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Presentación Liébano Sáenz El peso de la percepción: humor social y alternancia Samuel Aguilar Solís Presidencialismo en transición Víctor Alejandro Espinoza Valle La democracia, más allá de las urnas Ernesto Hernández Norzagaray Los politólogos y Angélica Rivera N° 011 (3ra Época) Agosto de 2016 CESMUE Centro de Estudios de México en la Unión Europea Armando Román Zozaya El problema va más allá de Trump Guillermo Rodríguez Cálculo de la lealtad electoral ISSN: 1135-8130 Luis Enrique Mercado México, un país donde la ley no se respeta Enrique Paz En búsqueda de la legitimidad política Marcos Marín Amezcua Comunicación forzada de un gobierno mudo Carlos Ramírez La crisis del sistema político priísta en la conferencia de Octavio Paz en Austin, 1969 José Retana Punto de encuentro Iván Roberto Álvarez Olivas Más allá del plagio y de la voluntad política

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Presentación

Liébano SáenzEl peso de la percepción: humor social y alternancia

Samuel Aguilar SolísPresidencialismo en transición

Víctor Alejandro Espinoza ValleLa democracia, más allá de las urnas

Ernesto Hernández NorzagarayLos politólogos y Angélica Rivera

N° 011 (3ra Época) Agosto de 2016

CESMUE

Centro de Estudios de México en la Unión Europea

Armando Román ZozayaEl problema va más allá de Trump

Guillermo RodríguezCálculo de la lealtad electoral

ISSN: 1135-8130

Luis Enrique MercadoMéxico, un país donde la ley no se respeta

Enrique PazEn búsqueda de la legitimidad política

Marcos Marín AmezcuaComunicación forzada de un gobierno mudo

Carlos RamírezLa crisis del sistema político priísta en la conferencia de Octavio Paz en Austin, 1969

José RetanaPunto de encuentro

Iván Roberto Álvarez Olivas Más allá del plagio y de la voluntad política

DATAMEX | AGOSTO DE 2016

Presidente Institucional FOM José Varela Ortega

Directora General FOM Lucía Sala

Director CESMUE José Francisco Parra

Coordinadora Institucional CESMUE Luisa Treviño Huerta

Coordinador de Investigación CESMUE Saúl Oliveros

Consejo editorial José Varela Ortega, Jorge Olvera García, César Astudillo Reyes, Jannet Valero Vilchis, Fernando Vallespín Oña, Luis Castro Obregón, Montserrat Fernández, Carlos Camacho Gaos, Arnulfo Valdivia Machuca, Santiago Portilla, Víctor Alejandro Espinoza Valle, José Retana, Iván Álvarez Olivas.

Coordinación editorial Guillermo Rodríguez, José Luis Bazo Barba, Manuel Rodríguez Posse.

CESMUE Centro de Estudios de México en la Unión Europea

Fundación José Ortega y Gasset-Gregorio Marañón

Fortuny 53, 28010 Madrid, España

Tel +34 917004138 / 68, Fax +34 917003530 [email protected] [email protected]

Los textos son responsabilidad de los y las autoras y no necesariamente reflejan los puntos de vista de

DATAMEX. Quienes colaboran en esta publicación lo hacen con total y absoluta libertad de expresión y

pluralidad.

DATAMEX | AGOSTO DE 2016

Con esta, damos inicio a la segunda decena de entregas en esta nueva era de Datamex. Y lo hacemos, reiterando

nuestro objetivo principal: convocar al debate, a la discusión y el análisis informado de las diferentes realidades

político-sociales-culturales de México en particular, y de otros escenarios en lo general.

Así, en la presente entrega de nuestra revista, se aborda un tema de reiterado debate en la sociedad mexicana

actual: el humor social, y la necesidad de entender, según el autor, que el estado de ánimo de la población tiene

mucho que ver con la evaluación del gobierno y también con la manera en cómo las propuestas antisistémicas han

ido ganando terreno en el ánimo electoral, lo que explica los fenómenos de alternancia y las dificultades que tienen

los partidos gobernantes para mantenerse en el poder.

Asimismo, encontrarán aquí una fuerte crítica a la forma en que se cumple la ley en México, donde su violación es

una práctica sistemática y causa principal del raquitismo de la economía nacional. En lo que se refiere al

presidencialismo, se afirma que un gobierno de coalición que contenga un gobierno de gabinete plural con segunda

vuelta, sería un escenario ideal para que el poder funcione y, en su eficacia y eficiencia, lleve su legitimidad y

también su gobernabilidad.

Se documenta también cómo la democracia mexicana se finca en la presencia de los ciudadanos en las urnas y que,

aun cuando el vetusto orden autoritario se ha ido desmontando, no ha habido acuerdos de fondo entre los actores

políticos para nuestra transición, de ahí las dificultades en señalar el inicio y el fin del desmantelamiento autoritario

y de que no podemos exigir a la democracia electoral lo que los actores adeudan: un pacto para una transición

institucional.

Por otro lado, se abordan temas recientes de gran impacto mediático en la vida nacional, como la visita del

candidato republicano de Estados Unidos a nuestro país. Se analiza, además, la importancia de que la comunicación

nunca sea forzada ni impositiva, y se hace un interesante recorrido histórico acerca de la legitimidad del sistema

político mexicano.

En cuanto al ámbito internacional, se podrá encontrar un artículo acerca de la actual situación política-social en

Costa Rica, donde se describen las variantes políticas, y se enuncian propuestas para un posible punto de

encuentro.

Por último, la nota metodológica de este mes, analiza los elementos que nos permiten valorar lo que conocemos

como lealtad electoral.

Esperamos, una vez más, que disfruten de nuestra nueva entrega.

José Francisco Parra, Director CESMUE

Presentación

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001 El peso de la percepción: humor social y alternancia *

“No es extraño que en algún momento del acontecer nacional se hable de que hay un mal humor social”

Por Liébano Sáenz Para muchos efectos la percepción es la realidad. No es del todo, pero en una sociedad libre y abierta la percepción sí tiene muchas implicaciones y consecuencias, particularmente en el orden de la política. Conocer la percepción social es un desafío mayor, particularmente porque la diversidad social significa que no existe una forma única o visión de las cosas, sino múltiples perspectivas y de diferente intensidad o profundidad. Lo cierto es que hoy día, en los estudios de opinión, especialmente los asociados a la política, el conocimiento del humor social se vuelve sumamente útil para entender mejor lo que sucede y, especialmente, anticipar lo que

viene. Es mi convicción que las encuestas de intención de voto deben relacionarse con el estudio del humor social; hacerlo, evitaría las sorpresas y los errores cada vez más frecuentes en los resultados de estos estudios. Asimismo, es imprescindible tener aproximación a esa realidad diversa no solo en las variables sociodemográficas convencionales; también, y es un esfuerzo mayor, en las diferencias geográficas. El estado de ánimo de la población tiene mucho que ver con la

evaluación del gobierno y también con la manera en cómo las propuestas antisistémicas, han ido ganando terreno en el ánimo electoral y que explica los fenómenos de alternancia y las dificultades que tienen los partidos gobernantes para mantenerse en el poder. En realidad estamos hablando de un movimiento en dos sentidos: por una parte, la percepción de ineficacia o de corrupción de los gobernantes afecta el posicionamiento del partido en el gobierno; por la otra, existe un ambiente de opinión que incrementa el costo o la vulnerabilidad de los partidos por el

El estado de ánimo de la población tiene mucho que ver con la evaluación del gobierno y también con la manera en cómo las propuestas antisistémicas han ido ganando terreno en el ánimo electoral.

*Publicado en Milenio, 21 de agosto de 2016.

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deterioro de imagen, casi siempre, asociado a la corrupción. El 30 de agosto GCE presentará el reporte anual de evaluación en el desempeño de los mandatarios locales, incluyendo el de la Ciudad de México. En esta ocasión se le da un amplio espacio a dos temas de la mayor relevancia: primero, una aproximación al humor social en el país, entidad por entidad, y, segundo, un reporte sobre comunicación digital a partir de la relevancia en aumento del uso del internet y del teléfono móvil, asociado a las redes sociales y a los flujos de información y entretenimiento. Es fácil hablar del humor social e inclusive lo es adjetivarlo. No es extraño que en algún momento del acontecer nacional se hable de que hay un mal humor social. Pero ¿qué se toma en consideración para “diagnosticar” una nación, cual si se tratara de una persona, que se encuentra en un momento de mal humor o de ánimo decaído? Usualmente el diagnóstico del estado de ánimo o humor social de la nación se hace mediante la extrapolación de datos aislados que se emplean para decidir el matiz positivo o negativo del humor nacional. Ejemplos de estos datos son las percepciones de la ciudadanía sobre el rumbo del país, sus gobernantes, la seguridad, la economía, la salud, la educación, el índice de confianza del consumidor e inclusive, a veces, sobre los éxitos o fracasos de los deportistas o selecciones nacionales. La limitante de lo anterior reside en que dicho diagnóstico generalmente se hace,

aspecto por aspecto y no de manera integral, a través de un modelo estadístico que válidamente conceptualice, primero las dimensiones que integran o que explican al humor social en conjunto y, después, las mida confiablemente. Es necesario contar con un modelo que defina y dimensione el humor social y sus matices. Esto es, que no conciba al humor social como un estado totalmente negativo o positivo, sino que lo presente como un concepto donde existen diferentes grados o matices. Una parte de la población puede estar descontenta, otra preocupada, otra tranquila y finalmente otra contenta, todo esto en un mismo tiempo.

El modelo que GCE presentará, se sustenta en cinco dimensiones o espacios que interactuando permanentemente explican los matices mencionados, a saber: economía personal; oportunidades de mejora económica; seguridad física personal; bienestar proporcionado por el desempeño del gobierno en turno; y, rumbo de la nación. El modelo que presentaremos, toma en consideración las percepciones ciudadanas en las cinco dimensiones y las conjuga para generar clasificaciones, mutuamente

excluyentes, que permiten asignar a cada respondiente en uno y sólo uno de los cuatro matices, es decir: contento, descontento, preocupado o tranquilo. Gracias a lo anterior se puede dimensionar “el tamaño” de cada matiz y con ello describir entonces la dirección, positiva o negativa, que lleva predominantemente el humor de la nación. Un tema importante a indagar es la asociación entre el humor social y el fenómeno de alternancia entidad por entidad. En el informe de GCE se podrá identificar si las entidades con un humor social “negativo” son los que mayormente optaron por la alternancia, o si es una variable indiferente para explicar la manera

cómo los electores deciden relevar del cargo al partido en el poder. Asimismo, un dato a considerar es la evaluación de los mandatarios estatales, como un elemento para

explicar igualmente la alternancia y los términos de la competencia política. En la percepción que los gobernados tienen de sus respectivos mandatarios estatales existen diversas dimensiones del desempeño. En el pasado reciente, se han presentado casos de gobernantes con un importante reconocimiento público por sus logros en materia de economía, seguridad, inversión en infraestructura y política social. Sin embargo, se advierte, como se muestran en los resultados de las

Es necesario contar con un modelo que defina y dimensione el humor social y sus matices. Esto es, que no conciba al humor social como un estado totalmente negativo o positivo, sino que lo presente como un concepto donde existen diferentes grados o matices.

Hoy por hoy, el valor dominante para la evaluación ciudadana del desempeño es la percepción sobre la probidad en el manejo de los recursos públicos.

