castro de ulaca solosancho, `vila · alba margarita de la manzanilla, la campÆnula rosa, morada y...

65
CASTRO DE EL RASO Candeleda, `vila CASTRO DE EL RASO Candeleda, `vila Fernando FernÆndez Gmez Diputacin Provincial de `vila INSTITUCIN GRAN DUQUE DE ALBA Cuadernos de Patrimonio Abulense | N” 5 a P a P GU˝A Cuadernos de Patrimonio Abulense a P 1 Verracos. Esculturas zoomorfas en la provincia de `vila Jesœs `lvarez-Sanchs 2 Castro de La Mesa de Miranda Chamartn, `vila J. Francisco FabiÆn Garca 3 Castro de Ulaca Solosancho, `vila Gonzalo Ruiz Zapatero 4 Castro de Las Cogotas Cardeæosa, `vila Rosa Ruiz Entrecanales 5 Castro de El Raso Candeleda, `vila Fernando FernÆndez Gmez Cuadernos de Patrimonio Abulense | N” 5

Upload: others

Post on 29-Oct-2020

3 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

Page 1: Castro de Ulaca Solosancho, `vila · alba margarita de la manzanilla, la campÆnula rosa, morada y azul. En los balcones volados de Candeleda crecen el geranio y el clavel, la albahaca

CASTRO DE ELRASOCandeleda, Ávila

CASTRO DE EL RASOCandeleda, Ávila

Fernando Fernández Gómez

Diputación Provincial de ÁvilaINSTITUCIÓN �GRAN DUQUE DE ALBA�

Cuadernos dePatrimonio Abulense | Nº 5aP

aP

GUÍA

Cuadernos dePatrimonio AbulenseaP

1 Verracos. Esculturas zoomorfasen la provincia de Ávila

Jesús Álvarez-Sanchís

2 Castro de La Mesa de MirandaChamartín, Ávila

J. Francisco Fabián García

3 Castro de UlacaSolosancho, Ávila

Gonzalo Ruiz Zapatero

4 Castro de Las CogotasCardeñosa, Ávila

Rosa Ruiz Entrecanales

5 Castro de El RasoCandeleda, Ávila

Fernando Fernández Gómez

Cua

der

nos

de

Pat

rim

onio

Ab

ulen

se |

5

Page 2: Castro de Ulaca Solosancho, `vila · alba margarita de la manzanilla, la campÆnula rosa, morada y azul. En los balcones volados de Candeleda crecen el geranio y el clavel, la albahaca

CASTRO DE EL RASOCandeleda, Ávila

Fernando Fernández Gómez

Diputación Provincial de ÁvilaINSTITUCIÓN �GRAN DUQUE DE ALBA�

Cuadernos dePatrimonio AbulenseaP

Page 3: Castro de Ulaca Solosancho, `vila · alba margarita de la manzanilla, la campÆnula rosa, morada y azul. En los balcones volados de Candeleda crecen el geranio y el clavel, la albahaca

Edita

Institución �Gran Duque de Alba�Diputación de Ávila

Diseño y maquetación

ZINK soluciones creativas

Imprime

Miján Industrias Gráficas Abulenses

Depósito legal: AV-35-2005I.S.B.N.: 84-96433-08-0: Obra completaI.S.B.N.: 84-96433-13-7: Nº 5

Page 4: Castro de Ulaca Solosancho, `vila · alba margarita de la manzanilla, la campÆnula rosa, morada y azul. En los balcones volados de Candeleda crecen el geranio y el clavel, la albahaca

Hace unos años El Raso apenas era conocido. Enclavado dentro del tér-mino municipal de Candeleda, pero algo apartado de la carretera princi-pal, su nombre sólo aparecía en algún mapa especialmente detallado, ycomo un lugar aislado al pie de la Sierra de Gredos. Hoy podemos decircon orgullo que El Raso aparece por necesidad en toda la bibliografíaarqueológica que trate de la Edad del Hierro en general, y muy especial-mente si trata de la Edad del Hierro en la Meseta de Castilla, de los vetto-nes y la cultura de los castros. E incluso podremos encontrarlo en el Dic-cionario que el Instituto de Prehistoria de la Universidad de Viena prepa-ra en la actualidad sobre Arqueología Céltica de toda Europa.

La razón se halla en el importante yacimiento arqueológico que albergaen sus tierras, tan generosas que ya en la antigüedad hizo que el hom-bre se fijara en ellas y se asentara para crear un poblado, un pequeñoasentamiento primero, todavía escondido, después un gran pobladoamurallado que hoy causa nuestra admiración y la de todos los quehasta allí se acercan, ya que podemos visitarlo y pasear por sus calles,y contemplar sus casas, las mismas en las que vivieron los hombresque, llegado el momento, se sintieron tan fuertes que quisieron hacer fren-te al poder de los romanos, cuando éstos emprendieron la conquistade la Península como uno de los primeros objetivos de su política impe-rialista. Y en esas casas vivieron quienes lucharon contra ellos en esta zonade la Meseta a lo largo de más de un siglo, amparados en sus murallasy con la protección que les ofrecía la montaña, que además les propor-cionaba el agua y los pastos que necesitaban para sus ganados, puesaquellos vettones eran fundamentalmente pastores que sacaban al mon-te cada día sus cabras y sus ovejas, de las que en gran parte dependí-an, al igual que los pastores que todavía hoy podemos ver en El Raso,como si el tiempo no hubiera pasado.

Y ésta es la sensación que tenemos mientras contemplamos esas casas,con sus porches, sus hogares, sus bancos a la entrada y detrás de los hoga-res. En ellos descansarían tras las duras jornadas de trabajo, tras los durosenfrentamientos contra los romanos que pretendían quitarles su inde-pendencia, la que habían gozado hasta entonces, y la que fueron per-

El castro de El Raso, Candeleda 3

Presentación

Page 5: Castro de Ulaca Solosancho, `vila · alba margarita de la manzanilla, la campÆnula rosa, morada y azul. En los balcones volados de Candeleda crecen el geranio y el clavel, la albahaca

Cuadernos de Patrimonio Abulense4

diendo poco a poco, aunque a cambio recibieron una lengua que les hizouniversales, y una entidad política que les integró, con el resto de los pue-blos peninsulares, en una unidad que pronto acabaría constituyendo elImperio Romano.

Vencidos, César ordena que destruyan sus murallas. Y destruidas hanpermanecido hasta hoy, en que nos estamos atreviendo a levantarlas parahacernos una idea más clara de cómo pudo ser el poblado en el que vivie-ron sus primeros moradores. También hemos reconstruido algunas desus casas sobre los mismos muros que ellos levantaron, y a cubrirlas dela manera que pensamos pudieron haberlas cubierto ellos, que no se ale-jaría mucho del modo como todavía se cubren en la sierra las majadas delos cabreros. Como si el tiempo no hubiera pasado.

Pero ya han pasado cerca de 2.500 años desde que se establecieran aquípor primera vez aquellos hombres y mujeres de origen céltico. Y algo másde 2.000 desde que abandonaran este poblado amurallado por orden deJulio César, según nos dice el Dr. Fernández Gómez, Director de las exca-vaciones arqueológicas, que lleva más de 30 años dedicado al estudiode este poblado y de los otros yacimientos con él relacionados, el pobla-do antiguo, las necrópolis y el santuario. Y gracias a él sabemos tambiénde dónde procedían y quiénes eran estas gentes, cómo pudo llamarse estepoblado, dónde y cómo se enterraban, y dónde se hallaba el santuario asu dios, Vaelico, que sitúan allí donde se juntan el Río Tiétar y la Gargan-ta Alardos, en un lugar rico en aguas y por algún motivo consideradosagrado, pues hasta nosotros ha llegado la ermita que se levanta a San Juanen aquel mismo lugar cuando estas gentes se cristianizan.

Todo un mundo, en lo físico y en lo espiritual, que tenemos oportunidad dedisfrutar visitando estas ruinas del poblado amurallado de El Raso de Can-delada, al que dedicamos esta pequeña publicación, dentro de la serie delos castros abulenses preparada por la Institución �Gran Duque de Alba�.

Agustín González González,PRESIDENTE DE LA DIPUTACIÓN DE ÁVILA

Page 6: Castro de Ulaca Solosancho, `vila · alba margarita de la manzanilla, la campÆnula rosa, morada y azul. En los balcones volados de Candeleda crecen el geranio y el clavel, la albahaca

! Primeros testimonios:Desde los orígenes hasta la Primera Edad del Hierro

V amos a introducirnos en el conocimiento de la plena Edaddel Hierro en la Meseta de Castilla, a través de uno de susyacimientos más ricos, más completos y estudiado hasta

ahora de manera más sistemática: el de El Raso de Candeleda.Está situado en la zona media de la Cordillera Central, en su ver-tiente meridional, junto a una de las gargantas que ruidosamen-te transportan el agua que baja de las cumbres de la Sierra deGredos, con frecuencia cubiertas por las nieves, hasta el valle porel que discurre tranquilamente el Tiétar, remansado en la actua-lidad en esta zona por el Pantano del Rosarito, allí donde comien-za la rica comarca de La Vera.

Se halla el yacimiento en una zona estratégica, disfrutando al mis-mo tiempo de las ventajas que le ofrecen la montaña y el llano.

El castro de El Raso, Candeleda 5

El Yacimiento de la Edad del Hierro de El Raso de Candeleda desde sus orígenes

El yacimiento se ubica al pie de la Sierra de Gredos.

Page 7: Castro de Ulaca Solosancho, `vila · alba margarita de la manzanilla, la campÆnula rosa, morada y azul. En los balcones volados de Candeleda crecen el geranio y el clavel, la albahaca

Aquélla le protege de los vientos fríos del Norte y de los posiblesataques de cualquier enemigo inesperado, y ofrece a sus habi-tantes refugio seguro en caso de peligro, ya que pueden encon-trar allí con facilidad agua y pastos para sus ganados a lo largo detodo el año. El llano, por su parte, pone a su disposición tierrasfértiles, aptas para todo tipo de cultivos, de secano y de regadío,los cuales crecen allí sin dificultad favorecidos por un clima de tem-peratura tan suave, que ha hecho que esta comarca sea conocidaen su entorno como la Andalucía de Ávila.

Puede por ello comprenderse que un escritor contemporáneo,Camilo José Cela, haya dicho de estas tierras que son como elarca de Noé de los tres reinos de la Naturaleza, el animal, el vege-tal y el mineral:

�Candeleda tiene de todo... En Candeleda se cría el tabaco y elmaíz, y pimiento para hacer pimentón, y la judía carilla, sabrosacomo pocas... En Candeleda, a la vista de las nieves perpetuas, flo-recen el limonero, el naranjo y el almendro. Candeleda muestrafresnedas y robledales, higuerales y piornales, castañares, pinaresy olivares... En Candeleda hay cancho y praderío, huerta y maja-da, pan, vino y aceite. En los riachuelos de Candeleda brota, entretruchas, el cimbreante junco, y, entre ranas, la airosa espadaña. Enel campo de Candeleda se enseña la glauca flor del piorno, laalba margarita de la manzanilla, la campánula rosa, morada yazul. En los balcones volados de Candeleda crecen el geranio y elclavel, la albahaca y el botón de la rosa francesilla, el fragantedondiego, que unos nombran dompedro y otros donjuán, el nar-do y el jazmín... En Candeleda hay lobos y monteses, zorras ygarduñas, liebres y conejos, perdices y codornices, águilas y cigüe-ñas y pájaros variados, pavos y patos y palomas, gallinas del paísy gallinas de raza..., mariposas de mil colores, grillos con el lomorubio, saltamontes verdes y saltamontes pardos, escarabajos decolor de oro y coloradas mariquitas con lunares de azabache,aves silvestres y abejas de miel...�

Así es hoy y así hubo de ser en el pasado, con las lógicas diferen-cias en los tipos y modos de cultivo.

Cuadernos de Patrimonio Abulense6

Page 8: Castro de Ulaca Solosancho, `vila · alba margarita de la manzanilla, la campÆnula rosa, morada y azul. En los balcones volados de Candeleda crecen el geranio y el clavel, la albahaca

No sabemos con seguridadcuándo pone el hombre por pri-mera vez su pie en esta zona delValle del Tiétar. Posiblementelo hizo en los lejanos tiemposdel Paleolítico, pero de él nohemos encontrado hasta ahoraningún resto fidedigno, aunquese ha pretendido conocerlos.Ni tampoco del Neolítico, aquelperíodo en el que comienzan autilizarse los vasos de cerámi-ca, a cultivarse los campos y a domesticarse los animales. A élpudieran pertenecer algunas de las hachas de piedra finamentepulimentadas que hemos hallado a veces en el yacimiento, peroque tendrían cabida igualmente durante la Edad del Cobre. Pue-den en cualquier caso fecharse a lo largo del tercer milenio a.C.,y constituyen en la actualidad los objetos arqueológicos más anti-guos recogidos en la zona. Al no haberse encontrado, sin embar-go, restos de habitación de esa misma época,no podemos saber con seguridad dónde estu-vieron asentados sus posibles pobladores. Síparecen haberse identificado en alguna oca-sión restos de sus monumentos funerarios,entre Las Planas y El Alcaldillo, a medio cami-no entre Candeleda y Madrigal de la Vera, aun-que nosotros no los hemos podido localizar.

Pero no es raro que en esta lejana fecha de laEdad del Cobre nos encontremos con gruposde personas viviendo por estos parajes. Por-que, pasado el tiempo, en lo que ya podemosconsiderar Edad del Bronce, desde unmomento difícil de determinar, pero bienavanzado el segundo milenio a.C., hallamos,en las primeras estribaciones de la sierra,pocos metros por debajo de la cumbre de"Los Hermanitos de Tejea", extendiéndosehasta el llamado Collado del Fraile, un posible

El castro de El Raso, Candeleda 7

Hachas de piedra pulimentada.

Los Hermanitos de Tejea.

