conan 10

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    Si usted desea estar informado de nuestras publicaciones, srvase remitirnos su nombrey direccin, o simplemente su tarjeta de visita, indicndonos los temas que sean de su inters.

    Ediciones Martnez Roca, S. A. Dep. Informacin Bibliogrfica Enre Granados, 84 08008 Barcelona

    Ediciones Martnez Roca, S. A.Coleccin dirigida por Alejo Cuervo Traduccin de Joan Josep Mussarra Ilustracincubierta: Ken Kelly

    Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorizacin escrita de los titulares del Copyright, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproduccin total o parcial de estaobra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografa y el tratamientoinformtico, y la distribucin de ejemplares de ella mediante alquiler o prstamo pblicos.

    Ttulo original: Conan the Unconquered

    (c) 1983, Conan Properties, Inc.

    Publicado por acuerdo con el autor,

    c/o Baror International, Inc., Nueva York (c) 1996, Ediciones Martnez Roca, S. A.Enre Granados, 84, 08008 Barcelona ISBN 8427020821 Depsito legal B. 1.5631996

    Fotocomposicin de Pacmer, S. A., Alcolea, 106108, 08014 Barcelona Impreso yencuadernado por Romanya/Valls, S. A., Verdaguer, 1, Capellades (Barcelona)

    Impreso en Espaa Printed in Spain

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    Prlogo

    Los vientos de tormenta aullaban en el mar de Vilayet, al que amortajaba lamedianoche, e iban a detenerse en el muro de granito de la fortaleza del Culto de laCondenacin. sta tena la apariencia de una pequea ciudad, aunque ya no haba nadie porlas calles en aquella hora. No slo la tormenta y la hora tarda les retenan en el lecho, donderezaban por dormirse, si bien slo un puado de los moradores del lugar tena idea delverdadero motivo, y esos pocos no se permitan pensar en ello. Los dioses edifican, y losdioses destruyen. Pero nadie cree que los dioses vayan a tocarlo a l mismo.

    El hombre que en aquel momento se llamaba Jhandar no saba si los dioses se implicanen los asuntos de los mortales, ni siquiera si los dioses existen, pero s saba que hay Poderes

    bajo el cielo, y que haba aprendido a usar uno de ellos, e incluso, en cierta medida, a

    controlarlo. Los dioses los dejaba para aquellos que dorman en la fortaleza, los que lellamaban Gran Seor.

    Estaba sentado, con las piernas cruzadas, ataviado con una tnica azafranada, delante deun Poder tal. La estancia era sobria, sus nacaradas paredes de mrmol y los dos arcos deentrada por los que se acceda a ella carecan de adornos. Sencillas columnas redondassostenan la cpula, sobre el no muy hondo estanque, de slo diez pasos de anchura, que eralo que ms destacaba en la sala. No haba ornamentacin alguna, pues ni los frisos ni lasesculturas habran podido competir con el estanque, ni con el Poder que ste contena.

    Aquello pareca agua a la primera mirada, pero no lo era. Su color azul intenso estabasalpicado de fosforescencias plateadas. Jhandar medit, regocijndose en el resplandor delPoder, y el estanque brill con tonos azulplateados, ms y ms, hasta que toda la estancia

    pareci iluminada por un millar de lmparas. La superficie burbuje y se agit, y se alzaronneblinas, y stas se solidificaron. Pero entonces dejaron de elevarse. Las neblinas formaronuna cpula, corno un contrarreflejo del estanque, dibujando los lmites que encerraban elPoder, tanto por arriba como por abajo. En su interior estaba retenido el desorden, estabaconfinado el mismo Caos. Una vez haba visto Jhandar el estanque liberado de sus guardas, ydeseaba con fervor no tener que volver a verlo. Pero no volvera a ocurrir. No ocurrira ya. Noocurrira jams.

    Senta que el poder se estaba filtrando hasta sus mismos huesos. Era el momento. Selevant tranquilamente y sali por uno de los arcos a un estrecho pasaje iluminado porlmparas de bronce, y sus pies descalzos anduvieron silenciosos sobre mrmol fro. Se

    enorgulleca de su falta de ostentacin, aun por algo tan nimio como no llevar sandalias. Igualque el estanque, no necesitaba de adornos.

    El pasadizo le llev hasta un gabinete circular, cuyos albos muros estaban adornadospor intrincados arabescos, cuyo techo alto, abovedado, se sostena sobre estriadas columnasde alabastro. La luz provena de algunos fanales de oro, sostenidos en lo alto por cadenas de

    plata. Un par de monumentales jambas de bronce impeda el paso por la puerta principal de laestancia, y haban sido trabajadas a ambos lados con la figura del mismo Caos, por un artistasometido a los influjos del Poder, antes de que la locura y la muerte hubieran dado buenacuenta de l. El Poder no se daba a cualquiera.

    Los cuarenta hombres all congregados, una quinta parte de sus Elegidos, necesitaban

    aquella exhibicin de esplendor para ver reflejada la gloria de su causa. Pero lo msimportante en aquella estancia, el altar erigido en el centro exacto de la habitacin circular,estaba hecho de mrmol negro desprovisto de adornos.

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    Los cuarenta hombres se volvieron en silencio cuando Jhandar entr; llevaban tnicasazafranadas y afeitado el crneo, como ordenaba la regla del Culto, del mismo modo que

    prohiba a las mujeres cortarse el cabello. Le observaban con ojos ansiosos; los odos seesforzaban por or sus palabras.

    Vengo del Estanque de las Postrimeras salmodi, y se alz un desmesurado suspiro,como si volviera de comparecer ante un dios.

    Jhandar pens que, en verdad, as deban de entenderlo aquellos hombres, pues, aunqueconocieran las metas y el significado del Culto, en realidad no saban nada.

    Lentamente, Jhandar se acerc al altar negro, y todas las miradas le siguieron, ycentellearon, sintindose honradas por la visin de alguien de quien crean que se hallaba a un

    paso de la divinidad. Pese a todas sus ambiciones, Jhandar no tena ese concepto de s mismo.No exactamente.

    Era un hombre alto, bien musculado, pero esbelto. Sus facciones suaves y tersas, unidasal rasurado crneo, impedan que su edad pudiera calcularse, aunque haba algo en susoscuros ojos castaos que haca pensar en aos sin cuento. Tena las orejas como cuadradas,

    pero sobresalan de tal manera de su cabeza que parecan acabar en punta, y le daban aspecto

    de hombre de otro mundo. Pero eran los ojos los que a menudo convencan a los dems deque era sabio, aun antes de que abriera la boca. En realidad, todava no haba cumplido lostreinta.

    Alz los brazos por encima de la cabeza, y dej que volvieran a caer los pliegues de suatuendo.

    Escuchadme!

    Te escuchamos, Gran Seor! respondieron a una cuarenta gargantas.

    En el principio haba la nada. Todo vino de la nada.

    Y a la nada ha de regresar.

    Jhandar permiti que una leve sonrisa aflorara a sus delgados labios. Aquella frase,consigna de sus seguidores, siempre le haba divertido. A la nada, ciertamente, haba deregresar todo. Al final. Pero no pronto. Al menos, no con l.

    Mientras haba sido nio, conocido por el primero de los muchos nombres que haba dellevar, el destino le haba empujado ms all del mar de Vilayet, ms all incluso que la lejanaVendhia, hasta Khitai, que casi era leyenda. All, a los pies de un sabio taumaturgo, unanciano de largos y finos bigotes y piel del color del marfil lteo, haba aprendido mucho.Pero l no estaba hecho para pasar la vida en una bsqueda del saber. Al final se haba vistoobligado a matar al viejo para obtener lo que quera, el grimorio del mago, su libro deencantamientos y hechizos. Y entonces, cuando todava no dominaba ms que un puado destos, se descubri el asesinato, y le encarcelaron. Pero saba ya lo suficiente para liberarse de

    la celda de desnuda piedra, aunque luego tuviera que huir de Khitai. Haba tenido que huirotras veces en su vida, pero haca tiempo ya de esas otras fugas. Haba aprendido de suserrores. Tena que seguir adelante, y elevarse hasta cumbres sin fin.

    En el principio, toda la totalidad estaba an por formar. Reinaba el Caos.

    Bendito sea el Sagrado Caos era la respuesta.

    El estado natural del Universo era, y es, el Caos. Pero los dioses aparecieron, no eransino hijos del Caos, e impusieron el orden, orden contra natura, impo, al mismo Caos del quehaban surgido.

    La voz del hombre les acariciaba, evocaba sus miedos, y luego los apaciguaba,levantaba sus esperanzas y avivaba su fervor.

    Y con su imposicin le hicieron un regalo abominable al hombre, la impureza queimpedir para siempre a la gran mayora de los hombres alcanzar un rango mayor de

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    conciencia, convertirse en dioses. Pues los dioses provienen del Caos, del definitivo desorden,y el hombre acarrea dentro de s la mcula del orden impuesto.

    Se detuvo entonces, abriendo los brazos como para ir a abrazarlos. El xtasis lesiluminaba los ojos, pues esperaban que les diera la bendicin que estaban aguardando y quenecesitaban.

    Con diligencia sigui diciendo habis trabajado para liberaros de las impurezas deeste mundo. Os habis desprendido de vuestros bienes mundanos. Os habis negado los

    placeres de la carne. Ahora su voz se alz hasta parecer un trueno, ahora, vosotros sois losElegidos!

    Bendito sea el Caos sagrado! Somos los elegidos del Caos sagrado!

    Que sea trada aqu la mujer llamada Natryn.

    De un cubculo donde la haban tenido mientras aguardaba, Lady Natrin, la esposa deLord Tarimn, fue llevada a la estancia de las columnas. No pareca en aquel momento laesposa de uno de los Diecisiete Celadores, los consejeros del rey Yildiz de Turan. Desnuda, setambaleaba a causa de la maniota que le sujetaba los tobillos, y habra cado de no haberlasostenido en pie, con rudeza, dos de los Elegidos. Tena las muecas atadas a la espalda con

    estrechadas cuerdas, sobre las nalgas. Abra desorbitadamente, y con terror, los grandes ojoscastaos, y trataba, frentica, de mover los labios tras una mordaza de cuero. Era esbelta, perotena los pechos firmes y las caderas bien torneadas, y su cuerpo brillaba por el sudor delmiedo. Y sin embargo, no haba ojos all que la miraran como a una mujer, salvo los de

    jhandar, pues los Elegidos haban dejado de lado tales cosas.

    Has intentado traicionarme, Natryn.

    La mujer desnuda se agit al or las palabras de Jhandar, como si la hubieran pinchadocon alfileres. Se haba aficionado a las enseanzas del Culto, como muchas mujeres de lanobleza aburridas, pero Jhandar la haba tratado de otra forma por ser su marido quien era, ynecesario para su gran plan. Con sus nigromancias, haba escrutado hasta el recoveco ms

    oscuro y vergonzoso de su vida. La mayora de mujeres nobles de Turan tenan secretos quehabran matado por esconder, y ella, con amantes y vicios ms all de todo recuento, no eraninguna excepcin. Natryn haba llorado ante sus revelaciones, se haba rebelado ante susrdenes, y al fin haba aceptado la misin de presionar a su marido en ciertos asuntos. Sinembargo, la vigilancia mgica con que Jhandar la sigui haba revelado que la mujer pretendair a su marido, confesrselo todo y confiarse a su clemencia. Jhandar no la haba matado en la

    pretendida seguridad de sus estancias, en el palacio de su marido, sino que la haba trado allpara que cumpliera con su papel en el gran plan. La mujer tema la muerte, pero Jhandar lereservaba algo peor.

