claudia hernandez. escritura y precariedad (lasa 2015)

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1 Claudia Hernández: Escritura y precariedad * Ignacio Sarmiento Tulane University La guerra civil salvadoreña (1980-1992) debe ser entendida como una catástrofe. Catástrofe no exclusivamente en su sentido tradicional y coloquial, sino más bien, desde su potencial teórico como concepto. Un buen punto de inicio sería quizás su propia etimología. La palabra catástrofe viene del griego katastrophe, y en su sentido original implica "poner patas para arriba", "dar vuelta". En el siglo XVI, y en el marco de la producción dramática, esta palabra adquirió la connotación de "una inversión con respecto a lo esperado". En otras palabras, en su sentido original, la idea de catástrofe hace alusión a un fracaso en las expectativas. A un desenlace que jamás fue o pudo ser anticipado. Sin embargo, podemos ir un poco más allá y pensar este concepto desde su visión más actual. Si bien el concepto de catástrofe ha tenido a monopolizarse dentro del plano de los desastres naturales, lo cierto es que en las últimas décadas ha sido un concepto que ha cobrado una relativa fuerza en el marco de la reflexión con respecto a la violencia y genocidios que han tenido lugar tanto en América Latina como en el resto del mundo a partir del siglo XX. La catástrofe, en la crítica más reciente, ha pasado a considerarse como catástrofe por el sentido. Como la destrucción absoluta de la posibilidad de encontrar una respuesta aceptable a la pregunta "¿por qué todo esto?". En el marco de la reflexión crítica, donde la literatura juega sin duda un rol central, esta crisis en el sentido ha traído consigo una interrogación mucho más compleja. Ha significado un cuestionamiento radical y profundo sobre la lengua como capacidad de comunicación y de transmisión, y a su vez, como herramienta y camino revolucionario. Este punto ha sido tratado en los últimos años extensamente, entre otros, por Sergio Villalobos-Ruminot, quien señala: * Texto leído en LASA 2015. 27-30 de Mayo, San Juan, Puerto Rico.

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Claudia Hernández. Escritura y precariedad

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    Claudia Hernndez: Escritura y precariedad*

    Ignacio Sarmiento

    Tulane University

    La guerra civil salvadorea (1980-1992) debe ser entendida como una catstrofe. Catstrofe

    no exclusivamente en su sentido tradicional y coloquial, sino ms bien, desde su potencial terico

    como concepto. Un buen punto de inicio sera quizs su propia etimologa. La palabra catstrofe

    viene del griego katastrophe, y en su sentido original implica "poner patas para arriba", "dar vuelta".

    En el siglo XVI, y en el marco de la produccin dramtica, esta palabra adquiri la connotacin de

    "una inversin con respecto a lo esperado". En otras palabras, en su sentido original, la idea de

    catstrofe hace alusin a un fracaso en las expectativas. A un desenlace que jams fue o pudo ser

    anticipado. Sin embargo, podemos ir un poco ms all y pensar este concepto desde su visin ms

    actual. Si bien el concepto de catstrofe ha tenido a monopolizarse dentro del plano de los desastres

    naturales, lo cierto es que en las ltimas dcadas ha sido un concepto que ha cobrado una relativa

    fuerza en el marco de la reflexin con respecto a la violencia y genocidios que han tenido lugar tanto

    en Amrica Latina como en el resto del mundo a partir del siglo XX. La catstrofe, en la crtica ms

    reciente, ha pasado a considerarse como catstrofe por el sentido. Como la destruccin absoluta de

    la posibilidad de encontrar una respuesta aceptable a la pregunta "por qu todo esto?".

    En el marco de la reflexin crtica, donde la literatura juega sin duda un rol central, esta crisis

    en el sentido ha trado consigo una interrogacin mucho ms compleja. Ha significado un

    cuestionamiento radical y profundo sobre la lengua como capacidad de comunicacin y de

    transmisin, y a su vez, como herramienta y camino revolucionario. Este punto ha sido tratado en

    los ltimos aos extensamente, entre otros, por Sergio Villalobos-Ruminot, quien seala:

    * Texto ledo en LASA 2015. 27-30 de Mayo, San Juan, Puerto Rico.