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elecciones recientes y en el reporte que presentará GCE, que, hoy por hoy, el valor dominante para la evaluación ciudadana del desempeño es la percepción sobre la probidad en el manejo de los recursos públicos.

Lo anterior no significa que las campañas, los partidos y el perfil de los candidatos se tornen irrelevantes sobre el resultado electoral. Más bien lo que se muestra es que la contienda se realiza en un entorno y en un humor social específicos y que las estrategias de comunicación y

posicionamiento lo deben considerar, con el agregado de la complejidad por la influencia, peso y presencia de la comunicación digital.

Liébano Sáenz Abogado, administrador y analista político, ha ocupado diversos cargos públicos. Desde hace una década publica columnas especializadas de la coyuntura política del país, en la cadena Grupo Editorial MILENIO. Twitter: @liebano

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México, un país donde la ley no se respeta*

“La obligación de los gobiernos para que la ley se respete. Y mientras esto siga así, la economía seguiría con su raquitismo”

Por Luis Enrique Mercado El raquitismo que afecta a la economía mexicana y que ha impedido que crezca más allá de 2% anual promedio en las últimas cuatro décadas puede tener muchas causas; pero acaso la más grave sea la facilidad con la que en este país se viola la ley sin que pase nada. Y nada más haga el recuento: la CNTE tiene destruida la economía de Oaxaca. No hay turismo ni comercio ni crecimiento de las empresas ni inversiones ni creación de empleos. Un nuevo gobernador, El Bronco, llega a Nuevo León y como la

planta de Kia la autorizó su antecesor, la frena, le pone bardas y obstáculos, desconoce los acuerdos hechos. Hoy mismo, en muchas ciudades del país, pequeños grupos amparados en las más diversas causas bloquean calles, plazas y avenidas. Los empresarios del Distrito Federal tienen años y años padeciendo marchas, plantones y tomas de calles y cada día las cosas están peor.

En todos los estados y, sin duda, en todos los municipios, gobernadores y alcaldes inventan nuevas reglas para poner o una pollería, una fábrica de láminas para techos o una empacadora de carnes. Todas estas y muchas más acciones son atentados a los derechos de propiedad, a la libertad de emprender, a la posibilidad de que haya negocios, compras y ventas; en una palabra, afectan, frenan y, como

Lo que vemos es una nación donde las leyes no se respetan; donde la violación a las leyes es una práctica sistemática de los gobiernos, que no se atreven a exigir que todos los ciudadanos respeten la ley.

*Publicado en Excelsior, 15 de agosto de 2016.

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en Oaxaca, imposibilitan las decisiones de los agentes económicos. Es decir, lo que vemos es una nación donde las leyes no se respetan; donde la violación a las leyes es una práctica sistemática de los gobiernos, que no se atreven a exigir que todos los ciudadanos respeten la ley. Y con ello han alentado el surgimiento de grupúsculos de los más diversos orígenes, con todas las denominaciones que la palabra revolución permite y que encuentran en la manifestación pública, en la oposición en los congresos, el nacional y los estatales, a toda medida que no les favorece a ellos. Lo que este clima de violación sistemática a las leyes ha conseguido es frenar las inversiones grandes y pequeñas; conducir a la quiebra de miles de negocios de todo tamaño y desalentar la creación de empleo y el fortalecimiento de los negocios. Por eso el crecimiento de la economía mexicana ha sido

sistemáticamente de 2% promedio anual en las últimas cuatro décadas. Los gobiernos mexicanos de los últimos 25 años han realizado reformas para darle dinamismo a la economía. Salinas de Gortari privatizó empresas paraestatales y firmó el Tratado de Libre Comercio; Ernesto Zedillo transparentó las finanzas públicas, inició la reforma de pensiones y puso a la estabilidad y la responsabilidad en el manejo de la economía como requisitos indispensables para salir adelante; Vicente Fox alentó la transparencia y mantuvo la disciplina en el gasto público; Felipe Calderón avanzó en el manejo de las pensiones y profundizó el combate a la inflación y la responsabilidad en

el manejo de las finanzas públicas, y Enrique Peña Nieto hizo una serie de reformas estructurales entre las que sobresale la energética. ¿Y por qué la economía sigue sin crecer lo suficiente? Porque ninguno de estos mandatarios puso como columna vertebral de todo, el respeto a la ley; la obligación de los gobiernos para que la ley se respete. Y mientras esto siga así, la economía seguiría con su raquitismo.

Luis Enrique Mercado Es periodista especializado en economía y finanzas. Fue fundador de El Economista, diario al que dirigió 20 años. En la actualidad es presidente y director general de los diarios Imagen y El Centinela del Pueblo, que se editan en Zacatecas y colabora todos los martes en el programa de Eduardo Ruíz Healy en Radio Fórmula. [email protected]

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003

Presidencialismo en transición* “La transición hacia un nuevo régimen es inminente aun cuando el nombre del juego llamado alternancia hasta hoy no haya dado los frutos necesarios”

Por Samuel Aguilar Solís Desde el sexenio de Lázaro Cárdenas, cada seis años y a través del voto, se renueva la presidencia en México y podemos afirmar que el régimen político que ha prevalecido desde el México posrevolucionario ha sido un sistema presidencial, el cual a pesar de la dinámica del cambio político y social en México, no ha modificado su estructura aun cuando ha habido reformas importantes que han intentado limitarlo fortaleciendo al Poder Legislativo, incluso a pesar de la alternancia y del fenómeno de “gobiernos divididos”.

Gracias a la reforma político electoral de 2014 el régimen político pudiera ser transformado a través de un gobierno de coalición en un contexto de competencia partidista alta, con fragmentación del voto, en un escenario de nueve partidos políticos nacionales y la posibilidad de candidaturas independientes, sumado a una ciudadanía que aún no ejerce su poder en una democracia, ya sea por el nivel educativo o por la dinámica del mismo régimen, pero que demanda eficacia y rendición de cuentas; que además, tal como lo demostró en el pasado proceso electoral del 5 de junio, está dispuesta a castigar a través del voto la corrupción y

los malos gobiernos. Los gobiernos de coalición están dirigidos a la construcción de mayorías que permitan alcanzar una gobernabilidad democrática. La opción del Ejecutivo de optar por un gobierno de coalición, además de ampliar márgenes de consenso y gobernabilidad, coadyuvaría (según la reforma) a contar con un gabinete plural y que en la “compartición” del poder se pueda hacer más eficiente y profesional. Se puede afirmar que en un sistema presidencial, un gobierno de coalición es un elemento innovador en el cual se fortalece la institución presidencial y el

* Publicado en El Financiero, 1 de agosto de 2016.

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Congreso mismo, al otorgarle poder al Legislativo en torno a un proyecto de gobierno que les es común a cambio de compartir el ejercicio de gobierno en las secretarías de Estado, y a la vez la presidencia garantiza mayoría en el Congreso para sus reformas legislativas.

En democracia, y particularmente en un sistema presidencial, una vez dejada atrás la competencia electoral, quizá después de campañas negras y guerra sucia, para conformar una coalición de gobierno es necesario que se lleve a cabo con adversarios electorales, por lo que hace indispensable la necesidad de

realizar transacciones, negociaciones y acuerdos; es decir, hacer política, para poderle dar estabilidad y legitimidad, si se obtuvo una minoría; hay que buscar mecanismos para compartirlo. La corrupción contamina el

escenario de un posible gobierno de coalición, porque la percepción ciudadana es de recelo en lugar de anhelo, en vista de que en la construcción de acuerdos no ha logrado que se alcance el diseño de políticas públicas exitosas.

Sin duda el cáncer llamado corrupción hace metástasis en un sistema presidencial como el que ha persistido en México. La transición hacia un nuevo régimen es inminente aun cuando el nombre del juego llamado alternancia hasta hoy no haya dado los frutos necesarios.

Sin duda un gobierno de coalición que contenga un gobierno de gabinete plural con segunda vuelta sería un escenario ideal para que el poder funcione y en su eficacia y eficiencia lleve su legitimidad y también su gobernabilidad. Sin embargo, en el escenario que se presenta podría decirse que un gobierno de coalición que fortalezca la institución presidencial, otorgándole mayor estabilidad y gobernabilidad al sistema, no parece viable en el corto plazo; más aún por los resultados obtenidos en la pasada elección del 5 de junio. Los mexicanos merecemos un mejor destino. Quizá debiera reflexionarse acerca de que no hay mejor incentivo para formar un gobierno de coalición como la propia amenaza al sistema.

Un gobierno de coalición que contenga un gobierno de gabinete plural con segunda vuelta sería un escenario ideal para que el poder funcione y en su eficacia y eficiencia lleve su legitimidad y también su gobernabilidad.

Samuel Aguilar Solís Licenciado en Economía. Ha sido Diputado Local en la LIX legislatura de Durango, Senador de la República en las LVI y LVII Legislaturas y Diputado Federal en la LVIII y LX Legislaturas. Destaca su labor como profesor de Economía y Maestro-Investigador. Es colaborador editorial en periódicos de circulación local y articulista de “El Financiero”. [email protected] Twitter: @SamuelAguilarS

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La democracia, más allá de las urnas*

“Los déficits democráticos se encuentran en la esfera de la forma en cómo se ejerce el poder”

Por Víctor Alejandro Espinoza Los cambios políticos que ha experimentado México han sido producto de un largo proceso de acumulación de reformas. A diferencia de otras experiencias internacionales, no hubo actos disruptivos, ni muertes de caudillos o levantamientos sociales. La nuestra fue una transición votada (Véase Mauricio Merino, La transición votada. Crítica a la interpretación del cambio político en México, FCE, 2003); de ahí la centralidad de los procesos electorales pero también de sus limitaciones. La democracia mexicana se finca preferentemente en la recurrente presencia de los ciudadanos en las

urnas; en una dinámica que va de elecciones a reformas político-electorales y de nuevo a comicios. El vetusto orden autoritario se ha ido desmontando con base en cambios lentos y complejos. No hubo acuerdos de fondo entre los actores políticos para nuestra transición, de ahí las dificultades en señalar el inicio y el fin del desmantelamiento autoritario. Todavía más, si tomamos los requisitos de la democracia poliárquica según Robert Dahl, podemos afirmar que en términos generales se cumplen en el caso mexicano ¿Cuáles son estos? “Cargos públicos electos, elecciones libres, imparciales y frecuentes, libertad de expresión, fuentes alternativas de

información, autonomía de las asociaciones y ciudadanía inclusiva”. Estamos ante una democracia mínima o procedimental, que tiene su momento culminante en los procesos electorales. (Robert Dahl, La democracia. Una guía para los ciudadanos, Ed. Taurus, 1999, p. 99). Otros autores van más allá de una democracia mínima o delegativa donde la definición ni siquiera alude a procesos comiciales. Hablan de una calidad democrática; efectivamente se trata de una definición normativa, es decir, las dimensiones que debería incluir. Para Leonardo Morlino la democracia de calidad refiere los siguientes ámbitos:

*Publicado en www.frontera.info, 2 de agosto de 2016

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“Gobierno de la ley, rendición de cuentas, reciprocidad, liberta e igualdad”, (“Calidad de la democracia. Notas para su discusión”, en Metapolítica 39, enero-febrero 2005, p. 50). Es decir, Estado de Derecho, autoridades que rindan cuentas y gobiernos transparentes, y que además cumplan con los deseos de los ciudadanos, y condiciones que propicien la libertad e igualdad política, social y económica. Si tomamos esas definiciones, tanto la de Dahl como la de Morlino, resultan evidentes los déficits y las tareas pendientes de nuestra democracia política. Todo indica que el camino hacia una transformación del modelo institucional democrático será lento y lleno de dificultades. Sobre todo porque no existe un acuerdo de los actores políticos para iniciar una segunda transición; seguiremos el camino de las

reformas para avanzar hacia una nueva institucionalidad. Si las reformas electorales han sido el eje del gradual cambio político nacional, y ante la falta de pactos para la transformación de la vida pública, se genera un problema cuando le apostamos todo a los comicios. Los procesos electorales permiten que los ciudadanos elijan a sus representantes, es decir, posibilitan el acceso al poder. Los

déficits democráticos se encuentran en la esfera de la forma en cómo se ejerce el poder. No podemos seguir

complejizando los procesos electorales y cargando de responsabilidades a los órganos electorales. La sobrerregulación no resolverá los problemas derivados de la ausencia de una democracia de calidad. No podemos exigir a la democracia electoral lo que los actores adeudan: un pacto para una transición institucional.

