castro, p. i altres 1998 - teoría de la producción de la vida social. mecanismos de explotación...

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Artículo donde se sientan las bases de la teoría materialista històrica en arqueología i se aplica a la prehistoria del sudeste de la Península Ibérica.

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  • pedro v. castro sylvia gili

    vicente lull rafael mic

    cristina rihuete roberto risch

    ma. encarna sanahuja ylP

    teora de la produccin de la vida social. mecanismos de explotacin en

    el sudeste ibrico2

    La historia y la arqueologa desde el marxismo

    El marxismo se propone identificar y explicar las condiciones objetivas materiales en las que se basa la produccin de la vida social, as como definir si las relaciones sociales que se estable-cen en y entre sociedades, explotan, ocultan y/o alienan al individuo social.

    En primer lugar, vamos a exponer la teora global de las sociedades a partir de la teo-ra marxista de la historia, la teora clsica del materialismo histrico. Hemos introducido al-gunos matices sobre aspectos que creemos que completan la teora clsica respecto a cier-tos conceptos bsicos relativos a la vida social, enunciando igualmente las implicaciones que en esta ltima tiene la materialidad social, objeto de estudio de la arqueologa. 3

    Universitat AutOnoma de Barcelona. Esta ponencia fue presentada en el congreso Arqueo-loga Social Iberoamericana. La Rbida (Huelva), 27 de julio de 1996. Aportaciones a la teora aquf desarrollada se encuen-tran en otros trabajos anteriores (Lull, 1988; Castro et al., 1993; Risch, 1995; Castro el al., 1996; Lull y Risch, 1996).

    Las condiciones objetivas de la vida social y la produccin

    La vida social presupone la existencia de tres condiciones objetivas: las mujeres, los hombres y los objetos materiales que aqullas/os utilizan y que redimensionan la naturaleza, otorgando un carcter social a ciertos segmentos del mundo fsico. La expresin material de estas tres con-diciones objetivas conforma la materialidad so-cial.

    En primera instancia, parece evidente que todo objeto producido es el resultado de la ac-cin de mujeres y hombres en un marco social. Segn esta idea, los hombres y mujeres ocupa-ran el papel exclusivo de agentes sociales, fren-te a productos u objetos sociales resultantes. Sin embargo, a tal sugerencia cabra realizar varias objeciones. En primer lugar, las mujeres y los hombres son tanto agentes como produc-tos sociales, dado que han sido gestadas/os y formadas/os a partir ele una vicia social preexis-tente que, a su vez, involucraba hombres, muje-res y objetos sociales. 4 En segundo lugar, las

    Esta conviccin es una 1lamada de atencin a quienes otorgan al individuo la clave del proceso histrico. El individuo puede ser considerado agente de la historia en cuanto subjetividad conformista y/o resistente,

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    mujeres y los hombres, una vez gestados/as y formados/as, se convierten a su vez en objetos sociales a partir de las relaciones concretas que se establecen en el seno de la sociedad. Por su parte, los objetos sociales, al participar y permi-tir la reproduccin de hombres y mujeres, se constituyen asimismo en agentes de la vicia so-cial.

    En suma, sujetos y objetos sociales, en tan-to materialidad social, se integran en la produc-cin de la vida social y se expresan como fuerza de trabajo, medios de produccin y/o produc-tos.

    El paradigma de la produccin

    La produccin es un proceso determinado por tres estadios dialcticamente interrelacionados: la produccin misma, la distribucin y/o inter-cambio y el consumo. Dado que la produccin ya implica consumo, los elementos bsicos de la cadena, produccin y consumo, estn indisolu-blemente ligados y aparentemente interactan mecnicamente, compensndose.

    El marxismo sugiere que, dado que la pro-duccin es social y el consumo es individual, los factores transitivos entre ambos, distribu-cin y/o intercambio, actan como puente relacional entre lo social y lo individual (Marx, 1977:5-34).' Es en este mbito de transitividad produccin-consumo donde en la propia pro-duccin social se establecen las relaciones so-ciales de distribucin y/o intercambio que pueden alejar al individuo de la produccin y hurtarle parte del consumo.

    Con esta formulacin quedara claramente disociada la propuesta marxista de otras apro-ximaciones. Frente a la libre traduccin pseudomaterialista que sugiere mecnicamente que lo social determina la produccin, el mar-xismo puede oponer la certidumbre de que la vida social est conformada por tres condicio-nes objetivas (supra) las cuales, aunque consti-tuyan agentes sociales, se presentan en ella como

    pero siempre correlato y/o producto de determinadas condiciones materiales objetivas de existencia. Original en alemn, publicado en 1939.

    productos sociales. Dado que no existira vida social sin produccin de condiciones materia-les, las relaciones de distribucin e intercambio slo son posibles segn sea la dialctica interna de la produccin como condicin objetiva de dichas relaciones. Frente al funcionalismo, que concibe la vida social como un sistema orgnico equilibrado y autorregulado, conformado por subsistemas interrelacionados por flujos que circulan en todas las direcciones, el marxismo propone una relacin dialctica. La produccin social genera las condiciones objetivas en las que agentes sociales (sujetos y objetos) se rela-cionan con la propia produccin. Las relaciones sociales de produccin que emergen de la pro-duccin social y del consumo, inciden en la dis-tribucin e intercambio de los productos sociales. Frente al estructuralismo y el historicismo cul-tural, que consideran que el pensamiento y/o la conciencia son anteriores a la experiencia, el marxismo sostiene que la experiencia genera conciencia, y que los individuos como subjeti-vidades se configuran, a la vez que como agen-tes sociales, como productos de las condiciones materiales de la vida social. Finalmente, el mar-xismo apunta que la produccin misma refleja unas relaciones sociales especficas segn como operen sujetos y objetos en la cadena producti-va socialmente necesaria y segn formen parte del consumo establecido. Este hecho descarta el mecanicismo econmico, del que tantas veces se ha acusado al materialismo histrico.

    La divisin del trabajo

    Ciertos procesos de produccin documentados a lo largo de la historia sugieren que la produc-cin misma conlleva elementos de divisin tc-nica del trabajo que generan puntos de encuentro diversos entre grupos concretos de individuos segn los lugares que ocupan los sujetos socia-les en la produccin. No obstante, este hecho no implica que a un reparto dado de tareas corres-pondan disimetras entre grupos de individuos en el acceso al consumo. En el caso de que la produccin y el consumo supongan una amorti-zacin indiferenciada del producto social, las relaciones sociales no cambiarn.

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    La divisin de tareas en el seno de una so-ciedad se establece cuando se exige un aumento socialmente necesario de la productividad. Di-cha di visin puede ser el resultado de distintas situaciones materiales de la vida social que obli-gan o aconsejan un incremento de la produccin social a consumir o bien una reduccin del tiem-po de trabajo. En dichos casos se buscar obte-ner un plusproducto o un menor trabajo segn sean las exigencias.

    Para obtener un plus producto ser necesa-rio establecer mecanismos de aumento de la pro-duccin: el sobretrabajo, la mejora de los medios de produccin y/o un reparto de tareas que au-mente la eficacia productiva. Este ltimo meca-nismo supone ubicar a los individuos en distintos lugares del proceso de trabajo para ase-gurar que el aprendizaje y la experiencia deriva-da del dominio de un segmento de la produccin repercuta en una mayor eficacia del tiempo ele trabajo.

    Cuando las relaciones sociales ele produc-cin mantienen unos vnculos integradores, ele manera que la produccin social cohesiona la vicia social, amortiznclose en el consumo, cual-quiera ele los mecanismos que se adopten para incrementar la produccin no incorporarn nue-vas condiciones a la vicia social. El plus producto ser consumido ele acuerdo con las nuevas ne-cesidades que lo engendraron.

    En estas condiciones, las esferas econmica, social e ideolgica permanecern incliferenciaclas y los mecanismos ele distribucin-intercambio no manifestarn disimetras sociales. Si no se establecen relaciones sociales de produccin que impliquen explotacin, resultar indiferente la forma que adopte la distribucin o el proceso de produccin ele alimentos. Frente a la idea ele la antropologa liberal, a veces disfrazada de sustantivista, de que ciertas formas de distribu-cin (reciprocidad, redistribucin) se vinculan a formas sociales concretas, puede argumentarse que stas no generan relaciones sociales ele pro-duccin especficas. Igualmente, la forma pro-ductiva clesarrollacla tampoco tiene por qu implicar una forma poltica determinada, frente a la presuncin que asevera una determinacin ele este mbito desde ciertos procesos producti-

    vos (caza-recoleccin=igualitarismo, agricultu-ra de irrigacin=estaclo).

    Sin embargo, la bsqueda de plusproclucto genera condiciones necesarias para obtener una mayor procluctiviclacl que incorporan a la vida social una nueva caracterizacin de la produc-cin. La produccin y las relaciones sociales de produccin involucraban inicialmente a la totu-liclacl ele los sujetos y objetos sociales, confor-mando un contexto ele integracin en el cual las esferas econmica, social y poltica apenas po-dan diferenciarse. Con la divisin tcnica del trabajo, la vicia social inicia su desintegracin en contextos relacionales particulares. stos esta-blecen una nueva dialctica entre los sujetos sociales y su lugar en la produccin, que empie-za a expresar unas nuevas relaciones sociales de orden diverso a las previamente establecidas.

    Con el reparto ele tareas, la produccin so-cial pasa a depender de contextos particulares ele la produccin, lo que supone una fragmenta-cin del sujeto social global, al redimcnsionarse ste en sujetos sociales particulares. La divisin del trabajo crea un nuevo marco relacional, cons-tituyndose en condicin objetiva de contextos sociales particulares que dan lugar a percepcio-nes subjetivas diferenciadas en los sujetos so-ciales, de acuerdo con el contexto material ele la produccin que ocupan. La divisin del trabajo que se instaura en tales condiciones, trasciende lo tcnico y deviene social, pues genera unas relaciones sociales especficas en cada uno de los pasos del proceso productivo. Tales relacio-nes suponen el origen de las condiciones sub-jetivas individuales, mediante las cuales los individuos se reconocern socialmente debido a su participacin en los trabajos concretos que realizan dentro del proceso productivo.

    Con la divisin social del trabajo, el nfasis ya no recae en el reparto ele tareas socialmente establecido, sino en la divisin entre el trabajo realizado y la disimetra de los/as trabajadores/as en cuanto al acceso a lo producido. El germen de la divisin social del trabajo se encuentra en la aparicin ele contextos relacionales. particula-res derivados del reparto ele tareas productivas y de las subjetividades sociales que emergen. Las relaciones establecidas en el seno ele la pro-

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    duccin entre sujetos sociales particulares pueden seguir un camino que suponga la apari-cin de relaciones particulares que beneficien a ciertos sujetos, en la medida en que stos se apropien de alguno ele los factores de produc-cin. El desarrollo ele nuevas condiciones de la vida social surgir como consecuencia de la apa-ricin del excedente y ele la propiedad, con la consiguiente implantacin de situaciones ele ex-plotacin entre sujetos sociales.

