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1 Cooperativismo agrario y agronegocio. Tensiones entre un modelo centenario y los requerimientos de un agro reconvertido (1990-2010) Graciela Mateo José Martín Bageneta ** Introducción Las cooperativas agrarias constituyeron un actor social significativo, tanto por sus aportes a la economía, al comercio agropecuario, al empleo, y al desarrollo regional, como por su valor institucional y político. La cooperación agraria aseguró la unión de los esfuerzos individuales y la participación de los productores y sus familias en la defensa de sus legítimos intereses. 1 En el transcurso de la centenaria historia del modelo cooperativo, se presentaron tensiones entre el plano ideal, el de sus valores y principios, y la realidad productiva de estas entidades que, en tanto empresas, debían ser eficientes y garantizar rentabilidad económica. Desde las primeras experiencias cooperativas occidentales, hacia comienzos del siglo XIX en Francia e Inglaterra, hubo tendencias doctrinarias en contradicción y disputa. En la Alianza Cooperativa Internacional (ACI) triunfó la concepción que le daba supremacía al consumidor (Manchester), frente al plan de emancipación del productor (con centro en Londres y Nimes). Esta disputa fue una marca de origen para el cooperativismo, así como -por otra parte- algunos autores señalaron la tensión entre la concepción empresaria y la doctrinaria. 2 El presente trabajo se propone analizar la relación entre el cooperativismo rural y el agronegocio, entre 1990 y 2010, a partir del análisis de dos experiencias cooperativas. Este último es considerado como un fenómeno en su doble faz (complementarias): modelo agrario dominante, así como productor y reproductor de un discurso legitimante. 3 Se busca, en particular, el estudio de acciones y reacciones de dos cooperativas frente a los cambios que causó este nuevo paradigma, dando

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Cooperativismo agrario y agronegocio. Tensiones entre un modelo centenario y los requerimientos de un agro reconvertido (1990-2010)

Graciela Mateo∗ José Martín Bageneta**

Introducción

Las cooperativas agrarias constituyeron un actor social significativo, tanto por sus aportes a la economía, al comercio agropecuario, al empleo, y al desarrollo regional, como por su valor institucional y político. La cooperación agraria aseguró la unión de los esfuerzos individuales y la participación de los productores y sus familias en la defensa de sus legítimos intereses. 1 En el transcurso de la centenaria historia del modelo cooperativo, se presentaron tensiones entre el plano ideal, el de sus valores y principios, y la realidad productiva de estas entidades que, en tanto empresas, debían ser eficientes y garantizar rentabilidad económica. Desde las primeras experiencias cooperativas occidentales, hacia comienzos del siglo XIX en Francia e Inglaterra, hubo tendencias doctrinarias en contradicción y disputa. En la Alianza Cooperativa Internacional (ACI) triunfó la concepción que le daba supremacía al consumidor (Manchester), frente al plan de emancipación del productor (con centro en Londres y Nimes). Esta disputa fue una marca de origen para el cooperativismo, así como -por otra parte- algunos autores señalaron la tensión entre la concepción empresaria y la doctrinaria.2

El presente trabajo se propone analizar la relación entre el cooperativismo rural y el agronegocio, entre 1990 y 2010, a partir del análisis de dos experiencias cooperativas. Este último es considerado como un fenómeno en su doble faz (complementarias): modelo agrario dominante, así como productor y reproductor de un discurso legitimante.3 Se busca, en particular, el estudio de acciones y reacciones de dos cooperativas frente a los cambios que causó este nuevo paradigma, dando

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cuenta -al mismo tiempo- del discurso que acompañó esas transformaciones. Se persigue, en una segunda instancia, la presentación de avances en un ejercicio de comparación, a partir de las experiencias de estas entidades ante este modelo socio-productivo.

El vínculo se analizó a partir de dos estudios de caso. Por un lado, la cooperativa Unión Agrícola Avellaneda (UAA) fundada en el año 1919 en la localidad homónima de Santa Fe, actualmente presente (con operaciones comerciales) en Santiago del Estero, Chaco, Salta, Formosa y Corrientes. Por otro lado, Agricultores Federados Argentinos (AFA), constituida en 1932 en Rosario y que hoy es la principal cooperativa de primer grado del país, con presencia arraigada en 135 localidades de nueve provincias, como Santa Fe, Buenos Aires, Córdoba, Entre Ríos, Santiago del Estero, Chaco, Salta, Tucumán y San Luis.

Mientras AFA experimentó desde su origen un desarrollo centrado, principalmente, en la región pampeana, la UAA, desde su localización inicial en el norte santafecino fue avanzando sobre la región marginada del Gran Chaco Argentino.

¿Cuáles fueron las acciones que estas dos cooperativas desplegaron ante el agronegocio? ¿Cuáles fueron los discursos generados? ¿Hubo algún tipo de transformación institucional en función del nuevo modelo? Son éstos, algunos de los interrogantes que se procurará dilucidar en torno a estos dos casos, a partir del reconocimiento de que ambas entidades han contribuido a modelar la territorialidad en la cual se integran.

Acerca de la concepción teórico metodológica

Para el análisis de las acciones y discursos de las dos asociaciones se utilizaron diversos materiales. Por un lado, se recogió la información volcada en documentos institucionales: las Memorias y Balances, revistas y boletines de las cooperativas y otras publicaciones periódicas. Por otro lado, se utilizan entrevistas4 en profundidad realizadas a miembros de las cooperativas. El recorte temporal es desde la década de 1990 hasta la primera década del siglo XXI. En el presente estudio se articulan dos elementos: las cooperativas agrarias y el agronegocio. A los que se suma –implícito en la perspectiva- el territorio, entendido como espacio apropiado y en disputa entre heterogéneos actores sociales.

En este análisis se piensa y repiensa el territorio como una construcción social y como un componente del proceso de producción social. David Harvey plantea que -por la dinámica del capital- siempre se dieron ajustes o fix espacios temporales, a través del “aplazamiento temporal y la expansión geográfica”. Agregaba que “el capital, en su proceso de expansión geográfica y desplazamiento temporal que resuelve las crisis de sobreacumulación a la que es proclive, crea necesariamente un paisaje físico a su propia imagen y semejanza en un momento, para destruirlo luego.”5

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El concepto de territorio, ha pasado por usos diferentes desde su conceptualización a fines del siglo XIX. Aplicado desde campos como la geografía, la etología, la historia, la economía y otras ciencias sociales y humanas, sus definiciones se han ajustado a los tiempos. En las últimas dos décadas ha tenido un abanico de usos, que, en muchos casos, poco precisaron sobre su sentido y, por lo tanto, se impuso cierta ambigüedad. Se debe partir de la comprensión de que un territorio es un recorte del espacio, éste último término suele intercambiarse sin criterio teórico alguno.6 Se comparte la perspectiva del territorio como espacio de gobernanza, apropiado, “hecho cosa propia, en definitiva, el territorio es instituido por sujetos y grupos sociales que se afirman a través de él.”7 Es indudable que el territorio es una expresión compleja que conjuga al medio y a los componentes y procesos que contiene: grupos sociales, relaciones, conflictos. Vale decir, el territorio tiene un continente y un contenido, no se reduce solo a la complejidad de su continente físico–natural. 8 En consecuencia, existen múltiples territorios según las acciones para controlar el espacio, “cada institución, organización, sujeto, construye su propio territorio y el contenido de su concepto y poder político para mantenerlo.”9 Se hace referencia, desde esta concepción brasileña, a territorios campesinos10 y del agronegocio, según las prácticas productivas y en relación al régimen de propiedad en cada caso.

Agronegocio, análisis y conceptualización

Se realiza en esta sección un breve repaso sobre el proceso histórico nacional que fue dando encarnadura al agronegocio. En los años ‘60 comenzaba -gradualmente y bajo los impulsos de las nuevas conductas tecnológicas- la agriculturización de la producción. La segunda posguerra -de la mano de EEUU- había significado un quiebre en la instalación de este tema.11

En cuanto a la dinámica de ocupación del territorio con soja, se ha podido reconocer su despliegue desde la incipiente experiencia en Misiones. En los ’70 se sumó la provincia de Tucumán, hasta que en los años '80 se afianzó, de la mano de los precios internacionales, un avance sojero en la región pampeana, en lo que se denominó, proceso de sojización.

Algunos autores puntualizaron que, hacia finales de estos años, se produjo la expansión en el norte del país como parte de la pampeanización.12 El mayor crecimiento relativo en la superficie de soja sembrada ocurrió durante el siglo XXI, en zonas hasta entonces consideradas marginales en la producción agraria.13 Estos resultados expresaban un boom sojero, con un rol destacado de la siembra directa y la acción ideológica para su implantación de múltiples actores: académicos, mediáticos y políticos.