Page 9: Castro de Ulaca Solosancho, `vila · alba margarita de la manzanilla, la campÆnula rosa, morada y azul. En los balcones volados de Candeleda crecen el geranio y el clavel, la albahaca

poblado, pues parecen protegerse sus pobladores con una mura-lla continua de los únicos enemigos que en aquellas alturas podíantemer, los animales de monte, osos, lobos, jabalíes, zorros, queentonces debían de ser muy frecuentes, si tenemos en cuentaque todavía en la Edad Media acudían a cazarlos los reyes poraquellos contornos.

Esa muralla es la que da nombre a la loma en que se asienta elpoblado, �El Prao de la Carrera�, al cual hemos de dar un carác-ter estacional, pues a la altura en que se halla, cerca de los 1.300 m,inmediato a las cumbres más altas de Gredos, no es habitable eninvierno de manera permanente sin refugios adecuados, que a sim-ple vista no parecen haber existido. Se utilizaría sólo, por tanto,para aprovechar sistemáticamente los pastos de verano, a la mane-ra que lo han seguido haciendo los cabreros de la zona hasta casinuestros días, y aún continúan haciéndolo algunos, cada vezmenos.

Allí, en el interior de ese posible recinto amurallado, hemos reco-gido nosotros numerosos fragmentos de cerámica, muy rodados,al tratarse de materiales de superficie, en una zona hasta la quellegan las nieves en invierno, pero que pueden ciertamente situar-se dentro de la Edad del Bronce, lo mismo que las numerosaspiedras de molino, todas barquiformes, que se observan en super-ficie. Sería preciso, no obstante, llevar a cabo algún sondeo arqueo-lógico, para constatar la existencia de posibles viviendas y reco-ger materiales más elocuentes, que pudieran indicarnos cuántotiempo estuvo en uso este poblado, aunque es seguro que nosobrepasó la Edad del Bronce.

Debía tratarse sobre todo de una población ganadera, de pasto-res. Algunos restos de probables hornos nos hacen pensar, sinembargo, en la posibilidad de que se dedicaran también a activi-dades metalúrgicas. La presencia en la zona del topónimo �LaMina� resulta, sin duda, significativa y sugerente.

A estas gentes del Prao de la Carrera podrían pertenecer, aunqueno existe confirmación arqueológica alguna, las pinturas rupes-tres de �Peña Escrita�. Realizadas en la cara occidental de un con-

Cuadernos de Patrimonio Abulense8

Page 10: Castro de Ulaca Solosancho, `vila · alba margarita de la manzanilla, la campÆnula rosa, morada y azul. En los balcones volados de Candeleda crecen el geranio y el clavel, la albahaca

junto de rocas que les sirvende abrigo, se hallan algo pordebajo del poblado, junto a lacarretera, hoy inaccesible al trá-fico rodado, que nos introdu-ce en la sierra hasta las alturasde El Hornillo. Pintadas encolor rojo, son de contenidoesquemático, como suele serfrecuente en esta época; peroen ellas parece observarse lapresencia de algún antropo-morfo, alguna cabra o ciervo yun reticulado, quizá una tram-pa en forma de red. En su con-junto hay que darles un signifi-cado mágico, como a las pintu-ras rupestres del Paleolítico, yrelacionarlas con las activida-des cinegéticas de los hombresde aquel tiempo.

Continuaron, por tanto, durante la Edad del Bronce merodean-do por aquellos parajes gentes que vivían principalmente del pas-toreo y de la caza. Y que por allí siguieron viviendo hasta la épo-ca que llamamos Edad del Bronce Final, en el paso del segundoal primer milenio, período al que pertenece una punta de lanzade bronce hallada en el Collado del Freíllo, similar a algunosejemplares del rico conjunto recogido al dragar la Ría de Huel-va, y una pequeña punta de flecha, también de bronce, derivadade un tipo muy corriente durante el período campaniforme.

A estos ocupantes más o menos estables de la zona en los lejanos tiem-pos de nuestra Prehistoria es a los que debemos considerar como pro-piamente indígenas. Son gentes con una economía absolutamenteautárquica, con escasas relaciones con el exterior, que viven exclu-sivamente de lo que ellos mismos producen y de lo que la Naturalezaespontáneamente les ofrece: bellotas, miel silvestre, caza mayor ymenor, pesca abundante en los ríos y gargantas cercanos.

El castro de El Raso, Candeleda 9

Pinturas rupestres esquemáticas de la Edad del Bronce.

Punta de lanza de la Edad del Bronce Final.

Page 11: Castro de Ulaca Solosancho, `vila · alba margarita de la manzanilla, la campÆnula rosa, morada y azul. En los balcones volados de Candeleda crecen el geranio y el clavel, la albahaca

Y así continuarán todavía duran-te algunos siglos, alejados en laMeseta de las influencias cultu-rales que los pueblos delmediodía y levante peninsularcomienzan a recibir de loscolonizadores fenicios y grie-gos que, desde el paso al últi-mo milenio a.C., han empezadoa llegar a nuestras costas, tra-yendo con ellos innovacionestecnológicas muy variadas, perotodas de enorme interés.

Nos traen en primer lugar el conocimiento del modo de traba-jar el hierro, un metal nuevo, más duro y fuerte que el bronce,con el que a partir de ahora podrán hacerse nuevas armas yherramientas más eficaces; nos traen también el conocimiento dela escritura, y el del torno del alfarero, y un nuevo rito funerario,que comenzará a ser de incineración, y unas nuevas creencias yprácticas religiosas, basadas en el culto a dioses personales cuyosnombres, Astarté, Melkart, conocemos por primera vez, y nue-vas plantas, el olivo, la vid, la higuera, de tanta trascendenciaeconómica hasta nuestros días, igual que los nuevos animales,entre ellos el burro y la gallina. Revolucionarán asimismo la orfe-brería, enseñándonos un nuevo sistema de trabajar el oro, metalconocido y utilizado desde la Edad del Cobre, dos mil años atrás,pero con el cual sólo éramos capaces de conseguir joyas lami-nares, a base de batido, o macizas, fundidas en un molde pre-viamente preparado, del tipo de los torques encontrados casual-mente en El Raso, al labrar el campo, en Los Alejandrinos, cer-ca del castro. Habían sido enterrados, escondidos, en una etapamuy posterior, al llegar el período de las guerras, con un tercerejemplar, perdido. Antes de enterrarlos se les había dado formade espiral, quizá simplemente para que ocuparan menos espa-cio. Los dos ejemplares que conocemos se guardan en una colec-ción particular.

Cuadernos de Patrimonio Abulense10

Torques de oro de El Raso.

Page 12: Castro de Ulaca Solosancho, `vila · alba margarita de la manzanilla, la campÆnula rosa, morada y azul. En los balcones volados de Candeleda crecen el geranio y el clavel, la albahaca

Los fenicios nos enseñarán tam-bién el modo de unir unas aotras, por medio de la solda-dura, distintas láminas o peque-ños elementos de adorno paraconseguir joyas ligeras, conpoco empleo de metal, huecas,pero con aspecto de joyas maci-zas, y adornadas no ya solo pormedio de incisiones grabadasen su superficie, sino con laayuda de elementos decorati-vos complementarios, rosetas,gránulos, cápsulas, soles, cre-cientes, incluso representaciones humanas y zoomorfas añadi-das, soldadas, a la superficie de la lámina base.

Son todas innovaciones que irán transformando poco a poco lavida de los pueblos costeros que en primer lugar las recibían, ylas de aquellos otros que con ellos mantenían relaciones comer-ciales, las cuales conocen ahora un gran auge e intensificación,pero no suficiente como para llegar a los pueblos de la Meseta ymenos aún a los que, como el nuestro, se hallan alejados de lasprincipales vías naturales de comunicación, encerrados en lamontaña, anclados todavía dentro de la Prehistoria.

De estos momentos iniciales del Período de las Colonizaciones,que ya podemos considerar de una Primera Edad del Hierro, a par-tir del s. VIII a.C. aproximadamente, seguimos teniendo eviden-cias de la presencia humana en la zona de El Raso, por medio deunos pequeños colgantes de bronce amorcillados, con los que, alo largo de varios siglos a partir de ahora, se adornaron las ajor-cas que llevaban seguramente en brazos y tobillos los hombres ymujeres de aquel tiempo. Primero serán macizas y de mayor tama-ño. Luego se irán ahuecando y reduciendo. Macizas y huecas,formando parte de alguna arracada, hallaremos en El Raso algu-nos ejemplares de oro que ya debemos incluir en la siguienteetapa cultural del yacimiento.

El castro de El Raso, Candeleda 11

Colgantes de bronce amorcillados de la PrimeraEdad del Hierro.

Page 13: Castro de Ulaca Solosancho, `vila · alba margarita de la manzanilla, la campÆnula rosa, morada y azul. En los balcones volados de Candeleda crecen el geranio y el clavel, la albahaca

! La Segunda Edad del Hierro:el poblado y la necrópolis célticos

Hacia finales del s. VI a.C. comienzan a llegar a esta zona de laMeseta otros pueblos colonizadores, distintos a los del Sur, peroque, como aquéllos, van a modificar el modo de vida de los indí-genas.

No son comerciantes ni vienen desde las lejanas costas del Medi-terráneo Oriental a buscar fundamentalmente metales, plata,cobre, que no se conocían en nuestro suelo. Son pastores y agri-cultores y no vienen a buscar productos que llevarse y con losque comerciar, sino una tierra que les acoja y en la que quedar-se. Vienen de Centroeuropa, posiblemente de la zona del BajoRhin, de donde salieron hacía algunos siglos, quizá a la vez quelos navegantes orientales, pero haciendo un camino más lento, portierra. Y no vienen solos, como aquéllos, para irse cuando ter-minen su negocio, sino acompañados de sus mujeres, sus hijos,sus ganados, de todo lo que necesitan y pueden traer con ellos.Se mueven lentamente. En el camino se van asentando algunosen determinados lugares que consideran apropiados, en las tie-rras actuales de Suiza y de Francia. Otros siguen, hacia el Sur,hacia la Península Itálica. O todavía más hacia Occidente. Y llegana Iberia. Y en ella se van estableciendo, dispersando. Unos gruposavanzan hasta donde el mar los detiene. Otros se quedan antes.Algunos en lo que hoy son las tierras de El Raso de Candeleda, alpie de la Sierra de Gredos. Y en ellas se quedan para siempre,atraídos sin duda por la generosidad de su tierra, la suavidad desu clima y la riqueza inagotable de sus aguas.

No se trata, por tanto, en modo alguno de invasiones violentas deguerreros que vengan a disputar a los indígenas sus posesiones,sino de lentas penetraciones de gentes que se mueven con susfamilias en busca de mejores medios de vida que los que hastaentonces habían tenido, y se asientan por lo general en lugarestodavía deshabitados.

Son pueblos de origen céltico y traen con ellos un modo de vivirdistinto. Hablan distinta lengua, creen en distintos dioses, usan

Cuadernos de Patrimonio Abulense12

Page 14: Castro de Ulaca Solosancho, `vila · alba margarita de la manzanilla, la campÆnula rosa, morada y azul. En los balcones volados de Candeleda crecen el geranio y el clavel, la albahaca

armas diferentes, también de hierro, que ya conocen, y se entie-rran de modo diverso a como desde hacía siglos lo hacían segu-ramente los indígenas, pero similar a como nos han enseñado ahacerlo los fenicios. No conocen, sin embargo, la escritura, ni lanueva orfebrería basada en la soldadura, ni el torno del alfarero,ni los nuevos cultivos. Su desarrollo cultural es menor, y tardarántodavía algunos siglos en conocer las nuevas técnicas y los nue-vos descubrimientos que en el Sur iban siendo ya patrimonio deuna gran mayoría, pues allí, al latido de la vida que iban trayen-do los colonizadores marineros, surgen por doquier nuevas ciu-dades, sobre todo en las costas y en las márgenes de los grandesríos, muchas de las cuales siguen habitadas aún en nuestros días.

Tras varios años de trabajos en el yacimiento, hemos podidonosotros llegar a localizar el lugar en que aquellas gentes de ori-gen céltico se asentaron por primera vez al ocupar las tierras deEl Raso de Candeleda. Pero sólo lo conocemos de manera muyincipiente, pues aún no se han llevado a cabo en ellas excava-ciones arqueológicas sistemáticas. Tan sólo un par de sondeos,por medio de los cuales hemos podido comprobar la presenciade estructuras de habitación fechables a lo largo del siglo IV a.C.,y quizá desde finales del V, si aceptamos las últimas cronologíasde algunas de las cerámicas que allí aparecen, en lo que ya pode-mos considerar con toda claridad como Segunda Edad del Hie-rro, pues los objetos realizados con este metal hacen su apariciónpor todas partes.

Las estructuras que conocemosse hallan a 1 m escaso por deba-jo de la superficie del terreno,actualmente cubierta de olivos.Son restos de cabañas pobres,semiexcavadas en el suelo,levantadas en su parte inferiora base de cantos cogidos conbarro. La superior pudo ser deentramados de palos, como loschozos de los cabreros de nues-tros días.

El castro de El Raso, Candeleda 13

Restos del poblado bajo, incendiados.

Page 15: Castro de Ulaca Solosancho, `vila · alba margarita de la manzanilla, la campÆnula rosa, morada y azul. En los balcones volados de Candeleda crecen el geranio y el clavel, la albahaca

Se halla este poblado en la zona denominada El Castañar, muy cer-ca del actual núcleo de población de El Raso, y la abundancia depiedras de molino barquiformes allí encontradas nos dice queson gentes que han hecho ya de la agricultura un complementobásico de su economía, tradicionalmente ganadera. Es ahoracuando este pueblo, por influencias llegadas seguramente delSur o de Levante, comenzará a emplear el torno del alfarero, aun-que todavía predominen las producciones a mano, mientras el hie-rro ya ha desplazado al bronce en todo tipo de útiles, armas yherramientas, dejando reducido su uso a los objetos rituales yde adorno, que encontraremos con frecuencia en los ajuares dela necrópolis contemporánea.

