adquirido los medios para comprar los contratos de culíes,

en parte por los pagos recibidos por la liberación de sus esclavos, en parte, a través del

financiamiento disponible de los bancos recientemente creados y las concentraciones de

riqueza privada creada por la prosperidad del guano. Esta financiación hizo más que

simplemente comprar una fuerza de trabajo: permitió a las haciendas costeñas grandes

gastos con los fondos prestados. Nueva maquinaria, nuevos edificios y nuevos estándares

de consumo arribaron junto con los nuevos trabajadores y las nuevas plantaciones. Los

contactos comerciales establecidos a través de la experiencia con el guano dio a los

productores peruanos mucho mejor conocimiento de las condiciones del mercado

extranjero y los requisitos de calidad. Debido a retrasos en la respuesta de la oferta, las

haciendas de algodón dieron el salto en exportación en 1865-67, después que se había

terminado la escasez de algodón. Sin embargo mantuvieron e incluso ampliaron sus

mercados frente a la renovada competencia del sur de los EE.UU. Un flujo constante de

envíos de azúcar a los EE.UU. comenzó en 1862 y a Gran Bretaña en 1868.

En 1879 el azúcar representó el 32% de las exportaciones totales, habiendo crecido a una

tasa promedio anual de 23% desde 1862. La expansión se llevó a cabo en gran medida a lo

largo de la costa norte, en la misma región Trujillo-Chiclayo que había visto una anterior

industria azucarera derrumbarse en la década de 1790. En 1877 esta región representó un

58% de las exportaciones de azúcar del Perú. Un año más tarde su cuota subió a 68%. En

cuanto al algodón, en 1877 el 14% de las exportaciones fueron enviados desde Piura, el

38% del departamento de Lima, y el 42% de Pisco-Ica. Así, las dos décadas de prosperidad

que se iniciaron en 1860 transformaron el patrón geográfico de la producción de cultivos a

la forma que ha continuado hasta la actualidad. Estas décadas también fue testigo de la

introducción de una agricultura más científica, con publicaciones especializadas,

experimentación agrícola y obras de riego. Pero resultó una agricultura altamente

especializada en unos pocos cultivos. Cálculos aproximados del final del período ponen el

valor de la producción costera en 32 millones de pesos (soles) de los cuales estaba

representado el 47% de azúcar, 5-1/2% por el algodón, 4% en el arroz, el 28% de los vinos

y otros licores, y 15-1/2% por otros cultivos alimentarios.

Esta transformación operó dentro de las distintivas limitaciones impuestas por la estructura

de tenencia de la tierra. Incluso con la importación de culíes, la falta de brazos seguía

siendo una limitación a la producción, con mano de obra cautiva en cantidades

limitadas. Las haciendas no tenían ningún interés en pagar salarios más altos en un mercado

laboral libre, y se opusieron a la formación de una clase terrateniente sobre las tierras no

cultivadas. En estas condiciones, la costa del Perú continuó subpoblada, y las haciendas

tuvieron poca motivación para la producción de alimentos básicos. Cuando la construcción

del ferrocarril trajo un aumento en la demanda de alimentos, los alimentos se importaban de

Chile. Evidentemente, las haciendas peruanas no prestaron atención a un mercado creado

bajo sus narices por Henry Meiggs. En cuanto a los mercados urbanos de Lima, sus frutas y

verduras era abastecidas en gran parte por agricultores inmigrantes italianos.

Estos fenómenos confirman la imagen de los hacendados peruanos como empresarios poco

imaginativos, que se ampliaron a lo largo de unas pocas líneas usando líneas de crédito

prácticamente ilimitadas. Como Klinge ha señalado, la tradición familiar de la costa

Page 25: Crecimiento y Guano en El Perú Del Siglo XIX

peruana en general asignaba la gestión de las haciendas de la familia al hijo menos capaz,

cuyos hermanos más capaces se dirigirían a la política y a las profesiones liberales en

Lima. Todos los miembros de tal familia contribuían con el atributo clave del éxito de la

hacienda: el acceso al crédito. Sin embargo, el crédito se contrajo con la crisis financiera

que se apoderó de Lima en la última mitad de la década de 1870, y este colapso financiero

fue seguido por la destrucción física causada por la guerra del Pacífico. Escribiendo desde

una perspectiva de 1895, Garland describió la trayectoria de la industria azucarera con las

siguientes palabras:

"Pocas liquidaciones habrá habido en la historia comercial del Perú, más desastrosa que la

de los préstamos hechos, con liberalidad hoy incomprensible, a la industria

azucarera. Presumimos, tomando en consideración el valor de la moneda, solo se ha

salvado de ese descalabro el 33 por ciento, causando la pérdida de los veinte millones

restantes, la quiebra de varias casas de comercio, la ruina de los bancos hipotecarios y de

descuento , y fuertes pérdidas a los particulares. "

Garland estimó que en 1875 el endeudamiento de la industria del azúcar ascendió a S/.30

millones, de los cuales S/.17, 500,000 se debía al inmaduro sistema bancario. Si sólo un

tercio de ello era recuperable en caso de liquidación, S/.20 millones parece una estimación

generosa de la inversión fija total de la industria durante la Era del Guano. Como se verá en

la siguiente sección de este documento, S/.20 millones representa sólo un 5% del total de

ingresos del guano recibida por el gobierno peruano. Una parte muy pequeña de la riqueza

del guano era suficiente para transformar la agricultura de la costa. Las oportunidades de

crecimiento del azúcar fueron eclipsadas por las oportunidades presentadas por el guano

mismo.

IV

La exportación de enorme importancia durante el siglo XIX fue el guano depositado en las

islas rocosas de la costa del Perú. Sus características económicas fueron distintivas. Una vez

que su importancia como fertilizante fue descubierta y publicitada en Europa alrededor de

1840, se convirtió en el único fertilizante alternativo al estiércol. Aunque unos pocos

yacimientos fueron descubiertos en islas en otras partes del mundo, el Perú se mantuvo

esencialmente como un monopolio mundial en el suministro de fertilizantes por los

cuarenta años siguientes.

Ninguna otra exportación en la historia presenta menos problemas de producción. El guano

sólo tenía que ser cortado en los acantilados y puesto en los resbaladeros que llegaban hasta

las bodegas de los barcos que esperaban. Los requerimientos de capital consistía en picos y

palanas, los requerimientos de mano de obra no eran muy altos, la tecnología era primitiva

pero satisfactoria, el transporte doméstico era nulo. Las empresas extranjeras no tenían

ninguna ventaja particular que se deba a la sofisticación de la tecnología o las economías de

escala. Sin embargo, la cuestión del control extranjero se convirtió en un tema

controversial, sobre todo en los últimos años de la Era del Guano. Existió pues el Gobierno

del Perú deseaba aprovechar su monopolio no sólo a través del control de la producción,

sino también a través del control de una red mundial de distribución. El funcionamiento de

Page 26: Crecimiento y Guano en El Perú Del Siglo XIX

esta red requería enormes cantidades de capital de trabajo. En la operación de esta red, los

extranjeros, con su mayor acceso a los mercados de capitales más importantes, poseían una

ventaja decisiva. Hay que señalar, sin embargo, que esta ventaja sólo existía porque la

simplicidad de la técnica de producción causó que el Gobierno peruano aspire al control de

la distribución. El Perú en la Era del Guano fue en este sentido mucho más ambicioso que lo

son los exportadores de productos primarios hoy en día.

Durante cuarenta años, el mundo ganó una nueva fuente de suministro de fertilizantes. Al

ser un monopolio, y tratando de aprovechar su posición de monopolio en todo lo posible, el

Perú también debería haber ganado en gran medida de la explotación de este recurso. Sin

embargo, la fama reciente de la experiencia peruana se encuentra en el argumento de que la

exportación del guano proporcionó un beneficio mínimo para la nación. Levin ha

argumentado que el guano del Perú fue la típica exportación de enclave, sin

encadenamientos hacia atrás hacia la economía nacional y sin estimular la transformación

de otros sectores. Dada la virtual ausencia de un proceso de producción que genere

ingresos, toda conexión con la economía nacional tenía que venir a través de las ganancias

de los contratistas peruanos y los programas de gasto público hechos posible gracias a los

ingresos del gobierno del guano. Sin embargo, para el modelo de enclave ni siquiera estos

flujos existirían. Sostiene que el Perú obtuvo poco, más allá de la absorción inicial de

bienes de consumo por parte de los adinerados, ya que los incrementos de gasto público

tomaron la forma, en general, de transferencias a los pensionistas y los funcionarios

públicos, la mayoría de los cuales tenían una alta propensión marginal a importar. Levin sí

señala algunos beneficios más duraderos recibidos de la industria del guano, es decir, la

creación de una superestructura financiera, algo de reinversión en la industria azucarera de

reciente desarrollo, y, en los últimos años, un intento frenético de utilizar los ingresos del

guano para la construcción de ferrocarriles, pero éstos se consideran como detalles

adicionales más no como una refutación de la tesis central.