Se erigieron entonces, los rasgos del modelo de producción del agronegocio, que se ampliaría a fines de la década de 2000 hacia otras regiones, como el GChA. Este modelo productivo rural se mantuvo vigente hasta la

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actualidad, conlleva una destacada innovación tecnológica (biotecnología, maquinaria de alta productividad, siembra directa, herbicidas especiales, etc.), la inserción del sector financiero (siendo los mercados a futuro un emergente de dicha relación), actores productivos emergentes (pools de siembra que en su mayoría no son propietarios de las tierras que producen y se vinculan con el sector financiero), disponibilidad de sujetos productivos y sociales previos (productores, contratistas y la agroindustria que se fortalece como parte del modelo) y un Estado que dio el “visto bueno” para su instauración. En suma, el agronegocio fue –gradualmente- desplazando a la agricultura como modo de territorialización y tendió, por lo tanto, a la sustitución del agricultor como sujeto social.14

Se ha señalado el cambio entre la primera revolución verde de los años ’70 -que implicó una amplia incorporación de insumos y maquinaria-, de la de los ’90 cuando se sumaron tecnologías de proceso15 y la consolidación del modelo de agricultura industrial.

En el plano de las definiciones realizadas sobre agronegocio ha habido diferentes perspectivas. La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, sus siglas en inglés) definía el término, surgido en la Universidad de Harvard (1957) “como la expansión de los negocios del sector agropecuario y rural y de sus cadenas, a partir de relaciones que involucran estructuras contractuales, alianzas o asociaciones ejecutadas principalmente por el sector privado a partir de los productores del sector agropecuario, sostenibles a largo plazo, que involucran, además de un conjunto asociado de agricultores, a diversos agentes exógenos o de las cadenas agroindustriales y que podrían contar o no, con el apoyo de las políticas públicas.”16 [Resaltado propio].

Por otra parte, un representante de este modelo en Argentina, Héctor Ordóñez17, lo definía –en su glosario de términos- como “una aproximación sistémica que delimita sistemas abiertos construidos verticalmente del campo al plato, incluyendo I+D, la industria de insumos, a los productores agropecuarios, a la agroindustria y al comercio minorista y exterior y los demás servicios anexos. El sistema agroalimentario aparece como un todo expresado en sistemas de valor que recorren la investigación, la producción, la transformación y la distribución.” 18

Desde una perspectiva crítica –que involucra las consecuencias del modelo- se lo considera como una estructura de desarrollo agrario sostenido sobre crecientes inversiones de capital tras la persecución –a través de tecnología y más productividad- de mayores rentabilidades. Se reconoce que, como modelo, constituye una práctica discursiva y de legitimidad. Tiene un grado importante de “externalidad” con respecto al campo, influyen en la toma de decisiones sectores -que aparecían en las definiciones anteriores- que antes actuaban en otras esferas económicas (industria y banca, centralmente). En el plano de las consecuencias se pueden considerar: proceso de concentración económica, crisis social19, degradación de recursos naturales, perfiles nacionales monoproductores y dependientes –tanto tecnológica como económicamente-. El autor brasileño, Bernardo Mançano Fernandes analizó para el caso brasileño que “la agricultura capitalista, en la nueva

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denominación agronegocio, se territorializa, expropiando al campesinado, promoviendo conflicto y desarrollo.”20 Es significativo que desde sus primeros pasos (en los años ‘90) hasta la actualidad haya mantenido condiciones favorables la expansión del agronegocio. A partir del gran ingreso de divisas que significó para el Estado (con las retenciones a las exportaciones) este modelo fue sostenido por los gobiernos de diferentes signos. Por su parte los autores Dilma y Elder Andrade de Paula describían este fenómeno para Brasil – que responde, en un proceso histórico y social diferente, a una similar lógica del capital que la de su antecedente argentino- como “una forma de crear una especie de blindaje de ese modelo, intentando invisibilizar su conflictualidad. El agronegocio intenta representar la imagen de la productividad, de la generación de riquezas para el país. De ese modo, aparece como espacio productivo por excelencia, cuya supremacía no puede ser desapropiado para la ocupación de la tierra.” 21 Por lo tanto, esta acción fue posible debido a la construcción de un aparato ideológico de legitimidad sobre sus prácticas productivas. Los actores centrales fueron el capital financiero, los académicos -que aportaron sus saberes técnicos y su legitimidad social- (múltiples universidades nacionales y organismos estatales de investigación22), las instituciones sectoriales –con práctica directa de sus lógicas- (entre ellas la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (AAPRESID23) y los sectores dirigentes que hacen viables estos modelos de acumulación.

Etapas históricas del cooperativismo agrario argentino

El accionar de las cooperativas agrarias, pieza clave de la economía social de primera generación, ha resultado vital tanto para la vida de los pueblos como para el equilibrio regional, se constituyeron en verdaderas herramientas al servicio del desarrollo endógeno. Poco a poco, las sociedades cooperativas se fueron extendiendo hacia diferentes actividades y cubriendo buena parte de la geografía del país. Se constituyó así un tejido de fuerte anclaje local, que posibilitó la articulación flexible entre la descentralización de cada unidad productiva y de servicios y la fortaleza de la escala federativa. En efecto, en el transcurso de sesenta años, el cooperativismo agropecuario argentino pasó de la fundación de su primera sociedad a fines del siglo XIX,24a la instancia confederada, CONINAGRO, que a partir de 1956 reunió a miles de asociados en organizaciones de primero, segundo y tercer grado.

Con el correr del tiempo, la cooperativa agropecuaria se transformó en una empresa de empresas, que permitió funcionar como grandes, a los productores chicos. A la inicial provisión de insumos, al acopio y comercialización de la producción y al crédito agrario, se sumaron una variada gama de servicios que la cooperativa le brindaba al asociado: transformación/industrialización de las materias primas, divulgación de nuevas tecnologías, capacitación y logística. En este sentido, la organización cooperativa agropecuaria ha buscado avanzar en los eslabones de la

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cadena agroalimentaria para llegar lo más cerca posible del consumidor, hasta la transformación en un proveedor de alimentos.25

Sucesivos censos agropecuarios y relevamientos cooperativos confirmaron que, así como sucedió desde sus orígenes, el movimiento cooperativo agropecuario argentino siguió integrado principalmente por pequeños y medianos productores de explotaciones caracterizadas por el trabajo familiar. Difundido en todas las regiones productivas del país, puede decirse de él, sin embargo, que es un fenómeno económico, social y cultural con predominancia en la pampa húmeda. Sin embargo, se evidencian islotes de organización cooperativa vinculados a la especialización productiva de ciertas regiones: en Cuyo y el Alto Valle del Río Negro, se organizaron cooperativas frutihortícolas; en Mendoza, con expresiones parciales en otras provincias cuyanas y en el Noroeste, cooperativas vitivinícolas; yerbateras en Misiones y marginalmente en Corrientes; algodoneras en Chaco y norte de Santa Fe; tabacaleras en varias provincias del NOA y del NEA.

El incremento del cooperativismo agrario en cuanto al número de empresas y socios si bien fue continuo no mantuvo un ritmo regular. Mario Lattuada sostiene que desde mediados de la década de 1950, después de la gran expansión que tuvo durante el peronismo histórico, el número de cooperativas agropecuarias tendió a estacionarse en una meseta hasta fines de los años ´70. Desde el proceso de agriculturización y, más específicamente, a partir de la reforma financiera de 1977, comenzaron las manifestaciones de la crisis del cooperativismo agropecuario.26

Una serie de cambios macroeconómicos y sectoriales impactaron en el accionar de estas empresas asociativas: 1) reducción de las pequeñas y medianas explotaciones, que eran el sustento del sistema comercial cooperativo; 2) aparición de nuevas formas de organización de la producción a través de los pools de siembra y fondos de inversión directa; 3) privatización y desregulación de puertos y actividades conexas, como los servicios de carga ferroviaria; 4) concentración y centralización del capital comercial en un reducido grupo de empresas, en su mayoría filiales de firmas multinacionales del agrocomercio; 5) aparición de cadenas de super e hipermercados que desplazaron a las cooperativas en el aprovisionamiento de la familia rural. Frente a este panorama desaparecieron numerosas entidades cooperativas, pudiéndose diferenciar dos etapas en este ciclo de decrecimiento y decadencia de organizaciones que históricamente habían sido capaces de establecer fuertes lazos sociales y económicos en los pueblos donde se localizaron. La primera, sobrevino en el inicio de la década de 1980 bajo los efectos de la reforma financiera. Las restricciones impuestas por la política crediticia llevaron a que las cooperativas orientaran los excedentes acumulados al financiamiento de los socios. Los primeros signos de la crisis de las pequeñas y medianas explotaciones sumados a los costos del financiamiento derivaron en dificultades de cobranza y enfrentamientos entre las entidades y sus asociados y de éstos entre sí. Muchos de ellos, sin capacidad para afrontar sus deudas con las cooperativas, desviaron sus ventas hacia los circuitos privados de comercialización, mientras que sus cooperativas cayeron en una situación de insolvencia que afectaba

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como en un círculo vicioso a otros productores y proveedores de su zona de influencia. Por otro lado, este endeudamiento acumulativo también se trasladó a las entidades de segundo grado, poniendo en serias dificultades al sistema institucional en su conjunto.