    Preparadla orden el nigromante.

    La mujer forceje intilmente en manos de los hombres que la ataban por muecas ytobillos al altar de piedra negra. Le quitaron la mordaza; se lami los labios, secos por elmiedo.

    Misericordia, gran seor! suplicaba. Djame que te sirva!

    Ya me sirves replic Jhandar.

    De una bandeja de oro batido que le trajo uno de los Elegidos, el mago tom un cuchillode hoja de plata y lo levant sobre el cuerpo de la mujer. El aclito dej al instante la bandq'aen el suelo, frente al altar, y se retir. Los chillidos de Natryn se mezclaron con el cntico de

    jhandar al invocar ste el Poder del Caos. Sus palabras resonaban en las paredes, aunque nogritaba; pues no quera ahogar los gemidos de la mujer. Senta que el poder flua en l y porl. Apareci una cpula azul plateado, y cubri altar, ofrenda y nigromante. Los Elegidoscayeron de rodillas, y oprimieron el rostro contra el suelo con pavor. El cuchillo de Jhandarcay. Natryn sufri espasmos y chill por ltima vez cuando el cuchillo se clav hasta elmango bajo su seno izquierdo.

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    Rpidamente, Jhandar se inclin para tomar un cuenco grande y dorado de la bandeja.La hoja y uno de los gavilanes del cuchillo estaban huecos, y un chorro de sangre del coraznde la mujer, de intenso color escarlata, man sobre el cuenco. ste se llen con rapidez. Al finel chorro perdi fuerza, se detuvo, y slo siguieron cayendo algunas gotas que dejaron tras des algn reguerillo purpreo.

    Tras retirar el cuchillo, Jhandar lo sostuvo en alto junto con el cuenco, y llam al Poder

    con palabras de hielo, llam a la vida que no era vida, a la muerte que no era muerte.Sosteniendo todava el cuenco en alto, le dio la vuelta, y verti as la sangre del corazn de

    Natryn. Cay el chorro sangriento, y desapareci, y con l desapareci la cpula brillante.

    Con una sonrisa de satisfaccin en el rostro, Jhandar dej que los instrumentos de subrujera cayeran al suelo con estrpito. Ninguna herida desfiguraba ya la belleza de Natryn.

    Despierta, Natryn le orden, al tiempo que aflojaba sus ataduras.

    Los ojos de la mujer a la que acababan de apualar en el corazn pestaearon y seabrieron, y mir fijamente a Jhandar, con la mirada llena de horror y vaciedad.

    Es... estaba muerta murmur. He estado ante el Trono de Erlik. Temblorosa, seacurruc en el altar. Tengo fro.

    Por supuesto que tienes fro le dijo Jhandar con crueldad. Ya no hay sangre quecorra por tus venas, porque ya no vives. Ni tampoco ests muerta. Sino en un estadointermedio, y te vers forzada a la completa obediencia hasta que la verdadera muerte te salgaal encuentro.

    No dijo llorando. No quiero...

    Calla dijo l.

    Las protestas de la mujer acabaron al instante. Jhandar se volvi hacia sus seguidores.Los Elegidos se haban atrevido a levantar el rostro, y le miraban con expectacin.

    Por qu causa vais a atacar? pregunt. Los Elegidos se sacaron agudas dagas de latnica, y las blandieron en alto.

    Atacamos por el desorden, la confusin y la anarqua! rugieron. Atacamos por elCaos sagrado! Hasta morir!

    Atacad, pues! les orden l.

    Las dagas desaparecieron, y los Elegidos salieron uno tras otro de la estancia parabuscar a aquellos cuyos nombres les haba hecho saber previamente Jhandar.

    Qu verdadera lastima pensaba el nigromante que el anciano mago ya no viviera.Cunto le haba aventajado su pupilo, y qu grandezas estaba destinado a alcanzar!

    Chasque los dedos, y la mujer que slo en parte segua siendo Lady Natryn de Turan lesigui con sumisin cuando sali de la estancia sacrificial.

    CAPTULO 1

    Muchas ciudades tenan apelativos tales como la Poderosa o la Perversa, peroAghrapur, la gran ciudad de las torres de marfil y las cpulas doradas, asiento del trono deTuran, y centro del mundo para sus ciudadanos, no los necesitaba. Las perversiones de laciudad y su poder eran tan conocidos que un apelativo hubiera causado la misma impresin

    que un bao de oro aplicado sobre oro.Se contaban mil tres orfebres en las Casas del Gremio, el doble de plateros, y volvan aser mil tres los que mercadeaban con joyas y gemas poco comunes. stos, y los

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    numerossimos comerciantes en sedas y perfumes, abastecan a las apasionadas nobles de ojosendrinos, y a las sensuales cortesanas, que a menudo aparentaban ms elevado rango que sushermanas de sangre azul. Cualquier vicio poda satisfacerse tras los altos muros de alabastrode Aghrapur, desde los polvillos de sueo y los vahos de pasin que vendan grasientos

    buhoneros procedentes de Iranistn, hasta los burdeles especializados de la Calle de lasPalomas.

    Las trirremes turanias gobernaban las cerleas anchuras del mar de Vilayet, y lasdrmonas traan al gran puerto de Aghrapur la mercadera de una docena de naciones. Lasriquezas de otra veintena de stas llegaban a los mercados por caravana. Esmeraldas y simios,marfil y pavos reales, todo lo que uno quisiera, todo poda hallarse, no importaba cul fuera suorigen. El hedor de los esclavistas de Khawarism se perda entre el aroma de las naranjas deOfir, de la mirra y de los clavos de especia procedentes de Vendhia, y de los sutiles perfumesde Zngara. Altos mercaderes de Argos hollaban las baldosas de las anchas calles, y tambinhombres morenos de Shem. Fieros tribeos de los Montes Ilbars se codeaban con eruditoscorinthios, y mercenarios kothios con mercaderes de Keshn. Se deca que no pasaba un daen Aghrapur en que no se encontraran dos hombres que crean legendaria la tierra del otro.

    El alto joven que andaba por las calles atestadas con la gracia de un felino cazador, sinembargo, apenas si reparaba en las maravillas de la ciudad. Sin apartar la mano del gastadocuero que revesta el puo de su sable, pasaba delante de los palacios de mrmol y de los

    puestos de fruta con igual indiferencia, como un len de melena negra al que no impresionanlas moles de roca. Aunque sus ojos, azules como el gata, estuvieran alerta, era visible elcansancio del viaje en su rostro bronceado por el sol, y la capa de ribetes de color escarlata lallevaba sucia de sudor y de polvo. Haba hecho un duro viaje desde Sultanapur; apenas sihaba tenido tiempo para despedirse de los amigos antes de recoger sus bienes y partir, pues sehaba visto obligado a huir del hacha del verdugo. Un asunto pequeo de contrabando, y otrasvariadas ofensas contra la paz del rey.

    Haba llegado lejos desde que abandonara los accidentados riscos norteos de sus

    nativas montaas cimmerias, y no slo en lo que al camino andado respecta. Haba pasadoalgunos aos viviendo del robo en Nemedia, Zamora y las ciudadesestado corinthias, peroaunque sus aos se contaran todava en menos de veinte se haba adueado de l el deseo demejorar su estado. Saba de muchos mendigos que haban sido ladrones en su juventud, pero

    jams haba visto un ladrn rico. El oro que obtena robando se le escapaba de las manoscomo el agua por un cedazo. Quera hallar algo mejor para s mismo. Su fracaso en elcontrabando no haba menguado en lo ms mnimo su empeo. Todas las cosas podanhallarse en Aghrapur, o por lo menos eso se deca. En aquel momento estaba buscando unmesn, el Toro Azul. Le haban dado el nombre entre las prisas de su huida de Sultanapur,como lugar donde poda obtener informacin. La buena informacin era siempre la clave delxito.

    Penetr en sus pensamientos el sonido de msica desafinada, y se percat de que unextrao desfile se acercaba entre el gento de la calle. Un nervudo y atezado sargento delejrcito turanio, de holgados calzones y enturbantado yelmo, de cuya cadera colgaba un curvosable vendhio, era seguido por otro militar que tocaba un tambor, y por otros dos que hacansonar estridentes flautas. Tras ellos venan diez ms, que blandan alabardas y escoltaban, ovigilaban, a doce hombres jvenes que vestan atuendos extravagantes, los cuales parecantratar de seguir el ritmo del tambor. La mirada del sargento se cruz con la del corpulento

    joven, y al momento se le puso delante.

    Los dioses te acompaen. Ahora veo que t eres un hombre como los que buscamos. El sargento se interrumpi con un gruido. Por Mitra! Mira qu ojos!

    Qu les pasa a mis ojos? mascull el musculoso joven.Nada de nada, amigo replic el sargento, al tiempo que levantaba la mano pidiendo

    disculpas. Pero es que nunca haba visto unos ojos del color del mar.

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    En el pas del que vengo, pocos hombres encuentras con los ojos oscuros.

    Ah. Eres un viajero venido de tierras lejanas en busca de aventuras. Y qu mejor lugarpara encontrarlas que en el ejrcito del rev Yildiz de Turan? Yo me llamo Alshaam. Y t,cmo te llamas?

    Conan respondi el musculoso joven. Pero no tengo ningn inters en unirme avuestro ejrcito.

    Pero piensa, Conan sigui diciendo el sargento con untuosa persuasin, lo que seravolver de una campaa con todo el botn que pudieras llevar, seras un hroe y unconquistador a ojos de las mujeres. Cmo caeran sobre ti. Vamos, amigo, tienes traza dehaber nacido para esto.

    Por qu no pruebas con ellos? dijo Conan, sealando con la cabeza a un puado denmadas hirkanios, ataviados con jubones de piel de cordero y pantalones bombacho de bastalana. Se cubran con gorras de piel bien ajustadas el grasicnto cabello, y miraban a todo elmundo con suspicacia. Por su facha se dira que quieren ser hroes dijo, riendo.

    El sargento escupi con amargura.

    No tienen la ms mnima disciplina. Me extraa verlos aqu. Por lo general, no lesgusta esta orilla del mar de Vilayet. Pero tu caso no es el mismo. Pinsatelo. Aventura, gloria,saqueo, mujeres. Porqu...?

    Conan neg con la cabeza.

    No deseo ser soldado.

    Y si echramos un trago juntos? No? el sargento suspir. Bueno, yo tengo quecumplir con un cupo. El rey Yildiz quiere ampliar su ejrcito, y cuando ste sea lo bastantegrande, le dar uso. Fjate en lo que te digo, habr botn para dar y tomar. Se dirigi a losotros soldados: Sigamos adelante.

    Espera un momento dijo Conan. Podras explicarme dnde est un mesn que sellama Toro Azul?

    En el rostro del militar se esboz una mueca.

    Es una tasca de la Calle de los Soadores del Loto, cerca del puerto. Seguro que terebanan el pescuezo para quedarse con tus botas. Prueba ms bien con el Mesn de la VirgenImpaciente, en la Calle de la Moneda. Tienen el vino barato, y las mozas limpias. Y sicambias de opinin, ven a buscarme. Alshaam, sargento del regimiento del general MundaraKhan.

    Conan se apart para dejar pasar el desfile, con sus reclutas que trataban en vano deandar al ritmo del tambor. Al volverse, tras observar la marcha de los militares, a punto estuvode tropezar con los de otro cortejo, de una veintena que llevaba tnicas azafranadas, loshombres con la cabeza afeitada, las mujeres con trenzas que les llegaban hasta las nalgas, ycuyo corifeo tocaba una pandereta. Cantaban suavemente, y andaban como si no le vieran a lni a nadie. Tratando de no chocar, dio un traspis, y cay torpemente entre el grupo denmadas hirkanios.