Víctor Alejandro Espinoza Valle Investigador titular de El Colegio de la Frontera Norte e Investigador Nacional por el Sistema Nacional de Investigadores. Es articulista semanal de La Jornada de Baja California, Diario Monitor Económico de Baja California, Ágora de Baja California, Zona Franca de Guanajuato, 15 Diario de Monterrey; Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales (COMEXI); Newsmexico.com.mx y cienciapolitica.mx [email protected] Twitter: @victorespinoza_

No podemos exigir a la democracia electoral lo que los actores adeudan: un pacto para una transición institucional.

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005 La crisis del sistema político priísta en la conferencia de Octavio Paz en Austin, 1969

“Paz siempre estuvo atento a los asuntos de la realidad, en busca de sus propios manteles con olor a pólvora”

Por Carlos Ramírez 1. “Alguien me deletrea”

Octavio Paz fue un poeta y un analista de la realidad histórica, social y política. Sin mezclar géneros, pudo darle a la poesía un marco referencial de la realidad y usar en el ensayo político las virtudes del lenguaje poético. De sus primeras poesías en 1929 a la publicación de Posdata en 1970, Paz mezcló su producción creativa: dieciséis libros de poesía --Piedra de sol (1957), Libertad bajo palabra (1960) y Blanco (1967) entre ellos-- y nueve libros de ensayo --siete sobre poesía y dos políticos/sociales: El laberinto de la soledad (1950) y Corriente

Alterna (1967)--, además de artículos sueltos.

Por formación, por derivaciones familiares y por decisión propia, Paz siempre estuvo atento a los asuntos de la realidad, en busca de sus propios “manteles con olor a pólvora” que tuvieron su abuelo y su padre. Su militancia política real fue alrededor de las protestas estudiantiles, campesinas y sindicales de 1929 a 1936 y en el tiempo histórico de la guerra civil española al lado de la República 1937-1940. En 1945 fue enviado especial a San

Francisco durante la fundación de la Sociedad de las Naciones como el primer organismo internacional antecedente de la ONU y ahí inició su ciclo en el medio diplomático mexicano que terminó con su pase a disposición --renuncia para hechos—como embajador en la India en 1968. En ese periodo 1945-1968, Paz nunca dejó de escribir de política con sentido crítico; inclusive, en 1958, como funcionario diplomático, firmó un desplegado de protesta contra la represión gubernamental contra líderes sindicales magisteriales y

Paz nunca dejó de escribir de política con sentido crítico; inclusive, en 1958, como funcionario diplomático, firmó un desplegado de protesta contra la represión gubernamental contra líderes sindicales magisteriales y ferrocarrileros.

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ferrocarrileros. El dato no es menor porque los firmantes exigían que el gobierno atendiera con razones las demandas y no con represión. Y no debe olvidarse que en 1970 participó por corto tiempo con Carlos Fuentes y Heberto Castillo en las primeras exploraciones para fundar un partido socialista democrático.

Paz fue un estudioso de las doctrinas políticas, aunque las citaba cuidadosamente para evitar lecturas sobrestimadas. A reserva de estudios posteriores, las fuentes teóricas de Paz fueron variadas: Aristóteles, Maquiavelo, Spinoza, Hobbes, el barón de Montesquieu, Locke, de manera sobresaliente Tocqueville --quizá su lectura referencial más precisa-- y Marx. Las citas de autores se dieron para apuntalar opiniones. En este sentido, los textos de ensayo político y social de Paz no buscaban ser textos politológicos, aunque su estructura demostraba un sistema teórico analítico suficientemente soportado por sus lecturas de las ideas políticas.

El texto más importante de análisis político de Paz fue Posdata --febrero de 1970, Siglo XXI Editores--; se trató de un análisis coherente, integral, sistemático, escrito ex profeso y no recopilación de textos aislados. De hecho, Paz sólo publicó dos ensayos de contenido social: El laberinto de la soledad y Posdata, aunque siguiendo a Montaigne fue un maestro del ensayo corto que recopilaría a posteriori en libros. El primero fue una exploración sobre el ser

del mexicano, aunque con algunas referencias políticas. El segundo fue un ensayo escrito para analizar la crisis del sistema político en 1968: desde la exploración de la rebelión estudiantil hasta el significado político y de crisis de Tlatelolco el 2 de octubre.

Posdata está armado en función de tres tiempos: primero, las dos cartas de septiembre de 1968 enviadas a la cancillería mexicana en respuesta a la solicitud de información sobre las rebeliones estudiantiles en la India y Europa occidental y luego la carta de solicitud de paso a retiro del 4 de octubre; segundo, el texto de 27 cuartillas que redactó para dictar una conferencia sobre la realidad de México en la Universidad de Texas en Austin en octubre de 1969; y propiamente Posdata con las dos partes anteriores y la tercera incorporada para dar una explicación histórica a la represión en Tlatelolco a partir del México indígena.

El ensayo Posdata quiso ser justamente eso: un texto complementario para la edición en alemán de El laberinto de la soledad pero poco a poco adquirió luz propia; si se quiere, puede ser una posdata a El Laberinto, pero en realidad como tal sería una forma de disminuir la intención totalizadora de

Posdata como documento de lectura propia.

Posdata fue el primer ensayo crítico publicado en México en el último año de

gobierno del presidente Gustavo Díaz Ordaz, sobre todo por el hecho de que en 1970 no había una corriente crítica en la politología mexicana académica. Sólo se tiene registrado el ensayo México: una democracia bárbara de José Revueltas en 1958, un ensayo sobre la caracterización estructural del sistema político como un estado ideológico total y totalizador, no totalitario. Y de 1968 a 1970 el político priísta marginado del sistema Manuel Moreno Sánchez publicó artículos en el periódico Excelsior para explicar la estructura de poder del PRI y del Estado, luego recopilados en el libro Crisis política de México a finales de 1970.

La importancia de Posdata radicó no sólo en el autor entonces en medio de la atención pública por su separación de la embajada en la India en protesta por la represión en Tlatelolco, sino porque el ensayo era un texto que cumplía con las exigencias de enfoque politológico: un análisis estructural crítico del sistema político priísta. Por esas fechas la politología académica carecía de autonomía teórica del sistema político y del pensamiento histórico oficial. Sin embargo, Posdata padeció el ninguneo intelectual, aunque fue un éxito de ventas con veinte mil

La importancia de Posdata radicó no sólo en el autor entonces en medio de la atención pública por su separación de la embajada en la India en protesta por la represión en Tlatelolco, sino porque el ensayo era un texto que cumplía con las exigencias de enfoque politológico: un análisis estructural crítico del sistema político priísta.

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ejemplares en todo el año de 1970. Los primeros ensayos teóricos de la politología académica comenzaron en 1974.

2.- Un poeta en el PRIncipado de PRIracusa

En un sistema político autoritario que imponía su dominio por el control del pensamiento histórico oficial, los intelectuales carecían de alguna militancia opositora efectiva. Los intelectuales habían participado en la construcción del Estado y la nación como funcionarios --inclusive desde la oposición como Lucas Alamán, Lorenzo de Zavala y otros-- o como base ideológica y política del liberalismo de mediados del siglo XIX. Con Porfirio Díaz los intelectuales también tuvieron tareas constructoras. La disidencia intelectual comenzó a principios del siglo XX con las protestas de los periodistas Flores Magón y más tarde algunos profesores y escritores como asesores de jefes revolucionarios --Martín Luis Guzmán con Pancho Villa y Otilio Montaño con Emiliano Zapata--. José Vasconcelos fue ministro de Educación del gobierno de Álvaro Obregón (1920-1924) y en su campaña de 1929 jaló la participación y militancia de jóvenes y escritores disidentes, de manera sobresaliente Mauricio Magdaleno.

El relevo generacional que abandonó los campos revolucionarios --para entonces agotada la reforma cardenista y reanimados los latifundios al amparo de Alemán (1944-1952)-- comenzó a mediados de los años

cincuenta con una literatura urbana. El último aliento de las novelas rurales osciló entre Al filo del agua (1947) de Agustín Yáñez y Pedro Paramo (1955). El nuevo mundo urbano irrumpió en 1958 con La región más transparente (1958) de Carlos Fuentes. Además, como factor potenciador de la dinámica de la participación política activa de los intelectuales estuvo el motor de la Revolución Cubana en 1955-1959.

Fue la revolución cubana el factor de politización de los intelectuales. En 1962 registró José Donoso el comentario de Carlos Fuentes de que ya no escribiría literatura sino solo ensayo político de apoyo a Cuba, y ese año había circulado La muerte de Artemio Cruz, una novela inspiraba en el fracaso de la revolución mexicana, la corrupción de algunos jefes revolucionarios y la esperanza del regreso de Cárdenas. Al amparo de Cuba se dinamizó la participación intelectual en política en las revistas El Espectador y Política y en el suplemento México en la Cultura, en Novedades hasta 1962 y luego como La Cultura en México, en la revista Siempre. El activismo político subió de calor por Cuba, al grado de que el movimiento estudiantil del 68 encontró su detonador en una marcha justamente por la revolución

cubana y luego los retratos de Fidel Castro y Ernesto Che Guevara en las manifestaciones estudiantiles.

Los intelectuales encontraron un espacio colateral en la defensa de Cuba para reactivar el pensamiento revolucionario original sin romper con el gobierno: la crítica indirecta. Curiosamente una ruptura fue significativa: en 1964 Carlos Fuentes, Enrique González Pedrero, Fernando Benítez y

otros renunciaron a la revista Política por el tono crítico contra el entonces candidato presidencial del PRI Gustavo Díaz Ordaz, quien representaba, dijeron en una carta, la esperanza de la Revolución Mexicana: en

1968 se arrepentirían. Paradójicamente, Fuentes renunciaría en 1978 a la embajada de México en Francia --designado por Luis Echeverría en 1975-- porque el nuevo presidente José López Portillo había designado a Díaz Ordaz como primer embajador de México ante la monarquía española en transición a la democracia y ya sin Franco.