Levin formuló las proposiciones acerca de los flujos intersectoriales de recursos que

constituyen un modelo de enclave. También ofreció un ejemplo histórico interesante. Sin

embargo, su estudio no se metió en hacer los cálculos estadísticos necesarios para evaluar

la aplicabilidad del ejemplo histórico. Sin embargo, estas estimaciones se deben hacer, aquí

y en otros lugares, antes de que realmente podamos estar convencidos de que el concepto

de enclave describe al Perú en la Era del Guano.

Los inicios de estas estimaciones se encuentran en la Tabla 6. Allí se muestra que después de

un par de pobres contratos iniciales, mejores contratos se hicieron, produciendo una

asignación de los ingresos del guano en el que aproximadamente el 30% se destinó a cubrir

los costos, algo menos del 10% a las comisiones de los contratistas, y algo más del 60% a

los beneficios del gobierno. Incluso si tuviéramos que considerar la mitad de los costos a

ser como cargos excesivos que realmente ocultaban los beneficios del contratista, esta

asignación sería equivalente a una tasa impositiva del 71% sobre los beneficios de la

empresa concesionaria de los derechos de exportación. Esta tasa se aproxima en la

actualidad sólo a las industrias de exportación con mayor carga impositiva, y sólo después

de varias décadas recientes de aumento de estas tasas. Más aún, las cifras relativas a las

industrias de exportación actuales se basan en las ventas de exportación FOB en lugar de

Page 27: Crecimiento y Guano en El Perú Del Siglo XIX

las ventas finales en los mercados extranjeros. Hoy en día los gobiernos latinoamericanos

reciben prácticamente nada de los ingresos generados dentro de la red de distribución

internacional a través del cual van el flujo de sus exportaciones.

El beneficio potencial obtenido de un sector de exportación se puede evaluar de manera

más general, no sólo por los impuestos recaudados sino por la totalidad de los flujos de

ingresos, incluidas las transferencias que van desde la industria de exportación a la

economía nacional. El tamaño de estos flujos de ingresos con respecto al valor total de las

exportaciones ha sido la base para la evaluación de Reynolds de la industria del cobre

chileno, así como para la evaluación de Levin de los sectores de exportación en general y

del guano peruano en particular. Estos flujos, llamados valor retornado por Reynolds, sólo

proporcionan una medida aproximada a lo que nos interesa: los encadenamientos hacia

atrás, es decir, la inversión y la respuesta innovadora de la economía nacional a una mayor

demanda de su producto, por lo que el beneficio medido por flujo de ingresos muestra sólo

el potencial.

Los flujos de valores retornados se identifican con bastante rapidez en el caso de Guano. Se

componen de los costes laborales en las islas guaneras, los beneficios de los que abastecían

a los buques de la flota del guano, los beneficios del contratista en los casos en que los

contratistas eran peruanos, y los ingresos netos del gobierno peruano. Con respecto a los

costos de mano de obra, lo primero que se debe tener en cuenta es que el tamaño de la

fuerza de trabajo era minúsculo. Se observó, por ejemplo, que cerca de 1.000 trabajadores

estaban trabajando en las islas de Chincha en 1853, a cada trabajador se le asignaba una

cuota diaria de cuatro toneladas. Incluso si asumimos que la productividad laboral se redujo

a sólo dos toneladas por hombre para 1869-1870, esto haría que nuestra estimación de la

fuerza de trabajo se infle a sólo unos 1.600, y todavía se llegaría a la conclusión de que los

costos de mano de obra del bienio eran probablemente menos de 4% de los costos

totales. Considerando al guano en la misma forma que las industrias de exportación se ven

hoy, como industrias nacionales que producen un producto valorado a precios f.o.b., listos

para la exportación, el guano era un monopolio sin costo. Era una versión del manantial de

agua mineral de Cournot, con una sola persona embotellando el agua.

En el cálculo del valor retornado por lo tanto, los costos laborales eran demasiado pequeños

para ser dignos de consideración, dado lo inevitablemente aproximado de las

estimaciones. En cuanto a los beneficios de quienes abastecían a los buques, no hay

información disponible, pero probablemente también eran de importación menor. La

variación de la cuota del valor devuelto en el transcurso de la Era del Guano fue producido

por lo tanto sólo por los cambios en la nacionalidad de los contratistas, y por los cambios

en el éxito del gobierno en el logro de buenas negociaciones. Siguiendo estos cambios, la

Era del Guano se divide en tres periodos. El primero, desde 1841 hasta 1849, fue uno de

generalmente malas negociaciones y, en general, de contratistas extranjeros. La proporción

del valor retornado obtenido por el gobierno de las exportaciones ascendió a poco más de

33%. Esta proporción subió hasta un 65% con el Contrato de Gibbs de 1849, sin embargo, y

aumentaron en los últimos años a través de una decisión del Congreso de que las

licitaciones posteriores debiera dar preferencia a los peruanos. Para los siguientes 20 años,

todos los más grandes contratos fueron a peruanos, así que el valor retornado ascendió a la

Page 28: Crecimiento y Guano en El Perú Del Siglo XIX

suma de los beneficios del gobierno, las comisiones de los contratistas, y recargos a los

costos que realmente constituían beneficios ocultos de los contratistas. Como se muestra en

el cuadro 6, los dos primeros de estos elementos llegaron a alrededor del 70% del valor de

venta final, y los tres juntos por lo tanto, se puede estimar en algo en torno a un 75% de las

ventas finales.

La era de los contratistas peruanos terminó de golpe en 1869, cuando el gobierno canceló

todos los contratos vigentes en ese momento y entró en un acuerdo individual con la casa

francesa de Dreyfus. El cambio produjo una explosión política, ya que los contratistas

desposeídos se contaban entre las personas más ricas e influyentes en el Perú, por el simple

hecho de haber tenido los contratos. Esta oposición se ha reforzó considerablemente por un

sentimiento nacionalista muy ofendido por la entrega de las principales exportaciones del

país a manos extranjeras. Aquí, en efecto era un clásico entreguismo.

Debido a la confusión de esta revoloteante controversia, incluso el infatigable Rodríguez

modestamente se abstuvo de la elaboración de un balance final. La inmodestia flagrante del

autor de este artículo es sin embargo totalmente evidente en la Tabla 6. Algún sentido

residual de propiedad exige que resultados tan poco usuales sean explicados, y eso es lo que

la Tabla 7 intenta hacer.

Los resultados son inusuales, ya que no dan margen para que Dreyfus pueda haber cubierto

sus costos. Las cifras sugieren que el Perú exprimió totalmente a Dreyfus. Esta

interpretación se encuentra tan lejos de la sabiduría histórica convencional con respecto al

Contrato Dreyfus que no se puede sostener únicamente sobre la base de los cálculos que

aquí se presentan. A pesar de algún intento de impartir un sesgo a la baja a la participación

de Perú, en particular en la elección de los precios de venta finales, errores podrían haberse

introducido en los cálculos en demasiados lugares. Los datos sí parecen, sin embargo,

suficientes para una conclusión más modesta: que la cuota de valor retornado establecido

por acuerdos contractuales anteriores se incrementó en virtud del Contrato

Dreyfus. Comenzando con el Contrato de Gibbs de 1849, el gobierno peruano lo hizo

bastante bien para sí mismo en la negociación de guano. La última línea del cuadro 6 podría

sugerir un mal contrato al final de la Era del Guano, pero en realidad sólo guano de baja

calidad quedaba para 1877: los rendimientos por tonelada se redujeron mientras los costes

no se alteraron. El agotamiento total y el colapso total estaban a sólo unos pocos años de

distancia.

Si se pudiera volver a utilizar la historia reciente de la industria del cobre chileno como un

estándar de comparación, debemos concluir que la cuota de valor retornado del comercio

del guano fue muy alta. Como hemos visto, esta proporción se mantuvo por encima del

70% después de 1849, por el contrario, la cuota de valor retornado del cobre chileno

aumentó constantemente pasando de 37% en 1925-29 al 60% en 1955-59. Más aún, cabe

recordar que la cifra del guano está sesgada hacia abajo por estar basada en el valor final de

venta y no en el valor FOB de exportación. De hecho, prácticamente todos los gastos se

hace después que se hace la exportación, y las ganancias de los contratistas se derivan del

transporte, almacenamiento y los servicios de distribución, de lo que se deduce que el 100%

del valor FOB tuvo que ser retornado al Perú.

