clima de aula apropiado

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Fundación Familia Cruz Magnani Colegio Villa Nonguén Mónica Hevia / Psicóloga / Equipo de Convivencia Escolar, 2015 2015 [GENERANDO UN CLIMA DE AULA APROPIADO PARA EL APRENDIZAJE]

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Fundación Familia Cruz Magnani Colegio Villa Nonguén Concepción

Mónica Hevia / Psicóloga / Equipo de Convivencia Escolar, 2015

2015

[GENERANDO UN CLIMA DE AULA APROPIADO PARA EL APRENDIZAJE]

Fundación Familia Cruz Magnani Colegio Villa Nonguén Concepción

Mónica Hevia / Psicóloga / Equipo de Convivencia Escolar, 2015

Generando un Clima de Aula apropiado para el Aprendizaje

I. Introducción

Un apropiado clima de aprendizaje debe considerar varios factores y si bien estos

se relacionan positivamente con la experticia o dominio que el docente tiene de la asignatura

que va a enseñar y también con la técnica o la didáctica que utiliza, se relacionan también

con los climas emocionales que se dan dentro del aula, con los tipos de interacciones que

llevan a ese clima y con las características y la calidad de las interacciones que ocurren

dentro de este, por esto se entiende que la enseñanza, y por consecuencia el aprendizaje,

se dan en una relación. Es así como entendemos que ambientes tensos atentan contra la

capacidad para aprender de los estudiantes y los ambientes sanos, favorecen que se

desarrolle un equilibrio emocional y por ende el aprendizaje se ve favorecido. Podemos

señalar entonces que el clima de aula es un factor fundamental para lograr el objetivo de la

escuela—que es que el estudiante aprenda—y no se refiere únicamente a los factores

materiales tales como los textos, mobiliario, infraestructura o número de profesores por

estudiante, sino que incorpora algo más sutil e inmaterial que es el clima emocional que

surge de la relación interdependiente profesor-estudiante y viceversa y el clima que emerge

de esta doble vinculación. Este vínculo es una relación recurrente con un cierto nivel de

profundidad, que depende de la conexión, una competencia del docente por la cual el otro

(el estudiante) siente que es visto, escuchado y aceptado por lo que es, sin juicio ni crítica.

En esta conexión hay confianza y seguridad, y el buen clima se basa precisamente en la

existencia de estos dos aspectos. Es decir, se entiende al docente como un guía, un modelo

a seguir, un maestro que muestra al estudiante la forma correcta de actuar y relacionarse a

través de su propia persona.

Teniendo esto en consideración, es posible indicar que el “clima de aula” se refiere

al conjunto de las interacciones que suceden dentro de la sala de clases, que tienen como

actores centrales al sujeto docente y a los estudiantes en torno al conocimiento por ende

dentro del aula se dan dos tipos de relaciones la relación didáctica y la relación

pedagógica.

La relación didáctica es aquella en que profesor/a y estudiante (ambos sujetos

con diferentes experiencias) se enfrentan a un objeto de estudio, expresado en un contenido

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curricular; es un tipo de relación epistemológica porque tiene que ver con el conocimiento,

recordando que el contenido de la didáctica es el conocimiento de disciplinas formalizadas.

Se refiere por ejemplo, a cuando los estudiantes están en un trabajo de grupo y tienen una

tarea o un problema por resolver, y el profesor se acerca y les explica, les aporta nueva

información, nuevas analogías y ejemplos o hace esquemas explicativos de una materia,

entonces establece una relación didáctica, porque el objeto de estudio es un conocimiento

disciplinario específico. Esta relación es el prerrequisito para favorecer un clima de aula

apropiado y por ende, para el desarrollo de un buen clima de aula es fundamental la

preparación de los procesos de enseñanza y de aprendizaje. En este tipo de relación el

profesor(a) deberá detenerse un momento para identificar reflexivamente, con claridad y

precisión los conceptos que va a enseñar y el procedimiento que utilizará, conforme a la

naturaleza del saber enseñado y deberá también, definir cuál o cuáles son las ideas que

desea comunicar a sus estudiantes.