En ésta predomina ya por completo el ritual de la incineración.El difunto, vestido y adornado con sus objetos personales, estrasladado al ustrinium, el lugar donde ha de llevarse a cabo elacto de la cremación, ninguno de los cuales ha podido ser iden-tificado en la necrópolis de El Raso. Allí es pasado por la pirafuneraria, en un ritual que debió durar bastantes horas, emplea-das seguramente en la celebración de un banquete funerarioacompañado de danzas, cantos y juegos.

Cuadernos de Patrimonio Abulense14

Aspecto del interior de una tumba. En el centro, la urna cineraria y a su alrededor losvasos de ofrendas.

Page 16: Castro de Ulaca Solosancho, `vila · alba margarita de la manzanilla, la campÆnula rosa, morada y azul. En los balcones volados de Candeleda crecen el geranio y el clavel, la albahaca

Terminado el ritual, los huesos de la persona fallecida, reducidosa pequeños fragmentos calcinados y deformados, se recogen cui-dadosamente, se lavan y se guardan en un vaso de cerámica, laurna cineraria, la cual sería llevada en procesión ritual hasta lanecrópolis, donde quedará depositada en un hoyo previamenteexcavado en el suelo. En primer lugar la urna con su contenidode huesos y los objetos de adorno personal, fíbulas, brazaletes,anillos, pendientes, broches de cinturón, cuentas de collar... Tam-bién los útiles de pequeño tamaño, pinzas, cuchillos, fusayolas, sise trata de una mujer, pequeños juguetes, si de un niño. Después,a su alrededor, los vasos de ofrendas, en número indeterminado,con su probable contenido de alimentos y bebidas, y quizá de acei-tes y ungüentos. Y, si es un guerrero, sus armas, ofensivas y defen-sivas. La espada, el puñal, la falcata, el soliferreum, el umbo con quese adornaba el escudo que sirvió para defenderlo y la empuñadu-ra con que lo sostenía, el bocado del caballo que montaba, la lan-za que blandía y el regatón con que la dejaba clavada al suelo en losmomentos de descanso. Otras, el casco, la coraza, las grebas, elpanel del escudo, al ser de materia orgánica, cuero, madera, ner-vios, lino, desaparecieron sin duda en el ritual de la cremación ynada de ellos ha llegado hasta nosotros.

El castro de El Raso, Candeleda 15

Espadas de frontón y de antenasatrofiadas de la necrópolis.

Puntas de lanza de hierro de necrópolis.

Page 17: Castro de Ulaca Solosancho, `vila · alba margarita de la manzanilla, la campÆnula rosa, morada y azul. En los balcones volados de Candeleda crecen el geranio y el clavel, la albahaca

Las armas conservadas aparecen en ocasiones dobladas en la tum-ba, ya en un acto ritual de destruirlas para evitar que volvieran aser utilizadas por otra persona, ya para poderlas integrar sim-plemente en el hoyo preparado, el cual, una vez depositado el con-junto del ajuar, se cubría por medio de grandes lajas de piedra,

para mejor protegerlo. Sobrelas lajas, la tierra. Y sobre éstas,quizá, una estela para indicar lasituación de la tumba, aunqueen El Raso no hemos llegado adetectarlas nunca, quizá porhaber sido destruidas, derriba-das, con el paso del tiempo.

En un caso tan solo hemosencontrado nosotros en El Rasorestos de huesos de animales.Parecen haber sido tambiénincinerados, por lo que más que

Cuadernos de Patrimonio Abulense16

En las tumbas de los guerreros se depositan también sus armas.Aquí se muestran la espada y el soliferreum doblado.

Las tumbas suelen hallarse cubiertas con lajas degranito o con acumulaciones de cantos rodados.

Page 18: Castro de Ulaca Solosancho, `vila · alba margarita de la manzanilla, la campÆnula rosa, morada y azul. En los balcones volados de Candeleda crecen el geranio y el clavel, la albahaca

en restos de alimentos debemospensar en ofrendas y ponerlosen relación con el asador reco-gido en el ajuar de una tumba,que viene a confirmar la cele-bración de banquetes funera-rios en los que también a la per-sona fallecida se le ofreciera suasador para participar activa-mente en él.

La urna cineraria suele aparecertapada por lo general, ya con supropia tapadera, ya con una pie-dra plana o con un vaso de tama-ño apropiado, que solemosencontrar ahora, fragmentado,en su interior. Con frecuenciaaparecen éstos, decorados porsu exterior con motivos solares,incisos y acanalados, poniendode manifiesto, se ha dicho, laexaltada heliolatría, veneraciónpor el sol, que sentía este pue-blo. Algunos de estos vasos pen-samos a veces, por su pequeñotamaño, que podrían haber sidoportadores de luz, como sím-bolo en la tumba de la perdura-ción de la vida.

Sí hemos constatado nosotrosen El Raso, sobre todo en lazona de la necrópolis conocidapor �Las Guijas�, la presenciade túmulos de piedra, la cons-tatación de que, a veces, sobredeterminados conjuntos detumbas, se levantaban túmulos,

El castro de El Raso, Candeleda 17

Decoración solar de un vaso deofrendas de la necrópolis.

Tumbas, una cerrada, otra exhumada,de la necrópolis de �Las Guijas�.

Túmulo funerario de la necrópolis de �Las Guijas�.

Page 19: Castro de Ulaca Solosancho, `vila · alba margarita de la manzanilla, la campÆnula rosa, morada y azul. En los balcones volados de Candeleda crecen el geranio y el clavel, la albahaca

a base de piedras amontonadas, cuya presencia puede aún detec-tarse a simple vista en ocasiones, aunque estén muy erosiona-dos por el paso constante sobre ellos del ganado al pastar. Peroen las excavaciones últimamente realizadas en aquella zona, que-daron muy bien definidos.

Perfectamente constatada ha quedado también en El Raso, comoen la mayor parte de las necrópolis de esta época, la existencia dedistintos núcleos de tumbas, separados entre sí, aunque for-mando parte de un mismo conjunto, en cada uno de los cualesse mezclan tumbas de todos los tipos, masculinas y femeninas, deadultos y de niños, más ricas o más pobres. Todo lo cual nos hamovido a ponerlos en relación con la existencia de distintos cla-nes o familias dentro de la comunidad, cada uno de los cualesenterraría a sus muertos agrupados y separados de los demás,aun en una misma necrópolis.

El complejo ritual funerario nos hace pensar, como sugeríamosa través de la probable presencia de luz en las tumbas, que aque-llos pueblos tuvieron cierta conciencia de la continuidad de lavida tras la muerte, por lo que se hacían acompañar en la tumbade las cosas personales más íntimas o necesarias, y en algunasocasiones es posible que hasta de sus seres queridos, pues hemosencontrado tumbas dobles y triples a las que, de otra forma, noes fácil darles explicación, sin que los análisis antropológicos per-mitan, dada la fragmentación y deformación que presentan loshuesos, asegurar la existencia real de sacrificios humanos.

Entre esas cosas personales queencontramos en los ajuares funera-rios hallamos a veces elementos queponen de manifiesto que estos pue-blos del interior de la Meseta man-tuvieron ya desde muy pronto, des-pués de su asentamiento definitivo,contactos con los más avanzadosdel mediodía peninsular, y, pormedio de éstos, con los del Medi-terráneo Oriental.

Cuadernos de Patrimonio Abulense18

Figurita etrusca de El Raso.

Page 20: Castro de Ulaca Solosancho, `vila · alba margarita de la manzanilla, la campÆnula rosa, morada y azul. En los balcones volados de Candeleda crecen el geranio y el clavel, la albahaca

De Etruria procede segura-mente una interesante figura debronce, con una dama recosta-da sobre su lado izquierdo,como sentada ante la mesa, enun triclinio, en aparente acti-tud de llevarse un alimento a laboca. De Grecia un par decopas de barniz negro, una deellas con su fondo intenciona-damente recortado, a modo deóculo ritual, que tambiénhemos encontrado en una urnacineraria. De Egipto, probable-mente de Alejandría, un curio-so vaso de vidrio polícromo,realizado mediante la técnicadenominada de núcleo de are-na, y seguramente las cuentasde collar gallonadas y oculadascon vidrios de distintos colo-res. Y del Sur, de la zona de Tar-tessos, algunos asadores y agua-maniles de bronce que con supresencia nos indican que deallí venían no solamente obje-tos, sino también creencias yrituales religiosos, pues noshablan de la existencia de ban-quetes funerarios en los que seincluía con preferencia el con-sumo de carnes.

Del Sur también, de algún tallerde orfebres orientales, vino sinduda la rica diadema decoradacon motivos geométricos a basede minúsculos gránulos solda-dos, y los colgantes de oro

El castro de El Raso, Candeleda 19

Copa griega de barniz negro.

Urna cineraria con óculo.

Ungüentario orientalizante.

Page 21: Castro de Ulaca Solosancho, `vila · alba margarita de la manzanilla, la campÆnula rosa, morada y azul. En los balcones volados de Candeleda crecen el geranio y el clavel, la albahaca

amorcillados, adornos de nariz o de ore-ja frecuentes en los enterramientos tar-tésicos, así como las arracadas y las cuen-tas de collar de oro recogidas en algu-nas tumbas. Y la imagen de la diosa Astar-té bifronte, lamentablemente perdida,pero de la que hemos podido conoceralgunas reproducciones y comprobarque se trataba del pie de un quemaper-fumes de bronce, similar a otros proce-dentes de yacimientos orientalizantes.

Se trata en todos los casos de documen-tos preciosos para conocer la progresi-va integración de estos pueblos de laMeseta en el mundo desarrollado de laépoca y para poder fijar con exactitudlas etapas de su desarrollo. Y saber porejemplo, a través de las copas griegas,perfectamente datadas, que el conoci-miento de la nueva orfebrería podríahaber llegado a finales del s. V a.C., y eldel torno del alfarero en el IV a.C. Y quela escritura no llegarán a conocerla nun-ca antes de que lleguen los romanos.

No dominan, pues, estas gentes de laMeseta las últimas innovaciones, perotampoco se hallan alejados de ellas, yaque conocen lo que se hace en otrospueblos, hasta los que es posible lleguenincluso algunos de ellos, ya como mer-cenarios, ya como trabajadores, pasto-res o agricultores. Y hasta ellos es posi-ble que lleguen también los primeroscomerciantes que vienen desde el Sur,siguiendo seguramente el milenarioCamino de la Plata.

Cuadernos de Patrimonio Abulense20

Elemento de diadema deoro con decoración degranulado.

Pendiente de oro.

Astarté bifronte de El Raso.

Page 22: Castro de Ulaca Solosancho, `vila · alba margarita de la manzanilla, la campÆnula rosa, morada y azul. En los balcones volados de Candeleda crecen el geranio y el clavel, la albahaca

! La Tercera Edad del Hierro: el poblado amurallado

A mediados del s. III a.C., las gentes que viven en el poblado deEl Castañar, aquellas gentes de origen céltico allí asentadas des-de hacía un par de siglos, comienzan a ser intranquilizadas por lallegada de los cartagineses, que han venido a la Península a pre-parar la guerra contra los romanos, después de haber sido ven-cidos por éstos por la posesión de Sicilia. Y la recorren en buscade dinero y de soldados, a los que ofrecen un futuro prometedor.Aníbal llega así hasta Salamanca. En su camino se enfrenta a losindígenas que le ofrecen resistencia, y destruye sus poblados.Entre ellos se halla, seguramente, el de El Raso, pues las excava-ciones nos lo presentan cubierto de una gruesa capa de cenizasfechables en este siglo III, ocultando ajuares de cerámica entre laque se encuentran lo mismo vasos de antigua tradición indígena,hechos a mano y decorados con motivos geométricos incisos apeine, que las nuevas producciones a torno, con las que convivendesde el siglo anterior en unos mismos contextos, de manerasimilar a como los vemos en los ajuares de sus tumbas.

Los indígenas deciden trasladar el emplazamiento del poblado.Piensan que no tendría sentido volverlo a reconstruir en el mis-mo lugar, expuesto a los mismos peligros. Buscan por ello unsitio mejor defendido. Y lo fijan en una colina inmediata, cerca-na a sus campos y a sus muertos, y a cuyo pie discurre la Gar-ganta Alardos, con aguas permanentes. Fortifican el lugar conuna gruesa muralla de unos 2kilómetros de longitud, querefuerzan mediante torres enlugares estratégicos. Por delan-te de ella cavan un ancho foso.Y en el punto más alto levantanun potente bastión, que aúnllaman �el castillo�. Más arribatodavía, como queriendo domi-nar también la vertiente opues-ta del valle, alzan otro de menorenvergadura, pero suficientepara albergar un cuerpo de

El castro de El Raso, Candeleda 21

En el centro, colina en que se asienta el pobladoamurallado.

Page 23: Castro de Ulaca Solosancho, `vila · alba margarita de la manzanilla, la campÆnula rosa, morada y azul. En los balcones volados de Candeleda crecen el geranio y el clavel, la albahaca

guardia: �el castillejo�, hoy apenas localizable entre la densa vege-tación de pinos y monte bajo.

En el interior de este recinto tan bien amurallado y protegidocomienzan a levantar sus nuevas casas. Y en hacerlo tardan muypoco tiempo, pues todas presentan unas características muyhomogéneas, y son muy similares los ajuares que encontramosen ellas.

Lo mismo que las cabañas del poblado bajo, todas presentanzócalos de mampostería, aunque no se trata aquí ya de cantosrodados, sino de piedras de distintos tamaños que cogen conbarro, procurando poner las caras planas hacia el exterior. En lashiladas inferiores, y a falta de cimientos, los zócalos se ensan-chan, colocando incluso en ocasiones piedras muy grandes, autén-ticos bloques ciclópeos, con aristas vivas, que se procura colo-car en sentido longitudinal a la pared. Proceden con seguridad tan-to de la excavación del foso como de las rocas que ocuparan, y aúnocupan, determinadas zonas del recinto intramuros, en algunasde las cuales pueden verse todavía señales evidentes de haber sidocortadas y talladas para poderlas utilizar en los muros, confor-

Cuadernos de Patrimonio Abulense22

Muralla del castro.

