charles w. bergquist los trabajadores en la historia latinoamericana estudios comparativos de chile,...

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Colombian History

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  • Charles flergqtrist

    Los tral)a.iatlt)rcscfr la historia

    latinoaillcricarraEstudi

  • LOS TRABAJADORESEN LA HISTORIA

    LATINOAMERICANAEstuos comparativos

    de Chile, Argentina,Venezuela y Colombia

    porCHARLES BERGQUIST

    .-fon" I %-"a' -#

  • tI

    II

    JeanyJonnttltlaga

    siglo veintiuno editores, sacEro oEt AGUA 28, MEXICO 20, D F

    siglo veintiuno_de espaa editores, sac/Ptaa 5, MAofto 33, SPAXA

    siglo veintiuno argentina editores, sasiglo veintiuno de colombia, ltdaAv. 30. 17-73 Pn ER PISO. OGOIA, D.t. COIOTAA

    traduccin del ingls de gabriel iriarte nezportada de fepe valencia

    primera edicin en espaol, abril de 1988@ siglo XXI editores de colombia ltda.

    ISBN 958-606-016-0

    preparacin litogrfica, impresiny encuadernacintercer mundo editores

    impreso y hecho en colombiaprintcd and made in colombia

    ,,gl-Eg/gf

  • aJeany Jonny y Magola

  • INDICE

    PRESENTACION

    PROLOGO

    PREFACIO A LA EDICION EN ESPAOL

    CAPITULO I: HISTORIOGRAFIA LATINOAMERICANA MODERNA YMOVIMIENTO OBRERO

    CAPITULO 2: CHILESingularidad de la historia chilena,4T; estructura de la economla exportado-ra del salitre, 50; La vida y el trabajo en la pampa salitrera, 66; la organiza-cin obrera en el norte, 76 ; cristalizacin de un momiento obrero marxis-ta,90; trayectoria de la izquierda chilena, 102; la paradoja de la moderna his-toria de Chile, 108

    CAPITULO 3: ARGENTINAEl enigma de la historia de Argentina, 115; Argentina antes del auge exporta-dor, 116 ; la promesa del desamollo econmico argentino, 119; la primera granmolizacin obrera, 136; el curso anmalo de la historia argentina, 177; losobreros de la carne y el ascenso del peronismo, 188; persistencia del peronis-mo,224

    CAPITULO 4. VENEZUELAHistoriografla de un pasado turbulento, 235; petrleo y desarrollo, 249; lacreacin de un proletariado petrolero, 260; organizacin de una industria y deun pals,273; fundacin de un orden liberal, 307; contornos de la historia con-tempornea de Venezuela, 319

    CAPITULO 5: COLOMBIAOrlgenes de un sistema polltico partidista, 335; desarrollo de una economlacat'etera,349 ; los trabajadores del caf y el destino del movimiento obrero,367; la Violencia y la civilizacin cafetera,4l9; sigtificado de la historiacontempornea de Colombia, 430

    CAPITULO 6: ACERCA DE LOS LIMITES DE ESTE ESTUDIO Y LA PRO.MESA DEL ENFOQUE

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    235

    327

    439

  • 8INDICE DE MAPAS, CUADROS Y GRAFICOS

    MAPAS

    4.1.5 .1 .

    2 . t .

    INDICE

    131tu150160

    Chile, aprox. 19(X), campos de nitrato y principales puertos de embarque deniratoArgentina, la regin de la Pampa y ubicacin de los figolficos cerca de Buenos AiesVenezuela, la Cuenca de Maracaibo y los principales campos petrolerosColombia, zona cafetera y departamentos a comienzos del siglo XX

    Exportaciones chilenas de nitrato y obreroa empleados en la industria delnitrato, f880-f934Inmigracin neta a la Argentina, 1860-1970Produccin de petrleo crudo en Venezuela, 1918-?8, y obreros empleadosen la industria perolera, 1922-77Exportaciones cafeteras de Colombia y precios del caf colombiano en elmercado de Nueva York. 187G1970

    52

    11724L338

    CUADROS

    2.L. Propiedad de las compalas productoras de nitrato, segrln nacionadad,1878, 1895 y 1926Indicadores del crecimiento econmico de Argentina, 1880-1913Valor de las exportaciones argentinas promediadas en perlodos de cincoaos. 1900-1954Superficiedetierra dedicada a la produccin directa en la pampa, 1990-1954Indice de salarios reales en Buenos Aies, 1914-39Indice de obreros empleados en la ciudad de Buenos Aires, 1gl4-89Porcentaje estimado de desempleo obrero en la ciudad de Buenos Aires,l9l4-30Valor de las exportaciones petroleras de Venezuela, 1920.72Participacin del ingreso petrolero en el total del ingreso gubernamentalde Venezuela, 19l?-63Propiedades cafeteras clasificadas segin nmero de rboles en los principa-les departamentos productores de caf en Colombia, lg32Propiedades cafeteras clasificadas segrin nmero de boles en Cundinamar-ca y Toma, 1932 y 1939Nmero y produccin de fincas cafeteras colombianas segrln tamao, 1955Porcentaje de fincas productoras de caf en Colombia segrln tipo de adminis-tracin y tamao, 1955Muertes atribuidas a la Violencia en Colombia, 1946.67, y produccin cafetera, 1955, segrln departamentoMuertes atribuidas a la Violencia en Colombia, lg58-66, segn departamen-toParcelas abandonadas a causa de Ia Violencia en Colombia, 1946-G6, seglndepartarnento

    GRAFICOS

    651203.1.

    3.2.

    151253

    254

    354

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    3.3.3.4.3.5.3.6.

    4 .1 .4.2.

    5.1.

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    3.1.4 .1 .

    5.1.

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    351

  • INDICE

    io no*' de embarque de

    62

    foe frisortficos cerca de Bue

    h#":tl"";J,;'i1**I

    segrln nacionalidad'

    11?24r338

    PRESENTACION

    Aparecido enings hace poco rns de un ao, este libro todaun no ha ad-quirido el prestigio de ckisico que se terece, y que alcanzar con eI tiem-po, pues se trata de una obra de inters uniuersal que debe ser referen-cia obligatora para todo socialista. Bergquist ha escrito un libro extraor-dirwrio, cuya reputacin ya hnbra quedad,o establecida, si prouiniera deun especialista en estudias europeos.

    Muy pocos historia.dores de izquierda han podido combinar de mane-ra tan certera y poderosa la economa poltica con Ia. hstoria social, den-tro del contex,to del desanollo del capitalismo rnundial.

    Los cuatro poses trotados aportan ejemplos contrastantes para unautntico arulisis cornparotiuo, algo que, paradjicarnente, es raro en-contrar en lns estudios latinoamericanos, a pesar de todas l,as condicio-nes histricas y culturales corunes que deberan hacer de ln regn unLa.boratorio ideal para el uso del mtodo comparatiuo. Cada uno de estosestudios es, a su rnanera, z tour de force, que liga la exploracin de laestructura econmica a las fuerzas socales, que entreteje la nanatiuapoltica con percepciones culturales y que se apoya en series estadsticas,tratnas de nouelas, pbnteamientos de Ia teora de la dependencin, tes-timonios, mouimientos de precios mundiales o el significado de la letrade un tango. El espritu que unifica todos estos elementos es un respetoprofundo por el intnenso coraje y Ia. tenacidad que han hecho de los diuer-sos contingentes de trabajadores latinoamerica,nos lo que hoy son, aunen medin de las pqores aduersidades.

    Bergquist explica sus objetiuos y proced.imientos con claridad ejern-plar. Esta es uno historia tericamente consciente que se nutre de uariasfuentes ("aruilisis del sistema eeonmico mundaI", "historia desde aba-jo" y aruilisis econmico cepalino), pero siempre con un espritu indepen-diente que produce una sntesis sui generis. Es tarnbn una obra de granerudicin y a la uez ex,cepcional por su franqueza poltica, en lns dos me-jores sentidos de la palabra. Ber{quist deja'el clnro no solo su cornpro-tniso con el soci.alismo, y sus races, sino tambin su esperanza de quealgn da estudios corrro ste lleguen a aquellos sobre qu.enes -y en l-'rnas, para quienes- han sido escritos. Al mismo tiernpo, sin salirse de su

    . te I

    . 1880-1913en Pelodos de cinco

    en la PamPa, 1930'1954

    uos nires, 1914'39i"'"it" de Buenos Aires'

    'i5',lffi*oernamental

    de rboles en los PrinciPa'.3l?i'it3'

    en cundinamar-rs segn tamao' 195segtln tiPo de admrnrs'

    194&6?, Y Produccin cafete'

    1968'66, segn dePartamen'

    en Colombia, 194&66' segln

    emPleados en la industria del

    , 1918'?8, Y obreros emPleados

    65r20

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    254

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    368

    426

    421

    428

    64t24

    262del caf colombiano en el 361

  • 11,/

    concepcin general fnarxista, fnantiene abiertos tanto eI discurso cofnolas opcione s polticas.

    para quien", ti"n d.e comprender las d.istintas situaciones y tradi-cianes d.e l/s u"rri, populares en lns pases d'e la regin' este libro

    es el

    modeln mds ualioso e'inuestigacin de que disponernos por ahora.

    PRESENTACION

    PERNY ANDERSON

  • PNOLOGO

    Este libro es, onte todo, un vigoroso llama.do a Ia rectificann de Ins es'quernas nentoleq tercos y polticos que han conuertdo l hstoria lti'noomericano modrno en uru historia de productos y mercados, snogentes socialcs, o en la cuol aporecen cosi que exclusiuamente Corno es'tructurodores dc la,s sociedad,es nacionales los grupos domnantes, lki'fnens e terratenicnte s, cop italis tos, o b urgue sas compradoras. B erg quis tredisea eI escenorio, redefine lr,s papeles y nos inuita a uer esta largaobro -un siglo de histora la.noamericana- a traus de sus nueuos pro-togonistas,los productores directos,las trubaia.dores. Han sido ellas, lnstrabajadores, guienes con sus xitos, tropiezos y fracasos, han moldeadols diuersas uariantes nacanoles de I,a historia moderna de Amrica La-tina-

    Por qu, entonces, ese consuetudnario osttacsmo aca.dmico de losobrros? EI autor com,enza delinitando los contornos de Io que pudira-tnos denominor bs prisiones intelectuales que han condicionado el desa'rrollo historiognifico del tema^ Se resaltan, en prmer lugar, lns efectosperturbad,ores qlte hon tenido los modelos ideolgcos deriuad,os de lastendencias histricas del capitolismo occidental en pocas rec.entes y sesubrayacrno su erpansn continua en las dcadas de postgueta gene't una capapidad tol de osimila,cin y domesticacin d,el nouimientoobrero y ae ta." fuerzas poltcas de izquierd.a, que lleg incluso a decre-torse la, nuerte del marxisrno, a nombre del "cornpromiso histrico", ocoexistenci.a pacfica del capital y el traboio. Tal,es modelos de pensa'miento fueron traspla,nta.dos de manera mecnica al mundo dependiente,o pesar de que b aparentenente ilimita.da acumulatn de capital se ha'ca uabl,e sola con bose en uno sobreexplotacin creciente de la perife'ria- En segundo lugor, se nuestro cmo fueron tatnbin esquemas con-ceptualcs europeos los que institucionolizarcn una fragmentacin opro'biosa de la close obrero latinoamericana, al oponer' o meior conttflponer,los trabojadores del sector industri,al-manufacturero, portadores de to'das las connotacianes de lo "modemo", Q las trabOiadores del sectoragrc-ex,por.-rdor, dzpositoros d todos los uicios y representacianes de la"iradiconal". Ccmo tercer foctor explcouo del d'esfase entre el papelprotognbo real d.e tos trobo,ia.dares en el proceso polltco y el subdesa'

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  • II

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    12 PROLOGO

    nollo del proceso de inuestgocn conespondente, el autor seaha la. re-ticencia de las entades financiadoras de In inuestigacn a cornprorne-ter sus recursos tcncos y humanos en prograrnas y proyectos cataloga-dos como "polftcos", por contraste con los aceptados cono "acadmi-cos", sin que sean de subestmar tarnpoco los perbdicas decaptacionesintelectuales que realizan los dictaduras en Ia regn.

