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Mientras Colón sigue abandonado en la Costanera, el miércoles presentan a Azurduy La nueva escultura ya está lista; el presidente de Bolivia estará en el acto oficial Por Mauricio Giambartolomei | LA NACION Las partes del Colón, en Costanera Norte. Foto: Hernán Zenteno Los guardianes de Colón perdieron la batalla hace varios meses. El monumento que se erigía en el patio de la Casa Rosada fue desguazado y sus partes, desperdigadas entre el piso de su antigua morada y el del predio de Costanera Norte donde se ubicará finalmente, a pesar de una causa judicial promovida por la comunidad italiana que aún no concluyó. Mientras el mármol de la escultura de 623 toneladas está abandonado sin una certeza de cuándo se montará en el espigón Puerto Argentino, el miércoles próximo la estatua de Juana Azurduy será presentada en un acto oficial que contará con la presencia del presidente de Bolivia, Evo Morales. La embajada de ese país en la Argentina confirmó a LA NACION que se encuentra definiendo los detalles de la visita del jefe de Estado boliviano, quien realizó la donación de la escultura en bronce del artista Andrés Zerneri. La agenda final, así como el horario de la presentación, se conocerá entre el lunes y el martes de la semana próxima. La presentación de la obra podría estar teñida de cierto desprecio a la imagen del navegante genovés. Mientras se termina de instalar la obra que rinde homenaje a Azurduy, por decisión de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, las partes desmembradas del monumento inaugurado en 1921 esperan tiradas en el patio de la Rosada. La figura de Colón aún permanece allí, con algunos signos de deterioro, según contó el abogado del Círculo de Italianos, Horacio Savoia. "Hay piezas que presentan serios daños y manchas por el contacto del mármol con la madera. Hay marcas en la espalda de Colón que antes no estaban. No se terminó de trasladar todo, tampoco se sabe cuándo lo van a emplazar", explicó Savoia. Hace un mes, aproximadamente, las primeras piezas de mármol comenzaron a llegar a Costanera Norte. "Sólo hay algunos pedazos cortados", dicen con franqueza los guardias de seguridad del predio. A lo lejos se pueden observar varias partes de lo que fue la base donde se apoyaba el monumento. Sin embargo, no hay señales de construcción, movimientos de tierra ni otras obras.

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Page 1: Colon Juana Azurduy Monumentos

Mientras Colón sigue abandonado en la Costanera, el miércoles presentan a AzurduyLa nueva escultura ya está lista; el presidente de Bolivia estará en el acto oficialPor Mauricio Giambartolomei  | LA NACION

    Las partes del Colón, en Costanera Norte. Foto: Hernán ZentenoLos guardianes de Colón perdieron la batalla hace varios meses. El monumento que se erigía en el patio de la Casa Rosada fue desguazado y sus partes, desperdigadas entre el piso de su antigua morada y el del predio de Costanera Norte donde se ubicará finalmente, a pesar de una causa judicial promovida por la comunidad italiana que aún no concluyó. Mientras el mármol de la escultura de 623 toneladas está abandonado sin una certeza de cuándo se montará en el espigón Puerto Argentino, el miércoles próximo la estatua de Juana Azurduy será presentada en un

acto oficial que contará con la presencia del presidente de Bolivia, Evo Morales.

La embajada de ese país en la Argentina confirmó a LA NACION que se encuentra definiendo los detalles de la visita del jefe de Estado boliviano, quien realizó la donación de la escultura en bronce del artista Andrés Zerneri. La agenda final, así como el horario de la presentación, se conocerá entre el lunes y el martes de la semana próxima.

La presentación de la obra podría estar teñida de cierto desprecio a la imagen del navegante genovés. Mientras se termina de instalar la obra que rinde homenaje a Azurduy, por decisión de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, las partes desmembradas del monumento inaugurado en 1921 esperan tiradas en el patio de la Rosada. La figura de Colón aún permanece allí, con algunos signos de deterioro, según contó el abogado del Círculo de Italianos, Horacio Savoia. "Hay piezas que presentan serios daños y manchas por el contacto del mármol con la madera. Hay marcas en la espalda de Colón que antes no estaban. No se terminó de trasladar todo, tampoco se sabe cuándo lo van a emplazar", explicó Savoia.

Hace un mes, aproximadamente, las primeras piezas de mármol comenzaron a llegar a Costanera Norte. "Sólo hay algunos pedazos cortados", dicen con franqueza los guardias de seguridad del predio. A lo lejos se pueden observar varias partes de lo que fue la base donde se apoyaba el monumento. Sin embargo, no hay señales de construcción, movimientos de tierra ni otras obras. Colón seguirá esperando en el piso a la espera de las novedades sobre el montaje que hasta ayer eran un misterio.

En marzo de 2013 la comunidad italiana en la Argentina comenzó su batalla judicial para intentar frenar el desmantelamiento del monumento. En aquel momento, el Círculo Italiano presentó un recurso de amparo que fue rechazado cuando los gobiernos de la ciudad y la Nación acordaron el traslado. Sin embargo, plantearon un recurso extraordinario pendiente de resolución en la Sala 5 de la Cámara en lo Contencioso Administrativo Federal. "La causa no está resuelta. Esperamos la definición para saber si el pedido llega o no a la Corte Suprema", anticipó el abogado.