Page 29: Crecimiento y Guano en El Perú Del Siglo XIX

La conclusión un tanto sorprendente de este ejercicio estadístico es que, lejos de ser un

enclave típico, el sector de guano del Perú era, en comparación a lo que son los sectores de

exportación, la antítesis misma de un enclave. Por su propia definición, un verdadero

enclave no da ninguna oportunidad para el desarrollo nacional, porque no hay flujos de

recursos bajo el control de los tomadores de decisiones nacionales. Por el contrario, en el

caso del guano, una bonanza fiscal se presentó para quienes controlaban el erario público

peruano. La oportunidad fue tremenda, pero debemos preguntarnos qué se hizo con ella.

La Tabla 8 muestra cuán completamente la bonanza del guano transformó el sistema fiscal

peruano. La tabla comienza con 1846-47, no sólo los primeros años de los que tenemos las

cuentas muy detalladas, sino también una línea de base útil, ya que el guano todavía no

había tenido gran impacto en las finanzas públicas. El gran salto en los ingresos del guano

vino a mediados de la década de 1850, en 1857 los ingresos sólo del guano era mayor que

los ingresos totales del gobierno tan sólo tres años antes. En las filas de 1861-66, vemos la

estructura de ingresos después del desarrollo completo del sistema de consignaciones. El

total de ingresos oscilaba alrededor de 20 millones de pesos, un incremento de cuatro veces

del nivel de 1846-47, y la proporción del guano había aumentado del 5% en el bienio

anterior a no menos de 75% en 1861-66.

El total de ingresos alcanzó su nivel máximo a principios de la década de 1870 cuando el

Perú estaba recibiendo pagos completos tanto de los contratos de consignación que

expiraban como del Contrato Dreyfus. A partir de 1873 Dreyfus pasó a ser prácticamente la

única fuente de ingresos del guano, y estos estaban en declive a partir de entonces. Durante

el apogeo de la Era del Guano, de 1869 a 1875, los ingresos del guano promediaron cerca

de 30 millones de pesos y de aduanas otros 7 millones con un total un poco más que la

suma de los dos. Así, el guano permitió una expansión presupuestaria en un factor de

alrededor de 8 en un espacio de 25 años, y el erario público se convirtió casi

completamente dependiente de los ingresos y los impuestos del comercio exterior.

La dependencia del comercio exterior se creó no sólo por la expansión del sector externo,

sino también por un recorte en los impuestos internos. A principios de la Era del Guano,

cuando los ingresos del guano estaban subiendo tan rápidamente que parecía seguro que

cubriría todas las necesidades fiscales futuras, cabía esperar que los impuestos impopulares

internos se reducirían. Así, la contribución de Indígenas, un impuesto que pagaban sólo los

indios, fue abolida en 1855. De un solo golpe, se mejoró bastante la progresividad del

sistema tributario, y un remanente de la explotación colonial fue aniquilado, pero al mismo

tiempo, el principal impuesto interno desapareció, asegurando que la crisis fiscal que

acompañaría el colapso posterior de las exportaciones sería aún más grave.

La desaparición de la contribución de indígenas es la razón principal por la que "otros

ingresos" en la tabla 8 se reduce tan drásticamente entre las décadas de 1840 y 1860. Puesto

que las recaudaciones de este impuesto se mantuvieron bastante constantes en 1.400.000

pesos en los años anteriores a su abolición, se puede suponer que los ingresos fiscales no

percibidos desde 1855 hasta 1877, cuando los ingresos del guano se esfumaron habría sido

22 veces esa cifra anual, es decir, 30,800,000 pesos. Dado que el total de ingresos del guano

Page 30: Crecimiento y Guano en El Perú Del Siglo XIX

se estima en 381 a 432 millones de pesos, llegamos a la conclusión de que la proporción de

los ingresos del guano dedicada a la reducción de impuestos para los pobres fue un 7-8%.

La presencia de los ingresos del guano probablemente creó erosión adicional no medible en

otros impuestos, al punto que las presiones para aumentar las tasas o ampliar la base

tributaria se mantuvo débil, mientras la bonanza duró. Sin embargo, no se puede ir

demasiado lejos con especulaciones de lo que podría haber sido, así que la primera

aproximación debe ser también la conclusión final - que alrededor de 7 1/2% de los

ingresos del guano fue utilizado para la sustitución de impuestos, dejando un 92% 1/2 para

la expansión de los gastos. La pregunta importante es, ¿qué tipos de gastos se expandieron?

El cuadro 9 recoge los datos básicos para una respuesta. Tomando 1846-47 como la norma

pre-bonanza, el efecto más evidente del Guano se encuentra en la enorme expansión del

gasto público en los siguientes 30 años. Parte del detalle que se muestra en los totales de las

tablas 8 y 9 es falsa, sin embargo, ya que la inclusión de los préstamos recibidos y los

reembolsos de préstamos consiste en una doble contabilización. La mayoría de los

préstamos eran dispositivos para gastar los ingresos del guano antes de que se hayan

recibido. Dichos ingresos se contabiliza una vez como un préstamo que recibió y de nuevo

como ingresos del guano utilizado para el pago del préstamo. La doble contabilidad se

muestran en los gastos también, así, de hecho, esta doble contabilidad se convierte en

múltiple contabilización ya que los préstamos fueron mediante una refinanciación de cada

vez más compleja. Si no tenemos en cuenta a todos los pagos de la deuda en los totales de

las Tablas 8 y 9, la expansión del gasto de 1847 a los años de apogeo de 1872-1873 es de

unas 8 veces, mientras que la expansión en el lado de los ingresos es aproximadamente 5

veces.

No todo el pago de la deuda deben ser eliminado en la idea de que sirvió como un mero

instrumento para la separación del momento de los gastos del momento de su recepción. Se

ha argumentado que los reembolsos de préstamos, de hecho muchos, consistía en

transferencias que nunca se hubieran efectuado si los ingresos del guano no hubieran

existido. Estas transferencias son un elemento principal de la opinión de que el fisco

peruano malgastó sus recursos durante la Era del Guano.

Casi todas esas transferencias implicaron el reconocimiento de deudas antiguas no pagadas,

contraídas durante las guerras de independencia. La presión para iniciar los pagos se inició

en la década de 1840 en Inglaterra, provocadas directamente por la venta en expansión del

guano que el Perú estaba empezando a hacer en el mercado británico. El gobierno peruano

llegó a un arreglo con sus acreedores británicos en 1849, y con este precedente de pago

establecido, era inevitable que las antiguas deudas a otros países de América Latina, así

como a los ciudadanos peruanos también serian honradas. Durante la década de 1850, las

viejas deudas fueron reconocidas y los pagos comenzaron a Chile, Ecuador, Colombia y

Venezuela. Más aún, se decretó que los varios pagarés que se expidieron a los ciudadanos

peruanos por los ejércitos que cogían alimentos y por los gobiernos provisionales, debería

ser validada por tribunales especiales y ser convertidos en una nueva deuda interna

consolidada. El carácter informal con que se había emitido muchos de esos pagarés, casi

Page 31: Crecimiento y Guano en El Perú Del Siglo XIX

siempre creó algunas dudas en cuanto a su validez, pero se decidió, además, que los

tribunales validantes debieran dar a cualquier demandante el beneficio de la duda.

El gobierno peruano fue sometido a una gran presión diplomática para llegar a un acuerdo

con los acreedores británicos. En el caso de estas otras deudas, sin embargo, es importante

tener en cuenta la mano abierta que el gobierno tuvo al acordar asumir una deuda

sustancial. Estas maneras dan fundamento al argumento de que el asumir las deudas se

puede atribuir directamente a una psicología del guano, y que las deudas nunca se hubieran

pagado si no hubiera habido un boom del guano. La expansión de la deuda interna

consolidada estuvo evidentemente basada tanto en la corrupción como en la

expansividad. Reclamaciones fraudulentas se mezclaron con reivindicaciones reales: la

deuda interna pasó de 4,733,200 de pesos en julio de 1850 a 19,154,200 de pesos en

octubre de 1852. Al darse cuenta de la naturaleza cuestionable de la mayor parte de esta

deuda recién creada, el gobierno temía la posibilidad de que una futura administración

pueda repudiarlo. Para evitar esto, en 1853 entró en contratos secretos con las casas

financieras europeas gracias al que unos 9 millones de pesos del total pasaron de ser deudas

internas a deuda externa. Contratos secretos no pueden mantenerse en secreto por mucho

tiempo, sin embargo, y la indignación pública provocó la Revolución de 1854. Las fuerzas

revolucionarias triunfantes establecieron un tribunal de investigación que declaró más de 12

millones de pesos de la deuda interna consolidada como basada en reclamos

fraudulentos. Sin embargo, la deuda no fue repudiada.

