COLUMNA DE REY - RECORDANDO A CAPA

David Bayardo Muñiz “La muerte es la llave de oro hacia la

Eternidad.” John Milton

José Raúl Capablanca Graupera

Una fría tarde del siete de Marzo de 1942, un hombre vistiendo un gabán gris que le llegaba hasta el tobillo, entraba por la puerta del Manhattan Chess Club de New York como lo hacía desde sus tiempos de estudiante en la Universidad de Columbia cuando era su refugio favorito y se encaminó rápidamente a la sala de juego sin quitarse el abrigo porque padecía de frio a pesar de sus años en la ciudad, en Europa o en Rusia, excepto quizá cuando jugaba con alguna mujer en la nieve. El portero del club y la “girl” del guardarropa le sonrieron, estaban acostumbrados a verlo en el local moviéndose de tablero en tablero en algunas simultáneas o en uno de tantos encuentros con jugadores del club. Hay rasgos de tristeza en su rostro y sus ojos parecen llevar en sus pupilas llenas de misterio la visión confusa de un calvario donde la imagen de la cruz hace una sombra de melancolía sobre su frente gloriosa. Pero esta vez no habían jugadores de su edad o de su fuerza. Eran todos o muy jóvenes o muy viejos. Eran tiempos de guerra no de juegos o quizá mas propiamente del juego de la guerra. En su recorrido por varios tableros vio uno de un joven contra un viejo que tenía la partida perdida. El bisoño jugador buscando como hacer una jugada decisiva, lo pensó sin pensarlo y

se arrepintió, pero había tocado su dama y conforme las reglas del juego debía mover esa pieza, pero el rival ensimismado en la posición perdida no había notado el movimiento del otro y el jovencito hizo como si no hubiera pasado nada. El hombre del abrigo gris sonrió, vino a su memoria una jugada similar que había hecho su padre hacía más de medio siglo que él consideraba un fraude y se lo había dicho, aunque esta vez no dijo nada. De repente, levanto los brazos de manera extraña, se llevó las manos enguantadas al cuello y desesperado pidió en español casi con un grito: “Ayúdenme con la capa”. No dijo nada más y como fulminado por un rayo cayó al piso inconsciente. Aquel hombre era Jose Raúl Capablanca, Gran Maestro de Ajedrez, ex campeón del mundo, héroe e ídolo de Cuba y de América entera, mimado de Europa y adorado en Rusia. Moriría al día siguiente 8 de Marzo de 1942, a los 53 años de edad, de un violento y masivo derrame cerebral. Y ahí está el Maestro, el campeón indiscutible, el genio que hacía del ajedrez un espectáculo sorprendente, el héroe de mil batallas, tendido en el piso con una palidez de nardos y una angustia mística en el estuario implacable de la muerte, con los parpados cerrados para siempre y los labios eternamente mudos. Ahí está el genio inamovible como un astro que se esfuma en la niebla, en ese silencio de las cosas interrumpido solamente por el triste sonar de un campanario lejano. Y ahí esta Capa, como un Ayax vencido sobre el piso, como un sol de oro que se extingue sobre el espejo brumoso de la tarde fría, como una rosa mustia cuyos pétalos han caído como gotas de rocío sobre el horizonte insondable de la nada en el surco ya abierto de la muerte. Ahí está el Mozart del ajedrez tendido en la sombra silenciosa del recinto con los brazos extendidos como alas de un águila caída en un cuadro de Rembrandt, en la serenidad augusta de aquel momento trágico en el cual el desfile de sus mil victorias pasadas le sirven de fieles heraldos ante la faz de la muerte. Horacio dijo una vez que “estamos destinados a la muerte —debemur morti, nos nostraqui – nosotros y cuanto nos pertenece” y aun el genio no puede evitar su destino y así el recinto que vio a Capa demostrar tantas veces su inagotable talento, lo vio en su hora más grande cuando despojándose del mortal cuerpo que aprisionaba su alma, ascendió esta en un solo vuelo hacia las regiones de la inmortalidad, ahí donde yacen los artífices del juego y los cinceladores de estrellas sobre la superficie cuadriculada del tablero, ahí ascendió su alma noble hacia lo desconocido, acompañada por la luz de una aurora que habría de iluminar por siempre su nombre y su gesta en los anales del ajedrecismo universal, una luz que no se extinguirá jamás. Trasladado a su patria nativa, pueblo y gobierno le rindieron exequias solemnes. Fue velado su catafalco en el enorme edificio blanco del Capitolio Nacional de la Habana en el salón de los Pasos Perdidos, sede del Congreso de la Republica por entonces. El mismo Presidente de la nación, el Gral. Fulgencio Batista se hizo responsable de las honras fúnebres y de los grandes honores ofrecidos.

