charla católica sobre la comunidad

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“Ámense unos a otros como yo los he amado” (Jn 13,34) Comunidad cristiana Dios siempre elige vivir en comunidad. Jesús nació en la familia de José y María. Jesús armó una comunidad de amigos y discípulos, que se mantuvieron juntos aún después de la muerte y resurrección. Anunciaron esta Buena Noticia, pero no de cualquier forma, sino formando nuevas comunidades. La Palabra de salvación y alegría nos llega hoy a través y gracias a la vida de cientos de comunidades que la recibieron y comunicaron con fidelidad. El mismo Dios es, en su intimidad divina, un Dios comunitario; no es un Dios solitario: se nos revela como Padre, Hijo y Espíritu Santo. Es un Dios que también quiere hacer comunidad con el ser humano. Se hizo hombre para que nosotros hombres seamos como Él. Esa es la invitación que nos ofrece: vivir juntos, compartir lo que tenemos, lo que somos, nuestras vidas y su propia vida. En palabras de Jesús: “que todos sean uno, como tú Padre estás en mí y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros” (Jn 17,21) Por eso cuando hablamos de una comunidad cristiana, no hablamos solamente de un grupo formado por chicos, hombres y mujeres: el mismo Dios también forma parte de esta comunidad. El evangelio según Mateo termina con la siguiente frase: “Yo estaré con ustedes siempre, hasta el fin del mundo”. Esta presencia real del Padre, del Hijo y del Espíritu entre nosotros es la que efectivamente nos hace ser “comunidad cristiana”, y no un grupo cualquiera de personas que se juntan para hacer algo. Esta presencia es la que nos da identidad propia, la que nos hace pertenecer a la gran familia que es la Iglesia. Así como Jesús les preguntó a sus discípulos “¿Quién dicen que soy?” (Mt 16,15), la Iglesia y, en particular cada comunidad de creyentes, se tiene que animar a responderse a sí misma esa misma pregunta: ¿quién dicen que soy?

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charla breve sobre la comunidad

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mense unos a otros como yo los he amado (Jn 13,34)Comunidad cristianaDios siempre elige vivir en comunidad. Jess naci en la familia de Jos y Mara. Jess arm una comunidad de amigos y discpulos, que se mantuvieron juntos an despus de la muerte y resurreccin. Anunciaron esta Buena Noticia, pero no de cualquier forma, sino formando nuevas comunidades. La Palabra de salvacin y alegra nos llega hoy a travs y gracias a la vida de cientos de comunidades que la recibieron y comunicaron con fidelidad.El mismo Dios es, en su intimidad divina, un Dios comunitario; no es un Dios solitario: se nos revela como Padre, Hijo y Espritu Santo. Es un Dios que tambin quiere hacer comunidad con el ser humano. Se hizo hombre para que nosotros hombres seamos como l. Esa es la invitacin que nos ofrece: vivir juntos, compartir lo que tenemos, lo que somos, nuestras vidas y su propia vida. En palabras de Jess: que todos sean uno, como t Padre ests en m y yo en ti, que tambin ellos sean uno en nosotros (Jn 17,21)Por eso cuando hablamos de una comunidad cristiana, no hablamos solamente de un grupo formado por chicos, hombres y mujeres: el mismo Dios tambin forma parte de esta comunidad. El evangelio segn Mateo termina con la siguiente frase: Yo estar con ustedes siempre, hasta el fin del mundo. Esta presencia real del Padre, del Hijo y del Espritu entre nosotros es la que efectivamente nos hace ser comunidad cristiana, y no un grupo cualquiera de personas que se juntan para hacer algo. Esta presencia es la que nos da identidad propia, la que nos hace pertenecer a la gran familia que es la Iglesia.As como Jess les pregunt a sus discpulos Quin dicen que soy? (Mt 16,15), la Iglesia y, en particular cada comunidad de creyentes, se tiene que animar a responderse a s misma esa misma pregunta: quin dicen que soy?Cmo nos damos cuenta si somos realmente una comunidad cristiana? Es decir, qu es lo ms importante para poder reconocernos como una familia que vive el Evangelio de Jess? Hay que ver dos cosas: la fe y la forma de vivir.

1. la fe es la gracia de Dios que habita en nosotros y que nos permite decir juntos: Creo en Dios2. la forma de vivir: Jn 13,34-35: Les doy un mandamiento nuevo, mense unos a otros como yo los he amado: mense as unos a otros. En eso conocern todos que son mis discpulos, en el amor que se tengan unos a otros.

Nos damos cuenta que Jess, con su ejemplo, nos invita a una vida que va ms all de nuestras posibilidades y nuestros lmites humanos: sin l sera imposible. De nuevo: Dios se hizo hombre para que nosotros hombres aprendamos a amar como l ama! Por eso, esta dinmica del amor, no solamente est en la base de nuestras relaciones humanas, es tambin (y fundamentalmente) lo que nos ayuda a asomarnos a lo incomprensible: el mismo actuar de Dios.Familia no implica fundamentalmente lazos de sangre, sino una determinada calidad de lazos de amor. Nada ms ajeno al amor y a la familia de Nazaret que la competencia. La competencia y las comparaciones no hacen otra cosa que revelar que ah hay alguien que no se sabe amado.- Donde no hay amor, pon amor y encontrars amor (san Juan de la Cruz)- Donde hay amor se celebran las diferencias, la vida se expresa con todos sus matices.

Aceptar los lmites de la vida y no forzar la realidad, sino dialogar con ella y abrazarla. Las limitaciones no siempre son limitadoras. Los lmites bien asumidos, pueden ser piedras sobre las que uno se apoya. Cuntas veces una debilidad es la otra cara de una gran capacidadPero llegar a abrazar la realidad de esta manera no es sencillo ni inmediato, ni tampoco lo podemos hacer solos.- El esfuerzo -en todo aquel que quiere amar de verdad-

es el camino que s o s hay que recorrer para llegar a aceptar esos lmites y poder construir a partir (no a pesar) de ellos.- La paciencia -en todo aquel que quiere amar de verdad-es el tiempo que se toma el amor para que sus anhelos ms profundos se puedan ir realizando, es decir, haciendo reales.

En este sentido leemos la parbola de la levadura: el Reino de los Cielos se parece a un poco de levadura que una mujer mezcla con gran cantidad de harina, hasta que fermenta toda la masa (Mt 13,20-21)-Tambin las primeras comunidades de cristianos vivieron en un mundo lleno de dificultades, hostil; la inseguridad y los sufrimientos estaban a la vuelta de la esquina. Sin embrago, ellos (como nosotros hoy) eran muy conscientes de la presencia real de Dios, del obrar que el Espritu Santo manifestaba en su fe y en su vida.Perseveraban unidos en la oracin, asistan con frecuencia a la enseanza de los apstoles, tenan bienes en comn, se reunan para la fraccin del pan, seguan as construyendo el Reino y anunciando la Buena Noticia de la misericordia de Dios.Limitaciones y dificultades no impiden que podamos experimentar la profunda alegra de sabernos comunidad cristiana.Alegra an en los momentos de prueba.

Alegra que es fruto del Espritu de Dios en nosotros (Hch 13,52; Ga 5,22-23)Alegra que es evidencia cierta y segura de saberse verdaderamente amado.Es nuestra la alegra de Mara porque nos sentimos llenos de gracia y as podemos nosotros tambin rezar juntos: mi alma canta la grandeza del Seor.