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CONGREGACIÓN DE HERMANAS DE LA CARIDAD DE SANTA ANA DE ZARAGOZA CONSTITUCIONES Incluye modificaciones del XXIV Capítulo General (2001)

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CONGREGACIÓN DE HERMANAS DE LA CARIDAD DE SANTA ANA DE ZARAGOZA

CONSTITUCIONES

Incluye modificaciones del XXIV Capítulo General (2001)

CONGREGAZIONE PER GLI ISTITUTI DI VITA CONSACRATA E LE SOCIETÀ DI VITA APOSTÓLICA

Prot. n. S. 14-1/89

DECRETO

La Superiora General de las Hermanas de la Caridad de Santa

Ana (Zaragoza) había pedido incorporar algunas modificaciones en las Constituciones de su Instituto aprobadas el día 5 de noviembre de 1981 por la Sede Apostólica para adaptarlas al Derecho canónico.

Esta Congregación para los Institutos de vida consagrada y para las Sociedades de vida apostólica, después de haber examinado atentamente las modificaciones propuestas y haber hecho algunas observaciones, con el presente Decreto aprueba y confirma que sean introducidas en el texto, como están en el ejemplar que se conserva en su Archivo, observado todo lo que por derecho se ha de observar.

Fieles al espíritu propio infundido al instituto por la Reverenda Madre Fundadora, María Rafols Bruna y por el Fundador, Padre Juan Bonal Cortada, las Hermanas vivan su propia consagración con particular generosidad, realizando con grande caridad la misión que les ha encomendado la Iglesia.

Sin que obste cosa alguna en contra. Dado en Roma, el día 15 de agosto de 1991, fiesta de la Asunción de la Santísima Virgen María

J.Jérôme Card.Hamer Pref.

Juan J. Dorronsoro Subs.

PRIMERA PARTE EL CARISMA

Y LA VIDA DE LA CONGREGACIÓN

Capítulo I

NUESTRA CONGREGACIÓN,

DON DEL ESPÍRITU A LA IGLESIA

1 España 2 Documentos Históricos I (1769-1829), pg. 151 3 Documentos Históricos II. Const 1805, pg. 175. Const.1824, pg. 16

Fundadores Origen Carisma

«Hay diversidad de carismas, pero el Espíritu es

el mismo; diversidad de ministerios, pero es el mismo el Dios que obra todo en

todos». (I Cor 12, 4-5)

1. Nosotras, Hermanas de la Caridad de Santa Ana, reconocemos con gratitud que nuestra Congregación es un don, otorgado por Cristo a su Iglesia, en la llamada que Dios hizo a nuestros Fundadores, Padre Juan Bonal Cortada y Madre María Rafols Bruna, quienes supieron intuir, a la luz del Espíritu Santo, las necesidades de su tiempo.

2. En actitud de fiel respuesta, Padre Bonal y Madre Rafols con once Hermanas, salen de su tierra y llegan a Zaragoza1 el 28 de diciembre de 1804. Ante el Pilar oran y ofrecen a Nuestra Señora la naciente Hermandad, pidiéndole su "protección y amparo para desempeñar con caridad y fervor el destino a que venían"2.

En el Hospital Real y General de Nuestra Señora de Gracia de esta Ciudad fundan la Congregación. Las Hermanas se consagran a Dios, mediante el voto especial de hospitalidad y la profesión de los consejos evangélicos3 vividos en fraternidad.

En oración y trabajo constante, silencio y humildad, abnegación y alegría, nuestras Hermanas comparten con heroísmo el dolor y la miseria, configurando así la fisonomía de la Congregación.

3. El carisma que recibieron nuestros Fundadores, don dinámico del Espíritu, sigue vivificando nuestro ser y nuestra misión en la Iglesia.

Todas las Hermanas, al participar de este don, estamos llamadas a testimoniar como Cristo el amor del Padre a los hombres, con una CARIDAD UNIVERSAL, PRINCIPALMENTE CON LOS MAS POBRES Y NECESITADOS

hecha hospitalidad

hasta el heroísmo.

4 Cfr. Const, 1824, pg. 7

Espíritu

Voto especial

Misión

Nombre

4. Tenemos el deber de conservar el carisma siempre idéntico a sí mismo, actualizándolo según los signos de los tiempos para edificación de la Iglesia, en servicio de los hombres.

5. Nuestros Fundadores y primeras Hermanas, manifestaron el espíritu congregacional en actitud constante de contemplación en la acción, en una vida de pobreza, humildad y sencillez, trabajo, abnegación y fraternidad. Herederas de este espíritu estamos llamadas a vivirlo en fidelidad personal, comunitaria y congregacionalmente.

6. Concretamos el carisma y espíritu en la misión, por el voto especial de hospitalidad, con el que expresamos ante la Iglesia y el mundo nuestra identidad congregacional.

7. La misión de nuestra Congregación en la Iglesia,

es ser ante los hombres signo visible del Reino, mediante el ejercicio de la caridad y el anuncio del Evangelio. La entrega gozosa a Dios en el servicio a los hermanos, la realizamos en cualquier parte del mundo, atendiendo con preferencia a los más pobres y necesitados,

en los sectores de: SANIDAD EDUCACIÓN OTRAS OBRAS APOSTOLICO-SOCIALES MISIONES.

8. Por ser la virtud de la caridad el origen de nuestra Congregación, la razón de su existencia, su carácter específico, su misión apostólica y el fin a que tiende, nos hemos llamado desde el principio Hermanas de la Caridad4. En 1865 se añadió "de Santa Ana". Desde entonces nos llamamos: HERMANAS DE LA CARIDAD DE SANTA ANA.

Raíz mariana Patronos

9. El amor y la devoción a Santa María,

ha marcado desde siempre la espiritualidad congregacional. Ella, la mujer fiel, es presencia animadora en nuestras comunidades, y nos impulsa a vivir la consagración en servicio y fidelidad.

10. Desde los orígenes nos hemos acogido a la protección de Santa Ana y San Joaquín, de San José y San Juan Bautista. Sus vidas humildes y sencillas, son para nosotras llamada a revitalizar los valores del espíritu congregacional.

Capítulo II

LA VOCACIÓN, DON PERSONAL

EN EL SEGUIMIENTO DE CRISTO

La Consagración religiosa

Hospitalidad

Castidad consagrada

Nuestra pobreza

Obediencia

María, modelo de consagradas

Vocación

Seguimiento de Cristo

Profesión

LA CONSAGRACIÓN RELIGIOSA

«No me habéis elegido vosotros a mí, sino que yo os he elegido a vosotros, y os he destinado a que vayáis y deis fruto». (Jn 15,16)

11. La Historia de la Salvación es la historia de las llamadas de Dios. Por gracia y don del Espíritu, cada una de nosotras, de manera personal y para siempre, somos llamadas en Cristo a vivir en comunidad la filiación divina en castidad, pobreza, obediencia y hospitalidad al servicio de los hombres. La capacidad de responder es también don del Espíritu y se mantiene por nuestra fidelidad diaria a la opción por Cristo y su Evangelio.

12. Por la consagración religiosa, * que profundiza y expresa

con mayor plenitud la del bautismo, seguimos más de cerca a Cristo y en El, por El y con El:

nos entregamos libremente a Dios Padre en total donación del ser y del vivir,

nos asociamos más íntimamente al misterio de su muerte y resurrección, nos hacemos disponibles para ser enviadas al mundo como signos de amor, según el espíritu y carisma de nuestra Congregación, anunciamos que el mundo no puede ser transformado sin el espíritu de las Bienaventuranzas, denunciamos las situaciones de pecado e injusticia, testimoniamos los valores del Reino.

13. Por los votos de castidad, * pobreza, obediencia y hospitalidad,

cada Hermana expresa públicamente la donación plena de sí a Dios. Dios acepta esta ofrenda y consagra a su elegida. La Iglesia recibe la oblación y la asocia al sacrificio eucarístico de Cristo. Nuestra fidelidad a la consagración contribuye al crecimiento de la santidad, vitalidad y fecundidad de la misión salvífica de la Iglesia en el mundo. La profesión religiosa nos vincula a la Congregación. Esta se compromete a proporcionarnos los medios necesarios para poder vivir nuestra vocación de Hermanas de la Caridad de Santa Ana y nosotras, a ser miembros vivos, dinámicos y responsables.

14. FORMULA DE PROFESIÓN

Después de haber aceptado la consagración bautismal por la que has sido hecha hija de Dios, y recibido la confirmación para servir en su Reino, ¿aceptas la misión que Cristo te confía de entregar tu vida al servicio de la caridad y anuncio del Evangelio?

-Sí, acepto. ¿Quieres, en comunidad con tus Hermanas, seguir a Cristo virgen, pobre y obediente, como forma y estado de vida en la Iglesia, según el carisma y espíritu de la Congregación?

-Sí, quiero. ¿Reconoces que el Espíritu de Cristo te ha enriquecido gratuitamente con el carisma de la caridad para hacer ofrenda de tu vida al servicio de la misión que la Congregación te confía?

-Sí, lo reconozco. ¿Te comprometes a vivir la hospitalidad que exige entregarte "día a día" al servicio de los necesitados, principalmente de los más pobres, incluso con riesgo de la propia vida?

-Sí, me comprometo. Con la fuerza del Espíritu y para gloria de Dios, yo N.N., ante vosotros hermanos aquí presentes y ante ti, N.N., con plena libertad hago voto de castidad, pobreza, obediencia y hospitalidad, por toda mi vida (o por un año), según las Constituciones de las Hermanas de la Caridad de Santa Ana. Me entrego de todo corazón a Dios en esta Congregación para vivir la caridad en servicio de la Iglesia, confiando en la ayuda de la gracia y en la intercesión de María, Santa Ana y San Joaquín. Amén.

5 Cfr. Jn 13,1 6 Cfr. Lc 4, 17-21; Mt 25, 35-40 7 Const. 1824, pg. 146 8 Const. 1824, págs. 35 y 124

Fundamentación Exigencias

HOSPITALIDAD

«Nadie tiene mayor amor que el que da su vida por sus amigos».

(Jn 15,13)

15 En respuesta al querer del Padre Cristo se entregó a los hombres y los amó hasta el fin5. Sirvió a los pobres y abandonados, compartió con ellos el dolor y la esperanza, anunciando y haciendo presente la salvación6.

16. Siguiendo a Cristo y como exigencia del carisma congregacional, nuestras primeras Hermanas se consagraron con voto de hospitalidad7, a vivir la caridad al servicio de los enfermos y desvalidos, en una entrega continua y heroica, hasta dar la vida.

17. Fieles a esta herencia, en la misión donde la Congregación nos envíe, nos comprometemos por el voto de hospitalidad a entregarnos "día a día" al servicio de los necesitados, principalmente de los más pobres, incluso con el riesgo de la propia vida.

18. La hospitalidad que expresa nuestro carisma y configura nuestra misión, nos exige:

una entrega generosa y permanente hecha "con el mayor cuidado", con todo detalle, "con todo amor"8, dedicación total y constante a la persona de tal manera que descubra, a través de nuestra asistencia, el amor y la misericordia que Cristo le tiene, compartir lo que somos y tenemos, principalmente con los más pobres, aceptar toda clase de trabajos y sufrimientos por el bien de los necesitados, organizar la vida comunitaria para que todos nuestros servicios, directos e indirectos, contribuyan a la mejor atención de nuestros hermanos.

Relación con los otros votos

19. Por la fuerza del Espíritu, desde la fe, la esperanza y el amor, vivimos la hospitalidad como ofrenda y sacrificio

en actitud de acogida, disponibilidad y servicio, con humildad y desprendimiento, mansedumbre y sencillez.

sintiéndonos exigidas y mandadas por aquellos a quienes servimos, valorando a las personas viendo en ellas a Cristo, abiertas y cercanas, para intuir las necesidades de los hombres, de la Iglesia y del mundo.

20. El voto de hospitalidad informa los consejos evangélicos y concreta la modalidad de nuestro seguimiento de Cristo. Por este voto nuestra castidad se realiza en una entrega constante, hasta el fin, nuestra pobreza se orienta hacia el compartir con los más pobres y nuestra obediencia se ofrece en disponibilidad, al servicio de los necesitados, reconociéndolos como a "nuestros señores"9.

9 Cfr. Documentos Históricos II. Const. 1805, pág. 81.

Fundamentación Liberación por el Reino Exigencias

CASTIDAD CONSAGRADA

«Y nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene, y hemos creído en él». (IJn 4,16)

21. Por la castidad consagrada, don de la gracia, nos entregamos a Dios con amor exclusivo e inmediato, siguiendo a Cristo virgen en su donación de amor al Padre y a los hombres.

La fuerza del Espíritu

que actúa en nuestra humana debilidad, hace realidad en nuestras vidas este don. Por este voto nos comprometemos a vivir la castidad que nos exige continencia total en el celibato por el Reino, testimoniando así nuestro amor preferencial por Cristo.

22. Centramos nuestras vidas en Cristo * por la castidad que libre y gozosamente asumimos. La fuerza

de su amor nos ayuda a liberarnos del egoísmo y enriquece nuestro corazón, o nos capacita para vivir nuestra vocación de caridad y nos hace disponibles para el servicio divino y la misión apostólica. Con este estilo de amar y vivir hacemos posible la nueva comunidad y somos para el mundo signo de vida futura y anuncio de resurrección. Un clima sereno, alegre y fraterno nos ayuda a vivir mejor la castidad. Todas debemos esforzarnos por crear este ambiente en nuestra vida comunitaria.

23. La vivencia de la castidad * compromete toda la persona,

es fuente de fecundidad apostólica y una forma de alcanzar la plenitud humana en el amor. Es una conquista que no alcanzamos de una vez para siempre. Para vivirla con fidelidad necesitamos:

la gracia del Espíritu, experiencia personal de encuentro con Cristo, profundizar la dimensión ascética de nuestra consagración, una lucha constante contra el egoísmo, prudencia y vigilancia personal y comunitaria en el uso de los medios de comunicación social, confianza en el amor e intercesión de Santa María Virgen.

10 Cfr. II Cor 8,9

Fundamentación

Exigencias

NUESTRA POBREZA

«Bienaventurados los pobres, porque vuestro es el Reino de Dios». (Lc 6,20)

24. Nosotras que, movidas por el Espíritu, * hemos optado por Dios

como lo único necesario, estamos llamadas a participar más íntimamente de la pobreza y anonadamiento de Cristo, quien siendo rico se hizo pobre por nosotros, para enriquecernos con su pobreza10, centró su misión en el anuncio de la Buena Nueva a los pobres, los amó y proclamó así a todos los hombres la primacía del Reino sobre lo terreno. En el seguimiento de Cristo pobre está la razón de ser de nuestra pobreza.

25. Nuestros Fundadores y primeras Hermanas * vivieron la pobreza con extrema exigencia,

como imitación y prolongación de la pobreza de Jesús. Pobreza que radicaba en el corazón y se proyectaba en la dedicación a los más pobres y necesitados. Las Hermanas, en su misión compartían la misma suerte que aquellos a quienes servían.

Cada una de nosotras, con la fuerza del Espíritu, nos sentimos responsables de vivir la pobreza legada por nuestros Fundadores y primeras Hermanas, como donación de amor y servicio a los hombres.

26. Asumida la pobreza desde el espíritu de las Bienaventuranzas y fieles al estilo propio de la Congregación, estamos comprometidas a vivirla:

en actitud de apertura y confianza en Dios, dejando en El toda solicitud, aceptando las limitaciones propias y las de los demás con humildad y esperanza, sintiendo la necesidad de acudir a Dios y a los hermanos, en entera disponibilidad que nos haga manifestar con alegría la total donación al servicio de los hombres, en un esfuerzo constante de superación frente a todo egoísmo y ambición personal.

27. Nos exige también, personal y comunitariamente, * mentalidad de pobres

y una vida sobria, sencilla y austera, contentándonos con lo necesario y prescindiendo de lo superfluo, evitando comodidades y seguridades que nos esclavizan.

Liberación por el

Reino

28. El trabajo realizado por amor, * en una constante entrega de sí

al servicio de la misión y como medio de subsistencia ha sido, desde los comienzos, en nuestra Congregación, una forma peculiar de vivir la pobreza. Con este espíritu nos comprometemos a llevar una vida de trabajo responsable, y a no sentirnos valoradas ni por el tipo de trabajo, ni por su retribución.

29. El voto de pobreza nos exige * en el uso y disposición

de los bienes materiales la dependencia plena de las Superioras. Los bienes obtenidos por nuestro trabajo: salario, pensión u obsequios, y todo lo que recibimos por otros conceptos, excluidos los bienes patrimoniales, pertenecen a la Congregación. Conservamos la propiedad del patrimonio personal y el derecho de adquirir otros bienes que nos lleguen por herencia, pero renunciamos al uso, usufructo y administración de dichos bienes. Por consiguiente, antes de la primera profesión, debemos ceder la administración y disponer libremente del uso y usufructo de los mismos. Antes de la profesión perpetua, las Hermanas deben hacer testamento de sus bienes patrimoniales presentes. Las que hereden bienes después de la profesión perpetua, están obligadas a hacerlo en ese momento. El testamento no podrá modificarse ni anularse sin el permiso de la Superiora General. Por el deseo de vivir con mayor radicalidad la pobreza, podemos renunciar al propio patrimonio después de la profesión perpetua, con el permiso de la Superiora General y el voto deliberativo de su Consejo.

30. Vivir la pobreza evangélica, * facilita nuestra entrega total

y nos dispone para compartir con alegría, como signo de comunión, de fe y amor, lo que somos y poseemos en la comunidad local, provincial y congregacional. Nos libera el corazón de la tendencia a poseer, y nos capacita para realizar la misión salvadora de Cristo en el mundo, atendiendo con preferencia a los más pobres y necesitados, compartiendo con ellos la vida y ayudándoles en su promoción integral.

11 Cfr. Doc. H. II. Const. 1805, pág. 9; Const. 1824, pág. 36

Pobreza-misión

Fundamentación

Mediaciones

31. Porque nos comprometemos * por el seguimiento de Cristo a ser pobres,

tenemos que serlo realmente y, siéndolo, damos testimonio. La Congregación da ese testimonio cuando evita la acumulación de bienes, el lujo y el afán de lucro, cuando los comparte en caridad dentro de la Congregación, con la Iglesia y con los pobres. La pobreza nos exige revisar y actualizar periódicamente la forma de vivirla personal, comunitaria y congregacionalmente.

OBEDIENCIA

«He aquí que vengo, oh Dios para hacer tu voluntad».(Hb 10,7)

32. Siguiendo a Cristo obediente, * que en actitud filial

realiza el plan de salvación del Padre, por la obediencia ofrecemos a Dios, libre y gozosamente nuestra voluntad, identificándonos con su querer.

NOS vinculamos de manera especial a la misión de la Iglesia participando en su obra de caridad, según el carisma y espíritu de la Congregación, que nos urge a servir generosamente a los hombres con "humildad", "mansedumbre" y "diligente cuidado"11.

33.Dios nos manifiesta su voluntad a través de mediaciones:

Palabra de Dios, doctrina y autoridad de la Iglesia, signos de los tiempos, personas y acontecimientos, Fundadores, Constituciones y Reglas de Vida, autoridad en la Congregación y comunidad.

12 Const. 1824,pág. 63 13 Cfr. Heb 5, 8

Autoridad

Exigencias Liberación por el

Reino

Para responder con fidelidad al querer de Dios que nos habla por estos medios, hemos de intensificar, a nivel personal y comunitario nuestra vida de re, unión íntima con Cristo y docilidad al Espíritu.

34. La autoridad y la obediencia * son aspectos complementarios

de la misma participación en la oblación de Cristo. La Hermana a quien se confía la autoridad dentro de la Congregación, debe asumirla en actitud de servicio, y ejercerla en comunión con las Hermanas, buscando el bien común y la realización de la misión en fidelidad al carisma.

35. Todas estamos comprometidas * en la búsqueda de la voluntad de Dios

e intentamos descubrirla a través del discernimiento evangélico, abiertas siempre a una mayor clarificación de lo que Dios quiere. Después de este discernimiento, la Superiora toma la determinación que a todas nos compromete.

36. Por el voto de obediencia nos comprometemos a cumplir los mandatos de las legítimas Superioras en lo que pertenece a la vida de la Congregación, según las Constituciones. El voto de obediencia nos obliga gravemente cuando el mandato es dado bajo precepto formal por la Superiora Mayor, por escrito o en presencia de dos testigos. Este procedimiento sólo debe seguirse en casos verdaderamente graves cuando se hayan agotado los medios ordinarios.

37. La obediencia por amor * nos libera del afán de poder,

nos capacita para descubrir el querer de Dios y nos dispone a aceptar en fe, con "prontitud", "alegría" y "sencillez"12, la misión que la Congregación nos confía. Estar disponibles requiere en nosotras libertad interior y subordinar el bien personal y de grupo al bien común. La obediencia puede suponernos también renuncia, sacrificio, abnegación, como a Cristo, que sufriendo aprendió a obedecer13

MARÍA, MODELO DE CONSAGRADAS

«... Me llamarán bienaventurada porque ha hecho en mi favor maravillas el Poderoso».

(Lc 1,49)

38. María, la elegida del Señor, es proclamada feliz porque cree y acepta. Entona agradecida su Magníficat a Dios que mira a los pequeños para hacer en ellos maravillas. Abierta a Dios en el vacío de su ser y disponible para el servicio del Reino, desde la aceptación gozosa de su condición de esclava, es la Mujer consagrada, la Virgen fiel. Con ella y como ella, podemos decir SI a Dios que nos elige, repetir fíat al plan del Padre que es salvación del hombre y proclamar ante el mundo que Dios es grande, que su amor nos consagra para ser signo de su presencia y testigos de su Reino.

Capítulo III

NUESTRA COMUNIDAD

DE VIDA

EN LA IGLESIA

Comunidad fraterna

Comunidad de oración

Comunidad de misión

Sanidad

Educación

Otras Obras Apostólico-Sociales

Misiones

14 S.C. 47

Convocación

Pertenencia

Comunidad de fe

COMUNIDAD FRATERNA

«Que todos sean uno como tú, Padre, en mí y yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado».

