comechingonia 17(2) dossier

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  COMECHINGONIA. Revista de Arqueología 17 (2) (2013). ISSN: 0326-7911 Índice  Presentación 5 Dossier: Los SIG en la arqueología ibérica y latinoamericana actual. Introducción. Los SIG en la arqueología de habla hispana. Temas, técnicas y perspectivas. Por: Sebastián Pastor, Patricia Murrieta Flores y Leonardo García Sanjuán 9 1. Prospección, paisaje y “el gran cuadro” de la historia agraria: una revisión crítica y algunas propuestas. Por: Victorino Mayoral-Herrera y Luis Sevillano-Perea 31 2. Midiendo decisiones locacionales. Una aproximación a la evaluación de la defensibilidad efectiva de sitios arqueológicos fortificados. Por: César Parcero-Oubiña 57 3. Análisis territorial en arqueología: percepción visual y accesibilidad del entorno. Por: Mar Zamora-Mer chán 83 4. La teoría Dempster-Shafer en la aplicación de modelos predictivos arqueológicos: el caso de la minería del cobre en Tierra Caliente, Michoacán, México. Por: Armando Trujillo 107 5- De montículos a paisajes: procesos de transformación y construcción de paisajes en el sur de la cuenca del Plata. Por: Camila Gianotti y Mariano Bonomo 129 6- Estrategias de caza y paisajes culturales en Antofagasta de la Sierra, Catamarca. Por: Enrique Moreno 165 7- El paisaje tardío del valle de Hualfín: una reconstrucción arqueológica desde los poblados protegidos. Por: Federico Wynveldt, Bárbara Balesta y María Emilia Iucci 191  Artículos 8- El sur de Pozuelos (puna de Jujuy, Argentina) antes del 1000 d.C. Primeras evidencias arqueológicas. Por: Carlos Angiorama, Diego Argañaráz Fochi, M. Florencia Becerra, Ezequiel Del Bel, Osvaldo Díaz, Marco Giusta, Diego Leiton, M. Josefina Pérez Pieroni, Silvia Rodríguez Curletto y Lucrecia Torres Vega 217 9- Chenques en Patagonia centro-meridional: análisis de los patrones de distribución espacio-temporales. Por: Leandro Zilio 237

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COMECHINGONIA. Revista de Arqueología 17 (2) (2013). ISSN: 0326-7911ÍndicePresentación 5Dossier: Los SIG en la arqueología ibérica y latinoamericana actual.Introducción. Los SIG en la arqueología de habla hispana. Temas, técnicas y perspectivas.Por: Sebastián Pastor, Patricia Murrieta Flores y Leonardo García Sanjuán

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  • COMECHINGONIA. Revista de Arqueologa 17 (2) (2013). ISSN: 0326-7911 ndice Presentacin 5 Dossier: Los SIG en la arqueologa ibrica y latinoamericana actual. Introduccin. Los SIG en la arqueologa de habla hispana. Temas, tcnicas y perspectivas. Por: Sebastin Pastor, Patricia Murrieta Flores y Leonardo Garca Sanjun 9 1. Prospeccin, paisaje y el gran cuadro de la historia agraria: una revisin crtica y algunas propuestas. Por: Victorino Mayoral-Herrera y Luis Sevillano-Perea 31 2. Midiendo decisiones locacionales. Una aproximacin a la evaluacin de la defensibilidad efectiva de sitios arqueolgicos fortificados. Por: Csar Parcero-Oubia 57 3. Anlisis territorial en arqueologa: percepcin visual y accesibilidad del entorno. Por: Mar Zamora-Merchn 83 4. La teora Dempster-Shafer en la aplicacin de modelos predictivos arqueolgicos: el caso de la minera del cobre en Tierra Caliente, Michoacn, Mxico. Por: Armando Trujillo 107 5- De montculos a paisajes: procesos de transformacin y construccin de paisajes en el sur de la cuenca del Plata. Por: Camila Gianotti y Mariano Bonomo 129 6- Estrategias de caza y paisajes culturales en Antofagasta de la Sierra, Catamarca. Por: Enrique Moreno 165 7- El paisaje tardo del valle de Hualfn: una reconstruccin arqueolgica desde los poblados protegidos. Por: Federico Wynveldt, Brbara Balesta y Mara Emilia Iucci 191 Artculos 8- El sur de Pozuelos (puna de Jujuy, Argentina) antes del 1000 d.C. Primeras evidencias arqueolgicas. Por: Carlos Angiorama, Diego Argaarz Fochi, M. Florencia Becerra, Ezequiel Del Bel, Osvaldo Daz, Marco Giusta, Diego Leiton, M. Josefina Prez Pieroni, Silvia Rodrguez Curletto y Lucrecia Torres Vega 217 9- Chenques en Patagonia centro-meridional: anlisis de los patrones de distribucin espacio-temporales. Por: Leandro Zilio 237

  • 10. Experimentacin con especies leosas de la puna meridional Argentina. Aportes a los estudios antracolgicos. Por: Mara Gabriela Aguirre y Mara Fernanda Rodrguez 255 11. Guerreros y/o chamanes? Materialidad y liderazgos en el perodo de Desarrollos Regionales en Humahuaca. Por: Ivn Leibowicz 275 Nota 1. La Piedra Hincada de El Shincal de Quimivil. Por: Reinaldo Andrs Moralejo 295 Resea Bibliogrfica 1. Archaeology. The Discipline of Things. 2012. Bjornar Olsen, Michael Shanks, Timothy Webmoor and Christopher Witmore. University of California Press. Berkeley. ISBN 978-0-520-27417-4. Por: Julin Salazar 303 Normas Editoriales 307

  • 9Comechingonia. Revista de ArqueologaNmero 17, segundo semestre 2013, pp.9-29, Crdoba

    ISSN 0326-7911

    LOS SIG EN LA ARQUEOLOGA DE HABLA HISPANA. TEMAS, TCNICAS Y PERSPECTIVAS

    GEOGRAPHIC INFORMATION SYSTEMS IN THE ARCHAEOLOGY OF SPANISH-SPEAKING COUNTRIES. THEMES, TECHNIQUES

    AND PERSPECTIVES.

    Sebastin Pastor1, Patricia Murrieta Flores2 y Leonardo Garca Sanjun3 1CONICET - rea de Arqueologa y Etnohistoria del Centro de Estudios Histricos Prof. Carlos S. A. Segreti,

    Crdoba, Argentina. E-mail: [email protected] 2Departamento de Historia, Universidad de Lancaster, Lancaster, Reino Unido.

    E-mail: [email protected] Departamento de Prehistoria y Arqueologa, Universidad de Sevilla, Sevilla, Espaa. E-mail: [email protected]

    En Espacio, asentamiento, territorio, paisaje, SIG

    Un largo devenir disciplinar

    El espacio es una dimensin fsica del universo en el que el ser humano se desenvuelve. Incluso cuando por las limitaciones de su mbito de experiencia prctica o estructura cognitiva la mente no est preparada para aprehenderlo (desde la escala microscpica de las bacterias hasta la astronmica de los planetas), la dimensin espacial constituye un fuerte condicionante para la existencia de la vida humana: la simple cercana o lejana de un recurso, su densidad o dispersin, condicionar el papel que juegue en la evolucin de una formacin social. Desde sus inicios como disciplina cientica, la Arqueologa ha sido consciente de la inherente dimensin espacial de la conducta humana, de su importancia y de su relejo en el registro arqueolgico, ya fuese en la distribucin de asentamientos o monumentos en un valle, o en la posicin de los motivos en un panel con arte rupestre, y ha buscado con ahnco desarrollar teoras, mtodos y tcnicas que permitiesen su registro, anlisis y explicacin.

    La produccin de teoras cienticas de la dimensin espacial de la conducta humana (o, si se preiere, de la conducta humana a travs de su dimensin espacial) mediante el estudio del registro arqueolgico est presente en la disciplina arqueolgica desde su gnesis en el siglo XIX y es un tema que desde entonces ha suscitado un constante debate. Tambin es uno de los temas que ms impresionante evolucin terica, metodolgica y tcnica ha experimentado. Aunque no es ni mucho menos nuestra intencin hacer aqu una sntesis global de cmo, desde sus orgenes en el siglo XIX, la disciplina arqueolgica ha ido tratando

  • 10 Comechingonia 17 (segundo semestre de 2013) ISSN:0326-7911- S. Pastor et al. Pp.:9-30

    la dimensin espacial de la conducta humana, una sntesis que por otra parte ya ha sido hecha en otros sitios por colegas con mayor competencia que nosotros, s creemos que la presentacin de este dossier para la revista Comechingonia merece una breve relexin al respecto, particularmente en lo que respecta a la expresin particular que esta compleja cuestin ha tenido en el mundo de habla hispana.