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    Una suerte de desconfianza generalizada en el poder de la lengua para narrar la historia sera

    el sntoma definitivo de una literatura marcada y orientada por la destruccin generalizada de

    la imaginacin poltica burguesa y su horizonte republicano. Entre genocidios y

    globalizaciones, la literatura regional habra quedado imposibilitada de repetir su pica de la

    redencin, cuestin que la llevara, en un giro que podemos llamar materialista y escptico, a

    cuestionar no slo su pasado militante y radical, sino la misma relacin entre el dolor de la

    historia acontecida y la lengua a disposicin para narrarla. (132)

    Este sera a mi juicio el problema esencial. El enfrentarnos a una literatura que no slo adolece de

    una lengua en la cual confiar como vehculo cognoscitivo y de transmisin efectiva de un mensaje,

    sino tambin, una literatura que es consciente de su propia relacin precaria con el lenguaje. El

    responsable de esta crisis de sentido, o catstrofe, en el caso salvadoreo, es sin dudas el conflicto

    blico en el que se sumergi el pas por casi doce aos.

    La composicin catastrfica de la guerra civil salvadorea viene dada, por un lado, por la

    falla redentora de su promesa revolucionaria, pero a su vez, como manifestacin de la derrota de un

    proyecto liberador que careci de catalizacin durante las dcadas anteriores. Catstrofe entonces

    como desenlace trgico de la promesa teleolgica de la revolucin, pero a su vez, y quizs ms

    importante, catstrofe de sentido, de la lengua y de la condicin de posibilidad de justicia. La

    catstrofe de la que aqu hablo, a su vez, es la ruptura con todo tipo de proyecto nacional o

    (re)fundacional. Es la posibilidad de pensar, como bien ha sealado Gareth Williams, a travs del

    agotamiento de las luchas hegemnicas y contra hegemnicas que han surgido en torno al Estado

    (15).

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    Dentro del marco salvadoreo, y si se quiere centroamericano, la autora que ha logrado

    llevar ms lejos la reflexin y problematizacin de la sociedad post-catastrfica ha sido sin duda

    Claudia Hernndez. Lo que explorar en los prximos minutos, ser precisamente la evaluacin de

    las posibilidades de reflexin y pensamiento que nos abre la obra de Claudia Hernndez en un

    momento marcado por el carcter espectral de la guerra y por las profundas transformaciones

    polticas, sociales, culturales y econmicas que comenzaron a tener lugar con posterioridad a la firma

    de los acuerdos de paz. Mi hiptesis de trabajo es a la vez sencilla, pero de lmites poco precisos. Lo

    que aqu propongo es que lo que encontramos en la produccin de Claudia Hernndez es una

    escritura orientada hacia la precariedad. La nocin de precariedad, en el marco de su produccin

    literaria, se posicionara como un concepto medular a la hora de pensar el escenario post-

    catastrfico. La precariedad sera otra forma de entender las ruinas de la catstrofe, ruinas que ya no

    son vistas como meros espectculos contemplativos, sino ms bien, es una nocin que nos hace

    reflexionar crticamente en torno al impacto global de la catstrofe. En trminos ms especficos,

    debe entenderse esta nocin de precariedad en un sentido doble. Por un lado, como una escritura en

    la cual el lenguaje como tal ha sido privado de su potencial redentor y revolucionario en su sentido

    moderno y tradicional, y en el cual, a su vez, el estatuto cognoscitivo del lenguaje ha cado en un

    total descrdito. Este carcter afsico de la lengua en la obra de Hernndez es, quizs, su elemento

    ms importante. Al mismo tiempo, debemos concebir esta precariedad como una reflexin sobre la

    precarizacin de la vida de los sujetos en un marco neoliberal de postguerra, sensacin y percepcin

    que resulta transversal en la obra de la autora.

    En el caso de la escritura de Hernndez, podemos encontrar fcilmente una relacin

    inestable en el marco de lo que comnmente denominamos como referencialidad. Debido a lo

    anterior, es frecuente que las primeras aproximaciones a la autora generen una sensacin de

    extraeza, de no ser capaces de identificar claramente lo que tenemos al frente. Si una primera

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    lectura nos hace pensar que estamos ante un relato fantstico, una relectura nos hace pensar que es

    una parodia, o una crtica, o una caricaturizacin, en incluso, como ha propuesto no sin cierta razn

    Helena Ramos -pese a que rescate un dudoso binarismo- un cruce confuso y ambiguo entre los

    "real" y lo "ficcional" ("Claudia dice")1. No obstante lo anterior, creo que existe en la escritura de

    Hernndez una total falta de aspiracin mimtica (algo que fue sin duda uno de los principales

    motores de la literatura producida antes y durante el conflicto armado) y de representacin mgica.

