catedra terremoto de popayán 1101
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Presentado por: Jennifer bojorge
Arnol lopez
Luis flores
Felipe Ordoñez
Popayán es una ciudad
colombiana, capital del
departamento del Cauca, que
se encuentra localizada en el
valle de Pubenza, entre la
Cordillera Occidental y Central
al occidente del país. Es una de
las ciudades más antiguas y
mejor conservadas de América,
lo que se ve reflejado en su
arquitectura y tradiciones
religiosas.
Por encontrarse ubicada en una zona de Riesgo sísmico alto, Popayán ha sido azotada por
varios Terremotos a lo largo de su historia. La ciudad sufrió un sismo de magnitud 5.5 en la
escala de Richter y variaciones de grados VI y IX en la escala
modificada de Mercalli; su epicentro fue localizado a 46 km
al suroeste y el hipocentro a unos 4,000 mts de profundidad
y su duración fue de 18 segundos.
Dieciocho segundos acabaron con la vida de 287 personas y
destruyera el sector histórico de la ciudad de Popayán. El
movimiento, ocurrido en plena Semana Santa, un 31 de marzo
de 1983, cuando decenas de fieles presenciaban las
celebraciones sacras, le cambió la historia a la ciudad religiosa
por excelencia.
Eran las 8:15 de la mañana del Jueves Santo de 1983, cuando
decenas de fieles ya se encontraban en los diferentes templos de la ciudad, en la
primera misa del día, cuando la ciudad empezó a temblar.
Casi 20 segundos después, sobre el centro de Popayán, se
observaba una nube de polvo.
La mayoría de las víctimas fatales estaban rezando en centros
religiosos. Otros murieron en las viejas edificaciones aledañas al
sector histórico.
A mediados del siglo XIX, el general Tomás Cipriano de Mosquera, expulsó a
la comunidad Jesuita de la ciudad de Popayán. La memoria histórica cuenta que uno de los religiosos maldijo a la
ciudad marcando el día en el que cayera la cruz de Belén, una de las iglesias más representativas de la
ciudad, la ciudad se destruiría.
El día del terremoto, la emblemática cruz de metal se fue al suelo. Sin
embargo, muchas personas, entre ellas el padre Otón Avendaño, hoy Vicario de
la Arquidiócesis de Popayán y quien ese fatídico Jueves Santo celebraba su primera misa como sacerdote, le restó credibilidad a la supuesta maldición,
pues dice que todo se debió a un desastre natural.
Las bóvedas del cementerio católico se abrieron y cientos de cadáveres y restos de huesos humanos quedaron expuestos. Los extremos de la pista de aterrizaje y la torre de control del
aeropuerto de Machángara (hoy Guillermo Valencia) se
semidestruyeron. El total de construcciones derruidas fue de 2.470
viviendas construidas en ladrillo perteneciente a familias de bajos
ingresos mientras que otras 6. 680 sufrieron daños considerables, que conformaban los barrio El Cadillal,
Pandiguando, La Esmeralda y Pubenza, este ultimo consistía en un conjunto de condominios llamados Los Bloques de Pubenza en el que
habitaban unas 150 familias,
su infraestructura cedió por la
magnitud del sismo y provocó
un número considerable de
muertos. Los Bloques de
Pubenza consistían en 12
conjuntos arquitectónicos
cada uno con 8 apartamentos
distribuido en cuatro pisos. El
terremoto también devastó a
Timbío, un municipio próximo
a Popayán.
Un total de 6.130 viviendas resultaron afectadas por el terremoto, de ellas 2.558
terminaron completamente destruidas, 32 iglesias, 17
museos, la Torre del Reloj, el Puente del Humilladero, el
Claustro de Santo Domingo, la sede de Villa Marista, entre otras
emblemáticas edificaciones, terminaron agrietadas y a punto
de venirse al suelo.
La cifra de muertos se calcula en trescientos y más de diez mil personas quedaron sin techo,
amplias zonas del sector histórico construido en adobe y
tapia se vio afectado, los edificios públicos y gran parte de las iglesias, construidas en
los tiempos de la colonia, fueron averiados. La cúpula de la Catedral se desplomó y allí perecieron 90 personas que
esperaban el inicio de los oficios religiosos del día.
A las 11:30 de la mañana, tres horas después del terremoto, aterrizó un avión de las Fuerzas
Armadas en el aeropuerto Machángara de Popayán, con el presidente Belisario Betancur y
varios de sus ministros a bordo.
El mandatario llegó con un cargamento de ayudas, agua y alimentos no perecederos para
afrontar las primeras horas de la crisis.
Luis Guillermo Salazar, era el alcalde de esa época y tuvo que enfrentar la emergencia.
Asegura que las primeras medidas fueron de Salud Pública.
La atención de los heridos, el suministro de alimentos y agua y sobre todo la planeación
que se inició de manera inmediata, buscando la remoción de los escombros y la adecuación de las edificaciones que estaban a punto de caerse
para evitar más afectaciones, se tuvieron en cuenta como prioridad.
