catálogo ciudadela 2006

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Pedro Salaberri La Pintura, desde la emoción Ciudadela de Pamplona. Mixtos 08.09 al 15.10 de 2006 Pedro Salaberri Ciudadela de Pamplona. Fundación Caja Navarra 09|2006

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Catálogo de Ciudadela 2006

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Page 1: Catálogo Ciudadela 2006

Pedro SalaberriLa Pintura, desde la emoción

Ciudadela de Pamplona. Mixtos 08.09 al 15.10 de 2006

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Ciudadela de Pamplona. Mixtos . 08.09 al 15.10 de 2006Fundación Caja Navarra

Pedro SalaberriLa Pintura, desde la emoción

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Créditos

Caja NavarraPresidenteMiguel Sanz SesmaDirector GeneralEnrique Goñi Beltrán de Garizurieta

Fundación Caja NavarraDirectorDámaso Munarriz Diez de Ulzurrun

Ayuntamiento de PamplonaAlcaldesaYolanda Barcina AnguloConcejal de CulturaIgnacio Pérez CabañasDirector del Área de Cultura José Luis González GarcíaTécnico de Artes PlásticasJavier Manzanos Garayoa

ExposiciónOrganizaciónFundación Caja NavarraAyuntamiento de PamplonaCoordinaciónAna Azcona HuércanosMontajeÁrea CulturalEquipo Ciudadela

CatálogoEditaFundación Caja NavarraTextosAlicia FernándezDiseñoBermejo Comunicación FotografíasLarrión & PimoulierImpresiónI.G. Castuera, S.A.D.L.: NA-2-2004

PortadaDesde Mutilva.Reproducción completa en p. 53

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Índice

01.La Pintura, desde la emoción 06.Alicia Fernández

02.Obras en catálogo 17.

03.Currículum vítae 59.

00.1

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00.3

Agradecimientos

Fundación Caja Navarra agradece la colaboración acuantas personas e instituciones han hecho posible larealización de esta exposición.

00.2

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La cita con la que el pintor prologaba su indi-vidual en Alsasua en 1982, sigue siendo váli-da en la actualidad. Porque un repaso puntualdel ya largo recorrido del artista, revela el firmecompromiso que mantiene con la pintura, supermanencia en ella y su constante desarro-llo. No en vano, cuantos han comentado suobra coinciden en destacar esa coherencia yrigor que definen su trabajo como intempo-ral, sereno, silencioso y lleno de intensidad.Rasgos que, además, le convierten en uno delos representantes más personales de la figu-ración actual y le distancian de otras pro-puestas similares contemporáneas.

Autor de una obra intimista1, su pintura se define por el análisis del espacio, laestructura de las formas, los amplios horizontes y los cielos abiertos. Construyelas composiciones mediante una sucesión de planos, atmósferas de color y gra-daciones de luz, que se suceden poco a poco en la superficie del lienzo, mati-zando el paso del tiempo y sobre todo, disfrutando del proceso de creación delcuadro. De este modo consigue dar forma a la vida, a la naturaleza tantas vecescontemplada y a la realidad observada bajo una atenta mirada. Cada obra suyaencierra un diálogo emocional en el que los silencios y la quietud son tan nece-sarios como los leves toques de pincel, como el color y la luz.

Situado en la periferia, desde su Pamplona natal, aunque conocido en el ámbitonacional, el suyo es un proyecto de fe y concentración en la pintura de una formaíntima y vivencial pero a la vez, iluminadora del mundo, de sus seres y lugares.Hay en ello un proyecto en el que estrechamente confluyen la vida y la obra delartista que alternativamente se cruzan, para lograr la relación adecuada en cadamomento, y que se expanden mediante tres vías abiertas al paisaje natural, alámbito urbano y a la figura o el retrato. En torno a estas familias, con sus corres-pondientes derivaciones temáticas, se organizaba la exposición más completa delartista celebrada en el año 2000, ocupando primero el Museo Gustavo de Maeztude Estella y luego las salas del Pabellón de Mixtos de la Ciudadela de Pamplona.

Para dicha muestra Ignacio Aranaz2 escribió: He aquí un pintor, que nació en lacalle de La Tejería, una de esas calles empedradas, antiguas, que parten de LaEstafeta para deslizarse en suave pendiente hacia los confines de la ciudad vieja.Salaberri dibujaba desde pequeño y durante doce años trabajó como delineanteen estudios de arquitectos. De ahí el desarrollo de una ágil capacidad dibujísti-ca, siempre declarada por el pintor: El color es la emoción y el dibujo la razón3.Casi siempre he pasado por el dibujo ocasionalmente, unas veces como bocetosde cuadros, otras para ilustrar un libro y sólo en muy escasas ocasiones he dibuja-do sin color y sin intenciones de ponerlo. Lo cierto es que tanto pasar a su lado he

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La Pintura,desde la emociónAlicia Fernández

A lo largo de muchos años la pintura ha sido y sigue siendo mi camino de conocimiento. La forma de entender el mundo y entenderme en él

Pedro Salaberri, 1982

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acabado encontrando alguno de sus numerosos atractivos y empiezo a disfrutarquedándome en él 4. De ahí también su afinidad y diálogo con la arquitectura ylos arquitectos, correspondida hace pocos meses con el premio 4D instituido porla delegación navarra del Colegio Oficial de Arquitectos Vasconavarro.