    Murmuraron imprecaciones tan desplacientes corno la hediondez de su grasicntocabello, y llevaron las manos morenas y correosas a las empuaduras de sus curvas dagas.Conan agarr el puo de su propia espada, seguro de que tendra que luchar. Los hirkaniosapartaron de l la mirada para observar la procesin de azafranado atavo que seguaavanzando por la abarrotada calle. Conan vio con sorpresa que los nmadas le ignoraban y seapresuraban a seguir el cortejo de amarillo atuendo.

    Meneando la cabeza, sigui adelante. Pens que, al fin y al cabo, nunca se haba dicho

    de Aghrapur que no fuera una ciudad sorprendente.

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    Pero, al acercarse al puerto, se le ocurri que, pese a todas sus rarezas, la ciudad nodifera en mucho de otras que hubiera visto. Dej atrs los palacios de los ricos, losestablecimientos de los mercaderes, y el bullicio de los ciudadanos prsperos.

    En el lugar donde se hall entonces, el embarrado estuco se agrietaba dejando a la vistael ladrillo de los edificios decadentes, que, a pesar de todo, seguan albergando ocupantes. Lostenderos ofrecan fruta demasiado picada o estropeada como para colocarla en otra parte, y las

    chucheras de los buhoneros eran de latn dorado, o de latn a secas. Haba mendigos portodas partes, y geman envueltos en harapos a los marineros que pasaban con aire fanfarrn.El nmero de rameras igualaba casi al de mendigos, y vestan sedas transparentes querealzaban, ms que ocultaban, sus turgentes senos y redondeadas nalgas, con olivinos quehacan pasar por esmeraldas y carbunclos que aparentaban rubes. Sal, brea, especias, yasaduras podridas se juntaban en una espesa miasma que impregnaba todo. Los ruegos de losmendigos, las insinuaciones de las putas y los gritos de los vendedores ambulantes pesaban enel mismo aire.

    Entre la cacofona, Conan oy la voz de una muchacha que gritaba: Si tenis paciencia,habr para todos.

    Con curiosidad, se volvi hacia la voz, pero slo vio una turba de mendigos enfrente deun edificio ruinoso, y todos parecan ir hacia la misma meta. sta, no importa cul o quinfuese, se hallaba cabe el desastrado edificio. Ms mendigos corran a unirse a la agitada turba,y unas pocas de las mozas de partido se acercaron tambin, y se abrieron paso a codazos hastael otro lado. De pronto, enfrente mismo del gento, apareci una muchacha, como si sehubiera encaramado a un banco.

    Tened paciencia grit. Os dar lo que tengo.

    Sostena en brazos un cofre burilado y adornado con motivos florales, que le pareci aConan muy grande para que ella pudiera llevarlo. Estaba abierto, y haba en su interior unrevuelto montn de joyas. Una a una, la muchacha sac las piezas y las fue entregando a lasmanos ansiosas de los otros. Se oyeron gritos codiciosos que pedan ms.

    Conan neg con la cabeza. Aquella muchacha no era vecina del puerto. Su atuendo deseda color crema tena caros bordados de hilo de oro, y no revelaba ni recalcaba sus curvasvoluptuosas, aunque tampoco las ocultaba al avisado ojo del cimmerio. No se haba puestosombra de ojos ni carmn como las rameras, pero era hermosa. El cabello negro, que lellegaba a la cintura, le adornaba el ovalado rostro, del color del marfil oscuro, y sus dulcesojos castaos. Conan se pregunt qu locura la habra trado a aquel lugar.

    Mo grit una voz entre la apretujada muchedumbre de mendigos y mozas de partido.

    Quiero mi parte! chill otra.

    En el rostro de la muchacha se pintaba la consternacin.

    Tened paciencia. Por favor.Ms!

    Dame ya!

    Tres hombres, con la doble coleta de los marineros, atrados por los gritos, se abrieronpaso hasta la creciente turba que se iba apiando en torno a la muchacha. Los mendigos, cuyacodicia haba acabado con sus habituales maneras serviles, les empujaron a su vez. Semurmuraron maldiciones, y luego obscenidades en voz alta, y el humor de la muchedumbre seagri y se le contagi el enfado. El calloso puo de un marinero tumb en el suelo a unmendigo andrajoso y desdentado. Las rameras chillaron, y los mendigos gritaron airados.

    Conan saba que tena que seguir adelante. Aquello no era problema suyo, y tena que

    encontrar el Toro Azul. Todo acabara por resolverse muy bien sin su intervencin. Entonces,por qu se preguntaba a s mismo no se mova de donde estaba?

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    Al instante, un par de manos huesudas, encallecidas, agarraron el cofre y lo arrancaronde las manos de la muchacha. Ella se qued mirando, impotente, mientras estallaba unatumultuosa pelea, el cofre pasaba de mano en mano, su contenido caa al enlosado y loshombres y las mujeres disputaban por l con sus garras. Los mendigos cubiertos de basurarugan con avariciosa clera; putas vestidas de seda, cuya abominable rapacidad les mudaba elrostro, se araaban con sus uas largas y pintadas, y caan rodando por la calle, patendose

    con las piernas desnudas.De pronto, uno de los marineros, que tena en sus anchas narices una cicatriz que iba a

    desaparecer bajo el parche que le cubra el ojo derecho, salt encima del banco, al lado de lamuchacha.

    Es esto lo que yo quiero rugi. Y agarrndola con ambos brazos, la arroj a suscamaradas.

    Erlik se lleva consigo a todas las mujeres necias murmur Conan.

    La turbamulta de mendigos y putas, perdida en su codicia, ignor al gigantesco jovencimmerio cuando ste avanz hacia ellos como una bestia cazadora. Caracortada y suscompaeros, un kothio larguirucho de aguda mirada y un iranistanio de afilada nariz, cuyo

    turbante le cubra la cabeza dejando asomar tan slo las trenzas, estaban demasiado ocupadoscon la muchacha como para notar que se acercaba. Ella chillaba y forcejeaba intilmente ensus garras. Sus manos golpeaban, sin causar efecto alguno, aquellos pechos y aquelloshombros curtidos por los rigores del tormentoso y violento mar de Vilayet. Las baratas tnicasa rayas de los marineros estaban sucias de aceites de pez y de brea, y les segua un olor acomida de barco, pasada y sobrecargada de especias.

    La voluminosa mano de Conan agarr al kothio por el pescuezo y lo empuj a larefriega que tena lugar en torno al cofre. La nariz del iranistanio cruji y ech sangre bajo su

    puo, y un golpe con el dorso de ste arroj a Caracortada al sucio empedrado, junto con suscompaeros.

    Encontrad otra mujer grit el cimmerio. Por aqu hay suficientes mozas de partido.La muchacha le miraba con los ojos muy abiertos, y no estaba segura de si aquelhombre vena o no a rescatarla.

    Te trinchar el hgado y los bofes le espet Caracortada, y echar lo que quede a lospeces.

    Se puso en pie con dificultades; agarraba con fuerza una daga khawarism.

    Los otros dos se le acercaron, aferrando igualmente curvas dagas. El hombre delturbante se content con mirarlo amenazadoramente, pero quebr la pose al frotarse la bocacon la mano que tena libre. El kothio, sin embargo, quera burlarse de su pretendida vctima.Se pasaba la daga de mano a mano, y sonrea siniestramente con sus finos labios.

    Te vamos a arrancar la piel, brbaro dijo con sorna, y la colgaremos en lo alto delaparejo. Chillars largo rato hasta que acabemos contigo...

    Entre las lecciones que Conan haba aprendido en la vida, se contaba la de luchar, y nohablar, cuando de luchar se trataba. Sac el sable de la gastada vaina de chagrn, y en elmismo gesto acuchill hacia arriba. El kothio abri los ojos desmesuradamente, y trat de

    parar el sable a mitad del mandoble con ambas manos. Entonces, un dedo de sable se le claven la mandbula y entre los ojos. La daga cay al enlosado, y el cuerpo de su propietarioencima de sta.

    Los otros dos no eran hombres que perdieran el tiempo por un camarada muerto. Deotro modo, no habran sobrevivido mucho tiempo en el mar. Antes de que acabara de caer el

    larguirucho, se abalanzaban ya sobre el corpulento joven. El arma del iranistanio hiri aConan en el antebrazo, pero ste le dio una patada bajo las costillas que le hizo caer.Caracortada se agach, al tiempo que trataba de alcanzarle el pecho a Conan con la daga. El

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    cimmerio encogi el estmago, y sinti que la daga le cortaba la tnica y le arrancaba undoloroso hilillo de sangre bajo el costillar. Y atac con su propio cuchillo. Caracortada chill,

    pues el acero le entr en la articulacin de cuello y hombro, y se hundi dos palmos. Solt ladaga y trat de aferrar, sin fuerzas, el sable, aunque ya se le iba la vida. Conan dio una patadaal cuerpo para extraer la daga pues ya era cadver antes de que cayera sobre el enlosado yse volvi para hacer frente al tercer marinero.

    El iranistanio se haba puesto de nuevo en pie, pero, en vez de atacar, miraba fijamenteel cadver de sus compaeros. De pronto, se volvi y huy corriendo por la calle.Asesino!, aullaba mientras corra, sin pensar en la daga ensangrentada que llevaba en lamano. Asesino! Las putas y los mendigos que un momento antes haban luchadoenloquecidos se dispersaron como la hojarasca ante un viento fuerte.

    Conan se apresur a limpiar su acero con la tnica de Caracortada y luego lo envain.Pocas cosas peores podan sucederle a uno que ser sorprendido al lado de un cadver por laGuardia de la Ciudad. Muy especialmente en Turan, donde al arresto segua la tortura, que nose detena hasta que el prisionero confesaba. Conan agarr a la muchacha por el brazo ysigui al xodo, arrastrndola tras de s.

    Los has matado deca ella con incredulidad. Al correr, pareca que no supiera si debalevantar o no los pies del suelo. Habran huido si tan slo los hubieras amenazado.

    Tal vez tendra que haber dejado que te violaran respondi l. Te habran cabalgadocomo a un caballo de postas. Ahora, calla y corre!

    La llev por callejas laterales, sorprendiendo a los borrachos que salan con pasovacilante de las posadas de marineros, por callejones que olan a orina seca y asaduras

    podridas. En cuanto estuvieron lejos de los cadveres, Conan fren el paso pues corrertambin era llamar demasiado la atencin, pero no se detuvo. Quera poner mucha tierra pormedio entre l y los guardias que seran atrados como moscas por los cadveres. Esquivabalos carretones de altas ruedas que llevaban a la ciudad las mercancas del puerto. Lamuchacha le segua de mala gana, y tan slo porque la mano que la agarraba por la muecaera fuerte como un grillete de hierro.

    Al fin, Conan entr por un callejn lateral hizo pasar primero a la muchacha, y sedetuvo para mirar a sus espaldas. Era imposible que la Guardia le hubiera seguido, pero suestatura y el color de sus ojos le hacan fcil de encontrar, aun en una ciudad como Aghrapur.

    Te agradezco tu ayuda dijo la muchacha, con un tono de voz altanero y fro a la par.Luego volvi hacia la entrada del callejn. Tengo que irme ya.

    Conan interpuso el brazo para evitar que siguiera adelante. Los senos de la muchacharozaron clidamente la dureza de su antebrazo, y sta retrocedi al instante, ruborosa yturbada.

