corrupción, cerebro y sentimientos: una indagación neuropsicológica en torno a la corrupción

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Eduardo Salcedo-Albarán María Margarita Zuleta Isaac de León Beltrán Mauricio Rubio CORRUPCIÓN, CEREBRO Y SENTIMIENTOS Una indagación neuropsicológica en torno a la corrupción

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Eduardo Salcedo-Albarán

María Margarita Zuleta

Isaac de León Beltrán

Mauricio Rubio

CORRUPCIÓN, CEREBRO Y SENTIMIENTOS

Una indagación neuropsicológica en torno a la corrupción

Primera Edición Marzo 2007

Este libro no podrá ser reproducido, ni totalni parcialmente, sin el previo permisoescrito del Editor.

© Grupo MétodoTel.: (57) 1 400 5765 [email protected] Todos los derechos reservados.

Diseño Editorial e Ilustraciones:Susana Serrano / [email protected]á, Colombia.

ISBN: 978-958-98142-0-8

Agradecimientos

Método nació bajo la idea original de crear un espacio

editorial y académico para adelantar verdaderas exploraciones

intelectuales sin temor a la censura; este libro es un paso más para

la realización de esa idea. Por esto, el primer agradecimiento es

para Método: la idea y el espacio.

Agradecemos a David A. Sastre, pues leyó y comentó el primer

borrador de este libro; además, revisó con detenimiento los

contenidos sobre biología y fi siología para que éstos fueran

precisos y se ajustaran a los argumentos. Bernardo Guerrero

leyó un borrador más avanzado y nos hizo aportes acerca de las

explicaciones y defi niciones clásicas de corrupción. Paul Bloom

discutió con nosotros algunas ideas acerca del argumento

central que exponemos en este libro. Carolina López adelantó

todas las averiguaciones administrativas y gestiones necesarias

para que la idea inicialmente almacenada en un archivo, se

convirtiera en este libro.

Agradecemos a quienes siempre nos alientan para continuar

con estas aventuras: padres, hermanos, hermanas y parejas.

Capítulo I:Descartes, cerebros y corrupción

Capítulo II:El concepto de corrupción

Capítulo III:Neuronas espejo y Teoría de la Mente

Capítulo IV:Vínculos causales elementalesy vínculos causales complejos

Capítulo V:“Toda la sociedad” no es alguien en particular,

y menos en el espacio-tiempo lejano

Capítulo VI:La poca persuasión obtenida con la sentencia

“la corrupción es perjudicial porque afecta a la sociedad en general”

Bibliografía

~ Pag. 7~

~ Pag. 33 ~

~ Pag. 85 ~

~ Pag. 99 ~

~ Pag. 111 ~

~ Pag. 137 ~

Indice

~ Pag. 49 ~

Descartes, cerebros y corrupción

Capítulo I:

Corrupción, Cerebro y Sentimientos

~ 9 ~

Durante siglos, las intenciones, los deseos y en general

la vida mental de las personas han estado ocultos en

el teatro cartesiano. Es común creer que cada persona,

en realidad, está compuesta por dos personas a la vez:

una pública y una privada, a la que únicamente se tie-

ne acceso mediante la introspección. Se supone que

nuestros verdaderos sentimientos, lo que realmente

somos, acontece y está oculto tras una cortina; las de-

más personas únicamente tienen acceso a lo que suce-

de tras la cortina, cuando nosotros la abrimos. Se cree

que las personas que nos rodean sólo pueden ver lo

que nosotros deseamos que vean, de manera que to-

dos nuestros sentimientos y secretos pueden perma-

Descartes, cerebros y corrupción

~ 10 ~

Corrupción, Cerebro y Sentimientos

necer totalmente ocultos e inaccesibles (RYLE, 1967).

Esta idea surge, en parte, por nuestra herencia judeo-

cristiana y por las ideas del padre del racionalismo:

RENÉ DESCARTES.

Para RENÉ DESCARTES, y de manera similar para la

tradición judeocristiana, toda persona está compues-

ta por dos sustancias: una sustancia material, que es

nuestro cuerpo, y una sustancia inmaterial, que es

nuestra alma. Nuestro cuerpo es público, y lo que le

acontece puede ser observado por cualquier persona;

por el contrario, nuestra alma es privada y solamente

puede ser conocida en primera persona mediante in-

trospección (DESCARTES, 1641/1967). De esta manera,

durante mucho tiempo se pensó que las intenciones

y la vida mental de las personas estaban restringidas

a la introspección.

Durante mucho tiempo, en la fi losofía, en parte de

la ciencia y en la psicología popular, se pensó que cada

individuo estaba totalmente “encerrado” en una ex-

Corrupción, Cerebro y Sentimientos

~ 11 ~

traña conciencia interna desconocida para los demás.

Esto, en fi losofía se conoce como solipsismo y es una

consecuencia del dualismo cartesiano (RYLE, 1967). Sin

embargo, los desarrollos médicos del siglo XX permi-

tieron avanzar en la idea de que nuestra vida mental

y nuestros sentimientos tienen su origen en nuestro

cerebro y nuestro sistema nervioso central; al parecer,

nuestra mente no es un fenómeno más misterioso u

oculto que cualquier fenómeno biológico que acon-

tece en nuestro cuerpo y, en general, en la naturaleza.

Para entender la argumentación del presente libro

no se requieren profundos conocimientos de neuro-

logía o psicología. Basta tener en consideración que

nuestro cerebro está compuesto por neuronas que se

conectan entre sí mediante unas terminaciones deno-

minadas axones. La comunicación entre las neuronas

se da mediante una reacción electroquími-ca, de ma-

nera que una neurona comunica información a otra

mediante una especie de corto circuito. Cuando suce-

de este corto circuito, se liberan sustancias químicas y

~ 12 ~

Corrupción, Cerebro y Sentimientos

se dice que las dos neuronas están haciendo sinapsis.

Así, una red sináptica es una red de neuronas conec-

tadas que están comunicando información.

Corrupción, Cerebro y Sentimientos

~ 13 ~

En el cerebro no todas las neuronas están estricta y

directamente conectadas entre sí; hay áreas que con-

centran una mayor cantidad de conexiones sinápticas,

especializadas en tareas y conductas específi cas. Dicha

especialización es resultado de la evolución (KAAS,

2002). Para que el cerebro funcione, se requiere el co-

rrecto funcionamiento de cada área. Examinando la

anterior dinámica se ha identifi cado el origen neuro-

nal de diversas conductas, emociones y sentimientos

que defi nen nuestra vida diaria, como el miedo, la

agresión y el deseo sexual, entre otros.

En las últimas décadas, la neurología ha desarro-

llado técnicas que permiten examinar directamente

la actividad del cerebro mientras se ejecutan acciones

específi cas. Esto ha permitido atribuirle a cada área

del cerebro una función; en cierta manera, se ha es-

tablecido un mapa entre áreas del cerebro, los demás

órganos del cuerpo y las conductas. Como lo señaló el

profesor RODOLFO LLINÁS en una entrevista de televi-

~ 14 ~

Corrupción, Cerebro y Sentimientos

sión: “[…] en los últimos años hemos estado en pro-

ceso de desarmar el reloj”.

Diversas técnicas de imágenes neuronales, como el

encefalograma, la tomografía por emisión de positro-

nes y la resonancia magnética funcional, sumadas al

desarrollo de la psicología experimental, la psicología

comparada y las ciencias de la evolución, han permi-

tido no solamente entender el funcionamiento del ce-

rebro humano, sino entenderlo a la luz del cerebro de

otras especies y, por consiguiente, a la luz de la evolu-

ción. De esta manera, se ha comprendido que nuestra

conducta resulta de una combinación entre los genes

y el entorno.

Actualmente se puede asegurar que la confi guración

sináptica de un individuo resulta de las predisposicio-

nes genéticas y de todas las experiencias acumuladas.

Estos dos elementos moldean la maduración de nues-

tro cerebro y, por lo tanto, determinan lo que somos.

Corrupción, Cerebro y Sentimientos

~ 15 ~

También se ha comprendido que aquellas conduc-

tas que están predispuestas genéticamente se pueden

explicar desde el evolucionismo, pues su génesis y su

realización se justifi can porque favorecen la supervi-

vencia y reproducción de la especie. Durante mucho

tiempo se creyó que la totalidad de la conducta huma-

na es un resultado puramente cultural; no obstante, la

comprensión actual de la genética permitió compren-

der que muchos comportamientos aparecen de ma-

nera invariable en distintas épocas y grupos humanos,

gracias a que se encuentran codifi cados en los genes.

Muchas conductas están codifi cadas en el genoma y

se desarrollan por un factor “desencadenante” del en-

torno. Muchas conductas diarias, al parecer, están más

relacionadas con nuestros instintos que con sofi stica-

das elaboraciones del intelecto y la razón.

Tradicionalmente, occidente se ha jactado de po-

seer una herencia racionalista. Como lo señala HAIDT

(2000), los fi lósofos cristianos de la edad media deni-

graron la importancia de las emociones por su vínculo

~ 16 ~

Corrupción, Cerebro y Sentimientos

con el deseo y el pecado. De esta manera, en parte de

la fi losofía contemporánea y en las ciencias actuales

se defi enden los modelos teóricos regidos por la ló-

gica y la argumentación limpia. Los argumentos vá-

lidos son aquellos replicables y, preferiblemente, es-

trictos. En general, interpretamos el poder de nuestra

capacidad racional, como la única herramienta para

explicar todas las dimensiones de la vida, en método

y en contenido.

Ya DAVID HUME (1777/1965) había señalado la in-

dudable importancia de los sentimientos en la cons-

trucción de juicios morales. La razón puede llevar-

nos a inferir los daños causados a otras personas con

nuestras acciones, pero solamente si hay sentimientos

hacia esas personas, tendremos motivos para no da-

ñarlos; así, la razón por sí sola no es sufi ciente para

construir juicios morales mediante los cuales evite-

mos dañar a otras personas. No obstante, en las cien-

cias sociales se ha supuesto que la mayor parte de la

Corrupción, Cerebro y Sentimientos

~ 17 ~

conducta obedece a la racionalidad y, por lo tanto, so-

lamente esta variable es útil para explicar y entender la

totalidad de la conducta.