    Su obra y su escritura nos arrojan a un espacio donde la representacin se presenta como una

    imposibilidad, y donde lo nico que nos queda es precariedad. Vidas precarias narradas en un

    lenguaje precario que nos impulsa a pensar las posibilidades de esta literatura desde una nueva

    perspectiva poltica.

    La precariedad nos conduce ineludiblemente hacia un camino de destruccin. De

    desconfianza absoluta en las formas tradicionales de desenvolver todo tipo de proyecto poltico. La

    escritura de Hernndez nos lleva a un terreno de desolacin y desamparo por parte de la lengua. Nos

    enfrenta a un agotamiento de la posibilidad del lenguaje para representar una realidad dada sobre la

    cual debamos actuar. En este sentido, la escritura de Hernndez representa el golpe definitivo a la

    aspiracin testimonial que posicion a Centroamrica en el escenario acadmico, principalmente

    norteamericano, en las dcadas de los ochenta2. No hay un llamado revolucionario sencillamente

    porque no ya no se confa en la revolucin como posibilidad. Es una escritura consciente del

    proyecto modernizador que ha terminado por desencadenar la catstrofe. 1 El principal punto al que se refiere Ramos es a la brutal semejanza entre el cuento "Manual del hijo muerto" y una

    entrevista hecha por la propia Ramos a Aurora Argello, quien, habra recompuesto el cuerpo despedazado de su hijo

    guerrillero.

    2 En un ya clsico libro de Zimmerman y Beverly, los autores sealaron a principios de los aos noventa que el

    testimonio representaba "the dominant contemporary form of narrative in Central America" (172).

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    Siguiendo lo anterior, es importante distinguir esta propuesta de la escritura de la

    precariedad, junto con sus implicancias polticas, de lo que se llam durante muchos aos como

    "literatura del desencanto". Esta idea comenz a circular a los pocos aos de firmados los acuerdos

    de paz de la mano de figuras como Miguel Huezo (La casa en llamas), y si bien en un primer

    momento pudo explicar ciertos elementos que tuvieron lugar en las primeras obras de la llamada

    "postguerra", lo cierto es que es una idea que nos resulta insuficiente para pensar la produccin ms

    reciente. Principalmente porque lo que caracteriza a la literatura de los ltimos aos no es su sentido

    de "desencanto" con respecto al proyecto poltico revolucionario del FMLN, sino ms bien, la

    percepcin del agotamiento total de la poltica tradicional y del proyecto modernizador. No hay

    desencanto, ni mucho menos nostalgia, en su sentido tradicional, por un pasado o un proyecto

    anterior. Esto sin duda trae consecuencias ms amplias, puesto que, como la misma Hernndez nos

    evidencia a travs de su obra, la precarizacin se orienta hacia un desmantelamiento de los proyectos

    nacionales y comunitarios, fundacionales y refundacionales, que se vieron en pugna durante los

    ltimos siglos, y que hoy buscan las formas de rearticularse para mantener las formas tradicionales

    de dominacin.

    La precariedad en la escritura de Hernndez nos recuerda constantemente la catstrofe y

    hace que esta no se difumine en el tiempo ni en los discursos de la esfera pblica. La catstrofe

    salvadorea, es necesario decirlo, ha sido una catstrofe que ha intentado ocultarse y hacerse

    desaparecer silenciosamente dentro de la esfera discursiva general. La firma de los acuerdos de paz

    en 1992 prometa ser un instante de refundacin nacional. Era, como lo dejaron muy en claro tanto

    el presidente Alfredo Cristiani como el lder del FMLN Shafik Handal, el momento de crear un

    nuevo consenso nacional. La aceptacin definitiva de un nuevo pacto social. De este modo, los

    otrora lderes del conflicto armado comenzaron la construccin discursiva del cenotafio de la

    catstrofe. Cenotafio en tanto tumba sin cuerpo. Sin los cuerpos materiales de decenas de miles de

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    asesinados, y sin la presencia espectral de la catstrofe que contina acechando a El Salvador por

    ms que se le intente ocultar. La obra de Hernndez trae consigo, como me imagino se anticipa, la

    resistencia de este nuevo consenso por medio de una escritura orientada hacia el disenso o

    desacuerdo, entendio en la clave de Rancire.