    Todava no le dijo l.Por favor le implor ella sin mirarle a los ojos. Hablaba con voz trmula. Soy..., soydoncella. Mi padre te recompensar bien si me devuelves a l en la misma... condicin susmejillas enrojecieron an ms.

    Conan tuvo que contener una risotada.

    No es tu virtud lo que yo quiero, muchacha. Slo quiero que me respondas a dos o trespreguntas.

    Para sorpresa del brbaro, la muchacha baj la mirada con abatimiento.

    Supongo que debera alegrarme de que an los asesinos prefieran mujeres altas yespigadas. S que parezco una vaca. Mi padre me ha dicho a menudo que me hicieron para

    que tuviera muchos hijos, y..., y pudiera amamantarlos acab de decir dbilmente,ruborizndose de nuevo.

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    Conan pens, mirando de soslayo las redondeces de la muchacha, que el padre de stadeba de ser un necio. Aquella mujer estaba hecha para algo ms que tener hijos, aunque nodudaba que quienquiera que se casara con ella se los hara con placer.

    No seas necia le dijo l bruscamente. T le daras placer a cualquier hombre.

    Ah, s? murmur sorprendida. Su difana mirada acariciaba el rostro del brbaro, yl saba que lo haca con inocencia. Cmo pregunt dubitativa se cabalga un caballo de

    postas?Conan tuvo que pensar para recordar por qu se lo preguntaba, y, cuando le vino a las

    mientes la razn, apenas si pudo reprimir una sonrisa.

    Durante mucho rato y sin compasin le dijo, sin descansar apenas, si es que en algnmomento se llega a descansar.

    La joven enrojeci hasta el cuello de su tnica de seda blanca, y Conan ri entre dientes.Seduca con su rubor.

    Cmo te llamas, muchacha?

    Yasbet. Mi padre me llama Yasbet tras decirlo mir a la calle principal, por donde

    pasaban con estrpito los carretones. T crees que, al menos, encontraremos el cofre sivolvemos all? Perteneci a mi madre, y Ftima se pondr furiosa por su prdida. Ms furiosaque por las joyas, aunque slo por stas ya se habra enfadado bastante.

    Conan neg con la cabeza.

    A estas horas, el cofre debe de haber cambiado de manos un par de veces al menos, seapor dinero o por sangre. Y tambin las joyas. Quin es esa Ftima?

    Mi nodriza respondi ella, y luego trag saliva y le mir con odio, como si l lahubiera engaado para que le revelara aquel hecho.

    Tu nodriza! dijo Conan, riendo estentreamente. No eres un poco mayor paratener niera?

    Mi padre no lo cree as respondi Yasbet con voz malhumorada. Cree que he detener nodriza hasta que me entregue a un hombre. No porque a m me guste. Ftima cree queslo tengo cinco aos, y padre siempre le da la razn cerr los ojos, y sigui hablando confatigados suspiros. Pareca haber olvidado que hablaba en voz alta. Despus de esto, meencerrarn en mi cuarto como mnimo. Habr tenido suerte si Ftima no...

    Se le cort la voz con un estremecimiento, y se llev ambas manos a las nalgas, comopara protegerlas.

    Te lo habrs merecido dijo Conan severamente. Yasbet se sobresalt, clav la miradaen el brbaro y enrojeci de la ira.

    Qu es lo que merezco? Qu quieres decir? Es que te he dicho algo yo a ti?

    Te mereces tener nodriza, muchacha. Despus de lo de hoy, no me sorprendera que tupadre te hiciera seguir por dos o tres. El cimmerio sonri para sus adentros al ver el alivio ensu rostro. Conan crea en verdad que la muchacha mereca una azotaina, pero con decirlo nosatisfara su curiosidad. Ahora dime, Yasbet. Qu hacas t sola en una calle como sa,repartiendo tus joyas entre mendigos? Ha sido una locura, muchacha.

    No ha sido una locura dijo ella en protesta. Quera hacer algo que tuviera algnsignificado, algo mo. No tienes ni idea de cmo es mi vida. Cada momento, duerma o estdespierta, lo paso bajo el gobierno y vigilancia de Ftima. No se me permite tomar ni la msnimia decisin en lo que a mi propia vida concierne. Tuve que trepar por el muro del jardn

    para poder salir sin permiso de Ftima.

    Pero para dar joyas a los mendigos y las rameras?Esas..., esas mujeres no formaban parte de mi plan. Yo quera ayudar a los pobres, y,quin es ms pobre que los mendigos? Su rostro se endureci con ira. Mi padre sabr que

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    ya no soy una nia. Me da igual renunciar a las bagatelas que l cree tan importantes para m.Es una accin noble ayudar a los pobres.

    Quiz acabe contratando a seis nodrizas murmur Conan. Muchacha, en ningnmomento se te ocurri que podran hacerte dao? Si queras ayudar a alguien, por qu no

    preguntaste a tus siervos? Sin duda, conocen a gente que pasa necesidad. Podras habervendido algunas de tus joyas y ayudarlos con el dinero.

    Yasbet gru.Aun cuando todos los siervos no estuvieran conchabados con Ftima, dnde poda

    encontrar yo un comerciante en gemas que me pagara por ellas su verdadero valor?Probablemente, habra fingido que aceptaba el trato al tiempo que pona a mi padre sobreaviso! Y l, sin duda alguna, habra enviado a Ftima para que me llevara a casa. Puedo pasarsin esa humillacin, gracias.

    Dices que los mercaderes de gemas te habran reconocido pregunt Conan conincredulidad y habran sabido quin es tu padre? De quin eres hija? Del rey Yildiz?

    Con sbita cautela, ella le mir de soslayo, como el cervato a punto de emprender lahuida.

    No me llevars otra vez con l, verdad?Cmo quieres que no lo haga? Eres incapaz de andar por las calles si no te acompaa

    nadie que cuide de ti, muchacha.

    Pero entonces, no podr impedir que descubra lo que ha pasado hoy se estremeci.O si no, lo sabr Ftima humedecindose los labios con la punta de la lengua, se acerc msal brbaro. Escchame slo un momento, por favor. Yo...

    De pronto, huy de l corriendo por la calle.

    Vuelve aqu, necia! rugi el cimmerio, saliendo en su persecucin.

    Poco le falt para ser arrollada por un pesado carretn, lleno de cacharros, e

    inmediatamente desapareci de la vista. Otros dos carretones siguieron al anterior. Conan nopudo pasar entre ellos. Tuvo que rodearlos para acabar de cruzar la calle. Cuando lleg al otrolado, Yasbet haba desaparecido ya. Un aprendiz de ceramista estaba sacando el gnero de suamo delante de la tienda. Un vendedor de mantas desenrollaba sus mercancas al lado del otro.Los marineros entraban y salan de un mesn. Pero ni rastro de la muchacha.

    Necia murmur Conan.

    En ese momento, un cartel colgante toscamente pintado que anunciaba una posadacruji al moverlo la brisa y le llam la atencin. El Toro Azul. Despus de todo lo ocurrido,haba acabado por encontrarlo. La suerte pareca acompaarle en Aghrapur. Tras ajustarse elcinturn del que colgaba su espada, y ponerse bien la capa que le cubra los anchos hombros,entr, calmoso, por el portal de piedra del mesn.

    CAPTULO 2

    Algunas antorchas de junco, que perdan cera y estaban instaladas en toscos candelabrosnegros de hierro a lo largo de las paredes de piedra, iluminaban pobremente el interior delToro Azul. Una docena de hombres, acodados sobre sus jarras, se sentaban, uno aqu y el otroall, en torno a las mesas colocadas sobre el suelo de pizarra, el cual estabasorprendentemente limpio para tratarse de un mesn de aquel gnero. Tres marineros, por

    turno, arrojaban sus dagas a un corazn groseramente pintado en un tabln de madera, quecolgaba de la pared. En la basta piedra, a lado y lado del tabln, podan verse las marcas dediez mil puales mal encaminados. Un par de rameras, una que tena cuentas de varios colores

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    que le ensortijaban el cabello, y otra con una voluminosa peluca de color rojo chilln,andaban entre los clientes pregonando las mercancas que sus difanas sedas permitan ver.Algunas camareras, cuyas muselinas cubran poco ms que el atuendo de puta, iban de unlado a otro a toda prisa repartiendo las jarras. El olor del vino rancio y la cerveza desbravada,comn a todos los lugares de aquella jaez, competa con el hedor de la calle.

    Cuando vio al posadero, un hombre calvo y corpulento que estaba frotando el mostrador

    con un jirn de trapo, Conan comprendi por qu el suelo estaba tan limpio. Conoca a aquelhombre, que se llamaba Ferian. Aquel Ferian estaba obsesionado por la limpieza de manera

    poco usual entre los hombres de su profesin. Se deca que haba huido de Belverus, enNemedia, por haber matado a un hombre que le haba vomitado en el suelo de su posada.Pero, como fuente de informacin, jams haba tenido igual. A menos que hubiera cambiadode hbitos, estara al tanto de todo lo que ocurriera en Aghrapur, y no slo de los rumores quesuelen circular por las calles.

    Ferian sonri al ver que Conan apoyaba el hombro en su mostrador, pero sus pequeosojos negros siguieron alerta y par de limpiar.

    Por las Piedras de Hanumn, cimmerio dijo tranquilamente. Se dice que todos los

    caminos llevan a Aghrapur, por lo menos en Aghrapur mismo lo dicen, y ahora que te veoaqu me doy cuenta de que decan la verdad. Un ao ms, y toda Shadizar habr venido aqu.

    Quin ms de Shadizar est en la ciudad? pregunt Conan.

    Rufo, el falsificador de moneda kothio. El viejo astrlogo Sharak. Y tambin estEmilio.

    Emilio! exclam Conan. Emilio el Corinthio haba sido el mejor ladrn de Zamoradespus del mismo cimmerio. Siempre juraba que jams se ira de Shadizar.

    Ferian ri entre dientes, y el seco chasquido de su risa no cuadraba con su gordura.

    Y antes tambin haba jurado que jams se ira de Corinthia, pero se fue de ambasnaciones por la misma razn: le hallaron en el lecho de una mujer poco conveniente. El

    marido le persegua, pero la madre todava ms. Parece que tambin haba estado acostndosecon ella, y le haba afanado de paso piezas de orfebrera. La vieja pag una cuadrilla deasesinos para asegurarse de que Emilio no tuviera nada que ofrecer a otra mujer. He odo queabandon la ciudad disfrazado de anciana, y que no dej de sudar durante medio ao.Pregntale, si quieres ver a un hombre que se vuelve a la vez de siete colores y que al mismotiempo se traga la lengua. Ahora est arriba con una de las muchachas, aunque seguramentedemasiado borracho para que a ninguno de los dos le aproveche.

    Entonces no saldrn hasta la maana dijo Conan, riendo, porque se jams admite elfracaso. El cimmerio puso dos monedas de cobre sobre el mostrador. Puedes darmecerveza khorajana? Tengo la garganta seca.

    Que si tengo cerveza khorajana? dijo Ferian, buscando trabajosamente debajo delmostrador. Tengo vinos y cervezas de los que jams has odo hablar sac una vasija depolvoriento barro, llen con ella una oscura jarra, y escondi las monedas de cobre mientrasse la pona delante a Conan. Cerveza khorajana. Cmo te fueron las cosas en el ZorraDorada del Vilayet? Tuviste que salir precipitadamente de all, verdad?

    Conan escondi su sorpresa con un largo trago de la oscura y amarga cerveza, y selimpi la espuma blanca de los labios con el dorso de la mano antes de hablar.

    Cmo sabes que haba estado en Sultanapur? Por qu crees que sal de all conprecipitacin?