El catafalco fue colocado justo encima del diamante, en el centro del enorme salón. Un diamante sobre otro, este último una piedra preciosa de 25 quilates colocada bajo la cúpula del Capitolio que había pertenecido al último zar de Rusia Nicolás II y que marcaba el kilómetro cero de la red de carreteras cubanas y que ahora marcaba el principio de la jornada eterna de Capablanca en su viaje sin retorno a la inmortalidad. El ataúd abierto solo en la mitad, mostraba un rostro terriblemente pálido, más bien gris y en la nariz y los oídos habían colocado torpemente tapones de algodón. Después de las ceremonias oficiales, el cortejo fúnebre se encaminó hacia el cementerio Colón, declarado monumento nacional y que ocupa actualmente el tercer lugar después de España e Italia de los mejores cementerios del mundo. Ahí bajo una loza de mármol descansa en su sueño eterno el inolvidable cubano, uno de los más grandes jugadores de ajedrez en la historia del juego. Sobre su tumba se levanta una enorme pieza de ajedrez, el Rey, como lo fue el mismo en su paso por la tierra y es imposible que la historia pase delante del sepulcro de este genio sin descubrirse. Pero como en el poema de Garcia Lorca a la muerte de Ignacio Sanchez Mejía, podemos decir lo mismo: “Pero ya duerme sin fin. / Ya los musgos y la hierba / abren con dedos seguros / la flor de su calavera.”/ y agregar nosotros, vuestro silencio Maestro, es aún más bello que la tumba que os posee.

Jose Raúl Capablanca nacido en 1888, aprendió a jugar ajedrez a los cinco años cuando por accidente entró a la oficina de su padre mientras jugaba con otra persona. De ahí hasta su muerte, fue una cadena de sucesos fantásticos que adornaron su vida de triunfos y derrotas, de alegrías y sinsabores, pero que supo mantenerse firme ante la adversidad y glorioso ante la fortuna. En un periodo de diez años había jugado noventa y nueve torneos y juegos decisivos y perdido solamente en una ocasión, lo que hizo exclamar a Lasker, siempre generoso, cuando Capa entró al torneo de Nueva York de 1924 que “Capablanca podia descansar en un record que nadie había conseguido nunca ni nadie igualara después”. El mismo Capa, cuyo apellido le fue acortado así por ser más cómodo en el mismo Club de Ajedrez de Manhattan, había exclamado que “hubo un momento en mi vida en que estuve muy cerca de creer que no podía perder un juego”, razón por la cual era conocido como la “máquina de jugar ajedrez” (the chess machine).

Capablanca – Lasker 1925

Sus críticos lo acusaban de perezoso porque no estudiaba el ajedrez como lo hacía el resto de los Grandes Maestros, especialmente Alekhine que pasó años estudiando el juego de Capablanca porque sabía que había de encontrarse con él por el título mundial. Capablanca en verdad nunca dedicó su tiempo a las aperturas sino especialmente a los finales, donde era un virtuoso y, posiblemente, se deba ello a que el comenzó aprendiendo el juego cuando las piezas en su niñez, en el episodio con su padre, ya estaban colocadas sobre el tablero. Pero había mucho de razón.

De izquierda a derecha: Alexander Alekhine, el árbitro Dr. Carlos Augusto Querencio y José Raúl Capablanca durante el Campeonato Mundial de Ajedrez de 1927 en Buenos Aires.