    Danda por supuesto que el tercer punto no requiere m,ayor demostra-cn, Bergquist uuelve sobre lr.s dos primeros y deuela las deformacionesy mistificociones implcitos en ellos. Con respecto al prmero, sostieneque el imaginodn comprcmso histrico entre capitol y trabojo, que con-seruatiz a Ia close obreta orgoniaoda, ha conenzado a traducirse en unespejismo ante fenmenos colno el receso generalizada de Ia. econorna ca-pitalsta, el crecim.ento del desempleo y el colnpso d,e la,s polfticas euro-peos del Wellfare State. Estas nueuas readades, concluye, le estnabriendo paso al reencuentro d,el mouinento obrero con otros grupos ymouimientos socials, ! por sobre todn, con su propia uocatn reuolucio-naria, y dcnocrotizadora de Ia soci.eda.d.. Frente al segundo punto, el de laparcelacn del mouinicnto obrero, Bergquist postul.a y rescata Ia uni-dad de la clase obrera como tal y dedica la. mayor parte del libro a argu-rnentar precisamente que La exclusn, conscente o ingenua, de las traba-jadores uinculados o Ia estructura e,portadora equiuale no sola a una,mutiladn de buerw parte de l,a historia de Ia clase en Amrca Latna -Ias ltimas dcadas del siglo XIX y las tres primeras del presente, por Iarnenos-, sino que, a.derruis, nos priua de la posibiltdad de descifrar el pa-pel estratgico dc estos trabqjod,ores en el desanollo econmico y polticode bs cua.tro poses estudiados, a saber, Chile, Argentina, Venezuela yColonba^ Esto es lo desafante tarea del libro.

    Dentrc de esta nueuo perspectiua, la "externo" se canuierte en factordecisiuo de estructuracin del ord,en nterno, no tanto por el tipo d,e cla-ses dominantes que engend.ro, aunque las rela,ciones con stas tampocose rnenosprecan, sino por la especificidad de cosmovisiones obreras quese ua.n teji.end.o en sus intrinca.d,os redes y que el autor reconstruye congron erudicn y perspicacia a Io Inrgo del terto. Se reitera as Ia tesiscentral: hon sido las trabajadores quienes con su impulso, sus lmitacio-nes o equvocacones, con su debilidad o con su fuerza, le han imprirnidosu portculardad a la.s dferentes formaciones socales latinoamericanas.

    Con esto nueua ptica, lo mirad,o de Bergqust no se detene exclusi-uonente en las condiciones materiales de uida dc los trabajadores en loscentros de prod,uccin, sino que la exti.end,e a todas las facetas de la coti-dianidad Y l"a cotidia.nidad. del obrero es no solo Ia del sito de trabajo, oeuentualrnente la del portid,o, sus formas organizatiuas y la prensa pro-pa, sno tambn Ia de la. casa, la del bar, le del centro d,e recreacin, ladel lcnguaje, Ia, de su sexualdad, Ia de sus experiencas y percepciones

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    PROLOGO 18

    cultura.les, en fin, lo de todo ese mundo d'e referentes extrabborwles quehacen leglmo lwblar d,e una cultura obrtna, enfrenta'da a Ia cultura do'minonte.

    Elrasgo conn d.e los cuotro estudias de caso, Io que est en la mirade Bergqust, es, pues, olgo oscomo la'i.dentificacn de una tipologfa dc&s formaciones culturales obreras que se ltan i.do foriando en el cruce di'ruimico de los tendncios histricos d,el captalistno mundal con el com-plcjo de fuerzas, o ueces conuergentes y o ueces antagncos, dcl ordennacbru.L Esto creo yo, es la nueua y profnetedoro ruta sobre la cuol nosho puesto este nouedoso clsino de Ia' historiogrofla latinoamercana.

    No uoy, por tonto, oinsistir aqu sobre las efectos globales de la,s eco'nombs exporta.doros en las estructuros socio'les y pollticos del subcon'nente, toles como el despegue industrial deriuodo o cornplcmentario, lanipda urbankacin, el fortalccmento de las recursos estatales, la' an'pliacin de las redes de comunarcn, y muchos otros que son retomadose ilustradps con obu\dante acopo de informacn por parte dcl autor, yque constituyen temas bien conoc.dos por quienes estn familiarizadoscon Ia historio moderna latinoomericono Quisiera subrayar m's bi,en, aportir del sugestiuo texto fu Bergquist, las porticularidades soco'cultu-ral.es que se tejen en ese nudo de relacanes.

    En Chil,e, par@ tonar el orden dc exposcn d'el anttor, la moulidad.geognifico y ocupaconol de las obreros dcl salitre, primero, y del cobredespus; Io dispersin de las instala'cones minetws y de la prcpiednd so'bre los tnistnas; os como las crisis clclicas de los productos nenciona-dos, creoron uno cultura obrera nomdica, de mplicaciones parad,icas.Por un lado, su condcin de trashumantes los lnca, ,nenos dciles a la,disciplino de los potronos y ms erigentes en las contratacianes, y por elotro lodo -forasteros en todas partes- no tenla,n otra alternaua queconstruir su unidad y su autonoma de clase a partir d'e s mismos. Lo hi-cicron inuentndase audaces formos de sociabilidad, y resistencia^ Secohesionaroninicialmente en torno a socedades de ayuda rnu'tu,a, que lla'm,onn filarmnicas; posaron luego por otras ms sofstica.das, /s man'comunales t eue a.dquiri.eron cel,ebri'd'ad continental con la masacre d.eIquque en 1907; y, desernbocaron finalmente en las formas ns uniuersales de organzacn gremaly polltica,los sindcatos y los partidos. Im'buidos de un tnitante naciana.smo, coracterstico de los enclaues mine-ros, conquistaron un sldo presgia en otros sectores d.e l.a soci.edad porsu capocidod de mouilizain y en el resto de Amrica Latina por su cul'tura poltco. Los condicones ad,uersas de su surgimiento, maduraron ytransformaron a ste enuno d.e las mouimientos obwos rnds consci.ente'mente articulad.os a niuel nacanal. Se m.antuuieron en "equlibria cat@s'trfiao" con eI capital hosta la gron trugeda de 1978.

    El rumbo de Io close obrera en Argenna fue mucho ms complcio y

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    14 PROLOGO

    tortuoso. En bs sectotes monufacturero, dcl tronsporte, Ia construccny bs servbios, subordindns o la ecotwmb exportadoro, y en dond,e elpeso dc las ertranjercs (inmigrantes) era rela.uarnente muy olto, predo-minabo dcsdc combnzos dcl sigb un cultura obrra cosmopolita, cayoeje era La red portuario de Buetns Aires.

    Culturolmente "desnacionolhadas" e ideolgcomente atados a -uersos tendencas dl awrco-sindicosmo, los inmigrantes d.e la primerogerurucn tenlon los ojos puestos en Ia id,ea de un euentual retoma a Eu-rcpa^ Corno consecuencb & ello, su luclw contro la clase captalista noestabo indsolublenente gade al dcsmantelanento de sus erpresionespollticos nternos. En h. pampa orgentnoo escenaria aberto de la agroin-dustrio exportadara dc lana, cereals y especialrnente carnes, alH, con loexcepcin de bs zonas costetu,s en dande se prcdujeron olgunos destellosreu olucia nario s ( Alco rta, 19 I 2 ; P atag onia, rc2A-2 I ), e I de s garrotnientocultural se haplo an ms pottco, puesto que coeristfan conflctua-rnente dos tipos de situaciones, La primero era Ia. de una capa sgnifi"ca-tua compuesta tonbn d,e obwos inmgrantes no calfcadns, con esca-sa copac.d,ad orgonizotiuo y reiuind,icatiua, y por tanto, fcilmente sust-tuiblcs por vornpehuelgas d Estados Unidos, Australia, y Nueua Zelan-da. La segunda situa.cin era la que cobijoba tanto a los obrercs na,cio-nales califrcadas, unculados al ernpaque de cames o a su procesamento/frigortficos), como a los trabajadores rurahs, dispersos en Ia potnpa, da-dos bs mtodos e*tensiuos habituales en Ia cro d.e gonados. Los traba-ja.dores d,e este Imo conjunto, nacionals calftcodos y rurales, solfanser lnstibs o los inmigrontes (apodadas "golandrinas"), refroctarios a Iaoccin colcctiva y con Htnites objetivos infranqueables para forjarse unauisn autnomo de Ia sociedad. Se refugaron en lo que podr.atnos canoc-terzor corno uno cultura gaucha, mezcla, de una mentadnd indiuidua-listo y compeua. con un nacionalsmo chauunsta.

    De esto contraposicn entre a cultura obrera cosmopolia y unacultura obrera gauch4 se deruoron consecuencas perdurables para lnsocedad, argenna: desde eomcnzos del siglo, su unid.ad. interna estabaroto- Este dramonteror es el que se expresa popularmente en Ia melan-colla y el fotolismo del tango. En el pl,ano pollco se expres paradgrrui-ticamente en el peronistno, cuyo ascenso y consoldacn tuvo como so-pofte fundomental, segn Bergqust, Ias obreros de Ia carne. Su conclu-sn, segurarnente muy Tiotmica" es la, d,e que el peronsmo bloque elpnoyecto polltico burgu.s d,e Io postguerra, pero ol msrno tempo frustel potenciol socasta de Ia clase obrera^ En este mouitniento pendular, elmIitorsmo surg corno meconsmo recurrente de reuersn del nestableequilibrio o favor de b cb.se dominonte.

    En Venezuel4 pas que desde las albores d.el sigla se lnbla. erigida enel principol exportodor d,e petl,eo del mundo, y que Io sgu sendo lns-

  • PROLOGO PROLOGO

    tolos oos setento, cunndo elMed,io Oribnte empez odisputarlc dicb A-deruzgo, eloccionar d.elmouimi.ento obrcrc estuuo dominado por el temod.e la nacbnal Lo segregrc'n)'que prefurnh hasto la naionalizacnen 1975, entre obreros uenezolanos, de un Indo, y administrodores, tcni'cos, copataces y prcrp.etorias extranjeros, d.el otro, Le do a las obretpsuno cierta uocera d bs intereses de Ia nacn.