    Te vio all estos ltimos diez das dijo Ferian con sonrisa satisfecha. Zefran el

    Esclavista, que se acerc hasta aqu cuando regresaba a Khawarism. El posadero tena comoprincipal defecto el que le gustara explicar a los hombres lo que saba acerca de las andanzasde otros. Algn da acabara por recibir una pualada entre las costillas. Y en cuanto a todo

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    lo dems, nada s, salvo que ests aqu con todo el polvo encima de la dura cabalgata, y queyo sepa no sueles viajar por placer. Y bien, qu vas a contarme?

    Conan volvi a beber, y fingi que estaba pensando en lo que le dira. Era cosa sabidaque aquel gordo intercambiaba informacin por informacin, y Conan estaba al corriente deuna noticia que todava no habra llegado a Aghrapur, a menos que alguien, desarrollandoalas, se le hubiera adelantado.

    El contrabando est muy venido a menos en Sultanapur dijo el cimmerio por fin. LaHermandad de la Costa ha cado en el desorden. Sudan hasta a la sombra, y no salen de susmoradas. Pueden pasar meses antes de que un rollo de seda pase por esa ciudad sin pagaraduana.

    Ferian resopl con expresin ausente, pero se le haban iluminado los ojos. Antes de quesaliera el sol, los hombres que quisieran llenar el vaco que se haba producido en Sultanapurle pagaran bien.

    Y qu puedes decirme t de Sultanapur?

    Nada respondi Ferian con resolucin. Conan le mir fijamente. No era propio deaquel mesonero dar menos de lo que se le ofreca. Era reputado por escrupuloso.

    Es que dudas del valor de lo que he dicho?No es eso se detectaba un leve matiz de fastidio en la voz del posadero. Oh, podra

    contarte lo que t mismo averiguaras si pasearas un da por las calles escuchando. Yildiztiene las miras puestas ms all de la frontera, y est preparando un ejrcito acorde con susmetas. El Culto de la Condenacin consigue cada da nuevos miembros. El...

    El Culto de la Condenacin! exclam Conan. Qu es ese culto, en nombre deMitra?

    Una mueca de menosprecio apareci en el rostro de Ferian.

    Una necedad, y nada ms que eso. Estn por todas las calles con sus atuendosazafranados, sabes?, los hombres de la cabeza afeitada.

    Yo he visto a algunos vestidos as dijo Conan, cantando al son de una pandereta.

    Seran ellos. Pero lo nico extraordinario que tienen es el nombre. Predican que todoslos hombres estn condenados, y que amontonar riquezas terrenas es algo ftil solt un

    bufido, y se frot las porcinas narices con su gruesa mano. Por lo que respecta a tesorosterrenos, el Culto ha reunido uno bastante considerable. Todos los que se unen al Culto leentregan cuanto poseen. Algunos jvenes hijos e hijas de ricos mercaderes, aun de nobles, handado bastante. Por no mencionar el consabido ejrcito de viudas ricas. Parientes y dems sehan quejado al Trono por estos comportamientos, pero el Culto paga a tiempo sus tributos, yya es ms de lo que puede decirse de los templos. Y hace llegar generosos regalos a losoficiales adecuados, aunque este ltimo extremo no se conoce bien pareci que aquello le

    diverta. Tienen una fortaleza, casi una pequea ciudad, a poca distancia hacia el norte, por lacosta. Si pudiera descubrir dnde guardan sus tesoros..., pues bien, con tus habilidades te

    bastara para labrarte una fortuna en una sola noche.

    Ya no soy ladrn dijo Conan. A Ferian le decay el semblante. Qu ms puedesdecirme de la ciudad? El gordo suspir pesadamente.

    ltimamente s menos que las putas, cuyos clientes, a veces, hablan dormidos.Durante estos tres ltimos meses, dos tercios de los que me han procurado alguna noticia

    jugosa, siervos de nobles, y de prohombres del Gremio de Mercaderes, han sido asesinados.Lo que t me cuentas es lo ms interesante que me han dicho este mes. Te lo debo aadi demala gana. No era hombre a quien gustara tener deudas por saldar. En cuanto sepa de algo

    que pueda redundar en tu beneficio, te lo har saber.Y me lo contars a m antes que a ningn otro? Como dos das antes, digamos?

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    Dos das! Igual podras pedirme un ao. La informacin pierde valor con la mismarapidez que la leche bajo un clido sol.

    Dos das repiti Conan con firmeza.

    Dos das, pues murmur el otro.

    Conan sonri. Entre los pecados de Ferian no se contaba el de no cumplir la palabradada. Pero aquellos asesinatos de que le haba hablado...

    No parece casual que tan gran nmero de tus confidentes muera en tan poco tiempo.

    No, amigo Conan para sorpresa del cimmerio, Ferian volvi a llenarle la jarra sincobrarle. Nunca haba hecho cosa semejante. Conan pens que quiz quisiera pagarle la deudacon bebida gratuita. No slo han muerto los que tenan alguna relacin conmigo. Hay una

    plaga de asesinatos en Aghrapur. Se han contado ms asesinatos en estos ltimos tres mesesque en todo el ao pasado. De no ser por la calidad de los que mueren, podra pensar que hayalguna conjura en marcha, pero quin va a tramar conjuras contra siervos, y Guardias dePalacio, y gentes del mismo jaez? Es la mano de la fortuna que nos inquieta con sus antojos, ynada ms.

    Conan! grit alguien desde las escaleras, al fondo de la taberna.

    El corpulento cimmerio mir en derredor.

    Emilio estaba en el primer escaln, rodeando con el brazo a una esbelta mozaguarnecida de charrera de latn y carniola, que con ajustada faja de seda roja medio escondacaderas y senos. Ella casi lo sostena en su torpeza de borracho, lo cual no le resultaba fcil.Aquel hombre era corpulento, casi tan alto como Conan, aunque de musculatura no tan

    pesada. Tena el rostro atractivo, y los ojos, casi demasiado grandes para pertenecer a unhombre. Sus ojos y su silueta le dira a todo aquel que quisiera escucharle atraan a lasmujeres como la miel a las moscas.

    Salud, Emilio le respondi Conan. Veo que ya no llevas ese vestido de anciana. Yle dijo a Ferian: Hablaremos luego. Tomando la jarra, se acerc a las escaleras.

    Emilio apart a la muchacha dndole un manotazo en las lbricas ancas, y mir a Conande soslayo, confuso.

    Quin te ha contado esa historia? Apuesto a que Ferian. Ese gordo saco de carne.Pues yo te digo que no es cierto. No es cierto. Me fui de Zamora en busca de riq... hizo una

    pausa para regoldar, riqueza de pastos. T eres el hombre que quera ver, cimmerio.

    Conan supuso que se avecinaba una propuesta de cooperacin.

    Ya no estamos en el mismo negocio, Emilio dijo.

    Emilio no le prest atencin. Agarr por el brazo a una camarera que pasaba, al tiempoque devoraba con la mirada sus generosos pechos.

    Trae vino, muchacha, me oyes?Ella asinti y se fue a toda prisa, esquivando hbilmente el no consumado pellizco;

    Emilio dio un traspis y poco le falt para caerse. An tambaleante, logr sentarse sobre untaburete cabe una mesa vaca, y llam al otro con gestos de borracho.

    Sintate, Conan. Vamos, sintate. Nos traern vino en un periquete.

    Nunca te haba visto tan borracho dijo Conan, al tiempo que se sentaba en otrotaburete. Celebras algo, o es que ests ahogando las penas?

    Los ojos de Emilio se haban entrecerrado.

    T sabes dijo, como divagando que aqu una rubia vale su peso en rubes? Estosturamos matan por hacerse con una amante de cabello rubio. Y si tiene los ojos azules,

    matarn a su madre por ella.Entonces, te dedicas a comerciar con esclavos, Emilio? Esperaba algo mejor de ti.

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    En vez de responderle, el otro sigui divagando.

    Las rubias son ms fogosas que las otras mujeres. Creo que es por el pelo. Si los diosesponen ms color en el cabello de una mujer, tendrn que emplear en la tarea parte del calor desu cuerpo. Es una explicacin lgica. Davinia, ahora, es ms ardiente que la hoguera de unafragua. Ese gordo general no puede complacerla. Est demasiado ocupado con el ejrcito lasrisotadas de Emilio eran necias y lascivas a un tiempo. Conan se resolvi a dejar que se

    explayara. As que lo hago yo. Pero la muchacha quiere cosas. Yo le digo que no necesitacollares, que ya es hermosa, pero ella dice que un brujo le puso un hechizo para una reina.Afirma que sucedi hace varios siglos. Cuando una mujer se lo pone, es irresistible. Dice quetiene trece rubes, y cada uno de ellos tan grande como el nudillo del pulgar de un hombre, ycada uno est engastado en una concha de oro con incrustaciones de adularas. Valdra la penarobarlo se arrim a Conan con estultas risotadas. Deca que me pagara con su cuerpo.Valiente recompensa. Su cuerpo ya lo tengo. Yo le dije que cien monedas de oro. Oro, comosu cabello. Nunca ha tocado mi mano un cabello ms suave. Ni una piel ms suave. Lisa ycremosa.

    La camarera volvi y dej una jarra y un pichel de vino sobre la mesa, y esper a que le

    pagaran. Conan no hizo gesto de ir a pagar. l no tena ninguna posibilidad de hacerse concien monedas de oro. La muchacha le dio una puada a Emilio en las costillas. ste gru, yla mir con ojos legaosos.

    Uno de los dos ha de pagar por el vino deca la joven, o si no, vuelvo a llevrmelo.

    As no se trata a un buen cliente murmur Emilio, pero rebusc en su bolsa hasta quesac unas monedas.

    Cuando la moza se hubo ido, mir fijamente al cimmerio, que estaba al otro lado de lamesa.

    Conan! De dnde sales t? Ya me pareca haberte visto. Qu bien que ests aqu.Tenemos una oportunidad de volver a trabajar juntos, como antes.

    Nunca hemos trabajado juntos dijo Conan con firmeza. Y adems, ya no soy ladrn.Memeces. Ahora, escchame bien. No muy lejos al norte de la ciudad, hay una finca

    que contiene mucha riqueza. Me han encargado que robe un..., que robe algo de all. Venconmigo; podras robar lo bastante para comer y dormir medio ao seguido.

    Esta finca, no ser por casualidad la fortaleza del Culto de la Condenacin?

    Emilio se tambale sobre el taburete.

    Yo crea que acababas de llegar a la ciudad. Mira, aquellos siete que entraron en lafortaleza y a los que nunca se volvi a ver eran turamos. Los ladrones de aqu no son hbiles,no como lo somos nosotros. No duraran ni un solo da en Shadizar o en Arenjun. Adems,sospecho que ni siquiera llegaron a ir a la fortaleza. Se escondieron, o murieron, o se fueron

    de la ciudad, y la gente se invent toda la historia. Siempre lo hacen, para que un lugar que noconocen o que no les gusta parezca temible.

    Conan no dijo nada.

    Ignorando la jarra, Emilio apur el pichel de arcilla, y no lo solt hasta dejarlo seco. Seacod sobre la mesa, y habl con voz suplicante.

    S con exactitud dnde..., dnde se puede hallar el tesoro. En el extremo este de lafortaleza hay un jardn, y en ste una nica torre, en lo alto de la cual se encuentra unaestancia en la que se guardan joyas y preciosas rarezas. Esos necios van all a contemplarlas.Se supone que, al verlas, han de comprender cuan ftil es el valor del oro y las gemas. Mira,lo s todo al respecto. He ido haciendo preguntas, a centenares.