Cuando el torneo mundial en Buenos Aires contra Alekhine en 1927, Capa se fue a bailar tango con una señorita la noche anterior a la partida decisiva contra el eslavo. En sus declaraciones posteriores al evento, Alekhine, ya como nuevo campeón mundial y hablando con falsa modestia dijo que: “No creo que yo fuera superior a Capablanca. Talvez la razón por la que le gané fue que se sobreestimaba y no me estimaba”. A Capablanca, como a Borge, le gustaban mucho las argentinas. Capablanca hijo de Caissa, parecía a veces estar más interesado en las

mujeres que en el juego mismo y, en una ocasión, se presentó a concluir una partida suspendida vestido con atuendo de jugar tenis y con una raqueta en la mano. Había hecho cita con una damita de la sociedad adicta al juego del tenis. En una ocasión, el periodista ingles Alexander Coburn escribía que uno de los aspectos más interesantes de la personalidad de Capablanca es que a ningún maestro antes, le interesaban mucho las mujeres. Cuando una vez le preguntaron a Bobby Fischer por el sexo propio o por el ajeno, simplemente respondió que “prefería jugar al ajedrez”.

Capablanca en Berlín dando una gran presentación simultánea de 30 tableros.

Otra de las críticas que hacían a Capa era que lucía muchas veces como aburrido en el juego y algunas veces cabeceaba quizá por una agitada noche. El campeón norteamericano Frank Marshall relato que en una ocasión que jugaba contra un aburrido Capablanca este cabeceo más de una vez y dijo con un sentido de humor que había cometido el peor movimiento del juego, “pues desperté a Capa solo para darme un mate fulminante”. Capablanca se había casado en primeras nupcias con Gloria Simón Betancourt de nacionalidad cubana con quien tuvo dos vástagos. En unos años se divorció de ella para casarse en 1938 con la rusa Olga Chagodayev, a quien conoció en Paris en 1934. En represalia la familia de Gloria acudió al gobierno y logro que le quitaran el cargo de embajador itinerante o sin cartera y lo

degradaron a la posición de agregado diplomático, quizá cultural, aunque esto no le impidió seguir jugando ajedrez bajo la protección de Caissa. En 1987, su viuda Olga Capablanca de Clark, vendió el manuscrito inédito de una partida Capablanca-Tartakower en US$10.000. Todavía Capa era endiosado en el vasto mundo del ajedrez. En Rusia que ahora se llamaba Unión Soviética era más popular que nunca lo fue en tiempo de los zares. El ajedrez era rey y Capablanca su príncipe consorte. Actualmente y a partir de 1962, el gobierno de Cuba celebra anualmente en la Habana el torneo “Capablanca in Memorian” en honor del Maestro cubano y que reúne a una pléyade de brillantes ajedrecistas del orbe.

Fragmento del poema Deportes de Nicolás Guillén

Así pues, Capablanca

no está en su trono, sino que anda,

camina, ejerce su gobierno

en las calles del mundo.

Bien está que nos lleve

de Noruega a Zanzíbar,

de Cáncer a la Nieve.

Va en un caballo blanco,

caracoleando

sobre puentes y ríos

junto a torres y alfiles,

el sombrero en la mano

(para las damas)

la sonrisa en el aire

(para los caballeros)

y su caballo blanco

sacando chispas puras

del empedrado...

En el torneo de Nottingham, cebrado en 1936, en el que se jugó la siguiente partida, participaban Max Euwe,

el campeón mundial reinante, los ex campeones mundiales Alekhine y Capablanca y los jóvenes y fuertes

maestros Botvinnik, Flohr y Reshevsky. Capablanca ganó el torneo brillantemente, demostrando ser el más

fuerte y el máximo aspirante a disputar con Euwe el match por el título mundial, lo cual no fue posible debido

al contrato celebrado entre Euwe y Alekhine, que otorgaba a este el derecho de jugar el match de revancha en