    Pero, irnicamente, esta ecotwmlo, bosada en un prod,ucto estrat-gico para el moderno desarrollo industral, que crc un poderoso tnoui-miento obrero de izqu,erda lleu tombin a la afirmacn de una socc-dad. con uno erwrrne capaaifud ntegradoro que termin neutrolzandotoda perspecua reuolucionoria. Como producto especlfico aflot unacrltura obrera del petrleo que, en un sentida ferente al que l da el ou'tor, pero fundados en su oruihsis, nos otreueramos o definr corno uncomplcjo artiaulada de por Io menos tres conponentes bsicos: una in'discutibl sensibidad a la dependencia y o la doninacn extranjera; unrodicalismo gremial que se rnueue dentro de los pardmetros dcl compro-miso entre el copitol y el traboio, es decir, en l.a rbita del consumo y laporticipacin; y, finalrnente, una oceptacn de lo prspera socedad ca'pitalsta, en las trminos que Ie han sida diseados por el parti.do AccnDemocnitica

    Por ltitno, resulto porticulormente original ln, interpretacn que nospnopone el autor del caso colambano. En el captulo sobre Cobmbia, aliguol que en los onteriares, Bergqust parte de Ia organzacin soc.al queernerge de la llomada fose dc crecitnento "haca ofuera" y que constituyeel polo de consoli.d.acn de uru, econornn' nacipnaL Se trata en este casode ln expansn cofetero d.e fincs del sigla pasa'do y comienzos del pre-sente. El hilo conductor del anlisis son. Ios cultiua'dores del grano que elautor engloba bajo la. categora genrica dc trabaia.dores rutales, tnitesede pequeos propietorios independientes, de anendatarias, aparceros ojornolcros, todos ellas dotodas, por la demtis, de una extraordina.ria copa'cidad paro soportor las crisis cclicas del producto en el rnercado mun'dinl. Dos tesis centtwles organzon el co4iunto. Lo primera, relaconadacon el pnoceso de colonzacn y Ia' conformacn de la "cuilkacin deuertiente", estipula, que la conqusta de tienas cultiuables y la presndemognifica contpronetcron o la masa de compesnos, anterornente se-alada, en un enfrentomento sangriento, a ueces entre ellos msmos y aueces con los terrotenicntes. Como resulta.do de esa lucha fratrcda', deeso especie de hobbesianismo social, hstrcatnente explicado como untneconismo de resstencio a la proletarizocn, Ias campesinos sal.eron ai'osos, en cuanto hci.ercn uoler su contrcl sobre Ia terra, pero perdicronlo botol,la, estratgco por la transformacin de Ia socedad capitalista alquedar sumidas en Ia peor otomzaain socal. Patu, contrarrestar lo ato'mizacin surgid,a d.e esto plrrica uictora' -y esta es la, segunda tesis-,la, retwuada rnasa d.e pequeos productores se uia precisada a buscar

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    dct siglo se lnba ?54'o;;;;;

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    'igui sicnda tws'

  • 16 PROLOGO

    apoyo Inrv sus mlples estrotegios indiui.duales en los dos partos tra-dbbnahq el liberal y el conseruadar, que se ha,bla,n estructurado dcsdcel siglo XIX. Se pos asl de u hobbeeianismo eocial o un hobbesianismopolltico, tributorio ful sectarisrno y d,el cli,entelismo ancestrals. Lo con-secucncb lgica e histrica d.e esta crltura hobbesiana fue no solo Ia de-bildad estructurol dlmouimiento obreto y de la zquierda a l asociada,sino tombn el proceso pollco disntiuo del pals en eI contexto latitw-arnericano.' La Violencia.

    En sum.o, Io que Bergquist pftrpone es un modelo interpretauo, cuyafuerzo h.eurlstica no se ogoto en los cuatro palses estudiados. El rnismole da pistos claues al lector en los pgina,s finales sobre los llmtes y pos-biMades de su nodelo, y le ndica en qu otros c@sos podria. tener fecun-dos oplcocones, en cu.lcs estorla sujeto a modificatones sustanciales, yen cud.les smplemente tw tendt.a ualdez alguna Un admirable sentidncrlteo, Ttoco usual en los medios acadmeos, y que reuela al misno t,em-po utr.o grun segurd.ad, en Io que se ltace. Bergquist tiene Io uno y lo otroporque se equip de monera nmejoroble paru realkar esa larga marchapor Amrica Lotina"

    Urw empresa intelectuol de estas dimensianes requiere, en efecto, deIa oprcpbcn crtco" efectuamente lngroda,, de las auances del conoci-micnto en por lo menos tres planos intenelnaonados. El prrnero es el d,elos auances d b modemo histori.a social, y de la laboral en particular,cuyos tenos constituyen los preocupaciones centtales del libro: La forma-cn de una concenca obma; el desmonte de cierto culto o Ia producti-uidad. y al d.eterminismo tecnolgico; las luchas obreras por la recupera-cn del contrcl sobre el proceso ptoductiuo y sobre sus prop.as uidns. Entoda esto problcmco es posibla reconocer la influencia de antecesorestwtablcs, corno E.P. Thompson y Eric Hobsbawm, en Inglnterra, o Da-u Montgomery y Hury Brauerman, en Norteamrica, quienes no solalnn hecho hstora sirw que han cambiada nuestro modo de hacerla^ Hayque onotor quc se trato, sgnficauonente, de autores que han estadouinculados, en algn nwmento, a la mitancia, polltica, e. toreas educat-uas en centtps obreros y eventualmente, Ins dos ltimos, d,e autores quehan trobojada ellos tnismos corno obreros, ol igual que la hzo Bergqust,ontes d.e dedicorse profesionalmente o la hstora"

    El segundo ouonae, e&pWcomente asimilada en este libro, y que ellector d,entifba, m,s ffuilmente, es el de las teoa,s sobre el funcona-micnto d.el sistemo econmco mundial, mejor conocdas eorno teorfas delo dependcnciq que configuron lo ruis notabl,e y uniuersalrnente acep-ta.d eontribucin de Amrica Latina a las ci.encias socinlcs.

    El tercerc es el d bs ferencia.dos d.esarrcllas de la.s historiograflasnacionales, tw sob con respecto oI terna especlfco d.el mouimientoobrero, sino con nespecto a Ia euolucn globol de las sociedad.es aqu tra-todos.|i

    I

  • PROLOGO PROLOGO L7

    Esta empreso intelectual nos reuela tambin otra dirnensin de to po-ltica, la del sober histrco. En efecto, eI rnensaje que jalona este deci-siuo aporte a la hstoriografa latinoamericana podra formularse categ-ricamente en los siguientes trminos: s Ia, clase obrera quiere apropinrsede su futuro, ene que reapropnrse de su pasad,o.

    Gonzala Sdnchez Gmez

    Instituto de Estudios Pollticos y RelacionesInternacionales, Universidad Nacional de Colombia

    Bogot, manzo de 1988

    Ju;*. 8" !-r,1"'o -'lt

    en los dos Porti'do s- tro'n estruciumdo dsd'e

    o un hobbesianismooncestrolas' Lo con'nafue tw solo 4 7*'ll"r:no

    o l asocia'da'iAtZ" el conterto latino'

    b interPretavo, cuYaestud'iados. El mismo

    sobre los llmites Y Post'caso s Podia' tener .fecun'troonine s sustancia'le s, Y

    i od'rnrable sentdn'"

    i, reuelo al mismo tem-o"tt tiene lo uno Y Ia otro

    lil"o, esa larga marcho

    nes requiere, en efecto' dede lns-ouances del con?c!'

    oot. El Prirnero es el dea"-to U\orl en Particulnr'lenttalcs dettibro: la forma'

    i i'rn" culto a la Producti'ws obreras Por Ia' recuPer@-Tiai sus ProPios vidns' EnIo influencia d'e ontecesores

    en Inglaterra, o Da'{uienes no 29Io

    oao e hacerla HaYLuror"t que han e-stadP

    irr- p itm" o @- t ar e os .

    e iluc 11i;dos ltimos, de autores quelii"l q"r la hizo Bergquist'

    en este libro, Y que el-I

    teortot sobre el funciorn'ior cottocidos corno teorlns de

    y uniuersolmente aceP'cicncias socinls'Jlut" de lrs historiograflas

    esoeclfrco d'el movimi'entoI ,, ui sociedad'es oqul ta'

  • PREFACIO A LA EDICION EN ESPAOI

    Los trabajadores, sobre todo los que laboran en la extraccin, producciny elaboracin de productos para la exportacin, han desempeado unpapel determinante en la historia moderna de las sociedades latinoame-ricanas. Su lucha por mejorar su vida material y su empeo por controlaren mayor medida el ritmo de sus vidas y el producto de sus labores hanalterado de manera fundamental tanto la evolucin poltica como el de-sarrollo econmico de los pases de la regin.

    Esta afirmacin, tesis del presente estudio, contradice en Sran medi-da lo que me ensearon la experiencia y la educacin formal durante mijuventud en Estados Unidos en las dcadas de Ia posguerra. Contradiceasimismo el grueso de Ia teratura dedicada al cambio poltico y econGmico en Latinoamrica en el siglo XX. Me convenc de su validez poco aptro, a medida que mi experiencia se ampliaba, mi investiSacin pro-gresaba y las tendencias intelectuales que moldean todo conocimientoinfluenciaban mipercepciny comprensin de la evidencia histrica.

    Me cri en los aos cuarentas y cincuentas en Seattle, Washington,ciudad de la Costa Pacfica de Estados Unidos. Seattle era, y en ciertamedida todava lo es, una especie nueia de "company town". Alli unaempresa gigante, la Boeing, Ia burocracia militar y el Estado nacional secombinaron para fomentar la produccin aeronutica en gran escala.Haba una gran demanda de trabajo, tanto para obreros especializadoscomo para empleados y profesionales; los sueldos eran altos y durantelos cuarentas y cincuentas seguan en alza. Contaba yo con cinco aoscuando la legislacin Taft Hartley, que result tan desastrosa para elmovimiento obrero clasista del pas, comenz a limitar el poder econmi-co y poltico de los obreros organizados. Pronto el movimiento obrero fuepurgado de los militantes de izquierda que habian dirigido la lucha exitosa por organizar la industria bsica del pas en los treintas y cuarentas.En la Seattle de mi juventud incluso el recuerdo del poderoso y radicalmovimiento obrero que habia enfrentado el Estado capitalista en Ias pri-meras dcadas del siglo estaba prcticamente extinguido en la concien-cia popular. Muy pocos saban de las primeras lides de los TrabqiadoresIndustriales del Mundo, fWW, en pro de la Iibertad de expresin, ni delos valientes y explosivos esfuerzos de miles de obreros martimos y fo-restales por organizarse y construir sindicatos combativos. No sabian de

    I l e l

  • 20i*

    PREFACIO

    la gran huelga general de 1919, que paraliz seattle, y permiti a los tra-bajadores asumir el control administrativo y econmico de la ciudad du-rante cinco tru.""rr"rtales das. En la Seattle de la dcada del cincuen-i;:-;i16;t"tt"rrto oUr"ro se caracterizaba por un sindicasmo comrpto

    y

    iirocratico, simbolizado por el poderoso lider del sindicato de los traba-jadores del transportr,

    "i infame Dave Beck de los Teamsters. Y en la

    escuela primaria, t;;; espus en el colegio' yo aprendia una historia'llamada ,,americana", qu"^de algn modo logr transformar la lucha."igri*t" y combativa'del movimiento obrero estadounidense en un

    ".r"ito casi idlico. Mis estudios universitarios en los sesentas, aunque

    trataban material mucho ms sofisticado, conducan a la misma conclu-sin ideolsi"", ,rrr;ienorancia casi total del papel central del movimien-to obrero en la histi moderna del mundo occidental. Hice mi especia-lizacin doctoral en estudios latinoamericanos, con lo que aprend unatesis de moda

    "" "rr uor, que el movimiento obrero latinoamericano

    era preponeranteLttt" .o.L*ador, capita_neado por una lite pasiva" truU^:uo.", innrtiiales que haba perdido su vocacin radical v re-volucionaria.