Page 24: Castro de Ulaca Solosancho, `vila · alba margarita de la manzanilla, la campÆnula rosa, morada y azul. En los balcones volados de Candeleda crecen el geranio y el clavel, la albahaca

mándolas a ellos. Estos zócalosde piedra, que sirven asimismode cimientos, y que se alzan has-ta quedar por encima del niveldel terreno, para evitar lashumedades que hubiera pro-vocado la capilaridad, se com-pletan con partes aéreas detapial, hasta alcanzar la alturadeseada para la cubierta. Tie-nen, los exteriores, una anchu-ra máxima de 80 cm, mientraslos interiores, los que sirvenpara separar unas habitacionesde otras, no pasan de los 50 cmSu altura en algunos lugaressobrepasa todavía los 2 m.

Son casas grandes, entre 50 y150 m2 de superficie, la inmen-sa mayoría de las cuales pre-senta plantas de forma teórica-mente cuadrada o rectangular,aunque de hecho, una vez dibu-jadas, resultan de forma róm-bica o trapezoidal, de donde deducimos que no seguían ningúnmétodo determinado para fijar los ángulos rectos, sino que éstoslos trazaban a ojo, marcándolos simplemente en el terreno conla ayuda de cualquier tirantez.

Las casas de planta cuadrada presentan un esquema nuclear, conun ancho vestíbulo de entrada, a través del cual se accede por unapuerta central a la cocina, y por otras laterales a pequeñas habita-ciones auxiliares. La cocina constituye el corazón de la casa, y en elladebió desarrollarse la mayor parte de la vida de familia. En su cen-tro el hogar, ligeramente elevado sobre el nivel del suelo. En unode sus lados, sendos poyetes bajos, quizá para mejor atenderlo.Está realizado a base de arcilla cocida, mezclada con fragmentos decerámica, y debió renovarse con frecuencia, pues en ocasiones se

El castro de El Raso, Candeleda 23

Casa de planta cuadrada.

La cocina, con el hogar y el banco.

Page 25: Castro de Ulaca Solosancho, `vila · alba margarita de la manzanilla, la campÆnula rosa, morada y azul. En los balcones volados de Candeleda crecen el geranio y el clavel, la albahaca

superponen los niveles quema-dos. Sobre su superficie, algunavez, motivos decorativos muysencillos, a base de impresionescirculares hechas cuando elbarro estaba todavía tierno.

Frente al hogar, adosado almuro del fondo de la casa, elbanco en el que, nos dicen loshistoriadores romanos, acos-tumbraban los indígenas a rea-lizar sus comidas, sentados por

orden de edad. A un lado y otro de él, pequeñas habitaciones quedebemos considerar como despensas, ya que en ellas suelenaparecer gran cantidad de vasos de provisiones, frecuentementesemienterrados en el suelo, buscando sin duda no sólo unamayor estabilidad, sino también, y sobre todo, una temperaturamás fresca y homogénea. A veces parecen haber estado protegi-dos por medio de piedras, colocadas junto a sus bases y debajode ellas, e incluso de tablas, que ahora encontramos al lado, car-bonizadas.

El hogar, según Almagro Gorbea, podría identificarse con el altaro mesa de sacrificios para el culto de las divinidades domésticas,siguiendo quizá tradiciones y creencias de origen indoeuropeo.No sólo constituían el centro de la vida familiar, sino que des-empeñaban la misión de verdadero aglutinante de la familia des-de un punto de vista espiritual e incluso físico. Diríamos que ejer-cían a nivel familiar el mismo papel que a nivel local desempeñabael roble sagrado, bajo el que se reunían los hombres del pueblocuando se trataba de acometer una empresa colectiva, fuera decarácter bélico o simplemente de recolección. Por todo lo cual elhogar familiar ha hecho recordar y se ha puesto en relación conel altar-hogar de Hestia en Grecia y de Vesta en Roma, ligado a suvez al culto de los dioses Lares y Penates, como dioses protecto-res de la casa y la familia, siguiendo sin duda una tradición muyantigua, que tiene sus manifestaciones entre los pueblos prerro-manos de la Península, y que en cierta manera ha llegado hasta

Cuadernos de Patrimonio Abulense24

Los vasos de provisiones son muy abundantes.

Page 26: Castro de Ulaca Solosancho, `vila · alba margarita de la manzanilla, la campÆnula rosa, morada y azul. En los balcones volados de Candeleda crecen el geranio y el clavel, la albahaca

nuestros días, en los que indistinta-mente podemos hablar de casas o dehogares para referirnos a la viviendafamiliar.

En esta misma línea se han interpreta-do a veces los poyetes que acompañana los hogares, formando una unidadcon ellos, como una probable alusióna la divinidad, recordando la presen-cia del par de columnas en algunosrecintos sagrados de Oriente.

Las casas de planta rectangular siguenel esquema clásico de la casa-pasillo,con las habitaciones dispuestas conse-cutivamente, una detrás de la otra. Perola cocina sigue estando en el centro,con su hogar y su banco. Al fondo suele hallarse la despensa, aveces con otro banco, que pudo desempeñar las funciones devasar, donde pudieran reposar las vasijas de menor tamaño, sepa-rándolas del suelo.

Por delante de la fachada, en ambos tipos de casas, se abre con fre-cuencia un ancho porche cubierto, con bancos adosados a la facha-da. En él, son noticias también de los romanos, los indígenas acos-tumbraban a pasar las noches deplenilunio, bailando en honorde una divinidad innominada,quizá la misma luna. En él sedesarrollaría también gran partede la vida familiar al aire libre enlas épocas de bonanza climáti-ca. Allí tejerían e hilarían lasmujeres, allí molerían el granolos hombres, prepararían susherramientas, afilarían sus hoces,coserían los arreos de sus bes-tias, etc., por lo que no es raro

El castro de El Raso, Candeleda 25

Dibujo de una casa de plantarectangular.

Entrada a una de las casas del núcleo C.

Page 27: Castro de Ulaca Solosancho, `vila · alba margarita de la manzanilla, la campÆnula rosa, morada y azul. En los balcones volados de Candeleda crecen el geranio y el clavel, la albahaca

encontrar en ellos pesas de telar, fusayolas, piedras de molino,ahora ya circulares y dobles, la volandera sobre la solera, afiladeras,cuchillos de hierro y otros útiles y herramientas.

Todavía por delante, en algunos casos, sobre todo en las casasque se hallan en las inmediaciones de la muralla, se extiende unamplio corral, en el que debemos pensar se guardarían los peque-ños animales domésticos, como ha sucedido hasta nuestros días,el cerdo, las gallinas, los conejos, etc. Allí también se arrojarían losdesperdicios, no sólo de comida para que los animales los apro-vecharan, sino también las vasijas rotas, por lo que solemos hallaren ellas gran cantidad de fragmentos de cerámica pertenecientesa vasijas muy diferentes que nunca es posible reconstruir.

Tanto los zócalos de piedra como las partes altas de tapial de losmuros estuvieron en su día recubiertos de una capa de enlucido,que sólo en muy pocos lugares se ha conservado. Con ella secubriría también el suelo, para lo cual fue preciso en ocasionesrebajar las rocas que emergían a la superficie y rellenar las oque-dades. Después de regularizarse el nivel de habitación se exten-dería una gruesa capa de arcilla, a modo de pavimento, con laque, sin solución de continuidad, se cubrirían también las pare-des y se prepararía el hogar y sus poyetes. Una vez seca y solea-da, esta capa de arcilla se cocería, dejando arder lentamente al airelibre leña amontonada sobre ella, para endurecerla, a lo quedebería el color rojo que presenta, más intenso en la capa super-ficial que en las interiores. El enfoscado de los muros es posibleque además se pintase, aunque de ello no ha llegado hasta nos-otros el menor indicio. Las casas más pobres no parecen habertenido pavimentos de arcilla, sino simples suelos de tierra batida,mojada y pisada, pero que ha alcanzado gran dureza, no pres-tando ninguna dificultad para su identificación.

El relleno de las oquedades por debajo de los pavimentos podríahabernos servido de magnífico documento para fijar la fecha deconstrucción de las casas. En ninguna, sin embargo, de cuantashemos limpiado, hemos hallado ningún material arqueológico sig-nificativo. Sí hemos encontrado, formando parte de la mampos-tería de los muros, fragmentos de vasos de provisiones a torno e

Cuadernos de Patrimonio Abulense26

Page 28: Castro de Ulaca Solosancho, `vila · alba margarita de la manzanilla, la campÆnula rosa, morada y azul. En los balcones volados de Candeleda crecen el geranio y el clavel, la albahaca

incluso, en una ocasión, un fragmento de tégula romana colocadaboca abajo, signo evidente de la modernidad de la casa, levantadacuando ya los romanos se hallaban por las inmediaciones.

Cocido, pues, el pavimento y enfoscados los muros, se procederíaa la cubrición de la casa. Las cubiertas seguirían siendo de palos yramas, como en las cabañas del poblado destruido, apoyadas enlos muros, reforzados en ocasiones con pies derechos hundidosen el suelo, preferentemente en las esquinas de algunas habitacio-nes. Sus huellas, carbonizadas, así como las de los pies derechos,podemos detectarlas ahora extendidas sobre el piso de las viviendas,cubriendo los ajuares que quedaron en su interior.

Junto a las casas, dentro y fuera de los porches, hemos observado enocasiones estructuras de piedra, a modo de pavimentos, que inter-pretamos como solerías para depositar sobre ellas ya leña para lacasa, para encender el fuego, como las típicas �sarmenteras� de nues-tros pueblos, ya hierba para el ganado, como los almiares que han lle-gado hasta nosotros y que es seguro formarían parte del paisaje dela ciudad, al que también debemos imaginar salpicado de árboles.

El conocimiento del urbanismo de este poblado se muestra toda-vía, sin embargo, en un estado muy incipiente. Parece estar cla-ro que cada cual levanta su casa allí donde mejor cuadra, aunquese observa ya una indudable tendencia a adosar las viviendasunas a otras, a lo que se prestan perfectamente sus nuevas plan-tas paralelográmicas, distintas a las circulares del poblado bajo.Pueden así formar ahora enormes manzanas, de hasta una doce-na de casas, cuyas cubiertas cuesta trabajo imaginar cómo podríandisponerse para poder verter aguas al exterior, sin inundarseunas a otras. Lo que está claro es la estrecha relación que pareceexistir entre los distintos vecinos de esas manzanas, ya que notienen inconveniente en permitir que un segundo constructorlevante su casa apoyando la cubierta en el muro de la suya, queasí se convierte en medianero, e incluso adosando a éste los dela nueva casa, o levantándolos por delante de su puerta principal.Todo lo cual nos ha hecho pensar más que en buenas relacionesde vecinos, que parecerían excesivas, en razones familiares. Yrelacionar estas manzanas de casas con los distintos núcleos de

El castro de El Raso, Candeleda 27

Page 29: Castro de Ulaca Solosancho, `vila · alba margarita de la manzanilla, la campÆnula rosa, morada y azul. En los balcones volados de Candeleda crecen el geranio y el clavel, la albahaca

enterramientos que veíamos en lanecrópolis, y a ambos con la organi-zación social en clanes, que podre-mos conocer en las aras votivas deépoca romana.

No son raras, sin embargo, las casasque, a pesar de sus plantas, vemosalzarse exentas, en cualquier lugar,siguiendo la antigua costumbre delas casas circulares, sin ajustarse aninguna alineación ni orientacióndefinida, como vemos en las dos quese han reconstruido recientemente,tratando de dar una idea de cómopudieron ser en su día, y el aspectoque pudo ofrecer el poblado en suconjunto.

Las cubiertas de las casas exentashemos pensado que debieron ser adoble vertiente, como las de los �tei-

Cuadernos de Patrimonio Abulense28

Manzanas de casas de los núcleos B-D.

Casas junto a la muralla reconstruidas gráficamente.

Page 30: Castro de Ulaca Solosancho, `vila · alba margarita de la manzanilla, la campÆnula rosa, morada y azul. En los balcones volados de Candeleda crecen el geranio y el clavel, la albahaca

tos� del Norte de España, sobre todo las de las que, como lasreconstruidas, se alzan en zonas altas. La mayor parte de lascasas se hallan, sin embargo, semiexcavadas en el terreno, apro-vechando los desniveles de la colina en que se asienta el pobla-do, de manera que, aunque la puerta principal se halle al niveldel suelo, las habitaciones del fondo de la vivienda, como suce-de en las de los núcleos que llamamos A y C, se hallan hundidashasta un par de metros y más por debajo de la superficie delterreno inmediato, todo lo cual facilita por una parte las cubier-tas simplemente inclinadas siguiendo el desnivel del terreno, ylas hace por otra más frescas y abrigadas en los períodos detemperaturas extremas.

Hemos observado que las puertas de las casas se abren, siempreque es posible, hacia el Sur o Poniente, de espaldas a la sierra ya los vientos que soplan desde las cumbres. En algunas ocasiones,sin embargo, esto no resulta posible, sobre todo en las manzanasde casas, en las que algunas se ven necesariamente obligadas aabrir su puerta hacia el Norte, o hacia el Este. Son estas puertas,en cualquier caso, anchas por lo general, de hasta 1,30 m, y debie-ron ser asimismo suficientemente altas como para permitir elpaso de las bestias a su interior, pues allí pudieron estar estabu-ladas. Es evidente que solían tener un umbral de madera, por lasmuescas que se observan en los muros inmediatos y los clavos dehierro que los sujetaban al suelo. Y pudieron tener también lascorrespondientes jambas y dinteles que las enmarcaran.