(Jn 17,21)

39. Convocadas por el Señor, * formamos una familia en Cristo

e intentamos vivir el amor y la comunión, a semejanza de la Santísima Trinidad, como fundamento y expresión de nuestra vida fraterna. Convivimos el proyecto de vida evangélica en castidad, pobreza, obediencia y hospitalidad, según el carisma y espíritu de nuestros Fundadores, para ser signo del Reino y anunciar la Buena Nueva de salvación.

40. Pertenecemos a la familia * de Hermanas de la Caridad de Santa Ana

y expresamos nuestra fraternidad en una comunidad local. Personal y comunitariamente asumimos el proyecto de vida congregacional, concretado en el provincial y local, en colaboración y coordinación de fuerzas. La vivencia y dinamismo del carisma y la realización concreta de la misión implican un pluralismo de formas en la vida comunitaria, manteniendo la unidad en los valores esenciales que nos identifican.

41. Nuestra comunidad se construye en torno al Señor, cuya presencia realiza la unión de las Hermanas. La escucha de la Palabra, la oración y la participación en la Sagrada Liturgia, principalmente en la Eucaristía, fortalecen nuestra fe y nos capacitan para ser fraternidad. La Eucaristía, "Sacramento de amor, signo de unidad, vínculo de caridad"14, es fuente de alegría y centro de nuestra comunidad.

42. En la vida comunitaria, los votos son un fuerte vínculo de unión entre las Hermanas. A su vez, un clima de fraternidad favorece la vivencia de los mismos. La misión congrega y hace crecer la comunidad. La vida fraterna potencia la misión.

15 Cfr. Const. 1824, pág. 7. 16 Cfr. Const. 1824, pág. 70.

Caridad

Superiora

Vida de familia

43. Por ser la caridad * la razón de ser de nuestra Congregación15,

tenemos el deber de vivirla y testimoniarla personal y comunitariamente. Cada día hemos de construir la comunidad con unas relaciones interpersonales que nos comprometen a:

comprender, aceptar y valorar a cada Hermana, dialogar con libertad y respeto, cultivar un trato sincero, sencillo y delicado, fomentar una ayuda mutua de confianza y amistad, mantener una activa esperanza en lo que todas y cada una podemos llegar a ser.

Debemos estar tan unidas que se pueda decir de nosotras como de los primeros cristianos, que tenían un solo corazón y una sola alma16.

44. En la comunidad, * la Superiora es signo de unión

y vínculo entre la propia comunidad y la Congregación.

En misión de servicio anima la vida espiritual, promueve la realización y vivencia del proyecto comunitario, aprobado por la Superiora Mayor, coordina y armoniza los proyectos personales con el proyecto comunitario.

45. La comunidad que formamos * nos exige fomentar un ambiente de familia

que favorezca nuestro crecimiento y nos ayude a compartirlo todo con alegría.

Participamos en las tareas comunes según nuestras fuerzas y posibilidades. Nos sentimos solidarias y responsables de las esperanzas y logros de la comunidad y de cada una de las Hermanas.

46. Con nuestras Hermanas mayores y enfermas * seguimos manteniendo

una solicitud atenta, llena de cariño, veneración y agradecimiento. En la comunidad tienen una misión importante. Con su oración, vida y colaboración en la tarea común, son estímulo e impulso a vivir con alegría y fidelidad nuestra entrega al Señor. Con sus sufrimientos y sacrificios se asocian de manera especial a la muerte y resurrección del Señor, contribuyendo así al bien del Pueblo de Dios y a la fecundidad y santidad de la Congregación.

17 Const. 1824, pág. 71. 18 ibidem

Conversión al amor

Ascesis

Austeridad

Nuestra vinculación en el amor fraterno nos lleva a seguir unidas por el recuerdo y la oración, con las Hermanas que nos precedieron en el signo de la fe. En particular seremos solícitas en ofrecer los sufragios prescritos.

47. El proceso de crecimiento de la fraternidad * nos obliga a luchar contra el egoísmo,

en constante actitud de conversión y reconciliación. "Ninguna abrigará en su corazón resentimiento alguno que pueda ocasionar disensiones17".

Siempre que hubiere algún disgusto entre algunas, procurarán serenarse cuanto antes y reconciliarse mutuamente18". Nos sentimos implicadas y responsables de los fallos de la comunidad. En clima de fe, esperanza y amor, intentamos superarlos, ayudándonos de la revisión comunitaria y de la corrección fraterna.

48. La actitud de servicio y entrega * que comporta nuestro voto de hospitalidad

nos exige una vida de ascesis continua. Asumimos con espíritu penitencial el trabajo, las dificultades, los sufrimientos de cada día, y la renuncia que trae consigo el compromiso de la vida común Los viernes y tiempos litúrgicos de Adviento y Cuaresma tienen para nosotras un carácter especialmente penitencial. Practicamos el ayuno todos los viernes del año, excepto los días festivos y tiempos pascuales, dándole una dimensión social de modo que redunde en beneficio de los pobres. Siguiendo el estilo peculiar que vivieron nuestros Fundadores y primeras Hermanas, nuestras vidas y el ambiente comunitario deben ser de austeridad.

Silencio

Acogida

Testimonio

Constituciones

49. La Congregación ha fortalecido * su vida de oración, fraternidad y misión,

en un clima de silencio y recogimiento. En este ambiente nos encontramos a nosotras mismas, alcanzamos nuestro equilibrio y profundidad y nos abrimos al misterio de los demás.

En nuestras comunidades valoramos el silencio como medio que nos ayuda a vivir la presencia de Dios, y favorece el trabajo, la reflexión y el descanso. Debemos tener lugares especialmente reservados para la intimidad comunitaria.

50. La acogida, ofrecida con naturalidad * y de todo corazón,

es nota característica de nuestro espíritu congregacional

Tenemos el deber de practicar la Acogida con bondad y sencillez de trato haciendo que nuestras comunidades sean abiertas y acogedoras.

51. Nuestra vida consagrada * exige manifestar públicamente,

en el lugar concreto donde estamos ubicadas, que somos una comunidad religiosa al servicio de la Iglesia llamada a testimoniar gozosamente los valores evangélicos de la nueva fraternidad.

52. La fidelidad a nuestra identidad de Hermanas de la Caridad de Santa Ana nos compromete a cumplir estas Constituciones en espíritu y en verdad. Para que informen totalmente nuestros criterios y nuestra vida las leemos y meditamos frecuentemente. Al menos una vez al año estamos obligadas a leer en comunidad el texto íntegro de nuestras Constituciones.

19 Cfr.Const. 1824, pág. 70

Fundamentación

Contemplativas

en la acción

Eucaristía

COMUNIDAD DE ORACIÓN «Todos ellos perseveraban en la oración con un mismo espíritu, en compañía de María, la Madre de Jesús».(Hech 1,14)

53. Dios es Caridad, * y se ha hecho visible en Cristo

que en actitud de filial confianza vivió en diálogo de amor con el Padre. La vocación a participar en Cristo de este amor derramado por su Espíritu en nuestros corazones, es el fundamento de nuestra espiritualidad. La manifestación de su amor a través de toda nuestra vida, es la misión a la que hemos sido llamadas.

54. Movidas por el Espíritu, * y siguiendo el ejemplo y las enseñanzas de Jesús,

nos esforzamos por vivir en una actitud habitual de oración que informe todos nuestros actos y nos ayude a ver la vida y el mundo como el lugar de la acción salvadora de Dios. Este ver a Dios en todas las cosas y todas las cosas en Dios, que supone ser contemplativas en la acción, ha caracterizado el ser y el hacer de nuestros Fundadores y Hermanas desde el principio. Nosotras hemos de actualizar esta presencia activa de Dios en nuestras vidas como exigencia del espíritu congregacional.

55. Nuestra comunidad de oración * tiene su cumbre en la Eucaristía que perpetúa y actualiza en la

Iglesia el memorial de la muerte y resurrección de Jesús. Participamos cada día en la Misa ofreciéndonos con Cristo al Padre en alabanza, adoración, petición y acción de gracias. Profundizamos en la Palabra, renovamos la alianza con Dios y los hermanos y fortalecidas con el Cuerpo del Señor, nos ponemos en disposición de construir la comunidad de fe, vida y misión. El encuentro fuerte y personal con Cristo en la Eucaristía, nos impulsa a vivir con intensidad nuestra consagración, nos abre a las necesidades de los hombres, nos compromete a ser hacedoras de paz y unión y nos lleva a un amor de comunión con las Hermanas19. El Sagrario ocupa un lugar preferente en nuestras comunidades. Manifestamos nuestra fe en la presencia real de Cristo por la adoración personal y comunitaria.

20 Cfr. Const. 1824, pág. 98

Reconciliación

Año Litúrgico

Liturgia de las Horas

Oración

56. Nuestra condición de pecadores * tiende a romper nuestra armonía con Dios,

con nuestros hermanos, con nosotros mismos y con las cosas, disminuyendo la santidad de la Iglesia. Esta realidad nos exige una conversión continua al amor. Es principalmente en el sacramento de la reconciliación, donde Cristo nos devuelve la nueva vida y amistad con Dios, con la Iglesia y con los hermanos, y nos hace sentir la alegría del perdón. Con espíritu agradecido hemos de participar en este sacramento con la frecuencia que recomienda la Iglesia.

57. Unidas a la Iglesia * actualizamos el misterio de Cristo

a través de los diferentes tiempos del año litúrgico. La vivencia y profundización de cada ciclo nos lleva a participar en el misterio pascual de Jesús y configurarnos progresivamente con El. El domingo celebramos el triunfo del Señor que nos hizo renacer a la viva esperanza por su resurrección. Esto exige de nosotras vivir comunitariamente la fiesta como día de alegría y liberación.

58. Unidas a la oración de Cristo, alabanza perfecta al Padre en la Iglesia, celebramos en comunidad las Horas de Laudes y Vísperas, prolongando así la acción de gracias de la Eucaristía, santificando las horas del día, el trabajo y todo nuestro esfuerzo e intercediendo en favor de la comunidad humana.

59. Nuestra vida consagrada * con el modo peculiar de ser

contemplativas en la acción, nos exige dar la máxima importancia a la oración donde, abiertas al Espíritu, profundizamos en la amistad con Jesucristo y comprometemos la vida entera. Para vivir así la oración es necesario crear en nosotras una actitud de silencio y pobreza de espíritu que permita encontrarnos con Dios en la intimidad del corazón. Diariamente dedicamos hora y media al trato exclusivo con Dios en la oración personal y liturgia de las Horas. "Jamás se deberá omitir o abreviar si no es por algún acontecimiento extraordinario e imprevisto"20.

21 Cfr. Const. 1824, págs. 93-94.

Lectura

Devoción a María

60. La oración crea en nosotras * conciencia de fraternidad en el espíritu

que nos exige compartir la fe, la esperanza y el amor. En la oración comunitaria, nos dejamos interpelar por la Palabra revelada, que nos lleva a poner en común nuestra experiencia de Dios. Aprendemos a valorar la acción del Espíritu en las Hermanas, nos animamos en la vivencia de la consagración, y nos revitalizamos para la misión de la comunidad.

61. Por el examen de conciencia, * percibimos a la luz del Espíritu,

la fidelidad en nuestra respuesta al Señor y si nuestra actitud respecto a las personas, cosas y acontecimientos, es evangélica. Para reafirmarnos en el camino de la conversión y reanimar nuestra vocación de entrega al Padre, en el servicio a la comunidad y a la misión, tenemos días de encuentro fuerte con Cristo, retiros y ejercicios espirituales, en los que intensificamos la oración en el silencio y la soledad.

62. La lectura espiritual * se ha valorado siempre en la Congregación

como medio eficaz para formarnos, favorecer nuestro encuentro con Dios y profundizar en su

conocimiento. La Sagrada Escritura debe ocupar el lugar preferente de nuestras lecturas, porque de ella aprendemos la ciencia eminente de Cristo21.

63. María, mujer creyente, * que acoge la Palabra y la guarda en su corazón,

es para nosotras la Virgen orante que, en alabanza al Padre y en donación a los hombres, ilumina y acompaña nuestro caminar de contemplativas en la acción Expresamos cada día en comunidad el amor a la Virgen con el rezo del Rosario u otra celebración mariana. Interiorizamos el significado de cada fiesta de María enmarcada en el tiempo litúrgico. Veneramos a la Virgen con especial amor bajo las advocaciones de Santa María del Pilar y la Inmaculada Concepción.

Devoción a los Patronos

Amor a los Fundadores

64. Celebramos las fiestas de nuestros Patronos

Santa Ana y San Joaquín, San José y San Juan Bautista. Invocamos diariamente su protección para que la Congregación sea fiel a su espíritu y carisma.

65. El amor y reconocimiento de la vida de nuestros Fundadores, nos lleva a invocarles en nuestra oración personal y comunitaria y a profundizar en su mensaje para vivir plenamente la vocación de Hermanas de la Caridad de Santa Ana que el Espíritu suscitó a través de ellos.

Fundamentación

Acción del Espíritu

COMUNIDAD DE MISIÓN

«Como el Padre me envió, también Yo os envío».(Jn 20,21)

66. Cristo es el enviado del Padre para salvarnos.

La Iglesia, establecida por Cristo en el mundo como sacramento de salvación, continúa por la acción del Espíritu su obra esencialmente evangelizadora. Mediante el sacramento de la confirmación, el Espíritu Santo nos ha ungido y capacitado para ser testigos de Cristo enriqueciéndonos con gracia especial para colaborar en la extensión del Reino. La Congregación ha recibido de la Iglesia la misión de colaborar en el anuncio de la salvación por el servicio de la caridad a través de los distintos ministerios de Sanidad, Educación, Otras Obras Apostólico-Sociales y Misiones. La dinamicidad del carisma nos urge a estar abiertas en estos ministerios, a las distintas formas que va exigiendo cada época.

67. El Espíritu Santo, * principal agente de evangelización, nos impulsa a anunciar el Evangelio Acción y mueve los corazones para acoger y comprender la Palabra de salvación.

Necesitamos su fuerza y novedad para realizar con creatividad nuestra misión. Personal y comunitariamente debemos dejarnos poseer y conducir por el Espíritu para ofrecer al mundo con fidelidad y gozo la Buena Nueva y denunciar toda situación de pecado e injusticia siendo profetas de la esperanza.

68. Somos esencialmente * una Congregación apostólica

llamada a manifestar el infinito amor del Padre al mundo. Por una particular exigencia de nuestro carisma de caridad universal principalmente con los más pobres y necesitados la misión es la razón de ser de nuestra comunidad y la realizamos:

asumiendo el Evangelio con sentido liberador y trascendente, promoviendo el amor fraterno entre los hombres, valorando y amando a las personas, sirviendo en ellas a Cristo, con entrega generosa, sin reservas, hasta el heroísmo en actitud de riesgo, con toda disponibilidad la obra de la Congregación, en respuesta a las necesidades de la Iglesia.

Exigencias

Comunidad para

la misión Oración-misión

Nuestros Fundadores con su vida marcaron este estilo evangelizador. Debemos trabajar por conservar y actualizar el espíritu apostólico que de ellos recibimos.

69. Ser evangelizadoras nos exige evangelizarnos constantemente para ser fieles al mensaje de Jesús. Esto supone:

actitud de conversión permanente,

mantenernos cercanas a las necesidades de los hombres y a la escucha de sus problemas,

estar abiertas a los valores evangélicos que descubrimos

en las personas que nos rodean,

visión de futuro y flexibilidad

para adaptarnos a las condiciones cambiantes de tiempos y lugares,

hacer vida las virtudes propias de la Hermana de la Caridad de Santa Ana.

70. Nuestras comunidades se establecen * para realizar la misión

que la Congregación les confía. Esta, a través de la comunidad, es la que nos envía, acompaña y realimenta. A su vez, la misión une la comunidad en torno a un mismo proyecto de vida apostólica.

Cada una de nosotras, cualquiera que sea nuestro trabajo, participa de la acción evangelizados de la comunidad. Organizamos nuestra vida haciendo posible una integración armónica entre vida fraterna, espiritual y apostólica. El sentido eclesial de nuestra misión requiere que la comunidad esté abierta al servicio de la Iglesia local, insertándose en la pastoral de conjunto con su identidad religiosa y congregacional y en dependencia del Obispo, de acuerdo al derecho común.

71. La vida y obra de la Congregación tienen como base y cimiento la unión íntima con Cristo de quien procede la vitalidad de nuestra tarea apostólica. Una vida de oración profunda nos impulsa a la misión y la exigencia de la misión nos lleva a intensificar nuestra oración.

22 Cfr. Jn 12,24.

Pastoral

Vocacional

María

Esta coherencia entre oración y acción nos hace asumir con sentido pascual todas las realidades de nuestra acción evangelizadora, los momentos de gozo y esperanza, de dificultad y desánimo, perseverando pacientemente convencidas de que si el grano de trigo no muere, no da fruto.22 La vida fraterna gozosamente vivida y la fe de una comunidad que ora son en sí evangelizadoras.

72. Dios sigue llamando * en todos los momentos de la historia a trabajar en la construcción de su Reino.

A nosotras, desde la experiencia del seguimiento de Cristo, nos corresponde manifestar que El nos llena en plenitud y da sentido a nuestra vida consagrada.

Debemos mantener viva la llamada y ser respuesta fiel cada día, agradecer a Dios el don de la vocación, hacer de la comunidad lugar de crecimiento de la vocación de cada Hermana. El testimonio gozoso de nuestra vida fraterna, el entusiasmo de nuestra entrega diaria en la misión y la vivencia del carisma serán signos atrayentes que inviten a la juventud a optar por el seguimiento de Jesucristo en la vida religiosa. Nuestra misión evangelizadora lleva consigo el deber de ayudar a los jóvenes a descubrir su vocación específica y nos compromete en la tarea concreta, de suscitar, acoger y acompañar las vocaciones de especial consagración.

73. La fuerza del Reino no está en el poder y la riqueza, sino en las maravillas que Dios realiza en el corazón de los sencillos. María, la humilde esclava del Señor

que participó en la obra de su Hijo, es ejemplo y presencia de nuestra acción evangelizadora. Procuramos que las personas con quienes nos relacionamos vivan, desde la fe, un amor filial a María que las lleve a imitar sus virtudes.

23 Doc. H. 11. Const. 1805, pg. 76 24 Cfr. Const. 1824, pág. 36 25 Const. 1824, pág. 6.

Origen

Misión

SANIDAD «... y al verle tuvo compasión; y, acercándose,

vendó sus heridas, echando en ellas aceite y vino; y montándole sobre su propia cabalgadura, le llevó a una posada y cuidó de él».

(Lc 10,33-34) 74. La Congregación

nacida en el Hospital Real y General de Nuestra Señora de Gracia de Zaragoza con el fin de asistir a los "pobres enfermos",23 continúa en la Iglesia la obra de Jesús, curando y aliviando a los que sufren y ofreciéndoles el mensaje de salvación. Nuestros Fundadores y primeras Hermanas nos legaron una forma peculiar de vivir la caridad hecha servicio, viendo a Cristo en el enfermo, prestando con todo cariño y diligente cuidado24

una atención esmerada a toda la persona "acompañando los servicios corporales con aquellos auxilios espirituales que les podamos dar".25

75. Nuestra misión en el campo de la Salud * está fundamentada

en la concepción cristiana del hombre, en el respeto a su libertad, dignidad y derecho al bienestar integral. En este campo, considerado en su triple dimensión, preventiva, curativa y social, prestamos nuestro servicio a toda clase de enfermos y dedicamos especial preferencia a los más necesitados y menos atendidos de la sociedad en cada momento histórico. Trabajamos por humanizar la técnica y la asistencia siendo presencia y signo del amor de Dios a los hombres. Conscientes de que la Iglesia nos confía la misión de evangelizar el mundo del dolor, queremos llevar al enfermo y al que sufre a un encuentro personal con el Señor, y le ayudamos a descubrir el valor redentor del sufrimiento.

Exigencias

Pastoral

76. Vivir nuestro carisma en una entrega gozosa al que sufre nos exige:

descubrir a Cristo en el hermano, servicio humilde, sencillo y diligente, bondad de trato y fortaleza de ánimo, disponibilidad y responsabilidad en el trabajo, fidelidad en guardar el secreto profesional, defensa de los derechos de los pacientes, adecuada preparación y actualización, anuncio explícito de la Buena Nueva.

Atendemos con preferencia y solicitud a los pacientes que más sufren, están más solos y abandonados y en los que concurren más limitaciones y carencias.

77. Debemos participar * en la pastoral de la salud

para que nuestra acción evangelizadora haga viva la presencia de la Iglesia en el mundo del dolor y en el ambiente donde trabajamos.

Origen

Misión

Meta

Exigencias

EDUCACIÓN

«Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes, enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado». (Mt 28,19-20)

78. La misión educadora de nuestra Congregación se perfila desde los primeros tiempos con la dedicación de las Hermanas a la formación de los niños en la Inclusa de Zaragoza y en la Misericordia de Huesca.

79. Animadas por el carisma * participamos en esta misión,

colaborando en la formación de la persona para que sea agente de su propio desarrollo, alcance la madurez humana, opte

libremente por la fe y se comprometa en la construcción de una sociedad más justa y fraternal basada en la verdad, la paz y el amor.

80. La educación cristiana tiene como meta * iluminar por la fe

la realidad del mundo y de la vida y conseguir la configuración del hombre nuevo según Cristo.

Como educadoras en la fe nos proponemos el anuncio explícito de la Buena Nueva, y el testimonio de una vida evangélica que facilite la acogida y vivencia del mensaje

81. El ejercicio responsable de nuestra misión

nos exige: vivir con gozo y entusiasmo la vocación educadora en actitud de servicio, entrega generosa a los alumnos con paciencia perseverante, fe y esperanza en su capacidad de superación,

atender especialmente a los alumnos más necesitados, entendiendo por tales los que presentan limitaciones intelectuales, carencias afectivas o falta de recursos económicos, conjugar la energía con la bondad en un trato sencillo y delicado, mantener una permanente actitud de búsqueda que nos lleve a renovarnos y actualizarnos.

