como favorecer el apego

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Como favorecer el apego con los niños El apego entre un bebé y la persona que le cuida surge de forma natural. Cada vez que se atienden sus necesidades, que se le acuna o consuela, el bebé aprende a confiar y a querer a su cuidador. Vincularse con un niño algo (o mucho) mayor no es muy diferente. Cada vez que sus padres le dan lo que necesita y le tratan con respeto y cariño, se van creando y fortaleciendo los lazos que les unirán de por vida. Puede que al principio el niño se resista, que le cueste dejarse querer. Las siguientes ideas pueden ayudar a fomentar un apego sano, con independencia de la edad del niño: - Dedicarle mucha atención exclusiva y disfrutar con ello. Los momentos felices de intimidad son la base de las relaciones de cariño y afecto. Reír, jugar, bailar y cantar juntos siempre que se tenga la ocasión. - Tocar con frecuencia: masajes, caricias, etc. Puede que al principio los abrazos y las señales físicas de afecto tengan que ser más cortas. Si se resiste, no hay que forzarlo; hay que buscar ocasiones breves pero frecuentes de contacto físico que le resulten agradables. - Mirarlos a los ojos cuando uno le habla y cuando se está pasándolo bien junto a ellos. Jugar a taparse la cara y después destaparla (aquí esta) o a imitar muecas propician la ocasión de establecer un contacto visual agradable para ambos. Darle alimento directamente de tu mano a la boca es también una manera de establecer una proximidad positiva. - Prestarle mucha atención cuando se caiga o se haga daño. No escatimar las tiritas. Puede que el niño esté acostumbrado a que nadie le haga caso y no te reclame cuando algo le incomoda, demostrarle que tiene quién se ocupe de él. Algunas sugerencias para fomentar el Vínculo de Apego Seguro en los niños:

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Page 1: Como favorecer el apego

Como favorecer el apego con los niños

El apego entre un bebé y la persona que le cuida surge de forma natural. Cada vez que se atienden sus necesidades, que se le acuna o consuela, el bebé aprende a confiar y a querer a su cuidador. Vincularse con un niño algo (o mucho) mayor no es muy diferente. Cada vez que sus padres le dan lo que necesita y le tratan con respeto y cariño, se van creando y fortaleciendo los lazos que les unirán de por vida.

Puede que al principio el niño se resista, que le cueste dejarse querer. Las siguientes ideas pueden ayudar a fomentar un apego sano, con independencia de la edad del niño:

- Dedicarle mucha atención exclusiva y disfrutar con ello. Los momentos felices de intimidad son la base de las relaciones de cariño y afecto. Reír, jugar, bailar y cantar juntos siempre que se tenga la ocasión.

- Tocar con frecuencia: masajes, caricias, etc. Puede que al principio los abrazos y las señales físicas de afecto tengan que ser más cortas. Si se resiste, no hay que forzarlo; hay que buscar ocasiones breves pero frecuentes de contacto físico que le resulten agradables.

- Mirarlos a los ojos cuando uno le habla y cuando se está pasándolo bien junto a ellos. Jugar a taparse la cara y después destaparla (aquí esta) o a imitar muecas propician la ocasión de establecer un contacto visual agradable para ambos. Darle alimento directamente de tu mano a la boca es también una manera de establecer una proximidad positiva.

- Prestarle mucha atención cuando se caiga o se haga daño. No escatimar las tiritas. Puede que el niño esté acostumbrado a que nadie le haga caso y no te reclame cuando algo le incomoda, demostrarle que tiene quién se ocupe de él.

Algunas sugerencias para fomentar el Vínculo de Apego Seguro en los niños:

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Desarrollar la función reflexiva

Concebir al niño como un ser humano con emociones, intenciones y necesidades particulares y cambiantes de momento a momento que pueden ser “leídas”.

Ayudar a los padres a desarrollar la sensibilidad parental

Estar atento a leer las señales (gestos tales como expresiones faciales o llantos) que su hijo emite en los momentos de desagrado o estrés, interprételas (tratar de “leerle la mente” preguntándose ¿qué puede estar sintiendo y necesitando en este momento el niño, que lo hace estar desequilibrado) y regularlo dándole (o quitándole) aquello que se piense que él necesita para volver al equilibrio.

Ser constante en la entrega de regulación y contención.

Si el niño está estresado y llora: acudir. Esto con el propósito de que el niño adquiera la expectativa y pueda predecir que uno. estará ahí y será efectivo para calmarlo cuando él lo necesite, en el corto, mediano y largo plazo. Las investigaciones muestran que generalmente cuando los padres o una imagen mayor acuden a veces y otras no a calmar a los niños, estos se confunden y exageran sus llantos. Por otro lado cuando estos modelos mayores sistemáticamente no acuden a calmarlos con el propósito de que aprendan calmarse solos, estos dejan de llorar pero no por que se hayan calmado, sino por que ya perdieron la expectativa de que su cuidador acudirá.

Sacarle el jugo a las actividades cotidianas

Las actividades de cuidado y satisfacción de las necesidades fisiológicas básicas cotidianas, tales como el mudar, alimentar, asear o hacer dormir entre otras, es un momento muy útil para enriquecer el vínculo entre el adulto y el niño(a).

Utilizar el contacto físico, visual y las vocalizaciones, fomentar el intercambio de comunicación gestual y mentalizar al niño continuamente (“leerle la mente”) durante el curso de la actividad, de modo de poder identificar en qué estado está él o ella realizándola, y qué puede estar necesitando o comunicando (“sigue sigue, me gusta eso” o “espera un momento por que no entiendo muy bien”).

Incentivar su exploración, haciéndole sentir que el adulto, está cerca por si él o ella lo necesita

Incentivar su exploración y curiosidad por el mundo, al mismo tiempo que esté atento a en qué estado mental se encuentra, de modo de acudir a tranquilizarlo si es que él lo necesita.

Todas estas sugerencias se fundamentan en la evidencia científica actual, que muestra que los niños criados en ese contexto vincular afectivo (mentalizados,

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acariciados, sistemática y eficientemente regulados, e incentivados y supervisados en su conducta exploratoria) establecen un Vínculo de Apego Seguro, lo que a su vez asenta las bases para su sanidad mental, para el desarrollo de su autoestima y de su autonomía, así como para el establecimiento por parte del niño, de mecanismos eficaces de autorregulación en los momentos de estrés y de coordinación con otras personas de su mundo social en épocas posteriores.