    Aunque durante las ltimas dcadas del siglo XIX la Arqueologa se interrog sobre el papel de la dimensin espacial en el desarrollo socio-cultural, su tratamiento de la cuestin se bas en herramientas conceptuales o tcnicas de escasa soisticacin. Dado el limitadsimo alcance del todava incipiente registro emprico disponible, el principal reto planteado era la explicacin de la variabilidad en el tiempo y el espacio de las culturas, entendidas como conjuntos de objetos y atributos arqueolgicos en un sentido muy genrico. Los principales mecanismos causales utilizados para explicar dicha variabilidad fueron el determinismo medioambiental (las propiedades fsicas de cada lugar del espacio condicionaban la forma de la cultura) y el difusionismo de corte tnico y racial, los desplazamientos espaciales (descritos como migraciones e invasiones) de pueblos, o incluso razas, causaban el cambio cultural1.

    En las primeras dcadas del siglo XX el difusionismo tnico y racial de trazo grueso fue gradualmente abandonado, pero la Arqueologa sigui careciendo de herramientas soisticadas de anlisis para explicar la dimensin espacial de la conducta humana, y el mecanismo causal preferido continu siendo la difusin, ahora fundamentalmente en forma de contacto, intercambio y comercio. La Arqueologa ampli considerablemente su base emprica, hacindose posible la creacin de mapas cada vez ms complejos y precisos de distribucin de objetos y rasgos arqueolgicos, los cuales eran explicados mediante movimientos de individuos y colectivos bien fuera por causa del comercio, bien por migraciones. En su calidad de medio fsico (geografa), el espacio era tratado como el escenario esttico en el que se desenvolvan las sociedades humanas, sin que se produjese un verdadero anlisis de la interaccin entre el uno y las otras.

    En las dcadas de 1950 y 1960 se dieron los primeros pasos de la rpida progresin que la Arqueologa iba a experimentar hacia un marco epistemolgico mejorado de anlisis de la dimensin espacial de la conducta humana. Por una parte, varios trabajos seminales utilizaron por primera vez el concepto de arqueologa de los asentamientos o arqueologa de los patrones de asentamiento (Willey 1953, 1956; Butzer 1964; McAdams 1965). Por otra parte, la nueva arqueologa formul una profunda crtica del paradigma histrico-cultural por su aproximacin intuitiva a la exploracin e interpretacin de los datos arqueolgicos, cuyos resultados eran normalmente descripciones extensivas y categorizaciones estticas de elementos seleccionados de las culturas estudiadas (Binford 1968). La bsqueda de explicaciones sobre las acciones sociales y culturales observadas a travs del registro arqueolgico, en lugar de su simple descripcin, condujo a la propuesta procesual de incorporar tcnicas y procedimientos procedentes de las ciencias naturales bajo la premisa de que los fenmenos culturales estn profundamente conectados con los naturales, y por tanto la sociedad humana est estrechamente vinculada al medio ambiente en el que se inserta. La corriente procesual consider crucial el anlisis de las relaciones dialcticas entre el medio ecolgico y la sociedad humana y la deinicin de los procesos de adaptacin mutua. Tales relaciones y procesos seran susceptibles de registro y anlisis mediante una versin ampliada del registro emprico de la Arqueologa, que inclua la materialidad arqueobotnica, arqueozoolgica y geoarqueolgica, que hasta entonces haba sido escasamente valorada, o incluso simplemente desdeada, y mediante el uso de tcnicas estadsticas de anlisis.

  • 11Los SIG en la arqueologa de habla hispana...

    En la dcada de 1970 este proceso intelectual se reforzara con la formulacin de una arqueologa espacial que propona nuevos conceptos, mtodos y tcnicas destinados a valorar la dimensin espacial de la sociedad humana a travs del registro arqueolgico (Hodder y Orton 1976; Clarke 1977). Adaptados de disciplinas como la Geografa Locacional o la Estadstica, se introdujeron en la Arqueologa herramientas como el anlisis de rea de captacin de recursos, los lugares centrales, el modelo X-Tent, los polgonos de Thiessen, etc. Estas tcnicas de la nueva Arqueologa Espacial se basaban en parte en la aplicacin de modelos geomtricos y cuantiicables de un espacio euclidiano (o neutral), y tomaban el factor econmico como explicacin principal del surgimiento y recurrencia de ciertos fenmenos sociales y culturales.

    La propuesta procesualista basada en el anlisis de los patrones de asentamiento, el anlisis ecolgico, los territorios de captacin y el anlisis espacial constituy un signiicativo punto de inlexin en el tratamiento que, durante los ms de cien aos anteriores de su desarrollo como disciplina cientica, la Arqueologa haba dado al problema de la dimensin espacial de la conducta humana.

    En los aos 1980, sin embargo, el marco epistemolgico del estudio arqueolgico de este gran tema se enriquecera con nuevas aportaciones. De acuerdo con la propuesta postprocesual primero enunciada por I. Hodder (1982), la cultura material, su distribucin, y sus asociaciones constituyen elementos socialmente activos, cuyo signiicado se inserta en las estrategias sociales de quienes participan en su produccin y uso. Sobre esta premisa, se empez a argumentar que el espacio en el que las acciones humanas tienen lugar tampoco est exento de signiicado y potencial transformador, y que, adems, ambos podan cambiar a travs del tiempo. Adems de esto, se empez a cuestionar que el espacio jugase slo o principalmente el papel de contenedor de una accin humana econmica o productiva, airmndose que, por el contrario, tambin jugaba un complejo papel activo en la formacin de las ideologas, las identidades, las tradiciones culturales y las cosmovisiones. Segn este planteamiento, el procesualismo no haba logrado integrar en su propuesta las dimensiones sociales o simblicas del espacio, obviando su riqueza y complejidad cultural en el anlisis de los fenmenos humanos (Criado Boado 1999: 5).

    Estas formulaciones tericas y metodolgicas resultaron en una revisin de los conceptos relativos al anlisis de la componente espacial de la vida humana, proponindose un cambio que se resumira en la sustitucin del concepto de espacio (y en cierta medida de los de medio ecolgico y territorio) por el de paisaje. En su dimensin paisajstica, el espacio pas a ser considerado un medio activo, complejo y lleno de signiicado, estrechamente conectado con todas las acciones humanas. En los aos 1990, la Arqueologa comenz a considerar de forma integral en su objeto de estudio tanto al individuo como a la sociedad, siendo el espacio aquel todo en el que el ser humano (inter)acta: Anthropology can no longer restrict itself to the conventional social analysis of its beginnings; it must rethink its domains and its tools to embrace not only the world of anthropos, but also that part of the world with which humans interact (Descola y Palsson 1999: 14). La conducta humana sera considerada como signiicativa en la formacin del espacio-paisaje, entendindose por tanto el paisaje como una materializacin tanto de las acciones, como de las ideas humanas (Ucko y Layton 1999: 2). Concebido en un sentido ms amplio, pensado ms all de sus connotaciones fsicas y observado con ms proximidad en su dimensin social y cultural, el espacio se convirti en paisaje (Criado Boado y Santos Estvez 1998: 504).

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    Tambin durante los aos 1990 se consolid la adopcin de otra de las aportaciones ms inluyentes en el ya largo devenir de la aproximacin arqueolgica al estudio de la componente espacial de la conducta humana: los Sistemas de Informacin Geogrica (SIG) como herramienta de gestin y anlisis de datos. Si, como se ha expuesto antes, ya desde comienzos del siglo XX una de las tareas principales de la Arqueologa haba sido la bsqueda de explicaciones sobre la organizacin espacial observada en el registro arqueolgico, la forma tradicional de tratar este problema haba descansado bsicamente en la observacin de simples mapas de distribucin (de artefactos, de sitios arqueolgicos o de cualquiera de sus atributos), y, a partir de las propuestas de la arqueologa espacial, mediante su estudio estadstico-cartogrico manual. A pesar de su gran utilidad en la identiicacin de tendencias generales, estos mapas de distribucin difcilmente relejaban la verdadera complejidad de los patrones espaciales de dichas distribuciones y las causas subyacentes, mientras que los clculos manuales estaban sujetos a importantes limitaciones en cuanto a los volmenes de datos manejables y en cuanto a la repetibilidad y replicabilidad de los estudios (Wheatley y Gillings 2002).

    Desarrollados originalmente como herramientas de mapeo y anlisis cuantitativo, en Arqueologa, los SIG encontraron su primer uso en la gestin de patrimonio cultural haciendo mmica de su utilizacin en el manejo de recursos naturales. Facilitaron la integracin de grandes cantidades de datos de cada uno de los elementos arqueolgicos registrados, conectndolos con variables cuyo papel haba sido considerado fundamental en la explicacin de los patrones espaciales tanto por la perspectiva procesualista como por la post-procesualista: la topografa, los tipos de suelo, la vegetacin, los recursos naturales, los factores ideolgicos o polticos tales como las fronteras o la materialidad empleada en la deinicin de territorios, por mencionar solo algunos. Los SIG ofrecieron una base para la integracin de muy diversos tipos de informacin para su exploracin a diversas escalas, desde el micro-espacio, hasta el paisaje.