Aparte de estos pagos remanentes de las guerras por la independencia, existe otra categoría

de transferencias que se puede argumentar que no se habrían hecho si los ingresos del

guano no hubieran existido. Estos son los pagos realizados a los antiguos dueños de

esclavos por su liberación, después de la abolición en 1854.

Con la identificación de estos préstamos y los datos de la Tabla 9 tenemos a la mano toda la

información necesaria para la estimación de los usos de los ingresos del guano. Esta

información se pone un poco en orden en la Tabla 10, que explica uno 454 millones de

pesos de gastos inducidos por el guano y alivio tributario. Esta cifra supera nuestras

estimaciones anteriores de los ingresos del guano, pero debemos recordar que la cifra

comparable de los ingresos tanto directos como indirectos del guano. Es decir, los ingresos

aduaneros también se debe incluir. Algunas interpolaciones racionales de los datos de la

tabla 8 permiten llegar a la conclusión de que en la Era del Guano, las recaudaciones

aduaneras produjeron unos adicionales 67 millones de pesos al incrementarse por encima

del nivel de 1847 que fue de 2 millones anuales. Esta estimación sitúa la recaudación total

del guano, tanto directo como indirecto, entre 448 y 499 millones de pesos. Nuestra

estimación de los gastos se encuentra justo en el extremo inferior de este rango, lo que

sugiere un posible déficit de hasta 45 millones de pesos. Esta discrepancia puede deberse en

parte a los gastos financiados con préstamos que no llegaron a incluirse en el presupuesto

ordinario. La compra de buques de guerra con una parte de los recursos del préstamo

extranjero de 1865 da un ejemplo de ello. Sin embargo, debemos reconocer la no total

exactitud del ejercicio estadístico, y concluir que la correspondencia final entre fuentes y

usos de los ingresos es buena.

Page 32: Crecimiento y Guano en El Perú Del Siglo XIX

Consolidando los encabezados de la tabla 10 nos encontramos con un resumen final sobre

los usos de los ingresos del guano:

¿Quién, podemos preguntarnos, son estas personas clasificadas como receptores de los

ingresos del guano? ¿Dónde encajan en la distribución del ingreso? Hemos identificado

como beneficiarios de la reducción de impuestos a los indios, la clase más pobre en el

Perú. No nos importa quienes eran los extranjeros, y en cuanto a los ferrocarriles

suponemos que el Perú recibió un valor, en los rieles colocados, por el valor pagado, es

decir, que los gastos del ferrocarril no eran transferencias disfrazadas. Los destinatarios

peruanos de los pagos de transferencia eran un conjunto mixto: incluye los antiguos

propietarios de esclavos pagados 300 pesos por esclavo, pero la mayor parte de ellos eran

los titulares de los pagarés debidamente certificados por los tribunales de validación. La

mitad de ellos que ganaron sus bonos a través del fraude están acusados de haber tenido

éxito en virtud de sus conexiones políticas. La otra mitad que realmente extendió préstamos

a los ejércitos revolucionarios se puede presumir que era gente con ciertos medios en la

década de 1820 y quizá también en la década de 1850. No se puede asegurar que todos los

destinatarios de los pagos de transferencia del Perú eran ricos en la década de 1850, pero

incluso si lo fueran, también hay que señalar que recibieron sólo un octavo del total de los

ingresos del guano. Si se trata de argumentar que los ingresos del guano se disiparon en los

adinerados, cuya propensión a importar era tan alta, el argumento no puede sostenerse

dadas las características sociales y económicas de los que recibieron los pagos de

transferencia a través de la deuda pública. Después de prevenir sobre la falsa precisión de

dar cifras expresadas con una precisión al medio por ciento, todavía se puede concluir que

su participación simplemente no era lo suficientemente grande. El argumento que respalda

la idea del enclave debe descansar, ya sea en el ingreso extra-presupuestario de los

contratistas peruanos, o en las propensiones económicas de la burocracia civil y militar,

pues su participación en el presupuesto fue claramente la más importante.

En cuanto a la burocracia, primero tenemos que preguntar qué tipo de gastos están

incluidos en la categoría. La Tabla 11 muestra parte de la respuesta, basándose en la

información más detallada que se encuentra en los presupuestos a comparación de lo que se

encuentra en las cuentas auditadas. Aunque las categorías de esta tabla están muy lejos de

poder ser relacionadas con los niveles de ingreso, sin embargo, parece bastante seguro de

que los incrementos de gastos no estaban concentrados en las manos de unos pocos

ricos. Los pagos de pensiones aumentaron considerablemente, sin duda, pero para empezar

eran tan bajos que su incremento consumió sólo una sexta parte del incremento total. En

cuanto a los salarios, hallamos la curiosa sugerencia de que salarios más altos fueron

Page 33: Crecimiento y Guano en El Perú Del Siglo XIX

cayendo! Esto es visto por la disminución de la proporción correspondiente a los generales,

y se ve corroborada por cambios en los salarios de los civiles. Aquí hay algunos ejemplos

representativos:

En general, los bajos salarios subieron más que los salarios altos, pero ninguno parece

haber aumentado en términos reales. Varios errores son posibles aquí, por ejemplo, la

experiencia del siglo XX en incrementos de sueldo que se escondían en las publicaciones

del Presupuesto podría haberse llegado a desarrollar antes de 1869. Sin embargo, la

evidencia prima facie apunta a la conclusión de que la administración pública no se amplió

en gran medida ni en números ni en ingreso real, y que la expansión de los pagos de

salarios militares representó un aumento en el número de hombres en armas y no aumentos

de los salarios reales de la clase oficial.

Más de un tercio del incremento total cae en una categoría residual civil que exige

clasificación. El total de 1869/70 se divide de la siguiente manera:

Aquí, entonces, hallamos los primeros pasos hacia el uso de los fondos públicos como

instrumento para fomentar el desarrollo económico. Nuestros números sugieren que

aproximadamente el 18-19% (es decir, el 35% del 53,5%) del total de ingresos del guano

fue dedicado a dicho uso. Este porcentaje supera con creces la cantidad de los pagos de

transferencias recibidas por los peruanos a través de la consolidación de deuda y la

liberación de esclavos, sin embargo, el menor flujo es notorio, mientras que el más grande

Page 34: Crecimiento y Guano en El Perú Del Siglo XIX

es totalmente ignorado. En dicha selección de los datos se ha construido la "leyenda negra"

de la Era del Guano.

Es hora de resumir el tema del guano. Este extraordinario sector exportador era un

monopolio casi sin costo, pero no era un enclave. A lo largo de sus agitados 40 años de vida,

unos 11-12 millones de toneladas fueron enviadas a los agricultores extranjeros,

acumulando 750 millones de pesos en ventas finales. De este total, las Arcas Peruanas

recibieron 381-432 millones en ingreso directo, una proporción de 57-59%. Los contratistas

peruanos pueden haber recibido hasta 60-80 millones, mientras que controlaban el

comercio del guano. Por lo tanto, el valor total retornado viene a ser 65-71% del valor final

de venta, una cifra extraordinariamente alta que hace del guano la antítesis de lo que

normalmente entendemos por el término enclave.

Al mirar el detalle de la lista de usos de los ingresos del guano, los destinatarios que se

puede esperar tengan alta propensión a importar representan menos de la mitad del

total. Los tenedores de bonos extranjeros, tenedores de bonos peruanos, los jubilados del

gobierno y contratistas nacionales recibieron tal vez 37-39% del total de ingresos del guano

que el Perú recibió. Además, incluso si suponemos que todos los bienes consumidos por

estos grupos fueron importados, la propensión marginal a importar no podría haber sido

mucho mayor a 0,5, ya que los servicios consumidos directamente, los márgenes por la

distribución de las importaciones y almacenamiento habrían cubierto la otra mitad del peso

marginal. La conclusión es inevitable: Los ingresos generados por el guano deben haber

creado una demanda importante de bienes y servicios producidos por la economía

nacional. Aparte de la evidencia de los flujos de ingresos analizada en este documento, la

justificación más directa de esta conclusión proviene del hecho de que la inflación

doméstica avanzó rápidamente durante este período. La falta de demanda, la hipótesis del

modelo de enclave, distorsiona la realidad del Perú en la Era del Guano.