    El plusproducto, surgido originariamente ele una exigencia colectiva ele mayor aporte energ-tico, se transforma en excedente cuando es apro-piado para ser consumido clisimtricamente, es decir, cuando la divisin del trabajo pasa a ser social (divisin social del trabajo). El excedente puede obtenerse acudiendo a la plusvala abso-luta mediante el sobretrabajo o bien a la plusvala relativa si se desarrollan los medios de produc-cin para incrementar la productividad. En am-bos casos se aumenta la produccin, condicin necesaria para la aparicin del excedente, aun-que como hemos sealado, ni el sobre trabajo, ni el desarrollo ele los medios ele produccin en-gendran mecnicamente relaciones sociales ele produccin diferenciadas y opuestas. Por otro lado, en situaciones ele produccin de excedente el reparto de tareas, como mecanismo organiza-tivo para incrementar la productividad, puede reclimensionarse con el fin ele mantener la clisi-metr a social.

    Divisin social del trabajo y propiedad

    El requisito para establecer la existencia de la explotacin consiste en determinar que ciertos sujetos sociales no tienen acceso a su parte co-rrespondiente del producto social. Sea cual sea la divisin tcnica del trabajo, si no hay disimetras entre el producto social y el consu-mo individual no se puede hablar de explota-cin. Slo podemos referirnos a la propiedad cuando se instaura la explotacin. De la misma manera que el excedente slo puede ser entendi-do en relacin con la explotacin, sta slo pue-de entenderse en funcin ele la propiedad. La trada cxccdcntc-explotacin-propicclacl es la nueva condicin ele la sociedad dividida.

    Para que la apropiacin del excedente se manifieste debern establecerse en el seno de la produccin social unas relaciones sociales de produccin que enfaticen lo individual sobre lo social. Dependiendo ele las nuevas condicio-nes objetivas surgidas ele la fragmentacin del sujeto social global, lo individual surgir vincu-lado a los sujetos sociales particulares.

    Estas nuevas condiciones objcti vas particu-lares generadas a partir ele la divisin social del trabajo exigen que el sujeto se construya ahora no slo a partir ele la produccin y las relaciones de la vida social general, sino tambin a partir del lugar que ocupa en el proceso ele trabajo por mediacin de la divisin social del trabajo. El mbito fctico del individuo en la produccin, es decir, el mundo de su contexto de trabajo y reproduccin, ahora con dos caras, particular y social, reconstruir al sujeto de una manera especfica. El sujeto se apropiar de aquello que le vincula a la produccin, lo cual permitir que ciertos sujetos sociales pasen a mediatizar la propiedad como vehculo para asegurar que las relaciones de distribucin resulten bene-ficiosas a nivel individual.

    En suma, ante la exigencia inicial de atimcn-to de la productividad bastaba acudir a la divi-sin tcnica del trabajo, implementada mediante medios de produccin especficos, o a la ubica-cin de diversos individuos en los diferentes pasos del proceso de trabajo. Las propias tareas particulares de los sujetos sociales los emplazan en diferentes campos del proceso de la produc-cin, con lo cual pueden llegar a alienarse de la produccin global. Dicha ubicacin abre el ca-mino a una disimetra en la distribucin y a la divisin social de trabajo.

    La divisin social del trabajo diferencia a los sujetos como fuerza de trabajo directamente relacionada con el recurso natural o bien como fuerza de trabajo que proporciona los medios de produccin, las labores de mantenimiento o con-servacin ele los productos o las actividades re-queridas para la distribucin del producto que la sociedad haya implementado. La divisin social del trabajo supone el punto de partida de la con-ciencia de que se puede obtener plusvala me-diante sobreproducto, gracias a una organizacin

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    ms "racional" del trabajo. Condicin social an-tes inexistente. 6

    Estas nuevas condiciones objetivas, al pre-suponer la existencia de lugares particulares de recurrencia de in di vid u os, aportarn una nueva dimensin a la subjetividad de stos. Estos gru-pos de implicacin de in di vicluos con unas rela-ciones sociales restringidas y especficas, correlato de experiencias diferenciadas, engen-drarn nuevas conciencias de cohesin de un orden diferente al que les haba conformado como sujetos sociales y que eran originarias de la sociedad como un todo. Con el establecimien-to de las relaciones sociales por intermedio de la divisin social del trabajo entre grupos de indi-viduos, la ubicacin de tales grupos con respec-to a la produccin generar conciencias individuales derivadas de la experiencia ele su propia prctica econmica. As pues, el indivi-duo corno producto social tambin se construye como producto de las relaciones especficas con su trabajo particular.

    La propiedad se establece cuando algunos de los grupos usurpan una parte no correspon-diente del producto social. No puede existir pro-piedad sin apropiacin, de manera que la existencia de propiedad conlleva la usurpacin de uno o varios sujetos sociales por otro u otros sujetos mediante el trasvase de excedente. La

    Dicha condicin posibilitar a lo largo de la historia la dicotoma intelectual en torno al concepto de racio~ nalidad y sus implicaciones al nivel de la accin po-ltica. Por una parte. se establecer una posicin que ve en la "razn social". existente o anhelada. un medio para lograr el bien comn. A tal tin. se generar una tica sobre las conductas socialmente necesarias. Por otro lado, se producir una lnea de pensamiento que imagina una razn absoluta en el plano de la metafsi-ca. Desde esta perspectiva, el bien comn no ser tal si no se ajusta a la idea de un bien absoluto. cuya defini-cin pertenece al mbito de la moral, como conjunto de normas esencialmente correctas de obligado cum-plimiento. Los conflictos entre las doctrinas inspira-das en una u otra concepcin de la razn 1esumen en buena parte lo que se ha dado en llamar historia de la filosofa, historia de las ideas polticas e, incluso. historia de las religiones. Nada de ello. sin embar-go. habra sido posible ni imaginable sin la divisin social del trabajo, es decir, sin las nuevas condiciones materiales que darn sentido a las conciencias.

    propiedad consolida la divisin de la sociedad en clases, con sujetos apropiadores y sujetos expropiados.

    La usurpacin que devendr conciencia de propiedad procede en primera instancia del lugar o situacin que los sujetos sociales par-ticulares, el/la trabajador/a o los grupos de trabajadores/as, ostenten en cada uno de los procesos de la produccin. As, los/as trabajadores/as relacionados/as directamente con los recursos naturales estn por definicin alejados/as del producto en el caso de que el consumo de ste dependa de otros procesos pos-teriores. De la misma manera, los individuos que procesan los productos finales, transfor-m

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    expl otac in que ell a conlleva. Es ta disimetra entre los distintos grupos de individuos en el proceso de trabajo supone que el acceso al con-sumo deviene de las propias condi ciones de la produccin y no de supuestas relaciones socia-les o ideolgicas paralelas a la mi sma ni de vo-luntades o moralidades metafsicas ni de una supuesta "esencia" natural humana. Bien al con-trario, el cambio social que conlleva la instaura-cin de la explotacin transformar los hbitos sociales o ideologas originales e integradoras de la sociedad, en las cuales las diferencias entre las es feras econmicas sociales y polticas ape-nas eran perceptibl es. Sern sustituidas por nue-vas pnkti cas sociales basadas en la alienacin que obli garn a los individuos a ser di stingui -dos segn la nueva consideracin social del tra-bajo que han inaugurado, desintegrarn lo social y exigirn nuevos mecani smos de cohesin en-tre las esferas econmi ca, social e ideolgica que en esos momentos ya estn definid as ntida-mente. Tal consideracin social depender aho-ra de las prcticas sociales e ideolgicas que se instaurarn para mantener el nuevo orden. Fren-te a las teoras sociales inici adas con Durkheim ( 1982)7 que sosti enen que la di visin social del trabaj o cohesiona la sociedad , deber entender-se que dicha divi sin es esencialmente des inte-gradora y que la integracin social slo se logra sobre la base de la ali enacin generada por la ideologa.

    Explotacin

    La investi gacin histrica desde la perspectiva marxista exige, por un lado, la inves ti gacin de la produccin a partir de los diversos procesos de trabajo social y, por otro , de las relacio-nes sociales a partir del lugar que ocupan los suj etos sociales en la produccin y en la socie-dad como agentes y a la vez productos de las relaciones sociales de produccin.

    Sobre esa base ser posible establ ecer la existenci a en la historia de condiciones materia-les objetivas que, medi ante la obtencin de ex-cedentes generados a travs de plusvalas Y la

    Edi cin ori ginal francesa de \893.

    implantacin de la usurpacin legiti mada como propiedad , determinen a su vez la existencia ele relaciones soci ales de produccin que conducen a la explotacin de unos suj etos sociales sobre otros.

    Como hemos indicado, la di visin social del trabaj o posibilita un cambio en el valor de los objetos sociales que redunda en un cambio en la simetra de los suj etos sociales. La apropiacin de los medi os de produccin, de la fuerza ele trabaj o o de los p rodu ctos en los procesos de distribucin se convierte en un mecanismo de enajenacin del producto social global, que se traduce en ex pl otacin. sta se materiali zar en dos dimensiones, tanto a travs de un aporte ele trabajo di simtrico a la produccin social, con inversin energtica no homologable entre los sujetos sociales, como a travs del consumo di -ferenciado del producto social global. La explo-tacin involucra igualmente a los sujetos sociales que configuran las condiciones objetivas ele la vid a social, a las mujeres y a los hombres, de manera que la d ife renciacin sexual se muestra como una de las dimensiones fundamentales de las relaciones sociales de produccin di si m-tri cas .

    La ex plotacin engendra la negacin de los suj etos sociales desposed os de parte del pro-ducto social que les corresponde, y genera una ideologa que oculta la verdadera realidad de su presencia en la produ ccin social global, legi-timando la usurpacin del excedente y confor-mand o un a co nstruccin a li e nad a de los indi viduos respecto a las condiciones objetivas materi ales de su existencia. Inev itablemente, la consolidacin de la di simetra social y de los mecani smos de explotacin exigir adi cional-

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    mente el desarrollo de sistemas coercitivos que aseguren la continuidad de la usurpacin y la perduracin de las relaciones sociales de la pro-duccin que la posibilitan.

    La produccin de la vida social

    Tras revisar las bases de la teora social marxis-ta, hemos considerado necesario introducir una nueva perspectiva en la valoracin de la produc-cin de la vida social. Hasta ahora hemos tenido en cuenta de manera global la produccin so-cial, pero si queremos proceder a situar en el lugar que les corresponde aquellos mbitos de la produccin que habitualmente han quedado al margen de las investigaciones histricas, debe-remos pasar a definir la produccin en sus dis-tintos planos.