El corolario de esta situación era previsible: cierre de gran cantidad de cooperativas primarias y de federaciones que como la Federación Argentina de Cooperativas Agropecuarias (FACA)-surgida en tiempos del peronismo al amparo de la Federación Agraria Argentina- trasladaron sus problemas a sus asociadas. Con inmovilizaciones crediticias crecientes, fruto de un endeudamiento acumulativo que ya excedía el giro económico de estas organizaciones, superando en muchos casos el respaldo patrimonial disponible y amenazando con poner en serias dificultades a todo el complejo, los nobles y tradicionales principios cooperativos perdían consistencia frente a una realidad circundante cruda y divergente.

La segunda etapa de la crisis se dio durante la década de 1990. La situación económico-financiera de las cooperativas agrarias, sobrevivientes a los severos cambios de la década anterior, condicionó, en buena medida, sus posibilidades empresariales. Muchas de estas empresas quebraron o se fusionaron con otras entidades del mismo tipo ni bien comenzó el programa de convertibilidad. En otros casos, se iniciaron activos procesos de inversión y modernización tecnológica, especialmente en las instalaciones de acopio, empleando para ello financiamiento bancario, que se extendió a la cobertura de los pasivos generados por la venta anticipada de cereales y por los descubiertos de los años precedentes.

Las condiciones financieras prevalecientes en el momento en que se realizaron las inversiones en nuevas tecnologías se modificaron bruscamente a partir de la llamada crisis del tequila en 1994, aumentando sustancialmente el costo financiero. Por su parte, los impactos del ajuste estructural impuesto por las políticas neoliberales de los ´90 acrecentaron las dificultades económicas y financieras de buena parte de los productores asociados, cuya capacidad de cancelación de las deudas con su cooperativa se vio seriamente afectada.27

Como señalan Lattuada y Renold, la experiencia de muchos países europeos ha demostrado que la disminución del número de cooperativas no siempre resultó un signo negativo para el movimiento. Un proceso de concentración en beneficio de un número reducido de cooperativas podría implicar un aumento del número de asociados y, paralelamente, un avance significativo en el control del mercado por el movimiento cooperativo respecto de empresas de capital privado competidoras. Éste no ha sido el caso de la Argentina, donde a la disminución del número de entidades y socios se sumó la drástica reducción de la participación cooperativa en el volumen de almacenamiento de granos, de su actividad en la faena de ganado y de su aporte relativo al total de las exportaciones agropecuarias del país.

Esta crisis fue más allá de las consecuencias cuantitativas económicas y sociales, involucrando cambios en sus estructuras organizativas y en los principios doctrinales fundacionales. Ante el nuevo contexto, las cooperativas emprendieron una reconversión de su organización institucional, adoptando prácticas y discursos

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vinculados a la lógica empresarial que ha priorizado los criterios de rentabilidad económica sobre el principio cooperativo de la solidaridad.28

El contexto económico de los años ´90, caracterizado por un fuerte proceso de concentración y competitividad, desfavoreció al pequeño y mediano productor, base societaria de las cooperativas agrarias, que registraron entonces una reducción de sus asociados. Se generaron entonces contradicciones entre los principios cooperativos y las prácticas institucionales, que provocaron tres graves consecuencias para el cooperativismo agrario: pérdida de centralidad de la empresa cooperativa en los sistemas productivos locales; considerable reducción de los asociados y su pérdida de identidad cooperativa.

Dos casos cooperativos La Unión Agrícola Avellaneda Cooperativa Limitada (UAA)

La Unión Agrícola Avellaneda Cooperativa Limitada (UAA) fue fundada en el año 1919. Reunía a 33 productores “con el objetivo de comercializar en conjunto su producción y proveerse de bienes para consumo.”29 La cooperativa nacía en tiempos del impulso regional del cultivo algodonero en los años `20. En 1956 la Memoria institucional daba cuenta de que el acopio de este textil/oleaginoso, representaba el 79% sobre el total de la producción acopiada por la cooperativa. Sin embargo, en los años `60, comenzaba una marcada incertidumbre para la producción, con la alternancia de momentos de crecimiento y declinación comercial (proceso común a la región del GChA). La producción algodonera fue central entre las actividades de la institución hasta entrados los años ‘80.

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Mapa 1. Departamento General Obligado, Santa Fe

Fuente: http://es.wikipedia.org/wiki/Departamento_General_Obligado

En la revisión de las memorias y balances y en publicaciones especiales de la entidad, se pudieron encontrar las señales de los momentos sucesivos de ampliación sobre la región que la circundaba.30 La cooperativa con su casa central ubicada en la localidad de Avellaneda, comenzó a incluir sucursales. La primera de ellas, situada al noreste de la sede central -y de la provincia de Santa Fe- fue Arroyo Ceibal -Nº 1-, fundada en 1948 con 40 asociados. En el transcurso de las siguientes dos décadas se abrieron un promedio de dos sucursales cada diez años.

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Tabla 1. Sucursales según año y cantidad de asociados al momento de iniciar actividad y hasta 1979. UAA.

N° Sucursal Año N° de asoc. 1 Arroyo Ceibal 1948 40 2 El Araza 1954 37 3 Lanteri 1956 83 4 La Sarita 1964 97 5 Guadalupe Norte 1963 42 6 El Nochero 1974 138 7 Barros Pazos 1979 24

Fuente: Elaboración propia en base a: UAA (1994), 75 años de organización solidaria, 1919-1994.

Resultaba significativo que este período de 20 años coincidía con momentos de afianzamiento del cooperativismo a nivel nacional. Además, la ampliación en sucursales fue sobre la zona provincial, con particular despliegue sobre el Noreste, aunque fueron innegables las relaciones entabladas en estos momentos con las provincias lindantes de la región.

En 1989 se traspasaban los límites de la provincia con la comercialización avícola a Formosa y Chaco, aunque se encontraron documentos previos que daban cuenta de avances de iguales características. Recién para el año 1994 volvió a ampliarse la cooperativa con el alquiler de silos en Tostado (al oeste provincial, lindante con Santiago del Estero) y al año siguiente la adquisición de la planta de silos y desmotadora de la ex Cooperativa de Villa Ocampo. Un documento de auto historia de la entidad señalaba que “como consecuencia de que, desde años anteriores, asociados de la institución se trasladaban a la zona oeste en busca de tierras para ampliar su producción, se alquiló la planta de silos de tostado [al oeste, límite con Santiago]. También se arrendó la planta de silos de Villa Ocampo [al norte, límite con Chaco]; iniciando de esta manera una permanente expansión geográfica de las actividades de la cooperativa.”31

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Mapa 2. Sucursales y delegaciones operativas de la UAA. 2012

Fuente: UAA (2013) http://www.uaa.com.ar/

Por lo tanto, mientras hasta los años ´90 la UAA mantenía y ampliaba su representación dentro de los límites provinciales (en la zona norte de Santa Fe), en la primera década del siglo XXI constituía sucursales en las provincias lindantes, llegando a ampliarse más allá aún (provincia de Salta). La memoria institucional del año 2000 reconocía: “La actividad económica de la Cooperativa estuvo marcada por un sustancial crecimiento de los volúmenes físicos operados.”32 Se debe destacar que en esta ampliación territorial hubo un vínculo histórico con la Asociación de Cooperativas Argentinas (ACA), tanto en la ayuda financiera como en la mutua explotación de proyectos.