Inmediatamente, se iniciaron las actividades de rescate de
heridos y primeros auxilios por la Cruz Roja, seccional Cauca, quienes vía radio empezaron a
solicitar ayuda, llegaron auxilios de todas partes de la nación de Colombia y países vecinos, La
Defensa Civil, el Cuerpo de Bomberos, la Policía Nacional, el
Ejercito y otras asociaciones voluntarias participaron en el
rescate y transporte de heridos graves al Hospital Universitario
San José de Popayán, que contaba con refuerzos médicos
del hospital universitario de Cali.
los servicios de salud colapsaron por el gran número de heridos por lo que se remitieron a la
ciudad de Cali unos 130 heridos. Pasado un tiempo lleno de
algunas replicas, la población comenzó a recuperar sus pertenencias de entre los escombros y a recoger
materiales de construcción que pudieran utilizar nuevamente. La
solidaridad nacional e internacional se hizo presente en
auxilios de hombres, dinero, medicamentos, víveres y
material
Se establecieron 21 campamentos y 25 “invasiones” para los habitantes que habían
quedado sin hogar, se organizaron “ollas comunales”
y se repartieron víveres y mercados que llegaban de las donaciones a través del Idema.
Una gran cantidad de tiendas de campaña o carpas fueron
distribuidas entre la población, las cuales, se erigieron en el solar donde había existido la vivienda o en el patio de la vivienda semidestruida o en
terrenos tomados o invadidos en el norte y el sur de la ciudad, de
esta forma los propietarios podían vigilar sus pertenencias
que les quedaban.
Esta tragedia mostro la existencia de la escasez de vivienda, al descubrirse la
existencia de muchos inquilinatos en un municipio que se preciaba de no tener
tugurios y ahora eran cientos las familias sin techo, a las
que se sumó la Explosión de invasiones. La edificación de casas estuvo liderada por el Sena, con su programa de
autoconstrucción.
La ciudad fue reconstruida en cinco años, aunque muchas edificaciones demoraron
mucho más en volverse a levantar. A pesar de los destrozos causados, un
esfuerzo masivo se llevó a cabo durante la década siguiente para reconstruir y
restaurar la ciudad y permitirle recuperar el esplendor y la belleza de su
arquitectura colonial. La mayoría de edificaciones de valor histórico y religioso debieron ser reconstruidas partiendo de la memoria fotográfica. La ayuda extranjera
que proviene de muchos países y organizaciones se va organizando de tal forma que cada país u organización se
encargue de recuperar alguna zona, es así como el gobierno alemán reconstruyó la Ermita, Asocaña reconstruyó la Torre del
Reloj y la embajada de España reconstruyó el templo de San Francisco.
Japón invirtió en la vereda de Julumito, la firma Rodrigo Llano
trabajó en la iglesia Santo Domingo y Antioquia apoyó a Cajibío. La alcaldía de Bogotá construyó el
barrio Santa fe de Bogotá; Solidaridad por Colombia, el Bello
Horizonte, Suiza el barrio Suizo y el Minuto de Dios el barrio del mismo nombre. La gobernación del Meta
apoyó la reconstrucción de la escuela el Retiro, con otros donantes más y la
Comunidad Colombiana en el Exterior, Barrio Colombia. La Unión
Europea hizo aportes para la reconstrucción de barrios populares,
como Maria Oriente, Poblazón y otros, reconstruyendo las viviendas y
dotándolas de servicios básicos.
El gobierno español, a través de la Agencia Española de
Cooperación Internacional -que tiene una de sus sedes en
Popayán-, apoyó igualmente apoyado una parte importante
de la estrategia de recuperación de la ciudad antigua, al igual que la Cooperación Alemana.
Ante lo observado por el sismo en Popayán, se empezaron a aplicar y exigir las normas de
sismo resistencia en toda construcción en Colombia.
En el 2005, la UNESCO designó a la ciudad de Popayán como
Ciudad Unesco de la Gastronomía por su variedad y significado para el patrimonio intangible de los colombianos.
La cocina caucana fue seleccionada por mantener sus
métodos tradicionales de preparación a través de la
tradición oral. El 28 de septiembre de 2009 las
Procesiones de Semana Santa de Popayán fueron declaradas por la UNESCO como Obra Maestra del Patrimonio Oral e Inmaterial
de la Humanidad.
“Los muertos y los heridos que se registraron solo ocurrieron en el terremoto, y aunque fue muy doloroso, no hubo más muertos por epidemias, o por violencia.
Con la ayuda que llegó desde varias regiones del mundo, logramos montar hasta un hospital con el que logramos
atender a quienes lo necesitaban”, puntualizó. Camila Fajardo, estudiante de la Facultad de Comunicación Social de la Universidad del Cauca y quien participa
de un trabajo de investigación que culminó con una exposición fotográfica
sobre el terremoto de Popayán, acompañó los eventos organizados para conmemorar
los 30 años del trágico hecho.
Popayán, con el 17,8 por ciento de población desocupada, es una de las ciudades con el
mayor desempleo. Aquí no hay inversión, ni industria y muy
pocas empresas, son condiciones que para quienes vamos a ser
profesionales no representa otra realidad, más que irnos de la
ciudad”.
En 1983 Popayán tenía 90 mil habitantes y un problema de
crecimiento en la población que se veía reflejado en los
inquilinatos que existían.
Han pasado 30 años y la capital caucana cuenta con un censo de
370 mil personas.
El 80 por ciento de los actuales ciudadanos llegaron de otros
municipios como Piendamó, Cajibío y Timbío, que también resultaron
afectados con el terremoto y ocuparon extensiones de terreno en
asentamientos e invasiones.
Uno de los barrios de la Ciudad Blanca, tomó el nombre de ‘31 de
Marzo’, como una manera de recordar esa fatídica fecha del
fenómeno natural que le cambió la historia a la capital caucana.