cion del palatinado me tiene empeñada la llas al rey

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cion del palatinado me tiene empeñada la sangre y la reputación; y esta no la puedo esperar de los católicos , y por eso la puedo dudar de los españoles , y de los imperiales, por la diferencia de religiones, y el grande hastío que muestran los protestantes de mas á la casa de Austria; y por mí sospecho que el Rey de España no habrá olvidado mi ida á su corte, pues no olvido yo mi vueltaá lamia, deque es recuerdo la entrada de mis bajeles en Cádiz. Yo querria volver á cerrar en sus ori- llas al Rey cristianísimo, que con grande ave- nida ha salido de madre, y esplayádose por toda Europa, y juntamente reducir á su prin- cipio á los holandeses. Quiero me aconsejéis el mejor y mas eficaz medio, advirtiendo estoy determinado, no solo á salir en persona, sino codicioso de salir; porque creo que el prínci- pe , que teniendo guerra forzosa, no acom- paña su gente, condena á soldados sus vasa- llos en vez de hacerlos soldados; y conduci- dos por este castigo , mas padecen que hacen, y los obliga á que igualmente esperen su l i - bertad, y su venganza del ser vencidos, que del ser vencedores. De llevar ejércitos, á enviarlos,

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cion del palatinado me tiene empeñada la sangre y la repu tac ión ; y esta no la puedo esperar de los católicos , y por eso la puedo dudar de los españoles , y de los imperiales, por la diferencia de religiones, y el grande hastío que muestran los protestantes de mas á la casa de Aust r ia ; y por mí sospecho que el Rey de España no habrá olvidado mi ida á su corte, pues no olvido yo mi vuel taá l amia , deque es recuerdo la entrada de mis bajeles en Cádiz. Y o querria volver á cerrar en sus o r i ­llas al Rey crist ianísimo, que con grande ave­nida ha salido de madre, y esplayádose por toda Europa, y juntamente reducir á su prin­cipio á los holandeses. Quiero me aconsejéis el mejor y mas eficaz medio, advirtiendo estoy determinado, no solo á salir en persona, sino codicioso de salir; porque creo que el p r í n c i ­pe , que teniendo guerra forzosa, no acom­paña su gente, condena á soldados sus vasa­llos en vez de hacerlos soldados; y conduci­dos por este castigo , mas padecen que hacen, y los obliga á que igualmente esperen su l i ­bertad, y su venganza del ser vencidos, que del ser vencedores. De llevar ejércitos, á enviarlos,

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vá la diferencia quede veras á burlas. Juicio es el de los sucesos, respondedme á la ne­cesidad c o m ú n , sin hablar con mi descanso, n i oiga yo en vuestro sentir fines particula­res: informadme los oidos , no me los emba­racéis . Todos quedaron suspensos en silencio reverente y cuidadoso, confiriendo en secreto la resolución: cuando el gran Presidente con estas palabras dio principio á l a respuesta: V . M . (Serenísimo Señor) ha sabido pregun­tar de manera, que nos ha enseñadoá saber­le responder: arte de tanto precio en los Re­yes , que es artífice de todo buen conocimien­to y desengaño. S e ñ o r , la verdad es una sola y clara : pocas palabras la pronuncian , mu­chas la confunden : ella rompe poco silencio, y la mentira deja poco por romper. Todo lo que habéis considerado en el Rey de Francia , y en los holandeses, es desvelo de la Real p ro ­videncia: el peligro inminente pide resolución varonil, y veloz. E l Rey de España es hoy para vuestros designios vuestra sola confederación: y sumamente eficaz, si vos en persona asistís con él á la mortificación de estos dos malos vecinos. Y advertid, que mandar y hacer,

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DE QUEVEDO. 2t>7

son tan diferentes como obras y palabras. Con­fieso que vuestra sucesión es muy infame pa­ra dejada; pero es menor inconveniente de­

jarla t ierna, que siendo padre acompañarla niño. No bien hubo pronunciado estas ú l t i ­mas palabras, cuando levantándose sobre su

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báculo un senador, marañado todo el seno con las canas de su barba, la cabeza en el pecho, y la corcoba en que le habian los años dobla­do la espalda en lugar de la cabeza, di jo: mal puede disculparse de temerario el Consejo, de que S. M . salga en persona, cuando sus R e i ­nos están minados de católicos encubiertos, cuyo número es grande á lo que se sabe, in­finito á lo que se sospecha , y verdaderamen­te formidable por desprecio en que tienen la vida, y el precio que se aseguran en la muer­te : los tormentos se han cansado en sus cuer­pos , no sus cuerpos en los tormentos : entre ellos, por su rel igión, los despedazados per­suaden y no escarmientan : esto saben las horcas, los cuchillos y las llamas , que bus­caron ansiosos y padecieron constantes. Pues si en tierra por todas parles prisionera del mar , y en presencia de sus Reyes, tantas ve­ces han conspirado para resistirse, ¿que ha­rán si sale , y los desembaraza de su persona? Vasallos tiene V . M . de quien puede fiar cual­quiera empresa: enviad con pié de ejército de nuestra religión los mas importantes de los que se entienden son católicos ; que con esto

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irá su intención sujeta , y vuestros reinos con menos enemigos dentro.

No aventuréis vuestra persona , en que se aventura todo , y en que todo se restaura; que yo del parecer del Presidente colijo que ma­quina como católico, noque responde co­mo ministro. Alborotáronse, y en esta disen­sión los cojió la fuerza de la HORA ; y demu­dándose de color el Rey, dijo: vosotros dos, en lugar de aconsejarme , me habéis deses­perado : el uno dice que si no salgo, me q u i ­tarán el reino los enemigos: el otro que si salgo me le qui tarán los vasallos; de suerte, que tú quieres que tema mas á mis subditos que á mis contrarios. Sumamente es misera­ble el estado en que me hallo: lo que resta es que cada uno de vosotros, con té rmino de un dia natural, me diga quién y que cosas me tienen reducido á esta desventura, nombran­do las personas y las causas , sin perdona­ros unos á otros, ó yo sospecharé sobre to­dos : porque la culpa no sale de lo que me aconsejáis; que yo estoy resuelto á atender á la dirección de mis conveniencias dentro y fuera de mis reinos. Sale el Rey de Francia

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••in sucesión , y sin esperanza de e l la , que puendan entristecer á su hermano, y deja á un reinopor tantas causas dividido en parcia­lidades; toda la nohleza manchada con la san­gre de Memoransi; los herejes sujetos , mas no desenojados; los pueblos despojados por los tributos y todo el reino en opresión de las de­masías de un privado : ¿y yo que tengo su­cesión y menores y menos sensibles inconve­nientes, estaré arrullando mis hijos , y aten­diendo á sus dijes y juguetes? Porque me he dejado en el ocio, y porque no he salido, me son Francia y Holanda formidables: si no sal­go me serán ruina: si me quedo por temor de mis vasallos, yo los aliento á mi desprecio : si mis enemigos se aseguran de que no puedo sa­l i r , no podré asegurarme de mis enemigos; y por lo menos , si salgo y me pierdo, logra­ré la honra de la defensa , y escusaré la infa­mia de la vileza : el Rey que no asiste á su defensa, disculpa á l o s que no le asisten: con­tra razón castiga á quien le imi ta , y contra lo que fué maestro, no puede ser juez, ni cas­tigar lo que de su persona aprenden los que para desamparar su defensa le obedecen maes-

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tro. Idos todos luego, y consultad con vues­tras obligaciones mi Real servicio , antepo­niéndole á vuestras vidas , y á mi descanso; que os aseguro hacer á vuestra verdad, cuan­to mas rigurosa , mejor recibimiento , y no me embaracéis con el achaque de llevar toda la nobleza conmigo; pues los acontecimien­tos afirman , que nadie la j u n t ó en la guerra que no la perdiese y se perdiese : los anillos que se midieron por fanegas en Cannas, lo testifican con las lágr imas de Roma : el bosque de P a v í a , hecho sepulcro de toda la nobleza de F ranc ia , y de la libertad de su Rey: la armada española con el Duque de Medina-Sidonia, viniendo á invadir estos Reinos, dejando en estos mares tan miserables despojos; el Rey D . Sebastian, que en A f r i ­ca se p e r d i ó , y sus Reinos con su nobleza toda. Los nobles juntos inducen confusión, ocasionan ru ina ; porque no sabiendo man­dar, no quieren obedecer, y estragan en presunciones desvanecidas la disciplina mi l i ­tar: l levaré pocos y esperimentados; los de-mas quedarán por freno de los hervores po­pulares , y triaca de los noveleros. Gente

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que piensa que me engaña en darme su vida por un real cada d ia , es el aparato que me importa: no aquella que agotándome para que vaya, mi tesoro , pone demanda á mi pa­trimonio , porque fué. Bueno fuera que to­da la nobleza estuviera ejercitada , mas no seguro: los particulares no han de dar las armas á los locos, ni los Reyes á los nobles: llevad esto entendido, y ahor ra rá distraimien­to vuestro discurso y mideterminacion tiempo.

E n Salonique ciudad de Levante , que es­condida en el último seno del golfo á que dá nombre , yace en el dominio del Emperador de Conslantinopla , hoy llamada Estambor, convocados en aquella Sinagoga los judíos de toda Europa por Rabbi Saadias , Rabbi Na-cabarbaniel, Rabbi Salomón y Rabbi N i s i n , se juntaron por la Sinagoga de Venecia Rab­bi Samuel, y Rabbi Maimón; por la de R a -gusa, Rabbi Ahenezra; por la de Constanli-nopla, Rabbi Jacob ; por la de Roma Rabbi Chaminiel; por la de L iorna , Rabbi Gersonni; por la de Rúan , Rabbi Gavirol; por la de Oran, Rabbi Asepha; por la de Praga, Rabbi Mosche; por lade Viena, RabbiBerchaí ; por la de A m s -

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terdam, Rabbi Meir Armaach ; por los Hebreos disimulados , y que negociaban de rebozo con traje y lengua de cristianos , Rabbi David Bar-Nachman; y con ellos los Monopantos, gente en República, habitadora de unas islas, que entre el Mar Negro y la Moscovia , con­fines de la Tartaria, se defienden sagaces de tan feroces vecindades, mas con el ingenio, que con las armas y fortificaciones. Son hom­bres de cuadruplicada malicia , de perfecta hipocresía, de estremada dis imulación, de tan equívoca apariencia que todas las leyes y naciones los tienen por suyos: la negocia­ción les multiplica caras y los muda semblan­tes; y el interés los remuda las almas. Go­biérnalos un príncipe á quien llaman Pragas Chincollos. Vinieron por su mandato á este Sanedrín seis , los mas doctos en carcomas y polillas del mundo: el uno se llama P h i -largiros, el otro Erichtotheos: el tercero Danipe: el cuarto Arpía Trotono: el q u i n ­to Pacasmazo ¡ el sesto Alkeriastos. Sen­táronse por sus dignidades respectivamente á la preeminencia de las Sinagogas, dando el primero banco por huéspedes á los Monopan-

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tones. Poseyólos á todos atento silencio, cuando Rabbi Saadias (después de haber ora­do el Psalmo In exilu Israel) dijo tales pala­bras: «noso t ros , primer linaje del mundo, que somos desperdicio de las edades y mult i ­tud derramada, que yace en esclavitud y v i ­tuperio congojoso : viendo arder en discordias el mundo, nos hemos juntado á prevenir advertencia desvelada en los presentes tumul­tos , para mejorar en la ruina de todos nues­tro partido. Confieso que el cautiverio, las plagas y 11 obstinación en nosotros, son hereditarias: la duda y la sospecha, patri­monio de nuestros entendimientos : que siem­pre fuimos mal contentos de Dios , estiman­do en mas el que haciamos, que el que nos hizo. Desde el primer principio nos cansó su gobierno , y seguimos contra su ley la inter­pretación del demonio. Cuando su omnipo^ tencia nos gobernaba, fuimos rebeldes, cuan­do nos dio gobernadores, inobedientes. Fue-nos molesto Samuel que en su nombre nos regia; y juntos en comunidad ingrata, sien­do nuestro Rey Dios , pedimos á Dios otro R e y : diónos á Saúl con derecho de tirano,