V

Dejando de lado el modelo de enclave, no debemos saltar a la conclusión de que la

economía nacional fue estimulada a un desarrollo que nuestros ojos del siglo XX puedan

considerar como satisfactorio. Muy por el contrario, la visión estereotipada de bajo

crecimiento y despilfarro extravagante es probablemente un punto de vista

correcto. Problemas con los datos hacen que sea difícil infundir cierto rigor estadístico en

esta percepción general. Sin embargo, no podemos dejar el tema sin intentar algunas

observaciones sobre las dimensiones del crecimiento económico durante la Era del Guano,

y también sobre el contraste entre lo alcanzado como crecimiento actual y el crecimiento

potencial.

¿La economía peruana, con todas sus dificultades, habrá realmente crecido durante la Era

del Guano? Sin duda lo hizo, ya que comenzó el período en un estado de miserable pobreza

y postración. "En Lima me llamó la atención el cambio que había tenido lugar desde mi

anterior visita", escribió el estadounidense Charles Wilkes al visitar el Perú en 1839, 18

años después de una estancia anterior. "Ahora todo es señal de la pobreza y la decadencia,

un triste cambio de su antiguo esplendor y riqueza. Este aspecto se observa no sólo en la

Page 35: Crecimiento y Guano en El Perú Del Siglo XIX

ciudad, sino también en los habitantes... Es de verdad posible que se le designará una

ciudad en declive. Las paredes descuidadas y viviendas en ruinas, la falta de agitación y de

vida entre las personas, son evidencias de esta triste decadencia”. Revisando informes no

publicados de impuestos, Kubler escribió: "El recaudador de impuestos provincial (de

Huamalíes) en 1842 se lamentaba de la desintegración de la vida económica de la

provincia, la decadencia moral de los ciudadanos, y la degeneración alarmante del nivel de

vida desde 1800 ... En Conchucos, el recaudador se lamentaba la devastación de la

provincia por las tropas republicanas, y el deterioro de los mercados internos para los

productos provinciales debido a la inundación de la economía por las importaciones

extranjeras".

La posibilidad de crecimiento económico desde este nivel tan atrasado, puede ser

examinada a través de las tendencias en las tasas de los salarios reales, en la distribución

regional de la fuerza laboral, y en la estructura ocupacional. Los datos disponibles son, por

decir lo menos, irregulares. La encuesta de salarios y precios llevada a cabo en 1870

concluyó que a un trabajador libre se le había pagado tres o cuatro reales diarios en 1854, y

de seis a ocho reales en 1869. En 1877, a los trabajadores agrícolas alrededor de Lima se les

pagaba dos soles por día. El generalmente confiable Martinet añade que los salarios de la

Sierra no había cambiado desde 1854, pero su estimación de entre cuatro y ocho reales

diarios supera los niveles de 1854 para la ciudad de Lima.

Estas cifras salariales tienen poco significado sin deflactarlas con un índice de costo de

vida. Lo mejor que podemos calcular se basa en los precios de los alimentos que también se

reportaron en la encuesta de 1870. Ellos indican un aumento general de precios inferior a

75%. Productos producidos en el país, cuando se combina en un índice con uso de

ponderaciones de un estudio reciente, muestran un aumento del 76 por ciento entre 1855-

69. Cuando se introduce el pan en el índice y se supone que su precio se mantiene

constante, ya que los precios del trigo importado se mantuvieron constantes durante el

período, entonces el aumento del costo de vida llega a sólo 32%.

Por consiguiente, concluimos con mucha cautela que los salarios reales en Lima se elevaron

durante este período medio de la Era del Guano, y que este aumento puede haber sido hasta

de un 50% en un lapso de catorce años, o tres por ciento anual.

Si los salarios reales habían aumentado considerablemente, el aumento debió haber tenido

lugar en las localidades de particular expansión económica, haciendo que los trabajadores

emigren a esas localidades. Luego los incrementos salariales se difundirían a toda la

economía, pues la migración interna restringiría los mercados laborales en las zonas más

estancadas.

En realidad, muy poca migración parece haber tenido lugar de las áreas de bajos salarios a

las áreas de salarios altos durante el siglo XIX. Somos afortunados de tener estas áreas bien

definidas por comisiones especiales que determinaron el salario vigente para el trabajo

común en todos los rincones del país en 1866. Sus esfuerzos, que formaban parte de un

esfuerzo fallido de imponer un impuesto sobre la renta de los trabajadores comunes, fueron

registraron debidamente por Rodríguez.

Page 36: Crecimiento y Guano en El Perú Del Siglo XIX

En la Tabla 12, la estructura salarial de 1866 se utiliza para rastrear los cambios en la

distribución geográfica de la población, e implícitamente de la fuerza laboral, desde 1795

hasta 1940. El salario promedio nacional que se muestra en la última línea de la tabla varía

sólo a través de cambios en la distribución regional de la fuerza laboral. Estas cifras de

salarios muestran que durante la primera mitad del siglo XIX, la economía peruana estuvo

retrocediendo. El aumento de la población en áreas de salario bajo, la economía de

subsistencia de la Sierra, fue mayor que en las zonas costeras de altos salarios. Kubler llega

a la misma conclusión mediante el examen de la evolución demográfica por castas más que

por región: "en general, los cambios en la mayoría de castas entre 1826 y 1854 parecen

estar relacionados con la alarmante disminución económica de principios de gobierno

republicano". Una trayectoria centenaria de disminución en la participación indígena en la

población total se invirtió, el porcentaje de indios pasó de 57,6% en 1795 a 59,3% en 1826-

54.

En el período posterior a 1850, sin embargo, la población creció algo más rápido en las

áreas de salarios altos. Una parte de este resultado proviene simplemente de la importación

de culíes chinos, pero en el cuadro 12 se indica que la población no asiática también se

desplazó hacia áreas de salarios altos durante la Era del Guano. Esto indica que los salarios

medios reales para la economía en su conjunto aumentó un poco más de lo indicado por los

incrementos salariales específicos a una región concreta como la ciudad de Lima.

Sin embargo, el aumento salarial promedio inducido por el cambio regional fue minúsculo,

con un promedio sólo de 0,2% por año desde 1850 hasta 1862, y aproximadamente el

mismo para 1862-1876. Baja como fue esta tasa, se hizo aún más baja, alrededor de 0,1%

anual, durante 1876-1940. Este resultado difiere ligeramente de las cifras de Kubler, que

muestran que la tasa anual de disminución de la proporción indígena de la población total

fue algo más rápida en el período 1876-1940.

La distribución ocupacional de la fuerza laboral de Lima, está disponible para dos años en

la Era del Guano, 1857 y 1876, como se muestra en la Tabla 13. Los cambios en la

composición de la fuerza laboral durante el período indicado dan pocos indicios de

expansión económica. Mientras que la población de Lima se incrementó un 6%, la fuerza

laboral disminuyó en un 17%. La disminución del empleo en las actividades industriales,

desde 9267 a 6519, no es sorprendente. Aunque los artesanos habían sufrido

considerablemente por la competencia de las importaciones antes de 1857, se encontraron

en dificultades competitivas continuas. Los sastres y modistas de la industria del vestido

formaban el grupo ocupacional más numeroso en el sector industrial. La contracción en su

número da testimonio del hecho de que, si bien el nivel de protección arancelaria dado a

confecciones fue en general el más alto hallado en la lista arancelaria del Perú, el nivel

ofrecía poca protección a la industria local.

Las otras áreas importantes de contracción del empleo estaban en el comercio y los

servicios personales. Dado que las categorías de cocinero y lavandera absorbieron la

totalidad de la pérdida de empleo en los servicios personales, surgió la sospecha de que los

cambios aparentes en la estructura del empleo fueron en realidad causadas por los cambios

de definición con respecto a trabajadores a tiempo parcial femenino. Las tabulaciones

Page 37: Crecimiento y Guano en El Perú Del Siglo XIX

separadas de la Tabla 13 para la fuerza laboral masculina se hicieron con la finalidad de

evadir este problema. Pero la conclusión sigue siendo la misma: el empleo total se redujo,

mientras que la población total estaba subiendo.

Las estadísticas de Fuentes de 1857 incluyen una estimación de 5.531 como el número total

de adultos varones "sin profesión ni ocupación conocidas". Dado que Fuentes sugiere que

"este dato puede servir para apreciar el estado de moralidad del pueblo y el gran número de

individuos que viven en la ociosidad", se puede tomar esta cifra como una aproximación

del total de desempleados. Aun teniendo en cuenta la inclusión inadecuada de algunos

hombres que, por razones de discapacidad o de "ociosidad", no estaban buscando trabajo

activamente, la tasa resultante de desempleo estimado del 16,1%, sin embargo es

sorprendentemente alta. Dado que no tenemos idea del nivel de edad utilizado por Fuentes

en la definición de la población adulta, se intenta una estimación similar con datos de 1876

simplemente asumiendo que la población masculina adulta era el mismo porcentaje de la

población masculina total como lo fue en 1857. Este supuesto nos da una estimación de

7,967 hombres adultos sin profesión en 1876, y sugiere que la tasa de desempleo aumentó

durante el período de 16,1% a 23,4%. Esta evolución de la estructura de la fuerza laboral de

Lima sugiere un estancamiento económico.

