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-Si he compartido la muerte ha sido para demostraros que la fe en Dios nunca es estéril. Sé que, a pesar de mis palabras, mucho deformarán el sentido de mi muerte en la cruz. Yo no he venido para saldar una supuesta vieja cuenta de los hombres para con Dios... Me detuve. Y Jesús, adivinando mi sorpresa añadió: -Sé lo que estás pensando. Te equivocas y se equivocan quienes así lo creen. El Padre celestial no puede concebir jamás la grave injusticia de condenar a un alma po los errores de sus antepasados. -Entonces, esas ideas de los cristianos sobre la redención por la cruz… El maestro posó sus manos sobre mis hombros, transmitiéndome su comprensión. -La tendencia al vicio puede ser hereditaria. El pecado, en cambio, no se transmite de padre a hijo. El pecado es un acto consciente y deliberado de rebeldía contra la voluntad de nuestro Padre universal y contra las leyes del Hijo. Toda idea de rescate y expiación, por tanto, es incompatible con el concepto de Dios. El amor infinito de nuestro Padre ocupa el primer puesto de la naturaleza divina. En verdad te digo, Jasón, que el sentido de salvación por el sacrificio está arraigado por el egoísmo. Yo he predicado que la vida de servicio es el concepto más elevado de la fraternidad entre los creyentes. Y te diré más: la salvación es creer en la paternidad de Dios. La mayor preocupación de los fieles del reino no debería ser su deseo egoísta de salvación personal. Sólo la necesidad de amor a sus semejantes por encima de sí mismos. Los auténticos creyentes no se preocupan del presente y futuro castigo a sus errores. Se interesan tan solo por el restablecimiento del contacto con Dios. Ciertamente, un padre puede castigar a sus hijos, pero lo hace por amor y con un fin y sentido puramente disciplinarios. -Luego, hay un castigo futuro…

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Caballo de troya

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Page 1: CDT 1y3

-Si he compartido la muerte ha sido para demostraros que la fe en Dios nunca es estéril. Sé que, a pesar de mis palabras, mucho deformarán el sentido de mi muerte en la cruz. Yo no he venido para saldar una supuesta vieja cuenta de los hombres para con Dios...

Me detuve. Y Jesús, adivinando mi sorpresa añadió:

-Sé lo que estás pensando. Te equivocas y se equivocan quienes así lo creen. El Padre celestial no puede concebir jamás la grave injusticia de condenar a un alma po los errores de sus antepasados.

-Entonces, esas ideas de los cristianos sobre la redención por la cruz…

El maestro posó sus manos sobre mis hombros, transmitiéndome su comprensión.

-La tendencia al vicio puede ser hereditaria. El pecado, en cambio, no se transmite de padre a hijo. El pecado es un acto consciente y deliberado de rebeldía contra la voluntad de nuestro Padre universal y contra las leyes del Hijo. Toda idea de rescate y expiación, por tanto, es incompatible con el concepto de Dios. El amor infinito de nuestro Padre ocupa el primer puesto de la naturaleza divina. En verdad te digo, Jasón, que el sentido de salvación por el sacrificio está arraigado por el egoísmo. Yo he predicado que la vida de servicio es el concepto más elevado de la fraternidad entre los creyentes. Y te diré más: la salvación es creer en la paternidad de Dios. La mayor preocupación de los fieles del reino no debería ser su deseo egoísta de salvación personal. Sólo la necesidad de amor a sus semejantes por encima de sí mismos. Los auténticos creyentes no se preocupan del presente y futuro castigo a sus errores. Se interesan tan solo por el restablecimiento del contacto con Dios. Ciertamente, un padre puede castigar a sus hijos, pero lo hace por amor y con un fin y sentido puramente disciplinarios.

-Luego, hay un castigo futuro…

-No como tú lo imaginas. Nuestro Padre es amor. Y el amor es contagioso y eternamente creador. ¿Crees que no existen otros medios mejor que el castigo para corregir los castigos de las limitadas criaturas mortales? Antes de que yo viniera a este mundo (incluso aunque no lo hubiera hecho), todos los mortales del reino disponían ya de la salvación. Nuestro Padre, te lo repito, no es un monarca ofendido, severo e implacable, cuyo principal placer consista en detectar y perseguir a las criaturas que obran en la oscuridad y en el pecado. La sola idea de un rescate o expiación colocaría a la salvación de un plano de irrealidad. Éste concepto es puramente filosófico. La salvación humana es innegable y basada en dos únicos principios: Dios es nuestro Padre, y, consecuentemente, todos los hombres son hermanos.

Me costaba aceptar tan hermosa utopía y sin disimular mi escepticismo le pregunté:

- ¿Cuándo ocurriría eso?¿Cuando desaparecerán la maldad y la injusticia?.

-Solo hay un camino: El amor. El amor disuelve el pecado y las debilidades. ¡Ama a tus semejantes, Jasón!¡Ámalos en la penuria y en la riqueza!¡Ámalos aun cuando creas que están equivocados¡!Ámalos sencillamente!”

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“Algún día, todos los mortales comprenderán que solo la carrera de la experiencia y de la búsqueda personal es digna de la <<chispa>> divina que os alimenta a cada uno de vosotros. Hasta que las razas no evolucionen el mundo asistirá a esas ceremonias religiosas infantiles y superticiosas, tan características de los pueblos primitivos. Hasta que la humanidad no alcance un nivel superior, reconociendo asi las realidades de la experiencia espiritual, mucho hombres y mujeres preferirán las religiones autoritarias, que solo exigen el asentimiento intelectual. Estas religiones de la mente, apoyadas en la autoridad de las tradiciones religiosas, ofrecen un comodo cobijo a las almas confusas o asaltadas por las dudas y la incertidumbre. El precio a pagar por esa falsa y siempre provisional seguridad es el fiel y pasivo asentimiento intelectual <<sus>> verdades. Durante muchas generaciones, la Tierra acogerá a mortales timidos, temerosos y vacilantes que preferirán este tipo de <<pacto>>. Yo tedigo que, al unir su destino a las religiones de la auteridad, pondrá en peligro la sagrada soberanía de sus personalidades, renunciando al derecho a participar en las apasionante y vivificante de todas las experiencias humanas: << La búsqueda personal de la Verdad>> y todo lo que ello significa…”

“-¿Desintegracion? Todo el mundo piensa que la desaparición del cuerpo fue un milagro…

-A ti si puedo decírtelo –susurró al fin-. Los milagros, tal y como los conciben muchos seres humanos, no existen. El poder de mi Padre es tan inmenso que no necesita alterar el orden de lo creado. El verdadero milagro es vuestra ciega creencia en los milagros.”