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declarando haria esclavos nuestros hijos, y nos quitaría las haciendas para dar á sus va­lidos ; y agravó este castigo con decir no nos le qui tar ía , aunque se lo pidiésemos. E l d i ­jo á Samuel que á él le desprec iábamos, no á Samuel ni á sus hijos. E n cumplimiento de esto nos dura aquel Saúl siempre , y en todas partes y con diferentes nombres. Desde en ­tonces en todos los Reinos y Repúblicas nos oprimen con v i l y miserable cautividad: y pa­ra nosotros, que dejamos á Dios por Saúl, permite Dios que sea un Saúl cada Rey : que­dó nuestra nación para con todos los hombres introducida en culpa, que unos la eehan á otros, todos la tienen, y todos se afrentan de tenerla. No estamos en parte alguna, sin que primero nos echasen de otra: en ninguna residimos, que no deseen arrojarnos , y todos temen que seamos impelidos á ellas. Hemos reconocido que. no tienen comercio nuestras obras y nuestras palabras ; y que nuestra bo­ca y nuestro corazón nunca se aunaron en adorar un propio Dios. Aquella siempre acla­mó al del cielo; este siempre fué idólatra de oro y de la usura. Acaudillados de Móisen

TOMO III. 20

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cuando subió por la Ley al monte , hicimos demostración de que la religión de nuestras almas era el oro , y cualquier animal que de él se fabricase: allí adoramos nuestras joyas en el Becerro , y juró nuestra codicia por su Deidad la semejanza de la niñez de las vaca­das. No admitimos á Dios en otra moneda ; y en esta admitimos cualquiera sabandija por Dios. Bien conocía la enfermedad de nues­tra sed quien nos hizo beber el ídolo en pol­vos. Grande y ensangrentado castigo se s i ­guió á este delito; empero degollando mu­chos millares, escarmentó á pocos; pues h a ­ciendo Dios con nosotros cuanto le pedimos, nada hizo de que luego no nos enfadásemos. Estendió las nubes en toldo para que en el desierto nos escondiese á los incendios del dia. Esforzó con la columna de fuego los descaeci­mientos de las estrellas y de la luna, para que socorridas de su movimiento relumbrante, venciesen las tinieblas de la noche, contraha­ciendo el sol en su ausencia: mandó al vien­to que granizase nuestras cosechas, y dispu­so en moliendas maravillosas las regiones del aire , derramando guisados en el maná núes-

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tros mantenimientos, con todas las sazones que el apetito desea: hizo que las codornices, descendiendo en l l u v i a , fuesen cazadores y caza todo junto para nuestro regalo. Desató en fuga líquida la inmovilidad de las peñas, y que las fuentes naciesen aborto de los cer­ros, para lisonjear nuestra sed. Enjugó en sendas tratables á nuestros pies los profun­dos del mar, y colgó perpendiculares los gol­fos , arrollando sus llanuras en murallas l í ­quidas ; deteniendo en edificio seguro las olas y las borrascas , que á nuestros padres fueron vereda, y á Fa raón sepulcro y tumba de su carro y ejército. Hizo su palabra levas de sabandijas, alistando por nosotros en su m i ­licia ranas, mosquitos y langostas. No hay cosa tan débil, de que Dios no componga hues­tes invencibles contra los tiranos. Débelo, con tan pequeños soldados , los escuadrones ene­migos formidables, y relucientes en las de­fensas del hierro; soberbios en los blasones de sus escudos; pomposos en las ruedas de sus penachos. A tan milagrosos beneficios, que nuestro Rey y Profeta David cantó en el Psalmo, según la división nuestra, 105 en

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que empieza: Horula Adonai, respondió nues­tra dureza é ingratitud con hastío y fasti­dio en el sustento, con olvido en el paseo ahierto sobre las ondas del mar. Pocas veces quien recibe lo que no merece , agradece lo que recibe. Muchas veces castiga Dios con lo que d á , y premia con lo que niega: tales an­tepasados , son genealogía delincuente de nuestra contumacia. Comunmente nos tienen por los porfiados de la esperanza sin fin , sien­do en la censura de la verdad la gente mas desesperada de la vida. Nada aborrecemos, y habernos aborrecido tanto los judíos , como la esperanza. Nosotros somos el estremo de la incredulidad, y esperanza é incredulidad, no son incompatibles, ni esperamos , n i hay que esperar de nosotros; porque Moisen se detu­vo un poco en el monte, no quisimos espe­rar le , y pedimos Dios á Aaron . L a razón que dan, de que somos tercos en esperanza perdurable, es , que aguardamos tantos siglos há al Mesías. Empero nosotros, ni le recibi­mos en Cristo , ni le aguardamos en otro. E l decir siempre que ha de venir , no es porque le deseamos, ni lo creemos; es por disimu-

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Jar con estas largas, que somos aquel i g ­norante, que empieza el Psalmo 13 diciendo en su co razón : no hay Dios. L o mismo dice quien niega al que ya v i n o , y aguarda al que no ha de venir . Este lenguaje gasta nues­tro corazón , y hien considerado , es el quare del Psalmo 2 . Fremuerunt gentes, et populi meditati sunt inania? adversus Dominum, et adversus Christum ejus. De manera, que nos­otros decimos, que esperamos siempre, por disimular que siempre desesperamos: de la ley de Moisen, solo guardamos el nombre, so­brescribiendo con él y con ella las escep-ciones, que los Talmudistas han soñado: pa­ra desmentir las escrituras, deslumhrar las profecías , falsificar los preceptos y habilitar las conciencias á la fábrica de la materia de estado; doctrinando para la vida c iv i l nues­tro a te ísmo, en una política sediciosa, pro­hijándonos de hijos de Israel, áhi jos del siglo; cuando tuvimos ley no la guardamos; hoy que la guardamos, no es l e y , sino en la breve pronunciación de las tres letras.

Ha sido necesario decir lo que fuimos , pa­ra disculpar lo que somos, y encaminar lo

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que pretendemos ser, creciéndonos en estos delirios rabiosos, en que parece está frenéti­co todo el orbe de la tierra ; cuando no so­lamente los herejes toman contra los católi­cos las armas enemigas, sino los católicos, unos mueven contra otros los escuadrones pa­rientes: los protestantes en Alemania há ya muchos años que pretenden que el Empera­dor sea hereje; á esto los fomenta el Rey cr is t ianís imo, haciendo como que no lo es, y defendiéndole de Calvino y Lutero. O p ó -nese á todos el Rey Católico , para mantener en la Casa de Austria la suprema dignidad d é l a s Aguilas de Roma. Los holandeses, ani­mados con haber sido traidores dichosos , as­piran á que su traición sea Monarqu ía , y de vasallos rebeldes del gran Rey de España , osan serle competidores: robáronle lo que te­nia en ellos, y prosiguen en usurparle lo que tan lejos de ellos tiene, como son el Brasil y las Indias, destinando sus conquistas sobre su corona. No hemos sido para todos estos robos la postrera disposición nosotros, por medio de los cristanos postizos , que con len­guaje por tugués , le habernos aplicado para

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minas, con título de vasallos. Los potentados de Italia, sino todos, los mas han hospedado en sus dominios, franceses, dando á entender han descifrado en este sentir sus semblantes. E l Rey de Francia ha usado contra el M o ­narca de los españoles estratagema nunca oida, disparándole por batería todo su l i na ­je , con achaque de mal contentos, para que en sueldos, socorros y gastos consumiese las consignaciones de sus ejérci tos: ¿cuándo se vio hacer un Rey contra otro munición de dienles y muelas de su madre, y de su her­mano, próximo heredero, para que se le co ­miesen á bocados? Ardid es mendicante; mas pernicioso. Mili tar con el Mogollón, mas t ie­ne de lo r idículo , que de lo serio. Nosotros tenemos Sinagogas en los estados de estos príncipes, donde somos el principal elemen­to de la composición de esta c izaña : en Rúan somos la bolsa de Francia contra España , y juntamente de España contra Franc ia : so­corremos á aquel Monarca con el caudal que tenemos en Amsterdan en poder de sus pro­pios enemigos, á quienes importa mas el man­dar que le difiramos las letras, que á los es-

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pañoles cobrarlas. ¡Estravagante tropelía, ser­vi r y arruinar con un propio dinero á amigos y enemigos, y hacer que cobre los frutos de

su intención, el que lo paga del qne lo cobra! L o mismo hacemos con Alemania, Italia y Constantinopla; y todo este enredo ciego y

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belicoso, causamos con haber tejido el socor­ro de cada uno en el arbitrio de su mayor contrario; porque nosotros socorremos, co­mo el que dá con interés dinero al que jue­ga y pierde, para que pierda mas. No niego, que los Monopantos son gariteros dé la tabao­la de Europa , que dan cartas y tantos, y en­tre lo que sacan de las barajas que meten, y de luces, se quedan con todo el oro y la plata, no dejando á los jugadores, sino voces, ruido, perdición y ansia de desquitarse, á que los inducen , porque su garito , que es el fin de todos, no tenga fin: en esto son perfecto remedo de nuestros anzuelos; es verdad, que para la introducción nos llevan grande venta­ja en ser judíos del Testamento nuevo , como nosotros del viejo, pues así como nosotros no creimos, que Jesús era el Mesías que habia v e ­nido, elloscreyendo que Jesús era el Mesías que vino, le dejan pasar por sus conciencias de manera, que parece que j amás llegó para ellos, n i por ellas. Los Monopantos le creen, como de nosotros dice que le esperamos , un grave autor: Auream , et gemmaiam Hieru-salem expectabant: «Una Jerusalen de oro y

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joyas .» Ellos y nosotros de diferentes pr inc i ­pios y con diversos medios, vamos aun mismo fin, que es á destruir los unos la cristiandad, que ñoquísimos; los otros la que ya no quieren; y por esto nos hemos juntado á confederar malicia y engaños .

H a considerado esta Sinagoga, que el oro y la plata son los verdaderos hijos de la t ier­ra , que hacen guerra al cielo , no con cien manos solas, sino con tantas como los cavan, los funden, los a c u ñ a n , los juntan, los cuentan , los reciben y 1 >s hurtan: son dos demonios subterráneos , empero bien quistos de todos los vivientes: dos metales, que cuanto tienen mas de cuerpo, tienen mas de espíri tu: no hay condición que les sea des­deñosa ; y si alguna ley los condena , los le­gistas é intérpretes de ella los absuelven. Quien se desprecia de cavarlos , se precia de adquirirlos: quien de grave no les pide al que los tiene, de cortesano los recibe de quien los d á ; y el que tiene por trabajo ga­narlos, tiene el robarlos por habilidad: y hay en la retórica de juntarlos , un no los quiero, que obra: dénmelos , y nada recibo de nadie,

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que es verdad, porque no es mentira ; todo lo tomo. Y como mentiría el mar, si dijese, que no mata su sed con tragarse los arro-yuelos y fuentes, pues bebiéndose todos los ríos, que se los beben en ellos, se sorbe fuentes y arroyos. De la misma manera mien­ten los poderosos, que dicen no reciben de los mendigos y pobres, cuando se engullen á l o s ricos, que devoran á l o s pobres y men­digos. Esto supuesto , conviene encaminar la batería de nuestros intereses á los Reyes, re­públicas y ministros, en cuyos vientres son todos los demás repleción , qne comovida por nosotros , ó será letargo , ó aplopejía en las cabezas: en el método de disponerlo , sea el primero el de los señores Monopantones; los cuales habiéndose confieionado los unos con los chismes de los otros, determinaron que Pacasmazo , como mas abundante de lengua y mas caudaloso de palabras, habla­se por todos , lo que hizo con tales razones.