Nuestros tres indicadores de crecimiento económico por lo tanto nos han dado señales muy

diferentes. Los cambios en la composición regional de la mano de obra sugieren un

crecimiento más que retraso, pero sin duda indican nada más que una tasa de crecimiento

baja que se va frenando. Frente a dos indicadores de un bajo crecimiento o estancamiento,

las estimaciones oscuras de aumento de los salarios reales parecen muy oscuras. Podemos

concluir sólo muy tentativamente, por lo tanto, que cualquier crecimiento experimentado

por la economía peruana durante la Era del Guano fue lento en el mejor de los casos.

Cuando nos alejamos de la realidad del crecimiento al potencial de crecimiento, nuestra

preocupación se va hacia la generación de excedentes. ¿Fue la economía peruana capaz de

generar un excedente de un tamaño tal que, si se hubiera invertido de manera productiva,

una tasa de crecimiento importante hubiera resultado? Para responder a esta pregunta

necesitamos una estimación de los excedentes generados como porcentaje del producto

nacional. La estimación del excedente no presenta ninguna dificultad: nos interesa en

particular el excedente representado por los ingresos del guano, por lo que los ingresos del

guano es nuestra estimación. Estimaciones del producto nacional se obtienen con mayor

dificultad, sin embargo. Hemos suministrado sin miedo una estimación, que se resume en la

Tabla 14. La metodología se revisa en un apéndice, donde se verá que las cifras se basan en

precios corrientes en 1877, y se asume que los precios se duplican entre 1866 y 1877. Eso

nos da un ajuste rápido al PNB a precios corrientes en años anteriores también. Suponiendo

que no hay cambio en la productividad y ajustando la cifra de 1877 sólo por los cambios en

los precios y el tamaño de la fuerza laboral, las estimaciones del PNB para 1866 y 1870

sale aproximadamente S/110,000 y S/.159,000 respectivamente.

El valor final de venta del guano, expresado como porcentaje del producto nacional, se

situó en alrededor del 21%, 19 1/2%, y 11 1/2% en 1866, 1870 y 1877,

respectivamente. Puesto que queremos examinar el tamaño relativo de los excedentes

Page 38: Crecimiento y Guano en El Perú Del Siglo XIX

disponibles, debemos recordar de una estimación anterior que los pagos a los contratistas

privados y al gobierno peruano ascendieron a cerca de dos tercios del valor de venta final,

por lo que estos porcentajes también se debe reducir en dos tercios.

El potencial de los ingresos del guano para transformar la economía nacional se deterioró

progresivamente por el aumento del precio de los productos nacionales y de los factores en

relación con el precio del guano. Es por eso que la relación excedente / PNB se redujo con

el tiempo. Sin embargo, las oportunidades de crecimiento presentado por los ingresos del

guano, sobre todo en las décadas de 1850 y 1860, fueron evidentemente enormes. Una tasa

de ahorro de 15% tiene el potencial para generar una tasa de crecimiento de 3.5% del

PNB. Parece razonablemente claro que el Perú no se acercó a tasas de crecimiento de esta

naturaleza.

Esta conexión convencional entre las tasas de ahorro y las tasas de crecimiento implica que

los problemas relacionados al concepto de capacidad de absorción han sido resueltos. Esto

implica que una economía posee las habilidades empresariales, experiencia organizativa y

la estructura social, para que utilice los fondos de inversión con eficacia. Es una pena que

estas cualidades faltaban en el Perú del siglo XIX. De hecho, vamos a argumentar en la

sección siguiente que la experiencia del guano, al tiempo que proporcionó un excedente de

recursos suficiente para un rápido crecimiento, también contribuyó a la destrucción a largo

plazo de estas otras cualidades sociales y empresariales que constituyen la condición sine

qua non del crecimiento y el desarrollo .

VI

El bajo crecimiento y el despilfarro que ha caracterizado al Perú en la Era del Guano, en

gran parte, deriva directamente de la naturaleza del sector del guano. En términos

puramente económicos, el problema de la economía peruana no fue que los ingresos del

guano pasaron por alto a la economía nacional. Más bien, estaba en lo que los ingresos del

guano hicieron a la estructura precio-costo.

Con sus minas de plata en decadencia, el Perú estaba relativamente aislado de la economía

mundial antes de la Era del Guano. Luego, cuando los ingresos del guano se esparcieron a

través de la economía peruana, aumentó los costos y precios internos y empujó a los

consumidores cada vez más hacia la compra de importaciones. Las importaciones

inundaron el Perú al tiempo que experimentaba un cambio repentino y drástico en la

ventaja comparativa.

La composición y la magnitud de esta inundación ha sido seguida por Bonilla a través de

los datos de exportación franceses y británicos. A partir de estas fuentes, él constató que las

importaciones peruanas se habían expandido en la trayectoria siguiente:

Page 39: Crecimiento y Guano en El Perú Del Siglo XIX

Las importaciones se habían expandido rápidamente a través de las décadas de 1830 y

1840, promediando un incremento anual de 5,6% a partir de 1830/34 a 1845/49. Pero la

inundación realmente se dio a principios de la década de 1850. En el espacio de tan sólo 4

años, de 1847 a 1851, el valor de las importaciones casi se duplicaron y luego se

mantuvieron o superaron ese nivel tan alto por el resto de la Era del Guano. Más que

cualquier otra cosa, la inundación fue una avalancha de productos textiles: algodones

británicos, sedas francesas y lana de ambos países. Estos textiles representaron un 73% de

las importaciones totales anglo-francesa en 1840-1844, y 58% en 1850-54 después del auge

de importación.

La composición de las importaciones se elabora a partir de fuentes peruanas en la Tabla 15,

que se refiere sobre todo al Callao solo. Además de los textiles, vinos franceses y vestidos

figuran prominentemente, especialmente en los primeros años. La fineza de las

exportaciones francesas fueron tales que la parte de Francia del total de las importaciones

peruanas parece una aproximación razonable a la participación de bienes de lujo. Esta

proporción se mantuvo bastante estable entre 1857 y 1867, oscilando entre el 36 y el 41%,

pero para 1877 había bajado a menos del 20%.

Las importaciones se diversificaron durante el período. Textiles aumentó ligeramente en

valor total, pero su participación disminuyó de 45% en 1857-59 a 30% en 1877. La

proporción de trigo chileno, los vinos y licores europeos también se redujeron del 13% y

9% respectivamente en 1857 a 7% y 3% en 1877. La expansión más notable tuvo lugar en

la categoría residual denominada "manufacturas, etc.", su participación casi se duplicó, del

22,4% al 43,3%, entre 1857 y 1877. Los componentes más importantes en 1877 fueron el

carbón (30% de los S/.6,540,000 de manufacturas, etc., importados al Callao), materiales

libres de impuestos para las obras públicas (5,5%), tablones de pino (4,3%), velas (3,5% ),

papel (3,4%), barras de hierro y placas (3,4%), mercurio (3,3%), y aceites lubricantes

(2,2%).

La lista de países proveedores también se diversificó. Gran Bretaña, Francia (incl. Panamá)

y Chile capturaron 88,6% de las importaciones al Callao en 1857. En 1877 su participación

había bajado al 70,5%, aunque la participación de Gran Bretaña había aumentado desde

29,8 hasta 43,3%. Entre los proveedores con incrementada importancia Alemania figuró a

la cabeza, su participación se elevó de un promedio de 6,0% para 1857-1859 a 9,6% para

1877. La participación de EE.UU. aumentó del 2,6% al 7,5% durante el mismo tiempo. Es

evidente que el comercio de exportación de EE.UU. al Perú no logró alcanzar el potencial

Page 40: Crecimiento y Guano en El Perú Del Siglo XIX

esperado por el cónsul inglés Ricketts, cuando se lamentaba de las ventajas competitivas de

los astutos comerciantes yanquis en la década de 1820.