Agricultores Federados Argentinos (AFA)

“Agricultores Federados Argentinos. Sociedad Cooperativa Limitada” (AFA SCL) se fundó el 3 de noviembre de 1932 como una entidad cooperativa de consumo, provisión, crédito, transformación y comercialización, en tiempos del

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Estado interventor y los subsidios a la producción agraria. La intención de Esteban Piacenza, presidente de la Federación Agraria Argentina (FAA), era constituir una cooperativa de orden dependiente y de administración centralizada –con sede en la ciudad de Rosario- integrada por agencias solidarias (centros cooperativos primarios) que convergieran en los puertos de embarque para evitar a los intermediarios de la comercialización.33

Desde las páginas de La Tierra, órgano de prensa de la Federación, se divulgaban las bondades del cooperativismo para prescindir por completo de los almacenes de campaña –en lo referente al acopio y venta- y como medio para implantar establecimientos para la elaboración de los productos agrarios. En este sentido, la acción cooperativa se planteó como parte de las prácticas gremiales de la FAA y su estrecha relación –que la diferencia de aquellas entidades nucleadas por la Asociación de Cooperativas Argentinas (ACA)34- quedó inscripta en el artículo 11 de los Estatutos Sociales aprobados por unanimidad en 1932: “podrá pertenecer a la sociedad toda persona (varón o mujer) que acepte los presentes estatutos y los reglamentos internos de la sociedad, que pertenezca al gremio agrario, que sea socio de la Federación Agraria Argentina y que tenga más de dieciocho años de edad.”35

La creación de AFA también puede ser considerada una estrategia jurídica de la Federación que, en tiempos de crisis del modelo agroexportador y de la entidad madre, intentaba salvaguardar la representación de sus socios, el capital comprometido y el diario La Tierra. Piacenza asumió la presidencia conjunta de AFA y de la FAA, situación que no duraría más de un año. El resto de los integrantes del primer Directorio también tenían experiencia gremial y cooperativa. La misión institucional de AFA proponía: “servir cada vez mejor a las familias productoras asociadas a través de la defensa del valor de su producción, promoviendo la diversificación y valor agregado de la misma, por medio de una gestión transparente y brindando las herramientas necesarias para que mejoren su calidad de vida y participen activamente en el desarrollo de sus comunidades.”36 A un año de su fundación, AFA contaba con más de 2.000 asociados. Hasta 1950, su estructura administrativa difería de la actual y su área de influencia abarcaba gran parte de las provincias de Santa Fe, Córdoba y Buenos Aires, además de una porción considerable de la provincia de Entre Ríos. Antes de la creación de las Agencias (hoy Centros Cooperativos Primarios, CCP) actuaba en las localidades por medio de agentes de colocación de la producción, quienes canalizaban la operatoria por medio de la Administración Central de Rosario o por la Delegación Buenos Aires.

A partir de 1947, cuando el Estado peronista mantenía sus distancias discursivas con el cooperativismo, comenzó una etapa de consolidación institucional con la creación de las Agencias (hoy CCP) con Sub-Consejos Consultivos (hoy denominados Consejos Asesores Locales) y personal permanente. Su expansión durante estos años fue significativa, construyendo elevadores, silos, depósitos de almacenamiento y galpones en diversas áreas. El constante crecimiento del número de socios de AFA motivó la creación por parte de la FAA de una entidad de segundo grado: la Federación Argentina de Cooperativas Agropecuarias (FACA). El

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propósito de la entidad madre era construir un “cooperativismo integral” que reemplace al antiguo sistema de comercialización, inscribiendo el accionar cooperativo en el contexto de la lucha gremial.”37

La presencia física de AFA se aprecia hoy en nueve provincias y en 135 localidades de todo el país y a sus 82 años de existencia, cuenta con 36.553 asociados. 38 La actividad principal de esta cooperativa continuó siendo el acopio y la comercialización de granos y oleaginosas cuyo elevado volumen permitió trasladar un mejor precio a sus asociados (precio AFA). Entre los servicios hoy presta se encuentran la provisión de agroinsumos, la comercialización directa de hacienda y productos especiales, transporte de granos y sub-productos, muestras técnicas y ensayos a campo, expendio de combustibles y exportación directa. El informe final del Balance Social Cooperativo (2012-2013) mostraba un sostenido crecimiento económico y social, tanto a través de los montos del capital subscripto e integrado como en su fluida vinculación institucional en el marco de la ACI y en el incremento de las actividades sociales, especialmente desarrolladas por los grupos de mujeres cooperativistas y Jóvenes AFA.

Continuidades y cambios ante el agronegocio

Se optó por analizar ambas cooperativas a partir de tres ejes transversales elegidos para el estudio comparativo de las dos experiencias territoriales. Estas líneas no se pueden tomar como senderos aislados, sino como un entramado, se decidió estudiarlas por separados para potenciar el ejercicio comparativo entre las dos entidades.

Eje: Intervención territorial

En esta sección se considera la acción que tomó cada caso cooperativo en relación a su presencia en un territorio, donde el agronegocio se tornaba hegemónico. Las preguntas que guían el estudio de caso son: ¿Cuál ha sido la relación con los cambios territoriales?, ¿fue similar la reacción de una cooperativa inserta en una región marginal (UAA) que la de aquella apostada sobre un territorio central (AFA)?

La UAA

La cooperativa dejaba entrever en su Memoria escrita, año a año (desde el registro que se cuenta desde el año 1960, Ejercicio N° 49) una sección dedicada a la acción regional, fuera de Avellaneda. Estaba en íntima relación con que, como se describió, entre las décadas de 1940 y 1970, había creado 7 sucursales en la zona norte de Santa Fe, la más cercana a la pequeña localidad de su origen. Esta sección escrita, en 1960 se denominaba “actuación en la economía regional”39 y, en 1976,

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“3) Actuación en el desarrollo de la zona”40, nombre que se mantendría hasta el año 1997. Después, esa sección desapareció y su contenido se diluyó dentro de las “1) consideraciones generales” (sección que abría las Memorias) y dentro de “4) Relaciones institucionales” al citar acciones como miembro del “Consejo Asesor regional del Norte de Santa Fe” en los '90.41 Por estos años, la UAA ampliaba su representación hacia los límites provinciales -en el noroeste santafesino-. Hacia finales de la década constituyó sucursales en las provincias lindantes y llegó a ampliarse aun allá.

Estos pasos sucesivos estaban vinculados con elementos endógenos y exógenos, en todos los casos daban cuenta de procesos de transformación territorial de diferente tipo. El primero debido a la necesidad -propia de la ampliación del modelo del agronegocio- de los productores asociados de expandirse sobre mayores superficies de tierra, en relación a la dinámica familiar. El segundo elemento debido a la desaparición o debilidad –frente a las nuevas características del agronegocio- de las cooperativas con existencia previa.

Este cambio, en las dinámicas de expansión, permitía observar la mutación de las condiciones productivas para la región. Los factores internos y externos entraban en interrelación, existiendo una clara imbricación entre ambos. El modelo del agronegocio y las condiciones del GChA generaban nuevas necesidades productivas de las unidades -superficie y tipo de explotación- y, por lo tanto, mutaciones en las acciones de los productores y la UAA.

En cuanto al segundo tipo de avance, mediante la incorporación de cooperativas de la zona, un ejemplo fue el caso de Villa Ocampo, con vínculos históricos con la UAA. En el año 1992 la Memoria de la entidad de Avellaneda daba cuenta de la participación institucional en el Consejo Asesor Regional del Norte de Santa Fe, “nuestra entidad conjuntamente con las Cooperativas de las Toscas, Villa Ocampo, Romang, Margarita, Malabrigo, Crespo y Videla, conforman este Consejo.” 42 Luego, en el año 1995 se señalaba que las instalaciones de una de las entidades de aquel Consejo era absorbida por la UUA, “habiéndose operado en alquiler la planta de silos y desmotadora de la ex Cooperativa de Villa Ocampo, se concretó su adquisición mediante un convenio suscripto por ACA y La Segunda en el mes de octubre de 1995.”43 Luego, en el año 1997 se reconocía la concreción de ampliaciones, “vista la necesidad de mejorar las condiciones de recibo de granos en Villa Ocampo, se procedió a la instalación de una secadora.”44

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Tabla 2. Años de expansión territorial. 1997, 2001, 2002, 2005, 2008, 2009 Año Sucursales y operaciones principales 1997 Bandera (Santiago del Estero), nueva sucursal.

2001 La Banda (Santiago del Estero), terciarizan el desmote.

2002 * Bandera (Santiago del Estero) nueva sucursal, alquilan plantas de silos. ** General Pinedo (Chaco), nueva sucursal, alquilan silos.

2005 Puerto Vilelas (Chaco), nueva delegación operativa, 20% de UUA y resto de ACA.

2008 Roque Sáenz Peña (Chaco), nueva sucursal.

2009 * Pampa del Infierno (Chaco) nueva sucursal y Joaquín V. González, nueva delegación operativa (Salta). ** Puerto Vilelas, amplían instalaciones.