    A su vez, la catstrofe que se inicia, simblicamente, en 1980, parece no terminar de

    acontecer. Se perpeta por medio de la repeticin constante de la aceptacin de las directrices de la

    pseudo-tecnocracia neoliberal que ha prometido, fallidamente -no poda ser de otra forma- la

    reunificacin nacional por medio del mercado. La instauracin de las polticas neoliberales a partir

    de la segunda mitad de los aos noventa, y que alcanz indudablemente su punto ms alto en la

    dolarizacin de la economa el 1 de enero del ao 2001, ha sido probablemente el ltimo, y quizs

    ms potente, esfuerzo por reinstalar el sentido dentro de la comunidad social y poltica tradicional.

    Lo anterior ocurre principalmente porque la instauracin de estas polticas surgen como un proyecto

    poltico unificado entre la derecha y el FMLN. Es por esto que Ricardo Roque acierta

    completamente al sealar que el verdadero ganador de la guerra, que dentro del discurso tradicional

    termin "sin vencedores ni vencidos", no fue otro que el capital (172).

    Es en este contexto donde resulta esencial una escritura como la de Hernndez, puesto que

    nos recuerda la presencia espectral y latente de la catstrofe como acontecimiento. De la crisis de

    sentido instaurada por la violencia radical contra la propia comunidad en nombre de s misma, y por

    supuesto, reinstala la necesidad de rechazar el nuevo consenso refundacional en el que se ciment la

    firma de los acuerdos de paz. E, igualmente importante, nos recuerda la imposibilidad del duelo en

    un escenario en el cual los propios lderes del proyecto revolucionario han sido los principales

    artfices de construir cenotafios annimos a modo de homenaje.

    Por otro lado, el problema de la precariedad en Hernndez nos hace ineludiblemente

    preguntarnos por el trabajo del duelo en el marco de la postguerra. Precariedad y duelo son

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    conceptos que se entrelazan fcilmente, y es quizs Judith Butler quien mejor ha explorado esta

    relacin en los ltimos aos. En un libro del 2004, titulado precisamente Vidas precarias, la autora,

    siguiendo a Levinas, se aproxima a lo que ella denomina como "vidas precarias". Esta precariedad

    de la vida viene dada precisamente por la capacidad de ponerle fin a estas en la ms absoluta

    impunidad. Una vida precaria, en otros trminos, es aquella que puede ser arrebatada por un otro sin

    temor a algn tipo de represalia o respuesta. Al enfrentar esta situacin, seala Levinas citado por

    Butler, el sujeto enfrenta una decisin tica en la cual debe decidir si aprovecha la oportunidad del

    asesinato impune, o bien, respeta la vida de la persona que tiene al frente. Tomndose de este punto

    inicial, Butler lleva la reflexin al terreno en el cual un determinado sujeto es privado de toda

    humanidad (que en el sentido ms amplio expuesto por Levinas implicara la ausencia de un rostro),

    y por ende, se convierte en una vida precaria no por la posibilidad de ser asesinado, sino ms bien,

    por la imposibilidad, o mejor dicho la no-necesidad, de llevar a cabo un trabajo de duelo ante la

    muerte de aquel individuo.

    Los muertos sin rostro (en un sentido tico levinasiano), como los que nos presenta

    largamente Hernndez en su obra, son aquellos sujetos sobre los cuales el duelo como imposibilidad

    opera reiterada y constantemente. Una vida precaria es aquella que es tomada sin arrepentimiento ni

    culpa, es una vida que no vale nada, sobre la que no existe sentido alguno. Precisamente debido a

    esto, se convierten en vidas que, al desaparecer, parecieran perder incluso la posibilidad de ser

    dolidas. Una vida precaria es privada de toda nocin de humanidad. Es expulsada de la comunidad

    de los vivos rompiendo toda conexin anterior con ella, y por ende, se transforma solamente en un

    cadver annimo que deambula por el mundo, de forma presencial o espectral, sometido a las

    inclemencias de los vivos que le niegan su descanso eterno.

    Quizs uno de los mejores ejemplos de lo anterior lo encontramos en el conocido cuento

    "Hechos de un buen ciudadano" (partes I y II), publicado dentro del volumen Medio da de fronteras

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    (2002) y luego reeditado en el 2006 como De fronteras. En este relato, un personaje annimo se

    encuentra un cadver al interior de su cocina y comienza una bsqueda desesperadas para intentar

    dar con el paradero de los familiares para que el cuerpo pueda ser sepultado. Lo que me interesa

    profundizar en este cuento es en lo nos dice con respecto a las vidas precarias de las que hablaba

    hace un momento. En primer lugar, resulta a todas luces evidente de que estamos ante un cadver de

    una mujer que ha sido asesinada. Este cuerpo, que yace torturado y desangrado en el piso de una

    cocina de un hombre comn y corriente, se constituir en el smbolo de la precariedad de la vida en

    el interior de este relato.