    Consideramos que toda sociedad se repro-duce mediante tres tipos de produccin. La pro-duccin bsica, la produccin de objetos sociales y la produccin de mantenimiento. La produc-cin bsica alude la generacin de nuevas/os mujeres y hombres, la futura fuerza de trabajo; la produccin de objetos hace referencia a los alimentos y a todo tipo de implementos para el consumo o el uso; la produccin de manteni-miento est destinada a conservar y mantener los objetos y sujetos sociales. Proponemos la consideracin de estos tres tipos de produccin debido a que, desde la economa poltica clsica, lastrada por el peso de perspectivas economi-cistas y androcntricas, se ha tendido a enfatizar la produccin de objetos sociales minusvalo-rando u ocultando las otras dos. Colocar las tres producciones en el mismo plano de necesidad para la produccin social exige inevitablemente su valoracin conjunta a la hora de emprender cualquier investigacin.

    La produccin bsica

    El reconocimiento de la produccin bsica im-plica la consideracin de la reproduccin biol-gica como un proceso de trabajo especfico, lo cual evita explcitamente la pretendida defi-nicin natural del mismo. Considerar la produc-cin bsica introduce adems una dimensin

    especfica a la reproduccin social, puesto que constituye la nica produccin en la que la ob-tencin de plusproducto , ya sea para incremen-tar la fuerza de trabajo o para compensar prdidas de la misma, no depende en ningn caso de mejoras de los medios de produccin o de la introduccin de sistemas de reparto de tareas que incrementen la productividad. Slo el sobretrabajo de las mujeres permite un incre-mento de la produccin de hombres y mujeres.

    La participacin de las mujeres en la pro-duccin social a travs de la reproduccin se muestra como un trabajo socialmente necesario . Toda la produccin bsica resultante del trabajo de las mujeres se configura como materialidad social colectiva, puesto que los hombres y las mujeres se incorporan a la vida social. Por de-finicin , la produccin bsica impli ca un sobretrabajo para sus trabajadoras . Sin embar-go, dicho sobretrabajo puede verse compensa-do mediante el acceso indiferenciado al producto social global y/o a travs de la ges tin de la vida social. En cambio, cuando las mujeres pier-den el control sobre el producto social en el marco de una situacin de fragmentacin del sujeto social global, la divisin sexual del trabajo pasa a configurarse como ruptura social que transforma la diferencia de sexo en disime-tra social. En tal caso, la produccin de exce-dentes en la reproduccin biolgica nicamente puede lograrse mediante la plusvala absoluta.

    La produccin de objetos

    La produccin de objetos incluye la consecu-cin y procesado de los alimentos y la fabri-cacin de los implementos, que configuran, junto a las mujeres y los hombres, la materialidad de una sociedad.

    La produccin de alimentos est orientada a la adquisicin de medios subsistenciales para los hombres y mujeres. Las propias exigencias nutricionales de los individuos impul san esta produccin . Este mbito de la produccin de objetos abarca todos los procesos de trabajo que conducen a la disponibilidad para el consumo de los mismos, desde la produccin primaria de materia natural destinada a la reposicin energ-

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    ti ca de hombres y mujeres, hasta el propio coci-nado de la comida, sin el cual no es posible completar la produccin destinada a la alimenta-cin.

    La produccin de implementos o artefactos puede destinarse a la obtencin de medios de produccin y de artefactos de consumo. Los medios de produccin son aquell os implemen-tos que podrn ir destinados a su incorporacin a otros procesos de trabajo de la produccin de vida social. Tienen, por lo tanto, un destino mediador en la propia produccin. Sea cual sea la exigencia social que impulsa la produccin de medios de trabajo, sta se gestar en el mbito de la produccin de objetos implementarios, ya sean los instrumentos necesarios para acti vida-des de otras producciones de objetos alimenta-rios o implementarios, o para actividades de la produccin de mantenimiento (de objetos o de sujetos socia les) e , incluso, para la reproduc-cin biolgica en la produccin bsica.

    Por su parte, los artefactos de consumo son aquellos objetos destinados directamente a su utilizacin y amortizacin. Tienen, en consecuen-cia, un carcter consuntivo final. Su produccin tambin deviene de exigencias sociales, aunque, en este caso, los artefactos de consumo se desti-nan a actividades ajenas a los procesos de traba-jo. Las actividades relacionales de los sujetos socia les, en los rdenes poltico, ideolgico o ldico, demandan gran parte de los artefactos de consumo que la produccin de objetos sociales suministra.

    La produccin de mantenimiento

    La produccin de mantenimiento est destinada a conservar y mantener los sujetos y objetos sociales. Esta produccin permite aumentar el valor social de las cosas sin necesidad de cam-biar su valor de uso, incrementndolo artificio-samente o bien por la inversin de trabajo en una mejora de sus caractersticas fsicas, qumi-cas, afectivas o estticas. La produccin de man-tenimiento puede ser un elemento clave para aumentar la fuerza productiva de un proceso de produccin y para impedir el agotamiento de los sujetos y los objetos sociales .

    Las relaciones sociales que conforman la produccin de mantenimiento, as como los pro-ductos que conserva o mantiene esta produc-cin, muestran una especificidad propia, as como vnculos especficos con respecto a los otros dos tipos de produccin.

    El reconocimiento de la produccin de man-tenimiento evita permanentizar la jerarqua entre produccin y servicios, con el correlato devalo-racin social diferencial entre productores/as y servidores/as. No obstante, la dependencia de la produccin de mantenimiento en relacin con las producciones bsica y de objetos, instaura las bases para una dependencia social de quienes se especializan en las tareas de mantenimiento-servicios, al establecerse contex-tos productivos subordinados y particulares. De hecho, en la produccin de mantenimiento no se generan nuevos productos, sino que el producto fina l resulta el mismo que constitua el objeto de trabajo inicial. Por esta razn, el trabajo implica-do en el mantenimiento ha tendido a ser consi-derado de bajo valor social. No obstante, esta concepcin oculta que sin el concurso de la pro-duccin de mantenimiento la mayora de los productos sociales no podran incorporarse al consumo social. Dicha ocu ltacin ha constitui-do la base de ideologas que enmascaran el va-lor del trabajo de la produccin de mantenimiento en favor del trabajo en la produccin de objetos.

    Resumiendo, los hombres y las mujeres li-gados/as a la produccin de mantenimiento pue-den quedar ocultos por las producciones bsica y de objetos sociales, de las que dependen, con lo que pueden fcilmente desarrollarse disimetras en la inversin de energa en el tra-bajo que beneficien a los sujetos sociales par-ticulares vinculados a otras producciones. Frente a tal posibilidad, reiteramos que conservar y mantener a los sujetos y a los objetos sociales constituyen tareas necesarias que no deben ser obviadas en el anlisis de la produccin de la vida social.

    Los factores de la produccin

    Cada una de las tres producciones de la vida social imbrica formas productivas y procesos

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    de trabajo que le son propios. A la vez, en cada una de ell as se reconocen varios factores que configuran el denominado "esquema econmi-co bsico" (Risch, 1995) y que pueden ser resu-midos en la siguiente formu lacin:

    OT + FT + M P => P

    OT es el objeto de trabajo . Constituye la materialidad que va serv ir de base y soporte para las transformaciones que, mediante el tra-bajo, generan el producto. Forma el segmento del mundo fsico incorporado a la produccin. No podemos considerar que OT equivalga a la materialidad natural en un sentido estricto, puesto que desde el momento en que la materia natural es afectada por la vida social adquiere dicho carcter social. Por tanto, OT se define como naturaleza sociali zada.

    OT es el primer elemento de la produccin, el origen del aporte de materia y de energa so-cialmente tiles . Desde Aristteles hasta los fisicratas se ha considerado que la tierra, como nico elemento que da ms de lo que recibe, es la base de la actividad econmica y el principio estructurador de la accin colectiva en muchas sociedades . Sin embargo, en esta concepcin se obviaba la realidad global de la produccin de vida social. Por tal razn, debe incluirse en el concepto OT todo soporte inorgnico (tierra) u orgnico (biomasa) sobre el que se efecta el trabajo. De esta manera, el cuerpo de las muje-res constituye e l factor OT de la produccin bsica, mientras en la produccin de manteni-miento OT es un producto sujeto a procesos de conservacin o mantenimiento, tanto si dicho producto constituye un objeto social como si se trata de individuos . En la produccin de obje-tos, OT es sinnimo de recursos naturales8 o

    En una anierior publicacin colectiva (Cas tro er al., 1996c), e l trmino recursos naturales (RN) ocupaba de forma aproximada lo que ahora hemos definido como OT. Las razones de este cambio obeceden a que el con-cepto RN estaba demasiado li gado a la produccin de objetos , entendido exc lu sivamente como materia pri-ma. De ah que fuera un tanto reduccionista ap1i carlo al resto de las producciones. OT, en cambio, no posee esta connotacin y ofrece mejores posibilidades para des1gnar la materialidad socia l involucrada de partida en toda produccin.

    materias primas. Igualmente constituyen OT las fuentes de energa que se incorporan a los pro-cesos productivos (combustibles).

    FT es la fuerza de trabajo. Hace referencia al trabajo de las mujeres y de los hombres en cuanto suj etos sociales de la produccin. El factor trabajo supone la inversin de energa por parte de los sujetos sociales en el proceso de transfor-macin de OT en P. Esta inversin de energa supone que los sujetos sociales que aportan FT son los/as productores/as. La capacidad indivi-dual, habilidades aprendidas y experiencia me-joran la eficacia de FT en situaciones de reparto de tareas, de manera que la experiencia como FT contribuye a la productividad y constituye una condicin objet iva de la divisin tcnica y social del trabajo.

    La FT de la produccin bsica procede ele un sujeto social especfico, las mujeres, lo que supone el punto ele partida ele la diferencia sexual. En la produccin de mantenimiento de objetos, la FT se incorpora a procesos de trabajo ajenos a la gnesis del producto, ele manera que quie-nes participan en las tareas de mantenimiento pueden encontrarse en una posicin ele depen-dencia respecto a los sujetos sociales que parti-cipan en la produccin de los objetos sociales que constituyen el factor OT ele esta produc-cin. Esta situacin constituye una condicin objetiva material que facilita la implantacin ele relaciones de explotacin . Mencin aparte me-rece el mantenimiento de la vida humana, donde en ocasiones los hijos/as pueden ser usurpados a pesar de que las mujeres hayan participado tanto en la produccin bsica como en la de mantenimiento.