Fuente: Elaboración propia en base a: UAA (2010), 90 años de historia de nuestra cooperativa, Suplemento especial.

Se reconocía -en estos avances de los productores- un vínculo estrecho en torno a las necesidades de expandir la superficie a explotar. En este sentido, alguno de los entrevistados expresaba cómo los pequeños y medianos productores encontraban límites en la superficie que poseía su familia en su pueblo de origen.

La expansión fuera de la provincia de Santa Fe, aparecía como un proceso diferente en el Chaco. En ese caso, y en las provincias de posterior apertura -Salta y Formosa-, no indicaban una expansión en favor de los productores locales sino en la posibilidad de hacer negocio. Había un mismo patrón fuera de Santa Fe, los empleados, en su gran mayoría eran oriundos de Avellaneda, como quedó demostrado en los casos entrevistados.

AFA

Esta cooperativa con sus 26 centros cooperativos primarios (CCP), podría asimilarse a una entidad de segundo grado, pero sus estatutos indican que es una cooperativa primaria. La mayoría de esos CCP se fundaron en el sur santafecino, en el norte de la provincia de Buenos Aires (Pergamino, Rojas y Arrecifes) y en la localidad cordobesa de Marcos Juárez durante las décadas de 1950 y 1960. Otros dos (Cañada Rosquín y Montes de Oca), ambos en Santa Fe, se constituyeron en la década de 1970 y los últimos, también en territorio santafesino, fueron Chovet en 1984 y Serodino en 1991. Su expansión, concentrada en la región pampeana, la ha

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convertido en uno de los más fuertes comercializadores de granos. De estos CCP dependen 71 Sub-Centros, 25 oficinas y 13 Representaciones, ubicados mayoritariamente en el sur de Santa Fe, noroeste bonaerense y en el oeste de la provincia de Córdoba, que le suministraron una densidad logística difícil de igualar por otras empresas. Pero en los últimos años AFA avanzó más allá de la zona núcleo, llegó a algunas provincias del NOA, NEA y Cuyo, que se sumaron a la expansión alcanzada en la vecina provincia de Entre Ríos. El CCP Maciel de Santa Fe mantuvo presencia territorial a través de tres subcentros en Metán (Salta), 7 de abril (Tucumán) y Cuatro Bocas (Santiago del Estero). Por su parte el CCP Cañada Rosquín cuenta con subcentros en Charata y Hermoso Campo, ambos en la provincia del Chaco; en tanto Firmat ha prolongado su presencia física en Justo Daract (San Luis). 45

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Mapa 3. AFA. Centros Primarios Cooperativos, Subcentros y Oficinas

Fuente: http://afa.afascl.coop/revista-agricultores.php

El mapa evidencia que más allá de la reciente expansión hacia localidades del noroeste, noreste y de San Luis, la cooperativa mantuvo su entramado territorial en la región pampeana.

Eje: Cambios en la estructura de negocios de la cooperativa

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A partir de este eje de análisis se busca dar cuenta sobre ¿qué cambios hubo en la estructura de negocios de cada cooperativa? ¿Qué elementos se priorizaron en cada caso en estudio? Por ejemplo, ¿qué productos acopiaron, qué servicios brindaron y cuáles suspendieron?

La UAA

Uno de los elementos que permitió a la UAA la relación sinérgica con el modelo del agronegocio fue su estructura de “negocios”, o sea, las producciones que se preparó para recibir y la prestaciones “agroveterinarias” que brindaba –así denominada en las Memorias-.

Gráfico I. Comercialización en kilogramos (Maíz, girasol, algodón, trigo, soja y sorgo). UAA.

1982-2010

0

50000000

10000000

15000000

20000000

25000000

30000000

1982

1983

1984

1985

1986

1987

1988

1989

1990

1991

1992

1993

1994

1995

1996

1997

1998

1999

2000

2001

2002

2003

2004

2005

2006

2007

2008

2009

2010

MAIZ

GIRASOL

ALGODÓN

TRIGO

SOJA

SORGO

Fuente: Elaboración propia en base a: Memorias y Balances de UAA (1982-2010).

La UAA daba cuenta en su expansión -y en las formas que tomó dicho proceso- de dinámicas de los modelos agrarios dominantes, y en especial, su carácter en los márgenes. Se podía observar cómo habían cambiado durante los años `90 las actividades productivas de la UAA, a partir de la cantidad de productos recibidos (ver gráfico 1). Se corroboraba la significativa presencia del girasol que, durante los años 80 fue -junto a la soja-, un impulso a la “agriculturización”. En 1986 éste oleaginoso representaba el 47% sobre el total de productos acopiados por la UAA y descendía de manera gradual a partir de los años `90 llegando en 2003 al 14%.

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El crecimiento de la recepción de soja en 1990 se proyectaba en los años siguientes en la determinación que este cultivo tuvo sobre el total de productos recibidos. La soja pasó a marcar tendencia. En sintonía con el aumento, el trigo –cultivo que rotaba- comenzaba un incremento a partir del año 1997 y a partir de 2001 superaba al girasol, representando el 14 %.

Resulta ilustrativa la manera como sintetizaba Mario B., alto dirigente de la UAA, quien reconocía un antes y un después en lo relativo a la superficie necesaria para la producción y cuál era el cultivo de cada momento -algodón y soja-. En este sentido señalaba que “en una época aquí a lo mejor con 30, 40, 50 ha. agrícolas, donde se hacía agricultura convencional, donde el algodón era el fuerte en la historia de la zona, el productor hasta podía vivir dignamente y crecer porque era una actividad que hubo momentos de alta rentabilidad. Lógicamente hoy con un planteo de 80% de siembra directa los que tienen 30, 40, 50 has. trabajan muy pocas horas al año es muy difícil vivir con una superficie de esas características” (Santa Fe, junio de 2010). Por lo tanto, en su discurso aparecían dos referencias que sintetizaban los cambios acaecidos; algodón/agricultura convencional y soja/siembra directa.

Los cultivos que eran centrales en el acopio, también eran señal del cambio territorial, durante el primer año -2002- de funcionamiento en el Chaco la cooperativa tuvo mayor acopio de girasol, que era el producto que se buscaba. Pero, en 2003 se acopiaban 2.691.971 Kg. de soja y 1.063.603 de girasol. El paso posterior, en el 2005, fue la apertura de Puerto Vilelas, con una capacidad de 46.000 tons. y la participación de la cooperativa en el 20% de las operaciones -de las instalaciones de ACA-. Pedro F. señalaba cómo, en estos años, su acción directa –yendo a los campos- se dirigía a la búsqueda de acopio en la zona central y sudoeste de Chaco.

En consecuencia, en los años posteriores se abrieron sucursales de acopio y un corralón de materiales y venta de insumos -en 2008- en Sáenz Peña (Chaco); un año después, en Pampa del Infierno (Chaco) y en Joaquín V. González (Salta). A partir de las distintas fuentes se ha podido observar el desplazamiento espacial de la UAA en la provincia del Chaco que ha sido desde el Sudoeste hacia el centro y el Noroeste del territorio.

El porcentaje de la producción acopiada por las sucursales extra-provinciales sobre el total recibido por la UAA, es un dato relevante para observar este proceso. En el año 2002 la soja representaba el 1,26%, mientras que en 2008 alcanzaba el 35,61% del total acopiado; confirmando el crecimiento de representación sobre el total de toneladas de soja producidas en la provincia del Chaco.

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Gráfico II. Acopio de zona extra-santafesina sobre el total de acopio (en porcentaje) 2002-2008

5,47

9,23

1,26

35,61

18,12

0

5

10

15

20

25

30

35

40

45

50

2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008

girasol soja maiz

Fuente: Elaboración propia en base a: Reportes de acopio por sucursales extra-provinciales (2000-2008) y Memorias y Balances (2000-2008).

Junto a esta ampliación del acopio de la cooperativa, también se comercializaban productos desde el sector "Agroveterinaria". Como se puede observar en los números de los Balances públicos de la UAA, las ventas de agroquímicos entre el año 2000 y 2011 llegaban casi a triplicarse, se pasó de 1.000.260 Lts. en el primer año a 3.916.491 Lts. al finalizar esta serie. Acopio e insumos agropecuarios aparecían como determinantes en este avance sobre el norte. 46

AFA

El modelo organizativo de AFA combinaba la descentralización de la cooperativa en cada localidad y una administración centralizada que le ha permitido acceder a las ventajas de la escala y a un relativo margen de autonomía local. Este original sistema de organización contribuyó a la coordinación de los aspectos comerciales y de provisión de insumos, así como a la coordinación financiera de todos los CCP, optimizando la utilización de estos recursos. La entidad, especializada desde sus comienzos en la comercialización de granos, en la

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actualidad parece haberse adaptado a las características del agronegocio y ser funcional a éste.