Actualmente, aquellos comportamientos que obe-

decen claramente a los instintos son comúnmente

omitidos de los programas de investigación de las

ciencias sociales. En el caso de la economía, por ejem-

plo, se supone que todas las decisiones individuales

y sociales se pueden explicar únicamente por vía de

la racionalidad. En sociología, por ejemplo, RUBIO

(2007) ha mostrado cómo el comportamiento sexual

se ha omitido como variable útil para comprender el

ingreso de jóvenes a las pandillas y a la prostitución,

y se ha sustituido por variables de racionalidad eco-

nómica y laboral que resultan poco coherentes con el

comportamiento real de un adolescente. Otras con-

ductas instintivas y variables biológicas como la se-

lección de pareja, la lucha por los recursos escasos o

el origen de la agresión, tampoco se tienen en con-

sideración al momento de explicar fenómenos de

~ 18 ~

Corrupción, Cerebro y Sentimientos

violencia con los que encajan a la perfección (RUBIO

y SALCEDO-ALBARÁN, 2006; SALCEDO-ALBARÁN, 2004C).

En general, aquellas facetas de la vida humana que

no pertenecen al ámbito de la racionalidad no se con-

sideran como variables válidas ni como objeto de in-

vestigación. A partir de la distinción entre instintos

y razón, las ciencias sociales se han separado de las

ciencias biológicas porque estas últimas reconocen el

poder explicativo de variables que se refi eren a los ins-

tintos y al origen fi siológico de las conductas. Sin em-

bargo, cada vez resulta más difícil omitir los vínculos

entre explicaciones biológicas y explicaciones sociales.

Estos vínculos han permitido avanzar en la compren-

sión de fenómenos que durante mucho tiempo se con-

sideraron como elaboraciones culturales, distantes al

sustrato biológico. Progresivamente, se ha reconocido

la importancia de los instintos y las predisposiciones

genéticas, como variables útiles para entender la con-

ducta humana a nivel individual y social.

Corrupción, Cerebro y Sentimientos

~ 19 ~

Varios teóricos se han aventurado a vislumbrar una

progresiva convergencia entre ciencias biológicas y

ciencias sociales; KONRAD LORENZ con su obra La ciencia

natural del hombre, escrita entre 1944 y 1948 y publi-

cada en 1993, y E. O. WILSON con su obra Sociobiología,

publicada en 1975, son pioneros en esta integración.

El presente libro es una propuesta para analizar

una conducta socialmente reprochable a partir de ele-

mentos neuronales y psicológicos. Estos elemen-tos

constituyen innovaciones en su campo, pues sus in-

vestigaciones teóricas y empíricas son relativamen-te

recientes; sin embargo, han mostrado un gran poder

explicativo en distintos ámbitos científi cos. Específi -

camente, utilizamos el concepto de neuronas espejo

y Teoría de las otras Mentes, para analizar la corrup-

ción. Proponemos algunas ideas sobre las altas exigen-

cias neuronales, psicológicas y sociales necesarias para

que una persona reconozca la corrupción como una

conducta reprochable. Al analizar estos elementos, se

concluye que hay un desconocimiento fáctico de las

~ 20 ~

Corrupción, Cerebro y Sentimientos

condiciones necesarias para que la sociedad perciba la

corrupción de esta manera.

Las neuronas espejo son áreas cerebrales que

permiten simular en primera persona, los estados

emocionales de los demás, de manera que se acti-

van cuando se percibe el sufrimiento o el bienestar

de una persona. El conocimiento de este mecanismo

neuronal ha permitido comprender la importancia

del estado de ánimo de las personas que nos rodean,

como determinante del estado de ánimo propio. En

esta medida, se ha reconocido que los seres humanos

contamos con ciertos mecanismos biológicos que nos

hacen sociales por excelencia y por defi nición, pues lo

que somos está causalmente vinculado con las perso-

nas que nos rodean.

La Teoría de las otras Mentes (ToM) se refi ere a

la capacidad de un individuo para representarse los

estados emocionales de sus semejantes. Cada indivi-

duo, en cada momento de su vida, se hace una idea de

Corrupción, Cerebro y Sentimientos

~ 21 ~

lo que sucede en las mentes de las demás personas. Se

dice que el individuo “teoriza” porque comúnmente

las suposiciones e inferencias sobre las otras mentes,

no pueden ser completamente corroboradas o valida-

das. Cuando una persona no es capaz de elaborar una

ToM acerca de las demás personas, entonces es incapaz

de representarse las emociones ajenas y por eso es tam-

bién incapaz de «ponerse en los zapatos de los otros».

Las neuronas espejo y la ToM son resultado de la

evolución y operan cuando se percibe el sufrimiento

o el bienestar de un miembro de la propia especie.

Por ejemplo, estos mecanismos se activan cuando un

individuo causa daño físico a otro. Dicha activación

se produce de manera inmediata cuando el nexo cau-

sal entre la acción y la consecuencia es estrecho. En el

presente libro proponemos la manera como gracias al

correcto funcionamiento de las neuronas espejo y la

ToM, se genera arrepentimiento o se puede prevenir

la comisión de ciertas conductas en las que se hace

explícito el daño a otras personas.

~ 22 ~

Corrupción, Cerebro y Sentimientos

Si la víctima se encuentra cerca al victimario, éste

último normalmente desarrollará sentimientos de

arrepentimiento o aversión. Las neuronas espejo y la

ToM se activan de manera automática y sin necesidad

de argumentos, pues se encuentran dentro de la gama

de respuestas instintivas. Como la corrupción abarca

conductas en las que el afectado y el infractor no siem-

pre se encuentran cerca en el espacio y en el tiempo, es

difícil que las neuronas espejo y la ToM se activen en

situaciones de este tipo.

Pareciera bastante obvio que, para que una ac-

ción sea percibida como delito, se debe saber a quién

se está lastimando con dicha acción. Esto lo seña-

ló Paul Bloom cuando se le presentó el argumen-

to de este libro. Pero, si así fuera, los códigos penales

no incluirían crímenes y delitos en los cuales las perso-

nas no perciben a ninguna víctima. Pareciera que esto

es obvio para la psicología pero no para el derecho y

para algunas ciencias sociales que sirven de fundamen-

to a la mayoría de políticas públicas.

Corrupción, Cerebro y Sentimientos

~ 23 ~

Generalmente, se ha acudido a argumentaciones

éticas y morales como centro de las estrategias y cam-

pañas para prevenir la corrupción a través de cambios

culturales. En esta medida, se pretende inculcar la im-

portancia de defender y respetar el patrimonio público,

porque los daños a este patrimonio afectan a la socie-

dad en general. Sin embargo, esta clase de argumento

funciona únicamente cuando las personas son capa-

ces de establecer vínculos causales complejos, es decir,

nexos en los que la causa y sus consecuencias suelen ser

distantes en el tiempo y en el espacio. Este es el caso de

los actos de corrupción, pues comúnmente dichos ac-

tos no están inmediatamente seguido por algún daño

explícito y evidente a una persona en particular.

El problema con las estrategias y campañas de

prevención que se centran en argumentos de respe-

to moral por el patrimonio público, es que solamente

una mínima porción de la población tiene el entrena-

miento para establecer vínculos causales poco eviden-

tes. Solamente las personas entrenadas para construir

~ 24 ~

Corrupción, Cerebro y Sentimientos

largas y complejas cadenas causales, tienen facilidad

para entender las consecuencias negativas concre-

tas de la mayoría de actos de corrupción pública. Es

por ello que la argumentación racional en contra de

la corrupción pública tiene una baja probabilidad de

aumentar la prevención del delito. Por este motivo,

es común escuchar que en la sociedad colombiana, y

probablemente en otras sociedades del tercer mundo,

“lo público no tiene doliente”. Esto sucede porque,

generalmente, las personas se preocupan por hacer

respetar los bienes y propiedades que están cercanos

en el tiempo y en el espacio. Contrario a esta condi-

ción, “el presupuesto público”, por ejemplo, es un ob-

jeto cuya propiedad, como resultado de la tributación,

solamente puede establecerse a través de complejas

refl exiones de causalidad. En realidad, establecer un

sentido de pertenencia claro con respecto a un objeto

abstracto -casi teórico- como el presupuesto público,

sobre el cual no se tiene propiedad física directa y evi-

dente, requiere de algunas construcciones intelectua-

les bastante complejas.

Corrupción, Cerebro y Sentimientos

~ 25 ~

Algunas experiencias de promoción del control so-

cial a los recursos públicos han demostrado que las

personas forman el sentido de pertenencia por lo pú-

blico cuando reconocen cómo la corrupción perjudi-

ca bienes y servicios cercanos. Esto quiere decir que

las personas tienden a defender todos aquellos bienes

y servicios a los cuales se pueden referir en primera

persona: mi escuela, mi hospital o la carretera de mi

pueblo. Esto evidencia cómo la sociedad reconoce la

importancia de preservar el patrimonio público cuan-

do identifi ca vínculos causales claros entre los actos in-

correctos de la administración local, por ejemplo, y el

bienestar propio. Más allá de esta dinámica, compren-

der claramente las consecuencias negativas del mal uso

del presupuesto en un contexto espaciotemporal leja-

no, requiere construcciones intelectuales sofi sticadas.

El propósito de este escrito es mostrar que los dis-

cursos de prevención y control de la corrupción pue-

den usar los conceptos de neuronas espejo y ToM en el

diseño de campañas que hagan explícitos los vínculos

~ 26 ~

Corrupción, Cerebro y Sentimientos

entre la conducta corrupta y sus consecuencias, es de-

cir, mostrando el nexo entre personas concretas afec-

tándose entre sí. Específi camente parece importante

hacer evidente el nexo causal entre la persona que co-

mete el acto de corrupción y el afectado. Para llegar a

esta conclusión, indagamos en la siguiente pregunta:

¿por qué en algunas sociedades muy pocas personas

interpretan la corrupción como una conducta re-

prochable?. Esta pregunta es importante, sobre todo

en aquellas sociedades en las que no se interpreta la

corrupción como una conducta incorrecta y, por el

contrario, se interpreta como una conducta normal e

incluso elogiable.