Los bienes del mundo son de los solíci­tos ; su fortuna de los disimulados y violen­tos. Los señoríos , y los reinos antes se arre­batan y usurpan, que se heredan y mere-

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cen: quien en las medras temporales , es el peor de los malos, es el benemérito sin com­petidor, y crece hasta que se deja esceder en maldad: porque en las ambiciones , lo jus­to y lo honesto, hacen delincuentes á los t i ­ranos : estos en empezando á moderarse , se deponen: si quieren durar en ser tiranos , no han de consentir que salgan fuera de las se­ñas de lo que son; el fuego que quema la casa, con el humo que arroja fuera, llama á que le maten con agua: de este discurso cada uno tome lo que le pareciere á p r o p ó ­sito. L a moneda es la Circe , que todo lo que se le l lega , ó de ella se enamora, lo muda en varias formas: nosotros somos el verbi gra-tia. E l dinero es una deidad de rebozo, que en ninguna parte tiene altar púb l i co , y en todas tiene adoración secreta: no tiene templo particular, porque se introduce en los tem­plos. Es la riqueza una secta universal en que convienen los mas espíritus del mundo; y l a codicia un heresiarca, bienquista de todos los discursos políticos , y el concilia­dor de todas las diferencias de opiniones y humores. Viendo pues nosotros, que es e lmá-

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gico y nigromante que mas prodigios obra, hémosle jurado por norte de nuestros cami­nos , y calamita de nuestro norte, para no desvariaren los rumbos. Esto ejecutamos con tal arte, que le dejamos para tenerle, y le despreciamos para juntarle : lo que aprendi­mos de la hipocresía de la bomba , que con lo vacío se llena , y con lo que no tieue atrae lo que tienen otros , y sin trabajo sorbe y agota lo lleno con su vac ío : somos remedos de la pólvora, que menuda, negra , junta y apretada, toma fuerza inmensa y velocidad de la estrechura: primero hacemos el daño , que se oiga el ruido: y como para apuntar cerramos un ojo , y abrimos otro , lo con­quistamos todo en un cerrar y abrir de ojos. Nuestras casas son cañones de arcabuz, que se disparan por la llaves , y se cargan por las bocas; siendo pues tales, tenemos costumbres y semblantes, que convienen con todos, y por esto no parecemos forasteros en alguna secta ó nación. Nuestro pelo le admite el turco por turbante, el cristiano por sombre­ro , el moro por bonete y vosotros por to­cado. N o tenemos, n i admitimos nombre de

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reino, n i de repúbl ica , ni otro qne el de Monopantos: dejamos los apellidos á las re­públicas, y á l o s Reyes, y tomárnosles el po der limpio de la vanidad de aquellas palabras magníficas: encaminamos nuestra pretensión á que ellos sean señores del mundo y nos­otros de ellos; para fin tan lleno de majes­tad , no hemos hallado con quien hacer con ­federación igual á pérdida y á ganancia, sino con vosotros, que hoy sois los trampo­sos de toda Europa, y solamente os falta nuestra calificación para acabar de corrom­perlo todo : la cual os ofrecemos plenaria en contagio y peste, por medio de una máqui­na infernal, que contra los cristianos hemos fabricado los que estamos presentes: esta es, que considerando que la triaca se fabrica so­bre el veloz veneno de la v ívora , por ser el humor que mas aprisa y derecho vá al cora­zón , á cuya causa cargándola de muchos sim­ples de eficacísima virtud , los lleva al cora­zón , para que le defienda de la ponzoña, que es lo que se pretende por la medicina: así nosotros hemos inventado una contra-triaca, para encaminar al corazón los venenos, car-

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gando sobre las virtudes y sacrificios que se van derechos al corazón y al alma , los v i ­cios , abominaciones y errores, que como vehículos se introducen en e l la : si os deter­mináis á esta alianza, os daremos la receta con peso , número de ingredientes y botica­rios doctos en esta confección , en que I)a-nipe, Alkemiastos y yo hemos sudado, y no debe nuestro sudor nada á los trociscos de la v ívora : dejaos gobernar por nuestro Pragas, que no dejareis de ser judíos , y sa­bréis juntamente ser Monopantos. A raiz de estas palabras los cojió la HORA , y l evan t án ­dose Rabbi Maimón, uno de los dos que v i ­nieron por la Sinagoga de Venecia , se llegó aloido de Rabbi Saadias, y rempujando con la mano estado y medio del pico de nariz para podérsele llegar á la oreja , le dijo: Rabbi , l a palabrita, dejaos gobernar, á roña sabe, con­viene abrir el ojo con estos , que me asemejan Faraones caseros y mogigatos. Saadias le res­pondió : ahora acabo de conocerlos por m a n á de doctrinas, que saben á lo que cada uno quiere: no hay sino callar , y como ratones de repúblicas , darles que coman en la t ram-

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pa. Critoteos, que vio el coloquio entre dientes, dijo á Philargiros y á Danipe: yo

atisvo la sospecha de estos perversos judíos» todo Monopanto se dé un baño de becerro

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enjoyado, que ellos caerán de rodillas. R e ­cociéronse en lazos y embelecos unos contra otros: y para deslumhrar á los Monopanto-nes, Rabbi Saadias d i jo : nosotros os juzga­mos esploradores de la tierra de promisión, y la seguridad de nuestros intentos: para que nos amásemos , será bien se confiera el modo y las capitulaciones, y se concluyan y firmen en la primera junta, que s eña l a ­mos de hoy en tres días. Pacasmazo com­poniendo su rapiña en palomita, dijo : que el término era bastante, y la resolución provi­dente; empero, que convenia, que el secreto fuese ciego y mudo: y sacando un libro en­cuadernado en pellejo de oveja, cojido con torzales de oro en varios labores de lana , se le dio á Saadias, diciendo: esta prenda os damos en rehenes. Tomóle , y p r e g u n t ó : cu­yas son estas obras? Respondió Pacasmazo: de nuestras palabras. E l autor es Nicolás M a -chiavelo , que escribió el canto llano de nues­tro contrapunto. Mirándolas con grandealen-cion los j u d í o s , y particularmente la encua­demación en pellejo de oveja; Rabbi Asapha, que asistia por Oran , d i jo: esta lana es de

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la que dicen los españoles , que vuelve tras­quilado quien viene por ella. Con estose apar­taron tratando unos y otros entre sí de j u n ­tarse , como pedernal y eslabón, á combatir­se , aporrearse y hacerse pedazos , hasta echar chispas contra todo el mundo, para fundar nueva secta del dinerismo , mudando el nombre de Aleutas en IHneranos. ;

Los pueblos y subditos á señores , pr ínci­pes , repúblicas , Reyes y Monarcas , se jun­taron en L ie j a , país neutral, a tratar de sus conveniencias y á remediar y descansar sus quejas y malicias, y desahogar su sentir opre-so en el temor de la soberanía . Habia gente de todas naciones , estados y calidades : era tan grande el n ú m e r o , que parecía ejército y no junta; por lo cual eligieron por sitio la cam­paña abierta. Por una parte admiraba la mara­villosa diferencia de trajes y aspectos: por otra confundía los oídos y burlaba la atención la diferencia de lenguas. Parecía romperse el campo con las voces : resonaba á la manera, que cuando el sol cuece las mieses , se oye importuno rechinar con la infatigable voz de las chicharras: el mas sonoro alarido, era

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D E Q U E V E D O . 3¿:$

el que encaramaban las mugeres , desgañitán-dose con acciones frenéticas. Todo estaba mezclado en tumulto fiero y en discordia fu­riosa ; los republicanos querían príncipe; los vasallos de los príncipes querían ser republicanos. Con esta controversia se em-bed'jaron un noble, saboyano , y un g ino-vés plebeyo: decia el saboyano que su d u ­que era el movimiento perpetuo, y que los consumía con guerras continuas, por equi­librar su dominio, que se vé anegado entre las dos coronas de Francia y España ; y que su conservación la tenia en revolver , á costa de sus vasallos, los dos Reyes , para que ocupa­dos el uno con el otro, no pueda el uno ni el otro tragársele . Viendo que sucesivamen­te ambos príncipes, ya este, ya aquel, le conquistan y le defienden (lo cual pagan los subditos, sin poder respirar en quietud): cuan­do Francia le embiste, España le ayuda; y cuando España le acomete , Francia le defien­de: y como ninguno de los dos le ampara pa­ra conservarle, sino porque él uno no crezca consu Estado,y le sea mas formidable y p ró ­ximo vecino: d é l a defensa resulta á l o s puei-

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blos tanto daño, como de la ofensa, y á veces mas. E l Duque recaía en su corazón disimu-

1 sda la pretensión de libertador de Italia , bla­sonando para tener propicia la Santa Sede,

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toda la historia de Amadeo , á quien llamaron Pacífico. Padeced Duque achaques de Rey de Chipre , y es molestado de recuerdos de señor de Ginebra : y adolece de soberanía desigual én t re los demás potentados. Todas estas co­sas son espuelas, que se añaden á los alien­tos , que en él necesitan de freno : que por es­tas razones viene á tratar, que la Saboya y el Piamonte se confederen en república don­de la justicia y el consejo mandan , y la l iber­tad reina. ¿Qué libertad reina? di jo , dado á los diablos el ginovés. Tú debes estar loco; y como no has sido repúbl ico, no sabes sus m i ­serias y esclavitudes: no bastará toda ia r a ­zón de estado á concertarnos: yo que soy g i ­novés , hijo de aquella repúbl ica , que por la vecindad y emulación os conoce á vosotros, vengo á persuadir á vuestro Duque , con la asistencia de nosotros los plebeyos, se haga Rey de Genova; y si él no acepta, he de i r á persuadir esta oferta al Rey de E s p a ñ a , y s i ­no al f rancés , y de unos Reyes en otros , has­ta topar con alguno queso apiade de nosotros. Dime, mal contento del bien que Dios le h i ­zo en que nacieses sujeto á un príncipe, ¿has

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32(í OBRAS

considerado cuánto mayor descanso es obede­cer á uno solo, que á muchos juntos en una pieza, apartados y diferentes en costumbres nalurales, opiniones)'designios? Perdido, ¿no adviertes, que en las repúbl icas , como es anuo y succesivo para las familias el go­bierno , es respectivo; y que la justicia care­ce de ejecución, con temor de que los que otro a ñ o , ú otro trieno mandaren , se ven­guen de lo que hizo el que gobernó? Si el Se­nado repúblico se compone de muchos, es confusión , si de pocos, no sirve sino de cor­romper la firmeza , y escelencias de la u n i ­dad: esta no se salva en el D u x , que, ó no tiene absoluto poder, ó es por tiempo l i m i ­tado; si mandan por i gua l , nobles y plebe­yos , es una junta de perros y gatos , que los unos proponen mordiscones con los dientes ladrando, y los otros responden con los a ra ­ños y u ñ a s : si es de pobres y ricos, los r i ­cos desprecian á los pobres . los pobres en­vidian á los r icos: mirad que compuesto resul tará de envidia y desprecio. Si el g o -

._.... bienio está en los plebeyos, ni los querrán su-.-' , frir los nobles, ¡ii ellos podrán sufrir el no

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serlo; pues si los nobles solo mandan, no bailo otra comparación á los subditos, sino la de los condenados, y estos somos los p le ­beyos ginoveses; y si pudiera sin error e n ­carecerlo mas , me pareciera habia dicho p o ­co: Genova tiene tantas repúblicas como n o ­bles, y tantos miserables esclavos como ple­beyos ; y todas estas repúblicas personales, se juntan en un palacio , á solo contar nues­tro caudal y mercancías para roérnosle, ó ba­jando ó subiendo la moneda: y como mals i ­nes de nuestro caudal, atienden siempre á reducir á pobreza nuestra inteligencia: usan de nosotros , como esponjas, envíannos por el mundo, á que empapándonos en la nego­ciación , chupemos hacienda, y en viéndonos abultados de caudal, nos esprimen para sí. Pues dime, maldito, y descomulgado saboya­no , ¿qué pretendes con tu traición , y tu i n ­fernal intento? ¿No conoces, que nobles y pie -beyos transfieren su poder en los Reyes y Príncipes, donde apartado de la soberanía de los unos y de l a humildad de los otros, compone una cabeza , asistida de pacífica y desinteresada majestad , en quien , n i

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la nobleza presume , ni la plebe padece? Embist iéranse los dos , sino los apartara el

mormullo de una manada de catedráticos, que venían retirándose de un escuadrón de mugeres,