Este flujo de importaciones planteó una amenaza mortal para todos los talleres productores

de sustitutos de importaciones. Se precipitó una lucha en torno a la política arancelaria que

había comenzado en los primeros días de la República y resurgió periódicamente a lo largo

del siglo. El curso de la lucha durante la Era del Guano se hace evidente en los datos de

aranceles de la Tabla 16. El primer Reglamento de Comercio de 1826, no escatimó palabras

respecto a la intención proteccionista. Después de establecer un arancel general de un 30%

para la mayoría de los productos, indicaba: "se gravan como perjudiciales a la agricultura o

industria del estado con un ochenta por ciento los artículos siguientes..." La lista que siguió consistió en aguardiente, jabón, sombreros, prendas de vestir, zapatos, nitratos, herraduras

de caballo, azúcar, algodón en bruto, telas de lana gruesa (tocuyos y bayetones), tabaco,

aceite de cocina, velas, cuero y muebles. En definitiva, cualquier importable que se

produjera en el Perú.

Dos fuerzas se combinaron para minar la posición proteccionista. En primer lugar, las

autoridades aduaneras fueron incapaces de controlar el contrabando y la corrupción en un

ambiente que había hecho esas actividades tan lucrativas. En 1828 el gobierno pasó de altos

aranceles a prohibiciones directas, más fácil de tapar agujeros en la pared de protección de

fugas, pero fue en contra de contrabandistas de gran inventiva. Comerciantes yanquis, por

ejemplo, fueron capaces de añadir marcas falsificadas de manufacturas peruanas a los

paños de algodón que tuvieron poca de dificultad en hacerlos pasar por tocuyos peruanos.

En segundo lugar, el poder de los defensores del libre comercio, en particular los

comerciantes que participaban en la importación, resultó irresistible. Su poder derivaba en

parte de la enorme respetabilidad intelectual del laissez-faire, que en la plenitud de su

influencia podía convencer a un cónsul británico a escribir: "[Perú] no tiene manufacturas

de la más mínima consecuencia, no es probable que tenga alguna llevada a cabo por los

nativos durante muchos años pues no poseen alguno de los elementos esenciales para su

establecimiento, ni es deseable que se lo promueva". El poder de los comerciantes también

derivaba de su fortaleza financiera. Cuando en un momento de crisis fiscal el gobierno se

dirigió a los comerciantes más importantes de Lima, la mayoría de los cuales eran

británicos, se aseguró un préstamo mísero sólo a condición de que a los comerciantes se les

permitiera la elaboración de una nueva lista de aranceles. Ante tal presión, el retiro del

gobierno del proteccionismo se convirtió en una estampida. El nuevo reglamento de 1833

redujo la lista de artículos prohibidos. Un decreto de 1834 puso un arancel del 45% en

sustitución de la prohibición de suma importancia en el tocuyo. Cuando un nuevo

reglamento se publicó en 1836, la motivación proteccionista en la fijación de aranceles

había desaparecido.

A medida que la inundación de importaciones aumentó cada vez más durante la década de

1840, las clases artesanas aumentaron la presión contra las autoridades públicas. Por último,

en 1849, el Congreso respondió con un regreso al proteccionismo. Criticando a la

legislación existente como insuficiente para limitar esas importaciones "semejante a los que

se elaboren en el país, con notable detrimento de los artesanos del Perú, cuya industria

Page 41: Crecimiento y Guano en El Perú Del Siglo XIX

merece la protección especial del Congreso," la ley defendió cargas específicas

equivalentes al 90% del precio de venta de los sustitutos locales. Esta tasa aplicó a todas las

importaciones previamente sujetas a impuestos ad valorem para los que la sustitución de

importaciones estuviera disponible.

La nueva estructura proteccionista duró menos de dos años. Un nuevo reglamento en

octubre 1851 barrió el proteccionismo arancelario, por segunda vez, y por segunda vez,

cualquier protesta de los artesanos, si es que se llevó a cabo, pasó ignorada por los

historiadores. Sin embargo, con el colapso de este segundo esfuerzo de proteccionismo

arancelario, la inundación de importaciones golpeó con toda su fuerza. Cuando los

artesanos hicieron una protesta digna de mención histórica lo hicieron en las calles en lugar

de en las cámaras legislativas, por medio de disturbios que se extendieron tanto en Lima y

Callao en 1858. Los carpinteros y herreros encabezaron, pero los miembros de los otros

grandes gremios, en especial los sastres y los zapateros, también estuvieron representados.

Los artesanos podían romper ventanas y asustar a los funcionarios públicos, pero al final no

hicieron nada para detener la marcha rápida del Perú a un nuevo patrón de ventaja

comparativa basada en el guano. A través de esta marcha, el Perú se convirtió en una

economía rentista, exportando guano e importando casi todos los productos

manufacturados. De hecho, hacerlo fue lo eficiente, pero el ajuste no se podría lograr con

una reasignación equilibrada de los factores productivos como generalmente se presume en

las abstracciones de la teoría del comercio internacional. Los factores liberados por las

industrias artesanales en contracción no tenían ninguna posibilidad de se absorbidas en una

industria del guano en expansión. Perú presentó un caso clásico del problema de

proporciones de factores, con el resultado de un desempleo crónico y un empeoramiento de

la distribución del ingreso. Este resultado lamentable fue consecuencia directa de la

convicción prevaleciente de las virtudes del libre comercio.

Algunos críticos recientes de libre comercio han mirado a la política arancelaria como el

fracaso fundamental en la historia económica del siglo XIX. Si los aranceles hubieran

protegido la industria nacional, dice el argumento, una base industrial se hubiera

conservado, sobre la que el subsecuente progreso industrial y los mayores niveles de vida

podrían haberse desarrollado. Si bien es fácil criticar a la defensa del libre comercio a partir

de perspectivas más sofisticadas del siglo XX, políticas alternativas deben especificarse

cuidadosamente a la luz de la relación entre aranceles y tipos de cambio. Los aranceles de

hecho podrían haber salvado a ciertas industrias, pero también habrían causado la

apreciación del tipo de cambio y la consecuente erosión de la protección real para otras

líneas de producción. Puesto que parece razonable suponer que la producción de guano era

totalmente insensible a las variaciones del tipo de cambio, entonces un volumen

determinado de divisas estaba destinado a ser ganado y gastado durante la Era del

Guano. Los aranceles podrían haber afectado a la composición de las importaciones, pero

no al volumen general. Además, cualquier influencia sobre la composición hubiera sido

logrado a un costo sobre el bienestar real.

Aranceles generalizados por lo tanto, no habrían servido de nada. La esencia de la política

arancelaria se encuentra en las diferencias arancelarias que dirigen la demanda de

Page 42: Crecimiento y Guano en El Perú Del Siglo XIX

importaciones hacia los productos que no compiten con la ya existente de la industria

nacional, sobre todo si esa industria emplea mano de obra que de otra manera iría

desempleada.

La política del gobierno influyó en la composición de las importaciones de dos formas

durante la Era del Guano. En primer lugar, la protección general concedida a la industria

nacional en las décadas de 1820 y 1840 constituyó una protección diferencial, ya que los

artesanos del Perú producían una tan limitada una línea de productos. Después de 1851, sin

embargo, cuando los gobiernos al parecer ya no se sintieron obligados a ceder ante las

protestas de los artesanos, los aranceles del Perú se caracterizaron por su

uniformidad. Incluso los disturbios de 1858 fueron seguidos solamente por reducciones en

los nuevos aranceles de 1864. Al ser moderado y uniforme en el apogeo de la Era del

Guano, los aranceles del Perú fueron útiles con fines fiscales, pero tuvieron un efecto

insignificante en la asignación de recursos.

El segundo medio por el cual el gobierno modificó la composición de las importaciones se

produjo a través de la compra directa del gobierno de importaciones para la inversión del

ferrocarril. De hecho, cualquier tipo de programa de inversiones hubiera reducido la

demanda de importaciones que competían con la industria nacional al mismo tiempo que

hubiera aumentado la capacidad productiva interna. La inversión en el ferrocarril desvió la

demanda de importaciones casi en su totalidad, ya que prácticamente todos los insumos

eran importados y el multiplicador interno era insignificante.

