consignas i parcial -2015
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Primer Parcial Domiciliario
Historia General V-curso 2015
Profesora: Nieto Nadia
Alumno: Florentin, Constanza
Legajo: 01422/7
Responder las siguientes consignas:
1) A partir de los textos de Hobsbawm (Industria e Imperio), Sewell Jr., Thompson y Engels,
compare la caracterización que los autores presentan sobre la revolución industrial, la periodización
utilizada y la centralidad -o no- atribuida al sistema fabril (ruptura/continuidad; cambio gradual/
revolución; fábrica/taller; obreros fabriles/artesanos-trabajadores cualificados). En torno a este
último punto, analice la relación entre cambio tecnológico y surgimiento de la clase obrera y su
conciencia según Thompson y Engels.
2) Explique de qué manera Chaussinand Nogaret, Lemarchand y Hobsbawm definen el proceso
revolucionario francés, en función de cómo caracterizan la relación entre nobleza y burguesía.
Mencionar qué sentido le da Soboul a la participación de los Sans-Culottes en el proceso
revolucionario.
3) Tomando como referencia los textos de Sazbón y Scott explique por qué en torno a la Revolución
Francesa se producen tensiones en la apropiación del discurso ilustrado. En este sentido, explicar
cómo se produce la agencia de los reclamos feministas, siguiendo la acepción de que “son mujeres
que sólo tienen paradojas que ofrecer”. Tener en cuenta la participación de Olympe de Gouges
como figura femenina dentro del proceso revolucionario.
EXTENSIÓN MÁXIMA 6 carillas, letra Times New Roman 11, interlineado 1.5. Sin excepción.
ENTREGA DEL PARCIAL: Martes 13 de Octubre, Departamento de Historia.
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1) Para comenzar con la caracterización de la Revolución Industrial, en un principio es pertinente
analizar el panorama previo, a fin de determinar su origen. En el caso de Eric Hobsbawm, éste
afirma que el proceso de cambio económico se impulsaría a fines del SXVIII, aproximadamente en
1750. En estos años, Inglaterra formaba parte de una “economía europea”, que incluía zonas de
potencial industrialización. El país no comprendía sólo una economía de mercado, sino una de
índole nacional, con un sector manufacturero y comercial muy desarrollado, al requerir pequeña
cantidad de mano de obra, y unas pocas innovaciones, lo cual era barato y sencillo. Según el autor,
las principales condiciones para el desarrollo ya estaban presentes en Inglaterra en este período, y
contaba con excedente suficiente para invertir en la producción. En cuanto al mercado interno,
comenta que sus principales demandas eran las materias primas, así como el carbón y el hierro. Pero
sin dudas el más importante era el mercado externo, ya que fue el principal impulsor de la
revolución, al llevar a la industrialización de la producción de elementos manufacturados, pero
sobretodo de la industria del algodón. Sería este último el causante y promotor de la Revolución
Industrial, en la década de 1780.
Su llegada marcaría la creación de una nueva forma de sociedad, basada en el capitalismo
industrial, como también un cambio en la producción, al introducirse las fábricas como foco del
mismo. Es aquí donde comenzará la distinción entre los capitalistas y los obreros. Toda la sociedad
se somete a los fines capitalistas, y a la lógica de acumulación de excedentes. Para Hobsbawm, la
reorganización de elementos que ya existían sería la causante del despegue económico, aunque
señala dos etapas diferenciadas: la primera comprendería el período 1780 – 1815, y se caracterizaría
por las pequeñas innovaciones, y un desarrollo limitado. Sería sólo posteriormente, durante 1815 –
1830 que surgiría el esplendor del racionalismo práctico y el desarrollo extendido de la hilandería y
el tejido, como también del carbón y el hierro, sectores que intensificarían su producción e
innovación tecnológica con la llegada del ferrocarril.