    MP son los medios de produccin . Se trata de todos aquellos objetos sociales destinados a formar parte de los procesos de trabajo de cual-quiera de las producciones sociales. Los MP incrementan la productividad de los procesos de trabajo, mediatizando la relacin entre FT y OT. La disponibilidad de MP en la produccin de objetos y mantenimiento de lo s mismos constituye el factor crucial para obtener un plusproducto sin invertir un sobretrabajo en la produccin. Esta relacin transitiva mediadora entre los otros dos factores de la produccin

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    supone que las muj eres y hombres que propor-cionan los MP se encuentren, en situaciones sociales de div isin del trabajo, en condiciones objetivas materiales para apropiarse de los mi s-mos y para imponer con ello relaciones de ex-plotacin.

    Resulta posible la existencia de procesos producti vos en los que no resulten necesarios MP y en los que la relacin entre FT y OT sea directa. En tal caso, la obtencin de plusproducto slo es posible mediante el sobretrabajo o me-di ante la di visin eficaz de tareas.

    En la produccin bsica no son necesarios los MP. stos, en caso de ex ist ir, no resultan relevantes para incrementar la produccin, que slo es posible gracias al sobretrabajo de las mujeres (supra). Esta relacin directa FT-OT ha sido utili zada en la legitimacin de la divisin sexual del trabajo, naturali zndola y atendiendo nicamente al plano OT de las muj eres en la ges tacin y el parto, lo que implica obviar el factor FT que supone. Las muj eres se enfrentan a las relaciones sociales de produccin con una nica posibilidad para evitar la implantacin de un a situacin de explotacin: mantener e l con-trol sobre su cuerpo y los productos que pro-porciona.

    En la produccin de objetos sociales y en la de mantenimiento, los MP son aquellos imple-mentos que posibi litan la obtencin de los pro-ductos, as como la realizacin de ios procesos de conservacin y mantenimiento. Entre los MP se incluye la fuerza de trabajo de origen animal, puesto que los animales, en tal caso, constitu-yen implementos sociales destinados a la pro-duccin.

    Ciertos procesos de produccin alimentaria y de mantenimiento de individuos no exigen la medi acin de MP, sin o nicamente la aporta-cin de Fr. Al igual que en el caso de la pro-duccin bsica, estos procesos de trabajo tambin han solido ser enajenados de la vida social y reducidos al mbito de lo natural. Quizs por ell o no resulte casual que en la divisin social del trabajo este tipo de tareas se asignen habi -tualmente a mujeres.

    Pes el producto. Se considera producto a la materialidad social resultado de las tres produc-ciones de la vida social. Son productos sociales tanto los hombres y las muj eres como los obje-tos sociales. En la produccin bsica, P son los propios hombres y mujeres en cuanto base de la vida social. En la produccin de objetos, P son aquell os alimentos e implementos necesari os para la reproduccin social. En la produccin de mantenimiento, P es un estado nuevo, en un tiempo posterior, del propio producto que cons-titua el factor OT del proceso de trabajo. Por esta razn, el trabajo impli cado en el manteni-miento ha tendido a ser considerado de bajo valor social al no incorporar nuevos productos a la vida social, sin tener en cuenta que, sin el mantenimiento, muchos ele los productos no podran seguir siendo ap tos para el consumo.

    Las formas de la explotacin y los modos de reproduccin social

    Todas las producciones son hechos sociales en cuanto involucran muj eres, hombres y objetos producidos y cOnsumidos por la vida social. La distancia entre produccin y consumo define lo que hemos denominado explotacin (supra). La explotacin se genera mediante mecani smos de apropiacin. Cualquiera de los cuatro factores (OT, FT, MP y P) implicados en las tres produc-ciones (bsica, objetos soci ales, mantenimien-to) es susceptible de ser apropiado por agentes ajenos al/la propio/a productor/a que proporcio-na la Fr. En funcin de este concepto se definen dos tipos ele individuos o grupos de individuos: unos/as que usurpan y, necesariamente, otros/as que estn en la tesitura de ser apropiados/as en cuanto a su cuerpo, su fuerza de trabajo o los

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    objetos que gestionan directamente (medios de produccin y productos). No cabe la posibili-dad de propiedad sin usurpacin. En trminos energticos, podemos decir que la explotacin es resultado de un reparto desigual de los costos y beneficios materiales y energticos dentro de una sociedad.

    La apropiacin puede tener lugar en uno, varios o todos los factores de la produccin, lo cual permitir identificar las formas de explota-cin social. Por lo tanto, la pregunta que debe formularse para definir las formas de explota-cin en una sociedad concreta es, por un lado, quines realizan el hecho social de la produc-cin de hombres y mujeres, de objetos y del mantenimiento de los anteriores? y, por otro, quines se benefician particularmente (consu-mo) de los productos resu ltantes? Habr igual-mente que considerar que las formas de apropiacin pueden ir acompaadas o no de meca-nismos de alienacin, los cuales tienen por ob-jeto ocultar y/o alejar de la conciencia del hombre o la mujer explotada, los mecanismos de apro-piacin que hacen posible dicha explotacin.

    El lugar que ocupan individuos o grupos de hombres y mujeres en funcin de los mecanis-mos de apropiacin definir las relaciones so-ciales de produccin (RSP) en cada una de las tres producciones. RSP son sntesis relaciona-les que se manifiestan y cobran realidad en la esfera de las prcticas sociales (infra). La combinatoria de las RSP de cada produccin conformar los modos de reproduccin social (MRS).

    En las teoras clsicas del marxismo, las RSP han sido concebidas nicamente desde la pers-pectiva de la produccin de objetos sociales.9 As, se ha denominado feudalismo a la usurpa-cin de los OT, esclavismo a la usurpacin de la Ff y capitalismo a la usurpacin de los MP, mientras que en las formas asiticas la apropia-cin se concentra en el factor P. Sin embargo, si consideramos las tres producciones de la vida

    Excepto en algunas aportaciones del feminismo mate-rialista (por ejemplo, Delphy, 1982; Falcn , 1981/ 1982) y de la antropo loga marxista (por ejemplo, Meillassoux, 1977).

    social podremos valorar de manera ms global y matizada las formas de explotacin. En la pro-duccin bsica, la explotacin puede generarse con la apropiacin de las mujeres como OT y Ff por parte de los hombres o bien en la usur-pacin del producto (hijos/as) de las producto-ras directas de la reproduccin biolgica. En la produccin de mantenimiento, la usurpacin se puede centrar en cualquiera de los factores pro-ductivos, aunque habitualmente la propiedad crucial para establecer relaciones de explotacin es el producto social objeto del mantenimiento, que es a la vez OT y P, aunque tambin la usur-pacin de Ff asegura la explotacin de los/as productores/as de servicios.

    Materialidad social y arqueologa

    El desarrollo de la teora social en direccin a la teora arqueolgica exige establecer claves para desocultar y reconocer los factores de la pro-duccin en la materialidad social. Para el lo, es necesario establecer la transitividad existente entre la produccin social y las evidencias ar-queolgicas. El estudio arqueolgico de los pro-ductos, de los desechos de produccin y de los medios de produccin permite identificar los lugares de la produccin y establecer cules son los MP que participan en el ciclo reproduc-tivo. El trabajo gastado por las mujeres y los hombres e invertido en los productos permite ubicar a los individuos en la produccin.

    Objeto de trabajo: artefactos, arteusos y circundatos 111

    Arqueolgicamente, el factor OT queda identi-ficado por el plano de expresin de los arte usos de los objetos arqueolgicos, puesto que OT constituye el segmento del mundo fsico apro-piado, gestionado o agotado por la produccin social. En la produccin bsica, los restos seos de las mujeres proporcionan informacin sobre la dimensin arteusual de su cuerpo y sobre su participacin en la reproduccin biolgica. En

    JO Vase Lull (1988) para una definicin inicial de los planos de expresin de los objetos arqueolgicos.

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    la produ ccin de obj etos sociales, OT son las materi as primas empleadas en los procesos pro-ducti vos, ya sea la tierra, las fuentes de energ a o ciertos seg mentos de biomasa. En la produc-ci n de mantenimiento de objetos, los artefactos ocupan, metafri camente, e l papel de OT en los procesos de trabajo correspondientes, mien-tras que en el mantenimiento de los individuos, los esqueletos de muj eres y hombres pueden in fo rmar sobre la incidencia de esta produccin.

    El es tudi o de los arteusos es obj eto de las aproxi maciones paleoecolgicas, que tratan de dar cuenta de la seleccin social del medi o natu-ral. Para e llo, resulta necesario conocer, adems del segmento del mundo fsico apropi ado so-cialmente, el es tado de l medi o fsico g lobal. A pesar de que las di ficultades para una valo ra-cin correcta ele los recursos naturales son con-siderab les , proponemos la in ves ti gacin del pl ano de los circunclatos ele los objetos arqueo-lgicos. Los circunclatos in fo rman ele las dimen-siones del mund o fsico qu e no comprenden la sociali zacin de la materi a natural. Igualmente, informan ele los parmetros biolgicos del cuer-po ele las muj eres en cuanto a OT de la produc-cin bs ica .

    La fu erza de trabajo El factor FT se expresa en forma de inversin de energa humana en la produccin. Es te gasto de energ a puede ser es tudiado desde dos di -mensiones, el propi o esfuerzo de los suj etos sociales y el trabajo invertido en los productos . FT, co mo gasto energtico, resulta reconocible en la transformacin fsica conseguida, es decir, en los productos resultantes, as co mo en los resi-duos ele la FT qu e son los restos humanos.

    El desgaste, pato logas y modifi cac iones deri vadas de los esfu erzos y condi ciones mate-ri ales del proceso de trabajo pueden ser obser-vados en los restos fsicos ele los sujetos sociales, ele los/as productores/as . Con ell o, estaremos en situ acin ele vincul ar los citados e fectos la-borales con los parmetros de sexo y edad ele los indi vidu os. En e l caso ele la produccin b-sica, los res tos de las mujeres nos informarn de las inc idencias ele la ges tac in y del parto .

    Asimismo, estimando el estado ele nutricin, hi -g iene y salud ele los indi vidu os podre mos aproximarnos a la simetra o di simetra entre el desgaste por trabajo y el acceso al producto so-cial expresado medi ante el consumo de alimen-tos y el beneficio de tareas de mantenimiento.