    En la actualidad, los SIG se han convertido en una poderosa plataforma de gestin, anlisis y simulacin, donde las hiptesis y modelos particulares pueden ser probados una y otra vez, mediante el manejo de grandes cantidades de datos, permitiendo el desarrollo de mltiples teoras e interpretaciones, as como la formulacin de nuevas preguntas. Mediante su aplicacin a cualquier periodo histrico, desde la prehistoria hasta poca moderna, e incluso aplicados en anlisis diacrnicos, los SIG han servido para experimentar con hiptesis propuestas tanto desde el campo de las teoras procesuales como de las post-procesuales, convirtindose de hecho en un lugar de encuentro de formulaciones complementarias o adversarias. La amplitud y diversidad de los problemas espaciales estudiados a travs de los SIG en los ltimos 20 aos es demasiado amplia para ser resumida aqu: a una escala espacial macro, entre los ejemplos ms repetidos se incluyen el papel de ciertos recursos naturales o de la topografa en la formacin de los patrones de asentamiento, la visibilidad de monumentos o fortiicaciones, el desarrollo de redes de caminos y vas de paso, el establecimiento de marcadores territoriales, la utilizacin de diferentes medios en transporte y su inluencia en el trazado de rutas de comercio, el papel de las formaciones naturales en la gnesis y evolucin de los paisajes simblicos, etc.; a escalas meso y micro espaciales, se podran citar las distribuciones de artefactos, de las propiedades geoqumicas del suelo, la organizacin interna de los asentamientos, etc. En los ltimos 10 aos, el desarrollo tecnolgico y su adaptacin a la Arqueologa ha perseguido ampliar el alcance del tratamiento arqueolgico de los problemas espaciales, ejemplo de lo cual son las plataformas 3D, la realidad virtual, o los interfaces tangibles, por mencionar solo unos cuantos (Chrysanthi et al. 2012). Estudios

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    recientes inspirados en la epistemologa post-procesual han intentado investigar el papel de la percepcin en las decisiones humanas, y por lo tanto, en las manifestaciones materiales producidas, ya sea a escala de objetos o de paisaje, generando nuevos debates relativos a la adecuacin de los medios computacionales para el estudio de la dimensin espacial de los vestigios de la conducta cognitiva y perceptual humana (Hamilakis et al. 2002).

    En resumen, desde los aos 1990, coexisten en Arqueologa varias tradiciones, dispositivos heursticos, teoras, mtodos y tcnicas para el anlisis de la dimensin espacial de la conducta humana. Con el beneicio que nos aporta la perspectiva de que ahora disponemos, probablemente no sea del todo incorrecto decir que, mientras la gran contribucin de la perspectiva procesual radic en la bsqueda de mtodos cienticos para explicar el trasfondo espacial de las realidades sociales, ampliando el concepto de registro arqueolgico a una dimensin medio-ambiental, su debilidad residi en insistir en una nocin demasiado geomtrica de espacio, donde las relaciones entre el ser humano y la naturaleza se consideraban racionales y absolutas, dominadas en primera instancia por factores econmicos, y en segunda por acciones sociopolticas (Estbanez lvarez 1990: 121), mientras que la gran aportacin de la perspectiva post-procesual sera la de haber ampliado el enfoque, para incluir la dimensin ideolgica del espacio (el paisaje dotado de signiicado, temporalidad, identidad e ideologa), siendo su debilidad principal el acusado anti-cientiismo y anti-racionalismo de algunas de sus propuestas.

    En la actualidad, se puede decir que tras casi doscientos aos de evolucin como disciplina, la Arqueologa ha creado un marco epistemolgico razonablemente robusto para el anlisis de la dimensin espacial de la vida humana, entendiendo el espacio como un factor sistmico de la misma y disponiendo de mltiples conceptos y mtodos para analizar su materializacin en el registro arqueolgico en trminos de aprovechamiento econmico, captacin, socializacin, percepcin y simbolismo. Mientras que desde ciertos planteamientos la tecnologa espacial de base computacional (los SIG) es vista como sinnimo de un anlisis puramente cuantitativo, desde otros se los consideran una extensin de la prctica racional y analtica propia de la ciencia. Cualquiera que sea dicha visin, lo cierto es que, como tecnologa espacial, los SIG han revolucionado la forma de pensar el espacio y de tratar los datos del registro arqueolgico. Con independencia de su posicin terica de partida, y sin desestimar el considerable ruido que con frecuencia causan los usos poco madurados de la terminologa, una gran mayora de practicantes de la disciplina arqueolgica concuerdan en que una comprensin integral de la conducta humana puede ser alcanzada solo siempre y cuando se reconozca que ste deriva en mayor parte de la base espacial que tienen las prcticas sociales, quedando el espacio concebido como el trasfondo de la accin y la experiencia humanas, pero tambin como un producto social y como una creacin cultural e ideolgica.

    Experiencias en Lengua Hispana

    Dada la importancia que el proceso descrito en las pginas precedentes ha tenido en la maduracin disciplinar de la Arqueologa tal y como la conocemos hoy da qu valoracin puede hacerse de la situacin vigente en el mundo de habla hispana? En principio, cabe sealar que en nuestro dominio lingstico, el grado adopcin y desarrollo de los SIG y de mtodos y tcnicas para el anlisis arqueolgico espacial ha sido hasta ahora muy variable.

    En Espaa, debido al aislamiento acadmico y al atraso cientico impuestos por la dictadura franquista (1936-1975), el impacto de los debates sobre la arqueologa de los

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    asentamientos, los territorios de captacin o la arqueologa espacial no comenz a darse hasta bien entrados los aos 1980s. Signiicativamente, no sera hasta ese decenio cuando se consolidase en la literatura arqueolgica espaola el uso de conceptos tales como patrn de asentamiento, reas de captacin o espacio. Un hito en este sentido fue la publicacin en 1984 de los primeros nmeros de la revista Arqueologa Espacial, editada y dirigida desde entonces por Francisco Burillo Mozota desde el Colegio Universitario de Teruel. Cabe asimismo sealar la inluencia que tendra el trabajo seminal de A. Gilman y J. B. Thornes (1985) sobre los patrones de asentamiento y reas de captacin en la Prehistoria reciente del sureste de Espaa. A pesar del signiicativo retraso con que la arqueologa espaola se incorporaba al debate sobre el anlisis arqueolgico del espacio con respecto al resto de Europa occidental, se produjo una importante puesta al da, con la formacin de grupos de investigacin notablemente interesados en el tema y con la publicacin de trabajos de gran signiicacin (ver referencias ms adelante). Por otra parte, a partir de mediados de los 1990, y de forma bastante ms acompasada con la realidad Europea circundante, se produjo la introduccin de los SIG en la Arqueologa espaola, relejada en la publicacin de sucesivas monografas y volmenes colectivos (Baena Preysler et al. 1997; Sande Lemos et al. 2000; Garca Sanjun y Wheatley 2002; Martn de la Cruz y Lucena Martn 2004; Grau Mira 2006; Mayoral Herrera y Celestino Prez 2011) y numerosos artculos que ocupara demasiado espacio citar aqu.

    La situacin actual de la arqueologa espaola a este respecto es razonablemente positiva. El debate de las teoras relativas a la dimensin espacial, territorial o paisajstica de las sociedades humanas pasadas ha llegado para quedarse, y son numerosos los trabajos publicados en los ltimos aos que han concedido un papel central a esta cuestin. Naturalmente esto no quiere decir que no haya sombras en el desarrollo y aplicacin de la constelacin de conceptos, teoras y mtodos implicados. Cuando se valora el avance logrado en mbitos espacio-temporales concretos se constata que todava no se ha producido una universalizacin del inters por el estudio de la dimensin espacial de la conducta humana pasada, o que en algunos casos se produce un uso de la terminologa que no se corresponde con el tipo de aproximacin planteada (ver un anlisis en Garca Sanjun 2011). Como sealan Victorino Mayoral Herrera y Luis Sevillano Perea en su colaboracin en este volumen, algunas de las expectativas creadas en los 1980 y los 1990 respecto al potencial de la investigacin espacial no se han visto plenamente satisfechas o consumadas.