1937. Durante el torneo, Kan hizo la siguiente observación sobre un análisis conjunto entre Lasker y

Capablanca: "Había un sello de extraordinario talento natural en el estilo de Capablanca para analizar, a

diferencia de la reflexiva y pausada manera con que Lasker analizaba una posición, que interesaba a ambos

ex campeones mundiales, que contrastaba con la relampagueante velocidad de Capablanca, con la que

mostraba sutiles e inesperadas variantes, así como su extraordinaria técnica. Después de este torneo, en el

que Capablanca finalizó empatado en el primer lugar con Botvinnik, por delante del campeón mundial Euwe,

los ex campeones Alekhine y Lasker y una pléyade de maestros, derrotando en su partida a Alekhine. La

prensa escribió que el cubano había recuperado su mejor forma y que tenía buenas posibilidades de

recuperar el título mundial. Capablanca pensaba lo mismo y añadía: "si mi salud me lo permite".

Capablanca,Jose Raul - Alekhine,Alexander [A92]

Nottingham Nottingham (2), 11.08.1936

[Muñiz, David Bayardo]

1.d4 e6 2.¤f3 f5

Por trasposición, se ha planteado la defensa holandesa, cuyo nombre se debe al jugador Elías Stein (1748–

1812), quien la recomendó como la mejor alternativa a 1.d4. La idea de avanzar el peón de f, es evitar que las

blancas jueguen e4, sacrificando el desarrollo si la comparamos con ...¤f6 y ...d5. Sin embargo, puede

considerarse como una jugada propicia para el ataque al flanco de rey de las blancas, dado que el monarca

blanco, por lo general se suele enrocar corto. Uno de los problemas de la jugada ...f5, es que limita la diagonal

del alfil negro de casillas claras, pero las negras podrían resolver este problema jugando ..b6 para desarrollar

su alfil de dama por b7.

3.g3 ¤f6 4.¥g2 ¥e7

Las negras deciden plantear la variante clásica de la defensa holandesa.

5.0–0 0–0 6.c4 ¤e4 Diagrama

XABCDEFGHY 8rsnlwq-trk+( 7zppzppvl-zpp' 6-+-+p+-+& 5+-+-+p+-% 4-+PzPn+-+$ 3+-+-+NzP-# 2PzP-+PzPLzP" 1tRNvLQ+RmK-! xabcdefghy

Una de líneas preferidas de Alekhine. La finalidad de esta jugada es liberar la casilla f6 para el alfil. Alekhine

a veces hacía esta jugada sin que, de previo, se haya jugado ...d6 y ¤c3.

7.£b3 ¥f6 8.¦d1 £e8

8...£e7 parece mejor, porque defendería oportunamente el peón de c7.

9.¤c3 ¤c6! 10.¤b5 ¥d8 11.£c2 Diagrama

XABCDEFGHY 8r+lvlqtrk+( 7zppzpp+-zpp' 6-+n+p+-+& 5+N+-+p+-% 4-+PzPn+-+$ 3+-+-+NzP-# 2PzPQ+PzPLzP" 1tR-vLR+-mK-! xabcdefghy

Según Capablanca, la siguiente variante era ventajosa para él: 11.d5 ¤a5 12.£c2 c6 13.dxc6 bxc6 14.¤d6²

11...d6 12.d5

[12.a3]

12...¤b4 13.£b3 ¤a6 14.dxe6 ¤ac5 15.£c2 ¤xe6 16.¤fd4 ¤xd4 17.¤xd4 ¥f6 18.¤b5?!

Sería mejor 18.¥e3 como reconoció Capablanca.

18...£e7 19.¥e3 a6 20.¤d4 ¥d7 21.¦ac1 ¦ae8 22.b4 b6 23.¤f3? Diagrama

XABCDEFGHY 8-+-+rtrk+( 7+-zplwq-zpp' 6pzp-zp-vl-+& 5+-+-+p+-% 4-zPP+n+-+$ 3+-+-vLNzP-# 2P+Q+PzPLzP" 1+-tRR+-mK-! xabcdefghy

Con 23.c5! las blancas habrían tomado la iniciativa. La jugada de Capablanca permite la incursión del caballo

negro.