La relación pedagógica por otra parte, se entiende como aquella que se produce

entre la persona del profesor y la persona del estudiante y es un tipo de relación netamente

de carácter formativo, personalizador e intersubjetivo. El docente siempre está educando,

pero cuando se acerca a un estudiante y lo acoge como persona, cuando lo escucha en sus

preguntas e interrogantes, cuando demuestra genuina preocupación y cercanía con él o ella,

cuando le expresa su confianza, etc., se establece allí un tipo de relación que no tiene que

ver con un contenido o aprendizaje disciplinario específico si no, con la relación formativa.

En el presente documento nos enfocaremos principalmente en la dimensión de la

relación pedagógica y cómo esta influye en la creación de la piedra angular de todo proceso

de enseñanza-aprendizaje,—debido a que la única y exclusiva finalidad de toda enseñanza

es que quien está siendo enseñado(a), aprenda— la creación de un apropiado clima de

aula. Los estudios indican que una condición básica para lograr aprendizajes de calidad y

permanentes, es conformar un clima de trabajo que permita a todos los y las estudiantes

poner su potencial a disposición de los aprendizajes propuestos por el o la docente; es decir,

centrarlos en la tarea para que el esfuerzo desplegado por aquel rinda los mejores frutos.

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II. Cómo crear un clima pedagógico, apropiado para el aprendizaje

En general un clima escolar positivo o favorecedor del desarrollo personal facilita el

aprendizaje de todos quienes lo integran; al sentir los estudiantes que el ambiente de su

colegio es agradable, sienten que pueden desarrollarse como persona. Si el estudiante

siente que puede confiar en sus capacidades, podrá entonces creer en la relevancia de lo

que aprende, se podrá identificar con su escuela y aprenderá a interactuar positivamente

con los demás sintiéndose protegido y acompañado.

“Que el paso por el colegio sea una experiencia emocionalmente positiva, que

pueda ser recordada con cariño posteriormente, depende del ambiente que logren crear

los profesores y alumnos en el contexto escolar” (Aron, AM; y Milicic, N., 1999, p.26).

Para crear un apropiado clima de aprendizaje, son fundamentales una serie de acciones que

se deben realizar de manera intencionada:

a) Establecer un sistema de relaciones de aceptación, equidad, confianza,

solidaridad y respeto

Es de vital importancia que el/la docente promueva y cree un clima de

respeto en la sala de clases y de esto depende la manera en cómo éste se relaciona

con sus estudiantes y el tipo de relación que estimula entre ellos. Una relación que

crea un buen clima de aula se caracteriza porque las y los estudiantes se sienten

valorados y seguros, son tratados con dignidad y saben que sus preguntas,

opiniones y experiencias serán acogidas con interés y respeto. Este tipo de

relaciones se caracteriza por un trato respetuoso y cordial, pero donde el adulto tiene

siempre presente su rol de autoridad pedagógica y las y los estudiantes reconocen

esa autoridad. El docente si bien puede y debe establecer una relación cercana y

cariñosa con los estudiantes, no debe perder de vista su rol de autoridad; nunca se

debe poner a la altura del estudiante o pretender ser su amigo, sino más bien el rol

que le compete es el de un “profesional cercano”.

En un ambiente así, el docente escucha prudentemente a sus estudiantes y

promueve que se escuchen entre sí, tanto en conversaciones sobre sus experiencias

y sentimientos, como en las referidas a los contenidos de la clase; valora sus

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aportes, los comenta, los enriquece y abre espacios de intercambio con el resto del

curso. Del mismo modo, demuestra con sus actitudes que las diferencias culturales,

étnicas, de género, físicas o socioeconómicas son consideradas como fortalezas, en

cuanto permiten enriquecer las conversaciones, conocimientos y experiencias del

conjunto de estudiantes.

Algunas sugerencias en este punto:

• El o la docente establece un clima de relaciones de respeto con sus estudiantes,

cuando los escucha, comenta positivamente sus aportes y los enriquece con sus

comentarios.