Sólo de este modo bastante curioso podría el programa de construcción de ferrocarriles ser

considerado un éxito, sin embargo, ya que en términos de rentabilidad social por gasto de inversión sin duda fue un desastre. Tenemos que hacer concesiones para el espíritu de la

época: en todo el mundo en el siglo XIX, los ferrocarriles fueron vistos como el gran

civilizador, el precursor de la industrialización y el progreso económico. Hay que recordar

también una dificultad particular del Perú con el transporte interno: aquí descansa un país

dispersos en los Andes, articulado tenuemente por los laboriosos esfuerzos de recuas de

mulas. Pero incluso teniendo en cuenta estos factores, hay que concluir que el gasto en el

ferrocarril se llevó a cabo con una imprudencia increíble. Incitado por la pompa y la

adulación de Henry Meiggs, el gobierno peruano decidió impulsar los ferrocarriles a través

de cañones y a alturas tales que ninguna locomotora había atravesado jamás en el resto del

mundo, ni antes ni después. Sin importar que las regiones andinas a ser conectadas con el

mundo moderno estaban escasamente pobladas y eran improductivas, los ferrocarriles

crearían su mercado. Dos enormes emisiones de bonos se flotaron en Londres, en 1870 y

1872. El gasto así financiado se expuso en la Tabla 9: la construcción del ferrocarril ni

siquiera estaba en el presupuesto del gobierno en 1867, pero en 1872 consumía el 57% del

gasto total! Las obligaciones por el servicio de la deuda eran abrumadoras. Todos los

ingresos del guano tuvieron así un destino fijo, poniendo el déficit público fuera de control

y haciendo inevitable la morosidad. Trabajo en la construcción de todos los ferrocarriles fue

suspendido en agosto de 1875, y la deuda externa entró en moratoria el 1 de enero de

1876. El gobierno peruano había hecho una apuesta tremenda y perdió.

Page 43: Crecimiento y Guano en El Perú Del Siglo XIX

Perú apostó a que la expansión económica inducida por el ferrocarril expandiría los

ingresos del gobierno lo suficiente como para mantener la solvencia. Pero ¿a través de qué

mecanismos se podrían así ampliar los ingresos? El sistema tributario tenía poca

elasticidad, ya que quedaba muy poco en cuanto a impuestos internos y los aranceles de

importación, aunque sí se expandieron, simplemente no podían soportar las necesidades

fiscales de la nación. Los ingresos tenían que venir de la operación de los propios

ferrocarriles.

Sin embargo, ya en 1872 existía una amplia evidencia de que no se ganaría dinero con los

ferrocarriles. Los derechos de operación de la línea de Arequipa, el acabado en primer

lugar, fueron dados a Meiggs mismo en 1870 por un pago anual de alquiler de sólo el 3,6%

de los costos de construcción. En 1872 Meiggs se quejaba de "enormes pérdidas", que

atribuyó a la competencia ruinosa de los trenes de mulas! Cuando el gobierno le ofreció la

operación de la línea Ilo-Moquegua al 3% más adelante en el mismo año, Meiggs

respetuosamente declinó.

Meiggs fue sólo el más espectacular de una larga lista de aventureros extranjeros que

vendieron castillos en el aire al Perú. La desafortunada falta de dirección y la baja

productividad, por lo tanto, de la inversión del gobierno nos lleva hacia otra historia, de la

que sólo se necesita destacar aquí un punto: la mala selección de proyectos de inversión

ofrece la explicación más importante para un crecimiento escaso durante la Era del Guano.

Políticas trabajando el lado de la oferta interna también podría haber afectado a la

composición de la inundación de importaciones. Mejoras técnicas hubieran hecho a la

industria nacional más competitiva y menos necesitada de defensa a través de la protección

arancelaria. Esta mejora se logra poco a poco sin embargo, en el mejor de los casos. Los

comentaristas de los disturbios de los artesanos de1858 que rechazaron los aranceles y en

su lugar instaron por programas de mejora técnica, en efecto no ofrecían nada a los

artesanos. Esto es también lo que el gobierno ofreció. La formación profesional se iba a

mejorar a través de una nueva Escuela de Artes y Oficios, pero las escuelas de este tipo

podrían tener sólo un efecto minúsculo en el nivel de habilidad del artesano promedio y en

la necesidad de protección arancelaria. La brecha tecnológica entre Europa y Perú era tan

enorme que muchos observadores lúcidos concluyeron que la industria nacional estaba

condenada y que el futuro del Perú residía en la agricultura.

Perú en la Era del Guano, entonces, no fue una economía de enclave, sino una economía

rentista, como lo había sido durante su experiencia colonial, cuando las rentas se generaron

a partir de plata en lugar de guano. La economía rentista se caracteriza por su capacidad de

ganar enormes cantidades de divisas a través de la explotación de los abundantes recursos

naturales. El problema económico fundamental de una economía rentista reside en su

tendencia hacia un tipo de cambio sobrevaluado. Esto vulnera el desarrollo de las industrias

que sustituyan importaciones, mientras que al mismo tiempo, no proporciona oportunidades

de empleo en el sector exportador. Altas tasas de desempleo caracterizan a la economía

rentista.

Page 44: Crecimiento y Guano en El Perú Del Siglo XIX

Estos curiosamente perniciosos efectos de una bonanza exportadora se manifiestan

particularmente en las primeras etapas de desarrollo de los recursos naturales, durante la

transición de la ventaja comparativa. Mientras que en una etapa posterior los abundantes

ingresos de divisas sólo inhiben el desarrollo de la industria nacional, la fase de transición

inicial ve la destrucción de las viejas líneas de producción interna, junto con su

acumulación de competencias laborales heredadas. Tal fue el caso del Perú en la Era del

Guano. Influencias extranjeras y empresarios extranjeros invadieron la economía peruana

en un momento de debilidad particular por parte de los empresarios nacionales. Los

comerciantes extranjeros, explotando plenamente su conocimiento de las fuentes

extranjeras de suministro, pronto llegaron a dominar el comercio de importación. Los

intentos de defensa de las empresas nacionales de dicha competencia, ya sea en el comercio

o en las mercancías importadas para ese comercio, fueron socavados por la adopción

generalizada de la ideología del laissez faire.

Quizás el efecto más pernicioso de la economía rentista, y también el más difícil de

documentar, es psicológico. En la economía rentista la riqueza se genera sólo por la

propiedad, no por el esfuerzo. El guano se limitaba a establecer una nueva fase de una larga

historia de siglos durante los cuales las clases altas del Perú habían vivido como rentistas,

no como empresarios. Una sociedad urbana acostumbrada a ser dueña de las minas de plata

y ser dueña de los indios adquirió otros activos en la propiedad colectiva del guano. No es

de extrañar que una sociedad así se queje poco de las incursiones de los comerciantes

extranjeros o la influencia extranjera. En las palabras cáusticas de Duffield, "La ociosidad

entre las clases altas, es decir, toda la población blanca,... es el orden del día, y no es

castigado por nadie."

La psicología rentista dio lugar a un despilfarro y extravagancia en los gastos privados y

públicos. Para los ricos de Lima, apenas en contacto con Europa una generación antes, las

galas de Londres y París se convirtieron rápidamente en el sine qua non de la vestimenta

adecuada y la casa bien equipada. El cenit del consumo conspicuo se alcanzó en las

ocasiones festivas, y los historiadores han conservado registro de esos detalles. En un baile

de 1873, algunos de los vestidos de las damas y joyas asociados, todos obtenidos

especialmente en Europa, costaron de 10.000 hasta 50.000 soles. Aún más pródiga fue la

inauguración del ferrocarril de Arequipa, una celebración de ocho días en que cuatro barcos

fueron fletados con el fin de que los 800 de la élite gubernamental y social de Lima puedan

asistir.

El juicio moral negativo generalmente dado al Perú de la Era del Guano se basa en el

contraste entre tales excesos de consumo y el estado de las masas en estado de miseria,

culíes chinos y peones indios. También se basa en el hecho de que, en la crisis que siguió,

la nación peruana resultó tener una desastrosa preparación. Aplastado por un enemigo

implacable, tanto la economía y la política fueron reducidos a ruinas.

Llegamos a la conclusión, entonces, que las oportunidades de crecimiento del siglo XIX se

perdieron en parte por la destrucción de la clase artesanal que contenía los empresarios que

podían ser necesarios para las etapas más avanzadas del desarrollo, en parte por el cambio

en la ventaja comparativa que reforzó una psicología rentista, en parte por una mala

Page 45: Crecimiento y Guano en El Perú Del Siglo XIX

elección de los proyectos para los fondos de inversión disponibles, y en parte por el fracaso

de las instituciones tradicionales para proporcionar la estructura organizativa necesaria para

etapas más avanzadas de producción, especialmente en el caso de la minería. Muchos

funcionarios peruanos conscientes lidiaron con estos obstáculos, y en muchos casos se

anotó victorias menores. Pero al final ningún esfuerzo humano podría llevar a cabo las

transformaciones masivas necesarias para poner al Perú en un camino de crecimiento

rápido. En 1895 el Perú entró en un nuevo siglo de oportunidades, todavía profundamente

pobre y subdesarrollado. El siglo XIX había terminado, y sus oportunidades se habían ido.