    Fue asi como, mediante la experiencia concreta y la educacin for--ui

    "pr.rri u a"r"", et papei de los trabajadores en la historia del

    -"tia moderno. Pero al mismo tiempo me iban influenciando las gentestrabajadoras que me rodeaban. Ahora me doy cuenta de cmo ellos tra-taron de inculcarme los valores ms profundos de una clase desprovistade organizacin social y conciencia potica autnoma: una fe democrti-ca en las capacida"r i"t"f"ctuales de todos los hombres; un sentido 99ia e"plotaci6" v rul":usticia social; un recelo profundo del capital y delgobierno, y una comirensin elemerttal del poder de las fuerzas materia-les en la historia. eprendi el oficio de mi tio, un techador, y antes de con-seguir empleo

    "o- historiador enl972, me gan la vida desempeando

    ,rrr g.u" variedad de oficios. Fui techador, operario -en una pequeai-prnta, chofer a" t*i y ambulancias, obrero _en una. fbrica de enlata-or,

    "o"""ttero de produtos agricolas, fumigador de insectos, cartero y

    estibador. En ning;uno de esos puestos tuve contacto directo ni con tra-uuuaor"* sindicaizados ni con-militantes de los partidos de izquierda'Tal hecho no debe causar extraeza. Durante estos aos Ia mayora delos trabajadores ri"i"utirudos se limitaba a los confines de las grandes

    "-pr".u, del sector industrial. Y la izquierda, gracias a la ofensiva pa-

    ;;;;"iy estatal, ui "r"rd"lo

    poltico el macartismo, haba sufrido un*fipt".uti totai,lue,

    "on "*"Lpcin de la poca de Vietnam' ha durado

    hasta nuestros dlas.Debe ,", oblriJirre los valores de cada cual, o mejor, su concepcin

    social del mundo, " r"

    determinan directamente por su situacin de cla-;;, ;.t el hecho, verbigracia, de tener que vender su propia fuerza deioUu:o para sobrevivirln una sociedad capitalista. No. La comprensinI

    {I$i

  • Ipoi,ph-

    PREFACIO

    de la naturaleza de una sociedad dada y la posicin social de uno en ellase desarrollan por medio de la experiencia material, poltica e intelectualconcreta. En mi caso, el avance hacia dicha comprensin fue lento. Sevio retardado por las condiciones histricas de la sociedad en que me for-m como adulto, y limitado por la penetrante influencia, disfrazada desentidocomn, de una visin liberal del mundo, eficazmente propagadapor las instituciones culturales dominantes de una sociedad capitalistaavanzada en expansin. Lleg tarde en mi vida graciras en parte a unaautopercepcin, a veces ms imaginaria que real, de ocupar una situa-cin privilegiada, lejos, en terminos de clase, geografia y ambiente cul-tural, de la vida y lucha cotidiana de la clase obrera.

    No obstante, aun en circunstancias desfavorables como las anterio-res, es posible progresar hacia la comprensin del funcionamiento de lasociedad capitalisa. Cuatro factores contribuyeron a hacerme conscien-te de esta verdad social: mi experiencia en Latinoamrica -primerocomo miembro de los Cuerpos de Paz asignado a un pueblo colombiano,luego como investigador acadmico en varios de los paises de la re-srn-, donde las fallas del sisema capitalista y sus mecanismos de ex-plotacin social se revelian con ms claridad de lo que suelen hacerlo enlas naciones ricas, de capitalismo avanzado, como Estados Unidos: mitrabajo de posgrado con John Johnson, el primer historiador estadouni-dense en ofrecer una interpretacin global y materialista del cambio po-ltico latinoamericano a lo largo de este siglo; la influencia que ejercisobre m el anlisis marxista, que primero lleg a mi conocimiento en lapoca de la movilizacin universitaria en oposicin a la intervencin nor-teamericana en la guerra de Vietnam y, finalmente, mi interpretacin deIas circunstancias que rodearon el asesinato de Csar Cauce, antiguoa\umno mio enDuke University, organizador sindical y activista del Par-tido Comunista de los Trabaiadores (Communist Workers Party), quienfue muerto, junto Con cuatro de sus compaeros' a manos de elementosdel Ku Klux Klan y el Partido Nazi Americano, en la ciudad de Greens-boro, Carolina del Norte, en noviembre de 1980.

    De esta manera personal y particular, aspectos de la historia de laposguerra han impatado mi formacin poliica e intelectual. Los he rela-t

    ""

    alen detalle porque, segn lo evaluarn los diversos lectores,simultneamente actan pra inspirar y limitar cada aspecto del estudioque sigue.

    Aparte estas consideraciones ideolgicas, que influyen en mi percep-cin e los datos historicos y mi anlisis del material, el libro encierraotros aspectos, tanto positivos como negativos, relacionados con el nivelde desairollo de los etudios histricos latinoamericanos y con el empleode la metodologia comparativa. Aunque estoy convencido de que la tesisdesarrollada a lo largo del libro constituye una palianca poderosa para lainterpretacin de la hisoria latinoamericana,los capitulos dedicados a

    2l

  • 22 PREFACIO

    cadapalsindividualapenassus'ielelsupotencialcgncr-eto.Elestudiocomparativo aetpapei-ttelt tt"qi"otesltt h Amrica Latina del sigloXX se ve obstacufi"ro

    "o solo por el subdesanollo de la literatura hist

    rica sobre estos palses y sobre sus movimientos obreros, sino tambin

    ;;;;i;li-a poUlico-i"r"o prevaleciente, sobre todo cuando hice lainvestigacin, en algunos pasesde la regin

    El enfoque "o-"i.tiu-o

    puede set ei aspecto ms positivo del libro'p"*

    "ii"r, t".ottu ritil par dejar al descubierto profundos intrrogan-

    L, ""rfiti"os,

    y si bien ayuda a s"patat y sopesar elementos de la causa-dad histrica, necesariamente conspira al mismo tiempo contra un c(>nocimiento protutto " una sociedu htittoamericana dada y de toda laliteratura existente entorno de ella. Los espeeiastas que coadyuvaron ao".rtacin de miinvestigaciny luego comentaron el manuscrito, mepermitieron atenuar, no superar, este problema' - -

    sin embargo, ""

    el sudesarrollo mismo de la historiografia, juntocon lias limitacione;q"" ;;n sobre la investigacin de la historia labo-;;i; 6 q""

    "" "o-Uitiu para justificar intentos globales de interpretacin

    en las presentes circuristantias' Debido a la magnitud de la tarea queafrontaelpequeno*nodehistoriadoresquetrabajansobreAmrica;;ti""l

    "

    iaslmplicacines politicas de toda investigacin, no creo quenos podamos dar ;i1ot proceder, sin prioridades, a investigar alurur. nrp"ro en tal r"rriido que este estudio sirva, aunque sea de Eranera,rr.ry pur"iul, para estimulaiel debate sobre esas prioridades y fomentarulteriores investigaciones sobre el movimiento obrero. Espero sirnism!q""1" ri.iO" a"f pu"uo, resenada de manera imperfecta en estas pgi-iur,

    "y"" u itrrpit.rtt actividad poltica inteligente y eficaz por part'e

    de la clase obrera, en su lucha incansable por forjar un orden s

  • PN.EFACtO

    Fox. Pese a que no pude dar salida adecuada a todas las crticas y suge-rencias de estos comentaristas, el estudio que sigue, del cual soy respon-sable, es mucho mejor gracias a sus esfuerzos.

    Dot Sapp pas y volvi a pasar a limpio estas pginas. A pesar de dis-poner de un procesador de palabras, al final terminaron sandole tra-bqiadores hasta por los odos. Empero, su dedicacin para que este brofuera publicado jams flaque. Por ello, por su sentido del humor y porsu gran calidad humana, le estoy aeradecido.

    ch. B.Durham, E.U.Mayo de 198?

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    CAPITUI,O 1. HISTOBIOGRAFIA LATINOAMERTCANA YMOVIMIENI1O OBNERO

    La historiografia latinoamericana del siglo XX adolece de dos graves de-ficiencias. Por una parte, no reconoce el papel decisivo que han desem-peado las organizaciones sindicales y el movimiento obrero en la evolu-cin de las sociedades de la regin. Por otra, no ha logrado explicar lasmuy dismiles trayeetorias ideolgicas y polticas de los diversos movi-mientos obreros de Amrica Latina: marxistas en algunos pases, neo-fascista por lo menos en uno, y berales, al menos hasta el momento, enotros. Ambas deficiencias tienen una raz comn: el no admitir, en todasu profundidad, las implicaciones sociales provocadas por las diferentesformas de integracin de las economas latinoamericanas, a partir de1880, al proceso de desarrollo del sistema capitalista mundial. Desdeentonces, la maduracin de las sociedades industrializadas de la Cuencadel Atlntico Norte gener cuantiosos recursos tecnolgicos y de capital,e imperativos sociales y polticos internos, que impulsaron una exporta-cin masiva del capital europeo al resto del mundo. En Amrica Latina,las lites sociales supieron aprovechar estas circunstancias para trans-formar sus propias sociedades. Una a una, las naciones de Amrica Lati-na fueron especializndose en la produccin de uno o varios productosprimarios de exportacin.

    Humanistas y antroplogos latinoamericanos de la dcada de losaos treintas fueron los primeros estudiosos que advirtieron y evaluaronla importancia de esta transformacin orientada por la exportacin. Sinembargo, fueron los economistas estructuralistas, vinculados a la Comi-sin Econmica para Amrica Latina, CEPAL, quienes analizaron conmayor profundidad sus implicaciones para lo que ellos denominaban eldesarrollo econmico dependiente, o reactivo, de la regin. Durante lasdcadas que siguieron a la Segunda Guerra Mundial, construyeron tipo-logias sistemticas de las economas exportadoras y, de manera muy l-cida, delinearon las implicaciones que cada una de eas conllevaba parael desarrollo econmico nacional de la periferia latinoamericana del sis-tema capitalista mundial. Entre tanto, otros cientficos sociales e histo-riadores latinoamericanos analaban las dimensiones sociales, polticasy culturales provocadas por la transformacin econmica del subconti-

    [ 2 6 1\

  • i{irl'tIr

    26 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA

    nente. Curiosamente, sin embargo, en tdos estos trabajos se descuidel papel desempeado por eI sindicalismo y el movimiento obrero (1).

    -

    La tatta te"ulta particularmente sorprendente si se examina la mar-cha de los acontecimientos histricos de Latinoamrica en la posguena.El argumento, que en una poca parecia obedecer al sentido comn, deq.r" l,o. trabajadores del sector industrial pesaban poco en aquellas sorciedades cuya funcin primordial en el mundo moderno era Ia de produ-cir materias primas para la exportacin, perdi su atractivo lgico des-pus de 1945. Las principales naciones latinoamericanas surgieron de Iacrisis provocada por Ia depresin mundial y por la guelTa con economasq,r" r industrializaban rpidamente y con movimientos obreros organi-zados, relativamente poderosos. Durante las dcadas siguientes se con-virtieron en importantes receptores de la inversin extranjera en lamanufactura en los pases subdesarrollados. Incluso a medida que elsector manufacturero de estos pases iba opacando el sector primario, lamayora de los estudiosos latinoamericanos insista en que los trabaiadores del sector industrial constituan una fuerza insignificante para latransformacin historica de la regin. Alegaban que estos trabaiadoresrepresentaban un gxupo privilegiado en los mercados nacionales del tra-bajo. Sostenan que los trabqiadores industriales, vencedores entre unexedente de trabajadores urbanos que competan por un reducido n-mero de empleos generados, dentro de la industria manufacturera, poruna expansin muy lenta en capital intensivo, conformaban una aristocracia bt"ta, conservadora polticamente y conformista en lo social. Talnocin fue desarrollada sistemticamente por los latinoamericanistasdurante la dcada de los sesentas (2) y persisti hasta bien avanzada ladcada de los setentas. Fue confirmada por Ia mayor parte de los contri-buyentes a una importante resea de estudios sobre el movimiento laboral regional publicada en f977 (3).