No creemos, sin embargo, que las casas tuvieran ventanas de nin-gún tipo, pues hubieran restado solidez a las construcciones, enunos momentos en los que todavía no siempre empleaban, aun-que lo conocían, pero evidentemente no valoraban sus ventajas,el sistema de trabar y enlazar unos muros con otros, por lo quecon frecuencia, simplemente, los adosan.

No debieron tener, por tanto, más iluminación que la que entra-ra por la puerta principal y la del hogar, ya que tampoco hemosencontrado ningún tipo de recipiente adecuado que hubierapodido utilizarse como lucerna. Pudieron servirse, sin embargode teas de pino o de enebro. Hay que pensar de cualquier modo

El castro de El Raso, Candeleda 29

Page 31: Castro de Ulaca Solosancho, `vila · alba margarita de la manzanilla, la campÆnula rosa, morada y azul. En los balcones volados de Candeleda crecen el geranio y el clavel, la albahaca

que sus actividades estaríansiempre reguladas y adaptadasa las horas de luz solar, y se lle-varían a cabo al aire libre.

El hogar estaba siempre situa-do, como hemos visto, en elcentro aproximado de la casa,lo cual no hacía posible con susconocimientos la existencia dechimeneas. Pero sí eran cons-cientes seguramente de que deesa manera alejaban el riesgo

de incendio de la cubierta. El humo saldría simplemente filtradoa través de la capa de retamas y piornos que se disponía sobre elentramado de madera, la cual, al quedar impregnada de humo yde grasa, resultaría más impermeable, y ayudaría a la mejor eva-cuación del agua.

A pesar de todo, existirían filtraciones, sobre todo en determi-nados lugares especialmente bajos o hundidos de la casa, por loque en algunas ocasiones se abren en los lugares más apropiados,ya en el momento de construir la vivienda, desagües que ayudena liberarse de esas aguas filtradas.

Además de las casas más corrientes de planta cuadrada o rectan-gular, con divisiones internas para delimitar las distintas habita-ciones, existen en el poblado otras construcciones cuya finalidadno queda clara. Unas son recintos, similares a las casas rectangu-lares, pero sin compartimentar. Otras, unos pequeños recintoscirculares, cerrados por todas partes, sin puertas de ningún tipo.

Las primeras hemos pensado que podrían tratarse de casas comu-nales, de lugares de reunión, indispensables en una sociedadque valoraba mucho la intimidad familiar, hasta tal punto que enningún lugar se encuentra la puerta de una casa frente a la deotra, ni la puerta de entrada alineada con la de la cocina, de mane-ra que pudiera verse desde la calle el interior de aquélla. Por la mis-ma razón jamás se hacen coincidir los bancos de dos casas distintas

Cuadernos de Patrimonio Abulense30

Recinto circular.

Page 32: Castro de Ulaca Solosancho, `vila · alba margarita de la manzanilla, la campÆnula rosa, morada y azul. En los balcones volados de Candeleda crecen el geranio y el clavel, la albahaca

adosados al mismo muro. Y esoa pesar de las posibles relacio-nes de familia que pudieranexistir en el caso de casas ado-sadas con muros medianeros.Los lugares de reunión seríanpor tanto indispensables paratratar de los problemas que afec-taran al poblado en su conjun-to, máxime en una sociedad enla que la dirección de los asun-tos públicos debía correr bajola responsabilidad del grupo oconsejo de ancianos. La puertade uno de estos posibles recintos comunales había sido, y conti-núa, cuidadosamente cerrada por medio de grandes piedras antesde ser abandonada, lo que le confiere quizá cierto carácter desacralidad y sólo el deseo de que no fuera profanado, ya que ensu interior no hemos encontrado ajuares de especial interés quejustifiquen su cierre.

Los recintos circulares cerrados hemos pensado que debían serdespensas, pues se hallan siempre en lugares inmediatos a casaspequeñas, carentes de ellas o con sólo una de pequeño tamaño.En su interior encontramos además restos de vasos de provisio-nes similares a los que recogemos en las despensas de las casas.Sin puerta alguna al nivel del suelo, su entrada debía hallarsepor encima de los zócalos de mampostería, para protegerlas delos animales, y se entraría a su interior por medio de escaleras demadera de tramos, como las nuestras, como se accede al interiorde los hórreos. La cubierta debía ser cónica, apoyada en un piederecho central, o en diversas ramas radiales que descansasenunas en otras, como las actuales de las majadas de los cabreros.

Además de estas viviendas, despensas y posibles casas comunaleshemos hallado otros recintos que hemos interpretado como posi-bles encerraderos de ganado, talleres o complejos artesanales.Su característica principal suele carecer de divisiones internas yde hogar, abrir su puerta por uno de los lados largos de la casa y

El castro de El Raso, Candeleda 31

Soporte ritual encontrado bajo los cimientos de lascasas del núcleo C.

Page 33: Castro de Ulaca Solosancho, `vila · alba margarita de la manzanilla, la campÆnula rosa, morada y azul. En los balcones volados de Candeleda crecen el geranio y el clavel, la albahaca

hallar en su interior ajuares sig-nificativos, crisoles, toberas,moldes, piedras de molino, etc.

Antes de proceder a la cons-trucción de las casas se realizóen algún caso un ritual de fun-dación, al finalizar el cual pare-ce haberse arrojado al suelo,rompiéndolo, el soporte emple-ado para mantener encendida laluz, lo que explicaría que sehayan encontrado fragmentosde un mismo soporte por deba-jo del nivel de habitación de doshabitaciones contiguas, pero dis-tintas. En otras hemos halladovasijas a las que podríamos dartambién carácter ritual por suespecial forma, copas, o más ricadecoración, con bandas pinta-das de color rojo o con un frisode cabras o ciervos de tipoesquemático, que nos hacenrecordar a las pinturas rupestresde Peña Escrita.

Continuando con los problemasrelacionados con el urbanismodiremos que entre manzanas decasas y casas exentas hemos podi-

do delimitar la existencia de hasta una docena de calles, unas másanchas, que parecen recorrer el poblado de arriba a abajo, otrasmás estrechas, simples callejones, aptos solamente para permitirla evacuación de las aguas de lluvia hacia el valle.

Entre las principales, una está claro que abría a la puerta princi-pal y se dirigía derecha hacia el interior del poblado siguiendo laorientación Norte-Sur. Otra parece recorrerlo todo a su alrededor,

Cuadernos de Patrimonio Abulense32

Vasija decorada con bandas pintadasde color rojo.

Puerta principal del castro.

Page 34: Castro de Ulaca Solosancho, `vila · alba margarita de la manzanilla, la campÆnula rosa, morada y azul. En los balcones volados de Candeleda crecen el geranio y el clavel, la albahaca

entre la muralla y la sucesión deviviendas adosadas contiguas quevemos en lo que llamamosnúcleo A. Una tercera se dirigede Este a Oeste, desde las altu-ras de �el castillo�, el bastión másalto de la muralla, hasta la gar-ganta, pasa por entre las casasdel núcleo C, rodea a las del B yel D por el Sur y se pierde pordelante de las casas actualmen-te reconstruidas.

Los ajuares hallados en estascasas y calles del recinto intra-muros son muy distintos de losque encontrábamos en el pobla-do bajo y en su necrópolis.

Es evidente que ha surgido unanueva etapa cultural, en la cual,los objetos de hierro predomi-nan de manera absoluta sobrelos de bronce, y las cerámicas atorno sobre las realizadas amano, que han desaparecidoprácticamente por completo entodo tipo de ajuares y para todotipo de finalidades. Todas estánya producidas a torno, lo mismolos pequeños vasos de mesa, olas ollas de cocina que las gran-des vasijas de provisiones,poniendo de manifiesto la exis-tencia de una actividad indus-trial, en serie, muy alejada de laanterior, más personal y demayor valor artístico, segura-mente femenina, a juzgar por la

El castro de El Raso, Candeleda 33

Olla de cocina.

Vaso de provisiones.

Page 35: Castro de Ulaca Solosancho, `vila · alba margarita de la manzanilla, la campÆnula rosa, morada y azul. En los balcones volados de Candeleda crecen el geranio y el clavel, la albahaca

delicadeza de algunos de sus motivos decorativos, sobre todo deaquéllos realizados a peine, de tan larga tradición entre los indí-genas, en los que nos fijábamos más arriba y que solíamos encon-trar con frecuencia en los ajuares de las tumbas, entre los cualesnunca habían faltado durante los tres siglos anteriores.

Los objetos de adorno sonaquí, por otra parte, muchomás escasos que en aquéllas,abundando, por el contrario,los herrajes de las casas y lasherramientas de hierro paratrabajar la tierra, la piedra o lamadera, con frecuencia muyparecidos a los de nuestrosdías.

Son piquetas y azadas para laremoción de la tierra; poda-deras y hoces para los traba-

jos agrícolas; hachas, formones y escoplos para el de la madera;gradinas y cinceles para el de la piedra; limas para el metal; tena-zas para los de fundición y batido; tijeras para el esquileo delganado; espátulas para la construcción; peines para el cardado dela lana, punzones, grapas, mordazas, abrazaderas, anillas, clavijas,

Cuadernos de Patrimonio Abulense34

Herramientas y herrajes de las casas.

Tijeras de esquilar.

Page 36: Castro de Ulaca Solosancho, `vila · alba margarita de la manzanilla, la campÆnula rosa, morada y azul. En los balcones volados de Candeleda crecen el geranio y el clavel, la albahaca

hojas, etc., de utilidad difícil dedeterminar, por su amplitud,como parte que pueden ser dela estructura de casas, carros,arados, yugos, muebles, arre-os, etc., útiles todos con múl-tiples paralelos en los yaci-mientos contemporáneos dedentro y fuera de la Península,que nos hablan de las múltiplestareas que las gentes del pobla-do llevaban a cabo, como agri-cultores, ganaderos, herreros,fundidores, constructores, leñadores, tejedores, artesanos dediverso tipo, etc.

Hemos hallado indicios de que también para el ocio tenían aque-llas gentes un hueco en sus vidas. Y de que su juego preferido ymás habitual estaba relacionado con fichas o discos de cerámica,que por lo general recortaban sobre fragmentos de vasijas rotas,puliendo sus bordes. Sus tamaños varían entre los 3 y los 6 cm,y de ellos hemos hallado más de un centenar en casas, corralesy calles. Con ellos podría estar también relacionada una losa depizarra que se presenta reticulada por medio de incisiones, amodo de ajedrez de gran tamaño.

Son todos, hierros, cerámicas, objetos de adorno, fichas de jue-go, ajuares que hemos integrado en El Raso, único yacimiento enel que hasta ahora ha podido ser identificado y definido con cla-ridad, dentro de una Tercera Edad del Hierro, de la cual sóloconoceríamos los materiales procedentes del poblado, ya quehasta ahora no se ha podido localizar ni una sola de sus tumbas.

Pero es evidente que nos hallamos ante un nuevo período cultural,en el que los indígenas han podido verse compelidos a entrarempujados por los avatares bélicos protagonizados en nuestro sue-lo por cartagineses y romanos, los cuales les han involucrado ensus enfrentamientos haciéndoles cambiar su modo de vida.

El castro de El Raso, Candeleda 35

Hacha-martillo y escoplo.

Page 37: Castro de Ulaca Solosancho, `vila · alba margarita de la manzanilla, la campÆnula rosa, morada y azul. En los balcones volados de Candeleda crecen el geranio y el clavel, la albahaca

Sucede que los cartagineses, que el 237 a.C. se habían estableci-do en nuestro suelo tras ser derrotados en Sicilia por los roma-nos, han invadido Italia cruzando los Alpes con un ejército man-

dado por Aníbal en el que sin duda se han integradocomo mercenarios, numerosos indígenas, ya hechosprisioneros, ya atraídos por las promesas del cau-dillo cartaginés en su incursión hacia la Meseta elaño 220 a.C.

Los romanos, para cortar las fuentes de aprovisio-namiento de Aníbal, desembarcan en Ampurias el218. Unos años más tarde, el 206, los cartaginesesson definitivamente vencidos y expulsados de laPenínsula. Pero no por ello Roma la abandona. Cons-tatadas sus riquezas, decide, por el contrario, ocu-

parla por completo y adueñarse de ella.

Comienza así una guerra de conquista que seprolongará a lo largo de casi dos siglos y en la que

habrá de enfrentarse contra los diversos pueblosindígenas, unas veces unidos entre sí contra el inva-sor y otras unidos con el invasor para luchar con-tra otros indígenas. En la Meseta, contra celtíbe-ros y lusitanos, habrán de desarrollarse las guerrasmás crueles y prolongadas. La ambición de losromanos, basados en el principio de que toda gue-rra debe alimentarse a sí misma, no tiene límites. Ylos indígenas saben que está en juego su propiaexistencia como pueblo independiente.

La zona de El Raso, al pie de la Sierra, debía hallar-se en plena frontera al inicio de las campañas deViriato, hacia el año 147 a.C. En el 139 es asesinado.La muerte del caudillo lusitano y la posterior caídade Numancia, el 133, marcan el punto de inflexiónen la marcha de la guerra, cuya virulencia irá decre-ciendo a partir de ahora, para volver a encenderse,

Cuadernos de Patrimonio Abulense36

Puñal de empuñadura biglobular.

Page 38: Castro de Ulaca Solosancho, `vila · alba margarita de la manzanilla, la campÆnula rosa, morada y azul. En los balcones volados de Candeleda crecen el geranio y el clavel, la albahaca

sin embargo, al acabar la centuria, con las nuevas guerras lusitano-celtibéricas y las civiles romanas que se desarrollan a continua-ción, primero contra Sertorio, erigido en caudillo de los indí-genas (82-72), y después en las de Pompeyo y César. Será éstequien, nombrado gobernador de la Hispania Ulterior en el 61 a.C.,termine por dominar y pacificar a las tribus de la Meseta asentadasentre el Tajo y el Duero. Él será quien mande derribar las mura-llas de todos los poblados fortificados y el traslado de los indí-genas, que deben entregar sus armas, a emplazamientos de lla-nura. Y la orden se cumple.