    Y crees que, despus de haber hecho tantas preguntas, nadie adivinar lo quepretendes? Djalo correr, Emilio.

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    Un hirkanio, que se cubra con una capa de piel, anduvo hacia la mesa; el olor de sulargo, lacio y grasicnto cabello disimulaba los hedores de la taberna. Tena una cicatriz desdeel lbulo de la oreja izquierda hasta la comisura de los labios, que forzaba a stos a perpetuamedia sonrisa. Por el rabillo del ojo, el cimmerio vio a cuatro ms que le observaban desde elotro lado de la estancia. Aunque no habra sido capaz de jurarlo, tena la impresin de queaquel mismo da se haba cruzado ya con aquellos cinco.

    El hirkanio que estaba sentado solamente malgast una mirada con Conan. El quepareca interesarle era Emilio.

    T eres Emilio el Corinthio dijo con voz gutural. Querra hablar contigo.

    Djame en paz le respondi Emilio, sin mirarlo siquiera. No conozco a ningnEmilio el Corinthio. Escchame, Conan. Me avendra a darte la mitad de lo que sacara por elcollar. Veinte monedas de oro.

    Conan estuvo bien a punto de rer. Emilio estaba como una cuba, pero, aun as, tratabade engaar a su deseado socio.

    Querra hablar contigo dijo de nuevo el hirkanio.

    Y yo te he dicho que me dejes en paz! grit Emilio, y de pronto su rostro enrojeci.Agarr la jarra de vino, se puso en pie de un salto y se la parti en la cabeza al hirkanio.

    El nmada lleno de cicatrices, con las ltimas heces del vino ensucindole la cara, caysobre los fragmentos de loza.

    Crom! murmur Conan; un diluvio de hombres malolientes cubiertos con capas depiel arreciaba sobre ellos.

    El cimmerio se puso en pie, y alcanz con una patada el estmago de uno de losnmadas que los atacaban. El grito ahogado de ste se cort en seco, los ojos estuvieron a

    punto de salrsele de las rbitas, y tuvo que doblar el cuerpo. El enorme puo del cimmerio legolpe en la sien, y se desplom.

    Emilio se revolcaba en el suelo, debajo de dos de los hirkanios. Conan agarr a uno porla espalda de su abrigo de piel de cabra y lo apart del ladrn corinthio. El nmada se dio lavuelta, con una daga en su mano veloz. La sorpresa le apareci en el rostro al ver que Conanle aferraba la mueca. El enorme puo del cimmerio no avanz ms de tres palmos, pero las

    botas del nmada de la capa de piel no pudieron sostenerse ya sobre el suelo, y el hombre sedesplom sobre su camarada.

    Conan mir en derredor buscando al quinto hirkanio por la estancia, pero no encontr alnmada restante. Emilio se puso en pie, tembloroso, y se examin un sangrante corte en elhombro. Ferian volva al mostrador con el pesado mazo que empleaba para taponar lostoneles. Entonces, Conan vio un par de botas que asomaban por debajo de una mesa.

    Sacadlos de aqu grit Ferian tras dar la vuelta al mostrador y esconder el mazo. Me

    habis ensuciado el suelo, y ahora lo vais a limpiar. Sacadlos de aqu, os digo!Conan agarr por los talones a uno de los hombres desmayados.

    Aydame, Emilio dijo, a menos que ahora quieras luchar con Ferian.

    El corinthio gru en respuesta, pero agarr a otro de los nmadas. Juntos losarrastraron hasta la calle, encubiertos por la noche, y los dejaron ante el establecimiento de unmercader de alfombras.

    Tras dejar recostado al ltimo de aquellos hombres Conan se haba asegurado de quetodos respiraban todava Emilio levant la mirada hacia el perlino cuarto creciente y sintiun temblor.

    Esto me produce un mal presentimiento, Conan dijo. Querra que vinieras conmigo.

    Ven t conmigo respondi Conan. Entremos dentro y sigamos bebiendo del vino deFerian, y quiz podamos probar suerte con las muchachas.

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    Ve t, Conan. Yo... Emilio neg con la cabeza. Ve t. Y se fue, tambalendose bajolas sombras de la noche.

    Emilio! grit Conan, pero slo le respondi el viento, que susurraba por las calles enpenumbra. Murmurando para s, el cimmerio volvi a la posada.

    CAPTULO 3

    Cuando Conan, a la maana siguiente, baj a la taberna del Toro Azul, la moza quellevaba cuentas en el cabello le acompa, oprimiendo el brazo del cimmerio contra sus senos

    cuya firmeza y redondez poda apreciarse pese a las sedas que los cubran y dndole en elmuslo a cada paso con los contoneos de su cadera.

    Acaricindole con los labios el hombro descomunal, le miraba desvadamente entrepestaas.

    Esta noche? Se mordi el labio, y aadi: Para ti, a mitad de precio.Puede ser, Zasha dijo l, aunque ni siquiera a mitad de precio habra podido pagar de

    su bolsa muchas noches con la joven. Y aquellas malditas cuentas haban llegado a irritarle.Y ahora, vete. Tengo que hacer ella se alej con lbrica risa, y todava ms lbrico contoneo.Tal vez Conan pudiera permitirse una noche ms.

    La taberna estaba casi vaca a aquella hora temprana. Dos hombres con coleta demarinero trataban de apaciguar la resaca de la noche pasada bebiendo todava ms, al tiempoque hurgaban malhumoradamente en sus bolsas casi vacas. Una ramera solitaria, que habaterminado por fin el trabajo de la noche y cuyas sedas azules estaban hmedas de sudor, sesentaba en un rincn, con los ojos cerrados, frotndose los pies.

    Ferian, en el mostrador, llen de cerveza khorajana una jarra sin esperar a que se lopidieran.

    Ha llegado a tus odos algo interesante? pregunt Conan, al tiempo que agarraba consu mano enorme la oscura jarra. No tena muchas esperanzas, pues tampoco esta vez le habaexigido el gordo tabernero que pagara.

    La pasada noche dijo el robusto individuo, sin apartar la mirada del jirn de trapo conel que limpiaba la madera del mostrador se supo que Temba de Kassali, un tratante en gemasque ostenta un elevado rango en el Gremio de Mercaderes, ha estado llevando vrgenes delTemplo de Hammarn a sus orgas, con el resultado de que catorce antiguas vrgenes y cincosacerdotisas han desaparecido del Templo, probablemente para aadirse a la caravana del

    algn esclavista. Sin duda, se le ordenar a Temba que entregue al templo un sustanciosodonativo. Esta noche pasada, asimismo, tuvieron lugar veintitantos asesinatos, por lo que heodo hasta ahora, y seguramente otros cuarenta y tantos que no han llegado a mis odos.Adems, las cinco hijas de Lord Barash fueron descubiertas por sus padres complaciendo alos mozos de sus cuadras, y han sido enviadas a los Conventos de Vara, as como la princesaEsmira, o por lo menos eso se dice.

    Te he preguntado por algo interesante dijo el cimmerio, interrumpindole. A m qume importan las vrgenes y las princesas? Te pregunto por algo interesante!

    Ferian ri dbilmente y sigui mirando su jirn de trapo.

    Lo ltimo que te he contado, por lo menos, s es interesante. Esmira es hija del

    prncipe Roshmanli, el ms cercano a Yildiz de los Diecisiete Celadores. Se dice que, en estaciudad de marranas, ella es una virgen de la ms pura inocencia, y, sin embargo, la alejan,para que friegue los suelos y duerma en un duro colchn hasta que se le encuentre un marido.

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    De improviso, Conan dio un puetazo en el mostrador y escupi. El escupitajo fue a caersobre madera, pero l no pareci darse cuenta. Por la gracia de Mitra, cimmerio, pues quesperabas? Slo ha pasado una noche desde que te dije que no saba nada. Es que soy un

    brujo, que pueda conjurar noticias donde antes no las haba? Si quieres respuestas cadas delcielo, pregntale al viejo Sharak que est ah. l... de pronto, sus ojos descubrieron elescupitajo. Con ahogado grito lo limpi, como si hubiera podido contaminar la madera.

    Conan mir alrededor, buscando al astrlogo que haba conocido en Shadizar. Elencorvado viejo, ataviado con la que pareca ser la misma tnica marrn, rada y llena deremiendos que haba llevado en Shadizar, se estaba sentando, tambaleante, sobre un taburete,cabe la puerta. El cabello blanco le escaseaba ms que nunca, y como siempre se apoyaba enun largo bastn de madera negra, que, segn l deca, era un bastn de poder, aunque nadiehubiera visto que lo empleara para obrar magias. Los finos bigotes le colgaban sobre la bocadelgada y el estrecho mentn, y tena agarrado un montoncillo de pergaminos con sus manoshuesudas.

    Ferian pas otra vez el trapo por encima del mostrador y lo volvi a mirar consuspicacia.

    No me gusta deber favores, cimmerio murmur.Y a m no me gusta que me los deban los glidos ojos azules de Conan miraban la

    rubia cerveza. Al cabo de un tiempo, empiezo a pensar que no me los van a devolver, y esotodava me gusta menos.

    Yo pago mis deudas dijo el otro en protesta. Soy un hombre honrado. Lo sabendesde Shahpur a Shadizar. Desde Kuthchemes a...

    Entonces, pgame.

    Pero hombre, por el Trono de Erlik el Negro! No est tan claro que lo que t mecontaste valga ms que el viento que sopla en la calle!

    Conan habl con la misma firmeza con que una daga sale de su vaina.

    Me ests llamando mentiroso, Ferian?El aludido parpade, y trag saliva. De pronto, le pareci que todo se desdibujaba a su

    alrededor salvo el cimmerio. Y record, al tiempo que su estmago se encoga, que entre losrasgos ms incivilizados del joven se contaba una peligrossima susceptibilidad en todo lotocante al valor de su palabra.

    No, Conan dijo con risa temblorosa. Por supuesto que no. Me has entendido mal. Yoslo quena decir que no conozco el valor de esa noticia. Nada ms.

    Si esta misma noche no has sacado oro de lo que te dije manifest Conan, con unacarcajada de menosprecio, yo me hago sacerdote de Azura.

    Ferian frunci el ceo, murmur algo entre dientes y dijo por fin:

    Quiz tenga alguna vaga idea de lo que vale. El cimmerio mostr sus fuertes y blancosdientes con una sonrisa. El tabernero se agit incmodamente.

    Si sabes lo que vale, Ferian, quiz podamos acordar otro pago diferente del inicial.

    Otro pago? pese a sus orondas mejillas, los ojos del mesonero le miraron consuspicacia de rata. Qu otro pago? Conan dio un largo trago de cerveza mientras esperabaque al otro le creciera el inters. Qu otro pago, cimmerio?

    Para empezar, hospedaje.

    Hospedaje! Ferian abri la boca como un pez, con sorpresa y alivio. Eso es todo?Por supuesto. Puedes ocupar un cuarto durante..., durante diez das.

    Eso es honradez murmur Conan con sarcasmo. Tu mejor cuarto. No la zahrdadonde dorm la pasada noche. El gordo disimul una necia risilla.

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    Si no interpreto mal la mirada de Zasha, poco dormiste. Se aclar ruidosamente lagarganta al ver cmo le miraba Conan. Pues muy bien. El mejor cuarto.

    Y no durante diez das. Durante un mes.

    Un mes!

    Y tambin quiero un poco de informacin.

    Pero si estamos hablando de lo que te voy a dar en lugar de informacin! aullFerian.

    Informacin dijo Conan con firmeza. No te pido que me la des exclusivamente a m,como acordamos al principio, pero, durante este mes, me tendrs al tanto de todo, y con

    puntualidad.