    A pesar de la existencia de sombras, el anlisis arqueolgico del espacio, el territorio o el paisaje se ha consolidado en la Arqueologa espaola. En cuanto a su docencia, es un tema completamente incorporado en los planes de estudio universitarios, en muchos casos con asignaturas completas, habindose publicado las primeras obras de sntesis en lengua espaola concebidas como manuales (Orejas Saco del Valle 1995; Garca Sanjun 2005). En cuanto a la investigacin, la consolidacin de su estatuto epistemolgico dentro de la disciplina lo demuestran las numerosas monografas publicadas en los ltimos 25 aos que han utilizado alguno de estos conceptos en sus ttulos: Criado Boado et al. 1986; Nocete Calvo 1989; Vicent Garca 1991; Galn Domingo 1993; Villoch Vzquez 2000; Urbina Martnez 2000; Daz del Ro 2001; Grau Mira 2002; Fairn Jimnez 2002; Parcero Oubia 2002; Eguileta Franco 2003; Moret y Chapa Brunet 2004; Fbrega lvarez 2004; Mayoral Herrera 2004; Moreno Gallo 2004; Cruz Berrocal 2005; Lpez Romero Gonzlez de la Aleja 2005; Zamora Merchn 2008; entre otros)2. Citando de nuevo la contribucin de Mayoral Herrera y Sevillano Perea en este volumen, la prospeccin de supericie en la arqueologa espaola ha dado frutos desiguales, pero su creciente soisticacin metodolgica testimonia una completa consolidacin disciplinar.

  • 15Los SIG en la arqueologa de habla hispana...

    En Latinoamrica las discusiones sobre el espacio, el paisaje y las herramientas para su estudio han seguido un camino apegado fuertemente a las corrientes desarrolladas desde la Antropologa, pero tambin en algunos casos por su contexto histrico, a la poltica. En el caso de Mxico el inters cientico por los restos arqueolgicos se maniiesta desde el siglo XIX con la creacin del Museo Nacional de Historia Natural, Arqueologa e Historia en 1865. A principios del siglo XX, los primeros trabajos arqueolgicos en forma de obras monumentales como los realizados en Teotihuacn por Leopoldo Batres, serian el relejo del uso de la arqueologa como apoyo para el discurso poltico-cultural del rgimen porirista. Sin embargo, en esta primera dcada tambin se avanzara rpidamente abandonando el positivismo y dando paso a las corrientes ligadas a la antropologa caracterizada por pensadores como Manuel Gamio. Cronolgicamente dentro del contexto de la Revolucin Mexicana (1910) y buscando contrarrestar las ideas extranjerizantes implantadas hasta el momento, arquelogos y antroplogos como Gamio se inclinaran al indigenismo y a la idea de la construccin de la nacin buscando valores propios. Estas nociones tendran a su vez profunda repercusin en el entendimiento sobre las culturas pasadas buscando un estudio integral de las manifestaciones materiales, simblicas y medio-ambientales. Por la extensin de su historia, una explicacin comprensiva sobre las consecuencias de estas ideas y el papel de la Arqueologa en la formacin del discurso de nacin en Mxico est fuera del propsito de esta introduccin. Sin embargo, basta decir que la importancia dada a los restos arqueolgicos por el Estado abrira una larga tradicin de bsqueda de mtodos y tcnicas que fueran a la vanguardia de la arqueologa mundial, pero tambin que la arqueologa mexicana se viera fuertemente ligada a planteamientos polticos. La corriente de reconstruccin monumental representada por Alfonso Caso en la dcada de 1930, y la posterior creacin del Instituto Nacional de Antropologa e Historia (INAH) y la Escuela Nacional de Antropologa e Historia (ENAH), corresponderan a las necesidades y ines polticos del momento en la consolidacin de Mxico como una nacin en rpido desarrollo. En trminos de la prctica arqueolgica, la corriente marxista estara presente en muchos de los postulados e interpretaciones arqueolgicas y durante las siguientes dos dcadas (1940 y 1950) donde Pedro Armillas, Angel Palerm y Jose Luis Lorenzo entre otros, daran un mayor enfoque al aspecto econmico de las culturas prehispnicas, otorgando a la geografa y el medio ambiente un lugar predominante en las investigaciones arqueolgicas (Armillas 1957; Lorenzo 1957; Palerm 1958).

    Hacia inales de 1960, la entrada de la Arqueologa Procesual a Mxico caus gran revuelo y cre posiciones encontradas en todo el pas, atrayendo crticas y discusin sobre todo por parte de los pensadores alineados a la corriente marxista. Las discusiones sobre el papel del espacio fueron acogidas desde el principio, y el avance de las corrientes tericas sobre el papel del paisaje sera inluido por crticas al procesualismo paralelas en trminos temticos a las que hara el posterior movimiento post-procesual. Llegando a llamarla la corriente tecnicista (Matos Moctezuma 1978), algunos arquelogos se opusieron de manera contundente a la arqueologa espacial, considerando el uso de la fotografa area, los modelos computacionales y el anlisis espacial como un enfoque meramente tcnico. Dicha polmica nublara de tal forma la discusin y el uso de la tecnologa espacial en Arqueologa, que seran necesarios varios ensayos para aclarar las posiciones de la Arqueologa Procesual y las objeciones a esta desde la Arqueologa Marxista (Gndara 1980, 1981). La adopcin amplia de tecnologas como los Sistemas de Informacin Geogrica (adoptados en este pas por otras ciencias desde principios de los 1970s), se vera hasta cierto punto ralentizado por esta fuerte crtica y una falta de compresin de las ventajas y desventajas en su uso. Durante inales de los 1980 el avance en las ideas sobre arqueologa del paisaje desde corrientes post-

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    procesuales vendran a aliviar de cierta forma esta cuestin, dndole un vigorizado valor a los estudios de paisaje y eventualmente a los enfoques espaciales. Testimonio de esto son los diversos trabajos publicados en los ltimos 20 aos (Broda et al. 2001; Porter-Bolland et al. 2008; Jansen y Prez Jimnez 2008), por citar solo algunos.

    Aunque en cuestiones de investigacin el camino terico ha sido relativamente ms complejo, en Mxico siempre existi una concepcin lexible sobre la utilizacin de la tecnologa espacial en el manejo de recursos culturales. La Direccin de Registro Pblico de Monumentos y Zonas Arqueolgicas del INAH ha utilizado todo tipo de tecnologa espacial desde hace ms de 20 aos. En trminos de docencia, la mayora de universidades que imparten Arqueologa incorporan los SIG como parte de su programa regular aunque esto es todava dispar. En la ENAH por ejemplo, se imparte topografa, estadstica, interpretacin de mapas e imgenes areas de forma regular. Sin embargo, la enseanza de tecnologa espacial ms all del manejo de recursos culturales y el anlisis espacial por medio de SIG no se ha incorporado sistemticamente, y es dado solo de forma espordica como una materia optativa. Organizaciones independientes como la Red Mexicana de Arqueologa han empezado a ofrecer cursos de capacitacin en este rubro. En trminos de capacitacin profesional, en 2005 se realizaba el primer curso de SIG organizado por la Coordinacin Nacional de Arqueologa del INAH, dando acceso a este tipo de programas a todos los centros INAH estatales. En este sentido y en trminos de investigacin, la plena adopcin de los SIG tanto en Mxico como en Centroamrica puede citarse como ms reciente. Sin embargo, se puede decir que la utilizacin de sta y otras metodologas computacionales ha ido cobrando fuerza desde inales de la dcada de los 1990s, y hoy goza de gran auge. Testimonio de esto es el ejemplo presentado en este volumen por Armando Trujillo as como las investigaciones de McClung de Tapia y Tapia-Recillas 1996; Ruggles y Church 1996; Brown y Witschey 2003; Hare 2004; Glover et al. 2004; Ochoa Winemiller 2004, 2007; Martnez Luna et al. 2005; Winemiller y Ochoa Winemiller 2006, 2010; Prez Rodrguez 2006; Tomaszewski 2006; Mendoza Gutirrez y Van Rossum 2006; Corridors 2007; Carballo y Pluckhahn 2007; Gorenlo et al. 2007; Van Ruymbeke et al. 2008; Sampedro Mendoza 2010; Witschey y Brown 2010; White y Barber 2012 y Jimnez Badillo 2013; por citar solo unas cuantas.

    En cuanto a los pases del sur de Sudamrica, como Argentina, Chile y Uruguay, las tendencias ms generales del desarrollo terico-metodolgico de la disciplina arqueolgica encontraron formas particulares de cristalizacin, afectadas por las variadas condiciones polticas, institucionales, as como por la propia evolucin del campo acadmico-cientico. Hasta la dcada de los 1970s el enfoque normativo o histrico-cultural predominaba ampliamente en los programas de investigacin aplicados en las diferentes regiones. Dicha orientacin se plasmaba en una atencin enfocada en las distribuciones de objetos materiales, concebidas como testimonios del movimiento de personas e ideas sobre un espacio externo, pasivo y principalmente receptor de la accin humana.