En Colombia, y en otras sociedades con bajos nive-

les de autorregulación, ser corrupto se percibe como

una manifestación de astucia y pericia. La sociedad no

percibe al corrupto como aquella persona que ejecu-

ta una acción reprochable y afecta a la sociedad, sino

como una persona astuta que está aprovechando su

posición para su benefi cio o el de algunas pocas per-

Corrupción, Cerebro y Sentimientos

~ 27 ~

sonas cercanas. Al parecer, en algunas sociedades no

es obvio que el corrupto sea un infractor que afecta

la sociedad. Este libro pretende arrojar algunas pistas

sobre qué hacer para que la corrupción sea percibida

como una conducta socialmente reprochable y el co-

rrupto sea recriminado.

En aquellas sociedades en las que ser corrupto no se

percibe como una conducta incorrecta, la corrupción

es algo generalizado, es la regla, no la excepción; es lo

normal, no lo reprochable. Algunos teóricos han de-

nominado corrupción sistémica a aquella corrupción

generalizada que en una sociedad afecta las bases ins-

titucionales y las mismas entidades encargadas de in-

vestigar, juzgar y sancionar la corrupción. En aquellas

situaciones de corrupción sistémica las personas no

reprochan la corrupción, por el contrario, la elogian.

En el proceso de determinar cómo enfrentar una

situación de corrupción generalizada, llegamos a la

conclusión de que es importante hacer evidentes los

~ 28 ~

Corrupción, Cerebro y Sentimientos

vínculos causales entre el acto que ejecuta el infractor

y las consecuencias sobre las personas perjudicadas

por dicho acto. En aquellas conductas en las que este

vínculo causal es evidente, como en el homicidio y el

robo, la sociedad reconoce casi de manera automática

el acto como un crimen y al ejecutor del acto como

un criminal. Pero, al parecer, este no es el caso de los

actos de corrupción. Campañas que hagan explícita la

cadena causal que se genera a partir de un acto de co-

rrupción, sólo necesitan que el sistema nervioso cen-

tral de la población funcione adecuadamente. De este

modo, la prevención de la corrupción se basaría en la

capacidad que tienen los seres humanos para experi-

mentar cierto tipo de emociones por el sufrimiento

de los otros y no en argumentos que requieran sofi s-

ticadas refl exiones a las cuales las personas no están

comúnmente acostumbradas.

Generalmente, la corrupción pública se defi ne

como el abuso de los bienes públicos, por parte de un

funcionario, en benefi cio propio o de intereses priva-

Corrupción, Cerebro y Sentimientos

~ 29 ~

dos. En un acto típico de corrupción pública se da uso

incorrecto al presupuesto público y, a partir de este he-

cho, se asegura que se afecta a toda la sociedad. Dado

que el presupuesto público está destinado a satisfacer

los intereses de toda la sociedad, entonces desviarlo

o darle mal uso tiene como consecuencia afectar los

intereses generales en favor de un interés particular.

Esto contradice uno de los principios fundamentales

de la mayoría de sociedades contemporáneas, a saber,

que el benefi cio colectivo prevalece sobre el particular.

En el marco de las políticas públicas anticorrup-

ción, alrededor del mundo se diseñan estrategias para

impulsar cambios culturales de rechazo a la corrup-

ción. Mediante estas estrategias se busca establecer

mecanismos de transformación cultural para que la

sociedad exprese rechazo generalizado frente a la co-

rrupción pública. Principalmente, se pretende que el

autocontrol individual sea sufi ciente para evitar la co-

misión de actos de corrupción. Por lo general, aun-

que no de manera restrictiva, estas estrategias están

~ 30 ~

Corrupción, Cerebro y Sentimientos

orientadas a niños y jóvenes, y pretenden evitar la

ocurrencia de aquellas prácticas que, en el desarrollo

de la personalidad, facilitarán la tendencia a cometer

actos de corrupción. Creemos que estas estrategias se

pueden complementar con las ideas que exponemos.

El presente libro se divide en cuatro partes. En la

primera parte se hace un breve recuento de algunas

defi niciones de corrupción. En la segunda parte se

hace una descripción básica de los conceptos neu-

ronas espejo y ToM. En la tercera parte se presentan

algunas características de las relaciones causales que

un individuo debe establecer para comprender las

consecuencias de un acto de corrupción pública. En

la cuarta parte se expone la importancia de identifi -

car afectados concretos y específi cos, si se pretende

generar rechazo o reproche a los actos de corrupción.

A manera de conclusión, se explica por qué puede es-

perarse una baja efectividad a partir de las estrategias

que se fundamentan en argumentaciones que parten

de la premisa de que la corrupción es perjudicial por-

Corrupción, Cerebro y Sentimientos

~ 31 ~

que afecta a la sociedad en general. También se expone

la importancia de que las estrategias de prevención

operen en el ámbito de las emociones y se señalan

algunos elementos necesarios para que esto suceda.

El concepto de corrupción

Capítulo II:

Corrupción, Cerebro y Sentimientos

~ 35 ~

Variada literatura sobre corrupción ha señalado que

este es un concepto ambiguo. EL BANCO MUNDIAL ha

señalado que el concepto corrupción se refi ere a una

gran cantidad de acciones humanas (BANCO MUNDIAL,

1997) y, por este motivo, su estudio empírico se ha

adelantado a partir de prácticas tipifi cadas penalmen-

te. Como sucede con otros conceptos relacionados

con crímenes e infracciones, se puede obtener una de-

fi nición distinta de corrupción según el marco teórico

desde el cual se interprete. Esto quiere decir que la an-

tropología, la sociología, la ciencia política, el derecho

y la economía, nos ofrecen distintas interpretaciones

de la corrupción y de sus orígenes.

El concepto de corrupción

~ 36 ~

Corrupción, Cerebro y Sentimientos

Culturalmente también se hace una interpreta-

ción ambigua del concepto. Las prácticas que las per-

sonas interpretan como corruptas son bastante di-

símiles y cubren un amplio rango de conductas que

van desde el favoritismo hasta el robo. Partiendo de

estudios culturales de mediados del siglo pasado, se

encontró que la gente tiende a identifi car el concep-

to de corrupción con situaciones de favoritismo (JO-

HNSTON, 1968), incluso cuando en estricto sentido, no

está en riesgo el patrimonio público. Como lo señala

JOHNSTON (1968), esta interpretación que las personas

hacen, puede entenderse como la concepción amplia

de corrupción. En este orden de ideas, la corrupción

es un tipo de comportamiento antiético que no nece-

sariamente afecta el patrimonio público.

En contraste a la concepción amplia de corrupción,

MEIER y HOLBROOK (1992) proponen una concepción

restringida, que se refi ere a lo que en cada contexto ins-

titucional se tipifi ca como un delito de corrupción. Se

reconoce que los patrones éticos desde los cuales una

Corrupción, Cerebro y Sentimientos

~ 37 ~

práctica puede considerarse corrupta tienden a variar

entre una sociedad y otra, por lo cual resulta útil inter-

pretar la corrupción desde la tipifi cación penal que cada

sociedad hace. Ahora bien, si se tiene en cuenta que el

tema de la corrupción se ha posicionado en la agenda

mundial, se encuentra que las tipifi caciones han ten-

dido a unifi carse con el propósito de que este crimen

pueda ser perseguido en el marco de acuerdos y con-

venciones internacionales. La Convención Interameri-

cana Contra la Corrupción, celebrada en el año 1996, y

luego la Convención de las Naciones Unidas Contra la

Corrupción, celebrada en el año 2003, han exigido que

los países incluyan en sus legislaciones internas tipifi -

caciones penales relativamente similares con respecto a

conductas de corrupción pública y privada.

El posicionamiento internacional del tema de la

corrupción comenzó a partir de las auditorías a los

proyectos fi nanciados por los organismos interna-

cionales y la banca multilateral, en las cuales se en-

contró que una parte de tal fi nanciación se perdió y

~ 38 ~

Corrupción, Cerebro y Sentimientos

desvió con ocasión de prácticas corruptas. Si un país

padece altos niveles de corrupción y su presupuesto

es comúnmente desviado, no importa la cantidad y el

tipo de ayuda internacional que reciba en donaciones

y créditos, porque estas nunca se verán refl ejadas en

crecimiento económico, mayor desarrollo y bienestar

de la sociedad. Por este motivo, la banca multilateral

reconoció la importancia y la necesidad de que sus

acreedores y benefi ciarios disminuyeran al máximo

sus niveles de corrupción.

El BANCO MUNDIAL (1997) fue uno de los primeros

organismos en llamar la atención sobre la necesidad

de que los países desarrollaran estrategias para com-

batir la corrupción, si se pretendía que los préstamos

y las ayudas otorgadas tuvieran el impacto esperado.

El BANCO MUNDIAL defi nió la corrupción como el abu-

so, por parte de un funcionario público, para benefi -

cio privado (BANCO MUNDIAL, 1997 p. 8) y trazó una

agenda de investigación que permitiera acompañar el

diseño de estrategias anticorrupción en las adminis-

Corrupción, Cerebro y Sentimientos

~ 39 ~

traciones públicas de distintos países. De esta manera,

el BANCO MUNDIAL ha señalado los vínculos causales

entre la corrupción y la gobernabilidad (KAUFMANN,

2005) y ha producido mediciones internacionales so-

bre el tema (KAUFMANN, KRAAY y MASTRUZZI, 2006).