    En segundo lugar, el trabajo invertido en los productos puede determinarse estimando el gasto energtico exigido en los procesos ele produc-cin necesarios para la obtencin y/o manteni -miento ele los mismos. De es te modo, podremos es tablecer el volumen de trabaj o necesari o para lograr un producto determinado, a la vez que definir la secuencia de l proceso y la posible in-tervencin ele di stintos suj etos soci ales en el marco de la di vi sin del trabajo. Para determi -nar el producto social ele la producci n bs ica, ser necesari o estimar los parmetros demogr-ficos y vincular las neces idades ele la reproduc-cin biolgica, tanto para mantener e l nivel pobl acional, reponi endo nuevos individuos en fun cin ele las tasas de mortalid ad, como para incrementar, en su caso, e l tamao global ele la poblacin. En lo que respecta a la produccin ele mantenimiento, pueden ll egar a conocerse los cuidados dedi cados a los individuos en cuanto productos sociales, as como las labores ele con-servacin necesari as para el almacenamiento de produ ctos a lime ntari os o impl ementari os. Asimismo, el grado de aprovechamiento ele los productos medi ante mantenimiento (revalori za-cin de medios de produccin, reparacin de productos) informar ele la intensidad ele la in-versin ele trabajo prev ia a la amorti zacin de los objetos.

    Medios de produccin: artefactos mediales Los medi os de produccin son imple mentos medi adores en la produccin que constituyen arqueolgicamente artefactos, es decir, objetos sociales producidos como materia fsica trans-formada.

    Los instrumentos ele trabajo, cualquiera que sea su ni vel de desgaste, suelen ser las ni cas evidenci as arqueolg icas que pueden permitir una valoracin cualitati va (cmo se ha produci -do) y cuantitativa (cunto se ha producido) del

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    sistema econmico y, por lo tanto, acceder al fac tor trabajo no slo en su form a concreta y til , sino tambin en su forma abstracta y pro-ductiv a (Marx, 1959:8 y ss. ). 11

    El valor de uso de los artefactos en cuanto medios de trabajo puede determinarse sobre la base del es tudi o de sus cualidades funcionales (materia, forma y superficies activas). Para ase-gurar la utili zacin de los artefactos en procesos productivos especficos debemos contar con su ubicacin en contextos arqueolgicos relacio-nales, donde sea posible establ ecer la relacin transiti va entre los MP y otros obj etos arqu eo-lgicos, bi en sean materi as primas, residuos de produccin o productos. Igualmente, resultar posible determinar el uso, e fi caci a y amorti za-cin de los medios de produccin medi ante las huell as de uso y/o desgaste existentes en el pro-pio artefacto.

    La aproximacin a los medi os de produc-cin tambin puede abordarse desde los propi os productos. En ell os se materializan los proce-sos de trabajo que involucraron ciertos M P. Las huellas del trabaj o de los MP en los produc-tos informan sobre la utili zacin de aqull os en la obtencin de stos.

    La produccin bsica y, en muchas ocasio-nes, la del mantenimiento de individuos, no in-clu ye n ge neralmente MP. Para su es tudi o contamos con la info rmaci n sobre ar y Fr. En la produccin bsica, las es timaci ones demo-grfi cas (mujeres y hombres en cuanto P) indi-can el volumen de la misma.

    Los productos: arteusos y artefactos Los productos bsicos de la sociedad son las muj eres y los hombres, que constituyen condi-ciones objetivas materiales de la vida social. El conocimiento arqueolgico que podemos obte-ner de stas proviene fund amentalmente del es-tudio de los propios restos humanos. En cuanto materi a natural sociali zada, la materialidad de los hombres y las muj eres se muestra con un a dimensin de arteuso. A travs del es tudi o de los restos biolgicos de los individuos se obtie-

    J I Pri mera edicin o ri ginal e n alem n, 1867.

    ne in fo rmacin sobre su condicin biolgica (sexo y edad), as como sobre las repercusiones de las condiciones mate ri ales de su existencia (trabajo, alimentacin, salud , higiene) .

    En la produccin de obj etos sociales, pode-mos di stingui r la produ ccin ele alimentos y la de implementos. Los alimentos, co mo pro-ductos subsi stenci ales, partic ipan en el ci clo reproductor en cal ida el de regeneradores ele ener-ga humana, por lo qu e su consumo efectivo difi culta su constatacin arqueo lgica . La con-servacin arqueolgica de los alimentos, de no mediar mantenimiento expreso, suele ser casual o bi en de tec tarse a partir de los arteusos residuales de la alimentacin (res tos de vegeta-les, conchas de moluscos, restos seos), lo que suele permitir una identi ficacin cuali tati va de la produccin (qu se produca), pero no una valo-racin cuantitativ a directa. Para ell o, deber acuclirse a ndi ces mtri cos qu e permitan es ti -maciones cuantitativ as indirectas mediante el recurso a dimensiones absolutas de referencia. '2

    12 La dimensin ptima de re fere ncia es e l vo lume n de sedimento excavado, el cual permite calcular la densi-dad de restos de for ma absoluta.

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    En la prod uccin de implementos tambin existe la posibilidad de una prdida de informa-cin arqueolgica, especialmente cuando losar-tefac tos fue ron manufac turados a partir de materi as primas susceptibl es de reutilizacin o reciclado en nuevos procesos producti vos. El ejempl o ms claro sera la produccin de obje-tos de metal, que pueden refundirse para la pro-ducci n de otros nuevos . Este aprovechami ento mximo de la dimensin arteusual del artefacto no obsta para qu e la in fo rmacin de la produc-cin implementari a pueda ser obtenida a travs de otros mbitos de la materi ali dad social.

    Una propuesta de arqueologa de los excedentes

    La nocin de excedente debe ser entendida en relacin con la de propiedad , es decir, como aquella parte de la produccin que no revierte en fo rma algun a en el sujeto social que la ha gene-rado, de manera que involucra necesari amente la ex istencia de explotacin (supra).

    La determinacin arqueolgica de los exce-dentes no puede rea li zarse desde los artefactos considerados aisladamente, dado que stos son a la vez productos y valores de uso. El consumo de productos sociales por parte de los suj etos sociales no depende directamente del lugar que s tos ocupan en la produccin. Por ell o, un pro-ducto situado en un espacio de consumo no in-forma de la relacin existente con la produccin, ni permite saber si ex iste un desajuste social entre la in versin de fu e rza de trabajo y el co nsumo de los produc tos obtenidos. Ser necesari o establ ecer el valor social de los pro-duc tos, ya que de aqul depende su carcter excedentari o. El valor social del producto no es algo absoluto, sino que se establece a partir de la relacin ex istente entre la produccin social y el consumo indi vidual, segn cada situacin hi s-tri camente determinada de la materi alidad so-cial. En consecuencia, el exceden le slo puede ser determinado ( 1) desde un an li sis ele la globalidad del sistema de produccin y (2) eles-de la defini cin de la funcin que desempea el artefacto o arteuso dentro del esquema econ-mico expuesto.

    Los medi os de produ ccin, su distri bucin espacial y su relacin con los espacios de con-sumo permiten definir el carcter del sistema de produccin. Para ello ser necesari o conocer las prc ticas sociales que acontecen en una fo rma-cin econmico-social, es decir , las fo rmas de relacin entre hombres, mujeres y objetos so-ciales en las reas y lugares de acti vidad social. Las prcti cas sociales tie nen la fi nalidad de re-producir la vida social y es en ellas donde po-dremos determinar el mbito de la produccin, la distribucin y el consumo desde el es tudi o arqueolgico de la materialidad social.

    Las prcticas sociales

    Los tres tipos de produccin social enunciados ms arriba se manifiestan histricamente en prc-ti cas sociales especficas y concretas que cons-tituyen la expresin fenomnica de los modos de reproduccin social. Las prcticas sociales se expresan en lugares que ponen en relacin objetos y sujetos . stos parti cipan en las prcti -cas sociales al ser signi ficados por la produc-cin de vida social especfica que los ha generado. La produccin social ha determinado las condi-ciones objetivas y ha conformado las condicio-nes subjetivas de los suje tos sociales. En suma, ha determinado su lugar en la sociedad y dicho lugar les permite in volucrarse en prcti cas so-ciales concretas.

    Las prcticas sociales producen sociedad en un orden di stinto a la produccin soci al. Cons-truyen o destruyen sujetos y objetos y es table-cen todos los mrgenes posibl es de expresin de una sociedad concreta. Las sociedades se di -ferencian unas de otras por sus prcticas socia-les. En cambi o, las sociedades se equiparan o no entre s segn la produccin ele la vida social que permite o soporta dichas prcticas y sin la cual stas no podran manifestarse. Por tanto, las sociedades concretas pueden distanciarse en sus prcticas sociales y aproximarse en la pro-duccin social que las procura. De esta forma, al emprender un estudi o de la sociedad humana a nivel global ser imprescindible enfa tizar la produccin de vida social, mientras que para un es tudi o de las sociedades concretas se har im-

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  • PEDRO V. CASTRO ET A L. TEORA DE LA PRODUCCIN DE LA VIDA... 39

    prescindible la in ves ti gacin de las prc ticas sociales que ex presan los es tados de la produc-cin de vida social.

    As pues, la investigacin sociolgica debe-r partir de dos lneas de inters : ( l) la in ves ti-gacin de la produccin social corno soporte de la vida social y (2) el es tudio de la ex presin fenomnica de la produccin social mediante las prcticas sociales. Gracias a stas podremos dis-tinguir las casi in finitas fo rmas diversas de ex-presin de lo social, que no hay que confundir con los escasos modos de producir lo social, dado que las prcticas constituyen uni versos sin-gulares de manifestacin de lo socialmente pro-ducido.

    Las producciones soci ales se manifiestan en prcti cas sociales especfi cas, pues la vida so-cial es tanto manifes tacin co mo condi ciones objeti vas. La condicin objeti va de las prcticas sociales es la propi a produccin de vida social. Las prcti cas sern in tegradoras, desintegrado-ras, comunitari as, segmentari as, particul ares o pbli cas segn sean las condic iones objeti vas de la produccin de vida social. Sin embargo, produccin y prcticas no establecen un vnculo mecnico e inexorable, puesto que existe un ele-mento de lo soci al, su hi storia , que acta corno capital preexi stente y val or aadido a las con-diciones obj etiv as de la produccin social, cir-cunstancia que puede di stanciar las propi as prcti cas de las condiciones obje tivas que las permiten. Dicho capital y valor aadido puede incluso perrnanentizar en ciertas sociedades unas prcti cas sociales que exceden o trascienden la produ ccin socialmente necesaria en una situ a-cin histri ca determinada. '3 Pese a ello, se con-servan y demandan para su realizacin productos obtenidos a partir de relaciones sociales de pro-duccin muy di stintas de aqull as en cuyo seno cobraron sentido originari amente.