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que con las bocas abiertas los hundían á ch i l l i ­dos, y 'os amagaban de mordiscones: una de ellas, cuya hermosura era tan opulenta, que se aumentaba con la disformidad dé la i ra , sien­do efecto que en la suma fiereza de un león halla fealdad que a ñ a d i r , di jo: tiranos, ¿por cuál razón siendo las mugeres de las dos par­tes del género humano, la una que constituye mitad, habéis hecho vosotros solos las leyes contra ellas, sin su consentimiento, y á vues­tro alvedrío? Vosotros nos priváis délos eslu­dios, por envidia de qne os escederemos: de Jas armas, por temor de que seréis vencimien­to de nuestro enojo los que sois de nuestra r i ­sa: habéisos constituido en arbitros de la paz y de la guerra , y nosotras padecemos vues­tros delirios: el adulterio en nosotas es deli­to de muerte , y en vosotros entretenimiento de la v ida : qneréisnos buenas para ser malos; honestas, para ser dis t ra ídos: no hay senti­do nuestro , que por vosotros no esté encar­celado: tenéis con gri los nuestros pasos, con llave nuestros ojos: si miramos, decís que so­mos desenvueltas : si somos miradas, peligro­sas; y al fin, con achaque de honestidad, nos

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condenáisá privación de potencias y sentidos. Barbonazos, vuestra desconfianza , no nues­tra flaqueza , las mas veces nos persuade con­tra vosotros lo propio que cauteláis en nos­otras: mas son las que hacéis malas, que las que lo son. Menguados, si todos sois contra nosotras privaciones, fuerza es que nos ha­gáis todas apetitos conlra vosotros: infinitas entran en vuestro poder buenas, á quien for­záis á ser malas; y ninguna entra tan mala, á quien los mas de vosotros no hagan peor. Toda vuestra severidadse funda en lo frondo­so y opaco de vuestras caras; y el que peina por barba mas lomo de java i í , presume mas suficiencia; como si el solar del seso fuera la pelambre prolongada, de quien antes se prue­ba de cola, que de juicio: hoy es dia en que se ha de enmendar esto , ó con darnos parle en los estudios y puesto en el gobierno , ó con oirnos y desagraviarnos de las leyes estable­cidas : instituyendo algunas en nuestro favor, y derogando otras, que nos son perjudiciales.

Un doctor, á quien la barba le chorreaba hasta los tobillos , que las vio juntas y deter­minadas, fiado en su elocuencia, intentó sa-

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DF. QUF.VF.DO. 331

iisfacerlas con estas razones: «con grande te­mor me opongo á vosotras, viendo que la ra­zón frecuentemente es vencida de la hermosu­ra; que la retórica y dialéctica son rudas con­

tra vuestra belleza: decidme empero, ¿qué ley se os podrá fiar , si la primera muger es­trenó su ser quebrantando la de Dios? ¿.Qué armas se pondrán con disculpa en vuestra

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332 omi vs

mano, si con una manzana descalabrasteis toda la generación de Adán , sin que se esca­pasen los que estaban escondidos en las distan­cias de lo futuro? Decís , que todas las leyes son contra vosotras; fuera verdad si dijérades que vosotras sois contra todas las leyes. ¿Qué poder se iguala al vuestro , pues si no juzgáis con las leyes estudiándolas, juzgáis á las le­yes con los jueces, corromoiéndolas? Si nos-otroshicimos las leyes, vosotros las deshacéis. S i los jueces gobiernan el mundo, y las mu­geres á los jueces, las mugeres gobiernan y desgobiernan el mundo, y desgobiernan á los que le gobiernan : porque pueden , mas con muchos, las mugeres que aman , que el texto que estudian: mas pudo con Adán lo que el diablo dijo á la muger, que lo que Dios le dijo á é l : con el corazón humano muy eficaz es el demonio si le pronuncia una de vosotras: es la muger regalo que se debe temer y amar, y es muy difícil temer y amar una pro­pia cosa: quien solamente la ama , se abor­rece á s í : quien solamente la aborrece, abor­rece á la naturaleza. ¿Qué Bartulo no borra vuestras lágrimas? ¿De qué Baldo no se rie

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vuestra risa? Si tenérnoslos cargos y los pues­tos, vosotras los gastáis en galas y trajes : un texto solo t ené i s , que es vuestra lindeza: ¿cuándo le alegasteis , que no os valiese? ¿Quien le v io , que no quedase convencido? Si nos cohechamos, es para cohecharos: si torcemos las leyes y la justicia , las mas veces porque seguimos la doctrina de vuestra belle­za: y de las maldades que nos mandáis ha­cer, cobráis los intereses, y nos dejáis la i n ­famia de jueces detestables: envidiásnos la asistencia y los cargos en la guerra , siendo á ella á quien debéis el descanso de viudas, y nosotros el olvido de muertos: quejáisos de que el adulterio es en vosotras delito capital, y no en nosotros : demonios de buen saber, si una libertad vuestra quita las honras á padres y á hijos, y afrenta toda una genera­ción , ¿por qué se os antoja rigoroso castigo la pena de muerte, siendo de tanto mayor es­timación la honrA de muchos inocentes que la vida de un culpado? Estemos al aprecio que de esto hacen vuestras propias obras: vos­otras, por infinitos, no podréis contar vuestros adulterios; y nosotros, por raros, no tenemos

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que contar. E n los degüellos el escarmiento sigue a la pena : ¿dónde está este? Quejaros de que os guardamos, es quejaros de que os es­limemos: nadie guarda loque desprecia.'Se­

n i l i

gun lo que he discurrido, de todo sois seño­ras , todo está sujetoá vosotras: gozáis la paz, :y ocasionáis la guerra: si habéis de pedir lo que os falta á muchas , pedid moderación y

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seso.» ¿Seso dijiste? No lo hubo pronunciado, cuando todas juntas se dispararon contra el triste doctor en remolinos de pellizcos , y repelones, y con tal furia le mesaron, que le dejaron lampiño de la pelambre graduada; que pudiera por lo lampiño , pasar por vieja en. otra parte. Ahogáran le , sino acudiera mucha gente á la pelanza y mormullo que habian armado. Un francés Monsieur, y un italiano Monseñor, habíanse ya pronunciado el enojo con algunos sopapos , con séquito de coces y bocados. E l francés se carcomía de rabia, y el monseñor se destrozaba de cojera. .¡

Concurrieron por una y otra parte italiamís y bugres: pusiéronse en medio los alemanes; y sosegándolos con harta dificultad, les pre­guntaron la causa: el francés a r r e b a ñ á n d o ­se con ambas manos las bragas , que con la fugase le habian bajado á las corvas , respon­dió: hoy hemos concurrido aquí todos los subditos para tratar del alivio de nuestras que­jas: yo estaba comunicando con otros de mi nación el miserable estado en que se halla Francia mi patria, y la opresión de los fran­ceses so el poder de Armando cardenal de R i -

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eheliu. Ponderaba con la maña qne llama ser­vi r al Rey lo que es degradarle : cuarta ra­posa vestia de p ú r p u r a : cómo con el ruido que inducía en la cristiandad, disimulaba él el de su l i m a , que agotaba en su astucia la confianza del príncipe , que habia puesto en manos de sus parientes y cómplices el mar y la t ierra, fortalezas y gobiernos, e jérci­tos y armadas , infamando los nobles , y en­grandeciendo los viles. Acordaba á los de mi nación de las tajadas , y pizcas en qne resol­vieron el mariscal de Atiere: acordaba los de Lumes, y como nuestro Rey no se limpia de privados, y que este solo hacia bien á esotros dqs, á quien acreditaba: advertía que en Francia de pocos años á esta parte, los traidores han dado en la agudeza mas perni­ciosa del infierno; pues viendo que levantar­se con los reinos se llama traición , y se cas­tiga como traidor al que lo intenta, para ase­gurar su maldad, se levantan con los Reyes, y se llaman privados; y en Inga'- de castigo de traidores, adquieren adoración de Reyes. Proponía , y lo propongo, y lo propondré en la junta , que para la perpetuidad de la suce-

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sion y de los reinos, y estirpar esta secta de traidores, se promulgase ley inviolable é i r ­remisible, que ordenase que el Rey que en Francia se sujetare á privado, ipso jure, él y su sucesión perdiesen el derecho del reino, y que desde luego fuesen los subditos absueltos del juramento de fidelidad, pues no previene tan manifiesto peligro la ley Sál ica , que es-cluye las hembras, como esta que escluye validos. Decia que juntamente se mandase que el vasallo , que con tal nombre se atreviese á levantarse contra su Rey , muriese infame muerte, y perdiese todas las honras y bienes que tuviese, quedando su apellido siempre maldito y condenado. Los alemanes queda­ron con los demás oyentes suspensos y pensa­tivos. Encaminá ron los , no sin dificultad á cada uno á su puesto, y dispusieron en auditorio pa­cífico aquellas multitudes para la propuesta que en nombre de todos hacia un letrado bermejo, que á todos los habia revuelto y persuadido á pretensiones tan diferentes y desaforadas: mandaron el silencio dos clarines, cuando él , sobre lugar preeminente, que en el centro del concurso le miraba en iguales distancias, dijo:

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L a pretensión que todos tenemos, es la l i ­bertad de todos, procurando que nuestra su­

jeción sea á lo justo, y no á lo violento : que nos mande la razón , no e la lvedr ío : que sea

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mos de quien nos hereda, no de quien nos arrebala: que seamos cuidado de los príncipes, no mercancía ; y en las repúblicas , compañe­ros y no esclavos: miembros y no trastos: cuerpos y no sombra. Que el rico no estorbe al pobre que puede ser r i c o ; n i el pobre se enriquezca con el robo del poderoso: que el noble no desprecie al plebeyo , n i el plebeyo aborrezca al noble; y que lodo el gobierno se ocupe en animar que todos los pobres sean ricos, y honrados los virtuosos, y en estorbar qne suceda lo contrario. Háse de obviar que ninguno pueda, n i valga mas que todos, por­que quien escede á todos destruye la igualdad; y quien le permite que esceda , le manda que conspire. L a igualdad es a rmonía , en que es­tá sonora la paz de la república ; pues en tur­bándola particular esceso , disuena , y se oye rumor lo que fué música. Las repúblicas han de tener en los Reyes la unión que tiene la tierra (en quienes ellas se representan) con el mar (que los representa á ellos). Siempre es-tan abrazados, mas siempre esta se defiende de las insolencias de aquel con la or i l l a ; y siempre aquel la amenaza, la vá lamiendo,

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y procurando anegarla y sorbérsela; y esta cobrar de sí por una parle tanto como él la esconde por otra. L a tierra siempre firme y sin movimiento, se opone al bullicio y per­petua inconstancia: aquel con cualquiera vien­to se enfurece, esta con todos se fecunda: aquel se enriquece de lo que esta le fia; es­ta con anzuelos , redes y lazos le pesca y le despuebla; y de la manera que toda la se­guridad del mar, y el abrigo, está en la tierra que dá los puertos; así en las repúblicas es­tá el reparo de las borrascas y golfos de los reinos: estas siempre han de militar con el seso , pocas veces con las armas ; han de te­ner ejércitos y armadas prontas en la suficien­cia del caudal, que es el luego que logra las ocasiones: deben hacer la guerra á los unos reyes con los otros, porque los monarcas, aunque sean padres é hijos , hermanos y cu­ñados , son como el hierro y la l i m a , que siendo no solo parientes, sino una mesma co­sa y un propio metal, siempre la lima está cortando y adelgazando el hierro : han de asistir las repúblicas á los príncipes temera­rios , lo que baste para que se despeñen , y

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DE QÜEVEDO. 34 1

á los reportados para que sean temerarios: harán nobilísima la mercanc ía , porque enri­quece y lleva los hombres por el mundo ocu­pados en estudio práct ico , que los hace doc­tos de esperiencias, reconociendo puertos, costumbres, gobiernos y fortalezas, y espian­do designios: serán meritorios al útil de la patria los estudios políticos y matemáticos; y á ninguna cosa se dará peor nombre, que al ocio mas ilustre , y á la riqueza mas vaga­munda.