    1, De todos los trabajos publicados por estos cienticos sociales humanistas, el ensayo del antro-plogo cubano fernndo Ortiz, Contrapunto cubano del tabaco y el azrcar, Nueva York, 1947,pubcado originalnente en 1g40, es el-ms importante. Ios bros clsicos de los economistasestructurales latinoamericanos son: Celso f\rrtado en lhe Economic llevelopment of LtiAmerica, cambridge, Inglaterra, 19?0, y osvaldo sunkel, con la colaboracin de Pedo Paz' Eleubdearrollo y la teoralel deearrollo, Mxico, l9?1. De los otros trabajos a los que se hacereferencia, los de Fernando Henrique Cardoso y Enzo Falleto, Dependencia y deearrollo enAmrica l,atina, (Mxico, 19?9, pubcado originalmente en 1969, y de Tulio Halperin Donghi'Historia c{ntnpornea de Amric Latina, Madrid, l9?0, son los ms importantes.

    2. Ias influyentes formulaciones de esta poeicin correeponden a u! P$ de bros de Claudio V-lez, ObeLclee to Change in Latin America, lpndres, 1965, y lbe Politice of Conformity iD LatiAmerica, Ipndres, f96?, y a las contribuciones de Henry landsburger, especialmente "TheLabor Ete: Is it Revolutionary?' ' , en Ditee in Latin Americ, editado por Seymour Martin r 'ip-set y Aldo Solari, Londes, fS2. Ios trabajos de Robert Aleander constuyen la ercepcin a la."gL. D""d" su perspectiva beral y anicomunista, ingiste permanentemente en Ia importan-cia-del movimi.oto

    "iodi"d en los dessroos histricos modernos de la regin.

    3. Rubn Katzman y Jos Luis Reyna, editores, Fuerza de trabaio y movinienoe laboralee en

    IIIII

    t

  • Btq* se descuidtoobrero (1).'b

    examina la mar-

    Ili .

    [bn tt""oHI'T.RIA :

    en la posguerra.comn, de

    en aquellas sola de produ-lgico des-

    de laeconomas

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    en laque elrio, la

    trabdadopara la

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    \r aristoTlcial. Talftbnistaspada laScontri-fs,labolt'

    unn-por

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    \

    HISTORIOGRAFIA LATINOAMERICANA

    Para entonces, las sociedades ms desanolladas de Ia regin se en-contraban francamente en crisis. La industrializacin acelerada, bqio lagida del capital extranjero, trajo consigo Ia desnacionalizacin progresi-va de la industria manufacturera domstica. Creaba una creciente de-pendencia de tecnologia. Implicaba la importacin de maquinaria avan-zaday crecientes cantidades de materias primas industriales y combusti-ble. Esta situacin no tard en crear graves dificultades en las balanzasde pago y en producir presiones inflacionarias crnicas. Los gobiernosrecurrieron a prstamos internacionales en gtran escala, a fin de superartales problemas y construir as la infraestructura econmica vital para laexpansin industrial. Luego, a medida que se vieron forzados a cumplircondiciones cada vez ms rgidas para renegociar y ampliar los emprsti-tos, adoptaron mecanismos de austeridad diseados para ser asumidosprincipalmente por la clase trabajadora.

    Esa solucin, que tambin era la ms conveniente para los capitalis-tas nacionales, condujo gradualmente a un enfrentamiento entre la claseobrera y el Estado, revitaliz la izquierda y, en los sistemas polticosabiertos tipicos de los principales pases latinoamericanos a comienzosde la posguerra, frustr la efectividad de los programas de austeridad.Lejos de superar los problemas suscitados por la industrializacin, lasnuevas restricciones muy pronto amenazaron la viabidad misma detodo el proceso de expansin econmico. Condujeron progresivamente aIderrumbamiento de los sistemas polticos abiertos. Generaron una re-presin masiva del movimiento obrero organizado y de Ia izquierda. Yltimamente comprometieron el impulso hacia la industrializacin mis-ma. Este proceso ya era discernible a mediados de la dcada de los cin-cuentas y sieui su curso durante los sesentas y principios de los seten-tas en las sociedades ms avanzadas del Cono Sur y en Brasil. A media-dos de los ochentas, amenazaba con afectar los sistemas politicos de na-ciones tan importantes como Mxico, Colombia y Venezuela (4).

    Por ende, la clase trabajadora se encontraba ostensiblemente en elcentro mismo de Ia crisis del desarrollo econmico y poltico de AmricaLatina en la posguerra. Sin embargo, era tan generalizado el consensoentre los estudiosos sobre la relativa falta de importancia del movimien-to obrero y su naturaleza conservadora, que durante mucho tiempo cen-traron sus esfuerzos por explicar la situacin de la regin en todo menosen la clase trabajadora. Hubo destacadas contribuciones que analizaron

    Amric Latin, Mrico, f9??. Las ercelentes contribuciones de f:lizabeth Jelin, Silvia Sigal yJuan Calos Tone a esta obra, conforman lae excepcionee a dicha generalizacin. Sus trabajosapuntan hacia las revaluaciones que siguem.

    4. EI manuscrito indito de Paul W. Drake, "Joumeys Toward Failure? Political Parties and La-bor Movements Under Authoritarian Regimes in Souther Cone and Brazil, 1964-83", 1983,constituye un buen anlisis y un resumen de la literatura que trata sobre eete pr@eso y susimpcaciones para el movimiento sidical.

  • 28 LOS TBABAJADORES EN LA HISTORIA

    los imperativos econmicos de la "profundizacin" de la industrializa-cin capitalista y que destacaban los modelos de comporamiento de laclase media y los grupos tecnocrticos (5). Otros analistas exploraron ladinmica del corporativismo y el Estado, o bien buscaron expcacionespara la crisis en el legado cultural e institucional del colonialismo ibri-co (6). Tales contribuciones fueron importantes, y las mejores reconGcan la importancia del movimiento sindical en su anlisis. Y, sin embar-go, ninguna centr su estudio, bien sea a nivel terico o emprico, en elmovimiento obrero como tal. Un libro que s lo hizo -una interpretacinimportante de la historia sindical latinoamericana pubcada en 1977-concluy que el papel desempeado por el movimiento obrero en Ia his-toria regional era extremadamente dbil y limitado (7).

    Las causas del desfase entre los desarrollos histricos y la teora delas ciencias sociales son por si mismas dignas de investigacin. Refleja-ba acaso la sociologa de las ciencias sociales latinoamericanas las condi-ciones cadavezms represivas que se presentaban en el mbito de Iasinvestigaciones en Amrica Latina? Las prioridades de las entidadesque financiaban dichas investigaciones? O el peso y prestigio de losprogxamas investigativos y tericos que se producian en los paises in-dustrializados?

    Parece ser que la ltima hiptesis ha sido particularmente importan-te. Para una generacin de analistas de la posguerra en Occidente, ladebilidad e irrelevancia del movimiento sindical resultaba una suposi-cin plausible. Al finalizar la guerra, los movimientos obreros combati-vos y de orientacin mamista que se haban fortalecido en todo Occiden-te durante una dcada y media de crisis en el orden mundial fueron rpi-damente contenidos. Pas por pas, los sindicatos fueron transformadosen organizaciones relativamente dciles, complacientes y burocrticas,integradas plenamente, bajo el ojo supervisor y regulador del Estado, ala vida legal y politica de las respectivas sociedades. El xito de la ofen-siva general del capitasmo contra el movimiento sindical obedeci engran medida a la abierta represin ejercida contra la izquierda, a la Mbilmanipulacin del nacionalismo a medida que la rivadad entre los prin-

    5. Guiermo O'Donnell, Modernizacin y autoritariemo, Berkeley, 1973.6. Authoritianism ard Corportivim in Lti Aneric, James Malloy, editor, Pittsburgh, 19?7,

    da una buena visin general de esta posicin.7. Hobart Spalding, Organized lrbor iD Latin America, Nueva York, 1977. f obra de Spalding, eI

    mejor y ms reciente estudio sobre la historia del moviniento obrero de Amrica Iatina, difierefundamentalmente del enfoque de eete bro. Hace nfasis en la forma como los cambiantesvnculos externos, internacionales, afecdan la erperiencia comn de los movimientos obreros dela regin, al contrario de mi insistencia en el significado de la limica interna de las socieda-des latinoamericanas para el movimiento obrero. Se cntra en la cohesin reltiva de las clasesdominantes ms que en la erperiencia de los obreros para explicar las diferencias de los mo-mientos obreros de Amrica Latina. Ms importante an, subraya la rclava falta de influenciade los obreros en la higtoria nacional, a tiempo que yo amo su irnportancia decisiva.

    r|ii'Ir!

    t

    III

    {lI

  • HISTORIOGRAFIA LATINOAMERICANA

    cipales representantes del capitalismo y sociasmo, antao aliados deguerra, degenerdba en una "guerra fra", y a la hegemonia en Occiden-te, de los valores culturales y la ideologa liberales (8).

    Sin embargo, el fundamento del xito de esta ofensiva y la clave parala durabdad de sus resultados radican en un compromiso histrico quese llev a cabo entre el capital y el trabqjo. Los terminos de dicho com-promiso son bien conocidos ahora, si bien sus implicaciones a largo plazorequieren an ser comprendidas en su totalidad. En principio, el capitalreconoci a los trabajadores el derecho a organizarse, a negociarcolecti-vamente y a recurrir a la huelga en aras de obtener mejores condicioneslaborales. Por su parte, el movimiento sindical renunci explcita, comoen Estados Unidos y gran parte de Amrica Latina, o implcitamente,como en Europa Occidental y algunos pases de Amrica Latina, al obje-tivo de la transformacin socialista y se pleg a la lgica capitalista de larevolucin permanente de las fuerzas productivas. Particularmente, elmovimiento obrero cedi terreno en la cuestin del control de la organi-zaciiln del trabajo a cambio de una mayor participacin en las utilidades.De este modo, el capital elimin el obstculo principal y ms inmediatopara su expansin durante el perodo de la posguerra. Domestic losmovimientos obreros poderosos y conflictivos que amenazaban con mi-nar el proceso de acumulacin capitalista. En efecto, el capital convirtial sindicalismo en su socio. Los sindicatos se unieron a los administradores para disciplinar a los obreros y para regular y reprimir los conflictosindustriales. A cambio, los trabqjadores organizados conservaron sussindicatos y vieron incrementar sus salarios reales y beneficios materia-les (9).

    l restauracin de la hegemonia cultural beral despus de la guerra fue un resultado diectodelconflicto, delcualsdieronvictoriososlospoderes capitalistas berales. Pero solo se logr atravs de las concesiones logcas y sociales que ee hicieron a lqs fuerzas populares domsti-cas engendradas durante la crisis mudial. Y que Karl Polanyi identic en lhe Great Tlan-formtion, 1944. I ms importante de todas fue el compromiso con el moviniento sindical, deIo cual se habla ms adelante. Al igual que las iniciativa laborales, las contradicciones dentrode todas Ias instuciones sociales del Eetado capitalista de bienestar se han hecho manifiestasy su futuro es incierto.Ias perspectivas de la importancia de este compromiso son desarrolladas por Charles Maier,quien destaca que una "ideologia de la productividad" ha sido la $ria principal de Ia politicaintemacional de Estados Unidos para restaurar el orden capitalista en Europa despua de laguena, y por David Montgomery, quien anli" la importancira del control del lugar de trabajoen las luchas de los trabajadores en la historia del movimiento obrero de Estados Unidos. Char-les Maier, "IVo Postwar Eras and Conditions for $abty in Twenieth-Century WesternEurope", en Americn Hiotoricd Rview, No. 86, abril 1981, pp. 327-52; David Montgomery,lorlers' Conhol in Aneric, Cambridge, Inglaerra, 1979. La relacin del control sobre laorganizacin del trabajo y la lgica del desarrollo capitalista s6 nlizads -s en detalle porHarry Braverman, Lbor nd Monopoly Capital Nueva York, l9?4. El concepto de "sociedad"es desarollado en el sugesvo enlrayo de Giovanni Arighi, "The lbor Movement in Twen-tieth Century Western Europe", en Lbor i the World Socid Structure, Inmusl lryaUerstein,editor, Beverly Hills, 1983, con el n de erpcar la transformacin de loe movimientos obreroseropeos.