Siguiendo con esta apreciación inicial, Thompson adhiere a los principales elementos de este
análisis, y agrega a su vez los propios, como sería el desarrollo de la clase obrera como tal. Para el
autor este proceso está en directa relación con el cambio económico, pero a su vez tiene la
particularidad de ser el primero en su clase. El nuevo estilo de vida, orientado exclusivamente
alrededor de las fábricas, sería el factor determinante del surgimiento de estas nuevas relaciones
entre los grupos de trabajadores, derivando en la formación de la clase, basándose en sus comunes
experiencias e intereses. Thompson estima que la creación de la clase obrera se daría entre los años
1790 y 1830, al generarse una conciencia de clase (impulsada más que nada por las ideas que
2
habían implementado anteriormente los trabajadores a domicilio, como también por la Revolución
Francesa) y una organización política y laboral formales. Pero sería el sentimiento de descontento
ante los factores colaterales de la modernización (pobreza, hacinamiento, malas condiciones
laborales), las que harían mella en este grupo (tejedores, hilanderos, trabajadores industriales), y
servirían como plataforma para hacer sus reclamos. Según sus palabras, “El pueblo estaba
sometido, a la vez, a una intensificación de dos tipos de relaciones intolerables: las de explotación
económica y las de opresión política. […] Pero en cada uno de los aspectos que buscase resistir la
explotación, se enfrentaba con las fuerzas del patrono o del Estado”1. Sería esta conflictividad la
que marcaría el desarrollo de la conciencia de clase, al verse en oposición a la nueva figura del
capitalista explotador.
Este grupo, al ser considerado ilegítimo, se antepone a la noción de las “buenas tradiciones”,
bastión de los nuevos reclamos obreros. Lo que hace que políticamente, estos obreros se inclinaran
por la necesidad de la vuelta al modelo económico anterior a la Revolución Industrial.
Este desarrollo que ha elaborado Thompson, partiría de la primera observación de parte de Marx y
Engels, quienes además de ilustrar los principios básicos de la formación y la lucha entre clases,
exponen de manera más concreta sus causas. Para éstos con el avance tecnológico se darían estos
cambios sociales (llevando a cabo una “maquinización” del obrero, al ser tratado como un mero
operario), sobretodo en el sector textil, ya que la llegada de máquinas como la Jenny, lograron un
aumento en la producción a la vez que un mayor empleo con mejores salarios ya que era necesaria
una gran cantidad de personal para ser manejada, como también estaba el hecho de que ya no
podían ser de uso doméstico debido a su tamaño y el gran consumo de energía que necesitaban para
funcionar. Esto derivó en que miles de familias se unieran a la línea productiva, a la vez que
marchaban a las ciudades, porque la producción comenzaba a ser nucleada en fábricas, lugar donde
los obreros comenzaron a identificarse como un grupo, y posteriormente, una clase. Es aquí donde
comenzarían el proceso de diferenciación, ya que la mayor división del trabajo hacía que hubiera
una nueva organización dentro de las fábricas, producto de la mayor demanda y de la mayor
cantidad de personal, lo cual llevaría a posteriori a generar una nueva identidad basada en las
experiencias e intereses en común. A su vez, esto hizo que en el campo las tierras quedaran en
manos de pocos propietarios, los cuales pasaron a ser arrendatarios, quienes se empeñaban en
mejorar sus cultivos, invirtiendo en mejoras y cambiando el sistema, pero eran aquellos proletarios
agricultores los que hacían el trabajo en los campos. Mientras tanto, las ciudades se abarrotaban de
1 Thompson, Edward, La formación de la clase obrera en Inglaterra, Critica, Barcelona, 1989, pp 208.3
trabajadores, siendo el foco principal de la formación de esta clase y el escenario de los debates y
reclamos de los mismos, incluyendo a los trabajadores textiles, como también luego se expandiría a
toda la rama industrial.
Finalmente, Sewell se antepone ante el modelo de Inglaterra, asegurando que en Francia este
proceso de industrialización ocurriría, pero de forma diferente y más pausada. Afirma que sería la
conservación y el fomento del sector artesano (sobre todo en las ramas de la vestimenta y objetos de
lujo), debido a que se buscaba elaborar productor de mayor calidad, lo que llevaría a un avance
lento. Pero sobretodo el factor elemental es que la mayoría de la población seguía siendo
campesina, y esta clase tenía bastante solidez como para ser víctima de expropiaciones u otros
perjuicios que si pudieron aplicársele a los campesinos ingleses.
En Francia, no hay una importancia de la fábrica, sino del taller, el cual era el centro de producción
artesano, el cual constaba de técnicas específicas para mejorar la calidad, y donde se practicaban los
oficios, los cuales eran transmitidos a las siguientes generaciones de aprendices. Vemos que los
oficio no sólo no entran en decadencia, sino que son apoyados.
Debido a este estilo de producción, no se cuenta con capital suficiente para invertir en la industria,
como tampoco una demanda que justificara tal acción, ya que la existencia de un campesinado
autosuficiente limitaba las demandas de productos manufacturados, además de que no había un
mercado nacional como en el caso inglés. Es por esto que se recurriría sólo al artesanado de alta
calidad, para satisfacer a las clases altas, las cuales eran un grupo reducido. Esto llevaría a una lenta
urbanización, como también a una tasa de crecimiento demográfico muy baja, sobretodo en sectores
rurales, los cuales luego complementarían su trabajo con la producción industrial, llevando a un
crecimiento moderado.