Los juegos públ icos , se ordenarán del ejercicio de las armas de fuego , y del ma­nejo de todas armas , conforme á la disposi­ción de las batallas , porque sean juntamente de utilidad y entretenimiento, juntamente fiestas y estudios, y entonces será decente frecuentar los teatros cuando fueren acade­mias : háse de condenar por infame la obs­tinación en trajes , y solo ha de ser diferencia entre el pobre y el r i co , que este dé el so­corro y aquel lo reciba, y entre noble y ple­beyo , la virtud y el valor pues fueron prin­cipio de todas las noblezas, que son. Aquí se me caerán unas palabrillas de Platón , quien

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las hubiere menester , las recoja, que yo no sé á qué propósito las digo (mas no faltará quien sepa á qué propósito las dijo) en el Diálogo 3. de Rep. vel de justo. Son estas: Igitur Rempublicam administrantibus prozv,i-pue, si quibus, aüis mentiri licel, velhostium, vel civium causa in comunem civitatis ulilita— tem, reliquis aulem á mendaúo abslinendum est.» Si á alguno es licito mentir, principalmen­te es licito á los que gobiernan las repúblicas, ó por causa de los enemigos, ó ciudadanos, para la común utilidad de la ciudad ; todos los demás se han de guardar de mentir.» Pondero, que condenando la iglesia católica esta doctri­na de la república de P la tón , hay quien se precia y blasona de ser su república.

Pasemos á l a propuesta de los subditos de los Reyes: estos se quejan de que ya todos son electivos, porque los que son y nacen hereditarios, son electores de privados que son Reyes por su elección. Esto los desespera, porque dicen los franceses; que los príncipes que para mejor gobernar sus reinos se entre­gan totalmente á validos , son como los galeo­tes, que caminan forzados volviendo las espat-

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das al puerto que buscan : y que los tales p r i ­vados son como jugadores de manos, que

cuanto mas e n g a ñ a n , mas entretienen, y cuanto mejor esconden el embuste á los ojos,

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y mas burlas hacen á las potencias y senti­dos , son mas eminentes y alabados del qne los paga los embelecos que le divierten. L a gracia está en hacerle creer, que está lleno lo que está vacío , y que hay algo donde hay nada, que son heridas en otros lo que es mellas en sus armas , que arrojan con la ma­no lo que esconden con ella: dicen que le dan dinero, y cuando lo descubre , se halla con una inmund ic i aó muela de un asno. Las com­paraciones son viles: válense de ellas á fal­ta de otras, por esto afirman , que igualmen­te son reprensibles; el Rey que no quiere ser lo que el grande Dios quiso que fuese , y el que quiere ser lo que no quiso que fuera; osan decir, que el privado total, introduce en el Rey como la muerte en el hombre: no­vara formara cadaveris. Nueva forma de cadá­ver , á que sigue corrupción y gusanos, arte conforme á la opinión de Aristóteles, en el Pr ínc ipe . Fit resolutio usque ad materiam pri-mam, quiere decir: no queda alguna cosa de lo que fué, sino la representac ión , esto baste.

Pasemos á las quejas contra los tiranos, y á la razón de ellas. Y o no sé de quien ha-

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blo, ni de quien no hablo: qaien me enten­diere me declare. Aristóteles dice : que es tirano quien mira mas á su provecho particu­lar que al común. Quien supiere de algunos que no se comprendan en esta definición, lo venga diciendo y le darán su hallazgo. Q u é -janse de los tiranos mas los que reciben be­neficios , que los que padecen castigos; por­que el beneficio del tirano, constituye delin­cuentes y cómplices; y el castigo, virtuosos y beneméri tos ; tales son , que la inocencia para ser dichosa, ha de ser desdichada en sus dominios. E l tirano, por miseria y avaricia, es fiera; por soberbia, es demonio; por de­leites y lujuria , todas las fieras y todos los demonios: nadie se conjura contra el tirano primero que el mismo; por esto es mas fácil matar al tirano que sufrirle : el beneficio del tirano siempre es funesto á quien mas favo­rece; el bien que le hace , es tardarse en ha­cerle mal.

Ejemplo de los tiranos fué Polifemo en Homero : favoreció á Ulises con hablar con él solo, y con preguntarle supo sus méri tos , oyó sus ruegos, vio su necesidad;

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y el premio que le ofreció fué , que después de haberse comido á sus compañeros , le co­mería á él el postrero: del tirano que se co­me los que tiene debajo de su mano, no es­pere nadie otro favor, que ser comido el úl­timo : y adviér tase , que si bien el tirano lo concede por merced, el que ha de ser comi­do no lo juzga en dilación sino por aumen­to de crueldad : quien te ha de comer después de todos, te empieza á comer en todos los que come antes ; mas tiempo te lamentas vianda del tirano, cuanto mas tarda en co­merte. Ulises duraba en su poder, manjar y no huésped: detenerle en la cueva para pa­sarle al es tómago , mas era sepultura que hos­pedaje : Ulises con el vino le adormec ió , su veneno es el sueño. Pueblos, dadles sueño, tostad las astas, sacadles los ojos, que des­pués ninguno hizo lo que todos desearon que se hiciese: ninguno decia el tirano Polifemo, que le habia cegado, porque Ulises con admi­rable astucia le dijo , que se llamaba Ningu­no: nombrábale para su venganza, y defen­díale con la equivocación del nombre; ellos disculpan á quien los dá muerte , á quien los

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ciega. Libróse Ulises disimulado entre las ovejas que guardaba; lo que mas guarda el tirano , guarda contra él á quien le derriba.

Esto supuesto digo, que hoy nos juntamos los sugetos á tratar de la defensa nuestra con­tra el arbitrio de los que no gobiernan me­diata ó inmediatamente en las repúblicas y en los reinos. Los puntos sustanciales que á mí se me ofrecen son : que los consejeros sean perpetuos en los consejos, sin poder te­ner, ni pretender ascenso á otros, porque pretender uno y gobernar otro , no dá lugar al estudio , ni á la justicia; y la ambición de pasar á tribunal diferente y superior , le tiene caminante y no juez ; y con lo que gobier­na, grangea lo que quiere gobernar; y dis­traído no atiende á nada á lo que tiene , por­que lo quiere dejar; y á lo que desea por­que aun no lo tiene. Cada uno es de prove­cho , donde los años le han dado esperiencia, y estorbo donde empieza la primera noticia, porque pasan d é l a s materias que ya sabian, 5las que aun no saben. Las honras que se les hicieren , no han de salir del estado de su

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profesión, porque no se mezclen con los mi­litares; y la toga y la espada condenen el traje: aquella embaraza y e s t r a ñ a , y esta es­tá quejosa y confundida. Que los premios sean indispensables, que no solo no se den á los ociosos, sino que no se permita que los pidan, porque si el premio de las virtudes se gasta en los vicios , el príncipe ó república quedará pobre de su mayor tesoro; y el me­tal, del precio vi l y falsificado, no le han de aguardar el beneméri to ni el indigno; aquel, porque se le han de dar luego; este, porque nunca se le han de dar: menos malgastado seria el oro y los diamantes en grillos para aprisionar delincuentes , que una insignia mi­litar y de honor en un vagamundo y v ic io ­so. Roma entendió esto bien , que pagaba con un ramo de laurel ó roble mas heridas, que daba hojas , victorias de ciudades, provincias y reinos. Para consejeros de guerra y esta­do , solamente sean admitidos los valientes y esperimentados; sea prerogativa la sangre, ó vertida ó aventajada, no la presuntuosa en genealogías y antepasados. Para los cargos de la guerra, se han de preferir los valien-

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tes y dichosos; gran recomendación es la de los bien afortunados sobre los valientes. L u -cano lo aconseja:

Fatis accede, Deisque, et colé felices, miseros fuge.

Siempre he leido esto de buena gana, y áes-te admirable poeta (niegúeselo quien quisiere) con atención , en lo político y militar, prefe­rida á todos después de Homero.

Para las judicaturas se han de escoger los doctos y los desinteresados; quien es cod i ­cioso á ningún vicio sirve , porque los vicios inducen el interés á que se venden. Sepan las leyes, empero no mas que ellas, hagan que sean obedecidas no obedientes : este es el punto en que se salvan los tribunales. Y o he dicho, vosotros diréis lo que se os ofrece, y propondréis los remedios mas convenientes y practicables. Ca l ló , y como era multitud diferente de naciones y lenguas se a rmó un zurrido de gerigonzas tan confuso , que pa­recía haberse apeado allí la tabaola de la torre de Nembroth , ni los entendían , n i se

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entendían. Ardíase en sedición y discordia el s i t io; y en los visajes y acciones parecía junta de locos ó endemoniados: cuando el gremio de los pastores , que con hondas ce­ñían los pellejos de las ovejas, que les eran, mas acusación que abrigo, dijeron: que los oyesen luego y los primeros , porque se les habían rebelado las ovejas, diciendo, que ellos las guardaban de los lobos, que se las comían una á una, para trasquilarlas, de­sollarlas, matarlas y venderlas todas juntas de una vez; y que pues los lobos, cuando mucho se engullían una, dos, diez ó veinte, pretendían que los lobos las guardasen de los pastores, y no los paslorcsde los lobos: y que juzgaban mas piadosa la hambre de sus ene­migos , que la codicia de sus mayorales , y que tenian hecha información contra nos­otros con los mastines de ganado: no quedó persona que no dijese, ya entendemos no son bobas las ovejas s i l o consiguen. E n esto los cojió la H O R A , y enfurecidos , unos decian lobos queremos: otros, todos son lobos; otros, todo es uno ; otros, todo es malo , otros mu­chos contradecían á estos; y viendo los l e -

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Irados que se mezclaban en pendencia, por sosegarlos dijeron : que el caso pedia consi­deración grande, que lo difiriesen á otro dia y en tanto se acudiese por el acierto á los templos sagrados. Los franceses en o y é n d o ­lo , dijeron: en siendo necesario acudir á los templos, somos perdidos y tememos no nos suceda lo que á la lechuza cuando estaba en­ferma, que consultando á la zorra (á quien juzgó por animal mas graduado) su mal, jun­tamente con la picaza , á quien por verla an­dar sobre muías matadas j u z g ó por médico, la respondieron que no tenia remedio, sino acudi rá los templos: la cual lechuza en oyén-dolodijo: pues yo soy muerta si mircmedioes acudir á los santuarios, pues mi sed los t ie ­ne á oscuras por haberme bebido el aceite de las l ámpa ra s , y no hay retablo que no ten­ga sucio. E l monseñor levantando la voz dijo: monsiures lechuzas , se os otorga esta compa­ración , y se os acuerda á vosotros y á cuan­tos coméis lo sagrado , lo que Homero refie­re á los ratones cuando pelearon con las r a ­nas , que acudiendo á los dioses que los fa­voreciesen, se escusaron lodos, diciendo unos,

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que los habian roido una mano , otros un pié, otros las insignias, otros las coronas , y otros los picos délas narices; y ninguno hubo que en su imagen ó bulto , no tuviese algo menos

y señales de sus dientes Aplicad ahora la con­seja, y veréis en el cielo quien os ha de ayu­dar. ¡O inmenso Dios! cuál escarapela y tur­ba multa armaron los bugres con el monse-

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ñor. L a discordia del campo de Agramante, en sa comparación, era un convento de v í r ­genes vestales: para sosegarlos se vieron lodos en peligro de perderse. E n fin deteni­

dos y no acallados, se fueron todos quejosos de lo que cada uno pasaba , y rabiando cada ~s.no por trocar su estado con el otro.

Cuando esto pasaba en la t ierra , viéndolo TOMO ni. 23

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con atención los dioses, el Sol di jo: la HO­RA está boqueando , y yo tengo la sombra del gnomon un tris de tocar con ella el n ú m e r o de las cinco: gran padre de todos , determi­na si ha de continuar la fortuna , antes que la HORA se acabe, ó volver á voltear y rodaf por donde solia. Júpi ter respondió : he adver­tido , que en esta HORA, que ha dado á cada uno lo que merece , los que por verse despre­ciados y pobres eran humildes, se han des­vanecido y endemoniado; y los que. eran re ­verenciados y r icos, que por serlo eran v i ­ciosos , tiranos, arrogantes y delincuentes, viéndose pobres y abatidos, están con arre­pentimiento, retiro y piedad; de lo que se ha seguido, que los que eran hombres de bien, se hayan hecho picaros; y los que eran pica­ros , hombres de bien. Para satisfacción de las quejas de los mortales, que pocas veces saben lo que nos piden , basta este poco tiem­po, pues su flaqueza es t a l , que el que hace mal cuando puede, le deja de hacer cuando no puede; y esto no es arrepentimiento, s i ­no dejar de ser malos á mas no poder: el abatimiento y la miseria los encoje no los en­

es .ai OKOT.