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    30 LOSTRABAJADORESENLAHISTORIA

    Este compromiso historico ha estructurado en gran medida la historia posterior del sistema capitalista mundial. Cmo lo logr es algo quean no se ha comprendido a cabalidad. Sin embargo, es obvio que harevestido enortnes implicaciones econmicas, sociales, polticas e inte-lectuales, cada una con manifegtaciones diferentes segn el tiempo y elespacio dentro del sistema mundial.

    La viabilidad del compromiso de la posguerra entre el capial y el tra-bajo en Occidente dependia de la expansin continua del capitalismo,tanto en el mundo como en cada una de las sociedades donde se hubiesepactado el compromiso. La primera condicin, la expansin del sistemaen su conjunto, se Iogr en forma espectacular durante las tres dcadassubsiguientes. No obstante, el xito de la primera condicin comprome-ta el logro de la segunda. Las repercusiones econmicas nacidas delcompromiso con los movimientos sindicales en las sociedades desarrolla-das y con altos niveles salariales, oblig al capital a trasladar la base desus operaciones de produccin hacia economas de bdos salarios en elextrarf ero (10). Los efectos de ese proceso, que en ltima instancia dete-rior tanto el crecimiento econmico como el compromiso con los traba-jadores en los paises desarrollados, no se manifestaron durante muchasdcadas. Las sociedades desarrolladas, beneficiarias de los mecanismosde acumulacin de capital e intercambio desigual dentro del sistema in-ternacional (11) v capaces de desarrollar industrias productivas y de ser-vicios intensivas en capital y de tecnologa altamente sofisticada en unadivisin mundial del trabqio ya modificada, experimentaron un creci-miento econmico impresionante a lo largo de los aos sesentas. EI cre-cimiento fue particularmente acelerado en las economas desarolladasde Europa Occidental y en algunas pares de Asia Oriental, donde lossalarios eran mucho ms bqios que en Estados Unidos y espectacular elflujo de inversin norteamericana en la produccin manufacturera. Sinembargo, ya en los aos setentas los efectos estructurales del masivodesplazamiento de la inversin productiva en el sistema mundial comen-zaron a revelarse en los pases desarrollados, primero en la principaleconoma capitalista y luego en las restantes. A medida que la industriamanufacturera se trasladaba al extranjero y las industrias nacionalesperdan su capacidad de modernizacin y se tornaban menos competiti-vas en el mercado internacional, las sociedades desarrolladas de Occi-dente vieron caer las tasas de crecimiento econmico, surgieron los preblemas crnicos en Ias balanzas de pagos y aumentaron el desempleo yla inflacin.

    f0. Alejandm Portes y John Walton, Labor, Clere nd the IntentionI Sytem, Nueva York,1981.

    11. PaulBaran,LaecononJapolfticedelcrecinipnto,Mico, 1959;SamirAnin,tacumulacil esl, mudi|, Mrico, 1974; Arghiri Enmanuel, B intercnbio deaigu|, Mco, 1972.

  • HISTORIOGRAFIA LATINOAMERICANA

    Las consecuencias sociales, poticas e intelectuales del compromisohistrico en el Occidente desarrollado no fueron menos dramticas. Eleclipse de una izquierda poderosa, anclada en una clase obrera organiza-da, dej al capital en plena bertad para perseguir los fines del comprGmiso, virtualmente sin adversario alguno en casa, y para usar los recur-sos del Estado con el fin de imponer sin contemplaciones sus objetivosen el extranjero. En su esfuerzo por expandirse y proteger sus inversio.nes en el exterior, Estados Unidos, particularmente, no tard en verseimplicado en una serie de empresas muy costosas. Estas iban desde elfinanciamiento pbco de seguros para inversiones en el extranjero has-ta la coordinacin de movimientos subversivos en otros pases, desdeescuelas de capacitacin para dirigentes sindicales extranjeros hastaguerras internacionales de gran envergadura. Aunque el costo de seme-jantes iniciativas no min seriamente la hegemona poltica e ideolgicadel capital en Estados Unidos, cada una agrav significativamente losproblemas econmicos derivados del traslado de Ia industria productivaal exterior. Actualmente, es el legado de ese proceso econmico el queest generando los problemas sociales y politicos ms severos en los pai-ses desarrollados de Occidente. Por su parte, el movimiento sindical havisto disminuido el nmero de sus activistas y menguado seriamente supoder econmico y poltico. En aos recientes, los terminos del compremiso histrico en la industria bsica se han roto por completo. Aunque elmovimiento obrero en su conjunto no ha reevaluado an el compromisode la posguerra con el capitalismo, se ha sumado a una coalicin de gru-pos sociales en procura de la proteccin industrial y de polticas que in-centiven la compra de productos nacionales. Obviamente, dichas politi-cas representan una amenaza tanto para los mecanismos de acumulacincapitalista en el sistema internacional como para la teoria beral de laventaja comparativa en el comercio mundial sobre la que descansa talsistema.

    No obstante, es preciso hacer notar que los problemas que aquejanactualmente a los paises capitalistas desarrollados surgieron muy lenta-mente. Hoy en dia son ms evidentes, gracias a la mirada retrospectivaque se ha aguzado por las presiones sociales y polticas desencadenadascon el colapso del compromiso entre el capital y el trabajo, y el estanca-miento general de la economia de los pases desarrollados. Durante dosmuy dichosas dcadas, la viabilidad del compromiso con el movimientoobrero, su inevitabilidad, fue endosada por la opinin pblica y acogidacon alborozo por las principales corrientes tericas de las ciencias socia-les. Los estudiosos reclamaban Ia "muerte a la ideologia" y proscribianla lucha de clases en sus teoras sobre el desarrollo en el mundo moder-no (12) .12. Ver Chales Bergquist, Altcrtive Approocbee to the Problen of Developnent: A Selected

    d Annoted Bibo$aphy, Duham, f97E.

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    En la actuadad, tal posicin resulta insostenible, incluso en el mun-do desarrollado. A medida que el crecimiento econmico internacionalempez a tambalearse y que el compromiso histrico entre el capital y eltrabqjo se rompi a comienzos de los setentas, un SXan nmero de estu-diosor principi- a revaluar el papel de los trabqiadores en la historia delmundo mode-rno. Es este trabaio el que ha esclarecido de modo tan pro'fundo los trminos del compromiso de la posguerra y nos pennite ahoracomenzar a determinar tas implicaciones de largo alcance gue ha aca-rreado. Esta revaluacin ha producido en Latinoamrica lo que un estu-dioso denomina un pequeo "b@m" en los trabqjos sobre los movi-mientos laborales (13) y un creciente reconocimiento de lo que es apenasobvio: el movimiento obrero organizado es decisivo en la crisis de la pos-ggerTa en los pases ms importantes de la regin. Sin embargo, estaievaluacin no ha conducido an a una revisin terica de las nocionestradicionales acerca del papel que desempea el movimiento obrero enla histcria del siglo XX (f4).

    Los latinoamericanistas hemos desconocido la importancia historicadel movimiento obrero, en Sran parte porque la hemos buscado en unlugar equivocado. Hemos aplicado, de manera acrtica, enfoques mar-xistas y liberales ortodoxos a la historia del movimiento obrero' que son-ar upropiados para el desarrollo histrico de las sociedades centralesdel sistema capitalista mundial. Hemos aceptado una dicotoma en losestudios sobre la clase trabajadora, que planteaba una serie de suposi-ciones radicalmente distintas acerca del comportamiento social y las ac-titudes polticas de los obreros rurales, eonsiderados comnmente eomo"campsinos tradicionales", y para los obreros industriales, el "proleta-riado moderno". De esta nanera se separaba conceptualmente y se ex-clua a los trabajadores rurales del "movimiento obrero"; los trabqiaderes urbanos -artesanos y proletarios de la industria manufacturera- seconvirtieron en el objeto de la historia del sindicalismo. Sin embargo, latorpeza de dicha dicotoma aplicada a los estudios latinoamericanos eraevidente para muchos. Cmo clasificar, por ejemplo, a los trabajadoresde los complejos azucareros rurales de Cuba? O a los mineros de la sie-rra del Peru, quienes entraban y salan de la agricultura tradicional?

    Solo si se eja de lado esta dicotomia conceptual tan artificial en elenfoque de la historia obrera de los pases perifricos y se remplace poruna nueva categorla de anlisis, empezar a manifestarse plenamente el

    13. Ibomas E, Skidmore, "Workers and Soldierg: Urba Ibor Movementg and Elite f,esponsesinTrrentieth4entury tatin Amrbs", en Virginia Bemhad (ed.) Elit, Mae d Moder'niztron in Lrti Anctc. l860'l$m' Austin' l9?9.

    f4. Hoba Spalding (Vage l noo ?l; Peter Winn, "Oral lfistory and tbe factory Study: NewApproachea to lbor History", y charles Bergquist, "wht is Beiag Done? some BecentShdies of the Urban Worlig Ctas and Orgaized fbor in ltin Aoerica", en ltin Aneri'c Bcec Bvicv, Vol. 16, No. l, 1980; Vol. 14, No. 2, 1979; Vol' 16, No' 2, 1981'

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    HISTORIOGRAFIA LATINOAMERICANA

    significado de la historia laboral de Amrica Latina. Los trabajadores delsector exportador debean ser el objeto primordial de la historia delmovimiento obrero latinoamericano de principios del siglo XX. Fueronestos trabajadores -algunas veces ms "industriales" y "urbanos",otras ms "agrarios" y "rurales", otras asalariados puros y otras [o-,una clase que se form en respuesta a la expansin de un sistema capita-lista mundial, en desarrollo a partir de 1880, quienes ms aporaron a Iacreacin de los movimientos obreros de Amrica Latina. Y fueron lasluchas de estos trabajadores y de los vinculados a los sectores de trans-porte y procesamiento, ligados al complejo exportador, las que ms in-fluencia ejercieron sobre la trayectoria moderna de los ferentes movi-mientos obreros nacionales de la regin. A mediados de siglo, y muchoantes en pases como Chile y Mxico, esa trayectoria ya se habia institu-cionalizado dentro de los sindicatos y partidos del movimiento obrero ydentro del patrn de las relaciones laborales sancionadas por el Estado.En la mayora de paises, siendo Cuba una notable excepcin, la trayecto-ria de los movimientos obreros nacionales, establecida a mediados desiglo, persiste hasta nuestros dlas. De ah que el destino de las luchasobreras de la primera mitad de siglo haya influido profundamente en elpatrn mediante el cual sus sucesores de la posguerra han afectado lavida poltica e institucional de Ios diferentes Estados nacionales de laregin.