• Favorece sistemáticamente las interacciones relacionadas con los aprendizajes,

abriendo espacio para preguntas, cuestionamientos, aportes, opiniones, comentarios

de todo el grupo, no solo de las o los más aventajados.

• Proporciona a todos sus estudiantes oportunidades de participación, considerando

las diferencias personales, culturales, étnicas y de género, y ofrece espacios para

que realicen aportes que expresen esas diferencias.

• Promueve actitudes de compromiso y solidaridad entre estudiantes, demostrando

capacidad para manejar los conflictos, burlas y descalificaciones entre ellos, y

contribuye a darles una adecuada resolución.

• Modela actitudes de comprensión, de ayuda y colaboración entre estudiantes,

estimulando este tipo de relaciones. Del mismo modo, favorece interacciones

amistosas y gratificantes que facilitan el proceso de enseñanza.

• Crea un clima de respeto por las diferencias de género, culturales, étnicas y

socioeconómicas, promoviendo sistemáticamente que respeten y valoren las

diferencias individuales de sus compañeros o compañeras.

• Maneja y resuelve los conflictos que ayudan a promover la aceptación de opiniones,

los intereses diversos, y reconoce las diferencias como elementos valiosos y

enriquecedores de la convivencia.

b) Manifestar altas expectativas sobre las posibilidades de aprendizaje de cada

estudiante

Un aspecto crucial al interior de las salas de clase es la capacidad del

profesor o profesora para despertar el interés por el aprendizaje en sus estudiantes,

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así de esta forma, el estudiante se comprometerá, motivará y valorará los contenidos

que le son enseñados.

Cuando un(a) docente tiene altas expectativas sobre los aprendizajes, la sala

de clases se distingue porque hay un ambiente activo, en el que docente y

estudiantes se formulan preguntas; están interesados en indagar, llegar a resultados

y aprendizajes satisfactorios y en comunicar a otros sus hallazgos, asimismo los

docentes proponen actividades desafiantes a sus estudiantes, apuntando a una

progresión hacia los niveles más altos del aprendizaje.

En un ambiente así, las y los estudiantes se sienten retados a aprender,

apoyados por su docente, quien tiene la convicción de que todos pueden aprender y

esforzarse para lograrlo, no por imposición sino favoreciendo el ejercicio de su

autonomía.

De esta manera, los estudiantes no temen al ridículo cuando proponen ideas,

no tienen temor a cometer un error ya que lo entienden como parte del aprendizaje,

preguntan u opinan sobre temas de su interés, ya que saben que la clase es un

espacio para aprender y cuestionarse, y que su profesor(a) se interesará por sus

aportes aunque estos sean errados.

Las y los estudiantes se sienten seguros porque su docente refuerza su

compromiso con el logro de buenos resultados y trabajos bien hechos; no

enfatiza solamente la realización de la actividad o la tarea, sino también el sentido y

calidad de la misma, ofreciendo ayuda para que lo logren, es decir, el docente

espera un trabajo de buena calidad, logrado en los tiempos estipulados.

Algunas ideas que ayudan en este punto:

• El profesor(a) diseña estrategias de enseñanza y situaciones de aprendizaje

atractivos y adecuados a la edad e intereses de los estudiantes, dándoles el tiempo

para que busquen y encuentren sus propias soluciones, acordes con el objetivo de

aprendizaje.

• Demuestra explícitamente interés por el aprendizaje, la indagación, la búsqueda y,

también, satisfacción cuando se llega a los resultados esperados.

• Genera un estilo de trabajo en que incorpora las preguntas, aportes y experiencias

de todos los y las estudiantes, no sólo los de los más aventajados o con mejores

rendimientos.

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• Favorece el desarrollo de la autonomía de sus estudiantes en situaciones de

aprendizaje, estimulando la indagación, la formulación de opiniones y el hallazgo de

soluciones propias, para beneficiar la capacidad de tomar decisiones.

• Promueve en sus estudiantes el interés por el orden en la realización de sus

trabajos, centrándose en la calidad de la tarea e invirtiendo energía y esfuerzos por

lograr buenos resultados.