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DÉ QÜEVEDO. •*«>

mienda. L a honra y l a prosperidad les hace hacer lo que , si las hubieran alcanzado siem­pre hubieran hecho. L a fortuna encamine su rueda y su bola por las rodadas antiguas, y oca­sione méri tos y castigos en los desatinados, á que asistirá nuestra providencia infalible, y nuestra presencia soberana ; todos reciban lo que los repartiere, que es favores ó desde­nes por si no son malos; pues sufriendo estos y despreciando aquellos, son tan útiles los unos como los otros: y aquel que recibe y hace culpa para s í , lo que para sí toma, se queje de sí propio, y no de la fortuna, que lo dá con indeferencia y sin mal ic ia : y á ella le permitimos que se queje de los hombres, que usando mal de sus prosperidades ó t ra­bajos, l a disfaman y la maldicen.

E n esto dio la H O R A de las cinco y se aca­bó la de todos , y la fortuna regocijada con las palabras de J ú p i t e r , trocando las manos, volvió á engarbullar los cuidados del mundo, y á desandar lo devanado, y afirmando la bola en las llanuras del aire , como quien se resbala por h ie lo , se deslizó hasta dar cons i ­go en la tierra.

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3S6 O B R A S

Vulcano, dios de bigornia, y músico de martilladas, dijo: hambre hace, con la prisa de obedecer dejé en la fragua tostando dos ristras de ajos para desayunarme con los cíclopes. Júpi ter prepotente, mandó luego traer de comer, é instantáneamente apareció allí i r is (mensajera de la diosa Juno) con néc­tar, y Ganimedes con un taller de jicaras de ambros ía .

Minerva , hija del cogote de Júpiter , diosa que si Júpi ter fuera corito estuviera por na­cer , reportó con halagos á Juno , que se ha­bia endragonado de ver al copcro de Júpi ter ; mas Venus hecha una sierpe, favoreciendo aquellos celos, daba gritos como una verdu­lera , y puso á Júpiter como un trapo. Cuan­do Mercur io , soltando la taravilla dijo: que todo se remedfaria, y que no turbasen el banquete celestial. Marte v i é n d o l o s bucari-tos de a m b r o s í a , como deidad de la carda y dios de la vida airada , d i jo : ¿bucaritos á mí? Rebáselos la luna y estas diosecitas ; y mez­clando á Neptuno con Raco , se sorbió los dos dioses á tragos y chupones , y agarrando de Pan , empezó á sacar de él rebanadas , y trin^

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char con su daga los ganados, engulléndose los rebaños hechos jigote á hurgonazos. Sa­

turno se merendó media docena de hijos. Mer­curio teniendo sombrerillo , se metió de gorra

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con Venus, que estaba sepultando debajo de la nariz á puñados rosquillas y confites. P l u -ton , de sus veazas sacó unas carbonadas que Proserpina le dio para el camino: y viéndolo Vulcano que estaba á diente, se llegó andan­do con mareta, y con un mogollón muy cor­t é s , á poder de reverencias, empezó á mor­der de todo y á mascujar. E l Sol , á quien to­ca el pasatiempo , sacando su lira , cantó un himno en alabanza de Júpiter con muchos pasos de garganta. Enfadados Venus y Mar­te de la gravedad del tono , y de las veras de la letra, él con dos tejuelas arrojó fuera de la nuez una jácara de quejidos ; y Venus ahu-llando de dedos con castañetones de chas­quido , se desgobernó en un rastreado, sa l ­picando de cosquillas con sus bullicios los c o ­razones dé lo s dioses. Tal cizaña der ramó en todos el baile, que parecían azogados. J ú p i ­ter que atendiendo á la travesura de la diosa, se le caia la baba, dijo: esto es despedir á Ganimedes, y no reprensiones. Dióles licencia y hartos y contentos se afufaron , escurrien­do la bola á puto el postre.

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Par

El peor escondrijo de la muerte i 1 ¥

Casa de locos de amor La fortuna con seso y la hora de todos 1 «

I»; LO CONTENIDO E N E S T E TOMO I!í.

INDICE

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D. F. QUEVEDO VILLEGAS, CABALLERO DEL HABITO DE SANTIAGO, SECRETARIO DEL REY,

Y SEÑOR DE LA VILLA DE LA TORRE DE JUAN ABAD.

EDICIOS ECONÓMICA

¡bajo lo biretcion i>* «D. t). (bastilló.

T O M O IV.

MADRID, Imprenta y Establecimiento de Grabado de los SS. González j Caslellú,

es l íe de Hortaleza, núm. 89.

S E

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CONCEDIDAS A L A S MONJAS.

INEDITO.

Don Verengucl sargento Milridales, de la casa de Orates, que resido en Toledo, ministro general por lo que vedo en partes eclesiásticas, salud y gracia, á todas las monásticas.

Habeisnos muchas veces suplicado, que al monástico estado siempre favorezcamos,

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y nuestra autoridad interpongamos en todas ocasiones concediéndoos algunas exenciones.

Nos inclinado á vuestro humilde ruego, porque tengáis sosiego en esta os concedemos todas las exenciones que podemos de alivio y de contento, con que paséis tan largo encerramiento.

'Podréis tener devotos de ordinario, que os den lo necesario por ser negocio justo, que encerradas tengáis provecho y gusto, cuaotos no limitamos, que á nuestra voluntad lo reservamos.

Tened muchos, si muchos se ofrecieren cuando todos os dieren: el que no, santigualle poniéndole de pies luego en la calle; que galanes pelones se hacen muy gentiles socarrones.

Con estos , vuestros tratos suspendemos; de valde no queremos que sustentéis amantes, que son las que así quieren ignorantes: no admitáis gente pobre, que con plata se bate bien el cobre.

Algunas andaréis sobresalientes, buscando diligentes la ocasión que se ofrece; pues muchísimas veces acaece, salir á coyuntura

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DK QOEVKDO.

de encontrar algún lance de ventura. Si acaso los devotos son noveles,

celebrad sus papeles, con otras en corrillos, notando disparates del loquillo; que un devoto moderno escribe disparates á lo tierno.

Si de muchos estáis favorecidas andaréis advertidas, que sin nota de dolo le digáis á cualquiera, que él es solo; para que sufra y calle, sin que puedan los cuernos molestalle.

Entrad al locutorio tropezando, y decid en entrando, como no estoy usada á salir á la reja estoy turbada; con esto el majadero presumirá de sí, que es el primero.

Cuando con un devoto negociare, si acaso otro llamare, al momento una amiga dejará en su lugar, y ella le diga: espere un poco ahora, que dicen que me llama la priora.

Acuda luego al torno diligente, hable al otro paciente, diciéndole, querido á mal tiempo sin duda habéis venido, que las libranzas dadas tienen todas las rejas ocupadas.

Coechad la tornera que conviene

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porque si alguno viene se os puede seguir daño descubriendo la traza del engaño;

y pagada en efecto tendrán vuestros embustes buen efecto.

Si con uno os hallare el otro hablando, y de celos rabiando

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levantare quimeras, levantadle que es primo a fé de veras; y no mentis en esto, pues al fin ocupó primero el puesto.

Si queréis que del todo se desvele celadle antes que os cele, que riñendo primero con la vuestra saldréis, y el majadero aunque no tenga culpa habrá librado bien si se disculpa.

Cuando de vuestro trato casi cierto, os apretare, advierto, que os llaméis desgraciada llorando vuestra suerte desdichada; que llantos son bastantes á volver cera peehos de diamante.

Mas si tan obstinado el galán fuere, que apartarse quisiere, decid que procuraba una leve ocasión , y deseaba que el tiempo se la diese, para dejaros cuando se ofreciese.

Si vuestro ciego muda su derrota, buscando otra devota, disimulad discreta y procurad que al son de su corneta, con vos baile otro amante haciendo un matachín al inconstante.

No suspiréis jamás á los ausentes, pues no faltan presentes, que al ausente querido lo hagan entregar á eterno olvido;

TOMO IV. 2

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y si lo nuevo aplace aplaza lo presente , y satisface.

Procurad no querer jamás de veras,, que son vanas quimeras, ya pasaron los fueros de las antiguas Tisbes , y los Heros; pues las mas principales aplican su querer á los reales.

Si no tenéis amor dejad recelos, pedid fingidos celos, quejándoos de infeliz en los amores: con este cebo atraen sus amadores, las que sin amar celan cuando con sus embustes amartelan.

Las unas á las otras compañeras,, seréis casamenteras, que acomodadas todas tendréis afgun provecho de las bodas'; y de participantes los regalos serán de los amantes.

Cuando para el devoto no hay licencia, usando de prudencia, llegaos á la priora y decidle: licencia mi señora, que me llama mi hermano, y luego la tendréis como en la mano.

Si dice que llevéis escuchadera, y que de otra manera no salgáis á la reja; con caricias y dádivas la vieja quedándose á la puerta, ni escuchará ni oirá mas que una muerta.

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So gustéis de bizarros mozalvillos; que siempre son loquillos, pénense á los cantones

y atiaban ninfas hechos Meliones; y estos con amor pagan queriendo que les den y satisfagan.

De galanes que den en ser poetas

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huid si sois discretas; pues con tratos diversos nunca regalan sino solo versos; buscad poetas mudos de los que no dan coplas , sino escudos.

Con soldados, con pajes y estudiantes, [que son como viandantes) no acomodéis el trato, que procuran comprar lo mas barato; fingen ser caballeros y tienen mas piojos que dineros.

Con frailes, hijas mias, ni aun por lumb que os darán pesadumbre, porque como taimados regalan poco, y viven recatados: mi parecer es este de que huyáis de los frailes como peste.

Prohibimos el trato con capones, aunque os ofrezcan dones; que es notable despecho el ver que nunca sean de provecho, en casos no pensados, que capones son mas que amugcrados.

Si endevotais parientes dais en laja> que parentesco es paja; basta si sois prudentes tratar á vuestros deudos por parientes; que no podrán celaros y como deudos pueden regalaros.

Nunca me desechéis devoto viejo y tomad mi consejo su devoción no es mala,

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DE QUEVEDO.

pues para que le quieran dá y regala; mozos hallareis ciento por otra parte que os darán tormento.

Prebendados buscad y colegiales, porque gastan sus reales, y dan como señores: con clérigos también, tratad amores, de los que tienen renta, no con los pitanceros que es afrenta.

Si fuese vuestro trato con casado tendréis mucho cuidado, de que su muger venga á veros y hablaros, como tenga por bueno este convento, regaladla y habladla con gran tiento.

Los dos abonaián vuestro partido, y muger y marido, si tienen pechos nobles, os han de contribuir regalos dobles, seréis de ambos querida, y vuestra boca al fin será medida.

Si os dieren recibid de buena gana que es condición liviana no recibir ofrendas: recibos en las monjas son prebendas oon las cuales se humanan, pues por ellas á dar gusto se allanan.

Procurareis si hacéis regalo alguno que os den ciento por uno; porque no es permitido que sálgalo comido por servido: y es plaga vuestra vieja,

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0BR.ÍS

el dar aguja para sacar reja. Lisonjear podréis , que las lisonjas

Son propias de las monjas y no es negocio grave engañar al martel á lo suave: con esto el majadero pagará las lisonjas á dinero.

A lo niño hablareis, no seáis esquiva,, cheriba, no cheriba, nerabena, no sabo, calla suso , no chero; pues al cabo con estas niñerías hacéis mas ciertas vuestras granjerias.

Si estuviere el devoto amartelado, habladle almivarado; pues al galán moderno derriten las palabras á lo tierno; que á vos os cuesta poco, y él paga los requiebros como loco.