23...¤c3!?

Valía la pena tomar en consideración 23...g5!? 24.c5!?

24.¦d3 Diagrama

XABCDEFGHY 8-+-+rtrk+( 7+-zplwq-zpp' 6pzp-zp-vl-+& 5+-+-+p+-% 4-zPP+-+-+$ 3+-snRvLNzP-# 2P+Q+PzPLzP" 1+-tR-+-mK-! xabcdefghy

24.¦e1 c5 25.a3 £e4³

24...f4?

24...¥a4! era la jugada correcta 25.£b2 ¤d1 26.£a3 ¤xe3 27.¦xe3 £d7 28.¦xe8 ¦xe8 29.e3 con juego

equilibrado. Alekhine se entusiasma con ganar la calidad mediante ...¥f5, pero a cambio de que las blancas

tengan mucho contra juego.

25.gxf4 ¥f5 Diagrama

XABCDEFGHY 8-+-+rtrk+( 7+-zp-wq-zpp' 6pzp-zp-vl-+& 5+-+-+l+-% 4-zPP+-zP-+$ 3+-snRvLN+-# 2P+Q+PzPLzP" 1+-tR-+-mK-! xabcdefghy

26.£d2! ¥xd3 27.exd3 c5?

Era necesario 27...¤a4 aunque después de 28.¤g5!? con la idea de jugar ¥c6. Las blancas obtendrían una

buena posición.(28.d4 también era buena)

28.¦xc3 ¥xc3 29.£xc3 £f6 30.£xf6 gxf6 Diagrama

XABCDEFGHY 8-+-+rtrk+( 7+-+-+-+p' 6pzp-zp-zp-+& 5+-zp-+-+-% 4-zPP+-zP-+$ 3+-+PvLN+-# 2P+-+-zPLzP" 1+-+-+-mK-! xabcdefghy

Las tres piezas menores blancas alcanzarán buenas casillas y dominarán la posición. Alekhine falló en la

valoración de este factor.

31.¤d2! f5

31...cxb4 32.¤e4 ¦d8 33.¥xb6+-

32.b5! a5

32...axb5 cede la casilla c4.

33.¤f1! Diagrama

XABCDEFGHY 8-+-+rtrk+( 7+-+-+-+p' 6-zp-zp-+-+& 5zpPzp-+p+-% 4-+P+-zP-+$ 3+-+PvL-+-# 2P+-+-zPLzP" 1+-+-+NmK-! xabcdefghy

El caballo se prepara para hostigar el peón de f.

33...¢f7 34.¤g3 ¢g6 35.¥f3 ¦e7 36.¢f1 ¢f6 37.¥d2 ¢g6 38.a4 Diagrama

XABCDEFGHY 8-+-+-tr-+( 7+-+-tr-+p' 6-zp-zp-+k+& 5zpPzp-+p+-% 4P+P+-zP-+$ 3+-+P+LsN-# 2-+-vL-zP-zP" 1+-+-+K+-! xabcdefghy

Esta fue la jugada sellada. Alekhine y Capablanca no se hablaban desde su match en Buenos Aires,

celebrado nueve años antes. Tampoco se sentaban ambos ante el tablero cuando a uno de ellos le tocaba

sellar su jugada. Después de que Capablanca selló su jugada, Alekhine abandonó sin ver la jugada sellada.

Capa declaró que él habría continuado con ¥c3 y después con h4-h5. Que la mejor línea de las negras era

...h6 y ...¢h7. Entonces las blancas jugarían ¥h3 forzando a ambas torres a proteger el peón de f. Las negras

solamente tendrían posibilidad de hacer jugadas de espera como ...¢g8 y ...¢h7. Las blancas llevarían su rey

a f3 y cuando el rey negro estuviera en g8, las blancas jugarían ¤f1–e3-d5 atacando el peón de b. Cuando

una de las torres se moviera para proteger el peón de b, las blancas jugarían ¤f6+ ganando la calidad. Los

alfiles se colocarían en d5 y en f6. Las blancas ganarían un peón y la partida. 1–0

‘