Así mismo, al manifestar que un funcionario públi-

co incurre en corrupción cuando acepta o solicita un

soborno, el BANCO MUNDIAL (1997) señaló que el sobor-

no debería ser la práctica corrupta más analizada, sobre

todo en los casos en que dicho soborno está orientado

a (i) lograr el favorecimiento de contratos; (ii) lograr

benefi cios del gobierno, ya sea en forma monetaria a

través de subsidios, seguros y pensiones, o en especie

a través de donaciones o ayudas a sectores como la sa-

lud o la educación; (iii) evadir impuestos; (iv) obtener

licencias; (v) disminuir o aumentar los tiempos de ex-

pedición de decisiones estatales; o (vi) alterar los re-

sultados de las decisiones legales. Otras conductas de

corrupción a las cuales se ha referido el BANCO MUN-

DIAL (1997) son:

~ 40 ~

Corrupción, Cerebro y Sentimientos

• Privatización extrema e injustifi cada de los bienes

estatales, que resulta de decisiones legislativas que

favorecen intereses de multinacionales o imperios

económicos.

• Apropiación a pequeña escala de bienes y recursos

estatales, por parte de funcionarios públicos. Este

tipo de corrupción va desde el abuso o apropiación

indebida de los bienes públicos puestos a disposi-

ción de los funcionarios en su trabajo diario, como

automóviles, aviones u ofi cinas, hasta la apropia-

ción de recursos monetarios.

• Corrupción política que se refi ere a la corrupción

que afecta el funcionamiento de las instituciones

encargadas de representar intereses grupales, como

es el caso de los movimientos y partidos políticos.

Este tipo de corrupción generalmente se caracteriza

por fi nanciación de campañas políticas con recur-

sos indebidos.

• Corrupción burocrática, que es aquella corrupció-

que afecta a las instituciones estatales. En casos ex-

Corrupción, Cerebro y Sentimientos

~ 41 ~

tremos de corrupción burocrática, las instituciones

del Estado pueden ser infi ltradas y utilizadas para

fi nes criminales.

• La corrupción en el sector privado, como uno de

los elementos que favorece la aparición y difusión

de la corrupción en general. Por ejemplo, sistemas

fi nancieros sin regulación y afectados por el fraude,

comúnmente dan lugar a prácticas corruptas. De

igual manera, cuando un Estado padece corrupción

sistémica, cualquier sujeto del sector privado puede

escapar a través del poder económico, a los contro-

les y sanciones ejercidas.

La corrupción se puede analizar a partir de la eco-

nomía, como una conducta racional. Para un caso de

corrupción a gran escala, los actores requieren cono-

cimientos del sector de la administración pública en

que comenten el acto.1 Por este motivo, la corrupción

1 Casos de corrupción a gran escala acontecidos en Colombia y

documentados, que requirieron gran planeación y múltiples

conocimientos, fueron la liquidación de Colpuertos, de los bancos

~ 42 ~

Corrupción, Cerebro y Sentimientos

puede estudiarse como una conducta racional que, a

partir de cierta escala, exige planeación y se establece

en sistemas constantes y, por lo tanto, no esporádicos.

Así, quien comete un acto de corrupción es un agente

racional que planifi ca la violación de ciertas normas

con el ánimo de maximizar sus ganancias en el corto,

el mediano y el largo plazo y, al mismo tiempo, dismi-

nuir la probabilidad de ser detectado y sancionado.

El enfoque económico centra el análisis en el in-

dividuo y se olvida de las consideraciones morales

relacionadas con las personas perjudicadas por la co-

Caja Agraria y Banco Central Hipotecario o la conciliación entre el

Estado y la empresa Dragacol. En el desfalco de Colpuertos, estimado

en más de 1.000 millones de dólares de la década de los noventa, se

necesitó el conocimiento del manejo de los archivos en los que se

consigna el pasado laboral de los empleados públicos. En los casos

de los bancos del Estado se encontró que muchos préstamos se

hacían a personas conocidas como socios, amigos y familiares,

violando normas sobre la correcta asignación de créditos, también

se encontraron casos de mala gestión de cartera con el ánimo de

favorecer ciertos clientes. De este modo, algunos bancos del Estado

fueron usados para pagar favores políticos. En la mayoría de estos

casos, se han observado dos factores: una red política densa y el uso

sofi sticado de conocimientos jurídicos. (Lozano, 2001; López, 2001;

Rodríguez, 2001; Collazos, 2001; Congote, 2001).

Corrupción, Cerebro y Sentimientos

~ 43 ~

rrupción. Esta forma de estudiar la corrupción asume

que los individuos tratan de maximizar sus ganancias

sin tener en cuenta la pérdida del bienestar de los de-

más; por lo tanto, la teoría económica asume que los

corruptos son “egoístas perfectos”. Comúnmente, los

corruptos no ven sus víctimas y por lo tanto no las

incluyen en sus evaluaciones de costo-benefi cio. Uno

de los problemas que predice la racionalidad econó-

mica es que unos pocos individuos ubicados en cargos

del Estado y “altamente racionales”, que siempre están

tratando de aumentar sus ganancias, pueden ocasio-

nar una profunda disminución en la calidad de vida

de una sociedad. Cuando esto sucede, los recursos

para agua potable no llegan a su destino, las campañas

de vacunación no se realizan, la construcción de ca-

rreteras se retrasa y en general disminuye el bienestar

que el Estado debe garantizar a toda la sociedad. En

Colombia se pueden encontrar casos de municipios

que, a pesar de contar con inmensos recursos, carecen

de una adecuada cobertura de salud, educación y ser-

vicios públicos. En municipios como Aguazul y Tau-

~ 44 ~

Corrupción, Cerebro y Sentimientos

ramena, conocidos en Colombia por la gran cantidad

de recursos que recibieron de regalías petroleras desde

la década de los noventa, los indicadores socioeconó-

micos son bastante precarios.

Diversos autores han llamado la atención sobre la

necesidad de diferenciar entre la corrupción aislada

y la corrupción sistémica. Esta es una de las diferen-

cias más importantes al referir el tipo de corrupción

que enfrenta un país. Cuando son pocos individuos

los que cometen actos de corrupción en una sociedad,

esta resulta extraña y relativamente fácil de identifi car

por las autoridades. Como lo señala JOHNSTON (1997):

En los países donde la corrupción es una excepción, no

la regla, los reformadores tienen bastantes ventajas. Las

leyes anticorrupción, las agencias y las organizaciones

funcionan como debe ser y disfrutan de amplio soporte,

así como lo hacen las cortes independientes, los auditores

y los medios de comunicación.

Corrupción, Cerebro y Sentimientos

~ 45 ~

Por el contrario, en algunos casos la corrupción es

común y reconocida por las autoridades y la sociedad

como algo normal. Cuando esto sucede, y las mismas

entidades encargadas de investigar, juzgar y sancio-

nar los actos de corrupción han sido afectadas por el

problema, se dice que la corrupción es sistémica. En

esta medida, la corrupción al interior de la justicia

es uno de los tipos más perjudiciales y peligrosos de

corrupción sistémica (KLITGAARD et al. 2001). Aque-

llas sociedades que padecen corrupción sistémica

sufren de un ambiente cultural de aceptación gene-

ralizada e incluso de exaltación a esta práctica. Por

este motivo, se asegura que un ambiente generalizado

de corrupción tiene un trasfondo cultural. En el caso

colombiano, se ha señalado que “la apología del vivo

y la exaltación de la malicia indígena, sin hacer distin-

ciones entre estos conceptos y la mala fe, hacen que

culturalmente sea aceptado quien persiste en obtener

sus metas sin importar la forma como lo hace y las

personas afectadas.” (PRESIDENCIA DE LA REPÚBLICA DE

COLOMBIA, 2005, p. 39).

~ 46 ~

Corrupción, Cerebro y Sentimientos

Si bien la debilidad en la legislación, en el sistema

penal, en el sistema de controles, y las malas prácticas

en contratación favorecen la aparición de corrupción en

una sociedad, la alta propensión a cometer actos de co-

rrupción, en últimas, es un problema cultural. Algunas

sociedades logran desarrollar un elevado nivel de auto-

rregulación, de manera que los ciudadanos, incluso en

ausencia de controles y sanciones, manifi estan aversión

por la corrupción. Se ha encontrado que ciudadanos

con altos niveles de autorregulación, incluso en esce-

narios de ausencia de control y castigo, continúan ac-

tuando autorreguladamente (FISMAN y MIGUEL, 2006).

Por el contrario, una sociedad con alta propensión a

la corrupción, muy comúnmente encontrará la manera

para, incluso cumpliendo la ley, desviar y usar incorrec-

tamente los recursos públicos. En el corto y en el me-

diano plazo, la mayoría de estrategias anticorrupción

reconocen la necesidad de adoptar medidas orientadas

a aumentar la probabilidad de investigar, juzgar y san-

cionar a los corruptos, así como aumentar el nivel de

Corrupción, Cerebro y Sentimientos

~ 47 ~

transparencia y publicidad de la información sobre la

administración pública mediante la adopción de siste-

mas de rendición de cuentas. No obstante, en el largo

plazo, toda política anticorrupción debe señalar linea-

mientos tendientes a generar cambios culturales, sobre

todo en aquellas sociedades en las que los niveles de au-

torregulación son mínimos y los escenarios propicios

para la corrupción son prolíferos.

Solamente la incorporación de prácticas orientadas

al cumplimiento generalizado de la ley y al reconoci-

miento de la corrupción como una infracción, permite

que una sociedad disminuya de manera estructural los

niveles de corrupción. A continuación se señalan algu-

nos elementos necesarios para que las personas reco-

nozcan e interpreten la corrupción como lo que es, a

saber, una conducta socialmente reprochable.