Las tres fases de relación de los intelectuales con el poder fueron claras: críticas pero sin romper con el sistema ni el pensamiento histórico oficial hasta 1971, después aliados al gobierno de Echeverría de 1971 a 1978 y luego ya sueltos por el desinterés de la clase gobernante: los intelectuales ya no representaban algún factor de legitimización ideológica del régimen que dependía de su

El medio intelectual se dividió, desde entonces, en dos comunidades epistémicas que recibieron el trato de mafias, aunque el problema no era de lealtades a la italiana sino de enfoques de la realidad: institucionales críticos o independientes críticos.

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propia poder. El acercamiento más estrecho entre los intelectuales y el gobierno fue en el periodo 1972-1977 basados en dos declaraciones públicas; la de Fernando Benítez: “Echeverría y el fascismo”; y Carlos Fuentes: “dejar solo a Echeverría sería un crimen histórico de los intelectuales”.

La ruptura entre intelectuales sistémicos e intelectuales independientes ocurrió en 1972: en marzo, al tomar posesión como director del suplemento La Cultura en México por el retiro

de Benítez, Carlos Monsiváis publicó cuatro textos para caracterizar a los intelectuales liberales, aun con temor de tacharlos de conservadores, pero refiriéndose a los escritores que colaboraban con la revista Plural de Excélsior que dirigía Paz desde octubre de 1971. Diríase que en respuesta, Paz dedicó parte de la edición de mayo de 1972 al tema “Los escritores y la política” para darle marco de referencia a los textos de Monsiváis. El medio intelectual se dividió, desde

entonces, en dos comunidades epistémicas que recibieron el trato de mafias, aunque el problema no era de lealtades a la italiana sino de enfoques de la realidad: institucionales críticos o independientes críticos.

El ensayo Posdata de Octavio Paz se dio en el ambiente intelectual de 1958-1968. En Plural se dio un seguimiento crítico de las relaciones de poder de los intelectuales institucionales-críticos con el sistema político

priísta

Carlos Ramírez Lic. en Periodismo, Maestro en Ciencias Políticas, columnista político, director del Diario Indicador Político y del sitio noticiastransicion.mx. Conduce el programa “Los Pinos 2018: La Silla embrujada” en Indicador Político Televisión. [email protected]

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006

El problema va más allá de Trump*

“Sea presidente Trump o no, México tiene que entender y analizar la realidad estadounidense, y actuar en consecuencia”

Por Armando Román Zozaya Parecía imposible: Donald Trump no sería candidato a la presidencia de su país. Sin embargo, arrasó en la contienda republicana. Luce imposible: Trump nunca será presidente de Estados Unidos. De hecho, si las elecciones fueran el día de hoy, Clinton ganaría. No obstante, faltan más de treses meses para la elección y ya quedó claro que a Trump no hay que darlo por derrotado.

¿Y si Donald Trump es presidente? La agenda de Trump es totalmente radical y sumamente negativa: todo es culpa de los extranjeros de una forma u otra. Asimismo, según él, Estados Unidos está en decadencia, lo cual es producto de que no hay un gobierno fuerte, dispuesto a hacer lo que sea

necesario, dentro y fuera de sus fronteras, para recuperar la grandeza, y el respeto, perdidos: la fuerza es, pues, la solución.

La fuerza contra los migrantes, contra las minorías que no se adaptan al american way of life, contra otros países, contra los políticos de Washington que no escuchan ni atienden a quienes Trump ha etiquetado como “los desposeídos”, “los olvidados”. Sí, Trump va contra todos. Así tiene el potencial de generar conflictos de carácter internacional, pero también doméstico: Trump contra el Congreso, la Suprema Corte, los

gobernadores, las ONG, etcétera.

¿Tal vez Trump no es lo que ha exhibido? ¿Tal vez todo es un show para construir su candidatura y, de llegar a presidente, se moderaría? ¿Tal vez el presidente Trump sería muy diferente, para bien, del candidato Trump? Incluso si ese fuera su plan —estoy convencido de que no lo es—, lo que Trump ha creado, gane o no gane, será muy difícil de detener: si gana la Presidencia, lo hará justamente gracias a esa agenda radical; sus seguidores —votantes y poderes fácticos— jamás le perdonarían el no ejecutarla. Si no la gana, Clinton no se podrá dar el lujo de ignorar totalmente a quienes respaldan a Trump.

Es justamente en sus simpatizantes donde descansa el poder de

* Publicado en Excélsior, 24 de julio de 2016.

Es justamente en sus simpatizantes donde descansa el poder de Trump.

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Trump. Es más, en un contexto en el que sólo un puñado de votantes se identificara con él, Donald Trump sería una anécdota y nada más. El hecho de que sea candidato y tenga posibilidades de ganar nos dice, pues, muchísimo sobre la sociedad estadunidense. Asimismo, esto tiene implicaciones que trascienden al propio Trump.

Estados Unidos no está en decadencia. Pero sí es verdad que el cambio tecnológico, la integración comercial, la movilidad del capital y, aunque sea limitada, del factor trabajo, así como, en cierta medida, la migración ilegal, han resultado en que haya estadunidenses que no encuentran las opciones laborales que creen merecer. Esta realidad, aunada al racismo, la xenofobia y la ignorancia que siempre han estado presentes en Estados Unidos, han resultado en que haya suficientes

votantes, y grupos de poder, dispuestos a apoyar a Trump.

Lo anterior no va a cambiar gane Trump o no. Así, si bien es obvio que Clinton no se apegaría a la agenda trumpista, si de verdad quiere gobernar con efectividad, tendrá que acercarse, aunque sea un poco, a quienes están detrás de Trump. No estoy diciendo que Clinton construiría un muro entre México y Estados Unidos, por ejemplo, pero sí es posible que, como Obama, continúe deportando mexicanos y, a pesar de que no ha dicho una palabra al respecto, eventualmente ponga sobre la mesa una renegociación del TLCAN.

Sea presidente Trump o no, México tiene que entender y analizar la realidad estaduniden

se, y actuar en consecuencia. Por supuesto, las cosas serían mucho más graves si ganase Trump, pero, insisto, esa realidad, esos millones de votantes y los poderes fácticos que sostienen a Trump, no van a desaparecer ni a dejar de tener influencia sólo porque Clinton llegue a la Casa Blanca.

El futuro de las relaciones México-EU trasciende, pues, a Trump. Esto hay que tenerlo claro, especialmente porque estamos hablando de la que es, en todo sentido, nuestra relación bilateral de mayor trascendencia.

Sea presidente Trump o no, México tiene que entender y analizar la realidad estadunidense, y actuar en consecuencia.

Armando Román Zozaya Titular de “Desde la tribuna,” columna publicada en el periódico “Excélsior”, México. Twitter: @aromanzozaya

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007 Comunicación forzada de un gobierno mudo

“El problema del gobierno Peña Nieto es que además de un mal

equipo comunicador, su partido defenestra las redes sociales,

despreciando la opinión contraria y a las que llegó tarde, de

malas…”

Por Marcos Marín Amezcua

Introito:

La comunicación social ha crecido y

se ha consolidado en México desde

los años 80. Se han gastado

ingentes cantidades en reforzarla,

se ha prohibido su uso con fines

electorales, llegando a

esquizofrénicas limitaciones

electorales, y se ha

institucionalizado, para bien o para

mal. Comunicar el quehacer

gubernamental ha sido prioritario

porque vende, posiciona en algo,

aunque no haya una claridad en los

resultados finales en el ánimo del

ciudadano. Y en parte porque

rehúye el mensaje.

En ese contexto, la comunicación

política gubernamental de carácter

oficial se antoja necesaria y con el

deber de ser eficaz.

El problema es cuando un gobierno

fracasa en comunicar y llega al 23

% de aceptación en la ciudadanía;

y que en la percepción ciudadana

no cuela una idea de eficacia y de

honradez. Es el caso del actual de

Peña Nieto. Su baja popularidad,

explicable por su corrupción e

ineficacia que son producto de su

mal sana idea del poder público

para uso personal y de decisiones

erráticas acumuladas, pretende un

giro tardío de dudosos resultados:

acercarse a los jóvenes mientras

recrimina, tal cual, que no se

cuente lo bueno a contar de su

gestión. Desde allí es errado su

planteamiento comunicacional.

Cuando un gobierno desconoce las causas de su derrumbe, tiene un problema mayúsculo.

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1.- Un problema no solo de

percepción.

Cuando un gobierno desconoce las

causas de su derrumbe, tiene un

problema mayúsculo. Es el caso del

actual gobierno federal.

Enrique Peña Nieto alcanzó un

nivel histórico: contar con solo 23%

de popularidad, según reveló el

diario Reforma el verano de 2016.

Lo nunca visto. Sus defensores

arguyen que el presidente Zedillo

fue tanto o más impopular que

Peña. Deberían recordar que

gracias a esa pésima gestión de

Zedillo, fue que PRI perdió la

presidencia y que 2018 ya

asoma las narices y además los

pilla sin candidato idóneo ante una

baraja priista ajada y deslucida.

Sin embargo, puestos a comparar

hay que recordar que al menos

Zedillo puede contar con un factor

que explique de su grisura y su

fracaso: la profunda crisis

económica del 94, que no llevó a

ningún priista a la cárcel, pese a su

mala conducción.

Porque al menos podría explicarse

la causa mediana de la derrota del

2000. Esa terrible crisis que

provocó el PRI en el año 1994 con

mala conducción de aquel

desastre, bien que mal califica las

acciones de Zedillo y lo enmarcan;

es decir, que habría causas

identificables.

Con Peña Nieto no es tan fácil

justificar su mala gestión,

considerando que se le dejó en

2012 de manos del PAN una

estabilidad

económica,

crecimiento

modesto, las

reservas

internacionales

más altas de

nuestra

historia, según el Banco de México,

y se pagó más deuda frenando el

endeudamiento desbordado del

priismo, que ha regresado

imparable justo desde 2012.

En medio de todo ello, un gobierno

priista que acalla oposiciones, que

minimiza sus debilidades y calla la

violencia para generar la

percepción de que disminuye, que

controla otra vez a los medios,

pretende ahora tras de casi 4 años

vendernos la idea peregrina de que

tiene tantas cosas buenas que

contar, que callarán las cosas

malas. Y que ingrata la ciudadanía,

debería de reconocerlas tales

maravillas, cual si fuera su

obligación insalvable.

En eso estamos y el fenómeno

político desatado en esa campaña

burda, que ya se puede delinear.

2.- Un gobierno negado, mudo y

sin propuesta.

El retorno del PRI al gobierno

nacional en 2012 ha sido un

fracaso y un retroceso mayúsculo

en todos los órdenes, porque ha

carecido de una elemental

capacidad de gestión y contado

con una voracidad que es de

órdago. Tan Inaudito como cierto.

Así las cosas, las decisiones se han

dejado a la improvisación, los

desaciertos frecuentes, el

solapamiento de una corrupción

galopante entre gobernadores

prisitas y funcionarios federales, un

tufo de negocios y prebendas al

amparo del poder y sujetos a una

impunidad escandalosa, como no

se había visto desde el

año 2000 y todo

ribeteado con una

alucinante carencia de

oficio político

acuciante, que se refleja en

encuestas que deploran la gestión

de Peña Nieto y el ejercicio del PRI,

que perdió las elecciones del 5 de

junio pasado. Es complicado buscar

factores diferentes para la

impopularidad del presidente,

porque buscándolos solo

demostrarían que el PRI no pudo.