Tallado por Arnaldo Zocchi y donado luego a la comunidad italiana de la Argentina, el monumento a Colón fue inaugurado el 15 de junio de 1921. En junio de 2013, comenzó a ser desmantelado, y desde ese momento estuvo bajo la supervisión del escultor Domingo Tellechea, quien se encargó de su restauración. El experto, convocado por la Universidad de La Plata, también dirige la preservación del resto de las esculturas que acompañaban la obra.

La llegada de parte de la escultura a Costanera Norte comenzó a ponerle punto final a un largo litigio que parece ya estar resuelto, más allá de la disputa judicial. La semana próxima, la inauguración de la estatua

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en homenaje a Juana Azurduy le pondrá uno de los últimos eslabones a esta larga cadena de eventos. Falta uno muy importante: saber cuándo y cómo el monumento a Colón será nuevamente puesto de pie. .

Sociedad|Domingo, 14 de julio de 2013

TRES HISTORIADORES HACEN UN RETRATO DE JUANA AZURDUY A 233 AÑOS DE SU NACIMIENTO

Amazona de la libertadCombatiente por la emancipación, organizó milicias con pobladores originarios y luchó a la par de Belgrano y Güemes. Fue olvidada por la historiografía oficial. Un monumento en su memoria haría justicia.Por Eduardo Videla

Juana Azurduy murió a los 81 años, en la miseria, el 25 de mayo de 1862.

Hija de hacendados, mestiza, guerrillera. “Fue una mujer amada por los campesinos y los pobladores originarios, que combatió por la independencia de esta tierra”, define Araceli Bellota, directora del Museo Histórico Nacional, sobre Juana Azurduy, de cuyo nacimiento se cumplieron el viernes 233 años. “Fue una combatiente que pagó con su vida y la de su familia su lucha por la causa de la revolución”, sostiene Hugo Chumbita, del Instituto Nacional de Revisionismo Histórico Manuel Dorrego. “Hablar de Juana Azurduy implica una reivindicación hacia la mujer, cuyo papel en la epopeya de la emancipación fue eliminado por la historiografía liberal; y hacia los pueblos originarios, cuya participación en la lucha revolucionaria también se ocultó, para justificar el posterior genocidio”, afirma Javier Garín, del Centro de Estudios Históricos Felipe Varela. Los tres historiadores

participaron de la charla que se llevó a cabo días atrás, en la Legislatura, sobre la figura de Juana Azurduy y la propuesta de reemplazar el monumento a Cristóbal Colón con otro en homenaje a la mujer nacida en el Alto Perú. La exposición fue organizada por los diputados Juan Cabandié y Gabriela Alegre.

“Un monumento es un símbolo que elige una comunidad para establecer determinados valores que tienen que ver con los aportes a su historia. ¿Qué aporte hizo Colón, que llegó a América por casualidad? Juana Azurduy combatió por la independencia de esta tierra”, dice Bellota, en una entrevista con Página/12, para defender la propuesta del cambio. “Colón no es una figura que nos interese reivindicar. Tal vez sí a los españoles. Pero sus ideas sobre los pueblos nativos, y sus actos, fueron el comienzo de su exterminio”, completa Chumbita.

Reescribir la historia

“La participación de la mujer en la lucha por la emancipación fue borrada por la historia de Mitre, al mismo tiempo que Vélez Sarsfield reafirmaba en el Código Civil la postergación legal de las mujeres. Pero durante la guerra de emancipación, la mujer se liberó de los lazos del patriarcado y miles fueron

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combatientes en los ejércitos y en la guerrilla”, sostiene Garín, miembro del centro de estudios que dirige Norberto Galasso.

“Esa guerra de guerrillas –agrega Bellota– fue llamada despectivamente por la historiografía oficial como Guerra de Republiquetas, es la que libraron los caudillos del Alto Perú. Cada caudillo comandaba un pueblo: hubo 102 caudillos de los cuales sólo sobrevivieron nueve. Y sus tropas estaban mayormente integrada por pobladores originarios”, precisa Araceli Bellota. “Durante esos años –interviene Chumbita–, esas fuerzas irregulares lograron mantener a raya a los ejércitos realistas y mantuvieron viva la llama de la revolución.”

Uno de esos caudillos era Manuel Ascencio Padilla, el esposo de Juana Azurduy. Ambos se sumaron a la sublevación de Chuquisaca, ese olvidado antecedente de la Revolución de Mayo ocurrido justo un año antes, el 25 de mayo de 1809, liderada por Bernardo de Monteagudo, que por entonces tenía apenas 20 años, y el militar patriota Juan Alvarez de Arenales. Ese movimiento terminó derrotado, pero encendió la chispa de la lucha emancipadora que, en el Alto Perú (hoy Bolivia), se prolongó hasta 1824.