Capítulo III:

Neuronas espejo y Teoría de la Mente

Corrupción, Cerebro y Sentimientos

~ 51 ~

Los humanos contamos con sistemas neuronales a

partir de los cuales construimos la subjetividad ajena;

es decir, mecanismos a partir de los cuales reconoce-

mos que los otros miembros de nuestra especie po-

seen subjetividad idéntica a la nuestra. Todas nuestras

experiencias se dan en primera persona, pero conta-

mos con la posibilidad de tener ciertas emociones y

sentimientos a partir de las experiencias de los demás:

“un elemento crucial de la cognición social es la capa-

cidad del cerebro para vincular directamente las expe-

riencias de la primera y la tercera persona.” (GALLESE et

al. 2004, p. 396)

Neuronas espejo y Teoría de la Mente

~ 52 ~

Corrupción, Cerebro y Sentimientos

Durante los primeros años de vida resulta difícil

reconocer el hecho de que las demás personas tienen

emociones y sentimientos similares a los nuestros; en

otras palabras, resulta difícil “ponernos en los zapatos”

de otra persona. Sin embargo, a medida que el cere-

bro madura, desarrolla la capacidad de reconocer que

las experiencias de otras personas son similares a las

propias. Esta posibilidad se da, entre otros, a partir de

dos mecanismos: (i) uno neuronal, que consiste en la

actividad de áreas del cerebro conocidas como espejo

y (ii) uno psicológico, que consiste en la elaboración

individual de una Teoría de las otras Mentes.

Neuronas espejo

En estricto sentido, todas nuestras emociones y

sentimientos se experimentan en primera persona.

Nunca podemos experimentar el dolor de otra

persona, aunque sí podemos estar apesadumbrados

por el dolor de otra persona. Esta característica de

Corrupción, Cerebro y Sentimientos

~ 53 ~

la subjetividad abarca las sensaciones, las emociones

y los sentimientos. La subjetividad en que estamos

inmersos como individuos, ha sido punto de partida

para sustentar posturas de solipsismo radical, es decir,

de aislamiento e incomunicación mental con el mundo

externo. En el presente libro no profundizaremos

en estas cuestiones; basta señalar que la subjetividad

emocional y sensorial es una característica de la

conciencia y del sistema nervioso. A nivel sensorial,

por ejemplo, cuando observamos una manzana roja,

no podemos estar seguros de que una persona que se

encuentra a nuestro lado, está percibiendo el mismo

rojo que nosotros vemos.

Esta total subjetividad se da gracias a que cada

organismo cuenta con un sistema nervioso cerrado

(LLINÁS, 2002 ) a partir del cual recrea la realidad en

que vive (SALCEDO, 2004b). En estricto sentido, cada

organismo experimenta un mundo único y totalmen-

te subjetivo, pues las texturas, los colores, los aromas,

los sabores y los sonidos son procesados y recreados al

~ 54 ~

Corrupción, Cerebro y Sentimientos

interior de cada sistema nervioso cerrado. La calidad

de las percepciones está dada por el tipo de confi gu-

ración sináptica de cada sistema nervioso y, dado que

cada persona cuenta con una confi guración sinápti-

ca única, se puede asegurar que cada persona experi-

menta un mundo único. Ahora bien, a pesar de que

cada confi guración sináptica es única, moldeada por

una combinación única de genes y exposición al en-

torno, la posibilidad de confi guraciones se encuentra

relativamente acotada; por este motivo, aparecen re-

gularidades conductuales al interior de la especie.

A pesar del radical subjetivismo, todos los orga-

nismos de una especie viven en un mundo similar y

encuentran la manera para, a pesar de no estar segu-

ros de que todos tienen las mismas percepciones y

emociones, predicar y comunicar información acerca

de las características del mundo en que habitan. Esto

sucede porque, a pesar de que todas las emociones y

percepciones son subjetivas, todos los organismos de

Corrupción, Cerebro y Sentimientos

~ 55 ~

una misma especie cuentan con cerebros y sistemas

nerviosos que maduran de manera similar.

En condiciones normales, los cerebros de los hu-

manos maduran para procesar estímulos visuales,

auditivos, olfativos, gustativos y táctiles similares.

Por este motivo, todos los humanos pueden escuchar

un rango similar de sonidos y ver un rango similar

de ondas de luz. Nuestro cerebro y nuestro sistema

nervioso, junto a nuestros aparatos de percepción,

no maduran para ver la luz ultravioleta ni escuchar

ultrasonidos, mientras que otras especies, con otros

órganos de percepción y otros sistemas nerviosos, sí

pueden hacerlo. Por este motivo, en nuestro mundo

no tenemos experiencias directas con sonidos de baja

frecuencia, como sí las tienen los elefantes. Todos los

humanos tenemos una constitución fi siológica que,

aunque no es estrictamente idéntica entre individuos,

es bastante similar. Esto hace que el tipo de universo

recreado en el sistema nervioso de los humanos sea,

también, bastante similar.

~ 56 ~

Corrupción, Cerebro y Sentimientos

Aunque ciertas personas tienen mayor capaci-

dad para identifi car y procesar sonidos o imágenes,

de manera más detallada que el promedio, tampoco

pueden escuchar ultrasonidos o ver luz ultraviole-

ta. Si bien un cerebro puede madurar para percibir

con mayor detalle ciertos sonidos, imágenes, sabores

o aromas, no puede madurar para percibir algo que,

por las limitaciones morfológicas, sólo es accesible a

otras especies. De esta manera, los organismos perte-

necientes a la especie humana vivimos en un mundo

con características relativamente similares; esto posi-

bilita una comunicación que la mayoría del tiempo

es coherente, intencional e informativa con respecto a

las características del mundo.

A pesar de que cada persona experimenta un mun-

do estrictamente único, contamos con áreas neurona-

les que nos permiten simular las acciones, emociones

y sentimientos ajenos. En este contexto, “simulación”

se entiende como el proceso en que el cerebro replica,

de manera interna, acciones, sentimientos y emocio-

Corrupción, Cerebro y Sentimientos

~ 57 ~

nes observadas en otras personas (GALLESE et al. 2004,

p. 396). Aunque no podamos experimentar el dolor

de otra persona, sí podemos experimentar malestar

cuando vemos que otra persona está sufriendo o está

disgustada. Todo esto sucede gracias a la acción de las

neuronas espejo:

Con este mecanismo no solamente “vemos” o “escu-

chamos” una acción o una emoción […] Con la des-

cripción sensorial del estímulo social observado, repre-

sentaciones internas del estado asociado con esa acción

o emoción son evocados en el observador, “como si” es-

tuviera ejecutando una acción similar o experimentan-

do una emoción similar. (GALLESE et al. 2004, p. 400).

Las neuronas espejo fueron inicialmente descu-

biertas en el cortex ventral premotor de macacos. En

las primeras observaciones se encontró que estas áreas

neuronales respondían cuando el macaco ejecutaba

una acción orientada a un objetivo, o cuando veía a

otro mono realizar esta misma acción. También se re-

~ 58 ~

Corrupción, Cerebro y Sentimientos

gistró actividad neuronal cuando el macaco “imagina-

ba” que ejecutaba la acción. Así, en las primeras inves-

tigaciones sobre estas áreas neuronales, denominadas

“espejo”, se encontró actividad neuronal relacionada

con funciones motoras y premotoras (GALLESE et al.

1996; RIZZOLATTI et al. 1996).

Cuando vemos que otra persona está disgustada,

nuestro cerebro simula una sensación de disgusto. Una

de las áreas cerebrales más importantes para identifi car

y reconocer el disgusto ajeno, denominada ínsula, es a

la vez un área importante en la construcción intros-

pectiva del estado del cuerpo (CRAIG, 2002). Como lo

señala CALDER et al. (2000), “el sustrato neuronal de las

experiencias emocionales está atado al reconocimien-

to de las emociones expresadas por otros”. Así, daños

en la ínsula tienen efecto directo en la capacidad para

reconocer la emoción de disgusto en otras personas.

La ínsula es una de las áreas del cerebro más inves-

tigadas con respecto a la capacidad propia para perci-

Corrupción, Cerebro y Sentimientos

~ 59 ~

bir e identifi car el disgusto en otras personas. Quienes

han sufrido trauma en esta área, no pueden identifi car

señales faciales de disgusto. Así lo reportó CALDER et al.

(2000) en pruebas aplicadas al paciente NK, quien tras

sufrir daños en la ínsula era incapaz de reconocer seña-

les faciales y auditivas de lo que otras personas, en con-

diciones normales, identifi can e interpretan como dis-

gusto. Específi camente en el caso de las percepciones

auditivas, NK interpretó los sonidos de disgusto como

miedo o tristeza. En general, NK no lograba experi-

mentar el sentimiento propio que se genera cuando se

percibe disgusto; es decir, “mostró défi cit en el recono-

cimiento de disgusto a partir de señas faciales, sonidos

emocionales no verbales […] y se disgustó menos que

los sujetos de control por escenarios provocadores de

disgusto”(CALDER et al. 2000, p. 1078).

Por otra parte, ADOLPHS et al. (2003), a partir de

observaciones al paciente B, identifi có otras áreas del

cerebro que cuando se lesionan, no permiten recono-

cer correctamente emociones como el miedo, la ira y

~ 60 ~

Corrupción, Cerebro y Sentimientos

la angustia.2 ADOLPHS et al. (2003), también corroboró

la hipótesis de que la capacidad de reconocer el disgus-

to de otras personas determina las representaciones

somatosensoriales internas de disgusto. El paciente B,

incapacitado para identifi car y reconocer el disgusto,

también estaba incapacitado para sentir disgusto. Al

paciente B le era indiferente ingerir comida de manera

indiscriminada, incluso comida repugnante. Al obser-

var una persona vomitar tras ingerir un alimento, el pa-

ciente B señalaba que “esa persona estaba disfrutando

de una deliciosa comida.” (ADOLPHS et al. 2003, p.68).

Por otra parte, se ha demostrado la importancia

de la amígdala en el reconocimiento de estados men-

tales complejos y de emociones sociales (ADOLPHS y

2 En las observaciones adelantadas por ADOLPHS et al. (2003), el paciente

B agrupaba todas las imágenes de rostros y sonidos de emociones

en dos categorías “feliz” o “triste”. En este caso, la capacidad de

reconocimiento e identifi cación de disgusto era nula: “Cuando se le

mostraba una historia de una persona vomitando, su descripción de

cómo se sentía esa persona incluía hambriento y a gusto; también

dio esta respuesta para fotos de expresiones faciales de disgusto.”