Fingid que estáis enferma de los meses, que estos son intereses hijos de buena traza, escríbale una amiga de la caza que necesariamente os ha de regalar el inocente.

Si no sois en comida regalada, sentillo poco ó nada, y regáleos con plata; pues con ella en el mundo se contrata, y por el precio justo, podrei comprar después lo que os de gusto.

Al devoto pedid, sea quien fuere,

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sino se comidiere no le hacéis ofensa, corriendo el velo aquí de la vergüenza, pues pasáis muchos dias diciéndole una vana y dos vacías.

Si á pedirle no fuereis atrevida por corta y comedida, tened siempre una amiga á quien llamareis madre, y esta diga con el rostro risueño lo que habéis menester á vuestro dueño.

Si grato fuere al dar , aunque sea necio tenedle en mucho aprecio, y alabad sus conceptos, llamándole la nata de discretos, mostrando buena cara si la vuestra no es de valde cara.

Cuando con el devoto estéis hablando, «1 mercader bramando entre, y diga fieros que acabéis de pagarle sus dineros, y el galán comedido, lo pagará por no quedar corrido.

Si fuere boquirrubio dadivoso, haced lance forzoso entrando el buhonero, el que vende las tocas y el platero, que entonces por buen modo obligáis al galán lo compre todo.

Mostrarle buenas joyas al devoto de malicias remoto, decidle que os las venden,

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y que del costo y de la hechura pierden, dará el tonto los precios y esta traza se llama engaña necios.

A los que acariciáis os permitimos les podáis llamar primos, hermanos, ó parientes; con esto los Macías pretendientes, ya como aparentados quedan á regalaros obligados.

Si son bizarros , y se hacen de los godos, decidles mil apodos de los de la cartilla veréis como el altivo mas se humilla, y de burlas ó veras seréis si no discretas bachilleras.

Usad comparaciones de ordinario, con el que no es cosario, triscando si se ofrece, decid que á D. Gerónimo parece, por entretenimiento llamando D. Gerónimo al jumento.

Si alguno pide que le deis la mano, responded, que es temprano, y si veis que se enfada la mano le daréis como forzada, diciendo : que importuno, en verdad que le doy lo que á ninguno.

Permitimos palabras descompuestas, aunque no sean honestas, decidlas y escuchadlas, y con algún melindre celebradlas; ved y tomad figuras;

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ÜÉ QOBVEDO

pues estáis de los cuerpos bien segum. Estando los devotos á la reja,

haced aunque seáis vieja, cualquiera niñería, pues con industria tal y sangre fria amor suele alentarse y el corazón sin fuego calentarse.

Haced alarde de pasadas glorias porque con sus memorias aumentarán los brios, y sintiendo calor los miembros frios, la complexión se altera provocando al devoto que está afuera.

Dad dulce á los devotos cuando os vieren, y sino lo comieren os ofended diciendo: os habéis de enojar, porque comiendo el dulce, consideran que gustaran del vuestro si pudieran.

Decidlas cosas claras por sus nombres, que ya gustan los hombres del lenguije casero; pues no se llama término grosero, á lo que yo imagino, llamar carne á la carne y vino al vino.

Sacad palabras como de alambique, decid dedo meñique, vilísimo, rasguño, la ignorancia, el cilantro y el dimuño, y las tiernas criadillas; las tenazuelas llamareis pincillas.

Medias de seda, ligas, zapatillos

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traed con listonemos vistosos y galanos; masías piernas sin calzas los veranos, que pueda el galán vellas para que mas le amarteléis con ellas.

También podréis usar curiosidades en vuestras mocedades, zarcillos, gargantillas, granates, perlas, joyas y sartillas; que ablandan pedernales que al fin se entiende que queréis corales.

Anillos de oro usad, que en el contorno de los dedos, adoruo hacen manos hermosas, ya que vivís de un dedo deseosas, que siendo crecidillo hacer encaje pueda en vuestro anillo.

Cadenas no traigáis , pues en cadenas, estáis en graves penas, para vuestro encerramiento, bastan os las cadenas del tormento que á las almas pusisteis contemplando los gustos que perdisteis.

Usareis de color los mantegüelos, por alivio de duelos, cuando alcéis las basquinas, que es trance acomodado para niñas, y al descuido descubren lo que las sayas á pesar encubren.

Si por tibio el devoto no pidiere mas de aquello que viere, procurad al descuido con cuidado

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BE QÜEVEDO.

volver un poco el lado y alzad la gorguerica, con achaque que alguna pulga os pica descubriréis el pecho, que todos son descuidos de provecho.

Si dice que fué traza cuidadosa responded vergonzosa: hay cosa como esta, eso no mi señor que soy honesta, y es mentira formada el decir que lo hicisteis descuidada.

Fingid que os enojáis, decid no chero. Vayase el palabrero que me tiene ofendida; yo le prometo y juro por mi vida, que mas de aqui adelante no me suceda cosa semejante.

Hay mentira mayor, á fé hermanite. que sois maliciosito y ya no chero hablaros; y él ha de procurar desenojaros, pensando que son veras vuestros embustes, trazas y quimeras.

Mas si vuestro devoto, sea quien fuere, cosquillas os hiciere en medio de la palma, responded, cierto amores de mi alma, que de veras quisiera daros gusto entero si pudiera.

Y porque á los amantes es terrible saber que es imposible alcanzar en gozaros.

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darle á entender por argumentos claros, que sean aparentes que suelen allanarse inconvenientes.

Lo nunca imaginado se consigue cuando el galán prosigue sin perder la esperanza; pues con perseverar todo se alcanza, de que espere que conviene; con eso el ignorante se entretiene.

Para que piense que de todo es dueño, le contareis un sueño, en el cual os hacia alguna no pensada niñería, diciéndole á la clara, ¡ó quién nunca del sueño dispertara!

Pero que siendo noche un poco tarde en su casa os aguarde porque sin embarazos os habéis de poner entre sus brazos, á ver si es alentado tanto en las obras como en lo hablado.

No seáis con los bobos melindrosas, mostradles generosas, las mas ocultas prendas, sin escrúpulos , escusas ni contiendas, que no es cosa de espanto haciendo los devotos otro tanto.

Lo que gozado al fin no se conquista, satisface la vista, y los amartelados con esto suelen engendrar nublados, que como verdaderos

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despiden mil sabrosos aguaceros. Si algún pájaro os dan, que toma vuelo,

asidlo sin recelo, que apretado y estrecho mejor gorjea, y es de mas provecho el pájaro en la mano que el que vuela en el aire muy ufano.

Si dais en congregadas aturdidas también seréis queridas, pues suelen á lo honesto algunas quebrantar mejor el seslo; que á veces mas brioso es el vicio con velo virtuoso

Vihuelas tañereis á los seglares diciéndoles cantares que llaman seguidillas, y bailadas, que al fin hacen cosquillas; pues con vivos meneos los que os miran avivan sus deseos.

En la reja con otra estad jugando porque viéndoos brincando el devoto se incita, y como si tuviera la maldita, el rostro se le enciende, su fuego aviva y desfogar pretende.

Si con muger casada en ocasiones tenéis conversaciones, preguntad con cuidado el cómo y que le hace el desposado, diciendo, quien pudiera gozar de tales gustos allá fuera.

Preguntadla si vive mal casada,

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si acaso está preñada, si tieue buen marido, agradable , gustoso y comedido, llamadla venturosa quedando de sus gustos envidiosa.

Llorad vuestra niñez que es mal gozada, y llamaos mal lograda, por ser justa querella el ver cuan de por fuera sois doncella, decid : con razón llora la que pudiera ser casada ahora.

Haced comedias por tratar de amores, que son imitadores de las ocultas llamas, y vestidas las unas como damas, otras como galanes, siquiera gozareis los ademanes.

No cualquiera cantor es buen maestre, conviene que sea diestro quien á cantar enseña, que sino le tendrán por una peña, la letra al punto junte, meta el compás, y con el dedo apunte.

Aprended á tañer una vihuela, su música consuela, y á mil cosas obliga el ver como le rascan la barriga, que si tenéis buen modo, quien vé como tañéis, se brisca todo.

E l clavicordio es música de cuenta, que se hace que sa sienta, y su armonía provoca

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á la que con destreza tecla toca; también la arpa agrada, que es música entrepiernas estremada.

Bajón tañed, si sois para tocallo que en él sin duda hallo muy buena consonancia; haced salid las voces de importancia, aunque cueste trabajo, llevará buen compás gordo con bajo.

No deis en comer barro colorado, que si es color quebrado, es algo apetecible, sospecharán algún caso posible, porque presuman todos que tales barros bienen á ser lodos.

De en cuando en cuando algún pescado es bueno, que satisface en lleno, y abrirá el apetito un besugo , un lenguado y un bonito, también suele la dama, comer con gusto un barbo sin escama.

Si fuese acaso menester barbero, no le busquéis grosero, sino que os pique á gusto y os apriete la cinta muy al justo; porque si bien aprieta hará sabroso pique su lanceta.

Si sentís que os maltrata alguna llaga, diligencia se haga en llamar cirujano porque la cure y toque con su mano, pero no se consienta

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que os cure sin primero entrarla tienta. E l cielo sabe niñas que quisiera,

que libertad os diera para que en la semana salierais una vez tarde ó mañana, á donde sin embargo en ancho os dierais tanto como en largo.

Si se ofrecen negocios peregrinos nunca hagáis desatinos siempre guardar buen modo, que no podemos prevenirlo todo; holgaos bien amigas aunque saquéis chichones de barrigas.

Poned en guardad esto diligencia y tened advertencia que nuestras exenciones son buenas para muchas ocasiones, no perdáis coyuntura, que quien pierde ocasión pierde ventura.

Si caso nuevo alguno sucediere, en el cual conviniere que os demos otra cosa, no será nuestra mano perezosa; porque luego al instante daremos otra á esta semejante.

Dada en nuestro palacio si tevedo, y nuncio de Toledo casa de los Orates, Don Berenguel sargento Mitridates: Tolino Berengario de cámara escribano y secretario.

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INEDITA.

El que quisiere saber de algunos amigos muertos, yo daré razón de algunos porque vengo del infierno.

Allá queda barajando el que supo allá mas cierto, á cuantos venia su carta como si fuera correo.

Al bajar un par de lindos quedaron los diablos ciegos, porque los lindos son tales que el diablo no puede vellos.

Por sacar á su muger dicen que lloraba Orfeo, y él me dijo (como amigo) que entró por verla allá dentro.

TOMO IV. 3

&&ssw&<&, a>sa acamas?*©.

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Un mal casado pedia que su muger fuese al cielo, por estar allá seguro de que no le pida celos.

Un letrado y su muger penan contrarios efectos, él por su mal parecer, y ella por tenerle bueno.

Por engaños en los dotes penan allá muchos suegros, porque al casar de las hijas daban forzados los nietos.

Casadas hay porque dejan los hijos por herederos de la hacienda del marido, que no es padre sino deudo.

No solo los corcovados sirven de soplar el fuego, sino sus padres también

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por lo que hicieron mal hecho. Los trajes que acá se quitan

sirven allá de usos nuevos, y así traen todos los diablos azul, guedejas y peto.

Hay doncellas camarines por el barro que comieron, que como otras por obras se condenan por deseos.

De solo los escribanos no traigo conocimiento, porque cuando van de acá

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bajan demonios profesos. Los médicos paso corto

bajan allá tan corriendo, que parece que postean la vida de sus enfermos.

Quien tuviere conocidos escribirles puede luego,

que un sastre que está espirando será mensajero cierto.

U O H A N l ' E .

INEDITO.

Clarindo y Clorinda soy, Anfriso en esta persona, hoy que me aprieto el sombrero, y no me prendo la toca.

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Hoy que arrojo el abanico, cuando me ciño la hoja, nadie se meta conmigo que haré tarquinada en todas.

Grande desdicha es traer lo mas del cuerpo á la sombra, anochecidos los miembros, y de tinieblas la gloria.

Salgan mis piernas á luz, que con campana envidiosa, el guarda-infáute y las naguas abanaron como sopas.