Escuela cristiana

Comunidad Educativa

Colaboración

82. Participamos en la tarea educadora de la Iglesia * principalmente a través de la escuela cristiana.

Debemos hacer de ella un lugar privilegiado para el desarrollo integral de la persona y un camino de convivencia creadora de fraternidad. Realizamos nuestra misión desde la perspectiva del Evangelio. En un ambiente de confianza, paz, alegría y diálogo, ayudamos a los alumnos a descubrir y desarrollar sus talentos, formarse para la libertad responsable, cultivar el espíritu crítico, potenciar la creatividad, valorar el esfuerzo y el trabajo personal y de grupo. Fomentamos en ellos la dimensión de servicio a los hombres como valor evangélico que informe toda su vida.

83. Debemos responsabilizarnos de formar * comunidades educativas comprometidas en el proceso

educativo-evangelizador, unidad implicados, todos sus miembros. Comunidades abiertas que proyecten su acción al medio social donde está inserto el centro y a otros sectores necesitados.

84. En una sociedad pluralista estamos disponibles para colaborar en escuelas no confesionales y en otras organizaciones promotoras de educación, según las prioridades de la Iglesia en cada momento y lugar.

85. Nuestra acción educativa se proyecta también

* a otros campos no escolarizados que requieren atención directa

de promoción y evangelización.

26 Const. 1952, nº. 557.

Origen

Exigencias

OTRAS OBRAS APOSTOLICO-SOCIALES

«... pasó haciendo el bien». (Hech 10,38)

86. Desde los comienzos * nuestros Fundadores y primeras Hermanas responden a

necesidades urgentes de su época. Atienden a los prisioneros de guerra, acompañan a mujeres al cadalso. A lo largo de la historia, por exigencia del cansina y en respuesta a las necesidades de la Iglesia, la Congregación asume servicios esporádicos o permanentes dando lugar al sector que denominamos Otras Obras Apostólico-Sociales. Según los distintos tiempos y lugares y las circunstancias de nuestra sociedad cambiante estas obras pueden ser muy diversas.

87. Nuestra misión tiene como meta hacer visible el amor de Dios a los hombres a través de un

servicio asistencial apostólico, principalmente entre los más pobres y necesitados.

88. Con nuestro trabajo

eminentemente social y evangelizador, participamos en la acción salvífica de Cristo.

Esto nos exige:

entrega generosa en el servicio a la persona, actitud de cercanía y solidaridad, vida de sencillez y alegría,

clima de familia y que nuestra labor esté fuertemente marcada por la acogida,

capacidad de colaboración y trabajo en equipo, siendo hacedoras de paz y unidad,

preparación adecuada

y esfuerzo constante de actualización,

flexibilidad para adaptarse a las condiciones cambiantes de situaciones y ambientes,

anuncio explícito del Evangelio, inserción en la Iglesia local.

Dondequiera que la Iglesia nos necesite y la Congregación nos envíe debemos imitar al Señor que pasó por este mundo haciendo el bien26.

27 Maracaibo (Venezuela), año 1890. 28 India, año 1951.

Origen

Tarea misionera

Espíritu misionero

MISIONES

«Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación».

(Mc 16,15)

89. La actividad misionera de la Iglesia se basa en el amor de Dios que quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad. El ideal misionero de la Congregación se pone de manifiesto en las Constituciones de 1883. Se hace realidad cuando un grupo de Hermanas animadas de ese espíritu, dejan su tierra por vez primera y llegan al Lazareto de la Isla de Providencia27. Al hacerse la primera fundación en Nadiad28, la acción apostólica de la Congregación se extiende a misiones vivas.

90. La Congregación participa * en la acción misionera de la Iglesia y se hace presente en lugares de misión por las Hermanas que son enviadas a realizar el anuncio de Cristo Salvador Tarea principalmente a los más pobres y necesitados.

Transmitimos el mensaje a través del servicio de caridad en los diferentes ministerios, el testimonio de vida evangélica y el anuncio explícito de la Palabra.

La vocación misionera es un don del Espíritu y debe recibirse con agradecimiento y gozo.

91. Sintiéndonos Pueblo de Dios * todas las Hermanas debemos cooperar

en la extensión del Cuerpo Místico de Cristo por todo el mundo, dando sentido misionero a nuestra vida, Espíritu proyectando la dimensión misionera misionero en nuestra acción evangelizadora y dialogando con otras religiones. Como Congregación tenemos especial estima y solicitud por las iglesias jóvenes y promovemos vocaciones para ellas.

Actitudes y exigencias

92. Las Hermanas misioneras necesitamos: * espíritu de fe y firme esperanza,

profunda vida de oración y sacrificio, fortaleza de ánimo, paciencia y gran corazón, vida de pobreza y desprendimiento, capacidad de adaptación,

adecuada preparación y actualización.

La acción evangelizadora nos exige:

hacer presente el amor de Cristo

siendo fermento de fraternidad, justicia y paz,

trabajar en la asistencia y promoción de las personas para que desde su cultura construyan una comunidad más digna, con mejores condiciones de vida,

humanizar y liberar la sociedad siendo testimonio del Evangelio,

dialogar con las culturas y religiones indígenas

para descubrir su identidad, su riqueza

y las semillas de salvación que encierran,

tener en cuenta las tradiciones religiosas, los valores humanos y culturales de los pueblos y tribus aborígenes, para iluminarlos con la luz del Evangelio y tratar de que se incorporen a la Iglesia con su fisonomía propia.

SEGUNDA PARTE FORMACIÓN PARA VIVIR EL CARISMA

Capítulo IV

FORMACIÓN DE LA HERMANA DE LA CARIDAD DE SANTA ANA

Principios generales Admisión y formación inicial Formación permanente

Necesidad

Objetivo

Acción del Espíritu

Responsabilidad

personal

«Siendo sinceros en el amor, crezcamos en todo hasta Aquel que es la Cabeza, Cristo».(Ef 4,15)

PRINCIPIOS GENERALES 93. La Fidelidad a la llamada que hemos recibido * y el cumplimiento de la misión

confiada a la Congregación por la Iglesia, exige en nosotras una sólida y progresiva formación en conformidad con el Plan General de Formación y adaptada a la capacidad y aptitudes de cada una y a las condiciones de tiempo y lugar.

94. El objetivo fundamental de esta formación * es ayudarnos a crecer en todos los aspectos

y llegar a la unión y configuración con Cristo en la vivencia de nuestra consagración-misión, según el

carisma de nuestros Fundadores y el estilo de vida congregacional.

95. El principio básico que rige nuestra formación es la caridad.

Debe informar toda nuestra vida para ser expresión del amor y la misericordia del Padre en la comunidad y en el mundo.

96. Dios que nos ha llamado conserva la iniciativa de la acción. En nuestra formación

el Espíritu Santo es el agente principal Espíritu y cada una de nosotras la primera responsable.

Hemos de estar abiertas a la acción del Espíritu y discernir su presencia a través de las mediaciones. Necesitamos humildad para transformar nuestros criterios, actitud de búsqueda y superación personal que nos lleve a la autoformación y formación comunitaria y espíritu crítico para llegar a opciones responsables.

Fidelidad a los

Fundadores

Responsables

Finalidad

Etapas

97. Nuestros Fundadores nos señalaron

un modo peculiar de vivir el seguimiento de Cristo. Debemos profundizar en sus vidas y enseñanzas mediante la oración, el estudio y la reflexión para lograr una progresiva identificación con su estilo evangélico y ser fieles a nuestra vocación de caridad.

98. La Congregación debe poner los medios * para la formación de sus miembros.

Corresponde a la Madre General y su Consejo la responsabilidad de la formación. En cada Provincia la asume sables la Superiora Provincial con su Consejo y en las comunidades, la propia comunidad animada por la Superiora. El proceso formativo dura toda la vida y comprende:

la formación inicial la formación permanente.

FORMACIÓN INICIAL 99. La formación inicial tiene como fin

capacitar a las jóvenes que se sienten llamadas a la vida religiosa para que vivan la consagración-misión según el cansina de nuestros Fundadores al servicio de la Iglesia. Comprende:

Noviciado, Juniorado,

como etapas de un mismo proceso formativo, que en su conjunto deben tener una unidad.

100. Todas las Hermanas hemos de trabajar * por la vitalidad y extensión

de nuestra familia congregacional. En la selección de vocaciones debemos proceder con gran prudencia y espíritu de fe teniendo en cuenta sus motivaciones, actitudes y aptitudes.

Admisión

Postulantado

Formadoras

101. La admisión corresponde * a las Superioras Mayores, salvo lo que el Derecho Común y particular prescriben condiciones e impedimentos, a los distintos niveles.

102. El Postulantado es un período * que precede inmediatamente al Noviciado,

en el que se establece un primer contacto de la aspirante con la vida de la Congregación. La admisión corresponde a la Superiora Provincial. La duración de este período es flexible, depende de las circunstancias de cada Postulante. En todo caso, no debe ser menor de seis meses ni sobrepasar los dos años.

La Postulante vive en una de nuestras comunidades donde profundiza en su vida cristiana, clarifica las motivaciones de su opción vocacional, toma conciencia de las exigencias de la consagración religiosa y de la vida y misión de la Congregación. La Comunidad donde realiza la prueba, le posibilita una experiencia basada en la escucha de la Palabra, la liturgia, oración comunitaria, vida fraterna y acción apostólica. En este tiempo descubre si la Postulante tiene o no aptitudes para ser Hermana de la Caridad de Santa Ana. Antes de terminar el Postulantado la aspirante hace ocho días de ejercicios espirituales como preparación inmediata al Noviciado.

103. La tarea formativa * en cada una de las casas Noviciado y ]uniorado es

asumida por una comunidad de Hermanas Formadoras. En esta comunidad, la Maestra asume la responsabilidad principal de la formación bajo la autoridad de las Superioras Mayores.

Tendrá al menos treinta años de edad y profesión perpetua. La duración de su cargo será de seis años, a ser posible. Debe tener preparación adecuada y cualidades para desempeñar el cargo. Con bondad y firmeza, con respeto al ritmo de crecimiento personal, ha de ayudar a que cada Hermana discierna la autenticidad de su vocación, descubra y asimile las exigencias de ser Hermanas de la Candad de Santa Ana y llegue a realizar su total donación al Señor. El nombramiento de Maestra de Novicias y Junioras corresponde a la Superiora General, con el voto deliberativo de su Consejo, oído el parecer del Consejo Provincial respectivo. Las Hermanas de la comunidad formadora deben tener unidad de criterios, estar abiertas a las inspiraciones del Espíritu, identificadas con la Congregación y en comunión con ella, ser de carácter equilibrado y juicio crítico, de profunda vida de oración, sensibles a los valores de la juventud y a las situaciones concretas del momento histórico. Deben ser de profesión perpetua y su nombramiento corresponde a la Superiora Provincial con el voto deliberativo de su Consejo. Si el Noviciado o Juniorado son interprovinciales, el nombramiento es competencia de la Superiora General con el voto deliberativo de su Consejo, oído el parecer de los respectivos Consejos Provinciales.

Noviciado

104. El Noviciado constituye una etapa fundamental * en la formación de las Hermanas.

Es la iniciación a la vida religiosa. En nuestra Congregación dura dos años y se hace en la Casa Noviciado designada legítimamente para este fin. El primero es canónico. La admisión corresponde a la Superiora Provincial con el voto deliberativo de su Consejo. En esta etapa se pretende que la comunidad de Novicias orientada por las Hermanas Formadoras, bajo la dirección de la Maestra, en actitud de oración y silencio, de apertura, austeridad y alegría, profundice en su experiencia de Dios y en el conocimiento de las Constituciones, vaya asumiendo los consejos evangélicos con el estilo de nuestros Fundadores y crezca en relaciones comunitarias. En este clima cada Hermana crece en conocimiento de sí misma, interioriza el sentido de pertenencia a la Congregación y discierne su vocación personal, para comprometerse en una entrega libre, responsable y total. Durante el segundo año de Noviciado la Hermana realiza dos meses, a ser posible, de actividad formativa en una comunidad.

En el primer año, la ausencia de la Casa Noviciado que pase de tres meses, sean o no continuos, hace inválido el Noviciado. Una ausencia que supere quince días debe suplirse.

Terminado el tiempo de Noviciado y comprobada la vocación por la Congregación y la Novicia, ésta pide por escrito ser admitida a la profesión. Si queda alguna duda sobre su idoneidad la Superiora Mayor puede prorrogar el tiempo de prueba, pero no por más de seis meses.

La admisión corresponde a la Superiora Provincial con el voto deliberativo de su Consejo, o a la Superiora General, con el voto deliberativo de su Consejo, si el Noviciado es interprovincial, teniendo en cuenta los requisitos canónicos. Después de ocho días de ejercicios espirituales la Hermana emite sus primeros votos por un año.

Hecha la profesión temporal se realiza la adscripción de las Hermanas a la Provincia respectiva y adquieren los deberes y derechos que les corresponden según las Constituciones. Antes de la primera profesión las Hermanas firman un documento renunciando a reclamar cualquier remuneración por su trabajo realizado como religiosas, si un día salieran de la Congregación.

Juniorado

Profesión perpetua

Integración en la Comunidad

105. El Juniorado es una etapa * de profundización en la formación

y de integración gradual y progresiva de las Hermanas en la vida de las comunidades y sus ministerios. Tiene una duración de seis años desde la primera profesión hasta la Profesión Perpetua, pudiéndose prolongar este período por dos años como máximo, por la Superiora General, con el voto deliberativo de su Consejo, oído el parecer del respectivo Consejo Provincial. La Profesión Perpetua puede anticiparse con causa justa, pero no más de un trimestre. En este tiempo la Hermana prosigue su preparación en la vida religiosa de nuestra Congregación en todos los aspectos, y experimenta la dimensión apostólica de nuestra vocación. Trabaja por conseguir la síntesis contemplación-acción, profundiza en las motivaciones y exigencias de su consagración a Dios y en el sentido de pertenencia a la Congregación. Durante este período renueva anualmente sus votos y se prepara para realizar el don total de sí misma. La admisión a las sucesivas renovaciones corresponde a la Superiora Mayor respectiva con el voto deliberativo de su Consejo.

106. Por la profesión perpetua * las Hermanas hacen su entrega definitiva al Señor. Para este acto de gran trascendencia tienen un tiempo mínimo de dos meses de preparación inmediata,

separadas de todo ministerio y en el que se incluyen los ejercicios espirituales.

En clima de mayor reflexión y oración confrontan su vida con el Evangelio, profundizan en su consagración y en el espíritu y carisma de la Congregación. La admisión a la profesión perpetua corresponde a la Superiora General con el voto deliberativo de su Consejo, oído el parecer del Consejo Provincial respectivo.

107. Todas las comunidades de la Congregación

debemos sentirnos corresponsables de la formación de las Hermanas Junioras. Recibimos con alegría el dinamismo de sus vidas. Las acogemos y ayudamos en el proceso de su maduración, con el testimonio de una vida consagrada

gozosamente vivida en comunión fraterna.

Las Hermanas jóvenes, a su vez, deben abrirse con sencillez a las relaciones comunitarias aceptándose y aceptando a las demás Hermanas como son, valorando en ellas la experiencia que dan los años de vida consagrada. Deben poner su persona y cuanto poseen al servicio de la vida y misión de la comunidad que es tarea de todas, acogiendo con gratitud el patrimonio congregacional que reciben.

Necesidad

Responsabilidad

FORMACIÓN PERMANENTE 108. La formación permanente es una respuesta * a la acción renovadora del Espíritu.

Viene exigida por el dinamismo de la vida consagrada, de los ministerios que realizamos y del mundo en que vivimos. Es tarea de toda la vida y nos compromete a la profundización constante de lo que en el período inicial se comenzó y a la actualización en los valores de la cultura contemporánea, para lograr el perfeccionamiento progresivo de la persona, en servicio de la misión específica de la Congregación.

109. El lugar apropiado para esta formación es la comunidad, que debe mantenerse en actitud de superación y constituir para todaslas Hermanas el clima más adecuado de renovación. Todas debemos sentirnos responsables de nuestra formación, como medio de crecimiento que nos mantiene abiertas a las interpelaciones de Dios y de un mundo en cambio. Es deber de la Superiora local impulsar y orientar esta formación permanente, proporcionando el tiempo y los medios para la misma

Capítulo V

SALIDA DE LA CONGREGACIÓN

Fidelidad a la vocación

Salida

«Fiel es el Señor: El os afianzará y os guardará....” (2 Tes 4,3)

SALIDA DE LA CONGREGACIÓN 110. La fidelidad a la vocación es un don de Dios * siempre inmerecido,

que se debe pedir con humilde oración. En todas las dificultades acudamos a la Virgen fiel que hizo de su vida una oblación y un fíat perenne a la voluntad de Dios. Superioras y Hermanas tenemos el deber de ayudar con la caridad de la comprensión y el consejo a las Hermanas que se encuentran en dificultad vocacional.

111. Una Hermana deja de pertenecer a la Congregación * cuando sale por voluntad propia,

o ha sido despedida por causa grave y justa. En cada caso procedemos según las normas del Derecho Común, teniendo siempre presente la ley suprema de la caridad. En lo referente a la exclaustración, cambio de Instituto y readmisión seguimos también las normas del Derecho Común.

112. Unidas en el afecto, procuramos el bien de las Hermanas que dejan la Congregación y les proporcionamos la ayuda posible con equidad y caridad evangélica

para que puedan insertarse de nuevo en el mundo.

TERCERA PARTE

AL SERVICIO DEL CARISMA

Capítulo VI CONSTITUCIÓN DE LA CONGREGACIÓN

Fundamentación

Comunidad provincial

«Nosotros, siendo muchos, no formamos más que un solo cuerpo en Cristo, siendo cada uno por su parte los unos miembros de los otros».

(Rom 12,5) 113. La Iglesia, es el Pueblo de Dios * organizado en este mundo en forma social.

Somos en la Iglesia un Instituto religioso de derecho pontificio dedicado a obras de apostolado.

Congregación, célula viva de la Iglesia, para realizar la misión por ella encomendada, necesita de elementos estructurales, dinámicos, que le ayuden a vivir con fidelidad el espíritu y el carisma.

114. Congregadas por un mismo carisma * y teniendo una misión apostólica común,

nuestra Congregación, desde su nacimiento, ha estado constituida por una sola clase de Hermanas29, bajo la autoridad de una Superiora General, con los mismos derechos y deberes, salvo los que corresponden a cargos y oficios de la Congregación. Nuestra familia religiosa está formada por Novicias, Profesas de votos temporales y Profesas de votos perpetuos. Quedamos incorporadas jurídicamente a la Congregación por la emisión de los votos temporales. Esta incorporación es definitiva por la profesión perpetua. En la Congregación vestimos el hábito religioso descrito en las Reglas de Vida.

115. Para facilitar el gobierno, * la Congregación está organizada en Provincias, Delegaciones y

Comunidades locales. La Provincia constituye una parte de la Congregación con personalidad jurídica y régimen propio. Está formada por la unión de varias Comunidades dentro de un territorio determinado. Al frente de la misma está la Superiora Provincial, que gobierna con potestad ordinaria. La erección, modificación o supresión de una Provincia, corresponde al Capítulo General.

29 Cfr. Const. 1899, nº.5.

Comunidad de

Delegación

Comunidad local

116. La Delegación está constituida por varias comunidades, bajo la responsabilidad de la Superiora Delegada. Gobierna con la potestad y atribuciones que le confiere la Superiora General con el voto deliberativo de su Consejo. La erección, modificación o supresión de una Delegación corresponde a la Superiora General con el voto deliberativo de su Consejo.

117. La comunidad local * es la célula básica de la Congregación.

Goza de personalidad jurídica y régimen propio. Está constituida por un número variable de Hermanas bajo la responsabilidad de una Superiora. La erección, modificación o supresión de una comunidad, local es competencia de la Superiora General con el voto deliberativo de su Consejo oído el parecer del Consejo Provincial o de Delegación. Para la erección se requiere la autorización del Obispo de la Diócesis dada por escrito y para la supresión, la previa consulta con el mismo. En los casos de modificación o supresión, es necesario el diálogo del Consejo Provincial o de Delegación con la comunidad respectiva. Algunas comunidades dependen directamente del Consejo General.

Capítulo VII

GOBIERNO Principios de gobierno El Capítulo General La Superiora General y su Consejo El Capítulo Provincial La Superiora Provincial y su Consejo La Superiora Local y su Consejo

Fundamentación

Participación corresponsable

Obediencia al magisterio de la

Iglesia

Legislación

«Que el mayor entre vosotros sea como el menor, y el que gobierna como el

(Lc 22, 26)

PRINCIPIOS DE GOBIERNO

118. Cristo, enviado del Padre al mundo, funda la Iglesia, la hace

depositaría de su autoridad y continuadora de su misión30. En la vida religiosa, la autoridad es carismática y espiritual, discernida por la autoridad jerárquica de la Iglesia al aprobar la Congregación y reconocer la autenticidad de su carisma y misión. Esta autoridad, en línea de Evangelio, promueve la unidad dentro de la pluralidad y vela por la identidad del carisma y su necesaria actualización. La Congregación realiza el servicio de gobierno por medio de: Capítulos, Superioras y Consejos.

119. Consecuente con la doctrina de la Iglesia, * la autoridad delega responsabilidades a todo nivel y se preocupa de que sean asumidas

buscando la mayor participación de todas las Hermanas en la tarea común, procurando que lo que se puede resolver a un nivel, no pase al nivel superior. Los organismos superiores deben prestar ayuda a los niveles inferiores e intervenir cuando éstos lo soliciten o aquéllos lo crean necesario. Todas somos responsables de la vida y misión de la Congregación y de su avance en la historia. De ahí el compromiso de colaborar activamente en el gobierno y planificación a nivel general, provincial y local.

120. Reconocemos como autoridad suprema al Romano Pontífice, al cual estamos obligadas a obedecer también por voto, aceptamos las normas y orientaciones del magisterio de la Iglesia, de modo particular las que hacen referencia a la vida religiosa.

