convencion del partido conservador

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DON ALIJEliTC)

OONZALEZ

ERRZURIZ

Presiilciiti d e l l'nrtido y

(le I n Conrencidn de 1918.

QUE L A

JUNTA EJECUTIVA DEL PARTIDO CONSERVADORdirige e los Directorios Departament~les convocando a la CoavenciBn del Partido, para el 29 de Se1)tieinbi.e ile 1918.

L a Juiita Ejeciitisa del Partido Conseibvridors e dirige a los correligoiini.ios d e todo el pas. Lo hace porque es su pi'opdsito estar e n activa comunicacibn y en constante cambio d e ideas con los directorios departsineiitales y con todos los conservadoree, a En de recibir sus inspiraciones, d e u n i r laa voluiitades y d e hacer uii trabajo activo y fructifero. Lo hace, en especial, porque los momentos actiiales son d e seralada gravedad y decisivos palma futura suerte d e los la intereses nacionales, y d e l a causa cuya defensa nos eetsi encomendada.

El Partido Conservador, tras d e restaurar el orden y d e dar organizacion constitucional al pais, lo goberiib por un diiatado periodo en que consolido las instituciones, robusteci la autoridad deiitro del respeto a las libertades, impulso el progreso e hizo d e Chile la primera y l a mAs ,prspera d e las Repblicas latino americanas. A nuestro Partido sucedieison en e l poder los pai-tidos liberales que, eii un principio, unidos a nosotros, coiitiiiuaron las tradiciones y la obra d e gobierno conservadoras; pero que despues, dominados por los elementos sectainios,connio. vieron con reformas mal consultadas l a solidez del edificio construido pacientemente por el trabajo conservador. Esos partidos, divididos, perturbados por el elemento iiiquieto y exaltado, no podan dar a l a nacin el gobierno que necesitaba. La conveniencia politica le habra aconsejado a l Partido Conservador dejarlos solos para que, ahondandose los males, ae produjese un movimiento de reaccion anRlogo a l que, en 1880, lo llevo al poder para salvar a la nacibn del desgobierno. Pero, en vez de consultar su inters partidarista, en momentos solemnes en que h a sido solicitado su concurso por los otros partidos, no lo Iia negado jamhs. P a r a pi-ocurar que el pais tuviera gobierno y para contener los devastadores avances del sectarisiiio y la demagogia, el Partido Consei.rador, durante gran parte de los iiltimos veinticinco aos, desinteresada y lealmente se h a uiiido coi1 los partidos liberales moderados. Al mostrar con orgullo el desinteres y l a abnegacibn de nuestro Partido, es para nosotros un deber y un agrado rendir homenaje a l patriotismo d e esos partidos que, con el nuestro, s e han coligado para hacer obra nacional. Las recientes elecciones geiierales nos h a n dejado eii la

miiiora y lian entimegado, por ahora, la suerte del pas a los partidos que constituyen la Alianza Liberal. Nuestro Partido no lamenta su alejamiento del gobierno, iii la situacioii en que queda colocacio. Por el contrario, celebra que, cuando llegue a sus iiievitables exti emos la crisis del rbgimeii . actual d e gobierno, est&ii eii el puesto d e las respotisabilidades quienes realmente son los responsables. Sabe, por lo demfts, el Partido que, desde el sitio de la fiscalizacioii, podisAservir, en toda la intensidad que desea, los in~ereses iiacioiiales.

Las recientes elecciones no pueden considei.aise como fiel expresion de la opinin del pas. El triunfo de los p;ii-tidos de la Alianza ~ ~ i b e r a l ' s ha dee bido, en gran parte, a factores extraiios a l a opinin de los electores y que han sido suticientemente expuestos aiite la coiicieiicia piiblica. El resultado que arrojaron las urnas el 3 dehlai~zo debe, no pues, por si solo, producir desaliento, y a qiie en otra eleccion, cambiando los factores, fitcilmeiite habr d e cambiar, en consecueiicia, el resultado. Coi1 todo, no se puede ocultar el hecho d e que, priiicipalinente a causa d e la tendencia sectaria impresa a l a ense. fianza por los que detontan In instrucciciii piiblica, han c r e o cid0 de niodo desmedido las filas irreligiosas y demaggicas del Partido Radical y las filas radicalizadas d e los elementos exaltados del Partido Liberal. Puede, ciertamente, predecirse que ese crecimiento aumeiitarh mas aiin con las influencitis gubernativas. En el gobierno d e la Alianza Liberal predomina casi sin contrapeso el Partido Radical, que, ensoberbecido por la victoria, no pone limites a sus exigencias y avasalla a l Partido Liberal. En su luclia por la hegemona, cuenta el Partido Radical con el apoyo de los elementos liberales exaltados y