Quiero hacer piernas Anfrisa para que sepan las otras como las han de tener, ni muy flacas ni muy gordas.

En qué han pecado estos pies, que siempre los arrebozan faldas que los amortajan, chapines que los ahogan.

Tráiganlos de marimantas mugeres , que son puntosas de zapatos , á quienes sirven sendas encinas por hormas.

No yo, pues no tengo pié sin ser la mar ni ser honda, ni pataza conocida por los callos como mona:

Ni juanete que les sirva á los dedos de corcova, ni zancajos que con hambre los maldicientes me roao.

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Anfriso, mi pié es tan breve que pudo espedirle Roma, y ser por lo chico el Rey que Granada nos pregona.

El que levanta las faldas ningún garbo de estos goza; pues quien arremanga atiende solo á meterse de gorra.

Andar de manto y sotana, muy licenciada de ropa, es bueno para quien pisa á lo tenazas en rosca.

Han de criar estas ligas telarañas en las rosas, son murciélagos mis bajos, que no hay sol que los conozca.

Las zancas de tenedor, que á poder de pura borra por pantorrillas nos venden, las que compraron pelotas.

Las que en malos pasos andan, por andar en dos garlochas, envainen en hopalandas, zancas y patas frisonas.

Del cautiverio de trapos salgan estas piernas horras, mis cuartos no son moneda de talego ni de bolsa.

Cansada estoy de ser Venus en tus requiebros y coplas, yo quiero ser matrimonio siendo Adonis y la diosa.

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A Marte quiero dar resto; pues que le quitan victorias, estos ojos á su esloque, esta garganta á su gola.

Viejo está ya Ganimedes, temo que el águila propia me lleve á dar de beber celos á Juno en la copa.

Mas si fiada en sus alas bajara con uñas corvas, yo que las mato en el aire le vengaré cazadora.

Las hermosuras pasteles, que cubren huesos y moscas con poca carne , se valgan de ojaldres encubridoras.

Que yo renuncio el amparo, de lo que la vista estorba, y quiero mostrar sin velo mi talle, pues que no es monja.

Tú que por lo que sospechas á retratarme te arrojas, aprende lo que te falta, de lo que vés que me sobra.

No quiero á mata-candelas traer Anfriso las cosas; que las muertas las encienden, si las miran ó las soplan.

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R O M A N C E .

INEDITO.

Antoñuela la pelada, el vivo colchón del sesto cosmógrafa que consigo medía á estados el suelo.

La que tan interesada eligió por juramento, por no dar nada de gracia esto, de á mí que las vendo.

La que en un zas de mantilla,, y en un calar de sombrero, al talego mas hinchado, le volvia en esqueleto.

Dejó los lagues y dijo, por no char por esos cerros,, que era virtud su ganancia, pues consistía en el medio.

Nunca les pidió prestado, á sus tios ni á sus deudos, que por no torcer su brazo á torcer daba su cuerpo.

Sin ser Antonia cobarde, ha dado en decir el pueblo, que tuvo mil sobresaltos sin ser de susto ni miedo.

Por ser tan caritativa dicen que se vá al infierno»

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y que se vá por lo suyo, como otros por lo ageno.

Es por sus pasos contados (aunque son pasos sin cuento) mas echada que un alano, mas ojeada que un pleito.

Mas arrimada que un barco, mas raida que lo viejo, mas tendida que una alfombra, mas subida que los cerros.

Mas flaca que olla de pobre, mas desgarrada que el mesmo mas, por todos estos mases, que en la pelada es lo menos.

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Por ser ella tan liviana, fno me admiro del esceso) desde su casa , en la cárcel, con un soplo la metieron.

Entró saludando á todos; mas sus saludes no entiendo, que solo ella en un verano, pobló el tribunal de enfermos.

Asentáronla en el libro, y no hicieron poco en esto, porque esta es la vez primera que Antoñuela tuvo asiento.

Al tomarla el escribano, confesión de lo que ha hecho, ella niega á pies juntillas, lo que pecó á pies abiertos.

Envíanla á la galera dándola un jabón por remo, porque lave de los pobres, lo que ensució en otro tiempo.

Salieron á recibirla la Mellada y la Cabreros, marcas viejas, que ellas mesmas, al diablo se dan por tercios.

De no usarse la pelada, se opiló luego al momento, que es para ella comer barro, cualquiera ejercicio honesto.

Envíanla á Antón Martin donde yace , y donde creo que purga la humana escoria, en una fragua de lienzo.

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DE QUEVEDO.

A L A B A A I . A Ñ A U S A .

INEDITO.

Ya que descansan las uñas de aquel veloz movimiento con que á tu dulce enemiga regalaron y sirvieron.

Escriba un poco la pluma, que tanto escarbó aquel tiempo en que de gorda y lozana, rebentaste en el pellejo.

No quiera Dios que yo olvide á quien dio ratos tan buenos, que de desagradecidos dicen se puebla el infierno.

Quiero deleitosa sarna cantar tu valor inmenso si pudieran alcanzar tanto el arte y el ingenio.

Que si algún necio dijere te reverencio por miedo, como aquel que á la cuartana hizo altar y labró templo.

Tú responderás por mí, y dirás que no te temo que soy fuerte como España por la falta de sustento.

Y que hay tan poco en mi casa

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que saliste de ella huyendo por no hallar en que ocupar tus insaciables alientos.

Oigan tus apasionados porque den gracias al cielo que tantas quiso juntar en ti tu adorado dueño.

Y tú que todo lo rindes y á nadie guardas respeto contra quien no hay casa fuerte ni cerrado monasterio.

A quien rinden vasallaje pobres, ricos, mozos, viejos, papas, reyes, cardenales, oficiales y hombres buenos.

Del calor que les infundes envia un rayo y sea de lejos, porque de lejos que venga bastará á dejarme ardiendo.

Diré de tus muchas partes las pocas que comprendo; y pues todo es empezar en tu servicio comienzo.

Guando me nieguen algunas no podrán negarme al menos que eres sangre de reyes y aun ellos te pagan pecho.

No naciste de pastores entre lanudos pellejos, ni de pecheros villanos en pobres y humildes techos.

Sino en camas regaladas

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entre delicados lienzos, dó el regalo y la abundancia tu padre y madre vivieron.

De que con reyes casaste testimonio hay verdadero contra quien no hay que alegar el antiguo privilegio.

De que á donde estáis te den como á su reina aposento, y no solo media cama sino la mitad del cuerpo.

Y aunque eres mal recibida si te vés una vez dentro no aciertas á despedirte ¡tal es tu buen tratamiento!

¿Quién no teme un año caro sino tú? que en menosprecio corres en cualquier lugar en año abundante y seco.

Si el de benigno en un Rey es el mas noble apetito, ¿quién dá al mundo como tú benignos de ciento en ciento?

Si el bien dicen que ha de ser deleitable, útil y honesto, ¿en quién como en ti se junta todo, ni con tanto estremo?

Que deleitas es muy llano, que eres útil es muy cierto, pues á quien te tiene escusas mil achaques y mil duelos.

¿Quién dá cual tú honestidad

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aun á los mas deshonestos, haciendo que no descubran aun las puntas de los dedos?

Si ha de ser comunicable ¿qué cosa tiene este suelo que se comunique mas y se ensobervezca menos?

El hombre que entre animales es el mas noble y perfecto tuviera á superfluidad á no estar tú de por medio.

Pues cuando naturaleza que nada crió imperfecto les dio para defenderse uñas, picos, conchas , cuernos.

Al hombre á quien dio por armas la razón y entendimiento, aunque después la malicia le dio acero, plomo y hierro.

En vano le hubiera dado las uñas, y demás de esto no tuviera que rascar y tuviera algo supérfluo.

Tú veniste á remediarlo, y viendo que contra el cielo naces sin defensa alguna de plumas, conchas y pelos.

Tú le cubrirás de escamas con que en mitad del invierno se contraponga y resista al mas escabroso cierzo.

Tú das á los holgazanes

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sabroso entretenimiento, y apacibles alboradas á los que cojos despiertos,

¿Quién jamás corrió parejas con el hijuelo de Venus sino tú? que eres su igual y aunque le escedes sospecho.

Que si él vá en cueros ó en carnes por uno y otro hemisferio, tú corres este y aquel, y andas entre carne y cuero.

Eres cual la dulce llaga, eres gustoso veneno, eres un fuego escondido, eres aguado contento.

Eres congoja apacible, sabroso desabrimiento, eres alegre dolor, eres quejoso tormento. Enfermedad regalada

pena sufrible, mal bueno que le aumenta y hace mas lo que parece remedio.

Eres enferma salud, eres descanso inquieto, eres daño provechoso eres dañoso provecho.

Eres en fin un retrato de amor y de sus efectos do tan presto como el gusto llega el arrepentimiento.

Bien nacida, noble , ilustre,

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reina, huésped de aposento, privilegiada señora, igualadora de precios.

Bien útil, comunicable, muy agradable y honesto, suple faltas de natura retrato del dios flechero.

Dulce, gustosa, escondida, regalo, alegría, contento, apacible , regalada salud , descanso , provecho.

Otro mas sabio te alabe que ya he dicho lo que siento aunque de ti es lo mejor, decir mas y sentir menos.

S A C U D E S E D E I V H I J O P E G A D I Z O .

ROMANCE.

Yo el menor padre de todos los que hicieron ese niño, que concebísteis á escote entre mas de veinte y cinco;

A vos Doña Dinguindaina, que parecéis laberinto en las vueltas y revueltas, donde tantos se han perdido.

Vuestra carta recibí con un contento infinito,

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«de saber que esté tan buena muger que nunca lo ha sido.

Pedlsme albricias por ella, de haber parídome un niño; como si á los otros padres no pidiérades lo mismo.

Hágase entre todos cuenta á como nos cabe el chico, que lo que á mí me tocare libraré en el Antecristo.

Fuimos sobre vos, señora, al engendrar el nacido, mas gente que sobre Roma con Borbon por Carlos quinto,

TOMO IV. 4

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Mis ojos decís que saca, mas seguD lo que averiguo, vos me los sacáis ahora, por dineros y vestidos.

Que no negará á su padre, decís por lo parecido; y es el mal, que el padre puede negar muy bien que le hizo.

Mas padres tiene que miembros, acomodad pues el mió, ya que queréis encajarme esto de padre postizo.

¡O quién viera cuando todos, armados de acero fino, amojonen lo que hicieron en el mayorazgo hechizo!

Cuál dirá que engendró él solo desde el hombro al colodrillo; y cuál pondrá su mojón desde la espalda al ombligo.

Cuál conocerá una mano, y no faltará marido que diga, que por la priesa no acabó mas que un tobillo.

Haced creer estas cosas á los hombres barbilindos, que por parecer potentes, prohijarán un pollino.

Que yo soy un hombre zurdo, cejijunto y medio vizco, mas negro que mi sotana, mas áspero que un erizo.

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D E Q U E V E D O 43

Infórmenle de mis partes á ese que habéis parido, si él por padre me admitiere

que me tueste el Santo Oficio. Paréceme que trazáis

catorce ó quince bautismos,

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y que unos por otros dejan moro al que nace morisco.

¡Qué será de ver los padres, y á la escuadra de padrinos, unos con curas y amas, otros con vela y capillos!

jCuál andará el licenciado cargado de sus amigos, enviando á la parida colación y beneficios!

E l viejo se pondrá plumas, y se quitará el juicio, que es su cabeza cortada, creerá como en JESUCRISTO.

¿Qué habrá gastado en mantillas el arrendador del vino, seguro que le parece hasta en lo perro judío?

Encargáisme de criarle, siendo el criar un oficio, que solo le sabe Dios por su poder infinito.

Para ayudar á engendrar, iré sin duda aunque indigno, con mi lujuria achocada entre estas peñas y riscos.

Naveguen otros las costas, que yo en el golfo me vivo que á pecar bueno y de valde, desde que nací me inclino.

Aquí pues sabré la historia dése parto tan partido,

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y el suceso de los padres, que vos hacéis putativos.

Aviso tendré de todo, mas también desde hoy la aviso, que para para los otros, ¡o que engendrare conmigo.