121. La norma suprema que nos guía es la ley del espíritu en Cristo Jesús. La Congregación se rige por el Derecho Común y Particular.

El Derecho Particular comprende:

Constituciones

Reglas de Vida

Disposiciones de la autoridad legítima. Nos obliga por el compromiso tomado en la profesión, mientras sus normas no sean legítimamente abolidas.

30 Cfr.Jn17,18.

Definición

Clases

Atribuciones

EL CAPITULO GENERAL

122. El Capítulo General * es una representación de la Congregación

reunida por el Espíritu. Constituye su máxima autoridad extraordinaria, interna,

y expresa la participación y colaboración de todos sus miembros. Sus actos son colegiales y tiene capacidad de legislar para toda la Congregación.

123. Los Capítulos Generales pueden ser * ordinarios y extraordinarios.

Los convoca y preside la Superiora General, o en su defecto la Vicaria. El Capítulo General ordinario se celebra cada seis años y es de elecciones y asuntos. La Superiora General, con el voto deliberativo de su Consejo, puede anticiparlo o diferirlo por un tiempo no superior a tres meses. Si ocurriera el fallecimiento, renuncia o destitución de la Superiora General, se convocará por la Vicaria el Capítulo General de elecciones, que ha de celebrarse en un plazo máximo de seis meses, desde la fecha en que quedó vacante el

cargo. El Capítulo General extraordinario es convocado ocasionalmente para tratar asuntos de interés general e inaplazables de la Congregación. La celebración del mismo la determina la Superiora General con el voto deliberativo de su Consejo, oído el parecer de las Superioras Provinciales

124. El Capítulo es un acontecimiento eclesial * y congregacional que vivido en clima de fe, oración y diálogo, hace crecer la fraternidad.

Debe ser fiel a las directrices de la Iglesia, al carisma y espíritu de los Fundadores. Todo Capítulo General, según el caso, goza de las siguientes atribuciones:

elegir la Superiora General y las Consejeras Generales, profundizar y determinar las formas de actualización del carisma con esperanza activa y visión de futuro, promover la revitalización espiritual y apostólica de la Congregación, discernir a la luz del Espíritu la voluntad de Dios que nos habla por los signos de los tiempos, dictar normas, de acuerdo con las Constituciones, para toda la Congregación, solicitar de la Santa Sede a quien corresponde también la interpretación auténtica, el permiso para modificar algún punto de Constituciones, aprobar la memoria del sexenio presentada por el Consejo General, revisar la administración de los bienes temporales de la Congregación, proponer medios para que la administración esté regida siempre por el espíritu de pobreza, justicia y caridad.

Miembros

Resoluciones capitulares

125. Son miembros del Capítulo General * por derecho propio:

la Superiora General que lo preside y sus Consejeras, la Superiora General anterior, las Superioras Provinciales, y de Delegación dependiente del Consejo General

Son miembros por elección las Hermanas de profesión perpetua elegidas de entre las Capitulares en los Capítulos Provinciales, en los de Delegación y casas dependientes del Consejo General. Todas las Provincias con un número de miembros no superior a doscientas cincuenta Hermanas, quedan representadas en el Capítulo General por la Superiora Provincial, que va por derecho, y tres Hermanas más, por elección.

SI el número de Hermanas de una Provincia es superior a doscientos cincuenta miembros, asisten como representantes al Capítulo General, la Superiora Provincial, tres Hermanas y una más por cada ciento veinticinco miembros o fracción superior a ochenta. Las Delegaciones dependientes del Consejo General están representadas por la Delegada y una Hermana elegida. En representación de todas las casas dependientes del Consejo General asiste una Hermana, por elección. Las Hermanas que asisten por derecho propio y por elección, tienen voz activa y pasiva.

126. Para la validez del Capítulo se requiere que sean convocados todos los miembros con derecho a él, así como la asistencia de los dos tercios, al menos, de dichos miembros. Abierto el Capítulo, ninguna de las Hermanas que lo integran puede ser sustituida por otra.

127. Las resoluciones capitulares * se toman por mayoría absoluta de votos.

Si a la tercera votación no se obtiene mayoría absoluta, la propuesta queda sin efecto. En igualdad de votos, decide la Superiora General. La votación puede ser pública o secreta. Para proponer a la Santa Sede la modificación de algún punto de Constituciones y para asuntos de especial importancia, decididos como tales por el Capítulo en votación secreta, se requieren los dos tercios de los votos y también votación secreta. Si alguna Hermana pide votación secreta el Capítulo atiende su petición.

Elecciones

Elección de superiora General

128. Todas las elecciones se hacen por votación secreta y mayoría absoluta de votos. Si en el primero y segundo escrutinio no se obtiene mayoría absoluta, se hace una tercera votación en la que queda elegida la que obtiene mayor número de votos, salvo en la elección de la Superiora General en la que puede darse un cuarto escrutinio. Si dos o más Hermanas tienen igual número de votos, es elegida la más antigua de primera profesión, y en igualdad de profesión, la de mayor edad. Terminada la elección, la Hermana elegida, si acepta, será proclamada por quien preside el Capítulo. Las papeletas deben quemarse.

129. Para que una Hermana * pueda ser elegida Superiora General debe tener, al menos, diez

años de profesión perpetua y treinta y cinco años de edad La duración del cargo es de seis anos y puede ser reelegida para un segundo sexenio.

Resultará elegida Superiora General, la Hermana que haya obtenido mayoría absoluta en la primera, segunda o tercera votación. Si no se ha obtenido mayoría absoluta, se procede a una cuarta votación, en la cual tienen voz pasiva y no activa las dos Hermanas que en el tercer escrutinio obtuvieron mayor número de votos, es elegida la que tiene mayoría. Si obtienen igual número de votos es elegida la más antigua de profesión y en igualdad de profesión, la de mayor edad. Si más de dos Hermanas hubieran obtenido en la tercera votación el mismo número de votos, sólo se tendrán por elegibles las dos que tengan más años de profesión perpetua y en igualdad de profesión las dos de mayor edad. Si la elegida no está presente en el Capítulo, se le comunica su elección y, si la acepta, se suspende el Capítulo hasta que se incorpore en el tiempo determinado por el mismo. Finalizado el sexenio, si la Superiora General no es reelegida no puede desempeñar ningún otro cargo generalicio.

Elección de Consejeras Generales

Clausura de Capítulo General

Consultores

130.Para la elección de las seis Consejeras Generales * actúa como presidenta la Superiora General.

En la elección debe especificarse el servicio que, bajo la dependencia de la Superiora General, tienen que desempeñar. Pueden ser elegidas Consejeras Generales las Hermanas profesas de votos perpetuos que tengan por lo menos treinta años de edad. La duración de su cargo es de seis años y pueden ser reelegidas para un segundo sexenio. La elección de Secretaria se hace previa presentación de terna por la Superiora General. Si la Hermana elegida no está presente en el Capítulo se le comunica su elección y, si acepta, debe incorporarse lo antes posible, pero el Capítulo prosigue su trabajo.

131. Terminado el trabajo capitular, la Superiora General declarará clausurado el Capítulo. Cuanto antes será enviado a todas las casas de la Congregación un resumen de las actas del mismo. Las decisiones y acuerdos del Capítulo entran en vigor en la fecha indicada por la Superiora General y quedan vigentes hasta que otro Capítulo General los modifique.

132. Durante la celebración del Capítulo, la Superiora General asistida por su Consejo ejerce su autoridad ordinaria en los asuntos que requieren su intervención.

133. Al Capítulo podrán ser llamados algunos expertos como consultores,

para informar e ilustrar a las Capitulares, pero no de manera permanente ni en acto propiamente capitular.

Superiora General

Aptitudes

Misión

Consejo General

LA SUPERIORA GENERAL Y SU CONSEJO

134. La Superiora General es la autoridad suprema ordinaria de la Congregación. Tiene potestad sobre todas las Provincias, las Delegaciones, las casas y personas de la Congregación, a la que representa ante los organismos eclesiásticos y civiles. En ella se hace signo el carisma de autoridad que el Espíritu Santo ha dado a nuestros Fundadores y la Iglesia ha aprobado para nuestra Congregación. Es vínculo de unidad entre todas las Comunidades y Hermanas.

135. La Superiora General debe ser una Hermana idónea, de profunda vida de oración, que conozca y ame el carisma y la vida de la Congregación, de gran prudencia, espíritu de servicio e inquietud apostólica.

136. Es misión de la Superiora General: promover la fidelidad al Evangelio, a la Iglesia y al carisma y espíritu congregacional, ayudar en comunión fraterna a las Superioras Provinciales y sus Consejos en el desempeño de su cargo, animar a las comunidades en la vivencia de su consagración y compromiso apostólico, velar con solicitud para que se vivan fielmente las Constituciones, Reglas de Vida y orientaciones de los Capítulos,

visitar las comunidades de la Congregación por lo menos una vez durante el sexenio; la visita debe tener carácter pastoral,

supervisar la administración a todo nivel.

137. Si la Superiora General quiere dimitir o el Consejo, por razones gravísimas, cree que debe ser destituida del cargo de Superiora General, el asunto será presentado a la Santa Sede, a la que corresponde decidir.

138. La Superiora General tiene seis Consejeras * que con ella constituyen el Consejo General

y le asesoran en el gobierno de la Congregación con su voto deliberativo o consultivo, según los casos Es misión del Consejo, a la luz del Evangelio, según los signos de los tiempos y en fidelidad a los valores de nuestro carisma, dar acertadas orientaciones a las Provincias y procurar la apertura y colaboración de éstas entre sí. Es necesario que el Consejo General, se reúna frecuentemente, por lo menos dos veces al mes, para coordinar y planificar el trabajo. La asistencia de la Superiora General y cuatro Consejeras, como mínimo, es suficiente para que haya “quórum”.

Aptitudes y misión

Voto

deliberativo

139. Las Hermanas Consejeras deben ser * de intensa vida de oración,

gran amor a nuestra familia religiosa, espíritu universal para buscar el bien común, aptitudes, prudencia y experiencia para la responsabilidad que se les encomienda. Tienen que ser para toda la Congregación ejemplo de comunión y obediencia hacia la Superiora General. Han de sentirse solidarias y responsables de las orientaciones y decisiones tomadas, lo que hará posible la animación y buena marcha de la Congregación. Deben guardar secreto de lo que se trate en Consejo. A las Consejeras les corresponde promover, orientar y coordinar la acción apostólica según las orientaciones de la Superiora General y de acuerdo con los Consejos Provinciales, procurando que se adapten a las circunstancias de tiempo y lugar, siguiendo las directrices de la Iglesia y de la Congregación.

Es competencia de la Superiora General, con el voto deliberativo de su Consejo, el nombramiento de Hermanas para ocupar puestos de Consejeras Generales que hayan quedado vacantes, hasta el próximo Capítulo de elecciones.

140. La Superiora General, para proceder válidamente, tendrá que solicitar el voto deliberativo de su Consejo, según el Derecho Común, en los siguientes casos:

1) remoción de Consejeras Generales, Superioras Provinciales o de Delegación y de sus Conejeras de Maestras de Novicias y Junioras,

2) aceptar la renuncia a los cargos cuyo nombramiento es de su competencia,

3) admisión de las viudas que no tengan obligaciones familiares,

4) interpretar en la práctica, las dudas y dificultades de las Constituciones hasta el próximo Capítulo General y las disposiciones de los Capítulos Generales,

5) aprobar y evaluar los proyectos anuales de los Consejos Provinciales y de Delegación,

6) aprobar los proyectos de las casas que dependen del Consejo General y de las casas de formación,

7) dar normas para toda la Congregación, 8) aprobar las decisiones y las actas de los Capítulos Provinciales, 9) trasladar la sede del Consejo General previa comunicación

a la Santa Sede, 10) erigir, designar, trasladar o suprimir las casas de formación por

decreto escrito, oído el parecer del respectivo Consejo Provincial,

11) llevar a término cualquier acto de propiedad o dominio que afecte al patrimonio congregacional:

actos de administración extraordinaria dentro de los límites del Derecho Común: enajenar, pignorar, hipotecar, arrendar bienes, contraer deudas o prestar avales, gastos extraordinarios: compras de inmovilizado, valores, construcciones y ampliaciones de edificios e instalaciones,

12) ejercitar la defensa de los intereses congregacionales ante cualquier clase de organismos y tribunales,

13) disponer de los fondos existentes de cualquier Provincia o Casa de la Congregación,

14) determinar:

la aportación económica anual de las Provincias a la Casa General, la cantidad que pueden autorizar los Consejos Provinciales a las casas locales para gastos extraordinarios,

15) aprobar los siguientes informes económicos:

presupuestos y balances anuales de la Casa General, de las Casas Provinciales y de las Casas dependientes del Consejo General, inversiones y gastos extraordinarios no presupuestados y presupuestos complementarios,

16) autorizar la realización de gastos y actos de administración extraordinaria:

gastos extraordinarios, con carácter general hasta una cantidad máxima siempre que su realización no implique endeudamiento ni enajenar otros bienes,

actos de administración extraordinaria con carácter

individualizado y concreto para una actuación específica, 17) autorizar a los Consejos Provinciales

la concesión de préstamos a terceros 18) subdelegar a las Superioras Provinciales la facultad que ella tiene

de autorizar a las Hermanas para cambiar su testamento, 19) en caso de necesidad facultar a las Hermanas

para realizar actos administrativos civiles, 20) en todos los demás casos que según el Derecho Común

y estas Constituciones, es necesario el voto deliberativo del Consejo General y siempre que se tenga que recurrir a la Santa Sede.

Voto consultivo

Vicaria

Secretaria

Ecónoma

141. La Superiora General tendrá que pedir el voto consultivo de su Consejo en todos los asuntos importantes de la Congregación, especialmente en los casos siguientes:

1) determinar el lugar y fecha exacta del Capítulo General,

2) dispensar de la asistencia

al Capítulo General a la Hermana que expone razones justas, comunicando dicha dispensa al Capítulo,

3) el traslado de Hermanas de una Provincia a otra, oído el parecer de las respectivas Superioras Provinciales,

4) confirmar los siguientes informes económicos:

presupuestos y balances consolidados de las Provincias y de la Congregación, memorias general y provinciales, informes especiales a todo nivel.

142. La Vicaria General es la primera Consejera elegida y colaboradora inmediata de la Superiora General. La sustituye en su ausencia y en los casos de enfermedad fallecimiento, renuncia o destitución.

Ayuda a la Superiora General en la coordinación y dinámica del Consejo General y lo preside en su ausencia.

143. La Secretaria General es Consejera * y tiene a su cargo la coordinación y funcionamiento de la

secretaría.

Le corresponde preparar las sesiones del Consejo, redactar las actas y firmarlas, escribir la correspondencia oficial y mantener relación con las Secretarias Provinciales.

144. La Ecónoma General es Consejera * y administra los bienes temporales

de la Congregación, bajo la dependencia de la Superiora General y la vigilancia de su Consejo, según el Derecho Común y de acuerdo con nuestro Derecho Particular. Da cuenta al Consejo General cada seis meses administración de la Casa General y anualmente sobre los bienes congregacionales. Asimismo, siempre que el Consejo o la Superiora General se lo pidan.

Supervisa la administración del nivel provincial y vela por el cumplimiento de las normas administrativas contenidas en nuestro Derecho Particular. Mantiene contacto con las Ecónomas Provinciales, coordina y orienta su misión.

Definición y misión

Clases

EL CAPÍTULO PROVINCIAL 145. El Capítulo Provincial * representa a la Provincia

y expresa la participación corresponsable de las Hermanas en forma colegial. Lo convoca y preside la Superiora Provincial o en su defecto la Vicaria, conforme a las orientaciones del Consejo General. Corresponde al Capítulo Provincial, en clima de diálogo y discernimiento evangélico:

promover y evaluar la vida espiritual, fraterna y apostólica de la Provincia, de acuerdo con el carisma y las directrices de la Iglesia,

elegir la Superiora Provincial,

Secretaria y Hermanas Consejeras; al hacer la elección de las Consejeras deben tenerse en cuenta los distintos sectores, aprobar la memoria del sexenio presentada por el Consejo Provincial, estudiar y elaborar propuestas y sugerencias para presentar al Capítulo General, elegir, de entre las Capitulares, las Hermanas que han de asistir al Capítulo General, buscar cauces para una adecuada administración. Las actas del Capítulo sólo tendrán validez después de ser aprobadas por la Superiora General, con el voto deliberativo de su Consejo.

146. El Capítulo Provincial ordinario se celebra como preparación al Capítulo General ordinario o para la elección de Superiora Provincial y sus Consejeras. El Capítulo Provincial extraordinario tiene lugar siempre que se celebra el General extraordinario y cuando el Consejo Provincial, con la autorización de la Superiora General y su Consejo, lo juzgue conveniente.

Miembros

147. Asisten por derecho propio al Capítulo Provincial: la Superiora Provincial, Consejeras, Ecónoma y encargadas de sectores, la Superiora de cada comunidad y las Maestras de Novicias y Junioras. Pueden ser elegidas para asistir al Capítulo Provincial, todas las Hermanas de la Provincia a partir de los tres años de profesión temporal. La elección de las Hermanas se hace por el sistema de listas.

El número total de Hermanas que han de asistir al Capítulo Provincial por elección ha de ser igual al número de las que asisten por derecho.

La representación debe ser proporcional al número de Hermanas de cada sector. Debe quedar asegurada la participación de las distintas generaciones. Las Hermanas de profesión perpetua que asisten por derecho propio y por elección, tienen voz activa y pasiva. Las Hermanas de votos temporales sólo tienen voz activa.

Superiora Provincial

Aptitudes

Misión

LA SUPERIORA PROVINCIAL Y SU CONSEJO

148. La Superiora Provincial, asesorada por su Consejo, tiene potestad sobre las casas y personas de su Provincia, según lo determina el Derecho Común y Particular. La representa ante los organismos eclesiásticos y civiles. En ella se hace signo para la Provincia el carisma de autoridad. Tiene que ser vínculo de unión de las comunidades entre sí y de la Provincia con la Congregación, especialmente con la Superiora General y su Consejo.

149. El oficio de Superiora Provincial debe recaer en una Hermana idónea, de profunda vida de oración y gran prudencia, que conozca y ame el carisma y la vida de la Congregación, y realice su misión con espíritu de servicio. Debe tener, al menos, treinta anos de edad y cinco de profesión perpetua. Es elegida por el Capítulo Provincial. Este presenta a la elegida a la Superiora General y guarda secreto del nombre hasta que la misma Superiora General, con el voto deliberativo de su Consejo, confirme la elección. En casos excepcionales, el nombramiento de la Superiora Provincial lo hace directamente la Superiora General, con el voto deliberativo de su Consejo. La duración del cargo es de seis años, terminado el sexenio, no puede desempeñar ningún otro cargo en el Consejo Provincial. Puede ser elegida como Superiora Provincial de inmediato una sola vez y en otra Provincia.

150. Es misión de la Superiora Provincial: dirigir la Provincia en comunión de criterios con el Consejo General, favoreciendo la unidad congregacional, promover en su Provincia la fidelidad al Evangelio, la vivencia del carisma y espíritu congregacional, Misión para un mejor servicio a la Iglesia, fomentar el sentido de pertenencia a la Congregación, velando para que se cumplan las Constituciones, Reglas de Vida y orientaciones de los Capítulos, coordinar la actividad apostólica de la Provincia a través de las encargadas de los distintos sectores y preocuparse de la formación de las Hermanas

Consejo Provincial

Aptitudes

Para realizar esta misión debe:

visitar anualmente, al menos, a las comunidades en actitud de cercanía, diálogo y corrección fraterna cuando sea necesario, hecha con espíritu evangélico, animar la vida espiritual, fraterna y apostólica de las Hermanas para que vivan en fidelidad su vocación, ayudar a las Superioras locales en el desempeño de su cargo,

aprobar y evaluar los proyectos comunitarios,

dar los destinos buscando el bien de las personas, de la comunidad y de la misión; el envío debe ir precedido de un tiempo de diálogo, promover en las comunidades la colaboración con la Iglesia local,

supervisar la administración a nivel provincial y local.

151. Dentro de la dependencia debida a la autoridad superior, la Hermana Provincial tiene la autonomía necesaria para la rápida y eficaz ejecución de los asuntos de su competencia.

152. Para ayuda de su gobierno, * la Hermana Provincial

tiene cuatro Consejeras que con ella constituyen el Consejo Provincial y forman un equipo integrado. Su misión es: analizar la situación de la Provincia, sus urgencias y necesidades con visión de futuro y discernimiento de los signos de los tiempos, evaluar su vida y misión, y el cumplimiento de las decisiones capitulares, y nombrar las encargadas de sector y Ecónoma si no son Consejeras, previa consulta a la Provincia. El ejercicio de esta misión requiere que el Consejo Provincial se reúna con frecuencia, al menos una vez al mes.

153. Las Hermanas a quienes se confía * el cargo de Consejeras Provinciales

han de tener vida de oración, inquietud apostólica, gran amor a la Congregación, espíritu de servicio, cualidades y experiencia para desempeñar el cargo. Deben ser de profesión perpetua. Las elige el Capítulo Provincial para un período de seis años. La Superiora General, con el voto deliberativo de su Consejo, confirma la elección.

La primera Consejera elegida es la Vicaria. Sustituye a la Superiora Provincial en su ausencia, enfermedad, renuncia, fallecimiento o destitución, hasta el nombramiento de la nueva Provincial. La Secretaria Provincial es Consejera. Tiene a su nivel funciones semejantes a la Secretaria General. La Ecónoma Provincial puede ser o no Consejera, según decisión del Capítulo Provincial.

Cargos

Voto deliberativo

Le corresponde la administración de todos los bienes de la Provincia bajo la dependencia de la Superiora Provincial y la vigilancia de su Consejo y según nuestro Derecho Particular. A su nivel tiene funciones análogas a las de la Ecónoma General. Tendrá cuando sea necesario una Hermana auxiliar. Las Consejeras han de responsabilizarse, bajo la dirección de la Superiora Provincial, del sector de la misión apostólica de la Provincia que les ha sido confiado. Las encargadas de sector en la Provincia actúan en coordinación e impulsan el proyecto de la misma en el campo respectivo.