• Promueve la utilización eficiente del tiempo en la realización de las actividades, en

las conversaciones sobre un tema relacionado con la clase o problemas relativos a

los contenidos en estudio.

c) Establecer y mantener consistentemente normas de comportamiento dentro

del aula

La enseñanza no se puede generar en un ambiente en el que el

comportamiento de las y los estudiantes no permite el trabajo coordinado y

organizado. Cuando la clase es interesante, los estudiantes están comprometidos y

concentrados, por lo tanto, es menos probable que se distraigan y promuevan el

desorden.

Complementariamente, se requiere establecer normas claras, concordadas

entre docentes y estudiantes, que orienten las interrelaciones y faciliten los

aprendizajes. En este sentido, es importante explicitar los efectos y las

consecuencias para quienes traspasen los límites establecidos; estas transgresiones

deben ser tratadas con sentido formativo.

Estas normas deben tener la flexibilidad suficiente como para adecuarse a

las características de los estudiantes y sus necesidades de aprendizaje. La

flexibilidad no debe entenderse como despreocupación o laxitud, sino claramente

como una adecuación criteriosa a las particularidades de cada estudiante.

Cualquiera sea la especificidad de las normas, es conveniente considerar

ciertos criterios básicos, como que estas sean claras, explícitas y comunes para

todos, que sean adecuadas al nivel de desarrollo de las y los estudiantes, que

prevengan y eviten actitudes violentas o descalificatorias y, especialmente, que los

estimulen a monitorear su propio comportamiento.

Algunas ideas que ayudan en este punto:

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• Establecer normas de comportamiento conocidas y comprensibles para todos los y

las estudiantes. Si bien los dos factores que más influyen en el clima de la clase son

la preparación que hace cada docente de aquella y el modo de relacionarse con su

curso, ayuda a esta finalidad establecer normas de comportamiento claras y

elaboradas en conjunto entre el docente y sus estudiantes las cuales deben ir en

clara concordancia con el Reglamento Interno del establecimiento.

• Las normas deben ser congruentes con las necesidades de la enseñanza y la

creación de una interrelación armónica. Las normas son la expresión práctica de un

principio o de un criterio. Es importante remitirse al sentido de la norma y entender

que operan en contextos de aplicación determinados. Allí el criterio docente es clave.

• Las normas de convivencia deben abordarse formativamente. Para eso el profesor

o profesora invita a sus estudiantes a analizar y reflexionar sobre las normas de

convivencia para generar una comprensión compartida, y propone monitorear su

cumplimiento, tanto por su parte, como por parte de los estudiantes.

d) Construir un ambiente organizado de trabajo y disponer los espacios y los

recursos en función de los aprendizajes

Las mejores estrategias de enseñanza son inútiles en un ambiente

desestructurado. Por lo tanto, es relevante desarrollar procedimientos claros y

explícitos para que se genere un trabajo fluido y una utilización eficiente del tiempo.

Las “rutinas” o procedimientos para el trabajo en la sala, permiten la

organización de las diferentes actividades. Un aula sin procedimientos de trabajo

para aprender es fácilmente reconocible: se pierde tiempo en asuntos no

relacionados con actividades de enseñanza, el curso debe esperar que el profesor(a)

organice las actividades, el trabajo no tiene orientación clara, faltan materiales y las

etapas de la clase son confusas, los estudiantes no saben qué hacer para empezar

la actividad o qué hacer cuando terminan el trabajo.

En una clase bien organizada, se pueden distinguir claramente las

actividades de inicio, de desarrollo y de cierre. Las y los estudiantes saben cómo

trabajar o qué se espera de la clase y, también qué se desea de ellos. Ocupan su

tiempo en actividades interesantes y relevantes. Además, se ocupa poco tiempo en

acciones que no son de enseñanza, como mantener la disciplina, explicar

repetidamente las instrucciones, llamar la atención, etc., porque una clase bien

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organizada es dinámica, hay momentos de conversación, de interacción con los

pares y con la profesora o profesor, donde todos participan.