2) Si bien la Revolución Francesa, junto con la analizada anteriormente, marcan el punto de
quiebre, significando el comienzo de la modernidad, muestran dos partes diferentes de la misma.
Tomando las palabras de Hobsbawm, éste afirma que si bien Inglaterra aportó el marco económico,
sería Francia la encargada de generar el político, como podemos ver “Francia proporcionó el
vocabulario y los programas de los partidos liberales, radicales y demócratas de la mayor parte
del mundo”2 . Y es que se considera la única revolución social de masas, e inigualablemente radical,
ya que serviría de basamento para otros movimientos de similar índoles, sobretodo en el continente
americano. Pero remitiendo a los factores internos, es necesario hablar de los conflictos sociales, y
2 Hobsbawm, Eric, La era de la revolución, Crítica, Barcelona, 1997, pp 104.4
sobretodo señalar una de las relaciones de particular interés, la cual sería entre las clases altas
tradicionales (nobleza), y la nueva burguesía en ascenso, la cual buscaba consolidarse.
En principio, Hobsbawm dice que los nobles monopolizaban los privilegios tales como la exención
de impuestos o la capacidad de recaudar tributos, aunque políticamente eran desplazados, y
económicamente sólo podían valerse de estos elementos, en base a sus cargos estatales. Sería la
pugna por estos mismos beneficios, lo que generaría fricciones entre la nobleza y la burguesía.
Mientras que la primera buscaba conservar sus privilegios, la segunda alegaba que la elección para
poseerlos debía hacerse en base al mérito, y no al linaje o el título.
A este conflicto se sumada la creciente pobreza del campesinado, cada vez con mayor población, lo
cual generaba hambrunas. En cuanto a estos problemas, la monarquía fue marcadamente ineficaz, la
que estaba en bancarrota debido a su mala administración y a su participación en la guerra civil
americana, lo cual ponía cada vez más en tela de juicio su legitimidad. Sería esta crisis económica
la que llevaría a la convocatoria de los Estados Generales, y su posterior fracaso el que terminó por
definir la revolución, llevada a cabo por la burguesía liberal.
En cuanto a Chaussinand Nogaret, afirma que la burguesía comienza la revolución, al afirmar que la
concesión de títulos nobiliarios, debía hacerse teniendo en cuenta el mérito y la capacidad de un
individuo para ejercer cargos. Será luego de 1760 que esto llega a su fin, y a partir de aquí la
aristocracia se asocia al ideal burgués en buena medida. Desde ahora el ennoblecimiento se daría
también a aquellos que demostraran tener gran destreza en sus carreras, lo cual llevó a médicos y
militares a obtener títulos. Ya desde aquí la cuestión del nacimiento pasaba a segundo plano.
Los nobles ceden parte de sus privilegios, al aliarse con la burguesía. Si bien por una parte
aceptaban el modelo de Estado que proponían, sugerían una división del poder legislativo entre el
rey y los Estados Generales. Esto era rechazado de plano por la burguesía, quien afirmaba que era
acuciante darle el poder a un régimen parlamentario.
En el ámbito económico, sería la nobleza la que desarrollaría el capitalismo mercantil en Francia, al
haber tenido el mando anteriormente, y logra innovar en el mismo sin necesidad de la intervención
burguesa, que se dedicaría a la industria, sobretodo en el marco de la siderurgia. Aunque debido a la
rentabilidad de las tierras, el proceso industrializador se pospondría. Uno de los factores de unión
entre ambos sectores sería el reclamo de un mercado sin la intervención estatal.
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Matizando esta concepción, Lemarchand ahonda en esta relación y descubre que ambas clases no
parecen estar del todo cohesionadas como se pensaría. Por una parte, si bien entre la nobleza había
jerarquías, pueden distinguirse tres tipos esenciales: nobleza por feudo, por profesión y por fortuna.
También existían diferencias entre aquellos correspondientes a la corte y a los que vivían en las
provincias, en la diferencia de privilegios, etc. En ocasiones esto llevaba a una gran competencia
entre sí. Por otra parte, la burguesía tampoco se muestra como un grupo homogéneo, ya que había
distinciones entre la fortuna, el poder y el oficio. Pero a su vez, estas diferentes capas podían aliarse
en virtud de intereses en común (por ejemplo, la burguesía comercial y la industrial). Aunque el
principal factor de cohesión fue la ideología liberal. También señala que si la nobleza pudo unirse a
la ideología burguesa fue porque estaba en contradicción cada vez más notoria con la monarquía, la
cual afectaba a ambos.