    Resulta fcil demostrar lia validez de estas aseveraciones en terminoslgicos, pero an requiere ser confirmada por medio de estudios histri-cos detallados. Los economistas estructurales latinoamericanos demos-traron ampliamente Ia enorme importancia del sector e:rportador para lasalud econmica y el desarrollo capitalista en la periferia latinoamerica-na a partir de 1880. Dicho sector ofreca las mejores oportunidades parala acumulacin de capital. Determinaba el volumen de entrada de divi-sas y, por ende, la capacidad de una economa cualquiera para absorberla imporacin de bienes manufacturados, capital y tecnologa. Genera-ba, directa o indirectamente, el gneso de los ingresos tributarios guber-namentales y, por consiguiente, su influencia era decisiva en el creci-miento y el poder del Estado. Esta importancia de gran magnitud se pro-long incluso hasta el perodo de industrializacin en gran escala logradopor algunos pases de Amrica Latina a mediados del siglo XX. Al pro-veer divisas vitales, el sector exportador creaba condiciones para unaindustrializacin por sustitucin de importaciones, en remplazo de unaindustria de bienes de capital.

    Obviamente, no existan dos economas exportadoras iguales en ne-cesidades tecnolgicas, de capital y de fuerza de trabqio. Algunas de-mostraron ser ms vulnerables que otras a las fluctuaciones del mercadointernacional. En algunas, los medios de produccin eran de propiedadextranjera, altamente concentrada; en otras, la propiedad era nacional y

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    LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA

    dispersa. AlgUnas requeran un Slan volumen de mano de obra, otrasuna cantidadminima. En alSUnas economias los salarios eran altos, enotras no. En algUnas se prducia casi exclusivamente para el mercadoexterno, en otras se desiinaba la produccin tanto al mercado nacionalcomo iniernacional. Los economistas estructurales mostraron cmo estascaractersticas y muchas otras incidieron de manera radicalmente dife-rente en la acumulacin de capital nacional, en la diversificacin de laeconoma y en el desarrollo de la infraestructura de los diversos pasesIatinoameiicanos durante el periodo clsico del brecambio, antes de1930. Mostraron cmo cada caracterstica influy en la capacidad de unadeterminada sociedad para responder a las oportunidades de industria-zacin durante la crisis del orden capitalista mundial y el colapso parcialde la divisin internacional del trabqio entre 1930 y 1945. Por ltimo,mostraron cmo estas diferencias estructurales continuaron incidiendoen el xito de la industrializacin nacional dentro del marco de la divisininternacional del trabaio, ya modificada, que se coruolid en la posgUe-rra.

    Resulta claro que este tipo de anlisis histrico estructural puedeconvertirse fcihnte en un anlisis economista. Al estudiar el desarrello econmico separndolo de las fuerzas humanas que tda transforma-cin material desencadena -clases sociales, ideas, partidos polticos-,los economistas estructurales latinoamericanos no solo tendieron a sim-plificar en demasa el proceso, sino que tambin, en ltimas, fueron in-

    "upr""" de explicar adecuadamente el problema que s9 habian propues-

    to resolver: por qu algUnas sociedades latinoamericanas alcanzaronms xito que otras en el logxo de su desarrollo econmico a medida queel siglo XX avanzaba (15).

    L]as dificultades que los economistas estructurales encontraron aIexplicar el desarrollo econmico de la Argentina mderna constituyenntta prueUa fehaciente de lo anterior. Segn sus anlisis, la economaugr*pottadora de ganado y cereales que surgi en-Argentina desdefgO fu} extraordinariamente propicia para el desarrollo econmico na-

    15. He ercluido de esta discusin los influyentes estudios de loe economistas neomanistas nor-teamericanos paul Bara, Tbe Political Econony of Grwth, Nueva York, 196?, y And Gun-der Frank, Capitalieio y eubdeollo en Amdrica Lctina, Mico, 19?8, que surgleron por.lamisrna poca qo"

    "qo"* de los economi.stas egtructuales. Estos autores, con razn, insis-

    tan en ta eUitia congnita del capitaliono perifrico e hicieton contribucionee fundamen-tales a la comprensin de los mecanismos a travs de los cuales el ercdente es erafdo de lassociedades pe-rifricas y canalizado hacia el centro indugtial del sisteDa mundial. Pero en supr.o"op""id" pot a"-rt"at el fracaso del degarrollo capitalista en Anrica Latina y su isis-L"cia mec"ca en la inetabdad de la revolucin socialists, demoetraon 8er no meDos eco-oo-"t t y detcrministaa que los egfucturales. Al negar las oportunidades de.otroUo a""t o Aa capisDo ltinoamericano, loe neomanigtas fueton ircapacee de d8cuenta de la complejida-d y diversidad de la historia ltinoamericana, de tal marera que sustrabajos son de poca ulided en el estrdio de esas sociedades'

  • HISTORIOGRAFIA LATINOAMERICANA 35

    cional. Puesto que se trataba de una economa de capital nacional, conmoderadas necesidades tecnolgicas y de capital, geogrficamente dis-persa, con salarios altos y que se vio poco afectada por las fluctuacionesen la demanda internacional durante un largo perodo de tiempo, stadebia haber favorecido la acumulacin de capital nacional, la diversifica-cin econmica y el crecimiento sostenido. Argentina debia haber sido elmejor ejemplo del desarrollo en Amrica Latina y, en efecto, lo fue hastacerca de 1945. Sin embargo, poco despus, la economa comenz a decli-nar y el pas se conviri en la primera vctima de las contradiccionessuscitadas por la industrializacin de la posguerra. Hasta el da de hoy,Argentina ha sido incapaz de salir del marasmo del estancamiento econmico, el conflicto social y la crisis poltica que por primera vez se ma-nifestaron a mediados de siglo. Tal como veremos, la crisis del desarro-llo de Argentina solo est indirectamente relacionada con la estructurade exporacin; es una crisis que debe ser comprendida primordialmenteen trminos de un movimiento obrero poderoso, condicionado por esaestructura que, desde 1945, ha obstaculizado el vigoroso desarrollo delcapitalismo argentino y ha obligado a los grupos dominantes a arrojarpor la borda, una y otravez,los principios liberales.

    Aunque el estructuralismo latinoamericano demostr ser por s soloinadecuado para esclarecer el desarrollo econmico de La regin, s sumi-nistr herramientas conceptuales fundamentales para el anlisis. Alcombinarse con las premisas marxistas tradicionales sobre el papel quedesempea la lucha de clases en el cambio histrico, particularmente laconfrontacin entre capital y trabqjo en la era moderna, tales herramien-tas se convierten en un poderoso respaldo para el anlisis no solo deldesarrollo econmico de Amrica Latina, sino tambin de su historiamoderna.

    En primer lugar, los economistas estructurales nos advirtieron sobrela abrumadora importancia de los trabajadores del sector exportador enel conjunto de la clase trabqiadora latinoamericana. Al igual que los pro-pietarios de los medios de produccin en el sector de exportacin, lostrab4iadores posean un enortne poder econmico y potico. La contien-da entre ambas clases sociales constituye un tema central en la historiaIatinoamericana de principios de siglo y tuvo gran injerencia en el patrnde cambio econmico y poltico que se fue cristalizando a lo largo del si-glo.

    En segundo lugar, al sealar las variables que influyeron en el creci-miento econmico, los estructuralistas, sin notarlo, aislaron un abanicode factores que alentaban o inhiban el desarrollo de la toma de concien-cia y la organizacin de la clase trab4jadora. En el sector exporador mis-mo se conjugaban una variedad de factores. La localizacin geogrfica ylas condiciones climticas no solo afectaron el fortalecimiento de losvinculos sociales y culturales entre los trabdadores del sector exporta-

  • LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA

    dor y la sociedad en general, Bino que ayudaron tambin a determinar elgrado en que, como trabqiadores asalariados, dependan de sus empleospara giarantizar su reproduccin fisica. Los trab{adores chilenos del sa-litre, por ejemplo, laboraban en minas y plantas procesadoras situadasen un desierto aislado y deshabitado. Construyeron redes sociales infor-males e instituciones culturales y polticas propias para una clase que seencontraba alejada de las principales instituciones socializantes de lasociedad chilena y que dependia totalmbnte de sus salarios para subsis-tir. La nacionadad y el erado de concentracin de la propiedad en Iaindustria exportadora contribuan a que los trabqjadores se percibieran as mismos como una clase diferente y en conflicto con la de sus patrones.Los trabajadores del petrleo de Venezuela, para citar otro ejemplo,identificaron rpidamente como enemigo de clase a un trust internacienal que manipulaba al gobierno a su antojo. La intensidad del capital y lasofisticacin tecnolgica de la produccin y el procesamiento del sectorexporador influyeron en la organizacin de los trabqiadores y ayudarona determinar el tamao, la concentracin, la calificacin y el nivel sala-rial de la fuerza de trabajo. En Colombia, por ejemplo, las mdicas nece-sidades de capital y la simplicidad de las tecnicas de produccin emplea-das en el cultivo y pr@esamiento del caf les permiti hasta hace poco alos pequeos productores competir exitosamente con los grandes capita-listas cafeteros y mantener un control significativo sobre los medios deproduccin y el proceso de trabqio. La mayor o menor dependencia de laproduccin exporadora y los salarios ante los ciclos de temporada o lasfluctuaciones de la demanda y los precios internacionales no solo afecta-ba seriamente el bienestar material de los obreros, sino que moldeaba susentido de justicia y la racionalidad de las relaciones sociales que losrodeaban. Tales condiciones, fueron las que sentaron las bases para Iaorganizacin de la clase obrera cubana del sector azucarero. Todas estasvariables afectaban la capacidad del capital para controlar y "discip-nar" a la fuerza de trab4jo, aprovechando a los desempleados y trabaja-dores marginales dentro y fuera del sector exporador, durante los perodos de militancia sindical. As, resultaba fcil para la administracin delas plantas empacadoras de carne del gran Buenos Aires remplaz lesobreros en huelga, puesto que haba oleadas de inmierantes y trabajado-res subempleados disponibles para ocupar los empleos no calificados.Por ltimo, la composicin tnica y la nacionadad de los obreros delsector exportador afectaban sus esfuerzos por lograr la unidad internacomo clase y determinaban en gran medida su capacidad para conciliarlos sentimientos nacionalistas y patriticos con sus percepciones de claseen el marco de una lucha colectiva por mejorar sus vidas.