Algunas ideas que ayudan en este punto:

• El o la docente diseña la clase considerando el tiempo que requiere cada actividad,

sin ocupar tiempo en acciones que no se relacionan con el aprendizaje; en el diseño

contempla la organización de la clase y la participación de sus estudiantes. Además,

ellos entienden lo que se les propone, trabajan sin perder el tiempo y conocen el

aprendizaje esperado.

• Organiza la sala de clases acorde con las estrategias de enseñanza y con las

actividades de aprendizaje que utilizará. Aprovecha, cuando es pertinente, los

espacios del entorno natural, social y cultural de la escuela, así como los recursos de

aprendizaje con que cuenta.

•El o la docente organizan el espacio físico de la sala de manera acorde a la

actividad o contenido que se trabajará de modo de permitir la interacción entre los

pares o volverse el centro de atención de los estudiantes, cuando esto es requerido.

• El docente crea rutinas propias o compartidas con otros docentes a través de un

nivel educativo, con el fin de uniformar las maneras de proceder, y así dar mayor

seguridad a los estudiantes, especialmente en los niveles más pequeños.

•El docente gestiona el tiempo de la clase de manera efectiva, utilizándolo de

manera adecuada, es decir, evitando dejar tiempos muertos, o evitando perder

tiempo en cuestiones no ligadas al objetivo de la clase en concreto, entendiendo que

“el tiempo es oro”.

III. Recomendaciones específicas para crear un clima adecuado para el

aprendizaje en el Colegio Villa Nonguén en los diferentes momentos de la

jornada

A continuación, se toman los momentos más característicos de nuestra rutina

escolar para sugerir algunas acciones que el profesor debe desarrollar durante la clase, con

el fin de propiciar un mejor clima de aula, que predisponga a los estudiantes al aprendizaje.

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Inicio del día o de la clase

Es importante ritualizar el inicio de la jornada escolar para marcar energética y

emocionalmente el ingreso a un espacio distinto de aprendizaje, que requiere de una

disposición y un estado de ánimo especial. Asimismo, la rutinización de ciertas acciones

genera seguridad en los estudiantes, especialmente en aquellos más ansiosos y con

tendencia a la dispersión. Por otra parte se ha observado que si las rutinas se enseñan

sistemáticamente, los profesores(as) pueden ahorrar tiempo destinado al aprendizaje y que

las salas de clase con rutinas específicas para distintas actividades, como la asistencia,

volver al trabajo o trabajar en grupos, tienen menos comportamientos disruptivos y que los

profesores(as) que desarrollan el uso de rutinas tienen altos niveles de compromiso con la

tarea, lo que se correlaciona con el rendimiento de los y las estudiantes.

Antes de comenzar con el inicio de la clase, se recomienda realizar esta serie de pasos:

Presentarse de manera puntual al inicio de la clase. Si la actividad requiere de

alguna preparación especial, tener el material preparado con anticipación.

Formación: Una vez que los estudiantes se han formado al exterior de la sala de

clases, saludarlos y hacerlos ingresar inmediatamente a la sala de clases, evitando

ocupar un tiempo excesivo en esta actividad o utilizarlo en otros menesteres; esta

acción no debería tomar más de 3 minutos. Si los estudiantes demoran en formarse

invitarlos a tomar mayor orden. Se puede realizar en casos extremos un ejercicio de

respiración.

Al ingresar a la sala y una vez ubicados los estudiantes en sus puestos, realizar un

ejercicio de respiración consciente que invite a los estudiantes a activarse en la

mañana o a cambiar su disposición agitada del recreo por una de mayor

concentración.

Pasar la lista nombrando a los estudiantes por su nombre, e incluir su apellido

cuando haya más de un estudiante con el mismo nombre. Es importante evitar llamar

a los estudiantes por su apellido y el hecho de que el docente sepa el nombre del

estudiante lo convierte en un sujeto frente a sus ojos.

Si un estudiante llega atrasado y se presenta a clases sin pase, saludarlo de manera

cordial y enviarlo a buscar dicho documento oficial, y darle a entender al estudiante el

valor de la puntualidad y que el atraso es algo importante. Omitir todo tipo de

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recriminaciones o comentarios negativos, evitando de esta manera convertir dicha

falta en una situación de conflicto o malestar.