No obstante, cuando la afición natural por el dibujo encontró su verdadero cami-no fue cuando Pedro Salaberri se incorporó a la Escuela de Artes y Oficios dePamplona. Allí encontré profesores y amigos que entendían que la asignatura erala vida. Desde entonces la pintura camina conmigo5, comentaba en 1976. En laescuela supo encauzar las ideas e inclinaciones plásticas que rondaban por sucabeza y que por entonces, fluían paralelas a los planteamientos que tenían loscomponentes de una excelente generación de artistas formada por Mariano Royo,Juan José Aquerreta, Luis Garrido, Peio Azketa, Joaquín Resano, Pedro Osés yXabier Morrás. Todos ellos fueron sus compañeros de viaje durante aquellos añosiniciales de aprendizaje y juntos formaron, en 1968, el contexto de lo que JoséMaría Moreno Galván –en uno de sus artículos de la revista Triunfo publicado en1970–, denominó Escuela de Pamplona. Para el crítico de arte madrileño el jovennavarro transcribía con sencillez el paso sencillo de la vida por los hombres. Porentonces Salaberri se interesaba por trabajar con los cánones del pop art quemuy pronto abandonaría para inclinarse hacia una vertiente realista, pero muchomás lírica y plena de interrogaciones silenciosas, y hacia el desarrollo de un sen-tir muy cercano de la naturaleza que era común entre los artistas mencionados.Aquellos también fueron años de reivindicaciones y cambios políticos que die-ron pie, en 1972, a los Encuentros de Pamplona, en los que participó dentro dela exposición de Arte vasco actual.

Al año siguiente, en 1973, celebra su primera individual en Pamplona, en la Salade Cultura de la Caja de Ahorros de Navarra, anunciada por un tríptico en el queSalaberri se autorretrata y afirma su devoción por la naturaleza y por encontraren ella una atmósfera inexplicable en la que habita una figura que en medio delpaisaje recuerda, vive y espera6. Intenciones poéticas y confesionales que fueronpercibidas por el pintor y crítico de arte, Pedro Manterola7 quien, precisamente araíz de esta primera exposición, describió con exactitud los valores del joven pin-tor, señalando el cuidado con el que trabajaba cada superficie con-siderando el color y su resonancia en el contexto general del cuadroy destacando que ya entonces elaboraba una pintura unitaria de con-cepto y estilo. Una pintura respetuosa consigo misma. Virtuosa, desdeel punto de vista artesano y desde el moral. Intimista. Misteriosa. Llenade profundas sugerencias humanas, concretándose en un mundo reale irreal al mismo tiempo. Un paisaje humanístico. A punto de crista-lizar. Un mundo silencioso. Soñado. Será pues Pedro Manterola elprimer intérprete de la obra de Pedro Salaberri y el maestro para elque sus primeros paisajes resultaban, como resultan aún hoy, extra-ñamente reales o irreales en la medida en que, aún representandoparajes identificables (ésta es una constante en la pintura de Salaberri),

1Fernández, Alicia. Catálogo de la Exposición Bosteko, enla que participó junto a Gerardo Armesto y Antón Hurtado. 2Aranaz, Ignacio. El pintor y su ciudad. Catálogo de laExposición en el Museo Gustavo de Maeztu de Estella yen el Pabellón de Mixtos de La Ciudadela de Pamplona,2000.3Huici, Vicente. Entrevista a Pedro Salaberri. Catálogo dela Exposición en Sala de Cultura de la Caja de Ahorros deNavarra, Pamplona, 1976.4Salaberri, Pedro. Tarjeta de la Exposición en Caja deAhorros Municipal, Pamplona, 1982.5Huici, Vicente. Op. Cit, Pamplona, 1976.6Salaberri, Pedro. Tríptico de la Exposición en la Sala deCultura de la Caja de Ahorros de Navarra, Pamplona,1973.7Manterola, Pedro. Un joven y gran pintor, en Diario deNavarra, 14-1-1973.

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parecían estar adornados de una indefinible calidad mágica, de un encanto poéti-co y militante a favor de la soledad y el silencio8. El acertado juicio crítico escritoen 1973 sorprende ahora por la actualidad de sus planteamientos transcurridascasi tres décadas.

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Durante muchos años tuvo el estudio en un segundo piso de la calle Zapatería,compartido largo tiempo con Mariano Royo (San Sebastián, 1949-Pamplona, 1985),su amigo personal y referencia imprescindible de los acontecimientos de aquelintenso periodo inicial. En dicho estudio por las mañanas impartió clases de pin-tura, reservando las tardes para el trabajo solitario en el taller. Ignacio Aranaz9 enun bello escrito de 1993 comentaba la situación del taller: Ahí donde la pequeñaciudad antigua se expresa en el dibujo del laberinto y en él puede uno encontrarseel orden, no el orden establecido precisamente, el orden impuesto y coercitivo, sinoese otro orden que se ha ido construyendo con delicadeza y con sosiego desde unafacultad del alma, un orden que ha ido creciendo desde dentro, que ha sabido esqui-var múltiples llamadas o tentaciones que hubiesen desviado la trayectoria del pintor.Y es que el orden es uno de los valores propios más sobresalientes de Salaberri,que por inclinación natural tiende a la armonía y el equilibrio. Como bien recorda-ba Aranaz a propósito del taller: Asombra y conforta llegar allí y encontrar las foto-grafías, los catálogos, las músicas, los pinceles, los libros, los lienzos y las tazas delté en un orden preciso. Con todo ello trabaja un hombre que ejerce su oficio de pin-tor con la concentración, el interés y la dedicación del que pone en su trabajo la vida.

Vivir y buscar la vida en los cuadros es una de las máximas de este pintor. Unonecesita hacer cosas, comenta Salaberri, y la pintura te permite mantenerte másvivo. El arte nos ayuda a comunicarnos con los demás, por eso para mí pintar esvivir y sentirme vivo10. Pocas actitudes resultan tan reveladoras y sinceras al trans-mitir sus intenciones y sus búsquedas, al compartir experiencias, emociones ysentimientos. Actualmente su estudio mantiene las pautas del anterior y comoaquél, ocupa una vivienda con entrada, en este caso por la calle Pozoblanco, ycon vistas a la Plaza del Castillo; en él recibe con generosidad a sus visitas, a lasque invita a disfrutar de la esencia y la serenidad estética de su pintura que pideser mirada despacio, porque eso la rescata de la prisa y la puede librar de crearimágenes que sólo pretenden seducir11.