Mientras las oposiciones se frotan

las manos porque los malos

resultados de un sexenio que va de

salida, anticipan la derrota del PRI

en 2018, ya que les benefician

como es natural y no tienen el más

mínimo interés de ahorrarle

penurias al PRI de cara a los

electores, nos encontramos con la

toma de medidas desesperadas

desde el gobierno Peña Nieto por

Mientras las oposiciones se frotan las manos porque los malos resultados de un sexenio que va de salida, anticipan la derrota del PRI en 2018, ya que les benefician como es natural y no tienen el más mínimo interés de ahorrarle penurias al PRI de cara a los electores.

“Lo bueno casi no se cuenta, pero cuenta mucho”. La

frase es chocante, entendida en el habla mexicana

como inaudita, increíble, sin sustento, fastidiosa…

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afrontar esa caída anunciando que

el cuarto informe del mandatario

dirigido a la población, porque la

ceremonia legislativa está

finiquitada desde hace años,

apelará a los jóvenes.

El PRI sabe que es el grueso de

votantes, justo el descreído y harto

de los políticos y que esos jóvenes

son especialmente combativos con

el PRI. En esa tesitura apuesta a

una suerte de reconciliación que

desconocemos si se producirá. Así,

con Peña Nieto ya pasamos de su

“ya sé que no aplauden” a “(ya) no

ser derrotistas” y ahora, se acoge a

un tímido balbuceo diciendo: “Lo

bueno casi no se cuenta, pero

cuenta mucho”, precedido del

reproche por no ver lo positivo de

su sexenio, que nos ofrece un

panorama de incapacidad,

inoperancia, violencia y corrupción

desbordadas.

El problema del gobierno Peña

Nieto es que además de un mal

equipo comunicador, de que su

partido defenestra las redes

sociales, despreciando la opinión

contraria y a las que llegó tarde, de

malas, y es torpe en su conducción

porque los opositores le llevan

años luz de distancia en su uso

eficaz, ha optado por acallar voces

opositoras y trata de no exaltar

mucho a los medios para que no se

noten sus errores garrafales, ahora

se presenta abierto y dialogante,

incluyente. Justo lo que no ha sido

por 4 años.

En ese panorama donde muestra

una imagen ajada, reclama a la

sociedad que solo destaque lo

negativo de su mandato o no

ponga atención

en lo positivo,

algo que no

destaca y es

escaso; y así lo

ha manifestado la opinión pública.

Resulta casi imposible destacar

algo positivo en un gobierno

enmarcado por la corrupción y la

impunidad, con el 23% de

popularidad del mandatario, que

además de afrontar un nuevo

escándalo de propiedades en

Miami de impagable costo en

relación a su sueldo, encima ha

sido exhibido como plagiario de su

tesis profesional, etiqueta que el

clavaron de manera eficaz los

medios internacionales en el

planeta entero.

3. “Lo bueno casi no se cuenta,

pero cuenta mucho”.

La frase es chocante, entendida en

el habla mexicana como inaudita,

increíble, sin sustento, fastidiosa.

Que el mandatario tenga que salir

a decirnos lo positivo de su

gobierno, sin delegar, bien que

resume su desesperación como

para que sea él en primera persona

quien muestre los presuntos

avances de su mandato. Siendo tan

pingües, se quedan en eso. Por eso

la oposición y la opinión pública le

ha dado un 23% de aceptación,

cifra que ya no corresponde ni al

voto duro del priismo de 2012.

Grave, desde luego para el PRI.

La frase lleva su trampa. Primero,

convendría un listado certero de lo

positivo. En segundo término

plantearlo sin victimizarse ayudaría

a comprender mejor qué se busca

haciéndolo y en tercer lugar, el

mensaje burdo alega que no se

recibe el reconocimiento

suficiente. Aquel es inversamente

proporcional a la impunidad

solapada por este gobierno.

El reprochar a los ciudadanos

olvida que la autoridad no puede

exigirles su complacencia. La

ciudadanía es libre de aplaudir lo

que valora y recibe. ¿Qué es un

tema de mala comunicación? ¿De

percepción, como le gusta decirlo a

este gobierno? Es evidente que no.

La gente cuestiona una mala

gestión. Entonces el problema es

otro, del gobierno y no solo de

cómo comunica. Hay reclamo

fundado de los ciudadanos.

De forma tal que si además el gobierno nos minimiza, será porque Peña Nieto optó por acallar las voces opositoras, no entusiasmando a recalcar sus aciertos, en caso de que los hubiera. Llamar ahora a señalar lo positivo desde un gobierno priista hundido en el descrédito, la corrupción y la inoperancia, suena grotesco y forzado, porque el Ejecutivo sabe que no ha articulado una gestión adecuada y un discurso aprobatorio, y que los resultados de su gestión son desastrosos y los bueno, de haberlo, queda sepultado por todo lo negativo que caracteriza su gobierno, empezando por la

Si además el gobierno nos minimiza, será porque Peña Nieto optó por acallar las voces opositoras, no entusiasmando a recalcar sus aciertos, en caso de que los hubiera.

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insultante impunidad tan indignante y ofensiva a los ciudadanos. Conclusión La comunicación política de un gobierno ya no puede imponerse como única voz. Conviene que refleje una realidad ante la sabida reprobación de los ciudadanos, si pretende que haya comunión entre la sociedad y el gobierno. Que este reproche no ser valorado, solo refuerza la idea de su inoperancia. Los ciudadanos no están obligados a secundarlo y si

es su deseo echar a un partido del gobierno por su mala gestión, es perfectamente válido hacerlo. Cualquier intento de campaña política que induzca el voto y reclame reconciliación, no está garantizada, porque los ciudadanos tampoco están

obligados a admitirla si los resultados de una gestión les son adversos. La propaganda no siempre es eficaz. Sucede así con Peña Nieto.

Marcos Marín Amezcua Abogado por UNITEC, maestro en Estudios México-Estados Unidos por la FES Acatlán, y doctorando en Historia. Ha sido profesor universitario desde hace 20 años y conferencista desde hace 10. Actualmente colabora con el periódico español El Imparcial y el mexicano Diario Político. [email protected]

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008

Los politólogos y Angélica Rivera*

“The Guardian acusó a la primera dama de nuevo hacer uso de una propiedad valuada en 2.05 millones de dólares en Key Biscayne, al sur de Miami Beach, con el permiso del Grupo Pierdant, que compite para administrar los puertos mexicanos”

Por Ernesto Hernández

Norzagaray

Acaba de concluir el IV Congreso Internacional de la Asociación Mexicana de Ciencias Políticas en la sede de la Escuela de Gobierno y Transformación Pública del Tecnológico de Monterrey. Un evento de grandes dimensiones al que asistieron politólogos de treinta países y donde se expusieron los grandes temas de la ciencia política contemporánea.

Lamentablemente ocurrió con la ausencia de los medios de comunicación que hubieran

retroalimentado su trabajo en beneficio de una sociedad informada. Se trataron los temas más diversos y el énfasis en México constantemente estuvo presente. Sus instituciones, las elecciones, la violencia, las regiones, los ciudadanos, los escándalos políticos.

Justamente, hubo una conferencia magistral que me tocó coordinar y presentar sobre México. Fue la de El escándalo, la crisis política y las salidas institucionales en América Latina, dónde convoqué a Manuel Alcántara, director de Flacso, España; a Isidoro Cheresky,

investigador del Conicet argentino y a Silvana Krause de la Universidad Federal de Río Grande do Sul de Brasil, para que nos hablaran de este problema que recorre a América Latina y explicaran su visión en casos nacionales.

Coincidió la realización de este evento con la revelación de The Guardian sobre el nuevo traspiés de Angélica Rivera, la primera dama de nuestro país a quien el diario británico acusa de: “hacer uso de una propiedad valuada en 2.05 millones de dólares en Key Biscayne, al sur de Miami Beach,

*Publicado en www.sienmbargo.com, 12 de agosto de 2016.

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con el permiso del Grupo Pierdant, que compite para administrar los puertos mexicanos” (http://www.sinembargo.mx/09-08-2016/3078236)

Aunque la nota publicada en Sinembargo.mx, aclara que no se precisa cuáles puertos podrían ser de interés del señor Pierdant, la mención fundada se agrega a la percepción negativa de la familia presidencial por realizar transacciones privadas con efectos sobre el patrimonio nacional y esto ocurre a escasos días de que el Presidente Peña Nieto saliera a decir al país: “pido perdón por la Casa Blanca, cometí un error. Dañó familia e investidura presidencial”.

Entre los politólogos hubo coincidencia en que los escándalos políticos son resultado de conductas contrarias al interés público, nada éticas, cometidas por individuos que tienen responsabilidades institucionales y por tanto, afectan las normas vigentes, los sistemas de valores y códigos morales colectivos.

Los escándalos políticos, además, solo pueden ocurrir en sociedades abiertas, con periodistas y medios de comunicación independientes de los gobiernos lo que significa que difícilmente en sociedades cerradas estos ocurran por el gran control o autocontrol que existe en ellas.

Sin embargo, no todos los escándalos políticos derivan en crisis institucionales, como podría ser la renuncia de un Presidente

como ocurrió con Otto Pérez en Guatemala el 3 de septiembre

de 2015; o la separación del cargo de un gabinete, como sucede en Brasil donde está en juego la continuidad de Dilma Rousseff en el gobierno constitucional, o la disolución del poder legislativo por un golpe de Estado, como muchas veces ha ocurrido en América Latina, o un estado de gobernabilidad relativa, como se vive hoy en Venezuela.

Es el caso de México, donde los escándalos políticos no han provocado una situación como las señaladas, las instituciones aun con toda la perturbación que percibimos en los medios de comunicación, sea por la violencia incontrolada o las movilizaciones magisteriales, siguen funcionando regularmente.

Las elecciones se llevan a cabo puntualmente sin grandes contratiempos; en las de este año por ejemplo, solo unas cuantas de las más de 140 mil casillas no se instalaron en el país y eso significa que la formación de los gobiernos no está en duda. Se eligen y cumplen con las responsabilidades constitucionales. Los problemas están en la gestión de muchos gobiernos.

Pero, eso no significa que los escándalos políticos, sean gratis para el político o los partidos en el

gobierno, tienen un costo significativo.

Vemos en ellos, cómo hipótesis de trabajo, una pendiente que se expresó en 2014 con el conflicto de interés de la llamada Casa Blanca y el de inseguridad expresado en Ayotzinapa; ambos acontecimientos afectaron lo suficiente el desempeño electoral del PRI para perder nueve diputados federales y cuatro de los ocho estados en juego en los comicios de 2015; pero donde se ve más claramente la debacle electoral es en este año cuando el tricolor pierde siete de los doce estados en competencia, la mayoría absoluta en algunos congresos estatales y alcaldías, que hacen una contribución significativa en la lista nominal.

Más aun, los pronósticos más oficialistas para 2017, donde estará en juego el Estado de México, es que el PRI y sus aliados sufrirán un retroceso electoral que podría significar incluso la derrota en la elección de gobernador.

Si esto sucede, la elección presidencial de 2018 entra en una etapa de gran incertidumbre para los priistas. Hoy las encuestas sitúan a Osorio Chong como el mejor posicionado en un tercer lugar, por debajo de Andrés Manuel López Obrador y Margarita Zavala, y eso significa que el PRI irá

Entre los politólogos hubo coincidencia en que los escándalos políticos son resultado de conductas contrarias al interés público, nada éticas.