En los ajuares de las casas de los indígenas involucrados en estaguerra contra el invasor, faltan por tanto casi por completo lasarmas. Se reducen a unos pocos puñales cortos, de los llamadosde empuñadura biglobular, y a unas cortas puntas de lanza, quetenemos que pensar están más relacionadas con la defensa per-sonal y las actividades cinegéticas que con las bélicas, por susescasas posibilidades. A esa misma razón podría deberse tam-bién la ausencia de joyas, y la constatación de que, a veces, seesconden bajo el suelo de las propias casas, donde ahora lasencontramos junto a monedas de plata y de bronce.

En relación con la guerra podría estar también la ausencia detumbas. Para explicarla hemos pensado que quizá la continuaactividad bélica aconsejó a los indígenas cambiar el ritual de ente-rramiento. Pues está claro que la antigua necrópolis, la del pobla-do destruido, se abandona. Queda ahora en el llano, frente a lapuerta principal del recinto amurallado, pero no parece que sesiga enterrando allí. No hemos encontrado al menos ningunatumba fechable en época tan moderna. Hemos pensado por elloen un cambio de emplazamiento. Y, al no hallarlo, en un posiblecambio de ritual del que a veces nos hablan los romanos, y queconsistía en exponer a los muertos al aire libre en determinadoslugares para que los pájaros consumiesen sus cuerpos y los lle-vasen al más allá, escena que vemos representada en algún vasode cerámica contemporáneo de Numancia. Y pájaros capaces dellevar a cabo esta tarea no faltarían en El Raso, donde es todavíaabundante la colonia de buitres que habita en la sierra.

El castro de El Raso, Candeleda 37

Page 39: Castro de Ulaca Solosancho, `vila · alba margarita de la manzanilla, la campÆnula rosa, morada y azul. En los balcones volados de Candeleda crecen el geranio y el clavel, la albahaca

Las gentes que viven en el poblado de ElRaso en este nuevo período cultural, hanañadido a sus habituales actividades agrí-colas y ganaderas, las relacionadas con lametalurgia, siendo muy abundantes lasescorias de fundición en todas las casas.Se han encontrado en algunas de ellashornos de pequeño tamaño, crisoles ytoberas que nos hablan de esta nueva acti-vidad doméstica, con la presencia segu-ramente de herreros en la comunidad.

Dos elementos de enorme interés cul-tural llegan también ahora por primeravez a estas gentes del castro de El Raso deCandeleda. Por un lado, la moneda. Porotro, la escritura. Y las dos hacen su apa-rición por influencia de los romanos. Lasmonedas son en su mayor parte denariosy ases de época republicana, que apare-cen escondidos, quizá perdidos, en elrelleno de las casas. Y la más antiguaescritura que de allí procede son nom-bres propios de indígenas, pero escritosal modo latino sobre las paredes de algu-nas grandes vasijas de provisiones, enuna de las cuales puede leerse: A. NORC.Y en otra, NEGEL. En otras aparecen sim-ples letras o rasgos diversos intenciona-damente escritos sobre el barro tiernode las vasijas, pero hemos de conside-rarlos como simples marcas de alfarero,dentro de esa nueva producción indus-trial de que hablábamos, constatada ade-más por la presencia de un mismo sig-no en vasijas halladas en distintas casas,por lo que no podría tratarse del nombreo el rasgo distintivo del dueño de la casarespectiva.

Cuadernos de Patrimonio Abulense38

Horno de fundición de una casa.

As de Pompeyo, Cneo Magno,con proa de nave.

Marca de alfarero

Page 40: Castro de Ulaca Solosancho, `vila · alba margarita de la manzanilla, la campÆnula rosa, morada y azul. En los balcones volados de Candeleda crecen el geranio y el clavel, la albahaca

La actividad bélica, las luchas contra losromanos a que los indígenas se vieron obli-gados desde los primeros días del pobla-do, no significó, sin embargo, el aislamientode sus gentes. Algunos objetos, por el con-trario, nos hablan de la continuación de lasrelaciones con los pueblos meridionales,que ya no son los tartesios, progresivamenteempobrecidos a partir de finales del s. VIa.C., tras la caída en manos de los persasde las metrópolis orientales con las quecomerciaban, sino los turdetanos, los iberosdel mediodía peninsular. Y del sur procede,de algún santuario ibérico, un exvoto debronce hallado en las aguas de la GargantaAlardos, a la que posiblemente fuera inten-cionadamente arrojado, y alguna monedade bronce acuñada en la antigua Obulco, laactual Porcuna, en la provincia de Jaén, y enla de Kese, Tarragona.

De Jaén también podrían proceder, de la rica zona minera de Sie-rra Morena, las joyas de plata halladas en el subsuelo de una delas casas, seguramente escondidas para salvarlas de la rapiñaromana, y allí abandonadas al no poder volver a buscarlas, lomismo que un tesorillo de monedas de bronce, halladas juntas enuna casa, bajo el umbral de madera que daba acceso desde lahabitación de entrada a la cocina, donde se habían depositado,seguramente en una bolsa de cuero, desaparecida, pero que habíapermitido que todas las monedas permaneciesen juntas, unasobre otra, a lo largo de los siglos. Otras monedas debieron escon-derse sueltas, pues aparecen dispersas por las diversas habita-ciones de las casas.

A estas monedas, sobre todo a los denarios, no debemos darles unvalor solo económico entre los indígenas, cuya economía seguíasiendo todavía en gran parte de trueque, sino también de joya. Yentre las joyas del tesorillo oculto en una de las casas encontramoscinco denarios romanos que nos han servido de precioso docu-

El castro de El Raso, Candeleda 39

Exvoto de bronce de la GargantaAlardos.

Page 41: Castro de Ulaca Solosancho, `vila · alba margarita de la manzanilla, la campÆnula rosa, morada y azul. En los balcones volados de Candeleda crecen el geranio y el clavel, la albahaca

mento para conocer el momen-to en que pudieron ser escon-didas. Y fijar éste en época deCésar, pues a él pertenece unode ellos.

Con los denarios se hallabanademás diversas joyas de plata,concretamente un torques, unbrazalete, una pulsera y unafíbula, todos los cuales debie-ron haber estado inicialmenteenvueltos en un paño o bolsa

de cuero, u otro material perecedero, del cual lógicamente nadaha quedado. Había sido colocado entre las piedras del rellenodel piso de una de las habitaciones, entre un hogar secundario yla pared.

Este tesorillo, aunque no contenga piezas de valor extraordina-rio, tiene sin embargo el mérito de poner de manifiesto la conti-nuación de las relaciones de los pueblos de la Meseta con los delMediodía peninsular, donde hemos de situar los talleres de pro-ducción de estas joyas, con paralelos en diversos yacimientosibéricos de Córdoba y de Jaén. Especialmente llamativos son enel tesorillo los extremos de la pulsera, vueltos sobre sí mismos,en forma de cabezas de serpiente y con los motivos almendra-dos con que se rematan, sobredorados. Un extremo suelto deotro brazalete de este tipo sería encontrado años más tarde ensuperficie, en el mismo castro, indicando la existencia de joyassimilares en otras casas del poblado.

Uno de los problemas más debatidos en relación con el castrode El Raso es el de su demografía, la población que pudo alber-gar. Otro, el de su posible nombre.

Por los escritores romanos conocemos la existencia de diversas ciu-dades indígenas pertenecientes al pueblo de los vettones, cuyosnombres nos han transmitido, pero cuya ubicación no ha sidoposible hasta ahora por carecer de hallazgos de carácter epigrá-

Cuadernos de Patrimonio Abulense40

Tesorillo escondido en una de las casas de El Raso.

Page 42: Castro de Ulaca Solosancho, `vila · alba margarita de la manzanilla, la campÆnula rosa, morada y azul. En los balcones volados de Candeleda crecen el geranio y el clavel, la albahaca

fico que nos permitan su identificación. Entre ellas se halla laciudad de Ebora, a la que se refieren como ciudad indígena, for-tificada, que se hallaba cerca de Toledo, �a orillas del Tajo�, y enla que habría tenido lugar, en el 182 a.C., uno de los primerosenfrentamientos en aquella zona entre indígenas y romanos.

El topónimo Ebora es celta y lo vemos presente en diversas loca-lidades del occidente europeo, indicando sin duda el caminoseguido por uno de aquellos pueblos centroeuropeos a cuyasmigraciones nos referíamos más arriba, el de los eburones. Susignificado parece ser �ciudad del tejo�, árbol siempre verde, conpropiedades medicinales, aunque su fruto es venenoso, por lo quepudo dársele algún significado religioso. Es, curiosamente, unárbol al que vemos crecer hoy espontáneamente en las tierrasaltas de El Raso, e incluso en sus inmediaciones, junto a una delas fuentes inmediatas al castro.

No tenemos ningún documento que avale la identificación denuestro poblado con la antigua Ebora. Pero sí tenemos entre losnombres de los indígenas que han llegado hasta nosotros a travésde las aras votivas de época romana, el de un �Ebureinius�, cuyoradical hace claramente referencia al nombre de aquella ciudad.Con el detalle además de que ese ara está dedicada al dios Vaelico.Y en la no lejana ciudad portuguesa de Évora, otra del mismonombre, en el santuario allí levantado en honor de San Miguel, sehan encontrado numerosas aras votivas, similares a las de El Raso,aunque más ricas, dedicadas a ese mismo dios, aquí con el nom-bre de Endo-velico. Parecen ser, pues, ciudades fundadas por unasmismas gentes, que adoran a un mismo dios, y cuyo nombre pro-bablemente fuera también el mismo, conservado hasta nuestrosdías en el caso portugués bajo la variante Évora, y perdido en ElRaso al abandonarse el poblado para siempre, aunque en ocasio-nes sentimos la tentación de intuirlo en los orígenes del actualnombre de la comarca, La Vera, transformado por el uso.

Otro debatido problema es el de su población, que habría que rela-cionarla con el número de casas que podrían encerrarse dentrodel recinto amurallado. Nosotros lo hemos calculado a partir delnúmero de casas halladas, 22, en la superficie total excavada,

El castro de El Raso, Candeleda 41

Page 43: Castro de Ulaca Solosancho, `vila · alba margarita de la manzanilla, la campÆnula rosa, morada y azul. En los balcones volados de Candeleda crecen el geranio y el clavel, la albahaca

5.000 m2. Como el pobladose extiende en una superficieaproximada de 150.000 m2,quiere decir que pudo haberalrededor de 600 casas, lo quesignificaría, de acuerdo conlos índices que suelen apli-carse habitualmente en estoscasos, una población total deunos 3.000 habitantes. El datoha parecido excesivo a algu-nos investigadores, pero es elque arrojan las cifras que

conocemos con exactitud, basados en las excavaciones arqueo-lógicas realizadas. Aunque no tendríamos inconveniente en admi-tir la posibilidad de que hubiera en el poblado espacios exentosno detectados, creemos que no debería rebajarse esa cifra más alláde los 2.500 habitantes.

Creemos que no tuvo tantos habitantes el poblado bajo, el des-truido por los cartagineses. Pero debemos tener en cuenta elefecto que estas destrucciones causarían en la población indíge-na y el miedo que en ellas infundiría el brutal ataque de aquellosdesconocidos, primero los cartagineses, luego los romanos, queno solo destruyen el poblado, sino que causan desmanes y muer-tes, roban ganados y víveres, toman prisioneros, etc. Todo ellomovería a la población indígena a buscar refugio en lugares másseguros, y a la población dispersa a trasladarse a los pobladosfortificados donde aquéllos se habían reunido.

No podemos olvidar, y es un hecho repetidamente constatadodurante las excavaciones, que el poblado amurallado no pudoser nunca tomado a la fuerza por los romanos. Lo cual implica quedisponía, como parecía disponer cada oppidum, de un ejército per-manente capaz de evitarlo, pues de nada valen unas potentes for-tificaciones si no hay hombres que las defiendan. Todo lo cualnos hace pensar en la posibilidad real de esa numerosa pobla-ción que nos dice la estadística, mejor que en los 400 o 500 habi-tantes que, grosso modo, basados en la lógica, la intuición y el sen-

Cuadernos de Patrimonio Abulense42

Excavaciones en los distintos núcleos del poblado.

Page 44: Castro de Ulaca Solosancho, `vila · alba margarita de la manzanilla, la campÆnula rosa, morada y azul. En los balcones volados de Candeleda crecen el geranio y el clavel, la albahaca

tido común, se han defendido a veces, pero que significaría un ejér-cito de un centenar aproximado de hombres, que no sólo nohubieran podido hacer frente a los romanos, sino que no hubie-ran sido ni siquiera capaces, a nuestro parecer, de levantar elpoblado con las potentes estructuras defensivas que hoy podemosadmirar en la Cabeza de la Laguna. Porque ¿cuántos hombreshacen falta para levantar esas murallas con sus torres y sus forti-nes, cavar sus fosos, construir cada uno sus casas, etc., y todoello a la vez que se sigue cuidando el ganado, trabajando la tierra,atendiendo la casa y las tareas de vigilancia y protección que laguerra exige? Si pensamos en todo ello, creemos que debemosaceptar esa cifra aproximada de 2.500 ó 3.000 habitantes para elconjunto del recinto amurallado. Y de una cifra menor, para cal-cular la cual carecemos en absoluto de datos para el pobladoanterior.