con el auxilio complaciente de las personalidades liberales que aspiran a subir a la Presidencia d e la Repiiblica sobre la plataforma radical. En el actual Gabinete, los radicales disponen de los bIiiiisterios ms importantes, y s e han apo. derado d e los puestos pblicos d e mayor influencia, aiiri de 13s ociipados por liberales, como la Inspecciri de Instruccin Primaria y la Direccin General d e los Ferrocarriles del Estado. Disponiendo do la administracin, el Partido Radical, si no se le detiene eii su marcha, multiplicarii sus fuerzas y avanzarit por el camino que lo conduzca a adiietiarse del poder, eiri tener que compartirlo. No necesitamos sealar toda la magnitud del peligro que envuelven los avances de ese Partido, que, por su orienta. cion irreligiosa, por su tendencia francamente soci:rlista y por su temperamento exaltado, constituye una amenaza para el drden y la paz social. El radicalfsmo chileno tiene las mismas caracteristicas que el radicalismo socialista de Francia que comenz por perseguir a la Religin, produciendo la mita honda divisin entre los ciudadanos; en seguida, hostiliz a los capitalistas y a los industriales y estableci el sistema d e la espropiacin de la fortuna por medio de la exageracin de los impuestos; despus, dan6 sin piedad los intereses populares; ms tarde gangi'en la administraciii pblica, amparando el rgimen de los esckndalos, que s e inici con los de Paiiamk para terminar coa el d e la provisin del EjBrcito; y, finalmente, desatendi la defelipa militar y debilit el sentimiento patritico, hasta el punto de que la gran nacin iran. cesa h a necesitado todo el prodigio de su energa incomparable y la abnegacin y fe de los mismos perseguidos, para reaccionar y levantarse en la hora suprema de la guerra actual. Con el predominio radical, Chile correra aiin peor suerte que la Francia, porque el radicalismo nuestro es de menor cultui*a y, por lo tanto, de mks ftsperas pasiones que el fran-

cs y porque desoye las voces de sus propias personalidades que, alguna vez, llegan a hablarle de moderacin y cordui.a.

Al Partido Liberal, tanto como al nuestro, corresponderia defender a l pas del peligro radical. Por lgica con su8 principios, debe oponerse a l sectarismo irreligioso; por su doc. trina, debe combatir a l socialismo; por su ndole cai.acteristica de partido eseiicialmeiite de Gobierno, debe reprimir toda tendencia demaggica. Pero, desde hace aiios, ese Partido abandonb su situacibn de centro de la poltica para ligarse por completo al Partido Radical y, con esto, perdi el secreto de su antigua fuerza. Dentro del organismo liberal se ha dado en la practica, actuacin de mando a la porcin exaltada, con lo cual casi ha desaparecido de hecho la influencia de las altas personalidades que, por su experiencia y temperamento, hacan poltica moderadora.

Por el conjunto de las circunstancias de l a politica, las esperanzas de defensa del pas quedan depositadas en el Partido Conservador. Ilealizarlas es su misin. En su larga historia, a nuesti-o viejo Partido le han correspondido honrosas misiones: en un tiempo la de defender, el orden; en otro tiempo, la de defender los derechos religiosos; en otro, la de defender las libertades pblicas; en otro, la de defender los intereses obreros. L a que hoy le corresponde es superior a las anteriores,< porque las comprende todae. Estamos ciertos de que sabrit cumplirla, colockndose a la altura de su deber, a la altura de su responsabilidad, a la altura de las glorias de su pasado. . . Para creerlo asi, coiiamos en la comprensin" de sus de-

beres, en el empuje y en el entusiasmo de todos sus miembros y tambien eri que, en presencia del peligro 4- de las necesidades de defensa, ingresarir. a las filas de nuestro Partido jr al trabajo activo los que, teniendo en realidad riuestras mismas doctrinas y amando como nosotros L paz soa cial, no figuran en nuestras fila^ o viven alejados de la accin. La defensa del rden y de la paz social no es lo unico reservado a la. accin de nuestro Partido. Su programa politico, econmico y administrativo coiisulta todas las necesidades piiblicns y, si, conquistando la i n fluencia que le corresponde, 1ogi.a realizarlo en el Gobierno g cti la legislaciki, IlegarAn das de bienestar para el pais que alcanzariL el mximum posible de prosperidad.

A fin de que podamos los conservadores operar la obra a que estamos llamados, lo que ante todo necesitamos es organizarnos. No entendemos por organizacin el movimiento efimero que s e hace por entusiasmo del momento ni un trabajo superficial y precipitado como el que se realiza en vispeias d e las jornadas electorales. Hablamos de orgaiiizacin permanente y estable que, efectuada reflexiva y metdicamente, d por i3esultado una actividad constante de consolidacin e ilustracion del criterio de los que son conservadoi.es, de propaganda para ensancha~. filas, de vigilancia para depurarlas y de detalle las para prepararlas a la lucha. La organizacin importara sacr*ificioi; los sacrificios requieren abnegacin; la abiiegaci6n presupone amor a los ideales. Todo eso le pedimos a nuestros correligionarios y se lo pedimos eti nombre del rden, del progreso y de la paz social. A las personalidades dirigentes y prestigiosas de los di-

1)ClY \ ESTI;I