Invitar a los estudiantes, de manera cordial a sacarse los gorros y chaquetas y a

utilizar su delantal.

En los cursos pequeños, donde el profesor Jefe realiza la mayor cantidad de clases,

realizar una pequeña conversación donde los estudiantes expresen su estado actual

o cuenten alguna anécdota del fin de semana, dándole a lo largo de la semana la

oportunidad de que todos expresen su opinión.

Guiar un ejercicio reflexivo, intentando recordar la fecha del día actual con los

estudiantes, que les permita ejercitar la orientación temporal. Se debe utilizar el

siguiente formato: (Nombre del día) (Número de día) de (Nombre del mes),

(Número Año) (Por ejemplo: lunes 3 de agosto, 2015) en todos los niveles.

Indicar el objetivo de la clase y anotarlo en un lugar establecido de la pizarra.

Desarrollo de la clase

Es probable que para algunos estudiantes, especialmente para los más pequeños o

los más inquietos, la perspectiva de mantenerse sentado y tranquilo durante 45 o 90

minutos no sea del todo atractiva y provoque en algunos una ansiedad creciente. Al ser

niños, sus mecanismos emocionales y estilos de relacionarse están en desarrollo y en

constante transformación, por lo que es de suma importancia el rol que juega el adulto para

la modificación, modelaje, la creación de hábitos y la mantención de ciertas conductas. Otro

punto importante es la autoestima académica, habilidad que los docentes deben trabajar en

todos los estudiantes.

Durante el desarrollo de la clase, se recomienda realizar esta serie de acciones:

Hacer un uso efectivo del tiempo, evitando dejar tiempos muertos.

Procurar que la sala esté sala luminosa y ventilada. Si bien cada actividad puede

requerir diferentes tipo de iluminación, es de vital importancia que una vez finalizadas

las actividades que requieren menor luminosidad, abrir rápidamente persianas o

cortinas, evitando el uso exclusivo de luz artificial. Además es fundamental mantener

al menos 1 o 3 ventanas abiertas dependiendo de la situación climática, debido a que

el oxígeno, así como la luz, permiten mantener niveles de alerta mayores, tanto para

niños como para adultos.

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Cambiar o modificar la disposición de la sala de acuerdo a los diferentes tipos de

actividades, es requisito. Para esto se sugieren diferentes estructuras:

Fila clásica de 2 o 3 personas, con los estudiantes mirando hacia el

pizarrón. Esta disposición es más clásica y se centra en el docente, no

generándose un clima de intercambio de ideas y opiniones y tampoco de

participación de los estudiantes, ya que en general los de más adelante

participan y los de atrás se esconden o se distraen. Favorece la

memorización sobre la comprensión.

Forma de U o herradura, con los escritorios formando una gran herradura o

semicírculo, con el escritorio del docente en uno de los extremos. La U se

puede dividir en islas de trabajo para los trabajos en equipo. Favorece la

comprensión e interacción entre estudiantes, y entre estudiantes y docentes

en torno a ideas o conceptos. Genera mayor confianza en los estudiantes ya

que todos pueden ver a todos y no hay posibilidad de esconderse.

En grupos, mirándose a la cara, con el profesor ubicado en cualquier lugar

de la sala que sea accesible a los diferentes grupos. Esta disposición

favorece la comprensión, el trabajo colaborativo entre estudiantes, la lealtad,

el trabajo en equipo y la auto y hetero-regulación de conductas disruptivas.

Dar a entender a los estudiantes que todos tienen algo que aportar desde sus

diferentes características, por lo cual se abrirá diferentes espacios para el diálogo y

exposición de opiniones.

Designar equipos de trabajo, excepto cuando las características de la actividad o

trabajo requieran hacer grupos por afinidad, fortaleciendo dicho concepto y guiando

esta nueva forma de trabajo. Esto permite que todos los estudiantes desarrollen

mayor tolerancia, ejerzan liderazgo, tomen acuerdos y desarrollen diferentes roles en

cada experiencia de aprendizaje y además se favorece la inclusión de aquellos

estudiantes que puedan ser rechazados por sus pares. Se debe considerar esto

como un ítem de la evaluación (aspectos actitudinales), que califique si el estudiante

es capaz de trabajar en equipo.