(ADOLPHS et al. 2003, p. 67).

Corrupción, Cerebro y Sentimientos

~ 61 ~

TRANEL, 2000; ADOLPHS et al. 2002). Se ha observado,

en humanos y en monos, que la amígdala es impor-

tante en el procesamiento de información del rostro.

Específi camente, se ha observado que la amígdala se

activa cuando las personas perciben ciertas emocio-

nes faciales básicas (BLAIR et al. 1999; PHILLIPS et al.

1998; ADOLPHS et al. 1994).

Los individuos reconocen estados mentales com-

plejos cuando observan detalladamente la región de

los ojos de los otros individuos. Como lo señala ADOL-

PHS et al. (2002), esta capacidad de observación es no-

tablemente limitada en sujetos con daños en la amíg-

dala. De igual manera, sujetos con daños unilaterales y

bilaterales en esta área neuronal, manifi estan una mar-

cada incapacidad para reconocer emociones sociales.

En este orden de ideas, los sujetos que no pueden re-

conocer correctamente estados mentales y emociones

sociales, también están incapacitados para comunicar

sus estados mentales y manifestar estados emocionales.

~ 62 ~

Corrupción, Cerebro y Sentimientos

Se puede asegurar que aunque no sentimos el dis-

gusto ajeno, sí experimentamos simulaciones de ese

disgusto cuando lo presenciamos. En esta dinámica

se encuentra la génesis de la cohesión social que, en la

especie humana y en otras especies, se convierte en el

pilar de la supervivencia. Dado que la convivencia

social es indispensable para la supervivencia, resulta

necesario reconocer cuando las otras personas están

disgustadas por nuestras acciones. Este reconocmiento

también es importante para las sensaciones de placer y

tranquilidad. Por ejemplo, el amor y el establecimiento

de vínculos sociales facilitan la reproducción, generan

sentimientos de seguridad y reducen las sensaciones

Corrupción, Cerebro y Sentimientos

~ 63 ~

de estrés y ansiedad (SUE 1998, p. 780). Reconocer los

estados emocionales de las otras personas, y que ese

reconocimiento determine nuestro estado emocional,

es una dinámica indispensable para la convivencia en

grupos sociales.

Gracias a las neuronas espejo, nos sentimos bien

cuando las personas que nos rodean están bien, y nos

sentimos mal cuando las personas que nos rodean es-

tán mal. De hecho, se ha identifi cado actividad neuro-

nal de dolor propio, generada por la percepción visual

de dolor en otra persona (RAMACHANDRAN, 2006). Esto

quiere decir que la percepción visual de dolor actúa

como estímulo para la generación de dolor propio

(HUTCHISON et al. 1999). En esta medida, resulta lógico

que nuestra conducta esté orientada, generalmente, a

evitar lastimar a otras personas, excepto cuando cla-

ramente deseamos hacerlo, pues contamos con me-

canismos neuronales que nos permiten identifi car

si nuestros actos generan disgusto en los demás. En

condiciones normales, cuando nuestros actos afec-

~ 64 ~

Corrupción, Cerebro y Sentimientos

tan a los demás, se genera disgusto y malestar pro-

pio, lo cual nos conduce a abandonar dichos actos.

Se ha propuesto que en el incorrecto funciona-

miento de las neuronas espejo nace la posibilidad de

dañar a otras personas sin que esto reporte malestar

propio. Si un sicario experimentara una sensación

extremadamente dolorosa cada vez que asesina, en-

tonces lo más seguro es que abandone esta actividad

por su incapacidad de lidiar con el dolor propio. Sin

embargo, este sicario puede emprender un entrena-

miento emocional para evadir la sensación de dolor

cada vez que asesina, y esto implica alterar el correcto

funcionamiento de las zonas neuronales que actúan

como espejo.

Un asesino que puede dañar a otros sin sentir males-

tar propio –o al menos, sin sentir un malestar tan fuer-

te que lo persuada a evitar dañar a las otras personas –,

en realidad no cuenta con un correcto funcionamien-

to de sus neuronas espejo. Se supone que en condicio-

Corrupción, Cerebro y Sentimientos

~ 65 ~

nes normales, siempre evitamos producir dolor o dis-

gusto a otra persona, porque esto nos genera malestar.

La comisión de un delito generalmente está causal-

mente vinculada a un daño a otro individuo de nues-

tra especie. Este vínculo causal en algunos casos puede

ser obvio; sin embargo, también puede ser bastante

sofi sticado y poco intuitivo.

Piénsese, por ejemplo, en los delitos tipifi cados

como “crímenes contra el sufragio”, contemplados en

el título XIV del Código Penal Colombiano, Ley 599

del 2000. En la comisión de estos delitos, no se hace

evidente que algún individuo específi co resulte afecta-

do o dañado física o emocionalmente. Solamente me-

diante una detallada refl exión se puede establecer un

vínculo causal relativamente claro, que permita iden-

tifi car un daño a una persona específi ca como resulta-

do del delito. En este contexto, resulta difícil esperar

que aparezca una sensación de dolor propio y, en con-

secuencia, de arrepentimiento, a partir de la comisión

~ 66 ~

Corrupción, Cerebro y Sentimientos

de este tipo de delitos. Como se verá más adelante, el

reproche a este tipo de delitos resulta más de un com-

portamiento deontológico, que de un propósito propio

por evitar el acto incorrecto para no experimentar do-

lor y malestar.

Si cometemos un delito y con esto dañamos a un

miembro de nuestra especie, y este daño es relativa-

mente evidente, la activación de las neuronas espejo

generará la sensación del malestar en cuyo origen se

encuentra lo que conocemos como arrepentimiento.

Esta sensación aparece en condiciones normales, por

ejemplo, cuando se ha cometido un crimen violento.3

Una condición necesaria para la activación de las

neuronas espejo es que nuestro acto esté orientado a

dañar una persona o un sistema físico cuya antropo-

morfi zación y asignación de intencionalidad sea rela-

3 Esto sucede mientras los individuos no se entrenen para modifi car el

funcionamiento de sus neuronas espejo, como lo hace el asesino que

mata regularmente o el soldado que también debe acostumbrarse a

esta práctica.

Corrupción, Cerebro y Sentimientos

~ 67 ~

tivamente automática. La diferencia entre percibir y

relacionarnos con un árbol o con una persona, es que

el árbol lo percibimos como un sistema físico que no

es intencional, mientras que a la persona la percibi-

mos como un sistema físico intencional y autónomo.

En este aspecto radica la diferencia entre maltratar un

árbol y maltratar un sistema físico que interpretamos

como intencional, como es el caso de una persona.

Una persona que considera a un chimpancé como

un organismo completamente distinto a un ser hu-

mano, carente de intencionalidad, emociones y sen-

timientos complejos, no sentirá arrepentimiento por

dañar y posiblemente asesinar a uno de estos animales.

Para esta persona, un chimpancé es un sistema físico

carente de intencionalidad, como lo puede ser un río

o una piedra, y casi nadie siente dolor al golpear una

piedra; nuestro cerebro no está capacitado para refl ejar

y simular el “dolor” que pueda sentir una piedra. Al

contrario, una persona que considere a los chimpancés

como sistemas intencionales, con emociones y senti-

~ 68 ~

Corrupción, Cerebro y Sentimientos

mientos complejos similares a los humanos, experi-

mentará una activación de sus neuronas espejo si los

lastima, u observa que están siendo lastimados.

En general, con las neuronas espejo se adscribe in-

tencionalidad a los otros miembros de la especie. Sin

embargo, dicha atribución de intencionalidad no es to-

talmente equitativa y universal; de hecho, pareciera que

es más fácil eliminar la atribución de intencionalidad

sobre aquellas personas con las cuales no se comparten

rasgos fenotípicos propios. La percepción visual de un

fenotipo similar al propio, puede facilitar la activación

de las neuronas espejo, mientras que la percepción visual

de un fenotipo extraño puede difi cultar dicha activa-

ción. Desde este punto de vista, la antropomorfi zación

también tiene restricciones entre individuos humanos

adultos que no tienen muchos rasgos físicos comunes.

Un caso evidente de lo anterior es el racismo ex-

tremo, por ejemplo, el nazismo. Para un nazi, asesinar

a una persona perteneciente a una “raza” opuesta a la

Corrupción, Cerebro y Sentimientos

~ 69 ~

propia, no generaba dolor propio, en parte, porque

había aparente claridad en que esa persona pertenecía

a una especie completamente alejada en términos de

pureza. Esto podría explicar las difi cultades de las re-

laciones entre indios y conquistadores españoles en el

descubrimiento y conquista de América. El gran deba-

te en ese entonces fue si los indios eran o no humanos.

Aunque los indios tenían una forma humana, esta era

considerada por algunos bastante “extraña”. En todo

caso, esta similitud fenotípica no era sufi ciente para

atribuirles intencionalidad. Algo similar sucedió con

las personas de raza negra que luego fueron tratadas

como esclavas; estas personas no eran consideradas

como pertenecientes a la especie humana. Se aseguraba

que las personas de la raza negra, así como los indíge-

nas en su momento, no poseían alma (PAGDEN, 1988).

Aunque cada especie cuenta con mecanismos bioló-

gicos sufi cientes para reconocer de manera innata a los

miembros de su especie, pareciera que la cultura juega

un papel muy importante en la creación de criterios de

~ 70 ~

Corrupción, Cerebro y Sentimientos

antropomorfi zación. Para los griegos, los bárbaros no

poseían lo que a ellos los hacía humanos; los bárbaros

sólo hablaban bar-bar-bar. Para los españoles, los in-

dígenas no poseían alma, por lo cual no eran estricta-

mente humanos, ni merecían un trato idéntico. Para

los nazis, quienes no pertenecían a la “raza aria” no eran

puros y, en esta medida, no eran totalmente humanos.