Tienen funciones similares a las encargadas del mismo sector a nivel general. Si no son Consejeras, deben ser llamadas al Consejo cuando se traten asuntos de su competencia, pero sin derecho a voto. Corresponde a la Superiora General, con el voto deliberativo de su Consejo, el nombramiento de Consejeras Provinciales, previa propuesta del Consejo Provincial, para ocupar puestos que hayan quedado vacantes durante el período intercapitular.

154. Para proceder válidamente la Superiora Provincial debe pedir el voto deliberativo de su Consejo, en los siguientes casos: 1) nombrar la Ecónoma

y encargadas de sector provinciales, si no son Consejeras, 2) aceptar la renuncia a los cargos

cuyo nombramiento es de su competencia, 3) despedir a las Hermanas Novicias

y a las Postulantes, por justo motivo,

4) dar normas para toda la Provincia, previa aprobación de la Superiora General, con el voto deliberativo de su Consejo,

5) proponer al Consejo General la celebración de un Capítulo extraordinario en la Provincia,

Voto consultivo

6) nombrar la comisión precapitular para organizar los trabajos del Capítulo Provincial,

7) proponer al Consejo General la fundación, modificación o supresión de una casa,

8) solicitar a la Superiora General autorización para realizar actos de administración extraordinaria,

9) realizar y autorizar los gastos extraordinarios hasta el importe máximo autorizado por las normas del Derecho Particular,

10) ejercitar la defensa de los intereses de su Provincia, ante cualquier clase de organismos y tribunales,

11) disponer de los fondos existentes en cualquier casa de su Provincia,

12) aprobar los siguientes informes económicos o presupuestos: presupuestos anuales de las casas locales, gastos extraordinarios no presupuestados y presupuestos adicionales, el importe de la aportación de las casas locales a la Casa Provincial, o modificarlo cuando lo considere conveniente,

13) en caso de necesidad facultar a las Hermanas para la realización de actos administrativos civiles,

14) en todos los demás casos que según el Derecho Común y estas Constituciones sea necesario el voto deliberativo del Consejo Provincial.

155. La Superiora Provincial

deberá pedir el voto consultivo de su Consejo, especialmente, en los casos siguientes: 1) nombrar las directoras técnicas y administradoras

locales, 2) aprobar los proyectos 3) aceptar renuncias

para asistir al Capítulo Provincial, dando cuenta de ello al mismo Capítulo,

4) determinar el lugar y fecha de celebración del Capítulo Provincial,

5) informar cada seis meses a la Superiora General, de manera objetiva y concreta, de las condiciones y aspectos más importantes de la Provincia,

6) confirmar los siguientes informes económicos:

rendimiento de cuentas de la Casa Provincial cada seis meses, como mínimo,

rendimientos anuales de cuentas de las casas locales, presupuesto y balance consolidado provincial.

Superiora local

LA SUPERIORA LOCAL Y SU CONSEJO 156. En cada comunidad hay una Superiora * que anima su vida y misión. Tiene autoridad personal y

representa a la comunidad ante los organismos eclesiásticos y civiles.

Este cargo debe confiarse a una Hermana idónea, de profunda vida interior, verdadero amor a la Congregación, espíritu de servicio y un año de profesión perpetua. Dentro de la subordinación a la autoridad superior, la Superiora local tiene la autonomía necesaria en los asuntos de su competencia. Es nombrada por la Superiora General o Provincial, con el voto deliberativo de su respectivo Consejo, según que dependa del Consejo General o Provincial. La duración del cargo es de tres años, pudiendo ser confirmada para un segundo trienio.

157. La Superiora tiene como misión:

procurar que la comunidad y cada una de las Hermanas en comunión con toda la Congregación, especialmente con la Superiora Mayor y su Consejo, vivan fielmente el carisma de la Congregación y las Constituciones que lo encarnan,

prestar atención directa a todas y cada una de las Hermanas, impulsar la dimensión comunitaria y apostólica y la inserción en la pastoral diocesana, animar la pastoral vocacional y misionera,

motivar a las Hermanas para que valoren y aprovechen las posibilidades de formación que les proporciona la comunidad, procurar que la comunidad esté abierta al medio social y dé testimonio de acogida, alegría y amor31,

supervisar la administración tanto de comunidad como de actividad,

confirmar el rendimiento de cuentas de fin de año, solicitar a la Superiora Provincial permiso para la realización de gastos extraordinarios o presupuesto complementario.

31 Cfr. Const. núms. 34, 35 y 44.

Consejo Local Administradora

158. La Superiora local tiene el deber, cuando sea necesario, de corregir fraternalmente a las Hermanas con prudencia y caridad, según el espíritu del Evangelio, de modo que la fidelidad y el ejemplo de cada una ayude a todas las demás.

159. En las comunidades de seis o más Hermanas la Superiora tendrá dos Consejeras que le ayuden en la misión de coordinar y animar la comunidad. La primera Consejera es nombrada por la Superiora Mayor, con el voto deliberativo de su Consejo, oído el parecer de la Superiora local, y hace el oficio de Vicaria. La segunda es elegida por la comunidad que comunica su nombre a la Superiora Mayor. En las comunidades de menos de seis Hermanas actuarán como Consejeras todas las Hermanas de profesión perpetua.

160. La comunidad tendrá una Administradora que, bajo la autoridad de la Superiora, administra los bienes. Debe realizar este trabajo con generosidad, espíritu de fe y amor. En las comunidades de poco número de Hermanas puede coincidir este cargo con el de Superiora.

Capítulo VIII

ADMINISTRACIÓN

Capacidad de adquirir

Propiedad subordinada

Titularidad de los bienes

Valor de los bienes

Exigencias

Administración ordinaria

Administración extraordinaria

Administración

ADMINISTRACIÓN

«La multitud de los creyentes no tenía sino un solo corazón y una sola alma. Nadie llamaba suyos a sus bienes, sino que

todo lo tenían en común». (Hech 4,32)

161. La Congregación, las Provincias, Delegaciones y Casas

tienen la capacidad jurídica de adquirir, poseer, enajenar, administrar, etc. bienes muebles e inmuebles, que ordinariamente proceden del trabajo de las Hermanas y son empleados en el mantenimiento, formación integral de las mismas y en las actividades apostólicas de la Congregación.

162. Según nuestras Constituciones, los bienes temporales pertenecen a la Congregación. Las Provincias, Delegaciones y Casas tienen solamente propiedad, uso y usufructo subordinados. Por tanto, la Superiora Mayor puede transferir los bienes de una persona jurídica a otra, dentro del ámbito de su potestad. Todo ello sin faltar a la justicia, cuando lo aconseje el bien general de la Congregación.

163. La inscripción legal de los bienes inmuebles y el registro público, se hacen a nombre de la Congregación de Hermanas de la Caridad de Santa Ana, y así deberá constar

en los documentos o escrituras, públicos o privados, necesarios para justificar la titularidad de la propiedad.

164. Los bienes de la Congregación son bienes de la Iglesia.

La administración de los mismos se rige por el Derecho Común y Particular y tiene que ser realizada con sentido de caridad y justicia, testimoniando siempre el valor de medio que los bienes tienen.

165. Una de las principales exigencias de nuestra administración es el cumplimiento de la Doctrina Social de la Iglesia y de las leyes civiles, especialmente en materia social, fiscal y económica. Las Superioras y Administradoras tienen el deber de conocerlas para acomodar a la normativa vigente en cada país, y a las orientaciones del magisterio de la Iglesia, la actividad económica de la Congregación en sus distintos niveles.

166. La administración ordinaria se refiere a los gastos y actos de carácter económico, que se realizan en la actividad habitual de las Casas. Pueden realizar gastos y actos jurídicos de administración ordinaria las Superioras, General, Provinciales y Locales, y bajo su autoridad las Administradoras.

167. La administración extraordinaria comprende todos los actos y contratos que modifican o pueden modificar en un futuro el patrimonio estable de la Congregación.

168. Para la validez de un acto de enajenación de bienes, pignoración, hipoteca, arrendamiento, contracción de deudas o prestación de avales, cuyo valor exceda a lo establecido por la Conferencia Episcopal de cada país, o de objetos preciosos por su valor artístico o histórico, se requiere, además de la aprobación de los Consejos Provincial y General, la autorización de la Santa Sede.

Deudas

Representación

Solidaridad fraterna

Comunicación de bienes

169. La Superiora General y su Consejo pueden autorizar con carácter genérico a las Superioras Provinciales y de Delegación, para realizar gastos extraordinarios: compra de vehículos e inmuebles, nuevas construcciones y ampliación de las existentes, hasta la cantidad determinada por el propio Consejo General. Las Superioras locales para realizar estos gastos necesitan el correspondiente permiso de la Superiora Provincial y su Consejo.

1 70. Las Superioras Mayores antes de autorizar la contracción de una deuda deben conocer las posibilidades económicas con que cuenta la persona jurídica que solicita el permiso, para hacer frente al pago de intereses y amortización del capital en los plazos previstos, así como las otras deudas y obligaciones que pesan sobre la misma persona moral en ese momento.

171. La representación legal de las distintas personas jurídicas de la Congregación, corresponde a sus legítimas Superioras, que la ostentarán con plenitud de facultades inherentes a su cargo, como ante cualquier autoridad eclesiástica o civil, pudiendo ejercitar la defensa de los intereses de la persona jurídica que representan ante cualquier clase de organismos y tribunales.

172. Nuestra fraternidad nos lleva a responsabilizarnos de las necesidades de la Congregación. Compartimos solidariamente los bienes entre comunidades y provincias, de éstas entre sí y con la Administración General, para lograr una nivelación de vida en las comunidades32 y dotar suficientemente las obras apostólicas a fin de que realicen su servicio eclesial y social con justicia, caridad y eficacia.

173. Por nuestro carisma estamos llamadas a atender principalmente a los más pobres y necesitados. Por eso, una vez cubiertas las necesidades, debemos encauzar los bienes a la comunicación cristiana compartiéndolos en un triple ámbito: congregacional, eclesial y social. El Capítulo General señala los cauces adecuados y los criterios básicos de asignación de fondos

32 II Cor. 8, 13

CONCLUSIÓN

174. Estas Constituciones son el fruto de un largo camino de estudio, meditación, trabajo, de ahondar en nuestras raíces, en nuestro carisma, a la luz del magisterio de la Iglesia y de los signos de los tiempos.

Expresan la voluntad de nuestra Congregación de vivir el Evangelio según la vocación específica que tenemos en el Pueblo de Dios, tendiendo a la plenitud de la caridad tras las huellas de nuestros Fundadores y guiadas por el Espíritu de amor que les inspiró una nueva presencia en la Iglesia: nuestra familia religiosa. Este Espíritu les impulsó y nos impulsa a vivir la caridad que es "el dictado con que somos apellidadas y tiene que ser el distintivo por donde nos conozcan"33. Tenemos que amar nuestras Constituciones, meditarlas, vivirlas y seguirlas fielmente para que nos ayuden a ser verdaderamente "caridad" en todo tiempo, en todo lugar, donde la Providencia nos lleve. Así seguiremos a Cristo virgen, pobre y obediente, realizando en la Iglesia el amor, la entrega, la acogida y el servicio a los pobres, a pequeños, según el voto de hospitalidad que define la caridad de nuestros Fundadores y de nuestra Congregación de Hermanas de la Caridad de Santa Ana.

33 Const. 1824, pág. 69.

LAS CONSTITUCIONES EN LA VIDA DE LA CONGREGACIÓN SIGLAS

INDICE DE REFRENCIAS

LAS CONSTITUCIONES EN LA VIDA DE LA CONGREGACIÓN

El Espíritu Santo ha inspirado los proyectos de vida religiosa en los que se expresa el

carisma propio. Nuestros Fundadores reciben este don y asistidos e impulsados por el mismo Espíritu, lo traducen en forma escrita para darle continuidad y para que nosotras, meditando sus textos, recojamos la vida evangélica que ellos vivieron y que va más allá de lo escrito.

La primera concreción de Constituciones en nuestra Congregación, se recoge en el "cuadernito del Padre Juan", hacia el año 1805 aproximadamente. Estas Constituciones son la Carta Fundacional y cimientan la vida de nuestras primeras Hermanas que sirven a Jesucristo en la persona de los necesitados con una entrega heroica.

Este cuadernito no fue aceptado por la Junta del Hospital, por llevar en germen el proyecto de una Congregación de expansión universal. Por esta razón, el Obispo Presidente de la Sitiada afrancesada, Fray Miguel Suárez de Santander, redactó unas Constituciones para las Hermanas en 1812. Estas "no llegaron a tener efecto" por no contener el espíritu de la Hermandad.

El ideal carismático de las Constituciones de 1805, toma nueva forma en las de 1824, para adaptarse a la situación histórica de las Hermanas en el Hospital de Nuestra Señora de Gracia. En este momento, la Hermandad pasa a ser una Congregación de derecho diocesano.

En 1857 se inician las primeras fundaciones fuera del Hospital, y se requiere adecuar las Constituciones de 1824 a la nueva situación. Se elabora un extracto de las mismas que en 1887 se presenta a Roma, solicitando la aprobación de la Congregación.

En 1889, el Papa León XIII da el Decreto de Alabanza a la Congregación por la trayectoria de servicio abnegado de nuestras Hermanas en la Iglesia.

En 1898, el mismo Pontífice aprueba nuestra Congregación, confirmando la autenticidad de su carisma y deja las Constituciones "ad experimentum" hasta su aprobación definitiva en 1904 por San Pío X.

En 1929, respondiendo a las orientaciones de la Santa Sede, estas Constituciones se revisan para adaptarlas al Derecho Canónico, promulgado en 1917.

La nueva estructura de la Congregación, al dividirse en Provincias, hizo necesaria la presentación de un nuevo texto de Constituciones en 1952. Sobre el esquema jurídico de las de 1929 se vierte el espíritu de las primitivas, con la actualización que requería el momento.

Las directrices conciliares sobre la renovación de la vida religiosa, reclamaron de nuestra Congregación celebrar el Capítulo Especial de 1969. Este revisó el texto de las Constituciones de 1952, hasta entonces vigente, y lo redactó de acuerdo a los criterios del Concilio Vaticano II, con participación de toda la Congregación.

Finalizado el tiempo de experimentación que señaló la Iglesia, en el Capítulo General de 1980, se reelaboran unas nuevas Constituciones. El proceso de reelaboración fue el resultado de la participación de todas las Hermanas, a través de la vivencia, estudio y experiencias aportadas. Se tuvo en cuenta la armonización de elementos espirituales relativos a la vida religiosa y al carisma y espíritu propios, con elementos jurídicos expresados en normas sobrias que manifiestan la índole, fines y medios de la Congregación.

El decreto de aprobación de estas Constituciones está "dado en Roma, el día 5 de noviembre de 1981, en el bicentenario del nacimiento de la Madre María Rafols Bruna, Fundadora del Instituto".

El 25 de enero de 1983 fue promulgado el nuevo Código de Derecho Canónico. Ha sido necesario ajustar algunos puntos al nuevo texto y ésta es la razón de una nueva edición de las Constituciones.

SIGLAS

I. DOCUMENTOS CONCILIARES

AA Apostolicam actuositatem, sobre el apostolado de los seglares.

AG Ad gentes, sobre la actividad misionera de la Iglesia.

DV Dei Verbum, sobre la divina revelación.

GE Gravissimum educationis, sobre la educación cristiana de la juventud.

GS Gaudium et spes, sobre la Iglesia en el mundo actual.

LG Lumen gentium, sobre la Iglesia.

OT Optatam totius, sobre la formación sacerdotal.

PC Perfectae caritatis, sobre la adecuada renovación de la vida religiosa.

SC Sacrosantum concilium, sobre la sagrada Liturgia

II. OTROS DOCUMENTOS DE LA IGLESIA

ES Ecclesiae sanctae. Normas para aplicar el decreto

Perfectae Caritatis. (6-VIII-1966).

RC Renovationis causam. Instrucción sobre la renovación acomodada de la formación para

la vida religiosa. (6-1-1969).

ET Evangélica testificado. Exhortación sobre la renovación de la vida religiosa. (29-VI-

1971).

MR Mutuae relaciones. Las relaciones entre Obispos y religiosos en la Iglesia. (14-V-1979).

RH Redemptor Hominis. Carta encíclica de S.S. Juan Pablo II (4-IH-1981).

MC Marialis cu/tus. Exhortación apostólica sobre el culto a la Virgen María. (2-II-1974).

C Canon.

RL Religionum Laicalium. (31-V-1966).

CS Decreto cum superiores. (27-XI-1969).

DC Dum canonicarum legum deS.C.R. (8-XII-70).

EC Escuela Católica. (19-III-1977).

III. DOCUMENTOS CONGREGACIONALES

DH. I Mosén Juan Bonal.

DH. I H.C.S.A. y el Hospital de Ntra. Sra. de Gracia de Zaragoza.

DH. Las Hermanas de la Caridad de Santa Ana en Huesca.

Const. 1805.

Const. 1824.

Const. 1887.

Const. 1952.

V.C. Valores que configuran nuestro ser de H.C.S.A.

ÍNDICE DE REFERENCIAS PARTE I

EL CARISMA Y LA VIDA DE LA CONGREGACIÓN

Capítulo I.-Nuestra Congregación, don del Espíritu a la Iglesia.

1. PC1;LG43.

2. Gn 12,1; DH 1, sit. 13; DH 1, M. J. Bonal, pág. 151.

3. Const. 1805, págs. 76, 79, 86, 89, 92, 96, 122 y 125. Const. 1824, págs. V, 5, 6, 26, 27, 35; Const. 1887, pág. 19; Const. 1952, N.° 3.

4. ET11;PC2.

5. VC pág. 73-111; 131-144.

6. Const. 1805, pág. 76-89; Const. 1824; pág. 6, 146.

7. Const. 1805, pág. 76-173; Const. 1824, pág. 5, 6, 153: Const. 1952, N.°5.

8. Const. 1824, pág. 7; Const. 1887, pág. 19.

9. Const. 1805, pág. 77; Const. 1952, N.° 4. 10. Const. 1805, pág. 77; Const. 1952, N.° 6.

Capítulo II.-La vocación, don personal en el seguimiento de Cristo.

11. Rm5, 2; 8, 15-17; Ef 1,5;LG43; ET 50.

12. F¡13, 7-11; LG 31, 42, 44; PC 5; ET 12.

13. LG45, 46, 47; PC 5, 6; Const. 1952, N.° 117.

15. Mt 11, 5; 20, 28; Col 3, 12; AG 5; GS 27; ET 52

16. Const. 1805, pág. 76, 96; Const. 1824, pág. 5, 6, 34.

17. ET11.

18. Const. 1805, pág. 89-91; Const. 1824, pág. 36-40.

19. Const. 1805, págs. 79, 89-91, 115.

20. Const. 1805, págs. 80, 81, 86-88; DH 1, Sit. 11,12.

21. Mt 19, 12; 1 Cor 7, 32-35; II Cor 12, 10; LG 42; PC 12; ET 13.

22. LG42; PC 12; ET 14, 15.

23. Const. 1805, pag. 81 ss.; Const. 1824, págs. 49 ss.; Const. 1952 N.°465; ET 14, 15; PC 12; OT 10.

24. Mt 19, 21; Fil 2, 6-8; Const. 1952, N.° 452-455.

25. PC 13; ET 16; VC 73-88.

26. Mt 6, 25-27; ET 16; Const. 1805, págs. 87 y ss.; Const. 1824, págs. 44 ss.

27. PC 13; ET 11, 17, 19, 21; Const. 1952, N.° 450.

28. ET 20; Const. 1805, pag. 93; Const. 1824, págs. 29 ss.

30. Mt25, 34-36; ET 18, 19.Mt 19, 21; I Jn3, 17; Sant2, 15-16; PC 13.

31. Sal 39, 8-9; Jn 4, 34; 5, 30; Heb 10, 7; PC 14; ET 23; Const. 1805, pag. 90; Const. 1824, págs. 59-64.

32. PC 14; Const. 1805, pag. 80-81; Const. 1824, pag. 63; Const. 1952, N.°466.

33. Heb 13, 17; Mt 20, 26; Le 22, 26-27; PC 14; ET 25; Const. 1805, pag. 104; Const. 1887, pag. 31; Const. 1952, N.° 262.

34. PC 14; ET 25.

35. Const. 1952, N.° 466, 473.

36. Heb 5, 8; Fil 2, 5-8; ET 24; Const. 1824, pag. 63.

37. Le 1,30; 1,38; 1, 46 SS.

Capítulo III -Nuestra comunidad de vida en la Iglesia

39. Jn 17, 21; Hech 2,44; ET 7; PC 15.

41. Mt 18, 20; PC 15; SC 47; ET 48; Const. 1824, pag. 70.

43. Hech 4, 32; Const. 1824, pag. 7, 69-80; Const. 1887, pag. 19.

44. PC 14; ET 25; Const. 1805, pag. 105; Const. 1824, pag. 20, 21.

45. ET 39.

46. Mt25, 36; Rm 8, 17; Col 1, 24; II Tim 2, 11-12; LG 11; Const. 1805, pag. 106, 141; Const. 1824, pag. 75; Const. 1852, N.°206 ss.

47. Mt 18, 15; Const. 1805, pag. 119; Const. 1824, pag. 71, 132 ss.

48. Col 1, 24; SC 110; Const. 1805, pag. 121, 122; Const. 1952, N.° 138 49. ET 46; Const. 1805, pág. 86, 155, 159; Const. 1824, pág. 65 SS.;

Const. 1952, N.°519. 50. Heb. 13, 2; ET 35,39; Const. 1805, pág. 89; Const. 1824, pág. 35 ss.;

Const. 1952, N.° 202, 205. 51. EN 69, 76; ET 55; MR 14. 52. LG45;ET 12, 51. 53. IJn4, 8-16; Rm5, 5. 54. Le 6, 12; Me 1, 35; 6, 46; Rm 8, 15, 26, 27; 1 Tes 5, 17; PC 8;

Const. 1805, págs. 115 ss., 126; Const. 1824, pág. 35, 101 ss. 55. SC 2, 47, 48; LG 42; ET 47, 48; Const. 1805, pág. 114. 56. LG 11; DC 3; Const. 1805, pág. 118; Const. 1824, pág. 105;

Const. 1887, pág. 52, 53; Const. 1952, N.° 170. 57. SC 102, 106. 58. SC 83 ss. 59. Jn 17; Le 9, 18; 11, 1-4; 21, 36; Mt 6, 5-13; PC 6; ET 42-44;

MR 16; Const. 1805, pág. 112 ss.; Const. 1824, pág. 95 ss.; Const. 1952, N.° 484 ss.