En 1974 Salaberri celebra su primera individual en Madrid en la Sala Amadís ymás tarde se presentará en la Galería Seiquer con la que mantuvo una larga rela-

ción de seis individuales consecutivas, hasta la última celebrada en1995. En su conjunto las citas posibilitaron el conocimiento y la pro-yección del pintor navarro en la capital así como el respaldo de crí-ticos y profesionales que siguen hoy su carrera con interés y des-tacan como fundamento básico de su obra la sencillez, ya pronos-ticada por Moreno Galván a principios de los 70. Durante las déca-

das siguientes y hasta nuestros días, la pintura de Salaberri se expone con asi-duidad en diferentes salas de Navarra y de su ciudad natal, Pamplona, en Bilbao,Vitoria, San Sebastián, Santander y Zaragoza, entre otros lugares. En 1997 expo-ne en la Sala Juan Bravo de Caja Navarra en Madrid y en 2004, tras exponer elaño anterior en el Espacio Marzana de Bilbao, regresa a la capital ocupando elespacio de la Galería Muelle 27 con una pintura serenamente emocionante, segúnlas palabras de Santos Amestoy12, donde se trata de alcanzar cierta síntesis delpensamiento y la imaginación; de producir ciertas determinaciones del espacio yel tiempo y propiciar un reconocimiento en el espíritu.

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Tenía razón Juan Zapater13 cuando en 1986 apreciaba en laobra de Salaberri una necesidad permanente por la captaciónde paisajes. Los paisajes del campo, la naturaleza que siempreme atrae, confiesa el pintor. Tengo que irme a pasear por losmontes, a recuperar el sonido del agua, los aromas y ese cre-cimiento orgánico que se manifiesta en la vegetación, en elbosque, el existir sin intenciones útiles o inútiles, el puro estaren el universo14. En otra ocasión escribió: Recojo los coloresdel campo para pintar con ellos la casa en que os espero15. Con el tiempo esa pre-disposición paisajística se ha consolidado en su trabajo, pero no de una maneraacomodaticia, como puede ocurrir en quienes reiteran los temas hasta agotar susposibilidades. Por el contrario esa actitud ha evolucionado mediante un métodoeficaz que se renueva en cada pintura aportando experiencias y visiones inaudi-tas que nacen de una profunda reflexión, tan atenta a la construcción de las imá-genes como al funcionamiento interno de la pintura.

Porque sus cuadros aparentemente sencillos, en el fondo responden a una gransíntesis de composiciones complejas, entre lo poético y lo racional, entre la intui-ción y el concepto. Como apreció José Marín-Medina16. Si “dibujar” es pensar,estamos ante una pintura organizada racionalmente, regida desde el plano men-tal, constituida por un sistema de síntesis, en el cual se superponen sutilmente fran-jas y, sobre todo, perfiles y volúmenes silueteados. Se establece un diálogo entrelo ideativo y lo sensual, que recuerda a la pintura extremo-oriental, por su emocióny por su exquisitez.

Y si bien las razones de esa continua renovación son de índole diversa, quizás lamás sobresaliente es la que encuentra en el paisaje la atmósfera espiritual másacorde con el compás de su alma. Así, una escena seleccionada del entorno seconvierte para él en el soporte emocional, en el vehículo de expresión que cana-liza las ideas y los sentimientos. Porque lo emotivo es otra de las claves de todasu propuesta visual y el apoyo privilegiado para una intensa obra poética, desa-rrollada en las citas y escritos que acostumbra a poner al principio de sus catá-logos. Sirve de ejemplo el final de un texto revelador, escrito en 1997 y signifi-

8 Manterola, Pedro. Catalogo de la Exposición en losPabellones de Arte de La Ciudadela, Pamplona, 1979.9 Aranaz, Ignacio. Tríptico de la Exposición en la galeríaSeiquer, Madrid, 1993.10 Ezker, Alicia. Los paisajes tranquilos de Salaberri, enDiario de Noticias, Pamplona, 6-12-1996.11Salaberri, Pedro. Catálogo de la Exposición en elPabellón de Mixtos de La Ciudadela, Pamplona, 1996.

12 Amestoy, Santos. Pedro Salaberri, en Abc suplemen-to Blanco y Negro Cultural, Madrid, 3-1-2004.13 Zapater, Juan. La voluntad de vivir, en Navarra hoy, 22-3-1986.14 Salaberri, Pedro. Tríptico de la Exposición en la Salade Cultura de Caja Laboral, Alsasua, 1982.15 Salaberri, Pedro. Catálogo de la Exposición en la SalaGarcía Castañón, Pamplona, 1993.16 Marín-Medina, José. El paisaje de Salaberri, ¿un esta-do del alma?, en Abc de las Artes, Madrid, 12-3-1993.

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cativamente titulado autorretrato17, donde en tercera persona describesus planteamientos: Con los años ha ido creyendo que es más exactono ir hacia ninguna parte en concreto pero sí hacia los sentimientos úti-les que hacen fructificar la concordia y ayudan a compartir el placer.Además, a lo lejos, aunque sabe que es un espejismo, le parece ver lapaz interior. En el fondo el gran reto es la búsqueda interior, el encon-trarse a sí mismo a través de la pintura sin la necesidad de ir lejos, tansólo caminando en derredor con los ojos bien abiertos y con un asom-bro inagotable ante el mundo siempre nuevo, cambiante. Y el caminarhace que en su intimidad fuese creándose un espacio diáfano... y andarle ayudaba a desprenderse de los pensamientos negativos y preparar-se para la comunicación y le mantenía en una especie de duermevelaen la que organizar las imágenes.