Es muy probable, entonces, que los esfuerzos del gobierno que van de la solicitud de “perdón” al pueblo de México, cómo la puesta en marcha del Sistema Nacional Anticorrupción, la ley de responsabilidades de los funcionarios públicos, mejor conocida como ley 3 x 3, o eventualmente, poner tras las rejas a los Duarte o a Borge.

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cuesta arriba, no puede cometer errores y menos todavía debería ser que la familia presidencial le provoque problemas con sus escándalos por conflictos de interés.

Sin embargo, las noticias que llegan de Reino Unido, sólo indican la falta de sintonía entre el partido y la familia presidencial Cierto es que la investigación periodística expresa hasta ahora los contornos de un nuevo escándalo político, sin embargo, como sabemos, esto se exacerba en las coyunturas

sucesorias y estamos ante campañas electorales adelantadas.

Es muy probable, entonces, que los esfuerzos del gobierno que van de la solicitud de “perdón” al pueblo de México, cómo la puesta en marcha del Sistema Nacional Anticorrupción, la ley de responsabilidades de los funcionarios públicos, mejor conocida como ley 3 x 3, o eventualmente, poner tras las rejas a los Duarte o a Borge, todo se iría al carajo, pues no cumpliría con el fin último, que es recuperar

credibilidad y conservar el poder.

En definitiva, el escándalo político no es sólo una más de las discusiones académicas, sino es una materia profundamente política, es un fenómeno de la sociedad informada, un arma de precisión en la competencia por los votos, pero sobre todo, es ya una forma de control de la sociedad sobre los políticos que obliga a los actores a tomar medidas para evitar los problemas de ingobernabilidad.

Es hora de la ciencia política que tiene nuevos desafíos, ante estas evidencias de corrupción política en nuestros países.

Ernesto Hernández Norzagaray Doctor por la Universidad Autónoma de Sinaloa. Asociación Mexicana de Ciencias Políticas. Es colaborador de Sinembargo.mx, Noroeste, Riodoce, Aldea 21 y 15Diario.

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009

En búsqueda de la legitimidad política

“El principal problema de México es la frágil legitimidad política… Esta fragilidad ocasiona que la gestión gubernamental sea ineficaz y errática en la conducción del proceso de consolidación democrática”

Por Enrique Paz

El principal problema de México es la frágil legitimidad política, provocada por la reestructuración del Estado y el rol que asume en la actualidad la sociedad en relación con la clase gobernante. Esta fragilidad ocasiona que la gestión gubernamental sea ineficaz y errática en la conducción del proceso de consolidación democrática. No es casualidad que el proceso reformador impulsado por el actual presidente, Enrique Peña Nieto, se encuentre en una etapa

de descomposición que amenaza con descarrilar lo que se suponía era un consenso nacional sobre la modernización del Estado mexicano. Lo más preocupante es que, a diferencia de otras coyunturas de cataclismo político, las alternativas para salir del atolladero en el que nos encontramos resultan escasas y poco esperanzadoras. Hay quienes observan la situación actual como una disfuncionalidad de nuestra democracia, la cual se fundamentó en un proceso gradual que modificó las reglas de acceso al poder a fin de lograr la

alternancia política. Para otros, la baja calidad de nuestra clase dirigente, que campea entre la corrupción y la impunidad, llevaron al actual descrédito de la democracia partidista. Sin embargo, en el actual proceso histórico que vive nuestro país subyace un factor que se encuentra en el fondo de la descomposición que a diario leemos, escuchamos o vemos en los noticieros: una ausencia de legitimidad del sistema político. Así observamos que cada decisión que toman nuestros gobernantes no es solo cuestionada, como

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parte fundamental de la deliberación democrática, sino que es atacada y no acatada en distintos frentes. La reforma educativa es cuestionada por diferentes posturas, desde la expresada por la disidencia magisterial por la afectación a sus derechos laborales, hasta por los grupos de presión, que exhiben la tibieza de la autoridad al momento de aplicar la ley. Cada vez es más frecuente enterarnos de que en determinadas regiones del país, la población hace justicia por su propia mano ante la inacción de las autoridades para brindar seguridad a la sociedad. O empresarios que amenazan con no pagar sus impuestos por la falta de capacidad de la autoridad para hacer prevalecer el Estado de Derecho en los bloqueos que realizan grupos sociales en protesta por alguna decisión del gobierno. Incluso la Iglesia católica atiza los fundamentalismos religiosos ante la propuesta del Ejecutivo Federal para reconocer el matrimonio entre personas del mismo sexo, en claro desafío al laicismo del Estado mexicano. La legitimidad en el proceso histórico. La legitimidad política es un factor que cambia conforme se desarrolla la construcción del Estado mexicano. Así en la época posrevolucionaria, la legitimidad se basó en la estabilidad política derivada de la existencia de un sistema de partido hegemónico, un desarrollo económico que permitió elevar el nivel de vida de amplios sectores sociales y la

modernización de la sociedad que pasó de ser una eminentemente rural a una mayoritariamente urbana, más educada y con acceso a bienes y servicios cercanos a los países industrializados. En ese momento el Estado logra su consolidación e institucionalización después de la inestabilidad que significó el siglo XIX. No obstante, la legitimidad comenzó a ser cuestionada cuando la estabilidad derivó en un régimen autoritario y represor de las expresiones de la pluralidad política; cuando el desarrollo mal administrado se convirtió en crisis fiscales y económicas de un Estado obeso y burocrático; y el proyecto de modernización social se concentró solo en algunos sectores, mientras una gran mayoría vivía en la pobreza y la marginación. La institucionalización del Estado fue insuficiente para procesar las nuevas exigencias políticas, sociales y económicas, y por ende, la legitimidad comenzó a ser fuertemente cuestionada. La democratización del régimen se convirtió en la principal demanda de la oposición política y de amplios sectores sociales, que aunado al factor económico hicieron mella en el acuerdo que dio sustento al Estado mexicano hasta la década de los setentas. Es, precisamente, en este proceso histórico que la legitimidad política se asocia a las reformas políticas y electorales que fructificaron con la alternancia política en el año 2000.

Si bien durante este proceso político, de manera paralela, se realizaron importantes ajustes en otras dimensiones como la reestructuración de nuestra economía, orientándola hacia la liberalización comercial, o el ajuste fiscal del Estado mexicano para evitar una nueva quiebra gubernamental, lo cierto es que se dejaron temas a un lado, con tal de lograr la ansiada salida del PRI de la Presidencia de la República. El combate a los monopolios, una reforma en el sector energético o la transformación de la educación fueron temas que se pusieron en la mesa de negociación, pero quedaron pospuestos con la idea de que una vez lograda la democratización del régimen, estos temas serían resueltos con una mayor eficacia. Sin embargo, esto no fue así. La oposición ganó terreno en el poder legislativo y en los gobiernos estatales y municipales; y se hizo de la máxima investidura del país y no consiguió la ansiada democratización del sistema político. Así, a partir de la post alternancia, la legitimidad política se fundamentó en las llamadas reformas estructurales que impulsarían la transformación del Estado mexicano. En esta agenda se enfocaron los principales actores políticos, agentes económicos y sectores de la sociedad civil, empujando desde su trinchera la competitividad de la economía, la reforma del sector

La institucionalización del Estado fue insuficiente para procesar las nuevas exigencias políticas, sociales y económicas, y por ende, la legitimidad comenzó a ser fuertemente cuestionada.

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energético, la transformación de la educación, la transparencia y rendición de cuentas. Esto dio origen al Pacto por México suscrito por las principales fuerzas políticas del país y apoyado por amplios sectores económicos y sociales, que pusieron sus expectativas en dicho acuerdo político que al fin lograra la consolidación del Estado. No obstante, de manera paralela a este proceso reformador surgieron nuevos desafíos para la legitimidad política del Estado mexicano. La llamada lucha contra el crimen organizado desató un escalada de violencia, inseguridad pública y violación a los derechos humanos en varios estados de la República, dejando una estela de muertos y desaparecidos que aún hoy está lejos de resolverse. Además, la exhibición de casos de corrupción en los diferentes niveles de gobierno y en los tres poderes de la unión ha generado un repudio social como nunca antes visto. No tanto porque fuera un descubrimiento reciente, sino por lo grotesco y burdo que ha resultado el caso de la Casa Blanca de la esposa del Presidente de la República obtenida a través de uno de los

contratistas del gobierno, por poner el ejemplo más sintomático del actual gobierno. La legitimidad al 2018. Este recorrido sobre la transformación de la legitimidad política del Estado mexicano pone de manifiesto la situación en la que nos encontramos. Hemos cerrado cada proceso histórico sin resolver en el fondo la fragilidad de dicha legitimidad. Esto ha sido impedido no solo por una disfuncionalidad de nuestra democracia, o por la falta de visión estratégica del gobierno actual; ni siquiera por la mezquindad y falta de miras de nuestra clase política. En el fondo subyace la falta de un proyecto compartido de país. Porque proyectos políticos existen y son presentados como verdades únicas y totalizadoras que pretenden resolver los problemas con

voluntad y astucia. Pero ninguno de los que hasta ahora conocemos tiene una visión más amplia de la

realidad. Resultan reduccionistas y voluntariosos. Lo peor es que ninguno de los que encabezan las encuestas puede lograr la legitimidad política necesaria para emprender su proyecto de país. Esto nos lleva a reflexionar que la elección de 2018 resulta inocua si antes no se resuelve el problema de la legitimidad del Estado mexicano. Gane quien gane la elección presidencial no podrá implementar su programa de gobierno si no atiende una mínima agenda que tiene que ver con resolver los grandes problemas que aquejan hoy al país: violencia, derechos humanos, corrupción y desigualdad. Y esto tiene que atenderse antes de los comicios. De otra forma, volveremos a repetir las lecciones no aprendidas de la historia reciente de nuestro país.

Hemos cerrado cada proceso histórico sin resolver en el fondo la fragilidad de dicha legitimidad.

Enrique Paz Maestro en Estudios Políticos y Sociales por la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Ha sido consejero electoral distrital del IFE (ahora INE), coordinador de asesores en la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión y asesor en diversas dependencias públicas. Actualmente es asesor en la Secretaría de Educación de la Ciudad de México. twitter:@jepp_79

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Punto de encuentro

“La calidad de la democracia pierde fuerza en Centroamérica…”

Por José Retana

La calidad de la democracia pierde fuerza en Centroamérica, los pequeños estados se arman hasta los dientes, cobijados en el supuesto del combate al narcotráfico, justificación que no convence. Esta parece ser la tendencia, según los señalamientos del Estado de la Región de agosto 2016. Paralelamente a esto, en Costa Rica, el otrora país ejemplar centroamericano, sobre todo por su elevado desarrollo humano, también pierde fuerza, debido en buena medida al desmantelamiento que se ha hecho del estado de bienestar y sus instituciones. Ante estos dos escenarios, a continuación especularé sobre lo

que a mi juicio podría ocurrir a mediano plazo en Costa Rica, y aclaro que especulo, porque metodológicamente no se basan las apreciaciones en estudios empíricos. Solo en algunos casos se utilizan datos cuantitativos, tomados de informes, nacionales y regionales, así como datos del Tribunal Supremo de Elecciones de Costa Rica. Los partidos políticos tradicionales y emergentes, lucen desgastados, se fragmentan aceleradamente y los votantes cada día son más incrédulos, de lo que señala el discurso y la agenda política. Una grupo significativo de votantes son volátiles en términos de afiliación partidaria, existe poca

fidelidad hacia los partidos institucionalizados, la desafección por la política, y las élites, pareciera crecer cada día más, incluso al grado de poner en duda las fortalezas de la democracia, según los informes de Latinobarómetro. El partido mayoritario electoralmente según las últimas encuestas, el Partido Liberación Nacional (PLN), no alcanza ni siquiera a juntar el quórum de los delegados (70 personas), para poder celebrar una Asamblea Nacional Plenaria. Ante esa situación, el ex ministro de Comunicación del PLN, el señor Carlos Roverssi, dice: “hay que cambiar, no nos creen” (La Prensa Libre, 6 de agosto 2016) y el

Los partidos políticos tradicionales y emergentes, lucen desgastados, se fragmentan aceleradamente y los votantes cada día son más incrédulos, de lo que señala el discurso y la agenda política.