El debate acerca de qué puede considerarse huma-

no ha sido extenso y sólo hasta hace poco tiempo, con

la decodifi cación del genoma humano, se esclarecieron

las mínimas diferencias entre una y otra raza. Esta de-

codifi cación ha permitido entender nuestra cercanía,

no solamente entre humanos, sino con otras especies

con las cuales compartimos la mayor parte de genes.

En cierta forma, la capacidad para adscribir in-

tencionalidad de un modo universal a quienes tienen

claros rasgos humanos, exige un profundo proceso de

abstracción que se puede alcanzar por vía científi ca o

por vía moral–religiosa, tal como lo predica el cristia-

Corrupción, Cerebro y Sentimientos

~ 71 ~

nismo. Pareciera que algunos proyectos ético-políticos

como la Ilustración, han buscado establecer criterios

universales de antropomorfi zación. En cierta manera,

la historia universal – y ello incluye tanto la historia de

Europa Central como del resto del mundo – podría ser

interpretada a la luz de las difi cultades de los hombres

por antropomorfi zar a los otros hombres; proceso que

parece aún un proyecto incompleto. Incluso actual-

mente, no es claro dónde trazar la línea que separa los

humanos de otras especies cercanas.

En general, cuando una persona daña un sistema

físico que no considera intencional, sus neuronas espe-

jo no se activan y, por ejemplo, no experimenta dolor

propio a causa del dolor ajeno. En estos casos, el arre-

pentimiento sólo puede darse si el sistema físico daña-

do –interpretado como no intencional – pertenece a un

sistema físico intencional, como una persona, pues en

estos casos también se está dañando una persona aún

sin haber tenido un contacto directo con ella. En estos

casos, el daño se puede dar por una relación causal

~ 72 ~

Corrupción, Cerebro y Sentimientos

de segundo orden, por ejemplo, al dañar un bien de

alguien. Esto parece ser más relevante en sociedades

capitalistas contemporáneas, en las que se debe salva-

guardar los bienes por el alto valor emocional que las

personas le asignan a ciertos objetos. En estos casos

se da una activación de las neuronas espejo por una

situación del tipo: “yo daño el bien X de la persona Y,

ergo, estoy dañando indirectamente a la persona Y”.

Con la comisión de algunos crímenes se puede es-

perar la activación de las neuronas espejo; sin embar-

go, este no parece ser el caso de las conductas relacio-

nados con la corrupción pública.

Teoría de la Mente

Desde temprana edad aprendemos a reconocer que

otras personas tienen emociones y sentimientos simi-

lares a los nuestros. Este reconocimiento se da gracias

a la construcción de una “Teoría de las otras Mentes”

Corrupción, Cerebro y Sentimientos

~ 73 ~

(ToM). La ToM se defi ne como la habilidad para infe-

rir estados mentales de las otras personas. Dado que

en muchos casos no podemos verifi car si nuestras in-

ferencias son verdaderas o falsas, se dice que la mayor

parte del tiempo estamos “teorizando” acerca de los

estados mentales de los demás (BARON-COHEN, 2000).

Con el refi namiento de la ToM, se reconoce que no

es deseable lastimar a los demás porque aquellas per-

sonas que lastimamos sienten algo similar a lo que no-

sotros sentiríamos si alguien nos lastimara. Solamente

en la medida en que desarrollamos una teoría acerca

de las otras mentes, aprendemos que las demás perso-

nas experimentan dolor y alegría de manera similar a

nosotros, por causas que generalmente son similares.

De esta manera, BARON-COHEN (2000) señala que

hacia los 4 y 6 años de edad, en condiciones normales,

los niños entienden las posibles y diferentes causas de

las emociones propias y ajenas, mientras que esta ca-

racterística no se presenta en los pacientes con autismo.

~ 74 ~

Corrupción, Cerebro y Sentimientos

Si no desarrollamos una ToM, o si la desarrolla-

mos de manera defectuosa, entonces no podremos

establecer vínculos sociales normales con los otros

miembros de especie. En estos casos, no se recono-

ce que las demás personas experimentan emociones

y sentimientos similares a los propios, pues no se

reconoce que las mentes de las otras personas fun-

cionan de manera similar a la nuestra. En este orden

de ideas, se ha asegurado que la falta de una ToM es

causa del autismo, que es una condición en la que

el paciente está totalmente concentrado en sí mismo

y en sus intereses, sin prestar atención a los intere-

ses, emociones y sentimientos de las otras personas.

Adicionalmente, los pacientes con autismo manifi es-

tan interés únicamente por fenómenos controlables

y deterministas y, en la medida en que no pueden

inferir los estados emocionales de las personas que

los rodean, eliminan cualquier interés por el tra-

to social, tal vez por considerar a los demás como

sistemas poco predecibles (BARON-COHEN, 2005).

Corrupción, Cerebro y Sentimientos

~ 75 ~

Según BARON-COHEN (2004), el autista tiene una

“ceguera mental” acerca de los estados mentales de

las personas que lo rodean. Una correcta ToM nos

permite teorizar sobre los estados mentales de las

otras personas y, en este orden de ideas, nos permite

evitar dañara los demás, a partir de la premisa básica

de que “ellos sienten algo similar a lo que yo sentiría

si me dañaran”.

~ 76 ~

Corrupción, Cerebro y Sentimientos

El mecanismo psicológico de la ToM puede con-

tar con su correlato neuronal, entre otras, en las áreas

cerebrales mencionadas en la sección anterior. De

esta manera, se ha encontrado coincidencia entre los

síntomas del autismo y síntomas manifestados por

los pacientes que han sufrido daños unilaterales y

bilaterales en la amígdala. Así, se ha propuesto una

teoría para explicar el autismo, que parte del inco-

rrecto funcionamiento de la amígdala (BARON-COHEN

et al. 2000) como condición que impide reconocer las

emociones de los demás.

Arrepentimiento, aversión y prevención

Las áreas espejo permiten que sintamos dolor cuando

nuestros compañeros de especie sienten dolor, o que

sintamos placer cuando nuestros compañeros de es-

pecie siente placer. A un nivel más básico, éstas áreas

también permiten que simulemos cualquier acción

que presenciamos. Por otra parte, la ToM nos permite

Corrupción, Cerebro y Sentimientos

~ 77 ~

evitar dañar a los demás, a partir del reconocimiento

de que las otras personas tienen emociones y sensa-

ciones similares a las nuestras, generalmente realiza-

das por causas similares. Ambos mecanismos permi-

ten evitar la agresión innecesaria entre los miembros

de una misma especie, salvo en aquellos casos en que

dicha agresión es estrictamente necesaria, por ejem-

plo, cuando se requiere mantener el orden al interior

del grupo. Esto sucede en la mayoría de especies so-

ciales que cuentan con jerarquías demarcadas.

Ahora bien, las neuronas espejo y la ToM funcio-

nan, casi siempre, con vínculos causales relativamen-

te elementales, esto es, cuando golpeamos una perso-

na y en seguida esa persona sangra y expresa dolor,

por ejemplo, o cuando presenciamos una escena de

este tipo. En general, estos mecanismos neuronales

y psicológicos se activan frente a una percepción in-

mediata de una acción, o de sentimientos de dolor o

placer. Sin embargo, la posibilidad de dañar a alguien

por medio del daño de algo, solamente aparece en

~ 78 ~

Corrupción, Cerebro y Sentimientos

humanos, simios superiores y algunas otras especies

que cuentan con una elevada capacidad para asignar

interpretaciones simbólicas a objetos que intrínseca-

mente no poseen valor emocional o jerárquico.

Después de que un grupo de lobos caza, el macho

alfa es el primero en probar la presa. En este caso, el

acceso privilegiado a la presa es un símbolo del alto

rango jerárquico. Dañar el objeto presa/comida del

macho alfa, es una ofensa directa, por lo cual se pue-

de desencadenar una agresión por parte del mismo

macho alfa, con el propósito de hacer respetar su ran-

go y su acceso privilegiado a la presa. Sin embargo,

no es común que se desencade-nen este tipo de even-

tos de agresión reguladora por objetos que no tienen

valor intrínseco, pues los lobos no cuentan con un

elevado poder de asignación simbólica a los objetos.

Por el contrario, un infante chimpancé o humano

puede interpretar un trozo de madera o una piedra

como un juguete con alto valor simbólico. En esta

medida, dañar el juguete del infante puede interpre-

Corrupción, Cerebro y Sentimientos

~ 79 ~

tarse como una ofensa, no solamente contra el infante

sino, posiblemente, contra su madre. El riesgo de que

se desencadenen eventos de agresión aumenta entre

mayor sea la capacidad para establecer relaciones cau-

sales complejas, lo cual, a su vez, depende del tama-

ño del cerebro y la complejidad del sistema nervioso

de la especie.

En el caso de los humanos, la asignación de signi-

fi cados a objetos simples es muy elevada, al punto de

que vivimos inmersos en una realidad social funda-

mentada en objetos simbólicos que casi siempre care-

cen de valor intrínseco (SEARLE, 1997). Los humanos

contamos con una elevada capacidad para asignar

interpretaciones totalmente ambiguas a un mismo

objeto. Podemos interpretar una roca como una he-

rramienta, como un arma o como una obra de arte.

Si bien esta condición es una clara ventaja cognitiva,

que resulta de nuestra poderosa imaginación, se ge-

neran ciertas exigencias y vulnerabilidades al orden

social. El riesgo de ofensas, daños y agresiones au-

~ 80 ~

Corrupción, Cerebro y Sentimientos

menta drásticamente cuando se puede dañar a una

persona por medio del daño de objetos que, en estric-

to sentido, únicamente poseen valor simbólico. Cual-

quier persona que tenga 100 lingotes de oro se sentirá

afectado si alguien destruye sus lingotes aunque, en

estricto sentido, el oro no es más que un mineral.