Es significativo que cuando Pedro Salaberri expone en la Casa de Cultura deTafalla, en 1993, recupere la frase del pintor Max Ernst: Siempre traté de tener unojo abierto a mi mundo interior mientras mantenía el otro abierto al mundo exte-rior. En efecto, así es. Como intuye el escritor navarro Miguel Sánchez-Ostiz18,contemplar sus paisajes es tener la certeza de que se trata del reflejo de unospaisajes interiores. De una forma de reflejar algo que está más allá o más acá deun determinado lugar, del escenario ocasional de un momento pleno, intenso: laforma de percibirlo, de verlo, de habitarlo, de vivir con él, con su recuerdo. Así, lospaisajes son otros tantos puntos de referencia para unos determinados estados delalma, para una forma muy personal, muy libre también, de mirar las cosas delmundo, las cosas de todos los días, las cosas que nos aguardan. Esa proximidada lo cotidiano la percibía también José Carlos Vidal19 en su original Retrato a tintachina sobre el pintor: Por la casa se le cuela una dedicación habitual, una atencióny un interés por los placeres cotidianos, el gusto por exprimir de cada día un sen-tido positivo de lo que pasa, la humildad suficiente para dedicar el tiempo a lascosas tocantes y sonantes que posee.

Adentrándonos en el apasionante territorio poético de quietud creado por nues-tro pintor descubrimos que para nada intenta imitar la naturaleza, sino que, abase de impresiones y recuerdos, realiza un ejercicio de absorción de atmósfe-ras y estructuras que luego recrea en los cuadros. Hablo de la naturaleza porqueésta es todo lo que tenemos o quizá porque me noto ser parte de ella20, explicaSalaberri. El caso es que el medio natural lo llevo dentro, y suelo pasear a travésdel paisaje. Muchas veces cuando te preguntas sobre la vida te das cuenta que loque permanece es la naturaleza21. Su comunión con lo natural nace en directo delos largos paseos por el monte en los que siente el eterno fluir de la naturaleza22,tantas veces declarado por el pintor. Estamos sin duda ante una mirada cami-nante que busca la inspiración en el entorno cotidiano más próximo donde, comoel mismo explica, a menudo la forma del cuadro se me hace patente mientraspaseo. Porque siguiendo a Ignacio Aranaz23, Salaberri es un pintor que necesitaexperimentar, vivir el paisaje de sus cuadros, que necesita hacer suyo el tema, verlo

17Salaberri, Pedro. Autorretrato. Catálogo de laExposición en la Sala de Cultura Juan Bravo, Can,Madrid, 1997.18Miguel Sánchez-Ostiz. El paisaje interior de PedroSalaberri. Catálogo de la Exposición en la Sala GarcíaCastañón, Pamplona, 1989.19Vidal, José Carlos. Retrato a tinta china. PedroSalaberri, en Navarra Hoy, Pamplona, 23-7-1984.20Zapater, Juan. La pintura como riesgo. Catálogo de laExposición de la Sala San Prudencio, Vitoria, 1986.21Salaberri, Pedro. Díptico de la Exposición en la gale-ría Amadis, Madrid, 1974.22Fernández, Alicia. El color de las ciudades, en AbcCultural, Madrid, 27-10-2001.23Aranaz, Ignacio. El pintor y su ciudad. Catálogo dela Exposición en el Museo Gustavo de Maeztu deEstella y en el Pabellón de Mixtos de La Ciudadelade Pamplona, 2000.

desde dentro componerlo, padecerlo, disfrutarlo, compartirlo, para luego llevarloal lienzo. No es habitual pero a veces, siente la necesidad de representar los pai-sajes desde una escena interior habitada creando obras como Interior con flexo,flor y postales de Barcelona (2003). Necesito un espacio para recogerme en él aimaginar el universo24, escribe para acompañar a la obra Cuarto de estar enMutilnova (1996), o está bien tener una ventana, a través de ella, hacia el fondo, aveces se adivina un poco el futuro junto a Caravana en Las Landas, realizada elmismo año que la anterior.

En numerosas ocasiones Salaberri ha descrito su sintonía con el paisaje serenoque recoge la luz del día y tiene un perfecto entendimiento con el sol y la nube,como un convenio a perpetuidad que le sirve para dar un poco de humedad y calora las hierbas que le van creciendo25. La luz está presente en sus imágenes con unprotagonismo siempre matizado. Para Javier Rubio Nomblot26, Salaberri “es unmago de la luz, retratista sólo de la luz. Por encima de las formas, que son siem-pre abocetadas, simplificadas, despojadas de detalles, está la luz. Las formas, lospaisajes, parecen meros soportes para esa luz, siempre diferente en cada uno desus cuadros.

La luz, que para Hegel, es como el cimiento del mundo material, el poder de ocu-pación espacial y la actualidad como posibilidad transparente, en Salaberri poseeun carácter simbólico y mágico que modela las formas y las impregna de sereni-dad. Porque en el fondo habita los lugares con tal intensidad que el pintor aspiralas esencias y atmósferas que luego traslada a sus lienzos: Estoy mirando comose va la luz, apunta el pintor, hasta que llegue la noche no quiero perderme ni unosolo de sus matices27. Adolfo Castaño28 también habla de esa atención porque lamirada del pintor puede demorarse, y se demora, en la luz del sol que se extinguetras la montaña, en la luz eléctrica que se alumbra y se recoge en la habitación. Yno sé cuál de las dos luces resulta más verdadera para su vivir,pues si la primera le lleva a admirar la naturaleza, la segunda lelleva a vivir entre los hombres, a vivir como un hombre. Y una vezmás el fiel seguidor de los pasos de Salaberri, Ignacio Aranaz29,analiza la presencia de la luz en la obra del pintor: En sus cua-dros está el color, que es tanto como la luz y que va cambiandoen cada estación del año, en cada día, en cada hora; la luz queilumina en un instante la visión de un lugar que hasta ese momen-to no se había revelado, la luz que va guiando al pintor, que le vadiciendo dónde ha de detener la mirada.