    Ni siquiera he aceptado todava que vaya a hospedarte durante un mes!

    Oh, s. Entrarn en ello la comida y la bebida. Tengo buen apetito dijo riendo.Levantando la jarra, la vaci en su garganta. Me seguirs dando cerveza khorajana.

    Ferian se aferr la lustrosa cabellera, como deseando arrancrsela de raz.

    Quieres algo ms? Esta posada? Mi querida? Tengo una hija en alguna parte de

    Zamora, quieres que vaya a buscarla y te la traiga a tu cama?Es bonita? pregunt Conan. Call como para pensrselo, y luego neg con la

    cabeza. No, con el hospedaje y lo dems que te he dicho ya me basta Ferian balbuci algo,y los ojillos brillantes le resaltaron en su rolliza cara. Por supuesto sigui diciendo elcimmerio, es posible que no logres saldar la deuda. Ya comprendes que lo que quiero es queme proporciones informacin interesante, verdad? La noticia que yo te di vala lo suyo, y noespero menos a cambio. Estara bien que pudieras satisfacer pronto tu deuda su voz semezclaba con un gruido, y el rostro se le ensombreci paulatinamente. Ya sabes que los

    brbaros no somos tan comprensivos como vosotros, los hombres civilizados. Bueno, sipasaran diez o veinte das sin que me dijeras nada, podra llegar a imaginar que pretendesaprovecharte de m. Entonces me pondra furioso. Sera capaz de... sus grandes manos, de

    pronto, agarraron el mostrador como si fueran a volcarlo.

    Slo despus de forzarse un tanto los labios, Ferian logr gritar:No!, y agarr lamano de Conan con la suya propia. ;

    Trato hecho grit. Quedamos de acuerdo. El mes, y todo lo j dems. Trato hecho!

    Trato hecho dijo Conan.

    El orondo mesonero lo mir fijamente.

    Un mes gimi. Mis sirvientas se pasarn el da en tu cama. Ni se te ocurra tocarlas,cimmerio, porque entonces no habra manera de que trabajaran. Te aprovechas de m. De mi

    buena naturaleza.Y eso que no te la conoca, Ferian. Quiz tomndote una purga se te pase.

    Gracias a Mitra que la mayora de cimmerios prefieren vivir en esos glidos yermosabandonados de la mano de los dioses. Si empezarais a bajar al sur, malditos diablos de ojosazules, os apoderarais del mundo entero.

    No te pongas as le dijo Conan en tono de reprensin. Apostaria lo que te va a costarmi estada en tu posada. Ferian gru.

    Pero ni se te ocurra tocar a mis sirvientas, cimmerio. Vete. Si quiero recuperar lo queme cuestas, no puedo pasarme el da aqu charlando contigo. Vete a hablar con Sharak.

    El joven cimmerio ri, apurando la jarra de oscura cerveza.

    Por lo menos podr contarme qu dicen las estrellas.Aun despus de que se alejara del mostrador, Ferian sigui mascullando algo sobre l.

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    El astrlogo mir con ojos miopes a Conan al acercarse ste a la mesa donde se sentabael viejo; entonces, una sonrisa arrug sus magras facciones. La piel del rostro apenas siocultaba las formas de su crneo.

    Me pareca haberte visto, Conan, pero estos ojos..., ya no soy el mismo de hace veinteaos, ni siquiera el de hace diez. Querra ofrecerte una copa de vino, pero mi bolsa estflaccida como los pechos de mi mujer. Que los dioses le protejan la osamenta aadi, con el

    desenfado de un hombre que ha dicho algo tantas veces ya que lo repite sin darse cuenta.Da igual, Sharak. Yo pagar el vino.

    Pero tan pronto como Conan se volvi para pedir, una de las mozas se acerc a la mesaapresuradamente y le trajo al astrlogo un cuenco humeante de estofado con lentejas, unahogaza de pan malo y una jarra de vino. Cuando hubo dispuesto la comida, se volvi hacia elmusculoso joven. Pero de pronto se pint la sorpresa en sus oscuros ojos gatunos, y se alejde un salto, conteniendo un chillido. Sharak se ech a rer. Entonces la moza mir al viejo, altiempo que se frotaba nerviosamente una nalga, y se fue.

    Los graznidos de Sharak se interrumpieron por un ataque de tos, que slo logrcontrolar con dificultad.

    No funciona dijo cuando pudo hablar, aunque les dejes creer que eres demasiadoviejo para ser peligroso.

    Conan ech atrs su melena negra y ri con un rugido.

    T jams te hars viejo dijo por fin.

    Ya estoy senil dijo Sharak, hundiendo una cuchara de cuerno en el estofado. Eso eslo que dice Ferian, y empiezo a creer que tiene razn. Me da un cuenco de estofado dos veces

    por da, y si no me lo diese tendra que comer lo que encontrara entre la basura, como muchoshacen cuando son viejos. Adems, casi no tengo ningn otro cliente. A cambio del estofado leleo las estrellas. Cada da se las leo, y difcilmente podra encontrar en ellas un relato msaburrido.

    Pero por qu no tienes clientes? T leas las estrellas como un escriba lee la escriturade un pergamino. Nunca me fallaste en tus predicciones, aunque, a veces, lo que decas no meresultaba nada claro.

    Es por culpa de estos turanios dijo el viejo resoplando. En mal da vine aqu.Confunden el nombre de la mitad de las estrellas, y cometen tambin otros errores. Erroresimportantes. Los necios de esta ciudad que se hacen llamar astrlogos tuvieron la desfachatezde acusarme de heterodoxia ante el Gremio. Slo por pura suerte me salv de acabar en lahoguera. Sin embargo, el resultado fue el mismo. Si abriera un establecimiento sin elimprimtur del Gremio, me arrestaran. Los pocos que tienen tratos conmigo son extranjeros,y slo vienen porque les leo las estrellas por una jarra de vino o un mendrugo de pan, en vez

    de cobrarles una moneda de plata como otros. Si consiguiera una moneda de plata, volvera aZamora de inmediato.

    Con un gemido plaidero, se meti en la boca otra cucharada de estofado.

    Conan call por un momento. Rebusc cuidadosamente en su bolsa y sac una monedade plata, que ech sobre la mesa de rugosa madera.

    Dime mi horscopo, Sharak.

    El anciano de enjutas carnes qued inmvil, con la cuchara a medio camino de la boca.Mir la moneda, parpadeando, y luego mir a Conan.

    Por qu?

    Quiero saber lo que me espera en esta ciudad dijo bruscamente el cimmerio. Confo

    ms en ti que en cualquier agremiado de Aghrapur, y te voy a pagar, por lo menos, lo que ellosme pediran. Adems dijo mintiendo, ya me pesaba la bolsa de tantas monedas que llevaba.

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    Sharak dud, y luego asinti con la cabeza. Sin tocar la moneda, revolvi torpementeentre los pergaminos con la mano izquierda, al mismo tiempo que lama, como ausente, lastrazas de estofado que le haban quedado en los dedos de la diestra. Cuando tuvo los

    pergaminos que buscaba extendidos sobre la mesa, se sac una tableta de cera de laremendada tnica. Con el borde de un estilo alis la cera. Casi tocando los pergaminos con lanariz, empez a copiar smbolos arcanos con giles trazos.

    No es necesario que sepas cundo nac y todo eso? pregunt Conan.Recuerdo los detalles de tu carta natal respondi el otro sin apartar los ojos del

    pergamino como si los tuviera dibujados en el reverso de los prpados. Una carta magnfica.Increble. Mmm. El Carro de Mitra est en retrgrada.

    Magnfica? Pues es la primera vez que me hablas de magnificencias.

    Con un suspiro, Sharak se volvi para mirar a Conan.

    Tambin he dicho que es increble, y no me creeras si te la revelara. Entonces nocreeras nada ms de lo que te dijera, y yo no podra ayudarte ms. Por tanto, no te lo contar.Ahora, me permitirs hacer aquello por lo que me has pagado? Volvi la mirada hacia los

    pergaminos sin esperar respuesta. Aja. La Estrella de Sangre entra en la Casa del Escorpin

    esta misma noche. Es significativa.Conan neg con un gesto y bebi otro largo trago de oscura cerveza. Es que Sharak

    trataba de hinchar la paga? Quiz el hbito de intentarlo estuviera ya tan arraigado en l queno poda contenerlo.

    Sigui bebiendo. La taberna comenzaba a llenarse, sobre todo de marineros con coletasy de rameras semidesnudas. Las rameras eran sin duda las ms interesantes. Una de cortaestatura, de senos redondeados y ojos grandes, con un cinto de monedas, y brazaletes y collardorados, le hizo pensar en Yasbet. Le habra gustado estar seguro de que se hallaba a salvo ensu hogar. No, en verdad habra querido tenerla en su propia cama, en su cuarto, pero, ya queno era posible, prefera que estuviera en casa, independientemente de cmo la hubiera

    recibido Ftima. Si pudiera volver a encontrarla, le alegrara, sin duda, sus das en Aghrapur.Que Emilio hablara de su rubia cmo se llamaba? Davinia?, como si de la pieza exticaque crean los turanios se hubiera tratado. En su propia opinin, era en las mujeres de ojososcuros donde ardan los fuegos ms vivos, aunque ellas mismas no lo supieran. Pues...

    He terminado dijo Sharak.

    Conan parpade, arrancado a sus ensueos.

    Qu? mir la tableta de cera, cubierta de garabateados smbolos. Qu es lo quedice?

    No est claro respondi el viejo astrlogo, tirndose de uno de sus delgados bigotescon huesudos dedos. Hay tres aspectos de gran oportunidad y gran peligro. Mira, el Caballo

    y el Len estn en conjuncin con la Casa de Dramath, mientras que las Tres Vrgenes estn...Sharak, yo no sera capaz de distinguir la Casa de Dramath de la de un tejedor de

    alfombras. Qu significa eso?

    Qu significa eso? le repiti Sharak. Siempre con lo de qu significa eso? Nadietiene inters por los aspectos verdaderamente interesantes, los detalles de cmo..., oh, muy

    bien. Lo primero: es necesario retroceder para poder seguir adelante. Si quieres convertirte enlo que vas a ser, tienes que volver a ser lo que antao fuiste.

    De poco me sirve lo que dices murmur Conan. Yo ya he sido muchas cosas.

    Pero esto es lo ms importante. Esta ramificacin, aqu, indica que, si no lo logras,jams saldrs vivo de Aghrapur. Ya has dado inicio a ciertos acontecimientos.

    El aire de la taberna pareci helarse de pronto. Conan habra preferido que el hombre nohubiera tenido tan larga carrera de aciertos.

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    Cmo puedo haber puesto en marcha esos acontecimientos que dices? Apenas si llevoun da aqu.

    Y no has hablado con nadie? Ni has hecho nada? Conan respir pesadamente.

    Dice algo sobre el oro?

    Tendrs oro en las manos, pero no parece nada importante, y adems te ocasionarpeligro.

    El oro siempre es importante, y siempre ocasiona peligros.

    Qu dice de mujeres?

    Ah, la juventud murmur custicamente Sharak. Pronto estars complicado conmujeres, con dos, segn veo aqu, pero tambin te acarrearn peligro.

    Las mujeres siempre son, por lo menos, tan peligrosas como el oro respondi Conan,riendo.

    Una tiene el cabello oscuro, y la otra claro.

    La risa del cimmerio se apag de pronto. Cabello claro? La Davinia de Emilio? No!Implicara con ello que haba de ayudar a Emilio en su robo, y estaba resuelto a no hacerlo.