En las conductas relacionadas con corrupción

pública, el daño fi nal también recae sobre alguien;

sin embargo, identifi car a la persona dañada es muy

complicado. Por lo general, no se puede establecer

una relación causal evidente e inmediata, en térmi-

nos espacio-temporales, entre un acto de corrupción

pública y el daño a una persona. Esta cuestión será

ampliada en las siguientes secciones, por ahora basta

recalcar que, para que cada individuo genere emo-

ciones y sentimientos de dolor como resultado de sus

acciones, estas deben tener como resultado fi nal el

daño a un sistema físico cuya antropomorfi zación o

atribución de intencionalidad sea relativamente au-

tomática. Esto es evidente pues contamos con meca-

Corrupción, Cerebro y Sentimientos

~ 81 ~

nismos neuronales y psicológicos que nos permiten

reconocer las emociones y los sentimientos de nues-

tros compañeros de especie.

Únicamente si podemos establecer un vínculo cau-

sal entre un acto presente y el daño a un sistema físico

cuya asignación de intencionalidad sea automática,

se generará algún malestar propio, ya sea por vía de

dolor, disgusto, miedo, angustia, o por cualquier otro

estado mental que represente malestar. A su vez, sola-

mente en la medida en que se genere alguno de estos

estados mentales como resultado de nuestras acciones,

nos veremos persuadidos a abandonar dicha acción.

Esto quiere decir que, en caso de que estemos come-

tiendo un acto que afecta a otras personas, la genera-

ción de malestar propio conducirá al sentimiento de

arrepentimiento, con lo cual se abandonará la acción.

Ahora bien, como las neuronas espejo y la ToM no

solamente se activan con la percepción del malestar

que nosotros estemos infl igiendo a otra persona sino,

~ 82 ~

Corrupción, Cerebro y Sentimientos

en general, con el malestar que otra persona pueda

sentir, entonces es posible que sintamos malestar

propio por el malestar ajeno, aunque nuestro único

papel consista en percibir ese malestar ajeno y no en

infl igirlo. En este caso, las neuronas espejo y la ToM

nos conducirán a un sentimiento de aversión o re-

chazo, mas no de arrepentimiento pues no tenemos

un papel activo en el acto.

Si hemos cometido un acto que afectó a otra per-

sona, o solamente estamos percibiendo el sufrimien-

to de un sujeto X por un acto cometido por un sujeto

Y, las neuronas espejo y la ToM se activarán para: en

el primer caso, generar arrepentimiento y, en el se-

gundo caso, generar aversión o rechazo. Mediante el

arrepentimiento se logra que quien está cometiendo

un acto que afecta a los demás, abandone la comi-

sión de dicho acto; mediante la aversión se logra que

quien es propenso a cometer un acto que afectará a

los demás, no incurra en su comisión. Este es el efecto

que persiguen las estrategias efectivas de prevención,

Corrupción, Cerebro y Sentimientos

~ 83 ~

a saber, que las personas no incurran en la comisión

de un acto que atenta contra los intereses colectivos.

Vínculos causales elementales y vínculos causales complejos

Capítulo IV:

Corrupción, Cerebro y Sentimientos

~ 87 ~

Vínculos causales elementales y vínculos causales complejos

En cada momento de nuestra vida establecemos rela-

ciones causales que posibilitan, incluso en los niveles

más básicos e inconcientes, cualquier acción cotidiana.

Los primeros estudios en el campo de la percepción de

causalidad han establecido que desde las 27 semanas

de edad los bebés perciben relaciones de causa y efecto

(LESLIE y KEEBLE, 1987). Para ejecutar una acción que

consideramos básica, como caminar, nuestro cerebro

establece vínculos causales inductivos. Estos vínculos

causales inductivos consisten en (i) con base en lo que

ha sucedido en el pasado, (ii) en cada instante presen-

te, (iii) establecer relaciones causales para preparamos

frente a lo que va a suceder.

~ 88 ~

Corrupción, Cerebro y Sentimientos

Estudios más recientes han demostrado que cuan-

do los niños cumplen su primer año de vida, están

en capacidad de establecer relaciones causales basadas

en estructuras simples de eventos de choques físicos

(SCHLOTTMANN, 2001). A partir de estos hallazgos, se

ha señalado que la capacidad de percepción de causa-

lidad es una característica innata (SCHOLL y TREMOULET,

2000) dado que, en condiciones normales, aparece in-

variablemente y se ajusta con el paso del tiempo gra-

cias a la experiencia.

El tipo de relaciones causales que cada organismo

construye está estrechamente relacionado con el gra-

do de cefalización y de la complejidad de su sistema

nervioso (LLINÁS, 2002). Se puede asegurar que hay (i)

relaciones causales simples, en las que se establece un

vínculo entre dos sucesos que son cercanos en el tiem-

po y en el espacio; y (ii) relaciones causales complejas,

en las que el vínculo se establece entre dos sucesos que

están alejados en el tiempo y en el espacio. Así, or-

ganismos con sistemas nerviosos simples establecen

Corrupción, Cerebro y Sentimientos

~ 89 ~

vínculos causales igualmente simples y básicos, por

ejemplo, relacionados con la supervivencia y el mo-

vimiento inmediato, sin generar proyecciones lejanas

en el tiempo y en el espacio. Sin embargo, organismos

con sistemas nerviosos más complejos pueden esta-

blecer relaciones causales que escapan a las refl exio-

nes estrictamente necesarias para la supervivencia y el

movimiento inmediato. En estos casos aparecen, por

ejemplo, conductas políticas, las cuales requieren la

elaboración mental de vínculos causales extensos en

términos espacio-temporales. La formación de coa-

liciones y conductas políticas en chimpancés, es un

ejemplo de relaciones causales complejas similares a

las observadas en humanos (DE WAAL, 1978; DE WAAL,

1982; DE WAAL, 1984; DE WAAL, 1989).

Cuando se dice que una relación causal es poco

evidente, se afi rma que los elementos causa y efecto

se encuentran bastante alejados en el tiempo y en el

espacio. Las relaciones causales complejas son aque-

llas que requieren detallada observación y refl exión;

~ 90 ~

Corrupción, Cerebro y Sentimientos

aquellas para las cuales el cerebro no establece un

vínculo automático. Si golpeamos un vaso que se en-

cuentra sobre una mesa y éste cae y se rompe, nuestro

cerebro establecerá una relación causal inmediata en-

tre la caída del vaso por el golpe, y el impacto del vaso

contra el piso. Como se señaló, el establecimiento de

vínculos causales para estos sucesos físicos se da desde

temprana edad. Por este motivo, en condiciones nor-

males, cualquier persona, desde temprana edad, está

en capacidad de identifi car la relación de causalidad

en sucesos de choque inmediato. A partir del estable-

cimiento casi automático de este tipo de vínculos cau-

sales, se ha propuesto que el cerebro cuenta con prin-

cipios físicos instalados que se desarrollan fácilmente

gracias a la experiencia.

Dado que en condiciones normales los principios

físicos son invariables, resulta útil que nuestro cerebro

asimile, interprete e interiorice estos principios desde

temprana edad. Por ejemplo, resulta útil en términos

de supervivencia tener en cuenta el constante efecto

Corrupción, Cerebro y Sentimientos

~ 91 ~

de la gravedad desde temprana edad. Al parecer, por

este motivo, en condiciones normales desarrollamos

más fácilmente la aversión que el gusto por las alturas,

pues podemos predecir fácilmente el hecho de que

caemos en lugar de fl otar.

Contrario a los vínculos causales asociados a las re-

laciones causa efecto en choques evidentes, hay otros

vínculos causales para los cuales nuestro cerebro no

está predispuesto. Por ejemplo, asegurar que la Revo-

lución Francesa es una causa relevante para la tradi-

ción individualista de occidente, es un vínculo causal

que requiere una cuidadosa y extensa refl exión. Este

vínculo causal es poco evidente, y aunque nuestro

cerebro no está predispuesto para el establecimiento

automático de este tipo de vínculos, sí cuenta con la

capacidad para hacerlo.

Gracias al tamaño y efi ciencia de nuestro cerebro,

podemos establecer relaciones causales poco eviden-

tes y bastantes complejas. El establecimiento de una

~ 92 ~

Corrupción, Cerebro y Sentimientos

relación causal entre la evolución y los cambios en

los organismos, o el establecimiento de la causa de la

gripe o la varicela, son ejemplos de relaciones causa-

les poco evidentes. De hecho, puede pensarse que la

acumulación de conocimiento científi co y la acumu-

lación de conocimiento técnico, consisten en identi-

fi car relaciones causales que casi nunca son evidentes

(SALCEDO-ALBARÁN y BELTRÁN, 2006). A mayor identifi -

cación y establecimiento de relaciones causales, ma-

yor conocimiento técnico y esto, a su vez, implica una

mayor capacidad para manipular el entorno.

Con la acumulación de relaciones causales iden-

tifi cadas, aprendemos cómo funciona el mundo y, en

últimas, aprendemos a manipularlo. De igual mane-

ra, (SALCEDO-ALBARÁN y BELTRÁN, 2006) señalan que

los cambios en el conocimiento técnico, esto es, los

cambios en el tipo de relaciones causales que esta-

blecemos, tienen implicaciones en la construcción de

juicios morales. Esto explica la importancia del esta-

blecimiento de relaciones causales, no solamente en

Corrupción, Cerebro y Sentimientos

~ 93 ~

el desarrollo de la técnica y su consecuente capacidad

para manipular y moldear el entorno físico, sino en

los cambios de relaciones sociales en cuanto a los jui-

cios morales que rigen una comunidad.

Nuestro cerebro siempre le asigna algún nivel de

coherencia a una serie de sucesos que no necesaria-

mente están relacionados pero que son cercanos en el

tiempo o en el espacio. Así, tendemos a generar rela-

tos, historias y explicaciones para una serie de percep-

ciones visuales que no están necesariamente relacio-

nadas. Incluso, estos relatos, historias y explicaciones,

muchas veces se generan con términos aplicables a

objetos vivos aunque sean sobre objetos inanimados

(SCHOLL y TREMOULET, 2000).

En general, el establecimiento de regularidades

causales parece ser una característica importante de la

mente humana, pues requerimos de dichas regularida-

des para las acciones cotidianas. Esto quiere decir que,

prácticamente de manera automática, desde tempra-