    La preocupacin por el espacio y por la espacialidad de la conducta humana, desde la

    escala mnima de las habitaciones o de la sectorizacin interna de los asentamientos, hasta el nivel macrorregional o subcontinental, fue colocada en el centro de la agenda tras el impacto de la Arqueologa Procesual, desde los aos 1970s y con especial impulso en la dcada de los 1980s. El inters por problemas como la organizacin de los sistemas de asentamiento, las reas de captacin de recursos o el intercambio interregional fue canalizado por medio de la aplicacin de un cuerpo terico, metodolgico y tcnico ms soisticado (Berberin y Nielsen 1988; Borrero 1985; Gradn et al. 1979; Mena 1984; Nez y Dillehay 1979; Rafino y

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    Cigliano 1973; Yacobaccio 1984-85; entre muchos otros). Este impulso se vigoriz visiblemente desde la dcada de los 1990s, a travs de la multiplicacin de las investigaciones y de la diversiicacin de los enfoques con los que stas fueron conducidas, especialmente luego de la introduccin de diversas corrientes post-procesuales que no desplazaron al paradigma pre-existente, sino que se sumaron a un escenario de notable riqueza terica que incluy la evolucin y crecimiento del propio marco procesual. Las miradas sobre los vnculos y mutuas inluencias entre el espacio y las poblaciones humanas alcanzaron una mayor complejidad y solidez analtica, claramente relejada en la produccin de los ltimos aos (Bonomo 2005; Curtoni y Bern 2011; Gianotti et al. 2008; Haber 2006; Nastri 1997-98; Pimentel et al. 2007; Quesada y Korstanje 2010; Troncoso 2005; entre muchos otros).

    La intensiicacin del trabajo ha redundado en un panorama actual medianamente satisfactorio, en el cual se han llenado vacos de conocimiento, se han ajustado diversos tipos de procedimiento y se han consolidado numerosos grupos de investigacin. No obstante persisten reas de sombras, entre ellas una menor aplicacin, o una aplicacin ralentizada de la tecnologa SIG en comparacin con el hemisferio norte. Por ejemplo su introduccin al mbito de la enseanza es an muy limitado, con un carcter desigual entre las diferentes universidades y generalmente restringido al nivel de posgrado. Una situacin semejante atae al mbito de la gestin patrimonial. A pesar de ello, en los ltimos diez aos se aprecia un crecimiento exponencial de su uso en numerosos programas de investigacin, referidos a una diversidad de problemas, regiones y perodos histricos (Ajata Lpez y Mndez-Quirs Aranda 2012; Carden 2009; De Feo y Gobbo 2006; Di Lullo 2012; Figuerero Torres e Izeta 2013; Magnin et al. 2012; Matteucci et al. 2011; Mignone 2011; entre otros).

    Temas, tcnicas e interpretaciones: aportaciones de este volumen

    En conjunto, la seleccin de trabajos aportados en este dossier de Comechingonia es bastante representativa de la saludable diversidad de aproximaciones, planteamientos e inquietudes vigentes en este campo de estudio a escala internacional dentro del mundo de habla hispana. Los trabajos presentados en este volumen demuestran la variedad de aplicaciones dadas al anlisis de la dimensin espacial de la conducta humana (sea mediante la heurstica procesual o la post-procesual) as como la utilizacin hecha de una tecnologa, como es el caso de los SIG, que va mucho ms all de una simple herramienta, constituyendo un elemento integral de relexin en el proceso de pensamiento e interpretacin arqueolgica. Considerados en un principio como herramientas para la gestin de datos resolucin de problemas empricos, los SIG y los anlisis espaciales incluyendo aquellos ms establecidos como los de visibilidad o supericies de costo, siguen evolucionando, no solo en trminos metodolgicos, sino tambin de su concepcin terica.

    Temas

    Desde un punto de vista temtico, son numerosas las cuestiones planteadas por las distintas colaboraciones incluidas en este volumen monogrico. Aunque su comentario pormenorizado excedera el espacio del que disponemos aqu, hay varios temas que sobresalen por su inters.

    En varias colaboraciones se plantean relexiones de gran importancia en relacin con los procedimientos de obtencin de datos mediante prospeccin de supericie, una cuestin que se sita en el fundamento de cualquier anlisis espacial. As, V. Mayoral Herrera y L. Sevillano

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    Perea llaman la atencin sobre la importancia de los vestigios arqueolgicos de supericie de tipo non-site, off-site o siteless, es decir, aquellas dispersiones de artefactos y residuos materiales que, sin conformar yacimientos o sitios arqueolgicos propiamente dichos s constituyen vestigios materiales de actividades humanas reconocibles en el espacio, formando parte integrantes de dinmicas sociales de signiicativa importancia. Son segmentos de evidencia arqueolgica, adems, que, como estos autores sealan, no quedan siempre debidamente protegidos por las legislaciones sobre patrimonio, dado que difcilmente encajan en las categoras descritas en las leyes, muy inluidas por el concepto de yacimiento. El trabajo de Mayoral Herrera y Sevillano Perea se inserta expresamente en una tradicin de estudio de los paisajes agrarios que, aunque con ms raigambre dentro de la arqueologa medieval espaola, hace tiempo tiene tambin su plasmacin en trabajos dedicados a la Prehistoria (cf. por ejemplo Vicent Garca 1991; Daz del Ro 2001; Mayoral Herrera 2004; entre otros). Por su parte, el trabajo de Armando Trujillo explora las posibilidades que ofrece la combinacin de datos arqueolgicos obtenidos mediante prospecciones de supericie intensivas y de datos etnohistricos (procedentes de documentos escritos de poca colonial) para obtener un registro de localizaciones arqueolgicas de gran valor que permite analizar con detalle una dinmica muy especica de asentamiento y ocupacin del territorio, cual es la derivada de la explotacin de recursos cuprferos.

    Estas colaboraciones subrayan la importancia que factores como la estructuracin de las categoras arqueolgicas de anlisis, la contextualizacin medioambiental del registro arqueolgico o la identiicacin de fuentes de datos complementarias, tienen para el correcto desarrollo del anlisis arqueolgico de la espacialidad de la conducta humana en cualquiera de sus expresiones tericas o heursticas.

    Otro tema de gran presencia en la literatura reciente que es abordado en algunas de las colaboraciones de este volumen es el del papel de la temporalidad en la formacin de sitios arqueolgicos y en la deinicin de los paisajes. El trabajo de C. Gianotti y M. Bonomo en relacin con los procesos de gnesis y acumulacin que dan lugar a los paisajes monumentales de las tierras bajas del cono sur permite entender a los llamados cerritos como resultado de procesos de larga duracin (por oposicin al concepto de diseo arquitectnico con que a veces son abordados los monumentos prehistricos) que involucran la reiteracin de actividades muy diversas a lo largo de dilatados periodos de tiempo. Abordando un tema en apariencia completamente distinto, cual es de los paisajes de caza en Antofagasta de la Sierra (Catamarca, Argentina), E. Moreno explica cmo la agregacin de intervenciones humanas, en este caso de ms reducido espectro funcional (caza de la vicua), a lo largo de una quebrada genera un paisaje cinegtico complejo con numerosas arquitecturas (trincheras, muretes) y residuos supericiales (proyectiles) cuya estructura incorpora adems las propias pautas de conducta de los animales cazados, a las cuales se tuvieron que adaptar las estrategias de caza y de la cual es indirecto relejo, subsiguientemente, la propia materialidad involucrada.

    Un tercer tema presente en las colaboraciones incluidas en este volumen monogrico es el del control visual del territorio, quizs uno de los temas ms clsicos en la Arqueologa del Paisaje y notablemente en la aplicacin de los SIG. Tanto la colaboracin de M. Zamora Merchn como la de C. Parcero Oubia abordan la cuestin desde el punto de vista meso-espacial, centrndose en el anlisis de sendos asentamientos ibricos de la Edad del Hierro, ubicados, respectivamente, en la provincias de Crdoba (Andaluca) y La Corua (Galicia). Ambos estudios comparten adems la caracterstica de estar basados en un anlisis SIG que re-elabora y da profundidad a estudios previos hechos en relacin con los mismos sitios o

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    las regiones en los que se encuentran. El trabajo de Zamora Merchn re-examina estudios previos del Cerro de la Cruz (Crdoba) en relacin con su cuenca de visibilidad a partir de la medicin de la accesibilidad que ofrecen las zonas de su entorno menos visualmente dominadas, y as comprender mejor la estructura defensiva y visual del sitio. De forma parecida, aunque en este caso empleando una ingeniosa metodologa de diseo propio, Parcero Oubia examina la arquitectura muraria que rodea el castro de Castrolandn (La Corua), interrogndose acerca del verdadero carcter funcional de la misma, una pregunta que encaja perfectamente dentro del debate que se viene planteando acerca de los recintos murados de Edad del Cobre ibrica (fortiicaciones o recintos monumentalizados?).Tcnicas

    En consonancia con su diversidad temtica, las contribuciones que se presentan en este volumen se basan en un abanico bastante amplio de tcnicas y procedimientos de captura y anlisis de datos. Un comn denominador a varios de los estudios es la importancia del trabajo de recogida de datos mediante reconocimiento y prospeccin de supericie. La obtencin de datos del registro arqueolgico en el territorio, sea en cuanto a su distribucin (densidad, georreferenciacin precisa) o su forma (topografa, planimetra, organizacin interna) es un pre-requisito de cualquier Arqueologa del espacio humano, en cualquiera de sus acepciones o heursticas. En la actualidad, la combinacin de tecnologas GPS y SIG hace posible, por primera vez en la historia de la disciplina, una obtencin de datos de alta resolucin que es a la vez lo suicientemente precisa y econmica (en trminos de costo y tiempo) como para posibilitar un anlisis espacial basado en cantidades masivas de datos.