Gráfico III. Acopio AFA (en toneladas). 1995-2014

Fuente: Memorias y Estados contables (2013-2014), página 18.

El gran crecimiento en su capacidad de almacenaje ocurrió luego de la devaluación, ya que para 2002, rondaba el millón y medio de toneladas (ver gráfico 3). Si se tiene en cuenta que para el año 1982 su capacidad de acopio era de 500.000 toneladas, se infiere que a esta cooperativa le demandó 20 años sumar un millón de toneladas de capacidad adicional y sólo 8 más agregar otro millón de toneladas.

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Gráfico IV. Comercializado AFA (en toneladas). 1995-2014

Fuente: Memorias y Estados contables (2013-2014), página 18.

El ejercicio económico cerrado el 31 de octubre de 2010 aporta otro dato revelador de lo redituable que le resultó a esta empresa el modelo que se ha impuesto en las últimas décadas en el agro argentino: durante ese año comercializó más de cuatro millones de toneladas de granos y alcanzó una facturación bruta de $4.573 millones. Para tener una idea de la magnitud de este volumen de negocios, puede comparárselo con la otra gran cooperativa local, la Asociación de Cooperativas Argentinas (ACA, entidad de segundo grado) que facturó en el mismo ejercicio $5.400 millones, mientras que la multinacional Bunge y Born, en nuestro país tuvo ingresos por $7.986 millones.47 Dentro de la singular estructura de AFA, el Centro Primario Cañada Rosquín ocupó en el último ejercicio el quinto lugar en cuanto a su capacidad de almacenaje, después del de Los Cardos y Casilda (los tres en la provincia de Santa Fe) y de los de Pergamino y Rojas. De las 206.377 toneladas que recepcionó Cañada Rosquín, el subcentro de Charata aportó 56.560 toneladas (27,5%). Por otra parte, el 55 % del monto de operaciones realizadas por este CCP en el mismo ejercicio (13-14) correspondió a la comercialización de la soja, confirmándose -junto con los datos aportados por el otro caso en estudio- la transformación productiva que ha

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experimentado en las últimas décadas la provincia del Chaco, incorporada de la mano de ambas cooperativas, en la dinámica del agronegocio.

En cuanto a los subcentros que el CCP Maciel posee en el NOA (Metán y 7 de Abril) contribuyeron con 21.830 toneladas (22,5 %) de las 97.639 que el centro almacenó para el mismo período. Del total de cereales y oleaginosas que comercializó este centro cooperativo primario en el año 2013-2014, el 56 % correspondió a la soja. Otra evidencia de la centralidad que la soja ha adquirido también en este CCP que se ha expandido con este cultivo a provincias alejadas de su zona núcleo.

La centralidad que ocupó y mantiene la soja en el acopio y comercialización de AFA se vio reforzada a partir de 2012, cuando la cooperativa se convirtió en una de las primeras entidades argentinas que comercializó poroto de soja sustentable según el esquema francés 2B Svs y auditado por la empresa de certificación de sistemas de gestión Bureau Veritas48. Los socios de AFA pudieron ingresar en mercados más exigentes, que requieren estándares de sustentabilidad para la comercialización de biomasa o poroto de soja destinada a la fabricación de biocombustibles. De esta forma, 3.028 productores asociados a AFA vendieron biomasa proveniente de campos sustentables a exportadores de biodiesel a la Comunidad Europea. En términos económicos se generaron $8.000.000 que se tradujeron en $9,5 por tonelada de soja sustentabilizada, además de dar cumplimiento con el séptimo principio cooperativo, de compromiso con la comunidad.49

La División Agroinsumos también revela la supremacía de la soja ya que los herbicidas a base de glifosato han sido los que se comercializaron en mayores volúmenes, utilizándose en barbechos químicos y cultivos modificados genéticamente, llegándose a operar en el año 2013 un volumen de 7.727.470 litros.

En la última década del siglo pasado y en la primera del actual, los distintos tipos de organizaciones asumieron una mayor variedad de funciones en un contexto de complejidad50 también creciente. Entre otros rasgos centrales aumentó la ya estrecha interrelación del sistema económico mundial, convirtiendo en contexto de buena parte de las entidades a la mayoría de las variables básicas de la economía mundial. A su vez, el cambio tecnológico, se orientó hacia tasas crecientemente aceleradas, modificándose aspectos básicos de los procesos de producción, distribución, comercialización y administración. En este escenario, AFA se transformó en una organización que tiende a minimizar las diferencias entre las cooperativas y las empresas de capital a los efectos de responder con mayor eficacia a los desafíos del nuevo contexto competitivo.

Con el objetivo de fomentar la diversificación de cultivos entre los productores asociados, AFA creó el Departamento de Productos Especiales, un área destinada a acopiar, agregar valor, analizar mercados y comercializar producciones alternativas a los commodities tradicionales. Esos cultivos especiales son lentejas, arvejas, garbanzos, porotos, arroz, maíz pisingallo. Desde el año 2010 la Cooperativa viene incursionando en este rubro a partir de un proyecto iniciado en el

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CCP de J. B. Molina, que creció exitosamente y hoy permite que AFA sea uno de los referentes en el mercado local, además de convertirse en el principal exportador de arvejas, en especial a Brasil. A fines de 2013 comenzó a funcionar una planta de procesamiento de legumbres en la localidad de Rueda, en el corazón de la zona legumbrera argentina.

A pesar de los difíciles momentos que pasó la ganadería en los últimos años, la cooperativa mantuvo su pie en este segmento. Posee un feedlot con capacidad para engordar 1.500 animales, y comercializó en el ejercicio 2010 más de 54.000 cabezas, no sólo por medio de operaciones directas sino también con el Mercado de Ganado de Rosario y en remates televisados. Por otra parte, por interés de su dirigencia, en 2009 AFA adquirió el frigorífico Barrancas Coloradas, ubicado en la localidad entrerriana de Hernandarias.

AFA ya había se había iniciado en el terreno de la industrialización, cuando en el año 1976, organizó en Las Rosas (Santa Fe) una metalurgia que hasta la actualidad se ocupa de fabricar los componentes necesarios para el adecuado funcionamiento y mantenimiento de las plantas de silos de sus 26 Centros Cooperativos Primarios. En 1993 comenzó la industrialización de semillas oleaginosas. Para ello construyó en la localidad santafesina de Los Cardos, una planta con capacidad de acopio de semilla de 120.000 toneladas y en la que trabajan más de 60 empleados. Toda la materia prima utilizada proviene de los socios. Actualmente la Aceitera Los Cardos industrializa bajo normas internacionales de calidad: aceite por solvente, harinas proteicas pelletizadas de soja, aceites de soja, girasol y colza y lecitina líquida extracción de aceite por solvente, producción de harinas

Eje: Ideas, la auto-representación de las entidades

Este eje final presenta una breve consideración acerca de ¿qué cambio, en cuanto al plano discursivo de la cooperativa, hubo en cada caso? y ¿qué ideas manifestaba este discurso frente a los cambios acontecidos con el agronegocio?

La UAA

La construcción de una auto-representación en expansión territorial. El imaginario institucional confirmaba el rol de expansión y colonización, el “quehacer desarrollado en el extenso período transcurrido desde su fundación, se basó principalmente en brindar apoyo a las actividades de sus asociados, agregar valor a la producción, generar nuevas alternativas de crecimiento y trasladar estos beneficios a otras regiones cada vez más alejadas de Avellaneda, acompañando a los hombres y mujeres del campo de esta zona o residentes en las poblaciones donde se instalaba una sucursal.”51 Esta auto-representación de la institución considerando

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que se “acompañó” a los productores, también fuera de la zona de origen de la cooperativa, apareció en reiterado número de ocasiones.

Ya en el año 1960 la Memoria institucional señalaba que era “importante y valiosa” “la actividad que ha desplegado cada una de las sucursales, esparciendo a más de cien kilómetros de un extremo a otro del radio de acción de la Cooperativa, los beneficios y comedidas de nuestra organización y del sistema cooperativo.”52 En 1997 la Memoria institucional reconocía “la gran expansión de la Unión Agrícola de Avellaneda en su zona tradicional como así también en el oeste de Santa Fe, en Santiago del Estero y Chaco operada en los períodos como forma de acompañar a sus asociados en nuevos emprendimientos.”53 Sin embargo, recién en el año 2002 se estableció una primera sucursal en General Pinedo, Chaco.