En esta población han querido verse en ocasiones distintas clasessociales y se ha llegado a hablar de una fuerte jerarquizaciónsocial, distinguiéndose hasta cinco niveles distintos dentro deuna sugestiva estructuración piramidal. Nosotros tenemos quedecir que nada de ello hemos encontrado en El Raso, ni en las tum-bas ni en las casas. En todas ellas parece observarse, por el con-trario, un claro igualitarismo, con diferencias sólo accidentales,de manera que las casas más grandes no presentan ajuares másricos que las de menor tamaño, ni en la necrópolis hay tumbas quedestaquen por la mayor riqueza de sus ajuares, aunque puedantener mayor número de vasos de ofrendas o más elementos deadorno personal, pero éstos son similares a los de las restantestumbas. Hay pues diferencias, pero no tan sustantivas como paradefender la existencia de distintas clases sociales en el sentidoque hoy podemos entenderlo. Hemos dicho por ello en algunaocasión que entre las gentes de la Edad del Hierro de El Raso losricos debían ser pocos y poco ricos, y la mayoría pobres, gentesque necesitaban trabajar para vivir, pero cuyo trabajo les permi-tía vivir con tranquilidad, sin grandes carencias.

Más que una estratificación de la sociedad por clases, defendemospor ello su división por grupos de edad, en la que los jóvenesposeen la fuerza militar y los ancianos la capacidad de decidir;

El castro de El Raso, Candeleda 43

Page 45: Castro de Ulaca Solosancho, `vila · alba margarita de la manzanilla, la campÆnula rosa, morada y azul. En los balcones volados de Candeleda crecen el geranio y el clavel, la albahaca

aquéllos llegarán a ser los jefes del ejército, éstos constituiránlos consejos de ancianos, a los que hemos visto reunirse en lascasas comunales del poblado, para declarar la guerra, firmar la pazo establecer normas que pueden afectar a todos. Debemos acep-tar por tanto las diferencias en tumbas y casas, pero dentro de unaúnica clase social, en la que tendríamos que englobar lo mismoa agricultores y pastores que a herreros, alfareros y restantes arte-sanos, de entre todos los cuales saldrían los elementos rectoresde la comunidad, tanto de su vida política como militar.

! La romanización

A mediados del s. I a.C. los romanos pue-de decirse que dominan la Península casien su totalidad. Han sido más de 150 añosde guerra hasta lograr conquistarla, y yaestá en marcha el proceso de romaniza-ción, que se va imponiendo progresiva-mente en los distintos territorios con dife-rente intensidad. A los indígenas que vivenen lugares altos fortificados, se les ordenaderribar sus murallas y trasladarse al lla-no. Son los tiempos de Julio César, porquien fueron acuñadas las monedas másmodernas encontradas en el poblado.

Las gentes de El Raso van cumpliendo la orden paulatinamente.En el poblado dejan de construirse casas nuevas. Las viejas van que-dando poco a poco abandonadas. Y poco a poco se van hun-diendo. Algunos, antes de irse, han escondido en ellas sus pocasjoyas y su dinero, para salvarlo de la codicia del vencedor, y conla secreta esperanza de poder volver algún día a recogerlo. Peroa veces no podrán hacerlo. Y llegan hasta nosotros, con aquellascosas que no merecía la pena llevarse consigo, por demasiadograndes o especialmente pesadas, y con aquellas otras que quizáya estaban fuera de uso. El puñal y la punta de lanza; la pesa detelar y la fusayola, la piedra de moler, la azada, la hoz, el percu-tor, la piedra de afilar, la lima, las tenazas, y otras herramientas que

Cuadernos de Patrimonio Abulense44

Denario de Julio César.

Page 46: Castro de Ulaca Solosancho, `vila · alba margarita de la manzanilla, la campÆnula rosa, morada y azul. En los balcones volados de Candeleda crecen el geranio y el clavel, la albahaca

nos indican cuáles eran en cadacasa las ocupaciones habituales.Y junto a ellas, la fíbula, la hebi-lla, la aguja decorada con niela-dos, el broche de cinturón, yalgún otro elemento de ador-no, generalmente de bronce,entre los que ya aparece algu-no de origen romano, el espejode bronce, la fíbula en omega, lamoneda de bronce o de plata,como signo de su crecienteinfluencia entre la poblaciónindígena.

Causa emoción pensar que,sentados en esos bancos quehoy podemos contemplar, fren-te a esos hogares en la cocina,o a la puerta de sus casas, caraal inmenso valle por donde dis-curre el Tajo, con la Sierra deGuadaluape al fondo, hablaríanlos indígenas sobre la marchade la guerra, conocerían la trai-ción de Galba, las promesas delos Graco, decidirían unirse alas guerrillas de Viriato, lamen-tarían la llegada de Escipión y el implacable cerco de Numancia,se iluminarían fugazmente con el caudillaje de Sertorio, y com-prenderían, finalmente, tras la llegada de César, que ya nadatenía remedio.

Estas piedras, que tanto respeto nos merecen, han oído hablardurante muchos años, en una lengua que no conocemos, de bata-llas, de torturas, de saqueos, y también de hechos heroicos enpos de una independencia imposible. Alrededor de estos hoga-res, a la luz de su fuego, habrán llorado todas las familias la muer-te de seres queridos que nunca volvieron de la guerra, se habrán

El castro de El Raso, Candeleda 45

Piedras de molino circulares.

Fíbula romana de bronce en omega.

Page 47: Castro de Ulaca Solosancho, `vila · alba margarita de la manzanilla, la campÆnula rosa, morada y azul. En los balcones volados de Candeleda crecen el geranio y el clavel, la albahaca

contado miles de historias, se habrán curado cientos de heridas. Las gentes del poblado no llegan a romanizarse nunca, a pesarde recibir el influjo romano. Pero abandonan el castro antes deestar romanizados, sin que sepamos a dónde se dirigen. Perode su romanización posterior tenemos evidencia a través de lasaras votivas encontradas en el lugar en que estuvo el santuariodedicado a su dios, las cuales nos descubren, asimismo, la exis-tencia de los distintos grupos familiares o suprafamiliares, queintuíamos cuando hablábamos de las manzanas de casas en elpoblado o de los núcleos de tumbas en la necrópolis, cuya exis-tencia poníamos en directa relación con ellos. Son los clanes ogentilidades que ahora podemos conocer por sus nombres, pueslos indígenas ya hablan y escriben en latín. Son los CARAECIQ-VI, los PINTOLANQVI, los MENETOVIEQVI, los AMBATICI, yalgún otro que sólo se lee de manera fragmentaria o con muchadificultad, y algunos de los cuales ponen en relación a las gen-tes de este poblado con las de otros poblados contemporáneosde esta zona de los vettones.

Esas mismas aras votivas nos han permitido, asimismo, conocerlos nombres personales de los oferentes y los de sus padres, aladoptar en ocasiones la costumbre romana de hacer constar lafiliación en las inscripciones. Sabemos así que Ebureinius, alque ya conocemos, era hijo de Orundo, de la familia de los Carae-cicos; y que Atta era hijo de Boutio, de los Menetoviecos; y que

algunos indígenas habíanincluso adoptado ya nombresromanos, como Caius Vlan-tius, de la familia de los Pin-tolancos, Vernaculus, de losAmbáticos, Marcia Helene, yotros de lectura más dudosa,quizá siervos de ciudadanosromanos, todos los cualesdicen ofrecer el ara al diosVaelico de manera libre, porpropia voluntad, �votum sol-vit libens animo�, o simple-mente �ex voto�.

Cuadernos de Patrimonio Abulense46

Aras votivas en honor del deo Vaelico.

Page 48: Castro de Ulaca Solosancho, `vila · alba margarita de la manzanilla, la campÆnula rosa, morada y azul. En los balcones volados de Candeleda crecen el geranio y el clavel, la albahaca

Con el estudio de las aras noshemos introducido en el mun-do de las creencias religiosas deaquel pueblo, a las cuales vemossufrir una evolución a lo largodel tiempo, hasta acabar asimi-lando su dios indígena a algúndios conocido del panteónromano, quizá un dios de lasalud, una especie de Escula-pio. Se le ha considerado tam-bién como un dios infernal, delmundo subterráneo, que pro-tege a sus fieles después demuertos, por lo que se le ha relacionado con el mundo de laminería, al que tampoco serían ajenas las gentes de El Raso, aun-que no se hayan encontrado en sus inmediaciones yacimientosmineros, pero sí abundantes muestras de su actividad metalúrgica,sobre todo en la zona del santuario, con inmensas acumulacionesde escorias que no sabemos si podrían llevarse hasta esta época.

En un principio la religión de estos indígenas sería esencialmentenaturalista, como la de todos los pueblos prehistóricos, natura-lismo que se intensifica al ocupar el lugar un pueblo de origen cél-tico, entre los cuales el sol y la luna, los montes y los ríos, el vien-to, el rayo, la tormenta, algunos animales, los árboles y las piedraseran considerados, si no como dioses, sí como elementos dig-nos de veneración y respeto a los cuales se acudía cuando se pre-cisaba consejo, protección o ayuda.

Ya hemos visto las representaciones solares en las bases de algu-nas cerámicas utilizadas como vasos de ofrendas en las tumbas.El hecho de presentar muchas de ellas perforaciones geminadasen sus bordes nos hacen pensar en la posibilidad de que no sólose utilizaran como tapaderas en urnas cinerarias, sino también enlas casas, colocadas boca abajo, para mostrar al exterior las repre-sentaciones solares. En honor de una divinidad innominada, qui-zá la misma luna, nos dicen los romanos que pasaban los indígenasbailando las noches de plenilunio a la puerta de sus casas.

El castro de El Raso, Candeleda 47

Acumulación de escorias en las inmediacionesdel santuario.

Page 49: Castro de Ulaca Solosancho, `vila · alba margarita de la manzanilla, la campÆnula rosa, morada y azul. En los balcones volados de Candeleda crecen el geranio y el clavel, la albahaca

No levantaban templos a sus dioses, sino que elegían para ellosdeterminados lugares que consideraban sagrados, quizá porqueen ellos se hacía más patente la presencia de la divinidad, loscuales suelen estar con frecuencia en relación con el agua, en lasinmediaciones de fuentes o manantiales, de cursos de ríos o enlos lugares donde dos de éstos confluyen, lo que implicaba unaplenitud de beneficios.

Es lo que sucede en el castro de El Raso, a cuyas gentes vemos ele-gir el lugar donde se une la Garganta Alardos con el Río Tiétar parasentir más cercana la presencia de su dios, el único dios personalque de ellos conocemos, Velico o Vaelico. Se trata ciertamentede un lugar privilegiado, inmediato a los dos cursos de agua ydesde el que se divisa perfectamente todo el imponente Macizode Gredos.

Allí debieron de adorarlo a lo largo de los siglos de manera anó-nima en su propia lengua. Y allí los hemos visto seguirlo ado-rando y ofreciendo votos cuando, ya romanizados, son capaces dedirigirse a él en latín y dejar constancia de sus ofrendas en aras voti-vas de tipo romano.

Cuadernos de Patrimonio Abulense48

Macizo de Gredos desde el santuario.

Page 50: Castro de Ulaca Solosancho, `vila · alba margarita de la manzanilla, la campÆnula rosa, morada y azul. En los balcones volados de Candeleda crecen el geranio y el clavel, la albahaca

! Últimos testimonios

Abandonado el poblado, losindígenas romanizados siguenacudiendo, como hemos visto,al lugar del santuario del diosVaelico. Pero, pasados los añosaquellas gentes, descendientesde los antiguos pueblos célti-cos, se cristianizan. El diosVaelico es olvidado y su cultosustituido por el de San Juan,nombre que lleva aún la colinainmediata, y en cuyo honor selevanta una capilla, los ele-mentos arquitectónicos deco-rativos, de la cual han llegadohasta nosotros, delatan haberseconstruido en tiempo de losvisigodos.

Tras el paréntesis impuesto porla dominación árabe, a lo largode la cual la antigua capilladedicada a San Juan quedaríadestruida, se levanta una nueva,ya en estilo gótico, dedicada aSan Bernardo de Candeleda, unsanto monje, quizá un ermita-ño, cuyos restos se conservanactualmente en la ermita quese alza junto al rollo de la ciu-dad, en la ruta de trashuman-cia que, atravesando su cascourbano, se interna en la sierrasiguiendo el cauce de la Gar-ganta Santa María, a la que cru-za algunos kilómetros más arriba, en �la puente del puerto�, allídonde se juntan las gargantas Lóbrega y Blanca, apelativos que

El castro de El Raso, Candeleda 49

Cimacio de mármol de la ermita visigoda.

Ermita de San Bernardo,convertida en casa de labor.

Page 51: Castro de Ulaca Solosancho, `vila · alba margarita de la manzanilla, la campÆnula rosa, morada y azul. En los balcones volados de Candeleda crecen el geranio y el clavel, la albahaca

cuadran perfectamente a estas torrenteras que llevan las aguas delas cumbres tanto tiempo nevadas de Gredos hacia el llano por elque discurre el Tiétar.

Siguiendo el camino, podremos alcanzar el otro lado de la sierra,atravesando el sistema por el Puerto de Candeleda, para llegar ala llamada Plataforma, en las cercanías de Hoyos del Espino, ya enla vertiente norte. Un camino sugerente para quienes gusten deandar durante horas siguiendo las pisadas de tantos pastores a lolargo de los siglos, aunque haya sido lamentablemente destruido

el pasado año en un largo tre-cho para ampliarlo y facilitar elacceso al interior de la sierra, yaunque ya esté sin agua la Fuen-te del Sauce, al pie del Colladodel Roble.

San Bernardo de Candeleda fue,al parecer, abogado contra larabia de los perros, a los cualeslas gentes del lugar han llevadoa la ermita hasta casi nuestrosdías para que fueran marcados

Cuadernos de Patrimonio Abulense50

La �puente� del Puerto.

El Puerto de Candeleda.

Page 52: Castro de Ulaca Solosancho, `vila · alba margarita de la manzanilla, la campÆnula rosa, morada y azul. En los balcones volados de Candeleda crecen el geranio y el clavel, la albahaca

allí, sujetos a una gran piedra,con un hierro candente, y deeste modo protegidos contra elmal, en una ceremonia que nosabemos si puede guardar algu-na relación con la devoción alantiguo dios Vaelico, a cuyonombre se ha dado la interpre-tación de �dios bueno� o de�dios lobo� o �de lobos�, �elaullador�, a lo que podría hacerreferencia la actual denomina-ción del lugar en que se halla laermita, �Postoloboso�.