Finalmente, el texto de Soboul toma una parte en particular del panorama social durante la
Revolución francesa, los sans-cullottes, quienes surgirían de forma espontánea, al candor de los
sucesos, y estaría formado principalmente por sectores populares, pero que luego adquiría solidez y
autonomía conforme aumentaba su participación política en asambleas y debates. Este grupo se
caracteriza por una fuerte radicalización, y una oposición absoluta hacia la aristocracia, a la vez que
demandaba el término de la crisis económica que tanto le afectaba. Eran notorias las divergencias
entre este grupo y la burguesía. Estas tensiones se harían más notorias al haber un quiebre entre los
sans-cullottes y el gobierno jacobino. Uno de los elementos de discordia era la necesidad de una
mayor participación en la toma de decisiones, pero la necesidad de centralización del gobierno se
anteponía directamente a esta demanda. Pero sobretodo, lo que estaba en pugna era la idea de la
soberanía popular, la cual era entendida como la detentación del poder por parte del pueblo, y de su
capacidad para el control y la revocabilidad de aquellos elegidos que no sean considerados dignos
representantes del mismo. De aquí también surgen reclamos por el sufragio universal y una mayor
representatividad en las instituciones del Estado.
3) La irrupción de la Ilustración marca el comienzo del pensamiento moderno. Pero dentro del
mismo hay contradicciones, las cuales son utilizadas por aquellos que dentro del marco
revolucionario, quedarían excluidos de la misma, generando tensiones constantes. Un claro ejemplo
sería el desarrollo del feminismo francés.
En el caso de Sazbón, observa que la participación femenina en la Revolución Francesa se ve
opacada por la concepción de que esta fue llevada a cabo por el pueblo, y por ende formarían parte
de esta masa, sin ser considerado un grupo autónomo. Al ver que la liberación general no
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representaba la propia (como afirmaría Engels), las mujeres comienzan a generar diversos reclamos,
alegando ser víctimas de una opresión basada en la diferenciación sexual, que estimaba que las
mujeres eran biológicamente inferiores al hombre según sus órganos sexuales, y por ende eran
“naturalmente” frágiles e incapaces de utilizar la razón, virtud concedida sólo al género masculino.
Es por esto que estarían vetadas de la participación política, o la obtención de derechos. Es
precisamente esto lo que las feministas quieren combatir, y para ello recurren a las nociones de
igualdad y universalidad propias del discurso liberal, al acusar que estas nociones no se hacían
efectivas en la práctica, sino que estaban acotadas a un grupo determinado. En palabras del autor:
“Si durante el transcurso de la Revolución, se otorgó voz, espacio social y reconocimiento público
a la intervención femenina, a su término las mujeres siguieron postergadas en los derechos civiles y
completamente olvidadas en los derechos políticos”3.
En cuanto a Scott, ella hace un análisis más exhaustivo acerca del concepto de diferenciación
sexual, el cual mediante la idea de la naturaleza inferior se veía solidificado. Esto llevaba a una
posición cada vez más inestable. La autora menciona otra de las ideologías de la época, la cual era
la noción de la imaginación. Ésta se dividía en dos tipos: la imaginación creadora, exclusivamente
masculina, y la que era sólo un reflejo de la realidad, reservada a las mujeres. Esto se explicaría por
la incapacidad del uso de la razón por parte de la mujer, como algo natural. También es Scott quien
analiza la cuestión de las paradojas, y para ello es necesario mencionar que el pensamiento
ilustrado le dio las herramientas necesarias para su liberación, precisamente a aquellos que buscaba
reprimir. Otra de estas estaba relacionada con el deseo, siendo el hombre incapaz de controlarlo, y
la mujer la causa de éste. Por ende, era la mujer quien debía reprimirse para poder controlar al
hombre, a pesar de que ella misma era vista como esclava de sus instintos y emociones.
En cuanto al movimiento feminista, una de sus exponentes más destacadas fue Olympes de Gouges,
la cual utilizó en reiteradas ocasiones la misma lógica del pensamiento ilustrado para exponer sus
demandas, llegando incluso a redactar La Declaración de los Derechos de la mujer y la ciudadana,
en oposición directa a la elaborada por Robespierre dos años antes. Constantemente afirmaba su
condición de igual ante los hombres, y exigiendo la capacidad de las mujeres de una participación
política activa, entre otras tantas demandas.
3 Sazbón, José, Seis estudios sobre la Revolución Francesa, Ediciones Al Margen, Buenos Aires, 2005, pp 127.7