60. Mt 18, 19-20;Hech2, 42. 61. Const. 1805, pág. 114, 120; Const. 1824, pág. 117, 139, 140;

Const. 1887, pág. 53, 54; Const. 1952, N.° 177, 179, 491. 62. Const. 1805, pág. 114; Const. 1824, pág. 93, 94. 63. SC 103; MC 16-23, 42; LG 52-69; Const. 1805, pág. 114, 127. 64. LG 50. 65. ET11;PC2. 66. AG 1, 5; EN 15; MR 14, 15; PC 8, 10; Const. 1952, N.° 5. 67. Le 4, 18-19; AG 4; EN 75, 76. 68. Const. 1824, pág. 119; VC, pág. 7-63. 69. ET 9; EN 9, 15, 27, 69; VC, 121-130; Const. 1805, pág. 79, 90;

Const. 1824, pág. 34; Const. 1952, N.° 106, ET 50. 70. MR 11, 14, 18, 46; Const. 1805, pág. 76; Const. 1824, págs. 6, 7;

Canon 678, 1. 71. Jn 15, 5; Const. 1805, pág. 113; Const. 1952, N.° 2, 484-487. 72. Jn 1, 38-43; ET 55; PC 24; OT 2. 73. AA 4. 74. Lc 10, 8-9; Hech 10, 38; const. 1805, págs. 76, 79;

Const. 1824, págs. 6, 35; Const. 1887, págs. 18, 102; Const. 1952, N.° 532. 75. Mt 10, 7; Const. 1805, pág. 123-128; Const. 1824, pág. 6, 34-44.

76. VC pág. 17-38; Const. 1952, N.° 533. 78. DH I N.° 25, pág. 21; HCSA en Huesca, pág. 41 ss. 79. Const. 1805, pág. 169, 173; Const. 1887, pág. 18, 109-115, 124-128;

Const. 1952, N.°558ss. 80. LG 46; GE 1, 2, 3; PC 8; EN 22, 69; AA 25; EC 26-47. 81. Const. 1805, pág. 169-173; Const. 1824, pág. 153-162. 82. GE 5; EC 8, 9. 83. GE 8; EC 60, 61, 70, 78; Const. 1952, N.° 573. 84. GE 7; EC 10, 15. 86. Le 8, 2-3; DH I N.° 157, pág. 89; DH I M. J. Bonal, pág. 111;

VCpágs. 51-63. 87. Mt 25, 35, 40; Const. 1805, pág. 166. 88. Hech 10, 38; VC 18-34; Const. 1952, N.° 557. 89. Le 4, 18-44; I Tim 2, 4; VC pág. 63; Const. 1887, pág. 65 ss. 90. AGÍ 1,23. 91. AG 18, 35, 36; EN 69. 92. AG 12, 24, 25, 26; Const. 1952, N.° 608 ss.

PARTE II

FORMACIÓN PARA VIVIR EL CARISMA

Capítulo IV.-Formación para la vida de la Hermana de la Caridad de Santa Ana 93. PC 18; Et 51; MR 24-35; cf. Canon 650, 1; C651, 2. 94. Ef 4, 13; PC 2, 8. 95. RC 2; Const. 1805, pág. 79; Const. 1824, pág. 7. 96. MR 1. 97. PC 2, 6.

99. RC 10. 100.RC 14; Const. 1824, pag. 10. 101.C. 641-645. 102.RC4, 11, 12. 103.RC31,32;OT5;PC 18; Const. 1805, pag. 101. Const. 1824, pag. 14; Const. 1887, pag. 29; Const. 1952, N.° 76 ss. Canon 650, 2; cf. C 620. 104.RC, 5, 13, 15, 16, 24, 25; Const. 1952, N.° 64 ss. Canon 646 ss. 105.RC 6; ES 33, 35, 37. 106.RC 9; Const. 1824, pag. 17; Const. 1952, N.° 146-159. RC 35, 2.

108.PC 18. 109.OT 22; MR 26, 27, 31. Canon 661.

Capítulo V.-Salida de la Congregación

110. I Cor 15, 10; Fil 1, 6. 111. Canon 691, 1; ce 694-704. 112. Canon 702.

PARTE III

AL SERVICIO DEL CARISMA

Capítulo VI -Constitución de la Congregación

113.LG8. 114.PC 17; Const. 1952, N.° 7, 14. 115.Const. 1952, N.° 9, 254, 255. 116.Canon 609, 1; Const. 1952, N.° 239, 241. Capítulo VII- Gobierno 118.Mt. 28, 18; Rom 13, 1; LG 45, MR 13. 119.MR 14. 120.Canon 590; Const. 1952, N.° 26. 121.PC 2 a 14; Const. 1952, N.° 22. 122.Const. 1952, N.° 263, 265. 123.Const. 1952, N.° 264, 422, 431-433. 124.Const. 1952, N.° 425-431. Canon 576. 125.Const. 1952, N.° 279. 128.Const. 1952, N."290, 291. 129.Const. 1952, N.° 292, 293. 130.Const. 1952, N.°294, 295. 134.Const. 1952, N.°353. 135.Const. 1952, N.°354, 355. 136.Const. 1952, N.° 356-359. 138.Const. 1952, N.° 364, 370-372. 139.Const. 1952, N.° 295. 140.Const. 1952, N.° 366-368, 271. 141.Const. 1952, N.° 366-368, 271. 142.Const. 1952, N.° 365. 143.Const. 1952, N.° 373. 144.Const. 1952, N.°374. 145.Const. 1952, N.° 434, 435. 147.Const. 1952, N.°303. 148.Const. 1952, N.°324. 149.Const. 1952, N.° 325. 150.Const. 1952, N.° 326-328. 152.Const. 1952, N.° 345, 349. 153.Const. 1952, N.° 346-348. 154.Const. 1952, N.° 272. 155.Const. 1952, N.° 272. 156.Const. 1952, N.° 309-311, 317. 157.Const. 1952, N.° 313-316. 159.Const. 1952, N.° 318, 319,323. Canon 636

Capítulo VIII.-Administración

161.Canon 634. 162.Const. 1952, N.°612. 163.Const. 1952, N.° 623. 164.Canon 635. 166. Canon 636; Const. 1952, N.° 613, 614, 623. 168. Canon 638, 3; RL 2. 170. Canon 639. 172. ET. 21; PC 13. Canon 640. 173. Hech4, 32-37; PC 13.

CONGREGACIÓN DE HERMANAS DE LA CARIDAD DE SANTA ANA DE ZARAGOZA

REGLAS DE VIDA

Incluye modificaciones del XXIV Capítulo General (2001)

PRIMERA PARTE

EL CARISMA

Y LA VIDA DE LA CONGREGACIÓN

Capítulo II

LA VOCACIÓN, DON PERSONAL EN EL SEGUIMIENTO DE CRISTO La consagración religiosa Castidad consagrada Nuestra pobreza Obediencia

LA CONSAGRACIÓN RELIGIOSA

12. La consagración religiosa exige profundizar las dimensiones de tu vida consagrada mediante la oración, el estudio y la reflexión. Haz de las Bienaventuranzas el programa de tu vida. Deja que ellas conformen tu mentalidad, tu corazón, tu comportamiento, en relación con las personas y cosas. Desde la libertad que vas consiguiendo puedes ayudar a los demás a liberarse.

13. Cada día debes hacer nueva la entrega que con la profesión religiosa hiciste al Señor.

Tu comunidad señala en el proyecto comunitario encuentros en los que profundiza y expresa de una manera especial la consagración. Comunitariamente renovamos los votos el día uno de enero, fecha en que la naciente Hermandad inicia su misión en el Hospital de Nuestra Señora de Gracia.

CASTIDAD CONSAGRADA

22. Viviendo con alegría la castidad manifiestas que el Señor llena en plenitud tu vida y te dispone para un amor universal sin distinción de razas, condición social o religión. Concreta este amor en cada una de las personas con las que te relacionas y expresa tu donación en gratuidad buscando siempre su mayor bien.

Cultiva el trato sincero y profundo con tus Hermanas de comunidad. Esto te ayuda a alcanzar una afectividad serena y equilibrada que te permite establecer relaciones de amistad con otras personas, manteniendo tu fidelidad a la comunidad.

23. Ser coherente con tu compromiso te exige:

actitud de esfuerzo y sacrificio que supone la participación en el misterio de la Cruz,

frecuencia de sacramentos, una sólida formación,

práctica de las virtudes humanas: prudencia, mortificación, austeridad, generosa dedicación al trabajo, atenta vigilancia sobre ti misma.

NUESTRA POBREZA

24. Cuanto más profundices en el ser y hacer de Cristo pobre e identifiques tu vivir con el suyo, serás más auténtico testimonio de este valor evangélico.

25. La vida de pobreza de nuestros Fundadores y primeras Hermanas estaba marcada por el desprendimiento, desinterés, austeridad, sacrificio, trabajo duro, sin descanso. Las donaciones voluntarias de su comida, vestido, remuneración, tiempo, les llevaba a entregarse hasta el heroísmo. Por tu pertenencia a la Congregación, formas parte de su historia. Asume este espíritu de

pobreza sintiéndote responsable de darle continuidad. Haz que él vivifique y transforme todo tu ser.

27. Acepta con gozo las limitaciones de la pobreza en el tener, saber y poder y participa así de la inseguridad que marca la vida del pobre. En una sociedad de consumo que va creando cada vez más necesidades ficticias, trabaja por simplificar tu vida manifestando tu independencia y libertad de espíritu. Debes ser, en tu ambiente, una denuncia de esa esclavitud del tener y una llamada a liberarse de ella.

28. Estima tu vida de trabajo como medio de colaborar en la obra de la creación. Con él contribuyes al bien de los hermanos, a que se cumplan los designios de Dios en la historia y a lograr tu propio perfeccionamiento.

El trabajo, que puede enriquecerte, puede también dispersar y dificultar tu vida interior y tu relación con las Hermanas de comunidad, si se convierte en agobio o en activismo exagerado. Organízate teniendo en cuenta esta realidad, desarrolla tus posibilidades y aprovecha responsablemente el tiempo libre.

La misión de tu comunidad te exigirá, en algunas situaciones, aceptar tareas no remuneradas, pero necesarias. Deben ser objeto de atención y mantenimiento generoso por parte de todas.

29. La vivencia de vida evangélica en línea de pobreza, se debe manifestar en tu diario vivir.

Cuida y usa responsablemente de los bienes materiales. Muestra tu dependencia con la práctica de los permisos necesarios. Agradece a tu comunidad todo lo que aporta a tu vida. No te sientas con derecho o necesidad de exigir comodidades que van en contra de tu compromiso de ser y vivir pobre.

Si tienes bienes patrimoniales o te llegan después de la profesión perpetua, debes ceder la administración de los mismos y disponer libremente de su uso y usufructo en favor de otros. Para cambiar este destino necesitas el permiso de tu Superiora Provincial.

30. Agradece a Dios todo lo que cada día te da. Sólo desde esta postura de agradecimiento, puedes compartir con los demás lo que has recibido como don.

Tu inserción o trabajo entre los pobres ha de brotar de tu identificación con el carisma. Compartir con ellos la vida supone que te acerques en actitud de sencillez y pobreza, dispuesta a dar y recibir,

estar con ellos, participando y solidarizándote con sus necesidades, luchas, gozos y esperanzas, y abierta a Dios que puede pedirte en tu estar con ellos que llegues incluso a asumir su mismo estilo de vida.

Que tu total disponibilidad en el servicio sea signo perceptible de los valores del Reino en el medio social donde trabajas y vives.

31. La Congregación,

por ser presencia de la Iglesia en el mundo y por fidelidad al cansina, está llamada a dar testimonio de pobreza colectiva en sus edificios, instalaciones, mobiliario. Como miembro activo y responsable colabora en el discernimiento comunitario para clarificar si la obra y vivienda son signo inteligible de pobreza.

Trata de ser coherente. Para que se dé una pobreza comunitaria testimonial, tu vida personal no puede ser confortable e instalada.

Busca en la realización del presupuesto comunitario, un medio concreto que te ayude a vivir la pobreza. Sé exigente en la elaboración y revisión del mismo.

OBEDIENCIA

32. Tu obediencia debe ir encaminada a posibilitar la misión de la Congregación en la Iglesia. Deja que actúe en ti la fuerza del carisma. Compromete toda tu persona empleando las fuerzas de la inteligencia y voluntad, así como los dones de naturaleza y gracia, en la tarea que realizas.

34. En la comunidad todas buscamos el mismo bien. La misión de la Superiora es ayudar a descubrir el querer de Dios personal y comunitariamente, coordinar los diversos dones, iniciativas y sugerencias de las Hermanas y procurar la unidad en el amor y en el compromiso común.

Acoge a la Hermana que ejerce la autoridad. Colabora con generosidad y desinterés y revisa las motivaciones de tu obediencia.

35. Tu actitud de fe, humildad y diálogo sincero, favorece el discernimiento evangélico, como medio propicio para encontrar el querer del Padre.

Contribuye a crear en tu comunidad clima de confianza, para que las Hermanas puedan aportar, libre y espontáneamente, sus ideas, iniciativas y experiencia. Recibe todo con apertura, respeto y valoración. Manifiesta tu parecer comunitariamente cuando es un asunto general. Si la situación es personal puedes hacerlo con la Hermana Superiora.

Trata de superar los momentos en que tus aportaciones no se han tenido en cuenta y sigue comunicando tus iniciativas.

Estas dificultades, normales en toda convivencia, te dan oportunidad de crecer en libertad interior.

37. Procura liberarte de todo aquello que pueda condicionar tu disponibilidad y trabaja por tener el corazón desprendido de los intereses que no sean conforme a la voluntad de Dios. En actitud de humildad y fiándote de Dios que actúa a través de mediaciones humanas, acoge cualquier cambio, trabajo, responsabilidad, que te pueda exigir la obediencia. Puedes, sin embargo, exponer las dificultades en diálogo sincero con tus Superioras.

Para publicar escritos que se refieran a cuestiones de religión o costumbres necesitamos el permiso de la Superiora Mayor.

Capítulo III

NUESTRA COMUNIDAD DE VIDA EN LA IGLESIA Comunidad fraterna Comunidad de oraciones Comunidad de misión

Sanidad Educación Otras Obras Apostólico-sociales Misiones

COMUNIDAD FRATERNA

39. Por el don de la llamada personal somos convocadas a vivir en comunidad un mismo carisma.

Participa con gozo de esta vida comunitaria, esencial en nuestra Congregación, y acepta con gratitud a cada una de las Hermanas que la obediencia, en función de la misión, ha congregado junto a ti.

40. El pertenecer a la Congregación implica que la conozcas profundamente, la ames de verdad, la aceptes como es, vivas sus valores y los actualices.

Este amor debe llevarte a profundizar y asumir su estilo de vida, expresado en Constituciones, Reglas de Vida y Acuerdos Capitulares.

Tu comunidad debe estar abierta a la fraternidad universal, a favorecer relaciones de confianza y colaboración con las demás comunidades de la Congregación y con otros institutos religiosos.

43. Acepta con alegría lo que eres y lo que cada Hermana es. Esfuérzate por superar lo negativo que encuentres, sin desanimarte por las limitaciones.

Huye de cualquier murmuración y crítica destructiva. Dios es el único que ve el corazón de cada hombre. La comunidad tiene derecho a conservar su fama. Por fidelidad evita los comentarios que disminuyan su buen nombre. Para una Hermana de la Caridad las faltas contra el amor son las más graves en su vocación.

44. Si la Congregación te ha confiado en la comunidad el servicio de la autoridad, desempéñalo con alegría, sencillez, confianza en Dios y en tus Hermanas.

Sé ecuánime y equitativa con todas. Aporta con humildad tus ideas y valores, aceptando igualmente las sugerencias de las Hermanas. Delega responsabilidades y fomenta la creatividad en clima de libertad y diálogo fraterno.

Procura que la comunidad viva fielmente el carisma congregacional. Escucha a cada Hermana y ayúdale a responder gozosamente a su vocación.

Promueve en la comunidad el sentido de pertenencia y la aceptación activa de las indicaciones del proyecto de vida congregacional.

45. La construcción de la comunidad es tarea y responsabilidad de todas. Haz agradable la vida de tu comunidad y trabaja por crear un clima de libertad, alegría y serenidad. Con disponibilidad presta tus servicios en las tareas comunes.

La comunidad necesita para su crecimiento tu presencia y aportación en los encuentros comunitarios.

No te concedas retrasos que molestan y dificultan la marcha normal. Si una circunstancia especial te impide estar con las Hermanas en algún acto, comunícalo con sencillez.

En los viajes y salidas que debas hacer, ten en cuenta las exigencias del trabajo, la vida común y la pobreza a que te has comprometido. Además del diálogo con la Superiora, comunícalo a la comunidad si lo crees conveniente.

Dado el ritmo de vida que nos impide encuentros prolongados en clima de serenidad, son muy necesarios días de expansión y encuentros comunitarios para profundizar nuestras relaciones fraternas. Tenlo en cuenta al planificar tus actividades.

Puedes disfrutar de unas vacaciones con tu familia, conforme a lo establecido en los Acuerdos Capitulares.

Corresponsables de la vida de la comunidad y teniendo siempre presente que su razón de ser es la misión, en clima de discernimiento elaboramos entre todas el proyecto comunitario, basado en las Constituciones y Reglas de Vida.

Aporta tu proyecto personal, respeta y valora el de cada Hermana como fuerza impulsora del proyecto común. Esto da a cada comunidad una fisonomía propia que enriquece la vida de la Congregación. Proyecto comunitario

En su programación concretamos: vida de oración con su ritmo diario, semanal, mensual y anual, actividades de los tiempos fuertes del año litúrgico, misión de la comunidad y pastoral vocacional, recreos, expansiones y días de vacación, ayunos y otras penitencias comunitarias, tiempos de silencio y lugares reservados a la intimidad de la comunidad, formación permanente, lectura espiritual, presupuesto económico comunitario, revisiones de la vida y misión de la comunidad.

La Superiora Provincial aprueba el proyecto comunitario y lo evalúa con la comunidad. La comunidad designa a una Hermana como secretaria o cronista, para que recoja los acontecimientos más destacados, relacionados con la vida interna y la misión.

46. Proporciona a las Hermanas mayores y enfermas, los cuidados que requiere su situación

concreta. Trata de comprenderlas, acompáñalas con frecuentes visitas y ayúdales a ofrecer al Señor sus sufrimientos. Nos preocupamos de que las Hermanas reciban oportunamente el sacramento de la unción de los enfermos y el viático. La comunidad comparte el dolor y la esperanza de las Hermanas enfermas y expresa en fe y oración el amor que nos une y la dimensión eclesial del sacramento.

En la comunidad donde falleciere una Hermana, se celebrará un funeral y durante nueve días la Eucaristía. En este tiempo se rogará por ella en la oración de la comunidad. En las demás comunidades se celebrará una Misa y se aplicarán los rezos de la comunidad por espacio de nueve días. Al fallecimiento de la Superiora General

se le aplicarán en todas las casas de la Congregación los mismos sufragios que por una Hermana en su comunidad.

Lo mismo se hará por la Superiora Provincial en su Provincia. Cada día, en el rezo de vísperas junto a las Hermanas recientemente fallecidas, recordamos a todas nuestras Hermanas, familiares y bienhechores difuntos.

47. La dinámica de la vida fraterna origina tensiones que requieren una superación constante mediante el perdón y el encuentro en el amor.

En la revisión comunitaria comprobamos, a la luz de la Palabra de Dios, cómo vivimos nuestra consagración, si en la misión respondemos a la exigencia de nuestro carisma y hasta dónde estamos realizando nuestro compromiso señalado en el proyecto.

48. Cada comunidad concreta en el proyecto comunitario la forma de practicar el ayuno de acuerdo con las circunstancias, horarios y lugares.

49. El silencio no sólo es ausencia de palabras sino también moderación en la voz. Intuye cuándo tu Hermana necesita de tu palabra o de tu silencio para acercarte a ella oportunamente. Por respeto y amor a tus Hermanas haz callar también las cosas tratándolas con delicadeza.

50. Haces realidad la acogida atendiendo con toda solicitud a las personas que se nos acercan o colaboran con la comunidad.

Merecen especial atención las Hermanas que vienen a incorporarse a la casa, las que nos visitan, los familiares de las Hermanas y las jóvenes que manifiestan deseos de conocer nuestra vida.

51. Expresamos el testimonio de la comunidad con nuestra unión, comprensión y ayuda mutua, demostrando que es posible el amor en un mundo de egoísmo.

Nuestra vida sencilla, desprendida, de austeridad y entrega desinteresada, expresa que es posible vivir la pobreza del Evangelio, en un ambiente dominado por el ansia de tener, aparentar y consumir.

La disponibilidad de nuestras vidas, en función de las necesidades de los hombres, manifiesta que también es posible vivir la libertad de los hijos de Dios en un mundo deseoso de poder.

COMUNIDAD DE ORACIÓN

53. Nuestra espiritualidad, desde los comienzos, ha estado centrada en la persona de Cristo. Para nuestras primeras Hermanas El era el punto de partida de su vocación, el camino a seguir en su entrega y la meta a lograr en el ejercicio gozoso de la caridad.

Como ellas, estás llamada a ser respuesta a este amor de Dios. Permanece en íntima unión con Cristo, descúbrelo en las personas a quienes sirves y sé testigo de su amor.