    Los SIGs ofrecen posibilidades hasta hace poco tiempo desconocidas para la manipulacin, transformacin e integracin de datos. En cuanto al procesamiento y manipulacin de estos datos, Parcero Oubia realiza originales e interesantes clculos para restituir la topografa y la arquitectura implicadas en el anlisis de Castrolandn, demostrando que los SIG tienen la capacidad no solo de facilitar la calidad del manejo de los datos disponibles, sino tambin de mejorar los datos en s mismos, posibilitando la generacin de bases empricas inferidas o modeladas, y que en principio eran inexistentes.

    Todas las colaboraciones aportadas en este volumen hacen uso de las posibilidades de visualizacin de distribuciones de yacimientos (u otras categoras de evidencias) que son inherentes a los SIG. En s mismos, estos mapas de distribucin se parecen a los que se han estado manejando en la Arqueologa prcticamente desde sus orgenes. Pero en un SIG ocurren diferencias muy importantes, ya que es posible combinar la visualizacin de esos datos con mltiples variables medioambientales, geogricas o ecolgicas de esas que, asmase una postura ms procesualista o post-procesualista, todo el mundo tiende a estar de acuerdo son fundamentales para comprender la espacialidad de las sociedades. Eso, por no mencionar las posibilidades de clculo estadstico (pruebas de densidad, de signiicacin espacial, de correlacin, etc.), reclasiicacin, visualizacin 3D, etc. Podra decirse que, siendo en esencia lo mismo, despus de los SIG los mapas de distribucin de yacimientos arqueolgicos no volvieron a ser lo mismo.

    Varios de los trabajos tambin hacen uso de las herramientas de clculo de visibilidad y cuencas visuales (cuantiicacin de espacio visible y no-visible) en los casos de estudio tratados. Siendo como es la visin el principal medio de percepcin y reconstruccin humana del medio circundante, no es de extraar que desde la Prehistoria, las estrategias locacionales,

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    los diseos arquitectnicos y las estrategias de subsistencia y competicin seguidas por las comunidades humanas hayan tenido una fuerte componente visual. Los trabajos de Moreno, Zamora Merchn y Parcero Oubia emplean tcnicas de clculo de visibilidad para analizar los respectivos problemas planteados (avistamiento y caza de presas, control del territorio circundante a un asentamiento, defensa, etc.). La aportacin de F. Wynveldt, B. Balesta y M. E. Iucci busca indagar sobre aspectos especicos del proceso y organizacin socio-poltica de las comunidades andinas a travs del anlisis de las relaciones espaciales y visuales entre los poblados protegidos del sector norte y sur del valle de Hualfn (departamento Beln, Catamarca, Argentina), adems de examinar la vinculacin con otras materialidades y con la dimensin temporal. Para ello se toman en cuenta las caractersticas de las murallas, de la coniguracin intra-sitio, la incidencia de la topografa y las condiciones de intervisibilidad.

    En el caso de los trabajos de Parcero Oubia y Zamora Merchn, el anlisis de visibilidad propiamente dicho es luego contrastado con un anlisis de accesibilidad basado en el clculo de rutas ptimas y reas iscronas en el que parten de un anlisis de la topografa (o forma) del terreno que nos muestra hasta qu punto es posible superar, cuando el estudio as lo exige, la nocin de espacio euclidiano en el que se basaba la mayor parte de la arqueologa espacial de los aos 1970 y 1980. En Espaa, varios estudios recientes de movilidad y conectividad entre sitios y regiones en la Prehistoria Reciente han mostrado el formidable potencial de los SIG para descubrir pautas culturales y prcticas sociales que hasta hace pocos aos eran apenas entrevistas en la literatura (Fairn Jimnez et al. 2006; Murrieta Flores 2012; Murrieta Flores et al. 2011)

    Finalmente, entre las metodologas ms avanzadas de aplicacin de anlisis espacial mediante SIG se encuentran los modelados predictivos. La aportacin de A. Trujillo en este apartado, que, salvo excepciones (por ejemplo Fernndez Cacho y Rodrigo Cmara 2009), ha recibido muy escasa atencin en el mbito de habla hispana, supone una aportacin novedosa en la que la combinacin de variables del medio fsico con la informacin arqueolgica permite identiicar patrones de correlacin espacial que a su vez pueden usarse como base de una interpretacin en clave de pautas especiales o para el desarrollo de futuras estrategias de prospeccin.

    Perspectivas

    Conforme los SIG han ido siendo adoptados en diversos mbitos de la Arqueologa, las discusiones en torno a sus capacidades y limitaciones han contribuido al desarrollo del pensamiento espacial y a la deinicin de factores y variables que dan forma a lo observado en el registro arqueolgico. As, los mtodos tratados en algunos de los artculos aqu presentados representan ejemplos de los avances ms recientes en la Arqueologa Ibrica y Latinoamericana del uso de los SIG y Arqueologa del Paisaje. En ellos, se muestran no solo la capacidad de la Arqueologa para desarrollar teoras y metodologas de aplicacin especica a problemas arqueolgicos a partir de herramientas creadas en la tradicin geogrica (ver Mayoral Herrera y Sevillano Perea, Parcero Oubia , Zamora Merchn, y Trujillo en este volumen), sino tambin directa o indirectamente la relexin sobre la importancia del paisaje como parte integral de la actividad humana (ver artculos de Giannoti y Bonomo, Moreno, y Wynveldt, Balesta e Iucci).

    Cualquier que sea la problemtica de fondo que se examine, sea la misma la distribucin de la evidencia arqueolgica sobre la supericie terrestre, el abastecimiento econmico (de

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    los recursos subsistenciales, como los animales, o no subsistenciales, como los metales), las estrategias locacionales y sus patrones de asentamiento, o las prcticas sociales generadoras de monumentalidad y memoria, el resultado de la aplicacin de las heursticas del anlisis espacial, los patrones de asentamiento o los paisajes, es invariablemente una lectura nueva, ms rica, robusta y iable del problema en cuestin.

    En este sentido, las interpretaciones presentadas en las colaboraciones de este volumen muestran un comn denominador: como resultado de una aplicacin tericamente transversal de conceptos relativos a las teoras de estudio de la dimensin espacial de la conducta humana, ms la aplicacin de los SIG, se obtiene lo que quizs podramos propiamente denominar hoy da una teora arqueolgica general del espacio humano que integra esos dispositivos conceptuales que una vez consideramos medio ecolgico, medio geogrico, pautas de asentamiento, anlisis espacial, Arqueologa del Paisaje

    El trabajo de Gianotti y Bonomo nos parece un perfecto ejemplo de ello. El anlisis que estos autores hacen sobre los mltiples roles de la monumentalidad en sociedades semi-sedentarias de economa mixta horticultora y cazadora-recolectora en Uruguay y Argentina parte de la premisa de que cualquier aproximacin al estudio de los paisajes arqueolgicos de las tierras bajas debiera integrar el rol que jug, entre las poblaciones prehispnicas, el desarrollo de la arquitectura en tierra como dispositivo social de transformacin de la naturaleza, lo que de hecho constituye una hermosa sntesis entre conceptos propuestos desde las tradiciones de pensamiento ecolgico cultural (procesualismo) y fenomenolgica (post-procesualismo) que sugiere algo que muchos han sospechado ya desde hace bastante tiempo: que detrs de los (a veces exagerados) antagonismos tericos hay una riqueza de aproximaciones que se complementan y enriquecen mutuamente.

    Notas

    1- Una buena expresin (con arrebatada prosa) de este marco epistemolgico se encuentra en el libro Antigedades Prehistricas de Andaluca (1868), reconocida como la primera obra de sntesis de la arqueologa prehistrica espaola: ...por igual ley, y a modo de providencial expiacin, cay sobre los beros otra gente poderosa que les hizo crudsima guerra (...) cayendo los celtas sobre Espaa, llevndolo todo a fuego y sangre y hacindose pronto dueos de lo mejor de la pennsula, desconcertaron a las diversas naciones que la habitaban, y muchas la tuvieron que abandonar... (Gngora y Martnez 1868: 12).2- De nuevo, la lista de artculos y colaboraciones en obras colectivas y actas de congresos sera demasiado extensa como para ser citada aqu.