Toda Navarra, sus cumbres, valles y tierras labradas, los Pirineos o las Bardenas,son los escenarios transitados por el pintor que confirman su afición montañera altiempo que nutren su imaginación. En recuerdo de los Pirineos ha escrito: Necesitovivir en esa atmósfera inmaculada, donde el aire limpia todo de impurezas y el pai-saje queda fríamente bello, inmaterial e hiriente, diáfano e inaccesible30. En otromomento ha declarado: Periódicamente voy al río / hasta cerca de donde nace, /

24Salaberri, Pedro. Catálogo de la Exposición en elPabellón de Mixtos de La Ciudadela, Pamplona, 1996.25Salaberri, Pedro. Catálogo de la Exposición en laSala de Arte Castel-Ruiz, Tudela, 1979. 26Rubio Nomblot, Javier. El paisaje encantado dePedro Salaberri, en El Punto de las Artes, Madrid, 30-9-1990.27Salaberri, Pedro. 1996. Op. Cit.28Castaño, Adolfo. Pedro Salaberri. Catálogo de laExposición en la Sala de Cultura Juan Bravo, Can,Madrid, 1997.29Aranaz, Ignacio. Op. Cit. Estella-Pamplona, 2000.30Salaberri, Pedro. Pirineos. Díptico de la Exposiciónen la galería Aritza, Bilbao, 1977.

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sumerjo allí los ojos en el agua / y dejo que arrastre / la costra que les va dejandola civilización31. Y más adelante emite una sentencia sobre el mundo en que juntoa otras personas le gusta vivir: A veces tenemos que salir de él para atender anuestra supervivencia y algunos notan que estamos en el exilio32.

****

Dentro de la deriva personal de Salaberri por el paisaje una particularidad muydestacada es el desarrollo del paisaje urbano y en concreto de las amplias seriesdedicadas a la ciudad de Pamplona: El espacio en que vivo, donde están los seresqueridos, los amigos, donde sabes que existes porque otros te conocen, y el espa-cio además contrapuesto a lo natural33. En 1979 Pedro Manterola34 situaba tresaños antes la presencia definitiva de la ciudad en la obra de Salaberri y explica-ba cómo la ciudad y el campo entablan, en los cuadros del pintor, un debate sobrereglas convenidas a través del cual va madurando la personalidad del artista, por-que la madurez se consigue conforme somos capaces de identificar y asumir laspropias limitaciones. Sólo cuando las expectativas se concretan, el hombre es capazde planear de manera eficiente su propia vida, y en el caso del artista, su obra crecelibre y firmemente.

La ciudad en los cuadros de Salaberri, escribe Miguel Sánchez-Ostiz35, se hace ele-mental... La ciudad, deshabitada, sin nada que sugiera el ruido, los pasos apresu-rados; esa ciudad, sus insólitas perspectivas, producto de mirar las cosas de otraforma, como un poeta, pierde sus perfiles más agresivos, su lado menos amable. Yasí, esas calles vulgares se convierten en un espacio acogedor, en un espacio men-tal en el que poder vivir, en el que poder soñar. Es la suya una verdadera invenciónde la ciudad.

Desde sus primeras visiones urbanas ha dedicado numerosos lien-zos a las ciudades. El mismo pintor confesaba una enorme fascina-ción por las ciudades36 al celebrar la exposición, titulada precisamen-te Ciudades, en la galería pamplonesa de Moisés Pérez de Albéniz enel año 2001. Afirmaba su interés por pasear por cada calle, cada plaza,notar su alegría, su intimidad o su abandono; ver cómo están hechas,cómo es la arquitectura que las ha ido conformando es un enorme pla-cer y una forma de intimar con ellas. Son las ciudades ligadas emo-cionalmente a su biografía: Pamplona primero, luego Madrid, San

Sebastián y Bilbao, o unidas a viajes particulares por Chicago, Sevilla, Valenciay París. Son los sitios adecuados para perderse entre sus arquitecturas, parquesy avenidas y para descubrir cuáles son sus secretos mejor guardados. En defi-nitiva, son los lugares donde es posible el hallazgo y la invención, el reposo y lapartida. Pero todas estas ciudades, como escribió Gregorio Díaz de Ereño37, apesar de sus disparidad geográfica tienen algo en común: la conexión del artistacon ellas. Y es que en estas obras Salaberri parece querer transmitir al especta-

dor su interés por alcanzar la calma, una calma no forzada, ajenaa cualquier atisbo de retórica.

Ante la ciudad Salaberri actúa igual que en el campo, camina yobserva porque para él: Pasear tanto por la ciudad como fuera deella, resulta una fuente inagotable de sugerencias y solucionesplásticas. Noto vivir a las personas con las que me cruzo y puedover los infinitos paisajes que crean una farola, un portal, una tien-da38. Javier Manzanos39, con motivo de su presentación en 2004en Madrid, en la Galería Muelle 27, le describe como el peatónque pasea y mira hacia arriba y que como un escenógrafo, recrea los escenariosvividos, pinta los perfiles de los edificios que le interesan,.. y como ‘haikus’, sus cua-dros son poemas precisos que nos trasladan, con muy pocas palabras, a un momen-to de emoción.

Los edificios se recortan y muestran sus siluetas con total armonía, mientras laatmósfera de silencio y el vacío recuerda la impronta metafísica de las escenasurbanas de De Chirico, también silenciosas y vacías. Porque ya en 1976 Salaberriescribió me paso la vida pintando el silencio40 y de eso se trata, de la mágica sen-sación que producen las imágenes al transmitir la calma de cada rincón amado.A 1982 pertenece la obra A cierta hora Pamplona es un talismán y dos años des-pués escribía: Noto que Pamplona se ha convertido en un talismán y me pongo arecoger algunos colores que tiene la vida para disponer de ellos cuan sea preciso41.No en vano la capital navarra ejerce una fuerte atracción sobre el pintor porque,como dice Ignacio Aranaz42, estamos ante un pintor que lleva treinta años pintan-do su ciudad y que todavía no se ha cansado de mirarla y encontrarla hermosa, tanhermosa como para pintarla. Los cuadros de Salaberri, continúa Aranaz, huyen dela anécdota, de la literatura, de lo ocasional, para mostrar lo que en la ciudad, en elpaisaje urbano, hay de más esencial, para desvelar su lado poético, para hacer sonarsu cuerda más lírica. En ese estado latente, la ciudad de Pamplona aparece ensilencio, ajena a los ruidos y a las prisas diarias.