54. Como Hermana de la Caridad de Santa Ana debes hacer realidad el espíritu de contemplación en la acción, dando sentido de trascendencia a todo tu hacer, caminando en la presencia de Dios para encontrar en El la luz, la paz y la fortaleza y manifestando a los hombres con la vida tu experiencia de Dios.

Busca formas de vivirlo de acuerdo con tu manera de ser y circunstancias concretas.

55. La Eucaristía nos compromete a amar como Cristo nos amó y a asociarnos a su sacrificio redentor.

Cada Eucaristía construye la comunidad, es compromiso de comunión y ayuda al hermano. Antes de acercarte al sacramento convierte tu corazón al perdón y al amor, recibe con fe la Palabra y el Cuerpo del Señor. Vívela en plenitud y prolonga la acción de gracias con tu vida.

56. Siguiendo las orientaciones de la Iglesia acércate al sacramento de la reconciliación cada quince días, a ser posible. En algunas ocasiones conviene celebrarlo comunitariamente como expresión de conversión y reconciliación de la comunidad.

57. Enmarcadas en el tiempo litúrgico debemos preparar y celebrar las fiestas que desde los primeros tiempos tuvieron especial relieve en la Congregación. Como familia congregacional celebramos el Sagrado Corazón de Jesús renovando en este día nuestra consagración a El34. Como nuestras primeras Hermanas sentimos la necesidad de vivir abiertas al Espíritu y pedimos al Padre con insistencia este don. De manera especial nos preparamos para celebrar la Pascua de Pentecostés35.

59. La espiritualidad congregacional, viene marcada desde su origen, por la importancia que nuestras Hermanas han dado siempre a la oración.

34 Const. 1952, nº 502-504 35 Const. 1895, pág. 120

En fidelidad a este espíritu, aprovecha responsablemente los tiempos que te señalan las Constituciones. Procura encontrar, además, otros momentos en los que sigas manifestando tu amor al Señor y te dejes amar por El.

Acoge con gozo las nuevas formas de oración y revitaliza métodos de otras épocas. Trabaja para que tu oración y tu vida expresen una realidad coherente entre tu ser y tu actuar.

60. Comunica con sencillez tu experiencia de Dios en la oración comunitaria y en la misma actitud acoge el mensaje que te dan tus Hermanas. Vive esta oración como una exigencia de la comunidad para crecer en el compromiso de amor a Dios y a los hombres.

Señalamos en el proyecto comunitario la frecuencia de estos encuentros.

61. Cada día, en el examen de conciencia, confronta si tu pensar, sentir y actuar están conformes con la voluntad de Dios.

Al final de la jornada la comunidad tiene un encuentro con el Señor y se acoge a la protección de María. Cada comunidad tiene su retiro mensual y ocho días de ejercicios espirituales anuales.

62. Debemos seleccionar con responsabilidad los textos de las lecturas, seguir las orientaciones de la Iglesia a través de sus documentos, ver los acontecimientos de hoy a la luz de la Palabra y dejarnos interpelar por ella.

Han de ocupar lugar especial las Constituciones, Reglas de Vida, historia de la Congregación, vida de los Fundadores y otros documentos congregacionales.

La comunidad dedica a la lectura espiritual media hora diaria o distribuye semanalmente este tiempo de la forma más conveniente.

En cuanto a la predicación de sacerdotes o religiosos en nuestras iglesias u oratorios se necesita la autorización de la Superiora local.

63. Vive la devoción mariana tan arraigada en la Congregación. Pon en juego tu creatividad para encontrar nuevas formas de expresar el amor a Santa María, especialmente los sábados y en el mes de mayo.

Renovamos comunitariamente nuestra consagración a María el día de su Inmaculada Concepción.

COMUNIDAD DE MISIÓN

67. Testimonia con tu vida la segura esperanza en Cristo Resucitado. Solidarízate con los hombres en su situación concreta, estimulándoles a que superen las dificultades que les impiden vivir la esperanza cristiana. Ten especial sensibilidad para aquellos que no pueden defenderse36.

68. La vivencia del carisma requiere que, en momentos de epidemias y catástrofes, la Congregación ofrezca su ayuda.

Las Hermanas debemos responder a la llamada y acudir al lado de las personas que nos necesiten, aun con riesgo de la propia vida.

70. La comunidad asume la tarea de cada Hermana. Sé consciente de tu participación en su actividad apostólica. Ten en cuenta que la representas y tu actitud compromete el testimonio de todas. Comparte con tus Hermanas las alegrías, dificultades y logros, e interésate por sus experiencias.

Tu acción apostólica debe partir del conocimiento del medio en que vives. Con tu tarea concreta, prestas un servicio a la Iglesia local. La pastoral diocesana puede necesitar de ti una colaboración más directa en las actividades que programa. Sé generosa y aporta todo lo que esté a tu alcance. Fomenta la participación de los seglares en el trabajo apostólico.

Contribuye a que tu comunidad desde lo que es y tiene esté abierta a las necesidades que se presenten.

72. Para que la Congregación continúe realizando su misión en la Iglesia, todas las Hermanas debemos trabajar por fomentar las vocaciones con la oración y el sacrificio. Planifica con tu comunidad la pastoral vocacional siguiendo las orientaciones de la Iglesia y de la Congregación.

SANIDAD

75. Establece un trato directo con la persona que sufre, a través de la escucha paciente, de la palabra oportuna y del servicio abnegado. Intuye en cada momento aquello que su situación y estado de ánimo precisa. Sé comprensiva ante las exigencias que la enfermedad crea en ella.

Recuerda ante el Señor a los enfermos y a los que sufren. Intenta orar con ellos e interesa a tu comunidad en la oración.

Respeta las creencias de todos, facilita la asistencia religiosa a los pacientes de cualquier confesión. Que el testimonio de tu comprensión, alegría y desprendimiento

36 Const. 1824, pg. 166. 28

les ayude a descubrir la existencia de un amor que trasciende lo humano.

Los enfermos graves han de sentir, de un modo especial, tu cercanía y ayuda. Procura despertar y avivar su fe, motivarles a la esperanza y a recibir los sacramentos como signo de vida. Muy particularmente acompaña a los moribundos ayudándoles a prepararse para el encuentro definitivo con el Padre.

77. Tu acción pastoral debe ir encaminada a avivar la fe de los enfermos y familiares, profesionales y empleados que colaboran contigo.

Participa también en organizaciones apostólicas de la Iglesia local y sé presencia evangelizadora en el medio donde vives.

Presta atención especial a la juventud con la que te relacionas. Ayúdales a que se comprometan en la cristianización del mundo.

Las líneas generales que manifiestan nuestra identidad congregacional y orientan nuestra labor, vienen expresadas en el ideario que recoge los principios éticos y morales del hospital católico. En tu misión, asume con responsabilidad el trabajo en equipo, contribuye con tus aportaciones y acoge las iniciativas de los demás.

EDUCACIÓN

79. La Congregación, al participar en la tarea educativa, contribuye a hacer efectivo el derecho que toda persona tiene a la educación. Esta misión la desarrolla desde diferentes niveles y campos educativos.

Las líneas generales que manifiestan nuestra identidad y orientan nuestra labor, vienen expresadas en el ideario congregacional y se concretan en el proyecto educativo de cada centro.

80. Valora la catequesis como medio primordial para que el alumno llegue a un encuentro personal con Jesucristo y a un compromiso apostólico.

En aquellos lugares donde no puedas anunciar explícitamente el Evangelio, trabaja por lograr el crecimiento espiritual de tus alumnos, sean o no cristianos.

82. Procura que tus alumnos:

se formen en las virtudes humano-cristianas, particularmente en la sencillez, austeridad, sinceridad, honradez, respeto, responsabilidad, justicia y lealtad, se preocupen por la búsqueda de la verdad para que vayan adquiriendo un mayor conocimiento de Dios y de las realidades de este mundo, consigan una síntesis de fe y cultura, un equilibrio psicológico que los lleve a lograr una armonía de valores

y a integrarse en la sociedad,

disciernan su propia vocación, tanto en el aspecto profesional como en la llamada concreta que Dios les hace desde la fe,

hagan del tiempo libre posibilidad de encuentro, desarrollo y participación y logren aspiraciones no realizadas en el trabajo cotidiano,

utilicen correctamente los medios de comunicación social, descubran los valores y contravalores que encierran.

Tu dedicación a cada alumno te facilitará el descubrir sus valores y deficiencias personales. Ayúdales a que se acepten como son y potencien lo positivo con el esfuerzo y trabajo responsables.

83. Para que tu acción educativa sea eficaz, necesitas conocer el medio real donde se desenvuelven tus alumnos. Ocupa el primer lugar, en este medio, su propia familia. Debes establecer relaciones directas con los padres de tus alumnos. Ellos son los principales educadores con quienes tienes que colaborar y a quienes debes irradiar la acción evangelizadora.

En el lugar donde trabajas, favorece cauces de participación, diálogo y creatividad que faciliten y animen la existencia de una auténtica comunidad educativa.

Interésate por los antiguos alumnos, sigue ofreciéndoles tu amistad, ayúdales en la solución de sus problemas y en el enfoque cristiano de su vida.

85. Nuestra labor educativa trasciende la escuela. Colabora con las actividades pastorales y

sociales de la Iglesia local. Procura que alumnos, educadores, padres de familia y antiguos alumnos, formen parte de grupos de compromiso apostólico y de promoción del bien común.

OTRAS OBRAS APOSTOLICO-SOCIALES

86. Por exigencia del carisma estamos abiertas a las diversas necesidades de la Iglesia. Para responder a ellas la Congregación discierne la urgencia de la llamada, si realmente está dentro del ámbito de nuestro carisma y si dispone de medios para aceptarla.

MISIONES

90. La Congregación tiene en gran estima la vocación misionera y estimula a las Hermanas que sienten la llamada para que realicen su ideal.

Es responsabilidad de las Superioras Mayores atender las urgencias de los países de misión, aunque para ello haya que sacrificar otras obras si es necesario.

Las Hermanas misioneras necesitan nuestro apoyo espiritual y material. Muéstrales tu interés y cercanía. Si sientes en ti la llamada, responde con generosidad y gozo.

91. La consagración religiosa te compromete especialmente a difundir el Reino de Dios por la oración y el sacrificio aunque no estés en territorio de misión.

Procura avivar la inquietud misionera en aquellos con quienes te relacionas comprometiéndoles en la gran tarea de anunciar la Buena Nueva a los hombres. Fomenta en los jóvenes el deseo de una participación activa en la acción misionera de la Iglesia.

92. Para que tu labor sea eficaz precisas una sólida formación apostólica y técnico-profesional adecuada al lugar donde evangelizas, conocer el idioma oficial y aprender las lenguas nativas.

Familiarízate con las características peculiares de los diferentes grupos. Descubre y asume sus valores, a través de una constante inculturación.

Uniéndote a la misión de la Iglesia trabaja en favor de la justicia para redimir la familia humana y liberarla de toda situación de opresión.

Promueve vocaciones nativas. Dedica particular atención a las jóvenes que manifiestan inclinación por nuestro estilo de vida, y ayúdales para que lleguen a ser Hermanas de la Caridad de Santa Ana que encarnen los valores propios del país.

SEGUNDA PARTE

FORMACIÓN PARA VIVIR EL CARISMA

Capítulo IV

FORMACIÓN DE LA HERMANA DE LA CARIDAD DE SANTA ANA

Principios generales Admisión y formación inicial Formación permanente

PRINCIPIOS GENERALES

93. La Congregación te ofrece un plan de formación que abarca todas las etapas, en los aspectos humano-social, profesional, teológico-pastoral y congregacional. Este plan, elaborado con criterios de graduación y continuidad, favorece la unidad de tu vida e identidad, como Hermana de la Caridad de Santa Ana.

94. El proceso de formación tiene como centro la persona y está encaminado a lograr su madurez hasta llegar a la plenitud de Cristo37. Esto te exige:

desarrollar tus valores humanos, afianzar tu vida en la fe, mantenerte en esperanza

activa, actuar siempre motivada por el amor,

orientar todo tu ser según el espíritu de las Bienaventuranzas.

98. El Consejo Provincial recoge en su proyecto las orientaciones del plan general de formación, aprobado por la Superiora General y las adapta a su realidad concreta. Cada comunidad asume en el proyecto comunitario las orientaciones sobre formación señaladas por el Consejo Provincial.

Las comunidades de las casas de formación elaboran su proyecto que es aprobado y evaluado por las Superioras Mayores38.

Este plan general de formación tiene en cuenta los siguientes criterios:

toda labor formativa debe partir de la realidad individual y de grupo,

cada persona es única, irrepetible, pero es también un ser social; de ahí la necesidad de formarnos para la interiorización y la soledad y, a la vez, para la comunicación y la comunión con el otro,

el hombre nuevo del Evangelio se inicia en el bautismo y confirmación; necesitamos profundizar en esta consagración conforme al espíritu de las Bienaventuranzas,

la persona, en la vida religiosa, se compromete al seguimiento de Cristo desde una Congregación concreta. Debemos trabajar para asumir y vivir nuestra consagración a Dios en una vida comunitaria para el servicio de los hombres según el carisma y espíritu de la Congregación.

37 Ef. 4,13. 38 Ver. Const. 147, 6.

FORMACIÓN INICIAL

100. Los criterios de selección acomodados a la edad, ambiente, desarrollo y etapas de cada Hermana, son:

salud física y psíquica, inteligencia normal,

cultura básica,

madurez humana y espiritual,

rectitud de intención, libre voluntad y deseo sincero de seguir a Jesucristo, capacidad para:

la vida espiritual, la convivencia comunitaria, conjugar oración-trabajo-apostolado, reconocer sus fallos, aceptar sus limitaciones y superarse, desempeñar alguno de nuestros ministerios.

101. A su ingreso en la Congregación la aspirante debe presentar los documentos siguientes:

partida de bautismo y confirmación, letras que atestigüen su libre estado,

si no se conoce a la aspirante, certificado de buena conducta,

certificado médico.

No se exige dote.

102. La Superiora Provincial

designa una Hermana de la comunidad para que, en coordinación con la Maestra de Novicias, tenga la responsabilidad directa de orientar a las Postulantes.

La edad mínima para comenzar el Postulantado es de dieciocho años.

Antes de terminar esta etapa, la Postulante solicita por escrito a la Superiora Provincial su entrada al Noviciado. La Hermana encargada de Postulantes, a su vez, hace los informes con la comunidad y los envía al Consejo Provincial, después de haber tenido un encuentro fraterno con cada una de ellas. Los nombres de las Postulantes admitidas se envían a la Secretaría General. En la Secretaría Provincial debe hacerse una ficha de cada Hermana en la que consten los datos personales, las fechas de iniciación del Noviciado, primeros votos, renovaciones, profesión perpetua y otros datos importantes. De esta ficha se envía una copia a la Secretaría General.

103. Las Hermanas en etapa de formación y las Formadoras, trabajen por crear una comunidad acogedora y unida que viva el cansina de la Congregación, donde en un clima de fe, oración, alegría y fraternidad, las Hermanas Novicias o Junioras se esfuercen en participar activamente en su formación y aprendan por experiencia el valor de la ayuda fraterna como factor de crecimiento y perseverancia en la vocación.

104. El Noviciado es prioritariamente tiempo de interiorización. El crecimiento espiritual de la Novicia es favorecido por la:

vida litúrgica y sacramental, escucha de la Palabra, oración, conocimiento de las obligaciones inherentes a los consejos evangélicos que ha de profesar, profundización en el espíritu de nuestros Fundadores, en las Constituciones y Reglas de Vida, adquisición y fortalecimiento de las virtudes humanas, ayuda de las Hermanas Formadoras y la comunidad fraterna. La Novicia debe esforzarse para que toda la formación le ayude a adquirir criterios rectos y a fortalecer su voluntad de modo que, desde su opción de consagrada, pueda tomar decisiones con libertad de espíritu ante las distintas situaciones de la vida.

Durante el primer año las Novicias no pueden realizar estudios profesionales. Tampoco en el segundo año, salvo raras excepciones. En este segundo año pueden iniciar estudios de Teología y realizar prácticas en nuestros ministerios. En estas actividades apostólicas se pretende como fin principal completar su formación.

La misión de la Maestra es orientar y ayudar la formación de las Novicias. No debe tener otros oficios que le dificulten la dedicación a su tarea.

La Casa Noviciado debe estar situada en un lugar que reúna las condiciones adecuadas para lograr los objetivos de esta etapa. La designa la Superiora General con el voto deliberativo de su Consejo, oído el parecer del Consejo Provincial. El Noviciado depende directamente de la Superiora Mayor respectiva.

Dada la suma eficacia que para la formación de las Novicias tiene la vida común, cuando el número demasiado reducido impida crear las condiciones favorables para la vida comunitaria, la Superiora General, con el voto deliberativo de su Consejo, establecerá el Noviciado en una comunidad del Instituto que sea idónea para fomentar y ayudar a la formación de las Novicias. La Maestra, con la comunidad formadora, hace los informes anuales de las Novicias y después de un diálogo con la interesada, los envía a la Superiora Mayor respectiva. En el segundo año, estos informes, junto con la petición de votos escrita por la Novicia, deben ser enviados a la Superiora Mayor respectiva tres meses antes de finalizar el Noviciado. Por causa justa la primera profesión puede anticiparse pero no más de quince días. Es competencia de la Superiora Mayor el permitirlo. A ella también corresponde recibir los votos en la primera profesión y profesión perpetua, aunque puede delegar en otra Hermana. Los nombres de las admitidas a la primera profesión junto con sus informes se envían a la Secretaría General.

105. Durante los años de Juniorado las Hermanas Junioras tendrán encuentros con las

Formadoras y algún miembro del Consejo Provincial o del General, si es interprovincial. En cada comunidad en clima de discernimiento evangélico y después de un diálogo con la Hermana interesada, se hacen los informes anuales. A su vez, las Hermanas Junioras expresarán por escrito la voluntad de renovar sus votos y las motivaciones que tienen para ello. La petición, junto con los informes, se envía a la Superiora Provincial, con tres meses de antelación a la fecha que ha de renovar. La renovación de los votos se hace ante la Superiora, pero en caso de imposibilidad ésta puede delegar en otra Hermana. Después de algunos años de inserción en comunidades y ministerios y antes de la profesión perpetua, las Junioras, orientadas por las Hermanas Formadoras, se dedican, durante dos cursos, a profundizar en Teología, Pastoral y valores de nuestra familia religiosa. Conscientes de su propia responsabilidad se esfuercen por asumir todo cuanto se les ofrece en este tiempo de formación, para responder con fidelidad y gozo al don de su vocación.

Residirán en la casa designada por la Superiora General, con el voto deliberativo de su Consejo, oído el parecer del Consejo Provincial respectivo. La Casa Juniorado debe permitir un ambiente de estudio, reflexión y oración, la asistencia a centros de Teología y la realización de la actividad catequético-pastoral.

El Juniorado en estos dos cursos depende directamente de las Superioras Mayores.

106. Seis meses antes de la profesión perpetua, la Superiora Provincial envía al Consejo General los informes de las Hermanas que les corresponde hacer los votos perpetuos, junto con el criterio del Consejo Provincial. Al mismo tiempo, la interesada pide por escrito a la Superiora General ser admitida a la profesión perpetua.

Es competencia de la Superiora Mayor recibir los votos perpetuos, aunque puede delegar en otra Hermana.

FORMACIÓN PERMANENTE

108. A nivel general, provincial y local se ha de procurar que la formación ayude a las Hermanas a crecer en la fidelidad a Cristo, a la Iglesia y al espíritu de los Fundadores y las prepare convenientemente para aquella misión que la Congregación les confía, teniendo en cuenta las aptitudes y vocación específica de cada una.

El plan general de formación posibilita a las Hermanas tiempos de reflexión, oración y estudio para confrontar a la luz del Evangelio y del pensamiento de los Fundadores la propia situación, examinar y asimilar las experiencias de la vida fraterna y del apostolado, bien en la comunidad de oración o en los cursos de ulterior formación. Cada comunidad distribuye el tiempo de modo que el trabajo y la formación se realicen atendiendo a las necesidades y ritmos de cada Hermana y a la vida y misión de la comunidad.

Aprovecha para tu formación todos los medios que te ofrecen la Congregación y otros organismos. Acoge con especial interés los documentos congregacionales y haz motivo de oración las Constituciones y Reglas de Vida.

Capítulo V

SEPARACIÓN Y SALIDA DE LA CONGREGACIÓN Separación de la comunidad Salida de la Congregación Readmisión de Hermanas Tránsito a otro Instituto

Permiso de ausencia

Permiso de exclaustración

SEPARACIÓN DE LA COMUNIDAD

110. a. Aunque la vida de comunidad es esencial para vivir nuestra vocación religiosa, las Hermanas, por causas graves y justas, pueden vivir lícitamente fuera de la casa religiosa, en los casos que a continuación se expresan.

b. Si una Hermana de profesión temporal o perpetua solicita permiso de ausencia por motivos justos, la Superiora Mayor, con el consentimiento de su Consejo, puede permitirle vivir fuera de la comunidad durante un año. Este puede prolongarse mientras dure la necesidad si es por razón de estudios, enfermedad o un apostolado que la Congregación le encomiende,

En estos casos la Hermana conserva los derechos ordinarios, está obligada a vivir los votos y continúa dependiendo de la Superiora Mayor con quien debe mantener relación frecuente.

c. Si la ausencia es por graves motivos personales, una Hermana de votos perpetuos debe solicitar permiso de exclaustración a la Superiora General, quien, con el consentimiento de su Consejo, puede concederle indulto de exclaustración, pero no por más de un trienio. Prorrogar ese indulto o concederlo por más de un trienio se reserva a la Santa Sede. La Hermana exclaustrada queda libre de las obligaciones que no son compatibles con su nueva condición de vida, y queda bajo la dependencia y cuidado de sus Superioras y también del Obispo de la Diócesis donde reside, a quien debe comunicar su situación.

Carece de voz activa y pasiva pero goza de los bienes espirituales de la Congregación.