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fundador del Partido Acción Ciudadana (PAC), Ottón Solís, habla que ese partido “debe desaparecer” (La Prensa libre, 24 de julio 2016). El Frente Amplio se estancó, aparecieron los divisionistas internamente y se evaporó el partido: se le metió el Caballo de Troya. El Partido Unidad Social Cristiana carga con una historia dura a sus espaldas, aunque tiene una ventaja: los que nacieron cuando sus ex presidentes fueron a la cárcel, ya votarán en la próxima elección y no les interesa ni saben de esos episodios, son nativos digitales y dentro de sus intereses está tener un “smartphone” y laborar en el “call center”.

La desconfianza ciudadana, crece significativamente por muchas razones, entre ellas las crecientes desigualdades sociales, la exclusión y la desesperanza. Los estudios de Latinobarómetro del año 2015 indican que en Costa Rica únicamente el 33% de los ciudadanos tienen confianza en el gobierno, y tan solo un 20% en los partidos políticos. Esto se torna más grave, cuando en el mayor grupo etario, constituido por los votantes en edades comprendidas entre 25 y 40 años, que representan el 33% de la

población electoral, solo el 18% dice tener confianza en partidos políticos (Latinobarómetro 2015). En la última contienda electoral, el desenlace en el balotaje tuvo como resultado que el PAC alcanzó, de los votos emitidos, un 77.77% (1.338.321 votos) y el PLN un 22.23% (382.600). Ese resultado ha llamado a la confusión, ya que equivocadamente se habla de un crecimiento del PAC. En esa segunda vuelta, el PAC no tuvo contrincante, fue una elección confusa para los ciudadanos, porque el candidato a la presidencia por el PLN, Johnny Araya, hizo público su retiro de la campaña y oficialmente hizo abandono de toda lucha por alcanzar el poder. El PAC, alcanza el resultado electoral conocido en

un ambiente de confusión. Y se depositó en una agrupación distinta al PLN y al PUSC: la esperanza de reencausar al país por una ruta nueva. Pero al no satisfacer las expectativas que se habían tejido sobre esos nuevos liderazgos

políticos, esa masa de votantes, se volverán a instalar para la próxima elección, donde más confortablemente se sienta. En ese momento, solo una cosa debemos tener claro: que el PAC, de manera independiente, no logrará otra vez esa suma de votos, 1.338.321, porque son electores volátiles, no son patrimonio del PAC. Tal vez para el próximo proceso electoral, veremos nuevas alianzas entre los partidos no tradicionales. No se debe olvidar, que la diferencia de votos en la primera

vuelta en las elecciones del 2014, entre el PLN y el PAC, fue de tan solo 19.232 votos (1.23%) Están las alarmas encendidas, por el mundo corre la sombra de los movimientos antisistema, por ahora orientados a descalificar a los partidos políticos, y es en esas coyunturas donde surgen las opciones radicales populistas de diferentes signos. Ante este escenario, es necesario que el electorado asuma una posición más racional a la hora de escoger candidatos y el próximo presidente, definir expectativas y necesidades ciudadanas. ¿Qué se pretende, recuperar la confianza, y por lo tanto la gobernabilidad? ¿O seguir de tropezón en tropezón, aumentando la desconfianza y llamando el caos y el enfrentamiento social? ¿Se va a seguir fragmentando y atomizando socialmente al país y dirigiéndole a la violencia sistémica? (Chul Han, 2012) Parece que se ha llegado al momento de inculcar en el elector, la necesidad de emitir un voto racional, que maximice su utilidad y minimice los riesgos. “Las trincheras de ideas valen más que las trincheras de piedra, no vivimos como siervos, deslumbrados, debemos de vivir con la capacidad de contribuir, a que se nos estime y se nos respete” (Ensayos Americanos. J. Marti, 1895). Quizá en este tipo de afirmaciones se puede encontrar el origen de la desafección, que hoy

La sociedad en general ha sido secuestrada por pequeñas minorías, “las decisiones se toman bajo cuatro paredes. Para desmontar esto, se necesita mayores niveles de confianza en personas e instituciones” (Latinobarómetro, 2016).

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se presenta frente a la política, y sobre algunos actores políticos.

No “puede seguir el pobre y triste pueblo, con engaños deleitables”, (Platero y yo. J.R. Jiménez). No se puede seguir en la condición de perdedores del juego democrático, donde solo ganan las pequeñas élites político empresariales, y los ciudadanos son los que cargan con la mayor parte de la dureza del sistema, al ser incluidos de manera desigual, por el utilitarismo dominante, que no permite a las personas convertir sus derechos constitucionales y humanos en libertades reales. Hay que llegar de nuevo a la libertad positiva, donde es la mayoría quien define el camino a seguir, y no a la situación actual, donde se ejerce una libertad negativa, donde por desidia, desesperanza, desconfianza, desafección, desencanto, se ha dejado actuar solo a las elites, a través de un comportamiento donde los ciudadanos simplemente no interfieren (Amartya Sen, 2007) y dejan a esas élites tomar las decisiones que favorecen solo a sus grupos de interés. La sociedad en general ha sido secuestrada por pequeñas minorías, “las decisiones se toman bajo cuatro paredes. Para desmontar esto, se necesita mayores niveles de confianza en

personas e instituciones” (Latinobarómetro, 2016).

Hay que recuperar a través de la información y la intuición (Chui Han, 2013), el concepto de la

verdad y la confianza, hermenéuticamente, como método, para trasmitir la verdad (Hans Georg Gadamer, 1977) y de esa manera poder conducir al país al reencuentro, con la deteriorada calidad democrática. Con ese entorno, los costarricenses deberíamos de iniciar un proceso de racionalización de la situación, debemos de desacralizar el sentimiento que se ha vendido de que somos los más felices del mundo. Eso no es así, somos una sociedad enclavada en una realidad centroamericana, que no podemos ignorar. Somos un pequeño país, sin grandes recursos naturales, con una pequeña cantidad de pobladores, sin gran extensión territorial y con una gran orientación a la ruralidad agrícola. Hemos apostado al turismo como nuestra principal fuente de divisas, pero tenemos una red de infraestructura vial deteriorada y vieja, que es la misma en muchas zonas, por donde en los siglos anteriores, circularon las carretas tiradas por bueyes. Si no, veamos un ejemplo: ¿cómo es la carretera alterna a Puntarenas? Si se utiliza la ruta, Grecia-Sarchi-Naranjo, San Ramón

es una antigua ruta de carretas. ¿O no? Esta realidad los costarricenses no solo la tenemos clara, sino que la comentamos en reuniones informales, pero algunos políticos y algunos medios de comunicación tratan de confundir a los ciudadanos, siguen regalando espejos, para vender una realidad inexistente y hay muchos que han incorporado como verdades esas falacias. Además, la oferta turística se limita a los parques nacionales, volcanes y playas. No existen ciudades coloniales, ni precolombinas, ni antiguas, porque San José fue devastado para dar paso a los parqueos. Los parques nacionales están intactos por casualidad, porque ya han existido intentos de concesionarlos a empresas privadas, para su explotación comercial. Esa es nuestra realidad, y desde ahí busquemos soluciones a los problemas que enfrenta el país. Para comenzar, racionalicemos el voto para la próxima elección; emitamos un voto inteligente. No seamos víctimas del mercadeo político, que vende el voto, con las mismas técnicas de posicionamiento que se usan para vender una pasta de dientes; técnicas de consumo masivo. El voto no se consume, se debe usar para escoger a alguien que gestionará los destinos de un país, de su gente, de su naturaleza, de sus plantas, de sus animales, de su salud, de su educación, de su producción.

Necesitamos un presidente que reúna condiciones muy especiales, que devuelva la confianza, la seguridad, sobre todo con gran templanza, una de las virtudes cardinales. Uno que hable de moderación, de equilibrios, de actuar dentro de los límites de la honestidad.

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Necesitamos un presidente que reúna condiciones muy especiales, que devuelva la confianza, la seguridad, sobre todo con gran templanza, una de las virtudes cardinales. Uno que hable de moderación, de equilibrios, de actuar dentro de los límites de la honestidad. Tomás de Aquino la señala junto con la prudencia, la justicia y la fortaleza, como la condición para hacer las cosas bien. La actual administración ha hecho intentos por devolver la confianza ciudadana, pero parece que no ha sido suficiente. Necesitamos a alguien que aglutine, que sume y no reste, que nos vuelva a hacer soñar como

país, que nos dé seguridad, confianza. Los electores volátiles, del PAC, PLN, FA, PUSC y otros, deben tener una trinchera donde ser escuchados, tomados en cuenta como personas. Los ciudadanos, deberían demandar campo para ser agentes protagónicos, y no pasivos. Se necesita negociadores, personas de consensos, costarricenses solidarios, empáticos y simpáticos, naturales y normales, que se rían, que hagan bromas, que tengas chispa para el doble sentido, que den campo al humor, que se enojen, que puedan hablar con presidentes y con campesinos, con empresarios y con peones. De

todos se aprende. Como dice Byan Chul Han, demos paso a la “intuición”, al olfato y no solo a los índices fríos de la macroeconomía. Hagamos una revolución pacífica, ganémosle a la violencia. Es hora de cambiar, “de ponerse de pie y a mirar de frente (Adiós Cordera L. Alas, 1893). “Iniciemos la lucha contra la mugrienta indiferencia” (Un mensaje a García. E.Hubbard, 1899).

José Retana Estudió Ciencias Sociales, Administración de Empresas y Administración de Proyectos. Trabaja temas de opinión pública y nuevos movimientos sociales en América Latina. Es consultor internacional. [email protected]

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Más allá del plagio y de la voluntad política

“Sorprende sobremanera la minimización que se pretende hacer de la deshonestidad intelectual de Peña Nieto”

Por Iván Roberto Álvarez Olivas Recientemente apareció un reportaje de acuerdo con el cual, el presidente Enrique Peña Nieto plagió alrededor de 197 párrafos completos, de un total de 682, de al menos diez autores para la redacción de su tesis de licenciatura en la Universidad Panamericana. El reportaje, publicado por Carmen Aristegui y su equipo, junto a la reacción ante la difusión del mismo, epitomizan un conjunto de valores (o anti valores) que sectores importantes del gobierno y la sociedad mexicanos tienen tan introyectados que toleran,

soslayan o alientan: la deshonestidad como modus vivendi. En efecto, a juzgar por las respuestas de la élite política nacional y local –¡opositores incluidos, claro!–, el sector académico (profesores y estudiantes), intelectuales, periodistas y más en general de los ciudadanos, pareciera que hacer trampa es parte del alma patria y hay que resignarse. Sorprende sobremanera la minimización que se pretende

hacer de la deshonestidad intelectual de Peña Nieto, sobre todo entre distinguidos miembros de la república de las letras, la academia y el periodismo. Hasta el crítico por antonomasia del régimen, Andrés Manuel López Obrador, ha señalado el tesisgate como una cortina de humo para distraer de… etc. Dentro de las posturas ciudadanas hay un rango amplio que va de la indignación y la condena, hasta el cinismo (‘el que esté libre de pecado que tire la primera tesis inmaculada’), dejando a una

Dentro de las posturas ciudadanas hay un rango amplio que va de la indignación y la condena, hasta el cinismo.