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Otro de los temas de Salaberri es la figura y los retratos, aunque nunca se hadedicado a pintar retratos porque lo que verdaderamente le interesa es hablar dealgunas personas y tratar de reflejar plásticamente sus características fundamen-tales, fijar con la forma y el color su alegría, su dinamismo o su tristeza sin preocu-parme de cómo son los ojos, la boca o las manos43. Su esposa Mari Carmen, sushijos, Andrés y Pablo, y sus amigos son sus modelos ejemplares. Hace muy poco,en 2005, reunió en una exposición los retratos de la Gente del Teatro que, comono podía ser de otro modo, ocupó el vestíbulo del histórico Teatro Gayarre dePamplona. Según intuyó el excelente fotógrafo navarro Carlos Cánovas44, quienmejor ha retratado al pintor entre las paredes de su estudio en el año 2000, los

31Salaberri, Pedro. Díptico de la Exposición en lagalería Gaztelu, Zarautz, 1978.32Salaberri, Pedro. Tríptico de la Exposición en GaleríaSeiquer, Madrid, 1977.33Saleberri, Pedro. Op. Cit. Alsasua, 1982.34Manterola, Pedro. Op. Cit. Pamplona, 1979.35Sánchez-Ostiz, Miguel. Op. Cit. Pamplona, 1989.36Salaberri, Pedro. Catálogo de la ExposiciónCiudades. Galería Moisés Pérez de Albeniz,Pamplona, 2001.37Díaz de Ereño, Gregorio. Arquitectura pictórica, enDiario de Navarra, 21-10-2001.

38Huici, Vicente. Op. Cit, Pamplona, 1976.39Manzanos, Javier. Catalogo de la Exposición en lagalería Muelle 27, Madrid, 2004.40Salaberri, Pedro. Díptico de la Exposición en la gale-ría Eder Arte, Vitoria, 1976.41Salaberri, Pedro. Díptico de la Exposición en la Cajade Ahorros Municipal de Pamplona, 1984.42Aranaz, Ignacio. Op. Cit. Estella-Pamplona, 2000.43Salaberri, Pedro. Op. Cit. Alsasua, 1982.44Canovas, Carlos. La mirada transparente. Catálogode la Exposición en el Museo Gustavo de Maeztu deEstella y en el Pabellón de Mixtos de La Ciudadela dePamplona, 2000.

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retratos de Salaberri están determinados por personajes a los que conoce bien,que han hecho junto a él alguno o muchos tramos de la vida, pero que han reca-lado en sus ojos en un momento dado, como la esquina cálida de una fachada consol del atardecer, como la suavidad verde de una ladera radiante con la luz de lamañana. Además sus retratos demuestran una gran sencillez: Salaberri mira susrostros con la transparencia que proporciona una mirada que parece tener sólo dosdimensiones, explica Canovas, el largo de la luz y el ancho del color... el volumen,la otra dimensión, está puesta por el afecto, por la doble relación sentimental conel motivo y con el cuadro.

Pedro Salaberri pertenece a un grupo de creadores que, como bien reconoce AliciaEzker45, son de ese tipo de personas tranquilas y serenas pero llenas de inquietudes,que caminan con paso decidido recorriendo lugares ya conocidos, paisajes ya pin-tados, con la firme convicción de que la mirada, que nunca es la misma, es la quehace que cada momento sea único, cada paisaje irrepetible y cada sensación impo-sible de copiar. Y si bien existen temas comunes en su obra, que podrían condu-cirnos a juzgar erróneamente su trabajo, a pensar en unos resultados previsibles,la variedad de imágenes producidas reflejan un universo fértil, inagotable. Un uni-verso silencioso, tal y como lo interpreta Juan Manuel Bonet46, en el que todo, pai-sajes, figuras, bodegones, está reducido a un sencillo sistema de planos, y en el quereina un clima de misterio, de enigma, que ya sus primeros glosadores relaciona-ron con la pintura metafísica de Giorgio de Chirico y compañía. Con el nabi frío ysensible Félix Vallotton y con el raro Alex Katz lo emparenta Bonet. Con los japo-neses u otros solitarios que, como él, vivieron en la periferia de los grandes movi-mientos modernos. Con el primer Vuillard, el Luis Fernández de los horizontesmarinos, el Cristóbal Ruiz, aquel andaluz que además de retratar inmejorablemen-te a Antonio Machado –un poeta que me imagino muy del gusto de Salaberri–, pin-taba paisajes serenos, transparentes, silenciosos, concluye Bonet47.

En efecto, existen esas conexiones a pesar de las cuales se reconoce un esti-lo personal. Y no es otro el tono que distingue su trabajo como una voz esen-cial de gozosa afirmación de un espacio solitario y sensible. En 1990 quien escri-be este texto comentaba al ver las imágenes expuestas en la galería vitoriana

de Lourdes Ugarabe, la presencia de una sensibilidad extrema, en sin-tonía con el exterior y armonía con el interior de uno mismo. Dispuestoa captar atmósferas etéreas, a rescatar el silencio sumido en la quie-tud natural, Pedro Salaberri aspira los colores de las emociones que leproporciona la naturaleza y la luz que se filtra de un modo tenue a tra-vés de la epidermis natural48.