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    Comechingonia. Revista de ArqueologaNmero 17, segundo semestre 2013, pp. 31-56, Crdoba

    ISSN 0326-7911

    PROSPECCIN, PAISAJE Y EL GRAN CUADRO DE LA HISTORIA AGRARIA: UNA REVISIN CRTICA Y ALGUNAS PROPUESTAS

    ARCHAEOLOGICAL SURVEY, LANDSCAPE, AND THE BIG PICTURE OF AGRARIAN HISTORY: A CRITICAL REVIEW AND

    SOME PROPOSALS.

    Victorino Mayoral-Herrera1 y Luis Sevillano-Perea2

    1. Instituto de Arqueologa - Mrida. Espaa. E-mail: [email protected] 2. Instituto de Arqueologa - Mrida.. Espaa. E-mail: [email protected]

    Presentado el: 15/11/2012 - Aceptado 02/08/2013

    ResumenEl propsito de este trabajo es proponer algunos puntos de relexin acerca de la manera de

    concebir el estudio arqueolgico del paisaje, as como sobre el papel que juega en este la prospeccin de supericie. Se llama la atencin sobre la robustez de las propuestas tericas de los aos 80 y 90, y se reclama la necesidad de continuar articulando nuestra praxis siguiendo la pauta de programas de investigacin coherentes y bien estructurados. De manera ms amplia se plantea el potencial que tiene en esa direccin renovar una apuesta por una arqueologa agraria, reivindicando la vala de conceptos que encierran an un vasto potencial de desarrollo en la investigacin espaola. En concordancia con todo ello se seala la importancia de diseos metodolgicos de prospeccin adecuados para afrontar el tratamiento de la compleja realidad de los paisajes agrarios. Se expone en este sentido una revisin de tendencias recientes as como de desafos para el futuro, especialmente en lo referente a la documentacin de la evidencia off-site. Finalmente, se plantean algunas propuestas acerca del sentido y utilidad de espacios hbridos de investigacin, orientados a lograr una aproximacin realmente diacrnica del estudio de los paisajes culturales. Palabras claves: Arqueologa del Paisaje; Paisajes agrarios ; Prospeccin supericial; Registro off-site Abstract

    The aim of this paper is to offer some thoughts about the way we conceive archaeological study of landscapes, and the role played by surface survey on it. We stress the robustness of theoretical proposals of the 80`s and 90`s in Spain. We claim for the need of continuity in guiding our praxis by coherent and well structured research programmes. In a wider sense, we pose the need of renewing

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    a commitment with the proposals of an agrarian archaeology. We claim for the value of theoretical concepts that still have a high potential for development in Spanish research. In this framework we stress the importance of methodological design of surface survey, in order to deal with the complex reality of agrarian landscapes. Some recent trends and challenges for the future are outlined, especially regarding the recording of the off-site inds. Finally, we suggest some proposals about the sense and utility of hybrid spaces of research oriented to a true diachronic approach to the study of cultural landscapes. Keywords: Landscape Archaeology; Agrarian landscapes; Surface survey; Off-site recordAntecedentes. Historia de un desarrollo (en parte) frustrado.

    Podra decirse que para la arqueologa como disciplina cientica, y particularmente en los estudios sobre el territorio, en la Espaa de entre mediados de los aos 80 y los 90 del siglo XX se vivieron tiempos de grandes esperanzas. El relevo generacional de la Academia trajo consigo la llegada de una hornada de profesionales atentos a la profunda renovacin terica y metodolgica que vena experimentando la disciplina desde ms de una dcada antes, especialmente en el mbito anglosajn, pero tambin de manera importante a travs de corrientes de investigacin surgidas en pases como Francia e Italia (Martnez Navarrete 1997-1998: 330-331).

    El fruto de este proceso dialctico fue la progresiva maduracin de propuestas comprensivas y robustas acerca del concepto de paisaje, bien partiendo de presupuestos tericos de raigambre materialista: Juan Vicent para la Prehistoria Reciente desde el CSIC (Vicent 1991), Arturo Ruiz y Manuel Molinos para la Protohistoria (Ruz Rodrguez 1988; Ruz Rodrguez y Molinos 1979, 1984; Ruz Rodrguez et al. 1988), Miquel Barcel para el mundo medieval (Barcel 1988) o bien inspiradas por otras corrientes como el estructuralismo (Criado Boado 1993, 1999) o el procesualismo (Ruz Zapatero y Burillo Mozota 1988). La dimensin territorial qued as brillantemente articulada a travs de esquemas que integraban de una manera coherente diversas escalas de resolucin espacial, desde las unidades mnimas de habitacin, produccin y consumo, hasta las demarcaciones de carcter regional. Se trataba asimismo de planteamientos que tenan la vocacin de ofrecer un marco explicativo global del comportamiento humano a travs de su huella material. Las sucesivas reuniones cienticas organizadas por el grupo de investigacin del Colegio Universitario de Teruel, publicadas en la revista Arqueologa Espacial, permanecern como testimonio de esta etapa de eclosin.

    Esta renovacin de conceptos coincidi en el tiempo con la redeinicin del modelo territorial espaol. La adopcin del sistema autonmico trajo consigo la transferencia de competencias en materia de patrimonio, lo cual condujo a la puesta en marcha de ambiciosos proyectos de catalogacin e inventario de zonas arqueolgicas.

    Ambas circunstancias conluyeron en la proliferacin de estudios territoriales orientados a realizar sntesis de la evolucin histrica de regiones amplias. Se produjo un crecimiento sustancial en el volumen y calidad del registro arqueolgico relativo a estos problemas, completndose la informacin sobre amplios espacios vacos. Al mismo tiempo, y para dar respuesta a estas demandas, estos trabajos fueron caldo de cultivo para fomentar la relexin sobre los mtodos de documentacin empleada, adquiriendo la prospeccin supericial un papel protagonista. Tambin en este sentido la arqueologa espaola de esta etapa fue muy receptiva al pujante desarrollo que se estaba produciendo fuera de nuestras fronteras, y que ha conducido a la consolidacin de la prospeccin como un recurso de primer orden en la investigacin sobre el pasado.

  • 33Prospeccin, paisaje y el gran cuadro de la historia agraria

    Pero como ya observ hace tiempo Ruiz Zapatero (2004), muchas de las expectativas creadas en esa etapa respecto al potencial de la investigacin sobre el paisaje se han visto truncadas, o cuando menos han visto frenado su desarrollo. Desde el plano de la relexin terica, pensamos que uno de los factores de fondo que han inluido en este sentido es la creciente crisis de los grandes paradigmas tericos, o cuando menos el abandono de los mismos en tanto que dispositivos heursticos como respaldo para el diseo de los programas de investigacin.

    En una dimensin ms prctica, el mismo autor sealaba cmo, a diferencia de la tendencia mostrada en otros mbitos de la regin Mediterrnea, los grandes proyectos regionales fundamentados en este tipo de trabajos no han tenido un crecimiento destacado. An hoy domina en nuestra profesin una actitud de escepticismo que tiende a situar a la prospeccin supericial en un estatus metodolgico inferior. En buena medida este rechazo se fundamenta en la conviccin de que los condicionantes respecto a la conservacin y representatividad del registro material de supericie son demasiado fuertes como para poder obtener un conocimiento signiicativo sobre la estructura espacial de entidades arqueolgicas.

    Como consecuencia, la comunidad de investigadores consagrados al desarrollo metodolgico de la prospeccin, o al menos a una aplicacin consciente de procedimientos ya aceptados, sigue siendo minoritaria. La componente de experimentacin que requerira la contrastacin de la validez de los sistemas de registro brilla prcticamente por su ausencia. Este carcter limitado fomenta adems la multiplicacin de iniciativas con poca interconexin, creando un efecto de torre de Babel que diiculta la posibilidad de comparar los resultados de los diferentes proyectos (algo que en todo caso no es exclusivo de nuestra investigacin peninsular, tal y como plantean trabajos como el de Alcock y Cherry 2004).

    Paralelamente, la realizacin de prospecciones supericiales se ha convertido en una parte

    sustancial de las intervenciones arqueolgicas, en la medida en que constituye un requisito de cualquier estudio de impacto en una obra civil. Sin embargo, como valoraremos ms adelante, existe un divorcio acentuado entre el desarrollo metodolgico de la prospeccin y la praxis profesional. Los proyectos de excavacin suelen requerir por parte de la administracin una especiicacin de los mtodos de registro y una homologacin a procedimientos aceptados, como por ejemplo el uso del sistema Harris/Carandini (Harris 1991; Carandini 1997). En el caso de la inspeccin supericial en cambio, la uniicacin de la documentacin se centra en la cumplimentacin de ichas que inquieren sobre todo acerca de la tipologa, cronologa y estado de conservacin de los hallazgos, pero que asumen la categora de yacimiento como principal entidad del registro.