Recuerdo del antiguo culto delos indígenas a los montespodríamos todavía hallar en elactual nombre de Candeleda,en cuyo término municipal sehalla integrado el yacimiento,ya que deberíamos englobarloen el conjunto de topónimosque comienzan con el radical�cand�, atestiguado en las len-guas celtas con el significadode �brillar, arder, resplandecer�,y que ha llegado al español, através del latín, con este mismosignificado, en palabras como�cand-eal�, �cánd-ido�, �in-cand-escente�, adjetivos que resul-tan adecuados para aplicar a unmonte que �brilla�, de un �blan-co brillante�, por lo que tam-bién se aplicó en algunos luga-res a Júpiter como �dios de lasalturas�, Júpiter Candiedo, Júpi-ter Candamius, en las monta-

El castro de El Raso, Candeleda 51

Camino milenario hacia el Puerto de Candeleda.

Fuente del Sauce.

Piedra a la que eran atados los perrospara ser herrados.

Page 53: Castro de Ulaca Solosancho, `vila · alba margarita de la manzanilla, la campÆnula rosa, morada y azul. En los balcones volados de Candeleda crecen el geranio y el clavel, la albahaca

ñas del Norte de España. Y es nombreque muy bien podría haberse aplicadoen su día al hoy llamado Pico Almanzor,nombre evidentemente moderno, sinque conozcamos el antiguo, pero picoque sin duda impresionó siempre a losindígenas por su imponente altura y porel brillo de su cumbre nevada, muchasveces envuelta entre nubes de tormen-ta, aquéllas que, al contemplarlas enuna de sus visitas a la sierra, hicierandecir a Unamuno: �fue entonces cuan-do comprendí al Dios del Sinaí�. De don-de es fácil deducir que el antiguo nom-bre de la cumbre, sustituido en la EdadMedia, haya podido permanecer y man-tenerse a lo largo de los siglos en el nom-bre de la ciudad.

Y tenemos quizá también en El Raso y enotros pueblos de la comarca hasta nues-tros días reminiscencias de un antiguo

culto al árbol, en el chopo que todos los años se planta en el cen-tro de la plaza el día de San Juan, coincidiendo con la celebraciónde las fiestas locales. A su sombra parecen desarrollarse las fies-tas, como a la sombra del roble se desarrollaban en tiempos losactos importantes de la comunidad.

Cuadernos de Patrimonio Abulense52

El �palo�de las fiestas de El Raso.

Page 54: Castro de Ulaca Solosancho, `vila · alba margarita de la manzanilla, la campÆnula rosa, morada y azul. En los balcones volados de Candeleda crecen el geranio y el clavel, la albahaca

� ALMAGRO GORBEA, M., �Los celtas: Hispania y Europa�.Actas de El Escorial. Cursos de verano 1992. Universidad deMadrid, Madrid, 1993.

� ÁLVAREZ-SANCHÍS, J.R., �Verracos, vettones y espaciossociales: Arqueología del paisaje en la Edad del Hierro�.Arqueología Espacial, 19-20, 1998: 609-631.

� Los vettones. Madrid, 1999. Real Academia de la Historia.

� CIPRÉS, P., Guerra y sociedad en la Hispania indoeuropea.Vitoria, 1993. Universidad del País Vasco.

� FERNÁNDEZ GÓMEZ, F., �Objetos de origen exótico en ElRaso de Candeleda (Ávila)�. Trabajos de Prehistoria, 29,1972: 273-294.

� �El santuario de Postoloboso (Candeleda, Ávila)�, NoticiarioArqueológico Hispánico, Arqueología, II, 1974: 1-140.

� �Denarios en el castro de El Raso de Candeleda (Ávila)�. Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, LXXVIII,1975: 437-462.

� �Excavaciones en el castro prerromano de El Raso deCandeleda (Ávila)�. Noticiario Arqueológico Hispánico,Prehistoria, 5, 1976: 363-367.

� �Un tesorillo de plata en el castro de El Raso de Candeleda(Ávila)�. Trabajos de Prehistoria, 36, 1979: 379-404.

� �El Raso de Candeleda. Un yacimiento de la Edad del Hierroen la Meseta�. Revista de Arqueología, 43, 1984: 10-21.

El castro de El Raso, Candeleda 53

Bibliografía

Page 55: Castro de Ulaca Solosancho, `vila · alba margarita de la manzanilla, la campÆnula rosa, morada y azul. En los balcones volados de Candeleda crecen el geranio y el clavel, la albahaca

� Excavaciones arqueológicas en El Raso de Candeleda.Ávila, 1986. Institución Gran Duque de Alba. 2 vols.

� �Acerca de la periodización de la Edad del Hierro en laMeseta�. Revista de Arqueología, 120, 1991: 6-7.

� �Los poblados y las casas�. En �Los celtas en la PenínsulaIbérica. Madrid�, 1991: 42-51. Revista de Arqueología.

� �Un aplique de bronce en El Raso de Candeleda (Ávila)�. En�La presencia de material etrusco en la Península Ibérica�,Mesa Redonda. Barcelona, IV, 1990 (1991): 615-618.

� �El Raso de Candeleda (Ávila). De la Prehistoria a laRomanización. En �El proceso histórico de la LusitaniaOriental en época prerromana y romana�. CuadernosEmeritenses, 7. Mérida, 1993: 145-189. Museo Nacional deArte Romano.

� La Edad del Hierro. En Historia de Ávila. I. Prehistoria eHistoria Antigua. Ávila, 1995: 103-269. Institución �GranDuque de Alba�.

� �Joyas de oro en castros de la Meseta: Ulaca y El Raso deCandeleda�. Nvmantia. Arqueología en Castilla y León, 6,1993/1994 (1996), 6, p. 9-30.

� Una tumba orientalizante en El Raso de Candeleda(Ávila). En Studi in onore di Sabatino Moscati. Pisa-Roma,1997: 725-740. Istituti Editoriali e Poligrafi Internazionali.

� �Problemas arqueológicos del yacimiento de El Raso deCandeleda (Ávila). Trasierra. Boletín de la Sociedad deEstudios del Valle del Tiétar, 2, 1997: 81-94.

� La Edad del Hierro. En MARINÉ, Mª., (Coordinadora),Historia de Ávila. I. Prehistoria e Historia Antigua. Ávila,1998: 93-280. Institución �Gran Duque de Alba�.

Cuadernos de Patrimonio Abulense54

Page 56: Castro de Ulaca Solosancho, `vila · alba margarita de la manzanilla, la campÆnula rosa, morada y azul. En los balcones volados de Candeleda crecen el geranio y el clavel, la albahaca

� Excavaciones en la necrópolis de Las Guijas. El Raso deCandeleda (Ávila). Campaña 1993. Memorias, 4, 1998.Valladolid. Consejería de Cultura y Turismo. Junta de C. y L.

� El Raso de Candeleda. En Celtas y Vettones. Ávila, 2001:294-303. Diputación Provincial.

� �El poblado fortificado de El Raso de Candeleda. (Ávila): elNúcleo D. Un poblado de la III Edad del Hierro en laMeseta de Castilla�. (En prensa)

� FERNÁNDEZ GÓMEZ, F., ALONSO DE LA SIERRA, J. y LÓPEZFERNÁNDEZ, Mª. T., �Evolución y cronología de El Raso(Candeleda, Ávila)�. Congreso Internacional de la Edad delHierro en la Meseta. Salamanca, 1984. Zephyrus, XXXIX-XL,(1986-1987): 265-271.

� FERNÁNDEZ GÓMEZ, F. y CONLIN HAYES, E., �El 'Prao dela Carrera'. Un poblado de la Edad del Bronce en El Raso(Candeleda)�. En �Homenaje a Sonsoles Paradinas�. Ávila,1998: 65-72. Asociación de Amigos del Museo de Ávila.

� FERNÁNDEZ GÓMEZ, F. y LÓPEZ FERNÁNDEZ, Mª. T.,�Secuencia cultural de El Raso de Candeleda (Ávila)�.Nvmantia, III, 1990: 95-124.

� FERNÁNDEZ GÓMEZ, F, LÓPEZ FERNÁNDEZ, Mª. T. yLÓPEZ FERNÁNDEZ, Mª. R., �A propósito de unaexposición: Los pioneros de la Arqueología en El Raso deCandeleda�. Cuadernos Abulenses, 13, 1990: 43-70.

� LORRIO, A. J., �El armamento de los celtas hispanos�. En�Los Celtas: Hispania y Europa�. Cursos de verano 1992.Dirigido por M. Almagro-Gorbea. Madrid, 1993: 285-326.Actas de El Escorial.

� RUIZ ZAPATERO, G., LORRIO ALVARADO, A. y MARTÍNHERNÁNDEZ, M., �Casas redondas y rectangulares de laEdad del Hierro: aproximación a un análisis comparativo

El castro de El Raso, Candeleda 55

Page 57: Castro de Ulaca Solosancho, `vila · alba margarita de la manzanilla, la campÆnula rosa, morada y azul. En los balcones volados de Candeleda crecen el geranio y el clavel, la albahaca

del espacio doméstico�. En �Coloquio sobre elmicroespacio. 3. Del Bronce Final a Epoca Ibérica�.Arqueología Espacial, 9, Teruel, 1986: 79-101.

� SÁNCHEZ MORENO, E., Vettones. Historia y Arqueología deun pueblo prerromano. Madrid, 2000. UniversidadAutónoma.

Cuadernos de Patrimonio Abulense56

Page 58: Castro de Ulaca Solosancho, `vila · alba margarita de la manzanilla, la campÆnula rosa, morada y azul. En los balcones volados de Candeleda crecen el geranio y el clavel, la albahaca

El castro de El Raso, Candeleda 57

Manzanas de casas del núcleo D del castro.

Page 59: Castro de Ulaca Solosancho, `vila · alba margarita de la manzanilla, la campÆnula rosa, morada y azul. En los balcones volados de Candeleda crecen el geranio y el clavel, la albahaca
Page 60: Castro de Ulaca Solosancho, `vila · alba margarita de la manzanilla, la campÆnula rosa, morada y azul. En los balcones volados de Candeleda crecen el geranio y el clavel, la albahaca

El castro de El Raso, Candeleda 59

ÍNDICE

Presentación 3

El yacimiento de la Edad del Hierro de El Rasode Candeleda desde sus orígenes 5

Primeros testimonios: Desde los orígenes hastala Primera Edad del Hierro 5

La Segunda Edad del Hierro:el poblado y la necrópolis célticos 12

La Tercera Edad del Hierro:el poblado amurallado 21

La romanización 44

Últimos testimonios 49

Bibliografía 53

Page 61: Castro de Ulaca Solosancho, `vila · alba margarita de la manzanilla, la campÆnula rosa, morada y azul. En los balcones volados de Candeleda crecen el geranio y el clavel, la albahaca

Cuadernos de Patrimonio Abulense60

Acceso al castro

Las comunicaciones con el castro de El Raso son sencillas ycómodas. Basta seguir la carretera nacional V, Madrid-Cáceres,hasta Oropesa y tomar aquí la desviación que nos lleva hastaCandeleda, a 30 km. Al llegar aquí coger la comarcal en direccióna Madrigal de la Vera y Plasencia. A 5 km, a la derecha, nace lacarretera local a El Raso, una carretera bien asfaltada, pero estre-cha y con muchas curvas, que nos indican que comenzamos ainternarnos en la sierra. A 6 km se nos mostrará el cartel de�Bienvenidos a El Raso�, y poco más adelante, justo a la entra-da del pueblo, hallaremos una desviación a la derecha con laindicación �Castro Celta�. Son apenas 40 m de acusada cuestaarriba, al final de la cual encontraremos un �Stop�. Respetadoéste, nos incorporamos a la carretera que nos llevará, siguiendoa la derecha, hasta el castro.En una de las primeras casas que observamos a la izquierda sehalla �Muérdago�, la tienda en la que podemos adquirir publi-caciones relacionadas con el yacimiento, recuerdos locales yproductos de la tierra.La carretera es similar a la que nos ha traído hasta el pueblo.Está asfaltada hasta el yacimiento, pero el firme se halla en peorestado que el de aquélla, por lo que es aconsejable tener pre-caución.Podemos dejar el coche al borde de la carretera, poco transita-da, o en el pequeño aparcamiento de tierra dispuesto al ladoizquierdo de ella, a la altura de las casas.Andados 4,5 km la carretera se bifurca. El ramal de la izquierdaacaba enseguida, en El Pinillo, una vez pasado el puente sobreel arroyo que lleva este nombre, con un extenso aparcamientodesde el que nace un camino que nos interna en la Sierra. El dela derecha, todavía en peor estado de conservación, nos lleva alas alturas de El Jornillo. Andados unos 2 km desde la bifurcación nos hallaremos enPeña Escrita, el lugar donde han sido localizadas las primeras pin-turas rupestres, que distinguiremos fácilmente al borde de lacarretera, a la izquierda, por hallarse protegidas por una verja dehierro.

Page 62: Castro de Ulaca Solosancho, `vila · alba margarita de la manzanilla, la campÆnula rosa, morada y azul. En los balcones volados de Candeleda crecen el geranio y el clavel, la albahaca

El castro de El Raso, Candeleda 61

Page 63: Castro de Ulaca Solosancho, `vila · alba margarita de la manzanilla, la campÆnula rosa, morada y azul. En los balcones volados de Candeleda crecen el geranio y el clavel, la albahaca
Page 64: Castro de Ulaca Solosancho, `vila · alba margarita de la manzanilla, la campÆnula rosa, morada y azul. En los balcones volados de Candeleda crecen el geranio y el clavel, la albahaca
Page 65: Castro de Ulaca Solosancho, `vila · alba margarita de la manzanilla, la campÆnula rosa, morada y azul. En los balcones volados de Candeleda crecen el geranio y el clavel, la albahaca