    Pero Conan tena que volver a ser lo que antao haba sido. Se forz a apartar aquella ideadel pensamiento. No quera volver al robo. La lectura del astrlogo deba de significar algunaotra cosa.

    Qu ms? pregunt speramente.

    No es por mi culpa que no te guste, Conan. Yo slo leo lo que est escrito en lasestrellas.

    Te he preguntado qu ms hay! Sharak suspir pesadamente.

    No puedes culparme por... Hay peligro, conectado de algn modo con un viaje. Estaconfiguracin seal un rengln de smbolos de extraa figura que haba escrito en la ceraseala un viaje por mar, pero estos otros indican tierra. Esto no queda claro.

    Si quieres mi opinin, te dir que nada de lo que me has dicho queda claro murmurConan.

    Cada vez se vuelve menos claro. Por ejemplo, aqu se indica el color amarillo como degran importancia.

    El oro...

    ... poco importa, y da igual que pienses otra cosa. Y esto entraa ms peligros que eloro.

    El corpulento cimmerio hizo rechinar los dientes audiblemente.

    Por lo que t dices, aun el respirar conlleva riesgos.

    Bien puedo creerlo cuando miro esta carta. En cuanto al resto, el nmero trece y elcolor rojo tienen alguna importancia, y estn ligados entre s. Adems, este alineamiento delMono y la Vbora indica la necesidad de actuar con rapidez y decisin. Duda, y perders elmomento. Y al hacerlo habrs de morir.

    Lo que tenga que suceder, viejo, ya suceder exclam Conan. No me asustan lasestrellas, ni los dioses ni los demonios.

    Sharak frunci el ceo, y volvi a dejar la moneda de plata sobre la mesa.

    Si tan desagradable te resulta mi lectura, no puedo aceptar el pago.

    La clera del musculoso joven se apacigu al instante.

    No es culpa tuya el que me guste o no la lectura que me ofreces. Qudate la moneda, y

    yo me quedar con tu consejo.

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    Ya tengo ochenta y dos aos de edad dijo el astrlogo, que de pronto aparecaapocado y nunca, en todo este tiempo, he vivido una aventura. Levant su nudoso bastn yse encorv sobre la mesa. Esto contiene poder, cimmerio. Podra ayudarte.

    Conan disimul una sonrisa.

    No lo dudo, Sharak. Si necesito tal ayuda, acudir a ti, no temas. Hay algo que ahorapodras hacer por m. Sabes dnde podra encontrar a Emilio a esta hora?

    Ese ulceroso fanfarrn? dijo Sharak con desdn. Frecuenta muchosestablecimientos de mala nota, cada uno de ellos peor que el anterior. Enumer rpidamenteuna docena de mesones y de otros tantos burdeles y garitos de juego. Podra ayudarte a

    buscarlo, si de verdad crees que lo necesitas, aunque no alcanzo a imaginar en qu podraserte til.

    Cuando acabes de cenar, bscalo por los mesones.

    Yo preferira buscar por los burdeles dijo el viejo con malicia.

    No, por los mesones dijo Conan riendo, y se puso en pie.

    Sharak, mascullando algo, volvi a dedicarse a su estofado.

    Cuando se volva hacia la puerta, la mirada del cimmerio tropez con la de un hombreque acababa de entrar, de ojos oscuros y rudos en un rudo y oscuro rostro, y el yelmoenturbantado, rematado en espiral, del ejrcito turanio. Pese a su estatura media, andaba conla confianza de un hombre ms corpulento. El listado de su tnica le sealaba como sargento.Ferian se apresur, con el ceo fruncido, a recibir al atezado militar. Los soldados no eranclientes habituales del Toro Azul.

    Busco a un hombre al que llaman Emilio el Corinthio le dijo el sargento a Ferian.

    Conan sali sin esperar la respuesta del posadero. Aquello no le incumba. Esperaba queno.

    CAPTULO 4

    Conan entr en el sptimo mesn con paso firme, pese a la gran cantidad de vino ycerveza que haba ingerido. El gran nmero de mozas repantigadas en la oscura y lbregaestancia, cubiertas de maquillaje y de anillos y brazaletes, desarregladas casualmente sussedas, le indic que haba un burdel en el piso superior del bajo edificio de piedra. Entre laslargas mesas y otras mas pequeas, de caballete, hollando agolpados el suelo de pizarra, losmarineros se codeaban con los oficiales de los gremios. Dispersos por la estancia estaban

    otros cuyo lnguido porte y aceitoso mostacho les sealaban como hombres de elevada cuna,as como sus tnicas de seda bordadas en oro y en plata. Sus finos dedos se tomaban con lasrameras las mismas libertades que las manos encallecidas de los marineros.

    El cimmerio se repantig a su vez en uno de los asientos de la taberna y puso dosmonedas de cobre sobre la mesa. Vino, pidi.

    El tabernero le trajo una jarra de tosca loza, llena a rebosar de la bebida de avinagradoolor, y recogi las monedas. Era un hombre nervudo y de rostro serpentino, ojos suspicaces de

    pesados prpados, y boca alargada y firme. No respondera fcilmente a sus preguntas. Otrocliente le llam, y el tabernero se alej, al tiempo que se enjugaba las manos con el mugrientodelantal que le cubra las piernas larguiruchas.

    Conan tom un trago de su jarra e hizo un visaje de irritacin. El vino estaba aguado, ytan avinagrado como su olor.

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    Al echar una ojeada por la taberna, una moza de partido de extrao atavo le llam laatencin. Pulcra y de bellas curvas, se haba subido a una mesilla de caballete y bailaba parauna docena de marineros que trataban de manosearla y proferan roncos gritos, y le sobabancon las manos sus largas piernas. Nada le cubra los pechos untados de aceite, y no llevabaotro atuendo que una nica faja de seda, no ms ancha que la mano de un hombre, y un cintoestrecho y dorado que caa holgadamente sobre las redondeces de sus caderas, y le cubra

    hasta los tobillos por delante y por detrs. La razn de su extraeza era que un opaco velo lacubra desde los ojos oscuros y ardientes hasta el mentn. Las hermanas de la calle puedenpintarse mucho el rostro, pero nunca lo cubren, pues pocos hombres descubriran de buengrado que el rostro de su adquisicin no fuera tan bello como esperaban. Pero no solamenteaquella mujer iba velada; vio otras tres ataviadas de la misma guisa.

    Conan tir de la manga de la tnica al tabernero cuando ste volvi a pasar.

    Nunca haba visto rameras veladas. Es que cubren las marcas de la sfilis?

    Hace poco que llegaste a Aghrapur, verdad? dijo el hombre, y una leve sonrisaaflor a sus delgados labios.

    No hace mucho. Pero qu pasa con estas mujeres?

    Se rumorea dijo el otro con afectada sonrisa de satisfaccin que algunas mujeres deelevada alcurnia, aburridas de sus hombres que han perdido vigor, se divierten retozandocomo rameras ordinarias, y llevan los velos para que esos mismos maridos, que frecuentan los

    burdeles tan a menudo como los dems hombres, no las reconozcan. Ya te digo que es unrumor, pero qu hombre deja pasar la oportunidad de montar a la mujer de un noble por tanslo una moneda de plata?

    No lo creo dijo Conan con un resoplido. Habra una muerte en cuanto uno de esosnobles descubriera que la moza de partido por la que haba pagado es su propia mujer.

    No. No. Son los otros los que se apretujan en torno a ellas, pero no los nobles. Cmoquieres que un hombre se arriesgue a pasar por la vergenza de descubrir que su mujer se

    vende?Conan vio que lo que le deca era cierto. Alrededor de cada una de aquellas mujeres se

    apiaban marineros, y estibadores, y comerciantes, pero los nobles las ignoraban, y preferanmirar a otro lado sin dar muestras de percatarse de su presencia.

    Prueba con una deca, incitndole, el hombre de serpentina faz. Por una sola monedade plata, podrs comprobar t mismo si mueve su cuerpo debajo del tuyo como una noble.

    Conan bebi un largo trago, como pensndoselo. Si hubiera querido divertirse, habrapreferido el placer que poda procurarle una honesta ramera que el que le dara una aristcrataque se finga tal. El tabernero no se adornaba con las bagatelas propias de los alcahuetes nisorba por las narices el aroma de una jarrita de hierbas olorosas, ni llevaba encima las joyas

    de tres rameras juntas, pero, sin duda, se quedaba con una parte del dinero que se ganabasobre las esterillas de los pisos superiores. Hablara con ms libertad si vea en Conan a unposible cliente. El cimmerio dej la jarra sobre la mesa.

    Tengo que pensarlo dijo riendo entre dientes, al tiempo que miraba de soslayo a unamuchacha que tena cerca. sta era una verdadera hija de las esterillas, y llevaba una pelucateida de color naranja y el rostro tan descubierto como las nalgas, que no cesaban en sumeneo. Pero resulta que estoy buscando a un amigo que tena que encontrarse conmigo.Tengo entendido que suele frecuentar este lugar en hora temprana.

    El tabernero se apart medio paso, y la voz se le enfri notablemente.

    Mira en derredor. Si est aqu, lo vers. Y si no...

    Se encogi de hombros y se volvi para marcharse, pero Conan le sigui y lo agarr delbrazo, con una sonrisa que quera parecer amistosa.

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  • 7/29/2019 Conan 10

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    Robert Jordan Conan el invicto

    No lo veo, pero es necesario que lo encuentre. Le llaman Emilio el Corinthio. Alhombre que me dijera dnde encontrarlo, le pagara el precio por noche de una de estaszorras.

    Si Sharak haba acertado y siempre acertaba, Conan deba encontrar a Emilio, y depoco le servan las indicaciones que le haban ido dando hasta entonces.

    El rostro del tabernero se pareca cada vez ms al de una serpiente, pero parpade al orel nombre de Emilio.

    Pocos hombres tienen que pagar por conocer el paradero de un amigo. Quiz estesujeto, Emilio, dices que se llama?, no sea amigo tuyo. Quiz no quiera verte. Ashra! Echade aqu a este necio de ojos claros!

    Puedo demostrarte que le conozco. Es... Una enorme mano aferr las anchas espaldasdel cimmerio, y una voz gutural mascull:

    Sal fuera!

    Conan se volvi para mirar con frialdad la ancha mano y sus nudillos hundidos y llenosde cicatrices. Su mirada glida y azul recorri un brazo velludo, tan grueso como lo son las

    piernas de la mayora de hombres. Y sigui hasta ms arriba. Al llegar a la cabeza y loshombros vio que aquel Ashra era ms alto que el propio Conan, y ms corpulento, sin traza degrasas. Pese a las cicatrices de sus manos, ninguna marca tena en el rostro de anchas narices.Conan pens que pocos hombres deban de ser lo bastante altos como para herirle all.

    Trat de seguir hablando con ponderacin. Poca informacin se encuentra peleando.

    Busco a un hombre conocido de este pellejudo, no es que quiera problemas. Ahorasultame, y...

    Como nica respuesta, el gigante tir del hombro de Conan. Con un suspiro, elcimmerio dej que el otro le diera la vuelta, pero la sonrisa se borr del rostro de Ashra encuanto el puo de Conan le golpe en el costado, y se oy el sonoro crujido de las costillasque se astillaban. Algunos de los que all estaban bebiendo gritaron, y se apartaron,tambalendose, de los dos gigantes. El otro puo del brbaro golpe al ms alto, y volvi asentir que destrozaba costillas.

    Rugiendo, Ashra agarr con sus dos enormes manos la cabeza del cimmerio y levant aConan del suelo, oprimindole como para aplastar el crneo que sujetaba, p