    Si volvemos a la decisin tica de Levinas trada a colacin por Butler, veremos que lo que

    nos presenta el texto de Hernndez es precisamente la decisin no-tica del asesinato impune. Si hay

    una sensacin que el texto nos transmite de forma muy efectiva es la absoluta falta de posibilidad de

    justicia ante el asesinato. El homicidio es cometido por alguien que sabe que puede hacerlo en la ms

    absoluta impunidad y sin temor alguno a represalias de ningn tipo. Todos los personajes parecen

    ser conscientes de esto, y precisamente por esto es que ninguno de ellos intenta llevar a cabo ningn

    tipo de indagatoria con respecto al asesinato en s. De este modo, el intento desesperado del

    protagonista por encontrar a los familiares de la mujer asesinada radica precisamente en su

    responsabilidad tica de reconocer la precariedad de la vida que ha sido arrebatada. Tanto el

    narrador como el resto de los protagonistas del cuento son plenamente conscientes de la precariedad

    de la vida de todos ellos. Cualquiera puede ser asesinado sin ningn peligro para los verdugos.

    La precarizacin de los sujetos y sus vidas es algo que se presenta en el cuento como una

    suerte de teln de fondo que se encuentra por sobre todos los individuos y por sobre el propio

    Estado. Esto se evidencia muy bien en el momento en que el narrador recibe un llamado de la

    oficina de salubridad donde le indican los correctos procedimientos que debe seguir para la

    conservacin del cuerpo y lo advierten de que l ser responsable en caso de que se desate una

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    epidemia de cadveres. As, vemos que la responsabilidad sobre las muertes de las personas queda

    diluida en una nebulosa en la cual aquel que encuentra un cadver adquiere la responsabilidad sobre

    ste, dejando completamente libre de todo cuestionamiento al autor del crimen.

    En la segunda parte del cuento, una multitud de cadveres entran en escena, y aparecen en

    diversas casas del vecindario. Una vez ms, no hay preguntas ni cuestionamientos con respecto a las

    causas de muerte. Todos aquellos que han encontrado un cadver en su casa se han unido para

    intentar informar a los familiares, sin que exista en ningn momento la posibilidad de una

    investigacin que intente esclarecer los asesinatos. La multiplicacin de los cadveres en la segunda

    parte del cuento viene a ser la confirmacin definitiva de la precariedad de los sujetos en la narrativa

    de Hernndez. En contraste con lo que pudo haber sido una excepcin, la segunda parte nos marca

    una tendencia, un hbito, la repeticin de un acontecimiento que amenaza con perder su importancia

    singular dentro de su iterabilidad permanente.

    La forma en cmo termina la segunda parte del cuento es algo que tambin reafirma lo

    anteriormente sealado. Recordmoslo brevemente: una vez que una parte importante de las

    personas que han encontrado cadveres en sus casas logran finalmente hallar a los dueos, el

    narrador-protagonista se ofrece a cuidar los cadveres en su casa y las personas restantes se retiran.

    Posteriormente, procede a trozar y cocinar los cuerpos, y los reparte como alimento entre los

    mendigos y vagabundos de la ciudad sin revelar jams el origen de la comida. Por esta accin, es

    reconocido y felicitado pblicamente tanto por la autoridad como por el resto de su comunidad.

    La operacin que realiza Hernndez para cerrar este relato es sin duda muy atractiva. En

    primer lugar, el protagonista desiste de todo intento de encontrar a los familiares de las vctimas, y

    procede a deshumanizarlas por segunda vez. Al despojarlos de su rostro, para utilizar la metfora

    levinasiana, el narrador los reduce a su condicin de precariedad absoluta, los convierte en puro

    cuerpo. Al cocinarlos, el protagonista decide que aquellas son vidas que no valen la pena lo

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    suficiente para continuar con los esfuerzos. Asume la absoluta precariedad de aquellos sujetos, y

    decide l tambin privarlos de su condicin humana, y de paso, impide para siempre cualquier tipo

    de trabajo del duelo. Sin embargo, mediante este segundo acto de deshumanizacin, y por lo tanto

    de precarizacin, el narrador acude en auxilio de otras vidas precarias. Esta vez, no estamos slo

    ante individuos cuya vida est marcada por su precariedad en trminos de posibilidad de muerte

    impune, sino a su vez, cuyas condiciones materiales de vida son tambin precarias.