    Por todo lo sealado, reiteramos la necesi-dad de inves ti gar ambas lneas, produccin y prcticas sociales, a fin de determinar si los va-lores aadidos para la ejecucin de di chas prc-

    " As , manifestaciones supervivientes del pasado, mu-chas de ell as agrupadas en la denominacin de 'cul tu-ra", resultan irreleva ntes para el fun cionamiento econmko del cnpitalismo tran snac ional ac tual.

    ti cas descansa n en formas de prod ucc in preexistentes. Slo as, y de cara a desocultar las alienaciones de los suj etos sociales, podre-mos adentrarnos en la in ves tigacin del peso ele la hi storia o ele las hi stori as en las prcti cas so-ciales y establecer en qu condiciones prefiguran un a priori de la produccin de vida social. De cualquier modo, el cruce entre las dos lneas de in ves ti gacin, la de la produccin social y la ele las prcticas sociales, resulta inev itable, dado que ambas construyen o des truyen a los sujetos y a los obj etos sociales. La di fe rencia entre las dos es triba en que la primera (la produccin social) los explica a travs de su lu gar real y obj eti vo en la produccin social, mi entras que las segundas (prcti cas sociales) generan acle-ms universos ele intersubjeti vidad que trascien-den aparentemente la realidad social, a partir de una fenomenologa que instru mental iza al suje-to y lo reconstru ye formalmente medi ante una accin mcd iti ca.

    Las prcti cas sociales constitu yen experien-cias relac ionales ele los hombres y las muj eres entre s y con la materi alidad que utili zan, gene-ran y que los/as mi smos/as confo rman. Marcan en un sentido concreto combinaciones especfi-cas de las tres condi ciones obj eti vas de la vida social y clan co mo resultado vivenc ias, convi-venci as y conc iencias. Es en los mbitos de las prc ticas sociales do nde se red imensiona la intersubj eti vidad de los suj etos sociales . Por lo tanto, las prc ti cas sociales constituyen el uni -verso fcti co de la exis tencia social. Dado que las prcticas sociales se ex presan hi stricamen-te, la combinatoria vara segn la articulacin de las tres condiciones obj eti vas impli cadas en la vida social. Por ell o, las sociedades humanas se as ientan y defin en a partir ele determinadas prc-ticas sociales y slo son empri camente en cuan-to a dichas prc ti cas.

    Las prc ti cas sociales muestran vncul os ele re lac in entre muj eres/hombres segn sus con-diciones materi ales de ex istencia. La naturaleza de di chos vncul os corresponde a tres esferas relac ionales que denominamos: prcticas socio-parentales, socio-econmicas y socio-polticas. "

    Para una desc ri pcin detnll ada de cada uno de es1os 1res mbi1os de prc li cas. vase Cas lro et al .. 1996a.

  • 40 BOLETN DE ANTROPOLOGA AMERICANA 33 DICIEMBRE 1998

    Las prcticas socio-parentales

    Las prcticas socio-parentales tienen como pro-tagoni stas a muj eres y/o hombres vinculados por lazos de consanguinidad o afinidad. Inclu-yen actividades destinadas a la ges tacin, al amamantamiento, a la reali zacin de aquell as ta-reas re lac ionadas co n e l mantenimi ento de la fuerza de trabajo de una co munidad (en particu-lar, de aquell os indi viduos que, por imped imen-tos fsicos , son incapaces de valerse por s mi smos te mporal o permanentemente, como ni os/as, enfermas/os, heridos/as) y a la forma-cin ele nios y nias en tanto que hombres y mujeres, en lo que constituye la primera sociali -zacin ele la condi cin sexual ele los suj etos so-ciales.

    Si las acti vidades enumeradas se hallan rea-li zadas por individu os ajenos a la esfera soc io-parental , las prcticas res ulta ntes se r n consideradas como socio-polti cas (infra). As, la alimentacin y cuidado de una criatura por parte ele un individu o involucrado en las prcti-cas socio-parental es constituye un claro ej em-plo ele este tipo de prctica, mientras que si tal es cuidados son e fectu ados en un hosp ital o en un orfanato constituirn prcticas polticas. Por lo general , las prcticas socio-parentales se hall an en func in de otras prct icas que trasciende n es te mbito .

    Las prcticas socio-parental es implican, por tanto , la producci n bsica y la produccin de mantenimiento ele los individuos sociales. La FT imbricada necesariamente en las prcticas socio-parentales es la de las mujeres en la pro-duccin bsica. En la produccin de manteni -miento puede caber la incorporacin ele la FT ele los hombres si no exis te una di visin social del trabaj o que asle a las muj eres como nico suje-to socia l e n es te tipo de prcti cas. Los OT involu crad os en las prct icas socio- parentales so n las mujeres en cuanto a la produccin bsi-ca y los propios indi viduos sociales en cuanto a la produccin de mantenimi ento.

    Aunque no resultan imprescindibl es los MP, en las prct icas socio-parentales pueden ser con-

    sumidos objetos sociales; no obstante, la pro-duccin de s tos no atae a esta esfera de prcti -cas, s ino a las eco n mi cas. Los procesos med iante los cuales se obtiene e l alimento son di stintos de la produccin de mantenimiento que sup o ne, po r ejempl o, sumini strarl os a un pariente. Los primeros e ntran en lo econm ico (desde la obtencin ele ingredientes hasta su co-cinado) , la segunda, en lo parental.

    Dado que las prcticas socio-parentales com-prenden las actividades bsicas del mantenimien-to de la vida e involucran relaciones generadoras de los suj etos sociales en su condicin sexual , podemos esperar que se expresen materi almen-te y arqueo lgicamente en lugares recurrentes cuantitativamente. Mientras las prcticas socio-econ mi cas y las prcticas socio-polticas pue-den ubi ca rse en espacios sing ul ar izados, la reproduccin y mantenimiento ele los sujetos sociales ti ende a fragmentarse ele acuerdo con re laciones de consanguin idad y afinidad.

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  • PEDRO V. CASTRO ET AL. TEORA DE LA PRODUCCIN DE LA VIDA... 41

    Las prcticas socio-econmicas

    Las prcticas socio-econmicas incluyen aque-llas acti vidades vincul adas con la produccin de objetos sociales y con la produccin de mante-nimiento de los mi smos. En la produccin y mantenimiento de los objetos sociales co nver-gen todos los fac tores de la produccin, sumi -nistrando alimentos e implementos con valor de uso . Los prod uctos de las prc ti cas soc io-econm icas pueden ser arteusos y artefac tos .

    A difere ncia de las producciones ubi cadas en las prcticas socio-parentales, que pueden no exigir MP, las prcti cas socio-econmicas se reconocen por la presencia de stos. Su estudi o, que deber incluir la disposicin espacial de di -chos obj etos, informar ele los procesos de tra-baj o implicados en cada un a de las ramas de la prod ucc in qu e los invo lu c ran. E l pl ano artefactu al de un objeto indi ca que es producto ele prc ticas econmicas, pero ser su situacin con respecto a otros objetos lo que permitir determin ar que se trata de un MP en una prcti -ca socio-econmi ca dada. La relacin transiti va entre un artefacto medial, apropi ado para un pro-ceso de trabaj o, y otros objetos sociales li gados al mi smo proceso, bien sean arteusos (materi a prima , residu os) o artefactos (productos) per-mite asegurar su carcter de M P. En todo caso, su prese ncia no res ponde ni ca mente a las prcticas socio-econmicas, sino que cobra sig-ni ficado en las prct icas socio-polticas o socio-parentales como gestoras o controladoras de lo producido.

    La produccin propia de las prcticas socio-econmicas exige saberes sociales especfi cos para la gestin econmica, cuyo aprendizaje tie-ne lugar en las prcticas socio-parentales o en las socio-polticas.

    Las prcticas socio-polticas

    Las prc ticas socio-polticas son aquellas que, mediante acuerdos o imposiciones, es tn desti -nadas a establecer las formas polti cas e ideol-gicas que regirn la vida social. Afectarn tanto a la esfera de las prcticas socio-parentales como a la de las socio-econmi cas. Las relac iones so-

    ciales de produccin se ex presan en las prc ti -cas socio- polticas, tanto si son globales, como si se muestran particulares, bien por la aparicin de contextos de produccin especficos deri va-dos del reparto de tareas, bien por su configura-cin diferenciada en el caso de que la di visin social del trabaj o haya engendrado excedente, propiedad y ex plotacin.

    Las prcticas socio-polti cas in volucran ob-j etos sociales y dan un sentido especfi co a la produccin, orientndola a la consecucin de obj eti vos que trascienden a los productos y a los/as productores/as co ncretos. De esta mane-ra, coloni zan las di stintas producciones y las reordenan y reconvierten segn intereses polti -cos especficos que no existan por defini cin en la produccin.

    Las organi zaciones polti cas, institucionali -zadas en mayor o menor grado, aglutinarn in-d ivid uos procedentes de di stintas unidades parentales para la consecucin de fines vari a-dos. Sin embargo, la propia famili a fu e en ori -gen un a creacin fruto de una determinacin poltica, aunque las unidades parentales y polti -cas no sean necesari amente iso morfas y, sobre todo con la aparicin de l Es tado, sus intereses pueden llegar a ser contrapu estos. El Es tado institucionali z formas de ex pl otacin que se a adieron hi stri camente a la sexual y las man-tu vo gracias a luso de la fuerza o a la amenaza de di cho uso. Al igual que ocurra con la fa milia, una decisin polti ca zanj el confl icto consoli-dando una desigualdad.

    En otro pl ano, la colonizacin de las prcti -cas socio-econmicas y socio-parentales por las socio-polticas puede llegar a enajenar la condi-cin de las mujeres y hombres que participan en ellas, ocultando el val or de su presencia en la vida social y su relac in con las condi ciones materiales de la ex istencia. Nos referimos al fe-nmeno conocido como alienacin. La gnesis de ideologas alienadoras se encuentra, por lo tanto, en la construccin de sujetos sociales po-lticamente circunscritos a los lugares de la pro-duccin donde se formaron. Las condi ciones objeti vas materiales de la produccin engendra-ron sujetos sociales, pero las prcti cas socio-polticas actu aron en el sentido de profundi zar y

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    mantener disimetras y relaciones de explota-cin sustentadas en la usurpacin del excedente.

    Las condiciones objetivas ele la vida social poseen un claro contenido material que facilita su constatacin emprica. Desde la arqueologa es posible identificar hombres, mujeres y con-diciones materiales en un espacio fsico. As pues, la arqueologa se encuentra en una posi-cin priv ilegiada, ya que su aproximacin a las condiciones objetivas de la vida social es directa o de primera mano .