Fomentar que en los trabajos en equipo, los estudiantes se inscriban en diferentes

labores, al inicio del trabajo en equipo, las cuales pueden co-evaluarse y

autoevaluarse al final pudiendo incidir en la nota individual.

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Parcelar los trabajos en clases a través de metas cortas con tiempos determinados

dados a conocer a los estudiantes, de manera de ayudarlos a administrar el tiempo y

cumplir oportunamente con los objetivos planteados.

Utilizar durante los momentos de trabajo individual o grupal, una música tranquila (de

preferencia clásica o de relajación) a un volumen moderado, para ambientar la sala

de clases, quedando excluido todo tipo de música estridente (regetón, cumbia, pop,

rock, etc.), ya que lo que se espera es generar un clima de mayor calma y sintonía

con el trabajo.

Uniformar el uso de la pizarra (ubicación de la fecha, título, contenido, formato, tipo

de letra a utilizar para escribir, etc.), así como los tipos de letras permitidas para

utilizar en power point o presentaciones, de acuerdo al nivel educativo (PB,

Educación básica), para rutinizar de mejor manera el uso de los cuadernos y guías

de trabajo.

Utilizar una clave que indique a los estudiantes que ha llegado un momento en que

es necesario el silencio (canción, métodos de señas, claves, etc.)

Realizar “Pausas activas” (Concurso, baile, gimnasia cerebral, mindfulness, etc.), de

una corta duración (1-4 minutos) 1 o 2 veces al menos, que permitan al estudiante

oxigenarse, activarse y así retomar de mejor forma la actividad que está trabajando,

ya que es habitual que luego de algunas actividades los estudiantes se fatiguen y

requieran volver a activarse, especialmente durante las clases expositivas

tradicionales.

Incentivar a los estudiantes a consumir los alimentos en las horas marcadas por la

rutina (desayuno, almuerzo y recreos) así como a asistir al baño durante el recreo, ya

que no existe permiso para realizar dichas actividades durante el curso de la clase.

En caso de emergencia o que el estudiante haya presentado certificado médico, los

docentes contarán con 2 credenciales que autorizan al estudiante a circular entre la

sala de clases y el baño. Esto permite que las necesidades básicas se encuentren

satisfechas oportunamente, lo que es de vital importancia para el aprendizaje.

Pasear por la sala mientras realiza una clase expositiva y durante la realización de

trabajo en equipo o individual, generando de esa forma un punto móvil de atención,

así como la posibilidad de interactuar y retroalimentar a los estudiantes y supervisar

la realización del trabajo, ayudarlos a administrar mejor su tiempo y a disminuir

problemas de comportamiento, parcelando a través de metas cortas y con tiempos

planificados y conocidos con anticipación, ya que esta forma de desplazarse le

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permitirá llegar fácilmente a aquellos estudiantes que pudieran tener o generar

dificultades.

Reforzar constantemente las reglas acordadas de la sala de clases y aquellas

propias del reglamento, haciendo hincapié en reflejar al estudiante claramente su

conducta que va en contra de las reglas y asimismo hablar de los valores que las

sustentan (en este punto se debe hacer referencia al Ideario del Establecimiento), no

a las características propias del estudiante o cosas o actitudes que al profesor no le

gustan. Evitar bajo todo punto de vista descalificativos, amenazas o insultos, así

como conductas agresivas con los estudiantes (no sólo en lo físico, sino en el

lenguaje verbal y corporal). La aplicación de normas claras y de manera consistente

y constante a través del tiempo, con un estilo amable pero firme con los diferentes

profesores, permite generar un hábito en los estudiantes. Se entiende en este punto

que todos los profesores tienen responsabilidad sobre todos los estudiantes, no sólo

sobre aquellos que pertenecen a su curso o a los cursos donde realiza clases, sino

sobre todos aquellos niños que estudian en el establecimiento, por lo que está en

condiciones de realizar una observación y guiar un proceso formativo con todos los

estudiantes que tengan conductas disruptivas o reñidas con el buen convivir.