    La inclusin de estos sujetos marginales en el cuento es de gran utilidad dentro de la

    consolidacin de una atmsfera de precariedad que resulta, a mi juicio, transversal en la obra de

    Hernndez. Lo que esta relacin entre los sujetos que reciben la comida, el narrador, y los cadveres

    annimos marca, es la retroalimentacin constante entre las diversas condiciones de precariedad que

    inunda la vida de estos sujetos. La nica posibilidad de sobrevivencia de los mendigos del cuento

    radica en la condicin precaria de la vida de otros sujetos, y a su vez, la consciencia de la precariedad

    de todos los personajes que posee el narrador de la historia. As, pareciera no existir un afuera de la

    precariedad al interior de este relato. Todos los personajes estn insertos dentro de ella y es

    precisamente desde all donde est obligados a circular y desenvolverse, intentando mantener su

    condicin de humanidad en un espacio en el cual la negacin de esta se constituye en un todo que

    inunda todos los aspectos del relato.

    Para comenzar a cerrar, quisiera volver sobre los puntos centrales de esta presentacin. En

    primer lugar, es importante dejar en claro la condicin de precariedad que la literatura de Hernndez,

    junto a la de muchos otros autores, marca entre lenguaje y referencialidad. Esta desconfianza en la

    posibilidad de testimoniar una realidad determinada, que por muchas dcadas marc el horizonte

    productivo en Centroamrica, ha sido completamente abandonada para posicionarse en un umbral

    de desconfianza no slo de la lengua, sino tambin, de todo un proyecto nacional y modernizador.

    Todo esto, no viene a ser otra cosa que una consecuencia de lo que aqu hemos denominado como

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    el estatuto catastrfico de la guerra civil. La literatura de Hernndez no se hace parte de un

    determinado proyecto poltico. No confa en el rol tradicional de la literatura como un elemento

    fundamental en los procesos de construccin nacional. Muy por el contrario, la escritura de la autora

    salvadorea nos posiciona dentro de una perspectiva crtica en la cual se busca desarticular aquellos

    intentos de refundacin social y comunitaria que trajo consigo la guerra civil, y con mayor fuerza, la

    postguerra. La produccin literaria de Hernndez, a su vez, nos pone sobre la mesa de forma

    ineludible la problemtica del trabajo del duelo en su sentido ms amplio. Duelo por el sentido de la

    literatura, duelo por la promesa de redencin, duelo por la posibilidad de justicia, y por supuesto,

    duelo por las decenas de miles de vctimas annimas que espectralmente acechan su produccin

    literaria. La precariedad, en esta lnea, es una invitacin a adentrarnos en una reflexin profunda no

    slo por el estatuto de la literatura en las primeras dcadas del siglo XXI, sino tambin, como forma

    de reflexin sobre las condiciones de posibilidad de la poltica en un escenario de agotamiento de

    todo tipo de promesa redentora.

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    Obras citadas

    Beverly, John y Marc Zimmerman. Literature and Politics in the Central American Revolutions. Texas:

    University of Texas Press, 1990.

    Butler, Judith. Precarious Life. The powers of Mourning and Violence. Londres / Nueva York: Verso,

    2004.

    Hernndez, Claudia. "Hechos de un buen ciudadano". De fronteras. Guatemala: Editorial Piedra

    santa, 2006. pp. 15-20.

    Huezo, Miguel. La casa en llamas: La cultura salvadorea a finales del siglo XX. San Salvador.

    Ediciones Arcoiris, 1996.

    Ramos, Helena. "Claudia dice que no se olvida de las estrellas". Caratula. Revista Cultural

    Centroamericana. 17 (2007). Web.

    Roque, Ricardo. Duelo y memoria. Sobre la narrativa de posguerra en El Salvador. Nios de un

    planeta extrao. El Salvador: Editorial Universidad Don Bosco, 2012. pp. 172-183.

    Villalobos, Sergio. "Literatura y destruccin: Aproximacin a la narrativa centroamericana actual".

    Revista Iberoamericana LXXIX.242 (2013): 131-148.

    Williams, Gareth. The Other Side of the Popular: Neoliberalism and Subalternity in Latin America.

    Durham: Duke University Press, 2002.