Las pinturas de Salaberri recogen su experiencia personal de la reali-dad. Soy un poco intuitivo49, declara el pintor. A veces voy buscando cosasconcretas y me encuentro otras, y otras veces voy buscando algo y lo

encuentro… Yo me dejo llevar. Vivo mucho los ciclos naturales,miro el paisaje y la luz que hay fuera se me mete dentro y luegosale… Me motiva el paisaje y su intensidad… Además, me inte-resa la atmósfera que tienen las cosas. De repente se crea un clima, de calor, de color,de recogimiento… y eso es lo que intento reflejar. Los detalles no me importan mucho,lo principal es la sensación que hay en un lugar. Aquello que me emociona es lo quequiero pintar. Así, sus imágenes poseen un sentimiento común de complicidad yentendimiento del artista con el motivo. Como apunta Xabier Sáenz de Gorbea50,Salaberri percibe en el entorno una red de planos que le sirven para conducir la mira-da de la proximidad a la lejanía. Con no poca complacencia, se deja llevar por la bon-dad del espíritu para encontrar siempre la luz y el color exacto. Es una síntesis emo-cional que habla de sensaciones tranquilas, reposadas, solitarias. Y haciendo simplelo más difícil, esto es, logrando la síntesis de lo representado consigue que susimágenes enuncien el misterio y la magia del acto creativo.

Para quien la pintura es un motivo de reflexión y una forma de interrogarse sobresu situación en el mundo, también lo es para el desarrollo de una importante acti-vidad colaboradora con artistas, escritores, arquitectos y compañeros de otroscampos. Salaberi ha colaborado en prensa, escribe textos sobre su pintura y sobreotros artistas como Jesús Basiano y Mariano Royo, de quien comisarió su expo-sición, así como también organizó la revisión de la Escuela de Pamplona (1995)celebrada en el Museo Gustavo de Maeztu de Estella y en el Planetario de Pamplona.Además, ha ilustrado revistas como Pasajes y libros, entre otros, Mundinovi y laGazeta de pasos perdidos de Miguel Sánchez-Ostiz o El Pamplonario de IgnacioAranaz. Entre las numerosas colaboraciones con arquitectos destacan: el granmural cerámico en gres para las piscinas de Ansoain, el friso de diecisiete cuadrospara la sala de bodas de la nueva Audiencia y el bajorrelieve exterior de Civican,ambas en Pamplona. En cuanto a la extensa lista de escenografías que Salaberriha realizado para óperas y obras teatrales se encuentran: Los cuernos de DonFriolera de Valle Inclán, Cosi fan tutte de Mozart, Sabina de Chris Dolan o La extra-ña pareja de Neil Simon, por citar algunos de los ejemplos más relevantes.

Este extenso repaso de la obra de Pedro Salaberri, articulado por las palabras delpropio artista y por los testimonios más agudos de sus intérpretes, describe laspautas de una fructífera trayectoria cuya mejor aportación es: la firme convicciónen la pintura, sin renunciar a ninguno de sus principios; y la formulación de un terri-torio poético de quietud y silencio ligado a las emociones. El recorrido refleja uncontinuo desarrollo de la experiencia y el conocimiento hacia lo esencial de la belle-za, motivado por un espíritu inquieto, observador del mundo y cómplice de la vida.

45Ezker, Alicia. El círculo de la pintura. Catálogo dela Exposición en el Museo Gustavo de Maeztu deEstella y en el Pabellón de Mixtos de La Ciudadelade Pamplona, 2000.46Bonet, Juan Manuel. El enigma del paisaje, enBlanco y Negro, Semanario de Abc, Madrid, 2-12-1990.47Bonet, Juan Manuel. Pedro Salaberri o la sencillez.Catálogo de la Exposición en la galería Seiquer,Madrid, 1990.48Fernández, Alicia. Paisajes, en El Correo, 24-1-1996.49Salaberri, Pedro. Entrevista en el Boletín informa-tivo del Museo Gustavo de Maeztu, nº 4, Otoño de2000.

50Sáenz de Gorbea, Xavier. Luz y color, en Deia,Abril-2003.

01 La Pintura, desde la emociónAlicia Fernández

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Obras en catálogo

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18 | 19 Santander, 2004. Óleo sobre lienzo, 81 x 116 cm. Santander, 2004. Óleo sobre lienzo, 81 x 116 cm.

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20 | 21 Cantábrico, 2005. Óleo sobre lienzo, 81 x 116 cm. Menorca, 2005. Óleo sobre lienzo, 65 x 92 cm.

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22 | 23 Sin título, 2006. Óleo sobre lienzo, 46 x 65 cm.Codés, 2006. Óleo sobre lienzo, 46 x 61 cm.

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Sierra del Perdón, 2005. Óleo sobre lienzo, 65 x 92 cm.Canal de Navarra, 2005. Óleo sobre lienzo, 50 x 65 cm.24 | 25

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Sin título, 2005. Óleo sobre lienzo, 38 x 61 cm.26 | 27 Izaga, 2005. Óleo sobre lienzo, 65 x 92 cm.

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Baztán, 2005. Óleo sobre lienzo, 89 x 130 cm.28 | 29 Baztán, 2005. Óleo sobre lienzo, 65 x 50 cm.

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Belagoa, 2005. Óleo sobre lienzo, 97 x 146 cm.Campos de Ujué, 2005. Óleo sobre lienzo, 65 x 92 cm.30 | 31

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Duranguesado, 2005. Óleo sobre lienzo, 65 x 100 cm. Aitzgorri, 2006. Óleo sobre lienzo, 60 x 92 cm.32 | 33

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34 | 35 Pirineos, 2005. Óleo sobre lienzo, 65 x 92 cm.Pirineos, 2005. Óleo sobre lienzo, 65 x 92 cm.

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Pirineos, 2006. Óleo sobre lienzo, 81 x 130 cm.36 | 37 Baztán, 2006. Óleo sobre lienzo, 81 x 130 cm.

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38 | 39 Cuenca de Pamplona, 2005. Óleo sobre lienzo, 81 x 130 cm.Valdizarbe, 2005. Óleo sobre lienzo, 81 x 116 cm.

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40 | 41 Loiti, 2005. Óleo sobre lienzo, 70 x 140 cm.Carcastillo, 2006. Óleo sobre lienzo, 89 x 116 cm.

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42 | 43 Catedral, 2006. Óleo sobre lienzo, 65 x 92 cm.Desde la Chantrea, 2005. Óleo sobre lienzo, 65 x 92 cm.