    La sealada tendencia a la fragmentacin y el eclecticismo terico contrasta con la soisticacin tecnolgica de muchos estudios territoriales, fruto en buena medida de la democratizacin en el acceso a las herramientas informticas. Los Sistemas de Informacin Geogrica han sido deinitivamente interiorizados como plataforma para la gestin y anlisis del componente espacial de los datos arqueolgicos (Conolly y Lake 2006; Grau 2006; Wheatley y Gillings 2002). En un sentido estrictamente funcional, estos medios han penetrado en nuestra prctica cotidiana. Sera por ejemplo irrelevante destacar aqu la disponibilidad generalizada de sistemas de posicionamiento que han desterrado del campo la cartografa en papel y (casi) erradicado los errores de localizacin. No obstante, un acceso universal a datos y software, que es positivo de por s, entraa riesgos para una generacin a veces tentada por el sndrome de apretar el botn. La formacin predominantemente

  • 34 Comechingonia 17 (segundo semestre de 2013) ISSN:0326-7911-Mayoral-Herrera y Sevillano-Perea : 31-56

    humanstica de los arquelogos supone un hndicap para afrontar la comprensin de la matemtica subyacente a los cada vez ms amigables interfaces de los programas. Estos son capaces de hacer cada vez ms cosas, lo cual conduce a que en no pocas ocasiones la herramienta dirige al usuario y no a la inversa (esta falsa neutralidad de los SIG ha sido agudamente denunciada por Gillings 2000).

    Pensamos que otra tendencia actual respecto al uso de estas tecnologas consiste en su orientacin hacia aspectos muy especicos del modelado de fenmenos del pasado. Frente a los viejos problemas de anlisis espacial planteados por la escuela procesual (y que con estos nuevos soporte pueden ser abordados con extrema facilidad) los jvenes practicantes de este tipo de aplicaciones se ven mucho ms atrados por la simulacin numrica de aspectos ms subjetivos del comportamiento de los grupos humanos, como su percepcin del entorno mediante las relaciones de visibilidad o el movimiento a travs del paisaje (una muestra de ello puede verse a travs de Mayoral y Celestino 2011). Esto en s mismo releja una diversiicacin y un enriquecimiento en el espectro de facetas del comportamiento humano que son valoradas.

    La historia agraria como elemento articulador

    Dentro de este panorama rico a la vez que fragmentario y desigual, estimamos que la prospeccin arqueolgica puede ofrecer su mximo potencial a partir de su insercin en programas de investigacin coherentes y bien estructurados. No se trata de reivindicar la recuperacin de un paradigma determinado. En cualquier caso es clara la necesidad de abordar el registro desde un modelo que tome nota de las insatisfacciones, pero con el que no nos perdamos en un laberinto de aspectos particulares o, peor an, sigamos adelante repitiendo mimticamente una prctica arqueolgica sin pensar para qu hacemos lo que hacemos.

    Siguiendo en esa direccin, y retomando el discurso planteado por otros autores (Orejas 2006) querramos buscar un vnculo entre viejos modelos y necesidades actuales a travs de la perspectiva que aporta la Historia agraria. Deinida como tal, dicha disciplina es en Espaa casi con exclusividad dominio de especialistas en el mundo medieval, moderno y contemporneo. No es este lugar para un anlisis detenido del papel de la dimensin material del mundo agrario en estos trabajos. Eso s, se ha de sealar cmo esta situacin contrasta con la ofrecida por pases como Francia, Inglaterra o los Pases Bajos, en los que los estudios de cultura material de raigambre braudeliana, junto con otras tradiciones de anlisis histrico del paisaje, nos dejan un impresionante legado cientico (vase por ejemplo las obras de Barker 1995 o Cherry 1991).

    Ya hemos mencionado cmo desde la Arqueologa han sido formuladas propuestas de gran robustez para el estudio del mundo agrario. Algunas estuvieron claramente inspiradas por la Escuela de Annales, en un afn de integrar la pluralidad de disciplinas relacionadas con el conocimiento de lo agrario (Guilaine 1991). Ese llamamiento tuvo tempranos ecos en la Pennsula Ibrica. Desde la prehistoria, el concepto de paisaje agrario fue ambiciosamente abordado por autores como Vicent (1991), que propusieron una aproximacin especicamente arqueolgica a este problema, tomando como referencia esquemas conceptuales de la geografa humana. Se planteaba as una arqueo-geografa del paisaje humano del pasado, atenta a la idiosincrasia del registro material, y siempre contextualizada en el estudio de formaciones sociales y contextos histricos especicos.

  • 35Prospeccin, paisaje y el gran cuadro de la historia agraria

    Una lnea de indagacin con parmetros similares puede rastrearse a travs de algunos sectores de la arqueologa medieval espaola. Emanando de la citada tradicin de estudios de geografa rural francesa, es de cita obligada la labor de autores centrados en el mundo islmico como Patrice Cressier (1983), Andr Bazzana (1983) o Pierre Guichard. Desde un paradigma terico diferente, ya durante los aos 80 Barcel (1988) llama la atencin sobre la necesidad de desplazar el objeto de atencin de la arqueologa, desde los espacios y mbitos en los que el poder y la desigualdad social es representada, hacia aquellos en los que estas relaciones se ejercen de facto. Una arqueologa que desplace el foco de las residencias de la elite o los centros de culto hacia los campos de cultivo y otros espacios de produccin. Esta orientacin fructiica en un amplio conjunto de estudios de iliacin materialista centrada en los paisajes irrigados islmicos.

    Esta lnea de trabajo va a conluir con experiencias surgidas de las grandes intervenciones preventivas en lugares como Madrid, en las que la excavacin en rea coloca a los arquelogos frente a una enorme diversidad de indicios de ocupacin ms all de los sitios (Kirchner 2010). De manera anloga a como ha sucedido en otros pases europeos, de la identiicacin formal de los campos y sus mltiples indicios asociados, se pas a la excavacin de los mismos y al establecimiento de vastas estratigrafas horizontales (vase por ejemplo el tipo de trabajos planteados en Miller y Gleason 1998). Otra de las consecuencias de estos estudios fue la contextualizacin de conjuntos de materiales de baja densidad y no asociados a estructuras de habitacin, evidencia que nos lleva al registro supericial off-site del que hablaremos en extensin ms adelante.

    Por un camino similar, las grandes excavaciones provocadas por la expansin urbana de Jan condujeron a la documentacin de sistemas de campos, estructuras para la gestin del agua y pequeas construcciones rurales, con una cronologa que se extenda desde la prehistoria reciente hasta poca moderna. En este caso los resultados encuentran su marco explicativo en las propuestas de anlisis histrico del grupo de investigacin del Centro Andaluz de Arqueologa Ibrica, a las que ya hemos hecho alusin (Ruiz Rodrguez 2007).

    Siguiendo por este recorrido de una Arqueologa de los campos cultivados, es preciso adems hacer referencia a trabajos de documentacin de este tipo de estructuras en el Noroeste peninsular, como es el caso de las registradas por Parcero (2006) para la Edad del Hierro, as como a los sistemas de aterrazamiento estudiados por Ruiz del rbol (2005, 2006) en el marco de la investigacin sobre los paisajes agrarios y mineros romanos en las actuales provincias de Len y Zamora.

    Si ijamos la mirada sobre el mbito del suroeste peninsular, nos encontramos con el grupo de investigacin de la Universidad de Extremadura, que desde inicios de este siglo ha propugnado el desarrollo de una lnea de trabajo centrada en la arqueologa rural. En buena medida esta labor est inspirada en las propuestas tericas y de estructuracin metodolgica defendidas por Arturo Ruiz desde Jan. Su llamada de atencin sobre la necesidad de abordar el estudio de los otros sujetos del proceso histrico (Rodrguez Daz 2009: 14) sigue siendo pertinente en una disciplina que a menudo se ve fatalmente atrada por el discurso elaborado desde las clases dirigentes. No es menos estimable su apuesta por otra lnea de investigacin que tiene un desarrollo creciente como es la arqueologa de la poblacin (Burillo Mozota 2010). En ella vemos un buen ejemplo de la utilizacin de mtodos de experimentacin de raigambre procesual como herramientas heursticas para abordar preguntas esenciales en el estudio de los paisajes agrarios. Las estimaciones

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    demogricas son necesarias para ponderar el impacto y la sostenibilidad de los modelos de explotacin o la escala de las relaciones de produccin, y la prospeccin supericial juega un papel muy signiicativo en la elaboracin de estas estimaciones. La prospeccin supericial en la encrucijada

    Si lo que se pretende es que la prospeccin arqueolgica juegue un papel relevante en la contrastacin de modelos explicativos complejos del comportamiento humano en el paisaje, una premisa esencial es que adaptemos su corpus metodolgico en funcin de las demandas que estos nos plantean.

    Como ya se ha apuntado, el incremento de este tipo de trabajos durante la