Este discurso institucional, implicaba compromiso de los empleados para alejarse de su lugar de origen, esto era reconocido en la Memoria de la cooperativa “cabe destacar la predisposición puesta de manifiesto por el personal, que ante la apertura de nuevos lugares de acopio o centros operativos en localidades alejadas de su residencia habitual, han expresado su voluntad de trasladarse aceptando el desafío de un nuevo emprendimiento.” 54

AFA

En el caso de AFA el discurso se muestra heredero de los visionarios y pioneros que fundaron la institución que hoy es un referente en el mercado nacional de granos, donde participa con un 5% de la producción nacional. El 10% de los productores del país, en su mayoría pequeños y medianos, son socios de la cooperativa, dándole origen y sustento. “… sin ellos no existiría AFA, como también sabemos que sin AFA, muchos de ellos hoy tampoco serían productores agropecuarios.”55

La lectura de las Memorias y balances como de la revista Agricultores, publicación de la misma cooperativa, revela que el discurso oficial no mostraría tensiones entre el modelo cooperativo y el agronegocio, que aparece naturalizado. En el marco de la conmemoración de sus 80 años, se argumentó que en el origen de AFA está la preferencia por los productores de pequeñas y medianas dimensiones, aunque ello no significó una antinomia con los productores de grandes dimensiones económicas, sino una oportunidad e igualdad de trato para la consolidación y desarrollo de la agricultura familiar. 56

Algunas reflexiones en torno al estudio comparativo de casos

El recorrido a través de estas dos entidades cooperativas agrarias ha permitido, a partir de los ejes seleccionados, dar cuenta de continuidades y rupturas,

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así como de similitudes y diferencias entre estas instituciones que, aún siendo expresión de territorios distintos, están en relación directa con el agronegocio.

Una diferencia a destacar entre la UAA y AFA es su estructura organizativa, la primera cuenta con 16 puntos propios (entre sucursales y delegaciones operativas) y la segunda con 26 Centros Cooperativos Primarios que, aunque reconocen una administración centralizada en Rosario, guardan una importante cuota de autonomía. Por lo tanto, se trata de dimensiones distintas, aunque ambas son asociaciones de primer grado.

La diferencia de escala también se advierte en la cantidad de asociados de cada una, mientras la entidad santafecina tiene 36.000, la Unión Agrícola reunía en el año 2011 1.921 socios. En referencia a este última entidad, se reconoce que había sido mínima la incorporación de asociados de la nueva zona de expansión: tras 12 años de presencia en el Chaco, en 2013 de las más de 800 cuentas de comercialización abiertas con productores sólo 2 habían pasado a ser asociados.

Las dos asociaciones tienen un rasgo común que se vincula con su capacidad para lograr encaminar sus estructuras productivas hacia las características que demanda el agronegocio. Esta decisión y potencial de adaptación constituye una diferencia frente al gran número de cooperativas que desaparecieron ante las consecuencias de las políticas neoliberales en las áreas rurales.

Otro elemento central para comprender el modo de relación que establece cada entidad con el agronegocio, como actores que construyen el territorio, es la ubicación en regiones que históricamente han tenido diferentes tipos de inserción en el modelo productivo dominante. Mientras la entidad del sur santafesino es parte de la dinámica de la región pampeana, la UAA nace en el entramado marginal. Ésta inserción disímil se hace evidente, por ejemplo, en la presencia del acopio significativo de productos como el algodón en el caso del norte santafesino.

Si bien AFA se extiende más allá de la región pampeana, sus operaciones económicas siguen concentrándose en su región histórica. En tanto que la UAA, con férrea relación con ACA, pasa a tener en las provincias extra-santafesinas una parte significativa de sus acciones y negocios, explicando la perspectiva positiva de los Balances generales.

En el plano discursivo, se reconoce el común intento -de ambas asociaciones- de afianzarse en la práctica del agronegocio, referenciando constantemente la presencia de los pequeños agricultores, a quienes en gran medida la cooperativa ha resguardado.

AFA participa de la concepción de Federación Agraria, que concibe al cooperativismo de manera integral y, por tanto, debe convertirse también en una escuela de aprendizaje gremial. En cambio, la UAA afiliada a ACA, aunque con un evidente discurso y análisis político, no reconoce en su origen la función gremial y otorga a la acción cooperativa su tradicional función económica y social.

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1 Esta ponencia es parte del estudio de los autores en función de líneas de investigación que cada uno viene desarrollando sobre el actor social cooperativo (José M. BAGENETA, Del algodón a la soja. Territorio, actores y cooperativas en el Gran Chaco Argentino (1960-2010), Buenos Aires, Editorial Intercoop, 2015; Graciela MATEO, Cooperativas agrarias y peronismo. Acuerdos y discrepancias. La Asociación de Cooperativas Argentinas, Buenos Aires, Editorial CICCUS, 2012. 2 Pinho DIVA BENAVIDES, Evolución del Pensamiento cooperativista. Cuadernos de Cultura Cooperativa, Buenos Aires, núm. 76, 1987; Mario LATTUADA, Acción Colectiva y corporaciones agrarias en la Argentina. Transformaciones institucionales a los fines del siglo XX, Buenos Aires, Universidad Nacional de Quilmes, 2006. 3 Bernardo MANÇANO FERNANDES, “Sobre a tipologia de territórios”, Marcos SAQUET y Eliseo SPOSITO (org.), Territórios e territorialidades: teorias, processos e conflitos, São Paulo, UNESP, 2008. 4 En cuanto a la presentación de las entrevistas, se ha mantenido el criterio ético-metodológico, de conservar el anonimato de los entrevistados, a partir de la modificación de su identidad y de los datos que permiten referenciar su relato. 5 David HARVEY, “Nuevo imperialismo: acumulación por desposesión. El nuevo desafío imperial”, Socialist register, 2005, pp. 102/103. 6 Bernardo FERNANDES, “Sobre a tipologia de territórios”, Marcos SAQUET y Eliseo SPOSITO (org.), Territórios e territorialidades: teorias, processos e conflitos, São Paulo, UNESP, 2008. 7 Carlos PORTO-GONÇALVES, “De saberes e de territórios: diversidade e emancipação a partir da experiência latino-americana”, Ana CECEÑA (coord.), De los saberes de la emancipación y de la dominación, Buenos Aires, Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, 2008, p. 42. 8Horacio R. BOZZANO, Territorios reales, territorios pensados, territorios posibles. Aportes para una Teoría Territorial del Ambiente, Buenos Aires, Espacio Editorial, 2004, pp. 28/29. 9 Bernardo MANÇANO FERNANDES, “Sobre a tipologia de territórios”... cit, p. 6. 10 Si bien en Argentina, por el proceso histórico de conformación de la estructura social agraria, no se podría referir a “territorios campesinos”, aunque haya regiones en las cuales esto podría ser puesto en duda (NEA y NOA), se considera explicativamente significativo el concepto de “territorios de…”, en este caso del agronegocio. 11 Osvaldo BARSKY y Jorge GELMAN, Historia del agro argentino. Desde la conquista hasta fines del siglo XX, Buenos Aires, Mondadori, 2001; Gabriela MARTÍNEZ DOUGNAC (comp.), De especie exótica a monocultivo, Buenos Aires, Imago Mundi, 2013. 12 José VOLANTE, Alberto BIANCHI, Héctor PAÓLI (et al), Análisis de la dinámica del uso del suelo agrícola del Noroeste argentino mediante teledicción y sistemas de información geográfica, período 2000-2005, Proyecto de relevamiento de cultivos del NOA, INTA, 2005; Ernesto VIGLIZZO y Esteban JOBBÁGY (editores), Expansión de la frontera agropecuaria en Argentina y su impacto ecológico-ambiental, ediciones INTA, 2010. 13 (MAGYP-SIIA, 2013) 14 Alfredo BOLSI, “El norte argentino entre las persistencias y los cambios”, Javier BALSA, Graciela MATEO y María Silvia OSPITAL (comp.), Pasado y Presente en el agro argentino, Buenos Aires, Lumiere, 2008, pp. 219-234; Noemí GIRBAL-BLACHA, “El poder de la tierra en la Argentina. De la cultura agrícola al agronegocio”, Estudios Rurales, núm. 4, 2013, pp. 103-115. 15 La tecnología de procesos en términos generales “se conecta más con los aspectos no materiales del proceso de producción, que tienen que ver con la acumulación de conocimientos y experiencias en el manejo integral de todos los componentes, incluidos aquellos que provienen de la innovación integral” Mónica BLANCO, “Argentina: la incorporación de la agricultura conservacionista en la región pampeana”, Debate agrario, núm. 38, 2005, p. 145. 16 Pilar SANTACOLOMA, Ruth SUÁREZ y Hernando RIVERO, Fortalecimiento de los vínculos de agronegocios con los pequeños agricultores. Estudios de caso en América Latina y el Caribe, Roma, 2005, p. 9. 17 Ante la muerte de Héctor Ordóñez, el diario Clarín titulaba que fallecía el “Creador de los "agronegocios"” (Clarín, Buenos Aires, 8 de abril de 2006). Ordóñez fue uno de los impulsores del cambio de paradigma en las estrategias del negocio agropecuario en diversas instituciones públicas y privadas del