    La identificacin de los tres tipos ele prcti-cas ex ige la consideracin de los planos de ex-presin de los objetos arqueolgicos (artefacto, arteuso, circundato) hallados en espacios defi -nidos. La relacin transitiva entre dichos planos permitir proponer reas de actividad y lugares de reunin de tales reas. De dicha propuesta ser posible inferir los tres ti pos de prcticas sociales, atendiendo a la documentacin de pro-cesos ele transformacin de la materia (prcticas socio-econmicas) o a partir de la recurrencia o singu laridad de las reas y lu gares expresados empricamente (prcticas socio-parentales y socio-polticas).15

    Las prcticas sociales se sitan en el plano descriptivo, sealan una relacin de sentido en la fenomeno loga material. Nominan solamente el contexto que justifica una reunin de materia-lidad social, pero no la explica.

    Un anlisis de los mecanismos de explotacin en el sudeste peninsular (c. 3000-1550 cal a.n.e.)

    Los grupos del calcoltico del sudeste peninsular (c. 3000-2250 cal a.n.e.)

    En las pginas siguientes nos centraremos en las manifestaciones arqueolgicas del sudeste peninsular datadas entre c. 3000- 1500 cal a.n.e.,

    " En es te trabajo no detallaremos e l proceder ana lft ico que permite definir los tres tipos de prcticas en e l regislro arqueo lgico, ya que ell o excedera el marco de es ta publicacin. De es te modo, nos rem.itimos a otro lugar (Castro et al .. 1996a), donde este tema reci -bi un tratamiento especfico.

    periodo en que se registran sucesivamente un horizonte crono lgico-cu ltura l (calcoltico) y un grupo arqueolgico establecido rigurosamen-te sobre la base de recurrencias artefactuales (gru-po argrico) . Ambos casos nos servirn como ejemplo de integracin de las evidencias empri-cas con el marco terico propuesto. Desarrolla-remos el mbito correspondiente a las tres producciones de la vida social, analizando el estado de cada uno de los factores implicados en ellas (explotacin de la tierra y de los recur-sos naturales en general, medios de produccin, aspectos cualitativos y cuantitativos de la pro-duccin resultante, y productividad y o rgani -zacin de la fuerza de trabajo) . Igualmente, consideraremos los mecanismos a partir de los cuales resulta posible mostrar la eventual exis-tencia de relaciones de explotacin. Dejaremos para otro lugar, la concrecin arqueolgica de las prcticas sociales en el Sudeste prehistrico, a la espera de que una futura profundizacin del registro arqueolgico y una mayor accesibilidad a los datos del mismo permitan la definicin emprica de las mismas.

    La produccin bsica

    El incremento demogrfico experimentado du-rante el calcoltico en relacin con el neoltico habla por s solo de la importancia de la produc-cin bsica. En tanto productoras de la fuente de fuerza de trabajo, el papel reproductor de las mujeres result especialmente crucial. Desafor-tunadamente, a pesar de la abundancia de restos humanos documentados en el rico registro fu-nerario calcoltico, la carenci a casi absoluta de anli sis antropo lgicos limita el conocimiento de hasta qu punto fue explotado el potencial reproductor femenino. Buena parte de los restos seos ex hu mados proceden de las excavacio-nes pioneras de L. Siret en las necrpolis de tumbas colectivas de Los Millares y La En-cantada (Siret , 1893, 1906), cuya investiga-cin fue retomada posteriormente por otros/as in ves ti gadores/as (Leisner y Leisner, 1943; Almagro y Arribas, 1963; Ma. J . Almagro Gorbea, 1965) . Muchos de estos restos se han perdido a lo largo de los aos y el estudio de los

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    que se han conservado todava no ha sido em-prendido de manera sistemtica. De esta f~rma , el nico informe de cierta entidad es el realizad_ o por Botella ( 1973) sobre los huesos de la necro-polis de El Barranquete (M a. J. Almagro Garbea, 1973), aunque sus resultados son in suficiente: en cuanto a la obtencin de los datos que aqu1 nos interesan.

    En lo que respecta a los lugares donde se realiz la produccin bsica, cabe proponer que sta se restringi a mbitos de prcticas socio-parentales inferibles a partir de la recurrencia de las conocidas cabaas de planta c1rcular o pseudocircular. Estas estructuras han sid o excavadas en los yacimientos mejor conocidos, como Almizaraque (Delibes el al. , 1986), Los Millares (Arribas el al., 1985) , Las Pilas (Alcaraz, 1990), Cerro de la Virgen (Schle, 1980) o El Malagn (Moreno, 1993). Su tama-o es variable, osci lando por lo general entre tres y siete metros de dimetro, por lo que es de esperar que albergasen un nmero reducido de indi vidu os de ambos sexos .

    As pues, la nica inferencia realizable so-bre la escala de la produccin bsica proviene , como ya hemos sealado, de la consideracin del aumento de los productos (P), es decir, del incremento demogrfico observado respecto al periodo anterior. Dicho incremento ha podido ser inferido a partir de la constatacin de un aumento en el nmero y extensin de los asenta-mientos, tanto a la escala local de la Depresin de Vera (Almera) (Castro et al., 1995a) como en la g lob alidad del sudeste peninsular (Chapman, 1991 ). Como veremos, el volumen de fuerza de trabajo generado desde la produc-cin bsica constituir la base del desarrollo de las restantes producciones de la vida social , es-pecialmente la de objetos sociales.

    La produccin de objetos sociales

    En es ta produccin podemos diferenciar entre alimentos, medios de produccin y artefactos de consumo. Cada uno de estos objetos sociales implica recursos naturales, fuerza de trabajo e instrumentos de trabajo que se articulan en pro-cesos de produccin especficos.

    La produccin y e l consumo de alimentos

    El an li sis de la produccin al imentaria debe iniciarse desde la valoracin de la tierra como recurso natural (OT). A la espera de estud ios paleoecolgicos detallados, esta cuestin puede ser abordada a partir del anli sis de la naturaleza y distribucin geogrfica de los asentamientos. Los trabajos de campo realizados en la Depre-sin de Vera (Castro et al., 1994a) han permiti-do constatar importantes diferencias entre los yacimientos calcolticos en funcin del volumen de materiales hallados en superficie y de la con-tinuidad estratigrfica observada en algunos ca-sos . As, se han documentado importantes variaciones en la densidad ele fragmentos cermicos detectados a nivel ele prospeccin. Adems, en muchos yacimientos se registra una marcada escasez de artefactos de molienda, cir-cunstancia que consideramos un buen indi cador para la in ferencia de ocupaciones poco prolon-gadas , dado que, teniendo en cuenta que la pro-duccin y procesado (moli enda) cerealista estn constatadas en los poblados calcolticos, la baja frecuencia de molinos indi ca que el poblamiento fue breve, habida cuenta de que la vida til de stos se est im a entre diez y veinte aos (Schlanger, 1991 ). En este sentido, Fernndez-M iranda ( 1992) ya propuso que la mayora de los yacim ientos calcolticos documentados co-rresponderan a pequeas aldeas. Slo en algu-nos se aprecian restos destacados ele estructuras arquitectn icas en piedra, y sue le ser precisa-mente en stos donde se constata la mayor abun-dancia de materiales arqueolgicos. An as, la secuencia estratigrfica del poblado de Al miza-raque (Delibes et al., 198 6) ha puesto de manifiesto que el lugar no se ocup de forma continua y que el tamao de su poblacin tam-poco fue constante.

    A partir de estas evidencias, es posible pro-poner un modo diferenciado de ocupacin del espacio . Frente a un nmero escaso ele asenta-mientos es tables y de notable extensin con vi-viendas de piedra, muchas veces acompaadas de otras edificaciones ele carcter clefensi vo, exis ti un gran nmero ele poblados de corta duracin formados por es tru cturas poco resis-tentes. Esta polarizacin se manifiesta, adems,

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    en un clara dife rencia en cuanto al tamao de los asentamientos (Mathers, 1986; Chapman, 199 1; Castro el al., 1994a). As, mientras que algunos yacimientos no llegan a ocupar ms que va-rios cientos de metros cuadrados , otros, como Los Mill ares, presentan ex tensiones de has ta cinco hectreas.

    La distribucin geogrfi ca de los yacimien-tos revela que se locali zan prcti camente en to-dos los contextos geo-ecolgicos de l Sudeste, desde las tierras altas hasta la lnea de costa. Sin embargo , la ubicacin ms caracterstica se rea-li za sobre terrazas flu viales o g lacis situados junto a los cauces de las rambl as actu ales (S iret, 19 13; Mathers, 1986; Castro el a l. , 1994a). Di -cha localizacin habra facilitado el acceso a los suelos con mayor humedad natural, as como a tierras de secano de aceptable calidad en las cer-canas ll anuras terciari as. Las especies vegetales constatadas de fo rma mayoritari a son los cerea-les y las leguminosas (A rribas, 1968; Martn Socas, 1978; Ri vera, Obn y Asencio, 1988; Hopf, 199 1 ). Los cereales (trigo y, fundamen-talmente, cebada) pudieron haber sido cul tiva-dos en rgimen de secano tanto en las vegas como en las ll anuras (como ocurre todava en la ac tu alidad), y las legumbres (h abas, gui santes) y el lino ocuparan las parcelas ms hmedas prximas a los cauces hdricos. En las ti erras de secano, es de esperar un rgimen de barbecho de duracin vari able en funcin del tipo de sue-los y de l volumen de precipitaciones anuales . En cambio, en las parcelas con mayor grado de humedad prximas a los cauces hdri cos cabe suponer la prctica de estrategias de secano in-tensivo con barbechos cortos o bien la puesta en prctica de sistemas de ri ego tecnolgicamente sencill os, cuya presencia, sin embargo, no es t co n firmad a por los dat os a rqu eo lg icos (Chapman, 199 1 ). La dieta vegetal se completa-ba con e l consumo de otras especies documen-tadas de manera ms espordica, como o li vas/ accbuchinas, vid o bell otas (Ri vera, Obn y Asencio, 1988) .

    Recientes investigaci ones han mostrado que la totalid ad de los asentami entos calcolticos se ubicaron en lugares cercanos a ti erras potencial-mente culti vables (S urez el al., 1986a; Castro

    el al., 1995a; vase tambin Gilman y Thornes, 1985), por lo que, en pri ncipio, cabe suponer que no se desvincul aron tota lmente de la pro-duccin alimentari a. Sin embargo, es interesan-te resaltar que yacimientos de la envergadura de Los Mill ares o Las Pil as no se locali zan en las zonas con mx imo potencial ecolgico para la explotacin agrcola de sus respecti vas comar-cas. Si comparamos la dimensin de los asenta-mientos con el potencial de suelo culti vable en un radio de dos ki lmetros a su alrededor ob-servamos c mo, por ejemplo, en la Depresin de Vera (Castro et al., 1994a), no se observa una correlacin significati va 16 (Grfico 1 ). Los grandes asentamientos no muestran una prefe-renci a especial por las zonas con mayor poten-cial de culti vo, ya sea de ti erras de secano o de regado. De ah que podamos suponer que, dado el carcter continu ado de su ocupacin, el abas-tecimiento de productos subsistenciales debi estar garanti zado, al menos parcialmente, por fuentes ex ternas. Cabe pues , la posibilidad de que los poblados mayores dependieran en cierta med ida para su abastecimiento alimentari o de las comunidades di spersas, a cambi o de algu-nos productos artefactuales 17 (infra ).