Después de la derrota de esa sublevación empezó el desbande. “Los revolucionarios fueron perseguidos, perdieron sus haciendas. Padilla reorganizó sus fuerzas, Juana no pudo seguirlo, huyó con sus cuatro hijos, se ocultó en cerros y pantanos. Todos sus niños murieron por enfermedades”, recuerda Bellota. Un año después nació Luisa, que logró sobrevivir porque Juana la dejó al cuidado de una familia para sumarse a la lucha.

“En 1816 fue herida en combate. Padilla acudió a rescatarla y fue herido de muerte. Lo decapitaron y pusieron su cabeza en una pica, como hacían con todos los caudillos capturados, como escarmiento y para infundir terror a las fuerzas patriotas. Juana, en una acción militar, recuperó la cabeza de su marido”, cuenta la directora del Museo Histórico Nacional.

El destino de Juana Azurduy estaba signado desde su nacimiento: llegó a este mundo en 1780, el mismo año en que Túpac Amaru II y Micaela Bastidas encabezaban la gran rebelión anticolonial en el Perú. “Era mestiza, hija de un español y una pobladora originaria y desde chica trabajó en el campo de su padre, con los campesinos nativos, a quienes consideraba sus hermanos. Con ellos aprendió a hablar aymara y quechua”, precisa Bellota.

Después de la Revolución de Mayo, las fuerzas de Padilla y Azurduy se sumaron a los ejércitos de Juan José Castelli, José Rondeau y Manuel Belgrano. “Después de algunas victorias, como Suipacha, tuvieron que replegarse”, recuerda Chumbita. Juana participó del Exodo Jujeño y luego en Vilcapugio y Ayohuma. Cuando murió su esposo, fue a Salta y combatió a las órdenes del general (Martín Miguel de) Güemes. Así hasta 1821, cuando el caudillo salteño murió, herido en combate.

En 1816, por su papel en dos batallas contra los españoles, el director supremo le otorgó el grado de teniente coronel y Manuel Belgrano le entregó en forma simbólica su espada.

Pero después de la muerte de Güemes, Azurduy dejó la lucha y volvió al Alto Perú. Estaba en la miseria. En 1825, después de la batalla de Ayacucho, cuando la guerra de la Independencia está terminada, Bolívar la fue a visitar y ordenó que le entreguen una pensión. Hasta que en 1957 el gobierno oligárquico de José María Linares se la quitó y condenó a Azurduy a vivir en la miseria hasta su muerte, en 1862, cuando tenía 81 años.

“En la Argentina, la historia liberal se desentendió de Bolivia, por entonces el Alto Perú, como si nunca hubiera pertenecido a las Provincias Unidas”, dice Chumbita. “Pero las provincias del Alto Perú habían enviado diputados al Congreso de Tucumán, que declaró la independencia de las

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Provincias Unidas de América del Sur, es decir, de todo el continente y no solo del Río de la Plata”, agrega Garín.

Monumentos y batalla cultural

“No hay olvido, no hay injusticia que pueda borrar el gesto de tu entrega, por amor a tus paisanos, en las primicias de la revolución”, dice la carta que leyó Hugo Chumbita en el encuentro, como homenaje al aniversario de Juana Azurduy. El y los otros dos expositores se manifestaron de acuerdo en que un monumento a la mujer, ascendida post mortem a generala por la presidenta Cristina Kirchner, reemplace al de Cristóbal Colón, detrás de la Casa de Gobierno.

“Colón es la representación máxima del sometimiento de América a Europa, al punto de que llamamos colonia a la dominación extranjera y colonización a los procedimientos político-militares empleados para oprimirnos”, dice Garín. Y cita a Evo Morales, cuando se pronunció por la “descolonización del pensamiento”. O, yendo más lejos, a Monteagudo, “que impulsaba hace doscientos años la liberación de los cerebros: decía que la colonización comienza por la mente, cuando el sistema de opresión logra que los pueblos oprimidos piensen de sí mismos con las ideas del opresor: cuando caen en la autodenigración, cuando pierden la autoestima, cuando se deshacen en admiración por lo extranjero”.

En cambio, Juana Azurduy fue una combatiente. “No fue la única, hubo miles de mujeres que participaron de la gesta de la emancipación, algunas como guerreras, otras como espías, algunas acompañando a los ejércitos, otras sosteniendo la retaguardia o colaborando en la resistencia popular”, destaca Garín.

“Los viajes de Colón terminaron con el exterminio de los pueblos de las islas del Caribe, sometidos a trabajo esclavo”, agrega Chumbita.

“Basta con usar el sentido común –concluye Araceli Bellota–: los monumentos son símbolos que elige una comunidad para establecer determinados valores. Colón, después de tres viajes, murió creyendo que había llegado a las Indias, llegó a América por casualidad. En una carta a los Reyes Católicos describía a los pobladores de Guanahani como pacíficos, de hablar dulce, y sugería que con 50 hombres se los podía dominar. Está claro que su intención no era otra que la dominación.”

En definitiva, sostiene Garín, “la Historia no es un entretenimiento de eruditos, sino un campo de disputa en la batalla cultural que se libra en todas las épocas y en todas las sociedades”. No hay neutralidad posible, se desprende, en el debate entre Colón y Azurduy: cada uno sabe qué defiende cada posición.