Utilizar un lenguaje positivo, centrándose en las potencialidades del estudiante,

valorando sus opiniones cuando son atingentes al tema tratado, así como destacar

que cada uno puede aportar con sus características propias a diferentes temas,

evitando a toda costa utilizar el sarcasmo y/o la ironía. Cuando los comentarios del

estudiante no son atingentes es importante reflejarle que si bien todos pueden y

deben opinar, los comentarios deben acordes a los temas trabajados.

Estar pendiente de las conductas positivas y estimularlas, dejando atrás el énfasis en

lo negativo, porque esto permite aumentar la confianza, la responsabilidad, la

autorregulación y la ocurrencia de conductas positivas o pro-sociales y a la vez evita

la victimización de los estudiantes. Tener altas expectativas de todos los estudiantes,

les permite construir una autoestima positiva.

Realizar buenas preguntas que le permitan al estudiante reflexionar e involucrarse,

más que darle todas las respuestas hechas, ya que las preguntas o los problemas

que se le presentan son fundamentales para un aprendizaje profundo y de calidad

para la vida y permiten la autoevaluación.

Realizar ejercicios cortos de respiración o relajación frente a situaciones de

evaluación, debido a que en general varios estudiantes tienden a aumentar sus

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niveles de ansiedad. En dichos casos se sugieren ejercicios de respiración que

oxigenan y facilitan el trabajo interhemisférico, poniendo al cuerpo activo y en

apertura para integrar información y facilitar el aprendizaje.

Fin de la clase

Al finalizar la clase o el día, es importante hacer un cierre que produzca una

metacognición, no sólo de los contenidos sino también del estado de ánimo del grupo

curso. Es importante que evalúen tanto si se cumplió la meta, como se sintieron al

lograrla (o no) y cuáles son las emociones que les provocó estar en esa clase o

actividad.

Dejar 5 minutos antes de finalizar el horario establecido para la clase, con el fin de

formar en los estudiantes el hábito de la limpieza y el orden de la sala de clases, así

como promover el recibir al siguiente profesor con una sala limpia y ordenada y/o

colaborar con los encargados del aseo. Todos los estudiantes participarán en esta

actividad, recogiendo todo desecho del suelo y descartándolo en los basureros

dispuestos para eso, guardando sus materiales y sacando aquellos que utilizarán

para la clase siguiente. Al finalizar la jornada también es importante dejar sillas arriba

de las mesas.

Situaciones emergentes

Abrir el diálogo y la mediación si corresponde y permitir y guiar la descarga

emocional controlada, frente a una situación inesperada que provoque dolor o

conflicto, para anticiparse a situaciones de descontrol que puedan agravar la

sensación de malestar entre los estudiantes.

Mantener la calma en todo momento, frente a situaciones conflictivas evitando

reacciones negativas, como golpear objetos o gritar. En estos casos es importante

hablar a los estudiantes de manera firme y clara, pero siempre cordial.

Responsabilizar a los estudiantes de su propia conducta, diciendo no a las

situaciones en que los estudiantes se ponen a sí mismos en posición de víctima y

reforzar la idea de que las consecuencias son producto de su actuar.

Utilizar métodos de disciplina positiva, promoviendo la participación, fomentando la

reflexión, el diálogo y la confianza, permitiendo así el desarrollo de la Integralidad

(“Me porto bien incluso cuando nadie me está mirando”) y el desarrollo moral

(internalización de la norma por reflexión interna y no por la sanción externa).

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Todas las acciones nombradas requieren un gran trabajo, esfuerzo y por sobre todo

constancia y sistematicidad y en un comienzo pueden ser difíciles de implementar, sin

embargo, la constancia tiene su recompensa ya que todos estos aspectos, al ser aprendidos

por los estudiantes y ejercidos por todos los docentes, mejorarán por una parte la cultura de

la organización y permitirá por otra, tener aprendizajes más efectivos y por ende mejores

resultados en las pruebas estandarizadas.