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amplia porción de la ciudadanía en el poblado terreno de la indiferencia.

La tragedia de todas estas formas de ser ciudadanos es que tienen como característica común la impotencia frente a la mentira. Almond y Verba en su venerable trabajo sobre la Cultura Política distinguen tres categorías fundamentales: parroquial, de súbdito y participante. Pues bien, al parecer frente al engaño manifiesto del presidente, la orientación psicológica prevaleciente de una buena parte de los ciudadanos hacia el poder es la de súbdito; incluso entre aquellos a quienes en principio se podría considerar como participantes: saben que no habrá consecuencias aunque protesten. La trampa revelada de la tesis es, como digo, un síntoma que hace visible un problema más grave, de mayor calado. Como derivación del botón de muestra anterior es pertinente preguntarse: más allá del plagio de Peña Nieto, para la democracia mexicana ¿de verdad es imposible cambiar? ¿Debemos resignarnos a que la labor pedagógica de la élite política sea incompatible con la rendición de cuentas? ¿Puede funcionar una democracia con tantos de estos políticos, intelectuales, académicos, periodistas,

ciudadanos? ¿Qué se puede esperar de las instituciones?

Las respuestas a estas preguntas superan, claro, los alcances de este texto. Hay, sin embargo, un aspecto clave sobre el que habría que llamar la atención:

las instituciones. La premisa para éstas y su papel en la (re) generación democrática es triple: a) se puede cambiar, como lo muestran empíricamente muchas democracias (de Corea del Sur a Colombia o Italia); b) como el poder corrompe, hay que desconfiar del abuso del mismo y buscar controlarlo; c) la labor pedagógica de los gobernantes es fundamental. La convicción de que es posible cambiar idealmente debe estar presente en todos los ámbitos: de la escuela a la familia, en los medios de comunicación, la empresa, los sindicatos, los partidos políticos, etc. Sí, es verdad, pero dada nuestra singular devoción por, y temor ante, el poder, resulta esencial que sean los políticos, señaladamente en este caso los de oposición, quienes demanden una agenda de Estado que se centre en reformar las instituciones de éste, bajo la presión y con la vigilancia de la ciudadanía en red –en la estela de lo que Edgardo Buscaglia denomina auditoría social–, con el objetivo de que el poder sea ejercido democráticamente. Categóricamente hay que decirlo: no podemos estar apostando a que

el próximo cargo público, del nivel que sea, electo o designado, sea un hombre o mujer honrados y dispuestos a rendir cuentas. Hay que confiar, sí, pero también debemos poder controlar y verificar que así sea. Sólo de esta manera podemos asegurarnos de que la pedagogía del poder genere un círculo virtuoso y no uno vicioso. Por ejemplo, hace unas semanas López Obrador, ha ofrecido una amnistía anticipada para el grupo en el poder en el caso de que él llegue a ser presidente en 2018, y que a partir de entonces la honestidad será el leitmotiv del eventual gobierno de AMLO. Más allá de las críticas que ha suscitado este pronunciamiento entre sus simpatizantes y sus malquerientes (ni perdón ni olvido, piden de un lado; lo llaman perdonavidas del otro), el problema de fondo –en términos de ejercicio democrático del poder, no entro aquí en las consecuencias de una amnistía– es que una democracia no puede funcionar sólo con base en voluntad política del gobernante de turno. Ya he dicho que la labor pedagógica del gobernante es fundamental, pero no podemos confiar en que quienes ocupen los cargos de responsabilidad pública estarán siempre dentro de los estándares de honestidad y responsabilidad que dicen representar. Es sano desconfiar. Para el caso, (casi) todos los políticos se ostentan como honestos, pero no basta con parecerlo, hay que demostrarlo y si no es así, debe ser señalado y sancionado.

La labor pedagógica del gobernante es fundamental, pero no podemos confiar en que quienes ocupen los cargos de responsabilidad pública estarán siempre dentro de los estándares de honestidad y responsabilidad que dicen representar. Es sano desconfiar.

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Esas es la apuesta que, a mi modo de ver, es condición sine qua non para que la pedagogía del poder no dependa sólo de la voluntad

política y resulte útil al autogobierno, a la democracia. Diseñar un conjunto de instituciones que pongan a prueba y señalen, no sólo desde el

congreso o los medios sino desde la sociedad, los hierros y aciertos en los que el poder público incurre.

Iván Roberto Álvarez Olivas Profesor-investigador. Coordinador de investigación y posgrado. Instituto de Ciencias Sociales y de Administración, Universidad Autónoma de Ciudad Juárez. [email protected]

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012 Nota metodológica: Cálculo de la lealtad electoral Uno de los indicadores más usados en la caracterización electoral es el escalar de lealtad electoral. Este se define como la persistencia en la preferencia en la preferencia de los electores por un determinado partido político o candidato, de una elección a otra (Rodríguez, 2012 1). La lealtad electoral se obtiene a partir de la preferencia electoral, es decir, desde la identificación del partido/coalición/candidato que obtiene la mayor cantidad de votos, en una determinada elección. El resultado de la lealtad electoral ayuda a identificar los lugares con voto duro. La lealtad electoral se puede calcular de acuerdo al siguiente proceso: Considere que en la tabla 1 está representada la preferencia electoral en cuatro distritos donde compitieron los partidos A y B, en los años electorales 2006, 2009, 2012 y 2015. En cada columna referente al año electoral se muestra el partido que obtuvo la mayor cantidad de votos:

Tabla 1. Preferencia electoral histórica (2009-2012).

Distrito Preferencia electoral (2009-2015). Partido ganador

2006 2009 2012 2015

I A A A A

II A A B A

III A B A B

IV A A A B

Fuente: Elaboración propia con datos supuestos.

1 RODRÍGUEZ, G. (2012). Sistema de consulta geoelectoral para el estado de México, periodo 1990 – 2009, Tesis de Maestría, Universidad Autónoma del

Estado de México (UAEM), México.

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La lealtad electoral se cuantifica en un escalar y en una categoría cualitativa. En el caso de la tabla anterior, dado que se tienen 4 muestras de datos, el valor máximo del escalar de lealtad electoral corresponde al número total de muestras menos 1; luego entonces el valor máximo del escalar de lealtad electoral es de 3 y el mínimo es de 0. A cada valor del escalar se le suelen asignar nombres, así por ejemplo, al escalar 3 se le puede denominar “lealtad alta”, al 2 se le podrá llamar “lealtad media”, al escalar 1 se le puede nombrar “lealtad baja”, y al escalar 0 se le llamará “sin lealtad”. La nomenclatura anterior dependerá del criterio personal y el número de muestras de datos que se tengan disponibles. En el caso del distrito I se observa que el partido A ganó el primer lugar de votación en la elección del año 2006 y luego se refrendó la preferencia en 2009; hasta este punto, el valor de la lealtad será de 1.0, pues hubo persistencia en la preferencia. Luego se repite la preferencia por el partido A en 2012 quedando el escalar en 2.0 y luego en un valor de 3.0, porque se repite el triunfo del partido A en 2015. Por tanto, el distrito A presentará un valor de lealtad electoral alto, pues el escalar quedó en 3.

Distrito Preferencia electoral (2009-2015). Partido ganador

2006 2009 2012 2015

I A A A A

|__________| |__________| |__________| Lealtad = 0 1 2 3 En el distrito II, el partido A ganó en el año 2006 y refrendó su triunfo en 2009. Hasta ese punto el valor de lealtad es 1 porque no hubo cambio en la preferencia, sin embargo, en el año electoral 2009, la preferencia electoral cambió y por tanto el valor de la lealtad se mantiene en 1. En el último año cambia la preferencia por el partido A y por ello el valor de la lealtad se mantiene en 1.

Distrito Preferencia electoral (2009-2015). Partido ganador

2006 2009 2012 2015

II A A B A

|______ _| |__________| |__________| Lealtad = 0 1 1 1 Para el distrito III la preferencia electoral del año 2006 fue para el partido A, sin embargo en el año 2009 la preferencia cambia al partido B, luego, en 2012 cambia la preferencia para el partido A y en el último año electoral cambia de nuevo por el partido B. En este caso el valor de lealtad es cero, pues no hubo lealtad histórica en el distrito III para ningún contendiente.

Distrito Preferencia electoral (2009-2015). Partido ganador

2006 2009 2012 2015

III A B A B

|__________| |__________| |__________| Lealtad = 0 0 0 0 Por último, en el distrito IV la preferencia electoral para el partido A se dio en los años 2006, 2009 y 2012, por lo cual el valor del escalar de lealtad electoral queda en 2. Sin embargo en 2015 cambió la preferencia por el partido B y por ello el valor de lealtad se permanece en 2.

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Distrito Preferencia electoral (2009-2015). Partido ganador

2006 2009 2012 2015

IV A A A B

|__________| |__________| |__________| Lealtad = 0 1 2 2 El escalar de lealtad electoral queda de la siguiente manera:

Tabla 3. Preferencia electoral histórica (2009-2012).

Distrito Preferencia electoral (2009-2015). Partido ganador Lealtad

electoral (2006-2015)

2006 2009 2012 2015

I A A A A 3 = alto

II A A B A 1 =bajo

III A B A B 0 = sin lealtad

IV A A A B 2 = medio

Fuente: Elaboración propia con datos supuestos. La lealtad electoral también se puede cartografiar. Se muestra un mapa de lealtad electoral de la elección de diputaciones uninominales locales correspondientes al periodo 2006-2015:

Imagen 1. Mapa de lealtad electoral por distrito. Periodo 2006-2015. Elección de diputados uninominales locales.

Fuente: Elaboración propia

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Si se desea calcular el escalar de lealtad electoral de las secciones electorales del país, se puede invertir un tiempo muy considerable, existiendo una alta susceptibilidad de cometer errores. En estos casos se recurre a lenguajes de programación para automatizar el proceso, tales como Python para las plataformas ArcGIS, GvSIG o QGIS.

Guillermo Rodríguez Maestro en Análisis Espacial y Geoinformática, ha sido profesor de la UAEM colaborando en proyectos de investigación con el Instituto Nacional de Investigaciones Nucleares de México. Actualmente es asesor electoral y profesor de cursos especializados en la CEPAL, México. correo: [email protected]

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CESMUE Centro de Estudios de México en la Unión Europea Fundación José Ortega y Gasset-Gregorio Marañón Fortuny 53, 28010 Madrid, España Tel +34 9170041 38 / 68, Fax +34 917003530 [email protected] [email protected]