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    Con obje to de paliar en lo posible eventu ales sesgos actu alistas, hernos tenido en cuenta las carac terfsti cas del sustrato geolg ico de la zona de es tudio en lugar de los usos modernos de la tierra. Las formaciones de l cuaternari o reciente se sit an prximas a los ac tuales cauces flu viales y prese ntan superfi cies horizontales , mientras que las formaciones mi oc ni cas prese ntan los mayores potenciales para e l culti vo de secano. Utilizando vari ables topogr fi cas (por ejemplo, pen-dientes) o incluso e l uso de la tierra sub-actual ( 1978). los clculos tampoco rnues tran una regres in signifi-cati va con respecto al tamao de los ase ntami entos. Sin embargo, no es necesari o pensar en una centra li za-cin de los productos sec undari os y/o en un control directo de las relaciones de intercambio interregiona-les al es til o de los " lu gares centrales". Un ejemplo de e ll o lo proporcionan las curvas de regres in y los contextos de consumo de los "fdolos de Ca mari llas" , que se ajustan ms bien a un inrerca mbio recfproco entre comunidades ms o menos prximas. Otros ma-teri ales , como las conchas marinas y Jos instmmentos puli mentados , que encontramos a gran distancia de sus Jugares de origen y en co ntextos altamente varia-bles , apoyan esta interpre tac in (R isch, 1995).

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    y = -4.307E-6x + .641, R-squared: 3.981 E-6 3.~~~----~--~~---L--~~--~~~-L----~--~~--_.----+

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    En cuanto a la ganadera, los restos seos procedentes de Terrera Ventura (Driesch y Mo-rales, 1976), Cerro de la Virgen (Driesch, 1972) y Los Mill ares (Peters y Driesch, 1990) presen-tan patrones muy simil ares . Considerando e l nmero de fragmentos, domina la c ra de ovicpridos, seguidos de suidos y bvidos. Sin embargo, en trminos de peso y de valor nutritivo, los bvidos tuvieron una importanci a si mil ar a los ovicpridos. Las especies mejo r representadas pudieron ser al imentadas gracias a los rastrojos dejados tras la cosecha y al pasto-reo en las ex tensiones cubiertas por la vegeta-cin natural. As pues, se admite que las prcticas ganaderas durante es te periodo no requirieron movimientos de trashumanci a, sino que los ani-males domsticos pudieron ser alimentados con los recursos vegetales di sponibles en las inme-diaciones de los asentamientos (Chapman, 1979; Gilman y Thornes, 1985) . A partir de los patro-nes de sacrifici o y de la composicin sexual del rebao, di versos investigadores/as sugieren la obtenc in de productos derivados, como la le-che y la lana (Driesch, 1972; Harri son y More-no, 1985; Chapman, 1991 ). Al contrario que la ganadera, el peso de la caza en la produccin subsistencia! fue muy vari able, tanto espacial como diacr ni camente, osci lando entre el 9 y 18% del consumo crni co total. Los productos marinos constituyeron otro recurso al imenticio en la dieta del III milenio, a la vista de la can-tidad de restos malacolgicos presentes en muchos yacim iento s de la fachada litoral almeriense- murciana.

    Los medios de produccin (MP) impli ca-dos en la produccin alimentaria fueron de di -verso orden, aunque, en general, se trata de utensili os tecnolgicamente simples. Debido a que los es tudios sobre huell as de uso son toda-va muy escasos, slo es posible hipotetizar so-bre la funcionalidad de los artefactos medi ales implicados . As, las hachas y azuelas de piedra pulida podran haber sido empleadas en el des-monte de los campos previo al cultivo y tambin en el laboreo de los mismos. Por su parte, ele-mentos cortantes de slex o metal podran haber sido.utilizados para diversos fines, que van des-de la cosecha de cereales hasta el cocinado de

    alimentos, pasando por el descuartizamiento de animales. Todos estos instrumentos parecen mostrar una amplia distribucin en los pobla-dos, aunque es preciso aguardar la publicacin detallada de las excavaciones reali zadas para confirmar este punto.

    Finalmente, en los estadi os fin ales de la pre-paracin de alimentos intervinieron molinos fa-bricados en di versas materias primas (vase infra) , cuya presencia ha sido documentada, al igual que el almacenamiento , tanto en amplias reas al aire libre (Fortn 1) (Malina et a l., 1986) como en e l interi or de las cabaas. El procesa-do crnico pudo tener lugar tambin en ambos escenarios, a tenor del rea ele descuartizamien-to detectada en un espacio exterior del Fortn 1 y a partir de las noti cias que sealan la presencia de restos de fauna y de artefactos cortantes en el interior de algunas cabaas. Por ltimo, el coci-nado puede ser inferido en la mayora ele los yacimientos a la vista del frecuente hall azgo de la asociacin hogar, molin o o base de trabajo, vas ij as ele coci na (ollas, cuencos) y semillas car-bonizadas o restos ele fauna. El consumo de tales alimentos, ya denominados propiamente productos (P), se habra efectuado en el interi or de las propias cabaas o en el ex teri or de las mi smas. Las clebres formas cermicas abiertas caractersticas del calco ltico (cuencos, escudi -llas, pl atos y fuentes) pudi eron ser los soportes para el reparto y el co nsumo de los productos alimentarios.

    Pese a las noticias referentes al uso ele bue-yes y, en menor medida, de caballos, como ani-males de carga y/o de tiro (D ri esch, 1992: 144-150; Peters y Driesch, 1990:57), su verda-dera contribucin a la produccin agrcola sigue siendo incierta. As las cosas, la fu erza de traba-jo humana (FT) debi constituir la fuente de energa ms importante dentro de la produccin alimentaria que acabamos de describir a grandes rasgos. Sin embargo, la ya comentada fa lta de estudios paleoantropolgicos impide evaluar el efecto de las cargas laborales sobre la poblacin calco ltica.

    En definitiva, el patrn calcoltico de asenta-miento mvi l a lo largo de los valles fluviales sugiere la prctica de es trategias agropecua-

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    rias adaptadas al aprovechamiento de los terre-nos ms favorables (ll anuras terciarias y valles flu viales), perfilndose una tendencia hacia la obtencin del mximo rendimiento medi ante una baja inversin en tecnologa agrcola. El incre-mento demogrfico experimentado a lo largo del periodo habla en favor del xito de esta es-trategia agropecuaria.

    La produccin y el uso de medi os de produccin

    En primer lugar, conviene destacar que durante el calcoltico se registra una gran vari edad artefactual, que se manifiesta en una ampli a gama de objetos muebles e inmuebles elaborados a partir de di versas materi as primas (piedra, arci-lla, hueso, metal). En segundo lugar, resulta ca-racterstica la presencia de reas artesanales destinadas a la produccin de objetos manu fac-turados, principalmente medi os de produccin, aunque todava desconocemos el grado de vincu-lacin con la produccin de alimentos por parte de los artesanos/as.

    Diversos trabajos de campo realizados en la Depresin de Vera y en zonas de la provincia de Murcia han puesto de manifiesto que buena par-te de las materias primas utili zadas para la fabri -cacin de medios de produccin se obtu vieron en las inmediaciones de los asentamientos (Mar-tn Socas et al., 1985; Montero, 1993; Ri sch, 1995). No obstante, en ocasiones se co mprueba el transporte de una cantidad variable de ciertas materi as primas de procedencia lej ana (cier-tos tipos de slex, instrumentos pulimentados de sill imanita o basalto, molinos de rocas volc-nicas), ci rcunstancia que debi suponer un cos-te mayor. En asentamientos como Los Millares, Terrera Ventura o Almizaraque, slo entre el 5 y el 6% de los molinos son de andesita alctona (Carrin et al. , 1993) , mi entras qu e en El Malagn el slex alctono representa entre el 35 Y el 45% (Ramos el al. , 199 1 ). En zonas pobres en es tos recursos, como la Depresin de Vera, estos porcentajes pueden haber sido mayores, a juzgar por los artefactos publicados por los Siret (1 890). Por contra, en e l caso de las hachas pulimentadas , la frecuencia de materi ales

    alctonos es baj a. En suma, el volu men de re-cursos lticos in trodu cido en los sistemas de produccin por medio de relaciones suprarre-gionales puede haberse situado entre un 10-20% del total (Ri sch, 1995 ).

    En lo que respecta a la metalurgia, di versos es tudios han mostrado que los asentamientos calco lticos no se ubicaron, salvo en un peque-o porcentaje, en las inmediaciones de las mi-nas de cobre (menos de 2-3.5 km) (Gilman y Thornes, 1985: 182-183; Surez el al. , 1986a: 205). Sin embargo, las distancias que los sepa-ran de ellas tampoco fueron excesivas, dado que aprox imadamente el 66% de los asentamientos di stan de los afl oramientos ms prximos entre 3.5 y 10 km, y tan slo e l 8% lo hace a ms de 16 km (S urez el al., 1986a:205). Por tanto, cabe suponer que el abastecimiento de mineral de cobre desde cada poblado pudo ser facti ble mediante la reali zacin de pequeas ex pedi -ci ones .

    Ah ora bien, la accesibilidad a gran parte de las mate ri as primas empleadas para la fabrica-cin de los med ios de produccin no signifi ca necesari amente que stos fuesen producidos de fo rma igualitari a. De hecho, la concentracin de medios de produccin en reas definidas cons-tituye una caracterstica destacada del calcoltico. Algunos ejemplos son las reas dedi cadas a la produccin de puntas de flecha del Fortn 1 de Los Mill ares (Ramos et al. , 199 1 ), la Casa F o "casa de las flechas" de Campos (S iret y Siret, 1890:78) y los espacios de talla de Almizaraque (S iret, 1948) y de Cerro de las Canteras (Mo-tos, 1918). El trabajo del slex tambin ha sido documentado en el Cabezo del Plomo (Muoz, 1983), Ciavieja (Surez el al., 1985 ; 1986b) , Las Pilas (Aicaraz, 1990) y Puente de Santa Brbara (M artn Socas el al., 1992- 1993). Se han atestiguado reas de transformacin del co-bre en el asentamiento princi pal de Los Millares (Arribas el al., 1979; 198 1; 1985), Fortn 1 (Malina el al., 1986), Cerro de la Virgen (Schle, 1980), El Malagn (Arribas et al. , 1978 ; More-no, 19