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país. Tuvo vínculos con la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (AAPRESID), desde la dirección del Programa de Agronegocios y Alimentos de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Además, participó junto a AAPRESID en el desarrollo de las Buenas Prácticas Agrícolas y su potencial certificación. Su formación profesional incluye los títulos de ingeniero agrónomo, psicólogo social y un Master en Negocios. 18 Héctor ORDOÑEZ, La nueva economía y negocios agroalimentarios, Buenos Aires, Editorial Facultad de Agronomía, UBA, 2009, p. 106. 19 Este modelo hegemónico eclipsa y reniega de las formas de agricultura que no tengan sus lógicas productivas, como sucede con la agricultura familiar. En este sentido no sólo los campesinos han sido amputados de la posibilidad de la reproducción de su forma de vida, sino que también –como ha confesado el presidente de la Federación Agraria Argentina, Eduardo Buzzi- ha sido el modelo de cultivo de Organismos Modificados Genéticamente (OMG) una gran trampa para los pequeños y medianos productores que entraron en dependencia con la multinacional Monsanto. Marie Monique ROBIN, El mundo según Monsanto, Madrid, Editorial Península, 2008, p. 412. 20Bernardo FERNANDES, Movimientos Socioterritoriales y Movimientos Socioespaciales. Contribución Teórica para una Lectura Geográfica de los Movimientos Sociales, 2004, p. 4. Disponíble en http://web.ua.es/en/giecryal/documentos/documentos839/docs/bmfunesp-5.pdf. 21 Dilma ANDRADE DE PAULA y Elder ANDRADE DE PAULA, “Agronegocio y Ambientalismo: reconstruyendo hegemonía”, Noemí GIRBAL-BLACHA y Soñia Regina de MENDOÇA (coord.), Cuestiones agrarias en Argentina y Brasil. Conflictos sociales, educación y medio ambiente, Buenos Aires, Editorial Prometeo Libros, 2007, p. 26). 22 Resultó relevante la presencia del mundo académico en el suplemento rural del medio gráfico. El Programa de Agronegocios y Alimentos (PAA) de la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA) era creado en el año 1998 -momentos en los que se asentaba el actual modelo del agronegocio. 23 Se ha señalado la centralidad de AAPRESID -asociación que se asemeja a su antecesora estadounidense American Soybean Association (Asociación Americana de Soja) creada a comienzos del siglo XX - como herramientas de implantación de Monsanto en la región. Marie Monique ROBIN, El mundo según Monsanto… cit., p. 405. 24 En 1898 un grupo de colonos franceses fundaron en Pigüé “El Progreso Agrícola” considerada la primera de las cooperativas agrarias que aun hoy subsisten. 25 Graciela MATEO, Cooperativas agrarias y peronismo. Acuerdos y discrepancias. La Asociación de Cooperativas Argentinas, Buenos Aires, CICCUS, 2012. 26 Mario LATTUADA, Acción Colectiva y corporaciones agrarias en la Argentina. Transformaciones institucionales a los fines del siglo XX, Buenos Aires, Universidad Nacional de Quilmes, 2006. 27 Andrea BARBERO, Silvia GORENSTEIN y Ricardo GUTIÉRREZ, El impacto de los cambios institucionales en el cooperativismo agropecuario pampeano, Bogotá, Pontificia Universidad Javeriana, 2000. 28 Mario LATTUADA y Juan M. RENOLD, El cooperativismo agrario ante la globalización, Buenos Aires, Editorial Siglo XXI, 2004. 29 www.uaa.com.ar 30 José M. BAGENETA, “El caso de la cooperativa Unión Agrícola Avellaneda y el agronegocio en el Gran Chaco Argentino (1990-2010)”, José MUZLERA y Alejandra SALOMÓN (comp.), Sujetos sociales del agro argentino, Rosario, Editorial Prohistoria, 2013, pp. 271-288; Marcelo SILI, Juan SANGUINETTI y André MEILLER, El cooperativismo agrario y su contribución al desarrollo local: la experiencia de la Unión Agrícola de Avellaneda. Provincia de Santa Fe, Buenos aires, Editorial CICCUS, 2013. 31 UAA, 90 AÑOS, 2010. 32 Memoria UAA, 2000, p. 9. 33 Característica que la distingue de otras cooperativas de primer grado, asimilándola con las de segundo grado: Asociación de Cooperativas Argentinas (ACA), SanCor Cooperativas Unidas Limitadas, por ejemplo. 34 Primera entidad de segundo grado del cooperativismo agrario que prospera en el país y que en la actualidad lidera junto con AFA el comercio granario. 35 En singular oposición al artículo 11 de la primera Ley de Sociedades cooperativas 11.388/26 que expresaba que: “(Las cooperativas) No podrán tener por fin principal ni accesorio la propaganda de ideas políticas,

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religiosas, de nacionalidades o regiones determinadas; ni imponer como condición de admisión la vinculación de los socios con organizaciones religiosas, ni partidos políticos o agrupaciones de nacionalidades o regional” (cursivas añadidas). Los Estatutos Sociales vigentes desde su reforma en 1995 establecen el en Capítulo II, art. 9: “Podrán asociarse a esta Cooperativa las personas de existencia visible o ideal que revistan la calidad de productores agropecuarios, que acepten expresamente el presente Estatuto y los reglamentos que en su consecuencia se dicten y que no tengan intereses contrarios a la misma. Los menores de más de 18 años de edad y las mujeres casadas podrán asociarse sin necesidad de autorización de quien ejerza la patria potestad y disponer de su haber en ella por sí solos…” Estatutos, pp.10-11. 36 AFA, 2014. 37 Graciela MATEO y Gabriela OLIVERA, “Corporaciones agrarias y cooperativismo en la Argentina peronista (1946-1955). Un estudio comparativo entre la Federación Agraria Argentina (FAA) y la Asociación de Cooperativas Argentinas (ACA)”, Gabriela OLIVERA (comp.), Cooperativismo Agrario: Instituciones, Políticas Públicas y Procesos Históricos, Córdoba, Ferreira Editor, 2006, pp. 83-119. 38 AFA, BSC núm. 9, p. 17. 39 Memoria UAA, 1960 40 Memoria, 1976. 41 Memoria UAA, 1991. 42 Memoria UAA, 1992, p. 10. 43 Memoria UAA, 1995, p. 13. 44 Memoria UAA, 1997, p. 13. 45 AFA. BSC Nº 8, ejercicio 2011/2012, p. 9. 46 Memoria UAA, 2006, p. 9. 47 Infocampo, 11/02/2011. 48 Este esquema de certificación tiene dos requisitos básicos para la producción de poroto de soja a utilizar en la elaboración de biocombustibles sustentables: 1) Cambio directo de uso de suelo: el poroto de soja o biomasa deben provenir de campos que fueran agrícolas al 1º/1/2008. 2) Cadena de custodia y trazabilidad: debe existir una trazabilidad, aunque sea documental, entre la biomasa proveniente del campo agrícola certificado y el biocombustibles distribuido en la Unión Europea. La certificación debe ser extendida y auditada en el campo donde el poroto de soja se cultiva, la planta de acopio, la aceitera y la planta de elaboración de biocombustibles. 49 Revista Agricultores, 2013, pp. 10-11. 50 Edgard Morin caracteriza a la sociedad actual como una sociedad compleja, en la que se relacionan permanentemente el orden y el desorden, ante lo cual la mejor estrategia para comprender y sobrevivir es asumir el caos de la cotidianeidad. Edgar MORIN, Introducción al pensamiento complejo, Barcelona, Gedisa, 2013. 51 www.uaa.com.ar 52 Memoria UAA, 1960, p. 23. 53 Memoria UAA, 1997, p. 9. 54 Memoria UAA, 2001, p. 10. 55 Revista Agricultores, enero 2013, p. 41. 56 Ibid., p. 43.