SALIDA DE LA CONGREGACIÓN

111. a. Si una Hermana de profesión temporal por causa grave quiere ser desligada de la vida religiosa, tiene que pedirlo a la Superiora General, la cual, con el voto deliberativo de su Consejo, puede permitirle la secularización, permiso que conlleva por sí mismo la dispensa de votos.

b. Una Hermana de profesión perpetua que quiere salir de la Congregación por causas gravísimas, consideradas en la presencia de Dios, necesita la dispensa de la Santa Sede para quedar desligada de los votos religiosos y de la Congregación. Debe solicitar la dispensa a través de la Superiora General y exponer las razones que le mueven a ello.

c. Readmisión de Hermanas

Una Hermana que hubiera salido legítimamente de la Congregación, una vez cumplido el Noviciado, o incluso después de la primera profesión, puede ser readmitida por la Superiora General, con el consentimiento de su Consejo, sin obligación de repetir el Noviciado; a la misma Superiora General corresponde determinar la conveniente prueba previa a la profesión temporal y la duración de los votos antes de la profesión perpetua.

d. Tránsito a otro Instituto

Una Hermana de votos perpetuos puede pasar del propio a otro Instituto religioso por concesión de las Superioras Generales de ambos Institutos, y con el consentimiento de sus respectivos Consejos. La prueba que debe preceder a la profesión perpetua en nuestra Congregación tendrá una duración, al menos, de tres años y se realizará en una comunidad, bajo las orientaciones de la Superiora Mayor.

TERCERA PARTE

AL SERVICIO DEL CARISMA

Capítulo VI

CONSTITUCIÓN DE LA CONGREGACIÓN

113. Los elementos normativos

que regulan los deberes y derechos, las competencias y funciones propias de nuestra Congregación como comunidad humana, se fundamentan en principios evangélicos que vitalizan su estructura.

Acepta su organización como cauce necesario para el crecimiento de tu vida. Descubre los lazos de comunión que ella crea entre las Hermanas. Contribuye a renovar su estructura participando en la actualización y adaptación de la misma, en línea de continuidad con la intención originaria de nuestros Fundadores.

114. El hábito de la Congregación es según modelo establecido. En determinados casos, por exigencias de la misión u otras circunstancias, no llevarlo es opcional.

Nuestra condición de religiosas y la pobreza nos obligan a vestir siempre con la peculiar sencillez congregacional.

115. La Provincia o Delegación tiene configuración propia, con la autonomía necesaria para poder cumplir su misión de acuerdo al cansina y proyecto de vida congregacional.

En la Provincia o Delegación debe darse la relación intercomunitaria y una información completa y frecuente que nos haga solidarizarnos con la marcha de la misma y de la Congregación.

Para la erección de una Provincia se requiere:

un número aproximado de cien Hermanas,

diez casas como mínimo,

capacidad para gobernarse,

perspectiva de vocaciones nativas,

representación de los dos sectores mayoritarios: Sanidad y Educación.

Deben tenerse también en cuenta las características propias de la región, su idiosincrasia.

La Delegación puede constituirse con un grupo de casas próximas entre sí y distantes de las Provincias, con un número de Hermanas y casas inferior al requerido para una Provincia.

117. La comunidad local se constituye para realizar comunitariamente la misión evangelizadora de la Congregación.

Para formar una nueva comunidad o cambiar la misión de las ya existentes, además de los requisitos necesarios, según derecho, han de tenerse en cuenta los siguientes criterios:

que la misión esté conforme con el carisma y responda a necesidades urgentes de la Iglesia, en cada momento y lugar,

que se disponga de un número suficiente de Hermanas capacitadas para la misión,

que se garantice la posibilidad de vivir comunitariamente la vida religiosa.

Cada comunidad goza de un margen de autonomía para organizar su vida y llevar a cabo su misión, siempre en fidelidad a las Constituciones y Reglas de Vida y en coordinación con el proyecto provincial.

Capítulo VII

GOBIERNO

Principios generales Capítulo General Consejo General Capítulo Provincial Consejo Provincial Capítulo de las Casas dependientes del Consejo General Superiora Local

PRINCIPIOS DE GOBIERNO

119. A la autoridad le compete suscitar y animar la participación responsable entre los miembros de la Congregación. Por su parte, las Hermanas, deben recibir con interés y cariño las comunicaciones y orientaciones de los distintos niveles de gobierno y aportar activamente su colaboración.

Hacemos efectiva la participación a través de los siguientes cauces: Capítulos, Asambleas, sondeos, sugerencias, comisiones y reuniones. Asambleas

Las Asambleas de ámbito congregacional tienen como principal objetivo coordinar e impulsar la vida de la Congregación y evaluar conjuntamente los proyectos generales y provinciales. Como objetivos específicos: unificar criterios, tratar asuntos de interés general y tomar decisiones para el mejor cumplimiento del proyecto de vida congregacional.

Estas Asambleas se celebran a los tres años del Capítulo General ordinario y son convocadas por la Superiora General.

El tema a tratar y la representatividad serán determinados por el Capítulo General precedente. En el período intermedio entre el Capítulo y las Asambleas Generales, deben celebrarse las Asambleas Continentales, convocadas por la Superiora General, de acuerdo con los respectivos Consejos Provinciales.

CAPITULO GENERAL

Etapa Precapitular

122. Anuncio del Capítulo General

La Superiora General inicia la etapa precapitular con una carta circular enviada a todas las comunidades, con un año de antelación. Una vez anunciado el Capítulo General, no se aprueban nuevas fundaciones.

Comisión Central Precapitular

Está integrada por algunas Hermanas del Consejo General y una Hermana de cada Provincia nombrada por la Superiora Mayor, con el consentimiento de su Consejo. Esta Comisión planifica a nivel general los temas que, según las necesidades de la Congregación, han sido previamente elegidos con la participación de las Hermanas.

Etapa Capitular

123. Convocatoria

La Superiora General convoca a cada una de las Hermanas Capitulares, señalando fecha y lugar de la celebración del Capítulo General.

Comisión Central Coordinadora

Cada Capítulo Provincial elige una Hermana para formar parte de la Comisión Central Coordinadora. La elección debe recaer en una de las Hermanas que tienen derecho a asistir al Capítulo General.

Es competencia de la Comisión recoger las aportaciones de los Capítulos

Provinciales, planificar y preparar el trabajo para el Capítulo General con asesoramiento y aprobación del Consejo General.

Todas las Hermanas tenemos derecho a enviar proposiciones firmadas al Capítulo General, pero, para que puedan ser estudiadas, tienen que enviarse, a ser posible, en el período precapitular.

Las Hermanas de la Comisión deben guardar secreto respecto a las proposiciones o sugerencias y el nombre de personas y comunidades que las envían.

124. Desarrollo del Capítulo

El Capítulo General se inicia con la celebración de la Eucaristía, para invocar la asistencia del Espíritu Santo. La Superiora General abre el Capítulo presentando los temas a tratar. Un miembro del Consejo General o de la Comisión Coordinadora, propone a la Asamblea la metodología a seguir para su aprobación o modificación. Seguidamente se procede al nombramiento de secretaria, escrutadoras y moderadora entre los miembros del Capítulo. La Superiora General y las escrutadoras prestan juramento de fidelidad y de guardar secreto en el desempeño de su cargo.

Es necesario que colabore con la secretaria un equipo de Hermanas no Capitulares. Su función es asistir a los plenarios y redactar las actas correspondientes. Carecen de voz y voto en el Capítulo y deben guardar secreto sobre los actos del mismo.

Las actas deben contener todas las decisiones tomadas en el Capítulo y someterse a consideración de la Asamblea para ser aprobadas. La Superiora General y la secretaria las firman, pero antes de hacerlo deben cerciorarse de que tales actas expresan fielmente la voluntad del Capítulo. La última acta ha de ser firmada por todas las Capitulares.

125. Representatividad

La representatividad en el Capítulo General es por personas físicas, y al elegir a las Hermanas debe tenerse en cuenta que queden representados los sectores y las distintas generaciones. Las Hermanas elegidas pueden ser o no Superioras. Derechos y deberes de las Capitulares Las Hermanas que tienen que participar por derecho en el Capítulo General, no pueden renunciar a él a no ser por causas legítimas aprobadas por el Consejo General. De esta dispensa se da cuenta al Capítulo reunido. Las que hayan sido dispensadas, no pueden delegar en otras que las sustituyan, ni mandar sus votos para las elecciones. La Hermana elegida que ha sido dispensada de asistir al Capítulo, es sustituida por la que ha obtenido después de ella el mayor número de votos.

Los deberes de las Hermanas Capitulares son: conciencia de su responsabilidad ante la Congregación, colaboración leal en actitud de servicio, exposición libre, humilde y sincera, prudencia en las comunicaciones sobre el desenvolvimiento del Capítulo, secreto sobre las elecciones y asuntos que lo requieran a juicio del mismo Capítulo.

Todas las electoras deben pertenecer al Capítulo y tener derecho a votar en él, para que la elección sea válida. Para que el voto sea válido, debe ser: libre, secreto, preciso y determinado, único y dado a otra.

127. Es competencia del Capítulo General la modificación de cualquier punto de las Reglas de Vida, para lo cual se requiere los dos tercios de los votos y votación secreta.

129. Elección de la Superiora General y Consejeras Debe ir precedida de un sondeo a toda la Congregación. Este sondeo es orientativo vinculante. El Consejo General presenta el resultado del sondeo al Capítulo General, junto con las listas de todas las Hermanas con derecho a voz pasiva. El Capítulo realiza la elección canónica. La Hermana elegida para el cargo de Superiora General no debe tener más de sesenta y cinco años de edad. Para la elección de Consejera General, a los nombres propuestos en los sondeos, la Superiora General puede añadir otros.

130. Cada Consejera es elegida en función de un sector u oficio de Sanidad, Educación, Otras Obras Apostólico-Sociales, Formación, Economía y Secretaría. Se les asigna una zona geográfica a excepción de la Ecónoma y de la Secretaria.

CONSEJO GENERAL

138. Cuando se trata de asuntos importantes

de un sector o zona geográfica se requiere la presencia o el consentimiento de la Consejera encargada del respectivo sector o zona.

139. Las Consejeras Generales deben planificar las actividades de su sector y zona geográfica en coordinación con los otros miembros del Consejo y exigir la planificación a nivel provincial. Mantienen relación frecuente con las encargadas de sector a nivel provincial,

teniendo en cuenta sus aportaciones. Visitan las casas siempre que sea necesario, de común acuerdo con el respectivo Consejo Provincial

143. La Secretaria General supervisa los archivos, crónicas y estadísticas de la Congregación y tiene a su cargo el sello de la misma. Con éste y con su firma, avala los documentos oficiales del Consejo General.

Un equipo auxiliar le ayuda en sus funciones. Entre los miembros de este equipo, el Consejo General nombra una secretaria sustituía para firmar en ausencia de la Secretaria General.

144. La Hermana Ecónoma General asesora al Consejo General en los asuntos económico-jurídicos. Da su informe sobre los presupuestos ordinarios y extraordinarios presentados anualmente por los Consejos Provinciales. Presenta el presupuesto de la Casa General.

Vela por los bienes actuales de la Congregación, considerando la previsión de necesidades futuras y tratando de evitar la acumulación o el endeudamiento.

Tiene un equipo auxiliar que colabora con ella en la ejecución de las funciones técnico-contables.

CAPITULO PROVINCIAL

145. El Capítulo Provincial, cuando precede al General ordinario o extraordinario, se celebra con seis meses de antelación, salvo en el caso de quedar vacante el cargo de Superiora General o Provincial por cualquier causa39. La Superiora Provincial, después de anunciado el Capítulo General, hace la convocatoria con tiempo suficiente para estudiar los temas a tratar y hacer la elección de las Hermanas que han de asistir al Capítulo Provincial.

Los trabajos del Capítulo son preparados por una Comisión Precapitular nombrada por el Consejo Provincial. Dicha Comisión seguirá las orientaciones de la Comisión Central Precapitular, en los asuntos generales de la Congregación.

El Capítulo Provincial ordinario de elecciones lo convoca la Superiora Provincial, conforme a las orientaciones del Consejo General, con seis meses de antelación. Durante este tiempo se realiza el sondeo a la Provincia y la elección de Hermanas que han de asistir al Capítulo.

39 Ver Const nº. 123

Desde el anuncio del Capítulo Provincial, sea ordinario o extraordinario, hasta finalizar el mismo, no se hace nombramientos de Superioras.

En la organización y desarrollo de todo Capítulo Provincial se tendrá en cuenta lo prescrito para el General aplicable a este nivel40.

Elección de la Superiora Provincial

Para la elección de la Superiora Provincial se lleva a cabo un sondeo a la Provincia. Se envía al Consejo General que hace la tabulación y selecciona cuatro nombres de entre las nueve Hermanas con mayor número de opciones, teniendo en cuenta las razones que las avalan. Se remiten al Capítulo Provincial para que realice la elección canónica41.

Elección de Secretaria y demás Consejeras

Se realiza un sondeo a la Provincia que se envía al Consejo General. Los nombres de quince Hermanas, entre las que han obtenido más opciones, se dan a conocer al Capítulo Provincial. La nueva Provincial puede proponer nombres. Teniendo en cuenta los diferentes sectores se verifica la elección canónica.

Los nombres de las elegidas se comunican inmediatamente a la Superiora General a quien corresponde confirmar la elección.

La Secretaria es elegida por el Capítulo previa presentación de una terna por la Superiora Provincial.

CONSEJO PROVINCIAL

152. Las Hermanas Consejeras Provinciales han de sentirse corresponsables de las decisiones tomadas en Consejo. Tienen obligación de guardar secreto de lo que se trate en él.

Las Hermanas Consejeras pueden ser reelegidas para un segundo sexenio.

153. La Secretaria Provincial debe comunicar al Consejo General los nombres de las Hermanas designadas para ocupar cargos cuyo nombramiento es competencia del Consejo Provincial.

Un equipo auxiliar le ayuda en sus funciones. Entre los miembros de este equipo, el Consejo General nombra una secretaria sustituta para firmar en ausencia de la Secretaria General.

Vela por los bienes actuales de la Congregación, considerando la previsión de necesidades futuras y tratando de evitar la acumulación o el endeudamiento.

Tiene un equipo auxiliar que colabora con ella en la ejecución de las funciones técnico-contables.

40 Ver Const. nº. 126, 127, 128, 131 y 133 41 Ver Const nº. 128

CAPITULO DE LAS CASAS DEPENDIENTES DEL CONSEJO GENERAL 155. Es convocado por la Superiora General, en el tiempo bis indicado para los Capítulos Provinciales

que preceden al General, señalando lugar y fecha. Lo preside la misma Superiora General, o por delegación suya, un miembro del Consejo General.

Asisten por derecho propio las Superioras de las Comunidades y las Maestras de las Casas de Formación que dependen del Consejo General. Por elección asisten el mismo número de Hermanas que por derecho, y se siguen las mismas normas que para los Capítulos Provinciales42.

Tiene como misión:

promover y evaluar la vida espiritual, fraterna y apostólica de estas Casas, de acuerdo con el carisma y las directrices de la Iglesia,

estudiar y elaborar propuestas y sugerencias para presentar al Capítulo General,

elegir de entre las Capitulares, la Hermana que ha de asistir al Capítulo General.

SUPERIORA LOCAL

156. El nombramiento de Superiora Local lo hace la Superiora Provincial con el voto deliberativo de su Consejo, previo diálogo con la Comunidad y sondeo a la misma. El nombre y la fecha del nombramiento se comunica al Consejo General.

42 Ver Const. 146 y 147

Capítulo VIII

ADMINISTRACIÓN

ADMINISTRACIÓN43

161. Organización

El sistema de nuestra administración es de descentralización subordinada. Se desarrolla en tres niveles interdependientes:

local,

provincial,

general.

Nuestra gestión administrativa se apoya en:

la solidaridad y corresponsabilidad de las Hermanas,

la comunicación de bienes,

la coordinación de objetivos y actividades a todo nivel.

Los principales cauces de esta gestión son los presupuestos y la contabilidad.

162. Funcionamiento

Presupuestos y contabilidad

En nuestra administración separamos las contabilidades de comunidad y actividad. En la comunidad limitamos nuestros gastos a un presupuesto elaborado con criterio de austeridad, y lo utilizamos como instrumento para la revisión periódica de la vivencia y el testimonio de pobreza.

En la actividad tenemos un presupuesto con cierto margen de flexibilidad, adaptado al buen funcionamiento de la obra apostólica.

El rendimiento de cuentas y balances y los presupuestos de comunidad y actividad, se efectúan anualmente, como mínimo, en todos los niveles de la Congregación.

Información y exigencias legales

Para un mayor conocimiento y participación de la gestión administrativa, los distintos niveles, local, provincial y general, deben proporcionar a las Hermanas información de la propia realidad económica.

La contabilidad de la Congregación se basará en las reglas técnicas adecuadas para cumplir los requisitos que las normas legales pueden exigir.

163. Hermanas Administradoras y colaboración de la comunidad. Salvo lo dicho en Constituciones, en cada comunidad hay una Hermana Administradora. Cuando las circunstancias lo requieran, se puede designar otra Hermana para llevar la administración de la actividad. Han de tener la preparación técnica suficiente, que asegure el buen funcionamiento administrativo.

En la comunidad debemos colaborar mostrando interés en conocer la realidad económica, valorando este servicio y participando activamente en la elaboración y revisión del presupuesto.

43 En este Capítulo los puntos de Reglas de Vida no son correlativos con los de Constituciones.

164. Comunicación de bienes extracongregacional

En los presupuestos anuales, según las posibilidades de cada nivel, consignamos una cantidad para la comunicación de bienes.

Atendemos con caridad y justicia desde el nivel provincial, a las Hermanas que dejan de pertenecer a la Congregación, según se indica en el número 112 de Constituciones.

Ayudamos a nivel provincial o general a los familiares necesitados de las Hermanas. Contribuimos en lo posible a que los que entran en nuestro radio de acción logren dignas condiciones de vida.

165. Comunicación de bienes intracongregacional

Cada comunidad al hacer su presupuesto asigna una cantidad como aportación a la Casa Provincial y ésta a la General, para cubrir los gastos intracongregacionales y para la comunicación de bienes.

166. Relaciones laborales

Nuestras relaciones laborales deben basarse en la justicia y caridad. Una de las principales exigencias de nuestra administración, es la retribución y atención al personal, de acuerdo con las leyes civiles y la doctrina social de la Iglesia.

167. Personalidad jurídica

La Congregación, las Provincias, Delegaciones y Casas tienen por Derecho Canónico personalidad jurídica.

En el caso de que ésta no sea reconocida por la legislación civil, el Consejo Provincial o de Delegación determinará la mejor forma de adaptación al Derecho de cada país y lo comunicará al Consejo General. Si para conseguir dicho reconocimiento fuere preciso constituir algún ente jurídico, éste deberá formarse, en cuanto sea posible, con miembros de la Congregación.

168. Autorización para actos de administración extraordinaria

Al corresponder la titularidad de los bienes inmuebles a la Congregación, las Superioras Provinciales, Delegadas y Locales, actuarán en actos de disposición sobre los mismos en uso de los poderes o autorización que al efecto les delegue la Superiora General y su Consejo.

169. Dotes

Las dotes existentes en la Congregación se administran a nivel provincial y general de acuerdo a las normas del Derecho Común.

170. Pías Fundaciones

En todas las Pías Fundaciones, tenga la Superiora General y demás Superioras diligente y escrupuloso cuidado de que se cumplan los fines para que fueron constituidas, según el Derecho Común. Antes de aceptarlas examinen bien las condiciones y si prevén que será difícil o imposible el cumplimiento de las cargas, no las acepten.

GLOSARIO

GLOSARIO

Capítulo General 1980

AUTONOMÍA

La posibilidad de actuar como comunidad o Provincia de acuerdo con el carisma propio de la Congregación con responsabilidad propia, aunque delegada, y realizar sus proyectos de vida con flexibilidad dentro de una línea general de coherencia con el proyecto de vida propio de la Congregación, de modo que queden a salvo los valores fundamentales y la unidad de la Congregación. Estos proyectos de vida incluyen la aprobación de la Superiora Mayor y la revisión periódica.

DESCENTRALIZACIÓN

Delegar la autoridad del gobierno de la Congregación, transfiriendo dicha autoridad a diversos organismos y personas. Consiste la descentralización en la justa distribución de responsabilidades, a todo nivel, tendiendo a la máxima participación de todas en la tarea común y procurando que lo que se pueda hacer o resolver a un nivel no pase a nivel superior. DISPONIBILIDAD

Actitud de la persona consagrada, comprometida voluntariamente en el seguimiento de Cristo para cumplir la misión vivida en una determinada Congregación. La disponibilidad lleva consigo:

fidelidad al Evangelio, a las directrices de la Iglesia, al carisma congregacional y a los signos de los tiempos, compromiso en la vida y misión de la Congregación, aceptar aquellos destinos o tareas encomendadas, subordinando el bien personal y de grupo al bien común sinceramente buscado en diálogo y discernimiento evangélico.

PARTICIPACIÓN

Es todo género de relaciones jurídicamente establecidas o no establecidas, que permiten a los religiosos ser escuchados efectivamente por la autoridad, y tomar, directa o in-directamente, una parte real en la orientación de la vida de la Congregación, de la Provincia y de la comunidad.

PLURALISMO

Es la diversidad de formas según las exigencias de la misión, tiempos, lugares y comunidad, manteniendo la unidad de los valores esenciales que nos identifican como re-ligiosas y como Congregación de Hermanas de la Caridad de Santa Ana. POBRES Es pobre toda persona que tiene necesidad e indigencia, considerando que los económicamente débiles requieren una atención especial, porque en ellos concurren, generalmente, mayor número de necesidades. Urgencias:

Atender a la educación católica, principalmente en zonas abandonadas, subnormales-minusválidos, ancianos,

enfermos crónicos, psiquiátricos, niños abandonados.

Zonas más necesitadas: Tercer Mundo, misiones vivas, rurales, suburbios.

PROYECTO PERSONAL

Es la expresión de lo que cada persona quiere ser y hacer, en y de su vida consagrada, en comunidad y desde el carisma congregacional. Supone la apertura y coordinación con los distintos proyectos personales en orden a elaborar y hacer vida el proyecto comunitario.