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Teatro Gayarre, 2005. Óleo sobre lienzo, 146 x 114 cm.44 | 45 Desde mi estudio II, 2005. Óleo sobre lienzo, 81 x 116 cm.

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Puerta del Socorro, 2006. Óleo sobre lienzo, 65 x 92 cm.46 | 47 Vuelta del Castillo, 2006. Óleo sobre lienzo, 65 x 92 cm.

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Torres, 2006. Óleo sobre lienzo, 81 x 116 cm.48 | 49 Lo viejo y lo nuevo, 2006. Óleo sobre lienzo, 81 x 116 cm.

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Río Arga, 2005. Óleo sobre lienzo, 100 x 81 cm.50 | 51 Siete, 2006. Óleo sobre lienzo, 65 x 92 cm.

Page 27: Catálogo Ciudadela 2006

Escolapios, 2006. Óleo sobre lienzo, 73 x 54 cm.52 | 53 Desde Mutilva, 2006. Óleo sobre lienzo, 89 x 146 cm.

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C/ San Fermín, 2006. Óleo sobre lienzo, 54 x 73 cm.54 | 55 Avda. Baja Navarra, 2006. Óleo sobre lienzo, 65 x 92 cm.

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Arquitectura, 2006. Óleo sobre lienzo, 100 x 150 cm.56 | 57 ¡Oh Pamplona! (el pintor y el arlequín), 2006. Óleo sobre lienzo, 114 x 195 cm.

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Escenario para las horas felices (jardín de primavera), 2006. Óleo sobre lienzo, 114 x 195 cm.58 | 59

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PEDRO SALABERRI

Pamplona 1947

EXPOSICIONES INDIVIDUALES

2006 Espacio Marzana, Bilbao.

Pabellón de Mixtos, Ciudadela, Ayuntamiento

de Pamplona.

2004 Planetario de Pamplona.

2003 Espacio Marzana, Bilbao.

Galería Muelle 27, Madrid.

2002 Casa de Cultura, Cizur Mayor.

2001 Galería Moisés Pérez de Albéniz, Pamplona.

2000 Sala Le Carré Museo Bonnat Bayona, Francia.

Museo Gustavo de Maeztu, Estella.

Pabellón de Mixtos, Ciudadela, Ayuntamiento

de Pamplona.

1999 Casa de Cultura del Valle de Aranguren,

Mutilva Alta, Navarra.

1997 Sala de Cultura Juan Bravo, Caja de Ahorros de Navarra,

Madrid.

1996 Lourdes Ugarabe, Arte Galería, Vitoria.

Pabellón de Mixtos, Ciudadela, Ayuntamiento

de Pamplona.

1995 Museo Gustavo de Maeztu, Estella.

Galería Seiquer, Madrid.

1994 Galería Ederti, Bilbao.

1993 Casa de Cultura, Cizur Mayor.

Galería Seiquer, Madrid.

Sala García Castañón, CAM, Pamplona.

Casa de Cultura, Tafalla.

Sala Castel Ruiz, Tudela.

1992 Galería Ederti, Bilbao.

Sala Independencia, Vitoria.

1990 Galería Seiquer, Madrid.

1989 Sala García Castañón, CAM, Pamplona.

1988 Galería María Forcada, Tudela.

1987 Galería Altxerri, San Sebastián.

1986 Sala San Prudencia, Vitoria.

Sala García Castañón, CAM, Pamplona.

1985 Sala CAP de Guipúzcoa, San Sebastián.

1984 Pabellones de Arte, Ciudadela, CAM, Pamplona.

1983 ARTEDER, Bilbao.

Galería Seiquer, Madrid.

1982 Galería Windsor, Bilbao.

“Dibujos”, Sala Conde de Rodezno, CAM, Pamplona.

Sala de Cultura Caja Laboral, Alsasua, Navarra.

1980 Sala García Castañón, CAM, Pamplona.

1979 Pabellones de Arte, Ciudadela, CAM, Pamplona.

Sala de Arte Caja de Ahorros Vizcaína, Bilbao.

1978 Galería Gaztelu, Zarauz.

1977 Galería Seiquer, Madrid.

Galería Aritza, Bilbao.

1976 Sala de Cultura CAN, Pamplona.

Galería Seiquer, Madrid.

Sala Castel Ruiz, Tudela.

Galería Eder Arte, Vitoria.

1975 Galería Atenas, Zaragoza.

1974 Galería Amadís, Madrid.

Galería Arte5, Pamplona.

1973 Sala de Cultura CAN, Pamplona.

Casa Fray Diego, Estella.

Sala Besaya, Santander.

EXPOSICIONES COLECTIVAS

Encuentros, Pamplona 1972.

ARCO 95 - ARCO 2000.

Aquellos 80, Ciudadela de Pamplona.

Colección Juan Antonio Aguirre, IVAM, Valencia.

Paisajes de un siglo, Pamplona, Burgos, Murcia y Vitoria.

La ciudad recreada, Pamplona.

Bosteko 2003, Amorebieta, Munguia, Getxo, Basauri, Arrigorriaga.

Desde un lugar Galería Moisés Pérez de Albéniz.

Etc.

MUSEOS Y COLECCIONES

Ayuntamiento de Pamplona.

Ayuntamiento de Vitoria.

Caja de Ahorros de Navarra.

Caja Vital Kutxa.

Gobierno de Navarra.

Gobierno Vasco.

Instituto Valenciano de Arte Moderno, IVAM.

Artium, Vitoria.

Parlamento de Navarra.

Museo de Navarra.

Fundación Coca-Cola.

Universidad Pública de Navarra.

En enero de 2006, recibe el premio 4D creado este mismo año

con carácter bianual, por la Delegación Navarra del Colegio Oficial

de Arquitectos Vasco-Navarro, para reconocer la labor de

personas e instituciones en pro de una arquitectura de calidad.

Currículum vítae