    El nacionalismo tambin influy considerablemente en la relacinque mediaba entre los obreros del sector exportador y el resto de los tra-bajadores y otros grupos sociales. En aquellos lugares donde la produc-

  • HIS.TORIOGRAFIA LATINOAMERICANA

    cin exportadora entraaba una dicotoma nacional y de clase, entre unafuerza de trabajo nacional y el capital extranjero, los trabqjadores delsector exporador podan movilizar mejor el fuerte sentimiento patriticofomentado por la cultura dominante en favor de sus intereses de clase.En estas circunstancias, caractersticas de Chile, Bovia, Venezuela yCuba, entre otros, la relacin de clase entre trabajadores y capitastasen el sector exportador se resuma, en cierto sentido, en la relacin plan-teada entre la sociedad perifrica en su conjunto y el sistema econmicointernacional. La posibilidad de aanzas anticapitalistas entre los obre-ros y otros sectores sociales inherente en estas relaciones anlogas,aumentaba en gxan medida cuando el sector exportador demostraba serincapaz de estimular un desarrollo econmico nacional sostenido y vigeroso.

    Donde las condiciones estructurales se invertan, esto es, donde laproduccin exportadora comprometia capital nacional y fuerza de trabajoextranjera o al menos tnicamente distinta, era ms fcil inculcar senti-mientos patriticos y nacionalistas en contra de los trabqjadores. En ta-les casos, cuyo ejemplo ms extremo es el de Argentina, y hasta ciertopunto el de todas las economas exportadoras de Amrica Latina dondeel capital era mayoritariamente nacional, la dicotoma entre clases y na-cionalidad presente en el sector exportador se invirti al nivel anlogodel sistema internacional; y la posibilidad de alianzas anticapitalistasentre los trabajadores del sector exporador y otros gxupos y clases so'ciales se redqjo apreciablemente. Dichas aanzas se hacan an msimprobables si la economa de exportacin fomentaba directamente eldesarrollo econmico nacional.

    Sin embargo, de todas estas caractersticas estructurales, las necesi-dades de capital para la produccin exportadora eran las que primaban.All donde las necesidades eran altas, el capital extranjero resultaba fa-vorecido sobre el capital nacional en la lucha por el control de los mediosde produccin, las relaciones eapitalistas de produccin tendian a predeminar sobre las precapitalistas y las unidades de produccin concentra-das prevalecan por lo comn sobre las dispersas. Por ende, las variablesestructurales que definen las economas de exporacin e influyen en sucapacidad para promover el desarrollo econmico tienden a combinarseen forma normativa. Y dado que esas mismas variables estructuralescondicionan la organizacin de la clase obrera en el sector exportador ylas alianzas de clase entre estos obreros y otros gupos, casi siempre in-fluyen en el desarrollo de los diferentes movimientos obreros nacionalesde manera predecible. As pues, condiciones estructurales como Ia pro-piedad extranjera y la produccin concentrada, que favorecen el desarrello de una autonomia cultural obrera y de organizaciones sindicales anti-capitalistas entre los trabajadores del sector exportador, tienden, a suvez, a inhibir el desarrollo vigoroso de Ia economa nacional. Y el fracaso

  • 88 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA

    del desarrollo capitasta abre a su vez el camino para alianzas ampliasanticapitalistas dentro de la sociedad en su conjunto. Tambin ocure locontrario. Variables estructurales como la propiedad nacional, las de-mandas tecnolgicas y de capital limitadas y los sistemas de produccindispersos, todas las cuales frenan la organizacin sindical de los trabaja-dores del sector exportador, tienden simultneamente, por medio de susefectos multipcadores sobre otros sectores de la economia, a promoverel desarrollo econmico nacional. Y este desarrollo a su vez limita la pesibilidad de consolidar alianzas de clase anticapitalistas en la sociedad.

    Si continuamos desentraando la causalidad histrica de esta nraneraclnica y abstracta, es posible ubicar las sociedades latinoamericanas a lolargo de un continuo, definido por la estructura de exportacin, sobre elcual el potencial para un desarrollo econmico vigoroso sea inversamen-te proporcional al existente para la organizacin sindical y la fuerza de laizquierda marxista. Las economlas de exportacin, cuyas caractersticasestructurales las tornan menos idneas para estimular el crecimiento y ladiversificacin econmica nacionales, se encontraan a la izquierda delcontinuo; a la derecha se situarlan aquellas que tienden a fomentar eldesanollo econmico nacional. Un pas, cuya economia de exportacin loempde hacia la izquierda del continuo, debera presentar tambin unmovimiento obrero anticapitalista e histricamente fuerte; pero el gue sehalle ala derecha tendrla un movimiento histricamente dbil e ideolcamente dependiente. Dicho de otra manera, los pases ubicados por sueconoma de exportacin a la izquierda del continuo, poseern una iz-quierda poltica fuerte y sus posibilidades de transformacin socialistasern ms grandes. Este crudo conjunto de relaciones y prediccionesparece tener, en efecto, bastante poder explicativo. Los lectores familia-rizados con la historia de los principales pases de Amrica Latina reco-nocern que Cuba, Chile, Bolivia y Venezuela, y quiz Mxico (16), seencuentran histricamente a la izquierda del continuo, mientras queArgentina, Uruguay, Brasil y Colombia se hallan a la derecha.

    El anterior ejercicio es til como un primer paso del anlisis. Sinembargo, por varias razones oculta tanto como revela acerca de los movi-mientos obreros de Amrica Latina y su influencia en el desarrollo de susrespectivos pases. En primer lugar, a pesar de que las variables estruc-turales que definen las economas de exportacin tienden a agxuparse,dicho agnrpamiento no es absoluto en el mundo real. Por ejemplo, lapropiedad extranjera y los altos requerimientos de capital y tecnologia,factores intenelacionados que obstaculizan la acumulacin de capital

    16. Eeta interpretacin de la historia mexica no es obyia, mrcho menoe aceptada en general,pero vase el eggostivo enfoque soble l8 lovoluciln Meicna de Frangoia-)kvier Gerra,i.I Rvoluon micine: D'bord une volution minire?", en Anle E.S.C., No. 36,sep.-oct. l98l, pp. ?8ffi1{. Vuelvo a tonar erte punto en la Coclusin.

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    HISTORIOGRAFIA LATINOAMERICANA

    domstico y la diversificacin econmica, pueden no combinarse con laproduccin geogrfica concentrada y con una fuerza de trabqio reducida,factores que tambin guardan implicaciones negativas para el desarrolloeconmico domstico. La economa de exportacin azucarera de Cuba seaproxima bastante a este caso. Por el contrario, la propiedad nacional,los bajos requerimientos de capital y tecnologa, y los sistemas de pro-duccin geogrficamente dispersos, factores que alientan el desarrollode los sistemas de transporte nacional y el crecimiento de la agriculturay la industria con el fin de abastecer el sector exporador, pueden nocombinarse conuna fuerza de trabajo bien remunerada que foralezealacreacin de un mercado nacional para los bienes-salario de produccinnacional. La economa cafetera colombiana se aproxima bastante a dichopatrn.

    En segundo lugar, una economa de exporacin puede revesti ca-ractersticas especiales de tan abrumadora imporancia, que La tenden-cia previsible de su impacto en el desarrollo econmico y el movimientoobrero, aunque siempre latente, se ve continuamente superada. La economia petrolera venezoliana ilustra bastante bien lo anterior. En termi-nos de Ia mayora de las variables mencionadas antes, dicha economa seasemeja bastante a la del salitre y el cobre de Chile. Sin emlargo, a dife-rencia de las exportaciones mineras de Chile, cuya demanda y cuyo pre-cio a nivel internacional han fluctuado intensamente y por lo general handeclinado en el trascurso de este siglo, el precio de las exportacionespetroleras de Venezuela aumentaron, hasta hace poco, en progresincasi geomtrica. Inicialmente, el movimiento obrero venezolano se de-sarroll bajo un liderazgo mamista y pronto ciment una amplia alianzaantimperialista con otros gnrpos sociales. No obstante, los avances sevieron truncados despus de 1945, y nuevamente a comienzos de la d-cada de los sesentas, por reformistas liberales que despus de lograrapreciables concesiones de las compaas petroleras, las utilizaron paraasegurar y preservar el compromiso con el movimiento sindical y paraimplantar significativas reformas sociales.

    Finalmente, el hecho ms importante radica en gue las dos variablesdependientes derivadas de la estructura de exporacin -el potencialpara el desarrollo econmico, de un lado, y para la organizacin sindicaly el crecimiento de la izquierda, del otro- interactan histricamente enformas tan complejas e inesperadas que de hecho pueden llegar a inver-tir la direccin de la conexin causal inicial, transformando la variableindependiente en una variable dependiente. La sutil y con frecuenciatrgica irona de desarrollos histricos tan paradjicos solo puede serapreciada plenamente dentro del marco de un anlisis histrico detalla-do.

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    LOS TRABAJADORES EN LA HTSTORIA

    Los captulos que siguen exploran la interaccin entre la estructura"

    "*pottucin, elimoviliento bteto y el desarrollo histrico de la iz-

    q"i.u "., ".rut.o

    de los paises latinoamericanos ms grandes y avanza-dos desde el punto de vista econmico. En los dos primeros se hace unanlisis comfarativo de Chile y Argentina; en los dos que siguen' deferr"ru"la y bolombia. Aunque,cada captulo pretende ofrecer una inter-pr"tu"io" de la historia nacinal desde comienzos del siglo XIX hasta laEp*u

    "ottt"mpornea, cada uno hace hincapi en el perodo del siglo XX

    d^urante el cual la trayectoria ideolgica e institucional del movimientoor".o se cristalizu ir" persistente influencia en la vida nacional se defi-ne claramente. porLl ,l*6n, el captulo sobre Chile se centra en los de-sarrollos anteriores a 1930, mienlras que los dedicados a Argentina,verreruela v cotomia

    "rt*utr el perodo que va hasta mediados de si-

    glo."-- Los anlisis sobre Colombia y Argentina son ms extensos que los dechile y venezuela. Esto no refleja principalmente consideraciones de-mogrficas,

    "orqr" Argentina y boiombia, cuyas poblaciones respecti-

    'aJen lg83 eran de aproximadamente 28 millones de habitants, son-r o menos dos veces-ms grandes que Chile, con 12 millones, y Vene-,""fu, con lG millones. La piofundidad en el tratamiento refleja primor-iur*""t" el estado de la teratura existente sobre los cuatro pases' Lahistoria sindical de gentina y Colombia poca atencin le ha prestado alsector de la clase obreia qrr" r destaca en este estudio: los trabajadoresde la produccin y las plantas de procesamiento del sector exporador'Ms an, Ia historiogruhu g""""1e Argentina y Colombi ha eludido laip.tt"""ia de los oir".o, d"l sector exportador en la. evolucin del mo-vimiento obrero y la historia nacional. Por el contrario, en los estudioshistricos chilenos, y recientemente en los venezolanos, se ha prestadouna corrsiderable atnciOn a los trabajadores del sector exportador y -seha reconocio

    "*pfia-ente su influentia en el curso de la vida nacional'

    AI centrar mi investigacin en los cuatro pases' agrupndolos porpur"ju" para darles un trhmiento comparativo y secuencial, he tratado" it rrt*t el poder y el alcance de la estructura interpretativa esbozadaen este captulo intrductorio. En aspectos importantes, Chile y Argenti-,rr re apoiiman a tipos polares dentio del contexto latinoamericano' Estoes vlido tanto ett l qu respecta a las estructuras de exportacin' como'hasta hace poco, a hLvolucin poltica del siglo XX. El Chile, cuya eco-

    ""riu "*poitudora de salitre y cobre ha pertenecido al capital extranje-

    ro, el movimiento sindical evolucion bajo la dirigencia y la ideologamrxistas. La izquierda pas a ser Ia ms poderosa de Amrica Latina'Por el contrario, en Argentina, cuya economa aSroexpo